Content uploaded by Jahzeel Aguilera
Author content
All content in this area was uploaded by Jahzeel Aguilera on Aug 16, 2024
Content may be subject to copyright.
CULTURA
Y NATURALEZA
EN EL LAGO DE PÁTZCUARO
Perspectivas históricas, geográcas y ambientales
Jahzeel Aguilera Lara
Pedro Sergio Urquijo Torres
(Coordinadores)
Cultura y naturaleza en el lago de Pátzcuaro
Jahzeel Aguilera Lara y Pedro Sergio Urquijo Torres (Coordinadores)
Primera edición: marzo de 2024
Los capítulos de la presente obra se dictaminaron por pares académicos
expertos. Se privilegia con el aval de las entidades editoras
La coordinadora y el coordinador de la obra agradecen el apoyo del proyecto
PAPIIT-DGAPA UNAM IN307223
intelectuales, redes y actores en el Antropoceno, 1940-2020
D. R. 2024 Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación, Gobierno de Michoacán
Calzada Juárez no. 1446, Col. Villa Universidad, 58060
Morelia, Michoacán, México
D. R. 2024 Silla vacía Editorial
Miguel Cabrera #88ª
Centro Histórico, 58000
D. R. 2024 Rosalío García
Grabados en portada e interiores
Colección Japondarhu anapu
ISBN 978-607-8983-06-3 (digital)
ISBN 978-607-8983-07-0 (impreso)
Corrección, diseño e impresión
www.sillavaciaeditoral.com
Prohibida la reproducción total o parcial de la obra sin la autorización escrita
de los responsables editoriales
Impreso y hecho en México
Contenido
9 Capítulo introductorio. Experiencias históricas en la relación cultura-
naturaleza en la región del lago de Pátzcuaro
Pedro Sergio Urquijo Torres
25 Capítulo 1. Representaciones del espacio desde la percepción y conoci-
mientos en comunidades lacustres
Aída Castilleja González
Arturo Argueta Villamar
59 Capítulo 2. El modo de vida lacustre en el lago de Pátzcuaro, Michoacán
Eduardo Williams
83 Capítulo 3. Historia ambiental e historia oral. Memorias más que huma-
nas sobre el cambio ambiental en el lago de Pátzcuaro
Jahzeel Aguilera Lara
105 Capítulo 4. El aporte de los recursos pesqueros para la autonomía ali-
mentaria en la región del lago de Pátzcuaro
Yaayé Arellanes Cancino
Dante Ariel Ayala Ortiz
135 Capítulo 5. La diversidad de maíces y su conservación en la cuenca de
la laguna de Pátzcuaro
etzalcóatl Orozco Ramírez
Marta Astier
155 Capítulo 6. La investigación limnológica en el lago de Pátzcuaro: una
remembranza
Fernando Walter Bernal Brooks
183 Capítulo7.Reexionesparala gestiónpesqueradesdeunaeducación
transformadora con acento biocultural
Belinda Contreras Jaimes
Andrés Camou Guerrero
215 Capítulo 8. El lago, la muerte y el turismo: representaciones fílmicas del
paisaje de Pátzcuaro
Ilia Alvarado-Sizzo
Everaldo Batista da Costa
Driselda P. Sánchez Aguirre
251 Capítulo 9. El silencio en la región de Pátzcuaro
David Garrido Rojas
Capítulo introductorio
Experiencias históricas en la relación
cultura-naturaleza en la región
del lago de Pátzcuaro
Pedro Sergio Urquijo Torres
9
Capítulo introductorio
Experiencias históricas en la relación
cultura-naturaleza en la región
del lago de Pátzcuaro
Pedro Sergio Urquijo Torres
UNAM-Morelia
Introducción
Laspeculiaridades geográcas,ecológicas, históricas yculturales delare-
gión del lago de Pátzcuaro –localizada en el centro occidente de México, en
el estado de Michoacán– han captado la atención de propios y extraños, lo-
cales y foráneos, quienes a través de los tiempos han dejado testimonios de
su vasta diversidad. Además de la extraordinaria belleza escénica del lugar
compuesta, en términos generales, por los vistazos dominantes del cuerpo
lacustre del lago de Pátzcuaro y sus islas, las majestuosas montañas de origen
volcánico o los abundantes bosques, la región muestra complejas expresiones
históricas,maniestas en losmanejos einterpretaciones depaisajes agríco-
las, pesqueros y forestales de las diferentes sociedades que ahí han vivido.
Esta relación intrínseca e indisoluble entre las sociedades que han vivido
–y viven– la región de Pátzcuaro, sus naturalezas y territorios –únicamente
separablesarticialmenteparasuinterpretacióncientíca–, ha impreso en
la geografía regional una identidad muy particular que no ha pasado desa-
percibida. Además de aquellas representaciones narrativas y testimonios de
antiguos viajeros o exploradores, entre los que destacan Alexander von
Humboldt (1808), Alfred Conkling (1884), Fanny Chambers (1887), Carl S.
Lumholtz (1890), J. G. Bourke (1893), Reau Campbell (1895), Marie Robinson
Wright(1897),omasA.Janvier(1886)oWallaceGillpatrick(1911),huma-
nistasycientícoscontemporáneoshanpuestosuatenciónenlaregiónyen
esa relación que hoy denominamos contemporáneamente como cultura-natu-
raleza. Esto último es el tema central de la publicación que ahora introducimos.
Pedro Sergio Urquijo Torres
10
Visto en perspectiva, por lo menos tres elementos contextuales favore-
cieron la aproximación y la curiosidad académica por el lago de Pátzcuaro y
suspaisajesribereñosymontañosos.Primero,desdenalesdelsigloXIX,en
un periodo cultural marcado por el reencantamiento de la naturaleza –el na-
turalismo y costumbrismo decimonónico–, Pátzcuaro fue un lugar más que
pertinente para la apreciación y valoración de sus componentes paisajísticos
(Martínez-Aguilar, 2012; García, 2013; Jolly, 2018; Naranjo y Urquijo, 2020;
AguileraLara, 2022).Segundo,la conectividadgeográca, quefue favore-
cida con el establecimiento del ramal ferroviario que vinculó a la ciudad de
Morelia con Pátzcuaro, en 1886, permitiendo un mayor número de viajeros
y mejores condiciones de accesibilidad. Ese tramo, además, se desprendía de
una vía internacional que enlazaba a diversas poblaciones del sur de Estados
Unidos y México, desde Corpus Christi, Texas, hasta la Ciudad de México. Era
la famosa Laredo Route de la compañía Mexican National Railroad (Urquijo
y Naranjo, 2021). Pátzcuaro se convirtió entonces en el paisaje más internacio-
nal de Michoacán y a la región arribaron, además de paseantes y comerciantes,
personas interesadas en el conocimiento de la actividad pesquera, el manejo
delos bosques,las técnicasagrícolas y lamagnicencia arquitectónicade
las estructuras prehispánicas y coloniales. Tercero, a partir de la década re-
volucionaria iniciada en 1910, sobre todo en el periodo posrevolucionario
iniciadoen 1920,se cimentóocialmente un poderoso discurso político y
nacionalista que impulsaba una identidad de “lo mexicano” a partir de ciertos
imaginarios sociales. Desde las instancias federales de cultura y educación,
como en los ámbitos intelectuales y comerciales de la naciente industria tu-
rísticanacional,sepromovióunaidentidadmexicanaocializada,dondeel
campesino y sus paisajes eran el resultado del sincretismo histórico entre
lo indígena y lo europeo, y que en la posrevolución transitaba entre el cos-
tumbrismo, el folclore de tradición prehispánica y el modernismo nacional
necesariodelsigloXX(PérezMontfort1999;2019).Elimaginarioidentitario
ocialistaencontróenPátzcuarounlugarmodelo,cuyashistoriasypaisajes
atrajeron a diversos visitantes de forma constante. Entre ellos, a lo largo de la
centuriapasadayenlasprimerasdécadasdelsigloXXI,personasformadas
Capítulo introductorio
11
en distintas ramas de las ciencias sociales, las humanidades y las ciencias
biológicas –principalmente— dirigieron su atención a la relación entre
las sociedades que habitaban –y habitan– la región y sus territorios.
Estudios de la relación humano-naturaleza en la región de Pátzcuaro
A continuación, a manera de estado de la investigación, realizamos una bre-
vísima síntesis de los momentos y personajes que, entre otros, impulsaron
los estudios en torno a la relación cultura-naturaleza en la región del lago de
Pátzcuaro. Si bien no son todos, pues como hemos indicado hubo un enorme
interés en Pátzcuaro y durante mucho tiempo los gobiernos federales y esta-
tales estimularon la inserción mediante distintos programas, consideramos
que los trabajos que aquí exponemos representan una muestra ilustrativa de
los antecedentes en el tema.
Hacianalesdel siglo XIXyenlaprimeradécadadelXX,serealiza-
ron diversas investigaciones respecto a la historia económica y de las insti-
tuciones, las costumbres y tradiciones locales en Michoacán, en las cuales
Pátzcuaro era una región de interés central, a nivel nacional. Sin embargo,
en términos generales, no necesariamente se presentaba un énfasis claro por
vincular las instituciones y procesos socioeconómicos y la relación de es-
tos con los lugares habitados y la transformación del entorno. Entre los
estudios que de una u otra manera intentaron establecer esa relación entre
la cultura y la naturaleza, transformada o interpretada, puede mencionarse la
obra pionera de Eduard Seler, referente a los antiguos habitantes de los pai-
sajes michoacanos (Lameiras, 1987).
Aquellacuriosidadacadémicaocientíca,entorno a laregiónlacus-
tre de Pátzcuaro, disminuyó notablemente ante el marco de inestabilidad
social acontecido con la Revolución mexicana. Después del periodo armado
que duró una década, entre 1910 y 1920, y tras la creación o refundación
de instituciones educativas y culturales federales, Pátzcuaro recibió renova-
da atención de diversos especialistas. En particular, entre los años treinta y
los cuarenta, sobresalieron las investigaciones realizadas por profesionales
de la antropología y la etnología. En el marco nacional del establecimien-
Pedro Sergio Urquijo Torres
12
tode un discurso identitario ocialfuertemente sostenidoen la tradición
prehispánica y en reconocimiento del mestizaje, las ciencias arqueológicas y
antropológicas recibieron el apoyo gubernamental posible para realizar inves-
tigaciones en lugares clave, Pátzcuaro y Tzintzuntzan entre ellos (Arriaga,
1938; Romero Flores, 1939; Gómez Robleda, 1943). La consolidación de la
antropología mexicana se alcanzó con la fundación del Instituto Nacional
de Antropología e Historia (INAH), en 1939. Por otro lado, el interés del go-
bierno del presidente Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940), por el manejo del
agua, incentivó la participación de especialistas nacionales y extranjeros
en la investigación de los cuerpos de agua de la región. De esta forma, se
realizaron importantes estudios, como los de Fernando de Buen, respecto al
manejo y producción pesquera, a partir de la fundación de la Estación Lim-
nológica de Pátzcuaro, en 1938 (Bernal Brooks, 2008). La pesca y el manejo
lacustre que realizaban las comunidades ribereñas se volvió un tema recu-
rrente (Aguilera Lara, 2022).
Por otro lado, en la década de 1940, el Proyecto Tarasco, iniciativa cola-
borativa entre la Smithsonian Institution, el Instituto Politécnico Nacional y
el Departamento de Asuntos Indígenas, se desarrollaron diversas investiga-
ciones en la región, circunscritas al ámbito de la etnografía y la arqueología,
principalmente. De esta manera arribaron personalidades destacadas de la
época,comoRalphBeals,PedroCarrasco,omasMcCorkle,GeorgeFoster,
Gabriel Ospina, Pablo Velázquez Gallardo y Silvia Rendón (Lameiras, 1987).
Con el proyecto Tarasco también arribaron los geógrafos de la llamada Es-
cuela Berkeley, fundada por Carl O. Sauer y Alfred Kroeber, cuyo enfoque
de la geografía cultural tenía como principio el estudio de las relaciones
entre las sociedades y sus paisajes locales, a partir de una perspectiva fun-
damentalmente histórica (Urquijo y Segundo, 2017). Así realizaron estancias
en Michoacán destacados pupilos de Sauer: Donald Brand (1943; 1952), Ro-
bert West (1948) y Dan Stanislawski (1950).
En el contexto internacional y nacional de los movimientos sociales y
ecologistas, las perspectivas de análisis de la región también reorientaron
los posicionamientos y enfoques teóricos. Sobre todo, a partir de la década
Capítulo introductorio
13
de 1970, diversos grupos de académicos orientaron sus indagaciones hacia
la perspectiva ambiental en torno a la relación cultura-naturaleza, con un
marcado posicionamiento social y político. Entre otros, sobresalieron los im-
portantísimos trabajos de David Barkin (1970; 1972; 1989; 1991), referentes
a la economía solidaria y al desarrollo comunitario. También podemos men-
cionar, en este sentido, la investigación de Ida Dinerman (1974) respecto a la
economía artesanal en localidades de la región. En ambos personajes se per-
cibía una clara intención de relacionar a las sociedades con las condiciones
geográcasyecológicasdelaslocalidades.
HacianalesdelsigloXXyprincipiosdelXXI,lasinvestigacionesen
la región se orientaron, en buena medida, a las temáticas referentes a la sus-
tentabilidad y al conocimiento tradicional de los pueblos purépechas en el
aprovechamiento y manejo de sus naturalezas. Hubo entonces un crecimien-
to notable de trabajos en la región, particularmente en los ámbitos de la
etnoecología, los estudios socioecosistémicos, la agronomía y la economía
solidaria. En este sentido, un esfuerzo por integrar los aspectos ecológicos
y socioeconómicos en un análisis de tipo ambiental fue el proyecto Plan
Pátzcuaro 2000. ,
coordinado por Víctor M. Toledo, Pedro Álvarez de Icaza y Patricia Dávi-
la (2000). De corte ecológico, entre otras muchas investigaciones, pueden
mencionarse los estudios realizados por Pablo Alarcón Chaires (2001; 2009),
respecto a la etnoecología purépecha; Ana Isabel Moreno-Calles y colabo-
radores(2013),sobrelossistemasagroforestales;MartaAstier,etzalcóatl
Orozco y colaboradores (2012; 2017; 2019), referentes a los paisajes agrícolas
y la diversidad del maíz; Yaayé Arellanes y colaboradores (2017), respecto al
metabolismo social en el mercado de Pátzcuaro.
Los últimos años también han marcado una tendencia hacia el reen-
cantamiento por los paisajes culturales, desde los giros espaciales y los
enfoques revalorados de la geografía cultural. En estos trabajos las subje-
tividades, las representaciones espaciales y visuales –históricas y contem-
poráneas– han cobrado notoriedad y han mostrado otras formas culturales
de aproximación a los paisajes patzcuarenses. En esta tendencia, es posible
Pedro Sergio Urquijo Torres
14
mencionar los trabajos de Claudia Rodríguez (2007), Eder García (2013) y
Jennifer Jolly (2018).
Los trabajos arriba indicados son antecedentes de las distintas formas
y momentos, en el último siglo, en que se han realizado aproximaciones a
la relación cultura-naturaleza, que es, hemos dicho ya, el tema central de la
presentepublicación.Conestoscimientoshistoriográcosysobreotrosmás,
las personas que participamos en este proyecto editorial tratamos de seguir
reexionandosobrelasformasymodoscontemporáneosdeaproximarseala
región de Pátzcuaro. A continuación, realizamos un resumen de la propuesta
que las personas lectoras encontrarán en esta obra.
Las contribuciones al libro
En el primer capítulo, titulado “Representaciones del espacio desde la per-
cepción y conocimiento en comunidades lacustres”, Aída Castilleja y Arturo
Arguetamuestrancómoelejerciciográcodeldibujoconstituyeunaestra-
tegiaycomplemento del registroetnográco,puespermiteunaaproxima-
ción a los conocimientos y prácticas culturales de las localidades isleñas y
ribereñas de la región lacustre. Las representaciones espaciales presentadas
en esta contribución fueron elaboradas por grupos de personas de diferentes
edades con quienes Castilleja y Argueta trabajaron entre los años de 2013 y
2017.Lainformaciónsecomplementóconelregistroetnográcorealizado
durante casi dos décadas en los poblados de tradición purépecha. El capítulo
muestralas formas particularesde concepción del espaciogeográco, los
elementos que lo integran, sus límites y reconocimiento de vecindades, así
como lo visible en sus paisajes en el plano horizontal y vertical.
En la siguiente contribución, titulada “El modo de vida lacustre en el
lago de Pátzcuaro, Michoacán”, Eduardo Williams analiza la importancia de
los cuerpos de agua interiores en las sociedades mesoamericanas, como parte
fundamental de la alimentación y el sustento. Los paisajes lacustres, compar-
te Williams, presentan una enorme biodiversidad que, en estrecha relación
con las sociedades mesoamericanas, brindan una extraordinaria historia de
aprovechamientos e intercambios. En este sentido, Michoacán sobresale por
Capítulo introductorio
15
sus vastos cuerpos de agua –lagos, ríos, humedales, acuíferos subterráneos,
entre otros–. Los habitantes históricos de Michoacán muestran un profundo
conocimiento en el manejo de la naturaleza, desde hace más de cinco siglos,
de los cuales, en la actualidad, es posible revalorar y aprender.
En el tercer capítulo “Historia ambiental e historia oral. Memorias más
que humanas sobre el cambio ambiental en el lago de Pátzcuaro”, Jahzeel
Aguilera explora las cosmovisiones purépechas a través de la metodología
de la historia oral. A través de estas narrativas, la autora muestra las minu-
cias del conocimiento del paisaje por parte de los habitantes de la región, lo
que amplía nuestras perspectivas respecto a los horizontes de saberes com-
partidos. Asimismo, con este ejercicio de historia oral, se evidencia el papel
fundamentaldeactoresnohumanosenlaconguracióndelpaisajelacustre.
Así, la historia oral se muestra como una herramienta más que pertinente para
escuchar y comprender otras voces, generalmente ignoradas o descartadas.
En el cuarto capítulo, titulado “El aporte de los recursos pesqueros
en la autonomía alimentariaen la región del lago de Pátzcuaro”, Yaayé
Arellanes y Dante Ayala incursionan en la pesca artesanal, actividad que
realizan las poblaciones ribereñas desde tiempos prehispánicos. En este sen-
tido, la situación ambiental del cuerpo lacustre es compleja e incide en la
escasa abundancia de especies nativas, en su vulnerabilidad ante la pre-
sión antropogénica y la contaminación. En este contexto de emergencia
ambiental, Arellanes y Ayala realizan un análisis de la producción pesquera
y su contribución a la autonomía alimentaria de las personas dedicadas a
la pesca en la región. El trabajo de campo se realiza en un periodo entre
2013 y 2022, poniendo particular atención en los puntos de intercambio
–como el tianguis, el mercado municipal de Pátzcuaro–, así como en las
localidades ribereñas con esta vocación económica. Los resultados indi-
can que hay un porcentaje mayor de pescadores respecto a las pescadoras
y que uno de los destinos principales de la actividad es el consumo local.
Asimismo, las mujeres tienen un papel preponderante en la venta del
producto pesquero y en actividades previas y posteriores a la cosecha.
Con este trabajo, Arellanes y Ayala muestran que el recurso pesquero
Pedro Sergio Urquijo Torres
16
delaregiónsiguecontribuyendoalaautosucienciaalimentariayala
economía de las poblaciones.
En el capítulo quinto, “La diversidad de maíces y su conservación en la
cuencadellagodePátzcuaro”,etzalcóatlOrozcoyMartaAstiercompar-
ten las experiencias de dos décadas de trabajos en esta región, referentes a
los maíces nativos. Se trata de una síntesis necesaria, toda vez que la mayoría
de los resultados de investigación han sido publicados en revistas cientí-
casque nonecesariamente sonaccesibles aun públicoamplio. Através
del capítulo, Orozco y Astier transmiten el por qué la cuenca de Pátzcuaro
es una región rica en diversidad de maíz nativo, ello a pesar de la intensa
transformación socioeconómica y ambiental. Su manejo y conservación ac-
tual se sostiene por su importancia cultural, sobre todo por el arduo trabajo
de transformación en tortillas que realizan las mujeres. Por tanto, Orozco y
Astier consideran fundamental apoyar esos manejos y diversidad, a través de
políticas públicas que formen parte del desarrollo regional.
Con el trabajo “La investigación limnológica en el lago de Pátzcuaro:
una remembranza”, Fernando Walter Bernal Brooks comparte experiencias
en torno a sus investigaciones en el lago, desde una retrospectiva autocrítica,
asícomolahistoriacientícadellugar.Enlaregión,la limnologíaemerge
comocampoespecializadoanalesdeladécadade1930,conel estableci-
miento de la Estación Limnológica de Pátzcuaro. Tras un periodo de inac-
tividad, entre 1945 y hasta mediados de la década de 1970, la investigación
limnológica se reactiva intensamente. Bernal Brooks analiza una serie de
trabajos elaborados en este periodo que quedan rebasados cuando surge una
nueva etapa experimental. Finalmente, presenta la búsqueda de alternativas
interdisciplinariasytransdisciplinariasalasvisionescientícaseurocéntri-
cas imperantes. Ejemplo de esto último es el establecimiento del Jardín Etno-
biológico Purépecha, en Santa Fe de la Laguna.
El séptimo apartado del libro, autoría de Belinda Contreras y Andrés
Camou,setitula“Reexionesparalagestiónpesqueradesdeunaeducación
transformadora con acento biocultural”. En el marco de las tendencias por
vincular los procesos educativos con las problemáticas de las localidades,
Capítulo introductorio
17
el planteamiento de una Educación Transformadora con Acento Biocultural
(ETAB) surge a partir de un esfuerzo de investigación en torno a la activi-
dad pesquera en la región. La contribución de Contreras y Camou pretende
mostraralternativasdereexiónparainiciativasambientalesdegestiónpes-
quera. Destacan, en particular, la importancia de los procesos participativos
en la enseñanza-aprendizaje y los legados históricos de experiencias tradi-
cionales y manejos locales.
El capítulo octavo, “El lago, la muerte y el turismo: representaciones fíl-
micas del paisaje de Pátzcuaro”, elaborado por Ilia Alvarado-Sizzo, Everaldo
Batista da Costa y Driselda P. Sánchez, muestran una incursión paisajística a
través de los medios visuales, particularmente en el cine. El centro del capí-
tuloeslahistoriadelarepresentacióncinematográcadelaregiónlacustre.
Alvarado-Sizzo, Batista da Costa y Sánchez analizan varias películas que han
tenido como locación Pátzcuaro y presenta una revisión de los elementos del
paisaje que aparecen en ellas. Posteriormente. compara los resultados de las
imágenescinematográcasconlaimagenturística,paradeterminarlaposi-
ble relación entre el uso fílmico y el uso turísticos del territorio.
En el capítulo noveno, autoría de David Garrido y titulado “El silencio
enlaregióndePátzcuaro”,seanalizacómolaconcepcióndelsilenciosede-
neymaniestaenelespacio,enelmarcoconceptualdelospaisajessonoros.
Ese “sonido enmascarado”, en palabras de Garrido, contrasta con el habla, la
música o el ruido urbano. Para ello se estudian dos casos: El Estribo Grande y
San Jerónimo Purenchécuaro. De acuerdo con el autor, en ambas ubicaciones
el silencio se relaciona con las sensaciones de agrado y disfrute. En el Estribo
Grande,lapresenciadesilenciossemaniestaapartirdeladistanciaycon-
traste con los sonidos de poblaciones cercanas. En San Jerónimo, el silencio
es parte de la identidad comunitaria y emerge de las dinámicas cotidianas
próximas al lago.
Finalmente, el libro se ilustra con el arte de Rosalío García, mediante
maravillosas imágenes que representan de una forma muy estética la rela-
ción cultura-naturaleza en la región del lago de Pátzcuaro.
Pedro Sergio Urquijo Torres
18
Bibliografía
AguileraLara,Jahzeel(2022).“Conservationpolicies,scienticresearch,and
the production of Lake Patzcuaro’s naturecultures in Postrevolution-
ary México (1920-1940)”, Journal of Historical Geography, (77), pp. 1-12.
hps://doi.org/10.1016/j.jhg.2022.04.001.
Alarcón Chaires, Pablo (2001).
,
Michoacán, Morelia: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Alarcón Chaires, Pablo (2009).
guía para el análisis de la apropiación de la naturaleza, Morelia: Centro
de Investigaciones en Ecosistemas UNAM.
Arellanes, Yaaye, Nimcy Arellanes y Dante Ariel Ayala (2017). “El tianguis de
cambio de Pátzcuaro, Michoacán a través del metabolismo social desde
MesoaméricahastaelsigloXXI”,Estudios Sociales, 27 (50), hps://doi.
org/10.24836/es.v27i50.489.
Arriaga, Antonio (1938). Organización social de los tarascos, Morelia: Depar-
tamento de Extensión Universitaria.
Astier, Marta, Jorge Odenthal, Carmen Patricio, etzalcóatl Orozco-Ra-
mírez (2019). Handmade tortilla production in the basins of lakes Pátzc-
uaro and Zirahuén, México”, Journal of Maps, 15 (1), pp. 52-57, hps://
doi.org/10.1080/17445647.2019.1576553.
Astier, Marta, Narciso Barrera, Jorge Odenthal, Isabel Ramírez-Ramírez,
etzalcóatl Orozco, Javier Mijangos (2012). “Participatory identi-
cation and mapping of maize diversity in the Pátzcuaro-Zirahuén Ba-
sins, Michoacán, México”, Journal of Maps, 6 (1), pp. 1-6, hps://doi.
org/10.4113/jom.2010.1101.
Barkin, David (comp.) (1972). , México:
Secretaría de Educación Pública.
Barkin, David (1989). “Environmental Degradation and Productive Trans-
formationinMexico:eContradictionsofCrisisManagement”,Year-
, (15), pp. 3-12. hps://
www.jstor.org/stable/25765703.
Capítulo introductorio
19
Barkin, David (1991). “State control of the environment: Politics and degra-
dation in Mexico”, , 2 (1), pp. 86-108 hps://
doi.org/10.1080/10455759109358429.
Barkin,DavidyimothyKing(1970).-
,México:SigloXXI.
Bernal Brooks, Fernando (2008).
,Morelia:COECYTMichoacán/FundaciónGonzaloRíoArronte.
Bourke, J. G. (1893). “Primitive Distillation among the Tarascans”,
Anthropologist, vol. 6, pp. 65-69.
Brand, Donald D. (1943). “An Historical Sketch of Geography and Anthro-
pology in the Tarascan Region”, 6 (7), Journal of Anthropological Re-
search, hps://doi.org/10.1086/newmexianthr.6_7.2.4291263.
Brand, Donald D. (1952). “La región tarasca”, Anales del Museo Michoacano,
(5), pp. 51-81.
Dinerman, Ida (1974). ,
México: Secretaría de Educación Pública.
García Sánchez, Eder (2013). -
(Tesis de maestría en Arquitectura, Investigación y Res-
tauración de Sitios y Monumentos), Morelia: Facultad de Arquitectura
de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Gómez Robleda, José (1943). , México: Secre-
taría de Educación Pública.
Humboldt, Alexander, von ([1808] 2004). Ensayo político del reino de la Nueva
España, México: Porrúa.
Lameiras, José (1987). “La antropología en Michoacán hasta hace treinta
años:notasbibliográcas”,enGuillermodelaPeña(comp.),Antropo-
, Zamora: El Colegio de Michoacán,
pp. 17-65.
Lumholtz, Carl S. ([1890] 2012). , México: Comisión
Nacional para el desarrollo de los pueblos indígenas.
