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Socialismo de mercado: El modelo que pudo ser pero no fue

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Abstract

I.El blanco móvil de la reforma económica. El modelo final de la oleada de reformas económicas intentadas en la Europa Central Oriental durante los pasados treinta y cinco años ha sido un blanco móvil. Al principio la reforma trataba de mejorar la planeación central de tipo soviético remplazando las órdenes centrales por relaciones contractuales; usando indicadores de la actuación de las empresas basados en el valor neto y no en la cantidad física bruta, el crédito en lugar de los subsidios y los incentivos materiales en lugar de las exhortaciones, y relacionando el sistema con algunas señales del mercado, en particular con los mercados mundiales(por ejemplo Polonia en 1956, la Unión Soviética en 1965, Hungría en 1968 y Checoslovaquia en 1981)...
SOCIALISMO
DE
MERCADO:
EL
MODELO
QUE
PUDO
SER
PERO
NO
FUE*
Domeníco
Mario
Nati**
'Mala
memoria
es
la
que
sólo
funciona
hacia
atrás",
observó
la
Reina
LEWISCARROIX
A
través
del
espejo
1.
EL
BLANCO
MóVIL
DE
LA
REFORMA
ECONóMICA
El
modelo
final
de
la
oleada
de
reformas
económicas
intentadas
en
la
Europa
Central
Oriental
durante
los
pasados
treinta
y
cinco
años
ha
sido
un
blanco
móvil.
Al
principio
la
reforma
trataba
de
mejorar
la
planeación
central
de
tipo
soviético
remplazando
las
órdenes
centrales
por
relaciones
contractuales;
usando
indicadores
de
la
actuación
de
las
empresas
basados
en
el
valor
neto
y
no
en
la
cantidad
física
bruta,
el
crédito
en
lugar
de
los
subsidios
y
los
incentivos
materiales
en
lugar
de
las
exhortaciones,
y
relacionando
el
sistema
con
algunas
señales
del
mercado,
en
particular
con
los
mercados
mundiales
(por
ejemplo
Polonia
en
1956,
la
Unión
Soviética
en
1965,
Hungría
en
1968
y
Checoslovaquia
en
1981).'
En
una
segunda
etapa,
el
blanco
era
una
noción
confusa
de
un
modelo
radicalmente
nuevo,
el
"socialismo
de
mercado".
Se
habló
al
principio
de
un
"mercado
socialista",
una
expresión
acuñada
por
Gorbachov
que
fue
justamente
criticada:
"Queremos
salchichas
—dijo
Gavril
Popov
—,
no
salchichas
socialistas";
"Un
mercado
es
un
mer-
*
Ensayo
preseiilado
en
el
IV
Congreso
Mundial
de
Estudios
Soviéticos
y
de
la
Europa
Oriental,
ICSEES,
Harrogüle,
Inglaterra,
julio
de
1990,
pp.
21-26.
Sesión
VI-25,
23
de
julio,
panel
de
"I-a
pereslroika
y
el
socialismo
de
mercado"
[traducción
del
inglés
de
Eduardo
L.
Suárez].
**
Euro|)ean
University
Inslilute,
Florencia,
Italia.
'
Respecto
a
esta
caracterización
véase
Bauer
(1990a,
b).
El
distingue
entre
la
mejora
del
viejo
sistema,
su
conversión
aun
nuevo
sistema
y
la
transición
al
capitalismo.
Sin
embargo,
Bauer
considérala
refonnade
1968
como
un
intento
de
conversión
más
bien
quede
mejora
del
sistema.
Véase
también
Nuli,
1988b.
Acerca
de
Cliecoslova<|uia
véase
Drabek,
1989.
235
236
ELTRIMESTRE
IrXON'OMICO
cado",
añadió
Valtr
Koinarek,
Viccprcmier
chcco,
tras
llegar
al
poder.
Es
claro
que
sólo
el
ambiente
institucional
en
el
que
operan
los
mercados,
y
las
políticas
seguidas
por
los
gobiernos,
pueden
ser
socialistas
o
no
socialistas,
una
designación
que
no
debe
aplicarse
a
los
mercados;
por
lo
tanto
puede
haber
un
socialismo
de
mercado
pero
no
mercados
socialistas.^
Pronto
se
entendió
una
noción
de
socialismo
de
mercado
como
una
economía
mixta
con
una
prevaleciente
propiedad
pública
y
un
partido
comunista
dominante,
pero
con
un
intercambio
de
mercado
generalizado
regulado
por
la
política
pública
y
con
algún
pluralismo
político.^
El
modelo
no
se
desarrolló
por
completo
en
su
forma
final,
sino
que
se
definió
por
cambios
radicales
en
su
dirección;
no
parecía
importar
un
modelo
final
claro
y
aceptado,
ya
que
los
primeros
pasos
serían
los
mismos
independientemente
de
la
meta
final
(Hewett,
1989).
Sobre
todo
en
Hungría,
Polonia
y
la
Unión
Soviética
hubo
cambios
esenciales
e
insólitos
tales
como
el
desmanlelamiento
de
la
planeación
obligatoria;
la
remonetización
giadual
de
la
economía
y
el
establecimiento
de
disciplina
financiera
en
la
actividad
económica
(incluidos
ciertos
procedimientos
para
la
recuperación,
la
liquidación
y
la
quiebra
de
la
empresa);
la
introducción
de
mercados
de
bonos,
acciones
y
capital
para
su
comercio
primario
y
secundario;
la
exposi-
ción
gradual
de
las
empresas
a
la
competencia
internacional
mediante
un
acceso
mayor
al
comercio
exterior
y
transacciones
en
divisas;
el
desarrollo
de
actividades
económicas
no
estatales,
es
decir,
de
indivi-
2
Podría
entenderse
un
mercado
"sofialisla"
como
un
mercado
igualitario
en
el
([ue
los
participantes
tienen
ingresos
y
n(|iiezas
iguales
y
"votan
por
el
rui>io"
en
una
democracia
económica
genuina;
pero
el
dinero,
al
contrario
de
lo
(|ue
ocurre
con
los
votos,
pueile
prestarse
siempre,
y
la
posición
de
familias
y
empresas
es
en
todo
caso
asimétrica;
un
mercado
no
puede
ser
igualitario;
sólo
las
políticas
pueden
serlo.
