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CAOSOPOLIS

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Abstract and Figures

Es una colección de cinco ensayos cuyo eje central de discusión es la ciudad mexicana contemporánea
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1
CAOSOPOLIS
Apuntes para tratar de entender la rutina de
las ciudades mexicanas
Ramón Ramírez
amón Ramírez, es Doctor en
Filosofía con Orientación en
Arquitectura y Asuntos Urbanos
por la UANL.
R
Es también egresado de la carrera de
Historia en la misma institución y
Maestro en Educación por la Universidad
Pedagógica Nacional.
Ha sido Premio a la Mejor Tesis de
Humanidades de la UANL y Premio
Nacional de Investigación Raúl Rangel
Frías.
Ha publicado constantemente en
diferentes medios divulgación y
académicos desde el Diario Reforma
en México D.F., hasta publicaciones
universitarias o de la Comisión Estatal
Electoral.
En Caosopolis propone una forma de
comprender la ciudad mexicana a través
de una sociología cultural atenta a los
actores emergentes del urbanismo
global desde conceptos como paisaje
urbano, gobernanza y espacio público.
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CAOSOPOLIS
Apuntes para tratar de entender la rutina de las ciudades
mexicanas
Ramón Ramírez
OFICIO
3
Editor:
Arnulfo Vigil
Producción:
Rocío Maybe Montalvo
Primera Edición: Noviembre del 2012
© Ramón Ramírez
ISBN: 83-95307-89-7
© OFICIO EDICIONES
Aramberri 311 Ote.
Centro 64000
Monterrey, N.L.
México
Tel. (81) 88 82 01 21
E mail: arnulfovigil@yahoo.com.mx
Versión electrónica gratuita autorizada por el autor
para fines educativos
Impreso y hecho en México
Printed and made in México
4
Índice
5/ Prólogo
6/ Introducción
8/ Multiculturalismo y ciudad:
una reflexión sobre el espacio urbano
15/ Democracia, ciudadanía y narco cultura:
Mediación e identidad en la hipermodernidad mexicana
26/ Cuerpo y paisaje urbano en la ciudad contemporánea
35/ Nuevas reglas para los medios de comunicación en los procesos electorales:
Anatomía de reglas inconclusas
48/ Ciudadanía, redes sociales y gobernanza: elecciones 2012
5
Prólogo
La ocasión de prologar un texto que busque aventurarse en los dilemas de las ciudades
contemporáneas y más aún, en las problemáticas ciudades mexicanas, es un ejercicio de
riesgo cuando se dejan atrás los marcos tradicionales que condicionan las maneras en que
acostumbramos acercarnos a las áreas de diseño o planeación urbana.
Ramón Ramírez, catedrático e investigador de amplia trayectoria universitaria a pesar
de las apariencias no muy solemnes, “prueba de que el hábito no hace al monje”, emprende
una aventura intelectual que espero no desmerecer en estas breves líneas que llevan por
objetivo mostrarle al lector algunas de las rutas que emprende el autor en la búsqueda de un
aspecto poco considerado en los análisis de procesos urbanos: el significado del hacer
ciudad.
La primera obra, consiste en una reflexión muy provocativa sobre el sentido de la
ciudad y los avatares de la discusión moderno versus posmoderno considerando el factor
multicultural para entender las nuevas realidades urbanas.
El segundo texto, extiende dicho marco reflexivo de lo multicultural y se dirige a un
tema que en general ha sido muy poco tratado en el ambiente académico mexicano: la
política cultural, el espacio público y la aparición de una narcocultura desde la mediación
antropológica.
El clímax de esta obra, en ascenso, se dirige al tercer ensayo Cuerpo y paisaje urbano
en la ciudad contemporánea, en cuyo desarrollo encontramos otra novedad, el tratamiento
de la representación del cuerpo como sujeto urbano en relación a la fragmentación social de
las nuevas metrópolis. Texto que concluye con una visión que el autor en múltiples charlas
y coloquios extiende a la realidad urbana mexicana en términos de tragicomedia social.
Los últimos dos ensayos, partícipes en foros de reflexión sobre comunicación y
gobernabilidad, se agregan a una interesante propuesta de análisis que empieza a encontrar
eco en las universidades latinoamericanas a través de la discusión sobre espacio público,
gobernanza y capitales sociales que espero siga contando con la buena recepción que
actualmente tiene en muchas escuelas e institutos de arquitectura y urbanismo.
Espero que el lector encuentre en estas líneas un buen pretexto para comenzar un
viaje intelectual muy emocionante, dada la naturaleza poco explorada del tema, las
abundantes referencias y el estilo, a veces irónico y muy sarcástico con que Ramírez dota a
su prosa del interés para una nueva generación que no sólo se conforma con saber, sino que
busca el ingrediente necesario que traza una línea del urbanismo hacia la sociedad, el hacer
ciudad en su significado más activo y político.
María Teresa Ledezma
6
Introducción
Parece que fue ayer cuando Josep Muntañola hace quince años me decía con una voz un
tanto reseca, después de hablar durante un buen rato sobre topogénesis ante un nutrido
salón en la ciudad de Guadalajara, lo sorprendente que le parecía la arquitectura y el
urbanismo local.
A simple vista, podría parecer que voy a comenzar este recorrido textual con uno de
esos muchos elogios que buscan convertirse en fuentes de atracción para posibles
mecenazgos, pero nada está más alejado de la realidad tanto de mis intenciones como de la
crítica del maestro, del que aún conservo en un legajo, entre mis papeles de archivo, sus
irónicas meditaciones malévolas con las cuales provocaba e invitaba a un pasivo auditorio a
entender el espacio urbano y arquitectónico en términos de “lugar”.
Esa amena charla, en la cual Muntañola un poco exaltado movía las manos en señal
de no entender nada de lo que veía en las ciudades mexicanas, despertó en un joven y lego
estudiante, la inquietud por observar por que le parecían tan incomprensibles al docto e
interesante teórico de la arquitectura catalán nuestras estrategias morfológicas y su imagen
urbana asociada.
¿Cómo es posible que un país con un Premio Pritzker y una eminente tradición
vernácula tenga al mismo tiempo una visión tan simplista y monótona del paisaje urbano?
Esa pregunta quedó postergada unos años, pero siempre estuvo pendiente la deuda
intelectual contraída y en cierta manera, estas páginas son el fruto de esa primera lección
que a pesar de los sucesivos estudios y diferentes momentos académicos dentro de la
investigación científica formal, hoy puede encontrar la primera salida bajo la forma de
exposición por la cual tengo una especial predilección: el ensayo.
Actualmente el ensayo, ha dejado de ser un mero instrumento de especulación bajo el
cual la filosofía positivista, se encargaba de normar la separación del pensamiento
científico por medio del realismo epistemológico y la abstracción. El giro narrativo de las
ciencias sociales ha propiciado un cambio en esta perspectiva, pues el ensayo es también
una explicación acerca del proceso de comprensión del objeto desde su cercanía al carácter
subjetivo del propio observador, las condiciones de dicha subjetividad y como señalan
nuevas investigaciones narratológicas, se convierte también en una forma genuina y
original de adaptación de la inteligencia.
En términos de contenido, este libro tiene una coherencia temática en tres aspectos: la
ciudad como forma cultural, el espacio público como sistema de representación y la
comunicación como elemento de indagación conceptual. El multiculturalismo, los factores
de gobernabilidad, la imagen pública y los procesos urbanos, son abordados desde una
antropología de la mediación, es decir, construcciones como la ciudadanía, la nación, la
modernidad, son formas de sentido y por lo tanto, intentos de crear una forma reflexiva
para comprender nuestra particular relación con el espacio, en especial, el público.
7
Creo que ahí se encuentra en los procesos de mediación precisamente, ese gesto
tan paradójico e incomprensible para muchos artistas e investigadores europeos, al
plantearse la realidad urbana de Latinoamérica. Realidades transterradas y soterradas,
reinventadas y convulsivas, esquizofrénicas y homeostáticas en un mismo espacio, una dura
prueba para el racionalismo y algunas formas blandas de etnocentrismo académico que a
pesar de lo que se dice en público, aún sobreviven en lo privado.
Agradezco a todos los amigos involucrados en algún momento en las reflexiones de
este cuerpo de textos, desde la típica e informal charla de café hasta las observaciones y
señalamientos en los seminarios respectivos. Sea este pequeño compendio de textos un
ensayo crítico acerca de una realidad urbana emergente y necesitada de múltiples y variadas
formas de entender el hábitat, el ambiente y el cuerpo dentro del espacio público.
8
Multiculturalismo y ciudad: una reflexión sobre el espacio urbano
1
Las acciones humanas fueron privadas de todo valor. Algo nuevo
surgió: un mundo vacío.
Walter Benjamin
Hace poco más de dos décadas, aún tenía cierta relevancia la discusión entre lo moderno y
posmoderno como conceptos destinados a un entendimiento de la sociedad a partir de la
crisis en que se sumergían las narrativas totalitarias, el avance tecno científico convertido
en informática como forma privilegiada de su evolución y el resurgimiento del liberalismo
bajo la batuta del comercio y la democracia.
En diferentes campos, las respuestas parecieron sintetizarse en la apreciación que dio
Lyotard a esta discusión como “estado de la cultura después de las transformaciones que
han afectado a las reglas del juego en la ciencia y las artes”.
2
La discusión entre la praxiologìa de la actividad científica y el lazo social aún se
manifestaba como nostalgia y horror ante el posible advenimiento de un fin del lazo social,
es decir, una disolución de las antiguas colectividades sociales frente a una creciente
atomización individual.
Todas las posturas expresadas en la dicotomía moderno - posmoderno, ya fueran
patrimonialistas (Habermas),
3
apocalípticas (Baudrillard)
4
o emancipatorias (Lyotard),
5
experimentan hoy en día un proceso de vaciamiento, una especie de disolución que en
cierta manera contrasta con el escenario representado. Este vaciamiento, se ha presentado
por la definitiva eclosión en la estabilidad de las categorías que permitían una dinámica de
interacción, hasta cierto punto estable, entre espacio y temporalidad.
Esto no significa la muerte de lo moderno o su desfase por más que lo intentemos,
pues aún permanecen muchas formas y expresiones de la modernidad en el valor de lo
nuevo, las utopías o las ambiciones universalistas; pero, esta modernidad no parece anclada
en la búsqueda de todas estas ambiciones de ahí tal vez la imposibilidad de renunciar a
una metafísica a partir de un fondo sólido. Cada vez más aparece lo que Roger Bartra se
propuso indagar en tres grandes pensadores de la modernidad que fueron Kant, Webber y
Benjamín como locura sublime, melancolía y tedio.
6
1
La primera versión de este texto fue presentada en las actividades del XVI Congreso Interamericano de
Filosofía “Diálogo entre lenguas y culturas” a cargo de la Asociación Filosófica de México y la Universidad
Autónoma de Sinaloa y El Colegio de Sinaloa en diciembre de 2010.
2
Jean Francoise Lyotard. La condición posmoderna. Informe sobre el saber. Cátedra. Madrid, 1987. p.9
3
Una versión de la conferencia titulada “La modernidad, un proyecto inconcluso” aparece publicada en la
colección Ensayos políticos. Barcelona, 1988.
4
Cfr. Jean Baudrillard. A l’ombre desmajoritès silencieuses o la fin du social. Fontenay-sous-Bois. Utopie,
1978.
5
Op. Cit.
6
Ver El duelo de los ángeles. FCE. México, 2004.
9
Zygmunt Bauman
7
ha acuñado un término que me parece bastante preciso y
elocuente para referirse a la nueva sociedad que se abre paso en una cascada de
información caracterizada por lo efímero y circunstancial a la vez que se reproduce entre
los vaivenes de un sentimiento de angustia y monotonía existencial: modernidad líquida.
Dicha modernidad produce a su vez una sociedad donde las condiciones de acción de
sus miembros cambian antes de que sus conductas se ajusten a hábitos o costumbres
determinados, efectos claros de un tiempo de aceleración nunca antes visto y de un espacio
sin lugar.
A partir de este reconocimiento, es que me propongo una reflexión sobre un espacio
en específico que es el urbano. Esta urbanidad, ha sido siempre un objeto de preocupación
en la filosofía, pues como indicaba ya Aristóteles en la Política:
“No tener nada en común es evidentemente imposible, pues el
régimen de una ciudad es una cierta forma de comunidad y, en primer
lugar, es necesario que el lugar de residencia sea común: es, en
efecto, la unidad de lugar lo que hace la unidad de la ciudad, y los
ciudadanos son los que tienen en común su ciudad única”.
8
Así, la descripción que propongo es muy sencilla y consiste en reflexionar sobre un efecto
de “extrañamiento” que Gianni Vattimo ha identificado frente al advenimiento de una vida
líquida, globalizada, donde la racionalidad centralizada de la historia estalla en una
multiplicidad de racionalidades, minorías étnicas, sexuales, religiosas y hasta estéticas.
9
Este es un proyecto que consiste en retornar a la urbanización de la filosofía, pero sin
que este proceso lleve consigo la expresión neurótica de quien espera un regreso imposible
a la infancia. Urbanizar la filosofía es hacer conciencia de la nostalgia y seguir adelante en
el problema del sentido, que para nuestro caso es el reconocimiento de la alteridad, que en
los griegos se presentó como civilización en oposición a la diferencia.
10
La oposición entre salvajismo y barbarie, sin embargo, requiere un punto de
observación diferente al ya tradicional esquema de exclusión basado en la raza y en el
mundo moderno, en la nacionalidad. Si bien, más que nunca encontramos múltiples
expresiones que parecen dejar intacto al urbanismo como una forma de cumplimiento de
una racionalidad centralista, tecnocrática, donde la planeación se erige como el
representante más connotado de una auténtica tragedia de la ciudad, es preciso, reconocer
algunos factores que hacen difícil la extensión de ese panorama de proyecto incumplido o
inconcluso de lo moderno que exigiría el rescate de la promesa de universalidad, identidad
y progreso. A pesar de los esfuerzos por reconstruir una ciudad destruida por la guerra,
7
Vida Líquida. Paidòs. Barcelona, 2006.
8
Politique. Trad., Jean Aubonnet. Societè d’Èdition “Les Belles Lettres”, 1968. II,i,2. p.52
9
Gianni Vattimo. La sociedad transparente. Paidòs. Barcelona, 1990. p.84-85
10
Ver Platón. Repùblica 369b.
10
dicha ciudad, nunca será la misma. La singularidad de su habitar define su construcción
como decía Heidegger.
11
Es por ello que siguiendo la idea de Bauman de una modernidad diluyéndose o
líquida, quisiera traer a discusión algunos elementos relacionados con la ciudad y los
procesos sociales que le acompañan desde un enfoque reflexivo. En esta línea de
indagación, la pluralidad cultural expresa un punto de inflexión que se convierte en un
auténtico reto para desarrolladores urbanos, arquitectos y planificadores a quiénes poco o
nada les ha importado la diversidad social y las diferencias culturales en la ciudad. También
en esta perspectiva, se ejerce un reclamo a muchísimos filósofos por abandonar, su
expresión intrínsecamente urbana, por un retraimiento consistente en la seguridad del saber
libresco y la compulsión exegética.
Ciudades refugio: el capital del miedo
A no poca distancia de los puntos de llegada para transportación área, en muchas ciudades
es posible identificar volúmenes enteros de fraccionamientos que simulan en conjunto una
cortina de escape al tumulto de las megalópolis. Son desde hace más de un siglo la
ambición de reformistas sociales como Ebenezer Howard (1850-1928) y sus ciudades
jardín que pretendían ofrecer una respuesta ante el hacinamiento e insalubridad de las
grandes capitales europeas y norteamericanas.
12
Esas ciudades jardín obedecían a una
lógica social muy básica: la necesidad de un nuevo orden basado en el desarrollo de la
actividad industrial.
La versión norteamericana de estos conjuntos urbanos, pasó a concretarse en la época
de posguerra (1945-1965), a través de los llamados suburbios, que fueron barrios o sectores
ubicados en los límites de las ciudades inaugurando un nuevo proceso urbano denominado
metropolizacion, que es el alejamiento de los centros históricos y urbanos por una
expansión periférica. La solución norteamericana fue la localización específica de vivienda
para una clase media creciente que detonó la producción del automóvil como necesidad
primordial para los trabajadores.
Jane Jacobs en 1961, abordó ya este proceso identificando la creciente estandarización
del espacio privado y el alejamiento del espacio público; una frase es bastante elocuente en
su análisis: “Dejemos que los contactos interesantes, útiles y significativos entre las gentes
se reduzcan a las relaciones privadas y la esclerosis se apoderará de la ciudad”.
13
Dejando de lado el aspecto profético de su expresión, quisiera retomar este aspecto que
efectivamente nos indica que la esclerosis urbana se presentó, pero no de la manera que
esperábamos hace cincuenta años. Jacobs se refería al abandono de la ciudad por una
fantasía bucólica en los límites de las ciudades, un encelulamiento de la clase media en los
lindes metropolitanos. En la vida y muerte de las grandes ciudades americanas aún se podía
11
“Construir quiere decir originariamente habitar. Cuando la palabra construir habla todavía originariamente,
dice, al mismo tiempo, hasta que punto está lograda la esencia del habitar”. Construir, habitar, pensar. En
Filosofía, ciencia y técnica. Editorial Universitaria. Santiago de Chile, 1997. p.201
12
Gerardo G. Sánchez Ruiz. Planeación moderna de ciudades. Trillas. Mèxico, 2008. p.90-91
13
The Death and Life of Great American Cities. Vintage Books. A division of Random House Inc; New York,
1992.
11
identificar un segmento estable en la demanda de privacidad de la clase media y un
proyecto inmobiliario que aprovechaba ese segmento mercantil.
La globalización urbana presenta en cambio y al menos tres patrones diferentes, una
modernización salvaje que recupera para los centros productores (asiáticos,
latinoamericanos) los supuestos racionalistas de planificación central ante la demanda de
trabajo y la inmigración, la apuesta por una sociedad móvil en términos de consumidores de
marcas, productos o espacios y una lógica social basada en la seguridad como exigencia de
consumo. Bauman describe con mucho acierto esta nueva situación urbana:
“Podríamos decir que las fuentes del peligro se han
trasladado al corazón mismo de la ciudad. Los amigos, los enemigos
y, sobre todo, los extraños (esos seres esquivos y misteriosos que tan
pronto pueden ser amigos como enemigos nuestros), se mezclan
actualmente en las calles de la ciudad y la comparten codo con codo.
La guerra contra la inseguridad, los peligros y los riesgos, se libra
ahora en el interior de la ciudad y es dentro de ella donde se definen
campos de batalla y se trazan las líneas del frente”.
14
El resultado no ha sido como se esperaba el abandono físico espacial de la ciudad, si
no la sustracción del horizonte de sentido del fenómeno urbano. La demanda de privacidad
se convierte ahora en la demanda de seguridad en el espacio cotidiano y se deja en segundo
término la posibilidad de hacer ciudad, es decir, una poiesis (ποιέω) urbana.
