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Análisis de la gestión de espacios naturales costero-marinos protegidos: nuevos enfoques y tendencias

Authors:
1
Análisis de la gestión de espacios naturales costero-marinos
protegidos: nuevos enfoques y tendencias
Tesis Doctoral
Escuela Internacional de Doctorado en Estudios del Mar (EIDEMAR)
Programa de Doctorado en Gestión y Conservación del Mar
Universidad de Cádiz
Departamento de Historia, Geografía y Filosofía.
Grupo de investigación en Gestión Integrada de Áreas Litorales
Autora:
María Maestro Cano-Manuel
Directores:
Juan Adolfo Chica Ruiz
María Luisa Pérez Cayeiro
2
A Maca y Pepe
3
Agradecimientos
Son muchas las personas a las que debo agradecer haber llegado hasta aquí. Estos cinco
años han sido un viaje inolvidable, y los que han pasado por mi vida a lo largo de este
tiempo se han llevado un pedacito de mi corazón. En primer lugar, me gustaría dar las
gracias a mis directores, Marisa y Adolfo, por su ayuda, apoyo e inspiración constante a
lo largo de estos años. Estoy tremendamente orgullosa de haber podido trabajar con
ellos mano a mano y nunca hubiera imaginado tener unos directores mejores.
A Helena Calado, de la Universidad de las Azores, por su inmensa sabiduría y guía. Y a
Claudia Hipólito, por acompañarme durante los 4 meses que pasé allí, hacerme el
comienzo de mi tesis más llevadero, y haberme llevado a descubrir la isla. A toda el
área de ecosistemas de la Dirección del Parque Nacional Galápagos, por acogerme en
sus oficinas durante 2 meses, y regalarme una de las experiencias más increíbles y
enriquecedoras de mi vida. En especial a Harry Reyes, Eduardo Espinoza y Fernando
Rivera, por su supervisión y hacerme partícipe de la gestión de un lugar tan especial. A
Álvaro Morales, de la Universidad de Costa Rica, por todo el apoyo, ayuda y cariño
recibido, por abrirme las puertas de tu casa y presentarme a tu familia. A Zvjezdana
Popović, de la Universidad de Split, y a SEA-EU, por ayudarme a validar la
metodología.
A todas las personas que he entrevistado en estos cinco años. Cada una de ellas ha sido
una fuente de sabiduría, y todas han contribuido a hacer de esta experiencia algo
inolvidable, desde entrevistas en barcos hasta casas en los árboles. Me llevo cientos de
historias y experiencias que recordaré siempre.
A la señora Lorena y a Joel, porque se convirtieron en familia. A Mateo, Mayte,
Carmen, Marc, Joel Arica, Franklin, Cristian, Lucho, Alexander, María y Rolf. Sin
vosotros esta historia hubiera sido muy diferente y sois, sin duda, el mejor resultado de
esta tesis. A mis amigos, por acompañarme y apoyarme durante todos estos años. En
especial a Veni, a Vera y a mis chicas maravilla. Y a Carlos, por inspirarme tanto en el
camino.
A mis padres, Pepe y Maca, a mi hermana Carmela y a mis abuelas Carmen y Chica.
Por apoyarme, quererme y tener paciencia conmigo. No me importa que todavía no
sepáis de qué va mi tesis. Y a Juan, gracias por acompañarme en todas estas aventuras y
en la vida.
4
Resumen
En los últimos años, la crisis medioambiental que afecta al planeta ha provocado el
deterioro de los océanos y una gran pérdida de biodiversidad y hábitats. El medio
costero-marino es uno de los más vulnerables a esta degradación, ya que las actividades
humanas se concentran cada vez más en la costa, y ejercen mucha presión sobre estos
ecosistemas, por lo que se ven gravemente afectados. Como respuesta a estos cambios,
ha aumentado la cantidad y extensión de las áreas marinas protegidas (AMPs),
destacando la protección como uno de los instrumentos más eficaces para conservar la
biodiversidad y sus recursos. Con el incremento de AMPs, también surge la
preocupación de que muchas de ellas no están cumpliendo los objetivos para los cuales
fueron designadas. Un número importante de AMPs declaradas carecen de planes de
gestión, o no se aplican adecuadamente, lo que da lugar a una gestión deficiente y, en el
peor de los casos, a los llamados "parques de papel".
En este sentido, el objetivo principal de esta tesis doctoral es contribuir a la mejora de la
gestión de áreas marinas protegidas a través del análisis del modelo de gestión, para lo
cual se han desarrollado cuatro fases. La primera ha sido un recorrido por la evolución
de la gestión de AMPs en el marco internacional, desde la designación del primer
parque nacional hasta la actualidad. Los resultados ofrecen una visión de los cambios en
la gestión de AMPs desde su consolidación, así como de los enfoques y retos actuales.
Desde principios de este siglo, los criterios utilizados para establecer AMPs se han
unificado en todo el planeta. Sin embargo, la planificación y gestión de estos espacios
difiere entre los países más desarrollados y los que están en vías de desarrollo. Se han
identificado tres logros principales desde la última década: 1) Se tiende a la aplicación
de un enfoque ecosistémico, que da mayor importancia al mantenimiento de los
servicios ecosistémicos y en el que el factor social tiene la misma importancia que el
físico-natural; 2) Se reconoce que las AMPs son un instrumento eficaz para mitigar los
efectos del cambio climático; 3) Para lograr una protección eficaz, se recomienda que
las AMPs se establezcan más allá de las aguas bajo jurisdicción nacional, que es donde
se concentra la mayoría actualmente.
La segunda fase ha sido el desarrollo de una metodología para valorar el modelo de
gestión, una carencia observada en la mayoría de AMPs del mundo. Evaluar la gestión
de un AMP ayuda a detectar los puntos fuertes y débiles, a tomar decisiones y a corregir
errores en el futuro. Sin embargo, se han realizado pocas. La metodología utilizada
5
evalúa 26 indicadores agrupados en 4 factores clave: órgano gestor, subproceso de
planificación, participación pública y subproceso de implementación. Los resultados de
esta evaluación son 5 escenarios posibles, que se han denominado (de la situación ideal
a la menos favorable): gestión proactiva (1), de aprendizaje (2), interactiva (3),
centralizada (4) y formal (5). Utiliza como fuentes de información entrevistas en
profundidad con los gestores del AMP, contrastadas con fuentes bibliográficas y trabajo
de campo.
Los casos de estudio (tercera fase) han sido el parque marino de las Azores (Portugal),
el parque nacional y la reserva marina de Galápagos (Ecuador), el parque nacional Santa
Rosa (Costa Rica), el parque nacional Marino Ballena (Costa Rica) y el parque nacional
Cahuita (Costa Rica). Los resultados otorgan un escenario proactivo al parque nacional
y la reserva marina de Galápagos, al parque nacional Santa Rosa y al parque nacional
Cahuita; un escenario centralizado al parque marino de las Azores; y un escenario
formal al parque nacional Marino Ballena.
Posteriormente, en la cuarta fase, se ha realizado un diagnóstico para cada uno de los
escenarios obtenidos en los casos de estudio, utilizando una matriz DAFO. A pesar de
las diferencias en la gestión, se observan obstáculos comunes en todos los escenarios,
como el presupuesto inestable o la falta de un programa de formación sólido para
gestores. La tesis finaliza con la elaboración de una matriz CAME, que propone una
serie de recomendaciones para avanzar de un escenario de gestión al siguiente, y de esta
forma acercarnos, o mantener, la gestión proactiva. Estas medidas pueden ayudar a
mantener los ecosistemas y sus servicios en buen estado de conservación, así como el
bienestar de las poblaciones locales.
6
Abstract
In recent years, the environmental crisis affecting the planet has led to the deterioration
of the oceans and a major loss of biodiversity and habitats. The coastal-marine
environment is one of the most vulnerable to this degradation, as human activities are
increasingly concentrated on the coast, putting a lot of pressure on these ecosystems,
and severely affecting them. In response to these changes, the number and extent of
marine protected areas (MPAs) has increased, highlighting protection as one of the most
effective tools for conserving biodiversity and its resources. With the increase in MPAs,
there is also concern that many are not achieving the objectives for which they were
designated. A significant number of declared MPAs lack management plans, or are not
properly implemented, leading to poor management and, in the worst cases, to so-called
"paper parks".
In this sense, the main objective of this doctoral thesis is to contribute to the
improvement of the management of marine protected areas through the analysis of the
management model, for which four phases have been developed. The first has been a
review of the evolution of MPA management in the international framework, from the
designation of the first national park to the present day. The results provide an overview
of the changes in MPA management since its consolidation, as well as current
approaches and challenges. Since the beginning of this century, the criteria used to
establish MPAs have been unified across the globe. However, the planning and
management of MPAs differs between more developed and developing countries. Three
main achievements have been identified since the last decade: 1) There is a move
towards an ecosystem approach, which places greater emphasis on the maintenance of
ecosystem services and in which the social factor is as important as the physical-natural;
2) MPAs are recognised as an effective tool for mitigating the effects of climate change;
3) For effective protection, it is recommended that MPAs be established in areas beyond
national jurisdiction, which is where the majority are currently concentrated.
The second phase has been the development of a methodology for assessing the
management model, a shortcoming found in most MPAs around the world. Evaluating
the management of an MPA helps to identify strengths and weaknesses, to make
decisions and to correct mistakes in the future. However, few have been carried out. The
methodology used assesses 26 indicators grouped into 4 key factors: managing body,
planning sub-process, public participation, and implementation sub-process. The results
7
of this assessment are 5 possible scenarios, which have been labelled (from the ideal to
the least favourable situation): proactive (1), learning (2), interactive (3), centralised (4)
and formal (5) management. It uses in-depth interviews with MPA managers, cross-
checked with bibliographical sources and fieldwork as sources of information.
The case studies (third phase) were the Azores Marine Park (Portugal), the Galapagos
National Park and Marine Reserve (Ecuador), Santa Rosa National Park (Costa Rica),
Marino Ballena National Park (Costa Rica) and Cahuita National Park (Costa Rica).
The results give a proactive scenario to the Galapagos national park and marine reserve,
Santa Rosa national park and Cahuita national park; a centralised scenario to the Azores
marine park; and a formal scenario to the Marino Ballena national park.
Subsequently, in the fourth phase, a diagnosis was made for each of the scenarios
obtained in the case studies, using a SWOT matrix. Despite the differences in
management, common obstacles are observed in all the scenarios, such as the unstable
budget or the lack of a solid training programme for managers. The thesis ends with a
series of recommendations to move from one management scenario to the next, and thus
move towards, or maintain, a proactive management. These measures can help to
maintain ecosystems and their services in a good status of conservation, as well as the
well-being of local populations.