Tauíhicn
podría
entenderse
un
mercado
"socialis-
ta"
como
un
mercado
"regulado",
pero
la
regulación
asume
la
forma
de
control
de
precios,
en
cuyo
caso
nos
encontraremos
fuera
de
un
sistema
de
mercado,
o
asume
la
fonna
de
transacciones
estatales
en
el
mercado
ahierto,
en
cuyo
caso
hahrá
un
mercado
enteramente
ordinario.
La
misma
objeción
ixxJría
formularse
contra
la
expresión
"mercado
social",
conocida
desde
la
Alemania
de
Erhard,
en
el
(pie
las
políticas
gubernanienlalcs
satisfacen
preocupaciones
sociales;
sin
embargo,
el
"mercado
social"
es
una
abreviatura
cstaldcciiJa
para
una
econonu'a
mixta
con
intervención
estatal
moderada
y
políticas
sociales.
"Mercado
social"
es
una
eti(|ucta
usa<la
ahora
ampliamente
también
con
referencia
a
la
Europa
Central
Oriental
por
los
socialdrintícralas
en
oposición
a
los
reformadores
liberales.
^
Kornai
(1990)
afirma
«pie
"socialismo
de
mercado
=
[¡ropicdad
estatal
+
coordi-
nación
del
mercado"
(p.
58);
pero
esta
parece
ser
una
definición
demasiado
restrictiva,
ya
que
el
socialismo
de
mercado
se
entiende
cada
vez
más
con
inclusión
de
considerables
|M)rciones
de
propiedades
y
empresas
privadas.
SOCIALISMO
DE
MERCADO
237
dúos,
cooperativas,
empresas
conjuntas
y
a
veces
empresas
enteramen-
te
privadas,
nacionales
o
extranjeras;
la
relación
de
los
ingresos
con
la
actuación
de
las
empresas,
y
mayor
movilidad
de
la
mano
de
obra;
por
último,
y
no
menos
importante,
cierto
relajamiento
del
control
del
partido
en
la
vida
política,
económica
y
social
(véase
una
relación
reciente
del
progreso
de
la
reforma
económica
en
la
Europa
Oriental
enUN-ECE,
1989a
y
b,
1990).
Ninguna
de
las
reformas
—el
mejoramiento
del
modelo
antiguo
y
la
construcción
de
un
modelo
nuevo
pudo
acabar
con
la
ineficiencia,
la
inercia
y
la
inestabilidad
del
sistema
antiguo.
En
la
actualidad
la
mayoría
de
estos
países
(la
RDA
mediante
la
fusión
con
la
RFA;
Polonia,
1
lungría
y
Checoslovaquia)
están
de
regreso
a
la
democracia
multipar-
tidista
y
a
una
economía
plenamente
capitalista;
la
evolución
de
Bulgaria,
Rumania
y
la
Unión
Soviética
está
aún
abierta
en
teoría,
pero
en
la
práctica
no
se
ha
desaiTollado
ninguna
opción.*
En
los
países
de
Occidente
tampoco
se
ha
implantado,
o
concebido
siquiera,
una
"tercera
vía",
distinta
de
una
economía
capitalista
con
políticas
socialdcmócratas.^
Suele
inferirse
de
estos
desan'ollos
que
el
sistema
económico
de
tipo
soviético
está
condenado
y
que
el
"socialismo
de
mercado"
ha
fracasado."
Está
claro
que
el
rechazo
del
monopolio
comunista
del
poder
político
puede
considerarse
como
una
condición
necesaria
para
cualquier
mejoramiento
sistémico,
grande
o
pequeño;
de
otro
modo,
los
*
Lx>
más
cercano
a
un
progniina
para
el
nuevo
modelo
está
contenido
en
el
Informe
Abalkin
(1989),
(X'ro
aun
este
programa
es
incomplejo,
fuera
de
secuencia,
y
se
ha
diluido
más
aún.
"El
modelo
soviético
de
socialismo
para
el
siglo
XXI
no
ha
surgido
todavía,
ni
sicpiiera
en
sus
lincamientos
generales"
(Davies,
1990,
p.
27).
5
Por
ejemplo,
el
manifiesto
reciente
del
Partido
I^iborista
Británico
(1988)
es
una
vaga
representación
de
las
políticas
socialdeinócrala»
tradicionales,
donde
ajiarece
"una
sociedad
auténticamente
libre..
.
una
participación
real
y
ujia
influencia
denKxrática
real
en
las
industrias
y
los
servicios
donde
están
empleados
[los
trabajadores].
..
liljertad
de
elección
.
..
redistribución
.
.
.
extensión
del
control
democrático.
.
.
Los
socialistas
demixráticos
creen
en
la
asignación
del
mercado,
pero
guiada
por
el
acuerdo
de
que
el
sistema
competitivo
dcljc
perseguir
el
objetivo
de
la
mayor
lil>ertad,
la
mayor
igualdad
y
la
mayor
elección".
La
representación
del
"socialismo
de
mercado"
examinada
en
el
volumen
de
Crand
y
Estrin
(1990)
es
una
sencilla
defensa
de
los
mercados
y
menciona
las
políticas
igualitarias,
cierta
plancación
para
evitar
las
fallas
de
coordinación
e
infonnaeión
de
los
mercados,
algún
reixirto
de
las
ganancias,
las
co<ii>eralivas
y
alguna
propiedad
de
los
trabajadores.
