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El Rastro demográfico de la inmigración en España : 1996-2002

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Abstract

Este artículo analiza el aporte demográfico de la población extranjera a la reproducción de la sociedad española. Evalúa su peso en los comportamientos reproductivos y nupciales y muestra su impacto en los componentes del crecimiento total, en el saldo vegetativo y en el migratorio. Reflexiona también sobre la relación entre el crecimiento de la población extranjera y el aumento del volumen de personas indocumentadas, concatenando la política de extranjería y la capacidad o dificultad para el asentamiento de la población inmigrante
El rastro demográfico de la inmigración A. Izquierdo Escribano y D. López de Lera
2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [1]
EL RASTRO DEMOGRAFICO DE LA INMIGRACIÓN
EN ESPAÑA: 1996-2002 1/
Por Antonio Izquierdo Escribano y Diego López de Lera (Universidad de Coruña) 2/
1- La perspectiva demográfica como indicador de integración en el contexto de una política
restrictiva
Auscultar la “demografía de los extranjeros” equivale a examinar su integración. Lógicamente eso
se hace desde el país de instalación. Ahí y no en otra parte es donde el inmigrante se cuenta como
extranjero. No nos atreveríamos a afirmar que inevitablemente y siempre se conviertan y se sientan
como tales todos y cada uno de ellos. Pero en todo caso esa clasificación del inmigrante como
extranjero es la que figura en las estadísticas oficiales españolas. Y de ella nos vamos a servir para
la elaboración de nuestro análisis. En los censos y padrones los extranjeros se enumeran por
separado de los inmigrantes. Como se sabe, entre los primeros hay nacidos en el país de acogida
que quizás nunca hayan salido de él, mientras que los segundos, son todos aquellos que han nacido
fuera de nuestras fronteras, incluso aquellos descendientes de emigrantes que llegaron ya con la
nacionalidad recuperada.
Sucede además que en nuestro país, aunque no sólo en él, se sigue una política de carácter
excluyente respecto de la población que no tiene la nacionalidad española. Y como fácilmente se
puede deducir, el fenómeno migratorio se desenvuelve constreñido por las estrecheces que la
vestimenta le impone. Dicho al revés. La población extranjera tendría otra cara si se instalara con
otra regulación. Y no sólo es eso sino que nosotros estaríamos estudiando otros aspectos de ella.
Hablaríamos más de los flujos familiares y menos de la irregularidad de las corrientes laborales.
Nos ocuparíamos más de la integración de los jóvenes y menos de cómo devolver a los menores que
viajan y llegan solos. Por citar sólo un par de ejemplos que de continuo están presentes en las
noticias sobre la inmigración extranjera. En suma, una política configura o, más rigurosamente,
contribuye a delimitar un paisaje migratorio con unos u otros perfiles demográficos. Por ceñirnos al
ámbito de este artículo, según cuales fueran los objetivos de la acción del gobierno en esta materia
habrá más o menos familias, hijos, matrimonios mixtos y muertes en España. Hay medidas que, por
1/ Artículo de la revista Papeles de Economía Española, Nº 98. 2003. Madrid. Ed. Fundación de las Cajas de Ahorro
(ISSN: 0210-9107). Páginas 68-93.
2/ El artículo se ha realizado en el marco de la “Primera convocatoria de Ayudas a la Investigación”, de la Fundación
BBVA, y forma parte del estudio sobre la “Incidencia de la demografía de los extranjeros en el crecimiento de la
población española”, que lleva a cabo el equipo de investigación de Sociología de las Migraciones de la Universidad de
la Coruña.
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así expresarlo, empujan estos eventos demográficos hacia los países limítrofes o los confinan en los
lugares de procedencia.
De modo que tiene mucho interés social, económico y político el seguir la pista demográfica de la
población extranjera en el marco de una política como la española que sigue una orientación más
bien laboral y de carácter temporal. Una política restrictiva que va camino de los veinte años de
vigencia con más o menos énfasis, según cuál sea la coyuntura económica, y que se concreta en las
limitaciones de que son objeto los trabajadores y sus familias. Una panoplia de medidas que se
afanan cada año en el ajuste rígido de los flujos de mano de obra a las necesidades explícitas y
contables de los mercados de trabajo. Como si eso fuera cierto, como si eso fuera fácil. Por lo
demás, en nuestro caso, esa política restrictiva se apoya en la Constitución democrática de 1977 y,
antes que en ella, hunde sus raíces en una simplificación de lo que fue la emigración española
primero a América y después a Europa. Sólo eran trabajadores los que tenían derecho a emigrar, ni
padres, ni novios y menos aún madres o esposas ( Berger y Mohr, 2002). La razón de ser para
emigrar y para ser aceptados como inmigrantes eran sus manos, no su cerebro, ni su aportación
demográfica y cultural. Sólo la fuerza de los brazos, ese era y sigue siendo, su único capital (IEE,
1983). Esa es para nosotros la esencia de una política restrictiva. Sin embargo, lo cierto es que en
su seno se despliega el discurrir cotidiano y “no laboral” de niños y familias de otras
nacionalidades. Sucede que la vida demográfica es menos ruidosa que el frenesí laboral y por eso de
ella se habla menos en los medios de comunicación.
Conviene escuchar lo que se dice en bares y plazas. Olvidémonos por un instante de la condición
de trabajador extranjero y detengámonos en la observación de sus comportamientos nupciales y
reproductivos. Fijémonos en las pautas demográficas de miles de mujeres y hombres que no son
españoles aunque viven, se casan, se reproducen y mueren aquí en España. Pero que también lo
hicieron y acaso lo hacen en otra sociedad y en otro país. El estudio demográfico de la inmigración
constituye una de las pruebas irrefutables de la existencia de una sociedad transnacional. Puesto que
se viven acontecimientos importantes que conforman la vida de las gentes en mas de un contexto
social. Un haz de vínculos humanos que traspasan las fronteras estatales. Eso es la demografía de
los inmigrantes. Hijos que nacen y se crían en idiomas distintos. Sucesivos matrimonios que se
celebran en ámbitos rurales o urbanos y por mas de un rito cultural. Óbitos de seres queridos que se
producen en un país y reciben sepultura en otro.
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Y eso es precisamente lo que vamos a hacer en este artículo. Vamos a mirar la otra cara de la
inmigración. Su aporte a la entera reproducción de la sociedad en la que viven. Aquí nos
atendremos a la observación de las conductas vitales que adoptan los extranjeros. Porque es sabido
que la ley establece ciertas limitaciones para efectuar el reagrupamiento del cónyuge, de los hijos y
ascendientes. Y esas dificultades a buen seguro que se harán notar. Pero también la decisión de que
uno o varios hijos nazcan aquí se toma en un ambiente normativo que no facilita la estabilidad. En
definitiva y dadas las limitaciones que impone una política “proteccionista” se podría afirmar que la
dinámica demográfica de los extranjeros se halla condicionada por ese cuadro jurídico, político y
social. La cuestión que se ha de desvelar es en qué comportamientos vitales se nota mas la
influencia de esa política y cuál es la huella que dejan. Si se deja sentir con más fuerza en la
composición demográfica de los flujos, en su estructura por sexo y edad, en el reagrupamiento
familiar o en los comportamientos reproductivos y nupciales. Si los impide o los tolera, si los
acelera o los retrasa.
Sucede, sin embargo, que la expresión empírica de los flujos y del stock de la población extranjera
evidencia dos hechos. El primero es la relativa ineficacia de esa política de contención, más que de
control, de los flujos que se confirma al comparar los registros censales con el de permisos de
residencia en vigor. Y el segundo hecho incuestionable que se desprende de la evolución del stock
no es otro sino la decidida voluntad de asentamiento de una buena parte de los no nacionales
probada por el incremento de los extranjeros menores de edad. Hechos y pruebas que contrarían y
chocan con la voluntad política que se desprenden de las normas jurídicas de la sociedad de
acogida.
Vayamos pues a lo nuestro que es el análisis de las pautas demográficas de la población extranjera.
Sin faltar a la verdad se podría decir que por sus comportamientos demográficos les conoceréis.
También se puede afirmar que la medición de estas conductas constituye ,en su conjunto, un
manojo de indicadores fiables de cómo marcha su integración en la sociedad española.
La normativa y la política en lo que respecta a la familia, los hijos, la nupcialidad y la
mortalidad.
La “POLÍTICA DE EXTRANJERÍA” que no de inmigración que se ha seguido en España desde 1985 y
que aún se sigue en lo fundamental, bien se podría definir como aquella que mira sobre todo hacia
el rápido beneficio económico de los autóctonos y traba el desarrollo de la inmigración permanente.
Dicho de otra forma somete al extranjero a una carrera de obstáculos burocráticos que turba la
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biografía vital de aquellos que quieren afincarse en España. Así por ejemplo dificulta su
naturalización. Le exige más que a los nacionales en cuánto a continuidad en el trabajo, condiciones
de la vivienda y control de sus costumbres en público.
Pero no es menos cierto que se trata de una normativa y mas aún de una política zigzagueante y
ambigua. En la que los criterios se cambian de un año para otro y los estatutos del inmigrante
extranjero resultan porosos. De temporal a permanente. De turista a residente. De indocumentado a
regularizado y de estudiante a trabajador. El solicitante de asilo puede renunciar a la protección que
otorga ese estatuto y alcanzar la legalización en una regularización “extraordinaria” de título aunque
ordinaria de hecho, dada la frecuencia con la que tienen lugar en España. Por experiencia de otros
que hicieron la prueba antes que él, sabe que lo importante es “meter la cabeza”, entrar sea como
fuere, aunque sea como turista temporal. Luego todo se andará. Habrá que salvar un obstáculo tras
otro pero al final se conseguirá el permiso de residencia. Esa cultura de la resistencia y de la
insistencia que se ve obligado a practicar en España el grueso de los extranjeros no comunitarios, ha
de retrasar y entorpecer por fuerza, la constitución de familias, su reagrupamiento y la procreación.
La política de extranjería es por definición restrictiva respecto de la integración de los nacidos
fuera. Sólo se propone que la contribución de los extranjeros al crecimiento económico sea máxima
y que su consumo de recursos públicos sea el mínimo. Menos derechos y familia troceada, pero
más horas de trabajo y más temporalidad en el empleo. Renovar el permiso de residencia, no
competir en el mercado de trabajo con los autóctonos y no participar en la vida política. Dicho de
otro modo esta política es la que busca el enriquecimiento de algunos grupos de población antes que
el despliegue sereno de las capacidades y de la aportación de las personas que no son españolas.
Pues bien, parece lógico que esa política coarte sus comportamientos reproductivos, nupciales y
mórbidos. Sin duda esa política concita no pocos apoyos sociales. Ese es el caso de aquellos
empresarios que, aprovechándose de la precariedad legal del extranjero, se niegan a ofrecer un
contrato laboral en regla y con ello retrasan el asentamiento de la familia y menguan su aportación
demográfica.
Por ejemplo, el extranjero sometido a limitaciones de movimiento transfronterizo duda si salir a
casarse fuera por temor a no poder volver a España acompañado por el cónyuge. En ese caso la
pareja hay que encontrarla entre los compatriotas que viven en el país de acogida. Con el resultado
de que la política restrictiva limita el mercado nupcial. Se teme el embarazo y el nacimiento por la
probabilidad del despido laboral y por las dificultades de inserción del hijo en la escuela. No se
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acude al médico mientras uno pueda tenerse en pie para no perder el trabajo. Se desconfía de las
trasfusiones de sangre y del trasplante de órganos cuando el hijo enferma gravemente y se desea
repatriarlo para que muera en el lugar de origen de los progenitores y de sus ancestros. La
morbilidad y la mortalidad se ocultan. En definitiva, los comportamientos vitales de los extranjeros
se ven turbados por la política de extranjería que en ocasiones lo que hace es resumir el ambiente
social de desconfianza y rechazo al inmigrante.
El contenido del artículo: masa, contexto y nacionalidad.
De modo que al seguir el rastro demográfico que van dejando los foráneos se obtienen evidencias
sobre aquellos comportamientos que, a pesar de la intención de la política restrictiva, tienen
consecuencias duraderas. Por así decirlo, se mide la velocidad y el grado de su integración. Tener
hijos, casarse o divorciarse y decidir dónde quiere uno ser enterrado no son decisiones que se tomen
a la ligera. Ese chequeo se puede hacer en conjunto o por partes. Por un lado estarán los contrastes
entre la masa de españoles (entre los que ya se hallan todos los inmigrantes que han adquirido la
nacionalidad) y la de la población extranjera sin diferencias entre ellos. (Izquierdo y López de Lera,
2003). Otro camino es el de comparar la demografía de españoles y extranjeros en un determinado
espacio económico y social. Se trataría de ahondar en las condiciones socioeconómicas y culturales
de los específicos contextos de instalación y de su influencia en los comportamientos vitales.
Y en tercer lugar, está la vía de sondear los comportamientos de los extranjeros según las diversas
procedencias y dentro de ellas la de más fácil acceso estadístico que es la nacionalidad. Estaríamos
hablando de una aproximación a las “demografías étnicas” en las que se privilegiaría la variable de
la tradición cultural (Diamond y Clarke,1994). Se trata de un paso más en el análisis de ese proceso
de integración. Porque aunque la biografía vital esté teñida por la tradición lo cierto es que se
despliega en otro contexto económico y social. Eso es lo que vamos a hacer tomando las debidas
precauciones en la interpretación o lo que es lo mismo, mostrando las limitaciones de la
información que ha estado a nuestro alcance. Hay varias preguntas importantes que no se pueden
contestar con esa estadística. Y además sólo examinaremos las trece nacionalidades con mayor
volumen de personas al 1-1-2002. A nuestro favor está el dato de que esos países se extienden por
cuatro de los continentes (excepto Oceanía) y en su conjunto abarcan el 71% del total de la
población extranjera afincada en España.
Además ese tanteo de cómo va la instalación de los extranjeros difiere según cuál sea la edad del
inmigrante, el sexo del pionero, el tiempo de separación de la familia, el contexto socioeconómico
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en dónde se inscriben, el lugar de procedencia y los recursos educativos. En otras palabras, si los
extranjeros vienen a España desde un país europeo con más tradición de acogida, es decir, si ya han
tenido experiencia migratoria y si además proceden de una gran ciudad su pericia en la convivencia
pluricultural será mayor que si proceden de un ámbito rural y llegan directamente del pueblo en
dónde han nacido. Cuando se trata de un menor que ya ha ido a la escuela en una lengua materna
no española su adaptación costará mas tiempo y esfuerzo que si ha nacido aquí o ha llegado al poco
de nacer y es aquí donde ha ido por vez primera a la guardería. La edad a la entrada, el manejo del
idioma, el proyecto de instalación, la estabilidad familiar y el lugar dónde se instalan, son cruciales
para alcanzar, más temprano que tarde, una buena convivencia.
