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Resiliencia Comunitaria Página 1
Resiliencia Comunitaria Página 2
“Re-Presentación”
Prefacio 2024.
Esta obra nació de una idea, de un deseo. Mabel Munist quería plasmar en ella la importancia de la mirada
de la Resiliencia Comunitaria, creada por Néstor Suárez Ojeda y desarrollada por un grupo de colegas y
amigos, que fueron los pioneros de la Resiliencia en Latinoamérica, entre los que estaban María Angélica
Kotliarenco, Aldo Melillo y por supuesto Munist y Suárez Ojeda. Ellos, como verdaderos pioneros y maestros,
al aplicar este constructo en sus trabajos de campo y académicos, le dieron al mundo la posibilidad de
conocer y comprender la dimensión colectiva del constructo, que, hasta el momento, tenía un enfoque
personal y familiar. Luego, mucho más tarde, vendrían las miradas: organizacional, sociocultural y
ecosistémica. Mabel quería además homenajear con este libro a su compañero de toda la vida.
En un encuentro único en Bogotá, en el Congreso Resiliencia y Paz, en 2015, este germen ya fue semilla y con
mucho tiempo de trabajo de siembra, dio su fruto en el 2018. Entre todos y con el aporte material de muchos
se pagó una edición en papel limitada con una editorial independiente. Los no muchos ejemplares del libro
comenzaron a circular físicamente. No habíamos contemplado una edición digital.
Pero hoy, después de seis años, creemos que esta obra no puede quedarse en los estantes de una biblioteca.
Hacer una nueva publicación tanto en papel como virtual, sería casi imposible. Así que hoy socializamos
digitalmente la obra para que más semillas se dispersen, para que la siembra continúe y que la cosecha
beneficie a todos los que estén interesados. Las temáticas abordadas por el libro siguen siendo actuales,
cruciales y desafiantes, en esta realidad que sigue siendo tan compleja como años atrás. Y la mirada de la
Resiliencia Comunitaria, tan necesaria como entonces.
Nosotros somos… Nosotros estamos…
Nosotros tenemos… Nosotros podemos… Nosotros hacemos…
María Gabriela Simpson
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Resiliencia Comunitaria.
DEDICATORIAS.
En homenaje al Dr. Néstor Suárez Ojeda,
en agradecimiento a sus saberes, aportes y pasión que generosamente compartió con todos.
Lo que hace a un maestro es su generosidad, su humildad y su capacidad de aprender con los otros.
Los autores agradecen a Mabel, a María Angélica, a Stefan y a Aldo por su condición de maestros.
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ÍNDICE. PÁG.
PRÓLOGO.
Daniel Rodríguez
INTRODUCCIÓN. Probar sabores de resiliencia: Un mini-curso en mensajes condensados.
Stefan Vanistendael
(traducción de Pilar Surjo de Bunes)
PRIMERA PARTE.
Resiliencia comunitaria: Una mirada, distintas y actuales visiones.
CAPÍTULO 1. Resiliencia comunitaria, con historia propia y un vasto recorrido.
María Angélica Kotliarenco
CAPÍTULO 2. La resiliencia perdida.
Aldo Melillo y Fernando Melillo
CAPÍTULO 3. Diálogos de la Mona Chita.
José Luis Rubio y Gema Puig. ADDIMA
CAPÍTULO 4. Desarrollos resilientes y creación. Perspectiva psicoanalítica e investigación.
Rubén Zukerfeld y Raquel Zonis Zukerfeld
CAPÍTULO 5. Resiliencias desde una perspectiva relacional: ¿por qué seguir pensando y
escribiendo sobre resiliencias?
María Cristina Ravazzola
CAPÍTULO 6. ¿De qué hablamos cuando hablamos de resiliencia comunitaria?
Mabel Munist , Magdalena Belén Suarez Munist y Mariana Alonso .
SEGUNDA PARTE.
Colombia, una posibilidad para la reflexión; el camino del aprendizaje colectivo.
CAPÍTULO 7. La resiliencia comunitaria como expresión de la inteligencia colectiva. La
capacidad re-generativa de los colectivos humanos en las prácticas de protección de la infancia
en contextos de adversidad.
Patricia Granada Echeverri.
CAPÍTULO 8. Implicaciones investigativas de los pilares de la resiliencia comunitaria: en
busca de sus cimientos.
Rafael Campo Vásquez.
CAPÍTULO 9. Propiciar la reconciliación en Colombia: el gran reto de los tutores de
resiliencia comunitaria.
María Stella Rodríguez Arenas
CAPÍTULO 10. Resiliencia: un concepto relacional que aporta a los procesos de paz.
Jenny Sánchez
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TERCERA PARTE. Saberes, haceres y poderes, caminos posibles hacia una real resiliencia
comunitaria.
CAPÍTULO 11. ¿Qué nos aporta hoy la resiliencia comunitaria en nuestro trabajo cotidiano?
Eloísa Klasse
CAPÍTULO 12. Resiliencia comunitaria y resiliencia sociocultural aplicadas: Miradas
imprescindibles en la educación.
María Gabriela Simpson
CAPÍTULO 13. “¡Yo soy coach de resiliencia!” Un modelo de acompañamiento e
intervención en crisis para profesionales y voluntarios que trabajan con grupos en situaciones
de riesgo.
Emilia O'Neill
CAPÍTULO 14. Resiliencia comunitaria y títeres: experiencias en contextos de aislamiento.
Elena Santa Cruz
CAPÍTULO 15. Resiliencia aplicada en educación superior: reflexiones acerca de una
experiencia.
María Gabriela Simpson y Silvia Gabriela Vázquez .
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PRÓLOGO.
Daniel Rodríguez.
1
2
En la tarea de prologar los trabajos recibidos me encuentro con las conmovedoras evocaciones del
Dr. Néstor Suárez Ojeda, que también me provocan reminiscencias. Cómo olvidar el momento, hace
más de 20 años, en que él y Mabel se acercaron a la Universidad de Lanús trayendo bajo el brazo un
Significante desconocido:“Resiliencia” que a más de uno le hizo preguntar “¿Resi…que?”. El tema
se fue aclarando, culminando con la creación del Centro de Investigaciones y Estudios de la
Resiliencia (CIER) dentro de nuestra Universidad. El término se fue poblando de significados y el
más destacado, creado por Néstor, de “Resiliencia Comunitaria” (RC-2001) rápidamente se extendió
por Latinoamérica. Y no hablamos sólo del término, porque también tenemos que considerar los
proyectos actualmente en curso de crear en el mundo ciudades resilientes (6: Alonso, Munist y Suárez
Munist).
Uno de sus efectos fue acallar las críticas acerca de que la “Resiliencia”, individual, sonaba a
valoración del individualismo de la época. Por el contrario, comprobamos, y más al enumerar los
Pilares y Antipilares de la RC, como ésta se iba vinculando con las más variadas situaciones de la
vida social, donde quedaron incluidas, como máxima expresión traumática, las guerras que azotaron
la región latinoamericana, Colombia en particular, no sólo por sus muertes sino también por muchas
de sus consecuencias sociales, tales como las de los desplazados, auge de las adicciones, etc. (7:
Granada, 9: Rodríguez Arenas). Como ejemplo de expansión territorial de la RC vale el caso citado
de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo (2: Melillo A. y Melillo F.) donde verificamos como la
resiliente tarea inicial de compartir el dolor y el reclamo hacia las autoridades por el crimen de sus
hijos ese fue el comienzo de un importante movimiento nacional e internacional en defensa de los
DDHH que se extiende hasta hoy.
Dentro de los llamados “antipilares”, del que se ocupan varios autores, figuran temas como la
Corrupción y su denuncia en las Políticas reinantes, de modo tal que frases naturalizantes como
“Pobres siempre hubo”, perdieron vigencia, y la pobreza pasó a ser, por sus efectos desvastadores, un
tema incluido en la RC, como fue por ejemplo el caso de la crisis económica en Uruguay.
El trabajo referido a la historia de la humanidad, del “Homo Sapiens” y del Matriarcado (2: Melillo
A. y Melillo F.), podría generar interesantes interrogantes relativos al vínculo entre Pilares y
Antipilares de la RC. ¿Serían imprescindibles los Antipilares para generarla? Porque así como los
antipilares desatados por las guerras civiles en Colombia (8: Campo Vásquez), resultaron una
situación apta para el desarrollo de la RC, el escrito nos habla de un momento ideal de la “Vieja
Europa” donde estaba “todo bien” en un clima sociocomunitario de paz e igualdad reinantes. ¿Faltaba
en este caso el trauma o malestar que habitualmente pone en marcha, como antipilar, la actividad
resiliente? ¿O para ese ideal de Resiliencia cabría otra explicación? Lo retomaremos luego.
Acompañando el intento de rescate del Psicoanálisis en el análisis de la RC (4: Zukerfeld y Zonis
Zukerfeld, 5: Ravazzola) podríamos incluir en el tema uno de los máximos aportes freudianos a las
ciencias sociales, “El malestar en la cultura” en el que ponía en duda cuál de los dos instintos de su
1
Profesor Consulto de la Universidad Nacional de Lanús. Médico especialista en psiquiatría Ex Director del Dpto. de
Salud Comunitaria. Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APDEBA)
2
En la tarea de intentar señalar los aspectos más destacados de los escritos donde hay temas que son tratados por más
de un autor, se me ocurrió, para no caer en repeticiones, mencionar algunos con los números de ubicación que tienen en
el libro.
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2ª. Teoría (Vida-Eros/Muerte-Thanatos) lograría imponerse en el devenir de la sociedad, interrogante
que nuestro presente sin duda actualiza de un modo preocupante.
Podríamos aprovechar, para dar cuenta del ideal de RC alcanzado en la Vieja Europa, sin incluir el
motor de RC de los antipilares, los aportes de otros de los trabajos en donde se plantea la posibilidad
de que muchas características de los pilares encontrarían, gracias a características de la especie
humana de estar en continuidad con las del mundo animal, una base. La pregunta sigue en pie a partir
de otros trabajos (3: Puig Esteve y Rubio Rabal) que nos hablan de la posible continuidad entre
características de la “moral animal” y la humana del tipo de “la sobrevida del más fuerte” que bien
podríamos vincular con los antipilares (3: Puig Esteve y Rubio Rabal). Existirían esbozos de RC en
las bandadas de aves o cardúmenes de peces hormigas y abejas?
Otro escrito nos muestra, convincentemente, que aunque el hecho aparentemente azaroso de que el
primer centro de Resiliencia se haya fundado en una universidad, ese vínculo ha demostrado con
creces una larga lista de beneficios mutuos surgidos de su interrelación, entre los que cabe destacar
tanto el pensamiento crítico como las políticas de extensión (15: Simpson y Vázquez).
Partiendo del acuerdo básico de que la denominación de “Resiliencia” se aplica fundamentalmente a
la sucesión de trauma-resistencia-resolución creativa de la situación, cabe señalar algunas diferencias
entre aquellos escritos que se dedican predominantemente a profundizar y sistematizar lo más posible
el concepto de RC (1: Kotliarenco, 6: Alonso, Munist y Suárez Munist, 7: Granada) y sus pilares (8:
Campo Vásquez) y aquellos que muestran, además, los distintos instrumentos que se ponen en juego
para ayudar a resiliar a sujetos y conjuntos sociales en función de los diferentes momentos que
atraviesan a través de estrategias de grupos, programas e instituciones (13: O`Neill, 14: Santa Cruz).
En el análisis en profundidad de los conceptos un trabajo (6: Alonso, Munist y Suárez Munist) que
se dedica exhaustivamente al significante comunidad nos recuerda la importancia que tiene lo
interdisciplinario dentro de la Resiliencia.
Por otra parte la relación entre Resiliencia e Inteligencia (7: Granada) muestra, como, por su
etimología, el segundo término destaca la importancia que adquiere la elección de la mejor estrategia
para cada caso. La formación de sujetos, instituciones y organizaciones en las “usinas de resiliencia”
es también desarrollado como para que la cuestión no se quede solo en un terreno conceptual, sino
también operativo (12: Simpson).
Si bien la posibilidad humana de resilenciar fue un hallazgo en el desarrollo de niños de una
comunidad donde las características de sus padres (Werner 1989), encargados de su socialización
primaria, nada bueno prometían, tanto ese hecho, como el hallazgo de bases neurobiológicas citadas
en varios trabajos (1: Kotliarenco, 3: Puig Esteve y Rubio Rabal) no autorizan a descansar en el
supuesto de que uno es o será resiliente, porque la posibilidad de apoyarnos en éstos datos no es
garantía de futuro, ni permiso para no intervenir en algunos casos.
La existencia de una base neurobiológica de la RC, citada en varios trabajos (1: Kotliarenco, 5:
Ravazzola) que supuestamente podría darle "más objetividad" al concepto, y una cierta aceptación
por parte de las “ciencias duras”, que incluye a la corteza prefrontal, las “neuronas espejo”, las
sinapsis comunitarias y el interjuego de hormonas (oxitocina y cortisol), no nos autoriza a confiar en
una suerte de determinismo donde ya sería más o menos “cosa juzgada” quien será o no resiliente
(10: Sánchez) y nos lleve a desentendernos de los procesos interactivos de socialización primaria y
secundaria de importancia crucial en la constitución del sujeto y de la RC.
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De todos modos, en aras de las exigencias científicas cabe señalar que contamos con trabajos que
incluyen el uso de escalas como instrumentos de evaluación (4: Zukerfeld y Zonis Zucerfeld).
Es muy posible que la extensión y variedad de temas desarrollados en este volumen haya determinado
que en mi comentario existan faltas de ecuanimidad en esta introducción por lo que espero sepan
disculparme
Dr. Daniel Rodríguez
.
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INTRODUCCIÓN.
PROBAR SABORES DE RESILIENCIA:
UN MINI-CURSO EN MENSAJES CONDENSADOS.
Stefan Vanistendael
3
Texto elaborado y reelaborado entre el 2015 y el 2017, traducido por Pilar Surjo de Bunes
4
.
Invitación.
Poco a poco he descubierto, caminando en la exploración de la resiliencia durante más de veinte años,
que existen una serie de pequeños mensajes, a veces súper condensados que resumen de una manera
extraña y muy intensiva -todos juntos y articulados entre ellos- la dinámica de la resiliencia. Si un
libro sobre resiliencia era como un café con leche o una gran botella de vino, este textito sería como
un expreso o un schnaps muy fuerte. Se puede leerlo rápidamente, pero probablemente cada parte
necesita un poco de meditación, una confrontación con múltiples experiencias de vida, muy distintas,
para captar el “sabor” de la resiliencia.
Quiero compartir estos mensajes, como se puede compartir un expreso o un schnaps, más para probar
el sabor y para compartir y discutir que para convencer. Entonces sin “pontificar”, pues el camino de
exploración de resiliencia por otra persona puede conducir a otros mensajes. Así es la vida y la
resiliencia es un tema de vida, antes de transformarse en un tema de estudios académicos.
Todos estos mensajes vienen de otras personas -no de mi- algunas académicas, otras no. Puedo
solamente transmitirlos y compartir así el genio de tantos exploradores de la vida y de la resiliencia.
Es claro que esta invitación para experimentar algunos sabores de resiliencia es muy subjetiva, pero
como tanta subjetividad enraizada en la vida, tiene una base sólida de objetividad. La vida real es una
mezcla de los dos, como lo he aprendido de Néstor Suarez Ojeda, durante un paseíto en una calle de
Madrid. Y es claro también, que probar sabores no es como una comida completa.
1. El estudio sorprendente revelando la resiliencia de los niños
Emmy Werner de la universidad de California en Davis, y sus colegas, nos han abierto los ojos sobre
caminos de vida sorprendentes para bien. Pero esta maravillosa expresión tan condensada vino
mucho más tarde del psicólogo argentino Ramón Lascano. En el fondo los caminos, que nos
sorprenden para bien, no muestran la resiliencia en sí misma, sino las consecuencias de la resiliencia.
Entonces una definición de la resiliencia podría ser: la capacidad humana –siempre variable, nunca
absoluta- que hace posible y facilita estos desarrollos sorprendentes, superando dificultades mayores.
Pero no existe la definición absoluta y universal de la resiliencia.
Hay ejemplos famosos como los caminos de Anne Frank o de Nelson Mandela, pero muchas veces,
la resiliencia se vive de manera discreta con gente “ordinaria”.
3
El autor dice que es jubilado del BICE, Ginebra. Los compiladores y autores de este material lo consideramos como
uno de los máximos referentes a nivel mundial, un maestro de la resiliencia.
4
Educadora Social. Socia fundadora de la Asociación para la Investigación de la Resiliencia AIRE y embajadora de la
Comunidad Latinoamericana de Resiliencia. Consejera en España del Consejo Independiente de la Protección a la
Infancia CIPI e investigadora asociada de CEANIM.Coordinadora y docente del posgrado Promoción de la Resiliencia
(UB)
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El desarrollo y los resultados del trabajo del equipo de Emmy Werner han cambiado nuestra mirada
sobre la vida. Era un estudio longitudinal de más de treinta años en Kauai, una isla de Hawai. Si
comprendo bien, Emmy misma realmente estaba sorprendida por estos caminos de vida tan positivos
de tantos niños nacidos en familias perjudicadas. Pero, la resiliencia estaba ya presente en la propia
historia de vida de Emmy Werner: nació en Mainz (Alemania) en 1930, perdía toda su familia durante
la segunda guerra mundial y llegó a los 20 años con una beca a los Estados Unidos.
2. La esencia de la resiliencia y su dinámica de vida.
Pero, ¿qué nos inspiran estos caminos de vida sorprendentes para bien? En un debate informal ya en
1993, el profesor alemán Friedrich Lösel (Universidades de Nürnberg, Erlangen, Cambridge UK) ha
improvisado una formula casi mágica condensando la dinámica de la resiliencia en dos palabras:
esperanza realista. Fue una pequeña reflexión sobre lo que nos da la resiliencia, si no es una nueva
teoría, tampoco una nueva técnica de intervención: “La resiliencia nos inspira en nuestros
compromisos una esperanza realista”. Buscar la articulación entre realismo y esperanza, siempre
con paciencia, con inteligencia humana, con perseverancia: ¿no es el corazón de la resiliencia?. Y en
el fondo, ¿no es un desafío fundamental de la vida? Es una navegación de vida entre el cinismo
(realismo sin esperanza, que no es realismo) e ilusiones negativas (esperanza sin realismo). Y quizás,
también, es parte del fondo del mensaje de Jesús.
3. ¿Cómo profundizar la comprensión de la Resiliencia?
Si Lösel ha definido la esencia de lo que inspira la resiliencia humana, ¿es suficiente la metodología
científica clásica para clarificar y profundizar la comprensión de esta resiliencia humana?
La resiliencia es un tema de vida, muy profundo y muy largo, un poco como la belleza o el amor. Es
claro, que la ciencia puede clarificar algunas cosas, como lo hizo Emmy Werner en su gran estudio
científico, pero ¿es suficiente?
La metodología científica revela mucho, pero al mismo tiempo nos hace ciegos para otros
aspectos importantes de la realidad, particularmente con un tema de vida como la resiliencia.
Tenemos que aprender de la ciencia, pero también de varias otras fuentes de información: la
experiencia profesional y humana más larga, la expresión artística, las tradiciones espirituales no
sectarias.
El investigador alemán Wolfgang Edelstein (Instituto Max Planck, Berlín) lo formuló muy bien en
una conversación privada: “Para clarificar y profundizar la resiliencia tenemos que desarrollar
una sabiduría que integra la ciencia, y que va más allá de la sola ciencia”. Y añadió: “Pues, en
nuestra época, hay demasiados científicos sin sabiduría y demasiados sabios que rechazan la ciencia”.
Un desafío enorme, fascinante, mucho más complejo que la sola ciencia, si queremos explorar con
mucho rigor.
4. ¿Qué tipo de “expertos” necesitamos para profundizar y clarificar la resiliencia?
Si tomamos la palabra tan sabia de Edelstein en serio, es claro que necesitamos expertos un poco
particulares. ¿Cómo?. La respuesta vino fuera del contexto de la resiliencia en un debate sobre el
trabajo de una comisión de ética médica, en la televisión suiza alemana. El filósofo alemán Ottfried
Höffe (universidad de Tübingen) utilizó la expresión alemán “erfahrungsgesättigteExperten”:
expertos saturados de experiencia. Y me permito la libertad de interpretar qué significa experiencia
de vida en general, incluida experiencia científica y profesional práctica. Personalmente pienso que
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podemos aprender también en el campo de la resiliencia de las tradiciones espirituales non sectarias,
de la expresión artística y de la vida cotidiana, “ordinaria”. Todo eso para mí es parte de la experiencia
contribuyendo a esta “saturación”. Expertos saturados de experiencia. ¡Una expresión que dice tantas
cosas y matices en tan pocas palabras!
5. El primer fundamento de la Resiliencia
Muchas veces se dice que el primer fundamento de la resiliencia es la aceptación incondicional de
la persona, niño o adulto. Y si esta expresión es demasiado extrema, una aceptación fundamental y
profunda. Lo que es muy distinto de la aceptación de cualquier comportamiento. La persona tiene
sentirse aceptada, también sin entregar prestaciones extraordinarias, sentirse seguro, con confianza,
con una intimidad protegida, sentirse realmente acogida y humanamente bien. Esta aceptación no
necesita una gran riqueza material. En alemán y en neerlandés existe una palabra para expresar esta
realidad compleja: “geborgen” (adjetivo). No es sorprendente que esta palabra se encuentra en
algunos poemas magníficos, como un poema
5
alemán de Dietrich Bonhoeffer, escrito en una cárcel
de los nazis, sobre la confianza en la vida cuando faltan razones para esta confianza. Y en un poema
neerlandés de NeeltjeMaria Min
6
sobre la importancia del nombre para sentirse realmente acogido y
“geborgen” en la vida. Son dos poemas muy famosos en sus ámbitos culturales respectivos, pero
difíciles para una traducción adecuada, en castellano o en francés o en inglés. ¡La fuerza condensada
de una sola palabra!
Existe ya otra expresión muy fuerte de este tipo de aceptación, pero con otro acento: “Cada humano
necesita un poco de amor, particularmente cuando no lo merece.” Existen distintas variaciones,
como: “Ámame más cuando no lo merezco, pues lo necesito más”. La descubrí la primera vez en
una publicidad de un agua mineral, pero según una hipótesis, el origen es un proverbio sueco.
¡Aunque un amigo sueco nunca lo ha entendido! Una expresión breve y fuerte de un fundamento de
resiliencia, en una situación extrema. Y un ejemplo que tenemos que aprender directamente de la
vida, para profundizar nuestra comprensión de la resiliencia, también con cosas humildes como la
publicidad de agua mineral… a veces son más fuertes y profundas que la sola ciencia…
6. El segundo fundamento de resiliencia
Varias veces se dice que el segundo fundamento de la resiliencia es el descubrimiento de sentido
en la vida. Sin hablar explícitamente de resiliencia, el psiquiatra austriaco Viktor Frankl
(Universidad de Viena) ha desarrollado este tema en su “logoterapia”, basándose –entre otros- en su
experiencia de superviviente de un campo de concentración, en la segunda guerra mundial.
Para Frankl buscar el sentido de vida, no de manera abstracta, intelectual y general, sino como desafío
y orientación en una vida concreta, es una clave para superar dificultades muy importantes. El titulo
de uno de sus libros lo resume bien: “La voluntad de sentido”. La exploración del sentido de la vida
en la experiencia de vida de una persona es al corazón de la logoterapia. Esta terapia se ha
desarrollado de manera paralela pero independiente a la resiliencia. Pero los dos temas, logoterapia y
resiliencia, son muy próximos, con una sensibilidad de la vida muy semejante. La reflexión sobre
“Logoterapia y resiliencia, un camino compartido” de octubre del 2015 en la Universidad de
Valencia, fue una instancia interesante en el proceso de articulación de los dos temas.
7. Los tutores de resiliencia
5
Dietrich Bonhoeffer, « Von gutenMächtenwunderbargeborgen”
6
Neeltje Maria Min, « Voorwieikliefhebwilikheten”
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Es el francés Boris Cyrulnik (Universidad de Toulon) que ha introducido el concepto muy rico y muy
práctico del tutor de la resiliencia. Pero me parece que Anne Frank, esta muchacha holandesa de
origen alemana, formuló muy bien lo que es el tutor de resiliencia –sin utilizar estas palabras– al
principio de su famoso diario, escrito durante la segunda guerra mundial, cuando tenía que esconderse
con su familia para los nazis en un anexo secreto de una oficina. Es un diario en forma de cartas a
una mujer o muchacha llamada Kitty. Y la primera línea para Kitty es: “Espero poder confiártelo
todo, como hasta ahora no he podido hacerlo con nadie. Confío también en que tú serás para
mí un gran sostén.” Una descripción muy adecuada de un tutor de resiliencia, casi una frase que
resume todo un libro. No sabemos seguramente si la Kitty era una amiga real o una persona
imaginaria, sea lo que sea, era una tutora de resiliencia, en una forma u otra.
8. La ética de la resiliencia
Es la misma Anne Frank, que también nos da una lección en ética de resiliencia, siempre sin utilizar
estas palabras. Su madre quiere consolarla de su vida difícil, diciendo: “Piensa en todos estas personas
que tienen una vida peor que nosotros”. Una consolación clásica que conocemos. Pero Anne Frank
se hace una reflexión: "No puedo consolarme por la miseria de los demás, tengo que consolarme con
una cosa realmente positiva." Y Anne encuentra esa cosa positiva: por un chiquito tragaluz puede ver
el sol y el cielo azul. Es una maravilla que alegra a Anne Frank. Una pequeña cosa hermosa y muy
real que la hace feliz. Esto es una verdadera consolación, sin utilizar el sufrimiento de los demás, es
una consolación ética. La resiliencia no se construye de cualquiera manera.
9. Resiliencia hasta los extremos de la vida
“Creo en el sol, aun cuando no lo veo. Creo en el amor, aun cuando no lo siento. Creo en Dios,
aun cuando se calla”. La última idea es la creencia en Dios de alguna manera. Una frase sencilla,
sumamente profunda, pues empuja la lógica de la resiliencia al máximo. Una condensación de ambos
extremos del realismo y de la esperanza. Las orígenes de esta frase no son claras: un pastor alemán
del siglo 19, o una persona, judío o no, alemán o no, perseguido por los nazis, quizás condenado a
muerte por los nazis. Probablemente fue escrita en el muro de una celda o de un sótano, en Alemania
o en Varsovia. Sea como sea, es una fórmula concreta, en una situación de extremo sufrimiento o
amenaza de la vida. Visto desde nuestro punto de salida inspirado por Lösel: en el fondo la
articulación de esperanza y de realismo.
10. ¿Y ya más extremo?
En el cementerio de los padres de Florence, mi esposa, en el Norte de Inglaterra, encontré una tumba
sencilla pero increíble de un señor que no conozco. Solamente sé lo que está escrito sobre su tumba:
muere a los 35 años, dejó una viuda, una familia. ¿Una tragedia? ¿No hay nada de positivo? ¿Cómo
hablar de resiliencia de una persona después de su muerte? Es otra distinta de la resiliencia de la
viuda, de los hijos. Sin embargo, esta línea sobre su tumba: “A life that touches the heart of others
lives on for ever” (Una vida que toca el corazón de los demás, vivirá para siempre) nos interroga:
¿Esperanza realista al extremo? ¿Resiliencia, tema de vida, quizás más que la sola ciencia puede
descubrir? Stefan Vanistendael
traducción Pilar Surjo de Bunes
PRIMERA PARTE.
RESILIENCIA COMUNITARIA:
UNA MIRADA, DISTINTAS Y ACTUALES VISIONES.
Resiliencia Comunitaria Página 13
CAPÍTULO 1.
RESILIENCIA COMUNITARIA, CON HISTORIA PROPIA Y UN VASTO RECORRIDO.
María Angélica Kotliarenco
7
1. El Dr. Néstor Suárez Ojeda, presente entre nosotros.
1.1 Algunas Palabras.
Deseamos acercar a nuestro lector a un mundo que despierte, impacte y seduzca su interés por la
resiliencia y su proceso de construcción y reconstrucción una vez tras otra.
Proceso pleno de humor, creatividad, resonancia y competencia social, emocional y cognitiva; fe,
esperanza, interés por la búsqueda y reconocimiento de sus recursos internos y externos. Identificar
y explorar sus redes -cercanas y lejanas- realizar una dinámica y comprometida búsqueda de redes
empáticas y solidarias, donde ser y actuar como un actor pro activo, tanto en dar como en recibir,
escuchar con atención plena y sin juicios ni prejuicios.
Reconocer, reactivar, reforzar los propios recursos internos, los que pudieron haber permanecido
silenciosos en espera de una búsqueda. Dinamizar, jugar, buscar y activar o crearlos, construirlos y
reconstruirlos. Estos dan cuenta, fundamentalmente, de haber tenido y tener en el presente una figura
considerada o sentida como figura significativa.
Además de rasgos como los mencionados con anterioridad resulta importante destacar que estos no
son estáticos sino interactivos y dinámicos. Son rasgos, incluso genéticos, que se dinamizan a través
de las experiencias que ocurren en el pasar por la vida. Siegel los denomina "dependientes de las
experiencias". Estas experiencias que guarda nuestra memoria y en algunos casos, acudiendo a
representaciones que como nos enseña Cyrulnik "dulcifican el dolor " y nos permiten actuar para
sanar.
Reconocer, crear, aprender y actuar con empatía con otro, por otros, por su barrio, su mundo próximo
y el más distante. Reconocer, aceptar a los otros e interactuar con ellos. Interacciones que Maturana
describe como "un baile" con un otro. Como un otro que me construye y reconstruye, dibuja mi figura,
mi entorno. Lo acepta y hace suyo. Y... más aún al "bailar", al comunicarse, al interactuar crea una
nueva, desconocida y deseada realidad con quien -a decir de Cyrulnik- nada en el "torrente" y como
agrega Ungar, "negocia" con él. Y a decir de Andersen se transforma, a través de su auto
reconocimiento, el amor y la aceptación incondicional recibidas, de "patito feo" desorientado a un
potencial "cisne".
Y gracias también al desarrollo de la nueva ciencia -neurociencia- en el presente, sabemos que el
entramado cerebral estaba preparado esperando el inicio de este nuestro objetivo de conocimiento: el
proceso de construcción de la misteriosa capacidad de resiliar. El trasfondo de nuestra capacidad de
generar, construir, reconstruir, aceptar y vivir.
7
Ph.D. Psicóloga, M. Sc., Doctora en Filosofía, Estudios y docencia post-doctorales, U. de Londres. Directora
Ejecutiva del Centro de Estudios y Atención del Niño y la Mujer (CEANIM). Apasionada por el desarrollo del ser
humano, comprometida con el bienestar del alma y el cuerpo: "Hago del compartir con los otros y su bienestar, el centro
de mi vida."
Resiliencia Comunitaria Página 14
1.2 Lo extrañamos.
Hubiésemos deseado profundamente compartir las presentes líneas con Néstor, conocido por tantos
y tantas, admirado por tantos y tantas en América Latina y más allá de nuestra fronteras, como el Dr.
Néstor Suarez Ojeda. Para nosotros Néstor.
Néstor, nuestro tan querido y extrañado amigo incondicional, en todas las "voladas" a decir por los
jóvenes, o menos atrevida debiese escribir: por mis nietos, actuales, maravillosos, geniales y
destemplados con una jerga propia y hablada con una velocidad insufrible. Hubiéramos deseado
poder compartir y discutir con él el contenido del presente trabajo. Claro, esta conversación se habría
extendido por horas, tal vez días sin fin y por supuesto, con la compañía de un largo y tendido café.
El Dr. siempre acompañado de su infaltable maletín de cuero. Cuán interesante y entretenido hubiese
sido desarmar estas palabras, volver a construirlas tras sus "concienzudas", serias y cultas"
reflexiones. Éstos constituían momentos llenos de agrado. Para ellos, no se necesitaba lugar ni horario
especial.
1.3 Seguimos con Néstor: Resiliencia Comunitaria.
Elabora el Dr. Suárez Ojeda una concepción latinoamericana desarrollada teóricamente a partir de
2001, a partir de observar que cada desastre o calamidad que sufre una comunidad y que conduce al
dolor de muchos, pérdida de vidas y recursos, en ocasiones genera un efecto movilizador de las
capacidades solidarias. Estos pensamientos, estas ideas permitieron describir y definir lo que Néstor
denominó "pilares de la resiliencia comunitaria". Estos son: autoestima colectiva, que involucra la
satisfacción por la pertenencia a la propia comunidad; identidad cultural constituida por el proceso
interactivo que, a lo largo del desarrollo, implica la incorporación de costumbres, valores, giros
idiomáticos, danzas, canciones, etc., proporcionando la sensación de pertenencia; humor social,
consistente en la capacidad de encontrar la comedia en la propia tragedia para poder superarla y
honestidad estatal, como contrapartida de la corrupción que desgasta los vínculos sociales. Además
la solidaridad, fruto de un lazo social sólido que de alguna forma incluye a los otros pilares.
1.4 La Resiliencia: un concepto respetuoso y esperanzador.
A fines de la década del setenta se iniciaron investigaciones en el ámbito de las ciencias sociales que
implicó un giro paradigmático. Desde ahí se iniciarán discusiones en torno a lo que llegará a
denominarse resiliencia. La discusión en torno a este concepto se inició en el campo de la
psicopatología, dominio en el cual se constató con gran asombro e interés, que algunos de los niños
criados en familias en las cuales uno o ambos padres eran alcohólicos, y que lo habían sido durante
el proceso de desarrollo de sus hijos, no presentaban carencias en el plano biológico ni psicosocial,
sino que por el contrario, alcanzaban una "adecuada" calidad de vida (Werner, 1989). De acuerdo a
Rutter (1986-7 en Rutter, 1990), el interés por estudiar el concepto de resiliencia, deviene al menos
de dos áreas de investigación. La primera proviene de la consistencia que muestran los datos
empíricos respecto de las diferencias individuales, que se observan al estudiar poblaciones de alto
riesgo; observación referida a los hijos de padres mentalmente enfermos. En segundo lugar, se hace
mención de los estudios sobre temperamento. De acuerdo a Rutter (1979), existe una tendencia
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lamentable a centrarse en todo aquello que resulta sombrío, así como en los resultados negativos del
desarrollo. Ese mismo año el autor señalaba la importancia de conocer tanto los factores de riesgo
como los protectores -más tarde los denominaría mecanismos protectores- que son percibidos como
adversidad y más aún sería importante conocer la dinámica que subyace a los mecanismos
protectores.
1.5 Algunas definiciones de resiliencia.
El significado de este concepto ha tenido diferentes acepciones y algunas han sido blanco de repetidas
controversias. Estas diferencias señala Masten, están referidas al hecho de que las investigaciones
sobre el concepto requieren -para ser consideradas metodológicamente consistentes- definiciones
operacionales de los conceptos de riesgo, amenazas o perturbaciones, así como resultado de la
adaptación positiva.
La adaptación positiva es un planteamiento marcadamente subjetivo. Merece la atención señalar que
adjetivar así la adaptación involucra juicios de valor, ya sean implícitos o explícitos. Es necesario
considerar los juicios de valor y tener presente que estos están afectados por las distintas
aproximaciones culturales así como al contexto socio histórico. Respecto a la adaptación positiva
citamos a Stefan Vanistendael, quien enfatiza que una adaptación positiva requiere -sine qua non- el
respeto por la moral social.
De acuerdo a Masten (2001), dos grupos de investigadores realizó un aporte significativo al modelo
con el cual, en esos años, se estaba analizando el área ligada a las fortalezas y a los factores protectores
asociados a la resiliencia. El primero de estos dio cuenta de aquel basado en la persona y el segundo
centrado en las variables. El primero se centra en estudios de caso e investigaciones relacionadas con
grupos de individuos que alcanzaban criterios específicos tanto para los riesgos como para una
positiva adaptación; estos eran usualmente comparados con otros grupos que compartían el mismo
nivel de riesgo, pero no lograban adaptarse y en algunas ocasiones también a otros que compartían
similares adaptaciones positivas, pero cuyo nivel de riesgo era más bajo. Aquel centrado en las
variables utilizaba la estadística multivariada como, por ejemplo, las relaciones jerárquicas para
evaluar los efectos principales y aquellos que actuaban como moderadores.
Los primeros resultados de Masten mostraron diferencias claves entre dos grupos de niños. Ambos
fueron sometidos a niveles de riesgo equivalentes. Sin embargo el primero logró una adaptación
positiva frente a situaciones que los niños percibieron como riesgosas, sin embargo el segundo grupo
no logró adaptarse a igual condición. Aquí Masten utilizó la metodología centrada en el estudio de
caso. Frente a esta situación, Masten se preguntó a qué podrían deberse las diferencias entre los niños.
Recurrió entonces al análisis de variables proximales y distales en las cuales tuvo lugar el crecimiento
y desarrollo de los niños. Es así como se consideraron aquellas variables asignadas: la familia, nivel
socioeconómico y tipo de paternidad. Por último aquellas variables extra familiares referidas a la
comunidad y la escuela, entre otros. La autora utiliza implícitamente el modelo de Bronfenbrenner
que será descrito más adelante en este trabajo. Desde nuestro punto de vista, es importante destacar
que al señalar el mismo nivel de riesgo, estamos olvidando las diferencias individuales y así se deja
de considerar el cómo cada persona percibe los estímulos y qué riesgos podrían estos implicar.
A fines de la década del 90’ denominada por Rutter la década del cerebro, a partir del notorio
desarrollo de la neurociencia y sus avances en el tema en cuestión, la ciencia referida a la resiliencia
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humana se expandió y maduró, llegando a contar con una mirada más global y multidisciplinaria.
Basados en esta mirada, los estudios avanzaron notoriamente en la evaluación de la genética y los
procesos biológicos, neurofisiológicos y endocrinos que forman parte y dan vida a los procesos de la
resiliencia.
En otro plano, en el año 2012 se gestó un fuerte movimiento investigativo en China tras ocurrir un
terremoto de alta intensidad, momento en el cual se evaluó el cortisol en los niños que vivieron la
experiencia. Se dio especial importancia a la evaluación del cortisol, llamada cotidianamente la
hormona del dolor. Se analizó el tema relacionado con la duración a la cual los niños estuvieron
expuestos, tanto al terremoto en sí, como a las réplicas asociadas. Una investigación realizada por
Yehuda y su equipo, en esos mismos años, midieron el cortisol en los niños hijos de mujeres gestantes
sobrevivientes al Holocausto. De ambos estudios, entre otros, se derivó el interés por analizar la
programación durante la etapa prenatal. A partir de esto se hipotetizó que dicho efecto sería
presumiblemente mediado por la epigenética en respuesta a la exposición al trauma de las madres.
Además, en los últimos años se ha prestado especial atención al tema de la cultura en la investigación
referida a resiliencia.
Por otra parte, continuaron realizándose estudios trans y multiculturales, centrados en la ecología
social del comportamiento resiliente. Es en este contexto en el cual se enfatiza la atención entregada
a las prácticas culturales incluida, por ejemplo, la religión, como tema o ámbito que promovería,
reforzaría o inhibiría la resiliencia tanto en los individuos como en los grupos y en las comunidades.
1.6 El comportamiento resiliente: un misterio.
Referirse a comportarse resilientemente frente a un mismo estimulo, requiere considerar la
inestabilidad de este constructo. Con facilidad podemos pasar de una respuesta que indicaría que
estamos resilientes a una en la cual no estamos ni somos resilientes (Anaut, 2016,)
Todo lo dicho se refiere a la delicadeza o sutileza con la cual deberíamos considerar si un
comportamiento que, es expresado por otro, es o no resiliente, sin tener presente que éste está sujeto
a múltiples consideraciones. Lo dicho da cuenta de la potencialidad de la resiliencia, la que en tanto
no exista un estímulo o evento que la seduzca para expresarse, permanecerá en estado potencial.
Es necesario reconocer que un comportamiento resiliente puede expresarse de la misma forma frente
a diferentes estímulos. Lo mismo se observa en momentos distintos y contextos diferentes.
Entendemos también, que la resiliencia es una capacidad potencial inherente a todo ser humano y
será el mundo externo o el medio ambiente, el encargado de estimularla. Los comportamientos
resilientes no son ni transversales ni integrales, es decir, cada estímulo puede potencialmente
representar o no una adversidad. Conviene recordar en este punto lo subjetivo de la percepción de los
estímulos.
A través de los estudios de resiliencia y especialmente a través de Masten y Garmezy (1986) se ha
reconocido y respetado la unicidad e irrepetibilidad del ser humano: Rutter (1966), Cyrulnik (2002)
y Cozolino (2006) y por lo tanto las diferencias individuales. Con Garmezy aprendimos el respeto
con el cual debemos considerar las evaluaciones de tipo psicométrico utilizadas en las evaluaciones
y mediciones en la psicología, así como en la educación. Considera este autor que los promedios de
una población así como otros estadígrafos no son representativos de ésta y sí lo son las desviaciones
estándar, como lo denomina la estadística. A partir de aquí el autor considera fundamental tener
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presente la variabilidad intra y entre los grupos humanos y es desde allí, que se hace indispensable
reconocer la heterogeneidad entre los seres humanos. Frente a esta información ¿es acaso válida la
discriminación?
La postura del autor ya mencionado y siendo este un gran y admirado profesor de la Universidad de
Minesotta, Masten y Gewirtz (2006) desató una fuerte disputa con el director de la Escuela de
Psicología de la Universidad de Berkley. Este último trabajó intensa y extensamente en la
construcción de los test psicométricos. Quienes escribimos el presente trabajo nos suscribimos
decididamente por el enfoque que remarca la variabilidad de las reacciones, eso implica la
heterogeneidad al interior de éstas, y por tanto, releva una vez más las diferencias individuales. Estas
últimas estarán condicionadas por el contexto, la cultura, la historia familiar, la personal y la
biológica.
2. Algunas definiciones de resiliencia.
A continuación, se exponen algunas de las definiciones del concepto de resiliencia en orden
cronológico lo que, permite graficar la evolución del concepto.
Historia de adaptaciones exitosas en el individuo que se ha visto expuesto a factores biológicos de
riesgo o eventos de vida estresantes; además, implica la expectativa de continuar con una baja
susceptibilidad a futuros estresores (Luthar y Zingler, 1991; Masten y Garmezy, 1985; Werner y
Smith, 1982).
Enfrentamiento efectivo ante eventos y circunstancias de la vida severamente estresantes y
acumulativos (Lösel, Blieneser y Köferl en Brambing et al., 1989).
La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que
posibilitan tener una vida sana, viviendo en un medio insano. Estos procesos tendrían lugar a través
del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre atributos del niño y su ambiente familiar, social
y cultural. De este modo, la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con que los niños
nacen, ni que los niños adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de un proceso interactivo
entre éstos y su medio (Rutter, 1992).
Habilidad para surgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y
productiva (ICCB, 1994).
La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, esto es, la capacidad
de proteger la propia integridad bajo presión; por otra parte, más allá de la resistencia, está la
capacidad para construir una reacción positiva pese a circunstancias difíciles. Según Vanistendael
(1994) el concepto incluye además, la capacidad de una persona o sistema social de enfrentar
adecuadamente las dificultades, de una forma social y moralmente aceptable.
Capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e incluso ser
transformado por ellas. La resiliencia es parte del proceso evolutivo y debe ser promovido desde la
niñez (Grotberg, 1995).
La resiliencia habla de una combinación de factores que permiten a un niño, a un ser humano, afrontar
y superar los problemas y adversidades de la vida (Suárez Ojeda, 1995).
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Las investigaciones en torno a los factores de riesgo tienen raíces en la epidemiología. Desde el
enfoque de la resiliencia, lo que aporta ésta, es el centrarse exclusivamente en la identificación de
factores de riesgo hacia los factores protectores. Sin embargo, este nuevo paradigma que trae consigo
la resiliencia, se sustenta en resaltar los factores o mecanismos protectores que acentúan la protección
e inhiben el riesgo -tal como señalan algunos autores- la “enfermedad” y los “estados deficitarios”,
así como los procesos que los subyacen. Más aún, conlleva al análisis de factores que subyacen la
situación de vulnerabilidad, así como los que permiten sobreponerse y mostrar un comportamiento
adaptativo.
En el año 2011, Kotliarenco y Cáceres definen resiliencia como un proceso dinámico, constructivo,
de origen interactivo, sociocultural que conduce a la optimización de los recursos humanos de tipo
interno y externo, y permitiendo sobreponerse a las situaciones adversas o que provocan dolor. Éstas
se manifiestan en distintos niveles del desarrollo psicológico, biológico, neurofisiológico y endocrino
en respuesta a los estímulos ambientales.
2.1 Y continuamos con definiciones.
Recientemente en un festival que tuvo lugar en el 2017, en Colombia, llamado “Hay Festival"
Cyrulnik comentaba como expresión del dolor que él sufrió en su infancia, lo siguiente: “Cuando era
joven no podía dormir, me aferraba a unos recuerdos muy dolorosos, y todas las noches permanecía
despierto. Con miedo. Con dolor”. Observamos también que el autor referido nos cuenta que cuando
empezaron sus publicaciones respecto de la resiliencia, se referían a esta como “Retomar un nuevo
desarrollo, tras una agonía psíquica traumática”. Otra de las definiciones que nos ofrece el autor y
que la relata en forma de metáfora, es: “Nos vemos empujados a un torrente por una desgracia de la
vida; algunos se dejan arrastrar y golpear, otros llegan a debatirse y con un poco de suerte se ponen
de nuevo a flote”. Señala además que se ha podido comprobar que este comportamiento no se observa
si no hay un acompañamiento constante, los traumas creados en situaciones de conflicto o abandono
nunca van a desaparecer. Continúa el autor “por ejemplo yo trabaje con niños en Rumania, niños que
permanecieron mucho tiempo solos y ya no había nada que hacer. Se convirtieron en legumbres”.
Entre las definiciones más recientes de Rutter (2000) apreciamos una mayor apertura en relación al
proceso de la construcción de la resiliencia. El autor considera que no es requisito que la persona haya
logrado recorrer completamente el proceso de la construcción del comportamiento resiliente. Define
recientemente el concepto como una resistencia relativa a las experiencias riesgosas de tipo
psicosocial. Esto en tanto no se espera que los mecanismos de protección inhiban por completo las
situaciones riesgosas. Continúa diciendo el autor que la resiliencia es un proceso que se activa cuando
las circunstancias son adversas.
A diferencia de otros autores como Suárez Ojeda y Grotberg, Rutter destaca que estar resiliente no
implica salir fortalecido o enriquecido -lo que puede ser en todo caso un eventual beneficio- sino es
más bien tener un desarrollo sano a pesar de haber estado expuesto a factores de riesgo para la salud
mental. En este punto las autoras de este trabajo sostienen cuán subjetiva es la consideración respecto
de haber estado expuestos a factores de riesgo.
Es interesante señalar que las definiciones de Rutter se han acercado a las de Luthar durante los años
en que han trabajado en esta área. Es así como ambos autores nos recuerdan que un niño puede
comportarse en una forma evidentemente resiliente en un dominio, sin embargo, en otro puede
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desempeñarse negativa o pobremente pudiendo mostrar incluso desórdenes mentales, en un tercer
dominio.
2.2 Conceptos a diferenciar de la resiliencia.
Los conceptos que se definen a continuación podrían tener una relación amorosa o empática en un
primer acercamiento con el comportamiento resiliente. Sin embargo, una exhaustiva observación del
comportamiento humano muestra claramente la diferencia entre ellos. A continuación se definen
ambos conceptos.
2.3 El concepto de competencia.
De acuerdo a Luthar (1993), es frecuente que los estudios sobre resiliencia se focalicen en la
capacidad de competencia social, bajo el supuesto de que ésta refleja buenas habilidades de
enfrentamiento subyacentes. Sin embargo, estudios recientes muestran personas que, si bien se
comportan en forma competente en situaciones de alto riesgo, pueden a la vez ser vulnerables frente
a problemas físicos o mentales (Werner y Smith, 1982, en Luthar, 1993). Ejemplo de ello, son los
estudios de Radke-Yarrow y Sherman (1990) que dan cuenta de un grupo de niños y niñas que junto
con presentar alta vulnerabilidad al estrés, mostraban un enfrentamiento positivo.
De acuerdo a Sameroff y Seifer (1990), los modelos conceptuales que están a la base de la
competencia intentan, a diferencia de aquellos basados en la enfermedad, explicar la naturaleza y las
causas de los desarrollos exitosos. Estos autores señalan que, los modelos conceptuales utilizados
tienden a ser de naturaleza conductual, elaboran escasamente los procesos biológicos subyacentes. El
enfoque que señalan estos autores, está cobrando cada vez mayor interés, particularmente en las
investigaciones que estudian los procesos que están a la base del desarrollo; por ejemplo, en las áreas
en las que se trabaja en torno a la capacidad de resolución de problemas (Masten et al., 1978 en
Sameroff y Seifer, 1990).
El aspecto recién mencionado resulta de especial interés, en tanto muestra que los estudios que se
basan en el modelo de la competencia están bien articulados, dado que analizan cuáles son las
características que identifican las influencias recíprocas que ocurren entre los sistemas sociales e
individuales, que son las que promueven un desarrollo adecuado en los niños y niñas.
Utilizando este modelo de análisis es posible identificar múltiples dominios de funcionamiento
competente en cada uno de los niños y entre los niños. Esta multiplicidad de dominios es la que
posibilita explicar las diferencias individuales que se observan a nivel de los patrones de competencia.
Asimismo, han podido captar tipos de interacciones que se producen entre padres e hijos, como
también el contexto en el cual éstas se manifiestan.
Una forma diferente de aproximación para buscar una explicación a la competencia, consiste en
intentar encontrar factores específicos que darían cuenta del desarrollo exitoso de personas en las
cuales se predecían resultados deficientes, como consecuencia de estar sometidos a situaciones de
alto riesgo. Autores como Garmezy (1990), han utilizado el enfoque recién descrito y basándose en
él han estudiado los temas de resistencia al estrés, invulnerabilidad y resiliencia.
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2.4 El concepto de robustez “hardiness”.
El concepto de robustez, que según Levav (1995) podría ser considerado afín al de resiliencia, ha sido
definido como una característica de la personalidad que en algunas personas actúa como reforzadora
de la resistencia al estrés. La robustez ha sido definida como una combinación de rasgos personales
que tienen carácter adaptativo y que incluyen el sentido del compromiso, del desafío y la oportunidad,
y que se manifestarían en ocasiones difíciles.
Incluye además la sensación que tienen algunas personas de ser capaz de ejercer control sobre las
propias circunstancias. Kobasa (1979; en Roth, 1989), describe evidencias respecto de personas que
han mostrado escasos síntomas de enfermedad, pese a haber estado sometidas a situaciones
provocadoras de estrés. Señala que éstas muestran mayor cantidad de comportamientos
comprometidos, mayor capacidad de control interno y de desafío, al ser comparados con sus pares
que se estresan con frecuencia y que se enferman, como consecuencia de ello, más repetidamente.
Otros autores, en este mismo ámbito, señalan que las mediciones que se han llevado a cabo para
evaluar la capacidad de robustez de las personas, se han centrado en estudiar la ausencia de síntomas
de desadaptación psicológica, más que en analizar características de personalidad positivas (Houston,
1987). Este último autor señala que, la robustez puede no tener un impacto directo sobre la salud, sino
que éste puede ser más bien indirecto afectando primeramente las prácticas de vida, siendo estas
últimas las que afectarían a su vez la salud en sentido positivo.
En esta misma dirección, Kobasa et al. (1982, en Roth et al., 1989) señalan que, la capacidad de
robustez de las personas tiene una influencia importante en la interpretación subjetiva que éstas dan
a los acontecimientos de su vida.
Finalmente Contrada (1989) sostiene que las diferencias individuales que se observan en la capacidad
de reacción a estímulos o situaciones estresantes son significativas, y que éstas son una demostración
de las influencias que ejercen los factores constitucionales, tanto como los ambientales y la
interacción entre estos factores.
2.5 La interacción y la comunicación subyacen al concepto de resiliencia.
Autores como Luhmann (1993) señalan que la comunicación es la base de toda interacción social y,
como tal, es el principio básico -la esencia-, de la sociedad. Se señaló con anterioridad que la
resiliencia es un proceso dinámico e interactivo y es, en ese sentido, que el concepto que aporta el
autor es de interés para este trabajo.
El autor continúa señalando que la comunicación puede entenderse como la interacción mediante la
que gran parte de los seres vivos acoplan sus conductas frente al entorno. También se ha concebido a
la comunicación como el propio sistema de transmisión de mensajes o informaciones, entre personas
físicas o sociales. Si bien existen diversas definiciones sobre este concepto, en el presente trabajo
escogeremos una de las definiciones que es la que entiende la comunicación como proceso básico
para la construcción de la vida en sociedad, como mecanismo activador del diálogo y la convivencia
entre sujetos sociales. Desde esta perspectiva, hablar de comunicación supone acercarse al mundo de
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las relaciones humanas, de los vínculos establecidos y por establecer, de los diálogos y de los
monólogos que algún día devendrán diálogo.
La sociedad y la cultura deben su existencia a la comunicación. Es en la interacción comunicativa
entre las personas donde, preferentemente, se manifiesta la cultura como principio organizador de la
experiencia humana. De alguna manera, este enfoque propone imaginar el tejido social como una
trama de interacciones”, nos señala Galindo en 1997, o bien como una telaraña. (Kotliarenco, 2002).
La interacción puede ser entendida como una acción recíproca entre dos o más personas. Y más allá,
al margen de quién inicie el proceso de interacción, lo que interesa destacar es que el resultado es
siempre la modificación de los estados de los participantes, señala Echeverría. Es por ello que el
concepto de interacción social se ha levantado como básico para las ciencias sociales y humanas. Ha
permitido ingresar también en campos del conocimiento, como la psicología social entre otros. Todo
esto se relaciona con la comprensión de la persona como un ser social, un ser que sólo puede
desarrollarse como ente de la sociedad a través de la comunicación como proceso con sus semejantes.
En el estudio de la comunicación en el medio social, ésta se halla relacionada con los conceptos de
acción e interacción. En este trabajo comprenderemos como la complementación de la fusión de la
óptica positiva y subjetiva, que se integran en el concepto de práctico de praxis social o acción social,
desde la que todo conocimiento humano individual, inserto en el conocimiento social, está basado en
las relaciones sociales como transformación de la realidad, que han sido fijadas por los propios
hombres, en un proceso de desarrollo real y material de las condiciones históricas dadas.
Tal como se señaló, las personas establecen relaciones con los demás por medio de interacciones que
pueden calificarse como procesos sociales. Y dado que toda interacción social se fundamenta en la
comunicación, corresponde hablar de interacción comunicativa. Esta última la comprendemos como
un proceso de organización discursiva entre sujetos que, mediante el lenguaje verbal y no verbal,
actúan en un proceso de constante influencia recíproca.
El principal aporte de esta corriente es que "el concepto de comunicación incluye todos los procesos
a través de los cuales la gente se influye mutuamente" (Bateson y Ruesch, 1984). En este sentido, se
rompe con la visión unidireccional de la comunicación y se abren las posibilidades para comprender
el fenómeno desde una óptica bidireccional. Cabe destacar que dicha comunicación es más bien de
carácter circular que bidireccional. Dicho enfoque puede contribuir, sin duda a enriquecer el debate
comunicativo y permite relacionar la comunicación con otros aspectos de la cultura y la sociedad.
Continuando con este tema mencionaremos a Erving Goffman (1959), sobre todo con su enfoque
dramático de la vida cotidiana, que permite comprender tanto el nivel macro (institucional) como el
nivel micro (percepciones, impresiones y actuaciones de los individuos) y, por lo tanto, el de las
interacciones generadoras de la vida social. Uno de los elementos más decisivos de la obra de
Goffman (1979) fue su conceptualización del "ritual", alejado de lo extraordinario y comprendido
como parte constitutiva de la vida diaria del ser humano.
Para el autor, la urdimbre de la vida cotidiana o diaria está conformada por ritualizaciones que
ordenan nuestros actos, por lo que podemos ver a los rituales como manifestaciones de la cultura
encarnada, incorporada, interiorizada. Las personas actúan tras una "máscara expresiva" -una "cara
social", dice Goffman (1979)-, que les ha sido prestada y atribuida por la sociedad, y que les será
retirada si no se comportan del modo que resulte digno de ella. En este sentido, los individuos actúan
en la escena cambiante de la vida cotidiana tratando de presentar en todo momento una imagen
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convincente y positiva de sí mismos según la naturaleza de la escena presentada y las expectativas de
los interlocutores.
3. Bronfenbrenner: La teoría ecológica.
Es de interés mencionar en este punto, la teoría ecológica del desarrollo humano de Bronfenbrenner.
Dicha teoría (Bronfenbrenner, 1986, 1987) comprende el estudio científico de la progresiva
acomodación mutua entre un ser humano activo, en desarrollo, y las propiedades cambiantes de los
entornos inmediatos en los que vive la persona en desarrollo, en cuanto este proceso se ve afectado
por las relaciones que se establecen entre estos, y por los contextos más amplios en los que éstos están
incluidos.
El autor recién mencionado señala que es necesario situar el desarrollo “dentro de un contexto”, es
decir, estudiar las fuerzas que dan forma a los seres humanos en los ambientes reales en los que viven.
Entre el estímulo (ambiente) y la respuesta (conducta) existe una mediación psicológica que se
traduce en el modo en que una persona interpreta, vive, experimenta la situación. “Lo que cuenta para
la conducta y el desarrollo es el ambiente tal como se lo percibe, más que como pueda existir en la
realidad objetiva” (1987). Bronfenbrenner señala que el desarrollo humano es el proceso por el cual
la persona en desarrollo adquiere una percepción del ambiente ecológico más amplia, diferenciada y
valida, y se motiva y se vuelve capaz de realizar actividades que revelen las propiedades de ese
ambiente, lo apoyen y lo reestructuren, a nivel de igual o mayor complejidad, en cuanto a su forma y
contenido” (1987).
Bronfenbrenner se propone describir el contexto, lo que llamó con anterioridad ambiente ecológico,
entendiendo por tal: “Un conjunto de estructuras seriadas, cada una de las cuales cabe dentro de la
siguiente, como las muñecas rusas. El nivel interno se refiere al entorno inmediato que contiene a la
persona en desarrollo (1987). El desarrollo psicológico se sucede como resultado de la participación
en estos microsistemas, donde se llevan a cabo roles, se mantienen relaciones interpersonales y se
realizan patrones de actividades, elementos fundamentales de cualquier entorno según el autor. Otro
nivel ecológico destacado por el autor es el “mesosistema” o las relaciones bidireccionales entre dos
o más entornos o microsistemas en los que la persona en desarrollo participa activamente. Por ejemplo
para un adulto, entre la familia, trabajo y vida social. Además de los dos ambientes ecológicos
descritos, identifica el exosistema, compuesto por uno o más entornos que no incluyen a la persona
en desarrollo como participante activo, pero en los que se producen hechos que afectan, o se ven
afectados por lo que ocurre en ese entorno. Finalmente el microsistema, el mesosistema y el
exosistema se ven moldeados por planes que organizan los entornos o “macrosistemas” al que define
como: “correspondencias, en forma y contenido, de los sistemas de menor orden (micro-meso y exo)
que existen o podrían existir, a nivel de la subcultura o cultura en su totalidad, junto con cualquier
sistema de creencias o ideología que sustente estas correspondencias”.
Es así como para el autor, cualquier fenómeno psicológico emerge en un determinado ambiente
ecológico, pero también se expande a través del tiempo, lo que el autor describe bajo el constructo de
cronosistema (Bronfenbrenner 1988, 1992,2001). El cronosistema está relacionado con la época
histórica en que vive el individuo. Se incorpora a los anteriores el globo sistema que refiere a la
condición ambiental, es decir, cambios ambientales, climáticos y los desastres naturales. “El micro
tiempo se refiere a la continuidad versus discontinuidad en los procesos proximales en curso. El
mesosistema es la periodicidad de los episodios a través de intervalos de tiempo, como los días y las
semanas. Finalmente, el macrotiempo se focaliza en las expectativas y sucesos cambiantes a lo largo
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de la sociedad, a través de las generaciones, que afectan y son afectados por los procesos de desarrollo
humano a lo largo del curso vital” (Bronfenbrenner y Morris, 1998).
Pareciera que Bronfenbrenner se está refiriendo –claramente- desde una mirada y un lenguaje
diferente al proceso que acompaña el despertar de la respuesta resiliente. En ese sentido lo estaríamos
visualizando como un aporte a lo que han descrito diversos autores sobre el accionar resiliente.
4. Bienvenida la neurociencia.
Siguiendo a Maturana y Varela (2004) definiremos al ser humano como un sistema viviente que se
caracteriza como una unidad de interacción. Por otra parte, los aportes de la neurociencia nos indican
que "no existen las neuronas individuales, ni cerebros aislados". Las investigaciones muestran que
sin interacciones mutuamente estimulantes -entre las personas- tanto las neuronas como la sinapsis,
se extinguen y mueren. Desde el nacimiento y hasta la muerte, las personas necesitamos de otros para
nuestro desarrollo, la interdependencia entre los seres humanos es una realidad constante de nuestra
existencia, es así que Shonkoff y Phillips (2000) plantean “desde las neuronas a la comunidad " y
podemos agregar “desde la comunidad a las neuronas” (Kotliarenco, 2009).
En tanto especie, de acuerdo a lo que señalan los neurocientistas, estamos recién "despertando" a las
complejidades de nuestros cerebros y, en forma especial, apreciando cuan vinculados están los
distintos cerebros entre sí. Recientemente, se vislumbra con claridad cómo nos hemos desarrollado
como criaturas sociales y que todas nuestras biologías están entrelazadas entre sí.
En el año 2006 Cozolino señaló que las neuronas aisladas mueren y que la vida está supeditada a la
conexión a través de los axones y las dendritas a otras neuronas con las cuales crea lo que el autor
denomina sinapsis social. A diferencia de otros autores en este campo, para quienes la sinapsis
constituye un vacío entre las neuronas, para Cozolino ésta constituye un puente entre neuronas. La
comunidad compuesta por grupos de personas que están conectadas social y emocionalmente pueden
interpretarse metafóricamente como las neuronas que a través de los axones y dendritas se produce
lo que denominaremos sinapsis social, Kotlialenco (2008).
Cyrulnik señala dentro de este punto de un modo u otro las neuronas, para activarse, hacer sinapsis y
llegar a ser semilla, necesitan de un sustrato y el sustrato depende de las competencias parentales más
próximas tanto en el vínculo de apego, como en la estimulación recibida desde la etapa pre natal y en
adelante.
Cabe recordar, que hace ya años Bruce Perry, señaló que neurona que no se usa, neurona que se
muere. Entonces, si el ser humano, desde el minuto de la gestación genera trillones de neuronas, ¿no
será el ambiente el que las puede cultivar o dejar morir?
El ambiente abre las alas, y los genes no se manifiestan si no hay un estímulo que provenga del
entorno, por lo tanto, si éste no capta a través de las oportunidades que le brinda la sociedad, las
posibilidades de cualquier tipo de desarrollo yacerán inertes y luego perecerán.
Así como tenemos neuronas que se relacionan entre sí, es una condición “sine qua non”, que para
desarrollar el aprendizaje es necesario que las neuronas se junten y hagan sinapsis, lo que implica que
las neuronas trabajen en conjunto y no de forma individual, por tanto, podemos ver que el proceso de
sinapsis es de carácter social como dice Cozolino.
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En las últimas décadas se ha comenzado tras las publicaciones de Giacomo Rizzolatti, en 1991 a
discutir sobre las neuronas espejo. Estas fueron descritas inicialmente por el autor mencionado y su
equipo cuando buscaban propiedades visuales en el sistema motor de macacos. Este tipo de neuronas
motoras presentan la particularidad de que se activan cuando el mono ejecuta una acción, pero
también cuando el mono observa acciones similares realizadas por otros individuos.
En los años posteriores se realizaron investigaciones que indican que en el cerebro humano existen
neuronas con propiedades similares. En estos últimos, se sustenta que este tipo de mecanismos de
espejo participan directamente en la comprensión de las conductas de los demás, intervienen en el
aprendizaje por imitación y en el procesamiento del lenguaje.
Desde el punto de vista de la neurociencia los circuitos parietofrontales integran la información
sensorial y motora y trascienden el simple control de los movimientos. La percepción y el
reconocimiento de actos ajenos, la imitación o diferentes formas de comunicación, que encuentran en
el sistema motor su sustrato neural, no involucran sólo a nuestro cuerpo y a los objetos que lo rodean
sino también al cuerpo de los demás.
Además, las neuronas espejo del hombre pueden interpretar tanto la intencionalidad de las acciones
como aspectos temporales de los movimientos que componen las mismas.
Haciendo una breve alusión a la imitación mencionaremos que los seres humanos nacemos dotados
de mecanismos que nos permiten imitar acciones. Cabe destacar que los niños, con apenas unos días
de vida, son capaces de imitar expresiones faciales.
5. Finalmente llegamos al concepto de comunidad.
5.1 Distintas acepciones del concepto de comunidad.
Previo a presentar lo elaborado para este trabajo en términos de la resiliencia comunitaria nos
detendremos a revisar lo que se entiende por comunidad.
Una comunidad (del latín communĭtas, -ātis) es un grupo de individuos que tienen ciertos elementos
en común, tales como el idioma, costumbres, valores, tareas, visión del mundo, edad, ubicación
geográfica (un barrio, por ejemplo), estatus social o roles. Por lo general, en una comunidad se crea
una identidad común, mediante la diferenciación de otros grupos o comunidades (generalmente por
signos o acciones), que es compartida y elaborada entre sus integrantes y socializada. Generalmente,
una comunidad se une bajo la necesidad o mejora de un objetivo en común. Este punto no es
necesariamente así.
En términos de administración o de división territorial, una comunidad puede considerarse una
entidad singular de población, una mancomunidad, un suburbio, etc.
Por otra parte se entiende por comunidad un grupo de personas que se asocian voluntariamente,
respecto de este punto existen diversos estudios que relatan la presencia de la comunidad frente a los
desastres o situaciones de guerras o conflictos. Esta se caracteriza por ser un sistema de vida en que
las personas que viven juntas no son una casualidad sino una necesidad para subsistir en el logro de
objetivos comunes, otra característica es que debe ser auto-suficiente en medios de producción y en
algunos casos en capacidad de defensa.
Resiliencia Comunitaria Página 25
La interdependencia es necesaria y generalmente cuentan con un líder que sienta las reglas de
comportamiento, establecer límites o entrega pautas de comportamiento. Será esta la definición de
comunidad, la que se utilizará en este trabajo.
Esto descansa en que la comunidad es más que la sumatoria o acumulación de seres individuales, es
más que un grupo, es la complejidad de relaciones sociales de una población entre sí, con su territorio
local y el ecosistema, con las poblaciones del ámbito municipal, y con contextos socio ambientales
más amplios que la propia localidad. La comunidad cuenta con una estructura organizativa, ya sea de
instituciones públicas, organizaciones sociales, escuelas, entre otras.
Cabe destacar que la comunidad como tal no es estática, es movimiento, sufre crisis, se reorganiza,
hay épocas de resistencia, y de búsqueda de alternativas comunes localmente y de manera autónoma.
Sus procesos socioambientales, socioculturales, socioeconómicos son singulares que las distinguen
de otras comunidades.
La psicología ha definido la rama comunitaria como uno de sus campos de acción. Definiéndola como
el estudio que se realiza en relación al contexto de cada individuo al interior de su comunidad y de la
sociedad en su conjunto. Además de las relaciones que se establecen entre un individuo y una
comunidad y la sociedad en su conjunto. Rappaport discutía en 1977 la perspectiva de la psicología
comunitaria con una perspectiva ecológica en la relación de cada persona con el ambiente, en lugar
de enfocarla en situación de desadaptación o de conflicto.
Entre 1950 y 1960, tras la Segunda Guerra Mundial diversos factores fueron considerados como
fuente de interés en la psicología comunitaria, en tanto se transitó de una mirada centrada en la
persona a un período ligado a la prevención del cambio social, hito que sin duda reviste especial
interés en la concepción del ser humano.
Lo dicho hasta el momento nos permite considerar a la interacción como base de la comunicación, y
ésta, a su vez, como principio fundamental de existencia de lo social.
Siguiendo a Jesús Galindo (2001), "la comunicación no sólo es una necesidad emergente, sino un
estilo de vida, una cosmovisión, el corazón de la sociabilidad. La comunicación es efecto de un
contexto ecológico de posibilidades, donde las diferencias se encuentran, pueden ponerse en contacto
y establecer una estrategia, para vincularse cooperando, coordinando y representando". La
comunicación es, antes que nada, vínculo, relación, y en este punto muestra estrecha relación con el
concepto que nos ocupa en este trabajo que es el de resiliencia Comunitaria.
Hemos llegado a la necesidad de describir los naipes psico-sociales que subyacen a la posibilidad de
crear o construir una comunidad. En este caso se trata claramente de una comunidad que reacciona y
se comporta resilientemente.
En primer lugar describiremos los comportamientos que la construyen resiliente. Es necesario
recordar que los comportamientos en tanto tales constituyen procesos no reversibles. El resiliar
concepto del que nos habla Cyrulnik indica que tras el dolor se produce un rebotar que no implica
retornar al punto inicial, es decir, no es volver a un estado anterior a la ocurrencia del trauma o la
situación de adversidad y como nos enseña Aldo Melillo (2004) "ya nada es lo mismo".
Tal como nos reitera la literatura y las experiencias que hemos vivido cada uno de nosotros la
resiliencia se teje cual telaraña en la interacción entre nosotros como personas y el medio ambiente
cercano y también el más distante. Tras esta descripción cobra aún más sentido lo mencionado por
Resiliencia Comunitaria Página 26
Maturana, Varela y también Echeverría (2008) respecto de que somos seres sociales y en tanto tales
somos interacción, nos comunicamos y somos esencialmente seres dialogantes sea verbal o
gestualmente. Son los demás, son los otros -fundamentalmente los padres o personas sentidas como
significativas o sustitutas quienes ejercen- implícita o explícitamente el rol de mediadores con el
medio social, ayudando así a su constitución a través de una acción neutralizadora de los estímulos
amenazantes. Melillo (2004). En un lenguaje diferente y referido al mismo tema Cyrulnik (2013) nos
habla de tutores de resiliencia. El autor enfatiza que estos pueden estar presentes explícita o
implícitamente. Ello en tanto el tutor de resiliencia, en ocasiones, no se reconocería en ese rol pese a
lo evidente que es su presencia para quien recibe este cuidado, amor y compañía.
En este punto es fundamental señalar que la interacción y comunicación mencionada requiere tener
ciertas características dado que actuar comunitariamente implica actuar en conjunto y con unidad en
relación, por ejemplo, a valores, patrones organizacionales, contar con capacidad de escucha y
especialmente tener la posibilidad de atención plena sobre uno mismo y los demás.
Lo dicho implica tener capacidad de empatía lo que ha sido descrito como “ponerse en los zapatos
del otro” es decir la habilidad humana que hace que sea posible comprender a los demás y comprender
los puntos de vista ajenos.
Entre otras características que hacen de nuestro actuar comunitario, es decir, del yo al nosotros,
compartido y sentido, escuchado y atendido se agrega el respeto por lo ajeno, por lo desconocido,
lealtad a las emociones, atenderlas y contenerlas de ser necesario.
Es posible mencionar una serie de características para que una comunidad responda en forma
resiliente a las necesidades que surjan. La característica prioritaria es fijar el objetivo, el horizonte a
donde me dirijo, centrándome en éste a través del diseño, además de la planificación, de los pasos a
dar, de los peligros y beneficios de cada uno de ellos, de los riesgos del camino a recorrer, de los
pilares de resiliencia a crear a través de la interacción con el medio que nos rodea.
¡¡¡Qué importante resulta destacar, en este punto, la subjetividad con que se han trazado cada una de
las líneas, de los planificados y no aventurados caminos a seguir!!!
Volvemos a la neurociencia y en este respecto a Cozolino y sin duda a Cyrulnik. Ambos enfatizan en
la unicidad del ser humano. Y por tanto la heterogeneidad y variabilidad que encontramos en nuestro
andar familiar y aún más en el camino comunitario.
Qué sabio es, en este punto, tener claro que somos seres únicos e irrepetibles. Con esto podrá
agigantarse nuestra capacidad empática y de respeto por la particularidad de todos quienes tengo al
frente o bien de todos quienes por diversas razones se han cruzado en mí andar.
¡¡¡No será probable que una comunidad no camine al unísono y especialmente cuando se espera para
su éxito que el caminar sea en grupo, y se comporte con unidad!!!
Y finalmente ¡¡¡cuánto de lo dicho resulta imprescindible para alcanzar la meta que cada uno, con
atención y respeto a sí mismo, haya definido como tal!!!
La meta grupal ha de ser definida con claridad de la unicidad de cada uno de sus miembros y aún más
tener presente que comunidad no es la suma de cada una de las personas que creen o esperan estar
agrupadas, sino de la armonía de la acción de todos a la vez. Todos al unísono por nuestra meta
común.
Resiliencia Comunitaria Página 27
Por último el camino hacia la resiliencia es duro y puede en su andar plantear uno y más interrogantes
sobre los para qué, por qué y dónde deseo llegar. El camino resulta duro, pesado pues como Cyrulnik
nos ha recordado, en más de una ocasión en sus conferencias: ese caminar es duro no solo por los
sucesos imprevistos del camino sino sobre todo porque cada ser humano “lleva consigo una mochila
en la espalda“. Y el contenido de dicha mochila es nada menos que la cultura, la sociedad y el contexto
en los cuales se gestó, se crió y “vivió” mi historia en comunidad, mi historia familiar, la historia de
mi vida y la biológica que crea y elabora a todas las ya mencionadas.
La definición de resiliencia comunitaria, así como la descripción de sus componentes, no aporta
mayormente al ser ésta comparada con lo que mencionamos en relación a resiliencia individual,
familiar así como la referida a la ecología social y la organizacional.