^
Véase
en
Keren
(1989)
y
en
Koniai
(1990)
una
acerba
crítica
de
los
esfuerzos
que
se
han
hecho
para
implantar
el
socialismo
de
mercado;
en
vísperas
de
tales
esfuerzos
.Miram
Bergson
esperaba
(¡ue
el
socialismo
de
mercado
funcionara
modcradauíente
mejor
que
la
planeación
central,
aunque
cuestionaba
su
capacidad
para
su|>erar
la
solución
capitalista
comj>etitiva;
véase
Bergson
(1967).
238
ELTRIMESTRE
ECONÓMICO
defectos
del
sistema
tendrán
que
perpetuarse
por
medio
de
interferen-
cia
política
directa
en
los
asuntos
económicos,
selección
adversa
en
los
nombramientos
de
la
nomenclatura,
ausencia
de
realimentaciones
políticas,
uso
de
armas
económicas
en
la
vida
política
e
incapacidad
del
gobierno
no
elegido
para
aplicarla
austeridad
requerida
por
los
procesos
de
ajuste
económico.
Sin
embargo,
es
probable
que
los
esfuerzos
grandes
y
pequeños
de
mejoramiento
sistémico
no
hayan
fallado
a
causa
de
la
presunta
imposibilidad
de
la
tarea
emprendida
sino
a
causa
de
otros
factores.
Entre
tales
factores
se
incluye
la
negación
dogmática
y
la
incapacidad
política
para
estabilizar
el
ambiente
económico
en
el
que
habría
de
operar
la
reforma
y
mantener
luego
disciplina
financiera;
la
incapacidad
para
romper
los
lazos
entre
el
centro
y
las
empresas,
para
liberar
la
competencia,
para
exponer
plenamente
a
las
empresas
a
las
recompensas
del
mercado
(incluida
cierta
apropiación
de
las
ganancias
de
capital)
y
a
sus
castigos
(sin
subsidios
e
impuestos
compensatorios
para
cada
empresa
a
posteriori,
que
equivalen
a
una
centralización
indirecta);
la
ausencia
de
medidas
reformistas
de
acuerdo
con
una
secuencia
operativa
eficiente,
en
lugar
de
zigzaguear
siempre
siguiendo
la
línea
de
menor
resistencia;
la
ausencia
de
un
esquema
claro,
coherente
y
detallado
para
el
modelo
escogido,
y
las
frecuentes
revi-
siones
sin
sentido
y
las
reversiones
repentinas
con
la
presión
de
grupos
de
interés
y
de
comentes
políticas.^
En
estas
condiciones
la
reforma
del
sistema
antiguo
está
condenada
al
fracaso,
de
modo
que
el
único
camino
viable
es
su
total
rechazo.
¿Lo
anterior
significa
que
esas
son
las
únicas
condiciones
que
el
modelo
de
tipo
soviético
tradicional
puede
generar
para
su
propia
reforma?
Es
posible
que
así
ocurra,
es
decir,
que
ninguna
economía
socialista
sea
capaz
de
seguir
una
disci-plina
Tmanciera
(de
apegarse
a
"estrictas
restricciones
presupuestarias"),
de
reclutar
administradores
con
espí-
ritu
de
lucro
que
se
encarguen
de
tomar
las
decisiones
económicas,
de
usar
instrumentos
de
política
económica
aplicables
a
toda
la
economía
y
de
despolitizar
la
economía.
Es
cierto
que
los
líderes
socialistas
se
han
mostrado
hasta
ahora
incapaces
de
aprender
no
sólo
de
los
errores
de
otras
personas
(que
constituyen
una
verdadera
sabiduría)
sino
también
de
sus
propios
errores;
¿deberá
considerarse
esto
como
un
estado
de
cosas
inmutable
y
permanente?
Dado
que
el
aprendizaje
es
una
ventaja
'
Por
lo
que
respecta
a
la
secuencia,
véase
Nuli
(1990a
y
b).
SOCIALISMO
DE
MEUCADO
239
esencial
de
la
condición
humana,
hay
algo
extraño
—por
lo
menos
en
la
presunción
de
una
eterna
incapacidad
de
los
socialistas
para
aprender
de
la
experiencia;
parece
justo
echar
la
carga
de
la
prueba
sobre
los
hombros
de
quienes
presumen
tal
cosa.**
En
tal
sentido,
no
resulta
inútil
ni
trivial
considerar
un
modelo
de
"socialismo
de
merca-
do"
que
difiera
de
una
economía
mixta
con
un
gobierno
socialdemó-
crata
elegido.
Tal
es
el
propósito
de
este
ensayo.
Debe
subrayarse
que
la
especulación
acerca
de
otro
posible
modelo
de
"socialismo
de
mercado"
—una
tercera
vía—
es
un
ejercicio
puramente
intelectual,
la
exploración
de
una
utopía.
Tal
modelo
no
puede
pretender
ninguna
superioridad
sobre
el
sistema
capitalista,
pero
podría
representar
un
avance
en
las
medidas
que
se
han
tomado
a
medias
en
nombre
de
la
reforma.
Sin
embargo,
el
socialismo
de
mercado
no
puede
considerarse
ahora
un
plan
de
acción
en
la
Europa
Central
Oriental:
la
obtusa
demora
de
los
líderes
socialistas
pasados
y
presen-
tes
(incluido
también,
en
efecto
de
manera
especial,
Mijail
Gorbachov)
ha
imposibilitado
la
consideración
de
cualquier
cosa
que
no
sea
una
versión
del
capitalismo
como
un
modelo
por
seguir
en
los
países
de
esa
región;
cuando
un
barco
se
hunde,
no
es
tiempo
de
experimentar
con
las
propiedades
de
flotación
de
otras
embarcaciones.