Por todos lados hay fuentes de peligro potencial y la forma de lidiar con ellos es a
partir de refinados instrumentos de control y detección para edificios y comercios,
abundancia de cámaras y personal de seguridad. La vivienda misma ya no necesita
abastecerse de la nostalgia bucólica por el jardín para satisfacer su privacidad, pues el
mercado inmobiliario ofrece su nueva versión del amurallamiento medieval en cualquier
lote fraccionable donde los pandilleros y graffiteros de hoy reemplazan a los salvajes en las
forestas del pasado.
Los muros que antes rodeaban la ciudad, se cruzan y entre cruzan en varias
direcciones dentro de ella con la finalidad de evitar al otro en tanto estrategia de
supervivencia,
15
pues no es necesario el contacto ni tampoco expresar filiación o aversión,
la distancia de por medio ofrece la solución, pues construye un espacio sin lugar. Mensaje
anónimo que evita la responsabilidad de la comunicación bajo la impersonalidad de una
huella.
La ciudad que emerge de la modernidad, la urbe hipermoderna, ya no es el sitio de
lucha entre lo público y lo privado, sino entre el deseo y la ritualizaciòn del consumo. Es un
paradigma de lo que sobrevive en su propia desaparición.
14
Vida Líquida. Op. Cit. p.99
15
Zygmunt Bauman. La globalización. Consecuencias humanas. FCE. México, 2001. p.66
12
El paisaje urbano como un no-lugar
El signo del anonimato constituye el sello distintivo del paisaje urbano hipermoderno.
Mientras el espacio constituía la entidad física y el lugar representaba el sentido al menos
desde Aristóteles y en cierta manera, a pesar de la tradición geométrica racionalista que
podemos encontrar desde Demócrito, a los renacentistas y las ciudades geométricas hasta
Le Corbusier y su propuesta de ciudad radiante (1933) en tanto síntesis del movimiento
moderno, la existencia de la ciudad siempre estuvo coordinada por una tensión entre lo
continente y contenido.
El lugar era el referente límite de la espacialidad, pues representado como una especie
de envolvente, un límite de lo que limita y por lo tanto, más que una forma o materia, en el
sentido de ser cosa, un lugar se definía como el límite de la abstracción espacial.
Hegel por ejemplo al establecer que todo lugar es tiempo en espacio, aspiraba a una
noción unitaria de la espacialidad y el tiempo desde la expresión del movimiento. El lugar
ha sido una síntesis entre experiencia y razón, un equilibrio continuo entre concepto y
forma cuya finalidad emerge del sentido de vivencia. Lugar es arquitectura y ciudad para
vivir. Las ciudades hipermodernas, en cambio, son depósitos de no lugares, es decir,
mientras que la lógica del lugar traza siempre “la medida bajo la cual la humanidad es
capaz de representarse a misma,”
16
el no lugar consiste en la imposibilidad de nuestra
representación espacial. La ciudad emergente del no lugar es la urbe que ya no necesita de
nosotros.
Por lo tanto, al igual que en el mundo de la economía de mercado donde es
fundamental que existan minorías consumidoras de dinero, productos y recursos, sean
naturales, energéticos o humanos al tiempo que coexisten con masas desprovistas de
movilidad, capitales y decisión, la ciudad hipermoderna es el espacio de un intercambio
desigual en todos sus ámbitos, hasta el simbólico, pues la experiencia vital que da sentido al
fenómeno arquitectónico y urbanístico que implica la conciencia del lugar, se ve reducida a
una estetización del espacio a través de la imagen.
17
La imagen, la mera representación visual, es la panacea del fenómeno arquitectónico
y urbanístico hipermoderno, pues desde ella, los arquitectos y desarrolladores ven el mundo
como plantas, secciones, alzados o perspectivas, un código estricto de significación para el
cual es central la absoluta separación entre prácticas espaciales y representaciones del
espacio.
Multiculturalismo y ciudad
No hace falta insistir demasiado en el hecho de que una creciente barrera entre prácticas y
representaciones del espacio urbano, conduce inexorablemente a una condición hegemónica
en las urbes hipermodernas. Por mucho tiempo, el liberalismo ha tendido hacia una visión
16
Josep Muntañola Thornberg. La arquitectura como lugar. Alfaomega UPC. Colombia, 2001. p.32
17
Ver Neil Leach. La an-estètica de la arquitectura. Gustavo Gili.Barcelona, 2001.
13
individualista de la ciudad en términos jurídicos, por lo cual hace difícil un entendimiento
pluralista del fenómeno urbano.
En la ciudad, guardan especial interés el reconocimiento de identidades, instituciones
o derechos de grupos minoritarios, los cuales a su vez coexisten en una territorialidad
concentrada, en la cual las clases sociales, las adscripciones voluntarias a formas de
conducta o representaciones tanto étnicas como estéticas, dotan de una singular
complejidad a sus estructuras.
Al igual que en el problema ético, abordado aún desde el ideal kantiano avocado a
encontrar normas de convivencia obligatorias sustentadas en una racionalidad universal
como en el caso del consensualismo, el liberalismo construye una ciudad de igualdades
abstractas. Es decir, la imagen del espacio urbano, es la de un lugar libre de toda restricción
(ideal) que garantiza la convergencia en un consenso racional. Ejemplos típicos de esta
representación racionalista del espacio urbano, lo desempeñan las exigencias de orden
público basadas en la obligatoriedad y la vigilancia del ciudadano, de manera que la imagen
perseguida es la de una depuración conductual fundamentada en una sola racionalidad. Del
lado de arquitectos y desarrolladores este problema se concreta en las expectativas que
estos últimos tienen de que sus proyectos sean regidos por un complicado modelo normado
por códigos formales que renuncian a toda posibilidad de que puedan integrar experiencias
múltiples y en cambio se dirigen a una imagen urbana unidimensional cuya clave radica en
la impersonalidad.
En este contexto, llama poderosamente la atención el llamado que hace Leòn Olivè
18
al entendimiento de una “pluralidad a secas” del mundo, es decir, una pluralidad que se
extiende también a las formas de razonar y que trae como resultado que distintos grupos de
seres humanos tengan creencias diversas, en algunos casos incompatibles, pero al mismo
tiempo legítimas.
El urbanismo pluralista es posible como forma alternativa para tratar de encontrar
acuerdos racionales entre los agentes sociales que construyen la ciudad. Esta ciudad hace
suya la tensión entre lugar y no lugar, expresión de la diferencia en la cual una ciudad
“trashumante, o metafórica, se insinúa así en el texto vivo de la ciudad planificada y
legible”.
19
La ciudad concepto, emergente de una utopía ideal del racionalismo, centrada en el
tiempo, se diluye incapaz de entender que el totalitarismo visual imaginario solo es un
momento dentro de la cotidianidad y las razones técnicas o los criterios de rentabilidad
financiera revelan su impotencia para entender la habitabilidad del espacio urbano, un
hábitat donde la fragmentación y la multiplicidad tienen su casa. Una casa que en el espacio
es lenguaje e itinerario constante.
18
León Olivé. Ética y diversidad cultural. FCE. México, 2004. p.346
19
Michel de Certeau. La invención de lo cotidiano 1. Artes de hacer. UIA/ITESO/CFEMC. México, 1996.
p.105
14
Bibliografía
Aristóteles. Politique. Trad., Jean Aubonnet. Societè d’Èdition “Les Belles Lettres”, 1968.
Baudrillard, Jean. A l’ombre desmajoritès silencieuses o la fin du social. Fontenay-sous-Bois.
Utopie, 1978.
Bauman, Zygmunt. La globalización. Consecuencias humanas. FCE. México, 2001.
_______ Vida Líquida. Paidòs. Barcelona, 2006.
Certeau, Michel de. La invenciòn de lo cotidiano 1. Artes de hacer. UIA/ITESO/CFEMC. México,
1996.
Habermas, Júrgen. Ensayos políticos. Barcelona, 1988.
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Jacobs, Jane. The Death and Life of Great American Cities. Vintage Books. A division of Random
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Leach, Neil. La an- estética de la arquitectura. Gustavo Gili.Barcelona, 2001.
Lyotard, Jean Francoise. La condición posmoderna. Informe sobre el saber. Cátedra. Madrid, 1987.
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Olivé, León. Ética y diversidad cultural. FCE. México, 2004.
Sánchez Ruiz, Gerardo G.. Planeación moderna de ciudades. Trillas. Mèxico, 2008.
Vattimo, Gianni. La sociedad transparente. Paidós. Barcelona, 1990.
.
15
Democracia, ciudadanía y narco cultura:
Mediación e identidad en la hipermodernidad mexicana
20
A finales de los ochenta del siglo pasado, abundaban en nuestro país las discusiones acerca
de la relevancia y/o pertinencia de analizar la realidad social y cultural mexicana desde la
llamada posmodernidad. Este debate contaba con una buena cantidad de críticos acérrimos
en su mayoría académicos formados entre 1968 y 1976 quiénes a brazo partido
condenaban la posibilidad de enfrentar el problema desde una nueva lógica del capitalismo
industrial basada en el desarrollo tecnológico.
Armados con una buena dosis de nacionalismo y protección estatal heredada de la
política cultural de la revolución mexicana, en muchas instituciones de educación superior
se abordó la sociedad desde una modernidad en desarrollo y en ocasiones, incluso,
recurriendo a la paráfrasis constante de un emblemático discurso de Habermas titulado “La
modernidad un proyecto inconcluso”
21
donde el gran filósofo alemán abogaba por la
necesidad de reinterpretar el legado de la Ilustración como una entidad todavía
universalizable tanto a nivel sociológico como estético.
Por fortuna, algunos textos desde el ámbito de la sociología cultural nos permitieron
un acercamiento a la posibilidad de someter a una lectura crítica las evidentes
contradicciones entre modernidad y cultura. La ausencia de los grandes relatos sobre el
pasado, la crisis en la idea de progreso y el despliegue de una sociedad de orientación tecno
científica altamente individualizada, fueron aristas importantes que permitieron entender la
gestación de una nueva sociedad emergente del capitalismo industrial bautizada por la
tecnocracia política como “cultura global”.
En cierta forma los planteamientos de críticos como Lyotard (1987), Bell (1996),
Jameson (1991) o Lipovetsky (1986), alertaban acerca del advenimiento de una auténtica
metamorfosis cultural del sujeto moderno, situación que ya también era posible identificar
en los teóricos europeos del movimiento postestructuralista, algunos años atrás, como
Michel Foucault y su arqueología del saber, Deleuze y el rizoma o Derrida con su
gramatologìa, a nivel de lenguaje.
Un concienzudo análisis respecto a las implicaciones de la modernidad, el sujeto
antropológico y los lenguajes estéticos y sociales en México, fue llevado a cabo por Roger
Bartra y Claudio Lomnitz. Ambos autores, expresan al respecto un juicio que si bien, no
deja de lado la aparición de ciertos elementos posmodernos en la realidad sociocultural
20
La primera versión de este texto fue presentada como ponencia en las actividades del 1er Congreso
Internacional de Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la UANL en octubre de 2010.
21
Este texto tuvo su origen en la conferencia del autor ofrecida con motivo de la recepción del Premio
Adorno de la ciudad de Frankfurt, premio de artes y ciencias sociales que cada tres años otorga tal distinción
conmemorando el nacimiento del exprofesor de la Universidad de Frankfort, Theodor W. Adorno. Otros
destacados ganadores han sido los sociólogos Norbert Elias y Zigmunt Bauman, el filósofo Jacques Derrida y
el cineasta francés Jean-Luc Godard. La versión que tomamos de este texto apareció publicada por Península
en una antología titulada Ensayos políticos, 1988.
16
mexicana, visibles a través de la cultura política y los medios de comunicación, si
puntualizan el hecho de que la realidad mexicana no es susceptible de observarse desde lo
posmoderno, básicamente por que la articulación entre nación, identidad y mediación se
gesta desde un fenómeno bautizado por Bartra como dismothernism (1993:125).
¿Que es una dismothernism? Como su nombre sugiere un auténtico desmadre, al cual
lejos de corresponderle el reflejo de una coyuntura global que aspira a una nueva
universalidad promovida por las democracias liberales, expresa la ambigüedad sostenida en
diversas regiones para las cuales el capitalismo industrial no significó la incursión del
progreso social ni el desarrollo económico.
Este fenómeno ambiguo, retorcido, complejo hasta el extremo donde se bifurca lo
visible e invisible, es lo que me interesa explorar en términos políticos y culturales, pues
constituye en este momento una expresión de la problemática realidad mexicana y la propia
imposibilidad de que exista hoy en día un estado estructurado desde la modernidad como
proyecto de nación. Como ejemplo de esta observación me remito al caso de la cultura y la
relación con los partidos políticos, las condiciones de gobernabilidad y ciudadanía.
Preámbulo: crisis de los partidos y la idea de los dos Méxicos
El programa social tele mediático Iniciativa México, habla desde hace tiempo de la
existencia de dos culturas en un mismo país separadas en razón de la conservación y el
espíritu de empresa. Tras un período de colocación del programa a nivel de propaganda, el
proyecto se materializó en un programa de desarrollo conjunto entre empresas de
telecomunicación donde se convoca a iniciativas personales y de las llamadas ONG`S a una
competencia por presentar proyectos de cobertura en salud, educación o sustentabilidad.
Como era de esperarse, el voto para los proyectos fue consensuado entre un equipo de
expertos y el teleauditorio, por medio de costos en envíos de mensajes por teléfono celular,
los cuales obviamente le permiten a dichas empresas solventar los gastos de su filantropía.
La idea del proyecto Iniciativa México es que la propia ciudadanía se haga cargo de sus
problemas llevando a un terreno práctico lo que lleva más de una década de pregón radial y
televisivo, consistente en el llamado a la imposibilidad de la política por la corrupción de
los políticos.
El resultado es que las cadenas de televisión operan sobre la comunicación un sistema
que Giovanni Sartori denomina “teledirección” (2001:65) que es un proceso de
vaciamiento cognitivo donde la democracia se reduce a un gobierno de la opinión, carente
de sustento en el conocimiento y cuyo procedimiento se fundamenta en el uso de sondeos,
imágenes y personajes que nunca se plantean la conversión del acto de información en
comprensión (Luhmann, 2000).
Iniciativa México propone proyectos de gestión social convertidos en un espectáculo
de moralismos y cursilería, donde los diferentes órdenes de gobierno son justificados en su
inactividad, pero se subraya, como hecho clave, una ciudadanización de los problemas
marcada por la personalización como signo del cambio y lo moderno. De lo anterior, no es
casual que en nuestra cotidianidad percibamos un retroceso entre los mecanismos que
conectan a la ciudadanía con los aparatos de gobierno, pues la video política pone en juego
17
la crisis de representación en términos de sociedad civil y en cambio lanza una apuesta por
la lucha de personalidades en los medios financieros y de comunicación desde una
tecnoestructura, donde la imagen, las apariencias son el móvil principal, desplazando el
contacto político, el hacer ciudad, por una contemplación sosegada de las decisiones
negociadas entre monopolios, grupos de presión e interés económico y diversos segmentos
étnicos integrados por la lógica del espectáculo.
La formación del consenso es la clave para operar esta red de símbolos, ya que en la
era moderna industrial fue posible reconocer que precisamente el signo de lo moderno era
la racionalidad, es decir, la cultura se reconocía como sociedad, la economía por la
producción de bienes y sus valores de uso y cambio y por tanto lo antagónico se convertía
en un principio unificador, que se integraba en la noción de comunidad (Touraine,
1994:145).
En la modernidad era posible que lo rural se transformara en urbano, la violencia en
ley y el salvajismo en civilización, pues la ciudad y la sociedad apoyadas en la nación como
mediación, construían relatos basados en el progreso moral y social.
El panorama no luce tan claro cuando se sacan las cuentas del impacto entre estos
ideales y el derrotero que ha tomado una sociedad moderna que vive más que la ausencia de
modernidad, un auténtico exceso imaginario de la misma. Esta proliferación de símbolos,
inflación de significados, dan cuenta de la forma en que un poderoso aparato ideológico y
cultural se gesta como red imaginaria del poder político alimentando y refuncionalizando
diversos conflictos seleccionados con la finalidad de legitimar o incluso producir un estado
de alteración mediante el constante enervamiento de lo público.
El México desmadre surge aquí, precisamente donde se encuentran o más bien se dan
el encontronazo, las políticas de eficiencia y calidad con el hedonismo y desprecio hacia la
cultura. Enfrentada o más bien, mezclada, la racionalidad estratégica con la seducción
alegórica de las imágenes, el resultado sociopolítico obtenido es la interiorización de los
conflictos que a su vez son proyectados como anulación de fracturas sociales más
profundas. A pesar de contar con una estructura que asegura la elección democrática de los
órdenes de gobierno, la cultura operativa de dichas estructuras está aún lejos de ser
pluralista, incluyente y dialógica, sigue codificada en lo hegemónico. México se estructura
aún como una desmodernidad donde resurge lo parroquial, tradicional y ornamental como
respuesta en función de la tolerancia hacia formas blandas de autoritarismo que permitan
seguir una integración imperturbable al consumo global.
Mientras que Iniciativa México pretende el abandono de la ciudadanía hacia la
demanda política y las obligaciones gubernamentales, nos receta su fantasía moderna de
nación, solidaridad absoluta, individualizada, ante un cambio imposible, por medio de la
seguridad de la autoayuda y la caridad hacia el prójimo. Todo dentro de un individualismo
controlado. No es fortuito el parentesco de esto con el parroquialismo, pues este resurge
ante la pérdida de sentido y la implosión de significados.
El punto al que esto nos lleva, tiene por consecuencia el profundo desconocimiento
de los gobiernos emanados de la nueva derecha sobre las formas en que se estructura la
cultura y la nación, pues aún permanecen anclados en la idea de que la cultura nacional es
un vínculo hacia la modernidad. Aunque para las izquierdas y las llamadas nuevas
izquierdas tampoco esta asociación se vea superada, pues ambas comparten el mismo
18
trasfondo fragmentario donde se reproduce la frustración y la nostalgia de un autoritarismo
aglutinante. Ambas visiones terminan por fundamentar la crisis de representación que
actualmente se delinea entre ciudadanía y partidos políticos.
Mientras que la ciudadanía se ve arrojada a una dinámica socioeconómica donde
salario, empleo y bienestar son formas dentro de una creciente incertidumbre cuya
operación se trata ya no de solucionar por medidas objetivas como aumento salarial,
crecimiento de fuentes laborales diversificadas o protección al ahorro, sino de una
subjetivización creciente donde lo popular cumple la función de legitimar las elecciones de
personajes y grupos de interés.
Los grupos políticos se convierten en personajes, actantes de un mito de unidad cuya
principal razón de ser es convertirse en la expresión de una clase media imaginaria
construida en función de la normalización de conductas. Lo popular se convierte en un
aliado divertido, despreocupado y silencioso que se encuentra siempre de cara al límite de
lo representado por el horror y la marginalidad expresada como contraparte opositora a la
estabilidad y ambición de ser parte de la omnipresencia del poder. Ilustra Bartra con su fina
ironía:
“Esos efectos de inmanencia y omnipresencia suelen ir
acompañados de una gran explosión de signos, señales, símbolos,
modelos, simulaciones y alucinaciones, de la cual han surgido nuestros
dos actores prototípicos, el hombre-normal, representante de la mayoría
silenciosa, y el marginal, representante de la minoría terrorista o, al
menos, ruidosa” (Bartra, 2010:87).