Jolly, Jennifer (2018).
Cárdenas, Austin: University of Texas Press.
Pedro Sergio Urquijo Torres
20
Martínez Aguilar, José Manuel (2012). ,
México:SecretaríadeCulturadeMichoacán/ConsejoNacionalparala
Cultura y las Artes.
Moreno-Calles, Ana Isabel, Víctor M. Toledo y Alejandro Casas (2013). Los
sistemas agroforestales tradicionales de México: una aproximación
biocultural, Botanical Sciences, 91 (4), pp. 1-15.
Naranjo, Andrea y Pedro S. Urquijo (2020). “Paisaje cultural y revisitación
geográca.EllagodePátzcuaro,México”,Revista de historia y geografía,
núm. 42, pp. 131-157.
Orozco-Ramírez,etzalcóatl,JorgeOdenthalyMartaAstier(2017).“Maize
diversity in Pátzcuaro, Michoacán, México and its relationship with en-
vironmental and social factors”, Agrociencia, 51 (8), 867-884.
Pérez Montfort, Ricardo (1999). Un nacionalismo sin nación aparente. La fa-
bricación de lo típico mexicano 1920-1950, Política y Cultura, núm. 12,
pp. 177-193.
Pérez Montfort, Ricardo (2019). “Nacionalismo y expresión popular en México
yAméricaLatina: siglos XIX y XX”,en RicardoPérezMontforty Ana
Paula de Teresa (coords.), -
, México: Penguin Random House, pp. 597-649.
Rodríguez Espinosa, Claudia (2007). “Paisaje cultural y redes comerciales. El
casodelacuencalacustrede Pátzcuaro,Michoacán, en elsigloXVI”,
Palapa, 2 (2), pp. 39-50.
Romero Flores, Jesús (1939). “Caracteres fundamentales de la cultura tarasca
en Michoacán”, , 27 (2), pp. 596-617.
Stanislawski, Dan ([1950] 2007). ,
Morelia:InstitutodeGeografíaUNAM/CentrodeInvestigaciónyDesa-
rrollo del Estado de Michoacán.
Toledo, Víctor M., Pedro Álvarez-Icaza y Patricia Dávila (coords.) (2000). Plan
-
nido, México: Fundación Friedrich Ebert.
Urquijo, Pedro S. y Andrea Naranjo (2021). “Paisaje cultural y representacio-
nescartográcasdePátzcuaro:tresmomentosentre1886-1950”,en J.
Capítulo introductorio
21
M. Martínez y F. Mendoza (coords.), Pátzcuaro, grandeza de una ciudad,
Pátzcuaro: H. Ayuntamiento de Pátzcuaro, pp. 483-500.
Urquijo, Pedro S. y Paola C. Segundo (2017). “Escuela de Berkeley: aproxi-
maciónalenfoquegeográco,históricoyambientalsaueriano”,enP.S.
Urquijo, A. Vieyra y G. Bocco (coords.), ,
Morelia: Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental UNAM, pp.
71-94.
West, Robert ([1948] 2013). ,
Zamora: El Colegio de Michoacán.
Capítulo 1
Representaciones del espacio desde la percepción
y conocimientos en comunidades lacustres
Aída Castilleja González
Arturo Argueta Villamar
25
Capítulo 1
Representaciones del espacio desde la percepción
y conocimientos en comunidades lacustres1
Aída Castilleja González
Centro INAH Michoacán
Arturo Argueta Villamar
CRIM-UNAM
Cuando yo era niño,
creía que la luna salía en Tzintzuntzan.
Sergio Soto (+). Erongarícuaro
Introducción
Para el tema que aquí interesa presentar, tomamos los conceptos de paisaje
y territorio entendidos –con sus particularidades– como resultado de formas
de percepción, experiencia, apropiación y explicación culturalmente cons-
truidas en torno al espacio socialmente compartido. Ambos son expresión
del espacio vivido y que se conoce a partir de la experiencia directa y com-
partida.Paranesdeestecapítulo,destacamoslarepresentacióngrácadel
espacio,pormediodeldibujo, como estrategiadeltrabajoetnográcoque
aporta elementos para la explicación de las formas en las cuales se conoce,
percibe, vive y plasma lo que es considerado como el espacio desde cada uno
de los pueblos estudiados.
Relacionandoestosconceptosconel registroetnográco y,particu-
larmente,con representaciones grácas, podemos señalar queel paisaje
tiene un plano horizontal y uno vertical; se compone de aquello que ha-
1Lainformaciónyreexionesdeestecapítuloestánbasadaseneltrabajodecampodelargo
aliento, que hemos llevado a cabo por más de dos décadas, en diversos pueblos de la región,
incluida la tesis de doctorado de Castilleja. Los dibujos se recabaron de pueblos ribereños
e isleños en el marco del trabajo de la Red de Patrimonio Biocultural de México entre 2013 y
2017 (Equihua, et al., 2013).
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
26
bitualmente se ve desde el lugar donde se vive, el espacio inmediato de la
vida social, así como de lo visible a lo largo de trayectos usualmente reco-
rridos en el pasado o en el presente. Abarca, pero no se restringe, a áreas en
propiedad o acceso colectivo, y es utilizado o utilizable de maneras diversas
permeadas por ciertas normas reconocidas entre vecinos. El paisaje, coin-
cidiendo con lo señalado por Hirsch (2003), debe ser entendido como un
proceso cultural.
En contraste, el territorio corresponde, fundamentalmente, a un pla-
no horizontal cuya delimitación suele ser más precisa de un ámbito local
que ha sido ocupado a lo largo del tiempo y sobre el cual se han generado
ytransmitidosentidos,signicados,normasyrepresentacionesasociadasa
determinadas formas de organización social (Barabas, 2010). Ambos están
asociados a una noción de totalidad basada en la percepción, en la tradición
oral y en la experiencia que se adquiere en el despliegue de diversas activida-
des,porloquetanrelevanteeslaidenticacióndealgúnelementodelmedio
físico natural (cerro, laguna, cañada, bosque, incluidos animales y plantas)
o construido (camino, templo, concentración de casas), como también lo
es la relación entre ellos y su asociación con fenómenos naturales (lluvia,
heladas, tormentas). En esta manera de percibirlos y concebirlos, la percep-
ción implica el conjunto de acciones que se despliegan sobre dicho espacio
(Amerlink, 2003: 21).
Enlasrepresentacionesgrácas,amaneradedibujos,elespacioquese
narrayrepresentagrácamenteseconstituyedereferentesdeíndolesocial
que se expresan de muy diversas formas: estructurándolo, diferenciándolo,
cualicándolo,relacionándolo.Coincidimosconposicionesdeautoresque,
como Casey (1996: 19), arman que en la manera de percibir el espacio
existe una relación con la organización de la experiencia y, por lo tanto, está
impregnada de elementos culturales, sociales y del entorno natural que se
sedimentan por sí mismos en niveles más profundos de la percepción y de
la memoria.
El espacio visible en el plano horizontal, no necesariamente restrin-
gido a un área acotada por límites agrarios, incluye el reconocimiento de
Capítulo 1
27
vecindadesconotros pueblos,identicandosu ubicaciónenfunción dela
direccionalidad, de relaciones de proximidad y en asociación con elementos
del medio físico que también forman parte del espacio colectivamente reco-
nocido, como claramente sucede con cañadas, la orilla de la laguna o, incluso,
el lugar donde alguna vez hubo un peñasco o un frondoso árbol.2 Con dis-
tintoniveldeprecisión,laidenticacióndeparajesenlalagunaexpresael
reconocimiento de áreas que “por costumbre” le corresponden a cada pueblo
cuando de pesca se trata.
En el plano vertical integra, de manera destacada, al sol y a la luna, así
como a otros cuerpos celestes, sobre todo en las representaciones elaboradas
porniñosyniñas.Losfenómenosnaturalesseproyectanenelrmamento
(las fases de la luna, las nubes, la lluvia, los vientos, eclipses) y se explican
por la ubicación y relación con elementos del entorno como cerros, la la-
guna; su observación y reconocimiento están asociados a explicaciones en
torno al ciclo anual y al advenimiento de algunos cambios en las condiciones
del clima y fenómenos meteorológicos (la dirección e intensidad de lluvias,
heladas, truenos, borrascas).
Estos planos también están relacionados con un cuerpo de creencias,
prácticas y simbolizaciones que incluye entidades sobrenaturales, y con con-
cepciones en torno al o los lugares donde viven los muertos, los ancestros
o los dueños de ciertos parajes, entidades anímicas poderosas a las que se
les conere capacidad de acción, a las cuales Barabas (2006, 2010) reere
como dueños de lugar. Aun cuando estos fenómenos o entidades anímicas
notuvieronuna representacióngráca,síse mencionaronenla narrativa
que acompañó a la explicación de algunas de ellas, lo mismo que en los re-
corridos por caminos y parajes durante el trabajo de campo. Esta manera
de percibir y entender el espacio lo constituye como entidad diferenciada por
elementosdedistintaíndole;laubicacióndecadaunodeellossedeneporpo-
siciones relativas entre sí.
2 En este texto nos habremos de referir a la laguna, como suele llamársele o referirse desde
la voz de los pobladores de pueblos isleños y ribereños.
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
28
El paisaje incluye lo que se percibe y se conoce de un entorno próxi-
mo y distante del lugar en el que se vive; es también un claro referente del
tiempo, ya que en él quedan plasmados cambios naturales y culturales que
evidencian la manera como el tiempo se decanta en el espacio: cambios en
los usos del suelo; asentamientos que se han formado, subdividido o expan-
dido o, incluso, dejado de existir; relaciones entre pueblos que se tienden a
través de veredas y caminos; de extensión, profundidad y calidad del agua de
lalagunaidenticablesporpartedequieneshabitandichosespacios,yque
no pocas veces se constituyen en elementos que pautan el tiempo: “…cuando
la laguna llegaba hasta la glorieta,3 de ahí nos echábamos clavados, entonces
entraban canoas grandes” es un recuerdo contundente de la disminución del
nivel de la laguna por parte de adultos originarios de Erongarícuaro, cuyas
edades rebasan los 55 años. Este tipo de testimonios, que expresan recuerdos
de una vivencia social en relación con el estado del entorno natural y la ma-
nera de vincularse con él, dejan ver concepciones del espacio como entidad
cambiante y que, por la interacción social, se integra en la memoria y adquie-
re un carácter colectivo, compartido.
Si bien el paisaje no es delimitable en términos precisos, tampoco es ili-
mitado: de alguna manera está contenido en el reconocimiento de vecindades;
en nociones de proximidad y lejanía; abarca una extensión reconocida como
propia, aunque no se limita a la que suele asociarse a lo considerado como te-
rritorio.Esunanociónque,ensurepresentacióngráca,tieneciertaorganiza-
ción que se proyecta de manera continua a partir de un punto, por lo general a
partir del núcleo de población, que se extiende más allá de este; sus límites –en
elhorizonte–sonloscerrosylalaguna(gura1).
3 Se conoce como la glorieta al área utilizada como muelle de Erongarícuaro, donde hay
una construcción que tuvo instalada una bomba para extracción de agua para uso agrícola. La
función del muelle para canoas se mantiene por el continuo dragado de un canal que permite
elujodelaguahastaesepunto.
Capítulo 1
29
Figura 1. Recorridos cerca de la orilla del lago, en la comunidad
San Andrés Tziróndaro.
Existeunaespeciedelenteoltroatravésdelcualsedistinguenpla-
nos y se representa el espacio: los dibujos muestran una mayor densidad de
elementos en aquella porción del espacio asumida como propia y que corres-
ponde a la noción de territorio. Los dibujos también dejan ver una particular
manera de delimitar el espacio, ya que no todo lo físicamente visible queda
plasmado en ellos. Por ejemplo, no obstante la ubicación de los pueblos estu-
diados en relación con la laguna posibilita avistar otros asentamientos tanto
ribereños como isleños, no todos quedan incluidos en las representaciones
grácas,comotambiéneselcasodelugaresque,sinservisiblesdesdeelpue-
blo, se representan en función del claro conocimiento que se tiene de ellos
y que suelen sustentarse en relaciones de intercambio, incluido el paren-
tesco, como se expresó en la narrativa de personas de Erongarícuaro sobre
Pichátaro. Estas formas de representación también tienen detrás de sí una
dimensión temporal, mostrando elementos que sólo están presentes durante
cierta temporada del año, o bien, que son referentes de eventos ocurridos en
el pasado, próximo o remoto.
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
30
El objetivo de este capítulo es aportar referentes, desde el trabajo et-
nográco,sobre procesosque operan enla construcciónde la nocióndel
espacio próximo, el espacio vivido que se traduce en la manera en que esto
serepresentagrácamente. Para ello, optamos porlaestrategiadetalleres
convocados por comunidad, centrándonos en localidades ribereñas e isleñas.
Enelcasodehombresadultos,fuerelevanteagruparlosporocioorolde
autoridad local, en tanto que, en caso de mujeres, jóvenes y niños, los gru-
pos fueron de composición heterogénea, pero siempre atendiendo a cierta
uniformidad por edad. La comparación de los dibujos y de otros referentes
etnográcospermitióidenticarparámetros,referentesymanerascompar-
tidas de distinguir y nombrar los espacios.
Estrategias de representación gráca
Lageneraciónyregistrodelasrepresentacionesgrácasdelespaciotuvie-
ron como objetivo conocer la manera en que se generan y comparten refe-
rentes de la delimitación del espacio y de sus componentes. Organizamos
talleres en comunidades ribereñas e isleñas ubicadas en el seno sur y norte,
así como en la parte media también referida como el cuello: Urandén, Pacan-
da,Xarácuaro,Cucuchucho,SanAndrés,SanFranciscoUrichoySantaFede
la Laguna. Cada uno de los talleres fue convocado con anticipación con el
apoyo de personas de cada localidad (autoridades, maestros, personas con
quienhabíamostrabajado),deniendodía,horaylugar.Cadatallertuvouna
duración entre tres y cuatro horas. Los registros de estos talleres los comple-
mentamos con observaciones de otras comunidades que habíamos trabajado
con anterioridad. Esta selección corresponde a condiciones que se han gene-
rado a consecuencia de los cambios de la laguna y su porción ribereña y, por
ello, de acceso o aprovechamiento diferencial a la laguna.
En todos los talleres procedimos de la misma manera y documentamos
elprocesodeelaboracióndelasrepresentacionesgrácas,fueranestasindi-
viduales y colectivas. Una vez constituidos los grupos por edad, entregamos
pliegos de cartulina en blanco –66 x 48 cm– y entregamos lápices y plumones
de colores, y de igual modo para quienes lo hicieron de manera individual.
Capítulo 1
31
La única indicación fue plasmar lo que consideran el espacio del lugar donde
vivenque,desuyo,detonólanecesidaddedenirsobreloqueencadacaso
habría de representarse. En el caso de los dibujos colectivos, fue recurrente
lapuestadeacuerdodeloquehabríandetrazar,deniendounlugarapartir
del cual iniciaron el ejercicio. Hubo dibujos, sobre todo de hombres adultos,
que iniciaron por el trazo del lindero agrario; otros empezaron destacando
elperldeloscerroscomoelementosquemarcabanelextremodeldibujo,
ya fuera en la parte superior de la cartulina o a los lados; esto marcó la pro-
porcionalidad de las distancias y de los elementos componentes del dibujo.
Durantelaelaboracióndelasrepresentacionesgrácas,fueronrecu-
rrentes los comentarios entre los integrantes del grupo para convenir los
lugares a plasmar, la direccionalidad y distancia entre ellos; el detalle de
cada sitio quedó a elección de quien lo dibujaba. Actitudes de timidez o
temor inicial por “no saber dibujar” se fueron diluyendo conforme avan-
zaron en la elaboración del dibujo. Si bien es claro que, en el proceso de
elaboración, medió un asunto de habilidad para la expresión de aquello que
pretendeplasmarseenla superciedelpapel, tambiénfueclarala recu-
rrenciadeprocedimientosdeelaboracióndelosdibujosque,paralosnes
de esta investigación, resultaron reveladores de la manera como se percibe,
conoce y representa el espacio, sobre todo al hacer mención y selección de
ciertos lugares reconocidos por quienes participaron en su elaboración. Al
nalizareldibujo,procedimosaunasesióndeexposiciónyexplicaciónde
cada uno de ellos; esto fue particularmente interesante cuando, de manera
simultánea, trabajaron dos o tres grupos como sucedió en Urandén, Santa
Fe de la Laguna y Cucuchucho.
Lacomparaciónentrerepresentacionespermitióidenticarestrategias
similares, así como elementos singulares o contrastantes entre sí. Así, por
ejemplo, al analizar dibujos elaborados por hombres o mujeres de diferentes
generaciones, fue viable distinguir referentes particulares sobre los cuales se
constituyen distintas nociones de totalidad, de sus componentes y maneras
particulares de hacer del espacio una entidad concreta. En contraste con la
densidaddeelementosquecualicanelespaciolocal,larelaciónentreellos
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
32
y los delimitadores o umbrales, poca atención se dio a las colindancias entre
vecinos,anoserenelcasodelaPacandaydeXarácuaro.
En dibujos elaborados por hombres adultos, los linderos de las tierras
en propiedad social son el elemento determinante de aquello que se repre-
senta y, en todo caso, a su interior sólo se delinea un espacio que corres-
pondeal áreaderesidencia identicado comoel pueblo.Porsu ubicación
respecto a la laguna, los límites se proyectan hacia esta, como claramente
sucedió en Uricho, San Andrés Tziróndaro y Urandén. En esos dibujos fue
más claro el sentido de territorio, en tanto espacio de pertenencia. En el caso
de los dibujos de los niños, los límites, no siempre explícitos, pueden inferirse
a partir de la ubicación o relación con los pueblos vecinos, así como por una
mayor densidad de lugares reconocidos y representados en el área sobre la
cual tienen mayor dominio y conocimiento. Los dibujos de las mujeres adul-
tas se centran, en la mayoría de los casos, en el área de residencia. Se trata
de formas de representación no excluyentes entre sí, que expresan esquemas
diferenciados de la organización de la vida cotidiana, de los usos de los es-
pacios a partir de la elección de elementos que son relevantes para quienes
elaboraron cada uno de los dibujos; por ello, no es uniforme la presencia de
la laguna, la ubicación de los cerros, de los caminos, de las plazas, como tam-
pocola representacióndeespacios especícosdentro del árearesidencial.
Podemos entender los dibujos como formas de expresión que nos hablan de
la esencial interacción entre el espacio y la vida social, donde tan importante
es su diferenciación interna, como su integración.
En cada uno de los dibujos subyace una noción de organización del
espacio que se expresa en la direccionalidad de los trazos o de los rumbos re-
presentados; en la proporcionalidad, ubicación y posición de los elementos que
componenelconjuntodeldibujoapartirdealgúnsitiorelevanteosigni-
cativocomolofue,enlamayoríadeloscasos,eltemplo;enlaidenticación
de algunos sitios dentro o fuera del área de residencia, tomando como refe-
rencia el lugar donde habita una determinada persona o familia de la cual se
hace mención en términos de alguna relación de parentesco; la subdivisión
del área de la traza en barrios o en cuarteles; la proximidad o contigüidad de
Capítulo 1
33
parajes reconocidos colectivamente y la vecindad con otros pueblos; elemen-
tos que marcan alguna salida o paso de la carretera o los caminos, el umbral
y que distinguen lo cercano de lo distante; en los usos del espacio ya sea para
actividades agrícolas, forestales, de recolección o pesca. Esta organización
delespacioimplicaunadelimitaciónyunaclasicación,unadiferenciaentre
el adentro y el afuera que, de algún modo, está asociada con lo que se reco-
noce como espacio al que se pertenece; delimitación en la cual la contigüidad
física es un factor importante, incluyendo la orilla de la laguna en los pueblos
que tienen acceso y hacen uso de ella.
Algunos de los elementos plasmados en los dibujos corresponden a lu-
garesquesonsignicativosenlavidacotidiana,oeneldesempeñodeltra-
bajo y de la vida ceremonial que se despliega a lo largo del ciclo anual; otros
incluyen también lugares donde se ubican las yácatas y que se asocian a un
sentido de precedencia y de procedencia y, con ello, de origen espacial y tem-
poral de pertenencia (Castilleja, 2018). Por ello, los dibujos sintetizan espacio
y tiempo, pudiendo corresponder a una temporalidad larga o breve, a un
espacio amplio o acotado. Al analizar el contenido de los dibujos de cada uno
de los pueblos con información recabada en otros ámbitos y momentos de la
vida comunitaria, se evidencian lugares que tienen mayor carga simbólica,
de tal forma que no sólo marcan ubicación espacial, sino que implican com-
portamientosprescritos,accionesespecícasoconductasparticulares, como
claramente es el caso de imágenes religiosas ubicadas en puntos de las salidas
del pueblo en distintos rumbos o, incluso, parajes en el cerro asociados a la
manifestación de alguna entidad anímica anclada en el territorio.
Al observar los dibujos, distinguimos elementos que parecerían estar
sobrerrepresentados; sin embargo, más que buscar una correspondencia en-
tre estos y el espacio físico, debemos entenderlos como elementos en torno
a los cuales se percibe o expresa una determinada manera de composición,
jerarquización y organización del espacio: marcan centro, periferia y umbra-
les, distinguen usos e importancia asignada. Esto último se hizo evidente en los
dibujos de niños y niñas de Uricho, donde el toril y la feria ocuparon un lugar
relevante–auncuandoeldibujonosehizoentiempodeesta–,encontraste
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
34
con la invisibilidad de la escuela, incluso cuando los talleres tuvieron lugar
en alguna de sus aulas.
En el caso de los niños de los primeros grados de primaria, en sus dibu-
jos hay casas y caminos; también aparece el templo, el sol, la luna, el cielo, las
nubes; en este grupo también hay dibujos cuyos trazos parecen representar
el mismo plano donde habitan y transitan, es decir, su visión panorámica
se limita a un plano inmediato. En ellos, la espacialización de las relaciones
deparentescogura como referenteprincipalparadirigir odeterminarla
dirección y secuencia de los trazos cuando se trata del área de residencia:
hablardelacasadondeviveunadeterminadapersona–identicándolaya
fuera por su nombre o por su relación de parentesco respecto a alguno de los
participantes en la elaboración del dibujo– fue un procedimiento recurrente
de orientación, de trazo de camino, proporción y para plasmar la ubicación de
alguna calle o lugar relevante.
Conforme es mayor la edad de los niños, de manera similar al caso de jó-
venes y adultos de ambos sexos, predomina una representación panorámica
de mayor amplitud: se ocupan de la traza del pueblo y del área que lo rodea,
y las diferencias se notan en el grado del detalle de los dibujos que suelen ser
másespecícosenniñosyjóvenesqueenadultos:parcelas,plantasdemaíz,
canoas, peces, entre otros. En el caso de los jóvenes y de las mujeres adultas,
aun cuando la alusión a personas o relaciones parece diluirse, se mantienen
en segundo plano; recurren a ellas como un simple enunciado para precisar
el rumbo o ubicación de algunos elementos a incluir en la representación.
Los dibujos de las mujeres generalmente se restringen al área urbana. Repre-
sentado el extremo opuesto, hay dibujos de niños y jóvenes interesados en la
interconexión del espacio en los que, además de aparecer las carreteras y sus
rumbos, aparecen anotados –como nombre– la Ciudad de México, Estados
Unidose,incluso,enunodeellos,Japón(gura2).
Capítulo 1
35
Figura 2. Taller en Uricho.
En contraste, las representaciones grácas elaboradas por hombres
adultos,elespaciodenidopor la trazadelárearesidencialquedadiluido,
delineándosesóloamanera deperímetrodeuna supercieirregular,con-
tenida en un área de mayor extensión claramente demarcada por el lindero
de las tierras en propiedad colectiva, marcando también el lugar de manan-
tiales, peñas o cañadas asociadas a esos límites. Aun cuando llegan a distin-
guirse tierras de uso agrícola, de las forestales o el detalle de algunas áreas
o parajes, esta distinción no necesariamente es relevante. En estos casos, el
sentido de lo que les pertenece en términos agrarios, ocupa el primer plano
en la representación y marca con mayor claridad la frontera o el límite de la
entidadsocioespacialenrelaciónconsusvecinos(gura3).
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
36
Figura 3. Linderos de Uricho. Joaquín Vargas, autoridad agraria de Uricho (2005).4
4Eltrazodeloslinderosydesitiosespecícosdentroyfueradeláreadelimitadafueron
plasmados por don Joaquín; la anotación de los nombres la hicimos conforme transcurrió la plática
y explicación de la delimitación.
Capítulo 1
37
La distinción entre el arriba y el abajo y el sentido de lateralidad son
relevantes,entantopermitenidenticarodescribirunaposicióndetermina-
da; suelen ser parámetros vinculados con la noción del cuerpo humano que
se proyectan hacia un espacio más amplio y diferenciado por componentes
delpaisaje,comolalagunayloscerrosy,demaneramásespecíca,denen
ubicaciones o rumbos en relación con estos como es el caso de descripciones
recurrentes como la orilla, al pie del cerro, el rincón, llegando incluso a tener
el carácter de topónimos por la manera en que son nombrados. Sin duda, el
reconocimiento del trayecto del sol también es un referente de orientación
yubicacióntantodeelementosjos,comoparaindicarladireccióndelos
desplazamientos. En el sentido de orientación, prima el eje oriente-poniente,
comoclaramenteloidenticamosendibujosdeltrazodelalaguna.Alpre-
guntar a una de las personas que así la delinearon, la explicación fue contun-
dente“porqueallásaleelsol”(gura4).
(1) Don Andrés hizo primero una silueta de alambre con la forma de la
laguna; fue haciendola màs pequeña hasta que cupo en el pliego de cartu-
lina. orientó el trazo de la laguna en diagonal que está marcada con la línea
punteada. En su descipción dio a entender que la laguna no está en un
mismonivel:remardeChupícuaroaXanitziooErongarìcuaroesirpara
arriba, es más pesado; en contraste, en dirección inversa es para abajo y
más fácil. Esta diferencia se explica por la dirección del viento. Al describir
los parajes para la pesca, señalò que a la Tilapia le gusta donde la tierra
noestárme;ellodomássuaveparaponersuhueverayenloarenoso.
(2)Todoalrededorestá viviendo lagente:inició nombrandoiroga,y
siguiendo la dirección de las manecillas del reloj fue señalado la ubicación
de cada pueblo Ichupio, Espíritu, Ucasanastacua; cada pueblo pesca frente
a la orilla de cada quien. (3) Es el área más profunda. Ahí no se revolvía
tanto el agua cuando había muchas olas (4) Antes nunca faltaba la Aku-
mara;hacecomocuatroañosquenosale.(5)SeñalóqueentreXanitzioa
Chupicuaro había un vayado, que describió como una corriente de agua
que hace la barranca que llaman “kahuarhu”. Ese vayado lo mandó conss-
truir el rey que vivía en Tzintzuntzan.
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
38
Figura 4. La laguna. Don Andrés, San Andrés Tziróndaro.