Estos distintos tipos de resiliencia nos hablan del dolor, con su concomitante estrés, que siente una
persona en una condición en la cual se percibe -o la emocionalidad correlativa le indica- a través de
una reacción bio-neurofisiológica y endocrina - que se encuentra enfrentada a una situación de
adversidad. ¿No presenta acaso la resiliencia comunitaria componentes equivalentes a los distintos
tipos de resiliencia ya mencionados?
La reacción frente al estímulo adverso puede expresarse en las distintas resiliencias de tres formas:
en primer lugar se hace presente una reacción de incapacidad para enfrentar el estímulo frente al cual
nos sentimos anulados y predomina la sensación de incapacidad y la capacidad potencial inherente a
todo ser humano permanece inerte o sin vida. La segunda reacción es aquella que si bien se hace
presente de la misma forma que la descrita con anterioridad, habilita a la persona para activar la
potencialidad que es inherente a todo ser humano, permitiéndole así percibir y sentir el dolor
provocado por el estímulo externo a él, escucharlo, distinguirlo y elaborarlo, recurriendo a sus
recursos o fortalezas externas a la vez que a las internas y es así como discierne por el camino que lo
habilita para construir. No un laberinto, sino que como ha sido descrito (Rubio y Puig, 2015) para
diseñar y planificar su plan de acción para asumir y encontrar una reacción de salida positiva y
socialmente aceptable y, más aun, en dirección a la meta que se ha propuesto para alcanzar esa
actividad o situación específica. En tercer lugar nos referimos a quienes han logrado tejer una telaraña
de contención a y través de la acumulación de registros de situaciones dolorosas así como
acumulación de memoria o representaciones de situaciones superadas, con la consecuente sensación
placentera. Es a través, entonces de esa acción, que reconstruyendo lo vivido logran vencer esta nueva
adversidad que se hizo presente.
Y proponemos a través del presente escrito compartir con Uds. la definición que hemos ido creando
y construyendo a lo largo de este trabajo.
Referirse hoy al concepto de resiliencia comunitaria al igual que a los otros tipos de resiliencia
requiere referirse también a su definición. Referirse hoy al concepto de resiliencia requiere también
referirse al dominio en el cual utilizamos este concepto.
Referirse hoy al concepto de resiliencia requiere dar cuenta del contexto cultural en el cual dicho
comportamiento tiene lugar.
¿Qué significa que un comportamiento resiliente lo sea frente a una situación dolorosa? ¿Quién otorga
el carácter de resiliente a un comportamiento? Recomendamos que el referirse al concepto de
resiliencia requiere precisar el momento social e histórico en el cual este se produce.
Resiliencia Comunitaria Página 28
¡¡¡Hoy podríamos sostener con soltura que el concepto resiliencia tiene su propia historia y su
recorrido es vasto!!!
¿Significa esto, acaso, que referirse a resiliencia sea hoy un concepto que dé cuenta de actos,
comportamientos o pensamientos con significado universal? Pues ¡no!
Definir o caracterizar a personas como resilientes puede con frecuencia inducir a errores. La razón de
ello descansa en un sin número de variables que condicionan su manifestación o bien su expresión,
tal como se ha descrito en este trabajo.
La inestabilidad de este requiere considerar como un mismo estimulo afecta de distinta forma a
diferentes personas. Esto es efecto de que se requiere junto al estímulo, considerar el lugar donde
ocurre, el contexto cultural y la edad. Requiere considerar también que el significado de este depende
además de si son personas de igual sexo e incluso con igual nivel educacional y económico.
Además de lo dicho una persona puede reaccionar resilientemente o no, dependiendo del estímulo
del cual se trate y del significado que ese mismo estimulo tiene para las distintas personas; también
para esas mismas personas ubicadas en diferentes contextos geográficos en los cuales las ideologías
y los valores son también distintos.
Tal como se señaló referirse a comportarse resilientemente frente a un mismo estimulo requiere
considerar la inestabilidad de este constructo. Con facilidad podemos pasar de una respuesta que
indicaría que estamos resilientes a uno en el cual no estamos ni somos resilientes.
Todo lo dicho se refiere a la delicadeza o sutileza con la cual deberíamos considerar si un
comportamiento que, es expresado por un otro es o no resiliente, sin tener presente que este está,
sujeto a múltiples consideraciones.
En conclusión y siguiendo a Melillo (2004) el dolor produce una herida, el vencer esa herida supone
reconocerla, elaborarla y aceptarla como tal. El salir de esta condición, implica no retornar al punto
inicial, es decir, no es volver a un estado anterior a la ocurrencia del trauma o a la situación de
adversidad y como nos enseña el autor mencionado "ya nada es lo mismo".
6. Como caminó CEANIM hacia la resiliencia comunitaria.
Desafiante, rebelde, respetuoso y atractivo llega a nosotras, desde Ginebra, el cambio de paradigma
que subyace al concepto de resiliencia. Este nos fue regalado por uno de los "padres" de la resiliencia,
Stefan Vanistendael, nuestro amigo e inspirador hasta el presente.
Este giro paradigmático discutido, discutible, leal y respetuoso de los valores de la humanidad llega
a mediados del siglo XX para quedarse con muchos en múltiples países. Entre otros, con nosotras en
CEANIM.
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Más que, como muchos otros conceptos que nos llegaban o que conocimos a través de la teoría, el
concepto de resiliencia nos sorprende, nos alegra y responde a una larga y sostenida duda y discusión
sobre las sorpresas que nos había traído nuestro trabajo directo en lo que algunos denominan "con los
pies en el barro".
Trabajo directo que comenzamos a realizar -en forma sistemática- hace 39 años (1979) con el grupo
de profesionales de CEANIM, inicialmente con las familias de La Florida y La Pintana.
Trabajo, a partir del cual, compartíamos, convivíamos, capacitábamos y especialmente conteníamos,
por algunas horas a la semana por aproximadamente tres años. Los talleres con las mujeres de los
sectores recién mencionados aumentaron y con el paso de los años, fueron muchos más. Cada uno de
los talleres, cada una de las mujeres, de alguna forma, nos asombraban, nos confundían, nos
maravillaban. Tomábamos entonces conciencia de que las ideas y las emociones con las que
iniciábamos nuestro trabajo estaban llenas de prejuicios y juicios.
Podemos sintetizar que a partir de las conversaciones con el equipo estás llevaban a la premisa de
que, lo observado a través de las sesiones con las mujeres que asistían a los talleres, no se
correlacionaba con lo esperado por nosotras.
Tras el café en Ginebra y escudriñando las experiencias habidas en los sectores poblacionales donde
trabajábamos pudimos vislumbrar que lo comentado por Stefan se hacía carne, se hacía realidad. Es
decir, somos seres dependientes de las experiencias. Esto último muestra con claridad la importancia
de “meter lo pies en el barro” y reflexionar con otros y con uno mismo lo que esas vivencias y
emociones nos enseñan.
¡¡¡Entre palabra y palabra, entre frase y frase y entre párrafo y párrafo hemos logrado entender y más
aún comprender, que el dolor como amenaza se convierte una vez elaborado en oportunidad. No es
esa acaso la lección que hemos aprendido desde 1979 en adelante!!!
Recordemos que el estar resiliente responde al despertar de mi potencial y otorga el poder del brote
de la semilla, del crecimiento y desarrollo a quienes me rodean, a los otros que pueden estar no estar
presentes en la infinidad de segundos en el que transcurre la vida, haciéndose manifiesta la
inestabilidad de mis respuestas diferentes frente a momentos iguales así como la estabilidad de mis
reacciones frente a estímulos o condiciones y variables diferentes. Sin embargo, aquellos
comportamientos inestables, aquellos comportamientos estables son comportamientos resilientes.
Y... Es así como Néstor sigue vigente y lo seguirá estando en el País de Nunca Jamás...
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CAPÍTULO 2.
LA RESILIENCIA PERDIDA.
Resiliencia Comunitaria Página 33
Aldo Melillo
8
9
y Fernando Melillo
10
INTRODUCCION.
“¡Sálvate, la vida te espera…!”
Esta exclamación desiderativa es el título del último libro de Boris Cyrulnik, donde narra
detalladamente la historia de su vida, ya desgranada en muchos de sus obras sobre resiliencia.
La exclamación: salvadora, verdadera, o una quimera producida, como afirma Boris, por la mente de
un niño traumatizado de seis años y medio, cuyos padres ya habían desaparecido en el progrom contra
los judíos de Burdeos en Enero de 1944.
En este libro vuelve a incluir dos afirmaciones. La primera parece algo vaga pero como luego veremos
sugiere mucho para investigar: “La resiliencia se teje en el espacio entre el sujeto y la comunidad
humana que lo rodea”.
La segunda es mucho más explícita y enunciativa de los temas que aquí trabajaremos.
“Cuando un niño sea expulsado de su hogar como consecuencia de un trastorno familiar, cuando se
le coloque en una institución totalitaria, cuando la violencia del estado se extienda por todo el planeta,
cuando los encargados de asistirle lo maltraten, cuando cada sufrimiento proceda de otro sufrimiento,
como una catarata, será conveniente actuar sobre todas y cada una de las fases de la catástrofe: habrá
un momento político para luchar contra esos crímenes, un momento filosófico para criticar las teorías
que preparan esos crímenes, un momento técnico para reparar las heridas y un momento resiliente
para retomar el curso de la existencia.”
Antes de entrar en el desarrollo de las ideas conviene aclarar que este artículo es producto de múltiples
conversaciones, todas ellas en el sentido que le da Humberto Maturana al conversar, aprovechando
la etimología latina de esta palabra, en el sentido de dar vueltas juntos, entrelazando palabras y
emociones. Conversaciones así planteadas y reflexivas con el propio Maturana, con Néstor Suárez
Ojeda, con Edith Grotberg, con Riane Eisler, con Marija Gimbutas, con Emmanuel Lévinas y, claro,
con Boris Cyrulnik. Conversaciones evocativas de diversas instancias laborales y académicas.
Conversaciones y reflexiones en voz alta (literalmente) con un auditorio imaginado en el micrófono
de un pequeño grabador de voz (obligado por serias limitaciones en la visión). Y finalmente,
conversaciones entre padre (Aldo) e hijo (Fernando) para completar la elaboración de este texto.
Esperamos, entonces, puedan disculparse ciertas carencias formales y un estilo dispar, por momentos
excesivamente coloquial.
8
Médico psicoanalista, fue Secretario de Salud y Medio Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires, miembro del Foro
Psicoanalítico de Buenos Aires y profesor de la Escuela Argentina de Psicoterapia de Graduados, Consejero Académico
del Máster en Psicoanálisis de la Escuela Argentina de Psicoterapia de Graduados y la Universidad Nacional de La
Matanza. Autor y compilador de Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas (2001), Resiliencia y subjetividad
(2004), entre otros trabajos psicoanalíticos.
9
Un agradecimiento especial para mis nietos Lucia y Tomás por su ayuda con la desgrabación y el
manejo informático de los audio-textos.
10
Prof. En enseñanza primaria. Fue Diputado Nacional y legislador por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ex
Subsecretario de Coordinación de Políticas Ambientales de la Nación.
Resiliencia Comunitaria Página 34
Queremos comenzar por prestar atención a una serie de descubrimientos relativamente recientes pero
que dan luz sobre ciertas características de las primeras civilizaciones humanas que se desarrollaron
en la Tierra.
Hemos dicho ya en otra ocasión que el concepto de resiliencia comunitaria fue una expresión que
estableció de alguna manera una de las pioneras de los trabajos de resiliencia, Edith Grotberg,
planteando que era una capacidad que tenían tanto las personas, los seres humanos, como los grupos
y las comunidades humanas. Esto lo retomó Néstor Suárez Ojeda con mucha precisión para
desarrollar el tema de la resiliencia comunitaria en América Latina, un lugar muy distinguible en
cuanto a la cantidad de adversidades que las comunidades diversas que alberga nuestra América
Latina tuvieron que atravesar y que pudieron a veces superar con actos de verdadera resiliencia. Así
se fueron diagramando lo que Néstor llamó pilares de la resiliencia comunitaria: autoestima colectiva,
identidad cultural, humor social, solidaridad comunitaria, apareados y en relación con los honestidad
y la eficiencia en los temas burocrático-administrativos, para bien o para mal, muchas veces. Pero no
nos detendremos en este aspecto. Nos enfocaremos en una cuestión que es anterior a lo que podemos
decir de la resiliencia comunitaria en América Latina o en cualquier lugar del mundo de nuestros días,
del siglo pasado o épocas más o menos recientes. La idea es hacer un repaso del desarrollo de la
humanidad sobre la Tierra, muy rápido y somero, para poder llegar a un momento que consideramos
muy relevante para avanzar en el concepto de resiliencia en el sentido y la potencialidad de poder
trabajar en muchos campos, en el presente, ayudando a la mayor cantidad posible de personas.
Un viaje por la prehistoria.
Para hacer un repaso muy rápido, comencemos por recordar que los australopitecos son los
antecesores no solo de los seres humanos sino también de los chimpancés y los gorilas. Son
antepasados comunes que existían hace alrededor de siete millones de años. Ya entonces andaban
estos ancestros por la Tierra. En esa época, en la precedente y con posterioridad (en un registro que
abarca millones de años) fueron ocurriendo importantes cambios geológicos. Especialmente en
África, que era donde se desarrollaban los australopitecos, en una extensa selva, rica en alimentos y
posibilidades para estos antepasados, básicamente con características físicas más propias de los
monos y que tenían muchas facilidades para vivir allí. Pero ocurrió una gran fractura geológica (que
comenzó hace decenas de millones de año y aún continúa) de casi 5000 kilómetros de extensión norte-
sur, la del Valle del Rift, en una zona cercana a la costa Este y que dividió al África en dos zonas. La
Zona Oeste, la más amplia, continuó siendo una selva tropical, y ahí siguieron desarrollándose los
ancestros con cambios más ligados a lo que después va a devenir como chimpancés y otros simios
que genéticamente son muy cercanos a nosotros los humanos. La gran diferenciación en el relieve, la
geografía y el clima la estableció esa falla del Rift, con sus plegamientos montañosos, que dejó al
Este una zona entre el océano y las montañas, que se tornó más seca. Es lo que se llama la sabana
africana. Ese ambiente más llano, con pastos altos, hizo propicio el desarrollo de animales que se
fueron poniendo de pie, perdiendo el andar locomotor arbóreo que tienen los chimpancés y los monos,
y empezando a usar mucho más el tren posterior como piernas en tanto el tren anterior se fue
convirtiendo lentamente con el paso del tiempo en manos adecuadas para transportar cosas, para hacer
operaciones más finas. Y se fue perdiendo el olfato porque la cabeza se alejó del piso y de las huellas
olfativas que manejan mucho mejor los chimpancés que nosotros, los seres humanos; la vista, por su
parte, se desarrolló para poder ver de lejos, en la planicie que permitía una visión a larga distancia.
Aquello fue lo que lo que dio origen a los primates, a los homínidos, a las primeras formas humanas,
que fueron sucediéndose unas a otras y continuaron su evolución.
Resiliencia Comunitaria Página 35
Es importante dimensionar las magnitudes temporales. Hace más de 200 millones de años, por el
movimiento de las placas tectónicas, comenzó la denominada Deriva de los Continentes hasta llegar
a la actual conformación de continentes y océanos. Ya entonces, y por más de 160 millones de años,
habitaron la tierra los dinosaurios hasta su masiva extinción junto a una gran variedad de especies
animales, 66 millones de años antes de la aparición de los homo sapiens, tras una evolución también
de millones de años desde aquellos ancestrales australopitecos.
Ahora sí vamos a dar un salto, y ya nos vamos a encontrar con seres humanos como los actuales, que
como todos sabemos hoy, iniciaron su vida en África y de allí fueron emigrando, a veces no sabemos
bien en qué forma, cómo o cuándo llegaron a América, a Eurasia, a Oceanía. No están claras todas
las peregrinaciones que hizo el hombre, pero estamos hablando en general del Paleolítico o Edad de
Piedra, que abarca dos millones y medio de años hasta llegar al Neolítico o de la piedra nueva, de la
que hay abundante registro arqueológico en forma de estatuillas, de pequeños instrumentos y
herramientas. Entonces ya nos referimos a miles de años en los que se produjeron vertiginosos
cambios civilizatorios que implicaron básicamente el paso del nomadismo al sedentarismo.
La Vieja Europa.
En ese contexto, hay hallazgos arqueológicos que adquieren gran significatividad y relevancia en la
segunda mitad del siglo pasado, en los años posteriores a 1960/70. Se pudo identificar y caracterizar
una civilización que existió en una zona muy extensa de Europa, que abarcaba el norte de Grecia, el
norte de Italia, las actuales República Checa, Eslovaquia, sur de Polonia y oeste de Ucrania,
incluyendo en su centro los Balcanes, Moldavia y la Cuenca del Danubio Medio, los mares Egeo y
Adriático (con sus islas).Pueblos que existieron mucho antes de lo que siempre se estimó como el
comienzo de las civilizaciones antiguas: Egipto y la Mesopotamia, que son posteriores.
Aquellas civilizaciones que se desarrollaron en todas esas regiones son de ocho, nueve mil años antes
de Cristo y subsistieron largamente; aparentemente los últimos en desaparecer de esos grupos fueron
los que habitaban en la Isla de Creta (Grecia), donde está el Templo de Cnosos, que corresponde a la
civilización minoica o premicénica, que algunos denominan matrística, ya veremos porqué. El
Templo de Cnosos es un extraño y enorme palacio de forma laberíntica, totalmente distinto de todo
lo que hicieron los micénicos en su progreso, registrado por la mitología griega y que ha sido objeto
de mucho más estudio.
¿Qué características tenían estas civilizaciones? Han habido varias personas que las estudiaron, pero
hubo una que en particular nos interesa, una arqueóloga que fue también etnóloga y lingüista, que ha
estudiado mitología, creencias y lenguas populares, entre otras cosas. Una mujer originaria de
Lituania que durante la guerra y la ocupación nazi sobrevivió como pudo con sus hijas y su marido.
Se refugió en Austria, continuó estudiando y cuando terminó la guerra logró incorporarse en la
Universidad alemana de Tubinga, donde en 1946 se doctoró en arqueología. Emigró hacia Estados
Unidos en el año 1949, donde consiguió ingresar con un contrato en Harvard, como especialista en la
prehistoria del Este Europeo.
Finalmente, ella se separó de su marido y continuó viviendo en California hasta que murió en los
noventa, en Los Ángeles. Pero desde fines de los 60 y durante todos los años 70, dirigió excavaciones
arqueológicas en el norte de Italia, en el norte de Grecia y en otras zonas del sudeste de lo que se
llamó, a partir de entonces, la Vieja Europa. ¿Qué había ocurrido allí hace 10000 años? En todas esas
regiones, se fue asentando una población humana, Homo Sapiens, que ya habían desarrollado
conocimientos de agricultura, de trabajos con tejidos, con hilados, y una cerámica que iba avanzando
paso a paso. Eso produjo que se encontraran grandes yacimientos de cerámicas donde lo que se repetía
Resiliencia Comunitaria Página 36
constantemente eran estatuillas de mujeres. A veces de los genitales de mujeres, o mujeres completas,
esas típicas mujeres voluptuosas, de grandes piernas, de grandes senos, una especie de maternidades,
herederas directas de las primeras estatuillas de finales del Paleolítico, lo que llevó a pensar que
mucho antes de que se representaran los dioses masculinos existieron estas deidades femeninas. Lo
interesante es que Marija Gimbutas, así se llamaba la arqueóloga, no creía que eran todas
personificaciones de la diosa, sino que era la mujer misma. Realmente la mujer era el centro de esas
sociedades por una razón simple y llana: era quien reproducía la especie. No se sabía qué rol jugaba
el hombre. Se veía que, en determinado momento, cuando a la mujer se le interrumpía la
menstruación, aparecía el crecimiento del vientre y nacía una criatura. Tal como el proceso de
reproducir la semillas que ellos plantaban, y volvía a aparecer el grano, las plantas que se reproducían,
en toda la relación íntima, cercana, con la tierra, con los ciclos de la vida animal y vegetal, muy
parecido quizás a la relación mujer/madre/tierra generadora de vida que se puede reconocer hoy,
todavía, en los pueblos originarios que aún perduran
11
Aquella civilización estaba conformada por pueblos que llegaron a tener hasta veinte mil habitantes,
y que se asentaban en los valles, en el llano, en las orillas de los ríos, para poder utilizar el agua para
la agricultura y para sus usos domésticos. Por eso muchos de los hallazgos proceden de allí, de estas
excavaciones a orillas del Danubio. El trabajo de reconstrucción realizado a partir de estas reservas
arqueológicas permitió discernir que se trataba de agrupamiento de casas abiertas, con mucha
circulación de personas, que se correspondían con una organización social matrifocal. Por motivo de
la cuestión de cómo se reproducían los hijos y el rol que tenían las mujeres, la casa iba quedando en
manos de una abuela y otras mujeres más jóvenes, junto a los niños que allí se criaban y los hombres
con que hacían pareja. Esto hace pensar en un tipo de civilización muy igualitaria, donde no había
estratificaciones o jerarquías. No había tumbas más grandes para hombres o para mujeres, sino que
todas las tumbas eran iguales: los niños, los hombres, las mujeres. No había nada que indicara que
era más un hombre que una mujer. O una mujer, que era lo más probable en este caso, que un hombre.
Eran todos iguales. Y absolutamente pacíficos. Aunque finalmente fueron después arrasadas muchas
de estas ciudades, ellos, sus habitantes milenarios, eran pacíficos. Desarrollaron también el trabajo
con metales: con cobre, plomo, estaño pero no fabricaron armas. Entre todas las cosas halladas no
hay armas. Y todas las escenas que pueden verse representadas en las ánforas como las que se ven en
la Isla de Creta, corresponden siempre a escenas alegres, festivas, donde podía haber una mujer, una
diosa rodeada de otras jóvenes, y de hombres que estaban cerca. Pero no había escenas de lucha, de
heroísmo, de violencia, de poder. Todo tenía que ver con la vida, con la tierra, con los ríos o con el
mar, como en el caso de Creta, donde se pueden observar botes a vela con los que navegaban.
Entre quienes han trabajado mucho sobre esto encontramos un biólogo chileno, Humberto Maturana,
que incluso ha fundado una institución para tratar de desarrollar lo que él llama el Pensamiento
Matríztico. Es que se trata de una cultura, con todas estas características, totalmente diferente de la
cultura postmicénica, patriarcal, que portaron las tribus que, por razones climáticas, venían desde el
norte y que directamente destruían, arrasaban y saqueaban lo que encontraban a su paso. Hicieron lo
que después siguió haciendo con demasiada frecuencia nuestra especie humana. Usar la violencia
para solucionar los problemas.
11
Por ejemplo, se ha estudiado la resiliencia en los Andes peruanos, en las comunidades que siembran por terrazas en la
montaña, actividad que no es fácil de realizar. Allí se les han brindado nuevos conocimientos meteorológicos, pero sin
embargo los pobladores andinos, los incas sobrevivientes ahí en esos pueblos pequeños y que viven con lo justo, se
guían tanto o más por aquellos datos ancestrales, de saber reconocer, en un musgo que aparece en el verano o en un
insecto o un pequeño gusano, los signos de que va a haber una sequía o una oportunidad para sembrar. Y las dos cosas
funcionan, pero la meteorología incaica parece hacerlo aún mejor.
Resiliencia Comunitaria Página 37
Muy distinto era lo ocurrido con la civilización a la que nos estamos refiriendo. Estos pueblos se
fueron extendiendo, largamente, por toda esa zona de Europa, Asia Menor, Norte de África y
comerciaban unos con otros, iban desarrollando distintos cultivos, distintas actividades. La alfarería
era cada vez mejor y más hermosa. Todo un arte decorativo con significados muy precisos, que
conllevan un dato importante
12
.
Pero nos encontramos con que Gimbutas se dedicó a estudiar justamente esos simbolismos, la
frecuencia con que están representados, no solo en la alfarería de aquellas épocas, sino también en el
lenguaje pictórico popular que ella conocía de Lituania. Identificó el uso de la V asimilado al triángulo
púbico de la mujer-diosa-madre creadora omnipresente en la alfarería de la vieja Europa, otorgándole
un justo estatus simbólico. Incluso planteó que lo que se clasificó como Minotauro, el toro con las
astas, no era un Minotauro, sino el triángulo de los genitales femeninos y las trompas de Falopio
desarrolladas hacia arriba. Si estas figuras como tantas otras alegóricas a las cuestiones de la creación,
la reproducción y el funcionamiento de esa sociedad han estado presentes allí de ese modo, quizás
uno tendría que preguntarse también cómo era la educación sexual de los niños, qué niveles de
libertad tenían para explorar su sexualidad con una cosa experiencial tan cercana a los hechos, donde
todos sabían todo de lo que pasaba, desde el nacimiento al desarrollo posterior. Es que decenas de
miles de años de una primera “religión” centrada en la Celebración de la Vida y personificada en la
mujer permiten formular una hipótesis contradictoria con aquella que formula que el primer vínculo
social estable de la especie humana fue la pareja heterosexual creada por el hombre cazador. Adquiere
verosimilitud la idea de un vínculo diádico madre/criatura que se expande solidariamente con otras
que atraviesan o han pasado ya por la gestación-crianza estableciendo y multiplicando los lazos
cooperativos en función de preservar la vida, de modo que el ginecogrupo podría no ser una forma
más de organización sino la primera forma que se estructura a partir de necesidades humanas,
culturales y no meramente instintivas. Y no nos referimos a la ginecocracia que podemos ubicar allá
por el 3000 a.c. en el marco de ciudades-estado (y ya en resistencia al avance patriarcal) sino a
sociedades matrifocales o matricéntricas, muy anteriores en el tiempo, a las que el propio Bachofen
(1861) caracterizaba como fraternas, pacíficas y centradas en el bienestar no por una organización
política y social matriarcal ni por la religión de las Diosas, sino por una sustancia emocional que fluía
directamente de los cuerpos físicos de las mujeres-madres. Podemos agregar que nos encontramos
muy lejos, y mucho antes, del linaje patriarcal, los tabúes y la represión de la sexualidad, la
dominación de género, la esclavitud y la guerra. Y todo parece indicar que en ese marco de libertad,
cuidados, procuración del placer en y con el placer del otro, se criaron los niños y vivieron los adultos
durante milenios
13
.
Todos estos elementos impresionan y nos van llevando a imaginar que efectivamente hubo toda una
gran civilización con un desarrollo progresivo, como podemos verificar por ejemplo en el hecho de
que las últimas casas tenían pisos de mosaicos, y otros detalles cualitativos por el estilo. Las casas
12
Lo voy a ligar, cuenta Aldo, a una situación que nosotros vivimos, habrá sido en los años 1958/60, cuando recién se
había fundado la carrera de psicología en la UBA, y algunos de nosotros que estábamos ya en la cuestión del psicoanálisis,
Horacio Scornik, Antonio Barrutia, Barón Horne y yo, fuimos a tratar de influir por presencia, no de otra manera, en las
reuniones de la Facultad de Filosofía y Letras donde se estaba discutiendo la candidatura de Ángel Garma para ser profesor
en la carrera de psicología, a quien estaban rechazando porque criticaban un libro donde Garma se dedicó a estudiar el
arte ornamental popular de mosaicos y objetos que eran representaciones estilizadas de órganos sexuales y escenas
eróticas. Finalmente, por supuesto, rechazaron a Garma, lo cual no obstó para que él siguiera tranquilamente con su
trabajo
13
Existe registro etnográfico de pueblos matrifocales y matrilineales que aún perviven, que practican una sexualidad
abierta y libre, como una forma más de las relaciones distendidas e igualitarias entre hombres y mujeres que además
comparten la crianza colectiva de los niños. Los Na en Mongolia, los Mosuo en el sur de China, otras tribus de cazadores-
recolectores como los San del Zaire, los Mbouti, los Kung, los Soumi.
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estaban cada vez mejor construidas, a lo largo de una evolución de tres, cuatro milenios, en los que
cultivaron cereales y legumbres con herramientas cada vez mejores, de piedra o huesos. Es que se
trataba de una organización social compleja pero no jerarquizada, con especialización cultural y
tecnológica creciente de la que dan testimonio los objetos de uso y adorno encontrados, de cobre,
mármol y arcilla, desde cacharros de todo tipo, hasta husos de hilar, útiles de tejer e instrumentos
musicales. Quienes formaban parte de la civilización matrística solamente tenían relación con
animales pequeños. La cabra, la oveja que les daban la carne, la leche, que necesitaban, junto al perro
y otros animales de tipo doméstico. Pero al caballo no lo amansaron. Todo ello quedó reflejado en
grabados, pinturas y esculturas. Pero más importante aún es lo que ese arte no registra: escenas
bélicas, armas. La ganadería extensiva, las armas y el uso del caballo para la guerra vendrían después
con las invasiones indoeuropeas.
“El término Vieja Europa se aplica a la cultura pre-indoeuropea, una cultura matrifocal y
probablemente matrilineal, agrícola y sedentaria; igualitaria y pacífica. Contrasta agudamente con la
cultura proto-indoeuropea que viene después, que era patriarcal, estratificada, pastoral, móvil, y
guerrera, que se impuso en toda Europa excepto en algunas franjas del sur y del oeste de Europa, a lo
largo de tres olas de infiltración desde las estepas rusas, entre el 4500 y el 2500 a.c.” Marija Gimbutas
en Diosas y Dioses de la Vieja Europa (2013)
El fin de la Vieja Europa.
Por su parte, los que venían del Norte, quizás de lugares más fríos, distintos, eran totalmente
diferentes. Tenían los caballos domados y los usaban para arrasar con lo que había, por lo cual eran
guerreros muy temibles, frente a los que los pueblos pacíficos del Sur estaban indefensos y no tenían
chance de sostener ninguna batalla.
Así fue desapareciendo esta civilización, aunque quizás no la parte desarrollada en la región de Creta
y las Islas Griegas. Respecto a ellas está en discusión si fueron víctimas de las invasiones micénicas
o de la explosión volcánica de la Isla de Tera (que es hoy la Isla de Santorini), que se produjo allá por
los años 1600 a. C. con una intensidad equivalente a varias bombas atómicas, provocó tsunamis e
impactó en una vasta zona más allá de las islas
14
.
Es probable entonces que, en la finalización de la civilización cretense, esa catástrofe natural fue
decisiva, aunque, por otro lado, el Palacio de Cnosos, sin muralla defensiva, evidentemente no estaba
diseñado para resistir invasiones, sino para desarrollar otro tipo de vida, no guerrera.
De todos modos, ¿por qué le hemos puesto a este trabajo “la resiliencia perdida”? Hay un libro muy
interesante que se llama “El cáliz y la espada: nuestra historia nuestro futuro” donde se narra la
existencia de aquellas culturas y se relatan también los desafíos que actualmente se están llevando a
cabo contra la cultura patriarcal, cultura de la dominación, que es la que impera globalmente, más
allá de pequeños enclaves diferentes que puede haber en distintos continentes, en distintas regiones,
en el marco de una diversidad cultural como la que existe en el mundo. Pero lo grueso de la
civilización, del discurso de la civilización, es un discurso patriarcal, un discurso del poder, de la
14
Todo eso fue estudiado y publicado en el libro “La leyenda de la Atlántida”. Lo curioso es que, cuando se excavó la Isla
de Santorini, encontraron unas ciudades muy desarrolladas, muy lujosas, muy bien equipadas, donde usaban el agua
caliente que tenían del volcán para darse agua termal en las habitaciones. Fueron hallados todos los objetos, pero no se
encontraron muertos. Quiere decir que quienes habitaban esa isla estaban muy al tanto de qué era lo que iba pasando con
el volcán y pudieron prevenirse de la explosión que iba a ocurrir, a diferencia de lo acontecido en Pompeya cuando la
erupción del Vesubio.
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guerra, del poder que da el saber, de que todo se va a arreglar con la investigación y el conocimiento,
y con las “buenas” guerras. Es decir, todo lo que este mundo pre-patriarcal y premicénico vivió, tres
o cuatro milenios desarrollándose, científicamente inclusive, y socialmente, con una situación de
persistencia, de solidaridad, donde no había rastros de conflictos, de malos tratos, se fue perdiendo,
desde que apareció toda esta representación que pasó de la Celebración de la Vida en la Tierra al
“Dios del Cielo” que traían esas tribus indoeuropeas del Norte, que venían con sus caballos y sus
casas precarias, que hacían en forma de pozos con una precarios techos de piedras, donde vivían
medio enterrados, simples refugios para descansar en las pausas de su transitar nómade y belicoso
(con el avance de su dominio en el territorio irían surgiendo los nuevos asentamientos humanos,
fortificados y en lo alto, preparados para la guerra).
Lo que Riane Eisler propone en “El cáliz y la espada: Nuestra historia, nuestro futuro” es algún día
poder llegar a construir una sociedad, que ella denominará, no matrística como la llama Maturana,
sino de la Cultura Solidaria. Una cultura donde la gente esté ligada por la solidaridad, que es realmente
el cemento que une a las comunidades que identificamos como resilientes, donde “son todos para uno
y uno para todos”. Solidaridad es, entonces, una forma de protegerse mutuamente y ayudarse,
obteniendo así la fuerza necesaria para superar la dificultad y la adversidad, los apremios de la vida.
Evidentemente, esa civilización premicénica y prepatriarcal tenía estas características. Por eso a este
texto lo quisimos llamar “la resiliencia perdida”. Nuestra aspiración es aportar, suscitar, promover,
en la enorme tarea colectiva de ganar suficiente consenso público, en suficientes comunidades, como
para que pueda haber nuevos milenios de paz y de crecimiento con ese cemento solidario que tanto
puede servir.
Dos culturas opuestas.
“... Durante la larga transición entre la matrística y la generalización del patriarcado, como dice Raine
Eisler, hubo formas, normativas, instituciones que resultaban de los pactos entre los dos modos de
vida, que reflejaban la correlación de fuerzas en cada situación y en cada momento. Las mujeres,
explica también Eisler, siempre fueron propicias a la negociación para evitar las guerras y las muertes.
Según Bachofen, la primera forma de matrimonio, el matrimonio demétrico, fue un pacto propuesto
por las mujeres para paliar la violencia sexual de los hombres. Hubo quienes optaron por la guerrilla
(las amazonas), hubo gobiernos matriarcales que levantaron murallas en torno a sus ciudades. La
transición no fueron unos cuantos años ni unos cuantos siglos; fueron, según los lugares, entre
3 mil y 4 mil años, con tiempos de guerra, treguas, tiempos de paz pactados con fronteras, situaciones
de coexistencia y de vecindad; hasta que el antiguo modo de vida fue quedando en zonas muy aisladas
(como en el Caribe hasta el siglo XV d.c) o en catacumbas (cultos a la diosa, brujas etc.)” (Rodrigañez,
C., 2004.)
Para ingresar más en la cuestión política, como querría Boris Cyrulnik, empezaríamos por aclarar
nuevamente, de una manera muy directa, muy concreta y sencilla qué entendemos cuando hablamos
de una cultura, tomando las definiciones que ha dado Maturana. Él dice que una cultura es el
entramado que forma el lenguaje y las emociones que ponen en juego los hombres en un determinado
momento y lugar, en forma de redes de conversaciones que de alguna manera caracterizan a ese lugar,
a esa época, a esas personas y le dan un sentido real de presencia a una determinada cultura. Por
ejemplo, él dice, para entrar en nuestra materia, que la cultura patriarcal en la que vivimos
actualmente, tiene una larga data, dado que aquellas tribus indoeuropeas que iban a atacar a las tribus
pacíficas de la Vieja Europa, eran patriarcales, a diferencia de éstas, las de la Vieja Europa que eran
matrísticas, tenían su organización hecha en función de lo matrifocal y no utilizaron los caballos ni
la rueda para moverse rápidamente en maniobras guerreras tal como por su parte sí aprendieron a
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hacer rápidamente las otras tribus. Quizás llevados por un nomadismo más acentuado, por la
necesidad que les imponía las características de las zonas donde vivían, y las características de las
otras tribus con que coexistían. No lo sabemos con precisión, aunque hay quienes proponen que fue
la ganadería extensiva, con su violencia domesticadora del animal y el combate con el lobo
depredador, el marco donde surge la esclavitud y la dominación de género sobre la mujer cada vez
más limitada a su función reproductora. De todos modos, eso ha dado determinadas características a
las culturas patriarcales que han atravesado los siglos y los milenios y llegan a nuestra época,
diríamos, intactas como forma de cultura, abarcando prácticamente todo el mundo. Hay lugares, como
islotes, donde parecen funcionar otras culturas distintas en este sentido, pero resultan
cuantitativamente irrelevantes.
Lo cierto es que esta organización patriarcal se basa, básicamente, en el uso de la fuerza y la
expansión, en la utilización de la violencia y la guerra para imponerse a las otras culturas con las que
toman contacto, con los “buenos” resultados que le han posibilitado expandirse prácticamente a todo
el mundo. En esa cultura patriarcal se dan cuestiones como que el saber o conocimiento no es solo
algo que posee una persona o un grupo, sino que además es fuente de poder. Es decir, todo se tiende
a traducir en términos de fuerza, de poder, de riqueza, de mejor ubicación, de gradaciones en cuando
a las posibilidades que tienen todos y cada quien de acceder a distintos niveles. Esas estratificaciones
implican que no son todos iguales. Lo contrario de aquello a que nos referíamos al mencionar las
tumbas todas semejantes de la sociedad de la Vieja Europa. En las sociedades patriarcales no es así.
Allí todas las características que revisten a la persona en su vestimenta, en su forma de manifestarse,
en su habitación, en su casa, en su tumba –al fin de su vida– van a ser referencias que tienen que ver
con sus riquezas, con el poder que tenía, con el grado que ostentaba: si era un rey, si era un sacerdote.
Porque también las cuestiones sacerdotales y de religión se transformaban en una causa final a la cual
nadie podía acceder directamente pero que era reconocida en última instancia como la verdad última
e incontrovertible.
Este tipo de sociedad patriarcal de alguna manera mantiene una mala relación con muchas de las
cosas necesarias para el hombre. Tan diferente al modo de relación que había en la vida pacífica,
tranquila, que tenían los habitantes de la Vieja Europa, como la tenían también, antes de la conquista,
nuestros pueblos originarios que respetaban a la Pacha Mama, la Madre Tierra, como el más preciado
don que tenían, porque de allí surgían las posibilidades de alimentarse y de tener un cobijo.
15
Todas
las cosas que podían hacerse, venían de la tierra o de lo que de allí provenía. Esta relación privilegiada,
amorosa, no presentaba las mismas características en las sociedades patriarcales donde también se
empezó a perder, de alguna manera, el factor de unión que fue la marca de fábrica, por así decirlo, de
los homo sapiens en nuestro desarrollo, como seres que nos acostumbramos a vivir en relaciones de
amor. Esto es algo que vamos a discutir también desde un punto de vista filosófico. El amor, la
sexualidad formaba parte de la vida cotidiana de los hombres viviendo en grupos de tamaño mediano,
pequeño, o más grande. En esos grupos se daban las expresiones sensuales, que tenían que ver con el
amor, al hecho de haber adquirido la posición frontal para tener las relaciones sexuales, donde el cara
a cara permitía ver el juego de la alegría, el asombro, el placer en el otro, y eso generaba una suerte
de biología del amor, como aspecto muy importante en la posibilidad de vida de estos nuevos
animales que andaban por la Tierra. Nunca la perdieron totalmente, pero sí se fue alterando, se fue
transformando a partir de cosas artificiales que se iban a dando en nuestra sociedad. Pero analizarlo
sería muy largo y nos aleja del problema inmediato que nos interesa, que es el de la resiliencia.
15
Aquella también milenaria filosofía o ética del “Vivir Bien” en paz, equilibrio y armonía entre las personas y con la
naturaleza de aymaras, quechuas y kollas entre otros ha sido recuperada actualmente en sus principios básicos en las
Constituciones Políticas del Ecuador y del Estado plurinacional de Bolivia y señalan una perspectiva antagónica con el
modelo hegemónico del “Vivir Mejor” que prevalece globalmente con su impronta de desigualdad, egoísmo, consumismo
frenético y depredación ecológica
Resiliencia Comunitaria Página 41
Nosotros hemos planteado que la sociedad de la Vieja Europa, esas sociedades matrilineales,
prepatriarcales, matrísticas, como queramos llamarlas, eran sociedades muy resilientes por el nivel
de consolidación que tenían los grupos, por las prácticas sociales que se daban entre sí. Es decir, las
cosas se hacían en cooperación, se hacían unidos. Las mujeres tenían a cargo muchas de las
actividades, pero los hombres estaban siempre con ellas y también ayudaban, eran tarea de ellos
también. Es decir, no había un reparto fijo respecto a qué hace un hombre o qué hace una mujer, como
después fue tan notorio y tajante en las sociedades patriarcales, donde recién ahora se está intentando,
con mucho trabajo y lucha, pasar a una etapa diferente.
Resiliencia y solidaridad. Algunas experiencias
16
.
Lo que queríamos apuntar recién con la cuestión de la resiliencia, es a la importancia que tiene una
palabra que es la solidaridad, en el sentido de lo que la autora del libro “El cáliz y la espada” llama
como la futura sociedad de la solidaridad o solidaria, porque es lo que mejor describe esa
consolidación que produce la resiliencia, entendida como una capacidad de estar constantemente
“recargando pilas” gracias al contacto con los hermanos del grupo, de la tribu, de la familia que están
siempre dispuestos a dar una mano, a dar una ayuda, a atender un bajón que tiene alguien, eso que
se ve muchas veces en distintos grupos. Vamos a referirnos ilustrativamente a diversos grupos, como
ya lo hemos hecho en otra oportunidad, aunque no es necesario reiterar todos los ejemplos.
Comencemos por lo que ha significado la solidaria agrupación de las Madres de Plaza de Mayo para
aguantar un desastre tan grande como el que tuvieron que sufrir con la desaparición de sus hijos. Esa
posibilidad de unirse y de estar dándose apoyo a través de su consolidación como grupo, además de
la gente que se agrupó alrededor de ellas también, y que les daba los elementos que podían necesitar
en cada momento para poder sobreponerse a lo que estaban sufriendo. Ese sería un ejemplo
paradigmático, pero ha habido una gran diversidad de casos y experiencias.
En un texto del primer libro que publicamos sobre resiliencia, una colega cuenta la historia de una
escuela para niños pequeños donde ella entró a trabajar y donde se desarrollaba educación por el arte.
Era un jardín de infantes que después tuvo su parte escolar primaria, y en la época de la dictadura
hubo una especie de reacción de los miembros del equipo docente. Comenzaron a hacer reuniones, a
charlar entre ellos, a ver qué hacer, y fueron tomando decisiones de realizar trabajo de tipo teatral,
dramatizaciones; se juntaban siempre para conversar de las actividades con los chicos, y a veces con
los padres. Hicieron un trabajo cooperativo que cambió totalmente el clima inicial, de miedo
generalizado al saber lo que estaba sucediendo, y para poder ayudarse mutuamente, solidariamente
en esa situación. Esa fue una experiencia donde una comunidad se inventó formas de trabajo para
consolidarse cada uno por sí mismo y en grupo, y realmente con un éxito muy grande en sobreponerse
creativamente al contexto siniestro y amenazante. (Cuestas, 2001).
Hay otros ejemplos que vamos a ir repasando. La idea es que en realidad siempre vislumbramos
nosotros desde los primeros artículos que escribimos, que quizás hay que mirar la cuestión de la
resiliencia, de la promoción de la resiliencia en las comunidades, como una especie de vacuna para
las adversidades que van a ocurrir. Es difícil pensar que no van a ocurrir adversidades en la vida de
una comunidad, pero sí es posible poder desarrollar un cierto trabajo que haga las veces de una vacuna
en el sentido del cómo relacionarse entre sí al organizarse.
Hay otro trabajo muy interesante que se hizo en un pueblo del interior, a raíz de que hubo una
epidemia –cosa que a veces ocurre– o un principio de epidemia de suicidio de adolescentes y que
16
Este apartado refiere a vivencias personales de Aldo, de ahí la primera persona singular.
Resiliencia Comunitaria Página 42
provocó una gran alarma en dicha provincia. Allí trabajaba otra colega, con la que habíamos
colaborado inicialmente. Tuvieron que hacer toda una movida en el pueblo, sensibilizar a la gente
para que se ocupe de lo que les estaba pasando a los adolescentes, que algo terrible estaba ocurriendo,
que de pronto aparecía algo así como una imitación de la locura, de tomar una decisión de suicidarse
porque un amigo lo había hecho. Todo ello ocurría y nadie sabía muy bien por qué. El porqué era
muy sutil, del orden de la escasa motivación para las relaciones entre todas las personas y de la falta
de escucha hacia los más jóvenes. No había prácticas deportivas, no había actividades para divertirse,
no había bailes, se daba una disminución de la vida social en general. Cuando se logró poner en
marcha, después de un participativo proceso de debate comunitario, una serie de iniciativas como
actividades deportivas variadas, reuniones festivas, bailables, excursiones a lugares cercanos, coros
y encuentros musicales, entonces, se cortó la epidemia del suicidio, porque los chicos empezaron a
engancharse con la práctica creativa, recreativa y solidaria junto a sus pares, con el acompañamiento,
ahora más atento, de los adultos. (Estamatti, 2001).
Otro ejemplo de este tipo fue una buenísima idea que tuvieron unos profesionales que trabajaban en
un centro de salud de la Municipalidad y que tenían que atender una extraña villa. Lo particular era
la forma alargada que tenía, al surgir en el terreno remanente de una traza de autopista que nunca se
llegó a construir pero donde sí se expropiaron algunas manzanas. Quedaron algunas casas
abandonadas, otras se demolieron, hasta que en la época de la crisis, a fines de los 80, cuando se vio
que no se hacía la obra, se fue armando un asentamiento a lo largo, en las casas, en otros terrenos
donde se hizo algún ranchito, y así surgió una villa de peculiar forma. En el centro de salud de la
zona, un grupo de profesionales no sabían cómo hacer con toda esa gente que vivía allí y que asistían
por separado, de vez en cuando, por alguna enfermedad de un chico o de ellos. A veces los mandaban
al hospital o los atendían allí mismo, pero sin que les resultaran satisfactorias las cosas, así como
estaban. Entonces resolvieron algo muy inteligente, aprovechando que en ese momento se empezó a
entregar leche a esa población para los chicos. Para garantizar el abastecimiento de leche, entonces,
en lugar de ir a repartirla, o de que vinieran de tal hora a tal hora, el día que quisieran de la semana,
hicieron algo diferente: resolvieron que un día por semana o dos iban a entregar la leche a las madres.
Pero no solo les iban a dar la leche y las instrucciones, sino que también iban a ver a los pibes que
necesitaban un médico, que no tenían ficha de control sanitario y escolar, iban a hacer una juegoteca,
un lugar de juegos para los niños, y a las madres las iban a juntar en un grupo, para charlar: de qué
pasaba, cómo estaban, qué necesitaban, qué problemas se encontraban. Y se empezaron a producir
situaciones muy interesantes. En primer lugar, las madres se conocieron todas entre sí. A veces antes
ni se veían, porque estaba una en una cuadra, otra en la siguiente y la otra en la de más allá. Ahora sí
podían verse todas juntas ahí, y juntas se iban hacia sus casas. Ya habían tomado contacto. Entonces,
comenzaron a haber intercambios, que una le pidiera a otra que le cuidara al chico porque tenía que
ir a ver un trabajo, algún encargo, momentos así de cooperación entre ellas. Por supuesto que también
la atención de los chicos quedó mucho más solidificada por ese venir todos los chicos un día, una vez
por semana, a la juegoteca, donde se hacían amigos también entre ellos y después el vínculo seguía
en las casas. Fue realmente un éxito aquella forma de encararlo y todas las cosas que fueron logrando.
Incluso una, que resultó totalmente inesperada, no buscada, pero muy propia de una situación como
esta, en la que se pone en contacto a la gente y en común van obteniendo capacidades que no tenían
antes. Hubo un problema en la Municipalidad y se atrasaron con la provisión de leche. Fueron un día
al centro de salud, y la leche no estaba. Entonces resolvieron, puesto que en realidad el que repartía
la leche era el hospital, juntarse todas las madres e ir al hospital a hacer la presentación, pidiendo que
regularicen la entrega de leche. El hecho es que el empoderamiento de las mujeres se había
producido. No fue a sugestión de los profesionales, sino que ellas dijeron “¿y si vamos al hospital a
reclamar?” y allá fueron. Fueron a reclamar al hospital y lograron regularizar la provisión de la leche.
(Sarquís y Zacañino, 2004.)
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Recuerdo otra experiencia allá por el año 2002, también en plena crisis. Estaba trabajando junto a la
Dirección de Salud Mental y fuimos a hacer una visita con un colega a un centro de salud del Gobierno
de la Ciudad. Allí tuvimos la oportunidad de ver dos situaciones totalmente opuestas. Primero
estuvimos con la autoridad a cargo, una doctora que nos transmitió junto a algunos profesionales más
una imagen muy terrible de lo que se estaba viviendo en ese momento y que de algún modo todos
conocíamos: que la gente estaba muy mal, que había mucha atención en necesidades psiquiátricas
importantes, mucha angustia en mucha gente. Pero lo que nos impresionó fue el nivel de quemadura
que tenían estos profesionales. Padecían el burnout, ese síndrome descripto para los médicos o
aquellas personas que tienen que trabajar con otras personas y que están absolutamente agotadas y
desgastadas, que no pueden ayudar a la gente, no pueden afrontar las problemáticas y terminan
estando tan enfermos como los pacientes, muchas veces. Pero el hecho era que lo que nos pedían era
más personal, que se hicieran más consultorios porque había lista de espera y no podían atender a
todos los pacientes que venían. Recordé entonces experiencias de hacía mucho tiempo atrás, cuando
en el año 73, en el Hospital de Clínicas se habían armado en atención psiquiátrica, en atención en
salud mental, los grupos de admisión. Allí los pacientes venían y se incorporaban a un grupo que ya
estaba funcionando y donde podían expresar lo que les pasaba, sus problemas o conflictos. Entraban
a charlar de sus cosas junto con otras personas que hablaban también de sus cosas y se generaba ahí
una especie de situación de aguante, de contención mutua, lo que permitía hacer una preselección,
identificar grados de urgencia en cuanto a una necesidad de atención más frecuente, más rápida, más
personalizada, o con medicación. Incluso en algunos casos se los medicaba ahí mismo mientras
estaban yendo al grupo y se trabajaba con ellos. Sin embargo, nos topamos con que en el año 2002
ya las cosas habían cambiado en cuanto a los profesionales, porque cuando les dijimos “¿Y por qué
no se hace un grupo de admisión de aquel estilo?”, nos dijeron “No, no, nosotros no trabajamos con
esa técnica”. Fue bastante desalentadora la situación, tratamos de mandarles gente, de ayudarles con
algunas personas que querían ir a trabajar allí. Podía reconocerse, frente a una situación realmente
tan pesada de estrés, de crisis, cómo la gente estaba aislada, metida para adentro, guareciéndose en
su técnica, en la técnica que conocían. Era psicoanálisis puro y duro básicamente lo que ellos querían
practicar en un momento donde era difícil hacerlo con toda la gente que había ahí. Esa era la situación
en que estaban. Pero fue sólo una parte de aquella experiencia. Como el Centro de salud era grande
también funcionaba otro grupo de profesionales que estaban haciendo la residencia en salud mental,
pero no en atención clínica sino en salud mental comunitaria. Este grupo no trabajaba en el propio
centro de salud, sino que iban a los lugares de la comunidad donde ellos se habían contactado y ahí
trabajaban, en la parroquia, en otra iglesia, en un club del barrio en que estaban, en algún otro lugar
de la comunidad. Y allí fuimos nosotros a ver una charla que tenían en el club del barrio, con gente
que entraba, salía, hablaban, se reían, estaban haciendo manualidades y otras actividades. Era un club
para jubilados y lo que se percibía era un clima tranquilo, nada depresivo. Los residentes estaban
contentos con la tarea que hacían con la gente, había una relación muy íntima, muy cálida, donde
había vida, a pesar de que estaban todos económicamente muy mal (ese fue el momento peor de la
crisis del 2000). A mí se me ocurrió hacer la pregunta del millón: “¿Y tienen que mandar mucha gente
de acá de los grupos que tienen en la parroquia, en estos lugares, al centro de salud?”, y los muchachos
me miraron y me dijeron “No, no, en realidad no mandamos a nadie, algunos quieren ir, pero nosotros
no los mandamos”. Y yo diría que al final no iban, aun los que pedían o planteaban si no necesitarían
ir a una consulta. “Vamos a ver”, les decían, y permanecían ahí, se empezaban a barajar las soluciones
comunes a todos, a aparecer trabajos, trueques, ocupaciones, aunque sea por corto plazo. Había una
cuestión de comunicación y de solidaridad que siempre era bienvenida. Otro ejemplo de cómo
siempre la comunidad es en sí misma una portadora de resiliencia, aunque no lo sepa.
Volví a verlo también más adelante, trabajando en Lanús con centros de jubilados en situaciones más
complejas, la de aquellos viejos que a veces estaban descuidados o golpeados o abandonados o
maltratados por la familia. Allí fui confirmando el valor infinito que tenía y tiene la existencia de esos
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lugares, la sensación de pertenencia, cómo se querían, se encontraban. Era muy lindo ver cómo la
gente renacía en ese lugar donde teóricamente van para transcurrir sus últimas oportunidades.
Dos políticas y una nueva filosofía.
Retomando una perspectiva filosófica, podemos considerar que desde un punto de vista de lo político
hay una oposición entre lo patriarcal y lo matrístico o prepatriarcal de la Vieja Europa. Una cuestión
de la resiliencia versus esa cultura patriarcal que realmente provoca muchas desadaptaciones, muchos
sufrimientos a la gente por los avatares que se van generando en aquello que va provocando la cultura
patriarcal de estar siempre en guerra, siempre en el conflicto, se lucha contra… hay que matar a…
No se gestan situaciones de goce de la vida, sino de enfrentamiento con otros seres humanos. Del
lado patriarcal, son las filosofías que hemos conocido todos, que se inician con Platón, Aristóteles, y
luego se confunden o se mezclan con los aspectos religiosos que tienen la facilidad de poder remitir
soluciones o causas a los designios inescrutables de la fuerza de Dios, Jehová, Mahoma, Alá. Sin que
predominen, por cierto, temas relevantes de la religión como la piedad. Ahora, ¿qué filosofía puede
remitirnos a esas primeras sociedades humanas que estaban tan ligadas a lo humano, donde el punto
de partida y el punto de referencia era la vida en la Tierra, la vida vegetal, la vida animal, la vida de
las aguas, de los astros, las fases de la luna, todos los movimientos de la vida sobre la Tierra y la vida
de los hombres que tenía también su evolución, sus idas, sus venidas, sus vidas, sus muertes, sus
reproducciones o resurrecciones a partir de otras vidas de las cosas que se podían haber perdido? En
realidad, hay una filosofía cuyo autor no llama filosofía, sino que la denomina ética, la ética de la
alteridad. Nos estamos refiriendo a Emmanuel Lévinas. Curiosamente es originario de Lituania, del
mismo lugar que nuestra arqueóloga destacada con respecto a la cuestión de la Vieja Europa, Marija
Gimbutas. Este hombre nació en Lituania, en los primeros años del siglo XX, en 1905 y murió en
1995 a los 90 años. Desde joven estudió filosofía, pertenecía a una familia judía burguesa, tomó
contacto con Heidegger y con Husserl, que fueron sus primeros maestros, lo que se notó en sus
primeros escritos de los años treinta, cuarenta, aunque tuvo una ruptura precoz con Heidegger por sus
cercanías con el nazismo. Lévinas salvó su vida porque se había hecho ciudadano francés. Por ello,
en el año cuarenta lo mandaron a un campo de concentración, pero no lo mataron, no lo mandaron a
la muerte, como sí ocurrió con toda su familia. La muerte de su familia lo terminó de alejar de
Heidegger. Después de la guerra comenzó a desarrollar una filosofía nueva basada en el hecho de la
importancia del otro, no del ser que pienso, luego existo y a partir de ahí empieza mi conocer y yo
determino qué existe, qué es una cosa, qué es una persona, qué es esto, qué es aquello. El hace un
planteo que parece un poco sorprendente, pero que en realidad no lo es tanto porque se corresponde
con la biología tal cual es. Es decir, él dice que desde el principio al humano se le presenta un rostro,
tiene siempre un rostro por delante. Claro, los niños cuando nacen tienen un rostro por delante que es
el rostro de su madre, que es muy importante e incluso el bebé tiene un reflejo de los músculos de la
sonrisa que le funciona y que muchas veces provoca y retroalimenta, desde su sonrisa el bebé, la
sonrisa de la madre o de la persona que esté cuidándolo. Es decir, hay un rostro que, entonces, se
planta por delante. El filósofo lo propone en un sentido más profundo sugiriendo que es un rostro que
lo interpela a uno, que lo nombra a uno y que uno no lo puede rechazar, no lo puede desestimar. Ese
rostro, que en realidad representa a un otro que le está pidiendo y exigiendo atención y a veces cosas
mayores, es un rostro que puede representar otras significaciones. En la viuda, el huérfano o el
extranjero, identifica Lévinas tres rostros de personas que tienen graves carencias, de las cuales uno
no puede sustraerse y que tiene que atender. No tiene más remedio que prestar atención a esa persona,
a ese rostro. Radicalmente la vida está conformada desde este vínculo con ese otro desde un comienzo.
Por eso la llama no una filosofía de la alteridad, sino una ética de la alteridad, porque es frente a ese
rostro que yo tengo que responder; tengo que responder, no se sabe cómo, pero tengo que responder,
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no lo puedo desestimar. No puedo decir “Esto no pertenece a mi grupo, no me pertenece a mí”. No,
ese rostro sí te pertenece a vos, la comunidad con el otro es imposible de evitar. Resulta clara la
diferencia con ese ser solitario, ensimismado en sí mismo y que termina extrañándose del mundo y
de los otros para meterse y meterse y meterse en su sí mismo. La ética de la alteridad sería la filosofía
que coliga con la cultura prepatriarcal, con la cultura matrística o con la cultura de la solidaridad, que
se define por esta relación así jugada con ese otro en la forma en que lo plantea Lévinas. Él dice que
la filosofía se ocupó durante mucho tiempo de los griegos y dejó de lado a la Biblia en cuanto todo
lo que ella puede representar del orden de los afectos, de los sentimientos, de aquello que, en una
filosofía pura y fría, digamos, no aparece. La Biblia le agregaría los afectos a la filosofía y el afecto
es la vinculación con los otros que es una situación ineludible para el sujeto como parte de la
existencia. Cuando como tal es aceptada pasa a ser un “entre otros”, o “entre todos”, es decir, se
genera ahí la situación de comunidad y de presencia recíproca con todos los demás.
Así como ha tenido un fuerte predicamento entre los educadores la filosofía de Lévinas, para nosotros
que trabajamos con el concepto de resiliencia y la idea de la comunidad como una fuente muy
importante de resiliencia y de posibilidades de desarrollo en la vida, tal vez también sea la filosofía
que mejor se adecúa, en este sentido y con estos propósitos.
Cuando hablamos del primer periodo del tránsito de la humanidad por la Tierra, vimos que ese grupo
de la Vieja Europa representaban evidentemente una política que podría sintetizarse en los términos
de Riane Eisler, como una cultura que representaba una política de la paz, de la convivencia, del
desarrollo de la humanidad en una vida libre, cohesionada con la tierra, con las riquezas de la tierra,
con lo que existe en la tierra, cuidando la existencia de todo: los vegetales, el medio ambiente, los
animales que nos ayudan con su existencia también a mantener nuestra propia vida. Esta fue una
política de paz, de comercio, de práctica del arte, de las virtudes de cada uno en la vida que
desarrollaba. Pero luego emergió otra política, otra cultura en los pueblos indoeuropeos, que bajaban
del norte en oleadas entre los distintos grupos humanos que circulaban por la tierra en esa época.
Fueron arremetiendo contra los grupos pacíficos que no habían pensado en la posibilidad de tener
algún tipo de dominio sobre otros seres humanos. Con los otros seres humanos la unión era la
semejanza, la hermandad, la amistad, y el comercio también. Efectivamente eran muy comerciantes
en aquella primera versión humana en la tierra y fue lo que los llevó a desarrollar, entre otras cosas,
la navegación. Sin embargo, quienes los enfrentaron pensaban de otra manera. Entendían que ellos
estaban en primer término. Ahí ya estaba instalada la idea patriarcal de la dominación del hombre que
empezaba no con los otros, con los ajenos, con los pueblos que iban a someter y a eliminar o a
esclavizar o a sumergir bajo su presencia, sino en la estratificación dentro de su propia comunidad.
Establecían quienes tenían más o menos derechos, entre éstos últimos las mujeres que, muy por el
contrario, venían de haber sido durante muchos años respetadas y reverenciadas en tanto
representantes de la Diosa Madre, en todas las diosas-mujeres de aquella época, en las poblaciones
de la Edad de Piedra, que por cierto también fue una etapa pacífica. Pero el hecho es que esa diferencia
política existió y fue trascendente: diferencia de concepción de la vida, del valor de cada uno de
acuerdo a su estatus, en el caso de los patriarcales de su lugar en la jerarquía que les daba el ser los
mejores, medianos o malos guerreros. Tal vez ya entonces haya comenzado la repetición, cual
leyenda, de que los hombres empezaron siendo cazadores, y no predominantemente recolectores,
como en realidad parece actuaron los hombres de la Edad de Piedra y la época de las cavernas. Es
que quizás eran tan buenas recolectoras las mujeres como los hombres y eso no hacía una diferencia.
En cambio, para la caza sí, de pronto la cuestión era cazar la presa cuanto mayor mejor, para eso hacía
falta ser más grande, más fuerte y, además, empezar a armarse. Desde aquel entonces (pero solo desde
aquel entonces) las armas fueron significantes y determinantes de los seres humanos, hasta la
actualidad. Tal vez falta mucho para que pueda ocurrir un cambio mayor respecto a esta cuestión,
pero de todos modos es muy importante que lo podamos poner en el balance de la historia, para saber
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que los hombres también pueden vivir en paz y ser muy felices o, simplemente, ser más felices sin
tener que estar enfrentados periódicamente a las crueldades de la guerra, el sometimiento, la pobreza,
en fin, todas estas situaciones que apremian y ensombrecen la vida humana en el planeta.
Se trata de la gran tensión y la gran diferencia política que desde entonces quedó instalada. Si uno
piensa en todos los contextos que se pueden apreciar en la vida humana, en los conflictos que se van
dando, siempre hay esta suerte de lucha, de batallar. Se suceden gobiernos que buscan la paz, que
buscan el arreglo pacífico, que buscan el mayor igualamiento posible, a nivel económico, de la
población y otros que por el contrario piensan que una marcada división de clases es lo que genera la
grandeza de una nación. Ha sido practicado, pero también formulado y escrito en muchas ocasiones,
que una guerra es una gran oportunidad para muchas cosas, además de generadora de grandes
realizaciones. De hecho, después de la Primera y la Segunda Guerra fue surgiendo una extendida
creencia en el mundo de que realmente el progreso tecnológico era multiplicado por las guerras y que
el progreso tecnológico era lo que traía todas las posibilidades. Por supuesto, que todas las
posibilidades las puedan tener todos los habitantes del mundo, era otra cuestión, que nunca se
cumplió. Además, no hay ninguna prueba que justifique tal creencia. Por el contrario, cuando uno lee
en detalle los libros como “El cáliz y la espada”, vamos reconociendo todos los descubrimientos
significativos del mundo de aquella época. Lo importante era descubrir que las semillas de trigo si
uno las limpiaba, las guardaba bien cuidadas, las plantaba al año siguiente, aparecían de nuevo las
plantas y se recogía una cosecha. Esos conocimientos, todos ellos, se produjeron en esa época porque
en aquel tiempo la gente no hacía otra cosa más que aprender a vivir, aprender todo lo que se les
ofrecía. Y lo aprendían con mucho cariño y mucho afecto hacia la tierra. Jamás se les ocurriría hacer
algo como hoy en día, en que hemos construido sistemas de producción totalmente antiecológicos
que están estropeando la vida en la tierra y poniendo en riesgo las posibilidades de subsistencia de las
futuras generaciones.
Resulta natural asociar esta política y cultura patriarcal, hoy hegemónica, a la filosofía clásica de
Occidente, de los griegos a Heidegger, pasando por Descartes y Hegel. Así como contradictorio
parece este pensar humano con aquellas, también milenarias, civilizaciones matrísticas, pacíficas,
cuya cultura se desarrollaba solidariamente entre las personas y con la naturaleza. Por eso, decíamos
antes, la pertinencia de rescatar la mirada de Lévinas, que había tomado un camino muy distinto. En
su ética de la alteridad propone que lo importante, lo fundante, no es ese yo solo, aislado, que piensa
y se piensa, sino que es el yo que está con el otro que de entrada se siente. En un comienzo hay un
hacer con el otro. Desde que nacemos y se presenta delante nuestro un rostro que nos mira, se
establece allí una relación que será fundamental para la vida de ese nuevo sujeto. Ya no se puede
autodefinir “pienso, luego existo, luego yo soy una persona”, sino que ahora es “me nombran, me
miran, luego existo”, el otro me nombra y me mira, luego existo. Hay un compromiso desde ahí.
Lévinas plantea que en ese centrarse y autocentrarse exagerado de aquella filosofía, se ha perdido la
capacidad de ver al otro, de hacer algo por y con ese otro. Ni siquiera se le dice “Buenos días” al
verlo, cuando se cruza con un otro por la mañana temprano. Pero si uno cruza una mirada con otra
persona que no conoce, pero a la cual le dice “Buenos días”, ¿qué pasa ahí? Ocurre que le da existencia
al otro, lo hace persona. Decir “Buenos días” significa que uno, afirma Lévinas, está cumpliendo con
la idea del “No matarás”, porque si uno ignora al otro es una forma de empezar a matarlo
simbólicamente desde el punto de vista de esta relación, el otro y yo, a la cual debo responder. Aquí
sí encontramos resonancias con el estar y ser humanos en aquellas culturas solidarias iniciales,
sociedades integradas por personas en paz, consigo mismas y con los demás, que por milenios
vivieron sin ejercer dominación alguna.
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Una reflexión final.
Entre las adversidades que los seres humanos han debido superar desde siempre y que se destacan
por ocasionar sufrimientos que no proceden de la acción o la omisión de la propia sociedad, se
encuentran las catástrofes naturales. Por eso concluiremos estas reflexiones recordando algunos
señalamientos de Néstor Suárez Ojeda en uno de sus últimos trabajos sobre Resiliencia Comunitaria,
analizando estudios en relación a comunidades afectadas por un terrible terremoto en México. En
ellos se verificó que el factor explicativo de la menor o mayor capacidad resiliente en esos grupos
estaba en estrecha y directa relación con el nivel de solidaridad que caracterizaba su estilo de
convivencia. Entendida la solidaridad como la valoración y la práctica del apoyo mutuo (o
simplemente hacia otros), especialmente en situaciones de necesidad, la conclusión resulta nítida:
cuanta más solidaridad, mayor capacidad, mejores procesos y resultados resilientes. Si esto resulta
válido frente a desastres naturales, cómo no tenerlo en cuenta cuando la mayor causa de sufrimiento
de tantas personas tiene origen en la propia acción y organización social.
El sobrevuelo que hemos intentado sobre cuestiones de la historia y la prehistoria, la cultura, la
política y la filosofía presenta indicios, algunos rumbos para avanzar, para investigar, para orientarse
mejor frente a opciones políticas, sociales y culturales dilemáticas que hoy se nos presentan a escala
individual, nacional y planetaria. A pesar de las circunstancias gravísimas que afectan a tantos
congéneres hay razones para el optimismo. La resiliencia perdida puede ser recuperada. El registro,
en nuestro pasado, de miles de años donde comunidades humanas llevaron una buena vida para todos,
nos autoriza a imaginar y proponernos milenios similares en el futuro de la humanidad.
Bibliografía.
Bachofen, J.J (1987) El matriarcado. Una investigación sobre la ginecocracia en el mundo antiguo
según su naturaleza religiosa y jurídica. Madrid, Ediciones Akal.
Cuestas, A (2001) La resistencia a la opresión, Cap. 11 en Melillo A., Suárez Ojeda, E. (comp.)
Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Buenos Aires, Paidós.
Cyrulnik, B. (2013) Sálvate, la vida te espera. Barcelona, Debate.
Eisler, R. (1990). El cáliz y la espada: nuestra historia, nuestro futuro. Buenos Aires, Cuatro Vientos
Editorial.
Estamatti, M (2001) Programas en salud comunitaria, Cap. 12 en Melillo A., Suárez Ojeda, E. (comp.)
Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Buenos Aires, Paidós.
Gimbutas, M (2013) Diosas y Dioses de la Vieja Europa. Ediciones Siruela.
Melillo, A., Suárez Ojeda, E. (comp.) (2001) Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Buenos
Aires, Paidós.
Melillo, A, Suárez Ojeda, E. y Rodríguez, Daniel (comp.) (2004) Resiliencia y subjetividad. Los
ciclos de la vida. Buenos Aires, Paidós.
Rodrigáñez, C (2004) El asalto al Hades. Editorial La LLEVIR-VIRUS, España.
Sarquis, G, Zacañino, L (2004) La resiliencia como herramienta. Quehaceres, haceres y deshaceres
de un equipo de salud comunitaria. Cap. 19 en Melillo A, Suárez Ojeda, E. y Rodríguez, Daniel
(comp.) Resiliencia y subjetividad. Los ciclos de la vida. Buenos Aires, Paidós.
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CAPÍTULO 3.
DIÁLOGOS DE LA MONA CHITA.
José Luis Rubio y Gema Puig. ADDIMA
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ADDIMA S. Cooperativa fundada en 2005, tiene como finalidad la promoción y el desarrollo de la Resiliencia a
través de su estudio y divulgación en distintos ámbitos de intervención. Gema Puig Esteve y Jose Luis Rubio Rabal son
miembros fundadores y autores del Manual de Resiliencia Aplicada (2011) y Tutores de resiliencia: Dame un punto de
apoyo y moveré Mi mundo. (2015)
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Introducción.
Durante más de 150 años, si tomamos como referencia la publicación del "Origen de las especies", la
concepción de la naturaleza como un supra organismo competitivo ha ido imponiéndose. La
traslación de lo animal a lo humano nos ha llevado a concebir el mundo como un campo de batalla
social, una escalada hacia la cumbre en la que el fin justifica cualquier medio. Amparados en este
concepto de selección natural, el ser humano ha cometido atrocidades descomunales.
A lo largo del capítulo nuestro personaje, la Mona Chita, tomará la palabra para desmontar el
paradigma imperante de la competencia en el reino animal y por tanto humano. En nombre del reino
animal, defenderá la idea de un mundo complejo en el que competencia y cooperación conviven.
Como afamado personaje y embajadora del reino animal tendrá el privilegio de ser recibida por
personalidades y expertos con los que se entrevistará en busca de respuestas. Abordando cuestiones
tan controvertidas como la existencia de las emociones en el reino animal, la paradoja de organismos
vivos capaces de competir y colaborar al mismo tiempo o la emergencia de una moral animal como
germen de sociedades organizadas que sobreviven gracias a los esfuerzos colectivos.
A través de estas respuestas, Chita tratará de acabar con el mito del “eslabón perdido”. Hablar del
origen de la resiliencia comunitaria es hablar de comportamientos animales conjugados al servicio de
la prole y por extensión de la manada. Finalmente, estos comportamientos al servicio de los otros
serán refinados humanamente en la tribu, sin hablar de discontinuidad.
Este ir y venir de lo animal a lo humano y viceversa, es el camino y la experiencia que permite a
nuestra protagonista devolvernos una visión esperanzadora. Una visión que considera imprescindible
que los humanos volvamos a reconectarnos con el hábito natural de cooperar.
Justificación: resolver nuestras propias dudas.
Siempre que hemos recibido un encargo para escribir un artículo o un capitulo en un libro coral, nos
ha servido como excusa perfecta para desenmarañar nuestras propias dudas. Nos gustaría decir que
terminamos por dar respuesta a nuestras dudas, pero en el afán de cerrar puertas se abren siempre
otras nuevas. Desde que descubrimos el concepto de resiliencia comunitaria habitualmente lo
añadimos en nuestras explicaciones acerca de los fenómenos de resiliencia. Fue en el contacto con él,
donde el doctor Néstor Suárez nos trasmitió esa curiosidad imparable de la que somos herederos. Y,
aunque hemos leído decenas de veces sus escritos, podemos decir que cuando trasladamos a otras
personas su legado, raramente lo hacemos de sus escritos académicos, sino desde el relato que él nos
transmitía con pasión en cada uno de nuestros intensos encuentros. Esa misma pasión de la que somos
aprendices es la que nos lleva a ir más allá, explorando los límites de nuestro conocimiento por el que
otros ya han transitado y volcando en el mismo mapa caminos y carreteras, que, como siempre nos
sucede, terminan conectándose.
_____________________________________________________________________________
20 DE JULIO DE 1859. DIEZ DE LA MAÑANA EN LONDRES. SUENA EL TELÉFONO EN LA
RESIDENCIA DEL SR. WHITWELL ELWIN, DIRECTOR DE LA PRESTIGIOSA REVISTA
QUARTERLY REWIEW.
- ¿Dígame?
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-¿Es usted el señor Elwin?
- Si, el mismo. ¿con quién hablo?
-Al habla la Mona Chita. Le llamo por el manuscrito que le envié hace unos meses. Aquel que
hablaba sobre el Origen de las especies, un original de mi buen amigo Charles Darwin.
- Ohhh si, lo recuerdo, interesante, es más, diría que meritorio. Aunque no creo que tenga mucha
trascendencia.
-Y eso ¿ por qué?
- Verá, lo que verdaderamente interesa y entusiasma a nuestros lectores son los hábitos y
costumbres de las palomas.
-En ese caso no le molesto más. Gracias por su atención.”
18 DE OCTUBRE DEL 2015. 11 DE LA MAÑANA. CONSULTA DE LA DOCTORA ESTEVE
- ¿Ese es el sueño del que quería hablarme?
