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NÚM. 60 / 2024
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AVANCES DE TRABAJO
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Institucionalización del género y espacios de participación: una
aproximación a los Foros Federales Participativos
EL SISTEMA DE INCENTIVOS COMO
PRINCIPAL MEDIDA PARA
TRANSVERSALIZACIÓN DEL ENFOQUE DE
GÉNERO. EL PROGRAMA DE
MEJORAMIENTO PARA LA GESTIÓN Y LA
EXPERIENCIA DEL SERVICIO NACIONAL DEL
PATRIMONIO CULTURAL EN CHILE
THE INCENTIVE SYSTEM AS THE MAIN
MEASURE FOR THE GENDER
MAINSTREAMING. THE IMPROVEMENT
PROGRAM MANAGEMENT AND THE
EXPERIENCE OF THE NATIONAL CULTURAL
HERITAGE SERVICE
FRANCISCA JAVIERA BOZZO LARA
Rocío Soledad García
Institutionalization of gender and spaces for participation: an
approach to Federal Participatory Forums
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 215
Mariana del Carmen González-Piña
Espacio públicos habitables para las mujeres y calidad de vida
urbana en las ciudades Colombianas: Un análisis comparado
de Medellín, Bogotá y Cali
Liveable public spaces for women and urban quality of life in
Colombian Cities: A comparative analysis of Medellín,
Bogotá and Cali
AVANCES DE TRABAJO
Melissa Saldarriaga Yepes
De los significados a la (in)acción. Representaciones sociales
de la perspectiva de género en educación primaria
From meanings to (in)action. Social representations of
gender perspective in elementary education
LAS VIDAS QUE IMPORTAN. POLÍTICAS DEL
DEJAR MORIR HACIA LAS TRABAJADORAS
SEXUALES TRANS DE LA CIUDAD DE PUEBLA
THE LIVES THAT MATTER. POLICIES OF
LETTING DIE TO TRANS SEX WORKERS OF THE
CITY OF PUEBLA
ABEL LOZANO HERNÁNDEZ
ANA KAREN GALINDO CRUZ
GEOVANNI ARTURO ALVARADO GARDUÑO
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Institucionalización del género y espacios de participación: una
aproximación a los Foros Federales Participativos
Rocío Soledad García1
Institutionalization of gender and spaces for participation: an
approach to Federal Participatory Forums
REVISTA DE ESTUDIOS DE GÉNERO, LA VENTANA
, NÚM. 60, JULIO-DICIEMBRE 2024, PP. 216-247 ISSN 1405-9436/E-ISSN 2448-7724
DOI: https://doi.org/10.32870/lv.v7i60.7885
Resumen
El artículo propone una aproximación a los Foros Federales
Participativos, instancias creadas por el Ministerio de las Mujeres,
Géneros y Diversidad de la Nación Argentina, entre el 2020 y el 2022,
como espacios de participación, escucha y diálogo con diferentes orga-
nizaciones y movimientos de mujeres y diversidades. Hacemos una pri-
mera aproximación a estos espacios a partir del análisis de los documentos
e informes generados por el Ministerio en torno al Plan Nacional de
Acción contra las Violencias por Motivos de Género (2020-2022/2022-
2024) y el Plan Nacional de Igualdad en la Diversidad (2021-2023), en
el marco de investigaciones que reflexionan en torno a los procesos de
institucionalización de las demandas y problemáticas de género a partir
1 CCONFINES - UNVM - CONICET. Correo electrónico: rociosgarciaa@gmail.com
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del vínculo entre los movimientos y el/los Estado(s). El trabajo propo-
ne, en primera instancia, problematizar la noción de institucionalización
a partir de pensar su dimensión simbólica (Cortés, 2008) como una
forma de complejizar los abordajes de estos procesos. Para ello se incor-
poran aportes de los feminismos decoloniales (Lugones, 2008; Espinosa
Miñoso, 2007), que además de reconocer el carácter constitutivamente
generizado del Estado (Vianna y Lowenkron, 2017b), incorporan la
crítica sobre la colonialidad del mismo. A su vez, nos centramos en los
aportes de Fraser (1993) y los feminismos decoloniales, para tensionar el
ingreso a los espacios públicos en pos de aportar algunos interrogantes
para analizar los Foros como espacios de participación. Hacia el final,
nos centramos en plantear algunas dimensiones que nos habiliten a
continuar la investigación en pos de este nudo central a los feminismos:
los anudamientos y quehaceres posibles con el Estado (Anzorena, 2019).
Palabras clave: institucionalización, espacio público, foros participativos,
género, estado
Abstract:
The article proposes an approach to the Federal Participatory Forums,
instances created by the Ministry of Women, Gender and Diversity of
the Argentine Nation, between 2020 and 2022, as spaces for
participation, listening and dialogue with different organizations and
movements of women and diversities. We make a first approach to these
spaces based on the analysis of the documents and reports generated by
the Ministry regarding the National Action Plan against Gender-Based
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Violence (2020-2022/2022-2024) and the National Equality Plan
Diversity (2021-2023), within the framework of research that reflects
on the processes of institutionalization of gender demands and problems
based on the link between movements and the State(s). The work
proposes, in the first instance, to problematize the notion of
institutionalization by thinking about its symbolic dimension (Cortés,
2008) as a way to make the approaches to these processes more complex.
To this end, contributions from decolonial feminisms are incorporated
(Lugones, 2008; Espinosa Miñoso, 2007), which in addition to recognizing
the constitutively gendered character of the State (Vianna and
Lowenkron, 2017b), incorporate criticism of its coloniality. At the
same time, we focus on the contributions of Fraser (1993) and decolonial
feminisms, to stress the entry into public spaces in order to provide
some questions to analyze the Forums as spaces of participation. Towards
the end, we focus on raising some dimensions that enable us to continue
the research in pursuit of this central node to feminisms: the knots and
possible tasks with the State (Anzorena, 2019).