Sin
embargo,
nos
vemos
tentados
a
repetir
lo
que
dijera
Vaclav
Klaus,
el
ministro
de
Finanzas
de
Checoslovaquia:
"La
tercera
vía
es
el
camino
más
rápido
hacia
el
Tercer
Mundo".
La
exploración
de
un
modelo
que
hubiera
podido
serlo,
debería
interesar
a
socialistas
y
a
no
socialistas
por
igual,
también
en
Occidente.
II.
ELSOCIAUSMO
DE
MERCADO
La
bibliografía
económica
no
proporciona
un
modelo
global
del
"socia-
lismo
de
mercado".
Se
considera
generalmente
a
Oskar
Lange
(1936,
1937)
como
el
precursor
del
socialismo
de
mercado,
a
pesar
de
que
nunca
habló
de
un
socialismo
de
mercado
ni
hubiera
sido
el
primero
en
hacerlo.
De
hecho
el
modelo
de
Lange
implica
sólo
una
simulación
parcial
del
mercado
para
la
construcción
iterativa,
por
ensayo
y
error,
^
En
efecto,
Heweit
(1989)
sostiene
que
"lo
más
impresionante
de
Mijail
Gorbachov
y
quienes
lo
rodean
en
su
capacidad
para
aprender.
.
.
los
errores
no
son
importantes,
pero
el
aprendizaje
a
partir
de
ellos
lo
es.
Lx>s
líderes
soviéticos
están
aprendiendo".
240
ELTRIMESTHI-:
LCONOMICO
de
un
plan
central,
y
pertenece
al
conjunto
de
procedimientos
de
descentralización
en
la
planeación
central.
El
término
parece
haber
sido
acuñado
por
Ileimann
(1922
y
1934),
quien
habló
antes
que
nadie
del
marktsozialismus;
otros
nombres
asociados
de
ordinario
con
el
socialismo
de
mercado
son
los
de
Taylor
(1928),
Landauer
(1931),
Dickinson
(1933)
y
Lange
(1938).
Véase
una
amplia
reseña
de
la
bibliografía
anterior
a
la
guerra
en
Landauer
(1959).
Incluso
antes
de
Ileimann,
Barone
(1908)
había
examinado
la
actividad
del
ministro
de
Producción
de
su
Estado
Colectivista
en
términos
de
mercados
reales,
pero
sólo
para
demostrar
la
equivalencia
básica
de
los
dos
sistemas.
Después
de
Lange
la
bibliografía
acerca
del
socialismo
de
mercado
va
desde
Brus
(1964),
cuya
obra
influyó
efectivamente
en
las
reformas
checas
y
húngaras,
y
gradualmente
elaboró
planes
cada
vez
más
descentralizados
a
la
luz
de
la
experiencia
(véase
Brus
y
Laski,
1989),
hasta
el
"socialismo
viable"
de
Nove
(1983)
y
las
elaboraciones
de
los
más
ilustrados
reformadores
y
de
las
Comisiones
de
Reforma
Econó-
mica
de
la
Europa
Oriental.
En
realidad
Nove
propone
un
socialismo
"eficiente",
no
más
"viable"
que
la
planeación
central
tradicional,
indis-
tinguible
de
la
economía
mixta
capitalista,
mientras
que
los
otros
autores
se
centran
más
en
la
crítica
que
en
las
proposiciones
positivas.
Es
importante
discernir
si
el
"socialismo
de
mercado"
debería
entenderse
como
un
conjunto
de
políticas
específicas
(por
ejemplo
pleno
empico,
consumo
social,
seguro
social
y
redistribución
igualitaria
del
ingreso)
en
una
economía
de
mercado
mixta,
o
también
como
un
conjunto
de
instituciones
específicas
además
de
las
de
tal
economía.
La
caracterización
propuesta
aquí
incluye
tanto
políticas
como
institu-
ciones.
Kornai
(1990)
contrasta
el
"socialismo
de
mercado"
con
lo
que
llama
"la
economía
libre":
Por
supuesto,
una
economía
libre
es
una
economía
de
mercado,
pero
el
concepto
es
más
rico
y
no
se
refiere
sólo
al
lieclio
de
que
el
coordinador
principal
de
las
actividades
económicas
sea
un
mecanismo
específico:
el
mercado.
Una
economía
lii)re
es
la
(]ue
permite
la
entrada
y
la
salida
irrestrictas,
y
la
comjxítencia
justa
en
el
mercado.
La
noción
de
una
economía
libre
im[)lica
también
cierta
configuración
de
los
derechos
de
propiedad
y
cierta
estructura
institucional
y
poiífica.
El
sistema
promueve
el
libre
establecimiento
y
la
presoi"vac¡ón
de
la
pro|>iedad
privada,
y
alienta
al
sector
privado
a
generar
la
mayor
parte
del
producto.
Es
un
sistema
<pie
estimula
la
iniciativa
individual
y
el
espíritu
de
ein[)resa,
libera
esta
iniciativa
de
SOCIALISMO
DK
MERCADO
241
la
intervención
estatal
excesiva
y
la
|)iulcge
con
el
imperio
«Je
la
ley.
Una
economía
libre
se
aloja
en
un
ordeti
|)olítico
democrático,
caracterizado
por
la
libre
competencia
de
las
fuerzas
y
las
ideas
políticas
{[)p.
22-23).