- Sí, se lo he contado literalmente Doctora, aunque la verdad ya no sé si fue un sueño o fue real.
¿Sabe?, ese mismo año, en Noviembre, se publicó El origen de las especies. La primera edición
se agotó el mismo día que se puso a la venta. Puedo imaginarme colas en las librerías dando
vuelta a la manzana, como si de un cachivache digital de nuestros días se tratara. No deja de
sorprenderme tanta expectativa. No creo que la mayoría de sus compradores intuyeran la
trascendencia de aquella publicación. Desde entonces, si no desde antes, el mundo natural
empezó a concebirse como un escenario de competencia y lucha por la supervivencia.
- ¿Y eso le inquieta Señorita Chita, ¿siente esa hostilidad?
-Llámeme simplemente Chita por favor. Y en respuesta a su pregunta le diré que no. Lo que
de verdad me cabrea como una mona, Doctora Esteve, es la cantidad de barbaridades que se le
atribuyen a Darwin. La misma frase que consagró esa tendencia competitiva: “la supervivencia
del más apto” no salió de la pluma de mi amigo Charles, aunque fuera de su agrado.
- No dudo de su palabra a este respecto Chita, pero no le negaré que me inquieta su conversación
telefónica y especialmente su relación con un personaje que lleva muerto casi 150 años-
respondió la psiquiatra-. Cuénteme un poquito más de su pasado…
-En las largas y tórridas tardes del verano selvático, Tarzán y yo solíamos dormirnos la siesta.
Los documentales de herbívoros devorados por felinos sanguinarios ocupaban la franja horaria
de nuestra siesta. Escenas tan crueles, lejos de interrumpir nuestros bostezos, resultaban
causarnos mayor sopor. Lo cierto es que nos parecían de lo más convencionales y naturales –
valga la redundancia-. Servían bien a ese principio evolucionista “C’est la vie”. Vaya que para
la supervivencia de uno, el otro tenía que pagar el precio de su existencia.
Durante mi internamiento psiquiátrico en el hospital Mc Lean (Belmont, Massachusetts)
- Perdone, ¿ese fue su primer ingreso?,
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No el segundo. El primero fue en Jaén, no siempre me ha sido fácil mantener mi estatus como
chimpancé. Como le decía en Belmont, en el año 67 conocería a mi amigo Jhon Nash.
- Nash…, de qué me suena ese nombre?
-Bueno tiene un premio Nobel, pero lo que de verdad le hizo famoso fue una película sobre su
vida, “Una mente maravillosa”.
- Sí, es cierto, con Russell Crowne, ¡guapísimo!
-El caso es que por aquel entonces Jhon andaba desarrollando la teoría de juegos y me ayudó a
poner nombre a este tipo de “transacciones naturales” y competitivas. “Sumas a cero, amiga
Chita- me instaba-. Se trata de un juego que requiere al menos dos individuos, lo que uno pierde,
pongamos 10 $, el otro lo gana. Ganancia +10 y pérdida -10 dan como resultado cero, de ahí el
nombre de Sumas a cero. Sólo existe la posibilidad de ganar o perder. En el caso de sus felinos y
depredadores lo perdido o ganado es la propia vida” – respondió Nash.
Por aquel entonces, en plena guerra fría, el mundo se dividía entre ganadores y perdedores,
depredadores y víctimas. Pareciera no existir otra estrategia para salir adelante que el viejo
mantra de comes o te comen.
Esta traslación de lo animal a lo humano nos llevó a concebir el mundo como un campo de
batalla social. Vivir era una escalada hacia la cumbre en la que el fin, justificaba casi cualquier
medio. Los darwinistas sociales establecieron un parangón entre las leyes que gobernaban la
naturaleza y la sociedad. Amparándose en el concepto de selección natural se cometieron
atrocidades descomunales. Se establecieron categorías raciales superiores con lo que llegaron a
justificar el colonialismo, la eugenesia e incluso el holocausto judío. ¡Qué horror!. Esto me ha
quitado el sueño durante noches... El resultado de semejantes barbaries parecía haber
enterrado estos planteamientos, pero el neoliberalismo volvió a resucitarlos en su favor. Ser
rico o pobre, trabajador o vago, dejaban de ser categorías sociales, producto de interacciones
complejas, para convertirse simplemente en proyecciones de la herencia y la biología.
- No tan rápido Chita, no se excite. No le conviene...
-¿Cómo no voy a excitarme? ¡No se da cuenta que este es el nudo de la pobreza! Si asumimos
que la desigualdad social es algo natural, puesto que se hereda, defender la igualdad va contra
natura. Es una rendición incondicional con la que aceptamos como natural e inevitable, las
diferencias entre ricos y pobres, entre reyes y peones, entre explotadores y explotados. Si la
defensa de la igualdad es una “desviación natural, casi una patología, tenemos que desmontar
toda política que persiga la igualdad, empezando por el estado del bienestar. ¿Tiene usted hijos
Doctora?
- Sí, dos.
-Pues debería preocuparle porque la educación tampoco está al margen. La han convertido en
el caldo de cultivo en el que se cuece a fuego lento la competencia.
- Bueno, visto así es normal. Si el mundo es una selva, lo más sensato debería ser tener un
criadero de leones. La educación no es mi campo, pero sí me llama la atención la cantidad de
ranking, por alumnos, por aulas, por colegios, por regiones, por países… ¡uff! . Tengo la
sensación de que no competimos entre planetas porque ¡aún no hemos encontrado con quien
hacerlo!.
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-Sí, je,je,je. Tiempo al tiempo doctora.
- El caso es que hace unos meses acudí como mamá al colegio de mis hijos, para una actividad
de escuela de padres y madres que organizan allí. La psicóloga pregunto algo así como: “¿Qué
esperan de sus hijos?, ¿cómo le gustaría que fueran de mayores?” y todas -por desgracia no
había ningún papá– contestamos que esperábamos niños y niñas felices, honestas y
trabajadoras. Nadie habló de criar al príncipe de Maquiavelo, un niño o niña dispuesta a
transgredir cualquier norma o moral con tal de conseguir la autocaravana de la Barbie.
-Así es doctora, aunque en los círculos de poder económico hay unos cuantos piratas capaces
de cualquier cosa por hacerse con el barco de Playmobil, la Barbie y el resto de juguetes de la
ludoteca. “Jugadores de sumas a cero” ¿recuerda? No tienen empacho en hundir a una buena
parte de la clase media en la miseria, elevando el grado de inequidad social hasta el extremo.
Hace poco leí a Krugman. Calculaba que el salario promedio de un alto directivo puede
multiplicar por 100 el de un empleado medio de la misma empresa. Lo más llamativo es que
esta brecha social no sólo se debe a la diferencia salarial. Al parecer la cantidad de impuestos
que pagan los más ricos lleva descendiendo desde los años 70.
Seguimos conversando un buen rato la doctora y yo. De camino a casa no me quitaba de
la cabeza esa vieja sentencia de Hobbes, planteada como una interrogante: ¿El hombre es un
lobo para el hombre?.
Esa noche la pasé entera aullando por la ventana. Un vecino debió avisar a la policía y
sobre las 6, apareció una ambulancia que me llevó de vuelta al sanatorio de Bermont. Me tiré
el largo invierno de Bermont dándole vueltas a estas ideas, disfrutando de la extraordinaria
biblioteca del loquero. Alimentando mi derrotismo, devoré las trilogías de Don Pio Baroja,
entre las cuales se encontraba “La lucha por la vida” una ficción naturalista de cómo el hombre
tiene que luchar en medio de la jauría.
Un acontecimiento fortuito vino a dar un giro inesperado a mi existencia. El hospital
disfrutaba de un convenio benéfico con la productora Disney. Además de los generosos fondos
al frenopático, nos ofrecían un pase gratuito de los estrenos apenas unos meses antes de llegar
a las carteleras. La Disney había rodado una versión con “humanos” del Libro de la selva. No
diré que fuera mi película favorita, pero en esa naturaleza de ficción convivían y sobre todo
cooperaban distintas especies que se gobernaban por un código de leyes naturales. Eso atrajo
mi atención, así que me fui directo hasta la biblioteca para hacerme con la novela de Kipling.
Los lobos llamaban a este código la ley de la selva y su máxima expresión se mostraba
en la frase: “La fuerza de la manada es el lobo, y la fuerza del lobo es la manada.” Kipling
encarnaba los valores de una Gran Bretaña imperialista y soberbia que miraba al resto de
civilizaciones por encima del hombro. Sin embargo, fue capaz de ponerse a la altura del mundo
natural e intuir que la cooperación entre iguales era clave para la supervivencia.
Una vez de alta y con mis síntomas licántropos a raya, volví a la normalidad, a mis
quehaceres y delirios cotidianos como mona. Afortunadamente la concepción del mundo animal
ha ido evolucionando. Hasta Juan Pablo II nos abrió, hace años, las puertas del cielo el día que
nos atribuyó la posesión de un alma.
Los mismos lobos, a los que antes se acorralaba como alimañas, hoy reciben protección
de las autoridades, que pagan generosamente a los ganaderos, cada vez que sus rebaños son
atacados. Apreciamos sus hábitos sociales, los cuidados que toda la manada dispensa a los
lobatos en su crianza y su extraordinaria capacidad de colaboración. Llegado el extremo
Resiliencia Comunitaria Página 53
percibimos en ellos emociones. Hasta hace no mucho esta atribución de emociones sólo estaba
consentida si eras un etólogo o en su defecto dueño de un perro o un gato, que como todo el
mundo sabe, son capaces de reconocer en sus fieles mascotas todo tipo de estados de ánimo,
frente al escepticismo de sus interlocutores.
- “Mi perrita está triste. Sabe que nos vamos de vacaciones a Benidorm.¡Con lo que le gusta
a ella Benidorm!. Si fuera a Santander no, que el agua está muy fría y la gente es muy sosa,
pero perderse Benidorm… ¿cuidaréis de ella, verdad?- Solía repetir mi vecina año tras año
al llegar el verano”.
Ese día quien estaba triste y afectada era yo. Así que adelanté la cita con mi psiquiatra.
- Buenos días Chita, me alegro de verla. Cuénteme, ¿qué tal se encuentra?
- Mal, la verdad. Ayer contemplé una escena horrorosa. Salí a cenar con mi amiga Bea, fuimos
a un restaurante del centro. En la mesa de al lado, un tipo con bigote se puso a comer caracoles.
Se recreaba en ellos, hurgando con el palillo y sorbiendo. Los fue apilando en forma de pirámide
azteca, como en un ritual macabro. Desde entonces no puedo dejar de pensar en el proceso de
sadismo por el que pasan los caracoles antes de llegar al plato.
- ¿A qué se refiere con sadismo?
- Bueno ya sabe, los caracoles esperan los días de lluvia para salir a pasear, vaya que para ellos
los días de lluvia son lo que a los humanos los días de sol. Agazapados esperan los furtivos del
caracol para atraparlos en su día de asueto, encerrarlos en una bolsa de malla, hacinados contra
decenas de congéneres. Después de semanas de abandono sin comida ni agua, purga le llaman
a semejante tortura, se les prepara un baño bien caliente, hirviendo, con agua, sal y aceite, ahí
es nada.
Como le dije, Doctora, mi primer ingreso psiquiátrico fue en el sanatorio de Los Prados, en
Jaén. Concha, la cocinera, me adoptó como pinche. Con ella aprendí está refinada tortura.
Concha se defendía desde la biología -estudió enfermería- argumentando que los caracoles no
tenían sistema nervioso y por lo tanto ni sentían ni padecían.
Creo que disfrutaba perversamente los días que me tocaba cocinar caracoles, por cierto, cada
vez con mayor frecuencia. Por defenderme llegué incluso a investigar la vida del caracol
¿Sabía usted que a finales del siglo XIX un tal Jaques Benoit y sus inversionistas, creían que
era posible la construcción de un telégrafo hecho con caracoles?
- ¿Qué me dice?
- Tal cual le cuento. Basándose en la fidelidad de estos animales, pensó que si estos se apareaban
se crearía entre ellos un hilo invisible a pesar de estar a miles de kilómetros. Si algo le pasaba a
uno de ellos el otro podría percibirlo. Sólo faltaba descubrir el código e interpretarlo. La
información viajaría a la velocidad de la luz, justo la misma velocidad a la que desapareció
Benoit al pedirle evidencias.
¿Cree usted Doctora que los animales sienten y padecen?
- Pues no hará mucho que recibí un artículo de una revista especializada en la que un tal Kelley
explicaba un cuestionario que ha desarrollado para diagnosticar el trastorno de estrés
postraumático (TEPT) con perros que han pasado por situaciones límite.
Resiliencia Comunitaria Página 54
- ¿Y cómo rellenan el cuestionario los perros?
- Bueno, como los perros no hablan, el cuestionario lo completan sus cuidadores. “¿Sabe si
alguien ha cortado, torturado o quemado a su perro?, ¿ha estado tu perro en un accidente
grave, un incendio o una explosión?, ¿crees que tu perro está teniendo sueños vividos o
pesadillas?, etc.
-Menos mal que esto no se lo preguntan a los cocineros de caracoles…. - pensé para mis adentros.
- Parece de sentido común pensar que sienten y padecen, pero además este y otros muchos
estudios explican cómo los animales pueden llegar a enfermar de manera similar a los
humanos que atraviesan situaciones traumáticas.
- Cambiando de tema. ¿Dice usted que trabajó como cocinera?
-Bueno de pinche.
- ¿No ha pensado en buscar trabajo?, tendría una ocupación y le ayudaría a darle menos vueltas
a la cabeza.
Me fui pensando en las palabras de la doctora y al llegar a casa seguí rebuscando en las
redes. Parece ser que hay millones de perros que han sobrevivido a acontecimientos
potencialmente traumáticos, abandonos, maltratos, catástrofes, etc. Sin embargo, los perros a
los que comúnmente se les aplica el diagnostico de estrés postraumático son aquellos que han
participado en conflictos bélicos.
Walter Burghardt Jr., jefe de medicina del comportamiento y de los estudios militares
en los perros de trabajo en la base aérea de Lackland -donde son adiestrados- llegó a estimar
que al menos el 10% de los cientos de perros enviados a Irak y Afganistán para proteger a las
tropas estadounidenses han sufrido un trastorno por estrés postraumático. Confieso que
siempre me ha costado entender el amor a los animales de aquellos que someten a encierro y
aislamiento a un perro “lobo domesticado”. Animales acostumbrados a dominar territorios de
más de veinte kilómetros cuadrados pasan en nuestras ciudades a enfrentarse a más de veinte
orines – señales territoriales desafiantes y estresantes – por cuadra. Eso cuándo escapan dos o
tres veces al día de su jaula de setenta metros cuadrados. Animales acostumbrados a vivir 24
horas al día rodeados de su manada constituida por entre seis y veinte miembros, cuando en los
hábitats humanos pasan la mitad del día en soledad.
En el colmo de la “supremacía humana” no sólo hemos cortado los lazos instintivos que
nos unían con el resto de animales, también hemos impuesto nuestra propia alienación, en una
especie de tiranía contra natura, a los animales domesticados.
¿Cómo no van a enfermar? ¿cómo no vamos a enfermar?
Según contaba Burghardt, una de las grandes dificultades a la hora de establecer el
TEPT como un diagnostico aplicable en animales fue que los veterinarios no querían ofender a
los militares que habían recibido este diagnostico. Y luego dicen que la loca soy yo…
De joven tuve un novio que paseaba perros. Solía decirme que a los cinco minutos de
pasearlos ya sabía cómo estaban los animales. La correa era para él un canal por el que se
transmitían las emociones desde la mano humana hasta el cuello del animal. Para los militares
que forman equipo con estos animales y también para los adiestradores de perros está muy
claro que los animales sienten y también padecen emociones, incluso tienen la sensibilidad
necesaria para detectar las emociones ajenas y contagiarse de ellas.
Resiliencia Comunitaria Página 55
Las complejas estructuras cerebrales que soportan esta comunicación emocional y que
nos ponen en contacto con el padecimiento ajeno no tendrían sentido en una naturaleza
dominada exclusivamente por la competencia.
La cooperación entre organismos de una misma especie podemos encontrarla a lo largo
de toda la escalera filogenética, desde los más simples a los más complejos. Frente a desafíos o
adversidades aparecen a menudo los llamados comportamientos emergentes. Estos
comportamientos grupales requieren del compromiso de cada uno de los miembros en la tarea.
Por su puesto el grupo debe tener una masa crítica, un número necesario de individuos para
que sea efectivo, todos están en constante comunicación y comparten objetivos. De alguna
manera todos entienden que la mejor solución para sus problemas individuales es a menudo
una solución colectiva.
Ejemplos clásicos de comportamiento emergente podrían ser el vuelo conjunto y
complejo de una bandada de estorninos, la manera en la que un grupo de peces nadan
agrupados en un cardumen o la forma como unas sencillas hormigas logran organizarse.
Biológicamente, por ejemplo, las hormigas son insectos con una memoria limitada, capaces de
llevar a cabo un repertorio reducido de acciones sencillas. Sin embargo, una colonia tiene un
comportamiento colectivo complejo, capaz de ofrecer soluciones inteligentes a problemas como
el transporte de objetos pesados, construcción de puentes y la búsqueda del itinerario más corto
del nido hasta la comida. Con estas nuevas gafas no dejo de ver a mí alrededor ejemplos de
conductas emergentes cooperantes.
Trasladando estos comportamientos a humanos y sin entrar en muchas disquisiciones
entre distintos tipos de sociedades y por tanto de culturas, podríamos decir que la auto-
organización, comunicación e intencionalidad compartida fluye con mayor facilidad cuando
hablamos de pequeños grupos humanos. Por encima de un número critico de individuos parece
difícil ponerse de acuerdo. Me pregunto cuántos habitantes habría en “Fuente Ovejuna” la obra
de teatro de Lope de Vega, en la que “todos van a una”.
Estudiando el comportamiento social en 38 especies primates, Dunbar encontró una
extraña correlación entre el tamaño de su corteza cerebral y el tamaño de las agrupaciones de
cada una de estas especies. Cuanto mayor era la superficie de corteza cerebral más grande era
el número de sujetos con los que mantenían una relación de cercanía. Esta relación es conocida
como el número de Dunbar y nos permite estimar que en humanos ronda los 150 individuos. Es
con estos individuos a los que mejor conocemos con los que más probabilidad existe de que se
dispare eso que llamamos una respuesta empática, de apoyo y acompañamiento.
Demasiadas vueltas, demasiadas reflexiones y pocas certezas... Así que, siguiendo las
recomendaciones de mi psiquiatra me puse a buscar trabajo:
- “Sin duda una ocupación significativa la mantendrá distraída y al margen de tantas cábilas”-
Solía repetirme.
Ya estaba a punto de rendirme cuando, leyendo el periódico, vi la noticia que anunciaba
la apertura de un nuevo laboratorio de primatología en la Universidad de Yerkes. Viajé hasta
Atlanta y, a la primera que tuve ocasión, asalté a Frans De Waal, director del nuevo
departamento. Mi intención era ofrecerme voluntaria en su laboratorio. ¿Qué ocupación más
significativa podría encontrar una mona como yo, acostumbrada a vivir entre humanos? De
Waal rechazó cortesmente mi ofrecimiento y con mucha mano izquierda me invitó a un refresco
en la cafetería de la facultad.
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Frans me explicó que los animales, incluidos los humanos, tenemos mucha más empatía
y habilidad para cooperar de lo que pensamos. El sentido de reciprocidad, yo te doy porque
espero que tú me des algún día –“y ese día puede que no llegue nunca, añadiría el Padrino”- ha
quedado patente en multitud de ensayos experimentales con animales.
- Verá señorita Chita, en muchos mamíferos podría hablarse de un sentido de justicia, de
equidad, tanto más fuerte cuanto más estrecha es la relación social entre ellos. Esta cercanía
social se manifiesta a través del conocimiento del otro, de sus emociones y por tanto de sus
intenciones. Ambas cuestiones pueden ser de gran relevancia desde un punto de vista
adaptativo, conocer al vecino me permite colaborar con él ó protegerme si llega el caso.”
-Sí, pero ¿hasta dónde llega mi vecindario? ¿Puedo considerar a mi vecina del 6º, de la que sólo
sé que le gusta cantar a gritos la canción de Titanic, como parte de mi entorno social cercano?
Realmente es cercana, vivimos pared con pared, pero apenas sabemos cosas la una de la otra.
- Esta relación suya no es muy original, más bien diría que se trata de la norma. Si uno vive
en una ciudad de tamaño medio puede vivir rodeado de miles de personas de las que no sabe
absolutamente nada. Una de las formas más eficaces para conectar con el otro es fijar la
mirada. Con la mirada señalamos que el canal está abierto y con el resto de nuestra expresión
y dependiendo del contexto mandamos un mensaje. Nuestra vista es la antena a través de la
cual leemos la mente del otro.
¿Se refiere usted a la empatía?
- Si, esta sensibilidad que llamamos empatía, parece que se transmite en una especie de
lenguaje universal, al menos entre mamíferos y también entre los seres humanos. La empatía
ha sido estudiada desde principios del siglo XX en distintas especies. Sin embargo, no fue
hasta hace apenas unas décadas y por azar, que conocemos su funcionamiento. Unas simples
células nerviosas, las neuronas espejo, son las actrices principales en la escena de nuestra
conducta social. Estas neuronas actúan como una especie de antenas wifi. Detectan “al otro”
y nos permiten sintonizarnos con él. Nos ayudan a revelar sus emociones, interpretan sus
movimientos e incluso interpretan las intenciones ajenas. Podría decirse que son las
responsables de la conexión con el cerebro del otro. Gracias a esta sintonía somos capaces
de percibir, entender y sentir las dificultades del vecino e incluso anticipar sus reacciones.
Entender y sentir al otro es el primer paso hacia la ayuda y la cooperación. En nuestro
laboratorio y también en estudios de campo hemos observado esta preocupación empática
que suele manifestarse mediante gestos de apoyo y compasivos. Estos gestos compasivos son
comunes en mamíferos, especialmente en primates, donde no es raro observar el
acompañamiento en el duelo.
-¿Y qué me dice de la competencia?
- A lo largo de mis muchos años de investigación he descubierto más conductas sociales
asociados a la cooperación que a la competencia. Entre muchos mamíferos parece existir un
sentimiento de justicia y de igualdad. “Te doy y espero que tú me devuelvas lo mismo”. Una
especie de contrato basado en la confianza que se alimenta con la reciprocidad.
Querida Chita, a lo largo de mi investigación he comprobado que empatía y equidad son un
continuo en la escalera evolutiva. Ambos elementos son los pilares de la moral humana. Me
atrevo a decir que nuestra moral es de origen animal y no responde a ningún salto cualitativo,
sino que es producto de nuestra evolución.
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-¿Y cómo explicaría la sensación de vivir sola rodeada de gente? Es algo que me ha acompañado
siempre que he vivido en una gran ciudad. La gente baja del metro a la carrera, con la cabeza
gacha, con un gesto que va de la indiferencia al rechazo. ¿No hay lugar para la empatía y la
igualdad?
- No le falta razón Chita. Curiosamente se han hecho estudios para medir el tiempo de fijación
visual en oficinas postales de poblaciones de distintos tamaños y lo llamativo, es que hay una
relación inversamente proporcional entre el tamaño de la ciudad y el tiempo que se mantiene
la mirada. Cuanto más grande menos tiempo y a la inversa.
-Claro, evitar la mirada y andar deprisa no dejan de ser actitudes evitativas en un mundo
percibido como amenazante, lo cual me recuerda a la alienación de esos “lobos secuestrados”
en casas humanas.
- Tenga en cuenta que, en una escala evolutiva, vivir amontonados es una costumbre reciente
entre humanos. Los antropólogos que han estudiado agrupaciones y bandas con costumbres
neolíticas raramente han encontrado poblados de más de 200 personas.
-Sí algo he leído relacionado con eso con el número de Dunbar…
Nuestro café se convirtió en almuerzo y podría haber llegado a la cena. Estaba tan
ensimismada, tan complacida en mi autosuficiencia, que durante años no eché de menos a los
otros. Darwin quizás abrió una puerta, pero no cerró ninguna. Fueron otros con intereses más
bastardos quienes se encargaron de enmascarar la importancia de la colaboración, entre
animales- incluidos los humanos-, aunque a estas alturas ya no debería hacer distinción.
Echar mano del vecino, fuera de los ámbitos académicos, sigue siendo connotado por
muchos como un rasgo de incompetencia, una señal de debilidad. Sin embargo, las ciencias
sociales saben de la importancia de una red de apoyos, especialmente cuando la vida se
complica. La visión sistémica ha servido para ampliar el foco del individuo al grupo, generando
una interacción compleja y generalmente benéfica
Cuando el suelo tiembla bajo nuestros pies, el otro puede convertirse en un pilar. Cuando
las sociedades se construyen mirando al otro, al vecino, la comunidad en un refugio
“antibombas”. Mi maestro Néstor Suárez sabía bien cuáles eran los materiales con los que se
construía comunidades capaces de afrontar retos. Sociedades que conservan su identidad, que
dan valor a sus costumbres y que son lideradas con honestidad tienen más posibilidades de
hacer frente a las crisis.
De la selva a la ciudad, pasando por el psiquiátrico, he descubierto que los animales
compartimos herramientas y estrategias muy sofisticadas al servicio del otro. Mis largas horas
de diálogo con unas y con otros me llevó a constatar que asociarse es natural y adaptativo,
especialmente en momentos críticos como la crianza, la defensa, la obtención de recursos, etc.
A pesar de mis horas de soledad comprendí por fin que como primate estoy programada para
cooperar con otros de mi especie. Que asociarse y colaborar es hablar de comunidad. Y que, al
fin y al cabo, mona o no mona, es en comunidad donde ES POSIBLE LA RESILIENCIA.
Resiliencia Comunitaria Página 58
CAPÍTULO 4.
DESARROLLOS RESILIENTES Y CREACIÓN. PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA E
INVESTIGACIÓN.
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Rubén Zukerfeld
18
& Raquel Zonis Zukerfeld
19
Introducción.
En los momentos de crisis, sólo la imaginación es
más importante que el conocimiento.
Albert Einstein
El término resiliencia -que tardíamente está siendo estudiado por el psicoanálisis- ha adquirido cierta
sustantivación que corre el riesgo de convertirlo en una esencia o estructura. En la medida que lo
consideramos en realidad un proceso que puede o no darse frente a la adversidad y que no podría ser
evaluado por los procedimientos de investigación empírica clásica, nuestros propósitos en este trabajo
son plantear esta problemática en términos de desarrollos resilientes y asociarlos a condiciones
psíquicas universales propias de potenciales inconscientes que se manifiestan como creatividad y
creación. En este sentido Giorgio Melchiori, (2011) describe una foto donde se ve a Marylin Monroe
– famosa mujer de sufrida historia- leyendo absorta el complejo Ulises de Joyce y escribe: “[…] En
el rostro de Marylin hay una concentración, una perplejidad infantil […] no se está apropiando del
texto; lo está traduciendo a su experiencia personal […] está creando, reescribe, en cada lectura el
libro de Joyce”. (P.27, la cursiva es nuestra).
De esa reescritura están hechos los desarrollos resilientes. Pero por otra parte nos interesa presentar
un modelo dimensional de investigación de uso cualitativo y/o cuantitativo que estudie la singularidad
de dicho desarrollo resiliente frente a la adversidad, diferenciándolo de las condiciones vulnerables,
neuróticas y sobreadaptadas o aquileicas
20
, evaluando tres dimensiones: recursos yoicos,
funcionamiento psíquico y vincularidad.
El problema de la adversidad y los potenciales inconscientes.
En los últimos años se han propuesto distintos conceptos teóricos que intentan dar cuenta del
afrontamiento de la adversidad, sus vicisitudes y consecuencias psicosociales, que en algunos
aspectos pueden vincularse a los desarrollos teóricos sobre resiliencia y en otros se diferencian
significativamente. Entre ellos mencionaremos el concepto de “Inmunidad psíquica” (Tadmor,
Rubinstein y Benyakar, en Benyakar y Collazo, 2006), noción que desarrolla Freire (2016) como
sistema organizado para afrontar lo disruptivo. Según Benyakar (2003) la inmunidad psíquica se
manifiesta ante un evento disruptivo, y tiene que ver con una capacidad inherente y adquirida del
sujeto para afrontar la adversidad. Es un sistema compuesto por cuatro componentes: psíquico, ético,
moral y espiritual, comportamental y comunitario. El sujeto que posee inmunidad psíquica estaría
18
Miembro Titular en función didáctica de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP), de la Asociación
Psicoanalítica Argentina (APA). Profesor Titular del Master en Psicoanálisis Universidad del Salvador- Asociación
Psicoanalítica Argentina APA. Profesor Titular del Master de Psiconeuroinmunendocrinología de la Universidad
Favaloro. Miembro Fundador y Profesor del Instituto Psicosomático de Buenos Aires. Miembro Fundador del Capítulo
de Trastornos Alimentarios y Cultura Contemporánea de APSA. Autor de varias obras.
19
Psicoanalista. Miembro fundador y Secretaria científica del Instituto Psicosomático de Buenos Aires. Profesora de la
carrera de Psicología de la Universidad Maimónides. Profesora del Doctorado de la USAL. Profesora de la Maestría en
Psicooncología de la Universidad Favaloro. Coordinadora del área de Psicología del Instituto Argentino de
Psiconeuroinmunoendocrinología. Autora de obras y artículos.
20
El término proviene del mito de Aquiles que en nuestra investigación (Zukerfeld& Zonis
Zukerfeld, 2016) revisitamos como el de un vulnerable que se siente invulnerable a partir del
destino glorioso y tanático que le impone su madre Tetis, la diosa humillada.
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mejor preparado para afrontar una situación adversa porque ha estado en contacto previamente con
aquello que podría sucederle, tanto si lo ha vivido o lo ha pensado o elaborado, por lo tanto cuando
la amenaza se hace realidad o se vuelve a repetir podrá en principio reconocer su dimensión,
organizarse, desarrollar defensas psíquicas y comportamientos adecuados. Según los autores esto
sería la base para que un individuo pueda desarrollar un proceso resiliente.
El proceso de adquisición de inmunidad psíquica sería: a) reconocer el factor externo amenazador en
todas sus características, b) reconocer las capacidades psíquicas de cada individuo para enfrentar las
situaciones amenazadoras, activarlas y aprender a usarlas y c) tomar las medidas de precaución
objetivas necesarias para el caso que se presente una situación disruptiva.
Pensamos que estos desarrollos se pueden incluir dentro de lo que fue definido como pilares de la
resiliencia por Suárez Ojeda y que Melillo (2004) desarrolla en especial como autoestima consistente,
independencia, capacidad de relacionarse, sentido del humor, moralidad, creatividad, iniciativa y
capacidad de pensamiento crítico. Este autor señala: “[…] con algo de todo eso más el soporte de
otros seres humanos que otorgan un apoyo indispensable, la posibilidad de resiliencia se asegura y el
sujeto continúa su vida” (p.71).
En general para hablar de desarrollo resiliente los aspectos de mayor invariancia en su definición son:
la existencia de adversidad significativa para el sujeto, de mayor o menor eficacia traumatogénica y
una evolución contraintuitiva con características de transformación, que implica un proceso psíquico
que se manifiesta en actitudes y comportamientos novedosos o inéditos que brindan cierto grado de
bienestar.
Hemos planteado en otra parte (Zukerfeld & Zonis Zukerfeld, 2011) que esta posibilidad
transformadora depende en última instancia de la activación de potenciales inconscientes universales
que denominamos hermenéutico y heurístico. El primero lo entendemos como la capacidad de
enmascarar y descifrar las propias producciones psíquicas –las llamadas formaciones del
inconsciente- poniendo en evidencia la creatividad intrínseca de la mente humana. Y el potencial
heurístico alude a la capacidad de invención es decir a la de creación de lo nuevo a partir de la citada
creatividad y de un vínculo significativo. El valor de lo vincular ha sido planteado por todos los
autores e investigadores de la noción de resiliencia y como veremos más adelante es una dimensión
clave para evaluar las características de un desarrollo resiliente.
Creatividad y creación.
Genio es el hombre que crea nuevas formas de actividad no emprendidas antes por otros
o desarrolla de un modo enteramente propio y personal actividades ya conocidas; y
talento al que practica formas de actividad, general o frecuentemente practicadas por
otros, mejor que la mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes. Ambos son
potenciales que una persona dispone y que pueden llegar a desarrollarse en función de
diversas variables que se pueda encontrar en su desempeño.
Jose Ingenieros, El Hombre mediocre (las cursivas son nuestras)
La diferencia que Ingenieros establece entre el genio y el talento tiene cierto parecido con la que
proponemos hacer entre creatividad y creación. Hemos señalado en otra parte (Zukerfeld y Zonis
Zukerfeld, 2016) que no consideramos al desarrollo resiliente como una aptitud de genios sino que
justamente es la activación de un potencial universal propio de la condición humana. Pero de todos
modos es interesante valorar la diferencia que el ilustre pensador argentino precisa entre lo nuevo y
lo habitual aún muy bien realizado. Y ambos casos definidos justamente como potenciales.
Resiliencia Comunitaria Página 61
La creatividad es definida como “capacidad para realizar obras artísticas u otras cosas que requieran
imaginación” (María Moliner,2007) y como “proceso que consiste en el planteamiento y solución de
problemas de manera divergente”. De estas definiciones de creatividad –que subsumen la de
imaginación- pareciera desprenderse que existe a veces una capacidad de resolver problemas vía otra
forma de pensar divergente, que inclusive se ejercita y que implica el desarrollo de habilidades yoicas.
Pero desde una perspectiva psicoanalítica ¿no hay acaso algo más creativo que los sueños, actos
fallidos, chistes, transferencias y síntomas psiconeuróticos? Lo que estamos entonces enfatizando es
la existencia de una forma inconsciente de resolver problemas que no son ecuaciones, o páginas y
telas en blanco, sino conflictos propios de la naturaleza humana, que son en el primer Freud los del
deseo y la interdicción. Esta es una condición que constituye un potencial inconsciente universal
hermenéutico en el sentido que alude a lo que se enmascara de acuerdo a determinadas reglas y se
descifra también siguiendo ciertas reglas.
Desde una perspectiva metapsicológica esto último es posible cuando se logra poner en relación a los
procesos que Freud llamó primarios con los que él llamó secundarios. Se trata básicamente de una
fluidez en la dinámica progrediente-regrediente que articula los dos tipos de procesos inconscientes
freudianos, articulación que Green (1972) denominó como proceso terciario. Riqueza fantasmática
del sujeto que permite encubrir y develar lo que en términos de Britton (1999) se plantea como “un
tipo de ficción cuya función es buscar la verdad y otro tipo de ficción cuya función es evadir la
verdad”. La creatividad es entonces un proceso intrapsíquico posible en la medida que el objeto estuvo
alguna vez presente y luego necesariamente ausente como para poder ser nombrado. La creatividad
se asimila naturalmente a la noción de conflicto pues donde hubo un vínculo hubo ambivalencia y
hubo necesidad de resolverla de algún modo. Los creativos productos finales de estos procesos
reglados por la represión, pueden resultar egosintónicos o egodistónicos y las intervenciones
interpretativas y las construcciones en sentido freudiano tienden a descifrarlos de distintos modos que
jerarquizan la posibilidad declarativa preconsciente semántica y episódica. Aquí no se produce
estrictamente nada nuevo sino que se tiende a la liberación subjetiva de lo viejo y para ello -por vía
transferencial- se utiliza el mismo potencial que devino en síntoma. En este sentido la enfermedad
neurótica con sus disloques representacionales y su cura son igualmente creativas pero obviamente
de signo contrario.
La definición de creación es ”producción de una cosa a partir de la nada. Acto de criar o sacar Dios
una cosa de la nada. Producción de una obra a partir de la capacidad artística, imaginativa o intelectual
de su autor. Acción de dar existencia a una cosa”.
Pero uno de los grandes problemas del psicoanálisis actual- que ya estaba planteado en un segundo
Freud- gira alrededor de los funcionamientos psíquicos derivados de la carencia o el exceso disruptivo
donde se evidencian fenómenos del orden de la activación comportamental y/o somática y no los
falsos enlaces representacionales. Se trata justamente de aquello que nunca tuvo representación, de
lo que quedó apartado del comercio creativo representacional entre cosas y palabras, entre procesos
primarios y secundarios, que entendemos como lo escindido. Aquí ya no se trata de excavar para
buscar el tesoro escondido, pues solo se encontrará el hueco que dejo la bomba. Aquí es entonces
donde se plantea la existencia del segundo potencial inconsciente que sería heurístico en el sentido
que se refiere a la capacidad de invención. Como se trata de excitaciones-sensaciones no
semantizadas, necesita que un otro - en un primer momento- actúe como sostén de esos excesos, para
que en un segundo momento puede construirse en la intersubjetividad algún sentido, de modo que
recién entonces lo irrepresentable podrá ser presentado ante el sujeto adquiriendo la cualidad de lo
nuevo. De allí que lo que entendemos como creación constituya un segundo nivel de articulación, no
ya entre procesos primarios y secundarios como en la creatividad intrínseca, sino entre estos procesos
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terciarios y lo escindido en presencia de un vínculo significativo. Así como la ausencia del objeto es
lo que permite su recreación y por ende la simbolización y la creatividad, aquí es necesaria la
presencia del objeto para la praxis creadora. Presencia del otro en el sentido de sostén y alojamiento
que es lo que da lugar a que la cantidad escindida adquiera cualidad. Este proceso se hace junto a otro
y es claro que ambos se modifican dentro del campo psicoanalítico cuando algo de lo irrepresentable
adquiere una representación que nunca tuvo. Así es que entendemos que esta forma de implicación
constituye un verdadero proceso creador para el psiquismo en el sentido de lo nuevo generador de
nueva subjetividad La creatividad -que puede entenderse como individual- es requisito de la
posibilidad de creación y a su vez solo es posible si existió un vínculo con el objeto. La creación –de
acuerdo al matiz diferencial que planteamos- es en realidad una construcción colectiva en el sentido
de otro a quien decir, con quien construir un relato y / o realizar una acción transformadora.
Creatividad es recolectar las intuiciones poniéndolas a jugar con los razonamientos para resolver el
conflicto que se repite. Pero creación es además la realización de gestos espontáneos y compartidos
que permitan construir sobre lo inexistente. Por otra parte, creatividad es una condición necesaria
y siempre presente para que se desarrolle una praxis con la lógica del invento, que constituye lo que
entendemos como creación.
Todos los dispositivos que implican creación se producen como efecto de vínculos intersubjetivos
que suelen sostenerse en una empatía básica con el semejante o con el padecimiento del semejante.
Así es que todas las manifestaciones autogestivas, autodeterminadas, transversales, tienden a crear
objetos en la categoría de lo nuevo. La semejanza fundacional posibilita que la adversidad deje de
ser una determinación para transformarse en un punto de partida, pues no se trata solamente de
recordar para no repetir, ni solo de ingenio individual para la supervivencia, sino de construir
alternativas sobre vivencias compartidas donde las inscripciones inconscientes devienen en un
potencial de acción. Pero lo que debemos destacar aquí es que la creatividad y la posibilidad de
creación de lo nuevo son potenciales inconscientes universales que entendemos expresión de
procesos terciarios desarrollados en vínculos intersubjetivos. Estos potenciales están asociados a la
riqueza fantasmática donde como señala Green (1972) se pueden “[...] reconocer la existencia de los
procesos primarios de la razón subjetiva sin negar todo derecho a los procesos secundarios de la razón
objetiva”. De esto se trata la creatividad, es decir el primer nivel de los procesos terciarios, condición
de posibilidad de la creación que se construye con lo escindido dando lugar a fenómenos como los
desarrollos resilientes en el campo de la salud y al desarrollo de prácticas sociales nuevas que ponen
en evidencia que lo padecido no es el destino.
De lo hasta ahora desarrollado se desprende que el desarrollo resiliente lo entendemos como una
metamorfosis subjetiva producto de la activación de un potencial que implica funcionar en proceso
terciario, es decir con la fluidez libidinal necesaria para la creación de condiciones psíquicas nuevas
que capturen y transformen el efecto de la adversidad con la imprescindible existencia de vínculos
intersubjetivos. (Zukerfeld,R & Zonis Zukerfeld,R.,2016). Se trata de un tipo de transformación
diferente a la que sucede en las resoluciones neuróticas pues establecen la categoría de lo inédito, de
lo nuevo, de aquí que el término “metamorfosis” que utiliza Cyrulnik (2001) lo define con claridad.
Nuestra forma de estudiar esta problemática parte del supuesto clínico y psicosocial que determinados
eventos y/o ambientes disruptivos – es decir la adversidad circunstancial o persistente puede facilitar
en los sujetos afectados una condición que denominamos vulnerable. Esta implica un funcionamiento
psíquico donde predomine lo que entendemos como inconsciente escindido, que se manifiesta en
respuestas somáticas y/ o comportamentales a los hechos adversos. Esta condición puede reintegrarse
recuperando la homeostasis, cristalizarse con la posibilidad de desarrollo de patología, o evolucionar
hacia la sobreadaptación o hacia el desarrollo resiliente.
Resiliencia Comunitaria Página 63
El problema de la evaluación del desarrollo resiliente: modelo dimensional.
Existen distintos procedimientos que han intentado evaluar la existencia de resiliencia o determinar
si un determinado sujeto es resiliente como por ejemplo la Escala de Resiliencia ER (Wagnild &
Young, 1993) Esta escala –de probada confiabilidad y validez- utiliza un sistema Likert y evalúa dos
factores: competencia personal: que incluye autoconfianza, independencia, decisión, invencibilidad,
poderío, ingenio y perseverancia y aceptación de uno mismo y de la vida que alude a adaptabilidad,
flexibilidad, balance y perspectiva de vida estable. Según Pesce et al. (2004) es uno de los pocos
instrumentos usados para medir niveles de “adaptación psicosocial positiva” frente a eventos
de vida importantes. Por logeneral la mayor parte de los cuestionarios (Ej.Escala de Resiliencia
CD-RISC, Connor & Davidson, 2003), evalúan factores asociados a cierta definición de resiliencia,
que jerarquiza las aptitudes y habilidades para la “adaptación exitosa”. Esto plantea al menos cuatro
problemas:
a) puede llamarse resiliencia a un determinado conformismo social que incluye a sujetos
sobreadaptados “ajustados” a un determinado contexto social que los evalúa positivamente sin que
haya en ellos ningún indicador de transformación.
b) puede generarse una perspectiva simplificadora donde el constructo en realidad pierda
su riqueza pues lo evaluado es solo los recursos de afrontamiento del sujeto. De este modo no sería
necesaria la noción de resiliencia
c) no suele estar jerarquizado el papel de la vincularidad con la excepción de la Escala de
Resiliencia SV-RES Saavedra y Villalta, que –basada en las definiciones de Grotberg– posee 12
factores de los cuales tres evalúan el valor de los vínculos.
d) con el resultado se supone que el sujeto estudiado es o no resiliente sin incluir si existen
otro tipo de respuestas a la adversidad que no entran en esa categoría. Categorías a priori que no
contemplan los efectos novedosos de la adversidad sobre el funcionamiento psíquico y la
vincularidad, que pueden potenciar recursos psíquicos preexistentes, generar nuevos o anular los
recursos que anteriormente fueron adaptativos.
De acuerdo a lo que planteamos al principio de este texto en general en estos procedimientos se
supone una característica, un rasgo y a veces hasta una estructura resiliente, que consideramos no
corresponde con las realidades clínicas. Así es que insistimos en la noción de desarrollo resiliente,
como una alternativa posible frente a la adversidad que debería incluir indicadores de transformación.
Estos no pueden evaluarse con las metodologías empíricas tradicionales si no se jerarquiza el papel
crucial de los vínculos que ofrecen sostén y modelos de identificación. Son justamente los que
permiten activar potenciales y transformar el funcionamiento psíquico global de los afectados.
Moreno, M.E. (2015) realizó una investigación para determinar si en los entrevistados surgieron
actividades inéditas con posterioridad a eventos disruptivos y si algún otro significativo había tenido
relevancia en la generación de dichas actividades. Así es que describeIdentificaciones que llama
terciarias como creaciones que complejizan el psiquismo producidas a partir del encuentro del sujeto
con un otro, que funciona como sostén seguro y posibilita, en la dinámica relacional, la captura de lo
inconsciente escindido.
Resiliencia Comunitaria Página 64
La experiencia clínica y psicosocial y el estudio de la bibliografía nos ha permitido entonces plantear
que desde una perspectiva psicoanalítica lo que está en juego en la evaluación de este complejo
constructo serían tres dimensiones:
a) Recursos Yoicos (RY)
Esta noción se refiere a la calidad de los mecanismos y capacidades del Yo frente a realidades
internas y externas. Se define como la dimensión que en un gradiente determinado incluye un
conjunto de comportamientos y actitudes frente a la adversidad. Está asociada a las nociones de
afrontamiento y de mecanismos de defensa.
b) Funcionamiento Psíquico (F)
Se refiere a la calidad de las tramitaciones psíquicas y actividad fantasmática. Se define como
la dimensión que en un gradiente determinado incluye un conjunto de condiciones subjetivas previas
y/o activadas por el evento disruptivo. Está asociada a la actividad fantasmática y calidad de la
mentalización.
c) Vincularidad (V)
Es la noción que se refiere a la calidad de los vínculos significativos existentes e
interiorizados. Se define como la dimensión que en un gradiente determinado incluye un conjunto de
condiciones intersubjetivas preexistentes y/o producidas a partir del evento disruptivo. Está asociada
al estilo de apego y a la percepción de sostén.
Estas tres dimensiones se presentan en un gráfico plano (ver figura 1) donde la horizontal representa
al funcionamiento psíquico, la vertical a los recursos yoicos y la bisectriz a la vincularidad, con sus
puntuaciones positivas y negativas a la derecha y a la izquierda del punto cero respectivamente.
Delimitan así cuatro zonas: la inferior izquierda donde todas las puntuaciones son negativas o zona
de la condición vulnerable, la zona superior derecha donde todas las puntuaciones son positivas es la
zona del desarrollo resiliente, la zona superior izquierda corresponde a la resolución sobreadaptativa
o aquileica y la inferior derecha a la resolución neurótica.
Figura 1
MODELO DIMENSIONAL
Recursos Yoicos (RY)
Funcionamiento psíquico
global (F)
Vincularidad (V)
55
5
-5
-5
-5
Resolución
Sobreadaptativ a o
Aquileica
Desarrollo
Resiliente
Condición Vulnerable Resolución neurótica
Cada persona o paciente estudiado recibe tres puntuaciones que al unirse generan un triángulo que
predomina en una determinada zona, existiendo posibilidades mixtas con tendencia hacia una u otra
zona o indeterminadas, y un sector central de puntuaciones alrededor del cero que equivale a la
resolución homeostática. (ver figura 2). Los triángulos que pueden formarse por combinación de las
tres puntuaciones son en la práctica clínica de una enorme variedad. lo que es útil para destacar la
Resiliencia Comunitaria Página 65
importancia de la singularidad y la diversidad de evoluciones, verdadero valor de la teoría
psicoanalítica del “caso por caso”
Figura 2
-8
-6
-4
-2
0
2
4
6
8
-8 -6 -4 -2 0 2 4 6 8
Funcionamiento (F)
R
ec
ur
so
s
Yo
ic
os
(R
Y)
Vincularidad
negativa
ZONA DE
VULNERABILIDAD
Vincularidad
positiva
ZONA DE
RESILIENCIA
Zona de “resolución
aquileica”
Zona de “resolución
neurótica”
-8
-6
-4
-2
0
2
4
6
8
-8 -6 -4 -2 0 2 4 6 8
Funcionamiento (F)
R
ec
ur
so
s
Y
oi
co
s
(R
Y)
Vincularidad
negativa
ZONA DE
VULNERABILIDAD
Vincularidad
positiva
ZONA DE
RESILIENCIA
Zona de “resolución
aquileica”
Zona de “resolución
neurótica”
-8
-6
-4
-2
0
2
4
6
8
-8 -6 -4 -2 0 2 4 6 8
Funcionamiento (F)
R
ec
ur
so
s
Y
oi
co
s
(R
Y)
Vincularidad
negativa
ZONA DE
VULNERABILIDAD
Vincularidad
positiva
ZONA DE
RESILIENCIA
Zona de “resolución
aquileica”
Zona de “resolución
neurótica”
-8
-6
-4
-2
0
2
4
6
8
-8 -6 -4 -2 0 2 4 6 8
Funcionamiento (F)
R
ec
ur
so
s
Y
oi
co
s
(R
Y)
Vincularidad
negativa
ZONA DE
VULNERABILIDAD
Vincularidad
positiva
ZONA DE
RESILIENCIA
Zona de “resolución
aquileica”
Zona de “resolución
neurótica”
-8
-6
-4
-2
0
2
4
6
8
-8 -6 -4 -2 0 2 4 6 8
Funcionamiento (F)
R
ec
ur
so
s
Y
oi
co
s
(R
Y)
Vincularidad
negativa
ZONA DE
VULNERABILIDAD
Vincularidad
positiva
ZONA DE
RESILIENCIA
Zona de “resolución
aquileica”
Zona de “resolución
neurótica”
-8
-6
-4
-2
0
2
4
6
8
-8 -6 -4 -2 0 2 4 6 8
Funcionamiento (F)
R
ec
ur
so
s
Y
oi
co
s
(R
Y)
Vincularidad
negativa
ZONA DE
VULNERABILIDAD
Vincularidad
positiva
ZONA DE
RESILIENCIA
Zona de “resolución
aquileica”
Zona de “resolución
neurótica”
Cond. Vulnerable Desarr. Resiliente Resol. Sobread.Aquileica
Resol. Neurótica Resol. Mixtas Resol. Homeostáticas
MODELO DIMENSIONAL-EJEMPLOS
El modelo puede ser utilizado de dos maneras no excluyentes:
a) con instrumentos de autollenado que obtienen puntuaciones de la dimensión estudiada con
sistema Likert u otras metodologías. Cada investigador puede hacerlo con distintos instrumentos;
nuestra experiencia ha sido con la EVS-25 que obtiene puntuaciones de vulnerabilidad (Zukerfeld &
Zonis Zukerfeld,1999) para la dimensión funcionamiento psíquico global. Para obtener puntuaciones
para la dimensión Vincularidad hemos implementado la DUSOCS (Parkerson, G. (1989) que evalúa
las percepciones de apoyo y stress vincular de las que se desprende el grado de vivencia de sostén
vincular del sujeto. La dimensión RY puede ser evaluada por distintos cuestionarios de afrontamiento
y aquí es donde adquiere valor los instrumentos descriptos anteriormente para la evaluación de
resiliencia utilizados en distintas poblaciones. Esta consideración proviene del hecho que la mayor
parte de los reactivos de varios de estos cuestionarios –como señalamos- evalúan preponderantemente
recursos yoicos.
Aquí el aspecto metodológico a considerar es la transformación de las puntuaciones obtenidas por los
diversos instrumentos a una escala de menos 5 (ausencia máxima de la dimensión) a cinco (presencia
máxima de la dimensión). Esto implica evaluar que sobre diez puntos totales los resultados pueden
dividirse en: menos cinco, ausencia máxima; menos 2.5 ausencia media, cero (0), presencia
indeterminada; 2.5, presencia media y 5, presencia máxima. Se podría utilizar una escala simple de 0
a 10 pero preferimos que el punto 0 indique indeterminación y que los valores negativos coincidan
con las condiciones que entendemos negativas propias del déficit.
Esta forma de evaluación es la utilizada en especial para grupos poblacionales que hayan atravesado
o estén atravesando eventos o ambientes disruptivos. Aquí el peso de la evaluación está dado solo por
la percepción subjetiva del sujeto evaluado, su capacidad de comprensión de los cuestionarios, su
necesidad de agradar o desafiar al investigador y todos los sesgos propios de los dispositivos de
autollenado.
Resiliencia Comunitaria Página 66
b) El otro uso del modelo es en el campo de la psicoterapia individual ya sea sobre los datos
obtenidos de entrevistas en profundidad, como de materiales clínicos de procesos psicoanalíticos.
Aquí la metodología recomendada es el estudio de entrevistas y/o sesiones presentadas por el
psicoterapeuta que las obtuvo, junto a un grupo de pares de al menos dos colegas que se han entrenado
en los criterios utilizados para definir y evaluar las tres dimensiones. Así es que a partir de la lectura
y discusión del caso se espera que cada uno de los participantes ubique al paciente o sujeto estudiado
en un lugar de menos 5 a 5 en cada una de las dimensiones del modelo, Un aspecto práctico es
sugerir a los evaluadores dar su opinión en una escala de 0 a 10; luego se promedian y finalmente se
trasladan esa información a la escala usada en el modelo. Ej.: el evaluador A opina que recursos
yoicos tienen valor 4, el B que tiene valor 6, y el C 5, de modo que el promedio será 5. Esto trasladado
a la dimensión recursos yoicos corresponde al 0.
Cuando se unen las puntuaciones de las tres dimensiones se obtiene un triángulo con mayor o menor
predominio en alguna de las cuatro zonas. Este procedimiento permite estudiar en forma longitudinal,
es decir antes y después de la psicoterapia y/o de cualquier otro recurso terapéutico la evolución de
un paciente que ha atravesado circunstancias adversas. Aquí –a diferencia del sistema totalmente
cuantitativo- el sesgo corresponde a la percepción de los terapeutas, los efectos contratransferenciales
del material, la relación entre los evaluadores, etc.
Es claro que en determinadas condiciones es posible realizar los dos tipos de evaluación en el mismo
sujeto y valorar las semejanzas y diferencias que puedan producirse (ver figuras 3 y 4). Un ejemplo
es el de la psicoterapia con un conjunto de pacientes con cáncer (A, B y C) donde el caso B
permaneció y agravó su condición vulnerable mientras C y A realizaron diferentes tipos de desarrollos
resilientes. El material clínico mostró distintas historias y vicisitudes pero la variable que diferenció
significativamente a B de C y A fue la riqueza e importancia de la red vincular. (Zukerfeld & Zonis
Zukerfeld,2016)
Figura 3
MODELO DIMENSIONAL INICIAL
(RY)
(F)
(V)
B
CA
Figura 4
Resiliencia Comunitaria Página 67
MODELO DIMENSIONAL POSTERIOR
(RY)
(F)
(V)
B
A
C
La primera metodología depende del grado de confiabilidad de los cuestionarios y la segunda del
grado de entrenamiento de los terapeutas. Este último caso incluye una compleja variable para este
tipo de problemáticas, que –como señalamos anteriormente- es la contratransferencia pero también
la ideología de los terapeutas. En este sentido es que justamente el modelo permite diferenciar
resoluciones sobreadaptativas de la adversidad, con vulnerabilidad compensada de los desarrollos
resilientes con vulnerabilidad transformada.
El modelo fue utilizado para el estudio de 43 damnificados del episodio Cromagnon dos años después
del episodio, donde se pudo determinar que al cabo de ese tiempo 23% permanecía en condición
vulnerable y 28% había realizado desarrollos resilientes, mientras que todo el resto se repartía entre
evoluciones mixtas, resoluciones neuróticas y resoluciones sobreadaptadas (Sivak, R., Zukerfeld, R,
Zonis Zukerfeld, R., Ponce, A., Huertas, A.M.y Diaz Tolosa, P. (2007). En esta investigación se pudo
establecer una correlación positiva (r=0.48) entre las puntuaciones de la dimensión vincularidad y las
de la dimensión funcionamiento psíquico.
Tripcevich, M. (2017) utilizó el modelo para evaluar a diez ex detenidos desaparecidos por el
terrorismo de Estado y pudo establecer que uno de ellos estaba en condición vulnerable, tres en
resoluciones mixtas con distintas tendencias, uno había realizado una resolución neurótica y cinco de
ellos realizaron distintos tipos de desarrollos resilientes explicables por sus diferentes historias,
ideologías y en especial por diferentes tipos de sostén vincular.
Reflexiones finales: elogio de la transformación
“Lo primero que quiero decirle es que puedo advertir cuán molesto resulta que
cuando algo se desarrolla en mi por mi crecimiento y mi experiencia analítica deseo
expresarlo en mi propio lenguaje. [...] Lo que yo quería el viernes era sin duda que
hubiera habido algún movimiento de su parte en dirección al gesto que hago en este
artículo. Es un gesto creativo y no puedo establecer ninguna relación a través de este
gesto si no hay alguien que salga a su encuentro”
Donald Winnicott
(Carta del 17 de Noviembre de 1952 a Melanie Klein)
Resiliencia Comunitaria Página 68
El desarrollo resiliente implica creación de una condición nueva que varía de acuerdo a la historia
subjetiva y al contexto objetivo donde se ha producido determinada adversidad circunstancial o
persistente. Ciertas definiciones de resiliencia han generado una vulgarización teñida de nociones
new age y el uso del término “adaptación” que significa sobreadaptación que –como se puede
comprobar tanto en nuestro desarrollo teórico como en el modelo de investigación- implica
condiciones diferentes.
Así es que el concepto decisivo para valorar lo que entendemos como desarrollo resiliente es la
existencia de algún nivel de transformación de la interioridad y/o de aspectos de la realidad exterior.
Se trata de un cambio que como señala Galende (2004) es producido en el sujeto por la adversidad,
que “[…] produce en él condiciones subjetivas creadoras que enriquecen sus posibilidades prácticas
de actuar sobre la realidad en la cual vive y transformarla y transformarse”. Transformación entonces
significa una nueva forma de pensar, una actitud diferente frente a la propia vida o la de los otros, la
aparición de nuevos intereses o actividades no pensadas con anterioridad algunas de las cuales puede
ser sorprendentes y todo ello a partir de vínculos con personas o libros u objetos artísticos, diversos
y azarosos. Y si la adversidad ha adquirido la figura del horror –como señala Cyrulnik (2001)- se
trata de metamorfosearlo a través del vínculo con otro frente al cual esbozarlo, dramatizarlo y
construir un relato o una acción militante.
El modelo presentado intenta ser coherente con este planteo pues el diseño de la dimensión
vincularidad –es decir el papel del otro significativo, del “tutor”, de la suplencia psicoterapéutica, de
la red de sostén familiar y extrafamiliar, de los modelos de identificación - permite ser el vector que
se dirige a la “zona” del desarrollo resiliente. Y en realidad dirigirse a esta zona implica que hay algo
que se está transformando, algo que se está creando, algo que necesita imperiosamente del vínculo
que escucha con empatía.
¿No es acaso lo único que Winnicott – ese gran creador psicoanalítico- necesitaba para desarrollar su
potencial heurístico, desafiando a los paradigmas vigentes? ¿O hubiera sido mejor que se “adaptara
exitosamente” al establishment psicoanalítico de la época?
Es claro que la adversidad que padeció Winnicott en su ámbito profesional y personal no es igual a
la de las víctimas de abusos sexulaes, violencias de género, terrorismo de Estado, pobreza y
marginalidad, pero las respuestas transformadoras poseen un patrón semejante. Desde las Madres de
Plaza de Mayo hasta grupos de pacientes oncológicos y desde damnificados por catástrofes hasta
mujeres maltratadas la invariante es el valor de la vincularidad para activar potenciales psíquicos.
La creación de lo nuevo es en realidad una construcción colectiva en el sentido de otro a quien decir,
con quién construir un relato y /o realizar una acción transformadora. Esto constituye desde un punto
de vista metapsicológico la posibilidad de un desarrollo resiliente. Todos activamos potenciales
inconscientes hermenéuticos en nuestra cotidianeidad comunicacional y en nuestra introspección,
pero cuando quedamos inmersos en lo inefable necesitamos activar el potencial heurístico universal
a través del vínculo intersubjetivo. El desarrollo resiliente cuestiona los determinismos lineales y
produce una fuerte transformación de la subjetividad que logra convertir el daño en fortaleza y/o
evitar que la herida devenga minusvalía a través de una capacidad universal propia de la condición
humana: recrear e inventar.
De otro modo se puede entonces afirmar que tenemos –como intuyó Einstein en el epígrafe inicial de
este trabajo- que jerarquizar en las situaciones críticas e inefables, mucho más la imaginación que el
conocimiento.
Resiliencia Comunitaria Página 69
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Resiliencia Comunitaria Página 71
CAPÍTULO 5.
RESILIENCIAS DESDE UNA PERSPECTIVA RELACIONAL: ¿POR QUÉ SEGUIR
PENSANDO Y ESCRIBIENDO SOBRE RESILIENCIAS?
María Cristina Ravazzola
21
De todo quedaron tres cosas:
a certeza de que estaba siempre comenzando,
a certeza de que había que seguir,
la certeza de que sería interrumpido antes de terminar.
Hacer de la interrupción un camino nuevo
Hacer de la caída un paso de danza
Del miedo una escalera
Hacer del sueño un puente
De la búsqueda un encuentro
Fernando Pessoa
Algunas preguntas.
Mi primer contacto con el tema de la resiliencia fue hace unos 20 años, cuando se hizo en la Argentina
el primer foro sobre los temas de maltrato infantil y abuso sexual de niños, niñas y adolescentes. El
foro estuvo a cargo en ese momento de una organización religiosa, las Hermanas Adoratrices del
Sagrado Corazón de Jesús, quienes estaban, al igual que yo, trabajando con organizaciones
internacionales, como el BICE (Bureau International Catholique pour l´Enfance) y la Universidad
Católica de Lovaina – la Nueva, intentando encontrar formas de abordar las situaciones de abuso
sexual de niños y niñas. En ese entonces la concepción de resiliencia apareció como un flash
esperanzador, porque todas las teorías acerca de las consecuencias de los traumas eran basadas en
sobredeterminaciones y por lo tanto, de ellas se deducían consecuencias marcadas como
prácticamente inevitables a partir de experiencias traumáticas. Lamentablemente, por ese entonces
no tuve oportunidad de profundizar sobre la resiliencia, pero me apasionó porque me pareció que
servía para que pusiéramos en juego dudas sobre las teorías deterministas vigentes y los pronósticos
nefastos que se desprenden de ellas. Esa práctica de poner en duda las teorías me siguió y me sigue
pareciendo bien fructífera.
En las varias tareas que llevo a cabo en cuanto a programas psicosociales (que se desarrollan no
solamente en relación al maltrato infantil y abuso sexual de niños, sino también a temas de mujeres
entrampadas (y hombres) en situaciones de violencia conyugal, y programas para rehabilitar y
resocializar a quienes tienen dificultades adictivas con drogas y alcohol, me hago muchas preguntas:
¿Cuáles concepciones de sujeto y de contexto subyacen a las posibilidades de resiliencias? y ¿cuáles
serían las posiciones a debatir en cuanto a las lógicas causales, por ejemplo, de los efectos post-
traumáticos? ¿Cuáles serían las responsabilidades de quienes perpetran abusos o negligencias
lesionantes si las víctimas son visualizadas como que pueden recuperarse? ¿Cuáles son las
responsabilidades de los Estados en cuanto a prevención y creación de redes de aceptación, protección
21
Médica, especialista en psiquiatría, terapeuta familiar sistémica, desde hace más de 30 años en la práctica clínica y en
la supervisión y docencia en academias e instituciones de Argentina y otros países en relación a situaciones de abusos,
de violencia doméstica y de adicciones. Autora de artículos en libros y del libro “Historias Infames, los Maltratos en las
Relaciones”, supervisora general de la Fundación Proyecto Cambio, de rehabilitación ambulatoria de adicciones desde
1991.
Resiliencia Comunitaria Página 72
y contención para apoyar a quienes sufren traumas y pérdidas y cuáles sus responsabilidades en el
entrenamiento de profesionales que operen en la línea de facilitar las emociones y conductas propias
del despliegue de las capacidades resilientes?
22
¿Cómo se combinan las concepciones de las
resiliencias con aquellos modelos teóricos que suponen consecuencias inevitables de traumas y
experiencias históricas? ¿Cuál es el valor de las lecturas de categorías diagnósticas, y del énfasis
puesto en el déficit y en la predicción determinista? ¿Cuáles son las experiencias acerca de
metodologías y qué tipo de entrenamientos necesitamos los profesionales que buscamos aprovechar
la apertura de mirada que nos propone esta maravillosa metáfora?
¿Qué se necesita reconocer y aprender como valores, como aptitudes, como experiencias para la
construcción de una cultura con noción de la importancia del bien común, de la responsabilidad que
tenemos todos con nosotros y con los otros? ¿Qué se necesita practicar en valores, en aptitudes, como
entrenamiento en experiencias en la construcción de una cultura que pueda constituirse en contexto
de acciones solidarias? ¿Qué conceptos necesitamos revisar y profundizar para esos importantes
cultivos?
¿Cómo pasamos de ser objeto de propuestas de consumo como clientes para un mercado a ser
personas respetadas y respetables, conscientes de nuestra responsabilidad para construir y
construirnos como esas personas? ¿Cuáles capacidades necesitamos cultivar como valores culturales
a poner en práctica en cada experiencia de encuentro con Otros?
Hago una lista de conceptos que creo nos pueden ayudar a este cultivo – entrenamiento necesario
para facilitar resiliencias, necesario para las prácticas profesionales de quienes nos ocupamos del
sufrimiento de personas: psicoterapeutas, médicos, educadores, abogados y jueces, políticos,
mediadores…, si la ética es nuestro marco referencial:
Compasión, Semejantes, Empatía, Respeto, Cuidados, Diversidades, avances desde la Neurobiología,
cambios de paradigmas culturales.
Estos conceptos no sólo requieren revisión permanente sino tener en cuenta en esa revisión
comentarios de Wittgenstein sobre el lenguaje:
“No hay un lenguaje descriptivo. El significado de las palabras está en los juegos de lenguaje, en las
formas de vida.” Para Spinoza, está en los modos de existencia mismos. En las construcciones
colectivas de significado.
23
Cualquier perspectiva va a portar valores propios de esa comunidad de
hablantes. Estamos inmersos en sistemas de categorías
24
, y en ellos hemos sido entrenados. Aun
cuando comentemos ideas sobre estas experiencias que mencionamos (las experiencias de cada uno
de nosotros son singulares), los debates acerca de ellas necesitan tener siempre un lugar importante,
revisando los sistemas de categorías en las que los reconocemos. Sabemos que no es útil pensar en
“lo normal”, que se nos desliza a “lo bueno y deseable”, y a “lo ideal”, que sabemos inexistente y que
sin embargo nos sigue formateando. Por estos modos de categorizar que nos obnubilan y no nos
habilitan a incorporar lo nuevo es necesario participar de espacios dialógicos y conversaciones
reflexivas acerca de cada una de las propuestas para pensar en qué esas experiencias ayudan a que
florezcan las resiliencias. Y este libro es para mí uno de esos espacios. También los poetas nos ayudan.
22
El legislador Fernando Melillo presentó una ley para introducir los principios de las resiliencias
en el ámbito de la educación y la salud que fe aprobada por unanimidad pero nunca entró en
vigencia
23
Siguiendo ahora a K. Gergen en sus propuestas desde el Construccionismo Social.
24
Ib.
Resiliencia Comunitaria Página 73
¿Por qué tomar en cuenta la perspectiva relacional de las Resiliencias?
¿Por qué explorar una mirada relacional sobre las potencialidades que despliega la metáfora de las
resiliencias? Parto de compartir algunas reflexiones:
-Somos seres vinculados y vinculantes. Esos vínculos son con otros a los que percibimos distintos de
nosotros. Pero también existen vínculos entre distintos aspectos de nosotros mismos, a través de
discursos, emociones, y manifestaciones corporales, no siempre fáciles de relacionar. Siempre
estamos en relación, externa o internamente.
-Si bien cada uno/a de nosotros/as es un ser singular con tendencias repetitivas que nos hacen suponer
características “esenciales” (puedo pensar que “soy” lenta, que “soy” tranquila…), al participar de
diferentes contextos relacionales desplegamos aspectos que a veces desconocemos, nos sorprenden,
inesperados por poco o nada habituales, pero que también son nuestros, presentes y posibles.
-Es en ese marco relacional, de permanentes intercambios entre quienes reconozco como “yo” y “los
otros” (aun los “otros” internos) que me interesa re visitar la temática de las resiliencias porque me
convoca y me interpela.
-Hay conceptos, prácticas y metáforas que tienen la potencia de generar campos de acción y de
reflexión más amplios que las diferentes líneas teóricas de las que abrevamos los psicoterapeutas.
Algunas son de especial interés. Por ejemplo, entre los conceptos, 1) el concepto del
Construccionismo Social, propuesto originalmente por Peter L. Berger y Thomas Luckmann y
ampliamente difundido por Kenneth Gergen y otros pensadores, nos trae a la mano la noción de la
importancia de las convenciones cognitivas de las que participamos al construir realidades
colectivamente a través de las diferentes formas en que las personas conversamos. Y los desarrollos
desde el Construccionismo Social y desde el Pensamiento Complejo ayudan a que consideremos a
las personas no como entidades homogéneas sino en la aceptación de la complejidad de muchos
aspectos y discursos que nos atraviesan. Entre las prácticas, 2) el armado de escenas con las
variaciones en los juegos de roles y, en general, las distintas técnicas que se han llamado
psicodramáticas, nos abren exploraciones en las que el cuerpo, las posiciones, las simbolizaciones,
las emociones y las acciones nos enriquecen. También las disciplinas orientales meditativas que nos
ayudan a centrarnos y concentrarnos en el presente, en lo que estamos viviendo y percibiendo, así
como la práctica del yoga con la que nos ponemos en posiciones no habituales para los occidentales
contribuyen a que, aun instalados en teorías muy diferentes, puedan ampliarse nuestras visiones y el
registro de la calidad de nuestras vinculaciones. Entre las metáforas, 3) la de la Resiliencia,
desarrollada por autores europeos como Boris Cyrulnik , Jorge Barudy, chileno residente en Europa
desde hace muchos años, y en nuestro medio por Néstor Suárez Ojeda, Aldo Melillo, y otros
profesionales del Centro Internacional de Información y Estudio de las Resiliencias es una de esas
conceptualizaciones enormemente fructíferas, capaces de abrir límites estrechos, a veces
simplistamente deterministas en las teorías que sostenemos los psicoterapeutas.
Más adelante, cuando desarrolle la idea relacional de las Resiliencias, me referiré a las ventajas y las
desventajas que se señalan en este campo, lo que creo útil y valioso, y lo que creo necesita ser
estimado para recuperar las responsabilidades que nos caben a todos en la restauración de modos
dignos de vida para aquellos que han sufrido traumas y experiencias inaceptables.
-La metáfora de la resiliencia, como ya sabemos, proviene de las ciencias duras y se refiere a las
propiedades de algunos materiales de recuperar su forma original después de haberla perdido por
sufrir una colisión. Si bien la concepción desde la Física remite a características específicas y propias
de cada uno de los materiales en juego, también en la colisión está presente una interacción con otro
material. Asimismo, la metáfora da cuenta de posibilidades estudiadas también para materiales que
Resiliencia Comunitaria Página 74
en principio no serían pasibles de recuperación salvo por la intervención de algún otro agente, como
por ejemplo, lo que ocurre con los metales.
En la aplicación de la metáfora a las adversidades de la vida de los humanos es esa intervención de
otros agentes lo que hace una diferencia en el desarrollo de las capacidades de recuperación de quienes
han sido afectados negativamente, y, si seguimos la metáfora, es desde intervenciones de otras
personas que facilitan las acciones resilientes que interesa desarrollar la importancia de la perspectiva
relacional de las resiliencias para poner sobre el tapete las acciones u omisiones de las que los
ciudadanos adultos somos responsables.
Los autores
25
que más han estudiado y apoyan sus intervenciones en esta descripción de situaciones
no parecen pensar sólo en cualidades o capacidades humanas intrínsecas sino que incluyen siempre
la presencia de factores contextuales que las facilitan o las inhiben. Lo que intento aquí es ahondar
en las características de estas relaciones, descartar la idea de que nos encontramos frente a individuos
más resilientes o menos resilientes, y poder centrarnos en la necesidad de involucrarnos y hacernos
responsables de nuestras acciones en tanto ayuda u obstáculo para que las resiliencias tengan lugar
en la vida de los más afectados.
-Terapeutas con mucha conciencia de la dimensión social de las problemáticas enfermantes en
general
26
, ponen énfasis en la paradoja que se genera si los Estados, apropiándose de las perspectivas
positivas que abren las resiliencias, se desentiendan de apoyar políticas públicas que amparen a las
víctimas de acciones traumatizantes. Esto nos hace pensar que esta fecunda metáfora tiene algunos
inconvenientes según cómo y por quienes sea usada: puede dar idea de que los daños pueden ser
minimizados, no reconocidos en su potencia destructiva. No necesitarían entonces ser evitados ni
reparados, ni serían importantes los cuidados y los apoyos comunitarios, ya que las personas, munidas
de sus capacidades resilientes, podrían siempre superar los daños, y no sufrirían sus consecuencias.
Sabemos bien que esto no es así, que muchas personas no encuentran en su camino esas presencias,
esas acciones, esas conversaciones y esas ayudas que garantizan la emergencia de las necesarias
potencialidades resilientes.
Me interesa entonces integrar a la metáfora las responsabilidades de autoridades, profesionales y otros
adultos significativos, en fin, el marco de la responsabilidad social que nos cabe a todos quienes
podemos estar en contacto con quien sufre y necesita cambios que restauren su dignidad social.
Particularmente nos toca a los psicoterapeutas ser esas personas que instrumentemos todo lo que está
a nuestro alcance para asegurar esos crecimientos satisfactorios, brindando apoyo y confiando en los
recursos que las personas pueden tener para alcanzar sus metas deseadas, aun cuando elementos de
su historia y su trayecto de vida den lugar a determinaciones nada alentadoras.
Algunas Historias para comenzar a debatir.
Voy a reflexionar partiendo de relatar historias de vida que conozco, relatos de infancias muy
difíciles, puntos de partida desde los que se hubieran podido pronosticar desarrollos precarios y hasta
plagados de peligros cada vez peores que, lejos de certificar consecuencias desastrosas en sus vidas,
pudieron conectarse con quienes influyeron muy positivamente en producir cambios en sus destinos.