8
Índice
Agradecimientos .......................................................................................................................... 3
Resumen ....................................................................................................................................... 4
Abstract ........................................................................................................................................ 6
1. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................. 17
1.1. Antecedentes .............................................................................................................. 17
1.1.1. Medio costero-marino: usos y amenazas ............................................................. 18
1.1.2. Áreas marinas protegidas .................................................................................... 24
1.1.3. Gestión de áreas marinas protegidas ................................................................... 28
1.1.4. Evaluación de la gestión de áreas marinas protegidas ......................................... 32
1.2. Hipótesis y objetivos .................................................................................................. 36
1.2.1. Hipótesis .............................................................................................................. 36
1.2.2. Objetivos ............................................................................................................. 37
1.3. Esquema de la Tesis Doctoral .................................................................................. 38
2. MARCO METODOLÓGICO .......................................................................................... 40
2.1. Metodología ............................................................................................................... 40
Fase 1: Documentación y análisis ........................................................................................... 40
Fase 2: Desarrollo de una metodología para el análisis del modelo de gestión ...................... 42
I. Selección de aspectos clave de gestión ....................................................................... 43
II. Identificación de indicadores específicos ................................................................ 44
III. Respuesta a los indicadores: valoración de 1 a 3 puntos ......................................... 47
IV. Definición de 5 posibles escenarios de gestión: criterio de expertos ...................... 48
Fase 3: Aplicación en los casos de estudio.............................................................................. 52
Fase 4: Diagnóstico y propuesta de medidas........................................................................... 53
2.2. Áreas de estudio ......................................................................................................... 55
3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN ....................................................................................... 61
3.1. Áreas marinas protegidas en el siglo XXI: situación actual y tendencias ................. 61
3.1.1. Evolución de la gestión de áreas marinas protegidas en el marco internacional ....... 61
3.1.2. Áreas marinas protegidas en el siglo XXI ................................................................. 66
3.2. Análisis de la gestión de áreas marinas protegidas: casos de estudio ........................ 79
3.2.1. Parque Marino de las Azores (Portugal) ................................................................... 79
3.2.2. Parque Nacional y Reserva Marina de Galápagos (Ecuador).................................... 87
3.2.3. Costa Rica: Parque Nacional Santa Rosa, Parque Nacional Marino Ballena y Parque
Nacional Cahuita ................................................................................................................. 99
3.3. Síntesis del diagnóstico de la gestión de áreas marinas protegidas .......................... 114
3.3.1. DAFO para el escenario formal............................................................................... 114
3.3.2. DAFO para el escenario centralizado ...................................................................... 119
9
3.3.3. DAFO para el escenario proactivo .......................................................................... 123
3.4. Propuesta de medidas y de acciones estratégicas de gestión .................................... 128
3.4.1. CAME para el escenario formal .............................................................................. 128
3.4.2. CAME para el escenario centralizado ..................................................................... 131
3.4.3. CAME para el escenario proactivo ......................................................................... 134
4. CONCLUSIONES ........................................................................................................... 138
Referencias ............................................................................................................................... 152
Anexo I. Artículos publicados ................................................................................................ 190
Anexo II. Entrevistas realizadas en Azores (Portugal) al sector socioeconómico. ............ 193
Anexo III. Entrevistas realizadas en Costa Rica .................................................................. 194
Anexo IV. Consentimiento de coautores……………………………………………………195
10
Índice de tablas
Tabla 1. Algunos beneficios que derivan del establecimiento y la gestión efectiva de
AMPs…………………………………………………………………………………...27
Tabla 2. Categorías de gestión de áreas protegidas....…..……………………………...28
Tabla 3. Ejemplos de metodologías para evaluar la gestión de áreas protegidas, basadas
en el arco de IUCN-WDPA………………...…………………………………………..34
Tabla 4. Indicadores de la evaluación………………..………………………………...44
Tabla 5. Temas evaluados con indicadores adaptados de otras metodologías…..……..47
Tabla 6. Criterio utilizado para asignar el escenario de gestión al AMP……….…..….49
Tabla 7. Las 10 áreas marinas protegidas más grandes del mundo……………..…..….67
Tabla 8. Ejemplos de AMPs declaradas antes de 2005 en las diferentes regiones del
planeta, motivos de declaración y objetivos de conservación………..……………...…70
Tabla 9. Ejemplos de AMPs declaradas después de 2010 en las diferentes regiones del
planeta, motivos de declaración y objetivos de conservación……………………...…..74
Tabla 10. Órganos colegiados de participación en Costa Rica………………..………102
Tabla 11. Matriz DAFO para el escenario formal……………………..……………...115
Tabla 12. Matriz DAFO para la gestión centralizada……..………………………......119
Tabla 13. Matriz DAFO para el escenario proactivo…………………………...…..…124
Tabla 14. Matriz CAME para el escenario formal…………………………..…….….129
Tabla 15. Matriz CAME para el escenario centralizado……………………….....…..132
Tabla 16. Matriz CAME para el escenario proactivo…………………………..……..135
11
Índice de figuras
Figura 1. Usos y amenazas en el medio costero-marino……………………..………...17
Figura 2. Tendencias de las capturas mundiales…………………………..……………20
Figura 3. Tendencias mundiales de la situación de las poblaciones marinas, 1974-
2017...…………………………………………………………………………………..20
Figura 4. Áreas marinas protegidas en aguas nacionales (azul) e internacionales
(rojo)……………………………………………………………………………………26
Figura 5. Marco de la UICN para evaluar la eficacia de la gestión de las áreas
protegidas……………………………………………………………………………….33
Figura 6. Estructura del trabajo………………………………………………...………38
Figura 7. Proceso metodológico del trabajo……………………………………...…….40
Figura 8. Aspectos analizados en el estudio………………………………..…………..43
Figura 9. Escenario de gestión proactivo…………………………..….………………..49
Figura 10. Escenario de gestión por aprendizaje…………………….…..……………..50
Figura 11. Escenario de gestión interactivo…………………..…….…………………..50
Figura 12. Escenario de gestión centralizado………………..….……………………...51
Figura 13. Escenario de gestión formal……………………..…….……………………51
Figura 14. Localización geográfica de las AMPs de los casos de estudio………….….52
Figura 15. Matriz DAFO……………………………………………………………….54
Figura 16. Matriz CAME……………………………………………………………….54
Figura 17. Evolución temporal del porcentaje de AMPs en aguas bajo jurisdicción
nacional a nivel mundial………………………………………………...……………...66
Figura 18. Evolución temporal de la cobertura de AMPs, en porcentaje, de las diferentes
regiones del mundo……………………………………………………………………..68
Figura 19. Reserva Marina Hermandad (Galápagos)…………………………………..74
Figura 20. Encuadre geográfico del archipiélago de las Azores………...…………..…80
12
Figura 21. Mapa del Parque Marino de las Azores……………………………..……...80
Figura 22. Valoración de los indicadores del parque marino de las
Azores…………………………………………………………………………………..82
Figura 23. Evaluación de la gestión del Parque Marino de las Azores………….……..86
Figura 24. Archipiélago de las Galápagos……………………...………………………90
Figura 25. Valoración de los indicadores del parque nacional y la reserva marina de
Galápagos………………………………………………………………………………90
Figura 26. Evaluación de la gestión de las áreas protegidas de Galápagos……….……98
Figura 27. Sistema de áreas protegidas de Costa Rica y las tres áreas de estudio: Santa
Rosa (1), Marino Ballena (2) y Cahuita (3)……………………………..…………….105
Figura 28. Valoración de indicadores de los parques nacionales Santa Rosa, Marino
Ballena y Cahuita (Costa Rica)……………………………………...………………..106
Figura 29. Evaluación de la gestión del parque nacional Santa Rosa………………...111
Figura 30. Evaluación del parque nacional Marino Ballena...……………..…………112
Figura 31. Evaluación del parque nacional Cahuita……….…………………..……...113
Figura 32. Niveles de participación pública en la gestión…………..………………...133
13
Listado de abreviaturas
AC: Área de Conservación
ACG: Área de Conservación Guanacaste
ACLAC: Área de Conservación La Amistad Caribe
ACOSA: Área de Conservación OSA
AFJN: Aguas Fuera de la Jurisdicción Nacional
AfSub: África subsahariana
AMP: Área Marina Protegida
AMPs: Áreas Marinas Protegidas
AsCS: Asia central y del sur
ASOPARQUE: Asociación del Parque Nacional Marino Ballena
AusNZ: Australia y Nueva Zelanda
CBD: Convenio sobre la Diversidad Biológica
CMA: Consejería de Medio Ambiente
CMAR: Corredor Marino del Pacífico Este Tropical
COLAC: Consejo Local de Áreas de Conservación
CONAC: Consejo Nacional de Áreas de Conservación
CONAGEBIO: Comisión Nacional para la Gestión de la Biodiversidad
CORAC: Consejo Regional de Áreas de Conservación
DPNG: Dirección del Parque Nacional Galápagos
EMA: Evaluación de los Ecosistemas del Milenio en Andalucía
ESEAs: Este y Sudeste asiático
FAO: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
GBRMPA: Great Barrier Reef Marine Park Authority
GIAL: Gestión Integrada de Áreas Litorales
GR: Gobierno Regional
ICMBio: Instituto Chico Mendes de Conservação da Biodiversidade
ICT: Instituto Costarricense de Turismo
LatC: Latinoamérica y Caribe
LOREG: Ley Orgánica de Régimen Especial de Galápagos
14
MA: Evaluación del Milenio
MAATE: Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica
MAG: Ministerio de Agricultura y Ganadería
MINAE: Ministerio de Ambiente y Energía
MINAET: Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones
MIRENEM: Ministerio de Recursos Naturales, Energía y Minas
NAEu: Norteamérica y Europa
O: Oceanía
OAsNAf: Oeste de Asia y Norte de África
OCDE: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
ODS: Objetivos de Desarrollo Sostenible
OMA: Observatorio del Mar de Azores
OMS: Organización Mundial de la Salud
PIB: Producto Interior Bruto
PMA: Parque Marino de las Azores
PN: Parque Nacional
PNI: Parque Natural de Isla
PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
PNUMA: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
POA: Plan Operativo Anual
PORN: Plan de Ordenación de los Recursos Naturales
PRUG: Plan Rector de Uso y Gestión
RAC/SPA: Regional Activity Centre for Specially Protected Areas
RM: Reserva Marina
SIMAVIS: Sistema de Manejo de Visitantes
SINAC: Sistema Nacional de Áreas de Conservación
SPEA: Sociedad Portuguesa para el Estudio de las Aves
UICN: Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
UNESCO: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura
WCMC: World Conservation Monitoring Centre
15
WCPA: World Commission on Protected Areas
WDPA: World Database on Protected Areas
WWF: Fondo Mundial para la Naturaleza
ZEE: Zona Económica Exclusiva
16
CAPÍTULO 1:
Introducción
17
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Antecedentes
Tradicionalmente, el mar y las costas han sido utilizados para el desarrollo de
actividades humanas. La intensificación y diversificación de estas actividades (Figura
1), aunque han supuesto numerosos beneficios para la población, han dado lugar a la
pérdida de biodiversidad, al aumento de impactos sobre el medio, así como al
incremento de conflictos sociales (Ameyaw et al., 2021; Kadagi et al., 2021; Noble et
al., 2019; Lotze et al., 2018; Voyer et al., 2017; Nordlund y Gullström, 2013; Lotze et
al., 2006; MA, 2005). Algunas de las amenazas más importantes son la
sobreexplotación, la degradación de hábitats, la acidificación del océano y el cambio
climático (Gaines et al., 2010; Halpern et al., 2008; Trenberth et al. 2007). De hecho, la
emergencia climática y la de biodiversidad son dos aspectos de una misma crisis,
agravadas por la actividad humana insostenible. Esta actividad puede estar asociada a
impactos directos o indirectos sobre el capital natural, en ocasiones irreversibles
(Goldsworthy y Brennan, 2021; Kyprioti et al., 2021; Townhill et al., 2020; Talloni-
Álvarez et al., 2019).
Figura 1. Usos y amenazas en el medio costero-marino. Fuente: elaboración propia a
partir de WWF, 2012.
Por todo ello, los océanos siguen siendo hoy en día uno de los ecosistemas más
afectados (MA, 2005), pese a que han transcurrido décadas desde que los gobiernos
acordaron metas concretas para su conservación (Hill et al., 2016; CBD, 2010). Esto ha
hecho que se reconozca en todo el mundo la importancia de salvaguardar el medio
18
costero-marino y gestionar el uso sostenible de sus servicios (UICN, 2021; FAO, 2011).
Actualmente, la gestión del océano está entrando en una nueva etapa, en la que es
necesario actuar de forma participativa, adaptativa, holística y urgente.
1.1.1. Medio costero-marino: usos y amenazas
El medio costero-marino alberga una gran biodiversidad, y presenta una larga tradición
de actividades económicas. El océano cubre más del 70% de la superficie de la Tierra y
el 95% de la biosfera (Visbeck, 2018; National Ocean Service, 2018; O’Dor, 2003).
Además, representa el 97% del volumen de agua disponible. Los océanos influyen en el
clima y la ecología del planeta desde el inicio de la vida en la Tierra. Son ecosistemas
muy dinámicos y están conectados a través de una red de corrientes superficiales y
profundas, lo que permite que sean los más productivos. Son vitales para el
funcionamiento del planeta y sustentan todas las formas de vida al generar oxígeno,
absorber dióxido de carbono, reciclar nutrientes y regular el cambio climático y la
temperatura global (Deutsch et al., 2015).
Además, aportan enormes beneficios para la sociedad y tienen un rol principal en el
ciclo del agua, el aprovisionamiento de alimento, el mantenimiento de la biodiversidad
o la regulación energética. Gracias a su temperatura, su química, sus corrientes y la vida
que alberga, la Tierra es un lugar habitable para la humanidad (Gupta et al., 2022; Short
et al., 2021). Todo ello ha propiciado una estrecha relación del ser humano con el mar
(Borja et al., 2020; Fleming et al., 2019; Legat et al., 2016), concentrándose la mayoría
de las poblaciones del mundo en sus costas (Barragán y de Andrés, 2015).
De hecho, los océanos no pueden entenderse sin el estudio de las zonas costeras, pues
estas constituyen un ámbito fundamental para la salud global de los mismos. Es aquí
donde se encuentran los ecosistemas más productivos y la mayoría de los usos y
actividades humanas. El contacto entre litosfera, hidrosfera y atmósfera provoca que los
fenómenos que aquí convergen sean especialmente interesantes desde el punto de vista
físico-natural, socioeconómico y jurídico-administrativo, y requieren un singular
tratamiento y consideración, especialmente con su planificación y gestión (Barragán,
2014).
El medio costero-marino proporciona numerosos servicios ecosistémicos (Borja et al.,
2020; White et al., 2020; Garrett et al., 2019; Brondizio et al., 2019; MA, 2005) a la
19
población, que incluyen (1) de aprovisionamiento, que sustentan la seguridad
alimentaria, las materias primas y los medios de vida; (2) de regulación, que
proporcionan seguridad; (3) y culturales, que son fundamentales para la identidad
humana (Teneva et al., 2022). Destacan el uso como fuente de alimentos (servicio de
abastecimiento) (Dorta y Martín-Sosa, 2022; Ayilu et al., 2022; Clarke et al., 2021; Van
Hoof et al., 2019; Lopes et al., 2017; Lopes et al., 2015), medio de transporte (servicio
cultural) (Yan et al., 2021; Rojon et al., 2021; Tijan et al., 2021), lugar de esparcimiento
y recreo (servicio cultural) (Dimitrovski et al., 2021; Pham, 2020; Pham-Do y Pham,
2020; Lopes et al., 2017; Lopes et al., 2015), y como fuente de recursos biogenéticos,
minerales y energéticos (servicio de abastecimiento) (Callejas-Jiménez et al., 2021;
Zhang y Kendall, 2019).
En efecto, los océanos son una fuente económica de suma importancia. Se estima que
más de 500 millones de personas en todo el mundo tienen medios de vida relacionados
con los océanos (OCDE, 2017). De hecho, términos como blue economy son cada vez
más utilizados en las políticas nacionales e internacionales (Choudhary et al., 2021;
Mulazzani y Malorgio, 2017). Por definición, la economía azul es una forma sistemática
de utilizar los recursos oceánicos mediante la integración de actividades económicas a
corto y largo plazo, basada en los principios de inclusión social, sostenibilidad
medioambiental e innovaciones en el mar y su entorno (Spalding, 2016). Sin embargo,
aunque son necesarios para el funcionamiento saludable del planeta, el crecimiento
económico y la producción de alimentos (Nguyen et al., 2018), en los últimos 50 años el
ser humano ha transformado sus ecosistemas más rápido e intensamente que en ningún
otro periodo histórico (MA, 2005).
Entre las actividades conviene destacar el papel socioeconómico y ecológico de la
pesca. En 2018, el sector pesquero produjo aproximadamente 179 millones de toneladas
de pescado (Figura 2), con un valor estimado de 401.000 millones de USD (FAO,
2020), al tiempo que garantizó el acceso a la nutrición de miles de millones de personas.
En 2017, el consumo de pescado representó el 17% de la ingesta de proteínas animales
de la población mundial. Proporcionó el 20% de la ingesta media per cápita de proteínas
animales a más de 3300 millones de personas, que llegó al 50% o más en algunos países
(FAO, 2020). Se estima que en 2018 59,51 millones de personas trabajaban en el sector
primario de la pesca de captura (39 millones) y la acuicultura (20,5 millones), lo que
20
supone un ligero aumento con respecto a 2016. Las mujeres representan el 14% del
total.
Figura 2. Tendencias de las capturas mundiales. Fuente: FAO, 2020.
