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Foro Internacional (FI), LXIII, 2023,
núm. 2, cuad. 252, 385-394
ISSN 0185-013X
e-ISSN 2448-6523
E C C L S (eds.), Char-
les Tilly: sobre violencia colectiva, política contenciosa y cambio
social (trad. de Juan Carlos Tarriba), Ciudad de México,
Universidad Nacional Autónoma de México (), Ins-
tituto de Investigaciones Sociales, 2022, 587 pp.
J G-G
Instituto de Investigaciones Sociales, unam
johangordillogarcia@gmail.com
Este libro es la traducción al español de una colección de
textos de Charles Tilly (1929-2008) editada en 2017 por
Ernesto Castañeda y Cathy Lisa Schneider, cuya publicación
estuvo a cargo de Routledge. El trabajo consta de siete seccio-
nes, además de los textos introductorios. El prólogo es de Mi-
guel Armando López Leyva, actual director del Instituto de
Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autóno-
ma de México, quien destaca la muy importante responsabi-
lidad que este instituto ha asumido durante varios años para
–además de publicar la producción de sus investigadoras e in-
vestigadores–, traducir al español obras de trascendencia in-
ternacional en la sociología y la ciencia política. Uno de los
objetivos del libro, comenta López Leyva, es acercar el tra-
bajo de Tilly a estudiantes que desconocen su amplia obra
precisamente por la falta de material traducido al español.
Además de retomar esta idea, la presentación de Jorge Ca-
dena-Roa ofrece un panorama general de las contribuciones
del autor a la sociología histórica y comparativa, destacando
la importancia de este volumen en el marco no sólo de la fal-
ta de textos traducidos al español, sino de la calidad de varias
traducciones disponibles. En seguida, el prefacio a cargo de
Ernesto Castañeda recupera de manera breve, primero, los
análisis que Tilly hizo sobre los países hispanoparlantes; se-
gundo, la relación entre su propuesta teórica sobre la cons-
trucción de Estados, los movimientos sociales, la política con-
tenciosa y la democratización y, tercero, las complejidades
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contemporáneas de la democracia en Estados Unidos. La in-
troducción original –cuya autoría no se menciona, pero que
es una traducción del texto introductorio de la versión en in-
glés, escrito por Castañeda y Schneider– ofrece una semblan-
za de la vida y trayectoria profesional de Tilly y señala sus con-
tribuciones en el amplio mapa de las ciencias sociales.
La primera sección, “Revoluciones y cambio social”, in-
cluye seis capítulos. En el primero, Tilly hace una revisión de
su tesis doctoral para explicar por qué la contrarrevolución
francesa se dio en la región de La Vendée y no en otros luga-
res. La revolución, sostiene el autor, recibió más apoyo en las
zonas urbanas que en las rurales. Inconforme con la explica-
ción que sostenía que la contrarrevolución inició por el es-
tado mental de la clase campesina que estaba supuestamen-
te acostumbrada a rendir pleitesía a la monarquía, opta por
comparar de manera sistemática el occidente francés median-
te los cambios posteriores a la revolución, las divisiones y las
relaciones sociales, los vínculos entre grupos opuestos a la re-
volución, y la relación entre las condiciones en Francia antes
de la contrarrevolución y con el suceso histórico mismo. Es-
tos elementos se articulan en dos ejes de análisis: uno sobre
la urbanización y otro sobre la organización comunal. El aná-
lisis destaca el trayecto histórico y, sin demeritar su importan-
cia, ubica las dinámicas microsociales en estructuras y proce-
sos más amplios.