Puedo referirme a múltiples historias conocidas a través de mi experiencia como terapeuta,
testimoniando cambios en personas que parecía imposible que pudieran atravesar y superar
dificultades tan grandes como las que presentaban. Pero sólo me centraré en dos: una bien conocida
25
Entre los que conozco: Boris Cyrulnik, Jorge Barudy Néstor Suárez Ojeda, Aldo Melillo, Ana María Aron.
26
J. Barudy, Aldo Melillo, Nestor Suarez Ojeda, Emiliano Galende.
Resiliencia Comunitaria Página 75
por mí que es la historia de vida de mi padre, tal vez no demasiado diferente de muchas historias de
hijos de inmigrantes pobres, y otra que me impactó muy fuertemente porque su protagonista ha
muerto recientemente después de conseguir dar fin a una guerra sangrienta de más de 500 años de
duración, vida de un valor social maravilloso.
Mi padre nació en 1910 en el barrio sur de la ciudad argentina de Santa Fe, barrio en ese entonces
lindante con el río, habitado por familias entre las cuales muchas de ella pertenecían a la colectividad
judía. Cuando ese bebé nace, su madre, que tenía además otros 5 pequeños hijos y sabía que su marido
había perdido su empleo en los FFCC por negarse a abandonar su nacionalidad italiana, se suicida
cortándose las venas. El padre de familia, mi abuelo a quien nunca conocí porque falleció el año de
mi nacimiento, queda con 5 niños y un bebé, saliendo diariamente a vender sandías desde un
carromato. ¿Quién cuidaba a ese bebé cuando el papá salía a trabajar? Su hermanita mayor, de no
más de 8 años y algunas de las señoras de las familias vecinas son las primeras en asumir esa
responsabilidad. Hasta le consiguen un “ama de leche” que él comparte con un “hermano de leche”
con el que mantuvo una relación por muchos años. Mi padre contaba que en las casas de esos vecinos
había interesantes libros que él tempranamente aprendió a leer, y que lo ayudaron a escolarizarse
como un alumno brillante en la escuela primaria. Para el hijo menor de esa familia muy pobre
proseguir con estudios secundarios hubiera sido imposible. Pero, hubo entonces un programa estatal
con previsión en relación a la importancia de la educación pública que abrió ese acceso para los
mejores alumnos de las escuelas primarias de las provincias. Allí fue Jorge, al colegio que en ese
entonces se llamó Carlos Pellegrini en el Gran Buenos Aires. ¿Qué pasó con el resto de la familia?
Mientras Jorge transitó su escuela secundaria internado en el colegio, sus hermanos mayores
crecieron, trabajaron, aprendieron oficios, se casaron. Como el más pequeño seguía siendo un alumno
excelente, con gran rendimiento especialmente en física y matemáticas, sus hermanos se pusieron de
acuerdo en apoyar su evolución en una carrera terciaria –él eligió ingeniería – juntando los dineros
de sus trabajos para costearle alojamiento y otros gastos a los que él también aportó trabajando en
diversas tareas. Siempre recordaba a sus profesores del colegio secundario, cómo lo habían alentado
a continuar estudiando, la ayuda de sus hermanos, de sus vecinos, de sus maestros, con plena
conciencia de que sin ellos él no hubiera nunca alcanzado la meta de ser un ingeniero civil capaz de
construir edificios públicos como la Municipalidad de la ciudad de Córdoba, el Palacio Judicial de la
ciudad de Mar del Plata, la Universidad de Río Cuarto, cuarteles y escuelas en provincias del país. Se
casó, tuvo tres hijos: yo, la mayor, y mis dos hermanos varones, ambos ligados a la construcción y a
la tecnología. En pocos momentos gozó de un pasar acorde a sus esfuerzos, pero siempre contó con
el amor que sembró en sus hermanos, sus hijos, sus sobrinos, y todos aquellos que lo conocieron. Esa
es la imagen con la que yo lo atesoro en mis recuerdos, la de un “sembrador” de buenas acciones,
siempre sensible y atento a las necesidades de “los otros”.
Revisando esta historia, y la de muchos de mis compatriotas descendientes de inmigrantes de distintas
colectividades, visualizo con gratitud a aquellas personas generosas, atentas, capaces de involucrarse
en la vida de un bebito huérfano como fue éste el caso y ayudarlo a crecer y a llegar a ser un hombre
capaz, amante de la vida, que supo hacer felices a muchas personas.
La segunda historia, la tomo de una semblanza sobre Martin Mc Guinness aparecida en un matutino
argentino en estos días, firmada por Luciana De Mello. La periodista homenajeaba, pocos días
después de su muerte, a quien había sido un artífice, quizás el más notorio, de la firma de paz entre
Gran Bretaña y el IRA, acabando con eso una sangrienta guerra de más de 500 años de duración que
amenazaba proseguir una lucha sin destino posible más que las muertes de todos sus involucrados,
fueren o no protagonistas de esa lucha.
Martin creció en Derry, Irlanda del Norte, hijo de una de las tantas familias de trabajadores, sensible,
dispuesto a involucrarse en las situaciones de injusticia y avasallamiento humillante por las que
Resiliencia Comunitaria Página 76
atravesaban sus compatriotas. Por ejemplo, los victoriosos británicos rebautizaron Londonderry a su
Derry natal. Testigo en algún momento de una represión atroz producida por soldados británicos,
cuenta él mismo su impresión cuando ve traer el cadáver destrozado de uno de sus vecinos de la
cuadra. Joven, enardecido por las injusticias, se alista en el IRA y llega a ser uno de sus más aguerridos
combatientes. También contaba haber sostenido con frecuencia conversaciones muy importantes para
él con un sacerdote católico que lo acogía y le dedicaba tiempo de intercambios y debates reflexivos.
Él mismo es quien refiere que en una oportunidad tuvo en sus manos un texto proveniente de los
estrategas de las tropas británicas en el que quienes escribían comentaban acerca de reconocer la
imposibilidad para ellos de llegar a ganar esa guerra contra el IRA. El entrenamiento reflexivo de sus
debates con su confesor lo llevó a preguntarse qué pasaría si intentase observar los desenlaces del
combate desde su propia facción, el IRA. ¿Podría el IRA alguna vez llegar a una victoria bélica contra
Gran Bretaña? Partiendo de esas preguntas, convencido de la inutilidad de continuar la cruzada de las
reivindicaciones por la vía de las hostilidades, se reúne con sus amigos más próximos y comienza a
planificar encuentros que pudieran dar lugar a poner fin a esa guerra. Fueron algunos largos años de
conversaciones y reuniones, especialmente difíciles con sus propios compañeros que lo veían en un
principio como un traidor, que culminan en 1998 con la firma de un histórico tratado de paz,
disolviendo en lo posible antagonismos y promoviendo la aceptación de los términos de un
reconocimiento de una soberanía de Irlanda que seguramente todavía va a costar consolidar pero que
fue posible gracias a acciones concretas de personas de cualidades relevantes. Martin siempre
reconoció el valor de sus “tutores de pensamiento” que lo ayudaron a ver, y no a enceguecerse en la
competencia de la guerra.
Los ejemplos pueden ser muy numerosos. En verdad, casi es como que todas las personas pasamos
por crisis, por eventos más o menos catastróficos, por experiencias de las que pensamos que las
consecuencias van a ser nefastas. Y sería muy importante poder entender cuáles son los factores que
contribuyen a que esas consecuencias no sean inexorables, y, por el contrario, puedan producirse
desenlaces y aprendizajes beneficiosos.
Los padres amorosos de un niño abusado por un vecino o un supuesto amigo de la familia van a
conseguir crear un entorno emocional y fáctico que devuelva a ese niño la confianza en que merece
ser cuidado y bien tratado. Si, por el contrario, los padres, abrumados por la situación, más que acudir
a recibir ayudas eficaces como para hacer lo que mejor se pueda pensar delegan totalmente la
conducción del caso en profesionales que pueden ser muy idóneos pero no tienen con ese niño el
vínculo próximo que ellos tienen, o se dejan inducir por el sentido trágico de haber perdido el paraíso
ideal que quisieron construir para su hijo, posiblemente obstaculicen la emergencia de esas
experiencias que apuntan a convocar las capacidades que podemos identificar como resiliencias.
Las experiencias de abusos sexuales perpetradas por adultos hacia niños y adolescentes son horribles
torturas sufridas, complejas en los múltiples factores que confluyen es ellas, que desgraciadamente
no dejan de ser parte de vicisitudes transitadas más frecuentemente de lo que imaginamos. Es cómo
vamos a actuar, pensar y sentir quienes nos vinculamos con esos niños, sus familiares, sus redes, lo
que va a determinar gran parte de las formas en que esas experiencias van a ser significadas, las
consecuencias emocionales que de ellas deriven, las formas en que esos niños van a poder atravesar
su sufrimiento. ¿Qué actitudes de los adultos y de sus pares los van a ayudar a restaurar su dignidad,
su lugar social de protagonismo, la estima de ser quiénes son, la confianza en sí mismos?
Posiblemente necesiten ser muy bien escuchados, muy bien respetados, muy bien mirados y
acompañados. Aparece entonces nuevamente la responsabilidad relacional necesaria para que tengan
lugar las resiliencias, la conciencia de que todos quienes conformamos los entornos tenemos
posibilidades de ayudar y fomentar conductas hacia resiliencias o despreocuparnos de lo que les
ocurre a los otros y comportarnos con indiferencia, desentendiéndonos de sus problemas.
Resiliencia Comunitaria Página 77
Proponiendo nuevas formas de mirar.
La difusión del concepto de las resiliencias para evaluar las conductas humanas nos brinda un
excepcional apoyo en la tarea personal y profesional de intentar desarrollar modelos de competencias
en nuestros trabajos. Esto significa salirnos de lo que aprendimos en nuestras formaciones derivadas
de los modelos médicos de curar el déficit y para eso buscar lo que funciona mal, y llevarnos a
explorar y apreciar lo que funciona bien. Una de las cosas que hemos logrado en nuestros equipos es
que hemos salido de la comodidad de los consultorios y que, en relación a los problemas psicosociales
de abusos de personas y de sustancias hemos intentado diseñar programas que vamos ensayando y
validando o no, según los resultados.
27
En estos diseños tratamos de hacer visibles los recursos con
que cuentan las personas que nos consultan. Es este el aporte para mí más importante de la concepción
de las resiliencias: poder ver los recursos de las personas desde esta metáfora maravillosa que da
cuenta, justamente, de capacidades que los modelos de déficit en general no suelen tomar en cuenta.
Me pregunto también qué tipo de entrenamiento necesitamos... Por ejemplo, yo provengo de la
medicina, y la medicina está totalmente orientada hacia modelos de déficit. He tenido que hacer
mucho trabajo conmigo misma para “abrir mi cabeza” a otros modelos. En verdad, me sigo
preguntando qué tipo de entrenamientos son necesarios para nosotros como operadores, porque
pienso que, si no, podemos utilizar las concepciones de resiliencias como una ‘fórmula’ más. Hace
poco me llegó una crítica que le hacían algunos psicoanalistas y que encuentro importante para
reflexionar. Relataban un episodio en que un profesional le decía a una persona que había sufrido un
trauma, dándole una palmadita: "Bueno, vos tenés muchas resiliencias, así que de esto vas a salir",
con actitud de restarle toda importancia al sufrimiento.
La metáfora es tan brillante y atractiva que da la sensación de que es aparentemente muy fácil
escuchar y aplicar, pero, una vez en las escenas de las consultas, ya no es así. Me parece que este
concepto tan fructífero y rico no es fácil de aplicar, nos plantea un desafío, que hay cuestiones muy
automatizadas, conceptos que tenemos que ir revisando, que a veces no son tan claros para nosotros.
En particular, a mí, como terapeuta familiar que sigo algunos lineamientos que puedo identificar
como sistémicos, me resulta difícil aplicar estos conceptos en el trabajo con los perpetradores de
abusos, que son las personas que cometen las agresiones, que torturan a otras, que victimizan a otras.
Me encuentro teniendo que hacer mucho trabajo conmigo misma para no pensar que, inevitablemente,
una persona que se comportó de esa manera: consideró a otro un objeto, no lo reconoció ni respetó
como un igual y se habilitó a sí mismo a lastimarlo, se va a volver a comportar de la misma manera.
Tenemos un ejemplo muy reciente (abril de 2017) de la violación y asesinato de una joven perpetrado
por un violador serial a quien un juez otorgó libertad aun cuando las evaluaciones de peritos le
aconsejaban lo contrario. Y entonces me pregunto si es posible y cómo ayudar realmente a abrir otros
horizontes para esas personas y para mi propia manera de pensar sobre ellas. Más allá de la condena
social, ¿es siempre posible alguna acción restauradora? Dejo a pensadoras investigadoras admirables
como Rita Segato la búsqueda de escenarios de encuentro que amplíen mi pensamiento en este campo.
27
Una de nuestras experiencias más importantes es la que sostenemos desde hace más de 25 años rehabilitando
personas adictas en forma ambulatoria, con la ayuda de sus redes de afectos y pertenencias.
Resiliencia Comunitaria Página 78
Resiliencias desde las NEUROCIENCIAS
28
y un relato
29
sobre el armado de condiciones para
generar resiliencias.
Veamos un interesante aporte desde otro terreno: las neurociencias, para lo que voy a tomar un texto
compartido por la MTF Linda Graham aparecido en una publicación de San Diego Psichological
Association, fall 2016.
Para autores investigadores de las neurociencias, las resiliencias han sido captadas como una
capacidad innata del cerebro que nos permite afrontar y manejar desafíos y crisis que son inevitables
para la condición humana. Permiten responder de modo flexible, no rígido, a eventos que nos
molestan, disturban y estresan. También influencian nuestras respuestas a percepciones internas o
esquemas que tenemos de dichos eventos, y cómo nos vemos a nosotros mismos en relación a tales
eventos. (Linda Graham, 2016)
Asimismo, estos estudiosos (L.G. y Daniel Siegel) coinciden en ubicar en la corteza prefrontal esas
capacidades de regular el sistema nervioso, moderar la respuesta de miedo de la amígdala, manejar
un rango amplio de emociones, entonar con nosotros mismos y otros, empatizar con nosotros y otros,
desarrollar auto conciencia y responder en forma flexible cambiando perspectivas y conductas cuando
se necesita. Los cableados neurales de la corteza prefrontal nos permiten analizar, planear, hacer
juicios, discernir opciones y hacer elecciones apropiadas.
Así y todo, es interesante que esos expertos afirman que esa región del cerebro se desarrolla en la
interacción con otras personas de las que aprendemos a regular nuestra reactividad cuando estamos
asustados, sorprendidos, frustrados, preocupados o confundidos, a percibir cuando estamos en riesgo
o seguros en relaciones con otros, a aprender cómo desarrollamos nuestras interacciones, cómo nos
calmamos, cómo nos activamos y motivamos. Aprendemos a entonar, a armonizar con nosotros
mismos y con otros al ser a la vez, afinados, entonados por otros.
Generalmente constituimos con las personas de nuestra familia de origen, o con quienes son nuestros
criadores, el primer escenario para nuestras primeras experiencias relacionales. En él se producen las
primeras regulaciones de nuestras emociones, mediadas por las capacidades de regulación de lo que
podríamos pensar son las capacidades de maduración de las cortezas prefrontales de quienes nos crían
y educan. Los aprendizajes iniciales de nuestras competencias y posibilidades dependen de cuánto
somos considerados valiosos e importantes en los modos predecibles y confiables en que se producen
esas relaciones. Esas relaciones iniciales, según estos autores, darían lugar a circuitos neurales del
cerebro que pueden instalarse dando lugar a respuestas más flexibles y adecuadas a las circunstancias
o configurarse en patrones más rígidos, más cerrados a experiencias, personas y aprendizajes nuevos.
También resulta interesante constatar que, más allá de estas descripciones de relaciones a las que se
ha llamado “apegos “tempranos, esos autores confirman que las resiliencias pueden ser aprendidas
en las relaciones con las otras personas con las que nos ponemos en contacto como maestros,
compañeros, pares, hermanos, terapeutas, abuelos, vecinos, autores de textos, escenas de films,
obras teatrales, poemas, etc.
Una anécdota muy ligada a estas reflexiones y conocimientos es una historia contada por la
Licenciada Elina Dabas en su formulación de la Importancia de las experiencias de Restauración
Comunitaria que nos involucran a todos como miembros de las comunidades a las que pertenecemos.
En un pequeño pueblo de la provincia argentina de Córdoba fallece de SIDA una señora que criaba
28
Linda Graham :Mindfulness, Self-Compassion and Resilience , San Diego Psichological Association, fall 2016
Reformulado por M.C. Ravazzola, abril 2017.
29
Relatada por la Licenciada en Ciencias de la Comunicación Elina Dabas.
Resiliencia Comunitaria Página 79
sola dos hijos de alrededor de 6, 8 años. Las vecinas de ambos lados de su casa acogen cada una a
uno de sus niños y los incluyen en sus familias. Falta mencionar que la madre era una de las mujeres
que se ganaban la vida en condiciones de prostitución, y, también mencionar que las leyes del país
exigían que, sin la presencia de los padres de los niños, éstos debieran ser llevados a Instituciones de
acogida. Sin embargo, en lugar de responder automáticamente a las determinaciones legales, la jueza
a cargo de esta situación, en conversaciones con vecinos y otros profesionales, acepta considerar que
los niños pudieran ser adoptados por las familias vecinas si los padres biológicos acceden a renunciar
a sus potestades parentales (nunca en verdad demasiado ejercidas). El inconveniente era que se trataba
de obreros itinerantes, difíciles de encontrar y contactar. Es entonces que la comunidad se pone en
marcha y, con bastante esfuerzo, consigue ubicar a estos padres y que firmen su acuerdo, con lo que
estos niños, en la actualidad jóvenes en pleno desarrollo, pueden ser incluidos como miembros dignos
de su comunidad, acogidos y criados por las vecinas de su madre.
Mucho podemos aprender de esta experiencia en la que profesionales de la salud, de la justicia, de la
educación, ciudadanos sensibles, vecinos comprometidos se constituyen en actores gestores de
relaciones promotoras de resiliencias. Podrían haberse conectado con numerosos pre-juicios para los
que no faltaban elementos: el sida como una enfermedad contagiosa y temible, la madre prostituida
que pudiera haber sido considerada como generadora de experiencias marcadoras peligrosas, la
ausencia de figuras paternas en el desarrollo de esos niños, su orfandad y precaria posibilidad de auto
gestión, en fin… Nada de eso tuvo peso. Sí lo tuvo la sensibilidad proveniente de una compasión
transformada en acción potente, la capacidad empática de todos estos actores sociales, su confianza
en las resiliencias de estos niños (aunque ni siquiera conocieran la metáfora), su fuerza en cuanto al
compartir día a día con estos nenes cuya vida, seguridad y crecimiento fue tomada como una
necesidad de todos, viviéndolos especularmente como semejantes aún en sus diferencias.
La confianza en las capacidades de restauración y manejo de las adversidades habilitó acciones que,
si se hubieran mirado desde la sobre determinación del déficit hubieran sido impensables. También
impensables desde la pura letra protocolar de las profesiones.
Tal vez en muchas de las experiencias de adopciones subyace esta misma mirada promotora de
resiliencias posibles. Y tal vez también en muchas crianzas de hijos propios es necesario cambiar
algunas reacciones de los adultos cuando conductas y características de sus hijos no se corresponden
de entrada con lo esperado por los padres. Ningún bebé sobrevive sin esos primeros cuidados y
aceptaciones incondicionales desde algún adulto que se ocupe de él. El capital neurobiológico está,
pero se necesitan manos mágicas, cuidados, empatía, aprecio y aceptación para que se desarrollen
esas capacidades llamadas resilientes desde la infancia. Hasta acá, en este terreno de las
neurociencias, los aportes acerca de la maduración de la corteza prefrontal y el desarrollo y
emergencia de las resliencias en quienes necesitan reconstituirse luego de traumas y adversidades.
Un aspecto al que estos estudiosos pueden contribuir y que quizás es lo que más me mueve a escribir
este artículo es cómo podemos fortalecer, entrenar y cultivar en nosotros, adultos responsables,
profesionales del arte de mejorar las condiciones de vida de las personas, nuestras habilidades de
empatizar, co(n)mpadecer, cuidar y cuidarnos, aceptar diversidades y producir encuentros
apreciativos con quienes nos necesitan. Linda Graham, Paul Seligman, Estanislao Bachrach y otros
muchos desde las neurociencias, nos brindan un ramillete de ejercitaciones que funcionan
fortaleciendo nuestra corteza prefrontal y así nuestras propias capacidades de resiliencias, como un
capital que nos asegura esa disposición que ayuda a emerger las resiliencias de los Otros. En el
artículo de L. G. que cito, ella se enfoca en prácticas de mindfulness (un nombre elegante para las
prácticas meditativas) y de auto – compasión (que no debe confundirse con “victimización” sino
entenderse como la capacidad de tratarse amable y compasivamente a uno/a mismo/a), teniendo en
cuenta que eso nos permite re cablear nuestros cerebros en modos más seguros, eficientes y efectivos.
Resiliencia Comunitaria Página 80
Linda Graham las describe como prácticas para el desarrollo de resiliencias restaurativas; yo las
propongo como entrenamiento de las condiciones que necesitamos desplegar en las relaciones para
que las resiliencias se produzcan, prácticas necesarias para nosotros quienes aplicamos para habitar
responsablemente esas relaciones. Nos permiten crear cambios de mirada que nos ayuden a cambiar
nuestras respuestas a nuestros sufrimientos personales y a los sufrimientos que experimentamos como
parte de la condición humana. Nos toca ocuparnos de nosotros, cultivar lo que necesitamos para esos
encuentros generativos.
Transcribo lo que propone L. Graham y que forma parte de prácticas muy sencillas: mindfulness o
prácticas meditativas cultivan darnos cuenta, tomar conciencia de lo que está sucediendo aquí y ahora
y de cómo reaccionamos a eso. Auto-compasión significa aceptación de nuestra experiencia,
aceptación de lo que está sucediendo y de nuestras emociones y acciones hacia eso. L. G. explica que
presencia plena y auto-compasión tienen formas distintas de impactar el cerebro: la auto-compasión
produce un proceso desde el fondo hacia la superficie basado en prácticas en el cuerpo y en las
emociones que cambian el foco cerebral desde respuestas automáticas de supervivencia hacia estados
más abiertos y receptivos que a su vez facilitan cambios en nuestras conductas. La meditación implica
procesos de toma de consciencia, el darnos cuenta y la reflexión consiguiente que nos llevan a mejores
y más sabias decisiones. Es así que podemos mover el foco de la actividad cerebral saliendo de la red
automática responsable por la rumiación y la preocupación que pueden impedirnos un modo
inteligente de actuar y enredarnos en más malestar y sufrimiento. La práctica de la meditación, por
otro lado, nos ayuda a prestar atención a nuestra experiencia en el momento, a regular la aceleración
y la desaceleración del sistema nervioso, a calmar las respuestas de miedo de la amígdala y nos lleva
a buscar respuestas flexiblemente, con buen juicio, buen planeamiento y buenas decisiones. A través
de esta práctica, podemos hacer una pausa, habitar el presente, salirnos de la disociación, la
distracción y la negación para involucrarnos con la experiencia del momento. Podemos nombrar esa
experiencia lo que activa centros del cerebro relacionados con el lenguaje y también tomar distancia
y reflexionar sobre ella, cultivando una posición de testigo de la misma. Esto último nos hace
monitorear nuestra experiencia, y, si queremos, buscar como modificarla. Podemos elegir cómo
responder a ella. Podemos practicar cambiar nuestras perspectivas, discernir opciones y las
consecuencias de nuestras opciones para tomar decisiones más sabias. Con la auto-compasión nos
prestamos atención a nosotros mismos, reconociéndonos como los que vivenciamos la experiencia, y
nos brindamos un modo amable y amoroso de considerarnos, tal que podamos activar en el cerebro
el sistema de cuidarnos a nosotros mismos. Con esta práctica se libera oxitocina, hormona antídoto
del cortisol, que impide las respuestas automáticas de supervivencia como son: pelear, escapar,
congelarse o cerrarse, entorpecerse, colapsar. En cambio, da lugar a que el cerebro se reabra a una
perspectiva más amplia donde pueda confiadamente, realísticamente y razonablemente crear un
cambio. Los científicos de la conducta y de las neurociencias han estudiado en los últimos años
numerosas conductas y emociones positivas consideradas prosociales como la compasión, la gratitud,
la amabilidad, la generosidad, la alegría, el disfrute, la empatía y el amor. Entienden que la práctica
de la auto-compasión activa ese sistema cuidador que nos mueve a cuidar y proteger y nos asegura
muchos beneficios como: menos stress, ansiedad, depresión y soledad, más cultivo de amistades, de
sostén social y colaboración, generación de cambios de perspectivas, más optimismo, creatividad y
productividad, mejor salud, mejor dormir, más larga vida, aumentando un promedio 7 a 9 años. En la
aproximación que propone esta autora, los psicoterapeutas que confiamos en las conexiones desde
los afectos usamos en nuestras prácticas la compasión hacia nuestros consultantes, promovemos la
auto-compasión, la auto-empatía y el auto-entonamiento, y desde esas experiencias cultivamos la
auto-aceptación que es la actitud y el ánimo que puede poner freno a ataques de pánico y a ataques
de furia y apoyar a que se recuperen las capacidades resilientes. Un ejercicio de auto-aceptación que
ella enseña y entrena es muy simple y potente: con una mano en el pecho, me digo a mí misma:
“puedo ser amable conmigo misma en este momento”, “puedo aceptar este momento, así como es”,
Resiliencia Comunitaria Página 81
“puedo aceptarme a mí misma exactamente como estoy”, “puedo darme a mí misma toda la
compasión que necesito”.
Algunas emociones y actitudes para revisar y debatir: El Cuidado.
30
En cuanto a este importante tema acerca de las funciones necesarias a desarrollar para los otros y para
nosotros, elijo transcribir las palabras de la doctora Denise Najmanovich porque yo no podría
expresarlo mejor. Y creo que los encuentros en las relaciones que promueven el surgimiento de
resiliencias están en consonancia con esa disponibilidad al cuidado que podemos tener quienes
entendemos que no nos constituimos en personas plenas sino en esos encuentros con los otros,
apreciando e incluyendo a los otros, diversos de nosotros.
Dice la autora:
El cuidado de sí y del otro sólo puede nacer de los encuentros vitales, nunca de los ideales. Cuando
olvidamos al ser vivo complejo para buscar la pureza del ideal, abandonamos toda posibilidad de
cuidado. Porque cuidar no es “hacer el bien”, sino potenciarnos mutuamente, “hacer sinergia”. El
otro de la moral sólo es legítimo cuando se atiene a la escala de valores vigentes. El otro de la ética
es un ser vivo con el que se establece un vínculo en el que nos afectamos mutuamente y puede
potenciarnos o despotenciarnos. Nada está dado a priori, ni en abstracto, todo fluye al ritmo de los
encuentros y de la comprensión que tenemos de nuestra existencia necesariamente común.
Los héroes, como los príncipes azules y las mujeres maravilla, son seres imaginarios, y como tales
son idolatrados mientras dura la ilusión o vilipendiados cuando esta se termina. Sólo los seres vivos
pueden ser cuidados o descuidados, y eso no dependerá de una ilusión sino de los afectos que se
generan en los encuentros. Habitualmente cuidamos a quienes queremos y descuidamos a los que
odiamos o nos son indiferentes. Pero en la medida en que podemos pensar y comprender la necesidad
y la legitimidad de todos los modos de vida y la pertenencia común a la naturaleza, podemos cultivar
en nosotros una capacidad de cuidar que no dependa de la circunstancia actual. Esa disponibilidad
al cuidado no es una cuestión moral, no depende de principios abstractos, no está sujeta a desilusión
porque no nace de una ilusión, nace del pensamiento vital, de la comprensión de que toda existencia
es coexistencia, de que toda vida es convivencia. Desde la ética del encuentro, cuidar a otro no es lo
que hago por su bien, sino lo que hacemos para potenciar nuestra vida común.
Este es un buen punto de partida para una función –el cuidado– a cumplir desde los ámbitos de las
instituciones de la sociedad civil. También desde los feminismos, Carol Gilligan abre la entrada a un
nuevo escenario cuando da cuenta de su investigación sobre el posicionamiento diferente de las niñas
(lo compara con el de los niños varones) en los juicios morales en que ellas incluyen el cuidado de
las personas. Desde allí es que se construyen los pasos dados en la dirección de la Ética del Cuidado.
Y es entonces una práctica que da cuenta de posibilidades resilientes en los vínculos.
La Compasión.
Si bien es difícil organizar una reflexión que pueda ser generalizada en cuanto a los afectos y a las
maneras de, en los encuentros, desarrollar acciones incluyendo y a partir de emociones, creo útil
seguir a Eugenio Fernández, estudioso de Spinoza, en sus reflexiones acerca de la Compasión. Dice
E. F.:“la compasión es uno de los afectos que componen la sociabilidad natural de los hombres”.
Spinoza la conecta con la Piedad, a la que considera una virtud cívica decisiva para organizar
30
En “Nosotros y los Otros: diversidad y cuidado de sí y del otro” artículo de Denise Najmanovich.
Resiliencia Comunitaria Página 82
políticamente las multitudes desde la solidaridad
31
y la libertad. Dice Spinoza: “la compasión es un
afecto triste y reactivo, es la tristeza acompañando un mal que sucedió a otro que consideramos
semejante a nosotros”. Así y todo, el mismo Spinoza la conecta a la piedad por reconocer en este
afecto la capacidad de poder pasar de la pasión a la acción. La piedad consiste en el “deseo de hacer
el bien”, incluye la generosidad, el deseo de ayudar. (parte III de la Ética).
Para Spinoza entonces la compasión es un primer paso en la consecución de la piedad. Sería “tristeza
surgida del daño de otro, es la tristeza acompañada de la idea de un mal que sucedió a otro, al que
imaginamos semejante a nosotros”. Es hacerse miserable con otro, padecer por sus males, condolerse.
La tristeza nos daña en cuanto disminuye nuestra potencia, con lo que la miseria se duplica (E. F.),
pero es a la vez indicador de vulnerabilidad, de sensibilidad, de capacidad de empatizar, y de
capacidad de solidaridad. Para la tradición de Séneca, Hobbes y otros como Nietzsche, la compasión
se asemeja a la lástima y es Spinoza quien la coloca en el camino a la piedad teniendo en cuenta que
con ese afecto se sale de la indiferencia y se rescata la sensibilidad hacia los otros, en virtud de lo que
reconocemos que tenemos en común con esos otros. Si aparece odio o indignación es contra quien
causa el daño, no hacia quien lo sufre. Desde allí tendemos a buscar salir de esa tristeza, a invertir
esfuerzos en desbaratar lo que la produce al producir daño a otros y ahora también a nosotros. La
piedad sería la potencia que surge a partir de reconocer nuestra impotencia, que aparece en la tristeza
de la compasión. Curiosamente, Spinoza dice que el afecto compasión teje una red de relaciones que
lleva a pasar de la mera condolencia al deseo activo de eliminar la causa de la tristeza y de hacer el
bien para recuperar a quien sufre. Rechaza la miseria y promueve acción contra ella. Es un “mal”
menor, en el camino a humanizarnos, a vincularnos con nuestros semejantes.
Desde mi perspectiva, “con/mpadecer”, o padecer con el Otro es diferente de la experiencia de la
lástima. Experimentamos lástima desde una posición de superioridad, desde una jerarquía
supuestamente “superior” en algún rubro como lo moral, lo social, lo intelectual, o lo económico,
hacia quien se percibe como si en algo fuera menos, “inferior”. La compasión, en cambio, se
experimenta desde una posición par, simétrica, resonando con ese Otro que sufre, sintiendo su
sufrimiento en carne propia, registrándolo, reconociéndolo, compartiéndolo, de modo que desde allí
se pueda generar un camino de búsqueda de posibles recursos de alivio y mejoría.
Dice Emmanuel Levinas, filósofo que, como Spinoza nos acerca a la Ética: La cercanía hacia el Otro
es una relación de tipo meramente ético, en el sentido de que el Otro me afecta y me importa, por lo
que me exige que me haga cargo de él, incluso antes de que yo lo elija. Por tanto, no podemos guardar
distancia con el Otro. El Otro se impone como límite de mi propia libertad. Levinas identifica al Otro
al cual estoy obligado con las figuras del huérfano, la viuda y el extranjero. De ahí deducimos que el
Otro en esta afirmación es el que está en situación de precariedad o sufrimiento.
Dice: A ese Otro no lo determino a partir del ser ni del conocimiento, sino del reconocimiento de su
alteridad desnuda, y, agregaría Humberto Maturana
32
, como un legítimo Otro. Estoy obligado a
preocuparme, al despreocuparme lo estoy matando. A su vez, el filósofo reflexiona sobre lo
importante que en realidad es ese Otro: a través de los Otros me veo a mí mismo pues, ¿quién soy yo
si nadie me nombra, si nadie me saluda? De ahí que la relación cara a cara sea fundamental para
Levinas, en la consecución de entender que los progresos tecnológicos desde la búsqueda de verdades
ontológicas, ha dejado de lado la preocupación por el prójimo, el semejante, el Otro que, en tanto
próximo, nos obliga a tenerlo en cuenta. También discurre sobre los efectos de la tecnología, que,
31
Recordemos la salvedad en el Lenguaje que propone Wittgenstein. Hace unos años (entre 2001 y 2004), en algunos
circuitos de conversaciones me advertían en México que no usara la palabra solidaridad porque había sido bastardeada
por un partido político que la usó como lema en la propaganda pero luego la distorsionó totalmente en la práctica.
32
Biólogo chileno creador del movimiento de la Matrística, recuperación de la ética en las relaciones, al que elijo
parafrasear.
Resiliencia Comunitaria Página 83
además de producir progresos interesantes, lamentablemente ha aportado muchas estrategias para
evitar que nos conectemos, veamos a ese Otro cara a cara. La mirada a la cara nos obliga a reconocer
en todo lo que el Otro también es semejante e importante para mí y respetarlo. Evitar esa mirada (en
las guerras se habla de “bajas” o “blancos”) elude ver el rostro y aleja la conexión con las personas
que se asesinan.
Entonces, basta con que algún truco tecnológico nos aleje de la visión de ese Otro que sufre como
“semejante” para que me aparte de mi obligación de atender a su necesidad. Ya no es un Otro
próximo, le puedo quitar la investidura de eso y maltratarlo o simplemente ignorarlo o negarle mi
apoyo. Si pertenece al partido político que estoy denostando, demonizando, puedo torturarlo sin
hacerme problemas. Podemos hacerlo ya no a través de la tecnología, empleando un truco muy
habitualmente usado así en nuestra cultura es el de caracterizar al Otro por algún rasgo parcial que
transformamos en total: “habla así porque es feminista”, “es negra y pobre, sin cultura”, “se come las
eses, no sabe usar los subjuntivos”, “es homosexual” … y podemos seguir con la lista de
características que hacen que desechemos al Otro como semejante, no lo escuchemos, lo juzguemos
indigno de nuestra solidaridad, lo ataquemos.
Si no consideramos al Otro un prójimo, un semejante, no vamos a experimentar compasión, no vamos
a ocuparnos de él, ni acogerlo ni a refugiarlo, ni a darle amparo, acompañamiento y cuidado, ni mucho
menos ayudar a que aparezcan en él todas esas capacidades resilientes que podrían crecer y
potenciarse en su corteza prefrontal a partir del encuentro con nosotros.
Empatía. Compartiendo algunas ideas.
Entre los numerosos autores
33
que se han ocupado y se ocupan actualmente del tema, podemos
empezar por uno de los primeros, Carl Rogers, psicoterapeuta muy reconocido que la define como 1)
una capacidad, una disposición para entender, acompañar a otros. 2) Implica una disposición genuina
a entender y entenderse (a uno mismo) sin juicios morales previos. No siempre es posible, se necesita
autoconocimiento para asegurar la distinción entre lo propio y lo del otro. 3) Incluye una calidez no
posesiva: el cliente (así llamaba C. R. a quien lo consultaba) va a ser recibido humanamente, sin nada
amenazante, en una atmósfera en la que se desarrolle confianza y pueda entonces abrirse.
Para muchos es:
a) Una capacidad de ser afectado y poder compartir el estado emocional de Otro.
b) Una capacidad de evaluar las razones del estado emocional del Otro
c) Una capacidad de identificarse con el otro, adoptando su perspectiva.
La palabra aparece en 1909, como traducción al inglés hecha por Theodor Lipps de un término
(Einfühlung = “sentir desde dentro”) usado por el filósofo alemán Robert Vischer como capacidad de
entrar en conexión y entender vivencialmente una obra de arte. Se discute si fue Eduard Titchener,
psicólogo americano, quien tomó la idea de Lipps y la tradujo como empathy. Se refiere a una
“habilidad para involucrarnos emotivamente en el mundo que nos rodea”; está ligada a la implicación,
y a la afinidad. Desde los datos históricos resulta interesante constatar que el término aparece muy
tardíamente, mucho después de “simpatía” y de “antipatía”, ya presente en registros desde 1570.
34
33
Yamil Zaki, Tania Singer, Paul Ekman, Adam Smith, Karla Mc Laren, Paul Bloom, David DeSteno, Denise
Najmanovich, Dan Zahavi…
34
Agradezco a Denise Najmanovich, PhD, haberme facilitado los datos y los textos de su investigación bibliográfica
sobre el tema y también acercarme algunas de sus reflexiones útiles para estos debates.
Resiliencia Comunitaria Página 84
Como descripciones de experiencias cercanas, distintos términos traen sutiles diferencias de
significados para entender y debatir. El contagio emocional, por ejemplo, sería una emoción vicaria
(cuando nos contagiamos el bostezo o carraspeamos si otro lo hizo), la simpatía: sentimos pena o
alegría por lo que Otro siente pero no podemos decir que sentimos la misma emoción. En la empatía
se siente la misma emoción gracias al entrenamiento de una agudeza perceptiva y nos involucramos
en tanto sentimos la semejanza. En la llamada empatía cognitiva: nos imaginamos el estado del otro
gracias a nuestra agudeza perceptiva y por semejanza, lo que nos permite adoptar la perspectiva del
otro, usando una metáfora útil, “mirar con sus ojos”.
Tomando algunas ideas de Carl Rogers, podemos pensar que una manera empática positiva de estar
con otra persona tiene varias facetas: desde entrar y participar del mundo perceptual privado del otro,
hasta estar presente y sensible momento a momento a las emociones y significados cambiantes que
fluyen en esta otra persona, al miedo, la rabia o la ternura o la confusión o lo que fuere que esté
experimentando. Nos hace vivir temporariamente la vida del otro, siempre moviéndonos
delicadamente allí, sin hacer juicios morales; a veces podemos estar sensibles a significados de los
que él o ella pueden estar poco advertidos. Incluye comunicar lo que sentimos acerca del mundo del
otro tal como lo vemos con mirada fresca y sin miedo. En cuanto a esta actitud recuerdo escenas del
film “La chica Danesa” en que la esposa de el/la protagonista se acerca cariñosamente a ayudarle a
internarse más profundamente en la búsqueda de los aspectos poco convencionales que está
experimentando en su sexualidad, acompañándolo/a. Esa calidad de acompañamiento implica
chequear frecuentemente con esa otra persona la precisión de nuestras sensaciones, aceptando y
dejándonos guiar por las respuestas que recibimos. Si empatizamos podemos ser compañeros
confiables para la otra persona, ayudándola a moverse hacia más adelante en la experiencia.
Para Karla Mc Laren, la empatía es cultivable, entrenable. Para Denise Najmanovich que coincide
con ella, habilita una disposición importante para que se produzcan los encuentros que puedan
promover pensamiento y comprensión de los afectos y sus efectos en mí y en otros, no en abstracto
sino habitando la experiencia en el flujo de la vida. Para Dan Zahavi, la empatía no disuelve los
límites entre una persona y otra, requiere la preservación de la diferenciación. No supone el compartir
afectos, puede ser unidireccional. No requiere estados similares entre quién empatiza y con quién lo
hace, y no es prosocial en sí. Es una forma de comprender la vida de los otros. Así y todo recordemos
que la capacidad empática no significa necesariamente una virtud porque psicópatas, manipuladores,
torturadores, pueden ser muy empáticos, utilizando esa habilidad para aprovechar esa ventaja sobre
el Otro.
35
Para seguir reflexionando en distinto tipo de encuentros (incluido el intercambio escrito).
Estas búsquedas apuntan a contribuir a la construcción de una cultura en la que la conciencia de la
importancia del Otro se nos vuelva un pilar constitutivo del bien común, que nos incluye. Nada hay
terminado ni conclusivo, sino aportes como ladrillos y argamasa que conjugan realidades que nos
interpelan a través de muchos tipos de producciones como la literatura, el cine, el teatro, la pintura,
las ceremonias de la vida en común, los afectos que nos atraviesan.
Mucho antes de mis incursiones en la temática de las resiliencias, y con otros nombres, aprendí de
maestros para mí muy importantes (Maurizio Andolfi y Carmine Saccu) que, si queremos producir
un encuentro enriquecedor con Otros diferentes de nosotros, necesitamos situarnos en un enclave
35
Como bien señala Denise Najmanovich en uno de sus aportes al tema.
Resiliencia Comunitaria Página 85
delicado: aceptar a las personas como tales, pero no a todas sus acciones y argumentaciones. Ellos
siguen a fenomenólogos que describen las funciones que los humanos jugamos en los sistemas a los
que pertenecemos con la conciencia de que en otros contextos pueden aparecer muchas otras facetas
que nos complejizan y amplían la mirada. Es decir, somos mucho más que las funciones que
desempeñamos, y eso para nosotros, profesionales, es un reconocimiento muy fuerte. También
podemos ser menos, porque podemos ceñirnos y constreñirnos a ser sólo funciones como pasa a veces
con las madres, con los médicos, y con cualquier función que se torne heroica y sacralizada. En esta
época de cultura de mercado podría ser la del posible cliente.
Estar alerta, participar de encuentros, recuperar la importancia del Otro puede ayudarnos en esa
construcción cultural que deseamos. Las historias en el cine nos ayudan: el hombre que ayuda al niño
inmigrante que llega sin documentos al puerto francés en el film “El puerto” recupera su sensación
de dignidad personal cuando se involucra en esa historia y hasta consigue involucrar a otros que
también se van sintiendo más y mejores personas a medida que desarrollan esas acciones relacionales
resilientes. Boris Cyrulnik es un excelente recopilador de esas historias. Sumemos las nuestras.
Cultivando paradigmas de Inclusión del Otro. Hacia el reconocimiento de las Diversidades
Acerca de las diversidades, ideas que quiero presentar como un paradigma que deja de lado aquellos
instalados desde las diferencias como posiciones en la relación ganar /perder (rivalidades), dice
Denise Najmanovich
36
:
¿Qué espacios de pensamiento se abren cuando rechazamos la pretendida sinonimia entre
“diversidad” y “diferencia”? ¿Qué nueva circunvolución se activa en nosotros, qué senderos se
bifurcan en nuestro saber? ¿Qué otros modos de vida se hacen posibles? La diferencia es un régimen
de variación de la norma. En cambio, la diversidad remite a la variedad que no se deja subsumir a
un patrón. Lo diverso nos lleva hacia otra dimensión del orden y también a una manera distinta de
ordenar. La diferencia siempre se dice respecto de algo, la diversidad no nace de un régimen
determinado de comparación. La diferencia puede organizarse en sistema, la diversidad nos abre la
puerta para ir a jugar. …es preciso pensar, dejar de lado la vara de medir y habilitar el espíritu
lúdico para poder acoger la diversidad de experiencias y sus tensiones. Sólo así podremos
comprender la diversidad con los otros y también en los otros. Este último aspecto es crucial porque
la normalización nos ha impuesto una concepción identitaria del “yo” que nada tiene que ver con la
versátil variedad que somos cada uno de nosotros.
La diversidad despliega los variados modos de existencia en un plano horizontal, sin jerarquías
morales. Si honramos este paradigma, tan diferente del paradigma competitivo jerárquico que
impregna nuestra cultura, podemos intentar no juzgar, para sólo acercarnos con curiosidad a explorar
aquello que no conocemos, sin rechazarlo de entrada, abriendo posibilidades de aceptación, y
buscando formas creativas de encuentro.
Un film francés, “Los coreutas” muestra las acciones de un profesor de música que llega para armar
un coro con los niños casi abandonados de la postguerra recluidos en una escuela en la que los
profesores sufrían la conducta agresiva de ellos y preconizaban un lema: “acción – reacción” que
justificaba a la vez sus agresiones. Para el profesor de música, los niños empezaron a ser reconocidos
por sus voces y su canto, a ser organizados por él en actividades musicales placenteras, a compartir
bromas, a ser mirados como personas con dificultades y necesidades pero no colocados en un bando
enemigo,… y eso produce el milagro del cambio. Poco a poco se cumple con una actividad a la que
los niños responden, ante el asombro de los profesores que los juzgaban casi como delincuentes.
36
Denise Najmanovich en artículo citado.
Resiliencia Comunitaria Página 86
Hacia el final del film, el profesor, ya viejo, es visitado por uno de sus ex alumnos, ahora un músico
consagrado.
La escala competitiva sólo permite ganar o perder, una muy reducida gama de posibilidades de
relación. El reconocimiento de la diversidad nos abre un abanico muy amplio por el que podemos
navegar disfrutando nuevos encuentros.
La sola suspensión del rechazo y el posicionamiento superior que implica el juicio nos habilita
acciones impensadas como acercarnos a alguien a quien vemos mal y preguntarle qué ayuda necesita,
o arrimarle algo de comida o de dinero o de compañía. En el reino de las desconfianzas creado por
las torpezas en las políticas de seguridad, esa noción del prójimo, del Otro, es impensable porque
estamos instalados en la certeza de que es un enemigo que nos va a dañar. Si somos aquellos adultos
necesarios como agentes de promoción de resiliencias, estas visiones del Otro nos inhabilitan de
ejercer esa función. En el fondo, los juicios devenidos de la cultura de las rivalidades son
demonizaciones que se tornan inapelables.
CAPÍTULO 6.
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE RESILIENCIA COMUNITARIA?
37
37
Para la redacción de este capítulo se ha seguido parte del material que redactó el Dr. Suárez Ojeda sobre el mismo
tema. Agradecemos a Editorial Planeta, cuyos miembros nos informaron que "los herederos tienen derecho a utilizar el
texto de Elbio Néstor Suarez Ojeda sin problema." y a Daniela P Ferreyra por la juiciosa revisión del texto en Munist,
M., Suárez Ojeda, E.N., Adolescencia y Resiliencia 2007 Edit. Paidós Buenos Aires.
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Mabel Munist
38
, Magdalena Belén Suarez Munist
39
y Mariana Alonso
40
.
“¡Semong… Semong…!” Fue el grito que se empezó a escuchar en la playa de Simeulue… Y este
grito pasó a sonar en toda la Isla. Tapo el ronco ruido del mar que el tsunami estaba produciendo.
Cada persona, dejaba lo que estaba haciendo, avisaba a los que le rodeaban y sumía su voz a lo que
ahora era un coro. Todos corrían a las colinas más altas de la Isla. De los 80.000 salvaron sus vidas
el 99.99%, solo murieron siete.
Esto no es un cuento infantil, es la vivencia que tuvieron los habitantes de Simeulue, el 26 de
Diciembre de 2004 cuando un terremoto de magnitud 9.3 Mw sacudió una gran franja de la placa
india frente a Sumatra. Noventa y siete años atrás, habían sufrido un tsunami igual que devastó la
Isla. En el folklore, en cuentos infantiles y canciones de cuna, en la educación formal, se contaba la
historia del Semong, y así enseñaron a los habitantes de la Isla a reconocer sus señales en la naturaleza,
en el comportamiento del mar y de los animales, y a actuar de manera inmediata y en forma solidaria.
Este conocimiento fue transmitido de generación en generación con mucha claridad: luego del
terremoto, cuando el mar retrocede repentinamente y los animales se comportan de manera extraña y
se retiran de la playa, hay que echarse a correr, repetir a coro “Semong, semong” para alertar a todos,
salvar a los niños, dejar el quehacer ahí mismo e ir a tierras lo más altas posible. Exactamente fue lo
que hicieron en 2004, por esta razón apenas unos pocos perecieron.
Entonces el cuento popular del Semong, y su consecuente acción preventiva, han demostrado ser
eficaces para preservar la vida y brindar un valioso ejemplo de experiencia colectiva para trabajar
sobre Resiliencia comunitaria.
Adentrándonos en el propósito de este artículo, ya existen excelentes investigaciones y trabajos
abocados a la evolución teórica del constructo Resiliencia Comunitaria, a una mirada longitudinal en
la línea del tiempo, con lo cual pondremos nuestro foco en otra perspectiva horizontal y
contemporánea, con el objetivo de intentar dar luz sobre algunas cuestiones fundamentales para
estudiar y promover procesos de Resiliencia Comunitaria. En el desarrollo de este trabajo, es
pertinente aclarar que no realizaremos un Estado del Arte del tema. Sin aspiraciones de exhaustividad,
nos proponemos trabajar una mirada actual de los procesos de Resiliencia Comunitaria y el rol del
profesional, en una realidad compleja en donde reina la diversidad, sin oposiciones excluyentes o
reductoras. Esta perspectiva reclama una mirada transdisciplinar, la unión del conocimiento que no
opera por reducción si no integrando y dando cuenta de la diversidad.
Recurriremos a la experiencia del Semongen Simeulue, y eventualmente a otras, para poner en escena
y “dar vida” a abstracciones teóricas, con el fin de hacerlas más comprensibles para nosotros y para
nuestros lectores.
38
Doctora en Medicina, Especialista en Salud Pública. Directora Grupo de Investigación en Resiliencia Aplicada
(GIRA). Ex Vice Directora del Centro Internacional de Información y Estudio de la Resiliencia (Univ. Nacional de
Lanús) Asesora en Adolescencia en OPS/OMS. H a publicado diversos libros sobre Adolescencia y sobre Resiliencia.
39
Medica (UBA). Residente y Jefa de Residente de Educación para la Salud. Médica egresada la Universidad de Chile
Pasantía en Adolescencia Children’s National Medical Center. Ex docente Introducción a la Clínica Escuela de
Medicina U. de Chile. Medica familiar Univ. Católica (Chile).
40
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires. Tesina de grado "De Centros a
Redes. Una red social para el trabajo con Resiliencia: Red Abierta Resiliencia". Miembro del Centro Internacional de
Información y Estudio de la Resiliencia desde 2006. Integrante de Grupo de Investigación en Resiliencia Aplicada
(GIRA).
Resiliencia Comunitaria Página 88
Sentido de Comunidad.
En el binomio Resiliencia Comunitaria, dos términos que construyen una unidad polisémica, el
primero de ellos (Resiliencia), como concepto teórico apenas llega a los 50 años de existencia. Ha
sido reclamado por diversas definiciones, válidas cada una de ellas en el entorno en el que se las ha
concebido y sin proscribirse unas a otras. Determinadas especificaciones sobre su acepción vendrán
dadas conforme al nivel de enfoque, sea individual, familiar, de comunidad local, toda la comunidad
humana o el sistema ecológico entero. Esta escala de niveles tiene entidad a nivel abstracto y como
herramienta teórica para guiarnos en el análisis y en las políticas para su promoción en la práctica,
pero entendemos que el proceso de Resiliencia en la vida concreta ocurre en y a través de estos niveles
y arriesgamos a sostener que desde la existencia de la humanidad. En términos generales, sus
definiciones remiten a una conceptualización en común en relación a sobreponerse a la adversidad, y
construir sobre ella. ¿Pero cuando hablamos de Resiliencia Comunitaria, qué significa este segundo
término del binomio? ¿Qué trae consigo y qué aporta a la concepción de la Resiliencia?
El término Comunitaria, en su significado denotado, es un adjetivo perteneciente o relativo a la
Comunidad. Elegimos entonces continuar por analizar la noción de Comunidad, ya que los debates
sobre su significado a lo largo de la historia son muy ricos y determinantes para entender su adjetivo
relativo. En los siguientes párrafos recorreremos tres instancias históricas, en las que daremos cuenta
de esa tensión, retomando a determinados autores clasificados como filósofos clásicos (Platón y
Aristóteles), sociólogos clásicos (Tönnies, Weber y Durkheim) y sociólogos contemporáneos
(Sennet, Bauman y Maffesoli). Es oportuno aclarar que por razones de espacio y de mantener el foco
en los objetivos de este trabajo, no podremos exponer un recorrido completo de los significados
atribuibles al uso de Comunidad y mucho menos con el grado de detalle y detenimiento en cada autor
seleccionado.
Comunidad es un concepto polisémico con una pesada herencia filosófica y política. Data de muchos
siglos atrás, ya Platón (427 a. C.-347 a. C, Grecia)en el plano filosófico lo nombraba en su obra
“República” cinco siglos antes de Cristo. Usó el nombre dekoinonía, que significa comunidad,
participación, asociación, alianza y empatía. Este colectivo, no implica un contrato artificial
voluntario al que se pueda renunciar, es del orden de lo constitutivo y natural. Entonces, la existencia
de la comunidad se remonta hasta la existencia del hombre en sí mismo. Para el filósofo griego
Aristóteles (384 a.C. – 322 a. C.), la comunidad es anterior a los individuos que solo adquieren sentido
en ella, el individuo suelto es una ilusión, “el individuo solo ya no es un hombre, es una bestia o un
dios”.
En esta primera instancia histórica trabajada, en el plano filosófico, se instalaba entonces una tensión
entre lo individual y lo colectivo como forma primera, donde la concepción de comunidad adquiere
ese rasgo de vital importancia y anterior a la definición de un hombre, siendo del orden de lo
constitutivo y natural.
Ya a finales del siglo XIX, “(…) el planteamiento dualista entre formas de vida en común fue una
constante en muchos de los diagnósticos de la modernidad” (Álvaro; 2010). En este recorrido, es
ineludible citar la obra “Comunidad y Sociedad” del alemán Ferdinand Tönnies, quien contribuyera
al nacimiento de la sociología formal alemana a inicios del siglo XX. En su pensamiento, Comunidad
y Sociedad son conceptos que se presentan en bloque, como dos opuestos, la primera refiere a la vida
real y orgánica y la segunda a la forma ideal y mecánica, la primera a la voluntad natural (encontramos
a Platón en esta idea) y la segunda a la voluntad racional instrumental. En la comunidad los hombres
se tratan los unos a los otros como fines en sí, en la sociedad como medios para conseguir ciertos
fines. La familia es una comunidad, la fábrica es una asociación, la nación es un concepto comunitario
mientras que el estado es un concepto social. La comunidad, lógica y cronológicamente, es anterior
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a la sociedad y anterior a toda distinción entre formas de vida común. Según Tönnies, la vida
comunitaria coincide con la naturaleza de las cosas y la sociedad de su época es el error. Tönnies
expresa una clara crítica a la sociedad capitalista y en ella un deseo o una “necesidad de comunidad”
(Fistetti; 2004).
Max Weber, en varias de sus obras ha recurrido a las nociones de “Comunización” y “Socialización”
(tradicional o afectiva en el primer caso y racional instrumental o racional-valorativa, en el segundo)
construidas como tipos ideales. Para el autor, y en oposición a Tönnies, los límites entre estos tipos
ideales son, en la práctica y en su emergencia real, laxos, fluidos. Incluso hasta podrían intersectarse
y superponerse, ya que las relaciones de índole comunitaria se encuentran en la génesis de las
relaciones sociales.
Weber da cuenta de un panorama procesual en el cual ambas formas van tomando una relación dispar,
donde las de índole comunitaria quedan subsumidas a espacios cada vez más restringidos. En palabras
del autor, un desencantamiento del mundo (Entzauberung).
Emile Durkheim, también dio cuenta de una “necesidad de comunidad”. “La nueva organización
funcional con base en la división del trabajo no parece proveer por sí sola los componentes de la
cohesión social que se hallaban presentes en las viejas sociedades segmentarias ya desarticuladas. Es
necesario, por lo tanto, reinventar la sociedad como comunidad (…); evitar que la sociedad pierda
definitivamente aquello que, sin embargo, nunca dejó de constituirla; refundar el lazo social en la
metafísica sustancial comunitaria que subyace en su génesis.” (Sasín, 2010).
En esta segunda instancia histórica trabajada, tanto Tönnies, como Weber y Durkheim, presentan una
crítica a la realidad social de su época, en relación al estado de las cosas en la vida colectiva, un
sentido trágico y patológico del presente e incertidumbre por el futuro. “La negatividad implícita en
las formas del presente radica fundamentalmente en el desamparo en que deja sumidos a los
individuos en tanto que pretende liberarlos.” (Ibídem). En los tres sociólogos clásicos la comunidad
es convocada a restablecer el orden de valores de un paraíso perdido.
Ya en nuestra tercera instancia histórica, en la contemporaneidad, el problema de la Comunidad
persiste y ha tomado fuerza en las últimas décadas por la realidad emergente y por la dificultad de
desarrollar una descripción acorde con este presente. La noción de Comunidad es llamada a nombrar
a distintos tipos de colectivos, conjuntos de personas vinculadas por condiciones o intereses comunes.
Podríamos compartir algunos ejemplos: un grupo de padres de una escuela determinada, los
consumidores de un dispositivo electrónico X agrupados en una red social digital, indígenas de una
etnia específica localizados en una región, los japoneses en San Pablo, los padres de niños con
artrogriposis en el mundo, una tribu urbana fanática de una banda musical y una estética y podríamos
continuar con un límite lejano. Sobre estos fenómenos de comunidad “invariablemente sobrevuela en
todos ellos una connotación positiva, del orden de la “fraternidad”, la “unidad”, la “unión”, la
“solidaridad”, la “comunión” y la “cohesión”, de aquello que compartimos y nos distingue de los
otros, de lo que nos identifica como lo que somos, de lo que habla de nuestros orígenes y legados
culturales, nuestras inclinaciones, gustos, afanes y, probablemente también, nuestros destinos
compartidos.” (Marinis, 2010). Pero no siempre estos colectivos surgen orgánica y espontáneamente
“desde abajo” como grupos identitarios, si no que muchas veces lo hacen “desde arriba” a partir de
la operatoria de estrategias deliberadas del estado o de marketing, orientadas a objetivos ajenos al
bien común de la comunidad generada.
En este panorama, Michel Maffesoli, en su libro El tiempo de las tribus de 1988, afirma que tras el
período de desencantamiento del mundo, asistimos al verdadero reencantamiento del mundo, “(…)
ante unas masas que se difractan en tribus, o ante tribus que se agregan en masas, dicho
reencantamiento tiene como principal argamasa una emoción o una sensibilidad vividas en común”
Resiliencia Comunitaria Página 90
(Maffesoli, 1990). El autor sostiene que transitamos un proceso tendencial de sustitución de un social
racionalizado por una socialidad de predominio empático. Entonces esta socialidad contemporánea,
expresada en configuraciones sociales, sobrepasaría al individualismo y sus consecuencias. La
Comunidad, dotada de una nueva forma semántica (socialidad), aparece como una esperanza de
futuro y percibida en el presente. En la reflexión de Sasín, este paradigma estético de Maffesoli
constituye el vaciamiento de las posibilidades de la autodescripción contemporánea.
En oposición a Maffesoli, Zygmunt Bauman sostiene que “algo que la comunidad estética no hace en
modo alguno es tejer entre sus participantes una red de responsabilidades éticas, y por lo tanto de
compromisos a largo plazo (Bauman, 2003). Este autor, nos trae el concepto de la modernidad líquida,
donde los individuos quedan librados a su suerte, que ante el “(…) desmantelamiento de las garantías
del estado de bienestar, de las garantías comunitarias frente a las desgracias individuales” (Bauman,
2003), ansían el regreso a ese “paraíso perdido” que adopta el nombre de comunidad (Ibídem). “La
acelerada licuefacción” de la vida moderna” (Bauman, 2002 [2000]) lleva a los individuos a formular
esos placebos comunitarios que son las comunidades explosivas, de carnaval y perchas o de
guardarropa , que nunca concluyen en satisfacer las necesidades generadas en el seno de la
modernidad líquida. La comunidad que podría hacer realidad aquello que les falta, para Bauman sería
una comunidad ética, que es opuesta en casi todos los aspectos a la estética. Así instala una idea de
comunidades falsas y genuinas y en el trasfondo hay una crítica al estado actual de las cosas, la
tragedia del presente.
En la misma denuncia, Richard Sennett, en La corrosión del Carácter (Sennett, 2000 [1998]) expone
el deterioro de los lazos estables de la pertenencia comunitaria en el capitalismo cortoplacista:
“El signo más tangible de este cambio podría ser el lema “nada a largo plazo” (…) el capitalismo del
corto plazo amenaza con corroer (…) aquellos aspectos del carácter que unen a los seres humanos
entre sí y brindan a cada uno de ellos una sensación de un yo sostenible” (Ibídem).
Para Sennett este contexto afecta la vida emocional de las personas, quienes sin nada a largo plazo
deben moverse continuamente, no comprometerse y no sacrificarse. Donde los nuevos ámbitos de
residencia adoptan la forma aparente de comunidad pero en la que nadie se convierte “en un testigo
de por vida de la historia de otra persona.” “Un sentido más amplio de comunidad, (…) es lo que
necesita el número creciente de personas que, en el capitalismo moderno, están destinadas al fracaso.”
(Ibídem).
Al igual que Bauman, Sennett señala el despertar de un irrefrenable deseo de comunidad, de sentido
de comunidad. “Para nosotros en particular, que vivimos en tiempos despiadados, en tiempos de
rivalidad y competencia sin tregua […], la palabra comunidad tiene un dulce sonido. Evoca todo lo
que echamos de menos y lo que nos falta para tener seguridad” (Bauman, 2003.)
En una elaboración de lo expuesto, podríamos concluir que todas estas reflexiones intentan
conceptualizar un presente, motivadas por la inquietud frente a una realidad compleja, muchas veces
percibida como adversa al sentido de la vida, que a lo largo del periodo histórico analizado parece
haber debilitado el sentido de comunidad. Pero nos encontramos con la experiencia resiliente de la
Comunidad de Simeulue, cuyo recorrido es simultáneo a las épocas de los sociólogos clásicos y luego
de los contemporáneos, donde su sentido de comunidad no ha sido debilitado por el individualismo
implacable de la modernidad, ni tampoco ha construido sus vínculos en una comunidad estética
eventual y ha logrado ser constante en tiempos de la modernidad líquida. Generaciones enteras, sin
haber vivido la experiencia de un Tsunami, se han comprometido con la misión de transmitir el cuento
de Semong… podríamos decir, parafraseando a Sennett, que todas sus generaciones se han convertido
en testigos de la experiencia de los otros de forma duradera ytrascendiendo la vida. Creemos que las
experiencias desbordan las definiciones y las reflexiones abstractas, incluso las nuestras. Ponen en
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escena al sentido de comunidad, a la Resiliencia de una comunidad, al vigor de sus lazos, de su
creatividad hecha recurso, de su vigencia desde el pasado y hacia el futuro; y así dan cuenta de un
presente más prometedor, de una connotación positiva a la noción de Comunidad, que ya no se
organizaría en oposición a una realidad trágica. En un presente complejo, en innumerables
experiencias, las adversidades que parecen debilitar el sentido comunitario finalmente lo fortalecen
dando lugar a su propia Resiliencia.
Un nuevo Paradigma en un escenario complejo.
El estudio y promoción de la Resiliencia supone una nueva estructura de pensamiento, presente en
muchos trabajos que han colaborado en instalar y desarrollar este constructo.
En Diálogos de la naturaleza humana, Boris Cyrulnik y Edgar Morín conversan sobre dos alternativas
en las políticas del saber, la de ser especialistas o la de ser generalistas. La primera, la más difundida,
supone el trabajar con el foco sobre una cuestión cada vez más específica; la segunda, implica retomar
saberes parciales de las demás disciplinas para concluir en una idea más completa de la realidad. Sin
embargo, Morín propone superar estas dos alternativas como opciones ante las cuales habría que
elegir. “(…) lo verdaderamente importante es saber moverse entre saberes compartimentados y una
voluntad de integrarlos, de contextualizarlos o globalizarlos.” (Morín, 2005). Comprender el mundo
a partir de la unión del conocimiento, unidad que no opera por reducción, si no integrando y dando
cuenta de la pluralidad, de la diversidad y de las propiedades emergentes de la realidad.
Morín explica que la disciplina, la multidisciplina, la interdisciplina y la transdisciplina son como
flechas del mismo arco, del arco del conocimiento humano. Entonces la disciplina permite ahondar
en una sola dimensión de la realidad observada y así alimentar el propio conocimiento y arsenal
metodológico disciplinario. Desde una especialidad, el quehacer multidisciplinario se nutre de otras
disciplinas; el interdisciplinario convoca a otras disciplinas en el abordaje de su objeto. La labor
transdisciplinaria, por su parte, implica el diálogo entre disciplina para definir la “realidad” que se
estudia. Con la transdisciplina se aspira a un conocimiento relacional, complejo, que nunca será
acabado, pero que busca el diálogo y la revisión permanentes (entre disciplinas y con la realidad).
Entonces no rechaza ni reemplaza a las disciplinas, si no que las integra para abordar una realidad
compleja. “Ya no será (…) -la biología contra la cultura, lo innato contra lo adquirido, el hombre
contra su grupo social-, sino al contrario, la integración de una parte en el todo, donde el individuo
vive, funciona con los intercambios, los puentes y todas las idas y vueltas que sean necesarias. (…)
el hombre ocupa su lugar en la naturaleza, no está contra la naturaleza, no es sobrenatural, ni
antinatural, sino que se mantiene en su lugar de hombre.” (Cyrulnik, 2005).
El Paradigma de la complejidad concibe “los fenómenos del mundo asumiendo su complejidad y
busca modelos predictivos que incorporen la existencia del azar y la indeterminación como una forma
de abordar la realidad (…)” (Balandier, 1989). Solo esta nueva estructura de pensamiento nos permite
concebir como conjunción e implicación mutua aquello que suele verse como disyuntiva.
Comprendemos al constructo de Resiliencia Comunitaria desde esta estructura de pensamiento.
“Resiliencia evoca desde el inicio la idea de complejidad e integración: complejidad de los procesos
reales en que se desenvuelve la vida; integración de esos niveles que la ciencia separa para su
conocimiento pero que sólo tienen una existencia integrada en la experiencia del hombre, el de los
mecanismos biológicos del cuerpo, la vida psíquica y la existencia social” (Galende, 2004).
Como ya se ha dicho en la literatura sobre su estudio, la Resiliencia puede representarse por la figura
retórica del oxímoron, donde los opuestos se implican en un nuevo significado, donde la adversidad
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se pone en juego con la superación. Sumado a esto, la observación y abstracción académica en el
estudio del constructo es innegablemente transdisciplinar, puesto que supone y necesita de la unión
de variados saberes, el diálogo constante entre muchas disciplinas, con la comunidad y la realidad.
Vale destacar que en los procesos de Resiliencia tienen un papel fundamental la creatividad, la
elaboración con lo diverso y la constante resignificación (de la situación de vida, del individuo, de la
comunidad, etc.), aspectos que están muy lejos de ser aprehendidos por una estructura de pensamiento
basada en la simplificación. Resiliencia es capitalizar el saber que dejan las experiencias de
situaciones adversas, pero también saber “moverse”, tomar decisiones y salir adelante sin un plan.
Vivir en la incertidumbre y salvarla siempre en lo dialógico entre las distintas formas de abordar el
mundo, en la constante comunicación y producción de sentido.
Resiliencia Comunitaria, un aporte desde América Latina.
El concepto de Resiliencia Comunitaria, desde su aparición y hasta cobrar mayor relevancia en la
última década del siglo pasado, ha generado numerosos trabajos, investigaciones y aplicaciones.
Tanto es así que sus componentes o “pilares” han sido modificados y perfeccionados en el tiempo.
Experiencias como las de Argentina (Proyecto Yachay, Escuela de la Puna, Mina Clavero, etc.) han
mostrado, por un lado, la existencia de metodologías innovadoras para el estudio de la Resiliencia
Comunitaria y, por otro, la posibilidad de ejecutar programas basados en ella en comunidades con
sensibles limitaciones de recursos.
Estos casos son ejemplo de que la Resiliencia Comunitaria es un constructo válido para trabajar con
grupos humanos en contextos de catástrofes y de situaciones críticas desde sus fortalezas, con un
optimismo realista y con sentido de esperanza.
El concepto de resiliencia comunitaria fue creado por Néstor Suárez Ojeda. “La resiliencia
comunitaria es una concepción latinoamericana desarrollada a partir de observar que cada desastre o
calamidad que sufre una comunidad, que produce dolor y pérdidas de vidas y recursos, muchas veces
genera un efecto movilizador de las capacidades solidarias que permiten reparar los daños y seguir
adelante” (Suárez Ojeda, 2007).
Se la define como la “condición colectiva para sobreponerse a desastres y situaciones masivas de
adversidad y construir sobre ellas”.
Si bien cada desastre o catástrofe que una comunidad sufre representa un daño en términos de pérdida
de bienes (materiales o inmateriales) y de vidas, estas desgracias pueden dar lugar a movilizar sus
capacidades solidarias y emprender procesos de renovación, que modifiquen la estructura física y la
trama social en esa comunidad.
Según lo ha señalado el autor, esos procesos de renovación pueden darse en distintas formas como
variables de la resiliencia:
1. Solidaridad.
2. Honestidad.
3. Identidad Cultural.
4. Humor Social.
5. Autoestima Colectiva
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Solidaridad.
La importancia de las actitudes solidarias de la comunidad y sus integrantes a la hora de superar
adversidades masivas se ha evidenciado en varias experiencias en desastres naturales y sociales. En
la encuesta realizada en Coquimatlan (México), los jóvenes de ambos sexos reconocen elementos de
solidaridad como uno de los componentes esenciales de la capacidad resiliente de esa comunidad.
Igual jerarquía de este atributo se observa en las experiencias de Argentina y Chile.
En el presente capitulo se entiende solidaridad como la adhesión a la causa o empresa común o ajena
con un fin compartido por todos. En el reciente terremoto que asoló a la ciudad de México, el
periódico El País (España 24-9-2017) señaló el espíritu solidario de los jóvenes mexicanos como el
principal y compartido atributo que guía su acción. Gente que no se conoce, frente a la adversidad
espontáneamente se solidariza y se involucra.
Honestidad Estatal o Administrativa.
La honestidad colectiva, estatal o administrativa, se refiere al empleo decente y transparente de la
“cosa pública”, pero no se contenta con la abolición de la burocracia, sino que supone la existencia
de una conciencia grupal que no aprueba la corrupción de los funcionarios y promueve el ejercicio
honrado de la función pública.
Identidad Cultural.
En tiempos de globalización ilimitada, la capacidad de preservar la identidad cultural de cada grupo
humano es, sin dudas, un desafío. La identidad cultural implica esa persistencia del ser social en la
unidad y en la condición de “ser uno mismo” a pesar de cambios, de circunstancias diversas y en
escenarios muy distintos. Es un proceso interactivo que se da a través de la Historia. Supone un
entramado de costumbres (alimentos, giros idiomáticos, danzas, canciones) propias de un grupo
humano y se transforman en elementos inherentes a él. Un grupo cobra, así, sentido de mismidad y
permanencia de tal manera que le permite afrontar y elaborar la influencia de culturas invasoras o
mantener lazos y redes sociales aun en los casos de emigración.
Más allá de los nacionalismos, los países que han puesto énfasis en el respeto y exaltación de sus
culturas tradicionales muestran una mayor capacidad para resurgir y hacer frente a las adversidades.
Es un ejemplo de ello, el auge de los movimientos indigenistas latinoamericanos y su idoneidad para
expresarse políticamente y dejar de ser una mayoría silenciosa y explotada. La organización WARNI
formada por mujeres coyas, busca reivindicar a las mujeres de la Puna a través de la administración
y gestión de sus recursos. Está orientada a que sus hijos puedan vivir mejor, puedan estudiar, ser
profesionales y tener mejor calidad de vida. También trabaja por mejoras en el campo de la salud.
No es de extrañar que los héroes y mitos deportivos tengan mucha incidencia en los altos valores de
identificación nacional que, para países como Argentina y Brasil, señalan las encuestas
internacionales (Informe PNUD 2004). Esos países figuran entre los de más fuerte identificación en
el mundo en desarrollo. En América Latina, el fútbol funciona como un resorte sustancial del
sentimiento de pertenencia y de identidad. Autores como Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa y
Eduardo Galeano, entre otros, han contribuido a jerarquizar intelectualmente los deportes como
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fuente de identidad y a reconocer su fuerte impronta en el sentido de pertenencia a determinadas
nacionalidades.
No sólo los héroes deportivos, sino también referentes de la música popular han sido sustanciales
gestores de este atributo, y han contribuido positivamente al perfil de resiliencia comunitaria de estos
países.
Humor Social.
El humor en general es una de las variables de la resiliencia que ha merecido mayor estudio y
reflexión. Aportes como los de Daniel Rodríguez, Stefan Vanistendael y Frode Soebstad, así como
las definiciones propuestas en el Primer Taller Regional de la Fundación Bernard Van Leer, han sido
útiles a la hora de referirse al humor desde una perspectiva colectiva. A través del humor social
algunos grupos o colectividades “encuentran la comedia en la propia tragedia”. Cuando una situación
dada es expresada con humor, ya sea en palabras, gestos o actitudes corporales, se logra un efecto
liberador, tranquilizador y placentero. Hay grupos humanos con peculiaridades en su particular
vivencia del humor, por lo que se habla del “humor judío”, “humor escocés”, “humor cordobés”, etc.
Es muy rica la literatura sobre cómo ese especial sentido del humor ayudó a confrontar aún los
horrores de los campos de concentración (Víktor Frankl).
Autoestima Colectiva.