Es difícil negar que la perspectiva demográfica se sirve del paso del tiempo y del poso que la
conducta de las generaciones va dejando en la vida social. Es una visión forjada en largo plazo pero
que, sin embargo, no rehuye la coyuntura. Si se nos acepta la licencia equivaldría a una mirada de
“vista cansada”, que lo está, después de observar la sucesión de cohortes de edad. Si bien es cierto
que, de vez en cuando, el demógrafo, se cala los lentes y enfoca de cerca el día a día. Lo saludable
es que su oficio no excluye a otros colegas con otras perspectivas. El historiador, el sociólogo y el
economista encuentran acomodo en su taller. El primero suele echar la vista atrás, el segundo más
bien escudriña el momento y el tercero se preocupa con provecho por lo que vendrá. Cualquiera de
ellos es capaz de hacer las tres cosas. Demografía de los extranjeros es línea de vida, biografía de
grupos tallada en las coyunturas, en las tradiciones y en los planes de futuro.
2- La sociología de la inmigración vista a través del prisma demográfico
Desde el punto de vista del sociólogo de la población esa biografía de conjuntos agregados se
desenvuelve en contextos sociales bien precisos y en coyunturas económicas y políticas que les
dejan señal. El trabajo continuado y remunerado, la garantía de acceso a los bienes educativos y a
los servicios de salud condicionan los hechos reproductivos y mortales. Así pues el enfoque de las
decisiones vitales se nutre de la cultura, de las posiciones sociales y desde luego de las expectativas
de cada uno de los subgrupos de población. Y ahí, justo en ese punto de las esperanzas y
posibilidades, es dónde aparece el acontecimiento migratorio sea como obligación de emigrar o
como deseo de hacerlo. Como elección u oportunidad.
El sociólogo de la inmigración, por lo general, considera que las conductas vitales de los
inmigrantes están determinadas por la movilidad. Cuando analiza la demografía de la población
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extranjera, por así decirlo, se tapa un ojo. Tiende a pensar que todo empieza después de emigrar. Le
da un peso desorbitado al hecho de traspasar una demarcación administrativa, una frontera nacional.
Al cambio de aires político y sociocultural se le otorga una influencia tal, que es capaz de marcar a
sangre y fuego el resto de la línea de vida del inmigrante. Y eso se interpreta que ocurre porque ese
movimiento está encorsetado, en buena medida, por la ley y la política de inmigración del Estado a
dónde la persona o la familia se muda.
Así y por ejemplo, ocurre que en el seno de una política restrictiva el matrimonio de los extranjeros
se convierte en un elemento de canalización de flujos. El compromiso nupcial regula los flujos. Y
en seguida se mira como un comportamiento demográfico mentiroso en su causa y fraudulento en
su despliegue. Las extranjeras o extranjeros se casan bien para poder entrar al país o bien para
legalizar una situación de residencia irregular. Se tiene un hijo como estrategia para conseguir la
residencia y la nacionalidad. En fin que en el seno de esas políticas lo que sucede es que los
acontecimientos vitales pierden su lugar biográfico y se convierten en medios para eludir o sortear
las fronteras políticas. La demografía resulta moldeada por la política que trata de regular las
presiones de la migración internacional.
Es fácil comprender que la migración es un movimiento reversible mientras que el nacimiento de un
hijo, la decisión de casarse y el lugar dónde uno quiere morir no lo son siempre ni en igual medida.
Más fácil y menos caro que criar un hijo o tornarse a casar es el retorno al origen o repetir la
experiencia migratoria hacia otro destino. Desde luego el fallecimiento es un hecho que resulta
irreversible y la maternidad también. Lo que se puede hacer y se hace es falsificar el permiso de
residencia del fallecido para que de su muerte se aproveche uno que está vivo. O tener otro hijo de
un segundo matrimonio de hecho o de derecho con un español con el fin de obtener la residencia y
la nacionalidad. Pero esos comportamientos se dan con más frecuencia, en el marco de la
restricción.
Lo que no aparece con tanta claridad es el ángulo inverso. Es decir, que sean las decisiones vitales
las que impulsen el movimiento hacia otra nación. Los comportamientos reproductivos, nupciales y
mórbidos como causa de la movilidad. Es cierto que estas conductas se dan en una estructura social
y política determinada, pero para su mejor desarrollo pueden demandar una migración hacia otra
sociedad. Y, lo que es cada día más verdad, la “línea de vida” de los inmigrantes atraviesa las
fronteras y se dibuja en un espacio trasnacional. En definitiva, la emigración es una alternativa,
entre otras posibles, para desplegar la energía social (incluida la capacidad demográfica) de una
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persona, familia o grupo humano. Pongamos un ejemplo de emigración por causa demográfica y de
línea de vida trasnacional.
Una madre soltera que da a luz en el país de origen. Esta mujer, contra su primer deseo, se ve
empujada a emigrar tras el padre de la criatura. Puede ser uno de los ascendientes quién propicie el
reagrupamiento que no es querido, al menos de buen grado, por los progenitores. Aunque sea la
madre quien finalmente ceda, pensando en el supuesto beneficio para la criatura. Sucede además
que a la pequeña no le envían el pasaporte desde el país de nacimiento y a la madre acaba por
caducarle el visado de turista con el que entró para reunir una familia que legalmente no existe.
Además, el padre, que es el único que tiene permiso de residencia y puede acabar con la
irregularidad familiar, no está dispuesto a casarse. El hombre decide retornar al país de origen
mientras que madre e hija se quedan como extranjeras sin permiso de residencia en el país de
acogida. El siguiente paso será casarse aquí con un nativo y luego tener otro hijo.
Un rasgo compartido por cientos de personas se convierte en estadística. ¿Qué es anterior la
migración o el enlace matrimonial, la maternidad o el cambio de nacionalidad?. Cuando los
inmigrantes llegan casados es la ilusión de empezar una vida juntos en otra parte. Y cuando ya
emigran siendo padres o madres de familia la causa puede ser la aspiración a que los hijos reciban
una educación que les abra más puertas. O cuando se trata de mujeres separadas o divorciadas que
además son madres, el motivo de la emigración es huir de la pareja y cortar con el ambiente social
que coarta el desarrollo de sus vidas. Ellas esperan poder rehacer su vida en otra parte.
El tono demográfico de los extranjeros es más vivo que el de los españoles. De eso, en los inicios
del siglo XXI, no debe caber ninguna duda. Es señal de nerviosismo, de falta de aclimatación, de
diferencias. El ángulo de oscilación de sus variables vitales varía mucho de un año para otro. Por así
expresarlo tiene mayor recorrido y, en consecuencia, su pronóstico resulta más incierto. Su ritmo de
vida está muy sometido a la falta de abrigo legal, económico y social. A eso que hemos llamado el
pulso demográfico aherrojado en el marco de una política restrictiva. Sube y se desploma con
mayor frecuencia sacudido por las circunstancias cambiantes que, además, le son ajenas y sobre las
cuales apenas si puede influir. Sus vínculos sociales se forjan en precario y a la intemperie. Para los
inmigrantes extranjeros están descorridas las cortinas de seguridad que despliega el Estado de
bienestar. Por último, tarda tiempo en contagiarse de la parsimonia que envuelve el comportamiento
vital y social de los españoles.
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La atonía autóctona.
Sabido es que tradicionalmente, en la demografía imbuida de espíritu nacionalista, el volumen de la
población era lo más importante. No importaba tanto la pureza cuánto el número de habitantes. En
el nacionalismo del siglo XXI, la calidad y la composición están por encima de la cantidad y, el
lugar de nacimiento, es menos importante que la “semejanza cultural”.
Al crecimiento del número de personas que viven en un país se llega por dos vías. O bien el número
aumenta por el vigor del la natalidad sobre el de la mortalidad o, la población crece por que la
inmigración que traspasa las fronteras sobrepasa a la emigración que abandona el territorio
nacional. En España y hasta hace quince años el saldo migratorio era negativo o todo lo más su
aporte resultaba secundario respecto del saldo vegetativo que constituía la fuente principal para el
aumento del número de personas. Y sin embargo, tanto o más que el volumen de la población
interesa el ritmo de su crecimiento y la distribución en el territorio.
Hoy la ideología poblacionista está dejando paso al temor que acompaña al envejecimiento de la
población. La perspectiva ha cambiado y aunque más lentamente y de modo sinuoso las
percepciones también. La calidad de la población y su distribución recobran brillo. El tamaño cede
el paso a la estructura, la cohesión y la composición etánea de la población. Los demógrafos son
consultados no solo porque la población se estanca e incluso disminuye sino sobre todo debido a
que se torna cana. Se teme aún más al envejecimiento que a la mengua. Por eso se aceptan
inmigrantes. Más por egoísmo del bienestar y por rejuvenecimiento de la población activa que por
el aumento de la población y de su potencial demográfico.
El año de 1971 señala el comienzo de nuestro empeño por seguir el rastro de la transición
migratoria en España. De país de emigración a sociedad de inmigración. Treinta años son apenas el
tiempo que forja a una generación. Plazo corto pero suficiente para que se produzca lo esencial del
terremoto demográfico y de una apreciable formación de capital social en la democracia (Beltrán
Villalba-2002 y Pérez Díaz, 2003). Conviene recordar que el 63% de los que hoy viven habían
nacido en 1971 y la mitad (47%) tenían ya entonces uso de razón (10 o más años) . Sin embargo
pocos de entre ellos recuerdan que la población española era de otra manera. Entonces vivíamos en
un régimen que cultivaba su tono demográfico. No era hipertenso pero sí estaba bien musculado.
Las mujeres tenían como promedio casi tres hijos (2,9 hijos por mujer) y los españoles se morían
como promedio a los 70 años ellos y a los 75 ellas y había más de 3 millones de niños menores de 5
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años. Cada año el monto de habitantes crecía en 370.000 personas y en las ciudades de más de
100.000 almas se juntaba el 37% de la población.
En la actualidad, cuando sólo han transcurrido tres decenios y despunta el siglo XXI el panorama
demográfico ha cambiado sustancialmente. El índice coyuntural de fecundidad es de 1,2 hijos por
mujer, la esperanza de vida al nacer alcanza los.75,3 para los hombres y siete años mas en el caso
de las mujeres, hay 7 millones de personas mayores y durante el año de 2000 se añadieron a la
población 114 mil españoles y de ellos 94 mil fueron gentes que retornaron. Apenas 20 mil son el
resultado del saldo entre los nacidos y los que murieron. El pulso demográfico autóctono es
hipotenso.
Pero ha venido en nuestro auxilio la energía demográfica del exterior. Los futuros españoles han
llegado de fuera. Son inmigrantes y extranjeros. Y habrá que convertirlos en españoles si quieren y
queremos. Porque no vienen bendecidos. La población es un concepto y la nacionalidad otro bien
distinto. Y el sentimiento aún complica mas las cuentas. Claro que no hace falta haber nacido aquí
para sentirse español, ni al contrario. Una cosa es la nacionalidad y otra el sentirse parte de. Para lo
que aquí importa, los extranjeros adquirirán la nacionalidad española si ese paso les reporta
beneficios. Si les resulta atractiva la oferta. Una nación requiere nacionales, una sociedad requiere
vínculos que asocien a los que la integran y un estado democrático se nutre de voluntades diferentes
y de derechos comunes. Ciudadanos que viven en común y se dotan de unas normas de
comportamiento.
A ese flujo de vida que nos ha llegado desde otras naciones ¿quién les ha dado vela en este entierro?
Lo primero que cabe decir es que en su mayoría han venido por su propia voluntad. Eso es al menos
lo que declara el 80% de los extranjeros entrevistados a mediados del año 2000 (Encuesta
Regularización, 2000). Todos ellos señalan que España era el destino elegido. Ciertamente se trata
de una decisión condicionada por las circunstancias. Las suyas y las de su entorno. Y ellos a su vez
han motivado que vengan otros. O los han acogido de un modo civilizado cuándo la visita ha
durado mas de lo previsto. ¿A algunos los hemos llamado de un modo quedo y socialmente
imperceptible? A otros a tambor batiente cuando la cosecha se pierde en pocas semanas. Y lo
seguimos haciendo como cuentan los empresarios agrícolas y las familias que contratan a una
extranjera para que se ocupe de sus padres ancianos. Es decir, que a muchos de los recién llegados
les hemos ayudado en su libre decisión y quizás lo hemos hecho a impulsos del gen egoísta.
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El tamaño y la extensa sombra
Hace treinta años, en 1971, el censo registraba poco más de 34 millones de habitantes incluidos 183
mil extranjeros. De ellos, treinta y cinco mil sin el permiso de residencia. Ya teníamos inmigrantes
extranjeros en situación irregular. En otras palabras se contaban más de ciento ochenta mil
censados y menos de ciento cincuenta mil residentes-documentados por el Ministerio del Interior.
Tres décadas atrás, el volumen de población inmigrante (nacida fuera de España) suponía el doble
de la extranjera y superaba las trescientas sesenta y cinco mil personas 3/.
En el padrón a uno de enero de 2002 las cifras de estas tres categorías de la población (inmigrantes,
extranjeros censados y residentes-extranjeros) eran respectivamente de casi dos millones seiscientos
mil de nacidos fuera, cerca de dos millones de censados y un millón ciento diez mil documentados.
Es decir, ochocientos sesenta y ocho mil extranjeros sin el preceptivo permiso de residencia en
vigor. El 44% de los empadronados eran residentes indocumentados. Demasiada población
extranjera en situación irregular. En tres décadas el censo de residentes se ha multiplicado por siete
y el de indocumentados por veinticinco. En otras palabras, el tamaño de la población extranjera ha
crecido mucho pero su sombra aún se ha ampliado más (ver Cuadro 1).
Cuadro 1.
España. Población según condición de inmigrante y nacionalidad
Fecha Población Población Población Permisos de
(1/1) Total INMIGRANTE EXTRANJERA Residencia
(a) (b) %(b/a) (c) %(c/a) (d) %(d/a)
1971 34.117.623 365.376 1,1 183.195 0,5 148.400 0,4
1981 37.723.299 625.907 1,7 233.082 0,6 183.422 0,5
1986 38.437.362 697.187 1,8 266.041 0,7 241.971 0,6
1991 38.846.823 840.594 2,2 350.062 0,9 278.796 0,7
1996 39.617.477 1.051.582 2,7 527.532 1,3 499.773 1,3
1998 39.852.651 637.079 1,6 637.079 1,6 609.813 1,5
1999 40.202.158 748.953 1,9 748.953 1,9 719.647 1,8
2000 40.499.790 1.472.458 3,6 923.879 2,3 801.329 2,0
2001 41.116.842 1.969.270 4,8 1.370.657 3,3 895.720 2,2
2002 41.837.894 2.594.052 6,2 1.977.946 4,7 1.109.060 2,7
2003 1.324.000
Fuentes: a) Población total = población de derecho. INE. Censos y Padrones de población.
b) Población inmigrante = población censada nacida en el extranjero. INE. Censos y Padrones de población
c) Población extranjera = población censada con nacionalidad extranjera. INE. Censos y Padrones de población
d) Permisos de Residencia. Total de permisos administrativos en vigor. Ministerio del Interior. Dirección General de la Policía.
NOTA : Las poblaciones censadas de 1981 a 1996 y 2002 (columnas a, b y c) están llevadas a 1 de enero con tasas de crecimiento intercensal
La población inmigrante y extranjera de 2002 corresponde a los datos del Censo de 1/11/2001 llevada a 1/1/2002 con la tasa de crecimiento de 1996-2001
3/ Censos de población: Es una fuente estadística. Tienen una cobertura universal (registran todas las personas presentes
a una determinada fecha dentro de todo el territorio nacional). Se realizan cada 10 años.