No obstante, la extinción ecológica causada por la sobrepesca precede a todas las demás
perturbaciones humanas de los ecosistemas costero-marinos, incluida la contaminación,
la degradación de la calidad del agua y el cambio climático (Jackson et al., 2001). Esto
puede alterar completamente la red trófica y los ecosistemas pelágicos (Fernández,
2008). La industria pesquera agota los stocks a una tasa mayor que la capacidad
biológica de recuperación del sistema (Bailey, 2016). La fracción de poblaciones de
peces que se encuentran dentro de niveles biológicamente sostenibles ha descendido del
90% en 1974 al 65,8% en 2017 (Figura 3). En contraste, se incrementó el porcentaje de
las poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles, que en este mismo
periodo pasó del 10% al 34,2% (FAO, 2020). En 2017, las poblaciones explotadas a un
nivel de sostenibilidad máximo representaban el 59,6% y las especies subexplotadas, el
6,2%.
Figura 3. Tendencias mundiales de la situación de las poblaciones marinas, 1974-2017.
Fuente: FAO, 2020.
21
Esto es todavía más grave si se considera la pesca ilegal, no declarada y no regulada,
responsable de aproximadamente 11-26 millones de toneladas de capturas de pescado o
10-22 mil millones de dólares en ingresos ilegales o no documentados (Agnew et al.,
2009). Este fenómeno es de vital importancia para la economía global, y especialmente
en las comunidades litorales, donde la pesca es uno de los principales sectores de
empleo (FAO, 2018).
Los océanos también proporcionan numerosos servicios culturales, principalmente
relacionados con la recreación y el turismo. El interés por el turismo ha aumentado
rápidamente en los últimos años, y es uno de los negocios de más rápido crecimiento en
el mundo. Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, aportó 8.272.000 millones
de dólares al producto interior bruto (PIB) mundial en 2017. En 2019 generó el 10,3%
del PIB mundial y 330 millones de empleos, siendo el costero y marino el mayor de esta
industria (Honjo y Kubo, 2020; Leposa, 2020). Por ejemplo, la observación de ballenas
es una actividad turística a nivel mundial que ha experimentado un crecimiento
exponencial (De Freitas et al., 2021) y el turismo de buceo se ha convertido en una
industria multimillonaria, atrayendo a millones de personas a explorar el mundo
subacuático (Wongthong y Harvey, 2014; de Groot y Bush, 2010). Además, el de sol y
playa (“3S” en inglés: sea, sun and sand) sigue siendo la razón principal para visitar
zonas costeras (Mestanza-Ramón et al., 2020).
Mientras que el turismo desempeña un papel vital en los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, están aumentando las preocupaciones
sociales y ambientales, especialmente en las áreas protegidas (Pham-Do y Pham, 2020).
Muchos destinos turísticos se enfrentan a un rápido aumento de visitantes, con los
problemas que ello conlleva: experiencias turísticas degradadas, daños a la naturaleza y
amenazas a la cultura y el patrimonio (World Travel and Tourism Council, 2017;
Moreno y Amelung, 2009).
El cambio en los usos del suelo es la presión más significativa en las zonas litorales.
Cada vez son más las actividades económicas, infraestructuras, así como población que
se concentra en dicha zona. En ocasiones se sellan suelos para la construcción de
viviendas o de zonas industriales o de ocio, con la consiguiente degradación o
desaparición de hábitats y pérdida de biodiversidad (Chica y Barragán, 2011).
22
Este fenómeno se conoce como litoralización (Chica y Barragán, 2011) y ha aportado
enormes beneficios para la población (Chica, 2008). Sin embargo, los ecosistemas se
han visto gravemente afectados por el desarrollo de actividades humanas, como la
industria pesquera, el transporte, la construcción, la acumulación de residuos, el exceso
de nutrientes provenientes de la agricultura o la introducción de especies invasoras. Este
proceso ha ocurrido muy rápido en el tiempo, alcanzando el ámbito mundial desde el
punto de vista geográfico (con peculiaridades en los países menos desarrollados), y ha
superado magnitudes demográficas nunca vistas en épocas históricas anteriores (De
Andrés, 2017). Se calcula que las zonas costeras situadas a menos de 100 km del océano
representan el 61% del PIB mundial (Ebarvia, 2016).
El medio costero-marino está sujeto a otras amenazas relacionadas directa o
indirectamente con la concentración de actividades humanas en la zona costera y el
aumento del uso del océano. Una de ellas es la contaminación de las aguas, los suelos y
la atmósfera, provocados por la actividad agrícola y los vertidos urbanos e industriales,
sumada a la producida por la flota o la generada en accidentes marítimos, la que
transportan los ríos aguas abajo y la contaminación difusa (Alam et al., 2021; Wang et
al., 2021; EMA, 2012). Esta contaminación actúa directamente sobre los ecosistemas,
ocasionando pérdidas de biodiversidad y de sus servicios asociados.
En los últimos años, ha ganado importancia la preocupación a nivel internacional por la
contaminación por plásticos en el medio marino, que sigue aumentando de forma
alarmante (Law et al., 2020). La basura plástica es susceptible a ser transportada por
corrientes oceánicas superficiales (Lebreton et al., 2012; Van Sebille et al., 2012),
profundas (Galgani et al., 1996) e incluso corrientes de viento (Dris et al., 2016). Esto
provoca que los residuos plásticos aparezcan en todos los ecosistemas: playas,
manglares, arrecifes de coral, superficie oceánica, fondo marino y mares de hielo
(Barboza et al., 2019). Se ha demostrado que varias especies marinas han ingerido
pellets de plásticos, afectando a sus ciclos naturales y a los ciclos biogeoquímicos, lo
que puede desembocar en una pérdida de biodiversidad (Pérez-Venegas et al., 2021;
Harris et al., 2021; Baltz y Morejohn, 1977; Kartar et al., 1973; Carpenter et al., 1972).
En adición, esta contaminación por plástico puede llevar a pérdidas económicas
significativas, por ejemplo, a través de la disminución del turismo y el aumento del
coste de la limpieza de playas (Leggett et al., 2014; Mouat et al., 2010). Además, la
actual pandemia de COVID-19 ha generado una demanda extrema de productos de un
23
solo uso, lo que probablemente aumentará las cantidades de plástico que entran en el
medio marino (De la Torre y Aragaw, 2021; Canning-Clode et al., 2020).
Por otro lado, en un mundo globalizado, es alarmante el número de especies invasoras
que aparecen en los diferentes ecosistemas, resultando un problema difícil de revertir,
muchas veces imposible (EMA, 2012). Los ecosistemas costeros y marinos se ven
especialmente afectados (Chica y Barragán, 2011). Estas especies son introducidas por
el ser humano, bien de manera voluntaria (mediante acuicultura, ornamentación, etc.) o
involuntaria (a través del agua de lastre de los barcos de mercancía, migración de
especies a través de canales artificiales…) (Gracia y Rangel-Buitrago, 2020; Mantelatto
et al., 2020; Creed et al., 2017), y producen impactos negativos a nivel biológico,
económico y social (Simberloff et al., 2013). La introducción de especies exóticas
puede traer consecuencias muy negativas para el ecosistema, que van desde
desestabilización de la red trófica, enfermedades y desplazamiento de especies hasta
extinciones, alterando considerablemente el funcionamiento de los ecosistemas y por lo
tanto los servicios que genera (Katsanevakis et al., 2013; Minchin et al., 2013; Roy et
al., 2012). Además, también tienen repercusiones en la actividad humana, pudiendo
ocasionar grandes pérdidas económicas (Kelly et al., 2013; Kettunen et al., 2008).
Por último, el cambio climático es una de las mayores amenazas a la que se enfrenta la
humanidad (OMS, 2018). Una vez más, las zonas litorales son las que se verán más
afectadas, ya que serán estas zonas las que se enfrenten a los cambios en la frecuencia
y/o intensidad de tormentas y otras catástrofes naturales, la dinámica costera y el
ascenso del nivel del mar (Chica y Barragán, 2011). Estos cambios pueden provocar una
mayor regresión de la línea de costa y un aumento de la temperatura, que incidirá en la
pérdida de biodiversidad y ecosistemas, la acidificación de los océanos, cambios en los
niveles de salinidad y oxígeno, aumento de la erosión y disminución en la
disponibilidad de agua (Talukder et al., 2022; Daly et al., 2021; EMA, 2012). Además,
todo esto implica cambios sociales y económicos. Junto con la sobreexplotación, el
cambio climático se identifica como una de las principales amenazas para la pesca
(Nilsson et al., 2019). Aunque los efectos negativos afectan a toda la población, tienen
especial importancia en las poblaciones más tradicionales, las cuales ven comprometido
su desarrollo (Allison y Bassett, 2015).
Estos usos, y sus impactos asociados, y amenazas ponen de manifiesto que las
actividades que se realicen en el medio costero-marino deben ser gestionadas de manera
24
racional y sostenible. Existe la necesidad de aplicar un enfoque ecosistémico, con miras
a establecer una gobernanza y estrategias adaptadas. Se debe garantizar la conservación
y protección a largo plazo de los ecosistemas y sus servicios, y el mantenimiento o la
restauración de su conectividad natural, implicando a los pueblos indígenas y la
población local, y garantizando la coherencia de los distintos instrumentos de
planificación y gestión.
1.1.2. Áreas marinas protegidas
Por la singularidad que representan los ecosistemas costero-marinos y las amenazas a
las que se enfrentan, son imprescindibles el desarrollo y la aplicación de instrumentos
de gestión que permitan un uso sostenible de los recursos y la conservación de la
biodiversidad (Cvitanovic et al., 2013; Gallacher et al., 2016; López-Rodriguez y
Rosado, 2017; Maestro et al., 2019; Scianna et al., 2019). En este sentido, han surgido
diferentes herramientas que pueden ayudar a tal cometido, como la gestión pesquera, las
áreas marinas protegidas (AMPs), la gestión integrada de áreas litorales (GIAL) o la
planificación espacial marina.
En sus comienzos, las AMPs eran a menudo pequeñas extensiones marinas de espacios
protegidos terrestres, que la mayoría de las veces se incluían para facilitar la
delimitación de la zona. Las primeras fueron el parque nacional Everglades (1934) y el
parque nacional Fort Jefferson-Dry Tortugas (1935), ambas en Florida (EEUU). Fue en
1962 cuando se comenzó a prestar especial atención a los ecosistemas costeros y
marinos (Ramos et al., 2004; Board, 2001; UICN, 1994; Salm y Clark, 1984), con la
celebración en Seattle (EEUU) del Primer Congreso Mundial de Parques, organizado
por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En él se
recomendó a los países ribereños examinar la necesidad de establecer parques marinos
para la protección de especies raras, la restauración de hábitats y la investigación
(Ramos et al., 2004; Ortiz, 2000).
En las últimas décadas ha habido un rápido incremento en el número y la extensión de
áreas protegidas a escala global, lo que pone en valor la protección como uno de los
instrumentos más eficaces para conservar la biodiversidad y los recursos naturales, y
disminuir los impactos humanos (Cifuentes et al., 2000; Maestro et al., 2019). Las
AMPs surgen como una herramienta para conservar los ecosistemas marinos y sus
recursos (Salm y Clark, 1984; Agardy, 1994; Francour et al., 2001; Sainsbury y
25
Sumaila, 2003). La UICN define área protegida como una “zona de tierra y/o mar
especialmente dedicada a la protección de la diversidad biológica y de los recursos
naturales y culturales asociados, y gestionada a través de medios legales u otros medios
efectivos” (UICN, 2021). Según UICN-WCPA (2018), las características esenciales que
deben tener las AMPs son:
- Conservación de la biodiversidad como prioridad.
- Metas y objetivos definidos, donde se reflejen los valores de conservación.
- Tamaño, localización y diseño adecuado que reflejen los valores de
conservación.
- Límites definidos.
- Plan de gestión o documento equivalente, que aborde las necesidades de
conservación de los principales valores del AMP, y el logro de sus metas y
objetivos sociales y económicos.
- Recursos y capacidad para implementar de manera efectiva las medidas donde el
objetivo principal es diferente, como la pesca sostenible.
Se encuentran en todo el mundo (Salm et al., 2000) y han demostrado ser una
herramienta de gestión exitosa para conservar la biodiversidad (Sala et al., 2012; Ojeda-
martinez et al., 2011; García-Charton et al., 2008; Ojeda-Martinez et al., 2007;
Boudouresque et al., 2005; Ward y Hegerl, 2003; Pauly et al., 2002), además de ser
críticas para el bienestar humano (Bonet-García et al., 2015; Romagosa et al., 2015) y
aportar numerosos beneficios a la sociedad, especialmente relacionados con el ocio y el
turismo (Nyaupane y Poudel, 2011; Ervin et al., 2010).
En la actualidad hay declaradas 17.959 (UNEP-WCMC y UICN, 2022). Varían en su
ubicación. Sin embargo, la mayoría se localizan en aguas intermareales o cerca de la
costa (Maestro et al., 2019; Wood et al., 2008). Estimaciones recientes indican que entre
el 7,7% (MPAtlas, 2022) y el 7,92% de los océanos del mundo están protegidos por
AMPs, en contraposición al 15,73% en el medio terrestre (UNEP-WCMC y UICN,
2022). Esta diferencia es aún mayor si consideramos que apenas un 1.18% de las aguas
internacionales se encuentra protegida (Figura 4). Además, las regulaciones y la
aplicación de la ley varían en cada sitio.
26
Figura 4. Áreas marinas protegidas en aguas nacionales (azul) e internacionales (rojo).
Fuente: UNEP-WCMC y UICN, 2022.
Las AMPs pueden tener diferentes grados de protección y/o uso de los espacios y sus
recursos. Generalmente, los beneficios (Tabla 1) para las comunidades locales y la
población en general, así como para la biodiversidad, suelen ser mayores conforme se
incrementa el grado de protección (Wilson et al., 2020; Navarro et al., 2018; Buglass et
al., 2018; Sala y Giakoumi, 2017; Rossetto et al., 2015; Halpern et al., 2010; Lester et
al., 2009). Sin embargo, los resultados no son siempre evidentes o inmediatos. A veces,
la población local ve limitado su acceso a los recursos tras su declaración, y esto puede
generar conflictos o falta de apoyo y respeto por las regulaciones (McClenachan, 2013;
Weible, 2008; Wescott, 2006; Salmona y Veradi, 2001). Además, hay que tener en
cuenta que la mayoría de AMPs se sitúan en aguas nacionales, por lo que es necesario
compaginar el uso y aprovechamiento de los recursos con la conservación.
