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Anales del Instituto de Chile, Vol. , Estudios, pp. 1 - 16, Santiago, 2024
ATACAMEÑOS Y SU IDENTIDAD CULTURAL EN
UN MARCO EXTRACTIVISTA: REFLEXIONES
Y DESAFÍOS PARA UNA EDUCACIÓN
PARTICIPATIVA E INCLUSIVA
C V H,
U C H
R
El texto reflexiona la relación entre la identidad cultural atacameña,
el entorno natural del Norte Grande de Chile y los impactos de la
minería, con especial énfasis en la extracción de litio. Se destaca cómo
la identidad atacameña, profundamente conectada con la naturale-
za, ha sido transformada por la explotación minera, la cual impacta
la comunicación cultural-territorial y genera tensiones debido a las
prácticas asistencialistas y paternalistas de las empresas mineras y la
respuesta social ambivalente de parte de las comunidades aledañas.
En este manuscrito se reflexiona desde una meta observación sobre la
Responsabilidad Social Empresarial (RSE), donde el encuentro entre
la minería y las comunidades requiere de un aprendizaje que permita
saber dar y saber recibir, de modo que el vínculo que se cree sea co-
herente con la realidad actual. Además, se interroga respecto de las
categorías epistemológicas utilizadas para entender las relaciones de
poder en la región, subrayando la necesidad de reconsiderar el rol de
las empresas en un desarrollo más sostenible con correlato intercultu-
ral a nivel local y global; en este sentido se aborda la paradoja entre la
explotación de recursos naturales para el desarrollo de la tecnología
en otros países u otros sectores sociales, versus la no integración de ella
en la realidad cultural indígena. Finalmente, se invita a los diferentes
actores a repensar las interacciones entre cultura, economía y medio
1
Profesor Asociado regular, Instituto Investigación y Postgrado, Universidad Cen-
tral de Chile, PhD Antropología Katholieke Universiteit Leuven, Bélgica, Antropóloga
social y Magíster en Salud Pública, Universidad de Chile. Programa de Magíster de Bioé-
tica Social, Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, Universidad Central de Chile.
2
Arqueólogo, Licenciado en Antropología y Magíster (c) en Antropología, Univer-
sidad de Chile. Museo Precolombino, Chile. Miembro ICAHM-ICOMOS-CHILE.
Carolina Valdebenito Herrera, Ulises Cárdenas Hidalgo
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Anales del Instituto de Chile. Estudios 2024
ambiente en un contexto de creciente globalización y avance tecnoló-
gico, donde la info-alfabetización y aprendizaje de nuevas tecnologías
sea coherente a nivel local y global.
Palabras clave: cultura, identidad, extractivismo minero, responsabili-
dad social empresarial, educación, litio.
I
El presente texto se enfoca en la relación entre la identidad atacameña
y el entorno natural del Norte Grande de Chile, abordando cómo los
diversos usos del suelo han generado diferentes interacciones con el
medio ambiente, lo cual ciertamente ha moldeado y aún moldea el
sentido del Ser, tanto a nivel individual como colectivo. Este diálogo
continuo entre el ser humano y su entorno genera identidades y nutre
los conceptos de “nación”, “grupo” y “etnia”.
A través de una búsqueda bibliográca exploratoria en el buscador
Mendeley, se recogieron 34 textos entre 1984-2022, seleccionados se-
gún algunas categorías: cultura atacameña, industria minera, identidad,
responsabilidad empresarial.
El primer resultado de búsqueda arrojó como dato que hay una
predominancia de estudios arqueológicos con una larga data en rela-
ción con la cantidad de publicaciones en torno a la cultura atacameña
en términos socioculturales vivos, siendo la mayoría relacionadas con
los resultados de las investigaciones arqueológicas desarrolladas en el
área Centro-Sur Andina. El segundo dato que se obtuvo fue la relación
histórica de Lo atacameño, no de Likan Antai. Esta categoría responde
al discurso indigenista más contemporáneo, con la minería, y a partir
de los textos revisados se derivan las conclusiones y reexiones que se
comparten en este texto.