Permisos de Residencia: Es una fuente administrativa. Contabiliza permisos, no personas. Su cobertura se limita a los
extranjeros que lo soliciten y reúnan las condiciones necesarias para su concesión. Los permisos tienen caducidad y
son renovables. Los datos tienen una periodicidad anual, se refieren al número de permisos concedidos durante el año
(flujo anual de “concesiones”, no de solicitudes). Hay datos sobre el stock de permisos en vigor a 31 de diciembre de
cada año, pero que el permiso esté en vigor no implica que la persona que lo solicitó continúe en el país.
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2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [12]
Vamos a verlo de otro modo. En 1971, los inmigrantes eran el 1,1% de la población y los
extranjeros suponían el 0,5% de los censados, mientras que los residentes legales representaban el
0,4% del total. Pues bien, a primeros del 2002, los primeros rebasan el 6% y los segundos casi
alcanzan el 5%, mientras que los residentes con permiso rondan el 3%. Seis habitantes de cada
cien han nacido fuera de España, cinco no son españoles de nacionalidad y solo tres de éstos
últimos tienen permiso para residir aquí. La evolución no ha sido paulatina. En los primeros veinte
años el peso de cada una de estas tres rúbricas apenas se había duplicado. Así vemos como en 1991
la población inmigrante había doblado su peso respecto a 1971 y suponía el 2,2%, la extranjera no
lo había logrado (0,9%) y los residentes legales aún menos (0,7%). Es decir, que ha sido en la
última década 1991-2001, cuando la proporción de inmigrantes casi se ha triplicado, la de
extranjeros empadronados se ha multiplicado por cinco y el peso de los residentes legales se ha
cuadruplicado.
Juzgue el lector lo que le parecen pesos y períodos. Si el período de treinta años le parece largo y el
peso débil tendrá sus razones y si le ocurre al contrario será bueno que exponga las suyas. El
volumen de extranjeros empadronados ha pasado del 0,5% en enero de 1971 al 4,7% en el mismo
mes del 2002, pero si la referencia son los permisos de residencia que están en vigor, es decir, los
extranjeros residentes debidamente documentados, entonces el cambio habido en estas tres décadas
ha sido desde el 0,4% hasta el 2,7% a comienzos del 2002. No se si esta segunda “pista legal”
cambia su opinión sobre la intensidad del crecimiento, pero es probable que varíe su juicio respecto
del peso que alcanza la inmigración sin permiso de residencia. En todo caso y para enriquecer más
su perspectiva ahí va el último dato y el más oficial.
Según el último padrón municipal de habitantes al 1-1-2002 la cifra de habitantes en España
ascendía a casi 42 millones de habitantes y la de extranjeros alcanzaba los dos millones 4/. Pero lo
más llamativo es que esa elevación de la cifra de habitantes de otras nacionalidades revela que hace
un año había casi novecientos mil extranjeros empadronados que, sin embargo, carecían del
permiso de residencia. Ese es el resultado que se extrae cuando se compara el registro de los
permisos de residencia y el recuento del padrón en las mismas fechas (ver Gráfico 1).
Es cierto que según los últimos datos del registro del Ministerio del Interior (permisos de
residencia), a mediados del 2003, los extranjeros documentados rozan el millón y medio.
3/ Además de los censos de población que se realizan cada 10 años (desde 1981 en años acabados en 1), entre 1976 y
1996 el sistema estadístico español ha realizado cada cinco años el Padrón de Habitantes. Se trata de un recuento oficial
de la población, similar a una operación censal, aunque mucho más limitado en las características registradas
(residencia, sexo, edad, lugar de nacimiento y nacionalidad). En 1998 se adoptó una nueva metodología que permite
suministrar anualmente cifras oficiales de población a 1 de enero, a partir de los datos municipales de los ayuntamientos
(nacimientos, defunciones, altas y bajas residenciales) y que recibe el nombre de Padrón continuo de habitantes. A esta
última fuente corresponden los datos censales de 1998 a 2002 que se han utilizado.
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Gráfico 1. España. Población extranjera
0
200.000
400.000
600.000
800.000
1.000.000
1.200.000
1.400.000
1.600.000
1.800.000
2.000.000
2.200.000
2.400.000
2.600.000
2.800.000
1980 1985 1990 1995 2000 2005
fecha
extranjeros
Población nacida en el extranjero (censos)
Estimación de población extranjera
Población extranjera (censos)
Permiso de residencia en vigor
Censo 1/11/2001
Fuent e: Elabora ción pro pia en base a:
IN E. Ce nso s y P ad ro nes de P o blac n. Ll eva do s a 1 de en ero
M . Int eri or. D .G. P o lic ía ( perm is o s en v igo r a 1 de ener o)
Es tim ac n: ela bo rac n pro pi a
(a) 1986 P rimer pro ceso de regularizació n
(b) 1987-90 Depuració n archivo Mº Interio r
(c) 1991 P roc eso de regularización
(d) 1996 Pro ceso de regularizació n
(e) 2000 P roce so de regulari zac ión
(f) 2001 P roces o de reagrupació n familiar
(a) (b) (c) (d) (e) (f)
Exactamente el stock de residentes legales en junio es de 1.448.671, pero eso no prueba que la
sombra haya disminuido, pues el volumen del flujo anual estimado durante el año 2002 y la primera
mitad del 2003 supera la crecida de los registros policiales. Antes bien es probable que la
“población en negro” se haya ampliado. En nuestra opinión la sombra de las personas
indocumentadas es ya demasiado extensa, no deja de crecer y además, lo hace de un modo
acelerado. No solo por que llegan sin papeles, sino por que los diferentes permisos necesarios para
trabajar y vivir en el país tienen “caducidad” y su renovación es un camino lleno de escollos.
Vamos a ello.
¿Quién tiene la zancada mas larga?
En los últimos veintidós años (1981-2002) la población de España ha aumentado en cuatro millones
de personas y lo que es mas importante, en ningún momento ha dejado de crecer. Pero el
crecimiento se puede alcanzar por dos vías. La una es el saldo vegetativo y la otra el balance
migratorio. Y ha ocurrido que a veces uno y otras el otro han tenido sus horas bajas por así
expresarlo. Aunque últimamente los dos florezcan si bien con un empuje distinto. Pues el
crecimiento vegetativo se despliega con dudas mientras que el saldo migratorio se muestra
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exultante. Pero nadie está a salvo de dar traspiés y de experimentar altibajos. Así que prudencia con
los pronósticos.
Pasemos revista a los dos pies en los que se apoya el auge y el declive de la población durante las
dos últimas décadas. No cabe negar que la coyuntura es particular por cuánto el ritmo demográfico
se ha mostrado renqueante y ha necesitado de asistencia, se ha apoyado en muletas. Por otro lado
cabe recordar que ni el pié vegetativo pisa firme ni el migratorio está asegurado. La emigración y
los retornos de españoles amainan y la cohibida fecundidad de las españolas recién empieza a
enderezarse. Aun así tiene mucho interés el ver cuál de los dos saldos ha contribuido más y en qué
época. Dicho de otro modo quién ha sido el principal responsable del avance, esto es quién ha dado
la zancada mas larga. O si han contribuido los dos pero en distinta medida.
Empecemos por la década de los ochenta. En el primer lustro el crecimiento total superó los
setecientos mil habitantes, mientras que en el segundo quinquenio el aumento se moderó
drásticamente y apenas rebasó los cuatrocientos mil. Es decir, que durante el primer tramo de los
ochenta el promedio anual fue de ciento cuarenta mil personas frente a las ochenta mil por año en la
segunda mitad de la década.
El tono se recuperó durante la primera parte de los noventa llegándose a los setecientos setenta mil
habitantes de más entre 1991-95 y superando el ocurrido durante el mismo período de los ochenta.
Pero ha sido durante la segunda mitad de los años noventa cuándo ha explotado el incremento con
un promedio anual de casi trescientas mil personas. Entre 1996 y el 2000 el crecimiento total
alcanzó nada menos que un millón y medio de personas. En resumen, de los tres millones cuatro
cientos mil almas que ha ganado la población española entre 1981 y el 2000, el 44%, es decir, un
millón y medio ha aparecido en los cinco últimos años del siglo XX. Pero ¿quién ha dado la
zancada mas larga? ¿El saldo migratorio o el crecimiento natural? Hagamos un recorrido inverso
por el curso de los años y ahora empecemos por el período final.
En efecto, si uno se fija en el crecimiento total de la población que vive en España se percata de que
quién mas caudal aporta durante la última década es la corriente migratoria y no la reproducción
natural. Nada menos que el 94% del aumento total durante la segunda mitad de los noventa se ha
debido al saldo migratorio. Y más del 70% del crecimiento observado entre 1991-95. El crecimiento
vegetativo fue ligeramente positivo a lo largo del decenio que cierra el siglo XX, pero se puede
observar como declina en la segunda mitad: de un superávit de doscientos dieciocho mil a poco mas
de ochenta y un mil entre 1996 y el 2000.
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Cuadro 2. España. Dinámica demográfica de la población nativa y extranjera
Crecimiento TOTAL registrado Crecimiento VEGETATIVO SALDO MIGRATORIO
Registrado (MNP) (estimado como residuo)
Período TOTAL españoles extranjeros TOTAL españoles extranjeros TOTAL españoles extranjeros
-e- -f- -g- -i- -j- -k- -l- -m- -n-
1981-85 714.063 681.103 32.960 969.094 -255.031
1986-90 409.461 325.440 84.021 496.449 -86.988
1991-95 770.654 593.183 177.471 218.803 551.851
1996-2000 1.499.365 656.241 843.125 81.642 1.417.723
V A L O R E S A N U A L E S
1.996 192.873 138.100 54.773 11.177 4.617 6.560 181.696 133.483 48.213
1.997 42.301 -12.472 54.773 19.514 22.787
1.998 349.509 237.635 111.874 4.682 344.827
1.999 297.631 122.705 174.926 9.028 -2.468 11.496 288.603 125.173 163.430
2.000 617.051 170.273 446.778 37.241 20.122 17.119 579.810 150.151 429.659
2.001 721.052 113.763 607.289 45.003 19.836 25.167 676.049 93.927 582.122
2.002 49.980 14.804 35.176
Fuente: Crecimiento Total = Cuadro 1.
Crecimiento Vegetativo Total = MNP. Suma de nacimientos y defunciones quinquenales
Crecimiento Vegetativo Extranjeros = MNP. Microdatos. Elaboración propia
Saldo migratorio = como resta de C.T. - C.V.
Hay que fijarse en como y cuánto se ha desinflado el crecimiento vital a lo largo de los últimos
veinte años. El saldo vegetativo era favorable en casi un millón de personas al principio de los
ochenta, baja a la mitad en el segundo lustro y otra vez se divide por dos en los primeros noventa
hasta situarse en los ochenta y un mil anteriormente citados (ver Cuadro 2). Es decir que entre 1981
y el año 2000 se escenifica el cambio de locomotora en la dinámica demográfica de España. En la
década de los ochenta la vida nace dentro de la Piel de Toro pero durante el decenio que cierra el
siglo la savia nos llega sobre todo de fuera de nuestras fronteras. Diez años de clara preponderancia
de la reproducción vital sin la cual la población que vive en España hubiera menguado, y otros diez,
en los que la reproducción social, ejemplificada por el saldo migratorio, copa el 87% del aumento.
Los nativos apenas habríamos avanzado en estos diez últimos años sin la ayuda de la muleta
migratoria.
Como se acaba de apuntar todo lo contrario había sucedido entre 1981 y 1991. En esos años, el
saldo natural compensaba con creces las pérdidas que provenían de la emigración. España seguía
siendo todavía un país de emigración. Pero durante la década que cerró el siglo XX el balance
migratorio ha sido rotundamente positivo y ha prevalecido largamente sobre el aporte natural. De
los dos millones doscientas mil personas que ha crecido el total de la población en España desde
1996 (1996-2002), dos millones corren por cuenta del saldo migratorio y sólo doscientas mil
proceden del saldo vegetativo. Esos dos millones además, se reparten de modo desigual: poco más
de ochocientos mil en los últimos cuatro años del siglo pasado (1996-99) y un millón doscientos
mil inmigrantes (entre extranjeros y retorno de españoles) se añadieron al censo tan solo en los dos
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primeros años de este siglo (2000-01). La locomotora migratoria ha relevado a la máquina del
crecimiento natural y tira con redoblado ímpetu de la población en España.
Este cambio de signo se aprecia con mucha claridad si nos fijamos en la evolución del peso que han
adquirido los extranjeros en el crecimiento total (ver Cuadro 3). En la primera mitad de los ochenta
apenas representaban el 5% del crecimiento en su conjunto. En los dos lustros que siguen, su
impronta aumenta y se sitúa en el 23% entre 1991-95, pero es entre 1996 y el 2000 cuando ya
suponen mas de la mitad (56%) del crecimiento total. En los dos últimos años (2000-01) los
extranjeros han supuesto alrededor del 80% del crecimiento total que ha experimentado la
población en España. Pero el dato más significativo es que en esos dos años supusieron también la
mitad del crecimiento vegetativo.
Cuadro 3. España. Peso de la población extranjera en el total del país
Fecha % Extr / % P.Inm / % C.Extr / % CV.Extr / % SM.Extr /
(1/1) P.Tot P.Tot Período C.Tot CV.Tot SM.Tot
c/a d/a
1.981 0,62 1,66
1981-85 4,62
1.986 0,69 1,81
1986-90 20,52
1.991 0,90 2,16
1991-95 23,03
1.996 1,33 2,65
1996-2000 56,23
2.001 3,33 4,79
V A L O R E S A N U A L E S
1.996 1,33 2,65
1.997 1,46 2,79
1.996 28,40 58,69 26,53
1.998 1,60 2,95
1.997 129,48
1.999 1,86 3,13
1.998 32,01
2.000 2,28 3,64
1.999 58,77 127,34 56,63
2.001 3,33 4,79
2.000 72,41 45,97 74,10
2.002 4,73 6,20
2.001 84,22 55,92 86,11
Fuente: Poblaciones : Cuadro 1.
Crecimiento Vegetativo Total = MNP. Suma de nacimientos y defunciones quinquenales
Crecimiento Vegetativo Extranjeros = MNP. Microdatos. Elaboración propia
Saldo migratorio = como resta de C.T. - C.V.
Si entre 1986 y 1990 uno de cada cinco nuevos habitantes era una aportación extranjera, diez años
después, el crecimiento de los extranjeros ya supone uno de cada dos. Y en el año 2001, ocho de
cada diez nuevos habitantes proceden del aporte extranjero. Pero, como se ha indicado, aún resulta
más significativo que esa creciente importancia de los extranjeros en el aumento anual de la
población total no se deba únicamente al saldo migratorio. En los últimos tres años su marca
también es dominante por lo que hace al crecimiento vegetativo que se produce en el interior del
país. En definitiva, en el quicio del siglo XXI los extranjeros aportan más población que los
españoles por las dos vías. Tanto en el juego de nacimientos menos defunciones como en el saldo
entre ingresos y regresos. Veámoslo.
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Los extranjeros coparon más de la mitad del crecimiento natural en 1996, concretamente el 58%.