Capítulo 1
39
La noción de totalidad y su representación gráca
El camino recorrido para llegar a una manera de referir o nombrar aquello
que, en términos espaciales y de manera uniforme, aludiera o permitiera
representargrácamentelanocióndelespacioencadaunodeloscasoses-
tudiados,requiriódevariosintentosquepermitieronidenticarelsentido
especícodealgunascategoríasquetienen–directao indirectamente– un
referente espacial. Al solicitar la elaboración de los dibujos, fueron varias
las opciones que probamos para llegar a un término más inclusivo que per-
mitiera aproximarnos a esa noción de totalidad, y que fuera entendido de
la misma manera por quienes participaron en este ejercicio. La importancia
de elegir la manera más adecuada de aludir a lo que interesa indagar, y que
no dé lugar a interpretaciones muy diferentes entre sí, es la preocupación
que está detrás de lo que Podestá (2003) llamó la pregunta detonadora en un
trabajo que llevó a cabo con niños del medio rural y urbano, entre los cuales
también había diversidad étnica. Constatamos que al utilizar la palabra pue-
, fue recurrente la asociación con el área de la traza urbana, acotándolo
al espacio de residencia, de las casas y otros espacios públicos, pero siempre
dentro de esa área, sin incluir el entorno. El término de generaba
cierta disparidad o confusión; salvo para algunas autoridades agrarias para
quienes remite claramente a la delimitación territorial. Para la mayoría de
losniños,jóvenesymujeresadultas,estareereaunaentidadabstracta,de
carácter fundamentalmente social, a la cual se pertenece y, aun cuando for-
ma parte de la noción de totalidad, la comunidad no necesariamente resultó
representable en un dibujo, o no cuando este debía tener una correspon-
dencia espacial. A diferencia del término de pueblo, el de comunidad gene-
ralmentesereerealapropia,entantoquecuandosehabladelosvecinos,
generalmente se recurre al término de pueblo o a su respectivo nombre. Lo
que resultó asociado de manera más directa y uniforme a una noción de to-
talidadespacialfuelareferenciaespecícaalnombrepropiodecadapueblo.
Con base en el reconocimiento de vecindades y de la importancia que
seasignaaloslinderos,podemosidenticar–apartirdelosdibujos–quela
noción de totalidad está constituida básicamente por dos niveles, sin que ello
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
40
diluya el carácter continuo entre ambos: un primer nivel es más próximo y
sedenefundamental,aunquenoexclusivamente,enfuncióndelaextensión
de la propiedad colectiva de las tierras, del derecho de uso de la laguna, del
reconocimiento de vecindades y de los diversos usos del suelo; un segundo
nivel corresponde a un espacio más amplio que, aunque también delimitado,
no es una entidad discreta en términos de extensión y tiene la cualidad de
estar constituido por componentes de naturaleza diversa. El primer nivel
–territorio–,adiferenciadelsegundo–paisaje–,constituyeunasuperciede-
limitada, y es también un área diferenciada en función de marcadores especí-
cosdelespacio,caminosysenderos,usosdelsueloparticularesyaccesos
regulados a determinadas áreas, formas de reconocimiento y denominación
de los elementos que lo componen. De manera un tanto esquemática, pode-
mos señalar que un segundo nivel se distingue por otro tipo de marcadores
que corresponden a sitios o parajes fuera del área de residencia e, incluso,
traspasandovecindadesqueadquierenuncarácterosignicadoparticular,
sea por el uso que se hace de ellos o por concepciones, tradición oral y prác-
ticas de intercambio –social, económico, ritual– asociadas a estos y que, al
paso del tiempo, se han integrado como referentes espaciales reconocidos por
una determinada colectividad. Es el caso, por ejemplo, de elementos físicos
–cerros, cañadas, ojos de agua, algún paraje o árbol en particular–, o bien,
otros que han sido construidos o integrados en ese entorno como son los
caminos y veredas, construcciones efímeras como techados que se alzan en
sitios de descanso, ya sea en parcelas agrícolas o en parajes en el bosque; los
pequeños altares que se colocan entre las ramas de los árboles, o entre pie-
dras que tienen la función de proteger al transeúnte durante su trayecto de
uno a otro lugar.5 En el caso de la laguna, la direccionalidad o remate visual
dealgunaorillaenparticulardenentambiéneseespacio.Adiferenciadel
segundonivel,elprimerosueletenermayordensidaddeespecicaciones
de lugares o de elementos que distinguen un determinado sitio.
5 Es común que estos altares sean colocados con un sentido de protección en lugares donde,
sedice,algunaentidadmalignaoagorerasemaniesta,odondehasucedidoalgunadesgracia
o accidente.
Capítulo 1
41
La importancia del reconocimiento de las tierras y linderos de cada pue-
blo está expresamente reconocida en el cuerpo de autoridades que forman
parte del gobierno local, de manera particular en la persona del representan-
te o comisariado de bienes comunales, o en el comisariado ejidal o de quienes
hayan ocupado estos cargos. Ello explica el hecho de que las representacio-
nes elaboradas por estas personas invariablemente iniciaron demarcando,
con una línea, el lindero agrario. Este conocimiento se adquiere no sólo a
partir de documentos que tienen a su cargo, sino del caminar y reconocer lo
propio. Así sucedió en ocasión de un recorrido –en 2006– en San Francisco
Uricho,confuncionariosdelProgramadeCerticacióndeDerechosyalque
insistieron en integrar a niños y jóvenes para que conocieran y reconocieran
la extensión de las tierras en propiedad social.
Hace ya más de 20 años, don Joaquín Constantino (+), quien fue au-
toridadde Xarácuaro,narróquetiempoatrás–hacialadécadade1970,en
ocasiónde laestapatronal– laautoridadagraria estabaobligada a sacar
documentos considerados como títulos primordiales, enfatizando tanto el
procedimiento mediante el cual las tierras fueron delimitadas por sus anti-
guos señores, como el sentido de legado de estas a sus pobladores para su
defensaybenecio.Estaformadeactualizacióndelterritoriotambiénlahe-
mosdocumentadoenpueblosdelaporciónserrana,enelcontextodeestas
patronales o de alguna conmemoración cívica o agraria.6
Los dibujos son medios de representación de la manera como se conci-
be el espacio; muestran distintas formas de interpretación que derivan de la
percepción, conocimientos, prácticas e interacciones sociales con un entorno
mediato e inmediato. El registro del proceso de elaboración de cada dibujo y
de sus contenidos permitió inferir elementos mediante los cuales el espacio
6 Esta forma de actualización del territorio, legitimada a través de autoridades locales y en
fechasuocasionessignicativas,tienesimilitudconloasentadoenlasreglasyordenanzas
para el gobierno de los hospitales de Santa Fe de México y Michoacán, dispuestas por don
VascodeirogaenelsigloXVI,yquea laletradicen:“quevisitena lomenosunavez
al año los términos y tierras del hospital y remueven los mojones de ellas si fuere menester,
conforme a la escritura de amojonamiento de las tierras y términos del hospital y tengan cofre
donde tengan las escrituras tocantes al hospital” (Moreno, 1989: 204).
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
42
se constituye en soporte de la generación y trasmisión de conocimientos,
prácticas e interacciones de diversa índole y, por lo tanto, en sustento de una
manera del pensar, recordar y del actuar colectivo. Al constatar estos ele-
mentos y la manera como quedaron plasmados en los dibujos, llegamos
a un planteamiento similar al expuesto por Collignon, quien atiende a la
organización del espacio desde los hechos culturales (1999: 106). Esta autora
distingue tres niveles básicos que operan en la lectura del espacio: a) el mi-
croterreno que se conoce paso a paso y es utilizado de manera cotidiana; b)
elespacioabierto/visible,enfuncióndelcualsedenenposicionamientos,
orientación y rumbo de los desplazamientos; y c) un espacio en sentido más
amplio que, rebasando los límites de lo visible desde un determinado lugar,
es conocido ya sea por desplazamientos de un lugar a otro, o por el desem-
peñodeciertasactividadesquevaríanalolargodelaño(guras5ay5b).
Figura 5a. Taller en Cucuchucho.
Capítulo 1
43
Figura 5b. Cucuchucho: trazo de ribera y las islas.
La noción de totalidad, en términos de espacio en y desde cada comuni-
dad, implica cierta organización de elementos y sistemas que lo componen;
tiene un carácter eminentemente relacional basado en la experiencia y en el
conocimientoacumuladoquesemodicayadecuaconbaseenlasprácticas
sobre el terreno (traslados, actividades agrícolas, de la pesca, forestales, re-
colección)yquereejaunsentidodepertenenciasocial:entodoellointer-
viene la generación de modelos propios de explicación de todo aquello que
constituye su entorno mediato e inmediato. Esta noción está en la base de la
selección de elementos, de su ubicación y delimitación, así como en la pro-
porción de cada uno de ellos respecto al conjunto que se representa en cada
dibujo. El trabajo en cada una de las localidades de estudio aportó elementos
que permiten sugerir que la visión o noción del espacio se proyecta desde el
territorio local hacia un espacio más amplio –el paisaje cultural– que incluye
otros elementos del entorno físico, incluyendo otros pueblos y ciudades ve-
cinas.Alrelacionarlosdibujosconelregistroetnográcodeotrosaspectos
de la vida de estos pueblos, vemos que la delimitación física o la contigüidad
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
44
espacialno sonlos únicos factoresque denenla nociónde vecindad,ya
que esta también se constituye en función de las relaciones que se generan y
reconocen entre los distintos pueblos y que se expresan en intercambios de
distintaíndole.Estoesparticularmenteinteresanteenladenicióndevecinda-
des entre poblaciones isleñas que suelen reconocer mayor grado de vecindad
entre las islas, que en su relación con las poblaciones asentadas en la ribera.
Los dibujos dejan ver que la construcción de la noción de totalidad espacial
se despliega en distintos niveles, según la edad y el género de quienes parti-
ciparonconlaelaboracióndelosdibujos(gura6).
Figura 6.Xarácuaroysusvecindades.
Diferenciación e integración del espacio: parámetros, marcadores y
maneras de nombrar el espacio
Basándonosenelconjuntodeunatreintenaderepresentacionesgrácasdel
espacioyenelregistrodelassesionesdelostalleres,fueposibleidenticar
Capítulo 1
45
operaciones mentales similares que intervinieron en el proceso de elabora-
ción de los dibujos y que, a su vez, están regidas por nociones de ubicación,
posicionamiento y proporcionalidad que claramente evidencian la diferen-
ciación del espacio y, a su vez, un carácter relacional, de integración. Es decir,
muestran el espacio como entidad delimitable, diferenciada, parcelada, cons-
tituida por elementos de distinta naturaleza: las casas, los espacios públicos,
la asociación de ciertos sitios o parajes con las actividades que en ellos tienen
lugar, la “orilla” de la laguna, los desplazamientos obligados para el desem-
peño de dichas actividades. No obstante, los dibujos, aparentemente, dejan
ver un sentido espacial y temporal estático, en realidad expresan maneras de
percibir y conocer el espacio donde los desplazamientos, la experiencia del
lugar y la memoria son factores de primer orden.
En los dibujos, lo mismo que en los diálogos que se dieron en el proceso
de trazado o en pláticas colaterales, fue común la mención de lugares como
componentes interrelacionados del espacio. Se alude a algún sitio espe-
cíco reconocidoconundeterminado nombre,comomarcadordelrumbo
o ubicación de algún otro lugar aun cuando este no fuese representado. El
testimonio de don Joaquín Vargas, autoridad agraria del pueblo de Uricho
(2003), nos habla de la pérdida de vigencia o uso de la manera de nombrar
lugares o cerros en purépecha: “…cada cerro tiene su nombre en purépe-
cha, pero ya no todos los conocemos… ahora algunos tienen nombres en
español pero no son lo mismo”. No nos queda duda que el estudio que aquí
presentamos está incompleto, debido a la falta de un cabal conocimiento de
la lengua purépecha en que la actualización del espacio forma parte de la
estructura de la lengua; es decir, no sólo en términos de los vocablos para
denominarlo, sino como factor estructural de esta (Monzón 2004; Nava 2004)
En la búsqueda de concordancia al emisor con el receptor del mensaje, se
hace uso de distintas estrategias, sin que estas sean excluyentes entre sí; así,
se alude a relaciones sociales, a la mención de alguna persona, a algún com-
ponente del entorno natural, a algún elemento construido o de algún aconte-
cimiento en un determinado lugar. Entre las menciones más recurrentes que
identicamosenelprocesodeelaboracióndelosdibujos,podemosmencionar:
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
46
● Nombredeloscerros,sobretodotratándosedelosdemayoreleva-
ción;losmásdeelloscorrespondenaunaguradealtajerarquíao
autoridad, entre las que destacan –sobre todo cuando son en espa-
ñol– los nombres de imágenes sagradas, por ejemplo: el cerro de la
Virgen, de San Miguel. Otros se conocen con su nombre en purépe-
cha, como el Zirate,7 Guacapian, Sandio, Tarhiatakeri.8
● Nombresofrases quemarcanla transición deun parajeaotro o
que asocian o describen lo que sucede durante el desplazamiento a
tierras de cultivo, al bosque o a la laguna: el descansadero, el divi-
sadero, el tumbadero, el …, el paso de… donde
(marcando la transición de un lugar a otro).9 Otro es el caso de la
orilla, cuando de la laguna se trata.10
● Nombrecomúnde algúnelementodel entornonaturalque,sien-
dosimilaraotros,sedistingueporserunmarcadorespecícodel
espacio local: el pino, el madroño, el encino, las palmas, el gigante,
la piedra grande, la piedra blanca, la piedra parada, la cañada, la
barranca, el rincón, el ojo de agua, el manantial, la cruz, la mojone-
ra. En el caso de los árboles o piedras pueden, incluso, ya no estar
7 En el caso del Zirate, registramos el nombre de una elevación contigua a la que también
se le nombra Temba, en referencia a que se trata de la esposa del Zirate. Hemos documentado
estas concepciones de emparentamiento entre cerros en comunidades de la porción serrana.
8Estasdenominacionesnosiemprecoincidenconnombresregistradosenlacartografíaocial.
9 Este procedimiento de nombrar el espacio queda claramente expresado en un breve
escrito que recibimos en respuesta a una convocatoria a un concurso de tradición oral, que
coordiné en el año de 1992. En él, sus autores, originarios de Janitzio, hacen un recuento del
nombre de los pueblos ribereños que fueron asignados por los señores conforme recorrieron la
orilla de la laguna. El nombre de cada sitio está relacionado con alguna característica topográ-
ca,laexistenciadealgúnárboloanimal,obien,conalgunaacciónenparticulardelpropio
recorrido. Así por ejemplo, de Uricho y Erongarícuaro dicen: “Otra vez caminaron y llegaron a
Juricho, en donde vieron un gran árbol y que el jefe se había cansado ya, por lo que se acostó
cuan largo era, de ahí el nombre de Juricho (juricho = a lo largo)… Después continuaron su
camino y llegaron a un lugar donde esperaron por mucho tiempo al señor, y que por eso se
le conoce como Erogaricuaro (eronarhikuaru = lugar de espera)” (Morales y Morales, 1992).
10 La distinción de barrios con términos como o también hace alusión a una
distinción de carácter social como ha sido documentado por García Mora, para el caso de
Carapan, un pueblo de la sierra (2003: 97).
Capítulo 1
47
presentes, pero el sitio donde se encontraban se mantiene como
marcadorque seidentica colectivamente.Son denominaciones
que, además de denotar ubicación espacial, hacen referencia a ac-
ciones que solían hacerse en esos lugares, maneras de nombrar
parajes cercanos o ubicados en tierras emergidas por el corrimien-
to de la laguna a causa de la desecación, sobre todo en su porción
occidental como claramente sucede en el caso de Uricho, Urandén
yXarácuaro,quetambiéndistinguenporlosusosalosquesehan
destinado(guras7ay7b).
Figura 7a. Fotografía Urandén desde El Estribo (2016).
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
48
Figura 7b. La isla de Urandén: canales y tierras para horticultura.
Capítulo 1
49
● Nombredelpropietario–ode quien lofue–,ode quien haceuso
de un determinado predio, sea en la porción terrestre o lacustre: la
loma de don Urbano, la loma de Benjamín, el -
nio; esta última manera de referir es común en la alusión a áreas
de extracción de resina, sea por derecho propio o por renta por el
aprovechamiento del recurso.
En el espacio de la traza del pueblo, es común la alusión al nombre,
apellido o apodo de alguna persona o familia, para indicar el lugar
donde habita o el rumbo al que se alude en la conversación. El nom-
bre de la calle no es una referencia frecuente.
● Nombredepropiedades–sobretodohaciendasoranchos–queexis-
tieron en otros tiempos y que han quedado como marcas de lugar
en el territorio: Porumbo, Carichero, Cauca, o bien, de parcelas que
pertenecieron a instituciones como el hospital, como sucede en el
caso de Erongarícuaro, con la parcela conocida como La Huatapera
–que fue integrada al ejido–, o la asignada a cada una de las escue-
las primarias de estos tres pueblos. Un caso similar de nombres o
términosespecícos correspondea lugaresreconocidos comolos
sitios donde estuvo emplazado el primer templo (el teosio o templo
viejo de Uricho), o el lugar donde se conoce que existen yácatas.
● Posiciónrelativadealgúnlugarrespectoaotro,comoclaramentesu-
cede en la manera de nombrar a los barrios como el de arriba y el
de abajo, en donde hay una referencia a la posición entre ellos, pero
tambiénentrecadaunoenrelaciónconsuubicacióntopográca:el
marcado por la laguna y el por su relación con los cerros.
La ubicación se dene en función de referentes reconocidos colecti-
vamente: a) físicos: del entorno natural o elementos construidos como la plaza
o el templo; una fuente de agua, una piedra, el cruce de determinadas calles o
caminos, parajes en el caso del área que rodea al pueblo; b) sociales: lugar de
residencia de o “por donde vive…”, aludiendo al nombre, apellido, apodo o a
algunarelacióndeparentescoconsanguíneo,deanidadoritual;c)porla
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
50
acción: el lugar que se reconoce por lo que se hace o lo que solía hacerse, por
lo que la dimensión temporal es relevante. A partir de estos referentes, inter-
vienen otros sentidos que enunciamos a continuación, aclarando que entre
ellossedaunacomplejainterrelaciónpudiéndose identicar asociaciones,
incluso un sentido de proyección del esquema corporal:
● Centralidad: referente rector de la organización del espacio, a partir
delcualseconcibeyproyectaelespacio.Demaneraespecíca,este
corresponde al lugar ocupado por el asiento del pueblo y, en parti-
cular, al templo y, aunque en algunos casos está asociado a la plaza,
a esta –por lo general– se le asigna un lugar secundario. Usualmen-
te fue el primer elemento que quedó plasmado, eligiéndose la más
de las veces al área central de la cartulina; la ubicación, el tamaño e
incluso el detalle del dibujo fue determinante en el posicionamiento
y proporcionalidad de los otros componentes del espacio incluidos
en el dibujo. Este sentido de centralidad explica la importancia de la
denicióndelossitiosqueseconsiderancomolasalidaolassali-
das del pueblo que, generalmente, cobran relevancia en la organi-
zación del ceremonial y en las visitas rituales: son los lugares donde
se da la bienvenida o se despide a las bandas, a las peregrinaciones.
Esta centralidad, en términos espaciales relacionada con el sentido
del origen del pueblo, es un elemento fundamental en la concepción
etnocéntrica del espacio.
● Eladentro y el afuera: sentidos que delimitan lo que es un espacio
propio o apropiado, más o menos acotado. La delimitación puede
ser explícita (con en el caso de la representación de linderos, de la
laguna o de los cerros) o implícita (como el caso de la represen-
tación de vecindades). Se trata de una distinción estrechamente
asociadaaladenicióndefronteras,umbrales,asícomoalasno-
ciones del aquí y allá; el nosotros y los otros; cerca y.
● El y el : por lo general, proyectada en el plano horizon-
tal, ya sea para distinguir áreas dentro de la traza urbana o la posi-
ción de algún paraje con relación a la laguna o a los cerros; aunque
Capítulo 1
51
puedetenerrelaciónconunadistincióntopográca,estanonece-
sariamente es determinante, sobre todo cuando se hace referencia
a algún sitio o área al interior de la traza. Esta distinción también
opera para marcar trayectorias y desplazamientos. En una entrevis-
ta a un pescador de San Andrés, al narrar cuando iba al trueque en
Erongarícuaro, explicó que el trayecto de su pueblo a Erongarícuaro
implicaba subir, asociándolo al mayor esfuerzo que implicaba remar
hacia ese rumbo por la dirección del viento.
● Direccionalidad:denidapor elposicionamiento delpuebloen su
conjunto.Seidenticanrumbosen función delaubicacióndeal-
gunos referentes como las salidas del pueblo, la ubicación de deter-
minados cerros, de la laguna o los pueblos vecinos, así como de las
trayectorias de desplazamientos cotidianos y periódicos, sean estos
a pie, a lomo de bestia o en algún vehículo automotor. La direccio-
nalidad también está regida por posiciones cardinales, predominan-
do el eje este-oeste (la salida y la puesta del sol) que se expresa no
sólo en los rumbos de los trayectos, sino en la disposición perma-
nente de ciertos elementos, como es el caso de la orientación de los
altares en el espacio doméstico o la disposición de las tumbas en el
cementerio, o el trayecto de las procesiones.
● : denida por posiciones relativas respecto al centro.
Marca rumbos y distingue límites a uno y otro extremo del pueblo.
En uno de los dibujos de niños de sexto de primaria en Uricho, al
anotar el nombre de los cerros, un niño escribió los nombres de los
que estaban hacia su derecha en ese sentido, y los de la izquierda en
el sentido inverso.
● y contigüidad: denenparámetrosdedelimitación,dis-
tancia y direccionalidad. Están estrechamente relacionadas con la
distinción del afuera, con lo visible desde algún punto del espacio
cotidianamente vivido y con una experiencia –directa o indirecta–
de desplazamiento, de la duración y características de los trayectos
que se recorren para ir de un lugar a otro. Uno de los dibujos de San
Andrés es una línea quebrada, marcada básicamente por la sucesión
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
52
de nombres de parajes en la orilla que se suelen mencionar como
referente de los sitios por donde pesca.
● Vecindad: similar a la noción de proximidad, pero en este caso im-
plica, además, un sentido de interrelación, el reconocimiento de in-
terconexiones. Ello explica el por qué aun cuando los cerros son
marcadores de delimitación, estos no necesariamente son recono-
cidos en un sentido de vecindad; la laguna es un referente destaca-
doparalaubicacióndepuebloscercanosqueseidenticanporsu
nombre, a los que se solía llegar en canoa.
Reexiones nales
Lasrepresentacionesgrácasdelespacio,enydesdeloslugaresdeestudio,
son una estrategia de investigación que debe ir acompañada del registro et-
nográcodeotrosaspectosdelavidasocialdelacomunidad.Enloqueaquí
presentamos, el registro en el ámbito doméstico, del trabajo y de acciones
ritualesalolargodelcicloanualpermitióidenticarprocesosmediantelos
cuales se constituye el sentido del espacio. Procesos en los que no sólo se
plasma el aquí y el ahora, sino que incorporan un tiempo pasado –próximo
o remoto– que se integra en una memoria compartida sustentada en el es-
pacio constituido en territorio. A diferencia de este, lo que hemos asumido
como territorio se construye de nociones similares, excepto en lo que delimi-
taciónsereere;sueletenermenordensidadenlugaresqueserepresentan,
delasrelacionesentreellosydelsignicadodelosmismos.Noobstante,las
particularidades de cada comunidad estudiada, la comparación de los casos
deestudiopermiteidenticarprocedimientosculturalmentecompartidosen
lamaneradevivir,hacer,signicaryrepresentarelespacio.
En algunos casos trabajamos, en un segundo momento, con la presenta-
cióndecartastopográcasdelINEGI,conlanalidaddeidenticarcontras-
tes en las formas de representación y de narrar el espacio. En ese ejercicio
nos quedó claro que, de haber procedido a la inversa, habríamos perdido la
oportunidad de entender y conocer la particular manera como se genera-
ron las estrategias de representación. Particularmente interesantes fueron
Capítulo 1
53
los diálogos que llevaron a plasmar tal o cual lugar en el lienzo que tuvieron
frente a ellos y que llevó a esa construcción colectiva de lo que perciben y co-
nocen como su espacio propio. Así también a distinguir esos procedimientos
por género y según se tratara de infantes, de jóvenes, de adultos.
Al paso de los años y en las condiciones actuales de los pueblos lacus-
tres, incluyendo los de tierras altas, nos queda claro que los cambios sus-
tantivos en los usos del suelo y en las actividades de los pobladores darían
otro resultado. El tránsito por los cerros ahora está interrumpido por mallas
y cercas que delimitan huertas de aguacate; ahí donde hace no más de dos
décadas había bosque, o parcelas otrora dedicadas a cultivos de temporal,
fundamentalmente maíz, delimitadas por cercas de alambre o piedra, aho-
ra están cubiertas por cultivos de frutilla demarcados por bardas y puertas.
Cambios que también han incidido en el uso del agua de la laguna, generan-
doconictosporlaextracciónpararegarlashuertascuencaarribaylos
cultivoscomerciales.Cambiosqueexpresanmodicaciones sustantivas
en las vías de aprovechamiento y control de las tierras y del trabajo de
quienes laboran en ellas. Estos son, ahora, no sólo otros referentes del
espacio,sinofactoresquehanmodicadorelacionesyformasdeacceso
a las tierras y al agua; han incidido en la pérdida de biodiversidad, de diver-
sidad de cultivos, manera de trabajar y conocer su entorno actualmente más
parcelado, atomizado y diferenciado.
Referencias bibliográcas
Amerlinck, Mari-Jose, “Paisaje o entorno: exploración del concepto de landscape”,
en Revista del Seminario de Historia Mexicana, Espacio e Identidad. Pers-
pectivas históricas y antropológicas, vol. IV, núm. 2, verano 2003, pp. 10-31.
Barabas, Alicia M. “Etnoterritorialidad sagrada”, en Alicia Barabas, Dones,
, INAH, Miguel Ángel
Porrúa, México, 2006, pp. 49-123.
______,“ElpensamientosobreelterritorioenlasculturasindígenasdeMé-
xico”, en Ava, Revista de Antropología, Universidad Nacional de Misio-
nes, núm. 17, 2010, Argentina.
Aída Castilleja González y Arturo Argueta Villamar
54
Bontempo,Fernando,“eTraditionoftheTrojeas builtformamongthe
Purepechas”, en ,
vol.LXII,1994,pp.77-104.
Casey, Edward, “How to Get from Space to Place in a Fairly Short Stretch
of Time: Phenomenological Prolegomena”, en Steven Feld, Keith Basso
(eds.), Senses of Place, School of American Research Advanced Seminar
Series, New Mexico, 1996, pp. 13-52.
Castilleja, Aída, Construcción social y cultural de categorías referidas al es-
, tesis para obtener el grado de
doctora en Antropología, Escuela Nacional de Antropología e Historia,
México, 2007.
______,“Losterritoriosdelavidapurhépecha”,enArturoArguetayAída
Castilleja, , CRIM, UNAM, Red de
Patrimonio Biocultural, Juan Pablos Editor, México, 2018.
Collignon, Beatrice, “Laconstructiondel’identitéparleterritoire.elques
réexionsàpartirducasdesInuitd’hier(nomades)etd’aujourd’hui(sé-
dentarisés)”, en J. Bonnemaison et al. (dir.),
territoire, lien ou frontière?,tomoI,L’Harmaan,París, 1999, pp. 93-109.
Equihua, Yolanda et al. “Taller ‘Miradas sobre la laguna. Diálogo de cono-
cimientos, valoraciones y acciones en pueblos ribereños e isleños’”,
ponencia presentada en la Universidad Indígena e Intercultural de Mi-
choacán, Cananguio, 2013.
GarcíaMora,Carlos,“GobiernodeCharapanienelsigloXVI”,enCarlosPare-
des, Marta Terán (coords.), , El
Colegio de Michoacán, CIESAS, INAH, UMSNH, México, 2003, pp. 91-103.