El sesgo del manuscrito es ciertamente la selección de las categorías
para desarrollar la búsqueda bibliográca; sin embargo, se espera que
este escrito sea la antesala para mayores profundizaciones en el tema
propuesto: la construcción de Lo atacameño en su diálogo con el medio
ambiente. Del mismo modo, se explora sobre los procesos transformado-
res que participan en la formación de la identidad cultural atacameña,
Atacameños y su identidad cultural en un marco extractivista:…
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Anales del Instituto de Chile. Estudios 2024
teniendo en cuenta las tensiones entre diferentes actores sociales y sus
interacciones con el entorno.
Finalmente, se reexiona sobre la Responsabilidad Social de la Em-
presa y cuáles son los desafíos para ofrecer la ayuda a la sociedad en el
Norte Grande de Chile, pero también sobre la manera de recibir esta
ayuda. Se espera provocar la reexión, pero también a la acción social
que afecta a las identidades culturales en relación con las externalidades
que se maniestan y visualizan en el área.
A L
L A
Epistemología de la cultura
Desde una perspectiva cognitivista, estructuralista, sistémica, es posible
indicar que el ser humano necesita crear categorías mentales, conceptos
claros y nítidos para aprehender la realidad; es decir, el ser humano,
en tanto ser cognoscente, requiere una serie de límites (borders) para
hacer legible lo externo.
Ciertamente, lo que se estima relevante destacar, más allá de una
posición epistemológica, es que todo entendimiento o proceso de co-
nocimiento, incluso el emocional o sensorial, requiere también de con-
ceptos, de saber llamar a las cosas por su nombre, de poner etiquetas
para discriminar, para distinguir entre una realidad y otra. Bien si han
de mezclarse, comunicarse, tensionarse, parece necesario e inherente
al ser humano este ejercicio nominativo.
Por tanto, las deniciones de “pueblo”, “nación”, “grupo”, “etnia”
no son azarosas, sino que responden a una necesidad humana de no-
minación y del sentido de pertenencia a una nación, a un grupo, a una
etnia, así como en la sociedad burguesa se requiere pertenecer a una
clase social, a un partido político o a una religión.
Ejemplo de la necesidad de asignar nombres es el trabajo de Larraín
(1993), quien nos muestra que, en tiempos coloniales, el término “pue-
blo” designaba a un grupo humano, en un paisaje determinado, reali-
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zando actividades económicas locales. Sin embargo, el término “nación”
englobaba múltiples pueblos y su uso era más adecuado para designar
entidades étnico-culturales (Larraín, 1993, p. 41). El autor argumenta
que el término “pueblo” es menos adecuado para describir a los grupos
indígenas en la actualidad, debido a su falta de connotaciones antropo-
lógicas (Larraín, 1993, p. 43). Del mismo modo, propone el término
“etnia” para describir a los grupos indígenas chilenos, ya que encierra
características distintivas, como origen racial, lengua común, expresio-
nes culturales, uso común del territorio, autoconciencia de identidad y
tendencias a la endogamia (Larraín, 1993, pp. 50-51).
Ciertamente que tales deniciones de agrupaciones, globalidades
y singularidades no reejan la complejidad del ser humano, ni del ser
humano social, quien construye, deconstruye y reconstruye signicados
y signicantes; sin embargo, sí expresan la necesidad del ser humano de
sentirte parte de algo o alguien, y de ser identicado como pertenecien-
te a ello. Este sentido de pertenencia se magnica cuando los espacios y
territorios geográcos no son los mismos para todos los actores sociales
que interactúan en un mismo espacio geográco, generando tensiones
y luchas por la apropiación del territorio en que se habita y que hace
parte de la identidad.
En el caso de Lo atacameño, cultura que convive y se mueve según
una particular complementariedad de pisos ecológicos desde tiempos
precolombinos, observamos un grupo indígena que posee acabados
conocimientos del territorio circundante y sus recursos, y resignica
un sentido socio territorial en el que la movilidad, condicionada por
razones laborales y/o productivas, genera una construcción identitaria
vinculada tanto a los enclaves de origen como los de llegada o los de
referencia.