La autoestima colectiva se refiere a la actitud y sentimiento de orgullo por pertenecer a un lugar. La
percepción de las bellezas naturales y las creadas por el hombre, la comunión con los valores que esta
sociedad respeta, el disfrute de las condiciones del clima, actividades recreativas y culturales. La
satisfacción por formar parte de una comunidad implica reconocer que uno es parte de una sociedad
y que comparte los valores que la inspiran. De acuerdo a esto, no sorprendería que aquellas ciudades
o localidades en las que se observa una alta valoración colectiva tengan mayor capacidad de
recuperación frente a las adversidades.
Si bien hemos desarrollado estos cinco fundamentos que, a la luz de las observaciones actuales,
parecen ser los más significativos, la lista de características sociales que favorecen la resiliencia
comunitaria es extensa. También podrían enumerarse otras condiciones, como la capacidad de
generar liderazgos auténticos y participativos, el ejercicio de una democracia efectiva en la toma de
decisiones cotidianas (ejercicio de la ciudadanía) y la inclusividad de una sociedad en la que no exista
discriminación.
Así como hay características sociales que favorecen la Resiliencia Comunitaria, se han podido
detectar condiciones o características que reducen o inhiben la capacidad solidaria de reacción frente
a la adversidad colectiva. Estos son los factores negativos o antipilares de la Resiliencia Comunitaria.
Junto a las experiencias estimulantes, se observan muchas otras en las que nuestras sociedades revelan
una “indefensión” o incapacidad colectiva para “salir a flote”. En ellas se reflejan factores negativos
que han actuado y siguen actuando sobre nuestros pueblos.
Estos “antipilares” han tenido una condición dinámica que los ha hecho aparecer en grado mayor que
los pilares positivos.
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La última lista trabajada incluye, en orden de importancia, a los siguientes:
1. Corrupción.
2. Autoritarismo.
3. Impunidad.
4. “Malinchismo”
Corrupción.
En la realidad latinoamericana, la corrupción se ha transformado en el principal factor inhibidor de la
Resiliencia Comunitaria, además de atentar de forma continua contra el desarrollo.
Si la población no puede confiar en la correcta administración de los recursos, difícilmente se
disponga a brindar su esfuerzo o colaboración para la reconstrucción después de una catástrofe.
En una primera instancia, la corrupción de una sociedad surge cuando el interés privado de los
funcionarios irrumpe y prevalece en el recinto del interés público. Luego se hace permeable a la
comunidad, ya sea en la forma de una tolerancia hacia los corruptos, o como prácticas cotidianas de
pequeña escala. En varios países de América Latina observamos la institucionalización de la
corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político y/o el peculado, de forma que
estas acciones delictivas quedan impunes debido a que todos los sectores del poder ‒tanto públicos
como privados‒ están corruptos.
No debe dejarse de lado el rol de corruptores irresponsables a cargo de empresas transnacionales y
algunos gobiernos de países desarrollados.
El grado máximo, observado ya en varios países, es cuando se llega a la Cleptocracia, entendida como
“dominio de los ladrones”: esa situación en que se elaboran leyes y reglamentaciones en beneficio
personal de los gobernantes.
Evidentemente, este flagelo ha generado una pérdida de la confianza en las instituciones y un
justificado escepticismo en cuanto al funcionamiento equitativo de los organismos de gobierno.
Autoritarismo.
Es bien conocido el daño que han causado el autoritarismo y los sistemas totalitarios de gobierno en
el mundo en el siglo XX, afectando a su vez negativamente en la Resiliencia Comunitaria e Individual.
Es una condición inherente al absolutismo inhibir toda capacidad de liderazgos alternativos y
espontáneos, así como el poder de innovación y de generar respuestas nuevas frente a situaciones
imprevistas.
Impunidad.
Nuestras comunidades ven con desencanto la falta de castigo de muchos sujetos que se beneficiaron
del peculado y la deshonestidad, o participaron del terrorismo de Estado.
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América Latina ha padecido fundamentalmente varios tipos de impunidad:
a) La de los funcionarios corruptos, que acumulan fortunas en el mal ejercicio de su función
pública.
b) La de los torturadores y cómplices del terrorismo de Estado que se beneficiaron luego de leyes
condescendientes y del encubrimiento de los medios de comunicación.
c) Las formas mixtas de impunidad, dado que en muchos casos la criminalidad de los represores
estuvo orientada al enriquecimiento personal más que a la insensata persecución ideológica.
Estas diversas formas de impunidad conspiran contra la confianza en las instituciones y debilitan la
capacidad de reaccionar ante adversidades masivas. En otras palabras, reducen la Resiliencia
Comunitaria.
“Malinchismo” o seducción por lo foráneo.
Nuestras comunidades suelen manifestar una admiración obsecuente por lo foráneo, por todo lo
extranjero, especialmente lo que viene del Hemisferio Norte.
Esta lista de factores negativos también podría ampliarse sensiblemente, pero hemos destacado los
que aparecen más frecuentemente y parecen tener mayor trascendencia como inhibidores de la
Resiliencia Colectiva o Comunitaria.
En resumen, cada comunidad presenta un perfil de Resiliencia Colectiva, en el que se combinan
pilares y “anti-pilares”. De esta combinación surgiría una resultante o vector, que nos permitiría hacer
una estimación de la Resiliencia de ese grupo, tanto para fines de pronóstico como para intervenciones
orientadas a su fortalecimiento.
Resiliencia Comunitaria del mundo viviente.
Ya lo concebían Platón y Aristóteles, la comunidad es anterior al hombre, un hombre solo sin alteridad
no puede siquiera desarrollar el lenguaje, su principal condición para la producción de sentido, cultura
e historia. El hombre es con otros, “Ser uno en compañía” (Bauman, 2016). Por eso, aunque existan
análisis de los procesos de Resiliencia enfocados en el plano individual, estos consisten en lecturas
deliberadamente dirigidas, porque estos procesos siempre se dan en y a través de lo colectivo. El
importante aporte desde Latinoamérica a partir del trabajo del Dr. Elbio Néstor Suárez Ojeda sobre
la Resiliencia Comunitaria, instala el pasaje desde lecturas de las aptitudes de los individuos (en los
trabajos europeos y estadounidenses) al análisis de las condiciones colectivas de grupos humanos o
sociedades para enfrentar las adversidades (concebirlas como tales) y buscar en conjunto su bienestar.
Dejó en claro que el sufrimiento y los logros no se definen a partir de características individuales,
sino en el seno de las condiciones sociales, de lo que tiene sentido en una cultura, en los valores
sostenidos por una comunidad. A ello hay que sumarle la complejidad inherente de vivir y ser parte
en un universo.
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Siguiendo con la misma idea, y en el paradigma complejo, el hombre es concebido en la
interdependencia que tienen sus dimensiones cultural y psicológica, y cerebral y biológica, en una
profunda comunión con la Naturaleza, ya no percibida como fuente externa de recursos y escenario
de desastres naturales, sino a través de una idea de pertenencia, como mundo viviente susceptible de
sufrimiento y con la capacidad de Resiliencia. La humanidad, su cultura, hace sistema con la
naturaleza, donde la diversidad es un preciado tesoro como recurso para lograr recuperarse y
estabilizarse frente a las crisis. Actualmente en la práctica, lamentablemente el correlato del discurso
simplificador tiende a hacerla desaparecer. Retomando una vez más la experiencia de Simeulue, el
cuento Semong relata sobre la importancia de leer la naturaleza, el comportamiento del mar y de los
animales (ellos también la leen), los signos de la inminencia del semong. He aquí esta unidad de la
diversidad, donde la naturaleza y la humanidad se implican como fuente de producción de sentido
vital para la existencia.
En el plano mundial, promover la Resiliencia Comunitaria se ha instalado como un esfuerzo
compartido, desde importantes Instituciones internacionales como la Organización Mundial de la
Salud (OMS), la Cruz Roja, el Banco Mundial, en sistemas de principios basados en el ecosistema
natural como la Permacultura, hasta equipos de profesionales trabajando en la intervención y el
desarrollo académico. Cada uno de estos nodos abocados en este trabajo, y en sus determinados
contextos, definen sus propias concepciones de Resiliencia Comunitaria, todas ellas válidas, en
convivencia con las otras, sin oponerse de manera excluyente y en muchos casos ignorando las unas
a las otras. Hemos notado, que algunas se inclinan más por trabajar en el desarrollo de infraestructura
preventiva y de instituciones que funcionen, mientras que otras destacan y promueven los espacios
para el florecimiento del Capital Simbólico. Sin caer en encasillamientos, tal vez la primera se
corresponde con mayor frecuencia con las culturas europeas y estadounidense y la segunda con la
mirada que ha prevalecido en Latinoamérica. Desde nuestra reflexión creemos que el constructo de
Resiliencia Comunitaria integra estos dos caminos, que lejos de oponerse deben converger, generar
uno el espacio para el fortalecimiento del otro. El esfuerzo en el desarrollo de lo material y de todo
lo que hace a los ambientes construidos y económicos, los circuitos organizacionales, garantizar la
equidad de recursos, la protección del medioambiente, la disposición de soportes sociales, son
fundamentales para reducir los riesgos y para el ejercicio de capitalizar saber de las experiencias
adversas anteriores. Pero es vital también promover los espacios para el desarrollo del Capital
Simbólico. Comunidades con total pérdida de lo material se han levantado apelando a su capital
simbólico, a partir de aquello que tiene sentido para su cultura. Es muy importante, para lograr
compromiso en recuperarse y tender al bienestar común luego de una crisis, que las prácticas
orientadas a dar soluciones tengan sentido para quienes las lleven a cabo. Eso sucede
espontáneamente cuando nacen del trabajo conjunto, de la creatividad colectiva y no desde políticas
externas. Estas últimas son de gran ayuda, pero deben sumarse en un trabajo horizontal.
Si estas distintas fuentes de trabajo se acercaran a compartir sus concepciones y experiencias, se
enriquecería significativamente el aporte para todos los que trabajamos en promover la Resiliencia
Comunitaria. El equipo de La Cruz Roja Internacional, al conocer la experiencia de Simeulue,
inspirados en el cuento del Semong desarrollaron contenido audiovisual para que fuera difundido en
otras comunidades cercanas del Pacífico, también expuestas a terremotos y maremotos. Este es un
ejemplo de capitalizar saber a partir de la experiencia compartida.
Ciudades Resilientes y el problema de lo sostenible.
Actualmente existen iniciativas orientadas a promover la Resiliencia de las Ciudades, orientadas a un
futuro sostenible. Con frecuencia para nombrarlas se recurre a los binomios “Ciudad Resiliente” o
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“Resiliencia Urbana”, podríamos decir que el primero refiere a la entidad (ciudad) que resilie, y el
segundo a los procesos de resiliencia que ocurren dentro de ella. Frente a estas dos denominaciones
cabría la pregunta: ¿La Resiliencia de la Ciudad, o de la vida dentro de ella? ¿Se oponen, se
autoimplican? Lo cierto es que la ciudad y la vida en la ciudad, son concepciones muy complejas, y
más aún cuando las pensamos desde la Resiliencia. Con seguridad ya se abrirán espacios para el
debate y en el plano teórico para problematizarlas y acompañar así a esta emergencia, estas oportunas
y positivas iniciativas en el plano de la intervención. En este trabajo, cuando se trate de nuestras
reflexiones, tomaremos el concepto de Resiliencia urbana, por ser el que refiere directamente al
proceso.
Instituciones de gran importancia a nivel mundial han abordado programas y campañas orientados a
acompañar a las ciudades hacia un futuro sostenible frente a las adversidades crónicas y disruptivas,
atrabajar estrategias para su Resiliencia, implementar indicadores para medir impactos, aportar
fuentes de financiamiento especiales; y en términos generales para así concurrir en una práctica
global, una red de cooperación en el desarrollo de la Resiliencia a partir de compartir experiencias y
buenas prácticas.
Algunos de estos ejemplos son “La red de 100 Ciudades Resilientes” impulsada por la Fundación
Rockefeller, “El Programa de Perfil de Resiliencia de la Ciudad (CPPR, en sus siglas en inglés)”
promovido por ONU HABITAT, el “Programa de Ciudades Resilientes” desarrollado por el Banco
Mundial, “La Campaña de Ciudades Resilientes” impulsada por la Oficina de las Naciones Unidas
para la Reducción del Riesgos de Desastres (UNISDR, en sus siglas en inglés) en colaboración con
la Crus Roja Internacional. Estas iniciativas significan un invaluable aporte en el fortalecimiento de
los sistemas al interior de las ciudades, y definitivamente han instalado a la Resiliencia en la agenda
global y a su promoción como de vital importancia en proyección hacia un futuro sostenible. Sus
desarrollos en el transcurso de los años nos permitirán evaluar sus impactos y serán fuentes de gran
aprendizaje para la intervención e investigación sobre este tema.
No es casual la preocupación de estas Instituciones de escala mundial, en abordar una estrategia para
la promoción de Ciudades Resilientes. “Por primera vez en la historia, viven más personas en las
ciudades que en las zonas rurales. Alrededor del 90% de la expansión urbana tiene lugar en los países
en desarrollo, y se espera que otros 2500 millones de personas se trasladen a zonas urbanas en los
próximos 25 años” (Banco Mundial, diciembre 2017). Entonces ya la ciudad emerge como el
escenario de convivencia común a la mayoría de la población mundial.
Tomando un ejemplo, en el Programa de La red de 100 Ciudades Resilientes encontramos muy
acertada la búsqueda de una estrategia de promoción de la Resiliencia en cada ciudad, a partir del
trabajo colaborativo de un equipo local y con el apoyo de funcionarios de otras ciudades participantes
en la red. El involucramiento de quienes forman parte de la ciudad sin duda concluirá en un mayor
compromiso y en resultados más atinados, ellos son quienes transitan la vida en su ciudad y quienes
en definitiva la volverán resiliente.
Siguiendo, también encontramos en este programa la mirada del pensamiento complejo, al orientar
la planificación del trabajo como un proceso iterativo, donde lo dialógico tomará un papel persistente
con el fin de actualizarse con nuevos datos, elaboraciones y participantes. En definitiva, la estrategia
es elaborada desde un equipo propio y no a partir de políticas externas; y por otro lado, no se propone
la búsqueda de un plan maestro y acabado, sino una postura de constante interacción y convocante
hacia diversos actores, instituciones y sectores del sistema urbano.
Pero promover la Resiliencia en las ciudades de hoy no es tarea fácil. Actualmente, el desarrollo
tecnológico, la concentración del capital internacional y su correlato a nivel político, han convergido
en un contexto donde las ciudades parecen planificarse desde instancias globales inalcanzables, con
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identidades inestables, donde la cultura es un proceso de ensamblado multinacional potenciado por
la circulación virtual transterritorial, en el que cuesta identificar lo propio y lo ajeno. Néstor García
Canclini, doctor en filosofía, advirtió en Consumidores y Ciudadanos (1995) que “las preguntas
propias de los ciudadanos - a dónde pertenezco y qué derechos me da, cómo puedo informarme, quién
representa mis intereses – se contestan más en el consumo privado de bienes y de medios masivos
que en las reglas abstractas de la democracia o en la participación colectiva en espacios públicos”.
Junto con la descomposición de la política y el descreimiento en sus instituciones, debido a la
presencia de corrupción e impunidad (antipilares), otros modos de participación ganan fuerza. En este
nuevo escenario es complejo pensar el ejercicio de la ciudadanía. La promoción de la Resiliencia
implica siempre un empoderamiento y si el contexto es el urbano, entonces el ejercicio de la
ciudadanía es vital y no tiene que ver solo con los derechos reconocidos por los aparatos estatales.
Tiene que ver además con las prácticas culturales y sociales que nos dan sentido de pertenencia al
sistema sociopolítico y sobre todo con la participación en la reelaboración del sistema, definir por
tanto aquello en lo cual queremos ser incluidos. Por eso, generar los espacios de acceso y promover
el involucramiento de los ciudadanos en la toma de decisiones, es fundamental en la promoción de la
Resiliencia urbana.
Respecto a involucrarse y empoderarse, es interesante el enfoque de la Permacultura, filosofía que se
propone diseñar asentamientos sostenibles, capaces de satisfacer las necesidades locales. Entonces,
orientada a lo urbano, busca que las ciudades vuelvan a producir alimentos y su propia energía
(empoderamiento) y para lograrlo favorece las conexiones fértiles entre iniciativas ciudadanas
sostenibles. Originariamente las ciudades se han erigido en torno a la industria y al comercio, donde
la agricultura no es una actividad preponderante, con lo cual sus habitantes suelen estar extrañados,
enajenados y retirados de la toma de decisiones sobre la naturaleza y de las tareas en interacción con
ella (pérdida de soberanía). La Permacultura se basa en una mirada sistémica que involucra a la
naturaleza y al entorno social en un proyecto común de ciudades sostenibles, que bien podrían
pensarse como resilientes (desde el escenario actual). El constructo de Resiliencia fue retomado por
esta filosofía, y hoy existen iniciativas y producción de contenido sobre Permacultura y Resiliencia
urbana.
Otro valor fundamental para pensar en Resiliencia urbana, es el desentido de comunidad que ya hemos
mencionado en este trabajo. En la ciudad, aquello que nos es común, que debería despertar la
solidaridad, fraternidad y cohesión, no nos es tan “visible”. Las formas de vida actuales, el tiempo
vivido por las personas como medido y escaso, la interacción con la tecnología y la hiperconexión
con el mundo virtual, lo rutinario que disminuye riesgos e interacciones, el valor del individualismo
tan exaltado en las culturas occidentales, la inseguridad y el miedo al otro, la delegación de gestiones
cotidianas en especialistas administradores, entre otros procesos y prácticas, concluyen en cierto
aislamiento en mayor o menor medida, en una pérdida de la capacidad de negociar la convivencia
con otras personas, de conectarse y de sentir pertenencia, en una pérdida del sentido de comunidad.
“(…) una cosa que no puede proveer el Estado es estar entre otras personas, ser uno en compañía, eso
lo tienes que hacer tu mismo” (Bauman, 2015).
Es cierto que no es simple cultivar ese sentimiento entre todos los habitantes de una urbe, pero la
adversidad, lo espontáneo y la solidaridad nos sorprenden. Reza la nota del Diario El País en la
cobertura del terremoto sufrido en la Ciudad de México en Septiembre de 2017 “Hay algo que une al
mexicano más que sus alegrías; sus desgracias. Es ahí donde se une, organiza y responde como un
titán bien entrenado (…) En caso de terremoto, los mexicanos llevan en el ADN la necesidad de
ayudar y de saber qué hacer”. Comentan la experiencia de personas que no se conocen e
increíblemente y de inmediato se solidarizan y se organizan. Una organización social que supera a la
oficial. Una vez más, frente a la adversidad se libera el sentido de comunidad, ocurre espontánea y
orgánicamente, “desde abajo”, aun y en un contexto urbano del 2017, con todas sus características.
Resiliencia Comunitaria Página 100
A modo de reflexión sobre este punto, es evidente que la creatividad y la solidaridad en los procesos
de Resiliencia Comunitaria son sorprendentes y muchas veces escapan a conceptualizaciones teóricas
académicas y a políticas urbanas dirigidas “desde arriba”. Por eso, toda intervención en la ciudad
orientada a promover la Resiliencia urbana, debe priorizar la calidad de vida, el sentido de la vida
para quienes la habitan; porque son ellos (con sus instituciones y comunidades) quienes desarrollaran
procesos de resiliencia con su propia creatividad y logros que muchas veces ni imaginemos. A tal fin,
es crucial el empoderamiento, el ejercicio de la ciudadanía y el sentido de comunidad.
Rol del profesional, trabajo en Red.
Cuando pensamos en el rol del profesional, concebimos como anterior y fundante el diálogo
horizontal con la Comunidad entendida en su sentido amplio. La expresión “comunidad en sentido
amplio” está involucrando, entonces, no sólo a la academia y a profesionales e investigadores de
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, sino también a personas potencialmente
resilientes, a grupos de ciudadanos con iniciativas comunitarias, a funcionarios dedicados a
desarrollar programas, a empleadores con posibilidades de implementarlos, etc.
Definitivamente la estrategia de trabajo que logra esta inclusión es la de la red. Siempre que existe
trabajo en red se busca, entonces, aprovechar el valor de la heterogeneidad y la diversidad para
beneficio del conjunto. "La configuración red social implica un proceso de transformación
permanente tanto singular como colectivo, que acontece en múltiples espacios y asincrónicamente.
Podemos pensarla como un sistema abierto, multicéntrico y heterárquico, que, a través de la
interacción permanente, el intercambio dinámico y diverso entre los actores de un colectivo (…) y
con integrantes de otros colectivos, posibilita la potencialización de los recursos que poseen y la
creación de alternativas novedosas para fortalecer la trama de la vida. Cada miembro del colectivo se
enriquece a través de las múltiples relaciones que cada uno de los otros desarrolla, optimizando los
aprendizajes al ser éstos socialmente compartidos.” (Dabas, 2003). Caracterizan a una red, la
horizontalidad, apertura, flexibilidad, adaptabilidad y fluidez en las relaciones. Al referirnos al
carácter de “horizontal” de la red, no estamos señalando en absoluto la ausencia de diversidad, puesto
que este último es un factor fundamental que enriquece y potencia la red. Con horizontal nos
referimos simplemente a que no establece, a priori, relaciones verticales de jerarquía.
Es claro que las redes nos preexisten, dado que allí donde hay vida, hay redes. En torno al tema
Resiliencia Comunitaria en particular, existe ya un gran número de nodos (núcleos que conforman
una red, entre los cuales se establecen vínculos; ej. profesionales, investigadores, instituciones, etc.),
una estructura de red parcialmente visible, pero que en la actualidad se encuentra aun precariamente
comunicada y representada. Por lo general el trabajo en estudio y promoción de la Resiliencia nuclea
a profesionales, académicos y organismos especializados, pero no convocan a las personas corrientes
a intervenir activamente dentro de las iniciativas, ni les brindan contenidos que puedan serles útiles
de primera mano. Existe un “bache” comunicacional entre las personas corrientes, los profesionales
que abordan el tema y las Instituciones Académicas.
De hecho, gran parte del trabajo académico y profesional expresado en distintos soportes, como
publicaciones y plataformas digitales, siguen funcionando como fuentes o centros de información sin
espacios ni herramientas para la interacción ni participación activa de la comunidad en la producción
de contenidos o en la intervención. La idea de red está presente incluso en la denominación de muchas
entidades, que de verdad encuentran muy positiva la idea de incluir a la comunidad, pero en lo
concreto se quedan a mitad de camino porque no lo implementan en la práctica.
Resiliencia Comunitaria Página 101
Se presentan entonces las redes como una nueva “moda organizativa”. Como si ahí estuviera el
cambio, en la denominación. Pero observamos que allí no reside la transformación: las prácticas están
igualmente concebidas desde la metáfora piramidal; la comunidad en sentido amplio no está incluida
y el operador (profesional) continúa actuando como "externo" al campo de intervención. “Las
llamadas redes [sólo denominadas]generalmente son organizadas desde arriba hacia abajo y desde
afuera hacia el núcleo, generando una extraña sensación para los actores sociales de no reconocerse
miembros de esa red a partir de una práctica, sino por una adscripción nominada por otros y vaciada
de contenido” (AAVV, 2010 P. 32). Una verdadera red debe incluir a sus beneficiarios, a quienes se
les asignan funciones y responsabilidades. En la experiencia de Simeulue cada integrante de la
comunidad tiene una función importante, y sobre todo los niños, conocer y transmitir el cuento del
semong y saber qué hacer en caso de un tsunami. En este ejemplo el trabajo en red es muy claro y
consistente porque ha sido gestado desde abajo y desde adentro. La academia no pudo más que
apreciarlo desde fuera y brindar su reconocimiento.
La vida está llena de experiencias de fortaleza, de procesos de Resiliencia Comunitaria que allí
transcurren y muchas veces nos sorprenden. Si como profesionales nos quedamos en nuestra propia
observación o solo avanzamos al intercambio único entre académicos, concibiendo a la comunidad
como a un tercero, arribamos a un estancamiento. El intercambio con la Comunidad en sentido amplio
implica un enriquecimiento y resultados más consistentes.
Una aproximación acerca de un modo posible de trabajar en red fue la producción del libro “Arte y
Resiliencia” publicado por EDUNLA en 2014, en trabajo conjunto entre el Centro Internacional de
Estudio de la Resiliencia (C.I.E.R), la Dirección General de Promoción Cultural de la Ciudad de
Buenos Aires y el Programa de inclusión Cultural. En este proyecto, se dio la voz a quienes llevaban
adelante cotidianamente tareas docentes vinculadas con el arte en barrios y poblaciones más
postergados de la ciudad, algunos de ellos miembros de esas comunidades. Quienes analizaron su
trabajo desde el enfoque de resiliencia, reconocieron el proceso y luego relataron sus experiencias.
Fue realmente muy enriquecedor para todas las partes transitar el desarrollo del proyecto y su obra
publicada de gran aporte para el estudio del tema.
Sentimos que es uno de nuestros principales desafíos, como profesionales hablar “todos los idiomas”,
comunicarnos con claridad y fluidez tanto al exterior de la academia como dentro de ella, como así
también tratar de establecer o facilitar el diálogo concreto con la comunidad generando espacios y
herramientas. En nuestra tarea debemos contribuir al intercambio nutritivo de manera concreta y
asertiva, para incluir en la red al beneficiario del trabajo con resiliencia.
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SEGUNDA PARTE.
COLOMBIA, UNA POSIBILIDAD PARA LA REFLEXIÓN, EL CAMINO DEL
APRENDIZAJE COLECTIVO.
CAPÍTULO 7.
LA RESILIENCIA COMUNITARIA COMO EXPRESIÓN DE LA INTELIGENCIA
COLECTIVA. LA CAPACIDAD RE-GENERATIVA DE LOS COLECTIVOS HUMANOS
EN LAS PRÁCTICAS DE PROTECCIÓN DE LA INFANCIA EN CONTEXTOS DE
ADVERSIDAD
Patricia Granada Echeverri.
41
41
Médica, Mg. En desarrollo Educativo y Social. PhD. En Ciencias Sociales Niñez y Juventud. Docente titular
Universidad Tecnológica de Pereira. Fundadora del observatorio de políticas de infancia y del Grupo Cultura de la
Salud, investigadora del mismo. Investigadora Centro de Estudios avanzados en niñez y juventud CINDE-Universidad
de Manizales. Tutora de tesis doctorales, doctorado en educación, doctorado en ciencias sociales niñez y juventud.
Resiliencia Comunitaria Página 104
Resumen.
El presente documento examina la estrecha relación entre resiliencia comunitaria e inteligencia
colectiva. Esta relación es definida como la capacidad generativa de los colectivos humanos para la
protección de la infancia en contextos de alta vulnerabilidad social. La capacidad generativa se define
como la producción de nuevas prácticas sociales y de entornos de protección, mediante respuestas
emocionales que minimizan el caos frente a la adversidad, ofrecen entornos de confianza en los que
se promueven procesos cognitivos de atención, procesamiento y análisis de información, planeación
para la acción y respuestas concretas a través de liderazgos emergentes, economías de los recursos
materiales y de la inteligencia colectiva, formas de comunicación más eficientes, así como la
preservación de la memoria histórica como reservorio de aprendizajes Contempla además la
producción de nuevas formas de organización social que desinstalan viejas estructuras, reforman y
adaptan las existentes mediante la re-generación de las políticas de Estado, de las instituciones y de
la normatividad, La Resiliencia comunitaria es la expresión del ejercicio pleno de la ciudadanía que
fortalece la autoestima, la autoeficacia y la identidad colectiva.
Introducción.
En el mundo, el siglo XX deja su huella de humanización cuando, después del horror de las guerras
mundiales, las hambrunas y los millones de muertes inocentes, la infancia logra convocar el interés
común de naciones y colectivos. En Colombia, la situación de guerra y desplazamiento forzado
durante más de medio siglo ( ), ha movilizado a la sociedad alrededor de hechos que han marcado
la historia de las comunidades. Ante esta situación acumulada, el Consejo Nacional de Seguridad
Social en Salud declaró en 1997 el desplazamiento forzado como evento catastrófico (Acuerdo 059
de 1997). En el 2004, dada la afectación en su salud y calidad de vida a un número creciente de
personas y familias afectadas (8.190.451 personas afectadas que se han registrado en condición de
desplazamiento forzado desde 1984, en el Registro Único de Víctimas, que para el año 2016
correspondía a l16% de la población colombiana), especialmente de mujeres cabeza de familia niños
y niñas de minorías étnicas, la Corte Constitucional mediante la sentencia T-025 de 2004 declaró “un
estado de cosas inconstitucional” frente a la población en situación de desplazamiento forzado. Esta
figura jurídica implica que ha existido en Colombia una violación masiva y reiterada de los derechos
humanos de la población desplazada y que las fallas estructurales del Estado colombiano son un factor
central que contribuye a ello. (Rodríguez C, Rodríguez F. 2010).
Según Rodríguez, (2015), el impacto psicológico derivado del conflicto armado constituye un
problema de salud pública sobre el que existe escasa investigación en Colombia (Bell et al., 2012),
identifica en su trabajo de campo en las investigaciones socio psicológicas con víctimas en el Caribe
colombiano, cambios drásticos en la forma de ver el mundo y a los demás; un marcado sufrimiento
moral y emocional por alteración de la vida en relación (aislamiento, pérdida transformación de las
relaciones sociales, resolución de conflictos a través de violencia, imaginarios de exclusión y
discriminación, afectación en dinámicas familiares, disminución de redes de apoyo, entre otros) (Pág,
v).
En medio de esta situación emergen colectivos capaces de afrontar las adversidades y sembrar luces
de esperanza para los afectados. Es a partir de la lucha de los colectivos de afectados por la guerra, y
otros colectivos afectados de manera diferencia por su condición de género, de etnia, juntos unidos
por la fuerza de la reclamación a la verdad, la justicia y la reparación de los daños materiales y no
materiales es que se han generado cambios significativos en el Estado y en sus instituciones. Las
Resiliencia Comunitaria Página 105
madres de los falsos positivos, los colectivos que gestionaron el nuevo código de infancia y
adolescencia en Colombia, las asociaciones de víctimas del desplazamiento forzado que reclamaron
ante la corte constitucional sus derechos hasta lograr el reconocimiento como sujetos de derecho, la
ruta de mujeres por la paz, son ejemplos de resiliencia comunitaria no sólo para afrontar y resistir
sino además para transformar.
De allí que la normativa global y local, los mecanismos de protección de la infancia, así como las
nuevas instituciones y las nuevas parentalidades promovidas por las exigencias del cuidado, sean en
este ensayo, expresiones de la capacidad vinculante entre los miembros de un colectivo y de estos
con sus productos socioculturales, alrededor de un interés común: la protección, el cuidado y el
desarrollo humano desde la primera infancia.
Vínculo, resiliencia comunitaria, inteligencia colectiva
El vínculo es una estructura compleja donde
hay un tercero en juego en la relación sujeto a sujeto;
el gran tercero de todo vínculo es la cultura
(Riviere citado por Moreno, Granada 2013).
Resiliencia comunitaria e inteligencia colectiva son dos nociones emergentes de los fenómenos
sociales acaecidos en el siglo XX, especialmente en su segunda mitad, como contraposición a las
nociones deterministas de los sujetos expuestos a situaciones traumáticas como las guerras mundiales
y otras guerras e injusticias locales con sus consecuencias de disfuncionalidad en sus capacidades
cognitivo-emotivas y sociales.
La resiliencia redefine a la víctima y hace emerger un nuevo sujeto, individual y colectivo, capaz de
afrontar, superar y resignificar la situación de adversidad y fortalecerse a partir de ella. Al ampliar la
mirada de la resiliencia a los colectivos, Suarez Ojeda (2001) hace emerger el concepto de resiliencia
comunitaria mediante la observación de los fenómenos de adversidad en Latinoamérica y la manera
de afrontarlos de sus comunidades. Señala el autor, características que hoy son pilares centrales de la
resiliencia comunitaria tales como: Autoestima colectiva, identidad cultural, solidaridad, humor
social, honestidad estatal. Este ensayo busca aportar nuevos elementos a esta teoría fundante desde
la inteligencia colectiva, llamada también cognición social.
Para Twigg (2007), la resiliencia del sistema o de la comunidad puede ser entendida como:
● la capacidad de absorber la presión o las fuerzas destructivas a través de la resistencia o adaptación
● la capacidad para gestionar o mantener ciertas funciones y estructuras básicas durante contingencias
● capacidad de recuperación después de un evento.
Este autor, separa la noción de la "resiliencia" de la noción de "capacidad", considerando a la
resiliencia como un concepto más amplio, pues afirma que la capacidad se restringe al
comportamiento específico y a las estrategias y medidas para la gestión y reducción de riesgos, en el
caso de los desastres. Sin embargo, para el caso de este ensayo las capacidades le dan sentido a la
resiliencia comunitaria, en tanto que el afrontamiento a la adversidad de un colectivo se convierte en
espacio generativo de las capacidades individuales y en formas de ensayar y perfeccionar capacidades
colectivas de gestión y organización.
Resiliencia Comunitaria Página 106
La resiliencia comunitaria examinada desde la perspectiva de la inteligencia colectiva descrita por
Levy (2004) señala la importancia y el valor del conocimiento que está en todas partes, coordinado y
vinculado en tiempo real, que moviliza otras competencias y cuyo fundamento es el reconocimiento
y el enriquecimiento mutuo de las personas. Para Levy nadie lo sabe todo. Todo el mundo sabe algo,
todo el conocimiento está en la humanidad.
Suarez Ojeda (2001), desarrolla los contenidos de los pilares de la resiliencia comunitaria y los
sintetiza en el siguiente cuadro:
Tomado de: https://miespacioresiliente.wordpress.com/2014/02/08/modelo-de-resiliencia-
comunitaria-suarez-ojeda/
Todos los pilares y sus características prácticas, son procesos cognitivos que optimizan la resolución
de los problemas colectivos. Hacen uso de los saberes, los sentimientos, la construcción de valores
morales, la práctica del humor, y el vínculo humano para la potenciación de la vida en comunidad,
transformado las adversidades en oportunidades.
La resiliencia comunitaria hace uso de una verdadera economía del conocimiento, donde todo
conocimiento es valioso cuando encuentra el contexto apropiado para la generatividad de nuevos
procesos. La resiliencia comunitaria evita el despilfarro de la experiencia pues todo saber es
virtuosamente útil cuando logra engranarse con otros saberes necesarios para la resolución de
problemas, en este sentido cuando la resiliencia comunitaria potencia las capacidades de las familias
para la crianza generando parentalidades competentes según las adversidades a afrontar, se produce
un salto cualitativo del colectivo hacia niveles superiores de conocimiento y por lo tanto de desarrollo.
La inteligencia en su origen etimológico proviene del latín intellegere, término compuesto de inter
'entre' y legere 'leer, escoger'. Es la competencia que nos permite elegir las mejores opciones para
resolver una cuestión (RAE). Reconociendo las limitaciones que cada sujeto tiene para percibir,
analizar e interpretar la realidad, emerge la necesidad de toma de decisiones con los otros para superar
las amputaciones que la cultura y que le ha impuesto las cegueras del conocimiento individual a la
evolución humanizante Bartra (2015), superadas solo en la interacción con los otros. Desde esta
perspectiva podemos decir que la inteligencia tiene su máxima expresión en las decisiones de los
Resiliencia Comunitaria Página 107
colectivos cuando las cuestiones por resolver se vinculan en lo fundamental: en el cuidado y la gestión
de la vida (Damasio, 2010). Cuidado para hacerla posible y gestión para proveer los recursos para
mantenerla.
La inteligencia entonces como cualidad de quien sabe escoger entre varias opciones, nos obliga a
examinar la resiliencia como una expresión de lo colectivo orientada a la gestión y cuidado de la vida.
Desde esta perspectiva, la inteligencia se ubica en las prácticas relacionadas con el cuidado y
protección de la infancia y por lo tanto en la vida cotidiana de familias y cuidadores, pero además en
la comunidad en tanto que el nacimiento de un nuevo sujeto en ella implica poner los legados
culturales al servicio de su desarrollo, implica además las condiciones del entorno para hacerlo
posible y de esta manera el desarrollo integral de la infancia se constituye en el principal indicador
de un colectivo inteligente conformado por cuidadores capaces, con sistemas de instituciones
funcionales para la protección de familias y cuidadores, con normativas que regulen eficazmente las
interacciones entre sujetos y entre ésos y las instituciones para orientar dichas interacciones hacia la
finalidad de garantizar la vida y el desarrollo humano desde la primera infancia, como horizonte de
sentido.
Levy señala que “asistimos hoy a una verdadera organización de la ignorancia cuando no valoramos
la inteligencia de las personas, asistimos así “a un espantoso desperdicio de experiencia, de
competencias y de riqueza humana” (Levy, 2000, pág, 21), superable mediante la coordinación en
tiempo real de las inteligencias.
Desde esta mirada, la resiliencia comunitaria tendrá entonces como objetivos fundamentales:
1. La gestión colectiva de riesgos. Implica el sistema de conocimientos y de creencias que
permite fijar la atención en la detección temprana de señales de alerta. Formas de educación
que se implanten en la vida cotidiana de fácil transmisión y de utilidad práctica y que además
involucre a todos los miembros de la comunidad. Las celebraciones, conmemoraciones, los
eventos, los rituales son recursos resilientes de la comunidad cuyo ejercicio potencia la
cohesión entre sus miembros. Las prácticas de crianza son un conjunto de prácticas que
ritualizadas aportan significativamente a la gestión colectiva de riesgos.
2. La atención colectiva a necesidades individuales. Ejercita la solidaridad y la empatía entre los
miembros de la comunidad, se construye en el imaginario el concepto de valor que cada sujeto
tiene en el colectivo. Así se refuerza el compromiso individual en los asuntos colectivos. “al
otro día después de llegar desplazado a puerto Caldas, encontré al frente de la piecita una
panela, arroz y huevos, nunca supe quien los dejó, pero lo agradecí y me sentí acogida…
comí y calmé el hambre de muchos días”, (entrevista a mujer desplazada, 2010, proyecto
familia y desplazamiento forzado en Risaralda). En la crianza compartida en unidades de
cuidado familiar y comunitario, se generan formas optimas de protección a la infancia
Moreno, Granada,2013)
3. La producción de sistemas de comunicación comunitaria eficientes con ajustes constantes.
Por ejemplo: en las comunidades afrocolombianas en la época de la esclavitud, se creó un
sistema de mapas que orientaban las fugas hacia los palenques, estos planos se compartían en
secreto, pero públicamente entre ellos a través de los peinados de las niñas y mujeres en las
trenzas de sus cabellos ensortijados. La eficiencia de este sistema de comunicación permitía
la organización para la huida en los días y horas señalados. Igualmente, los sistemas de
protección cultural mediante la transmisión por línea materna de la lengua indígena en los
Emberá chamí de Risaralda, les ha permitido resistir el exterminio, afrontar las adversidades,
en situaciones límite de hambrunas y desplazamiento forzado. Lograr acuerdos colectivos
Resiliencia Comunitaria Página 108
requiere entonces de sistemas de comunicación para coordinar sus interacciones (Zuluaga,
2014, conferencia magistral diplomado en Etnopediatría).
4. La movilización colectiva. Los movimientos sociales (Zavala, 1988) a favor de la infancia
han logrado impactar los imaginarios colectivos transformando las formas de ver a los niños
y niñas como sujetos titulares de derecho (Unicef, 1989, Congreso de la República de
Colombia, 2006, ley 1098 del 2006)
5. El desarrollo y uso de las tecnologías. Los medios de comunicación, las TICS, y más
recientemente las redes sociales se han convertido en piezas clave para el avance de la
humanidad hacia la producción de dispositivos de protección a la infancia. La brecha
educativa, de servicios y la brecha digital aun dejan por fuera de esta convocatoria un amplio
segmento de humanidad aportante a la inteligencia colectiva.
6. El solicitar ayuda de otras comunidades. Fortalece el reconocimiento de los propios límites y
el reconocimiento de las fortalezas de otros. La interacción con otras comunidades propicia la
construcción de redes de conocimiento y de gestión de riesgos globales con un alto nivel de
importancia en el presente. Asuntos como por ejemplo los relacionados con los migrantes
africanos en Europa, convocan a las comunidades de migrantes en zonas de frontera como
México, o la frontera colombo-venezolana, pues se comparten las vivencias de la segregación,
la persecución con relación a las identidades de raza y de territorio así como las causas
estructurales socioeconómicas y políticas.
7. La preservación de la memoria. La resiliencia comunitaria se produce en las narrativas. Es en
los acontecimientos donde las vivencias compartidas generan la proximidad de los cuerpos,
los asuntos individuales se convierten en asuntos de interés común y de allí al politizarse
cuando se movilizan sentimientos de indignación, se convierten en asuntos de interés público
que adquieren valor cuando inducen su inclusión en marcos normativos y regulatorios, donde
“el para que no se repita”, sintetiza la movilización, la indignación, la denuncia y la
reclamación. La familia es el primer eslabón donde la memoria se preserva, es en la crianza
donde se constituye en legado donde las víctimas son héroes, donde los acontecimientos
obligaron a la búsqueda de oportunidades. El ejercitar la escucha atenta, comprensiva,
compasiva y respetuosa es el fundamento de la empatía, la base del reconocimiento y por lo
tanto del cultivo del vínculo amoroso.
8. La capacidad de denuncia frente a la corrupción Estatal y las anomalías en la prestación de
bienes y servicios sociales. Las familias y comunidades son sujetos de intervención por parte
del Estado para la agencia de las políticas, programas y proyectos. Recae sobre ellas grandes
responsabilidades del desarrollo social. Superar la posición de actores pasivos de la política
frente al Estado a ser actores/autores implica el ejercicio de la autoestima y la identidad
colectiva, recrear las formas de denuncia pública de actos de corrupción en formatos culturales
como los chistes, las caricaturas, canciones y trovas populares, ejercen un alto poder
informativo al conjunto más amplio de la sociedad, son formas de protección frente a las
amenazas de que son blanco quienes denuncian.
9. La reivindicación del emocionar competente como un derecho fundamental. Al respecto Bula
( ) considera que el proyecto filosófico de Martha Nussbaum consiste en revalorar las
emociones, las cuales tradicionalmente se han considerado nocivas e irracionales, para que
sean tenidas en cuenta en la educación y en las instituciones políticas de una sociedad liberal.
Se enfrenta a una tradición estoica que, en nombre de la autonomía y el dominio racional de
las pasiones, las ha devaluado. La importancia de las emociones en los procesos cognitivos
durante la expresión de la resiliencia comunitaria, convoca a Nossbaum y a los autores de su
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corriente de pensamiento para comprender la reconstrucción de las sociedad a partir de un
emocionar sustentado en valores y en el ejercicio de la democracia plena (Noussbaum, 2011).
10. La democracia efectiva. La resiliencia comunitaria más que resistencia es movilización
efectiva de competencias que deben ser reconocidas como capital social, no sólo por su
capacidad vinculante sino además por su finalidad fundante ético-política, es decir de cimentar
las bases de la atribución de valor público a las personas, los objetos del mundo, los bienes
individuales y colectivos. Sin esta fundamentación, las sociedades sucumbirían frente al caos
que las torpezas individuales dejarían en cada acción concreta, en cada momento de sus vidas.
Las formas como se construye y fortalece el vínculo social a partir de la vivencia común de afrontar
las adversidades, potencia y moviliza las capacidades cognitivas individuales y colectivas. Al
respecto Rodríguez 2015), reconoce en la cognición social un filón para explorar las posibilidades de
atención a las víctimas. Citando a Ruiz, García & Fuentes, 2006, Piemontesi, 2010, reconoce la
importancia del concepto de cognición social, que ha sido investigado para determinar su función
mediadora para el funcionamiento social del individuo compuesto de dos elementos esenciales: el
procesamiento emocional y la teoría de la mente; estos hacen referencia a la capacidad de interpretar
los estados emocionales y mentales del otro, respectivamente; ambos elementos permiten hacer
inferencias respecto a las actitudes y comportamientos de los demás, funciones primordiales para
desarrollar habilidades sociales efectivas y prácticas ( Rodríguez, 2015, pág, VI).
Lo anterior implica procesos cognitivos-emotivos y metacognitivos que generan aprendizajes
significativos durante el presente, resignificación de las experiencias, habilidades para el vínculo y la
cohesión social que se guardan en la memoria histórica de las comunidades como recursos para
afrontamientos futuros.
Enfocarse en la resiliencia de las comunidades permite superar la victimización que reproduce las
maneras de atribuir riesgos y vulnerabilidades para centrarse en lo que pueden hacer por sí mismas y
cómo se pueden fortalecer sus capacidades.
Enfocarse en la resiliencia comunitaria enriquece las perspectivas estatales de las comunidades y las
familias que las define como determinantes sociales (Ministerio de Salud, 2014) del desarrollo
humano lo cual puede ser útil a los fines de los programas Estatales, pero que las representa desde el
alter ego del riesgo y no de la protección como capacidad.
La resiliencia comunitaria ubica a las comunidades como productoras de contextos enriquecidos con
aprendizajes colectivos. Esto no implica desatender la vigilancia de los riesgos naturales y antrópicos,
ni liberar a los Estados ni a las demás comunidades de las corresponsabilidades de protección de
orden general. El enfoque de la resiliencia comunitaria permite mayores niveles de participación, de
reconstrucción del tejido social a partir las potenciales y de los recursos propios.
La resiliencia comunitaria pone de relieve el empoderamiento de la comunidad y el ejercicio de
liderazgos que presionan el cambio de las condiciones de vulnerabilidad. Como expresión de la
inteligencia colectiva basada en la capacidad generativa, recrea las definiciones y características de
la resiliencia y abre un camino de posibilidades para su aplicación.
La resiliencia comunitaria e inteligencia colectiva en sociedades post-democráticas.
Resiliencia Comunitaria Página 110
La complejidad de las interacciones humanas en el presente siglo configura un paisaje móvil de
significaciones (Levy, 2004). Los acontecimientos (hoy son el reflejo de las vulneraciones de los
derechos), las decisiones (la mayoría de las veces contingentes ante estas situaciones), las acciones
(que van decantando las nuevas prácticas sociales) y las personas (actores/autores de textos y
contextos), coexisten en los mapas dinámicos de producción real y virtual donde se les atribuye
sentido a los acontecimientos y desde donde nacen las nuevas formas de lo social cuya característica
es la producción de colectivos inteligentes desterritorializados capaces de indignarse y movilizarse
por causas más allá de sus fronteras.
La resiliencia comunitaria lleva implícita la noción de identidad. Resiliamos colectivamente cuando
algo de nuestra identidad de Barrio, vereda, nación, raza o género se ve ofendida, vulnerada o
amenazada. Identidades que segmentan el colectivo que nos define. Desde la perspectiva Rousseiana
somos seres humanos y punto, pero desde la perspectiva de Taylor estamos diferenciados por
cosmovisiones, por inscripciones en los cuerpos, en el lenguaje, en los territorios que nos segmentan.
Cómo superar estas tensiones?
Pareciera que el mundo moderno, con visos de postmoderno exige afrontar los dolores que dejan las
guerras y las luchas diferenciales en todo el mundo. La resiliencia comunitaria por lo tanto exige en
la era del conocimiento, el re-conocimiento del otro en su inteligencia lo que la da precisamente su
diferencia. Al reconocerlo, afirma Levy,” se valoriza al otro, se contribuye a movilizarlo, a desarrollar
en él la implicación subjetiva en proyectos colectivos. El ideal de la inteligencia colectiva implica la
valoración técnica, económica, jurídica y humana de una inteligencia repartida en todas partes con el
fin de desencadenar una dinámica positiva del reconocimiento y de la movilización de las
competencias”.
El reconocimiento de la inteligencia socialmente distribuida es entonces la necesidad emergente de
los colectivos post-democráticos para reinventar las formas de subjetivación de la política no sólo a
través de las formas de los cuerpos sino a partir de su cercanía producida por las formas dialógicas
de conocimiento que parte de las identidades diferenciales. La resiliencia comunitaria sería no sólo
la lucha por la reafirmación de las individualidades sino, además, la generación vinculante de las
diferencias. Así entendida, la resiliencia comunitaria reinventaría la democracia en la era del
conocimiento con el reconocimiento de la inteligencia como característica humanizante presente en
todos los individuos, necesaria para todos, valorada por todos, complementaria. Esta postura, pone
en tensión la homogenización (Rousseau) y la diferencia (Taylor). La inteligencia colectiva hoy
impone la tarea de reinventar la democracia si es posible superar su desencanto descrito por Ranciere
(1995), pues en las sociedades democráticas el precio por la política del reconocimiento a la diferencia
se ha logrado sólo después de que ha sido social y políticamente disciplinada, de modo que las
personas puedan jactarse de ser poco más que ciudadanos iguales y por tanto esperen se públicamente
reconocidas sólo como tales.
La resiliencia comunitaria por tanto no basa su lectura a partir del reconocimiento exitoso de la
ciudadanía promovida por los Estados democráticos. La resiliencia comunitaria da cuenta de las
subjetividades y la capacidad reflexiva de los grupos sociales para hacer evidentes las contradicciones
intrínsecas de las prácticas sociales tanto en los microcontextos, como en las formas totalitaristas de
gobierno que buscan el disciplinamiento y la pacificación de las comunidades.
El ideal de la ciudadanía, promovido por las instituciones especialmente las de educación, como el
“portarse bien” que agencian profesores, padres y cuidadores, avanza hacia la primera infancia en la
última década a través de políticas de estado. Ese portarse bien deseado, el sujeto de la obediencia
plena, corre el riesgo de la producción social de una infancia pacificada, autocomplaciente, incapaz
de indignarse frente al dolor ajeno. Este es un asunto de vital importancia frente a la cual aún no hay
Resiliencia Comunitaria Página 111
suficiente análisis dado el corto tiempo que lleva la implementación de la estrategia institucional
(Centro de desarrollo infantil CDI) en Colombia.
Taylor (2009) citado por González (2015) afirma que “Si la identidad humana se crea y se constituye
dialógicamente, entonces el reconocimiento público de nuestra identidad requiere una política que
nos dé margen para deliberar públicamente acerca de aquellos aspectos de nuestra identidad que
compartimos o que potencialmente podemos compartir con otros ciudadanos. Una sociedad que
reconozca la identidad individual será una sociedad deliberadora y democrática, porque la identidad
individual se constituye parcialmente por el diálogo colectivo” (página 29).
La producción colectiva de valor público como expresión de la resiliencia comunitaria.
Habitar el siglo XXI es vivir y sobrevivir en las complejidades heredadas del siglo XX, como la
geopolítica que segrega grupos humanos, las xenofobias, el recrudecimiento de los
fundamentalismos; también los efectos de las contradicciones que la economía de mercado produce
a nivel ético y bioético, no solo por sus repercusiones en la vida misma sino por la producción de una
humanidad polarizada por las injusticias sociales y la inequidad en la distribución de los bienes
materiales e inmateriales necesarios para subsistir.
De tal modo que la resiliencia como característica individual y colectiva se hace evidente en personas
y sociedades capaces de innovar en sus prácticas cotidianas, en sus acuerdos sociales, en sus
tecnologías y en sus sistemas simbólicos de una manera no sólo adaptativa sino re-creativa.
No se trata ahora solamente de sobrevivir a las experiencias traumáticas, de minimizar y sobreponerse
a los efectos nocivos de las adversidades y los contextos desfavorecidos y deprivados
socioculturalmente (Rutter, 1993, Werner, 2003), sino además de que al recuperarse sean capaces de
generar contextos de mayor protección para sí mismos, sus colectivos de pertenencia y sus
generaciones futuras.
La resiliencia comunitaria se corresponde al conjunto de dispositivos con alto valor sociocultural
descrito por Damasio (2010), como producto de la evolución de la conciencia humana alrededor del
valor del cuidado de la vida y la gestión de la misma. Para Damasio (2010) los productos
socioculturales como las organizaciones sociales, los sistemas de gobierno, las normatividades, las
instituciones entre otras constituyen el conjunto de productos del contexto antrópico cuya finalidad
es optimizar la continuidad de la especie.
La ciudadanía vista desde la resiliencia cobra potencia y se renueva ante las ciudadanías desgastadas
por el utilitiarismo al que han sido sometidas en sociedades poscoloniales, puestas al servicio de los
grupos dominantes.
La resiliencia comunitaria que se ejerce en la lucha por los derechos diferenciales, produce una
ciudadanía que se amplía no solo al rubro de los derechos, sino también a las prácticas que los
producen y la forma en la que son distribuidos en los diversos sectores de la sociedad (Ulloa, 2015).
Se encuentran y yuxtaponen las nociones de resiliencia comunitaria y ciudadanía cuando esta última
es vista como potencialidad y fuerza contrahegemónica en sociedades vulneradoras de derechos. Las
prácticas sociales que dan como consecuencia la construcción de la ciudadanía, incluyen la
membresía, que es fundamental y de la misma forma excluyente. En otras palabras, estas prácticas
incluyen una construcción social del concepto de ciudadanía desde abajo, dando como resultado
identidades diferenciadas.
Resiliencia Comunitaria Página 112
El ejercicio de la ciudadanía con logros concretos en la defensa de los derechos fortalece la autoestima
comunitaria y la percepción de eficacia colectiva lo que fortalece el vínculo social y el reconocimiento
público de sus capacidades.
Una noción renovada de resiliencia comunitaria deberá superar el concepto de estabilidad propuesto
por Uriarte (2013) para explicar la resiliencia como resistencia, hacia una característica flexible que
involucra a todos los miembros del colectivo en una especie de juego de bases móviles, donde no solo
son importantes los lugares que ocupen los individuos (con sus roles y funciones) sino la producción
del juego colectivo.
A partir de las narrativas de personas en situación de desplazamiento forzado y de la historia de países
en guerra como Colombia, podemos afirmar que ningún individuo o colectivo permanece íntegro
después de un golpe o adversidad. Siempre habrá modificación. La capacidad resiliente del colectivo
será entonces dada por su modificabilidad potenciada con la inclusión de nuevas prácticas o productos
culturales que fortalezcan el entorno protector, así como el blindaje del contexto para propiciar la
vida. Pero este blindaje no deberá producir un cierre operacional del colectivo. Por el contrario, deberá
conservar su porosidad con el entorno más amplio para detectar nuevas oportunidades generativas y
mantener atentos al reconocimiento de la diferencia como potencialidad.
De igual modo entra en discusión la característica de la resiliencia como capacidad para volver al
estado original, pues ningún colectivo es el mismo aún en periodos de aparente normalidad. La
capacidad de transformación a partir de las experiencias, incluye en sí mismo la noción de no hay
vuelta a atrás, lo que significa la vivencia del presente sin olvido, y con memoria.
Los fenómenos colectivos tienen una temporalidad distinta a la temporalidad individual. En lo
colectivo el tiempo existe en tanto permanezca el acuerdo que lo define. El tiempo como lo afirma
Elias (1989) no existe como entidad ontológica, es decir, el tiempo existe en tanto construcción
colectiva de marcos referenciales regulatorios de las formas de vida de los colectivos humanos (antes
de Cristo, después de Cristo, por ejemplo) y por lo tanto existen, en tanto existen los sistemas
simbólicos que le dan origen (día noche), así como las formas discursivas en que se sostienen (el mito
de la creación por ejemplo). La temporalidad individual es biográfica, responde a la subjetividad que
le imprime a las situaciones vividas la connotación de acontecimientos. Por ello la resiliencia
colectiva da cuenta de la manera como el colectivo se convierte en el ágora donde los relatos ponen
a circular los acontecimientos individuales, cuya afectación mutuamente reconocida constituye el
dolor de lo colectivo lo que dinamiza la empatía, la solidaridad y la compasión y el compromiso
basado en el amor.
No hay tiempo para medir la eficiencia de la Resiliencia comunitaria. Pues la memoria convierte el
acontecimiento en fenómenos atemporales, la gestión del dolor, su resignificación y su eficacia
simbólica liberadora depende precisamente de las inteligencias socialmente distribuidas. De esta
manera la resiliencia comunitaria es atemporal y asincrónica. La comunidad estará presta a los ritmos
de los individuos y a servir a la gestión inteligente de las necesidades. Como decía un Sacerdote
indígena: “para nosotros salud es cuando todos estamos bien”. Esto explica la convocatoria
comunitaria cuando alguien enferma. Todos se sienten responsables de su curación y todos ponen de
sus recursos y conocimientos para la solución.
Los lugares donde se constituye la humanidad del presente están no sólo en lo individual sino en lo
colectivo, en los espacios de lo público que ya no son solo del mundo de lo concreto como las ágoras
griegas, sino en los lugares de lo colectivo abstracto como el cibesespacio, lugares de existencia de
los individuos que se hacen visibles con su capacidad de fluir, navegar con sus discursos y posiciones
en mares de incertidumbre, de redes móviles donde se redefinen los acuerdos. Son los nuevos lugares
de lo político donde los individuos recrean los imaginarios de lo social.
Resiliencia Comunitaria Página 113
Las huellas del desarrollo de la humanidad se rastrean a partir de sus tecnologías para instrumentar el
mundo: herramientas, artefactos, pero además se rastrean a partir de sus productos sociales: sistemas
simbólicos, ciencias, formas de organización social, instituciones, marcos normativos, que permiten
crear las certezas y los umbrales de la realidad en que habitan y además, regular las acciones
colectivas y el uso mismo de los artefactos producidos, en tanto que se reconoce la limitación humana
no superada para anticipar las consecuencias de los mismos sobre la vida y calidad de vida.
La humanidad del tercer milenio se enfrenta a un gran reto: resolver la tensión de cómo seguir
avanzando en el desarrollo científico y tecnológico para la producción de artefactos que hacen las
veces de extensiones de nuestro cuerpo y de nuestros procesos cognitivos, y simultáneamente,
desarrollarnos como seres humanos sin perdernos entre esas mismas prótesis que hemos creado para
asegurarnos la satisfacción de las necesidades básicas de sobrevivencia y reproducción como
especie.
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CAPÍTULO 8.
IMPLICACIONES INVESTIGATIVAS DE LOS PILARES DE LA RESILIENCIA
COMUNITARIA: EN BUSCA DE SUS CIMIENTOS.
Rafael Campo Vásquez.
42
Como ha quedado claro el concepto de Pilares de la Resiliencia Comunitaria, de Néstor Suárez Ojeda,
es un hito importante en el aporte Latinoamericano a la comprensión de la Resiliencia Social; no solo
porque hace énfasis en el carácter comunitario del grupo que la práctica, sino también porque
identifica características psico-sociológicas esenciales de estos grupos: Autoestima Colectiva,
Identidad Cultural, Humor Social y Honestidad Gubernamental.
Esta manera de explicar la resiliencia colectiva, va más allá de afirmar simplemente que dicha
resiliencia es la capacidad o el proceso de afrontar la adversidad y pasa a identificar cualidades
fundamentales que la sustentan. Ahora bien, la siguiente pregunta que se plantea es: ¿Cómo propiciar
el surgimiento de estos Pilares de la Resiliencia Comunitaria, en un grupo que sufre una condición
adversa y que no está en la posibilidad de superarla?
Lo primero que habría que averiguar es si los Pilares de la Resiliencia Comunitaria, pueden surgir en
cualquier grupo que afronta una adversidad o sí se requiere que estos grupos tengan ciertas
características comunes. La indagación podría comenzar averiguando en los grupos examinados por
42
P.h.D. en SociologÍa y en Educación. Profesor Emérito de la Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente:
Profesor del Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad Javeriana. Presidente de la
Academia Colombiana de Pedagogía y Educación. Integrante del Grupo Resilio Universidad Javeriana.
Resiliencia Comunitaria Página 116
Suarez Ojeda, en que aparecieron los Pilares de la Resiliencia Comunitaria. ¿Qué características
comunes tenían estos grupos?
Para orientar esta investigación inicial, será muy útil contar con una definición de resiliencia que
identifique características básicas de las personas y de los grupos que son resilientes. La definición
que se propone a continuación es una que considera acciones, circunstancias y procesos asociados a
la resiliencia, a saber:
“una persona o un grupo actúan de manera resiliente, cuando a pesar de su debilidad, de su
desventaja o del riesgo en que se encuentran, resisten o superan-por razones que los motivan-, las
consiguientes dificultades o perjuicios que les ocurren”.
Aunque podrían proponerse otras definiciones de resiliencia que guíen la investigación propuesta,
esta definición tiene las siguientes ventajas:
Se refiere tanto a la resiliencia individual como a la grupal. Esto es muy conveniente en
situaciones de resiliencia Comunitaria, en las cuales puede ser pertinente distinguir la
presencia de los Pilares de la Resiliencia en quienes ejercen liderazgo, a diferencia de quienes
solo los siguen.
Centra la atención en las acciones resilientes, sin entrar en la controversia de sí la resiliencia
es en última instancia un talento, una capacidad o una competencia, lo cual es interesante en
otro tipo de indagación.
Hace caer en cuenta que la adversidad que le ocurre a una persona o a un grupo, no es una
característica de ellos perse, sino de la situación en que se encuentran con relación al hecho
que la produce: su debilidad, su desventaja o el riesgo en que están.
Resalta el papel muy significativo que cumplen en la resiliencia las razones que justifican el
esfuerzo excepcional que se hace para actuar de manera resiliente.
Aclara que la resiliencia puede consistir en soportar, sin desfallecer, una situación negativa
cuando no hay manera de salir de ella o de modificarla; o por el contrario, puede corresponder
a acciones que mejoran o superan la situación.
Hace caer en la cuenta que las dificultades normales del diario vivir requieren cierto grado o
tipo de resiliencia; el cual puede ser diferente de la que se necesita para afrontar circunstancias
excepcionales que conllevan un serio perjuicio.
Al utilizar esta definición de Resiliencia, en busca de las condiciones que favorecen el surgimiento
de los Pilares de la Resiliencia Comunitaria, se pueden obtener respuestas a las siguientes preguntas:
Resiliencia Comunitaria Página 117
¿Las acciones resilientes son realizadas colectivamente, o solo por alguna o algunas personas
de la comunidad, en beneficio de todo el grupo?
¿Por qué esa situación se constituye en una adversidad para la comunidad?
¿Qué razones le dan sentido al accionar resiliente de la comunidad?
¿En qué consiste el resultado de estas acciones?
¿Es un evento excepcional o algo característico de la situación en que vive la comunidad, lo
que induce o requiriere de sus acciones resilientes?
Una vez aclarada la relación entre los pilares de la Resiliencia Comunitaria y las características del
grupo que permiten o acompañan su surgimiento, un caso crítico en Latinoamérica que merecería
averiguar el papel beneficioso que cumplen o podrían cumplir los Pilares de la Resiliencia
Comunitaria al promoverlos, es el desplazamiento forzado en Colombia. Su magnitud, su complejidad
y su gravedad ciertamente ameritan este tipo de investigación; no solo por su valor académico, sino
por el aporte que la investigación podría hacer a aminorar el problema social que conlleva y el
sufrimiento humano que causa.
La pregunta básica sería: ¿En qué grupos victimas del desplazamiento forzoso han estado presentes
los pilares de la Resiliencia Comunitaria y en cuales por sus características grupales es posible
promoverlos?
La investigación debería tener en cuenta características de este desplazamiento forzado, tales como:
Que los cerca de 6 millones de desplazados forzados, convierten a Colombia en el país con el
mayor número de desplazados internos en el mundo.
Que no es un problema coyuntural, sino tiene una larga historia de más de 60 años, con causas
y circunstancias variables a lo largo del tiempo.
Que son múltiples las violencias que lo han causado: las luchas partidistas, las guerras contra
las guerrillas, contra los paramilitares, contra los narcotraficantes, contra la minería ilegal, contra el
despojo de tierras a los campesinos y contra la delincuencia organizada.
Que es notoria la diversidad étnica y cultural de las personas desplazadas forzosamente:
campesinos, indígenas y afrodescendientes.
Resiliencia Comunitaria Página 118
Que es muy diverso el género, la edad, el origen regional-cultural y la organización o
desorganización familiar de las personas víctimas del desplazamiento forzado, que varían mucho los
lugares de destino: pueblos, ciudades intermedias, ciudades capitales, zonas de colonización y otros
países.
Que las condiciones de vida en los lugares de destino, en general se caracterizan por: la
pobreza, los asentamientos marginales, el desempleo, la ausencia de servicios públicos, la
delincuencia común y la organizada, también la pérdida de identidad.
En conclusión, los Pilares de la Resiliencia Comunitaria, de Suarez Ojeda, identifican rasgos claves
de las comunidades resilientes que merecen ser investigados para determinar qué acciones resilientes
los propician, en qué circunstancias y de qué modo; además, cuál es la mejor forma de favorecer el
surgimiento de estos Pilares, en diferentes tipos de comunidades y con relación a distintas formas de
adversidad.
CAPÍTULO 9.
PROPICIAR LA RECONCILIACIÓN EN COLOMBIA: EL GRAN RETO DE LOS
TUTORES DE RESILIENCIA COMUNITARIA.
María Stella Rodríguez Arenas
43
El sufrimiento humano es una realidad que nos llena de interrogantes, pero interpela aún más la
recuperación después de un gran dolor o sufrimiento, la reconstrucción y mejoramiento de la vida
después de una adversidad, los aprendizajes vitales y la decisión de fortalecimiento del proyecto de
vida, es decir, los procesos de resiliencia.
1. Realidad colombiana: Sistemas de creencias construidas en torno a una política de
polarización.
No es el objetivo de este apartado hacer un análisis histórico de la realidad colombiana, sólo pretende
presentar unos mínimos y algunos datos que permitan visualizar estas dinámicas sociales y ayuden a
comprender la complejidad y dificultad para el desarrollo de alternativas propiciadoras de la
resiliencia social en la vida de las comunidades colombianas.
Por más de 200 años Colombia ha vivido guerras civiles fruto de la polarización social alentada por
sus líderes políticos. El tejido social colombiano nunca estuvo provisto de un sentimiento de unidad
nacional. El recorrido breve que proponemos a continuación permitirá descubrir algunos elementos
importantes para la comprensión de las creencias, formas de relación, estructuración de grupos
43
Dra. en Ciencias Pedagógicas-La Habana Cuba. Magíster en Teología. Magíster en Psicología. Teóloga. Psicóloga.
Docente investigadora de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Coordinadora del grupo de investigación
Resilio. Co-fundadora de la Red Latinoamericana deRresiliencia y de la Confederación Iberoamericana deResiliencia.
Autora de varios libros entre los cuales figuran. La Resiliencia otra manera de ver la adversidad (2004). La Resiliencia
como vivencia del Reino de Dios. (2016)
Resiliencia Comunitaria Página 119
sociales, discursos e ideologías políticas que han caracterizado el cotidiano vivir de los colombianos
y que ha dificultado la construcción de esa identidad colombiana que genere un mayor compromiso
colectivo hacia un nuevo rumbo de esta historia. Algunos historiadores están de acuerdo al afirmar
que Colombia ingresó a la vida republicana al calor de la guerra civil, hasta completar más
de 45confrontaciones en todo el país durante todo el siglo XIX y durante el siglo XX un estado de
guerra civil permanente, a pesar de la negación de algunos gobiernos por reconocer esta realidad.
La guerra de la independencia (1810-1819) fue en esencia una guerra civil, particularmente
por sus protagonistas, en su gran mayoría se enfrentaban entre si los nacidos en América,
divididos entre quienes defendían el poder y los intereses de la corona española, dirigidos por
oficiales españoles y quienes querían o bien participar en el ejercicio del poder o expulsar del
poder a los españoles para poder reemplazarlos. La contienda fue entre nobles, criollos,
indígenas y negros que se repartían en sus dos bandos. Los indígenas porque aun enarbolaban
la consigna comunera de “Viva el rey y muera el mal gobierno” y los negros no solo porque
fueron los españoles los primeros en ofrecerle la libertad a cambio de su servicio militar, sino
porque a la cabeza del ejercito libertador estaban los esclavistas
44
.
La investigación histórica nos revela una realidad tan dura y difícil de resumir por sus complejidades
de actores, intereses y acontecimientos que se entrelazaron, pero lo cierto es que a diferencia de otros
países de América Latina, Colombia ha visto el ocaso y el amanecer de dos siglos sin la paz anhelada
por sus pobladores, en esta tabla se encuentra una mirada general que ayuda a entender lo que estamos
afirmando.
Guerras civiles, actores y fechas
45
Fuente: Elaboración de los investigadores citados.
Nos muestran Ramírez y Fortour en su investigación que, “En la historia de Colombia, varios
conflictos internos han recibido el rótulo de guerra civil…Es el caso de las guerras de los Supremos,
1851, 1854, 1860, 1876, 1885, 1895 y los Mil Días”. Pero, afirman que otros conflictos internos no
ha tenido esta denominación como por ejemplo la época denominada, “La Violencia” en la cual la
44
http://www.semana.com/opinion/expertos/articulo/viii--las-guerras-civiles-por-el-poder-entre-las-clases-
dominantes/324206.
45
RAMIREZ, Jorge Giraldo and FORTOUR, Jose Antonio. UNA COMPARACIÓN CUANTITATIVA DE LAS
GUERRAS CIVILES COLOMBIANAS, 1830-2010. anal.polit. [online]. 2011, vol.24, n.72 [cited 2016-10-13], pp.3-21.
Available from: <http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121
47052011000200001&lng=en&nrm=iso>. ISSN 0121-4705.
Resiliencia Comunitaria Página 120
crueldad y la barbarie entre los bandos en conflicto fue algo inenarrable, las llamadas “chusmas”
arrasaban de un lado y de otro. Ramírez y Fortour, citando a Posada, 2001, señalan que, “Algo similar
ha sucedido con El Conflicto, al cual se le ha negado su estatus de guerra e incluso de conflicto,
aunque para otros constituye una guerra civil”.
Estos autores complejizan aún más este panorama cuando afirman,
“Precisamente, las dos últimas guerras civiles colombianas, La Violencia de mitad del siglo
pasado y El Conflicto de fines del anterior y principios del presente siglo, se caracterizan por
una dinámica bélica que no se limita a enfrentamientos entre el gobierno y los competidores,
sino que incluyen combates entre grupos no estatales algunos de ellos con apoyo estatal y
entre facciones de estos grupos, los cuales a su vez se enfrentan al gobierno central. Durante
La Violencia, los choques entre guerrillas y grupos paramilitares o de autodefensas fueron
parte central del conflicto, más que aquellos entre el ejército oficial y las guerrillas”
Según algunos informes periodísticos los costos sociales de este último periodo de guerra o “conflicto
armado” son aterradores:
Hasta el momento, según la Unidad de Victimas, el conflicto en Colombia ha dejado en las
últimas cinco décadas 10. 371 personas despojadas de sus bienes o que tuvieron que
abandonarlos; 90.364 víctimas de actos terroristas, combates, hostigamientos o atentados; 7
millones de desplazados; 10.964 víctimas de minas antipersona; 31.954 secuestrados; 162.631
desaparecidos; 972.298 muertos; 8.000 menores vinculados a grupos armados
46
.
Los acuerdos firmados entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) y el gobierno colombiano
en cabeza del presidente Juan Manuel Santos, son camino de esperanza hacia un territorio que ve por
primera vez en más de 50 años el cese del fuego armado, sin embargo el proceso del plebiscito
convocado por el gobierno colombiano para refrendar de manera popular los puntos acordados, reveló
una vez más estas lógicas de polarización, en donde la desconfianza, el seguimiento a líderes políticos
por encima del criterio personal, la búsqueda de retaliación y venganza, la indiferencia, la no
participación democrática, mostraron las notas características del sistema de creencias que se fue
construyendo en los colombianos en su devenir histórico.
Otro elemento generador de violencia y muertes atroces es el narcotráfico, con sus lógicas perversas
ha permeado la sociedad colombiana en todas sus dinámicas sociales, el afán de dinero fácil, el
derroche de los nuevos ricos que amasaron fortunas blanqueadas con alianzas políticas que
desprestigiaron al país colocándolo entre los más corruptos del mundo, fue generando una base de
desconfianza aún entre aquellos que crecieron y vivieron en la misma población, en la memoria de
los colombianos quedó marcada la etapa del miedo a las bombas explosivas que por mandato de Pablo
Escobar, el conocido capo del narcotráfico eran colocadas en cualquier lugar de la ciudad sin el más
mínimo respeto por la vida, fueron muchas las familias afectadas por esta terrible ola de violencia.
Estas redes de narcotráfico en las últimas décadas han ido transformando sus estrategias de acción,
se han infiltrado en los grupos guerrilleros, con lo cual se dio paso a las narco-guerrillas, se han
infiltrado en las poblaciones campesinas dando origen a los raspachines de hoja de coca a grandes
cultivos de coca y amapola dejando de lado los cultivos más tradicionales, han generado la narco-
política a través del soborno y la compra de votos para poder ocupar lugares de decisión y mover los
hilos del poder estatal, la estrategia del micro tráfico ha aumentado enormemente el consumo interno
46
Publicaciones Semana. 100 periodistas cuentan la paz. Julio 2016. Pág. 160.
Resiliencia Comunitaria Página 121
con esto el deterioro de la calidad de vida de las poblaciones más jóvenes y el número de personas
consumidoras de drogas destructoras del cerebro lo cual ha generado el aumento la delincuencia
común y de habitantes de calle.
Lógicamente, que una realidad social polarizada ha llevado a que se vea el mundo como unos a favor
y otros en contra, como enemigos siempre en contienda, con diferentes denominaciones centralistas,
federalista, liberales, conservadores, chulavitas, cachiporros, santistas, uribistas, etc. Esta manera de
ver el mundo social, fortalece un sistema de creencias basado en la desconfianza, con actitudes de
cerramiento a la participación comunitaria, con lenguajes ofensivos hacia quienes se ven como
contrarios a sus opiniones, incluso puede llevar a acciones violentas de destrucción de los contrarios.
Estamos consciente que el panorama presentado no es nada alentador, los retos son demasiado
grandes. Sin embargo, encontramos un importante punto de apoyo para el cambio de esta realidad
histórica, y es, la gran mayoría de colombianos y colombianas dispuestos a poner lo mejor de sí en
un proceso de reconciliación y de paz duradera.
Como afirma Brodzinsky
47
, “Y el hecho es que la gran mayoría de colombianos no son vengativos.Si
no, habría más de 7 millones de personas en armas, uno para cada víctima que ha dejado el conflicto.