Sin
embargo,
podríamos
imaginar
un
modelo
de
socialismo
de
mercado
que
incluya
todas
las
caraclerísticas
de
la
economía
libre
de
Kornai
pero
también
otras
relacionadas
con
el
proyecto
socialista,
tales
como
la
privatización
del
manejo
de
los
activos
estatales
en
lugar
de
la
de
su
propiedad;
el
pago
de
un
dividendo
nacional
o
ingreso
de
los
ciudadanos;
la
transformación
de
los
trabajadores
—por
lo
menos
a
tiempo
parcial
en
empresarios;
el
uso
d(!
las
operaciones
de
mercado
abierto
(en
lugar
de
los
controles)
en
lodos
los
mercados
por
parte
del
gobierno
como
instrumentos
de
política
económica
en
lugar
de
la
planeación,
y
el
uso
de
políticas
conlingenles
y
de
organismos
estatales
sujetos
a
estrictas
restricciones
presupuestarias
(¡ue
actúen
como
emplea-
doras
(o
inversionistas
o
importadoras
y
exportadoras)
de
líltima
instancia.
III.
MARCADOS:
CoMrETK.NCIA
Y
EQUILIBRIO
A
PRECIOS
SINCIJLARLS
La
necesidad
de
los
mercados
se
basa
en
varios
argumentos
sólidos.
Primero,
podemos
considerar
al
mercado
como
"un
procedimiento
para
el
descubrimiento
y
la
trasmisión
del
conocimiento
inarticulado"
(que
es
el
elocuente
título
de
un
ensayo
de
I.evoie,
1986).
Segundo,
y
quizá
más
importante,
los
mercados
son
servomecanismos,
instrumentos
homostáticos
automáticos
que
ajustan
el
precio,
el
producto
y
la
capacidad
en
respuesta
al
exceso
de
dt^manda
(el
ajuste
walrasiano,
el
marshalliano
y
el
de
acervos
de
capital
respectivamente).
Tercero,
los
mercados
obligan
a
los
agentes
económicos
a
rt^spetar
los
presupuestos
de
ingresos
y
riquezas.
Para
desempeñar
estos
papeles
los
mercados
tienen
que
ser
com-
petitivos
del
lado
de
la
demanda
y
de
la
oferta,
generar
precios
singulares
y
equilibrarse
siempre.
La
competencia
requiere
la
fragmen-
tación
de
las
grandes
empresas
y
sus
asociaciones,
las
que
ahora
dominan
la
Europa
Oriental
en
todos
los
sectores,
incluida
la
agricul-
tura,
así
como
su
libertad
total
para
diversificar
su
producto
y
para
entrar
a
cualquier
sector
y
salir
de
el.
El
equilibrio
del
mercado
es
esencial
para
evitar
las
rentas
injustificadas
e
ineficientes
que
de
otro
SOCIALISMO
DE
MERCADO
243
mercados,
y
no
podría
haber
socialismo
de
mercado.^'
Creo
que
Mises
tenía
razón
y
estaba
equivocado
a
la
vez.
Tenía
razón
por
cuanto
la
apropiación
del
total
o
de
una
parte
considerable
de
las
ganancias
de
capital
provenientes
del
éxito
de
la
empresas
parece
ser
una
condición
necesaria
para
la
movilización
de
las
iniciativas
empresariales;
pero
se
equivocaba
al
suponer
que
no
se
requería
nada
más.
Podemos
imaginar
una
economía
donde
la
propiedad
de
todos
los
medios
de
producción
y
su
posterior
reproducción
están
en
manos
del
Estado,
pero
estos
medios
se
arriendan
en
mercados
competitivos
a
empresarios
privados
que
conservan
un
derecho
residual
a
las
ganancias
de
ingresos
y
de
capital,
y
que
están
facultados
para
transferir
tal
derecho.
Los
arriendos
de
capital
—presentes
en
pequeña
escala
con
la
NPE—
han
resurgido
ampliamente
en
la
reforma
reciente,
por
desgracia
también
en
escala
demasiado
pequeña.
Pero
el
economista
húngaro
Tibor
Liska
(1963)
ha
elaborado
un
modelo
de
"socialismo
empresarial"
basado
precisa-
mente
en
el
arrendamiento
competitivo
de
los
activos
estatales
y
su
entrega
obligatoria
al
mejor
postor
(donde
sólo
los
particulares,
y
no
el
Estado,
tienen
derecho
a
pujar),
de
modo
que
todos
los
ciudadanos
tengan
un
capital
para
invertir
o
para
ejercitar
su
espíritu
empresarial
(véase
Barsony,
1982,
y
Nuli,
1988a
y
b).
Los
arrendamientos
—en
lugar
de
la
privatización—
merecen
una
consideración
mayor
que
la
que
han
recibido
hasta
ahora
en
la
reforma
económica.
Otro
modo
de
privatización
de
la
administración
es
mantener
una
gran
participación
estatal
en
el
capital
nacional
mediante
la
tenencia
de
acciones
en
compañías
privadas.
Puede
haber
así
una
propiedad
pública
grande,
pero
no
excluyenle
ni
necesariamente
predominante,
de
la
capacidad
productiva
(estatal,
local
y
cooperativa),
coexistiendo
y
compitiendo
en
igualdad
de
condiciones
con
un
sector
no
público.
La
propiedad
de
las
autoridades
estatales
y
locales
no
se
encarga
a
empresas
controladas
por
organismos
administrativos,
sino
que
se
vende
a
empresas
independientes
a
cambio
de
bonos
o
acciones
en
manos
de
tenedoras
estatales
especializadas
que
actúan
como
accio-
nistas
independientes.
Ya
sea
mediante
anendamientos
o
tenencias
de
acciones
se
eliminaría
la
intervención
de
los
llamados
"órganos
funda-
dores",
es
decir,
los
ministerios
(ya
sean
ministerios
de
ramas,
o
un
^^
Sostenía
Mises
que
los
mercndos
de
capital
no
pueden
simularse;
Komai
(1990)
está
de
acuerdo
("Estamos
hartos
de
simulaciones",
p.