Hirsch, Eric, “Landscape: Between Place and Space”, en Eric Hisch, Michael
O’Hanlon, Perspectives on Place and
Space, Clarendon Press, Oxford, 2003, pp. 1-29.
López Gaitán, Hilda
, tesis para obtener el grado de maes-
tría en Lingüística indoamericana, CIESAS, CNDPI, México, 2004.
Capítulo 1
55
Monzón, Cristina,
, El Colegio de Michoacán, Zamora, 2004.
Morales, Pedro Francisco; Morales, Norberto Francisco, “Notas sobre los
pueblos de la ribera del lago de Pátzcuaro”. Texto original en purépecha
traducido por Gilberto Jerónimo Mateo. Trabajo entregado al concurso
, Centro INAH Mi-
choacán, Museo de Artes e Industrias de Pátzcuaro, 1992.
Moreno, Joseph, , Co-
lección Documentos y Testimonios, Balsal, Morelia, 1989.
Nava, Enrique Fernando,
, tesis para obtener el grado de doctor en Antropología,
Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones Antropológi-
cas, UNAM, México, 2004.
Podestá Siri, Rossana Stella,
el estudio de las representaciones sociales infantiles nahuas y occidentales
de su territorio, tesis de doctorado en Ciencias Antropológicas, Univer-
sidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México, 2003.
Capítulo 2
El modo de vida lacustre en
el lago de Pátzcuaro, Michoacán
Eduardo Williams
59
Capítulo 2
El modo de vida lacustre en
el lago de Pátzcuaro, Michoacán
Eduardo Williams
Centro de Estudios Arqueológicos
El Colegio de Michoacán
Introducción
Este capítulo trata acerca del modo de vida lacustre en el lago de Pátzcua-
ro, Michoacán. En muchas regiones de Mesoamérica, desde el pasado remo-
to hasta el presente, los grupos originarios han seguido una estrategia de
adaptación al medio ambiente acuático que incluye diferentes actividades,
principalmente la pesca, la caza, la recolección y la manufactura (Parsons
2006; Sugiura et al. 1998; Williams 2014). La perspectiva de análisis de la
presente investigación es la etnoarqueología asistida por la etnohistoria. El
términoetnoarqueologíasereereainvestigacionesetnográcasrealizadas
por arqueólogos para obtener información que ayude a ligar la cultura ma-
terial contemporánea con “teorías de alcance medio” (Merton 1948 [2007]),
para interpretar el registro arqueológico por medio de la analogía (Williams
2005). La etnohistoria es una disciplina antropológica que estudia las cultu-
ras no europeas, especialmente los grupos indígenas, durante la época pre-
hispánicayelmomentoposterioralaConquistaespañolaenelsigloXVI.La
etnohistoria utiliza principalmente fuentes escritas, aunque también permite
el uso de fuentes auxiliares de información, como tradiciones orales, datos
arqueológicosyevidencialingüística.Elobjetivonalesobtenerunarepre-
sentación completa de la historia que toma en cuenta los sistemas culturales
y sociales de los grupos humanos bajo estudio (Wright 1994).
Lasherramientasdisponiblesparaeltrabajo de campoetnográco(y
etnohistórico) incluyen a la historia oral, a través de entrevistas con infor-
mantes en las comunidades ribereñas. Tanto historiadores como antropólo-
Eduardo Williams
60
gos han usado la historia oral para obtener información indispensable para
estudiar muchos aspectos de la vida diaria, especialmente aquellos que per-
manecen por periodos largos (García Sánchez 2005). La historia oral “utiliza
entrevistas para descubrir el pasado y preservarlo para el futuro” (Ritchie
2003).SegúnRaleighYow(2005),“escribiruntextoetnográconoesha-
cer un reportaje sino una construcción cultural, y siempre una construc-
ción de uno mismo al igual que del otro” (p. 1). En este caso, mis preguntas a
los informantes en las comunidades ribereñas iban encaminadas a la recons-
trucción de la memoria colectiva, de los paisajes culturales del pasado y del
o conjunto de artefactos en el que se materializa el trabajo de los
pescadores, artesanos y otros individuos a través del tiempo.
En estas páginas presento una síntesis de mi trabajo etnoarqueológico
y etnohistórico acerca del modo de vida lacustre en el lago de Pátzcuaro
(gura1).Estainvestigacióntienesusraícesenmiestudiodelossalineros
en el lago de Cuitzeo, Michoacán, iniciado en 1996 (Williams 2003, 2018), y
de los pescadores y artesanos en Cuitzeo (Williams 2009) y Pátzcuaro (Wi-
lliams 2014). Las principales fuentes de información para conocer el modo
devidalacustre,enlaépocadelcontactoconlosespañoles(sigloXVI),son
la Relación de Michoacán, escrita en ca. 1540 (Alcalá 2008) y las Relaciones
delaprimeramitaddelsigloXVI(Acuña1987).La
recopilación y edición de las las debemos a René Acu-
ña, quien explica la relevancia de la obra señalando que los informantes, en
cuyo testimonio se basan las Relaciones, “eran todos o casi todos, hombres
antiguos, de edad que oscilaba entre los ochenta y noventa años. Reliquias
vivientes, por tanto, del mundo precortesiano… actores y testigos del drama
de la conquista” (Acuña 1987: 333).
Capítulo 2
61
Figura 1.EllagodePátzcuarocomoseencontrabaenelsigloXVI,mostrando
los asentamientos modernos (adaptado de Gorenstein y Pollard 1983: mapa 2).
El modo de vida lacustre
Mesoamérica fue la única civilización del mundo antiguo que no tuvo una
alimentación basada en ganado domesticado (Parsons 2006; Rojas Rabiela
1998; Williams 2014, 2022a, 2022b). Este hecho orilló a los mesoamericanos
a buscar aquellas especies acuáticas de plantas y animales, principalmente
silvestres, que podían sustentarlos en sus entornos naturales. En diversas
regiones de Mesoamérica predominaron los paisajes lacustres, que presen-
taban una enorme riqueza natural para las culturas que se desarrollaron en
esos entornos. Michoacán sobresale por sus vastos cuerpos de agua (Guevara
1989) y, tal fue su importancia, que le dieron nombre a este estado mexicano,
puestoqueMichoacán signica“lugardepeces”.Sabemos queennuestro
estado existe una de las mayores concentraciones de cuerpos de agua de Mé-
xico, incluyendo 11 lagos naturales, 260 presas, 44 ríos, 1,200 ojos de agua, 21
Eduardo Williams
62
acuíferos subterráneos y 6,335 pozos de extracción (Chacón et al. 2006: 142).
Los habitantes de este escenario privilegiado han sabido cosechar los dones
de la Naturaleza desde tiempo inmemorial. De eso voy a hablar más adelante,
pero antes voy a mencionar algunos aspectos relevantes del modo de vida
lacustre en Mesoamérica.
Enlassiguientespáginaspresentoinformaciónhistórica,etnográca
y arqueológica sobre el modo de vida lacustre en el lago de Pátzcuaro, deri-
vada en parte de mis trabajos en esta región de Michoacán. La información
se ve enriquecida por los datos históricos, como la
la ciudad de Pátzcuaro (1581), que dice lo siguiente acerca de los recursos
naturales disponibles en este lago en la época prehispánica y durante los
inicios de la Colonia:
…en tiempos de su gentilidad eran sus mantenimientos maíz, calabazas y
frijoles y chile, carne de venado y pescado, de que hay mucha abundancia,
y lo mismo es ahora… A la banda del norte, [a] un cuarto de legua desta
dicha ciudad, hay una gran laguna de agua dulce, donde se cría mucha
cantidad de pescado blanco, que es muy sano y bueno, de que los indios se
sustentan y tienen aprovechamientos… alrededor della hay muchos pue-
blos muy fértiles y de muchas huertas, que son barrios desta dicha ciudad…
y en el medio della, hay nueve isletas o peñoles, poblados los cuatro dellos
de los naturales, que todos son pescadores (Acuña 1987: 200-201).
Enotrafuentedel siglo XVI,conocidacomola
de Tiripetío (pueblo cercano al lago de Pátzcuaro), quedó asentada la si-
guiente información:
Tiripitio tributaba al rey de Michoacán… gallipavos y gallinas… y leña y
servicio de hombres y mujeres… Su comida ordinaria era pan de maíz, tor-
tillas y tamales… comían frijoles… y chile… Las carnes que comían eran
venados y gallipavos, gallinas de la tierra, conejos, codornices, patos de
agua,… que todo hay en gran cantidad. Comían de muchos pescados, por-
que tenían cerca la laguna de Pátzcuaro… donde se saca gran cantidad de
pescado blanco… y otros como barbos, y otros que se dice chegua… que…
lo comen muy bien y es el más ordinario. Hay otro pescado chico como
pejerrey y mayor y muy blanco: sécanlo y es tanta la cantidad que lo comen
Capítulo 2
63
en todas las partes desta Nueva España. Era gran sustento para ellos, y lo
es hoy para tantos, españoles e indios. Sustentábanse también de muchos
camarones, que pescaban en tres riachuelos que pasan junto a este pue-
blo… Tiripitío está sentado en una loma… [junto] a una ciénega… es una
de las más fértiles que hay en esta tierra… Corren por ella tres riachuelos
pequeños… críanse en esta ciénega muchos patos bravos y ánsares y otras
aves… [también] se crían camarones, y otro pescadito chiquito que se dice
zizito… (Acuña 1987: 341).
A continuación, voy a discutir diversos aspectos del modo de vida lacus-
tre en la cuenca de Pátzcuaro. A menos que se indique lo contrario, esta infor-
mación se tomó directamente de mi libro (Williams 2014).
Pesca. La importancia de los peces para las poblaciones del lago de
Pátzcuaro (desde la perspectiva alimenticia y tal vez también ritual) ha que-
dadodemaniestodesdeépocasbastanteantiguas,comolodemuestranlas
recientes excavaciones en el sitio de Urichu, localizado en la orilla suroeste
del lago de Pátzcuaro. Este sitio arqueológico cuenta con un complejo arqui-
tectónico de pirámides asociadas con una plaza, en donde las excavaciones
realizadas por Guzmán y otros (2001) descubrieron, debajo de los pisos de
una estructura residencial de la élite, una tumba hecha con piedras alineadas
que contenía al menos 10 entierros y 87 objetos funerarios de los periodos Clá-
sico tardío y Epiclásico (ca. 500-900 d. C.). Entre los objetos depositados
en la tumba como ofrenda, destacan cuatro platos trípodes que contenían
restos de peces pertenecientes a la especie Goodea luitpoldii, que se conoce
localmente como t’iru en tarasco o “tiro” en español. Esta es una especie la-
custre que forma parte de la ictiofauna del lago de Pátzcuaro, y este hallazgo
representa la primera evidencia del uso del tiro en la región de Pátzcuaro.
Además, constituye el primer registro de una ofrenda de este tipo para esta
área (Guzmán et al. 2001: 152-160).
Según la Relación de Michoacán, invaluable documento histórico sobre
los tarascos en vísperas de la Conquista, la pesca fue una actividad de prin-
cipal importancia entre los habitantes originales del lago de Pátzcuaro. Dice
la Relación que había un personaje
Eduardo Williams
64
…llamado varuri, diputado sobre todos los pescadores de red que tenían
cargo de traer pescado al cazonci y a todos los señores, que los que to-
maban el pescado no gozaban dello, mas todo lo traían al cazonci y a los
señores, porque su comida desta gente, todo es de pescado… Este dicho
varuri todavía tiene esta costumbre de recoger el pescado de los pescado-
res, aunque no en tanta cantidad como en su tiempo. Había otro llamado
tarama, diputado sobre todos los que pescaban con anzuelo (Alcalá 2008:
177).
La producción pesquera en el lago de Pátzcuaro (gura 2) probable-
mente era mucho mayor en la antigüedad que en nuestros días, pues incluía
muchasespecies,comoelanbiollamadoachoque(),
que representaba un recurso muy importante para la dieta nativa. Tradicio-
nalmente el achoque se utilizaba como alimento o como medicina, pues se
le adjudicaban propiedades curativas en el caso de enfermedades de las vías
respiratorias,ocomoreconstituyentesovivicantes.Elanálisisbromatoló-
gico de mostró que estas especies son un importante comple-
mento alimenticio en la dieta de quienes los consumen en la región lacustre,
puesto que contienen cantidades importantes de proteínas (54 a 63% del peso
seco)ybajocontenidodelípidosybras.Apesardesuescasezenelentorno
lacustre, sigue existiendo una gran demanda comercial sobre el
(Huacuz 2002: 27).
Figura 2. La pesca ha sido una actividad indispensable para la subsistencia desde
tiempos antiguos en el lago de Pátzcuaro (fotografía de Teddy Williams, 2009).
Capítulo 2
65
La pesca en el lago de Pátzcuaro se ha visto muy reducida en déca-
das recientes, por los siguientes problemas: sobrexplotación, contaminación,
azolve del lecho lacustre, y por la introducción de nuevas especies que com-
piten con las nativas. La carpa, por ejemplo, es una especie omnívora, que
devora los huevos de otras especies.1
Caza. No menos importante que la pesca fue la cacería de múltiples es-
peciesdeanimalesquehabitabanlacuencadePátzcuaro(gura3),actividad
que también estuvo regulada por el Estado tarasco. Los animales que se caza-
ban en la cuenca de Pátzcuaro en la época prehispánica para comer eran los
siguientes: aves acuáticas, conejos, liebres, mamíferos pequeños, roedores
y pecarí, entre otros. La productividad total de carne (venado, conejo, pato,
pavo, etc.) obtenida en la región se ha calculado entre 328,412 y 488,412 kg al
año (Gorenstein y Pollard 1983: 170-171; 177-179).
Figura 3. La cacería de especies acuáticas, especialmente aves, ha persistido
desde la Antigüedad hasta el presente. Aquí vemos a un cazador tarasco en el
lagodePátzcuarousandoelatlatl(lanzadardos)ylasga(fotografíadeTeddy
Williams, 2009).
1 Información proporcionada por el Mtro. Daniel Hernández Montaño, director del Centro
Regional de Investigación Pesquera, Pátzcuaro, entrevistado en 2009.
Eduardo Williams
66
Además de la pesca, la caza era un recurso estratégico para los anti-
guos habitantes del lago de Pátzcuaro, por eso no debe sorprendernos que
el Estado tuviera toda una organización para su control y reglamentación;
esto quedó asentado en la Relación de Michoacán, donde se señala que había
entre los tarascos un personaje llamado quanícoti, o “cazador mayor”, que
erael“diputadosobretodoslosdeesteocio.Estostraíanvenadosyconejos
al cazonci”, o rey tarasco. También había “pajareros” que le servían de caza al
rey. Igualmente menciona la Relación al “diputado sobre toda la caza de patos
y codornices llamado curú hapindi, éste recogía todas las dichas aves para
lossacriciosydespuéstodaestacazacomíaelcazonciconlosseñores”
(Alcalá 2008: 177).
Actualmente la caza ha disminuido en importancia para la subsisten-
cia dentro de la cuenca de Pátzcuaro. La cacería de patos, por ejemplo, ha
desaparecido casi por completo de la mayoría de las comunidades lacustres,
pero hace algunas décadas todavía era relativamente importante. Toledo et
al. (1980) sostienen que, si bien la cantidad de patos que anualmente llegan
al lago ha venido decreciendo de manera notable, la caza de estas aves sigue
siendo una práctica característica de los purépechas de Pátzcuaro, a tal pun-
toquecadaaño,hacianalesdeoctubre,todavíacelebranlacazadepatos,
llamada , “que a manera de tradición ancestral renueva el con-
tacto y las relaciones sociales entre las comunidades indígenas” (Toledo et
al. 1980: 36).
En Ucazanaztacua había gallaretas y patos como el cari, patito pico rojo,
chapata y tilano, que llegaban en septiembre, según nos dijo un informante.2
En Jarácuaro, cada temporada (empezando el primero de noviembre hasta di-
ciembre) iban los pescadores a matar patos para comer. Señaló un informan-
te que “ya no vienen los patos, antes desde el primero de octubre empezaban
a llegar, el 31 de octubre íbamos a matar patos ‘a puro carrizo’ (es decir, con
sgas)queaventabanconeltirador(otronombreparaelatlatl,conocido
2 El nombre y localidad de cada informante entrevistado por el autor aparecen en Williams
(2014: 76-101).
Capítulo 2
67
en tarasco como tzipaqui)”. Los cazadores iban en sus canoas a buscar a los
patos en el lago. Traían en un viaje hasta 140 piezas que cazaban entre las ocho
de la mañana y las tres de la tarde. Esto que relatan los informantes sucedió
entre 1945 y 1950, y todavía hasta 1960 comían patos en Jarácuaro o se los
llevaban a Pátzcuaro a vender.
El último día de octubre en Janitzio cazaban patos con tzipaqui, los cua-
les eran utilizados “para llevarle su ofrenda a los difuntos”. En Ichupio, por
otraparte,durantela“feria”deoctubre(alnaldelascelebracionesdedi-
cadasalosmuertos)ibanhastaJarácuaro,concarabinasycarrizososgas
porque iba a haber “tirada”; ahí había “un hervidero de patos”. La última
cacería se hacía entre los días de San Jerónimo y San Andrés.
En palabras de un informante: “Iban dos o tres personas en la ca-
noa con carabina de taco y otra dirigiéndola. Toda esa gente ya no exis-
te”.Traíanentre60y70patos,“peroestonalmenteseperdióporquelos
lancheros perseguían mucho a los patos. Se juntaban 100-200 canoas, en
esos tiempos sí había acción”. Solamente iban hombres a la cacería del pato
“porque a veces había pleito” por las presas.
En Arocutín antes había muchos patos, los cuales mataban con
escopeta, según uno de nuestros informantes. Había gallaretas, “pato
grande” (también llamado cadeno) y “golondrino”, entre otros que llega-
ban entre septiembre y octubre, “pero ya casi no llegan porque no hay
laguna”. En tiempos pasados había gente que se dedicaba exclusivamen-
te a cazar patos; lo hacían de noche cuando había luna. No tenían otro
trabajo más que ese, y una parte de la caza la vendían y otra la utilizaban
como alimento.
Uno de los pescadores de Uricho, que todavía recuerda las actividades
de caza como se realizaban hace varias décadas, comentó que él llegó a
matar 80 patos con escopeta de taco, obteniendo la cantidad de ocho pesos
por cada uno hace 35 años, mientras que en 2009 valía hasta 35 pesos cada
pato. Otro informante dijo haber matado 18 patos “de un solo balazo”. Hoy
solamente llegan a matar un total de 20 o 30 en la “feria” o cacería comu-
nitaria del 28 de octubre.
Eduardo Williams
68
En Erongarícuaro ocho pescadores en un buen día cazaban unos 40 pa-
tos, entre octubre y noviembre. Hace unos 30 años había gente que se dedica-
ba exclusivamente a matar patos en el invierno, y el resto del año pescaban.
Según otro de los informantes, en esa época
…mataban patos con la escopeta, gallaretas y pico blanco, cuaraz (o pico
ancho), que llegaban en enero y se iban en abril. El abuelo los cazaba con
sgaytzipaqui.Matabatresdocenasdepatos,hastatresdeunatirada.Se
hacía feria en Janitzio el día ocho de diciembre, donde se juntaba la gente
de todos los pueblos en canoas de madera. En cada canoa iban una o dos
personas.
Según el pescador de edad avanzada don Máximo Rodríguez An-
tonio, de Santa Fe de la Laguna, para llevar a cabo la cacería anual se
juntaban más de 500 canoas de las 27 comunidades asentadas en torno al
lagodePátzcuaro;rodeabanalospatosylosechaban.Lacaceríaempe-
zaba a las nueve de la mañana y terminaba a las 14 horas. Las siguientes
palabras de don Máximo indican el carácter ritual de esta actividad de
subsistencia: “A los difuntos les ponían un plato con pato”. La “feria”, sin
embargo, empezó a declinar alrededor de 1988. El último día de octubre,
en Janitzio, cazaban patos con tzipaqui para llevarle su ofrenda a los di-
funtos. Se juntaban entre 500 y 1000 canoas; la gente traía de regreso a
sus casas entre 70 y 100 patos
En la comunidad ribereña conocida con el nombre de Tarerío todavía
se usa la honda para cazar pájaros y espantar a las vacas de los vecinos que
invaden los terrenos. Un informante nos comentó que su abuelito le enseñó
a hacer la honda; el ixtle que utiliza para hacerla lo saca del maguey, que es
silvestre, “pero se está extinguiendo por tantos incendios en el monte”. Sus
abuelitos usaban la honda para tirarle a los patos, no para matarlos, sino para
evitar que se elevaran y “poder darles con el carrizo”.
Durante una parte del 2008 este informante se mantuvo cazando pa-
tos. Cada uno vale 35 pesos ya cocido. Mató 300 patos desde el primero de
noviembre hasta mayo de este año. Él es el único que caza patos en Tarerío.
Capítulo 2
69
Antes los mataban con tzipaqui; actualmente usan una “retrocarga”, y los
quequedanheridoslos“rematan”conlasgayeltzipaqui.
Aparte de aves acuáticas, la cacería incluía diversos animales de mon-
te. En Ihuatzio, por ejemplo, se cazaban con carabina conejos, ardillas y
tlacuaches. Por otra parte, en Ucazanaztacua había mucho venado, “pero
se acabó cuando hicieron el camino”, nos dijo un pescador anciano de la
comunidad. Según la misma persona, aparte de pescadores había “tirado-
res” o cazadores que traían conejos, coyotes, ardillas, venados y víboras.
Hace unos 45 años en el cerro había cazadores que venían de Tzintzuntzan.
Cazaban conejo, armadillo, venado, tlacuache y víboras con retrocarga y
carabina de taco.
En Arocutín había venados en el monte, y cuando sembraban maíz,
frijol y haba estos animales venían a comer y los mataban. Igualmente, en
Erongarícuaro mataban venados y conejos con carabina “taquera”; además,
había tlacuaches que los pescadores cazaban y usaban “como remedio”. De la
misma manera, en Oponguio solían matar animales de monte, por ejemplo,
venados, “pero como deporte. Iban a comer al cerro, era como un paseo”.
Finalmente, en San Andrés Tziróndaro hasta hace unos años había cazadores
de venado, pero las autoridades les dijeron que ya no los mataran. Igual-
mente, antes había güilotas, pero ya casi no hay. “Más antes llovía mucho y
había mucha comida, pero ahora casi no hay güilotas”, según palabras de un
informante de la localidad.
Recolección. La obtención de plantas silvestres, animales pequeños,
insectos y otras muchas especies fue de vital importancia para la economía
tarasca(gura4).EnellagodePátzcuaro,larecoleccióndeproductossil-
vestres sigue siendo una práctica productiva de gran importancia, ya que
sirve para satisfacer una buena parte de las necesidades de alimentación,
salud y energía de los tarascos. Entre los principales productos recolecta-
doshayores,frutos,semillas,hojas,ramas,raícesoplantasenterasquese
usan como alimentos, condimentos, aromatizantes, colorantes, forraje, me-
dicina, etc. Muchas de estas especies son estacionales, como algunos hon-
gos que se encuentran sólo en época de lluvias, mientras que la zarzamora
Eduardo Williams
70
y otras frutas se obtienen exclusivamente en la época de secas. También
hay que mencionar el aprovechamiento de la miel de abejas silvestres, un
productobastanteapreciadoparaelusodiariooenalgunasestas(Toledo
et al. 1980: 39).
Figura 4. La recolección de plantas silvestres ha sido un componente indispensable
del modo de vida lacustre. Aquí vemos a un artesano poniendo un manojo de tule a
secar bajo el sol en colonia Revolución (La Ortiga), comunidad tarasca en la cuenca
de Pátzcuaro (fotografía de Teddy Williams, 2009).
Se han registrado más de 250 especies de plantas en la cuenca de
Pátzcuaro(árboles,arbustos, hierbas yepítas),que sonutilizadaspara
los más diversos usos imaginables. A continuación, se mencionan los usos
y la cantidad de plantas para cada uno: medicinal (99), comestible (30),
combustible (16), ornamental (12), forraje (9), aromatizante (7), construc-
ción de casas (7), resina (6), instrumentos de trabajo (4), taninas (4), ju-
guetes (4), colorantes (3), venenos (3), insecticida (2), mágico-religiosos (7)
(Toledo et al. 1980: 32).
Capítulo 2
71
Una de las plantas más útiles para los tarascos de la cuenca de Pátz-
cuaro, desde tiempos antiguos, es una juncácea conocida con el nombre
de chuspata (Typha latifolia y ), con la cual elaboran pe-
tates, cestos, sopladores, sombreros y un sinfín más de productos, otrora
indispensables para la vida diaria en prácticamente todo México, pero que
hoy son vistos como meras “artesanías”. No menos importante es el “tule
redondo” (Scirpus californicus y S. valuis); estas plantas siguen siendo parte
fundamental de la cultura lacustre, aunque sus usos han disminuido con el
paso del tiempo.
En Uricho, por ejemplo, el jefe de tenencia nos comentó que el petate se
usaba, aparte de lecho para dormir, como embalaje para el almacenamiento
de maíz, frijol, trigo y otros granos; hacían una especie de costal para guar-
darlo en el tapanco. En este pueblo antes hacían petates. Actualmente poca
gente se dedica a esta actividad, pero todavía los hacen “cuando hay necesi-
dad”. Según este informante, hace años venía un comprador de San Jerónimo
a adquirir petates, mismos que llevaba al estado de México, a Guanajuato, a
Toluca “y hasta la frontera”.
En Ihuatzio, un artesano compra el manojo de chuspata entre $180 y
$200; la medida es lo que abarca con dos brazos. Esta planta se da todo el
año; sin embargo, ha disminuido bastante porque el lago ha reducido mucho
su tamaño a causa de la sequía, especialmente aguda el año en que realicé el
trabajo de campo (2009).
Hay pescadores que, aparte de realizar esta actividad, trabajan la chus-
pata. Uno de ellos nos comentó que “ya casi no hay tule, así es que lo com-
pramos a gente que viene de Cuitzeo”. El tule y la chuspata se consideran
como propiedad de cada comunidad. Si alguien viene de otro lado, tienen que
comprarlo; no pueden cortarlo sin autorización.
En Arocutín, el Sr. Faustino Trinidad, pescador de 74 años de edad, ex-
presó lo siguiente acerca del tule:
Aquí ya se acabaron los que cortaban tule porque se acabó el tule o chuspata
cuando se retiró el lago, hace unos 40 años que empezó a acabarse. La gente
Eduardo Williams
72
que pescaba y cortaba tule se fue a trabajar [fuera] … ahora cuando se seca la
chuspata la queman, porque no les sirve de nada.
En algunos pueblos, como Puácuaro, todavía utilizan la chuspata para
hacer artesanías, mientras que en Tócuaro compran poca para hacer peque-
ñasgurasdepatos.“Anteshacíanunasmáscarasgrandesdemaderaylas
envolvían con chuspata para mandarlas a la frontera, pero ya no hay madera
cerca del pueblo”.
Los instrumentos necesarios para cortar el tule son la canoa, la “pala”
(remo) y la hoz o machete. Principalmente los hombres cortaban el tule, y las
mujeres ayudaban a sacarlo de la canoa y tenderlo a secar. Todo el año por
igual cortaban tule: en época de aguas y de secas. El precio más alto del tule
fue de tres pesos la medida, ahora vale 15 pesos, desde que se escaseó en años
recientes por la disminución del tamaño del lago.
La mayoría de los artesanos eran a la vez tuleros y pescadores; usaban
el dinero proveniente de estas actividades primarias para comer. Las esposas
de los pescadores eran quienes vendían el tule, o bien, lo intercambiaban por
sal, jabón, cebolla, chile, jitomate, entre otros bienes de consumo.
