BookPDF Available

Domínguez R. y Lo Brutto G. (coords) 2023. La cooperacioìn internacional en la encrucijada...

Authors:

Abstract

En un panorama internacional de polarización creciente, el tradicional sistema de cooperación internacional que se despliega en el orden mundial, delineado por la hegemonía de los Estados Unidos y sus aliados occidentales desde la segunda mitad del siglo XX, parece entrar en competencia con un nuevo “régimen de cooperación Sur-Sur”, impulsado por China en lo que va del siglo XXI. Ante ello, la cooperación internacional se enfrenta a la encrucijada de reorganizarse en un proceso reglobalizador que se vislumbra bajo liderazgo chino, frente a la posibilidad cada día más cierta de fragmentación del multilateralismo, de modo que la alternativa de cooperación que China propone se acabaría solapando con el orden liberal existente. La presente obra se ha realizado con el fin de reflexionar sobre este panorama de la encrucijada, en el que la cooperación internacional se tensa en el cuadro de la reglobalización versus el solapamiento de órdenes mundiales. Es el trabajo conjunto de académicos, provenientes de distintas instituciones latinoamericanas y europeas, con diversas perspectivas teóricas. Se trata del sexto libro de esta índole de la Red Iberoamericana Académica de Cooperación Internacional (RIACI), en conjunto con el Grupo de Investigación en Cooperación Sur-Sur e integraciones regionales de la Red Española de Estudios del Desarrollo (GICSS-REEDES), que se han venido publicando en coedición con el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (ICSyH-BUAP), México, y la Universidad de Cantabria (UC), España.
LA COOPECIÓN INTERNACIONAL EN LA ENCRUCIJADA:
REGLOBALIZACIÓN VERSUS ÓRDENES MUNDIALES SOLAPADOS
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
M. L C R
Rectora
J M A O
Secretario General
G L B
Director del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades
Alfonso Vélez Pliego”
UNIVERSIDAD DE CANTABRIA
Á P C
Rector
S T H
Secretaria General
B G S
Directora de la Editorial de la UC
A H A
Director de la colección Sociales
LA COOPECIÓN INTERNACIONAL
EN LA ENCRUCIJADA:
REGLOBALIZACIÓN VERSUS ÓRDENES
MUNDIALES SOLAPADOS
Rafael Domínguez Martín
Giuseppe Lo Bruo
Coordinadores
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
INSTITUTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES “ALFONSO VÉLEZ PLIEGO”
UNIVERSIDAD DE CANTABRIA
La cooperación internacional en la encrucijada: reglobalización versus órdenes mundiales solapados
La obra fue dictaminada por especialistas en la modalidad de pares ciegos,
por lo que cumple con estándares de calidad académica.
Primera edición, 2023
D.R. © L 
D.R. © B U A  P
4 Sur 104, Col. Centro Histórico, Puebla, Pue. C.P. 72000
Teléfono (222) 229 55 00
www.buap.mx
I  C S  H
Alfonso Vélez Pliego
Av. Juan de Palafox y Mendoza 208, Centro Histórico
C.P. 72000, Puebla, Pue. Tel. (222) 229 55 00, ext. 3131
www.icsyh.com
D.R. © E   U  C
Avda. de los Castros, s/n, 39005 Santander (España)
www.editorialuc.es
publica@unican.es
ISBN: 978-607-8957-39-2 (BUAP)
ISBN: 978-84-19024-62-6 (Editorial Universidad de Cantabria)
DOI -EUC-: hps://doi.org/ 10.22429/EUC2023.030
Este libro es el n. 76 de la colección Sociales de la EUC que obtuvo el certica-
do CEA/APQ de calidad en edición académica, promovido por UNE y avalado
por ANECA y FECYT, con mención de internacionalidad en 2018 y ha sido
renovado en 2023.
Coordinación editorial: Margarita Muñoz Loyola
Corrección: Elías Martínez Bello, Christian Tello de la Rosa y Eduardo Crivelli Minui
Formación: Abraham Zajid Che
Portada: Julio Broca
Hecho en México
Made in Mexico
Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el
medio, sin la anuencia por escrito de los titulares de los derechos.
Índice
I:      
       
Rafael Domínguez Martín y Giuseppe Lo Bruo (coords.)
I. C     :   B  R I
       
Rafael Domínguez Martín
II. L      C:
        -
Javier Vadell
III. C,       XXI
Carmelo Buscema
IV. ¿H    ?       XXI
Eduardo Crivelli Minui, Elías Martínez Bello y Christian Tello de la Rosa
V. ¿H    ?
L C S-S  C  
 “ ”    
Ada Celsa Cabrera García y Giuseppe Lo Bruo
VI. M :    X J
        
      
Carlos Cerda Dueñas y Daniel Lemus Delgado
9
17
71
103
129
163
185
VII. N     C S-S:
   A S  Q   
Víctor Moreno Aguilar y Ángela Suárez Collado
VIII. L C I  D  C
 A L   C. E     
Juan Carlos Sales
IX. G   
   
Mariasole Pepa e Isabella Giunta
X. U       
        
Ander Arredondo
205
235
261
281
9
Introducción: la encrucijada de la
cooperación internacional entre la reglobalización
y los órdenes mundiales solapados
Rafael Domínguez Martín
Giuseppe Lo Bruo
(coords.)
Desde el último cuarto del siglo XX, China se ha ido incorporando de manera van-
guardista a la globalización económica, de la que ha sido máximo beneciario y
principal catalizador. China sigue siendo en la actualidad el mayor defensor de la globali-
zación y desde que Xi Jinping está al frente del Estado ha promovido un discurso a favor
del multilateralismo en diversos foros internacionales, buscando conectar cada vez más al
gigante asiático con las distintas regiones del mundo.
La actividad china en la escena internacional a favor de una mayor integración local,
regional y global contrasta con la política de America First, que fue el sello distintivo de
Donald Trump, en su periodo como presidente de los Estados Unidos, y que parece ser
continuada con otras características por el gobierno de Joe Biden que busca una defensa
del orden internacional basado en reglas, o regímenes internacionales, que privilegien la
posición estadounidense en el mundo. Después de haber sido el adalid del libre comer-
cio, tras la crisis nanciera del Atlántico Norte y la Gran Recesión, Estados Unidos fue
tornando hacia a una política proteccionista, que ha profundizado el proceso de desg-
lobalización detonado por el gran choque de 2008. Con ello, Washington ha retomado
su histórica tradición nacionalista y proteccionista agudizando la tendencia a la desglo-
balización, que se maniesta en la desaceleración del comercio mundial y de los ujos
internacionales del capital, las restricciones crecientes a las migraciones internacionales
y la reducción de la interdependencia económica mundial (el desacoplamiento), todo lo
cual se ha visto reforzado por la pandemia del Covid-19 y el reciente conicto armado
entre Rusia y Ucrania.
Ante ello, China parece no sólo defender el proceso globalizador, sino incluso propo-
ner un nuevo tipo de globalización, que se ha visto materializada desde el momento en
el que el presidente Xi Jinping lanzó la Belt and Road Initiative, en 2013, como un mega-
proyecto de inversiones y nanciamientos en infraestructura, que aspira a integrar a los
10
la cooperación internacional en la encrucijada
países en desarrollo al crecimiento económico chino en una estrategia ganar-ganar de
industrialización por difusión tecnológica (Lin y Wang , 2017). Así, China estaría gestan-
do un nuevo tipo de “globalización incluyente” (Liu y Dunford, 2016) o “reglobalización”
(Wang y Cao, 2021), que avanza a golpe de iniciativas: la Global Development Initiative,
bosquejada en el discurso del mandatario chino en el marco del Debate General del 76°
Periodo de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2021 y la Global
Security Initiative, anunciada en el marco de la reunión anual de presidentes de la Organi-
zación de Cooperación de Shanghái en 2022.
En este panorama, se observa que el tradicional régimen de cooperación internacio-
nal delineado por la hegemonía mundial de los Estados Unidos y sus aliados occidentales
está en una clara etapa reactiva respecto al “régimen de cooperación Sur-Sur” bajo lideraz-
go chino, complementado con otras iniciativas globales y multilaterales de cooperación
impulsadas por el gigante asiático. Así que el actual momento de crisis de la economía
mundial, con el debilitamiento del orden establecido bajo la hegemonía de los Estados
Unidos, ha dejado entrever el surgimiento y la coexistencia de un nuevo orden interestatal
que poco a poco va ganando terreno con China como líder, y que se mueve en los inters-
ticios de la crisis del multilateralismo y la globalización neoliberal. Por tanto, el moderno
sistema mundial estaría viendo la coexistencia de dos órdenes mundiales solapados que
parecen convivir en una caótica situación hasta que quizá uno de ellos logre imponerse.
Cabe decir que todas estas reexiones son producto de la maduración de las ideas
volcadas en los seis volúmenes convocados por la Red Iberoamericana Académica de
Cooperación Internacional (RIACI), junto con el Grupo de Investigación en Coopera-
ción Sur-Sur e integraciones regionales de la Red Española de Estudios del Desarrollo
(GICSS-REEDES), publicados en conjunto por el Instituto de Ciencias Sociales y Hu-
manidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
(ICSyH-BUAP), México, y la Universidad de Cantabria (UC), España. En particular,
las ideas expuestas en esta obra resultan del II Encuentro Pasado y Presente de la Coo-
peración Internacional: “La cooperación internacional en el caos del moderno sistema
mundial”, que se desarrolló del 7 al 9 de noviembre de 2022 en ICSyH-BUAP, México. El
evento también contó con la participación del Grupo World Socioeconomic Processes
del programa de internacionalización-Reserch-BUAP, y la Red Eurolatinoamericana de
Investigación (REI), integrado por investigadores/as de la BUAP de México, la UC, de
España, el Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador (IAEN), la Universidad Au-
tónoma del Caribe de Colombia, la Università della Calabria (UNICAL), la Università
degli studi di Modena e Reggio Emilia (UNIMORE), la Università degli studi di Padova
(UniPd) de Italia, la Ponticia Universidad Católica de Minas Geráis (PUC-Minas) de
Brasil, y la Ponticia Universidad Católica del Perú (PUCP).
En este contexto, el objetivo de este VII libro RIACI es reexionar sobre la cons-
trucción argumentativa de cambio o transformación estructural del tradicional sistema
11
introducción
de cooperación internacional, que corre en una lógica de norte a sur, delineado por la
hegemonía de los Estados Unidos y el mundo occidental, frente al reposicionamiento
geopolítico y geoeconómico del Sur Global, bajo el liderazgo de China, en el marco del
recentramiento de las dinámicas de la economía mundial en el Asia oriental, lo cual abre
un panorama de encrucijada que se discute en el cuadro de la reglobalización versus el
solapamiento de órdenes mundiales. Así que, desde una perspectiva histórica en el marco
interpretativo de la economía política crítica, las teorías de la dependencia, los enfoques
estructuralistas, marxistas-neogramscianos, o polanyianos y de sociología ecológica, así
como de los análisis de sistema-mundo, el libro se divide en diez capítulos presentados
por autores de distintas latitudes de Europa y América Latina, lo que otorga a esta obra un
sello crítico e internacional.
El primer capítulo escrito por Rafael Domínguez Martín de la Universidad de Canta-
bria, España, plantea la hipótesis de que China, a las puertas de su graduación como país
en desarrollo, busca ampliar su política de cooperación Sur-Sur a escala global mediante
el recurso a la multilateralización, convirtiéndola en una fuente de poder inteligente que
combina el poder blando y el poder duro en su acción exterior. Para ello China preten-
de avanzar hacia una política de cooperación y seguridad global acorde con su papel de
superpotencia responsable, sin buscar la hegemonía. El marco teórico utilizado para esa
reexión se basa en varias teorías de economía política internacional y relaciones inter-
nacionales chinas, que pueden integrarse bajo la teoría multilateralista de la geopolítica,
a partir de la cual, y con el trasfondo de China como promotor y beneciario de la glo-
balización, se analiza el proyecto de reglobalización que China plantea, a través de la Belt
and Road Initiative y de las nuevas iniciativas globales de desarrollo y seguridad, como
alternativa a la desglobalización y la “nueva guerra fría”, poniendo un foco especial en el
proceso de multilateralización de la cooperación china, y el estudio comparado de los
componentes de cooperación internacional de la Belt and Road Initiative y la Global Deve-
lopement Initiative, con su complemento, la Global Security Initiative.
El segundo capítulo de Javier Vadell de la Ponticia Universidade Católica de Minas
Gerais, Brasil, pretende (re)conceptualizar, a partir de una lectura crítica de la economía
política global, un término polisémico que coloquialmente se presenta como autoexpli-
cativo y autorreferencial: globalización. Esta tarea requerirá profundizar en los debates
que surgieron en la década de 1990. El término globalización será interpretado y reca-
tegorizado como concepto histórico, más allá del modo de producción capitalista. No
obstante, fue con la expansión capitalista que la globalización, como proceso, adquirió
un carácter “único de globalidad”, es decir, una condición totalizadora. La propuesta del
autor tiene como eje la proyección de poder de la República Popular China y los procesos
disruptivos que ésta provoca en la globalización neoliberal, bajo la hegemonía de los Es-
tados Unidos y Occidente. Metodológicamente el capítulo plantea la deconstrucción del
sentido común de la globalización y su reformulación para luego reconstruirlo bajo una
12
la cooperación internacional en la encrucijada
lente crítica. Para esta tarea, la globalización neoliberal debe ser analizada dentro del pro-
ceso de transformaciones históricas en curso donde se congura otra globalización em-
brionaria, que nace de las entrañas de la globalización neoliberal, y que el autor denomina
Globalización Instituida de China. El abordaje teórico del capítulo tiene cuatro pilares: el
concepto de formación económico-social derivados del pensamiento marxista, el abor-
daje de Samir Amin, Giovanni Arrighi, Karl Polanyi y la metodología dialéctica. El punto
de partida de esta discusión teórica es entender los procesos de globalización como for-
maciones económico-sociales en constante transformación e interdependencia, como si
fuesen “placas tectónicas” geopolíticas en interacción conictiva y cooperativa.
El capítulo tercero, de Carmelo Buscema de la Università della Calabria, Italia, ex plora
la relación entre la cooperación, la guerra y la paz, tanto desde la perspectiva de la histo-
ria del pensamiento occidental como de los modelos de desarrollo del sistema mundial
moderno y contemporáneo. El autor considera la relevancia de esta relación para com-
prender nuestro presente y sus perspectivas inmediatas, que parecen paradójicas. Por un
lado, estamos en un nivel sin precedentes de interconexión en todos los aspectos de la
realidad, lo que implica una alta tasa de cooperación potencial y efectiva. Por otro lado,
esta condición puede fortalecer tanto la capacidad productiva y el bien común de la hu-
manidad como las capacidades destructivas de las instituciones humanas. Desde este
punto de vista se observa que, por parte de las fuerzas actualmente dominantes prevalece
la voluntad de orientación destructiva de los lazos cooperativos, existentes y promovidos,
lo que lleva a círculos viciosos de tensiones y violencia sistémica que se extienden por
todo el mundo. Frente a ese tiempo dominado por la tragedia consistente del auge de
la geopolítica, urge reconocer, comprender y desactivar los mecanismos que alimentan
los círculos viciosos dentro de los cuales hasta sectores importantes de los movimientos
sociales se encuentran en la condición de rehenes de los más ecaces dispositivos para-
bélicos que fervorosamente los anima en contra de blancos cticios apuntalados por el
mismo aparado dominante de poder en vista de un solo objetivo: su propia egotista con-
servación, que sin embargo conlleva el riesgo más y más concreto de una generalizada
oleada de destrucción.
En el cuarto capítulo, Eduardo Crivelli Minui, Elías Martínez Bello y Christian Tello
de la Rosa, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, realizan un análi-
sis de la situación política mundial actual que sugiere cierto paralelismo y comparaciones
recurrentes con la Guerra Fría desarrollada en la segunda mitad del siglo XX, sugiriendo
una versión actualizada de ese conicto bipolar entre Estados Unidos y sus aliados occi-
dentales frente al ascenso de China, en el siglo XXI. El trabajo parte de la pregunta de si
el contexto actual reproduce las lógicas de la Guerra Fría o si estamos ante algo diferente.
La hipótesis planteada es que Estados Unidos busca mantener un equilibrio geopolítico
congelado para fortalecer la hegemonía del dólar y mitigar sus crisis presupuestales inter-
nas, mediante el desarrollo de su complejo militar-industrial, mientras que China gana
13
introducción
terreno a través del multilateralismo y la cooperación internacional. Todo ello permite
a los autores reexionar sobre la idea de una “segunda guerra fría” y analiza los procesos
de cooperación y conicto en el siglo XXI desde una perspectiva crítica de la economía
política internacional, explorando la idea de una continuidad y ampliación de la Guerra
Fría de la segunda mitad del siglo XX como resultado de la crisis hegemónica de Estados
Unidos en la geopolítica y la geoeconomía del sistema mundial actual.
El quinto capítulo de Ada Celsa Cabrera García y Giuseppe Lo Bruo de la Beneméri-
ta Universidad Autónoma de Puebla, México, busca contribuir a la tesis de que China está
encaminando sus esfuerzos hacia la construcción de un conjunto de instituciones que
se presentan como un subsistema interestatal alternativo al que emergió en la segunda
posguerra, a partir de identicar los elementos que se preguran como uno de los rasgos
de ese proyecto. Se trata de la estrategia que a partir del esquema de cooperación imple-
mentado por China a través de la Belt And Road Initiative, de la Global Development Initia-
tive y de la Global Security Initiative, se maniesta en una suerte de “emulación temprana
de la estrategia hegemónica norteamericana de la segunda posguerra. La “emulación” se
sintetiza en un doble proceso: en primer lugar, en la manera en que actualmente China
va articulando un entramado institucional en el marco de la intensicación del presente
caos sistémico; es decir, en un momento previo o “temprano” respecto a aquel en el que
podríamos considerar como claro el ascenso de una nueva potencia hegemónica. Los
autores argumentan que dicho entramado opera bajo la lógica de un diálogo político que
permite acuerdos comerciales y fomenta una estrategia de desarrollo a partir del cambio
estructural. En segundo lugar, y de manera análoga al consenso multilateral que apun-
taló el proyecto estadounidense basado en la promoción del “desarrollo” desde el norte
hacia el sur con un papel fundamental de la cooperación y la ayuda, China hoy despliega
un argumento similar promoviendo el alcance de “una comunidad de futuro comparti-
do” con sus socios estratégicos y al que cada vez más Estados buscan sumarse, donde la
Global Developement Initiative y la Global Security Initiative son sus ejes fundamentales.
El capítulo sexto, escrito por Carlos Cerda Dueñas y Daniel Lemus Delgado, de El
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México, se centra en el de-
bate sobre el futuro de la cooperación internacional para el desarrollo y si estamos pre-
senciando su declive. El trabajo plantea la pregunta de si la cooperación seguirá siendo
un instrumento de política exterior para benecio de los donantes, con la posibilidad de
que los donantes alternativos, como China, desplacen a los donantes tradicionales. Esto
podría llevar al n de la hegemonía estadounidense y del orden liberal, sin garantizar un
nuevo orden favorable para la humanidad en general. Con el objetivo de contribuir a ese
debate, los autores examinan la transformación de la política exterior de China y el pensa-
miento de Xi Jinping en relación con el papel que China debe desempeñar en el mundo,
analizando especícamente la Iniciativa para el Desarrollo Global propuesta por el man-
datario chino en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2022. De este modo
14
la cooperación internacional en la encrucijada
se devela la importancia de esta iniciativa en la formación de una identidad estatal china
distinta de los donantes tradicionales, aunque todavía queda por verse si esta iniciativa lo-
grará desplazar el régimen tradicional de la cooperación internacional para el desarrollo,
con sus principios, prácticas, dinámicas y consecuencias, a largo plazo.
En el séptimo capítulo Víctor Moreno Aguilar y Ángela Suárez Collado de la Univer-
sidad de Salamanca, España, parten de la premisa de que la cooperación internacional
ha estado dominada por un modelo de desarrollo económico impulsado por los países
occidentales, lo que ha generado relaciones de dependencia norte-sur. Sin embargo, al-
gunos países del Sur Global, como China, India y Brasil, están intentando revertir esta
dinámica estableciendo nuevos mecanismos de cooperación. En este contexto, los países
del Golfo Pérsico, especialmente Arabia Saudí y Qatar, han surgido como importantes
donantes internacionales y han promovido la cooperación Sur-Sur como parte de su po-
lítica exterior. Por tanto, el capítulo se centra en analizar las transformaciones en la coo-
peración internacional desde el sur, con especial atención al papel de los países del Golfo
en el Norte de África y Oriente Medio. Para ello, los autores examinan la naturaleza de
esta cooperación, su alcance y cómo se ajusta a los principios de la cooperación Sur-Sur,
a partir de un análisis de fuentes primarias y secundarias, incluyendo datos económicos
sobre la Ayuda Ocial al Desarrollo en la segunda década del siglo XXI, y literatura que
analiza las transformaciones políticas en la región del Medio Oriente y el norte de África,
especialmente durante y después de las Primaveras Árabes, y el papel de Arabia Saudí y
Qatar, así como su Ayuda Ocial al Desarrollo, en relación con estos cambios.
El capítulo octavo, que presenta Juan Carlos Sales de la Universitat Jaume I, España,
se enfoca en analizar la ayuda especíca para el desarrollo, con el objetivo de distinguir
claramente aquellos tipos de ayuda que se acercan más a la concepción de desarrollo se-
gún la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. En este trabajo se
reconoce que el concepto de cooperación internacional de China diere del paradigma
liberal clásico, por lo que es necesario evitar establecer paralelismos sin un análisis previo.
El autor busca obtener una imagen analítica de la inversión de China en América Latina y
el Caribe, los sectores en los que se inv ierte y los conceptos utilizados, además de diferen-
ciarlo de otras formas de ayuda y nanciamiento que no se ajustan a la idea tradicional de
cooperación para el desarrollo”. La hipótesis de partida es que China utiliza su inuencia
económica para obtener legitimidad política y social a través de la ayuda al desarrollo, por
lo que el capítulo también busca determinar la importancia de esta estrategia para ese país
asiático, así como su enfoque en pses y sectores especícos de la región latinoamericana
y caribeña.
El capítulo noveno de Mariasole Pepa de la Universitá degli Studi di Padova, Italia, e
Isabella Giunta, del Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador, compara los en-
foques de cooperación internacional promovidos por diferentes actores dentro de un ré-
gimen alimentario global liderado por corporaciones. El objetivo del texto es reexionar
15
introducción
sobre las transformaciones en las prácticas discursivas y agendas de los actores ociales
de la cooperación Norte-Sur y Sur-Sur, centrándose en el desarrollo agroalimentario y el
papel de las empresas privadas y estatales. Aunque existen otros actores, como organiza-
ciones y movimientos sociales, que participan en estos debates y actúan en los contextos
afectados por la ayuda, el enfoque que presentan las autoras se centra en las instituciones
y empresas debido a su importancia en las transformaciones en curso en el sistema de
cooperación internacional. El trabajo presenta diversas perspectivas sobre las revolucio-
nes verdes y su inuencia en las agendas de cooperación Norte-Sur, para luego analizar
el caso de la cooperación agrícola china en África como un ejemplo emblemático de la
cooperación Sur-Sur, que junto a la consolidación de los países BRICS han desaado las
formas tradicionales de cooperación, llevando a nuevas alianzas globales, que hacen re-
exionar sobre los discursos, prácticas y modalidades de la cooperación agrícola Sur-Sur.
El décimo capítulo, de Ander Arredondo de la Universidad Complutense de Madrid,
España, aborda las relaciones entre la cooperación para el desarrollo y las lógicas del capi-
talismo en la naturaleza, planteándose la pregunta de si la cooperación para el desarrollo
puede contrarrestar la crisis ambiental en el sistema capitalista. Se propone una nueva
caracterización de la cooperación para el desarrollo como base para comprender su rela-
ción con los procesos dirigidos a mitigar el cambio climático y la degradación de los eco-
sistemas. El autor examina la conexión entre la acumulación de capital y la acumulación
de pobreza, así como la gestión de esta relación, en la que se sitúa la cooperación para el
desarrollo, analizando todo ello desde una perspectiva alternativa y crítica, que se centra
en la valorización del capital invertido en acciones de cooperación, la captación, distri-
bución y ejecución de los fondos, y los actores principales y secundarios involucrados en
estos procesos.
En suma, se puede decir que todo ello permite comprender la lógica de los procesos
de cooperación internacional que se encuentra en una encrucijada: con un camino rector
que puede conducir hacia una globalización incluyente con características chinas, que
parece estar tomando cada vez más forma con el gigante asiático como nuevo rol maker y
líder de un proceso reglobalizador; mientras que el otro camino, más intrincado y sinuo-
so, marcado por la tendencia a la fragmentación de la economía mundial, con una nueva
multilateralización de la cooperación promovida por China como alternativa al sistema
de cooperación internacional tradicional que sigue existiendo en un escenario de solapa-
miento de dos órdenes mundiales. Es por eso por lo que vale la pena reex ionar y discutir
sobre los procesos de cooperación internacional que se bifurcan en la encrucijada entre
esos dos posibles caminos.
17
I
C     :
  Belt and Road Initiative
       1
Rafael Domínguez Martín2
I
El objetivo del presente capítulo es comprender la lógica y límites del proyecto de reg-
lobalización (Wang y Cao, 2021) que China aspira a liderar con la Global Development
Initiative (2021) y su complemento de la Global Security Initiative (2022)3, como nuevo rule
maker, system shaper y standard seer (Kuo, 2023). Estas dos iniciativas globales son las nue-
vas marcas de la globalización con características chinas con las que Beijing busca promover
las relaciones armoniosas y pacícas entre países y sistemas regionales a partir del binomio
paz-desarrollo. El tándem de ambos bienes públicos ha sido el eje vertebrador de la coope-
ración económica y comercial (denominada a partir de la década de 1980 cooperación Sur-
1 La idea original de este capítulo fue presentada en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en octubre
de 2022, durante el II Encuentro pasado y presente de la cooperación internacional. La cooperación internacional en el caos
del moderno sistema mundial. Agradezco a Giuseppe Lo Bruo la invitación y a Javier Vadell la referencia al texto de
Wang y Cao (2021) sobre la reglobalización. La revisión de la literatura y las fuentes primarias para la redacción
nal del texto se han actualizado hasta el 16 de octubre de 2023.
2 Catedrático de Historia e Instituciones Económicas del Departamento de Economía de la Universidad de Can-
tabria y profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca. Es director del Grupo de
Investigación en Desarrollo Humano y Cooperación Internacional (Catedra COIBA) y coordinador del Grupo
de Investigación en Co operación Sur-Sur e integraciones regionales de la Red Española de Estudios del Desarro-
llo. E-mail: domingur@unican.es
3 En el Foro de Alto Nivel del Diálogo del Partido Comunista de China con los partidos políticos del mundo,
celebrado en marzo de 2023, el secretario general, Xi Jinping, propuso la Iniciativa Global de las Civilizaciones,
que viene a completar las dos anteriores de desarrollo y seguridad. Por razones de falta de una mínima perspectiva
histórica, esta última iniciativa se deja fuera del análisis, aunque ya ha sido objeto de una primera evaluación hostil
por parte uno de los halcones académicos que habitualmente asesoran a la agencia federal US-China Economic
and Security Review Commission (Ellis, 2023).
18
la cooperación internacional en la encrucijada
Sur) de China desde la Conferencia Afro-A siática de Bandung de 1955 hasta el lanzamiento
de la Belt and Road Initiative en 2013, un año después del comienzo de la nueva era marcada
por la elección de Xi Jinping como secretario general en el 18 Congreso Nacional del Parti-
do Comunista de China (State Council Information Oce, 2021a).
En ese sentido, la política de cooperación china muestra una fuerte continuidad a
partir de lo que podría denominarse Consenso de Bandung-Shanghái, cuyo mensaje es
que sin paz no hay desarrollo y que el desarrollo es un facilitador de la paz. Como reza
el último White paper sobre la cooperación china, “la paz y el desarrollo siguen siendo
el tema de nuestro tiempo” (State Council Information Oce, 2021a), una alusión a la
continuidad que une los Cinco Principios de la Coexistencia Pacíca de Zhou Enlai y
la Teoría de los Tres Mundos de Mao Zedong con la comunidad de futuro compartido
para la humanidad del presidente Xi, pasando por el par paz-desarrollo de Deng Xiao-
ping y el desarrollo pacíco de Hu Jintao, (Domínguez, 2018a; 2018b; Cheng, 2021). En
este marco, la Belt and Road Initiative y las iniciativas globales de desarrollo y seguridad,
que corren en pistas paralelas (Silvius, 2021; Hobson y Zhang, 2022; Brautigam, 2022;
Mulakala, 2022), constituyen los pilares para la construcción de lo que el presidente Xi
describió como un “nuevo tipo de relaciones internacionales basadas en el respeto mu-
tuo, la equidad, la justicia y la cooperación ganar-ganar”, cuando presentó la Iniciativa de
Desarrollo Global ante la Asamblea General de Naciones Unidas (Xi, 2021).
La Iniciativa de Desarrollo Global, que está pilotada por la China International Deve-
lopment Cooperation Agency, se sitúa, pues, en la órbita del p oder blando de B eijing, que
busca alinear la cooperación china con la Agenda 2030 (Brautigam, 2022; Luo, 2023). Su
complementaria, la Iniciativa de Seguridad Global, está apalancada en la Organización
de Cooperación de Shanghái –creada en 2001, antes del atentado de las Torres Gemelas,
para hacer frente al terrorismo, el separatismo y el extremismo religioso–, y, por tanto, re-
mite a los elementos de poder duro de la gobernanza global (Hao, 2020; MFA, 2023b). Y
en perspectiva de larga duración, ambas iniciativas están enraizadas en la losofía relacio-
nal e incluyente del Tianxia, la tradición milenaria de gobernanza de China que es ajena
a la idea de hegemonía (Zhao, 2019; Domínguez, 2020; Hobson y Zhang, 2022). Desde
que, en 2015, Xi habló de “la comunidad de futuro compartido para la humanidad” ante
la Asamblea General de Naciones Unidas (Xi, 2015), la noción de Tianxia se ha actuali-
zado en torno al imaginario de una comunidad mundial organizada en Estados-nación
(Por, 2023) y sistemas regionales donde China –“el país de en medio” que, por lo mismo,
tiene una gran profundidad estratégica dentro de la isla mundial de Eurasia–, aspira a ser-
vir de mitigador y mediador de conictos, a n de lograr la armonía universal respetando
la diversidad de las distintas naciones y civilizaciones como principio conductor de las
relaciones internacionales (Zhongqiu, 2023).
La hipótesis tentativa de este ensayo es que China, a las puertas de la graduación en
desarrollo, busca el upgrading de su política de cooperación Sur-Sur para convertirla, por
19
china y su proyecto de reglobalización
medio de una estrategia de multilateralización, en el recurso de poder inteligente (la mez-
cla de poder blando y duro) de la acción exterior de la República Popular China (RPC).
Desde la cooperación Sur-Sur –entendida como construcción de coaliciones para la ac-
ción colectiva que tienen como hito histórico el Nuevo Orden Económico Internacio-
nal– se pretende transitar hacia una política de cooperación y seguridad global acorde
con la condición de China de superpotencia internacional responsable, que se conver-
tirá en un país moderadamente próspero en el horizonte 2035, pero que, a diferencia de
Estados Unidos, “nunca ha invadido ni invadirá o acosará a otros [países], o buscará la
hegemonía” (Xi, 2021).
El marco teórico para abordar el objetivo del capítulo y probar la hipótesis de trabajo
está construido a partir de varias teorías alternativas de economía política internacional
(economía geopolítica y geoeconomía crítica) y de relaciones internacionales chinas
(realismo moral y relacionismo), que, con el foco puesto en la cooperación Sur-Sur
(Muhr, 2020; Domínguez, 2021), pueden ser integradas bajo la teoría multilateralista de
la geopolítica (Sachs, 2023a). Esta teoría parte de la premisa de que el mundo necesita
de la cooperación geopolítica para resolver los grandes problemas globales (subdesarro-
llo, crisis nancieras, cambio climático, degradación ambiental, pandemias, inseguridad)
por medio de la provisión de bienes públicos en el marco de Naciones Unidas… que
es justo a lo que aspiran las iniciativas globales de desarrollo y seguridad de China. La
metodología de la investigación se basa en la triangulación de la literatura occidental con
la producida en China para consumo interno e internacional, así como la revisión de las
fuentes primarias chinas (documentos conceptuales y discursos ociales) y de la profusa
literatura gris generada a partir de las mismas.
La estructura del capítulo se divide en cinco secciones. En la primera, se repasa el pa-
pel de China en la globalización desde su proceso de reforma y apertura al exterior de
1978 hasta el lanzamiento de la Belt and Road Initiative, y se deconstruye la estrategia de
dualismo envolvente de Beijing para enfrentar el intento de Estados Unidos de frenar el
desarrollo pacíco chino –logrado a golpe de Estado desarrollista– recurriendo a la con-
tención, la guerra comercial y tecnológica, el desacoplamiento y la coerción económica.
En la segunda, se analiza el proyecto de reglobalización que China plantea, a través de la
Belt and Road Initiative y de las nuevas iniciativas globales de desarrollo y seguridad, como
alternativa a la desglobalización y la Nueva Guerra Fría. En la tercera, se aborda el proceso
de multilateralización de la cooperación china en sus dos fases claramente delimitadas
por el antes y el después del cambio de política exterior producido en 2012-2013 con
el acceso de Xi Jinping a la secretaría general del Partido Comunista Chino y a la presi-
dencia de la República Popular China. En la cuarta, se hace un estudio comparado de los
componentes de cooperación internacional de la Belt and Road Initiative y la Iniciativa de
Desarrollo Global, con su complemento de la Iniciativa de Seguridad Global. El trabajo
cierra con unas reexiones nales sobre los escenarios probables a que podría conducir
20
la cooperación internacional en la encrucijada
el desenlace del proceso de desglobalización (reglobalización versus órdenes interna-
cionales solapados o separados), con el telón de fondo de la escalada diplomática entre
Washington y Beijing de marzo de 2021 a mayo de 2023, y que tras la última visita del
secretario de Estado, Anthony Blinken, a Beijing, parece se puede reconducir hacia una
pausa estabilizadora, a la espera de las próximas elecciones a la Casa Blanca.
1. C   :     
 
Con la reforma y apertura al exterior a partir de 1978, China fue uno de los principales
detonantes de la última oleada de la globalización económica y se convirtió en el máximo
beneciario de ésta (Shuai, 2020; Wade, 2022). La globalización alcanzó su punto cul-
minante a mediados de la década de 1990, y fue en ese momento cuando China reformó
su cooperación. En 1995, el Consejo de Estado mandató al Ministerio de Comercio de
China (MOFCOM) a expandir la ayuda, las inversiones y el comercio: además de las
donaciones a fondo perdido y los préstamos sin interés, que habían sido los instrumentos
de la cooperación económica china con los países del “Tercer Mundo” desde la década
de 1950, se introdujeron los créditos concesionales a partir de fondos de ayuda exterior.
Junto a ello, el concepto de cooperación se amplió a la inversión exterior de las empre-
sas estatales, provinciales y municipales (incentivadas a internacionalizarse por medio de
crédito público subsidiado por los dos bancos públicos que se crearon en 1994: el China
Exim Bank y el China Development Bank) y a los acuerdos comerciales, con la idea de
integrar la planicación de la ayuda y el desarrollo doméstico de China para mutuo be-
necio de las partes (Ronglin, 2016; Yuan, Su y Ouyang, 2022). Así, la reforma de la coo-
peración sirvió para preparar la estrategia Going Out, incorporada al X Plan Quinquenal
(2001-2005), que quedó como elemento permanente de la acción exterior de Beijing. En
paralelo, China inició los diálogos políticos con la Asociación de Naciones del Sudeste
Asiático en 1996 (que se elevaron al rango de asociación estratégica en 2003), los paí-
ses africanos a partir de la celebración del primer Foro de Cooperación China-África en
2000 (también convertido en estratégico en 2006), y los Estados árabes (Foro de Coope-
ración China-Estados Árabes) en 2004 (Domínguez, 2018b; Stephen, 2020; Bi, 2021).
El ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001 marcó entonces
un verdadero hito en la globalización de la economía mundial, una vez superada la crisis
asiática de 1997-1998, de la que la República Popular China se libró por haberse negado
a aplicar la recomendación del Fondo Monetario Internacional de liberalizar la cuenta de
capitales (Lai, Lin y Sidaway, 2020).
Estados Unidos apoyó la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio
sobre la creencia de la teoría del n de la historia (la conexión entre las reformas promer-
21
china y su proyecto de reglobalización
cado y la democratización). Washington esperaba que Beijing continuara siendo un mero
norm taker dentro del “orden internacional liberal” integrado por los regímenes económi-
cos internacionales (monetario, nanciero, comercial y de transferencia tecnológica), y
los de seguridad, derechos civiles y políticos y gobernanza de bienes públicos globales,
todos ellos bajo el control de Estados Unidos (Nye, 2019). Este proyecto esperaba repli-
car el modelo de disolución y saqueo de la Unión Soviética para que las multinacionales
norteamericanas se apropiasen a precio de saldo de los inmensos recursos naturales y de
los activos del sector estatal de China, de modo que la República Popular China se inte-
grase como un país periférico en la economía global (Foster, 2021).
Pero ni siquiera bajo el liderazgo de Deng Xiaoping (1978-1992), China aceptó el ca-
mino del Consenso de Washington que provocó la desindustrialización y periferización
de la URSS, que Putin trataría de revertir a partir de 2001 pese a la presión de la OTAN
para minar la versión rusa del Estado desarrollista (Owen, 2021; Kolganov, 2022; Yawen,
2022). En las presidencias de Jian Zeming (1993-2003), Hu Jintao (2003-2013) y Xi Jin-
ping (2013-), China profundizó su propio modelo de cambio estructural Estado-céntri-
co (Consenso de Beijing), basado en la experimentación y las reformas graduales bajo el
férreo mandato del Partido Comunista Chino. Ya se caracterice como “leninismo de mer-
cado” (Owen, 2021: 1417) o como “neomercantilismo-leninismo” (Tyszka-Drozdowski,
2023), lo cierto es que con ese modelo China logró defender su autonomía estratégica
a partir de una exitosa versión del Estado desarrollista (Karagiannis, Cherikh y Elsner,
2021; Aguiar de Medeiros y Majerowicz, 2022; Wade, 2022). Por esta razón China funge
como uno de los primeros países del mundo en el Índice de Independencia Económica4.
La desobediencia de China respecto al Consenso de Washington y sus secuelas nan-
cierizadoras y privatizadoras hizo que, después de 2001, Estados Unidos aumentara la
presión para que Beijing se comportara como un stakeholder responsable ateniéndose al
orden internacional basado en las reglas imperiales, pero la crisis nanciera del Atlántico
Norte de 2008 cambió las tornas. Con el reujo de la globalización que irrumpió tras la
crisis y durante la Gran Recesión, Washington aumentó la presión para frenar el desarro-
llo pacíco de China con la política de pivot to Asia y el Trans-Pacic Partnership (el club
4 Este índice, elaborado por Heba H. Helmy (2022), está compuesto por tres dimensiones que miden la sucien-
cia de las necesidades básicas (los indicadores de seguridad alimentaria y energética), la habilidad para sobrevivir
a sanciones económicas (la dependencia del PIB sobre el gasto doméstico y las reservas de divisas medidas como
la capacidad de abastecer por meses las importaciones) y el control sobre los recursos domésticos (la propiedad
sobre los recursos naturales y el derecho de veto en el Consejo de Seguridad). En la versión EII1 se utilizan pon-
deraciones de 25%, 25% y 50% para las tres dimensiones respectivas que, se agregan por la media ponderada. En
la versión EII2 se ponderan las tres dimensiones (excluyendo de la tercera el indicador de derecho de veto en el
Consejo de Seguridad) con el mismo peso y se agregan por la media geométrica (de este modo el índice sólo
mejora si se hacen todos sus componentes). En los resultados para 2014-2019 del EII1 sobre 104 países, Rusia se
sitúa en el primer puesto del ranking, seguido de China, mientras Estados Unidos está en cuarta posición. Para el
EII2, Rusia vuelve a estar el primero, China el tercero y Estados Unidos cae al puesto 51.
22
la cooperación internacional en la encrucijada
TPP integrado por “cualquiera menos China”). Pero Beijing respondió al reto, apoyado
en la fortaleza de su independencia económica5, con la nueva política exterior asertiva de
Xi Jinping, que en 2013 lanzó la Belt and Road Initiative (y el Banco Asiático de Inversión
en Infraestructuras para su nanciación) en el marco de la Shanghai Cooperation Organi-
zation (como verdadero pivot to Europe) e intensicó la multilateralización regional de la
cooperación para el desarrollo como herramienta de poder blando chino. Fue entonces
cuando China diversicó sus plataformas de diálogo regional: en 2012 hacia los países de
Europa Central y del Este (Foro 16+1) y Asia Central (Foro de Cooperación China-Asia
Central), en 2015 a América Latina y el Caribe (Foro de Cooperación China-CELAC) y
en 2016 al Sudeste de Asia (Acuerdo de Cooperación Lancang Mekong) (Zhou y Este-
ban, 2018; Stephen, 2020; Gu, Li y Zhang, 2021).
Aunque el proceso de desglobalización técnicamente había empezado en 2009, por
los efectos sobre el comercio de la crisis nanciera internacional y continuó durante la
Gran Recesión6, el concepto empezó a convertirse en moneda corriente a partir de 2016
(Domínguez, 2020), con la política nacionalista del presidente Trump y su America First,
que continuó con el presidente Biden y la Coalición de las Democracias (contra China),
bajo la defensa del “orden internacional basado en reglas”7 que busca desacoplar a Esta-
dos Unidos, así sea de modo forzosamente parcial, de la economía china, echando mano
de las políticas industriales del Estado desarrollista que tan poco le gustan a los republi-
canos globalistas (Paulson, 2023) y al Fondo Monetario Internacional (Awargal, 2023).
La tendencia hacia la desglobalización se ha visto reforzada por los efectos de la pande-
mia de Covid-19, la crisis de Ucrania y el retorno de Estados Unidos, la Unión Europea
y Japón a las políticas industriales, que ahora constituyen el núcleo del “nuevo consenso
de Washington”, aunque se las denomine “estrategia industrial” (Sullivan, 2023). Frente
a esta tendencia, China se convirtió en el gran defensor de la globalización en general y,
especícamente, de un nuevo tipo de globalización incluyente (Liu y Dunford, 2016) o
reglobalización (Wang y Cao, 2021) a partir de la Belt and Road Initiative.
5 En el EII1 y EII2 para el periodo 2010-2013, China se situó en el primer puesto del ranking, mientras Estados
Unidos en el cuarto para el EII1 y el 54 para el EII2 (Helmy, 2022).
6 El concepto de desglobalización (como tendencia) se puede operacionalizar mediante la comparación de la
tasa de variación anual del PIB mundial y la del comercio mundial usando medias móviles de cinco años. Entre
1994 y 2008, la tasa variación del comercio mundial fue superior a la del PIB mundial, lo que reeja la creciente
apertura e integración de la economía mundial que es en la base de la denición del proceso de globalización
económica. A partir de 2009, el comercio creció menos que el PIB hasta 2015, año en que las tasas de variación de
las dos variables se igualaron, pero después el comercio volvió a crecer menos que el PIB, lo que es denitorio de
la tendencia hacia la desglobalización que llega hasta 2022. Véanse los datos en CEPAL (2022). No se entra aquí
a discutir si el concepto de desglobalización debiera ser sustituido por el de slowbalization debido a que el peso del
comercio mundial sobre el PIB sigue siendo 20 puntos más alto en 2022 que en 1980 (Aiyar et al., 2023).
7 Declaration of the Summit for Democracy, 29-03-2023, hps://www.state.gov/declaration-of-the-summit-
for-democracy-2023/.
23
china y su proyecto de reglobalización
La Belt and Road Initiative, que ha sido denida como “el programa de inversión en in-
fraestructura más grande de la historia” (Wade, 2022: 15), se puso al servicio del cambio
de modelo de desarrollo de China, hasta entonces orientado a las exportaciones, por uno
más equilibrado que asegurara el crecimiento económico sostenido de “circulación dual”.
Este nuevo modelo, que se ha añadido a los estatutos del Partido Comunista Chino tras
el 20 Congreso de 2022, combina la profundización e integración del mercado interno
(la expansión del consumo doméstico) y la integración regional para dar salida al exceso
de capacidad instalada. Para ello, se busca fomentar la inversión externa en proyectos de
infraestructuras que, a la vez, permitan el alargamiento de las cadenas industriales chinas
hacia el sudeste de Asia y ayuden a diversicar el comercio exterior (Dunford y Liu, 2019;
Tran, 2022). De esto modo, China quiere reducir la dependencia de los mercados de Esta-
dos Unidos y la Unión Europea (cuyas economías están relativamente estancadas, es decir,
presentan tasas de crecimiento muy débiles) para diversicarse hacia los países emergentes
y en desarrollo8 y lograr, así, el objetivo de convertir a China en una sociedad moderada-
mente próspera en 2035, que deberá doblar para esa fecha el PIB de 2020 (Yuzhu, 2020;
Shuai, 2020; Lin, 2021; Suer, Schwarzenberg y Sutherland, 2022), algo que parece estar
al alcance de la mano si se mantiene un crecimiento medio del 6% (Lin, 2021).
Durante las tres presidencias de los últimos 30 años, China ha seguido su moderni-
zación socialista en zig-zag, con reformas liberalizadoras corregidas periódicamente por
el refuerzo del control estatal de la economía (Roberts, 2021; 2022). Aunque en China
el sector privado contribuye con más del 50% de los ingresos scales, más del 60% del
PIB, más del 70% de la innovación, más del 80% del empleo urbano y representa más
del 90% del conjunto de las empresas (Qúnhuì, 2022), el Estado desarrollista es el que
lleva las riendas del proceso de modernización. Por medio de la planicación centrali-
zada, el Estado canaliza el ahorro hacia la inversión productiva y el sistema nacional de
innovación. El Estado tiene el control sobre los recursos naturales y el suelo, los activos
de las empresas públicas y el sector nanciero y aplica políticas industriales horizontales
para elevar la productividad y la competitividad del país. Este modelo Estado-céntrico,
que está en las antípodas del modelo mercado-céntrico neoliberal, es el que ha permitido
mantener a raya la nancierización para que el sector nanciero sirva a la economía real, y
las viviendas sean para vivir, no para especular, como dijo Xi Jinping en su intervención en
el 20 Congreso (Xi, 2022c). Además, el control estatal de la cuenta de capitales permite al
Banco del Pueblo de China (el banco central) acumular reservas, crear un fondo de rique-
8 En 2021, los principales socios comerciales de China ya fueron los países de la Asociación de Naciones del
Sudeste Asiático (US$ 878.000 millones), seguidos de la Unión Europea (US$ 828.000 millones), Estados Uni-
dos (US$ 756.000 millones), Japón (US$ 371.000 mi llones) y Corea del Sur (US$ 363.000 millones) (Lei y Sui,
2022). Por su parte, las proyecciones del Nuevo Banco de Desarrollo sobre el crecimiento medio para 2022-2026
anticipan que China crecerá en términos reales en torno al 5% mientras que las economías avanzadas lo harían al
2% y los países emergentes y en desarrollo por encima del 4% (NDB, 2022).
24
la cooperación internacional en la encrucijada
za soberano y bajar la presión sobre el tip o de cambio para promover la competitividad de
las exportaciones y el ahorro interno, que es, en última instancia, el motor del crecimiento
por el lado de la oferta (Liu y Dunford, 2016; Xu y Carey, 2021; Aguiar de Medeiros y
Majerowicz, 2022; Qúnhuì, 2022; Xie, Kuang, Li, 2022; Roberts, 2022)9.
Gracias a su modelo Estado-céntrico liderado por la construcción de infraestructu-
ras y las exportaciones, China batió el récord mundial de crecimiento en 2010 (con 33
años consecutivos, creciendo por encima del 6% acumulativo anual), que hasta entonces
había ostentado Taiwán con 32 años consecutivos entre 1962 y 1994 (Wade, 2018). La
República Popular China alargó ese registro hasta 2018, con 41 años de marca. Este “mi-
lagro sin precedentes en la historia económica de la humanidad” (Lin, 2021) se sostuvo
merced al cambio estructural por el cual China se convirtió en el taller del mundo, en la
primera potencia exportadora mundial y en la economía más grande del mundo, y todo
ello se tradujo en mejoras para el bienestar de la población por medio de la provisión
de bienes públicos y bienes preferentes por parte del Estado (Liu y Dunford, 2016; Lin,
2021; Qúnhuì, 2022).
Desde 1978 a 2021, China logró un crecimiento medio anual del PIB del 9.2% (Lin,
2022): Entre 1991 y 2021, el PIB de China en paridad de poder adquisitivo aumentó del
4.3% al 18.6% del total mundial, mientras que el de Estados Unidos cayó del 21% al 15.7%
(Sachs, 2023a). En 2021, China alcanzó los US$ 12.551 per cápita calculados según el
Método Atlas del Banco Mundial, que es el que usa el Comité de Ayuda al Desarrollo
para calicar a los países elegibles de ayuda ocial al desarrollo, con el umbral de los US$
12.695 para pasar de la categoría de ingreso medio-alto a ingreso alto y graduarse en de-
sarrollo si se mantiene ese nivel durante tres años seguidos (Lin, 2022). Habiendo erradi-
cado prácticamente la pobreza extrema después de sacar de esa situación a 800 millones
de personas (el 70% de los pobres mundiales) y corregida la tendencia al aumento de
la desigualdad a partir de 2010 (China Power Team, 2020; Lin, 2021; Roberts, 2022)10,
China ha conseguido elevados niveles de consumo social (que no se reejan en el PIB per
cápita), pero que constituyen la base del bienestar de su población. En China, “el poder
estatal sirve al pueblo, en lugar del capital”, lo que, para el Partido Comunista Chino, el
partido-Estado con niveles de aprobación por encima del 90% en el Trust Barometer, es
la esencia de la democracia que funciona, aquella que debe atender no sólo a los proce-
sos sino estar orientada a resultados (State Council Information Oce, 2021b: 35)11. Y
9 En 2021, el ahorro representó el 45% del PIB en China, frente al 18% en Estados Unidos, según los datos del
Banco Mundial, hps://data.worldbank.org/.
10 En 2010, el índice de Gini alcanzó su pico del 43.7 para caer al 37.1 en 2020 (en las mismas fechas el de Estados
Unidos pasó del 40 al 39.7 en 2020), según los datos del Banco Mundial, hps://data.worldbank.org/.
11 En la encuesta mundial de conanza que realiza la Fundación Edelman en 28 p ses, la conanza en el gobierno
de China en 2022 fue del 91%, nueve puntos más que en 2021, y la más alta de los 28 países en los que se realiza el
muestreo (en Estados Unidos, la conanza fue del 39%, tres puntos menos que en 2021), hps://www.edelman.
25
china y su proyecto de reglobalización
éstos son inapelables: el sistema de educación pública y universal más grande del mundo,
1.040 millones de cotizantes al sistema de seguridad social que garantiza las pensiones
a los mayores, 1.360 millones de usuarios del sistema de salud pública que da cobertura
al 95% de la población, y una esperanza de vida –que es el mejor indicador sintético de
bienestar– de 78,2 años en 2021, un año más que la de Estados Unidos (Roberts, 2022;
Qúnhuí, 2022; Xi, 2022c).
Además de estar al servicio del modelo de desarrollo de China, la Belt and Road Initia-
tive también se puede analizar como un esquema de cooperación para el desarrollo en el
que China ofrece aquello en lo que tiene ventajas comparativas, una enorme capacidad
de construcción de infraestructuras12. Esta oferta responde a la demanda insatisfecha de
los países en desarrollo estimada en más de US$ 500.000 millones anuales. Y el mode-
lo de desarrollo liderado por la inversión en infraestructuras es la clave para detonar un
proceso de industrialización virtuoso en los países en desarrollo, a partir del patrón de
difusión industrial ying geese que supone la deslocalización de las industrias intensivas en
mano de obra a los latest comers a medida que China asciende por la escalera de la sosti-
cación tecnológica e industrial (Lin, 2022).
Por último, la Belt and Road Initiative también es susceptible de un análisis en clave de
economía política internacional, como eje vertebrador del proyecto de reglobalización
de la República Popular China para hacer frente a varios desafíos geopolíticos. Entre ellos
destaca el de asegurar, con la participación de la Shanghai Cooperation Organization, la
provisión terrestre de energía desde Rusia, Kazajistán, Turkmenistán y Myanmar (que es
socio en diálogo en la Shanghai Cooperation Organization) para no depender de la ruta
marítima del estrecho de Malaca, controlada por Estados Unidos con el AUKUS, el pac-
to estratégico de 2021 entre Australia, Reino Unido y Washington (Yazdani, 2020; Min,
2022). Además, con la Belt and Road Initiative, China exporta sus estándares, tecnología y
equipos para las infraestructuras físicas y digitales (de acuerdo a la estrategia de la China
Standards 2035) y el desarrollo industrial por medio de la urbanización y conexión de
zonas económicas especiales (el hardware de la Belt and Road Initiative), mientras que es-
trecha las relaciones de amistad entre los pueblos por medio de la diplomacia cultural y la
cooperación técnica para la formación de recursos humanos, a n de socializar las normas
y experiencias chinas, que constituyen el soware de la Belt and Road Initiative (Zhou y Es-
teban, 2018; Benabdallah, 2019; Min, 2022; Suer, Schwarzenberg y Sutherland, 2022).
com/trust/2022-trust-barometer. Según Wade (2022), estos buenos resultados de China tienen que ver con la
existencia de un proyecto nacional de desarrollo ampliamente compartido.
12 En 2021, China tenía el 52% de la producción mundial de acero y 55% de la de cemento, mientras la cuota de
Norteamérica fue del 11% y el 7% respectivamente (IEA, 2023). En la actualidad, China tiene más de dos tercios
del total mundial de la red de trenes de alta velocidad en operación, 42,000 km por 735 km de Estados Unidos, con
otros 28,000 km en construcción, por 1,789 km de Estados Unidos. Véase List of high-speed railway lines, hps://
en.wikipedia.org/wiki/List_of_high-speed_railway_lines.
26
la cooperación internacional en la encrucijada
En 2013, la Belt and Road Initiative se presentó en el marco de las reuniones de la
Shanghai Cooperation Organization, la organización internacional más grande después
de Naciones Unidas en términos de población (44% del total mundial) y territorio (25%
de la supercie terrestre), (Hao, 2022). La Shanghai Cooperation Organization es la
máxima expresión institucional del multilateralismo regional divergente de China (Ba-
bones, Åberg y Hodzi, 2020; Stephen, 2020)13, con el que Beijing practica una estrategia
que se puede calicar como de dualismo envolvente. El dualismo envolvente consiste en
integrarse cada vez más en los organismos internacionales dominados por el G7 para ir
reorientando desde dentro su misión y objetivos a favor de China por medio de la voz,
que se activa simultáneamente con la creación de nuevos organismos internacionales a
n de presionar en favor de reformas con la opción de salida, mientras se reconducen
las agendas globales hacia la visión y normatividad chinas (Benabdallah, 2019; Stephen,
2020; Wang y Sampson, 2022). Así, la creación y puesta en funcionamiento del Banco
Asiático de Inversión en Infraestructuras y el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS
(los brazos nancieros de la Belt and Road Initiative) ayudó nalmente a desbloquear la
reforma del poder de voto en el Fondo Monetario Internacional pendiente desde 2010 a
2015 –que, al igual que la realizada en el Banco Mundial, China sigue considerando insu-
ciente (Mohseni-Cheraghlou, 2022; Wade, 2022)– y permitió también la inclusión del
renminbi en la cesta de monedas de los Derechos Especiales de Giro del Fondo en 2016.
El dualismo envolvente responde a la “actuación dual” de China a nivel internacional
(Benabdallah 2019: 93). China reivindica la tradición de no alineamiento de Bandung,
su condición de outsider largamente excluido de Naciones Unidas por las potencias occi-
dentales, y, por tanto, crítico con la aplicación por los países del G7 del derecho interna-
cional a partir de dobles estándares14. Por eso pide aplicar “la democracia y el imperio de
13 La Shanghai Cooperation Organization mantiene acuerdos de cooperación, que ha ido formalizando des-
de 2005, con otras organizaciones regionales, entre las que destacan la Comunidad de Estados Independientes
(liderada por Rusia), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, la Organización del Tratado de Seguridad
Colectiva (también bajo liderazgo de Rusia), la Organización de Cooperación Económica (entre Irán, Pakistán y
Turquía) y la Conference on Interaction and Condence-Building Measures in Asia, que agrupa a 24 Estados de
Asia y Oriente Medio, entre los cuales están China , Corea del Sur, India, Pakistán, Rusia, Turquía, Emiratos Árabes,
Israel o Egipto. De los proyectos actualmente en discusión de la Shanghai Cooperation Organization destacan la
creación de un banco de desarrollo (dotado de un fondo de cooperación o ventanilla blanda propia) y una zona
de libre comercio (Hao, 2022).
14 El fraseo performativo sobre este tema fue sistematizado en el documento sobre la democracia que funciona
como respuesta a la Cumbre por la Democracia convocada por el presidente Biden a principios de diciembre de
2021. “El mundo actual está lejos de ser equitativo y justo, igual y democrático. Un pequeño número de países
ignoran el derecho internacional, se burlan de la justicia internacional, desdeñan la opinión pública internacional,
infringen agrantemente la soberanía de otros países e intereren en los asuntos internos de otros. Con frecuencia,
abusan de y dictan a países más pequeños y débiles, convirtiendo la “aldea global” en una jungla primitiva donde
los fuertes se aprovechan de los débiles. En un mundo que enfrenta desafíos, todos los países, grandes o peque-
ños, fuertes o débiles, ricos o pobres, son iguales y deben defender el principio de la democracia en las relaciones
27
china y su proyecto de reglobalización
la ley en las relaciones internacionales” (Xi, 2021) de acuerdo con el espíritu de Shanghái
(los principios de conanza mutua, igualdad, respeto por la diversidad cultural, mutuo
benecio, método de consultas y búsqueda del desarrollo e intereses comunes) de la Or-
ganización de Cooperación de Shanghái como principal organismo de integración re-
gional alternativo. Además, China se presenta como gran potencia que no renuncia a su
identidad dual, dada su condición de país en desarrollo más grande del mundo (Cooper,
2018; Yazdani, 2020).
Así, China hace parte del G20, pero sigue adelante con los BRICS, como foro comple-
mentario. China busca aumentar su inuencia en las instituciones nancieras internacio-
nales dominadas por el G7, pero con la creación de los dos bancos multilaterales de nueva
generación (el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y el Nuevo Banco de De-
sarrollo) pone los pilares de una institucionalidad competitiva con el orden internacional
liberal. China se incorporó a la Iniciativa para el Servicio de Suspensión de Deuda-DSI
del G20 en 2020, pero no participa en el Club de París y rechaza de plano el meme fa-
bricado en Occidente de la debt-trap diplomacy y la falacia de atribuir a China una crisis
de endeudamiento de la que son responsables las políticas de expansión cuantitativa de
Estados Unidos (y subsidiariamente de la Unión Europea) que han provocado una bur-
buja de crédito muy similar a la de la década de 1970 (Brautigam, 2020; Shaomin y Jiang,
2020; Lai, Lin y Sidaway, 2020; MFA, 2023c)15.
Desde su posición de primer nanciador mundial del desarrollo a nivel bilateral (Ma-
lik et al., 2021; World Bank Group, 2021; Ray, 2023), China apoya la Agenda 2030, para
lo cual ajustó la terminología de su último White paper de 2021, siguiendo el mandato de
la China International Development Cooperation Agency, en isomorsmo institucional
con el Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el De-
sarrollo Económicos (State Council Information Oce, 2021a). Pero, como miembro
de “la gran familia de los países en desarrollo” (Xi, 2022b), la República Popular China
internacionales. Los países poderosos deben comportarse como corresponde a su estatus, hacer del futuro de
la humanidad su prioridad y asumir una mayor responsabilidad por la paz y el desarrollo mundiales, en lugar de
ejercer su poder en busca de la supremacía o la hegemonía. El futuro del mundo debe estar en manos de todos los
pueblos del mundo. Las reglas internacionales deben ser hechas por todos los países, los asuntos globales deben
ser gobernados por todas las partes y los frutos del desarrollo deben ser compartidos por todos” (State Council
Information Oce, 2021b: 49-50).
15 “La hegemonía del dólar estadounidense es la principal fuente de inestabilidad e incertidumbre en la economía
mundial. Durante la pandemia de Covid-19, Estados Unidos abusó de su hegemonía nanciera global e inyectó
billones de dólares en el mercado global, dejando que otros países, especialmente las economías emergentes, paga-
ran el precio. En 2022, la Reserva Federal puso n a su política monetaria ultra expansiva y recurrió a un aumento
agresivo de las tasas de interés, causando turbulencias en el mercado nanciero internacional y una depreciación
sustancial de otras monedas como el euro, muchas de las cuales cayeron a un mínimo de 20 años. Como resultado
de ello, un gran número de países en desarrollo se vieron amenazados por la elevada inación, la depreciación de
la moneda y las salidas de capital” (MFA, 2022c).
28
la cooperación internacional en la encrucijada
defendió desde 1991 hasta 2022 el principio de responsabilidades comunes pero dife-
renciadas en las negociaciones de nanciación del desarrollo y climáticas (State Council
Information Oce, 2021a), con el compromiso, anunciado por Xi Jinping ante la Asam-
blea General de Naciones Unidas en 2020 de alcanzar antes de 2030 el pico de emisiones
y lograr la neutralidad de carbono en 2060 (Cheng, 2021)16. China reinterpreta el lema
de no dejar a nadie atrás de la Agenda 2030 de acuerdo con la Declaración de Naciones
Unidas sobre el Derecho al desarrollo (1986), como derecho colectivo: “ningún país o
individuo debería ser dejado atrás” (Wang, 2022). Y avanza con el nuevo regionalismo de
la “integración de integraciones” o “mega-regionalismo” a partir del impulso al BRICS+
(Lissovolik, 2019: 4, 11), para “revigorizar la globalización” por medio de la “regionaliza-
ción” y crear, así, una “globalización más equitativa” (Shuai, 2020: 366-367).
2. R        
Para China, el proceso de desglobalización –ahondado por la guerra comercial y tecno-
lógica de la estrategia America First del presidente Trump y el subsiguiente intento de des-
acoplamiento parcial que ha profundizado el presidente Biden– no signica el n de la
globalización, sino una oportunidad de ocupar el espacio que deja Washington (la ley de
hierro de la oligarquía aplicable al sistema internacional), expandiendo la globalización
con características chinas, o lo que Wang y Cao (2020) denominan reglobalización. La
reglobalización es un proceso de expansión de la globalización para reformar el orden
internacional liberal de modo que sea más incluyente. Este proceso inició con el cambio
de orientación de política exterior de Xi Jinping al acceder al cargo de secretario general
del Partido Comunista Chino en 2012, cuando decidió abandonar la estrategia de bajo
perl, que había caracterizado la actuación de China desde 1978, y sustituirla por la políti-
ca asertiva de la lucha por el éxito y el sueño del gran rejuvenecimiento de la nación China
(Wang y Cao, 2021).
La reglobalización es saludada por muchos países en desarrollo (la mayoría de la
Asamblea General de Naciones Unidas y del Consejo de Derechos Humanos del orga-
nismo), que son (o están entre) los 149 que han rmado más de 200 documentos de coo-
peración en torno a la Belt and Road Initiative (Weiyu y Jianzhen, 2022). La razón de esa
favorable acogida es que la cooperación de China representa un refuerzo de las capacida-
des de negociación de los países subalternos sobre nanciación del desarrollo y acuerdos
16 Sobre este punto, a las puertas de la graduación de China como país en desarrollo, parece que ha habido un
cambio sutil a principios de 2023 con la publicación por el Consejo de Estado del informe sobre el desarrollo
verde, donde se alude sólo a “la responsabilidad de todos los países de proteger el medioambiente y promover el
desarrollo sostenible” (State Council Information Oce, 2023: 47).
29
china y su proyecto de reglobalización
comerciales, y aquí son claves los swaps y la creación de un sistema de pagos alternativo
que ha acelerado el proceso de desdolarización en marcha como respuesta a las sanciones
de Occidente a Irán y Rusia entre otros (Desai y Hudson, 2021). Esta regionalización
comercial y nanciera no es vista con buenos ojos por el Fondo Monetario Internacional,
que alerta de los riesgos de la “fragmentac ión geoeconómica” para los países en desarrollo
(Aiyar et al., 2023). Pero esto no cuadra con los hechos. En realidad, el proceso de desdo-
larización se inició tras las medidas de expansión cuantitativa tomadas por Washington
para hacer frente a los efectos recesivos de la crisis nanciera del Atlántico Norte de 2008,
debido a que ese aumento desbordado de la liquidez provocaba una rentabilidad nega-
tiva para los ahorros de China invertidos en bonos del Tesoro norteamericano (Pozsar,
2023). En paralelo, las administraciones de Obama, Trump y Biden, con el recurso cada
vez más frecuente a las sanciones económicas, son las que han acabado amenazando el
papel central del dólar y del sistema nanciero de Estados Unidos: los países sancionados
han acudido a los contratos denominados en renminbis y otras monedas, a los acuerdos
de canje de monedas (swaps), a las monedas digitales (el 90% de los bancos centrales ya
hacen un uso de esta herramienta) y a los sistemas de pagos alternativos al SWIFT (Nel-
son y Weiss, 2022)17.
Como consecuencia de todos estos desarrollos, las reservas en dólares de los bancos
centrales han ido disminuyendo en los últimos años, pasando el 70% en 1999 al 59% en
2022 (Arslanalp, Eichengreen y Simpson-Bell, 2022; Nelson y Weiss, 2022; Aiyar et al.,
2023). Con las sanciones a Rusia, el comercio internacional de petróleo y gas se está rea-
lizando cada vez más en renminbis (Pozsar, 2023) y los acuerdos de canje de moneda se
han vuelto el método corriente para las relaciones comerciales entre China, Rusia, India,
Turquía e Irán –cuyos sistemas nacionales de pagos avanzan hacia la integración (Dun-
ford, Liu y Pompeani, 2022)–, a los que se ha unido Brasil tras el regreso de Lula al poder
(Mandelbaum, 2023)18.
También, la favorable aceptación de la cooperación china entre los países en desa-
rrollo se basa en la no imposición de condicionalidades neoliberales, que son el ADN
del multilateralismo del G7 y de la cooperación bilateral de los países de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Frente a estas normas antidesarrollistas,
salvo el reconocimiento de la política de Una sola China, la cooperación de Beijing no
17 Así, la Unión de Pagos de China, que hace parte de la China International Payment System (Dunford y Liu,
2019), superó en 2022 a Visa por volumen de transacciones con tarjetas de débito y ya es la tercera por detrás
de los gigantes americanos, Visa y Master Card, por tarjetas de crédito. Como nota sospechosa no parece una
casualidad la nominación y posterior nombramiento como presidente del Banco Mundial del ciudadano nortea-
mericano de origen indio, Ajay Banga, exCEO de Master Card en mayo de 2023, hps://www.aljazeera.com/
economy/2023/5/3/world-bank-elects-us-nominee-ajay-banga-as-president.
18 Sólo en 2022, el comercio entre China y Rusia, que ya se llevó a cabo por fuera del dólar, ascendió a US$ 200, 000
millones (Xianhua, 2022b).
30
la cooperación internacional en la encrucijada
impone condicionalidades políticas (Ronglin, 2016; Ye, 2022; Hoeer y Sterck, 2022;
Yuan, Su y Ouyang, 2022), lo que permite ampliar el espacio de políticas para el desa-
rrollo (Singh, 2021)19. Los gobiernos de los países subalternos identican perfectamente
las ventajas comparativas de la cooperación china: su buena relación coste-efectividad, la
eciencia administrativa (menores costes de transacción) y la rapidez a la hora de proveer
lo que necesitan (sobre todo infraestructuras) sin que ello comprometa la calidad de las
mismas (Horigoshi et al., 2022; Gulrajani, 2022).
A su vez, el marketing del Partido Comunista Chino se ha encargado de difundir una
cascada de lemas (la comunidad de futuro compartido para la humanidad, desde 2015) e
iniciativas (la Iniciativa de Desarrollo Global en 2021 y la Iniciativa de Seguridad Global
en 2022) para guiar la construcción de la globalización con características chinas, en la
que se enfatiza el “verdadero multilateralismo” (Xi, 2021) opuesto al proteccionismo, el
desacoplamiento y las sanciones unilaterales practicadas por Estados Unidos (Xi, 2022a;
2022b; 2022c; MFA, 2023a; 2023b). China se presenta, así, como “un constructor de la
paz mundial, un contribuyente al desarrollo global, un defensor del orden internacional y
un proveedor de bienes públicos” (Xi, 2021).
Resumiendo, en las últimas cuatro décadas, China ha pasado de ser un norm taker (lo
que le sirvió para ganar legitimidad con la integración en el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional en 1980 y la Organización Mundial del Comercio en 2001) a
un norm maker, con la Belt and Road Initiative como principal instrumento (Zhou y Es-
teban, 2018) y la defensa de la globalización como bandera20. Durante la presidencia de
Trump ese nuevo papel de China desató una carrera desenfrenada en Washington para
ver quién de los dos partidos del establishment era más fervoroso seguidor de la “nueva
guerra fría” contra China (Foster, 2021). Un conicto en que se ventila lo que el secretario
de Defensa, James Mais, denominó en 2018 “la competencia de las grandes potencias”
(cfr. Nye, 2019: 70) y que la administración Biden asumió al completo en sus elementos
discursivos, pero renombrándola como “competencia estratégica” (Nye, 2022: 1646).
19 El concepto de “espacio de políticas” fue denido por la Conferencia de Comercio y Desarrollo de Naciones
Unidas (UNCTAD, 2014: vii) como “la libertad y la habilidad de un gobierno para identicar y perseguir el mix
de políticas económicas y sociales para lograr el desarrollo equitativo y sostenible más apropiado a su contexto
nacional particular”.
20 Según Weiyu y Jianzheng (2022), en el informe de Xi al 20 Congreso del Partido Comunista Chino, la pa-
labra apertura fue mencionada 29 veces. En el texto de su intervención, Xi (2022b) se rerió una sola vez a la
globalización en los siguientes términos: “China se adhiere al curso correcto de la globalización económica. Se
esfuerza por promover la liberalización y facilitación del comercio y la inversión, la cooperación bilateral, regio-
nal y multilateral, e impulsar la coordinación de la política macroeconómica internacional. Está comprometida
a trabajar con otros países para fomentar un entorno internacional propicio para el desarrollo y crear nuevos
motores para el crecimiento mundial. China se opone al proteccionismo, la construcción de ‘vallas y barreras’,
el desacoplamiento, la interrupción de las cadenas industriales y de suministro, las sanciones unilaterales y las
tácticas de máxima presión”.
31
china y su proyecto de reglobalización
La Nueva Guerra Fría contra China quedó instalada como ideología ocial bajo la
dirección intelectual del Council on Foreign Relations (Shoup, 2021), con el acom-
pañamiento de la Trampa de Tucídides y otros dilemas estructurales de la teoría de la
competencia/transición hegemónica (Nye, 2022; Sachs, 2023a). En la Estrategia de Se-
guridad Nacional de Estados Unidos, aprobada en octubre de 2022, se reconoce que “la
República Popular China es el único competidor con la intención de remodelar el orden
internacional y, cada vez más, con el poder económico, diplomático, militar y tecnológi-
co para hacerlo. Beijing tiene ambiciones de crear y fortalecer su esfera de inuencia en
el Indo-Pacíco y convertirse en la potencia líder a nivel mundial” (e White House,
2022: 8). En consecuencia, en la Estrategia Nacional de Defensa, aprobada también ese
mismo mes, el principal objetivo de Washington está centrado en “actuar urgentemente
para sostener y fortalecer la contención (deterrence) de China”, que se considera “el desafío
más integral y serio para la seguridad nacional de Estados Unidos” (US Department of
Defense, 2022: i). Máxime porque “la relación entre la RPC y Rusia continúa creciendo
en amplitud. Cada Estado podría crear dilemas para nuestras Fuerzas Armadas en caso
de un involucramiento de Estados Unidos en una crisis o conicto con el otro” (US De-
partment of Defense, 2022: 4-5).
Ante el declive de Estados Unidos, algunas voces tratan de calmar los ánimos de los
nuevos cold warriors con propuestas de raíz teórica realista (el balance de poder para man-
tener la paz) pero enteramente ilusorias, como la del presidente del Council on Foreign
Relations, Richard Hass. De tendencia republicana, Haas plantea un nuevo concierto de
las potencias, que, con sede en Ginebra o Singapur, estaría integrado por seis miembros
de pleno derecho (China, Unión Europea, India, Japón, Rusia y Estados Unidos) y cuatro
delegaciones permanentes (Unión Africana, Liga Árabe, Asociación de Naciones del Su-
deste Asiático y Organización de Estados Americanos) (Haas y Kupchan, 2021). Se trata
de una fantasía institucional, que da a Washington doble ventaja (por su representación
como potencia y su inclusión en la Organización de Estados Americanos), y que busca
minar el poder de China, aunque al menos parte del reconocimiento de lo evidente: que
la teoría del n de la historia es un “sinsentido” y que Occidente ya no tiene “la fuerza ma-
terial o política con la que universalizar el orden internacional liberal” (Haas y Kupchan,
2021). Esto último ha sido ampliamente corroborado después con el no alineamiento de
los países del Sur Global, que representan a la inmensa mayoría de la población mundial,
con las sanciones de Occidente a Rusia (Milliband, 2023; Ross Smith, 2023)21.
Por su parte, el demócrata Joseph Nye, antiguo presidente del Consejo de Seguridad
Nacional, señala que el ascenso de China no es inevitable, ya que en el futuro próximo
21 La posición distante del Sur Global podría explicar el repentino interés de la revista Foreing Aairs, el órgano
ocioso del Departamento de Estado, por este concepto, con 55 artículos en 2022 que incluyen el término Sur
Global en el título (Daojiong, 2023).
32
la cooperación internacional en la encrucijada
pueden suceder “eventos inesperados tales como una guerra por Taiwán o una crisis -
nanciera” (Nye, 2022: 1635). Mientras tanto, el venerable gurú de la teoría neoliberal de
las relaciones internacionales propone adaptarse a una “rivalidad de cooperación” o “co-
existencia competitiva” entre Estados Unidos y China (Nye, 2022: 1647), dada la enor-
me interdependencia económica (comercial, de inversiones, cadenas de valor y deuda) y
ecológica (vinculada a la crisis climática y las pandemias) que condena a ambas superpo-
tencias a entenderse.
Aparentemente, la coexistencia competitiva parece una solución muy alejada de
la última escalada diplomática que han protagonizado Estados Unidos y China desde
que los demócratas volvieron a la Casa Blanca (Tovar, 2022). En este último periodo se
profundizó el proceso de desglobalización con la política de desacoplamiento de China
motorizada desde Washington y que, tras la detonación del “momento neomercantilis-
ta” de Trump (Tyszka-Drozdowski, 2023), culminó con las dos leyes estrella de política
industrial aprobadas en 2022: la I (Ination Reduction Act) y la CHIPS (Creating
Helpful Incentives to Produce Semiconductors) and Science Act, que establecen como
condicionalidad para recibir ayudas públicas a las empresas estadounidenses o las que se
quieran instalar en territorio norteamericano no tener planes de expansión en China en
los próximos diez años (Agarwal, 2023).
En ese contexto, y tras la Cumbre por la Democracia a nales de 2021, que dio origen
a una contundente respuesta de China criticando el sistema democrático de Estados Uni-
dos22, el Congreso dio luz verde el 6 de febrero de 2022 a la tramitación de una iniciativa
bipartidista para terminar con el reconocimiento del estatus de nación en desarrollo de
China, lo que tiene implicaciones en las negociaciones de tratados internacionales co-
merciales y de lucha contra el cambio climático, así como en la nanciación del desarrollo
(Statman, 2023). Dos días antes, como colofón de la visita de Xi a Putin, China y Rusia hi-
cieron una declaración conjunta en la que además de criticar la interferencia en los asuntos
internos so pretexto de la defensa de la democracia y los derechos humanos por parte de
Estados Unidos, ambas partes se declararon contra la ampliación de la OTAN en Europa
y las operaciones submarinas nucleares del AUKUS en el Pacíco, y se comprometieron
a crear una Gran Asociación Euroasiática, con un mensaje para navegantes inequívoco:
22 “Es difícil ver cómo un país puede servir de buen ejemplo para el resto del mundo si su propio modelo de
democracia no tiene éxito o es ineciente en la gobernanza nacional. Una característica esencial de un buen mo-
delo de democracia es que promoverá una buena gobernanza e impulsará el desarrollo nacional”. Esta alusión a
la democracia disfuncional de Estados Unidos debe entenderse en el contexto de la armación posterior de que
“un buen modelo de democracia debe construir consenso en lugar de crear divisiones y conictos sociales, salva-
guardar la equidad social y la justicia en lugar de ampliar las disparidades sociales a favor de los intereses creados,
mantener el orden social y la estabilidad en lugar de causar caos y agitación, e inspirar positividad y apreciación de
lo bueno y lo bello en lugar de instigar la negatividad y promover lo falso y lo malo” (State Council Information
Oce, 2021b: 41-42).
33
china y su proyecto de reglobalización
“la amistad entre los dos Estados no tiene límites”23. Lo que ocurrió después es sabido: la
invasión rusa de Ucrania –“una bendición disfrazada para Estados Unidos y la OTAN” que
ha devuelto a Europa a su tradicional dependencia de Washington (Wade, 2022: 22)–,
y la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes a Taiwán dispararon todas las
alarmas. Se llegó a hablar entonces del peligro de una nueva guerra mundial, aunque esta
posibilidad resulta altamente improbable (Wade, 2022). De hecho, dos días después del
inicio de la operación rusa en Ucrania, el ministro de Exteriores de China, Wang Yi, en un
mensaj e de video con motivo del 50 aniversario del Comunicado de Shanghái (el documento
que marcó la normalización de las relaciones entre China y Estados Unidos), dio la bienve-
nida a la Build Back Beer World Partnership (B3W), la iniciativa propuesta por Biden en
la Cumbre del G7 de 2021 dirigida explícitamente contra la Belt and Road Initiative, a pesar
de lo cual invitó a Washington –como ya había sucedido cuando se discutió la creación del
Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras– a participar en la Belt and Road Initiative y
en la Iniciativa de Desarrollo Global, mostrándose abierto a la posibilidad de coordinar la
Belt and Road Initiative con la Build Back Beer World Partnership (Askary, 2022).
En 2023, con el telón de fondo del incidente de los supuestos globos-espía y las ad-
vertencias de la vicepresidenta Kamala Harris en la Conferencia de Seguridad de Múnich
instando a China para que no vendiera armas a Rusia, el Ministerio de Asuntos Exteriores
de la República Popular China publicó el 20 de febrero un informe sobre los peligros de
la hegemonía de Estados Unidos de una contundencia verbal sin precedentes. En el texto
(más de 4,000 palabras) se acusó directamente a Washington de interferir “en los asuntos
internos de otros países, perseguir, mantener y abusar de la hegemonía, avanzar en la sub-
versión y la inltración, y librar guerras voluntariamente causando daño a la comunidad
internacional. Beijing deconstruye el “manual de estrategia hegemónico” de Washington
para instigar revoluciones de los colores, disputas regionales y desencadenar guerras bajo
el pretexto de la promoción de la democracia, la libertad y los derechos humanos, ha-
ciendo un uso selectivo y arbitrario del derecho internacional (la cuestión de los dobles
estándares), “utilizándolo o descartándolo como mejor le parezca”, y buscando “imponer
reglas que sirvan a sus propios intereses en nombre de la defensa de un ‘orden internacio-
nal basado en reglas´.” El documento, que se asemeja a un paper académico, repasó siste-
máticamente y en perspectiva histórica los abusos de la hegemonía que Estados Unidos
ha practicado a nivel “político, militar, económico, nanciero, tecnológico y cultural”24, a
23 Joint Statement of the Russian Federation and the People’s Republic of China on the International Relations
Entering a New Era and the Global Sustainable Development, hp://ww w.en.kremlin.ru/supplement/5770.
24 El recuento abrumador de los abusos de hegemonía no deja prácticamente ningún tema sin tocar, desde el
genocidio indio a las proxy wars, desde los golpes de Estado y las invasiones a las revoluciones de los colores, desde
el uso de armas químicas y de destrucción masiva a los abusos de las reglas de Breon Woods (el derecho de veto
de facto en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial por la regla del 85%, el privilegio exorbitante de
la emisión de dólares que exporta la inación y el décit comercial para el saqueo de recursos y activos de otros
34
la cooperación internacional en la encrucijada
n de denunciar el peligro que esa estrategia supone “para la paz y la estabilidad y el bien-
estar de todos los pueblos” (MFA, 2023a).
Siguiendo con la escalada, en abril de 2023, la Cámara de Representantes y el Senado
aprobaron por unanimidad la ley e People’s Republic of China is not A Developing
Country Act (sic), por la que se insta al secretario de Estado, Anthony Blinken, a tomar
las acciones necesarias para que China deje de ser considerado un país en desarrollo a
efectos de tratados internacionales comerciales, negociaciones climáticas y nanciación
del desarrollo (Queripel, 2030): dado que esa categoría es otorgada por el Banco Mun-
dial o Naciones Unidas, la nueva ley puso de maniesto cómo Estados Unidos se salta
las-reglas-del-orden-liberal-basado-en-reglas, que se aplican según el método arbitrario
de los dobles estándares.
Éste fue el mensaje del nuevo informe ocial del Ministerio de Exteriores de la Repú-
blica Popular China sobre los daños de la “diplomacia coercitiva” de Washington (MFA,
2023c) publicado justo antes de la Cumbre del G7, celebrada en Hiroshima para mayor
escarnio de Japón (Prashad, 2023; Bosu, 2023). En el nuevo texto (más de 5.000 pala-
bras), se acusa a Estados Unidos de tener “una ‘historia oscura’ muy vergonzosa de diplo-
macia coercitiva” que han sufrido con particular intensidad los países en desarrollo (de
Vietnam y Laos a Cuba y Venezuela, de Corea del Norte a Irán, Siria y Turquía, de Sudán,
Somalia y Zimbabue a Bielorrusia), pero de la que no se salvan tampoco los aliados y
socios (con un señalamiento muy estudiado de los Acuerdos del Hotel Plaza de 1985 y
su secuela contra la industria japonesa de semiconductores de 1986 que acabaron con el
milagro de Japón), ni por supuesto Rusia y China, que son ahora las dianas principales. La
diplomacia coercitiva, de la que Estados Unidos se puede considerar “inventor y maestro”,
se ejerce a nivel económico a través del control de las reglas de los regímenes interna-
cionales monetario, nanciero, comercial y de transferencia tecnológica. Pero también a
nivel político, un ámbito en el que Estados Unidos “utiliza sus bases militares, agencias di-
plomáticas, agencias de inteligencia, organizaciones no gubernamentales, organizaciones
de medios de comunicación y otros canales y recursos” para “interferir pública y secreta-
mente, directa e indirectamente, en los asuntos internos de otros países”. Y la diplomacia
coercitiva se ejerce a nivel militar, a través de la red de aproximadamente 800 bases repar-
tidas en 159 países con 173,000 efectivos desplegados (MFA, 2023c).
países, la multiplicación de las condicionalidades de los préstamos del Fondo y el Banco para disciplinar gobiernos
o eliminar la competencia de otras economías), desde el uso unilateral de sanciones al Acuerdo sobre los Aspectos
Relacionados con el Comercio sobre los Derechos de Propiedad Intelectual de la Organización Mundial del Co-
mercio, desde el espionaje telefónico a los líderes mundiales a las medidas dirigidas para impedir la competencia
de las empresas chinas de telecomunicaciones e internet, o desde la propaganda de Hollywood a la censura de
contenidos en internet y la manipulación de las redes sociales por medio de noticias falsas. Sobre este último pun-
to, véase el manejo por parte de la CIA de internet y las redes sociales para promover revoluciones de los colores a
partir de los hallazgos de un informe de inteligencia chino (Hong, 2023).
35
china y su proyecto de reglobalización
Los efectos de la diplomacia coercitiva son dañinos para la “paz y el desarrollo” (que
China considera es el tema de nuestro tiempo) porque fomentan la política de bloques
con la ideología de “o estás con nosotros o contra nosotros”, y resultan disruptivos del
“proceso de globalización económica y la integración económica regional”, hasta el punto
de que Beijing culpa a Estados Unidos de haber “revertido el curso de la globalización
económica en orden a mantener su hegemonía”. El documento concluye acusando a
Washington de coaccionar “al mundo entero” con “la coerción, las sanciones, la intimi-
dación, la represión de otros países”, y de generar un caos que eventualmente dañará a los
propios norteamericanos. Estados Unidos debería abandonar “su viejo hábito de diplo-
macia coercitiva sin sentido” (MFA 2023c).
3. M      -
 
Con ese telón de fondo de la desglobalización y la escalada diplomática de la nueva gue-
rra fría contra la República Popular China, la multilateralización de la cooperación china,
que había tomado velocidad de crucero a partir de 2012, no hizo más que acelerarse hasta
culminar con el lanzamiento de las iniciativas globales de desarrollo y seguridad.
El proceso de multilateralización de la cooperación china discurrió de forma gradual
desde su ingreso en Naciones Unidas en 1971 hasta 2012. China, lo mismo que Estados
Unidos, usó el multilateralismo estratégicamente, asociándose a los distintos regímenes
internacionales según la metodología del caso por caso (K astner, Person y Rector, 2020).
La República Popular China se incorporó a los organismos internacionales del G7 como
norm taker, aunque nunca aceptó el Consenso de Washington, y, a n de mantener su au-
tonomía estratégica, puso en marcha un “modelo de apropiación pragmática” de la ayuda
occidental sin aceptar sus condicionalidades neoliberales antidesarrollistas (Lin y Wang,
2017: 74)25. A nes de la década de 1990, tras reformar su sistema de ayuda como ofe-
rente, Beijing también empezó a participar en la creación de organismos multilaterales
alternativos en los que, siguiendo la estrategia del bajo perl, pudiera desplegar un papel
cada vez más asertivo como norm maker en el futuro. Y la oportunidad le llegó con la crisis
nanciera del Atlántico Norte de 2008 (cuadros 1 y 2).
25 El modelo de apropiación pragmática consiste en que “el país en desarrollo toma el control de su agenda de
desarrollo, en un proceso de aprendizaje, adaptación selectiva e innovación” (Lin y Wang, 2017: 74).
36
la cooperación internacional en la encrucijada
Cuadro 1.
Proceso de integración de China en los bancos multilaterales de desarrollo
año institución año institución
1980 Grupo Banco Mundial 2013 Inter-American Development Bank
Fund
1985 Banco Africano de Desarrollo 2014 International Finance Corporation
One Planet Fund
1986 Banco Asiático de Desarrollo 2014 Nuevo Banco de Desarrollo
1993 African Export Import Bank 2014 Africa Global Trade Finance Fund
1998 Banco Caribeño de Inversiones 2015 Banco Asiático de Inversión en
Infraestructuras
2000 Trade and Development Bank 2016 Banco Europeo de Reconstrucción y
Desarrollo
2004 West African Development Bank 2020 Multilateral Cooperation Center for
Development Finance
2009 Banco Interamericano de Desarrollo
Fuente: Humphrey y Chen (2021: 7); Morris, Rockafellow y Ross (2021b: 12-13).
Cuadro 2.
Primera fase de la multilateralización de la cooperación china
año siglas institución
1997 APT ASEAN plus three (ASEAN + China, Japón y Corea del Sur)
1997 INBAR International Bamboo and Raan Organizations
1999 CICA Conference on Interaction and Condence Building Measures in Asia
2000 FOCAC Foro de Cooperación China-África
2001 SCO Organización de Cooperación de Shanghái
2001 Boao
Forum
Alternativa asiática al World Economic Forum, integrada por 29 países
2002 ACD Asia Cooperation Dialogue (plataforma de coordinación de integraciones
regionales: ASEAN, Consejo de Cooperación del Golfo, Eurasian Economic
Union, Organización de Cooperación de Shanghái y South Asian Associaton
for Regional Integration
2004 CASCF China-Arab States Cooperation For um
2005 FCECC Foro de Cooperación Económica y Comercial China-Caribe
2009 BRICS Brasil, Rusia, India, China y desde 2011 Sudáfrica
Fuente: Stephen (2020: 809).
37
china y su proyecto de reglobalización
Esta tendencia, señalizada con la creación del gr upo de los BRIC en 2009, se ahondó a
partir del cambio de orientación de la política exterior de 2012-2013, que marca el inicio
de la nueva era. Diez años después, China se ha convertido en un jugador único en el sis-
tema multilateral del orden internacional liberal, en virtud de su papel simultáneo de gran
contribuyente, participante, receptor (el segundo a nivel mundial de créditos del Banco
Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo) y socio comercial (Humphrey y Chen, 2021).
La huella de China en este ámbito aumentó rápidamente a partir de 2012, por medio de
las cuotas derivadas del tamaño creciente de su economía, el aumento de sus contribu-
ciones voluntarias, la participación destacada de las empresas chinas como contratistas
de tales instituciones y las posiciones de liderazgo ganadas en los organismos del sistema
de Naciones Unidas (Morris, Rockafellow y Ross, 2021a; 2021b).
Como resultado de este involucramiento cada vez mayor en el sistema multilateral,
China tiene el segundo poder de voto agregado si se consideran en conjunto la red de
los bancos multilaterales controlados por el G7 y los dos bancos de última generación
creados a instancias de China. Así, China es el primer socio en poder de voto del Banco
Asiático de Inversión en Infraestructuras y primus inter pares en el Nuevo Banco de De-
sarrollo de los BRICS; y es el tercero en el Banco Mundial (el Banco Internacional de
Reconstrucción y Desarrollo y la Agencia Internacional de Desarrollo), en el Banco Asiá-
tico de Desarrollo y en el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (Morris, Roc-
kafellow y Ross, 2021a). Por medio de la creación de fondos, Beijing ha ganado tracción
en el Banco Interamericano de Desarrollo (China Co-nancing Fund for Latin America
and Caribbean Region de US$ 2,000 millones, creado en 2013) y en el Banco Africano
de Desarrollo (Africa Growing Together Fund de US$ 2,000 millones, creado en 2014)
donde tiene limitado el poder de voto por la fórmula que limita la presencia extrarregio-
nal. Entre 2010 y 2019, las empresas chinas ocuparon el primer puesto todos los años
como contratistas de proyectos nanciados por el Banco Mundial, lo mismo entre 2015
y 2020 para el caso del Banco Africano de Desarrollo, en 2019 para el Banco Interameri-
cano de Desarrollo y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, y entre 2016 y
2018 para el Banco Asiático de Desarrollo (Morris, Rockafellow y Ross, 2021a; 2021b).
En el caso de Naciones Unidas, China, aunque es el quinto aportante a nivel mundial
si se suman las contribuciones obligatorias y voluntarias, es el primero para la UNESCO
(la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), el terce-
ro para la UNIDO (la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial), el
cuarto para la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la Organización Meteoro-
lógica Mundial y la Unión Internacional de Telecomunicaciones y el quinto para la IFAD
(el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola), con un gran crecimiento de sus con-
tribuciones voluntarias a esta última organización, al Programa Mundial de Alimentos
y al PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo). En 2015, la República
Popular China creó además dos fondos para promover la cooperación Sur-Sur en general
38
la cooperación internacional en la encrucijada
(South-South Cooperation Assistance Fund, de US$ 3,000 millones) y la lucha contra
el cambio climático en particular (South-South Climate Cooperation Fund de 3,100
millones), y, un año después, dotó con US$ 200 millones el United Nations Peace and
Development Trust Fund. Por último, China fue ganando puestos en el sistema de desa-
rrollo de Naciones Unidas, haciéndose con las direcciones generales de la Organización
de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (2013) y la Organización de Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2019), la secretaría general de la Unión In-
ternacional de Telecomunicaciones (2014) y los segundos puestos directivos de la Orga-
nización Mundial de la Salud (2016), la Organización Meteorológica Mundial (2016), el
Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (2017), la UNESCO (2018), el Fon-
do Internacional para el Desarrollo Agrícola (2018) y el Programa de Naciones Unidos
para el Desarrollo (2019), (Morris, Rockafellow y Ross, 2021a; 2021b).
El aumento de la participación de China en el orden internacional liberal fue simul-
táneo a su mayor activismo a partir de 2012, ahora ya con la creación de organizaciones
multilaterales divergentes o competitivas, pero con un notable incremento de la intensi-
dad y cobertura geográca (cuadro 3) del “emprendimiento normativo” chino (Stephen,
2020: 826). Este emprendimiento internacional se concretó en la mayoría de los casos en
la creación de foros e iniciativas low cost (Stephen, 2020: 827) con las que China practica
un modelo mixto que le sirve para ordenar, desarrollar y gestionar sus relaciones bila-
terales (Jakóbowski, 2018) en un marco de multilateralismo regional (Zhou y Esteban,
2018) y de intensicación de la regionalización (Shuai, 2020), que es conducente a la
creación de un orden internacional paralelo (Stephen, 2020).
Así, China reforzó su cooperación e integración con Asia (el Acuerdo de Coopera-
ción Lancang Mekong con Myanmar, Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam, de 2016; la
Ocina de Investigación para la Coordinación Macroeconómica con la Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático, Japón y Corea, de 2016; y el Tratado de Libre Comercio
dentro de la Regional Comprehensive Economic Partnership, de 2022). Tras el ingreso
de Pakistán e India en 2017, amplió la misión de la Organización de Cooperación de
Shanghái desde la seguridad transfronteriza (la lucha contra el terrorismo, el separatismo
y el extremismo) hacia la integración económica, alineándola con la Belt and Road Initia-
tive (Yazdani, 2020). A la vez, Beijing globalizó su cooperación multilateral incluyendo
a Europa central y del este (el Foro 17+1, tras la incorporación de Grecia en 2019, y el
Acuerdo Integral de Inversión Unión Europea-China de 2020), América Latina (Asocia-
ción Estratégica Integral China-CELAC de 2015) y nalmente todo el mundo mediante
la creación del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS (2014), el Banco Asiático de
Inversión en Infraestructuras (2015), el Foro de Cooperación Internacional de la Belt and
Road Initiative (2017) y el lanzamiento de las dos iniciativas globales gemelas a inicios de
la década de 2020: la Iniciativa de Desarrollo Global (2021) y la Iniciativa de Seguridad
Global (2022).
39
china y su proyecto de reglobalización
Cuadro 3.
Segunda fase de la multilateralización de la cooperación china
año siglas institución
2012 Foro 17+1 Foro de Cooperación entre China y los países de Europa Central y del Este
(con Grecia desde 2019)
2012 CCACF Foro de Cooperación China-Asia Central
2014 WIC World Internet Conference
2015 Foro China-
CELAC
Foro de Cooperación China y Comunidad de Estados de América Latina
y el Caribe
2015 NDB Nuevo Banco de Desarrollo (incluye el Acuerdo de Reservas de Contin-
gencia entre los BRICS)
2016 AIIB Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras
2016 LMCF Lancang Mekong Cooperation Framework (China con Myanmar, Laos,
Camboya, Tailandia y Vietnam)
2016 AMRO ASEAN + 3 Macroeconomic Research Oce
2017 BRFIC Foro de Cooperación Internacional de la Belt and Road Initiative
2017 SSHRF Foro Sur-Sur de Derechos Humanos
2020 FTA-RCEP Tratado de Libre Comercio con los países del Regional Comprehensive
Economic Partnership (menos India)
2021 GDI Grupo de Amigos de la Iniciativa de Desarrollo Global (“cerca” de 70 países)
2022 GSI Grupo de Amigos de la Iniciativa de Seguridad Global (“cerca” de 70 países)
Fuente: Stephen (2020: 810); Williams (2022); Xinhua (2022a).
En este proceso de expansión destacan la Organización de Cooperación de Shanghái
y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, como organizaciones representativas
del multilateralismo divergente y competitivo respectivamente, por su grado de institu-
cionalización, la ambición de su misión y el poder estructural de sus miembros (Stephen,
2020). La Organización de Cooperación de Shanghái es la “OPEP nuclear” (Yazdani,
2020: 459), puesto que incluye simultáneamente a cuatro potencias nucleares (China, Ru-
sia, India y Pakistán) y a varios de los principales productores mundiales (del top 25) de
petróleo: Rusia, China, Kazajistán e India, además de Irán (como observador desde 2006,
socio de diálogo desde 2022 y próximo Estado miembro a partir de julio de 2023), Azerba-
yán (como socio de diálogo desde 2016), y Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar
y Kuwait (como socios de diálogo desde 2022). También hacen parte de la Organización
de Cooperación de Shanghái varios de los principales productores mundiales (del top 25)
de gas, como Rusia, Irán, Catar, China, Uzbekistán, India y Pakistán.
40
la cooperación internacional en la encrucijada
A su vez, en la membresía del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras están cua-
tro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, 17 de los miembros del
G20, cinco de los países del G7, y todos los BRICS (Cheng y Zhai, 2020). Con sus 92 países
en desarrollo y desarrollados socios (más 14 prospectivos) es el segundo banco multilateral
por número de miembros, sólo superado por el Banco Mundial, y en 2018 obtuvo el estatus
de observador permanente en la Asamblea General de Naciones Unidas y el ECOSOC.
Con una estrategia totalmente comprometida con el Acuerdo de París sobre el clima (de-
dicar para 2025 la mitad de los compromisos de nanciación a la lucha contra el cambio
climático) es, en palabras de su presidente, el economista chino Jin Liqun, “un puente entre
la cooperación Sur-Sur y la cooperación Norte-Sur” que apoyará “las principales iniciativas
internacionales, incluida la Iniciativa de Desarrollo Global” de China (Jin, 2022).
La multilateralización de la cooperación china de las dos últimas décadas ha servido
simultáneamente a tres objetivos: i) frustrar los intentos de contener el desarrol lo pa co
de China por parte de Estados Unidos; ii) operar como mecanismo de so balancing a
nivel regional pero también global con efectos redistributivos de poder a favor de China
tanto de modo directo como indirecto (la ampliación de las opciones, gracias a la crea-
ción por parte de China de nuevas instituciones y normativas más amigables para el desa-
rrollo y respetuosas con la soberanía nacional, suscita el apoyo a Beijing de muchos países
en desarrollo); y iii) construir un poder blando y normativo que refuerce la legitimidad
de China en el sistema internacional, mejorando de paso su capacidad de negociación
para la reforma de las instituciones multilaterales existentes del orden internacional libe-
ral (Zhou y Esteban, 2018; Stephen, 2020).
En la carrera internacional de emprendimiento institucional que ha llevado a China a
involucrarse en la creación de cerca de dos docenas de nuevas organizaciones multilate-
rales desde 1997, el principal logro además de la creación de los dos bancos multilaterales
de nueva generación ha sido la rma del Tratado de Libre Comercio dentro de la Re-
gional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), lanzado durante la reunión de la
APEC (Asia-Pacic Economic Cooperation) en 2014 y del que Estados Unidos decidió
descolgarse desde el principio. Este mega acuerdo regional entró en vigor el 1 de enero
de 2022, y se ha convertido en el mayor a nivel mundial por población, PIB y potencia co-
mercial de sus miembros (cuadro 4). El nuevo mega acuerdo incluye a los diez socios de
la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia,
Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tai landia y Vietnam) y los cinco países que mantienen
tratados de libre comercio con esa integración: Australia, Nueva Zelanda, China, Japón
y Corea del Sur. Y aunque India, que pertenece al Regional Comprehensive Economic
Partnership, quedó fuera del acuerdo por la determinación del presidente Modi de seguir
una estrategia de sustitución de importaciones y protección de la industria doméstica
(Liu, 2020), Nueva Delhi tiene abierta una vía expedita para su incorporación cuando así
lo decida (Williams, 2022).
41
china y su proyecto de reglobalización
Cuadro 4.
El mega acuerdo del RCEP frente a las otras integraciones regionales
Indicadores (% sobre total mundial) TLC-RCEP T-MEC TLC UE-Japón TPP-11
Comercio total de bienes 28 13 15 15
PIB global 31 28 24 13
Población 29 6 7 7
Fuente: Williams (2022).
Gracias al nuevo mega acuerdo comercial, Beijing ha conseguido nalmente lo
que el presidente Obama quería evitar: que la RPC estableciera las reglas de juego en
Asia, motivo por el cual Estados Unidos decidió excluir a Beijing del club del Trans-
Pacific Partnership. Pero tras la renuncia de Washington en 2017 a ingresar en el
Trans-Pacific Partnership, China, que será uno de los países más beneficiados por
el nuevo mega acuerdo regional, consiguió nalmente la centralidad en Asia-Pacíco
haciendo así justicia a la historia milenaria del “país de en medio”. Para reforzar esa
posición, China inició en 2021 su proceso de adhesión al Trans-Pacic Partnership-11
(Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacic Partnership) en el que
están involucrados, además de varios socios del Regional Comprehensive Economic
Partnership, Canadá, México, Perú y Chile, y también solicitó incorporarse al Digital
Economy Partnership Agreement entre Chile, Nueva Zelanda y Singapur para facilitar
el e-comercio. En este contexto, Estados Unidos, una vez más, ha actuado a rebufo de
China y ahora trata de promocionar el Indo-Pacic Framework for Economic Pros-
perity, una nueva iniciativa presidencial propuesta en mayo de 2022 para contener a
China, que incluye a India, siete países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiá-
tico, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur, y con la que Washington busca reesta-
blecer las normas en torno a varios temas comerciales, las cadenas de valor, la inversión
en infraestructuras y energías sostenibles y las reglas scales anticorrupción (Zhou y
Esteban, 2018; Williams, 2021; Liu, 2022; Qúnhuì, 2022; Cimino-Isaacs, Dolven y
Sutherland, 2022; Lei y Sui, 2022).
4. L B  R I   I  D G:
 