Los partidos políticos apuestan poco a la observación de fenómenos sociales que no sean
susceptibles de objetivar por medio de encuestas y sondeos de opinión; gran parte de la
gobernabilidad, sin embargo, se sustenta en los códigos e improntas generados por las
representaciones políticas las cuales provienen de ejes de relación combinados que abarcan
también la asociación de lo gobernable con factores como la estabilidad y legitimidad
(Camou, 1995).
Sistemas electorales versus sistemas de partidos
La apuesta decidida de los organismos políticos en los últimos veinte años por un concepto
de gobernabilidad anclado en la eficacia desde el cual esta es una propiedad casi natural
de los partidos políticos ha terminado por dejar intacta la antigua fórmula de gobierno
sustentada en la llamada “razón de estado”. La eficiencia se entiende como la capacidad de
alcanzar objetivos prefijados al menor costo posible, una definición procedente del
“realismo político” cuyo representante inicial e histórico fue Maquiavelo.
Desde esta perspectiva, la lógica entre medios y fines propuesta por el pensador
florentino se vuelve un instrumento eficaz para el logro de un objetivo: el mantenimiento
del poder. Ahora bien, en sociedades complejas y emergentes de una cultura global el
ejercicio del poder no es un asunto lineal, los subsistemas en los vectores sociales,
19
económicos o culturales propician mecanismos de inserción y subrogación que obstaculizan
una práctica vertical de las decisiones.
El ejercicio legislativo es muy eficaz en México, si por eficacia entendemos la
capacidad de los representantes populares para ajustarse a las agendas de los partidos
políticos, las cuales a su vez son la expresión de sus capacidades operativas. Pero, al nivel
de la ciudadanía y en la crispación general impulsada por los medios de comunicación,
jamás se hace hincapié en la fórmula mono direccional que impulsa las agendas de los
partidos, es decir, en la responsabilidad que implica reconocer que un voto otorgado a una
organización política es el resultado de un reconocimiento implícito al proyecto político
ofertado.
Tal reconocimiento es el indicador que nos muestra la conexión existente entre los
órganos de gobierno y una sociedad. Este enlace es normado por una forma de estructura
intermedia que es el sistema electoral (Valdés, 1995:9). Garantizar el ejercicio democrático
de una sociedad es el principal objetivo de un sistema que involucra la participación de
votantes, partidos, medios de comunicación y autoridades.
El sistema electoral tiene una responsabilidad similar a la del estado, en tanto que su
papel consiste en la creación de una convergencia capaz de aglutinar al ámbito legislativo y
ciudadano, pero además incluye una meta observación del propio sistema que es la
inclusión del ámbito gubernamental en el proceso. El sistema electoral pretende operar
como agente del cambio político, sin cargar una función centralizadora de la experiencia
democrática.
La tradicional expresión centro-periferia que el sociólogo alemán Niklas Luhmann
distingue para hablar de una política complicada y una compleja como productos del juego
entre intereses, organizaciones y decisiones, se abandona a favor de una imagen pública
que apuesta por la neutralización del espacio público: el pluralismo cede su lugar al
acotamiento y la argumentación al mero ejercicio de una oferta, ni complejidad ni
complicación se reflejan, sino la más absoluta escenificación del proceso electoral ocupa
ahora la representatividad.
El naco como indicador cultural
Las relaciones dentro de la política hace tiempo que han abandonado el escenario de las
disputas en torno a clases sociales y en mayor medida son el reflejo de las luchas por el
control de los procesos de mediación. Un entorno cada vez más complejo e intrincado se
teje entre política, administración y representatividad, un contexto donde el sector político
de la sociedad ya no es su vértice y su unidad se vuelve irrepresentable (Accarino,
2003:14). La reflexión es por tanto una estrategia para abordar fenómenos para los cuales el
concepto tradicional de representación política heredado de la Ilustración es ya insuficiente,
siendo el caso mexicano uno de estos ejemplos de crisis de representación.
El factor de observación que me ocupa en esta particularidad tiene este contexto
complejo y estridente, producto de la imposibilidad de que el estado represente una
universalidad de la sociedad y formando nuevas conjeturas en dicha relación, viene de la
propuesta de Claudio Lomnitz de considerar una forma cultural, el naco, ya no como una
20
expresión resonante de la imaginería de las castas coloniales, la impureza o hibridez
antagónica donde se confinaba al opositor del mundo urbano: el campesino (Lomnitz,
1999:23).
El naco en la actualidad es un kistch de la modernización, la permanencia de una
categoría que denota la falta de certeza del mexicano en la modernidad. Mientras que la
acusación de naco se asociaba en el pasado a la resistencia a la modernización por parte de
un mundo agrícola y rural, la permanencia de lo indígena que tanto angustiaba a los
liberales del siglo XIX (Aguilar Camín, 1994:270)
22
hoy en día se utiliza como una forma
de participación en un simulacro espejo donde el principal elemento activo es una
distinción, la desconfianza en una adopción de lo moderno reflejada en la carencia de
compromiso con los cambios necesarios para ser global. Cito a Lomnitz al respecto:
“Y es precisamente este grado de autoconciencia, esa falta de
naturalidad en lo moderno (esta inautenticidad, dirían los antinacos), lo
que explica la persistencia del signo de lo indio en esta forma de
distinción pues, al igual que los indios de la época colonial, los nacos de
hoy no alcanzan a asimilar su redención” (Lomnitz, 1999:23).
Como resultado, hay una cultura de la desconfianza basada en la veracidad de lo moderno,
pues tal y como las autoridades administrativas y religiosas de la colonia desconfiaban de la
conversión indígena al cristianismo, de los patriotas criollos y liberales del siglo XIX que
renegaban de la persistencia de lo indio en su tarea de crear una república democrática o en
los revolucionarios que condenaban lo que no abrazara el espíritu nacional (mestizo) como
punto de partida para la modernidad, hoy en día lo moderno consiste en la sumisión a la
imagen, el abandono del espacio público y la glorificación del Dios consumo como fórmula
para abandonar el subdesarrollo. Esta es una sociedad que hace del rumor una verdad que
entre más increíble sea se vuelve más redituable.
El cambio de la relación entre nación y modernidad, se puede observar en la
transformación de lo naco, que pasa de ser una palabra discriminatoria a una distinción
estética de lo moderno con una abrumadora presencia en nuestra población urbana. Figura
que como Bartra ilustra, en referencia al pelado, viene de un desecho de la industrialización
urbana moderna, para el cual a diferencia de los antihéroes de la novela picaresca española
(alfaraches, lazarillos, periquillos) el lenguaje no es un medio para comunicar sino una
barrera defensiva construida por un laberinto de contradicciones cuyo fin es el escape y el
sin sentido (Bartra, 1986:165).
El México dual que tanto ha obsesionado a políticos, antropólogos y escritores
(tradicional-rural-indígena-atrasado vs moderno-industrial-urbano-mestizo) lejos de
terminarse ve nacer una nueva dirección que se agrega a ese, de por , intrincado laberinto
22
“La corriente modernizante tuvo un alto registro anti indígena, porque en la población indígena fue donde
percibieron la mayor resistencia, las más hondas inercias coloniales. Para los liberales mexicanos hijos del
regalismo español y de las logias masónicas la civilización indígena y sus costras novohispanas eran un
peso muerto en la carreta del progreso”. Publicado en Libertad y justicia en las sociedades modernas. Miguel
Ángel Sánchez (Coord). Ed. Porrúa. México, 1994.
21
que conectaba la desidia y la fatalidad con los sentimientos de inferioridad y evasión: el
progreso social que marcaba como integración urbana la inserción en el sistema
burocrático. Ahora, en lugar de perseguir su entrada a esa entidad colectiva como objeto de
movilidad social, en la población se añade un elemento mucho más fuerte y resonante, el
espíritu de empresa.
Como tal, y en correspondencia a una sociedad global, México vive también una
nueva modernidad, una hipermodernidad cuya estrategia viene del activismo empresarial, la
exaltación del cambio, de la reforma, de una adaptación desprovista de horizonte de
confianza y de grandes concepciones históricas” (Lipovetsky, 2004).
Ningún autor es capaz de ponerse de acuerdo en que la globalización produzca
efectos uniformes en su contacto particular con las localidades, pero lo que si es posible
advertir son los cambios regionales que propicia. Sabemos lo que destruye pero no lo que
emerge de la desintegración. Por ello, estas sociedades se encuentran en lo que Luhmann
(2009:425) entiende como riesgo en cuanto se apela a la decisión.
El riesgo de aceptar lo global sin preámbulos, estrategias o un mínimo de
precauciones (quiero decir esto para no caer en el lugar común que serían las fantasías
conspiratorias, pero no tengo evidencia empírica para desestimarlas), ha sido la aceptación
de un imperio individualista donde el consumo no conoce freno ni limitaciones. Gracias a
esto, la capitalización, la urbanización o la comunicación operan con un mínimo de reglas
para sustentar la libertad de comercio, enriquecimiento u opinión. La modernidad
sobrestimada, la hipermodernidad se impone con una fuerza autoritaria mientras el
nacionalismo, que cede su función de mediación, guarda el registro sentimental como decía
el fallecido escritor Carlos Monsiváis y para no desaparecer se atrinchera en el lenguaje,
que no es el que comunica sino el que produce vehemencia, su fantasía anarquista acorde
con un imperio de los deseos, el relajo y el importamadrismo.
En este universo microsocial donde la “hueva”, los “chingazos”, “el pedo” y “el
perreo” imponen su levedad como lógica de aspiración existencial, el naco emerge como
indicador de lo moderno, nuestra modernidad indiana. Para esta inmanencia vale poco la
pregunta por la representación de lo político, pues lo importante se concentra en las
pulsiones internas, necesidades y deseos insatisfechos canalizados sólo en los actos rituales.
Así importa poco que el sujeto sea parte de una cultura democrática cuyos valores
fundamentales sean la tolerancia, el respeto, la honestidad o la lealtad, pues la mediación
ideológica garantiza un mínimo esfuerzo social cuyo sentido se encontrará en un
posicionamiento claro en un ritual de reconocimiento específico de la corrupción: no
importa cómo llego a la riqueza un empresario sino lo que tiene y ejerce, es idealista cuánto
compromiso público detenta el diputado en su labor legislativa sino cómo ubica y consolida
la agenda partidista o bien, es secundario como y en que circunstancias los ciudadanos
ejercen su derecho a votar sino lo principal es que cumplan con llenar boletas para cumplir
un proceso.
22
La narco estética como expresión urbana
Esta libertad sin estrategia ni esfuerzo que glorifica nuestra cultura y encuentra ecos
pronunciados en el activismo empresarial, ya genera su propia dinámica sin necesidad de
tocar la puerta de la legalidad; sin necesidad de los medios de comunicación ha creado su
propia lógica de operación, sus políticas de imagen y distinción estética. Su nombre es
narco estética y es hija del proceso de desmodernidad nacional hipermoderna llamado
narcotráfico, viene de la paradoja.
En los inicios de su historia, este fenómeno se presentó a nivel cultural como una
expresión de lo naco, de la aspiración al progreso de forma imperfecta y parcial. Sus capos
eran ricos pero no eran la viva imagen del progreso, sus gustos denotaban su pertenencia a
un sector social específico y la burguesía mexicana los llamaba despectivamente “nuevos
ricos” en asociación directa con los burócratas de alto rango o los ganadores de la lotería.
Este proceso discriminatorio cuyo origen se sustentaba en un concepto de lo naco que
todavía utilizaba la distinción rural, funcionaba bien para la burguesía que aún se reconocía
a misma en la elitización y ciertas prácticas cosmopolitas, lo que Lomnitz llama
jocosamente art naqueau por sus pretensiones europeizantes (Lomnitz, 1999:24).
Pero con el libre comercio, estas distinciones han perdido su significado, pues el
dinero termina por sustituir la distinción y abre el proceso hacia la aceptación de todos los
que estén en posibilidad de adquirir los bienes que son el emblema del prestigio.
Lo naco por sobreasimilación, es decir aquella imitación imperfecta de la cultura
extranjera y los estereotipos televisivos, casi siempre procedentes de la cultura
norteamericana, que comenzó con los nombres extranjeros y hoy en día hace imposible
prácticamente que haya gente con un solo nombre o que exista una continuidad
generacional reconocida en una ironía inconsciente (papá se llama Agapito y el hijo Brian
Nicolás o Christopher Alexander o mamá Sanjuanita y su hija Jennifer), las fantasías de una
clase media colonizada que no tiene identidad hasta que va de compras a las tiendas texanas
o manda a sus hijos a escuelas bilingües, en suma, el mundo del nac-art, se topa al instante
con una nueva presencia aspiracional que da de golpe un nuevo rostro a sus ambiciones
bajo un lema absoluto: “Mejor vivir cinco años como rey que treinta como buey”.
Si en la hipermodernidad lo efímero define la percepción que se convertirá en un
consumo transmutado en vocación, en el México desmoderno, la vida convertida en juego
ante una muerte inexorable sustituye la fatalidad del deceso por el disfrute absoluto, el
riesgo: imagen social que pensadores como Zigmunt Bauman (2007) preconizan para los
países europeos, es ya una concreción total en nuestro horizonte de militares, narcos y
santones, ya que los miembros de una sociedad de consumidores finalmente han aceptado
lo que en otras condiciones parecía imposible: ser ellos mismos bienes de consumo,
redituables, operativos y sobre todo, intercambiables.
La narcoestética es la expresión de un juego de simulacros e identidades que sin
embargo, a diferencia del consumo blindado y antiséptico de los países desarrollados,
refleja la intrincada red imaginaria en la cual se construye y recicla el poder a través de los
individuos. A continuación, si me lo permiten quisiera abordar algunos referentes para
describir este término en su vinculación con el paisaje urbano.
23
Narco estética: la muerte como horizonte
A finales de 1980 comenzó lo que es un culto emergente dentro de la religión católica, La
Santa Muerte. Kristen Norget ha detectado los inicios de esta devoción entre los
oaxaqueños a través de la imagen protectora de la calavera con guadaña y su conversión a
culto y ritual por parte de criminales y policías (Norget, 2002:25).
Su éxito entre estos grupos desató una oleada de feligreses en otras zonas del país,
principalmente las fronterizas que dejaron su huella a fines de la década de los ochentas con
los llamados narco satánicos que operaban en la región noreste. Y este éxito llevó al zar de
las drogas en la década de los noventa, Amado Carrillo, a financiar el santuario de la Santa
Muerte en el barrio bravo de Tepito en la Ciudad de México (Lomnitz, 2006:465).
En la actualidad este culto que tenía un sector bien diferenciado opera en una
generalidad completa, abarca todos los estratos de la sociedad y abandona su referente
ligado a la clandestinidad para tener cultos y parroquias de libre acceso y complementar
otro fenómeno que ya venía gestándose en los últimos treinta años, tras el desajuste del
Concilio Vaticano II en los países católicos.
Como Indica Juan Zapata Novoa, para sociedades estructuradas y monolíticas la
regiomontana, mi contexto y situación, por ejemplo donde los valores religiosos han sido
conservadores durante décadas, al entrar en contacto con un reordenamiento institucional,
dicha homogeneidad no convoca a un proceso de consenso, sino más bien constituye el
momento perfecto para reinsertar el eje rumor-ritual-esfera pública desde el cual se
establecen formas de comunicación alternativa, ante las incapacidades oficiales o
institucionales para ofrecer respuestas adecuadas ante la complejidad estructural.
La fuente de información personal (chisme) sustituye la información oficial y en
cierta manera, emerge una polaridad de posiciones “islas de religiosidad” donde las
facciones se reconocen por su pertenencia a una élite colegios, movimientos, grupos
mientras las mayorías identifican su propia religiosidad no en el compromiso de sus
prácticas rituales, sino en la filiación a una tendencia (Zapata Novoa, 1990:82).
No es fortuita la aparición y frenesí de magos, astrólogos, médiums o adivinos que en
su mayoría no se presentan como rivales del catolicismo sino como formas
complementarias de religiosidad. Un sujeto que venera a la Virgen de Guadalupe y que
tiene un crucifijo, igualmente recurre a la brujería o la adivinación lectura de cartas,
angelología, piedras mágicas para orientar su vida sin necesidad de plantearse el carácter
institucional de su religión. Finalmente el mismo sujeto que no detecta la diferencia de
sentido entre comunidad e individualidad, hace lo propio con la religión y su oficio.
Si todo consiste simplemente en adoptar emblemas para ciertas necesidades como
productos para diferentes usos, no es extraño que un elemento recurrente en el paisaje
urbano sean los tianguis con espacios localizables para la venta de artilugios e iconos
relacionados con la Santa Muerte o incluso la figura de un mariachi basado en la leyenda de
un bandolero (Jesús Malverde) elevado a objeto de devoción popular.
Las camionetas pick up o SUV`s que surcan las avenidas y calles con colores
rimbombantes y a veces hasta con paisajes y figuras estampadas en costosas pinturas para
la carrocería, no pueden quedar exentas de su implacable calavera o “niña blanca” que
decora los vidrios polarizados. Lo más irónico de este fenómeno es que ya es imposible
24
diferenciar entre una camioneta de un narcotraficante y alguien que simplemente tiene
gustos exóticos. La imaginería popular ha convertido este kitsch en un objeto de poder, en
un símbolo del límite que gustosamente una generación que idealiza una cultura agraria,
justifica como pertenencia a una entidad capaz de decidir sobre la vida y la muerte.
Ya que hablamos de la muerte, es impensable su ausencia en nuestros paisajes
urbanos súbitos, alegorías de lo efímero que guardan una lógica absoluta como radiografía
de una realidad imperturbable del libre comercio y el consumo: cadáveres diseminados,
vehículos en conversión a murallas, detonaciones azarosas convertidas en inverosímiles
pechos a tierra en cualquier estación del metro, gente sin cabeza con mantas de advertencia
que no conformes con el mensaje mismo promulgan el meta mensaje en algún puente o
paso a desnivel, espacios públicos que dominan la centralidad del observador y se
intercambian a su vez con los vaivenes del tráfico y sus flujos. Nadie escapa de su lógica
maquinal en un orden de perspectiva y lo mismo hace intervenir en su diegesis al político,
al empresario, que al soldado o el policía.
Pero, para que nadie se aburra, en esa ciudad donde lo efímero se radicaliza, de vez
en cuando como en algún reality show que necesita acción en tiempo real alguna
granada enmedio de una plaza, en un coche o en el tránsito cotidiano esquirla su mensaje
frente a la mirada de todos, a veces incluso las balas perdidas le pegan a una masa
indiferenciada y silenciosa que luego tiene que cargar con la culpa de estar en la calle
mientras las autoridades miran para otra parte, o recurren a la fórmula kitsch por excelencia
a nivel jurídico, la transmutación de la culpa. En esa ciudad nadie se salva de ser un
elemento interactivo, todos están en posibilidad de entrar a cuadro.
Dentro de este trazo, no hay que olvidar la expresión de la necrópolis como última
evidencia del fasto y el poder, lugar donde lo efímero de la vida encuentra su imposible
escape. Ninguna estética arquitectónica en México, puede revelarnos lo que un sepulcro del
narcotráfico dicta en su expresión tragicómica, claro, exceptuando las Cámaras de
Diputados y las escenas publicitarias de la Presidencia de la república.