Tortuga marina en la Reserva Marina de Galápagos (Ecuador).
27
Tabla 1. Algunos beneficios que derivan del establecimiento y la gestión efectiva de
AMPs.
Conservación de la biodiversidad (especies, genes y ecosistemas).
Mejoras en la pesca, incrementando la biomasa y la repoblación de stocks.
Resiliencia climática, asegurando la resiliencia ecosistémica y el almacenamiento de carbón.
Reducción del riesgo de desastres, protegiendo la línea de costa y poblaciones costeras de
fenómenos climáticos extremos, tsunamis y erosión costera.
Restauración, proveyendo lugares para restaurar ecosistemas como arrecifes, praderas de
fanerógamas y manglares.
Turismo y recreación, aportando beneficios costeros y de salud para las comunidades
costeras.
Protección de valores y recursos culturales y espirituales, protegiendo la historia y los lugares
sagrados.
Investigación y educación, construyendo el conocimiento sobre los océanos y promoviendo
conductas adecuadas.
Modelos de gobernanza abierta y justa. Las AMPs pueden reconocer derechos y ayudar a
compartir beneficios y reducir conflictos a través de un proceso de toma de decisiones
transparente e inclusivo.
Fuente: UICN-WCPA, 2018.
La UICN establece un sistema de categorías de gestión, 6 en total (Tabla 2). Los países
no están obligados a utilizar esta nomenclatura para definir su sistema de áreas
protegidas, aunque muchos lo hacen y es recomendable. Abarca desde áreas
completamente protegidas, donde se prohíbe cualquier actividad humana (reserva
natural estricta), hasta áreas de usos múltiples, donde las acciones de conservación son
compatibles con los usos humanos, entre los que se incluyen la pesca, el turismo, el
transporte o el desarrollo costero. Estas actividades pueden estar más o menos reguladas
según el nivel de protección.
La mayoría son áreas de usos múltiples que compatibilizan la conservación con el
desarrollo y el disfrute humano. Solo el 2,8% son zonas donde no se permite ninguna
actividad extractiva (MPAtlas, 2022). Si la pesca u otras actividades son compatibles
con los objetivos del área marina protegida (AMP) y son permitidas, deben tener un
impacto ecológico bajo, ser sostenible y estar bien gestionadas con un enfoque
integrado de gestión.
28
Tabla 2. Categorías de gestión de áreas protegidas.
Categoría
Subcagetoría
Objetivos
I. Protección
estricta
Ia. Reserva natural
estricta
Conservar a escala regional, nacional o global
ecosistemas, especies (presencia o
agregaciones) y/o rasgos de geodiversidad
extraordinarios: dichos atributos se han
conformado principal o exclusivamente por
fuerzas no humanas y se degradarían o
destruirían si se viesen sometidos a cualquier
impacto humano significativos.
Ib. Área natural
silvestre
Proteger la integridad ecológica a largo plazo
de áreas naturales no perturbadas por
actividades humanas significativas, libres de
infraestructuras modernas y en las que
predominan las fuerzas y procesos naturales,
de forma que las generaciones presentes y
futuras tengan la oportunidad de experimentar
dichas áreas.
II. Conservación
y protección del
ecosistema
Parque nacional
Proteger la biodiversidad natural junto con la
estructura ecológica subyacente y los procesos
ambientales sobre los que se apoya, y
promover la educación y el uso recreativo.
III. Conservación
de los rasgos
naturales
Monumento natural
Proteger rasgos naturales específicos
sobresalientes y la biodiversidad y los hábitats
asociados a ellos.
IV. Conservación
mediante manejo
activo
Área de manejo de
hábitats/especies
Mantener, conservar y restaurar especies y
hábitats.
V. Conservación
de paisajes
terrestres y
marinos y
recreación
Paisaje terrestre y
marino protegido
Proteger y mantener paisajes terrestres/marinos
importantes y la conservación de la naturaleza
asociada a ellos, así como otros valores
creados por las interacciones con los seres
humanos mediante prácticas de manejo
tradicionales.
VI. Uso
sostenible de los
recursos naturales
Área protegida
manejada
Proteger los ecosistemas naturales y usar los
recursos naturales de forma sostenible, cuando
la conservación y el uso sostenible puedan
beneficiarse mutuamente.
Fuente: Dudley, 2008.
1.1.3. Gestión de áreas marinas protegidas
El número y la extensión de las AMPs se han incrementado rápidamente a nivel
mundial, resultando una herramienta efectiva para frenar la degradación ambiental y
mantener el bienestar humano. Sin embargo, muchas de ellas no cuentan con planes de
gestión ni están siendo manejadas de forma adecuada (Maestro et al., 2019; Cifuentes et
29
al., 2000). A veces, la única protección que reciben es su designación como zona
protegida, pero sin los recursos humanos y económicos apropiados la conservación de la
biodiversidad no está asegurada.
Esto da lugar a una gestión deficiente y, en el peor de los casos, a los llamados “parques
de papel”, es decir, espacios que han sido designados como protegidos, pero que en la
práctica no reciben ningún tipo de gestión (Halpern, 2014; Edgar et al., 2014; Rife et al.,
2013; Stoll-Kleemann y Job, 2008). Este problema conduce a que gran parte de las
AMPs no sean capaces de cumplir los objetivos para los que fueron designadas:
protección de la biodiversidad, mantenimiento de los servicios ecosistémicos,
restauración de poblaciones de peces, administración de actividades económicas,
minimización de conflictos entre usuarios de recursos, disminución de la pobreza, etc.
(Hilborn et al., 2004). Por tanto, la mera designación de un área como protegida no es
suficiente. Hace falta una gestión adecuada, que sea adaptativa y asegure el uso
sostenible y equitativo de los ecosistemas y sus servicios.
En 2010, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) aprobó el Plan Estratégico
para la Diversidad Biológica 2011-2020, que contenía las Metas de Aichi (Hill et al.,
2016). Entre ellas, la 11 indica que “para 2020, al menos el 17% de las zonas terrestres
y de las aguas interiores y el 10% de las zonas marinas y costeras, especialmente las que
revisten particular importancia para la diversidad biológica y los servicios de los
ecosistemas, se habrán conservado por medio de sistemas de áreas protegidas
administrados de manera eficaz y equitativa, ecológicamente representativos y bien
conectados, y de otras medidas de conservación eficaces basadas en áreas, y estas
estarán integradas a los paisajes terrestres y marinos más amplios”.
Resulta evidente que la buena gestión requiere la adopción de objetivos claros y
sistemas de gobierno, la asignación de recursos adecuados y apropiados, y la aplicación
de estrategias y procesos de gestión (Hockings et al., 2006). Es necesario dedicar un
mayor esfuerzo tanto a la planificación del futuro como a la planificación y ejecución de
las actividades actuales (Scianna et al., 2019). Los beneficios derivados de las AMPs
están relacionados con el diseño, la cantidad de recursos, el grado de protección
brindada a través de un gobierno justo y una gestión eficaz, y la escala a la que trabaja
(UICN-WCPA, 2018). Para ser eficaz la gestión debe adaptarse a las demandas
particulares de cada lugar.
30
Por tanto, la gestión de los recursos y hábitats oceánicos del mundo está ingresando en
una nueva fase. El desafío de establecer un sistema representativo de AMPs se ha visto
superado por el de gestionarlas con efectividad a través del tiempo. Solo asegurando una
gestión efectiva, las AMPs podrán contribuir a las ambiciosas metas de conservación de
la biodiversidad, el uso sostenible de los recursos marinos y una mejor calidad de vida
para las comunidades costeras (Pomeroy et al., 2006). Este reto es cada vez más
urgente, teniendo en cuenta la crisis global en la que nos encontramos. El desafío de
frenar el cambio climático debe ser la prioridad, ya que está causando graves impactos
sobre los océanos (Pörtner et al., 2014; Hoegh-guldberg, 2010) y actúa a escala global,
por lo que no puede ser abordado de forma exclusivamente local (Micheli et al., 2012).
Las AMPs serán fundamentales para comprender los impactos y efectos del cambio
climático, con el apoyo de un seguimiento a medio y largo plazo (Sala et al., 2018;
Hopkins et al., 2016).
Tomando esto en consideración, se deben implementar enfoques de gestión que frenen
el daño y garanticen que los ecosistemas marinos sean protegidos y restaurados, al
mismo tiempo que se asegure la provisión de servicios. Uno de los que prevalece hoy en
día es el enfoque ecosistémico, que promueve la conservación y el uso sostenible de
manera ecuánime y puede ayudar en la toma de decisiones (Tallis et al., 2009; Cárcamo
et al., 2014). Este enfoque exige que se gestionen los recursos a través de la
comprensión de los procesos, las conexiones, los espacios y las escalas. Del mismo
modo, hay que examinar las dimensiones humanas a través de un entendimiento similar
de los procesos (comunidad y territorio), las conexiones (dentro de las comunidades y
economías y entre estas), el espacio, el tiempo y las escalas (local, regional, nacional e
internacional) (Douvere, 2015).
Varias autoridades adoptan la gestión adaptativa como orientación central de la gestión
de la conservación (Cowel et al., 2020). Se trata del proceso cíclico de poner a prueba
las premisas sistemáticamente, generando un aprendizaje mediante la evaluación de los
resultados, y continuar corrigiendo y mejorando las prácticas de gestión (Pomeroy et al.,
2006). Esto permite identificar las medidas más eficaces para lograr los resultados
deseados, así como entender mejor el modo en el que deben modificarse los objetivos
en el contexto de unas condiciones cambiantes (Douvere, 2015). Exige que se disponga
de un sistema periódico de monitoreo y valoración. Se debe prestar atención al análisis
31
de los aspectos socioeconómicos del AMP, así como de la percepción local (Bennett,
2016; Lockwood, 2010; Eagles et al., 2013; Bennett y Dearden, 2014b).
Así, la gestión de áreas marinas protegidas, y de áreas protegidas en general, ha
evolucionado desde un modelo en el que primaba la conservación de especies hacia uno
en el que los actores sociales están más cerca de participar de manera activa en la toma
de decisiones, y donde el sistema socioeconómico tiene la misma importancia que el
físico-natural (Cvitanovic et al., 2018; Bockstael et al., 2016; Barragán y Chica, 2015).
Según Salas et al. (2012), un socioecosistema es un sistema complejo y adaptativo que
hace referencia a los procesos de acoplamiento e interacción entre los sistemas sociales
(cultura, economía, organización social y política) y los sistemas ecológicos (naturaleza)
en un espacio-tiempo determinado.
Una parte importante de la planificación y la gestión de las AMPs es comprender e
incorporar las prioridades de los diferentes grupos (Yates et al., 2019; Dean et al., 2019;
Sowman y Sunde, 2018; Pendred et al., 2016). El diseño y gestión de un AMP debe
basarse no sólo en el conocimiento de los sistemas físicos y ecológicos que la afectan,
sino también en las dimensiones humanas, incluida la gobernanza, los aspectos
socioeconómicos y los culturales (Di Franco et al., 2020; Charles y Wilson, 2009;
McLeod y Leslie, 2009). Se debe adecuar la gestión a la situación sociocultural de cada
lugar. Para hacerlo, es necesario contar con información científica, indígena, local y
tecnológica que permita tomar decisiones acertadas. Alexander y Haward (2019)
identificaron 4 desafíos clave en la gestión de AMPs: estructura de gobernanza y
mecanismos que faciliten la interacción entre sectores, comunicación e intercambio de
información entre los actores sociales, participación de las partes interesadas, y
exclusión y fragmentación de algunos sectores.
En multitud de AMPs el tejido económico de las comunidades locales depende de los
recursos del sitio, principalmente a través de la pesca y el turismo. Resulta por tanto
imprescindible integrar el elemento humano en su gestión como un aspecto prioritario.
Los únicos componentes que realmente se pueden controlar, y por lo tanto gestionar,
son las actividades humanas que se desarrollan dentro y alrededor del AMP. Además, el
apoyo por parte de las comunidades resulta imprescindible para que las AMPs alcancen
sus objetivos (Jones et al., 2020; Yates et al., 2019; Giakoumi et al., 2018; Di Franco et
al., 2016; Jentoft et al., 2012). De hecho, varios autores (McKinley, 2020; Zorondo-
Rodríguez et al., 2019; Morea, 2019; Bennett et al., 2019; Giakoumi et al., 2018;
32
Walton et al., 2013) identifican los factores sociales como determinantes en el éxito de
un AMP.
Publicaciones recientes sugieren que la gestión de AMPs debería evolucionar hacia un
modelo bottom-up, en el que la población local participe en los procesos de
planificación (Arévalo-Valenzuela et al., 2021), o hacia un modelo intermedio que
combine elementos tanto top-down como bottom-up (Ballarini et al., 2021; Ferreira et
al., 2015; Cowel et al., 2020). La participación de la ciudadanía puede contribuir a
tomar mejores decisiones (Pendred et al., 2016) y reducir el coste de las soluciones de
planificación (Yates y Schoeman, 2014). Para evitar conflictos es imprescindible que
todas las partes interesadas participen en los procesos de planificación y gestión
(Shackleton et al., 2019; Benham, 2017), lo que conduce a una mayor transparencia y a
un reconocimiento de las opiniones y preocupaciones de los diferentes actores. Esto
aumenta la probabilidad de acuerdos y mejora la aceptabilidad social, la legitimidad y el
apoyo a las futuras AMPs.
Al mismo tiempo, la participación proporciona una visión de los problemas locales que
debe abordar un AMP, y permite a los responsables de la toma de decisiones anticiparse
a los conflictos y resolverlos integrando diferentes perspectivas. La participación
temprana de todas las partes será clave para comprender la variabilidad de las
percepciones medioambientales y reflejarla en las acciones de planificación y gestión,
mejorando el apoyo a su aplicación y logrando los objetivos sociales y de conservación
(Cárcamo et al., 2014).
1.1.4. Evaluación de la gestión de áreas marinas protegidas
Para analizar cómo se encuentran las acciones y componentes de la gestión, y detectar
fortalezas y debilidades, un elemento muy útil es hacer una evaluación de la misma.