En este contexto de proliferación del multilateralismo regional, la Belt and Road Ini-
tiative, con su diseño exible y gradual, fue contemplada como el fundamento “de una
42
la cooperación internacional en la encrucijada
nueva fase incluyente de la globalización” con la que China buscaba proyectar su mo-
delo de desarrollo, en el que el mercado es gobernado por el Estado (desarrollista) con
el objetivo de lograr la transformación estructural (Liu y Dunford, 2016: 325; Lin y
Wang, 2017). La Belt and Road Initiative como iniciativa incluyente está abierta a todo
el mundo: en la actualidad hay 149 pses involucrados y 32 organizaciones internacio-
nales adheridas (Campbell, Lawrence y Suer, 2022; Hobson y Zhang , 2022; Nedopil,
2023). Para participar en la Belt and Road Initiative China no impone condicionalida-
des, respeta la soberanía nacional y busca soluciones ganar-ganar, que los países del G7
son incapaces de igualar por la autolimitación que su enfoque neoliberal les impone
en términos nancieros y de estrategia de desarrollo. Como señala Gulrajani (2022:
11), “la buena voluntad de China para aceptar proyectos de costes más altos, asumir
proyectos de mayor riesgo en países con pobre gobernanza, y absorber las pérdidas de
los proyectos es improbable que sea copiada por los aliados occidentales”.
En enero de 2017, antes de la celebración del primer Foro de Cooperación Interna-
cional de la Belt and Road Initiative, que contó con la asistencia de 29 jefes de Estado y de
gobierno, el secretario general de Naciones Unidas, el presidente del Banco Mundial y
la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Xi (2017a) presentó la inicia-
tiva en Davos, como una contribución china a la Agenda 2030 y su participación en el
orden internacional como gran país responsable defensor de la globalización, una fuerza
positiva de la que China se había beneciado pero también, como Xi armó, había con-
tribuido a ella. Un día después, en la sede de Naciones Unidas en Ginebra, el presidente
y secretario general planteó el concepto chino de globalización incluyente para lograr
“un desarrollo compartido y ganar-ganar” a partir de la construcción de “una comu-
nidad de futuro compartido para la humanidad” en el marco multilateral de Naciones
Unidas, que consideró el más efectivo “para preservar la paz y promover el desarrollo”
(Xi, 2017b). Xi aludió a la creencia, rmemente arraigada en China desde la agresión
y humillación de las guerras del opio, de que “la paz y la estabilidad es el único camino
al desarrollo y la prosperidad” y rechazó que la “Trampa de Tucídides” fuera inevitable
apelando al realismo moral de la regla de oro de Confucio: “no hagas a otros lo que no
quieres que otros te hagan a ti” (Xi, 2017b).
En suma, China, que con su proyecto de reglobalización rechaza la teoría de la com-
petencia hegemónica, empezó a promover otros bienes públicos globales, además de
los incluidos en la Agenda 2030, por medio de la Belt and Road Initiative y la comuni-
dad de futuro compartido: i) su propio modelo de desarrollo (Estado-céntrico) y de
seguridad integral (basada en el principio de indivisibilidad); ii) su concepción de los
derechos humanos, que da prioridad a los de tercera generación (el derecho colectivo
al desarrollo) y segunda generación (derechos económicos y sociales) sobre los de pri-
mera generación (derechos civiles y políticos); y iii) las relaciones de amistad entre los
pueblos mediante una generosa política de becas y programas de formación masivos a
43
china y su proyecto de reglobalización
n de socializar las normas, estándares y experiencias chinas (Benabdallah, 2019; Car-
ty y Gu 2021; Min, 2022)26.
En el quinto aniversario de la Belt and Road Initiative, Xi Jinping expuso la necesidad
de fomentar un desarrollo de alta calidad, tema que fue recogido en la declaración del
II Foro de Cooperación Internacional de la Belt and Road Initiative de 2019. Para ello,
China puso en marcha tres nuevas instituciones: i) el Multilateral Cooperation Center
for Development Finance, con el Grupo Banco Mundial, el Banco Interamericano de
Desarrollo, el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Europeo de Reconstrucción
y Desarrollo y el Banco Europeo de Inversiones, fungiendo el Banco Asiático de Inver-
sión en Infraestructuras como secretaría técnica; ii) la Belt and Road Initiative Inter-
national Green Development Coalition, con la Unión Internacional de Conservación
de la Naturaleza, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el World
Wild Fund, el Consejo Mundial Empresarial de Desarrollo Sostenible, el World Re-
sources Institute de Washington y el canadiense International Institute for Sustainable
Development; y iii) la Belt and Road Initiative Alliance for Green Development con
el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Kai y Jianjun, 2019; Humphrey y
Chen, 2021; Liu y Bennet, 2022).
Desde uno de los principales think tank chinos (el Shanghai Institutes for Internatio-
nal Studies y su revista de referencia, el China Quarterly of International Strategic Studies) se
empezó a hablar de “la Belt and Road Initiative 2.0”, en un intento de ganar legitimidad
y credibilidad internacional a través de la provisión de bienes públicos globales y facilitar
la implementación de la Agenda 2030, reforzando el elemento verde y de sostenibilidad
de los proyectos (Jiahan, 2019; Nedopil, 2022; Liu y Bennet, 2022; State Council Infor-
mation Oce, 2023). Pero, todo ello desde un planteamiento claramente sinocéntrico:
el alineamiento de la Belt and Road Initiative con la Agenda 2030 no sólo acelera la im-
plementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sino también asegura el éxito a
largo plazo de la Belt and Road Initiative” ( Jiahan, 2019: 243).
En esa línea, uno de los intelectuales marxistas más inuyentes de la Academia Chi-
na de Ciencias Sociales, Enfu Cheng, deende que China se puede considerar desde
2012 como un “cuasi-centro” del sistema económico mundial (Cheng y Zhai, 2020).
La noción de cuasi-centro, derivada de la contribución de China al crecimiento eco-
nómico global (en torno al 30% desde 2008)27, busca orientar la transición de China
hacia la condición de centro de la economía mundial prevista para 2035 (la fecha ob-
26 Desde el lanzamiento de la Belt and Road Initiative, China viene otorgando más de 10, 000 becas anuales para
los países rmantes de los acuerdos marco de la iniciativa. La Belt and Road Initiative incluye también programas de for-
mación que benecian a cientos de miles de funcionarios, profesionales, técnicos, académicos y periodistas de Asia,
África y América Latina (como extensión natural de la Belt and Road Initiative) (Benabdallah, 2019; Min 2022).
27 Según datos del Banco Mundial recogidos por Xinhua (2022a), la contribución habría aumentado hasta el
38.6% entre 2013 y 2021.
44
la cooperación internacional en la encrucijada
jetivo de la modernización socialista en los documentos del 20 Congreso del Partido
Comunista Chino), aunque con toda probabilidad China pasará a convertirse ocial-
mente en país de ingreso alto en 2025, según la métrica del Banco Mundial y por tanto
dejará de ser un país en desarrollo (Domínguez, 2020; Roberts 2021; Lin, 2021; 2022;
Qúnhuì, 2022).
En ese tránsito, desde la academia china otras voces niegan las acusaciones occidenta-
les de imperialismo o colonialismo, ya que la República Popular China sigue trasladando
a los países desarrollados una parte mucho mayor del excedente que extrae de los países
en desarrollo de la que permanece en el país y, por tanto, sigue siendo una semiperiferia
(Li, 2021). En cualquier caso, Beijing rechaza explícitamente el concepto de hegemonía
(“China nunca buscará la hegemonía o se involucrará en el expansionismo”, repitió Xi Jin-
ping en su informe para el 20 Congreso del Partido Comunista Chino) y propone como
alternativa “la comunidad de futuro compartido para la humanidad”, no de destino, como
traducen, en agrante discurso de lo reprimido, los medios anglosajones. Para Cheng
y Zhai (2020) este lema responde a los siguientes contenidos: i) una regulación de los
derechos de propiedad intelectual que favorezca el desarrollo centrado en la innovación
tecnológica; ii) la construcción de un sistema nanciero que sirva para la internacionali-
zación del renminbi de una manera ordenada; iii) mantener la propiedad pública como
pilar del sistema económico y difundir nuevas formas de propiedad; iv) incrementar el
desarrollo de un sistema industrial basado en la apertura al exterior y coordinado interna-
cionalmente para una globalización más justa; y v) un “nuevo orden económico interna-
cional y de seguridad económica común” (Cheng y Zhai, 2020: 23).
La idea de “comunidad de futuro compartido” ya estaba en el White paper sobre el
Desarrollo Pacíco de China de 2011 y fue expresada por Xi Xinping en el Boao Fo-
rum for Asia de 2013 con motivo del lanzamiento de la Belt and Road Initiative (Wa ng
y Cao, 2021). Como lema (“comunidad de futuro compartido para la humanidad”) fue
utilizado por Xi con motivo del 70 aniversario de Naciones Unidas en 2015 y quedó in-
tegrado en los estatutos del Partido Comunista Chino en 2017 y en la Constitución en
2018 (Natham y Zhang , 2022; Schultz y Staiano, 2022). Desde la Academia China de
Ciencias Sociales, la comunidad de futuro compartido se interpreta en clave de interde-
pendencia de Estados, pueblos y civilizaciones a largo plazo, para lo que China propone
cuatro grandes estrategias (Shixue, 2021). La primera es mantener la paz y la seguridad
mundiales (dimensión política y de seguridad), a partir de los Cinco Principios de la
Coexistencia Pacíca de Bandung , las relaciones de cooperación ganar-ganar, el apoyo
a las operaciones de paz de Naciones Unidas28, la aplicación del principio de máxima
28 En abril de 2023, China era el décimo mayor aportante del mundo (y el primero entre los cinco miembros del
Consejo de Seguridad con poder de veto) al personal uniformado de las misiones de paz de Naciones Unidas, con
2,273 efectivos (2,194 de tropa y el resto expertos en misiones, ociales de administración y policías). Véase:hps://
45
china y su proyecto de reglobalización
contención en las disputas territoriales y el uso pacíco de la energía nuclear. La se-
gunda estrategia consiste en avanzar en la prosperidad global (dimensión económica)
mediante la continuación del propio desarrollo de China como motor de la economía
mundial (tanto por el lado de la oferta, vía inversiones y tecnología, como por el de la
demanda, abriendo el acceso a su mercado gigante), la promoción del comercio libre y
justo, la Belt and Road Initiative y la cooperación china para el desarrollo. La tercera bus-
ca promover los intercambios y el aprendizaje mutuo entre civilizaciones (dimensión
cultural), mediante la difusión de la cultura china en el exterior, con el apoyo de la red
de Institutos Confucio, que desde 2020 gestiona la Chinese International Education
Foundation (integrada por 27 universidades, empresas y organizaciones sociales)29, y
los intercambios de estudiantes (con más de 300, 000 estudiantes extranjeros al año en
las universidades chinas durante la década anterior al Covid-19. Finalmente, la cuarta
es abogar por un desarrollo verde (dimensión ambiental) con el concepto central de
civilización ecológica”, que pone el énfasis en la calidad del crecimiento del PIB y la
eciencia energética (Shixue, 2021)30.
La Iniciativa de Desarrollo Global, como concreción multilateral de la comunidad de
futuro compartido para la humanidad, fue anunciada por Xi (2021) en el marco de la 76
Asamblea General de Naciones Unidas en 2021, haciéndola coincidir con el centenario
de la creación del Partido Comunista Chino y el 50 aniversario de “la restauración de la
sede legal de la República Popular de China en Naciones Unidas”. El propósito de Beijing
es acelerar la implementación de la Agenda 2030 mediante un desarrollo global “más ro-
busto, más verde y más equilibrado” (Xi, 2021) La propuesta se basa en el compromiso
de China con el desarrollo como prioridad máxima, el enfoque del desarrollo centrado
en la gente, que sea benecioso para todos los países y las personas dentro de los países,
que esté conducido por las innovaciones, basado en la armonía entre la humanidad y la
naturaleza, y orientado a resultados (Xi, 2023). Los principios de la iniciativa remiten al
acervo doctrinal de la cooperación Sur-Sur: “la solidaridad, el respeto mutuo y la coo-
peración ganar-ganar” entre civilizaciones y países que tienen derecho a perseguir su
peacekeeping.un.org/sites/default/les/01_contributions_to_un_peacekeeping_operations_by_coun-
try_and_post_61_april_2023_0.pdf. Y en el acumulado desde 1990, China fue el segundo mayor contribuyente
a las operaciones de paz de Naciones Unidas, con más de 50.000 efectivos (Weiyu y Jianzheng, 2022).
29 La red de Institutos Confucio se extiende por Norteamérica (85 en Estados Unidos y 12 en Canadá), Europa
(167, con Reino Unido, Alemania y Francia como principales destinos, con 30, 19 y 18), Rusia (19), Corea del
Sur (23), Japón (15) y Oceanía (17), así como las reg iones en desarrollo de Asia-Pacíco (90, de los cuales 16 en
Tailandia), África y Oriente Medio (69) y América Latina y el Caribe (43). Ver información actualizada a enero de
2023 en hps://www.digmandarin.com/confucius-institutes-around-the-world.html
30 El Consejo de Estado aprobó en enero de 2023 un documento sobre el desarrollo verde, donde se enfatiza el
aspecto de “la armonía entre la humanidad y la naturaleza” como “característica distintiva de la civilización china”, y,
a la vez, “importante característica de la modernización de China” (State Council Information Oce, 2023: 1, 47).
46
la cooperación internacional en la encrucijada
“propio camino hacia la modernización”, y la resolución pacíca de conictos mediante
el diálogo y la cooperación dentro del único orden internacional que China reconoce (en
respuesta al orden internacional basado en reglas hegemónicas de Estados Unidos): “sólo
hay un orden internacional, esto es, el orden internacional respaldado por el derecho in-
ternacional. Y sólo hay un conjunto de reglas, esto es, las normas básicas del gobierno de
las relaciones internacionales respaldadas por los objetivos y principios de la Carta de
Naciones Unidas” (Xi, 2021).
La Iniciativa de Desarrollo Global se puso inmediatamente en marcha. En enero de
2022 se constituyó el Grupo de Amigos dentro de Naciones Unidas, donde más de 100
países saludaron la nueva propuesta china (CIKD, 2022). En junio, se celebró un High Le-
vel Dialogue on Global Development, con participación virtual de los líderes de 18 países
en desarrollo (CIKD, 2023) en el que Xi Jinping remarcó la necesidad de “un consenso
internacional para promover el desarrollo” y crear un “ambiente internacional facilitador”,
acabando con las acciones disruptivas de Estados Unidos (proteccionismo, formación
de bloques exclusivos, multiplicación de sanciones y prácticas de desacoplamiento). Xi
(2021) aprovechó para recordar el enfoque chino sobre la conexión entre globalización
y desarrollo (“construir una economía mundial abierta y congurar un sistema de gober-
nanza y un ambiente institucional que sea más justo y equitativo”) y anunció la refun-
dación del South-South Cooperation Assistance Fund como Global Development and
South-South Cooperation Fund, aumentado su dotación inicial de US$ 3,000 millones,
con US$ 1,000 millones adicionales.
La interpretación ocial y promoción académica de la Iniciativa de Desarrollo Glo-
bal se encomendó al Center for International Knowledge on Development, think tank
creado en 2017 para el seguimiento y promoción de la Agenda 2030, que se encargó
del matching entre las dos agendas mediante el establecimiento ocho áreas prioritarias,
de modo “que ningún país ni persona sea dejada atrás” (CIKD, 2022: 7): reducción de
pobreza, seguridad alimentaria, pandemia y vacunas, nanciación del desarrollo, cam-
bio climático y desarrollo verde, industrialización, economía digital y conectividad. La
Iniciativa de Desarrollo Global, según este organismo, “pone el desarrollo en el centro
de la agenda global de cooperación”, y representa “otro gran bien público proporciona-
do al mundo por China como gran país responsable” y su compromiso con “el verda-
dero multilateralismo” en el marco de Naciones Unidas (CIKD, 2022: 8). A pesar de
algunos análisis apresurados de wishful thinking (Brînz, 2022), la Iniciativa de Desa-
rrollo Global no sustituye a la Belt and Road Initiative, sino que se considera como una
pista paralela (Mulakala, 2022), que tiende al isomorsmo institucional con la Agenda
2030 y los estilos de cooperación de los “donantes” del Comité de Ayuda al Desarrollo,
si se considera la formulación de sus objetivos, los ámbitos de actuación, los actores y
fuente de nanciación, el organismo coordinador y la estrategia general que preside la
iniciativa (cuadro 5)
47
china y su proyecto de reglobalización
Cuadro 5.
Comparativa de la Belt and Road Initiative y la Iniciativa de Desarrollo Global
Criterios Belt and Road Initiative Iniciativa de Desarrollo Global
Objetivo Crecimiento económico
e integración física
Desarrollo sostenible
Ámbitos de
actuación
Infraestructuras físicas
y corredores económicos
Transferencia de conocimiento y
construcción de capacidades
Actores y fuente
de nanciación
Mercados y empresas
inversión extranjera directa
Estado y sociedad civil
ayuda al desarrollo
Metodología de
cooperación
Cooperación económica bilateral
y negociación a nivel regional
entre Estados
Cooperación multilateral,
con ONG y empresas
Organismo
coordinador
China National Development
and Reform Commission
Ministerio de Asuntos Exteriores
y China International Development
Cooperation Agency
Estrategia Conexión de puntos nodales mediante
inversión en infraestructuras
Coordinación de los esfuerzos
de cooperación para el desarrollo
Fuente: elaboración propia a partir de Mulakala (2022) y Brautigam (2022).
Previo a la 77 Asamblea General de septiembre de 2022, China presentó ante los
68 países del Grupo de Amigos de la Iniciativa de Desarrollo Global un conjunto de 32
medidas para el arranque de la misma, mediante la metodología de las “plataformas de
cooperación” característica del multilateralismo regional chino. De esa lista de anuncios
cabe destacar las siguientes acciones: el lanzamiento del Center for Promotion of Global
Development, la publicación del Global Development Report a cargo del Center of Inter-
national Knowledge on Development con carácter anual, el establecimiento del Global
Network for Knowledge Development, la creación de la World Technical Vocational and
Education Training League y de la World Digital Education Alliance, la integración de
China en la International NGOs Network for Poverty Reduction Cooperation, la puesta
en marcha del Plan de Acción Global para la Sustitución de los Plásticos por el Bambú,
y el acceso abierto de los datos del satélite SDGSAT-1 (Wang, 2022). En esa reunión, el
ministro de Exteriores, Wang Yi, dejó abierta la posibilidad de celebrar a su debido tiem-
po una cumbre de alto nivel para promover el desarrollo (CIKD, 2022), que parece se
concretará a nales de 2023 en Beijing bajo el título de First Forum on Global Action for
Shared Development, según informaciones del director de la China International Deve-
lopment Cooperation Agency Luo Zhaohui (Luo, 2023). Como insumo para la Cum-
bre, el Center for International Knowledge on Development publicó en junio el primer
48
la cooperación internacional en la encrucijada
informe de progreso de la Iniciativa de Desarrollo Global (CIKD, 2023), en el que se
puede comprobar el rápido avance de cumplimiento de la lista de las 32 acciones, con 11
completadas, 12 en progreso positivo y el resto en proceso o fase inicial.
En paralelo al arranque de la Iniciativa de Desarrollo Global, en abril de 2022, Xi Jin-
ping anunció la Iniciativa de Seguridad Global, en el Boao Forum for Asia, a partir del
refuerzo de la paz y la unidad de la “familia asiática” y con la Asociación de Naciones del
Sudeste Asiático como epicentro. Esta segunda iniciativa parte del “principio de segu-
ridad indivisible”, un concepto relacional que proviene de la época de la detente y que
hace parte del núcleo duro de la Organización de Cooperación de Shanghái (Freeman
y Stephenson, 2022a). Apelando a la Carta de Naciones Unidas, Xi (2022a) rechazó “la
mentalidad de Guerra Fría”, y expresó la oposición de China al “unilateralismo… las po-
líticas de grupo y la confrontación de bloques” (en referencia velada a la OTAN), máxi-
me cuando se basan en ideologías que aplican “dobles estándares”, usan “sanciones de
manera desenfrenada”, y llevan a cabo “prácticas de desacoplamiento” que rompen las
cadenas globales de aprovisionamiento. Frente a ello, propuso la Iniciativa de Seguridad
Global, un modelo de China para la “gobernanza global” de los viejos y nuevos desafíos
a la seguridad como bien púbico (el terrorismo, el cambio climático, la ciberseguridad y
la bioseguridad), por medio de “consultas amplias, contribuciones conjuntas y benecios
compartidos”, a partir de “los valores comunes de la humanidad” y “los intercambios y el
aprendizaje mutuo entre civilizaciones” (Xi, 2022a).
En su primer viaje internacional desde la pandemia, Xi aprovechó la reunión del
Consejo de jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái de octu-
bre de 2022 (y las 11 reuniones bilaterales mantenidas durante el evento) para situar
la Iniciativa de Seguridad Global como la arquitectura de seguridad alternativa a la de
Estados Unidos y la OTAN (Freeman y Stephenson, 2022b). Y, poco después, en el
informe del 20 Congreso del Partido Comunista Chino, presentado el 16 de octubre,
concretó la idea de que China trabajará para que algunas instituciones multilaterales
que están en el punto de mira de su máximo interés (la Organización Mundial del Co-
mercio y la Asia-Pacic Economic Cooperation) desempeñen mejor sus funciones;
para que el mecanismo de los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghai
ejerzan una mayor inuencia; y que los países emergentes y en desarrollo estén mejor
representados y tengan una mayor voz en los asuntos globales”. Finalmente, se rerió
al involucramiento de China en “el establecimiento de las reglas de seguridad global” y
la “construcción de una comunidad humana con un futuro compartido” para justicar
respectivamente la puesta en acción y el espíritu de sus dos iniciativas globales de segu-
ridad y desarrollo (Xi, 2022b).
En febrero de 2023, el Ministerio de Asuntos Exteriores publicó el concept paper
sobre la Iniciativa de Seguridad Global, lo que permite analizar la lógica conjunta de
las dos propuestas globales, concebidas a partir del “principio de apertura e inclusión”,
49
china y su proyecto de reglobalización
que busca la participación del mayor número posible de países. El documento parte de
la constatación de la existencia de décits cada vez mayores en el sistema internacional
en cuanto a la provisión de bienes públicos globales fundamentales (“paz, desarrollo,
seguridad y gobernanza”) y considera que la Iniciativa de Seguridad Global debe “eli-
minar las causas profundas de los conictos internacionales” a partir de binomio de
doble dirección paz-desarrollo (la paz como facilitador del desarrollo y el desarrollo
como medio para resolver conictos). Se rearma en el espíritu de Bandung y Shanghái
sobre la soberanía, la no interferencia en los asuntos internos, la integridad territorial,
el derecho de los países a elegir sus sistemas sociales y su propio camino al desarrollo y
la resolución pacíca de conictos por medio del diálogo y las consultas. Conrma la
noción de que el único orden internacional que reconocerá China es el de los objeti-
vos y principios de la Carta de Naciones Unidas. Y propone un concepto de seguridad
integral e indivisible, lo que supone tener en cuenta “la indivisibilidad entre la seguri-
dad individual y la seguridad común, entre la seguridad tradicional y la seguridad no
tradicional, entre los derechos a la seguridad y las obligaciones de la seguridad, y entre
la seguridad y el desarrollo” (MFA, 2023b).
El documento establece una ambiciosa lista de 20 prioridades sobre seguridad global
relativas a distintos ámbitos regionales (con particular énfasis en África y Oriente Me-
dio), misiones de paz, no proliferación de armas nucleares y químicas, cambio climático,
terrorismo, ciberseguridad, bioseguridad, inteligencia articial, espacio exterior, control
de enfermedades infecciosas, seguridad alimentaria y energética, lucha contra el crimen
organizado transnacional y cadenas internacionales de suministro e industriales. Final-
mente, hace un recuento de las plataformas y mecanismos de cooperación, que, en el
marco de la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, China
considera como operativas para abordar las diferentes prioridades, con mención explí-
cita a la Organización de Cooperación de Shanghái, los BRICS, la China International
Development Cooperation Agency y las diferentes conferencias y subforos asociados
a los diálogos políticos del multilateralismo regional construido por Beijing, aunque se
anuncia la creación de una nueva institucionalidad de cooperación para los desafíos en las
áreas de contraterrorismo, ciberseguridad, bioseguridad y tecnologías emergentes como
la inteligencia articial (MFA , 2023b).
5. R        
El proceso de desglobalización, anticipado por la crisis nanciera de 2008 y la Gran Re-
cesión, retomó su curso a partir de 2016 con la guerra tecnológica y comercial de Estados
Unidos contra China. La tendencia hacia la desglobalización continuó con la crisis de
la pandemia de Covid-19, que interrumpió las cadenas de suministro, a la que se sumó,
50
la cooperación internacional en la encrucijada
sin solución de continuidad, la crisis de Ucrania y sus efectos deletéreos para el comer-
cio (por la inseguridad marítima y las sanciones) y para el crecimiento (por las políticas
monetaristas para contener la inación), que, a su vez, desaceleraron los intercambios in-
ternacionales, que ya venían lastrados por la vuelta a las políticas industriales por parte de
Estados Unidos en un nuevo consenso de Washington para el desacoplamiento parcial
respecto de China.
¿Cuál puede ser el desenlace del proceso de desglobalización en un futuro próximo?
Tres escenarios con distinta probabilidad despuntan en el debate internacional: i) la reg-
lobalización o globalización con características chinas; ii) la construcción de dos órdenes
internacionales solapados o directamente separados; y iii) una hibridación entre la reglo-
balización y el solapamiento de órdenes.
La Iniciativa de Desarrollo Global, como extensión de la Belt and Road Initiative, y la
Iniciativa de Seguridad Global serían los pilares de esa regloblalización con la que China
postula una gobernanza global alternativa al orden internacional liberal basado en reglas
que los Wolf Warriors de la diplomacia china consideran “reglas hegemónicas” (Foster,
2021). Tanto la Iniciativa de Desarrollo Global como la Iniciativa de Seguridad Global
llaman a fortalecer la cooperación Norte-Sur para afrontar el décit global en la provi-
sión de bienes públicos y están abiertas a la participación de todos los países del mundo
(CIKD, 2022, Xinhua 2022a). Sin embargo, resulta dudoso que Estados Unidos, a pesar
de la invitación expresa de China, se acomode a esa institucionalidad, ya que contempla
los principios, valores y normas establecidos por Beijing como una amenaza existencial
para su posición de predominio internacional.
Para Washington, la democratización de las relaciones internacionales que propone
China signica terminar con la dominación política occidental. La prosperidad compar-
tida entre el Norte y el Sur Global, de la que habla el presidente Xi, equivale a erosionar
el poder económico de Estados Unidos y sus aliados del G7. La diversidad y la toleran-
cia con el reconocimiento de las condiciones nacionales, incluida “la democracia que
funciona” (la whole process people’s democracy) con la que China respondió a la Coalición
de las Democracias (State Council Information Oce, 2021b), es cuestionar la supe-
rioridad normativa de la democracia liberal y el concepto occidental de derechos hu-
manos. Y la resolución pacíca de los conictos internacionales (que apela al espíritu de
Bandung y Shanghái) es entorpecer el estatus normativo de la OTAN, los Five Eyes (la
Commonwealth blanca del UKUSA , Reino Unido con sus exdominios de Canadá, Aus-
tralia y Nueva Zelanda en alianza con Estados Unidos) o el AUKUS. Estados Unidos, en
su competencia estratégica con China, sigue empeñado en bloquear el desarrollo de la
tecnología china 5G con la CHIPS Act y mediante la creación del D10 (un acuerdo para
lograr una alternativa tecnológica a China entre las 10 democracias integradas por los
países del G7 más Australia, India y Corea del Sur) a partir de los Five Eyes, el Indo-Pa-
cic Economic Framework y la última iniciativa del G7, la Plataforma de Coordinación
51
china y su proyecto de reglobalización
sobre Coerción Económica, que es el nombre elegante para no hablar de las sanciones
(Sachs, 2023a; Bosu, 2023)31. Y también busca frenar la ampliación del mercado para el
comercio y la inversión chinas con la “cláusula envenenada” del T-MEC (Yuzhu, 2020),
aunque el intento de trasladar esa lógica a los socios del Quad (el pacto de seguridad con
Australia, Japón o India creado en 2017) ha fracasado. Australia y Japón participan en el
Tratado de Libre Comercio del Regional Comprehensive Economic Partnership, y Aus-
tralia e India son socios del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. Mientras
que India, que no participa en la Belt and Road Initiative, es, de hecho, el principal bene-
ciario de los préstamos del banco, absorbiendo más de una cuarta parte de su cartera
total (Standard & Poor’s, 2021).
Por tanto, un desenlace probable de la desglobalización podría ser “la emergencia de
dos órdenes internacionales solapados, cada uno abierto internamente pero relativamen-
te cerrado al otro”, un escenario que recuerda a la detente de la década de 1970 durante la
Guerra Fría (Owen, 2021: 1416), aunque la renovación de la analogía (la nueva guerra
fría) sobre la base de un combate entre la democracia y el autoritarismo, como propone
el intelectual orgánico antideclinista Ikenberry (2022), resulte inoperante. La razón es
la alta interdependencia económica y ecológica de Estados Unidos y China y el incom-
parable poder comercial de China respecto del que disfrutó en su momento la Unión
Soviética (China es el primer socio comercial para 120 países y el segundo para otros
70), así como su enorme potencia nanciera global, en tanto que principal nanciador
del desarrollo a nivel bilateral (Nye, 2022; Lin, 2022, Wade, 2022).
Otros autores hablan, por el contrario, de la “bifurcación del mundo entre aquellos
Estados que están ‘con China’ y ‘aquellos que no’, o, en una visión eurocéntrica, un ‘con-
cierto de las democracias’ versus un ‘eje las autocracias’ que se centra en China y Rusia”
(Hobson y Zhang, 2022: 10). Y un tercer grupo discute esa interpretación multibipolar
a partir del concepto de “bifurcación borrosa” (Higgot y Reich, 2022) que remite a la no-
ción de multiplex world de Amitav Acharya. En esta interpretación, el componente de bi-
furcación reejaría la división del mundo entre Estados Unidos y China, pero el carácter
borroso de la bifurcación describe la autonomía estratégica que disfrutan los diferentes
Estados por la incapacidad de las dos grandes potencias de traducir su poder en inuen-
cia, generando alineamientos disciplinados y lealtades inquebrantables en los diversos
tableros de las relaciones internacionales. En consecuencia, la bifurcación borrosa en el
multiplex world permite la proliferación de comportamientos oportunistas para defender
intereses nacionales. En todo caso, se trata de un contexto en el que China, acostumbrada
a la losofía del mutuo benecio que reconoce los intereses nacionales ab initio en la rela-
31 “La coerción económica es la amenaza o imposición real de costes económicos de un Estado sobre otro con
el objetivo de obtener concesiones políticas” (MacLean, 2021: 1). En su revisión del concepto, MacLean usa los
términos coerción y sanciones económicas de modo intercambiable.
52
la cooperación internacional en la encrucijada
ción de cooperación Sur-Sur, y como defensora del derecho a elegir el sistema político y
la estrategia de desarrollo de cada país, se sentiría más cómoda que Estados Unidos que
sigue enfrascado en su tradición del liberalismo universal absolutista, en la que sólo pare-
cen creer los convencidos del Atlantic Council con su Índice de Libertad, uno más de los
construidos ad hoc (como el Índice de Prosperidad) para disciplinar a China32.
Desde China, Zhongqiu (2022), renegado de la escuela neoliberal, se abona a la tesis
del progresivo desacoplamiento de los dos sistemas: “el sistema mundial desarrollista” en
expansión liderado por China, y “el sistema liberal capitalista” en contracción liderado por
Estados Unidos. La competencia estratégica entre ambos tiene que ver con el derecho
al desarrollo y el monopolio de poder: no se trata de una lucha por la hegemonía, como
sugiere la ideología de la Trampa de Tucídides, sino de una lucha por la justicia. En esa
disputa Estados Unidos, como fuerza reaccionaria, trata de preservar la antigua civiliza-
ción cristiana-blanca y anglosajona (eso es el AUKUS, y su antecedente del Five Eyes, que
añade los antiguos dominios británicos de Canadá y Nueva Zelanda), frente a la fuerza
progresiva de China, que busca expandir “una nueva forma de civilización humana uni-
versal, igualitaria y autónoma” a partir de la Organización de Cooperación de Shanghái,
la Belt and Road Initiative y las plataformas regionales de diálogo político. Así, frente a la
ideología imperial del choque de las civilizaciones, China, como potencia terrestre y ma-
rítima situada en el medio de diversos sistemas regionales, propone el diálogo y respeto
de las diferentes civilizaciones (Zhongqiu, 2023).
Profundizando el argumento de los dos órdenes separados, Yawen (2023) considera,
por su parte, que la guerra de Ucrania, que representa un hito en el n de la globalización
liderada por Estados Unidos, intensicará el desacoplamiento iniciado en la era Trump.
En ese contexto, China debe construir un nuevo sistema global basado en A sia y su entor-
no regional (Oriente Medio), a modo de primer anillo de seguridad y con las cuestiones
energéticas como prioridad. Ese primer anillo estaría reforzado por un segundo anillo
con los restantes países de Asia, África y América Latina, a partir del intercambio de ma-
terias primas y productos industriales, más un tercero integrado por la Unión Europea,
Estados Unidos y Japón basado en el intercambio de productos industriales, tecnología y
conocimiento, en el que, si Washington no quiere participar, otros lo harán para no que-
darse fuera del acceso al enorme mercado chino.
A su vez, Arapova y Lissovolik (2022), desde el Valdai Discussion Club, el think tank
de Putin, proponen varios formatos/escenarios para un BRICS+ (los 10 del G20, los
32 “La principal lección [del Índice de Libertad, que mide la libertad económica, política y legal] es que la verdade-
ra prosperidad no es sólo el ingreso nacional bruto per cápita; la libertad es todavía la mejor manera de conseguir
la prosperidad” (Lemoine y Gaafar, 2022). Por su parte, el Índice de Prosperidad incluye entre sus cinco dimen-
siones (ingreso, calidad del medio ambiente, salud, felicidad) la de respeto a las minorías, lo que hace parte del
argumentario de Washington sobre las violaciones de los derechos humanos en el Tíbet, Xinjiang y Hong Kong.
53
china y su proyecto de reglobalización
BRICS más los países que han mostrado su intención de incorporarse al club, o la “in-
tegración de integraciones”). Esta ampliación de los BRICS debería tener como “núcleo
institucional el Sur Global” (Arapova y Lissovolik, 2022: 13) de acuerdo con la visión
y principios propuestos por Xi Jinping en la IX Cumbre de los BRICS de 2017 sobre el
comercio internacional y la regulación del sistema nanciero, con la cooperación Sur-Sur
como punto de partida para congurar la agenda de las instituciones de gobernanza glo-
bal. Además, la estrategia BRICS+ debería ser prioritaria frente a la estrategia BRICS++ o
de cooperación entre los BRICS y las economías desarrolladas.
Finalmente, Dunford, Liu y Pompeani (2022) han completado la base empírica del
anterior análisis. Tras comparar las diferentes agrupaciones de Occidente (G7, Five Eyes
y Unión Europea) y el Sur Global (Shanghai Cooperation Organization+, la Belt and
Road Initiative, BRICS+) concluyen que “un terremoto geopolítico está dividiendo el
mundo en dos grupos con diferentes ideologías, sistemas políticos y en ocasiones dife-
rentes visiones sobre las reglas relacionadas con el comercio, la inversión… la tecnología,
el sistema de liquidación de pagos y las monedas de reserva” (Dunford, Liu y Pompeani,
2022: 375). Se trata de una división en la que un Sur Global cada vez más fuerte en tér-
minos de economía real (recursos humanos y naturales) crece más rápido que el Nor-
te Global, cuyo peso en términos de PIB, que es decreciente, está además inado por la
importancia de los servicios nancieros para estas economías tercerizadas, sin una base
sólida de producción agrícola, industrial, disponibilidad de energía y recursos minerales
y con sistemas de transporte, logística y distribución desfasados.
En suma, con independencia de si el desenlace de la desglobalización es la reglobaliza-
ción, el solapamiento de órdenes o su desacoplamiento, la competencia estratégica entre
China y Estados Unidos continuará en el futuro inmediato. Entre tanto, los indicadores
de emprendimiento institucional muestran que China lleva la iniciativa política, mientras
que los datos duros revelan que también lleva la delantera económica33 y tecnológica, tanto
si se consideran las estadísticas de patentes34, como las referidas a la transición energética35.
33 Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, China crecerá en 2023 el 5% y en 2024 el 4.2% en
términos reales, frente el 2.1% y el 1.5% de Estados Unidos (IMF, 2023).
34 Los datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual muestran que China solicitó el 46.6% de
los 3.4 millones de patentes a nivel mundial en 2021, mientras que Estados Unidos solicitó el 17.4%; China so-
licitó 70,015 patentes sujetas al Tratado de Cooperación de Patentes que protege los derechos de propiedad in-
telectual, mientras que Estados Unidos solicitó 59,056; y entre las diez rmas con mayor número de solicitud de
patentes protegidas, la primera (Huawei), la sexta (Oppo Mobil Telecommunications) y la séptima (BOE Tech-
nology Group) fueron chinas, por una de Estados Unidos (Qualcomm, la cuarta). Ver hps://w ww.w ipo.int/en/
ipfactsandgures/patents.
35 China tiene el 41% de la capacidad industrial mundial de electrodos necesarios para la producción de hidró-
geno, frente al 19% de Norteamérica; en la producción de torres, góndolas y aspas para la generación de energía
eólica, la producción China onshore sobre el total mundial equivale al 55%, 62% y 61%, frente al 11%, 10% y 10%
de Norteamérica; en la producción de paneles, células fotovoltaicas y módulos China aporta el 96%, 78% y 73%
54
la cooperación internacional en la encrucijada
Por el contrario, Washington sigue instalado en una lógica que oscila entre la auto-
complacencia de la “república global” (Ikenberry, 2022)36 y la reactividad para hacer fren-
te a China. Así, en algunos inuyentes medios, como el Atlantic Council, el think tank de
la OTAN, se insta a dar respuesta a la Iniciativa de Desarrollo Global en unos términos
apremiantes para combatir la inuencia de Beijing, que no se sabe si es el rst mover a batir
o a imitar37. Éste viene siendo el dilema de Washington desde que el Congreso aprobó en
2018 la BUILD Act (Beer Utilization of Investments Leading to Development) por la
cual se creó la US International Development Finance Corporation con el objetivo de ha-
cer frente a la Belt and Road Initiative (Domínguez, 2020). El problema es que invertir en
infraestructuras sin el compromiso masivo de nanciación pública no funciona, de modo
que las estrategias de inversión de los “donantes” resultan “vagas, inciertas y miserables”
(Gulrajani, 2022: 11).
En ese sentido, el modelo neoliberal de colaboración público-privada para la ejecu-
ción de proyectos de infraestructura y su nanciación por medio del blending, que es la
losofía operativa de la Development Finance Corporation y de las iniciativas sucesivas
del G7 (la B3W Partnership y la Partnership for Global Infrastructure andInvestment),
no pueden competir con la Belt and Road Initiative, que dispone de la nanciación prácti-
camente ilimitada del crédito público chino. En el modelo occidental, se trata de proteger
al sector de las nanzas y sus elevadas tasas de rentabilidad, lo que implica presionar a
otros gobiernos para que abran y desregulen sus mercados de capital. En el modelo chino,
se trata de mantener las nanzas al servicio de la economía real para promover la transfor-
mación estructural (Wade, 2022).
En junio de 2021, el G7 lanzó la B3W Partnership con promesas de US$ 40,000 mi-
llones como alternativa a la Belt and Road Initiative, pero ni siquiera pasó el ltro de la
aprobación del Senado (Wade, 2022). Finalmente, tras la presentación de la Iniciativa de
Seguridad Global por Xi, el presidente Biden anunció el establecimiento de la Partners-
hip for Global Infrastructure andInvestment junto con el G7. Como las dos anteriores,
la Partnership for Global Infrastructure and Investment sigue lastrada por el enfoque de
del total mundial, frente al 0%, 1% y 5% de Norteamérica; nalmente, en la producción mundial de baterías y
coches eléctricos China supone el 66% y 54% de la producción mundial respectivamente, frente al 11% y 10% de
Norteamérica (IEA, 2023).
36 Este autor representa el orden liberal de posguerra como una “agenda progresiva” y de “tercera vía” entre la
anarquía y la jerarquía imperial, y la autoimagen de Estados Unidos como una “república global” multicultural
y multirracial (Ikenberry, 2022). La realidad es que Estados Unidos niega ante su propia ciudadanía el carácter
imperial de una potencia con alrededor de 800 bases en países extranjeros (408 de las cuales están en Europa,
Japón y los países del acuerdo Five Eyes) que son protectorados pese a que se les llame aliados (D’Eramo 2022;
Prashad, 2023).
37 “Los Estados Unidos y sus aliados y socios del mundo libre deberían desarrollar urgentemente una estrategia
para mitigar la inuencia global de China” (Lemoine y Gaafar, 2022).
55
china y su proyecto de reglobalización
condicionalidades para atraer la nanciación privada, tal y como consta en el memo-
rándum presidencial que ordena la puesta en marcha de la asociación. En él se habla de
apoyar las reformas políticas e institucionales que son clave para crear las condiciones
y la capacidad para proyectos sólidos y resultados duraderos y para atraer nanciación
privada” (Biden, 2022), cuando esto es justo lo que inclina a los países en desarrollo a
favor del estilo de cooperación sin condicionalidades y Estatocéntrico en la nanciación
y ejecución de proyectos de China (Horigoshi et al., 2022).
La Partnership for Global Infrastructure and Investment está respaldada por el anun-
cio de US$ 600,000 millones hasta 2027, con una ratio de apalancamiento de US$ 1 de
ayuda por US$ 9 de fondos privados que se destinarían a obras de infraestructura en paí-
ses de renta media y baja que acepten las condicionalidades políticas y el alineamiento
estratégico con Washington en su Guerra Fría contra China (Hànzhì, 2023). Al igual que
su antecedente, la B3W, la Partnership for Global Infrastructure and Investment se pre-
senta como una propuesta para jar las normas en el mercado global de infraestructuras,
de acuerdo con los altos estándares de calidad en la construcción y transparencia en la
contratación que ja el G7, que son “sostenibles, limpios, resilientes, inclusivos y transpa-
rentes”, en contraposición a las opciones de nanciación (en alusión a China) que:
carecen de transparencia, alimentan la corrupción y la mala gobernanza, y crean cargas de deu-
da insostenibles, lo que a menudo conduce a proyectos que explotan, en lugar de empoderar,
a los trabajadores; exacerban los desafíos que enfrentan las poblaciones vulnerables, como el
desplazamiento forzado; degradan los recursos naturales y el medio ambiente; amenazan la
estabilidad económica; socavan la igualdad de género y los derechos humanos; y prestan insu-
ciente atención a las mejores prácticas de ciberseguridad, un fallo que puede contribuir a la vul-
nerabilidad de las redes de tecnología de la información y las comunicaciones (Biden, 2022)
Sin embargo, desde círculos académicos chinos se considera que, al igual que el B3W,
la Partnership for Global Infrastructure and Investment podría ser otro esquema inade-
cuado para los países en desarrollo al pivotar sobre la nanciación y las empresas privadas
(Ming, 2022). Ello dejaría fuera a la mayoría de los países de ingreso bajo por cuestio-
nes de aversión al riesgo de los inversores occidentales (y a los que se pretende atraer del
Consejo de Cooperación del Golfo, los like-minded partners a los que se reere el memo-
rándum de la Partnership for Global Infrastructure and Investment) a la hora de involu-
crarse en alianzas público-privadas, en un mercado en el que las empresas chinas siguen
siendo imbatibles. En suma, la Par tnership for Global Infrastructure and Investment nace
lastrada por el modelo de nanciación público-privado, pende del éxito del fundraising
con inversores de países que se han acercado a China y alejado de Estados Unidos (Ara-
bia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar y Kuwait se convirtieron en socios de diálogo
de la Organización de Cooperación de Shanghái en 2022 y a nes de ese año China y el
56
la cooperación internacional en la encrucijada
Consejo de Cooperación del Golfo, en la I Cumbre de jefes de Estado, decidieron elevar
su relación al rango de cooperación estratégica e impulsar un Tratado de Libre Comer-
cio). Adicionalmente, la Partnership for Global Infrastructure and Investment está sujeta
a la autorización del Congreso donde el presidente Biden no cuenta con mayoría, y su
recorrido dependerá del resultado de las próximas elecciones de 2024, de modo que una
victoria republicana podría devolverla al baúl de los recuerdos, que es en donde yacen
otros elefantes blancos non natos como el Asia-Africa Growth Corridor propuesto por
Japón e India en 2017 (Taniguchi, 2020) y la propia B3W (Ming, 2022).
En resumen, el orden internacional liberal lleva las de perder en la competencia
estratégica con las operadoras de infraestructuras chinas, porque está autolimitado por
la lógica neoliberal privatizadora que conduce a la impotencia de lo que Chancel et al.
(2022: 72) denominan “países ricos, gobiernos pobres”: cuatro décadas de endeuda-
miento que han llevado en el caso de Estados Unidos a que el stock de riqueza pública
sobre el total tenga un signo negativo del -10%, frente al peso del stock de riqueza públi-
ca sobre el total del 30% en China o del 20% en Rusia. Dado que en esas condiciones
de extrema fragilidad de las nanzas públicas Estados Unidos y sus aliados del G7 son
incapaces de ofrecer a los países del Sur Global ni siquiera un módico desarrollo, se
han movido hacia el discurso vacío de la democracia y los derechos humanos, a pesar
de que fueron los principales violadores de esas dos doctrinas a nivel mundial en el
pasado y siguen saltándoselas en el presente tanto a nivel internacional como en su
propia casa (Desai, 2022).
Ante la pérdida del control de Naciones Unidas, el líder de esa operación, Estados
Unidos, busca reemplazar ese foro multilateral por una Coalición de las Democracias
contra China para preservar el orden internacional basado en reglas al servicio de los
grandes intereses corporativos y disciplinar a los aliados de Europa continental (Alema-
nia y Francia) que, al margen de los alineamientos coyunturales provocados por la crisis
de Ucrania, quieren un entendimiento con China y Rusia para armar su autonomía es-
tratégica (Wade, 2022; Bosu, 2023). En este contexto, Ucrania es la última víctima de la
última proxy war de Estados Unidos. Una guerra que inició contra Rusia con la revolución
de los colores de 2014 para lograr el objetivo de la ampliación de la OTAN, acariciado
desde el nal de la presidencia de Bush en 2008 (Sachs, 2023a; 2023b). El proyecto de
Estados Unidos es obligar a la Unión Europea a establecer sanciones dañinas para las eco-
nomías de sus Estados miembros con el propósito periferizarlas y consolidar, así, el mo-
delo de nancierización y privatizaciones que tanto han erosionado el nivel de vida de los
ciudadanos del imperio –el único en que estos viven peor que los súbditos de los países
aliados y a los que Estados Unidos se empeña en someter a una convergencia a la baja–,
mientras éste se reconstruye a partir del nuevo consenso de Washington para enfrentar
el poderío económico y tecnológico de China (Desai, 2022; Hudson, 2022; D’Eramo,
2022; Chingo, 2022; Wade, 2022).
57
china y su proyecto de reglobalización
Por tanto, el desenlace del proceso de desglobalización va a depender en gran medida
de cómo se resuelva la crisis de Ucrania. En este sentido, la visita del secretario de Estado,
Anthony Blinken, a Beijing en junio de 2023, donde se entrevistó con su homólogo Qin
Gang, el diplomático de máximo rango de la República Popular China, Wang Yi, y el presi-
dente Xi Jinping, parece dar un respiro a la tensión viv ida en los últimos años que alcanzó su
clímax performativo en la primera mitad de 2023, momento en que se fueron encadenan-
do el enfrentamiento abierto en febrero en la Conferencia de Seguridad de Múnich entre
Blinken y Wang, donde este presentó el plan de paz de China para “la crisis de Ucrania38;
el asco de la Cumbre por la Democracia del mes de marzo en la que participaron 74 paí-
ses, pero los dos únicos emergentes que asistieron, México e India, plantearon numerosas
reservas sobre el contenido de la declaración nal39; el discurso de Xi Jinping el mismo día
que se aprobó la Declaración de la Cumbre por la Democracia, anunciado la constitución
en su próxima visita a Rusia de una “asociación de coordinación estratégica integral” para
abrir “un nuevo capítulo de la amistad, cooperación y desarrollo común China-Rusia” (Xi,
2023); y la última Cumbre del G7 donde se lanzó la Plataforma de Coordinación sobre
Coerción Económica dirigida contra China (Bosu, 2023).
A pesar del tono hostil del comunicado nal de la Cumbre de Hiroshima en relación
con los temas calientes sobre la seguridad marítima en el mar del sur de China y el es-
trecho de Taiwán, y la situación de los derechos humanos en el Tíbet, Xinhiang y Hong
Kong40, todo apunta ahora a la distensión de las relaciones entre Estados Unidos y China
a partir de los cinco noes reconocidos por Washington por boca de Blinken en su visita a
Beijing: Estados Unidos no busca una nueva guerra fría contra China, no quiere cambiar
el sistema chino, su revitalización de alianzas no es contra China, no apoya la indepen-
dencia de Taiwán y no busca el conicto con China (Kim, 2023). Así, Estados Unidos, a
las puertas de sus elecciones presidenciales de 2024, pareciera que necesita estabilizar la
relación bilateral con China, al punto de que Blinken dio la bienvenida al papel de China
para resolver la crisis de Ucrania, en coherencia con el comunicado del G7 que insta a
Beijing a presionar a Moscú mientras negocia con Ucrania (Liu y Liu, 2023).
38 El plan de 12 puntos propone el cese de hostilidades e iniciar conversaciones de paz. China, que se ofrece a
colaborar en la reconstrucción postconicto, busca mediar entre las partes con quienes tiene una estrecha rela-
ción: con Rusia, como el otro pilar de la Organización de Cooperación de Shanghái y con quien aspira a crear una
asociación de cooperación estratégica integral, y Ucrania como un socio clave en el Foro 16+1. El plan pide, a favor
de Rusia, acabar con “la mentalidad de Guerra Fría” (que Occidente renuncie a la ampliación de la OTAN) y las
sanciones unilaterales, mientras que a Ucrania le concede la defensa del respeto de la soberanía, la independencia
y la integridad territorial. China’s Position on the Political Selement of the Ukraine Crisis, 24-02-2223, hps://
www.mfa.gov.cn/eng/zxxx_662805/202302/t20230224_11030713.html
39 La lista de participantes y las reservas ad hoc están en el documento Declaration of the Summit for Democracy,
29-03-2023, hps://www.state.gov/declaration-of-the-summit-for-democracy-2023/.
40 Véase G7 Hiroshima Leaders’ Communiqué, 20-05-2023, hps://www.g7hiroshima.go.jp/documents/pdf/
Leaders_Communique_01_en.pdf.
58
la cooperación internacional en la encrucijada
En denitiva, China podría volver a ejercer sus artes diplomáticas milenarias ponien-
do en práctica los principios del Tianxia, que inspiran su proyecto de reglobalización,
después del éxito de su mediación para el restablecimiento de las relaciones entre Irán
(que accedió a la condición de miembro pleno de la Organización de Cooperación de
Shanghái el 4 de julio de 2023) y Arabia Saudita (que es socio de diálogo de la misma
organización, y se incorporará al BRICS11 el 1 de enero de 2024) que culminó el pasado
marzo de 2023 (Xinhua, 2023). Así que la partida entre los distintos escenarios para el
desenlace de la desglobalización no sólo sigue abierta, sino que incluso podría dar lugar
a una hibridación entre la reglobalización y los órdenes internacionales solapados, una
cooperación del G7 con China en áreas de interés mutuo como la lucha contra el cam-
bio climático, la preservación de la biodiversidad y la salud global, la sostenibilidad de la
deuda o la estabilidad macroeconómica, mientras se sigue reduciendo la dependencia
de China mediante la diversicación de las cadenas globales de valor y la aplicación de
medidas que, aunque no se diga, son neomercantilistas. Esto signica que la fragmenta-
ción geopolítica que tanto teme el Fondo Monetario Internacional puede ser imparable,
mientras que China, como nación moderadamente próspera, seguirá avanzando por su
cuenta para la provisión de bienes públicos globales con un grupo cada vez más nume-
roso de países amigos que no están interesados en las dinámicas de la nancierización y
la homogeneización institucional en que siguen empeñándose Estados Unidos y sus alia-
dos, en plena crisis de ansiedad por el insuciente crecimiento y miedo a la inestabilidad.
59
china y su proyecto de reglobalización
R
Aguiar de Medeiros, Carlos y Majerowicz, Esther (2022). Developmentalism with Chi-
nese Characteristics. International Journal of Political Economy, 51(3): 208-228.
Aiyar, Shekhar et al. (2023). Geoeconomic Fragmentation and the Future of Multilatera-
lism. IMF Sta Discussion Note, 2023/001.
Arapova, Ekaterina y Lissovolik, Yaroslav (2022). BRICS+: e Global South Responds to
New Challenges (in the Context of China’s BRICS Chairmanship). Valdai Papers, 118.
Arslanalp, Serkan, Eichengreen, Barry y Simpson-Bell, Chima (2022). e Stealth Ero-
sion of Dollar Dominance: Active Diversiers and the Rise of Nontraditional Reserve
Currencies. IMF Working Paper, 22/58.
Askary, Hussein (2022). China Invites the U.S. to Join the Belt and Road Initiative, 4
de marzo, hps://www.brixsweden.org/china-invites-the-u-s-to-join-the-belt-and-
road-initiative/.
Awargal, Ruchir (2023). Industrial Policy and the Growth Strategy Tr ilemma. Finance & De-
velopment, 21 de marzo, hps://www.imf.org/en/Publications/fandd/issues/Series/
Analytical-Series/industrial-policy-and-the-growth-strategy-trilemma-ruchir-agarwal.
Babones, Salvatore, Åberg, John H.S. y Hodzi, Obert (2020). China’s Role in Global
Development Finance: China Challenge or Business as Usual? Global Policy, 11(3):
326-335.
Benabdallah, Lina (2019). Contesting the international order by integrating it: the case of
China’s Belt and Road Initiative. ird World Quarterly, 40(1): 92-108.
Bi, Shihong (2021). Cooperation between China and ASEAN under the building of
ASEAN Economic Community. Journal of Contemporary East Asia Studies, 10(1):
83-107,
Biden, Joseh (2022). Memorandum on the Partnership for Global Infrastructure and Inves-
tment, hps://www.whitehouse.gov/brieng-room/presidential-actions/2022/06/26/
memorandum-on-the-partnership-for-global-infrastructure-and-investment/.
Bosu, Rabi Sankar (2023). e G7’s anti-China strategy will undoubtedly fail. Beijing
Review, 25 de mayo, hps://www.bjreview.com/Opinion/Voice/202305/t202305
25_800331942.html.
Brautigam, Barbara (2020). A critical look at Chinese “debt-trap diplomacy”: the rise of a
meme. Area Development and Policy, 5(1): 1-14.
____ (2022). e ABCs of China’s GDI. Est Asia Forum, 22 de diciembre, hps://www.
eastasiaforum.org/2022/12/22/the-abcs-of-chinas-gdi/.
Brînz, Andreea (2022). What Happened to the Belt and Road Initiative? . e Diplomat,
6 de septiembre, hps://thediplomat.com/2022/09/what-happened-to-the-belt-
and-road-initiative/.
60
la cooperación internacional en la encrucijada
Campbell, Caitlin, Lawrence, Susan V. y Suer, Karen M. (2022). China and the World:
Issues for Congress. CRS In Focus, diciembre.
Carty, Anthony y Gu, Jing (2021). eory and practice in China’s Approaches to Multilate-
ralism and Critical Reections on the Western “Rules-Based International Order”. Brighton:
IDS Research Report 85.
CEPAL (2022). Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo
enentar esta nueva crisis? Santiago, Naciones Unidas.
Chancel, Lucas et al. (2022). World Inquality Report 2022. París, World Inequaltiy Lab.
Cheng, Zhong (2021). Multilateralism under new circumstances. Beijing R eview, 1 de ene-
ro, hps://www.bjreview.com/Opinion/Voice/202111/t20211101_800262109.
html.
Cheng, Enfu y Zhai, Chan (2021). China as “Quasi-center” in the World Economic Sys-
tem. Developing a New “Center-Quasi-center-Semi-periphery-Periphery” eory.
World Review of Political Economy, 12(1): 4-26.
China Power Team (2020). Is China Succeeding at Eradicating Poverty? China Power, 23
de octubre, hps://chinapower.csis.org/poverty/.
Chingo, Juan (2022). La relación de Alemania con China, de nuevo fuente de discordia
con EEUU, hps://rebelion.org/la-relacion-de-alemania-con-china-de-nuevo-fuen-
te-de-discordia-con-los-ee-uu/.
CIKD (2022). Global Development Report. Beijing, Center for International Knowledge
on Development.
____ (2023). Progress Report on the Global Development Initiative. Beijing: Center for In-
ternational Knowledge on Development.
Cimino-Isaacs, Cathleen, Dolven, Ben y Sutherland, Michael D. (2022). Regional Com-
prehensive Economic Partnership. CRS In Focus, octubre.
Cooper, Andrew F. (2021). China, India and the paer of G20/BRICS engagement: di-
erentiated ambivalence between “rising” power status and solidarity with the Global
South. ird World Quarterly, 21(9): 1945-1962.
Daojiong, Zha (2023). e whereabouts of “Global South”, 21 de junio, hp://www.chi-
na.org.cn/world/O_the_Wire/2023-06/21/content_88569777.htm.
D’Eramo, Marco (2022). ¿Declive estadounidense? New Le Review, 135: 7-26.
Desai, Radhika (2022). e Imperialism of Democracy and Human Rights vs the De-
mocracy and Human Rights of Imperialism. International Critical ought, 12(2):
169-178.
Desai, Radhika y Hudson, Michael (2021). Beyond the dollar creditocracy: A geopoliti-
cal economy. Real-world economics review, 97: 20-39.
Domínguez, Rafael (2018a). La constelación del Sur: la Cooperación Sur-Sur en el cua-
renta aniversario del Plan de Acción de Buenos Aires. En Rafael Domínguez et al.
61
china y su proyecto de reglobalización
(eds.), La constelación del Sur: lecturas histórico-críticas de la Cooperación Sur-Sur. Puebla,
BUAP y Universidad de Cantabria, 13-131.
____ (2018b). China y la construcción de un régimen internacional de Cooperación
Sur-Sur. Revista Carta Internacional, 13(1): 38-72.
____ (2020). Ensayo introductorio: isomorsmos de la cooperación internacional
en tiempos de transición hegemónica y desglobalización. En Giuseppe Lo Bruo
y Rafael Domínguez (coords.), Desglobalización y análisis del sistema de cooperación
internacional desde una perspectiva crítica. Puebla, BUAP y Editorial Universidad de
Cantabria, 13-74.
____ (2021). La cooperación internacional en el asimétrico sistema global neoliberal:
un análisis histórico-crítico desde el Sur. IDEES. Revista de temes contemporanis, 55,
hps://revistaidees.cat/es/la-cooperacion-internacional-en-el-asimetrico-sistema-
global-neoliberal/.
Dunford, Michael y Liu, Weidong (2019). Chinese perspectives on the Belt and Road
Initiative. Cambridge Journal of Regions, Economy and Society, 12(1): 145-167.
Dunford, Michael, Liu, Weidong, y Pompeani, Christoph (2022) Area Development and
Policy, the Greater BRICS and a new world order? Area Development and Policy, 7(4):
365-379.
Ellis, R. Evan (2023). e Trouble with China’s Global Civilization Initiative. e Diplo-
mat, 1 de junio de 2023, hps://thediplomat.com/2023/04/china-russia-coopera-
tion-in-africa-and-the-middle-east/.
Foster, John B. (2021). e New Cold War on China. Monthly Review, 73(3), hps://
monthlyreview.org/2021/07/01/the-new-cold-war-on-china/.
Freeman, Carla y Stephenson, Alex (2022a). How Should the U.S. Respond to China’s
Global Security Initiative? hps://www.usip.org/publications/2022/08/how-
should-us-respond-chinas-global-security-initiative.
____ (2022b). Xi Kicks O Campaing for a Chinese Vision of Global Security, hps://
www.usip.org/publications/2022/10/xi-kicks-campaign-chinese-vision-global-
security.
Gu, Jing, Li, Xiaoyun y Zhang, Chuanhong (2021). Whose Knowledge? Whose Inuen-
ce? Changing Dynamics of China’s Development Cooperation Policy and Practice.
IDS Bulletin, 52(2): 1-17.
Gulrajani, Nilima (2022). Development narratives in a post-aid era. Reections on impli-
cations for the global eectiveness agenda. WIDER Working Paper, 2022/149.
Haas, Richard N. y Kupchan, Charles A. (2021). e Concert of Powers. How to Prevent
Catastrophe and Promote Stability in a Multipolar World. Foreing Aairs, 23 de marzo,
hps://www.foreignaairs.com/articles/world/2021-03-23/new-concert-powers.
Hànzhì, Mǎ (2023). Can Bidens New US$600B PGII Initiative “Replace” China’s Role in
Africa?, 20 de junio, hps://readchina.info/en-US/articles/600686892442189825.
62
la cooperación internacional en la encrucijada
Hao, Deng (2020). e Shanghai Cooperation Organization and Global Governance in
the New Era. China International Studies, 6: 149-173.
Helmy, Heba E. (2022). New Estimates of the Economic Independence Index. Is Econo-
mic Independence Necessary for Sustaining Economic Growth? Journal of Economic
Issues, 56(3): 904-9436.
Higgot, Richard y Reich, Simon (2022). e age of fuzzy bifurcation: Lessons from the
pandemic and the Ukraine War. Global Policy, 13: 627-639.
Hobson, John y Zhang, Shizhi (2022). e Return of the Chinese Tribute System? Re-
viewing the Belt and Road Initiative. Global Studies Quarterly, 2(4): 1-11.
Hoeer, Anke y Sterck, Oliv ier (2022). Is Chinese aid dierent? World Development, 156:
105998.
Hong, Yuan (2023). New report unveils how CIA schemes color revolutions around the
world. Global Times, 4 de mayo, hps://www.globaltimes.cn/page/202305/1290090.
shtml.
Horigoshi, Ana et al. (2022). Developing the Belt and Road: Decoding the supply and demand
for Chinese overseas development projects. Williamsburg , AidDATA at William & Mary.
Hudson, Michael (2022). Germany’s position in America’s New World Order. e Sa-
ker, 2 de noviembre, hps://thesaker.is/germanys-position-in-americas-new-world-
order/.
Humphrey, Chris y Chen, Yunnan (2021). China in the multilateral development banks.
Evolving strategies of a new power. Londres, ODI.
IEA (2023). Energy Technology Perspectives 2023. París, International Energy Agency
Ikenberry, G. John (2022). Why American Power Endures. e U.S.-Led Order Isn’t
Decline. Foreign Aairs, noviembre/diciembre, hps://www.foreignaairs.com/
united-states/why-american-power-endures-us-led-order-isnt-in-decline-g-
john-ikenberry.
IMF (2023). World Economic Outlook. Navigating Global Divergences. Washington: Inter-
national Monetary Fund.
Jakóbowski, Jakub (2018). Chinese-led Regional Multilateralism in Central and Eastern
Europe, Africa, and Latin America: 16+1, FO CAC, and CCF. Journal of Contemporary
China, 27(113): 659-673.
Jiahan, Cao (2019). China’s Belt and Road Initiative 2.0. Delivering Global Public Goods
for Sustainable Development. China Quarterly of International Strategic Studies, 5(2):
233-248.
Jin, Liqun, (2022). Interview : AIIB president highlights multilateral cooperation in global
governance. Xinhua, 20 de octubre, hps://english.news.cn/20221028/233b2f410f
494d27a5405892b74209bd/c.html.
Kai, Wang y Jianjun, Ni (2019). An Approach for Building a High-Quality Belt and Road.
Contemporary International Relations, 29(6): 87-106.
63
china y su proyecto de reglobalización
Karagiannis, Nikolaos, Cherikh, Moula y Elsner, Wolfram (2021). Growth and Develo-
pment of China: A Developmental State “With Chinese Characteristics”. Forum for
Social Economics, 50(3): 257-275.
Kastner, Sco L., Pearson, Margaret M. y Rector, Chad (2020). China and Global Gover-
nance: Opportunistic Multilateralism. Global Policy, 11(1): 164-169.
Kim, Patricia M. (2023). Unpacking the Chinese readouts of Blinken’s meetings in Bei-
jing. Brookings Commentary, 21 de junio, hps://www.brookings.edu/blog/or-
der-from-chaos/2023/06/21/unpacking-the-chinese-readouts-of-blinkens-
meetings-in-beijing/.
Kolganov, Andrey (2022). Socialisaiton vs the Market: e Peculiarities of Russian Capi-
talism. Critical Sociology, 48(4/5): 608-623.
Kuo, Mercy (2023). China-Russia Cooperation in Africa and the Middle East. e Diplo-
mat, 3 de abril de 2023, hps://thediplomat.com/2023/04/china-russia-coopera-
tion-in-africa-and-the-middle-east/.
Lai, Karen P.Y., Lin, Shaun y Sidaway, James D. (2020). Financing the Belt and Road Ini-
tiative (BRI): research agendas beyond the “debt-trap” discourse. Eurasian Geography
and Economics, 61(2): 109-124.
Lei, Y y Sui, Sophia (2022). China’s strategy of free trade area and economic regionalism.
Journal of International Development, 34(8): 1633-1648.
Lemoine, Joseph L. y Gaafar, Yomna (2022). ere’s more to China’s new Global De-
velopment Initiative than meets the eye. New Atlanticist, 18 de agosto, hps://www.
atlanticcouncil.org/blogs/new-atlanticist/theres-more-to-chinas-new-global-deve-
lopment-initiative-than-meets-the-eye/.
Li, Minqi (2021). China: Imperialism or Semi-Peripher y. Monthly Review, 73(3), hps://
monthlyreview.org/2021/07/01/china-imperialism-or-semi-periphery/.
Lin, Justin Yifu (2021). e US is trying to impede China’s rise. How will China achieve
its second centenary goal? China Voices, 6, hps://dongshengnews.org/en/chinese-
voices-no-06-en/.
____ (2022). e Inside Story of Chinas Belt and Road Initiative: Dialogue with Eco-
nomist Justin Yifu Lin, 13 de abril, hps://www.brixsweden.org/the-inside-story-of-
chinas-belt-and-road-initiative-dialogue-with-economist-justin-yifu-lin/.
Lin, Justin Yifu y Wang , Yan (2017). Going Beyond Aid, Development, Cooperation for Struc-
tural Transformation. Cambridge, Cambridge Press University.
Lissovolik, Yaroslav (2019). Regionalism in the Global Gobernance: Exploring New
Pathways. Valdai Discussion Club Report.
Liu, Yang (2022). Is Vietnam, India or Mexico replacing China? Beijing Channel, 7 de
noviembre, hps://beijingchannel.substack.com/p/is-vietnam-india-or-mexico-
replacing.
64
la cooperación internacional en la encrucijada
Liu, Xiaofeng y Benne, Mia M. (2022). e geopolitics of knowledge communities: Si-
tuating Chinese and foreing studies of the Green Belt and Road Initiative. Geoforum,
128: 168-180.
Liu, Weidong y Dunford, Michael (2016). Inclusive globalization: unpacking China’s
Belt and Road Initiative. Area Development and Policy, 1(3): 323-340.
Liu, Yang y Liu, Pinran (2023). Chinese experts express moderate outlook for Sino-U.S:
ties as Blinken departs. Beijing Channel, 23 de junio, hps://beijingchannel.substack.
com/p/chinese-experts-express-moderate.
Luo, Zhaohui (2023). GDI contributes to UN development goals. China Daily, 24 de abril,
hps://www.chinadailyhk.com/epaper/pubs//chinadaily/2023/04/26/10.pdf.
MacLean, Elena V. (2021). Economic Coercion. En Jon C.V. Pevehouse y Leonard Sea-
brooke (eds.), e Oxford Handbook of International Political Economy, online edition
hps://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780198793519.013.2.
Malik, Ammar A. et al. (2021). Banking on the Belt and Road: Insights om a new global
dataset of 13,427 Chinese development projects. Williambsburg, AidData and William
& Ma ry.
Mandelbaum, Henoch Gabriel (2023). Lula in China: e End of Brazil’s Flirtation With
the Quad Plus. e Diplomat, 18 de abril, hps://thediplomat.com/2023/04/lula-
in-china-the-end-of-brazils-irtation-with-the-quad-plus/.
MFA (2023a). US Hegemony and Its Perils, 20-02-2222, hps://www.mfa.gov.cn/eng/
wjbxw/202302/t20230220_11027664.html.
____ (2023b). e Global Security Initiative Concept Paper, 21-02-2023, hps://
www.mfa.gov.cn/eng/wjbxw/202302/t20230221_11028348.html.
____ (2023c). Americas Coercive Diplomacy and its Harm, 18-05-2023, hps://www.
mfa.gov.cn/eng/wjbxw/202305/t20230518_11079589.html.
Milliband, David (2023). e World Beyond Ukraine. e Survival of the West and the
Demands of the Rest. Foreign Policy, 18 de abril, hps://www.foreignaairs.com/
ukraine/world-beyond-ukraine-russia-west.
Min, Zhang (2021). e Belt and Road Initiative: Implications for China’s Foreign Aid.
China: An International Journal, 19(4): 75-99.
Ming, Zhu (2022). e Partnership for Global Infrastructure and Investment. An Alter-
native for China’s Belt and Road Initiative? China Quarterly of International Strategic
Studies, 8(2): 197-213.
Mohseni-Cheraghlou, Amin (2022). Democratic challenges at Breon Woods Institu-
tions, hps://www.atlanticcouncil.org/blogs/econographics/inequality-at-the-top-
democratic-challenges-at-breon-woods-institutions/.
Morris, Sco, Rockafellow, Rowan y Rose, Sarah (2021a). Mapping China’s Participation
in Multilateral Development Institutions and Funds. CGD Brief, noviembre.
65
china y su proyecto de reglobalización
____ (2021b). Mapping China’s Multilateralism: A Data Survey of China’s Participation
in Multilateral Development Institutions and Funds. CGD Policy Paper, 241.
Muhr, omas (2020). Rethinking the politics of South-South cooperation. Globaliza-
tions, 20 (3): 347-364.
Mulakala, Anthea (2022). China’s Global Development Initiative: so power play or
serious commitment?, DEVPOLICYBLOG, 28 de octubre, hps://devpolicy.org/
chinas-gdi-so-power-play-or-serious-commitment-20221018/.
Nathan, Andrew J. y Zhang , Boshu (2022). “A Shared Future for Mankind”: Rethoric and
Reality in Chinese Foreign Policy under Xi Jinping. Journal of Contemporary China,
31(133): 57-71.
NDB (2022). Annual Report 2021. Expanding Our Reach and Impact. Shanghái, New De-
velopment Bank.
Nedopil, Christoph (2022). China Belt and Road Initiative (BRI). Investment Report H1
2022. Shanghai, Green Finance & Development Center, FISF Fudan University.
____ (2023). Countries of the Belt and Road Initiative. Shanghai, Green Finance & Deve-
lopment Center, FISF Fudan University, hps://greenfdc.org/countries-of-the-belt-
and-road-initiative-bri/.
Nelson, Rebecca M. y Weiss, Martin A. (2022). e U.S. Dollar the World’s Dominant
Reserve Currency. CRS In Focus, septiembre.
Nye Jr., Joseph (2019). e rise and fall of American hegemony from Wilson to Trump.
International Aairs, 95(1): 63-80.
____ (2022). How not to deal with a rising China: a US perspective. International Aairs,
98(5): 1635-1651.
Owen, John M. (2021). Two emerging international orders? China and the United Sta-
tes. International Aairs, 97(5): 1415-1431.
Paulson, Henry M. (2023). America’s China Policy Is Not Working. e Dangers of a
Broad Decoupling. Foreign Aairs, 26 de enero, hps://www.foreignaairs.com/chi-
na/americas-china-policy-not-working.
Po, Shiu Sin. (2023). “Tian-Xia”. China’s Concept fo International Order. En L. Wang
(ed.), China’s Development and the Construction of the Community with a Shared Future of
Mankind. Singapur, Springer, 153-160.
Pozsar, Zoltan (2023). En peligro los privilegios del dólar. Financial Times, 20 de enero de
2023, hps://www.lahaine.org/mundo.php/en-peligro-los-privilegios-del.
Prashad, Vijai (2023). ¿Quiénes componen la Tríada imperial?, La Haine, 3 de junio de
2023, hps://www.lahaine.org/mundo.php/iquienes-componen-la-triada-imperial.
Queripel, John (2023). US House votes to annul China’s developing country status. Chi-
na Daily, 3 de abril, hps://www.chinadaily.com.cn/a/202304/03/WS642a334da-
31057c47ebb8026.html.
66
la cooperación internacional en la encrucijada
Qúnhuì, Huáng (2022). Understanding the Historical Achivements of China’s Econo-
mic Development in the New Era. China Voices, 68, hps://dongshengnews.org/en/
chinese-voices-no-68-en/.
Ray, Rebeca (2023). “Small is Beautiful”. A New Era in China’s Overseas Development
Finance. GCI Policy Brief, 017.
Roberts, Michael (2021). China y la “prosperidad común”. Sin Permiso, 14 de septiembre,
hps://www.sinpermiso.info/textos/china-y-la-prosperidad-comun.
____ (2022). China: el tercer mandato de Xi Jinping. Sin Permiso, 22 de octubre, hps://
sinpermiso.info/textos/china-el-tercer-mandato-de-xi-jinping.
Ronglin, Li (2016). China Development Report on South-South Cooperation. China’s Foreign
Aid to Developing Countries. Tianjin, China Intercontinental Press.
Ross Smith, Nicholas (2023). e war in Ukraine shows that the US and the so-called
West has lost any moral authority in the Global South. Global Policy Opinion, 8 de mar-
zo, hps://www.globalpolicyjournal.com/blog/08/03/2023/war-ukraine-shows-
us-and-so-called-west-has-lost-any-moral-authority-global-south.
Sachs, Jerey D. (2023a). e New Geopolitics. Horizons. Journal of International Relations
and Sustainable Development, 22: 10-21.
____ (2023b). e New World Economy: What Ukraine needs to learn from Afghanis-
tan. e Taipei Times, 17 de febrero, hps://www.taipeitimes.com/News/editorials/
archives/2023/02/17/2003794504.
Shaomin, Xu y Jiang , Li (2020) e Emergence and Fallacy of “China’s Debt-Trap Diplo-
macy” Narrative. China International Studies, 3: 69-84.
Schultz, Sebastián y Staiano, Francesca (2022). La construcción de una Comunidad de
destino compartido para la humanidad: análisis multidimensional de un nuevo pa-
radigma internacional. En Gabriel E. Merino, Lourdes Regueiro y Wagner T. Iglesias
(coords.), China y el nuevo mapa del poder mundial. Una perspectiva desde América Lati-
na. Buenos Aires, CLACSO, 87-109.
Shixue, Jiang (2021). China’s Contributions to the Building of a Community with a Shared
Future for Mankind. China Quarterly of International Strategic Studies, 7(4): 349-381.
Shoup, Laurence (2021). e Council on Foreign Relations, the Biden Team, and Key
Policy Outcomes. Monthly Review, 73(1), hps://monthlyreview.org/2021/05/01/
the-council-on-foreign-relations-the-biden-team-and-key-policy-outcomes/.
Shuai, Feng (2020). Cyclical Globalization and China’s Strategic Options. China Quar-
terly of International Strategic Studies, 6(3): 355-370.
Silvius, Ray (2021). China’s Belt and Road Initiative as Nascent World Order Structure
and Concept? Between Sino-Centering and Sino-Deecting. Journal of Contemporary
China, 30(128): 312-329.
Singh, Ajit (2021). e myth of “debt-trap diplomacy” and realities of Chinese develop-
ment nance. ird World Quarterly, 42(2): 239-253.
67
china y su proyecto de reglobalización
Standard & Poors (2021). Asian Infrastructure Investment Bank. S&P Global Ratings,
diciembre.
State Council Information Oce (2021a). China’s International Development Coope-
ration in the New Era, enero, hp://www.scio.gov.cn/zps/ndhf/44691/Docu-
ment/1696698/1696698.htm.
____ (2021b). China: Democracy at Works, diciembre, hp://english.scio.gov.cn/m/
whitepapers/2021-12/04/content_77908921.htm.
____ (2023). China’s Green Development in the New Era. Beijingm Foreign Languaje Press.
Statman, Sadie. Is China a Developing Nation? e US Congress Is Skeptical. e Di-
plomat, 22 de febrero, hps://thediplomat.com/2023/02/is-china-a-developing-
nation-the-us-congress-is-skeptical/.
Stephen, Mahew D. (2020). China’s New Multilateral Institutions: A Framework and
Research Agenda. International Studies Review, 23(3): 807-834.
Sullivan, Jake (2023). Remarks on Renewing American Economic Leadership at the
Brookings Institution, 27 de abril, hps://www.whitehouse.gov/brieng-room/
speeches-remarks/2023/04/27/remarks-by-national-security-advisor-jake-sulli-
van-on-renewing-american-economic-leadership-at-the-brookings-institution/.
Suer, Karen M., Schwarzenberger, Andres B. y Sutherland, Michael D. (2022). China’s
“One Belt, One Road” Initiative: Economic Issues. CRS In Focus, diciembre.
Taniguchi, Takuya (2020). Should We Forget about the Asia-Africa Growth Corridor?
IFRI Lere du Centre Asia, 87.
e White House (2022). National Security Strategy. October 2022. Washington: e
White House.
Tovar, Juan (2022). La paradoja de la política ex terior de Joe Biden. Revista CIDOB d’Afers
Internacionals, 132: 195-219.
Tran, Hung (2022). Dual circulation in China: A progress report, hps://www.atlantic-
council.org/blogs/econographics/dual-circulation-in-china-a-progress-report/.
Tyszka-Drozdowski, Krysztof (2023). e Neomercantilist Moment. American Aairs,
7(1), hps://americanaairsjournal.org/2023/02/the-neomercantilist-moment/.
UNCTAD (2014). Trade and Development Report, 2014. Global governance and policy space
for development. Ginebra, United Nations.
US Department of Defense (2022). 2022 National Defense Strategy of the United States of
America. Washington, Department of Defense.
Wade, Robert H. (2018). e Developmental State: Dead or Alive? Development and
Change, 49(2): 518-546.
____ (2022). Conict between Great Powers is back with a Vengeance: the New
Cold War between the US and China plus Russia, Global Policy, julio, hps://www.
globalpolicyjournal.com/sites/default/les/pdf/Wade%20-%20Conict%20bet-
ween%20great%20powers%20is%20back%20with%20a%20vengeance.pdf.
68
la cooperación internacional en la encrucijada
Wang, Yi (2022). Jointly Advancing the Global Development Initiative and Writing a
New Chapter for Common Development. Keynote Adress by State Councilor and
Foreign Minister at the Ministerial Meeting of the Group of Friends of the Global
Development Initiative, 21 de septiembre, hps://www.fmprc.gov.cn/mfa_eng/
wjdt_665385/zyjh_665391/202209/t20220922_10769721.html.
Wang, Dong y Cao, Dejun (2021). Reglobalsation. When China Meets the World Again.
Londres y Nueva York, Routledge.
Wang, Jue y Sampson, Michael (2022). China’s Multi-Front Institutional Strategies in
International Development Finance. Chinese Journal of International Politics, 15(4):
374-394.
Weiyu, Zhang y Jianzheng, Shi (2022). e 20th National Congress of the CPC provi-
ding new opportunities for world development. China Daily, 28 de octubre, hp://
www.chinadaily.com.cn/a/202210/28/WS635b7098a310fd2b29e7f162.html.
Williams, Brock R. (2021). Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP).
CRS In Focus, agosto.
World Bank Group (2021). A Changing Landscape: Trends in ocial nancial ows and
the aid architecture. Washington, WBG Development Finance.
Xi, Jinping (2015). Working together to forge a new partnership of win-win coopera-
tion and create a community of shared future for mankind. Statement at the General
Debate of the 70th Session of the UN General Assembly, 28 de septiembre, hp://
en.cidca.gov.cn/2015-09/29/c_260437.htm.
____ (2017a). Jointly shoulder responsibility of our times, promote global growth. Key-
note Speech at the Opening Session of the World Economic Forum Annual Meeting
2017, 17 de enero, hp://en.cidca.gov.cn/2017-01/17/c_260402.htm.
____ (2017b). Work together to build a community of shared future for mankind.
Speech at the United Nations Oce at Geneva, 18 de enero, hp://en.cidca.gov.
cn/2017-01/18/c_259511.htm.
____ (2021). Bolstering Condence and Jointly Overcoming Diculties to Build a
Beer World. Xi’s statement at the General Debate of the 76th Session of the Uni-
ted Nations General Assembly, 22 de septiembre, hp://www.chinadaily.com.
cn/a/202109/22/WS614a8126a310cdd39bc6a935.html.
____ (2022a). Rising to Challenges and Building a Bright Future rough Coo-
peration. Speech at 2022 Boao Forum for Asia, 21 de abril, hps://news.cgtn.
com/news/2022-04-21/Full-text-Xi-Jinping-s-speech-at-2022-Boao-Forum-for-
Asia-19ppiaI90Eo/index.html.
____ (2022b). Forging High-quality Partnership for a New Era of Global Development.
Speech at the High-level Dialogue on Global Development, 24 de junio, hps://
news.cgtn.com/news/2022-06-24/Full-text-Xi-s-speech-at-High-level-Dialogue-
on-Global-Development-1b8bps9xu36/index.html.
69
china y su proyecto de reglobalización
____ (2022c). Hold High the Great Banner of Socialism with Chinese Characteristics
and Strive in Unity to Build a Modern Socialist Country in All Respects. Report to the
20th Congress of the Communist Party of China, 16 de octubre, hps://brgg.fudan.
edu.cn/en/articleinfo_972.html.
____ (2023). Forging Ahead to O pen a New Chapter of China-Russia Friendship, Coo-
peration and Common Development. Beijing R eview, 20 de marzo, hps://w ww.bjre-
view.com/China/202303/t20230320_800326092.html.
Xie, Fusheng, Kuang, Xiaolu y Li, Zhi (2022). Financialisation of developing and emer-
ging economies and China’s experience: how China resists nancialisation. Cambridge
Journal of Economics, 46(5): 1183-1204.
Xinhua (2022a). Xiplomacy: China’s vision of global governance for addressing com-
mon challenges, China Daily, 14 de noviembre, hps://www.chinadaily.com.
cn/a/202211/14/WS63722bb2a310491754329a15.html.
____ (2022b). Yearender: China’s visions and actions to tackle global concerns via coo-
peration, development, 20 de diciembre, hp://www.china.org.cn/world/O_the_
Wire/2022-12/30/content_85034466.htm.
____ (2023). An overview of Xi’s diplomacy in spring 2023. Beijing Review, 5 de abril,
hps://www.bjreview.com/World/202305/t20230504_800330064.html
Xu, Jiajun y Carey, Richard (2021). Exploring China’s Impacts on Development in-
king and Policies. IDS Bulletin, 52(2): 53-68.
Yawen, Cheng (2023). Building the New “ree Rings”: Reconguring China’s Foreing
Relations in the Face of Decoupling. Quarterly Journal of Chinese ought, 1(1): 40-54.
Yazdani, Enayotollah (2020). e Shanghai Cooperation Organization. An Emerging
Venue for China’s New Diplomacy. China Quarterly of International Strategic Studies,
6(4): 451-475.
Ye, Min (2022). e Dragon’s gi: an empirical analysis of China foreign aid in the new
century. International Trade, Politics and Development, 6(2): 73-86.
Yuan, Jingdong, Su, Fei y Ouyang, Xuwan (2022). China’s evolving approach to foreign
aid. SIPRI Policy Paper, 62.
Yuzhu, Wang (2020). New Regionalism Reshaping the Future of Globalization. China
Quarterly of International Strategic Studies, 6(2): 249-265.
Zhao, Tingyang (2019). Redening A Philosophy for World Governance. Singapur, Foreing
Languaje Teaching and Research Press y Palgrave Macmillan.
Zhongqiu, Yao (2022). From 2008 to the Present: Changes in China and the World. Chi-
na Voices, 54, hps://dongshengnews.org/en/chinese-voices-no-54-en/.
____ (2023). Five Centuries of Global Transformation: A Chinese Perspective. Quar-
terly Journal of Chinese ought, 1(1): 17-39.
Zhou, Weifeng y Esteban, Mario (2018). Beyond Balancing: China’s approach towards
the Belt and Road Initiative. Journal of Contemporary China, 27(112): 487-501.
71
II
La nueva globalización y el ascenso China:
una interpretación a partir
del concepto de formación económico-social
Javier Vadell1
“En todas las formaciones sociales hay una producción determinada que establece los lími-
tes y la importancia de todas las demás y cuyas relaciones determinan por tanto los límites
y la importancia de todas las demás. Y la iluminación general que baña todos los colores y
modica sus tonalidades particulares, como un particular éter que determina el peso espe-
cíco de todas las formas de existencia que en él se destacan. (Marx)
I: “”      
El objetivo general de este capítulo es reconceptualizar el término globalización, centrán-
dose especialmente en el concepto de formación económico-social elaborado por la
tradición marxista para entender el ascenso de China contemporánea y su incipiente arqui-
tectura de gobernanza global. Nuestro propósito es enriquecer el debate sobre la transfor-
mación actual de la economía política y la geopolítica mundiales, redeniendo el concepto
de globalización a partir de sus fundamentos materiales, institucionales e ideológicos.
En este capítulo denimos la globalización (o globalizaciones a lo largo de la historia)
como un proceso contradictorio de interconectividad entre las formaciones económi-
co-sociales en diferentes periodos históricos, que implican cambios sustanciales en la
relación espacio-temporal. Por lo tanto, sostenemos que la embrionaria Globalización
Instituida de China está surgiendo como una negación histórica de la globalización neo-
liberal que, a su vez, fue la negación de la globalización “incompleta” del sistema de Bret-
ton Woods. En este sentido, la Globalización Instituida de China se maniesta como una
negación histórica de la negación y se convierte en una síntesis de un proceso histórico,
en un contexto de transición de caos sistémicos.
Denir históricamente una época de otra es una tarea difícil para cualquier cientista
social e historiador, pero identicar y determinar los momentos de transición entre una y
1 Profesor asociado en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Ponticia Universidad Católica de
Minas Gerais (PUC Minas), y profesor visitante en el Programa de Doctorado de Relaciones Inter nacionales de la
Universidad Nacional de Rosario (UNR). E-mail: javier.vadell@gmail.com.
72
la cooperación internacional en la encrucijada
otra es quizá una operación aún más compleja. Las transformaciones actuales del sistema
internacional son interpretadas de forma diferente por diversos autores y variadas pers-
pectivas. El declive relativo de Estados Unidos, la crisis económica de 2008, el ascenso de
China, la zaga del Brexit, la pandemia del Covid-19 y el conicto de Rusia con Ucrania
son acontecimientos que permiten vislumbrar un cambio de época que algunos denen
como “entropía” (Schweller, 2014; Streeck, 2016); como un interregno (Babic, 2020; Sa-
nahuja, 2022; Stahl, 2019); o un “caos sistémico”, término más sistemático incorporado
a la teoría de los ciclos de Arrighi (Arrighi, 1996; Arrighi & Silver, 2001). En términos
gramscianos, los términos: caos sistémico e interregno se adaptan muy bien al momento
actual, es decir, en los periodos en los que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede
nacer. El interregno, en palabras de Gramsci, sucede:
Si la clase dominante ha perdido su consenso, es decir, ya no es “dominante” sino sólo “domina-
da”, ejerciendo únicamente la fuerza coercitiva, esto signica precisamente que las grandes masas
se han desprendido de sus ideologías tradicionales y ya no creen en lo que creían, no creían antes,
etc. La crisis consiste precisamente en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer; en
este interregno aparecen una gran variedad de síntomas mórbidos (Gramsci, 2003: 276).
De esta manera, en el “caos sistémico, como transición entre dos ciclos hegemónicos,
el “juego de la competencia interestatal e interempresarial y la escalada de los conictos
sociales facilitan la emergencia intersticial de nuevas conguraciones de poder” (Arrighi
& Silver, 2001: 41-42). En otras palabras, los síntomas mórbidos se detectan en las viejas
estructuras y es a través de los intersticios de este cuerpo que comienzan a emerger nue-
vas conguraciones de poder.
Por su parte, el caos sistémico, en palabras de Arrighi y Silver, se trata de: “una situa-
ción de desorganización sistémica aguda y aparentemente irremediable. Cuando la com-
petencia y el conicto se intensican más allá de la capacidad reguladora de las estructu-
ras existentes, surgen en los intersticios nuevas estructuras que desestabilizan aún más la
conguración dominante del poder” (Arrighi & Silver, 2001: 42). Asimismo, esta pertur-
bación tiende a reforzarse, amenazando con provocar un colapso total de la organización
del sistema económico y de poder mundial.
El caos sistémico se presenta como un típico periodo de transición (interregno) entre
ciclos históricos hegemónicos con fases productivas y fases de nancierización que se
han repetido en la historia como un fenómeno recurrente. Un periodo que se caracteriza
por ser una crisis orgánica y no coyuntural (Stahl, 2019). Si es coyuntural es más difí-
cil identicar el momento como un interregno. Por lo tanto, crisis orgánica, interregno
y caos sistémico son tres aspectos estructurales del cambio sistémico y el papel de los
agentes se reduce a la variable intersticial, ya se trate de formaciones económico-sociales,
Estados nacionales, sectores y segmentos de clase.
73
la nueva globalización y el ascenso china
Por otro lado, el aspecto de la interpretación cíclica de Arrighi es cuestionado por Sa-
mir Amin cuando arma que: “queda por ver si la recurrencia es de hecho una regularidad
cíclica. De ser así, esta interpretación borraría las especicidades de la nanciarización de
la globalización contemporánea en relación con las diferentes fases de desarrollo” (Amin,
2006: 142-143).
El periodo de caos sistémico adquiere toda su complejidad cuando Amin subraya
que las transiciones son por naturaleza muy variables, “debido a que no conocemos le-
yes generales de las transiciones, sino leyes generales propias de un modo que dene
una etapa estabilizada. La transición se analiza siempre a posteriori en coyunturas con-
cretas propias del modo en proceso de superación y su interacción con fuerzas externas”
(Amin, 1989: 166).
Nuestro propósito, por lo tanto, no es intentar crear leyes especícas del interregno
del caos sistémico, sino explorar sus intersticios desde donde se pueden describir y anali-
zar contradictorios movimientos del proceso embrionario de la Globalización Instituida
de China. Basándose en el método dialéctico, el capítulo se divide en cinco secciones,
además de la introducción y las consideraciones nales. Las secciones segunda y tercera
se centran en los aspectos teóricos y metodológicos. La cuarta sección es una interpre-
tación de las “globalizaciones” desde nuestro enfoque de la teoría crítica. Las secciones
quinta y sexta se dedican al análisis de la globalización neoliberal y del “contramovimien-
to” que representa la Globalización Instituida de China. Por último, en la séptima sección,
destacamos los principales pilares materiales, institucionales e ideológicos de la Globali-
zación Instituida de China.
1. A   :  -
      
Este estudio propone una interpretación poco ortodoxa de las relaciones internaciona-
les que pretende ir más allá del clásico “estatocentrismo” y ofrece un aporte al debate
desde una perspectiva crítica. Para ello, no intentamos descuidar el papel del Estado-
nación moderno, sino resignicarlo. Si consideramos la globalización (o las “globaliza-
ciones” a lo largo de la historia) como procesos de interacción entre formaciones so-
ciales, es necesario dar centralidad a la categoría de formación económico y social de
Karl Marx. Desde una mirada crítica, este concepto representa la máxima complejidad
de la totalidad en su forma social más acabada. Para ello, en este apartado, la formación
económico-social será el centro de atención conceptual y metodológica con el objetivo
de interpretar los movimientos de las placas tectónicas geopolíticas y geoeconómicas
que está generando la (re)emergencia de la República Popular China, especialmente
con vistas a su proyección de poder.
74
la cooperación internacional en la encrucijada
Para nuestro propósito, la recuperación del concepto de formación económico-social
es fundamental porque nos permite comprender la complejidad de las transformaciones
globales desde una visión holística en sus aspectos políticos, económicos, culturales y ci-
vilizatorios. En este sentido, es crucial delimitar nuestro escenario heurístico partiendo
de dos premisas: 1) el aporte de Emilio Sereni y Cesare Luporini (Luporini & Sereni,
1973; Sereni, 2013) en el contexto del debate de la década de 1970 y; 2) la contribución
de Samir Amin (1976) y Milton Santos (1996). Estos autores fueron intelectuales desta-
cados, también, por plantear la idea de totalidad histórica, muy cercana a marxistas como
Lenin, Mao Zedong, Althusser e Ignacio Rangel ( Jabbour, Dantas, & Espíndola, 2021).
La teoría crítica de las relaciones internacionales, la economía política global y el aná-
lisis geopolítico podrían enriquecerse con la categoría de formación económico-social
(Marx, 1859) que Lenin denió de manera ejemplar como:
El análisis de las relaciones sociales materiales (es decir, de las que se establecen sin pasar por
la conciencia de los hombres: al intercambiar productos, los hombres establecen relaciones
de producción, incluso sin tener conciencia de que existe en ello una relación social de pro-
ducción) permitió en el acto observar la repetición y la regularidad y sintetizar los regímenes
de los distintos países en un solo concepto fundamental de formación social. Esta síntesis es la
única que hizo posible pasar de la descripción de los fenómenos sociales (y de su valoración
desde el punto de vista del ideal) a su análisis estrictamente cientíco, que destaca, pongamos
por caso, lo que diferencia a un país capitalista de otro y estudia lo que tienen de común todos
ellos (Lenin, 1973: 14).
La contribución de Emilio Sereni es fundamental para denir la categoría de forma-
ción económico-social como una “noción que se sitúa inequívocamente en el plano de la
historia, que es (...) el de la totalidad y unidad de todas las esferas (estructurales, superes-
tructurales y otras) de la vida social en la continuidad y, al mismo tiempo, en la disconti-
nuidad de su desarrollo histórico” (Sereni, 2013, p. 316). Por lo tanto, adoptar el concepto
de formación económico-social es solo la punta del iceberg que nos permite observar la
totalidad y sus partes, percibiendo la unidad de los opuestos y sus contradicciones en el
desarrollo histórico.
En un artículo reciente, Tony Burns rescata el concepto de formación económico-so-
cial, destacando la obra de Karl Marx, los Grundisse, donde “la idea de que una determina-
da formación social (Gesellschasformen), o una determinada sociedad (Gesellscha), por
ejemplo, Inglaterra en el siglo XVI probablemente tendría un sistema económico com-
puesto por más de un modo de producción (MP). En Marx, una formación económico-
social se constituye como un concepto de totalidad histórica que combina diferentes mo-
dos de producción en constante “disputa”. Burns dene una formación económico-social
como una “combinación modal” (Burns, 2022, p. 2), una expresión de esta totalidad en
75
la nueva globalización y el ascenso china
la que coexisten “unidades de opuestos”. El rescate del concepto de formación econó-
mico social por Burns se produce en el contexto de un debate en torno a la polémica
de la transición del modo de producción feudal al modo de producción capitalista. Sin
embargo, nuestro enfoque pretende detenerse en el concepto de formación económico-
social con el objetivo de comprender a China contemporánea, sus transformaciones y
su proyección de poder. En este sentido, cabe destacar la agenda de investigación de Ga-
briele, Scheino y Jabbour (Gabriele & Jabbour, 2022; Gabriele & Scheino, 2012), que
ha sido un excelente punto de partida para comprender la complejidad de la Formación
Económico-Social de China.
Así pues, los conceptos de formación económico-social y de modo de producción
dan lugar a numerosos malentendidos teóricos y metodológicos. Consideramos que
Samir Amin explica de manera didáctica ambos conceptos en una obra de los años
setenta, impregnada del espíritu crítico de Marx. Para el autor egipcio, la formación
económico-social es una categoría menos abstracta que el modo de producción. En
consecuencia, una formación económico-social, es decir, un Estado nacional entendi-
do como sociedad histórica –o complejos de sociedades políticas y civiles en el senti-
do gramsciano– combinan modos de producción y organizan “las relaciones entre la
sociedad local y otras sociedades” (Amin, 1976: 64). De esta manera “las formaciones
sociales son estructuras concretas y organizadas caracterizadas por un modo de pro-
ducción dominante y por la articulación en torno a él de un conjunto complejo de
modos de producción subordinados” (Amin, 1976: 64). En otros términos, podemos
denir una formación económico-social como un complejo histórico de combinacio-
nes multimodales.
De este modo, el concepto de formación económico-social, que durante mucho
tiempo estuvo borrado del debate académico en las ciencias sociales, representa una de
las totalidades más consistentes para comprender la complejidad de las relaciones socia-
les en general: internacionales, intersocietales e intercivilizatorias. Siguiendo este rumbo,
Gabriele y Jabbour rescataron el concepto de formación económico-social para aprehen-
der las particularidades del socialismo chino y sus vínculos entre el modo de producción
capitalista y las embrionarias formas sociales emergentes del país asiático (Gabriele &
Jabbour, 2022: 179) .
Un complejo histórico de combinación multimodal es el término que utilizamos y
se asemeja a la categorización de Gabriele y Jabbour de “coexistencia multilateral de di-
ferentes modos de producción en un contexto global en el que un modo de producción
especíco tiende a permanecer dominante durante un largo periodo” (Gabriele & Jab-
bour, 2022: 32). Por lo tanto, la formación económico-social se reere a un complejo
económico multimodal de interdependencia entre grandes bloques evolutivos dotados
de libertades relativas que pueden permitir, en circunstancias históricas especícas, el de-
sarrollo de estructuras socioeconómicas en el espacio y en el tiempo.
76
la cooperación internacional en la encrucijada
A partir del pensamiento inspirado en Marx, se han escrito ríos de tinta para analizar el
concepto de modo de producción. Sin embargo, para nuestro propósito, conv iene dejar cla-
ra la diferencia entre una formación económico-social y el modo de producción. Así pues,
el modo de producción es un concepto abstracto y no implica una sucesión, periodicidad o
etapas en la historia de las civilizaciones, desde las primeras formaciones sociales hasta la for-
mación económico-social capitalista. En otras palabras, es un concepto abstracto que se ex-
tiende desde las primeras formaciones diferenciadas hasta el capitalismo (Amin, 1976: p. 13).
La conexión hermenéutica entre el vínculo de formación económico-social y el
modo de producción nos lleva a la discusión de Gabriele y Jabbour, quienes señalan que
el concepto marxista de modo de producción “se reere a una forma especíca de inte-
racción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción que caracterizan y
conforman la base material y la reproducción de la civilización humana durante largos
periodos de tiempo” (Gabriele & Jabbour, 2022: 47).
Hay que reconocer que la categoría modo de producción se menciona en la obra de
Marx, y concretamente en El Capital, en relación con la propiedad privada, las mercan-
cías, la propiedad pública, la división del trabajo en la producción de manufacturas, la
producción de plusvalía, etc. Sin embargo, lo relevante aquí es el carácter abstracto del
concepto. Así, el modo de producción se considera a un nivel muy alto de abstracción,
como un sistema, donde se entiende como un conjunto de reglas y leyes internamente
consistentes de autoconservación y movimiento” (Gabriele & Jabbour, 2022: 50).
Los conceptos de modo de producción y formación económico-social están intrín-
secamente interrelacionados y nos ayudan a comprender el fenómeno de la globaliza-
ción contemporánea, superando los enfoques culturalistas y esencialistas que ineren
que las transformaciones globales son el resultado de la interacción entre civilizaciones
(Huntington, 1997). A diferencia de esta visión, partimos de la premisa de que las so-
ciedades, Estados-nación o unidades políticas a lo largo de la historia son formaciones
económico-sociales que combinan modos de producción y organizan las relaciones en-
tre una sociedad especíca y otras sociedades, en una totalidad compleja que comprende:
la economía, las relaciones políticas y diplomáticas, junto con las interacciones sociales y
culturales entre los pueblos.
En otras palabras, no es la cuestión civilizatoria la que “domina” la relación y convi-
vencia entre grandes unidades políticas, sino las formaciones económico-sociales in-
teractuando en un sistema multicéntrico. El concepto de formación económico-social
es también una gran herramienta crítica para superar la fragmentación cognitiva de las
versiones “culturalistas” que se han difundido en las relaciones internacionales desde la
obra popular de Huntington (1996) que estimuló un debate interesante, especialmente
entre algunos historiadores (Kumar, 2014). Por lo tanto, es la compleja interacción entre
las formaciones económico-sociales a lo largo de la historia la que nos permite tener una
visión integral del actual proceso de globalización y sus mutaciones.
77
la nueva globalización y el ascenso china
2. G  :   
El término globalización es uno de los más controvertidos, ambiguos y omnipresentes en
el discurso político contemporáneo. Las relaciones internacionales y la economía política
global abordaron el debate sobre la globalización de forma más sistemática solo a nales
de la década de 1990, en un momento crucial del proceso de expansión del capitalismo.
Partiendo de este esfuerzo interpretativo, nuestro artículo hace hincapié en los compo-
nentes “espacio” y “tiempo” como variables esenciales para denir la globalización.
Nuestra hipótesis principal es que la globalización impulsada por China (y apoyada
por la narrativa ocial) representa un desafío directo a la globalización neoliberal lide-
rada por Estados Unidos que, en parte, ocultó el poder de los Estados-nación (Arrighi,
Silver, & Ahmad, 1999) en la actual disputa por el poder mundial. China presenta su
versión de la globalización con una propuesta basada en la cooperación, los benecios
mutuos y las inversiones en infraestructuras para promover la interconectividad co-
mercial, digital y cultural.
En este proceso, la Iniciativa de la Franja y la Ruta se presenta como el componente
más ambicioso, pero no el único, de la globalización con características chinas. Como una
grandiosa propuesta intercivilizacional, la Iniciativa de la Franja y la Ruta pretende recu-
perar el espíritu de las rutas de la seda que marcaron una época en la llamada primera glo-
balización euroasiática (Brakman, Frankopan, Garretsen, & Van Marrewijk, 2019; Frank,
1998; Noonan, 2017) y que, desde 2013, se ha ido constituyendo como el esqueleto y la
plataforma infraestructural de un nuevo tipo de globalización.
Esta manifestación de la expansión y proyección de poder de China constituye, por
lo tanto, una globalización embrionaria que está recongurando la geografía económica
y el “ajuste espacial” (spacial x) (Harvey, 2001) por medio de masivas inversiones en
infraestructura que no tienen precedente.
Llamamos a esta globalización, en su fase embrionaria, de Globalización Instituida
de China, que está orgánicamente relacionada con la aparición de una formación eco-
nómico-social de rasgos novedosos, la formación económico-social de la sociedad china
(Gabriele & Jabbour, 2022) y su proyección de poder en el mundo contemporáneo, pro-
moviendo un proceso particular de interconectividad e interdependencia entre diferen-
tes formaciones económico-sociales en este momento histórico.
Todo proceso de globalización en el transcurso de la historia tiene su contracara:
la geopolítica. Ésta desarrolla, en el proceso globalizante, una dinámica espacial espe-
cíca de movimientos expansivos y de retraimientos. Precisamente, la globalización
neoliberal, apoyada en la ideología de los mercados libres globales y el n de la his-
toria (Fukuyama, 1989), fue sustentada y expandida bajo la hegemonía de los Esta-
dos Unidos, con sus contradicciones inherentes: la expansión de las nanzas globales
a costa de la industria (Hudson, 2021), el poder monopólico del dólar en el sistema
78
la cooperación internacional en la encrucijada
capitalista mundial y la política expansiva de la Organización del Tratado del Atlán-
tico Norte (OTAN) en la postguerra fría. Por otra parte, la Globalización Instituida
de China también expresa una proyección especíca del poder económico y político
que ha dado lugar a interesantes debates académicos (Dunford & Liu, 2019; W. Liu,
2021; W. Liu, Dunford, & Gao, 2018; Y. Liu, Wang, & An, 2020). De esta manera, para
desentrañar estos puntos, es necesario profundizar el análisis a partir del concepto de
globalización, desde los enfoques tradicionales de las relaciones internacionales y la
economía política internacional hasta los autores críticos que sustentan teóricamente
nuestro abordaje.
3. ¿C ?   
Dos trabajos importantes se destacaron en el análisis más sistemático del concepto
polisémico de globalización en el mundo académico. David Held y Anthony McGrew
(2000) y Luke Martell (2010) mostraron cómo la metamorfosis del signicado de la glo-
balización implica, intrínsecamente, un reto intelectual para los analistas internacionales
(Held, McGrew, Goldbla, & Perraton, 1999: 1). Para ser más precisos, la globalización,
según esta línea de pensamiento, signica una “ampliación, profundización y aceleración
de la interconectividad del mundo en todos los aspectos de la vida social contemporánea,
desde el cultural, el criminal y el nanciero hasta el espiritual” (Held et al., 1999: 2). Ade-
más, la contribución de Steger ayuda en un aspecto metodológico relevante para la com-
prensión del fenómeno. Este autor diferencia el término globalización, como proceso, de
la globalidad, como su condición (Steger, 2013: 30).
Held, McGrew, Goldbla y Perraton identicaron tres grandes tendencias que, en
la historia reciente, están estrechamente vinculadas a un primer momento después de
la Guerra Fría, en el que la visión determinista (optimista o pesimista) de la consolida-
ción de un mundo liberal –un orden liberal internacional– se tornó hegemónico (Ba-
bic, 2020). En otras palabras, la primacía de los mercados mundiales en un entorno de
interacción entre democracias liberales bajo la hegemonía estadounidense convergería
hacia un sistema unipolar. Esta armación abarca los tres aspectos destacados por Babic
(2020): a) la economía política global; b) la esfera de los Estados nacionales; y c) la di-
mensión social.
Esta etapa, como retrato utópico del neoliberalismo hegemónico, fue calicada por
Fukuyama como el “n de la historia” (Fukuyama, 1989). En este momento histórico se
fortalecieron los argumentos de los llamados “hiperglobalistas”, que entienden el proceso
de globalización y la condición de globalidad como irreversibles y sin precedentes, ha-
ciendo del poder de los Estados como algo “antinatural” (Ohmae, 1995).
79
la nueva globalización y el ascenso china
No obstante, la distancia histórica ayuda a entender mejor de qué manera la globali-
zación neoliberal ocultó el poder de los Estados-nación (Arrighi et al., 1999) enfatizando
la narrativa económica de los mercados globales y la inevitable “desnacionalización de las
economías por medio del establecimiento de redes transnacionales de producción, co-
mercio y nanzas” (Held et al., 1999: 2). Debemos observar que no sólo los autores libe-
rales se encuadran en esta perspectiva. Por ejemplo, el libro de Susan Strange, e Retreat
of the State (Strange, 1996), argumenta en este sentido, así como otros autores críticos,
especialmente en la década de 1990.
Un segundo grupo de analistas, llamado “escépticos” de la globalización, surgió a raíz
de las sucesivas crisis de la globalización neoliberal en la segunda mitad de la década de
1990. Este grupo de académicos no reconoce a la globalización como un hecho sin prece-
dentes en la historia. Aplicando un enfoque histórico y una metodología inductiva, estos
autores rechazan la idea de que el proceso de globalización implicaba una erosión o pér-
dida de poder de los Estados nacionales (Hirst & ompson, 1996). En otras palabras, se
reconoce el papel de la geopolítica como la otra cara del proceso de globalización neoli-
beral bajo la hegemonía estadounidense.
Como señala Radhica Desai, los escépticos de la globalización “tienen hechos, argu-
mentos y estadísticas meticulosamente organizados para mostrar que todas las declara-
ciones sobre la globalización en el crecimiento, el comercio, la inversión, las nanzas, la
migración, la tecnología, la desigualdad o la pobreza y especialmente la irrelevancia del
Estado eran cuestionables” (Desai, 2016: 8). Ellos han estimulado el debate sobre la glo-
balización y han ayudado a consolidar a algunos representantes globalistas “en las ambi-
güedades” del “transformacionalismo”.
Por su parte, los “transformacionalistas” conciben la globalización como una “pode-
rosa fuerza transformadora responsable de la intensa agitación de las sociedades, las eco-
nomías y las instituciones de gobierno en el orden mundial” (Held et al., 1999: 7). Los
transformacionalistas tratan de alcanzar una síntesis entre la primera interpretación y la
segunda. Cuando la cuestión de la globalización estaba en el punto álgido del debate en
Occidente, Scholte retomó la discusión de los transformacionalistas y subrayó la diferen-
cia entre globalización y globalidad.
La globalidad, entonces, es entendida no sólo como una “condición”, como Steger
destaca (2013), sino también como la espacialidad que “describe un lugar, un dominio,
(...) la globalidad identica al planeta –el mundo como una totalidad– como un lugar
de relaciones sociales” (Scholte, 2005b: 3). Para Scholte, la globalidad es una condición
que indica que las relaciones sociales tienen lugar en un ámbito que no es solo nacional o
regional, sino que desborda los espacios territoriales, trascendiendo las fronteras. Así, la
globalización se reere a un proceso creciente de interconectividad “transplanetaria” que
afecta a todas las esferas de la vida, “en términos de alteración de la espacialidad social,
transformación del Estado nación y del capitalismo” (Scholte, 2005a).
80
la cooperación internacional en la encrucijada
4. L        “ -
”  
Desde la crisis económica de 2008, la globalización neoliberal se encuentra en una encru-
cijada política y económica (W. Liu & Dunford, 2016; Sheppard, 2016). La literatura crí-
tica de la economía política global reconoce que los ciclos de expansión del capitalismo
pueden caracterizarse como procesos de globalización, es decir, una mayor interdepen-
dencia de las formaciones económico-sociales y los actores no estatales como producto
de una expansión acelerada y una intensicación de la acumulación capitalista.
En este sentido, el pensamiento dialéctico de Karl Polanyi (2007) y su tesis sobre el
doble movimiento” como respuesta y resistencia a los mercados globales autorregula-
dos es de crucial relevancia para comprender la globalización neoliberal y el contramovi-
miento a escala global, regional e incluso local. En otros términos, el movimiento es una
expansión e intensicación de las relaciones capitalistas reforzadas por la ideología del
“libre mercado”. La expansión se reere a la ampliación espacial de las relaciones capitalis-
tas, incorporando regiones al circuito del capital y la intensicación signica una profun-
dización de las relaciones mercantiles (mercantilización) en las esferas de la vida humana.
(Overbeek, 2016: 61). La contribución de Polanyi se basa en una crítica metodológica a
la “linealidad” del pensamiento liberal
Es así como la historia social del siglo XIX fue el resultado de un doble movimiento: la exten-
sión del sistema del mercado, en lo que se reere a las mercancías auténticas, estuvo acom-
pañada de una reducción en lo que respecta a las mercancías cticias. Por una parte, los mer-
cados se extendieron por toda la supercie del planeta y la cantidad de bienes aumentó en
proporciones increíbles, pero por otra, toda una red de medidas y de políticas hicieron surgir
poderosas instituciones destinadas a detener la acción del mercado en lo que concierne al tra-
bajo, a la tierra y al dinero. A la vez que la organización de mercados mundiales de mercancías,
de capitales y de divisas, bajo la égida del patrón-oro, impulsaba de un modo sin precedentes
el mecanismo de los mercados, nacía un movimiento subterráneo para resistir a los pernicio-
sos efectos de una economía sometida al mercado. La sociedad se protegía de los peligros in-
herentes a un sistema de mercado autorregulador: tal fue la característica global de la historia
de esta época. (Polanyi, 2007: 135)
Karl Polanyi ofrece así un magistral escenario de la evolución de lo que él llama la uto-
pía liberal (Polanyi, 2007: 26), desde nales del siglo XIX hasta la catástrofe de los años
treinta del siglo XX, “vinculando las dimensiones nacionales del funcionamiento des-
tructivo de los mercados de trabajo, tierra y dinero a su dimensión global” (Amin, 2006:
130). Por lo tanto, cabe señalar que el proceso de contramovimiento no se produce de
forma lineal y sin contradicciones.
81
la nueva globalización y el ascenso china
La globalización neoliberal impulsada por Estados Unidos en la década de 1970 se
constituye como una negación del acuerdo de posguerra basado en el liberalismo insti-
tuido [embedded] (Ruggie, 1982). El sistema de Breton Woods tenía una ambición global,
pero coexistió en un mundo tripartito y desigual, como bien ha señalado Samir Amin. El
periodo de crecimiento y consolidación del liberalismo instituido en Occidente formó
parte de uno de los “tres mundos” de la posguerra, coex istiendo con el “mundo” soviético
y su esfera de inuencia y el llamado tercer mundo (ahora el Sur Global). Este último
puede retratarse con el proyecto “Bandung” de los países descolonizados de Asia y África
que, junto con América Latina y el Caribe, lidiaron contradictoriamente con la fase 1945-
1968 de crecimiento capitalista (Amin, 1996: 249).
El n de la convertibilidad oro-dólar en 1971 abrió un periodo de preparación para
los grandes cambios políticos que se avecinaban con los gobiernos de Ronald Reagan
(Estados Unidos) y Margaret atcher (Reino Unido), catalizando el posterior proceso
de nancierización que consolidaría el sistema dólar/Wall Street (Gowan, 1999). Por lo
tanto, la globalización neoliberal se constituyó a partir de la hegemonía de Estados Uni-
dos y asumió su globalidad rompiendo con los dos principales obstáculos que tenía la
expansión capitalista.
El primero fue la destrucción de las bases del proyecto del “Nuevo Orden Económico
Internacional” propuesto por los países del tercer mundo entre 1975 y 1982. El aumento
unilateral de los tipos de interés por parte de Estados Unidos en los años 80 y la poste-
rior crisis de la deuda externa de los países en desarrollo –tras la moratoria de México en
1982– destruyeron las bases del proyecto de Bandung y reforzaron el control del capital
internacional (banca privada) en las economías de los países periféricos endeudados, por
intermedio del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. El segundo mo-
mento fue el colapso de la Unión Soviética (1985-1991), que consolidó la condición
histórica de globalidad a la globalización neoliberal. Siguiendo nuestro razonamiento
una cuestión salta a la vista: ¿cuáles son las particularidades, pues, de la geopolítica de la
globalización neoliberal? Como hemos destacado, ella se constituye como una negación
del acuerdo de posguerra para consolidar el poder de Estados Unidos y su formación
económico-social capitalista en un “momento unipolar”, situación que facilitó enorme-
mente las acciones unilaterales de Estados Unidos, valiéndose o no de las instituciones
multilaterales existentes.
Conjuntamente, debemos centrarnos en el adjetivo neoliberal y en la idea de territo-
rialidad y “supraterritorialidad” (Scholte, 2005b). El neoliberalismo puede ser entendido
a partir de varios componentes. En primer lugar, constituye “una manifestación histórica
especíca de la economía capitalista (Cahill, 2014: X). También implica un proceso ace-
lerado de expansión e intensicación de las relaciones capitalistas basado en tres pilares:
la privatización de los activos públicos, la liberalización nanciera y comerc ial y la re-regu-
lación (desregulación) de las economías nacionales. En segundo lugar, es un proyecto de
82
la cooperación internacional en la encrucijada
clase (Cahill, 2014; Harvey, 2005; Moghadam, 2021), dirigido por sectores de una clase
corporativa nanciera (una especie de Haute Finance empoderada). En términos dialéc-
ticos, la globalización neoliberal se constituye como la negación/superación de los “tres
mundos de posguerra”.
El “movimiento” neoliberal tuvo sus inicios a nales de los años 1970 con la desregu-
lación nanciera iniciada en Estados Unidos y la desintegración del sistema de Breon
Woods, que reforzó aún más el papel del dólar en el sistema monetario internacional y
allanó el camino para una “expansión nanciera sistémica” (Arrighi et al., 1999). La pro-
moción de las bondades del mercado autorregulado y el protagonismo del segmento
empresarial nanciero fueron cruciales. De hecho, sostenemos que, en la actualidad, la
“nueva” alta nanza desempeña un papel sin precedentes como principal vínculo entre la
organización política y económica de globalización neoliberal.
Desde la década de 1980, este movimiento neoliberal ha producido un cambio des-
igual en el equilibrio de poder entre las clases sociales (trabajadores/empresarios) de los
países desarrollados y los países en desarrollo de la periferia, promoviendo gran desigual-
dad dentro de las sociedades. La restauración del poder de la élite empresarial, discipli-
nando a las clases trabajadoras dentro de los Estados nacionales con atractivos programas
de modernización, libertades individuales, etc., y un programa de liberalización nanciera
estimulado por los gobiernos de Reagan y atcher fueron los catalizadores de procesos
cada vez más dinámicos de movilidad geográca del capital en su forma productiva (espe-
cialmente con las industrias que se establecieron en Asia en general y en China en particu-
lar) y nanciera, centralizada en el centro nanciero de Wall Street y en una red de paraísos
scales (Vigueras, 2005) en todo el mundo bajo el control de los países desarrollados.
Al igual que las peculiares características de la red transnacional de las Haute Finance
de nales del siglo XIX y principios del XX, la globalización neoliberal contemporánea
promueve este proceso expansivo con algunos rasgos innovadores especícos, acelera-
dos por los avances tecnológicos en las comunicaciones y el transporte.
Como ya se ha señalado, todo proceso de globalización a lo largo de la historia tiene una
expresión geopolítica y una proyección de poder territorial. En el apogeo de la globalización
neoliberal en la década de 1990, las manifestaciones geopolíticas de este proceso de expan-
sión del poder tuvieron al desarrollo militar y nanciero de los Estados Unidos y de las for-
maciones económico-sociales occidentales materializado en la expansión de la OTAN vía
intervenciones militares en diversas regiones del mundo y, especialmente después de 2001,
en Asia y África (Lambert, 2022). La expansión nanciera y empresarial se ha producido a
nivel supraterritorial, como destacan varios analistas de relaciones internacionales.
La característica de “supraterritorialidad” de la globalización neoliberal permite en-
tender el proceso de trascender la geografía territorial (Scholte, 2005a), pero no su di-
solución. Por el contrario, la supraterritorialidad complementa y refuerza la dinámica de
expansión geográca capitalista.
83
la nueva globalización y el ascenso china
De este modo, la supraterritorialidad signica trascender la geografía mediante: 1) la
“simultaneidad transmundial” (Oke, 2009: 320) donde los fenómenos sociales se extien-
den por todo el mundo al mismo tiempo y en el mismo marco de referencia; y 2) la “ins-
tantaneidad, donde ciertos fenómenos se desplazan entre cualquier punto del planeta en
poco tiempo” (Scholte, 2005b: 5), En otros términos, donde la compresión del espacio
anula el tiempo, como predijo Marx en el curso de la evolución del capitalismo.
Ejemplos de este proceso son las comunicaciones por Internet, los patrones de consu-
mo y las actitudes, en los que los productos son coordinados por grandes empresas trans-
nacionales monopolistas u oligopolistas con estrategias globales. El sector nanciero es
el sector de la economía que más reeja esta supraterritorialidad. Es el sector más cticio,
instantáneo y simultáneo del proceso de expansión capitalista, relativamente desvincula-
do del espacio territorial (Scholte, 2005b: 5).
Sin embargo, este aspecto por sí solo no explica la globalización neoliberal, sino más
bien una cara de su contradicción básica. Mientras la producción se trasladaba a Asia y
las nanzas se globalizaban, entrando en una fase de supraterritorialización, la esfera de la
política, la sociedad y el trabajo seguían administrándose y disciplinándose dentro de las
fronteras de los Estados-nación.
5. L         -
    