No es que el crecimiento natural de los extranjeros fuera desorbitado pues su exceso fue de poco
más de seis mil quinientos nacidos respecto de los fallecidos. Sino que su preponderancia se explica
por la notable atonía vegetativa de los españoles. Treinta y nueve millones de españoles sólo fueron
capaces de producir un excedente de 4.617 personas. Mientras que el poco mas de medio millón de
extranjeros que sobre el total de habitantes apenas representaba 1,3% fue capaz de aportar seis mil
quinientas vidas de más.
Tampoco se debe pasar por alto lo que sucedió en 1999. Donde la población extranjera que apenas
representaba el 2% del total de habitantes se sobró para compensar la disminución de los españoles
por la vía natural. En ese año el balance vegetativo de los españoles fue ligeramente negativo. Es
decir se murieron más de los que nacieron. Pero los dos mil quinientos españoles de menos se
diluyeron dentro de los once mil quinientos extranjeros de más. La suma de extranjeros nacidos
menos fallecidos tuvo ese saldo positivo y a pesar de la resta de los españoles dio como resultado un
aumento total de nueve mil vidas. Por eso el porcentaje de crecimiento de los extranjeros sobre el
crecimiento total fue del 127% en ese año fatídico. Y, aunque en el 2001 el saldo natural de los
españoles fue de quince mil, el de los extranjeros rebasó los treinta y cinco mil. Otra vez su
aportación ha sido mayoritaria, el 56%, en el total del crecimiento vital.
Y la importancia del saldo migratorio de los extranjeros respecto del saldo migratorio total
también varía según la coyuntura. En 1996, el poso que dejaron los retornos de españoles respecto
de las salidas de los mismos fue de 133.000, mientras que el de los extranjeros fue mucho más
modesto, apenas 48.000. En resumen, el peso del saldo migratorio producido por los extranjeros
respecto del saldo migratorio total fue del 26%. Es, sin duda, una señal de que los extranjeros
también abandonan. Eso se olvida con mucha frecuencia. Los foráneos de nacionalidad se marchan
cuándo los vientos soplan en contra y no se animan a venir cuándo las noticias no resultan
alentadoras para sus expectativas. Los extranjeros regresan a sus países de origen o emprenden otras
migraciones hacia otros destinos. Las redes ya están globalizadas y la información fluye. El
desánimo también les alcanza en el lugar de origen y los candidatos prefieren esperar tiempos
mejores o cambiar de rumbo migratorio.
Ocurre que durante los tres últimos años (1999-2001) la relación entre el saldo migratorio de
españoles y extranjeros cambia de signo y resulta crecientemente abultado a favor de los
extranjeros. Es cierto que año tras año son más los españoles que vuelven que los que se van, pero
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para los extranjeros el saldo experimenta una crecida espectacular. El balance anual de españoles
que emigran y que regresan es favorable a estos últimos y oscila entre un mínimo de noventa y
cuatro mil en el 2001 y un techo de ciento cincuenta mil en el 2000. Pero ese mismo balance
respecto de los extranjeros muestra un auge extraordinario en los dos últimos años 2000 y 2001.
Son años de regularización y por ello la explosión puede resultar engañosa y conducir al error en el
pronóstico. En 1999 el saldo extranjero sobre el saldo migratorio total representa el 57%, es decir,
es más de la mitad. Al año siguiente sube hasta el 74% y en el 2001 supone nada menos que el 86%
del total. Es decir, de cada 10 personas con que el aporte migratorio alimenta nuestro crecimiento, 9
son extranjeras.
La base de la energía demográfica de los extranjeros: la composición por sexo y edad.
El lugar donde beben los comportamientos vitales de los extranjeros es su particular selección por
sexo y edad. Ahí reside su potencial demográfico. Que la migración es selectiva constituye una
certeza sobradamente acreditada. Así por ejemplo, cuándo la bonanza define el ciclo económico
español se comprueba que los flujos de extranjeros son más caudalosos, mas masculinos y más
jóvenes mientras que a lo largo de las crisis de empleo es cuando se sedimenta la inmigración.
Entonces, fuera cual fuera la primacía por sexo de la corriente inicial, se equilibra la composición
entre hombres y mujeres y aumenta la edad media del stock. En otras palabras cuando el flujo crece
abundan mas los hombres jóvenes y cuando la población se asienta se emparejan los sexos y
madura la edad.
Constituye una obviedad que la distribución de la población según estas características visibles de
las personas condiciona las conductas que tienen una repercusión demográfica. Ser joven, soltera y
mujer pionera en la cadena migratoria ofrece unas posibilidades de casamiento y fecundidad bien
distintas que si la masa inmigrante tiene un desequilibrio a favor de los hombres, casados y de edad
madura. En fin que una estructura joven y relativamente equilibrada por sexo empuja a la pronta
reproducción, mientras que la soledad del inmigrante añoso no la favorece.
La población extranjera es más masculina y joven que la española. Su índice de masculinidad es
más acusado y su edad media resulta inferior (34 años frente a 41 respectivamente. Cuadros 4a y 4b
Padrón de Habitantes de 2002). La juventud de los extranjeros se nota sobre todo en la cúspide de la
pirámide y desde luego tiene mas peso la población en edad activa. Hay 116 hombres por cada cien
mujeres entre los extranjeros no comunitarios, 102 en el caso de los comunitarios y 92 entre los
españoles. La edad media de los españoles supera en seis o siete años a la de los extranjeros, pero
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2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [19]
los españoles son cuatro años más jóvenes que los extranjeros comunitarios y diez mas viejos que
los extranjeros que proceden de “países terceros”. Por último, siete de cada diez españoles tienen
edades comprendidas entre los 15 y los 64 años cumplidos. Esta cantidad es la misma que hallamos
entre los extranjeros comunitarios, mientras que los no comunitarios que se encuentran en esas
edades superan con holgura los ocho.
Cuadro 4a. España. Población por sexo y grandes grupos de edad
Edad y Padrón de Censo de Padrón de Padrón de Censo de Padrón de
Sexo
Habitantes Población Habitantes Habitantes Población Habitantes
01/01/2002 01/11/2001 01/01/2001 01/01/2002 01/11/2001 01/01/2001
POBLACIÓN TOTAL
Españoles
TOTAL 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00
0-14 14,1 14,5 14,2 12,5 13,3 13,2
15-64 68,7 68,4 68,7 71,5 70,5 70,5
65 y + 17,1 17,0 17,1 16,0 16,1 16,4
edad media 40,1 40,0 40,1 41,0 40,3 40,3
Indice de masculinidad 97 96 96 92 92 93
Cuadro 4b. España. Población EXTRANJERA por sexo y grandes grupos de edad
Edad y Permisos Padrón de Censo de Padrón de Permisos Padrón de Censo de Padrón de Permisos Padrón de Censo de Padrón de
Sexo Residencia Habitantes Población Habitantes Residencia Habitantes Población Habitantes Residencia Habitantes Población Habitantes
01/01/2003 01/01/2002 01/11/2001 01/01/2001 01/01/2003 01/01/2002 01/11/2001 01/01/2001 01/01/2003 01/01/2002 01/11/2001 01/01/2001
TOTAL EXTRANJEROS Comunitarios Extracomunitarios
TOTAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
0-14 11,2 13,1 13,8 12,6 6,4 8,8 9,4 8,6 13,1 14,5 15,1 14,3
15-64 82,6 80,3 80,5 79,3 77,2 71,7 73,1 71,5 84,6 83,1 82,6 82,7
65 y + 6,1 6,6 5,7 8,1 16,4 19,4 17,6 20,0 2,3 2,4 2,2 2,9
no consta 0,01 0,00 0,0
edad media 35,0 34,2 33,4 35,5 44,0 45,2 44,4 45,6 31,0 30,6 30,1 31,1
Indice de masculinidad 113 108 110 103 101 100 116 111 114
Fuentes : Permisos de residencia : Ministerio del Interior. Anuario 2002.
Poblaciones censadas : INE. Censo de Población de 2001 y Padrones de Habitantes de 2001 y 2002
Notas : Permisos de residencia : de 0-15 y 15-64 años
Comunitarios = extranjeros de los 14 países de la Unión Europea (sin España)
En el pico de la pirámide está la población de más de 65 años. Los españoles añosos triplican en
peso al total de los extranjeros. Pero la proporción de extranjeros comunitarios que ya están
jubilados es un 3% superior a la de los nacionales, mientras que la de los foráneos no comunitarios
se halla catorce puntos por debajo. Lo distinto es que en España la proporción de extranjeros
comunitarios varones con más de 65 años es superior a la de las mujeres, no siendo este el
panorama entre los españoles ni entre los extranjeros no comunitarios. La esperanza de vida es
mayor entre las mujeres así que esta inversión de la relación entre los sexos sugiere una selección
por género que va contra natura, por así decirlo. De modo que no toda la población extranjera quita
años y los que ahora restan, que son los no comunitarios, sumarán mañana cuando envejezcan aquí
(Gráficos 2ª y 2b).
El rastro demográfico de la inmigración A. Izquierdo Escribano y D. López de Lera
2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [20]
Gráfico 2b. España Censo de Población de 1/11/2001
Población extranjera
-10
%-9%-8%-7%-6%-5%-4%-3%-2%-1% 0% 1% 2% 3% 4% 5% 6% 7% 8% 9%10%
Edad
% sobre la población total de cada grupo
Fuente: INE. Censo de Población de
A
ño de
nacimiento
Extracomunitarios: 1.211.836
Comunitarios : 360.181
Mujeres: 754.025Hombres: 817.992
90 y +
85-89
80-84
75-79
70-74
65-69
60-64
55-59
50-54
45-49
40-44
35-39
30-34
25-29
20-24
15-19
10-14
5-9
0-4
1911y-
1812-16
1827-21
1922-26
1937-31
1932-36
1947-41
1942-46
1957-51
1952-56
1967-61
1962-66
1977-71
1972-76
1987-81
1982-86
1987-91
1992-96
1997-01
Gráfico 2a. España Censo de Población de 1/11/2001.
-10
%-9%-8%-7%-6%-5%-4%-3%-2%-1%0%1%2%3%4%5%6%7%8%9%10%
Edad
% sobre la población total de cada grupo
Fuente: INE. Censo de Población de 2001
A
ño de
nacimiento
Extran
j
eros: 1.572.017
Españoles: 38.396.688
Mujeres: Hombres: 20.021.850
90 y +
85-89
80-84
75-79
70-74
65-69
60-64
55-59
50-54
45-49
40-44
35-39
30-34
25-29
20-24
15-19
10-14
5-9
0-4
1911y-
1812-
16
1827-
21
1922-
26
1937-
31
1932-
36
1947-
41
1942-
46
1957-
51
1952-
56
El rastro demográfico de la inmigración A. Izquierdo Escribano y D. López de Lera
2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [21]
Sin embargo, en la base de la pirámide poblacional no se ve todavía una diferencia significativa que
sea favorable a los extranjeros y esa escasez de menores es lo que indica un grado de asentamiento
aún escaso. Típico de los primeros estadios del ciclo migratorio y característico de una política
restrictiva que no facilita la estabilidad legal y el pronto reagrupamiento. Porque vendrán más niños
extranjeros desde fuera de nuestras fronteras por reagrupamiento y también nacerán más dentro de
los lindes nacionales cuando la extranjería se instale y convierta su condición accidental en
permanencia y arraigo. No constituye una sorpresa que sea entre los extranjeros no comunitarios
dónde el peso de los menores sea mayor, pero sólo dos puntos más que el de la población española.
Entre los comunitarios el peso de los jóvenes no llega al 9% de su población y está claramente por
debajo del de los españoles.
Como ya se ha dicho es probable que la juventud y la masculinidad de la población extranjera tenga
una relación directa con la fecha de entrada y con el vigor de la coyuntura económica. Cuánto mas
reciente sea la llegada y mas ímpetu demuestre la economía española mayor será el predominio de
los hombres jóvenes. Pero todo esto dependerá de la demanda de trabajadores por sectores de
actividad y de la madurez de las redes ya tejidas. Es decir de una particular combinación de la
preferencia empresarial, de la tradición migratoria y de la política en vigor. El equilibrio entre los
sexos escasea cuando la extranjería lleva menos de dos años viviendo en España. Claro que el
mencionado predominio masculino va por barrios o por mejor decirlo, depende de la nacionalidad y
la antigüedad de la ola migratoria. Cuánto más antigua, más compensada. El índice de masculinidad
de los extranjeros de la UE fue de 101 en 2001 frente al del Este de Europa (117) y al de la
inmigración africana que es de 193 varones por cada cien mujeres. La feminización de la población
extranjera tiene acento latinoamericano: ochenta hombres por cada cien mujeres. Los europeos
comunitarios se instalaron primero, los magrebíes después y los andinoamericanos han sido, hasta
ahora, los últimos en llegar (INE, 2003).
Se da por descontado que también influye la proximidad geográfica y la lingüística. Y aquí parece
darse una misma pauta para dos proximidades de naturaleza bien distinta. La cercanía sea espacial o
cultural produce un desequilibrio por sexo de signo opuesto según el caso. Quizás sea porque los
pioneros confían en ponerle remedio pronto. Bien confiando en un éxito rápido que propicie el
retorno o también el reagrupamiento de la familia si es que vinieron ya casados. O en el caso de los
solteros parece que la cercanía facilita colmar el vacío afectivo en el país de destino o en frecuentes
viajes al país vecino. Así por ejemplo, los hombres marroquíes van a su país varias veces al año y
no se apresuran en buscar pareja aquí. El emigrante soltero sabe que cuando llegue la hora se casará
El rastro demográfico de la inmigración A. Izquierdo Escribano y D. López de Lera
2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [22]
y traerá al cónyuge. Los latinoamericanos, por el contrario, esperan no tener dificultad de relación
con los españoles y formar pareja y familia en el destino. En suma una y otra cercanía recurren a
diferentes vías de compensación. Los desequilibrios en la composición según sexo son aún de
mayor entidad si del continente descendemos hasta la nacionalidad, pero no hay lugar aquí para
llegar a tanto detalle.
3- Natalidad y fecundidad
El total de nacimientos de madre extranjera se duplicó entre 1996 y el 2000 pero con toda seguridad
tardará menos de tres años en volverse a doblar. Ese redoble en el ritmo de alumbramientos es
señal de que se acelera la instalación de la población extranjera. Cada año nacen más niños
extranjeros aquí pero además siguen viniendo chavales pequeños desde los países de origen. Y ahí
no se acaba el aporte migratorio a la natalidad pues no contamos los hijos que tienen las mujeres
inmigrantes una vez que se han nacionalizado. La fecundidad de las madres suele darse, al menos,
en dos contextos nacionales y en ocasiones, la misma progenitora, tiene distinta nacionalidad. La
natalidad de las inmigrantes es también un hecho trasnacional. Aquí y ahora la principal inyección
de chiquillería extranjera está constituida por el reagrupamiento de los menores que nacieron en el
país de origen. Pero el impacto de la fecundidad de las extranjeras (y de las inmigrantes
naturalizadas) en las escuelas viene por esa doble vía: los nacidos aquí y los reagrupados. Ha de
quedar claro, sin embargo, que el aumento de los nacidos aquí no significa que aumente la
fecundidad de la mujer extranjera. En otras palabras: cada año en mayor medida que el anterior
sucede que hay más madres de nacionalidad extranjera que dan a luz en España. Nacen más niños
porque hay más mujeres pero no necesariamente son las mismas madres las que acumulan más
hijos.