72).
244
ELTRIMESTOE
F:C0\0M1C0
solo
ministerio
de
Industria,
o
ministerios
funcionales)
u
otras
oficinas
centrales:
tendría
que
eliminarse
la
"tutela
detallada"
de
los
órganos
centrales
en
las
empresas.
Quizá
sea
remota
la
esperanza
de
que
las
empresas
cooperativas
puedan
remplazar
a
las
empresas
estatales
dentro
del
sector
público
mediante
el
arrendamiento
de
activos
estatales
a
cooperativas
de
trabajadores;
el
crecimiento
considerable
de
las
cooperativas
soviéti-
cas
(véase
Nuti,
1989c)
no
es
un
indicador
del
potencial
de
este
sector
porque
esas
cooperativas
no
están
sujetas
a
la
limitación
tradicional
de
los
ingresos
y
los
rendimientos
del
capital.
En
general,
para
que
los
miembros
de
las
cooperativas
sean
empresarios
plenos
habría
necesi-
dad
de
darles
una
participación
en
los
incrementos
del
valor
de
capital
de
los
activos
de
sus
empresas,
pero
esto
transformaría
a
las
coopera-
tivas
en
asociaciones
privadas
(véase
más
adelante).
V.
PAtniCIPAClÓN
POLÍTICA
Y
ECONÓMICA
Tendría
que
haber
una
participación
generalizada
en
la
toma
de
decisiones
económicas
y
políticas
en
todos
los
niveles,
abandonando
el
poder
burocrático
y
lo
que
llamara
Wlodzimierz
Brus
la
"mono-ar-
quía"
del
partido.
Después
de
lodo,
esta
clase
de
participación
habría
de
realizarse
originalmente
por
medio
del
poder
de
los
soviets,
y
resulta
una
aberración
que
ahora
pueda
usarse
"lo
soviético"
—en
la
práctica
estadunidenses
y
ahora
también
en
la
inglesa—
como
una
etiqueta
de
nacionalidad,
como
podríamos
referirnos
a
"lo
británico",
por
ejemplo.
La
participación
seiía
necesaria,
en
una
fase
de
transición
al
nuevo
sistema
en
un
momento
de
crisis,
como
un
bien
no
intensivo
en
recursos
que
podría
usarse
como
una
contrapartida
de
la
austeridad
en
un
pacto
social
entre
el
gobierno
y
la
sociedad
(los
otros
bienes
no
intensivos
en
recursos,
el
alcohol
y
las
drogas,
tienen
efectos
cohUerales
indeseables).
VI.
LA
NATURALEZA
COMPLEMENTARIA
DE
L/\
ACTIVIDAí:)
CUliERNAMENTAL
Tendría
que
usarse
activamente
un
amplio
conjunto
de
instrumentos
de
política
económica
para
la
implantación
de
las
políticas
gubcrna-
SOCIALISMO
[)K
MERCADO
245
mentales;
sin
embargo,
sólo
se
planearía
la
aclividad
gubernamental;
esta
actividad
tendría
que
ser
adicional,
es
decir
complementaria
a
lo
que
ocurre
por
mismo
en
la
economía,
y
no
global
(es
decir,
que
no
abarque
al
total
de
la
economía);
ello
dependería
de
que
la
economía
no
siguiera
por
sola
un
curso
juzgado
conveniente
por
un
gobierno
sujeto
a
la
frecuente
verificación
electoral
del
ajxiyo
popular.
La
actividad
gubernamental
consiste
en
guiar
el
movimiento
económico
de
manera
espontánea,
no
proporcionar
efectivamente
el
motor
de
la
economía.
Vil.
LAS
POLíTICAS
SOCIALISTAS
EN
EL
MERCADO
En
el
modelo
considerado
de
"socialismo
de
mercado"
se
mantendría
el
compromiso
con
valores
socialistas
tales
como
los
de
igualdad,
consumo
social,
seguridíid
social
y
pleno
empleo
de
la
mano
de
obra.
Sin
embargo,
estos
objetivos
no
se
persiguen
a
toda
costa,
ni
hasta
el
nivel
de
saturación
de
la
demanda
privada
o
la
gubernamental,
sino
sólo
hasta
el
punto
en
que
su
costo
en
el
margen
sea
considerado
específicamente
por
el
gobierno
como
algo
conmensurable
con
su
logro.
Por
lo
tanto,
no
hay
compromisos
generales
(es
decir,
sin
restric-
ciones
presupuestarias),
sino
sólo
asignaciones
presupuestarias
estric-
tas
a
objetivos
específicos,
directamente
del
presupuesto
estatal
o
por
medio
de
organismos
independientes,
responsables
de
su
realización
y
de
la
efectividad
de
sus
costos.
La
política
gubernamental
se
establece
primordiamcnte
en
el
mercado,
es
decir,
mcdi.ante
el
gasto
presupues-
tario
y
la
venta
de
bienes
y
servicios,
de
activos
físicos
y
financieros.
Se
reconocería
que
la
provisión
del
consumo
social
mediante
el
presu-
puesto
desplazaría
otras
metas
de
consumo
individual
o
público,
y
se
consideraría
tal
provisión
como
algo
deseable,
no
en
términos
absolutos
sino
en
competencia
con
otras
cosas
deseables;
quizá
se
proporcionara
con
menor
generosidad
que
la
esperada,
tanto
en
términos
del
número
de
personas
merecedoras
como
de
los
de
méritos
individuales.