Numerosos marcos de trabajo la consideran un paso íntegro, porque hace posible recibir
un feedback que facilita la toma de decisiones y la corrección de errores (Stoll-
Kleemann y Job, 2008; Pomeroy et al., 2006). No significa observar sólo los problemas
sino también identificar y analizar aquellos aspectos que se están haciendo bien, con la
finalidad de facilitar la información necesaria para la toma de decisiones por parte de los
administradores de las áreas (Mojica y Arrivillaga, 2014).
Existen distintas metodologías para evaluar la gestión. La Base de Datos Mundial sobre
Áreas Protegidas (WDPA, por sus siglas en inglés) es la más completa sobre áreas
33
protegidas terrestres y marinas. Es un proyecto conjunto del Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la UICN, gestionado por el Centro
Mundial de Vigilancia de la Conservación (WCMC, por sus siglas en inglés) del
PNUMA. La UICN-WDPA ha desarrollado un marco de evaluación basado en
indicadores. Comprende un ciclo iterativo de contexto, visión, planificación, insumos,
procesos de gestión, productos, resultados y evolución (Figura 5) (Hockings et al.,
2006). Los indicadores miden las aportaciones y resultados de la gestión para evaluar
los puntos fuertes, los puntos débiles y las necesidades. A partir de este marco, se han
desarrollado varias metodologías específicas para evaluar la efectividad de gestión con
un enfoque coherente y global (Tabla 3).
Figura 5. Marco de la UICN para evaluar la eficacia de la gestión de las áreas protegidas
Fuente: Hockings et al., 2006.
Estas metodologías tienen como objetivo común analizar la efectividad de la gestión.
Sin embargo, se detecta la carencia de llevar a cabo un análisis interno del propio
órgano gestor y del modelo de gestión del AMP.
34
Tabla 3. Metodologías para evaluar la gestión de áreas protegidas basadas en el marco
de IUCN-WDPA.
Nombre original
Año
Fuente
Rapid Assessment
and Prioritization of
Protected Area
Management
2003
(Ervin, 2003)
Management
Effectiveness
Tracking Tool
2007
(Stolton et al.,
2007)
Enhancing our
Heritage
2007
(Hockings et
al., 2007)
How is your MPA
doing?
2004
(Pomeroy et
al., 2004)
Sistema de Análise e
Monitoramento de
Gestão
2016
(Instituto
Chico Mendes
de
Conservação
da
Biodiversidade,
2021)
Existen otras metodologías que, aunque no han sido especialmente diseñadas para
evaluar áreas protegidas, también analizan procesos de gestión. Entre otras, destacan la
desarrollada por Olsen (2003), el Decálogo (Barragán, 2004), la metodología PESTEL
(Gillespie, 2007) o la desarrollada en el Programa Ecoplata (Pérez-Cayeiro y Chica-
Ruiz, 2015). En todas ellas la participación pública juega un papel fundamental.
Llama la atención como, a pesar de la utilidad de las evaluaciones, son escasas las que
se realizan (Fernandes, 2019). Como se irá constatando a lo largo de este trabajo, en la
actualidad convergen AMPs de distintas generaciones. Por un lado, existe un gran
número que, pese a haber sido declaradas hace varios años, todavía no cuentan con un
plan de gestión o un documento de planificación estratégica, o bien lo han desarrollado
varias décadas después de la declaración como espacio protegido (Maestro et al., 2019).
Por lo tanto, estas áreas están lejos de realizar una evaluación, puesto que todavía no se
ha desarrollado ningún proceso de gestión como tal o este está en sus comienzos. En el
35
lado contrario, existen otras AMPs que ya han realizado varias evaluaciones y que
implementan una gestión participativa y adaptativa, como son los casos del Parque
Nacional de la Gran Barrera de Coral (Australia), la red de áreas marinas protegidas de
California (EEUU) o el Parque Nacional y la Reserva Marina Galápagos (Ecuador).
Con la presente Tesis Doctoral se pretende contribuir a la tarea de gestionar de forma
adecuada las AMPs, a través del análisis del modelo de gestión, y de este modo incidir
en el fin de los parques de papel y la gestión deficiente.
Rayas en la Reserva Marina de Galápagos (Ecuador).
36
1.2. Hipótesis y objetivos
1.2.1. Hipótesis
Los antecedentes y conceptos desarrollados anteriormente ponen de manifiesto la
importancia y el alcance que tienen las AMPs. Son una herramienta potente utilizada a
escala mundial, que tiene repercusión en los ecosistemas costeros y marinos y por lo
tanto en los servicios que estos ofrecen a la sociedad. Sin embargo, la realidad que se
observa es que existe dificultad para gestionar estos espacios de manera adecuada.
Con todo ello, la presente Tesis Doctoral plantea una serie de hipótesis:
- Se ha producido un cambio de paradigma, desde una protección centrada en la
conservación de especies hacia una más participativa, donde el sistema
socioeconómico tiene la misma importancia que el físico-natural, y la sociedad a
menudo interviene en el proceso de toma de decisiones de gestión. De hecho,
una gestión participativa está relacionada con una conservación más duradera,
donde la biodiversidad y sus recursos pueden ser aprovechados.
- A largo plazo, el éxito conservacionista de los espacios protegidos está ligado al
desarrollo socioeconómico de las poblaciones locales. Habitualmente estas
comunidades no salen beneficiadas ante la declaración de áreas protegidas en su
entorno, sino que la limitación del acceso a los recursos y la ausencia de
compensaciones pueden perjudicarlas económicamente. Por lo tanto, para
garantizar la eficacia en la gestión, es necesario que las poblaciones que
tradicionalmente han utilizado los recursos naturales acepten la figura de
protección.
- La buena gobernanza de un AMP contribuye al correcto desempeño de la
gestión y el logro de los objetivos. Tener claro qué organismo tiene autoridad
sobre los ecosistemas y sus recursos, el reparto de competencias entre las
diferentes entidades, así como los instrumentos de gobierno con los que se
cuenta, es fundamental para el buen desempeño de las labores de gestión. Así
mismo, la existencia de una fase sólida de planificación, así como de planes de
gestión u otros instrumentos similares, está relacionada con una gestión más
eficiente de los ecosistemas y sus recursos.
37
- Evaluar la gestión de AMPs es fundamental para contribuir a una gestión
adaptativa de los ecosistemas marinos y sus recursos. De hecho, debería ser una
etapa más en el mismo proceso de gestión. Sin embargo, son pocas las AMPs
que realizan una evaluación de su gestión como parte integrada del proceso.
A partir de las hipótesis planteadas, esta Tesis Doctoral se centra en profundizar en el
análisis de la gestión de AMPs. De esta forma, se sientan las bases para el
establecimiento de recomendaciones para una gestión adaptativa y eficaz.
1.2.2. Objetivos
El objetivo general de la Tesis Doctoral es contribuir a la mejora de la gestión de las
áreas marinas protegidas a través del análisis del modelo de gestión. Los objetivos
específicos desarrollados son los siguientes:
- Objetivo 1. Analizar la evolución de la gestión de espacios marinos protegidos
en el marco internacional. Es decir, examinar qué ha ocurrido en las últimas
décadas y comprobar si se han producido cambios en el marco teórico y
conceptual.
- Objetivo 2. Desarrollar una metodología que permita el análisis de la gestión de
áreas marinas protegidas.
- Objetivo 3. Aplicar la metodología a distintos casos de estudio: Parque Marino
de las Azores (Portugal), Parque Natural y Reserva Marina de Galápagos
(Ecuador), Parque Nacional Santa Rosa (Costa Rica), Parque Nacional Marino
Ballena (Costa Rica) y Parque Nacional Cahuita (Costa Rica).
- Objetivo 4. Establecer un diagnóstico de la gestión de áreas marinas protegidas
en la actualidad.
- Objetivo 5. Formular recomendaciones que contribuyan al adecuado manejo de
las áreas marinas protegidas.
38
1.3. Esquema de la Tesis Doctoral
Esta Tesis Doctoral se divide en cuatro capítulos (Figura 6). El Capítulo 1 es la
Introducción, y comprende los antecedentes, las hipótesis y los objetivos planteados. El
Capítulo 2, Marco metodológico, contiene la metodología empleada en los diferentes
objetivos específicos, así como las áreas de estudio. El Capítulo 3, Resultados y
discusión, se divide a su vez en cuatro apartados, que abarca los comentarios y
discusiones correspondientes a los resultados. Por último, el Capítulo 4 da lugar a las
Conclusiones con las que finaliza la Tesis Doctoral.
Figura 6. Estructura del trabajo.
39
CAPÍTULO 2:
Marco metodológico
40
2. MARCO METODOLÓGICO
2.1. Metodología
Para cada uno de los objetivos específicos se utilizó un procedimiento independiente
que incluye la revisión bibliográfica, el análisis de bases de datos, el desarrollo de una
metodología propia y la elaboración de matrices DAFO y CAME. Es por ello por lo que
esta Tesis Doctoral se ha llevado a cabo en distintas fases (Figura 7).
Figura 7. Proceso metodológico del trabajo.
Fase 1: Documentación y análisis
La investigación comenzó con una extensa revisión bibliográfica para conocer los hitos
más importantes en materia de protección del medio marino. El periodo estudiado
abarca desde la creación del primer parque nacional hasta la actualidad. Se realizó un
recorrido por la historia de la conservación del océano, analizando las diferentes etapas
por las que ha transcurrido la declaración y gestión de AMPs desde la primera
designación hasta la actualidad.
Posteriormente se identificaron los cambios de tendencia y los retos que presenta la
gestión, así como los enfoques actuales (objetivo específico 1). Para ello, el esquema
metodológico seguido ha sido el siguiente:
1) Se ha extraído información de la base de datos de UNEP-WCMC sobre la
evolución y el estado actual de las AMPs en el marco internacional.
41
2) Se ha dividido el planeta en 8 regiones, acorde con las propuestas por Naciones
Unidas en su base de datos (United Nations Statistics Division, 2017). Son las
siguientes:
- Australia y Nueva Zelanda (AusNZ)
- Oceanía (excepto Australia y Nueva Zelanda) (O)
- Norteamérica y Europa (NAEu)
- Latinoamérica y Caribe (LatC)
- Este y Sudeste asiático (ESEAs)
- Asia Central y del Sur (AsCS)
- Oeste de Asia y Norte de África (OAsNAf)
- África Subsahariana (AfSub)
3) Para cada una de las regiones se ha extraído información de la División
Estadística de Naciones Unidas sobre la superficie de AMPs y el porcentaje de
sus aguas bajo jurisdicción nacional protegido. La información corresponde a
cuatro momentos: 2000, 2005, 2010 y 2016.
4) Se han seleccionado, para las 8 regiones, dos AMPs, una declarada antes de
2005 y otra después de 2010. El criterio para seleccionar las AMPs fue el año de
declaración.
5) En adición, para Latinoamérica y Caribe, se han seleccionado dos AMPs
declaradas antes de 2005. Ambas pertenecen al Corredor Marino del Pacífico
Este, un área de gran riqueza biológica, por lo que comparten características y
deberían presentar una alta conectividad. En este caso se han seleccionado 2
AMPs para comprobar si la conectividad natural que existe entre estos espacios
se corresponde con una conectividad desde el punto de vista administrativo.
6) En aquellos espacios que disponen de plan de gestión se han identificado los
motivos que llevaron a la declaración del AMP y sus objetivos, y se ha
procedido a la comparación entre las diferentes regiones del mundo.
7) Tras el análisis de los datos se han identificado y valorado los avances que han
tenido lugar en la gestión de AMPs durante el siglo XXI.
De la información disponible y fuentes, los criterios de inclusión utilizados han sido la
relevancia científica, actualidad o procedencia. De este modo, se ha dado prioridad a los
42
organismos internacionales cuya trayectoria avala su experiencia en espacios
protegidos, a los grandes modelos de protección de ecosistemas, a los países más
representativos en materia de protección y a aquellos que han apostado por la
investigación y protección de las áreas costero-marinas, cuya preocupación es reciente y
requiere una gestión singular. En esta fase las fuentes de información se clasificaron en
tres grupos:
a) Bibliográficas: este tipo corresponde a revistas científicas, publicaciones,
manuales, informes, documentos oficiales de la administración, tesis doctorales y
proyectos de investigación.
b) Páginas web de organismos internacionales o instituciones públicas: se han
seleccionado las más relevantes en materia de protección de ecosistemas, basándonos en
sus publicaciones en congresos y reuniones mundiales. Destacan, entre otros, el
PNUMA y la UICN.
c) Bases de datos: se ha extraído información de la WDPA, gestionada por el
Programas de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en
inglés) WCMC, a través de su interfaz ProtectedPlanet.net, y de la base de datos de la
División Estadística de Naciones Unidas.
Las fuentes concretas se encuentran en el Anexo I.
Fase 2: Desarrollo de una metodología para el análisis del modelo de gestión
La segunda fase consistió en el desarrollo de una metodología propia (objetivo
específico 2) para el análisis del modelo de gestión de áreas marinas protegidas. Fue
diseñada para aplicarse de manera participativa con los administradores de las AMPs.
Con ella se evalúa el modelo de gestión de cada área protegida y se identifican los
aspectos que requieren una mayor atención. Depende de datos ya disponibles, ya que
está fundamentada en la experiencia de los administradores del sitio y en la búsqueda y
análisis de documentos publicados. Resulta útil para establecer la prioridad de las
acciones de gestión y mejorar sus elementos. Da una idea clara de hacia dónde dirigir
los esfuerzos. No está enfocada en analizar el grado de realización de los objetivos del
área protegida sino el modelo con el que se gestiona dicho espacio. Los pasos seguidos
para su desarrollo fueron los siguientes:
43
I. Selección de aspectos clave de gestión.
II. Identificación de indicadores específicos.
III. Respuesta a los indicadores: valoración de 1 a 3 puntos.
IV. Definición de 5 posibles escenarios de gestión: criterio de expertos.
I. Selección de aspectos clave de gestión
A partir de la bibliografía revisada y analizada, se identificaron cuatro aspectos de la
gestión como clave (Figura 8). Se consideran aspectos clave aquellos de carácter
transversal y que además engloban diferentes elementos. En concreto, se centra la
investigación en dos componentes fundamentales: personas y procesos.