Keywords: institutionalization, public space, participatory forums, gender,
state
RECEPCIÓN: 29 DE NOVIEMBRE DE 2023 /ACEPTACIÓN: 21 DE MARZO DE
2024
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 219
Introducción
Este artículo presenta una aproximación a los vínculos entre
Estado(s) y movimientos feministas, de mujeres y de la diversidad a
partir de los procesos de institucionalización del género. Reflexio-
namos sobre una de las dimensiones que estos procesos implican, la
participación de estos movimientos, a partir de un interrogante que
guía nuestras investigaciones: ¿qué fronteras de exclusión/inclu-
sión son trazadas en los espacios de participación que generan los
procesos de institucionalización?
En Argentina, a finales del año 2019, se dió un hito clave en la
institucionalización del género a nivel nacional a partir de la crea-
ción del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (MMGyD),
experiencia que llegó a su fin con el cambio de gobierno en di-
ciembre de 2023. Compartimos en este artículo el análisis realizado
en una primera etapa de investigación, sobre los ámbitos que creó
el MMGyD para establecer espacios de participación entre los mo-
vimientos de mujeres, feministas y de la diversidad: los Foros Fede-
rales Participativos (FFP). Estos espacios fueron creados para
construir sus principales políticas de género: el Plan Nacional de
Acción contra las Violencias por Motivos de Género (2020-2022/
2022-2024) y el Plan Nacional de Igualdad en la Diversidad (2021-
2023). En esta primera etapa trabajamos con el análi-
sis de documentos públicos producidos por el MMGyD2
vinculados a la presentación del plan y la sistemati-
zación de los foros, ya que compartimos la idea de
2 La investigación proseguirá con un tra-
bajo de campo vinculado a la realización
de entrevistas a participantes de los foros,
así como también a trabajadoras y fun-
cionarias estatales partícipes de estas ins-
tancias y del diseño del mismo PNID.
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que estos documentos son el resultado de disputas y relaciones his-
tóricas que se condensan de manera contingente en una política
pública (Anzorena, 2019), cuya forma de elaboración para los casos
analizados es un punto importante dado su componente
participativo. Consideramos que si
la función de las políticas es intervenir en lo social y darle
forma al mundo, entonces el estudio de las políticas se con-
vierte en un instrumento útil para comprender los motivos
que fundamentan dichas intervenciones y las lógicas cultu-
rales que las impulsan. (Shore, 2010, p. 37)
Los documentos entraman una argumentación de la política públi-
ca, es decir, una mirada selectiva que moviliza significados y pro-
duce representaciones del orden simbólico que suponen inclusiones/
exclusiones (Cubillos Almendra, 2014). Para ello, la metodología
de esta primera etapa constó de una recopilación de los documen-
tos vinculados a los planes y una posterior lectura y revisión de los
mismos a partir de ciertos interrogantes guías que desarrollamos en
el segundo y tercer apartado, proporcionados por la discusión de
dos conceptos: institucionalización y ámbito público.
En primer lugar, cómo podemos conceptualizar y tensionar la no-
ción de institucionalización del género, qué posibilidades nos abre la
discusión de este término a partir de los aportes de la dimensión sim-
bólica del Estado de Cortés (2008) y el feminismo decolonial, en pos
de reconocer y revisitar las fronteras de inclusión/exclusión. Luego,
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 221
desde la discusión que establece Fraser (1993) en torno a la noción de
ámbito público, marcamos algunos interrogantes para analizar los foros
como espacios de participación pública pero también como canaliza-
ción entre movimientos feministas, de mujeres y de la diversidad y el/
los Estado(s). Tramado en el interrogante por las fronteras, investiga-
ción y militancia se atraviesan en la búsqueda de mundos feministas.
Institucionalización del género: la dimensión simbólica
En este apartado procuramos ampliar el campo conceptual sobre la
institucionalización del género complejizando el enfoque
neoinstitucional con los aportes de Cortés (2008), quién ha traba-
jado la idea de una dimensión simbólica del Estado para estos pro-
cesos derivados de los vínculos entre movimientos sociales y
Estado(s). Sumamos la perspectiva de los feminismos decoloniales
que han interpelado históricamente estos procesos. Existe una ex-
tensa literatura vinculada a analizar la institucionalización del gé-
nero desde un enfoque neoinstitucional feminista (Freindenberg y
Gilas, 2021), que proponen una revisión de los roles de las institu-
ciones para dar lugar a un perspectiva de género que atraviese la
construcción de espacios institucionales y sus políticas, así como la
generación de un bagaje conceptual propio (Incháustegui Romero,
1999; Mazur y McBride, 2008; Guzmán Barcos y Montaño Virreira,
2012; Rodríguez Gustá, 2019; Lopreite y Rodríguez Gustá, 2021).
Este heterogéneo enfoque ha permitido detectar diversas
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dimensiones y variables para analizar cómo funcionan las institu-
ciones de género, sus transformaciones y políticas.