En esa tragicomedia, que solo se revela como tal cuando hay reflexión de por medio,
sabemos también que en realidad este kitsch narco estético es también una invención,
nuestro propio imaginario conducente a tranquilizarnos para delimitar una espacialidad que
desearía puntualizar que el “infierno son los otros” como dijo Sartre una vez e ilustra la
película de Luis Estrada, pero nada permite una distinción a nivel estético, pues el narco
kistch, ese sujeto descendiente rural que se identifica con la imperfección moderna, ya no
orienta esas fórmulas más que en sus subordinados. ¿Como diferenciar al empresario y
aristócrata millonario del narcotraficante millonario? Cada vez es más difícil puesto que las
apariencias también se homogenizan en el consumo y aceptémoslo, le dimos la bienvenida
a la muerte cuando dejamos creer en la educación pública y la posibilidad de pensar por
nuestra cuenta.
25
Bibliografía
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26
Cuerpo y paisaje urbano en la ciudad contemporánea
23
“La humanidad siempre está hablando de arquitectura.
¿Qué tal si el espacio empezase a mirar a la humanidad?
¿Invadiría el espacio basura el cuerpo?”
Rem Koolhaas
El cuerpo humano constituye un fenómeno de interés recurrente en la vida diaria, pero poco
reflexionado, dentro de los flujos de información contemporánea, pues para cualquiera es
un hecho la preocupación del cuerpo en sí, en tanto que objeto de un padecimiento hacia el
interior (carácter médico) o bien del resultado de una transformación por situaciones
externas al individuo accidentes o el desajuste frente a prácticas estandarizadas de
belleza (obesidad o delgadez extrema). Estas expresiones llevan por lo general a una
reflexión intrínseca partiendo de un hecho límite que es la confrontación del sujeto con su
ego. En la psicología clínica esto se conoce como la función de espejo.
A través de un enfrentamiento con el espejo, cada individuo regresa a lo que tuvo en
algún momento un papel formador de la personalidad en la infancia, esta es una constante
regresión que tiene por finalidad situar la relación de un organismo con su realidad en los
términos en que Lacan definía como “la transformación producida en el sujeto cuando
asume una imagen” (1987: 87).
Dentro de los imaginarios corporales estudiados en la función de espejo distinguida
por Lacan, hay dos formas de asumir este cambio en virtud de los contextos, por una parte
hay una función de clara ubicación del individuo dentro de sus expectativas que provoca la
adopción de un proceso de madurez dentro de una dialéctica temporal y por otro, hay una
remisión constante a un entorno dramático donde la ilusión espacial es el principal
ingrediente para el desarrollo de una percepción de inacabamiento constante que lleva a una
desintegración agresiva del individuo surgida de un imagen fragmentada del yo.
Esta polaridad imaginante del cuerpo frente al espejo con su intrínseca remisión a la
espacialidad es el momento específico y significativo que pretendo relacionar con el
paisaje urbano y el hacer ciudad en su más profundo sentido político. Así, en
consecuencia, nos movemos de la esfera de un concepto de ciudad derivado de un
racionalismo sincrónico constituyente de un sujeto anónimo y universalizable
urbanismo a lo que De Certeau (1996:107-108) ha caracterizado como los andares de la
ciudad en tanto que operación de las prácticas urbanas donde hay procedimientos
multiformes, evasivos y resistentes que escapan a la estructura de los poderes de la ciudad
abstracta.
Los cuerpos emergentes de esta ciudad son hechos significativos y no un mero
reducto de ocupación destinado a dar cuenta de una correspondencia entre forma y función
vista desde un panoptismo (Foucault, 1976:227), donde la determinación de ser observado
rige la relación entre el sujeto y los lugares.
23
Ese texto se presenta en el marco de las actividades de la Reunión 88 de la Asociación Nacional de
Escuelas de Arquitectura titulada “Arquitectura, ciudad, región y gobernanza” en octubre de 2012.
27
El espacio percibido viene mediado por una forma intrínseca de carácter existencial,
una dimensión significativa para lo corpóreo del sujeto, como se declara a continuación
con pertinencia:
“Si soy capaz de sentir mediante una especie de entrelazo del
cuerpo propio con lo sensible, también soy capaz de ver y reconocer
otros cuerpos y otros hombres. El esquema del cuerpo propio es, puesto
que me veo, participable por todos los demás cuerpos que veo: es un
léxico de la corporeidad en general, un sistema de equivalencias entre el
adentro y el afuera, que prescribe a uno su cumplimiento en el otro”
(Merleau-Ponty, 1969:139).
Por lo tanto, en las reflexiones de Merleau-Ponty, se encuentra una idea fundamental, el dar
un paso más allá en cuanto al problema del espacio y el cuerpo desde la mera percepción y
en cambio, hay una apuesta decidida por el lugar en cuanto forma de mediación clave para
el hombre entre el espacio y el cuerpo por medio de su existir en el hábitat. La esencia de la
relación del hombre con el espacio por medio del lugar para residir, habitar.
Lo cotidiano como conocimiento
El primer apunte que pretendo situar en torno a las prácticas urbanas viene de considerar el
flujo de información socioespacial dentro de lo vívido, es decir, haciendo hincapié en la
separación entre cotidianidad y vida social. Dicha diferencia significa la introducción del
tiempo que posibilita la observación de lo cotidiano y por tanto el cruce entre la existencia
subjetiva pero también concreta en lo social. Indica David Le Breton:
“La existencia colectiva está basada en un encabalgamiento de
rituales cuya función es regir las relaciones entre los hombres y el
mundo, y entre los hombres entre sí. A través del propio camino, cada
hombre simboliza con un estilo propio la multiplicidad de situaciones con
las que se encontró una y otra vez. La vida cotidiana es el lugar
privilegiado de esta relación, de este encuentro con el sentido, que se
renueva en cada momento” (2010:93).
Los usos del cuerpo permiten el estudio de lo cotidiano y al mismo tiempo hay un
fenómeno intrínsecamente espacial en la percepción del cuerpo por parte del sujeto, pues
gran parte del proceso de socialización consiste en la experiencia constante del habitar.
Espacialidad y temporalidad consistentes en gestos socialmente admitidos, arraigo corporal,
tejido continuo de sensaciones, factores de constante remisión a la presencia corpórea
dentro de la estructura social símbolizando también el encuentro ante una familiaridad
notable que es la ciudad.
No hace falta una observación muy detallada para darse cuenta que en esta asociación
entre usos del cuerpo, cotidianidad y espacio urbano, la realidad no se confina al registro
28
cartográfico, la huella geográfica que instaura el poder de demarcar los usos correctos de
una abstracción, sino en un rescate para una actividad gnoseológica básica: el acto mismo
de recorrer el espacio , los andares como puestas en duda del predominio absoluto de la
mirada heredado de la modernidad racionalista que presagiada por Simmel y expuesta con
nitidez por Le Breton ha conducido a una vida social urbana reducida a un “crecimiento
excesivo de la mirada y a una suspensión o a un uso residual de los otros sentidos, cuyo uso
pleno el hombre sólo encuentra en los límites del hogar” (Le Breton, 2010:102).
Por tanto, si queremos ampliar la percepción del cuerpo como simple estatua
pensante, que coadyuva a la escenografía de una ciudad monumento que apela a la mera
contemplación espectacular, es necesario recurrir a una simbólica del espacio urbano a
través del uso del cuerpo donde los sistemas de comportamiento tienen una relación directa
con el sistema de imágenes y representaciones (Hall, 1978).
A continuación presento algunos elementos recurrentes de la expresión del
racionalismo urbanista y su interpretación en México a partir de las ciudades
contemporáneas recurriendo a una idea clave para entender esta descripción: la ciudad
como metáfora del cuerpo social.
La ciudad como cuerpo fragmentado
Decía con ironía Paul Virilio (2006) que la ciudad dejó de ser un espacio de callejeo y se
convirtió en una trama de trayectos de circulación obligatoria. Este carácter coercitivo
fundado en la impersonalidad exterior, pero al mismo tiempo en la extrema vigilancia por
medio de la mirada como recurso de apelación, han forjado una representación de lo urbano
abstracta, desconectada de la caminata y el desarrollo de otros sentidos.
La separación entre paisaje urbano y cuerpo sensorial nos remite a una sociedad en
desarraigo, con una fuerte tendencia a la fragmentación. Si bien toda ciudad desde su
nacimiento ha sido un conjunto múltiple con diversos contenidos, tipologías y usos de
suelo, sólo en la modernidad podemos entender la gestación de un proyecto urbano
antagónico que consiste en sitiar, confinar, reducir al otro, es decir, el confinamiento de la
práctica del espacio a través de la negación del lugar (De Certeau, 1996:122).
En la ciudad moderna, la fragmentación es un sello característico de la
impersonalidad de no-lugares que se multiplican en menoscabo de la exploración y lo
habitable. Diversos autores como Harvey (1992) centrado en la dicotomía entre valor
inmobiliario e ingreso económico, Borsdof (2003) desde el punto de vista morfológico
entre la tensión de la tendencia sectorial-lineal y el crecimiento orgánico-celular o Castells
(1999) con una sociología urbana desde su vinculación al concepto de segregación por
medio de estratificación y jerarquía socioespacial, han abordado este fenómeno en términos
de la ciudad como dispositivo de organización que se quiebra y especializa en múltiples
compartimentos.
Desde este esquema, si bien muy fecundo para una noción estratégica de la
planeación urbana cuya aspiración es la geometrica definida por el urbanismo, también es
cierto que su inserción dentro del racionalismo no agota la riqueza y profundidad del
fenómeno. Así, es importante recordar como De Certeau subraya que el espacio es un lugar
29
practicado, en el sentido de que todo espacio se produce por una actividad interpretativa del
sujeto y en el caso de la ciudad, el caminante (1996:129).
El caminante no experimenta el espacio en sí, más que el entorno, construye el
paisaje en su propio andar, hace camino con su cuerpo. Participa de una forma dialógica en
la interacción con el ambiente en el mismo sentido en el cual el filósofo Richard Rorty
(2009:351) abogaba por el entendimiento del acto de conocer no como algo con una esencia
desde la cual una clase privilegiada de individuos resguardaría el significado puro y
verdadero, si no de la comprensión del conocer como una conversación constante. Aquello
que desde la librería de lo filosófico parece muy osado, darle prioridad a la democracia
sobre la idea de razón, desde lo urbano revela una dialogicidad cargada de sentido: el
espacio público como punto de contacto entre la ciudadanía.
El conversar de la ciudad moderna, sin embargo, desaparece poco a poco frente a un
espacio constituido por una amalgama de no-lugares. La experiencia urbana del individuo
se vuelve un recurso de apelación a una monotonía constante de lo efímero, de la ausencia,
entre un desierto de asfalto, concreto y cristal reflejo que “un poder tecnocrático crea por
todas partes y que coloca al habitante bajo vigilancia (¿de qué? no se sabe)”(De Certeau,
1996:116).
La reducción de la complejidad del fenómeno urbano, se presenta entonces en la
remisión a un cuerpo imaginado desde la situación donde la expresión pública espacial no
toma la forma de un diálogo, sino de la intervención y el acecho dado por la pugna entre
exterior e interior.
El cuerpo interviniente en la ciudad moderna, o más bien intervenido, es un cuerpo
estupefacto, restringido a la mirada convertida en la expresión de un triunfo pírrico de la
arquitectura y el urbanismo racionalista por medio de la sumisión a la circulación de
vehículos, pantallas y desfiles de imágenes, complejos residenciales, torres y rascacielos,
como revelan las perspectivas de famosos arquitectos y urbanistas como Robert Venturi
(1998) o Rem Koolhaas (1978).
El cuerpo que emerge de esta negación de la conversación de la ciudad es mudo,
incapaz de trazar una distinción para el espejo y por tanto, hace del mundo que lo envuelve
un simulacro. Esta es la apuesta de las nuevas realidades urbanas en el conjunto de lo
global: el cuerpo es un mal necesario que come, respira, deshecha pero que también es
innegable, por lo cual su existencia se tolera en un silencio propiciado por la incertidumbre
y el desapego al espacio público.
Los dilemas de la individualidad radical son vividos en Occidente a través de la
figura clave del egocentrismo que con profundidad e ironía describe el sociólogo
anglopolaco Norbert Elías muy a propósito de nuestro interés:
“Sociedades más simples y, siempre, niños de todas las sociedades
ofrecen aún hoy ejemplos de seres humanos que todavía no poseen la
capacidad de verse a sí mismos y a sus compañeros de grupo desde lejos, como
espectadores asomados a la ventana de un edificio, al mismo tiempo que, por
así decirlo, están actuando en la calle. Ciertamente, también ellos poseen
conciencia de mismos y de otras personas, pero aún viven y actúan
directamente en el trato y la relación con los otros. Todavía no tienen acceso a
30
una forma de experiencia y a un mundo conceptual que hace posible que el ser
humano tenga también conciencia de mismo como algo exterior e
independiente de su propio grupo, como una persona hasta cierto punto
enfrentada a su propio grupo” (2000:122-123).
Para este cuerpo teórico la conexión entre ciudad y espacio social aún existe desde una
fuerte tendencia a considerar inacabada la forma en la cual el fenómeno moderno muta y
transforma el entorno, todavía ataca el alejamiento de la expresión colectiva en los términos
en que se manifiesta el cuerpo político de la urbe en lo público. La tensión por lo tanto, aún
anima a la parte intelectual de la Comunidad Económica Europea y su noción del espacio
practicable. Pero ¿qué sucede en la esquina del tercer mundo?
Del cuerpo fragmentado al cuerpo destrozado: la ciudad mexicana
La función de espejo es un punto de partida para entender nuestra propia imagen, una
remisión necesaria para el desarrollo de una forma autoconciente de ser y habitar. Dado que
el fin de este trabajo es establecer una interpretación de la ciudad como métafora del
cuerpo, no tenemos de otra que declarar la introducción de la modernidad urbana como el
punto de contacto con el espejo en el cuerpo político de la sociedad mexicana.
Pero, para entender esta realidad del cuerpo político inserta en la mexicanidad, es
preciso invertir el plano de expectativas con que la teoría sociológica moderna simplemente
advierte el riesgo de la cultura como simulacro en los Estados Unidos y Europa. Mientras
que la disolución de lo social en lo imaginario es una expresión con que sociólogos como
Baudrillard (1978:169), identifican el fin de lo social, es decir, de una tendencia a la
expresión del cuerpo político como realidad posible o en Bauman (2006) del advenimiento
de una cultura líquida que paulatinamente hace efectivos los vaticinios de Marx de una
modernidad que desvanece lo sólido; en México hablamos de un auténtico reino de lo
imaginario que rara vez hace evidente su propia simulación.
Hace poco Agustín Basave Benítez dedicaba una obra completa a este mecanismo de
simulación construido en torno a las prácticas culturales y apuntaba para ilustrarlo
preguntándose por qué hay una tendencia tan particular y característica del liberalismo
mexicano que se refleja directamente en la problemática socioespacial:
“He aquí uno más de los síntomas de nuestra esquizofrenia. Pregonamos
los valores comunitarios y cotidianamente, en nuestra praxis cívica, ejercemos
el egoísmo más acendrado. La depredación de nuestros recursos naturales y la
falta de respeto por los espacios públicos las practican el rico y el pobre y son
sólo dos ejemplos que nos dejan muy mal parados frente a las sociedades
europeas o norteamericanas. Se trata, como sugerí antes, de un problema del
sentido de pertenencia y de propiedad: lo que es de todos no es de nadie. La
identidad colectiva pasa de la individualidad o la familiaridad a la colonia o la
capilla, dejando a la cohesión social y a la nacionalidad en una vaporosa
abstracción” (2010:78-79).
31
El resultado de esta impersonalidad es una disociación entre una cultura dirigida hacia la
intimidad y otra al espacio público. En la manifestación externa y las palabras, la sociedad
mexicana condena a través de sus sistemas de mediación, las telecomunicaciones, el abismo
entre la norma y la realidad, a través de la sala de sus casas cada telespectador contempla
una realidad bajo el lente de una perfección absoluta que es un tribunal de la verdad, pero
en la forma no aspiracional de lo cotidiano se revela la cruda realidad de los espacios
públicos y el patrimonio histórico y natural: la exaltación del pillaje y el saqueo como
fórmula de concreción de un auténtico mexicano, festejo por el destrozo con la satisfacción
impune del dañador a medida que la aplicación de la ley es una sugerencia.
Esta situación paradójica que abrimos en nuestro texto a partir de la función de
espejo, surge en la cultura mexicana como esquizofrenia, es decir, una separación entre el
ego y el mundo exterior que trae como consecuencia la pérdida de los límites del yo.
Cuando el ego no tiene límites la gobernanza es imposible pues el tejido social no se
compone de un equilibrio entre emoción y desición racional interacción cuerpo -
mente y ante un escenario así, tenemos un flagrante resultado: el paisaje urbano
mexicano está destrozado, sangrante y en resguardo.
Examinemos un poco el cuerpo ultrajado de la ciudad mexicana. Las calles y
avenidas que son simbólicamente venas y arterias, nos revelan dos usos no considerados
por la planificación funcional, la terrible agresión a cualquiera que ose caminar cerca de
raudales de coches que son cápsulas de vértigo donde aflora lo peor de cada individuo por
la posesión territorial de lo efímero, mientras el recorrido contiene tantas y tan variadas
imágenes multiplicandose en cada horizonte descubierto con la mayor cantidad de
publicidad posible, como si la meta fuera llenar cada hueco de lo visible con todo el
cátalogo de servicios de lo existente.
Fig. 1-2. Ejemplos de contaminación visual.
Bajo este reino de imágenes fluctuantes que parecen medir su salud por medio de la
circulación constante e incesante de un torrente vehícular, una nueva clase de marcadores
urbanos imprimen un sello especial para interrumpir de golpe como si todos recibieran una
sacudida a través de un tapón de grasa para las arterias, el bloqueo del día, la marcha
establecida con o sin razón, la narcomanta colgante de un puente, el coche baleado, los
colgados o destazados levitantes en un puente o depositados al pie de una escalera.
Espacios funcionales y semiosis no prevista por ninguna planificación.
32
Figs.3-4-5. Ejemplos de marcadores urbanos gestados por el narcotráfico.
En el encuentro de lo cotidiano, la imagen de la vivienda conoce la proliferación de
súpercélulas aspirantes a propagadores de anticuerpos: los vecindarios de acceso restringido
y en la modalidad mexicana, son los propios vecinos además de las autoridades, quiénes
secundan vallas o muros de diversos materiales aspirantes a blindajes que permitan la
inmunidad requerida ante los peligros impredescibles de la urbe, si la colonia o residencia
en cuestión no contaba con tal equipamiento al momento de su venta, incluso dentro de
fraccionamientos ofertados bajo el concepto de vivienda de “interés social”. La
claustropolis (Virilio, 2006:73) como signo de una demanda habitacional expresa el deseo
simbólico de una demanda de forclusión tanto en sectores residenciales como en amplias
capas de la clase media.