En este contexto, Lo atacameño también se reconstruye en torno a
roles productivos o situacionales, como minero, comerciante, agricultor
o pastor, que, dada la pronunciada estacionalidad ambiental, genera
vínculos que inciden en la noción y concepción de territorialidad. De
esta forma, emerge un nuevo actor social, que presenta un sentido de
identidad interactuando con otros actores a través de especícos códigos
simbólicos y culturales, entre los que destacan las empresas extractivis-
tas, los visitantes nacionales y extranjeros, y algunos actores locales y
Atacameños y su identidad cultural en un marco extractivista:…
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nacionales que convergen en un mismo escenario, conformando una
nación dentro de la cual se presentan las nociones de “pueblo” y “etnia”,
características de las dinámicas conceptuales y sociopolíticas del Norte
Grande de Chile.
La cultura, entendida como un todo complejo de redes de signi-
cados, proporciona el contexto para analizar cómo los actores sociales
del Norte Grande de Chile, con sus diversos intereses y expectativas,
interactúan en un mismo entorno. Esta interacción produce quiebres
comunicacionales y tensiones culturales, especialmente cuando se con-
sideran las distintas necesidades humanas —físicas, biológicas, económi-
cas, políticas y afectivas— y las desiguales y diferentes formas que tiene
el ser humano para tratar de satisfacerlas.
Tener o pertenecer a un grupo cultural nos guía a buscar una mane-
ra compartida y consensuada de describirlo, pero en algunos espacios
geográcos existen muchos grupos, que se tensionan y presionan por
obtener los requerimientos económico-productivos y ritual-religiosos
que demandan. Tales choques culturales también suceden en el Norte
Grande de Chile, donde diversos actores ven y se aproximan al desierto
con diferentes técnicas, deseos, sueños, necesidades. Como se lidia, se
convive; como se interactúa, se percibe; desde el conicto o desde el
acuerdo.
Según Larraín B. (1993) la relación entre la territorialidad, el suelo y
la identidad se maniesta antes del establecimiento de límites políticos y
geográcos. Ello se evidencia en los trabajos antropológicos y arqueoló-
gicos que muestran cómo la territorialidad de los pueblos del Norte de
Chile transciende a los límites geográcos. Lo anterior se ejemplica en
el caso aymara en el altiplano chileno, donde la ocupación del espacio
es estacionaria y abarca áreas más allá de lo político-geográco. Esta
complementariedad de los pisos ecológicos se maniesta en la actuali-
dad a través de la trashumancia, dada por la movilidad hacia los lugares
en los que se desarrollan los trabajos estacionales que producen una
inserción al mercado asalariado de forma temporal. En este contexto,
el rol de la empresa que ofrece las fuentes de trabajo se ve interpelada
ante las múltiples necesidades de la comunidad receptora o antriona.
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El interés en esta dimensión antropológica se debe al rol de Chile
en el escenario de la sociedad digital e hiperconectada actual. En este
sentido y en el escenario mundial, las riquezas y potencialidades mineras
no metálicas, asociadas fundamentalmente al litio, se perciben como un
recurso crucial en el paradigma hacia la transición de energías limpias
y no contaminantes. Sin embargo, esta concepción articula un modelo
de desarrollo económico que presenta externalidades ambientales y
sociales, positivas y negativas, entre las que destacan el sobreconsumo
de los recursos hídricos, alteración de los ecosistemas, el avance de
la digitalización, la creación de nuevas fuentes de trabajo asociadas a
su automatización y a las transformaciones y cambios culturales de las
comunidades indígenas circundantes que, en menos de una década, se
vieron enfrentadas a la presencia de grandes empresas extractivistas,
las cuales, articulando una emergente y reactiva responsabilidad social
empresarial, canalizan algunas externalidades positivas —fundamental-
mente económicas—en torno a la participación de las denominadas
“comunidades antrionas” de la Cuenca del Salar de Atacama.
Por ello, es de suma relevancia repensar el rol de la empresa en tér-
minos de responsabilidad empresarial, puesto que no solo sería deseable
que proporcionara fuentes de trabajo y dividendos económicos, como
lo ha venido haciendo, sino que estos tengan un correlato con el n
último, es decir, con los servicios y tecnologías que se crean con el litio,
y ello solo puede producirse a través de la educación de los trabajadores
y sus familias.