La globalización incompleta de Breon Woods y la globalización neoliberal reejaron
diferentes fases de la hegemonía estadounidense y sus contradicciones: el proceso de
expansión de las nanzas globales, el crecimiento de las grandes corporaciones transna-
cionales, los cambios geográcos en la organización de la producción y el monopolio del
dólar en el sistema capitalista global.
La crisis de la globalización neoliberal abre una fase de interregno de caos sistémico
y un aspecto de ella, es lo que Merino, Bilmes y Barrenengoa denominan como “Guerra
Mundial Híbrida y Fragmentada”, como una tendencia a la agudización de las contradic-
ciones políticas estratégicas de carácter estructural en la disputa por la reconguración
del poder mundial (Merino, Bilmes, & Barrenengoa, 2022). En este contexto, “observa-
mos una expansión de los enfrentamientos entre diferentes fuerzas político-sociales, frac-
ciones y clases sociales y disputas interestatales” (Merino et al., 2022). Éste es el escenario
contemporáneo de la transición en la crisis de la globalización neoliberal, en cuyos inters-
ticios emerge su negación, la Globalización Instituida de China.
Como hemos señalado, la globalización es un proceso contradictorio de interconec-
tividad entre formaciones económico-sociales con cambios sustanciales en la relación
espacio-tiempo, y el embrión de la Globalización Instituida de China emerge como ne-
84
la cooperación internacional en la encrucijada
gación histórica de la globalización neoliberal –que se constituyó como la negación de
la globalización “incompleta” del sistema de Breon Woods. Así pues, la Globalización
Instituida de China se presenta como la negación de la negación y se convierte en una
síntesis de un proceso histórico determinado.
Argumentamos también que las fracturas orgánicas de la globalización neoliberal dan
sentido a la emergencia embrionaria de algo nuevo. La reproducción del capitalismo es
incapaz de superar los obstáculos de las contradicciones “supraterritoriales” de la actual
globalización neoliberal. Como destacan Giovanni Arrighi y David Harvey, entre otros
autores críticos, la globalización neoliberal no puede desconectarse de las crisis cíclicas
del capitalismo como elemento inherente a su reproducción. La fase contemporánea de
nancierización ocurre en un mundo donde el capital se mueve con mayor velocidad y
donde las distancias geográcas se comprimen, generando acomodaciones y una nueva
interdependencia entre las formaciones económico-sociales.
Los representantes de las teorías del sistema mundial coinciden en que las fases de
nancierización son periodos de declive hegemónico y que las expansiones nancieras
actuales –que tienen como característica la supraterritorialidad (instantaneidad + simul-
taneidad)– son una particularidad de la globalización neoliberal. En línea con esta pers-
pectiva, Samir Amin se reere a la globalización neoliberal como la etapa del “capitalismo
abstracto. Es decir, el capitalismo que ya no se materializa en familias de burgueses y te-
rratenientes, sino que “se maniesta directa y exclusivamente a través del control del dine-
ro”. En otras palabras, la especicidad de la nancierización existente está “diseminando
la ilusión de que el dinero ‘genera su propia descendencia’ sin pasar por la producción,
expresando en última instancia el carácter abstracto del capitalismo contemporáneo”
(Amin, 2013: 33).
En nuestra interpretación, el escenario de la crisis económica mundial de 2008 fue
uno de los acontecimientos que demuestra la superación de los obstáculos que enfrentó
el capital nanciero, así como sus contradicciones, pero también su impacto negativo en
la hegemonía estadounidense. ¿Cómo se superó el obstáculo ante la crisis nanciera de la
globalización neoliberal y su efecto sobre el sector productivo? Cualquier respuesta a esta
pregunta debe contemplar el rol de las acciones gubernamentales y de las clases transna-
cionales que articularon la coyuntura política desde las formaciones económico-sociales
capitalistas centrales.
Arrighi, en los años 90, ya señalaba el importante papel de la “Gran China” como polo
emergente en la fase de transición (Arrighi, 1994). En el siglo XXI, con una República
Popular China fortalecida, las contradicciones del capitalismo neoliberal y la posibilidad
de superar las barreras geográcas en un potencial nuevo ciclo hegemónico alcanzan un
nuevo nivel, colisionando con otra realidad geopolítica. En consecuencia, la reproduc-
ción del capitalismo no ha congelado la supraterritorialidad inherente al proceso, sino
que la absorbe y la adapta a una nueva interconectividad geográcamente localizada, ba-
85
la nueva globalización y el ascenso china
sada en las inversiones en infraestructuras, transportes y energía, la expansión de las redes
comerciales y las nanzas reguladas por el Estado vinculadas a estas inversiones.
El ascenso de las formaciones económico-sociales de China y de otros países emer-
gentes, como es el caso de los BRICS (Vadell & Ramos, 2019); la crisis nanciera de
2008, la saga del Brexit, la pandemia del Covid-19 y el conicto ruso-ucraniano nos re-
cuerdan que no podemos descuidar la geopolítica y el papel de los Estados-nación como
actores cruciales de las transformaciones económicas mundiales y como instrumentos
de seguridad internacional, así como la importancia de la planicación para alcanzar me-
tas de desarrollo.
Asimismo, estas concatenaciones de eventos nos permiten imaginar algunos escena-
rios alternativos en la fase actual, que es esencialmente de incertidumbre, típico a un inte-
rregno de caos sistémico. En este momento de la historia tres posibles escenarios pueden
ir evolucionando: a) la crisis puede ser una oportunidad para reforzar la hegemonía esta-
dounidense en su área de inuencia a través de las recetas de la globalización neoliberal
y una nueva guerra fría surgir a partir de una división geopolítica global multiorden; b)
un proceso de fragmentación desglobalizador que puede ser entrópico/caos (Schweller,
2014; Streeck, 2016); o c) una crisis que abra las puertas para una nueva globalización y
una reinvención de la geopolítica.
Estas posibilidades tendrían trayectorias especícas e implicaciones diferenciadas en
el futuro orden internacional u órdenes internacionales, que pueden coexistir de forma
contradictoria y que, por razones de espacio, no podemos examinar aquí. Sin embargo,
los tres escenarios posibles no son excluyentes. Lo importante que debemos destacar es
que, independientemente de las interpretaciones que a menudo surgen en la academia,
un fenómeno nuevo está surgiendo y no parece sólo alterar el orden internacional exis-
tente. Es un fenómeno globalizador que trae consigo la semilla de otro paradigma. El re-
ordenamiento de poder global, producto de las transformaciones destacadas, apuntan a
la conformación de un sistema internacional multipolar y multiorden en este interregno,
en cuyo seno se desarrollan los pilares de la Globalización Instituida de China.
6. P       C
La periodización de etapas de globalización a lo largo de la historia y las transiciones he-
gemónicas del sistema internacional son temas de intenso y rico debate en las ciencias
sociales en general y entre los historiadores. Ya hemos mencionado el trabajo de Arrighi
(Arrighi, 1994; Arrighi et al., 1999), quien elaboró una teoría sobre los ciclos hegemóni-
cos. También podemos mencionar la periodización de erborn, que describe seis fa-
ses de la globalización (erborn, 2016), así como el análisis de Khondker (2021), que
destaca la insuciencia de los abordajes centrados en Europa, que no ofrecen una pers-
86
la cooperación internacional en la encrucijada
pectiva verdaderamente “global” sobre la globalización. En este caso, este autor identica
tres fases principales de las “globalizaciones”. La primera, de acuerdo con Gunder Frank
(1998), fue la Globalización Eurasiática, de 200 A. C. a 1492; la segunda es la Globaliza-
ción Atlántica, de 1500 A.C. a 1999; y la tercera, de 2000 de cara al futuro, una especie de
retorno a la Globalización Euroasiática, o cosmopolita (Khondker, 2021).
Sin embargo, nuestra propuesta parte de la pregunta crucial de Amin, si la recurren-
cia histórica es necesariamente una regularidad cíclica (predeterminada). La respuesta
es nuestro caso es negativa. El capítulo presentado reconoce las incertidumbres de las
transiciones y centra el análisis en el concepto de formaciones económico-sociales como
totalidad para comprender las especicidades de la nancierización de la globalización
contemporánea en relación con las distintas fases de desarrollo (Amin, 2006, pp. 142-
143) y sus contradicciones subyacentes.
La crisis y el escepticismo que rodean a la economía mundial desde 2008 han con-
vertido a China en un rme defensor de la globalización, especialmente tras la radicaliza-
ción del discurso proteccionista del presidente estadounidense Donald Trump. En este
sentido, el discurso del presidente de la República Popular China, Xi Jinping, en Davos
en 2017 fue paradigmático (Xi, 2017a, 2017b). En otras palabras, Xi Jinping pide a los
Estados-nación que guíen el proceso de globalización y no lo dejen al albur de las élites
mundiales, ya que representa un “arma de doble lo”.
Debemos actuar de forma proactiva y gestionar la globalización económica según convenga
para desencadenar su impacto positivo y reequilibrar el proceso de globalización económica.
Debemos seguir la tendencia general, basarnos en nuestras respectivas condiciones nacionales y
emprender el camino correcto para integrarnos en la globalización económica al ritmo adecua-
do. Debemos encontrar un equilibrio entre eciencia y equidad para garantizar que los distintos
países, los distintos estratos sociales y los distintos grupos de personas compartan los benecios
de la globalización económica. La gente de todos los países no espera menos de nosotros, y ésta
es nuestra responsabilidad inquebrantable como líderes de nuestro tiempo (Xi, 2017b).
Los medios de comunicación ociales chinos calicaron este esfuerzo de globaliza-
ción 2:0 (Meyers, 2017), otros análisis como reglobalización (Bishop & Payne, 2021; D.
Wang & Cao, 2021) y en nuestro caso denimos el fenómeno social como Globalización
Instituida de China. Este proceso representa una proyección de poder político y econó-
mico propia de la formación económico-social de China en cooperación con las poten-
cias emergentes y el Sur Global. Con ello, desfragmentamos la Globalización Instituida
de China en componentes materiales, institucionales e ideacionales que en su devenir se
entrelazan entre sí. En esa dirección, Staiano señala que la Iniciativa de la Franja y la Ruta
y la Iniciativa de Desarrollo Global son la encarnación de un Estado próspero y de una
comunidad de futuro compartido para la humanidad” (Staiano, 2023: 52-53).
87
la nueva globalización y el ascenso china
De esta manera, identicamos cuatro pilares principales de la Globalización Institui-
da de China que interconectan los aspectos materiales, ideacionales e institucionales en
esta totalidad y refuerzan el poder expansivo de las formaciones económico-sociales de
China, un proceso que está cambiando embrionariamente el paradigma de la globaliza-
ción neoliberal desde sus cimientos. Ellos son: a) la Iniciativa de la Franja y la Ruta, popu-
larizada también como Nueva Ruta de la Seda; b) el nuevo paradigma de Cooperación y
la Iniciativa de Desarrollo Global; c) la iniciativa BRICS plus; y d) los cinco principios de
Coexistencia Pacíca y la idea de “Comunidad de futuro compartido para la humanidad”.
6.1. Iniciativa de la Franja y la Ruta
Argumentamos que “La Franja y la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI” o la Iniciativa
de la Franja y la Ruta es la plataforma infraestructural del Globalización Instituida de Chi-
na y, como expresión material de la expansión del poder de la República Popular China,
se congura como un desafío directo a la globalización neoliberal. La Iniciativa de la Fran-
ja y la Ruta se caracteriza por ser una propuesta de interconectividad que nació como ini-
ciativa regional y se ha expandido como proyecto global e integrador, recongurando la
geografía económica a través de inversiones masivas en infraestructuras sin precedentes.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta nació en un contexto en el que China, bajo el
liderazgo de Xi Jinping, estaba llevando a cabo diversas iniciativas para fortalecer aún
más la economía china y cuyos resultados f ueron: a) ser el mayor socio comercial de casi
todos los aliados de Estados Unidos, los países del Sur Global y de los bloques comer-
ciales, incluyendo la Unión Europea, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y el
Mercado Común del Sur; b) con el objetivo de fortalecer las cadenas de valor lideradas
por China y tras el fracaso del Acuerdo de Cooperación Económica Transpacíco lide-
rado por Estados Unidos, China consiguió articular el Regional Comprehensive Econo-
mic Partnership, una especie de Asociación de Naciones del Sudeste Asiático plus con
China, Nueva Zelanda, Australia, Corea del Sur y Japón; c) China es a la vez el mayor
exportador mundial de bienes de consumo y el mayor mercado de consumo; d) la Re-
pública Popular China es actualmente el mayor proveedor mundial de nanciamiento,
superando al Banco Mundial y al Banco Asiático de Desarrollo, y el agente más impor-
tante en inversiones en infraestructuras para los países en desarrollo; e) China, como
“fábrica mundial”, ocupa una posición central en la cadena de suministro global y en la
cadena de valor, un factor clave para entender el fracaso del desacoplamiento/desgloba-
lización (Crabtree, 2023); y f ) China está tomando una posición de liderazgo en algu-
nos dominios de alta tecnología, como las telecomunicaciones de 5G/6G, la industria
farmacéutica, la industria del automóvil, la industria aeroespacial, los semiconductores,
la inteligencia articial y la robótica.
En septiembre de 2013, el presidente de China, Xi Jinping, en su visita a Asia Central,
introdujo por primera vez el término “Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta
88
la cooperación internacional en la encrucijada
Marítima de la Seda del Siglo XXI” en la Universidad Nazarbayev de Astana (Kazajistán).
Más tarde, en octubre del mismo año, Xi hizo el anuncio en Indonesia.
A continuación, se creó en China un grupo líder para la promoción de la Iniciativa de
la Franja y la Ruta y dos años después del anuncio, en marzo de 2015, el gobierno chino
publicó la “Visión y acciones para la construcción conjunta de la Franja Económica de la
Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI” (China, 2015). El objetivo de
la Iniciativa de la Franja y la Ruta era interconectar Asia, Europa y África en una primera
fase y, en una segunda fase, como extensión natural, América Latina y el Caribe (Y. Wang,
2018), como se observa en la tabla 1. En mayo de 2017 y abril de 2019 fueron realizados
el primer y segundo Fórums de la Ruta de la Seda. (Dunford, 2021, p. 92). Debido a la
pandemia de Covid-19, el tercer fórum será en 2023.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta se aanza en un espacio geográco con importan-
tes proyectos de infraestructuras nanciados directa o indirectamente por China. En este
sentido, sostenemos que el Iniciativa de la Franja y la Ruta es el pilar principal del Globali-
zación Instituida de China que, al mismo tiempo, se ve reforzado por otros componentes
institucionales e ideacionales. Casi 150 países han rmado el Memorando de Entendi-
miento (MoU) de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (véase la tabla 1).
Tabla 1. Países que integran la Belt and Road Initiative por año de rma
de Memorándum de Entendimiento y nivel de ingresos
País Grupo de
ingresos
Fecha de in-
corporación
País Grupo de
ingresos
Fecha de in-
corporación
Austria Alto No claro Ecuador Medio alto 2018
R. del Congo Medio bajo No claro El Salvador Medio bajo 2018
Níger Bajos No claro Etiopía Bajo 2018
Rusia Medio alto No claro Fiyi Medio alto 2018
Bielorrusia Medio alto 2013 Gabón Medio alto 2018
Camboya Medio bajo 2013 Gambia Bajo 2018
China, P.R . Medio alto 2013 Ghana Medio bajo 2018
Kirguistán Medio bajo 2013 Grecia Alto 2018
Moldova Medio bajo 2013 Granada Medio alto 2018
Mongolia Medio bajo 2013 Guinea Bajo 2018
Macedonia Medio alto 2013 Guyana Medio alto 2018
Pakistán Medio bajo 2013 Irán Medio alto 2018
Tailandia Medio alto 2014 R . de Corea. Alto 2018
Armenia Medio alto 2015 Kuwait Alto 2018
89
la nueva globalización y el ascenso china
Azerbaiyán Medio alto 2015 Lao Medio bajo 2018
Bulgaria Medio alto 2015 Libia Medio alto 2018
Camerún Medio bajo 2015 Malta Alto 2018
Comoras Bajo 2015 Mauritania Medio bajo 2018
R. Checa Alto 2015 Micronesia Medio bajo 2018
Hungría Alto 2015 Mozambique Bajo 2018
Indonesia Medio bajo 2015 Namibia Medio alto 2018
Iraq Medio alto 2015 Nigeria Medio bajo 2018
Kazakstán Medio alto 2015 Niue Medio bajo 2018
Polonia Alto 2015 Omán Alto 2018
Romania Medio alto 2015 Portugal Alto 2018
Serbia Medio alto 2015 Ruanda Bajo 2018
Eslovaquia Alto 2015 Samoa Medio alto 2018
Somalia Bajo 2015 Arabia Saudita Alto 2018
Sudáfrica Medio alto 2015 Senegal Bajo 2018
Turquía Medio alto 2015 Seychelles Alto 2018
Uzbekistán Medio bajo 2015 Sierra Leona Bajo 2018
Egipto Medio bajo 2016 Singapur Alto 2018
Georgia Medio bajo 2016 Sudan del Sur Bajo 2018
Letonia Alto 2016 Sudán Medio bajo 2018
Myanmar Medio bajo 2016 Surinam Medio alto 2018
P. N. Guinea Medio bajo 2016 Tay i k i s t á n Bajo 2018
Albania Medio alto 2017 Tanzania Bajo 2018
Bosnia H. Medio alto 2017 Togo Bajo 2018
C. de Marl Medio bajo 2017 To nga Medio alto 2018
Croacia Alto 2017 T. y Tobago Alto 2018
Estonia Alto 2017 Tunes Medio bajo 2018
Kenia Medio bajo 2017 Uganda Bajo 2018
Lebanon Medio alto 2017 E. Árabes Alto 2018
Lituania Alto 2017 Uruguay Alto 2018
Madagascar Bajo 2017 Vanuatu Medio bajo 2018
Malaysia Medio alto 2017 Venezuela Medio alto 2018
Maldives Medio alto 2017 Zambia Medio bajo 2018
Montenegro Medio alto 2017 Zimbabue Bajo 2018
Marruecos Medio bajo 2017 Bangladesh Medio bajo 2019
90
la cooperación internacional en la encrucijada
Nepal Bajo 2017 Barbados Alto 2019
N. Zelanda Alto 2017 Cuba Medio alto 2019
Panamá Alto 2017 Chipre Alto 2019
Filipinas Medio bajo 2017 R . Dominicana Medio alto 2019
Eslovenia Alto 2017 Guinea E. Medio alto 2019
Sri Lanka Medio bajo 2017 Italia Alto 2019
Timor-Leste Medio bajo 2017 Jamaica Medio alto 2019
Turkmenistán Medio alto 2017 Lesoto Medio bajo 2019
Ucrania Medio bajo 2017 Liberia Bajo 2019
Vietnam Medio bajo 2017 Luxemburgo Alto 2019
Yemen Bajo 2017 Mali Bajo 2019
Argelia Medio alto 2018 Perú Medio alto 2019
Angola Medio bajo 2018 Qatar Alto 2019
A, y Barbuda Alto 2018 Islas Salomón Medio bajo 2019
Bahréin Alto 2018 Kiribati Medio bajo 2020
Benín Bajo 2018 Botsuana Medio alto 2021
Bolivia Medio bajo 2018 R. Centroafricana Bajo 2021
Brunéi D. Alto 2018 Congo Bajo 2021
Burundi Bajo 2018 Eritrea Bajo 2021
Cabo Verde Medio bajo 2018 Guinea-Bissau Bajo 2021
Chad Bajo 2018 Argentina Alto 2022
Chile Alto 2018 Malawi Bajo 2022
Islas Cook Medio alto 2018 Nicaragua Medio bajo 2022
Costa Rica Medio alto 2018 Siria Bajo 2022
Yibuti Medio bajo 2018 Afganistán Bajo 2023
Dominica Medio alto 2018
Fuente: Elaboración propia con base en Nedopil (2023).
No sin razón, algunos analistas compararon la Iniciativa de la Franja y la Ruta como una
especie de Plan Marshall con características chinas (Li, 2019; Vines, 2017) que trae con-
sigo cambios cualitativos que están constituyendo una arquitectura institucional paralela.
6.2.. Nuevo Paradigma de Cooperación - Iniciativa de Desarrollo Global
La Iniciativa de Desarrollo Global fue anunciada por el presidente Xi Jinping en septiem-
bre de 2021 en el debate general del 76º Periodo de Sesiones de la Asamblea General de
las Naciones Unidas (Xi , 2021). Esta iniciativa es producto de la evolución de un régimen
91
la nueva globalización y el ascenso china
de cooperación que viene desarrollándose desde la ocialización de la política exterior
china con los cinco principios de coexistencia pacíca en los años cincuenta, desde la
Conferencia de Bandung (Vadell, Lo Bruo, & Leite, 2020).
El aspecto más llamativo de este proceso evolutivo de construcción de un nuevo pa-
radigma de cooperación se reeja en dos importantes documentos de 2021. El primero
es “La cooperación internacional al desarrollo de China en la nueva era”, que refuerza los
objetivos de los anteriores “Libros Blancos” sobre la ayuda exterior china de 2011 y 2014
(China-SCPRC, 2011b, 2014). En nuestra opinión, el punto innovador del documento
de 2021 es que China asume el rol de gran potencia con la responsabilidad de proporcio-
nar bienes públicos internacionales. En este contexto, la Iniciativa de la Franja y la Ruta se
presenta como el bien público internacional más relevante: “La Franja Económica de la
Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI son bienes públicos signica-
tivos que China ofrece a todo el mundo y una importante plataforma para la cooperación
internacional al desarrollo” (China-SCPRC, 2021: 8-9).
El segundo hito es una importante innovación institucional de China con repercu-
sión a escala internacional. El anuncio de la Iniciativa de Desarrollo Global por parte del
Presidente Xi en las Naciones Unidas (Xi, 2021). La Iniciativa de Desarrollo Global está
directamente relacionada con los nuevos objetivos de la agencia de cooperación china
creada en 2018, la Agencia China de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Esta
institución ha adquirido un importante estatus burocrático en la estructura de poder de
China, reportando únicamente al Consejo de Estado y situándose junto a dos importan-
tes ministerios: el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ministerio de Comercio.
En este sentido, se está consolidando un paradigma holístico de cooperación al de-
sarrollo que se aleja de los principios y métricas de la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (Bracho, 2018; Domínguez Martín, 2018). Como expresa
Mulakala,
La mejor forma de ver la Iniciativa de la Franja y la Ruta y la Iniciativa de Desarrollo Global
es como caminos paralelos. Mientras que la Iniciativa de la Franja y la Ruta se orienta hacia
el crecimiento económico, la Iniciativa de Desarrollo Global lo hace hacia el desarrollo. La
Iniciativa de la Franja y la Ruta proporciona hardware y corredores económicos, mientras que
la Iniciativa de Desarrollo Global se centra en el soware, los medios de subsistencia, la trans-
ferencia de conocimientos y el desarrollo de capacidades. […] está orientado al mercado, en
el que las empresas desempeñan un papel clave. Por su parte, Iniciativa de Desarrollo Global
está orientada al sector público, ofreciendo subvenciones y ayuda al desarrollo. Mientras que
las vías de la Iniciativa de la Franja y la Ruta son sobre todo bilaterales y regionales, e implican
memorandos de acuerdo con los países socios, la Iniciativa de Desarrollo Global promueve
diversas asociaciones con instituciones multilaterales, ONG y el sector privado. La Comi-
sión Nacional de Desarrollo y Reforma de China es la principal agencia coordinadora del
92
la cooperación internacional en la encrucijada
Iniciativa de la Franja y la Ruta, mientras que el Ministerio de Asuntos Exteriores y la China
International Development Cooperation Agency dirigen la Iniciativa de Desarrollo Global.
(Mulakala, 2022: 2)
Como puede observarse, la interconectividad liderada por China –la Globalización
Instituida de China como proyección de poder de una formación económico-social de
nuevo tipo– desafía los principios de la globalización neoliberal de una forma simbió-
tica que resulta en innovaciones institucionales, producción, comercio, inversiones en
infraestructuras y ayuda en una dimensión holística y dinámica. A esto podemos sumar
la evolución del BRICS.
6.3. BRICS (plus)
Tras la crisis económica de 2008, China y otras potencias emergentes se han mostrado r-
mes en sus demandas de una mayor participación en instituciones de gobernanza mun-
dial como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mun-
dial del Comercio, en el seno del G20 (Ramos, Vadell, Saggioro, & Fernandes, 2012) y
por intermedio de una formación política peculiar, los BRICS (Vadell, 2019).
El BRICS es el resultado directo de la crisis nanciera de 2008 y se ha convertido en
una institución en continuo proceso de evolución y cooperación entre países emergen-
tes. El BRICS se presenta como un importante desafío al Orden Internacional Liberal
liderado por Occidente o, como expresan muchos políticos y analistas, al llamado orden
mundial basado en reglas. Los países miembros del BRICS se reúnen anualmente desde
2009 en cumbres formales. En 2010, Sudáfrica fue invitada a participar como miembro
de pleno derecho por iniciativa de China, consolidando la designación BRICS. Por lo
tanto, en el proceso de reordenación mundial, BRICS tiende a convertirse en un actor
cada vez más importante en el sistema político internacional (Wolf, 2023).
Como componente importante del Globalización Instituida de China, el proceso de
evolución institucional de los BRICS se vio reforzado por varios factores importantes
que actuaron como catalizadores y fueron: a) el persistente fortalecimiento del poder
económico de China, que sorprende a los analistas debido a la novedad de las formas
de producción y planicación en China, a diferencia de las economías occidentales (Ga-
briele & Jabbour, 2022; Naughton, 2021); b) la crisis de la globalización neoliberal y del
multilateralismo; c) la creación del Nuevo Banco de Desarrollo y del Acuerdo de Reser-
vas; d) la pandemia del Covid-19; y e) el conicto entre Rusia y Ucrania, que involucra a
otras instituciones, como la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Estos factores
han revitalizado a los BRICS y, al mismo tiempo, han planteado un importante dilema
funcional a esta formación política (FP). Como corolario, esta revitalización ha reforzado
la iniciativa china expresada en la cumbre de Xiamen de 2017: la idea de un BRICS plus.
El BRICS plus se entiende como el proceso de expansión de la formación política
93
la nueva globalización y el ascenso china
que reúne a un conjunto de formaciones económico-sociales que interactúan entre sí,
a las que se ha denominado potencias emergentes o reemergentes. BRICS tuvo como
propósito unir sus fuerzas políticas para lograr cambios sustanciales en la gobernanza glo-
bal (institucional, económica e ideacional), en un mundo que se consolida como multi-
céntrico. La característica de un mundo multicéntrico combina: a) aspectos económicos,
que destacan el desplazamiento de una formación económico-social desde la periferia
del sistema capitalista al centro de la economía global, como es el caso de China, con-
formando lo que Amin denomina policentrismo (Amin, 2016) y b) aspectos políticos
y civilizatorios, lo que se aproxima al concepto multiplex de Acharya (2017), o sea, una
nueva multipolaridad compleja. Por lo tanto, el BRICS puede denirse como una forma-
ción política minilateral (Vadell, 2022) que unica de forma compleja las formaciones
económico-sociales que lo constituyen. La complejidad viene dada por el movimiento
de consolidación y creciente expansión que está adquiriendo esta formación política,
aunque con contornos institucionales que aún no están claramente denidos (Arapova
& Lissovolik, 2022), pero que pueden ir de una experiencia minilateral hacia una multi-
lateralización (Vecchiao, 2023).
6.4. Cinco principios de coexistencia pacíca y la comunidad de destino compartido para la humanidad
Los aspectos ideológicos de la incipiente Globalización Instituida de China están direc-
tamente vinculados a la relación del Estado de Derecho interno chino con el Estado de
Derecho. Como destaca Staiano:
El “Estado de Derecho Integral”: ha generado una concordancia político-jurídica entre la apli-
cación actual del Estado de Derecho interno y la creación de un Estado de Derecho interna-
cional a través de la política de relaciones exteriores de China. Este nuevo paradigma pretende
crear un nuevo tipo de relaciones internacionales, con un enfoque de la gobernanza mundial
centrado en las personas. (Staiano, 2023: 52)
La Globalización Instituida de China tiene bases ideológicas y se fundamenta en dos
conjuntos de construcciones del derecho internacional. El primero se reere a los 5 prin-
cipios de coexistencia pacíca: 1) respeto mutuo de la integridad territorial y la soberanía
de la otra nación; 2) no agresión mutua; 3) no injerencia mutua en los asuntos internos de
otro Estado; 4) igualdad y benecio mutuo; y 5) coexistencia pacíca. (United-Nations,
1954). La primera aparición fue en un tratado rmado en abril de 1954 entre China e In-
dia, que fue la base de la Conferencia Afroasiática de Bandung, celebrada en Indonesia en
1955 (Asian-African-Conference, 1955). Estos principios han guiado la política exterior
china hasta nuestros días.
El segundo fundamento es la formación de una nueva normativa internacional em-
brionaria que tiene su expresión en la idea de una “Comunidad de destino compartido
94
la cooperación internacional en la encrucijada
para la humanidad”-CDCH (Staiano, 2023: 52-53). La construcción de la idea fue gra-
dual hasta su consolidación jurídica. La idea principal surgió en septiembre de 2011, en
el “Libro Blanco” sobre el desarrollo del Pacíco (China-SCPRC, 2011a), y más tarde
en el discurso del entonces primer ministro Wen Jiabao durante la XIV cumbre China-
Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Esta expresión fue adoptada por Hu Jintao
en su discurso de apertura del XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista en 2012
(Hu, 2012).
Sin embargo, fue Xi Jinping , en su famoso discurso de 2015 con motivo del 70 aniver-
sario de las Naciones Unidas, quien expresó la idea de construir “una Comunidad de des-
tino compartida para la humanidad” (Xi, 2015), que incluye cinco aspectos: asociación
política, seguridad, desarrollo económico, intercambios culturales y medio ambiente.
Esta perspectiva se rearmó en un discurso en la Organización de las Naciones Unidas en
enero de 2017 (Xi, 2017b) y, en octubre del mismo año, en el informe del XIX Congreso
Nacional del Partido Comunista Chino: la necesidad esencial de “construir una comuni-
dad de destino compartida” (Xi, 2017a).
En una reforma de 2018, la noción de “Comunidad de destino compartido para la hu-
manidad” se incorporó a la Constitución de la República Popular China como parte del
pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva
era. Así, la Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad se ha convertido en
un objetivo clave del poder blando de China en las relaciones internacionales y su meta
de crear un nuevo orden internacional y un nuevo convivium, que incluye la “relacionali-
dad, la autoridad humana y la simbiosis” (Staiano, 2023: 66).
C
Nuestras observaciones conclusivas tienen un doble objetivo. En primer lugar, desarro-
llamos nuestra argumentación desde la teoría crítica de la economía política global ba-
sada en el pensamiento de Marx, Polanyi, Amin, etc., para redenir y resignicar el con-
cepto de globalización con el n de entender la expansión y proyección de poder de la
China contemporánea. Para esta tarea, rescatamos y utilizamos el concepto de formación
económica-social y posteriormente creamos un concepto: la Globalización Instituida de
China, como un proceso contemporáneo de interconectividad e interdependencia entre
formaciones económico-sociales lideradas por la República Popular China. Argumenta-
mos que el actual proceso de “reglobalización” moldeado por la Globalización Instituida
de China es un producto histórico de las contradicciones de la globalización neoliberal y
del sistema capitalista, analizadas en el capítulo.
Por tanto, la contradicción subyacente es: por un lado, la Iniciativa de la Franja y de la
Ruta, el BRICS y el nuevo paradigma de cooperación internacional que desafían los fun-
95
la nueva globalización y el ascenso china
damentos de la globalización neoliberal, y por otro, se presenta como una salida/respues-
ta a la crisis del sistema capitalista global en un callejón sin salida. El contramovimiento
global impulsado por China, en términos de Polanyi, se enfrenta a las formaciones econó-
mico-sociales occidentales lideradas por el grupo de potencias que Samir Amin denió
como la “tríada imperialista” –Estados Unidos, la Unión Europea y Japón– (Amin, 1997),
pero sin proponer explícitamente la destrucción de sus bases normativas, sino más bien
como una forma de superación (Aueben)2 global. De hecho, este proceso de expansión
del poder chino expone las debilidades y contradicciones de la gobernanza global basada
en la narrativa occidental del orden basado en reglas o en el Orden Internacional Liberal
(Babic, 2020), una especie de ‘multilateralismo restricto’.
En este capítulo sostenemos que estamos vivenciando el surgimiento de una nueva
globalización embrionaria, que denominamos Globalización Instituida de China, en un
contexto transitorio de caos sistémico. Sin embargo, esto no signica que vaya a tener éxi-
to frente a las contradicciones de la globalización neoliberal. Como nos recuerda Amin,
no hay leyes para los periodos de transición. Lo que pretendemos dejar abierto para futu-
ras investigaciones es el estudio de las nuevas conguraciones geopolíticas (reinvención)
como resultado de este proceso de transformación.
En segundo lugar, en la última parte del capítulo, abrimos la posibilidad de una agenda
de investigación centrada en el estudio de la evolución de las instituciones embrionarias
de la Globalización Instituida de China. Muchos desarrollos institucionales y marcos
jurídicos están en proceso de construcción, desde los que involucran a la Iniciativa de
la Franja y de la Ruta y los mecanismos jurídicos internacionales para las disputas sobre
inversiones (Sun, 2023), así como algunas normas para el uso de monedas alternativas al
dólar en el comercio internacional, una iniciativa que puede prosperar entre los miem-
bros del BRICS (plus).
2 El término alemán Aueben describe la fase de síntesis en toda su complejidad y contradicción. Y signica al
mismo tiempo: aniquilación, conservación y superación.
96
la cooperación internacional en la encrucijada
R
Acharya, Amitav (2017). Aer Liberal Hegemony: e Advent of a Multiplex World Or-
der. Ethics & International Aairs, 31(3), 271-285.
Amin, Samir (1976). Unequal development: an essay on the social formations of peripheral
capitalism. Hassocks: Harvester Press.
Amin, Samir (1996). e challenge of globalization. Review of International Political Eco-
nomy, 3(2), 216-259. doi:10.1080/09692299608434355
Amin, Samir (1997). Capitalism in the Age of Globalization: e Management of Contempo-
rary Society. London: Zed Books.
Amin, Samir (2006). Os desaos da Mundialização. Aparecida (SP): Idéias & Letras.
Amin, Samir (2013). e Implosion of Contemporary Capitalism. New York: Monthly Re-
view Press.
Amin, Samir (2016). e world without Bandung, or for a polycentric system with no he-
gemony. Inter-Asia Cultural Studies, 17(1), 7-11. doi:10.1080/14649373.2016.1151186
Arapova, Ekaterina, & Lissovolik, Yaroslav (2022). BRICS+: e Global South Responds
To New Challenges (in the Context of China’s BRICS Chairmanship). Valdai Paper,
(118). Retrieved from hps://valdaiclub.com/a/valdai-papers/valday-paper-118/
Arrighi, Giovanni (1994). e long twentieth century: money, power and the origins of our
times. London; New York: Verso.
Arrighi, Giovanni (1996). O Longo Século XX. São Paulo: Contraponto.
Arrighi, Giovanni, & Silver, Beverly (2001). Caos e Governabilidade no Moderno Sistema
Mundial. Rio de Janeiro: UFRJ-Contraponto.
Arrighi, Giovanni, Silver, Beverly, & Ahmad, Iikhar (1999). Chaos and governance in the
modern world system. Minneapolis: University of Minnesota Press.
Asian-African-Conference. (1955). Final Communiqué of the Asian-African conferen-
ce of Bandung. April 25. Retrieved from hps://www.cvce.eu/en/obj/nal_com-
munique_of_the_asian_african_conference_of_bandung_24_april_1955-en-
676237bd-72f7-471f-949a-88b6ae513585.html
Babic, Milan (2020). Let’s talk about the interregnum: Gramsci and the crisis of the libe-
ral world order. International Aairs, 96(3), 767-786. doi:10.1093/ia/iiz254
Bishop, Mahew, & Payne, Anthony (2021). e political economies of dierent globa-
lizations: theorizing reglobalization. Globalizations, 18(1), 1-21. doi:10.1080/14747
731.2020.1779963
Bracho, Gerardo (2018). El CAD y China: origen y n de la ayuda al desarrollo. Revista
CIDOB d’Afers Internacionals(120), 215-239. doi:10.24241/rcai.2018.120.3.215
Brakman, Steven, Frankopan, Peter, Garretsen, Harry, & Van Marrewijk, Charles (2019).
e New Silk Roads: an introduction to China’s Belt and Road Initiative. Cambridge
Journal of Regions, Economy and Society, 12(1), 3-16. doi:10.1093/cjres/rsy037
97
la nueva globalización y el ascenso china
Burns, Tony (2022). Marxism and the Concept of a Social Formation: An Immanent
Critique of the Views of Jairus Banaji. Science & Society, 86(1), 38-66. doi:10.1521/
siso.2022.86.1.38
Cahill, Damien (2014). e end of laissez-faire?: on the durability of embedded neoliberalism.
Cheltenham UK-Northampton USA: Edward Elgar Pub.
China (2015). Vision and Actions on Jointly Building Silk Road Economic Belt and 21st-
Century Maritime Silk Road. Xinhua, March 30. Retrieved from hps://eng.yidaiyilu.
gov.cn/qwyw/qw/1084.htm
China-SCPRC (2011a). China’s Peaceful Development. SCPRC Retrieved from hp://english.
www.gov.cn/archive/white_paper/2014/09/09/content_281474986284646.htm
China-SCPRC (2011b). White Paper Chinas Foreign Aid. Beijing: State Council of the
Peoples Republic of China Retrieved from hp://english.gov.cn/archive/white_pa-
per/2014/09/09/content_281474986284620.htm
China-SCPRC (2014). White Paper China’s Foreign Aid. State Council of the People’s Republic
of China Retrieved from hp://english.gov.cn/archive/white_paper/2014/08/23/
content_281474982986592.htm
China-SCPRC (2021). China’s International Development Cooperation in the New Era. Bei-
jing: e State Council Information Oce of the People’s Republic of China R etrieved
from hp://www.xinhuanet.com/english/download/2021-1-10/20210110.docx
Crabtree, James (2023). e west is in the grip of a decoupling delusion. Financial Times,
April. Retrieved from hps://www..com/content/050576db-2320-402d-bdac-
4b241fdc411d
Domínguez, Rafael (2018). China y la construcción de un régimen internacional de Coo-
peración Sur-Sur. Carta Internacional, 13(1), 38-72. doi:hps://doi.org/10.21530/
ci.v13n1.2018.737
Dunford, Michael (2021). China’s Belt and Road Initiative and its Implications for Glo-
bal Development. Acta Via Serica, 6(1). doi:10.22679/avs.2021.6.1.004
Dunford, Michael, & Liu, Weidong (2019). Chinese perspectives on the Belt and
Road Initiative. Cambridge Journal of Regions, Economy and Society, 12(1), 145-167.
doi:10.1093/cjres/rsy032
Frank, Andre (1998). ReOrient: global economy in the Asian Age. Berkeley: University of
California Press.
Fukuyama, Francis (1989). e End of History? e National Interest, 16, 3-18. Retrieved
from hp://www.jstor.org/stable/24027184.
Gabriele, Alberto, & Jabbour, Elias (2022). Socialist Economic Development in the 21st Cen-
tury: A Century aer the Bolshevik Revolution (1st ed. ed.): Routledge.
Gabriele, Alberto, & Scheino, Francesco (2012). Market Socialism as a Distinct So-
cioeconomic Formation Internal to the Modern Mode of Production. New Proposals:
Journal of Marxism and Interdisciplinary Inquiry, 5(2), 20-50.
98
la cooperación internacional en la encrucijada
Gowan, Peter (1999). e Global Gamble. Washington’s Faustian Bid for World Dominance.
London: Verso.
Gramsci, Antonio (2003). Selections om the Prison Notebooks (N.-S. Hoare, Trans.). Lon-
don: Lawrence & Wishart.
Harvey, David (2001). Globalization and the “Spatial Fix”. Geographische Revue, 3(2), 23-
30.
Harvey, David (2005). A Brief History of Neoliberalism. New York: Oxford University
Press.
Held, David, & McGrew, Anthony (2000). e Global Transformations Reader: An Intro-
duction to the Globalization Debate. Cambridge/Malden: Polity Press.
Held, David, McGrew, Anthony, Goldbla, David, & Perraton, Jonathan (1999). Global
Transformations: Politics, Economics and Culture. Stanford: Stanford University Press.
Hirst, Paul, & ompson, Grahame (1996). Globalization in Question. Cambridge: Polity
Press.
Hu, Jintao (2012). Texto íntegro del informe presentado por Hu Jintao en XVIII Con-
greso del PCCh. November 11. Retrieved from hp://cr.chineseembassy.org/esp/zt/
t992906.htm
Hudson, Michael (2021). Finance Capitalism versus Industrial Capitalism: e Ren-
tier Resurgence and Takeover. Review of Radical Political Economics, 53(4), 557-573.
doi:10.1177/04866134211011770
Huntington, Samuel (1996). e Clash of Civilizations and the Remaking of World Order.
New York: Simon & Schuster.
Jabbour, Elias, Dantas, Alexis, & Espíndola, Carlos (2021). China and Market Socialism:
A New Socioeconomic Formation. International Critical ought, 1-17. doi:10.1080/
21598282.2021.1886147
Khondker, Habibul (2021). Eurasian globalization: past and present. Globalizations,
18(5), 707-719. doi:10.1080/14747731.2020.1842085
Kumar, Krishan (2014). e Return of Civilization -and of Arnold Toynbee? Compara-
tive Studies in Society and History, 56(4), 815-843. doi:10.1017/S0010417514000413
Lambert, Alexandre (2022). Post-Cold War NATO Enlargement and the Geopolitical
Instrumentalization of ‘Liberal Peace’: Lessons from George Kennan. In D. Crieke-
mans (Ed.), Geopolitics and International Relations (Vol. 1). Leiden: Brill.
Lenin, Vladimir (1973). Obras, tomo I (1894-1901). Retrieved from hps://www.marx-
ists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas01-12.pdf
Liu, Weidong (2021). Confucian geopolitics or Chinese geopolitics? Dialogues in Human
Geography, 11(2), 265-269. doi:10.1177/20438206211017774
Liu, Weidong, & Dunford, Michael (2016). Inclusive globalization: unpacking China’s
Belt and Road Initiative. Area Development and Policy, 1(3), 323-340. doi:hps://doi.
org/10.1080/23792949.2016.1232598
99
la nueva globalización y el ascenso china
Liu, Weidong, Dunford, Michael, & Gao, Boyang (2018). A discursive construction of
the Belt and Road Initiative: From neoliberal to inclusive globalization. Journal of Geo-
graphical Sciences, 28(9), 1199-1214. doi:10.1007/s11442-018-1520-y
Liu, Yungang, Wang, Fenglong, & An, Ning (2020). e Duality of Political Geography
in China: Integration and Challenges. Geopolitics, 25(4), 968-988. doi:10.1080/146
50045.2018.1465042
Luporini, Cesare, & Sereni, Emilio (1973). El concepto de formación económico social. Cór-
doba: Cuadernos de Pasado y Presente.
Martell, Luke (2010). e Sociology of Globalization. Cambridge, Malden, MA: Polity.
Marx, Karl (1859). Introdução à Contribuição para a Crítica da Economia Política. Re-
trieved from hps://www.marxists.org/portugues/marx/1859/contcriteconpoli/
introducao.htm
Merino, Gabriel, Bilmes, Julian, & Barrenengoa, Amanda (2022). Ascenso de China:
Conreradicciones sistémicas y desarrollo de la Guerra Mundial Híbrida y fragmen-
tada. Tricontinental, 3. Retrieved from hps://thetricontinental.org/wp-content/up-
loads/2022/06/20220613_Cuaderno3-china_Web.pdf
Meyers, Jessica (12 may 2017). Globalization 2.0: How China’s two-day summit aims
to shape a new world order. Los Angeles Times. Retrieved from hp://www.latimes.
com/world/asia/la-fg-china-belt-road-2017-htmlstory.html
Moghadam, Valentine (2021). What was globalization? Globalizations, 18(5), 695-706.
doi:10.1080/14747731.2020.1842095
Mulakala, Anthea (2022). China’s Global Development Initiative: so power play or
serious commitment? DEVPOLICYBLOG, October 12. Retrieved from hps://
devpolicy.org/chinas-gdi-so-power-play-or-serious-commitment-20221018/
Naughton, Barry (2021). e Rise of China’s Industrial Policy 1978-2020. Retrieved from
https://dusselpeters.com/CECHIMEX/Naughton2021_Industrial_Policy_in_
China_CECHIMEX.pdf
Nedopil, Christoph (2023). Countries of the Belt and Road Initiative. Green Finance &
Development Center, FISF Fudan University, www.greenfdc.org
Noonan, Murray (2017). Marxist theories of imperialism. A history. London/New York:
I.B.Tauris.
Ohmae, Kenichi (1995). e End of the Nation State. New York: Free Press.
Oke, Nicole (2009). Globalizing Time and Space: Temporal and Spatial Consider-
ations in Discourses of Globalization. International Political Sociology, 3, 310-326.
Overbeek, Henk (2016). Globalizing China: A Critical Political Economy Perspec-
tive on China’s Rise. In A. Cafruny, L. S. Talani, & G. Pozo Martin (Eds.), The
Palgrave Handbook of Critical International Political Economy. London: Palgrave
Macmillan.
100
la cooperación internacional en la encrucijada
Polanyi, K arl (2 007). La G ran Transformación. Cr ítica del liberalismo económico. Retr ieved
from hps://tracantes.net/sites/default/les/Polanyi%2C_Karl_-_La_gran_
transformacion.pdf
Ruggie, John (1982). International regimes, transactions, and change: embedded liberal-
ism in the postwar economic order. International Organization, 36, 379-415.
Sanahuja, José (2022). Interregno. La actualidad de un orden mundial en crisis. Nue-
va Sociedad, Noviembre-Diciembre(302). Retrieved from hps://nuso.org/articu-
lo/302-interregno/
Santos, Milton (1996). De la totalidad al lugar. Barcelona: Oikos-tau.
Scholte, Jan (2005a). Globalization: a critical introduction (2nd ed. ed.). Basingstoke: Pal-
grave Macmillan.
Scholte, Jan (2005b). e Sources of Neoliberal Globalization. United Nations Research
Institute for Social Development. Retrieved from hp://www.unrisd.org/80256B3C-
005BCCF9/search/9E1C54CEEB19A314C12570B4004D0881?OpenDocument
Schweller, Randall (2014). e Age of Entropy, or Why the New World Order Won’t
be Orderly. Foreign Aairs, June 26. Retrieved from hps://www.foreignaairs.com/
articles/united-states/2014-06-16/age-entropy
Sereni, Emilio (2013). De Marx a Lênin: a categoria de “formação económico-social”.
Revista de Geograa(2), 248-346.
Sheppard, Eric (2016). Limits to globalization: disruptive geographies of capitalist develop-
ment (First edition. ed.). Oxford: Oxford University Press.
Stahl, Moller (2019). Ruling the Interregnum: Politics and Ideology in Nonhegemonic
Times. Politics & Society, 47(3), 333-360. doi:10.1177/0032329219851896
Staiano, Maria (2023). Chinese Law and Its International Projection. Building a Community
with a Shared Future for Mankind. Singapore: Springer.
Steger, Manfred (2013). Globalization: a very short introduction. Oxford: Oxford Univer-
sity Press.
Strange, Susan (1996). e retreat of the state: the diusion of power in the world economy.
Cambridge: Cambridge University Press.
Streeck, Wolfgang (2016). e post-capitalist interregnum: e old system is dying,
but a new social order cannot yet be born. Juncture, 23(2), 68-77. doi:hps://doi.
org/10.1111/newe.906
Sun, Lihui (2023). Mediation and Consultation Mechanism for the Mining Industry and
Mineral Value Chain. May. Retrieved from hps://www.shuzih.com/pub/be5308b-
5badcc0e51953493d8b927935/c686edd8929e4d61a509ee382c5ca589.pdf
erborn, Göran (2016). e world: a beginner’s guide. London: Polity Press.
United-Nations (1954). Treaty Series. 299, 57-81. Retrieved from hps://treaties.un-
.org/doc/publication/unts/volume%20299/v299.pdf
101
la nueva globalización y el ascenso china
Vadell, Javier (2022). China’s bilateral and minilateral relationship with Latin America
and the Caribbean: the case of China-CELAC Forum. Area Development and Policy,
7(2), 187-203. doi:10.1080/23792949.2021.1974907
Vadell, Javier, Lo Bruo, Giusseppe, & Leite, Alexandre (2020). e Chinese South-South
Development Cooperation: An Assessment of the Structural Transformation. Revis-
ta Brasileira de Política Internacional, 63, 1-22. doi: hps://doi.org/10.1590/0034-
7329202000201
Vadell, J., & Ramos, Leonardo (2019). e Role of Declining Brazil and Ascending Chi-
na into the BRICS Initiative. In X. Li (Ed.), e International Political Economy of the
BRICS. London: Routledge.
Vecchiao, Paul (2023). BRICS Draws Membership Bids From 19 Nations Before
Summi. Bloomberg, April 24. Retrieved from hps://www.bloomberg.com/news/
articles/2023-04-24/brics-draws-membership-requests-from-19-nations-before-
summit
Vigueras, Juan (2005). Los paraísos scales. Cómo los centros oshore socavan las democracias.
Madrid: Akal.
Wang, Dong, & Cao, Dejun (2021). Reglobalisation: When China Meets the World Again.
London/New York: Routledge.
Wang, Yi (2018). China-CELAC forum: Time for closer partnership and greater coop-
eration. Jamaica Observer, January 20. Retrieved from hp://www.jamaicaobserver.
com/news/china-celac-forum-time-for-closer-partnership_and_greater_coopera-
tion_122712?prole=1373
Wolf, Martin (2023). e G7 must accept that it cannot run the world. Financial Times. Re-
trieved from hps://www..com/content/c8cf024d-87b7-4e18-8fa2-1b8a3f3ba1
Xi, Jinping (2015). Working Together to Forge a New Partnership of Win-win Cooper-
ation and Create a Community of Shared Future for Mankind. UN Retrieved from
hps://gadebate.un.org/sites/default/les/gastatements/70/70_ZH_en.pdf
Xi, Jinping (2017a). Texto íntegro del informe presentado por Xi Jinping ante XIX Con-
greso Nacional del PCCh. Retrieved from hp://spanish.xinhuanet.com/2017-
11/03/c_136726335.htm
Xi, Jinping (2017b). Work Together to Build a Community of Shared Future for Man-
kind. Xinhuanet, January 18. Retrieved from hp://www.xinhuanet.com/en-
glish/2017-01/19/c_135994707.htmXi, Jinping (2021). Bolstering Condence
and Jointly Overcoming Diculties To Build a Beer World. MOFA. Retrieved
fromhps://www.fmprc.gov.cn/mfa_eng/wjdt_665385/zyjh_665391/202109/
t20210922_9580293.html
103
III
Cooperación, guerra y paz en el siglo XXI
Carmelo Buscema 1
En este texto abarcaremos el tema de la relación existente entre las diferentes dimen-
siones y concepciones de la cooperación, de la guerra y de la paz, tanto con referencia
a la historia del pensamiento occidental, como a los modelos de lectura de las fases más
cruciales y signicativas de desarrollo del sistema mundo moderno y contemporáneo.
Finalmente, consideraremos la relevancia de aquella relación respecto a la necesidad de
comprensión de nuestro presente y de sus inmediatas perspectivas que, desde este parti-
cular punto de vista, aparece como paradójica, en la medida en que: si es cierto que, por
un lado, el nivel interconexión de todos los elementos orgánicos e inorgánicos, materiales
e inmateriales, naturales y tecnológicos, políticos y meramente mecánicos de la realidad,
sea inédita y enorme, y que, entonces, la tasa de “cooperación” intencional e inintencional,
potencial y efectiva, en esa fase, sea máxima; por otro, nos encaramos frente a la evidencia
factual de que esa condición valga y funcione tanto para fortalecer la habilidad productiva
de formas de riqueza universales, y en denitiva el bien común, de la humanidad; como
para fortalecer las capacidades y potencialidades destructivas de las instituciones huma-
nas. Constatando que en esa fase, prime ciertamente esa segunda orientación de los lazos
cooperativos sociales y globales –de tales maneras que círculos viciosos de tensiones y de
violencia sistémica procedan cada vez más, y se ensanchen hasta abarcar el mundo ente-
ro, bajo nuestras miradas que se revelan “impotentes” aun cuando se pretendan agudas y
conscientes–, reclamamos la urgencia de reconocer, entender y contribuir a desactivar
(posiblemente invirtiendo el sentido de sus efectos también) los mecanismos íntimos
que alimentan aquellos círculos.
1 Senior assistant professor de la Università della Calabria, Italia. Miembro del Grupo de In-
vestigación en cooperación Sur-Sur e integraciones regionales de la Red Española de Estudios
del Desarrollo. E-mail: carmelo.buscema@unical.it
104
la cooperación internacional en la encrucijada
Hay varias formas de concebir y conectar teóricamente los conceptos de coopera-
ción, guerra y paz, así como de analizar las recíprocas relaciones que se establecen entre
las prácticas sociales y políticas a aquellas correspondientes. Limitándonos aquí a la con-
sideración de las principales perspectivas interpretativas para la economía de nuestro dis-
curso más relevantes, mencionaremos dos marcos teórico-losócos que ahondan sus
raíces muy profundamente en el terreno de la cultura occidental.
El primer enfoque podría ser denido como marcado por, y basado en, una funda-
mental actitud y axioma de optimismo antropológico, y ser referido al pensamiento de
Aristóteles. El lósofo de la antigua Grecia, en su obra Política, concebía rotundamente el
hombre “por naturaleza un animal social […], más que cualquier abeja y que cualquier
animal gregario” y por ende “la ciudad”, es decir la expresión histórica de su “comunidad”
–que, para nosotros, hoy, alcanza las dimensiones de aldea global–, “una de las cosas na-
turales”. Según Aristóteles, la razón y la demostración de tal condición es ontológica, y
consiste en la diferencia que pasa entre la voz, que “es signo del dolor y del placer, y por eso
la poseen también los demás animales”, y la palabra, que en cambio sirve
para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es propio
del hombre frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo
y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye
la casa y la ciudad (Aristóteles, IV a.C. [1988]: 50-51).
Es decir, que la casa y la ciudad son la derivación, seguramente política y entonces his-
tórica, pero al mismo tiempo natural, en cuanto proyección relacional de los valores plás-
ticamente denidos por los miembros de la comunidad humana en el ejercicio, para ellos
consustancial, de su innata facultad lingüística. Y empero, el razonamiento de Aristóteles
se hace aún más articulado, en la medida en que esboza una relación lial y ontológica,
que es doble y dialéctica entre la naturaleza humana, el hombre y sus instituciones comu-
nitarias. En particular,
Por naturaleza, pues, la ciudad es anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo
es necesariamente anterior a la parte. En efecto, destruido el todo, ya no habrá ni pie ni mano,
a no ser con nombre equívoco, como se puede decir una mano de piedra: pues tal será una
mano muerta (ídem: 51-52).
Sin embargo, dentro de este esquema de pensamiento, que aparece como sumamen-
te optimista –con referencia a la concepción de la sociabilidad humana y de la ingénita
propensión positiva que los unos tienen hacia los otros, en vista del perseguimiento de
la forma de bien común más basilar consistente del mantenimiento de una estructura
cooperativa esencialmente rme y pacíca–, Aristóteles tiene la necesidad de justicar
105
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
también la ocurrencia del mal y de la beligerancia en las vicisitudes humanas –que debía
ser bien evidente, por lo menos en su esencia, incluso en sus días para nosotros lejanos,
no obstante entonces las capacidades técnicas destructivas fueran incomparablemente
inferiores en comparación con aquellas contemporáneas. Así, para hacer eso, siendo tan
alta su concepción de la naturaleza humana, el lósofo recurre a la tesis sobre la existen-
cia de una dimensión de indignidad, o de inhumanidad, que apremiaría el conjunto social
desde arriba, desde abajo, o desde afuera, según de los casos; y que explicaría entonces las
circunstancias malignas en términos de inev itables desg racias excepcionales, que ocurren
por casualidad u, otra vez, determinadas por elementos naturales pero (más que externos,
en realidad) excedentes con respeto a la índole humana o del mundo. Al efecto, resulta em-
blemático este fragmento de su razonamiento:
el insocial por naturaleza y no por azar es o un ser inferior o un ser superior al hombre. Como
aquel a quien Homero vitupera: “sin tribu, sin ley, sin hogar”, porque el que es tal por naturaleza
es también amante de la guerra, como una pieza aislada en el juego de damas.
El espíritu beligerante, entonces, según Aristóteles, surge en sujetos humanos –pero
juzgados como indignos de ellos, por defecto o por exceso, porque “insociales”– que se
ponen en posición y postura aislada, exterior y contraria con respeto a los afectos, a la co-
munidad y a sus “naturales” reglas y prácticas para la elaboración y el mantenimiento de
la justicia –que son siempre política, técnica e históricamente determinadas. De hecho,
el lósofo, más adelante en el texto en cuestión, arma que: si bien en todo ser humano
exista “por naturaleza la tendencia hacia tal comunidad”, ésta puede no solamente trope-
zar con las excepciones susodichas, sino también caer en mecanismos de pervertimien-
to que hacen que “el hombre [que cuando es] perfecto es el mejor de los animales, así
también, [cuando en cambio sea] apartado de la ley y de la justicia, [se v uelva] el peor de
todos” los mismos animales. Efectivamente, la “injusticia más insoportable” –nos hace
notar Aristóteles– no es la que origina de la casualidad y de las aberraciones excepcio-
nales, sino “la que posee armas” y que, entonces, es ocasionada y promovida por una
voluntad determinada y técnicamente organizada por parte de los sujetos que, a través
de sus actos, se hacen indignos de la supuesta naturaleza propiamente humana. Hay que
notar, de hecho, que
el hombre está naturalmente provisto de armas al servicio de la sensatez y de la virtud, pero
puede utilizarlas para las cosas más opuestas. Pero eso, sin virtud, es el ser más impío y feroz y
el peor en su lascivia y voracidad. La justicia, en cambio, es un valor cívico, pues la justicia es el
orden de la comunidad civil, y la virtud de la justicia es el discernimiento de lo justo (Aristó-
teles, IV a.C. [1988]: 52-53).
106
la cooperación internacional en la encrucijada
Eso signica algo muy relevante para la efectiva comprensión de la realidad huma-
na y, quizás aún más, especícamente de nuestro mundo social y político: es decir, que la
injusticia –y la guerra, en cuando suma y trágica expresión de la injusticia misma–, si lo
vemos bien, no es capaz de engendrar sus propias armas; no es dotada de medios y meca-
nismos que sean propios y autónomos para la armación de sus nes. Eso porque la pro-
ducción de herramientas para la destrucción sigue siendo una actividad generativa que, en
cuanto tal, implica necesariamente la actuación de prácticas de cooperación social, como
para la producción de cualquier otra cosa. Entonces, lo que Aristóteles dene como la
injusticia propiamente dicha y verdaderamente “insoportable”, puede darse y proceder
solo alimentándose de mecanismos y dispositivos de pervertimiento de las instituciones
humanas cooperativas y justas, que, sin la intervención maligna, serían natural y estructu-
ralmente orientadas hacia la realización del bien común y, en denitiva, ya una primigenia
expresión de ello.
Volviendo ahora a nuestro originario asunto –consistente de la identicación de los
principales paradigmas para la posible articulación de nuestros tres conceptos–, podría-
mos decir que, dado ese cuadro, la concepción basada en el optimismo antropológico
–y cuyas raíces son referibles a esa corriente importante de la losofía griega clásica re-
presentada por Aristóteles– concibe el ser humano como un animal muy especial que,
siendo naturalmente provisto de la capacidad de lenguaje, es, por ende, un ser constitutivamen-
te social y político. Eso implica, entonces, que tal individuo humano que nace dentro de, y
que es ontológicamente determinado por, el entramado de relaciones y de instituciones que
lo preceden cronológicamente y por importancia, sea natural y primariamente proclive a
las actividades cooperativas que producen lo que, al mismo tiempo, es su resultado y su n
primario y calicante, consistente de la paz y de la riqueza común. Sin embargo, la primacía
de las funciones cooperativas sobre las demás funciones humanas, así como es teorizada
dentro del cuadro aristotélico, para mantenerse siempre efectiva, ecaz y eciente, debe
periódica y sistemáticamente ser objeto de, y a su vez expresarse en la forma de, las nece-
sarias operaciones de atento ajuste y de continuo arreglo, para asegurarse que el concreto
funcionamiento de las instituciones cooperativas vaya por el correcto camino, y no caiga
víctima de los siempre posibles mecanismos –externos o internos, casuales o volunta-
rios– de pervertimiento, instrumentalización y reorientación mencionados arriba. Ese
pasaje suma e intensamente político es crucial, en la medida en que, según Aristóteles,
no todas las instituciones son instituciones propiamente dichas y verdaderamente respe-
tables, sino solamente aquellas que concretamente están “al servicio de la sensatez y de la
virtud” y son orientadas por y hacia el “valor cívico” de la “justicia” (ídem: 52). Eso implica
que nuestro juicio deba mantenerse siempre crítico sobre las instituciones dentro de las
cuales somos y actuamos, y que nuestra relación hacia ellas deba ser y hacerse constante-
mente activa y dinámica. Esa advertencia se vuele extremadamente importante en el mar-
co de este enfoque que, a pesar de las desesperantes evidencias, no piensa en absoluto la
107
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
guerra como un destino recurrente e ineluctable para la humanidad; sino come un simple”
suceso, fruto de circunstancias particulares y accidentales, a su vez ocasionadas y ampli-
cadas por fallos e imperfecciones del sistema de organización concreta de la cooperación
humana; el cual, a pesar de ser naturalmente fundado y arraigado en las comunidades en
las que el hombre desarrolla su existencia, funciona según el diseño y las condiciones de
su contingente estructura, política e históricamente determinadas. En denitiva, ya que “la
ciudad es anterior a la casa y a cada uno de nosotros” y que “el todo es necesariamente
anterior a la parte, verdaderamente crucial respecto a las cuestiones del bien común o
del malestar general, de la guerra y de la paz, es el efectivo estado de este sistema: pues, el
mismo hombre potencialmente recto, que, aun con las mejores intenciones y ánimo, si-
gua obedeciendo a instituciones que ya no son orientadas por y hacia la justicia, sino que,
incluso, se hayan vuelto instrumentos pervertidos al servicio de la índole bélica de algu-
nos “insociales” inspirados por intenciones y ánimo externos y ajenos a los valores cívicos,
pues ese mismo hombre potencialmente recto acaba siendo reproducido por el sistema
de tal manera corrupto en “el ser más impío y feroz y el peor en su lascivia y voracidad”. Es
decir: el sujeto que anima y participa de un nefasto estado de guerra generalizado, anima-
do por todos contra todos, que –por cierto– está al centro del paradigma de pensamiento
sobre el cual nos focalizaremos más detenidamente un poco más adelante.
En conclusión y en resumidas cuentas, dentro de esta visión y esquema, que llamare-
mos de la cooperación: ésta representa la variable independiente de desenvolvimiento del
entero modelo; mientras que la paz es ciertamente su objetivo sumo y su producto ten-
dencial y nal, además del estado considerado normal, y que hay que mantener estable,
para favorecer su funcionamiento ideal; y, por n, en ello tiene un lugar, si bien marginal,
también la guerra, que es considerada como un incidente ocasional, como –“simplemen-
te”– un funesto error; del cual, sin embargo, siempre hay que aprender, para reforzar las
condiciones que hagan cada vez más efectiva e inmediata la relación de mutua implica-
ción entre las instituciones de la cooperación y la paz.
Pasando ahora al otro paradigma de conceptualización de la relación entre cooperación,
guerra y paz, nos encontramos frente a una interrelación casi completamente opuesta a la
que hasta aquí hemos resumidamente analizado. De hecho, éste segundo enfoque podría
ser denido como caracterizado por un irreducible realismo cínico, e inspirado por un pesi-
mismo antropológico casi perfectamente especular a la disposición anterior. Los dos famo-
sos aforismos que más sintética y ecazmente podrían representar ese otro modelo proce-
den, en ambos casos, de la cultura de la antigua Roma, y son referibles, respectivamente, al
comediógrafo Tito Maccio Plauto que, en su obra Asinaria (II: 4, 88), ha armado que “lupus
est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit”; y al escritor Flavio Vegecio Renato que,
en su tratado De re militari, en el IV siglo, ha avisado que “Igitur qui desiderat pacem, præparet
bellum”. Las dos máximas son más comúnmente conocidas bajo las fórmulas así simplica-
das: por un lado, homo homini lupus; y por el otro, si vis pacem, para bellum.
108
la cooperación internacional en la encrucijada
Ahora, si dentro del esquema referido principalmente a Aristóteles –como hemos
visto– la guerra es solamente el resultado muy eventual, nefasto y, en denitiva, marginal,
fruto de un mecanismo excepcional de pervertimiento del sentido benigno hacia el cual na-
turalmente se desarrollaría el sistema de la cooperación humana –esencialmente orientada
hacia la producción del bien común y la reproducción de la paz–, en este otro enfoque,
en cambio, hay una completa inversión de perspectiva. Aquí, de hecho, la guerra ocupa el
centro lógico y semántico del entero modelo, volviéndose la variable independiente de su
funcionamiento. Emblemático a tal respecto, es el pensamiento de omas Hobbes, expre-
sado sobre todo en el De cive (1642) y luego en el monumental Leviatán (1651), que son
obras que reejan muy claramente el marco histórico y político muy especial dentro del
cual han madurado, caracterizado por una profunda tensión entre instancias destructivas y
constructivas. De hecho, por un lado tenemos la fase nal del largo y atormentado periodo
de las grandes guerras civiles de religión que habían sacudido Europa entre el siglo XVI y
XVII, así como la consolidación de la conciencia de la extrema violencia sobre la cual se
basaban aquellas empresas de conquista y sometimiento de los demás pueblos del mundo
por parte de los colonizadores del “Viejo Continente”; mientras que, por el otro, también
se asistía a la progresiva armación de aquellas fuerzas sociales portadoras y partidarias de
los elementos que habrían sido constitutivos de los Tratados de Westfalia (1648 y 1649) y
de la lógica de las nuevas amity lines que daban forma al moderno Jus publicum europaeum
(Schmi, 1950), que habrían sido los verdaderos pilares de los procesos de edicación
institucional y del desarrollo de las dinámicas más signicativas de la vida política nacional
e internacional a lo largo de los siguientes siglos de la historia europea y mundial.
También en este caso, como en el anterior, el punto de partida de la argumentación
es la reexión sobre las principales características y motivos, que hoy diríamos antropo-
lógicos, propios de la naturaleza humana; y acerca de las cuales, sin embargo, Hobbes rei-
vindica principios explícitamente opuestos a los de Aristóteles –juzgados no solamente
como optimistamente idealistas, sino más bien falsas del todo, a causa de un “error [meto-
dológico, pues] prov iene de una contemplación muy supercial de la naturaleza humana”
misma (Hobbes, 1642 [2010]: 129). En sus directas palabras:
La mayor parte de los que han escrito sobre los asuntos públicos supone, pretende o postula
que el hombre es un animal nacido apto para la sociedad. Los griegos dicen […] animal po-
lítico, y sobre ese fundamento construyen la doctrina civil, como si para conservar la paz y el
gobierno de todo el género humano ninguna otra cosa fuera necesaria salvo que los hombres
se pusiesen de acuerdo sobre ciertos pactos y condiciones, a los que llaman entonces leyes
(ídem: 129-130).
Este axioma es considerado erróneo pues examinando “detenidamente las causas por
las cuales los hombres se congregan y gozan de la compañía mutua”, según Hobbes, no se
109
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
constataría en absoluto un supuesto amor reciproco y desinteresado de los unos por los
otros, sino “las pasiones [consideradas] ínsitas a todo ser animado” y que se expresarían
sobre todo en términos de un exasperado egoísmo individual. De hecho, “por naturaleza
no buscamos compañeros sino el honor y la ventaja que [ellos] nos puedan ofrecer; de-
seamos primariamente éstos, aquéllos secundariamente” (ídem: 130), siendo meros ins-
trumentos de nuestros verdaderos nes. Aún más claramente: “toda sociedad se origina
o bien a causa del provecho o bien de la gloria, esto es, por amor a sí mismo, no por amor
a los compañeros” (ídem: 131). Eso tiene importantes implicaciones también respecto a
las dimensiones, a la estructura y a las funciones de las sociedades, las cuales, siendo crea-
das “voluntariamente” bajo el impulso de la búsqueda egoísta de alguna forma de placer o
ventaja, nunca podrán “ser de muchos hombres ni durar mucho tiempo: la gloricación,
como el honor, si la tienen todos, no la tiene nadie, ya que depende de la comparación y
la preeminencia” (ibidem).
La precariedad de las relaciones sociales en el estado de naturaleza, dentro de este
esquema, es debido también a la evidente circunstancia según la cual aquellas mismas
“ventajas de esta vida [que] pueden aumentarse por la ayuda mutua, en realidad, el indi-
viduo podría obtenerlas “mucho mejor mediante el dominio que mediante la asociación
con los demás”. Es más: “los hombres serían llevados más ávidamente por su naturaleza
hacia la dominación que a la sociedad” (ibidem).
Sin embargo, propio aquí donde mayormente llega a expresarse la carga de pesimismo
antropológico que marca íntimamente la visión de Hobbes, la centralidad de lo negativo
se transforma en condición de posibilidad para la máxima armación de lo positivo. Más
en particular, si del fundamental axioma de la egoísta y cínica malevolencia universal del
hombre desciende la “constatación” de la vigencia de una condición generalizada de mu-
tuo miedo, en cuanto característica estable de sus relaciones en el estado de naturaleza,
pues es justamente en eso que, en virtud de una especie de articio lógico-dialectico, el
lósofo inglés halla “el origen de las sociedades más grandes y más duraderas”. Éstas, de
hecho, no emanan “de la mutua benevolencia de los hombres sino del mutuo miedo”, el
cual representa el sentimiento compartido que sir ve de impulso motivante la limitación ra-
cional de las tentaciones universales de ar mación v iolenta (ibidem). Es notable el carácter
casi perfectamente especular que ata ese esquema de argumentación al de Aristóteles ante-
riormente considerado: si aquí es el factor negativo el propulsor del bien, allí es el elemento
positivo –es decir las instituciones naturalmente cooperativas del hombre– lo que, siendo
capturado por las pasiones excedentes e “inhumanas” de los insociales, y volviéndose he-
rramienta amplicadora de sus impulsos malignos, produce la injusticia más insoportable.
Detengámonos un poco más sobre el rol crucial, determinante y, en cierta medida,
paradójico, que la cuestión del “mutuo miedo” cobra en el esquema de pensamiento
hobbesianos. Ese sentimiento, en efecto, por un lado, está fundado sobre una concepción
igualitaria de los hombres; mientras que, por el otro, motiva y justica la imposición de
110
la cooperación internacional en la encrucijada
una marcada y estable diferenciación entre ellos dentro la estructura social racionalmente
construida. Más en detalle, el miedo es denido por el lósofo inglés como una genérica
pero cierta “previsión [individual] del mal futuro” que los demás nos podrían ocasionar;
ante la cual, la reacción propia y que es más importante considerar no consiste solo y
simplemente de la fuga, “sino también [de] desconar, sospechar, precaver, prever para
no temer”. Asimismo, más adelante se especica que: “La causa del miedo mutuo reside
en parte en la igualdad natural de los hombres, en parte en la voluntad de hacerse daño
mutualmente”. Eso signica “que no podemos esperar la seguridad de los otros ni tampo-
co valernos por nosotros mismos”, sino que hay que crear voluntariamente una tercera
instancia independiente capaz de proporcionar tal dimensión de seguridad oportuna y
requerida. De hecho, si, por un lado, “todos los hombres son iguales entre sí por natura-
leza”, inclusive en la “voluntad de dañar”; en cambio, la “desigualdad que existe ahora fue
introducida por la ley civil” (ídem, 133) supuestamente con el ánimo de ordenar, esta-
bilizar y –en la medida de lo que “realistamente” se estime posible– incluso apaciguar la
sociedad misma.
La intervención diferenciante, “positiva” y externa, por parte de la ley civil es considerada
necesaria para suspender, y evitar de recaer en, la terrible condición a la que la naturaleza
condena el hombre libre, en donde “todo está permitido a todos” (ídem, 138). De hecho:
los individuos estarían animados por una “proclividad natural […] a herirse mutuamen-
te, que deriva de las pasiones”; además, hay tener en cuenta del naturalderecho de todos
a todo, por el cual uno ataca con derecho y el otro se resiste con derecho, y a partir del cual
se originan las perpetuas sospechas y celos de todos contra todos”; de eso deriva que “el
estado natural de los hombres antes de que se congregan en sociedad fue la guerra; y no
ésta sin más, sino la guerra de todos contra todos” (ídem: 136-137).
Hobbes es ecaz en su voluntad de remarcar como tal perjudicial condición natural de
guerra no sea “simple”, sino que generalizada: bien en el espacio –ya que involucra y afecta
sistemáticamente a todos–, bien en el tiempo –pues tiende a ser perpetua. En sus palabras:
la guerra es “además sempiterna por su propia naturaleza, porque debido a la igualdad de
los contendientes no puede ser nalizada por victoria alguna. En efecto, en este estado
el peligro es siempre inminente para los vencedores mismos”, tanto que “no existe quien
pueda estimar que es buena para sí esta guerra de todos contra todos, inherente por natu-
raleza a tal estado”. Racional, losóca y políticamente, esta consideración implica que el
“simplederecho natural, entonces, no sea absolutamente idóneo “para la conservación ya
sea del género humano, ya sea de cada hombre en particular” (ídem: 137-138).
En denitiva, para frenar la supuesta índole destructiva atribuida a los cínicos indi-
viduos egoístas, es necesaria, según Hobbes, la formación de instituciones civiles que,
sin embargo, no pudiendo ser el producto natural o espontáneo de las interacciones hu-
manas, deben entonces ser el resultado de la estructuración “de la experiencia dañosa
madurada por los hombres mismos, en una “memoria del pasado [apta a] refrena[r] el
111
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
deseo presente”: ahora a través de la educación y “el buen precepto (aunque en muchos
esto nunca sucede)” (ídem: 130), ahora a través de la coerción de la cual diremos más
adelante. Además, crucial, en ese cuadro, se vuelve el acto de determinación, ya que las “so-
ciedades civiles no son meras congregaciones, sino alianzas, para cuya institución son
necesarias promesas y pactos”. Si, por un lado, tales “alianzas” son estabilizadas por la fuer-
za de su origen voluntaria, por el otro, las mismas son continuamente amenazadas por el
reniego –denido ignorancia– de su legitimidad, que caracteriza la actitud –metafórica-
mente– de los que Hobbes implícitamente considera y dene como sujetos desproveídos.
Es decir: “los infantes y los indoctos”, así como aquellos que no tengan
experiencia de los daños que provienen de la falta de sociedad […]. Es por lo tanto mani-
esto que todos los hombres (dado que nacen infantes) han nacido ineptos para la sociedad:
incluso muchos (quizás la mayoría) permanecen ineptos toda la vida, sea por enfermedad de
la mente o por falta de educación. Sin embargo, la naturaleza humana es propia tanto de los
infantes como de los adultos. Por consiguiente, el hombre es apto para la sociedad no por
naturaleza sino mediante educación (ídem: 132).
Entonces, es considerado necesario que allí donde el buen precepto, por un lado, y la
persuadida voluntad individual, por el otro, no resulten del todo ecaces en su función de
legitimación, pues la fuerza de las promesas y de los pactos, que esos mismos elementos
fundan, se materialice de forma violenta en contra de quienes no la entiendan o no la
acepten. En denitiva, aquellas originarias promesas y pactos, en cuanto expresión de los
actos, maniestos o tácitos, de la voluntad de sus tan cínicos cuanto ideales suscritores, son
asumidas como: capaces de representar las supuestas razones e intereses universales, y,
por eso, vinculantes –en ambos sus efectos, benécos y dañinos– para y hacia práctica-
mente todo el mundo. (En esto hay que reconocer la interesada operación típicamente
occidental de proyección de la propia idea realista, y sin embargo abstracta, del bien universal
por todo el espacio y por todo el tiempo: es decir, no solo “internamente” a los Estados
y a sus particulares contingencias, sino constituyendo y alimentando continuamente
pautas metódicas de actitud y comportamiento que llegan a conformar claramente ci-
clos y rasgos identitarios de civilización. Es en la repetición intelectual y política de esa
operación, tan frecuente y trágica en la historia de las relaciones entre Europa, y luego el
Norteamérica, y los demás pueblos del mundo, que ahonda sus raíces el cínico y violen-
to humanitarismo occidental).
Además, hay que matizar como, dentro de la visión de Hobbes, si por un lado es cierto
que la abolición del supuesto estado de naturaleza –o sea, de aquel estado al cual espontá-
neamente tendería el desenvolvimiento de las relaciones humanas sin la intervención de
alguna instancia civilizadora– tiene como objetivo supremo la realización de cierto grado
de pacicación social; por el otro, en cambio, paradójicamente, no implica en absoluto, ni
112
la cooperación internacional en la encrucijada
signica para nada, la posibilidad de una efectiva eliminación radical de la guerra dentro de
y entre los conjuntos sociales. Más bien, el resultado considerado óptimo y mayormente
funcional, consiste en la adecuada limitación de la guerra y de sus alcances, a través de un
doble movimiento: el despojo y la renuncia individual a toda forma de ejerc icio particular
de la violencia social; y su delegación e inscripción concentrada dentro del perímetro de
las funciones del super-sujeto soberano y legítimo, que es el Leviatán/Estado.
En realidad, Hobbes admite que puedan darse, dentro del estado natural, condicio-
nes para la creación de un orden apaciguado, con base en “un poder cierto e irresistible
[que] conere [a algunos individuos] el derecho de gobernar e imperar sobre aquellos que no
se pueden resistir”. Sin embargo, el lósofo juzga negativamente esa eventualidad por el
simple hecho de ser inestable y precaria “debido a aquella igualdad de las fuerzas y de
las otras facultades humanas […] en el estado de naturaleza”, que hace que no se pueda
esperar una conservación duradera” de aquellas condiciones de “paz” y orden en tales
circunstancias.
Por esta razón, es un dictamen de la recta razón […] que se ha de buscar la paz, en la medida en que
brille alguna esperanza de tenerla; cuando no se la pueda tener, se han de buscar los auxilios de la
guerra (ídem, 138).
Como es evidente, la paradójica solución hobbesiana consiste por ende en curar el
mal con dosis concentradas, pero supuestamente controlables, del mismo mal que es ne-
cesario contener: “se ha de salir de tal estado y se han de buscar socios para que, si ha de
haber guerra, no sea sin embargo contra todos ni sin auxilio”. Y es por eso que, por un lado,
hay que identicar muy precisamente a los enemigos, y que, por el otro, deben aunarse
aliados, “sea por la fuerza, sea por acuerdo” (ibidem).
La estabilización de un poder cierto e irresistible pasará entonces por el ejercicio de un
arte –concebido como– semidivino consistente de la conducción de una guerra limitada,
organizada entre socios, orientada en contra de enemigos bien individuados, y garantizada
por un pacto fundante: aquel acto a través del cual “cada hombre particular” conere auto-
ridad al Leviatán que así cobra vida en cuanto “dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios in-
mortal, nuestra paz y nuestra defensa. Ese pacto colectivo es sólidamente respaldado por
aquellos “actos de guerra” que subyugan “a sus enemigos a su voluntad, concediéndoles la
vida a cambio de esa sumisión”, o bien por el “procedimiento” a través del cual “los hom-
bres se ponen de acuerdo entre sí, para someterse […] voluntariamente, en la conanza
de ser protegidos”. En efecto, esa nueva entidad, así engendrada, resulta, por tales medios,
dotada de “tanto poder y fortaleza”, así como del benecio de los efectos procedentes del
“terror que inspira” en todos los hombres, como para volverse “capaz de conformar las
voluntades de todos ellos para la paz, en su propio país, y para la mutua ayuda contra sus
enemigos, en el extranjero”. En su esencia, entonces, el Estado es
113
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
una persona de cuyos actos se constituye en autora una gran multitud mediante pactos rec íprocos de sus
miembros con el n de que esa persona pueda emplear la fuerza y medios de todos como lo juzgue con-
veniente para asegurar la paz y defensa común. El titular de esta persona se denomina “soberano”,
y se dice que tiene poder soberano; cada uno de los que lo rodean es “súbdito” suyo (Hobbes,
1651 [2017]: 152).
En denitiva, “ese gran Leviatán” que no es creado por la naturaleza, sino “gracias al
arte” secular moldeada por los seres humanos mismos, es efectivamente “un hombre arti-
cial, aunque de mayor estatura y robustez que el natural para cuya protección y defensa
fue instituido”, formado por las siguientes partes:
la soberanía es un alma articial que da vida y movimiento al cuerpo entero; los magistrados y otros
funcionarios de la judicatura y del poder ejecutivo, nexos articiales; la recompensa y el castigo (me-
diante los cuales cada nexo y cada miembro vinculado a la sede de la soberanía es inducido a eje-
cutar su deber) son los nervios que hacen lo mismo en el cuerpo natural; la riqueza y la abundancia
de todos los miembros particulares constituyen su potencia; la salus populi (la salvación del pueblo)
son sus negocios; los consejeros, que informan sobre cuantas cosas precisa conocer, son la memo-
ria; la equidad y las leyes, una razón y una voluntad articiales; la concordia es la salud; la sedición, la
enfermedad; la guerra civil, la muerte. Por último, los convenios mediante los cuales las partes de este
cuerpo político se crean, combinan y unen entre sí aseméjense a aquel at, o hagamos al hombre,
pronunciado por Dios en la creación (Hobbes, 1651 [2017]: 29).
Concluyendo esta parte del ensayo, hay que subrayar como también en el marco del
segundo paradigma de interrelación de nuestros conceptos, y a pesar de su carácter mar-
cadamente individualista, cínico y pesimista, la dimensión cooperativa no desaparece
para nada del escenario, ni pierde del todo importancia dentro de los mecanismos ana-
líticos explicativos. Más bien, hay que destacar como, a diferencia de lo que pasaba en
el primer paradigma, en este caso la cooperación ya no gura como factor originario y
central del cuadro, sino como producto secundario, resultante del proceso y de las técnicas
de limitación y de contención de la guerra, y en realidad –si lo vemos bien– una de las ex-
presiones propias y adecuadas de la misma guerra ecazmente limitada y contenida. De hecho,
cuando Hobbes piensa las condiciones sociales características del estado de naturaleza,
evoca la cooperación simplemente como una máscara instrumental y secundaria deba-
jo de la cual residen los verdaderos móviles egoístas de las actuaciones individuales, que
son imperturbablemente orientadas hacia el conseguimiento de ventajas y glorias per-
sonales, sin el freno de algún escrúpulo o límite, y que regular e invariablemente acaban
con romper aquella frágil supercie. Sucesivamente, cuando el lósofo inglés pasa a la
consideración del contexto relacional ya denido por el surgimiento del Leviatán/Esta-
do, la cooperación juega un rol que, a pesar de ser muy importante, mantiene su carácter
114
la cooperación internacional en la encrucijada
instrumental y subyugado a otros nes. En efecto, ella es evocada bajo la forma de la serie
de actividades que han de llevarse a cabo con el auxilio de los socios/aliados, para organizar
precavidamente, y en función disuasiva, aquellos medios y medidas de la guerra limitada,
regulada y legítima, que es pensada como el solo remedio para acabar con el destructivo
estado considerado inherente a la humana índole: su versión total y generalizada, en la
cual todos conigen todo el tiempo contra todos para todo. También en el caso, entonces, de
la sociedad civilmente constituida, la cooperación es “empresa” y sistema de prácticas secun-
darias, ya que interviene después, y para implementar y servir las implicaciones, de un
acto primario que, en cambio, es de naturaleza bélico-política y prerrogativa del ejercicio
soberano: la denición, elección e individuación de enemigos presentes en el escenario so-
cial e internacional. El intento y el efecto consisten en reorganizar el conicto inextirpable
alrededor de reducidas, pero intensicadas, líneas de enemistad oportunamente individua-
das, escogidas y recreadas dentro de la sociedad, aptas a fraccionar, a simplicar y a hacer
gobernable la guerra y, con ella, simultáneamente, el mismo cuerpo de la humanidad. De
hecho, cabe notar como, dentro de este marco, es solo secundaria y residualmente que
interviene la denición y la identicación no solamente de los “aliados” de esta forma civi-
lizada de guerra, sino también y sobre todo de los amigos. Éstos aparecen y resultan como
el resto de los procesos primarios anteriormente descritos, y, por ende, son concebidos
como los meros ejecutores de formas de cooperación que, en su esencia, son puramente
negativas: pues, en denitiva, concretamente organizadas y nalizadas a la efectiva nega-
ción de la gura del enemigo común.
En resumidas cuentas, dentro de este paradigma, la variable independiente, y el factor
subyacente a toda actividad de la cual consiste su funcionamiento, es la guerra: ahora con-
cebida en la forma de la universal competencia determinada por el voraz apetito egoísta
radicado y respaldado por el derecho natural de todos a todo; ahora en la manifestación
de los conictos organizados entre las “civiles” entidades colectivas, encauzados dentro
precisos ejes deliberados. Mientras que la paz, en este mismo modelo, se vuelve casi un
puro accidente, puntual, inestable y efímero, que interviene a suspender excepcionalmente,
en el espacio y en el tiempo, tal consistencia y pregnancia totalizante de la guerra desple-
gada en todas sus posibles declinaciones (general o limitada, efectiva o amenazada, mili-
tar o económica, etc.). Al respecto, muy ecaz es la expresión del concepto por parte del
mismo lósofo: “El tiempo restante [de la guerra] es la paz” (Hobbes, 1642 [2010]: 137).
La paz, en última instancia, dentro de este esquema no es más que el efecto de la acción
más o menos directamente violenta que algunas fuerzas ejercen ecazmente sobre, y a
costa de, otras existentes fuerzas, y que consiste más bien de una forma de pacicación, que
es el efecto de la efectiva imposibilidad de su impugnación.
Fuera de todo esencialismo, nosotros no consideramos que los dos enfoques que
aquí hemos resumidamente analizado deban representar –como, sin embargo, en las
115
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
interpretaciones corrientes, por lo general, pasa– opciones absolutamente alternativas
que se disputan una verdad antropológica supuestamente unívoca e indivisible, entre las
cuales, entonces, habría que escoger de forma exclusiva. Más bien, desde nuestra pers-
pectiva, estos dos paradigmas reejan y describen actitudes y pautas de organización de
la vida social y política, civil e internacional, que son desde luego verídicas en ambos ca-
sos, y que por lo regular describen condiciones reales absolutamente coexistentes e in-
cluso compatibles y entre ellas complementares. Efectivamente, estos diferentes sistemas
de actitudes y pautas resultan primar o encogerse, resplandecer o decaer, en función de
las distintas fases o contextos sociales y geográcos sobre los cuales detengamos la aten-
ción. Entonces, si esa condición de diferenciación es normalmente siempre posible en
la realidad y, por consiguiente, ciertamente registrable y vericable mirando a ella con
los adecuados instrumentos cognoscitivos, ahora, para nuestros nes, hay que denir su
función desde el punto de vista más directamente anclado en las postulaciones y en el
marco teórico-analítico orientados al estudio del sistema mundo. Primeramente, al res-
pecto, hay que destacar como, en términos estructurales e históricos, los fenómenos de
relativa prevalencia u ocaso, contingente o general, de uno u otro de aquellos paradigmas
de actuación e interacción social, antes que de lectura de los procesos colectivos, depen-
dan de las mismas lógica y mecánica que caracterizan y determinan el funcionamiento
del conjunto de elementos y articulaciones del cual consiste el mismo sistema mundo.
Eso es sobre todo cierto con referencia a la condición contemporánea y, en particular, a
los niveles de globalización e interconexión técnica que los procesos sociales, en nuestro
tiempo, han efectivamente alcanzado, los cuales no representan un dado simplemente
circunstancial. Más bien, ellos constituyen, en primer lugar, el resultado de la aceleración
e intensicación que, sobre todo a partir del siglo XX, el proceso de incesante cambio y
desarrollo tecnológico ha adquirido, cuyos reejos, efectos y profundas mutaciones han
caracterizado y afectado, en buena medida, la forma y la sustancia no solamente de la vida
cotidiana de los individuos y de las costumbres sociales, sino también las de la dimensión
político-institucional y de las relaciones internacionales. El impacto de este fenómeno ha
sido tan importante que “el historiador debe tomar [de vez en vez] en cuenta”, y ponderar
adecuadamente, el diferente peso cobrado por el “ ‘factor tiempo’ dentro de la vida políti-
ca” en general, así como el consiguiente “proceso de aceleración y de interdependencia de
la vida internacional” (Di Nolfo, 2000, XII-XIII. Traducción propia). En segundo lugar, y
más en general, hay que considerar cómo los nuevos niveles de globalización e interco-
nexión técnica que caracterizan la dialéctica de los actuales procesos sociales, representan
el corolario cumulativo de las diferentes vicisitudes y travesías por, y a través de, las cuales
históricamente ha pasado, transformándose y evolucionando, la estructura del sistema
mundo. En particular, seg ún Giovanni Arrighi y Beverly J. Silver, ésta v ive de una sucesión
de ciclos hegemónicos de acumulación, cada uno de los cuales
116
la cooperación internacional en la encrucijada
diere del anterior en dos aspectos principales: la mayor concentración de recursos organi-
zativos a disposición del Estado hegemónico, comparada con la de su predecesor, y el mayor
volumen y densidad dinámica del sistema reorganizado por el nuevo Estado hegemónico
(1999, [2001]: 41).
Podemos decir, entonces, que el impresionante desarrollo tecnológico que ha acom-
pañado la intensicación de las transformaciones de la vida política social e internacio-
nal especialmente en el último siglo y medio, matizada por Ennio Di Nolfo, es al mismo
tiempo la causa y el efecto del aumento conjunto de estos principales aspectos, que se ha
desplegado a lo largo de la evolución de la estructura del sistema mundo. Por un lado, el
crecimiento del volumen y de la densidad dinámica de los factores y de las interacciones
de las que el sistema vive; y, por el otro, la acentuación de la concentración en las dispo-
nibilidades de un mismo actor, o conjunto de actores, a nivel internacional, de las habili-
dades útiles al gobierno del sistema mismo. A tal propósito, se note de paso como propio
la combinación de esos elementos aquí subrayados, tenga implicaciones muy relevantes
no solamente en el plano real y directamente concerniente nuestro objeto social de estu-
dio; sino también de naturaleza teórica y epistemológica, en la medida en que su efecto
consiste: por un lado, sí, en hacer “cada vez más problemática” la repetición efectiva de los
esquemas de “reproducción del modelo” de concreto funcionamiento y transformación
del sistema; pero, por otro lado y al mismo tiempo, también en socavar nuestra capacidad
de reducción del “grado de indeterminación […] distintivo de los cambios sistémicos”
(ídem: 41-42) y, por ende, nuestra habilidad de orientarnos en el presente haciendo refe-
rencia al conocimiento de aquel modelo.
La calicación que hemos propuesto arriba del nexo entre los paradigmas respectiva-
mente de la cooperación y de la conictividad –no como opciones mutuamente exclu-
yentes, sino como conjuntos de mecanismos y conguraciones relacionales estrecha y di-
námicamente interconectadas–, encuentra un interesante y procuo terreno de ejercicio
y de aplicación en algunos aspectos teóricos elaborados por Giovanni Arrighi. Concen-
trémonos, en particular, en las páginas en las cuales el sociólogo italiano explicita, dene
y caracteriza –en comparación y contraste con respecto al esquema precedentemente
esbozado por Immanuel Wallerstein– su propia concepción del movimiento, y de los
móviles del movimiento, de los ciclos sistémicos de acumulación. A tal propósito, Arrighi
recalca dos principales factores distintivos de su propio modelo, consistentes especial-
mente en: la identicación del origen endógeno de los cambios que animan e impulsan los
ciclos y su sucesión; y la comprobación del impacto evolutivo (ya subrayado arriba) que
esas transformaciones producen sobre la conformación sistémica.
Eso emerge muy claramente sobre todo en la siguiente página, en la cual Arrighi y Sil-
ver reconstruyen el mecanismo, y sostienen el concepto, según el cual: todas “las expan-
siones sistémicas […] tienden a socavar” las mismas estructuras hegemónicas particula-
117
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
res dentro de las cuales “están inmersas”, justamente porque es desgastando los recursos
y la fuerza de éstas que aquellas se sustentan y fortalecen (1999: 36). Eso es debido a esta
misma contradicción fundamental que los movimientos de expansión sistémica, expre-
sándose, no solamente agotan los engranajes de su motor interno –las articulaciones y
los impulsos hegemónicos que los habían empujado–, sino que también se resuelvan en
condiciones de inestabilidad y crisis para el sistema entero así ensanchado. El caso es que
“las situaciones hegemónicas” son denidas por “dos tipos diferentes de liderazgo […]
conjuntamente” que, desenvolviéndose al mismo tiempo e interactuando, van estable-
ciendo, promoviendo y consumiendo una crucial discordancia. El primero de los dos
tipos de liderazgo es la capacidad propia del sujeto hegemónico de impulsar la “reorga-
nización” expansiva del sistema proporcionándole “una división del trabajo y una espe-
cialización de funciones más amplia o profunda”; mientras que el segundo consiste en su
habilidad de suscitar el espíritu de “emulación” en muchos otros sujetos internacionales
que les “proporciona […] el impulso motivacional necesario para movilizar las energías
y recursos precisos para [contribuir a] la expansión”. Ahora, el punto que hay que subrayar
es la persistencia del estado de constante tensión intercurrente entre los precipuos efectos
y tendencias procedentes del ejercicio de esos dos tipos de liderazgo. De hecho,
para alcanzar una ampliación y profundización de la división del trabajo y de la especialización de
funciones se hace necesaria la cooperación entre las unidades del sistema, mientras que la emula-
ción se basa en la competencia entre ellas y la promueve (Arrighi y Silver, 1999: 36).
En realidad, argumentan los autores, la emulación sirve inicialmente en cuanto factor
propulsor de la expansión sistémica, y se desarrolla y opera a través de los nudos de un en-
tramado de relaciones “predominantemente cooperativo”. Lo que progresivamente ocu-
rre, sin embargo, es que los mismos movimientos de expansión incrementan importantes
coecientes que son “el número de unidades socialmente relevantes que interactúan en
el [sistema] y el número, variedad y velocidad de las transacciones que las vinculan entre
sí”. La conclusión es que
Con el tiempo, este incremento en el volumen y densidad dinámica del sistema tiende a inten-
sicar la competencia entre las unidades que lo componen más allá de las capacidades regula-
doras de las instituciones existentes. Cuando esto ocurre vuelve a predominar la tiranía de las
pequeñas decisiones, el poder del Estado hegemónico experimenta un declive, y se inicia una
crisis hegemónica (Arrighi y Silver, 1999 [2001]: 36).
En denitiva, de acuerdo con el articulado esquema de contradicciones dinámicas y
productivas aquí delineado, el movimiento de articulación diferencial de las distintas partes
del sistema estimula y aumenta la tasa cooperativa entre sus diferentes actores. Eso con-
118
la cooperación internacional en la encrucijada
lleva también la estimulación y la difusión de actitudes de emulación entre esos sujetos,
las cuales: si inicialmente se revelan ser el producto de, la expresión misma de, y un fac-
tor de ulterior impulso a, la cooperación sistémica; sin embargo, antes o después –y más
precisamente cuando para aquellos se reduzca signicativamente, en términos relativos o
absolutos, la disponibilidad de los recursos más importantes para su propia supervivencia
y para la reproducción ampliada del sistema– empiezan a engendrar y a exasperar relacio-
nes de reciproca competencia más y más tensas, hasta consolidarlas en un régimen o para-
digma de interacción generalizado estructuralmente conictivo, que se vuelve estándar y
globalmente preponderante. (Algo que nos recuerda, en forma de transeúnte fase histó-
rica, las condiciones de guerra de todos contra todos para todo absolutizadas por Hobbes).
En denitiva, es el mismo mecanismo exitoso de expansión basado en la propuesta coo-
perativa especíca de cada particular modelo hegemónico, lo que determina, junto con
su propia crisis, también el impasse del sistema, y hasta el traumático encogimiento de su
estructura, correspondiente a su derrumbe, solitamente por vías bélicas; que, sin embargo,
representa no solamente una etapa temporánea, sino también y sobre todo un transcur-
so funcionalmente esencial para el desarrollo dinámico del orden del entero sistema, así
como para el funcionamiento lógico de su esquema de comprensión. Pues, de hecho la
guerra, en cuanto extrema extensión lógica y práctica de la crisis, dentro de este esquema,
es un terrible y trágico “momento” regenerador, en la medida en que consigue acelerar el
proceso extinción de la fase de morboso interregno que caracteriza toda transición “his-
tórica” políticamente relevante, o toda transición “política” históricamente tal. Signica-
tivamente Arrighi, en este aspecto, se inspira en la densísima página de reexiones que
Antonio Gramsci, desde la cárcel, en 1930, ha dedicado a esos temas –y que, no acaso,
está concentrada en uno de los párrafos, el 34– de la recurrente serie titulada “Pasado y
presente” entre sus notas. En esa página, el objeto de especulación es el reconocimiento de
la relación existente entre dos aspectos –comúnmente no adecuadamente reconocidos,
distinguidos y recíprocamente conectados–, de “la crisis moderna”: es decir, de aquella
peculiar consistencia que las crisis sociales e históricas adquieren en la modernidad ca-
racterizada por la vigencia del modo de producción capitalista. Los dos aspectos son, res-
pectivamente: aquel que en ciertos círculos es “deplorado como oleada de materialismo”,
por un lado; y su complemento político-cultural, por el otro, consistente “de lo que se
llama crisis de autoridad”. Con ese segundo elemento, Gramsci se reere, más articulada-
mente, a aquella circunstancia en la cual “la clase dominante ha perdido el consenso” que
normalmente le brindaban “las grandes masas”, determinada por el hecho de que éstas,
imprevistamente, “se apartan de las ideologías tradicionales, dejan de creer en lo que antes
creían etc.. Eso provoca el desgarramiento del velo de apariencias que permitía la ocupa-
ción de una posición hegemónica por parte de la clase (o sujeto) dominante, haciendo
asimismo que ésta efectivamente “ya no sea ‘dirigente’, sino únicamente ‘dominante’, de-
tentora de la mera fuerza coercitiva» hacia los demás grupos sociales dominados.
119
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
La crisis, entonces, no es “simplemente” un hecho material, ni se consume en una
ruptura subitánea tampoco; más bien, es un complejo mecanismo dramáticamente desleído
en tiempo, protagonizado también por formas políticas y cultural-intelectivas que, habien-
do perdido su anclaje con la substancial real y social de la cual habían surgido, tienden
a desmembrarse y a corromperse peligrosamente antes de desaparecer en diferido. Todo eso
signica y expresa el famoso enunciado en el cual Gramsci arma que: “La crisis consis-
te precisamente en que lo viejo muere cuando lo nuevo no puede todavía nacer: en ese
interregno ocurren los fenómenos morbosos más variados” (1930 [1975]: 312). Desde
nuestra perspectiva, esa formulación nos parece marcadamente más enigmática de cuan-
to solitamente no se note, siendo la elección de los términos hecha por el autor, abierta a
una interpretación más inquietante y trágica de su concepto. De hecho, aquí lo que es evo -
cado no es solamente un vacío de poder “legitimado” (que es otra forma de denir la cues-
tión de la autoridad, con referencia a la cual se había abierto el párrafo), sino también el
riesgo de un vacío de vida en la medida en que Gramsci metafóricamente se apela a la sub-
sistencia de un interregno de la absoluta negación. En efecto, la forma indicativa presente por
él utilizada para expresar el proceso de decaimiento de “lo viejo” (“il vecchio muore” en su
versión original), deja posible la interpretación de un “pasado” que puntualmente, ahora,
acaba de morirse ya, pero malversando, extenuando y arrastrando consigo en la nada, toda
oportunidad para que “lo nuevo” pueda efectivamente nacer en algún momento futuro,
ya que –atrapado en la formulación original, que dice: “il nuovo non può nascere– no ha ya
nacido aún, ni nace ya ahora. Esa interpretación es evidentemente estimulada e inducida
por la condición política y geopolítica actual, caracterizada por un lado por las perspecti-
vas ya marcadas por el perl literalmente suicida –según William McNeill (1982)– que
el poder destructivo humano ha alcanzado a partir del desarrollo y del empleo directo o
indirecto de los explosivos atómico-nucleares; y por el otro por aquella más contingente
anomalía que, sin embargo, distingue marcadamente nuestro tiempo, y el estado contem-
poráneo del sistema mundo, como excepcional y único a lo largo de la entera historia
del capitalismo. Como Arrighi ha evidenciado en repetidas ocasiones (1994; 2009), tal
anomalía consiste en especíco de la bifurcación que ha madurado, a escala planetaria,
sobre todo en, o a partir de, los años ochenta, entre el poder militar y el poder económico.
El primero se ha quedado enormemente concentrado en el sujeto aún dominante, pero
ya post-hegemónico, que son los Estados Unidos, en una medida absolutamente inédita
a lo largo de la entera historia de la humanidad; mientras que el segundo se ha progresi-
vamente desplazado y concentrado en Asia oriental, y principalmente en China, como
efecto de dos estrategias convergentes: por un lado, aquella orquestada por las burguesías
occidentales en reacción a las crisis sociales, políticas y de acumulación de capital ocu-
rridas entre los años sesenta y setenta, que se ha expresado en los radicales procesos de
restructuración, en estilo “contrarreforma”, de la división internacional del trabajo y de las
cadenas del valor; por el otro, en cambio, la estrategia de la clase dirigente comunista de
120
la cooperación internacional en la encrucijada
la República popular de China, la cual, después de haber fundado, durante las primeras
décadas posteriores a la exitosa revolución, su constitución material sobre el posiciona-
miento externo a la estructura de la economía-mundo construida y hegemonizada por
los occidentales (Sivini 2022), ha creado, dentro de su propia arquitectura político-nanciera,
espacios para la atracción y la gestión controlada de los capitales de los inversionistas ex-
tranjeros. Como justamente no deja de notar Arrighi, la situación resultante de estas dos
estrategias es altamente crítica e implica perspectivas de transformaciones sistémicas
nunca exploradas hasta ahora. En sus palabras:
It has deprived the West of one of the two most important ingredients of its fortunes over the
preceding ve hundred years: control over surplus capital. Equally important, if China or East
Asia were to become hegemonic in the future, it would be a very dierent type of hegemony
than the Western ty pe of the past ve hundred years (Arrighi, 2009: 380).
Con base en la precisa conciencia de este complejo estado del sistema mundo con-
temporáneo, y de tal condición de bifurcación tan peculiar, el sociólogo italiano dene
como sigue las tres direcciones que la historia podría tomar:
e United States and its European allies might aempt to use their military superiority to
extract a “protection pay ment” from the emerging capitalist centers of East Asia. If the aempt
succeeded, the rst truly global empire in world history might come into existence. If no such
aempt was made, or if it was made but did not succeed, over time East Asia might have be-
come the center of a world market society buressed, not by superior military power as in the
past, but by the mutual respect of the world’s cultures and civilizations. It was nonetheless also
possible that the bifurcation would result in endless worldwide chaos. As I put it then, para-
phrasing Joseph Schumpeter, before humanity chokes (or basks) in the dungeon (or paradi-
se) of a Western-centered global empire or of an East Asian-centered world-market society, “it
might well burn up in the horrors (or glories) of the escalating violence that has accompanied
the liquidation of the Cold War world order.” (ídem: 381).
La condición de posibilidad de armación de la primera perspectiva requeriría la efec-
tiva disponibilidad o el desarrollo, por parte de los centros de acumulación y de poder
occidentales, de una capacidad de control “over the most prolic sources of world surplus ca-
pital-sources which are now located in East Asia. Creemos que las fuerzas que han inspirado y
llevado adelante el notorio “Project for a New American Century” sobre todo en los prime-
ros lustros del nuevo milenio, han apostado especialmente sobre un factor complementar
al extraordinario poderío estadunidense en los campos estratégicos militar y nanciero: la
difusión global del uso, y especialmente la difusión del control global del uso, de aquellos
dispositivos electrónico-digitales de comunicación, interconexión, intermediación, absor-
121
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
ción, acumulación, gestión y signicación de todo tipo de datos y experiencias individuales
y colectivos en todo el mundo, vinculados a la tecnología de origen militar que es internet y
al gran rol desempeñado por las grandes corporaciones privadas estadounidenses del sector
en desarrollar el capitalismo de la vigilancia (Zubo 2019). El proyecto consistía en: ampliar
esa red tan fuertemente implicada con las perspectivas estratégicas del Pentágono y del capi-
talismo estadounidense, hasta alcanzar todos los intersticios y rincones del mundo; atrapar
en ella literalmente toda la sustancia humana del mundo, subiéndola en esa nueva dimensión,
y substrayéndolas así, por ende, a sus vínculos afectivos, sociales, culturales, económicos, po-
líticos, jurídicos, etc. preexistentes y ya organizados por otros Estados. Justamente la postura
de oposición y resistencia estratégica a ese proyecto adoptada por parte de algunos países
considerados enemigos por Estados Unidos, ha determinado el fracaso de la perspectiva
orientada hacia la creación de la pesadilla de un “truly global world-empire” con su centro fuer-
temente arraigado en Washington. Extendiendo algunas de las cruciales categorías elabo-
radas por Giorgio Agamben (1995) a ese diferente plan de análisis, podríamos decir que
Estados Unidos, a lo largo de los últimos años, ha tratado de sobrepasar ese obstáculo reor-
ganizando los objetivos, los principios y los métodos de ese mismo proyecto de alcance “im-
perial”, poniendo fuertemente el acento sobre la dimensión global –es decir, supra y transna-
cional– de algunas cuestiones estratégicas y de su propia concepción de las soluciones. En
particular, eso se está manifestando sobre todo: por un lado, en el proceso de construcción
históricamente determinado de las cuestiones biopolíticas y ahora ecopolíticas de la “salud”
sea de la vida desnuda de los meros “cuerpos” individuales de los “ciudadanos” de todos los
países del mundo (es decir, desconsiderando la jurisdicciones “nacionales”), sea del clima
desnudo –podríamos, por similitud, decir– del planeta entero; proceso que, por el otro lado,
se acompaña a la elaboración de mecanismos más y más violentos y sutiles de imposición
autoritaria y despótica de las particulares soluciones políticas y comerciales –como hemos
visto, vivido y sufrido en ocasión de la así llamada pandemia de Covid-19– inspiradas en las
visiones (y en los costosos productos) de la tecno-ciencia con base en las más inuyentes
corporaciones del capitalismo estadounidense y occidental y en los intereses del Pentágono.
También la segunda de las perspectivas hipotetizadas por Arrighi –la de un sistema
mundo no capitalista, sino basado en una verdadera economía de mercado, con centro en
China y respaldo ofrecido no por su superioridad militar, sino que por el establecimiento
de un paradigma cooperativo y multilateral reforzado por el respeto de todas las partes in-
volucradas– parece haber perdido y estar perdiendo verosimilitud en comparación con el
estado del mundo en el momento de su formalización. Eso porque, a pesar de los exitosos
esfuerzos de China de volverse sujeto promotor y garante de ese tipo de estructura y pau-
tas relacionales en muchos y crecientes sectores del escenario internacional –produciendo
toda una serie de instituciones para el desarrollo de políticas y prácticas multilaterales, efec-
tivamente orientadas al perseguimiento del mutuo benecio–, mientras tanto no se ha para
nada reducido, sino que más bien ha notablemente aumentado, la voluntad de los Estados
122
la cooperación internacional en la encrucijada
Unidos de mantener y de utilizar con creces, y en sus trágicas variadas formas, su absoluta
predominancia militar. A partir de la primera administración del presidente Barack Obama,
el valor central y estratégico de ese factor ha emergido aún más claramente, aunque –o jus-
tamente en razón de que– los métodos de su empleo y desenvolvimiento se hayan hecho
más indirectos y perversamente ingeniosos, como demuestran los casos recientes de guerras
(híbridas y no convencionales, motivadas por nes geopolíticos y geoeconómicos a la vez)
combatidas con otros medios: por un lado, la guerra (social y global) al virus –otra vez–; y por
el otro la guerra combatida literalmente con los medios de los otros, que en el caso más recientes
son las vidas y las perspectivas materiales e inmateriales de vida de los ucranios, de los rusos
y de lo europeos (y pronto, quizás, de los chinos y de los taiwaneses). Hay que reconocer
como ambas guerras son episodios que pertenecen, continuándola, a la más larga serie béli-
ca inaugurada por los Estados Unidos en los años noventa –la década que, ideológicamente,
algunos habían denido como caracterizada por una supuesta “ huelga de los eventos” como
prontamente se había dado cuenta Jean Baudrillard (2001)– con las guerras humanitarias,
y para la exportación de la democracia, y para la lucha en contra del así llamado terrorismo
global islamista. Sobre todo en los últimos años, esa cadena de eventos se ha transformado
en una máquina para la producción continua, y ex tendida al nivel mundial, de caricaturescas,
pero ecaces, guras de la enemistad total, aunadas alrededor de un polo fantasmagórico del
mal absoluto en contra del cual apiñar una opinión pública traumada y obsesionada por los
temas de seguridad, que, si no expresa un verdadero y persuadido consenso hacia las fuer-
zas dominantes, empero acaba con apoyar sus sucias medidas y actuaciones, ya que éstas
se dejan calicar en relación con la supuesta ínma calidad moral de sus grotescos “rivales”,
en vez que por sus propios principios, criterios, métodos y consecuencias. Ese mecanismo,
animado por el sujeto post-hegemónico decadente pero dominante, ha ido alcanzado una
magnitud más y más global a lo largo de los últimos años, tanto que hoy llega a congurar en
las distintas esferas públicas de los principales países arrastrados por aquél o que a aquello
contribuyen activamente, un escenario geopolítico y hasta moral tendencialmente biparti-
do entre los dos sectores –que resultan intercambiables según el punto de vista– del bien
y del mal. Aparentemente, habría que considerar ese paradójico porque disfuncional a los
mismos intereses estadunidenses que, a lo largo de las últimas décadas, se han dispendiosa-
mente empeñado en la exportación y la imposición, inclusive manu militari, por casi todos
los rincones del mundo, del paradigma idealmente orientado a la cooperación universal, que
concretamente se ha encarnado en el fenómeno de la globalización neoliberal. Sin embargo,
el punto es que la serie de eventos a los cuales nos estamos enfrentando, no son la expre-
sión de una voluntad de gestión ordinaria, si bien confusa, de las estructuras y condiciones
existentes. Sino más bien, corresponden a los actos procedentes de una intención estratégica
de ruptura del nuevo nudo de Gordio (cfr. Jünger y Schmi, 1953 [2023]) por parte del suje-
to que parece resuelto a resistirse violentamente y utilizando todos los medios disponibles,
para no perder su posición dominante y para no compartirla con los representantes de los
123
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
pueblos que han protagonizado los más interesantes, y claramente siempre controvertidos
e imperfectos, trayectos de emancipación y desarrollo del último siglo y quizás de la entera
historia del capitalismo. Esa decisión estratégica, solo intuida por Arrighi que ha fallecido
antes de poder atestiguarla, podría ser entonces calicada –como él ha hecho en los textos
más relevantes escritos en sus últimos años de vida– como la expresión de un absurdo caso
nihilista de suicidio (suicidio-homicidio, matizaríamos nosotros) por parte una superpotencia
(cfr. Arrighi, 2007: 2009, 384).
Y sin embargo, la opción norteamericana claramente orientada hacia la imposición a
escala planetaria de la lógica del enfrentamiento constante, de la incesante proliferación
de enemistades y, en denitiva, del paradigma de la guerra omnipresente, es productiva
de precisos patrones de restructuración del sistema mundo que terminan con hacer de
la tercera de las perspectivas hipotetizadas ya en los años noventa por Arrighi –aquella
consistente en el desenvolvimiento de una prolongada fase de caos sistémico– la más verosí-
mil, y de hecho ya ampliamente desplegada en nuestra actualidad, con creces. Altamente
signicativo a tal respecto son los procesos de relevante redenición y hasta de rmes
revocaciones de la lógica de la globalización para importantes sectores económico-nan-
cieros y cruciales lieras productivas y comerciales. Estamos observando la armación
unilateral por parte de Estados Unidos, y con efecto de fuerte vinculación también para
las correspondientes políticas de sus aliados, por un lado, del iend-shoring –promovido
por Janet Yellen (secretaria del Tesoro en carga) como nuevo patrón de rearticulación
de la división internacional del trabajo– y, por el otro, de un contra-movimiento com-
plementar al anterior, de enmity-shoring, consistente de la teoría hipertróca de las san-
ciones internacionales –que, cada vez más arbitrarias y despóticas, son impuestas a pses
declarados como rivales y a particulares empresas extranjeras consideradas hostiles, ge-
neralmente utilizando pretextos o circunstancias contingentes. Conjuntamente estas dos
instancias implican y signican la inopinada decisión del sujeto dominante de imponer
globalmente la prevalencia y la fuerza prescriptiva del criterio bélico propio de lo (geo)-
político’ –que, como nos ha ensañado Carl Schmi (1932), es el campo marcado por la
distinción fundamental entre el enemigo y el amigo (enemy y iend en inglés, justamente)–
y hasta de la “moral” –la blanquinegra partición entre el bien y el mal–, encima del criterio
cooperativo típico de lo económico –bien en el sentido de la antigua Grecia, que lo concebía
como el arte del arreglo de la casa (respectivamente del griego nomos y oikos), bien en el
sentido de la economía clásica que, en cambio, para su denición, hacía hincapié sobre la
distinción entre lo útil y lo dañino. Es decir que el episteme de nuestro tiempo está transi-
tando –sin que realmente tengamos suciente conciencia cientíca, intelectual y política
de ello– de la residual preeminencia del paradigma aristotélico al predominio del cupo y
trágico paradigma hobbesiano, dentro del cual –como hemos visto en la primera parte de
este ensayo– la dimensión cooperativa ciertamente no desaparece, pero sí pierde toda ca-
pacidad de autonomía –o sea, la posibilidad de sus sujetos de jar sus propios nes y métodos
124
la cooperación internacional en la encrucijada
concordemente a sus propios valores–, volviéndose, en cambio, desgraciado instrumento
para el cínico perseguimiento y obtención de principios y objetivos ajenos o inclusive
opuestos a los propios– como es el caso emblemático del fenómeno bifronte de la coope-
ración militar y de la militarización de la cooperación (Buscema, 2022).
La implementación de esa estrategia, empero, está destinada a minar progresivamente
la residual carga hegemónica del sujeto dominante, activando así un sinfín de remolinos de
ulterior degeneración y decadencia, destinados a retroalimentarse por inercia y a arrastrar
dentro de un inmenso círculo vicioso de tensiones y de mutua conictividad un número
creciente de relevantes actores. Ese mecanismo “objetivo” y complexo que, como hemos
dicho, para ser la desesperada opción “subjetiva” hacia la cual está decididamente apun-
tando la estrategia geopolítica de Estados Unidos, mientras suspende y prolonga inde-
nidamente su propia suerte de ruinas, captura y conna los destinos del mundo dentro de
esta jaula de desorden, tragedia y guerra a baja intensidad, supuestamente controlada. Eso
porque la ocasión de paradójica perpetuación del estado de excepción (Agamben, 2020) ofre-
cida por esa tipología de guerra (de la cual el gobierno de la así llamada “pandemia” ha sido
un agrante laboratorio y ejemplo), es insustituible por efectividad, ecacia y eciencia, en
la medida en que permite legitimar más ágilmente, frente al juicio altamente maleable de
la opinión pública interna y externa, la toma de determinaciones extraordinarias, impopu-
lares y socialmente muy costosas, así como el utilizar medios “urgentes” y violentos para
adquirir ciertos objetivos materiales o inmateriales considerados estratégicos.
De una siquiera rápida comparación del iend-shoring estadounidense con las pers-
pectivas abiertas por el proyecto chino denominado Nueva Ruta de la Seda, emerge muy
claramente la diferencia substancial de la naturaleza política de estos dos ejes estratégicos.
En el primer caso –como hemos visto– nos encontramos frente al principal instrumento
Norte-Atlántico de rápida y excluyente reconguración de las cadenas mundiales del valor
según criterios ya no propiamente económicos (ventajoso versus desventajoso), sino que
eminentemente político-morales (interlocutor aliado versus desconado) y hasta estra-
tégico-militares (amigo versus enemigo). Mientras que en el segundo, la Nueva Ruta de la
Seda representa un proyecto incluyente de jación material e inmaterial de una gigantesca
red logística e infraestructural de cooperación virtualmente universal, e integrada a nivel
mundial, que, detrás del impulso protagonizado por la República Popular China, encuen-
tra el exitoso apoyo de sus más rmes aliados y de un creciente número de otros países. Es
precisamente a esta manifestación “inquietante” del regenerado y recobrado protagonis-
mo oriental que el iend-shoring, y sus más concretas y variadas declinaciones, responden
y se contraponen, revocando abruptamente el principio inspirador de la estructura de la
globalización de los mercados que, anteriormente, las mismas élites occidentales habían
impuesto prácticamente en todo el mundo, hasta utilizando la fuerza, siempre llevadas por
sus propios exclusivos intereses contingentes. Este cambio repentino de las reglas del juego
fundamentales decidido por los vértices de las principales organizaciones de articulación
125
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
del poder mundial, representa simbólicamente, y por cierto muy concretamente, un acto
–podríamos decir parafraseando– de anticipación de la guerra por otros medios.
La fortísima probabilidad de realización y la verosimilitud ya actual de aquella tercera
hipótesis ahondan sus raíces también en el articulado mecanismo peculiar que los Estados
Unidos se han especializado en montar, implementar y perfeccionar a lo largo de las últimas
décadas. Nos referimos en particular a lo que Qiao Liang, a través de sus investigaciones
(2021), más ecaz y sistemáticamente que otros, ha reconstruido y denido como el circui-
to militar-monetario a través del cual se ha ido armando la “distintiva” forma de civilización,
basada especícamente en el ejercicio metódico del saqueo nanciero, promovida por el impe-
rio estadunidense. Este circuito es el resultado de las profundas reformas innovadoras que,
personajes como Robert McNamara, en reacción a la tormentosa derrota vietnamita, han
emprendido dentro de la estructura de las fuerzas armadas estadounidenses, y en su relación
con, y posición adentro de, la sociedad norteamericana y global (Internet es el “perfecto
emblema de sus estratég icos resultados). Más en detalle, este circuito es el efecto de la “origi-
nal” combinación realizada, y del sinérgico coordinamiento establecido, para orientar el uso
y el gobierno de los principales instrumentos (restantes) de movimiento y acción que los
Estados Unidos poseen (o le han quedado) en el escenario internacional. Éstos son, precisa-
mente, las divisas del dólar y de las fuerzas armadas, empleadas simbióticamente para reg ular
y optimizar el funcionamiento de la compleja máquina hidráulica que echa, desvía, absorbe
y retira gigantescos ujos de liquidez monetaria capaces de impregnarse y de enriquecerse
de todos los valores del mundo, para luego aglomerarse y conuir metódicamente en el cen-
tro de acumulación nanciera coordinados por New York y Washington.
Lo que ha ocurrido, y que sigue ocurriendo, entonces, según esta perspectiva, es que el
actor declinante ha aprovechado del típico efecto (que Arrighi ha llamado) de “reación”
del poder –es decir, de aquel fenómeno “político” de temporal revitalización del sujeto
dominante originado por el mecanismo económico de completa transición de la fase de
expansión material (D-M) a la fase de expansión nanciera (M-D y D-D’) que favorece
el aujo de ingentes recursos monetarios en el viejo centro del sistema– para invertir en
la organización de nuevos dispositivos de captura estratégica. El punto es que si bien, por
un lado, es cierto que éstos se estén revelando absolutamente inidóneos respecto a la ávida
ambición de reconstituir, a nivel global, una verdadera y adecuada hegemonía, sucien-
temente ecaz e incuestionada, como para activar un renovado movimiento ascendente
en la trayectoria que dibuja la línea del arco del imperio norteamericano; por otro lado, sin
embargo, es evidente como estos mismos dispositivos se estén demostrando capaces por
lo menos de contrastar y suspender durante un tiempo que se pregura como indenida-
mente largo, el desenvolvimiento de las dos simultáneas trayectorias que están animan-
do las convulsas transformaciones sistémicas corrientes: respectivamente la ascendente
–protagonizada por la agrupación internacional centrada en Pequín– y la descendiente
–evidentemente sufrida por la coalición occidental. Esto implica, para las élites que tratan
126
la cooperación internacional en la encrucijada
de gobernar y de encauzar por estas pautas este proceso, no solamente de permanecer en
condiciones de privilegio durante un periodo más largo aún, utilizando la táctica de perpe-
tuación del estado de caos sistémico para socavar cualquier proyecto o germen de un alter-
nativo criterio de orden sensato, procedente de los demás sujetos sociales e internacionales
que animan el escenario mundial, y que resulte concurrente, incompatible o antagonista
respecto a la condición del propio dominio global; sino también y sobre todo la apertura
de posibilidad de aprovechar de ese lapso temporal violentamente arrancado a la historia
y ávidamente adjunto al ciclo de los ciclos hegemónicos occidentales, para inventar algún nue-
vo dispositivo o expediente capaz de reconstituir una nueva hegemonía o un aparato de
dominación duraderamente inexpugnable e irrevocable. Cómplice de ese proyecto es la
complejidad procedente de la articulada e ingobernable interconexión que las vicisitudes
del capitalismo han creado entre de la realidad social, histórica e inclusive natural, y los
factores de desorden que más o menos autónomamente este entramado proporciona para
favorecer las intenciones de multiplicación del caos y, con ello, las oportunidades de legiti-
mación de la oferta de soluciones de orden por parte del actor dominante a escala global.
En denitiva, el extremado desequilibrio en la estructura de poder mundial, proceden-
te sobre todo de la asombrosa concentración de fuerza militar destructiva en las manos del
sujeto post-hegemónico y declinante, expone entonces a toda la humanidad no solamente
al riesgo de una perspectiva de prolongación sin n de una dramática condición semibé-
lica de caos sistémicos, sino también a la elevada probabilidad –que en estas situaciones
se multiplican– de que por azar, un accidente, determine trágicamente los destinos del
planeta. Dentro del esquema de Arrighi, “históricamente, los mismos procesos que han
generado el caos sistémico” –que consisten en la combinación dinámica y dialéctica de
los mecanismos de diferenciación y emulación, cooperación y competencia arriba descri-
tos– “han generado también la mayor concentración de recursos sistémicos que, combi-
nada con” la “riqueza” y la variedad de opciones ofrecidas por aquella condición real de
confusión, “condujo nalmente al establecimiento de una nueva hegemonía”. Si bien este
resultado signica la tragedia de la armación competitiva, a menudo bélica, de una poten-
cia en particular y de su modelo de desarrollo sobre otros, sin embargo, el efecto práctico
general es de conducir “al sistema hacia una mayor cooperación entre sus unidades” y de
arrastra[rlas] por […] un nuevo ciclo hegemónico” (Arrighi, 1994: 41). Ahora, en cam-
bio, el efecto estructural determinado por el desarrollo y la estabilización de aquella ano-
malía de primer grado anteriormente subrayada consistiría en la derivación de una ulterior
anomalía, de grado y alcance sistémico superior, consistente en el más trágico bloqueo del
mecanismo que de la degeneración de la crisis en caos, y del caos en derrumbe, llevaría a la
reconstitución de la primavera de un nuevo ciclo hegemónico expansivo.
En conclusión, eso signica ¿que nuestros destinos estarían encerrados en la jaula de
desesperación donde caben solo las únicas dos opciones del (humanamente) perpetuo
caos, acoplado a una condición de dominio, o en cambio una desastrosa guerra total, de
127
cooperación, guerra y paz en el siglo xxi
la cual anhelar que venzan las supuestas fuerzas del bien contra el mal? Obviamente no. Y,
dadas las críticas circunstancias, más que a la ciencia –que con toda evidencia se ha vuel-
to, más que nunca, parte orgánica del tremendo arsenal al servicio del corriente aparato
literalmente nihilista de poder–, habr ía que ap elarse a la inteligencia sensible y emotiva de
los movimientos sociales de todo el mundo –no sin admitir, antes de este auto da fe y con-
anza, como éstos también, en los últimos años, se han sido plegados, en demasiados e
importantes casos, y con método, a la condición de “útiles idiotas” sostenedores e impul-
sadores del actual sistema de poder. Así se han expresado al respecto, en las conclusiones
de Caos y gobierno del mundo, Arrighi y Silver:
En las anteriores transiciones hegemónicas, los grupos dominantes solo asumieron exitosa-
mente la tarea de crear un nuevo orden mundial tras importantes guerras, la propagación del
caos sistémico y las intensas presiones ejercidas por parte de diversos movimientos de pro-
testa y autoprotección. Esta presión desde abajo se ha ampliado y profundizado de una tran-
sición a otra, originando bloques sociales más voluminosos con cada nueva hegemonía. Así
pues, cabe esperar que las contradicciones sociales desempeñen un papel mucho más decisi-
vo que nunca en la conguración tanto de la transición misma como del nuevo orden mun-
dial que nalmente emerja del inminente caos sistémico. Pero queda abierta la cuestión de si
estos movimientos serán suscitados y conformados por una escalada de la violencia (como en
las anteriores transiciones) o precederán al desarrollo sistémico y serán capaces de contenerlo.
La respuesta está, en último término, en sus manos (Arrighi y Silver, 1999 [2001]: 292).
Frente a ese tiempo dominado por la tragedia consistente del auge de la geopolítica, en
el cual sectores importantes de los movimientos se encuentran en la condición de rehe-
nes de los más ecaces dispositivos que no solamente los conforma, sino que inclusive
los suscita y fervorosamente los anima en las direcciones y en contra de los blancos c-
ticios apuntalados por el mismo aparado de poder; y frente a esos elementos parciales y
siempre impreciso de conciencia compleja y sistémica, que nos consignan una vez más
sentimientos de desesperac ión y de esperanza a la vez; pues hay que apostar sobre nuestra
capacidad simultáneamente de presencia y de superación. Traduciendo con cierta libertad
las palabras escritas por Antonio Gramsci encerrado en una cárcel no mucho más estre-
cha que la nuestra hace casi un siglo atrás, diremos entonces que:
Nosotros tenemos que desarrollar una conciencia exacta de esa crítica real del pasado que es el
presente, y darle a esa conciencia una expresión no solamente teórica, sino política. Es decir, te-
nemos que hacernos más activa y críticamente adherentes al presente que nosotros mismo hemos
contribuido –para bien y para mal– a crear, teniendo conciencia del pasado y de su capacidad de
perpetuarse, y de revivir, matándonos un poco, del todo o tanto (1930 [1975]: 137).
128
la cooperación internacional en la encrucijada
R
Agamben, Giorgio (2020). A che punto siamo? Lepidemia come politica. Macerata: Quod-
libet.
Agamben, Giorgio (1995). Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita. Torino: Einaudi.
Aristóteles (IV siglo a.C.) (2010 [1988]). Política. Madrid: Gredos.
Arrighi, Giovanni (2010 [2009]). Post-script to the second edition of e Long Twentieth Cen-
tury. In Giovanni Arrighi (1994), e Long Twentieth Century. New York: Verso.
Arrighi, Giovanni (2007). Adam Smith in Beijin. New York: Verso.
Arrighi, Giovanni y Silver, Beverly J. (2001 [1999]). Caos y orden en el sistema-mundo mo-
derno. Madrid: Akal.
Baudrillard, Jean (3 de noviembre de 2001). Lesprit du terrorisme. Le Monde. hps://
www.lemonde.fr/disparitions/article/2007/03/06/l-esprit-du-terrorisme-par-jean-
baudrillard_879920_3382.html
Buscema, Carmelo (2022). Cooperazione e pandemia. L’umanitarismo autoritario come
terreno di ricongurazione degli assei del sistema mondo. In Chiara Spadaro; Ales-
sia Toldo y Egidio Dansero (coords.), Geograa e cibo: ricerche, riessioni e discipline a