En Arocutín también cortaban tule o chuspata; mucha gente trabajaba
elaborando petates, incluyendo varios pescadores entrevistados por el au-
tor. Los compradores que “rescataban” el petate lo pagaban a dos pesos con
cincuenta centavos cada uno; después subió el precio a cinco pesos. Antes,
había quien compraba todos los petates y se los llevaban en burro, o venían
por ellos desde la sierra (Comachuén, Sevina, Turícuaro).
En Erongarícuaro todavía hay personas que cortan tule, mismo que vie-
nen a comprar de otros pueblos, entre ellos Puácuaro. Sin embargo, en Eron-
garícuaro ya casi no hay nadie que se dedique a tejer petates. Actualmente
se trabaja el carrizo en Ihuatzio, donde se utilizan dos tipos: “criollo” y “de
Castilla”. Uno de los pocos artesanos que elaboran cestos y canastas con esta
planta nos informó que crece a unos 500 m de su casa. El carrizo que le dura
entre seis y siete meses le cuesta 2,500 pesos. Aparte de plantas útiles como
la chuspata, el tule y el carrizo, los informantes mencionaron una gran canti-
Capítulo 2
73
dad de plantas utilizadas como alimento o remedio. En Ihuatzio, por ejemplo,
cuando empieza a llover “sale un honguito blanco” llamado , y poco
después aparece un hongo amarillo conocido como tiripiti; ambos son muy
buenos para comer. Un pescador de Ihuatzio, de nombre Antonio Urbina
Campos, mencionó que hasta hace algunos años había una planta llamada
, que tenía hojas anchas para comer; además, otra planta llama-
da “antenita” que se acabó “porque actualmente hay mucho lirio” en el lago
de Pátzcuaro. Por otra parte, en Ucazanaztacua, el pescador Manuel Morales
Heraclio nos dijo que no hay plantas comestibles en el lago, pero en el cerro
hay hongos y maguey silvestre, del cual comen el quiote, o bien, hacen mez-
cal para comer ya sea natural o al horno; además, “el corazón del maguey se
llama y es muy rico”.
En Jarácuaro algunas mujeres se dedican a la venta de frijol, chile, ce-
bolla, habas y muchos otros productos de la horticultura y la recolección.
Nos informaron que la temporada del “hongo blanco” es en junio, cuando
empieza a llover; también había un hongo amarillo, conocido como “trom-
pa de puerco”. En el mes de junio se da un hongo blanco llamado “llane-
rito”; también aparece un hongo amarillo que se da en el cerro en donde
hay pinos. En Erongarícuaro nos informaron que en la actualidad utilizan
pocos recursos del monte, solamente madera de pino para construir sus ca-
sas, además de hongos para comer. Antes había gente que traía hongos del
cerro, conocidos como “patita de pájaro” y “trompa de puerco”, así como
hierbabuena,estaate,manzanillayromero.
Manufactura. La producción artesanal en la cuenca de Pátzcuaro tie-
ne una gran variedad y riqueza, que la han convertido en algo distintivo
dela regiónlacustre (gura5). Su presencia es visible en casitodas las
comunidades, por lo que su importancia económica y cultural no se pue-
de exagerar. Sin embargo, hasta ahora han predominado los estudios de
orientación “culturalista”, quedando atrás las dimensiones económicas y
ecológicas (Reyes 1992).
Eduardo Williams
74
Figura 5. La manufactura de objetos de tule (en este caso canastos) sigue
siendo importante para la economía doméstica en varias comunidades
lacustres, como muestra esta artesana de Ihuatzio, comunidad tarasca en la
cuenca de Pátzcuaro (fotografía de Teddy Williams, 2009).
A continuación, discutiremos las actividades relacionadas con la pro-
ducción de objetos de tule o chuspata que todavía se realizan en algunos
pueblos alrededor del lago de Pátzcuaro. En Ihuatzio visitamos el taller
doméstico en la casa de don Arturo Baldovinos, que se dedica junto con su
familia a elaborar varios tipos de artesanía de tule y chuspata: petates, sopla-
dores, papeleros, “tinitas” y otros, además de formas complejas como “fru-
teros”conarmazóndemetal,ytambiéngurasdecoyotedegrantamaño.
Para hacer un petate primero moja la chuspata, luego la dobla según el
tamaño que quiera para el petate. Para cortar la “trenza” (es decir, las orillas
del petate) utiliza un cuchillo, mientras que para cortar la planta en el lago
utiliza un machete curvo.
Capítulo 2
75
El petate más grande que ha hecho mide 5 m2. Nos dijo don Arturo que
“antes no había camas, por lo que se ocupaban petates para dormir”. Para
trabajar usa como martillo una piedra de río llamada “petatero”, y además
un martillo de madera de pino llamado “macetero”. La piedra se usa no sólo
para martillar, sino también para “tallar” el petate “para que quede parejito”.
Este artesano suele hacer tres petates chicos (1 x .80 m) o dos grandes (2 x 3
m) en un día. El petate grande se conoce en purépecha como y
el chico como . Ya casi no hacen petates en este pueblo, ya que
en palabras de este artesano: “La juventud tiene estudios y ya no quiere tra-
bajarlo. Además, la gente casi no compra porque tienen camas para dormir”.
En su casa no tienen dinero para comprar una cama, por lo que él usa petates
para dormir.
Para hacer los cestos papeleros en el taller doméstico de don Arturo, se
usa como molde una cubeta de aluminio. Un día antes de la entrevista hizo
una docena y la vendió a 80 pesos. Para hacer un papelero, usa una banca de
madera para sentarse y un tronco de unos 40 cm de alto que llama “taquete”
para apoyarse; aparte, utiliza una cubeta de aluminio como molde, pero an-
tes mandaban hacer el molde de madera.
El artesano Hipólito Basilio Cuanaz, de San Andrés Tziróndaro, se
dedica a trabajar el tule; además, hace petates, sombreros, sopladores; entula
sillasyhaceminiaturasdetule(petatesysopladores),asícomocrucijosde
popote. Los petates de 1.5 m2 los vende a 100 pesos. Aparte del tule, trabaja
la chuspata, el popote y la palma. También hace coronas y campanas navide-
ñas, que se empiezan a vender desde septiembre. Compra el tule a 15 pesos
el manojo a vendedores que vienen del lago de Pátzcuaro, mientras que el
popote lo traen de Santiago Azajo y la palma de Tacámbaro. Con la chuspata
hace papeleros, sombreros, campanitas y “bolsillos”, que vienen a comprarle
desde Guadalajara. Por otra parte, don Hipólito sale de su comunidad para
vender sus productos. Suele ir a Zamora, Yurécuaro, La Piedad, Moroleón,
Guadalajara y Mazatlán.
Eduardo Williams
76
Conclusiones
En los últimos 500 años, los cambios ecológicos y culturales en las cuencas
lacustres de Mesoamérica han sido profundos y muchas veces irreversibles.
Williams (2022a) señala que muchas actividades productivas han sobrevivi-
do a través de los siglos en diferentes regiones de Mesoamérica, entre ellas
las cuencas lacustres, gracias a un proceso de “supervivencia cultural”, como
lo llama García Sánchez (2008).
El presente estudio tiene como objetivo ampliar nuestro conocimien-
to sobre la producción, intercambio y consumo de recursos acuáticos en
Mesoamérica. En muchos casos, las técnicas y actividades aquí analizadas
(algunas de origen prehispánico) están siendo abandonadas o transforma-
das radicalmente, y podrían desaparecer en un futuro próximo, privándonos
de una fuente de información única para comprender el modo de vida lacus-
tre en todas sus dimensiones: natural, cultural, histórica, arqueológica, etc.
Helen Pollard (2023) señala que la pérdida de lagos y humedales, desde
laConquistaespañolaenel siglo XVI,ha sidounacatástrofeparaloseco-
sistemas de las tierras altas de Mesoamérica, incluyendo Michoacán. Los pocos
intentos existentes de recuperar la vegetación, los animales y la calidad del
agua dependen de nuestro conocimiento de lo que estas regiones sustenta-
ban antiguamente y cómo se integraron a la economía, la política y la socie-
dad tarasca. Una fuente indispensable de este conocimiento proviene de la
investigación arqueológica sistemática de los últimos 50 años. Pollard (2023)
demuestra el papel fundamental de los ecosistemas acuáticos en la econo-
mía, el patrón de asentamiento, las estructuras sociales y las creencias de la
gente que vive alrededor del lago de Pátzcuaro. Cuando la información ar-
queológicasecombinaconevidenciahistóricayetnográca,laregióndiscu-
tida aquí puede proporcionar un modelo de ecosistemas lacustres modernos
para aplicarse en toda Mesoamérica.
Este trabajo es una pequeña aportación al conocimiento del modo de
vida lacustre en Pátzcuaro. Esperamos que sirva de estímulo para tomar con-
ciencia de la urgente necesidad de conservar nuestro patrimonio natural,
cultural e histórico en este rincón de Michoacán.
Capítulo 2
77
Agradecimientos
El libro lo escribí en una estancia sabática en el Depar-
tamento de Antropología de la Universidad de Tulane (Nueva Orleans) en
2011-2012. Agradezco el apoyo económico del Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología.
Referencias bibliográcas
Acuña, René (editor)
1987 . UNAM, México.
Alcalá, Fr. Jerónimo de
2008 . El Colegio de Michoacán, Zamora. [Escrito
originalmente en ca. 1541.]
Chacón, Arturo, Catalina Rosas y Martha Rendón
2006 “El deterioro ecológico de los lagos de Cuitzeo, Pátzcuaro y Zira-
huén”, en , edi-
tado por Patricia Ávila. Colección Biblioteca Michoacana, Gobierno
del Estado de Michoacán, Morelia.
Diamond, Jared
1999 . Norton, Nue-
va York.
García Sánchez, Magdalena A.
2005 “La etnografía como instrumento metodológico en la investigación
histórica: el ejemplo del comercio de recursos lacustres entre el
valle de Toluca y México”, en -
dológicas en la investigación histórica, coordinado por Guadalupe
Zamudio y Gloria Camacho. Universidad Autónoma del Estado de
México, México.
2008
Toluca.ElColegiodeMichoacán/Ciesas,ZamorayMéxico.
Gorenstein, Shirley y Helen P. Pollard
Eduardo Williams
78
1983 . Van-
derbilt University Publications in Anthropology 28, Nashville.
Guevara, Fernando
1989 “Losfactoresfísico-geográcos”,en Historia general de Michoacán,
vol. 1, editado por Enrique Florescano. Gobierno del Estado de Mi-
choacán, Morelia.
Guzmán, Ana Fabiola, Oscar J. Polaco y Helen P. Pollard
2001 “Ofrendas de peces asociadas a entierros del Clásico-Epiclásico en
Urichu, Michoacán”. Archaeofauna 10, pp. 149-162.
Huacuz Elías, Dolores
2002
del Ambystoma dumerilii. UMSNH, Morelia.
Merton, Robert K.
2007 “OnSociologicaleoriesoftheMiddleRange”,enClassical Socio-
, editado por C. Calhoun et al. Blackwell Publishing,
Walden. [Publicado originalmente en 1949.]
Parsons,JereyR.
2006 -
nography. Anthropological Papers 96. Museum of Anthropology,
University of Michigan, Ann Arbor.
Pollard, Helen P.
2023 El modo de vida lacustre prehispánico en la cuenca del Lago de
Pátzcuaro, Michoacán (200 a. C.-1522 d. C.), en Sociedades y en-
, editado
por Ericka S. Blanco, Guillermo Acosta y Eduardo Williams. Ins-
tituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México.
Raleigh-Yow, Valerie
2005 -
ces. Altamira Press, Londres y Nueva York.
Reyes, Javier
1992 Producción artesanal. En Plan Pátzcuaro 2000: Investigación multi-
Capítulo 2
79
disciplinaria para el desarrollo sostenido, editado por Victor M.
Toledo, Patricia Álvarez-Icaza, y Patricia Ávila, pp. 159–180.
FundaciónFriedrichEbertStiung,CiudaddeMéxico
Ritchie, Donald A.
2003 . Oxford University Press, Oxford.
Rojas Rabiela, Teresa
1998 . Ciesas, México.
Sugiura, Yoko, Magdalena García y Alberto Aguirre
1998 -
. UNAM, México.
Toledo, Víctor Manuel, Javier Caballero, Cristina Mapes, Narciso Barrera,
Arturo Argüeta, y Miguel Ángel Núñez
1980 “Los purépechas de Pátzcuaro: una aproximación ecológica”. -
ca Indígena 40 (1), pp. 17-56.
Williams, Eduardo
2003 -
.ElColegiodeMichoacán/SecretaríadeCulturadel
Estado de Jalisco, Zamora y Guadalajara.
2005 “Introducción: la etnoarqueología, arqueología como antropología”, en
, editado por Eduardo Williams. El Colegio de Michoacán, Zamora.
2009 “eExploitationofAquaticResourcesatLakeCuitzeo,Michoacán,
Mexico: An Ethnoarchaeological Study”.
20 (4), pp. 607-627.
2014 -
choacán. El Colegio de Michoacán, Zamora.
2018 -
(segundaedición).ElColegiodeMichoacán/Fidei-
comiso Teixidor, Zamora y México.
Eduardo Williams
80
2022a “e‘LandofFish’:ReconstructingtheAncientAquaticLifewayin
Michoacán, Western Mexico”. 33, pp. 347-382.
2022b -
noarchaeological Perspective. Archaeopress, Oxford.
Wright, David
1994 “LacolonizacióndelosestadosdeGuanajuatoyerétaroporlos
otomíes según las fuentes etnohistóricas”, en -
, editado por Eduardo
Williams. El Colegio de Michoacán, Zamora.
Capítulo 3
Historia ambiental e historia oral.
Memorias más que humanas sobre el cambio
ambiental en el lago de Pátzcuaro
Jahzeel Aguilera Lara
83
Capítulo 3
Historia ambiental e historia oral.
Memorias más que humanas sobre el cambio
ambiental en el lago de Pátzcuaro
Jahzeel Aguilera Lara
UNAM-Morelia
Introducción
Como los capítulos que me han precedido ya han señalado, el lago o la lagu-
na de Pátzcuaro, como también la conocen los pobladores de la región, es un
lugar con una rica historia natural y cultural.1 El polen de maíz encontrado
enlosnúcleosdesedimentosdellago(entre1690y940a.C.)(Was&Bra-
dbury,1982)señalaquelossereshumanos,eninter/intra-acciónconotras
especies y procesos, han estado transformando el paisaje de la región desde
hace mucho tiempo. Sin embargo, las transformaciones ambientales que ac-
tualmente atraviesa el lago de Pátzcuaro son sin precedentes en cuanto a
su escala, magnitud y velocidad. Estas se caracterizan por una reducción
desusupercieyprofundidad,eldeteriorodelacalidaddelagua,lapérdida
de especies nativas y la reducción del pesquero (Huerto Delgadillo et
al.,2011;HuertoDelgadillo&VargasVelázquez,2014).Estoscambiosseven
agravados por el cambio climático global, provocando incertidumbre sobre
el futuro del lago (Bernal Brooks et al., 2002).
En ese sentido, el paisaje del lago de Pátzcuaro podría ser considerado
emblemático de los procesos de cambio ambiental que marcan el Antropo-
ceno, una era geológica propuesta que busca describir cómo el impacto
humano en el planeta ha igualado o superado las fuerzas geológicas, inscri-
1 En este capítulo intercalamos su uso según las personas hagan referencia a una u otra
entidad, a la vez que mantenemos el uso genérico del término lago.
Jahzeel Aguilera Lara
84
biendo literalmente al ser humano en la geología (Chakrabarty, 2009). Este
concepto desafía la concepción tradicional de la tierra como un objeto regido
únicamente por fuerzas físicas, abriendo la puerta a una reevaluación de la
relación entre la humanidad y el resto de la naturaleza (Latour, 2014).
Apesardequeelprejoanthropo- pareciera sugerir que la crisis am-
biental es un “acto de especie”, esta crisis no es responsabilidad de un an-
throposambiguo,sinodeuntipoespecícodehombre:occidental,blancoy
capitalista, situando su origen en la explotación y opresión de otros, ligada
al capitalismo y la dominación colonial (Haraway, 2016; Moore, 2015). Así,
para Antonio Carvalho y Mariana Riquito (2022), el Antropoceno es el
resultado de la imposición del modelo ontológico de un mundo único,
caracterizado por una separación marcada entre cultura y naturaleza, y que
ha ido de la mano con la destrucción colonial de diversos mundos. De modo
que el silenciamiento del mundo no humano y de las ontologías no dominan-
tes son resultado del mismo sistema de dominación y opresión. Este proceso
también puede ser conceptualizado en términos de la asimilación de tempo-
ralidades otras dentro de una misma historia, subordinándolas.
El lago de Pátzcuaro y sus habitantes también han sido objeto de una
narrativa dominante que ha tendido a invisibilizar y silenciar otras perspec-
tivas y experiencias. Por mucho tiempo el lago fue objeto de políticas que
buscaban “modernizar” las prácticas de manejo campesino de este y sus mo-
dos de vida, a través de prácticas como la introducción de especies, cambios
en el instrumental pesquero, la imposición de vedas y regulaciones pesque-
ras(Argueta&Castilleja,2019),demodoqueliteralmentenosenfrentamosa
los escombros del progreso. En ese contexto y siguiendo a Anna Tsing (2015),
también podríamos concebir el lago de Pátzcuaro como un paisaje que emer-
ge de las “ruinas capitalistas”.
De modo que el Antropoceno también implica un llamado para un nue-
vo tipo de historia, que abra un espacio para las voces que habían sido silen-
ciadas por las narrativas dominantes de la modernidad (Tsing, 2015; Tsing et
al., 2020: 207). Para incluir lo que había sido excluido, hace falta reorientar
nuestra atención hacia lo que había sido lanzado a los márgenes. En este
Capítulo 3
85
contexto, la historia oral surge como una herramienta para reconstruir la
historia ambiental del lago de Pátzcuaro desde una perspectiva multivocal,
que da cabida a diversas voces y experiencias. Esto nos permite acceder a
las historias de actores subalternizados, tanto humanos como no humanos,
y también nos abre la puerta a explorar otras ontologías a través de una
lectura cosmopolítica.
Este capítulo explora el cambio ambiental en el Antropoceno a través
de la historia oral, que agrupa tanto a los testimonios orales recabados a
través de entrevistas, como a la historia oral propia de las comunidades in-
dígenas.EnestaconceptualizaciónmebasoenNēpiaMahuika(2019),quien
argumentaqueladenicióndehistoriaoraldebeampliarseparaincluirlas
tradiciones orales, entendidas no únicamente como fuentes para la recons-
trucción histórica, sino como perspectivas legítimas sobre la historia.
Ontologías alternativas y la reconsideración de la agencia no humana
Una de las características de la modernidad ha sido precisamente el silen-
ciamiento del mundo no humano, convertido en un objeto pasivo, sin voz o
agencia(Descola,2013).Estapreocupaciónhainuenciadoeldesarrollode
modelos más que humanos de la agencia, como la teoría actor red y otras
formas de semiótica material (Latour, 1993; Law, 2008). En estos enfoques, la
agencia es entendida como un atributo distribuido a lo largo de ensamblajes
heterogéneos de humanos y no humanos, en lugar de un rasgo exclusiva-
mente humano. Pensemos en el paisaje: su producción o construcción nunca
es resultado de un único actor, sino de una multiplicidad de agencias, de los
enredos o relaciones que establecen.
De modo que, todo en el mundo (objetos, entidades, acciones) aparece
como un efecto continuamente generado de las redes de relaciones en las
que se insertan. Esto también ha conducido al reconocimiento de que los hu-
manos nunca son seres autónomos, sino que se moldean en su relación con
otras entidades (Law, 2009; Ingold, 2008; Tsing, 2015). De esta forma todo es
coproducido, cada evento en la historia humana ha sido más que humano,
incluyendo el Antropoceno (Tsing, 2015).
Jahzeel Aguilera Lara
86
Lo anterior también tiene implicaciones en términos de cómo enten-
demos la realidad, como algo creado en lugar de algo dado. La realidad es
construida, pero esta construcción no es exclusivamente humana. Así, el ob-
jetivo de estos enfoques es mostrar , cómo
se vuelven reales, representando una “política de creación de mundos” que
siempre busca extender el número de aquellos que pueden “hablar” (Latour,
2004). Esta perspectiva contrasta con lo que Mario Blaser (2016) ha llamado
“política razonable”, que descarta o considera irreal lo que no se ajusta a un
modelo normativo de racionalidad, basado en la existencia de un mundo
factual y diferentes perspectivas sobre él.
Sin embargo, no sólo son las historias no humanas las que han sido
silenciadas por la modernidad y su modelo de racionalidad, sino también las
ontologías no dominantes, que a menudo retratan la naturaleza como anima-
da. Consideremos el caso de las historias indígenas, las cuales a menudo son
clasicadascomomitosocreencias,entreotrascosasporquenoseajustana
la visión hegemónica sobre el mundo, limitando el tipo y número de entida-
des que puedan existir en el mundo y sus acciones.
Tomemos nuevamente el caso del paisaje. La adopción de un enfoque
más que humano probablemente haga visible una multiplicidad de procesos
involucrados en su producción, pero haría falta ser sensible a la existencia
de otras ontologías para poder reconocer la copresencia de otros ensam-
blajes paisajísticos. En este contexto, Isabelle Stengers (2005) ha propuesto
la noción de cosmopolítica como una forma de cuestionar el concepto mo-
derno de política y sus supuestos de universalidad, es decir, la manera en
la que incluimos otras voces. Por ello, señala, decidió articular el concepto
de política con el de cosmos, interrumpiéndose entre sí. La presencia de
“cosmos” en la cosmopolítica busca hacer que el evento disruptivo cuente,
caracterizándolo como:
la entrada en escena de la deliberación humana de “causas” que no aceptan
la dependencia de un régimen de deliberación y transacción. El cosmos no
es un argumento y nadie puede pretender ser su portavoz, pero señala que,
junto con las cuestiones, los mundos están en juego (Stengers, 2018: 94,
traducción mía).
Capítulo 3
87
Así, la cosmopolítica no sólo se trata de la inclusión de entidades no
humanas en el proceso político, sino de visibilizar cuestiones ausentes o
intereses borrados, incluidas aquellas entidades que hemos descartado
como imaginarias (Stengers, 2018). Aplicar la cosmopolítica a la lectura
de historias indígenas, orales o escritas, implica dejar de lado la criba que
usualmente utilizamos para leerlas, y a partir de la cual separamos aquellos
elementos que nos parecen plenamente reales de los que no, tratando en su
lugar de entender cómo construyen sus propios mundos (Navarrete, 2018).
Lo anterior también puede entenderse como una especie de extrañamien-
to de nuestra propia circunstancia histórica, de nuestros propios valores
e historias. El dejar de asumirlos como universales nos prepara para ver
otros mundos, sus modos de funcionamiento y formas de narrar la historia.
Desde este punto de vista, el paisaje se transforma en un conjunto de en-
samblajes heterogéneos, donde se reúnen múltiples proyectos de creación
de mundos, humanos y no humanos. En los siguientes apartados, exploraré
el paisaje del lago de Pátzcuaro a la luz del Antropoceno a través de las
historias orales indígenas.
El caso del lago de Pátzcuaro
A lo largo de la ribera, la vista del lago de Pátzcuaro trae a la memoria de
los habitantes recuerdos de tiempos pasados. En la comunidad p’urhépecha
de Santa Ana Chapitiro, al sur del lago, un hombre (45 años) rememora que
hace unos 40 años el lago se extendía hasta la carretera, marcando el lími-
te. Los restos de unos lavaderos cercanos a la carretera evocan aquellos
tiempos en los que acompañaba a su madre a lavar ropa, mientras él, junto
a otros niños, nadaba en sus orillas.2 Más abajo, señala, había un ojo de
2 Todas las entrevistas de las que extraigo las citas en este capítulo se realizaron en el año
2022 en las comunidades de Santa Ana, San Jerónimo y Puácuaro, con el consentimiento in-
formado de las personas. Algunas de las historias de tradición oral que se presentan más ade-
lante provienen de estas entrevistas, mientras que otras fueron recuperadas de archivos orales
existentes, señalados en el texto. En este capítulo, se omiten los nombres de las personas
entrevistadasparaprotegersuidentidad,peroespecicamoslaedad,elgéneroycomunidad
de origen, que son indispensables para la reconstrucción de sus historias.
Jahzeel Aguilera Lara
88
agua a donde también iban a lavar. Hoy en día, sólo queda el techo de esos
lavaderos, ahora utilizados como parada de autobús.
Otro hombre (64 años) de la misma comunidad también señala que
el lago casi limitaba con la carretera, aproximadamente 150-200 m más
abajo; “el lago era una belleza”, señala en referencia a su anterior estado,
“se podía ver el fondo del lago”. Actualmente el lago se encuentra a casi
un kilómetro de distancia de la carretera, y entre el pueblo de Santa Ana
y el lago ahora hay casas y campos de cultivo, que no forman parte del
territorio de la comunidad.
Aunque Santa Ana no es un pueblo de pescadores, el hombre evoca su
niñez nadando y pescando en la orilla junto con otros niños. La transparen-
cia del agua permitía ver a los peces y capturarlos con facilidad, usando botes
improvisados de lámina. Las personas que tenían animales también iban a la
orilla del lago a cortar plantas, como el xururi,3 que eran aprovechadas como
pastura. Después de sus visitas al lago, tanto los animales como las personas
volvían con sanguijuelas adheridas a la piel.
Además de los niños, en Santa Ana Chapitiro algunas personas solían
pescar ocasionalmente utilizando una herramienta similar al átlatl o lanza-
dardos, conocida en p’urhépecha como tzipaqui.4 Según relatan, el lago era
cristalino y permitía ver a los peces, lo que facilitaba su captura. De modo
que el lago ocupaba un lugar central en la vida cotidiana de la comunidad,
o quizás sería mejor decir que el lago con-vivía con las y los p’urhépechas de
Santa Ana; en palabras de los lugareños: “Todavía nos tocó convivir”.
En Puácuaro, comunidad p’urhépecha ubicada en el margen occidental
del lago, otra persona (54 años) compara la anterior transparencia del lago
con el agua de una piscina: “El agua era transparente, pues veía sus pescados,
te parabas tú en el lado del lago y veías los pescados como en una piscina”.
En tiempos de lluvia, recuerda, el lago inundaba la carretera, por lo que “el
camiónqueibahaciairoga[]ibapasandoenellago”.Talcomoocurría
3 Lot&Novelo(1988)relacionanalxururiconlaespecieHydrocotyle ranunculoides.
4 Véase también el capítulo de Eduardo Williams (2023) en este libro.
Capítulo 3
89
en Santa Ana, las personas también aprovechaban para ir a pescar con una
lanzaalaorilladellago,cercadeunsitioconocidocomoXurian.
En la comunidad de Puácuaro, la anterior presencia del lago se intuye
a través de los rastros que va dejando a su paso. Las personas observan que
las áreas, que alguna vez estuvieron cubiertas por el agua, muestran una
capa blanca, resultado de los minerales depositados al secarse. Algunos
árboles típicos de los entornos ribereños también forman parte de los vesti-
gios del lago. Los lugareños señalan que aún persisten reliquias del antiguo
estado del lago en su extremo norte. En esta área, las aguas conservan su
transparencia y profundidad, sirviendo de refugio para una variedad de
especies animales.