M ,
A diferencia de la humedad y riqueza del suelo fértil de la tierra del
Sur de Chile, donde se conoce el desarrollo de lo mapuche, en el Norte
Grande existe el suelo árido y a primera vista infértil, pero rico en re-
cursos minerales metálicos y no metálicos, los cuales han sabido tradu-
cirse en riquezas para grandes empresas nacionales e internacionales,
conllevando con ello al desarrollo de proyectos energéticos estimulados
por las actuales políticas gubernamentales (v.g. Estrategia Nacional del
Litio).
Atacameños y su identidad cultural en un marco extractivista:…
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Complementariamente, la presencia de una zona árida rica en re-
cursos minerales constituye el escenario y lugar de emplazamiento de
grandes observatorios astronómicos, que convocan a universidades em-
presas y laboratorios del mundo entero gracias a la claridad de los cielos
en esta latitud de Chile.
Del mismo modo, si es posible perderse en la claridad de los cielos
del norte de Chile, es también embriagadora la sensación de desierto,
y a la vez de majestuosidad en el desierto de Atacama: árido, vacío y la
vez inmensamente rico, en piedras, en minerales, metales, en vidas que
han sabido comunicarse con la severidad y dureza del medio ambiente.
Hay tierras y hay personas, así como personas y comunidades, y todas
dialogan, se silencian, comunican y no comunican y van creando reali-
dades. Como hemos dicho, el Norte de Chile no es la excepción, lejos
de ello. Chile y su gran Norte se evidencian por la minería de litio en el
Salar de Atacama, la cual ha tenido un impacto signicativo, tanto en
el ámbito económico como social, especialmente en las comunidades
atacameñas. Desde su descubrimiento, en 1962, por geólogos de la Ana-
conda Copper Mining Company, se sentaron las bases para una transfor-
mación profunda de la Región de Antofagasta (Lagos, 2012; Ministerio
de Minería, 2014). A mediados de la década de 1980 se establecieron
las primeras explotaciones de litio a través de la Sociedad Chilena del
Litio (SCL), en 1984, y SQM, en 1996, marcando el inicio de una nueva
era extractiva en el desierto de Atacama (Comisión Chilena del Cobre
[COCHILCO], 2017; Lagos, 2012).
De acuerdo con la revisión bibliográca, el Salar de Atacama, que
contiene aproximadamente el 36% de las reservas mundiales de litio
—dato variable ciertamente—, se ha convertido en un punto focal en
el contexto de la transición hacia energías limpias, y la Región de An-
tofagasta, en donde se inserta, destaca por su alta tasa de proyectos
energéticos que se traducen en la construcción de plantas y parques
para almacenar y administrar energía generada por fuentes renovables,
como la eólica y la solar (Aranda, 2015). Esta riqueza en litio ha atraído
una intensa explotación, alineada con lo que Gudynas (2015) denomina
“extractivismo de tercera generación”, caracterizado por una extracción
intensiva de recursos naturales con un signicativo consumo de agua
y energía.
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En este contexto, la relación inicial entre la minería de litio y las
comunidades atacameñas estuvo marcada por dinámicas de asistencia-
lismo y paternalismo. Y, en ese sentido, vale la pena reexionar acerca
de la construcción de identidad al interior de lo atacameño, y de cómo
se comunica con el entorno, con la externalidad, con lo que va más allá
del paisaje; cómo se construye y se comunica lo atacameño, y como se
reconstruye en la nueva realidad social, cultural, económica y digital en
el Norte Grande de Chile.
Esta “paternalización”, tan enraizada en la cultura latinoamericana,
(Valdebenito C et al., 2006) esta relación vertical seudo protectora que,
a la vez que se impone a la voluntad del otro en una suerte de protec-
cionismo, disimula la mirada discriminadora hacia lo débil, lo poco
inteligente, lo poco desarrollado o rebuscado. Y ciertamente que tales
estructuras proteccionistas que encubren la discriminación invalidan
e impiden el desarrollo natural de las disparidades y el respeto de las
particularidades, generando un crecimiento modelado, esperado y es-
perable.