cononto. Società di studi geograci. Memorie geograche NS 20, 2022, pp. 309-315.
Di Nolfo, Ennio (2000). Storia delle relazioni internazionali. Bari: Laterza.
Gayle, Helene et al. (19 de marzo de 2021). America Can -and Should- Vaccinate
the World. Foreign Aairs. hps://www.froreignaairs.com/articles/united-sta-
tes/2021-03-19/america-can-and-should-vaccinate-the-world
Gramsci, Antonio (1975 [1930]). Volume primo. Quaderno 3 (XX) 1930. In Antonio
Gramsci, Quaderni dal carcere. Torino: Einaudi.
Hobbes, omas (2017 [1651]). Leviatán. Ciudad de México: FCE.
Hobbes, omas (1642). Elementos losócos. Del ciudadano. Buenos Aires: Hydra.
Jünger, Ernst y Schmi, Carl (2023 [1953]). Il nodo di Gordio. Milano: Adelphi.
Liang, Qiao (2021). Larco dell’impero. Gorizia: LEG.
McNeill, William (1982). e Pursuit of Power: Technology, Armed Force, and Society since
A.D. 1000. Chicago: University of Chicago Press.
Plauto, Tito Maccio (1994). Asinaria. Rizzoli.
Schmi, Carl (1991 [1950). Il nomos della terra. Milano: Adelphi.
Schmi, Carl (1972 [1932]). Il conceo di politico. In Carl Schmi, Le categorie del ‘poli-
tico’. Bologna: il Mulino.
Sivini, Giordano (2022). La costituzione materiale della Cina. Trieste: Asterios.
Zubo, Shoshana (2019). e age of surveillance capitalism. New York: Public Aairs.
129
IV
¿Hacia una segunda guerra fría?
cooperación y conflicto en el siglo XXI
Eduardo Crivelli Minui1
Elías Martínez Bello2
Christian Tello de la Rosa3
I
En 1947, el asesor del entonces presidente estadounidense Harry S. Truman, Bernard
M. Baruch, acuñó el uso moderno del término “Guerra Fría”4, para describir las ten-
sas relaciones que se estaban gestando entre Estados Unidos y la Unión Soviética, como
contraste con la guerra “caliente5, es decir, la Segunda Guerra Mundial, que había naliza-
do dos años antes (Gerber, 1982). Esta idea fue retomada y popularizada poco más tarde
por el columnista Walter Lippmann (1947), en su libro titulado e Cold War: A Study In
U.S. Foreign Policy [La Guerra Fría: un estudio sobre la política exterior de los Estados Unidos].
Desde entonces el término ha servido para dar cuenta de ese periodo en el que el sistema
interestatal se volvió bipolar, en constante tensión política y diplomática, hasta que, en
1 Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Mé-
xico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México nivel 1 (SNI 1). Secretario de la coordinación
del Grupo de Investigación en cooperación Sur-Sur e integraciones regionales de la Red Española de Estudios del
Desarrollo (GICSS-REEDES). E-mail eduardo.crivelli@correo.buap.mx
2 Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. E-mail: elias.martinez@alumno.buap.mx
3 Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. E-mail: christian.tellodelar@alumno.buap.mx
4 El periodista, Herbert B. Swope, ocasional escritor de los discursos de Baruch, es el primero en dar cuenta de esa
expresión en un discurso del 16 de abril de 1947.
5 A Baruch se le atribuye el uso moderno del término “Guerra Fría” en contraposición a la “guerra caliente”,
cuyo origen puede rastrearse desde el siglo XIV, cuando el regente de Castilla y León, el infante don Juan Manuel
(1332), al referirse a los enfrentamientos de los cristianos y los musulmanes en la Península Ibér ica, aseguraba que
“la guerra muy fuerte y muy caliente, aquella se acaba ahí, o por muerte o por paz; más la guerra tibia ni trae paz ni
da honra al que la hace” (don Juan Manuel, 1982, [1332, I, LXXIX , 75]: 357).
130
la cooperación internacional en la encrucijada
diciembre de 1989, el líder soviético Michael Gorbachov, y el presidente estadounidense
George H. W. Bush declararon terminada la Guerra Fría (BBC, 1989), aunque en reali-
dad esa situación se prolongó hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991.
Cuando esto sucedió, por primera vez en la era moderna, los Estados Unidos se en-
tronizaron como el Estado más poderoso del mundo, operando en un escenario global
sin las restricciones de otras grandes potencias y con ello el mundo parecía adentrarse a la
era unipolar estadounidense (Ikenberry, 2004: 144). No obstante, lejos de esa situación,
desde el último cuarto del siglo XX, el desarrollo de China comenzó a “amenazar todos
los equilibrios mundiales”, como bien advirtió tempranamente Samir Amin (1994), en
un escenario en el que los Estados Unidos se sienten cada vez más amenazados, por su
relativo declive como hegemonía mundial, en el marco de la crisis del capitalismo global.
Huntington (1997) consideraba que China inevitablemente chocaría con la civilización
occidental, desplazándola como la civilización dominante en el mundo. Por eso Joseph
Nye (1995) aconsejaba mantener el despliegue militar estadounidense en Asia, como si
la Guerra Fría no hubiese terminado (Nye, 1995: 91-95).
Es por ello por lo que no han faltado los análisis de periodistas, políticos y académicos
que intentan hacer paralelismos de la situación política mundial actual con la Guerra Fría
(1947-1991), tratando desde perspectivas y apelativos diversos, lo que, en suma, se in-
terpreta como una segunda versión de ese conicto bipolar que parece estar desarrollán-
dose actualmente entre los Estados Unidos y sus aliados occidentales versus el otro polo
oriental, en el que el viejo liderazgo soviético ha sido reemplazado por el nuevo impulso
de China. Es por ello por lo que surge la interrogante que apunta ¿hasta qué punto el con-
texto de cooperación y conicto en el siglo XXI reproduce las lógicas de la Guerra Fría o
bien si el mundo está de cara ante algo distinto? Para tratar de responder a esta pregunta,
la hipótesis que guía este trabajo es que, lejos de ser un capítulo terminado, el panorama
de Guerra Fría, caracterizado por la bipolaridad, con dos órdenes mundiales separados y
mutuamente excluyentes, parece ser rearticulado por los estadounidenses desde el últi-
mo cuarto de siglo XX, como un continnum que busca mantener un equilibrio geopolíti-
co congelado para fortalecer su aparato monetario y su complejo militar-industrial ante
su creciente crisis nanciera y hegemónica.
Como hipótesis subordinada se sostiene que, lejos de enfrascarse en una dinámica de
guerra fría, China va ganando terreno desde el multilateralismo, coexistiendo, o bien so-
lapándose, en el campo de la cooperación internacional, en un intersticial y anómalo as-
censo que tensiona el campo militar, el cual es el espacio privilegiado en el que los Estados
Unidos también buscan inuir para rearticular su proyecto de orden mundial. Por tanto,
el objetivo del capítulo es reexionar sobre la idea de la llamada “segunda guerra fría”,
poniendo de relieve los procesos de cooperación y conicto en el siglo XXI. Para ello,
el trabajo sigue una metodología de economía política internacional crítica, en la que se
recupera la tesis de Fred Halliday (1984), sobre los orígenes de la llamada “segunda gue-
131
¿hacia una segunda guerra fría?
rra fría”, caracterizada como una etapa del conicto bipolar pasado, en la que la tendencia
ideológica se intensicó con el n de identicar a la Unión Soviética como una amenaza
para toda la humanidad y reconstruir con ello un sistema de aliados, permitiendo el incre-
mento de las inversiones en el complejo militar-industrial estadounidense, favoreciendo
al contexto de sus crisis económicas internas aún irresueltas.
Así que este trabajo explora continuidad y ampliación de la “segunda guerra fría”,
como correlato de la crisis hegemónica de los Estados Unidos en la geopolítica y la
geoeconomía del moderno sistema mundial. El capítulo se divide en cuatro partes. En
la primera de ellas se reexiona sobre el término de la Guerra Fría y los procesos de
hegemonía mundial en la conformación de distintos bloques de poder. En el segundo
apartado se describe el desarrollo del conicto y cooperación en lo que fue considera-
da como una “segunda guerra fría”, a partir de la crisis de la economía mundial del últi-
mo cuarto del siglo XX. La tercera parte del capítulo discute las particularidades de la
continuidad de esa “segunda guerra fría”, que parece estar desarrollándose en el marco
de tensiones entre el bloque liderado por la tradicional hegemonía estadounidense y
uno alternativo que se vislumbra con China a la cabeza. El texto cierra con una serie de
consideraciones nales.
1. G F  
En la primera mitad del siglo XX, Lenin (1917) pensaba que los capitalistas, impulsados
por sus intereses egoístas, nunca podrían unirse en una cooperación genuina y duradera,
pues su afán de lucro y acumulación de riqueza los atraparía en una lucha constante por
la dominación y los recursos. Esta competencia capitalista no sólo se habría limitado a la
esfera económica, sino que se extendería a todos los aspectos de la sociedad, incluida la
política, aumentando la rivalidad económica entre las potencias capitalistas, lo que des-
embocó en innumerables conictos y dos grandes guerras mundiales en la primera mitad
del siglo XX.
Sin embargo, cuando los estadounidenses reconstruyeron el mundo de posguerra, el
estilo paranoide que mantenía su cohesión interna6, fue externado al mundo con el mie-
do al comunismo y la amenaza creada que representaba la Unión Soviética, lo cual llevó
6 Al ser una sociedad de base inmigrante multiétnica era imposible un estrecho nacionalismo étnico de corte
europeo o japonés. Por eso, la dicultad de los estadounidenses para lograr cotas sucientes de cohesión inter-
na en una sociedad étnicamente mixta caracterizada por un intenso individualismo y por la división de clase
había producido lo que Richard Hofstader (1996) llamó “el estilo paranoide” de la política estadounidense, el
cual estaba basado en el temor a que algún “otro”, como el bolchevismo, el socialismo, el anarquismo o incluso
los meros “agitadores extranjeros”, para conseguir una fuerte solidaridad política en el frente interno (Harvey,
2015 [2005]: 52-53).
132
la cooperación internacional en la encrucijada
a los capitalistas a cooperar en contra de su naturaleza competitiva. Ejemplo de ello fue la
creación del sistema de Breon Woods de 1944 diseñado para promover la estabilidad en
el sistema monetario global vinculando las monedas al dólar estadounidense, que a su vez
estaba vinculado al oro, y velaba por los apoyos gubernamentales a empresas e industrias,
además de la formación de asociaciones comerciales o la creación de organizaciones eco-
nómicas internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.
Todo ello se desarrolló a la sombra de una intensa tensión ideológica, política y militar
sostenida entre las democracias occidentales y las potencias comunistas, en el marco de
una serie de confrontaciones de poder, operaciones encubiertas y carreras armamentis-
tas, y tuvo un profundo impacto en la política global y las relaciones internacionales de la
segunda mitad del siglo XX (Westad, 2005).
En consecuencia, el término “segunda guerra fría” surge para describir un escenario
de tensiones similares entre bloques políticos globales, si bien ahora parecen más disper-
sos y distintos. Simon Tisdall (2014), por ejemplo, habla de una “nueva guerra fría”, Di-
mitri Trenin (2014), de una “guerra fría II”; y Paul Laudicina de una “g uerra fría reducida”,
cuando denuncian las ambiciones geopolíticas de Rusia, bajo el liderazgo de Vladimir
Putin, o bien, de una “guerra fría 2.0”, como la que propone Lucas de la Cal (2021), en la
que China tiene un rol más protagónico. En general, estas perspectivas coinciden con el
hecho de observar un proceso de polaridad creciente que podría anticipar una tendencia
a la fragmentación de la política mundial en bloques, tal y como sucedió en la segunda
mitad del siglo XX.
Sin embargo, para Wallerstein la Guerra Fría, lejos de congurar un mundo bipolar,
en realidad se desarrollaba en los términos de un sistema unipolar, pues estaba basada
en el orden liberal orquestado por los Estados Unidos, con un arreglo en común con la
Unión Soviética, para mantener un equilibrio geopolítico básicamente congelado. A pe-
sar de todas las declaraciones en contra, entre las partes enfrentadas, ese acuerdo político
nunca fue violado de forma signicativa por ninguno de los dos antagonistas, por lo que
la Guerra Fría se podría considerar como un conicto orquestado y altamente limitado
(Wallerstein, 1998 [1995]: 35). Así que, la Guerra Fría fue el momento en que los Esta-
dos Unidos se convirtieron en la potencia dominante gracias a su capacidad de utilizar su
poder nanciero y militar para imponer su hegemonía en el mundo, pero esto no habría
sido posible sin la amenaza percibida del comunismo, que requería un frente unido y una
respuesta coordinada, frenando la competencia inter-imperialista que había provocado
dos guerras mundiales, y obligando a los capitalistas occidentales a cooperar para hacer
frente a la presión que suponía el comunismo.
No obstante, como bien anticipaban las tesis leninistas, la cooperación inter-capita-
lista de posguerra fue bastante limitada y pronto los capitalistas comenzaron a compe-
tir entre sí por las ganancias y la participación en el mercado, lo que condujo a una acu-
133
¿hacia una segunda guerra fría?
mulación de dólares estadounidenses en reservas de divisas sobre todo en los polos de
desarrollo industrial de la Europa occidental y el Asia oriental, obligando al presidente
Richard Nixon a poner n al sistema de Breon Woods y desligando el dólar del oro, para
otorgar a los estadounidenses la capacidad para imprimir dólares a voluntad. Los Estados
Unidos trataron de mantener la calma entre sus aliados de la Europa occidental y Japón,
tranquilizando también a los estadounidenses al reducir las tensiones de la Guerra Fría y
ambos bloques comenzaron a hacer concesiones para la paz y la seguridad, en un período
de distensión. Todo esto creó un entorno económico más globalizado y liberalizado, lo
que facilitó la movilidad de los capitales y las inversiones a nivel mundial. Las empresas
estadounidenses comenzaron a buscar oportunidades en otros países con mano de obra
más barata, menores regulaciones y mayores incentivos scales.
En la medida que las empresas estadounidenses de bajo y medio nivel comenzaron a
deslocalizarse hacia los países menos desarrollados, dejando en el territorio solo aquellas
de alto nivel, sobre todo nancieras y de servicios nancieros, el gobierno estadouniden-
se lograba que todas las transacciones globales de petróleo fueran reguladas en dólares,
manteniendo de momento bajos los precios del hidrocarburo en el bloque occidental.
Luego, el aumento de los precios del energético, promovido por la Organización de Paí-
ses Exportadores de Petróleo (OPEP), paradójicamente, sirvió para alimentar la increí-
ble montaña rusa de las monedas de las últimas décadas que ayudaron a resolver parte
de las dicultades del Norte, convirtiéndose también en préstamos para gobiernos con
problemas en sus balanzas de pagos, lo que signicaba casi todos los estados africanos,
grandes partes de América Latina y Asia y también casi todo el llamado bloque socialista
(Wallerstein, 1995: 59). Al mismo tiempo, con la famosa “guerra estelar” los estadouni-
denses obligaban a la Unión Soviética a aumentar su gasto militar, haciéndola depender
de energéticos más costosos y cada vez más cercada por Occidente en su acceso a dinero,
tecnología e inversiones, de modo que no pudiera obtener los recursos que requería para
su desarrollo (Liang, 2021 [2016]: 121).
No obstante, a pesar de esa asombrosa estrategia geopolítica que parecían desplegar
los estadounidense, incluso George Soros (1987) notó que había una contradicción a
nivel interno, denunciando que por una parte el presidente Ronald Reagan quería reducir
los impuestos para disminuir el papel del gobierno federal en la economía nacional, mien-
tras que por otra parte asumía una posición militar dura en lo que consideraba la amenaza
comunista. Hacer las dos cosas a la vez parecía algo prácticamente incompatible (Soros
1987: 110). Sin embargo, al sustentar el sistema nanciero internacional en su moneda,
los Estados Unidos pudieron tomar préstamos a tasas de interés bajas para nanciar su
consumo interno y nanciar su gasto militar, lo que disparó la deuda del gobierno esta-
dounidense respecto a su Producto Interno Bruto (PIB), que no ha dejado de aumentar
desde entonces, tal y como se muestra en la siguiente gráca.
134
la cooperación internacional en la encrucijada
Gráco 1. Deuda del gobierno de los Estados Unidos (total % del PIB) y
Décit comercial de los Estados Unidos
Elaboración propia con base en Banco Mundial (2023).
En estas condiciones, Braudel (1979) notó que cuando comienza la etapa oto-
ñal de un ciclo de acumulación de capital, centrado en el espacio geográco determi-
nado por potencias hegemónicas que lo dirigieron, ésas empiezan a consumir más de
lo que producen y teniendo grandes décits comerciales con el resto del mundo, tal y
como parece estar sucediendo desde el último cuarto del siglo XX con los Estados Uni-
dos7. Tras mejorar su eciencia económica, los países de la Europa occidental y el Asía
oriental lograron disminuir el poder económico de los estadounidenses, provocando
su declive relativo como hegemonía mundial reduciendo con ello también su arco de
inuencia política hasta el grado de forzarlos a utilizar, con cada vez más frecuencia, su
fuerza militar y no sólo en amenazar con hacerlo, tal y como sucedió históricamente con
las otras potencias hegemónicas en su fase de declive (Wallerstein, 2004 [2005]: 85).
Por eso, vale la pena retomar la idea de Fred Halliday (1984), quien notó que la Gue-
rra Fría se habría dividido en cuatro etapas consecutivas. La primera de ellas es la llamada
7 Braudel (1979) estudió cómo históricamente las potencias dominantes como España, Francia y Gran Breta-
ña a menudo dependían de la deuda para nanciar su expansión militar y económica y si bien eso les permitió
mantener su dominio a corto plazo, también creó una carga que nalmente socavó su estabilidad y competiti-
vidad a largo plazo.
135
¿hacia una segunda guerra fría?
“primera Guerra Fría” (1946-1953), que fue cuando ni el Este ni el Oeste fueron capaces
de predominar uno sobre el otro, de modo que su desenlace quedó inconcluso debido a
la paridad de fuerzas en ambos lados. La segunda etapa fue la del periodo de “antagonis-
mo oscilatorio” (1953-1969), caracterizado por una confrontación más estancada, con
momentos de distensión y de negociación entre las superpotencias. La tercera fase fue
propiamente una “distensión” (1969-1979), en la que se relajaron las tensiones en la ri-
validad Este-Oeste, reduciendo la carrera armamentista y en una tendencia más tolerante
hacia la contraparte. Por último, la cuarta etapa fue la de “la segunda guerra fría”, que va
desde 1979 en adelante, con una fuerte tendencia ideológica que dejó de lado la amenaza
abstracta del comunismo, para enfocarse en contrastar concretamente a la Unión Soviéti-
ca8 como enemigo declarado (Halliday, 1989 [1983]: 23).
Siguiendo esta perspectiva, se observa que en medio de una aguda intensicación de
la carrera de armamentos y de la lucha político-ideológica entre las dos superpotencias: la
“segunda guerra fría” de Fred Halliday (1983) fue acompañada por la expansión nanciera
de las décadas de 1970 y 1980 (Arrighi, 1994 [2018]: 30, 55). Aquí, vale la pena no perder
de vista que Paul Kennedy advertía que cuando una proporción excesiva de los recursos
de los Estados se desvía de la creación de la riqueza para colocarlos en objetivos militares,
esto puede contribuir al debilitamiento del poder nacional en el largo plazo (Kennedy,
1998 [1979]:10-11). Por tanto, se considera que lejos de ser un conicto terminado, la
estrategia seguida por los estadounidenses en la llamada “segunda guerra fría” tiene como
correlato su erosión hegemónica, y guarda similitudes con las otras transiciones hegemó-
nicas del moderno sistema mundial entre las Provincias Unidas, Gran Bretaña y los Estados
Unidos sucesivamente. En todos los casos, cuando el líder de cada expansión productiva
y comercial que se acercó a su n parece haber cosechado los frutos de su trabajo, median-
te el acceso privilegiado a la liquidez de capital que se acumula en los mercados nancie-
ros mundiales, haciendo, a su vez, cada vez más uso de la fuerza militar para contener, al
menos por un tiempo, las fuerzas competitivas que han atentado sobre su predominio.
2. E      
Lejos de aceptar los límites de su hegemonía mundial, Henry Kissinger apuntaba que
para el presidente estadounidense Richard Nixon el proceso de sacar a su p s de Vietnam
8 Para 1985 se hablaba en Washington de una Doctrina Reagan, una campaña para orientar las fuerzas del na-
cionalismo contra la Unión Soviética señalando que, con la Doctrina Brézhnev, se había vuelto la última gran
potencia imperialista. Sin embargo, la Doctrina Brézhnev había muerto cuando los guías del Kremlin dependen
de amenazas de emplear la fuerza para mantener su control sobre Europa oriental, pero sabiendo que en realidad
no podían usar la fuerza (Gaddis, 2011 [2005]: 201).
136
la cooperación internacional en la encrucijada
había sido un esfuerzo por mantener la posición de predominio de los Estados Unidos en
el mundo. La diplomacia estadounidense trató de abrirse paso entre las grandes grietas de
lo que hasta ese momento, durante toda la Guerra Fría, había parecido el monolito comu-
nista, sobre todo aprovechando las tensiones fronter izas entre la Unión Soviética y China,
buscando la apertura de este país asiático, para reincorporarlo “al juego de la diplomacia
mundial” bajo la tutela de los Estados Unidos (Kissinger, 1994: 696, 707; 2012: 289). Así
que, desde nales de la década de 1970, el gobierno de los Estados Unidos aumentó las
presiones diplomáticas, militares y económicas contra la Unión Soviética, en un momen-
to en que el mundo ya sufría un estancamiento económico.
Con la presión que provocó la escisión china del bloque comunista, luego de la visita
del presidente estadounidense a Beijing, los Estados Unidos y la Unión Soviética rma-
ron dos acuerdos de control de armas, logrando un periodo de distensión de la guerra
fría, lo cual fue calicado como un gran triunfo para la diplomacia y para la campaña de
reelección de Nixon, mientras que Kissinger, “el gran maestro del ajedrez de las grandes
potencias”, fue ascendido a secretario de Estado. El problema era que este plan signicaba
hacer negocios con China, donde ningún funcionario estadounidense había puesto un
pie desde 1949. Nail Ferguson (2006) sugiere que Kissinger y Nixon en realidad eran
las piezas de ajedrez en el tablero de Mao, que había logrado de un solo golpe impulsar
la posición internacional de China, acercarse a la anexión de Taiwán y sacar a Estados
Unidos de Asia (Ferguson, 2006: 619, 621). Por eso, esta fase de distensión de la Guerra
Fría también marcó el inicio de la decadencia de la hegemonía de los Estados Unidos y a
su vez el comienzo de lo que Agliea llamó una “economía de endeudamiento”, impulsa-
da por el ritmo del crédito internacional y por las uctuaciones del dólar (Agliea, 2004
[1987]: 121).
En otras palabras, el estallido del décit presupuestario de los Estados Unidos ace-
leró el tsunami de capital extranjero que uía hacia Nueva York, pues deseosos de com-
prar deuda americana segura en una época de incertidumbre general, los excedentes de
todo el mundo uían hacia Wall Street que creaba más dinero privado para alimentar
un consumo cada vez mayor (Varoufakis, 2015 [2012]: 181-182). Los estadounidenses
aprovecharon el aumento de los precios de los energéticos para canalizar buena parte del
excedente mundial de los países productores de petróleo y de otros países menos indus-
trializados hacia los bancos occidentales, sobre todo de los Estados Unidos. Estos bancos
vieron el dinero de vuelta a los países menos desarrollados en forma de préstamos, sobre
todo a aquellos de América Latina, en especial Argentina, Brasil y México, que ansiosos
por industrializarse, pudieron equilibrar momentáneamente sus presupuestos y conti-
nuar a importar manufacturas occidentales.
En este escenario comenzaron a traslaparse cuestiones estratégicas y estrictamente
económicas, pues la deuda de Estados como Turquía, Zaire o Brasil, que no podían
permitirse cumplir fácilmente con su programa de reembolso resaltaba los peligros
137
¿hacia una segunda guerra fría?
para la comunidad de negocios de los Estados Unidos. El incumplimiento de pagos
de México en 1982 resaltó esos riesgos. Por eso la comunidad de negocios estadouni-
dense tenía un interés aumentado en asegurar que los Estados Unidos mantuvieran su
inuencia en estos Estados y la capacidad de invertir donde fuese necesario para pre-
servar esa inuencia. Esto hizo más evidente la necesidad de los estadounidenses por
mantener regímenes capitalistas amigos, sobre todo aquellos gobiernos derechistas au-
toritarios, que dirigieron sus procesos de industrialización apoyando las estrategias de
guerra fría y comprando gran cantidad de armamento a los estadounidenses (Halliday,
1989 [1983]: 174).
Luego, el conicto entre Argentina y Gran Bretaña por las islas Malvinas de 1982 pro-
vocó un fuerte aumento en los precios del petróleo, lo que tuvo un impacto particular-
mente negativo en las economías latinoamericanas, además de que la guerra contribuyó
a una sensación más amplia de inestabilidad política y económica en la región. Esto pro-
vocó una crisis nanciera en toda América Latina, pues los inversores de todo el mundo,
viéndola en guerra y con un clima de inversión bastante deteriorado, se retiraron en masa,
regresando a los Estados Unidos que era un lugar más seguro para invertir. La Federal
Reserve alzó las tasas de interés no dejando otra opción a los inversores que dejar sus
capitales en los Estados Unidos, cazando títulos de Estado del gobierno federal estadou-
nidense y de otras actividades nancieras, generando enormes ganancias para los nortea-
mericanos que regresaron a Sudamérica a comprar en precios de saldo los negocios que-
brados (Liang, 2021 [2016]:99-100). La crisis fue acompañada por la implementación
de medidas de austeridad por partes de los gobiernos que buscaban asistencia nanciera
del Fondo Monetario Internacional que sobrevivió al colapso de Breon Woods, recon-
vertido en sus prioridades y objetivos, pasando de ser un órgano de vigilancia a un regu-
lador y sensor de políticas macroeconómicas y de las estructuras de mercado al interior
de los Estados.
Mientras tanto, los Estados Unidos buscaban reducir el valor del dólar estadouniden-
se frente a otras monedas importantes, como el yen japonés y el marco alemán, para que
las exportaciones estadounidenses fueran más competitivas en los mercados mundiales y
reducir el décit comercial estadounidense. Reunidos en el Hotel Plaza de Nueva York en
1985, los representantes de los Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Gran Bretaña
llegaron al acuerdo de reducir en más de tres veces el valor del dólar estadounidense, lo
que condujo a un aumento de las exportaciones estadounidenses y una disminución de
su décit. En consecuencia, el aumento en los precios de los activos japoneses y el desa-
rrollo de la burbuja económica en aquel país lo llevó a una crisis nanciera a principios
de la década de 1990.
La crisis, desapercibida al principio, también había comenzado a minar desde dentro
al “segundo mundo”, de las “economías de planicación centralizada”, desde la década de
1970, sobre todo dentro de la enorme área de la Unión Soviética en la que había distri-
138
la cooperación internacional en la encrucijada
tos o repúblicas y regiones ricas en recursos que atrajeron grandes inversiones, y zonas
que fueron abandonadas a sus propias y míseras posibilidades. En esas condiciones, la
mayor parte de lo que había sido el “segundo mundo” se había asimilado a la situación
del tercero, creando así las condiciones para una nueva división internacional del trabajo9
(Hobsbaw m, 2019 [1995]: 417, 423). Así que la reestructuración geopolítica del mundo
en esa nueva división internacional del trabajo, que prácticamente fusiona al “segundo
mundo” con el tercero, daba pie al ahora llamado Sur Global, proveedor directo de recur-
sos naturales y sociales para el Norte, más industrializado. Para Liang (2016) esa división
industrial del trabajo en realidad habría permitido a los estadounidenses utilizar la teoría
de la ventaja comparativa para dividir el mundo en dos partes: por un lado, los Estados
Unidos, cuya ventaja era la producción de dólares, y, por el otro, el resto del mundo, que
producía bienes o mano de obra a bajo costo (Liang, 2021[2016]: 91).
A medida que se iba consolidando esa reorganización mundial del trabajo, se pro-
yectaba a escala planetaria la contradicción entre trabajo productivo e improductivo en
todos los niveles de la actividad económica (Vela, 2018: 14). La Unión Soviética cayó en
un décit presupuestario como el que mantenían los Estados Unidos de Ronald Reagan,
y luego también de George Bush, pero mucho mayor y nanciado de manera no inacio-
naria (Nove, 1992: 403-404). Gorbachov esperaba salvar la Unión Soviética y estaba bajo
una fuerte presión del complejo militar-industrial soviético y la mayoría de los funciona-
rios del partido, pero al nal “optó por no actuar, sino más bien dejar que actuarán sobre
él” (Gaddis, 2011 [2005]: 210). Lo que terminó sucediendo a la desintegración de la
Unión Soviética fue que las multinacionales occidentales, pero sobre todo estadouniden-
ses, se apropiaran a precio de remate de los inmensos recursos y de los activos estatales,
convirtiendo a los territorios postsoviéticos en periferias y semiperiferias de la economía
mundo capitalista centrada en los Estados Unidos10.
A pesar de que la desaparición de la Unión Soviética atrajo mayor atención de po-
líticos, académicos y del público en general, por el carácter dramático de su desenlace,
encajando bien en los entendimientos comunes del ascenso y la caída de imperios, en
paralelo, otro acontecimiento pasaba más desapercibido. El surgimiento de la región de
Asia oriental como uno de los centros de poder económico del mundo, fue un hecho
más controvertido y eclipsado, no sólo por la desintegración soviética sino aún más por
9 La enorme diferencia entre los salarios de los países animó a algunas empresas multinacionales a promover una
nueva división internacional del trabajo, estableciéndose y reclutando mano de obra a menor costo fuera de los
países de origen (Fröbel, Henrichs et al.,1980 [1977]: 52).
10 Gorbachov parece salvar la posibilidad de que la Unión Soviética siguiera siendo una potencia mundial, o
como mínimo un Estado semiperiférico fuerte, buscando la liquidación de la Guerra Fría y con ello descargar a la
Unión Soviética del peso del cuasi-imperio que mantenía en la Europa oriental, que para ese momento ya no tenía
ninguna importancia, lo cual resultó con éxito, pero fracasó en el intento de reestructuración del Estado soviético,
para su funcionamiento en una era posthegemónica (Wallerstein, 1998 [1995]: 20).
139
¿hacia una segunda guerra fría?
lo que parecía ser el subsiguiente resurgimiento económico de los Estados Unidos, en
un momento de persistente recesión económica en Japón y la consecuente crisis econó-
mica de 1997 en el Asía oriental (Arrighi, Hamashita y Selden, 2003: 1). Así, esa región
se fue convirtiendo en un punto caliente de Estados con economías emergentes, debido
a su gran población, la abundancia de recursos naturales y los esfuerzos de los gobiernos
de la región para liberalizar su economía y promover el crecimiento económico (Oni-
maru, 2019).
En particular, la economía china fue consolidándose como la más grande de la re-
gión debido a la expansión de su sector manufacturero, la inversión en infraestr uctura y el
énfasis en la innovación y la tecnología. Además, el gobierno chino comenzó a redenir
su política internacional manteniendo un discurso sobre la importancia estratégica de la
cooperación Sur-Sur como herramienta para las negociaciones con el Norte (Yan, 1982:
12). Al abandonar la concepción de un mundo dividido entre capitalismo y socialismo,
cuya meta fundamental era la oposición al dominio de los Estados Unidos y el apoyo a
los movimientos revolucionarios, los chinos llegaron a una concepción que subrayaba
la existencia de una comunidad de intereses compartidos con el “tercer mundo”, en con-
tra del imperialismo, incluido el que habían denunciado en contra de la Unión Soviética
(Anguiano, 1980: 529).
La maniobra soviética había dejado un vacío para los estadounidenses y los exper-
tos en asuntos comunistas solían decir que los Estados Unidos no podían existir sin
enemigos externos. Sólo unos cuantos fragmentos heterogéneos de raza, sexo, religión
y etnicidad parecían llenar el espacio vacío de la llamada “cultura de la victoria” a la que
estaban acostumbrados los norteamericanos, por lo menos desde el siglo XVII (Enge-
lhardt, 1997 [1995]: 33). Con la primera guerra del Golfo, a comienzos de la década
de 1990, respaldada por la Organización de las Naciones Unidas y la comunidad inter-
nacional, los neoconservadores del gobierno estadounidense creían haber encontrado
cohesión en su frente interno, la reconstrucción de su sistema de alianzas y una solu-
ción a la crisis económica mundial, pretendiendo reconstruir Irak a partir de un plan
parecido al que se había puesto en práctica en Japón y Alemania tras la Segunda Guerra
Mundial. Esa guerra fue impulsada principalmente por el deseo de Estados Unidos de
proteger sus intereses geopolíticos en el Medio Oriente, particularmente su acceso a
los recursos petroleros.
La guerra terminó alzando los precios del petróleo, beneciando a los Estados Unidos
por la demanda de dólares. Sin embargo, algunos países del Sudeste asiático, que eran
productores de petróleo, pudieron beneciarse de los precios más altos del hidrocarburo,
además de que su crecimiento económico se debía sobre todo a la exportación de bienes
manufacturados, en lugar de productos energéticos, lo cual llevó a la región a un rápido
incremento de los benecios por la inundación de dólares en la región. La inversión exce-
siva en propiedades y otros activos, una regulación nanciera débil, altos niveles de deuda
140
la cooperación internacional en la encrucijada
externa y la devaluación del baht tailandés en julio de 1997, provocaron una crisis nan-
ciera, con efecto dominó en todo el Sudeste asiático, en la medida que los inversionistas
extranjeros comenzaron a retirar su capital de los países asiáticos para recolectarlos en los
Estados Unidos.
Aquí no fue necesario un detonante como la guerra de las Malvinas, pero de manera
similar inició con la salida de dólares y su débil difusión en grandes cantidades en la zona,
lo cual había hecho crecer sus economías. En ambos casos, los Estados Unidos restringie-
ron repentinamente los ujos de dólares y las economías fueron violentamente sacudidas
más de lo que pudieron soportar. De manera similar, tanto en América Latina como en
el Sudeste asiático, la riqueza creada durante el boom se convirtió en capital que reu-
yó hacia los Estados Unidos por el pánico general motivado por la crisis (Liang, 2021
[2016]: 103). Sin embargo, de acuerdo con Paul Krugman (2009), lo que salvó a Chi-
na, a diferencia de sus vecinos, fue que no había vuelto su moneda convertible, es decir,
se necesitaba un permiso gubernamental para cambiar yuanes en dólares, por lo que no
hubo una conversión masiva a la moneda estadounidense antes de que se devaluara, así
que durante la crisis la moneda china permaneció estable. A pesar de ello, en los best-sellers
de la época no se prestó mucha atención a la hazaña china, pues la economía mundial era
vista más como un escenario para la lucha “cara a cara” entre Europa, Estados Unidos o
Japón y se pensaba que China, si acaso, era un jugador subsidiario, quizás parte de un yen
emergente (Krugman, 2009: 11, 128).
En realidad, China devaluó su moneda entre la década de 1980 y 1990, como una
política deliberada para hacer más competitivas sus exportaciones y superar el décit
comercial que mantenían, al mismo tiempo que los Estados Unidos aumentaron la de-
manda de productos chinos, más baratos, dicultando a los productos estadounidenses
competir con las importaciones chinas, lo que provocó un desequilibrio comercial que
favorecía en gran medida al país asiático11. Mientras tanto, el alza conjunta de la tasa de
interés reales norteamericanas y del dólar obligó a los países europeos, que actuaban por
separado, a llevar políticas monetarias y presupuestarias simultáneamente restrictivas.
Así, la Comunidad Económica Europea se había convertido de esta manera en un polo de
recesión dentro de la economía mundial, sumándose a los países endeudados y contribu-
yendo a mantener la polarización de los saldos corrientes respecto a los Estados Unidos
(Agliea, 2004 [1987]: 133).
11 El superávit comercial que China mantiene con los Estados Unidos permitió a los asiáticos acumular enormes
reservas de divisas, que utilizó para invertir en bonos del Tesoro estadounidenses, nanciando efectivamente el
décit de ese país. Las acusaciones de que China ha manipulado su moneda llamada renminbi o yuan, mantenien-
do articialmente baja para poner precios competitivos a sus precios de exportación ha sido reiterada en el esce-
nario político estadounidense. Pero los chinos parecen no estar dispuestos a permitir que su moneda se valorice
frente al dólar (Kwar teng, 2015 [2014]: 336, 340).
141
¿hacia una segunda guerra fría?
Los europeos trataron de remediar esa situación mediante el tratado de Maastricht,
que limitaba sus décits presupuestarios con la creación de una moneda única, lo cual
culminó con el acontecimiento más signicativo en cuestiones monetarias a nales del
siglo XX que fue el lanzamiento ocial del euro, el 1 de enero de 199912 (Bouin, 2018: 66-
67). En ese momento, el euro y el dólar cotizaba a un tipo de cambio de 1 a 1,07 y el euro,
como nueva moneda de liquidación internacional, entró inmediatamente en conicto y
amenazaba la hegemonía del dólar estadounidense. Sólo dos meses después, estalló la
guerra en Kosovo. Tan pronto como comenzó la guerra, más de $US 400 de los 700 mil
millones se retiraron de Europa, $US 200 mil millones fueron a los Estados Unidos. Así,
se repetía la típica práctica estadounidense de alterar el clima de inversión por medios mi-
litares y usar bombas para arrearlos como ovejas a los centros nancieros de los Estados
Unidos (Liang, 2021[2016]: 111).
Esa práctica se repitió una vez más luego de los atentados del 11 de septiembre de
2001 en Nueva York, que parecían volver realidad las endebles tesis de Huntington
(1996) sobre el “choque de civilizaciones”, excusando el regreso de los Estados Unidos
a Medio Oriente, para imponer ahí la apertura al desarrollo capitalista con el n de crear
una sociedad de consumo que según las líneas occidentales sirviera de modelo para el
resto de la región (Harvey, 2015 [2005]: 150). La cuestión iraquí y las pretensiones de
los neoconservadores del nuevo siglo americano ampliadas hacia aquellas áreas del pla-
neta ricas en recursos naturales como la cuenca Mediterránea, Oriente Medio y América
Latina, en realidad pusieron de relieve una “economía del terror”, es decir, el uso frecuente
de la guerra como respuesta a los problemas surgidos por la crisis global del capitalismo
histórico y el declive de la hegemonía, no sólo de los Estados Unidos, sino del mundo
occidental, en general (Lo Bruo y Spataro 2016: 9-10). En suma, se puede decir que en
todos esos casos el conicto armado y la g uerra terminó provocando el alza de los precios
del petróleo y la demanda de dólares y, en la medida en la que los países aumentan su de-
manda del energético, los estadounidenses pueden imprimir más billetes y obtener más
riquezas del mundo.
3. L “  ”  
A partir de un modelo de desarrollo económico basado en el mercado y la apertura co-
mercial, las economías del Asia oriental han logrado convertirse en una de las más diná-
micas y de más rápido crecimiento del mundo. En particular, el fortalecimiento de China
en el escenario internacional permite apreciar su posicionamiento como una gran po-
tencia en el siglo XXI, sobre todo ante el debilitamiento de los poderes occidentales, lo
12 La moneda entró en circulación en 2002.
142
la cooperación internacional en la encrucijada
cual abre un proceso de una transición del poder hacia Oriente (Frank, 1998). Como se
oberva en el siguiente mapa, en la década de 1980, el centro de la economía mundial es-
taba en el Atlántico como consecuencia de la pujanza de Estados Unidos y Europa, pero
para 2014 este centro ya se había desplazado hacia el este de Europa debido al creciente
empuje de China y de las economías asiáticas emergentes, y por eso se espera que para
2045 sea el centro económico mundial este ese país asiático13 (Viaña, 09 feb. 2016).
Mapa 1. Desplazamiento del centro de la economía mundial
Fuente: Elaboración propia con base en Viaña (09 feb 2016).
Wallerstein (2015) identicaba este proceso como “la reubicación geográca de la
apropiación del capital”, que se desarrolló durante el primer decenio del siglo XXI, lo que
implica un reordenamiento de la jerarquía en el moderno sistema-mundo (Wallerstein,
2015: 41). En estas condiciones ha sido particularmente difícil para los Estados Unidos
recuperar su liderazgo y a pesar de sus esfuerzos de autocorrección para intentar regresar
a la grandeza de los tiempos pretéritos, su ausencia en los asuntos internacionales es cada
13 En este escenario, China ha desarrollado no sólo un peso económico, sino que también político, diplomáti-
co, cientíco-tecnológico y militar, convirtiéndose no sólo en la principal economía del Asia oriental, sino en la
segunda economía más grande e importante del mundo, con un PIB de US$ 1,468,7674 millones compitiendo
por el primer puesto con los Estados Unidos, cuyo PIB es de US$ 20,893,744 millones en 2023 (Konema, 2023).
143
¿hacia una segunda guerra fría?
vez más evidente, llevando a China a asumir cada vez más obligaciones internacionales
para llenar los huecos dejados por los estadounidenses (Crivelli y Cejudo, 2021).
El liderazgo chino en la arena mundial se evidencia mediante su multilateralismo, su
disposición a la cooperación internacional, al fomento al desarrollo y crecimiento eco-
nómico mundial mediante apoyos, difusión de su política y losofía económica, y el es-
tablecimiento de vínculos comerciales, así como un mayor peso y protagonismo en los
organismos internacionales. Ejemplo de ello es la entrada del país asiático a la Organi-
zación Mundial del Comercio desde 2001, en donde lejos de entregarse a las reglas de la
globalización neoliberal, como lo había hecho la Rusia postsoviética, China sorprendía al
mundo con una política de tipo “mercantilista”, es decir, manteniendo débil su moneda al
mismo tiempo que promueve sus exportaciones, lo cual equivale a una política de superá-
vit comercial, que incluso podría hacer empobrecer a sus socios comerciales (Krugman,
31 dic 2009).
Por eso, China permaneció al margen de la crisis que aquejaba a la mayor parte de las
potencias occidentales en 2008, dados sus enormes reservas acumuladas gracias a una
exitosa política de exportaciones (Kwarteng, 2015 [2014]: 417). Buena parte del éxito
chino parece descansar en su política exterior que retoma la idea de un “desarrollo pa-
cíco multilateral”14, lo que ha permitido al gigante asiático involucrarse tanto en las or-
ganizaciones multilaterales occidentales, así como crear sus propias redes multilaterales,
lo que le permite formar alianzas sobre todo con los países del Sur Global15, sin olvidar
que aún le queda un largo camino por recorrer para alcanzar el nivel de consenso que
disfrutan los Estados Unidos y Europa (Cabrera y Lo Bruo, 2023: 152-154). Por eso,
China más bien parece moverse en los intersticios de la crisis del multilateralismo y la
globalización neoliberal, especialmente desde el lanzamiento de la Belt and Road Initiative
en 2013 como un proyecto de infraestructura a gran escala para conectar China con otras
regiones del mundo y promover el crecimiento económico y la cooperación internacio-
nal (Vadell y Staiano, 2020). En la siguiente tabla se muestra cómo se han ido sumando
los países a esta iniciativa china.
14 De acuerdo con su Ministerio de Relaciones Exteriores, la República Popular de China, se basa en Cinco Prin-
cipios de Convivencia Pacíca: (i) el respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial; (ii) la no agresión
mutua; (iii) la no interferencia en los asuntos internos de otros países; (iv) igualdad y benecio mutuo; y (v) la
coexistencia pacíca.
15 China participó en la Conferencia de Bandung (1955), en el Movimiento de los No Alineados (1961), forma
parte de la Organización de las Naciones Unidas (1971), del Foro de Cooperación de Asía Pacíco (1991), de la
Organización Mundial del Comercio (2001) y de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (2015). Al mismo tiem-
po China ha promovido la Organización de Cooperación de Shanghái (20014), impulsa junto con Brasil, Rusia,
India y Sudáfrica los BRICS (2009) y mantiene foros de cooperación con África (2000), la Liga Árabe (2004),
las islas del Pacíco (2006), los países de Europa del Este (2012), y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (2015), además de coordinar la Belt and Road Initiative (2013), y el Asian Inastructure Investment Bank
(2013), (Cabrera y Lo Bruo, 2023: 152-154).
144
la cooperación internacional en la encrucijada
Tabla 1. Países que integran la Belt and Road Initiative (por región y año en que rmaron el Memorándum de Entendimiento)
Fuente: Elaboración propia con base en Nedopil (2023).
145
¿hacia una segunda guerra fría?
De esta manera, China además de crear sus propios mecanismos de cooperación
multilateral, apostando por el multilateralismo para ir en contra del hegemonismo, inclu-
so incorporándose y participando activamente en los mecanismos de cooperación “oc-
cidentales” para ir en coherencia con su idea del desarrollo pacíco multilateral, también
ha reconocido la importancia de la inuencia y peso que tiene la política de defensa para
con la política exterior. Por ello, China ha reformulado su política de defensa de cara a los
nuevos retos de la arena internacional y sus propios intereses y prioridades nacionales,
que van de la mano con una fuerte competitividad con Occidente, aunque el enfoque
de la nueva política de defensa china representa un nuevo paradigma de defensa, ya que
el enfoque que se le da, para la promoción de la paz, es diferente en algunas cuestiones al
que Occidente está acostumbrado.
Lo anterior, se sustenta con lo que China ha plasmado como sus directrices de política
de defensa en el documento “China’s National Defense in the New Era”, al puro estilo de
la Guerra Fría del siglo XX, pero con nuevas características y realidades políticas y econó-
micas, acompañado por los planteamientos del nuevo “Libro Blanco” de defensa chino16.
Sin embargo, para Pablo Bustelo (2005) los “Libros Blancos” deben ser siempre leídos
con un espíritu particularmente crítico, ya que China probablemente esconda más de lo
que muestra, pues, en principio busca mantener la conanza de la comunidad interna-
cional y refrendar su “promoción de la paz”. Pero desde 2020, China se mantiene como
la segunda posición del ranking de países con mayor gasto militar, con alrededor de $US
293.000 millones, sólo por detrás de Estados Unidos, que rebasa los $US 800.000 millo-
nes es decir, casi tres veces más que el país asiático17. En suma, China cuenta con el tercer
ejército más poderoso del mundo, por detrás de los Estados Unidos y Rusia, tal y como se
muestra en la siguiente tabla.
16 El libro se divide en seis secciones: (i) la situación de seguridad internacional; (ii) la política de defensa nacional
ante los nuevos desafíos; (iii) el cumplimiento de las misiones y tareas asignadas de las fuerzas armadas; (iv) las prin-
cipales reformas emprendidas; (v) el presupuesto; y (vi) la participación de China en la comunidad internacional.
17 A pesar del impacto económico de la COVID-19, el gasto militar mundial ha seguido aumentando desde
2015. Sin embargo, debido a la recuperación económica mundial en 2021, el porcentaje del gasto mi litar mundial
como porcentaje del PIB mundial disminuyó ligeramente del 2.3 % en 2020 al 2.2%. Además, el gasto militar pro-
medio como porcentaje del gasto público se mantuvo sin cambios en 5.9 % en 2021 en comparación con 2020
(Lopes da Silva, et al., 2022).
146
la cooperación internacional en la encrucijada
Tabla 2. Ejércitos más poderosos del mundo
Personal
activo
Personal
en reserva Aeronaves Tanques Barcos Armas
nucleares
Estados Unidos 1,395,000 843,000 13,247 6,612 484 5,550
Rusia 9000,000 2,000,000 4,173 12,420 605 6,255
China 2,035,000 510, 000 3,285 5,250 777 350
India 1,460,000 1,155,000 2,182 4,614 295 156
Japón 247,000 56,000 1,449 1,004 155 0
Corea del Sur 555,000 3,1000,000 1,595 2,624 234 0
Francia 203,000 41,000 1.055 406 180 290
Reino Unido 153,000 75,000 693 227 75 225
Pakistán 652,000 0 1,387 2,824 114 165
Brasil 367,000 1,340,000 679 439 112 0
Fuente: Elaboración propia con base en Padinger (01 mar 2022)..
Entre 2018 y 2022, China experimentó un aumento del 4.1% en sus importaciones de
armas, que representaron el 4.6% del total mundial. La mayor parte de estas importacio-
nes, alrededor del 83%, procedieron de Rusia, la cual entre 2020-2022 suministró sobre
todo helicópteros y motores de aviones, que habían tenido problemas para desarrollarse
a nivel nacional en el país asiático (Wezeman, Gadon y Wezeman, 2023: 9). El gobierno
chino sostiene que sus intereses de defensa miran a realizar acciones contra el terrorismo
y en participar en las operaciones de mantenimiento de la paz de la Organización de las
Naciones Unidas (Ministry of Foreign Aairs-China, 2018), pero China también está in-
volucrada en controversias internacionales, principalmente por cuestiones territoriales
o fronterizas con sus vecinos: India, Bután y también en la zona del mar de China meri-
dional, así como las tensiones alrededor de la isla de Taiwán, ante lo cual siempre muestra
sus capacidades militares de forma “defensiva”, aunque más bien es de forma disuasiva
(Allison, 2017).
Esto ha ido contrastando con la creciente presencia militar de Estados Unidos en la re-
gión Asia-Pacico y en Asia Central, que por un lado ha aumentado la cooperación militar
con Taiwán, con Japón y Corea del Sur ante la posible amenaza que les representa Corea
del Norte, y la reconguración de las políticas de defensa de los principales actores regio-
nales, como la India, Japón, Australia, Corea del Sur, entre otros, que han llevado a los esta-
dounidenses a adoptar un enfoque más conictivo hacia China, viéndola como un rival y
competidor estratégico. En efecto, la administración de Barack Obama se buscó neutrali-
147
¿hacia una segunda guerra fría?
zar el Foro Económico de Asia y el Pacíco (APEC), transformando el ambiguo Acuerdo
de Asociación Transpacíco (TPP) en una plataforma para que los Estados Unidos do-
minen las reglas del Asia-Pacíco, excluyendo deliberadamente a China a n de apreciar
su economía, además de establecer nuevas reglas de la economía digital, ligada al internet.
Sin embargo, el presidente Donald Trump, consideró que ese tratado era desventa-
joso para los trabajadores estadounidenses y por eso decidió retirar a su país de dicho
acuerdo. Trump trató de reducir su décit comercial aumentando aranceles y barreras
comerciales a los productos chinos, pero China respondió imponiendo sus propios aran-
celes a los productos estadounidenses, llevando a los dos pses a una guerra comercial,
que redujo el comercio mundial y los ujos internacionales de capital, aumentando las
restricciones a la migración y la consecuente desaceleración de la globalización, lo que
bien podría ser calicado como un proceso de “desglobalización”, que se aceleró por las
medidas adoptadas en distintos países para combatir la pandemia de Covid 19 (Domín-
guez, y Lo Bruo, 2020: 9).
Para Niall Ferguson (2012) esa reversión de la globalización y la retracción de la in-
tegración económica que conduce al nacionalismo económico y al proteccionismo lle-
varía al mundo inevitablemente al conicto. La tendencia hacia la desglobalización y a la
fragmentación del mundo lo hace menos estable conduciendo a tensiones geopolíticas y
potencialmente incluso a la guerra, tal y como observaba Charles Kindleberger (1973),
ya que los Estados Unidos, como potencia dominante, ya no pueden o no están dispues-
tos a proporcionar bienes públicos, como estabilidad y seguridad, generando el vacío de
poder e inestabilidad en la economía y el sistema internacional. Sin embargo, Joseph Nye
(09 ene 2017) advierte que en la relación actual entre Estados Unidos y China, el de-
clive relativo de Estados Unidos y el ascenso de China podrían conducir a un escenario
de “trampa de Kindleberger”, ya que el país asiático no tendría la capacidad económica,
política y militar para establecer su predominio global, mientras que los estadounidenses
aún conservan un poder blando signicativo o la capacidad de atraer y persuadir a otros a
través de su atractivo cultural, ideológico e institucional.
Por eso Michel Agliea (1987) también denunciaba la inquietante dominación del
dólar a falta de otra divisa clave en la economía mundial. Esta dominación del dólar no
es necesariamente sostenible a largo plazo y puede generar tensiones y desequilibrios
en el sistema económico global. En este panorama, Varoakis (2012) advierte que la
economía mundial más bien se debate entre la “quiebrocracia de Occidente” y “la frágil
fortaleza de Oriente”, es decir, entre la dominación de un modelo occidental en banca-
rrota, caracterizado por la falta de sostenibilidad, en el que las nanzas prevalecen sobre
la economía real agudizando la desigualdad; y un modelo desarrollado por China y otros
países emergentes, que están ganando inuencia y poder económico, desaando incluso
la hegemonía occidental, pero que no logra tomar las riendas del sistema nanciero (Va-
rufakis, 2015 [2012]: 282).
148
la cooperación internacional en la encrucijada
En todo caso, para Graham Allison (2017) la ruptura de la integración económica
hace inevitable la “trampa de Tucídides” en la que las potencias emergentes como China
o Rusia pueden sentirse obligadas a desaar a la potencia dominante, como Estados Uni-
dos, lo que podría generar una guerra. En Occidente ya se hacen entrever los conictos y
fenómenos expresos de este nuevo periodo. En la última década la Unión Europea, pese a
los roces entre Francia y Alemania al interior del bloque, buscaron ocupar, a nivel comer-
cial, una posición intermedia de “autonomía estratégica”, sin dejar de “comprometerse”
con China. Esto comenzó a cambiar declarando a China como un “rival sistémico”, debi-
do a la inltración del capital chino en Europa con la Belt and Road Initiative (Parlamento
Europeo, 2021).
Los señalamientos de China como “potencial amenaza” se han intensicado a la par
que la guerra en Ucrania, el rearme de Europa y la crisis económica postpandemia. Un
ejemplo de esto fueron las declaraciones vertidas por el Servicio Europeo de Acción Ex-
terior en octubre del 2022, “China se ha convertido en un competidor global aún más fuerte
para la Unión Europea, los Estados Unidos y otros socios anes. Por lo tanto, es esencial evaluar la
mejor manera de responder a los desafíos y oportunidades actuales” (EFE, 2022). El presidente
Biden incluso ha dicho que la situación forma parte de una lucha existencial más amplia
entre “democracia y autocracia” (CNN Español, 2023). De este modo, reciclando una
vieja idea de Jean Monnet, parece que los Estados Unidos volverían a convertirse en el
arsenal de la democracia”18.
Tras la invasión rusa en Ucrania, los Estados Unidos buscaron formar una coalición
global impulsando una serie de sanciones que reunió a sus aliados occidentales contra
Rusia. Más tarde, 141 países respaldaron una disposición de las Naciones Unidas que
exigía que Rusia se retirara sin poner ninguna condición. Sólo cuatro países: Bieolorru-
sia, Eritrea, Corea del Norte y Siria, apoyaron a Rusia y rechazaron la disposición de las
Naciones Unidas. Sin embargo, Occidente no logró convencer a tantos países del mundo
como parecía al inicio, pues 47 países se abstuvieron o no asistieron a las votaciones, entre
ellos la India y China, y desde entonces, muchos de esos países “neutrales” han brindado
un importante apoyo económico o diplomático a Rusia. Además, incluso algunos de los
países que al principio denunciaron a Rusia, consideraron que la guerra no era problema
de ellos y comenzaron a asumir una postura más neutral, por ejemplo, Turquía o Brasil
(Holder, et al, 02 mar 2023). En el siguiente esquema se muestran la posición de los países
respecto a la cuestión de Rusia, quienes la apoyan, aquellos que la condenan y los que
permanecen neutrales.
18 Hacia el nal de la Segunda Guerra Mundial Jean Monnet utilizó esa idea para reconocer el esfuerzo estadou-
nidense de “armar y a apoyar” a sus aliados europeos contra los nazis (Monnet , 1978: 306).
149
¿hacia una segunda guerra fría?
Esquema 1. Posición respecto a la cuestión de Rusia
Fuente: Elaboración propia con base en Holder, et al. (02 mar 2023).
Bien decía Carl Schmi (1933) que la distinción de amigos es generada por la hosti-
lidad hacia el enemigo, lo cual incluso parece ser la esencia de lo político, pero tal y como
observaba Halliday (1984), en el balance general de la segunda guerra fría, en realidad
ninguno de los bandos logró avances signicativos en el debilitamiento de las alianzas
esenciales del otro y a pesar de los compromisos de negociaciones serias, y se mantienen
los enormes obstáculos para cualquier acuerdo (Halliday, 1989 [1984] 242). El proble-
ma es que, a más de un año de conicto en Rusia, a pesar de que la coalición principal
de Occidente sigue siendo sólida, nunca convenció al resto del mundo de dejar aislada a
Rusia. El panorama nos recuerda la gran cantidad de países neutrales durante la Guerra
Fría, pero ahora el mundo está más interconectado (Holder, et al., 02 mar 2023). La crisis
de Ucrania parece haber sido un punto de inexión en esta nueva era de competencia
entre grandes potencias, ya que la respuesta de Occidente a las acciones de Rusia, que
incluyeron sanciones y aislamiento diplomático, solo sirvió para aumentar aún más las
tensiones y acercar a Rusia a China. Esto, a su vez, podría conducir potencialmente a la
formación de un nuevo eje geopolítico, con China y Rusia trabajando juntas para desaar
el orden global liderado por Estados Unidos.
Los estadounidenses tratan de mantener a toda costa un sistema de alianzas con-
tra “la amenaza ruso-china”, tal y como dan cuenta los últimos acuerdos de la OTAN
referentes al envío de armas a Ucrania. La ayuda militar total comprometida con el
gobierno ucraniano por parte de los Estados Unidos desde que comenzó la guerra es
150
la cooperación internacional en la encrucijada
la asombrosa cantidad de €27, 000 millones (Trebesch, et al, 2023). Desde febrero del
2022 “el gobierno de los Estados Unidos ha inyectado más dinero y armas para apoyar
al ejército ucraniano que el que envió en 2020 a Afganistán, Israel y Egipto combina-
dos, superando en cuestión de meses a tres de los países más grandes receptores de
ayuda militar estadounidense en la historia” (Speri, 10 sep 2022). Además, como se
observa en el siguiente gráco, los Estados Unidos proveen cerca de tres cuartos del
presupuesto de defensa de la OTAN.
Gráca 1. Gasto de defensa de la OTAN.
Fuente: elaboración propia con base en OTAN, 2022: 7).
Entre 2013 y 2022, los principales Estados europeos experimentaron un aumento
signicativo del 47 % en sus importaciones de armas importantes, a pesar de una dismi-
nución global del 5.1 % en las transferencias internacionales de armas19. Así que, como
en el periodo clásico de la Guerra Fría, los Estados europeos se están preparando para
una posible conagración real y directa contra Rusia. En países como Alemania, Francia,
Finlandia y Austria, por ejemplo, el incremento de inversiones públicas en la industria
de guerra ha sido el tema central en las agendas legislativas de sus respectivos gobiernos
(EDA, 2022). Desde nales del 2022 las partidas presupuestales en defensa han crecido
19 Durante este periodo, disminuyeron las transferencias mundiales de armas en África (-40%), las Américas
(-21%), Asia y Oceanía (-7.5%) y Oriente Medio (-8.8%). En el mismo periodo entre 2018 y 2022, los cinco
principales importadores de armas respecto al porcentaje mundial de exportaciones fueron India, Arabia Saudita,
Qatar, Australia y China mientras que los cinco principales exportadores de armas fueron Estados Unidos (40%),
Rusia (16%), Francia (11%, China (5.2%) y Alemania (4.2%). La guerra en Ucrania tuvo un impacto limitado en
las transferencias globales de armas, pero ese país de Europa del Este se conv irtió en un importante importador de
armas en 2022 (15% del total de las importaciones mundiales), (Wezeman, Gadon y Wezeman, 2023: 9).
151
¿hacia una segunda guerra fría?
un 6%, alcanzando una cantidad global de €214.000 millones anuales, según la Revisión
Anual Coordinada de Defensa (2022). Esta tendencia va al alza, pues se prevé que para
2025 se incluya un aumento presupuestal de €70.000 millones de euros más, lo que equi-
valdrá a una inversión mayor del 32.71% del gasto público en la industria de guerra.
Rusia respondió a la escalada armada con las declaraciones de Putin realizadas en
marzo, sobre el posible uso de armas nucleares estratégicas en la guerra contra Ucrania.
De esta manera, después de 30 años de “relativa paz”, Europa del Este se vuelve el epicen-
tro de las tensiones mundiales entre los dos bloques. El emplazamiento de armas nuclea-
res al borde de Europa central y la carrera por la modernización de las industrias de guerra
nacionales, en está situación política determinada, solo son el reejo de un periodo de
desacoplamiento mundial entre dos bloques irreconciliables, como en el periodo clásico
de la Guerra Fría. Con los indicios del rearme europeo y la amenaza de un holocausto nu-
clear, incluso regresan a la conciencia de millones de individuos que temen por el futuro
próximo del mundo20 (Marcuse, 1964). Por ahora, la “segunda guerra fría” parece estar
destinada a escalar aún más. Las diferencias entre este conicto y la Guerra Fría original
ahora parecen cada vez más importantes que las similitudes.
El conicto entre los Estados Unidos y la Unión Soviética fue, por supuesto, entre
dos sistemas sociales en competencia, pero el desorden mundial en curso, considerado
como una prolongación y ampliación de la “segunda guerra fría”, deja entrever un con-
icto abierto por la hegemonía mundial. Aquí, las tensiones entre China y los Estados
Unidos por Taiwán puede ser un evento más catastróco que la guerra en Ucrania, con-
frontando en un bloque al que se suma Japón, Australia, los países miembros de la OTAN
y la posible adhesión de la India contra China. Durante más de 40 años, las relaciones
diplomáticas entre el gobierno estadounidense y chino estuv ieron ancladas por la política
de “una sola China”, pero esta concesión, por parte de los Estados Unidos, sólo era el re-
ejo de las disposiciones para ingresar compañías norteamericanas al mercado chino. Así
que la posición del gobierno estadounidense respecto a la independencia de Taiwán era
deliberadamente vaga, pero ahora el gobierno de Biden ha adoptado una nueva posición
sobre la situación de la isla, a n de incrementar las presiones hacía China y proyectar un
mensaje de America is back” en el Indo-Pacíco.
Ejemplo de ello es el último proyecto de ley de gastos, de $US 10, 000 millones en
inversiones de armas para Taiwán (US Government Publishing Oce, 2022), siendo
esta la primera vez que el gobierno de los Estados Unidos realiza un nanciamiento de
20 Bielorrusia, según se prevé, será “la fortaleza nuclear” de Rusia con el nuevo plan para estacionar un sistema
de misiles Iskander en la frontera con Polonia. Aún en esta cuestión, la cooperación entre el gobierno de Putin y
Lukashenko se hace presente al interior del bloque, ya que, desde principios del 2022, se reformó la Constitución
de Bielorrusia y se suprimió la disposición sobre el estatus de país libre de armas nucleares, “lo que abrió la posibi-
lidad legal de emplazar cabezas nucleares en el terr itorio de Bielorrusia” (Podvig, 2022).
152
la cooperación internacional en la encrucijada
este tipo en la isla. Aun con el triunfo de los republicanos en la Cámara de Representan-
tes, la inversión puede tender a incrementarse en apoyo a la línea antichina del gobierno
demócrata. Biden abandonó la típica posición de “ambigüedad estratégica”, declarando
que “responderá al llamado de auxilio” de los taiwaneses. En octubre, el secretario de Esta-
do, Antony Blinken advirtió que una guerra en Taiwán podría comenzar “en una línea de
tiempo mucho más rápida”. Sus comentarios fueron respaldados por el almirante Michael
Gilday, jefe de operaciones navales de los Estados Unidos, quien armó que China podría
lanzar un ataque a partir de 2023 (El Español, 21 oct 2022).
Si bien estas armaciones parecen poco probables, debido a que el ejército chino aún
es inferior frente a la máquina de guerra norteamericana en ciertas áreas clave y debido
a la logística extremadamente difícil de una invasión anbia a través del estrecho de Tai-
wán, no se debe descartar que China ha respondido a los cercos y las amenazas con un
incremento de hostilidades que vaticinan una nueva oleada de conictos calientes en la
región. Desde 2020 se han incrementado estrepitosamente las maniobras, entrenamien-
tos y simulacros militares del ejército chino en las cercanías de la isla y, frente a la escalada
de operaciones, también ha subido el tono de declaraciones con las que China se dirige a
las presiones del bloque adversario. Le Yucheng , vicepresidente de Asuntos Exteriores de
China, por ejemplo, armó que “ninguna opción está excluida”, abriendo la posibilidad de
una intervención armada a gran escala21 (Escudero, 02 mar 2023). Halliday (1984) ob-
servaba el progreso de la “segunda guerra fría” como una gran contienda que estaba lejos
de un nal rápido, por la sencilla razón de que seguía existiendo una circunscripción rui-
dosa y bien organizada en favor del gasto militar y continuó (Halliday, 1989 [1984]: 243).
Los Estados Unidos parecen continuar con esta amplia dinámica militarista, empeña-
dos en retomar el liderazgo del Pacíco y, mediante la vieja estrategia divide et impera, han
buscado establecer una serie de alianzas militares separadas pero conjuntas para acercarse
cada vez más a China en el Sudeste asiático. Por ejemplo, el 2021 el gobierno lipino reanu-
dó el acuerdo visiting forces agreement (VFA), que permite la presencia de tropas estadouni-
denses en Filipinas, luego de que había sido anulado en 2020, brindando por breve tiempo
a China la oportunidad de fortalecer su posición en la región (Almoguera, 16 feb 2020). En
2021 también se estableció el acuerdo Australia-United Kingdom-United States (AUKUS)
y el Quadrilateral Security Dialogue (Quad) [Diálogo de Seguridad Cuadrilateral] que
incluye a India, Japón, Australia y Estados Unidos, cuyo objetivo es contener el creciente
poder militar chino y prepararse para la posibilidad de una guerra por Taiwán o, en menor
21 En julio del 2022, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, declaró que,
a los ojos de Beijing, la designación de “aguas internacionales” no se aplica al estrecho de Taiwán. Replicando así,
las tácticas de “la zona gris” que el Partido Comunista de China ha desplegado en el mar de China meridional para
extender sus reclamos sobre las aguas en disputa que están sujetas a reconvenciones por parte de otras naciones
costeras, incluidas Vietnam y Filipinas.
153
¿hacia una segunda guerra fría?
escala, por islas en disputa en los mares de China Oriental y Meridional22 (Congressional
Research Service, 30 ene 2023). Asimismo, en 2022 fue lanzado el Indo-Pacic Economic
Framework for Prosperity (IPEF), [Marco Económico del Indo-Pacíco para la Prosperi-
dad] que es una contrapartida económica de los esfuerzos de Estados Unidos en materia
de seguridad, ofreciendo la oportunidad a los estadounidenses de recuperar su inuencia
en esa región de creciente importancia geoestratégica23 (e White House, 23 may 2022).
En este panorama, la India, por ejemplo, ha buscado colaborar con los Estados Uni-
dos para contener a China , a través de su participación en el QUAD y el IPEF, que son dos
foros multilaterales que formalizan acuerdos de cooperación con el ejército norteameri-
cano en temas clave como lo es Taiwán, donde el poder naval indio podría desempeñar
un papel relevante en una posible escalada del conicto. La India espera beneciarse del
desacoplamiento entre Estados Unidos y China, posicionándose como la “próxima Chi-
na” y atrayendo partes de la cadena de suministro que ahora están saliendo del territorio
chino. Esto se conecta con “la tentación de Taiwán” (Skylar, 2021), que en ocasiones es
llamado por la prensa como “la Arabia Saudi de los chips”, ya que los chips de computado-
ra parecen ser el nuevo petróleo, necesario con urgencia para la fabricación de piezas en
el campo de las comunicaciones, los aviones, coches, equipos de salud y computadores24
(Lo, 31 oct 2022).
En todo caso, para Fabio Mini (2021), siguiendo a Liang, el supuesto objetivo de Chi-
na de convertirse en una potencia marítima importante o ir al océano Pacíco parece ser
“un objetivo a largo plazo que actualmente no se puede lograr”. China debe abandonar la
nueva revolución militar al estilo estadounidense y no imitar al ejército estadounidense
en su modelo de desarrollo de armas que se está perdiendo gradualmente (Mini, 2021:
48). De hecho, el poderío militar de los Estados Unidos descansa sobre un chip muy frá-
gil, así como la hegemonía de la moneda estadounidense hoy descansa sobre el ya inesta-
ble crédito del dólar. En el primer caso, si se puede acotar el chip, se acabará la hegemonía
militar de Estados Unidos. En el segundo, igualmente, si no se confía en el dólar, se acaba-
rá la hegemonía económica” (Liang, 2021 [2016]: 154).
A pesar de que el peso del dólar ha disminuido ligeramente en las últimas décadas,
sigue siendo la moneda más utilizada en las transacciones internacionales y en los merca-
dos nancieros. La expansión de la economía china en las últimas décadas ha permitido a
22 Las disputas territoriales en curso en el mar de China meridional, donde China ha estado construyendo islas
articiales y armando sus reclamos territoriales, ha generado tensiones con otros países de la región, en particular
con Vietnam y Filipinas, que también reclaman la propiedad de partes del mar. Estas disputas podrían convertirse
potencialmente en un conicto militar si fracasan los esf uerzos diplomáticos para resolverlas.
23 Además de los Estados Unidos, el IPEF cuenta con otros 13 miembros fundadores: Australia, Brunei Darussa-
lam, Corea del Sur, Filipinas, Fiji, India, Indonesia, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Tailandia y Vietnam.
24 La Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited controla más del 55% de los contratos para fa-
bricación de chips comerciales en el mercado global y el 90% de los pedidos en tecnolog ía de chips de avanzada.
154
la cooperación internacional en la encrucijada
su moneda, el yuan, ganar importancia en el comercio internacional, mientras otros paí-
ses también han estado trabajando para reducir su dependencia del dólar, por ejemplo,
Rusia que ha estado vendiendo sus reservas de dólares y comprando oro, y, en general el
grupo de países que conforman la iniciativa de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica) ha estado tratando de promover el uso del rublo en el comercio internacional,
Irán, Venezuela y recientemente Argentina también han estado explorando alternativas al
dólar en el comercio de petróleo y otros productos.
Sin embargo, según el Fondo Monetario Internacional el dólar sigue representando
el 59% de las reservas de divisas del mundo, mientras que el euro supone el 21%, el yen
japonés el 6% y el 5% la libra esterlina (Arslanalp, 02 jun 2023). Por eso, más que de fuera,
uno de los mayores riesgos para el dólar viene de dentro, pues la política scal y moneta-
ria estadounidense, con la creciente deuda pública y los décits comerciales persistentes
sumadas a las políticas monetarias de la Reserva Federal han conducido a la preocupa-
ción por la estabilidad del dólar a largo plazo (Chamizo, 14 may 2023). En este sentido,
por ejemplo, el presidente Biden, no dudó en rmar la Ley de Responsabilidad Fiscal de
2023, que permite elevar el techo de endeudamiento del Estado, para evitar un impago
que podría llevar al país a una catástrofe económica y nanciera (TeleSur, 01 jun 2023).
Por eso, a la luz de todas estas consideraciones, quizá sea pertinente advertir que el privi-
legio estadounidense persistirá hasta que se reconstruya un sistema de regulaciones para
las relaciones comerciales y nancieras.
C 
Desde mediados del siglo XX, la Guerra Fría abrió una fase de expansión capitalista es-
table y rápido crecimiento, incluso de las economías estalinistas, muy diferente a la era
de desorden en la que ha entrado el moderno sistema mundial. De acuerdo con Yanis
Varoufakis (2012) la caída del comunismo en 1991 supuso la conclusión de una tragedia
griega, osea una inversión fatal, que continuaban aumentado en lugar de reducir los dé-
cits gemelos, que habían estado creciendo desde nales de la década de 1960, es decir, el
décit presupuestario del gobierno estadounidense y el décit comercial de la economía
americana, los cuales incrementaron por la decisión de las altas esferas legislativas de los
Estados Unidos. La solución fue mantener un constante ujo de tributos desde la perife-
ria al corazón imperial de los Estados Unidos, los cuales habían sostenido el reforzamien-
to mutuo entre los décits gemelos de la economía estadounidense y la demanda global
de bienes y servicios de las naciones excedentarias (Varoufakis, 2015 [2012]: 43-45).
El colapso de la Unión Soviética y la sensacional superioridad militar de los Estados
Unidos parecía haber puesto n al sistema de potencias (Ikenberry, 2004). Los partida-
rios de ese orden veían el inicio de una nueva era de paz y crecimiento, pero se equivo-
155
¿hacia una segunda guerra fría?
caban. La hegemonía de los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX no había
descansado en su capacidad militar, sino en su riqueza económica, que le otorgaba el
consenso político general entre los países más industrializados del Norte, que temían a
los regímenes comunistas. Allá donde no había acuerdo, como en América Latina, el con-
senso materializaba las alianzas con las clases dirigentes y los ejércitos temerosos de una
revolución social (Hobsbawm, 2007 [2004]: 59).
Cuando el bloque soviético se disolvió la hegemonía de los Estados Unidos comenzó
a tambalearse mostrando signos de repliegue y fue ahí cuando Huntingnton sugirió que
era hora de cambiar estrategia pasando de la ofensiva a la defensiva frente a otros pueblos
no occidentales, pero sin que los estadounidenses perdieran su supremacía nanciera
(Huntington: 2019 [1996]: 224). En estas condiciones, se conforma así un juego de lu-
cha por el poder, en la continua “lucha supra-histórica”, que miraba Hans J. Morgenthau
(1986); es decir, la obstinada lucha por el poder en todo tiempo y espacio, para mante-
ner y consolidar una posición de predominio en la política internacional, lo cual requiere
indiscutiblemente de la fuerza militar del Estado, que da sostén a las políticas tanto en el
ámbito interno, como en la política exterior. Desde esa perspectiva, la “segunda guerra
fría” dista mucho de ser un caso cerrado, pues el conicto en la política mundial contem-
poránea parece mantener la tensión entre los Estados Unidos y las potencias emergentes,
sobre todo China y Rusia que fueron ganando protagonismo en la escena internacional.
Para retener los capitales, los Estados Unidos buscan una buena posición en puntos
calientes de crecimiento económico guiados por la innovación tecnológica que atraiga
capital global, o bien que empeore la situación económica en otras regiones, haciendo a
la economía estadounidense más segura, al menos en relación con las otras. Las guerras
combatidas en los últimos 20 años por los estadounidenses parecen haber sido proyec-
tadas para garantizar esta condición, es decir, que los dólares no solo uyan sin problema
fuera del país, sino que el capital en movimiento regrese a los Estados Unidos (Liang,
2021 [2016]: 106). El uso de la deuda por parte del gobierno estadounidense para nan-
ciar sus intervenciones militares y la expansión económica creó un ciclo de retroalimen-
tación en el que el gobierno ha tenido que endeudarse cada vez más para mantener su
posición hegemónica (Braudel, 1979; Varoufakis, 2012). Este sistema no sólo conduce
a la acumulación de grandes cantidades de deuda, tanto en los Estados Unidos como en
todo el mundo, sino que también se vuelve insostenible y, en última instancia, conduce
a crisis nancieras, como sucedió desde la década de 1980, en América Latina, Medio
Oriente, el Sudeste Asiático, o en la Europa balcánica o del Este.
La solución a este problema es reformar el sistema económico mundial para que sea
más equilibrado y sostenible, pero eso implicaría reducir la dependencia del dólar esta-
dounidense como moneda de reserva mundial y promover una mayor cooperación eco-
nómica mundial. Por eso, se considera que lejos de ser un fenómeno terminado la “se-
gunda guerra fría” (Halliday, 1989) mantiene su vigencia como correlato de la crisis de la
156
la cooperación internacional en la encrucijada
economía mundial capitalista (Wallerstein, 1995), en la que se enmarca el declive relativo
de la hegemonía mundial de los Estados Unidos en el sistema interestatal y de sus ciclo
de acumulación de capital a escala mundial (Arrighi, 1994). No obstante, lejos de acep-
tar esa situación los estadounidenses han buscado rearticular a toda costa su sistema de
alianzas, por lo que aunque ya no existe una lucha ideológica como lo hubo en el siglo XX
(capitalismo vs socialismo), sí hay una contraposición marcada en un contexto de crisis
hegemónica, en el que parece que los Estados Unidos compiten por un nuevo liderazgo y
capacidad de consenso internacional.
Así que luego de la disolución de la Unión Soviética y el n de la estructura bipolar
del mundo que dio paso a una más multipolar, esa “segunda guerra fría” (Halliday, 1983),
parece haber continuado en una “guerra nanciera” (Agliea, 1987; Liang, 2016), el nue-
vo imperialismo en Medio Oriente (Harvey, 2003) y la escalada de conicto que hoy se
observa en Europa del Este y el Asia oriental (Allison, 2017), así como otros conictos
regionales en África y América Latina. En contrapartida, China y otras potencias emer-
gentes del Sur Global han ido delineando un nuevo orden político y económico global
de acuerdo con sus necesidades. Este nuevo orden mundial parece solaparse al existente,
remodelando el equilibrio de poder y provocando cambios signicativos en la política
mundial, dejando entrever un nuevo paradigma de cooperación para el siglo XXI.
157
¿hacia una segunda guerra fría?
R
Agliea, Michel (2004 [1987]). El n de las divisas clave, ensayo sobre la moneda interna-
cional. México: Siglo XXI.
Amin, Samir (1994). El futuro de la polarización global. Nueva Sociedad, 132, 118-127.
Allison, Graham (2017). Destined for War, can America and China escape Tucydides’s Trap?
New York: Mariner Books.
Almoguera, Paloma (16 feb 2020). Filipinas aanza su giro hacia China al socavar su
alianza militar con EE UU. El País. hps://elpais.com/internacional/2020/02/16/
actualidad/1581881434_307602.html
Anguiano, Eugenio (1980). China: la política de cooperación con el tercer mundo. Estu-
dios de Asia y Áica, 15(3 [45]), 515-571.
Arrighi, Giovanni (1982 [1983]). La crisis de hegemonía. En Samir Amin, Giovanni
Arrighi, André G. Frank e Immanuel Wallerstein, Dinámica de la crisis global. México:
Siglo XXI.
____ (2018 [1994]). El largo Siglo XX, Dinero y poder en los orígenes de nuestra época. Ma-
drid: Akal.
Arrighi, Giovanni, Barr, Kenneth y Hisaeda, Shuji (2001 [1999]). La transformación de
la empresa. En Giovanni Arrighi y Beverly J. Silver, Caos y orden sistémico en el sistema-
mundo moderno. Madrid: Akal, 105-156.
Arslanalp, Serkan; Eichengreen, Barry y Simpson-Bell, Chima (06 jun 2022). El predomi-
nio del dólar y el ascenso de las monedas de reserva no tradicionales, Blog del Fondo
Monetario Internacional. hps://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2022/06/01/
blog-dollar-dominance-and-the-rise-of-nontraditional-reserve-currencies
Braudel Fernand (1992 [1979]). Civilization & Capitalism 15th-18th Century, e Perspec-
tive of the World, Volume 3. New York: Harper & Row.
Banco Mundial (2023), Deuda del gobierno central, (total % del PIB)-United States. Ban-
co Mundial. hps://datos.bancomundial.org/indicator/GC.DOD.TOTL.GD.ZS?en
d=2020&locations=US&start=1989&view=chart
BBC (13 dic 1989). 1989: Malta summit ends Cold War. BBC News. hp://news.bbc.
co.uk/onthisday/hi/dates/stories/december/3/newsid_4119000/4119950.stm
Bouin, Oliver (2018). El n de la integración europea tal y como la conocíamos: un
análisis de economía política. En Castells, Manuel (ed.), La crisis de Europa, Madrid:
Alianza
Bustelo, Pablo (2005). La política de defensa de China: los planteamientos del nuevo
“Libro Blanco”. Real Instituto Elcano. hps://www.realinstitutoelcano.org/analisis/
la-politica-de-defensa-de-china-los-planteamientos-del-nuevo-libro-blanco/
Cabrera, Ada C. y Lo Bruo, Giuseppe (2022). China and the Road to an Alternative
Interstate Consensus. En Dal, Emel P., G20 Rising Powers in the Changing International
158
la cooperación internacional en la encrucijada
Development Landscape, Potentialities and Challenges. Switzerland, Palgrave-Macmillan:
139-168.
Chamizo, Héctor (14 may 2023). ¿El mundo camina a la desdolarización de la economía?
Esto es lo que debe saber. La Información. hps://www.lainformacion.com/merca-
dos-y-bolsas/el-mundo-camina-a-la-desdolarizacion-de-la-economia/2886100/
Congressional Research Service (30 ene 2023). e “Quad”: Cooperation Among the
United States, Japan. In Focus. hps://crsreports.congress.gov/product/pdf/IF/
IF11678
Crivelli, Eduardo y Cejudo, Tadeo A. (2021). El liderazgo ausente de los Estados Unidos
en el siglo XXI. Revista de Filosofía δ [Hodós], 10(12): 109-127.
De la Cal, Lucas (25 oct 2021). Guerra Fría 2.0: China y Rusia surcan juntos el Pacíco
con buques de guerra. El Mundo. hps://www.elmundo.es/internacional/2021/10/
25/617676bce4d4d8cb608b45c1.html.
Don Juan Manuel, 1982 [1332]). El libro de los Estados. En Don Juan Manuel, Obras
Completas [comp.]. Madrid: Gredos, 191-502.
Domínguez, Rafael (2018). Hacia un régimen internacional de Cooperación Sur-Sur:
últimos avances sobre el monitoreo y la evaluación. Estado abierto, 2(2): 49-107.
____ (2019b). La Constelación del Sur: la Cooperación Sur-Sur, en el cuarenta aniver-
sario del Plan de Acción de Buenos Aires. En Domínguez, Rafael, Lo Bruo, Giusep-
pe y Surasky, Javier (eds.), La Constelación del Sur, lecturas Histórico-Críticas de la Coope-
ración Sur-Sur. México: BUAP-UC, 13-131.
El Español (21 oct 2022). El jefe de operaciones navales de EEUU alerta: Chi-
na puede invadir Taiwán este mismo año. El Español. hps://www.elespanol.
com/mundo/20221021/operaciones-navales-eeuu-alerta-china-invadir-
taiwan/712428778_0.html.
EFE (17 oct 2022). Bruselas pide reevaluar la relación con China, un ‘competidor aún más
fuerte’, Swissinfo.ch, EFE. hps://www.swissinfo.ch/spa/ue-china_bruselas-pide-ree-
valuar-la-relaci%C3%B3n-con-china--un--competidor-a%C3%BAn-m%C3%A1s-
fuerte-/47985292
Engelhardt, Tom (1997 [1995]). El n de la cultura de la victoria, Estados Unidos la Guerra
Fría y el desencanto de una generación. Barcelona: Paidós.
Escudero, Gonzalo (02 mar. 2023). Tai wán, la posibilidad de una invasión. Global Strateg y
Report 7/2023. hps://global-strategy.org/taiwan-la-posibilidad-de-una-invasion/ .
Ferguson, Niall (2006). e War of the World. Twentieth-Century Conict and the Descent of
the West. London: Penguin Books.
____ (2010 [2008]). El triunfo del dinero, cómo las nanzas mueven el mundo. México:
Debate.
____ (2012). La gran degeneración. Cómo decaen las instituciones y mueren las economías.
Leviatán.
159
¿hacia una segunda guerra fría?
Frank, André G. (2008 [1998]). Re-oreintar, la economía global en la era del predominio asiá-
tico. Valencia: PUV.
Gaddis, John L. (2000 [1972]). e United States and the Origins of the Cold War, 1945-
1947. New York: Columbia University Press.
____ (2011 [2005]). Nueva historia de la Guerra Fría. México: FCE.
Gerber, Larry G. (1982). e Baruch Plan and the Origins of the Cold War. Diplomatic
History, 6(1), 69-96.
Glazer, Sthephen G. (1971). e Brezhnev Doctrine. e International Lawyer, 5(1), 169-179.
Grith-Jones, Stephany y Sunkel, Osvaldo (1986). Debt and Development Crises in Latin
America, the End of an Illusion. New York: OXFORD University Press.
Halliday, Fred (1986). e Making of the Second Cold War. London: Verso.
Harvey, David (2017 [2003]). El nuevo imperialismo. Madrid: Akal.
Hobsbawm, Eric, J. (2019 [1995]). Historia del siglo XX, 1914-1991. México: Crítica.
____ (2007 [2004]). Guerra, paz y hegemonía a comienzos del siglo XXI. En Hobs-
bawm, Eric, J., Guerra y Paz en el siglo XXI [comp.]. Crítica. México
Hofstader, Richard (1996). e Paranoid Style in American Politics: And Other Essays. New
York, Harvard University Press.
Holder, John, Leatherby, Lauren, Troianovski, Anton, y Cai, Weiyi (02 mar 2023). Occi-
dente intentó aislar a Rusia. No Funcionó. New York Times.
hps://www.nytimes.com/es/interactive/2023/03/02/espanol/rusia-sanciones-
aislamiento.html
Huntington, Samuel (2019 [1996]). El choque de civilizaciones y la reconguración del orden
mundial. Madrid: Paidós.
Ikenberry, G. John (2004). Illusions of Empire: Dening the New American Order, Foreign
Aairs 2(83), 144-154.
Kennedy, Paul, (1998 [1987]). Auge y caída de las grandes potencias. Barcelona: Plaza &
Janés.
Kissinger, Henr y (2019 [2012]). China. México: Debate.
____ (1994). La diplomacia. México: FCE.
Knoema (2023). Historical GDP by Country. Statistics from the World Bank Knoema,
hps://knoema.es/mhrzolg/historical-gdp-by-country-statistics-from-the-world-
bank-1960-2019
Krugman, Paul. (2009). e Return of Depression Economics and the Crisis of 2008. New
York: W. W. Norton & Company, Inc.
____(31 dic 2009). Macroeconomic eects of Chinese mercantilism. e New York
Times. hps://archive.nytimes.com/krugman.blogs.nytimes.com/2009/12/31/ma
croeconomic-eects-of-chinese-mercantilism/
Kwarteng, Kwasi (2015 [2014]). El oro y el caos, Quinientos años de imperialismo, guerras y
derrumbes. Madrid: Turner.
160
la cooperación internacional en la encrucijada
Laudicina, Paul (15 may 2014). Ukraine: Cold War Redux Or New Global Challenge?.
Forbes. hps://www.forbes.com/sites/paullaudicina/2014/05/15/ukraine-cold-
war-redux-or-new-global-challenge/?sh=66873acf6efe.
Lenin, Vladimir I. (1961 [1917]). Imperialismo: fase superior del capitalismo (esbozo
popular). En Lenin, Vladimir I., Obras escogidas, I. Yugoslavia: Progreso, 689-798.
Liang, Qiao (2021 [2016]). Larco dell’impero, con la Cina e gli Stati Uniti alle estremità. Mi-
lano: LEG.
Lippmann, Walter (1947). e Cold War: A Study In U.S. Foreign Policy. New York: Harper.
Lo, Alex (31 oct 2022). Computer chips are the new oil and Taiwan is the new Saudi
Arabia, South China Morning Post. hps://www.scmp.com/comment/opinion/arti-
cle/3197863/computer-chips-are-new-oil-and-taiwan-new-saudi-arabia
Lo Bruo Giuseppe y Spataro Agostino (2016). Siglo XXI, ¿la economía del terror?, América
Latina, Mediterráneo y Oriente Medio en un mundo en crisis. México: BUAP-EyC.
Lopes da Silva, Diego; Tian, Nan; Béraud-Sudreau, Lucie; Marksteiner, Alexandra y
Liang, Xiao (2022). Trends in World Military Expenditure, 2021. SIPRI Fact Sheet,
hps://www.sipri.org/sites/default/les/2022-04/fs_2204_milex_2021_0.pdf
Marcuse, Hebert (2021 [1964]). El hombre unidimensional. México: Astral.
Mini, Fabio (2021). L’impero di Quiao non è l’impero. En Liang, Qiao, L’arco dell’impero,
con la Cina e gli Stati Uniti alle estremità. Milano: LEG, pp. 15-57.
Ministry of Foreign Aairs-China (2018). Position Paper of the People’s Republic of China
For the 73rd Session of the United Nations General Assembly. hps://www.fmprc.gov.
cn/eng/wjdt_665385/2649_665393/201808/P020210525407121754577.pdf
Monnet, Jean (2015 [1978]). Memoirs. ird Millennium.
Nedopil, Christoph (2023). Countries of the Belt and Road Initiative. Green Finance &
Development Center, FISF Fudan University, www.greenfdc.org
Nove, Alec (1992). An Economic History of the USSR 1917-1991. England: Penguin
Group.
Nye, Joseph S. (1995). e Case for Deep Engagement. Foreign Aairs, 74(4), 90-102.
____ (2002). e Paradox of American Power: Why the World’S Only Superpower Can’t Go
It Alone. Oxford University Press.
____ (09 ene 2017). La trampa de Kindleberger. Project Syndicate. hps://www.
project-syndicate.org/commentary/trump-china-kindleberger-trap-by-joseph-s--
nye-2017-01/spanish.
Onimaru, Takeshi (2019). Financing Colonial State Building: A Comparative Study of
the 19th Century Singapore and Hong Kong. En Shiraishi, Takashi y Tetsushi, Sono-
be (eds.), Emerging States and Economies eir Origins, Drivers, and Challenges Ahead.
Tokio: Springer.
Organización del Tratado Atlántico Norte [OTAN] (2022). Defence Expenditure of
NATO Countries (2014-2022). NATO Communique PR/CP(2022)105. hps://
161
¿hacia una segunda guerra fría?
www.nato.int/nato_static_2014/assets/pdf/2022/6/pdf/220627-def-exp-2022-
en.pdf
Padinger, Germán (17 mar 2022). Los 10 ejércitos más poderosos del mundo. CNN Es-
pañol. hps://cnnespanol.cnn.com/2022/03/17/los-10-ejercitos-mas-poderosos-
del-mundo/
Parlamento Europeo (2021). Informe sobre una nueva estrategia Unión- China . Comisión
de Asuntos Exteriores, Informe- A9-0252/2021.
Schmi, Carl (2009 [1933]). El concepto de lo político. Madrid: Alianza.
Soros, Geroge (1994 [1987]). e Alchemy of Finance: Reading the Mind of the Market.
New York: John Wiley & Sons.
Speri, Alice (10 sep 2022). U.S. Military Aid to Ukraine Grows to Historic Propor-
tions-Along with Risks. e Intercept. hps://theintercept.com/2022/09/10/ukrai-
ne-military-aid-weapons-oversight/
Skylar Mastro, O. (2021). e Taiwan Temptation, Why Beijing Might Resort to Force,
4(100), Foreign Aairs. hps://www.foreignaairs.com/articles/china/2021-06-03/
china-taiwan-war-temptation
TeleSur (01 jun 2023). Presidente Biden promulga ley sobre el techo de deuda de EE.UU.
TeleSurtv.net. hps://www.telesurtv.net/news/presidente-biden-promulga-ley-techo
-deuda-eeuu-20230603-0024.html
e Green Finance & Development Center (2023). Countries of the Belt and Road
Initiative (BRI). e Green Finance & Development Center. hps://greenfdc.org/coun-
tries-of-the-belt-and-road-initiative-bri/
e White House (22 may 2022). Fact Sheet: In Asia, President Biden and a Dozen
Indo-Pacic Partners Launch the Indo-Pacic Economic Framework forProsperity.
e White House. hps://www.whitehouse.gov/brieng-room/statements-relea-
ses/2022/05/23/fact-sheet-in-asia-president-biden-and-a-dozen-indo-pacic-part-
ners-launch-the-indo-pacic-economic-framework-for-prosperity/
Tisdall, Simon (19 nov 2014). “e new cold war: are we going back to the bad old days?”.
e Guardian. hps://www.theguardian.com/world/2014/nov/19/new-cold-war-
back-to-bad-old-days-russia-west-putin-ukraine
Trenin, Dmitri (4 mar 2014). Welcome to Cold War II. Foreign Policy. hps://foreignpo-
licy.com/2014/03/04/welcome-to-cold-war-ii/
Trebesch, Christoph; Antezza, Arianna; Bushnell, Katelyn; Fran, Andre; Frank, Pascal,
Franz, Lukas; Kharitonov, Ivan, Kumar, Bharath, Rebinskaya, Ekaterina y Schramm,
Stefan (2023). e Ukraine Support Tracker: Which countries help Ukraine and
how? Kiel Working Paper, 2218, 1-75.
U.S. Government Publishing Oce (2022). S.1605 - National Defense Authorization
Act for Fiscal Year 2022. 117th Congress Public Law 81. hps://www.congress.gov/
bill/117th-congress/senate-bill/1605/text
Wallerstein, Immanuel (1983). e ree Instances of Hegemony in the History of the
Capitalist World-Economy. Comparative Sociology, 24(1), 100-108.
____ (1998 [1995]). Después del liberalismo. México: Siglo XXI.
____ (2015). La crisis estructural, o por qué los capitalistas ya no encuentran gratican-
te el capitalismo. En Wallerstein, Immanuel, Collin, Randal et al.,(Coords.) (2015).
¿Tiene futuro el capitalismo? Siglo XXI, Pp. 15-46
____ (2005 [2004]). Análisis de Sistemas-Mundo, una introducción. México: Siglo XXI.
Vanguardia Obrera (12 feb 2015). Un artículo de “Vanguardia Obrera” sobre el opor-
tunismo y en defensa de Mao Tsetung. Gran Marcha Hacia el Comunismo. hps://
granmarchahaciaelcomunismo.wordpress.com/2015/02/12/un-articulo-de-van-
guardia-obrera-sobre-el-oportunismo-y-en-defensa-de-mao-tsetung/
Varoufakis, Yanis (2015 [2012]). El minotauro global, Estados Unidos, Europa y el futuro de
la economía mundial. México DF: Crítica.
Vela, Corsino (2018). Capitalismo terminal, anotaciones a la sociedad implosiva. Madrid:
TdS.
Viaña, Daniel (09 feb 2016). El mapa del mundo ya no será como lo conoces: China
estará en el centro; Europa, en extremo occidente. El Mundo, hps://www.elmundo.
es/economia/2016/02/09/56b3b692e2704ee16d8b463d.html
Westad, Odd Arne (2005). e Global Cold War: ird World Interventions and the Making
of Our Times. Cambridge: Cambridge University Press.
Wezeman, Pieter D.; Gadon, Justine y Wezeman, Siemon T. (2023). Trends in Interna-
tional Arms Transfers, 2022. SIPRI Fact Sheet. hps://www.sipri.org/sites/default/
les/2023-03/2303_at_fact_sheet_2022_v2.pdf
Yan, X. (1982). Suth South Conference on Unity and Cooperation. Beijing Review,
25(10), 12-13.
163
V
¿Hacia un nuevo consenso interestatal?
La Cooperación Sur-Sur de China como estrategia de
“emulación temprana” en el caos sistémico
Ada Celsa Cabrera García1
Giuseppe Lo Bruo2
I
Desde el último cuarto del siglo XX se ha visto un cambio importante en las dinámicas
de acumulación de capital a escala mundial. Por diversos motivos, las grandes em-
presas transnacionales que organizan la producción mundial de mercancías encontraron
conveniente la migración de numerosos procesos fabriles hacia la región de Asia-Pacíco
(Amsden, 2001), lo que ha ido recentrando la economía mundial capitalista en China y
el Asia oriental. En particular, desde comienzos del siglo XXI, China se ha convertido en
una de las agencias estatales que más ha promovido ese recentramiento, fortaleciendo,
además, el espacio regional asiático que desde la década de 1970 había visto en Japón
su principal impulsor. Tal como señalan Leo Panitch y Sam Gindin (2012), la “puerta
abierta” de China a principios de siglo XXI fue completamente diferente a la de un siglo
atrás porque esta vez el capital global no entró por la fuerza sino por invitación (Panitch
y Gindin, 2012: 294). Con ello, el país asiático gana liderazgo a pesar de que, como bien
señala Hong Zhou (2017), China es el único país que ofrece ayuda internacional cuando
se encuentra con una buena parte de la población en pobreza extrema.
1 Profesor de la Facultad de Economía y del Centro de Estudios del Desarrollo Económico y Social de la Bene-
mérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México
nivel 1 (SNI 1). Miembro del Grupo de Investigación en >Cooperación Sur-Sur e integraciones regionales de la
Red Española de Estudios del Desarrollo (GICSS-REEDES). E-mail adacelsa.cabrera@correo.buap.mx
2 Director del Instituto de Ciencias Sociales “Alfonso Vélez Pliego” y Profesor del Posgrado en Sociología del
mismo instituto de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Miembro del Sistema Nacional de
Investigadores de México nivel 1 (SNI 1). Coordinador del Grupo de Investigación en cooperación Sur-Sur e
integraciones regionales de la Red Española de Estudios del Desarrollo (GICSS-REEDES). E-mail giuseppe.lo-
bruo@correo.buap.mx
164
la cooperación internacional en la encrucijada
Consideramos que, en buena medida, ese liderazgo de China toma fuerza gracias a
que está promoviendo un esquema de cooperación internacional alternativo al llamado
tradicional, que parece emular el esquema implementado por los Estados Unidos des-
pués de la Segunda Guerra Mundial con claras especicidades3 y con una temporalidad
temprana. Esta idea surge a partir de la perspectiva teórica de Giovanni Arrighi (1994;
Arrighi y Silver, 1999) y su método histórico en el que observa analogías entre las agen-
cias de lógica capitalista y de lógica territorialista que guiaron el surgimiento y consolida-
ción de los tres órdenes hegemónicos que han existido en la economía mundial capitalis-
ta. Estos órdenes se identican a través de la agencia estatal que domicilió a las unidades
capitalistas más competitivas del sistema en su momento, es decir, el de las Provincias
Unidas de los países Bajos a comienzos del siglo XVII, el de Gran Bretaña, en el siglo XIX,
y el de los Estados Unidos desde la segunda mitad del siglo XX.
Cada una de esas transiciones hegemónicas han atravesado momentos de “caos” a ni-
vel sistémico, situación en la que el orden establecido por la potencia hegemónica en des-
censo va perdiendo legitimidad al mismo tiempo que se va estableciendo un aparato de
consenso global alternativo al orden hegemónico v igente, guiado por una nueva potencia
que eventualmente alcanzará la hegemonía mundial (Cox 1981; Arrighi, 1994, Wallers-
tein, 2011). De esta forma, la potencia en ascenso va impulsando a la sociedad internacio-
nal en una dirección que no solo sirve a sus intereses, sino que también es entendida por
los grupos subordinados conforme a un interés más general (Arrighi, 1994: 30).
Argumentamos, a partir de ello, que la estrategia que en estos términos ha iniciado
China no opta por una ruptura o confrontación con la estructura hegemónica en declive,
sino que emerge a partir de ella. Es decir, no se desprende de los esquemas de multilatera-
lismo tradicional y del orden de posguerra, cuyas bondades tiende a exaltar y sobre el que
muestra un interés particular para que prevalezca, aunque, al mismo tiempo, que crea un
propio sistema multilateral que se presenta como opción a él.
De manera particular, China parece estar desarrollando una estrategia de coopera-
ción internacional con especicidades que se presentan como un “esquema alternativo”
en un momento en que aún no puede ser considerado, ni asegurarse su ascenso, como el
líder hegemónico de la economía mundial. Es precisamente este momento previo a su
posible ascenso como nuevo centro hegemónico mundial el que ha hecho que China
mantenga una participación en el esquema tradicional de cooperación, lo que, en cierto
modo, ha servido también como fuente de inspiración en la transformación de las rela-
ciones chinas con el resto del mundo (Cabrera y Lo Bruo, 2022: 141).
La hipótesis que guía este texto es que la estrategia de emulación de China ha sido
favorable para el país asiático y que, junto con otros mecanismos, le ha permitido pro-
fundizar paulatinamente sus relaciones con todas las economías nacionales del mundo y,
3 Diálogo político, acuerdos comerciales y nanciamiento al desarrollo.
165
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
más aún, con las llamadas economías del Sur. Aquí no interesa comparar las similitudes y
semejanzas con las estrategias históricas empleadas por las potencias en su ascenso como
hegemonía mundial, que ya han sido ampliamente estudiadas; más bien, el objetivo de
este trabajo es poner de relieve el esquema de cooperación Sur-Sur que China está desa-
rrollando en el siglo XXI como estrategia de liderazgo internacional en su posible camino
hacia la hegemonía mundial en una suerte de emulación temprana de la estrategia nortea-
mericana en el actual contexto de caos sistémico.
El capítulo sostiene que tal esquema alternativo, tanto en su connotación política,
como económica, le ha otorgado a China acceso a numerosos recursos materiales y
humanos para la producción de mercancías, además de inuencia sobre rutas y centros
estratégicos de distribución y comercialización de commodities y una profundización de
las relaciones diplomáticas que le permiten desarrollar sus estrategias de penetración eco-
nómica. Todo esto otorga a los chinos la posibilidad de penetrar y promover, desde una
concepción particular, el desarrollo de espacios estratégicos que se declaren autónomos
de la inuencia estadounidense y que están claramente enmarcados dentro del amplio
espectro de la Belt and Road Initiative, que abre el camino a pensar en una profundización
del actual contexto de caos sistémcio en el moderno sistema mundial.
Para lograr estos cometidos, el artículo se divide en cuatro partes. En la primera de
ellas se delinea teórica e históricamente la idea de la estrategia de “emulación temprana”
que China parece estar desarrollando. En el segundo apartado, se expone la estrategia de
cooperación Sur-Sur de China, como un nuevo régimen alternativo al sistema de ayuda
y cooperación tradicionales. En la tercera parte, se aborda la cooperación estratégica de
China como emulación temprana en el caos sistémico que abre la posibilidad de imagi-
nar la transición hegemónica de los Estados Unido a China en el siglo XXI. El capítulo
cierra con un apartado de consideraciones nales.
1. L    
Arrighi (1999) denió la situación de “caos sistémico” como un momento histórico par-
ticular en el que se va creando un nuevo conjunto de pautas y comportamientos que tien-
den a imponerse sobre un esquema más antiguo de normas, sin desplazarlo totalmente.
Esto incrementa aún más y las demandas de restablecer el orden, ya sea el viejo orden,
un nuevo orden o cualquier tipo de orden. El Estado en condiciones de satisfacer esas
demandas a partir de un proyecto simbólico y material concreto que se presente como
la mejor propuesta a seguir, podrá convertirse en hegemónico; es decir, podrá ejercer el
liderazgo ante los que cosensan su iniciativa en un sistema de interacción jerárquica con
el resto de los Estados (Arrighi, 1994: 32). Esto sugiere que el caos sistémico coincide con
la fase de decadencia de un ciclo hegemónico, por lo que a la potencia hegemónica en de-
166
la cooperación internacional en la encrucijada
cadencia le es cada vez más difícil mantener su orden geopolítico mundial, recurriendo a
elementos coercitivos para sostenerlo, tal y como parece estar sucediendo con los Estados
Unidos desde el último cuarto del siglo XX.
Desde el mismo momento de la rendición de los ejércitos alemanes, en mayo de 1945
el mundo estaba a punto de sufrir una transformación estructural. La terrible guerra dejó
en los pueblos del mundo una gran voluntad de paz y la esperanza de un nuevo orden
mundial, basado en un sistema de relaciones distintas entre los Estados. Los Estados
Unidos, que venían consolidándose como una potencia mundial desde nales del siglo
XIX, pusieron en marcha un andamiaje político-institucional para la reconstrucción del
mercado mundial, la expansión trasnacional de capital con la difusión del fordismo y
del taylorismo como modelos de producción industrial (Arrighi, 1982: 57). Como en
la transición hegemónica anterior del moderno sistema mundial, de las Provincias Uni-
das de los Países Bajos a Gran Bretaña en el siglo XVIII, los Estados Unidos aseguraron
su hegemonía luego de un periodo en el que el aumento de la competencia interestatal
desembocó en una guerra hegemónica o total entre las unidades políticas más poderosos
del sistema (Gilpin, 1988: 609-610). Aunque a diferencia del proceso de reconguración
hegemónico en el que las Provincias Unidas y la Gran Bretaña fueron protagónicos, en el
periodo de entreguerras y la crisis de 1929 pusieron en jaque al orden interestatal vigente
desde la Paz de Westfalia para dar paso a uno nuevo basado en la Carta Magna de las Na-
ciones Unidas y el sistema monetario de Breon Woods.
Michael Hardt y Antonio Negri (2000) criticaron el argumento cíclico de Arrighi
(1994) considerando que es imposible reconocer una ruptura del sistema, pues visto de
ese modo la historia del capitalismo se convierte en una especie de eterno retorno de lo
mismo (Hardt y Negri, 2000: 239). Arrighi respondió a sus críticos sosteniendo que su
argumento no es en absoluto cíclico, sino que coloca en una perspectiva histórica más
amplia los periodos de intensicación de las rivalidades interimperialistas e intercapita-
listas con la consecuente disrupción del mercado mundial, para comprender que el in-
tento de la potencia hegemónica hoy día en decadencia, Estados Unidos, por imponer al
mundo su dominio explotador puede muy bien llegar a ser una fuente de inestabilidad y
autodestrucción tan grave como lo fueron esfuerzos similares por parte de sus predece-
sores (Arrighi, 2002: 13).
En ese panorama, el modelo de la hegemonía parece sencillo. Cuando un Estado ad-
quiere notable superioridad en la eciencia productiva agroindustrial, la lleva al domi-
nio de las esferas de la distribución comercial que lo conduce al control de los sectores
nancieros. Pero tan pronto como un Estado comienza a ser hegemónico empieza su
decadencia en esas esferas, perdiendo las ventajas en el mismo orden que las ganó (pro-
ductiva, comercial y nanciera). Sin embargo, un Estado deja de ser hegemónico, no solo
porque pierde fuerza sino porque otros la adquieren (Wallerstein, 2011: 38-39). Así que,
el caos sistémico se prolonga hasta que una nueva potencia logre la hegemonía resolvien-
167
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
do los problemas y contradicciones del sistema (Gilpin, 1988: 595). En otras palabras,
la hegemonía puede denirse como una situación en la cual un Estado tiene poder ne-
cesario para hacer prevalecer las reglas o regímenes esenciales del sistema interestatal y
la voluntad para llevarlas a cabo (Keohane y Nye, 1977: 44). Por eso, la incapacidad de
Gran Bretaña para mantener un mundo colonial abrió un periodo de caos sistémico que
desembocó en dos guerras mundiales, sellado por un nuevo orden normativo bajo el li-
derazgo mundial de los estadounidenses (Jackson, 1991: 123).
El primero de los procesos que se articula en torno a la idea de una emulación tem-
prana del actuar de los Estados Unidos en el contexto de transición hegemónica del siglo
XX tiene que ver con el entramado institucional multilateral con el que se consolidó su
rol como hegemonía mundial. Hoy, China ha ido construyendo un esquema multilate-
ral de amplio alcance que se presenta como alternativo a la versión contemporánea del
occidental sin confrontarlo e incluso siendo también parte de él. Esto se plantea en un
nivel de análisis que retoma el papel de los Estados Unidos en su capacidad de presentarse
como agencia estatal líder, sin tomar todavía en cuenta la dinámica de funcionamiento
e interacción con las agencias capitalistas líderes de ese momento, un análisis en el que
por cuestiones de espacio no realizamos en este trabajo pero que consideramos relevante
para que la tesis sobre la que aquí avanzamos esté completa.
El segundo proceso, imbricado en el anterior, se asocia al papel que jugó la pro-
moción del “desarrollo”, en particular la cooperación y la ayuda, como mecanismos de
penetración a mercados e inuencia política sobre Estados a nivel individual, pero so-
bre todo a escala sistémica. La cooperación internacional, sin ser el único elemento a
analizar pero sí uno de gran relevancia, se vuelve fundamental en el actual contexto de
caos sistémico por dos motivos. El primero de ellos, tal y como lo comenta Buscema
(2020), se debe a que la cooperación internacional al desarrollo promovida por los
Estados Unidos fue tascendental en la consolidación del orden hegemónico estadou-
nidense por tratarse del
ámbito en el cual un conjunto de prácticas instr umentales de naturaleza eminentemente eco-
nómica es dispuesto en vista del conseguimiento de innegociables nes de naturaleza emi-
nentemente política (la paz y la armonía mundial mediante la compartición de una dinámica
de desarrollo): o bien, al revés, un entramado de acciones de naturaleza sustancialmente polí-
tica es desplegado en vista del conseguimiento de nalidades prominentemente económicas
(la valorización y acumulación capitalista mediante la difusión mundial del concepto y del ob-
jetivo del desarrollo, operado por medio de la puesta en relación, articulación y armonización
entre sujetos diferentes, y considerado como universalmente deseado) (Buscema, 2020: 42).
El segundo motivo se encuentra en nuestra consideración de que China ha emula-
do la estrategia norteamericana de cooperación internacional de una manera temprana
168
la cooperación internacional en la encrucijada
–antes de ser considerado un centro hegemónico– y con algunas modicaciones im-
portantes que se insertan en los proyectos de la Belt And Road Initiative, de la Global De-
velopement Initiative y de la Global Security Initiative. Las especidades que adquieren los
rasgos de cooperación internacional de estas tres iniciativas quedarían amalgamadas, en
un nivel discursivo, en torno a la construcción de “una comunidad de futuro comparti-
do” que parece tener pretensiones de que se perciba como el “mejor proyecto a seguir”
en la potencial gestación de un nuevo consenso interestatal.
Sobre el primero de estos procesos, conviene recordar que la hegemonía de los Es-
tados Unidos descansó en la rma de la Carta del Atlántico de 1941, que sostenía el
imperativo de los pueblos a elegir democráticamente a sus gobernantes, forjando las
bases de un orden mundial basado en el Estado de Derecho, que se raticó con la rma
de la Carta de San Francisco y la creación de la Organización de las Naciones Unidas
en 1945, derrumbando los cimientos del orden colonial británico. Además, los acadé-
micos hacen coincidir la estrategia hegemónica de los Estados Unidos para ganar con-
senso con el discurso del presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman de 1947,
y en particular en su punto IV, que puso en marcha el andamiaje teórico-institucional
de lo que hoy se conoce como cooperación internacional para el desarrollo (Krage-
lund, 2018: 216). En ese momento, los esfuerzos para promover el desarrollo corrían
en una lógica etapista en la que se distinguía entre un selecto grupo de países modernos
e industrializados y la gran mayoría de economías tradicionales consideradas más atra-
sadas (Rostow, 1960: 5).
El gobierno de Truman también puso en marcha una política contra la Unión Sovié-
tica, acusándola de imponer gobiernos totalitarios en el mundo libre. La tensión entre la
Unión Soviética y los Estados Unidos inuyó profundamente en la economía mundial.
El gobierno de Truman se comprometió a poner a disposición los recursos de los Esta-
dos Unidos para reconstruir Europa, no tanto por el objetivo tradicional de reactivar el
comercio mundial, aunque este objetivo siguió siendo importante, sino por el propósito
más urgente de aliviar las condiciones sociales y económicas que podrían engendrar el
comunismo entre los aliados europeos (Gaddis, 1972: 316-317). Por eso, el Plan Mar-
shall impulsó la reconstrucción y futura integración europea, junto con la Organización
del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), que comprometía a los Estados miembros a
la ayuda mutua en caso de agresiones militares en Europa; y bajo el mismo esquema la
Organización de Estados Americanos (OEA) que aseguraba la asistencia recíproca en
caso de amenazas extrarregionalas en América. Por su parte, en 1950 la Doctrina Tr uman
trasladó su foco de atención a Asia, beneciando a la industria japonesa y buscando au-
mentar la demanda de su industria en el mundo capitalista.
Al mismo tiempo, en la década de 1960 había surgido un buen número de Estados so-
beranos con el proceso de descolonización en África, Asia y Oceanía que eran recibidos
en el seno de la institucionalidad del sistema de Naciones Unidas (Jackson, 1991: 82).
169
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
Esa institucionalidad daba cuenta de una realidad creada por las potencias triunfadoras
de la Segunda Guerra Mundial, pero oscurecida otras experiencias que dejaban fuera
deliberadamente a las potencias coloniales, como la Conferencia de Bandung de 19554,
celebrada exclusivamente entre países asiáticos y africanos.
En el marco de la Organización de las Naciones Unidas, se propusieron y crearon di-
versas comisiones regionales al interior de su Consejo Económico y Social. El proceso
de creación de dichas comisiones diere en el tiempo, pero las primeras dos fueron la
Comisión Económica y Social para Asia y el Pacíco y la Comisión Económica para Eu-
ropa, ambas en 1947, y gestadas principalmente para apoyar los procesos que se trazaron
desde los planes de reconstrucción, el Supreme Commander of Allied Powers, para Japón, y
el European Recovery Program, para Europa.
Del seno de la Comisión Económica para Europa surgió la Organización para la Coo-
peración Económica Europea, en 1948, precursora de la Organización para la Coopera-
ción y el Desarrollo Económicos que surgió en 1960 con el objetivo de coordinar las polí-
ticas económicas y sociales de los países miembros (Kindleberger, 1973: 52-53). Dentro
de esta organización, el Comité de Ayuda al Desarrollo no ha dudado en considerar a los
países más industrializados como “custodios de la gobernanza de la Ayuda Ocial al De-
sarrollo” (OECD-DAC, 2021). El éxito de estos esquemas multilaterales fue tal que en las
décadas posteriores a la creación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico se observó un cambio geográco de sus miembros desde Europa hacia otras
naciones que se interesaron en la adhesión.
En suma, se puede decir que la estrategia hegemónica de los Estados Unidos en el
difícil contexto de postguerra se sustentó en propuestas que involucraron a los Estados
en regímenes internacionales y proyectos conjuntos, de carácter liberal, para contrarres-
tar los elevados niveles de conictividad del pasado (Keohane, 1984: 9). De hecho, Ro-
bert Cox (1981) pensaba que cuando el mundo se encaminara en la transición hacia un
nuevo periodo hegemónico, para ello, primero habría de ser necesario que existiera una
multiplicidad de organismos estatales e internacionales equipados con un fuerte aparato
de consenso para reestablecer esa autoridad reguladora internacional que históricamente
ha caracterizado a las hegemonías mundiales (Cox, 1981: 141-142).
En este panorama, la reconstrucción económica y la reintegración política de los
países del Sur se dio a partir de largas luchas –hasta hoy inconclusas– de los gobiernos
nacionales, movimientos sociales y otros grupos minoritarios, por la igualdad de trato y
de oportunidades, tanto en las ciudades del Norte como en los países del Sur. De acuer-
do con Wallerstein (1995) cuando la fórmula entre el sufragio universal y el Estado de
4 La conferencia de Bandung fue el primer intento de los países afroasiáticos de iniciar un diálogo político impul-
sado por valores culturales comunes y los principios de respeto mutuo por la soberanía, la igualdad y la coopera-
ción recíproca (Asian-African Conference, 1955).
170
la cooperación internacional en la encrucijada
bienestar fracasó, ésta se aplicó de forma comparable al sistema interestatal en el siglo
XX. Esta fórmula liberal de relaciones internacionales basada en la autodeterminación
de las naciones más el desarrollo económico de los países subdesarrollados tuvo éxito, en
el primer paso, pero tropezó sobre la incapacidad de crear un Estado de bienestar a nivel
mundial (Wallerstein, 1995: 39).
Lo que hoy se observa con China es que emula a los Estados Unidos respecto a la in-
uencia que ejerce sobre los organismos regionales existentes y que, a partir de un nuevo
modelo de desarrollo estructural, aspira a integrar a las regiones del mundo al desarrollo
económico (Lin y Wang, 2017: 7) sin que ello implique alcanzar un grado de desarrollo
homogéneo. Por eso, se observa que el gigante asiático gana liderazgo mundial reejando
sus ideas de desarrollo en los cuerpos multilaterales, acuerdos comerciales, nanciamien-
to, experiencias y conocimiento táctico en sus aliados. Se podría decir que el gobierno
chino ha ido reconstruyendo “un nuevo frente del Sur”, apelando y relanzando –algunos
dirían que instrumentalizando– el discurso de Bandung, capaz de apoyar las iniciativas
independientes de los pueblos y de los “Estados del Sur” (Amin, 2013: 82). Al mismo
tiempo, se observa que la estrategia china diere de la norteamericana en que su idea de
desarrollo estructural no se basa en la construcción de un enemigo común como lo fue la
Unión Soviética para los Estados Unidos; por el contrario, parece buscar englobar a todas
las regiones y países, independientemente de la posición política.
Lo anterior puede ejemplicarse en la manera en que el gobierno chino facilita a sus
aliados el acceso a fondos sin las exigencias del Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional, por lo que para Domínguez (2018) se trata sin duda del paso más impor-
tante en el intento de establecer un nuevo régimen internacional de Cooperación Sur-
Sur, alternativo al régimen de cooperación y ayuda tradicional del Comité de Ayuda al
Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico que corre
en una lógica de Norte a Sur.
Ese régimen internacional de Cooperación Sur-Sur lidereado por China se sustenta
en un primer pilar de organizaciones internacionales integradas por el Banco Asiático de
Inversión en Infraestructura, por la parte nanciera, y la Agencia Estatal de Cooperación
Internacional para el Desarrollo, por el lado político; un segundo pilar compuesto por el
esquema de nanciación ampliada del desarrollo que promueve China, que contempla
comercio e inversión como formas de cooperación y ayuda al desarrollo; y el tercer pilar
es el sistema de monitoreo y evaluación (Domínguez, 2018: 38). Precisamente, esta es-
trategia puede ser denida como una “emulación temprana” que permite a China ganar
consenso ante el fracaso y la crisis del multilateralismo a través del impulso de un minila-
teralismo que Wang (2014) ha denido como una política de reunión de un subgrupo de
países dentro o fuera de una institución multilateral para resolver problemas cuando ésta
no puede llegar a acuerdos entre sus miembros.
171
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
2. L    C S-S    XXI
Desde el comienzo del siglo XXI, la ayuda china ha signicado un cambio tanto concep-
tual como práctico en el ámbito de la cooperación internacional en general, y de la coope-
ración Sur-Sur en particular. Esto quiere decir que China se ha interesado en hacer coope-
ración con algunos países considerados como “en desarrollo”. Esto no excluye que China
tenga intereses u objetivos en el acceso y adquisición de recursos naturales y energéticos,
indispensables para satisfacer su oreciente economía, pero eso no exenta al gobierno
chino de la responsabilidad de proteger los intereses nacionales, el deber de practicar las
normas internacionales y la credibilidad estratégica respecto a los aliados (Yan, 2019: 9).
De esta manera, los líderes chinos vieron la prioridad para el siglo XXI de establecer re-
des de cooperación con países considerados estratégicos con quienes ha jado distintos
acuerdos y compromisos puntuales (Olguín, 2011: 589).
El ejemplo más importante del liderazgo chino en el multilateralismo global parece ser
la Belt and Road Initiative, lanzada por el presidente Xi Jinping en 2013, como un acuerdo
multilateral de nanciamiento en infraestructura que pretende mejorar la conectividad
de China con Europa, África, atravesando el Asia central, contemplando incluso a Améri-
ca Latina y el Caribe, que originalmente no había sido incluida5. A este megaproyecto ya
se han adherido más de 160 países, la mayoría de ellos emergentes o en vías de desarrollo.
No obstante, una cuestión sobre este megaproyecto de conexión a escala mundial es
saber si realmente se trata de una iniciativa o si más bien es una estrategia del gobierno
chino para consolidar su hegemonía mundial. La diferencia radica en que la iniciativa es
una acción unilateral que requiere la cooperación voluntaria y exible en la que las partes
interesadas pueden unirse o renunciar en cualquier momento. La estrategia, en cambio,
es un plan de acción intencionado a alcanzar objetivos especícos en materia de seguri-
dad y comercio (Xie, 2015). Oviedo (2019) considera que la Belt and Road Initiative es
una iniciativa estratégica, pues pese a que es un proyecto que coincide con los intereses
estratégicos de China, los distintos Estados y las organizaciones internacionales y regio-
nales desean participar activamente en ella.
De hecho, la Belt and Road Initiative se estableció con la creación del Asian Inastruc-
ture Investment Bank fundado en 2014, con US$ 100 mil millones, que equivalen a la mi-
tad del dinero que posee el Banco Mundial, y 57 miembros fundadores (hoy suman 80),
recibiendo inversiones incluso de corporaciones estadounidenses como la Standard &
5 La Belt and Road Initiative contempla una serie de rutas terrestres a través de la Silk Road Economic Belt, al
mismo tiempo que se interconecta el Sudeste Asiático, el Sur de Asia y el Océano Índico con África oriental hasta
llegar al mar Mediterráneo a través de la 21st Century Maritime Silk Road, que reorganiza las rutas marítimas que
conectan a China con el mundo (Leandro y Duarte, 2019: xi). En 2018 el gobierno chino hizo la invitación ocial
a los países de América Latina y el Caribe para formar parte de esas iniciativas, como una extensión natural de la
ruta marítima.
172
la cooperación internacional en la encrucijada
Poor’s, Moody’s o la Fitch Group a pesar de que los Estados Unidos no tienen intención
de sumarse a la iniciativa (Suokas, 28 de mayo de 2018). China, como fuente de nancia-
miento, ha tomado el rol de ser el banco de desarrollo más grande del mundo (Gallagher,
2018), donde el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura nancia exclusivamente
proyectos de infraestructura que no implican una estrategia de desarrollo conjunta, por
lo que no intereren en la política de los países en desarrollo a los que se destina el nan-
ciamiento (Zhu, 2021).
Aquí se debe considerar que el afán multilateralista chino ha dado especial prioridad a
los procesos de cooperación Sur-Sur, reconociendo la importancia de ganar aliados, para
hacer valer sus intereses geoestratégicos (Cabrera y Lo Bruo, 2022: 141). A pesar del
hecho de que China, el actual poderoso Estado en ascenso, y algunos países en desarrollo
desvalorizan la estrategia de la alianza, Yan Xuetong (2019) cree que la alianza sigue sien-
do una estrategia moral efectiva a través de la cual los Estados líderes pueden ganar apoyo
internacional y también establecer su autoridad (Yan, 2019: 65).
El gobierno chino se ha interesado en promocionar foros regionales en los que se
visualiza una clara estrategia para hacer girar las regiones del mundo en torno a China,
aprovechando su impulso económico y nanciero (Ríos 2014: 18). En la siguiente tabla
se muestran los foros regionales de cooperación que mantiene el gobierno chino como
puntos de anclaje global.
Tabla 1. Foros interregionales con China
Foro Encuentros
por año Logros / objetivos
Foro para la Cooperación
entre China y África
(FOCAC)*
2000
2003
2006
2009
2012
2015
2018
2021
En este foro se han abordado cuestiones de
cooperación y ayuda económica, compren-
diendo inversiones, comercio y posibilidades
de préstamos, avanzando de manera conjunta
en una visión de la cooperación China-África a
2035, comenzando desde 2022, con un primer
plan de tres años para implementar nueve
programas relacionados a temas de (i) vacuna-
ción, (ii), reducción de la pobreza y desarrollo
agrícola, (iii) comercio, (iv) promoción de
inversiones, (v) innovación digital, (vi) desa-
rrollo verde, (vii) capacidad de construcción,
(viii) intercambio cultural y de personas, (ix)
paz y seguridad (Xinhua, 12 Dec 2021).
173
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
e China-Arab States
Cooperation Forum
(CASCF)**
2004
2006
2008
2010
2012
2014
2016
2018
2020
2022
Las partes han avanzado en una asociación
estratégica de cooperación integral y desarrollo
común que mira a la creación de una comu-
nidad con un futuro compartido que busca
desarrollarse en los marcos de la Belt and Road
Initiative (MFA-China, 6 Jul 2020).
Foro de Cooperación
y Desarrollo Económico
de China y los Países
Insulares del Pacíco
2006
2013
2019
2021***
El foro busca profundizar el diálogo político y
la cooperación para establecer una asociación
estratégica en Oceanía, convirtiéndose en un
ejemplo de los intercambios amistosos y la
cooperación solidaria entre países de diferentes
regiones, tamaños y sistemas (MFA-China 21
Oct 2021).
Foro China-Comunidad
de Estados Latinoamericanos
y Caribeños
(Foro China-CELAC)
2015
2018
2021
Las partes promueven cooperación integral,
sustancial y de benecio mutuo. En 2018 el
gobierno chino lanzó la invitación formal para
que los miembros de la CELAC se sumaran
a la Belt and Road Initiative, la cual ha sido
refrendada por 19 países de la región que ya
rmaron memorándums de entendimiento con
el país asiático.
Cooperation between China
and Central and Eastern
European Countries
(China-CEE)****
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2021
Este formato tiene el objetivo de promover
la Belt and Road Initiative en Europa oriental
y mejorar la cooperación en los campos de
infraestructura, transporte y logística, comercio
e inversión (Secretariat China-CEEC, 221).
*Incluye a 53 Estados africanos (to dos excepto Suazilandia).
** Incluye a los 21 países de la Liga Árabe.
***Primera reunión de ministros de Relaciones Exteriores de China y los P ses Insulares del Pacíco.
****También llamada 16+1, que desde 2012 integra a países que formaron parte de la Unión Soviética o estuvieron bajo su
inuencia, más Grecia que se sumó en 2019, por lo que pasó a llamarse 17+1.
Fuente: elaboración propia.
174
la cooperación internacional en la encrucijada
Con estos foros de cooperación, China parece alterar a su favor la percepción mundial
intentando solventar una situación de equilibrio en las relaciones internacionales, que des-
de la segunda mitad del siglo XX mantiene el ejercicio exclusivo de poder por los Estados
Unidos y sus aliados occidentales. La ruptura del equilibrio en favor de China podría des-
embocar en una situación de hegemonía mundial, parecida a la que dirigieron los estadou-
nidenses luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando se rompió denitivamente el status
quo del orden colonial británico. En este contexto, se observa que en América Latina, el go-
bierno chino ha preferido la interlocución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribeños para armar su inuencia en América Latina y el Caribe, desde esa plataforma
que incluye a los 33 países de América Latina y el Caribe, con la exclusión deliberada a los
Estados Unidos, Canadá o alguna otra potencia extrarregional6. En el continente europeo el
gobierno chino mantiene un foro que es un contrapeso más a la tradicional inuencia de la
Unión Europea, los Estados Unidos o Rusia en la geopolítica de la Europa oriental.
Mientras tanto, en el Asia oriental y la cuenca del Océano Pacíco China hace un
contrapeso importante al Foro de las Islas del Pacíco, la principal organización de inte-
gración de esa región, que mantiene vínculos con la Gran Bretaña, la Unión Europea, los
Estados Unidos y Japón7. Además, en esa región, el multilateralismo chino avanza con la
consolidación de la Asociación Económica Integral Regional, un megatratado de libre
comercio, rmado en 2020 por los 10 miembros de la A sociación de Naciones del Sures-
te Asiático, además de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, sumando entre
todos casi un tercio de la población y el 29% del PIB mundiales (CNA, Nov 15, 2020).
Las acciones de China no solo se limitan a su interacción en esos foros regionales, sino
que tambien ha ido mostrando cada vez más liderazgo en las agendas de esfuerzos glo-
bales como el Acuerdo de París sobre el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo
Sostenible impulsados por la Organización de las Naciones Unidas, que buscan erradicar
la pobreza extrema, reducir las desigualdades y garantizar la sostenibilidad ambiental para
20308. Además, en 2015 el presidente Xi Jinping anunció el establecimiento del Fondo
para la Paz y el Desarrollo China-Organización de las Naciones Unidas 9, ya que ese país
6 En 2018, el gobierno chino incluso propuso un tratado de libre comercio entre China y los países latinoameri-
canos y caribeños, aunque aún no hay nada concreto.
7 Hubo cinco “Socios de Diálogo” f undadores (Canadá, Francia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos de Amé-
rica). China se convirtió en el sexto “Socio de Diálogo” en 1990. Los números han crecido progresivamente desde
entonces y actualmente hay 21 socios (Pacic Islands For um, 2021).
8 Los Objetivos para el Desarrollo Sostenible forman parte de la estrategia económica de China que se compro-
metió con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, organizando también el primer Foro
Mundial sobre Gobernanza de los Ecosistemas, con la participación de más de 150 expertos provenientes de unos
50 países, para la consecución de un futuro ecológico y sostenible a escala global (Kolodziejczyk, 25 Nov 2015).
9 En 2016 China se convirtió en el segundo mayor contribuyente de los costes de mantenimiento de la paz en esa
organización, sumando entre 2019 y 2021 cerca del 15.21% del presupuesto total, por debajo de los Estados Unidos
que aportaron cerca del 27.89% del total de los costes en ese per iodo (United Nations General Assembly, 2020).
175
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
asiático es el que más tropas aporta a las operaciones de pacicación contando con alre-
dedor de 2253 efectivos chinos, lo que además lo convierte en el miembro permanente
del Consejo de Seguridad con más cascos azules desplegados (United Nations Peacekee-
ping, 2021)10. Así que el gobierno chino no solo participa en las principales organizacio-
nes multilaterales, sino que también ha sabido construir sus propios esquemas de multila-
teralismo, que le permiten tejer una red de alianzas con las que avanza en la construcción
de consenso en el sistema interestatal.
Cuadro 1. Principales organizaciones multilaterales en las que participa China
No impulsadas
por China
Año de
ingreso
de China
Tipo Alcance Impulsadas
por China
Año de
creación Tipo Alcance
Conferencia de
Bandung 1955 Política Regional Organización de Coope-
ración de Shanghái 1994 Militar Regional
Movimiento de
los Países No
Alineados
1961 Política Mundial Foro Brasil-Rusia-India-
China-Sudáfrica 2009 Política-
económica Mundial
Organización
de las Naciones
Unidas
1971 Política Mundial Foro para la Coopera-
ción entre China y África 2000 Política Regional
Foro de Coopera-
ción Económica
Asia-Pacíco
1991 Económica Regional Foro China-Liga Árabe 2004 Política Regional
Organización
Mundial de
Comercio
2001 Económica Mundial Foro China-Islas del
Pacíco 2006 Política Regional
Objetivos del De-
sarrollo Sostenible 2015 Económico-
social Mundial e Belt and Road
Initiative 2013 Política-
económica Mundial
Asian Infrastructure
Investment Bank 2013 Económica Mundial
Foro China-Comunidad
de Estados Latinoameri-
canos y Caribeños
2015 Política Regional
Cooperation between
China and Central
and Eastern European
Countries
2012 Política Regional
Fuente: Elaboración propia.
10 Desde1988, China forma parte del Comité Especial de la Organización de las Naciones Unidas para Operacio-
nes de Mantenimiento de la Paz.
176
la cooperación internacional en la encrucijada
El cuadro anterior da cuenta de que China parece haberse beneciado de su partici-
pación en foros y organizaciones liberales delineadas por los estadounidenses desde me-
diados del siglo XX, y por eso el gobierno chino, por una parte, mantiene una postura de
defensa a ese multilateralismo como parte de sus intereses nacionales, pues ha mostrado
ser una herramienta indispensable para su desarrollo interno y externo. En ese sentido,
otro de los intereses del multilateralismo chino se observa en la dirección de los organis-
mos especializados del multilateralismo occidental11.
3. L    C    
  