Con “personas” se alude a todos los que, de forma directa o indirecta, se ven envueltos
en la gestión de áreas protegidas o afectados por ella. Por este motivo se ha dividido en
órgano gestor y participación pública. Se han escogido dos aspectos estratégicos de la
gestión: el órgano gestor, que representa uno de los componentes de la gobernanza
(gobierno), y la participación pública, que pone el acento en los otros dos componentes
(organizaciones privadas y sociales).
Por otro lado, con “procesos” se hace referencia a todas las etapas que atraviesa la
gestión y los insumos que son necesarios para llevarla a cabo. Estos aspectos se refieren
al propio proceso iterativo de gestión. Así, se diferencian las dos etapas: la primera parte
de la planificación (aprobación del plan de gestión) y la segunda de la ejecución. Por lo
tanto, los elementos a analizar con esta metodología son cuatro: órgano gestor, etapa de
planificación, participación pública y etapa de implementación.
Figura 8. Aspectos analizados en el estudio.
Procesos
Panificación
Etapa de
planificación
Ejecución
Etapa de
implementación
Personas
Gestores
Órgano gestor
Personas
involucradas/
afectadas
Participación
pública
44
II. Identificación de indicadores específicos
Se seleccionó una serie de indicadores específicos para cada uno de los cuatro
elementos. El resultado fueron 26 indicadores (Tabla 4).
Tabla 4. Indicadores de la evaluación.
Aspecto
clave de
gestión
Indicador
Valoración
Órgano gestor
1. Formación del personal de las
AMPs
1
Sin formación o formación
elemental.
2
Educación superior: solo ciencias
naturales.
3
Educación superior: equipo
multidisciplinar (ciencias naturales y
sociales)
2. Capacitación técnica ofrecida
al personal
1
No, o de forma esporádica.
2
Sí.
3
Sí, y se anticipa a futuras
necesidades.
3. Participación del personal del
AMP en procesos de planificación
1
No.
2
De forma esporádica.
3
Sí, en todo el proceso de
planificación.
4. Herramientas necesarias para
que el personal del AMP participe
en procesos de planificación
1
No.
2
Tiene algunas herramientas, a veces
insuficientes.
3
Sí.
5. Cooperación con otras
instituciones a nivel local
1
No.
2
No con todas las instituciones o no
de forma regular.
3
Existe de forma regular y con todas
las instituciones.
6. Cooperación con otras
instituciones a nivel
nacional/regional
1
No.
2
No con todas las instituciones o no
de forma regular.
3
Existe de forma regular y con todas
las instituciones.
7. Cooperación con otras
instituciones a nivel internacional
1
No.
2
No de forma regular.
3
Existe de forma regular, con un gran
número de instituciones.
8. Colaboración e intercambio de
conocimientos con otros
proyectos y/o programas
internacionales
1
No.
2
Not on a regular basis.
3
Existe de forma regular, con un gran
número de proyectos/programas.
Etapa
de
planifi
cación
9. Plan de gestión
1
No.
2
No está implementado, o se
implementa parcialmente.
45
3
Existe, está actualizado, es
completamente implementado y
tiene establecido un calendario de
revisiones y actualizaciones
periódicas.
10. Estrategias y medidas de
gestión identificadas con los
objetivos de gestión
1
No existen o no están relacionadas
con los objetivos.
2
Están parcialmente relacionadas con
los objetivos.
3
Están completamente relacionadas
con los objetivos.
11. Plan operativo
1
No existe.
2
Parcialmente implementado.
3
Completamente implementado.
12. Diagnóstico de los
ecosistemas previo al desarrollo
del plan de gestión
1
No.
2
No está disponible para las partes
interesadas.
3
Sí, y está publicado o disponible.
13. AMP integrada en una red de
AMPs
1
No.
2
Está en el proceso de ser integrada.
3
Sí.
Participación pública
14. Participación pública en el
proceso de desarrollo del plan de
gestión
1
No hubo o no hay plan de gestión
2
Sí.
3
Sí, durante todas las fases de
desarrollo del plan, y se prevé para la
evaluación de dicho plan.
15. Participación pública
representativa durante el
desarrollo del plan de gestión
1
No lo fue, no hubo participación
pública o no hay plan de gestión.
2
Solo estuvieron representados los
grupos prioritarios.
3
Sí, los usuarios primarios y
secundarios estuvieron
representados.
16. Participación de los actores
sociales en los procesos de
planificación o toma de
decisiones
1
No.
2
Mediante consulta.
3
Participación interactiva con un
impacto directo en la toma de
decisiones.
17. Órgano colegiado de
participación
1
No.
2
No es representativo/no funciona
correctamente
3
Existe, es representativo y funciona
correctamente.
18. Comunicación entre las partes
interesadas y los gestores
1
Muy poca o ninguna.
2
No dentro de un programa
establecido.
3
Se está aplicando un programa de
comunicación para conseguir el
apoyo de las partes interesadas a la
AMP.
46
19. Actividades de educación
ambiental/sostenibilidad
1
No.
2
De forma esporádica.
3
De forma regular, y tiene una amplia
participación.
20. Actividades de voluntariado o
comunicación ambiental
1
No.
2
De forma esporádica.
3
De forma regular, y tiene una amplia
participación.
21. Información del AMP
disponible para las partes
interesadas y el público general
1
No.
2
Una parte está disponible previa
solicitud a la dirección del parque.
3
Está disponible en la página web, al
alcance de cualquier interesado.
Etapa de implementación
22. Zonificación del AMP
1
No existe para el uso y conservación
de los recursos
2
Existe para su uso y conservación,
pero es parcialmente funcional o
anticuado.
3
Existe actualizado, con medidas y
usos concretos para cada zona.
23. Presupuesto
1
La información no es accesible.
2
El presupuesto garantiza los costes
del personal de administración y
vigilancia y los medios necesarios
para la gestión (vehículos, equipos,
combustible, etc.).
3
El presupuesto también permite otras
actividades innovadoras como:
investigación, desarrollo, etc.
24. Seguimiento y evaluación de
los indicadores biofísicos,
socioeconómicos y de gobernanza
1
No.
2
No sigue una estrategia ni una
recopilación periódica de resultados,
que no se utilizan sistemáticamente
para la gestión.
3
Dispone de un buen sistema de
seguimiento y evaluación, que está
bien aplicado y se utiliza en la
gestión adaptativa.
25. Información científica
integrada en la gestión de las
AMP
1
No.
2
En algunos casos.
3
Sirve para evaluar y mejorar la
gestión de la AMP.
26. La AMP considerada un
socio-ecosistema
1
No.
2
El sistema social es un factor
importante, pero el sistema natural es
prioritario.
3
Se considera y se tiene en cuenta
durante todo el proceso.
47
Los indicadores se eligieron basándose en la literatura revisada y en el criterio de
expertos. Algunos han sido desarrollados por los autores, mientras que otros han sido
adaptados de otras metodologías. La Tabla 5 muestra los temas generales que han sido
extraídos de estas fuentes.
Tabla 5. Temas evaluados con indicadores adaptados de otras metodologías.
Temas
Fuentes
Capacitación
Stolton et al., 2007; Hockings at al., 2007; Coad et al., 2015
Herramientas de
planificación
Coad et al., 2015
Plan de gestión
Stolton et al., 2007; Hockings et al., 2007; Gillespie, 2007; Coad
et al., 2015
Plan operativo
Stolton et al., 2007; Hockings et al., 2007
Participación pública
Hockings et al., 2007; Coad et al., 2015
Órgano colegiado
Gillespie, 2007
Comunicación
Stolton et al., 2007; Hockings et al., 2007; Gillespie, 2007; Coad
et al., 2015
Educación ambiental
Hockings et al., 2007; Coad et al., 2015
Voluntariado
Hockings et al., 2007
Información
Gillespie, 2007
Presupuesto
Hockings et al., 2007; Coad et al., 2015
Monitoreo
Hockings et al., 2007; Coad et al., 2015
Información científica
Stolton et al., 2007; Hockings et al., 2007; Gillespie, 2007
III. Respuesta a los indicadores: valoración de 1 a 3 puntos
Cada uno de los indicadores se calificó en una escala de 1 a 3, siendo uno la situación
más desfavorable y tres la óptima. Se ha decidido responder con tres opciones porque,
aunque es un formulario sencillo, cubre todo el espectro de respuestas, desde una
valoración negativa del indicador hasta una situación óptima, pasando por un estado
intermedio. Este sistema facilita las respuestas y las futuras propuestas de mejora. Para
cada indicador se ha especificado cada uno de los rangos para identificar lo que
significa "estado óptimo" (Tabla 4).
Para dar respuesta a los indicadores diseñados se han utilizado diferentes fuentes de
información:
a) Entrevistas en profundidad semiestructuradas: a los principales gestores y técnicos
del parque. En las ocasiones en las ha sido posible y/u oportuno, también a actores
sociales y a la población local. Siempre realizadas por la misma persona.
b) Trabajo de campo: visitas al área de estudio para conocer la realidad de la zona.
48
c) Bibliográficas y documentales: documentos oficiales de la administración, revistas
científicas, publicaciones, manuales, tesis doctorales o proyectos de investigación.
La principal fuente fueron las entrevistas en profundidad semiestructuradas con los
gestores del área protegida, con un guion básico basado en los indicadores
seleccionados para cada uno de los 4 elementos, pero con respuestas abiertas. Esto
permitió poder conocer de primera mano las experiencias directas de la gestión, los
problemas y el “día a día” dentro de las áreas marinas protegidas.
La información obtenida de las fuentes bibliográficas (académicas, institucionales y de
organismos internacionales) se contrastó con las entrevistas y lo observado en el campo
para determinar la puntuación alcanzada por cada indicador. Las fuentes conocidas para
cada uno de los casos de estudio aparecen en el Capítulo 3 de resultados y discusión.
IV. Definición de 5 posibles escenarios de gestión: criterio de expertos
Una vez que todos los indicadores tienen un valor de 1 a 3 se calcula la media para
conocer la valoración de cada uno de los cuatro aspectos clave. Se consideran las
diferentes posibilidades que se pueden encontrar, en función del valor de 1 a 3 de cada
uno de los aspectos. A partir de las distintas opciones de respuesta se han planteado
cinco posibles escenarios de gestión, que representan cinco realidades.
Se ha empleado un método de análisis y proyección de la realidad mediante la
construcción de escenarios. Se utilizan escenarios alternativos (cinco opciones) y
contrastados (se pueden comparar) (Maestro et al., 2020). Se trata de una herramienta
para conocer el potencial y los límites de la gestión. Los factores que definen estos
escenarios pueden cambiar con el tiempo, por lo tanto, son imágenes de situaciones
presentes, futuras y/o deseables (Nygrén, 2019; Licha, 2000).
De ahí que sea una propuesta que permite entender la evolución de un modelo de
gestión. Además, se puede ver si determinados cambios puntuales (en alguno de los
indicadores) provocan cambios significativos en el modelo general o no. Se consideran
las diferentes posibilidades que se pueden encontrar, en función del valor de 1 a 3 que
tenga cada uno de los aspectos (Tabla 6).
49
Tabla 6. Criterio utilizado para asignar el escenario de gestión al AMP.
Escenario
Órgano gestor
Etapa de
planificación
Participación
pública
Etapa de
implementación
Proactivo
3
3
3
3
Por aprendizaje
2
2
2
2
Interactivo
1, 2
1, 2, 3
3
1, 2, 3
Centralizado
3
1, 2, 3
1, 2
1, 2, 3
Formal*
1,2
1,2
1, 2
1, 2
* La gestión formal se produce con cualquier combinación de 1 y 2 cuando el total no es
2.
A partir de esta combinación, por tanto, se proponen cinco escenarios que representan
cinco realidades que dependen de cuatro variables. Ordenados de la situación ideal a la
menos favorable son los siguientes:
- Escenario Proactivo (Figura 9): el equipo que compone el órgano de gestión es
multidisciplinar y está altamente capacitado. Colabora y coopera con otras
instituciones. Se lleva a cabo una gestión participativa en la que están
representados todos los interesados. Se planifica con años de antelación y se
prevén los posibles problemas.
Figura 9. Escenario de gestión proactivo.
- Escenario de Aprendizaje (Figura 10): los 4 elementos tienen el mismo valor
intermedio, por lo tanto, están en una situación en la que podrían mejorar. El
órgano gestor es multidisciplinar. Se planifica a medio plazo y se gestiona
respondiendo a errores y aciertos del pasado. Hay participación pública pero no
es del todo representativa o no está bien consolidada.
Órgano gestor
Etapa de
planificación
Participación pública
Etapa de
implementación
50
Figura 10. Escenario de gestión por aprendizaje.
- Escenario Interactivo (Figura 11): la autoridad responsable de la gestión recae en
gran medida en los agentes sociales. Todas las partes interesadas están bien
representadas y cuentan con mecanismos de participación adecuados. Las etapas
de planificación y ejecución son llevadas a cabo de forma transparente por las
autoridades. La población está muy concienciada.
Figura 11. Escenario de gestión interactivo.
- Escenario Centralizado (Figura 12): el órgano de gestión es sólido y
multidisciplinar en su formación y actividades, y funciona correctamente. Puede
funcionar a diferentes escalas. Tiene responsabilidad, determina los objetivos de
gestión y desarrolla y ejecuta el plan de gestión. Sin embargo, la participación
pública no es muy común en la toma de decisiones.
Órgano gestor
Órgano gestor
Participación pública
Participación pública
Etapa de
implementación
Etapa de
implementación
Etapa de
planificación
Etapa de
planificación
51
Figura 12. Escenario de gestión centralizado.
- Escenario Formal (Figura 13): se da prioridad a la gestión a corto plazo. La
planificación es extremadamente estática, no se lleva a cabo la participación
pública en la toma de decisiones, ni existen mecanismos de evaluación ni
objetivos estratégicos a medio y largo plazo.
Figura 13. Escenario de gestión formal.
Como puede observarse, se ha elegido un diagrama de araña para representar los
diferentes escenarios. Este tipo de diagrama permite visualizar diversas características
cuantificables asociadas a un concepto. Estos 5 escenarios dan prioridad a unos u otros
de los 4 elementos que se han analizado, de modo que cada uno de ellos refleja una
realidad muy diferente, que abarcan prácticamente la totalidad de situaciones posibles.