En este marco, y frente al extractivismo minero, se produce tam-
bién la imposición de la masculinidad, ya por el tipo de trabajo o de
administración. En ambas situaciones, la posición del hombre está bien
consolidada. La literatura indica que, en condiciones de trabajo extre-
mas, adversas y hostiles, se presentan sistemas de subsistencia en los que
la división sexual del trabajo obedece pautas culturales y patrones de
comportamiento. La diferencia de género, principalmente dada por la
reproducción, se visualiza desde las etapas culturales iniciales de la caza
y recolección, continúa durante el periodo formativo o agro-pastoril
hasta el apogeo de los grandes Estados teocráticas o militares que se
presentaron en andino América antes de la llegada de los conquista-
dores españoles.
Siendo este el entramado de una sociedad masculinizada, robusteci-
da por la dureza de las inclemencias del territorio, existen empresas y
existen trabajadores, y entre éstos los indígenas, los atacameños: Likan
Antai, gente que siempre ha vivido en esas tierras y que las conoce, tal
como sus familias las conocieron, así como han tenido un conocimiento
de la montaña, del valle, del desierto que ciertamente será diferente al
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conocimiento de empresarios extranjeros, y de profesionales y técnicos
que llegan desde diferentes partes del país a trabajar al Norte Grande.
“Las relaciones entre los trabajadores atacameños y los provenientes
de centros urbanos estuvieron marcadas por jerarquías racistas y clasis-
tas, con diferencias en salarios y condiciones de vida dentro y fuera de
los campamentos mineros” (Babidge et al., 2019).
La gura del “apadrinamiento”, descrita por Hidalgo (1992), reeja
la relación asistencialista entre las empresas mineras y las comunidades,
en las que se ofrecían bienes materiales a cambio del acceso y explo-
tación de los recursos naturales. Sin embargo, estos actos lantrópicos
no representaban una mejora sustancial en la calidad de vida de las
comunidades, que sufrían el despojo de sus recursos hídricos y la sobre-
explotación de sus territorios (Calderón y Prieto, 2020).
A nes de la década de 1990, con el reconocimiento indígena en el
plano legal y la creciente conciencia sobre los impactos de la minería,
las comunidades atacameñas comenzaron a identicarla como una de
las principales amenazas a su territorio y cultura (Castro y Bahamondes,
1998). En respuesta a esta presión, surgieron estrategias de Responsa-
bilidad Social Empresarial (RSE), buscando mejorar la imagen de la
minería mediante aportes económicos y sociales, aunque estas prácticas
coexistieron con el asistencialismo previo (Antonelli, 2009).
En resumen, la instalación de la minería del litio en el Salar de Ataca-
ma ha transformado e impactado la relación entre cultura y suelo, entre
cultura y medio ambiente, y lo hace desde el extractivismo, e incluso
cambiando la estacionalidad de los trabajos mineros por trabajos más
establecidos y permanentes. Por su parte el anterior fenómeno también
genera impactos sociales a través de los programas y acciones de respon-
sabilidad empresarial, interviniendo estratégicamente las dimensiones
recreativas y festivas de la cultura, mediante la creación de espacios de
deporte, desarrollo de las artesanías locales y ocios tradicionales. En
este proceso de impacto, de corte protector y benecente, nos pregun-
tamos sobre el correlato con las nuevas realidades y la alfabetización
digital de los grupos humanos que interactúan con las minas, siendo
paradójicamente desde ahí desde donde se extraen los recursos para la
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generación de energía y para la producción de materiales tecnológicos
que permiten la continuidad y reproducción de la sociedad digital.
R : ,
Así como se ha extraído salitre, cobre y litio, se ha extraído también per-
sonas y familias, y se ha abandonado otras en el gran desierto nortino,
en una especie de continuo abandono y desarraigo que no se asemeja
al principio de circularidad de la cultura mapuche, en la que existe una
relación íntima y provocadora de dar y recibir en permanencia, entre el
ser humano y la tierra, en un diálogo de mutua pertenencia.
A partir de la experiencia en terreno y de la literatura revisada, ob-
servamos que, a diferencia de la cultura mapuche, en la Cuenca hidro-
gráca del Salar de Atacama se presenta un contexto situacional en el
cual la inserción de la mano de obra, principalmente masculina, a los
principales mercados asalariados vinculados hoy en día con el extrac-
tivismo minero y turístico ha gatillado procesos de transformación y
cambio cultural modicando la relación simbiótica entre cultura, tierra
e identidad (Ayala y Cárdenas, 2020). De esta forma, hoy imperan dis-
cursos políticos de corte ambientalista neonativistas que entran contra-
dicción con los aportes pecuniarios que diversas comunidades indígenas
atacameñas reciben de las principales empresas extractivistas del sector.