El segundo capítulo, el más corto del volumen, es un frag-
mento de un libro de Tilly en coautoría con Edward Shorter,
en el que ambos analizan las razones de las huelgas en Fran-
cia de 1830 a 1968. Cuatro argumentos se presentan en estas
páginas: primero, la escala y la intensidad de las huelgas de-
penden de la organización previa de las personas trabajado-
ras; segundo, la dislocación y las carencias graves suelen re-
ducir la propensión a emplazar a huelga, salvo cuando las
personas están inmersas en organizaciones solidarias; tercero,
los conflictos por el poder entre todas las partes involucradas
influyen en la velocidad, la distribución y la orientación de
las acciones industriales; cuarto, hay distintos tipos de orga-
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nización industrial que pueden categorizarse en función del
grado de burocratización y de los lazos solidarios. En el ter-
cer capítulo, además de hacer una crítica elegante y demole-
dora a Samuel Huntington, Tilly nos enseña cómo estudiar
conceptos muy amplios y debatibles a partir de la operaciona-
lización de la “modernización” y la “revolución”. En un víncu-
lo a algunas de las facetas más reconocidas de su trabajo, utili-
za el influyente modelo de la polity, propone condiciones que
son necesarias para comenzar revoluciones y, finalmente, se-
ñala la relación bidireccional entre la guerra y la creación de
Estados, tema que se discute con más profundidad en el sép-
timo capítulo. El cuarto capítulo es un fragmento del semi-
nal From Mobilization to Revolution. En él, ofrece definiciones
clásicas de conceptos como movilización, repertorio y repre-
sión. El siguiente capítulo profundiza en el análisis estructu-
ral sobre cómo y por qué los movimientos sociales adoptan
determinados repertorios contenciosos a partir del caso del
zapatismo. El capítulo número seis desarrolla los también re-
conocidos ocho postulados perniciosos de las ciencias socia-
les que, a pesar de haber sido publicados hace casi cuatro de-
cenios, mantienen su vigencia y nos ayudan a cuestionar no
sólo nuestras prenociones con sus implicaciones epistemoló-
gicas y ontológicas, sino también los proyectos intelectuales
o ideológicos más amplios.
En seguida, el séptimo capítulo –que inaugura la sección
“Creación de Estados”– plantea el argumento en torno a la re-
lación entre la creación de Estados y la guerra para, además,
sostener que ambos procesos son ejemplos de actividades del
crimen organizado. En la misma línea de pensamiento, en el
capítulo ocho, Tilly discute cómo se fueron transformando
las guerras en Europa y, aunque no es el tema principal, ana-
liza cómo esa vaga abstracción en torno al “interés nacional”
–que en realidad era el interés de los grupos dominantes–
pasó a ser clave en la guerra. Los argumentos de estas pági-
nas ofrecen herramientas analíticas para comprender el pe-
ligroso proceso que se vive en México con la ampliación de
las facultades del ejército para labores civiles.
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El noveno capítulo abre la sección “Democracia”. Posicio-
nándose entre las definiciones ideales y las institucionales de
la democracia, Tilly ofrece una definición intermedia y rela-
cional. Para advertir sobre lo problemáticas que son las simpli-
ficaciones, el autor argumenta que la democracia es como un
lago: hay múltiples maneras en las que puede formarse, por
lo que ninguna explicación seria podría sugerir que sólo una
secuencia de eventos produce estos cuerpos acuáticos. Lo mis-
mo ocurre con la democracia: puede formarse y consolidarse
–o no– de diversas maneras, y su origen influye en sus caracte-
rísticas. En el siguiente capítulo, analiza de dónde provienen
los derechos y sostiene que su origen está en la resistencia y la
lucha en el ámbito nacional, aunque reconoce que su hipó-
tesis tiene algo de especulación porque es imposible reunir
la evidencia empírica comparativa suficiente para sostenerla.