Sin embargo, dos cuestiones nos parecen importantes para ir
más allá de este enfoque, por un lado, nuestra intención es profun-
dizar la conceptualización de institucionalización desde otros apor-
tes que entendemos complejizan dicho proceso, donde la mirada
está puesta en las condiciones estructurales capitalistas, patriarcales
y coloniales de los Estados. Es por eso que retomamos los aportes de
Cortés (2008) a partir de lo que llama la dimensión simbólica del
Estado, entendiendo que agudiza la mirada para pensar las limita-
ciones y potencialidades que estos procesos tienen en el marco es-
tatal. Pero también, incorporamos advertencias de los feminismos
decoloniales que nos permiten no solo comprender el Estado desde
la colonialidad de género, lo cual complejiza la matriz de poder a
partir de la cual las mujeres y diversidades han sido incluidas/ex-
cluidas de los espacios estatales y producción de políticas públicas,
sino que, dado el sistema moderno/colonial que denuncian estas
perspectivas, nos permite “sospechar de los discursos hegemónicos
sobre inclusión y el sistema categorial que ha modelado el proceso
de formulación de las políticas públicas” (Cubillos Almendra, 2014,
p. 272), trascendiendo “las limitaciones impuestas por un pensa-
miento colonial/moderno” (Cubillos Almendra, 2014, p. 273).
En cuanto al concepto de institucionalización, Cortés (2008)
sostiene que estos procesos son formas concretas en las que los Es-
tados asumen la resolución de los conflictos sociales, partiendo de
una noción de Estado como lógica y no solo como conjunto de
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 223
aparatos. Esto habilita que las maneras en que se procesan las
conflictividades tienen que ver con su forma institucional,
estableciendo determinantes para el mismo: límites, tiempos y len-
guajes. La dimensión simbólica del Estado consiste en “la capaci-
dad de la institucionalidad estatal de proponer una forma de
procesamiento determinada del conflicto, acorde con su propia tex-
tura” (Cortés, 2008, p. 138) y es lo que llama institucionalización.
Aludiendo a lo simbólico en términos bourdianos, el Estado tiene
la capacidad de imponer conceptualizaciones, de producir ciertas
maneras de pensar estatalizadas que delimitan lo posible, “lo que
está por fuera parece impensable” (Cortés, 2008, p. 140). Para en-
tender estos procesos que van más allá de cómo “recepta deman-
das” el Estado, aparecen conceptos como transfiguración,
traducción, homogenización, que aluden a formas de tratamiento.
A partir del lenguaje estatal, la homogeneización se produce vol-
viendo previsibles determinados comportamientos, bordeando los
caminos posibles a ser tomados. Se trata de “la canalización de las
demandas populares a través de instituciones y procesos que no
provoquen rupturas en el orden dominante” (Therborn, 1997 como
se citó en Cortés, 2008, p. 144).
Cortés (2008) asume que las formas de tratamientos de las de-
mandas sociales tienen que ver, en última instancia, con poder sos-
tener el orden capitalista. Para diversas feministas el Estado también
es constitutivamente patriarcal (Vianna y Lowenkron, 2017a), don-
de el género es un modo de regulación social y producción de dife-
rencias y jerarquías que tiene una importancia estratégica en la
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constitución y comprensión de la propia forma política estatal y sus
tecnologías de gobierno. El vínculo Estado-Género se presenta como
una coproducción o “duplo fazzer” lo que implica que tomar en
serio las complejidades y procedimientos inherentes al Estado su-
pone comprenderlo como trama de sentidos, posibilidades de ac-
ción y formas de interdicción hechas de y por dinámicas de género
(Vianna y Lowenkron, 2017b). Retomando a Cortés, las formas de
procesar la conflictividad social reproducen, en última instancia,
soluciones intra sistémicas, “en el caso de cualquier conflicto pun-
tual que plantee cuestionamientos (conscientes o no) profundos al
orden existente, este verá sus aristas peligrosas amputadas y su núcleo
normalizado por las diferentes dimensiones del Estado” (2008, p.
145). ¿Qué implicancias tiene simplificar las interpretaciones de
las problemáticas en torno al género?
Los feminismos autónomos y decoloniales han sostenido la críti-
ca a estos procesos ya que derivan en la desvinculación con los
movimientos y su potencia transformadora, al priorizar estrategias
de lobby y administrativas (Pisano, 1993; Espinosa Miñoso, 2007)
desde discursos como la gobernabilidad, el empoderamiento y la
equidad de género (Montanaro Mena, 2017). Cuestionan la idea
del Estado como potencial aliado, en la medida en que éste es
permeable a aquellas demandas menos controversiales, que no po-
nen en riesgo la estabilidad del sistema, considerándolo un terreno
patriarcal, donde las terminologías del derecho y los organismos
internacionales suponen siempre exclusiones no cuestionadas y lu-
gares de privilegio (Martínez Prado, 2012; Montanaro Mena, 2017).
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 225
Los feminismos decoloniales nos permiten visualizar al Estado en
sus lógicas capitalistas, patriarcales y coloniales, a partir de la
articulación de “una trama múltiple de sistemas de dominación
que no pueden ser comprendidos aisladamente” (Cubillos Almen-
dra, 2014, p. 262). Agudiza las interpretaciones que hacemos a la
luz no sólo de una crítica a la modernidad “por su androcentrismo
y misoginia, como lo ha hecho la epistemología feminista clásica,
sino dado su carácter intrínsecamente racista y eurocéntrico”
(Espinosa, 2014 como se citó en Cubillos Almendra, 2014, p. 267).
Entonces, ¿qué hacemos con (y en) el/los Estado(s)? Para las
intenciones de nuestro artículo, la pregunta es: ¿cómo pretenden
los FFP resolver o habitar la tensión que se plantea? En ese sentido,
Cortés (2008) no supone la institucionalización en términos
definitorios, sino en la disputa permanente “entre el rebasamiento
de la institucionalidad estatal y la estatalización de la actividad
social” (p. 136). En el próximo apartado retomamos los aportes
vinculados a los ámbitos públicos como instancias generadoras de
discursos que, en los FFP, se crean y articulan entre lo estatal y lo
social.