China ha ido ganando cada vez más protagonismo en la escena internacional desde que
redenió su política exterior partiendo de las estrategias de bajo perl propuestas por el
gobierno de Deng Xiao Ping (1978-1989) hasta la reciente política de lucha por el éxi-
to dirigida por Xi Jinping (2013-a la fecha). De este modo, China se ha convertido en
abanderada del libre comercio y el multilateralismo, en un momento de crisis política y
económica del moderno sistema mundial, mientras que el mundo parece reconducirse
hacia políticas cada vez más proteccionistas, que marcan el inicio de un proceso denido
como de desglobalización. En realidad, este proceso resulta del fallido intento de los Esta-
dos Unidos por imponer en el mundo “un ultraliberalismo”, con políticas neoliberales de
retracción del Estado en favor del mercado (Naïr, 2020).
En este panorama, el presidente Xi Jinping dejó en claro que China es un rme defen-
sor del multilateralismo, revalidando el papel del Estado para construir alianzas políticas
con otros países. La cooperación china representa una alternativa a la que ofrece el sis-
tema de cooperación y ayuda tradicional, impulsado desde los países del Norte. Por lo
menos así pareció expresarlo el presidente Xi Jinping en su discurso en Davos, en enero
de 2017, al sostener que China se ve como líder para continuar la integración de la econo-
mía mundial en un momento en que el apoyo de los países más ricos está disminuyendo
(Suman, 2017). Para el presidente Xi:
China has not only beneted from economic globalization but also contributed to it. Rapid
growth in China has been a sustained, powerful engine for global economic stability and ex-
pansion. e inter-connected development of China and a large number of other countries
11 De los 17 organismos especializados de la Organización de las Naciones Unidas, China preside cuatro de ellos:
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la Unión Internacional de Teleco-
municaciones, la Organización de Aviación Civil Internacional y la Organización de las Naciones Unidas para el
Desarrollo Industrial.
177
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
has made the world economy more balanced. China’s remarkable achievement in poverty re-
duction has contributed to more inclusive global growth. And China’s continuous progress
in reform and opening-up has lent much momentum to an open world economy. (e State
Council Information Oce of People Republic of China, 06 Apr 2017).
Esta estrategia china parece equilibrar el peso de los Estados Unidos que mantienen
una importante presencia en las principales instituciones internacionales. En otras pala-
bras, el gobierno chino ha ido construyendo una institucionalidad alternativa a la vigente,
que podría conducir a un nuevo consenso mundial centrado en China y el Asia oriental
( Jabbour, Dantas y Vadell, 2021). Bien pensaba Robert Cox (1981) que la formación del
consenso interestatal se iría deniendo de acuerdo con las necesidades o requerimientos
de la economía mundial que tiene lugar dentro de una estructura ideológica común, es
decir, con criterios comunes de interpretación de salidas económicas y metas comunes
ancladas en la idea de una economía mundial abierta12.
Desde 2020, China se convirtió en el segundo mayor contribuyente de la Organización
de las Naciones Unidas, colaborando con el 15.254%13 de los ingresos totales que espera
recibir este organismo internacional para la nanciación de su presupuesto ordinario para
202214. En 2020 el gobierno chino también se comprometió a otorgar un apoyo de US$ 2
mil millones a países en desarrollo para poner en marcha cadenas de valor antiepidémicas y
de tornar accesible globalmente su desarrollo de una vacuna contra la nueva enfermedad por
coronavirus detectada a nales de 2019 (Covid-19), que perturbó de manera considerable la
economía mundial desde entonces (Xinhua, 18 may 2020). Con ello, China busca avanzar
en la conformación de una Ruta de la Seda Sanitaria que refrenda su posición solidaria con
otros países del mundo articulando un esquema multilateral de cooperación médica.
El espíritu multilateral permitió a China responder a la pandemia de Covid-19 con
cooperación internacional, en paralelo con la reactivación económica y social, convir-
tiéndose en la única economía mundial en lograr un crecimiento positivo del 2.3% con un
PIB récord, equivalente a unos US$ 15.42 mil millones15. Además, durante la pandemia
de Covid-19, China se convirtió en el mayor exportador mundial de inversión extranjera
directa con el 20.2% del volumen total de inversión global, manteniendo un nivel supe-
rior al 10% durante cinco años consecutivos (Global Times, 2021).
12 Esa ideología iría permeando las estructuras internas de los Estados hasta que cada uno va transformando el
consenso global en política y práctica nacionales (Braudel , 1979).
13 Eso representa una cuota neta de US$ 438.197.136.
14 Se espera que los Estados Unidos y Japón cubran el 22% y 8.033%, respectivamente (United Nationes Secre-
tariat, 2022).
15 La pandemia de la Covid-19 dejó entrever una especie de guerra fría de vacunas, en una competencia entre
China, los Estados Unidos y Rusia, en una carrera de distribución del fármaco para ganar aliados en las distintas
regiones del mundo (Horowiz y Zissis, 19 jul 2021).
178
la cooperación internacional en la encrucijada
En contraste, el entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acusó al go-
bierno chino de no revelar el verdadero alcance de la epidemia, señalando la mala gestión
de la Organización Mundial de la Salud, al encubrir la propagación del coronavirus, con un
trato preferencial hacia China. Por esas razones el gobierno estadounidense anunció que
suspendía su contribución económica a la Organización Mundial de la Salud sin impor-
tar la emergencia de la pandemia (Mars, 14 abr 2020). Así que China parece contrastar la
negligencia y el aislacionismo de los Estados Unidos, que tiene efectos paralizantes para el
multilateralismo, abandonando, en cierta medida, a sus principales aliados, como la Europa
occidental y Japón, que han aprendido a trabajar sin apoyo, lo cual parece llevará los esta-
dounidenses a ejercer una especie de “liderazgo ausente”16(Crivelli y Cejudo, 2021: 122).
El presidente Joe Biden trata de revertir esa falta de liderazgo, regresando a los Estados
Unidos al Acuerdo de París, e impulsando nuevas iniciativas como “Build Back Beer for
the world, de la mano del G7, en respuesta a la Belt and Rad Initiative de China, además de
tratar de unir al mundo occidental en el esquema de sanciones contra Rusia por su guerra
contra Ucrania. Por eso, parece que ahora están conviviendo dos esquemas de multila-
teralismo, el tradicional guiado por los Estados Unidos desde la segunda mitad del silgo
XX y uno alternativo dibujado por China sobre la base de la promoción de asociaciones
y grupos regionales en el siglo XXI. Esto demuestra la capacidad del gigante asiático para
formar y coordinar coaliciones sobre todo con países del Sur, ya que los chinos son cons-
cientes de que aún tienen un largo camino que recorrer para ganar un consenso similar al
que históricamente gozaron los Estados Unidos o Europa en el sistema interestatal.
Otra de las tensiones y expresiones de la crisis de las instituciones de Occidente se en-
cuentra en torno las redes nanciero/monetarias. Un ejemplo del primer caso se encuentra
en torno al uso de la red SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunica-
tion) para transacciones interbancarias internacionales y de la red CHIPS (Consolidated
Highly Integrated Processor) como principal cámara de compensación internacional para
transacciones de alto valor en dólares, que son los mecanismos que actúan de manera mo-
nopólica y como una herramienta crucial de la hegemonía estadunidense en la economía
global (Ramos; Vadell, y Gontijo, 02 abr 2022).En ese contexto, el bloqueo de Rusia al siste-
ma interbancario tradicional podría generar una aceleración de su aprox imación con China,
que, desde hace tiempo, ha intentado desvincularse de la hegemonía nanciera de los Esta-
dos Unidos y de su sistema de pagos internacional CHIPS. Además, desde octubre de 2015,
entró en funcionamiento el sistema interbancario de pagos de China: el CIPS (Cross-Border
16 El entonces presidente de los Estados Unidos Donald Trump no dudó en retirar a su país de varios foros multi-
laterales, como del Trans Pacic Partnership en 2017, de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas,
en 2018, del Tratado de Fuerzas Nucleares de rango Intermedio en 2019, del Acuerdo de París contra el cambio
climático en 2020 así como de la Organización Mundial del Comercio, de la que se hará efectiva la salida estadou-
nidense en 2021 (Crivelli y Cejudo, 2021: 122).
179
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
Interbank Payment System) que se encuentra en expansión. Según el periódico estatal chino
JiefangDaily, en 2021 hubo un aumento de operaciones en CIPS del 75% en relación con
2020, con cerca de 80 trillones de yuanes (US$12,68 trillones) en transacciones envolvien-
do instituciones nancieras de 103 países (Ramos; Vadell, y Gontijo, 02 abr 2022).
En una reciente visita a India, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey
Lavrov, dijo que Rusia ha desarrollado un sistema para participar en el comercio de mo-
nedas nacionales con países como India para evitar el dólar estadounidense (e New
Indian Express, 01 abr 2022). Actualmente, Rusia está aislada nancieramente y los eu-
ropeos están reduciendo tan rápido como pueden su dependencia de petróleo y otros
productos rusos. Por ahora, el Banco Central Ruso sostiene articialmente el valor del
rublo al obligar la conversión de los pagos de gas en esa moneda, generando así una de-
manda que esta divisa no tiene. No obstante, con la exigencia de comerciar en rublos,
Rusia podría estar delineando un nuevo bloque económico, donde el dólar ya no sea la
moneda de referencia, cortando así en buena medida los lazos nancieros con Occidente
y acelerando la caída del dólar como moneda reserva de valor por excelencia.
El diseño de un nuevo sistema monetario/nanciero a través de una asociación entre
la Eurasia Economic Union y China, sin pasar por el dólar estadounidense, parece ser una
alternativa clara al consenso de Washington y muy cercana a las necesidades del Sur Global.
En todo caso, China parece estar emulando la estrategia de cooperación y asistencia
que adoptó Estados Unidos para consolidar su hegemonía a mediados del siglo XX. Sin
embargo, el país asiático está desplegando un esquema multilateral alternativo que le per-
mite dirigirse a ser el centro de la economía mundial y líder del Sur Global. Esto redunda
en la construcción de nuevos consensos en el sistema interestatal del siglo XXI, bajo los
principios de un orden mundial multipolar distinto del actual. Los recientes aconteci-
mientos en Ucrania y en menor medida en Taiwán muestran que la construcción de ese
sistema interestatal pasa también por el elemento bélico, tema que hasta hace poco hacía
pensar que no fuera necesariamente presente en este ascenso de China como líder hege-
mónico, pues se hacía referencia a un ascenso pacíco de China. En suma, sugerimos que
esta emulación ha sido uno de los puntos nodales que han llevado a China a ser conside-
rada como un potencial nuevo líder hegemónico de la economía mundial.
C
Es precisamente esa característica de convivir con “lo actual” y construir “lo nuevo” que
hace de esta estrategia de China, en el marco de su Cooperación Sur-Sur con los dife-
rentes países del mundo, que se dena como una emulación temprana que le hace ganar
consenso en el marco de un proceso de “reglobalización” y un contexto cada vez tenso.
Esto reeja cómo ese caos sistémico se dirige a un nuevo consenso mundial centrado
180
la cooperación internacional en la encrucijada
en China y Asia oriental deniéndose de acuerdo con las necesidades o requerimientos
de la economía mundial que tiene lugar dentro de una estructura ideológica común. Y,
aunque parezca emular la estrategia de Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX,
el entramado multilateral alternativo y la presencia en el actual podría permitir construir
ese nuevo consenso interestatal en el siglo XXI.
China desarrolla una estrategia de cooperación internacional con especicidades
propuestas como una suerte de “esquema alternativo” en un momento en el que aún no
puede considerarse el líder hegemónico de la economía mundial, mientras que los Es-
tados Unidos la implementaron cuando el consenso sobre su liderazgo era ya claro. Es
precisamente este momento anticipado al posible ascenso de China como nuevo centro
hegemónico mundial lo que la ha mantenido con una activa participación del esquema
tradicional del que, por así decirlo, tomó cierta inspiración transformadora.
Esta emulación ha sido una estrategia positiva que, junto con otros mecanismos, ha
permitido al país asiático relacionarse de manera cada vez más profunda con el conjunto
de las economías nacionales en el mundo, a nivel general, y con las denominadas econo-
mías del sur, de manera muy especial. De tal suerte que el denominado esquema de Coo-
peración Sur-Sur, en su connotación tanto política como económica, le han otorgado a
China, entre otras cosas: acceso a un conjunto de recursos materiales y humanos para la
producción de mercancías; ascendencia sobre rutas y centros estratégicos de distribu-
ción y comercialización de mercancías; profundización de relaciones diplomáticas que
permiten desarrollar sus estrategias de penetración económica; la posibilidad de insertar-
se y promover el desarrollo de aquellos espacios estratégicos que se pronuncian con au-
tonomía respecto de la inuencia norteamericana. Todo esto es considerado claramente
dentro de la amplitud del proyecto de la Belt and Road Initiative, que en general, hace que
esta emulación ha sido uno de los puntos nodales para que hoy China sea considerada un
potencial nuevo líder hegemónico de la economía mundial.
Finalmente, será fundamental para esta investigación explorar la dinámica de las agen-
cias capitalistas relacionadas con el liderazgo chino y su capacidad de innovación mer-
cantil y nanciera, para avanzar en la propuesta de que existe una emulación temprana
de China en el caos sistémico. Esto, enfatizando los elementos en los que, a diferencia del
modelo de agencia capitalista líder de principios del siglo XX, se caracterizó por asumir
los costos de transacción de los diferentes momentos del proceso productivo y de cir-
culación de mercancías; innovando respecto a la principal agencia capitalista durante la
hegemonía británica al convertirse en una empresa multidepartamental con diferentes
ubicaciones que generaba economías de velocidad más que de tamaño (Arrighi, 1999).
Así, lo siguiente será ubicar la especicidad con la que operan las empresas vinculadas al
Estado chino, estableciendo una especie de alianza que potencialmente permita a este
último convertirse en la nueva hegemonía mundial.
181
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
R
Amin, Samir (2013) e Implosion of Contemporary Capitalism. New York: Monthly Re-
view Press.
Amsden, Alice (2001). e Rise of “e Rest”: Challenges to the West from. Late- Economies.
New York: Oxford University Press.
Arrighi, Giovanni (1982). A Crisis of Hegemony. In Amin, Samir, Arrighi, Giovan-
ni, Frank, André G. y Wallerstein, Immanuel, Dinamics of Global Crisis. New York:
Monthly Review Press.
____ (1994). e Long Twentieth Century Money, Power, and the Origins of Our Times. New
York: Verso.
____ (2002). Lineages of Empire. Historical Materialism, 3(10), 3-16.
Arrighi, Giovanni y Silver Beverly J. (1999). Chaos and Governance in the Modern World
System, Minneapolis: University of Minnesota Press.
Braudel, Fernand (1992 [1979]). Civilization & Capitalism 15th-18th Centur y, e Perspec-
tive of the World, Volume II1, New York: Harper & Row.
Buscema, Camelo (2020). La cooperación internacional: entre caos y el gobierno del mun-
do. En Caria, Sara y Giunta, Isabella (coords.) Pasado y presente de la cooperación interna-
cional: una perspectiva crítica desde las teorías del sistema mundo, Quito: IAEN, pp. 29-58.
Cabrera, Ada C. y Lo Bruo, Giuseppe (2022). China and the Road to an Alternative
Interstate Consensus. In Emel Parlar Dal (editor). G20 Rising Powers in the Changing
International Development Landscape. Palgrave-Macmillan: Switzerland, 139-168.
Channel News Asia [CNA] (2020). Asia-Pacic nations sign world’s largest trade pact
RCEP” CNA, on November 15, hps://www.channelnewsasia.com/business/rcep-
trade-pact-asean-summit-singapore-china-680986.
Cox, Robert W. (1981). Social Forces, States and World Orders: Beyond International
Relations eory. Millennium, 2 (10), 126-55.
Crivelli, Eduardo y Cejudo Tadeo, A. (2021). El liderazgo ausente de los Estados Unidos
en el siglo XXI”, Revista de Filosofía δ/Hodós, 10 (12), 109-127.
Domínguez, Rafael (2018). Hacia un régimen internacional de Cooperación Sur-Sur:
últimos avances sobre el monitoreo y la evaluación. Estado abierto, 2 (2), 49-107.
Gallagher, Kevin P. (2018). China’s Role As e World’s Development Bank Cannot Be
Ignored, NPR.
Gaddis, John L. (1972). e United States and the Origins of the Cold War, 1941-1947. New
York: Columbia University Press.
Gilpin, Robert (1988). e eory of Hegemonic War”, e Journal of Interdisciplinary
History, (4)18, 591-613.
Global Times (2021). China ranks No.1 globally in outward FDI for the rst time on
September, 29, hps://www.globaltimes.cn/page/202109/1235451.shtml.
182
la cooperación internacional en la encrucijada
Hardt, Michael y Negri, Antonio (2000). Empire. Cambridge: Harvard University Press.
Horowitz, Luisa y Zissis, Carin (2021) “Timeline: Tracking Latin America’s Road to Va-
ccination”. AS/COA, on July 19, hps://www.as-coa.org/articles/timeline-tracking-
latin-americas-road-vaccination#chart-progress-of-vaccine-rollout.
Jabbour, Elias; Dantas, Alexis y Vadell, Javier (2021). Da nova economia do projetamento
à globalização instituída pela China. Estudos Internacionais, 4 (9), 90-105.
Jackson, Robert H. (1991) Quasi-States: Sovereignty, International Relations and the ird
World, Cambridge: Cambridge University Press.
____ (1993). e Weight of Ideas in Decolonization: Normative Change in Internatio-
nal Relations”, in Goldstein, Judith y Keohane Robert (eds.), Ideas and Foreign policy
beliefs, institution, and political change. United States: Cornell University Press.
Secretariat China-CEEC (2021). Cooperation between China and Central and Eastern
European Countries. China-ceec.org, hp://www.china-ceec.org/eng/zdogjhz_1/.
Suman, Bery (2017). Engagement in a Time of Turbulence. Global Policy, On July 21,
hp://www.globalpolicyjournal.com/blog/21/07/2017/engagement-time-turbu-
lence.
Kennedy, Paul (1987). e Rise and Fall of the Great Powers: Economic Change and Military
Conict om 1500 to 2000. New York: Random House.
Keohane, Robert O. (1984). Aer Hegemony. Cooperation and Discord in World Political
Economy. New University Press. Princeton University Press.
Keohane, Robert O. y Nye, Joseph S. Jr. (1977). Power and interdependence. World Politics in
Transition, Boston: Litle Brown.
Kindleberger, Charles P. (1973). e World in Depression, 1929-1939, California: Univer-
sity of California Press.
____ (1977). America in the World Econotny. (Headline Series 237), Foreign Policy Aso-
ciación.
Kolodziejczyk, Bart (2015). Will China become a global environment leader?, World
Economic Forum, on November 25, hps://www.weforum.org/agenda/2015/11/
will-china-become-a-global-climate-leader/
Kragelund, Peter (2018). International cooperation for development”. In: Veltmeyer,
Henry y Bowles, Paul (eds.). e Essential Guide to Critical Development Studies. Nueva
York: Routledge, 215-224.
Leandro, Francisco J.B.S y Duarte, Paulo A. B. (2019). Introduction. In Leandro, Francis-
co J.B.S y Duarte, Paulo A. B. (eds), e Belt and Road Initiative, An Old Archetype of a
New Development Model. Singapore: Palgrave Macmillan, xi-xxiv.
Li, Minqui (2021). China: Imperialism or Semi-Periphery? Monthly Review, On July 01,
hps://monthlyreview.org/2021/07/01/china-imperialism-or-semi-periphery/
Lin, Justin. Y. y Wang, Yan (2017). Going Beyond Aid, Development, Cooperation for Structu-
ral Transformation. United Kingdom: Cambridge Press University.
183
¿hacia un nuevo consenso interestatal?
Mars, Amanda (2020). Trump acusa a la OMS de “encubrir” la propagación del coro-
navirus y anuncia la congelación de los fondos. El País, on April 14, hps://elpais.
com/sociedad/2020-04-15/trump-acusa-a-la-oms-de-encubrir-la-expansion-del-
coronavirus-y-anuncia-la-congelacion-de-los-fondos.html.
Ministry of Foreign Aairs of the People’s Republic of China [MFA-China] (2020). Foro
de Cooperación China-Árabe Celebra Novena Reunión Ministerial. MFA-China, on
July 6, Available at hps://www.fmprc.gov.cn/esp/wjb/zzjg/xybfs/xwlb/202007/
t20200707_943937.html
____ (2021). Wang Yi Preside Primera Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores
de China y Países Insulares del Pacíco. MFA-China, on October 21, hps://www.
fmprc.gov.cn/esp/wjb/zzjg/bmdyzs/xwlb/202110/t20211022_10413340.html
Morgenthau, Hans J. (1952). Another ‘Great Debate’: e National Interest of the United
States”, American Political Science Review, 46, 961-978.
Naïr, Samir (2020). El reto político de la desglobalización. El País [e Country], on Janu-
ary 18, hps://elpais.com/elpais/2020/01/18/opinion/1579356195_613623.html.
OECD DAC (2021). Declaration on a new approach to align development co-operation
with the goals of the Paris Agreement on Climate Change. OECD on October 27,
hps://www.oecd.org/dac/development-assistance-commiee/dac-declaration-
climate-cop26.htm.
Olguín, Perla M. (2011). El compromiso de China con el desarrollo del tercer mundo:
el caso Angola Estudios de Asia y África. Estudios de Asia y África, 3 (46), 589-649.
Oviedo, Eduardo D. (2019). Oportunidades, desafíos e intereses de Argentina. Obser-
vatorio de la Política China, January 22. hps://politica-china.org/areas/politicaexte-
rior/oportunidades-desaos-e-intereses-de-argentina-en-obo
Pacic Islands Forum (2021). Forum Dialogue Parthner. Pacic Islands Forum. hps://
www.forumsec.org/dialogue-partners/
Panitch, Leo y Gindin, Sam (2012). e Making of Global Capitalism: e Political Eco-
nomy of American Empire. New York: Verso.
Ramos, Leonardo; Vadell, Javier; y Gontijo, Caio (02 abr 2022). Reordenamiento global: la
guerra de Ucrania, las sanciones a Rusia y las trampas de la “astucia de la naturaleza”. El
País, hps://www.elpaisdigital.com.ar/contenido/reordenamiento-global-la-guerra-
de-ucrania-las-sanciones-a-rusia-y-las-trampas-de-la-astucia-de-la-naturaleza/34471
Reeves, Jerey (2018). Imperialism and the Middle Kingdom: the Xi Jinping administration’s
peripheral diplomacy with developing states, ird World Quarterly. 39 (5): 976-998.
Ríos, Xulio (2014) Bienvenido, Míster Mao. Madrid: Akal.
Rostow, Walt W. (1960). e Stages of Economic Growth. A Non-Communist Manifesto,
Cambridge, Cambridge University Press.
Suokas, Janne (2018). AIIB looks to aract private nancing for projects. Findchina, on
May 28, hps://ndchina.info/aiib-looks-to-aract-private-nancing-for-projects.
184
la cooperación internacional en la encrucijada
e New Indian Express (01 abr 2022). Rupee-ruble system will help bypass ‘illegal sanc-
tions’, says Lavrov during India visit. e New Indian Express, hps://www.newindia-
nexpress.com/nation/2022/apr/01/rupee-ruble-system-will-help-bypass-illegal-
sanctions-says-lavrov-during-india-visit-2436805.html
e State Council Information Oce of People Republic of China (2017). Full Text:
Xi Jinping’s keynote speech at the World Economic Forum. China,org.cn, on April 06,
hp://www.china.org.cn/node_7247529/content_40569136.htm.
United Nations General Assembly (2020). Approved resources for peacekeeping ope-
rations for the period from 1 July 2020 to 30 June 2021. General Assembly resolution
49/233, 2-4, hps://undocs.org/en/A/C.5/74/18.
United Nations Peacekeeping (2021). Contribution of Uniformed Personnel to UN by
Country and Personnel. Type. Report 30/11/2021. hps://peacekeeping.un.org/
en/troop-and-police-contributors.
United Nations Secretariat (2022). Assessment of Member States’ advances to the Wor-
king Capital Fund for 2022 and contributions to the United Nations regular budget for
2022. ST/ADM/SER.B/1038, hps://undocs.org/en/ST/ADM/SER.B/1038.
Wang, Hongying (2014). “From ‘Taoguang Yanghui’ to ‘Yousuo Zuowei’: China’s Enga-
gement in Financial Minilateralism”, CIGI Papers, 52, 1-10.
Wang, Dong y Cao, Dejun (2021). Reglobalisation, When China Meets the World Again.
New York: Routledge.
Wallerstein, Immanuel (1995). Aer Liberalism. New York: New Press.
____ (2011). e Modern World-System II Mercantilism and the Consolidation of the Euro-
pean World-Economy, 1600-1750. California: University of California Press.
Waltz, Kenneth (1979). eory of International Politics. United States: Addison-Wesley.
Xie, Tao (2015). Is Chinas ‘Belt and Road’ a Strategy? e Diplomat, Dicember 16,
hps://thediplomat.com/2015/12/is-chinas-belt-and-road-a-strategy/.
Xinhua (2020). Full text: Speech by President Xi Jinping at opening of 73rd World
Health Assembly”. Xinhuanet, on May 18. hp://www.xinhuanet.com/english/2020-
05/18/c_139067018.htm
____ (2021). Full Text: Keynote speech by Chinese President Xi Jinping at opening
ceremony of 8th FOCAC ministerial conference. FOCAC, on December 2. hp://
focac.org.cn/focacdakar/eng/zxyw_1/202112/t20211202_10461076.htm
Yan, Xuetong (2019). Leadership and the Rise of Great Powers. New Jersey: Princeton Uni-
versity Press.
Zhou, Hong. (2017). China’s Foreign Aid Policy and Mechanisms. En Zhou, Hong (ed.), Chi-
na’s Foreing Aid. 60 Years in Retrospect. Singapore: Springer, 281-324.
Zhu, Meng (2021). La condicionalidad de los préstamos del Banco Mundial y del Banco
Asiático de Inversión en infraestructura. Tesis de máster. Universidad de Barcelona.
Dipòsit Digital de la Universitat de Barcelona. hp://hdl.handle.net/2445/178806
185
VI
Mundos solapados: El pensamiento de Xi Jinping
en política exterior y su impacto en el régimen
de la cooperación internacional para el desarrollo
Carlos Cerda Dueñas1
Daniel Lemus Delgado2
I
El mundo que vio surgir un modelo de cooperación internacional al desarrollo de las
cenizas de las Segunda Guerra Mundial se ha transformado drásticamente en las últi-
mas décadas (Janus, Klingebiel y Paulo, 2015). En efecto, el establecimiento y evolución
de las normas y prácticas de la Ayuda Ocial al Desarrollo, desde su institucionalización
en 1960 en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
hasta la adopción de una visión más amplia sobre la cooperación, el desarrollo y sus metas
especícas, va más allá de la búsqueda desinteresada del benecio que puede aportar, ya
que este tipo de prácticas ha representado principalmente una visión hegemónica im-
pulsada sobre todo por los países agrupados en torno al Comité de Ayuda al Desarrollo
e impuesta a los países menos desarrollados. Así, aunque las prácticas de la cooperación
internacional para el desarrollo han cambiado a lo largo de los años, en el fondo no dejan
de ser un mecanismo desde el cual opera una manera de comprender el mundo y de jus-
ticar las relaciones desiguales entre los Estados (Lemus-Delgado, 2018).
Sin embargo, el ascenso de China está sacudiendo el mundo y generando nuevos
desafíos que surgen de los cambios en el equilibrio global de poder (Defraigne, 2012).
Este hecho ha generado que las estructuras del sistema internacional estén en un pro-
ceso de profunda transformación y que la hegemonía de Estados Unidos, pieza clave
1 Profesor investigador del Tecnológico de Monterrey, México. Miembro de la Red Mexicana de Estudios
en Cooperación Internacional y Desarrollo (REMECID) y de la Red Española de Estudios del Desarrollo
(REEDES), e-mail: carlos.cerda@tec.mx
2 Profesor investigador Tecnológico de Monterrey, Méx ico. Miembro regular de la Academia Mexicana de Cien-
cias y Fudan America Latina Consortium, e-mail: dlemus@tec.mx
186
la cooperación internacional en la encrucijada
de este sistema, sea cuestionada como no había sucedido desde la Guerra Fría (Mas-
tanduno, 2019).
Paralelamente a su auge económico interno, China también ha ido creciendo como
actor internacional y como una “potencia en ascenso” en el desarrollo global, lo que ge-
nera nuevos desafíos y oportunidades para los modelos y las prácticas de la cooperación
internacional para el desarrollo (Gu, et al., 2014). El hecho de que China haya sacado
a millones de personas de la pobreza, experimentado niveles sostenidos de crecimiento
económico, consolidado su ascenso político mundial y ha desarrollado respuestas eca-
ces frente a la crisis nanciera mundial, ha generado un fuerte debate sobre las lecciones
del desarrollo de China y sus implicaciones para las prácticas del desarrollo, surgiendo
la duda sobre hasta qué punto los modelos mentales y las prácticas de la cooperación
internacional para el desarrollo seguirán funcionando como se conocen el día de hoy (de
Haan, 2011). Como lo señala Domínguez (2018):
la pregunta nal es si China, con los tres pilares sobre los que se asentó el régimen internacio-
nal de la ayuda –el nanciero (de sus bancos y fondos de desarrollo) y político (la restaurada
en 2009 Unidad de Cooperación Económica e Integración entre Países en Desarrollo de la
UNCTAD); la nueva métrica de la nanciación ampliada del desarrollo; y el incipiente siste-
ma de monitoreo y evaluación– será capaz de promover una cooperación para la transforma-
ción estructural (Domínguez, 2018: 92).
Éste no es un debate estéril, ya que lo que está en juego es delimitar si presenciamos
el n de la cooperación internacional para el desarrollo desde una perspectiva dominante
sustentada en los pilares de la visión paradigmática del Comité de Ayuda al Desarrollo
que permita transitar hacia nuevos modelos de cooperación y desarrollo distintos y cua-
litativamente mejores o si nos acercamos a un mundo donde la cooperación seguirá sien-
do un instrumento de política exterior para el benecio de los donantes, con la diferencia
que los donantes alternos, como China , compitan y comiencen a desplazar a los donantes
tradicionales. Si éste fuera el caso, el n de la hegemonía estadunidense y el orden liberal
llevaría a un nuevo orden no necesariamente mejor para la humanidad en su conjunto.
Con la intención de aportar una reexión a este debate, este capítulo aborda la trans-
formación de la política exterior de China y el pensamiento de Xi Jinping que reeja el
corpus ideológico de la quinta generación de líderes del Partido Comunista respecto al
rol que China debe desempeñar en el mundo analizando especícamente la Iniciativa
para el Desarrollo Global (Iniciativa de Desarrollo Global ) propuesta por el presidente
Xi durante el debate general del 76° Periodo de Sesiones de la Asamblea General de las
Naciones Unidas de 2022. En las conclusiones, se destaca que la importancia de esta ini-
ciativa reside en su inuencia en la constitución de una identidad del Estado chino dife-
renciada de los donantes tradicionales, más allá de que aún están por verse los resultados
187
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
a largo plazo para desplazar o no el régimen tradicional de la cooperación internacional
para el desarrollo, con sus principios, sus prácticas, sus dinámicas y sus consecuencias.
1. X J         C
El telón de fondo que enmarcan los intereses de cualquier país en el escenario internacio-
nal, incluyendo sus conceptos y prácticas de cooperación internacional para el desarrollo,
lo constituye los principios de política exterior. Estos principios pueden ser entendidos
como el conjunto de prioridades o preceptos que deberían orientar la toma de decisiones
en la arena internacional. En el caso de China, desde el triunfo del Partido Comunista,
los Cinco Principios de la Coexistencia Pacíca ha enmarcado su política exterior. Es-
tos principios están conformados por el respeto mutuo por la soberanía y la integridad
territorial, la no agresión mutua, la no injerencia en los asuntos internos de los demás, la
igualdad y el benecio mutuo y la coexistencia pacíca (Xi, 2014). Sin embargo, a lo largo
de la existencia de la República Popular China, la manera en que estos principios han sido
aplicados ha variado. Bajo el liderazgo de Xi Jinping, estos principios no son ignorados;
aún más, a través de un uso discursivo de estos principios, particularmente mediante la
formulación y promoción de narrativas estratégicas, estos principios justican la remode-
lación del propio sistema internacional, incluyendo el régimen de la cooperación interna-
cional para el desarrollo (Yang, 2021).
Desde la adopción de la política de Apertura y Reforma Económica en 1979, el
Partido Comunista Chino ha querido mantener relaciones externas relativamente es-
tables con el n de brindar condiciones adecuadas para resolver los problemas internos
y afrontar exitosamente cualquier desafío a esta situación implica un riesgo para el po-
der del Partido (Lampton, 2001). Sin embargo, cada generación de líderes comunistas
ha impreso su interpretación particular a estos principios de acuerdo con su contex-
to histórico y social e incluso con su estilo personal. Después de los primeros treinta
años de la República Popular en los cuales la doctrina del masmo delineó una polí-
tica exterior más revolucionaria, Deng Xiaoping impulsó una política más mesurada
(Zhang, 2013). Durante el maoísmo la dirigencia del partido buscó vincular a China
con el mundo bajo la aspiración del que proyecto del comunismo chino constituyera
una alternativa a los imperialismos tanto del bloque estadunidense como del soviético
(Zhang, 2014). En 1990, Deng instó a una estrategia de 24 caracteres que proponía:
observar con calma; asegurar nuestra posición; hacer frente a los asuntos con calma;
ocultar nuestras capacidades y esperar nuestro momento; ser bueno manteniendo un
perl bajo; y nunca reclamar liderazgo” (Kochhar, 2018: 7). En 2009, el presidente Hu
Jintao modicó los últimos ocho caracteres para “mantener un perl bajo y activamen-
te lograr algo” (Fravel, 2012: 1).
188
la cooperación internacional en la encrucijada
Desde entonces, China ha dejado esas referencias modestas y ha asumido un papel
más activo. Particularmente, desde el año de 2008, la humildad propuesta por Deng para
guiar la toma de decisiones ya no fue más la brújula que orienta el comportamiento ex-
terior. En cambio, China ahora busca mostrar sus capacidades y asumir sus responsabi-
lidades. El enfoque cauteloso y de bajo perl de los asuntos exteriores que dio forma a la
transformación inicial de China durante la década de 1980 y 1990, ha sido reemplazado
por un enfoque más seguro y proactivo para adaptarse al resurgimiento de China como
un actor importante en el escenario mundial (Suer, 2021). En consecuencia, la diplo-
macia china ha asumido una actitud más activa y ha reformulado las prioridades de la
política internacional (Nien-chung, 2016). Este cambio que surgió bajo la premisa del
presidente Xi, de que China debe ser un país próspero, ha dado un giro signicativo a la
política exterior.
Al nal del día, la principal meta de la política exterior china ha sido fortalecer las ca-
pacidades del Estado con la intención de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos,
ya que ésta es una fuente indispensable de la legitimidad política del Partido Comunista
Chino (Lemus-Delgado, 2022). Para ello, los líderes chinos han implementado tres en-
foques diferentes para implementar esta estrategia. En 1992, el enfoque Deng Xiaoping
trazó la ruta de ocultar capacidades y esperar el momento oportuno. Después de la in-
corporación de China a la Organización Mundial del Comercio en el año 2001, Beijing
gradualmente cambió a un enfoque más proactivo, reejado en la idea de un ascenso pa-
cíco, buscando asegurar a los demás miembros de la comunidad internacional que una
China más fuerte, rica y próspera no representaría una amenaza para el orden internacio-
nal. En 20123, Xi reformuló nuevamente la gran estrategia con la intención de asumir una
actitud más proactiva que permitiera impulsar de manera más decisivas los intereses del
gobierno chino en el escenario internacional conforme al estatus económico alcanzado
en las últimas décadas.
Sin embargo, el enfoque de Xi no es totalmente nuevo. Lo que lo distingue es la ca-
pacidad para combinar tres orientaciones o enfoques para alcanzar sus objetivos. Una
de estas orientaciones implica continuar con los esfuerzos previos para mostrar que el
ascenso de China tiene intenciones benignas y no signica una amenaza para la comuni-
dad internacional. Un segundo enfoque consiste en pasar del discurso a la acción con la
intención de impulsar una reformulación del orden internacional que facilite aún más el
desarrollo de China. El tercer enfoque parte de una actitud más audaz, ya que lo que pro-
pone es alcanzar lo que el Partido Comunista ha denido como los intereses centrales. En
la era de Xi, estos intereses se relacionan más con las aspiraciones internacionales de larga
duración de China y que ha provocado reacciones en el extranjero que plantean dudas so-
3 En noviembre de 2012, Xi fue elegido secretario general del Partido Comunista y en marzo de 2013, presidente
de China. Si bien son dos responsabilidades en paralelo, no necesariamente unaimplicalaotra.
189
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
bre las “verdaderas” razones que encierra la política exterior (Goldstein, 2020). En pocas
palabras, estos intereses se encierran en la armación del rejuvenecimiento de la nación
china. Xi Jinping aspira a “rejuvenecer” a la “nación china” en busca de “riqueza” y poder” y
defendiendo un “nuevo tipo de relaciones entre las principales potencias”, basadas en un
tipo de “cooperación en la que todos ganan” y refrendando la centralidad de la soberanía
y la integridad territorial de China (Stevens, 2020: 406).
La política exterior en la época de Xi ha implicado también un giro discursivo en su ad-
ministración. Los elementos que denen este cambio en el discurso comprenden el énfasis
en la singularidad de las experiencias históricas de China y los logros de su civilización, con
la intención de mostrar una política exterior diferenciada del modelo occidental de diplo-
macia que se basan en los valores de la democracia liberal y enfatizando la construcción
de “un nuevo tipo de relaciones internacionales”. Asimismo, este giro ha sido acompañado
por un enfoque más pragmático para ignorar las diferencias políticas e ideológicas entre
países con el n de perseguir benecios económicos comunes mientras que se asume una
postura en defensa de la globalización económica (Poh y Li, 2017).
Después de que Xi llegara al poder en 2012, la élite burocrática de China también se
unió a la “batalla por el discurso” (Semenov y Tsvyk, 2021). Por ejemplo, en la Tercera
Sesión Plenaria del decimoctavo Comité Central del Partido Comunista de China en
noviembre de 2013, el Partido Comunista Chino adoptó “La Decisión sobre Asuntos
Principales Relacionados con la Profundización Integral de las Reformas”, acentuando la
necesidad de fortalecer las oportunidades para la propagación de información en el ex-
tranjero, estableciendo un sistema de derecho/poder al discurso de política exterior y res-
paldando el acceso de la cultura china a un mundo más amplio (Semenov y Tsvyk, 2021).
Desde esta perspectiva, la transformación de la política exterior china durante el régi-
men de Xi está en congruencia con una nueva fase en la historia de China que, sin romper
totalmente con el pasado, aspira ser consistente con los logros ya alcanzados por el go-
bierno y en sintonía con las nuevas metas por conseguir. Por ejemplo, este hecho se reeja
en el informe al XIX Congreso del Partido Comunista Chino. En este documento se des-
tacaron tres etapas de desarrollo de China desde 1949. El primero se denominó “China
se ha puesto de pie. El segundo periodo corresponde a la fase que destaca que “China se
ha enriquecido”. Finalmente, el tercer periodo hace referencia a que China ha entrado en
una nueva era en la cual el país “se está volviendo fuerte”. En este documento Xi pidió “una
gran diplomacia de país con características chinas para convertir a China en una gran po-
tencia socialista moderna en el mundo a mediados del siglo XXI” (Hu, 2019: 1).
El mantener un perl bajo en los asuntos internacionales durante los primeros años del
proceso de reforma y apertura económica fue una fórmula para facilitar la vinculación de
la economía china a la economía internacional con la nalidad de garantizar el crecimiento
económico. En los últimos años, el asumir un rol más activo en los organismos internacio-
nales, desplegando una política más proactiva para defender sus intereses, fundar nuevas
190
la cooperación internacional en la encrucijada
instituciones como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y participar de for-
ma fundamental en el Nuevo Banco de Desarrollo, son dos caras de la misma moneda. Al
nal, el propósito es fortalecer la legitimidad del Partido Comunista Chino. La dirigencia
del partido ha procurado una misma meta: garantizar la gobernabilidad de China como
medio para que el Partido Comunista Chino mantenga el poder. Parafraseado la célebre
frase de Deng Xiaoping “no importa que el gato sea blanco o sea negro, lo importante es
que cace ratones” (Liang, 2010: 63), no importa si la política exterior de China sea de bajo
perl o tenga una participación más activa, lo importante que refuerce el prestigio y la legi-
timidad del Partido Comunista Chino ante la mirada de sus gobernados.
2. E   X J        
     