Y ahora viene la interpretación de ese hecho. ¿Es un hijo deseado o imprevisto? Producto del
cálculo y del bienestar. Las extranjeras dan a luz por que se deciden a ello y se encuentran a gusto.
O quizás se trata de un fallo en el método anticonceptivo. Sea por uno u otro motivo si lo tienen
aquí y no abortan eso es signo de que piensan en una instalación de tiempo largo. Se sienten más
seguras aquí o al menos gozan de las suficientes garantías de vida para decidirse a procrear y criar a
sus hijos en este país y en estos años. Es un indicador de que a esas madres las cosas no les van tan
mal o cuando menos de que les van lo suficientemente bien como para dar ese paso tan decisivo
hacia la instalación permanente.
El rastro demográfico de la inmigración A. Izquierdo Escribano y D. López de Lera
2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [23]
Pero la explicación más aviesa apunta hacia una estrategia calculada con el fin de legalizar su
situación en España y obtener la nacionalidad mas fácilmente. Tener un hijo dentro de una
estrategia de seguridad y de felicidad. Un hijo que además de colmar sus afectos llega con “un pan
debajo del brazo”, el pan que produce la estabilidad legal. Desde luego, los hijos como el
matrimonio en la era de la planificación familiar añaden significados secundarios al sentido
principal. Y a menudo se olvida que se dan en un contexto económico, social y político bien
preciso. En nuestro caso tienen lugar en el marco de una política restrictiva de inmigración y de una
sociedad que mercantiliza la vida privada. Los medios de comunicación pagan cada día más dinero
por la corrupción de las conductas. Los bufetes de abogados que cobran por ayudar a evadir los
rigores de la ley, los españoles que se prestan al fraude y los redactores de la norma que aprisiona el
desarrollo de la fecundidad, no cuentan a la hora de explicar el proceder de los extranjeros. El clima
social nativo es abochornante de por sí, pero únicamente son los comportamientos nupciales y
reproductivos de los extranjeros los que están bajo sospecha.
Nosotros nos inclinamos por destacar la explicación según la cual, el grueso de los
comportamientos reproductivos y nupciales son un signo de integración. Era así hasta no hace tanto
tiempo. El tener hijos en el lugar de destino y los matrimonios mixtos con nativos eran un indicador
de integración de los extranjeros en las sociedades europeas. Seguimos pensando que eso es así en
los grandes números. Una parte de la inmigración extranjera ha encontrado lo que buscaba, que era
quedarse a vivir para siempre en España. Otra porción no ha podido cumplir su proyecto que era el
de trabajar durante unos pocos años y volver al país de origen. Entre estos últimos el proyecto de
ahorro rápido se ha venido abajo o al menos tienen la certeza de que se va a dilatar tanto en el
tiempo que no se puede postergar a su consecución la constitución de la familia. Unos y otros, sea
por que las cosas les han ido según lo previsto o porque los planes se les han descuadrado, tienen la
intención de establecerse por largo tiempo. Su proyecto migratorio son ahora y desde este momento
sus hijos que habrán nacido en España aunque no sean españoles de nacionalidad. No importa ya
con qué intención vinieron. Ahora el proyecto migratorio es el de criarlos aquí.
Se acelera la instalación: volumen, peso, el valor, la tendencia y la influencia
Hemos pasado de doce mil nacimientos de madre extranjera en 1996 a veinticuatro mil en el año
dos mil. Ese fue el tiempo que se demoró la primera duplicación. Al año siguiente nacieron más de
treinta y tres mil. Y el resultado es que el período que va a tardar el volumen de nacimientos
extranjeros en doblarse de nuevo apenas rebasará los dos años. Según los últimos datos
provisionales para el 2002, la cifra de nacimientos debidos a madres extranjeras es ya de cuarenta y
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2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [24]
tres mil quinientos. Es decir, cuatro veces más nacimientos de madre extranjera que hace seis años y
casi el doble de los habidos en el 2000. En otro lenguaje: la intensidad del aumento a lo largo del
período (1996-2002) ha sido del 267% y la variación durante el último bienio alcanzó el 76 por
ciento.
Y sin embargo la proporción que representan esos nacidos de madre extranjera en el total de
alumbramientos que se suceden cada año en España todavía es escasa. En 1996 los 11.832 nacidos
puestos en relación con los trescientos sesenta y dos mil suponían el 3,3% del total de nacidos y en
el dos mil los veinticuatro mil pequeños casi doblaban el peso (6,2%) (Cuadro 5). La tendencia va
en la dirección de aumentar su peso en el total. De ahí que en el 2002 la cifra de nacidos vivos de
madre extranjera (NAME) representan ya el 10,4%. Uno de cada diez nacimientos habidos en
España en el 2002 lo gestó una mujer de nacionalidad no española.
Hemos de subrayar, no obstante, que el peso que adquieren los nacimientos de madre extranjera en
el total de los nacidos cada año es aproximadamente el doble de la proporción que alcanza la
población extranjera respecto del total de habitantes en España. Recordemos que en 1996 el
porcentaje de extranjeros respecto de la población total era del 1,6 mientras que el peso de los
“nacidos extranjeros” supone el 3,3 del total de nacimientos y en el 2002 las proporciones
respectivas son el 4,7 de la población total y el 10,4 del conjunto de los nacimientos. Los
nacimientos dejan una marca más honda y más amplia en la natalidad total que el que produce la
población extranjera en el censo de habitantes.
La intensidad que alcanzan los nacimientos entre la población extranjera supera de largo la apatía
que reina entre la población española. El contraste resulta muy expresivo. Tanto por el valor como
por la tendencia que sigue una población y otra. La natalidad entre los españoles anda estancada
después de una tímida recuperación que tuvo lugar en 1999 y sobre todo en el año 2000. Mientras
que la natalidad entre la población extranjera sigue una trayectoria descendente entre 1996 y el
2002. Veámoslo a través de la tasa bruta de natalidad. Este indicador expresa el volumen de
nacimientos por cada mil habitantes y hace abstracción tanto de la composición como del
comportamiento reproductivo en esos mil habitantes. Es una medida que no distingue ni la edad, ni
el volumen de mujeres, ni la decisión y el empeño que ponen las parejas a la hora de tener hijos.
En 1996 nacían casi 22 niños de madre extranjera por cada mil habitantes de nacionalidad distinta a
la española. En esa misma fecha la tasa bruta de natalidad de los españoles era de 9 nacidos vivos
El rastro demográfico de la inmigración A. Izquierdo Escribano y D. López de Lera
2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [25]
por cada mil personas. Seis años más tarde, en el 2002, hubo 9,4 nacimientos por cada mil
españoles y 18 por cada mil extranjeros. La tasa bruta indica que la natalidad extranjera dobla a la
española. Pero la corta serie también evidencia un descenso de la natalidad de las mujeres
extranjeras. En sólo seis años la tasa ha bajado casi en cuatro nacimientos por mil habitantes.
Cuadro 5. ESPAÑA. Indicadores demográficos Fecha de referencia (a 1de julio)
Indicador 1996 1999 2000 2001 2002 1996 1999 2000 2001 2002 1996 1999 2000 2001 2002
POBLACIÓN TOTAL (a) POBLACIÓN EXTRANJERA (a) POBLACIÓN ESPAÑOLA (a)
Nacimientos 362.626 380.130 397.632 406.380 416.518 11.832 18.503 24.644 33.475 43.469 350.794 361.627 372.988 372.905 373.049
Defunciones 351.459 371.102 360.391 358.856 366.538 7.007 7.525 7.909 8.293 364.095 352.866 350.947 358.245
Matrimonios 194.084 208.129 216.451 206.254 209.065 9.198 11.259 11.794 14.818 17.841 184.886 196.870 204.657 191.437 191.224
I N D I C A D O R E S
Tasa Bruta de
Natalidad * 9,14 9,42 9,74 9,80 9,87 21,82 22,24 21,90 20,33 18,29 8,97 9,15 9,40 9,37 9,37
Tasa Bruta de
Mortalidad * 8,86 9,20 8,83 8,65 8,69 8,42 6,69 4,80 3,49 9,21 8,89 8,82 9,00
Tasa Bruta de
Nupcialidad * 4,89 5,16 5,30 4,97 4,95 16,96 13,54 10,48 9,00 7,51 4,73 4,98 5,16 4,81 4,80
Tasa de
Fecundidad
General ** 3,52 3,63 3,75 3,77 3,80 7,26 7,43 7,10 6,36 5,64 3,46 3,54 3,64 3,64 3,66
ISF *** 1,16 1,18 1,22 1,22
2,29 2,43 2,24 1,95 1,14 1,16 1,19 1,19
Edad media a la
fecundidad 30,0 30,1 30,3 30,9
29,3 28,7 28,5 28,6 30,1 30,2 30,4 31,1
Notas : (a) Datos provisionales
(*) Tasas por mil habitantes. (**) Tasa de Fecundidad General, niños menores de 15 años por cien mujeres de 15-49 años.
(***) Indice Sintético de Fecundidad = hijos por mujer. Es lo mismo que la Tasa Global de Fecundidad en inglés.
Fuentes : Pob.Total: INE. Padrón continuo de población a 1 de enero
Nacim-Defun-Matrim: Movimiento Natural de Población
Extranjeros: INE. Padrón contínuo de población a 1 de enero
Nacim-Def-Matri: 1996 y 2000 : Elaboración propia en base a microdatos MNP (INE)
1999 : Datos publicados en el Anuario 2001 de la DGP
2001 y 2002: INE. MNP.
La conclusión final es, sin embargo, que aunque el volumen que adquieren los alumbramientos de
madre extranjera haya tomado la senda del crecimiento y su peso en el conjunto también vaya en
aumento, lo cierto es que la huella que deja la “natalidad extranjera” en la tasa bruta de natalidad
total es todavía poco profunda. Examinemos las pruebas que tenemos de ello. La tasa bruta de
natalidad total alcanza el valor anual de 9,8 nacidos por cada mil habitantes en el 2001 y se anuncia
una décima mas para el 2002. Pues bien, si descontáramos el aporte de los extranjeros a ese valor, el
resultado sería de 9,4 nacidos por cada mil personas en estos mismos años. Su aportación al valor
de la tasa bruta total es de cuatro y cinco décimas respectivamente. Y ese efecto tan débil se debe a
que el tamaño de la población extranjera no da, por ahora, para mucho más. Hace seis años, en
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2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [26]
1996, el impacto aún era menor: nueve por mil sin los extranjeros y 9,1 contando con su concurso.
Entonces había menos nacimientos y sobre todo el número de extranjeros era cuatro veces menor.
Como se distribuyen los nacimientos según la nacionalidad de la madre
Una quinta parte de los nacimientos debidos a madre extranjera corren por cuenta de las mujeres
marroquíes. Pero su peso ha disminuido muy sensiblemente y en los dos últimos años amaina su
ritmo de crecimiento. Todo ello a partir del año 2000. En ese año los nacimientos de niños
marroquíes acaparaban una cuarta parte del total (25,3% pero su peso retrocede ampliamente hasta
el 20% en el 2002, según los últimos datos provisionales. Naturalmente esa disminución del peso
no equivale a una reducción del número de nacidos. Todo lo contrario. En 1999 los marroquíes
nacidos en España apenas rozaban los cinco mil, mientras que en el 2002 sobrepasan los ocho mil
setecientos. Así pues aumentan los nacidos de madre marroquí pero aún crecen más los nacidos de
otras procedencias.
Y esas otras cuencas de origen son principalmente latinoamericanas y secundariamente proceden de
la Europa del Este. Las crecidas más espectaculares tienen estos orígenes. En primer y destacado
lugar el Ecuador seguido por Bolivia y Colombia en el continente sudamericano. Del lado europeo
Ucrania, Rumania, Rusia y Bulgaria. En los últimos siete años todas estas nacionalidades han
experimentado variaciones al alza que superan el 1.000 por ciento cuando el incremento promedio
ha sido del 267 por ciento. En el caso de Ecuador el auge porcentual ha sido de 6.363 en el período
1996-2002.
Vayamos con la distribución de esos nacimientos. Diecinueve de cada cien nacidos de madre
extranjera son de madre ecuatoriana y once de madre colombiana. Eso ocurre en el 2002 pero sólo
dos años antes, los datos eran 10 y 6,1% respectivamente. En un bienio prácticamente han doblado
su huella. La brusquedad del último aumento se percibe mejor cuanto mas atrás se sitúe la fecha. En
1996 los nacimientos de madre ecuatoriana suponían el 1,1% del total y los de madre colombiana el
2,8%. Así pues, en seis años unos han multiplicado su peso por veinte y otros casi alcanzan a
multiplicarlo por diez. Y otro tanto ocurre con los nacimientos de madre boliviana y aunque con
menor intensidad con los de madre argentina . También hay nacidos de mujeres latinoamericanas
que disminuyen su peso en el total. No porque nazcan en menor número sino porque su crecimiento
está por debajo de la media y, además, porque muchos de ellos nacen de madre naturalizada. Ese es,
por ejemplo, el caso de los nacidos peruanos y dominicanos que representaban entre ambos el 8%
del total de nacidos en 1996 suponen el 4% del total de nacidos de madre extranjera en el 2002. Hay
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2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [27]
nacionalidades que suben y otras que están a la baja bien por su menor intensidad reproductiva o
por que la madre se ha nacionalizado española entre el primer y el segundo hijo. No nos importa
repetir que aquí trazamos la evolución de los hijos de madre extranjera y no del conjunto del aporte
reproductivo de las mujeres inmigrantes. Y es lógico suponer que cuánta mayor sea la antigüedad
de la corriente migratoria y menor sea su renovación, mas decaerá el peso de los nacimientos de esa
nacionalidad. En definitiva, los nacidos de madre latinoamericana suman casi el 45% del total
(datos provisionales 2002) cuando seis años antes apenas representaban el 24% (1996).
Respecto de la otra corriente migratoria reciente, la que proviene de los países del Este europeo, el
incremento que ha experimentado desde el año 1996 es también muy notorio. Entre el 2000 y el
2002 su porcentaje de variación triplica el promedio total. Destaca los niños de madre rumana que
en 1966 suponían el 0,7% y en el 2002 llegan al 4,6% del total. Con dos mil nacimientos se han
convertido en la cuarta nacionalidad, por detrás de Marruecos, Ecuador y Colombia). Los
nacimientos de madres búlgaras han quintuplicado su peso en el total entre 1996 y el 2002 y las
lituanas, ucranianas y rusas aún han experimentado un crecimiento mayor. Aun así, si sumamos el
peso de los nacidos de todas las madres procedentes de países del este europeo apenas alcanza el
10% por ciento del total de los nacimientos, si bien en 1996 entre todas ellas sólo reunían el 2,9%.