Espacios públicos: claves desde los aportes de Fraser
Complejizando la mirada sobre los procesos de institucionalización
del género, atendiendo a las tramas patriarcales y coloniales que
sostienen al/los Estado(s), y a cómo las lógicas estatales de traduc-
ción de demandas de movimientos sostienen formas de
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homogeneización y normalización, ¿qué dimensiones podemos con-
siderar para agudizar el análisis sobre las barreras de inclusión/ex-
clusión en el ámbito público? Para esto retomamos algunos aportes
de Nancy Fraser (1993) y los feminismos decoloniales.
Fraser (1993) propone desarmar una serie de supuestos que sos-
tiene la noción habermasiana de ámbito público en su definición
liberal-burguesa, construyendo una mirada más precisa que vincu-
la el ámbito público con el lugar para la producción y circulación
de discursos. Fraser (1993) se pregunta “si es posible para los
interlocutores en un ámbito público poner entre paréntesis las di-
ferencias de estatus y deliberar ‘como si’ fueran iguales socialmen-
te” (p. 34) asumiendo entonces “que la igualdad social no es una
condición necesaria para la democracia política” (p. 34). La autora
recupera de la historia revisionista cómo esos ámbitos públicos bur-
gueses se constituyen en lugares donde se sostienen exclusiones de
género, raza y clase. Incluso cuando las barreras “formales” al ac-
ceso han sido erradicadas, siguen estando presentes restricciones.
La idea de poner entre paréntesis las desigualdades sociales para
que en el espacio de discusión pública “estemos formalmente igua-
lados”, constituye un problema en la medida en que este presu-
puesto es irrealizable: “poner entre paréntesis la desigualdad de
esta manera usualmente funciona en beneficio de los grupos domi-
nantes de la sociedad y en contra de los subordinados” (Fraser,
1993, p. 36). A su vez, supone la posibilidad de neutralidad e igual
facilidad para que cada cultura establezca su voz, sin considerar
las desigualdades y jerarquías: “La teoría política liberal asume que
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 227
es posible organizar una forma democrática de vida política con
base en estructuras socio-económicas y socio-sexuales que gene-
ran desigualdades sistemáticas” (Fraser, 1993, p. 37). Marca cómo
la idea de un “nosotros/as” genera nuevas exclusiones.
Ampliando la crítica, los feminismos negros, autónomos,
poscoloniales y decoloniales, entre otros, no solo remarcan las
condiciones de desigualdad entre hombres, mujeres y diversidades
sexo-genéricas, sino al interior de los grupos que se han constitui-
do para combatir estas desigualdades. Debaten con la idea de igual-
dad, diversidad y diferencia a partir de la experiencia de mujeres
no blancas cuyas vidas son atravesadas por opresiones invisibilizadas
por las demandas de un feminismo de la igualdad, blanco y hege-
mónico (Vazquez Laba, 2012; Mohanty, 2008; Hill Collins, 2012).
Por un lado, en relación a la igualdad con los hombres, cuestionan
las lógicas de acceso a los espacios de poder masculinizados y la
lectura occidental binaria del género, imposibilitando el reconoci-
miento de las diferentes experiencias de las mujeres. Sin negar la
importancia de los derechos adquiridos, marcan los recortes y re-
nuncias que implica institucionalizar el feminismo (Gargallo, 2004;
Falquet, 2014). En relación al planteo de Fraser, nos habilitan a
seguir profundizando el ingreso a espacios públicos de sujetos/as
profundamente desiguales en sus condiciones económicas, racia-
les, culturales y sexo-genéricas, entre otras.
A su vez, en relación a la igualdad entre mujeres, estos feminis-
mos remarcan que la institucionalización sostiene la existencia de
un feminismo hegemónico construido sobre la categoría “mujer”,
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concebida desde una noción universalizante que deja por fuera las
desigualdades derivadas de configuraciones de raza, clase, nacio-
nalidad, heteronormatividad, etc. (Falquet, 2014; Gargallo, 2004).
Aquí hace lugar aquello que nos remarca Fraser, entendiendo que
en las construcciones de un “nosotro/as” en los espacios públicos
algunas voces pueden verse silenciadas u ocultadas, por diversos
mecanismos, y en ese sentido, los feminismos decoloniales, a partir
de diversas experiencias, lo sostienen. Estos feminismos recuperan
diversas categorías –como la de colonialidad e interseccionalidad–
para pensar en clave situada las llamadas diferencias de género
(Viveros Vigoya, 2016; Lugones, 2008). Retoman las críticas en torno
a la idea de igualdad entre mujeres y la posibilidad de pensarlas
como unidad, en la medida que el “descentramiento del sujeto
universal del feminismo aún contiene la centralidad
euronorcéntrica, universalista y no logra zafarse de esa coloniza-
ción histórica por más que la critique” (Curiel, 2010, p. 75), lo que
nos permite retomar la pregunta por el sujeto del feminismo en los
procesos de institucionalización, sus límites y posibilidades (Curiel,
2010; Espinosa Miñoso, 2007). ¿Podemos encontrar en los docu-
mentos el reconocimiento de las condiciones de desigualdad de les
sujetes a quienes se invitan a estos espacios? ¿Se presupone de al-
guna manera que los foros pueden constituirse en espacios de
igualdad?
Fraser (1993) discute a su vez la idea de que “la proliferación de
una multiplicidad de públicos en competencia está necesariamen-
te más lejos, y no más cerca de una mayor democracia, y que un
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 229
ámbito público único es siempre preferible a un nexo de múltiples
públicos” (p. 34). Discute bajo dos contextos: sociedades con con-
diciones de estratificación social y sociedad con diversidad
cultural. Si el horizonte es una participación abierta en condicio-
nes de igualdad, propone la multiplicidad de públicos como un me-
canismo que permite equilibrar la brecha con los grupos dominantes.