La política exterior de China desde el año 2012 está enmarcada en lo que ocialmente se
conoce como “El pensamiento del secretario general Xi Jinping sobre la diplomacia”. Este
pensamiento fue presentado bajo el lema “El pensamiento de Xi Jinping sobre la diplo-
macia en la nueva era” durante la ceremonia de apertura del foro de la “Franja y la Ruta”
realizado en 2017 (Xi, 2017). Un año más tarde, el concepto se agregó a la Constitución
como un valor central que impulsa las relaciones internacionales del Partido Comunista
Chino, armando que China se opone al imperialismo, al hegemonismo y al colonialis-
mo y destaca su compromiso por impulsar la unidad de todos los pueblos del mundo
(Garrick y Benne, 2018).
Al hacer referencia al pensamiento de Xi Jinping, este concepto no solamente abarca
las opiniones e ideas de Xi como persona, sino también reere los pensamientos colecti-
vos incorporados en sus comentarios, escritos e instrucciones publicados por el Estado
chino. Así, el pensamiento de Xi es más bien el reejo de la actual dirigencia de China,
que comúnmente se conoce como la quinta generación de líderes del Partido Comunista
Chino. De hecho, a pesar de la concentración cada vez mayor del poder en las manos de
Xi, la “quinta generación” de líderes presenta un enfoque distinto tanto en las caracterís-
ticas intergeneracionales compartidas como en las diversidades intrageneracionales. Los
tomadores de decisiones de China no son de ninguna manera un grupo monolítico de
élites que comparten los mismos puntos de vista, valores y visiones; tampoco están siem-
pre involucrados en una feroz lucha de suma cero por el poder en la que el ganador se lle-
va todo. Las facciones en competencia están dispuestas a cooperar, en parte porque com-
parten la última meta en común –la perdurabilidad del Partido Comunista Chino– y en
parte porque su experiencia y habilidades de liderazgo son complementarias (Li, 2008).
Como ya se señaló anteriormente, el pensamiento de Xi está conformado de tres
pilares, el “gran rejuvenecimiento de la nación china”, la “comunidad de destino común
191
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
de la humanidad” y “las nuevas y mayores contribuciones de China a la humanidad”.
Pero estos tres elementos engloban una idea más profunda y trascendente que consti-
tuye el fundamento del pensamiento de Xi restaurar la “misión” del Partido Comunista
Chino y adaptarla a la “Nueva Era”, es decir, al siglo XXI. Por la tanto, la manera en que
se dene la misión del Partido Comunista Chino da sustento a las políticas internas y
externas de China.
Esta misión del Partido Comunista Chino, en pocas palabras, se reeja en el informe
que Xi presentó al XIX Congreso del Partido Comunista Chino en octubre de 2017 (Xi,
2017). En este documento, Xi proclamó que la realización del comunismo es “el ideal más
alto” y “objetivo nal” del Partido Comunista Chino. Concretamente, la aspiración origi-
nal y la misión histórica del partido, que implica la realización del comunismo, signica
“la felicidad para el pueblo chino” y “el rejuvenecimiento de la nación china”.
Más tarde, en el XX Congreso Nacional celebrado en el 2022, Xi profundizó sobre
la misión del Partido Comunista Chino. Xi armó que el papel fundamental del Partido
Comunista Chino es la construcción de China en un país socialista moderno en todos
los aspectos y en el avance en el rejuvenecimiento de la nación china en todos los fren-
tes (Xi, 2022). Asimismo, Xi alertó que ante el hecho de que el partido es el más grande
del mundo, sus miembros deben estar siempre alerta y decididos a enfrentar los desafíos
especiales que enfrenta un partido grande como éste, con el n de mantener el apoyo
de la gente y consolidar su posición como partido gobernante a largo plazo. Para ello, Xi
destacó que se requiere de un esfuerzo incesante en el que la autorreforma del partido es
un viaje que no tiene n. Xi expresó:
Nunca debemos cejar en nuestros esfuerzos y nunca permitirnos cansarnos o vencernos.
Debemos perseverar con un autogobierno completo y riguroso, seguir avanzando en el gran
proyecto nuevo de la construcción del partido en la nueva era y usar nuestra propia transfor-
mación para dirigir la transformación social. Debemos…avanzar integralmente en nuestros
esfuerzos para puricarnos, mejorar, renovarnos y superarnos. Esto permitirá que nuestro
partido se mantenga el a su aspiración original y misión fundacional y siga siendo el núcleo
de liderazgo fuerte en la construcción del socialismo con características chinas (Xi, 2022).
El pensamiento de Xi en política exterior aspira a guiar la toma de decisiones en este
rubro con el n de avanzar en la construcción de ese socialismo peculiar, basado en las
características del pueblo y la civilización china. El primer elemento del pensamiento de
Xi lo constituye la búsqueda por apuntalar el gran rejuvenecimiento de la nación china.
La aspiración por el rejuvenecimiento nacional de China implica superar la etapa som-
bría caracterizada por la debilidad del pueblo chino de los últimos dos siglos. El marco de
referencia del “rejuvenecimiento nacional” se basa en una búsqueda de poder inspirada
para que nunca más China viva otra humillación, como la que experimentó la nación al
192
la cooperación internacional en la encrucijada
nal de la dinastía Qing y durante los años del gobierno republicano instaurado en el año
de 1911. Xi ha recordado repetidamente los “sufrimientos” y la “resistencia” de China y
ha exaltado al pueblo por librar “luchas indomables” para convertirse en “dueños de su
propio destino”. El reforzamiento de una psique nacional es tanto un mito construido por
los nacionalistas del siglo XX como una narrativa política utilizada por el Partido Comu-
nista Chino para legitimar su gobierno. Sin embargo, más allá del mito, la idea de superar
ese pasado sombrío ha ejercido una poderosa inuencia en las concepciones chinas del
orden internacional (Wang, 2013).
El rejuvenecimiento nacional es una tarea de largo alcance que implica avanzar por
etapas. Como se rerió anteriormente, la primera etapa, lograda por Mao, la denominó
“ponerse de pie”. La segunda etapa consistió en el despegue económico de China, a partir
del proceso de reforma y apertura económica impulsadas por Deng Xiaoping. La etapa
actual, hacerse fuerte, es la que corresponde alcanzar al gobierno de Xi, para él, los pasos
cruciales en el camino hacia el “gran rejuvenecimiento” es el logro de los dos “objetivos del
centenario. El primero de ellos es lograr una “sociedad moderadamente próspera”, cuya
primera meta que ya se alcanzó y fue la erradicación de la pobreza extrema. Este éxito
fue proclamado por el gobierno en el año 2021, justo en el centenario de la fundación
del Partido Comunista. El segundo objetivo será convertir a China en un “país socialista
moderno” que sea “próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, y armonio-
so”. Esto debe ocurrir en el centenario de la fundación de la República Popular en el año
2049. Para alcanzar esta ambiciosa meta se han propuesto dos objetivos acumulativos
en esta etapa. El primero de ellos es alcanzar la modernización socialista en el periodo
del 2020 al 2035 con el n de convertir a China en “un gran país socialista moderno”. El
segundo, entre los años de 2035 al 2050, consiste en desarrollar a China como “un líder
mundial en términos de fuerza nacional e inuencia internacional”.
El segundo concepto del pensamiento de Xi es el de forjar una “comunidad de desti-
no de la humanidad” o una “comunidad con un futuro compartido para la humanidad”.
Éste es un término débil, confuso y ambiguo (Chen, 2021). Sin embargo, este concepto
es crucial para comprender el pensamiento de Xi respecto a la política exterior. La idea
de una comunidad de futuro compartido encierra los elementos centrales de la política
exterior china en el periodo de la “nueva era”. En un discurso pronunciado ante el Instituto
Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú en marzo de 2013, Xi Jinping dijo, que
esta comunidad
es un mundo en el que los países están vinculados y dependen unos de otros a un nivel nunca
antes visto. La humanidad, al vivir en la misma aldea global dentro del mismo tiempo y espacio
donde la historia y la realidad se encuentran, ha emergido cada vez más como una comunidad
de destino común en la que cada uno tiene en sí mismo un poco de los demás (Xi, 2019: 7).
193
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
Y en una conferencia sobre diplomacia con países vecinos en octubre de 2013, Xi al
hablar sobre este tipo de comunidad, dijo que el principio básico de la diplomacia con los
vecinos es tratarlos como amigos y socios, para hacerlos sentir seguros, a la vez que se les
debe ayudar para que también alcancen su propio desarrollo (Xi, 2019).
Además, al promover la cooperación de benecio mutuo, Xi destacó el compromiso
de crear una conciencia global acerca de que los seres humanos comparten una comu-
nidad de destino compartido. Por lo tanto, un país como China debía dar cabida a las
preocupaciones legítimas de los demás países cuando persigue sus propios intereses y
debía promover el desarrollo común de todos los países, más allá de sus propios intereses.
Por lo tanto, los países deben establecer un nuevo tipo de integración mundial para el
desarrollo que sea más equitativa y equilibrada, a la vez que permanecen unidos en tiem-
pos difíciles mientras que comparten derechos y asumen obligaciones, impulsando los
intereses comunes de la humanidad (Chen, 2021).
Si bien Xi ha destacado la naturaleza abierta e inclusiva de esta comunidad, no es un
término ideado por Xi. Su predecesor, Hu Jintao, previamente lo propuso. Al retomar la
visión de Hu, el pensamiento de Xi establece que esta idea de comunidad internacional
insta a respetar la diversidad de civilizaciones. Así, se propone reemplazar el distancia-
miento por el intercambio y cambiar el enfrentamiento por aprendizaje mutuo colocan-
do como valor supremo la coexistencia (Zhang, 2018).
Sin embargo, al ir un paso más allá de la idea original de Hu, el pensamiento de Xi ha
incorporado conceptos chinos más tradicionales y los ha aplicado a diferentes áreas de
política exterior. Por ejemplo, en la relación con los países vecinos, se propone aplicar
principios como los de amistad, sinceridad, benecio mutuo e inclusión. En las relaciones
con los países en desarrollo, el principio rector propuesto es la defensa de la justicia, mien-
tras que se persigan los intereses compartidos y se impulsen los principios de veracidad,
honestidad, anidad y sinceridad. Para la Iniciativa de la Franja y la Ruta, los principios
rectores fomentados son la deliberación, la colaboración y el intercambio (Chen, 2021).
Al nal de cuentas, la meta señalada es la construcción de una comunidad de intereses,
destinos y responsabilidades compartidas que se caracterice por la conanza política mu-
tua, la integración económica y la inclusión cultural.
El tercer elemento consiste en “las nuevas y mayores contribuciones de China a la
humanidad”. Al respecto, se destaca que el Partido Comunista Chino debe presentar
adecuadamente las políticas internas y externas de China al mundo, contar claramente la
historia china, difundir la voz de China e integrar el sueño chino con el deseo de la gente
de otros países de contar con una buena vida impulsando las perspectivas de desarrollo
regional y favoreciendo que en los demás países se arraigue la conciencia de ser parte de
una comunidad con un destino común.
La idea sobre las contribuciones de China para el mundo se basa en una interpreta-
ción particular de la historia reciente en que se arma que, durante el mandato de Xi, Chi-
194
la cooperación internacional en la encrucijada
na ha hecho nuevas y grandes contribuciones nuevas a la paz y el desarrollo mundial. Bajo
esta lógica, el gobierno chino debe asumir tres roles internacionales, como constructor de
la paz mundial, como preservador del orden internacional y como colaborador del desa-
rrollo global. Lo interesante de esta aproximación radica en la armación que la tarea de
hacer nuevas y mayores contribuciones para la humanidad es una “misión permanente”
del partido. Además, estas contribuciones deben partir de la “sabiduría china” empleado
un “enfoque chino”.
Es posible armar que el discurso sobre la realización de contribuciones nuevas e im-
portantes a la humanidad, teniendo como punto de partida “la sabiduría” y “los enfoques
chinos”, reeja la aspiración de la quinta generac ión de líderes del Partido Comunista para
restaurar el estatus internacional de China. Éste no es un hecho nuevo. La búsqueda de
un estatus prioritario en el orden internacional se remonta al deseo de Mao de colocar a
China en la revolución mundial. Mao, al igual que la primera generación de líderes del
Partido Comunista Chino, creían en el derecho histórico de China al estatus de gran po-
tencia y autoridad moral después de un siglo de humillaciones (Zhang, 2018). Si bien
China había perdido su grandeza imperial aún era considerada un país singular. A su pro-
pia manera, basándose en las tradiciones históricas y culturales de China, Mao intentó
forjar una forma china única de realizar el comunismo global como una vía particular
para la modernización del país. En sus últimos años, Mao pensaba que el centro de la
revolución mundial se había trasladado de la Unión Soviética a China (Lanteigne, 2020).
En última instancia, el pensamiento de Xi es una versión de un nuevo tipo de sinocen-
trismo, uno diseñado para el siglo XXI. Esta forma de conceptualizar el mundo y el rol que
China debe ocupar en el mundo recupera la importancia de China en la historia universal.
En consecuencia, la manera en que se piensa la cooperación internacional para el desarrollo
desde la perspectiva china y la forma en que se implementa se ha convertido en un instru-
mento que enfrenta una visión del mundo chino con la visión occidental del mundo, de las
relaciones internacionales y de la propia cooperación internacional para el desarrollo.
3. E   X      
En el contexto de la introducción del pensamiento de Xi, la República Popular China ha
venido generando instrumentos para aanzar, por una parte, su papel de gran defensora
del proceso globalizador y, por otra, consolidar lo que se ha venido conformando como
el pensamiento de Xi Jinping sobre las relaciones internacionales. Como se abordó en la
sección anterior, entre los tres elementos que componen el pensamiento de Xi en política
exterior, el tercero de ellos se reere a “las nuevas y mayores contribuciones de China
a la humanidad”. Con estos fundamentos, se aspira a presentar adecuadamente las polí-
ticas internas y externas de China al mundo y claricar tres roles internacionales que el
195
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
gobierno chino debe asumir en la etapa actual de su desarrollo histórico. En esta nueva
etapa de China, llamada comúnmente en los documentos ociales del gobierno como
“la nueva era”, se arma que China contribuirá a la humanidad desde tres roles distin-
tos: como constructora de la paz mundial, como preservadora del orden internacional y
como colaboradora del desarrollo global. En cuanto a este último punto, es evidente que
China ha ampliado visiblemente sus actividades diplomáticas sobre el desarrollo en la
última década (Baumann, Haug, Sebastian and Weinlich, 2022, p. 29). Después de que
Xi asumió el cargo de presidente en 2013, se comenzó a prestar más atención a la promo-
ción de soluciones chinas a los desafíos globales y a la construcción de una imagen como
una gran potencia responsable (Yuan, Su and Ouyang, 2022).
Como parte de su papel de colaborador del desarrollo global, se inserta e Belt and
Road Initiative sobre la cual ha venido trabajando desde el año 2013. Sin embargo, es im-
portante mencionar que si bien la estrategia china ev ita la confrontación y la ruptura, cier-
to es también que China apuesta por un nuevo tipo de globalización con características
chinas, que sea incluyente y, que en su aportación al desarrollo global, impere la noción de
que estas contribuciones parten de la “sabiduría china” empleando un “enfoque chino”. Lo
anterior implica que estas iniciativas y proyectos se establezcan como alternos y paralelos
a los órdenes establecidos, generándose escenarios de órdenes mundiales solapados, es
decir, los actores de ambas partes los consienten y toleran.
Así, en el tema de la contribución al desarrollo, China se ha apropiado de la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y ha contribuido decididamente a
su consecución. Sin embargo, al mismo tiempo, ha diseñado y puesto en marcha la Inicia-
tiva para el Desarrollo Global que recibe la venia de las Naciones Unidas. La Agenda 2030
fue adoptada en 2015, es decir, de forma posterior al lanzamiento de e Belt and Road Ini-
tiative, por lo que China anunció su compromiso para integrar sus responsabilidades en la
construcción de la “Franja y la Ruta” y en la implementación de la Agenda 2030 (e State
Council, 2021), acentuando así una narrativa china constante e inalterada de respaldo a la
iniciativa de Naciones Unidas. En enero de 2021, China presentó el “Libro Blanco de la
Cooperación” en su tercera edición –lo había hecho previamente en 2011 y 2014– bajo el
título “La cooperación internacional para el desarrollo de China en la nueva era. En este
documento se establece que el enfoque de China comprende of recer su visión y contribuir
con su fuerza para resolver los problemas de desarrollo global e implementar la Agenda
2030, considerada ésta como “un plan guía para la cooperación para el desarrollo en todo
el mundo y tiene mucho en común con la Iniciativa de la Franja y la Ruta”. También se
expresa de forma recurrente que para China es un objetivo clave “ayudar a otros países en
desarrollo a llevar adelante la Agenda 2030” (e State Council, 2021).
Meses más tarde, presentó ante el Foro Político de Alto Nivel su segundo Examen
Nacional Voluntario sobre la implementación de la Agenda 2030 y los Objetivos de De-
sarrollo Sostenible. En el mensaje principal se señala que China está dispuesta a trabajar
196
la cooperación internacional en la encrucijada
con otros países para consolidar la voluntad política, dar prioridad al desarrollo, fortalecer
los medios de aplicación, adoptar medidas conjuntas y abordar las dicultades especiales
de los países en desarrollo para no dejar a nadie ni a ningún país atrás. Ya en el documen-
to menciona dar la máxima prioridad a la implementación de la Agenda 2030. Además,
se reitera su promoción a la sinergia de e Belt and Road Initiative con la Agenda 2030
(MFPRCh, 2021a).
En este contexto, el presidente Xi durante su participación en el Debate General del
76° Periodo de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2021, hace un
llamado “para conducir el desarrollo global hacia una nueva fase equilibrada, coordinada
e inclusiva. Para tal n, quisiera proponer una Iniciativa para el Desarrollo Global”. Esta
Iniciativa fue tímidamente delineada en el discurso del mandatario chino e incluso carac-
terizada “por su vaguedad” (Baumann, Haug and Weinlich, 2022, p. 32).
Ante los escasos y limitados detalles de su contenido, un par de días después, el en-
tonces ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, en el discurso de participación en el
Foro de Desarrollo Sostenible 2021 declaró que la Iniciativa de Desarrollo Globales, plan
para el desarrollo de los países y la cooperación internacional para el desarrollo, que se-
ñala el camino a seguir para el desarrollo mundial y la cooperación internacional para el
desarrollo. Señaló que está centrada en el desarrollo como la clave maestra para abordar
todos los problemas, y pretende resolver cuestiones difíciles de desarrollo creando más
oportunidades para el desarrollo, sin dejar atrás a ningún país ni a ningún individuo. Tam-
bién indicó que ha identicado áreas prioritarias que incluyen el alivio de la pobreza, la se-
guridad alimentaria, Covid-19 y las vacunas, la nanciación para el desarrollo, el cambio
climático y el desarrollo verde, la industrialización, la economía digital y la conectividad y
que, para ello, ha presentado propuestas y planes de cooperación para traducir el consen-
so en materia de desarrollo en acciones pragmáticas que permitan dar un nuevo impulso
a la aplicación de la Agenda 2030. Mencionó también que la iniciativa está abierta a todo
el mundo, dando la bienvenida a la participación de todos los países (MFPRCh, 2021b).
Un aspecto por destacar en esta precisión de la Iniciativa de Desarrollo Global es la
propuesta de ocho objetivos de desarrollo. Ciertamente, estos objetivos podrían deno-
minarse los “objetivos de desarrollo sostenible chinos”. Especícamente, estos objetivos
consisten en el combate a la pobreza, la seguridad alimentaria; la respuesta a la emergen-
cia sanitaria de Covid-19 y vacunas desarrolladas para contener esta epidemia; el nan-
ciamiento para el desarrol lo; las medidas para mitigar los efectos negativos del cambio cli-
mático e implementar el desarrollo verde; el impulso a la industrialización; la transición a
la economía digital y el desarrollo de las infraestructuras para la conectividad.
Si bien la explicación de Wang daba mayores detalles de la Iniciativa de Desarrollo
Global, no se desglosaban cuestiones relativas a su concreción. En septiembre de 2022,
durante la inauguración de la Reunión Ministerial del Grupo de Amigos de la Iniciativa
de Desarrollo Global, bosquejó elementos de esta iniciativa (MFPRCh, 2022). En este
197
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
sentido, declaró que el objetivo de la Iniciativa de Desarrollo Global es dar un nuevo im-
pulso a la cooperación internacional para el desarrollo y acelerar la implementación de la
Agenda 2030. Ya en este momento, el todavía canciller Wang, especicó medidas y polí-
ticas asumidas para su ejecución incluida la creación de un Fondo Global de Desarrollo y
Cooperación Sur-Sur, el aumento de la contribución al Fondo de Paz y Desarrollo China-
Organización de las Naciones Unidas y la creación de un centro de promoción del desa-
rrollo global. Dio a conocer los pasos que tomará para impulsar la implementación de la
Iniciativa de Desarrollo Global, entre ellos, el anuncio de la primera lista de proyectos en
el fondo común de proyectos.
La Iniciativa de Desarrollo Global obedece a la construcción de un nuevo régimen de
cooperación internacional en el cual China pretende desempeñar un papel de liderazgo.
En el sentido más amplio, esta iniciativa busca reforzar el papel de China como actor del
desarrollo global y país en desarrollo. Al mismo tiempo, la iniciativa responde también
al imperativo de China para alinear mejor su cooperación con sus objetivos estratégicos
generales. Además, la iniciativa “también sirve como un arma discursiva para legitimar el
enfoque de desarrollo chino para la gobernanza nacional y global” (i Ha, 2023) y de
acuerdo con el Center for International Knowledge on Development, un ink Tank del
gobierno chino, la Iniciativa de Desarrollo Globales un “reenfoque” en temas de desarro-
llo, un “compromiso renovado” con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una “revitali-
zación” de las alianzas globales y una “reactivación” de la cooperación internacional para
el desarrollo (CIKD, 2022: 4). De acuerdo con J. G. Mahoney (2022) “lo más convin-
cente de la Iniciativa de Desarrollo Globales (es) su base en las propias Naciones Unidas
y la clara prioridad de apoyar los objetivos vitales de desarrollo de dicho Organismo”, lo
cual evidencia ese escenario global simultáneo y solapado. Ya se ha mostrado la apropia-
ción china de la Agenda 2030, pero Naciones Unidas también consiente la Iniciativa de
Desarrollo Global.
Durante el establecimiento de un Grupo de Amigos para la Iniciativa de Desarrollo
Global, en enero de 2022, Amina J. Mohammed, vicesecretaria general de las Naciones
Unidas y presidenta del Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, in-
tervino para declarar: “Felicito al presidente Xi por su liderazgo al presentar la Iniciativa
… Esta es una clara indicación del compromiso continuo de China de apoyar el logro
de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.... Si bien, no dejó de mencionar que veía con
satisfacción todos los esfuerzos para generar un mayor compromiso político, liderazgo de
alianzas y acción sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible sí explicitó que “las Nacio-
nes Unidas acogen con beneplácito el apoyo de la Iniciativa Mundial para el Desarrollo
para garantizar que nuestro mundo cumpla la promesa de la Agenda 2030, sin dejar a
nadie atrás” (Mohammed, 2022). Aún más, el mismo secretario general de las Naciones
Unidas, Antonio Guterres, declaró que los Objetivos de Desarrollo Sostenible “son nues-
tro plan para arreglar las cosas. Para lograrlos, necesitamos solidaridad y un multilatera-
198
la cooperación internacional en la encrucijada
lismo renovado... La holística Iniciativa de Desarrollo Global es una valiosa contribución
para abordar desafíos comunes y acelerar la transición hacia un futuro más sostenible e
inclusivo” (Guterres, 2022).
La cooperación internacional para el desarrollo se ha convertido en un canal para que
China participe en la gobernanza global con la intención de mejorar su imagen global y
aumentar su poder de discurso en los asuntos internacionales (Yuan, Su and Ouyang,
2022: 3). Estas iniciativas caminan en ese tenor, pero también lo hacen respecto a que la
Agenda 2030 en particular y la agenda del desarrollo en general –se ha reconocido–, re-
quieren aceleradores. En este sentido, es posible armar que se trata de dos dimensiones
para un solo objetivo que constituyen, a su vez, órdenes mutuamente solapados.
C:   
La política exterior de China desde el ascenso de Xi Jinping al poder en el año 2012 ha
asumido un rol más activo con la intención de participar de manera más decisiva en los
asuntos internacionales. Este hecho ha despertado inquietudes sobre si China aspira a
construir un nuevo orden internacional más multipolar, si pretende convertirse en el
nuevo hegemón o si sólo busca ser garante de la globalización económica para favore-
cer aquel entorno que le permitió el crecimiento económico y el ascenso político en el
escenario internacional. A su vez, el gobierno chino ha desplegado una amplia campaña
para dar a conocer sus intereses y aspiraciones sobre lo que el gobierno chino espera con-
tribuir al escenario internacional y sus expectativas sobre las características que el esce-
nario internacional debería tener en el siglo XXI. Evidentemente, estos dos elementos, el
discurso sobre el rol de China en el escenario internacional y el despliegue de su política
internacional, generan un impacto directo en el régimen de la cooperación internacional
para el desarrollo.
Con la intención de contribuir a la discusión sobre el impacto del ascenso de China
al régimen de la cooperación internacional para el desarrollo este capítulo ha destacado
el elemento discursivo detrás de las acciones presentes y futuras de la cooperación inter-
nacional para el desarrollo china, particularmente en el caso de la Iniciativa de Desarrollo
Global. Si bien es cierto que aún hay un largo trecho por recorrer para evaluar los resulta-
dos de esta iniciativa, la importancia del discurso no se puede soslayar.
Básicamente, la importancia de esta narrativa reside en su inuencia en la constitu-
ción de una imagen del Estado chino diferenciada de los donantes tradicionales. De esta
manera, la generación y reforzamiento de una narrativa que subraya las contribuciones de
China a la humanidad y la idea de construir un destino compartido con todos los pueblos
de la tierra lleva a consolidar la proyección de una imagen distinta de China que a su vez
se consolida como un actor importante del escenario internacional.
199
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
La imagen de China como un país que despliega un modelo de desarrollo diferente al
modelo tradicional no solamente refuerza la idea de que las interacciones de China con
los demás actores del sistema internacional son cualitativamente diferentes a las que las
potencias occidentales llevan a cabo debido a su pasado histórico. En este pasado, se resal-
ta, China también sufrió las consecuencias de la injerencia de las potencias extranjeras en
su propio territorio. Por lo tanto, a partir de su propia experiencia histórica, China está en
condiciones de asumir una postura distinta como cooperante internacional.
Al mismo tiempo, estas narrativas crean un imaginario colectivo al interior de la pro-
pia China que sirve como elemento de legitimidad del Partido Comunista ante sus pro-
pios ciudadanos. Este imaginario muestra al Estado chino como un actor responsable,
comprometido y generoso con los países y comunidades más débiles del mundo. En este
sentido, estas narrativas no están pensadas exclusivamente para consumo exterior sino
fundamentalmente para reforzar sentimientos al interior de China como el orgullo na-
cional, los valores de la civilización china y la presencia de un liderazgo coherente y con
una visión de largo alcance que busca no sólo el bienestar del pueblo chino sino de la
humanidad en su conjunto.
Hasta ahora, el gobierno chino ha asumido con la Iniciativa de Desarrollo Global una
doble postura. Por una parte, pretende que esta iniciativa sea un medio que ayude a al-
canzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible debido a que es un compromiso asumido
por China y es reejo del consenso internacional sobre cuáles son las metas que de ma-
nera conjunta se deben alcanzar. Por otra parte, la iniciativa también es una forma de que
China coloque en la agenda internacional algunas de sus prioridades que se reejan en la
manera en que particularmente se concibe el desarrollo, a través de sus propios objetivos.
Hasta ahora, este juego en dos pistas es un fenómeno mutuamente solapado. China so-
lapa el régimen actual de la cooperación internacional para el desarrollo, en el sentido de
que sobrepone sus propias metas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este es el
mismo proceder de las Naciones Unidas sobre los propios objetivos chinos de desarrollo.
En el fondo, hasta ahora, se trata de dos órdenes mutuamente solapados. La pregunta
clave aún por resolver es si estos órdenes solapados continuarán permanentemente como
una forma de aceptación mutua o se trata simplemente de un momento transitorio que,
tarde o temprano, dará paso a la imposición de un orden sobre otro.
200
la cooperación internacional en la encrucijada
R
Baumann, Max-Oo; Haug, Sebastian and Weinlich, Silke (2022). China’s Expanding En-
gagement with the United Nations Development Pillar. e Selective Long-term Approach of
a Programme Country Superpower. Bonn: German Institute of Development and Sus-
tainability (IDOS)/Friedrich-Ebert-Stiung.
Center for International Knowledge on Development [CIKD] (2022). Global Devel-
opment Initiative: Philosophy, Principle, Path, and Progress. hps://interpret.csis.org/
translations/global-development-initiative-philosophy-principle-path-and-prog-
ress/
Chen, Stella (2021). Community of Common Destiny for Mankind . China Media Projec t.
hps://chinamediaproject.org/the_ccp_dictionary/community-of-common-des-
tiny-for-mankind/
De Haan, Arjan (2011). Will China change international development as we know it?
Journal of International Development, 23 (7), 881-908. DOI: hps://doi.org/10.1002/
jid.1732
Defraigne, Jean-Christophe (2012). China Shakes the World: Challenges Arising from
Shis in the Global Balance of Power. En Jan Wouters, Tanguy de Wilde y Pierre
Defraigne (editores), China, the European Union and Global Governance. (pp. 13-49).
Cheltenham: Edward Elgar Publishing.
Domínguez, Rafael (2021). Dialéctica del origen, despliegue y climaterio del régimen
internacional de la ayuda.Revista de Economía Crítica,1(25), 76–104. hps://www.
revistaeconomiacritica.org/index.php/rec/article/view/181
Fravel, M. Taylor (January 17, 2012). Rev ising Deng’s Foreign Policy. International Securi-
ty, China and East Asia. hps://www.taylorfravel.com/2012/01/revising-dengs-for-
eign-policy/
Garrick, John y Benne, Yan Chang (2018). “Xi Jinping ought”. Realisation of the Chi-
nese Dream of National Rejuvenation? China Perspectives, 18 (1-2), 99-105.
Goldstein, Avery (2020). China’s Grand Strategy under Xi Jinping: Reassurance, Re-
form, and Resistance. International Security, 45(1), 164-201. DOI: hps://doi.
org/10.1162/isec_a_00383
Gu, Jing, Li, Xiaoyun, Bloom, Gerald y Zhang, Xiulan (2014). Introduction: China and
International Development: Challenges and Opportunities. IDS Bulletin, 45 (4), 1-5.
DOI: hps://doi.org/10.1111/1759-5436.12088
Guterres, António (2022). Global Development Initiative’s Work Addresses Common Cha-
llenges, Helps Achieve Sustainable Development Goals, Secretary-General Tells Ministerial
Meeting. SG/SM/21470. 20 September. hps://press.un.org/en/2022/sgsm21470.
doc.htm
201
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
Hu, Wei xing (2019). Xi Jinpings ‘Major Country Diplomacy ’: e Role of Leadership in
Foreign Policy Transformation. Journal of Contemporary China, 28 (115), 1-14, DOI:
hps://doi.org/10.1080/14799855.2017.1286163
Janus, Heiner, Klingebiel, Stephan y Paulo, Sebastian (2015). Beyond Aid: A Conceptual
Perspective on the Transformation of Development Cooperation. Journal for Interna-
tional Development, 27 (2), 155-169. DOI: hps://doi.org/10.1002/jid.3045
Kochhar, Geeta (2018). China’s Foreign Policy: An Overall Understanding of Debates
and Policy Orientation. En Geeta Kochhar (editora), China’s Foreign Relations and Se-
curity Dimensions (pp. 1-17). Abingdon, Oxon, Routledge.
Lampton, David M. (2001). China’s Foreign and National Security Policy-Making Pro-
cess: Is It Changing and Does It Maer? En David M. Lampton (editor), e Making
of Chinese Foreign and Security Policy in the Era of Reform, 1978-2000 (pp. 1-38). Stan-
ford: Stanford University Press.
Lanteigne, De Marc (2020). Chine se Foreign Policy: A n Introduction. Abingdon: Routledge.
Lemus-Delgado, Daniel (2018). La Ayuda Ocial al Desarrollo (Ayuda Ocial al De-
sarrollo) como una práctica hegemónica (1945-2000). Revista cooperación internacio-
nal para el desarrolloOB d’Afers Internacionals, 120, 29-50. DOI: doi.org/10.24241/
rcai.2018.120.3.29
Lemus-Delgado, Daniel (2022). Covid-19, the Chinese communist party, and the search
for legitimacy in the international arena. Chinese Journal of Communication, 15(2),
271-283. DOI: hps://doi.org/10.1080/17544750.2022.2052131
Li, Cheng (2008). China’s Fih Generation: Is Diversity a Source of Strength or Weak-
ness? Asia Policy, 6, 53-94.
Liang, Wei (2010). Changing Climate? China’s New Interest in Global Climate Change
Negotiations. En Kassiola, Joel Jail y Guo, Sujian (editores). China’s Environmental Cri-
sis, (pp. 61-84). New York: Palgrave Macmillan.
Mahoney, Josef Gregory (2022). Key Concept. An alternative development initiative. Bei-
jing Review. N° 39. September 29. hps://www.bjreview.com/Opinion/Governan-
ce/202209/t20220923_800307572.html
Ministry of Foreign Aairs of the People’s Republic of China [MFPRCh] (2021a). China’s
VNR Report on Implementation of the 2030 Agenda for Sustainable Development. hps://
sustainabledevelopment.un.org/content/documents/280812021_VNR_Report_
China_English.pdf
Ministry of Foreign Aairs of the People’s Republic of China [MFPRCh] (2021b). Wang
Yi Talks about the Importance of the Global Development Initiative. hps://www.fmprc.
gov.cn/mfa_eng/topics_665678/DGI/xw/202109/t20210926_9580014.html
Ministry of Foreign Aairs of the People’s Republic of China [MFPRCh] (2022). Joint-
ly Advancing the Global Development Initiative and Writing a New Chapter for Common
Development Keynote Address by State Councilor and Foreign Minister Wang Yi at the
202
la cooperación internacional en la encrucijada
Ministerial Meeting of the Group of Friends of e Global Development Initiative. hps://
www.fmprc.gov.cn/eng/zxx x_662805/202209/t20220922_10769721.html
Mohammed, Amina (2022). ‘We Are Neither Hopeless nor Helpless’ aer Blow Dealt by
COVID-19, Deputy Secretary-General Says, Calling for Political Will to Meet Global Goals.
DSG/SM/1680. 20 January. hps://press.un.org/en/2022/dsgsm1680.doc.htm
Mastanduno, Michael (2019). Partner Politics: Russia, China, and the Challenge of Ex-
tending US Hegemony aer the Cold War. Security Studies, 28 (3), 479-504. DOI:
hps://doi.org/10.1080/09636412.2019.1604984
Nien-Chung Chang Liao (2016). e sources of China’s assertiveness: the system, do-
mestic politics or leadership preferences? International Aairs,92(4), 817-833. DOI:
hps://doi.org/10.1111/1468-2346.12655
Poh, Angela y Li, Mingjiang (2017). A China in Transition: e Rhetoric and Substance
of Chinese Foreign Policy under Xi Jinping. Asian Security, 13(2), 84-97, DOI: ps://
doi.org/10.1080/14799855.2017.1286163
Semenov, Alexander y Tsvyk, Anatoly (2021). e Approach to the Chinese Diplomatic
Discourse. Fudan Journal of Humanities and Social Science. 14, 565–586. DOI: hps://
doi.org/10.1007/s40647-021-00321-x
Stevens, Friso M. S. (2021). China’s long march to national rejuvenation: toward a Neo-
Imperial order in East Asia? Asian Security, 17(1), 46-63. DOI: hps://doi.org/10.1080
/14799855.2020.1739651
Suer, Robert (2021). Xi Jinping’s Vision of Chinese Foreign Policy. En David B.H. De-
noon (editor). China’s Grand Strategy: A Road Map to Global Power (pp. 68-90). New
York: New York University Press.
e State Council Information Oce of the People’s Republic of China (2021). China’s
International Development Cooperation in the New Era. hp://english.mee.gov.cn/Re-
sources/publications/Whitep/202101/P020210122374486901993.pdf
i Ha, Hoang (2023). “Why Is China’s Global Development Initiative Well Received in
Southeast Asia?”. ISEAS Perspective. Singapore: Yusof Ishak Institute (ISEAS)
Wang, Hung-Jen (2013). e Rise of China and Chinese International Relations Scholarship.
Lanham: Lexington Books.
Xi, Jinping (28 de junio de 2014). Carry forward the Five Principles of Peaceful Coexis-
tence to build a beer world through win-win cooperation. China Org. hp://www.
china.org.cn/world/2014-07/07/content_32876905.htm
Xi, Jinping (14 de mayo de 2017). Work together to build the silk road economic belt
and the 21st century maritime silk road. China´s Diplomacy in the New Era. hp://
en.chinadiplomacy.org.cn/2021-01/27/content_77158913.shtml
Xi, Jinping (3 de noviembre de 2017). Texto íntegro del informe presentado por Xi Jinping
ante XIX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino h. Embajada de la Repú-
203
mundos solapados: el pensamiento de xi jinping
blica Popular China en Argentina. hp://ar.china-embassy.gov.cn/esp/jrzg/201711/
t20171103_4721909.htm
Xi, Jinping (18 de octubre de 2022). President Xi Jinping’s report to China’s 2022 par-
ty congress. Nikkei Asia. hps://asia.nikkei.com/Politics/China-s-party-congress/
Transcript-President-Xi-Jinping-s-report-to-China-s-2022-party-congress
Xi, Jinping (2019). On Building a Human Community with a Shared Future. Beijing: Central
Compilation & Translation Press.
Yang, Yi Edward (2021). China’s Strategic Narratives in Global Governance Reform un-
der
Xi Jinping. Journal of Contemporary China, 30(128), 299-313. DOI: 10.1080/106705
64.2020.1790904
Yuan, Jingdong; Su, Fei and Ouyang, Xuwan (2022). China’s Evolving Approach to For-
eign Aid. SIPRI Policy Paper 62. Stockholm: Stockholm International Peace Research
Institute.
Zhang, Baijia (2013). e Evolution of China’s Diplomacy and Foreign Relations in the
Era of Reform, 1976-2005. En Yufan Hao, C.X. George Wei y Lowell Dimer (edi-
tores), Challenges to Chines Foreign Policy, Diplomacy, Globalization, and the Next World
Power (pp. 15-33). Lexington, e University Press of Kentucky.
Zhang, Denghua (2018). e Concept of ‘Community of Common Destiny’ in China’s
Diplomacy: Meaning, Motives and Implications. Asia & the Pacic Policy Studies, 5(2),
196–207. DOI: 10.1002/app5.231.
Zhang, Qingmin (2014). Towards an Integrated eory of Chinese Foreign Policy:
Bringing Leadership Personality Back In. Journal of Contemporary China, 23(89), 902-
922. DOI: 10.1080/10670564.2014.882566
Zhao, Suisheng (2023). e Dragon: Transformational Leaders and Dynamics of Chinese
Foreign Policy. Stanford: Stanford University Press.
205
VII
Nuevos actores dentro de la Cooperación Sur-Sur:
el papel de Arabia Saudí y Qatar como donantes regionales
Victor Moreno Aguilar 1
Ángela Suárez Collado2
I
La cooperación internacional adoptó a partir del nal de la Segunda Guerra Mundial
un modelo basado en el desarrollo puramente económico, siguiendo las premisas
e intereses particulares de los pses occidentales, y dejando relegados a una posición
secundaria los intereses de los países receptores. Estas dinámicas propiciaron el estable-
cimiento de unas relaciones de dependencia Norte-Sur, que algunos países del Sur Glo-
bal, como China, India o Brasil, intentan revertir con el establecimiento de unos nuevos
mecanismos de cooperación. En los últimos años, esta tendencia ha sido seguida por
otros países que comienzan a ser considerados como actores importantes dentro del Sur
Global. Entre ellos cabe destacar el caso de los países del Golfo Pérsico, que a partir de la
década de 1970 se convierten en importantes donantes a nivel internacional. Esta mayor
presencia ha coincidido en los últimos años con la emergencia de un nuevo escenario en
el que la cooperación Sur-Sur ha pasado a ser un elemento central de la política exterior
de estos países, que a su vez son parte activa en la reconguración de las relaciones dentro
del sistema internacional, y particularmente dentro del mundo arabo-islámico.
1 Investigador predoctoral. Programa de Doctorado en Estado de Derecho y Gobernanza Global. Universidad de
Salamanca, España. Miembro de la Junta Directiva del Foro de Investigadores sobre el Mundo Árabe y Musulmán.
Miembro del Colegio de Politólogos y Sociólogos de Castilla y León. Miembro del Comité Académico del Máster
Interuniversitario en Cooperación Internacional para el Desarrollo. Responsable de redes y asistente de alumnos
en “Global and International Studies Masters Program” y Profesor en el área de Ciencia Política de la Universidad
de Salamanca. Universidad de Salamanca. E-mail: victormore@usal.es
2 Profesora contratada doctora. Universidad de Salamanca. Directora académica de “Global and International Stu-
dies Masters Program”, Universidad de Salamanca. Miembro del Foro de Investigadores sobre el Mundo Árabe y Mu-
sulmán. Miembro de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración E-mail: ascollado@usal.es
206
la cooperación internacional en la encrucijada
Así, este capítulo tiene por objetivo analizar las transformaciones que se están expe-
rimentando actualmente en la cooperación internacional desde el Sur y para el Sur, pres-
tando atención al rol desempeñado por los países del Golfo Pérsico, en particular Arabia
Saudí y Qatar, como actores y agentes de la cooperación internacional en el espacio re-
gional del Norte de África y Oriente Medio. En este marco, la investigación presentada
en este capítulo parte de la consideración de la cooperación Sur-Sur como elemento de
cambio y también como instrumento de la política exterior de los dos países objeto de es -
tudio. Por consiguiente, se presta atención tanto a las dinámicas y naturaleza de la coope-
ración desplegada desde los países del Golfo como a las características, ujos y extensión
de ésta y su ajuste a los preceptos y rasgos de la cooperación Sur-Sur. Para ello se lleva a
cabo una revisión de literatura enfocada en la cooperación Sur-Sur y su potencial como
elemento de cambio de las relaciones entre países y como mecanismo capaz de revertir la
desigualdad existente en el sistema internacional.
La metodología de este estudio se basa en el análisis de fuentes primarias y secunda-
rias que proporcionen datos económicos referidos a los ujos de Ayuda Ocial al Desa-
rrollo entre los años 2010 y 2020, así como literatura centrada en el análisis de las trans-
formaciones políticas internacionales de la región del Medio Oriente y el Norte de África,
en especial los cambios producidos durante y después de las Primaveras Árabes y el papel
que tuvieron Arabia Saudí y Qatar, así como su Ayuda Ocial al Desarrollo, en el apoyo o
la contención respecto a esos cambios.
Este capítulo se divide en seis secciones. En primer lugar, se analiza el estado de la cues-
tión respecto al sistema internacional y su disposición, enfatizando el papel de los países
del Sur Global en los intentos de transformación del sistema internacional. En la segunda
sección se discute la naturaleza de la cooperación Sur-Sur y el papel que esta puede tener
en la transformación del sistema internacional. En el tercer apartado, se analizan las carac-
terísticas de la Ayuda Ocial al Desarrollo de los estados del Golfo Pérsico y su convenien-
cia con los preceptos de la cooperación Sur-Sur. Después, en las dos siguientes secciones se
examinan los casos de la Ayuda Ocial al Desarrollo de Qatar y de Arabia Saudí, abordan-
do primero sus características y después sus intervenciones en Ayuda Ocial al Desarrollo
a través de datos de distintas instituciones, tanto multilaterales como bilaterales. Por últi-
mo, se elaboran unas conclusiones en base a todo lo investigado anteriormente.
1. D          -
     :     C
S-S
Las relaciones Norte-Sur han estado caracterizadas por la existencia de conuyentes di-
námicas de dominación, que han abarcado desde el ámbito institucional al epistemológi-
207
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
co, y desde del político al económico. Así pues, una de las bases de la desigualdad contem-
poránea entre el Norte y el Sur se encuentra en el proceso de creación de la Organización
de Naciones Unidas en 1945, pues de los primeros 51 países rmantes del documento
que dio nacimiento a la organización, la mayoría pertenecían al Norte Global y, de los
pertenecientes al Sur, muchos de ellos eran meros satélites de los países occidentales co-
loniales vencedores de la Segunda Guerra Mundial descolonización. Sin embargo, esta si-
tuación no cambió con los procesos de descolonización que se dieron entre 1950 y 1962
cuando comenzaron a integrarse los nuevos estados independientes en la organización,
hasta alcanzar los 110 países miembros al nal de período señalado. En cualquier caso,
su integración no supuso una eliminación de las relaciones jerárquicas entre el Norte y el
Sur, al seguir manteniéndose relaciones dependencia con las antiguas metrópolis, espe-
cialmente en el ámbito económico (El Kanfoudi, 2023). La persistencia de este dominio
fue interpretada como una forma de neocolonialismo, mediante el cual las antiguas po-
tencias coloniales podían seguir manteniendo sus privilegios imperiales: “la esencia del
neocolonialismo es que el estado que le está sujeto es, en teoría, independiente y tiene
todas las galas externas de la soberanía nacional, pero en realidad, su sistema económico
y, con ello, su política son dirigidos desde fuera” (Nkrumah, 1966: 3).
Para mantener esta relación desigual entre el Norte y el Sur fue central la imposición
de los modelos económicos y políticos del Norte sobre el Sur: por un lado, la universaliza-
ción de la idea de desarrollo como algo temporalmente lineal y totalmente economicista
por parte de las potencias occidentales, es decir, el establecimiento de una equivalencia
entre el crecimiento económico de los Estados y su nivel de desarrollo (Ekedeg wa Odeh,
2010; Eslava, 2019; Litonjua, 2012); por otro lado, el Estado-nación cómo única unidad
válida para representar la soberanía de los pueblos y, por tanto, como único ente capaz
de conseguir un desarrollo efectivo (Eslava, 2019). En denitiva, el Estado moderno oc-
cidental, industrializado y con altos niveles económicos, fue el modelo que el Norte ex-
portó al resto del mundo, sin tener en cuenta que las necesidades y las formas de vida no
eran iguales en todo el planeta. Así pues, ante las desigualdades que se hacían evidentes a
nivel internacional, en vez de buscar soluciones conjuntas y reales para las situaciones de
los países del Sur, el Norte optó por una postura condescendiente en la cual las antiguas
potencias coloniales tenían la misión de “desarrollar” mediante ayuda ocial y bajo sus
estándares a las antiguas colonias (Eslava, 2019).
Esta idea del desarrollo económico como el único válido y real dejaba de lado la mul-
tidimensionalidad del término y favorecía la clasicación de los países del mundo en-
tre desarrollados o subdesarrollados, lo que reejaba claramente la persistencia de una
dominación colonialista (Ekedegwa Odeh, 2010), y que ha contribuido a perpetuar el
estereotipo de que los países del Sur están compuestos por sociedades tradicionales sin
capacidad de llegar al desarrollo, y que por tanto deben de ser ay udadas (Litonjua, 2012).
El estándar occidental de desarrollo se apoya al mismo tiempo en una pretensión de ex-
208
la cooperación internacional en la encrucijada
portar el modelo político de democracia liberal predominante en los Estados Unidos y
Europa hacia el resto del mundo, de modo que el “desarrollo y fortalecimiento de institu-
ciones democráticas” (Litonjua, 2012) se presenta como una relación indisoluble.
Esta pretensión de exportar un único modelo de desarrollo, tanto económico como
político, al resto del mundo, ha afectado de manera directa a la cooperación internacional
para el desarrollo, cuyo objetivo fundacional fue el de mejorar las condiciones de vida en
los países en desarrollo (Ontiveros, 2020). Sin embargo, a pesar de ciertos progresos en
parámetros sociales, en las últimas décadas ha surgido una crisis de legitimación de la coo-
peración internacional dada su escasa efectividad a la hora de solucionar los problemas
reales de las poblaciones del Sur Global y, en general, también a la hora de dar respuesta a
los problemas que nos afectan de forma global (Espinosa, 2023). En primer lugar, una de
las importantes críticas realizadas se basa en la propia falta de ecacia de la ayuda, que es
atribuida en su mayor parte a la “incongruencia existente entre la Ayuda Ocial al Desa-
rrollo y las políticas seguidas por los países donantes” (Polvorinos González, 2016: 56).
Esto se ve reejado en la discrecionalidad de la ayuda ofrecida por los países del Norte
y la condicionalidad de ésta, y en denitiva a la imposición de los intereses geopolíticos
y económicos por parte de los donantes (Domínguez Martín, 2018), mientras que se
las posibles contradicciones que pueden existir entre la idea de crecimiento económico
capitalista, la sostenibilidad del planeta, y la reducción de desigualdad (Ekedegwa Odeh,
2010; Polvorinos González, 2016).
Otro de los motivos importantes de la falta de ecacia de la ayuda es el continuo papel
predominante que han ido ejerciendo los actores privados en la cooperación internacional.
En concreto, “la subcontratación de los programas de ayuda a las Organizaciones No Gu-
bernamentales (…) sirvieron primero para minar la idea del sector público como prestador
de servicios exigibles en términos de derechos” (Domínguez Martín, 2017: 90). Además,
esta estrategia de subcontratación hace que las Organizaciones No Gubernamentales,
como entes dependientes de nanciación pública o privada, estén totalmente condiciona-
das a los programas de las empresas privadas o los organismos públicos del Norte y, por
tanto, subordinadas a los mismos para poder seguir existiendo (Nerín, 2011). Asimismo, la
cooperación internacional para el desarrollo ha sido criticada por ser un elemento servil a
los intereses del Norte, lo que no sólo está detrás de su falta de ecacia, sino también de los
efectos negativos que ha tenido en territorios del Sur Global, como por ejemplo la genera-
ción de una inmensa deuda externa a los países receptores (Prashad, 2012), el tráco de
armas en zonas de conicto gracias a la intervención de los países desarrollados, o el forta-
lecimiento de regímenes autoritarios (Ahmed, 2012; Llistar Bosch, 2009). En denitiva, la
crítica principal a la cooperación internacional para el desarrollo es la de haber contribuido a
la internacionalización de los intereses económicos y políticos del Norte y sus empresas me-
diante una supuesta ayuda que no ha funcionado, ya que la desigualdad sigue aumentando
tanto a nivel local como internacional (Cors Oroval, 2008; Quint, 2021).
209
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
Estas dinámicas de dominación Norte-Sur han tenido también sus efectos a nivel
epistemológico, frenando la emergencia de alternativas. En este sentido, desde el Norte
Global se ha tendido a ver a los países del Sur como un “otro”, cuyos valores o premi-
sas no debían ser valorados o, en todo caso, debían ser valorados según los estándares de
los países desarrollados (Grosfoguel, 2006; McNally, 2022). Esta situación ha llevado a
que los países del Norte hayan sido capaces de “universalizar ciertos valores abstractos de
elaboración occidental” (Bello Reguera, 2006:160). La universalización de los valores
occidentales ha supuesto la relegación de los valores de las sociedades del Sur Global,
lo que en el ámbito del desarrollo supone que no se considere válida ninguna forma de
desarrollo que no sea la adoptada por el Norte (McNally, 2022). Así , esta estrategia de do-
minio epistemológico permitió que el Norte Global se perpetuara como dominante en
el ámbito internacional mediante la exclusión de los “otros”, es decir, del Sur y sus valores
(Bello Reguera, 2006).
Como consecuencia de estas dinámicas, en los últimos años, tanto el sistema inter-
nacional como el sistema de cooperación internacional para el desarrollo han comenza-
do a experimentar un proceso de transformación por la inuencia de varios elementos.
Por un lado, se encuentra la disminución del ujo de ayuda por parte de los donantes
tradicionales, lo que se ha catalogado como “fatiga de la ayuda” (Polvorinos González,
2016; Quint, 2021). Esta fatiga de la ayuda está relacionada con la escasa ecacia de
esta hasta el momento, pero, mayoritariamente, con los problemas económicos de los
países del Norte, lo que ha hecho saltar las alertas sobre el peligro real de que los países
del Norte dejen de lado sus responsabilidades históricas y respecto al empobrecimiento
de las poblaciones del Sur (Quint, 2021: 107). Por otro lado, el cambio de dinámica
está relacionado también con la emergencia de nuevos actores que, desde el Sur Global,
reclaman un sistema internacional más justo y un sistema de cooperación internacional
para el desarrollo que se ajuste a los intereses de todos los estados (Fabelo Corzo, 2004;
Prashad, 2012). Es decir ha surgido un nuevo discurso, en el que se reivindica dar la su-
ciente relevancia a otras aspiraciones que no procedan de occidente y no representen
sus valores universalizados, ya que éstos no concuerdan con las realidades y necesidades
de la mayoría de la población global (Sousa Santos, 2009). Así, se reivindican alterna-
tivas al modelo de producción capitalista (Santos Sousa, 2011), que realmente tengan
en cuenta las necesidades reales de los distintos grupos de población afectados por el
colonialismo, para favorecer una liberación epistemológica del Sur Global que facilite
un cambio real en las dinámicas de las relaciones internacionales y de la cooperación
internacional para el desarrollo (Surasky, 2013)
La Cooperación Sur-Sur (cooperación Sur-Sur), así como las asociaciones regionales
o la cooperación triangular se han consolidado en los últimos años como un instrumento
esencial para ese cambio internacional y para generar otras formas de cooperación que
sean capaces de dar respuesta a los problemas reales del Sur (Quint, 2021). Ya Nkrumah
210
la cooperación internacional en la encrucijada
(1966) en los años sesenta intuía una reacción de los países del Sur frente a la dominación
tan evidente y dañina que existía para sus intereses, así como la fatiga del neocolonialismo
como sistema a perpetuar por parte de Occidente. De este modo, en la segunda mitad del
S. XX comienzan a aparecer nuevas dinámicas dentro del sistema internacional, como
diferentes experiencias de integración regional, como la Comisión Económica para Amé-
rica Latina y el Caribe, la Organización Afroasiática para la Cooperación Económica, el
Banco Africano para el Desarrollo o la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, que
tuvieron un papel determinante a la hora de fortalecer las economías nacionales de los
países del Sur (Krapohl, 2020). A pesar de que su aparición no supuso un cambio de
régimen, podemos verlas como antecedentes inmediatos a los cambios que se están pro-
moviendo desde algunos países del Sur Global, con la Cooperación Sur-Sur como uno
de sus instrumentos más relevantes, tal y como veremos a continuación.
2. L C S-S    
La Cooperación Sur-Sur se puede denir de diferentes maneras y encontramos deni-
ciones desde las proveídas por las principales instituciones internacionales en materia de
cooperación como desde los ámbitos académico y político del Sur Global. La creciente
importancia de esta modalidad se vincula al éxito de algunos países del Sur en materia
de desarrollo gracias a la ayuda recibida por el Norte (Ayllón, 2009), pero más allá del
éxito relativo de unos pocos países, el surgimiento de la cooperación Sur-Sur se entiende
gracias a la toma de conciencia por parte del Sur como conjunto de países que sufren las
injusticias internacionales (Ayllón, 2009; Lechini, 2012).
Así, de manera ocial, Naciones Unidas dene la Cooperación Sur-Sur como “un
marco amplio de colaboración entre los países del Sur en los ámbitos político, económi-
co, social, cultural, medioambiental y técnico”(UNOSSC, 2021). Dentro de este marco,
destacan los principios de solidaridad entre pueblos, la no interferencia en asuntos in-
ternos de los Estados receptores y la horizontalidad en las relaciones (UNOSSC, 2021).
Desde las instituciones internacionales remarcan la ventaja comparativa que tiene la
Cooperación Sur-Sur para hacer frente a los problemas de desarrollo entre países con
situaciones similares, ya que esto facilita la horizontalidad de las relaciones y la búsqueda
del benecio mutuo (Asamblea General de Naciones Unidas, 2018). El hecho de que
países con circunstancias similares cooperen es una ventaja para un mejor entendimien-
to, sin embargo, a pesar de reconocer esta ventaja, las propias Naciones Unidas tratan a
la Cooperación Sur-Sur como un mero complemento de la cooperación internacional
para el desarrollo tradicional (Asamblea General de Naciones Unidas, 2018), obviando
el potencial que tiene como instrumento de cambio del sistema y relegando a un papel
secundario las propuestas de cooperación Sur-Sur en benecio de las del Norte.
211
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
Desde el ámbito académico existen muchas aproximaciones a la cooperación Sur-
Sur y la mayoría tienen que ver con su carácter reivindicativo y potencial de unión del
Sur. Este enfoque partic ular hace que se pueda considerar esta modalidad de co operación
como una forma de una acción colectiva a través de la que se busca construir una arqui-
tectura institucional internacional conforme a las preferencias de los países del sur y con
el objetivo de cambiar el orden económico internacional. Es decir, se trata de un proyecto
político del sur global, un “intento de construir coaliciones para cambiar el orden econó-
mico mundial” (Domínguez-Martín, 2016: 67). Es prioritario aquí el carácter político
de la cooperación Sur-Sur para entender las pretensiones de los actores del Sur Global,
en especial de los países “emergentes” que desde una visión instrumental consideran la
cooperación Sur-Sur como elemento esencial de su política exterior (Ayllón, 2011). Las
acciones procedentes de estos actores en cooperación internacional distan de las directri-
ces que emanan del Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para la Coopera-
ción y el Desarrollo Económicos, en gran parte debido a que no están de acuerdo con los
estándares occidentales y preeren discutir los criterios de su cooperación en foros más
igualitarios como el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas y sus comisiones
regionales donde la mayor representatividad evita la imposición de condiciones que no
benecian a la mayoría de los participantes (Arboleda et al., n.d.)
Así pues, la Cooperación Sur-Sur presentaría una serie de principios rectores, recono-
cidos y clasicables, que se pueden enumerar de la siguiente manera:
· El respeto a la soberanía nacional, la no injerencia en asuntos internos de los donantes y
la no condicionalidad de la ayuda (Bry, 2016). Así pues, en contraposición con la coopera-
ción internacional para el desarrollo tradicional, la cooperación Sur-Sur busca que la ayu-
da no suponga condiciones para la política interna o la economía de los países receptores
(Dimier, 2006).
· La horizontalidad de las relaciones entre actores como forma de conseguir el respeto mutuo
entre países, participando conjuntamente en los proyectos y sin relaciones jerárquicas. (Bry,
2016). El principio de horizontalidad es la guía para la cooperación técnica y cientíco-técni-
ca entre países de similares niveles de desarrollo (Lechini, 2012).
· La búsqueda del benecio mutuo, sin que ello suponga la existencia también de una bús-
queda del benecio propio a la hora de cooperar. En cualquier caso, el principio rector aquí
sería la promoción del benecio de todos, muchas veces con vínculos comerciales preferentes
(Quadir, 2013).
· La pertinencia y complementariedad de las acciones de los donantes en los p ses receptores,
así como en las relaciones comerciales, y la búsqueda de ecacia real de la ayuda. Es decir, los
países receptores deben ser capaces de apropiarse de los proyectos de tal manera que no de-
pendan del país donante (Bry, 2016; Stuenkel, 2013).
212
la cooperación internacional en la encrucijada
Además de estos principios rectores de la cooperación Sur-Sur, hay que mencionar
una serie de prácticas que han hecho de esta nueva forma de cooperación un modelo
diferente al tradicionalmente implementado por el Norte. Una de ellas es la cooperación
nanciera, entendida como transferencia de fondos que puede ser de carácter reembol-
sable o no (Domínguez-Martín, 2016). La cooperación en materia económica, y en con-
creto la nanciera, han sido claves en los proyectos del Sur, ya que, al contrario que este
tipo de cooperación entregada por los países del Norte se ha beneciado a los donantes
mediante diferentes medidas, como por ejemplo los bajos tipos de interés. Para entender
esto, hay que distinguir entre los fondos no reembolsables y los reembolsables. Los pri-
meros hacen referencia a apoyos presupuestarios y sectoriales o contribuciones a orga-
nismos multilaterales, así como a mecanismos de condonación de deuda (Alonso y Glen-
nie, 2015). Los segundos son los créditos concesionales, créditos a la exportación, líneas
de nanciación, fondos destinados a organismos multilaterales nancieros o garantías de
crédito y emisión de deuda, así como los créditos a la exportación, los cuales constituyen
un completo apoyo al desarrollo económico de los países socios. Este apoyo es común
que sea vinculante, es decir, que el país que concede el crédito se benecie del comercio
de las exportaciones, lo cual no interere en su objetivo de incentivar el desarrollo econó-
mico del país beneciario (Domínguez-Martín, 2016), sino que este comercio Sur-Sur,
incentivado por el soporte nanciero de los donantes, es benecioso para los países en
desarrollo de diversas maneras. En este sentido, supone un aumento en la demanda de sus
exportaciones y, por consiguiente, una mayor probabilidad de estabilidad macroeconó-
mica y una posición en el comercio internacional mejorada (Bernhardt, 2016).
Otra de las particularidades de la cooperación Sur-Sur es que puede ser bilateral, mul-
tilateral o de carácter regional (Ojeda Medina, 2016). En el primer caso, se trata de una
modalidad primordialmente estatal, pues son los gobiernos de los Estados los que plani-
can y ejecutan las acciones acordadas con base en sus intereses mutuos (Ojeda Medina,
2016). En cuanto a la cooperación Sur- Sur multilateral se suele dar mediante organismos
multilaterales del Sur, tales como el Fondo OPEP para el Desarrollo Internacional o el
Banco Islámico para el Desarrollo. Por último, la Cooperación Sur-Sur de carácter regio-
nal está relacionada con los procesos de integración regional que se han llevado a cabo
en el Sur (Krapohl, 2020; Ojeda Medina, 2016), mediante los cuales se ha buscado la
creación de un espacio común en que se puedan formar áreas de comercio y cooperación
a nivel regional capaces de ser competitivas a nivel mundial (Bernal y Masera, 2008; Kra-
pohl, 2020).
Estos principios rectores, prácticas y particularidades de la Cooperación Sur-Sur han
hecho que pueda considerarse una alternativa para el cambio del sistema internacional.
En este sentido, la Cooperación Sur-Sur puede ser vista como un agente político trans-
formador del sistema internacional gracias a la importancia de alguno de sus actores, en-
tre los que destaca China como líder del proceso de cambio. Así pues, en la actualidad
213
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
la Cooperación Sur-Sur se encuentra en un proceso de consolidación como alternativa
viable a la cooperación tradicional de los países del Norte, quienes la habían relegado du-
rante mucho tiempo a ser un mero complemento de la cooperación internacional para el
desarrollo tradicional, de tal manera que lo que se supone que era un instrumento para el
cambio quedaba enmarcado dentro del orden preexistente de dominación (Cox, 2016).
Dentro de este contexto, China se ha caracterizado por mantener una posición proclive
al establecimiento de un nuevo orden a pesar de los cambios en el sistema internacional
de la ayuda (Gray y Gills, 2016). Ello, unido al progresivo ascenso de China en mate-
ria de desarrollo, hizo que la Cooperación Sur-Sur encontrase, a nales del S. XX, una
posibilidad de un nuevo comienzo atendiendo a sus principios y objetivos originales,
contenidos en su mayoría en la Conferencia de Bandung de 1955 (Martín de la Esca-
lera, 1955). Esto coincide con el giro dado por los Estados Unidos. Tras los atentados
del 11-S en su política exterior, al volver a la senda militarista y de guerras preventivas en
pro de controlar recursos necesarios para su supervivencia como superpotencia, objetivo
que no había logrado mediante el monopolio de la Ayuda Ocial al Desarrollo. Por ello,
hay autores que consideran que la hegemonía de los Estados Unidos está en su ocaso y
que “los intentos del Comité de Ayuda al Desarrollo de sobrevivir a base de estrategias
transformistas”(Domínguez Martín, 2018: 91) han supuesto un intento fallido de man-
tener su posición hegemónica.
Siguiendo esta argumentación, puede verse el sistema internacional como un sistema
en transformación, en el que la que la potencia hegemónica está dejando de serlo, y en el
que otros actores, como China se encuentran fortaleciendo su posición, gracias en gran
parte al despliegue de un nuevo modelo de relaciones exteriores y de desarrollo, basados en
su banca multilateral y la nanciación de “e Belt and Road Initiative” (¨Müller-Markus,
2016)3. Por tanto, desde esta perspectiva, cabe considerar que nos encontramos ante un
cambio de régimen internacional que no sólo afectará a las reglas e instituciones interna-
cionales, sino a los principios, normas, e ideologías y teorías sobre el desarrollo (Parrondo,
2020). No obstante, a pesar de que China se postula como evidente líder del proceso de
cambio, en el periodo transitorio en el que estamos hay también otros nuevos actores del
Sur Global que han emergido con fuerza en el sistema internacional, evidenciando así que
es posible una nueva arquitectura institucional basada en la heterogeneidad de actores y
de enfoques distintos a los occidentales (Ayllón, 2015). En este sentido, ante la posibili-
dad de que el liderazgo único de China quiebre las opciones de un régimen internacional
3 Se trata de un proyecto lanzado por el gobierno chino que se presenta como alternativa al modelo de orden
internacional existente dominado por las potencias europeas. Parte de la idea de que los Estados Unidos no es
ya la potencia hegemónica y se está dando un cambio en el sistema internacional que China quiere aprovechar
para consolidarse como líder, siempre bajo las premisas de la igualdad entre naciones, la no intervención y el
benecio mutuo.
214
la cooperación internacional en la encrucijada
realmente multilateral en el que todos los actores tengan relevancia y vean satisfechos sus
intereses y lo único que suceda es un cambio de potencia hegemónica (Domínguez Mar-
tín, 2018), otros actores emergentes han comenzado a buscar consolidar su propio prota-
gonismo internacional y en la cooperación internacional para el desarrollo.
3. L C S-S     G P
A lo largo de las dos últimas décadas, los Estados del Consejo de Cooperación del Gol-
fo (Consejo de Cooperación del Golfo) se han consolidado como potencias regionales
dentro del Golfo Pérsico y utilizan, tanto política exterior, como su Ayuda Ocial al De-
sarrollo y su papel creciente en el sistema de cooperación internacional para el desarrollo
para consolidarse como actores relevantes a nivel internacional (Tok Evren, 2015). En
esta sección se va a analizar las características de la cooperación internacional para el de-
sarrollo de los países del Consejo de Cooperación del Golfo y su encaje con los valores y
las prácticas de la cooperación Sur- Sur, así como aquellos aspectos que más la diferencian
respecto a la desarrollada por los donantes tradicionales. Para ello se va a prestar atención
a seis cuestiones principales: la modalidad de la ayuda, su relación con los precios del
petróleo, su distribución geográca y sectorial, sus formas de cooperación nanciera y los
mecanismos de transparencia respecto a las inversiones realizadas.
Así, en primer lugar, lo que hay que destacar es que la Ayuda Ocial al Desarrollo y
la cooperación internacional para el desarrollo de estos actores diere claramente de las
prácticas y principios de los donantes tradicionales del Comité de Ayuda al Desarrollo
(Shushan & Marcoux, 2011; Tok Evren, 2015; Young, 2015). La primera gran diferen-
cia es que los países del Consejo de Cooperación del Golfo tienen una clara preferencia
por la cooperación bilateral (Villanger, 2007) a través de agencias gubernamentales y de
los propios fondos soberanos de los países (Shushan & Marcoux, 2011). Bien es cierto
que también operan a través de algunas instituciones multilaterales de Ayuda Ocial al
Desarrollo propias, hasta el punto de que en las dos últimas décadas han desviado gran
parte de los fondos destinados a los canales bilaterales a los multilaterales (Held & Ulri-
chsen, 2011). Algunas de estas instituciones multilaterales son: el Islamic Development
Bank (IDB), el OPEC Fund for International Development (OFID) o el Arab Fund for
Economic and Social Development (AFESD). Además, este incremento de fondos a
instituciones multilaterales también se ve reejado en la contribución de estos países a
las distintas agencias para el desarrollo de Naciones Unidas (Tok Evren, 2015). Ahora
bien, al igual que la ayuda bilateral es determinada por los gobiernos de estos países, sus
contribuciones a los órganos multilaterales también tienen esta característica, ya que los
donantes del Consejo de Cooperación del Golfo buscan establecer alianzas y aanzar sus
propios intereses. En cualquier caso, la ayuda bilateral se presenta como un medio mucho
215
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
más facilitador para conseguir sus objetivos que las contribuciones a otros organismos
(Coerrell & Harmer, 2005).
En segundo lugar, es necesario subrayar también que, en cuanto a volumen, la Ayuda
Ocial al Desarrollo árabe parece seguir un patrón, y es que cuando los precios del pe-
tróleo alcanzan sus máximos, los ujos de Ayuda Ocial al Desarrollo aumentan consi-
derablemente y también se diversican (Young, 2015). Sin embargo, aunque este patrón
sí que parece cumplirse a lo largo de los últimos 50 años, ha habido momentos en los
que la Ayuda Ocial al Desarrollo se ha mantenido o ha aumentado a pesar de la bajada
de precios del petróleo, como ocurrió en 2015, cuando los países del Consejo de Coo-
peración del Golfo disminuyeron la ayuda a los países que habían sufrido cambios tras
las primaveras árabes (Calleja et al., 2014). Por otra parte, mientras que la Cooperación
Internacional para el Desarrollo del mundo occidental se vio fuertemente afectada por la
crisis nanciera de 2008, la cooperación de los países del Consejo de Cooperación del
Golfo siguió aumentando (Tok Evren, 2015).
Otra de las características de la cooperación internacional para el desarrollo de estos
países es la concentración geográca de la misma, pues históricamente ésta se ha con-
centrado en otros países árabes o con mayoría de población musulmana. Para ello se han
utilizado tanto los fondos soberanos de los propios países como otros canales no ociales
mediante los cuales se ha enviado ayuda a diferentes organizaciones islamistas por todo
el mundo (Al-Rasheed, 2008; Tocci et al., 2012). Dentro de esta peculiaridad geográca,
encontramos que los países que más ayuda han recibido tradicionalmente del Consejo
de Cooperación del Golfo no son países de ingresos muy bajos, sino países de ingresos
medio-bajos (Shushan & Marcoux, 2011), aunque esta tendencia también ha cambia-
do (Neumayer, 2003b). Así pues, en los últimos años el Consejo de Cooperación del
Golfo ha comenzado a tener más presencia en países de África subsahariana y en países
árabes pobres o afectados por conictos como son los casos de Siria o Palestina (Tok
Evren, 2015). En lo referente a la cooperación con los países del África subsahariana es
importante destacar que en éstos la cooperación se centra en gran medida en proyectos
de seguridad alimentaria y de mejora de infraestructura agrícola, lo cual se debe a una
intención por fortalecer el comercio con los países productores de bienes agrícolas, y al
mismo tiempo fortalecer la seguridad alimentaria de los propios países del Consejo de
Cooperación del Golfo (Bailey & Willoughby, 2013).
Durante y después de las Primaveras Árabes, y debido a los cambios que se produje-
ron en algunos países de la región del Medio Oriente y el Nor te de África, también ha sido
notorio que la concentración geográca de la Ayuda Ocial al Desarrollo del Consejo de
Cooperación del Golfo estaba vinculada no sólo a motivos de solidaridad religiosa sino
también intereses geopolíticos importantes (Isaac, 2014). Así, de manera general, se ob-
serva cómo a través de la Ayuda Ocial al Desarrollo, sobre todo nanciera, los países del
Consejo de Cooperación del Golfo han intervenido en la política de países de la región
216
la cooperación internacional en la encrucijada
para fortalecer la seguridad y sus intereses. Aunque la ayuda humanitaria ha sido impor-
tante en esta zona durante la época de conictos, la ayuda nanciera ha conseguido inuir
de manera determinante en la estabilidad de algunos gobiernos como el de Marruecos.
De esta manera, el Consejo de Cooperación del Golfo ha buscado asegurar su propia
estabilidad interna y la seguridad en la región, en tanto en cuanto ambas han sido sus dos
claras prioridades políticas (Isaac, 2014; Nonneman, 2005). Asimismo, en estos ujos
de Ayuda Ocial al Desarrollo es donde se puede ver que la Cooperación Internacional
para el Desarrollo de estos pses no es homogénea, sobre todo en el caso de Qatar, que
mientras que el resto de los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo buscaron la
estabilidad, Qatar vio en las Primaveras Árabes una posibilidad de posicionarse como un
actor internacional importante (Kamrava, 2017).
En cuarto lugar, es necesario destacar la concentración sectorial de la Cooperación In-
ternacional para el Desar rollo de los países del Consejo de Cooperación del Golfo, siendo
la asistencia humanitaria una prioridad para estos países, sobre todo en conictos de larga
duración (Coerrell & Harmer, 2005). Además, hay un claro componente de solidaridad
árabe, pero también un componente político destacable, pues los países receptores con-
siderados importantes por los países del Consejo de Cooperación del Golfo tienden a
recibir más ayuda (Almezaini, 2021). Ahora bien, la concentración geográca de la ay uda
humanitaria no es igual para todos los países del Consejo de Cooperación del Golfo, pues
mientras que Arabia Saudí sí que tiene claramente una actuación centrada en países ára-
bes, otros países como Qatar o Kuwait centran sus esfuerzos en África o Asia, además de
la ayuda enviada a países desarrollados ante catástrofes (Almezaini, 2021). Otro ámbito
sectorial en el que la Ayuda Ocial al Desarrollo de los países del Golfo diere de la de los
países del Comité de Ayuda al Desarrollo, quienes a pesar de que han ido cambiando sus
prioridades sectoriales con el tiempo, siguen dominando los proyec tos v inculados a cues-
tiones como la educación o la seguridad alimentaria. Por el contrario, los países del Golfo
han invertido principalmente en infraestructura y transporte de los países receptores (Ar-
vai et al., 2014). Destacan aquí proyectos de construcción que sirven como vehículos de
inversión tanto para el sector privado como para los propios países socios (Young, 2015),
así como inversiones en infraestructura de transporte y telecomunicaciones, las cuales
han supuesto un gran porcentaje de ayuda de algunos fondos soberanos como el saudí
(21%) o el emiratí (25%) (Momani & Ennis, 2012). También la cooperación en materia
de infraestructura energética ha sido importante y, además, la tendencia hacia este tipo de
proyectos no sólo se observa en la cooperación bilateral de los países, sino que los orga-
nismos multilaterales de ayuda también se centran en mejorar las infraestructuras de los
países receptores (Momani & Ennis, 2012; Shushan & Marcoux, 2011).
En quinto lugar es necesario mencionar las formas de cooperación nanciera apli-
cadas por los países del Golfo y cómo ésta se distingue de la de los países del Comité de
Ayuda al Desarrollo. Ya hemos visto que uno de los rasgos diferenciales entre los donan-
217
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
tes tradicionales y los países del sur era la condicionalidad de la ayuda y, en concreto, en
materia de cooperación nanciera, los intereses y las condiciones para los países recep-
tores. Frente a ello, los países del Consejo de Cooperación del Golfo se han adherido a
la tradición de la cooperación Sur-Sur, en la que la ayuda nanciera de estos actores se
centra en créditos concesionales a muy bajo interés o sin interés, inversiones en los países
receptores y el alivio o condonación de la deuda de estos (Ahmed Mahmoud, 2020).
Estas inversiones van destinadas a fortalecer las relaciones comerciales entre socios (Bah-
gat, 2008), que pueden ser países receptores u otros grandes donantes del Sur Global
como China, que tiene una visión similar a los países del Consejo de Cooperación del
Golfo en cuanto a la necesidad de aumentar las inversiones internacionales y fortalecer
el comercio (United Nations Oce for South-South Cooperation, 2020b). Además de
los créditos en condiciones favorables, también hay concesiones en forma de subvencio-
nes, asesoramiento técnico y nanciación de proyectos al desarrollo. Igualmente, otra
parte importante de esta cooperación nanciera es la asignación de fondos a agencias de
Naciones Unidas y a diversas Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo
(Rouis, 2010), así como la coordinación desde las agencias nancieras árabes de diferen-
tes políticas para nanciar proyectos de desarrollo (Rouis, 2010).
Por último, otro aspecto distintivo de la cooperación de los países del Golfo es la esca-
sa transparencia a la hora de publicar sus movimientos de manera pública (Abushamsieh
et al., 2014). Esto se da especialmente en la cooperación bilateral, ya que las instituciones
de desarrollo multilaterales han sido más transparentes a la hora de publicar sus informes
anuales. Este problema de opacidad hace que, por ejemplo, las transacciones privadas de
ayuda no están recogidas en ningún lugar, lo cual es preocupante, ya que gran parte de
estas transacciones provienen de las familias reales de los países y, por tanto, de los fondos
soberanos (Young, 2015). Si bien es cierto que esto ha sido considerado un problema, pa-
rece que la tendencia se ha ido revertiendo y los fondos para el desarrollo de los países del
Consejo de Cooperación del Golfo (en concreto de los dos casos de estudio) publican,
como mínimo, un informe anual de la situación, así como diversos estudios (Qatar Fund
for Development, 2023; Saudi Fund for Development, n.d.).4
En denitiva, se puede armar que la forma de cooperar que tienen los países objeto
de estudio se diferencia en gran medida de la Cooperación Internacional para el Desa-
rrollo que llevan a cabo los donantes tradicionales del Norte Global y se acerca más a la
forma de cooperar de otras potencias del Sur como China o el grupo de los BRICS (Bräu-
tigam, 2011). Es por ello por lo que los países del Consejo de Cooperación del Golfo se
pueden situar como actores relevantes en la cooperación Sur-Sur. Sin embargo, además
de las características de su Cooperación Internacional para el Desarrollo, existen otros
4 Ver en: hps://qatarfund.org.qa/annual-reports/ y hps://www.sfd.gov.sa/index.php/en/annual-reports-
view
218
la cooperación internacional en la encrucijada
motivos importantes por los que se puede posicionar a estos actores dentro de las diná-
micas del Sur Global.
Así, a pesar de que hasta la década de 1970 los países del Golfo apenas habían tenido
relaciones con otros países del Sur, sí que tenían vínculos a través de la Ayuda Ocial al De-
sarrollo prestada y del patrocinio de diversas organizaciones islamistas (Coates Ulrichsen,
2012). Además, mientras que en el resto del Sur Global comenzaba una reacción contra
el orden internacional del momento, en los países del Golfo se daban políticas conserva-
doras. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, estos países se situaron junto a otros países
del Sur y alinearon con sus pretensiones (Lin Noueihed, 2009). Por ejemplo, Arabia Saudí
participó en la Conferencia de Bandung y en el Movimiento de Países No Alineados, mien-
tras que durante la crisis la crisis de los precios del petróleo de 1973 los países del Golfo
pertenecientes a la OPEP mantuvieron las mismas posiciones que el resto de los países de
la organización (Prashad, 2012). Así, a partir de la década de 2000, comienza a presen-
tarse a sí mismos como actores de cambio en el sistema internacional y como defensores
de la cooperación Sur-Sur como mejor vehículo para conseguir el desarrollo en todo el
mundo, y hacer frente a sus propios retos (Coates Ulrichsen, 2012; United Nations Oce
for South-South Cooperation, 2020a). En este sentido, los países del Consejo de Coo-
peración del Golfo dan especial importancia a la necesidad de crear planes nacionales de
comercio y de cooperación Sur-Sur, así como a la participación en instituciones multilate-
rales que promuevan las relaciones entre países del Sur Global y el respeto de los principios
de la cooperación Sur-Sur antes vistos (Islamic Development Bank, 2021).
En las dos siguientes secciones nos centraremos en los casos particulares de Qatar y de
Arabia Saudí para examinar las particularidades que ambos países muestran dentro de la
Cooperación Sur-Sur y analizar si realmente se ajustan a los preceptos de ésta. Para ello, se
analizarán las tendencias generales de nanciación y sus objetivos principales mediante una
revisión de literatura y de documentos ociales de organismos directores de la cooperación
de ambos países, así como sus planes nacionales de desarrollo. También se analizarán los
ujos multilaterales y bilaterales de ayuda y por sectores a través de los datos extraídos de
reportes anuales de organismos de desarrollo tanto nacionales como regionales.
4. L A O  D  Q
Para analizar la Ayuda Ocial al Desarrollo entregada por Qatar primero hay que identicar
cuáles han sido sus prioridades políticas y económicas durante el periodo de estudio, para des-
pués examinar la contribución de Qatar a organismos multilaterales de cooperación y la tra-
yectoria a nivel bilateral de su principal canal de nanciación, el Qatar Fund for Development.
Para comprender la cooperación internacional para el desarrollo de Qatar y su trayec-
toria es necesario prestar atención a las pretensiones del país a nivel internacional y cómo
219
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
ha gestionado su política exterior. Así, mientras que hasta 1995, con el reinado del Emir
Khalifa Al-ani, la política exterior del emirato estaba totalmente alineada con la de Ara-
bia Saudí (Naier, 2021), con la llegada al poder de Hamad bin Khalifa Al-ani comienza
una transición hacia una política exterior autónoma en busca de sus propios intereses y
una mayor presencia en el sistema internacional (Cooper & Momani, 2011; Kamrava,
2017; Kawakibi, 2022). Esta nueva estrategia internacional comenzó con la diversica-
ción de sus relaciones internacionales y la asunción por parte del país de un rol de actor
intermedio como mediador y pacicador en conictos (Álvarez-Ossorio & Rodríguez
Garcia, 2021; Priego, 2015; Roberts, 2016). Este papel de árbitro y su carácter de Estado
no intervencionista en asuntos internos de otros países fue el predominante durante la
primera década del presente siglo, potenciando su imagen exterior de estado able y pro-
motor de la paz (Al-Tamimi et al., 2023; Antwi-Boateng, 2013).
Sin embargo, con el estallido de las primaveras árabes en la región del Medio Oriente y
el Norte de África a partir del año 2011 la política exterior del emirato tornó hacia una posi-
ción más intervencionista, buscando así una mayor notoriedad y ser considerado como un
actor relevante en la política regional e internacional (Kamrava, 2017). Qatar se convirtió
en consecuencia en un actor activo que apoyó a las fuerzas antigubernamentales en las pro-
testas en países como Egipto o Túnez (Álvarez-Ossorio & Rodríguez Garcia, 2021), lo que
también supuso un conicto de intereses con el resto de los estados del Consejo de Coope-
ración del Golfo, y en particular con Arabia Saudí (Priego, 2015). Este nuevo papel de Qatar
en el escenario internacional se vio reejado en su Ayuda Ocial al Desarrollo, en tanto en
cuanto comenzó a ser vista como un potente instr umento de la política exterior del país, tal y
como reeja la Qatar National Vision 2030, en la que se considera a la cooperación interna-
cional como una herramienta mediante la cual conseguir incrementar el papel económico
y político de Qatar a nivel internacional, y especialmente en la región del Medio Oriente y el
Norte de África (Qatar National Vision 2030, 2008). Además, la Cooperación Internacional
para el Desarrollo se presenta como el medio para conseguir el desarrollo socioeconómico
no sólo de los países receptores, sino del propio emirato, así como herramienta esencial para
contribuir a la paz mundial y la seguridad (Qatar National Vision 2030, 2008). En este sen-
tido, Qatar ha realizado un importante esfuerzo en desarrollar la “diplomacia humanitaria”,
priorizando la promoción de la paz y el n de la violencia (Barakat, 2019).
Por tanto, hay dos aspectos a destacar de la Cooperación Internacional para el De-
sarrollo y la Ayuda Ocial al Desarrollo de Qatar: su utilización como instrumento de
la política exterior y sus valores. Así, como elemento de la política exterior, la coopera-
ción qatarí se mueve por una serie de motivos políticos, socioeconómicos y de seguridad
(A. Bashir & Abdelsalam, 2021). De esta manera, el apoyo a ciertos valores políticos y a
ciertas causas, como la palestina, a través de la Ayuda Ocial al Desarrollo han servido
para internacionalizar los valores del emirato (Abbondanzieri & Guzmán, 2021; Kha-
tib, 2013), así como para obtener benecios políticos, como en el caso de las primaveras
220
la cooperación internacional en la encrucijada
árabes y su apoyo nanciero a los gobiernos de cambio (Antwi-Boateng, 2013), como
económicos, mediante el apoyo al comercio de países exportadores de materias primas
que Qatar importa (Manjang , 2015).
En lo que se reere a las cuestiones seguritarias, el propio tamaño y situación geográ-
ca del país tienen gran relevancia, pues se sitúa entre dos potencias regionales enfrentadas
como Arabia Saudí e Irán. En este sentido, el papel de la Ayuda Ocial al Desarrollo de
Qatar está relacionado con sus contribuciones a organismos multilaterales, especialmen-
te de Naciones Unidas, y la relevancia que esto tiene para tener una posición importante a
nivel global y ser un actor respetado que contribuye a “una cultura política internacional”
(A. Bashir & Abdelsalam, 2021: 14), y promueva el mantenimiento de un estatus interna-
cional que favorezca la seguridad nacional (Keohane, 2006).
En cuanto a los valores de la Ayuda Ocial al Desarrollo qatarí destaca la promoción
de la solidaridad islámica y la inclusión de los valores islámicos en las acciones llevadas a
cabo, especialmente en lo que se reere a su compromiso con las acciones y la diplomacia
humanitarias antes mencionada (A. Bashir & Abdelsalam, 2021). Aparte de los valores
propios e islámicos, la cooperación de Qatar también se enmarca en la Agenda 2030 y los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (Ministry of Foreign Aairs, 2023), otorgando espe-
cial importancia a la formación de alianzas para conseguir el desarrollo en todo el mundo
y, de nuevo, a la consecución de la paz y seguridad globales (Ministry of Foreign Aairs,
2023; Qatar National Vision 2030, 2008).
Así pues, la contribución de Qatar a los ujos de Ayuda Ocial al Desarrollo, tanto a
nivel multilateral como bilateral, presenta tendencias interesantes, cuando atendemos a
las aportaciones realizadas a tres de las instituciones multilaterales más importantes del
mundo islámico, como son el Banco Islámico de Desarrollo (IDB), el Fondo OPEP para
el Desarrollo Internacional (OFID) y el Fondo Árabe para Desarrollo Económico y So-
cial (AFESD).
Tabla 1. Flujos de Ayuda Ocial al Desarrollo de Qatar (2010-2020)
QATAR 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
AFESD 3.1% 3.2% 3.7% 7% 6.7% 6.5% 6.3% ------ ------ ------ ------
IDB 7.2% 7.2% 7.2% 7.2% 7.18% 7.18% 7.25% 7.25% 7.2% 7.2% 7.2%
OFID ------ ------ ------ ------ ------- -------- 2.73% 2.73% 2.73% 2.73% 2.73%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos extraídos de los informes anuales.5
5 Ver en: hps://www.isdb.org/publications; hps://www.arabfund.org/Default.aspx?pageId=212&
mid=136 hps://opecfund.org/publications?action=search_publication&publications%5Bkeyword%
5D=&publications%5Boptions%5D%5B%5D=45005
221
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
En este sentido, aunque no sean claros los datos en todos los casos (por ejemplo, los
datos del AFESD no determinan la cantidad ni el porcentaje de contribución al fondo por
países desde 2017, y en el caso del OFID sólo existen informes de actividad anual desde
2016), se puede observar que la contribución de Qatar a la Cooperación Internacional
para el Desarrollo multilateral aumentó signicativamente en 2013 a través de la AFESD
por la conuencia de varios factores, especialmente la situación política post primaveras
árabes que se dio en la región en esos años y el papel activo que tuvo Qatar tras las mismas
en la redenición del orden regional.
Una vez vista la tendencia de las contribuciones de Qatar a las instituciones multila-
terales de cooperación, se van a analizar las tendencias de la ayuda bilateral a través del
QFD. Para ello se utilizarán los informes anuales publicados en la página web de ésta, que
están disponibles desde el año 2016 en adelante. En la tabla 2 se muestra la evolución del
porcentaje de fondos entregados por la fundación por sectores (Qatar Fund for Develo-
pment, 2023).
Tabla 2. Ayuda Ocial al Desarrollo de Qatar por sectores
QFD 2016 2017 2018 2019 2020
Apoyo económico y nanciero 21% 14% 1.9% 23.3% 21.3%
Salud 22% 25% 3.8% 2.6% 19.1%
Educación 25% 16% 30.8% 11.1% 22.7%
Infraestructura 19% 41% 41.8% 9.7% 2.3%
Ayuda Humanitaria 13% 4% 21.9% 53.3% 34.6%
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de los informes anuales.6
En la tabla se puede observar cómo tanto el apoyo nanciero y económico como la
inversión en infraestructura han sido grandes prioridades para la cooperación de Qatar,
alineándose así con la tradición de la cooperación Sur-Sur y de la cooperación del Gol-
fo. Sin embargo, también se ve como desde 2019 esa tendencia se revierte y la mayor
parte de la nanciación va destinada a ayuda humanitaria. Este gran aumento de 2019
se debe a la situación de en Siria y Yemen principalmente. Así, en 2019 Qatar llevó a
cabo acciones de emergencia humanitaria en territorio sirio, pero también en campos
de refugiados sirios en el Líbano, además del envío de materia médico y comida para
los afectados por la hambruna en Yemen. Dentro de estas actuaciones humanitarias
también se encuadran algunas realizadas en Malasia como respuesta a las inundaciones,
6 hps://qatarfund.org.qa/annual-reports/
222
la cooperación internacional en la encrucijada
que afectaron al país y provocaros miles de desplazados, o la ayuda a las familias de las
víctimas de los atentados acaecidos en Nueva Zelanda en los que murieron 51 personas
que se encontraban en una mezquita.
Por otra parte, en cuanto a la inversión en infraestructura, en los informes de la QFD
queda claro que ésta se centra en infraestructura energética y de transporte. En este senti-
do, tiene gran importancia la construcción de carreteras en países que son socios comer-
ciales importantes del emirato, sobre todo en África.
En relación a la distribución geográca, se observa cómo la mayoría de los fondos van
destinados a países del mundo árabe y musulmán. No obstante, África es el continente más
beneciado en lo referente a proyectos de desarrollo. Otra tendencia que se evidencia a lo
largo de los cuatro años de los que se disponen informes es que el QFD prioriza claramen-
te la cooperación bilateral, mientras que los fondos destinados a la cooperación multilate-
ral han sido cada vez menores, tanto en cantidad como en proporción. Esta tendencia es
llamativa ya que el QFD es la institución de cooperación más importante de Qatar, y sin
embargo no sigue la línea ascendente en contribuciones a organismos multilaterales que
sí sigue el país. Sin embargo, a pesar del aumento de fondos a organismos multilaterales,
las contribuciones bilaterales son inmensamente mayores. Así, de los casi 600 millones
de dólares que Qatar invirtió en Ayuda Ocial al Desarrollo en el año 2019, más de 500
fueron destinados a ayuda bilateral (OECD, 2022b), lo que suponía un 88% de la ayuda
frente al 11.3% destinado a fondos multilaterales, mientras que en 2020 se vio un aumento
en ayuda multilateral hasta el 25.2% (OECD, 2022b). En ese 25.2% se enmarcan las contri-
buciones de Qatar a todos los fondos multilaterales, destacando entre ellos todos aquellos
organismos de Naciones Unidas y los bancos de desarrollo regionales.
5. L A O  D  A S
La cooperación desarrollada por Arabia Saudí comparte la mayoría de las característi-
cas vistas en torno a la cooperación del Consejo de Cooperación del Golfo, así como
elementos importantes de la cooperación Sur-Sur. Lo más destacable y particular es su
preferencia por la bilateralidad, al igual que Qatar, y por la cooperación en infraestructura
y nanciera, con un papel muy importante de la ayuda humanitaria (Bakrania, 2012),
coincidiendo también en este sentido con las características de la cooperación qatarí. Es-
tos aspectos técnicos se abordarán en esta misma sección, pero es necesario antes analizar
y tener en cuenta los valores y principios propios de la Ayuda Ocial al Desarrollo desa-
rrollada por este país del Golfo.
De esta manera, la principal característica de la cooperación saudí es también su ca-
rácter de solidaridad islámica y la importancia que en las acciones tiene el mundo árabe
y musulmán, no sólo como países receptores de ayuda sino como socios que comparten
223
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
unos mismos valores y objetivos (Luchas Morillas, 2016). En este sentido la intención
del país de utilizar la Ayuda Ocial al Desarrollo como parte de la política exterior para
conseguir sus intereses en la región también queda reejada en sus planes nacionales (Li,
2019; Saudi Vision 2030, 2017). En el marco de estos intereses se diferencian aquellos
de carácter político, económico y religiosos o culturales. Respecto a los intereses políti-
cos, la Ayuda Ocial al Desarrollo entregada por Arabia busca, además de aumentar su
inuencia en el sistema internacional y en los países de su entorno, reforzar la seguridad
interior y exterior del reino mediante la cooperación con países que sufren crisis huma-
nitarias susceptibles de provocar crisis migratorias y con países de origen de inmigrantes
trabajadores que residen en Arabia (Al-Yahya & Fustier, 2011; Li, 2019). No obstante, los
intereses políticos también están relacionados con intereses culturales y religiosos, pues
Arabia quiere ser un referente del mundo islámico y para ello la Ayuda Ocial al Desarro-
llo es un instrumento apropiado para estrechar relaciones con países del entorno (Luchas
Morillas, 2016), así como para internacionalizar la visión del islam del reino por otras
regiones como Asia Central (Li, 2019). Una de las implicaciones más relevantes de estas
pretensiones de liderazgo regional y religioso se reeja en su apoyo a Palestina, que se
erige como una de las cuestiones principales en la cooperación saudí (SFD, 2020), sobre
todo en asistencia humanitaria, pero también a través de inversión en reconstrucción de
infraestructuras, préstamos y subvenciones (SFD, 2020).
Sin embargo, a pesar de que los motivos políticos y culturales tienen peso y son sobre
todo relevantes para las relaciones del país con otros países de su entorno, Arabia Saudí
no sólo se compromete a nivel internacional con los valores islámicos, sino que apuesta
de manera decidida por sumarse a los objetivos de la Agenda 2030 de Naciones Unidas
(Hamid, 2022), especialmente en lo respectivo al Objetivo de Desarrollo Sostenible 17,
que se reere a la necesidad de crear alianzas para conseguir los objetivos a nivel interna-
cional (Hamid, 2022; UN, 2023).
Por otra parte, respecto a los intereses económicos que existen detrás de la Ayuda O-
cial al Desarrollo saudí destacan la promoción de ex portaciones no petroleras en búsque-
da de la diversicación económica (Bakrania, 2012), así como la inversión de empresas
nacionales en los países receptores para asegurar importaciones necesarias para el país
(Neumayer, 2003a). Uno de los aspectos más distintivos de la cooperación saudí es que
busca fortalecer su moneda nacional, el rial, utilizándola para las transacciones de Ayuda
Ocial al Desarrollo con países de todo el mundo, lo que permite obtener ventajas en
cuanto al tipo de cambio, reducir los riesgos derivados de la conversión a moneda extran-
jera y reducir la inación en el territorio propio debido a la salida de moneda nacional
hacia el exterior (Li, 2019).
Los ujos de Ayuda Ocial al Desarrollo en el periodo comprendido entre 2010 y
2020 para el caso de Arabia Saudí muestra, tal y como se reeja en la tabla 3, que la contri-
bución del reino a los fondos multilaterales ha sido constante durante la década analizada,
224
la cooperación internacional en la encrucijada
siendo además el país que más fondos aporta en las tres instituciones analizadas, lo que
consolida su estatus de gran donante internacional. Es signicativo el caso del AFESD,
pues no sólo Arabia Saudí es el principal contribuyente, sino que su contribución supone
casi el 70% de los fondos totales, mientras que en el caso del IDB, con sede en Jeddah, es
del 23.5%, muy por encima del segundo país, Libia, que no llega al 10% (IDB, 2023). En
el caso del OFID la contribución es del 30%, mientras que el segundo país que más fon-
dos entrega es Irán con un 15% (OFID, 2023). En denitiva, Arabia Saudí sigue siendo el
mayor donante de Ayuda Ocial al Desarrollo de la región.
Tabla 3. Flujos de Ayuda Ocial al Desarrollo de Arabia Saudí (2010-2020)
KSA 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
AFESD 68.3% 68.3% 68% 66.2% 67.1% 67.2% 67.5% ------ ------ ------ ------
IDB 23.6% 23.6% 23.6% 23.6% 23.5% 23.5% 23.5% 23.5% 23.5% 23.5% 23.5%
OFID ------ ------ ------ ------ ------ ------ 30.1% 30.1% 30.1% 30.1% 30.1%
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de los informes anuales.7
En lo que respecta a la situación de la Ayuda Ocial al Desarrollo bilateral, en la tabla
4 se reeja la evolución de la proporción de la Ayuda Ocial al Desarrollo entregada entre
2010 y 2020 con datos extraídos de los informes anuales del Saudi Fund for Develop-
ment (SFD), (Saudi Fund for Development, n.d.), organismo que supone un 49% de la
ayuda bilateral entregada por el reino (OECD, 2022a). En ella se observa cómo durante
los diez años estudiados la prioridad de Arabia Saudí ha sido la inversión en proyectos de
infraestructura, los cuales tiene que ver en su mayoría con infraestructura de transporte,
en especial la construcción de carreteras, pero también de puertos y aeropuertos. Asi-
mismo, se ve cómo ha aumentado la inversión en proyectos de agricultura, de los cuales,
al igual que Qatar, el país obtiene benecios en forma de importación de alimentos. Es
signicativo cómo en los años 2018 y 2019 los proyectos de cooperación al desarrollo
en materia social aumentaron considerablemente, centrándose sobre todo en proyectos
centrados en la salud en 2018 y en la educación en 2019 (Saudi Fund for Development,
n.d.). Respecto al apoyo nanciero, en los informes se reeja en un apartado destacado
las transacciones nancieras que lleva a cabo el reino. En este sentido, estas actividades
7 hps://www.isdb.org/publications; hps://www.arabfund.org/Default.aspx?pageId=212&mid=136;
hps://opecfund.org/publications?action=search_publication&publications%5Bkeyword%5D=&public
ations%5Boptions%5D%5B%5D=45005
225
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
nancieras están destinadas a favorecer las exportaciones saudíes a través de créditos e
inversiones en las industrias de los pses receptores, observándose un aumento impor-
tante durante los 10 años analizados (Saudi Fund for Development, n.d.). El apoyo nan-
ciero saudí se centra en el continente asiático, en especial en la región del Golfo Pérsico
y Palestina, pero el mayor receptor de recursos nancieros saudíes es Egipto (Saudi Aid
Platform, 2023).
Tabla 4. Evolución de la Ayuda Ocial al Desarrollo por sectores
KSA 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
Infraestructura,
industria
y energía
53,3% 56,5% 58,3% 44,2% 55% 57% 44,3% 46,8% 22,3% 27,8% 48,3%
Agricultura 15,8% 15,9% 24,6% -------- 7,8% 3,8% 9,3% 11,5% 9,8% 2,8% 30,5%
Infraestructura
social
(educación,
salud)
24,2 23,3 17% 52,7% 37,1% 14% 40,4% 41,5% 63,3% 52,7% 20,9%
Otros 3,5% 4,1% -------- 3% ------ 25% 5,2% ------ 4,4% 16,6% --------
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de los informes anuales.8
En cuanto a la distribución geográca de la ayuda saudí, destaca, al igual que Qatar,
el predominio de inversiones y proyectos en el mundo árabe y musulmán. Además, tam-
bién tiene gran presencia en el continente africano, en especial en el África subsahariana,
pero predomina la inversión en Asia, destacando la cooperación continuada en proyectos
para el desarrollo en China. Sin embargo, en la cooperación nanciera el continente de
destino de la inversión saudí es África.
Por otra parte, en el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos sobre el país del golfo se observa cómo en 2014 el total de ayuda alcanzó un
pico de 15 mil millones de dólares invertidos, para después, a partir de 2015 estar siempre
por debajo de los 5 mil millones de dólares (OECD, 2022a). También queda reejado el
predominio absoluto de la ayuda bilateral frente a la multilateral, sobre todo hasta el año
2018, pues en 2019 y 2020 la inversión en ayuda multilateral aumentó signicativamen-
te, aunque siguió siendo menor. Es destacable que la mayor parte de la ayuda bilateral
entregada por Arabia Saudí se realiza a través de canales gubernamentales, dejando poco
espacio a las Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo u otros donantes
8 hps://www.sfd.gov.sa/en/annual-reports-view
226
la cooperación internacional en la encrucijada
de carácter privado (OECD, 2022a). De esta ayuda bilateral, el 65% se trata de ayuda pro-
gramable, es decir, ayuda nanciera a través de préstamos y subvenciones que pueden ser
planicadas de manera plurianual por parte del donante y que, por su naturaleza, es más
susceptible de alinearse con las estrategias de desarrollo denidas entre países socios y
permitir así una ecacia mayor de la ayuda (OECD, 2018). Otro gran porcentaje de la
ayuda bilateral saudí va destinado a asistencia humanitaria, que supone más del 17% del
total. Al igual que en los informes anuales del SFD se reeja que la prioridad geográca
es Oriente Medio y los países musulmanes, destacando también la cooperación en la re-
gión de Asia Oriental, en especial con China, que es el cuarto receptor de ayuda saudí
(OECD, 2022a). Según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos, en los últimos años Arabia Saudí ha centrado su Ayuda Ocial al Desarrollo
en proyectos sanitarios, programas de reducción de la pobreza y otros aspectos alineados
con la Agenda 2030 de Naciones Unidas, aunque siguen predominando las inversiones
en infraestructura y saneamiento nanciero de los países socios (OECD, 2022a). Por
último, la cooperación a nivel multilateral se concentra principalmente en agencias de
Naciones Unidas, que reciben un 59% de la ayuda multilateral de Arabia, en especial el
“World Food Program”, aunque en este caso el Banco Mundial es otra de las instituciones
más beneciadas por los fondos saudís.
C
Arabia Saudí y Qatar son ahora dos de los mayores donantes de Ayuda Ocial al Desa-
rrollo del mundo, pero han tenido trayectorias y objetivos diferentes en cuanto a la forma
de cooperar y de incluir la Ayuda Ocial al Desarrollo como parte de su política exterior.
Mientras que Arabia Saudí lleva siendo un importante donante desde la década de 1970,
especialmente desde la subida de precios del petróleo de 1973, Qatar ha aumentado su
presencia en los ujos de Ayuda Ocial al Desarrollo desde principios de siglo XXI, es-
pecialmente motivado por el cambio de emir de 1995 y sus nuevas estrategias de política
exterior. Además de sus diferentes trayectorias, la Ayuda Ocial al Desarrollo de Qatar
y de Arabia diere en sus objetivos durante la década analizada en este capítulo, ya que
mientras Arabia Saudí tenía como prioridad principal de su política exterior mantener
la estabilidad de la región del Medio Oriente y el Norte de África, Qatar fue un actor im-
portante en el apoyo a los levantamientos de las Primaveras Árabes. Así, mientras Arabia
Saudí hizo uso de la Ayuda Ocial al Desarrollo para mantener la estabilidad con el ob-
jetivo de seguir siendo la potencia regional del Golfo, Qatar utilizó la Ayuda Ocial al
Desarrollo para posicionarse como un nuevo actor regional e internacional relevante con
una política independiente de sus vecinos más poderosos.
227
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
A pesar de las diferencias en cuanto a sus objetivos políticos, la cooperación que lle-
van a cabo Arabia Saudí y Qatar tiene características compartidas, ya que ambas se han
concentrado principalmente en la región del Medio Oriente y el Norte de África, aunque
esa tendencia está cambiando y diversicándose, sobre todo hacia países de África sub-
sahariana. También son similares en cuanto al tipo de cooperación, ya que predomina la
inversión en infraestructuras y la cooperación nanciera, y, además, en ambos casos la
ayuda humanitaria ocupa un lugar predominante. Todos estos rasgos comunes nos per-
miten posicionar a la cooperación de ambos países dentro del marco de la cooperación
Sur-Sur, ya que, a pesar de sus particularidades, la forma de cooperar se ajusta a las ca-
racterísticas principales de la cooperación Sur-Sur y a las maneras de cooperar de otros
países pertenecientes al Sur Global como China.
Sin embargo, al contrario que la tradición del resto de los pses del Sur, Qatar y
Arabia no utilizan la cooperación Sur-Sur como una herramienta de cambio del sistema
internacional que pueda competir con la hegemonía occidental, sino que, debido a las
nuevas dinámicas internacionales que apuntan a una mayor presencia del Sur Global en
el sistema internac ional , los dos pses utilizan la cooperación Sur-Sur como método para
posicionarse dentro del sistema y aumentar su relevancia a nivel internacional, además de
conseguir benecios económicos importantes.
Por tanto, si bien la cooperación de Arabia Saudí y Qatar se ajusta a los preceptos de
la cooperación Sur-Sur, hay que enmarcarlo dentro de los intereses propios de ambos
Estados dentro del sistema internacional y no en un posicionamiento contrahegemónico
como el que puede tener China u otros estados del Sur.
228
la cooperación internacional en la encrucijada
R
Abbondanzieri, Camila; & Guzmán, María Florencia (2021). El rol de los países partici-
pantes del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD). Perspectivas para un análisis en el
marco de las transformaciones globales. Estudios Internacionales.
Abushamsieh, Khalil; López-Hernández, Antonio Manuel; & Ortiz-Rodríguez, David
(2014). e development of public accounting transparency in selected Arab coun-
tries. International Review of Administrative Sciences, 80(2), 421–442. hps://doi.
org/10.1177/0020852313514522
AFESD. (2023). JAE Annual Reports. hps://www.arabfund.org/Default.aspx?page-
Id=212&mid=136
Ahmed, Faisal (2012). e perils of unearned foreign income: Aid, remiances, and gov-
ernment survival. In American Political Science Review (Vol. 106, Issue 1, pp. 146-165).
Cambridge University Press. hps://doi.org/10.1017/S0003055411000475
Ahmed Mahmoud, Sally. (2020). South-South Cooperation in the Arab Region.
Almezaini, Khaled (2021). Humanitarian Foreign Aid of Gulf States Background and
Orientations.
Alonso, Juan Antonio; & Glennie, Jonathan (2015). ¿Qué es la cooperación para el desarrollo?
Al-Rasheed, Madawi (2008). Kingdom without Borders: Saudi Arabia’s Political, Religious
and Media Frontiers. C Hurst & Co Publishers Ltd.
Al-Tamimi, Nawaf; Amin, Azzam; & Zarrinabadi, Nourollah (2023). Qatar’s Nation
Branding and So Power. Springer Nature Switzerland. hps://doi.org/10.1007/978-
3-031-24651-7
Álvarez-Ossorio, Ignacio; & Rodríguez Garcia, Leticia (2021). e foreign policy of Qa-
tar: From a mediating role to an active one. Revista Espanola de Ciencia Politica, 56,
97–120. hps://doi.org/10.21308/recp.56.04
Al-Yahya, Khalid; & Fustier, Nathalie (2011). Saudi Arabia as a Humanitarian Donor: High Po-
tential, Lile Institutionalization. hp://ssrn.com/abstract=1789163hps://ssrn.com/
abstract=1789163Electroniccopyavailableat:hp://ssrn.com/abstract=1789163Elec-
troniccopyavailableat:hps://ssrn.com/abstract=1789163hp://www.gppi.net/ap-
proach/research/truly_universal/
Antwi-Boateng, Osman (2013). THE RISE OF QATAR AS A SOFT POWER AND
THE CHALLENGES. In European Scientic Journal (Vol. 2). hp://www.btiproject.
de/leadmin/Inhalte/reports/2012/pdf/BTI%202012%20Qatar.pdf
Arboleda, Nathalie; de Lima, Federico; & Medina, Juan José (n.d.). Guia ECOSOC.
Arvai, Zsoa; Prasad, Ananthakrishnan; & Katayama, Kentaro (2014). Macroprudential
Policy in the GCC Countries.
Asamblea General de Naciones Unidas (2018). La función de la cooperación Sur-Sur y la
implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: retos y oportunidades.
229
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
Ayllón, Bruno (2009). COOPECIÓN SUR-SUR: INNOVACIÓN Y TNSFORMA-
CIÓN EN LA COOPECIÓN INTERNACIONAL. hp://www.relacionesinterna-
cionales.info/revista/revista/N12/pdf/artlechini12.pdf
Ayllón, Bruno (2011). Agentes transformadores de la cooperación para el desarrollo: Po-
deres emergentes y Cooperación Sur-Sur. Relaciones Internacionales, 97-119.
Ayllón, Bruno (2015). ¿Globalizar o regionalizar la gobernanza de la cooperación para el
desarrollo? Contribuciones de la Cooperación Sur-Sur latinoamericana en el marco de los
procesos regionales. El caso de CELAC.
Bahgat, Gawdat (2008). Sovereign Wealth Funds: Dangers and Opportunities. Interna-
tional Aairs , 84(6), 1189-1204.
Bailey, Rob; & Willoughby, Robin (2013). Edible Oil: Food Security in the Gulf. hp://
www.metoce.gov.uk/media/pdf/j/m/
Bakrania, Shivit (2012). Helpdesk Research Report: Political Economy of Saudi Arabia’s Over-
seas Aid Assistance.
Barakat, Sultan (2019). Priorities and challenges of Qatar’s humanitarian diplomacy.
Bashir, Fadhl; & Abdelsalam, Elfatih (2021). QATAR’S FOREIGN AID POLICY: EVO-
LUTION, MOTIVES AND VALUES. Al Hikmah International Journal of Islamic Stud-
ies and Human Sciences, 4(1), 1-26. hps://doi.org/10.46722/hkmh.4.1.21a
Bello Reguera, Gabriel (2006). La identidad del valor y el valor de la identidad: Enfoque
deconstructivo. In El Valor de los Otros. Más allá de la violencia intercultural (pp. 145-
178). Biblioteca Nueva.
Bernal, Raúl; & Masera, Gustavo (2008). El retorno del regionalismo. Aspectos políticos
y económicos en los procesos de integración internacional. Cuadernos PROLAM/
USP, 173-198.
Bernhardt, omas (2016). El comercio Sur-Sur y Sur-Norte: ¿cuál contribuye más al
desarrollo de Asia y América del Sur? Ideas a partir de la estimación de elasticidades-
ingreso de la demanda de importaciones. Revista CEPAL, 118.
Bräutigam, Daborah (2011). Aid “with chinese characteristics”: Chinese foreign aid and
development nance meet the OECD-DAC aid regime. Journal of International Devel-
opment, 23(5), 752-764. hps://doi.org/10.1002/jid.1798
Bry, Sandra (2016). e Evolution of South-South Development Cooperation: Guiding
Principles and Approaches. European Journal of Development Research, 1-16.
Calleja, Rachael: Tok , Ev ren; & El-Ghaish MA, Hanaa (2014). AB DEVELOPMENT
AID AND THE NEW DYNAMICS OF MULTILATELISM: TOWARDS
BEER GOVERNANCE? European Scientic Journal, 1, 1857–7881. hp://www.
globalhumanitarianassistance.org/country-proles
Coates Ulrichsen, Kristian (2012). SOUTH-SOUTH COOPETION AND THE
CHANGING ROLE OF THE GULF STATES. Austral: Brazilian Journal of Strategy
& International Relations | e, 1, 103–123.
230
la cooperación internacional en la encrucijada
Cooper, Andrew Fenton, & Momani, Bessma (2011). Qatar and expanded contours of
small state diplomacy. International Spectator, 46(3), 113–128. hps://doi.org/10.10
80/03932729.2011.576181
Cors Oroval, Carla (2008). La cooperación al desarrollo, ¿un concepto agotado o mal usado?
Coerrell, Lin, & Harmer, Adele (2005). Diversity in donorship: the changing landscape of
ocial humanitarian aid. Aid donorship in the Gulf States Background Paper.
Cox, Robert (2016). Gramsci, hegemonía y relaciones internacionales: Un ensayo sobre
el método. Relaciones Internacionales, 137-152.
Dimier, Véronique (2006). Constructing conditionality: the bureaucratization of EC de-
velopment aid. European Foreign Aairs Review, 11, 263–280.
Domínguez, Rafael (2016). Cooperación nanciera para el desarrollo, ADN de la coope-
ración Sur-Sur. Revista Iberoamericana de Estudios de Desarrollo, 63-86.
Domínguez, Rafael (2018). Dialéctica del origen, despliegue y climaterio del régimen
internacional de la ayuda. In Revista de Economía Crítica (Vol. 25).
Ekedegwa Odeh, Lemuel (2010). A COMPATIVE ANALYSIS OF GLOBAL NORTH
AND GLOBAL SOUTH ECONOMIES. Journal of Sustainable Development in Aica.
El Kanfoudi, Asma (2023). ¿Qué fue la descolonización? El Orden Mundial. hps://elord-
enmundial.com/que-fue-descolonizacion/
Eslava, Luis (2019). e developmental state: Independence, dependency and the histo-
ry of the South. In Revista Derecho del Estado (Issue 43, pp. 25–65). Universidad Exter-
nado de Colombia. hps://doi.org/10.18601/01229893.n43.03
Espinosa, María Fernanda (2023). Una oportunidad para reinventar el sistema multila-
teral. Política Exterior.
Fabelo Corzo, José Ramón (2004). El poscolonialismo y las trampas de la globalización.
Revista de Educación y Cultura, 42-47.
Gray, Kevin; & Gills, Barry (2016). South–South cooperation and the rise of the global
South. ird World Quarterly, 37(4), 557–574. hps://doi.org/10.1080/01436597.
2015.1128817
Grosfoguel, Ramón (2006). La descolonización de la economía política y los estudios
postcoloniales: transmodernidad, pensamiento fronterizo y colonialidad global.
Tabula Rosa, 17-46.
Hamid, Makki (2022). Why the World Needs Partnership with Saudi Arabia: Saudi Arabia’s
Global Humanitarian and Development Aid.
Held, David; & Ulrichsen, Kristian (2011). e Transformation of the Gulf Politics, Econom-
ics and the Global Order. Routledge.
IDB (2023). Publications. hps://www.isdb.org/publications
Isaac, Sally Khalifa (2014). Explaining the Paerns of the Gulf Monarchies’ Assistance
aer the Arab Uprisings. Mediterranean Politics, 19(3), 413-430. hps://doi.org/10.1
080/13629395.2014.959759
231
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
Islamic Development Bank (2021). Policy Paper on National Strategies for South-South And
Triangular Cooperation. www.isdb.orgreldiv@isdb.org+966126361400
Kamrava, Mehran (2017). Qatari Foreign Policy and the Exercise of Subtle Power. Inter-
national Studies Journal, 91-123.
Kawakibi, Salam (2022). Qatar´s role in the geopolitical scenarios of the Middle East and
North Africa. IEMed Mediterranean Book, 48-52.
Keohane, Robert (2006). e contingent legitimacy of multilateralism. hps://www.re-
searchgate.net/publication/228621543
Khatib, Lina (2013). Qatar’s foreign policy: the limits of pragmatism. In International Af-
fairs (Vol. 89, Issue 2). hp://www.foreignpolicy.com/
Krapohl, Sebastian (2020). Games regional actors play: dependency, regionalism, and
integration theory for the Global South. Journal of International Relations and Develop-
ment, 23(4), 840-870. hps://doi.org/10.1057/s41268-019-00178-4
Lechini, Gladys (2012). Reexiones en torno a la Cooperación Sur-Sur. In Argentina y Brasil:
Proyecciones Internacionales, Cooperación Sur-Sur e Integración (pp. 13–27). UNR Editora.
Lin Noueihed (2009). Saudi says IMF reforms should not be at its expense. Arabian Business.
https://www.arabianbusiness.com/politics-economics/saudi-says-imf-reforms-
should-not-be-at-its-expense-13157
Litonjua, Meoeleo/Biog (2012). ird World/Global South: From Modernization, to De-
pendency/Liberation, To Postdevelopment. Journal of ird World Studies, 29(1), 25-56.
Li, Yi (2019). Saudi Arabia’s Economic Diplomacy through Foreign Aid: Dynamics, Ob-
jectives and Mode. Asian Journal of Middle Eastern and Islamic Studies, 13(1), 110-122.
hps://doi.org/10.1080/25765949.2019.1586367
Llistar Bosch, David (2009). Anticooperac ión: Interferencias Norte-Sur. Los problemas del Sur
Global no se resuelven con más ayuda internacional. Icaria Editorial.
Luchas Morillas, Arancha (2016). “La Cooperación al Desarrollo saudí: la importancia de
la bilateralidad” “Saudi Arabia Development Cooperation: the importance of bilate-
rality.La Balsa de Pieda. Revista de Teoría y Geoestrategia Iberoamericana y Mediterranea.
Manjang, Alieu (2015). e Arab Spring and Changes in Qatar Foreign Aid Architecture, e
Case of Qatar Foreign Aid to Aica. Qatar University.
Martín de la Escalera, Carmen (1955). La Conferencia de Bandung, sus conclusiones y
su posible alcance. Revista de Política Internacional, 93-103.
McNally, David (2022). Monstruos del Mercado. Zombis, Vampiros y Capitalismo Global
(1st ed.). Levanta Fuego.
Ministry of Foreign Aairs (2023). Foreigns Policy. hps://mofa.gov.qa/en/foreign-poli-
cy/international-cooperation
Momani, Bessma, & Ennis, Crystal (2012). Between caution and controversy: Lessons
from the Gulf Arab states as (re-)emerging donors. Cambridge Review of International
Aairs, 25(4), 605–627. hps://doi.org/10.1080/09557571.2012.734786
232
la cooperación internacional en la encrucijada
Naier, Taha (2021). Qatar So Power: From Rising to the Crisis. International Journal of
Business and Applied Social Science, 43-52. hps://doi.org/10.33642/ijbass.v7n8p6
Nerín, Gustau (2011). Blanco Bueno busca Negro Pobre. Una crítica a los oranismos de coope-
ración y las ONG. Roca Editorial.
Neumayer, Eric (2003a). Arab-Related Bilateral and Multilateral Sources of Development Fi-
nance Issues, Trends, and the Way Forward.
Neumayer, Eric (2003b). What factors determine the allocation of aid by Arab countries
and multilateral agencies? Journal of Development Studies, 39(4), 134-147. hps://doi.
org/10.1080/713869429
Nkrumah, Kwame (1966). Neocolonialismo. Última etapa del imperialismo. Siglo XXI Edi-
tores.
Nonneman, Gerd (2005). Determinants and Paerns of Saudi Foreign Policy: ‘Omni-
balancing’ and ‘Relative Autonomy’ in Multiple Environments. In Saudi Arabia in the
Balance: Political Economy, Society, Foreign Aairs. NYU Press.
OECD (2018). Country programmable aid (CPA): Frequently asked questions. hps://
www.oecd.org/dac/aid-architecture/countryprogrammableaidcpafrequentlyasked-
questions.htm
OECD (2022a). Development cooperation proles: Saudi Arabia.
OECD (2022b). Development Cooperation Proles: Qatar. hps://doi.org/10.1787/2d-
cf1367-en
OFID. (2023). Publications. hps://opecfund.org/publications?action=-
search_publication&publications%5Bkeyword%5D=&publications%5Bop-
tions%5D%5B%5D=45005
Ojeda Medina, Tahina (2016). Relaciones Internacionales y cooperación con enfoque Sur-Sur.
Catarata.
Ontiveros, Victoria (2020). Cooperación al desarrollo: Una historia de solidaridad e interés. El
Orden Mundial. hps://elordenmundial.com/cooperacion-al-desarrollo-historia-
solidaridad-interes/
Parrondo, Javier (2020). ¿Qué orden internacional quiere China? Política Exterior.
Polvorinos González, María Isabel (2016). Análisis crítico de la situación actual de la coope-
ración internacional al desarrollo, las metas y los retos planteados 16.
Prashad, Vijay (2012). Las naciones pobres. Una posible Historia global del sur. Ediciones
Península.
Priego, Alberto (2015). Las Primaveras Árabes: la inuencia de Qatar y sus relaciones
con los estados del golfo. UNISCI Discussion Papers, 39, 233–252. hp://www.reda-
lyc.org/articulo.oa?id=76742310010
Qatar Fund for Development (2023). Annual reports. hps://qatarfund.org.qa/annu-
al-reports/
Qatar National Vision 2030 (2008). www.planning.gov.qa
233
nuevos actores dentro de la cooperación sur-sur
Quadir, Fahimul (2013). Rising donors and the new narrative of ‘South-South’ coop-
eration: What prospects for changing the landscape of development assistance pro-
grammes? ird World Quarterly, 321-338.
Quint, Sascha (2021). El sistema de la cooperación internacional para el desarrollo: mor-
fología de un paciente crítico. TER: Revista de Desarrollo Local, 9, 103. hps://doi.
org/10.7203/terra.9.19371
Roberts, David (2016). e four eras of Qatar’s foreign policy. In Comillas Journal of Inter-
national Relations.
Rouis, Mustapha (2010). Arab Development Assistance: Four Decades of Cooperation.
Santos Sousa, Boaventura de (2011). Introducción: Las epistemologías del Sur.
Saudi Aid Platform (2023). Humanitarian, Developmental, and Charity Projects Financial
Reports. hps://data.ksrelief.org/Projects/FS
Saudi Fund for Development (n.d.). Annual Reports Views. 2023. Retrieved May 8, 2023,
from hps://www.sfd.gov.sa/en/annual-reports-view
Saudi Vision 2030 (2017).
SFD (2020). Grants for Palestine om the Kingdom of Saudi Arabia through the Saudi Fund
for Development 2020.
Shushan, Debra; & Marcoux, Christopher (2011). e Rise (and Decline?) of Arab Aid:
Generosity and Allocation in the Oil Era. World Development, 39(11), 1969-1980.
hps://doi.org/10.1016/j.worlddev.2011.07.025
Sousa Santos, Boaventura de (2009). Hacia una sociología de las ausencias y una sociología
de las emergencias. In Una Epistemología del Sur (pp. 98-159). CLACSO Coediciones.
Stuenkel, Oliver (2013). Institutionalizing South-South Cooperation: Towards a New
Paradigm? Background Research Paper for High Level Panel on the Post-2015 Develop-
ment Agenda.
Surasky, Javier (2013, October). La Cooperación Sur-Sur como herramienta decolonial.
Tocci, Nathalie, Maestri, Elena; Özel, Soli; & Güvenç, Serhat (2012). Ideational and ma-
terial power in the Mediterranean: the role of Turkey and the Gulf cooperation coun-
cil. e German Marshall Fund of the United States, Mediterranean Paper Series.
Tok Evren, Mohamed (2015). Gulf Donors and the 2030 Agenda: Towards a Khaleeji Mode
of Development Cooperation University.
UN (2023). Objetivo 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
hps://www.un.org/sustainabledevelopment/es/globalpartnerships/
United Nations Oce for South-South Cooperation (2020a). Opening Session. Virtual
Arab Regional Workshop: Investing in the SDGs through South-South and Triangular Co-
operation Beyond Covid-19.
United Nations Oce for South-South Cooperation (2020b). South-South Investment
 Public-Private Partnerships and perspectives. Virtual Arab Regional Workshop: In-
vesting in the SDGs through South-South and Triangular Cooperation Beyond Covid-19.
234
la cooperación internacional en la encrucijada
UNOSSC (2021). Acerca de la Cooperación Sur-Sur y Triangular. hps://www.un-
southsouth.org/acerca-de/acerca-de-la-cooperacion-sur-sur-y-triangular/?lang=es
Villanger, Espen (2007). Arab foreign aid: disbursement paerns, aid policies and motives.
Chr. Michelsen Institute.
Young, Karen, E. (2015). e Limits of Gulf Arab Aid: Energy Markets and Foreign Policy
(No. 1; Reections’ Working Paper Series). hp://www.bloombergview.com/arti-
cles/2015-02-16/oil
235
VIII
La Cooperación Internacional
al Desarrollo de China en América Latina y el Caribe.
Estrategias de acción y política exterior
Juan Carlos Sales1
I
El presente trabajo de investigación quiere ofrecer una imagen detallada de las estra-
tegias de acción exterior que mantiene la República Popular de China en relación
con su Cooperación Internacional al Desarrollo (CID), concretamente en la destinada
a la región de América Latina y el Caribe. No son nuevas las noticias de que China está
actualmente expandiendo su presencia en todas las regiones del mundo, bien sea por aus-
piciar una extensa red de proyectos, bien por la compra de la deuda a terceros países o
por apropiarse de enclaves estratégicos –industrias, puertos, telecomunicaciones– que
antaño pertenecían al propio Estado o a grandes empresas nacionales. Tras un proceso de
evolución política interna y una posterior consolidación económica y comercial, China
ha comprendido que establecer una rme presencia global es una forma de extender su
legitimación hacia terceros países que puedan respaldar a quien esté en condiciones de
proclamarse como el actor político de más inuencia.
Ese es el marco teórico que emplea este trabajo, el cual consiste en contextualizar, a
través del análisis de ciertos parámetros relativos a la ay uda al desar rol lo, la lucha de fondo
que se está librando entre potencias por establecerse como mando del panorama político
internacional. Este papel de “Estado hegemónico”, que ha sido encarnado durante prác-
ticamente todo el siglo XX por Estados Unidos, está siendo cuestionado en las últimas
décadas –y con él, también, el orden liberal tradicional–. Con todo, la cuestión principal
no debe recaer en quién sustituirá el papel imperial estadounidense, esperando una tras-
posición de tronos en la que China o India depongan al agotado hegemón. El panorama
1 Profesor del Programa de Formación de Profesorado Universitario (Historia, Geografía y Arte) de la Universi-
tat Jaume I, España. E-mail: jusales@uji.es
236
la cooperación internacional en la encrucijada
actual es otro, y se presenta en forma de un multilateralismo innegable en el que, aunque
ciertamente haya actores que estén en la cúspide del mando de inuencia, será impensa-
ble no establecer continuas alianzas con Estados no alineados a la causa concreta de un
bloque u otro.
En esta pugna política por conseguir la mayor inuencia posible en el orden global
juega un papel fundamental la cooperación internacional al desarrollo. En este concepto
se entremezclan la política de las relaciones internacionales más “altruista” y los intereses
nacionales hacia la acción exterior, lo que repercute en una mejora de la imagen del país
que ofrece la ayuda y a la vez consolida su legitimación e inuencia hacia exterior. Pero
no todos los países que mantienen una cooperación internacional al desarrollo profesan
la misma versión de “ayuda” o “cooperación”. Como veremos, los cauces de nanciación
para el desarrollo de terceros países pueden ser muy diversos, dependiendo de la concep-
tualización de la que cada Estado haga uso.
Tal y como lo conocemos actualmente, el concepto de ayuda internacional al de-
sarrollo surgió tras la Segunda Guerra Mundial, en un contexto de fuerte tensión ideo-
lógica donde Estados Unidos era el principal emisor para la cooperación (Sanahuja &
Delkáder-Palacios, 2021). El acta fundacional es el Grupo de Ayuda al Desarrollo –lo
que luego se constituiría en la actual Comisión de Ayuda al Desarrollo– integrado en la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. En este caso, la ayuda
contenía tanto el propósito de relanzar la industria y economía liberales de Europa como
la contención del expansionismo socialista propuesto por la Unión Soviética. Por el otro
lado, la concepción de ayuda al desarrollo que tiene China, cuyos inicios constituyentes
datan de la Declaración de Bandung de 1955, se respalda en una losofía muy diferente a
aquella formulación típica de los países liberal-capitalistas, y que se conoce con la fórmula
de Cooperación Sur-Sur (CSS).
De este modo, sólo al descifrar el tipo de orientación al desarrollo que cada actor
político despliega se pueden establecer categorizaciones en cuanto a la naturaleza de la
nanciación otorgada. El investigador que se aproxima a este campo debe ser cauteloso
en cuanto a la categorización que utiliza para resolver qué tipo de nanciación se está
llevando a cabo entre países, así como el destino, los medios y las organizaciones desde las
cuales emanan los fondos transmitidos. No es lo mismo la ayuda internacional destinada
a acción humanitaria que la nanciación para comprar deuda externa o para la construc-
ción de infraestructuras estratégicas, o que el emisor sea un organismo gubernamental o
un banco comercial ligado en mayor o menor medida a los intereses del Estado. Como se
puede apreciar hasta aquí, resulta muy complicado establecer una línea que separe tajan-
temente el pretendido “altruismo” de la ayuda internacional al desarrollo y los intereses
políticos y comerciales del país que emite los fondos de cooperación. Si bien la forma
ideal de la cooperación internacional al desarrollo podría verse como la nanciación
desinteresada para desarrollo de terceros países, lo cierto es que en cada acción de un
237
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
gobierno destinada a ayudar a otro –siquiera desde las premisas más solidarias– siempre
puede haber una pretendida voluntad de implementar cierta ‘acción exterior’ en bene-
cio propio2.
En cuanto a la metodología, este trabajo no desea ahondar en las líneas teóricas en
torno a la Cooperación Internacional al Desarrollo ni deter minar los supuestos en los que
ésta puede darse subrepticiamente como una herramienta de acción exterior. Tal marco
desborda los propósitos planteados para esta investigación. Pero no se va a perder de v ista
este tipo de conceptualizaciones, pues la investigación se orienta nalmente a establecer
cierto paralelismo entre la ayuda al desarrollo y las estrategias de acción exterior estatales.
A resultas de esto, aquí van a quedar evidenciados dos parámetros precisos a la hora de
llevar a cabo la investigación: primero, sólo intentará resaltar la nanciación a la coopera-
ción que recaiga en la categoría del puro “desarrollo”, más allá de los ujos de cooperación
indenidos (mixtos) o comerciales; en segundo lugar, la ayuda debe ser provista por un
actor estatal claro (en este caso, los organismos ociales dependientes de la República Po-
pular China), pues el planteamiento general, como se ha apuntado, reside en determinar
si la cooperación estatal al desarrollo en América Latina y el Caribe puede entenderse, en
ciertos casos y circunstancias concretas, como herramienta de la acción política de China.
Más allá de la recopilación de información bibliográca necesaria para aproximarnos
correctamente a los objetivos establecidos, la investigación se va a complementar con el
análisis de los datos disponibles en cuanto a la cooperación internacional al desarrollo
de China. La premisa básica para este cometido es contar con una fuente de datos a-
ble, actualizada y extensa de las cifras ociales que China destina a nanciar el desarrollo
en terceros países. En este sentido, existen múltiples estudios publicados que centran su
atención en la ayuda al desarrollo auspiciada por China, bajo diferentes formas de nan-
ciación. También existen monográcos destinados a examinar concretamente la nan-
ciación china en Latinoamérica y el Caribe. Uno de los ejemplos más completos es el
estudio coordinado por Enrique Dussel Peters China’s Financing in Latin America and
the Caribbean (Dussel, 2019). Este estudio se centra en analizar la nanciación recibida
y gestionada mayoritariamente por el Banco de Desarrollo de América Latina por dife-
rentes fuentes de origen chino, tanto del gobierno chino como de bancos comerciales y
otros agentes, además de para propósitos dispares (inversión directa, ujos nancieros,
balanza de pagos, etcétera).
Por el contrario, el trabajo que aquí se desarrolla va a centrar su atención en la ayuda
especíca para el desarrollo, tal y como se ha indicado anteriormente. Uno de los obje-
tivos principales es distinguir el tipo de ayuda dedicada los más exclusivamente posible
2 Algunos autores emplean incluso el término anticooperación solidaria para designar a aquellas prácticas apa-
rentemente altruistas que resultan basarse en el mero interés político. Ver, por ejemplo: David Llistar (2009), An-
ticooperación. Barcelona: Icaria.
238
la cooperación internacional en la encrucijada
al concepto de desarrollo más cercano a la conceptualización de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos, aun teniendo en cuenta otros vectores de la
ayuda con un sentido menos clásico de “cooperación internacional al desarrollo. De otro
modo, ¿no sería distorsionar el resultado extraído de la investigación? Pues el concepto
de cooperación internacional de China, como ya se dijo, es diferente al propugnado por el
paradigma liberal clásico y, si bien se han podido apreciar conuencias entre ambas con-
ceptualizaciones (Bracho, 2018), sería un error establecer sin más un paralelismo entre
estas formas de ayuda. El que éstas ay udas estén sustentadas en perspectivas esencialmen-
te diferentes las hace irreductibles entre sí, dicultando la comparación sin un esclareci-
miento previo. En cualquier caso, a partir de la extracción, procesamiento y análisis de los
datos disponibles se pretende ofrecer una imagen analítica de cuánto está invirtiendo el
país asiático en la región de Latinoamérica y el Caribe, en qué sectores y bajo qué concep-
tos, así como su demarcación de otro tipo de ayudas y nanciación que no se correspon-
de con la idea típica de “cooperación al desarrollo”. Una vez recabada la información y
presentados los informes y grácos, se procederá a realizar un diagnóstico de la situación
para así concluir algunas ideas que ayuden a entender la situación planteada.
La base de datos principal que servirá para la extracción de datos para la investigación
es la AidData’s Global Chinese Development Finance Dataset (Version 2.0). En ella se en-
cuentran categorizados 13.427 proyectos nanciados por el gobierno chino, con un valor
aproximado de 843,000 millones de dólares repartidos en 165 países diferentes. Los datos
recogidos en ese documento cubren la mayoría de regiones y sectores destinatarios de -
nanciación, así como el tipo de ayuda que desde el gobierno y empresas estatales de China
se han producido hasta el año 2017. La utilización de esta base de datos es relevante para
esta investigación debido a que es la única que captura el espectro de proyectos de nan-
ciación ocial chinos acorde a la denición estándar de la Cooperación Internacional al
Desarrollo; entre estos ujos nancieros se encuentran propósitos de diferente naturaleza,
como asistencia técnica, préstamos, compra y venta de créditos, condonación de deuda,
becas, etcétera. Finalmente, se han conseguido almacenar proyectos de 334 entidades o-
ciales chinas, entre las que se incluyen agencias gubernamentales (como el Ministerio de
Comercio o el Ministerio de Asuntos Exteriores), agencias locales y regionales, empresas
estatales públicas, bancos estatales y organizaciones estatales sin ánimo de lucro.
Como cualquier documento de investigación, se parte de una hipótesis que dirige el
propio ritmo del estudio. Sin esa idea previa, todavía algo abstracta, formada por la lec-
tura intensiva de múltiples fuentes teóricas, sería imposible conducir una investigación
como ésta, pues la cantidad de datos para analizar es casi innita. La hipótesis de la que
se parte aquí, y por la cual se ha elegido analizar un conjunto de datos concreto y no otro,
es que China utiliza su imponente fuerza económica para conseguir cierta legitimación
político-social a través de la ayuda al desarrollo. Este tipo de acción exterior por el cual se
presta ayuda a países necesitados con el afán de ganar rédito político es un recurso tan an-
239
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
tiguo como la política misma. La cuestión recaerá en determinar cuán importante resulta
para China este tipo de estrategia, así como esclarecer en qué medida dirige su ayuda al
desarrollo en unos países de la región o en otros, y especícamente en qué sectores.
1. C 
A la hora de plantear el marco teórico para la investigación es importante reejar los tra-
mos históricos por los que se han consolidado los juegos de poder internacional hasta el
presente, tanto por sus implicaciones geoestratégicas generales como por su relevancia
a la hora de determinar los conceptos de nanciación para el desarrollo. En resumidas
cuentas, se trata en un primer momento de 1) comprender la situación de hegemonía
de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y el establecimiento del paradigma
liberal-capitalista como vencedor indiscutible frente al otro paradigma en liza –el socia-
lismo soviético–, para después 2) aproximarse al ascenso progresivo de China como una
nación poderosa que rivalizara con la losofía económico-social de Occidente –Estados
Unidos y sus aliados–, y nalmente 3) analizar el tablero geopolítico actual basado en la
lucha entre las dos superpotencias –Estados Unidos y China– y todo lo que representan.
La historia de la hegemonía de Estados Unidos a nivel global comienza desde princi-
pios del siglo XX, erigiéndose como un poder importante a nivel económico, y se asienta
denitivamente tras los sucesos de la Seg unda Guerra Mundial. A partir de 1945, Estados
Unidos no es sólo una de las naciones vencedoras en tal conicto, sino que, al no haber
sufrido destrucción en su territorio –pues la mayor parte de la guerra afectó al continente
europeo– y haberse constituido en la principal industria para la fabricación de armamen-
to, el país norteamericano emergió del conicto con una posición ventajosa frente al res-
to. Su visión estratégica le llevó a aanzar esta posición mediante la creación de pactos e
instituciones internacionales que aseguraron su inuencia durante las décadas venideras.
Algunos de estos pactos fueron en forma de tratados –por ejemplo, la Conferencia de
Yalta o la de Potsdam, que daba n formal a la Segunda Guerra Mundial y establecía las
pautas de rendición y compensación del enemigo–, de creación de organismos –el Ban-
co Mundial y el Fondo Monetario Internacional, emanados al albur de las reuniones en
Breon Woods– o de planes de nanciación internacional, cuyo mejor exponente sea el
llamado Plan Marshall (Hobsbawm, 1994).
Para los objetivos de este trabajo resulta muy adecuado poner el foco en este tipo de
planes económicos, pues de alguna manera comienzan a dar forma a las demás vías de
nanciación de terceros países para su desarrollo. Así, el Plan Marshall, aunque no pueda
ser considerado dentro del ámbito de la cooperación al desarrollo por razones obvias, sí
marca el rumbo de la estrategia estadounidense en cuanto a la ayuda a países necesitados
de inversiones y préstamos. Y es que a parte de la responsabilidad histórica de apoyar la
240
la cooperación internacional en la encrucijada
reconstrucción de los países aliados que habían luchado junto a Estados Unidos por inte-
reses e ideologías comunes –sin menospreciar el hecho de que, otorgando gran cantidad
de ayuda económica a Europa para su reconstrucción, Estados Unidos se aseguraba ventas
masivas de su propia industria, pues el comercio entre ambas partes quedaba estipulado–
uno de los objetivos principales para el gobierno estadounidense fue, en todo momento,
evitar la expansión del comunismo dentro de Europa. Como se puede apreciar, esta etapa
de ayuda para el desarrollo y la reconstrucción de las naciones europeas permanecen li-
gada a intereses de política exterior, en concreto a respaldar una ideología en pugna por
la hegemonía global. Más adelante, con la creación de una serie de comités y agencias, se
establecieron las líneas por las que se regulaba el tipo de nanciación que se debía destinar
a países en vías de desarrollo, esta vez con un cometido públicamente altruista.
En 1960 se crea el Comité de Ayuda al Desarrollo, organismo dependiente de la Or-
ganización para la Cooperación y el Desarrollo Económico que representa el paradigma
clásico de la nanciación y soporte a países en vías de desarrollo. Los países fundadores
fueron Bélgica, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Holanda, Portugal, Reino Unido
y, por supuesto, Estados Unidos. El país norteamericano encontró en esta asociación en
un lugar donde, si bien podía mantener cierto control en la metodología aplicada al desa-
rrollo de terceros países, sus capacidades quedaron limitadas al integrarse en una agencia
conjunta donde la voz democrática de los pses aliados podía comprometer su indivi-
dual hoja de ruta.
Pero no hay que olvidar que la contraparte en este escenario bipolar, la Unión Sovié-
tica, también implementó un programa de ayudas para el exterior con el objetivo, preci-
samente, de expandir su inuencia hacia otras regiones. En plena Guerra Fría resultaba
fundamental adherir la mayor parte de países a la propia causa y conseguir expandir las
ideas políticas en liza. Aquí entra en escena una república de reciente creación que, tras
varias guerras contra enemigos extranjeros, depuso a su longeva forma de gobierno im-
perial para convertirse en la República Popular de China. En sus difíciles inicios, en pleno
proceso de transformación política y social, China recibió la ayuda de la Unión Soviética
para consolidarse como una república comunista (Giings, 1964).
En esa situación todavía bipolar, en el contexto de una cada vez más acuciante Guerra
Fría, resulta claro que la nanciación “altruista” a los países en desarrollo tenía como uno
de sus principales propósitos atraer a otras regiones al marco ideológico y político que se
estaban disputando la hegemonía mundial. Sin desacreditar el hecho de que estas ayu-
das propiciaran una reducción de la pobreza general en los países destinatarios, acordes a
los propósitos esenciales de la misma, no pueden entenderse ajenas al contexto descrito.
De alguna manera, el propio discurso del Comité de Ayuda al Desarrollo y de su Ayuda
Ocial al Desarrollo representa la pretensión de legitimar unas prácticas políticas que in-
volucra la aspiración a crear un escenario internacional concreto, basado en el paradigma
liberal-capitalista, excluyendo a su vez toda forma de socialismo y comunismo. Estados
241
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
Unidos pudo, en este sentido, servirse de los mecanismos de ayuda durante la posguerra
para allanar sus objetivos de convertirse en el hegemón que nalmente consiguió ser tras
la caída de la Unión Soviética (Lemus Delgado, 2018: 31).
El modelo económico y político liberal y los principios del capitalismo de mercado
pudieron ir aanzándose durante estos años hasta su consumada victoria sobre el modelo
socialista. Desde los acuerdos de Breon Woods (1944) se inauguró un sistema admi-
nistrativo-monetario que regulaba el tipo de relaciones comerciales y de cooperación,
estableciendo el dólar estadounidense como moneda internacional de intercambios, y
constituyendo los inicios de instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Moneta-
rio Internacional. Del mismo modo, la nación hegemónica (Estados Unidos) estuvo en
condiciones de perlar el modelo de Ayuda Ocial al Desarrollo según sus parámetros
económico-sociales, expandiéndolos hacia las demás regiones y auspiciando así su hege-
monía ininterrumpida hasta entrado el siglo XXI (Sanahuja & Delkáder-Palacios, 2021).
Como es comprensible, la lógica de nanciación hacia terceros por parte del Comi-
té de Ayuda al Desarrollo se vio alterada durante algunas etapas. Si bien no cambió en
esencia su naturaleza de proponer un planteamiento de ayuda basada en los parámetros
liberales, durante la segunda mitad del siglo XX tuvo que adaptarse a contextos cambian-
tes, sobre todo referidos a la condición de los países emergentes. Estos países fueron cam-
biando su propio discurso a raíz de transformaciones sociales, políticas y económicas que
urgieron una honda reexión acerca de cómo establecer la ayuda ocial al desarrollo. El
aumento de capacidades industriales de ciertas regiones, por ejemplo, hizo que el sistema
se entendiera como cada vez más multipolar, integrando nuevos actores que tradicional-
mente habían sido considerados como objetivos de ayuda y que estaban ya en condi-
ciones de proponerse como donantes (Abbondanzieri & Guzmán, 2021: 19). En este
escenario los países emergentes van a comenzar a desempeñar roles signicativos en este
sistema de cooperación
El caso más claro de este tipo de heterogeneidad es el de China. Desde los años 80,
toda vez que el país asiático inicia su andadura en el capitalismo de mercado, su peso cre-
ció a un ritmo alto y estable. Sin embargo, siguió perteneciendo a la lista de receptores de
Ayuda Ocial al Desarrollo. Como veremos, esta extraña situación está inducida tanto
por la motivación del Comité de Ayuda al Desarrollo y la Organización para la Coopera-
ción y el Desarrollo Económicos de distinguir entre países donantes (Norte) y receptores
(Sur) mediante reglamentaciones estrictas, como por la losofía de desarrollo china que
parte del supuesto de una cooperación distinta, basada en una ayuda mutua entre las re-
giones del Sur Global.
Al igual que habíamos visto con las primeras ayudas al desarrollo desde la época de
posguerra –con la fórmula técnica de invertir dinero en países con el objetivo de que
prosperaran económica e industrialmente, haciéndolos resistentes a la amenaza comu-
nista– Estados Unidos pensó que el desarrollo económico de China llevaría a establecer
242
la cooperación internacional en la encrucijada
unas premisas capitalistas que conducirían al país asiático, poco a poco, hacia la demo-
cratización e inserción en el sistema liberal internacional (Bracho, 2018). Sin embargo,
China ha establecido su propio modelo de cooperación con los diferentes países.
Llegados a este escenario, y una vez alcanzado por China el hito de convertirse en
una de las mayores potencias mundiales parecía inevitable la confrontación entre los dos
gigantes y sus respectivas formas de la organización social y económica. De nuevo, Esta-
dos Unidos y el sistema liberal occidental se enfrentan a un sistema comunista, esta vez el
de la superpotencia que representa China. Algunos autores hablan incluso de una nueva
Guerra Fría3. En todo caso, la constante ex pansión del gigante asiático, ya en nuestro siglo,
ofrece signos inequívocos de choque entre ambas propuestas. El reciente plan de acome-
ter una nueva Ruta de la Seda, por utilizar un ejemplo que luego se verá más en profun-
didad, se ha convertido en el señuelo de ataques por parte del espectro occidental. Los
países más críticos con el sistema político chino interpretan este tipo de iniciativas, que ya
cuentan con socios también en Europa, como un caballo de Troya dispuesto a sabotear la
hegemonía liberal-capitalista e instalar el modelo de desarrollo sistémico de China (Latin
American Focus Group, 2022). La ambición china es clara, especialmente tras el discurso
de Xi Jinping en el XIX Congreso del Partido Comunista Chino: las iniciativas de ayuda
internacional, unidas a la creación de una agencia propia de cooperación china, no pre-
tender ajustar la visión clásica de la cooperación sino que parece que “buscan competir
directamente con el orden liberal de la posguerra en CID y más allá” (Bracho, 2018: 233)
2. L    C
Desde que China comenzara sus reformas económicas en 1978, su Producto Interior
Bruto (PIB) se ha mantenido estable, creciendo un 9% al año. Según la explicación del
Banco Mundial, China ha alcanzado el logro de convertirse en un país con una clase so-
cial media-alta, ha erradicado la pobreza extrema desde el inicio del siglo XXI y ha con-
seguido mejorar signicativamente el acceso a la sanidad, la educación y otros servicios
esenciales. Aun así, el país asiático cuenta con un gran número de ciudadanos con bajos
ingresos, sobre todo en regiones menos desarrolladas económicamente, donde la pobla-
ción es especialmente vulnerable. En cualquier caso, esta situación no impide a China
posicionarse como el segundo país en términos económicos.
3 Por ejemplo: Mariano Aguirre (2023), Guerra Fría 2.0. Claves para entender la nueva política internacional,
Barcelona: Icaria. Si bien otros autores disienten de esta comparación, aduciendo a que los condicionantes histó-
ricos son esencialmente diferentes en nuestra época. Ver: Andrés Ortega, “Lo llamamos guerra fría, pero no lo es”,
en Política Exterior (7/03/2023) disponible en: hps://www.politicaexterior.com/lo-llamamos-nueva-guerra-
fria-pero-no-lo-es/
243
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
Gráco 1. PIB histórico de Estados Unidos y China, en millones de dólares
(Current US$)
Fuente: Banco Mundial.
Como se aprecia en el gráco, sólo Estados Unidos consigue estar por encima del país
asiático en cuanto a PIB, aunque las estimaciones a futuro a raíz del crecimiento econó-
mico sostenido parecen favorables a China, más allá de las turbulencias actuales –como
la guerra en Ucrania o los coletazos de la situación postpandemia– que amenazan los
equilibrios económicos (Aljazeera, 2023). El enfrentamiento entre las dos potencias que-
da de nuevo reejado en estos términos económicos, los cuales son imprescindibles para
garantizar su posición aventajada en el panorama internacional. La pugna por la hegemo-
nía queda todavía más clara si tenemos en cuenta lo alejados que se encuentran el resto de
naciones, al menos en términos económicos.
En cuanto al desarrollo propuesto por China en el exterior, existe una iniciativa que ha
copado los titulares de la nanciación china desde su aparición, y no es otra que la cono-
cida como “la nueva ruta de la seda”. La iniciativa Belt and Road Initiative, por sus siglas
en inglés, fue lanzada ocialmente en septiembre de 2013 por el presidente Xi Jinping y se
constituye como el centro de la política exterior de China. La propuesta incluye una red
de programas de inversión con los que desarrollar infraestructuras clave y promocionar la
integración económica con los países aliados en la iniciativa. Del mismo modo, se ha co-
menzado a implementar una Ruta de la Seda “digital” (Silk Road E-Commerce Initiative)
destinada a potenciar la digitalización de las regiones auspiciadas en la iniciativa original,
y que tiene como objetivo mejorar las capacidades tecnológicas tanto de China como de
sus imprescindibles socios.
244
la cooperación internacional en la encrucijada
Todo ello queda enlazado con el plan de la administración china para, utilizando su
enorme potencial económico, industrial y diplomático, construir una fuerte base legitima-
dora en aspectos políticos y sociales. Bajo la proclama de una nueva cooperación bilateral
beneciosa para las dos partes (win-win cooperation) China busca promover un sistema de
alianzas de desarrollo multipolar, en el contexto de una mayor diversicación cultural y, por
supuesto, de una globalización económica (Latin American Focus Group, 2022).
China es consciente de que aumentar su presencia en la región de Asia Central y en
el Indo-Pacíco –por donde más inuencia tiene en la actualidad el plan Belt and Road
Initiative– es fundamental para seguir creciendo en los enclaves donde, recientemente,
ha dominado la política económica. Desde hace algunos años han apuntado los especia-
listas que en las regiones asiáticas próximas al Indo-Pacíco es donde se está desplazando
el lugar cenital de la geoestrategia internacional, cuya importancia seguirá al alza en el fu-
turo próximo. Sin embargo, para China es especialmente importante aumentar al mismo
tiempo su presencia en América Latina y el Caribe, por una pragmática razón: desplazar
a Estados Unidos del liderazgo del poder mundial. De nuevo, la pretensión del gigante
asiático no es permanecer como un socio más del proceso de desarrollo que puede ex-
perimentar el continente americano. La región, ciertamente, cuenta con una capacidad
de recursos naturales ingentes, los cuales pueden llegar a ser explotados por las grandes
potencias extractoras e industriales extranjeras (Malamud, 2017: 36).
Pero si hablamos en términos geoestratégicos, Latinoamérica representa un bastión
indisolublemente ligado a las pretensiones de dominación estadounidense. Es por ello
que existe un velado vínculo estratégico entre la visión político-económica de China y
una región que ha estado vinculada históricamente a la fuerza de Estados Unidos. La le-
gitimación internacional a la que aspira china tiene como uno de sus pilares maestros
la iniciativa desarrollista que, según el propio Xi Jinping, reclama además a extender los
benecios de la cooperación bilateral hacia la mejora de las condiciones de la población
allí donde se llevan a cabo (Xinhua, 2021).
Más allá de alegatos retóricos en cuanto a los benecios sociales y al impacto positivo en
las zonas donde opera, la postura de China en el desarrollo se ha fundamentado en una efec-
tiva transmisión de fondos hacia los países receptores de su nanciación. Sólo en 2022, des-
de Pekín se aprobaron 22,000 millones de dólares en concepto de créditos hacia América
Latina y el Caribe (Manrique, 2023). Este desembolso en la región, unido a la atracción de
un proyecto que rompe con las medidas para la cooperación clásicas de Occidente, hacen
de la inuencia china un foco crucial en la política exterior latinoamericana.
2.1 La Cooperación Internacional al Desarrollo desde China
China se unió a la Organización Mundial del Comercio en el año 2001, una vez que ya
había desarrollado una política económica expansionista, transitando hacia un modelo
de economía de mercado desde los años 80 del siglo XX. En este punto, se podría ha-
245
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
ber esperado una incorporación progresiva de China al paradigma desarrollista que ha
mantenido desde sus inicios el Comité de Ayuda al Desarrollo y los países donantes de
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Si para los miembros
de la primigenia Organización Europea para la Cooperación Económica la cooperación
internacional al desarrollo signicaba la contribución de países miembros al desarrollo
económico de “áreas subdesarrolladas” mediante transacciones que quedaban al margen
del comercio, el posterior Comité de Ayuda al Desarrollo mantendrá esa visión altruista
que de alguna manera margina –si bien no siempre esto se consigue– la visión comer-
cial y la distorsión empresarial que pretenda buscar el benecio privado de las ayudas y
merme con ello el sentido del desarrollo (Bracho, 2018: 220). China, sin embargo, tomó
su propio rumbo a medida que iba pasando de ser un país eminentemente receptor de
ayuda a ser uno de los donantes con más capacidades.
Los principios que rigen las políticas de ayuda al desarrollo de China brotan, esencial-
mente, de la Declaración de Bandung de 1955. La reunión en Bandung (Indonesia) congre-
gó al Movimiento de Países No Alineados, los cuales declararon los principios de coexisten-
cia pacíca que China ha implementado como losofía hasta la actualidad. En este sentido,
el país asiático disiente en su manera de impulsar la cooperación internacional de la manera
clásica occidental: en términos de condiciones, China no ejerce presión para que los países
receptores implementen ninguna suerte de derechos ni obliga a cambiar ningún elemento
del statu quo (Manrique, 2022); del mismo modo, su discurso habla en torno a la ventaja
mutua, más que de caridad y de altruismo tal y como veníamos viendo por parte de los orga-
nismos internacionales tradicionales. De alguna manera, esto se corresponde con la lógica
dentro de la Cooperación Sur- Sur en tanto que prima una situación –al menos en el aspecto
formal– mucho más horizontal, evitando los paternalismos clásicos, del donante y su socio.
Gráco 2. Ayuda que recibe y ofrece China (millones de dólares de 2016)
Fuente: Bracho (2018).
246
la cooperación internacional en la encrucijada
Durante el primer decenio del siglo XXI (hasta aproximadamente el año 2013) Chi-
na y Estados Unidos rivalizaban en términos de inversión en el extranjero. El gasto pro-
medio de China para el desarrollo era de 32 billones de dólares, mientras que el prome-
dio del país americano en los mismos conceptos era de unos 34 billones de dólares. Sin
embargo, desde el año 2013 el gasto en ayudas para el desarrollo desde China aumentó
de una forma exponencial, llegando a ser el doble de la ayuda que destinó, para el mismo
periodo, Estados Unidos (Malik, y otros, 2021). El periodo en cuestión en el que el país
asiático invirtió sumas de dinero masivas (2013-2017) se corresponde, precisamente,
con los primeros años de la implementación de la Belt and Road Initiative.
De un modo parejo, en lo que va del siglo XXI los intercambios comerciales y empre-
sariales entre China y América Latina y el Caribe no han parado de crecer. Los puntos de
cooperación al desarrollo entre ambas regiones tampoco: así lo evidencia la creación del
Foro de Cooperación China-CELAC (2015) que tiene como objetivo promover de la
relación estratégica, así como el nuevo Documento sobre política de China hacia Améri-
ca Latina y el Caribe (2016). Por lo demás, la región americana también se ha integrado
en la iniciativa Belt and Road Initiative, convirtiéndose de facto en un importantísimo so-
cio –a la vez que mercado emergente– para China. Así, entre los años 2015 y 2016, por
ejemplo, el 14% de las inversiones en América Latina y el Caribe en sectores energéticos
provinieron de China. Brasil (45,000 millones de dólares), Perú (17,000 millones) y Ar-
gentina (10,000 millones) han sido algunos de los países donde China más ha invertido
históricamente. En otro estadio se encuentra Venezuela, cuyos préstamos desde bancos
estatales chinos se cifran en más de 62,000 millones de dólares (Gaviria, 2022: 8). En
siguientes apartados se detallarán los tipos de ayudas por regiones, sectores y años.
3. A L   C. C 
La creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de
Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) en 2004 y de la Unión de Naciones Sudame-
ricanas (UNASUR) en 2008 dieron paso a una nueva época de alianzas panamerica-
nas que buscaron asociarse de una manera diferente a como se venía haciendo hasta
ahora en la región, al menos desde el “Consenso de Washington” (Lo Bruo & Crivelli
Minui, 2017: 129). Este tipo de asociaciones e instituciones perseguía un proceso de
integración distinto a los que se proponían desde las esferas de poder occidentales, con
el objetivo de promover una cooperación regional para la construcción de una identi-
dad sudamericana compartida. Otros organismos, como el Mercado Común del Sur
(Mercosur), tomaron impulso también durante estos años, auspiciando unas nuevas
relaciones económicas y comerciales dentro de los territorios americanos pero ajenos
al neoliberalismo estadounidense.
247
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
Finalmente, en el año 2011 se creó la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoameri-
canos y Caribeños, en la misma senda por intentar establecer un lugar político y económico
común a la región. Su intención era posicionarse de una forma rme en el tablero geopolítico
que, como se aprecia, venía perlándose desde la entrada del siglo XXI. En este organismo
americano se integraron países continentales, pero lo que lo hace particular es la exclusión
que se hizo de Estados Unidos, la mayor potencia de la región en cuanto a los principales in-
dicadores socioeconómicos. La aspiración política, pues, parecía radicar en la construcción
de una hegemonía diferente a la tradicional, donde el ámbito local primara por encima de
las estructuras elitistas que históricamente se desplegaban en el continente. Esta situación
político-económica ha podido ser conceptualizada bajo el nombre de “regionalismo pos-
hegemónico” (Riggirozzi & Tussie, 2012) y su premisa fundamental es la integración y el
desarrollo mediante procesos basados en movimientos sociales que desbancan las típicas
características socioeconómicas que el neoliberalismo había pergeñado en la región.
En este nuevo planteamiento cooperativo es fundamental la aparición de China
como uno de los socios principales del impulso regional. La potencialidad económica y
comercial del gigante asiático, unido a su intención de desbancar a Estados Unidos de la
primacía estratégica mundial, han hecho posible este tipo de alianzas. Del mismo modo,
muchos Estados de Latinoamérica han visto la oportunidad de recibir fondos de una ma-
nera alternativa, en sintonía con las pautas establecidas desde una Cooperación Sur-Sur
donde prima el pragmatismo y las necesidades regionales. Esto, a su vez, repercute en las
relaciones comerciales y políticas de ambos continentes, facilitando inversiones y cola-
boración, y diversicando los destinos y sectores –para el caso de China– de su ingente
producción de materiales.
En este contexto se crea, en el año 2014, el primer Foro CELAC-China (FCC), pla-
taforma que se constituye como el hito más relevante a la hora de entender las nuevas
relaciones de cooperación multisectorial entre las dos regiones. Esta conexión viene
precedida de los acuerdos que desplegó China bajo el nombre de “Libro Blanco”, me-
diante el cual establecía un rumbo concreto para el acercamiento a América Latina. Este
documento es especíco para la región latinoamericana y se constituye como la hoja de
ruta diplomática y comercial que se irán desplegando en los años sucesivos. Así, el “Libro
Blanco” inicia el periodo de cooperación integral entre China y América Latina que más
tarde daría como frutos las reuniones en el FCC (Mosquera & Morales, 2018: 125). En
2018 se llevó a cabo en Chile el II Foro CELAC-China, contando con la participación
de 32 delegaciones interregionales. Éste se estableció bajo el título “CELAC-China: tra-
bajando por más desarrollo, innovación y cooperación para nuestros pueblos”, y volvió a
poner sobre la mesa el desarrollo de las relaciones entre Latinoamérica y China. En este
caso especíco, la reunión estuvo marcada por la reciente puesta en marcha de la inicia-
tiva Belt and Road Initiative, proyecto inmenso que ya se ha detallado anteriormente y
que representa el mayor impulso de la década en cuanto a inversión china en la región.
248
la cooperación internacional en la encrucijada
Sin embargo, no todos los indicadores son positivos en este sentido. América Latina y
el Caribe forman un territorio heterogéneo de sistemas políticos y sociales, lo cual dicul-
ta algunas de las transiciones de la nanciación, comerc io y economía en general. Y es que
la región ha sido, salvo algunas excepciones, históricamente inestable, más todavía desde
nales de siglo XX y principios de siglo XXI. Los organismos como la CELAC o UNA-
SUR tampoco han conseguido una estabilización política duradera, pues han carecido
de marcos estructurales más amplios en los que crear constituciones o leyes comparti-
das. De ahí que el número de Estados que conforman estas alianzas también haya sido
inestable. Por otro lado, los problemas acuciantes en cuando a las infraestructuras de la
región no son, ni mucho menos, una cuestión a obviar: la falta de infraestructuras impide
absorber todo el fondo previsto para su completo desarrollo. Desde que en la década de
1980 se dejó de invertir, desde las políticas públicas de cada Estado, cada vez más el sector
privado ha jugado un rol importante en su desarrollo, aunque de momento sigue siendo
inecaz y limitado (CEPAL, 2020). Los datos en cuanto a cerrar esta brecha en infraes-
tructuras indican que deberá incrementarse la inversión en torno al 70%.
Finalmente, hay un punto que tampoco debe pasarse por alto: la deuda y la inación.
En la nanciación china para América Latina y el Caribe están incluidos préstamos y cré-
ditos que, siendo muy favorables a las condiciones regionales, no dejan de obligar a una
devolución de dinero. Si bien una característica nanciera china en cuanto al préstamo de
fondos era su facilidad de concesión, el otro lado de la moneda recae en los problemas de
ciertos países en devolver las deudas pendientes. Por ejemplo, en el año 2022 el gobierno
de Ecuador pidió reestructurar su deuda con el Banco de Desarrollo Chino por valor de
1,400 millones de dólares, y con el banco Eximbank por otros 1,800 millones. Las reser-
vas de petróleo son uno de los activos que permiten a la reg ión esquivar posibles impagos,
exportando crudo hacia Pekín para saldar sus deudas y evitando temporalmente el riesgo
de default (Manrique, 2022). El país asiático se ve obligado, en muchos casos, a extender
préstamos de emergencia para salvar sus propias inversiones ante la amenaza de que el
país destinatario colapse.
Pero depender de China para la nanciación estatal también tiene aspectos positivos
de cara al panorama político internacional. Tras el aumento año tras año de las inversio-
nes chinas –en 2021, tras el bache por los problemas relacionados con la pandemia de
Covid-19, estas volvieron a subir un 30% en la región, sobre todo en Brasil– y de sus prés-
tamos, los gobiernos de América Latina han podido verse respaldados ante otros orga-
nismos acreedores. Según los datos del Consejo Chino para el Fomento del Comercio
Internacional, esta región es el segundo mayor destino para la inversión extranjera de
China, con más de 2,700 empresas de capital chino operando en la región (Rey, 2022).
Como veremos más adelante, las partidas nancieras han sido especialmente importan-
tes en infraestructuras primarias como el transporte y la energía. Así, los gobiernos de
Latinoamérica, al contar con China como principal socio comercial y económico, están
249
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
en condiciones de resistir presiones internacionales y orientarse más hacia su desarrollo
local (Manrique, 2023). Otras estrategias comerciales y nancieras, como los acuerdos
bancarios SWAP (acuerdos temporales de cambios recíprocos, en español) han sido a
su vez determinantes para dotar a la región de instrumentos nancieros más allá de los
mismos fondos de ayuda al desarrollo (Hurtado & Zerpa, 2020).
4. L    A L   C
Las cifras que se muestran en este apartado han sido extraídas de la base de datos AidData’s
Global Chinese Development Finance Dataset (Version 2.0). Esta base de datos ha sido
producida en el seno de la “William & Marys” Global Research Institute, un instituto de
investigación privado localizado en Virginia, Estados Unidos. Dentro de la institución se
halla el laboratorio AidData, cuya dirección queda a cargo del investigador Bradley C.
Parks. Junto a un nutrido grupo de politólogos, economistas, cientícos sociales e inge-
nieros se ha dado luz a este ingente proyecto. La cantidad de información que ofrece esta
base de datos en relación con la nanciación exterior china es inmensa. Del mismo modo,
también lo es la relacionada únicamente con la región de América Latina y el Caribe, por
lo que resulta extremadamente útil una vez ltrados los datos que interesan para la inves-
tigación. Por lo demás, cabe aclarar que todas las cifras económicas están en dólares en su
valor constante para el año correspondiente (constant USD 2017).
En el primer gráco se ha querido representar aquellas regiones de América Latina
y el Caribe que se posicionan como los máximos receptores históricos de ayuda desde
organizaciones ociales chinas. Los datos comprenden desde el año 2000 hasta el año
2017 e implican todo tipo de nanciación recibida.
Gráco 3. Máximos receptores históricos de la nanciación china
Fuente: elaboración propia.
250
la cooperación internacional en la encrucijada
Venezuela ha sido el Estado de mayor recepción de fondos chinos desde que se tiene
constancia en los datos utilizados. Brasil recibió durante el mismo periodo prácticamente
la mitad de lo que recibió Venezuela, y menos de un cuarto recibieron países como Ar-
gentina y Ecuador. A partir de ahí, el resto de países tiene un peso relativamente bajo en
cuanto a la ayuda recibida por el gigante asiático. Es sintomático que para Venezuela, que
es el mayor receptor de fondos chinos, la gran proporción de lo recibido sea en concepto
de préstamos (loan) a la orden de 172 billones de dólares.
Tampoco pasa desapercibido que los países mostrados en el gráco 3 hayan sido tra-
dicionalmente “aliados” de China, al menos en cuanto a las similitudes ideológicas que los
gobiernos de estos países americanos han tenido con el Partido Comunista Chino. Sin
embargo, la tónica común que ha guiado en los últimos años al gobierno chino ha sido
la de ampliar su espectro diplomático y establecer, así, relaciones comerciales y económi-
cas con Estados que no han sido históricamente aliados suyos. Cabría preguntarse a este
respecto si, con la entrada de iniciativas como la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative)
y de la apertura internacional a nuevos socios por parte de China, la dinámica de destino
de fondos ha variado en algún aspecto. Veamos de nuevo una tabla con las cantidades
totales destinadas por países americanos, pero esta vez centrada en los años en los que se
implementó y desplegó el Belt and Road Initiative.
Gráco 4. Máximos receptores de la nanciación china desde 2013 a 2017
Fuente: elaboración propia.
Como se puede apreciar, los principales Estados que más fondos reciben de China se
han mantenido invariables, si bien se han intercambiado algunos puestos. El protagonis-
mo de Venezuela ha sido sustituido por Brasil, un país con el que China está manteniendo
251
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
en los últimos tiempos un compromiso especial tanto a nivel comercial y nanciero (es
su primer socio de la región, con cantidades de nanciación que no han hecho más que
aumentar) así como a nivel estratégico, aliándose en la promoción del grupo BRICS4.
Tras analizar estos datos se puede suponer la implantación de la iniciativa Belt and Road
Initiative no ha supuesto, al menos en cuanto a los fondos que se destinan a la región, un
cambio estratégico profundo en el modo en que China ha nanciado allí sus proyectos.
Más allá de la nanciación en general, es importante para los intereses de esta investi-
gación remitir los datos acerca del tipo de ayuda que China propone, pues, como vimos,
no es lo mismo la nanciación para condonar deuda o para créditos comerciales que los
fondos que son similares a las características de la Ayuda Ocial al Desarrollo de la Orga-
nización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Este punto es especialmente
problemático dada la poca transparencia de las agencias chinas que emiten los fondos, y
para las cuales es muy complicado determinar la naturaleza de la ayuda. Un ejemplo es el
siguiente gráco.
Gráco 5. Financiación total repartida por la naturaleza de la ayuda
Fuente: elaboración propia.
En esta tabla aparecen cuatro tipos especícos de ayuda: la comercial, la dedicada
al desarrollo, la representacional y la mixta. Los proyectos destinados al desarrollo son,
como ya se dijo, los más relevantes para este trabajo, pues son aquellos que principalmen-
4 Esta organización de países está formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La organización cuenta con
su propio banco de inversión para el desarrollo a la cooperación y asistencia mutua, cuyo mayor nanciador es,
de nuevo, China.
252
la cooperación internacional en la encrucijada
te quedan orientados a la promoción del desarrollo económico y social del país receptor.
Los proyectos del tipo comercial, por su parte, buscan preferentemente promover los in-
tereses comerciales de China en la región donde se destinan los fondos. El modo en el
que opera este tipo de ayuda suele basarse en la obligatoriedad de importar, con los fon-
dos otorgados, bienes y servicios chinos. La categoría de ayuda representacional está rela-
cionada con el establecimiento de las relaciones sino-americanas, entre otras mediante la
promoción de la lengua y la cultura chinas en la región. Un ejemplo de esto es el conocido
Instituto Confucio para la Lengua China, que cuenta con delegaciones en la mayoría de
países y funge como representante cultural de China.
Finalmente encontramos el tipo de ayuda “mixto”. Esta categoría de nanciación es la
más esquiva en cuanto a sus especicidades, pues puede resultar de una combinación no
siempre clara de ayuda destinada a desarrollo y, a la vez, con aspectos de la ayuda comercial
o representacional. En todo caso, desde las fuentes que construyeron esta base de datos
indican que no ha sido posible indicar el propósito primario por el que fueron concedidas
estas ayudas, por lo que los fondos “mix tos” acabarían engrosando las categorías OOF-like
y Vague (Ocial Finance) que a continuación se mostrarán. Todo esto queda imbrica-
do con las mencionadas condiciones de nanciación chinas, las cuales suelen adolecer de
transparencia y para las cuales es prácticamente imposible rastrear su nalidad.
Así, se puede establecer una diferenciación entre la ayuda general –menos especíca
en cuanto a su propósito– y la ayuda que quedaría enmarcada dentro de los estándares
que el Comité de Ayuda al Desarrollo establece, dentro de la Organización para la Coo-
peración y el Desarrollo Económicos, para que los fondos a la cooperación puedan ser
considerada como Ayuda Ocial al Desarrollo. El siguiente gráco muestra el porcentaje
de la ayuda que entraría en cada uno de los tipos, dependiendo de si se correlaciona con
el marco teórico de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Gráco 6. Porcentajes de la ayuda total distribuida por tipos
Fuente: elaboración propia.
253
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
Las tres categorizaciones que se observan en el gráco (ODA-like, OOF-like, Va-
gue) han sido asignadas a cada fuente de nanciación de la base de datos en relación
con la distinción realizada por el Comité de Ayuda al Desarrollo. Los proyectos detalla-
dos como ODA-like son aquellos que cumplen tres criterios concretos, de acuerdo con
las normas con las que se rige la Ayuda Ocial al Desarrollo de la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económicos. El primer criterio se basa en el propósito
fundamental del proyecto de nanciación, que debe dirigirse claramente al desarrollo
económico y social del país receptor; el segundo criterio parte de la asunción de que el
acuerdo de nanciación debe ser de naturaleza concesionaria, esto es, que la ayuda sea
en forma de donación económica, de asistencia técnica o de condonación de deuda,
por ejemplo; nalmente, el proyecto debe realizarse en un territorio que pueda ser ca-
licado como receptor de Ayuda Ocial al Desarrollo según los estándares del Comité
de Ayuda al Desarrollo.
Por otra parte, si la nanciación ocial china no cumple alguno de estos tres requisi-
tos su categorización pasa a OOF-like. Según la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos, los ujos estipulados como OOF (“Other Ocial Flows”) son
aquellos que provienen de fondos ociales pero que no cumplen estrictamente con los
criterios ya mencionados de Ayuda Ocial al Desarrollo. Aquí se incluyen las donacio-
nes a países en desarrollo con propósitos comerciales o representacionales, así como las
transacciones bilaterales para el desarrollo pero cuya donación sin intereses es menor al
25% del total de la ayuda, entre otros. Ejemplos de este tipo de actividades son los créditos
ociales para la exportación, la adquisición neta por gobiernos e instituciones monetarias
centrales de títulos emitidos por bancos multilaterales de desarrollo en condiciones de
mercado, subvenciones y ayudas al sector privado para suavizar sus créditos a los países
en desarrollo o fondos de apoyo a la inversión privada. El último de los términos con los
que establecer las ayudas –Vague (Ocial Finance)– se utiliza en aquellos casos donde la
información para detallar los proyectos ociales resulta insuciente como para designar-
los a una de las dos categorías anteriores.
Teniendo en cuenta que esta base de datos ha logrado diferenciar la ayuda ocial
china en unos términos ajenos a su propia política exterior –separando los proyectos
dependiendo de si cumplen con criterios de las instituciones occidentales tradiciona-
les, algo que China nunca ha pretendido– parecería interesante realizar una distinción
entre los países designados receptores ociales de ayuda al desarrollo por parte de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y los que no, pero que
aun así son nanciados por la política de cooperación china. Sin embargo, para el año
en el que se cierra la contabilidad de cifras de la base de datos (2017), así como en el
año concreto en el que se rmaron determinados acuerdos de cooperación, la mayoría
de los países de la región de América Latina y el Caribe eran o habían sido receptores
254
la cooperación internacional en la encrucijada
ociales según el Comité de Ayuda al Desarrollo y, por tanto, no conforman un ítem
relevante para los propósitos de esta investigación5.
Para concluir este apartado, se va a realizar un gráco con los principales sectores don-
de ha recaído la nanciación china en la región. Esta distinción por sectores está basada
en el esquema de categorización de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos.
Gráco 7. Diferenciación de la ayuda total por sectores
Fuente: elaboración propia.
El sector con mayor presupuesto recibido es “Other Multisector”, referenciado en la
lista de códigos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos con
el número 430, y en el que se involucran aspectos que son de difícil categorización o que,
directamente, entremezclan varios sectores. Por ejemplo, esta categoría engloba la acti-
vidad relacionada con la “Política de Seguridad Alimentaria” y su gestión administrativa,
la cual realmente ya tiene su propio código (520: “Asistencia al desarrollo alimentario”)
pero que, por cuestiones logísticas y de administración técnica, terminan recalando en
la más amplia categoría de “Other Multisector”6. Ante la complejidad de desentrañar las
5 Según la base de datos, sólo 5 Estados escapan de la categorización de receptores de ayuda ocial: Bahamas,
Barbados, Curasao, Sint Marteen y Trinidad y Tobago.
6 La explicación tomada como ejemplo se encuentra referenciada en el documento ocial de trabajo DCD/DAC/
STAT(2018)40/REV2 del equipo del Comité de Ayuda al Desarrollo sobre estadísticas nancieras sobre desa-
rrollo. Disponible en: hps://one.oecd.org/document/DCD/DAC/STAT(2018)40/REV2/en/pdf.
255
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
partes involucradas en este heterogéneo sector, parece razonable centrarse en los sectores
que sí aparecen de una manera mucho más especíca.
Así, como claramente se muestra en el gráco, la mayor cantidad de nanciación
desde China recae en los sectores estratégicos de los países adonde se destina. Los ám-
bitos industriales, de minería y construcción, el sector de la energía y los transportes
copan las ayudas recibidas desde el país asiático. Como es lógico, estos ámbitos son
los que más fondos económicos necesitan para desarrollarse, pues sus construcciones
involucran grandes partidas presupuestarias, y China se ha mostrado dispuesta a com-
prometerse con ese gasto. Además, estos sectores son vitales para los intereses nacio-
nales de la región, por lo que su estatuto estratégico va más allá del simple hecho de la
cooperación humanitaria. China se asegura con ello un puesto importante en la consi-
deración de los gobiernos a la hora de tomar decisiones políticas que puedan mermar
estas abundantes partidas nancieras. Del mismo modo, se podría argumentar que las
comunicaciones son una parcela primaria en este tipo de condicionantes estratégicos
para China, en los que, si bien ha aportado buena cantidad de fondos, estos quedan le-
jos de las partidas principales. Pero China no ha parado de incrementar su inuencia en
el sector de las comunicaciones en la región, más allá del año 2017: el despliegue de su
tecnología de red 5G por todo el continente se ha visto reforzada en estos últimos años,
provocando la reacción furibunda de Estados Unidos para contrarrestar su extensión
(Manrique, 2021).
C
El panorama dibujado durante esta investigación arroja algunas conclusiones en forma
de cifras que pueden ayudar a entender el despliegue de China en América Latina y el
Caribe desde su proyección en la cooperación internacional. Pero las cifras, así como los
datos y grácos aportados, no pueden quedar desconectados del escenario geopolítico
real en el que se desarrollan y donde se disputa constantemente el trono del Estado-he-
gemón. La pugna por la hegemonía global es el escenario de fondo donde ocurren estos
episodios de acción exterior, tales como el uso de la ayuda ocial para el desarrollo.
No hay duda de que Estados Unidos como hegemón actual –y, con él, Occidente
como paradigma de la cultura liberal clásica– está perdiendo su histórica posición rei-
nante, consolidada durante gran parte del siglo XX. Una ola de “multipolaridad” parece
ser el fenómeno que poco a poco engloba el tipo de actividades de política exterior, como
la cooperación internacional, en donde los países que forman alianzas no dependen tanto
de su anidad ideológica –como en el pasado ocurrió– sino de las preferencias estraté-
gicas dentro de los marcos regionales. El sentido de la cooperación entre el Sur Global
responde más a este tipo de uniones, centradas en buscar diferentes benecios bilaterales
256
la cooperación internacional en la encrucijada
–comerciales, nancieros, políticos, diplomáticos…–, más que en la asunción de un tipo
de paradigma ideológico concreto.
En este contexto, Estados Unidos sigue representando hoy en día cerca de un 58% del
PIB del G7, una cifra superior a la del último tercio del siglo pasado. Por aquel entonces,
en el espacio bipolar donde se disputaba una hegemonía más militar que económica, Es-
tados Unidos podía verse superior a un rival que no podía competir en el campo nan-
ciero o industrial. No es el caso de la China actual, cuya visión a largo plazo incluye algu-
nas de las herramientas que se han denido aquí, y que están relacionadas con la acción
exterior de la ayuda al desarrollo en un sentido amplio. Asimismo, el espacio de deuda
externa que controla el país asiático en las regiones del Sur Global es otro de los activos
con lo que quiere desplegar su capacidad diplomática, en lo que sin duda es una muestra
del conocido uso del “poder blando. No hay duda que los países receptores de este tipo
de nanciación han encontrado no sólo un aliado que aliv ie su estado nanciero, sino que
están produciendo nuevas formas de relacionarse en el ámbito de la cooperación.
La llamada Cooperación Sur-Sur se distingue de la tradicional Norte-Sur, idealmente,
por su sentido de horizontalidad, su respeto a la soberanía nacional de los receptores y a
las escasas exigencias de sus políticas internas. Tal y como se ha mostrado, las dos princi-
pales razones para la creciente inversión china en Latinoamérica y el Caribe residen tanto
en las buenas perspectivas de crecimiento por la inversión en el lugar (pues es una región
con gran capacidad de desarrollo y explotación, con amplia variedad recursos naturales
y con una tasa de industrialización creciente) así como en el concepto estratégico de
disputa con Estados Unidos, que históricamente había considerado a la región como su
“patio trasero”. Arrebatar a Estados Unidos las alianzas clave con América Latina, la cual
representa para Washington una importante base en cuanto a su presencia y legitimación
internacional, signicaría para China una victoria estratégica fulminante en su camino
hacia una posición de dominio del panorama geopolítico para los próximos años.
La estrategia china, como así revelan algunos de los resultados obtenidos, se basa
en una planicación estructural, intensiva y detallada, de su acción exterior mediante la
cooperación internacional. Los proyectos de nanciación para regiones de Suramérica,
especialmente en Brasil, Argentina y Perú, detallan un gasto que no se había conocido en
anteriores etapas de la ayuda exterior. Que este gasto se produzca en gran medida en sec-
tores nacionales clave, como el ámbito de la energía y los transportes, indica una tenden-
cia clara en la estrategia legitimadora de China, pues además de ser donante de amplios
fondos para ámbitos sociales o humanitarios, los es también –y sobre todo– para aque-
llos sectores en los que los Estados basan gran parte de sus capacidades decisorias. Lo
que signica que China se está posicionando, poco a poco, no sólo como un mero aliado
comercial, sino como un garante en la funcionalidad de tales naciones. La presencia chi-
na en la escena internacional, por tanto, no radica solamente en su poder económico (si
bien este factor también contribuye a la legitimación internacional), más bien radica en
257
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
su capacidad estratégica para convertirse en el actor indispensable de los planes políticos
y estratégicos de terceros países. Por supuesto, iniciativas como el Belt and Road Initiative
sólo han hecho que propulsar todos estos planes de largo alcance.
Tampoco es desdeñable otro tipo de ayuda internacional que China brinda en apar-
tados más bien monetarios. Como habíamos visto, la nanciación a países como Vene-
zuela o Ecuador en forma de condonación de deuda o préstamos de bajo interés revela
las múltiples facetas en las que se desenvuelve la cooperación china. En países que son
menos potentes en términos industriales o comerciales China ha sabido explotar tam-
bién sus recursos, en concreto importando –a cambio de las prebendas nancieras men-
cionadas– las cantidades de petróleo crudo que necesita para mantener su gigantesca
apuesta industrial.
Por otro lado, se ha querido resaltar que las inversiones en el exterior, en forma de
ayuda al desarrollo en un sentido amplio, pueden tener efectos positivos y negativos.
China ha buscado alentar su propia industria y despliegue comercial, así como dar rien-
da a su ujo de divisas, a través de las bondades de la cooperación internacional, que en
muchos casos parece entrar en el campo de la estricta política exterior. En la actualidad,
tras el bache recesivo provocado por la situación de pandemia mundial, China ha visto
levemente debilitada su capacidad productiva y de exportación, por lo que este tipo de
acciones exteriores puede ayudar a aliviar la situación temporalmente. Asimismo, temas
candentes como las actuaciones de contención de la Covid-19, la deslocalización de las
fábricas o la guerra entre Rusia y Ucrania hacen ver sombras en la actual situación eco-
nómica china.
Del mismo modo, también se apuntó en este trabajo que la ayuda destinada a nan-
ciar el desarrollo en la región latinoamericana y caribeña no siempre presenta ventajas en
el medio plazo, sino que existe el riesgo del impago o la quiebra de la situación nanciera
del país receptor, lo que implicaría gran riesgo para la economía de China. En un tiempo
en el que se han producido casos de insolvencias en la devolución de pagos, especialmen-
te vinculados a la iniciativa Belt and Road Initiative, el gobierno chino se ha visto en la tesi-
tura de renanciar sus propios préstamos, evitando cualquier tipo de reestructuración de
deuda. En todo caso, el denitivo sorpasso chino a Estados Unidos, de producirse, vendrá
de la mano de todas las vías políticas necesarias para convertirse en un hegemón legitima-
do por el sistema internacional, en mayor o menor medida cooptado por su imponente
potencia económica y sus estrategias de acción exterior.
Finalmente, cabe precisar las limitaciones con las que han contado algunas de las
fuentes utilizadas en este trabajo. Principalmente la base de datos AidData’s Global
Chinese Development Finance Dataset, pues su inconveniente radica en la limitación
temporal: la exposición de datos se detiene en el año 2017. Aunque esta base de datos
sea la más completa en información y especicidades con la que se pueda trabajar ac-
tualmente, el hándicap de su temporalidad hace necesaria una revisión futura de esta
258
la cooperación internacional en la encrucijada
información y las hipótesis expuestas. En todo caso, tal y como informan desde el gru-
po de investigación que la ha realizado, próximamente se publicará una actualización
de la misma, la cual comprenderá los años de 2017 en adelante. La apertura de estos
datos, en conjunto con otras fuentes de datos e información que vayan surgiendo y
actualizándose, será clave para entender el fenómeno de la nanciación china en el ex-
terior y, del mismo modo, permitirá una visión comparativa con los puntos esenciales
indicados durante este trabajo.
259
la cooperación internacional al desarrollo de china en américa latina...
R
Abbondanzieri, Camila., & Guzmán, María. (2021). El rol de los países participantes del
Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD). Perspectivas para un análisis en el marco de
las transformaciones globales. Estudios Internacionales (199), 9-32.
Aljazeera. (24 de enero de 2023). Is China’s high-growth era over-forever? Aljazeera. Obte-
nido de hps://www.aljazeera.com/features/2023/1/24/is-chinas-high-growth-era-
over
Banco Mundial (2023). GDP (current US$) - China, United States. e World Bank
data, hps://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.CD?locations=CN-
US&view=chart
Bracho, Gerardo. (2018). El CAD y China: origen y n de la ayuda al desarrollo. Revista
CIDOB d’Afers Internacionals, 120, 215-240.
CEPAL. (2020). Public-private partnerships under the “people-rst” approach. FAL Bulletin
and other documents of the Economic Commission for Latin America and the Ca-
ribbean (ECLAC).
Dussel, Enrique (2019). China’s Financing in Latin America and the Caribbean. Méx ico DF:
Universidad Nacional Autónoma de México.
Gaviria, Inés (2022). El papel de América Latina en el One Belt One Road de China. Do-
cumento de Opinión, Instituto Español de Estudios Estratégicos. Obtenido de
hps://www.ieee.es/Galerias/chero/docs_opinion/2022/DIEEEO38_2022_
INEGAV_Papel.pdf
Hobsbawm, Eric (1994). Age of Extremes. e short twentieth century 1914-1991. Londres:
Penguin Group.
Hurtado, Alberto José; & Zerpa, Sadcidi (2020). China-Mercosur: impacto de los acuer-
dos swaps. Cuadernos del Cendes(104), 83-103.
Latin American Focus Group (2022). e Belt and Road Initiative in Latin America: How
China Makes Friends and What is Means for the Region. European University Institu-
te. Recuperado el 3 de 05 de 2023, de hps://blogs.eui.eu/latin-american-working-
group/the-belt-and-road-initiative-in-latin-america-how-china-makes-friends-and-
what-this-means-for-the-region/
Lemus Delgado, Daniel (2018). La Ayuda Ocial al Desarrollo (AOD) como una prác-
tica hegemónica (1945-2000). Revista CIDOB d’Afers Internacionals (120), 29-50.
doi:doi.org/10.24241/rcai.2018.120.3.29
Lo Bruo, Giuseppe; & Crivelli Minui, Eduardo. (2017). La Comunidad de Estados La-
tinoamericanos y Caribeños (CEL AC) en la reconguración de la integración regional
post-hegemónica. Revista Internacional de Cooperación y Desarrollo, 4(1), 126-136.
Malamud, Carlos (2017). ¿Por qué importa América Latina? Informe Elcano 22, Real
Instituto Elcano. Obtenido de hp://waww.realinstitutoelcano.org/wps/wcm/
260
la cooperación internacional en la encrucijada
connect/3d717678-0481202-4652-ad89-675318fa4de0/informe-elcano-22-por-
que-importa-america-latina.pdf
Malik, Ammar; Parks, Bradley; Russell, Brooke; Lin, Joyce; Walsh, Katherine; Solomon,
Kyra; . . . Goodman, Seth (2021). Banking on the Belt and Road: Insights om a new
global dataset of 13,427 Chinese development projects. Williamsburg: A idData at William
& Ma ry.
Manrique, Luis. Esteban (2021). El imperio contraataca en su “patio trasero”. Política Ex-
terior. Obtenido de hps://www.politicaexterior.com/el-imperio -contraataca-en-su-
patio-trasero/
Manrique, Luis. Esteban (2022). Colonialismo made in China. Política Exterior. Obteni-
do de hps://www.politicaexterior.com/colonialismo-made-in-china/
Manrique, Luis. Esteban (2023). América Latina, neutrales a prueba de balas. Política
Exterior. Obtenido de hps://www.politicaexterior.com/america-latina-neutrales-a-
prueba-de-balas/
Manrique, Luis. Esteban (2023). China paraliza las instituciones de Breon Woods.
Política Exterior. Obtenido de hps://www.politicaexterior.com/china-paraliza-las-
instituciones-de-breon-woods/
Mosquera, Mariano; & Morales, Daniel (2018). La estrategia institucional de China ha-
cia América Latina. Análisis comparado entre los foros Celac-China y CELAC-Unión
Europea. Revista OASIS(28), 123-149. doi: hps://doi.org/10.18601/16577558.
n28.08
Política Exterior (23 de 04 de 2023). Al rescate de sus propios préstamos. Política Exterior.
Obtenido de hps://www.politicaexterior.com/articulo/al-rescate-de-sus-propios-
prestamos/
Rey, Gloria (18 de 02 de 2022). América Latina: el segundo mejor destino de inversión
para China. Portafolio. Obtenido de hps://www.portafolio.co/internacional/a-lati-
na-el-segundo-mejor-destino-de-inversion-para-china-561937
Riggirozzi, Pía; & Tussie, Diana (2012). e Rise of Post-Hegemonic Regionalism: e Case
of Latin America. Nueva York: Springer.
Sanahuja, José Antonio; & Delkáder-Palacios, Augusto (2021). Ayuda, hegemonía y po-
der: EEUU y la conguración de la agenda global del desarrollo. Revista de Fomento
Social, 2(76), 301–327.
Xinhua. (20 de 11 de 2021). Xi urges continuous eorts to promote high-quality
BRI development. Xinhua. Obtenido de hp://www.news.cn/english/2021-11/
20/c_1310321390.htm
261
IX
Geografías policéntricas
de la cooperación internacional en agricultura1
Mariasole Pepa2
Isabella Giunta3
I
El último siglo ha visto la consolidación de un régimen alimentario globalmente in-
tegrado, con la preeminencia de las corporaciones transnacionales controlando la
mayor parte de las ganancias generadas en torno a los alimentos. Los sistemas de produc-
ción, circulación y consumo de alimentos están histórica y socialmente determinados.
En particular, existe una estrecha conexión entre ellos y el desarrollo del capitalismo. En
este marco, la modernización agrícola no es un proceso unívoco e inexorable a realizar
para lograr el progreso como suelen señalar las agendas ociales desde la primera Re-
volución Verde (Patel, 2013), sino que representa un conjunto de proyectos especícos
para organizar las relaciones agroalimentarias entre Estados, actores y territorios a escala
global, que responden a estructuras evidentemente hegemónicas, aunque dinámicas, que
históricamente han inuido en las agendas de la cooperación internacional.
En este marco, el presente trabajo compara enfoques de cooperación internacional
promovidos por diferentes actores, insertos en un régimen alimentario global corpora-
1 Este capítulo es la traducción y revisión puntual de un artículo publicado en italiano en la revista Semestrale di
Studi e Ricerche di Geograa en el 2022. El trabajo el resultado de una reexión compartida entre las dos autoras; sin
embargo, el apartado 2 es atribuible a Isabella Giunta y el apartado 3 a Mariasole Pepa. Los apartados 1 (introduc-
ción) y 4 (conclusiones) fueron redactados por ambas autoras.
2 Docente e investigadora de la Universidad de Padua (Italia). Miembro del Grupo de Investigación en Coopera-
ción Sur-Sur e integraciones regionales de la Red Española de Estudios del Desarrollo (GICSS-REEDES). E-mail:
mariasole.pepa@unipd.it
3 Docente e investigadora de la Escuela de Relaciones Internacionales del (IAEN). Miembro del Grupo de In-
vestigación en Cooperación Sur-Sur e integraciones regionales de la Red Española de Estudios del Desarrollo
(GICSS-REEDES). E -mail: isabella.giunta@iaen.edu .ec
262
la cooperación internacional en la encrucijada
tivo; es decir, liderado por las corporaciones (McMichael, 2018a; b). El objetivo es re-
exionar sobre las transformaciones de las prácticas discursivas y agendas de los actores
ociales de la cooperación Norte-Sur y Sur-Sur para identicar posibles convergencias,
eligiendo el desarrollo agroalimentario como campo privilegiado y enfatizando el papel
asignado a las empresas privadas y estatales. Otros actores, sobre todo organizaciones y
movimientos sociales, intervienen en estos debates y actúan en los contextos afectados
por la ayuda, pero en este trabajo la reexión se centra en las instituciones y las empresas
a la luz de la centralidad de estas últimas en las transformaciones en curso en el sistema de
la cooperación internacional.
En una primera sección del texto, se presentan diversas voces en torno a la primera y
posteriores Revoluciones Verdes y cómo, desde el siglo pasado, el paradigma de la mo-
dernización agrícola ha inuido fuertemente en las agendas de cooperación Norte-Sur.
En la segunda sección, se analiza el caso de la cooperación agrícola china en África como
emblemático y protagonista de la cooperación Sur-Sur. En las últimas décadas, uno de los
grandes cambios en la arquitectura de la cooperación internacional es la consolidación de
los países Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica (BRICS) y la cooperación Sur-Sur que han
contribuido a cuestionar las formas tradicionales de cooperación llevando a nuevas alian-
zas globales (Mawdsley, 2018). En este contexto, el papel de China en la agricultura africana
es representativo para reexionar sobre los discursos, prácticas y modalidades de la coo-
peración agrícola Sur-Sur. Dentro de esta sección, los Centros Chinos de Demostración
de Tecnología Agrícola en África se analizan cómo un proyecto emblemático de la coope-
ración agrícola África-China y, en particular, se presenta el caso del Centro en Dakawa en
Tanzania, donde una de las autoras realizó una investigación de campo. El análisis propues-
to en este capítulo pretende contribuir a un debate más amplio que se centre en el papel de
China y los países BRICS en la redenición de las relaciones de poder en las geografías del
desarrollo (Mawdsley y Taggart, 2022) y sobre el rol jugado por la cooperación interna-
cional en los procesos que reconguran el sistema mundo (Caria y Giunta, 2020). El texto
cierra reexionando sobre la necesidad de repensar geografías policéntricas que vayan más
allá de las deniciones Norte-Sur y Sur-Sur, analizando críticamente los posibles procesos
de “cooperación, competencia y convergencia” (Mawdsley, 2018) para una mejor com-
prensión de las transformaciones en curso en la arquitectura del desarrollo global.
1. L C N-S    
El sistema contemporáneo de la cooperación internacional se caracteriza por una extre-
ma complejidad en cuanto a actores y modalidades, inuida por el declive relativo de la
hegemonía estadounidense y las tensiones hegemónicas contemporáneas que encuen-
tran a China como una de las protagonistas, así como por la mayor participación de orga-
263
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
nizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales, empresas y gobiernos locales en el
debate sobre el desarrollo a escala global (Caria y Giunta 2020).
En este marco, por Cooperación Norte-Sur entendemos el régimen tradicional de
cooperación que durante décadas se ha implementado principalmente entre Estados y
con la intermediación de agencias y organismos internacionales; dentro de este régimen,
marcado por una impronta “donante-céntrica” (Domínguez, 2017), los ujos reconoci-
dos como ayuda ocial al desarrollo (AOD) por el Comité de Asistencia para el Desarro-
llo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE),
fundada en 1961 y nanciada por los países “ricos” del “Norte” del mundo. Los orígenes
de este régimen de ayuda tradicional se remontan al marco del orden mundial pregu-
rado por los Acuerdos de Breon Woods de 1944, y la arquitectura compleja posterior
construida por los países occidentales para “exportar” el desarrollo a los países de las an-
tiguas colonias de África, Asia y América Latina, a través de programas inspirados en las
teorías del crecimiento y modernización.
Es conocido cómo este sistema ha sido fuertemente criticado por las asimétricas re-
laciones de poder entre donantes y beneciarios, la verticalidad en la denición de prio-
ridades y soluciones en el marco de enfoques fuertemente eurocéntricos y coloniales del
desarrollo, entendido este último como un proceso unívoco y emulativo, implementado
como proyecto de occidentalización (Escobar, 2004); de la misma forma ocurre con las
dinámicas de “autoayuda” (Sogge, 2015) que, a través de la oferta de expertos, bienes,
servicios o becas, garantizan enormes retornos a los países del Norte; o, claramente, por
el predominio de intereses políticos y económicos por encima de las intenciones solida-
rias (Morgenthau, 1962). Desde otras perspectivas todavía más críticas, la cooperación
internacional ha sido entendida como un dispositivo funcional para la consolidación de
la hegemonía de los países del centro del sistema-mundo capitalista y de la división inter-
nacional del trabajo basada en la dependencia de los países de la periferia (Wallerstein,
2003), en calidad de exportadores de bienes primarios e importadores de servicios y bie-
nes procesados; es decir, sometidos a la lógica del “desarrollo del subdesarrollo” (Amin,
1970; Domínguez, 2020).
La cooperación internacional en el sector agroalimentario no ha estado exenta de ta-
les críticas, al contrario, es un ámbito paradigmático en tal sentido.
Las agendas desarrollistas de la cooperación internacional ocial han propiciado du-
rante décadas la modernización a través de la industrialización como una “receta” unívoca
y universal para la superación del “subdesarrollo”. Tales agendas desarrollistas también se
han aplicado al sector agroalimentario, hasta el día de hoy, a través del paradigma colonial
de la modernización agrícola y la “larga Revolución Verde” (Patel, 2013).
Experimentada desde la década de 1930, la experiencia modernizadora en la agri-
cultura se aceleró a partir de la década de 1950, durante la reconstrucción de la Europa
agrícola después de la Segunda Guerra Mundial, induciendo profundos cambios en el
264
la cooperación internacional en la encrucijada
campo en detrimento de la estructura productiva e identitaria campesina (Ploeg , 2018);
la experiencia europea se convirtió entonces en el modelo sobre el que forjar la Revolu-
ción Verde y los programas de cooperación agrícola dirigidos a la mayoría de los países
del Sur del mundo.
La modernización representó “un proyecto intelectual” y “una transformación políti-
co-económica” destinada a alinear los sistemas agrícolas con las “dinámicas, necesidades
y ritmos de acumulación capitalista” (Ploeg, 2018: 236). Mientras tomaban forma nue-
vas estructuras de gobernanza agrícola, primero bajo la hegemonía estadounidense y lue-
go en la consolidación del régimen alimentario corporativo contemporáneo (McMichael,
2018a), el proyecto modernizador sirvió para denir los pasos hacia el “desarrollo”: a par-
tir de la década de 1960 la condición campesina se representa como un freno al progreso,
a ser superado para adherirse a esquemas agroempresariales e industriales de agricultura.
En efecto, la primera Revolución Verde y sus nuevas versiones basadas en la biotecno-
logía (Patel , 2013) y en la “revolución digital” (Klerkx y Rose, 2020) giran en torno al mo-
delo de agricultura industrial. Basada en monocultivos intensivos para la producción de
commodities para la exportación, la agricultura industrial se caracteriza por altas inversio-
nes, especialización productiva, mecanización y dependencia del mercado para los insu-
mos (semillas, fertilizantes, maquinaria, fuentes de energía y mano de obra). Una amplia
literatura (Grin, 1974; Bebbington, 1993; Patel, 2013) ha analizado sus impactos en la
agricultura campesina e indígena y en los ecosistemas de los países del Sur global. Para
producir más en el menor tiempo, la agricultura industrial ha provocado erosión genética,
expansión indiscriminada de la frontera agrícola, deforestación, degradación ambiental
y enormes emisiones de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, ha estimulado
procesos de concentración de la tierra, el agua y la riqueza, generado altos grados de de-
pendencia del mercado y expulsado mano de obra del campo a través de una acentuada
mecanización, congurando una “agricultura sin campesinos” especializada y de gran es-
cala, que vacía y uniforma los paisajes rurales.
2. N R V      -
 