De hecho, la mayoría de las víctimas directas de los flagelos de la guerra ni siquiera exigen cárcel
para sus victimarios. Esas demandas vienen más de las grandes ciudades en donde poco se ha sentido
la guerra, que del campo que no han conocido otra cosa”.
El sistema de creencias que los colombianos han construido debe ser estudiado con profundidad para
lograr acciones de transformación en ellos, como señala Walsh
48
, “Los sistemas de creencias abarcan,
en líneas generales, valores, convicciones, actitudes, tendencias y supuestos, que se unen para formar
un conjunto de premisas básicas que desencadenan reacciones emocionales, determinan decisiones y
orientan cursos de acción”.
Los planteamientos de Walsh, pueden verse plasmados en el siguiente esquema, en donde se descubre
como los sistemas de creencias están directamente relacionados con las formas de organización y las
maneras comunicativas promotoras o limitantes de procesos de resiliencia.
47
Brodzinsky Sibylla. Articulo. El perdón no debe ser hueco. Corresponsal para The Guardian y the Economist en
Colombia. Revista Semana. Julio 2016. Pág. 20.
48
Walsh, Froma. Resiliencia Familiar. Estrategias para su fortalecimiento. Ed Amorrourtu. Buenos Aires. 2004. Pág.
82.
Sistema de creencias
•Dotar de sentido a la
adversidad
•Perspectiva positiva
•Trascendencia y
espiritualidad
Patrones de organización
•Flexibilidad
•Conexiones
•Recursos sociales y
económicos
Procesos comunicativos
•Claridad
•Expresión emocional franca
•Resolución de problemas
Resiliencia Comunitaria Página 122
Para la realidad colombiana este paradigma de la resiliencia ofrece muchas luces, alternativas posibles
y retos enormes. El proceso de resiliencia social se desencadena, cuando el ser humano es capaz de
pensar en un sentido de vida que transcienda los límites meramente individuales y puede descubrir la
posibilidad de una construcción de sentido social, en el encuentro con los otros, y así generar unas
redes sociales que conduzcan a una verdadera participación transformadora.
Es así como la combinación de las situaciones traumáticas, los sentimientos que se relacionan con
ella y las redes de apoyo o vínculos afectivos sanadores, dan posibilidad de desarrollo a la resiliencia,
que es básicamente una actitud activa ante el sufrimiento y la adversidad que permite disminuir las
consecuencias negativas del trauma y aumenta los factores protectores, permitiendo un
enriquecimiento cualitativo del sentido de la vida y el proyecto vital
49
.
Como lo señala Cyrulnik
50
,“La identidad conlleva autonomía, fortaleza para emprender caminos de
vida, con dificultades y sin ellas, pues al sortearlas expresa la conciencia y la libertad que tiene el
hombre para otorgarse un destino”. Lo anterior toma trascendencia cuando se invita a partir de esa
identidad bien definida a que las personas asuman la responsabilidad de su vida, sin la victimización
que es tan común en situaciones difíciles, de esta forma se emprende una lucha por una vida digna
con experiencias positivas.
Por otro lado, es importante al hablar de resiliencia puntualizar los factores que caracterizan
específicamente una actitud propositiva que permite idear y sustentar una posible transformación de
los proyectos que emprenden las personas y las comunidades, “Promover la resiliencia apunta a
mejorar la calidad de vida de las personas sin quietar su protagonismo, a partir de sus propios
significados, del modo como ellos perciben y enfrentan el mundo. Se debería reconocer aquellas
cualidades y fortalezas que le permiten a las personas enfrentar positivamente situaciones
desfavorables, de transformar las agresiones en elemento de superación” (Rodríguez Arenas, 2004).
51
Existen ciertos ámbitos favorecedores del desarrollo de los procesos resilientes, contextos en donde
los factores relacionales de la resiliencia promueven la optimización de las relaciones con los otros,
inicialmente aquellos que interactúan directamente con el sujeto como lo es el espacio microsocial
como la familia, en donde se ponen las bases de los sistemas de creencias, y en el marco más extenso
también hacen parte de dichos contextos el entorno político, económico y espacio-temporal de la
persona ya que es en estos espacios en donde se proporcionan o se limitan las herramientas útiles para
los procesos resilientes.
52
La resiliencia no es proceso extraordinario que algunos puedan poner en marcha en situaciones
extraordinarias; todos los individuos…tienen potencialidades resilientes.
53
Sin embargo, la puesta en
marcha de estos procesos no se da de manera mágica, requiere de motivadores intrínsecos y
extrínsecos al sujeto. Uno de estos factores lo constituye el ámbito de las creencias culturales.
De esta manera, la forma en que la cultura particular de cada sujeto se manifiesta, alude a un factor
fundamental en el momento en que las personas enfrentan situaciones difíciles, ya que es a partir de
esta que se define con mayor certeza su identidad individual y colectiva, y la coherencia de las
49
Rodriguez Arenas, María Stella. La resiliencia como vivencia del reino de Dios. Primera edición. Bogotá. Editorial
Pontificia Universidad Javeriana, 2014.
50
Cyrulnik, B., Manciaux, M, Sanchéz, E, Colmenares. M, Holaya, M., Balegno, L. La resiliencia: Desvictimizar la
víctima. Segunda Edición Feriva,Cali, Colombia.2002. Pág.119.
51
Rodríguez Arenas, María Stella, Resiliencia: Otra manera de ver la adversidad, Facultad de Teología, Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, 2004. Pág. 78.
52
Cyrulnik, B., Manciaux, M, Sanchéz, E, Colmenares. M, Holaya, M., Balegno, L. “La resiliencia: Desvictimizar la
víctima”. Segunda Edición Feriva, Calí, Colombia. 2002.
53
Delage, Michel. La resiliencia familiar. Gedisa. Barcelona. 2010. Pág. 113.
Resiliencia Comunitaria Página 123
acciones frente a las demás personas. Cuando se acepta el reto de enfrentar las crisis y se ve el
conflicto como una oportunidad es posible descubrir el surgimiento de un sistema de creencias de
soporte para el proceso de resiliencia. Es decir, cuando se cambia la mirada fatalista, pesimista e
individualista por una valoración de las soluciones comunitarias, con lenguajes optimistas y
esperanzadores. Allí en este cambio cultura se da un interjuego dinámico entre la capacidad
autogestionaria de las comunidades, el desarrollo de la participación comunitaria, conjugada con la
exigencia por parte de estas comunidades de honestidad y efectividad en la gestión de los entes
estatales.
Como bien señala Néstor Suarez, los pilares en los cuales descansa la construcción de la resiliencia
social,
54
van a permitir hacer una estimación de la resiliencia de esas comunidades, tanto para hacer
un pronóstico como para diseñar intervenciones orientadas a su fortalecimiento, con mayor
especificidad. Estos pilares son:
Autoestima colectiva: actitud y sentimiento de orgullo por el lugar en que se vive. Lo cual
implica que uno es parte de esa comunidad y que sus valores propios, lo cual genera mayor
capacidad de recuperación frente a las adversidades.
Identidad cultural: Este proceso de partencia identitaria se logra a lo largo de los procesos de
desarrollo e incorporación a las costumbres, valores, etc. Esto otorga sentido de mismidad y
pertenencia, la preservación de estas identidades culturales es muy importante para el
fortalecimiento de la resiliencia comunitaria.
Humor social: Es una estrategia de ajuste que ayuda a una aceptación madura de la desgracia
común y facilita cierta distancia con el problema, favoreciendo la toma de decisiones para
resolverlo a través del desarrollo de un pensamiento divergente que ofrece formas inusitadas
de solución.
Honestidad estatal: Este aspecto remite al manejo transparente de la cosa pública no se queda
allí o en lo administrativo burocrático. Implica una conciencia grupal que condena la
deshonestidad de los funcionarios y valoriza la honestidad en el ejercicio de la función
pública.
2. El papel de los tutores y tutoras de resiliencia en los procesos de reconstrucción del tejido
social.
Los procesos de resiliencia en su complejidad son fruto de un vínculo sanador, la presencia de esos
otros que pueden levantar, animar y propiciar ese fortalecimiento necesario para continuar la vida
enriquecidos por lo vivido. Boris Cyrulnik, acuñó el término para referirse a esas personas que salen
al encuentro, devuelven el sentido y la esperanza.
55
Este autor señala de forma clara que los procesos
54
Suarez Ojeda, Elbio Néstor y otros. Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Pág. 72.
55
Boris, Cyrulnik. La Maravilla del Dolor: El Sentido de la Resiliencia. Granica. Barcelona. 2001. Pág. 106.
Resiliencia Comunitaria Página 124
de resiliencia se desencadenan a través de estos encuentros significativos y sanadores, pero a la vez
señala que esos tutores todavía están por mostrarnos su verdadero rostro.
Un tutor de resiliencia es alguien, una persona, un lugar, un acontecimiento, una obra de arte
que provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el trauma. Casi siempre se trata de un
adulto que encuentra al niño y que asume para él el significado de un modelo de identidad, el
viraje de su existencia. No se trata necesariamente de un profesional. Un encuentro
significativo puede ser suficiente. […] Muchos niños comienzan a aprender en el colegio una
materia porque les agrada el profesor. Pero cuando, veinte años después, uno le pide al
profesor que explique la causa del éxito de su alumno, el educador se subestima y no sospecha
hasta qué punto fue importante para su alumno.
56
Es decir que, a través de ese otro significativo, podrá ponerse en marcha el proceso de construcción
de resiliencia. En el plano de los procesos comunitarios se aplica lo mismo, la presencia de esos otros
significativos, ya sean redes, instituciones o colectivos que juegan ese papel de tutoría de resiliencia,
son elemento esencial para propiciar el proceso. Sin embargo, aún no tenemos muy claro cuáles son
esas características de esos tutores, por lo menos no está aún determinada estas formas de ser tutores
de resiliencia comunitaria en realidades atravesadas por la violencia como el caso de Colombia.
Son muchas las experiencias comunitarias desarrollándose en el país, como esas semillas que crecen
silenciosas pero que poco a poco van cubriendo el campo de hermosas flores, en comunidades en
donde dieron masacres terribles hoy nacen grupos de mujeres, de campesinos, de indígenas, con
maravillosas iniciativas para transformar la memoria del dolor en arboles de la memoria de la
esperanza, es todas estas iniciativas se puede descubrir, la importancia de la tutoría de resiliencia en
los procesos de las comunidades golpeadas de forma directa por la violencia. Una de ellas es la
comunidad de mujeres en Tumaco, costa pacífica colombiana, investigación realizada por Castillo y
Palma.
57
La existencia de FUNVIDA
58
como organización pionera que congrega a más de ochenta
mujeres víctimas por el conflicto armado, dio lugar a que recibieran invitaciones de diferentes
partes del país para dar testimonio….El ochenta por ciento de las señoras participantes tiene
más de cinco años de haber vivido la pérdida de sus esposos, el10 por ciento restante tienen
menos de tres años, y el otro diez por ciento tiene de tres a cinco años de ser viudas.
Las participantes de FUNVIDA reconocen las habilidades y destrezas de muchas de sus
integrantes para desarrollar liderazgos auténticos y participativos, siendo estas personas un
motor importante en la dinámica de la fundación. Sin embargo, los estatutos de Funvida fueron
concebidos de tal manera que les diera la oportunidad a nuevas mujeres a ejercer este liderazgo
a través de la renovación de la Junta Directiva, conformación de comités de trabajo, lo cual
permite que se roten las funciones y que se pueda participar activamente en la toma de
decisiones y en la gestión de las tareas encomendadas.
En Funvida las decisiones se toman de manera concertada, mediante el ejercicio de una
democracia efectiva, se realizan reuniones periódicas para dar informes sobre los avances en
56
¿Qué es un tutor en resiliencia? [Documento electrónico] Resiliencia Chile, Disponible Junio de 2000;
http://resiliencia.cl/opinexp/
57
Amanda Castillo Tenorio, Edwin Palma Bernal. Resiliencia en mujeres viudas por el conflicto armado vinculadas
Funvida en Tumaco. Pontificia Universidad Javeriana. 2016. Directora de investigación. Rodríguez Arenas María Stella.
58
Fundación De Mujeres Viudas Por El Conflicto Armado (Funvida). Organización fundada desde 2005. FUNVIDA es
una organización sin ánimo de lucro que nace con el propósito de agrupar a las víctimas del conflicto armado, que se
encuentran en condiciones de vulnerabilidad visible, para buscar acciones que mejoren la calidad de vida.
Resiliencia Comunitaria Página 125
las gestiones realizadas, y la planeación de nuevas actividades que conllevan al bienestar de
todas sus integrantes.
“A través de Funvida se ha contribuidos mucho a mejorar la calidad de vida en la parte
emocional, autoestima, superación del duelo, son muchos temas que se pueden tratar a través
de esta fundación, no solamente la viuda si no a su núcleo familiar, recordemos que están los
hijos las huérfanas que ellas participan también en las actividades y otros agregados como
el abuelo el tío que viven en ese núcleo familiar hacen parte de la fundación. Realmente
trabajamos para contribuirá a una verdadera reconciliación, recordemos que, si se firma el
proceso de paz, se requiere mucha más unión de todas las personas; en nuestras actividades
que hacíamos nos reuníamos con muchos jóvenes huérfanos, y que muchos de ellos salieron
adelante. Apoyamos fuertemente para que las afiliadas salgan adelante, le damos fuerza,
somos un pilar para que la gente no decaiga”.
Marilyn
La muerte violenta no nos da la oportunidad de cuidar a nuestros esposos, estamos en nuestra
casa y la noticia llega de repente. Nos arrancaron violentamente a la persona que amábamos.
Cuando alguien se nos enferma tenemos la oportunidad de cuidarlo, velar por él y
acompañarlos hasta el último momento, nos resignamos porque Dios se lo llevó. Con la
muerte violenta nos arrebatan a nuestros seres queridos.
Rubiela
Castillo y Palma señalan, con respecto a la identidad cultural, que las participantes expresan profundo
orgullo por pertenecer a esta región, de hacer parte de una comunidad como la de Tumaco, se
identifican como mujeres negras, alegres y entusiastas con la vida. Amante de la gastronomía criolla
y reconocedoras de los beneficios que tiene el vivir en esta región. Para ellos los mayores valores
culturales que poseen y comparten son la solidaridad, el entusiasmo por la vida, el amor por los hijos
y el sentido de la amistad. Con un fuerte sentido de identidad cultural y arraigo por la tierra en la que
nacieron.
Lograron los investigadores, ver en esta experiencia de red de mujeres, “que la tutoría se realiza de
manera comunitaria, restituyendo el proyecto de vida de las personas víctimas directas de la violencia
y a la vez fortaleciendo su identidad cultural y el proyecto de vida personal de tal forma que no se
quedan en la carencia, en el rencor o la venganza”.
59
El cambio de percepción de la vida evidencia la importancia del proceso de aprendizaje el cual
permite visualizar las experiencias como enriquecedoras para el mejoramiento continuo de la vida,
extrayendo siempre lo mejor de cada situación. A este proceso se le denomina “aprendizaje vital”
refiriéndose a que las personas por medio del aprendizaje incorporan y transforman cada experiencia
de la vida, lo cual genera un nuevo significado que requiere un proceso juicioso que en muchas
ocasiones es doloroso.
Este aprendizaje implica a su vez optar por una postura más activa y romper con las connotaciones
del lenguaje en donde se incluyen conceptos como de víctimas y victimarios frente a las situaciones
adversas, lo cual limita el aprendizaje que puede darse. Una cosa son los lenguajes jurídicos y otra
los lenguajes sociales en donde podemos despojarnos de estas expresiones que llevan a las personas
59
Amanda Castillo Tenorio, Edwin Palma Bernal. Resiliencia en mujeres viudas por el conflicto armado vinculadas
Funvida en Tumaco. Pontificia Universidad Javeriana. 2016. Directora de investigación. Rodríguez Arenas María
Stella.
Resiliencia Comunitaria Página 126
a identificarse con lo negativo que han vivido. El empleo de un adecuado lenguaje permite verbalizar
la actitud activa resiliente que se puede desarrollar a lo largo de la vida. Esta manera distinta de
comunicación y comprensión interna y externa funciona como recurso interno del lenguaje
promoviendo en los seres humanos una redefinición de la vida desde puntos de vista positivos que
dan cuenta de rasgos presentes en el momento de tener una actitud resiliente.
La manera propia de ser tutor de resiliencia en procesos de reconciliación social, está aún por
indagarse esta es una urgencia dada la experiencia de tanto dolor en las víctimas directas e indirectas
del conflicto armado en Colombia. Pero lo que si tenemos claro es que estos tutores y tutoras de
resiliencia deben ser propiciadores de experiencias de reconciliación, no será posible restablecer las
redes sociales sin perdón personal y social.
Vanistendael y Lecomte,
60
nos proporcionan una mirada profunda en torno al perdón y a la dificultad
que muchas personas experimentan para poder perdonar, afirman que el perdón tiene a veces mala
reputación, porque hay una falsa comprensión de lo que representa. Se lo asimila a la debilidad,
incluso a la aceptación resignada del mal cometido, dejando al otro libre para cometer malas acciones.
Lógica que sabemos es la que en Colombia ha perpetuado los círculos de la violencia y la venganza
de una generación a otra.
Sin embargo, la propuesta de Vanistendael y Lecomte, puede proporcionar luces y esperanzas en un
proceso de reconciliación. Nos ofrecen una diferenciación entre perdón intelectual y perdón
emocional que permite romper estos círculos de violencia y venganza. Afirmar que existe el ‘perdón
intelectual’, que constituye el verdadero acto de perdón. Es una decisión guiada por la voluntad e
iluminada por la reflexión, que expresa la voluntad de romper el círculo de la violencia. Este será el
resultado de un cuestionamiento serio de los sistemas de creencias que impiden la reconciliación, es
fruto de un distanciamiento y una mirada en perspectiva histórica de lo ocurrido, y una diferenciación
de los sentimientos y las razones que llevan a la reconciliación, no es que ya no duela, o ya no
experimente rencor, sino que no se va a responder con la misma moneda.
Esto nos lleva a entender la apuesta por el perdón ‘emocional’, que no depende de la voluntad de la
persona y puede tomar mucho más tiempo llegar a él. Muchas veces no se alcanza la desaparición de
los sentimientos de amargura y es cuando se constata que hablar de olvidar puede ser realmente
imposible. Cuando se logra el perdón intelectual la persona o comunidad pueden sentir que se han
liberado de una carga emocional negativa y experimentar lo que Vanistendael y Lecomte, afirman, el
perdón no es liberador solamente para la persona perdonada, sino que tal vez lo sea más todavía para
el que perdona. He aquí toda la fuerza resiliente del perdón, de quien es capaz de rehacer sus vínculos
afectivos y su sentido de vida. El perdón muestra la voluntad de conservar una puerta abierta hacia la
vida, hacia la propia vida, pero también hacia la de la persona que ha herido.
Frente a las víctimas de la violencia, los procesos de resiliencia se constituyen en una posibilidad de
desvictimización de las personas y comunidades lo cual no significa que se justifique lo sufrido y que
el victimario no debe responsabilizarse y reparar la ofensa públicamente.Desvictimizar a la víctima
significa que debemos trabajar por construir redes afectivas de apoyo que permitan tiempo y
condiciones para que la persona pueda hacer ese proceso interno de reconstrucción de su vida,
reforzando y mejorando su sentido de vida, si alguien no lo logra no es entonces porque no tuvo
capacidad resiliente, sino porque tal vez no contó con buenos y oportunos tutores de resiliencia que
pudieran motivar la esperanza y facilitar la acción restauradora de Dios en cada persona sufriente.
60
Vanistendael, Stefan y Lecomte, Jacques. La felicidad es posible. Editorial Gedisa. Barcelona. 2002. Pág. 75.
Resiliencia Comunitaria Página 127
Según Vanistendael,
61
los resilientes no son tan diferentes de aquellas personas que han recorrido una
vida menos caótica. Sin embargo, la resiliencia lo cambia todo, porque nos conduce a modificar
nuestra mirada sobre los seres humanos y sobre la vida.
Muchos testimonios nos hablan de eso que ocurre en la persona que ha pasado por el sufrimiento y
que solamente después de recorrer este camino de oscuridad es capaz de relatar lo vivido y al mirar
atrás descubrir en él, en su interior fortalezas insospechadas. Por esto relatos como el de Carlos
62
cuando en su papel de fiscal recibe la petición de la señora María -considerada víctima de la violencia
armada- en un proceso de imputación de cargos de hablar ella directamente con el acusado de haber
matado a su hijo. Carlos le recuerda que ella tiene derecho a proteger su identidad que no debe entrar
en el recinto judicial, sin embargo María insiste renunciando a este mecanismo de protección, después
de muchas deliberaciones se acepta y María puede estar frente al asesino de su hijo, otro joven de la
zona en donde ella vivía. Bajo la mirada atenta de los policías y del fiscal saca de su mochila una
biblia y le dice al joven quien no paraba de llorar: ¡rece mijo, para que Dios lo perdone, pues yo ya
lo perdone, sólo quería decirle que no guardo rencor en mi corazón ¡La audiencia tuvo que ser
suspendida, pues en la sala hubo llanto y asombro!
Las personas resilientes o que han hecho procesos de resiliencia han estado siempre allí, en las
familias, en las comunidades, a veces sorprendiendo a veces pasando desapercibidas, sin ponerle un
nombre a lo acontecido en su vida.
Referencias Bibliográficas.
Castillo Tenorio. Amanda y Palma Bernal. Edwin. Resiliencia en mujeres viudas por el conflicto
armado vinculadas Funvida en Tumaco. Pontificia Universidad Javeriana. 2016. Directora de
investigación. Rodríguez Arenas María Stella.
Brodzinsky Sibylla. Articulo. El perdón no debe ser hueco. Corresponsal para The Guardian y the
Economist en Colombia. Revista Semana. Julio 2016.
Cyrulnik, B., Manciaux, M, Sanchéz, E, Colmenares. M, Holaya, M., Balegno, L. “La resiliencia:
Desvictimizar la víctima”. Segunda Edición Feriva, En: Calí, Colombia. 2002.
Cyrulnik. Boris. La Maravilla del Dolor: El Sentido de la Resiliencia. Granica. Barcelona. 2001.
Delage, Michel. La resiliencia familiar. Gedisa. Barcelona. 2010.
Ramirez, Jorge Giraldo y Fortour, Jose Antonio. Una comparación cuantitativa de las guerras civiles
colombianas, 1830-2010. anal.polit. [online]. 2011, vol.24, n.72.
Rodríguez Arenas, María Stella, Resiliencia: Otra manera de ver la adversidad, Facultad de Teología,
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2004.
Rodriguez Arenas, María Stella. La resiliencia como vivencia del reino de Dios. Primera edición.
Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2014.
61
Vanistendael, 2002. Pág.22
62
Rodriguez Arenas, María Stella. La resiliencia como vivencia del reino de Dios. Primera edición. Bogotá: Editorial
Pontificia Universidad Javeriana, 2014. Pág. 107.
Resiliencia Comunitaria Página 128
Suarez Ojeda, Elbio Néstor y otros. Resiliencia. Descubriendo las propias fortalezas. Piados. Buenos
Aires. 2001.
Vanistendael, Stefan y Lecomte, Jacques. La felicidad es posible. Editorial Geodisa. Barcelona. 2002.
Walsh, Froma. Resiliencia Familiar. Estrategias para su fortalecimiento. Ed Amorrourtu. Buenos
Aires. 2004.
¿Qué es un tutor en resiliencia? [Documento electrónico] Resiliencia Chile, Disponible Junio de
2000; http://resiliencia.cl/opinexp/
Publicaciones Semana. 100 periodistas cuentan la paz. Julio 2016. Pág. 160.
http://www.semana.com/opinion/expertos/articulo/viii--las-guerras-civiles-por-el-poder-entre-las-
clases-dominantes/324206.
CAPÍTULO 10.
RESILIENCIA: UN CONCEPTO RELACIONAL QUE APORTA A LOS PROCESOS DE
PAZ
Jenny Sánchez
63
“Que si algo quieres decir
Dilo cantando
Y si algo quieres llorar
Cántalo también
Que cuando cantas las penas
se van revolviendo en el corazón
Y sin querer ya se van volviendo canción”
Canción Myriam Quiñones- Canta
Lo primero que retumba en la mente cuando se plantea la pregunta de si se quiere hacer un proceso
de PAZ es: ¿Cuál es el significado de esta palabra? Luego se derivan muchas preguntas como por
ejemplo: ¿Puede acaso asumirse la palabra guerra como un antónimo de paz? Y a la luz de Colombia:
¿Se comprende el comienzo de la guerra como el final del conflicto bipartidista negociado en 1958
entre los dirigentes de los partidos tradicionales en lo que se conoce como el Frente Nacional
64
,
asumiendo que algunas de las dificultades de la guerra actual se relacionan con motivaciones dela
confrontación bipartidista? o ¿Se debe pensar el inicio de la misma en 1964 año en el que nacen las
63
Psicóloga de la Pontifica Universidad Javeriana. Master en Psicología Clínica y de Familia,Candidata a Doctora de la
Universidad del Valle bajo la dirección de William González y la codirección de Boris Cyrulnik. Profesora de la cátedra
resiliencia en la Universidad de los Andes y psicóloga clínica en consultorio particular.
64
El Frente Nacional surge como consecuencia del pacto realizado entre los jefes del partido liberal y conservador, en el
que acordaron que cada partido gobernaría durante un periodo de cuatro años, alternando el poder entre conservadores y
liberales. Consideraron que con esta propuesta se ponía fin a la violencia que se había incrementado desde la muerte del
líder populista Jorge Eliecer Gaitán. Lo que no tuvieron en cuenta los jefes de los partidos fue el despojo de tierras y
desplazamiento campesino a que fueron sometidos los campesinos, componente generador de violencia que estuvo
acompañado de las luchas políticas bipartidistas.
Resiliencia Comunitaria Página 129
FARC
65
? Así como indican algunos autores: la definición de cuál es el inicio de la guerra en
Colombia, es un punto en el que no se ha llegado a un acuerdo total (Wallace, 2013).
Cuando nos aproximamos a las discusiones que se han generado en relación a la resiliencia es
inevitable preguntarse: ¿Podríamos decir que la palabra paz, hace referencia a un lugar de llegada en
el que se termina toda disparidad y desacuerdo? ¿No sería más bien una palabra que convoca un
acuerdo, punto de partida en el que se asume escuchar y hablar con el otro independientemente de
que se esté de acuerdo o no? Quizás, solo asumiendo la segunda, cobran vigencia los conceptos
desarrollados por teóricos como Boris Cyrulnik, que dan cuenta de la necesidad de la interacción con
un otro significativo, para que pueda tener lugar un proceso Resiliente; así como la importancia de
alejarse de dogmas y miradas totalitarias que aunque resultan tranquilizantes cuando ha habido
contextos caóticos, dificultan la posibilidad del diálogo (Cyrulnik, 2015).
Este punto de partida resulta ser nodal, ya que en ocasiones se habla de resiliencia de manera
indiscriminada, asumiendo este concepto como un sinónimo de ajuste, adaptación o coping (concepto
ampliamente desarrollado por los anglosajones); palabras de las que toman distancia la postura
francófona y latinoamericana que se opone a la compresión que algunos de los teóricos anglosajones
tenían de la resiliencia, al describirla como una habilidad individual a desarrollar.
Es claro que las experiencias relacionales que haya tenido una persona antes de vivir un trauma, serán
fundamentales para que ésta pueda asumir de manera diferente dicha situación; pero estas
experiencias previas no permitirán predecir per se, quién podrá o no hacer un proceso resiliente, ya
que para éste se requerirá de un Otro significativo, del contexto relacional y cultural. De esta manera,
los estilos de apego que se hayan tenido en la infancia, así como las experiencias de vida que
posibiliten asumir una postura flexible ante la dificultad, permitirán que una persona o grupo que han
vivido una situación traumática, puedan navegar hacia un proceso resiliente de manera más fácil, que
si no hubieran tenido estos vínculos y experiencias significativas.
Pero hablemos un poco del contexto de guerra y los personajes de la misma. No faltan las imágenes
de los salvadores, los que son designados como héroes (que serán los miembros de uno u otro bando
de acuerdo a quién cuente la historia); también aparecen aquellos que son presentados como cobardes,
pusilánimes, o terroristas, victimarios (si utilizamos las palabras que se han vuelto virales) y por
supuesto los terceros, las víctimas, que en ocasiones son designados también como los colaboradores.
En esta mirada binaria (héroes-victimarios) no se contempla la posibilidad de cambios de grupos ya
que se presume que unos son “buenos” y otros “malos”; lo máximo que puede ocurrir es que los
“buenos” devengan “malos” o viceversa pero nunca que pululen entre ambas, o que tengan
características de uno y otro grupo.
Así, si se presenta una situación en que se ponga en duda la identidad de “bueno” o “malo”, el recurso
usualmente utilizado es encontrar los argumentos que permitan esgrimir cómo por ejemplo a pesar
de ser un héroe”, terminó por matar a otro, por el peso de la circunstancia, o con la idea de hacer el
bien (el fin justifica los medios).
Resulta importante, que tanto los héroes como los victimarios tengan “rostro”. Éste, debe ir
acompañado de todos los recursos que permitan poner en evidencia sus características de
65
Las medidas de los gobiernos frentenacionalistas empezaron a gobernar persiguiendo los nacientes grupos campesinos
que huyendo de la violencia se ubicaron en zonas montañosas, para convertirse en guerrillas alimentadas con el discurso
del partido comunista, para confrontar al Estado y orientar su lucha para alcanzar el poder y resolver los problemas no
resueltos.
Resiliencia Comunitaria Página 130
súperhumanos (héroe) o sub-humanos (terroristas-victimarios); ahora bien, esta cara puede ser la
cara de un grupo (guerrilla, militares, paramilitares, partidos políticos etc.) o de personas específicas
que convocan los grupos bajo ciertas ideas.
En relación a las víctimas, su identidad termina siendo acomodada de acuerdo a la necesidad del
momento. Son caras sin rostro, personas que intentan vivir sin adscribirse a ningún grupo; sólo
adquieren rostro, identidad, cuando son designados como víctimas o colaboradores por aquellos que
se presentan como héroes (que de acuerdo con la persona que cuenta la historia pueden ser
victimarios).
Las víctimas o colaboradores, son personas que son asumidas como objeto, ya que lo que los
caracterizará será la relación que dicen que tiene con el héroe o victimario. Dejan de ser considerados
como personas, para ser en el mejor de los casos, asumidos como masa o como individuos que dan
cuenta del delito de un alguien o de un grupo. Son presentados como parte del engranaje de la guerra,
que facilita o dificulta, la ejecución de una idea, de la búsqueda del poder.
De esta manera, los sujetos-población dejan de ser asumidos como tal para transformarse en Objeto.
Así bajo esta lógica del sujeto que se vuelve objeto, alias Juancho, excombatiente paramilitar, habla
de las motivaciones para la matanza y destierro en Montes de María: “Qué decía uno, aquí (Montes
de María) hay colaboración (con la Guerrilla) entonces si le cortamos esto a la Guerrilla queda sin
logística” (Duran, 2015, los parentesis son nuestros). No se piensa en la población como personas,
como iguales. Lo primero que se hace cuando se quiere exterminar una población es asumirla como
un genérico no humano, así en el genocidio de Ruanda lo que se hizo fue designar a los Tutsis como
cucarachas, asumiendo de esta manera, una distancia emocional, con éstos como personas, como
vecinos. Así cuando se mataba a un vecino, adulto o niño, se estaba matando un no humano. De la
misma forma en la segunda guerra mundial se crea la idea de una raza inferior, la de los judíos que
eran marcados con una estrella amarrilla (Cyrulnik, 2010). De igual manera, si se designa a la
población como guerrilla, paramilitares, estas personas dejan de ser vistos como primos, hermanos,
vecino, etc. para pasar a ser enemigos o colaboradores.
Hoy en día la categoría víctima es ampliamente aceptada a nivel mundial. Esta tiene un valor jurídico
que no se puede desconocer en la medida en que es una figura que viabiliza la reclamación de
derechos. Sin embargo, cuando hablamos del valor que dicha denominación adquiere, hay que
preguntarse si aporta igualmente a los procesos psíquicos, individuales y sociales. ¿Por qué se ha
difuminado la palabra trauma sustituyéndola por la de victima?, ¿Acaso la palabra trauma implica
pensar en un sujeto cuya presencia activa se requiere en el proceso?
Parecería incluso que en muchos de los discursos públicos se establece un puente entre la palabra
víctima y la palabra resiliente. ¿Se invoca acaso la idea de resiliencia para dar cuenta de las personas
que a pesar de haber vivido traumas siguen teniendo vida, siguen respirando pese a que no consiguen
hablar de lo ocurrido? ¿Será resiliente aquel cuya identidad exhibida en ocasiones por políticos y
académicos se reduce a la de victima que es solicitada para contar una y otra vez su historia? Dista en
gran medida esta idea de la resiliencia de la que hablan los francófonos, ya que en ambas versiones
el trauma está presente en el traumatizado; en la primera, omite hablar del trauma, precisamente
porque éste está anclado su identidad: no logra “des-cristalizarlo”, porque no consigue nombrarlo; en
el segundo porque al volver el trauma, el centro de su identidad no consigue verse como una persona
que ha vivido un trauma sino como el trauma mismo que es narrado una y otra vez.
¿Será que para la población que no ha vivido el trauma es más sencillo pensar en estas personas como
víctimas-resilientes? Esto en la medida en que así no se ven abocados a pensar de qué manera han
Resiliencia Comunitaria Página 131
contribuido en esta guerra por acción o por omisión ¿Acaso la denominación victima permite al que
no ha sido herido, establecer una distancia de “objetividad” para no hablar de ese dolor particular que
no se logra representar? ¿Cómo hablar de resiliencia si los espacios que se propician para la palabra,
se conciben como catárticos y no como diálogos?
Resulta interesante lo señalado por Cyrulnik(2001) cuando dice: “Se teje entonces la resiliencia. No
es algo que hay que buscar solamente en el interior de la persona, ni en su entorno, sino entre los dos,
porque anuda sin cesar un proceso íntimo con el proceso social” (p. 191).
Hasta qué punto la palabra victima retira la voz al herido particular, sin permitirle preguntarse qué ha
ocurrido en su psique. ¿Acaso la herida bajo la imagen de la víctima se vuelve una identidad que
silencia o que hace hablar sólo de ella y no del sujeto? Cyrulnik(2001) dice:
La resiliencia es más que resistir, es también aprender a vivir (…) la obligación de
comprender y preguntar “por qué” lleva a aprender y a analizar mejor al agresor. Además
el hecho de decir “y ahora ¿qué voy a hacer de mi herida? Invita a descubrir la parte sana
de sí y salir a buscar cualquier mano tendida (p.p.191-192)
Ahora bien ¿No se pretende acaso con la palabra del Derecho la búsqueda de la objetividad, o cuando
menos el esclarecimiento del hecho? La palabra psíquica no busca dar únicamente cuenta del hecho,
ya que el trauma se genera en la significación que, aunque bebe de la situación que se ha presentado,
se vuelve subjetiva y adquiere identidad, gracias a la construcción narrativa que la persona/ grupo
hace del hecho (trauma).
El trauma se inicia cuando el sujeto (individual/social) no logra pensar, concebir (representar) lo que
ha ocurrido; cuando siente que su subjetividad (grupal/social) ha sido arrasada, que ha dejado de ser
sujeto y se ha convertido en objeto. En este orden de ideas, la designación de victima si dicha
nominación difumina a la persona, dificultaría la posibilidad de hacer un proceso resiliente.
Así señala Hélène Romano (Cyrulnik, B. Romano, H., 2015):
(…) la récupération sociale de l´expression clivante de victime, du latinvictime: «créature
vivante offerte aux dieux». Le traumatisé, pour prétendre bénéficier d’une reconnaissance
social de ce qu’il a vécue, est condamné à être une victime s’il vaut faire valorise ses droits.
Ce glissement sémantique du «traumatisé» à «victime » pourrait n’être pas qu’une évolution
langagière; mais c’est un changement de radical de paradigme qui nous apparait bien au-delà
comme l’expressionde la désubjectivation de notre societte (…)(Cyrulnik, B. Romano, H.,
2015, pág. 56)
66
Bajo la idea de víctimas, victimarios y héroes, la posibilidad de que un proceso de Paz salga adelante
es incipiente. Es una idea que parte de los absolutismos, que en primera instancia tranquilizan, pero
que a la postre, terminarán por ser terrenos que invitan a la radicalización de aquellos que no se
sienten tenidos en cuenta. No se quiere invitar a caer en la relatividad absoluta en la que no se
reconocen los hechos; consiste por el contrario en posibilitar espacios de diálogo en los que podamos
hablar de las situaciones ocurridas, comprendiéndolas con todas sus aristas. Se trata de que el
66
La recuperación escindida de víctima del latín víctime “criatura viva ofrecida a los dioses”. El traumatizado al intentar
beneficiarse de un reconocimiento social por eso que ha vivido, es condenado a ser una víctima si quiere hacer valer sus
derechos. Este desliz semántico de “traumatizado” a “victima” podría ser solamente una evolución lingüística; pero es un
cambio radical de paradigma que aparece más allá, como la expresión de la des-subjetivación de nuestra sociedad (…)
(la traducción es nuestra)
Resiliencia Comunitaria Página 132
campesino cobre importancia sin tener que recurrir a la imagen de víctima (en espera de lo que se
decida otorgar) para ser reconocido. Se busca precisamente dejar de pensar sobre qué se va a hacer
con los otros (guerrillas, paramilitares, ejercito, heridos) para propiciar conversaciones con los otros.
Consiste entonces en pensar que el otro puedo ser yo y para poder saber esto, debo poder hablar con
él. Evitar el dogma a toda costa ya que como señala Cyrulnik:
Le dogme est jouissif parce qu`il tranquillise. Certaines personnes on vitalement besoin de
croire à des certitudes –celles du clan, de la communauté, du chef. Au-dedans de ces cercles,
leur confiance est aussi totale que leur défiance à l’égard de ce qui se situe au-dehors (…)
On sait d’ où vient la bonne parole, ça apaise et rend confiant. Bien sûr, le prix à payer est
exorbitant : c’est celui de l’ignorance. Moins on a de connaissance, plus on a de certitudes,
plus on est confiant. A l`inverser, dans une démocratie, mille vérités et façons de vivre se
contradisent. La líberté diversifie les normes et la partage du savoir complexífie les visions.
C’est plus stimulant. Mais les prix à payer est l`intranquillité et le doute. Et donc la défiance.
(Cyrulnik, 2015)
67
La palabra resiliencia convoca la idea de relación, interacción, dinámica. Se requiere oscilar entre la
confianza, que tranquiliza en la medida en que evoca sensación de pertenencia, y la desconfianza,
que le permite a la persona no plegarse, asumir un juicio en el que se pueda existir independientemente
del Otro.
Los traumas que se producen en un contexto de guerra deben poder ser narrados, hablados, para poder
llegar a representar lo que parece innombrable, para poder sentir que aquel que no los ha sufrido, no
siente lástima o temor del que ha sido herido.
La resiliencia es un tejido que se hilvana con el Otro. Requiere de contextos de encuentros en los que
el arte cobra vital importancia porque el dolor del que se quiere hablar, no es el del hecho, suceso,
sino lo que ese hecho ha generado. Así, el que se presentaba como héroe o como victimario, pierde
el poder de dominación sobre la psique del herido, porque deja de ser mitificado gracias a lo hablado
y representado.
Por esto, hoy en día hablamos de procesos resilientes no de personas resilientes. Procesos en el que
el cine, la música, la poesía, entre otras, se vuelven herramientas fundamentales porque se pueden
compartir sin necesidad de tener una representación univoca para todo.
La resiliencia no sería entonces entendida como una construcción identitaria univoca y lineal, sino
relacional, flexible y dinámica. Hubiera sido interesante hablar con Néstor Suárez y con todos
aquellos que han contribuido en la construcción de la resiliencia comunitaria en Latinoamérica, para
identificar lo dinámico en lo que han definido como pilares de la misma: autoestima colectiva,
identidad cultural, honestidad estatal y solidaridad; partiendo de la pregunta de, hasta qué punto se
asume como centro la importancia de compartir con el otro.
67
El dogma es regocijante porque tranquilizar. Algunas personas tienen la necesidad vital de creer en certitudes –
aquellas del clan, la comunidad, del jefe. Dentro de los círculos, su confianza es tan totalitaria, como su desconfianza en
relación con lo que se sitúa por fuera. Uno sabe de dónde viene la palabra buena, esa que tranquiliza y da confianza.
Lógicamente el precio a pagar es exorbitante: el precio de la ignorancia. Entre menos conocimiento tenemos, más
certitudes tenemos, más confiamos. Por el contrario, en una democracia mil verdades y maneras de vivir se contradicen.
La libertad diversifica las normas y compartir el saber complejiza las visiones. Es más estimulante. Peor el precio a
pagar es la intranquilidad y la duda. Es decir, la desconfianza. (La traducción es nuestra)
Resiliencia Comunitaria Página 133
Evoquemos la imagen del niño cuando dice: “juguemos a que yo era cantante”, asumiéndose como
tal en un momento, con el ánimo de compartir con el otro; juega en presente y se asume en relación
con los otros aunque sabe que unas cuantas horas después podría jugar a ser bailarín y se asumirá
como tal, en relación con los otros, logrando consolidar incluso, una identidad grupal.
Habría entonces la idea de un ser, aunque se sabe que éste, solo logra existir si se reconoce en un
estar con los otros, pese y gracias a sus diferencias.
La claridad será entonces que: sólo existimos si nuestra historia cobra vida, para y con un alguien.
Bibliografía.
Cyrulnik, B. (2001). La Maravilla del Dolor. Barcelona: Granica.
Cyrulnik, B. (2010). Mourir de dire la honte. París: Odile Jacob.
Cyrulnik, B. (08 de octubre de 2015). http://www.terreducation.com/actualite/nouvelle/la-confiance-
est-notre-tranquillisant-naturel-par-boris-cyrulnik. Recuperado el 05 de Septiembre de 2016, de
http://www.terreducation.com/actualite/nouvelle/la-confiance-est-notre-tranquillisant-naturel-par-
boris-cyrulnik
Cyrulnik, B. Romano, H. (2015). Je suis victime: l`incroyable explotation du trauma.París: Philippe
Duval.
González, D. B. (Productor), & Duran, J. (Dirección). (2015). Pacifistas: las tejedoras de mamapuján
[Película]. Vice Media, INC.
Wallace, A. (24 de Julio de 2013). Colombia le pone números a su conflicto armado. Recuperado el
22 de Agosto de 1916, de BBC:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/07/130724_colombia_conflicto_armado_cifras_aw.shtml
Resiliencia Comunitaria Página 134
TERCERA PARTE.
SABERES, HACERES Y PODERES, CAMINOS POSIBLES HACIA UNA
REAL RESILIENCIA COMUNITARIA.
CAPÍTULO 11.
¿QUÉ NOS APORTA HOY LA RESILIENCIA COMUNITARIA EN NUESTRO TRABAJO
COTIDIANO?
Eloisa Klasse
68
El “kintsugi” (reparación de oro en japonés), es el arte que consiste en reparar la
porcelana rota con oro, logrando así una pieza nueva que muestra la historia de ese
objeto, convirtiéndolo en una obra de arte única. Esta técnica se remonta a finales del
siglo XV y forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones son
parte de la historia y por lo tanto deben mostrarse en lugar de ocultarse y además
hacerlo de forma tal que embellezca al objeto, poniendo de manifiesto su
transformación.
El conocimiento sobre la resiliencia nos permitió conceptualizar y profundizar sobre las capacidades
y potencialidades tanto a nivel individual como comunitario. Ya no podemos hablar de resiliencia sin
incorporar a este concepto el de resiliencia comunitaria que indiscutiblemente es una de sus
cualidades más significativas.
El encuentro con los autores fundantes del concepto de resiliencia: Cyrulnik, (Cyrulnik, 2003),
Melillo y Suarez Ojeda (Melillo, Suárez Ojeda, 2001), Vanistendael, (Vanistendael, 2003) fue
68
Magister en Salud Mental. Licenciada en Psicología. Docente. Investigadora. Autora de • Menoni, T. y Klasse,
E. (2008). Construyendo alternativas al dolor. Montevideo: Psicolibros-Waslala. Publicaciones en libros y revistas
científicas.
Resiliencia Comunitaria Página 135
decisivo en los difíciles años que siguieron a la crisis del 2002. A partir de allí se generó una honda
fractura en nuestra sociedad, donde la repercusión de la crisis fue muchas veces sostenida mediante
estrategias comunitarias en barrios, escuelas e instituciones de salud y sociales. Las consecuencias de
la crisis económica en las poblaciones más vulnerables, nos enfrentaron como profesionales de la
salud, con sufrimientos para los que estábamos poco preparados.
El trabajo en la zona del Cerro de Montevideo, tanto desde el Programa Apex
69
(Programa APEX-
Cerro,1993)como desde el Programa de Fortalecimiento del Vínculo Escuela-Familia-Comunidad
70
nos desafiaba día a día con situaciones de profundo dolor.
Los niños y sus familias quedaron desguarnecidos, el desempleo y la marginación aparecían dentro
del panorama cotidiano, como grandes flagelos a enfrentar tanto desde las policlínicas como desde
las escuelas.
Si bien hacía ya 10 años que conocíamos profundamente el territorio y las comunidades que lo
habitaban, los conflictos eran nuevos y las herramientas con las que contábamos no eran suficientes
para proveer apoyo. Tampoco eran suficientes los conocimientos que poseíamos al respecto y eso
hizo que los conceptos sobre la resiliencia fueran esperanzadores.
En aquellos años nuestra principal preocupación era la pobreza y sus consecuencias. No es casual que
nos apoyáramos en las investigaciones realizadas en Uruguay por el Dr. Juan Pablo Terra
(Terra,1989) para comprender este fenómeno como multicausal y luego continuáramos con los
avances de Filgueira (CEPAL, 1996) para entender las transformaciones ocurridas en las
conformaciones familiares. Es por eso que descubrir los conceptos de Suárez Ojeda y Aldo Melillo
(Melillo, Suárez Ojeda, 2001) nos permitió establecer un hilo conductor de pensamiento que nos abrió
nuevas perspectivas respecto a la realidad imperante en el país.
El impacto de la pobreza y la transformación que la misma significa en la vida de las personas, fue
uno de los ejes de quienes trabajábamos en aquellos años, junto a la población más vulnerable,
buscando evadir el determinismo causal de exclusión social que parecían un futuro inexorable.
Era fin de año en una Escuela Pública de Montevideo, la fiesta ya había terminado.
Canciones patrióticas, banderas y abanderados habían pasado, así como la
representación de danzas y cantos de los grupos de niños. El bullicio en todos los
rincones, los familiares, las maestras, los cuadernos, las despedidas…
El equipo psicosocial de la escuela al que pertenecía, 2 psicólogas y 2 asistentes
sociales, disfrutábamos del cierre de los cursos y nos íbamos despidiendo de las
maestras y de los niños, con muchos de los cuales habíamos trabajado intensamente
ese año tan difícil.
Se acerca a nosotras una niña con quien habíamos compartido y apoyado en momentos
realmente complejos: Su madre presa por narcotráfico, su padre un rudo peón rural que
realizaba tareas de carga y descarga en el mercado agrícola. Un hermanito pequeño a
quien cuidaba. Su vida estaba marcada por la pobreza extrema, la violencia y el
desamparo. Fue ella misma quien un día llorando pidió ayuda.
“Tengo un regalo para Uds.” dice y nos lleva a un salón vacío donde junto con otras
niñas tenían preparado realizar una representación de la Cenicienta para nosotras. Ella
misma era Cenicienta y debía cumplir infinitas tareas: lavar, limpiar, barrer
69
Programa Apex. Programa de la Universidad de la República. Montevideo. Uruguay. Trabaja con equipos docentes y
de estudiantes, en estrecha relación con los servicios asistenciales, las organizaciones comunitaries, instituciones
educativas y otras del Estado en la zona del Cerro.
70
Programa de ANEP. Administración Nacional de Educación Pública. Montevideo. Uruguay
Resiliencia Comunitaria Página 136
obedeciendo las órdenes de la malvada madrastra y las hermanastras. Llega el aviso del
baile donde puede conocer al príncipe y Cenicienta llora sabiendo que no podrá ir. En
ese momento aparece el hada madrina, quien con su varita mágica toca en la cabeza a
la niña arrodillada:“Pide un deseo” dice en forma imperativa y la niña responde: “Que
todo sea normal”.
En el año 2004 comenzamos junto con Teresa Menoni (Menoni, Klasse, 2008) a investigar sobre la
resiliencia comunitaria en la zona del Cerro de Montevideo.
Nos unían muchos años de trabajo en común que comenzó en 1987, en el Centro de Atención Primaria
de Salud de las Villas de las Piedras, CAPS
71
, integrando un equipo interdisciplinario pionero en el
desarrollo de la Atención Primaria de Salud, luego en el Programa Apex y más exactamente en la
Policlínica de Casabó, donde ejercimos tanto la docencia, la asistencia, la extensión y la investigación.
Compañeras de tantas tareas y preocupaciones ambas percibíamos emoción y deslumbramiento frente
a la capacidad de enfrentar la adversidad y sobrellevar las duras circunstancias de la vida que tenía
muchas veces la población de la zona.
El desafío fue entonces construir un equipo, enfermera y psicóloga, para llevar adelante un proyecto
de investigación, que eligió para su estudio, como adversidad principal el impacto de la pobreza en
la población del barrio Casabó, del Cerro de Montevideo. En esta investigación llamada
“Construyendo alternativas al dolor” planteábamos:
"En nuestra experiencia profesional, tanto en el campo de la salud como en el de la
educación, observamos cómo las personas, familias y comunidades que viven en
condiciones de pobreza, experimentan situaciones de carencia extrema y experiencias
de frustración, no sólo en el plano material sino también en las posibilidades de
desarrollo individual y en los vínculos interpersonales, logran muchas veces
sobrellevarlas estableciendo vínculos interpersonales valiosos y nuevos proyectos de
vida.
La lucha por superar los obstáculos que enfrentan día a día exige poner en juego todas
las capacidades y potencialidades. En estas oportunidades es que tanto los individuos,
las familias y la comunidad encuentran nuevas formas y estrategias que ponen en duda
muchos de los pronósticos desfavorables.
Es indudable que la adversidad genera heridas, muchas veces difíciles de cerrar, y que
va dejando huellas que se transitan una y otra vez. El impacto en el psiquismo
individual como colectivo de situaciones hondamente traumáticas deja una marca
indeleble que acompaña por siempre. (Melillo, 2001) (Zukerfeld, 2003). Pero también
la resiliencia, la búsqueda de superar la adversidad, abre el camino a nuevas
fortalezas. (Cyrulnik, 2003) (Melillo, Suárez Ojeda, 2001). Se entiende a la resiliencia
como un proceso, un devenir que se construye, se pierde y se reconstruye a lo largo de
una trayectoria, en un espacio compartido y a través del tiempo.
Las potencialidades que permiten el desarrollo de estrategias para desafiar las duras
condiciones de vida que se atraviesan, deben de ser conocidas y estudiadas por
quienes trabajamos en el ámbito de la salud y tenidas en cuenta para la toma de
decisiones en el desarrollo de políticas sociales." (Menoni, Klasse, 2008)
71
Centro de Atención Primaria de Salud de las Villas de las Piedras, CAPS.Centro de Salud con equipo
interdisciplinario que desarrolló una experiencia piloto en APS, en el Uruguay, a partir de 1987.
Resiliencia Comunitaria Página 137
El objetivo de la investigación fue “Conocer el proceso de desarrollo de la resiliencia, en personas
residentes en un barrio de Montevideo, sometido a situaciones de adversidad”.
Y fue a través de la palabra de los vecinos, a partir de las entrevistas realizadas, donde encontramos
respuestas a nuestros interrogantes sobre cuáles eran los recursos que les permitía sobrellevar, o
enfrentar la adversidad. Estos fueron:
1. Reconocimiento de la posibilidad de afrontar la adversidad
2. Lectura, estudios.
3. Humor
4. Vínculos familiares.
5. Expresiones culturales y religiosas
6. Trabajo
7. Sentido de pertenencia
8. Participación Comunitaria (Menoni, Klasse,2008)
Un entrevistado, recolector de basura nos dice:
“Yo fui un tipo que siempre... leí, yo tenía un libro y lo agarraba, y, y
,.... a veces no me podía concentrar. Cuando me podía concentrar, yo
superaba cualquier cosa, yo me levantaba o sea leía y al otro día
“cazaba” el carro e’mano y me iba tranquilamente.
Pero tenía que poderme concentrar sino, había días que ni dormía. Tenía
muchos libros de la lírica, por ejemplo de Rubén Darío... Gustavo
Adolfo Becquer, tenía entonces, o de repente agarraba algo que me
gustara de Historia Universal por ejemplo ¿no? que me encantaba,
entonces si yo me podía concentrar, ahí,.... después me cansaba leyendo
y después me dormía ...así, tomara un vaso de agua ¿viste? Pero eso me
hacía bien.
.... ¿Cómo e’? dice ... Palacios... “nunca te sientas vencido ni aún
vencido, nunca te sientas esclavo ni aun siendo esclavo y sé como el
clavo que ya viejo y ruin arremete feroz ya mal herido y vuelve a ser
clavo”. Yo escribí...siendo vendedor ambulante durante 9 meses me
escribí el diario...andar en la calle siendo vendedor ambulante...venís de
madrugada y hay días que no te da la nafta..pero si uno tuviera paciencia
y tiempo un diario te ayuda..a...a corregirte, a no cometer el mismo...el
mismo error...porque hay cosas que uno las hace por error...siendo
joven...eehh, entonce, un diario ayuda...ese diarito, se me quemó cuando
se me quemó el galpón. Entonces teniendo todas esas cosas escritas y
algunas que tenía en la cabeza, fui superando la cosa. El ser humano es
de ....superar así... no te tenés que quedar, eso sí, no es fácil, pero..hoy
por hoy trato de luchar por el sindicato, por los muchachos, de unir al
clasificador más que nada, y después sí, ganándome el sustento para mí
y para la yegua...teniendo la yegua ensillada y que no se lastime...ya le
digo...”
(Menoni, Klasse,2008)
Una vecina relata:
Resiliencia Comunitaria Página 138
“Me comí años sentada mirando ver pasar las Llamadas, años sentada
con el pop, la cerveza, el pan, silla, palco. Desde el palco, el mejor lugar
para ver las Llamadas, cada comparsa que pasaba yo salía a la calle y
me iba atrás de la comparsa. Y volvía y me sentaba. Y después auto o
taxi a dormir a casa. Un año me vino como un, un ¿Viste cuando decís,
se me va el avión? Se me va, llamé por teléfono a mis amigas, no tenía
teléfono, fui ahí enfrente, estaba todo listo para ir a las Llamadas, y digo:
yo me voy, pero me voy a desfilar porque yo siempre desfilé y en ciertas
etapas no pude desfilar: cuando estaba con XX no pude desfilar porque
estaba con XX, cuando estaba con mi marido, no podía desfilar, porque
mi marido me golpeaba, cuando vivía con mi papá, mi papá siempre era
un hombre. Dije ahora me voy el que quiera seguirme que me siga…A
mi pareja, mi compañero, si bien le gustaban las Llamadas, él es una
persona muy dedicada al tema sindical y político, cree que los cambios
pasan todos ¡pero no todos pasan por ahí! No pasa todo por ahí, si bien
la sociedad la vamos a cambiar desde las instituciones y planificando y
todo eso, pero hay cosas en la vida que un ser humano tiene que vivir.
Porque el alma te pide eso también, si no al final te convertís en un
esclavo. Necesitas un minuto, un minuto para tu alma o para tu cuerpo
o para tu mente. “
“Una vez -yo tomo medicamentos antidepresivos y ansiolíticos, vos
sabés- yo andaba a full como dicen los gurises. En diciembre estaba otra
vez más con las ansiedades, con los temblores y la noche de las
Llamadas con temblores y temblores, me vistieron, me llevaron, me
sacaron vestida de acá, me metieron en un auto y me llevaron, pero yo a
la hora de partir estaba así (tiembla), estaba toda la cuerda armándose y
yo estaba en un solo temblor, mi madre, al lado mío. Una vez que
sonaron los tambores, a mí se me fue todo el temblor. ¿Saben lo que es
el temblor que me viene, me viene, y que no me tiene que venir nada y
me viene? Y empezaron a sonar los tambores y yo empecé a mejorar.
Ahora ¿Cuál es la explicación, tienen una explicación eso, hay algo que
explique eso?, Yo no la sé o la sé y no lo voy a decir. La mente y el
espíritu es algo… será eso… ¿Quién baila conmigo? ¿Quién?Yo creo
que son los ancestros.(Menoni, Klasse,2008)
Dentro de las conclusiones de esta investigación sobre las características de la resiliencia surge que:
La resiliencia lejos de ser un atributo personal es un proceso que se construye, que se
puede por momentos perder y luego recuperar.
La resiliencia es un proceso que se construye con otros y permite la creación de una
nueva realidad frente al dolor. Es en el encuentro, en las relaciones afectivas
significativas que se tejen las posibilidades del desarrollo de las potencialidades
resilientes. Es también en el seno de la vida comunitaria, en la participación activa, así
como en el disfrute de las expresiones culturales propias de la comunidad en donde se
habita. (Menoni, Klasse, 2008)
Resiliencia Comunitaria Página 139
Nuevos obstáculos, nuevos desafíos.
La brecha que constituyó la crisis económica del 2002 generó un impacto en los vínculos y en la
convivencia en Uruguay que continúan hasta hoy. Se transformaron los acuerdos y contratos tácitos
de la sociedad y quienes trabajamos en la salud y más especialmente en la salud mental, fuimos
demandados hacia la necesidad de abordar los conflictos de la convivencia, tanto en las instituciones
como en las comunidades.
A partir de los cambios producidos en la sociedad, surgen movimientos políticos y sociales que luchan
por la defensa de los derechos de los más vulnerables: niños, mujeres, personas con discapacidad,
minorías raciales, religiosas y de diferentes orientaciones sexuales, que ponen de manifiesto
expresiones de violencia que estaban ocultas durante la dictadura y no fueron visibles en los primeros
años luego que la misma terminó. Quedó expuesta la vulneración de los derechos básicos más
elementales e incluso la vulneración de la vida misma, generando asombro e indignación entre todos
nosotros.
“La violencia real surge cuando la ficción simbólica, la estructura simbólica que garantiza la vida de
la comunidad se desmorona” (Lacan, 2006). Toman preeminencia los “pasajes al acto”: las
adicciones, los cortes en la piel, los IAE, la violencia que habla de una rotunda separación del orden
simbólico y de la dificultad del desarrollo de la empatía en el encuentro con “el otro”.
Las demandas en el trabajo clínico y comunitario cambiaron y con ellas la necesidad de profundizar
en las herramientas teóricas y e integrar la experiencia para afrontarlas. Esto nos llevó nuevamente a
profundizar los conocimientos en resiliencia y crear nuevas estrategias y dispositivos que permitieran
abordar los mismos. La búsqueda en el desarrollo de las capacidades, más allá de las dificultades
presentes y la confianza en que esto era posible facilitaba la tarea.
Desde las instituciones educativas y de salud surge el pedido de abordaje de la convivencia, expresión
que muchas veces ocultaba la preocupación por la violencia, en los ámbitos de la salud y la educación,
fue la que nos permitió una vez más desarrollarlos conceptos fundantes de la capacidad de superar la
adversidad.
La resiliencia se constituye tanto en un abordaje conceptual, como en una herramienta metodológica,
ya que resulta indispensable el establecimiento de redes interdisciplinarias para abordar los problemas
planteados. Es necesario el trabajo conjunto no sólo en el ámbito de la salud y la salud mental en
forma específica, sino también el abordaje interdisciplinario con quienes trabajan enderecho,
asistentes sociales, especialistas en género, violencia, bullying y mobying, que haya un interés por el
conocimiento de la diversidad sexual en todas sus manifestaciones, así como por la diversidad racial
y cultural de los colectivos implicados. La interrelación fecunda entre los diversos equipos
interdisciplinarios y la comunidad a través de diversas organizaciones barriales, de autoayuda, de
defensa de sus derechos, de expresión de sus necesidades aprendiendo unos de otros, compartiendo
dudas y saberes es hoy fuente de nuevas respuestas.
La integración de los conceptos básicos de APS, donde la interdisciplina y la intersectorialidad es una
respuesta necesaria e indispensable, se une con la potencia de los conceptos sobre resiliencia que nos
orienta a mirar siempre desde las fortalezas tanto del individuo como de los recursos comunitarios al
analizar la realidad.
La transformación tecnológica.
Resiliencia Comunitaria Página 140
La transformación tecnológica en la última década genera un impacto significativo no sólo en las
comunicaciones sino también en los vínculos interpersonales.
Se trata de una verdadera revolución que nos permite acceder al conocimiento en dimensiones hasta
el momento desconocidas en la historia de la humanidad.
Tal revolución, nos permite establecer vínculos significativos, que se manifiestan como presentes,
cotidianos, más allá de los límites geográficos y presenciales. Las redes sociales/virtuales se
convierten en fuertes lazos donde compartir conocimientos, afectos, experiencias y también permiten
trabajar en equipo en forma paralela. Nuestro planeta es más pequeño y podemos conocerlo a través
de la pantalla.
Pero frente a este mundo globalizado aparecen nuevas incertidumbres, con vivencias de profundo
aislamiento, en un momento donde la comunicación es continua, observamos una pobreza en la
comunicación interpersonal de las emociones. Concomitantemente con el aumento de la información
observamos una disminución de la capacidad de comprensión significativa de la realidad.
Esta novel realidad trae aparejados nuevos sentimientos de soledad e indefensión, de pérdida de
pertenencia, en una sociedad que hipervalora el consumo de objetos como fin en sí mismo, hace
necesario reencontrar el sentido, que nos ayude a salir del desierto de la desvinculación. Aflora en
ese marco, la necesidad de formar parte de colectivos, de ser escuchados, de que la palabra cumpla
su función de construcción de un universo simbólico y emocional.
Cobran nuevo significado los pilares de la resiliencia comunitaria de los que nos hablaba Suárez
Ojeda (Melillo, Suárez Ojeda,2001): la autoestima colectiva, la identidad cultural, el humor social y
la honestidad estatal como estrategias de intervención comunitaria.
Tanto desde las instituciones educativas, de salud como desde la clínica o el trabajo comunitario la
mirada desde la resiliencia y el desarrollo de aquellas acciones que permitan promoverlas, se
constituyen hoy en un aporte valioso y perdurable para quienes buscamos en nuestro quehacer
cotidiano, realizar la transformación del dolor en el aprendizaje creativo de nuevos desafíos, un
verdadero “kintsugi” de nuevas posibilidades.
Bibliografía
De Sousa Santos, Boaventura. Descolonizar el saber, reinventar el poder. Montevideo. Ed. Trilce.
2010
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Resiliencia Comunitaria Página 141
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Programa Apex Programa APEX- Cerro. Revista Entre todos Números 1-2-3-4-5. Montevideo; 1993-
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CAPÍTULO 12.
RESILIENCIA COMUNITARIA Y RESILIENCIA SOCIOCULTURAL APLICADAS:
MIRADAS IMPRESCINDIBLES EN LA EDUCACIÓN.
María Gabriela Simpson
72
“… que esa memoria nos lleve a tomar partido por las víctimas de hoy, en nombre del recuerdo del
sufrimiento de ayer, más que alimentar un sentimiento de venganza…”
(Lecomte, 2003, pág. 205)
Definiciones precisas.
Una nueva publicación sobre resiliencia es siempre una oportunidad y un desafío. Una oportunidad
para pensar y repensar este constructo que muestra una madurez interesante, que ocupa un lugar en
ámbitos académicos, sobre el que ya se dieron una y varias vueltas completas en su conceptualización.
Una nueva oportunidad para actualizar, conocer y apreciar nuevos aportes y fortalecer vínculos entre
organizaciones, instituciones y profesionales ocupados en este marco teórico.
“… lo más interesante de este concepto de resiliencia parece la transdisciplinariedad que requiere.
Así pues, debería ayudarnos a superar las estrechas fronteras en que, a menudo se encierra el
especialista.” (Fuchs, 2003, pág. 285)
El desafío es no caer en lugares comunes, en definiciones vacías y replantearlo con osadía en una
unión adecuada entre la teoría y la empiria, entre la academia y el campo. Decir “osadía” es referirse
a una actitud crítica y de compromiso frente a la realidad, que no es cada vez es más compleja como
se expresaba antes, sino que es una recreación de situaciones existenciales que se presentan, que van
y vuelven en una espiral irregular pero reiterativa, apareciendo en diferentes espacios con
72
Licenciada en Gestión de Instituciones Educativas. Especialista e investigadora en el tema Resiliencia. Directora de
Grupo de Investigación en Resiliencia Aplicada, GIRA. Grafoanalista, capacitadora y docente nivel primario,
secundario, universitario de grado y de postgrado, aplicando la resiliencia sociocultural. Coordinadora de proyectos de
resiliencia aplicada. Autora de varias publicaciones sobre el tema.
Resiliencia Comunitaria Página 142
características parecidas. La realidad y sus adversidades tienen un solo protagonista: al hombre y lo
retan filogenéticamente. Lo que da una oportunidad de abordar las problemáticas sabiendo mucho de
ellas. Pero el reto es enfrentarla, no sólo con especulaciones teóricas ni tampoco con haceres
comprometidos aislados. Sino con ambos, comprometidos con valores, objetivos y metas colectivos.
La resiliencia implica una actitud pensante pero verdaderamente activa.
“Si andamos por la vida buscando o estudiando problemas o deficiencias, los vamos a hallar y en
demasía. Contrariamente, si vamos buscando fortalezas o potencialidades. Aquello que funciona,
también lo vamos a encontrar” (Grané Ortega – Forés Miravalles, 2012, pág. 9).
Es conveniente dejar claros los conceptos básicos sobre los que va a tratar este texto, aunque como
ya se expresó, es sabido de qué se habla y no se desea caer en repeticiones innecesarias.
Se entiende a la resiliencia como un proceso dinámico que se da entre las personas y su medio que
logra desarrollar la capacidad para enfrentar la realidad con todas las facetas que implica, sobre todo
para afrontar las dificultades, sin que éstas puedan llevar al individuo a la vulnerabilidad total, sino
que al contrario desarrolla características que hacen que la persona esté realmente fortalecida.
No se trata de una inmunidad total ni de una “impermeabilización”. La persona resiliente es sensible
a los problemas, la afectan, pero no la inhabilitan, no la paralizan, ni la destrozan. Sino que vive un
proceso basado fundamentalmente en interrelaciones con otros que fomenta el desarrollo de
características y condiciones particulares que le permiten “mediar y trabajar” con la realidad para
adaptarse positiva y activamente a ella.
Los factores que propician esta capacidad humana fueron sistematizados dentro del constructo teórico
de la resiliencia en dos grandes grupos: los pilares (características propias del individuo:
introspección, iniciativa, independencia, capacidad para relacionarse, creatividad, humor, moralidad,
pensamiento crítico y autoestima) y las fuentes (condiciones derivadas de la interacción con el
entorno, sistematizadas en frases encabezadas por: yo soy, yo estoy, yo puedo y yo tengo).
“Si queremos trabajar por una sociedad mejor promovamos capacidades resilientes desde el jugar:
a cantar, a hacer rondas, a reír, a bailar, estimulando Yo tengo… Yo soy… Yo estoy… yo puedo…”
(Gamboa de Vitelleschi, 2006, pág. 4)
El constructo de la resiliencia tuvo un hito en la historia de su conceptualización: el aporte del Dr.
Néstor Suárez Ojeda y eje de esta publicación: la resiliencia comunitaria, a la que definió como “la
condición colectiva para sobreponerse a desastres y situaciones masivas de adversidad y construir
sobre ellas.” (Suárez Ojeda, 2007, pág. 84). También este reconocido autor definió los pilares
(solidaridad, honestidad, identidad cultural, humor social, autoestima colectiva) y los antipilares
(corrupción, autoritarismo, impunidad y malinchismo) ya desarrollados y explicados en capítulos
anteriores.
“Los nuevos tiempos han traído consigo nuevos desafíos, hoy ya nadie cuestiona la existencia del
comportamiento resiliente o la oportunidad que plantean situaciones difíciles, hoy los esfuerzos se
centran en su sistematización…” (Kotliarenco, 2008, pág. 6)
La resiliencia sociocultural es otra mirada que se centra en el hombre como “ser social” y que se
define como “la capacidad de personas, grupos, instituciones y comunidades para enfrentar y
Resiliencia Comunitaria Página 143
superar adversidades, a través de un proceso de interacción dinámica y adaptarse positivamente a
la realidad, en espacios generadores de resiliencia, basados en factores constituyentes y mecanismos
socioculturales.” (Simpson, 2010, pág. 8). Este abordaje no se presenta como un tipo nuevo de
resiliencia, sino que estudia cómo se logra en determinados escenarios.
Implica la distinción conceptual de niveles (grupal, institucional, comunitario), usinas (espacios que
facilitan el desarrollo de la resiliencia) y principios movilizantes (factores constituyentes y
mecanismos socioculturales que como fundamentos básicos y como estímulos movilizadores
garantizan el desarrollo de la resiliencia).
Se definen como principios movilizantes a:
Valores: virtudes a las que se refieren las conductas humanas, que las sustentan y orientan. Principios
que motorizan la vida de los hombres ordenados en una escala, que también puede construirse social
y culturalmente, dándole forma a la visión del mundo que los grupos sociales tienen. La identificación
con estos valores y la construcción propia y personal de una escala considerada válida e integrada al
medio social circundante, son fundamentales para poder vivir plena e íntegramente adaptado a un
grupo de pertenencia, una institución, una comunidad, un país. Entre los valores que deben estar
presentes son: el humor social, salud comunitaria y solidaridad. Dentro de una mirada sociocultural
son los que indican el “cómo hacer”: dan forma a las tácticas para enfrentar a la adversidad.
Pertenencia: desde la identificación con la cultura y con la historia propia o adoptada, se genera la
identidad cultural y una fuerza que reúne a los integrantes de un grupo, institución, comunidad o
sociedad, que constituye la energía cultural. La unión entre cultura-historia-identidad cultural-energía
cultural origina la pertenencia: sentimiento individual y colectivo hacia una familia, grupo,
institución, comunidad o sociedad e identificación con su cultura, sus valores, su ideología, su visión
del mundo, su misión, sus símbolos. Tiene una relación bidireccional con la adaptación activa: no se
dan una sin la otra porque como una fuente de motivación, impulsa a enfrentar los problemas y buscar
soluciones dentro de su cultura.
Capacidad de comunicación y expresión: actividad psíquica compleja que implica pensamiento,
capacidades psicosociales de relación y el lenguaje, permite elaborar la adversidad, el dolor, salvar
de situaciones conflictivas y la conexión con el medio, evitando el aislamiento. La existencia de
medios para la comunicación y las posibilidades de expresión de los individuos que integran un grupo
o institución, favorecen la construcción de la identidad colectiva, de la historia y de la pertenencia.
Así ese espacio se convierte en una usina de resiliencia.
Educación: “como ser social el hombre debe aprender y aprehender los contenidos culturales que le
permitan adaptarse activamente al medio en el que vive a través de la socialización y del proceso
educativo” (Simpson, 2010, pág. 18) y encontrar nuevas herramientas para superar las dificultades.
En la resiliencia sociocultural las fuentes de la resiliencia, desarrolladas por Grotberg con el
pronombre “Yo” mutan en un “Nosotros” lo que muestra la dimensión colectiva de esta capacidad:
Nosotros somos, Nosotros estamos, Nosotros podemos, Nosotros tenemos.
Y se agrega un quinto grupo YO HAGO - NOSOTROS HACEMOS. Ya que en hechos reales y
concretos que denotan acción, tiene lugar la adaptación positiva y activa sobre la realidad, el momento
culminante y más importante de la resiliencia. Sin actos, sin realizaciones, no hay resiliencia. El hacer
libre, feliz y apasionado es la mejor garantía de que podremos adaptarnos plenamente a la realidad
sin sufrir y modificarla, aunque sea en una ínfima parte.
Resiliencia Comunitaria Página 144
Relación entre las miradas.
Ya definidas conceptualmente, resiliencia en general, resiliencia comunitaria y resiliencia
sociocultural, se plantea ahora la relación expresada en el título de este artículo.
Es indudable que entre las tres miradas puede encontrarse una relación transversal, en algunos casos
con una coincidencia conceptual total: como por ejemplo la consideración del humor (en sus
diferentes matices) como factor de resiliencia. En otros casos la relación es indirecta, pero está
presente: los valores con la solidaridad, la honestidad, la identidad cultural como pilares de la
resiliencia comunitaria y con la introspección, la moralidad, el pensamiento crítico como pilares de
la resiliencia en general.
Ahora avanzando más, puede considerarse que la falta o la disfunción de estos principios movilizantes
implicarán el desarrollo de los antipilares. Así la falta de valores o la existencia de antivalores tienen
un vínculo directo con el desarrollo de la corrupción, el autoritarismo, la impunidad y el malinchismo,
como antipilares de la resiliencia comunitaria.
Pilares:
Introspección
Iniciativa
Independencia
Capacidad para
relacionarse Creatividad
Humor
Moralidad
Pensamiento crítico
Autoestima
Fuentes:
Yo soy
Yo estoy
Yo puedo
Yo tengo
RESILIENCIA
Principios Movilizantes
Valores
Pertenencia
Capacidad de
comunicación y expresión
Educación
Fuentes:
Nosotros somos
Nosotros estamos
Nosotros podemos
Nosotros tenemos
YO HAGO
NOSOTROS HACEMOS
RESILIENCIA
SOCIOCULTURAL
Pilares :
Solidaridad
Honestidad
Identidad cultural
Humor social
Autoestima colectiva
Antipilares:
Corrupción
Autoritarismo
Impunidad
Malinchismo
RESILIENCIA
COMUNITARIA
Resiliencia Comunitaria Página 145
Está más que probado cómo y por qué las instituciones sociales promueven resiliencia, años de
desarrollo de investigaciones y trabajos profesionales así lo prueban. Pero, al analizar las anteriores
interrelaciones, se puede concluir que los espacios u usinas de resiliencia también pueden
transformarse en promotores de los “antipilares”. Como determinadas personas pueden ejercer el rol
de tutores de resiliencia, de la misma forma pueden constituirse en “antitutores” y favorecer factores
de “antiresiliencia”. Tema eje de otras investigaciones que lo desarrollan y lo presentarán con
profundidad.