Así, se generan espacios que permiten discutir intereses, estrate-
gias y demandas sin estar bajo la supervisión de otros grupos. Cons-
truye la noción de “contra-públicos subalternos” como “terrenos
discursivos paralelos en donde los miembros de los grupos sociales
subordinados inventan y hacen circular contradiscursos, que, al
mismo tiempo, les permiten formular interpretaciones de oposición
acerca de sus identidades, intereses y necesidades” (Fraser, 1993,
p. 41). Lejos de entender estos terrenos como ajenos al conflicto y
relaciones de poder, lo que habilita esta propuesta es pensar el ámbito
público como un marco estructurado donde se dan las disputas y
debates entre diversos públicos. Incluso en contextos de sociedad
con diversidad cultural e igualdad económica, la diversidad de
públicos continúa siendo un mecanismo que permite acercarse a
una paridad de participación, en la medida en que estos espacios
no sólo contribuyen a la formación de discursos sino de identidades
(Fraser, 1993). ¿Cómo se aborda esta problemática en los documen-
tos analizados considerando que vivimos en una sociedad
estratificada y diversa? ¿Qué proponen los FFP para resolver esta
tensión?
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Fraser (1993) marca cómo en los ámbitos públicos los discursos se
restringen a la deliberación sobre el bien común y como “la aparición
de ‘intereses privados’ y ‘asuntos privados’ es siempre indeseable” (1993,
p. 34). Aquí hacen lugar las luchas históricas de las mujeres y feminis-
mos en marcar cómo aquello que se relega al ámbito de lo privado es
también parte de la discusión pública. Una de las cuestiones centrales
es que, aquello que se define como “común” es construido en el deba-
te, y en ese sentido “no hay ninguna frontera ya dada naturalmente o
a priori” (Fraser, 1993, p. 48), en todo caso, se deben rediscutir las
nociones de público y privado no sólo como designación de espacios
sino como “clasificaciones culturales y etiquetas retóricas”(Fraser, 1993,
p. 51). Desde este primer acercamiento: ¿Qué se propone discutir en
los Foros? ¿Podemos identificar en los documentos algunas prenociones
de un “bien común”? ¿Qué trazos se pueden entrever en términos de
construcción de lo público y lo privado?
Por último, Fraser (1993) se pregunta por qué un ámbito público
en funciones requiere de una aguda separación entre la sociedad
civil y el Estado. Primero, ¿qué es la sociedad civil? La autora plan-
tea dos opciones, si la sociedad civil se vincula con “una economía
capitalista ordenada privadamente” (p. 53) se desprende de esta
concepción que en la medida en que para generar una paridad en
la participación es necesario generar condiciones relativamente
iguales en materia socioeconómica “se requiere alguna forma de
reorganización y redistribución políticamente regulada para lograr
esta finalidad” (p. 53). Ahora, si sociedad civil quiere decir “el
nexo de las ‘asociaciones secundarias’ o no gubernamentales que
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 231
no son ni económicas ni administrativas” (p. 53), asumiendo que
en la concepción liberal burguesa es “el carácter extra guberna-
mental del ámbito público el que le confiere un aura de
independencia, autonomía y legitimidad a la ‘opinión pública’ que
se genera dentro de él” (p. 54), Fraser introduce la dimensión de la
toma de decisiones, pensando los ámbitos públicos como espacios
de poder. Nos habla de públicos fuertes, donde se genera opinión y
se toman decisiones (ejemplo, el parlamento) y públicos débiles,
sin poder en la toma de decisiones. Para la autora, cuando existen
cuerpos capaces de traducir las opiniones públicas en decisiones
con autoridad, la democracia se fortalece. Fraser introduce una
serie de interrogantes vinculados a la responsabilidad de estos pú-
blicos fuertes frente a los públicos débiles, y sobre todo, qué meca-
nismo o dispositivos institucionales se pueden generar para fortalecer
estas relaciones. Institucionalidades híbridas, diversas, que gene-
ren mecanismos directos y representativos, con el horizonte de ima-
ginar “posibilidades democráticas más allá de los límites de la
democracia realmente existente” (1993, p. 56). ¿Pueden ser los fo-
ros aquí analizados estos espacios? ¿Podemos rastrear una continui-
dad entre las propuestas de los Foros y la constitución de los Planes?
Foros Federales Participativos: la institucionalización de la
participación
En este apartado retomamos los interrogantes que propusimos al
inicio de este artículo para mostrar algunos de los análisis de esta
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232
primera aproximación. Se trata de dos entradas a la pregunta sobre
las fronteras, una que se vincula con cómo se dan los procesos de
institucionalización de ciertos movimientos en el/los Estado(s), y,
si bien este artículo pretende dejar planteado el problema, pode-
mos identificar algunas cuestiones en los documentos analizados.
Una segunda entrada, desde los interrogantes de Fraser y los femi-
nismos decoloniales, que nos permiten desentramar de una manera
más concreta, en los documentos, cómo se está pensando la partici-
pación ciudadana.
Haciendo una breve caracterización, los FFP fueron constitui-
dos por el MMGyD a nivel nacional para incentivar la participa-
ción de diversos movimientos y organizaciones en el diseño de los
planes desde los cuales se desprendieron los programas y acciones
del MMGyD. Utilizados tanto para los Planes Nacionales Contra
las Violencias por Motivos de Género (PNCVMG) (2020-2022/ 2022-
2024) y el Plan Nacional de Igualdad en la Diversidad (PNID)
(2021-2023), se constituyeron a partir de una serie de principios
rectores y metodologías que buscaron la participación de mujeres y
diversidades, desde distintos espacios de participación y organiza-
ción. Entre los principios rectores encontramos la participación,
integralidad, territorialidad y federalismo, interseccionalidad,
transversalidad y multiagencialidad, interdisciplinariedad, trans-
parencia y rendición de cuentas, interculturalidad, y algunos par-
ticulares como igualdad, diversidad y sostenibilidad de la vida en
el caso del PNID y el principio de la especificidad de la violencia
en el caso de PNCVMG. Los foros tuvieron una metodología
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 233
similar, articulada a través de regiones (PNCVMG) y sectores
(PNID). La pandemia por COVID-19 implicó el paso de la
presencialidad a la virtualidad. Los foros del PNID se organizaron
en una división sectorial con eje en las organizaciones e institucio-
nes en las que se organizan las mujeres y diversidades (ej.: ruralidad,
étnico-raciales, sindicatos, discapacidad, etc.) mientras que los foros
del PNCVMG sumaron de manera estratégica a sectores estatales
que trabajan la temática de violencias por motivos de género.