Y la fecundidad
El número medio de hijos por mujer (ISF) de las extranjeras dobla el valor de las españolas. Desde
1996 el Índice Sintético ha superado los dos hijos por término medio. Mientras que el de las
españolas no ha rebasado el valor de 1,2 hijos por mujer. Entre las extranjeras este indicador
coyuntural ha dado el máximo en 1999 con un 2,4 pero desde esa cota se ha producido un descenso
en los dos años siguientes hasta quedar ligeramente por debajo del 2 para el 2001 5/. Habría que
felicitarse porque se trata de una fecundidad templada. Ni exagerada por abajo como la española ni
hacia arriba como los prejuicios imaginan. Un número desorbitado provocaría niveles elevados de
exclusión y pobreza de las familias extranjeras. Da cuenta de que se trata de una fecundidad
controlada que se corresponde con una inmigración selectiva por estudios, actitud y expectativas de
4/ El descenso del valor del índice sintético de fecundidad (ISF) puede deberse a varias razones (descenso de la
intensidad, retraso del calendario, aumento del número de mujeres no fecundas). Debe recordarse que tanto en 2001
como en el año anterior se produjo un fuerte incremento de la llegada de extranjeros al país, en el caso de las extranjeras
esté aumento se concentró en mujeres en edad fértil (su peso en el total de la población femenina subió 3 puntos en el
2000 y cuatro en el 2001). Al ser mujeres recién llegadas, es posible que tarden algún tiempo en instalarse y empezar a
tener hijos en España. De ser cierto este argumento, el valor de su ISF debería aumentar algo en los próximos años,
siempre que la intensidad inmigratoria no supere a la de esos dos años puntas y que no haya otros factores que afecten
su comportamiento reproductivo.
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bienestar. Selección social y por edad de los extranjeros no comunitarios en el país de origen y
socialización, imitación y presión ambiental en el lugar donde se instalan.
Una fecundidad coyuntural que sin duda se acrecerá. La descendencia final superará ese promedio
de hijos por mujer dada la relativa juventud que se trasluce en el valor de la edad media a la
fecundidad. Esa edad se sitúa entorno a los 29 años para las extranjeras, mientras que la edad media
a la fecundidad de las españolas superó los 30 años en 1996 y no para de crecer hasta rebasar los 31
en el 2001. El calendario de la fecundidad de las extranjeras empieza antes y se extiende a lo largo
de toda la vida fértil o lo que es lo mismo, finaliza cuando están ya entradas en años. El tamaño
ideal de su descendencia será mayor que el de las españolas y sus exigencias de bienestar para ellos
y sus hijos son, a su vez, menores.
Aunque el número de hijos de las extranjeras duplique el promedio de las españolas el caso es que
tiene una repercusión más bien escasa en el índice sintético total. Sin el aporte fecundo de las
extranjeras el número sería de 1,14 en 1996 y con él subiría hasta 1,16. En el 2001 el indicador para
las españolas (entre las cuales ya hay algunas inmigrantes naturalizadas) se situó en el 1,19 y
contando con los hijos de las extranjeras se alzaría hasta un 1,22. Aún no disponemos de datos en
serie suficientes para detallar las diferencias del número medio de hijos por mujer según la
nacionalidad de la madre. Hay indicios, no obstante, de que la fecundidad marroquí se acercaría a
los cuatro hijos como promedio y la de las mujeres rumanas y chinas se elevaría por encima de la
media hasta rozar los tres en el año 2000. Mientras que las mujeres latinoamericanas no llegarían a
los dos hijos y en muchos casos presentan niveles parecidos a las mujeres españolas. La mujeres
europeas comunitarias (11% del total de nacimientos de madre extranjera en 2002) muestran unos
niveles muy parecidos a las latinoamericanas, aunque con un calendario más tardío. Todo eso sea
dicho con muchas cautelas, para un solo año y con datos aún provisionales y escasos.
4- Muriendo antes de morir
Allí quiero que me entierren y desde este mismo momento empiezo a pagar para ello. Esa
familiaridad con la muerte que tienen algunas culturas y que para nosotros los europeos resulta tan
extraña (Sacristán, 1975). Y conste que no se entiende muy bien nuestra extrañeza dada la
probabilidad que tenemos de encontrar la calavera cada fin de semana mientras conducimos. En
cualquier supuesto ese es el acto más libre del extranjero y un infalible indicador de su arraigo. De
ese lugar lo moverán, si lo hacen, sin su consentimiento. La decisión planificada de dónde quiere
uno que lo sepulten y el pago a plazos de su traslado y del nicho en el cementerio. La libertad de
reposar en el lugar elegido Ese lugar puede ser un cementerio árabe en el país de destino o uno
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2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [29]
cristiano en una aldea de Nigeria. Aquí la religión importa menos que el entorno deseado para la
sepultura. La religión es una cosa y el arraigo es otra muy distinta. Hemos conocido a marroquíes
que prefieren ser enterrados en un cementerio árabe en España y a católicos que optan por ser
evacuados a la Argentina, Nigeria o el Perú. Cuando una madre extranjera casada con un español
decide trasladar a su hijo que está enfermo de muerte desde España hasta la aldea de origen en el
corazón de África es que no siente que este sea su hogar. Un ambiente dónde vive feliz y rodeada
por sus seres queridos. Allí se han quedado los abuelos de la criatura y los hermanos de la madre.
Allí quiere que lo entierren.
Y sin embargo, una cosa es el lugar preferido y otra el que finalmente vaya a ser así. Lo mismo que
no se suelen poner los medios para que los extranjeros puedan ser enterrados en el lugar de origen
tampoco se repara mucho en que posiblemente vayan a morir aquí. Y que eso implica que estos
jóvenes trabajadores que hoy se ven repletos de energías van a ir envejeciendo con el tiempo. Y
como población anciana que ha trabajado y cotizado aquí tendrán sus pensiones y consumirán
prestaciones sociales a las que tienen derecho. En definitiva no se piensa en los costes sociales que
entrañará el envejecimiento de la población extranjera en el lugar de residencia. Si la familia está
instalada los costes de las enfermedades y cuidados son menores que si la vejez se desarrolla en una
ambiente de soledad y exclusión social. Hay que pensar que los extranjeros envejecen en los países
de destino hasta morir en ellos.
La emigración cuando se da en un contexto restrictivo entraña una selección de los protagonistas
dura y a veces cruel. El viaje es largo y peligroso. El cruce de la frontera acrece los ritmos
cardíacos. La primera instalación y la vida diaria en el lugar de destino desgastan el organismo. Los
emigrantes no son jóvenes por capricho. La mayoría de ellos tienen información acerca de lo que
les espera y se encuentran con suficiente energía para encarar el futuro y esa sensación es propia de
los adultos en los primeros tramos de la edad activa. Su mortalidad es la propia de una población
joven y pletórica de energías. Es débil porque su organismo es fuerte.
Comparando los valores, la tendencia y el impacto.
El número de extranjeros que fallecen cada año en España aumenta y también lo hace su peso en el
total de defunciones. Pero el valor porcentual es aún muy bajo. Los cinco mil doscientos extranjeros
que murieron en España durante 1996 sólo representaron el 1,5% del total de óbitos ocurridos en
ese año mientras que los ocho mil trescientos en el 2002 suponen el 2,3% del total de muertes. El
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peso de las defunciones de extranjeros adquiere poco relieve en el total, aunque tienda a aumentar.
¿Será también sospechoso que se mueran tan pocos? 6/
Si bien es cierto que crece la cantidad de extranjeros que mueren cada año en España no es menos
verdad que el ritmo al que aumentan las defunciones es mucho menor que el de los recién llegados.
Así mientras que el total de los extranjeros fallecidos ha subido de siete mil a ocho mil trescientos
entre 1999 y el 2001, la población no española se ha multiplicado por dos en ese período. En
consecuencia la cantidad de fallecidos por cada mil personas de nacionalidad extranjera ha
descendido a la mitad. En efecto la tasa bruta de mortalidad era del 8,4 por 1000 en 1999 y baja al
4,8 en el 2001. Y los datos provisionales para el 2002 sugieren que aún seguirá bajando la
mortalidad bruta. El resultado será que previsiblemente morirán menos de cuatro personas por cada
mil extranjeros durante el 2002. Conforme aumenta la población y se rejuvenece su edad media la
parca pierde fuerza.
Cuando se contrastan los valores que arrojan las tasas brutas de españoles y extranjeros se aprecia
cuán diferentes son sus efectos y las evoluciones que siguen una y otra. La tasa de los españoles
cede dos décimas entre 1999 y el 2002 mientras que la de los extranjeros cae un cinco por mil. La
primera pasa de 9,2 a nueve fallecidos por cada mil españoles durante el año 2002. En el otro
extremo la mortalidad de lo extranjeros se desploma desde el 8,4 por 1000 a 3,5 según los últimos
datos provisionales. En definitiva, eran tasas muy parejas a mitad de los noventa del siglo pasado y
se distancian mucho en los comienzos del nuevo siglo. La mortalidad en crudo de los españoles
duplica a la de los extranjeros. No hay misterio en esta distancia. Los últimos flujos de extranjeros
han sido muy cuantiosos y su juventud hace lo demás. En consecuencia el valor de la tasa bruta para
los extranjeros desciende con rapidez en los últimos seis años mientras que en el caso de la
mortalidad de los españoles se mantiene casi estable. El bajo nivel de la tasa de mortalidad de los
extranjeros se explica por el peso de los adultos jóvenes. Juventud que caracteriza a la reciente
inmigración latinoamericana y africana, cuyas tasas brutas de mortalidad son aún menores. Las
5/ Cualquier comportamiento demográfico cuyo protagonista sea un extranjero es objeto de sospecha en los tiempos que
corren. Si se casa con otro de su misma cultura se tilda de “matrimonio étnico” sospechosos de ser poco proclive a la
integración. Si la extranjera se casa con un español añoso es seguro que lo hace por “conveniencia” (como si el interés
estuviera ausente del resto de matrimonios incluido el amor). Si acaso permanece soltera se la tacha de promiscuidad
cuando no de ejercer la prostitución. Si tiene un hijo acá es para evitar la expulsión, obtener la residencia o la
nacionalidad. Si lo trae de allá es un candidato al fracaso escolar y ejerce un efecto degradante de la enseñanza pública.
Si se muere aquí sus papeles servirán para traer a otro compatriota con nombre falso. En fin, los antaño indicadores de
integración (hijo nacido aquí, matrimonio mixto y sepultura en el cementerio local) son ahora comportamientos
sospechosos. Pero si el emparejamiento y el embarazo lo planea una española famosa se convierte en un acontecimiento
rosa digno de ser “aireado a los cuatro vientos” y en consonancia bien remunerado.
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correspondientes a los europeos comunitarios, son por el contrario significativamente mayores y en
ocasiones superan la TBM española.
Pero esa tasa tan escuálida no sirve para que adelgace la mortalidad en el total de España.
Digámoslo con números. Sin los extranjeros la tasa bruta de mortalidad total fue del 8,82 por mil en
el 2001 y si incluimos el efecto de los extranjeros sólo baja hasta el 8,65 y aunque en el 2002 el
impacto sería mayor la diferencia sería entre el 9,0 y un 8,7. El resultado es que, dado el poco peso
que tiene la población extranjera en el conjunto de la población que vive en España, su flaca tasa de
mortalidad apenas sirve para arañar dos o tres décimas a la mortalidad total. En otras palabras hay
mucha diferencia en la frecuencia de la mortalidad entre españoles y extranjeros pero los de fuera
son tan pocos que su impacto en lo que es “la mortalidad de todos”, apenas si se hace notar.
El contexto provincial de la mortalidad extranjera
Contemplemos la mortalidad de los extranjeros en el contexto provincial para el año 2000. El valor
promedio de la tasa bruta fue de 6,5 fallecidos por cada mil personas no españolas. Veamos como
se comporta la mortalidad en las trece provincias con un mayor volumen de población extranjera.
Por encima del doble de ese valor (13 por 1000) se sitúan Ceuta, Melilla y Baleares. Contextos
distintos por la composición de la población extranjera. Magrebíes en las plazas africanas y
jubilados europeos en las islas privilegiadas. Entre el 10 y el 13 por mil se encuentran Alicante,
Málaga, Las Palmas y Tenerife. Provincias turísticas con aglomeración de europeos de la tercera
edad aunque no sean pocos los trabajadores no comunitarios que viven y trabajan en ellas. Por el
contrario las otras provincias con una significativa cantidad de extranjeros registran tasas de
mortalidad muy inferiores a la media. Así sucede con Madrid ( 2,0), Barcelona (3,1), Murcia (3,5) y
Valencia (4,2). Provincias dónde el peso de la población europea más añosa es débil en relación al
número de extranjeros nacionales de países terceros de edades más jóvenes. La única excepción es
Almería (6,8) en dónde el europeo jubilado alcanza casi tanto relieve como el extranjero no
comunitario lo que tiene como resultado que el valor de la mortalidad bruta se sitúa muy próximo al
promedio nacional.
Las pautas de muerte según la nacionalidad
Los extranjeros también se mueren. Menos cuando son jóvenes y con mayor frecuencia conforme
van cumpliendo años de vida. Por eso la mortalidad anda estrechamente vinculada a la estructura
por edad de la población. Sin ir más lejos: el cuarenta y tres por ciento de las muertes de extranjeros
ocurridas en el año 2000 se las repartían entre los británicos y los alemanes que vivían en España.
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Dos años mas tarde estas dos nacionalidades dan cuenta del cuarenta por ciento del total de los
extranjeros fallecidos. Si les sumamos los muertos de nacionalidad francesa y portuguesa ya
tenemos el 50% del total. Entre los extranjeros no europeos destacan los marroquíes con un 7% del
total. Es la expresión de la primera corriente migratoria marroquí que se instaló en España allá por
los años sesenta y setenta del pasado siglo.
Como se ha mencionado, la tasa bruta de mortalidad según la nacionalidad evidencia que el Reino
Unido (15 por 1000) y Alemania con el 12,3 por 1000, tienen mortalidades cuatro o cinco veces
superiores a la mortalidad bruta promedio de los extranjeros (3,5). Franceses (8,5) y portugueses
(6,9) también la superan aunque no denotan una población tan envejecida. Mientras que las tasas de
mortalidad de marroquíes, rumanos y ecuatorianos no llegan al 2 por 1000.
5- Nupcialidad y prácticas matrimoniales
La familia, en cualquiera de sus versiones, es una institución básica para la integración de los
inmigrantes en la sociedad española. Una sociedad que tiene en este núcleo de la sociedad uno de
sus fundamentos más sólidos. La red familiar colabora en la socialización durante la niñez y en la
edad adulta protege a los más frágiles del desempleo y la marginación. Al compartir afectos y
medios materiales evita o cuando menos suaviza los riesgos de exclusión. Incluso en una de sus
formas minoritarias y justamente rechazada por la sociedad española. Nos referimos a la poligamia.
Empecemos por ella.
Imaginemos un hombre que procede de Senegal y que está casado con varias mujeres pero que deja
a toda la familia en el lugar de origen. El sabe que aquí el hecho de la poligamia no cabe en el orden
jurídico. Veamos que puede pasar apoyándonos en lo que sabemos que ha ocurrido en otros países.
En primer lugar, lo que hay que señalar es que sobre la extensión y amplitud de la poligamia entre
la colonia centro africana establecida en España no se tiene una estadística fiable. Se fabula sin
pruebas. Pero no se ha llegado a medir ni siquiera de un modo aproximado a cuántas personas
afecta. Es pues una realidad de dimensión incierta. Nuestra hipótesis es que afecta a menos personas
de las que se piensa.