De esta inseguridad y temor se extrae un factor funcional que a la inversa del uso de
suelo previsto para la circulación, aquí se basa en la explotación totalmente previsible de
una veta para el gran capital comercial. La publicidad inmobiliaria coloca en primer plano
todo lo que tenga que ver con amurallamiento, vigilancia o corte de flujos de circulación
ante un consumidor desesperado.
Figs. 6-7. Ejemplos de nuevos blindajes residenciales improvisados.
Pero como todo límite de lo funcional, su doble opuesto, es decir de la vivienda amurallada
de uso individual y restringido, tenemos la cárcel, los centros penitenciarios, auténticas
escuelas de formación para criminales y potenciales aspirantes definidos como tales ya por
el simple hecho de pisar ese lugar. Ambas vivienda y cárcel son la expresión de una
33
sola idea que es el confinamiento y en la realidad mexicana, ambas mantienen el símbolo
de la seguridad como un mito de protección más que como acción efectiva.
Al igual que en las reglas del capital comercial, un gran sector de esa vivienda que no
se puede pagar y exige un output del sistema a través del desalojo y la ocupación efímera
por medio de inqulinos (los llamados aviadores o posesionarios), en el mundo penitenciario
con la fuga constante de reos da una muestra elocuente de una seguridad de papel, es decir,
de una cultura donde el cumplimiento de la contemplación formal y el límite a través de los
muros y torres de vigilancia no secunda la obsesión funcional: una cadena informal de
desaolojo y reocupación llena de intersticios y vacíos. Cada uno de ellos normados y
regulados por tramas de significación espontánea.
Figs. 8-9. Vistas de centros penitenciarios.
Ni las vallas improvisadas van a impedir que se fuguen los criminales ni estos, van a
encontrarse resguardados y en proceso de readaptación, sólo la ilusión de una seguridad
imaginaria, respaldada en la dicotomía historica y milenaria entre interior exterior que
secunda y coordina lo propio que se valora en la semiosis del cuerpo: adentro lo que
fascina, afuera lo desagradable, coordina la experiencia de los centros penitenciarios.
Pero, así como en un extraño viaje de autodescubrimiento, la cárcel en su sentido no
institucional ofrece la posibilidad de que cada individuo retorne a la ciudad pánico con una
nueva aportación aprendida durante su estancia, un producto derivado de la adjudicación
institucional que se hizo a su status de criminal sin prestar atención a los estímulos del
entorno. Esta lenta destrucción de la personalidad que marca una categoría social al hecho
de pisar un lugar que rige la inmersión a la penitenciaría, es un idea que en las ciudades
espectáculo tiene su correlato desde la obsesión por demarcar, segmentar situar y vigilar. El
panóptico que se vuelve urbe.
Conclusión: espacio público y capital social
La inseguridad urbana propone un actor emergente para la ciudades del nuevo milenio y en
el caso de México, esta situación se vive de manera por demás dramática. El capital social
que en apariencia puede incrementarse en el cuerpo comunitario al proponer acciones
coordinadas de seguridad o con patrullas vecinales, muy pronto ve menguada su efectividad
34
potencial y significativa, es decir, no se constituye en un ámbito de trascendencia para lo
doméstico, sino que se convierte en un espacio donde el flujo de comunicación se
interrumpe y cede el paso a una proxémica basada en la desconfianza, a través de una
comunicación pública centrada en la paradoja interior exterior.
El capital social circulante desde una fuerte contraposición entre lo público y lo
privado, tiene un escaso nivel de vinculación y como resultado, termina siendo un factor
coadyuvante para la dinámica de privatización del espacio público, que se mantiene
constante en los últimos treinta años. Putnam (1995: 65-78) mostraba de forma muy
interesante como la importancia de una adecuada distribución vinculativa entre espacio
público y capital social, repercutía de forma directa en la criminalidad generando factores
de repercusión al nivel de variables de primer orden como la pobreza.
Un capital social en potencia, sin vinculación, es como un urbanismo sin sujetos,
monológico, pérdido en el árido mundo de la especulación inmobiliaria: un cuerpo
fragmentado, visible, pero no comunicable, sólo preocupado en el encierro y multiplicación
de sus signos.
Bibliografía
Baudrillard, J. (1978). Cultura y simulacro. Barcelona: Kairós.
Bauman, Z. (2006). Vida líquida. Barcelona: Paidós.
Borsdof, A. (2003). Cómo modelar el desarrollo y la dinámica de la ciudad
latinoamericana. Santiago, Chile: EURE Vol.29, No.86.
Castells, M. (1999). La cuestión urbana. México: Siglo XXI.
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Elias, N. (2000). La sociedad de los individuos. Barcelona: Península.
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México: Océano.
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Rorty, R. (2009). La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid: Cátedra.
Venturi, R. (1998). Aprendiendo de las Vegas: el simbolismo olvidado de la forma
arquitectónica. Barcelona: Gustavo Gili.
Virilio, P. (2006). Ciudad pánico: el afuera comienza aquí. Buenos Aires: Libros del
Zorzal.
35
Nuevas reglas para los medios de comunicación en los procesos
electorales: anatomía de reglas inconclusas
24
Introducción
En el ámbito de la sociología de la comunicación, el caso de la comunicación política es un
tema básico de estudio, pues del funcionamiento del espacio público y las reglas de
mediación establecidas por las instituciones políticas, las autoridades electorales y los
medios de comunicación, se derivan importantes cuestiones relacionadas no sólo con el
ámbito eleccionario y sus reglas de competencia para el acceso al poder, sino de la
percepción e interpretación de la gobernabilidad y la vida democrática del país. Estas
cuestiones son clave para entender en muchas ocasiones el éxito o el fracaso de proyectos
de reforma legislativa, que no se traducen sólo en el minúsculo compartimento integrado
por los legisladores, partidos políticos y empresas de comunicación. La comunicación
política de la sociología se entiende como un instrumento de observación y análisis de las
dinámicas de interacción expresiva del sistema social.
Este ensayo, se propone explorar el ámbito de la comunicación política desde un
término fundamental para el desarrollo de un proyecto de reforma en materia electoral: el
espacio público. En el ámbito de este espacio, la comunicación deja de ser solo una línea
de transmisión informativa absoluta entre las élites políticas y económicas y se concentra
en la observación del equilibrio entre información, comunicación y representación. La
comunicación política, en este sentido, es observada como una manifestación de variantes
y escenarios en los cuales se reproducen, tanto, opiniones como noticias, leyes y decretos.
Por lo tanto, considera a una reforma constitucional como un proceso normativo donde
existe una diferencia entre legalidad y legitimidad.
25
La teoría del nuevo espacio público
En 1993, dentro de las actividades del seminario internacional Libertad y justicia en las
sociedades modernas, el prestigiado sociólogo italoamericano Peter L. Berger abordó en la
mesa de discusión titulada Individualismo y comunitarismo en las sociedades modernas,
un concepto básico con el cual pretendía establecer un contacto intermedio ante la
polaridad de dicha temática: la institución mediadora.
Para Berger, la libertad es un valor que requiere un contexto institucional que
fomente al mismo tiempo su propia negación a través de lo comunitario, con la finalidad de
evitar un absolutismo de la propia liberalidad. Berger habla de un liberalismo que si bien
revela su predominio como sistema tras la caída de los regímenes comunistas, también trata
de volver observable su propio punto ciego, presente en un sistema donde el consumo, el
24
Este texto fue premiado con Mención Honorífica en el X Certamen de Ensayo Político convocado por la
Comisión Estatal Electoral de Nuevo León en diciembre de 2009.
25
Jürgen Habermas. Ensayos políticos. Península. Barcelona, 1987. p.81
36
hedonismo, el egoísmo, la individualidad y sus excesos, terminan por eliminar también la
necesidad del ser humano por estrechar lazos de solidaridad, cooperación y apoyo. Para
este sociólogo, dicho riesgo contenido en el término “libertad individual”, es susceptible de
introducir instituciones de equilibrio que les permitan a los individuos no sólo la apología
constante del factor personal, sino además la satisfacción de contar con un contexto
comunitario en su desarrollo social.
26
Este argumento se enfoca en la integración al sistema social de instituciones, que si
bien protejan la libertad de expresión individual, al mismo tiempo, ofrezcan también una
solidaridad comunitaria, es decir, un ámbito de pertenencia para lo social desde la
localidad. Desde esta perspectiva una institución mediadora es un principio de selección de
valores sociales y posibilidades de estrategia política, las cuales permiten un juego de
contrapesos con la finalidad de evidenciar el riesgo que implica una visión enajenante de la
individualización.
Este rol de instituciones mediadoras, de las cuales las más reconocibles a través de
este texto son los medios de comunicación, los cuerpos legislativos y los propios
partidos políticos, se forman dentro de un espacio público, el cual es consubstancial a la
vida democrática. Y tiene dicha categoría debido a que su funcionamiento como sistema de
medios permite que el dispositivo institucional y tecnológico pueda presentarse a un lector,
observador el público, en tanto que categoría colectiva. Toda institución mediadora es
por una parte afirmadora de la libertad individual en la decisión y expresión de los
participantes que forman la esfera de lo público, pero también desempeña una función de
vigilancia respecto al proceso operado entre información y comunicación.
Ahora bien, un nuevo espacio público surge de este ámbito de reconocimiento de los
contextos de mediación institucional, ya que las sociedades dentro de economías liberales y
de mercado, promotoras de la tercerización y el consumo, apelan a un concepto clave que
sustituye al término “sociedad de masas” propio de la industrialización, los medios. No es
exagerado afirmar como lo sostiene Jean Marc Ferry que estamos en una sociedad de
medios donde se mediatiza la comunicación de las sociedades consigo mismas y entre sí.
27
El resultado de este proceso es que la democracia masiva, per viviente en los procesos
de elección a cargos de representación popular, se halla en un contacto directo e
indispensable con la comunicación política. Pero a su vez, “el público del que se trata no
está limitado en absoluto al cuerpo electoral de una Nación: más bien se trata de todos los
que son capaces de percibir y comprender los mensajes difundidos”.
28
De una parte
hablamos de ese proceso relativo a las normas y leyes que son el objeto de un ordenamiento
jurídico y por el otro, de un reconocimiento reflexivo y voluntario de lo que Habermas
caracteriza como “aspiración normativa a la justicia”.
29
Las leyes generan comunicaciones. Hay normas jurídicas que apuntan a la legalidad,
pero también un mundo de símbolos formando procedimientos de legitimación. Así, un
26
Ver Individualismo y comunitarismo en las sociedades modernas. En Libertad y justicia en las sociedades
modernas. Miguel Ángel Sánchez (Coord). Porrúa. México, 1994. p.231-232
27
Las transformaciones de la publicidad política. En El nuevo espacio público. Ferry Wolton y otros.
Gedisa. Barcelona, 1998.
28
Ibid, p.19
29
Jürgen Habermas. Op.Cit.
37
riesgo emana de esta mediatización que se transfiere al espacio público, ya que por un
lado, la estructuración de este espacio basada en la generalidad y las decisiones
mayoritarias, tiene poca posibilidad de integrar una comunicación política de las minorías
donde estas acatan una voluntad por medio de una regla como procedimiento de
legitimación y por otra parte, esta mediatización estructurante produce una inflación de
la comunicación política, la cual se traduce en la pérdida de representatividad de los actores
políticos y la incapacidad del poder para la integración de la experiencia social, necesaria
para el funcionamiento de instituciones mediadoras.
30
El objetivo de este ensayo se concentra precisamente en este punto, ya que trata de
explorar los tres puntos centrales del nuevo espacio público en la comunicación política por
medio de la relación entre información, comunicación y representatividad, para el caso de
la Reforma Electoral aprobada por el Senado de la República en 2007 y como esta reforma
obedece a puntos de vista, necesidades y motivos ajenos a una concepción de institución
mediadora y en cambio se interpreta a partir de un funcionamiento individualizado, que
establece la necesidad de un árbitro de poder y legitimidad al margen de la ciudadanía,
principal foco de la democracia electoral y que se encuentra ausente de la discusión sobre el
papel de los medios de comunicación en elecciones a cargos públicos.
A grandes rasgos, el supuesto de esta exploración parte de considerar que el proceso
de reforma electoral de 2007, en el caso de la relación de las campañas políticas con los
medios, se gesta desde un enfoque de la ciudadanía vista como una masa electoral, para la
cual no existe ninguna vinculación mediatizadora dentro del nuevo espacio público, y es
parte aún de campañas estructuradas en función de conceptos atomizados e
individualizados de la comunicación.
31
Si una teoría del nuevo espacio público tiene aún
problemas de integración política para las minorías y una dificultad para ofrecer soluciones
claras ante la pérdida de representatividad de la clase política, es aún más grave el hecho de
no contar ni siquiera con un escenario de riesgos probables ante un proceso de
comunicación como son las leyes y decretos que regulan la participación política y las
reglas del juego electoral de un país.
Reforma y ley, la información
La propuesta de reforma electoral presentada en LX Legislatura del Senado de la República
en diciembre de 2007,
32
tiene visibles cambios constitucionales y leyes secundarias que
contemplan dos puntos muy claros de su modificación: la consolidación del Código Federal
de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) como un marco de renovación
estratégica en materia electoral y un cuerpo de modificaciones que la propuesta identifica
30
Ver Alain Touraine. Comunicación política y crisis de la representatividad. Ferry Wolton y otros. Op.
Cit. p.47
31
Este significado proviene de un entendimiento de la recepción de la comunicación como masiva, es decir
como una “colectividad amorfa cuyos miembros casi no se distinguen entre sí”. Ver Denis McQuail.
Introducción a la teoría de comunicación de masas. Paidòs. México, 1996. p.54
32
El documento puede consultarse en la página http://www.senado.gob.mx
38
como ejes de los cambios efectuados. Esta última dice lo siguiente en su punto III relativo a
los fundamentos constitucionales, con el apartado número 16:
“Las nuevas normas constitucionales en materia electoral tienen
como ejes rectores los siguientes: el nuevo modelo de acceso de partidos
y autoridades electorales a la televisión y la radio; un nuevo sistema de
financiamiento público a los partidos políticos, que deberá producir, a
partir de las elecciones intermedias de 2009, una significativa reducción
de los recursos públicos y del gasto en campañas electorales; la
renovación escalonada de los consejeros electorales y del consejero
presidente del Consejo General del IFE, cuya primera expresión deberá
producirse en los siguientes días, cuando la Cámara de Diputados ejerza
sus facultades, una vez realizada la consulta a la sociedad que ordena el
nuevo texto del artículo 41 de la Carta Magna, y finalmente un conjunto
de importantes cambios que habrán de fortalecer la autonomía y
capacidades del IFE en materia de fiscalización de los recursos de los
partidos políticos, la transparencia de su información y la racionalidad y
eficacia en el ejercicio del gasto público utilizado para la organización y
desarrollo de los procesos electorales”.
33
La operación de estas propuestas de reforma, buscando una adecuada integración y
transparencia en los recursos de las campañas con el acceso a medios y las formas de
transmisión de la comunicación política, basan su desarrollo en una regulación del IFE, que
a partir de los llamados “tiempos oficiales”, el tiempo del que dispone el Estado mexicano
de manera gratuita (48 minutos al día en los medios electrónicos), sea gastado en las
campañas y propagandas de los partidos de acuerdo a una repartición proporcional basada
en los resultados de las últimas elecciones.
34
El total de minutos repartido por el IFE para los partidos políticos en medios
electrónicos de comunicación, es de 41 minutos y los siete restantes serán parte de la
autoridad electoral. Cabe destacar que los motivos declarados en la propuesta, se refieren
de forma literal de manera reiterada en que “el objetivo, conforme a los consensos
alcanzados, es que el financiamiento privado quede sujeto no solamente a mayores y más
estrictas regulaciones, sino que el monto total permitido a cada partido sea sustancialmente
menor al hasta hoy autorizado”.
35
Tres temas se destacan de lo anterior, reducir los gastos de campaña de los partidos
políticos, sujetar a mayores regulaciones a la sociedad civil en materia de financiamiento a
33
Ibid
34
“El tiempo asignado a los partidos, tanto en precampaña como en campaña, será distribuido conforme a la
norma constitucional: treinta por ciento en forma igualitaria y el resto de manera proporcional a los votos
obtenidos en la elección federal para diputados inmediata anterior; en el caso de las entidades federativas, la
distribución proporcional se realizará considerando los resultados de las última elección para diputados
locales en la entidad de que se trate”. Ibid. Apartado A. Radio y Televisión.
35
Ibid
39
los partidos y por último, la referencia a los consensos, procedentes del debate entre los
grupos parlamentarios.
Este es un vaivén político y legislativo que en un mismo espacio pretende unificar las
reglas electorales en vista de la polémica desatada en las elecciones presidenciales del
2006, debido al apoyo económico y estratégico brindado por los grupos empresariales y los
consorcios de telecomunicación al Partido Acción Nacional, la franca intromisión del
gobierno federal emanado de este partido en las campañas y la escasa capacidad de sanción
a las propagandas negativas y dolosas utilizadas en su mayoría, también, por el partido
gobernante. Esta situación creó un panorama de riesgo de gobernabilidad en 2006 ante la
negativa del candidato de oposición Andrés Manuel López Obrador y su equipo de
campaña para aceptar los resultados de los comicios electorales. Y este contexto factual
surge como una necesidad de discusión en los órganos legislativos, ya que considerando el
factor gobernabilidad el TEPJF resuelve los hechos denegando sanciones y haciendo una
amonestación pública inofensiva.
La reforma 2007 en materia de legislación electoral para las campañas en medios
electrónicos, se concentra en una propuesta de reconciliación política hacia los partidos,
pero esto es meramente una apariencia, y lo es por que dicha reforma no asume los
contextos de participación legislativa si no resultados electorales que tienden a favorecer
poderes consolidados. Es decir, la buena voluntad sólo llega a la invitación a la
conciliación, pero no de las reglas a través del análisis de fondo en las estructuras, si no de
los intereses grupales que reclaman su acceso al poder. Así, los partidos de mayoría
gozarán de mayor tiempo de propaganda respecto los minoritarios, situación que en nada
cambia el escenario del 2006. También la reforma explota un aspecto que estará
relacionado con el control político de los mensajes, pues se basa en la regulación de los
contenidos. Los partidos grandes seguirán siendo tales y la cuestión de una campaña
negativa no la decidirá la educación ciudadana si no el grupo de notables coordinados por
el IFE.
Destaca en estas modificaciones el estrecho margen de consulta aplicado y la
ignorancia premeditada de diferentes sectores de opinión en el proceso, al ser tratado como
un asunto de ámbito restringido para la clase política y por tanto de sus acuerdos
particulares. Y esto último es, lo que al parecer, predomina como interpretación en el
desinterés ciudadano por el tema y la escasez de elementos de divulgación fuera de la
información legal, hermética y oscura en su reconocimiento para la mayoría de la
población. De tal manera, en la parte referente al ordenamiento jurídico, tenemos una ley
electoral basada en un legalismo autoritario ya que pretende una pacificación de las
contiendas a través del ejercicio de un arbitraje con una función al margen de los factores
de legitimidad. Si una reforma se pretende legal, debe contar con el factor de legitimidad
surgido de la aceptación conforme a la explicación y comprensión de diversos grupos
sociales en diferentes sectores.