Desde la década de 1990, los claros impactos socioecológicos de la agricultura industrial
y el auge de las luchas sociales en torno al tema alimentario han legitimado nuevas agen-
das de desarrollo rural frente al orden discursivo modernizador; este último, sin embargo,
mantiene un amplio espacio y recursos en el campo de la cooperación internacional.
“Hambre Cero”, el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030
aprobada por la Asamblea de las Naciones Unidas en 2015, propone erradicar el hambre
en el mundo y garantizar el apoyo a proyectos de pequeña escala, sostenibles, biodiversos
265
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
y resilientes. Arma la necesidad de una transición agroalimentaria global, para enfrentar
los desafíos relacionados con el cambio climático, la degradación ambiental, la persisten-
te inseguridad alimentaria y el crecimiento de la población. Este Objetivo de Desarrollo
Sostenible reconoce el protagoni smo de la agr icultura familiar, productoras según la FAO
del 80% de los alimentos que se consuman en el mundo (Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la A gricultura [FAO], 2014: 9; FAO y Fondo Internacional
de DesarrolloAgrícola[FIDA], 2019), así como la necesidad de emanciparnos de los
procesos de degradación desencadenados por la agricultura industrial. Sin embargo, en-
tre las metas de “Hambre Cero” se destaca la duplicación de los volúmenes recolectados,
en una perspectiva productivista propia de la modernización agrícola.
Por lo general, en las agendas ociales se combina la apuesta productivista con una
visión tecnocrática del tema ambiental, que enfrenta los desafíos que plantea la crisis eco-
lógica a través del enfoque de la “intensicación sostenible” basado en soluciones de alta
tecnología y digitalización. Por lo tanto, se rearma la primacía de la agricultura industrial,
aunque suavizando los rasgos con operaciones de greenwashing (atención a la sostenibili-
dad ambiental) y pinkwashing (inclusión social).
La Cooperación Norte-Sur representa el principal dispositivo a través del cual se ha
impulsado la Revolución Verde en los países del Sur global, a través de programas de
transferencia de tecnología implementados verticalmente por el Norte “moderno” en
ayuda del Sur “tradicional”, socavando saberes y producciones locales.
En la primera fase de la Revolución Verde, durante la hegemonía estadounidense en
el régimen alimentario global, la cooperación Norte-Sur contribuyó a “fabricar clientes”,
promoviendo la exportación de bienes y servicios agrícolas a los países beneciarios y,
además, a través de programas masivos de ayuda alimentaria (Giunta, 2020). En las dé-
cadas siguientes, las políticas de ajuste estructural consolidaron el modelo agroindustrial
dedicado a la exportación, con profundas transformaciones en el campo, en el que proli-
feraron dinámicas de empobrecimiento, agricultura por contrato (contract farming), des-
campesinización y migración rural.
En las últimas dos décadas, las empresas han pasado a formar parte de la arquitec-
tura de ayuda de los países del Comité de Ayuda al Desarrollo y paulatinamente se ha
ido asentando la idea de que son “actores directos del desarrollo” que, a través de estrate-
gias win-win (benecio mutuo), contribuyen a alcanzar los objetivos de desarrollo global
(Bloweld y Dolan, 2014).
Un modelo generalizado de participación empresarial, especialmente de las grandes
corporaciones, en la cooperación Norte-Sur es el Inclusive Business Model (el modelo de
negocios inclusivos), en el que las agriculturas familiares se incluyen en cadenas de valor
ya consolidadas para suministrar materia prima y mano de obra de bajo costo, a menudo
a través de créditos de producción otorgados por las compañías anclas que lideran los
procesos productivos. Estos modelos “inclusivos” normalizan e institucionalizan la agri-
266
la cooperación internacional en la encrucijada
cultura por contrato (contract farming); las innegables pérdidas que producen a las bases
de la pirámide, es decir las agriculturas familiares, en términos de autonomía, capacidad
de decisión y asunción de los mayores riesgos en la cadena de suministro, a juicio de los
partidarios, serían compensadas por el acceso a los mercados y por la “ganancia moderni-
zadora” que benecia a las unidades productivas involucradas (McMichael, 2018b).
Tales cadenas “inclusivas” activan complejas estructuras de gobernanza multiactor, que
asignan roles a diferentes actores para facilitar el trabajo de las corporaciones líderes (las
empresas anclas) a través de intervenciones legislativas e inversiones públicas (Estados),
investigación (universidades) y mediación con las comunidades locales (ONG u organis-
mos de las Naciones Unidas). A menudo se las denomina smart food chains, para subrayar
la pretendida sostenibilidad; aquí se atribuye un papel crucial a las empresas: la capaci-
dad de innovar con soluciones tecnológicas sustentables que deben ser trasladadas a la
agricultura familiar, llevando así a cabo su modernización eciente, ahora gobernada por
corporaciones, justo allí donde los Estados han fallado.
Esto implica mecanismos más complejos de responsabilidad corporativa y registros
lantrópicos como “la sostenibilidad es negocio”, “el valor es el valor” o “podemos cam-
biar la forma en que el mundo hace negocios”, como en el caso de UNILEVER, una de las
mayores multinacionales.
La idea básica es la del libre mercado como garante del desarrollo; de hecho, los terri-
torios que reciben cooperación internacional están obligados a alinearse con esquemas
de extraversión: dedicándose a la exportación de materias primas “exóticas” e importan-
do alimentos, así como patentes, tecnologías, semillas, maquinarias, servicios y productos
industrializados.
En la Cooperación Norte-Sur contemporánea existen numerosas iniciativas que re-
ejan estas lógicas. Por ejemplo, la Fundación Melinda y Bill Gates, Monsanto y la Fun-
dación Yara (del gigante noruego de fertilizantes) apoyan la Alianza para la Revolución
Verde en África (AG) en varios países africanos (McKeon, 2014). Lanzado en 2006
por la Fundación Bill & Melinda Gates y la Fundación Rockefeller, este programa tiene
como objetivo transformar la agricultura a pequeña escala africana sobre la base de los
preceptos de la modernización agrícola: semillas comerciales de alto rendimiento, ferti-
lizantes y pesticidas sintéticos, y transferencia de tecnología para impulsar la producción
de commodities alimentarias (Biodiversity and Biosafety Association of Kenya [BIBA] et
al., 2020). Sobre la base de los objetivos de reducir la inseguridad alimentaria, aumentar la
productividad e integración a cadenas de valor alimentarias en benecio de 9 millones de
hogares, AG esperaba movilizar al menos $5 mil millones en los primeros cinco años,
combinando la inversión pública y la participación de agronegocios privados, incluidos
los mecanismos de nanciamiento mixto (blended nance) y alianzas público-privadas
(APP). Hasta 2022, AG ha gastado aproximadamente $1 mil millones, en gran par-
te de la Fundación Bill y Melinda Gates, pero también de los Estados Unidos, Inglaterra
267
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
y Alemania; sin embargo, los propios promotores han admitido que el programa no ha
logrado los resultados deseados, particularmente en lo que respecta al aumento de los
ingresos y la seguridad alimentaria (Shapiro, 2022). Por otro lado, AG ha recibido
numerosas críticas por parte de organizaciones sociales y movimientos campesinos, en
África e internacionalmente, quienes han solicitado la suspensión del programa no sólo
por incumplir las promesas realizadas sino también por el enfoque adoptado; estas voces
críticas rechazan la adhesión de AG al paradigma de la Revolución Verde y denuncian
que el programa, a través de dinámicas neocoloniales, promueve un modelo de agricultu-
ra industrial que contamina el suelo con químicos y empuja a las agriculturas familiares a
severos procesos de endeudamiento por la compra de semillas, fertilizantes de alto costo
y pesticidas, lo que a menudo resulta en la venta de tierras y bienes familiares (BIBA et al.,
2020; Shapiro, 2022; Wise, 2022).
Otro ejemplo es la alianza entre la Fundación Syngenta y la agencia ocial de coo-
peración del gobierno estadounidense USAID. Como parte del programa denominado
“Feed the Future”, la agencia gubernamental USAID estableció una alianza con la Fun-
dación Syngenta para realizar una encuesta sobre el “estado del arte” de las variedades de
semillas de las pequeñas agriculturas africanas, para luego promover el acceso seguro a
variedades de “alta calidad”, con el n de “cerrar la brecha entre los laboratorios que desa-
rrollan variedades de semillas de vanguardia y las unidades productivas y comunidades
remotas que anhelan un cultivo de alto rendimiento” (Saldinger, 2017: 1 ). Por otro lado,
la “Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y Nutricional”, lanzada en 2012 por el
G8, involucró a más de 100 empresas y la Unión Europea, así como “Grow Africa” pro-
movió la participación privada; ambos programas se construyeron en torno a un modelo
de gobernanza de múltiples partenariados público-privados que evocaba un “capitalismo
ilustrado” basado en enfoques de win-win (Patel et al., 2015). Tales iniciativas corporativas
de modernización agrícola implican un compromiso decidido por parte de los gobiernos
locales para llevar a cabo reformas profundas en los sistemas agroalimentarios nacionales
que naturalizan el estilo corporativo de hacer agricultura (McKeon, 2014).
3. C S-S:       -
  C  Á
El caso de la cooperación agrícola China-Á frica es representativo de las formas, principios
y narrativas de la cooperación Sur-Sur (Huang et al., 2019). En adelante, la Cooperación
Sur-Sur es entendida como “la transferencia de recursos, tecnologías y conocimientos
entre países ‘en desarrollo’, inserta dentro de las reivindicaciones de un pasado colonial y
poscolonial compartido, y anclada en el marco más amplio para promover el valor colec-
tivo del ‘Sur’ ” (Mawdsley, 2020: 228).
268
la cooperación internacional en la encrucijada
China juega un papel crucial en la redenición del equilibrio del sistema-mundo, tan-
to como una nueva potencia económica global, así como el principal nancista entre los
países BRICS de la Cooperación Sur-Sur (Giunta y Caria, 2020). Los Institutos Occi-
dentales de development nance, como el Banco Mundial han reducido drásticamente la
ayuda al desarrollo en las últimas décadas, y es en este contexto que China se ha inser-
tado como un actor “alternativo” a los donantes tradicionales. La consolidación de China
como actor de la cooperación internacional ha generado un espacio de contestación y
convergencia con las instituciones occidentales de desarrollo (Chin y Gallagher, 2019).
Por tanto, el papel de China en la redenición de las “reglas del juego” de la arquitectura
de la cooperación internacional es fundamental para debatir los posibles futuros de las
geografías policéntricas de la cooperación internacional. La presencia de China en África,
sin embargo, está lejos de ser neutral o exclusivamente orientada a ganar-ganar: en cam-
bio, se presenta como intrínsecamente politizada (Pepa, 2021a). De hecho, aunque las
ambiciones geopolíticas y geoeconómicas de China están cambiando, la narrativa de la
Cooperación Sur-Sur sigue siendo una herramienta para legitimar la presencia china en
África (Carozza, 2021).
En este capítulo se trata el caso de la cooperación agrícola China-África como un fe-
nómeno representativo de la dinámica de los proyectos agrícolas en el marco de la Coo-
peración Sur-Sur. El papel de China y sus políticas, como la Go Out Policy, una política
iniciada a principios de la década de 2000, que promueve las inversiones agrícolas chinas
en otros países, es central para razonar sobre los cambios en curso en los regímenes ali-
mentarios (McMichael, 2020). El sector agrícola en África es central para la Agriculture
Go Out Policy’ que ha promov ido el comercio de productos agrícolas entre China y África
(Fiorentini, 2016).
Aunque el interés internacional por la presencia del gigante asiático en la agricultura
africana se remonta a la crisis mundial de 2007-2008 y su papel en la “nueva” pugna por
Áica (Obeng-Odoon, 2022), las relaciones agrícolas entre China y África distan mucho
de ser una novedad: las políticas agrícolas en África han sido un sector estratégico para
China desde mediados de la década de 1950. Sin embargo, sigue siendo un tema am-
pliamente debatido hasta qué punto la experiencia china en la agricultura ha sido y sigue
siendo relevante o sostenible para el desarrollo del sector en África (Buckley et al., 2017).
Todavía hoy, la agricultura sigue siendo un sector central en las relaciones África-China,
una vez más la agricultura es central en el discurso de apertura del Presidente Xi Jinping
durante el último Foro de Cooperación China-África (FOCAC) 2021 en Dakar. Entre
otras medidas, el presidente Xi anunció la construcción de nuevos centros de demostra-
ción agrícola en África y el apoyo a las empresas chinas para que invier tan en la agricultura
africana (Xinhua, 2021b).
Lu Jiang (2020) ha propuesto una división cronológica para marcar la evolución de
la cooperación agrícola África-China: la primera fase (1960-1980) se caracteriza por la
269
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
nanciación por parte del gobierno chino de grandes proyectos agrícolas estatales en
África y está relacionada con la necesidad de China de ganar reconocimiento en foros
internacionales. Los países africanos han representado y continúan desempeñando un
papel geopolíticamente estratégico para China: el caso de la admisión de China a las Na-
ciones Unidas en 1971, ampliamente apoyada por los gobiernos africanos, es represen-
tativo de ello.
En la segunda fase (1980-2000), la nanciación de las grandes granjas estatales se re-
emplaza por proyectos agrícolas a pequeña escala, donde comienza a emerger el papel de
las empresas estatales chinas y la combinación de elementos de ayuda, inversión y nego-
cio (Jiang, 2016).
La modalidad deaid + business” caracterizará completamente la tercera fase (2000-en
curso) junto con el lanzamiento, a principios de la década de 2000, de nuevas iniciativas
que han formalizado las relaciones chino-africanas, como el FOCAC. La contextuali-
zación de la evolución de las relaciones entre África y China en la agricultura y la com-
prensión de sus transformaciones son fundamentales para analizar las formas contem-
poráneas de cooperación agrícola e ir más allá de la narrativa de China como “el mayor
acaparador de tierras en África”.
La cooperación para la modernización de la agricultura africana surge como tema
central, especialmente desde el FOCAC 2006 (Pepa y Minoia, Forthcoming). En los
documentos de FOCAC, la modernización de la agricultura es entendida como: coo-
peración agrotecnológica, agricultura de alta tecnología, producciones orientadas a la
exportación, digitalización, desarrollo verde (intensicación sostenible) y construcción
de parques industriales agrícolas en África. Esta narrativa tecnocrática es la misma que
tradicionalmente se promueve en la cooperación Norte-Sur. El papel de China en AG,
a través de China-Aica Agricultural Cooperation Strategy es otro elemento de convergen-
cia con las prácticas impulsadas en el contexto de las nuevas Revoluciones Verdes a través
de alianzas con fundaciones lantrocapitalistas.
Según el White Paper 2021”China and Aica in the New Era: a Partnership of Equals”
más de 200 empresas chinas han invertido en el sector agrícola de 35 países africanos
desde nales de 2020 y China es el segundo país para la exportación de productos agrí-
colas africanos (Xinhua, 2021a). Además, en el último plan de acción de FOCAC (2022-
2024), China anunció la expansión de la importación de productos agroalimentarios de
África y la apertura de “líneas verdes” para las exportaciones agrícolas africanas a China.
La cooperación agrícola representa un sector crucial, aunque menos explorado,
también en el contexto de la Belt and Road Initiative lanzada en 2013. Tortajada y Zhang
(2021) argumentan que a través de la Belt and Road Initiative China está promoviendo
una “ruta de la seda alimentaria”, a través de la cual pretende redenir las cadenas globales
de valor. La adquisición por parte de ChemChina, la empresa estatal china, de Syngenta,
uno de los principales gigantes de la agroquímica y las semillas, es otro elemento central
270
la cooperación internacional en la encrucijada
para reexionar sobre el papel que pretende jugar el gobierno chino en el control de las
redes mundiales de producción de alimentos, también a través del desarrollo de sus pro-
pios global agribusiness (Zhang, 2019).
La tripartición recién resumida muestra claramente cómo, desde la década de 1950
hasta hoy, las modalidades, los actores y los intereses geopolíticos en la base de la coopera-
ción agrícola China-África han cambiado radicalmente: no existe un modelo único para
las intervenciones, en las palabras de Ramo (2004) no hay un Beijing Consensus. La coope-
ración agrícola China-África se caracteriza por el uso de formas de ayuda “tradicionales
como el envío de expertos chinos en agricultura o transferencia de tecnología y por la
introducción de modelos “innovadores” como los centros de demostración tecnológica
(Agricultural Technology Demonstration Center, ATDC), (Jiang, 2020).
Si bien el marco de la Cooperación Sur-Sur es presentado por China como una re-
lación win-win, los proyectos de cooperación agrícola china en África operan dentro de
procesos de acumulación de capital comunes con el resto de los actores mundiales (Ama-
nor y Chichava, 2016). Incluso las capacitaciones que ofrece China a los funcionarios
africanos siguen siendo herramientas de poder blando que favorecen intereses comerciales
y políticos especícos (Tugendhat y Alemu, 2016).
3.1. Los Centros de Demostración de Tecnología Agrícola
El gobierno de Beijing presenta los Centros de Demostración de Tecnología Agrícola
(ATDC) como el proyecto faro de la cooperación agrícola entre China y Áf rica, y son reco-
nocidos como representativos de la Cooperación Sur-Sur (Pepa, 2020). Fueron lanzados
durante el FOCAC de 2006 y, desde entonces, se han establecido más de 25 Centros en va-
rios países africanos atrayendo el interés internacional (Xu et al., 2016). Los ATDC son un
ejemplo interesante para reexionar tanto sobre las intervenciones de cooperación agrí-
cola Sur-Sur así como sobre la convergencia de prácticas con la Cooperación Norte-Sur.
Los Centros deben garantizar 4 objetivos: 1) promover las relaciones bilaterales; 2)
promover prácticas agrícolas innovadoras y tecnologías modernas para garantizar la se-
guridad alimentaria; 3) operar como plataformas comerciales para incentivar la entrada
de empresas chinas; 4) ser bases para la investigación y la formación (Jiang, 2020). La
combinación de elementos de “ayuda” (como la promoción de tecnologías innovadoras)
con elementos “comerciales” (como la promoción de la inversión china) son un ejemplo
representativo de lo que el gobierno chino presenta como una situación de ganar-ganar
basada en la Cooperación Sur- Sur. El modelo chino de aid+business ha sido ampliamente
criticado por los actores occidentales, debido a que los nes comerciales no se conciben
como pure aid y, en consecuencia, las modalidades de ayuda china no son identicables
con la denición occidental de Ayuda Ocial al Desarrollo. Los ATDC se basan en una
asociación público-privada (PPP) y un acuerdo bilateral entre el gobierno chino y el go-
bierno del especíco país africano. El desarrollo de los centros se produce en tres fases:
271
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
construcción, transferencia de tecnología, sostenibilidad económica/desarrollo empresa-
rial ( Jiang, 2020). Las dos primeras fases están nanciadas por el gobierno de Pekín, mien-
tras que en la fase comercial los centros deben ser nancieramente independientes. A pesar
de las narrativas que reivindican la ecacia de los centros, la realidad sobre el terreno suele
ser diferente: impacto limitado, dicultades económicas, dicultad para atraer a inversores
chinos debido a la sensibilidad del sector agrícola. Por lo tanto, los objetivos de estos cen-
tros siguen siendo limitados, sin tener en cuenta el impacto que el Covid-19 ha tenido en
la gestión de los centros y que aún no aparece en la literatura. Sin embargo, en un reciente
trabajo de campo realizado por una de las autoras de este capítulo en Sudán, se descubrió
que el ATDC de Al Fao se encontraba en un estado de deterioro, tanto las estructuras prin-
cipales como la maquinaria importada de China (Foto 1). También se habían suspendido
la formación y las actividades del centro, debido a la pandemia Covid-19 en China.
Foto 1. - Estado del ATDC de Al Fao - Sudán
Fuente: foto realizada por Dra. Pepa, Marzo 2023.
El gobierno chino nancia la construcción de los centros, cuyos proyectos se presen-
tan por ello como obras estatales; sin embargo, los centros son administrados por orga-
nismos públicos y/o privados de las provincias chinas. El caso de los ATDC es emblemá-
tico de la necesidad de superar la percepción común de China como un actor monolítico
impulsado por un solo objetivo, y en su lugar reconocer la multiplicidad de actores e inte-
reses geopolíticos, también en el caso de la cooperación agrícola, que se maniesta fuera
y más allá del capitalismo de Estado chino (Gu et al., 2016). Sin embargo, existen nume-
rosas criticidades operativas de los centros, así como obstáculos lingüísticos, culturales y
performativos que han llevado al fracaso de muchos de estos proyectos (Pepa, 2020). Sin
272
la cooperación internacional en la encrucijada
embargo, los ATDC suelen ser proyectos bien recibidos por los gobiernos africanos, al
igual que otras formas de alianzas en agricultura debido a la introducción de tecnologías
intermedias que son fácilmente aplicables a los contextos locales (Lawther, 2017).
3.2. El caso de la ATDC en Dakawa4
El caso del ATDC en Dakawa es interesante para reexionar sobre la lógica, métodos y
efectos de la intervención de los actores chinos en Tanzania (Pepa, 2021b). El ATDC en
Dakawa, un pequeño pueblo en la región de Morogoro con condiciones particularmente
favorables para el cultivo de arroz (foto 2), fue administrado por el municipio de Chon-
gqing, la Chongqing academy of agricultural sciences para el soporte técnico y la empresa
Chongqing Seeds LTD. La construcción del centro nalizó en 2010 y desde 2015 el centro
ha entrado en la fase de desarrollo comercial. En la época de la investigación de campo,
en marzo de 2020, el Centro estaba cerrado temporalmente debido al Covid-19, a pesar
de que Tanzania nunca tomó medidas contra la propagación de esta pandemia. Sin em-
bargo, las entrevistas revelaron que las actividades del centro eran limitadas debido a la
dicultad de atraer a inversores chinos y dinamizar así su economía para lograr la sosteni-
bilidad económica, objetivo en el que se basa el modelo de los ATDC.
Foto 2. - Siembra de la variedad de arroz SARO5 en TARI-Dakawa
Fuente: foto recogida por Dra. Pepa, Marzo 2020.
4 La autora pasó un periodo de investigación en Tanzania y en China como parte del proceso de investigación de
doctorado sobre temas de cooperación agrícola entre África y China.
273
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
Por un lado, los expertos chinos han experimentado y promovido la introducción
de diferentes variedades de semillas de arroz híbrido chino en el mercado local; por otro
lado, debido a los largos plazos que requiere la introducción de nuevas semillas, el ATDC
cooperó con el Tanzania Agricultural Research Institute (TARI) en Dakawa para aumentar
la productividad de la variedad de arroz SARO5, desarrollada por el centro de Tanzania,
mediante la introducción de técnicas chinas de alta productividad. Junto con el know-how
y las modernas tecnologías chinas se ha transferido cierto modelo de hacer agricultura,
que es precisamente el del “milagro” chino: agricultura modernizada, uso de nuevas tec-
nologías, fertilizantes y pesticidas. De esta forma, se crean nuevas redes de dependencia
tanto de tecnologías y conocimientos chinos como de semillas híbridas que se recom-
pran cada año, así como de fertilizantes y pesticidas importados de China (Pepa, 2021b).
Este modelo promueve una dependencia de la ay uda y de los expertos externos que tradi-
cionalmente ha caracterizado la cooperación Norte-Sur. Además, perpetúa una jerarquía
de saberes y expertise que, una vez más, se ubica fuera del continente africano y que no
reconoce los saberes y sistemas productivos locales en la agricultura. Esta dinámica que
tiende a ignorar las competencias locales contribuye a la construcción de relaciones de
poder desiguales, tanto en el contexto tradicional de la cooperación Norte-Sur como en
el marco de la cooperación Sur-Sur.
China propone el uso de nuevas tecnologías, como las semillas híbridas chinas para
aumentar la productividad, como una solución a los problemas de seguridad alimentaria
en África, reduciendo la agricultura a una actividad técnica e invisibilizando la comple-
jidad de la cuestión alimentaria (por ejemplo, patrones de producción, acceso a recur-
sos, soberanía alimentaria, cuestiones de género y clase). En este contexto, es interesante
notar cómo la introducción de semillas híbridas en Dawaka ha encontrado resistencia
cultural: las comunidades locales consideran que las variedades chinas de arroz híbrido
no tienen aroma, por lo tanto, a pesar del aumento en la productividad que el uso de estas
semillas podría conducir, las comunidades locales entrevistadas preeren comprar varie-
dades como SARO5 (Makundi, 2017). El caso de los ATDC es representativo de cómo
la tecnicación de la agricultura no puede ser la única receta para las intervenciones de
cooperación, tanto en el contexto de la Cooperación Sur-Sur como en el de la Coopera-
ción Norte-Sur.
C:   
El ascenso de los países BRICS, y en particular el de China en África, cuestionan la divi-
sión Norte-Sur que tradicionalmente ha caracterizado la geografía del desarrollo, desta-
cando los límites de estos esquemas geográcos (Mohan, 2021). La consolidación de
China en África es un fenómeno cuyo análisis es crucial para superar las tradicionales
274
la cooperación internacional en la encrucijada
divisiones binarias y avanzar hacia una teoría crítica del (post)desarrollo capaz de tener
en cuenta las transformaciones que se están produciendo en el siglo XXI (Ziai, 2019).
Las convergencias presentadas en este artículo en términos de prácticas, herramientas
y discursos en el campo de la cooperación agrícola se reejan en un proceso más amplio,
debido a la expansión tanto de los actores del Sur así como de la cooperación Sur-Sur,
que concierne a la cooperación internacional en su globalidad. El caso de la cooperación
agrícola África-China se convierte así en paradigmático para cuestionar los supuestos clá-
sicos de la geografía del desarrollo (norte/sur; desarrollado/subdesarrollado) y analizar
la cooperación Sur-Sur en su multiplicidad de escalas y su papel en el cuestionamiento
del propio concepto de “sur”.
En otras palabras, se ha activado un proceso de cooperación, competencia y conver-
gencia entre la Cooperación Nor te-Sur y Sur-Sur, incluyendo “contaminaciones” mutuas,
como la dinámica que Mawdsley (2018) denió como la southernisation del desarrollo.
Siguiendo esta interpretación, más que una socialización de los actores del Sur Global en
la dinámica clásica de la cooperación Norte-Sur, se ha producido un cambio de rumbo en
la cooperación, es decir, un proceso Norte hacia el Sur. Mawdsley (2018) explora tres do-
minios donde estos procesos son evidentes: el cambio desde el enfoque sobre la pobreza
al imperativo del crecimiento económico, el marco discursivo centrado en el win-win y la
combinación de la nanciación del desarrollo con las agendas comerciales y nancieras.
Esta evolución implica una redenición de las formas de cooperación internacional ha-
cia geografías policéntricas donde no asistimos a la subsunción de los actores del Sur en las
prácticas de cooperación Norte-Sur como se planteó inicialmente, sino a una “socialización
bidireccional” y a una convergencia de prácticas entre el Norte y el Sur (Mawdley y Taggart,
2022). Por ejemplo, los países donantes tradicionales, respondiendo a las solicitudes de los
países del Sur, se comprometieron, con la Declaración de París de 2005 sobre la ecacia de
la ayuda, a reconocer tanto el principio de alineación de la cooperación con las prioridades
de desarrollo identicadas por los países socios como el de apropiación, para que los proce-
sos impulsados desde la solidaridad internacional sean guiados por actores institucionales y
territoriales locales. Por su parte, China ha implementado una institucionalización progre-
siva con la creación de una Agencia de Cooperación Internacional en 2018, función que
anteriormente desempeñaba el Ministerio de Comercio con el apoyo de los Ministerios de
Hacienda y de Relaciones Exteriores. Además, con el “Libro Blanco” sobre “La cooperación
internacional de China para el desarrollo en la nueva era” publicado en enero de 2021, Chi-
na converge con una terminología más cercana a la utilizada en la cooperación Norte-Sur,
también tras las críticas recibidas a nivel internacional por el agresivo papel desempeñado
por la Belt and Road Initiative (CGTN, 2021). En el “Libro Blanco” se produce un cambio
importante en la terminología, que pasa de la ayuda exterior a la cooperación internacional
al desarrollo. Esta convergencia con conceptos tradicionalmente utilizados por la coopera-
ción Norte-Sur también hace que el discurso de China resulte más “familiar” en el contexto
275
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
del régimen tradicional de la cooperación. Estos cambios dan lugar a una concepción más
amplia del concepto chino de ayuda exterior que aparece en una nota del “Libro Blanco”:
“la cooperación internacional para el desarrollo se reere a los esfuerzos bilaterales y mul-
tilaterales de China, en el marco de la cooperación Sur-Sur, para promover el desarrollo
económico y social a través de la ayuda exterior, la asistencia humanitaria y otros medios”.
Además, hay varias referencias al papel de China en la cooperación trilateral, lo que con-
rma la intención del gobierno de Pekín de asumir un papel central en el sistema global de
cooperación internacional. Sin embargo, estas convergencias terminológicas están más re-
lacionadas con la presión internacional sobre China y menos con una clara voluntad de este
país de asumir las prácticas del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). De hecho, en el “Libro Blanco”,
China arma su papel en la “nueva era” siempre en el marco de la Cooperación Sur-Sur. Por
otro lado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha reconocido
que el concepto win-win, ampliamente utilizado hoy en día por el Comité de Asistencia para
el Desarrollo, deriva de los enfoques de cooperación Sur-Sur (Mawdsley y Taggart, 2022).
Los elementos de la convergencia entre las agendas de cooperación Norte-Sur y Sur-
Sur que se derivan de dinámicas tan complejas también son evidentes en el campo de
la cooperación en agricultura. De hecho, la analogía de discursos y prácticas también es
evidente en los enfoques de la agricultura analizados en este texto: los programas ociales
de cooperación Norte-Sur y Sur-Sur se enmarcan en la lógica productivista y de espe-
cialización propia de la Revolución Verde y abordan el complejo binomio crecimiento/
sostenibilidad a través del desarrollo y la transferencia de soluciones técnicas basadas en
la agricultura de precisión, la biotecnología y la digitalización, a menudo activando aso-
ciaciones público-privadas.
Surgen así otros dos elementos de convergencia entre la Cooperación Norte-Sur y
Sur-Sur: la centralidad asignada a las empresas en los procesos de modernización agrícola
y la apertura de nuevos mercados para insumos, ser vicios y tecnologías agrícolas. Se gene-
ra una tortuosa mezcla entre lucro y solidaridad, o entre comercio y desarrollo, que, por
un lado, reeja la inuencia del régimen alimentario global corporativo en la cooperación
internacional y, por otro, eclipsa el debate sobre la coherencia de políticas respecto al riesgo
de que las políticas comerciales frustren las medidas de desarrollo.
Al mismo tiempo, el papel de China como promotor de la Cooperación Sur-Sur, a
pesar de su condición de país “casi del centrodel sistema-mundo, plantea nuevos interro-
gantes no sólo de investigación sino también de metodología de investigación, por ejem-
plo: ¿dónde está el sur? (Mawdsley et al., 2019). En este sentido, las relaciones África-
China son representativas para repensar y cuestionar las divisiones binarias Norte/Sur y
la incapacidad de los conceptos geográcos espaciales para captar los cambios en curso
(Mohan, 2021). Sin embargo, sigue siendo importante no idealizar el papel de China en
África como promotor de una alternativa a los sistemas capitalistas, extractivos y patriar-
276
la cooperación internacional en la encrucijada
cales que dominan las relaciones de África con el resto del mundo y, más bien, analizar las
lógicas y dinámicas concretas para entender las trayectorias chinas y las relativas tenden-
cias hacia el futuro.
China se ha aanzado en el sistema de cooperación internacional a través de un es-
quema dual, sí fortaleciendo instituciones y herramientas de Cooperación Sur-Sur pero,
al mismo tiempo, consolidando su posición dentro de la arquitectura tradicional de coo-
peración Norte-Sur (Domínguez, 2018), gracias a la participación en iniciativas globales
como la Agenda 2030 y el logro de roles estratégicos, como, por ejemplo, la presidencia de
la FAO obtenida en 2019. En este debate, es fundamental considerar el papel de las nue-
vas plataformas de cooperación global que China ha lanzado en los últimos años, como la
Iniciativa de Seguridad Global y la Iniciativa de Desarrollo Global. En los próximos años
será fundamental analizar cómo dialogarán estas nuevas plataformas con las iniciativas
globales existentes. La Iniciativa de Desarrollo Global fue propuesta por Xi Jiping durante
la 76° sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2021 (Yiwei, 2022). La
propuesta de Xi Jiping llega además en un momento estratégico, el de Covid-19, atrave-
sado por la crisis de la cooperación global. Durante la reunión de progreso del Iniciativa
de Desarrollo Global en abril de 2023, se rearmó la importancia de la iniciativa para
promover un desarrollo común “towards a Community of Shared Future for Mankind”
(UN, 2023). El tema del desarrollo es central en el Iniciativa de Desarrollo Global, pero
se trata de promover el desarrollo basándose en la experiencia de China como ejemplo
para otros países. Al mismo tiempo, la Iniciativa de Desarrollo Global se propone como
un medio para promover la consecución de la Agenda 2030, lo que una vez más conduce
a un elemento de convergencia hacia el multilateralismo de la nanciación del desarrollo.
El lanzamiento de esta nueva plataforma global de China es importante para explorar la
agency africana y lo que los países africanos quieren de esta iniciativa. De hecho, como
sugiere el Dr. Eg uegu, África debería aprender de la experiencia pasada de la Belt and Road
Initiative debido a la falta de claridad de la propuesta. De hecho, los países africanos debe-
rían estar preparados para negociar lo que esperan y les interesaría conseguir en el marco
de la Iniciativa de Desarrollo Global (Wits Africa-China Reporting Project, 2023).
Finalmente, un elemento crítico que no se destaca en este artículo pero que es nece-
sario mencionar es el papel que tienen los actores y movimientos sociales en la coopera-
ción agrícola Norte-Sur y Sur-Sur y las agendas relacionadas. De hecho, los proyectos de
cooperación agrícola tanto en el Sur como en el Norte globales no son recibidos pasiva-
mente; las comunidades locales tienen capacidad de agencia y los movimientos transna-
cionales por la soberanía alimentaria, como la Vía Campesina (Giunta, 2021) o WoMin
African Alliance, llevan décadas oponiéndose a las políticas de modernización agraria,
promoviendo sistemas alimentarios territoriales y agroecológicos que responden a visio-
nes alternativas sobre la cuestión agroalimentaria, incluso desde un enfoque feminista.
277
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
R
Amanor Koyo S; Chichava Sérgio (2016). South–South Cooperation, A gribusiness, and
African Agricultural Development: Brazil and China in Ghana and Mozam bique.
World Development, 81, 13-23.
Amin Samir (1970). Development and Structural Change: e African Experience,
1950-1970. Journal of International Aairs, 24(2), 203-223.
Bebbington Anthony (1993). Modernization from Below: An Alternative Indigenous
Development? Economic Geography, 69(3), 274-292.
Biodiversity and Biosafety Association of Kenya [BIBA], Brot Für Die Welt, FIAN, Ger-
man Ngo Forum On Environment And Development, Inkota-Netzwerk [IRPAD],
Pelum Zambia, Rosa Luxemburg Stiung Southern Africa, Tanzania Alliance for
Biodiversity [TABIO], Tanzania Organic Agriculture Movement [TOAM] (2020).
False Promises: e Alliance for a Green Revolution in Aica (AG), Bamako, Berlin,
Cologne, Dar es Salaam, Johannesburg, Lusaka, Nairobi, Biodiversity and Biosafety
Association of Kenya.
Bloweld Michael, Dolan Catherine S (2014). Business as a Development Agent: Evi-
dence of Possibility and Improbability. ird World Quarterly, 35(1), 22- 42.
Buckley Lila, Ruijian Chen, Yanfei Yin, Zidong Zhu (2017). Chinese agriculture in Afri-
ca: Perspectives of Chinese agronomists on agricultural aid. IIED, 3-27.
Caria Sara, Giunta Isabella (2020). Pasado y presente de la cooperación internacional: una
perspectiva crítica desde las teorías del sistema-mundo. Quito: IAEN.
Carrozza, Ilaria (2021). Legitimizing Chinas Growing Engagement in African Security:
Change within Continuity of Ocial Discourse. e China Quarterly, 1-26.
China Global Television Network (10 de febrero 2023). Libro blanco: Perspectivas sobre
la cooperación internacional de China para el desarrollo en la nueva era. hps://espanol.
cgtn.com/n/2021-01-12/EIJaIA/libro-blanco-perspectivas-sobre-la-cooperacion-
internacional-de-china-para-el-desarrollo-en-la-nueva-era/index.html
Chin, Gregory T; Gallagher, Kevin P (2019). Coordinated Credit Spaces: e Globaliza-
tion of Chinese Development Finance. Development and Change, 50: 245-274.
Domínguez Rafael (2017). La Alianza para el Progreso. Aportes para una teoría crítica
de la cooperación. En Domínguez Rafael, Rodríguez Albor, Historia de la Cooperación
Internacional desde una perspectiva crítica (pp.105-161). Barranquilla: Uniautónoma.
Domínguez Rafael (2018). China y la construcción de un régimen internacional de Coo-
peración Sur-Sur.Carta Internacional,13(1).
hps://doi.org/10.21530/ci.v13n1.2018.737
Escobar Arturo (2004). Beyond the ird World: Imperial Globality, Global Coloniality
and Anti-Globalisation Social Movements. ird World Quarterly, 25(1), 207-230.
278
la cooperación internacional en la encrucijada
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [FAO], Fon-
do Internacional de DesarrolloAgrícola[FIDA] (2019). United Nations Decade of Fa-
mily Farming 2019-2028. Global Action Plan. Roma: FAO, FIDA .
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [FAO],
(2014). e State of Food and Agriculture. Innovation in family farming. Roma: FAO.
Fiorentini Marco (2016). How is e Chinese “Going Out” Policy Having an impact on
Agriculture-Related Trade with Africa? Future Agricultures, Working Paper 134.
Giunta Isabella (2020). Regímenes alimentarios, corporaciones y cooperación interna-
cional en los tiempos de la Agenda 2030. En Caria Saria, Giunta Isabella, Pasado y
presente de la cooperación internacional: una perspectiva crítica desde las teorías del sistema-
mundo (pp. 199-224). Quito, IAEN.
Giunta Isabella (2021). Vía Campesina: orizzonti per la sovranità alimentare. Milano: Fran-
co Angeli.
Grin Keith (1974). e Political Economy of Agrarian Change. Londra: Macmillan.
Gu Jing, Chuanhong Zhang, Alcides Vaz, Langton Mukwereza (2016). Chinese State Ca-
pitalism? Rethinking e Role Of e State And Business in Chinese Development
Cooperation In Africa. World Development, 81, 24-34.
Huang Meibo, Xu Xiuli, Mao Xiaoying (2019). South-South Cooperation and Chinese
Foreign Aid. Singapore: Palgrave MacMillan.
Lawther Isaac (2017). Why African countries are interested in building agricultural
partnerships with China: lessons from Rwanda and Uganda. ird World Quarterly,
38(10), 2312-2329.
Makundi Hezron (2017). Diusing Chinese rice technology in rural Tanzania: Lessons
from the Dakawa agro-technology demonstration center. China Aica Research Ini-
tiative.
Mawdsley Emma (2018). e “Southernisation” of development? Asia Pacic View point,
59(2), 173-185.
Mawdsley Emma (2020). Queering Development? e Unseling Geographies of
South-South Cooperation. Antipode, 52(1), 227-245.
Mawdsley Emma, Fourie Elsje, Nauta Wiebe (2019). Researching South-South Develop-
ment Cooperation: e Politics of Knowledge Production. Londra: Routledge,
Mawdsley Emma, Taggart Jack (2022). Rethinking d/Development. Progress in Human
Geography, 46(1), 3-20.
McKeon Nora, (2014). e New Alliance for Food Security and Nutrition: a coup for
Corporate Capital? TNI Agrarian Justice Program.
McMichael Philip (2020). Does China’s “going out” strategy pregure a new food regi-
me? e Journal of Peasant Studies, 47(1), 116-154.
McMichael Philip, (2018a). Reg imi alimentari e questioni agrarie. Milano: Rosenberg&Sellier.
McMichael Philip, (2018b). L’analisi dei food regimes. Meridiana, 93, 27-50.
279
geografías policéntricas de la cooperación internacional en agricultura
Mohan Giles (2021). Below the Belt? Territory and Development in China’s Internatio-
nal Rise. Development and Change, 52, 54-75.
Morgenthau Hans (1962). A Political eory of Foreign Aid. American Political Science
Review, 56(2), 301-309.
Obeng-Odoom Franklin (2022). China-Africa Relations in e Economist, 2019-2021.
Journal of Asian and Aican Studies, 0(0).
Patel Raj (2013). e Long Green Revolution. Journal of Peasant Studies, 40(1), 1-63.
Pepa Mariasole (2021a). Cina-Africa e le sde della Cooperazione Sud-Sud: l’erosione
del principio di non-intervento. En Fracensco Dini, Federico Martellozzo, Filippo
Randelli, Patrizia Romei, Oltre la Globalizzazione-Feedback, Società di Studi Geograci
(pp. 555-560). Memorie Geograche: Italia.
Pepa Mariasole (2021b). Cooperazione Agricola Cina-Tanzania: innovazione o dipen-
denza? Rivista Geograca Italiana, 3, 105-137.
Pepa Mariasole (2002). Rethinking the political economy of Chinese-African agricultu-
ral cooperation: the Chinese agricultural technology demonstration centers. Aika
Focus, 33, 63-77.
Pepa Mariasole, Minoia Paola (forthcoming). e power of the Chinese discourses in
China-Africa ag ricultural cooperation.
Ploeg Jan Douwe van der (2018). From de-to repeasantization: e modernization of
agriculture revisited. Journal of Rural Studies, 61, 236-243.
Saldinger Adva (2017). USAID chief outlines vision for agriculture, food security. hps://www.
devex.com/news/usaid-chief-outlines-vision-for-agriculture-food-security-91347.
Shapiro Nina (8 de Septiembre 2022). Gates-funded “green revolution” in Africa has fai-
led, critics say. e Seale Times. hps://www.sealetimes.com/seat tle-news/gates-
funded-green-revolution-in-africa-has-failed-critics-say/.
Sidaway James D (2012). Geographies of Development: New Maps, New Visions? e
Professional Geographer, 64(1), 49–62.
Sogge David (2015). Donors Helping emselves. En Arvin BM, Lew B), Handbook on
the Economics of Foreign Aid (280-304). Elgaronline.
Tortajada Cecilia, Zhang Hongzhou (2021). When food meets BRI: China’s emerging
Food Silk Road. Global Food Security, 29, 100-518.
Tugendhat Henry, Alemu Dawit (2016). Chinese Agricultural Training Courses for Afri-
can Ocials: Between Power and Partneship. World Development, 81, 71-81.
Klerkx Laurens, Rose David (2020). Dealing with the Game-changing Technologies of
Agri 68 culture 4.0: How do we Manage Diversity and Responsibility in Food System
Transition Pathways? Global Food Security, 24, 1-7.
United Nations [UN] (2023). New progress of the Global Development Initiative, New
Actions to Implement the 2030 Agenda - Meeting of Group of Friends of Global De-
velopment Initiative. hps://media.un.org/en/asset/k1r/k1r3l2wx6m
280
la cooperación internacional en la encrucijada
Wallerstein Immanuel (2003). Alla scoperta del sistema mondo. Roma: Manifestolibri.
Wise Timothy A (22 de marzo, 2022). Donors must rethink Africa’s agging Green Re-
volution, new evaluation shows (commentary). Mongabay. hps://news. mongabay.
com/2022/03/donors-must-rethink-africas-agging-green-revo lution-new-evalua-
tion-shows-commentary
Wits Africa-China Reporting Project (2 de mayo de 2023). China’s Global Development
Initative and Africa’s Developmental Future [Webinar]. hps://www.youtube.com/
watch?v=yGlvDaPtSFA
Xinhua (2021a). Full Text: China and Africa in the New Era: A Partnership of Equals,
hp:// www.news.cn/english/2021-11/26/c_1310333813.htm, 2021
Xinhua (2021b). Keynote speech by Chinese President Xi Jinping at opening cere-
mony of 8th FOCAC ministerial conference. hp://www.news.cn/english/2021-
11/29/c_1310341184.htm
Xu Xiuli, Li Xiaoyun; Qi Gubo, Tang Lixia, Mukwereza Langton (2016). Science, Tech-
nology, and the Politcs of Knoweldge: e Case of China’s Agricultural Technology
Demonstration Centers in Africa. World Development, 81, 82-91.
Yiwei Wang (2021). Iniciativa Global de Seguridad e Iniciativa Global de Desarrollo.
CVEC. hps://cvechina.org/sin-categoria/9379/
Zhang Hongzhou (2019). Securing the “rice bowl”: China and global food security. Singapo-
re: Palgrave Macmillan.
Ziai Aram (2019). Towards a More Critical eory of “Development” in the 21st Cen-
tury. Development and Change, 50, 458-467.
281
X
Una reconceptualización de los procesos
de la cooperación para el desarrollo
en el capitalismo en la naturaleza
Ander Arredondo1
I
Este capítulo se orienta a exponer las conexiones dialécticas de los procesos de la coo-
peración para el desarrollo con las lógicas actuales del capitalismo en la naturaleza. La
pregunta de investigación se orienta a determinar si los procesos especícos de la coope-
ración para el desarrollo constituyen una contratendencia a la crisis de la naturaleza en el
capitalismo. De este modo se presenta una caracterización innovadora de la cooperación
para el desarrollo como base para exponer su vinculación con los procesos que aparen-
temente buscan mitigar o reducir el impacto del cambio climático y de la degradación
de los ecosistemas. Para ello se estudia la relación entre la acumulación de capital y la
acumulación de miseria, así como la gestión de esta relación, como conjunto de procesos
en los que se ubica la cooperación para el desarrollo. Con esta base se procede a explicar
el proceso general de la cooperación para el desarrollo desde un punto de vista alternativo
y crítico, prestando especial atención al proceso de valorización del capital invertido para
poner en marcha acciones de cooperación, la forma en que se captan, distribuyen y reali-
zan los fondos, y los actores dominantes y subordinados que participan de sus procesos.
A continuación se expone la dimensión económica de aquellos procesos de la coope-
ración para el desarrollo aparentemente enfocados en la mitigación del crisis ecológica en
su relación dialéctica con los procesos del capitalismo en la naturaleza, especialmente res-
pecto a los instrumentos nancieros reembolsables (préstamos, fondos, microcréditos)
y a los no reembolsables (asistencias técnicas, proyectos). En su dimensión ideológica se
analizarán los procesos discursivos en torno al desarrollo sostenible y las diversas formas
1 Investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología Universidad Complutense de Madrid. E-mail:
aaarredondo@ucm.es
282
la cooperación internacional en la encrucijada
de misticación del desarrollo y de la propia cooperación, como formas de dominación
y de inversión de las consecuencias del desarrollo del capitalismo en la naturaleza. Final-
mente se presenta una síntesis de los resultados expuestos, así como líneas de investiga-
ción y de debate.
El capítulo se plantea desde un marco teórico y metodológico alternativo y crítico, en
el sentido de plantear herramientas analíticas y expositivas que permitan presentar cami-
nos para la superación de los procesos enunciados en un estudio (Bigoni y Mohammed,
2023), en nuestro caso del capitalismo en la naturaleza. El marco teórico se construye a
partir de conceptualizaciones del marxismo, así como de los ecologismos de raíz marxis-
ta, y los estudios decoloniales, con énfasis en conceptualizaciones del feminismo deco-
lonial. Por su parte, la metodología se fundamenta en la dialéctica marxista, como forma
de concebir los procesos de la cooperación para el desarrollo en interconexión con el
devenir del capitalismo en la naturaleza.
Todo ello es relevante para aportar al debate social , político y académico sobre la posi-
bilidad de que una serie de procesos creados y controlados por los actores hegemónicos
del capitalismo puedan hacer frente o siquiera mitigar las consecuencias de la crisis de
la naturaleza en el capitalismo, especialmente de los procesos de la cooperación para el
desarrollo, fundamentados ‒en apariencia‒ en la mitigación o corrección de las desigual-
dades económicas y sociales entre los países centrales y los diversos países que se agrupan
en el Sur Global.
1. M   
Dos concepciones fundamentales derivadas de la teoría marxista guiarán la exposición
de este capítulo: la relación directa y proporcionada entre las acumulaciones de capital
y de miseria, y su consiguiente gestión; y la relación dialéctica del capitalismo en la na-
turaleza. Como veremos a lo largo del capítulo, se rechaza la construcción dicotómica
naturaleza-sociedad, tan habitual en el pensamiento moderno y hegemónico europeo
(Lander, 2000). La naturaleza, los seres humanos y los procesos sociales no están sepa-
rados, sino que son codependientes. Por ello, la investigación se guía por el concepto de
doble internalidad” de Moore (2020: 15); es decir, el doble movimiento del capital que
se desenvuelve “a través de la naturaleza”, y de la naturaleza, que se desenvuelve “a través
de esa área más limitada, el capitalismo”. Esto es fundamental para criticar esa visión de
la naturaleza como algo externo a los procesos sociales, y del propio ser humano como
ente diferenciable del resto de vida animal y vegetal, tan extendida en los estudios y en las
acciones controladas por los actores hegemónicos a nivel internacional.
El capital es una relación social histórica que internaliza la vida y los procesos plane-
tarios para su desarrollo, y la biosfera internaliza asimismo el capitalismo, puesto que sus
283
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
procesos le dan forma (Moore, 2020: 29), por lo que no hay una ruptura entre ambos
conjuntos de procesos. El capitalismo, por tanto, es en la naturaleza. Lo que ha sucedido
en el desarrollo histórico del capital como relación social a escala global es la subsunción
real de la naturaleza al capital (Tagliavini y Sabbatella, 2012, 16).
El siguiente desarrollo conceptual que debemos mencionar deriva de todo ello. La
forma en que esta doble internalidad se desenvuelve dialécticamente es mediante la
apropiación del “trabajo/energía” de la biosfera en capital: el capitalismo se materializa
en una serie de relaciones que buscan captar las diversas capacidades de realizar trabajo
para convertirlas en valor (Moore, 2020: 30-32), directa o indirectamente, a través de las
capacidades humanas y extrahumanas.
Esto engarza con la siguiente conceptualización relevante para entender la relación de
los procesos de la cooperación para el desarrollo con el resto de procesos del capitalismo
en la naturaleza: las “naturalezas baratas”, concebidas como la forma en que la ley del valor
se materializa a través del uso creciente de alimentos, energía, materias primas y fuerza
de trabajo, que son utilizados como una estrategia de acumulación, porque en general
reducen la composición orgánica del capital (Moore, 2020: 73-74), como veremos en la
sección 2. Las naturalezas baratas extrahumanas se transforman en un factor f undamental
para la generación de procesos productivos mediante su apropiación privada y su explo-
tación, históricamente sin contraprestaciones, y por ello han sido tan baratas y fundamen-
tales para los procesos de acumulación de capital. Pero esa apropiación genera también
desechos, “basura barata”: en el movimiento de apropiación y privatización de las natu-
ralezas baratas se genera inseparablemente un cerco de la atmósfera “como un enorme
vertedero de gases de efecto invernadero” (Moore, 2020: 47). A ello habrá que añadir las
consecuencias sociales tanto de la apropiación de la naturaleza y su privatización como
de deliberada ignorancia de las consecuencias ecológicas del uso de estos recursos, en
forma de aumento de la miseria.
Moore (2020: 201-227) también ha promulgado el uso del término “capitaloceno”
en lugar del antropoceno, dado que el capital en la naturaleza ha producido nuevos espa-
cios, en concreto ecosistemas históricos, a medida que se ha expandido globalmente. De
este modo, frente a un término abstracto y difuso como el del antropoceno, en el que se
carga la responsabilidad de la crisis climática a las acciones del ser humano –como suele
transmitir el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC,
2021)–, el uso del término capitaloceno nos permite situar esta crisis en el marco de unas
relaciones sociales en la naturaleza concretas.
La cuestión, por tanto, no es que el capitalismo destruya la naturaleza –puesto que
supondría recaer en el error de diferenciarlos– sino cómo somete el capital a la naturaleza
para hacer posible el proceso de convertir la tierra y sus recursos, que son valores de uso
necesarios para la reproducción social, a convertirse también en valores de cambio, nece-
sarios para la reproducción del capital; es decir, en producir espacios productivos a escala
284
la cooperación internacional en la encrucijada
global, y a producir especícamente naturaleza (Smith, 2020). Por ello, y como señala el
propio Smith, se produce un “desarrollo desigual”, que en su dimensión ecológica supone
la ordenación de la naturaleza entre los centros y las diversas zonas del planeta que han
sido históricamente subdesarrolladas (Moore, 2020: 37-41), a través de las privatizacio-
nes de los terrenos, las fuentes energéticas y de materias primas, o la intensicación de
los ciclos de producción y la reducción del tiempo de generación de cultivos, alimentos,
energía, y que genera la destrucción de modos de vida y prácticas sociales (Harvey, 2018:
312-313). En el capítulo veremos cómo se relacionan los procesos de la cooperación para
el desarrollo con estos procesos más generales y el grado de implicación con situaciones
de “desigualdad ambiental” (Sabbatella, 2010)
También serán fundamentales las conceptualizaciones marxistas más recientes sobre
el imperialismo y la generación de intercambios desiguales y de transferencia de capitales
entre países centrales y aquellos que del Sur Global (Carchedi y Roberts, 2021), así como
los procesos de acumulación por desposesión (Federici, 2020; Harvey, 2003), concepto
central para entender los procesos de expropiación de tierras y recursos en los países que
aparentemente reciben los fondos de la cooperación para el desarrollo.
Es imprescindible la caracterización de Lapavitsas (2016) sobre el capitalismo nan-
ciero, dado que, como veremos, los procesos de la cooperación para el desarrollo se des-
envuelven en esta esfera. Es más, las aparentes soluciones que ofrece el capital a la crisis
de la naturaleza pasan ‒precisamente‒ por su nanciarización, a través de la generación
de sistemas de pagos por los residuos ambientales y la creación de mercados de contami-
nación (Gómez-Baggethun, 2012), o la persistencia en la subvención tanto de energías
fósiles como de las aparentemente renovables (Roberts, 2021). Estos procesos, lejos de
detenerse, se han intensicado en las últimas décadas. Corresponde ahora determinar
cómo se relacionan los procesos especícos de la cooperación para el desarrollo en la
doble internalidad capital-naturaleza.
También tomaremos del marxismo las nociones de fetichismo y misticación, ya
que son fundamentales para entender conceptualizaciones ideológicas que guían los
procesos de la cooperación, como el desarrollo sostenible, y sus vinculaciones con el
capitalismo en la naturaleza. Según Ramas (Ramas, 2018: 20-22), mientras que la fe-
tichización es “una inversión producida por la cosicación de relaciones sociales” para
naturalizarlas, la misticación es “una inversión donde la realidad efectiva se oculta y
aparece como su contrario, esto es, como fenómeno apto para ser recogido en categorías
jurídicas y formales extraídas de la supercie de los fenómenos”. En la sección 4 veremos
cómo se expresan las formas de misticación y fetichización en los procesos de la coo-
peración para el desarrollo.
De los estudios decoloniales será fundamental aplicar las conceptualizaciones sobre
la colonialidad del poder, del saber y del ser, aplicadas a los procesos de la cooperación.
Con la colonialidad del poder se expresa el patrón ideológico de poder mundial paralelo
285
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
a la expansión y desarrollo del capitalismo en la naturaleza, cuyo eje fundamental es la
clasicación social de la población sobre la idea de raza” (Quijano, 2000: 122). Mediante
la colonialidad del saber, el proyecto de la Modernidad y del progreso supone una violencia
epistémica sobre todos los pueblos y personas colonizados (Castro-Gómez, 2000: 91),
íntimamente relacionado con las formas de poder simbólicas, lo cual permitirá identicar
estos elementos en los procesos de la cooperación.
Por su parte, la colonialidad del ser es la expresión de la herida causada en sociedades
y cuerpos colonizados, entre los sujetos subalternos, justicada, precisamente, por “la
ausencia de ‘ser’ en sujetos racializados” (Maldonado-Torres, 2007: 130 y 145). En este
sentido, los trabajos de las feministas decoloniales en relación con los impactos en las mu-
jeres de los procesos de la cooperación para el desarrollo (Curiel, 2015; Galindo, 2015),
especialmente en lo que se reere al disciplinamiento y el ataque a formas de organiza-
ción autónomas (Rodríguez, 2014), servirán de base para vincular cuestiones de género,
capitalismo en la naturaleza y cooperación para el desarrollo.
1.1. Metodología
Cuando analizamos un fenómeno social es inevitable partir de la construcción apriorís-
tica que tenemos sobre él, en buena medida generada a partir de las investigaciones reali-
zadas antes; pero se trata, más bien, de ideas preconcebidas o de aproximaciones incom-
pletas. La cooperación para el desarrollo no es una cosa independiente al resto de procesos
que se dan en el capitalismo en la naturaleza, aunque esto esté implícito en la mayoría de
los estudios con vocación totalizadora al respecto (Sotillo, 2011), sino que sus procesos
operan en una realidad social y en un plano espaciotemporal concretos, sin los cuales no
son comprensibles ni la cooperación para el desarrollo ni el resto de procesos.
La intención al utilizar el pensamiento dialéctico para analizar la cooperación para
el desarrollo en el capitalismo en la naturaleza es captar e inscribir a nuestro objeto de
estudio en una “totalidad concreta”, que permite concebir los fenómenos sociales como
partes de un todo dinámico (Bruno, 2011), en la cual se desenvuelve a través de sus carac-
terísticas inherentes y sus conexiones externas con un número indeterminado de fenó-
menos y procesos sociales que inuyen al objeto de estudio y sobre los que este también
inuye, inseparablemente (Kosík , 1967).
Utilizar el pensamiento dialéctico desarrollado por Marx y el marxismo en un trabajo
aplicado a estudiar un fenómeno social es especialmente pertinente, si bien se trata de un
procedimiento complejo. Se considera pertinente porque se trata de una epistemología
que permite realizar teorizaciones extensas y profundas, sistemáticas (Sacristán, 1980), y
porque, como sostiene Beltrán (1985: 9), es importante escoger herramientas metodo-
lógicas que eviten la naturalización de los procesos y fenómenos que analicemos. Ade-
más, el uso de la dialéctica marxista como metodología parte de la crítica de las ciencias
sociales hegemónicas en cuestiones epistemológicas, teóricas y prácticas, sintetizadas en
286
la cooperación internacional en la encrucijada
críticas desde posiciones cercanas al marxismo (Wallerstein, 1998) y decoloniales (Cas-
tro-Gómez, 2000).
Para utilizar la dialéctica marxista disponemos de una serie de herramientas meto-
dológicas para exponer nuestro objeto de estudio en la realidad social concreta donde
se desenvuelve. En primer término, debemos diferenciar entre las abstracciones y lo
concreto de un fenómeno: debemos descomponer el objeto de estudio, lo que pensa-
mos que es aparentemente, ya que partimos de preconcepciones y abstracciones, hasta
llevarlo a sus procesos más concretos, a través de una apropiación pormenorizada del
objeto de estudio, sus distintas formas de desarrollo y sus nexos internos y externos,
que aparecen como resultado de la investigación, nunca como punto de partida (Marx,
2008: 19). En esta investigación, limitada por el espacio disponible, esto se realiza par-
tiendo de “conceptos ordenadores”, que, siendo más abstractos, tienen un alto potencial
explicativo, como el modo de producción capitalista, el imperialismo, la colonialidad,
etcétera (Osorio, 2019).
En este sentido, determinar los movimientos coyunturales y estructurales de un fe-
nómeno como el de la cooperación para el desarrollo implica enfrentarlo a las caracte-
rísticas consustanciales del capitalismo, a sus procesos generales como la ley del valor,
la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, las divisiones especícas del trabajo en
el capitalismo (internacional, sexual y racial); mientras que lo coyuntural se vincula con
otros procesos de corte más político, orientado a gestionar la forma en que se expresan
los procesos inherentes al capital como relación social, como las formas de gestionar las
desigualdades a lo largo del tiempo y del espacio.
Para examinar cómo se articulan los procesos económicos y sociales del capital en la
naturaleza con los de la cooperación disponemos, por un lado, del concepto de mediacio-
nes, de la manera en que los procesos sociales se articulan con nuestro objeto de estudio y
viceversa (De La Garza, 2018: 157), y que cambian la manera en que se desarrolla bajo el
capital. Por otro lado, las determinaciones señalan las tendencias que suceden de manera
objetiva e inherente en el capitalismo y que inuyen decisivamente en nuestro objeto de
estudio, como los procesos de acumulación de capital, las formas de misticación y feti-
chización, o la jerarquización en función del sexo-género, la clase o la raza. Todas ellas son
procesos mediados por la praxis humana, es decir, modicables.
Para estudiar las relaciones dialécticas entre la cooperación para el desarrollo y el ca-
pitalismo en la naturaleza es imprescindible introducir el elemento espacial: dónde se
originaron sus procesos, qué actores los controlan, dónde se desarrollan en mayor o me-
nor grado los procesos que gestionan las desigualdades en el planeta, cómo se denen las
otredades, dónde se sitúan los sujetos subordinados, en qué parte se realizan los fondos de
la cooperación, cuestiones fundamentales para este estudio.
De todo lo anterior se extrae que existen unos “elementos transversales” que deben
integrarse en el análisis y en la exposición de los resultados: la naturaleza, el patriarcado,
287
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
los procesos generales del capitalismo, las luchas de clase y subalternas, los procesos de
racialización, que determinan en buena medida a nuestro objeto de estudio.
Realizar todo ello en un capítulo es casi imposible. Dado que aquí nos centramos
en presentar las principales relaciones dialécticas de los procesos de la cooperación y el
capitalismo en la naturaleza, necesariamente debe partirse de un posicionamiento más
completo y complejo de nuestro objeto de estudio. A ello se consagra la siguiente sección,
como forma de expresar sintética y dialécticamente el proceso general de la cooperación
para el desarrollo y, con ello, acometer subsecuentemente la exposición de los resultados
de esta investigación. En todo ello, el uso de la dialéctica posibilitará tanto la realización
del análisis como la exposición de manera vericable, comparable y rastreable.
2. L         