El
compromiso
del
pleno
empleo
es
acompañado
de
una
gran
movilidad
de
la
mano
de
obra
entre
las
empresas,
las
regiones
y
las
ocupaciones;
no
hay
ninguna
"protección
del
derecho
de
empico"
(una
característica
del
modelo
tradicional
teorizado
por
Cranick,
1987),
sino
sólo
un
derecho
genérico
a
"un"
empleo
de
subsistencia,
o
mejor
dicho
a
un
ingreso
garantizado
(véase
más
adelante).
246
ELTRIMESTRE
ECONÓMICO
En
un
trabajo
acerca
del
"plan
y
el
mercado"
(1986b)
consideré
la
posibilidad
de
que
una
oficina
estatal
de
empleo
contratara,
al
salario
prevaleciente,
a
todos
los
desempleados
que
quisieran
emplearse,
y
que
arrendara
a
sus
trabajadores
a
cualquier
precio
electivo
que
pudiera
obtener
de
las
empresas,
o
que
usara
su
mano
de
obra
en
la
satisfacción
de
las
necesidades
sociales
locales
(en
particular
las
ambientales).
Esto
desobligaría
al
gobierno
de
proteger
a
quienes
no
estén
dispuestos
a
aceptar
tales
empleos;
a
fin
de
impedir
que
las
empresas
sustituyan
a
sus
trabajadores
con
los
de
la
oficina
laboral,
de
ordinario
más
baratos,
no
se
admitiría
en
el
plan
a
ninguna
empresa
que
redujera
su
empleo
corriente.
Podría
aplicarse
a
la
política
de
inversión,
o
a
la
política
comercial
(véase
más
adelante),
un
principio
similar
de
intervención
gubernamental
presupuestaria
por
medio
del
mercado
(véase
más
adelante).
La
reducción
del
consumo
social
antes
de
la
saturación
y
la
aceptación
de
la
movilidad
laboral
y
de
los
límites
presupuestarios
son
en
parte
lecciones
que
debemos
aprender
del
thatcherismo,
sobre
todo
en
vista
de
su
apoyo
popular;
sin
embargo,
el
socialismo
de
mercado
asignaría
más
peso
que
Thatcher
a
la
importan-
cia
del
consumo
social
y
a
otros
valores
sociales,
y
elevaría
los
impuestos
al
capital
y
al
ingreso
de
capital
(incluidas
las
ganancias
de
capital)
congruentemente
en
medida
mucho
mayor
que
la
de
Thatcher.
VIII.
UNA
ECONOMÍA
ABIERTA
La
economía
socialista
de
mercado
se
abre
al
comercio
exterior
para
asegurar
la
competencia
en
los
mercados
internos
y
la
utilización
de
oportunidades
eficientes
para
la
división
internacional
del
tra-
bajo
y
las
transferencias
de
factores
(incluida
la
tecnología).
Esto
no
impide
al
gobierno
emprender
programas
de
integración
econó-
mica
planeada
como
los
que
podrían
surgir
de
la
continuación
del
CAME,
pero
lo
obliga
a
implantar
tales
programas
por
medio
del
mercado,
es
decir,
a
asignar
tareas
a
las
empresas
a
partir
de
una
base
contractual
para
el
cumplimiento
de
posibles
obligaciones
internacio-
nales
de
mediano
y
de
largo
plazos,
y
a
revender
en
mercados
presentes
las
mercancías
recibidas
a
cambio;
de
este
modo
la
eficiencia
de
la
integración
planeada
puede
verse
en
la
transparencia
de
las
transac-
ciones
relacionadas.
SOCIALISMO
DE
MERCADO
247
IX.
AUSENCIA
DE
CENTOALizAcióN
INDIRECTA
Así
como
los
precios
deben
ser
normalmente
uniformes
para
todas
las
transacciones
si
los
mercados
han
de
ser
eficientes,
los
parámetros
fiscales
y
de
otras
clases
deben
ser
uniformes,
y
no
debe
haber
subsidios
para
empresas
específicas
ni
de
presupuestos
específicos,
como
tampoco
pagos
compensatorios
específicos
a
posíeriori,
ni
retiros
destinados
a
igualar
la
posición
final
de
las
empresas
independiente-
mente
de
su
actuación
en
el
mercado
(Kornai,
1990,
documenta
para
el
caso
de
Hungría
la
gran
cuantía
de
tales
subsidios
cruzados
de
naturaleza
redistributiva).
Cualquier
otra
cosa
equivale
a
una
centra-
lización
indirecta
o
paramétrica,
lo
que
perpetúa
muchas
desventajas
conocidas
de
la
planeación
central
(el
descuido
de
la
eficiencia,
la
falta
de
incentivos,
la
negociación
de
los
objetivos,
etcétera).
X.
EL
INGRESO
MíNIMO
GARANTIZADO
Hay
cierto
ingreso
garantizado
en
lugar
de
los
subsidios
a
los
productos
que
podrían
distorsionar
la
estructura
del
consumo;
también
se
garan-
tiza
un
ingreso
mínimo
en
lugar
de
cierto
consumo
que
se
proporcionaba
anteriormente
como
consumo
social
gratuito,
para
que
los
consumido-
res
puedan
tener
cierta
elección
incluso
en
campos
tales
como
la
atención
médica
a
la
educación.
XI.
REPARTO
DE
US
GANANCIAS
Los
trabajadores
de
todas
las
empresas
participan
de
las
ganancias,
necesariamente
por
estatuto
en
las
cooperativas
y
de
manera
opcional
por
contrato
en
otras
empresas
(esta
práctica
se
está
difundiendo
rápidamente
en
la
Europa
Occidental
y
se
está
desarrollando
más
aún
a
pesar
de
la
oposición
británica
dentro
de
la
implantación
de
la
Carta
Social
Europea;
véase
Uvalic,
1990).