Aplicación en la educación: ida y vuelta de conceptos con investigación acción.
La resiliencia y la resiliencia sociocultural pueden constituirse en esos constructos teóricos que
iluminen la práctica profesional: ni como una postura dogmática ni como una receta meramente
pragmática. Cuando las escuelas como instituciones sociales, a través de los procesos educativos
logran mejorar la situación de los sujetos, promoviendo en ellos factores de resiliencia, aparecen
como verdaderas usinas de resiliencia.
Este hecho fue y es, estudiado y teorizado en los ámbitos académicos de la resiliencia, dejando
establecida esta relación:
La escuela se constituye en un “espacio R”, un espacio generador de resiliencia cuando natural y
vocacionalmente trabaja positivamente para que los que la atraviesen cuenten con más herramientas
para enfrentar las dificultades y desarrollen aptitudes, habilidades, actitudes que las definiciones de
los pilares y fuentes de la resiliencia describen como los factores que llevan a los individuos a estar
resilientes y superar las adversidades. En este escenario los docentes se constituyen en tutores de
resiliencia.
Las experiencias realizadas permitieron comprobar que la anterior relación puede invertirse:
Procesos de enseñanza y
de aprendizaje
Resiliencia
Ámbito: educativo. Institución: escuela
Generan
Procesos de
enseñanza y de
aprendizaje
Resiliencia
como constructo teórico
Facilita
Ámbito: educativo. Institución: escuela
Resiliencia Comunitaria Página 146
Los núcleos conceptuales de la resiliencia insertos en el proceso educativo, específicamente en el
desarrollo del currículum, o sea en todo lo que se desarrolla en el aula para alcanzar metas, lograr
objetivos, cumplir programas y disposiciones del sistema educativo, suponen una modificación
esencial en el mismo. Un verdadero cambio de modelo: de uno patogénico a uno salugénico que
impacta en la tarea educativa de una forma definitoria:
La inclusión de la resiliencia en el desarrollo del currículum como una mirada teórica, iluminando
ese proceso en una verdadera unión teoría-empiria, fue muy concreta: se hizo evidente en el diario
trabajo áulico en un proyecto de investigación acción.
“La mejora de la calidad de la enseñanza ocurrirá por ese proceso experimental de la propia
práctica de los profesores, no por ninguna proposición dogmática. Por ello, el currículum es la
herramienta que condiciona el ejercicio de la experimentación en la que el profesor se convierte en
un investigador en el aula de su propia experiencia de enseñanza.” (Gimeno Sacristán, 1984, en
Simpson, 2015, pág. 74)
La investigación acción fue la metodología que aparece como una forma de trabajo que gracias al
compromiso de profesores, a las discusiones y colaboraciones en las escuelas, puede ser un
estimulante de energías creadoras, a la hora de poner en práctica el currículum, en el momento más
importante: su desarrollo. Mejora la práctica de la enseñanza, el arte del profesor y los resultados de
aprendizaje, reinterpreta nuevos esquemas, intenta seleccionar y presentar la cultura y el
conocimiento para cada nivel educativo, con consenso social y dirección política, permite un traslado
eficaz de los principios epistemológicos y psicopedagógicos para la acción y desarrolla la función
crítica: la transformación de la práctica y de las perspectivas personales.
En la Argentina no es una metodología muy usada y menos conocida sobre todo en el nivel primario
de la educación y los docentes en general no tienen una actitud e interés hacia la misma, lo que
dificulta muchas veces el desarrollo de trabajos de investigación sistemáticos y con continuidad y la
relación entre los teóricos y los docentes, dilema y oposición casi eternos. Pero a pesar de de estas
adversidades, se pudieron llevar a cabo las acciones previstas por el diseño de investigación.
Se encontró una conjunción de “teoría-estrategias-prácticas” para guiar los procesos de enseñanza,
sosteniendo la actitud del docente como uno de los protagonistas activos en el desarrollo del
currículum, usando con seguridad y fundamento la metodología de la investigación acción. En cada
actividad cotidiana, propia de la labor docente y de las tareas áulicas se tomó a la resiliencia como un
lente que teñía la visión.
La resiliencia, en tanto constructo teórico, analiza la realidad y sus diferentes manifestaciones,
teniendo en cuenta las diferentes variables que la constituyen, reintepretándola con esquemas
abiertos, respetando cultura, valores, características sociales del contexto. Propone el traslado de su
conceptualización a la acción, reafirmando en todo momento la importancia de una postura crítica
que favorezca los cambios necesarios para transformar prácticas, en definitiva, para alcanzar una
adaptación activa y positiva.
Desde el inicio del año lectivo se usó a este constructo teórico para todas las actividades que el proceso
de desarrollo del currículum implica: desde las relaciones previas con el grupo: la toma de contacto
con creencias y prejuicios institucionales sobre el mismo, lo que se podría denominar la “herencia
docente”. En el film “Entre muros” sobre una novela de François Bégaudeau, hay una escena que
ilustra ese momento tan importante de asignación de grupos y lo que genera y moviliza en el cuerpo
docente. En una de las experiencias del proyecto de investigación al que aquí se hace referencia, las
docentes protagonistas de la misma, atravesaron concretamente estas situaciones. Una docente que
Resiliencia Comunitaria Página 147
los grupos habían tenido en años anteriores expresó categóricamente: “Con estos grupos no van a
lograr nada”.
De ahí en más se incluyó como mirada que permitió resignificar las tareas a realizar y los contenidos
simbólicos que implicaban. Así, por ejemplo, las actividades de diagnóstico se convirtieron en una
oportunidad para visualizar potencialidades y no sólo debilidades o falencias del grupo o de los
individuos. Las planificaciones tomaron la lógica interna de la mirada de la resiliencia e impregnaron
sus productos para que desde la faceta más abstracta como es la confección de una estrategia, un plan
para alcanzar objetivos, hasta la más concreta que aparece en la rutina aúlica diaria. Todos los
documentos generados por el mismo trabajo docente y todas las producciones de los maestros sobre
la experiencia aparecen atravesados y modificados por la resiliencia. Los alumnos también comienzan
a incorporar su lógica interna en sus actividades y manifestaciones diarias.
Fue un colaborador importante en la formación y capacitación profesional docente para modificar su
actitud en forma positiva y dejando de lado el sentimiento de impotencia frente a la realidad, que
desafía cada vez más. Los maestros encontraron en los núcleos teóricos del constructo eje de este
artículo, una forma de abordar las dificultades que la realidad presenta, contando con nuevos
instrumentos que se incorporan a su saber profesional. La investigación acción les otorga plasticidad,
confianza y seguridad en su desempeño profesional que como herramienta metodológica se suma al
marco teórico. Las posturas y miradas son mejores. Las diferentes interrelaciones se vieron
favorecidas: la relación docente-alumnos, las relaciones intersubjetivas entre los alumnos, las
relaciones con los padres y las familias y con las relaciones con el exterior de la institución: con la
comunidad.
Estos cambios de mirada frente a las dificultades, no solamente influyeron en los procesos, sino que
las evaluaciones y el nivel de las calificaciones mejoraron, utilizando nuevos recursos para valorar
esfuerzos, resultados, aciertos y errores.
El desarrollo del currículum se facilitó con el proceso de investigación acción y se amplió la capacidad
de reflexión sobre la práctica docente y sobre todo mejoró el proceso educativo para el logro de
objetivos. Todos los materiales concretos publicados son claros y rotundos en este sentido.
Así como escenario, el aula, mejora, convirtiéndose en un espacio generador de resiliencia
rearmándose un círculo virtuoso y uniendo estas dos miradas que aparecían como distintas.
FACILITA
GENERA
Resiliencia
como constructo teórico
Procesos de enseñanza y de
aprendizaje
Ámbito: educativo.
Institución: escuela
Resiliencia Comunitaria Página 148
Ante la realidad, algunos, quizás, se sientan impotentes, inhabilitados para cambiarla, modificarla,
modularla para mejorarla. La impotencia es la contracara del concepto que es el eje de este libro. Es
el sentimiento inmovilizante del “no-poder”. Es la negación de la posibilidad, del potencial, de la
esperanza, propias del futuro, del porvenir, justamente por eso, porque está por venir.
Grupo de Investigación en Resiliencia Aplicada (GIRA).
El Grupo de Investigación en Resiliencia Aplicada, GIRA, como equipo se planteó desarrollar
proyectos y trabajos de investigación en resiliencia, concretos, que, con una orientación bien
pragmática y aplicada, permitan analizar aspectos de este tema sin dejar de mirar y observar el campo.
Se propone también líneas de acción en el mismo, para que la tarea de los investigadores no sea ajena
a los ámbitos e instituciones con los que se trabaje y pueda, en un proceso de interacción e
interrelación, facilitarle miradas y estrategias para el logro de objetivos y realización de tareas. La
relación teoría-empiria, mundo académico-mundo de acción deben desarrollarse con fuerza para
garantizar los avances deseados.
Se institucionalizó iniciando su trabajo en 2016, en el Centro de Altos Estudios en Educación, de la
Secretaría de Investigación de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), Buenos Aires Argentina,
abriendo la Línea de Investigación en Resiliencia Aplicada. Esta línea de investigación contempla las
necesidades actuales y busca con su trabajo operar con este constructo dinámico que aparece como
una herramienta interesante para analizar y enriquecer las distintas tareas y acciones profesionales.
Especialmente en los ámbitos social, cultural y educativo, resultan instrumentos valiosos para su
planeamiento estratégico y para su gestión. Este grupo de investigación, con la dirección honoraria
de la Dra. Mabel Munist y la dirección ejecutiva de la autora de este capítulo, se ha constituido en la
institución de referencia de la resiliencia en Argentina, representado al país en el exterior participando
de agrupaciones internacionales y de actividades académicas en distintos países. Integran el equipo
reconocidas profesionales.
73
GIRA llevó a cabo una investigación, sobre la mirada de los equipos de orientación escolar durante
los procesos de orientación y se centra en la identificación de los factores intervinientes por parte de
los integrantes de los equipos. El estudio de caso con la metodología del Dr. Robert Stake, fue una
investigación cualitativa, de investigación acción participativa y colaborativa que analizó si la mirada
de los profesionales del equipo pueden encuadrarse en el constructo de la resiliencia, en dos escuelas
de CABA (Ciudad de Buenos Aires) y de GBA (zona metropolitana cercana a la capital). La
resiliencia resulta un instrumento valioso dichos equipos de orientación escolar en sus intervenciones,
en los que la mirada y el abordaje tendrán mucho que ver en los resultados obtenidos de su
intervención profesional. Su objetivo general fue indagar sobre los casos para confirmar si desde la
mirada de los profesionales del equipo orientador escolar se identifican los factores de adversidad, de
resiliencia e incidentes, considerando a la orientación como un proceso de resiliencia.
Si los profesionales del equipo logran identificar estos factores intervientes que inciden en dicho
proceso, podrán enfrentar los adversos y capitalizar y preservar los de resiliencia en el caso. Si
especialmente se deja pasar la oportunidad de identificar estos últimos, se perderá la posibilidad de
mejorar la situación de la persona orientada. La inclusión de la mirada de la resiliencia en la formación
de los orientadores permitiría estas identificaciones y facilitaría el desarrollo de la capacidad de
resiliencia de los equipos profesionales para enfrentar y superar las situaciones problemáticas que se
dan en su desempeño profesional, por lo que se recomienda su inclusión en los planes de estudio.
73
Mag. Elena Santa Cruz, Lic. Florencia Toth, Dra. Geraldine Keulyan, Lic. Mariana Alonso.
Resiliencia Comunitaria Página 149
Como conclusiones de este estudio de caso se puede decir que:
Los profesionales de los equipos de orientación están muy preparados para identificar y tratar
los factores de adversidad, podrían estar mejor preparados para identificar y promover los
factores de resiliencia, pero dependen mucho de lo institucional y del contexto para poder
hacerlo.
Los miembros del equipo mostraron una apertura amplia para analizar desde la resiliencia:
cuestiones profesionales individuales, aspectos de la tarea, de los resultados y a la institución.
Se mostraron más permeables y abiertos a la búsqueda de soluciones conjuntas.
No encontraron el eco necesario en los directivos y en los responsables de la gestión.
Los profesionales de la institución con menos recursos y que trabaja en un contexto de gran
vulnerabilidad no identifica los factores incidentes, ni ellos ni la institución logran reconocer
los aspectos a cambiar o modificar.
El estudio de caso no le sirvió mucho a los profesionales de dicha institución para pensar en
sí mismos, para replantearse abordajes y para identificar nuevos factores. La posición de
impotencia, de casi indolencia frente a la adversidad no les permite modularla.
Si las instituciones y el contexto más cercano a las personas no logran reconocer los aspectos
a cambiar o modificar, la capacidad de resiliencia de la persona se ve profundamente afectada.
Y la de los equipos profesionales también.
Si no hay cultura colaborativa ni una apertura y permeabilidad mínimas en el nivel
institucional, los integrantes de los equipos de trabajo no vislumbrarán soluciones posibles en
miradas teóricas ni en colaboraciones internas ni externas.
Al momento de publicarse este material, GIRA está trabajando en una investigación sobre el tema:
"El perro como tutor de resiliencia en procesos de orientación y de TACA", abordando una
problemática innovadora y aún no estudiada en los ámbitos profesionales que implica.
Estos “haceres” son el disparador para las siguientes conclusiones y cierre de este artículo:
La resiliencia en general, la resiliencia comunitaria y la resiliencia sociocultural para constituirse
como "resiliencia aplicada" pueden y tienen que seguir:
Resiliencia Comunitaria Página 150
Abriendo espacios sociales para colaborar con las situaciones humanas y existenciales
críticas, para abrir caminos hacia la superación de adversidades con un fuerte compromiso de
pensamiento y de acción, de ideas y de realización.
Ocupando lugares académicos y de investigación ganados por la tarea de pioneros que
comenzaron a dar forma a este constructo.
Desarrollando programas de aplicación que trabajen con conciencia social, solidaridad y
compromiso en los lugares y ámbitos donde sean precisas intervenciones sociales
contundentes.
Trabajando en la prevención de la repetición de flagelos provocados por la falta de valores,
intereses espurios y corrupción, con la mira en un desarrollo humano cada vez más pleno y
más amplio.
Transformando las instituciones sociales en usinas de resiliencia y evitando que se conviertan
en usinas de “antiresiliencia”.
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Suárez Ojeda, N. (2007): “Trabajo comunitario y resiliencia social” en Munist, M. y otros (comp.)
Resiliencia y adolescencia, Bs. As., Argentina, Ed. Paidós.
Kotliarenco, Ma. A. (2008): “Presentación” en Saavedra Guajardo, E. y Villalta Paucar, M. Escala
de resiliencia SV-Res para jóvenes y adultos. Chile, CEANIM.
Simpson, M. G. (2010): Resiliencia Sociocultural, del Yo puedo al Nosotros podemos, Buenos Aires,
Ed. Bonum.
Simpson, M. G. (2014): 11 claves para generar resiliencia. Buenos Aires, Ed. Bonum.
Simpson, M. G. (2015): Resiliencia y currículum escolar, una alianza innovadora. Buenos Aires, Ed.
Bonum.
Simpson, M. G. (2008): Resiliencia en el aula, un camino posible. Buenos Aires, Ed. Bonum.
Resiliencia Comunitaria Página 151
CAPÍTULO 13.
“¡YO SOY COACH DE RESILIENCIA!” UN MODELO DE ACOMPAÑAMIENTO E
INTERVENCIÓN EN CRISIS PARA PROFESIONALES Y VOLUNTARIOS QUE
TRABAJAN CON GRUPOS EN SITUACIONES DE RIESGO.
Emilia O'Neill
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Introducción.
Los conflictos armados y la violencia afectan seriamente las vidas de niños y adultos en muchos
países del mundo. Como lo afirma el Comité Internacional de la Cruz Roja (2011), “además de
padecer las consecuencias directas de la guerra y la violencia armada (reclutamiento en las fuerzas
armadas o en grupos armados, lesiones físicas, muerte), también se ven indirectamente afectados por
el desplazamiento, la pérdida de familiares y los traumas causados por los actos de violencia de que
son testigos.”
Asimismo, los migrantes –adultos, jóvenes y niños documentados e indocumentados- quienes
deciden dejar sus países de origen en búsqueda de mejores oportunidades de vida para sus familias,
y los refugiados que se ven obligados a huir debido a la persecución racial, social, religiosa o política
que sufren en sus lugares de proveniencia (más de 65 millones de personas –una de cada 113 en el
mundo– fueron desplazadas de sus hogares por conflictos y persecución en 2015, ONU). Muchos de
ellos se ven obligados a vivir en situación de pobreza, separados de sus padres y familias, a la vez
que son víctimas de la discriminación y maltratos que inevitablemente producen trauma emocional
que puede llevar a conductas y actitudes que no son aceptables o son vistas como patológicas -y no
adaptativas-, por aquellos encargados de servirles.
Éstos son los individuos y familias que llegan a nuestros consultorios y a las agencias e instituciones
alrededor del mundo y –en este caso en particular- a zonas fronterizas entre México y Estados Unidos,
buscando ayuda y respuestas para aliviar su sufrimiento. Buscan refugio en los albergues, las iglesias
y las instituciones que se han formado para servirles. Desafortunadamente, muchas veces los
profesionales y voluntarios que se hacen cargo de estos casos no cuentan con la formación integral
necesaria para atender crisis emocionales en términos de contención, identificación de síntomas y
signos de peligro (depresión, suicidio, adicciones, etc.) y atención inmediata o canalización hacia
profesionales dedicados a la salud mental. Asimismo, se encuentran limitados para realizar una post-
intervención, o generar programas que provean a estas personas con las herramientas necesarias para
desarrollar resiliencia, factor indispensable para enfrentar la adversidad, superarla, y aprender de ella.
Este capítulo relata la intervención realizada en una ciudad fronteriza entre México y Estados Unidos,
en donde la violencia relacionada con el narcotráfico afectó a más de 10,000 hogares (115,000 en
2010, Durin, S. 2012), dejando a sus pobladores en luto y desamparados debido a la pérdida de vidas,
74
PhD. Psicóloga clínica especializada en el tratamiento de trauma, estrés post-traumático y vicario. En EE.UU. trabaja
incansablemente mejorando la vida de migrantes en zonas fronterizas, fuerzas armadas, y agencias que sirven a grupos
en riesgo alrededor del mundo. Viaja continuamente capacitando a profesionales y voluntarios con su modelo ¡Yo Soy
Resiliente!
Resiliencia Comunitaria Página 152
extorsión y secuestro de los que fueron víctimas miles de familias. Cientos de niños quedaron
huérfanos o abandonados en las calles (por la muerte de sus familiares), o secuestrados –para ser
utilizados como “mulas” (transportadores de drogas), o explotados sexualmente. Un grupo de mujeres
valientes creó un centro familiar de atención para estas víctimas. Invitaron a profesionales y
voluntarios a servir. La autora fue invitada a capacitarlos debido a que a veces “la buena voluntad no
es suficiente”. Requerían un modelo de trabajo que les brindara guía, estructura y herramientas de
contención y atención en crisis. También buscaban ayuda para ellos mismos, que trabajan a veces
hasta agotarse física y emocionalmente.
Para cubrir las necesidades de acompañamiento, contención emocional, terapia, intervención en crisis
y auto-ayuda del grupo se creó el programa que se describe a continuación.
El Diplomado ¡YO SOY! Coach de Resiliencia.
El objetivo general fue preparar a miembros de la comunidad –profesionales, estudiantes de
educación superior y post-grado, y voluntarios trabajando con grupos religiosos y otras instituciones
privadas y agencias gubernamentales- para fortalecer su capacidad de atención, acompañamiento y
respuesta ante las crisis, el trauma y el dolor emocional con el que se enfrentan.
Los objetivos particulares fueron:
Preparar, educar y coadyuvar al bienestar individual y comunitario con un programa
fundamentado en un marco teórico de Resiliencia basado en la investigación, e intervenciones
prácticas centradas en el cliente y sus fortalezas.
La promoción de la acción holística y multidisciplinaria, a través de la creación de Redes
Comunitarias de Apoyo para generar conciencia, responsabilidad y sostenibilidad, a los
programas de Fomento de la Resiliencia en individuos y comunidades.
Fomentar la Resiliencia y auto-cuidado entre los profesionales y voluntarios que sirven a
poblaciones en riesgo, con el fin de evitar el burnout y el trauma vicario.
Promover la Resiliencia y el fortalecimiento de las comunidades para una convivencia
pacífica y productiva.
Reinstaurar la esperanza entre los miembros de las comunidades a las que servimos.
Antecedentes.
El modelo ¡YO SOY! (IAM)se creó inicialmente hace 14 años como un programa de capacitación,
desarrollo integrativo y supervisión cuya base fundamental fue un enfoque humanista de aprendizaje
y supervisión para pasantes de maestría en Counseling (psicoterapia clínica) y doctorado en
Counselor Education (formación de psicoterapeutas clínicos). La autora fue directora y supervisora
del Centro de Psicoterapia Clínica y Formación de Psicoterapeutas de una universidad en el sur de
Texas. El modelo se desarrolló como parte de su tesis doctoral. El enfoque integrativo se define como
aquél que utiliza una teoría centrada en el humano como marco central para abordar su desarrollo,
funcionamiento, cambio, adaptación, vivencias y experiencias. Éste se complementa con técnicas y
herramientas de otros enfoques utilizados de manera sistemática y secuencial para cubrir las
necesidades específicas del cliente (Mahrer, 1989; Carroll, M. & Tholstrup, M., 2004). Basándose en
la definición de la Asociación Internacional de Psicoterapia Integrativa (IIPA, 2007), al centro del
Resiliencia Comunitaria Página 153
modelo IAM, se utilizó la terapia Gestalt (Mann, D. 2011; Polster E. & Polster, M., 1973; Wheeler,
G. 2002; Zinker, J., 1998), y se adoptaron ejercicios basados en diversas enfoques terapéuticos para
ayudar a los participantes y sus clientes a reconocer y cambiar aspectos disfuncionales de su vida,
tomando en cuenta factores físicos, emocionales, cognitivos, conductuales, sociales y
transpersonales. El proceso de supervisión se contempló como una experiencia facilitadora que
combina el aprendizaje educativo y experiencial dentro de una relación profesional que promueve el
óptimo desarrollo personal y profesional del aprendiz (Gladding, 2007, Ottens & Klein, 2005).
Se buscó proporcionar a terapeutas y supervisores herramientas de acompañamiento, contención en
crisis y desarrollo personal en los clientes que recibían servicios en la clínica -mayormente de origen
mexicano-americano-, víctimas de violencia, adicciones, depresión, bipolaridad y estrés post-
traumático. Durante un año se siguió tanto a los participantes (18) como a la facilitadora mediante un
estudio cualitativo-heurístico para explorar cómo los participantes vivían el modelo –tanto como
terapeutas como personalmente-, cómo transferían los conceptos del modelo al trabajar con clientes,
y de qué forma experimentaban la relación entre ellos y la facilitadora/supervisora. El estudio arrojó
resultados muy positivos en términos de empatía, aprendizaje y desarrollo profesional y personal
(O´Neill, E., 2007).
El modelo fue utilizado más tarde en la capacitación de campesinos inmigrantes (20) afectados por
discapacidades provocadas por accidentes de trabajo, uso de plaguicidas y pobreza extrema que viven
en la zona fronteriza entre México y Estados Unidos. Además de enseñarles el inglés y habilidades
de trabajo para colocarlos en trabajos adecuados, se decidió usar el Modelo ¡YO SOY! para
desarrollar resiliencia, recuperar auto-estima y aprender estrategias para funcionar óptimamente en
Estados Unidos (preparación para ciudadanía, que requiere el conocimiento del idioma inglés). Se
generó una red de apoyo comunitario; pasantes para cuidar de los niños durante las sesiones, expertos
legales, médicos, financieros, de migración y educativos se unieron al esfuerzo para brindar guía y
consejo. Nuevamente, las evaluaciones arrojaron resultados positivos. Cerca del cincuenta por ciento
de los participantes aprobaron el examen y obtuvieron su ciudadanía. Se generaron micro-empresas
entre ellos, y algunos de los hijos de los participantes en edad universitaria obtuvieron becas escolares
para ingresar a cursos de licenciatura (todos se titularon). El modelo fue reconocido a nivel estatal
por el Departamento para la Atención de Discapacidades y Rehabilitación Vocacional.
El modelo de resiliencia¡yo soy!. Un diplomado para trabajar con víctimas de violencia en la
frontera Estados Unidos-México.
Como sabemos, los problemas que presenta una persona víctima de violencia son multidimensionales.
Existen elementos emocionales, cognitivos, conductuales, sociales, espirituales y existenciales
involucrados en la vida de cada persona. Y como lo plantea la literatura, las personas suelen ser más
receptivas al acompañamiento o a la terapia cuando las estrategias de intervención se adaptan a su
experiencia del problema (Cornier & Hackney, 1993; Hackeny & Harold, 1992).
Con el fin de atender el llamado del Centro de Atención Familiar para proporcionar atención holística
a sus clientes, la autora utilizó el modelo ¡YO SOY! descrito anteriormente, integrando además los
principios básicos de la resiliencia y la formación de coaches de resiliencia.
De acuerdo con Stefan Vanistendael (2014), la resiliencia, más que resistir la adversidad, es la
capacidad del ser humano para transformar una desgracia en algo positivo, e incluso de reconstruir la
vida después de eventos traumáticos, de gran pobreza, de duelo, de enfermedad grave, etc. De manera
Resiliencia Comunitaria Página 154
importante se incluye el concepto de que la resiliencia no se da en soledad, sino de manera interactiva
y sociocultural, lo que permite la optimización de los recursos humanos disponibles (Kotliarenco,
M.A. & Cáceres, I. 2011). Como lo plantea Vanistendael (2014), es un proceso apoyado por amigos,
la familia y otras personas significativas que hacen que un individuo se sienta profundamente
aceptado, que desarrolle perspectivas de vida positivas, una imagen positiva y realista de sí mismo y
una cierta seguridad sobre su propia existencia.
El Modelo ¡YO SOY! se basa en los planteamientos de autores como Wolin & Wolin (1993) que
definen características personales para el desarrollo de la resiliencia; de Suárez Ojeda (1995, en
Munist et al, 1998) que habla de la resiliencia como una combinación de factores que nos permiten
afrontar y superar las adversidades de la vida y construir sobre ellos, y de la afirmación de las doctoras
María Angélica Kotliarenco (2007) y María Stella Rodríguez (2012) sobre la existencia de factores
protectores que promueven la resiliencia: los atributos personales, los apoyos del sistema familiar y
aquellos provenientes de la comunidad.
En cuanto a los coaches, se buscó desarrollar una verdadera empatía hacia los clientes mediante la
aceptación incondicional, la presencia plena, activa y auténtica y la plasticidad para adaptarse a las
diferentes circunstancias de aquéllos a quienes sirven (Simpson, G. 2012). La consciencia del Otro,
así como de la responsabilidad, la esperanza –como creencia comprometida en el proceso-, fueron
centrales en la preparación de los participantes.
En las dimensiones de aprendizaje y desarrollo se integran las 7 resiliencias planteadas por Wolin &
Wolin (1993): introspección, independencia, iniciativa, creatividad, humor, capacidad de
relacionarse, y la moralidad.
Las dimensiones del modelo ¡Yo soy!.
Como se mencionó anteriormente, el Modelo ¡YO SOY! está compuesto por 5 dimensiones que
ayudan a la persona a reconocer sus necesidades y a encontrar satisfactores sanos que contribuyan a
un desarrollo integral.
1. Dimensión física-sensorial:
Ayuda al individuo a comprender los mensajes que su cuerpo le envía. Estos mensajes –sensaciones
o emociones- son traducidos entonces en sentimientos y necesidades reales --emocionales, físicas,
sociales, espirituales (Zinker, 1977). La introspección es utilizada en los ejercicios para promover la
auto-reflexión, el auto-conocimiento y la elección sana de satisfactores para las necesidades
identificadas (físicas, emocionales.) Se revisa también el aspecto neurobiológico del estrés, las
emociones y la conducta (Hanson, R. With Mendius, R. 2009; Seaward, B., 2009), así como el estrés
post-traumático (Parekh, R., 2015) y el trauma vicario (Newell, J. & McNeil, G., 2010). Aprender
percibiendo.
2. Dimensión emocional-afectiva:
Comprende los sentimientos originados a partir de las necesidades identificadas en el área 1. Ayuda
a la persona a darle nombre a sus sensaciones y necesidades, así como a reconocer los motivos reales
Resiliencia Comunitaria Página 155
de sus actitudes y conductas (Zinker, 1998; Rogers, 1957; Wheeler, 2002). En esta área se explora el
humor como una herramienta para enfrentar la adversidad. Los ejercicios invitan a la expresión de
los sentimientos de forma saludable y constructiva. Se revisan problemas relacionados con el
desarrollo emocional, señales de sufrimiento emocional (suicidio, adicciones) y modelos de
prevención e intervención en crisis (O´Neill, E. 2010; O´Neill, E., 2013) Aprender sintiendo.
3. Dimensión cognitiva-conductual:
Comprende la adquisición, comprensión, reproducción la implementación adecuada de conceptos
teóricos y estratégicas técnicas del acompañamiento, el coaching y la resiliencia (Fink, 2003). Es la
parte racional del proceso de aprendizaje, en donde se identifican diferentes fases y estrategias de
cambio (Prochaska, J. O., Norcross, J. & DiClemente, C. 2006). Se discuten los aspectos
neurofisiológicos del trauma, el estrés post-traumático y sus efectos en la conducta del individuo
(DSM-5, 2013). Ayuda también al coach a comprender la responsabilidad que tiene por su propio
proceso de aprendizaje y desarrollo personal, así como las consecuencias de sus actos (tanto del
cliente como del coach). En esta fase del modelo, la persona puede saber si sus necesidades reales
han sido satisfechas (Rogers, 1983). La creatividad se define como esa capacidad de crear orden,
belleza y finalidad a partir del caos, y como una habilidad para resolver problemas. Finalmente, la
iniciativa se promueve mediante ejercicios que demandan el análisis y la solución de problemas
presentados por los clientes. Aprender conociendo.
4. Dimensión socio-cultura:l
Utilizando la definición de cultura de la UNESCO (2002), se discuten y exploran los rasgos
espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que distinguen a una sociedad o grupo social. Se
incluyen también los valores, tradiciones y creencias que adquiere la persona a través de discusión,
modelaje y la vivencia de experiencias individuales y grupales. De manera importante, se busca que
los individuos sientan orgullo en sus raíces y que comprendan la influencia que su cultura tiene en su
forma de ver y estar en el mundo (Bernard & Goodyear, 2014). La capacidad de relacionarse con los
demás de manera respetuosa y sana (Emerald, D., 2013; Karpman, S. 2007), así como de establecer
lazos emocionales íntimos -de pareja, familiares, comunitarios- a través de la empatía y la aptitud de
darse son esenciales en esta dimensión. Como parte del trabajo, los participantes generaron redes de
apoyo comunitario con el fin de satisfacer necesidades apremiantes de sus clientes y procurar una
mejor calidad de vida (Rodríguez, M.S., 2006). Aprender compartiendo.
5. Dimensión espiritual-sentido de vida:
La consciencia y desarrollo espiritual se refiere a las acciones de la persona para lograr un sentido de
vida significativo. Implica la consciencia informada de que todas nuestras acciones afectan no
solamente nuestra vida, sino la vida de los que nos rodean. Se incluyen aquí las creencias, valores,
consciencia, amor, autenticidad, ideales y responsabilidad planteados por Victor Frankl como
espiritualidad (2004). Se agregan el servicio y el altruismo como una forma para definir dicho sentido
de vida. La moralidad planteada por Wolin & Wolin que lleva a una riqueza interna y plena. De
manera muy importante, esta dimensión plantea a la esperanza como un factor terapéutico y sanador
(Frankl, 1997; Yalom, 1985). La esperanza engloba los siete elementos propuestos por Jevne y
Nekolaichuk (1982; Stechynsky, 1999): afrontamiento (coping), compromiso, celebración, interés,
Resiliencia Comunitaria Página 156
comunicación, creación y comunidad. Estos elementos son también los que utiliza la autora en su rol
de instructora y facilitadora. La esperanza se hace presente en cada ejercicio y 4R. F., 2003). Aprender
con el Otro.
Intervenciones.
Se conformó un grupo de 22 –profesionales y voluntarios-, y se realizó un estudio cualitativo durante
11 meses. Las intervenciones se basaron en las dimensiones del Modelo ¡YO SOY! y en los factores
para un Aprendizaje Significativo planteado por Fink (2003).
a) Estrategias orientadas a la adquisición de conocimiento (aprender a aprender), así
como la revisión de literatura y conceptos teóricos relacionados con cada área de consciencia
y aprendizaje del modelo.
b) Estrategias orientadas a la aplicación del conocimiento: ejercicios prácticos –
individuales, en pares, en grupo-, que permitirían a los participantes experimentar
directamente lo aprendido durante la revisión de literatura y conceptos teóricos. Los
participantes tuvieron un proyecto de cambio personal durante el cual aplicaron estrategias
y técnicas aprendidas durante la capacitación, siguiendo su propio avance mes con mes.
c) Estrategias orientadas a procesos: revisión y procesamiento de experiencias
sensoriales, emocionales, cognitivas, sociales y espirituales surgidas a partir de los ejercicios
prácticos y las discusiones grupales (Payne, R., O´Neill, E. 2012).
d) Estrategias orientadas al desarrollo profesional: promover la consciencia de cómo las
experiencias vividas durante la capacitación, así como durante la aplicación de las estrategias
del Modelo ¡YO SOY! influyen en el desarrollo de resiliencia y crecimiento integral tanto
del participante en capacitación, como de los individuos y comunidades con quienes ellos
trabajan.
e) Estrategias orientadas al desarrollo comunitario: al final del curso, los participantes
entregaron directorios conteniendo información sobre agencias, instituciones y otros
recursos comunitarios accesibles al público, que brindan servicios de salud, intervención en
crisis, educación, alimentación, etc. Asimismo, se incluyeron servicios legales, de
migración, policía y otros recursos para intervención y ayuda en crisis. Se discutieron
iniciativas comunitarias que contribuyen al mejoramiento de la vida de los habitantes de la
ciudad.
f) Estrategias orientadas al desarrollo humano enfocadas en la transformación personal
y el aprecio hacia uno mismo y los demás, al generar consciencia, cambiar y/o ajustar las
creencias, valores, sentimientos y conceptos espirituales que contribuyen para el desarrollo
integral individual y comunitario. Se integraron triadas en las que los participantes
practicaron las técnicas de coaching para apoyar a sus compañeros en su proyecto de cambio
personal. Se incluyeron ejercicios experienciales y de reflexión para el aumento de la
autoconfianza y el sentimiento de control personal al trabajar en el uso de fortalezas
personales, el aumento de resiliencia, y el desarrollo de áreas personales no conocidas o
utilizadas anteriormente. Finalmente, se integraron prácticas para el manejo de estrés y auto-
Resiliencia Comunitaria Página 157
cuidado con el fin de evitar burnout y trauma vicario.
g) Estrategias para retroalimentación y evaluación educativa: La evaluación del trabajo
de capacitación se realizó de manera cualitativa, a través de reflexiones escritas y discusiones
grupales al inicio y al final de cada sesión (Brew, 1999; Pietersen, 2000; Patton, 2002).
1) Se generó un formato de aprendizaje significativo que permitiría a los participantes
reflexionar sobre su propio aprendizaje en cada una de las áreas del Modelo. Al finalizar
cada sesión, se llenaba la forma en donde los participantes expresaban lo que habían
aprendido, cómo se sentían al respecto, y cómo podían aplicar el conocimiento en su campo
de trabajo. Se obtuvieron temas emergentes a partir de estos formatos.
2) Al inicio de cada sesión, se abría una mesa de discusión para procesar las experiencias de
aprendizaje al aplicar las estrategias en sus trabajos –que funcionó, que no funcionó. Se
buscaba apuntalar técnicas y estrategias aprendidas y aplicadas, así como proporcionar
información o estrategias adicionales para abordar situaciones particulares.
3) Al finalizar el curso, los participantes realizaron un trabajo final en el que expresaron: i)
qué herramientas y técnicas habían resultado de mayor ayuda en su trabajo; ii) la influencia
que la facilitadora tuvo en su desarrollo y aprendizaje; iii) el cambio personal y profesional
que experimentaron a raíz de la capacitación en el Modelo.
Impacto profesional y social.
Al igual que con experiencias anteriores, se hizo un análisis de las narrativas de los participantes
durante y al final de la capacitación. Los temas emergentes preponderantes se centraron en:
Desarrollo de consciencia o darse cuenta–del propio proceso, del de los compañeros,
y de sus clientes. “Ahora confío más en mí misma; sé que puedo conectarme con otros y
transmitir esperanza”; “me di cuenta de cómo uso mi intuición para ayudar a los demás”;
“esto de sentir realmente me ha transformado la vida”.
Pertenencia al grupo a través de relaciones significativas con sus compañeros de triada,
con el resto del grupo y con la facilitadora. La mayoría comentaron cuánto apreciaron que la
autora se “mostrara humana” “hablara de sus experiencias”. Demostraron aprecio por los
Otros: “el esfuerzo y ayuda de mis compañeras me ha enseñado a tener esperanza, a sentir
que puedo ser mejor si los decido”, así como a sus clientes y alumnos: “¡valoro tanto lo que
los niños me han enseñado sobre resiliencia a través de sus historias y su sufrimiento!”,
“realmente se necesita a Otro para ser resiliente”; “siento admiración por las mujeres de
este grupo; es increíble ver su fortaleza para salir adelante a pesar de todo”.
Adquisición y transferencia de conocimiento. Los participantes reportaron
continuamente sentirse más armados para ayudar. Mes con mes reportaron éxitos al utilizar
los ejercicios y dinámicas con sus clientes en escuelas, hospitales y el centro familiar de
atención. “Me siento muy seguro al usar los ejercicios porque ya los viví en carne propia y
sé cómo se siente y cómo procesarlos”; “He aplicado el ejercicio con mi familia y luego con
mis clientes. Ha sido increíble la diferencia en nuestra forma de relacionarnos”; “al
principio no tenía idea de cómo hacer lo que nos pedías, pero con tu ayuda y la de mis
compañeros de triada, me siento mucho más confiada para practicarlo con mis clientes”;
Resiliencia Comunitaria Página 158
“ahora ya puedo darle nombre a lo que hacemos. Me queda muy claro que estoy
desarrollando resiliencia y consciencia en los alumnos”.
Consciencia cultural. Los participantes se dieron cuenta que el racismo, clasismo y
discriminación no son exclusivos de Estados Unidos, y muchos se comprometieron a no
volver a utilizar palabras o comentarios que denotaran desprecio hacia los demás. “Hasta
ahora me doy cuenta que nosotros discriminamos realmente a nuestros indígenas”; “con lo
que compartió la compañera, veo el sufrimiento que ocasionan los chistes racistas”; “cuánto
aprendo de las diferencias entre nostros… ellas son las que enriquecen la experiencia”.
Empatía. Consciencia del sufrimiento del otro “Yo he tenido una vida muy tranquila.
No tenía realmente idea del sufrimiento humano que me rodea. Ahora quiero hacer más,
ayudar a mi comunidad, hacer algo para aliviar el dolor de los demás.” “Jamás me imaginé
que el que quiere suicidarse está sufriendo tanto y que de verdad hay que validarlo para que
encuentre razones para vivir”.
Consciencia Espiritual. Los ejercicios centrados en valores como el amor, la esperanza,
el compromiso, la integridad, el respeto y la confidencialidad, tuvieron un fuerte impacto.
“Ahora sé que los valores se caminan, no se platican” (una frase utilizada constantemente
por la autora); “sin fe, sin esperanza no hay resiliencia.” “Nuestra ciudad ha salido adelante
gracias a los que nos hemos comprometido con ella, con los demás.” “Por primera vez en
mi vida me siento realmente respetada.” “Me asusto al pensar en las veces en que fui
incongruente ante mis hijos. Ahora veo que hay que ser modelo todo el tiempo, no a ratos.”
“He re-descubierto a Dios a través de mis compañeros. Un Dios diferente para algunos,
pero Dios a fin de cuentas.” “Es hermoso reconocer que tengo una razón de ser, y que ella
se empata con muchas de mis compañeras. ¡Ya no me siento sola en mi camino!”
Frases como éstas demostraron cómo el modelo ¡YO SOY! facilitó el desarrollo de lo que Williams
(1995) llama perspicacia, uno de los elementos de la sabiduría clínica, siendo los otros la capacidad
de confiar en su intuición, de auto-evaluación, de conocer las propias limitaciones, y de ser creativo
y humilde. Fue un proceso progresivo; mientras más consciencia cobraron sobre sí mismos –
emociones, pensamientos, conductas-, más consciencia tuvieron de los Otros y de su comunidad. La
participación en los ejercicios se fue haciendo más profunda conforme sintieron que estaban en un
lugar seguro para re-conocerse. Las tareas fueron mejorando en cuanto a calidad de material y relato
de las experiencias vividas en familia y en el lugar de trabajo conforme aplicaban lo aprendido en el
Diplomado. Su compromiso con los compañeros de triada fue tal que se produjeron los resultados de
cambio que se habían planteado al inicio del curso.
Reflexiones finales.
Un año después de la experiencia relatada, recibí un correo electrónico de un alumno: “maestra, le
escribo para darle las gracias. Ayer pude salvarle la vida a mi primo, que estaba por quitarse la vida.
Seguí los pasos que nos enseñó, uno por uno… Casi podía oír su voz diciendo ´no te apresures,
escúchalo, sé empático, valídalo´.” Lo llamé por teléfono para saber cómo se sentía él después de
esta experiencia tan fuerte. “Me siento agradecido con la vida, con Dios porque tuve las herramientas
para ayudar a mi primo”.
¿Qué mejor recompensa para una facilitadora?
Resiliencia Comunitaria Página 159
El uso del modelo ¡YO SOY! en la educación, la salud, la industria y la comunidad durante más de
diez años ha sido una experiencia transformadora tanto para los participantes como para la autora. La
estructura y las estrategias conforman una poderosa herramienta para establecer una relación de ayuda
tal que el coach de resiliencia puede ayudar de manera oportuna y profesional a quienes sufren. El
brindarles un lugar seguro les permite conocerse mejor a sí mismos y aprender de los otros mediante
la observación y la experimentación de lo aprendido. Les permite también ser vulnerables a la vez
que se hacen más resilientes. Pueden ayudar sin perder su energía física y emocional en el camino.
El modelo permite capacitar desde una perspectiva universal, enfocado en las similitudes y la
experiencia humana –y no en las diferencias ideológicas o socio-culturales (Carte & Qureshi, 1995).
Es una herramienta que es flexible y adaptable porque se centra en el cliente y sus necesidades.
Finalmente, se confirma la importancia de que el capacitador cuente con un amplio conocimiento de
teorías y herramientas relacionadas con la resiliencia, el acompañamiento y la intervención en crisis,
así como con la flexibilidad para adaptarse a sus alumnos. Y, sobre todo, la relación entre el alumno
y el maestro como elemento clave para una enseñanza exitosa. La autenticidad, el compromiso y la
integridad son ingredientes indispensables para que el aprendiz se abra al conocimiento y al encuentro
con los que lo necesitan. Los coaches resilientes son los que mejor pueden desarrollar resiliencia en
otros. El modelaje de valores, creencias y actitudes es la herramienta más poderosa para hablar de
espiritualidad y para ayudar a otros a encontrar sentido a su sufrimiento y a su vida. Finalmente, el
modelo nos recuerda que la resiliencia no se da en soledad; que nos necesitamos unos a otros para
construir comunidades sanas que miran hacia el futuro con esa fuerza de vida que nos da la esperanza,
la confianza de saber que hay caminos para el desarrollo y para la paz.
CAPÍTULO 14.
RESILIENCIA COMUNITARIA Y TÍTERES: EXPERIENCIAS EN CONTEXTOS DE
AISLAMIENTO.
Resiliencia Comunitaria Página 160
Elena Santa Cruz
75
Es el objetivo de este capítulo, compartir experiencias de resiliencia comunitaria en espacios de
aislamiento, como resultan ser los penales, los institutos de menores, los hospitales. He tenido el
auténtico honor de relatarle la realización de estos talleres al Dr. Néstor Suárez Ojeda. Su mirada,
entusiasmo y esperanza, iluminaron el deseo de continuar profundizando, no sólo desde las acciones,
sino desde los marcos teóricos que sostienen las prácticas. Sean estas líneas un inmenso
agradecimiento a tanto recibido.
Algunas consideraciones del trabajo en los penales e institutos. (Extracto de charla con el Dr.
Néstor Suárez Ojeda-2007).
SO - Hay una obra de teatro que me recuerda lo que usted hace… se llama “Café con leche”. Es de
los cubanos emigrados. Es la historia de un joven que entra en la delincuencia, lo meten preso; en la
cárcel aprende tapicería. Cuando sale de la cárcel, trabaja con un carpintero y rescata a toda su familia.
Es muy resiliente la historia. Cómo con intervenciones adecuadas en esos medios, se puede ayudar a
salir y desarrollar su resiliencia.
E - Es que en las situaciones de aislamiento el nivel de encuentro es muy profundo. El deseo de
encontrarse con otro es muy grande. Después de vencer la barrera, en donde pueden pensar que estoy
evaluando algo, todo fluye. Saben que en el taller no les voy a preguntar por qué están ahí… sino qué
van a hacer cuando salgan. La mirada está puesta en rearmar la historia. Otros analizan lo que ha
sucedido, lo que pasó (que de ninguna manera lo niego), lo trabajan con su terapeuta y lo juzga un
juez. Mi tarea tiene que ver con pensar que harán cuando se abra la reja…
SO - Reconstruir…siempre reconstruir…
E - Exacto… el afuera… y la posibilidad de reposicionarse positivamente en la vida y ser parte de
una comunidad.
A modo de inicio…
“Un ser humano es parte de un todo al que llamamos “Universo”, una parte limitada en el tiempo y
en el espacio. Este ser Humano se ve a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones como algo separado
del resto, es una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es para nosotros como una
cárcel que nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por unas pocas personas que nos
son más próximas .Nuestra tarea ha de consistir en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestros
círculos de compasión de modo que abarque a todo los seres vivos y a toda la naturaleza en su
esplendor”
Albert Einstein en Ideas and Opinions –Crown Publishers – Nueva York 1954
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Titiritera, discípula de Mane Bernardo y Sarah Bianchi. Integrante de GIRA Grupo de investigación en resiliencia
aplicada. Magister en familia. Lic. en Educación Inicial. Profesora de actividades prácticas y catequista. Se desempeña
en ámbitos de educación formal y no formal. Voluntaria en hospitales, penales y con personas en situaciones de
vulnerabilidad. Participó en diversos libros sobre temáticas de educación y salud. Expositora en el país y el exterior.
Galardonada con premios como embajadora de la paz.
Resiliencia Comunitaria Página 161
Según el Diccionario de la Real Academia Española, señala que penal es aquello perteneciente o
relativo a la pena, a la cárcel, al presidio.
La situación de los institutos de seguridad es de alta complejidad, desde muchos aspectos. Los internos
están por motivos muy variados, tanto en los penales de adultos como en los institutos de menores.
Pero si hay factores en común: son el encierro y la marginalidad, el aislamiento y la soledad.
El sistema vertical de la institución conlleva a una serie de reglas y códigos internos que no se pueden
desconocer. Ingresar a una institución o espacio nuevo sin saber las características, supondrá una gran
posibilidad de fracasar en el deseo de acompañar, ya que sólo se puede sostener desde un conocimiento
de la realidad del otro. Una mirada resiliente imprime un “reconocer” las características propias de
cada espacio o escenario, para así poder potenciar los pilares de la misma. Por tanto, es indispensable
saber que los internos descubren con facilidad cuando el profesional desconoce la situación por la que
atraviesan y, en el caso de la propuesta titiritera, en general suponen se les ofrecerá un espectáculo,
más que un taller.
Sólo desde el conocimiento del escenario a trabajar, se construye una visión particular que tiene que
ver con “el otro y su circunstancia… el otro y su historia” y, desde esta perspectiva más sistémica,
podremos entrelazar un proyecto comunitario.
Es importante ampliar la mirada y reconocer que hay muchos lugares con características y distintos
tipos o grados de aislamiento: los hospitales, los psiquiátricos, los institutos de menores, los centros
de rehabilitación, las cárceles y más... Cada uno tiene un “por qué”, un “para qué” diferente y
orientado a su población. Pero esto no es el tema que abordaremos desde lo titiritero, sí la situación
de aislamiento.
El contacto con “el exterior” difiere según los casos y está signado por los otros. “Otros” que lo
visitan, según los permisos que se tengan. Hay quien no tiene visitas, es allí donde la institución se
transformará en “su mundo”, en donde toda situación, cobra una dimensión muy particular. Los
ámbitos cerrados generan microclimas, reglas propias, un orden establecido, una organización
implícita, con códigos que sólo los internos manejan.
Como bien se explicitó anteriormente, los aislamientos potencian climas generalizados. ¿Qué
significa esto? Es mucho más fácil que la tristeza de un interno genere un efecto dominó: un clima
gris en todo el grupo. El encierro no es buen consejero a la hora de salir de situaciones límites. Por
tanto, una mirada resiliente favoreciendo un empoderamiento de sus potencialidades, de construcción
de un proyecto vital a futuro, sumado a un fortalecimiento de la red comunitaria intramuros y de los
vínculos afectivos en el exterior, posibilitarán que el interno o interna pueda recuperar su deseo de
revisar su historia y establecer nuevas prioridades a partir de su salida.
Las intervenciones, por tanto, llevan a tener en cuenta, antes de comenzar, una serie de variables. Es
imprescindible no olvidar que a “mayor complejidad, mayores cuidados”, tanto físicos como
psicológicos.
Pero vale un ejemplo puntual desde el plano de la organización de la tarea:
En los lugares de encierro, los espacios son generalmente pequeños y en medio de la función se tendrá
necesariamente la compañía del personal de seguridad. Esto es un tema a tener en cuenta, sobre todo
cuando se trabaja con menores, en donde resulta muy difícil que narren algún tema privado si se
encuentran en presencia del personal de la institución.
Resiliencia Comunitaria Página 162
Más allá que la situación no es sencilla, es posible observar que el “clima” varía. El agradecimiento
fluye: han dicho en reiteradas oportunidades “por un rato estamos en otro lado y tenemos algo de qué
hablar en los próximos días” (sic).
El “Ser “en el aislamiento. La mirada que da espacios para existir…
La experiencia que se narrará a continuación tuvo lugar en el año 2002, en un instituto de menores,
donde había niños judicializados entre 3 y 12 años. Esta institución los albergaba transitoriamente
durante toda la intervención judicial, con el mandato social de protección de los menores hasta que
llegaran a su destino final: adopción, familia sustituta, familia extensa etc. Conformando un equipo
de trabajo con los médicos intervinientes, se planteaba la tarea del titiritero como “sujeto
intermediario” o también llamado “Yo auxiliar” por Jaime Rojas Bermúdez, creando así un espacio
de juego: un “puente lúdico” en el que, con el trabajo con los objetos intermediarios (los títeres), todo
fuera menos doloroso, menos traumático y así se pudiera abordar la situación e intervenir
profesionalmente en ella.
“… la pediatra fue citada al instituto para revisar a una nena que había intentado quitarse la vida,
poniéndose en situaciones de altísimo riesgo, en una ocasión tirándose de la cornisa de un 3 piso.
Pidieron mi intervención con los títeres porque la veían muy dañada y sin posibilidades de dialogar.
¿Cómo iba a hablar una nenita de 5 años tan maltratada y que venía de vivir en el monte?
Llegamos y mientras la doctora charlaba con la pediatra del instituto para saber las novedades... yo
comienzo a preparar el clima para el encuentro con la nena.
Saco a mi mono llamado Melanco y en minutos, esa criatura me cuenta el abuso, la muerte de su
hermano, que se creía accidente y ella sabe no lo fue... la pérdida de su mamá...el abandono y su
exilio a Bs. As para terminar en un instituto de menores...
Todo sucedió en 10 minutos.
Bajo el mono- ya que era momento de hablar sin el objeto- la miro a los ojos y comienzo nuevamente
el diálogo.
Cuando le pregunto si tiene psicóloga me dice que sí y también trabajadora social.
Le dije entonces:
-Hermosa, ¿a quién le contaste esto?
-A nadie- me respondió-
-Pero, ¿por qué?
-Porque nadie me preguntó.
-Yo tampoco te pregunté...
Y ella me respondió-No, pero vos…me miraste” (sic)
Voces de niños. Instituto de Menores.
Resiliencia Comunitaria Página 163
La mirada, la escucha, la presencia de otro disponible afectivamente, son factores tan
indispensables en la vida de todo ser humano, que su ausencia, resulta alienante.
En los penales y hasta en algunas terapias intensivas, las personas “pierden” en muchos casos hasta
el recuerdo de su nombre. Se los llama por el apellido y esto sólo es el comienzo de un proceso de
pérdida de decisión sobre todo aquello que puede sucederle.
En una terapia intensiva, el “cuerpo” pasa a ser una parte del ser que pertenece al hospital. Toman
decisiones y no existe posibilidad de rechazarlas. Esta despersonalización genera en el paciente una
pérdida de dominio de su situación, preservar ese “ser” es una tarea imprescindible.
Es aquí en donde la mirada resiliente cobra una fuerza imprescindible en el rescate de “quién soy”.
Luthar y Cusing (1999), Masten (1999), Kaplan (1999) y Bernard (1999), entienden la resiliencia
como un proceso dinámico donde las influencias del ambiente y del individuo, interactúan en una
relación recíproca, que permite a la persona adaptarse a pesar de la adversidad.
Trabajar con cada uno de estos seres en situaciones de aislamiento, personas que no casualmente la
vida nos pone en el camino, su autoestima, creatividad, capacidad expresiva y posibilidad de
establecer vínculo, permite recuperar herramientas inalienables para la construcción del ser.
La organización de un taller de títeres debe ser pensada como una propuesta viable, sustentable en el
tiempo, evaluable y acorde a las necesidades e intereses de los participantes.
Organización de la Intervención con títeres en Institutos de Seguridad
Experiencias en institutos con adolescentes.
Michael Rutter (1980) define a la resiliencia como “una respuesta global en la que se ponen en juego
los mecanismos de protección, entendiendo por éstos (mecanismos) no la valencia contraria a los
factores de riesgo, sino aquella dinámica que permite al individuo salir fortalecido de la adversidad,
en cada situación específica y respetando las características personales”.
Esta experiencia fue realizada en un instituto de menores en donde se encuentran internados varones,
menores de edad, sobre los cuales después de un hecho grave, se les inicia una intervención judicial.
En estas instituciones los menores no están mezclados, están separados por edades. En el momento
del taller, la edad promedio era de 15 años.
Selección
del texto
y títeres
Situación de los
internos en el
sector a trabajar
Cadena de jerarquías y organización
del lugar
Resiliencia Comunitaria Página 164
El instituto contaba con una población de alrededor de 50 jóvenes, de los cuales la mitad estaban allí
alojados por haber participado en delitos, mezclados con otros con diferentes historias: abusos,
abandono que habiendo escapado de sus casas llegaban a esta ciudad y sobrevivían a la situación de
calle. Muchos llegaban de diferentes lugares del país. Una gran diversidad de causales de adversidad,
en la que el elemento común era la pobreza.
Basta escuchar la historia de cada uno de estos jóvenes para entender claramente que el
entrecruzamiento de sus realidades familiares y sociales y la privación de necesidades básicas y de
contención, los ha llevado a muchos de ellos, casi de modo inexorable, a encontrar una salida en la
asociación a grupos que lo único que le ofrecieron es formar parte de hechos delictivos.
Sin ninguna duda, ha llegado la hora de revisar modos y estrategias tanto de prevención como de
acompañamiento, en donde lo edilicio y la propuesta interna contengan, favoreciendo a los jóvenes a
que puedan proyectarse y fortalecer su autoestima, de modo tal que no encuentren en la repetición de
los hechos ya acaecidos, la alternativa para subsistir. Es aquí donde todos los proyectos artísticos,
sociales, comunitarios y expresivos cobran una extrema relevancia para potenciar los pilares
resilientes.
Estas intervenciones son planificadas, luego de un momento de diagnóstico, de observación de la
realidad con la que se encuentra el profesional voluntario. El voluntariado no implica “no
planificación”, implica la misma organización que un trabajo rentado, con la misma responsabilidad.
La misma está compuesta de objetivos, de tiempos de aplicación y líneas de acción cortas, ya que, en
los casos de intervenciones en institutos de menores con una alta rotación, los efectos de los trabajos
no se pueden medir a largo plazo.
Estas experiencias de voluntariado se enmarcan en proyectos institucionales, con una mirada
interdisciplinaria. La convocatoria la hacen los profesionales que pertenecen a la institución u otros
profesionales intervinientes. Siempre desde esta mirada profesional colectiva se realiza un estudio
previo de la situación. Se explica al titiritero lo que precisan y a partir de esas necesidades concretas,
se arma un proyecto de trabajo, que es evaluado entre todos los profesionales. La interdisciplinariedad
implica trabajo comunitario: miradas desde distintas líneas de pensamiento y ese proyecto se lleva
adelante. En estas experiencias que se compartirán la interrelación con los profesionales estaba dada,
los objetivos claros, como también el por qué y el para qué de la intervención, los tiempos, los modos
de acción y los espacios de evaluación posteriores en donde se analiza cómo se cumplieron los
objetivos, para saber cómo continuar. Hay toda una estructura que contiene lo que se ve hacer, que
es sólo la punta del iceberg del trabajo previo de diagnóstico, proyección de actividad y de evaluación.
La organización y planificación protege los procesos, así como a los niños y profesionales. No hay
posible trabajo significativo sin preparación
Las experiencias realizadas en estas instituciones, tienen su origen en el trabajo voluntario, que se
realizaba en horarios nocturnos. Los jóvenes se abrían de tal forma en estos espacios, que contaban y
expresaban situaciones y sentimientos que no manifestaban en otras intervenciones. Ante la
importancia y significado de ese contenido, y con el previo permiso y autorización de los chicos, se
lo socializaba con los profesionales de la institución. Lo que surgía en el espacio del taller llegaba al
terapeuta o trabajador social siempre con la autorización del menor: se les preguntaba “¿esto lo
contaste antes?”. Frente al no como respuesta, se le ofrecía: “¿querés que lo sepan?”. Así en un
ambiente de confianza y respeto, esta información que había surgido en ese espacio de juego, de
seguridad y libertad de expresión y que era importante para la evolución de su caso, llegaba a los
profesionales, con los que después se constituye una pareja de trabajo, realizando actividades
conjuntas. Este pasaje de información era muy útil y permitía conocer el contexto, para implicarlo en
Resiliencia Comunitaria Página 165
el proceso. Los títeres generaban ese clima de seguridad que permitía que afloraran aspectos y hechos
que la institución desconocía.
Trabajar en situaciones de aislamiento con jóvenes, es una experiencia que posibilita encontrar puntos
de resiliencia comunitaria, herramienta que ilumina al grupo, potenciando sus capacidades pro-
sociales.
Compartiendo una experiencia.
Es muy difícil explicar algunas experiencias. El trabajo con arte en los institutos es maravilloso y, sin
duda, abre un nuevo espacio interno sabiendo que los títeres no tienen fronteras de ningún tipo. Al
llegar, uno puede encontrarse con un grupo de jóvenes que no miran. Resistir esos primeros minutos
es necesario para darle lugar al otro a presentarse en su circunstancia. Es necesario pensar en esos
momentos que uno es la visita y ellos los locales, y en consecuencia, esto lleva su tiempo de
aceptación. Pero luego de los primeros minutos y una vez establecido el primer contacto, siempre es
necesario aclarar cuáles son las reglas. Esto da seguridad y encuadre para ambas partes.
La experiencia que se narrará a continuación tuvo lugar en un instituto de menores, en el que había
jóvenes cercanos a los dieciocho años, privados de su libertad, ya que no pueden salir del instituto,
en el que tienen distintas actividades, escuela, etc., pero suceden ahí adentro. Muchos vienen de
situaciones muy adversas, con una condición muy humilde. Incluso algunos que llegaron escapando
de otros lugares más lejanos, los recibió la calle… Ésta no da muchas soluciones: es muy difícil vivir
en ella, la mayoría de las veces sólo va ofrecer terminar en un instituto. Para el resto, para nosotros,
la calle es un lugar de paso, lo leemos así: como un territorio de paso entre dos espacios. Para estos
jóvenes o niños, es “su” lugar. Por eso están inivisibilizados, se los mira como parte del paisaje
urbano. Pero la realidad, es que nadie puede vivir en la calle, ya que no es un espacio habitable, es un
lugar de tránsito. Se naturalizan esas existencias y después aparece el enojo por lo que esas personas
en situación de calle hacen. ¿Qué puede esperarse si la mayoría la transitamos para ir a espacios de
confort y de protección? El desafío quizás está en posicionarse en el lugar del otro, en tener políticas
públicas que contengan la existencia de personas en esa situación, especialmente niños y jóvenes que
precisan tener y vivir experiencias vitales positivas.
No dejé nunca de recordar una de las visitas, por la profundad en su encuentro.
Luego de la invitación a realizar un encuentro con los jóvenes, asistieron ese día al encuentro unos
60 menores. El nivel de exposición que imprime una función “sin retablo” (casita de títeres), resulta
una posibilidad cierta de acercamiento. Pero, por otro lado, también en esa ocasión, implicaba
ingresar en un espacio básicamente de varones. Ser titiritera trae aparejado como gran ventaja, que se
supone que simplemente se juega con muñecos, lo cual se torna frente a la mirada del otro, como un
hecho inocuo. Esto es fantástico, ya que no se supone que genere ninguna situación comprometida.
Esta cortina de humo que conlleva el título de “titiritera”, facilita las intervenciones y a su vez, en
muchos casos, aliviana a los más pequeños cuando son presionados por el entorno a contar qué dijeron
en el espacio del taller.
Antes de comenzar la función en uno de estos institutos de menores, no penal, sucedió un hecho digno
de rescatar y que trascribiré por el valor que tiene:
Uno de los jóvenes se pone de pie y se acerca rápidamente a mí, que estaba parada en el frente. Sin
lugar a dudas era el líder, por el silencio absoluto que se produjo. Se paró frente a mí y en medio de
la mirada del grupo, preguntó:
Resiliencia Comunitaria Página 166
-¿Cuántos actúan en el escenario?
-Yo sola –les contesté.
-¿Y los otros?
-No… no actúan… y yo, yo no me subo a los escenarios…yo prefiero estar cerca de la gente.
-¿En serio? ¿Usted solita?
-Si.
-¿Tiene miedo?
-¿Miedo? no te confundas… tengo pánico.
-¿Tiene pánico? En ese instante giró, miró al grupo y les dijo en voz alta… LA DOÑA TIENE
PANICO…
Y al segundo gritó:
-Qué ovarios… ¡eso es tener código! (sic)
La función comenzó con el silencio más respetuoso. Las caras del personal de seguridad eran
inexplicables. En medio de la situación tan emotiva, un adolescente de 14 años se pone de pie, golpea
el banco y grita:
-No puedo “sentir” más. (Sic).
Y lejos de retirarse del lugar, se paró contra una pared sin mirarme, pero seguía desde ese lugar
escuchando. Al terminar, aplaudieron de pie y fue allí cuando otro joven de unos 16 años levantó la
mano y gritó:
-“¿Usted alguna vez se sintió incomoda al estar con gente privada de su libertad?”
Y le conteste: -Yo me siento incómoda al estar con gente desagradable… y gente desagradable, hay
en todos lados.” (Sic)
Inmediatamente, otro se puso de pie y con el gesto desencajado, me increpó:
”-Esto para usted no es un trabajo…
-No.
-Menos una obligación…
-No lo es…
-¿Qué es esto para usted? gritó
-Esto para mi es una pasión. Por eso, cuando me invitaron no lo dudé y vine.” (Sic)”
Aplaudió…y vino a abrazarme.
Y a modo de conclusión, uno de los adolescentes dijo frente al grupo:
Resiliencia Comunitaria Página 167
-Esta tarde estaba solo mirando la reja... Y ahora, estoy acá charlando con usted y me hace mucho
bien… me deja cosas para pensar…” (Sic)
Los institutos son espacios donde los adolescentes han vividos historias tremendas. Nadie llega a un
sitio como éstos, si mínimamente tiene contención, alguien que pueda interceder. Muchos de ellos no
tienen ni visita, manifiestan que sus propias familias son quienes prefieren que estén allí, “porque no
saben qué hacer con ellos”. Esta sensación de “me descontrolo y no soy yo” (sic) genera un efecto de
alienación y de necesidad de límite externo permanente. Cuando en una intervención, por pequeña
que sea, se dejan claro, inicialmente, los límites, se ubica al otro en el espacio en el cual transitaremos
la experiencia. Los títeres son y serán un recuerdo de una infancia que trae imágenes de todo tipo.
Son el muñeco que han tenido, o el que les faltó, pero en ambos casos, representan parte del
desencadenante de historias cortadas, por las cuales hoy, están donde están.
Experiencia en otros institutos.
“Queda la esperanza de que la magia de las marionetas sea más fuerte que el poder de la indiferencia
y la condición de aislamiento; que los niños y los adultos tengan más fuerte la capacidad de
encantarse por las marionetas y que nosotros seamos capaces de introducirnos en su dolor y en su
pérdida, para que ellos logren volver a ver y dar amor a las cosas”.
Hilarion Petzold
En algunas instituciones, en donde la organización es más dificultosa, la preparación de los talleres,
requiere un doble cuidado. Comenzar con función es, en un inicio, exponerme yo. Esta posibilidad la
dan los títeres, en donde el otro puede observarme, por tanto, estudiarme y ponerme a prueba.
Superada esa instancia, comienza el verdadero trabajo que es necesariamente de a dos y en donde el
adolescente deja de ser espectador. Es fundamental comenzar por la función, por el pequeño
espectáculo, ya que nadie puede querer lo que no conoce, así que es indispensable primero, tener
contacto y ver, para luego hacer un taller donde puedan crear sus propios muñecos y así luego hacer
sus propias obras.
Tres elementos son básicos para poder sostener un taller: el espacio, los recursos y básicamente los
vínculos. El taller que aquí se narrará estaba dentro de un dispositivo pensado para poner palabras
sobre el tema adicciones.
El de los institutos es un grupo social de alto riesgo, por lo tanto, está más predispuesto o, mejor
dicho, “vulnerable” a cualquier artilugio de escape”. Las intervenciones con títeres, que he podido
hacer con la Dra. Graciela Zabala
76
, antes mencionada, se realizaron con muchísima soltura y respeto
por la intervención del títere, como objeto intermediario. En talleres preventivos sobre droga,
embarazo adolescente, sexualidad, los títeres han sido punto de apoyo y otorgaron la posibilidad de
teatralizar situaciones que, de otro modo, serian difíciles de abordar. Es en el juego dramático, en la
participación lúdica y en el trabajo grupal, que se potencian pilares resiliente de modo fluido y natural,
permitiéndoles a los jóvenes empoderarse de esos logros con mayor facilidad.
Una sola experiencia es suficiente para manifestar el nivel de dolor y el modo en que estos jóvenes
se expresan. Realizaba una intervención con un grupo de unos 50 adolescentes. Uno de ellos se
mantuvo parado y desde el fondo gritaba. Cada vez que los demás se conmovían por alguna frase o
gesto de un títere, él gritaba.
76
Graciela Zabala, médica clínica, especialista en adolescentes.
Resiliencia Comunitaria Página 168
-¿Vos le hablás a los muertos? (sic)
Yo no sabía a qué se refería, si hablaba de los títeres... Pero, el grupo ni lo miraba y seguía trabajando.
Más avanzaba el diálogo con sus compañeros, más me gritaba, siempre lo mismo, hasta llegó a decir:
-“¡Cómo te gusta hablar con un muerto!”(Sic)
Me acerqué y le pregunté a qué se refería. No me miraba. Mantenía su cabeza baja y me dijo:
-No me interesa nada de lo que traes. No me interesa nada acá adentro. ¿No ves que estoy muerto?
Yo estoy muerto.
-¿Cuánto años tenés?, le pregunté.
-14, pero que importa, si estoy muerto.
Comenzó a gritarme que estaba muerto y se retiró. La sensación de ahogo con la que quedé, fue
espantosa. Un miembro del personal de seguridad, al verme angustiada, me dijo: “quedate tranquila,
acá todos dicen lo mismo” (sic).
Tenía la intención de esperar un rato y pedir si podía el joven bajar de las habitaciones, pero la Dra.
Zabala me aclaró que él estaba en una crisis desde hacía unos días y que sería preferible no hacer otro
contacto, pero que sería muy oportuno al día siguiente. Finalmente nos retiramos, yo quedé dando
vueltas alrededor del instituto, hasta que, finalmente, logré caminar hacia mi casa.
A la mañana, bien temprano, fui para el instituto. Pregunté por él y lo trajeron. Su mirada será
inolvidable. Miraba para todos lados como buscando a otra persona por la cual yo estaba allí.
Finalmente, se sentó a mi lado en un banco del patio del instituto y el diálogo fue el siguiente:
-¿Vino por mí?
-Si claro… yo, ayer, me fui muy mal. Pensé que te había molestado algo en mi función y no era la
intención.
-A mí, nada que viene de éstos, me interesa.
-Yo vine porque quiero y me parecía importante que sepas que a alguien angustia la idea de que vos
te sientas muerto. No tengo mucho para variar tu historia, pero creo que saber que uno no es uno
del montón, que te escuché, que me fui muy mal y que lamento que estés acá, puede ayudarte. Vos no
sos invisible. (Sic).
Me miró en silencio un rato y luego comenzó a contarme su historia. Una de las tantas y casi idénticas
que escucho en 35 años de recorrer espacios de niños vulnerados. Es con estos adolescentes, víctimas
y victimarios de una sociedad que no mira el producto de su abandono, en donde el arte, una actitud
contenedora y una mirada resiliente, generan avances insospechados.
Es la misma sociedad que los castiga, la que no le da lugares de “recuperación” sino de “reclusión”.
Somos los mismos que los vemos comer de los tachos la basura, los que no comprendemos actitudes
de resentimiento y rebeldía. Son los jóvenes que no pudieron vivir una vida digna, a los que les
robaron los sueños de ser alguien, los que se evaden con el paco y asaltan a mano armada, sin recordar
ni cómo, peligrosos sin conciencia de los límites, en la cornisa permanente de una muerte anunciada
en el próximo tiroteo. Estos son y son de todos.
Resiliencia Comunitaria Página 169
Por eso, estar con ellos es la única alternativa, utópica pero constatable, de que el diálogo puede
mostrar el mejor rostro de cada uno. Que el encuentro es vital. Que la palabra circula historias, vida,
esperanza de reconstrucción.
Y esto, al aparecer en un periódico, nuevamente se genera la oportunidad de que otros, alejados de
esta realidad, puedan verlos y oírlos y saber que, más atrás de sus “causas penales”, hay “otras causas”
que los llevan a estar donde están. Será hora quizás de prevenir, de planificar salidas, de mirarlos y
no luego del encierro, de saber que, en la oportunidad de armado de un proyecto de vida, nos damos
como sociedad, una oportunidad a todos.
Penal de Mujeres.
Esta experiencia se realizó en el año 2008, en una unidad penitenciaria de mujeres de la provincia de
Buenos Aires, en donde hay una “pabellón de madres” en el que viven las mamás con sus hijos hasta
los cuatro años. Luego de esa edad, los niños comienzan a vivir fuera para hacer sala de cinco años y
luego la escolaridad primaria obligatorias. Durante su estadía en el penal concurren al jardín de
infantes que, en este penal, está adentro del mismo.
Desde el arte, se puede plantear un trabajo con el objetivo del fortalecimiento de los vínculos entre
madre e hijos dentro de una situación de aislamiento. De allí, surge la idea del proyecto “Con Alas
de Paño” que llevé adelante como voluntaria. Había dado espectáculos a los niñitos, había conversado
con las madres. A partir de esta incursión, se planteó la posibilidad de crear un espacio sistematizado
de trabajo entre las madres y sus hijos, para que, a través de los títeres, facilitar y potenciar los canales
de comunicación. Entendiendo que el encierro potencia los climas y sabiendo la angustia que genera
a las madres ver pasar el tiempo, cuando saben que su condena es mayor a la edad de egreso de los
niños. Es necesario generar espacios creativos para facilitar el juego, la expresión y momentos que
fortalezcan el vínculo y la actitud resiliente entre madre e hijo. Que las madres pudieran participar
luego del espectáculo y trabajo con los niños y que ellos pudieran verlas disfrutar y reírse en
situaciones lúdicas, facilita ese vínculo tan vital y positivo anteriormente citado. Sólo si una madre
juega, juega el niño. Sólo si ríe, habilita la alegría dentro del encierro. Todas las actividades
propuestas en el proyecto han sido realizadas en refugios de mujeres golpeadas, institutos con madres
adolescentes y en el mismo penal.
Proyecto “Con Alas de Paño”.
