Marcelo Méndez’s research while affiliated with University of Buenos Aires and other places
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En las aguas poco turbulentas del campo literario argentino de 1958, la aparición de Enero, primera novela de Sara Gallardo, significó una irrupción notable. Habría que empezar diciendo que el modo a la vez lacónico y violento con el que Gallardo dota al campo en esta novela incide fuertemente en su desarrollo. Coherentemente con esto, hay que decir que, a los personajes de la novela, puesteros pobres en una estancia, no les faltan los problemas: Nefer, la joven adolescente que protagoniza el texto, ha sido violada y no termina de decidirse a abortar. El relato de la violación, que se vale de continuadas metonimias, es un gran momento de la prosa de Gallardo, mientras que todo el periplo que se dibuja alrededor de la voluntad de abortar de Nefer (su cabalgata a lo de la “Bruja Borges”, su temor, los parientes que utiliza como excusa), da pie a una guía práctica sobre el aborto. Finalmente, el deseo de Nefer sucumbe a tres poderes concéntricos (Enero es también una novela sobre el poder): el que representa su madre, el que detenta la Iglesia y el que pone en juego la dueña de la estancia.
Resumen: En algunas de sus manifestaciones en la literatura argentina actual el giro subjetivo se ha transformado en un verdadero trompo subjetivo, al punto que los escritores dirimen sus divorcios en las páginas de sus libros. El comentario apunta especialmente a Derrumbe de Daniel Guebel y Era el cielo de Sergio Bizzio, textos incluidos por Alberto Giordano entre las novedosas "escrituras del yo", que narran la descomposición de las parejas de sus autores y la consiguiente separación. Se trata de textos desafiantes para la crítica. La presentación es ficcional, pero casi todos los hechos narrados han ocurrido. La ponencia pretende avanzar sobre las razones que explicarían el surgimiento de estas "escrituras del yo" y para que sus intentos no se topen inexorablemente con un estatuto ficcional que conviene respetar, propone como hipótesis que estos textos se analicen allá donde la literatura y la sociedad se intersectan. Palabras clave: Giro subjetivo-"escrituras del yo"-ficción-realidad-imaginación En algunas de sus manifestaciones en la literatura argentina actual el giro subjetivo, ese proceso propio de las últimas décadas por el que el yo se sacude el peso de las estructuras y resurge, se ha transformado en un verdadero trompo subjetivo, al punto que los escritores dirimen sus divorcios en las páginas de sus libros. El comentario apunta especialmente a Derrumbe de Daniel Guebel y Era el cielo de Sergio Bizzio, que narran la descomposición de las parejas de sus autores y la consiguiente separación. Se trata de textos desafiantes para la crítica. La presentación es ficcional, formalmente son novelas, pero casi todos los hechos narrados han ocurrido. Alguna vez la literatura argentina tuvo que obrar en forma bien distinta: como se sabe, Rodolfo Walsh inventó un género no ficcional para narrar terribles hechos históricos (hoy José Eliaschev, un caso para vincular a los primeros, utiliza los procedimientos de la investigación periodística para narrar su propia vida). Como sea, y volviendo a las novelas de Guebel y Bizzio, la manera peculiar con que se zambullen en el giro subjetivo invita al análisis. En El giro autobiográfico de la literatura argentina actual, uno de los dos libros de Alberto Giordano que resultaron de gran ayuda a la hora de pensar este trabajo (el otro, claro, es Una posibilidad de vida. Escrituras íntimas), Giordano denomina a los textos recién mencionados y a Historia del llanto de Alan Pauls, "escrituras del yo" y – no sin cierta pena– los separa de los de corte más formalmente autobiográfico que terminan constituyendo su exclusivo objeto de estudio. Un juicio breve e irrefutable de Beatriz Sarlo contribuyó a que tomara esa decisión: "las escrituras del yo" reclaman "una lectura que atienda a su estatuto ficcional, diferente por naturaleza de làpretensión deverda que identifica a los textos que sí participan del giro autobiográfico" (Giordano 2008: 8). De acuerdo. Tanto Derrumbe, como Era el cielo participan –se dijo más arriba– de ese estatuto ficcional. Semejante obstáculo formal representa un gran problema para toda crítica que pretenda abordar la relación forma/contenido en esos textos y posiblemente lleve a este trabajo a en(callar) contra él. Pese a todo, es oportuno recordar que cuando los estudiantes llegaban a sus clases erigidos en férreos defensores de la autonomía del texto literario, Sarlo se encargaba de decir que "si conocemos cuestiones biográficas que operan en el texto y desestimamos ese conocimiento, nos estamos haciendo los tontos". Una frase muy distinta de la otra, que bien puede considerarse su complemento.