Pues bien ese hombre, quizás nunca traiga a ninguna de sus esposas, ni a otro miembro cualquiera
de su amplia familia. Eso es al menos lo que ha pasado en Francia por tomar un ejemplo cercano
(Tribalat, 1995). Nuestro hombre casado vive con otros hombres que proceden de su misma aldea,
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muchos solteros y algunos que no lo están. El resultado final es que entre los centroafricanos,
aparecen muchos hombres viejos que viven solos y en un estado de gran precariedad. Han sido
durante toda su vida “falsos solteros”. Desde luego también pudiera suceder que hubiera un
reagrupamiento familiar incompleto. De una de sus esposas y alguno de sus hijos. Por cierto, que
entre los hijos que nacen en el país de destino parece poder certificarse que la práctica de la
poligamia es aún menos probable y tiende a desaparecer. El exilio influye. Resumiendo, se puede
afirmar que una cosa es la extensión de la poligamia y otra la práctica de la misma en el país de
acogida. Es conveniente, cuando menos hacer esa precisión. En fin que de la evolución de la
poligamia sabemos poco y de su plasmación en España menos todavía.
Pero de la variedad de situaciones familiares de hecho no es de lo que nos vamos a ocupar aquí. Y
no es que estemos ayunos de datos de encuesta levantadas en España en época reciente sobre la
variedad de formas y situaciones familiares. Sabemos por la EPA, por citar un buen ejemplo, que
son escasos los hogares con hijos y que predominan largamente los hogares colectivos donde los
inmigrantes viven con otros compatriotas (García Serrano y otros, 2002). También se tiene
constancia de que existen reagrupaciones incompletas (faltan los hijos o alguno de los cónyuges o
progenitores). Por otra parte ignoramos cuál es el grado en el que sobreviven prácticas
matrimoniales del país de origen de los inmigrantes. Ni siquiera tenemos información sobre cuál es
su estado civil en el momento de entrar. Ni cuántos son los solteros que residiendo en España
vuelven a su país para casarse y regresan con el cónyuge.
Solo podemos hablar sobre el volumen de los matrimonios que se celebran en España y precisar qué
importancia alcanzan los matrimonios mixtos. Podemos conjeturar que, según los países de
procedencia, habrá más o menos intervención familiar en el matrimonio entre personas del mismo
lugar. El padre o la madre de la novia pueden convenir con el jefe o jefa de hogar del novio la dote
y la boda, pero hay grados en esa intervención. Pueden, por ejemplo, consultárselo a la novia, y no
imponerlo sin su consentimiento o bien hacer caso omiso de su negativa y consumar el arreglo
(Tribalat, 1996). Pero esa vía explicativa es mas fruto del prejuicio que de la información estadística
fiable. Pues hay otros factores que juegan en las prácticas matrimoniales y que alcanzan una
trascendencia que aún está por determinar.
¿Cuánto es el control familiar sobre los matrimonios que se efectúan en España?. Podemos suponer
que menor que en aquellos matrimonios que se celebran en el lugar de origen. Hemos de presumir
que el contexto, en alguna medida, impone y contagia. También se puede imaginar que la familia
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tiene más influencia cuando se trata de una hija que cuándo es un varón el que se casa y menos
cuando la hija trabaja que cuándo no tiene autonomía económica. Por la misma regla de que el
contexto también impregna se puede apostar que si la casada nació aquí en España o vino de niña y
ha desarrollado aquí su vida escolar, la intromisión familiar tendrá un calado menor. El tiempo
cuenta y mucho a la hora de aflojar las prácticas matrimoniales arraigadas en otro contexto.
He aquí otra historia posible. En vez de un senegalés, observamos ahora a una joven marroquí. Que
vino de niña y que lleva ya más de diez años residiendo en España. Esa muchacha trabaja en una
fábrica de manipulado de frutas, en una conservera. Ha estudiado hasta los 16 años y ha terminado
la enseñanza secundaria obligatoria. Y ha tenido relaciones amorosas con algún español que
trabajaba en la misma fábrica. Pero no ha llegado a vivir con él, es decir, no ha practicado la
cohabitación. No ha roto del todo su dependencia familiar y ha seguido viviendo en la casa de los
padres. Ahora, ha decidido casarse con un compatriota que, sin embargo, no es del mismo pueblo,
ni les une lazo de parentesco alguno. La familia quizás prefiere este matrimonio a la unión con un
español, pero en esa “homogamia nacional” apenas si ha intervenido el padre porque al muchacho
ella lo ha conocido fuera del círculo de amistades.
El chico trabaja en la agricultura y se conocieron cuándo el acompañaba a un camión para descargar
la mercancía. Ese no es un matrimonio intervenido o controlado por la familia pero se celebra entre
jóvenes de la misma nacionalidad y de la misma clase social por así decirlo. Aunque ella tiene más
estudios que él, que además, lleva poco tiempo viviendo en España y entró en edad adulta.
Homogamia social y étnica pero sin intervención familiar. Las combinaciones no se agotan ni con la
religión, ni con el origen rural o urbano de los cónyuges. En fin que la nacionalidad es una etiqueta
que simplifica y enturbia una correcta interpretación de las estadísticas de los matrimonios entre
extranjeros de la misma nacionalidad. Dentro de ellas existe una enorme variedad de situaciones y
de prácticas.
Desde luego que con el tiempo, cuando la chica trabaje en un supermercado podría casarse con un
joven profesional que va a comprar allí. Sería un matrimonio que rompería el techo social y también
el mercado matrimonial étnico. Asimetría en la posición social y ruptura con tradición familiar.
Aquí también las incógnitas son muchas.
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2003-Izquierdo y Lopez_Rastro demogriafico inmigracion / 09/11/2007 [35]
Los valores, la tendencia y la influencia.
El volumen de matrimonios que se celebran en España y en los cuales participa algún extranjero se
ha triplicado en los últimos seis años. Su número ha crecido desde los nueve mil de 1996 a los casi
dieciocho mil del 2002. La cantidad es mayor y el peso que la nupcialidad de los extranjeros
adquiere en el total de matrimonios que cada año se celebran en España también ha aumentado. El
porcentaje de los matrimonios extranjeros en el total ha pasado del 4,7 al 8,5 durante el período que
estamos analizando.
La tasa bruta de matrimonios de los españoles ha oscilado en torno al cinco por mil en los últimos
diez años. En 1993 fue de 5,2; en el 2000 fue de 5,1 y en los dos siguientes no pasó del 4,8. Menos
de cinco matrimonios al año por cada mil españoles. La de los extranjeros que viven en España
alcanzó el 17 por mil en 1996 y desde entonces no ha dejado de bajar. Aún así fue del 10,5 por mil
en el año 2000. Justamente el doble que la de los nacionales. En el 2001 se quedó en nueve
matrimonios por mil extranjeros y según los indicios que tenemos es posible que en el 2002, siga
disminuyendo hasta el 8 por mil y se aproxime cada vez más a la de los españoles. Esta disminución
del valor de la tasa bruta (que no del número de matrimonios) puede deberse a la reagrupación
familiar de los inmigrantes que fueron llegando durante la década de los noventa del pasado siglo y
al recién y fuerte crecimiento de la inmigración extranjera en los dos primeros años de este siglo.
Es decir, el aumento del número de inmigrantes ha ido más raudo que el de los nuevos matrimonios
celebrados en España. Lo que significa también que aumenta el potencial de estos matrimonios en
los próximos años y con ellos la formación de nuevos hogares, viviendas, seguros e hipotecas. Pero,
por otro lado, el que aumente el número de matrimonios en los que al menos uno de los cónyuges es
extranjero es un fiel reflejo de su voluntad de integración y estabilidad de su proyecto vital. Para
ello resulta indispensable que su situación social no esté atravesada por obstáculos legales
imprevistos. Si día tras día se ponen nuevos escollos a los que quieren establecerse, formar un hogar
y tener hijos, es posible que la tasa bruta de nupcialidad continúe bajando.
Podría concluirse que con el tiempo las pautas de nupcialidad de los extranjeros van convergiendo
con las de los nativos. Y que por eso ha disminuido la intensidad matrimonial a lo largo de este
período de tiempo. Pero esa afirmación resulta muy arriesgada. La serie temporal es demasiado
breve para que la aclimatación sea un hecho probado. La explicación más verosímil es que esa caída
de la nupcialidad entre 1996 y el 2002 sea debida a una variación en la composición de los últimos
y masivos flujos de extranjeros. Bien porque la mayoría de los que entraron recientemente hayan
llegado ya casados o por el contrario y más probablemente porque los que hayan llegado sean
solteros en proceso de instalación y estén esperando a tener encarrilada su situación para después
casarse. En este último supuesto el signo de la juventud augura una recuperación de la tasa bruta de
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matrimonios si la intensidad de los flujos amainase durante los próximos años. Si esto último no
ocurriese, es decir, si siguiera al alza la corriente anual de entradas aunque el volumen de
matrimonios aumente la tasa bruta puede seguir debilitándose.
La incógnita que cabe resolver es si también el emparejamiento, la cohabitación, es decir, el
matrimonio de hecho es mayor entre los extranjeros respecto de los españoles. Y, en segundo lugar,
cuáles son las diferencias en las pautas nupciales formales e informales en el interior del diverso
mundo que conforma la población extranjera. En todo caso es cierto que el volumen de los
matrimonios en los que participa algún cónyuge extranjero se ha duplicado entre 1996 y el 2002,
pero no lo es menos que la población extranjera se ha cuadriplicado.
Pero aun nos queda una incógnita que despejar. ¿Cuál es la impronta que tiene la nupcialidad de los
extranjeros en la tasa bruta de la población total?. La respuesta es la que sigue. Con todo y haberse
duplicado en un sexenio el volumen de los matrimonios de extranjeros lo cierto y verdad es que
apenas si dejan marca en el valor de la tasa bruta total. Y eso por causa de lo escaso que resulta su
peso en relación al global de los matrimonios que se celebran anualmente en España. De ahí que el
impacto que ejercen sobre la tasa bruta total sea mínimo. He aquí los datos con y sin extranjeros. La
tasa bruta total ha sido 4,95 por 1000 en el 2002 y fue 4,9 en 1996. Durante este período el valor
más alto se produjo en el año 2000 donde la tasa bruta llegó al 5,3. Pues bien si descontamos el
aporte que han hecho las nupcias de los extranjeros la tasa bruta se hubiera quedado en el 4,8 en el
2002 y en el 4,7 en 1996. Y apenas habría disminuido al 5,2 en el 2000. De modo que los
extranjeros sólo son capaces de añadir una décima al valor total.
Geografías de asentamiento
Como se acaba de ver en el año 2000 la tasa bruta de nupcialidad para los extranjeros fue de 10,5
por mil mientras que para los españoles se situó justo en la mitad de ese valor promedio (5,2
matrimonios por mil). Sin embargo, la distribución espacial de los matrimonios varía mucho de una
provincia a otra. Hay que suponer que el lugar del matrimonio va a ser el de la residencia duradera
de modo que aquellas provincias que registren una alta intensidad matrimonial hipotéticamente se
constituyen en contextos de estabilidad y de instalación permanente de la población extranjera.
Naturalmente no basta con ese indicador para definir un contexto como de integración. Puede
suceder que los extranjeros que allí viven vinieran ya casados y que sus hijos también hubieran
nacido en el país de origen o de procedencia anterior. Por eso es necesario observar la evolución
que sigue la escolarización de los niños extranjeros en esas provincias y en particular la de los más
pequeños.
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La mayoría de las doce provincias dónde hay un mayor número de extranjeros empadronados se
sitúan claramente por debajo del valor promedio: Murcia, Alicante, Almería, Gerona, Málaga, Santa
Cruz de Tenerife y Las Palmas. Se trata de contextos con valores muy próximos e incluso inferiores
en algunos casos a la tasa bruta de nupcialidad de los españoles. En estas siete provincias la tasa
bruta de nupcialidad no supera el 7 por mil. Mientras que por encima del 8 y más bien próximos a la
tasa promedio nacional se hallan Madrid, Barcelona, Tarragona y Baleares. Entre las provincias de
mayor concentración de extranjeros únicamente Valencia aparece con valores muy por encima de la
tasa bruta promedio.
Pero veamos si la natalidad, como variable relacionada, aclara algo este panorama. Tener hijos en
esas provincias también es señal de asentamiento de las familias extranjeras. Y aquí la distribución
dice otra cosa. Sólo Alicante, Tenerife, Málaga y Baleares tienen tasas claramente inferiores a la
tasa bruta de natalidad promedio. Mientras que la intensidad de la natalidad supera el 25 por mil
extranjeros en Barcelona, Gerona, Madrid, Murcia y Tarragona. Y las otras tres provincias tienen
valores muy cercanos a la media. De modo que los contextos provinciales de la natalidad no
coinciden con los de la nupcialidad. Al menos en el 2000. Hay que decirlo con muchas
precauciones pues justo en ese año se produjo la primera de las dos grandes regularizaciones que a
buen seguro tendrán repercusiones demográficas innegables. Además el auge de los flujos de
ecuatorianos, colombianos y europeos del Este despuntaban por entonces. Ha sido en el 2001 y
2002 cuando el stock de extranjeros ha crecido sobremanera y ha cambiado su estructura por sexo,
edad y nacionalidad.
Pero aún hay otro indicador demográfico que despeja algunas incógnitas. La tasa bruta de
mortalidad nos marca aquellos contextos dónde la población extranjera de mayor edad fallece.
Recordemos que en el año 2000, la tasa bruta fue del 6,5 por mil para el total. Y esas provincias son
la otra cara de la natalidad. Alicante, Málaga, Tenerife y Las Palmas son provincias dónde la
mortalidad de los extranjeros se iguala e incluso supera a la de los españoles. Entre ocho y nueve
fallecidos por cada mil extranjeros. Población en su mayoría de países de la Unión Europea. En el
otro extremo están las provincias de inmigración extranjera más joven, con tasas que no rebasan el
4 por mil: Barcelona, Madrid, Gerona, Murcia, Tarragona y Valencia. Almería y Baleares también
tienen una tasa inferior al promedio pero su situación es mixta como corresponde a contextos dónde
conviven residentes europeos y jóvenes trabajadores de países terceros.
A tenor de estos datos parece que la mayoría de las provincias no cumplen la condición de erigirse
en contextos de instalación estable. Pero antes de rechazar la hipótesis convendría afinar mas el
perfil de las nacionalidades de extranjeros que ostentan la primacía en cada un de las provincias
señaladas. No vaya a ser que lo reciente de su instalación y una composición por sexos muy
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desequilibrada expliquen en buena parte la debilidad de la tasa bruta de nupcialidad. Pero ese es
otro artículo y demanda otra ocasión.
CONCLUSIÓN
España se ha convertido, en apenas diez años, en un país de inmigración importante dentro del
contexto europeo. Y eso implica la instalación y la integración de la población extranjera. Una
inmigración de parejas y matrimonios que trabajan, forman hogares y educan a sus hijos nacidos
aquí o traídos desde otro país. Una de las ideas que emana del estudio de la demografía de la
población extranjera en España es que los conceptos de “extranjería” y de “mano de obra” no dan
cuenta suficiente de la realidad. Los extranjeros se asientan de modo permanente y hay que pensar
en los costes sociales que nos traerá el mañana inmigrante. Es necesario invertir hoy en integración.
