La educación, a lo largo de la historia, ha ido incorporando a su ámbito distintos instrumentos aportados por la técnica con cuyo concurso se facilitan, o se posibilitan, las acciones educativas. Entre estos instrumentos, el libro supuso, sin duda, el avance más espectacular, pues con él los alumnos podían leer independientemente los textos que servían como base a la enseñanza, sin necesidad de
... [Show full abstract] acudir al texto original, ni de transcribirlo. Sólo gracias al libro (cada vez más especializado: libro de texto, libro de ejercicios, libro de lectura, diccionario, enciclopedia temática, libro del profesor, etc.) la educación ha podido desligarse de la relación personal maestro-alumno (que sería el modelo de la antigüedad clásica) y, por tanto, masificarse. Así, podría decirse que, en la actualidad, la educación, en su conjunto, aún está plenamente inmersa en la era del libro. Otros instrumentos tecnológicos apenas han calado en la práctica educativa, o han recalado en ella como un elemento marginal, a pesar de su ruidosa aparición: así, el magnetofón, el vídeo o la proyección de filminas (lo que se llamó ampulosamente "enseñanza audiovisual") tienen hoy tanto protagonismo en nuestras aulas como las últimas innovaciones de la pizarra tradicional, o el retroproyector, pero mucho menos, por ejemplo, que las fotocopias (que son, en definitiva, un derivado del libro). Esto es así, fundamentalmente, porque el libro revolucionó la propia epistomología educativa: universalizó el texto escrito, generó unas relaciones nuevas entre los protagonistas del proceso educativo (la fuente de conocimiento no es el profesor, sino el libro) y propició la hegemonía de la lengua escrita frente a la oralidad predominante hasta la Edad Media. Los demás instrumentos tecnológicos, en cambio, apenas afectan a la propia concepción de la educación, y funcionan como "extensiones", más o menos llamativas, del libro tradicional. Uno de los nuevos instrumentos aplicados al campo de la enseñanza es, justamente, el ordenador y, genéricamente, la informática (como actividad mediática que es: es decir, no un fin en sí misma, sino un medio para hacer cosas). A la informática se la ha considerado ya, a pesar de su corta vida, la panacea capaz de remediar todos los males y la caja de Pandora de la que provendrán males mayores aún de los que padecemos. Por tanto, cabe preguntarse qué tipo de instrumento educativo será la informática: ¿se convertirá en un medio revolucionario, como en su momento lo fue el libro (al que incluso podría sustituir, según dicen), o no constituirá más que un nuevo canto de cisne tecnológico, destinado a convertirse en un "periférico" más del libro tradicional?