Comenzamos con lo que marcábamos como una segunda entra-
da a la pregunta sobre las fronteras de inclusión/exclusión. Para
poder trazar ciertos vínculos entre lo que propusimos con Fraser
(1993) y los foros como espacios de participación, empezamos por
los últimos interrogantes del apartado anterior. La autora problematiza
la pretendida separación entre la sociedad civil y el Estado, trayen-
do en ese punto la cuestión de los vínculos entre los públicos débi-
les y fuertes en la medida en que estos últimos tienen poder de
decisión. Nos preguntabamos si estos foros pueden pensarse como
espacios de articulación entre públicos fuertes y débiles. Según las
lecturas de los documentos, los foros pretenden constituirse en un
espacio que sea nexo o adquiera cierta hibridez entre ambos públi-
cos, aunque dejan explícito el carácter consultivo de los mismos.
En algunos párrafos del documento se sostiene la intención de es-
tablecer estas instancias como espacios articuladores. Los PNCVMG
establecen que el proceso consultivo permite tener en considera-
ción y relevar “la experiencia práctica, territorial y situada de las y
los actores de la trama comunitaria. En este sentido, consideramos
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que un proceso consultivo amplio y participativo es una de las for-
mas de garantizar la legitimidad de la política pública” (MMGyD,
s.f.b, p. 7). A su vez, los documentos mencionan que el mismo éxito
de los planes no puede ser posible “sin incluir instancias de delibe-
ración, co-construcción, implementación y posterior evaluación
conjunta con lxs destinatarixs de las mismas” (MMGyD, 2020, p.
36). El PNID lo reafirma a partir de “la comprensión de que ningu-
na política pública puede transformar la realidad si no sustenta sus
etapas de diagnóstico, diseño, implementación y evaluación de
manera horizontal y colaborativa junto a todas las personas y comu-
nidades a las que está destinada” (MMGyD, 2021, p. 10). En esa
línea, “no solo representa un aporte invaluable en términos
sustantivos de experiencias concretas, sino que también implica
fomentar y promover los principios de integridad y transparencia
en la gestión pública del Ministerio” (MMGyD, s.f.b, p. 8). Como
parte de programas sobre transparencia estatal, los documentos
entienden como estratégico “la promoción de procesos participativos
en el diseño y la elaboración de políticas públicas, y la rendición de
cuentas hacia la ciudadanía” (MMGyD, s.f.a, pp. 5-6).
Si nos seguimos adentrando al sentido de estos espacios para la
participación, un punto central tiene que ver con que los planes
interpelan a las personas destinatarias “no en un rol de beneficia-
rias o usuarias de programas y medidas sino como sujetxs, actorxs y
agentes de derechos, es decir, como ciudadanxs” (MMGyDN, 2021,
p. 8). Esa presunción es fundamental para comprender que la par-
ticipación se enmarca en el reconocimiento, para el caso del PNID,
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 235
de las “percepciones, experiencias y expectativas respecto a la si-
tuación de mujeres y LGBTI+ en lo relativo a la agenda de igual-
dad en la diversidad” (MMGyD, s.f.a, p. 6). Un argumento que
aparece también en los informes de estos planes es como los proce-
sos participativos se incorporan no sólo porque “permiten mejores
políticas públicas, sino porque además fortalecen nuestras demo-
cracias y nos convierten a todos, todas y todes en sujetxs protago-
nistas de esta historia que estamos construyendo con miras a una
sociedad más justa e igualitaria” (MMGyD, s.f.b, p. 59). La partici-
pación aparece como un canal que permitiría “reconstruir las pro-
blemáticas que enfrentan diariamente lxs actores territoriales y
escuchar las demandas de las organizaciones hacia el Estado Na-
cional” (MMGyD, s.f.b, p. 6), achicando las distancias entre estos
actores y el Estado.
Si entendemos que los FFP se constituyen como posibles
articuladores en los términos en los que propone Fraser, continua-
mos nuestro análisis a partir de la pregunta por el reconocimiento
sobre las condiciones de desigualdad y las posibilidades de pensar
estos espacios desde la igualdad. Los planes se estructuran a partir
de un diagnóstico que reconoce a las desigualdades y violencias
por motivos de género como estructurales, incorporando fundamentos
que explican estas desigualdades a partir de nociones como
patriarcado, división sexual del trabajo, etc. Detallan, a su vez, a
partir de estadísticas y recopilación de informes, desigualdades por
motivos de género que se reconocen en diferentes ámbitos (MMGyD,
2020; MMGyD, 2021). Es decir, encontramos un reconocimiento
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explícito de las condiciones de desigualdad de la ciudadanía des-
tinataria de la política pública. Esa desigualdad la establecen en
términos de acceso al trabajo, salud, educación, ciencia,
tecnología e innovación, cultura, arte y comunicación, deporte,
hábitat y desarrollo territorial, ambiente y desarrollo sostenible, par-
ticipación social y política, cuidados (MMGyD, 2021).