Esta
relación
otorga
a
los
trabajadores
que
deseen
asumir
el
riesgo
de
la
empresa
la
oportunidad
—no
la
obligación—
de
hacerlo
en
la
medida
en
que
lo
quieran.
La
garantía
de
un
ingreso
mínimo
y
de
un
empleo
productivo
pone
más
al
alcance
de
los
trabajadores
esta
asunción
del
riesgo.
La
relación
debe
tener
cierto
efecto
—considerable,
aunque
no
extraordinario—
en
la
productividad
248
EL
TRIMESTRE
ECONÓMICO
de
la
mano
de
obra.
Los
posibles
efectos
de
la
desigualdad
deben
atenderse
mediante
la
tribulación
normal;
de
todos
modos,
la
igualdad
de
oportunidades
debería
valer
más
que
la
igualdad
del
logro
efectivo.
XII.
ELNEOCORI'ORATIVISMO
La
economía
socialista
de
mercado
tendrá
que
requerir
ciertas
institu-
ciones
neoeorporativistas,
a
fin
de
eludir
lo
que
Paul
Marer
llama
la
"atomización
de
la
sociedad"
hacia
los
grupos
de
intereses
organizados,
y
para
manejar
conOictos
grupales
que
los
mereatlos
no
pueden
resolver
tan
bien
como
manejan
los
intercambios
microeconómieos,
si
es
que
pueden
resolverlos;
un
pacto
social
parece
esencial
para
alcanzar
la
estabilidad
de
los
precios
con
pleno
empleo
o
casi
pleno.
Las
institu-
ciones
neoeorporativistas
son
de
especial
importancia
si
se
quiere
que
el
Partido
conserve
un
papel
particular
(como
podría
ocurrir
todavía
en
Rumania,
en
Bulgaria
y
quizá
en
la
Unión
Soviética).'^
CONCLUSIóN
En
resumen,
la
reforma
económica
en
la
Europa
Central
Oriental,
que
no
ha
podido
mejorar
significalivamcnle
el
sistema
antiguo
y
generar
un
nuevo
modelo
"socialista
de
mercado",
está
conduciendo
ahora
a
la
restauración
de
ciertas
versiones
del
sistema
capitalista.
Este
desarro-
llo
parece
a
la
vez
inevitable
y
deseable
en
vista
de
la
renuencia
dogmática
y
la
incapacidad
política
para
estabilizar
el
ambiente
eco-
nómico
y
mantener
la
disciplina
financiera,
de
la
incapacidad
para
completar
elementos
esenciales
tlel
proyecto
de
reforma
y
para
seguir
una
secuencia
racional
en
los
pasos
de
la
reforma.
Si
bien
no
existe
ahora
ninguna
otra
opción
clara,
es
inlcresanle
explorar
un
camino
que
podría
haberse
tomado
en
su
lugar,
la
ác\
socialismo
de
mercado
'-^
Se
lia
iifirriKiilo
(por
i'Jfiii|)li>
por
Min-r)
(|uc
siempre
existió
un
püelo
SDC-ÍHI
¡iri|)líe¡lo
entre
el
gobierno
y
los
tnihajíiilores;
esta
hipótesis
es
rornpalilile
eon
l,i
oliservaeióii
de
la
estabiliclad
oficial
de
los
precios
y
el
pleno
empli'o
de
la
fiiiMV.a
de
trai)ajü,
pero
no
se
ha
proLatJo
coiKlu)enternenle,
ya
([ue
no
hay
ninginia
manifestación
positiva
de
este
jjacto
inoljserval)le;
las
observaciones
podrían
ser
el
efecto
de
estrategias
sccueiiciales,
mientras
que
aquí
p<jstiilamos
un
pacto
social
formal,
institucionalizado
y
garantizado
de
algún
modo.
I'or
supuesto
nadie
está
realmente
obligado,
individualmente,
|Mjr
la
i'xislencia
de
un
pacto
social,
pero
hay
una
diferencia
en
la
cultura
y
el
ambii-nte
económico,
al
igual
(|ue
c-n
las
expi-ctalivas.
SOCIALISMO
DEMARCADO
249
entendido
como
una
"economía
libre"
más
una
continuación
del
com-
promiso
con
los
objetivos
y
los
valores
socialistas,
para
superar
los
obstáculos
de
la
reforma.
Las
implicaciones
de
tales
compromisos,
sumariamente
analizadas
en
este
trabajo,
son
una
combinación
de
políticas
e
instituciones,
como
la
privatización
de
la
administración
de
los
activos
estatales
en
lugar
de
su
propiedad;
el
pago
de
un
dividendo
nacional
o
un
ingreso
para
los
ciudadanos;
la
transformación
de
los
trabajadores
por
lo
menos
a
tiempo
parcial—
en
empresarios;
el
uso
de
operaciones
de
mercado
abierto
(en
lugar
de
los
controles)
en
todos
los
mercados,
por
parte
del
gobierno,
como
instrumentos
de
política
económica
en
lugar
de
la
planeación;
el
uso
de
compromisos
de
políticas
contingentes,
y
de
oficinas
estatales
sujetas
a
estrictas
restricciones
presupuestarias
que
actúen
como
empleadoras
(inversionistas
o
importadoras
y
exportado-
ras)
de
última
instancia,
y
la
promoción
de
instituciones
ncocorporativas.
El
otro
camino
del
"socialismo
de
mercado"
no
es
necesariamente
"mejor"
que
la
restauración
capitalista,
pero
hubiera
sido
"mejor"
que
el
sistema
antiguo
y
la
reforma
inconclusa,
preferible
desde
el
punto
de
vista
de
los
antiguos
líderes
e
interesante
para
los
reformadores
sociales
occidentales
que
buscan
soluciones
nuevas
para
los
problemas
del
sistema
capitalista.
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