Desde una gestión formal, en la que todos los factores tienen una puntuación baja, hasta
Órgano gestor
Órgano gestor
Participación pública
Participación pública
Etapa de
implementación
Etapa de
implementación
Etapa de
planificación
Etapa de
planificación
52
una proactiva, en la que todos son bien valorados. Hay suficiente evidencia para afirmar
que la gestión de áreas marinas protegidas debería dirigirse hacia un modelo proactivo.
Fase 3: Aplicación en los casos de estudio
Una vez desarrollado el marco teórico de referencia tiene lugar una fase de
investigación empírica en casos de estudio concretos (objetivo específico 3). Se
analizaron cinco áreas marinas (Figura 14) pertenecientes a tres países diferentes, uno
europeo y dos latinoamericanos:
- Parque Marino de las Azores (Portugal)
- Parque Nacional y Reserva Marina de Galápagos (Ecuador)
- Parque Nacional Santa Rosa (Costa Rica)
- Parque Nacional Marino Ballena (Costa Rica)
- Parque Nacional Cahuita (Costa Rica)
Las razones que han llevado a la selección de estas áreas marinas han sido, además de la
gran biodiversidad, su excepcional porcentaje de endemismos (el Parque Nacional y la
Reserva Marina de Galápagos), el hecho de ser una de las primeras AMPs europeas con
aguas fuera de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) (el Parque Marino de las Azores), y
el gran recorrido conservador que tiene el país (los Parques Nacionales Santa Rosa,
Marino Ballena y Cahuita en Costa Rica).
Figura 14. Localización geográfica de las AMPs de los casos de estudio.
53
Fase 4: Diagnóstico y propuesta de medidas
La última fase de esta Tesis Doctoral es la propuesta de una serie de directrices que
ayuden en la configuración de un plan de estratégico para cada uno de los escenarios
obtenidos en los casos de estudio. Para ello, se ha optado por el método inductivo. Se
trata de alcanzar el objetivo a partir de hechos contrastados, es decir, los resultados se
infieren a partir de los datos recogidos.
El primer paso para lograrlo fue el establecimiento de un diagnóstico sintético e
integrado de cada uno de los modelos (objetivo específico 4). Para ello se realizó una
matriz DAFO (Figura 15) que nos permitió identificar los problemas y prioridades
actuales.
Para la formulación de algunas recomendaciones que contribuyan a la adecuada gestión
de las áreas protegidas y al desarrollo económico y social de las poblaciones locales
(objetivo específico 5) se elaboró una matriz CAME (Figura 16), con la que se
pudieron precisar acciones concretas, de forma totalmente complementaria a los
resultados de la DAFO.
Desarrollo de un diagnóstico
Para establecer un plan de acción, el primer paso es desarrollar un diagnóstico. Para ello
se ha utilizado una matriz DAFO. El análisis DAFO es usado ampliamente en el ámbito
empresarial e identifica las debilidades (D), amenazas (A), fortalezas (F) y
oportunidades (O) del proyecto. Se basa en la evaluación de factores internos
(debilidades y fortalezas) y externos (amenazas y oportunidades). Aunque su origen fue
el análisis de negocios, ha sido ampliamente utilizado por otros autores en materia de
áreas protegidas y medio ambiente y marino (Elavarasan et al., 2020; Navarro-Martínez
et al., 2020; Mallick et al., 2020; Scolozzi et al., 2014; Freire-Gibb et al., 2014).
54
Figura 15. Matriz DAFO.
Propuesta de medidas concretas
Las limitaciones que la matriz DAFO presenta recomiendan avanzar en el razonamiento
estratégico (Barragán et al., 2008). Por este motivo, para la propuesta de medidas
concretas, se ha optado por la matriz CAME. Esta ofrece una visión más dinámica de la
situación analizada y, sobre todo, vías alternativas de actuación. Se basa en corregir las
debilidades (C), afrontar las amenazas (A), mantener las fortalezas (M) y explotar las
oportunidades (E). Es el primer paso para esclarecer cuáles son las mejores opciones
entre las que se puede decidir.
Figura 16. Matriz CAME.
C
CORREGIR
Las debilidades
A
AFRONTAR
Las amenazas
M
MANTENER
Las fortalezas
E
EXPLORAR
Las
oportunidades
D
DEBILIDADES
Elementos
negativos
internos
A
AMENAZAS
Elementos
negativos
externos
F
FORTALEZAS
Elementos
positivos
internos
O
OPORTUNIDA
DES
Elementos
positivos
externos
55
2.2. Áreas de estudio
Parque Marino de las Azores (Portugal)
El archipiélago de las Azores es una región autónoma portuguesa. Se encuentra en el
océano Atlántico, a 1500 km de Lisboa y 3900 de Norteamérica (Figura 14). Está
compuesto por 9 islas volcánicas. Tiene una ZEE de aproximadamente 980.000 km2,
cuya parte protegida cubre una superficie de 112.635 km2.
El archipiélago incluye hábitats marinos únicos en el mundo, siendo una zona de
reproducción, crecimiento y descanso para muchas especies. Las islas contienen montes
submarinos que albergan una riqueza biológica excepcional. Según Morato et al. (2008)
se estima que en Azores hay 63 montes submarinos grandes (alturas superiores a 1000
m) y 398 pequeños (entre los 200 y los 1000 m). Destaca el banco D. João de Castro,
localizado entre las islas de São Miguel y Terceira. Posee un enorme interés desde el
punto de vista ecológico, encontrándose incluida en la lista de sitios de la Red Natura
2000. Las Azores constituyen igualmente un área para el estudio de fuentes
hidrotermales profundas (Baessa, 2007).
Playa de Mosteiros en la isla de São Miguel, donde se reúnen a diario un gran número de
surfistas (Azores, Portugal).
El mar de Azores es un punto importante de paso para especies migratorias, destacando
su papel relevante en las rutas migratorias de cetáceos y de aves marinas. Se estima la
presencia de al menos 10 especies de aves marinas, una de ellas endémica, el Painho-de-
56
Monteiro, (Oceanodroma monteiroi) y algunas otras listadas en el Anexo I de la
Directiva Aves. También destaca la importancia de Azores para la nidificación de
Cagarros (Calonectris diomedea borealis) y Garajaus-Rosados (Sterna dougali),
estimándose que se concentran en las islas cerca del 70% y 60%, respectivamente, de
sus poblaciones mundiales (Paramio, 2012). En cuanto a los mamíferos marinos, más de
20 especies están presentes en la región, siendo común la observación de varias especies
de delfines y de cachalotes (Paramio, 2012).
La riqueza de sus aguas es también de gran relevancia desde el punto de vista
socioeconómico, ya que la explotación de sus recursos se ha incrementado en los
últimos años, así como su utilización para fines turísticos y recreativos (Baessa, 2007).
Parque Nacional y Reserva Marina de Galápagos (Ecuador)
El archipiélago está formado por islas, islotes y rocas o promontorios de origen
volcánico situados en el Océano Pacífico, a 960 km del Ecuador continental (Figura 14).
Su zona protegida está formada por el Parque Nacional Galápagos (PN) (1959), la
Reserva Marina de Galápagos (RM) (1998) y la Reserva Marina Hermandad (2022),
que cubren el 97% de la superficie terrestre y el 100% de la superficie marina. El
Parque Nacional abarca unos 8006 km² y ocupa la mayor parte de las 234 unidades
terrestres emergentes. La Reserva Marina de Galápagos comprende toda la zona marina
dentro de una franja de cuarenta millas náuticas medidas desde la línea de base recta del
archipiélago y sus aguas territoriales. Tiene una superficie total de aproximadamente
138.000 km², de los cuales 70.000 km² corresponden a aguas interiores, y 1753 km de
costa (DPNG, 2014). La Reserva Marina Hermandad, por su parte, añade a la parte
marina 60.000 km², de los cuales 30.000 km² están destinados a la protección de
ecosistemas críticos y especies migratorias, y otros 30.000 km² a la pesca responsable
(MAATE, 2022). Para este trabajo se consideran el PN y la RM.
Las Islas Galápagos son una de las áreas protegidas más emblemáticas del planeta y
también uno de los archipiélagos más estudiados y mejor conservados. Su prestigio se
debe, en parte, a la teoría de la evolución de Darwin (1859), cuyas observaciones fueron
relevantes para las Islas Galápagos. Pero también hay ciertos factores físicos,
geográficos, oceanográficos y biológicos que hacen del archipiélago uno de los lugares
más visitados por investigadores y turistas de todo el mundo. Un porcentaje
excepcionalmente alto de la flora y la fauna son endémicas, incluyendo el 42% de las
57
plantas vasculares, el 67% de los vertebrados terrestres y el 20% de los peces costeros,
algas e invertebrados marinos (Danulat y Edgar, 2002). Cuenta con una gran abundancia
de megafauna marina, como tiburones, mantas, tortugas, leones marinos y focas
(Cerutti-Pereyra et al., 2020). También existe una gran variación entre las islas, ya que
albergan poblaciones, razas y especies genéticamente distintas, que reflejan las
diferentes etapas de diversificación genética (Danulat y Edgar, 2002).
Parte de la fauna de Galápagos: iguana marina (endémica), fragata macho, pinzón de Darwin
(endémico) y piquero de patas azules (Ecuador).
La importancia de su biodiversidad es reconocida a nivel internacional, y en 1979 fue
declarado el primer Patrimonio de la Humanidad de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). También ha sido
designado como Reserva de la Biosfera, Santuario de Ballenas, Sitio RAMSAR, Parque
Nacional y Reserva Marina (DPNG, 2014). En la actualidad, la principal actividad
económica es el turismo, que ha crecido rápidamente en los últimos años (Muñoz,
2015).
Parque Nacional Santa Rosa (Costa Rica)
Se encuentra en el Área de Conservación Guanacaste (ACG), reconocido Patrimonio de
la Humanidad por la UNESCO, y fue declarado monumento nacional en 1966 debido a
su valor histórico. En 1971 su categoría cambió a parque nacional para proteger los
58
últimos remanentes de bosque seco de la región (MAG, 1971). La primera porción
marina fue añadida en 1977 para conservar el área de anidación de tortugas marinas.
Actualmente la parte marina es mayor y posee gran variedad de especies de corales.
Una de sus playas, Nancite, es sitio de gran interés para la anidación de tortuga lora
(Lepidochelys kempii). El parque se localiza en la ruta migratoria de ballena jorobada
(Megaptera novaeangliae).
Barcos de pesca en el Área de Conservación Guanacaste (Costa Rica).
Parque Nacional Marino Ballena (Costa Rica)
Situado en el Área de Conservación OSA (ACOSA), en la costa del Pacífico sur, fue
declarado parque nacional en 1989 para salvaguardar las áreas con arrecifes coralinos y
las especies de valor comercial. Constituye un refugio temporal para la ballena jorobada
(MIRENEM, 1989). Fue el primero creado para proteger los recursos naturales marinos
y estuarinos exclusivamente. Sin embargo, no fue hasta 1992 que se legitimó la creación
del Parque (MIRENEM, 1992). Tiene una extensión de 115 ha terrestres y de 5375 ha
marinas (García, 1997). Es una de las zonas del Pacífico central-sur de Costa Rica con
mayor número de especies de corales, 18 en total (Alvarado et al., 2005).
59
Vista del tómbolo de punta Uvita, “la cola de ballena”, en el Parque Nacional Marino Ballena
(Costa Rica).
Parque Nacional Cahuita (Costa Rica)
Situado en la provincia de Limón, en el Área de Conservación La Amistad Caribe
(ACLAC), fue declarado monumento natural en 1970 y pasó a ser parque nacional en
1978 (MAG, 1978). Cuenta con 23.290 ha de cobertura marina y 1102 ha terrestres. Su
creación fue motivada para proteger el arrecife de coral más importante de la costa
caribeña. Es el único parque nacional de Costa Rica que cuenta con un sistema de
gobernanza compartida, entre el Estado y la comunidad de Cahuita.
Bañistas en Cahuita (Costa Rica).
60
CAPÍTULO 3:
Resultados y discusión
61
3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados mostrados a continuación dan respuesta a cada uno de los objetivos
específicos planteados en la introducción. El primer apartado es un estudio de la
evolución de los espacios costero-marinos en el ámbito internacional y la situación
presente. A continuación, se muestra un análisis del modelo de gestión de cada uno de
los casos de estudio, lo que ofrece una idea general de la gestión real que se lleva a cabo
en la actualidad. Por último, para cada uno de los escenarios obtenidos, se desarrolla un
diagnóstico y se proponen una serie de medidas concretas que permiten avanzar hacia
una gestión más participativa y adaptativa. No obstante, resulta necesario reconocer el
valor limitado y relativo de las conclusiones obtenidas a partir de los casos de estudio.
Tales casos no son definitorios ni conclusivos respecto a la disciplina en general, sino
que constituyen una muestra que pretende dar luz sobre los avances reales en la gestión
de AMPs. Con todo lo anterior se da respuesta al objetivo general de la Tesis Doctoral,
contribuir a la mejora de la gestión de las áreas marinas protegidas a través del análisis
del modelo de gestión.
3.1. Áreas marinas protegidas en el siglo XXI: situación actual y
tendencias
3.1.1. Evolución de la gestión de áreas marinas protegidas en el marco
internacional
Desde 1872, año en el que se designa Yellowstone (Wyoming, EEUU) como el primer
Parque Nacional del mundo, el enfoque con el que se han gestionado las áreas
protegidas ha ido evolucionando. Uno de los modelos de gestión que predomina hoy en
día es el enfoque ecosistémico, que promueve la conservación y el uso sostenible de
manera equitativa.
Las primeras áreas protegidas que incluían un componente costero-marino aparecieron
posteriormente. Según Salm y Clark (1984), estas fueron el parque nacional Everglades
(1934) y el parque nacional Fort Jefferson-Dry Tortugas (1935), ambos en Florida
(EEUU). La demora de las AMPs respecto a las terrestres se podría justificar, entre otras
razones, por la falta de conocimiento del medio marino en aquel momento y la creencia
de que sus recursos eran ilimitados (Patillo, 1997). Las primeras AMPs eran a menudo
pequeñas extensiones marinas de espacios protegidos terrestres, que la mayoría de las
veces eran incluidas para facilitar la delimitación de la zona, por ejemplo, una bahía
62
(Salm y Clark, 1984; Gubbay, 1995). Sin embargo, el incremento de las AMPs se
consolida años más tarde. En los 50 y 60, con el desarrollo industrial y tecnológico, los
océanos fueron sometidos a una gran explotación y los estudios científicos no tardaron
en evidenciar su deterioro. Se puso de manifiesto la importancia ecológica de los
hábitats costeros y marinos, y surgió la necesidad de elaborar planes de gestión y
protección para estos ecosistemas (Board, 2001).