Si nos remitimos a los foros específicamente, en los documentos
que sintetizan estas instancias se plantean las condiciones de “in-
clusión” para la participación como una problemática evidenciada:
“Para este ministerio hablar de inclusión implica generar las condi-
ciones necesarias para el acceso universal a la efectiva participa-
ción ciudadana, independientemente de sus condiciones” (MMGyD,
s.f.a, p. 6). En ese sentido, establecen que “es preciso para ello
identificar aquellas barreras que pueden operar en forma negativa,
limitando el ejercicio de los derechos y lograr sortear estos impedi-
mentos para la búsqueda de una mayor inclusión” (s.f.a, p. 6). De
esta manera se da el reconocimiento de la desigualdad de condi-
ciones para la participación ciudadana a su vez que el desafío de
producir herramientas para su superación. En particular observa-
mos algunas herramientas que se proponen para repensar las barre-
ras para la inclusión en estos espacios, por ejemplo, un cuestionario
virtual (MMGyD, 2020), la presencia de intérpretes de señas, la
difusión previa para habilitar canales de solicitud de ciertas condi-
ciones de accesibilidad, la anticipación de la organización de los
foros a partir del envío de guías (MMGyD, 2020; 2021). Sin embar-
go, no podemos eludir, retomando a Fraser (1993) y los feminismos
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decoloniales, cómo las diferencias económicas, raciales y de géne-
ro, entre otras, afectan la disponibilidad de tiempos, el acceso a la
información, la resolución de los cuidados y las modalidades de
expresión para la participación ciudadana.
Esto nos lleva a otras interrogantes que nos planteamos en el
apartado anterior, vinculado a lo que Fraser (1993) propone como
públicos múltiples frente a sociedades estratificadas y diversas. En
el análisis de los documentos aparecen algunos mecanismos que
parecen atender a estas cuestiones, apuntando a las metodologías
utilizadas, que incorporaron dos formas de organizar la participa-
ción: territorialmente, a partir de regiones (PNCVMG) y
sectorialmente (PNID), se argumentan en el intento de ampliar
los espacios de diálogo, apelando a un dispositivo de canalización
que abarque una variedad de sujetes y territorios, a partir del reco-
nocimiento de su exclusión. En el caso del PNID “se conformó el
trabajo con siete sectores diferentes agrupados según la temática y
áreas de interés, decisión que se tomó a los fines de enriquecer el
intercambio entre lxs participantes” (MMGyD, s.f.a, p. 12). Para el
caso de PNCVMG el criterio de regionalización permitía prestar
“especial atención a las particularidades vinculadas con las diver-
sidades culturales propias de cada región/localidad” (s.f.b, p. 13).
Los foros se asientan sobre principios interseccionales, interculturales
e intersectoriales, que pretenden abarcar una variedad de organi-
zaciones y movimientos. En consonancia, a su vez, con lo que ana-
lizábamos en torno al reconocimiento de las desigualdades y las
pretensiones de inclusión.
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Por último, aparece la discusión de lo público y lo privado y la
construcción de lo común. Podemos identificar cómo aparece en
los documentos la argumentación sobre las desigualdades y
violencias por motivos de género como un problema público y esta-
tal, y a su vez, cómo el mismo Estado en sus políticas puede repro-
ducir o subsanar dichas desigualdades (MMGyD, 2020; 2021). Una
cuestión que aparece es el anclaje en una perspectiva de derechos
humanos y una normativa legal que ha habilitado, en términos for-
males, el reconocimiento de la igualdad de género como necesaria
para “garantizar el bien común” (MMGyD, 2021, p. 29). A su vez
aparece la noción de “igualdad en la diversidad” que intenta
problematizar la igualdad, no sólo en términos formales tensionando
con la necesidad de una igualdad sustantiva, sino en las pretensio-
nes de una igualdad “normalizadora” (MMGyD, 2021). Esto impli-
ca una crítica al enfoque binario: “no hay igualdad sin diversidad,
que las sociedades y las personas se constituyen a partir de una
pluralidad ontológica” (MMGyD, 2021, p. 31) y a su vez “conside-
rar las características que conforman nuestra identidad en toda su
complejidad y alejadxs de todo intento homogeneizador” (MMGyD,
2021, p. 10). Si aceptamos que la idea de igualdad en la diversidad
pretende construir un “nosotres” de una manera novedosa para las
políticas públicas, sumado a los principios que guían estos planes y
la adopción de metodologías de participación contextualizadas y
sectorizadas, la propuesta de los FFP puede significar una manera
de discutir con una mayor amplitud las problemáticas así como las
posibles políticas para abordarlas. Habilitar espacios de
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 239
participación para definir los problemas y abordajes que las políti-
cas públicas pretenden abarcar puede constituirse en una manera
de desdibujar esa barrera sobre lo “común” y reconstruirlo en los
espacios de deliberación.
La discusión de Fraser (1993) sobre los espacios públicos y los
límites y supuestos sobre los que se asienta la concepción burguesa
liberal nos permite seguir tensionando y profundizando el análisis
en relación a los foros. Las advertencias de Fraser (1993) y los femi-
nismos decoloniales con respecto a las desigualdades y tramas de
poder, y cómo no pueden ser abandonadas cuando ingresamos a los
espacios públicos, nos llevan a preguntarnos en qué medida estos
planes, que abarcan diversas dimensiones en torno a las violencias
y desigualdades por motivos de género, pueden o no constituirse
en formas de reparar la exclusión histórica en la participación a
partir de mejorar las condiciones de vida desde diversas herramien-
tas. Hay una relación crucial entre habilitar espacios de participa-
ción para sectores históricamente excluidos de las tomas de decisión
y abordar las causas complejas que sostienen dichas exclusiones.