40
Reforma y opinión, el sistema de comunicación
Desde el ámbito de las empresas de telecomunicación surgieron lo que podrían haber sido
debates y se quedaron en simples quejas y campañas frontales contra la propuesta y su
implementación. El contexto es bastante obvio ya que en 2006 por ejemplo, el 56% del
gasto de campaña de los partidos se destinó a radio y televisión. Las cifras de publicidad en
dichas empresas llegan a contemplar cantidades desde 40 mil pesos por minuto en horarios
y canales locales hasta 500 mil en cadena nacional en horario estelar. Esa gigantesca base
de recursos económicos para el duopolio de medios electrónicos formado por Televisa y
TV Azteca, no iba a terminar sin una batalla mediática.
Así lo hicieron por medio de un ejército de periodistas y “líderes de opinión”, quienes
no desaprovecharon el tiempo para crear un auténtico campo de guerra tele mediática bajo
el argumento de la coacción a la libertad de expresión, el cual se ha convertido para estas
empresas en el único tema a discusión cuando sus privilegios o prerrogativas peligran, tal y
como fue en el caso de la Ley Televisa.
36
Los medios, al igual que el cuerpo legislativo de los partidos políticos, enfoca el
problema electoral en función de sus intereses de grupo y estos se ven afectados ante la
negativa de abandonar una parte de sus recursos económicos. Mientras en la propuesta del
senado hay una sujeción al ordenamiento jurídico, en la parte de los medios predomina una
desobediencia basada en el disenso hacia todas aquellas prácticas que contradigan el
individualismo posesivo, la necesidad de rendimiento y la seguridad material.
37
Esta polaridad abismal entre legalidad basada en legalismo y un ámbito de
legitimidad, individualista por el otro, propician claroscuros en la ley, que distan
muchísimo de ser auténticos promotores de equidad y transparencia social. Si desde la
propuesta de ley se tomara en serio el factor de legitimidad procedente de la mediación en
el espacio público, sería evidente que las empresas de comunicación no dependen en sus
ingresos de un sólo factor, si no que su funcionamiento de consorcio de medios, los faculta
a tener participación en muchos ámbitos relacionados, uno de ellos es la prensa, y el otro,
internet. De manera que en lo tocante a sus recursos podría verse una forma en que puedan
ser menos afectados, pues si bien los límites se encuentran bien definidos en lo tocante a
radio y televisión, tanto la red como los periódicos no tienen apartados específicos de
regulación.
El otro ámbito de discusión de la reforma en los medios, que no sólo se basa en la
denuncia de coacción al liberalismo de opinión, puede ser la percepción del propio medio
de comunicación acerca de su actividad. Bajo la crítica directa y en revancha por la
evidente fuga de ingresos, los medios de comunicación presentan un alegato en forma de
representación unánime, es decir, una figura de consenso capaz de regularse a misma
36
Un dato relevante: “Durante las elecciones parlamentarias del 2 de julio de 2003, Televisa obtuvo 62.7
millones de dólares por ventas de publicidad política, cerca del doble de la cifra que la empresa esperaba
recibir, de acuerdo con Dow Jones”. En Gerardo Reyes (Coord). Los dueños de América Latina. Ediciones B.
México, 2003. p.256
37
Ver Habermas, Op.cit. p.96
41
respecto al proceso de información y que por lo general toma la forma de un personalismo
38
a través de ataques individuales (como ya se había visto antes con el ataque a los senadores
Javier Corral y Manuel Bartlett en el asunto de la Ley Televisa) o bien hacia grupos
particulares (en este caso, la clase política mexicana). Este reduccionismo operativo que se
da en la organización de noticias, es una forma de análisis recurrente en el periodismo
audiovisual, ya que los problemas se enfocan en el cambio de figuras y nombres de
diversos sujetos, actores o individuos y se deja de lado la discusión de fondo respecto a los
problemas.
El consenso con los medios y una práctica comprensiva de la información, como bien
ha dicho en otras instancias el sociólogo alemán Niklas Luhmann,
39
son difícilmente
realizables en su característica de sistema de comunicación, ya que dependen de un
ejercicio de selectividad y diferencia que los lleva a operar invariablemente en una
exigencia constante de anomalía y reducción de complejidad.
Esta exigencia los convierte en una instancia de observación que compite
constantemente con el estado y las instituciones legislativas sosteniendo una función de
vigilancia.
40
Por tanto, el medio no trata de participar como una institución más en la
construcción de una legitimidad, se convierte en un árbitro de la información que busca
imponer sus necesidades y prerrogativas dentro de una política cada vez más dependiente
de la comunicación audiovisual con sus dinámicas y condiciones interpretativas.
41
Por ello, del lado del sistema de comunicación sostenido por los medios, se procesa la
información proveniente del aparato legislativo a través de una imposición de esquemas
repetitivos que no tienen otro fin que la defensa económica, pero que sirven para desarrollar
secuencias diferidas, cuyo mensaje consiste en un llamado continuo a la vigilancia de la
clase política y su descalificación constante.
La tensión se encuentra en la exigencia de más ingresos desde empresas que de por sí
son una fuente descomunal de recursos, pero que bajo el control de la transmisión del
discurso político, orientan la perspectiva política ciudadana aprovechando la falta de
contrapesos culturales y educativos, como el hábito de la lectura en la población.
42
Este
enclave se ve favorecido por un fracaso evidente de la democracia electoral en la economía
38
Ver Graham Murdock. Organizar lo imaginario, control y autonomía de la comunicación masiva. Premià.
México, 1998.
39
Cfr. La realidad de los medios de masas. UIA / Anthropos. Barcelona, 2000.
40
“Los medios de comunicación mantienen, se podría decir así, a la sociedad en vigilia, despierta. Producen
una siempre renovada disposición a contar con lo sorpresivo, con lo irritante”. Ibid, p.35
41
Javier Martínez Staines consigna respecto a la forma de conducción del multimillonario Ricardo Salinas
Pliego, dueño de TV Azteca y su pretensión de ser el empresario de las masas: “Así es el hombre polémico,
que en enero de 2000, en Davos, Suiza, era el único empresario mexicano que hacía y recibía una y otra
llamada en su teléfono móvil durante una cena privada con el presidente Vicente Fox. Y el único en todo el
Foro Económico Mundial que llevaba detrás de sí las cámaras de su propia televisora para ser entrevistado en
cualquier oportunidad, de preferencia cuando los pasillos de la sala de congresos estaban suficientemente
concurridos”. En Gerardo Reyes. Op.cit. p.228
42
“México es uno de los principales productores mundiales de libros en lengua castellana. Sin embargo, las
cifras son un poco engañosas porque buena parte de los libros impresos son de texto (33%). En México se lee
poco por los bajos niveles de escolaridad, la baja capacidad de compra y el poco aliento a la lectura”. Sergio
Aguayo Quezada. México en cifras. Grijalbo. México, 2002. p.148
42
ciudadana, el descrédito de los partidos políticos y la inactividad radical de la clase media
mexicana, sometida en gran medida a la opinión de los medios electrónicos.
Reforma y representación social
Una de las consecuencias del surgimiento de un mundo global con medios electrónicos de
comunicación, viene del reconocimiento de que el poder tiene en su ingreso a la sociedad
diferentes zonas, tiempos y condiciones para su redistribución.
43
Por lo tanto, sistemas
centralizados de comunicación no son funcionales cuando hay demandas de participación
de una sociedad civil cada vez más móvil y cambiante. De acuerdo a este escenario, las
representaciones sociales fluctúan en complejas redes de situaciones y procesos que
requieren criterios claros y accesibles de conocimiento, participación y corresponsabilidad
por parte del estado.
La noción de sistema de representación cubre la necesidad de análisis sobre las
categorías mediante las cuales una sociedad determinada ha creado una imagen de otros y
de misma, es decir las formas en que ha establecido criterios de convención o
diferenciación en su actuar social.
44
Por ello, toda persona necesita representaciones en el
sentido de que al desarrollar una identidad utiliza una diversidad de modelos de base, que
forman sus códigos culturales y las maneras en que entiende determinadas informaciones
que recibe.
El reconocimiento de que la comunicación política tiene un ámbito de
representatividad, no siempre se hace evidente en los sistemas democráticos, así que
cuando se da esta situación, se abre una brecha entre oferta política y demandas sociales.
Pero de igual manera, la exigencia de que el político no sea capaz de construir la escena
política sino de que se someta en su ofrecimiento a las demandas sociales, permanece como
un gesto indicador característico del nuevo escenario de las democracias representativas
liberales: la disociación entre Estado y sociedad.
45
Touraine habla de un ámbito de crisis de la política como representación,
46
es decir,
la existencia de una paradoja entre la adopción de una democracia representativa y la
imposibilidad de que ningún grupo social sea portador de intereses generales. Este aspecto
deja a la deriva el propósito central de la gobernabilidad democrática por representación
que es el ejercicio del poder en diferentes ámbitos derivados y revela una tendencia cada
vez más evidente de incompetencia para adoptar enfoques de mediación institucional.
Cuando una sociedad tiene escasa confianza en sus instituciones y estas no revelan
ámbitos de mediación, se presenta un escenario desorganizado cuyo vacío trata de llenarse
a partir de una mayor concentración de políticas masivas, las cuales son proyectadas ya sea
43
Ricardo Uvalle Berrones. Condiciones, procesos y horizontes en la transformación institucional y
organizacional del Estado contemporáneo. Iztapalapa, revista de ciencias sociales #56. UAM. México, 2004.
p.22
44
Ver Roger Chartier. El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural. Gedisa. Barcelona,
2005.
45
Alain Touraine. Op.cit. p.48
46
Ibid, p.49
43
por quiénes ostentan los poderes económicos, políticos o incluso, los medios de
comunicación con su capacidad de transmisión e imposición de ideas y candidatos bajo
estrategias de publicidad y consumo.
De cara a las elecciones legislativas del 5 de julio de 2009, la Reforma electoral 2007
con su atención especial a los medios de comunicación se ha convertido en un activo
contribuyente para el desencanto y el retiro de la ciudadanía del ejercicio político electoral.
A pocas semanas del proceso eleccionario, los sondeos de opinión presentan marcadas
tendencias hacia el abstencionismo, hartazgo de la publicidad y las formas de organización
de las campañas políticas y hasta movimientos en defensa del sistema de elección pero en
repudio a la clase política por medio de votos nulos o blancos.
Esto último tiene un gran registro de actividad y medios a disposición de dicha
campaña en portales de internet y especialistas en marketing político ligados al partido en el
gobierno, como se ha constatado en información de medios impresos,
47
lo que vuelve muy
sospechosas a las campañas de voto nulo, independientemente de la manifestación de
inconformidad ciudadana.
Destacados especialistas y académicos, que en otros momentos por medio de
proyectos de reforma electoral tuvieron una incidencia positiva en la sociedad, como José
Woldenberg,
48
hoy en día piden espacios para discusión y análisis dentro de los procesos
para cercar lo que ha desencadenado un fenómeno de “spotizaciòn” de las campañas
electorales que en nada ha trastocado la reforma del 2007 a pesar de prohibir a partidos,
candidatos y ciudadanos la contratación de los spots en radio y televisión.
Esta crisis política presagiada en el ámbito electoral coincide con una pérdida de
credibilidad y confianza en los partidos políticos, los cuales funcionan como elementos de
reproducción de la estructura de poder económico y cada vez más se pone distancia nula en
sus diferencias ideológicas.
Mientras que un sistema democrático exige participación activa, los partidos políticos
ostentan prácticas autoritarias y elitistas y el mensaje enviado a la sociedad civil es
reductivo hasta cumplir con el requerimiento de ese átomo fundamental de información
política que es el spot; auténtico elemento mínimo y simple que extiende de manera radical
la necesidad de los partidos y medios de contar, no con ciudadanos críticos e informados,
sino visores y votantes pasivos que cumplan mecánicamente un rito de renovación con el
fin de dar legitimidad a un gobierno donde los intereses de los partidos, millonarios e
incluso hasta del crimen organizado, se codean con todos los ámbitos sin distinción a fin de
mantener una estructura estable y vigente.
Conclusión
Un gobierno centrado en la transformación institucional y organizacional del estado, basa
su actuación en la participación social por medio de la gestión de los asuntos públicos, lo
que genera un ambiente de certidumbre en procesos y condiciones de transformación. Un
cambio político se traduce en una percepción democrática en todos los ámbitos de la
47
Entre los diarios que han presentado esta información cito a El Norte, Milenio, La Jornada y revistas como
Proceso y El Chamuco.
48
Periódico El Norte. Jueves 25 de junio de 2009. p.10
44
cultura, no sólo en las reglas electorales sino en las instituciones de mediación, las cuales
son un generador de confianza para las distintas redes del sistema. Una red de confianza
institucional en materia electoral no se genera verticalmente, parte de instrumentos de
auténtica mediación cultural.
Por lo tanto, la implementación de un sistema de mediación que extienda su
influencia hacia la comunicación política, obstaculiza el carácter centralizador y de
planificación vertical que por décadas ha impreso su sello en la sociedad mexicana. Una
centralización del poder no garantiza respuestas adecuadas u óptimas a las necesidades
políticas, pues descarta por completo el entendimiento del gobierno como un factor de
cambio en y desde la sociedad y basa su operación en imperativos categóricos establecidos
al margen de grupos y organizaciones de la sociedad. El sistema legal en México a pesar de
sus múltiples transformaciones en las últimas décadas, aún conserva intacto el código
cultural heredado del nacionalismo revolucionario para referirse a su población
representada: MASA.
En razón de lo anterior, se requiere un cambio de perspectiva de la forma en que son
abordados los procesos de ordenamiento jurídico electoral, en vista de que la construcción
de legitimidad necesaria para estas instituciones, se ve sometida a las demandas de los
medios de comunicación en cuanto empresas y la falta de participación ciudadana, en
cuanto elemento de recepción legislativa. Es decir, los medios participan en la vida política
mediante un sistema de vigilancia y legalismo que utiliza “una forma moral para designar
algo como un hecho que no es un hecho,”
49
por lo que hay una inflación representativa
motivada por la necesidad de conflicto. Esto significa que el medio se construye en un
exceso participativo ya que no busca contribuir a la gobernabilidad mediante una actuación
centrada en el orden de legitimidad, sino de una rivalidad desde el ejercicio de la legalidad.
Su código frente a la política es COMPETENCIA.
Del lado ciudadano, en cambio, hay una ausencia receptiva, ya que las organizaciones
civiles son insuficientes para formar contrapesos y este escenario refleja el código cultural
que la población ha desarrollado a través de varias generaciones de improntas perceptivas
cuando se escucha la palabra política: DESCONFIANZA y CORRUPCIÒN. Así que
navegar a contra corriente de códigos culturales establecidos durante décadas y reforzados
continuamente por el sistema de información, es una necesidad urgente si se aspira a
construir una democracia factual basada en instituciones de mediación.
Dicha labor constructiva, no es simple ni sencilla, nos lleva ante todo al problema de
fondo en lo relativo a conceptos como democracia, comunicación e identidad cultural en
referencia a la llamada globalización. Como el antropólogo Claudio Lomnitz ha
identificado al respecto: “El término globalización es engañoso, pues se refiere, ante todo, a
una interconexión en el plano de la economía y de las comunicaciones, más no conlleva
necesariamente un sentido de comunidad”.
50
Este sentido de comunidad que forma uno de los dos objetivos claves de las
instituciones mediadoras, nos puede llevar a establecer un marco social estratégico en torno
al multiculturalismo, en el cual podamos explorar posibilidades y dificultades de las formas
49
Niklas Luhmann. Op.cit. p.116
50
En Modernidad Indiana. Nueve ensayos sobre nación y mediación en México. Ed. Planeta. México, 1999.
p.66
45
en que la globalización invade los diferentes espacios políticos, económicos y culturales. La
función de mediación es clave para una organización integral de las expectativas de
participación social. De manera lamentable, esta función se comprime cada vez más,
mientras la población sigue orientándose a un sentido atomizado de lo público.
El ejercicio de una función de liderazgo social es clave para el desarrollo de una
nueva estrategia de comunicación política, pero en la actualidad, esta función se relega a la
actuación de los medios mediante el ejercicio de la opinión, y en el caso de la política el
liderazgo toma claros matices de conservadurismo, ajeno a innovaciones y puntos de vista
críticos respecto a la sociedad. En las décadas de administración neoliberal el tema de la
seguridad se convierte en el enlace perfecto para el atomismo político, ya que invade como
exigencia todos los ámbitos y esquemas de la vida comunitaria, desde el empleo hasta el
ámbito judicial. La seguridad como elemento de la sociedad se singulariza, presenta perfiles
individuales que dejan su huella en la organización del estado, la comunidad o las ciudades,
pues no es de extrañar que cada ciudadano convierta su casa en fortaleza, forme grupos de
interés cada vez más gregarios donde la política, el dinero o la religión tengan una
filiación simple y compartimentados mientras el mercado inmobiliario genera vivienda
masiva en franco retorno a los muros de las ciudades del Medioevo.
Puede resultar sorprendente que en una nación surgida de dos luchas armadas
independentistas y revolucionarias, la impronta cultural para el liderazgo político sea la
conservación, pero hay un creciente anhelo popular por el orden en nuevos movimientos
sociales, que en su mayoría son reconstituyentes y no iconoclastas respecto al poder. Y la
mayor parte de la interacción entre los poderes políticos, los medios de comunicación y la
sociedad, parte de un escenario fársico y de exageración emotiva. La demanda de seguridad
contribuye a la creación de este escenario de emotividad, ya que la confianza en nuestro
sistema político demanda líderes que tengan un programa específico: mantener las cosas
estables y no tratar de cambiar ni transitar con las instituciones a nuevos órdenes de justicia
y equidad social. En México el ámbito de elección no consiste en la elegibilidad del
ciudadano más capacitado para el ejercicio de gobierno, si no de la confianza otorgada al
menos malo y que es capaz de respetar un acuerdo común que consiste en dejar todo como
está, pero, en medio de una propaganda espectacular de los hechos que se mantenga en el
plano de lo posible, pero nunca realizable.
Tenemos entonces un auténtico culto a la imagen y la apariencia que invade diversos
estratos de la sociedad y que permite que la legislación en México sea un asunto paradójico,
pues mientras se subraya el cumplimiento de una ley a partir de lo constitucional,
inmediatamente diversos sectores aspiran a manejar privilegios o salidas por medio de
situarse en los límites de esta legalidad. En México, el código cultural para la mediación
institucional no apunta a la comunidad, sino a sostener un privilegio individual al costo que
sea. Todo comienza entonces en ese perfil individualista de la modernidad donde la
identidad permanece como ficción y el topos arraigado en ella intenta presentarse como
“democracia participativa”, es decir, la pretendida fusión identitaria entre voluntad política
procedente de un mecanismo electivo con representantes y representados.
51
La distancia
51
Bruno Accarino. Representación. Léxico de política. Nueva Visión. Buenos Aires, 2003.
46
entre ambos elementos, sin embargo, dista mucho de presentar una fórmula simple de
identidad y representación, ya que la comunicación es un elemento central de estos nuevos
procesos sociales y políticos.