El capítulo once retoma la discusión sobre la democracia,
pero a partir de los procesos de la democratización y la des-
democratización. Luego de distinguir entre cuatro tipos de
definición de la democracia –constitucional, sustantiva, pro-
cesal y orientada al proceso–, Tilly adopta una que parte de
la comprensión de las relaciones entre el Estado y la ciudada-
nía. Para evitar simplificaciones, complejiza su definición con
discusiones sobre la capacidad del Estado y con casos inusua-
les, como la India y Suiza. Luego, propone nueve principios
para describir los procesos de democratización y desdemocra-
tización. En el décimosegundo capítulo, se discute el papel
de las redes de confianza en la democracia. Sobre esto, el au-
tor argumenta que tres procesos son condiciones necesarias
para la democratización: la disolución de redes de confianza
segregadas, la integración de redes previamente segregadas
y la creación de redes políticamente conectadas. No obstan-
te, agrega, también hay que considerar otros dos procesos re-
lacionados: el aislamiento de desigualdades categóricas de la
política pública y la transformación de política pública me-
diante la ampliación de la participación, la equiparación de
participación, el control colectivo sobre el gobierno y la inhi-
bición de poder arbitrario.
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La sección “Desigualdad persistente” comienza con evi-
dencia para señalar que la genética no es la única fuente de
diferencias en la complexión física de varias poblaciones y
grupos sociales, sino que estos contrastes también tienen raí-
ces en las desigualdades socialmente producidas. El capítulo
trece se suma a la amplia y aplastante evidencia en contra del
mito de la meritocracia. Tilly se posiciona entre Marx y We-
ber, y reconoce las aportaciones de Bourdieu, para concen-
trarse en explicar la persistencia de la desigualdad categóri-
ca a partir de extremos que tienen relaciones asimétricas con
divisiones socialmente reconocibles. Los mecanismos básicos
para la reproducción de la desigualdad, sostiene, son la ex-
plotación y el acaparamiento de oportunidades –conceptos
marxista y weberiano, respectivamente–, mismos que se com-
plementan con dos más: la emulación y la adaptación. El si-
guiente capítulo se enfoca en el estudio de la pobreza y de la
movilidad social. Una vez más, elabora sobre por qué las expli-
caciones individualistas a partir del mérito son un sinsentido
y señala la importancia de pensar en términos relacionales.
“Violencia política”, la quinta sección del libro, comien-
za con el capítulo 15. A partir de ejemplos de conflictos étni-
co-nacionalistas en la India, Tilly sugiere que la violencia no
debe explicarse de manera instrumental ni primordialista,
sino a partir del estudio de las conversaciones contenciosas;
es decir, de las disputas históricas que presentan exigencias,
demandas e intereses contradictorios y que, de cumplirse, al-
terarían el comportamiento a largo plazo de al menos uno
de los participantes. Este tipo de conversación, señala, da for-
ma a la vida social al modificar los conocimientos individuales
y colectivos, crear y transformar relaciones sociales, generar
instrumentos culturales y borrar o modificar los compromisos
de quienes participan en la conversación. Después, el capí-
tulo 16 comienza con una discusión sobre la inutilidad de la
distinción entre fuerza (legítima) y violencia (ilegítima). Más
adelante, se presenta el concepto de “emprendedores políti-
cos”, que son los intermediarios que activan, conectan, coor-
dinan y representan fronteras sociales, relatos y relaciones.
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Aquí, Tilly establece una conexión con sus estudios sobre la
desigualdad para explicar cómo los emprendedores políticos
acaparan las oportunidades y ejercen prácticas de explota-
ción. Otro tipo de actor analizado es el “especialista violento”
que controla los medios para infligir daño, pero que usual-
mente prefiere evitar la violencia y recurre en primer lugar a
amenazas. La interacción entre emprendedores políticos, es-
pecialistas violentos y otros actores afecta los límites y las di-
námicas de la violencia colectiva. A partir de esta idea, el au-
tor propone algunas condiciones que llevan a resultados de
mayor o menor violencia y después analiza –con base en el
grado de desigualdad entre las partes– la destrucción coor-
dinada, distinguiendo entre contiendas letales, campañas de
aniquilación y terror conspiratorio.