En 1956 Naciones Unidas convocó la Primera Conferencia sobre Derecho del Mar en
Ginebra (Suiza), concluyendo en 1958. Se adoptaron 4 convenios con el objetivo de
desarrollar un marco legal para el establecimiento de los derechos soberanos y
jurisdiccionales de los Estados: el de Alta Mar, el de Plataforma Continental, el de Mar
Territorial y Zona Contigua y el de Recursos Vivos de Alta Mar (Kelleher y
Kenchington, 1992; Board, 2001). En 1959 los doce estados
1
que habían llevado a cabo
actividades científicas en la Antártida y alrededores durante el Año Geofísico
Internacional (desde julio de 1957 a diciembre de 1958) firmaron el Tratado Antártico
con el objetivo de proteger este continente (Dodds, 2009). Fue sin embargo en 1962
cuando se comenzó a prestar especial atención a los ecosistemas costeros y marinos
(Salm y Clark, 1984; UICN, 1994; Board, 2001; Ramos et al., 2004). Este año se
celebró en Seattle (EEUU) el Primer Congreso Mundial de Parques, organizado por la
UICN. En él se recomendó a los países ribereños examinar la necesidad de establecer
parques marinos para la protección de especies raras, la restauración de hábitats y la
investigación (Ortiz, 2000; Ramos et al., 2004).
A partir de la década de los 70 aumentó el reconocimiento y la inquietud por los
problemas ambientales marinos y surgieron diversos documentos, fruto de tratados y
congresos internacionales, que mostraron su preocupación por las áreas marinas.
Destacan, entre otros, el Convenio Ramsar, adoptado en 1971, cuyo objetivo es impedir
la degradación y desaparición de humedales, y la Convención del Patrimonio Mundial,
adoptada en 1972 (Kelleher y Kenchington, 1992; Gubbay, 1995; Salm y Clark, 1984).
En 1972 Estados Unidos aprueba su actual ley de costas, la Coastal Zone Management
Act, un hito para la gestión de las AMPs del mundo. Se considera un antecedente
importante de la actual GIAL (Salm y Clark, 1984; Kay y Alder, 1999; Barragán, 2004
y 2014). Ese mismo año se celebró en Estocolmo (Suecia) la Primera Conferencia de
1
Los gobiernos de Argentina, Bélgica, Francia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Sudáfrica, la URSS, el
Reino Unido, Irlanda del Norte y los Estados Unidos (Dodds, 2009).
63
las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano en una misma Biosfera. A partir
de esta Conferencia se crea, en 1974, el Programa de los Mares Regionales, el cual
señala la necesidad de intensificar la cooperación y colaboración entre estados próximos
y organismos internacionales (Kelleher y Kenchington, 1992; Carreño, 1999; Ramos et
al., 2004). Se desarrollaron 13 convenios o planes de acción, con un especial énfasis en
la protección de los recursos vivos marinos de la contaminación y la sobreexplotación.
En 1975 entró en vigor el primero, referido al Mar Mediterráneo. Actualmente hay 18.
La primera conferencia específica de AMPs fue impulsada por la UICN y tuvo lugar en
Tokio (Japón) en 1975. Se detectó un gran aumento en la presión sobre los ecosistemas
marinos y se sugirió establecer un sistema de monitoreo de AMPs representativo para
los ecosistemas marinos del mundo (Kelleher y Kenchington, 1992; Ortiz, 2000; Board,
2001).
La toma de conciencia de la fragilidad e importancia de los espacios costeros llevó a la
aprobación, en 1981, de la Carta Europea del Litoral, en la Conferencia de Regiones
Marítimas Periféricas de la entonces Comunidad Económica Europea. Su principal
objetivo era la cooperación y coordinación entre las diferentes administraciones con
competencias en el litoral para promover al mismo tiempo el uso y la protección de la
costa (García, 2010). Entre 1973 y 1982 se celebró la Tercera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, de la que surgió la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, el tratado que regula el derecho
internacional marino. Proveyó una base legal con medidas para el establecimiento de
AMPs y se reconoció que la biodiversidad del medio marino, tanto dentro de las áreas
jurisdiccionales costeras de los Estados (que suele extenderse hasta las 200 millas
náuticas sobre la línea base) como en alta mar, forma parte integrante del patrimonio
mundial (Salm y Clark, 1984; Kelleher y Kenchington, 1992; Board, 2001).
A partir de los años 90 comienzan a surgir instrumentos innovadores para la
planificación y gestión, y aparecen los programas de GIAL. Estos alcanzan
reconocimiento internacional y muchos países comienzan a abordar sus propias
iniciativas (Barragán, 2014). En 1992 se celebró la Conferencia Mundial sobre
Desarrollo Sostenible o Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (Brasil), donde se
universaliza el concepto de desarrollo sostenible y se vincula con la naturaleza (Tolón y
Lastra, 2008). Durante su transcurso tuvo lugar la firma del Convenio sobre la
Diversidad Biológica, de carácter vinculante, en el cual se establecen una serie de
64
medidas para conseguir un uso justo y equitativo de los beneficios derivados de la
biodiversidad. En él se hace referencia al medio marino. En 1995 la Conferencia de las
partes del CBD aprueba el Mandato de Jakarta sobre Diversidad Biológica de los
Mares, un consenso global de la importancia de la diversidad marina y costera.
Comprende 5 áreas de trabajo: gestión integrada de áreas costero-marinas, recursos
vivos costero-marinos, AMPs, maricultura y genotipos (Goote, 1997). El año 1998 es
designado como el Año Internacional de los Océanos por las Naciones Unidas, como
medida para el reconocimiento de la importancia de los océanos en el desarrollo
sostenible (UNESCO, 1998).
A partir de 2000 se consolida la gestión basada en ecosistemas, que promueve la
conservación y el uso sostenible de manera equitativa. En este año Naciones Unidas
aprueba la Declaración del Milenio, una nueva alianza mundial con el objetivo de
reducir los niveles de extrema pobreza. El entonces secretario general de la ONU, Kofi
Annan, propició el programa científico internacional Evaluación de los Ecosistemas del
Milenio (MA). Esta iniciativa supuso una gran innovación y llegó a la conclusión de que
los cambios ejercidos en los ecosistemas han ayudado a mejorar el bienestar humano y
el desarrollo económico, pero con un gran coste ambiental y social (MA, 2005).
Identificó que los ecosistemas costero-marinos eran los que se encontraban en peor
estado.
En 2002 tuvo lugar una nueva Cumbre de la Tierra en Johannesburgo (Sudáfrica) bajo
el nombre Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible. En su Plan de Acción se
promueve la adopción de medidas en todos los niveles para la conservación y
ordenación de los océanos, incluida la creación de áreas protegidas y el establecimiento
de redes de AMPs.
En 2003 se celebró el V Congreso Mundial de Parques en Durban (Sudáfrica), en el
cual se prestó especial atención a las AMPs. Se resaltó su papel en la conservación de la
biodiversidad y el desarrollo sostenible, y se mostró la preocupación por la escasa
superficie costero-marina protegida (1% frente al 12% terrestre) (Castro, 2003).
Además, se reconoció que la GIAL está íntimamente relacionada con las áreas
protegidas (Chica, 2005).
En el año 2010 se celebró la Décima Conferencia de las Partes del CBD en Nagoya
(Japón), en la cual se aprobó el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-
65
2020, con sus Metas de Aichi. Estas 20 metas, agrupadas en 5 objetivos específicos, que
deberían alcanzarse para 2020, van más allá de la mera protección biológica y tratan
aspectos del desarrollo sostenible (Hill et al., 2016). La Meta 11, incluida en el objetivo
C
2
, establece que “para 2020, al menos el 17% de las zonas terrestres y de aguas
continentales y el 10% de las zonas marinas y costeras, especialmente aquellas de
particular importancia para la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas, se
conservan por medio de sistemas de áreas protegidas administrados de manera eficaz y
equitativa, ecológicamente representativos y bien conectados y otras medidas de
conservación eficaces basadas en áreas, y están integradas en los paisajes terrestres y
marinos más amplios”.
En 2012 tuvo lugar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible
(Río+20) en Río de Janeiro (Brasil). Se tomó la decisión de elaborar y aprobar una serie
de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que se materializaron en la Cumbre de las
Naciones Unidas de Desarrollo Sostenible llevada a cabo en 2015 en Nueva York
(EEUU). En dicha Cumbre se aprobó la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible
Transformando nuestro Mundo: la Agenda de Desarrollo Sostenible de 2030. El
objetivo 14 hace referencia al medio marino (“Conservar y utilizar en forma sostenible
los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”) y
proporciona un marco para proteger y ordenar los ecosistemas costero-marinos de
manera sostenible.
En 2014 se celebró en Sídney (Australia) el VI Congreso Mundial de Parques, que
confirmó que el medio marino sigue siendo uno de los ecosistemas menos protegidos,
mientras que el impacto humano sigue aumentando. Hubo un fuerte apoyo a las AMPs
como herramienta para conservar el océano, mantener y restaurar el capital natural del
planeta y la estabilidad climática. Se presentaron una serie de recomendaciones y
enfoques para abordar eficazmente la conservación del medio ambiente marino, entre
ellos el aumento de la superficie de las AMPs gestionadas eficazmente e incluidas en
redes bien conectadas hasta el 30% para 2030. A partir de este congreso se consolidó el
papel de las áreas protegidas como medida eficaz para combatir el cambio climático.
En 2021 tuvo lugar el VII Congreso Mundial de Parques en Marsella (Francia), donde
se reconoció que el modelo de crecimiento económico actual no es sostenible y se
2
Objetivo estratégico C: Mejorar la situación de la diversidad biológica salvaguardando los ecosistemas,
las especies y la biodiversidad genética (UNEP-WCMC y UICN, 2022).
66
destacó el papel de las comunidades indígenas y los grupos jóvenes. Se acordó la
necesidad de adoptar un sistema a nivel internacional y jurídicamente vinculante para la
conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina. Los participantes
debatieron el potencial de un acuerdo sobre los residuos plásticos y la gestión de la
pesca sostenible, y acordaron eliminar todas las exenciones y subvenciones que son
perjudiciales para la naturaleza (UICN, 2021).
3.1.2. Áreas marinas protegidas en el siglo XXI
Situación actual de las áreas marinas protegidas en el marco internacional
Tanto el número de AMPs como la superficie protegida han aumentado en las últimas
décadas a nivel mundial. También el número de países que protegen sus áreas costero-
marinas se ha incrementado, lo que pone de manifiesto que las AMPs son un
instrumento cada vez más utilizado por los gobiernos (Etxano, 2012). Desde 2000 la
cobertura de AMPs ha crecido más de un 14% (Figura 17). Actualmente existen 17.959
AMPs, que abarcan más de 28 millones de km2, es decir, el 7,92% del océano mundial y
el 18,48% de las zonas bajo jurisdicción nacional (UNEP-WCMC y UICN, 2022).
Figura 17. Evolución temporal del porcentaje de AMPs en aguas bajo jurisdicción
nacional a nivel mundial. Fuente: United Nations Statistic Division, 2017.
Gran parte del crecimiento en la superficie de AMPs se debe a unos pocos países que
han establecido grandes áreas protegidas. Por ejemplo, EEUU, Francia y Reino Unido,
y sus territorios de ultramar, aportan el 50% del área cubierta por AMPs, mientras que
Australia, la Isla de Cook, Nueva Zelanda y México un 30% (UNEP-WCMC y UICN,
2022). Prácticamente son dos regiones, NAEu y AusNZ, donde se encuentran los países
más desarrollados, las que protegen la mayor parte del océano mundial. Las 20 AMPs
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
2000 2005 2010 2015
%
Crecimiento de la cobertura de AMPs a nivel
mundial
67
más grandes del mundo abarcan el 70% de la superficie protegida. En la Tabla 7 se
pueden ver las 10 primeras por tamaño, que suman el 54% del espacio marino
protegido.
Las grandes áreas marinas protegidas (LMPAs, por sus siglas en inglés) cubren gran
parte del área de distribución de las especies migratorias, lo que les confiere una mayor
protección que en AMPs más pequeñas. Además, debido a su gran tamaño, pueden
incluir varios ecosistemas biológicamente conectados en la misma zona de gestión. Sin
embargo, tienen algunos inconvenientes, como que pueden ser más difíciles de
gestionar debido a su gran tamaño y su ubicación remota (Wilhelm et al., 2014).
Tabla 7. Las 10 áreas marinas protegidas más grandes del mundo.
Área Marina Protegida
Región
Año de
declaración
Superficie
(km2)
Mar de Ross (ABNJ)
ABNJ
2017
2.060.058
Marae Moana: Parque Marino de la Isla de Cook
(Isla de Cook)
O
2017
1.982.029
Reserva Nacional de las Tierras Australes
Francesas (Francia)
NAEu
2016
1.655.001
Monumento Nacional Marino
Papahanaumokuakea (EEUU)
NAEu
2006
1.516.555
Parque Natural del Mar de Coral (Nueva
Caledonia, Francia)
NAEu
2014
1.291.643
Islas Menores del Pacífico de Estados Unidos
(EEUU)
NAEu
2009
1.277.784
Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur
(Reino Unido)
NAEu
2012
1.069.872
Mar de Coral (Australia)
AusNZ
2012
995.261
Zona de protección de los leones marinos de
Steller (EEUU)
NAEu
2002
866.717
Reserva Marina Isla de Pitcairn (Reino Unido)
NAEu
2016
839.568
Fuente: UNEP-WCMC y UICN, 2022.
Aunque los datos reflejan un avance hacia la conservación de la biodiversidad y sus
recursos, la protección se centra todavía en aguas nacionales. Las áreas protegidas en
aguas fuera de la jurisdicción nacional (AFJN) apenas han aumentado durante este
período. Solo el 1,18% de las aguas