Mundos vegetales
En Puácuaro, las personas también observan que, a la par del retroceso del
lago, ha habido un avance de la vegetación emergente en los bordes. En par-
ticular, el tule y la chuspata –juncos empleados en el trabajo artesanal del
lago de Pátzcuaro– han extendido su presencia, mientras que otras plantas se
han vuelto menos comunes o han desaparecido. Por ejemplo, una persona de
65 años de esta comunidad recuerda que “antes no estaba como ahorita está
el tule, la chuspata no había”. En la zona de Jarácuaro y la Pastora solía haber
“arenita” y algunas plantas conocidas localmente como camalote, bayoneta
y tomillo.5 Otra persona de Puácuaro, de 54 años, también recuerda que hace
casi 30 años, cuando se dedicaba a la pesca, “había una planta que se llama
Puturi […] ahorita casi no hay”.
Las plantas que conforman a los tulares o chuspatales,6 a las que tam-
biénse les conocecomo hidrótasenraizadas emergentes, secaracterizan
5Lot&Novelo(1988)relacionanalcamaloteconlaespecieCyperus y
la bayoneta con las especies , Scirpus californicus, S. validus.
6 Son varias las especies que se agrupan bajo el nombre de tule y chuspata. Los tules
comprenden plantas de la familia Cyperaceae, tales como Scirpus californicus, S. validus,
mientras que la chuspata incluye especies de la familia Typhaceae, tales como Typha la-
tifolia y .
Jahzeel Aguilera Lara
90
por arraigarse a los sedimentos del fondo del lago, mientras que sus tallos,
hojas y órganos reproductores se encuentran por encima de la supercie
(Lot&Novelo,1988).Comolaspersonasseñalan,estasformasdevidason
posibles debido a la existencia de suelo o sustrato y prosperan en áreas poco
profundas, desempeñando un papel en la producción del paisaje.
La vegetación emergente en los bordes del lago también permite mo-
dos de subsistencia, tanto para seres humanos como para otras formas de
vida no humanas. En Puácuaro, por ejemplo, la vegetación emergente se
utiliza para la elaboración de artesanías, como petates, sopladores, tor-
tilleros,cestosygurasenformadeanimales,cuyaventacontribuyeal
ingreso familiar. En esta comunidad muchas familias se dedican a esta
actividad, además de otras actividades relacionadas con el campo, como
laagriculturaylapesca,yaocioscomolaalbañileríayadiversaspro-
fesiones. Cabe mencionar que, aunque de tradición pesquera, el deterio-
ro del lago ha llevado a muchas personas a cambiar de actividad. Otras
comunidades, como Ihuatzio y San Andrés Tziróndaro, también fabrican
artesaníasconestetipodebrasvegetales.Estaactividadsehadesarro-
llado desde tiempos precolombinos y continúa hasta hoy con importantes
transformaciones que dan cuenta de su devenir histórico y de los cambios
en el paisaje lacustre.7
Además de sus asociaciones con especies de plantas acuáticas, otras
formas de vida no humanas que la vegetación emergente de los bordes del
lago posibilita son las aves acuáticas. Al respecto, una persona de 64 años de
Santa Ana señala que, en aquellos tiempos en los que con-vivían con el lago,
“había muchos patos”, los cuales “llegaban a la orilla del lago donde está la
chuspata”, “ahí hacían sus nidos”. Muchas de estas aves eran migratorias
y sólo se veían en ciertas temporadas. En Puácuaro, una persona (65 años)
señala que la llegada de aves migratorias coincidía con “el tiempo de las áni-
mas”, época en la que algunas comunidades de la ribera del lago de Pátzcuaro
y de las islas organizaban la caza ceremonial de patos con el ya mencionado
7 Véase también el capítulo de Eduardo Williams (2024) en este libro.
Capítulo 3
91
tzipaqui. Los patos se preparaban en diversos platillos que formaban parte de
las ofrendas a los “difuntitos”.8
Los peces y la pesca
En torno al lago también se entrelazan otras historias y formas de vida, re-
lacionadas con los peces y la pesca. Esta actividad tiene un gran arraigo
histórico en la región y, a pesar del deterioro del lago, sigue desempeñando
un rol central en los modos de vida, la economía y la alimentación de las co-
munidades lacustres (Arellanes Cancino et al., 2019; Williams, 2015).
La fauna nativa del lago comprende cinco especies endémicas: el em-
blemático pez blanco (), el pez acúmara (-
custris), el charal pinto (), la salamandra conocida como
achoque (), y el acocil rojo (),
además de 10 especies nativas, que incluyen el charal prieto (-
), el charal blanco (), la chehua (Alloophorus
), el chorumo (Allotoca diazi), tres especies de tiro (,
Allotoca dugesii, Goodea atripinnis), el acocil (), una
especie de rana () y una especie de tortuga (Kinosternon
)(Argueta&Castilleja,2019;Arroyoirozet al., 2014).
Las especies de peces presentes en el lago también son producto de
la introducción de especies que, a su vez, constituyen el rastro de políticas
fallidas que buscaban aumentar la productividad pesquera. Entre estas espe-
cies se encuentran la trucha (), la mojarra (
spp.), la carpa común (Cyprinus carpio), la carpa herbívora (Ctenopharyngo-
don idellus), y el gupis (Poeciliopsis infans). Además, se han introducido va-
rias especies de charales del género(Argueta&Castilleja,2019;
Arroyoirozet al., 2014; Ramírez Herrejón et al., 2014).
En las últimas décadas, las especies nativas han experimentado una
disminución considerable en sus poblaciones, al igual que el volumen de
8 Véase también el capítulo de Eduardo Williams (2024) en este libro.
Jahzeel Aguilera Lara
92
captura, debido a las transformaciones en su hábitat y la introducción de
especies. En Puácuaro, una comunidad donde el número de pescadores ha
disminuido, las personas recuerdan que solían capturar peces como tru-
cha, chehua, tiros, pez blanco y acúmara, pero ahora es raro encontrarlos.
Actualmente, señalan, “nada más encuentras carpa, mojarra y charales”.
Otras especies no comerciales, que solían ser comunes en el lago, eran el
achoque y las tortugas.
La introducción de la trucha en la década de 1930 trajo consigo la dis-
minución de las poblaciones de pez blanco debido a la competencia por ali-
mento, ya que ambas eran especies carnívoras. Una mujer de San Jerónimo
(90 años) recuerda que, al principio, a la gente no le gustaba el sabor de la
trucha y, por lo tanto, no la consumían: “Cuando los pescadores sacaban así,
a montones la trucha, todos agarraban y las volvían a meter en la laguna
porque nadie los compraba. Nadie quería comerlos”.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la trucha comenzó a ser aceptada
por los lugareños: “Ya más para acá ya, cambió el sabor por el agua, por el
lago, ya empezamos a comer el pescado trucha”.9 De modo que la trucha no
sólo alteró al lago, sino que también el lago transformó a la trucha, estable-
ciendo una relación mutua y constitutiva entre ambas entidades.
En 1974, se introdujo la carpa común (Cyprinus carpio) al lago de Pátz-
cuaro. Esta especie omnívora de rápido crecimiento tiene la capacidad para
adaptarse a los cambios en su hábitat, pero también para transformarlo
(Arroyoirozet al., 2014; Ramírez Herrejón, 2013). Al no tener una alimenta-
ción especializada, ha logrado resistir los cambios en el ecosistema, pero también
hatransformadolas redestrócas,al alimentarsede todo. Poresta razón,
las personas la consideran depredadora de otras especies. Su inclinación por
buscar alimento en aguas poco profundas también ha aumentado la turbidez
del lago, al remover la vegetación acuática y agitar los sedimentos a su paso.
Esto también ha transformado las asociaciones vegetales. Con la introduc-
ción de la carpa, la trucha también pasó de ser una especie común a ser ex-
9 Véase también Argueta y Castilleja (2018).
Capítulo 3
93
tremadamente rara de encontrar. En palabras de un expescador de Puácuaro
(54 años), “se dice que la carpa se la acabó”.
La contaminación del lago y el aumento de turbidez también han crea-
do condiciones menos propicias para otras especies y han contribuido a que
la carpa común se convierta en la pesquería más importante del lago. Así, la
fauna del lago también es el resultado de los enredos entre las acciones de
la carpa y de las personas, un ejemplo de lo que podríamos considerar una
“ecología feral”, en el sentido empleado por Anna Tsing et al. (2020). Se trata de
ecologías que han sido alentadas por acciones humanas, pero que se han
desarrollado y extendido más allá del control humano.
Pluriversos
En torno al declive de las poblaciones de ciertas especies de peces, se con-
gregan otras historias que no son inmediatamente visibles, pero sobre las
que la toponimia p’urhépecha del paisaje nos proporciona ciertos indicios.
Losnombresdeciertasprominenciasgeográcas,comoelcerrodelAcú-
mara, el cerro de María o cerro Tariácuri, revelan la presencia de otras
voces e historias.
En el caso del cerro del Acúmara, su nombre alude al origen de los peces
acúmara, de donde se considera que provienen. A diferencia de otras espe-
cies, la acúmara no está presente durante todo el año, sólo de enero a abril.
Su llegada se anuncia con la formación de una gran nube sobre el cerro del
Tzirate, ubicado detrás del cerro del Acúmara, el 20 de enero, emergiendo
en un manantial ubicado en sus faldas y entrando al lago por un arroyo que
corre cerca de Chupícuaro.
Y cuando ya es tiempo ya para bajar las sardinas, ellos ya tienen camino
por, por el, por el arroyito… del que está para bajarse hasta en la orilla de
Chupícuaro… donde está la barranca grande… allí se bajaba esa agua ya,
pero con sardinas, o sea para salir ya en la Cuaresma (mujer de San Jeróni-
mo P’urhenchécuaro, 91 años).
Jahzeel Aguilera Lara
94
Al referirse a la disminución de las poblaciones del pez acúmara, un
expescador de Puácuaro (65 años) señala: “Es porque el lago se secó mucho.
El lago se secó mucho y en eso, en eso de los, de las venas que traía los
pescados. Y como que se tapó o se secó en ese lugar donde salía”. Una lec-
turaconvencionaldeesterelatoprobablementelocalicaríadefantástico,
señalando que los peces no salen de los cerros, descartando, por lo tanto,
su participación en la historia. Este relato desde una mirada convencional
podría parecer extraño, desestimando la noción de que los peces provienen
de las montañas y excluyéndolos de la narrativa histórica. Sin embargo, si de-
jamos de lado la idea de un mundo singular, podremos apreciar el rol de los
cerros y manantiales dentro de las redes de relaciones que posibilitan la ex-
istencia del acúmara y del lago.
Las personas también vinculan la obstrucción de manantiales con el
descenso en el nivel del lago. Por ejemplo, se dice que la construcción en la
década de 1980 de la carretera hacia Jarácuaro trajo consigo la obstrucción de
los ojos de agua que brotaban ahí y alimentaban el lago. De manera similar, en
Santa Ana las personas relacionan el retroceso del lago con la construcción a
principios de la década de 1980 de un canal en la orilla del lago, lo cual afectó
a los veneros que solían abundar en la zona. Aunque la intención, según
escucharon, era “mejorar el lago”, no tomaron en cuenta la presencia de los
veneros en sus acciones: “Llegan con sus máquinas y destrozan todo y pues
muchos veneros […]” (hombre de Santa Ana, 64 años).
La presencia y ausencia de peces también están ligadas a la acción de po-
derosasentidadesnohumanas,queincluyengurascomoMaríayeldueñoo
el protector de los peces.10SegúnArgueta&Castilleja(2018,2019),laspersonas
negocian con estas entidades a través de ofrendas y regalos, estableciendo rela-
ciones de reciprocidad. Por ejemplo, mencionan que los pescadores mayores de
10 Los relatos recopilados en Pacanda por el proyecto “Materiales orales de la zona lacustre
michoacana: documentación, procesamiento y análisis” (MOZLM) del Laboratorio Nacional
de Materiales Orales (LANMO), ENES-Morelia, dan cuenta del rol de estas y otras entidades
protectoras en el devenir histórico del lago.
Capítulo 3
95
San Andrés Tziróndaro, cuando cruzaban el lago para vender sus productos en
Pátzcuaro, dejaban parte de su carga frente al cerro de María como ofrenda. El
nombre de este cerro también alude a una de las entidades protectoras del lago,
María, quien es simultáneamente una mujer, el cerro y el lago mismo.
Enlatradición oral dePacandasearmaqueMaríasolíaservisitada
por el rey de Zirahuén, quien, como María, es tanto una entidad protectora
que habita el lago de Zirahuén como el lago mismo.11 La señal de estas visitas
era un cambio de color y una mayor abundancia de peces. La disminución
en las poblaciones de peces también es expresada en términos de la rela-
ción entre ambas entidades, como una señal de que el rey ha dejado de visitar
a María. Al respecto, una de las explicaciones sugiere que esto se debió a que
la construcción de la carretera a Jarácuaro obstruyó los veneros que comu-
nicaban ambos lagos.12
Como entidad protectora, María también interviene en situaciones que
amenazan al lago, cuidando de los proyectos de vida humanos y no huma-
nos. Por ejemplo, en Pacanda se cuenta que, hace algún tiempo, se planeó la
construcción de una carretera que atravesaría el lago de este a oeste, uniendo
los pueblos de Puácuaro y Ucazanaztacua. Movida por la preocupación, Ma-
ría viajó a la Ciudad de México para pedirle al presidente que reconsiderara
el proyecto, advirtiéndole que causaría que el lago se secara, comprometien-
do su capacidad para sostener a las comunidades que dependían de ella.13
Los relatos anteriores muestran al lago como una entidad múltiple, de-
saandocategoríaspreestablecidas.Asívemosque,enlugardeserdenido
únicamentecomo“entidadnatural”,ellagoesdenidoytransformadopor
sus acciones que se dan en interacción con otras entidades, deviniendo en
distintas formas: mujer, lago o cerro.
La capacidad del lago para tomar distintas formas también le permite
expresarse de maneras diferentes y establecer relaciones sociales con enti-
11 Véase el reporte de acto comunicativo ID: 1, del proyecto MOZLM del LANMO.
12 Véase el reporte de acto comunicativo ID: 3, del proyecto MOZLM del LANMO.
13 Véase el reporte de acto comunicativo ID: 1, del proyecto MOZLM del LANMO.
Jahzeel Aguilera Lara
96
dades de otro tipo. El lago les dice cosas a las personas a través de fenóme-
nos observables y susceptibles de ser interpretados, tales como el cambio de
colorolaabundanciadepeces. EnsupersonicacióncomoMaría,el lago
adquiere la habilidad de interactuar en el mismo lenguaje que las personas.
Lejos de ocupar un lugar marginal en la historia, en los relatos de tradi-
ciónoral,presentadosanteriormente,lasaccionesdellago/Maríaimportan
al punto que el devenir de las personas depende del suyo, emergiendo como
un actor histórico y político. Esta forma de dar cuenta de la historia local y
ambiental también involucra una forma distinta de política, donde lo no hu-
mano tiene voz y participación.
Pasados presentes
Maríatambiénsemaniestaenelpaisajecomounapresenciaquemerodea
un peñasco en la comunidad de Ucazanaztacua (El Espíritu), a cuyas espaldas
se encuentra el cerro que lleva su nombre. Aunque este tipo de entidades ha
sido relegado a un lugar marginal por el pensamiento moderno, el interés
académicoenloespectrallashahechoretornar.Laguradelespectrocomo
Derrida lo hace claro: es aquello que siempre vuelve, asediándonos sin cesar.
El Antropoceno, se ha argumentado, está poblado por fantasmas, espíritus,
vestigios de vidas pretéritas, humanas y no humanas (Tsing et al., 2017).
Sin embargo, a diferencia de los espectros, que a menudo se describen
como seres etéreos, María no carece de corporeidad. Los pescadores que se
acercan a María y buscan cortejarla lo hacen de manera desprevenida, sin
dudar de su naturaleza humana. Es sólo cuando María accede a acompañar al
pescador y sube a su canoa que los pescadores se percatan de que se trata de un
“encanto”, como ellos lo llaman. Al adentrarse en el lago en compañía de María,
sus frágiles canoas se hunden y los pescadores encuentran su fatal destino
bajo las aguas.
Otra manera como el mundo de lo espectral ha irrumpido en el An-
tropocenoesatravésdelarevaloracióndegurasqueinvocanlaideadela
tierra como un ser viviente. En este resurgir se incluyen las hipótesis cien-
tícasdeGaia,laPachamamainca,laA’akuluujjusidelosinuit,entreotros
Capítulo 3
97
“seres tentaculares de la tierra” (Haraway, 2016). Su puesta en consideración
intenta dar cuenta de la manera en que la tierra ha irrumpido como un actor
político en el Antropoceno, volviéndose una presencia ineludible, pero tam-
bién representan una conceptualización distinta de la naturaleza, como un
entramado relacional que incluye a los seres humanos (Bubandt, 2017).
La presencia cuasi espectral de María y las otras entidades que pueblan
el paisaje del lago de Pátzcuaro puede, igualmente, ser comprendida dentro
de estos términos: habitan, actúan y participan en la coproducción del paisa-
je. En este contexto, el paisaje no sólo se constituye por elementos naturales
o construcciones humanas, sino que emerge como un resultado complejo
de las relaciones dinámicas entre los seres humanos y estas entidades que
habitan y actúan en él.
María,ademásdepersonicarallago,esdescritaenotrasnarraciones
como la hermana de uno de los caltzontzin p’urhépecha. Una mujer de 90
años, oriunda de la comunidad de San Jerónimo, cuenta que, a la llegada
de los españoles, uno de los caltzontzin intentó huir de Tzintzuntzan, mien-
tras que María optó por quedarse y se escondió en el cerro. Sin embargo, tras
quedarse sola, tuvo temor y quiso huir, cayendo en un pozo o ,
volviéndose parte del paisaje. Otros relatos señalan que, a la llegada de los
españoles, los gobernantes o reyes de los pueblos ribereños huyeron lago
adentro. Uno de ellos quería irse a refugiarse en Jarácuaro, pero no alcanzó
a llegar, cayéndose en Espíritu, donde pasó a formar parte del paisaje (Gra-
nados Vázquez, 2020).
Así, estas entidades también son los remanentes de un mundo que
se niega a desaparecer, sobreviviendo al embate de la violencia colonial y
acechando el actual contexto poscolonial. Las historias de tradición oral
también nos muestran una manera distinta de conceptualizar el pasado,
desaandolaideadeunapresenciaplenaydenitivadelmismo,donde
el pasado no es algo que se ha quedado atrás, sino que se encuentra pre-
sente en el paisaje.
Jahzeel Aguilera Lara
98
Conclusiones
En este capítulo he explorado la tarea de revelar otros mundos a través de las
historias orales indígenas, tanto las memorias personales de cambio ambien-
tal, como las memorias colectivas contenidas en la tradición oral. Estas me-
morias ilustran la minuciosa observación del paisaje llevada a cabo por los
habitantes de la región. A través de ellas podemos ampliar nuestra mirada,
adentrándonos en un amplio horizonte de conocimientos y saberes compar-
tidos. Estas historias no se limitan sólo a las experiencias humanas, sino que
también nos permiten vislumbrar la presencia de los actores no humanos
que han sido invisibilizados por la ontología predominante que considera la
existencia de un único mundo. A través de estas memorias, somos capaces
de comprender y apreciar el papel fundamental que desempeñan los actores
nohumanosenlaconguracióndelpaisajedellagodePátzcuaro,dibujando
un Antropoceno más que humano.
Las entidades no humanas también desempeñan un rol activo en las histo-
rias de tradición oral indígena, emergiendo como sujetos y no sólo como meros
objetos de las acciones humanas. El lago mismo se presenta como un actor his-
tóricoypolíticoquehaejercidounainuenciasignicativaenelcursodelos
eventos en la región. La lectura cosmopolítica de estas historias nos lleva a reco-
nocer la existencia de otras entidades y temporalidades, que la narrativa de un mun-
doúniconoshabíaimpedidoapreciar.Estasentidadestambiénsemaniestancomo
vestigios de un mundo que se resiste a desaparecer, revelando que es el ejercicio
de la memoria el que rescata otras posibles historias de entre los escombros.
De esta manera, prestar atención a otras historias nos muestra que la
historia nunca es y nunca ha sido exclusivamente humana. Este enfoque
nos lleva a comprender que el Antropoceno, lejos de ser una era dominada
únicamente por los seres humanos, es un momento en el que se dibuja un
panorama más amplio, un Antropoceno más que humano. En este contexto,
la historia oral se convierte en una herramienta que puede permitirnos ir
más allá de las narrativas dominantes y escuchar otras voces. Esto, a su vez,
nospermite reexionar desde los márgenes,junto a aquellasvoces cuyas
historias a menudo son ignoradas o descartadas.
Capítulo 3
99
Referencias bibliográcas
ArellanesCancino,Y.,Hernández Santoyo,A. & AyalaOrtiz,D.A.(2019).
Retos y perspectivas de la pesca artesanal en Cuitzeo y Pátzcuaro des-
de un enfoque integrador. En Y. Arellanes Cancino (coord.),
.
UMSNH, Miguel Ángel Porrúa.
Argueta,A.,&Castilleja González, A.(2018).Conocimientosytecnologías
p’urhépechassobrelapescaenellagodePátzcuaro.EnE.Florescano&
G. Sánchez Diaz (coords.),
cultura Michoacana (pp. 185-225). Gobierno del Estado de Michoacán,
Secretaría de Cultura, Instituto de Investigaciones Históricas, UMSNH
Argueta,A.,&CastillejaGonzález,A.(2019).-
ciente. Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, UNAM
Arroyo-iroz, I., Flores-Armillas, V., Delgadillo, R., Salcido, R., Huer-
to-Delgadillo,R.,&Vargas-Velázquez,S.(2014).Estrategiaparaapo-
yar la recuperación de peces nativos en el Lago de Pátzcuaro a través
del manejo de especies exóticas: propuestas para el manejo de la car-
pa común Cyprinus carpio. En R. Huerto-Delgadillo y S. Vargas-Ve-
lázquez (eds.),
(vol. 2, pp.
137-172). IMTA, CONAGUA, SEMARNAT.
Bernal-Brooks,F.W.,Gomez-TagleRojas,A.,&Alcocer,J.(2002).LakePatzc-
uaro (Mexico): a controversy about the ecosystem water regime ap-
proachedbyeldreferences,climaticvariables,andGIS.,
467(1), 187-197.
Blaser, M. (2016). Is another cosmopolitics possible? Cultural Anthropology,
(4), 545-570.
Bubandt, N. (2017). Haunted geologies. Spirits, Stones and the Necropolitics
oftheAnthropocene.EnA.Tsing,N.Bubandt,E.Gan,&H.A.Swan-
son, (eds.),
Anthropocene (pp. 121-141). University of Minnesota Press.
Jahzeel Aguilera Lara
100
Carvalho, A., & Riquito, M. (2022). Listening-with the subaltern: Anthro-
pocene, Pluriverse and more-than-human agency. Nordia Geographical
, (2), 37-56.
Chakrabarty,D.(2009).eclimateofhistory:Fourtheses.Critical inquiry,
(2), 197-222.
Descola, P. (2013). Beyond nature and culture. University of Chicago Press
Granados, V. (2020). El lago, la mujer y la peña: traslapes de lo femenino en
lasnarrativasoralesdellagodePátzcuaro.EnB.GranadosVázquez&
S. Cortés (eds.), . Escuela Nacional de
Estudios Superiores, Unidad Morelia.
Haraway, D. (2016). Making kin: Anthropocene, Capitalocene, Plantationo-
cene, Chthulucene. En -
thulucene (pp. 99-103). Duke University Press.
HuertaDelgadillo,R.,VargasVelázquez,S.&OrtizPaniagua,C.F.(eds.).
(2011).
. IMTA, CONA-
GUA, SEMARNAT.
HuertaDelgadillo,R.,&VargasVelázquez, S. (eds.). (2014). -
(vol. 2). IMTA, CONAGUA, SEMARNAT.
Ingold, T. (2008). Bindings against boundaries: entanglements of life in an
open world. , 40(8),
1796-1810.
Latour, B. (2004). Whose cosmos, which cosmopolitics? Comments on the
peace terms of Ulrich Beck. , (3), 450-462.
Latour, B. (1993). We have never been modern. Harvard University Press.
Latour, B. (2014). Agency at the Time of the Anthropocene.
History, (1), 1-18.
Law,J.(2008).ActorNetworkeoryandMaterialSemiotics.EnB.S.Turner
(ed.), (pp. 141-58), Wi-
ley-Blackwell.
Capítulo 3
101
Lot,A.,&Novelo,A.(1988).VegetaciónyoraacuáticadelLagodePátzcua-
ro, Michoacán, México. , 167-175.
Mahuika, N. (2019). Rethinking Oral History and Tradition: An Indigenous
Perspective. Oxford University Press.
Medina-Orozco,L.E.,García-Calderón,N.E.,Oliva,F.G.,&Ikkonen,E.E.
(2019). Análisis histórico de la pérdida de humedales del Lago de Pátz-
cuaro, Michoacán, México. Biotecnia, (2), 83-90.
Moore, J. W. (2015). -
tion of Capital. Verso Books.
Navarrete, F. (2018). . UNAM, Turner Noema.
Ramírez-Herrejón,J. P.(2013). Ecología trócadeCyprinus carpio y su re-
lación con la estructura comunitaria de peces, del lago de Pátzcuaro,
Michoacán [Tesis de doctorado]. Centro de Investigaciones Biológicas
del Noroeste, S. C.
Ramírez-Herrejón, J. P., Zambrano, L., Mercado-Silva, N., Torres-Téllez, A.,
Pineda-García,F.,Caraveo-Patiño,J.,&Balart,E.F.(2014).Long term
changesintheshfaunaofLagodePátzcuaroinCentralMéxico.
, 42(1), 137-149.
Stengers,I.(2005).ecosmopoliticalproposal.-
Stengers,I.(2018).echallengeofontologicalpolitics.EnM.delaCa-
dena y M. Blaser (eds.), (pp. 88-111), Duke
University Press.
Tsing,A.L.(2015).eMushroomattheEndoftheWorld.En
. Princeton University Press.
Tsing,A.L.,Deger,J.,KelemanSaxena.A,&Zhou,F.(eds).(2020).Introduc-
tion to Feral Atlas. En Feral Atlas: .
Stanford University Press.
Tsing,A. L.,Bubandt,N., Gan,E.,& Swanson,H.A. (eds.).(2017).Arts of
.
University of Minnesota Press.
Jahzeel Aguilera Lara
102
Was,W.A.,&Bradbury,J.P.(1982).PaleoecologicalstudiesatLakePatzc-
uaro on the west-central Mexican Plateau and at Chalco in the Basin of
Mexico. , (1), 56-70.
Williams, E. (2015). El modo de vida lacustre: etnografía de las cuencas lacus-
tres de Michoacán. , , 29-39.
Capítulo 4
El aporte de los recursos pesqueros para la autonomía
alimentaria en la región del lago de Pátzcuaro
Yaayé Arellanes Cancino
Dante Ariel Ayala Ortiz
105
Capítulo 4
El aporte de los recursos pesqueros para la autonomía
alimentaria en la región del lago de Pátzcuaro
Yaayé Arellanes Cancino
UMSNH
Dante Ariel Ayala Ortiz
UMSNH
Introducción
La pesca es una actividad que permite obtener alimentos nutritivos desde di-
versos cuerpos de agua, mares, ríos, lagos y presas, entre otros (FAO, 2020). La
alimentaciónsana,sucienteysoberanaesunanecesidadparalaautonomía
de los pueblos, una estrategia para sobrevivir, para lograr el bienestar. Esta
meta enfrenta una paradoja: el derecho a la alimentación está opacado por el
modeloeconómicoactualquebeneciaprincipalmentealasgrandesempresas
productoras de alimentos y fomenta la competencia, la productividad, el creci-
miento continuo y la degradación de los recursos naturales (Van der Ploeg,
2010; La vía campesina, 2011; Rubio Vega, 2017). En contraparte, existen di-
versas prácticas comunitarias y solidarias que favorecen la organización, la
producción y la distribución de alimentos para productores de baja escala,
entre quienes se cuenta a pescadores, agricultores y ganaderos.