En el último capítulo de la sección, Tilly explica que te-
rror, terrorismo y terroristas son “conceptos políticamente
poderosos, pero analíticamente elusivos”. Contrario a la per-
cepción popular impuesta por gobiernos como el de Estados
Unidos, los grupos terroristas no son homogéneros ni uni-
tarios, ni se especializan en una sola forma de acción políti-
ca. En ese entendido, define el terror como una “estrategia
de despliegue asimétrico de amenazas y violencia que em-
plea medios que quedan fuera de las formas de lucha polí-
tica que normalmente opera algún régimen”. Es decir, son
muchos los grupos y redes que pueden ejercer terror, pero
usualmente también recurren a otras formas de política. Ti-
lly critica la amplitud discursiva del gobierno estadounidense
para que muchas actividades cuenten como terrorismo y lue-
go pasa a una discusión sobre las definiciones en las ciencias
sociales y su componente causal, que se complementa con
una breve genealogía política del término “terror” en Occi-
dente. La conclusión central: hay una gran variedad de acto-
res que emplean, a veces, el terror como estrategia, así que
no hay un conjunto coherente de causalidades que puedan
explicar todo tipo de terrorismo.
El capítulo 18, de la sección “Migración, Raza y Etnici-
dad”, analiza el impacto de la migración –y las redes que con
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ella se forman– en la desigualdad en Estados Unidos. El argu-
mento se resume en unas cuantas palabras: las redes migran,
las categorías permanecen y las redes crean nuevas catego-
rías. Tilly desarrolla una crítica al concepto de “asimilación”
al discutir cómo la socialización es colectiva y se da de múl-
tiples maneras entre distintas redes, lo que impositiblita un
modelo cultural único al cual acercarse. A partir de la discu-
sión sobre las redes, propone cinco tipos diferentes, pero su-
perpuestos, de migración: colonizadora, coercionada, circu-
lar, en cadena y profesional. Luego, el capítulo 19 comienza
con el ejemplo de las tensiones en una fiesta en la que par-
ticipan personas originarias de Bolivia y de Argentina. Aquí
discute los problemas de las cambiantes fronteras sociales,
definidas como “zonas contiguas de densidad contrastante,
transición rápida o separación entre grupos de población o
de actividad conectados internamente”. Es decir, las fronte-
ras sociales son fenómenos relacionales que involucran dis-
tinciones de diversos tipos. El capítulo analiza, primero, los
mecanismos que producen los cambios en las fronteras so-
ciales; segundo, los mecanismos que constituyen –o son en sí
mismos– cambios en las fronteras sociales y, tercero, las con-
secuencias del cambio de fronteras.
El vigésimo capítulo parte de una narración sobre los es-
fuerzos franceses para asegurar los territorios invadidos en
América, con un ejemplo para ilustrar el tipo de alianzas en-
tre poblaciones originarias e invasores –con el objetivo de
enfrentar a los ejércitos ingleses ya asentados– durante la lla-
mada Guerra de los siete años. El análisis se enfoca en la
integración, por parte de los gobiernos, de redes de confian-
za previamente segregadas. Tilly identifica siete estrategias:
ocultamiento, simulación, clientelismo, depredación, alista-
miento, negociación y disolución. El argumento principal de
este capítulo indica que “la integración estable de las redes
deconfianza en los sistemas de gobierno depende de una dis-
minución del control coercitivo, combinada con una mayor
dependencia del capital y el compromiso. Ese cambio impli-
ca pasar de la represión a la tolerancia y la facilitación”.
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La última sección, “Narrativas y explicaciones”, recupera
el trabajo que Tilly desarrolló durante los últimos años de su
carrera. El capítulo 21 comienza con una serie de ejemplos
de las narrativas en torno a la explicación sobre los motivos
de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Estas páginas son las primeras del libro Why?, cuyo objetivo
principal es analizar las dinámicas sociales de las explicacio-
nes y justificaciones que éstas facilitan para ciertos compor-
tamientos individuales y colectivos. Para el autor, las expli-
caciones se dividen en cuatro tipos de dispositivos retóricos:
convenciones, relatos, códigos y tecnicismos. Estos tipos se di-
ferencian en cuanto a las situaciones en las que se ofrecen, las
relaciones sociales entre emisor y receptor, y las consecuen-
cias que pueden producir sobre esas relaciones. De manera
muy esquemática, Tilly sostiene que las convenciones y los có-
digos se basan en criterios de pertinencia más que en explica-
ciones de causalidad, contrario a los relatos y las explicacio-
nes ténicas. De igual manera, las convenciones y los relatos
suelen ser de uso más popular, mientras los especialistas sue-
len recurrir más a los códigos y las explicaciones técnicas. To-
das, en variantes circustancias, confirman, negocian o repa-
ran relaciones sociales.