“Con Alas de Paño” es un proyecto titiritero con el objetivo de propiciar actitudes resilientes en
ámbitos de aislamiento: alas para el alma, un rato para conectarse con lo mejor que cada uno tiene
dentro y poder brindárselo a sus hijos. Un espacio lúdico desde los Títeres, pero a partir de los niños
y para los niños. Desde compartir un espectáculo, a ver a su mamá participar y disfrutar de verla en
una actitud creativa, oírla reír, poder JUNTOS pasar un buen momento. Proyectar un futuro mejor
desde la realidad que les toca atravesar, sin perder el deseo de mejorar, buceando en lo mejor que
tenemos cada uno, para imaginar un proyecto como familia. Es por eso, que este sueño es pensado
para servicios de mujeres con hijos pequeños. Para ayudarlas a reencontrarse con las Alas de su
imaginación, compartiendo con sus hijitos un clima acogedor como el Paño.
El otro objetivo básico de este tipo de talleres es posibilitar a las madres la construcción de elementos
“bellos”, títeres, objetos lúdicos y espacios para compartir con sus pequeños, que, en definitiva,
Resiliencia Comunitaria Página 170
muestren que ellas son capaces de producir belleza y de construir objetos para regalarle a sus hijos,
siendo las protagonistas de ese momento lúdico.
La autoestima de estas madres internadas es absolutamente vulnerable. Ser capaces de regalarles a
sus hijos algo generado por ellas y que es reconocido por la propia comunidad de internos como un
hecho valioso, es ayudarlas a ponerse en otro lugar, tener una nueva oportunidad para verse
positivamente. Además de dejarle a los niños recuerdos de esa mamá jugando, feliz, sonriente,
creadora.
Variables a trabajar con las madres para promover un vínculo resiliente con sus hijos
Proyecto KUSISGA WAWA (1999)
Un ejemplo que basta. No una anécdota, sino un ejemplo de los efectos de este proyecto.
Un día una mamá muy joven, que había visto el espectáculo y estaba invitada al taller, viene muy
enojada, sumamente contrariada y me increpa preguntándome si iba a hablar de “las pulseras”. Eran
tiempos en los que se estaba tratando el tema de las pulseras electrónicas para arrestos domiciliarios.
Le dije que no, que traía objetos lúdicos para que juegue con su hijo y entonces más enojada aún me
contestó: “Ah, viniste con ‘zaraza’” una expresión que significa “cualquier cosa”. Como estaba
poniendo en peligro el clima del momento menospreciando a sus compañeras y a su interés por la
actividad, le dije: “Sí vine con zaraza, una zaraza chiquita, vine a hablar de infancia. Porque vos un
día vas a salir de acá con tu hijo y a mí me gustaría que cuando él recuerde su infancia, pueda contar
qué hizo en ese tiempo con su mamá y no que sólo estuvo en un penal, sino que tenga otras cosas
para narrar. Que entre otras cosas pueda decir, que le contaste cuentos, que jugaste, que le permitiste
vivir su infancia acá dentro.”
Se quedó en silencio y en el taller. Construyó cosas, jugó, mientras escuchaba. Dos encuentros
después ocurre algo que simbólicamente me pareció una maravilla: ella viene con una pelota, un gran
nudo de puntilla y me dice: “te quiero dar esto, se me anudó todo, es un nudo viviente, capaz vos lo
podés desanudar y llevar a esos lugares que vas a hacer estas cosas para que tengan puntilla.” Cuando
yo veo el nudo que me estaba pasando, vi lo que era simbólicamente y le dije: “Bueno, con gusto. Yo
recibo este nudo, pero voy a tener que pedir ayuda porque los nudos no se desatan solos. Lo llevo y
le voy a pedir a mis alumnas del profesorado, a mis alumnos chiquitos del jardín para que colaboren
a desanudar toda esta madeja. Pero cuando la desanudemos… la voy a cortar por la mitad y la mitad
de la puntilla te la voy a traer para que la uses vos y la otra mitad la entregaré como vos querés.” Fue
muy emocionante porque hice eso, lo desanudé y le entregué una madeja ovillada…
El nudo había desaparecido gracias a muchas manos que habían colaborado, se lo expliqué. Yo me
llevé la otra mitad de esa pelota, era ella la que enviaba la puntilla a otros. Es una verdadera metáfora
Variables a trabajar
con las madres para
promover un vinculo
resiliente con sus hijos
Afirmación
Transmisión de Valores
que permiten un ajuste
frente a su entorno
cultural
Afecto
Manifestaciones
verbales y físicas de
sentimiento de amor y
cariño
Cuidado-Sostén
Pautas de Crianza en
busca del bienestar
físico y psicológico.
Resiliencia Comunitaria Página 171
de la resiliencia comunitaria: el objetivo del hacer era vivenciar el valor del “otro”, desanudar la
propia vida y poder compartir, incluso profundamente, el fruto de cuando yo desanudo mi historia.
Esa mamá al poquito tiempo se fue con un vínculo realmente muy profundo. Desde ese primer grito
de “trajiste zaraza” hay un tiempo de intervenciones, que desde su inicio implica ponerse en el lugar
del otro.
Cuando uno hace un espectáculo de títeres en un teatro por ejemplo, uno está arriba del escenario y
el espectador eligió venir, se trasladó y quizás pagó por venir. Pero estos no son espectáculos, son
encuentros. Yo me meto en el lugar del otro, por lo cual la invitada soy yo. Me gusta decir que además
no hay que entrar con botas, sino con pies descalzos, porque entro derecho a la historia del otro. Hay
que pedirle permiso y una de las posibilidades que puede suceder es que digan” no tengo ganas que
estés” y lo tengo que tomar, porque yo entre en su territorio. Y cuando el otro se da cuenta que al
decirme no quiero que estés… yo me retiro, al segundo dice “quedate”, porque su espacio de libertad
es decirte que te vayas y si sos respetuosa, te pide que te quedes.
Así con este ejemplo de la puntilla, se explica cómo “Alas de Paño” repercutía en ellas. Tan solo con
estar, compartir y entretejer un proyecto, la actividad es completamente resiliente. El proyecto es el
“motivo”. Los motivos son los que tiran para adelante, cuando uno hace las cosas los motivos son los
que empujan. Muchas de estas mujeres no tienen un proyecto vital: dicen” no sirvo para nada”, no sé
hacer nada, no sé qué va a pasar conmigo. Si se encuentra internamente el valor de los motivos… el
faro fundamental lo tienen enfrente: es el hijo. Con “Alas de paño” podían descubrir por qué valía la
pena la construcción de un proyecto vital. A lo largo de los días descubrían cosas que hacían bien,
como tejer, coser… y yo les decía entonces “podes hacer…”. Darles alas para poder proyectar una
vida con una construcción pacífica, para que no estuvieran a la buena de Dios en la adversidad y para
que no encontraran sólo en lo ilegal una salida, sino que había espacios en lo que hacer construcciones
de vida a los que podían tener acceso. Los proyectos juegan como linternas que iluminan lugares
desconocidos para la persona, que puede haber una punta de cambio. Quien guía un proyecto con
mirada resiliente anoticia al otro de lo mucho que puede, de que tiene con qué y que tiene un motivo
para cambiar su camino y que ese motivo es un proyecto vital que no sólo le salva la vida a él y a su
hijo, sino que desde una mirada comunitaria le salva la vida a toda una comunidad. Ir a esos espacios
y hacer estas tareas tiene que ver con una mirada comunitaria, en donde las acciones no se hacen por
uno ni por dos, se hace por todos: los que están adentro, los que están afuera, por los hijos y por los
que van a venir, todos merecen una oportunidad diferente.
El Proyecto con los varones.
Este mismo proyecto fue adaptado y llevado a los penales de varones hacia dos frentes. Uno con sus
hijos que los iban a visitar: y ellos (los internos) manifestaban que luego de largos periodos de
encierro “ya no tenían ni qué contarles” en ese tiempo semanal que podían compartir. La construcción
de muñecos les dio una herramienta para poder interactuar con ellos, serían entregados en las visitas.
El segundo proyecto fue la creación de marionetas que serían llevadas a terapias intensivas. De esta
manera, ellos se transforman en voluntarios, ayudando a otros que están en una situación de
aislamiento por salud. La mirada de la resiliencia reposiciona a este hombre como un ser capaz de
hacer cosas buenas. Todos merecemos tener la oportunidad de ser generadores de bienestar y
vivenciar la emoción que significa alivianar a otro y darle un espacio protegido
Algunos de estos hombres sienten han vivido generando dolor, pueden visualizar que han hecho daño
y sienten que no tiene cómo hacer otra cosa. El objetivo era la experimentación personal de que eran
Resiliencia Comunitaria Página 172
capaces de ser generadores de cosas buenas y que al pasar esa experiencia por el cuerpo se torna un
aprendizaje significativo. Esto se vivenciaba tanto en la visita de mis hijos, donde se posicionaban en
un nuevo lugar teniendo algo para jugar con ellos, construido por ellos mismos y a su vez los niños
se podían llevar dando cuenta de un regalo de su papa. Y en el Proyecto de hospital resumía el hacer
esto mismo por otro desconocido, salir del penal con la obra y hacer el bien, en la misma sociedad
sobre la que tuvieron una intervención tan negativa que hoy hace que estén encerrados, constituye un
gran camino interno de reparación. Es un reposicionamiento y una intención de reparar, no sirve de
nada el encierro sino hay una reparación interna y una construcción activa a la hora de la salida. Al
igual que las mujeres aquí se trata de transformarse en un varón que construye, desde un lugar de
productor de objetos para regalar. Producir, interactuar en un proyecto vital. Esta experiencia fue
sumamente enriquecedora, en la que el respeto era la condición. No se habla de lo que pasó, de la
causa del encierro. Ellos saben que no entro en esa zona, pero que no justifico las acciones, éstas
importan y como importan hay que promover una acción profunda de reparación. Es importante esta
reparación de adentro hacia afuera.
El producto del taller, además de los títeres de los hijos, son marionetas de papel, hechas conmigo y
algunas terminadas por ellos después, que luego pasaban a los profesorados e institutos de formación
docente donde los alumnos las fortalecían y reforzaban. Ya preparadas para ser pintadas llegan
hospitales pediátricos para entregarse en mano al papá o mamá del niñito que está en terapia intensiva
para que él la termine como le guste. Llevan blancas palomas de la paz en la que se escriben los
nombres de todos en cada paso: del interno, de las futuras docentes, del niño en terapia intensiva. En
algunos casos los internos hicieron ángeles, les pusieron alas, que los papás pintaban luego para
colocarlos finalmente en la cabecera de la cama o en algún lugar de la habitación.
Las palomas con todos los nombres vuelven al penal a las manos del hombre que comenzó esta
construcción, producto de una asociación “lícita” de muchas personas que hicieron el bien. Se le
demostraba que podía hacer “con otros”. Se le mostraba una foto del nene internado en el hospital
con el títere, marioneta o ángel, para que viera en qué se había transformado eso que él comenzó. Es
una clara experiencia de la visualización de la resiliencia comunitaria y del valor de los eslabones que
se van uniendo para un proyecto con un objetivo pacífico y de construcción de bienestar. Los
aislamientos se unen, haciéndose el bien. Y así, la idea de resiliencia como hecho comunitario
comienza a rodar.
Esta experiencia fue narrada en una charla TED
TED X UBA. “Hacer visible lo invisible”
https://www.youtube.com/watch?v=EDgo3YXY4KE&list=PLNc07JfbXj3AiUt-
gGN3V03n3o6M2EUiT
Es importante destacar lo que pasaba en cada encuentro, en cada hacer. Hasta en la postura corporal
se observaban los cambios, entraban tanto hombres como mujeres, muy rígidos, con miradas
desconfiadas. Muchas veces llevó más de un encuentro que creyeran en el trabajo voluntario,
desinteresado y no pago. Sospechaban que era una infiltración para averiguar cosas, en definitiva les
resultaba increíble que alguien quería estar allí. Cuando reconocían la verdad, aparecían el asombro,
el desconcierto y hasta la angustia de saber que alguien quería ir a verlos. Estos encuentros generan,
más allá de la actividad que se realice, un clima humanizante que pone blanco sobre negro las
diferentes miradas, filosofías de vida, en fin, al “otro”, tal como dice Carlos Skliar: ¡qué pasaría si el
otro no estuviera allí! Esta mirada humanizante de este autor se ve plasmada en el video “Estar
juntos”.
Resiliencia Comunitaria Página 173
https://www.youtube.com/watch?v=5rPEZhEObzI
Lo que se generaba en los encuentros. El respeto y la paz, que nos hacía olvidar en qué escenario
estábamos, se daban justamente por esa mirada de la existencia del otro. El encontrar un espacio de
trabajo, de expresión, de generación de cosas buena y de paz.
Todos salen de estas experiencias modificados, transformados, visitados y visitantes, porque es un
hecho comunitario. Estos sujetos que con hechos antisociales han generado mucho dolor, sienten al
principio a la sociedad como otro al cual no pertenecen y al que hay que aplastar. Quizás, ambas
partes tienen esa visión. Cuando se generan espacios y conversaciones para armar proyectos de vida,
lo que el otro devuelve es un rostro, una posición física, una mirada y hasta un tono de voz
irreconocible. Sale su parte más positiva y yo me ilusiono con que esa parte siga creciendo y esta
persona pueda establecer nuevos vínculos y posicionarse de una manera diferente. Claro que esto
tendría que estar acompañado de un andamiaje profundo con posibilidades reales, sistematizadas,
sostenidos por muchas instituciones para garantizar la reinserción.
Desde la mirada resiliente cada uno ocupa un espacio en esta trama sistémica. Lo de cada uno tiene
que ver con una entrega, con un hacer, con un dar, no tiene nada que ver con las gestiones públicas y
políticas. Cada uno en la vida nació para algo, así se los cuento a ellos. Yo nací para esto y entonces
lo entrego, tomalo y fijate si te puede servir. Yo he visto cambios de miradas, de palabras, de
razonamientos pacíficos en esos espacios de valoración de la existencia del otro esté donde esté.
En qué lugar posicionarse dentro de un penal.
Si algo es difícil en las situaciones de instituciones tan complejas, es desde dónde pararse a mirar.
Muchas veces investigaciones docentes en espacios como el penal o el hospital, se observa que los
docentes sienten que nada de lo que han aprendido en sus profesorados les es útil. ¿Por qué razón no
serían útiles los recursos aprendidos?
Es real que el escenario marca diferencias profundas, pero también es cierto que los niños son siempre
niños, en cualquier ámbito.
Este posicionamiento interno es mucho más profundo que mirar desde el escenario. Sin duda se debe
conocer y manejar las reglas de cada espacio, pero la pregunta frente al paciente o interno es: ¿Cuál
es mi posición? ¿Qué miro? ¿Sobre qué parte de su ser, trabajo?
El titiritero tiene un rol muy preciso, correrse de ese lugar es empastar la tarea de otro y dejar libre
un lugar único. La mirada debería tener que ver con trabajar con lo más sano que tiene el otro, con
sus aptitudes más fuertes, con lo que queda, para desde allí, construir. En los talleres, el titiritero es
quien sin preguntar por su pasado proyecta un futuro, donde el otro, desde su ser más íntimo, desea
otra vida.
En el hospital, donde las especialidades generan en muchas ocasiones una disociación del todo, con
el trabajo con los títeres recuperamos la idea de totalidad, de integración. Si es diálisis, trabajaremos
con el brazo no conectado; si es terapia, con la parte del cuerpo liberada de instrumental, no importa
cuánto recurso nos quede, será el suficiente para poner allí la mirada y, desde ese espacio vital,
construir un puente a la resiliencia como alternativa de salida y fortalecimiento.
Resiliencia Comunitaria Página 174
En el penal, en el hospital, en la misma terapia, será el gran desafío ver “chicos” que necesitan jugar.
Sólo jugando podrán accionar una realidad que los supera. El titiritero tiene en sus manos una
herramienta tan adaptable que puede, en cualquier ámbito, generar un espacio de recreación. Pero
para esto, se pondrá en juego su propia resiliencia, la capacidad de mirar aquello que “debe ver” y no
dejar que el impacto de lo traumático lo paralice, al igual que al niño.
Antes de partir.
Ningún cierre puede ser sin despedida. La despedida es el ritual que habilita nuevos encuentros. Es
la palabra que habita el espacio necesario para separarnos y seguir caminando. No despedirse es dejar
sin cierre el encuentro, no reconocer nuestra finitud y el valor de la profundad de lo vivido.
Cierre de la Intervención con Títeres en los distintos escenarios
Y finalizado el encuentro es indispensable en momento de la evaluación. Momento de encuentro con
lo sucedido, de análisis, de proyección de lo que vendrá.
Cierre de la
Intervención
1-Tomar el
tiempo necesario
para la despedida
2-Ritual de cierre
junto al otro.
Todos somos
modificados
3-Momento de
cierre individual.
Evaluación y
análisis
4-Supervisión,
contención y
proyección
dentro del
equipo
interdisciplinario
Resiliencia Comunitaria Página 175
Resultados del cambio actitudinal a partir de la Intervención con títeres en Institutos y Penales.
Este cuadro intenta mostrar como las posiciones de todos los protagonistas cambian ante una
intervención artística. El personal de seguridad pasa de una postura observadora y correctiva a una
posición más simétrica, los internos se relajan, construyen activamente en un clima nuevo y distinto
que los reubica a todos en un escenario de diálogo, generado en un espacio de bienestar en este caso
propiciado a través de los títeres que permite que todos sean espectadores y estén juntas, ambas partes.
Muchas veces aparece mucho personal de seguridad que se queda parado atrás y al ver que todo se
desarrolla normalmente se va. Los que se quedan, disfrutan y hasta interactúan festivamente,
descubren que esos chicos, también como sus hijos, disfrutan la función de títeres, como si estuvieran
en familia, cambian la mirada sobre los menores a los que controlan.
Un taller o una intervención en estos ámbitos con personas que han delinquido no significa de ninguna
manera que se justifique lo que hayan hecho. No se habla de lo que se “hizo”, si se está allí es por
qué algo grave ha sucedido. No se entra demagógicamente a estos espacios. Uno ingresa para
acompañar un reposicionamiento, quizás de una manera ilusoria, hasta infantil pensando que se puede
modificar algo. En mi caso…es la herramienta que tengo, y lo intento. Uno mira las realidades de
afuera, critica lo que ve mal. Pero las cosas se cambian sólo entrando a las realidades. Quizás no se
pueden modificar absolutamente, pero si contribuir con un mínimo granito de arena, y a eso voy... y
lo dejo. Es la manera que siento que tiene que ver con la resiliencia comunitaria: cada uno nació para
dar algo y es lo que les digo a los internos. Hay que encontrar para qué nacimos, el motivo de nuestra
existencia y salir en búsqueda de cumplirlo. No hay grandes o pequeños motivos, no hay grandes o
pequeñas existencias, tiene que ver con cumplir la canción que vinimos a cantar. Y eso tiene una sola
consecuencia: nos da una felicidad plena, nos da la plenitud del ser. Entré siempre a estos espacios
para hablar de eso, para decirle al otro que tenía que encontrar a qué había venido a este planeta. Y
que cuando lo encontrara eso era estar en la senda. Había solo que encontrar el camino para aplicarlo,
por lo menos intentarlo. Encontrar una alternativa en la que siempre tuviera que hacerle un bien al
otro, porque a eso vinimos. A entramarnos, a armar proyectos para mejorar este planeta. Yo no sé
cuánto pude haber aportado a la historia de los otros. Lo que tengo profunda claridad es que cada una
de esas personas transformó mi vida, cada niño del hospital, cada niño de la escuela, cada joven de
un instituto, cada adulto de un penal, cada persona que está en una situación de aislamiento, me ha
mostrado mis propios aislamientos, mis propios encierros. Pero también que, mientras respiremos,
hay que seguir construyendo. Que hay que ir en búsqueda del otro para establecer alianzas de
construcción.
Esto es lo que le conté al Doctor Suárez Ojeda y que él con tanto afecto leyó y resignificó.
Interacción con
una experiencia
Artística.
Cambio de
actitud por
parte de los
internos
Posición
simétrica por
parte de la
seguridad
Resiliencia Comunitaria Página 176
Por eso es un honor estar narrando algo que él amorosamente vio como un hecho resiliente, de
resiliencia comunitaria.
El propósito y proyecto es que… Si el daño fue ejercido a una comunidad entonces la reparación
también debe hacerse en ese nivel, en un modo comunitario.
A modo de cierre. UBUNTU
UBUNTU, en la cultura Xhosa significa: "Yo soy porque nosotros somos."
Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas
cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando
dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después
se sentaron juntos a disfrutar del premio. Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno
solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: UBUNTU, ¿cómo uno de nosotros podría estar
feliz si todos los demás están tristes?
Bibliografía de consulta.
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CAPÍTULO 15.
RESILIENCIA APLICADA EN EDUCACIÓN SUPERIOR: REFLEXIONES ACERCA DE UNA
EXPERIENCIA.
Resiliencia Comunitaria Página 178
María Gabriela Simpson
77
y Silvia Gabriela Vázquez
78
.
Palabras iniciales
La relación resiliencia-educación superior estuvo planteada desde los primeros tiempos del desarrollo del
constructo. Específicamente en nuestro país, la mayor tarea institucional fue desde el ámbito universitario. El
CIER tan ligado al Dr. Suárez Ojeda, autor tan central en esta publicación y a los compiladores de esta obra,
fue la manifestación fundante de este binomio y el antecedente básico de cualquier estudio sobre el mismo.
La “universidad”, sus desarrollos, sus tareas y sus acciones implican a la resiliencia individual, sociocultural y
comunitaria, ya que atañen a sujetos, grupos, instituciones y comunidad en general.
Este capítulo propone un acercamiento a la promoción de la resiliencia personal y socio-cultural en el ámbito de
la educación superior.
Para ello, se reflexiona acerca de una experiencia concreta (la Cátedra de Responsabilidad Social y Resiliencia
UdeMM)
79
luego de un brevísimo recorrido histórico contextualizando el surgimiento de las universidades y el
reconocimiento de la tarea de “Extensión” como una de las tres misiones de las mismas.
Y además, en una especie de diálogo entre sus autoras, se plantea una correlación entre los hechos narrados y
descriptos y la mirada de la resiliencia, como punto de vista de análisis y como fundamento y justificación de su
pertinencia, distinguiéndose por el formato de letra.
1. Acerca de la universidad y sus tres misiones.
La universidad comenzó a desarrollarse hace 800 años. Investigadores como Haskins (Harvard) y Rashdall
(Oxford) sitúan su nacimiento en la Edad Media, cuando los líderes eclesiásticos detectaron la necesidad de contar
con teólogos e intelectuales laicos que pudiesen armonizar las revelaciones del cristianismo con las ideas clásicas.
Se han hallado documentos que establecen la fundación de la Universidad de París en el año 1208. Por supuesto
que la educación superior existió con anterioridad. Muestra de ello son las profusas descripciones acerca de la
enseñanza china e islámica y de las escuelas filosóficas de Atenas en el siglo IV aC. Sólo que, por falta de
evidencia, no podría afirmarse con certeza que se tratara de organizaciones formales estructuradas con el objetivo
de educar en distintas disciplinas más allá de la religión.
En cuanto a la misión de Extensión Universitaria (EU) ocurrió algo similar. Las universidades llevaron a cabo
este tipo de actividades mucho antes de empezar a englobarlas bajo dicha denominación. Las tres misiones de la
universidad propuestas por Ortega y Gasset en 1930, fueron: docencia, investigación y extensión. Sin embargo,
77
Licenciada en Gestión de Instituciones Educativas. Especialista e investigadora en el tema Resiliencia. Directora de Grupo
de Investigación en Resiliencia Aplicada, GIRA. Grafoanalista, capacitadora y docente nivel primario, secundario,
universitario de grado y de postgrado, aplicando la resiliencia sociocultural. Coordinadora de proyectos de resiliencia aplicada.
Autora de varias publicaciones sobre el tema.
78
Lic. en Psicopedagogía. Maestranda en Educación. Sec. de Extensión Universitaria y Directora de la Diplomatura
Interdisciplinaria en Responsabilidad Social y Resiliencia en UdeMM. Secretaria Académica de la Red Latinoamericana de
Profesionales de la Orientación. Escritora. Obtuvo premios literarios internacionales. Embajadora para la Paz (UPF Ecosoc
ONU).
79
Agradezco a Ma. Gabriela Simpson por su generosa invitación a compartir mi experiencia al frente de la Secretaría de Extensión
Universitaria UdeMM durante más de una década (2006-2018). Es un gran honor para mí formar parte de esta publicación junto a
quienes han sido mis referentes en el tema “Resiliencia”.
Resiliencia Comunitaria Página 179
debieron transcurrir varias décadas hasta que el lugar otorgado a la EU se acercara en importancia al de la
docencia y la investigación.
La mirada de la resiliencia implica esencialmente la interacción entre individuos, grupos, e instituciones. La
docencia siempre supone la relación entre individuos, ya que el aprendizaje, como la enseñanza, entraña un
vínculo entre por lo menos dos sujetos. La investigación es una actividad que tiene como fin último la
trascendencia del conocimiento generado hacia la sociedad. Indudablemente cualquiera de ellos cerrado a la
relación e intercambio con el exterior, no puede generar la capacidad para superar adversidades a nivel
individual o comunitario. La extensión podrá definirse, en términos de resiliencia sociocultural como la
institucionalización de una usina de resiliencia, convirtiéndose en el puente dispuesto por la universidad para
comunicar el ámbito académico con la comunidad, garantizando que la relación teoría-empiria y la
transferencia se plasmen en acciones concretas para el crecimiento de la comunidad.
2. Los inicios del movimiento extensionista.
El “Movimiento Extensionista” se inició en Inglaterra, alrededor del año 1878, con Stuart en la Universidad de
Cambridge y el Reverendo Johnson en Oxford.
Alemania, Bélgica, Francia, Austria, Hungría, Italia y Rusia adoptaron la idea, mientras que Francia creó las
Universidades Populares. En España, los primeros cursos de Extensión se aprobaron en 1898 en la Universidad
de Oviedo, expandiéndose luego a Salamanca, Valencia, Zaragoza, Santander y Sevilla.
Hasta entonces, la actividad principal era el dictado de conferencias (en manos de pensadores o científicos) a las
que podían asistir quienes no formaban parte del ámbito universitario.
En el caso de Estados Unidos, el interés en que la universidad tuviera vínculos con su entorno ya se había puesto
de manifiesto en 1862, mediante acciones con las comunidades rurales, constituyéndose en un antecedente del
movimiento extensionista mencionado.
No obstante, el objetivo parecía ser extender el conocimiento académico hacia afuera, pero no se había instalado
aún la noción de retroalimentación.
Indudablemente la evolución institucional de las universidades fue tomando en cuenta, en forma creciente, la
importancia de abrirse a la comunidad. Teniendo en cuenta a la educación como uno de los principios
movilizantes de la resiliencia sociocultural, puede decirse que, a más conocimiento derramado, aunque sea sólo
de adentro de la universidad hacia afuera, hacia la comunidad, el impacto comunitario puede valorarse como
de crecimiento. Ya que los saberes siempre empoderan y permiten una evolución positiva para enfrentar
dificultades en todos los niveles, desde lo personal hasta lo social. La democratización del conocimiento
implicará más pensamiento crítico (pilar de la resiliencia), por lo tanto, también el desarrollo de los pilares de
la resiliencia comunitaria, al menos más salud comunitaria, y menos crecimiento de los antipilares como el
autoritarismo.
3. La Extensión Universitaria en América Latina.
Los catedráticos de Oviedo visitaban nuestro país a menudo, convocados por Joaquín V. González como
disertantes invitados a conferencias de Extensión en la Universidad Nacional de la Plata. La UNLP, fundada por
él en 1905, dio inicio a la EU en Argentina y en 1918, con el movimiento reformista originado en la Universidad
Nacional de Córdoba, el área de Extensión se difundió en el resto de América Latina.
Resiliencia Comunitaria Página 180
Las Universidades Populares de González Prada en Perú, la I Conferencia Latinoamericana de EU y Difusión
Cultural en Chile o la referencia a la EU durante el I Congreso de Universidades Latinoamericanas celebrado en
Guatemala lo demostraban.
En el contexto latinoamericano, la función de Extensión pasó de una 1° etapa de “Aislamiento”, desde su
surgimiento hasta 1918, a una de “Ruptura” (1918-1950), que — tal como se desprende de los trabajos de
González Gil (1996)— fue dando lugar a la de “Conceptualización” (1950-1970) y, desde 1970 hasta la
actualidad, a la de “Integración”.
Hasta 1972 la concepción clásica asociaba Extensión con transferencia de conocimientos desde la universidad
hacia la comunidad, apoyándose en un modelo de comunicación unidireccional (Freire, 1973; Brusilovsky, 2000;
Pacheco, 2004, López, Marcelo, 2010). Desde este paradigma se suponía que la universidad podía elegir qué
considerar —o no— como deseable en cuanto a cuestiones de salud, arte, recreación, cultura, deporte, etc. El
estudiante identificaba problemas, hacía diagnósticos de situación, proponía soluciones y decidía, mientras que
el destinatario permanecía en un rol pasivo.
Desde esta postura centrista de la universidad, el individuo, los sujetos sociales, sólo eran los receptores.
Indudablemente todavía el paradigma reinante era el “patogénico”, también llamado de daño, que pone el
acento en el riesgo, necesidades, carencias, debilidades, disfunciones, problemas, deficiencias, limitaciones,
todas definidas desde “el saber académico”. Seguramente con un diagnóstico negativo y un pronóstico
pesimista, tomando en cuenta los factores patogénicos, sobre la base de conceptos tales como vulnerabilidad e
invulnerabilidad y planteando planes de intervención en la patología ya dada. Considerando al sujeto indefenso,
sin capacidades, ni competencias ni recursos, al que hay que protegerlo con intervenciones, con una actitud
determinista. La resiliencia supone cambiar este modelo patogénico por un paradigma salugénico.
Fue en 1972, en México, cuando en la 2° Conferencia impulsada por la Unión de Universidades de América
Latina (UDUAL), creada en 1949, se cuestionó el sentido asistencialista de la EU y se acordó que el acento se
colocaría en la interacción.
Este concepto es central en la definición de la resiliencia, desde todas sus miradas. La interacción es la esencia
de la resiliencia: nadie, ni individuos, ni grupos ni instituciones, estará mejor posicionado frente a la adversidad
en la soledad, el aislamiento o la cerrazón frente a los otros. El hombre es un ser social, entonces “será” en
tanto y en cuanto esté en contacto con otros. La capacidad para encontrar nuevas herramientas y desarrollar
los potenciales para enfrentar, resolver y sobrellevar adversidades tendrá lugar sólo en la interacción con ellos,
sean personas o instituciones.
Entre 1976 y 1982 la EU se asoció con la idea de “servicios públicos” desde dos posturas antagónicas. Tal como
plantea Herrera Albrieu (2012), una de ellas daba por supuesto que la relación con la comunidad se establecía a
través de la docencia y la investigación, negando, de alguna manera, la tercera función. La otra, en cambio,
valorizaba la autonomía de la EU y lejos de subsumirla a las restantes misiones, las equiparaba.
Desde hace algún tiempo, la mayoría de las universidades argentinas, adhieren a esta última postura y coinciden
en considerar a la EU como función dialógica.
Resiliencia Comunitaria Página 181
El constructo de la resiliencia contó siempre con dos caras complementarias: la teoría y la práctica, los
desarrollos conceptuales y el campo de la acción. Sobre todo, porque surgió de una observación de la realidad,
se teorizó sobre esa realidad: definiendo qué era e identificando los factores de resiliencia en los casos concretos,
para luego aplicar estos conocimientos en programas de promoción de resiliencia. Volviéndose a cerrar
nuevamente este círculo. Nuestro país fue un verdadero pionero en estos inicios de la mirada, con destacados
autores se ha aportado a la conceptualización con investigaciones y aportes nuevos y necesarios, entre ellos el
Dr. Suárez Ojeda y su resiliencia comunitaria. Pero a la vez éramos un país referente en el trabajo de campo.
Muchos estudiosos de otros países latinoamericanos venían a Argentina y también a Chile (en donde por ejemplo
la Dra. María Angélica Kotliarenco dirigió proyectos valiosísimos de atención al niño y a la madre desde
CEANIM, un ejemplo de la aplicación institucional de la resiliencia) a poder registrar y conocer numerosos
trabajos concretos de promoción de la resiliencia. Luego de varios años y debido a factores, que no corresponde
analizar en este artículo, nuestro país fue perdiendo el lugar anteriormente ocupado en ambas dimensiones. Los
países latinoamericanos que otrora enviaban a sus doctorandos aquí, a observar trabajos de campo y que le
daban más recursos y atención a los desarrollos teóricos, hoy ocupan destacados investigadores, proyectos de
trabajo, centros de estudios, espacios académicos de investigación, de extensión y transferencia que son un
ejemplo de la unión teoría-empiria de excelencia. Tal es el ejemplo de Colombia.
Lo que demuestra que una política educativa, universitaria e institucional de equilibrio entre estas tres columnas
básicas (docencia, investigación y extensión) es la única garantía de poder desarrollarse y trabajar con éxito en
resiliencia y de ocupar un rol social destacado, siendo coherente con el posicionamiento de esta mirada: no sólo
se trata de individuos, sino del tejido social. Por lo que, si las tres toman en cuenta el efecto y la importancia de
sus tareas en lo colectivo, siendo permeable también en procesos inversos (desde el exterior hacia la
universidad), habrá garantías de que dicha institución será una usina de resiliencia, o sea un espacio generador
de resiliencia.
4. Avances de la Extensión Universitaria en Argentina.
Con la sanción, en 1995, de la Ley de Educación Superior N° 24.521, se estableció como una de las funciones
básicas de las instituciones universitarias: “Extender su acción y sus servicios a la comunidad, con el fin de
contribuir a su desarrollo y transformación, estudiando en particular los problemas nacionales y regionales (…)”
(Título IV-Art. 28).
Este artículo citado implica la idea de salud comunitaria y de pertenencia, ya que, si esta acción extendida
contribuye al desarrollo y transformación, a la solución o el enfrentamiento positivo de problemas, implica el
fomento de la resiliencia y también procesos de interacción: el desarrollo de la capacidad para relacionarse,
comunicarse y expresarse. La educación es considerada un principio movilizante de la resiliencia sociocultural,
sea formal o informal, por lo que esta evolución comunitaria o social, producida por las acciones de extensión
universitaria, estará dada por el efecto de este factor de resiliencia.
La EU fue apoyada por el Ministerio de Educación de la Nación y a partir de 1990, por la Secretaría de Políticas
Públicas. Si bien, en un principio, el énfasis estaba en la vinculación tecnológica, en 1997 surgieron los programas
de Aprendizaje–Servicio (coordinados por M. Nieves Tapia hasta el año 2010) y en 1999 se creó el Premio
Presidencial de Prácticas Solidarias en la Educación Superior, incentivando así el compromiso social de la
universidad con la comunidad.
Resiliencia Comunitaria Página 182
Los valores y la solidaridad son principios movilizantes de resiliencia sociocultural y pilares de resiliencia
comunitaria. Ambas miradas sostienen que la empatía y la acción frente al dolor ajeno, son generadoras de
resiliencia. El aprendizaje-servicio implica esas dos condiciones: sin actividad, sin hacer, no hay solidaridad.
Tampoco hay resiliencia sin una adaptación activa: la conducta humana se modifica, siempre en un hacer. La
resiliencia sociocultural incluye como quinta fuente de la resiliencia, en las ya sistematizadas por Edith
Grotberg, “Yo hago” y también propone las conjugadas en primera persona del plural: nosotros somos, nosotros
tenemos, nosotros estamos, nosotros podemos y nosotros hacemos. Lo que quiere decir que el proceso de
sobrellevar y superar adversidades involucra un sentido y una tarea colectivos.
“El enfoque educativo del aprendizaje-servicio incluye en su estructura el paradigma de la
construcción de resiliencia: los alumnos son considerados como participantes activos en el
aprendizaje en vez de receptores pasivos de conocimientos ajenos, como productores en
lugar de receptores, como capaces de prestar ayuda y no sólo de recibirla, como posibles
líderes antes que como seguidores o víctimas.” (Henderson-Milstein, 2003)
A pesar de estos importantes intentos y avances, durante el primer lustro del siglo XXI, la identidad de la EU
seguía siendo difusa. Inexistente en muchas universidades (en especial en las privadas), considerada como una
función “de menor jerarquía” en comparación con la enseñanza y la investigación, sus atribuciones eran poco
claras e incluso su denominación variaba según la institución: Secretaría de Cooperación, de Proyección Social,
de Gestión Comunitaria, etc.
En el año 2006, se creó el Programa de Promoción de la Universidad Argentina y, dos años después, pasaría a
integrar a la Coordinación General del Área de Extensión Universitaria. En ese momento, frente a la
heterogeneidad de interpretaciones acerca de la EU, comenzó a tomar forma una nueva definición que se refería
a la EU como “Transferencia recíproca de conocimientos y saberes entre la universidad y la comunidad” (Herrera
Albrieu, 2006). Albrieu subrayaba que la reflexión generada en dicho intercambio podría transformarse en aportes
a la investigación y a la docencia.
Si bien, en teoría, no era difícil comprender que la universidad también aprendía de su entorno, en la práctica,
esta valiosa noción clave de “reciprocidad” no fue aceptada de inmediato. Aún hoy suele estar presente, en las
discusiones acerca del rol de la EU, la idea de una universidad que ofrece conocimiento o ayuda a su comunidad
“beneficiaria”, cuando la experiencia ha demostrado que el beneficio es mutuo.
La citada “reciprocidad” está implícita en la resiliencia, en todas sus formas o miradas: individual, familiar,
comunitaria y sociocultural. El hombre como ser social logra estar más resiliente sólo en procesos de interacción
y aprendizaje con otros. La interacción institucional, que se da puertas adentro y hacia la comunidad, es la que
permite que los conocimientos tengan un sentido y una intencionalidad en lo colectivo. Las experiencias
individuales son la base y el disparador para el desarrollo de nuevas disquisiciones académicas. Si la excelencia
de las altas casas de estudio, está lejos de la realidad de la comunidad que las enmarca, se convierten en castillos
aislados con altas torres para mirar el mundo: pierden la oportunidad de que sus conocimientos bajen por sus
escaleras y rieguen el suelo de las tierras que los rodean, para que germinen nuevas semillas. Como también
evitan que los nuevos aires que circulan, les enciendan nuevos fuegos de saber en su interior.
5. Una década extendiendodiálogos resilientes: Una experiencia.
Resiliencia Comunitaria Página 183
“El área de resiliencia continúa creciendo; es maravilloso, en ese sentido, ver como
gobiernos y universidades apoyan la investigación e implementación de programas de
resiliencia… hemos avanzado mucho desde los estudios pioneros; ahora, contando con
bases sólidas, podemos seguir construyendo con confianza nuevos alcances de este
fructífero concepto” (Grotberg, 2007)
Todavía subsisten ciertas discusiones acerca de las actividades que debería abarcar la EU, pero sin duda tiene una
función fundamental de enlace y de diálogo.
La Secretaría de Extensión de la UdeMM (creada por Res. N°4376/05, dependiente del Rectorado), tiene como
misión “Colaborar con las áreas de gestión
80
, docencia e investigación, para lograr la formación de profesionales
que se destaquen por su excelencia académica, pensamiento crítico, compromiso social y capacidad de diálogo
interdisciplinario”.
La construcción de múltiples diálogos, así como la promoción de la resiliencia y del compromiso social en
docentes y estudiantes ha sido nuestro objetivo primordial durante la década transcurrida.
A continuación, compartiré algunas de las acciones realizadas desde dicha Secretaría, a modo de balance 2006-
2016, a partir de dicha relación dialógica.
El nacimiento del área institucional, eje del análisis de este capítulo, nos muestra su destino premonitorio. La
fuerza legal de la resolución por la cual se crea, deja bien en claro sus objetivos, que son casi la lista de los
factores de resiliencia: “pensamiento crítico, compromiso social y capacidad de diálogo interdisciplinario”.
A los pilares de la resiliencia individual sistematizados por Suárez Ojeda en 1997, se le agregó el pensamiento
crítico en el 2007 (Munist-Suárez Ojeda). Esta cualidad para pensar y leer la realidad críticamente como
condición que garantice una formación académica de excelencia. Quien no puede mirar con ojos atentos y
concienzudos una situación, quien no puede deshacerse de prejuicios o razonamientos establecidos, quien no
puede asomarse a un entorno para analizarlo sin ideas prehechas, no puede estar resiliente. La posibilidad de
generar pensamiento crítico en los miembros de la comunidad, sin tomar en cuenta su rol social, su nivel de
educación o su posición social, democratizando, genera resiliencia individual, pero también comunitaria y
sociocultural, ya que la educación, ya sea formal o informal, es un principio movilizador de ésta.
Los valores, especialmente el humor social, la solidaridad y la salud comunitaria como principios movilizantes,
permiten que los sujetos se posicionen con una postura interesada en el bienestar social, más allá del deseo de
la conveniencia personal y que sean protagonistas activos en los procesos de cambio. El compromiso social no
tiene lugar ni posibilidad de desarrollo sin la capacidad para relacionarse, sin la capacidad de diálogo.
Nuevamente ponemos el foco en la interacción, condición neural de la resiliencia. Por lo tanto, estas metas
planteadas por el rectorado de esta universidad, además de iluminar el futuro camino de la secretaría, es
garantía de la promoción de la resiliencia que su actividad originará.
Consideramos que la más adecuada para fomentar proceso de comunicación es la
capacitación- cuyo eje es la potenciación del factor humano-, porque además de posibilitar
procesos de transferencia permite evaluar la eficacia de tales procesos tendientes a
humanizar a los sujetos. (Gaggero-Mascheroni, 2007).
5.1. Resiliencia en el diálogo entre la universidad y la escuela secundaria.
80
Es indudable la importancia de la gestión o administración, ya que hace posible el adecuado funcionamiento de las tres misiones
tradicionales de la universidad: docencia, investigación y extensión.
Resiliencia Comunitaria Página 184
Los elementos que favorecen el desarrollo adolescente y juvenil son el aprendizaje de
enfrentamiento- elemento fundamental-, el rol de las personas significativas y la oferta de
la sociedad. Para fomentar la resiliencia juvenil deben hacerse evidentes los paradigmas
positivos de este período. Es necesario, que la juventud sea reconocida fundamentalmente
como un grupo meta de alto valor para el desarrollo de la sociedad. (Krauskopf, 2007)
La EU tiene la posibilidad de trabajar en conjunto con las escuelas para detectar necesidades o problemáticas.
Asimismo, puede asesorar y difundir conocimiento, derivado de las cátedras o el área de investigación, acerca de
temas de especial interés para la educación secundaria: didáctica, metodología de evaluación, problemática
adolescente, elección vocacional, etc.
La creación de talleres y pasantías solidarias en orientación vocacional con enfoque de resiliencia
81
fue una de
las primeras acciones llevadas a cabo desde la Secretaría de Extensión Universitaria (SEU) UdeMM para
fortalecer este diálogo
82
. Allí trabajamos los pilares de autoestima consistente, introspección, humor, creatividad,
moralidad, independencia, relación con otros e iniciativa, así como algunos otros que he propuesto en los últimos
años, como compromiso, sostén recíproco y prospectiva
83
.
Otra acción que se ha sostenido hasta la actualidad (en estos días dictaremos la XXX Jornada) fue la
implementación formal de Jornadas gratuitas de reflexión y actualización para docentes o directivos de Escuelas
Medias en las que se hace hincapié en la promoción de la solidaridad y la resiliencia.
Más allá de la expresa declaración de considerar a la resiliencia como objetivo primordial de la secretaría de
extensión, las acciones puntuales con los adolescentes, muestra una total concordancia con lo sostenido en
muchos materiales de los autores fundamentales del constructo teórico de la resiliencia. Lo realizado con los
docentes y directivos es totalmente justificado como actividad de resiliencia en la consideración de éstos como
tutores de resiliencia. En momentos en que la realidad está marcada por las crisis institucionales y la disolución
del rol docente, el abrir espacios de formación docente, de introspección y reflexión, que los empodera frente a
una comunidad que, a pesar de no reconocerlos, precisa de ellos como agentes de cambio. En situaciones de
emergencias sociales y de desestructuración del tejido social, la tarea de las instituciones es fundamental para
la que una comunidad reconstruya su capacidad de resiliencia. La escuela es la usina de resiliencia por
excelencia, ya que es el motor de cambio de conductas más eficiente y más ampliamente probado: todas las
sociedades que pudieron transformarse lo hicieron a través de la educación. Los miembros de la comunidad
débiles y enfrentados a dificultades complejas, sólo pueden recomponer su conducta y lograr la adaptación
activa con la ayuda de una figura que les devuelva la confianza básica en ellos mismos. Cuando la familia está
desorientada o desintegrada, no queda otra opción que recurrir a la escuela como espacio promotor de la
confianza y de la esperanza. Sobre todo, en la etapa de la adolescencia, donde los modelos adultos se ponen en
jaque y es preciso construir proyectos de vida que favorezcan el enfrentamiento con la adversidad. La promesa
de futuro de los adultos es esencial.
5.2. Resiliencia y diálogo interdisciplinario.
81
Luego de una década de aplicarlo, presentaré el enfoque de resiliencia en Orientación Vocacional en el II Congreso Internacional de
la Red Latinoamericana de Orientadores que tendrá lugar en UdeMM el 5, 6 y 7 de abril 2017.
82
El origen y los detalles de implementación de dichas pasantías pueden consultarse en:
http://rsuniversitaria.org/web/images/stories/Bibliografia_MConceptual.pdf
83
Vázquez, S. G (2008) Orientación Vocacional basada en el Enfoque de Resiliencia. Congreso de la AASM (Asociación Argentina
de Salud Mental)
Resiliencia Comunitaria Página 185
El paradigma moderno requiere un posicionamiento integral, universal para estudiar y
abordar la complejidad de los dilemas humanos, en una sociedad cada vez más global, más
conectada y más dinámica… esto es lo que permite el enfoque de convergencia: la
integración de las disciplinas en la interdisciplinariedad, de las instituciones en la
interinstitucionalidad y de los sectores en la intersectorialidad.” (Rodríguez Arenas, 2006)
En un mundo complejo, una única disciplina no resulta suficiente para abordar los objetos de conocimiento sino
que se necesita una integración de saberes. El enfoque multidisciplinario, donde cada profesional recorta un
problema y se acerca desde su especialización, tampoco alcanza.
La mirada de la interdisciplina, lejos de fragmentar la situación (o, en el otro extremo, borrar las fronteras entre
las disciplinas), implica un trabajo de colaboración que exige humildad y capacidad de escucha. Si el desempeño
laboral como parte de un equipo es uno de los requisitos para acceder a la mayoría de los empleos, promover la
apertura interdisciplinaria es un modo de favorecer la posterior inserción de los graduados.
A lo largo de la década 2006-2016, desde la SEU-UdeMM, ha ido en aumento el número de cursos destinados a
estudiantes o egresados de diferentes carreras. Tal ha sido el espíritu de la Diplomatura en Educación Superior (a
la que han asistido docentes de las distintas Facultades) y la Diplomatura Interdisciplinaria en Responsabilidad
Social y Resiliencia.
Por otra parte, el diálogo entre disciplinas se ha visto enriquecido en el constante intercambio con otras
universidades públicas y privadas. Ejemplo de ello son los espacios compartidos con la Universidad Nacional de
Entre Ríos
84
, la USAL o la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
85
En esta búsqueda incesante de diálogo interdisciplinario -no sólo desde la SEU sino de la universidad en
general
86
- se destacan las revistas Novedades y Atenea (publicación académica de la Editorial UdeMM), en las
que la totalidad de las disciplinas cuentan con un espacio a disposición.
El constructo teórico de la resiliencia tiene sus bases en el modelo salugénico que las Ciencias Humanas han
adoptado en los últimos tiempos, dejando atrás el paradigma patogénico, en el que la mirada siempre se
circunscribe a un área. La resiliencia abre su “campo visual”, amplia el abordaje de un problema en la búsqueda
de respuestas abiertas para que la riqueza de las miradas garantice una salida plástica. Esta multi-inter-
transdiciplinariedad sólo se da cuando existe una capacidad auténtica de comunicación, de expresión y de
relación con el “otro” diferente y con puntos de vista distintos. La concepción de la resiliencia tiene como base
necesaria y esencial la posibilidad del armado de redes que unan puntos separados, posiciones alejadas, que
garanticen, a pesar de la distancia, la posibilidad de conexión. De esas vinculaciones viene la riqueza respuestas.
5.3. Promoción de resiliencia en el diálogo entre la universidad y la comunidad
“Comunidad implica entonces un “ir-con”, un compartir tareas y símbolos, un encontrarse
en torno a determinados signos de reconocimiento, con un fundamento de lazos sociales y
culturales. De allí que, para las intervenciones sociales como la resiliencia, sea necesario
84
http://www.fundacion-planeta.org/single-post/2016/10/17/Noticias-de-la-C%25C3%25A1tedra-de-Responsabilidad-Social-UdeMM
85
Conferencia: El desafío de la sustentabilidad y la responsabilidad social en las PyMes organizado por el
Centro Nacional RSE y Capital Social (CENARSECS), disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=7SvjvFR4e_w
86
Uno de los requisitos de aprobación de la Diplomatura en Educación Superior, es que cada cursante realice una práctica como
observador participante en una clase dictada por un docente de otra carrera.
Resiliencia Comunitaria Página 186
tratar de mantener y fortalecer el sentido a fin de potenciar la eficacia de las acciones.
(Suárez Ojeda, de la Jara, Márquez González, 2007)
La función de extensión consiste, en última instancia, en integrar la comunidad con el mundo académico-
científico (propio de la docencia y la investigación), propiciando el aprendizaje recíproco, así como la búsqueda
conjunta de soluciones a las problemáticas sociales.
Una de las gestiones desde la SEU UdeMM para establecer este feedback fue el Programa “Extendiendo
Equidad”
87
, proyecto presentado en el I Seminario Iberoamericano sobre modelos de docencia e investigación en
RSE (PNUD, 2011), que más tarde formó parte de dos publicaciones especializadas en la temática.
8889
En dicho
Programa, tomando como inspiración y hoja de ruta los Objetivos de Desarrollo del Milenio (PNUD, 2000), las
Metas Educativas 2021 (OEI, 2008) y los 21 Temas de Acción Clave (Unesco, 2009), nos propusimos
implementar acciones de RSU (Responsabilidad Social Universitaria) agrupadas en cuatro grandes ejes:
5.3.1. Disminución de las inequidades.
Las personas no sólo necesitan saberse apoyadas, necesitan sentirse apoyadas. (Rubio-
Puig, 2015).
Algunas de las acciones realizadas: Encuentros a favor de la equidad de género en articulación con Código R,
Raenas y ADEA (Asociación de Esposas de Embajadores acreditados en Argentina)
90
; Campañas (y/o difusión
de buenas prácticas) en conjunto con ONG, entre ellas: Pequeña Escala, Fundación Cimientos, Enseñá Por
Argentina, Red Conín, La Usina, SolidAgro, APAER, Payamédicos, Fundación Avina, Todos Juntos Podemos,
Un Techo para mi país, Rutas Solidarias, Fundación ACIS, Fundación Girasol, Rotary-Rotarac, Mujeres 2000,
Conceptos Sencillos y Red Solidaria.
La justicia como valor internalizado en la comunidad toda y como acción social en la gestión pública y política,
impide o tiende a disminuir inequidades. Indudablemente el fortalecimiento de este valor en la sociedad
ocasionaría la equidad básica necesaria para que todos sus miembros accedan a un desarrollo pleno. La
instalación de la corrupción en todos los estratos sociales, desde el más poderoso hasta el más desvalido, implica
la instauración de disvalores que perjudican a todos, mucho más a los débiles. Dicha corrupción más la
impunidad, como antipilares de la resiliencia, aparecen como factores obstaculizadores de la resiliencia
comunitaria. De ahí que, frente a esta situación tan sobredimensionada, que produce tanta desazón, es preciso,
imprescindible y urgente generar espacios y realizar acciones que luchen contra la impotencia, instalando
valores positivos, comunes y compartidos, que después de visualizar a las víctimas faciliten la recomposición del
tejido social a través de vínculos sólidos, para que todos sientan ese apoyo fundamental.
5.3.2. Promoción de la salud.
“La resiliencia es un proceso que se construye con otros y permite la creación de una nueva
realidad frente al dolor. Es el encuentro, en las relaciones significativas que tejen las
posibilidades del desarrollo de las potencialidades resilientes. Es también en el seno de la
87
http://www.utdt.edu/nota_prensa.php?id_nota_prensa=5744&id_item_menu=14085
88
“Enseñanza de la Responsabilidad Social Empresarial. Retos de las Universidades en Iberoamérica” (Comp. I. Licha).
Sudamericana Random House Mondadori, PNUD y AECID, 2012
89
“Perspectivas y Desafíos de la Universidad. El compromiso social y ético y sus dimensiones internacional y regional”. (Comp. G.
Monterroso) USAL, 2012.
90
http://www.codigor.com.ar/octubre_adolescentes.htm#11
Resiliencia Comunitaria Página 187
vida comunitaria, en la participación activa, así como en el disfrute de las experiencias
culturales propias de la comunidad en donde se habita.” (Menoni-Klasse, 2008)
Algunas de las acciones realizadas:Talleres de prevención del estrés y el burnout; Espacios formativos gratuitos
sobre prevención de adicciones (Curso anual en articulación con Fundación Candil y Red Sanar, así como
conferencias a cargo de APSA y SEDRONAR).
Suárez Ojeda incluyó a la salud comunitaria entre los pilares de la resiliencia comunitaria. La resiliencia
sociocultural también la incluye en su conceptualización como un principio movilizante, como una fuerza activa
que con prácticas concretas promueva el bienestar de todos los miembros de la comunidad, como verdaderos
sujetos y protagonistas responsables de su realización plena. De esta manera, el conjunto de individuos sanos
permitirá instituciones sanas, comunidades sanas, que gasten menos recursos en el tratamiento de problemáticas
que provoquen perjuicios a todos y otras dificultades conexas.
5.3.3. Respeto a la diversidad.
Algunas de las acciones realizadas: Encuentros de reflexión con la Fundación MyRAr (Migrantes y Refugiados
en Argentina); Curso de Mediación Comunitaria con adultos mayores (Con Asociación Civil Caminos de
Convivencia);Seminario Discapacidad e Inclusión (en articulación con Asociación Ser Integrado) con
interpretación simultánea en lengua de señas.
La resiliencia está centrada en las personas como sujetos, únicos, valiosos todos a pesar de las diferencias.
Implica una mirada salugénica que no habla de procesos universales y generalizaciones aplicables a todos, como
una receta genérica. La resiliencia pone el acento y subraya las diferencias individuales como camino para
fortalecer particulares factores de resiliencia. Entiende siempre al sujeto como protagonista único de un proceso
de interacción con el contexto, que también es especial, sin determinar categóricamente cuáles son conductas
resilientes y cuáles no. Además de estas diferencias personales y del ambiente, existe la variabilidad de las
personas en el tiempo: cada etapa de la vida tiene sus características propias, por lo tanto, los factores de
resiliencia también cambian. La resiliencia como constructo sostiene como principio fundamental el respeto por
las diferencias de los individuos y por los cambios temporales, en definitiva, por la diversidad. Por lo tanto,
todas las acciones que trabajen por el respeto a la diversidad, serán generadoras de resiliencia y las instituciones
que las lleven a cabo se convertirán en usinas de resiliencia sociocultural.
5.3.4. Preservación del Ambiente.
Para el profesional, el desarrollo de la resiliencia requiere otra forma de mirar la realidad
para usar mejor las estrategias de intervención. Más allá de los síntomas y las conductas,
esa mirada intenta detectar y movilizar los recursos de las personas, de su entorno y de los
servicios y redes sociales, educativas, sanitarias, etc. Lleva a dejar todo determinismo
fatalista, toda idea de reproducción transgeneracional automática y todo
perfeccionismo…” (Manciaux-Vanistendael-Lecomte-Cyrulnik, 2003)
Algunas de las acciones realizadas: Dictado de talleres de concientización acerca de la contaminación ambiental,
el cambio climático y la extinción de especies junto a Fundación Vida Silvestre; Presentación exclusiva del
Resiliencia Comunitaria Página 188
documental “Racing Extinction” de Discovery Channel; Pre-Cumbre del Agua; Participación en el Programa de
Reciclado de papel de la Fundación Garrahan.
Desde el inicio consideramos cada uno de estos intentos como acciones de Responsabilidad Social
Universitaria
91
. En el 2007 definíamos a la RSU como el compromiso de las universidades en dar respuesta a
las necesidades sentidas por la comunidad, formando, para ello, profesionales socialmente comprometidos. En
los años siguientes seguimos trabajando en sus objetivos, pensando en desarmar los mitos que el concepto
generaba y comenzamos a hablar del CSA (Compromiso Social Aplicado)
92
como una de las estrategias para
promoverla.
Si bien continuamos teniendo en cuenta los cuatro ejes mencionados como modo de organizar las actividades de
EU, a partir del año 2012 por Resolución CSA N° 4473/12 el Programa Extendiendo Equidad se convirtió en la
Cátedra de Responsabilidad Social Universitaria UdeMM
93
.
Las dificultades que tenemos que enfrentar a nivel ecológico en nuestro medio ambiente, son la
consecuencia de descuidos y errores humanos que deben ser modificados. La resiliencia como
conceptualización teórica es una excelente mirada para diagnosticar adversidades y para proponer
cambios de conducta, centrados en los recursos reales con los que se cuenta y en las potencialidades.
Otorga un diagnóstico positivo y un pronóstico esperanzador, sin caer en posturas utópicas. Posee un
paradigma salugénico que es la manifestación de la “esperanza realista” como lo plantea Stefan
Vanistendael
94
.
“… a lo largo del proceso nos dimos cuenta de que era posible ampliar la mirada e
incorporar una visión holística de la persona, traduciéndolo en algo aplicable en la labor
educativa con los niños y las niñas. Creemos que este paso es fundamental para construir
un mundo mejor, más integrado y en armonía con las leyes universales de la vida.”
(Lemaitre Roe-Puig Estevez, 2009)
5.4. Promoción de resiliencia y diálogo intergeneracional.
“Cuando espacios laborales o escolares se transforman en campos de lucha entre jóvenes
y adultos, se distorsionan los aprendizajes independientes porque se centran en estrategias
de engaño, complicidades y ocultamientos. Los adultos pierden capacidad para analizar,
evaluar y decidir, así como también para encauzar los conflictos, lo que aumenta la
distancia entre ellos y los jóvenes.” (Munist- Suárez Ojeda, 2004)
Para que la población añosa logre una vida activa es necesario que cuente con entornos propicios y espacios de
participación en los que se sienta dignificada. Formar parte de actividades de esparcimiento y desarrollar nuevos
lazos afectivos perdurables (Vidal, 2010; Scolni y Walker, 2012; Iacub, 2012; Brea, 2014) son factores que
contribuyen, sin duda, al bienestar físico-emocional de los mayores.
91
http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/w3-article-261508.html
92
CSA-Compromiso Social Aplicado (Vázquez S.G, 2013)
93
Actualmente nuestra Cátedra de RSU tiene el honor de contar con el Dr. Bernardo Kliksberg y el Embajador Hugo Varsky en su
Consejo Consultivo Honorario.
94
Vanistendael, S. (2014) “Resiliencia : el reto del cambio de mirada”, en Madariaga, J. (coord.) (2014): Nuevas miradas
sobre la resiliencia, ampliando ámbitos y prácticas. Barcelona: Ed. Gedisa.
Resiliencia Comunitaria Página 189
Implementar espacios de diálogo intergeneracional aumenta tanto el empoderamiento como la capacidad de
resiliencia en los mayores, reduce el estrés en los cuidadores y brinda a los jóvenes la posibilidad de encauzar
su vocación de servicio de acuerdo a sus intereses profesionales (Compromiso Social Aplicado).
Sostener dichos encuentros en el tiempo propicia el desarrollo de una actitud respetuosa de la dignidad y los
DDHH -en el sentido que plantea Basualdo (2010) con su noción de “Responsabilidad Individual Global”- y
ayuda a prevenir la consolidación de prejuicios sobre el envejecimiento, así como de patrones de vida poco
saludables.
En la última década, desde la SEU UdeMM hemos implementado, con continuidad, espacios de diálogo
intergeneracional en el que participaron y fueron homenajeadas personalidades destacadas en ámbitos tan
heterogéneos como: literatura, economía, psicología, arte, política, educación, etc. Entre ellos: Ezequiel Ander
Egg, Poldy Bird, Julio César Labaké, M. Rosa Quartino, Rosa Eugenia de Vera, Isidoro Marín, Adela Tarraf,
Jeannette Cvik, Jaime Fisher, María Fux y Leopoldo Salvarezza.
Los encuentros compartidos en estos diez años nos han demostrado que las instancias de reflexión o capacitación
sobre el envejecimiento saludable y el diálogo intergeneracional acarrean beneficios tanto para los adultos
mayores como para los más jóvenes, favoreciendo, en ambos grupos, no sólo la resiliencia personal y
sociocultural, sino también la esperanza frente al porvenir.
La capacidad para relacionarse como pilar de la resiliencia y la capacidad para expresarse y comunicarse como
principio movilizante de la resiliencia sociocultural son el sustrato básico de la capacidad para enfrentar y
sobrellevar adversidades en un proceso de verdadera interacción entre el sujeto y el medio. El vínculo entre
subjetividades y la empatía son fundamentales a la hora de fortalecerse frente a las dificultades. La
caracterización del hombre como ser social, habla de su necesidad esencial de los otros. En esta interacción es
cuando se desarrollan el segundo grupo de factores resilientes, las fuentes de la resiliencia, que, con los pilares
de la resiliencia como plataforma, permiten instrumentar los cambios de conducta necesarios para estar
resilientes. En la resiliencia sociocultural como mirada más amplia, estas capacidades son indispensables para
que se pueda pasar del “yo” al “nosotros” y generar espacios sociales no sólo de fortalecimiento comunitario
sino también individual. A través de vínculos que faciliten interrelaciones desde la diversidad, contemplando
todo el marco etario, se abren caminos de un “hacer colectivo” que consolida pertenencia y genera energía
cultural, teniendo en cuenta los valores comunes y la historia de ese espacio colectivo. La mirada positiva desde
y hacia el pasado, garantiza un mejor presente y un futuro más promisorio, en lo individual y en lo comunitario.
5.5. Resiliencia y diálogo intercultural e interreligioso.
Para promover comunidades resilientes es importante tener una concepción integral del ser
humano y dar todo el valor que tiene para su desarrollo el incorporar ámbitos muchas veces
no considerados científicos, como la religión, el arte, la danza, la espiritualidad.”
(Rodríguez Arenas, 2006)
Muchas veces el arte -la literatura, la música, la pintura - se constituye en el puente capaz de lograr este diálogo
esencial para la comprensión humana.
Un ejemplo reciente es el movimiento Women Wage Peace (Mujeres por la Paz). Miles de mujeres hebreas,
cristianas y musulmanas han caminado juntas en Israel a favor de la paz. El acontecimiento puede disfrutarse en
Resiliencia Comunitaria Página 190
un video disponible en internet que muestra a mujeres de todas las religiones junto a la cantante Yael Deckelbaum,
entonando la canción Prayer of the Mothers
95
(La plegaria de las madres).
Otro, es el caso de Daniel Barenboim, con su orquesta conformada por músicos palestinos e israelíes, en una
búsqueda incansable de la paz.
El diálogo lleva a valorar la pluralidad, aumenta el compromiso y da lugar a la comprensión humana. Se trata
de una comprensión que siempre requiere empatía porque -como sugiere Edgar Morin (2002), sobrepasa a la
explicación y vuelve insuficiente a aquella otra manera de entender que sólo se aferra al razonamiento intelectual.
Desde la SEU UdeMM, hemos podido vivenciar este tipo de comunión compartiendo encuentros socioculturales
por la inclusión junto a la ONG Pinta Argentina en la Embajada de México, acciones a favor de los ODS con
FANCV
96
o ceremonias de reconocimiento a voluntarios
97
con la Red Cooperar y el coro intercultural e
interreligioso de UPF.
98
Crear espacios para la comprensión entre representantes de cada cultura o religión, valorando la multiplicidad, es
una manera concreta de promover la paz. Una de las experiencias recientes más significativas en este sentido ha
sido la Cumbre Argentina de Mujeres convocada por el Parlamento Cívico de la Humanidad y co-organizada por
la Coalición por el Bien Común, de la que la UdeMM forma parte.
99
Dicha Cumbre (presidida por la Dra. Graciela
Yanovsky y la Dra. Teresa Sacco) fue llevada a cabo el 7 de diciembre del 2016 bajo el título “La mujer y el
nuevo paradigma global”, en adhesión a la Campaña “Únete” propuesta por la ONU para poner fin a la violencia
de género.
A lo largo de dicha jornada hemos tratado temas tan relevantes como el papel de la mujer en el proceso hacia la
convivencia global en paz y en la acción solidaria ante la discriminación, la xenofobia y la trata de personas.
Disertaron, entre otras representantes de la cultura, el arte y las ciencias, la Prof. Alicia Cabezudo (vicepresidenta
del International Peace Bureau-Ginebra) y la corresponsal Karen Marón (seleccionada como una de las 100
corresponsales más influyentes del mundo por la organización AOAV-Acción Contra la Violencia Armada).
La Jornada incluyó un emotivo llamado a promover los Objetivos de Desarrollo Sostenible
100
, así como instancias
de reflexión, música e intercambio.
Antes de finalizar, el Dr. Boleslao Sabomir (premier del Parlamento Cívico de la Humanidad) entregó diplomas
a “15 mujeres destacadas por sus aportes al bien común y la convivencia social”, entre ellas a la Prof. Nélida
Pessagno, la Dra. Yolanda Ortiz y las disertantes de la Cumbre.
La dimensión trascendental del ser humano es importantísima a la hora de pensar en resiliencia. No hay
resiliencia sin el desarrollo de la misma. La trascendencia es inherente al hombre. Siempre busca trascender:
con su fe religiosa, con su desarrollo espiritual, con el trabajo científico, con el arte. Las personas tienen en sí
la tendencia a ir más allá de su existencia, que su ser permanezca más allá de su vida terrenal. Los credos
religiosos y las manifestaciones artísticas y los desarrollos científicos así lo muestran. Éstos deberían constituir
una razón para la comprensión humana, para la concordia y el diálogo franco, no para las divisiones ni los
antagonismos que separan y enfrentan. Las instituciones sociales que se abren a la comunidad, a las diferencias
y a las diversidades, generando espacios de comunicación y vínculos interpersonales, promueven resiliencia.
95
https://m.youtube.com/watch?feature=youtu.be&v=YyFM-pWdqrY
96
https://www.youtube.com/watch?v=7wvegN5C5Tg
97
Desde el año 2012 la Cátedra de RSU UdeMM integra el jurado de los Premios Acción Social de UPF
98
https://www.youtube.com/watch?v=aUUpDKF45N0
99
La síntesis de la ponencia presentada en dicha oportunidad está disponible en: http://www.ceroaladerecha.org/single-
post/2017/01/04/El-rol-de-la-mujer-como-promotora-de-los-ODS-la-paz-y-la-resiliencia
100
Puede consultarse la reseña de la Cumbre en: https://youtu.be/XDPftPxfuZk
Resiliencia Comunitaria Página 191
“La espiritualidad es todo, es la identidad del pueblo, cómo vive, trabaja, la relación de la
naturaleza y los otros, etc. Que da sentido y fortaleza al quehacer cotidiano de cada uno y
de todos como pueblo.” (Lascano, 2002)
5.6 Otras acciones de la SEU y la Cátedra de RSU UdeMM por el diálogo, la resiliencia y la comprensión
humana.
“Rituales que dan paso a una nueva identidad, que se sostienen con un sentido de
trascendencia, espiritual o religiosa y apoyo social en el que poder expresar
emocionalmente, son algunos de esos elementos que ayudan a vencer la ´gravedad y
escapar, si es posible acompañado, del pasado más doloroso.” (Rubio-Puig Estevez, 2015)
Junto con el envío de adhesiones a numerosos eventos a favor de la paz, se han desarrollado, entre otras
actividades enmarcadas en la Cátedra de RSU, las siguientes:
-Diálogos con las integrantes de “Bridge Builders”, la psicoanalista Marisa Bergman, la profesora Eugenia
Crespo y la filósofa Nancy Falcón (en representación del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam respectivamente),
para reflexionar acerca de cómo construir puentes interreligiosos.
- Entrega de la bandera de la paz universal a diferentes organizaciones de parte de la Asociación Internacional
Mensajeros de la paz.
-Jornadas por la paz: “Comprensión intelectual y humana” para adolescentes (en conjunto con el Foro Juventudes
por el bien común del PCH)
-Presentación del Programa “Alza la voz Contra la Violencia Doméstica” que desarrolla la Fundación Avón desde
el año 2008, en defensa de los derechos de las mujeres, su integridad física, emocional y social.
-Talleres culturales “Puentes por la paz”, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y talleres de
“Literatura para la comprensión humana”
101
-Taller de “grullas por la paz” junto a docentes y estudiantes del IUNA (Instituto Universitario de Arte).
-Participación en los encuentros culturales itinerantes Asher - Vida bajo la temática “Construir Culturas de Paz
desde el Arte, despertando conciencias”
-Jornada para docentes sobre convivencia, junto al Equipo anti bullying Argentina.
-Participación en actividades del Foro Ecuménico (Evaluación de postulantes al Premio Latinoamericano a la
Responsabilidad de Empresas y conferencias).
- Por otra parte, el desarrollo de la cultura de paz y no violencia es uno de los temas que se abordan en el marco
de la Diplomatura Interdisciplinaria en Responsabilidad Social y Resiliencia
102
.
En el 1er. Congreso Internacional de Resiliencia y Paz, realizado en Bogotá, en septiembre del 2015, muchos de
los autores incluidos en esta obra, elaboramos y firmamos este manifiesto, comprometiendo nuestro hacer como
referentes iberoamericanos en resiliencia:
“Lo que hace cinco lustros asomaba tímidamente como una posible respuesta humana frente a la
adversidad, hoy se configura como una mirada sobre la vida que nos implica y nos invita a creer en que
es posible la transformación de nuestros pueblos. Un paradigma que nos recuerda que somos capaces de
101
Algunos de los relatos y poemas compartidos en los talleres fueron publicados en antologías, así como en diferentes blogs, por
ejemplo en el Diccionario de la Paz (Mil Milenios de Paz), disponible en: http://diccionariodelapaz.blogspot.com.ar/2016/06/hermanos-
de-letra_10.html
102
https://www.youtube.com/watch?v=G0BiFx_nmiw&feature=youtu.be
Resiliencia Comunitaria Página 192
volver a soñar y a reír a pesar de los golpes de la existencia, propiciando un nuevo significado a la vida y
una nueva dimensión a la reconstrucción del tejido social.
En este momento histórico en el que nuestros pueblos comienzan a abandonar su papel de víctimas para
convertirse en actores de su reconstrucción, necesitamos más que nunca al otro, para que no nos invadan
la desesperanza y la incomprensión.
Durante siglos fuimos testigos de la violencia, de la injusticia y del sufrimiento. Hoy somos testigos de la
presencia de cientos de proyectos, investigaciones, acciones colectivas, publicaciones, que enraízan sus
sentires y sus haceres sobre el abono de nuestra memoria histórica, asumiendo el riesgo de vivir.
Es el momento de hacer de la búsqueda aislada un encuentro, de la inquietud personal un abrazo de
inquietudes que nos permita romper las cadenas que se forjaron con la culpa y el olvido.
La resiliencia no es propiedad de intelectuales, ni puede quedarse en los anaqueles, congresos y
academias, dado que en su esencia está la defensa del desarrollo humano y la construcción y consolidación
de la paz, garantizando la expectativa de un mañana. Es un constructo integrador y respetuoso con la
vida que defiende la potencialidad humana y la posibilidad de transformación, por lo que se erige en
garante de la inclusión y la suma de iniciativas favorecedoras del desarrollo humano.”
Este texto resume el espíritu que reúne y activa a los que trabajamos en resiliencia, por lo que toda acción en
este sentido es reconocida, aplaudida y estimulada a continuar.
6. ¿Por qué promover resiliencia en el ámbito universitario?
“Somos nosotros los que debemos modificar nuestras prácticas culturales en el proceso de
enseñanza-aprendizaje si queremos modificar la realidad y no meramente interpretarla y
contemplarla con escepticismo. Es allí donde se encuentra el compromiso más claro de los
docentes para evitar reproducir en los jóvenes la cultura del malestar argentino… este
malestar nos fortalece la voluntad de cambio, no sólo de la realidad, sino de nosotros
mismos.” (Jaramillo, 2004)
El último de los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible, ONU-2015) plantea la urgencia de revitalizar las
alianzas entre las distintas esferas (pública, privada y sociedad civil), así como el intercambio de conocimientos,
capacidad técnica, tecnología y recursos financieros para alcanzar su cumplimiento antes del año 2030.
Las universidades tendrán un papel importantísimo en este logro y el primer paso, luego de tomar conciencia de
ello, es entender que a pesar de haber sido creadas para enseñar sólo podrán hacerlo si están dispuestas a aprender
y fomentar la resiliencia.
El seguimiento de los egresados de la Diplomatura Interdisciplinaria en Responsabilidad Social y Resiliencia que
se dicta en UdeMM desde el año 2011 demuestra que todos ellos continúan aplicando el enfoque de resiliencia a
sus proyectos de compromiso social.
Cada uno ha comprendido que promover en otros la capacidad para afrontar adversidades, superarlas y continuar
construyendo aprendizajes lo convertía, de algún modo, en tutor de resiliencia
103
. Y ha elegido desarrollar ese
particular estilo de liderazgo en su vida familiar, social y profesional…
103
http://www.e-neurocapitalhumano.org/shop/imprimirnoticia.asp?notid=709
Resiliencia Comunitaria Página 193
Cerramos este capítulo, reconociendo a la institución como “Espacio R”, como usina generadora de resiliencia
sociocultural y a sus profesionales como tutores de resiliencia, en tanto y en cuanto a abrieron un “lugar social”
que facilita vínculos y socializa saberes esenciales para el desarrollo y bienestar humano, para una adaptación
resiliente a una realidad, que se puede modificar, pasando del “yo puedo” al “nosotros podemos”.
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