Denominándose a sí mismos Likan Antai, no son incluidos en las
legislaciones ni leyes en materias indígenas, ya que, por ejemplo, de
acuerdo con la Ley Indígena 19.253, se menciona y reconoce a las co-
munidades atacameñas no al pueblo Likan Antai, propiamente tal.
Por tanto, al momento de identicarse a sí mismos, es posible in-
terrogarse si la identidad de trabajador del Norte es más fuerte que la
identidad de Lo atacameño o Likan Antai. Y en ese sentido, ¿en qué se
sustenta este diálogo con las empresas mineras, energéticas, astronómi-
cas y académicas? ¿Cómo se dialoga con el etnoturismo o turismo de
intereses especiales, con los extranjeros que vienen a mirar la belleza del
desierto, o se imaginan el Norte Grande como una extensión de otros
emblemáticos destinos turísticos, como Machu Pichu?
Atacameños y su identidad cultural en un marco extractivista:…
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Por esta razón, es necesario hacer referencia a la educación y al rol
de la empresa en tanto responsabilidad social con la comunidad local.
Bien o mal que parezca la actitud protectora y paternalista, existe un
deber y existe un hacer, y ciertamente existen tensiones entre ambas
que van dirigiendo las voluntades entre el querer, el poder, el deber y
el hacer.
Mansilla Obando, Guinez Cabrera y Jeldes Delgado analizan las per-
cepciones de una comunidad antriona en el Norte de Chile acerca de
las iniciativas de responsabilidad social empresarial (RSE) de empresas
mineras cercanas (2022). Su trabajo se basa en el uso de metodolo-
gía cualitativa y se aplica un análisis temático apoyado en la teoría de
stakeholders de Freeman (1984) y la pirámide de RSE de Carroll (1991).
Sus hallazgos principales indican que la comunidad antriona percibe
diferentes responsabilidades respecto de las iniciativas de RSE de la
industria minera, priorizando la responsabilidad ambiental, seguida
por la responsabilidad hacia el bienestar en salud y seguridad, la res-
ponsabilidad ética, económica, legal y, nalmente, la responsabilidad
lantrópica (Mansilla Obando et al., 2022).
Esta jerarquización contrasta con lo propuesto por Visser (2008) y
Carroll (1991), quienes sugieren que la responsabilidad económica es
la más importante, seguida por la lantrópica, la legal y la ética. Este
último estudio ha revelado que, a pesar de los benecios económicos
y de empleo que aportan las mineras, los residentes perciben graves
impactos negativos, como la degradación ambiental y los problemas de
salud y seguridad (Mansilla Obando et al., 2022). Estos impactos gene-
ran conictos sociales persistentes, a pesar de las iniciativas de RSE que
las empresas implementan bajo la presión y escrutinio social (Jenkins
& Yakovleva, 2006; Mutti et al., 2012). La literatura sugiere que las per-
cepciones y actitudes de las comunidades antrionas sobre las iniciativas
de RSE han recibido atención empírica limitada, especialmente en el
caso de mineras de cielo abierto (Poundal, Gyawali, & Simon, 2019).
Sin duda, toda persona o entidad que este en posición de ayudar a
otro/a, genera una suerte de paternalismo, de verticalidad, de asisten-
cia; si alguien/algo puede hacer algo por otra persona o comunidad
genera un vínculo de deuda y dependencia. Pero el dilema no solo
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recae en la naturaleza de la ayuda y de quién brinda la ayuda, si no de
quién la recibe y cómo.
En este contexto, es válido cuestionarse respecto de las condiciones
para brindar ayuda y los lazos de deuda que la sostienen; es legítimo
preguntarse acerca de los intereses detrás de la asistencia. Se trata de
una moralidad de retribución al benecio; sin embargo, ¿se debe por
ello dejar de recibir ayuda o se debe dejar de ayudar?