1- Empecemos por las conclusiones relativas a los contextos provinciales dónde se concentra la
población extranjera. Con los datos demográficos del 2000 se dibujan tres espacios. El primero lo
constituyen las tres provincias dónde crecen las grandes capitales de Madrid, Barcelona y Valencia.
Según todos los indicadores manejados se erigen en lugares de instalación duradera de los
extranjeros no comunitarios. Puesto que en ellas tanto la nupcialidad como sobre todo la natalidad
alcanzan valores superiores al promedio nacional. El segundo contexto de instalación definitiva son
las provincias donde viven los jubilados europeos tales como Alicante, Málaga, Baleares, Tenerife y
Las Palmas. En ellas la natalidad y la nupcialidad son bajas (más débiles en Alicante, Málaga y
Tenerife y menos en Baleares y Las Palmas). Aparecen como contextos duales y segmentados
donde se dan en paralelo los dos flujos de extranjeros, a saber: añosos y jóvenes trabajadores de
países terceros .Y en tercer lugar nos quedan las provincias de Gerona, Murcia y Almería dónde la
instalación es todavía escasa y va despacio. Son lugares donde coinciden natalidades por encima de
la media (en torno a 25 por mil, salvo en Almería con 20 por mil) junto con nupcialidades muy
bajas (menos de la mitad de la media nacional). Esa combinación de natalidad suficiente y
matrimonialidad escuálida parece caracterizarlos como contextos de incipiente instalación en los
que se mezcla una voluminosa inmigración rodante y temporal con núcleos de familias en proceso
de instalación permanente.
2- El hecho es que la mutación migratoria ha sido muy rápida y eso explica que el rastro
demográfico sea todavía tenue. Un 5% de la población, el 9% de los matrimonios, el 10% de los
nacimientos y el 2% de las muertes que han tenido lugar en España durante el 2002. Con unas tasas
brutas que duplican a las de los españoles excepto en la que corresponde a la mortalidad, que no
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llega a la mitad. Pero si el ritmo vital de los extranjeros resalta en el panorama peninsular es más
por la flojera que empapa los comportamientos españoles que por el ímpetu demográfico de los
foráneos. La conducta procreadora y matrimonial de los extranjeros no es, en modo alguno,
excesiva. Los valores alcanzados se corresponde con la selección migratoria y con las presiones del
medio social.
Quizás lo más significativo es que los “no españoles” son los responsables de más de la mitad del
crecimiento total de la población en España durante los últimos cinco años y es también mayoritario
su peso en el saldo vegetativo en los últimos tres. Pero la pujanza puede ser coyuntural y, a medio
plazo, no está asegurada su continuidad. De lo que hay pruebas sólidas es de las ganas de
establecerse aquí definitivamente. Deseo que manifiesta más de la mitad de los extranjeros llegados
en los últimos años. Este proyecto migratorio es el que les ayuda para sobreponerse a toda clase de
obstáculos legales, adversidades culturales y avatares laborales. He aquí los principales datos
demográficos.
3- Son jóvenes y por ello fecundos. La edad media es inferior en siete años a la de los españoles y
su índice de masculinidad es muy superior. En cuánto se equilibre la proporción entre los sexos
aumentará aún más el potencial reproductivo. La natalidad bruta duplica a la nacional y, aunque en
ligero descenso, la fecundidad también la dobla. Pero como ya se ha dicho una y otra se mueven en
una franja templada, la del mero reemplazo de su población. Y ese tono moderado de las
principales variables demográficas así como la lenta aproximación a las pautas españolas responden
a la selección educativa de los extranjeros en el origen y a su proyecto de instalación y movilidad
social en el destino.
4- Cada año son más los extranjeros que mueren en España. A pesar de lo cual sólo suponen el
2,3% del total de fallecidos en el 2002. Una mortalidad tan escasa apenas hace mella en la
intensidad anual de defunciones ocurridas en España. Rebaja la tasa bruta en tres décimas, lo cual es
sin duda muy poco, pero menos es nada. Por fortuna el flujo de recién llegados crece mas rápido
que las defunciones. De ahí que la tasa de mortalidad de los extranjeros disminuya en los tres
últimos años desde el 6,5 al 3,5 por 1000. En otras palabras la población extranjera aumenta y se
rejuvenece. Buena noticia.
5- Por último, las formas que toma el hogar de los extranjeros son muy variadas y de contornos
inciertos. La dimensión de la poligamia y de los casamientos en los que interviene la familia parece
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ser escasa. Entre los matrimonios celebrados en España, la “homogamia social” y “étnico-nacional”
tiene poca importancia. Lo que predomina son las uniones mixtas y el matrimonio interclasista. El
número de matrimonios se ha triplicado durante el último sexenio. Y su peso en el conjunto de la
nupcialidad ha crecido desde el 4,7% hasta el 8,5%. Sin embargo, es tan escaso el volumen de
bodas que sólo es capaz de sumarle una décima a la tasa total de España. Además, la tendencia es a
la baja. La tasa bruta disminuye del 17 por mil en 1996 al 8 por mil en el 2002. De nuevo la
explicación radica en la reciente aceleración de los flujos de entrada siendo tal la intensidad que
desborda el aumento en el número de matrimonios celebrados aquí dentro. Aunque si miramos
hacia el futuro lo que esto nos indica es que el potencial de la nupcialidad irá en aumento. Deducir
de la caída de la intensidad matrimonial entre los extranjeros una pauta de aclimatación a la
nupcialidad de los españoles resulta una hipótesis arriesgada.
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... Con relación a la estructura de la pirámide de edad de la población inmigrante, varios autores (Cachón, 2002; Izquierdo y López de Lera, 2003;Arango, 2005; Muñoz de Bustillo y Antón, en prensa) han coincidido en destacar la relativa juventud de esta población. La población de 16 a 44 años de edad se hallaba sobre-representada en relación con la composición de la población española, tanto entre los colectivos procedentes de la Unión Europea como entre aquellos colectivos extracomunitarios, entre los que destacaban los colectivos de origen latinoamericano. ...
... En relación con las formas de inserción laboral de los inmigrantes, varios autores han señalado que, en primer lugar, esta mano de obra se ha colocado en aquellos sectores que los trabajadores autóctonos fueron dejando en busca de ocupaciones de mejores condiciones laborales y niveles de remuneración, y, en segundo lugar, como consecuencia, la tasa de ocupación de algunos colectivos de inmigrantes fue más alta que la de los autóctonos durante los periodos de expansión económica y en determinadas ramas de actividad, (Cachón, 2002; Izquierdo y López de Lera, 2003;Esteban, 2010). ...
Thesis
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El trabajo pretende ofrecer elementos para la comprensión de la realidad de aquello que hoy constituye la escuela diversa: un escenario educativo con alumnado de diferentes perfiles sociales e intereses, diversas preferencias y perspectivas múltiples respecto de los conflictos en las relaciones entre pares en las aulas. El estudio corresponde a una línea, dentro de la sociología de la educación, que reconoce protagonismo a los jóvenes como informantes acerca de su realidad. Se privilegia el acercamiento a la construcción de significados mediante una metodología combinada de técnicas cuantitativas y cualitativas. Se propone el uso de tres categorías con base en el origen de los informantes: autóctonos, autóctonos con padres extranjeros e inmigrados y la categoría de género que sirven para la descripción e interpretación de los datos. El trabajo centra su atención en las percepciones del alumnado adolescente de 15 a 18 años, de ambos sexos, matriculados en los niveles de educación secundaria obligatoria -ESO-, bachilleratos y ciclos formativos de grado medio en centros educativos públicos y concertados en varias ciudades españolas.
... El mercado laboral y la política migratoria española se revelan generizadas 4 en la medida que la primera se organiza de manera segregada canalizando la mano de obra hacia nichos laborales específicos donde cada vez más se inscriben los/las migrantes internacionales. Por otro lado, la política migratoria restringe la entrada favoreciendo el expediente de entrar como sea para luego aguantar con vistas a la obtención de papeles (Izquierdo y López de Lera, 2003). Así, la gestión de los flujos migratorios y las opciones laborales en la sociedad de destino se entrelazan para acortar o aumentar el tiempo de la empresa migratoria y las estrategias para cumplir con los objetivos trazados en el país de origen, casi siempre con resultados desiguales para mujeres y hombres. ...
Article
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The article explores, from a gender perspective, the case of recent Bolivian migration to Spain and its relationship with the systems of inequality both in the society of origin and destination. We argue that gender organizes migration as it affects the decisions of those who migrate and impacts on migration results differently.
... Del análisis de la producción científica sobre fecundidad de inmigrantes se puede decir que se han centrado en el estudio del impacto de la población extranjera en la natalidad y la fecundidad en España, con el fin de dar respuesta a su reciente incremento (Devolder y Treviño, 2007Roig y Castro, 2005Delgado y Zamora 2004López de Lera y Villares, 2004;Izquierdo y López de Lera, 2003). Prácticamente en todos ellos se acude a la descripción del comportamiento reproductivo diferencial según región de origen de la madre como una línea de interés secundario, donde América Latina tiene cabida en su conjunto o en el estudio de caso de alguno de sus países. ...
Article
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In Spain, foreigners have very intense internal flows, therefore strongly redistributing population throughout the country. This paper intends to focus on the 1.7 million Latin-American citizens, one of the country's main foreign origins. Though their basic demographic and social characteristics have already been identified -e.g., both the stock and the flows are mainly female, they mainly work in the service sector...-, much less is known on their internal migration patterns. The two main aims of this article are to analyse the volume and predominant directions of these internal flows, and to examine the crisis' impact on them. Both the movements among and within provinces are studied, the latter paying special attention to suburban mobility in Madrid and Barcelona metropolitan areas. "Estadística de Variaciones Residenciales" (residential variation statistics) flow data and "Padrón continuo" (local register) stock data are used for it.
... La inmigración internacional en España ha cambiado la fisonomía social, económica, política y demográfica del país. La natalidad y fecundidad, las migraciones internas, la nupcialidad son fenómenos demográficos claramente afectados por la llegada de inmigrantes (Izquierdo y López, 2003;Delgado y Zamora, 2004y 2006, Devolder y Treviño, 2007y 2008, Cortina, et.al., 2006ab y 2008ab, Miret, 2006. En el ámbito de la formación de la pareja, los matrimonios en los que al menos uno de los cónyuges es extranjero han crecido de forma importante en los últimos años. ...
Article
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This study aimed to analyze, comparatively, the reproductivebehavior of Latin-American foreign-born women settled in thetwo main destination countries of this group: United States andSpain. The mentioned objective is conducted by an analysis ofthe main births and fertility indicators. Considering theprevious works on this topic, these indicators were analyzed incomparison with the ones of native population in eachdestination country, and between both destination countries. Ineach case the findings showed differences in the patterns withregard to intensity and timing, with only partial convergenceof migrants' reproductive patterns to those of the localpopulation.
Article
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This article focuses on linguistic education and language teaching in Brazil in the last decades. Firstly, it approaches the fact that some data about Brazilian population and linguistic education can throw light on some aspects of the topic in question. Afterwards, the article relates such data to theoretical and methodological issues, as they appear in documents and curriculum standards from recent years. In order to do this, the discussion is based on authors from the French Discourse Analysis School and the Bakhtin Circle. Finally, the article points to the formative role of foreign language in the context of basic education and human formation in general, through the notions of intersubjectivity and interculturality. Keywords: Linguistic education – foreign language teaching – Brazilian education – French Discourse Analysis – interculturality – Bakhtin Circle
Article
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This article analyses the descriptive representation of immigrant-origin women in two local Spanish elections. On the basis of the influence of political opportunity structures and the role played by political parties, we quantify their presence on party lists and their degree of success in becoming councilwomen. Using the APREPINM2 1 database we compare their levels of representation across different immigrant-origin minorities and the degree of gender disparity within each group. Our results show that women originating from the EU and Latin America benefit from greater access to party lists than their male counterparts and their female peers from other groups. But when it comes to being elected as councilwomen , only Latin-American women maintain this comparative advantage.
Conference Paper
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BORRADOR INTRODUCCIÓN Durante los últimos 25 años la inmigración ha generado un cambio social sin precedentes en las principales ciudades españolas, la presencia de más de 6 millones de inmigrantes 1/ (14% de la población total, a principios de la segunda década de este siglo) ha supuesto «una transformación social que puede competir en profundidad e implicaciones con cualquier otra que se haya producido en nuestra historia contemporánea» (Arango, 2004: 161). Sobre todo si recordamos que en 1991 la población inmigrante apenas alcanzaba a las 900.000 personas (2% de la población total), en aquel entonces la mayoría de ellos con la nacionalidad española, descendientes de las últimas etapas emigratorias de nuestra historia. Una sucesión solapada de corrientes inmigratorias llevaron a España nuevos inmigrantes cada año, que fueron engrosando las comunidades extranjeras residentes en el país. La mayor parte de estos inmigrantes llegaron entre el año 2000 y 2009 (alrededor de 5 millones 2]). Este " inesperado " crecimiento tornó en positivo el crecimiento demográfico de todas las regiones del país (López de Lera, 2006: 270), incluso las Comunidades del tercio norte de la península salieron del declive de sus respectivas poblaciones. El aporte inmigratorio dinamizó el mercado nupcial, aumentó la natalidad, en mayor medida a través del aumento de nacimientos de mujeres inmigrantes, que debido a un aumento en el nivel de la fecundidad (el aporte de las mujeres inmigrantes al aumento del ISF total se puede estimar en 0,4 décimas del ISF, ver López de Lera, 2006), y compensó la deriva negativa del crecimiento vegetativo de la población nativa. Aunque desde 2008 haya aumentado la salida de inmigrantes, la mayoría de los que llegaron decidieron quedarse, formar familias e imbricarse en nuestra sociedad.
Conference Paper
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The objective of this paper is to explore the discourses on immigration and identity of the two major parties in Germany (CDU/CSU and PSD) and Spain (PP and PSOE) respectively, as represented by their manifestos for the 2002 election in Germany and the 2004 election in Spain. We analyse the topic of immigration within the wider context of the discourse on the state, the nation, and national identities, paying special attention to the interplay between these topics. In this way the article is intended to achieve a greater understanding of the ways in which the major political actors in a founder-member of the EU and in a mature member of the EU deal publicly with a number of central issues which touch the concept of the nation very closely, while at the same time being deeply linked to the developing goals and practicalities of EU membership as well as the changes in the composition of the population and resultant cultural shifts. It is anticipated that the analysis will demonstrate trans-national parallels between each of the parties of the left and the right. While this may be due to national convergence, it is also possible to speculate that it is in part a result of international communication between parties of similar outlook.
De la guerra civil a la sociedad civil: el capital social en España entre los años treinta y los noventa del siglo XX
  • Pérez Díaz
Pérez Díaz, V. (2003), " De la guerra civil a la sociedad civil: el capital social en España entre los años treinta y los noventa del siglo XX ", en R. Putnam (ed.), El declive del capital social, Galaxia Gutenberg y Circulo de Lectores, Barcelona.
Cent ans d´immigration, étrangers d´hier français d´aujourd´hui
  • M Tribalat
Tribalat, M. (dir.) (1991), Cent ans d´immigration, étrangers d´hier français d´aujourd´hui, PUF et INED, Paris, France.
De l´immigration à l´assimilation
  • M Tribalat
Tribalat, M. (1996), De l´immigration à l´assimilation. la Découverte/ INED, Paris, France.