Así, la reforma electoral aprobada por el senado apunta a una transformación en las
reglas electorales por parte de particulares, gobierno y empresas, pero al parecer de escaso
ejercicio factual por parte de los medios de comunicación, los cuales no han dejado de
transmitir spots de propaganda electoral ni “infomerciales” de gobierno entre las campañas,
además de preparar su entrada al congreso por medio de representantes del PVEM,
52
mientras ostentan un poder económico que sin ambages goza del subsidio gubernamental
(60% de 1800 millones de la partida 3700 del Gobierno Federal para servicios de
comunicación y publicidad) como forma de congraciarse por la pérdida de otros beneficios
en tiempos electorales.
A pesar del beneficio económico recibido del gobierno federal, sus críticas constantes
al sistema de partidos y la participación abierta y velada a la anulación del voto en julio de
2009, los medios revelan una gran efectividad en la creación de información cruzada y el
respaldo a determinados políticos creándoles un auténtico capital simbólico, tal como se
genera en el encumbramiento del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto a través de
sus constantes apariciones y entrevistas preparadas en cuyo tiempo total al aire, se supera
incluso al presidente de la República.
53
El ejemplo perfecto de que en la política de los
medios de comunicación, la razón de interés predomina sobre la de estado. Por desgracia
este gran ámbito de influencia se mantiene al margen de un funcionamiento de mediación
como legitimidad y se desarrolla en virtud de un reparto de poderes y privilegios
particulares (donde interviene también el aparato legislativo), dando lugar a un choque del
que difícilmente se tiene una ganancia y en cambio se transita en pérdidas constantes de
representatividad.
Si el destino de este vaivén es el vacío en la representación de la política, el escenario
de un futuro posible para todos aquellos que no nacimos con la computadora (y que no
somos de una élite política o empresarial) luce aterrador, pero, para una nueva generación
puede significarle algo completamente distinto, un deseo de orden, repetido, asistido,
gestado en una década donde la calidad educativa, la confianza institucional y la crítica
social se retraen mientras la imagen, el rito y las apariencias forman un nuevo horizonte de
implosión cultural, donde la satisfacción del ego y el deseo de seguridad forman la clave
necesaria para la consolidación de un poder que no necesitaría instituciones mediadoras,
sino la tranquilidad de emociones controladas a través del juego, el espectáculo y el chisme.
El futuro de las reformas no podrá caminar al margen de escenarios probables, sólo
nos queda esperar que haya reconocimiento a la legitimidad y no pura legalidad detentada a
partir de la fijación de normas sin reconocimiento en su factor de construcción social. Pero
este deseo es más una cuestión de fe que de confianza.
52
La página de Proceso cubre con amplitud informativa esta estrategia y acciones. Diario Reforma, Domingo
28 de junio de 2009. p.12
53
Esta información procede de la página de análisis de la revista Ronda. 07/08/2009. p.28
47
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México, 2004.
48
Ciudadanía, redes sociales y gobernanza: elecciones 2012
54
Una tercera parte de la población mundial experimenta ya un cambio relacionado con el
consumo de información por internet. Al mismo tiempo un crecimiento exponencial de la
telefonía móvil lleva a que dos terceras partes de la humanidad tengan enlaces de
comunicación digital al mismo tiempo que un medio tradicional, es decir surgido en la
primera mitad del siglo XX, la televisión, llegue a estadísticas de cobertura cercanas a la
totalidad de la humanidad. Para poner un ejemplo extraordinario, México, un país que aún
cuenta con vastas regiones rurales subdesarrolladastiene sin embargo, la mitad de sus
hogares con servicios de telefonía móvil y más del 90% de los mismos con una televisión.
Si bien continuamente se habla de la revolución digital propiciada por el internet en
un esquema de sustitución de tecnología, la realidad es que ninguna de las llamadas TIC
(Tecnologías de la información y comunicación) presupone la desaparición de la otra en un
esquema de corto plazo. Cada una de ellas se convierte de forma gradual en una especie de
soporte multidimensional, de la misma forma que la telefonía fija sobrevive al auge del
teléfono celular.
55
La explicación no es simple y el problema parece girar en torno de la adaptación e
interpretación de los contenidos en diferentes niveles. El auge de las redes sociales digitales
no significa la desaparición de la rentabilidad de la televisión, un medio muchos menos
singularizado, pero capaz de una selectividad que aún no posee internet, es decir, capaz de
reducir la complejidad de tal manera que la información se convierta en un sistema con
cierto orden para el observador. Este asunto, vale también para el cine, pues si bien la
oferta de consumo tiene una amplitud infinita en la red, la sala de cine constituye una
experiencia comunicativa más allá de la posibilidad que puede ofrecer un monitor colgado
a extensas bases digitales, pues el público acude en gran escala a algo que excede la
racionalidad radical de un producto y se mueve más en función del mito y el rito.
Jean Baudrillard enunciaba con mucho acierto que el “objeto, dado, empírico, en su
contingencia de forma, de color, de materia, de función y de discurso, o, si es cultural, en su
finalidad estética, tal objeto es un mito”.
56
En este sentido, el politólogo italiano Giovanni
54
Este texto fue premiado con Mención Honorífica en el XIII Certamen de Ensayo político convocado por la
Comisión Estatal Electoral de Nuevo León en octubre de 2012.
55
W. Russell Neuman presenta una característica clave de este proceso adaptando las conclusiones de
historiadores de los medios como Merrill y Lowensatein: “Cuando se introduce un nuevo medio, inicialmente
es adoptado por una elite educada que tiene las habilidades culturales y los recursos financieros para llegar a
ser usuarios tempranos. En la medida que el precio del nuevo medio baja y llega a ser ampliamente aceptado,
éste prioriza cada vez más contenidos de gustos masivos y es dominado por la economía de la audiencia
masiva. Pero cuando surge un nuevo medio competitivo, el antiguo medio se debe especializar y obtener
ventaja de su singular atractivo tecnológico para sobrevivir. Ver El futuro de la audiencia masiva. F.C.E.
Chile, 2002. p.273.
56
Crítica de la economía política del signo. Siglo XXI Editores. México, 1995. p.52
49
Sartori hablaba también de un desplazamiento hacia lo imaginario a partir de la primacía
de lo visible sobre lo inteligible,
57
cuyo resultado es básicamente lo que llamamos en tono
sarcástico, pero también dramático al mismo tiempo como “analfabetismo funcional” que
no es otra cosa que una sociedad espectáculo cuya regla de operación clave está en un ver
sin entender.
Por otro lado, este ver sin entender que a Sartori le parece representativo de un medio
monovalente como la televisión, al momento de hacerse extensivo a la internet se topa con
múltiples problemas interpretativos pues la navegación virtual alude a un proceso más
activo y estimulante para la interacción social, situación que el docto analista sigue
manteniendo en el estricto campo monovalente:
“La paideia del video hará pasar a Internet a analfabetos
culturales que rápidamente olvidarán lo poco que aprendieron en la
escuela y, por tanto, analfabetos culturales que matarán su tiempo libre
en Internet en compañía de almas gemelas deportivas, eróticas o de
pequeños hobbies”.
58
La asociación entre medio tecnológico nuevo y recepción pasiva, en detrimento de la
escritura por lo visual, tiene ya una larga historia cultural. Este aspecto singular y
paradójico, ha sido expresado con anterioridad por diferentes culturas y civilizaciones que
han estado en posibilidad de establecer un control sobre los sistemas de referencia en una
territorialidad, de tal manera que para el cristianismo por ejemplo, en ciertos momentos de
su historia la conveniencia en el uso de imágenes de carácter figurativo ha generado
auténticas querellas entre iconólatras e iconoclastas desde el debate teológico hasta la
decisión vivencial de muchas sectas y cultos emergentes.
También, no es un hecho fortuito el papel desempeñado por las políticas de
comunicación sobre lo imaginario en el fenómeno del colonialismo, pues como la extensa
obra de Serge Gruzinski ha mostrado para los siglos XVI-XVII en América Latina,
59
una
forma de reducir la complejidad presente en entornos hostiles o desconocidos para los
occidentales ha sido la capacidad para controlar, imponer o adaptar las prácticas expresivas
utilizando como detonante fundamental las imágenes y las emociones de las culturas
subalternas.
A partir de este reconocimiento al papel fundamental de la cultura como un vector de
primera importancia en la representación de las tecnologías de la comunicación, quisiera
presentar la siguiente serie de reflexiones en torno a la comunicación y el espacio público
con un especial interés centrado en la ciudad, el poder y la gobernanza tomando como
pretexto el caso de las redes sociales y la conducta electoral.
57
Cfr. Homo videns. La sociedad teledirigida. Taurus. México, 2001.
58
Ibid, p.57
59
Ver La colonización de lo imaginario: sociedades indígenas y occidentalización en el México español,
s.XVI-XVII. F.C.E. México, 2007.
50
Las respuestas al cambio y el valor de la novedad
El valor del cambio emocional en la tecnología ha sido ignorado con frecuencia en los
debates politológicos. Aún más notable resulta esta omisión en las ideas de gobernanza que
se han constituido en la base de los análisis de cultura política desde las últimas décadas del
siglo XX a la fecha. Con la presentación del informe The Crisis of Democracy. Report on
the Governability of Democracies to the Trilateral Commisions (1975) a cargo de
Huntington, Crozier y Watanuki,
60
se expresa una tendencia racionalista en función de
trasladar la gobernanza al sentido organizativo de la acción.
Este análisis pone su acento en la relación administrativa y los agentes que
intervienen en los procesos de gobierno así como la confrontación directa entre el gobierno
representado por el Estado y la sociedad civil. Este informe sin duda aboga por situar bajo
un peligro inminente el surgimiento de una democratización excesiva y su necesaria
funcionalidad, considerando un autoritarismo suave o blando capaz de regular la disidencia.
J.E. Sánchez hace una interesante observación al respecto de esta tendencia que en
virtud de un debilitamiento programático del estado hace hincapié en un fracaso del
gobierno formal, pero que plantea de fondo un escenario de incertidumbre a la
gobernabilidad:
“Este tipo de tendencias, consideradas como parte del pensamiento
posmoderno donde se propugna el debilitamiento del Estado en un
proceso de liberalismo hacia las instituciones de la sociedad civil y del
mercado (flexibilización, desregulación), plantea incógnitas respecto de
la representatividad de las nuevas instituciones, a las que se les confiere
un nuevo poder de decisión e intervención, respecto de quién debe iniciar
y liderar los procesos de intervención socioterritorial, o sobre quién
recae la función y responsabilidad de encararse con los procesos de
desigualdad territorial o de equidad social”.
61
Y si esta interpretación de la gobernanza abre una disputa entre gobierno formal y sociedad
civil a partir de la crisis de la elección representativa, la tesis ofrecida por el Banco Mundial
desde 1989,
62
llega a proponer la idea del “buen gobierno”, tomando como indicadores de
bienestar el grado de descentralización y privatización de la economía en aras del
cumplimiento de un liberalismo absoluto.
De estas dos ideas surge el panorama contextual de las ideas sobre gobernabilidad en
que se desarrolla el surgimiento de la nueva tecnocultura desde mediados de los noventa:
una limitación de la democracia representativa en los procesos de gobierno y el retorno del
desarrollismo en la forma del good governance, sin el cual un país no podría alcanzar nunca
su pleno desarrollo antes de cumplir con el ideario del liberalismo.
60
Publicado por New York University Press. Nueva York, 1975.
61
Joan Eugeni Sánchez. La gobernanza desde la óptica del poder y las escalas. En Ciudad, poder gobernanza.
Gloria Yañez y Arturo Orellana (Edts). Colección RIDEAL. p.25
62
En Sub-Saharan Africa. From Crisis to Sustainable Growth. A Long-Term Perspective Study. Washington
DC: The World Bank, 1989.
51
La recepción de ideas en un amplio espectro, que excede por completo los cánones de
la territorialidad asociados tanto al modelo de la democracia representativa como al
gobierno formal, son un aspecto problemático que ha tratado de solventarse mediante la
inclusión de la ciudadanía en funciones de vigilancia o tutela de la actuación de los poderes
gubernamentales. Esta función tutelar o de vigilancia se deposita como estrategia en la
comunicación política. Para el sociólogo Alain Touraine, ello es característico del
advenimiento de una forma social donde: “La vida política ya no constituye sino una parte
de la vida pública, y ésta está dominada por un pluralismo que se nos revela incluso como
la definición de la democracia”.
63
Las implicaciones de esta reducción de lo político en lo público, tienen un efecto
singular caracterizado por la teoría de Touraine y muy revelador de la disociación en el
caso mexicano como es la importancia creciente de la comunicación política a través de
programas de televisión y espacios en semanarios, revistas y periódicos, es decir una vida
pública que presenta actores políticos en términos de personalidades de importancia, pero
que no es reflejo de una vida pública politizada sino de un debilitamiento de la
representación política, una expresión débil de lo político, donde las demandas sociales o
los intereses estatales son separados desde una creciente especialización del manejo de
estrategias de mercadotecnia, publicidad y acuerdos que presentan a los políticos en un
papel de intermediarios entre los intereses que rodean el gobierno, por medio de un papel
administrativo de la gobernanza.
La novedad dentro de un escenario de crisis de la representatividad política y un auge
desconocido en las tecnologías de comunicación basadas en redes de interacción continua,
tiene pocos antecedentes visibles en la conducta electoral, pero dos casos bien conocidos
son una muestra de las formas en que el valor del cambio es parte de la respuesta a este
escenario de fuerte presencial comercial y electrónica de la política: la elecciones de los
EUA que llevaron al poder a Barack Obama y el proceso de elección presidencial 2012 de
México. En ambos casos, el papel desempeñado por la comunicación es fundamental para
entender el comportamiento que permite el surgimiento del activismo político en las redes
sociales, impulsadas por la tecnología digital. Pero si bien estos sucesos tienen una causa
común, su operación presenta dos lógicas importantes que requieren una observación
profunda desde el ámbito de la gobernanza.
Un origen, dos formas de hacer política digital
Las redes sociales significaron un lugar clave para la campaña del ex senador Obama.
Desde su anuncio para contender por la presidencia de los EUA en 2007 con la derrota de
la antes favorita entre los electores y miembros del Partido Demócrata, Hillary Clinton,
hasta su triunfo en la elección presidencial de 2008, el primer presidente afroamericano de
los EUA contó con una importante estructura electoral en la cual la campaña digital se
reveló como un auténtico punto de contacto para el intercambio ideológico y económico
con sus seguidores.
63
En Comunicación política y crisis de la representatividad. Ver Jean-Marc Ferry, Dominique Wolton y
otros. El nuevo espacio público. Gedisa. p.54
52
Alrededor de 13 millones de contactos en las redes Facebook y Myspace, 2 millones
más en su sitio web oficial y aproximadamente 2,000 videos vistos unas 15 millones de
veces en youtube dan cuenta del extraordinario poder de convocatoria de los medios
digitales que a su vez repercutieron activamente en la campaña de recaudación más exitosa
para un candidato a elección presidencial del vecino país, con más de 500 millones de
dólares.
64
La estrategia de Ben Self, coordinador de la estrategia aplicada a la campaña digital
propuso varios puntos de acción política: información constante a través de un proceso de
actualización digital ininterrumpida, estimulación para el contacto personal una vez que se
encontraban abiertos los canales desde las redes, aplicación del principio the more voters
are asked, the more they gave bajo el cual se construye una participación voluntaria a
base de la petición a simpatizantes, nunca dejar de informar sobre ningún detalle del
proceso aclarar, precisar, declarar y la promoción entre sus seguidores de un ambiente
de libertad para crear campañas personalizadas.
El resultado fue la capacidad de crear un fuerte mecanismo de inclusión para los
seguidores y el atenuar de inmediato el contenido de las campañas negras que son de uso
frecuente entre los publicistas y estrategas de partidos conservadores.
65
Este resultado,
exitoso finalmente desde la lógica electoral, revela una tendencia a la actividad política
desde la participación ciudadana que se resuelve dentro del marco de expectativas de las
instituciones. Tal funcionamiento abrió la posibilidad de solucionar la conocida tesis
abierta por Samuel Huntington acerca de la disparidad y contradicción entre la emergencia
de nuevos grupos y la institucionalidad política.
66
La emergencia del uso en las nuevas tecnologías de redes y su reducción sistémica a
través de líneas institucionales, generó la posibilidad de tener cierta noción de orden en el
caótico mundo de las opiniones digitales. Este orden caótico y de desestabilización que
permite la legitimación de cierta teatralidad de la política, es decir, de sustitución de
fenómenos de ingobernabilidad por intercambios equitativos de signos y señales,
67
justifica
lo que Huntington define como la tarea de gobernanza ante el surgimiento de
marginalidades nuevas y antidemocráticas donde “…la disminución de la marginalidad de
algunos grupos requiere ser remplazada por más autorrestricciones de todos los grupos”.
68
64
http://anapolo.wordpress.com/2009/03/08/14/
65
Una línea común entre los partidos de tendencia derechista es el acuse constante a los adversarios por
medio del rumor y la campaña negra desde temas como libertinaje sexual, mala administración de recursos e
inseguridad derivada de la falta de aplicación de un concepto “fuerte” de las leyes. Estos partidos, son algunos
de los principales promotores de la administración de lo que el sociólogo Zygmunt Bauman llama “capital del
miedo” que se constituye por el uso comercial y político de la seguridad: “La ley y el orden, reducidos cada
vez más a una mera promesa de seguridad personal, se han convertido en un importante (si no el más
importante) argumento de venta en los programas políticos y las campañas electorales”. En Vida líquida.
Paidós. p.95
66
Samuel Huntington sostiene que hay un déficit en las instituciones políticas para entender el uso que la
sociedad civil hace de los nuevos medios electrónicos y en consecuencia una polarización basada en el
enfrentamiento carisma vs tradición que impedirá la cohesión social. Ver Postindustrial Politics: How Benign
Will It be?. 1974. Comparative Politics 6.
67
Tesis defendida por Roger Bartra en Las redes imaginarias del poder político. Pre-textos. Valencia, 2010.
p.336
68
Samuel Huntington. Op.cit.114
53
Una legitimidad basada en la noción de colaboración y consenso será la encargada de
absorber diversidad y disidencia, utilizando incluso, el desorden creativo para observar la
capacidad de predisposición y adaptación a diferentes situaciones y escenarios de
gobernabilidad.
69
Esta perspectiva legada por las teorías de los new politics, en la
comunicación encontró su paralelo desde la noción de “vacío medial” que identifico en
1980 el entonces ministro de telecomunicaciones de Japón, Tetsuro Tomita. La tesis del
vacío medial identifica un área en la cual las comunicaciones de pequeños grupos y grupos
de interés son adaptables a las fortalezas de nuevos medios. Bajo actividades cuasi
grupales capaces de articularse a través de una intersección de lo público y lo privado.
70
La noción utilitaria de este comportamiento de conexión a través de la mercadotecnia
como en la campaña de Obama, abrió una veta para las estrategias electorales en diversos
países, que desde ese momento vivieron un auténtico auge a través del posicionamiento
digital como una forma cada vez más necesaria de establecer contacto con los electores. La
política tradicional se valió del vacío medial para crear una forma operativa desde cauces
institucionales.