La responsabilidad social de las empresas es necesaria, pero no por
ello inocua, sobre todo si se sospecha intencionada. Y, en ese juego de
comunicar, entre la realidad económica, los nes políticos y las nece-
sidades básicas, la pregunta surge de manera natural: ¿dónde está la
cultura?, entendiendo “cultura” como la tela de araña en la que se co-
munican los símbolos y signicados y que dan sentido a la trama social.
La educación, en este sentido, es y siempre será el aporte del em-
presariado en la interacción responsable. A pesar de todos los juicios
de valor que pueda haber, con las diferentes tendencias políticas y eco-
nómicas que puede haber en los programas y currículos educativos;
a pesar de que haya censura, de que haya equívocos y silencios en la
educación, el arte de educar es la responsabilidad del empresariado
frente a la sociedad.
Además, se identica una nueva dimensión de RSE: la responsabili-
dad hacia el bienestar en salud y la seguridad (Mansilla Obando et al.,
2022). Este hallazgo es coherente con estudios anteriores que subrayan
la importancia del bienestar comunitario, incluyendo aspectos sociales,
económicos, ambientales, culturales y políticos (Murphy, 2010; Rela et
al., 2020).
Por tanto, en este manuscrito se ha propuesto relevar la necesidad de
un mayor diálogo entre las empresas mineras y las comunidades, para
legitimar las iniciativas de RSE y ajustar estas prácticas a las característi-
cas socioculturales de los beneciarios (Devenin & Bianchi, 2018), del
mismo modo, se quiere enfatizar en que este rol y coherencia debe, sin
duda, tener correlato con la actualidad digitalizada.
Por último, se puede señalar que la gran responsabilidad del em-
presariado en Chile, con los diferentes actores que interactúan en el
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Norte Grande, pasa por la info-alfabetización de la población. Dado
que es el país en el que se nutren las grandes empresas tecnológicas y se
seguirán nutriendo las fuentes de control de información para que siga
existiendo y complejizando la Big Data, las empresas deben empoderar
a su entorno a través de la educación. Que ésta sirva de pasaporte para
moverse a través del mundo, para descubrir nuevas realidades y paisajes,
nuevas personas y nuevas lenguas. Educación para empoderarse y saber
que se existe y que se tienen derechos, que se puede ver el Norte Grande
con los ojos extranjeros, pero también con la riqueza de lo atacameño,
duplicidad que armonizará la extracción del litio en un escenario cola-
borativo, dando con ello un sentido al desierto atacameño.
R
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Carolina Valdebenito Herrera es profesor Asociado Regular, Instituto Investiga-
ción y Postgrado, Universidad Central de Chile; doctor en Antropología Médica,
Universidad Católica de Lovaina (KULeuven, 2016); magíster en Salud Pública,
Universidad de Chile, Escuela de Salud Pública (Santiago de Chile, 2006);
antropóloga sociocultural, Universidad de Chile (Santiago de Chile, 2003).
Especialización en Bioética, Universidad de Toronto, Joint Center for Bioethics
(Toronto, Canadá, 2006). Rep Feminist Approach to Bioethics Network (2001-
2009). Se ha dedicado a la enseñanza e investigación en bioética,así como en
estudios de salud intercultural con minorías religiosas y discapacidad en Chile
y Bélgica.
Carolina Valdebenito Herrera, Ulises Cárdenas Hidalgo
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Anales del Instituto de Chile. Estudios 2024
Ulises Cárdenas Hidalgo es arqueólogo, licenciado en Antropología Universi-
dad de Chile y magíster (c) en Antropología, Universidad Católica del Norte.
Miembro asesor de ICOMOS Chile y miembro experto de ICAHM–Internatio-
nal Scientic Committee on Archaeological Heritage Management. Investiga-
dor del Museo Chileno de Arte Precolombino, Proyecto LDC 10554, Catálogo
Razonado. Es especialista en materias patrimoniales y ambientales, con especial
interés en temáticas a la arqueología histórica, etnoarqueología, trabajo de
campo y participación en estudios sobre medio humano indígena en el Norte
Grande de Chile, colaborando en procesos de consulta indígena, con las direc-
trices del Convenio N.°169 de OIT y convenciones y tratados internacionales
en materia de derechos humanos, especialmente de poblaciones, pueblos in-
dígenas y discapacidad.