El capítulo 22 es el introductorio del libro Credit and
Blame. La premisa principal es que los procesos de reco-
nocimiento del crédito y los de señalamiento de culpa son
esencialmente sociales. En estas páginas, Tilly plantea tres
preguntas: ¿qué procesos sociales hacen que se señale a al-
gunos individuos como dignos de crédito o culpa?, ¿qué
hace la gente al respecto? y ¿cómo afecta su vida la asigna-
ción de créditos o culpas? En seguida, explica cómo estas
preguntas abren oportunidades de investigación en el ám-
bito micro y macro.
Por separado, Sidney Tarrow –cercano colaborador y gran
amigo del autor–, Marc Steinberg y Patricia Ewick han sos-
tenido que hay dos Tillys, puesto que su trabajo sobre la for-
mación de Estados y el de acción colectiva no se integraron
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adecuadamente.1 Si se consideran también las apor taciones
a los campos que este libro incluye, no sería equi vocado seña-
lar que hay muchos Tillys. Además, es importante considerar
que, como apunta Cadena-Roa en la presentación de la tra-
ducción, él no tenía miedo de revisar y replantear ideas, por
lo que el autor de, por ejemplo, 1978, no es el mismo que
el de 2008. No obstante, es importante señalar que Randall
Collins considera que el pensamiento general de Tilly po-
dría denominarse interaccionismo social contencioso.2 En
cualquier caso, menciono esto porque algunas autoras y au-
tores han advertido que los estudios de los movimientos
sociales –en los que Tilly fue pionero– corren el riesgo de
convertirse en un campo que dialoga poco con otros y en el
que la teoría se estanque.3 En ese sentido, hay que pensar
en Tilly como un ejemplo a seguir. Volúmenes como el que
aquí se reseña nos invitan a pensar en maneras creativas de
integrar varios campos de conocimiento para refinar nues-
tras teorías a partir de estudios empíricos con evidencia de
varias regiones del mundo.
R
C, Randall, “The contentious social interactionism of Char-
les Tilly”, Social Psychology Quarterly, vol. 73, núm. 1, 2010, pp.
5-10.
1 Sidney Tarrow, “The people’s two rhythms: Charles Tilly and the
study of contentious politics. A review article”, Comparative Studies in Socie-
ty and History, vol. 38, núm. 3, 1996, pp. 586-599; Marc Steinberg y Patricia
Ewick, “The work stories do: Charles Tilly’s legacy on the provision of
reasons, storytelling, and trust in contentious performances”, Research in
Social Movements, Conflicts and Change, vol. 35, 2013, pp. 147-163.
2 Randall Collins, “The contentious social interactionism of Charles
Tilly”, Social Psychology Quarterly, vol. 73, núm. 1, 2010, pp. 5-10.
3 Aidan McGarry et al., “Players and arenas: strategic interactionism
in social movements studies”, Social Movement Studies, vol. 15, núm. 6,
2016, pp. 634-642.
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MG, Aidan et al., “Players and arenas: strategic interactio-
nism in social movements studies”, Social Movement Studies, vol.
15, núm. 6, 2016, pp. 634-642.
S, Marc y Patricia E, “The work stories do: Charles
Tilly’s legacy on the provision of reasons, storytelling, and trust
in contentious performances”, Research in Social Movements,
Conicts and Change, vol. 35, 2013, pp. 147-163.
T, Sidney. “The people’s two rhythms: Charles Tilly and the
study of contentious politics. A review article”, Comparative Stu-
dies in Society and History, vol. 38, núm. 3, 1996, pp. 586-599.