Para comprender la situación de la producción de los alimentos, su acceso
y su distribución, existen diversos enfoques, incluyendo el de la seguridad ali-
mentaria, que aborda la parte técnica; y el de soberanía alimentaria, que enfati-
za la parte reivindicativa, y el derecho a la alimentación dirigido a la parte jurí-
dica (Medina Rey et al., 2021). Además de estos conceptos, en los últimos años
se ha dado énfasis a la , término de la Organización de las
NacionesUnidasparalaAlimentaciónylaAgricultura(FAO),denidocomo:
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
106
Capacidadparageneraringresossucientes,mediantelaactividadagrope-
cuaria y otras actividades realizadas fuera de la granja, para satisfacer las
necesidades alimentarias. Aunque algunos alimentos se pueden consumir
directamente, los cultivos comerciales permiten adquirir productos que no
sepuedenproducirenellugar.Laautonomíaalimentarianosereereúni-
camente a la capacidad de cultivar alimentos en el país o en una granja,
sino también a disponer de la capacidad (es decir, del capital) necesaria
para comprar alimentos que no se pueden cultivar en el ámbito local o
nacional (FAO, 2009: 63).
Desde la autonomía alimentaria se reconoce que, además de la soberanía
y la seguridad alimentaria, los pueblos originarios, los campesinos y los grupos
vulnerables son solidarios y tienen una gran capacidad de respuesta ante situa-
ciones de contingencia para organizarse y apoyarse en el abasto de alimentos
(Zibechi, 2021). Este término abarca a comunidades organizadas y familias
cuya producción les permite ser independientes y autosucientes (Cas-
tañedaZuluaga,2020);se hanidenticadoexperienciasqueestántransfor-
mando los espacios sociales de la producción, la distribución y el consumo de
alimentos a partir de diversos movimientos sociales (Gravante, 2019). Desde
los movimientos indígenas recientes, el concepto de autonomía, en general,
se relaciona con la capacidad de reproducir la cultura en un espacio heredado
y manejado de manera colectiva (Gómez-Martínez, 2010).
Apartirdelasdenicionesanterioressepuedeconsiderarquelapes-
quería, entendida como el conjunto de actividades que están relacionadas
con la pesca, es un espacio de producción de alimentos que podría llevar a
una autonomía alimentaria. De manera particular, en la región del lago de
Pátzcuaro, la pesca ha sido una de las actividades productivas más importan-
tes (Huerto Delgadillo y Vargas Velázquez, 2014; Sánchez y Florescano, 2018)
que ha alimentado durante siglos al pueblo purépecha, uno de los pueblos
originarios de México (Argueta y Castillejas, 2008; Perlstein Pollard, 2004;
Toledo et al., 1992). Al igual que en otras regiones lacustres, la pesca en este
lago se ha considerado de corte artesanal y de subsistencia (Rojas-Carrillo y
Fernández-Méndez,2006).DesdeprincipiodelsigloXX,sedesconocelaes-
tadísticaocialdeloquesepescaenellago,peroseidenticaqueelconsu-
Capítulo 4
107
mo de los peces en la región sigue siendo una importante fuente de proteína
animal para varias localidades asentadas en la ribera, y es fuente de ingreso
para cientos de familias en el lago (Arellanes et al., 2019; Ortiz Paniagua,
2004; Vargas Herrejón ., 2021).
Enlasúltimasdécadassehaidenticadoquelapescadellagoseen-
cuentra sobrexplotada, y que esto ha incidido en la disminución de las abun-
dancias de varias poblaciones de especies nativas (Hernández Montaño,
2006)yunamayorpresenciadeespeciesintroducidas(Arroyoiroz.,
2014). La sobrexplotación y el cambio de la fauna acuática también se han
relacionado con una compleja situación socioambiental, y la contaminación
del lago y la pesca son una práctica con permanentes retos (Arellanes-Can-
cino y Ayala-Ortiz, 2021).
La pesquería artesanal del lago de Pátzcuaro incluye los esfuerzos orga-
nizados de hombres y mujeres para capturar los recursos pesqueros,1 además
de actividades previas y posteriores a la pesca; la pesquería abarca el uso de
equipos o artes de pesca y embarcaciones, el manejo, el almacenamiento y
el transporte de lo capturado, hasta su proceso de transformación o proce-
samiento, distribución y venta (Cifuentes et al., 2003). Aunque la pesque-
ría en el lago de Pátzcuaro es de corte artesanal, es posible diferenciar
que existen diversos canales de distribución del recurso pesquero (Arella-
nes-Cancino, et al., 2019; Vargas Herrejón, 2023); por tal motivo, dentro de
la pesquería se diferencia el proceso de venta con el término cadena de su-
ministro para hacer énfasis en los canales de distribución. En este contexto,
las características de la pesquería del lago, así como la cadena de suministro,
permitirán determinar elementos relacionados con la autonomía alimenta-
ria en torno a la producción y comercialización de recursos pesqueros. Esto
seaborda a partirde identicar aspectosde la pesquería,la organización
1 Se entiende como recurso pesquero a todas las especies que conforman el acervo de ani-
males, vegetales, entre otros, que son aprovechados por el ser humano para diferentes usos.
En el caso del lago de Pátzcuaro, se encuentra un lago con múltiples especies nativas e intro-
ducidasqueincluyenpeces,patos,anbios,tortugasyunaplantaacuáticaalaquelocalmente
le llaman chuspata o tule (Argueta et al., 1986).
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
108
de pescadoras y pescadores, las localidades en donde se encuentran, las artes de
pesca que utilizan, la frecuencia de captura y la cadena de suministro. En la
bibliografía revisada se observó que no se registran pescadores de la ciudad
de Pátzcuaro, por lo que en este sitio se revisarán desde mercados locales
donde se comercializan e intercambian recursos pesqueros.
La primera parte de este capítulo incluye antecedentes que indican la
importancia de la pesca lacustre dentro de la subsistencia del pueblo purépe-
cha, así como las principales especies de peces y demás fauna lacustre que
se aprovecha hoy. Posteriormente, se anotan los métodos que se utiliza-
ron para alcanzar los objetivos planteados y los resultados obtenidos, los
cualessediscutenynalmentelleganareexionesentornoalosdesafíosde
la pesquería y su relación con la autonomía alimentaria.
La pesca en aguas continentales y en el lago de Pátzcuaro
La pesca es una actividad primordial para millones de personas en el mun-
do, principalmente para aquellos que viven cerca de cuerpos de agua. En el
caso de México, la pesca proviene en su mayor porcentaje de los océanos, y
sólo el 2% proviene de aguas continentales tales como ríos, lagos, lagunas,
presas,entreotros(DiarioOcialdelaFederación,2004a).Elporcentajede
las aguas continentales, aunque es aparentemente bajo, representó en 2013
el 23% de la producción pesquera nacional y alcanzó un volumen de 36,330
toneladas; las pesquerías de agua dulce de bagre, carpa, mojarra, tilapia, cha-
ral, lobina y langostino son las que tuvieron la mayor importancia económi-
ca(DiarioOcialdelaFederación,2016).Tambiénsereconocequeexisten
otros embalses que son importantes para el consumo doméstico y el sustento
económico y nutricional de las comunidades locales, así como en otras donde
se desarrollan actividades de pesca deportivo-recreativa o acuacultura (CO-
NAPESCA,2014;DiarioOcialdelaFederación,2016).Cabeseñalarqueel
término pesquería hace referencia a todas las actividades relacionadas con
la actividad pesquera, desde la preparación de las distintas artes de pesca,
su cosecha, las actividades pospesca y la limpieza del pescado hasta su dis-
posiciónnal,locualincluyelaventa.
Capítulo 4
109
En México, la pesca es una actividad con un alto sesgo de género y es
una de las actividades productivas menos remuneradas (INEGI, 2019). Sin
embargo, cuando se hace un análisis de las actividades realizadas al interior
de las pesquerías, es relevante el papel de las mujeres en esta actividad poco
visibilizada (Arellanes-Cancino ., 2022; Perea Blázquez y Flores Palacios,
2016; Solano ., 2021).
Algunos autores como Rojas-Carrillo y Fernández-Méndez (2006) han
considerado que el aporte de la pesca en los lagos es principalmente para el au-
toconsumo. En el caso del lago de Pátzcuaro, existen registros de su aprovecha-
miento e intercambio desde la época precolombina (Perlstein Pollard, 2004), y
en una de las láminas de la Relación de Michoacán2 se observa la presencia de
oriundos con pescados en aparente actividad de trueque o intercambio.
AmediadosdelsigloXX,seidenticólapresenciadepescadoresdentro
del lago, quienes se localizaban casi exclusivamente en las islas y algunos
hacia el este, cerca de Ihuatzio (en lo que se denomina la península Tarhui-k
éri).Enlospueblosdetierrarmelaprácticadelapescaeraescasa,sibien
algunos agricultores practicaban esta actividad a tiempo parcial (West y Es-
parza Serra, 2013: 120). La información de Argueta . (1986: 86) indica que
los volúmenes de pesca se dispararon en la década de 1970; en los siguientes
añosseidenticanlosmayoresvolúmenesdepesca,loscualesdecrecenenla
década de 1990 (Rojas, 1992). Estos datos fueron importantes para considerar
la regulación de la pesca y proponer normas y leyes para preservar el equi-
librio ecológico y la protección al ambiente (Anta et al., 2008). Sin embargo,
estosinstrumentosse desarrollaron y ejecutaronanales del sigloXX,lo
cual ocasionó una ruptura entre las organizaciones pesqueras y las autorida-
des gubernamentales (Huerto Delgadillo y Vargas Velázquez, 2014). Por este
motivo, falta información reciente sobre la producción pesquera y su regula-
ción, así como la importancia que tenía este recurso para la alimentación de
la región lacustre (Argueta ., 1986).
2EstaobrafueescritaenelsigloXVIynarralahistoriadelosantiguospurépecha(llama-
dos tarascos), a través de láminas pintadas donde se muestran tradiciones y costumbres de la
época (Alcalá, 2017).
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
110
HastaprincipiosdelsigloXXIsecuentaconinformaciónrespectoalo
que se pescaba, los volúmenes y las artes de pesca utilizadas, incluso de las
poblaciones de peces (SAGARPA e INAPESCA, 2006). Sin embargo, los volú-
menesdepescasedejarondecuanticar,yseinterrumpiólatomadedatos
con relación a lo que se pescaba por parte de la autoridad correspondiente, la
Secretaría de Desarrollo Rural (SADER), el Instituto Nacional de Pesca (INA-
PESCA) y el Centro Regional de Investigación Acuícola y Pesquera (CRIAP).
Se conoce que hay normas regulatorias para el aprovechamiento pesquero
que no se aplican, y que es muy heterogénea la organización en torno a la
pesca (Contreras Jaimes .,2022).Estasituaciónhainuidoenfaltadein-
formación para conocer los volúmenes de pesca que se extraen del lago, aun-
que hay información que indica que existen entre 800 a 1,050 personas que se
dedicanaestaactividad(Arroyoiroz., 2014; Vargas Herrejón, 2023).
Con respecto a la información acerca del consumo de peces y otros
recursos pesqueros del lago, se sabe por diversas fuentes que estos recursos
siguen siendo parte de la dieta de los habitantes de la ribera y son de gran
aporte nutricional, biocultural y complementan la economía local, entre
otros aspectos. Los recursos de la laguna han sido un elemento central en
la alimentación de los habitantes de esta región lacustre y de otras regiones
aledañas (Huerto Delgadillo y Vargas Velázquez, 2014; Sánchez y Florescano,
2018; Toledo ., 1992; Vargas Herrejón ., 2021).
El pueblo purépecha tiene una relación muy estrecha con su entorno,
con su territorio (Amézcua Luna y Sánchez, 2015; Toledo y Barrera-Bassols,
1984). Los que se encuentran en Michoacán, una entidad federativa
con una gran riqueza biológica y cultural, realizan diversas estrategias para
aprovecharsusrecursosnaturales,loquesereejaensumemoriabiocultu-
ral, en su metabolismo rural (Toledo, 2013; Toledo y Barrera Bassols, 2008).
Estaestrecharelaciónsehamodicadopordiversosfactoressocioambienta-
les que han generado cambios en el ecosistema lacustre y en los ensambles
ecológicos de las diversas especies del lago. Distintos estudios indican que se
aprovechan alrededor de 18 especies; entre los peces nativos en encuentran
los charales (, C. grandocule, C. patzcuaro), el pescado
Capítulo 4
111
blanco (), la acúmara (Algansea lacustris), tiros y che-
huas (Allotoca diazi, A. dugesii,, G. atripinnis,), y
tambiénseaprovechaunanbiollamadoachoque().
Asimismo, hay dos especies de acociles que se capturan para autoconsumo
y no se comercializan (, -
sis). Los peces introducidos o exóticos son: mojarra, tilapia, carpas y lobina
(Cyprinus carpio, Ctenopharyngodon idella,), que por
su abundancia son las especies que más se comercializan (Ceballos, 2016;
Domínguez , 2019; Miller , 2009). Algunas poblaciones de peces se
encuentran amenazadas, casi todas endémicas como la sardina o acúmara, el
achoque, así como el emblemático pescado blanco (Domínguez ., 2019).
En contraste, las especies introducidas son las más abundantes y se inserta-
ronallagoendistintosmomentosdelsigloXX;estasespeciessehansumado
a las preferencias de los oriundos (Vargas et al., 2021). Existió una cierta re-
sistencia en la década de 1970 a los sabores y consistencias (Argueta .,
1986), pero en la década actual la información de las nuevas generaciones
indica que consumen más las especies introducidas, mientras que las nativas
son más importantes para las personas adultas mayores con una perspectiva
de añoranza, al reconocer que las especies como el pescado blanco y la acú-
mara no las pueden consumir en las tallas que las consumían antes, ni con la
frecuencia que lo hacían (Vargas Herrejón, 2021).
En este contexto, aunque se aprovechan los recursos locales en el lago
de Pátzcuaro, la situación socioambiental es compleja e incide en la escasa
abundancia de las especies nativas (Huerto Delgadillo y Vargas Velázquez,
2014); además, los cuerpos de agua continentales son permanentemente vul-
nerables: por la presión antropogénica, por la demanda del agua dulce y
porque son vertederos de desagües (Welcomme, 2011). Este es un tema re-
levante, porque los cambios de las condiciones óptimas pueden incidir en la
disminución de la producción pesquera del lago, y esto podría afectar direc-
tamente en la autonomía alimentaria de los habitantes de su ribera.
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
112
Métodos
Esta sección se divide en dos partes: la primera corresponde a entrevistas rea-
lizadasa pescadores ypescadoras de laribera del lago,a nde conocer la
pesquería y la cadena de suministro; la segunda parte se realizó para conocer
la comercialización y otras formas de intercambio en diversos mercados de la
ciudad de Pátzcuaro.
Para la primera se obtuvo información de las pesquerías a partir de los
datos de las encuestas realizadas en enero, febrero y marzo de 2018. Para
eseaño,laocinadelaComisiónNacionaldePescaenPátzcuarodelaSe-
cretaría de Desarrollo Rural (antes SAGARPA) tenía registrada sólo cuatro
cooperativas pesqueras (dos en la isla de Yunuén y dos en Tzintzuntzan), y 23
permisos no renovados o vencidos para pescadores y pescadoras;3 la infor-
maciónbibliográcaindicaqueparalaprimeradécadadelsigloXIXhabía
alrededorde800pescadores(Arroyoirozet al., 2014). En función de la in-
formación anterior y de la proporcionada por la SADER, se realizaron visitas
en las localidades en donde existía registro de pescadores. Los pescadores y
las pescadoras se seleccionaron de manera aleatoria, buscando una muestra
representativa en función del tamaño de la población y de la disposición de
las personas. Para la aplicación del instrumento, el primer paso fue buscar
enlosmuellesdelaslocalidadesidenticadas,porlasmañanas,aaquellas
y aquellos que desembarcaban. Además, mediante la técnica de muestreo
“bola de nieve”, se preguntó si conocían o sabían dónde se podrían encontrar
a pescadores para aplicarles el cuestionario.
Se preguntó a las pescadoras y pescadores: i) formas de organización,
ii) arte de pesca que utilizan, iii) especies que más se pescan, iv) consumo y
cantidad a la semana, v) frecuencia de captura, o número de días que pescan
alasemana,vi)porcentajedecapturaquesevende,compartey/oregala,y
vii) canales de distribución o cadena de suministro. Aunado a lo anterior,
durante los meses de febrero de 2020 y marzo de 2022 se visitó la región y se
3 Información derivada de la información proporcionada por el biólogo Martín Arceo Zata-
ray,delaocinaregionaldelaCONAPESCA-SADERenPátzcuaro,Michoacán.
Capítulo 4
113
hicieron observaciones de campo, y también se realizaron charlas informales
con pescadores del lago de las localidades de Ihuatzio y la isla Urandén.
Respecto a la segunda parte, para conocer información sobre la comer-
cializacióndelrecursopesquero,separtiódeinformaciónbibliográcayde
trabajo de campo realizado en diversos puntos de venta e intercambio de
Pátzcuaro. Se ha reconocido que esta ciudad y sus mercados son importantes
centros de distribución de bienes de la región y sitio de articulación social
(Farfán-Heredia et al., 2018; Durston, 1976), y es emblemático el tianguis
de cambio en donde existe una economía alternativa basada en el trueque
(Fabré y Santamaría, 2012). A partir de estos elementos, en 2020 y 2022 se
hicieron recorridos y observación participante por el tianguis de cambio, el
mercadomunicipalparaidenticarloslugaresdondesevendenlosrecursos
pesqueros afuera del Santuario de la Virgen de Guadalupe, en las inmediacio-
nes del mercado municipal y en el mercado de pescado ubicado al interior
de este. En 2022 se realizaron entrevistas semiestructuradas a asistentes del
tianguis de cambio, a vendedoras de las inmediaciones del mercado munici-
pal y a vendedoras del mercado de pescado. A ellas se les preguntó su lugar
de procedencia, los tipos de pescado que vendían, las formas en que lo ven-
dían(crudo,procesadoenletes,ofritoyseco),sieranvendedorasdirectas,
es decir, si vendían los pescados que sus familias obtenían del lago o si eran
acopiadoras, en otras palabras, si recuperaban el pescado de sus localidades,
así como las formas en que intercambiaban el pescado, por dinero o por
trueque. Todas las personas entrevistadas eran mujeres acompañadas por
sus familiares.
Resultados y discusión
En total se encuestó un total de 211 pescadores y pescadoras de 18 localida-
des,4 204 hombres y siete mujeres de cuatro localidades: isla Yunuén (2), San
4 Las 18 localidades visitadas y número de encuestas realizadas (entre paréntesis) fueron
en Arocutín (1), Erongarícuaro (4), Ichupio (20), Ihuatzio (12), isla Yunuén (11), Jarácuaro (7),
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
114
Andrés Tziróndaro (2), Tarerío (2) y la isla Urandén de Morelos (1). El mayor
porcentaje de pescadores corresponde a hombres, y el porcentaje de mujeres
que pescan ni siquiera corresponde al 10% nacional esperado (INEGI, 2019),
ya que sólo es del 3.2%. Cabe señalar que 209 de 211 personas encuestadas
manifestaron que la pesca es su principal actividad productiva.
Respecto a la organización pesquera, se observó que existe una gran
diversidad de organizaciones internas y la mayoría de los pescadores no es-
tánaliados ala CONAPESCA dela SADER.En cuantoa lapregunta de
laaliación,el64.9%mencionóqueestáaliadoaunaasociaciónalaque
denominaron de diversas formas: cooperativa, unión, o por un nombre de la
organización;35%mencionóquenoestáaliadoaninguna(contestaron208
personas la pregunta). En campo se observó que cada persona decide qué ar-
tes de pesca utilizar, no hay consenso en las vedas y se pesca principalmente
cuando hay temporadas altas para la venta, la más importante en Semana
Santa. Esto contrasta con la normativa propuesta para el aprovechamiento
del lago, ya que en los meses de marzo y mayo se considera que se debería
evitar la pesca de charales y de pescado blanco por ser su época de reproduc-
ción(DiarioOcialdelaFederación,1998;2015).Desdeprincipiosdelsiglo
XXnosereconocelapesqueríaexclusivadepescadoblanco,peroseconside-
ra que este es parte de los charales que se pescan en su fase juvenil, es decir,
con tallas menores (Vargas, 2023). La normativa propuesta por el Estado no
se cumple y se pesca todo el año, sin claridad en la presencia de acuerdos
internos por parte de las y los pescadores para evitar pescar alguna especie
en particular; esta situación ya ha sido mencionada en otras investigaciones
(Huerto Delgadillo y Vargas Velázquez, 2014; Contreras Jaimes ., 2022).
Con respecto a las artes de pesca, se utilizan redes agalleras con una
apertura de malla que les permite pescar mojarras y carpas principalmente;
estaredes normalmentedenailon (gura 1).Hayuna grandiversidadde
artes de pesca y formas de nombrarlas. La más común es la red agallera, tum-
La Pacanda (22), Ojo de agua (16), Puácuaro (8), San Andrés Tziróndaro (10), San Jerónimo
Purenchécuaro (8), San José Oponguio (15), San Pedro Cucuchucho (9), Santa Fe de la Laguna
(9), Tarerío (16), Tecuena (10), Ucazanaztacua (16) y Urandén de Morelos (17).
Capítulo 4
115
bo, red o chiremecua, la cual se utiliza más para atrapar pescados de la talla
de las tilapias y carpas maduras, y es utilizada por el 60% de los pescadores.
Estainformaciónhasidoreportadaenotrosestudios(Arroyoirozet al.,
2014; Vargas, 2023). Otro arte es el chinchorro, una red de arrastre con una
apertura pequeña que atrapa todo a su paso; esta arte declaró usarla el 17%
de los encuestados. Durante las visitas a campo, también se observó que se
utiliza un tipo de red de menor luz de malla, a la que se le denomina velo
de novia, que es un tipo de chinchorro que se utiliza para atrapar alevines
o juveniles de charales. En la visita realizada a la isla de Janitzio, este fue
elúnicositiodondeseidenticóelusodelaredmariposaoparakata;este
arte de pesca la utilizan los pescadores de exhibición, quienes muestran el
arte de la pesca a turistas que arriban a la isla. Como se mencionó, la fauna
dellagoesmultiespecícayconunadistribuciónheterogénea(Domínguez
et al., 2019). Al respecto, llama la atención que el 15% de los pescadores en-
cuestados pueden utilizar más de un arte de pesca y que la cambian según la
presencia de una determinada especie o por una fase del ciclo de vida de una
especie; por ejemplo, se puede cambiar del chinchorro charalero al velo de
novia por la presencia de juveniles. Esto indica un conocimiento en relación
con la biología de las especies y sus ciclos reproductivos. Al respecto, Argue-
ta et al.(1986)identicanunagranvariedaddeartesdepesca,redeshechasa
mano de hilo de algodón tejidas por los pescadores, y una gran diversidad de
ritualesparapescar;Williams(2014)haceunestudioetnográcoendonde
identicadiversosartefactosqueseutilizanparapescarqueyaincluyenre-
des de nailon. Durante la pesca, son relevantes los conocimientos en relación
con la biología y el aprovechamiento de las personas del pueblo purépecha,
los cuales se han transmitido generacionalmente y han llevado a una estre-
cha relación biocultural (Argueta 2008; Vargas et al., 2021). Con referencia a
losmediosdetransporte,seutilizancanoasdebradevidrioylanchas;un
porcentaje menor al 5% utiliza lanchas a motor para ir a pescar.
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
116
Figura 1. Pescadores arreglando sus redes antes de salir a pescar en San
Jerónimo Purenchécuaro (2022). Foto: Mauricio Vargas Herrejón.
La información de los pescadores y las pescadoras indica que la espe-
cie que más se captura es la mojarra, y en segundo lugar los charales. La
composición de la captura ha cambiado con respecto a años anteriores, ya
que los datos del año 2000 de la SAGARPA (ahora SADER) indicaban que
la composición de captura se conformaba por 36% de mojarra o tilapia, 32%
acúmara,23%charal,5%chehuay1%pescadoblanco(DiarioOcialdela
Federación, 2004b). Desde esa época, el mayor porcentaje de volúmenes
de captura lo tenía la mojarra, pero existía un mayor balance en lo que se
capturaba. En las entrevistas realizadas en 2018, los pescadores no menciona-
ron la presencia de la acúmara, y mencionaron que es un pez muy escaso.
También mencionaron que, aunque es más abundante la mojarra respecto
a las otras especies, el precio por kilo de charal es más alto, por lo que les
conviene más pescar charales, que comprenden a un grupo de especies de
spp.; en ocasiones, el pescado blanco se confunde con los de-
más charales cuando es pequeño. Vargas Herrejón (2023) menciona, a par-
tir del análisis de una muestra de charales, que un 10% estaba conformada
por pescados blancos. Cabe señalar que existe una reserva de este pescado
que año con año libera cientos de peces en fase juvenil en la isla Urandén
(Chacón Torres y Rosas Monge, 2018).
Capítulo 4
117
Con respecto a los sitios de pesca, a diferencia de otros lagos, donde
se asignan permisos para poder aprovechar los recursos a lo largo de toda
lasupercie,enellagodePátzcuaroexisteunaasignacióndelossitios
de pesca por normas consuetudinarias. Dentro de cada localidad se iden-
ticalapartedelariberaquelescorresponde;unafraccióndellagose
divide como si fuesen parcelas y los espacios se asignan por familias. Los
sitios son heredados de generación en generación, y en el caso de que no
lo utilicen también se pueden subarrendar.
Con relación a la distribución del recurso pesquero, llama la atención
que los y las pescadoras llevan una parte de lo que pescan para la casa. El
consumo de pescado entre pescadores indica que se da prácticamente todo
el año, y que el 86% de los pescadores consume, junto con sus familias, entre
tres a seis kilos de pescado, y en promedio 4.3 veces a la semana (informa-
ción de 199 personas que contestaron); sin embargo, 51 personas, el 25% de
los pescadores, indicaron que lo consumen a diario, siete días a la semana. En
un estudio realizado en Ihuatzio, se encontró que los pescadores consumen
en promedio 5.5 días a la semana pescado, mientras que, en otros grupos
como artesanos y cocineras, el consumo fue de entre tres a cuatro días por
semana (Vargas Herrejón, 2021).
Sobre lo que se destina a la venta, de las respuestas de 208 pescadoras y
pescadores, 60% mencionaron que venden todo lo que pescan y 33% mencio-
naron que venden alrededor del 75%; lo que no se vende se puede compartir
o regalar con la familia. Al preguntarle cuánto regalan, el 88.8% de las per-
sonas (197 contestaron la pregunta) indicaron que no regalan nada, mientras
que el resto comentaron que comparten. Llama la atención que sólo una de
las 211 personas encuestadas no vende pescado, sino que sólo lo destina para
autoconsumo.