Cubillos Almendra (2014) entiende que las perspectivas del femi-
nismo decolonial reconocen capacidad de agencia de les sujetes,
quienes “pueden generar espacios de resistencia y nuevas apuestas
conceptuales que permitirían [...] pensando en el marco de las
políticas públicas, participar y validar sus imaginarios en el diálogo
político que da origen al proceso de formulación de las políticas”
(p. 270).
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Las presentaciones y nociones que enumeran los planes que ve-
nimos mencionando nos permiten intuir que el proceso de traduc-
ción estatal podría verse conmovido por las demandas y
problemáticas de las voces de quienes han llegado a los espacios de
participación. Sin embargo, consideramos que nuestro análisis no
ha avanzado en este sentido más que un reciente proceso de
entrevistas y una nueva etapa de revisión de documentos donde
comenzamos a tejer las continuidades y disrupciones entre lo rele-
vado en los foros como propuestas y lo que se plasma en el plan. Y
desde allí otro trazo hacia las políticas que se implementaron. Lo
que sí pudimos observar en este momento de la investigación es
cómo el segundo PNCVMG propone un diagnóstico con respecto a
lo que se había propuesto en el primero, las políticas adoptadas y
nuevas líneas o reforzamientos de algunas ya vigentes. Dado el ca-
rácter consultivo de los foros, la existencia de estos espacios e
institucionalidades que proponen traducir las demandas históricas
en políticas de Estado, deberían ser repensados, y en eso retomamos
a Fraser (1993), con cierto poder de decisión que permita profun-
dizar la idea de democracia.
Otra cuestión que nos permitió este primer acercamiento a la
problemática a partir de los documentos, es contemplar qué nocio-
nes en torno al vínculo entre movimientos feministas, de mujeres y
de la diversidad y el Estado Nacional, así como la singularidad de
un enfoque que se pretende disruptivo con respecto a las políticas
de género precedentes, incorporando cuestiones como un enfoque
no binario, decolonial y sostenibilidad de la vida (MMGyD, 2021),
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 241
perspectiva de la autonomía (MMGyD, 2020), lo que nos llevaría a
interpretar también como un movimiento en el mismo lenguaje de
traducción estatal. Nuevamente nos encontramos con la pregunta
sobre qué límites tiene pensar al Estado como espacio de poder a
ser disputado, entendiendo su trama constitutiva patriarcal, colo-
nial y capitalista.
¿Qué fronteras de inclusión/exclusión se nombran en los docu-
mentos analizados? Podemos observar en este primer acercamiento
indicios de una expresión de corrimiento de las históricas fronteras
de inclusión/exclusión a partir de presentar nuevos enfoques como
el de la diversidad, la decolonialidad o la sostenibilidad de la vida,
así como también la reafirmación de cuestiones como la
interseccionalidad, la territorialidad, una conceptualización de la
ciudadanía como sujetes de derechos, que parece indicar una aper-
tura del campo estatal desde lógicas más inclusivas. Entendiendo
que no se trata de fronteras estáticas, sino de movimientos y proce-
sos, de tramas de poder que nos pueden ubicar al mismo tiempo y
en diversos espacios, a diferentes lados de esta frontera (Cubillos
Almendra, 2014).
Consideraciones finales
En este artículo propusimos compartir las aproximaciones, en clave
de una primera etapa de investigación, que se encuentra atravesa-
da por la pregunta por los vínculos que sostienen movimientos y
Estados(s), interrogantes que son parte de los feminismos y
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procuramos complejizar desde los aportes de Cortés (2008), Anzorena
(2019) y los feminismos decoloniales. A su vez, nos aproximamos a
una dimensión clave como es la participación y los formatos que
ésta adquiere, bajo la pregunta por las fronteras de
inclusión/exclusión. Esas tensiones que atraviesan los feminismos
intentamos analizarlas desde los planes del MMGyD y los foros como
espacios de participación para su diseño.
Desde allí, nos queda hacia adelante profundizar en los alcan-
ces que dicha ampliación tiene en la vida de las mujeres y diversi-
dades. Para profundizar el análisis en estos sentidos, la investigación
prevé entrevistas a funcionarias, trabajadoras estatales y partici-
pantes de organizaciones que fueron parte de los foros. En clave de
la propuesta de Cortés (2008), entender las lógicas de tratamiento
y traducción que el Estado produce por su carácter capitalista y
patriarcal, no implica necesariamente su renuncia, pues sigue con-
tando, en términos institucionales, con capacidad de redistribución
de recursos y poder fundamental. Anzorena (2019) invita a pensar
cómo paradójicamente “le exigimos respuestas a instituciones (ge-
neralmente al Estado) que se sostienen en la opresión, explotación
y expropiación de los cuerpos (especialmente de los subalternizados,
sexuados, racializados, empobrecidos)” (p. 8). De esta manera sus
reflexiones giran en torno a pensar qué podemos hacer dentro, con
y más allá del Estado.
Nos guiamos por feminismos críticos a las formas en que los
vínculos entre espacios estatales y movimientos se han tejido, algu-
nas de esas críticas han sido mencionadas. La pregunta por el
ROCÍO SOLEDAD GARCÍA 243
vínculo entre Estado y género debe ser trazada para inventar for-
mas de construcción de poder para incidir y transformar el campo
estatal (Anzorena, 2019). La invitación es imaginar, parafraseando
a Fraser (1993), espacios democráticos más allá de los límites de lo
existente, bajo el horizonte de la disputa por las fronteras de inclu-
sión/exclusión. Transformar la textura del Estado, disputar lo pen-
sado desde lo impensado, reconstruir los espacios de participación
en pos de que la construcción del poder para incidir, retomando a
Anzorena, sea hacia un feminismo para todes, hasta que sea como lo
soñamos.
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