Ante esta situación, cabría suponer que en el proceso electoral mexicano del 2012,
tendríamos una variante más de la intersección digital de alguna forma dirigida por líneas
de gobernanza. Pero dicho panorama no sucedió. Desde un primer momento, la
preponderancia en el manejo informativo e ideológico, tanto de las campañas de los
partidos como de los recursos informativos, se catapultó a través de los medios
tradicionales de comunicación: prensa, radio y televisión. Las campañas digitales fueron
dedicadas a las figuras de los candidatos en el mismo esquema de publicidad tradicional
que el proselitismo televisivo y radiofónico: seguidores de una causa a través de una página
web vista como un contacto terminal.
El vacío medial en el caso mexicano, sólo fue parcialmente atendido por el equipo de
campaña del candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador quién tuvo como
presencia digital desde 2004 el llamado Sendero del peje, un blog de noticias, fundado por
Víctor Hernández, que fue un parteaguas en el intento de hacer política con una tendencia
de izquierda conservando una orientación ciudadana.
Tiempo después y dado su éxito mediático en la documentación de las anomalías del
proceso de elecciones del 2006, se integra al proyecto el periodista y exdirector del diario
Milenio Federico Arreola, lo que lleva a algunos cambios sustanciales en la orientación del
espacio; tales cambios terminan con Hernández dejando el proyecto en 2011 en manos de
un nuevo equipo encargado de seguir, no sólo las acciones del político tabasqueño sino los
errores del candidato que los medios de comunicación tradicionales colocaban como
puntero en las encuestas hacia el 2012, Enrique Peña Nieto del PRI.
El nuevo proyecto SDP noticias cubre desde diversos ángulos informativos y
publicitarios tanto la colocación de las ideas del candidato de la izquierda como de la
campaña negra en torno a las pifias frecuentes del candidato del PRI. A diferencia del
anterior espacio centrado en el aspecto ciudadano de los integrantes del blog, el proyecto de
Arreola reflejó un intento de explotar el vacío medial que el creciente uso de redes sociales
69
Cfr. Orion White Jr y Gideon Sjoberg. The Emerging New Politics in America. En Politics in the post-
Welfare State. Hancock y Sjoberg (edts). Columbia University Press. Nueva York, 1972.
70
En W. Rusell Neuman. Op. Cit. p.75-76
54
como Twitter y Facebook tienen en el sector juvenil, dando por resultado el intento de
establecer contacto continuo con los usuarios de estas redes. SDP cuenta con más de 50,000
seguidores en Twitter y más de 700,000 likes en Facebook.
Su plan de concentrar información referente al excandidato de la izquierda, López
Obrador con las formas en que se comunican los usuarios de las redes, es un éxito en
México, pero constituye un caso digno de observación en la medida en que no tiene como
punto de partida, completar el círculo propagandístico que en la cultura política
norteamericana lleva a un voluntariado extenso y donaciones económicas. Para el caso de
México, SDP cumple con una función antagonista a la de los medios de comunicación
tradicionales. Presenta desde una forma aparente de imitación de la cultura oficial
espacio de neutralidad valorativa e inclusión un punto de vista alternativo a las
opiniones de estos medios que desde el ámbito de la recepción de la mayor parte de los
usuarios de las redes sociales, son representantes de la oficialidad, es decir de un sistema
político articulado por los intereses empresariales de las compañías de telecomunicaciones
y sus actores políticos.
Mientras que el modelo norteamericano, deviene en cierto consenso de legitimidad
aprobada en el triunfo de Barack Obama, el proceso electoral de México fuertemente
cuestionado desde 2006, en el 2012, presenta una auténtica guerra ideológica, librada en los
espacios digitales, pero también en una nueva salida a las calles por parte de una población
juvenil descontenta con las perspectivas de futuro en un país con crecimiento económico
limitado y una alta dosis de violencia motivada por la lucha de los gobiernos de la nueva
derecha contra el narcotráfico. Ninguna de las fuerzas políticas oficiales en juego en 2012,
parece reivindicar el uso pleno de las redes sociales desde una integración sistémica. La
izquierda de una forma parcial atiende el asunto, pero es rebasada por completo en función
de las demandas de actores políticos emergentes como el Movimiento Yo soy 132.
El resultado es que el proceso de integración, teatralización en palabras de Bartra,
simulacro en las de Baudrillard, operativo para las new politics norteamericanas y en
ejercicio en la campaña presidencial de Obama en 2008, carece de un sustento adecuado de
articulación en función de la legitimidad que se pretende para construir una gobernanza
basada en la democracia electoral para el caso mexicano. Esto produce un desajuste entre
las instituciones electorales y las demandas de nuevas marginalidades, como es distinguible
en la juventud mexicana que ya no reconoce como punto de contactos informativos a los
medios de comunicación tradicionales (radio, prensa y televisión) sino el uso extensivo de
redes sociales digitales y bases de datos multimedia. Este consumo pretendidamente
geométrico y regular en las new politics norteamericanas, es rizomático y laberíntico en la
juventud mexicana y requiere evadir las explicaciones simplistas con que algunos
editorialistas y comunicadores parecen impugnar más que analizar dicha situación.
71
71
La portada principal del diario Milenio, de circulación nacional, apenas terminado el dictamen del TEPJF y
la entrega del último informe de gobierno (2/08/2012), ante una serie de protestas y llamados a la resistencia
en diferentes puntos del país, lanza una provocación impactante: “Protestas light en las calles y en el
congreso” y en una nota cercana a este encabezado habla de las experiencias de actriz de la hijastra del ahora
presidente de México: “No pienso dejar la actuación aunque viva en Los Pinos”.
55
Conclusión: de vuelta a la opinión y al espacio público
Habermas hace algunos años trataba de encontrar un concepto sociológico para comprender
la opinión pública. Aún con toda su sabiduría y plena reivindicación de la intersubjetividad,
en cuanto al tema de la comunicación y la opinión pública, no pareció encontrar una
solución distinta al racionalismo sistémico:
“Análogamente se modificarían también las formas hoy
determinantes del ejercicio y la compensación del poder, es decir, el
consenso y el conflicto: un método de controversia pública llevado del
modo descrito podría relajar las formas coercitivas de un consenso
obtenido bajo presión, e igualmente podría suavizar las formas
coercitivas del conflicto, sustraído, hasta el presente, a la publicidad”.
72
Esa noción utilitaria de la opinión pública tratada de aprovecharse a través de cánones
institucionales, con vista a crear un mecanismo de legitimación para la gobernanza
permanece miope tanto para la teoría como para los gobernantes en su papel de
administradores mientras que el juego de posibilidades no parece ser tan dúctil como se
esperaba. Si bien hoy en día las carencias organizativas de movimientos como Yo soy 132,
de clara ascendencia juvenil,
73
reflejan una escasa vinculación efectiva del movimiento con
otros sectores sociales y grupos de interés edad, causa, nivel social como la
estrechez de visión política ya que se basa en una perspectiva anti-priista y anti-Peña Nieto,
el resultado fue una experiencia electoral con una fuerte presencia digital que se dejó sentir
por primera vez en las elecciones del 2012.
Varias preguntas rodean sin embargo, la capacidad de movilización y su impacto en
el escenario político nacional. De forma clara las redes sociales contribuyeron con expresar
de manera clara el vacío medial de la política mexicana y la escasa vinculación de esta a
través de sus mecanismos tradicionales de información. El retorno del activismo político, la
toma de la palabra y la ocupación de las calles, son una emergencia resultante de un sistema
encadenado fuertemente a un concepto de opinión pública obsoleto, entendido como una
actividad de ilustración. La cual presupone un fuerte control de información, dado que
apuesta por una tendencia materialista de la opinión.
La manera en que esta tendencia opera en las instituciones mexicanas para tratar de
normar por canales institucionales las posibles desavenencias, mantiene una estrechez
increíble aún no superada en la primera década del siglo XXI, y contradice con severidad
uno de los principios fundamentales del intercambio comunicativo de carácter público:
72
En Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública. Gustavo Gili.
1994. p.274
73
El asambleísmo constante y la continuidad a una causa trascendente al mero ambiente de contienda
electoral son ahora dos problemas importantes que reflejan el desgaste paulatino de dicho movimiento tras los
comicios y su consecuente proceso de validación. Sus propios voceros expresan el reconocimiento de este
desgaste que enfrenta el movimiento en sus últimas movilizaciones. Fuente: Periódico El Norte. Domingo 19
de agosto del 2012.
56
“Para que sea válida esta comunicación, el hecho debe ser lo más
cotidiano posible, de forma que sea interiorizado como posibilidad
personal. Para que sea útil, la comunicación no debe superar el estricto
marco divulgativo para ser accesible a todos los miembros sin excepción
del grupo. Para que sea una comunicación autentica, todos los
interlocutores deben poder expresarse a un nivel parecido y con iguales
derechos, obviando en cierta forma al especialista. Un espacio de
opinión pública no es una clase magistral sino un club de iguales”.
74
La ocupación de la política en los medios de comunicación tradicionales, con toda su
preponderancia y saturación ha terminado por inducir un efecto contrario al de la
ilustración que persigue a base de continuas referencias académicas, científicas y literarias,
ya que parte de una paradoja en su funcionamiento. Opera bajo una lógica de acumulación
de la información donde con frecuencia los límites son propuestos por los intereses de los
consorcios sostenidos a través de expertos pero, que al mismo tiempo, participan en un
juego de simulacros donde constantemente se afirma la identidad del medio como factor de
entretenimiento.
Mientras se espera que el espectador sea parte del medio en un sentido pasivo para su
parte de entretenimiento, por otro lado, se pretende para el tema político, la recurrente
aparición de la cátedra magistral, la pedantería y la autoafirmación como formas de
segregación a la opinión. Así es común ver comentaristas de noticias y la vida política
nacional como Carlos Marín del Grupo Milenio en la comodidad de su oficina,
imprimiendo y leyendo sus correos electrónicos mientras separa en dos grupos las
opiniones de quiénes lo elogian por su tono valentón y quiénes le vituperan y reciben su
trato especial, situándoles en un espacio de ignorancia e intolerancia mientras él frente a la
mara representa la imagen del intelectual ilustrado que se permite educar a las masas
ignorantes.
Este tipo de comunicación vertical proyectada en los medios tradicionales constituye
una auténtica ruptura con un sector juvenil y contribuye a reforzar una brecha que viene
surgiendo entre información y entretenimiento como factores de discontinuidad y
fragmentación. Cito a García Canclini:
“Estas no son características solo de los jóvenes con baja
escolaridad, sin suficientes encuadres conceptuales y vasta información
como para seleccionar y ubicar el alud de estímulos diarios. Es verosímil
la hipótesis de que la fragmentación y discontinuidad se acentúan en los
jóvenes de clases medias y altas, precisamente por la opulencia
informativa y de recursos de interconexión”.
75
74
José María Perceval. Nacionalismos, xenofobia y racismo en la comunicación: una perspectiva histórica.
Paidós, 1995. p.66
75
Néstor García Canclini. Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad. Gedisa,
2005. p.173
57
Una sociedad emergente que pasa de lo industrial y mecánico a una automatización
eléctrica como veía McLuhan,
76
presenta diversas formas de contradicciones culturales que
no van en el mismo sentido que la lógica de ascendencia estrictamente económica que
sirvió de base durante tantos años para interpretar el conflicto en las diversas ciencias
sociales. Satisfacción, seguridad, emoción, comunicación, son conceptos con una fuerte
carga representativa, cuya motivación se mueve en términos de identidad, reciprocidad,
diferenciación. Flujo de significados que habla más de una cultura global que no está
fincada en la mundialización de choques entre civilizaciones cerradas unas frente a otras,
sino de un proceso de individuación que amalgama la alteridad cultural en la forma de
individualidades, autonomías y derechos.
77
La fluctuación del capital cultural y social, a pesar de su intangibilidad, es un asunto
de primera importancia en la articulación de un proceso de gobernanza pues es ahí, donde
se forjan las estructuras de las relaciones del sistema social. Bajo esta perspectiva, las redes
sociales desempeñan un ejercicio vinculante que hace necesaria una mayor atención en su
faceta tecnológica digital. Faceta profundamente relegada en la cultura mexicana para el
análisis y abundante en propaganda, repleta en contenidos y herramientas, pero de nula
reflexión y perspectiva, por tanto, escasa capacidad prospectiva.
Bibliografía
Bartra, Roger. Las redes imaginarias del poder político. Pre-textos. Valencia, 1ª ed; 2010.
Baudrillard, Jean. Crítica de la economía política del signo. Siglo XXI Editores. México,
1995.
Bauman, Zygmunt. Vida líquida. Paidós. Barcelona, 1ª ed; 2006.
Ferry Jean,Marc, Dominique Wolton. El nuevo espacio público. Gedisa. Barcelona, 1988.
García Canclini, Néstor. Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la
interculturalidad. Gedisa, 1ª ed; 2005.
Gruzinski, Serge. La colonización de lo imaginario: sociedades indígenas y
occidentalización en el México español, s.XVI-XVII. F.C.E. México, 6ª Reimp;
2007.
Habermas, Jürgen. Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural
de la vida pública. Gustavo Gili. Madrid, 1994.
Huntington, Samuel. Postindustrial Politics: How Benign Will It be?. Comparative Politics
6; 1974.
Lipovetsky, Gilles. El Occidente globalizado. Un debate sobre la cultura planetaria.
Anagrama.
76
Cfr. La comprensión de los medios como las extensiones del hombre. Ed. Diana. México, 1975.
77
Reconocidos a través de la refutación de Lipovetsky acerca de la tesis de Huntington del choque de
civilizaciones. Mientras Huntington ve la cultura global como un escenario de guerra entre culturas distintas,
Lipovetsky describe una cultura planetaria con procesos de individuación no lineales impulsados por ciclos de
interacción simbólica y tecnológica. En El Occidente globalizado. Un debate sobre la cultura planetaria.
Anagrama. p.68
58
McLuhan, Marshall. La comprensión de los medios como las extensiones del hombre. Ed.
Diana. México, 6ª Reimp; 1975.
Newman, Russell W. El futuro de la audiencia masiva. F.C.E. Chile, 1a ed; 2002.
Perceval , José María. Nacionalismos, xenofobia y racismo en la comunicación: una
perspectiva histórica. Paidós, Barcelona, 1ª ed; 1995.
Sartori, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida. Taurus. México, 10ª Reimp;
2001.
White Jr ., Orion y Gideon Sjoberg. The Emerging New Politics in America. En Politics in
the post-Welfare State. Hancock y Sjoberg (edts). Columbia University Press.
Nueva York, 1972.
Yañez, Gloria y Arturo Orellana (Edts). Ciudad, poder gobernanza. Colección RIDEAL.
Santiago de Chile, 2010.
59
CAOSOPOLIS
Apuntes para tratar de entender
la rutina de las ciudades mexicanas
de Ramón Ramírez
se terminó de imprimir y editar
en los talleres gráficos de
OFICIO EDICIONES
en Noviembre de 2012
Se imprimieron 1000 ejemplares
más sobrantes para reposición
Monterrey, N.L., México
ResearchGate has not been able to resolve any citations for this publication.
Article
Sartori, Giovanni "Homo Videns. La sociedad teledirigida" Titulo original: "Homo videns", Gius. Laterza & Figli Spa, Roma -Bari, 1997. Editorial Taurus, 1998. Trad. Ana Diaz Soler. El nudo central de la obra de Sartori estriba en el examen del destronamiento por la imagen televisiva de la cultura escrita, y la transformacion que ella esta ocasionando en la naturaleza humana, que deviene del homo sapiens al homo videns, con especial enfasis en sus efectos en la politica, en la formacion de la opinion publica, en los procesos eleccionarios y en las formas de gobierno. En la primera parte, el autor parte del supuesto de que el homo sapiens es esencialmente un animal simbolico, con lo que procura acentuar todas las formas de vida cultural del hombre, cuya distincion radica en el empleo del lenguaje-palabra. Frente a ello, los medios han obrado como portadores de comunicacion linguistica, hasta la irrupcion de la television y, merced al progreso tecnologico, el computador, que han trasladado el contexto comunicacional desde la palabra a la imagen, y consecuencialmente desde la comprension a la simple representacion visual. Lo precedente, ha importado una ampliacion cuantitativa la cobertura cultural, mas, repara Sartori, en caso alguno un progreso sustancial, sino muy por el contrario, una regresion fundamental: el empobrecimiento de la capacidad de entender, desde que la supresion de los conceptos, junto a su caudal connotativo, y la abundancia de imagenes atrofia nuestra capacidad de abstraccion. Enseguida, pasa el autor a considerar comparativamente la television con internet, en cuanto a sus usos y contenidos, para atribuir a este ultimo medio, a juzgar por las previsiones del negropontismo, un modesto aporte cultural.
Article
De la euforia que caracterizó a los finales del siglo XIX a los primeros años de este siglo, el mundo asiste al espectáculo alarmante del pánico que parece manifestarse a lo largo y ancho del globo. Occidente comienza a cono-cer los efectos del terrorismo fundamen-talista y militar; las armas de destruc-ción masiva; la construcción del Eje del Mal y la cruzada contra Oriente que parece dividir al mundo en dos polos irreconciliables; las migraciones masi-vas; la conquistas de territorios vía la doctrina de la guerra preventiva; el cam-bio climático; las epidemias de enferme-dades; los efectos de la siempre presente globalización y el impacto que ésta tiene en un Estado que a estas alturas ya se ve desbordado por las constantes crisis que provocan estos y otros fenómenos. El progreso se convierte en peli-gro, el miedo —parafraseando a Enri-que Gil Calvo— se vuelve el mensaje y la ciudad, como piensa Paul Virilio, es-cenario privilegiado de las desestructu-raciones y sucesivos desastres. Aquella ciudad que adquirió estatus de ágora, hoy es blanco de ataque donde se cru-zan la política y la guerra. No es aleatorio que Virilio elija comenzar la serie de seis ensayos que componen su último libro con una cita de Walter Benjamin. En efecto, como se sabe, el inspirador de la Escuela de Frankfurt tuvo una constante preocupa-ción por el problema de la ciudad. Una ciudad distinta, con características di-ferentes a las que describe Virilio. Tampoco es fortuito que el título del primer ensayo sea "Tabula rasa", pues se trata de mostrar cómo las ciuda-des son destruidas. Es el caso de Nan-tes, la ciudad de su adolescencia, bom-bardeada en 1943; incluso París, su lu-gar de nacimiento, bajo el urbanismo haussmanniano vive la contradicción de la belleza de las plazas y los proyectos de edificación del asilo de Sainte-Anne y de la prisión de la Santé. Pero tam-bién de Hiroshima y Nagasaki que se convierten en ciudades del terror nu-clear. En el segundo ensayo, "La demo-cracia de emoción", Virilio describe el papel de los medios en la construcción de la sociedad del miedo. El autor in-siste en la idea de que la democracia de la emoción, formateada por los media, reemplaza a la democracia de opinión que a su vez fagocita la democracia re-presentativa de los partidos políticos. El resultado: la representación política desaparece en la instantaneidad de la comunicación, en beneficio de una cru-da y desnuda presentación de aconte-cimientos.