En cuanto a los canales de distribución de la pesca, estos se pueden ob-
servarenlagura2,lacualindicaquelaprincipalventasedirigealconsumi-
dor local; la segunda más relevante es la venta a intermediarios foráneos, y la
tercera a consumidores fuera de la localidad. En resumen, la mayor parte de lo
que se vende va directo al consumidor. En la categoría se incluyen respuestas
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
118
que no dejaban en claro si la venta era local o foránea. Cabe señalar que uno
de los pescadores encuestados de la localidad de Ucazanaztacua indicó como
canal de venta el trueque en el tianguis de cambio. También se observa que las
y los pescadores tienen más de una forma de venta, es decir, pueden dirigir su
producción a más de un canal de distribución.
Figura 2. Canales de distribución de pesca de 18 localidades de la ribera
del lago de Pátzcuaro. Elaboración propia a partir de la información de las
respuestas de 196 pescadoras y pescadores de la región.
Enlos tres sitiosde estudio seidenticaronvendedoras depescado: en el
tianguis de cambio a un costado del Santuario de la Virgen de Guadalupe, en
losalrededoresdelmercadomunicipalyenunasecciónespecícaalaque
llaman mercado de peces. Las vendedoras del tianguis de cambio venden y
hacen trueque con pescados del lago; provienen de más de 40 distintas lo-
calidades de la ribera y la mayor parte de las personas que venden pescado
provienen de la isla Urandén, pero también provienen de Ichupio, Janitzio,
Urandén de Morelos y Tarerío. (Arellanes Cancino ., 2017). En el tian-
Capítulo 4
119
guis se observó la venta e intercambio de mojarras, charales, carpas y tiros
(Allotoca spp.). Se observó que la principal proteína de origen animal que se
intercambia en el tianguis de cambio es el pescado. Se venden los peces que
son de mayores tallas, y los más pequeños se pueden intercambiar por pro-
ductos, siendo una de las prioridades el cambio por maíz y tortillas. La mayor
parte de los pescados se venden frescos, incluso se pueden entregar en hojas
(gura3);asuvez,seencontraronpecesprocesadosenletesycocinados,
dorados o fritos, los cuales también se pueden vender o intercambiar. Una
señora de la isla Pacanda comentó que ella no intercambia charales secos, ya
que toma mucho tiempo su secado, se le invierte mucho trabajo y cuando
se venden llegan a costar hasta 700 pesos el kilo, dependiendo de la talla.
Ella mencionó que la oferta de pescado varía en el año; la temporada de
más oferta, aunque no necesariamente de mayor abundancia, es la Semana
Santa, época en que el pescado es muy cotizado y puede ser difícil obtenerlo
a través del trueque. La mayor parte de las mujeres intercambia lo que sus
maridos o familiares pescan; en el 2022 se observó una persona de Ihuatzio
que recibía pescado para revender y su vendedora le cobraba en parcialida-
des. La segunda persona entrevistada era de Urandén, quien comentó que la
mayor parte de las mujeres que cambian pescados vienen de su localidad;
además, dijo que el producto que más le interesa cambiar es el maíz, ya que
lo almacena y le puede durar mucho, y es de mejor calidad que el que se com-
pra en las tiendas. Asimismo, añadió que durante la pandemia se enfermó y
tardó mucho tiempo en mejorar, por lo que no pudo venir al trueque, lo cual
impactó en su provisión del maíz y afectó su economía porque lo tenía que
comprar. La señora de Urandén comentó que es pescadora cuando su marido
sale por temporadas a Estados Unidos, y lo que lleva a la casa derivado del
trueque es muy importante para su subsistencia.
En los pasillos afuera del Santuario de la Virgen de Guadalupe y en las
calles aledañas al mercado municipal, también es posible ver a mujeres que
venden pescado. Se ofertan principalmente charales, pescado blanco y pesca-
do procesado en tamales de charal, pescado frito y charales fritos y secados
(gura4).En2020secompróafueradelaiglesiapescadoblanco,elcual,al
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
120
identicarlo,seobservóquesetratadepescadoblancodellagodeZirahuén
(). En los pasillos se entrevistaron a dos señoras, una
de Tarerío y otra de Janitzio, quienes venden pescado en ese pasillo y en el
aledaño al mercado municipal. La señora de Tarerío tiene un puesto muy am-
plio y oferta charales frescos y tamales de charales, así como charales asados;
ella es intermediaria y trae el pescado de su comunidad. La señora de Janitzio
ofertaba pescado recolectado por su familia, junto con pescado comprado en
su comunidad. Ambas comentaron que sólo venden, pero cuando la venta
es baja, se pueden animar a intercambiar dependiendo de lo que ofrezca el
comprador. Se observaron más vendedoras en los pasillos que provienen de
la isla Tecuena, la isla Pacanda y de Ucazanaztacua. La señora de Janitzio
comentó que la mayoría de ellas trae a vender lo que sus familiares pescan y
lo que pueden adquirir de otras personas de su localidad.
Figura 3. Mujer ofreciendo charales en el tianguis de cambio de Pátzcuaro
(2014). Foto: Yaayé Arellanes.
Capítulo 4
121
Figura 4. Señora vendiendo pescado afuera del Santuario de la Virgen
de Guadalupe, Pátzcuaro (2022). Foto: Yaayé Arellanes.
Respecto al mercado de pescado, en su interior se puede encontrar a
mujeres de diversas localidades tales como Ihuatzio, la isla de Urandén y
Jarácuaro, quienes en su mayoría son revendedoras, aunque en ocasiones
puedentenerpescadodesusfamiliares;en2020seidenticóunamarchanta
del tianguis de cambio, quien dejaba en consigna su pescado. Las personas
ofertan diversos productos, en su mayoría pescado fresco del lago de Pátz-
cuaro,ycharalessecosdediversastallasprovenientesdelapresaInernillo.
No se observó la práctica del trueque al interior del mercado de pescado, ya
que comentaron que siempre tienen que pagar con dinero la cuota diaria
por vender ahí (seis pesos en 2022), así como el pescado que compran para
revender y, en consecuencia, el trueque no les conviene. En un puesto de este
mercado se encontraron achoques vivos, que tenían por encargo, y acúmaras
fritas con huevera.
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
122
Reexiones nales
La pesca en el lago de Pátzcuaro es una actividad que puede generar ingresos y
satisfacer parte de las necesidades alimentarias de las personas que pescan en
el lago, por lo tanto, es una actividad que apoya a la autonomía alimentaria de
los pescadores y pescadoras y es importante para la alimentación de la región.
En este sentido, la mayor parte del recurso pesquero extraído del lago es dis-
tribuido de manera local y regional directamente al consumidor. Para conocer
los alcances e importancia de la producción pesquera del lago a nivel regional,
serequierenestudiosmásespecícos.
La pesquería del lago de Pátzcuaro es de corte artesanal y tradicional,
enelsentidodelosusosycostumbresqueseidenticanporpartedelas
pescadoras y pescadores, ya que la mayoría de las asociaciones pesque-
rasnoseencuentranaliadasalaFederación,ycuentanconsuspropias
formas de organización y reglas para el acceso a los recursos, así como
normas consuetudinarias de asignación de espacios de pesca e incluso la
decisióndelaspersonasdealiarseonoaunaorganización.Estollevaa
pensar en una autonomía en la toma de decisiones del aprovechamiento
del recurso pesquero, la cual se puede asociar a una relación biocultural
con la zona, así como la apropiación práctica y simbólica de las especies
introducidas, entre otros factores.
Aldejarsederealizarlacuanticacióndelosvolúmenesdepesca,por
parte del gobierno federal y de otros niveles, no existen datos que indiquen si
actualmente se obtiene más o menos pescado que hace unas décadas, a pesar
deloscambiosdemográcosy en generalde lascondicionesdellago;por
tanto, resulta más complejo plantear estrategias de intervención o regula-
ción en pro de Pátzcuaro, sus recursos pesqueros y las personas que habitan
en su entorno.
Estacuestión,relacionadaconlafaltadeinformacióndedignayac-
tualizada, diculta comprender la importancia de los volúmenes que se
pescan, de la producción pesquera. En este sentido, se requieren estudios
Capítulo 4
123
queidentiquenlosvolúmenesdelrecursopesqueroquesedestinanalau-
toconsumo y los volúmenes dirigidos al intercambio y la venta, que como
se observó en este estudio son de alcance local y regional. La información que
provienedeesteestudiopermiteidenticarquelamayorpartedelaproduc-
ción se destina al mercado local, lo que indica que es para el consumo de las
localidadesendondeseestáproduciendo,yquelosbeneciosdesuventa
incidendirectamenteenlosylaspescadoraslocales.Lainformaciónocial
actualizadapermitiríacuanticarlosalcancesdelaautonomíaalimentaria
que proviene de los recursos pesqueros, pero este estudio posibilita identi-
carlagranimportanciadelaproducciónpesqueraanivellocalyregional.
Respecto a los mercados seleccionados, en estos espacios ofrecen recur-
sos pesqueros de la región, que son intercambiados por medio del trueque o
unatransacciónmonetaria,loquepermiteidenticarquelosrecursospes-
queros del lago son accesibles a la comunidad; el trueque es una característi-
ca de las tradiciones del pueblo purépechas (Amézcua Luna y Sánchez, 2015).
A lo largo de esta década, se ha observado que el recurso pesquero
siguecontribuyendoala autosuciencia alimentariadelospescadores y
pescadoras del lago, ya que estos recursos los alimentan y, a su vez, les
proporciona una remuneración a partir de la venta del pescado y otros. Los
habitantes de la región lacustre también se ven favorecidos por el recurso
pesquero, ya que esta proteína de origen animal es una parte relevante de
la dieta, teniendo en cuenta que se trata de alimentos asequibles (disponi-
bles de manera directa), nutritivos y diversos; dicho recurso está confor-
mado principalmente por distintas especies de pescados introducidos, y
también nativos que son habituales en el día a día, y que también forman
parte de tradiciones de diversa índole.
En este sentido, se requieren acciones para visibilizar la importancia
que aún tiene el recurso pesquero como un elemento importante dentro
de la cultura alimentaria de la región, y como una parte fundamental del
aporte a la dieta de proteínas de origen animal. El conocimiento también se
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
124
relaciona con lo que se consume, con la dieta y con la cultura alimentaria.
A diferencia de los espacios urbanos, en las regiones rurales se fortalece la
sucienciaalimentaria,comosepuedeapreciarenloabordadomásarriba,
que pone en evidencia una relación biocultural estrecha entre las comuni-
dades de Pátzcuaro y los recursos del lago, que se integran en prácticas de
autoabasto y otras más de carácter económico.
Más allá de estas consideraciones, hay distintos aspectos que opacan la
importancia que tiene la autonomía alimentaria que genera este recurso en
el lago de Pátzcuaro. Entre otros, podemos enumerar la falta de información
sobre lo que se consume en la zona, el estado de la regulación en torno al
aprovechamiento de los recursos pesqueros y la compleja organización so-
cial de sus comunidades; a esto se suma la suposición recurrente de que se
sabe casi todo sobre la ecología, la situación socioambiental y los aspectos
sociales del lago de Pátzcuaro, lo que pierde de vista que se trata de un lago y
decomunidadesenconstantecambio,conlosretosqueestosignica.
Referencias bibliográcas
Alcalá, J. de. (2017). Relación de Michoacán (primera edición electrónica).
Fondo de Cultura Económica.
Amézcua Luna, J., y Sánchez, D. G. (2015).
. CDI, Comisión Nacional para el Desarrollo de
los Pueblos Indígenas.
Anta, S., Carabias, J., Díaz De León, A., Ilsley, C., López, C., Robinson, D.,
y Ávila, S. (2008). Consecuencias de las políticas públicas en el uso
de los ecosistemas y la biodiversidad. En: Conabio, Capital natural
, vol. III: Políticas públicas y perspectivas de sustentabili-
dad, pp. 87-153. Conabio.
Capítulo 4
125
Arellanes Cancino, Y., Arellanes Cancino, N., y Ayala Ortiz, D. A. (2017). El
tianguis de cambio de Pátzcuaro, Michoacán a través del Metabolismo
SocialdesdeMesoaméricahastaelsigloXXI.Estudios Sociales. Revista
, 27(50). hps://
doi.org/10.24836/es.v27i50.489.
Arellanes-Cancino, Y., Hernández-Santoyo, A., y Ayala-Ortiz, D. A. (2019).
Retos y perspectivas de la pesca artesanal en Cuitzeo y Pátzcuaro desde
un enfoque integrador. En: Arellanes-Cancino (coord.),
del sector agropesquero en Cuitzeo y Pátzcuaro, pp: 13-47. Miguel Ángel
Porrúa, UMSNH.
Arellanes-Cancino, Y., y Ayala-Ortiz, D. A. (2021). Problemática de la pesca
en el lago de Pátzcuaro: La invisibilidad entre la práctica y el discurso.
Regional. hps://doi.org/10.24836/es.v31i57.1031.
Arellanes-Cancino, Y., Ayala Ortiz, D. A., y Medina-Nava, M. (2022). Pa-
lagos de Michoacán. (1 y 2), pp. 217-236. hps://doi.org/10.6084/M9.
FIGSHARE.22229803.V1.
Argueta, A., Cuello, D., y Lartigue, F. (1986).
(primera ed.). SEP, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social.
Argueta, A. (2008). Los saberes P’urhépecha. Los animales y el diálogo con la
naturaleza. Morelia, UNAM, UMSNH, PNUMA, Casa Juan Pablo Edito-
res, Gobierno del Estado de Michoacán, UIIM.
Argueta, A., y Castilleja, A. (2008). El agua entre los p’urhépecha de Michoa-
cán. Cultura y representaciones sociales, (5), pp. 64-87.
Arroyoiroz,I.,Flores-Armillas,V.H.,Huerto-Delgadillo,R.,yPérez-Gil,
R. (2014). Estrategia para apoyar la recuperación de peces nativos en el
Lago de Pátzcuaro a través del manejo de especies exóticas: propuestas
para el manejo de la carpa común Cyprinus carpio. En: R. I. Huerto
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
126
Delgadillo y S. Vargas Velázquez (eds.),
, vol. II. IMTA, CONAGUA, SEMARNAT.
Castañeda Zuluaga, L. (2020). Acceso a la tierra y su relación con la autono-
mía alimentaria en el corregimiento de Bitaco municipio de La Cumbre
Valle del Cauca, Colombia. , 18, pp. 148-171. hps://
doi.org/10.25100/eg.v0i18.8893.
Ceballos, G. (ed.). (2016). -
tinción (primera edición). Fondo de Cultura Económica.
Chacón Torres, A., y Rosas Monge, C. (2018). Ecología del pescado blanco.
En G. Sánchez y E. Florescano (eds.),
(pp. 245-266). Secretaría de Cultura,
Gobierno del Estado de Michoacán, Instituto de Investigaciones His-
tóricas, UMSNH.
Cifuentes, J. L., Torres-García, M. P. y Frías Mondragón, M. (2003). El océano y
sus recursos, I. , tercera edición. FCE, SEP, CONACyT.
CONAPESCA. (2014). Comi-
sión Nacional de Acuacultura y Pesca, Secretaría de Agricultura, Gana-
dería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación. hps://nube.conapesca.
gob.mx/sites/cona/dgppe/2016/ANUARIO_ESTADISTICO_2016.pdf.
Contreras Figueroa, P. (2023). La transformación de un paisaje lacustre: la
isla Urandén de Morelos y la desecación del lago de Pátzcuaro, Michoa-
cán, de 1980 a 2022. Tesis de Maestría. Colegio de Michoacán A. C.
Contreras Jaimes, B., Camou Guerrero, A., Ayala Orozco, B., y Urquijo To-
rres, P. S. (2022). Historia de las organizaciones pesqueras en la cuenca
del lago de Pátzcuaro, Michoacán, 1930-2020. Región y sociedad, 34, pp.
1-27. hps://doi.org/10.22198/rys2022/34/1497.
DiarioOcialdelaFederación.(1998).
-
Capítulo 4
127
. Secre-
taría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. hps://dof.gob.mx/
nota_detalle.php?codigo=4876485&fecha=30/04/1998&print=true.
DiarioOcialdelaFederación.(2004a).Carta Nacional Pesquera. Secretaría
de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. hps://dof.gob.mx/
nota_detalle.php?codigo=680061&fecha=15/03/2004#gsc.tab=0.
DiarioOcialdelaFederación.(2004b).Carta Nacional Pesquera, Tercera sección.
Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. hps://dof.gob.
mx/nota_detalle.php?codigo=680061&fecha=15/03/2004#gsc.tab=0.
Diario Ocial de la Federación. (2015).
-
. Se-
cretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Ali-
mentación. hps://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5396198&-
fecha=11/06/2015#gsc.tab=0.
Diario Ocial de la Federación. (2016).
-
pesqueros. Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo rural,
Pesca y Alimentación. hps://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?-
codigo=5452927&fecha=19/09/2016.
Domínguez,O.,Madrigal,X.,yMedina,M.(2019).Peces.En:A.CruzAngón,
E. D. Melgarejo, y K. C. Nájera Cordero (eds.), -
choacán. Estudio de Estado II. Comisión Nacional para el Conocimiento
y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).
Durston J. W. (1976).
centro de Michoacán. Instituto Nacional Indigenista, Secretaría de Edu-
cación Pública. 377 pp.
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
128
Fabré, D. A., y Santamaría, S. Y. (2012). Deconstruir la globalización desde la
economía solidaria. , (5), 93-119.
FAO. (2009). Glosario de Agricultura Orgánica. FAO-Inter-departamental
Working Group on Organic Agriculture. hps://www.fao.org/lead-
min/templates/organicag/les/Glossary_on_Organic_Agriculture.pdf.
FAO. (2020).
en acción. FAO. hps://doi.org/10.4060/ca9229es.
Farfán-Heredia, B., Casas, A., Moreno-Calles, A. I., García-Frapolli, E., y Cas-
tilleja, A. (2018). Ethnoecology of the interchange of wild and weedy
plants and mushrooms in Phurépecha markets of Mexico: economic
motives of biotic resources management. Journal of Ethnobiology and
Ethnomedicine, 14(1), 1-19.
Gravante, T. (2019). Prácticas y redes de autonomía alimentaria en la Ciudad
deMéxico:unacercamientoetnográco.Inter disciplina, 7(19), 163-179.
Gómez-Martínez. E. (2010). Del derecho a la alimentación a la autonomía
alimentaria. Seminario de la Sustentabilidad. Otros Mundos Chiapas,
AC/ObservatoriodelDerechoalaAlimentaciónenAméricaLatinay
El Caribe, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México.
Hernández Montaño, D. (2006). Lago de Pátzcuaro. En
(pp. 391-422). SA-
GARPA, INAPESCA.
Huerto Delgadillo, R. I., y Vargas Velázquez, S. (eds.). (2014). -
, vol. II. IMTA, CONAGUA, SEMARNAT.
INEGI. (2019). . Instituto Nacio-
nal de Estadística y Geografía.
La Vía Campesina. (2011). La agricultura campesina sostenible puede ali-
mentar al mundo. Publicaciones de La Vía Campesina, Yakarta. 17 pp.
hps://cu.ly/iwPR2B2C.
Capítulo 4
129
Medina Rey, J. M., Ortega Carpio, M. L., y Martínez Cousinou, G. (2021).
¿Seguridad alimentaria, soberanía alimentaria o derecho a la alimenta-
ción? Estado de la cuestión. Cuadernos de Desarrollo Rural, 18. hps://
doi.org/10.11144/Javeriana.cdr18.sasa.
Miller, R. R., Minckley, W. L., Norris, S. M., y Gach, M. H. (2009). Peces dulcea-
(J.J.Schmier-Soto,trad.; primera edición).Comi-
sión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.
Ortiz Paniagua, C. (2004). -
. Tesis de Maestría en Ad-
ministración integral del ambiente. El Colegio de la Frontera Norte.
Perea Blázquez, A., y Flores Palacios, F. (2016). Participación de las mujeres
en la pesca: Nuevos roles de género, ingresos económicos y doble jor-
nada. , 1 (9), pp. 121-141. hps://cu.ly/GwKl2f3z
Perlstein Pollard, H. (2004). El imperio tarasco en el mundo mesoamericano.
Relaciones. Estudios de historia y sociedad, (99), pp. 115-145.
Rojas, P. (1992). Producción pesquera. En: V. M. Toledo, P. Álvarez-Icaza, y
P. Ávila García (eds.), Pátzcuaro 2000. Fundación Friedrich Ebert, Repre-
sentación en México.
Rojas-Carrillo, P., y Fernández-Méndez, D. F. (2006). La pesca en aguas con-
tinentales. En (primera ed.,
pp. 49-67). Comisión de Pesca: CEDRSSA, Centro de Estudios para De-
sarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria.
Rubio Vega, B. A. (2017). El movimiento campesino en América Latina durante
la transición capitalista, 2008-2016. Revista de ciencias sociales, (31), 15-38.
SAGARPA e INAPESCA. (2006). -
. SAGARPA, CONAPESCA.
Sánchez, G., y Florescano, E. (2018).
. Gobierno del Estado de Michoacán, Secretaría
de Cultura, UMSNH, Instituto de Investigaciones Históricas.
Yaayé Arellanes Cancino y Dante Ariel Ayala Ortiz
130
Solano, N., López-Ercilla, I., Fernández-Rivera Melo, F. J., y Torre, J. (2021).
Unveiling Women’s Roles and Inclusion in Mexican Small-Scale
Fisheries (SSF). , 7, 617965. hps://doi.
org/10.3389/fmars.2020.617965.
Toledo, V. M. (2013). El metabolismo social: una nueva teoría socioecológi-
ca. Relaciones Estudios de Historia y Sociedad, (136), 41-71. hps://doi.
org/10.24901/rehs.v34i136.163.
Toledo, V. M., Álvarez-Icaza, P., y Ávila García, P. (eds.). (1992). Plan Pátz-
(primera ed.). Fundación Friedrich Ebert, Representación en México.
Toledo, V. M., y Barrera-Bassols, N. (1984). Ecología y desarrollo rural en Pátz-
-
sinas. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Biología.
Toledo, V. M., y Barrera Bassols, N. (2008). -
. Icaria.
Van der Ploeg., J. D. (2010). Nuevos campesinos: campesinos e imperios ali-
mentarios. Icaria.
Vargas Herrejón, M. (2021).
. Tesis de Licen-
ciatura en Biología. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Vargas Herrejón, M. (2023). Situación actual de las pesquerías tradicionales del
lago de Pátzcuaro. Tesis de Maestría en Ciencias Biológicas. Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Vargas Herrejón, M., Arellanes Cancino, Y., y Medina Nava, M. (2021). El
papel de los recursos pesqueros en el patrimonio biocultural y la ali-
mentación en Ihuatzio, México. , (2), pp. 98-114.
Welcomme, R. (2011).
,(2), p. 97. FAO.
Capítulo 4
131
West, R. C., y Esparza Serra, L. L. (2013).
área tarasca (primera ed.). El Colegio de Michoacán.
Williams, E. (2014). -
tre en Michoacán. El Colegio de Michoacán.
Zibechi, R. (2021). De la soberanía a la autonomía alimentaria. En: D. Melón y
P. Pintos, -
trucciones populares en la periferia capitalista, pp. 45-50.
Capítulo 5
La diversidad de maíces y su conservación
en la cuenca de la laguna de Pátzcuaro
etzalcóatlOrozcoRamírez
Marta Astier
135
Capítulo 5
La diversidad de maíces y su conservación
en la cuenca de la laguna de Pátzcuaro
etzalcóatlOrozcoRamírez
UNAM
Marta Astier
UNAM-Morelia
Introducción
Cuando nos invitaron a participar en esta obra sobre Pátzcuaro, inmedia-
tamente aceptamos y pensamos que era una muy buena oportunidad para
resumir los trabajos que hemos hecho en la región durante casi dos déca-
das sobre el maíz, y presentarlos en un español sencillo y accesible para el
público no académico. A los dos nos ha cautivado la región de Pátzcuaro
por su paisaje y cultura: desde la montaña hasta la laguna, pasando por las
zonas agrícolas y los pueblos. Los dos compartimos el interés por la agricul-
tura campesina y, especialmente, unas ganas intensas por querer descifrar
el porqué de su resistencia a pesar de todas sus adversidades. A etzal
le apasionó el estudio de la diversidad del maíz y su distribución. Marta,
por otro lado, llegó a la diversidad del maíz, y su agricultura, empezando por
el estudio de los suelos agrícolas volcánicos, su manejo agroecológico en
sistema de maíz nativo y terminó enamorándose de las diferentes razas de
maíz y de todas sus variedades. Por ser fruto de nuestras investigaciones y
amor por la región de Pátzcuaro, los dos quisiéramos que este texto llegara
a la mayoría de las comunidades y que lo pudieran disfrutar las productoras
y productores, y las mujeres que transforman el maíz en tortillas, tamales,
atoles y otras delicias.
etzalcóatl Orozco Ramírez y Marta Astier
136
El objetivo de este capítulo es transmitir por qué la cuenca de Pátzcuaro
es tan rica en diferentes tipos de maíz nativo. A pesar de la intensa transfor-
mación socioeconómica y ambiental que está ocurriendo en la región en las
últimas décadas, quisiéramos poner en evidencia cómo (i) la diversidad de
maíces sigue siendo alta; (ii) los campesinos persisten, pero se transforman,
lo mismo que la cultura y los maíces, y (iii) existen estrategias desde la so-
ciedad civil que ayudan a la conservación de las variedades locales de maíz
nativo. Sin embargo, creemos que es necesario, a través de políticas públicas,
apoyar la conservación de dicha riqueza, y que su uso y aprovechamiento
formen parte integral del desarrollo regional.
La cuenca de la laguna de Pátzcuaro
La cuenca de la laguna de Pátzcuaro se localiza en el centro-norte del esta-
dode Michoacán, enla provinciasiográcadel EjeNeovolcánicoTrans-
mexicano.ComprendelosmunicipiosdePátzcuaro,Tzintzuntzan,irogay
Erongarícuaro, principalmente, y pequeñas áreas de los municipios de Tin-
gambatoySalvadorEscalante(gura1).Elrangoaltitudinalvadelos2040
a los 3300 msnm. El principal cuerpo de agua es la laguna de Pátzcuaro, for-
mada a partir de la fragmentación de la antigua cuenca del Lerma-Santiago.
Es uno de los lagos de mayor altura más importantes en la región centro
occidente de México. Es alimentado por la cuenca cerrada, que cubre una
supercieaproximadade1000kmy se divideennuevesubcuencas,todas
ellas con una disposición radial a partir de la laguna (Barrera-Bassols 1986,
Gómez-Tagle et al., 2001).
Barrera-Bassols (1986, 1992) divide a la cuenca en seis zonas a partir de
la combinación del relieve, el grado de la pendiente y la altitud: 1) la Zona
Lacustre, que comprende la planicie lacustre hasta el espejo del agua, con un
relieve de tipo acumulativo, o sea, donde se deposita el material que arrastra
la lluvia; 2) la Zona Baja, de los 2035 a los 2100 msnm, que comprende las
planicies y los valles ribereños; 3) la Zona de Transición, entre los 2100 y los
2400, es un talud que separa las zonas bajas de las de montaña; la pendiente
es media, entre los siete y los 15 grados en donde ocurren procesos de ero-
Capítulo 5
137
sión y acumulación; 4) la Zona de Valles Intermontanos con altitud variable;
5) la Zona de Montaña, localizada entre los 2400 y los 3000 msnm, con un
relieve de tipo erosivo que abarca la mayor parte de las sierras que circundan
a la cuenca; su pendiente es fuerte y varía entre los 25 y los 30 grados; 6) la
Zona de Alta Montaña, que se restringe a las cimas más altas de los cerros y
su relieve es de tipo erosivo con pendientes muy fuertes (de 25 grados o más).
Figura 1. Mapa de localización de la cuenca de la Laguna de Pátzcuaro.