La cooperación para el desarrollo es una abstracción conceptual en la cual se agrupan una
serie de procesos económicos e ideológicos en conexión dialéctica con los demás procesos
que desarrolla el capital en la naturaleza a escala global. Si bien las deniciones de la coopera-
ción para el desarrollo han cambiado levemente desde sus orígenes, la mayoría de estudios
‒incluso los aparentemente críticos‒ la identican como una política pública que se orienta a
suprimir o mitigar ciertas desigualdades que existen a escala internacional y sobre las cuales
los países más desarrollados tienen la obligación de ayudar a los países más pobres (Mor-
genthau, 2015), principalmente la pobreza y las desigualdades económicas (Janus etal.,
2015), aunque a medida que los problemas se complejizan, también lo hacen los nes a los
que se debe consagrar la cooperación para el desarrollo, como la crisis climática (Sachs, 2015).
Para ello, según Alonso y Glennie (2015), disponemos de los acuerdos internaciona-
les y las prioridades del desarrollo, además de los instrumentos especícos de la coopera-
ción para el desarrollo, cuyas características unicadoras serían, por un lado, el no guiarse
por la obtención de benecios, o que mediante su uso se obtengan menos benecios de
los que ofrecería el mercado; y por otro, la generación de unas relaciones cooperativas
orientadas a la apropiación y el desarrollo del país del Sur, y que supere cualquier impedi-
mento estructural. Con ello, por n, se promovería tanto el progreso compartido como el
reequilibrio entre el Norte y el Sur (Gómez y Sanahuja, 1999).
Estos nes a los que contribuiría la cooperación para el desarrollo se darían en un fu-
turo relativamente próximo, en cuestión de diez o quince años desde los años 60 del siglo
XX (en función de la agenda de desarrollo vigente), en el que ningún país dependerá de la
ayuda” (OECD-DAC, 2017). Esto no comportaría un cambio estructural en el sistema:
todo problema social y medioambiental es solucionable dentro del marco del capitalis-
mo, como veremos en el caso de la crisis ecológica.
288
la cooperación internacional en la encrucijada
Vemos, por tanto, que las deniciones hegemónicas naturalizan una serie de proce-
sos que aparentemente caracterizan a la cooperación para el desarrollo: tanto la propia
cooperación, entendida como una relación necesaria y mutuamente beneciosa entre
actores en niveles económicos y políticos diferentes, como por supuesto el desarrollo,
entendido como el imperativo económico e ideológico que cristaliza la idea del progreso,
y que no comporta necesariamente un deterioro ecológico ni económico en ninguna de
los actores implicados, siempre que sus procesos se guíen por la responsabilidad, el deber
de ayudar, incluso por el altruismo o al menos por la solidaridad.
Consideramos, empero, que ninguna de las deniciones cumplen siquiera con los
mínimos para considerarlas una denición. En línea con Rist (2002: 21-24) ninguna de
las deniciones sobre la cooperación para el desarrollo concebidas por las ciencias socia-
les hegemónicas cumplen con las condiciones mínimas que debe recoger una denición
(especicidad del fenómeno, rasgos distintivos, conexión con los demás fenómenos, ve-
ricación en la realidad social concreta), puesto que se tratan de proposiciones normati-
vas, orientadas a lo que debería ser la cooperación, y a concebir las características de sus
procesos en nuestra realidad social concreta.
Ello sólo puede hacerse partiendo de las formas misticación y fetichización de los
procesos que componen a la cooperación para el desarrollo, que se reproducen en la pro-
ducción ideológica y económica en torno a nuestro fenómeno objeto de estudio. Esto
también nos indica que, en general, hay un desconocimiento de los procesos que com-
ponen a la cooperación para el desarrollo en el capitalismo en la naturaleza, es decir, en
una unidad dialéctica que no separe articialmente sus procesos especícos de los demás
procesos del capital como relación social histórica.
Lo que sigue es una exposición sistemática de los procesos especícos de la coopera-
ción para el desarrollo mediante sus relaciones dialécticas con los demás procesos del ca-
pitalismo en la naturaleza, lo que nos va a permitir entender mejor las medidas concretas
que se están llevando a cabo con respecto a la crisis climática2.
2.1. La relación fundamental entre las acumulaciones de capital y de miseria
La base para caracterizar adecuadamente los procesos de la cooperación para el desarro-
llo es situarlos en conexión dialéctica con los procesos generales del capitalismo en la
naturaleza a escala global. De forma muy sintética, en el capitalismo, a través de los pro-
cesos productivos se da una reconversión del plusvalor en capital, mediante la captación
del trabajo impagado que expropia legalmente a los y las trabajadoras, y que se acumula
a medida que se reproduce y amplía el proceso de producción (Marx, 2009a : 695-713),
ya sea intensivamente, es decir, a todos los aspectos de la vida, como extensivamente, a
2 El resto de la sección 2 es la síntesis de una investigación más amplia sobre la cooperación para el desarrollo en
su devenir en el capitalismo en la naturaleza (Arredondo, 2023).
289
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
cuantos más lugares del planeta sea posible. En este sentido, para la generación del plus-
valor que posibilite su reconversión en capital en el proceso productivo es importante
captar las magnitudes de trabajo no remunerado de la esfera reproductiva del capital y de
las naturalezas baratas, como veremos.
Como expuso Marx en El Capital (2009b: 803-805), cuanto más se amplían y repro-
ducen los procesos de acumulación de capital peor es la situación de las y los trabaja-
dores, independientemente de su remuneración, porque en el proceso productivo son
explotados y empobrecidos, desposeídos de lo que producen. La acumulación de capital
siempre va acompañada de la “acumulación de miseria proporcionada a la acumulación
de capital” (Marx, 2009b: 805); la primera es consecuencia directa de la segunda, y su
reproducción es inevitable mientras se mantenga el capital como relación social.
Esa relación directa y proporcionada entre las acumulaciones de capital y de miseria
es fundamental para exponer los procesos que tratan de mediar en dicha relación, ya que
no todo el capital acumulado se dirige a nuevos ciclos de valorización del capital: parte
de los réditos, de las rentas generadas por la explotación y la desposesión, se destinan a
gestionar la miseria, como veremos. La acumulación de miseria se concibe en este trabajo
de manera amplia, y hace referencia a numerosos fenómenos, que no son solo la genera-
ción de pobreza y de desigualdades de acuerdo con la posición de clase de los sujetos, a
su sexo, identidad de género, expresiones de género y a su raza, sino también en lo que se
reere a la doble internalidad capital-naturaleza, a la obtención de naturalezas baratas que
posibilitan la explotación del trabajo vivo humano, con o sin salario.
Incluso cuando la acumulación de capital se resiente ‒como en las sucesivas cri-
sis‒ las magnitudes de miseria no se reducen. El capital como relación social histórica
tiene unos límites internos, vinculados a la generación de plusvalor y al uso de la mer-
cancía fuerza de trabajo. La fuerza de trabajo es considerada capital variable, mientras
que el capital constante se constituye de las materias primas, la energía y los medios de
producción, y todo ello constituye la composición orgánica del capital (Marx, 2009b:
771). El capital pugna por reducir el peso del capital variable en el proceso productivo,
puesto que lo considera un gasto, y no lo que posibilita la generación de plusvalor, por
lo que busca mejoras en la productividad o el uso de energías y materias primas lo más
baratas posible.
Con ello, el capital constante ocupa cada vez más peso en la composición orgánica del
capital, lo que produce “una disminución de la proporción de valor (de plusvalía) en cada
unidad producida” (Vela, 2018: 13). Este mayor peso del capital constante sobre el capital
variable supone una baja tendencial de la tasa de ganancia (Carcanholo, 2013), es decir,
una reducción tendencial de las ganancias en los procesos productivos del capital en la
naturaleza. Esta reducción tendencial de las ganancias se está acelerando en las últimas
décadas (Roberts, 2020), lo que pone en riesgo también la posibilidad de nanciar una
serie de procesos que traten de gestionar la miseria generada por el capital.
290
la cooperación internacional en la encrucijada
Históricamente el capital ha desarrollado varios procesos para tratar de frenar esa caí-
da tendencial de la tasa de ganancia. En general, se ha tratado de aumentar la productivi-
dad del trabajo mediante mejoras organizativas del proceso de producción y la introduc-
ción de nuevas tecnologías, y, por supuesto se han tratado de intensicar los procesos de
explotación y de reducción de los salarios (Chesnais, 2019), así como los de acumulación
por desposesión a escala global, ya sea de propiedad sobre la tierra, de los medios de pro-
ducción (Harvey, 2003) o de los cuerpos de las mujeres (Federici, 2010). En este proceso
de reducción tendencial de la tasa de ganancia también debemos señalar el cada vez ma-
yor peso del capital nanciero en todos los procesos que componen al capital como rela-
ción social, y muy especialmente las operaciones especulativas (Lapavitsas, 2016), lo cual
lastra hasta cierto punto la generación de procesos productivos donde se genere plusvalor
y con ello magnitudes de capital.
Debemos tener en cuenta, asimismo, que el uso de energías y materias primas en el
proceso productivo tan baratas como sea posible –puesto que reduce los costes– tam-
bién resulta cada vez más complicado, no solo por su agotamiento, sino por las conse-
cuencias ecológicas de su acceso y uso baratos, que hasta hace muy pocas décadas no ha
sido tenido en cuenta, puesto que tendr ía un alto coste en las ganancias, y que ha generado
residuos y polución en el mismo movimiento de producción y distribución de mercancías.
La cuestión es que históricamente el capital y sus actores hegemónicos han desarro-
llado estrategias de control de estas naturalezas baratas, ya sea mediante el control y la
dominación de aquellos espacios en donde se concentren las sucesivas naturalezas ba-
ratas históricas, lo que nos vincula con los procesos coloniales e imperialistas (Patnaik
y Patnaik, 2017), como de los cuerpos humanos con capacidad productiva y reproduc-
tiva (Mies, 2019). Cuantos más procesos que se imbrican el proceso productivo y en la
generación de capital sean apropiados de manera gratuita o a un bajo coste, las tasas de
ganancia serán superiores. Por ello se busca generar procesos tanto de explotación de la
fuerza de trabajo como de la apropiación gratuita de todo lo que hace posible el proceso
de valorización especícamente capitalista: la energ ía, los alimentos, las materias primas y
el trabajo reproductivo y de cuidados.
En suma, para proceder a exponer la manera en que los procesos de la cooperación
para el desarrollo se desenvuelven en el capital en la naturaleza debemos considerar, por
tanto, los procesos de acumulación de miseria y de capital y su relación directa y propor-
cionada, los problemas tendenciales para el aumento o preservación de la tasa de ganan-
cia, y el uso especíco de las naturalezas baratas para asegurar y reproducir los ciclos de
acumulación de capital.
2.2. La gestión de la miseria
En el desarrollo histórico del capitalismo en la naturaleza existe una serie de procesos
que tratan de mediar en la relación directa y proporcionada entre las acumulaciones de
291
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
capital y de miseria. El concepto de “gestión de la miseria” (Arredondo, 2023: 117-127)
hace mención a las expresiones fenoménicas generadas por la acumulación de la miseria
y que ponen en riesgo la reproducción social en el capitalismo, ya sea la generación de
pobreza, desigualdades por cuestiones de clase, sexo, género o raza, o a las condiciones
de miseria generadas por la contaminación y la degradación de los ecosistemas. Esto
incluye acciones para gestionar la salud, la educación, la alimentación, la vivienda, entre
muchos otros. Estos procesos varían en intensidad y en capacidad de cobertura según el
lugar y los periodos históricos, como vamos a explicar ahora.
El signo distintivo de los procesos de gestión de la miseria es que deben orientarse
a la generación directa o indirecta de capital, ya que de este modo se recupera de forma
ampliada la inversión de capital realizada para nanciar dichos procesos, y con ello se pre-
serva la reproducción del capital como relación social y se asegura contar con magnitudes
de capital para continuar nanciando los procesos de gestión de la miseria. El problema
es que con estos procesos, al orientarse a la acumulación de capital, generan asimismo
acumulación de miseria.
Esto se debe a que la manera en que se desenvuelven los procesos de gestión de la
miseria es mediante la conversión de valores de uso en valores de cambio. Mientras que el
valor de uso es la consecuencia de la utilidad social de un producto tangible o intelectual
(Marx, 2008: 44-51), en el capitalismo los valores de uso revisten progresivamente un
valor de cambio; es decir, como la conversión de estos productos en mercancías intercam-
biables. Sucede lo mismo con los procesos orientados a gestionar la miseria, al cubrir una
parte variable de nuestra reproducción social.
Convertir valores de uso también en valores de cambio signica que éstos deben
intercambiarse entre mercancías equivalentes. En el capitalismo el equivalente general es
el dinero, lo que signica que lo que son valores de uso orientados a la salud, la reproduc-
ción vital, la educación, el acceso a alimentos y al agua, la vivienda, entre otros, se con-
vierten en mercancías y servicios sanitarios (estatales o privados), educativos-formativos
(escuelas, universidades, centros de formación), retribuciones de todo tipo, que deben
intercambiarse por dinero, ya sea directamente o a través de los impuestos.
La conversión de valores de uso en valores de cambio ‒progresiva, limitada según el
país y variable según el periodo histórico‒ necesarios para nuestra reproducción social se
debe a que su provisión genera un gasto para el capital, que debe disponer de una parte
del capital “excedente” de las esferas productiva y nanciera para proveerlos, por lo que las
mercancías y servicios de gestión de la miseria también deben orientarse a la acumulación de
capital directa o indirectamente: ya sea pagando por los servicios o pagando para recibir
capacitación que nos permita desarrollar un trabajo, por ejemplo.
Esto se debe a que la gestión de la miseria se mueve en la esfera nanciera del ca-
pital, sigue aparentemente el movimiento de valorización D-D’, por lo que el capital
captado y distribuido de diversas formas para la provisión de servicios de gestión de
292
la cooperación internacional en la encrucijada
la miseria debe arrojar al nal una ganancia (al Estado, a la empresa que los provea),
directa o indirecta.
Es evidente que estos procesos de reproducción social mercantilizada tienen límites:
históricamente no se han cubierto tanto los trabajo de cuidados o reproductivos como
los servicios de gestión de los problemas medioambientales, principalmente porque el
capital se ha apropiado de ellos de manera totalmente gratuita, y son valores de uso pro-
vistos de manera no mercantilizada –en el caso de los trabajos reproductivos y de cuidado
(con el trabajo impagado a las mujeres, por esquemas de cuidados colectivos)– o no pro-
vistos en absoluto ‒como los de la gestión de la miseria ambiental‒, porque en este caso,
no se pueden considerar valores de uso la generación de gases contaminantes, aunque sí
se han convertido en valores de cambio, como veremos. Para pagar la provisión parcial de
estos servicios debemos entrar en la esfera nanciera, pidiendo créditos y con ello consu-
miendo nuestros ahorros.
Además, la provisión de las mercancías y servicios de gestión de la miseria dependen
de cómo se distribuye espacial y temporalmente la acumulación de capital, qué actores la
detentan, cómo captan el capital a escala global y dónde emplean el capital “excedente”
para nanciar procesos de gestión de la miseria. Es el caso paradigmático de los procesos
de la cooperación para el desarrollo, que debemos conectar dialécticamente con los pro-
cesos más generales de gestión de la miseria.
Por tanto, procesos como el imperialismo y la colonialidad, la división internacional,
racial y sexual del trabajo, de acuerdo con la posición de los sujetos frente al capital (la
clase), el género, la sexualidad y la jerarquización social en función de la raza y nuestros
orígenes inuyen en la accesibilidad a los servicios de gestión de la miseria a escala global,
y pasa por distintas etapas, en función del capital disponible en cada periodo histórico y
de las lógicas de poder político y económico.
En todo caso, debe quedar claro que ninguna magnitud de capital “excedente” que se
destine a gestionar la miseria logrará acabar con ella. La relación directa y proporcionada
entre las acumulaciones de capital y de miseria implica que la acumulación de capital se
sustenta en la explotación y desposesión a escala global y diferenciadas por lo señalado
anteriormente, en la generación de miseria. Los servicios de gestión de la miseria, lejos de
corregir esa relación directa, la reproduce, al inscri birse en esta relación entre acumulacio-
nes de capital y de miseria, y al estar orientados a la acumulación de capital.
Por consiguiente, la cuestión de la reproducción social a través de los procesos de ges-
tión de la miseria es sólo secundaria. Y esto es precisamente lo que sucede con la gestión
de la miseria medioambiental, consecuencia del devenir del capitalismo en la naturaleza:
la mercantilización y nanciarización de las consecuencias de la crisis de la naturaleza en
el capital sólo se orientan a la acumulación de capital, no a su solución, como veremos a
lo largo del capítulo.
293
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
El proceso general de la cooperación para el desarrollo en el capitalismo en la naturaleza
A continuación se expone sintéticamente el proceso general de la cooperación para el
desarrollo a partir del movimiento dialéctico de captación, distribución y realización del
capital que se dispone para poner en marcha los procesos de cooperación para el desa-
rrollo, lo que nos permitirá concebir cómo se desenvuelven sus procesos especícos de
gestión de la miseria ambiental.
a. Captación
Para entender los procesos de la cooperación para el desarrollo y su conexión con los
procesos generales del capitalismo en la naturaleza debemos vincularlos con la esfera -
nanciera. Los procesos económicos de la cooperación para el desarrollo se expresan en
un ciclo de valorización nanciero en el cual se capta capital “excedente” proveniente de
todo el planeta, pero que es captado por los actores centrales, es decir, por los Estados que
forman parte del Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos y sus empresas, y que, en esencia, controlan todo el ciclo de
valorización del capital a través de los procesos de la cooperación. La disponibilidad de
capital “excedente” por parte de estos actores centrales es la condición de existencia histó -
rica de los procesos de la cooperación para el desarrollo.
Ese capital “excedente” se da en la forma de capital prestable (Lapavitsas, 2016: 145-
182), que se capta para poner en marcha los procesos económicos e ideológicos de la
cooperación para el desarrollo en forma de “fondos”. Y ese capital “excedente” proviene
del trabajo de valorización de la clase trabajadora, así como por la desposesión de lo ge-
nerado en la esfera reproductiva del capital, de las naturalezas baratas (alimentos, energía
y materias primas) a escala global. Esto incluye a la clase trabajadora de los países que
históricamente han sido subdesarrollados3 en general, así como otros procesos como el
servicio de la deuda estatal y de las deudas privadas que contraen las personas. Sin embar-
go, como veremos en las secciones 4.1. y 4.2., por medio de la misticación del desarrollo
y de la fetichización de la cooperación, en los estudios hegemónicos sobre la cooperación
para el desarrollo nunca aparece ni se explica este momento de captación de los fondos
por parte de los actores centrales que nancian sus procesos.
De este modo, el momento de captación de los fondos de la cooperación para el de-
sarrollo no es, en propiedad, el primero, dado que se nutre de la existencia de ese capital
excedente” generado en todo el planeta y transferido a los países centrales en arreglo a
3 Hablamos de “países que han sido subdesarrollados” para referirnos a todas las lógicas coloniales e imperialistas
del capitalismo que, a lo largo de los siglos, han creado espacios para la sobreexplotación de seres humanos y natu-
ralezas con objeto de asegurar la acumulación de capital, por lo que existe una intención y una necesidad objetiva
de subdesarrollar esos territorios que se reproduce hoy en día y en el que participan los procesos de la cooperación
para el desarrollo.
294
la cooperación internacional en la encrucijada
las lógicas imperialistas de transferencia y centralización del capital (Carchedi y Roberts,
2021), así como de acuerdo con procesos normativos que legalizan este expolio y la pola-
rización de la acumulación de capital y de miseria. Se trata de un ejemplo de cómo opera
la relación directa entre acumulaciones de capital y de miseria a escala global, dado que de
todo ello se generan los fondos (el capital) para poner en marcha los procesos de la coo-
peración para el desarrollo, por más que ideológicamente se presente como el esfuerzo
y el deber de los actores nanciadores de la cooperación, lo que les otorga la legitimidad
necesaria para liderar estos procesos y establecer las condiciones de los fondos.
La captación de fondos para los procesos de la cooperación para el desarrollo supo-
ne en apariencia un coste para el capital; no en vano, se está dedicando capital a poner
en marcha unos procesos que se orientan a la gestión de la miseria en los países sub-
desarrollados. Pero, como veremos en general y en el caso de los procesos que aparen-
temente buscan mitigar la crisis climática y de los ecosistemas, esto no es exactamente
así. Como proceso de gestión de la miseria, con los fondos captados para poner en
marcha los procesos de la cooperación para el desarrollo, que toman la forma de capital
prestable, una parte de estos fondos se va a invertir en generar procesos productivos,
nancieros o de desposesión en los países que han sido subdesarrollados, es decir, es un
capital captado para generar procesos que lo reproduzcan, de acuerdo con las lógicas
del capitalismo.
Además, hay otras formas de compensar ese aparente “gasto” de capital. Por un lado,
los actores privados pueden utilizar cada vez más su excedente (rentas del capital) de
manera directa para nanciar sus propios procesos de cooperación, sin necesidad de la
intervención de los Estados para captar estas rentas (por ejemplo, mediante impuestos).
Por otro lado, el capital prestable para los procesos de la cooperación para el desarrollo
se orientan crecientemente a generar procesos de participación estatal y privada, como
el blending, o cooperación combinada (OECD, 2021b), o las habituales alianzas público-
privadas, especialmente presentes en la nanciación de acciones orientadas a mitigar el
cambio climático, como veremos.
Con ello, y como veremos, en el momento de captación de los fondos de cooperación
se están poniendo las bases para generar una reproducción social diferenciada entre los
países centrales y los diversos países que han sido subdesarrollados. En todo ello es in-
dispensable considerar la posición frente al capital de los actores que se involucran en los
procesos de la cooperación para el desarrollo: cuanto más cercano se esté de los centros
de poder económico, mayor capacidad tendrá el actor de captar fondos de cooperación
para el desarrollo. Contrariamente a la visión supercial sobre la cooperación para el de-
sarrollo, sus procesos no están diseñados para priorizar a los actores subordinados: una
ONG de un país del Sur Global no podrá acceder en casi ninguna ocasión a fondos esta-
tales, y tendrá más problemas para acceder a fondos privados, a menos que –precisamen-
te– subordine sus intereses a las acciones que este actor nancie.
295
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
Otra forma de compensación de ese “gasto” para el capital destinado a los procesos
de la cooperación se reera a que en la captación de los fondos ya se establecen las condi-
ciones de concesionalidad –ya se traten de fondos de ayuda ocial al desarrollo (OECD,
2021a) u otros fondos privados (Tomlinson, 2021)– como de condicionalidad, es decir,
las condiciones para recibir fondos de cooperación que imponen los actores centrales
nanciadores y que se expresan en acciones especícas como la “ayuda por comercio”
(Lammersen y Hynes, 2016), o se alinean con otras condiciones económicas (privatiza-
ciones, ayuda ligada, combinada), e ideológicas (respeto de los derechos humanos, trans-
ferencias normativas, etcétera).
En síntesis, en el momento de la captación de los fondos (del capital) necesario para
poner en marcha los procesos de la cooperación para el desarrollo, no nos situamos fuera
ni en oposición a ningún proceso general del capitalismo. El ciclo de valorización nan-
ciera que se origina se desenvuelve y se realiza a través de los procesos de la cooperación
para el desarrollo se conectan dialécticamente con procesos imperialistas y coloniales de
transferencia de capitales desde el Sur Global a los actores centrales. Los fondos de la coo-
peración no se comportan de forma distinta a otros capitales nancieros, incluso si consi-
deramos los elementos de concesionalidad que tienen algunos instrumentos de coopera-
ción, como veremos en el caso de aquellos orientados a temas medioambientales.
b. Distribución
En el momento de la distribución de los fondos el capital prestable comienza a repartirse
para generar tres grandes tipos de procesos, que en la realidad concreta se dan de forma
simultánea, en relación dialéctica con los procesos generales del capital en la naturaleza.
El primer grupo de procesos es la distribución de fondos para el mantenimiento de los
niveles de miseria en los países centrales en unas magnitudes menos altas si no existieran
estos fondos. El segundo grupo se expresa en la subvención de actividades productivas,
nancieras y de servicios del sector privado también de los países centrales, lo cual supone la
externalización de fondos de cooperación al sector privado mediante compras de vuelos,
alojamientos, suministros o en otras actividades burocráticas como auditorías, consulto-
rías y evaluaciones.
Sólo el tercer grupo de procesos; es decir, sólo una parte del capital prestable dispues-
to para las acciones de la cooperación para el desarrollo, se destinan a los diversos países
que han sido subdesarrollados, es decir, a nanciar procesos nancieros, productivos o
servicios de gestión de la miseria. Esto se traduce en una distribución de fondos para la
construcción de infraestructuras en países que han sido subdesarrollados, en inversiones
tecnológicas (lo cual es especialmente sensible en las acciones para el control y la mitiga-
ción del cambio climático), en la gestión de servicios de salud, educativos, etc., o al pago
de consultorías en forma de asistencia técnica a algunas personas expertas de estos países,
si bien en arreglo a su posición frente al capital. Todo ello se nancia siempre y cuando
296
la cooperación internacional en la encrucijada
estos procesos estén controlados en algún punto por actores centrales (ya sea agencias,
ONG o empresas) y se conecten con los circuitos del capital nanciero y productivo glo-
bales (también crecientemente monopolizados por actores centrales).
Todos estos procesos nanciados por los fondos de la cooperación para el desarrollo
se dedican en mayor o menor medida a la gestión de la miseria, pero de manera diferen-
ciada entre países centrales y los que han sido subdesarrollados. Mientras que se destinan
fondos a subvencionar total o parcialmente costes salariales o de las estructuras empre-
sariales en los países centrales o para actores centrales, los que se dedican a los países que
han sido subdesarrollados se orientan a la generación de capital (infraestructuras) o a
convertir valores de uso (salud, reproducción social) en valores de cambio (mercancías
y servicios con los que captar o generar capital), independientemente de que estos servi-
cios fueran provistos por el Estado, empresas, redes de apoyo mutuo o subsistencia, o no
fueran provistos en absoluto.
Este gasto del capital excedente para sostener un nivel comparativamente mejor de
reproducción social –en los países centrales–, o bien la orientación de la inversión a la
generación directa o indirecta de capital –en los diversos países que han sido subdesarro-
llados– nos indica, por un lado, que para que haya procesos de cooperación para el de-
sarrollo debe haber procesos de acumulación de miseria en cualquier punto del planeta,
por lo que deben reproducirse, ya que esto es lo que genera el capital para nanciarlos. De
ello se deriva que los procesos de la cooperación no se orientan a la resolución de las condi-
ciones de miseria (puesto que con ello se pondría en riesgo los procesos de acumulación
de capital), sino a su gestión.
Por ello es fundamental la existencia de actores que gestionan los fondos de coope-
ración para el desarrollo. Se trata de empresas de servicios que gestionan estos fondos
(ONG, fundaciones, agencias) y que deben asegurarse de que las acciones de coopera-
ción se orienten a la conversión de valores de uso necesarios para la reproducción social
en forma de valores de cambio (la salud se convierte en servicios sanitarios estatalizados
o privatizados; la educación en procesos formativos; la nutrición en agroindustria, etc.),
ya que sólo así podrán subvenir unos costes salariales y de estructuras que son un cierto
lastre para el capital, pero que contribuyen a la paz social en los países centrales.
De este modo, vemos que la absorción de capital en todo el planeta para generar
procesos de cooperación para el desarrollo se distribuye para reproducir la gestión de
la miseria en el capitalismo en la naturaleza. Esta gestión de la miseria diferenciada entre
centros y países que han sido subdesarrollados genera una reproducción social diferen-
ciada: relativamente amplia en los países centrales, aunque claramente amenazada tanto
por cuestiones económicas –como la baja tendencial de la tasa de ganancia o la cada vez
más problemática doble internalidad capital-naturaleza– como políticas –control de los
poderes por parte de gestores que piden recortar fondos–; y atroada en los países sub-
desarrollados, siempre orientados a la conversión en valores de cambio, en mercancías o
297
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
servicios que deben pagarse, con una provisión crecientemente privatizada, y que expresa
tanto las acumulaciones de miseria como de capital . Todo ello se mater ializa en los instru-
mentos de la cooperación, como veremos en el apartado 3.2.2.
c. Realización
El momento de realización de los fondos invertidos en los procesos de la cooperación para
el desarrollo corresponde a la recuperación en forma de ganancia nanciera del capital
prestable que se dedica a un proceso de cooperación, o bien de la generación de plusvalor
a través de una de sus acciones. Esto sólo es posible mediante la valorización del capital
dispuesto por las personas que entran en contacto con una acción de cooperación para el
desarrollo, ya sea quienes trabajan en la gestión de sus procesos o, principalmente, por las
personas aparentemente ‘beneciarias’ de sus acciones.
La fase de realización de capital destinado a los procesos de cooperación para el de-
sarrollo no termina propiamente con la valorización del capital por parte de estas perso-
nas; en términos dialécticos, la realización no es el último proceso, sino que se da dentro
de la unidad dialéctica entre la captación, distribución y realización de los fondos de la
cooperación. Pero la realización del capital no sucede, de hecho, hasta que se transe-
re el capital valorizado generado en la acción de cooperación para el desarrollo desde
uno de los diversos países que han sido subdesarrollados hacia un país o actor central, en
conexión dialéctica con los procesos imperialistas y sus tendencias monopolísticas y de
concentración del capital, o bien cuando la acción de cooperación conecta con los circui-
tos productivos y nancieros a escala global. Este proceso se reproduce indenidamente,
pero no de manera innita, por las propias lógicas del capital en la naturaleza respecto a
las tasas de ganancia y la degradación de la naturaleza en el capital.
De manera concreta, el capital se realiza de manera directa o indirecta través de los
procesos de la cooperación de cuatro formas generales: en primer lugar, mediante los
benecios generados con el control de los servicios de gestión de la miseria en los países
subdesarrollados (servicios de salud, educativos-formativos, de atención a poblaciones
subordinadas, etcétera); en segundo lugar, a través de un ciclo nanciero de capitaliza-
ción (D-D’), generalmente a partir de los instrumentos reembolsables; en tercer lugar,
controlando el ciclo de ejecución de actividades productivas, como la construcción de
infraestructuras o la conexión de las empresas y emprendimientos generados con los cir-
cuitos productivos del capital; y la cuarta forma es mediante el control de procesos de
acumulación por desposesión que pueden suceder en el marco de una acción de coope-
ración (compra de tierras, asunción de deudas de las personas “beneciarias”, etcétera).
Lo más importante que debe mencionarse en este punto es que en el momento de la
realización de los fondos de la cooperación se expresa la forma como se desarrolla el ciclo
de capitalización nanciero: pese a que en apariencia se sigue el movimiento D-D’, el dinero
no se revaloriza de forma mágica, sino que siempre termina pasando por un proceso pro-
298
la cooperación internacional en la encrucijada
ductivo (Ramas, 2018: 100-102), incluso en los movimientos puramente especulativos. En
la cooperación para el desarrollo esos procesos productivos, de explotación del trabajo, son
desarrollados por las personas “beneciarias” de sus acciones: pese a que aparentemente
sean las receptoras de los fondos son, de hecho, las que los valorizan y generan el plusvalor
o la ganancia nanciera que luego es transmitida directa o indirectamente al actor central.
Respecto a la realización del capital a través del trabajo de las personas “beneciarias”,
en toda acción de cooperación para el desarrollo se produce una prolongación del plus-
trabajo absoluto de las personas beneciarias a través de su participación adicional en
estas acciones. Esto signica que los procesos de la cooperación se materializan en la vida
de las personas “beneciarias” como algo adicional a sus trabajos reproductivos, produc-
tivos o a su vinculación con redes nancieras o de apoyo mutuo.
Ya se trate de su participación en una capacitación, en un taller, en un esquema de mi-
crocréditos, en una feria de trabajo, en la construcción de una infraestructura, estas perso-
nas materializan a través de su trabajo la valorización del capital dispuesto a los procesos
de cooperación para el desarrollo. La c uestión es que, a cambio, estas personas no reciben
una prestación salarial por este trabajo; cuando mucho, reciben aportaciones en especie,
como comida, bonos, o capital prestable en el caso de microcréditos.
Las vinculaciones dialécticas con los procesos del imperialismo son evidentes: la so-
breexplotación de trabajadores y trabajadoras de los países subdesarrollados, así como con
los procesos de racismo y de colonialidad, supone una devaluación de su trabajo, bajo la
justicación –tantas veces repetida desde el inicio de la colonialidad– de que ello mejorará
sus condiciones de vida (Quijano, 2000: 125).
Asimismo, las expresiones de género en la utilización de las personas “beneciarias”
en la generación son especialmente sensibles: las mujeres que se involucran en acciones
de cooperación suelen estar racializadas y son las más afectadas por la pobreza (Segato,
2010: 91-108). Las mujeres no sólo deben prestar su plustrabajo y plustiempo a estas
acciones, sino que además pueden estar sobreexplotadas en el proceso productivo del
capital o en la esfera nanciera, y deben trabajar en la esfera reproductiva (Weeks, 2020).
Así, la devaluación de su trabajo es especíca en la cooperación para el desarrollo, a pesar
de los aparentes esfuerzos por reequilibrar las cargas de trabajo y los roles de género.
En términos de gestión de la miseria, esta forma de realización del capital a través de los
procesos de la cooperación para el desarrollo, junto con su captación por parte de los acto-
res centrales y la distribución de los fondos diferenciada entre los países y actores centrales
y los países y actores subordinados, como se ha explicado en el momento de distribución.
d. Actores
Para poder exponer cómo se desenvuelven los procesos de la cooperación para el de-
sarrollo destinados a gestionar la miseria ambiental, es importante ver qué actores par-
ticipan de sus procesos. Es habitual considerar que la cooperación para el desarrollo se
299
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
constituye en sí y para sí como un “sistema” (Sotillo, 2011), como una estructura a nivel
internacional que tiene unos objetivos diferenciados (Sogge, 2004). Se trata de una es-
tructuración antidialéctica que impide inscribir e interconectar a los actores que parti-
cipan de los procesos de la cooperación en los procesos más generales de gestión de la
miseria y del capital en la naturaleza.
Para caracterizar a los actores que participan en los procesos de la cooperación es
preciso atender a su propio proceso general y a la posición de los actores frente al capi-
tal. De esta forma, los actores pueden actuar como nanciadores, reguladores, gestores o
ejecutores, ya que los actores más cercanos al capital lo captan y lo destinan, mientras que
otros actores necesitan ese capital para poner en marcha las acciones de la cooperación
para el desarrollo, y los actores ejecutores son quienes efectivamente valorizan el capital
invertido en estos procesos. Esto permite identicarlos como actores centrales y actores
subordinados, de acuerdo con su posición frente al capital, que se ven involucrados en los
procesos de la cooperación para el desarrollo (voluntaria e involuntariamente).
Entre los actores centrales encontramos, en primer lugar, a aquellos que nancian los
procesos de la cooperación, como los Estados centrales, la Unión Europea, las institu-
ciones nancieras internacionales, o los actores; también podemos diferenciarlos por su
capacidad reguladora, como el Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico, nuevamente la Unión Europea y los Estados
centrales. También hay actores gestores dentro de los actores centrales: además de insti-
tuciones estatales o de la Unión Europea, aquí se sitúan las ONG y fundaciones de países
centrales, o las agencias de la Organización de las Naciones Unidas.
Entre los actores subordinados también encontramos actores gestores, que depen-
den del capital que les transeran los actores nanciadores y gestores centrales, como los
Estados, ONG y fundaciones del Sur Global. El grupo de actores ejecutores de los pro-
cesos de la cooperación se encuentra siempre en una posición subordinada, pues se ven
obligados a participar de sus procesos: ya se trate de los y las trabajadoras de los fondos
en los países centrales o de los países que han sido subdesarrollados, o bien las personas
consideradas “beneciarias”, como veremos en este capítulo. En todo caso, en todo ello
media las diferentes divisiones del trabajo especícamente capitalistas, como la interna-
cional, sexual y racial.
3. L           
:   
La concepción de la relación dialéctica del capital en la naturaleza y de la naturaleza en
el capital es esencial para situar a los procesos de la cooperación para el desarrollo que
tratan de gestionar la miseria medioambiental, ya sea mediante su aparente mitigación o a
300
la cooperación internacional en la encrucijada
la adaptación. De este modo se evitan las tesis (neo)malthusianas de la escasez ecológica
y la llegada a unos supuestos límites naturales tanto por cuestiones demográcas –el cre-
cimiento descontrolado de la población en el Sur Global– como por las acciones de la hu-
manidad, en abstracto, todo lo cual constituye el núcleo de consenso en torno al cambio
climático, también en el campo la cooperación para el desarrollo (Chen, 2022). Como
recalca Harvey (2018: 192-194), esa supuesta escasez ecológica debe concebirse como
un debate para conservar el orden social capitalista vigente, con unos límites que se vin-
culan más con los límites internos de un sistema en concreto que con los límites naturales
abstractos. El problema se sitúa en la dicultad creciente del capitalismo para generar un
excedente ecológico, a través de la explotación de nuevas fuentes de naturalezas baratas
(Moore, 2020: 113-136), que permita mejorar sus ganancias.
De este modo, la verdadera crisis sobre la que tienen que lidiar tanto el capitalismo
como la cooperación para el desarrollo (evidentemente desde su parcela mucho más
limitada) es tratar de evitar una degradación problemática de la naturaleza sin que ello
ponga en peligro los procesos de acumulación de capital y la generación de ganancias. El
último intento de crear un excedente ecológico que ayude a preservar las tasas de ganan-
cia se da desde por lo menos desde los años setenta del siglo XX, a través de las energías
renovables. Ahora bien, ya sabemos que la obtención de estas fuentes de energías aparen-
temente renovables no resulta tan barata o gratuita como ha ocurrido históricamente con
los combustibles fósiles (Taibo, 2017: 77-78), cuyos costes ecológicos se han externali-
zado sin contraprestación hasta hace relativamente poco. Además, energías renovables
no signica que energías limpias, ni en lo que se reere a su apropiación y explotación
privadas, ni a su uso en los procesos de producción ni de distribución capitalistas.
3.1. Sobre la mercantilización y nanciarización de los procesos de gestión ecológica en la coope-
ración para el desarrollo
En conexión dialéctica con lo anterior, se ha dado también desde los años setenta del
siglo XX un proceso masivo de acumulación por desposesión (Federici, 2020), además
de la constatación de los efectos del desarrollo del capital en la naturaleza en el ámbito
de las políticas de desarrollo y de la propia cooperación (Gómez-Baggethun, 2012). Esta
intensicación de los procesos de desposesión se ha caracterizado por el cercamiento y
la apropiación de nuevas materias primas, tierras fértiles, recursos subterráneos, subma-
rinos, energías o los bosques (Moore, 2020: 119-121), de la forma más barata posible.
Históricamente es evidente que desde hace relativamente muy poco se ha reparado
en los residuos generados, lo que ha aumentado tendencialmente los gases de efecto in-
vernadero y la degradación de los ecosistemas. No es un mero descuido, sino un límite
interno del capitalismo en la naturaleza: sin la apropiación privada, la explotación de las
naturalezas baratas para generar procesos productivos y sin la basura barata el capitalismo
tendría muchos problemas para reproducirse a escala global (Harvey, 2014: 241-250).
301
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
Para tratar de evitar este límite interno, desde los años 90 del siglo XX se ha institui-
do la mercantilización y nanciarización de los residuos generados en las actividades de
producción y distribución por parte de los actores dominantes a escala global. Esto debe
conectarse, primariamente, con la necesidad de ampliar las posibilidades de acumulación
de capital por medio de la conversión de los residuos y gases contaminantes (que no son
valores de uso) en valores de cambio. Sólo así se entiende que la nanciarización y mer-
cantilización de las naturalezas y basuras baratas sea el objetivo político principal de los
actores centrales, y de su construcción de hegemonía a través de las “nanzas ambienta-
les” como forma de gestionar la miseria ambiental. Como veremos, esto es precisamente
lo que sucede en las acciones de la cooperación para el desarrollo.
Las “nanzas ambientales” se asientan, por tanto, en la crisis del capital en la natura-
leza y de la naturaleza en el capital desde los años 70 del siglo XX y la mercantilización
de la biodiversidad (Keucheyan, 2016: 81-82). Esta forma de proceder no es novedosa,
si la vemos con perspectiva histórica: para mantener altos los niveles de acumulación de
capital se ha tendido tanto a la explotación de las naturalezas baratas como la generación
de sistemas de pago compensatorios por los procesos productivos y de distribución del
capital en la naturaleza a escala global, lo cual es una parte de las propuestas de los new
green deals que se han propuesto en las últimas décadas, especialmente el de la Unión Eu-
ropea (López y Martínez, 2021: 19-28). Esto se alinea especialmente con los procesos de
la cooperación, toda vez que el conjunto de la Comisión Europea y de los países europeos
es el principal nanciador de sus procesos (European Commission, 2021).
De este modo, el objetivo principal no es tanto el techo de emisiones –lo que apunta
directamente al proceso productivo capitalista y a la distribución de lo producido–, sino
generar nuevos procesos de acumulación de capital a través de ciclos de capitalización -
nanciera de las basuras baratas y su distribución en los mercados de emisiones contaminantes:
si la empresa emite menos de lo previsto –cosa que sucede, porque suelen establecerse
unos límites altos– puede vender las cuotas que se le otorgan, aunque en denitiva se
produce un intercambio de mercancías –cuotas– determinadas por la esfera nanciera
del capital (Keucheyan, 2016:114-115).
Todo ello es una forma relativamente reciente de gestionar la relación directa y pro-
porcionada entre acumulaciones de capital y de miseria, de la miseria ambiental concre-
tamente. Los gases contaminantes y los residuos se convierten en valores de cambio, es
decir, se orientan a la acumulación de capital (como sucede con los servicios de salud,
educación, etc.); pero con ello se reproduce y acrecienta el problema: en nuestro caso, la
degradación de la naturaleza en el capital y el aumento de la acumulación de miseria am-
biental y social. Sin embargo, las consecuencias de esta crisis se dan con mayor virulencia
en los diversos países del Sur Global.
En este sentido, el ámbito de la cooperación para el desarrollo está crecientemente
vinculado con los procesos de mercantilización y nanciarización de la gestión medioam-
302
la cooperación internacional en la encrucijada
biental de la crisis del capital en la naturaleza y de la naturaleza en el capital, dado que sus
procesos se orientan –supercialmente– a mitigar los impactos de las desigualdades en
estos países. Sin embargo, en la realidad social concreta, estos procesos no se desenvuel-
ven así. En primer lugar, la creación de mercados de emisiones de gases de efecto inverna-
dero se ha construido sobre la retórica de la responsabilidad compartida y la cooperación
entre todos los actores contaminantes (PNUMA, 2011: 28-38)
En segundo lugar, los bienes públicos globales (United Nations, 2011: 133-134) su-
ponen la regulación de una serie de recursos naturales sin cuyo control (privado o estatal,
pero nunca común) no se pueden reproducir los procesos generales del capitalismo. Esta
regulación supone la subsunción de las energías, materias primas y alimentos disponibles,
así como del trabajo vivo de los seres humanos, a los procesos económicos del capital, ya
sean productivos, reproductivos o nancieros.
En tercer lugar, el compromiso de nanciar las actividades relacionadas con la descar-
bonización de las economías (Krogstrup y Oman, 2019: 19-22) se canaliza a través de los
procesos de la cooperación para el desarrollo, al menos en teoría, ya que este compromiso
podría tener un alto coste para el capital. Nos referimos tanto a la difusa propuesta de s-
calidad global a los benecios empresariales y al capital nanciero situado en los paraísos
scales para nanciar una aparente transición energética (Oxfam Intermón, 2015), como
la idea de “nanciación pública global” (Glennie, 2019), que se orienta a captar más nan-
ciación aparentemente concesional (es decir, cooperación para el desarrollo) para cumplir
con los objetivos de desarrollo sostenibles –considerados un bien común–. Con ambas
propuestas se trataría de modicar ligeramente los procesos de acumulación de capital
para que adquirieran una utilidad social que se asentaría en la visión miticada del new
deal keynesiano, ahora verde, es decir, de la construcción desde las élites de un arreglo que
satisfaga al mismo tiempo al capital y a las sociedades que sufren los efectos del cambio
climático (López y Martínez, 2021).
De este modo, tanto los bienes públicos globales, como la búsqueda de fuentes de nan-
ciación para subvenir una supuesta transición a unos procesos productivos verdes, respe-
tuosos del devenir de la naturaleza en el capital son, en realidad, la expresión material-eco-
nómica y material-ideológica de la necesidad de mercantilización, privatización y control
de las naturalezas baratas y, en general, de todos los recursos naturales disponibles por parte
del capital. Todo ello debe estar adecuadamente regulado, ya que es fundamental que los
procesos económicos del capital en la naturaleza estén regulados para que puedan reprodu-
cirse. En el ámbito de la cooperación para el desarrollo esta forma particular de nanciar los
procesos de gestión de la miseria ambiental sólo pudo codicarse para ser tratado desde la
Cumbre de Río de 1992 (Rist, 2002: 169-210). El último intento se ha dado en el marco de
la nanciación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la Cumbre de Addis Abeba. En
todos estos procesos de obtención de nanciación, las acciones de la cooperación se expre-
san en la forma de mitigación y adaptación al problema, no de su superación, como veremos.
303
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
Esto se debe a que cuanto mayor sea la mercantilización y la nanciarización de la ges-
tión ecológica más caminos se trata de abrir para la acumulación de capital y para tratar de
frenar las tendencias decrecientes de la tasa de ganancia a escala global (Roberts, 2021).
Pero con ello no se resuelve en absoluto la relación de la naturaleza en el capital y su de-
gradación: tal y como resume Moore (2020: 113), “la tendencia del excedente de capital
a aumentar y la del excedente ecológico-mundial a decrecer se encuentran entrelazadas”.
Los procesos de la cooperación para el desarrollo reproducen estas lógicas, y muy
especialmente las keynesianas: lo que se está buscando es la generación de acciones con
nanciación principalmente pública y privada, o bien la subvención de acciones que de-
sarrollen infraestructuras, empresas o servicios en los países que históricamente han sido
subdesarrollados. Ahora bien, estas acciones deben basarse no sólo en reducir su huella
de carbono, sino que, además, deben generar miles de empleos de calidad para reducir
la pobreza, al tiempo que se reduzcan las externalidades negativas de las actividades pro-
ductivas y de distribución del capital en la naturaleza (PNUMA, 2011: 2-3). El propio
PNUMA resume la intención de que el desarrollo sea algo que mejora “el bienestar del ser
humano y la equidad social, a la vez que reduce signicativamente los riesgos ambientales
y las escaseces ecológicas” (PNUMA, 2011: 1).
Se trata de procesos contradictorios si los situamos en la relación directa y propor-
cionada entre acumulaciones de capital y de miseria a escala global; sin embargo, es así
como se originan y ejecutan los procesos de la cooperación para el desarrollo. Reducir
las externalidades, mejorar el bienestar humano, la equidad social y reducir los riesgos
ambientales es algo imposible de realizar sin trastocar los procesos de acumulación de ca-
pital a escala global. Éste no es el caso de los procesos de la cooperación para el desarrollo.
Lo que se procura en los procesos especícos de la cooperación para el desarrollo no
es simplemente asegurar la acumulación de capital a escala global (es decir, lograr el “de-
sarrollo”), sino contribuir a la reproducción social diferenciada entre los países centrales y
los que han sido subdesarrollados. Es imposible mejorar las condiciones de vida de todos
los seres humanos mientras nos movamos en la relación directa y proporcionada entre
acumulaciones de capital y de miseria, es decir, mientras continúe reproduciéndose el
sistema capitalista; pero sí es posible preservar hasta cierto punto las condiciones de vida
en ciertos países y tratar de mitigar las consecuencias de la doble crisis naturaleza-capital,
siempre y cuando se reproduzcan los procesos que reproducen la transferencia de capital
a los centros y sitúan los procesos más duros de acumulación de la miseria en los países
que han sido subdesarrollados.
Todo ello se realiza mediante nuevas praxis de metabolización de naturalezas baratas
a escala global; es decir, mediante su mercantilización y nanciarización, pero sobre todo
concentradas en donde están esas cuatro naturalezas baratas: el mundo subdesarrollado.
Como señala Moore (2020: 92), estas nuevas praxis sólo se pueden realizar mediante
estrategias neocoloniales y de dominación imperialista orientadas a mover –una vez
304
la cooperación internacional en la encrucijada
más– las fronteras y el uso del territorio por parte del capital. Como señala Keucheyan
(2016: 116-117), lo que se produce es una abstracción de las consecuencias de los pro-
cesos de producción a escala global y la generación de gases contaminantes, así como un
desacople geográco, mediante el cual los actores privados y estatales centrales no regis-
tran adecuadamente sus emi siones en países donde no tienen su sede scal, al tiempo que
las consecuencias ecológicas se concentran en los países que han sido subdesarrollados.
La “nanciación de la acción climática” en abstracto es la reproducción concreta del
ciclo de acumulación nanciera, de su intensicación y diversicación a escala global,
lo que nos lleva a vincular estos procesos con los procesos imperialistas y sus lógicas de
polarización entre los centros económicos y los países que han sido subdesarrollados a
tal efecto. La cooperación para el desarrollo opera en conexión dialéctica con todo ello.
Procedemos a ver cómo se realiza todo ello a través de sus instrumentos.
3.2. Los instrumentos de la cooperación para el desarrollo y la gestión del capital en la naturaleza
Los instrumentos de la cooperación para el desarrollo están conectados con los procesos
de nanciarización y mercantilización de la naturaleza, de los gases contaminantes y de
los residuos generados en los procesos productivos y de distribución del capital en la na-
turaleza; no en vano el proceso económico general de la cooperación para el desarrollo
se desenvuelve en la esfera nanciera del capital, como hemos visto. Ahora bien, las mag-
nitudes de dinero que se captan, distribuyen y realizan a través de los instrumentos de la
cooperación para el desarrollo en materia de gestión de la miseria ambiental no son muy
altos. Según el propio Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para la Coope-
ración y el Desarrollo Económicos (2023), la nanciación bilateral orientada a objetivos
medioambientales se ha mantenido alrededor del 25% de toda la AOD desde 2015, y,
junto con los otros fondos ociales y cooperación para el desarrollo privada, las activida-
des centradas especíca o secundariamente en la gestión medioambiental conformaban
unos 37, 000 millones de dólares en 20214.
La realidad es que los procesos de la cooperación para el desarrollo se expresan en un
número limitado de instrumentos (OECD-DAC, 2022): más allá de los elementos de
concesionalidad (y condicionalidad), la principal diferenciación entre estos instrumen-
tos es que se expresan a través de fondos reembolsables o no reembolsables. Entre los
instrumentos reembolsables se encuentran algunos préstamos (créditos, microcréditos),
fondos para el apoyo presupuestario u operaciones de deuda. Entre los instrumentos que
4 Además, estas cifras deben ponerse en duda por dos motivos: el primero, porque se reportan las acciones según
los marcadores de la Conferencia de Río (biodiversidad, mitigación del cambio climático, adaptación al cambio
climático, deserticación y medioambiente), pero pueden solaparse varias acciones según los marcadores con los
que se alinean; y el segundo, porque se trata de lo que informan los Estados del Comité de Ayuda al Desarrollo, lo
cual no signica que se destine todo ese capital a esas acciones ni a los países “beneciarios”.
305
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
aparentemente no son reembolsables destacamos las contribuciones generales, es decir,
capital destinado a organismos multilaterales, asociaciones público-privadas y coopera-
ción combinada, apoyo a organizaciones de la sociedad civil, entre otras. Nos centrare-
mos en algunos ejemplos de estos instrumentos y su relación con la gestión del capital en
la naturaleza y de la naturaleza en el capital.
3.3. Instrumentos reembolsables
Cuando un Estado del Sur Global recibe un crédito clasicado como AOD o de coopera-
ción para el desarrollo (con mejores condiciones que en el mercado abierto), no deja de
estar endeudado masivamente como consecuencia de los intercambios desiguales impe-
rialistas, el servicio de la deuda externa o su dependencia general de la esfera nanciera,
controlada por actores centrales (Lapavitsas, 2016). El desigual intercambio económico
y nanciero que se da a nivel general entre los países centrales y los que han sido subdesa-
rrollados se expresa también en los procesos de la cooperación para el desarrollo, como se
ha expuesto en la sección 2, por lo que los instrumentos reembolsables reproducen de ma-
nera clara los movimientos característicos del capital, especialmente el nanciero (D-D’).
Esto no se ve a primera vista si sólo se atiende al elemento de concesionalidad del
crédito de cooperación para el desarrollo que recibe el país “beneciario”; pero ya hemos
visto que ello deja de lado tanto los momentos de captación del capital, como su gestión
por actores centrales y su realización a través de estos países y del trabajo impagado de las
personas “beneciarias”; y que, además, siempre hay una condicionalidad asociada, ya sea
con la aceptación de otros fondos no concesionales o mediante la “reforma” de las institu-
ciones de un país, o bien la privatización de sus recursos naturales y de sus tierras, como
ha sucedido históricamente por lo menos desde los años 80 del siglo XX (Harvey, 2003),
en un nuevo proceso de desposesión orientado a la creación de un excedente ecológico
que permita asegurar los procesos de acumulación de capital.
Este proceso de desposesión de las “naturalezas baratas” reduce notablemente el mar-
gen de maniobra de los diversos países del Sur Global para gestionar sus recursos porque
ni siquiera tienen propiedad sobre ellos y porque están altamente endeudados también
a causa de los procesos de nanciación orientados a gestionar el cambio climático. Esto
sucede también con los fondos no reembolsables de la cooperación para el desarrollo, de-
bido a que estos fondos son, mayoritariamente, préstamos y no donaciones (Mejía, 2023:
16-17), lo que obliga los países a su devolución, aunque sea en mejores condiciones que
las del mercado abierto. La ganancia nanciera a través de los procesos de la cooperación para
el desarrollo aora en estos instrumentos reembolsables.
Otro tipo de instrumento reembolsable (parcial o totalmente) son los microcréditos.
Este instrumento no es exclusivo de la cooperación para el desarrollo, aunque se utiliza en
unas condiciones aparentemente más concesionales. Su principal característica es que se
orientan a reproducir el ciclo del capital nanciero a través de las rentas del trabajo de las
306
la cooperación internacional en la encrucijada
personas y su entorno, lo cual puede generar procesos que aumentan la miseria ambien-
tal, al tiempo que generan acumulación de capital o ponen las bases para ello.
Cuando las personas “beneciarias” de los microcréditos no pueden pagar parte de
la deuda o sus intereses es habitual que se produzcan procesos de desposesión sobre sus
medios de producción que hayan puesto de aval, lo que incluye sus tierras, las semillas, los
recursos comunales, etc., por lo que las personas “beneciarias” terminan produciendo
“para satisfacer las obligaciones de deuda” (Moore, 2020: 124). Esto es lo que pone las
bases tanto para la centralización del capital como para la propia reproducción del capital
nanciero a través del trabajo de las personas “beneciarias” de los microcréditos, con
un impacto diferenciado entre mujeres y personas racializadas (Girón, 2014). Vuelve a
ocurrir el mismo proceso que con los préstamos a los Estados que han sido subdesarro-
llados, pero en un nivel más micro: la desposesión de los recursos naturales y su control
por parte de los actores nancieros centrales, que reproducen el ciclo de valorización in-
denidamente.
3.4. Instrumentos no reembolsables
Los instrumentos reembolsables de la cooperación para el desarrollo parecen mucho
más ventajosos para los diversos países que han sido subdesarrollados y que reciben una
parte de los fondos que dicen dedicar los países centrales. El primer ejemplo de instru-
mento reembolsable son los muy variados fondos climáticos que ponen en marcha direc-
tamente los países del Comité de Ayuda al Desarrollo de la Organización para la Coope-
ración y el Desarrollo Económicos (por ejemplo, el nuevo Fondo Español de Desarrollo
Sostenible), o a los que destinan parte de su Ayuda Ocial al Desarrollo, como el Fondo
para el Medio Ambiente de Naciones Unidas o el Global Environment Facility. También la
Comisión Europea dispone de diversos fondos “propios” (es decir, con capital captado
de todo el planeta a través de sus Estados miembro y las empresas con sede en Europa).
Estos fondos medioambientales se destinan a nanciar indirectamente programas
y proyectos, ya que, primero, un Estado o actor nanciador destina dinero al fondo en
concreto, que después lo destina a un país que ha sido subdesarrollado. Esto facilita la
gestión al país “donante”, si bien supone también una relativa difuminación de la ganancia
que con esa dotación de fondos va a generar a escala global. En todo caso, los fondos
vinculados con la gestión de la crisis medioambiental son, en esencia, un proceso nan-
ciero basado en la concentración de capitales dispersos a escala global, y cuyo elemento
de donación suele ser inferior al elemento de préstamo (Mejía, 2023: 17-18). Desde un
punto de vista ideológico, puede tratarse de un empeño noble, pero en la materialidad
económica estos tipos de fondos se desenvuelven como cualquier otro ciclo de valoriza-
ción del capital nanciero.
En general, los instrumentos reembolsables de la cooperación para el desarrollo en
el ámbito medioambiental se dedican a nanciar acciones productivas, directa o indi-
307
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
rectamente, a partir del hecho de que en el ciclo nanciero (D-D’) están implícitos los
procesos productivos (D-M-D’), y que en general son subvenciones u otras formas de
cooperación no reembolsable. Por ejemplo, la construcción de infraestructuras en los
diversos países que han sido subdesarrollados ha sido uno de los principales objetivos
históricos de la cooperación para el desarrollo, siempre que estén consideradas a nivel
internacional como estratégicas (OECD, 2021b), por dos razones: la presencia de re-
cursos naturales que deben ser privatizados para utilizarse en procesos productivos y la
posibilidad de contar con mano de obra en condiciones de sobreexplotación. Además, la
construcción de infraestructuras tiene consecuencias en el devenir de la naturaleza en el
capital: se construyen infraestructuras para la producción –entre otras cosas– de energía
o alimentos, y se basan en el control de las materias primas necesarias para poner en mar-
cha los procesos productivos.
Todo ello se hace a través de programas, proyectos, y dentro de ellos, con la contrata-
ción de personal y la movilización de personas expertas mediante las asistencias técnicas,
generalmente de los países centrales, pues son quienes detentan el conocimiento y tra-
bajan para las empresas que controlan los sectores con alta innovación. Más allá de las
implicaciones ideológicas de estos procesos –mediados por las lógicas de la colonialidad
del saber–, con las asistencias técnicas se produce un asesoramiento a instituciones en la
forma más apropiada de desarrollar procesos productivos directos, o bien de manera in-
directa, mediante procesos de capacitación a la población originaria de las tierras explota-
das y expoliadas en cuestiones como el turismo, la generación de empresas cooperativas
o el emprendimiento individual, orientadas a su conexión con los circuitos del capital
a escala internacional. Aunque no siempre se logre, el principal vector de sostenibilidad
con estas acciones es más bien la económica, puesto que se interviene en zonas donde
históricamente se han desposeído tierras, recursos y conocimientos, y, además, se origi-
nan nuevos procesos productivos o de servicios.
Las propias dinámicas de instrumentos no reembolsables como las subvenciones a ac-
ciones de cooperación generan y reproducen también afecciones en general a la naturale-
za. A nivel de gestión de proyectos y programas, a veces se toman ciertas medidas, como
reducir las impresiones o gastos energéticos en las ocinas. Pero gestionar el dinero de un
programa o proyecto en cualquier temática de cooperación para el desarrollo –también las
aparentemente orientadas a la “acción climática”– supone comprar suministros, hacer com-
pras de materiales de visibilidad, comprar viajes en avión para movilizar a personas desde
países centrales a los lugares donde se sitúan las poblaciones “beneciarias” o para celebrar
reuniones, crear una página web y su alojamiento en servidores, todo lo cual supone generar
emisiones especícas de los proyectos o programas subvencionados total o parcialmente.
La lógica de todo ello no es la de reducir la huella de CO2 de las actividades industria-
les o de servicios (donde se inscriben las acciones de cooperación), sino hacer posible la
valorización del capital invertido para los procesos de la cooperación mediante la distri-
308
la cooperación internacional en la encrucijada
bución de parte del dinero a subsidiar otros sectores aparentemente no conectados con
dichos procesos, pero que en la realidad social concreta sí lo están, al subsidiar parcial-
mente a las empresas de transporte, hoteleras, de servicios y suministros, y al movilizar a
un gran número de “personas expertas” que representan intereses políticos o económicos
de los actores centrales, con un alto coste energético.
Asimismo, y como consecuencia de los procesos de producción de espacio imperia-
listas y coloniales, algunas acciones dentro de los procesos de la cooperación para el desa-
rrollo también generan problemas directos en los ecosistemas donde intervienen: como
describe Keucheyan (2016: 64-66), algunas acciones teóricamente enfocadas a mitigar
problemas del desarrollo del capital en la naturaleza simplemente los reproducen, al imi-
tar modelos occidentales de producción y gestión del espacio en otras zonas del planeta
(por ejemplo, los parques naturales), generar desplazamientos y desposesión de tierras
para conservar connar ciertas especies en peligro, entre otras.
Esto se debe a cuestiones vinculadas, en primer lugar, con la propiedad intelectual e
industrial, ya que los conocimientos y servicios ofrecidos a través de las asistencias téc-
nicas, legitimadas a través de normativas internacionales (Terradas etal., 2022), que no
sólo impiden el acceso a tecnologías a los Estados del Sur Global (por ejemplo, de miti-
gación o adaptación al cambio climático), sino que transmiten una visión colonial de los
procesos sociales, que parecen ser gestionables sólo mediante soluciones técnicas, ya sea
mediante tecnologías o el desarrollo de políticas públicas. De hecho, esta sumisión tecno-
lógica y técnica es una práctica por parte de los pses del Comité de Ayuda al Desarrollo
(Sogge, 2015): la Comisión Europea –principal nanciador de procesos de cooperación
junto con sus Estados miembro– fomenta la compra de mercancías y servicios de empre-
sas europeas en los proyectos que nancia, como por ejemplo en cuestiones energéticas
(EuropeAid, 2020: 9 y 14). Esto signica, en síntesis, que mediante los procesos de la
cooperación no se corrige el control monopolista de las tecnologías (como las sosteni-
bles o verdes), ni la centralización del capital entre los actores hegemónicos de los países
centrales, sino que se reproducen estas lógicas.
Todo ello genera una reproducción de las lógicas de acumulación de capital, miseria y
de gestión de la miseria a través de los procesos de la cooperación y en conexión dialéctica con
los demás procesos del capitalismo en la naturaleza. Como veremos en la sección sobre
ideología, en buena medida los procesos de la cooperación para el desarrollo aparecen
supercialmente sostenibles. Pero para considerar sostenibles estas acciones es impres-
cindible no exponer cómo se capta, distribuye y realiza el capital prestable destinado a sus
acciones, no vincularlas con los procesos imperialistas de carácter nanciero, o de des-
posesión de tierras, ni la explotación de las naturalezas baratas en los diversos países que
han sido subdesarrollados, o no tener en cuenta la manera en que se ponen en marcha y
gestionan sus acciones, así como en el control tanto de las decisiones como del capital y las
técnicas y tecnologías por parte de los actores centrales.
309
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
4. E     
Ya son sucientes informes del Intergovernmental Panel on Climate Change como para
sostener que la crisis del capital en la naturaleza y de la naturaleza en el capital se está
agudizando. Sin embargo, las producciones ideológicas hegemónicas transmiten masi-
vamente la idea de la “sostenibilidad” y de que se están poniendo las bases para establecer
economías “verdes”, pese a los problemas que padecemos (Bigoni y Mohammed, 2023:
2-5). Las producciones ideológicas que acompañan a los procesos económicos de la coo-
peración para el desarrollo son paradigmáticas en este sentido.
Al describir el proceso general de la cooperación para el desarrollo hemos visto que
buena parte de sus procesos aparecen supercialmente de forma invertida y ocultada, o
bien naturalizados. En el momento de captación de los fondos para los procesos de la
cooperación no se rastrea su origen ni la forma en que Estados y empresas de países cen-
trales se apropian de ese capital y lo convierten en capital prestable para poner en marcha
dichos procesos. Esta parte del proceso se ve ocultada e invertida, al no indicarse de dón-
de provienen los fondos y al presentar supercialmente sólo el momento en que estos
actores ponen a disposición de ciertos actores subordinados ese capital prestable. Este
proceso queda, además, naturalizado, puesto que aparentemente se utiliza para mejorar
las condiciones sociales y mitigar los impactos medioambientales en el Sur Global.
Lo mismo podría decirse del momento de distribución de ese capital prestable para
poner en marcha acciones de cooperación, puesto que aparentemente esos fondos son dis-
tribuidos y gestionados por actores de países del Sur Global, pero queda oculto e invertido
el hecho de que buena parte de los procesos son gestionados por actores centrales, en los
propios países centrales y orientados a la reproducción social diferenciada entre estos países
y los que han sido subdesarrollados a tal efecto. Se naturaliza asimismo que haya unos ins-
trumentos reembolsables o no reembolsables que efectúen este proceso. Y el momento de
realización de esos fondos está generalmente ocultado o invertido, puesto que en ningún
caso se reconoce que quienes valorizan el capital prestable son las propias personas “bene-
ciarias” con un trabajo generalmente impagado o con pocas contraprestaciones en especie.
Nada de esto está presente en la mayoría de las producciones ideológicas sobre la coo-
peración para el desarrollo, ya se trate de los acuerdos internacionales, normativas y leyes,
convocatorias de subvenciones, congresos, documentos y artículos académicos. Estas
formas de inversión, cosicación y ocultación de los procesos más concretos de la coope-
ración para el desarrollo y su exposición supercial solo pueden ser analizados adecuada-
mente si los exponemos como formas concretas de fetichización y misticación. Y todo
ello ocurre de manera aún más misticada y fetichizada cuando hablamos del desarrollo
sostenible y, en general, de las acciones de la cooperación para el desarrollo que parecen
estar orientadas a mitigar los efectos del cambio climático en los países que teóricamente
reciben los fondos de la cooperación para el desarrollo.
310
la cooperación internacional en la encrucijada
Como hemos visto, los procesos que tratan de gestionar la crisis del capital en la na-
turaleza y de la naturaleza en el capital, agrupados en los nuevos green deals, suponen la
nanciarización y mercantilización de los procesos de gestión de la miseria ambiental, en
donde participan los procesos especícos de la cooperación para el desarrollo. Si, como
subrayan López y Martínez (2021: 70), estos procesos son “una reedición de las relacio-
nes de propiedad capitalista” y son las relaciones capitalistas en la naturaleza las que están
generando la crisis actual, presentar estos procesos como sostenibles sólo puede hacerse
mediante la producción ideológica.
Todo ello está sustentado por el propio Intergovernmental Panel on Climate Chan-
ge, que trata de reproducir en sus sucesivos informes que estamos ante una emergencia
climática que nos lleva a los límites de la humanidad ente a la naturaleza, a los que habrá
que adaptarse y trabajar por mitigar los efectos, porque el camino que debemos seguir
es el del desarrollo sostenible y sus objetivos, y no otro (IPCC, 2023: 53-56 y 75-85).
Todo ello entra en contradicción con los propios escenarios que dibuja el IPCC, ya que
ni el más optimista está en conjunción con los objetivos acordados en el marco de las
sucesivas Conferencias de las Partes ni en la Agenda 2030 ‒que además son considerados
insucientes de por sí‒ y se critiquen las políticas desarrolladas hasta el momento para la
mitigación y adaptación al cambio climático.
Ello no se debe a una incoherencia cientíca, sino a una cuestión ideológica que hace
referencia a lógicas fundamentales del devenir del sistema capitalista como la fetichiza-
ción y misticación de sus procesos. De ahí que para proceder a analizar la producción
ideológica del desarrollo sostenible haya que exponer dos formas de misticación y feti-
chización principales de la cooperación para el desarrollo: la fetichización de la coopera-
ción y la misticación del desarrollo.
4.1. La fetichización de la cooperación
La cooperación entre actores se ha convertido en una convención social, en la forma na-
tural de afrontar una serie de problemas que se dan a escala internacional, entre otros los
que aparentemente gestiona la cooperación para el desarrollo, como la gestión de la doble
internalidad capital-naturaleza. En abstracto, parece natural, positivo y un deber cooperar
entre actores para resolver problemas globales; sin embargo, debe considerarse de mane-
ra concreta qué supone esta cooperación, es decir, presentar estos procesos en conexión
dialéctica con los demás procesos que se dan en el capitalismo, especialmente los que
comportan la cooperación entre unos actores que nunca se enfrentan en igualdad de con-
diciones a estos procesos.
La fetichización de la cooperación es un fenómeno social que cosica las relaciones
sociales cooperativas bajo el capitalismo, y las presenta como algo natural, al aparecer en
nuestra realidad concreta de forma invertida, es decir, como una relación social necesaria
para afrontar una serie de problemas globales, como la pobreza, las desigualdades eco-
311
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
nómicas y sociales, o nuestra relación con el medio ambiente. Lo que permanece oculto
es la constitución de la forma “cooperación” como el impulso de “relaciones sociales de
explotación, control, dominación y desigualdad entre actores centrales frente a los acto-
res subordinados y personas de los diversos países que han sido subdesarrollados” (Arre-
dondo, 2023: 262).
Esta naturalización de estas relaciones sociales no es una “ilusión cognoscitiva” (Ra-
mas, 2018: 76), sino la forma en que efectivamente se maniestan las relaciones coopera-
tivas de manera supercial en el modo de producción capitalista. Lo que permanece ocul-
to es el carácter inherente de explotación y dominación que estas relaciones cooperativas
comportan bajo el capital como relación social. Esto sucede efectivamente en la coopera-
ción para el desarrollo y ya se ha expuesto aquí: la acción de los actores centrales ‒Estados,
empresas, ONG, agencias, fundaciones‒ para lograr valorizar el capital invertido en las
acciones de la cooperación a través de los actores subordinados de los países que han sido
subdesarrollados a tal efecto, especialmente las personas “beneciarias” para reproducir
tanto las relaciones capitalistas como las especícas de la cooperación para el desarrollo.
Las relaciones cooperativas a través de la cooperación para el desarrollo están circuns-
critas a un lugar y un tiempo determinado, el que se haya establecido en la acción (un
programa, un proyecto, un préstamo a un Estado). En estas relaciones los actores se ven
involucrados en distintas condiciones, marcadas por la división internacional, racial y se-
xual del trabajo. Los aparentes donantes y receptores de la acción de cooperación para el
desarrollo se enfrentan en una relación desigual. Quienes valorizan el capital –principal-
mente las personas “beneciarias” y, en menor medida, quienes gestionan las acciones de
cooperación– aparecen en la acción cooperativa de manera forzada y creada a tal efecto,
y bajo las condiciones y órdenes de los actores que controlan el capital prestable, estable-
cidas en las normativas generales sobre cooperación para el desarrollo y especícas de
esa acción (la ley que regula la subvención, el contrato que pone en marcha la acción de
cooperación).
Como indica Marx (2009a : 405), la relación de cooperación entre quienes valorizan
el capital comienza en el proceso productivo capitalista. Las personas aparentemente “be-
neciarias” de la acción de cooperación para el desarrollo no estaban unidas para hacer
un trabajo social especíco (construir una infraestructura, asistir a un taller de empren-
dimiento, constituir una cooperativa) hasta el momento en que se pone en marcha dicha
acción, principalmente porque carecen de fondos o desarrollan otros trabajos reproduc-
tivos o en la esfera productiva del capital. Esto es lo que les convier te en la f uerza producti-
va del capital, quienes están en esta relación para valorizar el capital, y lo que los convierte
en actores subordinados a las condiciones de los actores nanciadores y gestores de las
acciones de cooperación (ONG, agencias, ministerios de los países “receptores” de los
fondos), que supervisan y controlan que la acción de cooperación para el desarrollo se
ejecute como estaba previsto, es decir, que se oriente a la valorización del capital invertido.
312
la cooperación internacional en la encrucijada
Una vez que esta acción ha logrado su objetivo, la relación social de producción coope-
rativa y desigual puede extinguirse (se ha creado la cooperativa, se han desarrollado los
talleres) o reproducirse indenidamente (renovación del proyecto o programa).
No se trata de una cooperación en abstracto, naturalizada, positiva en sí y para sí; se
trata de una cooperación en el marco más amplio de los procesos generales del capitalis-
mo a escala global. Sin embargo, en las acciones de cooperación para el desarrollo estas
relaciones desiguales están todavía más fetichizadas, puesto que parece que se basan en
el deber de ayudar a las personas más golpeadas por el sistema, así como de hacer frente
a los retos que plantea el cambio climático. Pueden existir críticas a cómo se desarrollan
las acciones de la cooperación para el desarrollo, pero nunca se impugna la cooperación en sí
y para sí, las relaciones sociales que emanan de este proceso, porque están naturalizadas,
cosicadas y aparecen supercialmente de forma invertida, a saber: cómo la forma en que
los actores deben colaborar a escala internacional para los supuestos nes que se ha mar-
cado la cooperación para el desarrollo.
En el ámbito de la gestión de la doble internalidad capital-naturaleza ocurre tam-
bién esto. Los actores se enfrentan a las acciones de cooperación para el desarrollo en
la mitigación o adaptación al cambio climático de una manera desigual: los actores más
subordinados se ven obligados a participar de esta relación cooperativa si quieren acce-
der a fondos para tratar de gestionar los problemas en sus ecosistemas que los procesos
globales del capitalismo han generado en sus territorios desde hace siglos. Entran en la
relación cooperativa con esa intención, pero en la realidad concreta deben valorizar el
capital prestable que se ha puesto en movimiento a través de la acción de la cooperación
y en las condiciones generales de mercantilización y nanciarización de la gestión tan-
to de las naturalezas que deben captarse para realizar el proceso productivo capitalista
(energía, materias primas, alimento), como para gestionar las basuras baratas generadas.
En la relación cooperativa que se enmarca en una acción de cooperación para el desarro-
llo los actores subordinados deberán reproducir estas condiciones de gestión de la crisis
de la naturaleza en el capital, ya sea con la compra de mercancías y servicios de empresas
centrales (que detentan su propiedad), pagando a personas expertas occidentales para
capacitarse en cuestiones como la gestión de residuos, etcétera.
Se trata, en síntesis, de unas relaciones cooperativas, pero no como se presentan su-
percialmente, es decir, como relaciones donante-receptor, o incluso como relaciones
horizontales entre actores, como tratan de exponer los estudios hegemónicos sobre la
cooperación para el desarrollo; la forma en que se expresa esta forma de cooperación
es justamente la contraria, pero la fetichización de la cooperación la presenta como algo
positivo, con benecios para todas las partes, ocultando las relaciones de control, domi-
nación y explotación a través de las acciones de la cooperación para el desarrollo. Esta
forma de fetichización “es un mecanismo cognitivo de ocultamiento de los momentos
ético-críticos” (Dussel, 2020:115-116) mediante los cuales el capital se reproduce, tam-
313
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
bién a través de la cooperación para el desarrollo, también en la forma en que el capital se
desarrolla en la naturaleza.
4.2. La misticación del desarrollo
La misticación del desarrollo expresa la inversión y ocultación de la relación directa y
proporcionada entre la acumulación de capital y la acumulación de miseria a escala glo-
bal, mostrando solamente la acumulación de capital, “el desarrollo”. Con ello la pobreza,
las desigualdades de todo tipo y la doble internalidad capital-naturaleza aparecen desvin-
culadas o aisladas del desarrollo histórico del capital como relación social, lo que habilita
a buscar soluciones bajo las mismas relaciones sociales capitalistas.
De este modo, las consecuencias de los procesos de acumulación de capital y de mi-
seria se maniestan de forma invertida bajo la forma “desarrollo”, entendido solamente
como un proceso de crecimiento, progreso y prosperidad, de la expansión indenida de
las fuerzas productivas y de las capacidades y habilidades de todos los seres humanos,
quedando ocultos los procesos de acumulación de miseria a partir de la explotación di-
ferencial de las personas y de la desposesión de las naturalezas baratas (energías, materias
primas, alimentos, los cuerpos y el trabajo vivo de los seres humanos). De esta forma, el
desarrollo” puede normativizarse legalmente e instituirse como el gran objetivo común
de la humanidad (Arredondo, 2023: 270).
Así entendemos que la cooperación para el desarrollo fetichizada y misticada se ma-
niesta supercialmente como un conjunto de acciones que se orientan a la mejora de
las posibilidades de las personas, sus condiciones materiales y el progreso general de la
humanidad, así como para reducir las desigualdades, manejar los conictos o reducir los
problemas ecológicos, mediante la concurrencia de actores de todo el planeta orientados
a ese n. El camino para ello es intensicar los procesos de acumulación de capital, es de-
cir, llevar el desarrollo a todos los connes del planeta, siempre en un horizonte temporal
relativamente cercano: ya sea en un decenio, como expresaron las sucesivas estrategias de
la Organización de las Naciones Unidas hasta el año 2000, o bien en un quindenio, como
se acostumbra a establecer desde los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Vemos que, además de codicar legalmente el desarrollo (léase la acumulación de
capital) como el empeño colaborativo de la humanidad, la misticación del desarrollo se
reproduce incesantemente a través de las producciones ideológicas (leyes, acuerdos, tra-
bajos académicos), incluso cuando desde posturas teóricas críticas se propone el “postde-
sarrollo” o su descolonización (Tapia, 2018), puesto que pueden expresar que el proble-
ma del desarrollo tiene que ver con la forma en que se garantiza la acumulación de capital
a escala global (el imperialismo, la colonialidad), pero lo conciben primariamente como
un empeño discursivo de los países centrales (Escobar, 2005), y no como la expresión de
numerosos procesos –ideológicos, pero inseparablemente de los económicos– a escala
global y determinados por la acumulación de capital y de miseria.
314
la cooperación internacional en la encrucijada
El desarrollo, como forma en que se expresan una serie de procesos que generan
acumulación de capital y de miseria, tiene consecuencias claras en la relación dialéc-
tica del capitalismo en la naturaleza, ya que ambas acumulaciones tienen efectos en el
devenir de la naturaleza. Por ello es imprescindible que haya producciones ideológicas
que reproduzcan la misticación del desarrollo y separen los efectos negativos de los
procesos de la acumulación de capital en la naturaleza y presenten sólo los efectos apa-
rentemente positivos.
Señalemos, en última instancia, que tanto las formas de fetichización y de mistica-
ción generales del capitalismo y especícas de la cooperación para el desarrollo otorgan
un poder a la clase capitalista (Žižek, 2003: 12) sobre el que crear productos ideológicos
que garanticen la dominación de clase y la generación de hegemonía, aunque esto supon-
ga un riesgo para la reproducción de la naturaleza.
4.3. El desarrollo sostenible
Es en este punto donde podemos intro ducir la producción ideológica fundamental cuan-
do se quiere, al mismo tiempo, unir el futuro de la humanidad a la reproducción del capi-
tal como relación social y separar u ocultar las consecuencias del devenir del capital en la
naturaleza: el desarrollo “sostenible”.
La idea y la práctica del desarrollo en su forma misticada, expresión únicamente de la
acumulación de capital, tiene su principal punto problemático material-económico y ma-
terial-ideológico en la manera como se gestiona la doble internalidad capital-naturaleza.
Las versiones más rudimentarias del desarrollo (Morgenthau, 2015; Rostow, 1960), con
la idea de la última etapa de desarrollo como expansión del nivel del consumo (y de pro-
ducción) occidental a todo el planeta, guardan cierta incongruencia con cómo se expresa
el desarrollo “sostenible” en la actualidad, incluso cierta incompatibilidad.
Con todo, el desarrollo “sostenible” hoy es el concepto hegemónico y más repro-
ducido cuando se plantea un camino que mitigue los efectos del cambio climático y nos
adaptemos a las nuevas condiciones climáticas. Para ello se ha institucionalizado esta
producción ideológica en los acuerdos, estrategias, políticas públicas, estudios cientícos,
producción académica y, con ello, se ha convertido en el sentido común, en un consenso
social. Rist (2002: 202) identicó la estrategia ideológica en la producción del concepto
desarrollo sostenible” al juntar “dos términos antinómicos para hacer repercutir sobre el
que es condenable el valor que se le otorga al otro”.
Todas las formas de misticación en el capitalismo son una generación de proce-
sos que invierten las relaciones sociales para garantizar la reproducción del capital; no
pueden aparecer en la realidad concreta de otro modo que invertido. No se trata de
una tergiversación, en primera instancia, sino de la forma en que se maniesta super-
cialmente un fenómeno en nuestra realidad concreta (Ramas, 2018). Esto implica
tanto la posibilidad de generar producciones ideológicas que reproduzcan esta forma
315
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
de misticación, como la posibilidad de generar una crítica mediante el análisis de las
inconsistencias y del desarrollo “sostenible” si lo ponemos en el marco del desarrollo
del capital en la naturaleza.
En términos ideológicos, y siguiendo las nociones de Žižek (2003), con el desarro-
llo “sostenible” estamos ante un intento de crear un objeto simbólico que sirva como re-
ferente de lo real y universal, que dé sentido a las experiencias vividas por los sujetos, y
con ello, se intente bloquear el espectro que siempre acompaña a cualquier producción
ideológica: ese espacio vacío, incoherente, inmencionable, que permite la construcción
antagonista. Al acompañarse de términos antinómicos como desarrollo humano, desarro-
llo sostenible o verde, se crea el marco ideológico para generar la utopía capitalista del cre-
cimiento eterno sin que ello tenga relación con los efectos negativos que los procesos de
acumulación de capital generan en la vida de las personas ni en la naturaleza, de acuerdo
con los intereses de la clase dominante. Pero como no es posible cerrar lo real y generar
la universalidad ideológica en un sistema como el capitalista, que genera desigualdades
por su propia lógica, en el concepto del desarrollo “sostenible”, y en sus prácticas (como
la cooperación para el desarrollo), está también la posibilidad de generar el antagonismo
social y político que plantee la superación no ya del desarrollo “sostenible”, sino del capital
como relación social histórica en la naturaleza.
En este sentido, la misticación del desarrollo y la concepción antinómica del de-
sarrollo “sostenible” es especialmente problemática para el capital como relación social
y su reproducción, puesto que señala uno de sus límites internos: la imposibilidad de
reproducirse sin hacer uso intensivo de las naturalezas, sin apropiarse del excedente
ecológico para posibilitar sus procesos productivos, así como la dicultad para solucio-
nar los residuos que generan la producción y distribución de mercancías. La sostenibi-
lidad es, entonces, un “inconsistencia lógica” (Vela, 2022: 40) en el capitalismo, puesto
que propone una solución mecanicista ante los problemas del capital en la naturaleza
y de la naturaleza en el capital: incrementar el desarrollo de las fuerzas productivas y
las relaciones capitalistas a escala global por medio de una serie de procesos que no
pondrán en riesgo la supervivencia de los seres humanos y de los ecosistemas, en un
futuro indeterminado.
Así se transmite en la producción ideológica hegemónica. Como hemos visto antes, el
desarrollo “sostenible” es una producción ideológica cuyo principio aparente es mejorar
el bienestar de toda la humanidad y reducir o mitigar los riesgos ecológicos (PNUMA,
2011). Desde el Informe Brundtland de 1987 el desarrollo es el punto de partida y la
meta, la “petición de principio” (Rist, 2002: 210), el problema implícito y la solución ex-
plícita, ya que se conjuga la necesidad de crecimiento con el deseo de no comprometer el
futuro del planeta. Esta es la base ideológica que rige los Objetivos de Desarrollo Soste-
nible, con conceptualizaciones ideológicas como el “crecimiento económico sostenido e
inclusivo” (Naciones Unidas, 2015: 4), y que se reproducen en normativas y leyes de todo
316
la cooperación internacional en la encrucijada
el planeta. Esta es, de hecho, la premisa ideológica para los procesos económicos que ges-
tionen esta relación a escala global, como la cooperación para el desarrollo5.
Este intento de gestión mediante la regulación normativa a nivel internacional de las
peores consecuencias del desarrollo del capital en la naturaleza es impuesto por los acto-
res centrales a los actores de los diversos países que han sido subdesarrollados, dada su
posición subordinada frente al capital. Además de vincularlos con procesos generales del
capitalismo como el imperialismo y la nanciarización creciente, debemos señalar la raíz
colonial y racista que subyace del concepto de ley internacional (Mignolo, 2016: 15-17),
mediante la cual se posibilita el control y la intervención sobre muy diversos aspectos que
impactan a los países subdesarrollados. En las nociones de “sostenibilidad” o de econo-
mía “verde” conuyen producciones ideológicas hegemónicas y aparentemente críticas,
principalmente del ecologismo liberal, europeo y estadounidense, para convertirla en
otra gran hazaña” (Escobar, 2007: 321-322) que deben emprender los países centrales.
Esta construcción ideológica tiene su expresión política en la búsqueda del consenso a
escala internacional como forma de reducir el conicto y asegurar la hegemonía econó-
mica-ideológica de los actores centrales.
El más reciente ejemplo de todo ello en nuestro ámbito de estudio son los Objetivos
de Desarrollo Sostenible, con una vocación “universalista” (Sanahuja, 2016: 209) que
comparte con las anteriores agendas de desarrollo, y cuyo denominador común es la ho-
mogeneización de los problemas, los conictos y las soluciones, al canalizarlos a través del
desarrollo del capital en la naturaleza y pasar por alto procesos como los imperialistas o
coloniales. Asimismo, y como señala Escobar (2007), en estos informes y grandes declara-
ciones subyace un elemento colonial, dado que en estas producciones ideológicas se dan
por supuestos la modernidad, el progreso y las relaciones capitalistas a escala internacional,
puesto que si no se hiciera se pondría en cuestión el desarrollo del capital en la naturaleza.
Otros ejemplos son las agendas paralelas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como
la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCC, en in-
glés), y las sucesivas Conferencias de las Partes de la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre Cambio Climático. Todas estas agendas y los procesos que las realizan son
fundamentales por dos razones: en primer lugar, generan la unidad de acción entre acto-
res centrales y subordinados, lo que signica controlar los procesos de gestión de la miseria
(ambiental, social) a escala global, sin que se marquen adecuadamente las responsabilidades
en los procesos de degradación de la naturaleza en el capital. En segundo lugar, estas agendas
de desarrollo (las pasadas, y presumiblemente las que sustituyan a los Objetivos de Desa-
rrollo Sostenible) se caracterizan por presentar las consecuencias del desarrollo del capital
en la naturaleza y de la relación directa y proporcionada entre acumulaciones de capital y de
5 Podría considerarse si también es la premisa ideológica para los procesos de Cooperación Sur-Sur, pero esto
implicaría desarrollar un análisis que excede los objetivos de este capítulo.
317
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
miseria como problemas a los que se les puede dar una solución mediante el desarrollo a secas
o el desarrollo desde hace un tiempo sostenible, ambos misticados.
Todo ello se topa con la realidad social concreta en la que vivimos y en las conse-
cuencias ya palpables de la crisis de la naturaleza en el capital. Porque los procesos de
acumulación de capital y la generación de ganancias, cada vez más problemáticos, sólo
son sostenibles, verdes y humanos en términos ideológicos. De este modo, la carga crítica de
muchas de las proposiciones, declaraciones y discursos que componen las producciones
ideológicas orientadas a asegurar la sostenibilidad se subsume en los procesos de acumu-
lación de capital (Bigoni y Mohammed, 2023: 5), lo que ocluye o captura otras formas
de expresar y de enfrentar los problemas de la naturaleza en el capital (Tapia, 2018: 214-
215). Ello sólo es posible si se analizan y presentan en unidad dialéctica los procesos de
acumulación de capital y de miseria, así como los procesos para la gestión de esta relación
directa y proporcionada.
Si en la dimensión económica se propugna la “nanciación” en abstracto como forma
de superar la crisis de la doble internalidad capital-naturaleza, en el plano ideológico la
nanciación a escala global de estrategias de desarrollo resilientes al clima, así como la
canalización de fondos para las regiones, los sectores y grupos más “vulnerables”, cuentan
con el aparente aval cientíco del IPCC, dado que se consideran acciones con un nivel de
conanza” “alta” o “muy alta” y siguen propugnando estrategias de desarrollo “sostenible”
como única solución cientíca al cambio climático (IPCC, 2023: 80-84).
Se trata todo ello de un callejón sin salida especíco tanto del capital en la naturaleza
como de los estudios hegemónicos sobre el cambio climático, que si bien tratan de dar
una visión precisa de la crisis de la naturaleza en el capital, basada en la evidencia, al mismo
tiempo reproducen la inversión y ocultación de las implicaciones del desarrollo del capi-
tal en la naturaleza y naturalizan las relaciones de producción capitalistas (ya sea en los
escenarios “business as usual” o en los más extremos), partiendo del “antropoceno” como
premisa del problema.
Todo ello tiene una lectura más general. Con estas producciones ideológicas se es-
tán expresando tanto los límites económicos del capital en la naturaleza, que pasa siem-
pre por destinar “nanciación” –pero que es capital nanciero y se comporta como tal–,
como del discurso del desarrollo sostenible, esto es, misticado y sólo como expresión
de procesos económicos, políticos y sociales dirigidos a la acumulación de capital, y que
ocultan al mismo tiempo la acumulación directa y proporcionada de miseria, si bien pre-
cisamente concentrada en aquellas regiones y los sectores y grupos más “vulnerables”.
No podemos separar, por tanto, los procesos de desarrollo (entendidos como mera
acumulación de capital), de este cercamiento intensivo y extensivo de las naturalezas (que
genera un aumento de la miseria a escala global y exacerba la crisis climática), por más que
se haya institucionalizado la antinomia “desarrollo sostenible” como sinónimo de medi-
das para mitigar el cambio climático. La producción ideológica “sostenibilidad” supone
318
la cooperación internacional en la encrucijada
aceptar, en la práctica, que lo que debe sostenerse es, precisamente, esas relaciones capita-
listas y el devenir del capital en la naturaleza (Bigoni y Mohammed, 2023: 8), aunque esto
suponga el deterioro de la naturaleza en el capital.
La “sostenibilidad” en los procesos de cooperación para el desarrollo debe entender-
se, por tanto, como el mantenimiento de los procesos de acumulación de capital gene-
rados a través de una acción concreta de cooperación: si se trata de poner en marcha un
proceso productivo (cultivos ecológicos, cooperativas), éste deberá conectarse con los
demás procesos productivos del capital a escala global, de forma que el capital generado
pueda distribuirse y realizarse; y si se trata de procesos nancieros, también deberán co-
nectarse con los circuitos nancieros del capital (ya sea un banco de microcréditos, un
fondo global de desarrollo sostenible, o bancos de desarrollo).
Por eso, en los principales informes que monitorean y plantean escenarios futuros del
cambio climático, lo único que puede proponerse es la reproducción del capital por me-
dio de procesos nancieros o de mercantilización, dejando de lado que en cualquier pun-
to de ese ciclo nanciero debe darse un proceso productivo de acumulación de capital y
que ese proceso históricamente ha generado altos impactos en la naturaleza.
Al nal, la receta es la misma que se ha promulgado siempre respecto a la cooperación
para el desarrollo: si hubiera más nanciación se conseguiría reducir la pobreza, las desigualdades
y, ahora, mitigar los impactos del cambio climático. De entrada esto ya es falso, puesto que en
los mejores escenarios, aunque se mejorara la nanciación y se gravara la emisión y genera-
ción de basuras, ya no se van a poder evitar graves problemas ecológicos (Roberts, 2021).
Destinar más capital nanciero a procesos de gestión de la miseria ‒como los de la coo-
peración y los más amplios para gestionar el cambio climático‒ signica orientarlos a la
acumulación de capital (pues todos los ciclos nancieros se desenvuelven bajo la relación
D-D’, es decir, se genera una ganancia en el proceso), a basar esta gestión en la conversión
de valores de uso o de gases contaminantes (sin ningún valor de uso) en valores de cam-
bio (mediante su mercantilización y nanciarización). Esto es lo que genera un nivel de
degradación de la naturaleza directo y proporcionado.
S  
A lo largo de este capítulo hemos presentado las formas en que los procesos de la coope-
ración para el desarrollo tratan de gestionar los problemas de la naturaleza en el capital
y del capital en la naturaleza, gracias a un marco teórico y metodológico alternativo y
crítico. El principal problema al que debe hacer frente el capital en nuestro ámbito de
estudio es generar un excedente ecológico que permita contener la caída tendencial de
la tasa de ganancia. Las energías renovables y la explotación de nuevas materias primas
no están generando por sí mismas una mejora en este sentido, por lo que se produce
319
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
paralelamente una creciente nanciarización y mercantilización de las naturalezas y ba-
suras baratas. Con ello se logra generar o reproducir ciclos de valorización nanciera
del capital a través de la agudización de los procesos de desposesión y de centralización del
capital a nivel internacional; pero esta valorización nanciera se realiza bien por acti-
vidades especulativas o bien por la nanciación de actividades productivas que repro-
ducen el problema del desarrollo del capital en la naturaleza y la generación de gases
contaminantes y residuos.
Por tanto, reproducir estos procesos de “nanzas ambientales” puede contribuir re-
lativamente a los procesos de acumulación de capital, pero sin duda genera una mayor
acumulación de miseria, que se concentra en los países que han sido históricamente sub-
desarrollados. En términos de gestión de la miseria, esto signica que la posibilidad de
que se gestione la miseria bajo los estándares actuales o pasados de “bienestar” está ínti-
mamente vinculado con el expolio y la acumulación de capital. En el caso concreto de la
cooperación para el desarrollo, sus procesos son la expresión precisamente de todo ello,
puesto que funcionan igual, captando capital generado en el Sur Global, distribuyéndolo
y gestionándolo mayoritariamente en los países centrales, y captando nuevamente el ca-
pital realizado mediante el trabajo (pagado e impagado) por las aparentes “beneciarias”
de sus procesos.
La propuesta hegemónica es reproducir un mítico new green deal, constr uido desde las
élites, para supuestamente conjugar los intereses del capital –mediante masivos procesos
de movilización de deuda pública y fondos privados– con la mitigación o adaptación a
los efectos del cambio climático, al tiempo que se asegura el bienestar de la humanidad.
Éste es, precisamente, la premisa ideológica de la cooperación para el desarrollo, pero
también la manera como se desenvuelven sus acciones, mediante instrumentos reem-
bolsables y no reembolsables, todos ellos orientados a generar procesos de acumulación
directa o indirectamente.
De este modo, los procesos de la cooperación para el desarrollo no sólo reproducen
en general los procesos del capital en la naturaleza, sino que generan unas acciones espe-
cícas que posibilitan –en una proporción muy relativa, en todo caso– la reproducción
del capital a nivel mundial y la polarización de las acumulaciones de capital y de miseria
entre países centrales y los que han sido subdesarrollados. Considerar “sostenibles” a los
procesos de la “cooperación para el desarrollo’ implica ignorar todas sus expresiones ma-
teriales. Ello es posible mediante las producciones ideológicas hegemónicas, que repro-
ducen la supercialidad de los procesos de la cooperación para el desarrollo, fetichizados
y misticados, especialmente con el desarrollo “sostenible”.
No va a haber, en suma, una solución a la crisis de la naturaleza en el capital a través de
los procesos de la cooperación para el desarrollo. No va a haber una posibilidad de reso-
lución de la crisis de la naturaleza en el capital mientras el capital como relación social se
reproduzca. Pero, precisamente, el análisis crítico del desarrollo “sostenible” abre también
320
la cooperación internacional en la encrucijada
la posibilidad de señalar los límites internos del desarrollo del capital en la naturaleza, que
precisa del uso intensivo de naturalezas baratas para reproducirse.
La solución no es, por tanto, reproducir los procesos generales del capitalismo y, con-
cretamente, procesos como los de la cooperación para el desarrollo u otros basados en la
misma premisa de aparente nanciación de los países y grupos más necesitados, como es
el caso de la cooperación nanciera frente al cambio climático. Con ello no sólo se man-
tienen intactos procesos como el imperialismo o la colonialidad, sino que los reproduce y
los intensica, con consecuencias en la naturaleza tanto más graves cuanto más las repro-
duzcamos e insistamos política y académicamente en que ese es el camino.
Si hay alguna solución a la crisis de la doble internalidad capital-naturaleza, ésta pasa
por la superación del capital como relación social histórica y de su imbricación con otras
lógicas de dominación económica, social y cultural, como el patriarcado y el racismo, con
consecuencias especícas en la naturaleza (Keucheyan, 2016; Mies, 2019). Corresponde
a los distintos y diversos movimientos políticos contrarios al capitalismo, la colonialidad
y el patriarcado en sus distintos frentes de lucha (también el académico) proponer una
crítica bien sustentada a todos estos procesos económico-ideológicos, entendida como
un proceso superador del capitalismo (Sacristán, 1980: 14).
321
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
R
Alonso, José Antonio y Glennie, Jonathan (2015). What Is Development Coopera-
tion? En 2016 Development Cooperation Forum Policy Briefs (Número 1). hps://bit.
ly/3MrfqeY
Amin, Samir (2003). Más allá del capitalismo senil. Por un siglo XXI no norteamericano. Ma-
drid: El Viejo Topo.
Arredondo, Ander (2023). La cooperación para el desarrollo redenida: un estudio alternativo
y crítico a partir de sus componentes económicos e ideológicos [tesis de doctorado]. Univer-
sidad Complutense de Madrid. hps://bit.ly/3M2YCtF
Beltrán, Miguel (1985). Cinco vías de acceso a la realidad social. Revista Española de Inves-
tigaciones Sociológicas (REIS), 29, 7. hps://doi.org/10.2307/40183084
Bigoni, Michelle y Mohammed, Sideeq (2023). Critique is unsustainable: A polemic.
Critical Perspectives on Accounting, January, 102555. hps://doi.org/10.1016/j.
cpa.2023.102555
Bruno, Diego (2011). La dialéctica histórica de Karl Marx. Aproximaciones metodoló-
gicas para una teoría del colapso capitalista. Hic Rhodus. Crisis capitalista, polémica y
controversias, 1, 75-86.
Carcanholo, Reinaldo (2013). La ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia. Laberin-
to, 38, 27-42.
Carchedi, Gugliemo y Roberts, Michael (2021). e Economics of Modern Imper ialism.
Historical Materialism, 29(4), 23-69. hps://doi.org/10.1163/1569206X-12341959
Castro-Gómez, Santiago (2000). Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de
la “invención del otro”. En Ernesto Lander (Ed .), La colonialidad del saber: eurocentrismo
y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas (pp. 88-98). Buenos Aires: CLACSO.
Chen, Ying (2022). How Has Ecological Imperialism Persisted? A Marxian Critique of
the Western Climate Consensus. American Journal of Economics and Sociology, 81(3),
473-501. hps://doi.org/10.1111/ajes.12475
Chesnais, François (2019). Mundialización: extrema pobreza, destrucción del medio ambien-
te y guerras… Herramienta. Revista de debate y crítica marxista. hps://herramienta.
com.ar/articulo.php?id=437
Curiel, Ochy (2015). La descolonización desde una propuesta feminista crítica. En Des-
colonización y despatriarcalización de y desde los feminismos de Abya Yala (pp. 11-26). Ma-
drid: ACSUR-Las Segovias. hps://bit.ly/3MpkPTW
De la Garza, Enrique (2018). La metodología conguracionista para la investigación (prime-
ra ed). Ciudad de México: Editorial Gedisa.
Dussel, Enrique (2020). El Marx del “segundo siglo. En Siete ensayos de losofía de la li-
beración. Hacia una fundamentación del giro decolonial (pp. 96-144). Madrid: Editorial
Tro a.
322
la cooperación internacional en la encrucijada
Escobar, Andrés (2005). El “postdesarrollo” como concepto y práctica social. En D. Mato
(Ed.), Políticas de economía, ambiente y sociedad en tiempos de globalización (Número
2005, pp. 17-31). Caracas: Universidad Central de Venezuela.
Escobar, Andrés (2007). La invención del tercer mundo. Construcción y deconstrucción del de-
sarrollo. Caracas: Fundación Editorial el Perro y la Rana.
EuropeAid (2020). Call for tender - Support to the Global Covenant of Mayor. ANNEX II:
Terms of Reference for Climate and Energy (p. 22). Comisión Europea. hps://bit.
ly/3zew5JP
European Commission (2021). Team Europe increased Ocial Development Assistan-
ce to € 66.8 billion as the world’ s leading donor in 2020. European Commission Press
release, IP/21/1701, 66-67. hps://bit.ly/3O8DZ1O
Federici, Silvia (2010). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (Sexta
Edic). Madrid: Tracantes de Sueños.
Federici, Silvia (2020). Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes (Nú-
mero 0). Tracantes de Sueños.
Galindo, María (2015). La revolución feminista se llama Despatriarcalización. En Desco-
lonización y despatriarcalización de y desde los feminismos de Abya Yala (p. 52). Madrid:
ACSUR-Las Segovias. hps://bit.ly/3MpkPTW
Girón, Alicia (2014). Neoliberalismo, microcréditos y empoderamiento de las mujeres.
En A. Carosio (Ed.), Feminismos para un cambio civilizatorio (pp. 139-154). Caracas:
Fundación Celarg, CLACSO y Centro de Estudios de la Mujer.
Glennie, Jonathan (2019). Global public investment: Five paradigm shis for a new era of aid
(Número Septiembre). hps://bit.ly/3I6MuGA
Gómez-Baggethun, Erik (2012). Economía verde o la misticación del conicto entre
crecimiento y límites ecológicos. Ecología política, 44, 51-60.
Gómez, Manual y Sanahuja, José Antonio (1999). El sistema internacional de coopera-
ción al desarrollo. Una aproximación a sus actores e instrumentos. En Una aproxima-
ción a sus actores e instrumentos. 2a… Madrid: CIDEAL.
Harvey, David (2003). El nuevo imperialismo. Madrid: Akal.
Harvey, David (2014). Diecisiete contradicciones y el n del capitalismo. Madrid: Tracantes
de Sueños - Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador.
Harvey, David (2018). Justicia, naturaleza y geografía de la diferencia. Madrid: Tracantes
de Sueños.
IPCC (2021). Climate Change 2021: e Physical Science Basis. Contribution of Working
Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change.
Cambridge Cambridge University Press.
IPCC. (2023). AR6 Synthesis Report. Climate Change 2023. Longer Report. hps://bit.
ly/3nYJllA
323
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
Janus, Heiner, Klingebiel, Stephan y Paulo, Sebastian (2015). Beyond aid: A conceptual
perspective on the transformation of development cooperation. Journal of Internatio-
nal Development, 27(2), 155-169. hps://doi.org/10.1002/jid.3045
Keucheyan, Razmig (2016). La naturaleza es un campo de batalla. Ensayo de ecología políti-
ca. Madrid: Clave Intelectual.
Kosík, K arel (1967). Dialéctica de lo concreto. Estudio sobre los problemas del hombre y el mun-
do. Ciudad de México: Editorial Grijalbo.
Krogstrup, Signe y Oman, William (2019). Macroeconomic and Financial Policies for Clima-
te Change Mitigation: A Review of the Literature (WP/19/185).
Lammersen, Frans y Hynes, William (2016). Aid for Trade and the Sustainable Develop-
ment Agenda : Strengthening Oecd Development. OECD Development Policy Papers,
December 2(5), 1-32.
Lander, Ernesto (2000). Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos. En Ernes-
to Lander (Ed.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas
latinoamericanas (pp. 4-23). Caracas: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
(CLACSO).
Lapavitsas, Costas (2016). Benecios sin producción. Cómo nos explotan las nanzas. Ma-
drid: Tracantes de Sueños.
López, Isidro y Martínez, Rubén (2021). La solución verde. Crisis, Green New Deal y relacio-
nes de propiedad capitalista. Barcelona: La Hidra Cooperativa.
Marx, K arl (2008). El capital. Crítica de la economía política. El proceso de producción de capi-
tal. Libro Primero, Volumen I. Ciudad de México: Siglo XXI Editores.
Marx, Karl (2009a). El Capital. Crítica de la Economía Política. Libro Primero, Volumen 2.
Ciudad de México: Siglo XXI Editores.
Marx, K arl (2009b). El Capital. Libro primero, Volumen 3. El proceso de producción de capital.
Ciudad de México: Siglo XXI Editores.
Mejía, Carola (2023). Crisis climática, deuda y recuperación en un contexto de crisis múltiple.
Una mirada desde la Justicia Climática en América Latina y el Caribe. Lima: Red Latinoa-
mericana por la Justicia Económica y Social (L ATINDADD).
Mies, Maria (2019). Patriarcado y acumulación a escala mundial. Madrid: Tracantes de
Sueños.
Mignolo, Walter D (2016). Sustainable Development or Sustainable Economies? Ideas
Towards Living in Harmony and Plenitude. Dialogue of Civilizations Research Institute,
1-29.
Moore, Jason W (2020). El capitalismo en la Trama de la Vida. Ecología y acumulación de
capital. Madrid: Tracantes de Sueños.
Morgenthau, Hans (2015). A political theory of foreign aid. En José Ángel Sotillo y Da-
yanuvis Tahina Ojeda Medina (Eds.), Antología del Desarrollo (pp. 42-57). Madrid:
IUDC - Los Libros de La Catarata.
324
la cooperación internacional en la encrucijada
Naciones Unidas (2015). Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible: Vol. A/RES/70/1 (pp. 1-40). Asamblea General. hps://bit.ly/3pD5Tc2
OECD-DAC (2017). DAC High Level Communiqué: 31 October 2017: 31 October 2017.
A New DAC : Innovations for the 2030 Agenda (pp. 1-26). OECD Publishing. hps://
bit.ly/2nZe6rr
OECD-DAC (2022). DAC Statistics: Classication by type of aid. Development nance
standards. hps://bit.ly/3o26mUM
OECD-DAC (2023). Climate-related ocial development assistance in 2021: A snapshot.
hps://doi.org/10.1128/AAC.03728-14
OECD (2021a). Ocial Development Assistance (ODA): What is ODA? En Organisa-
tions for Economic Co-operation Development (Abril). hps://bit.ly/3W3VpP1
OECD (2021b). e OECD DAC Blended Finance Guidance. OECD Development Co-
operation Directorate. hps://bit.ly/3Booc7n
Osorio, Jaime (2019). Cuestiones epistémicas en el análisis de la dependencia y del capitalismo
dependiente. Viento Sur. hps://vientosur.info/spip.php?article14708
Oxfam Intermón. (2015). La ilusión scal. Madrid: Oxfam Intermón.
Patnaik, Utsa y Patnaik, Prabhat (2017). A theory of imperialism. Nueva York: Columbia
University Press. hps://doi.org/10.1080/00207233.2019.1618665
PNUMA (2011). Hacia una economía verde: Guía para el desarrollo sostenible y la erradica-
ción de la pobreza. Síntesis para los encargados de la formulación de políticas. Nueva York:
PNUMA.
Quijano, Aníbal (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En
Ernesto Lander (Ed.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspec-
tivas latinoamericanas (pp. 122-151). Caracas: CLACSO.
Ramas, Clara (2018). Fetiche y misticación capitalistas. La crítica de la economía política de
Marx. Madrid: Siglo XXI España.
Rist, Gilbert (2002). El desarrollo: historia de una creencia occidental. Madrid: Los Libros
de La Catarata.
Roberts, Michael (2020). A world rate of prot: a new approach. Michael Roberts Blog.
Blogging from a Marxist economist. hps://bit.ly/3O9zcx8
Roberts, M (2021). Global warming: planning not pricing. Michael Roberts Blog. Blogging
from a Marxist economist. hps://bit.ly/3O6pziu
Rodríguez, Celenis (2014). Mujer y desarrollo: un discurso colonial. El Cotidiano,
184(marzo-abril), 31-37.
Rostow, Walter (1960). e Stages of Economic Growth. A Non-Communist Manifesto. Cam-
bridge: Cambridge University Press.
Sabbatella, Ignacio (2010). Latinoamérica ante la crisis ecológica global. Un problema de
fondo. BiodiversidadLA. hps://bit.ly/42AlHuv
325
una reconceptualización de los procesos de la cooperación
Sachs, Jerey D (2015). e age of sustainable development. Nueva York: Columbia Uni-
versity Press.
Sacristán, Manuel (1980). El trabajo cientíco de Marx y su noción de ciencia. Mientras
Tan to, 2. hps://bit.ly/45275Wr
Sanahuja, José Antonio (2016). La Agenda 2030 de desarrollo sostenible: de la coope-
ración Norte-Sur al imperativo universalista del desarrollo global. Gaceta sindical: re-
exión y debate, 26, 205-221.
Segato, Rita Laura (2010). La guerra contra las mujeres. Madrid: Tracantes de Sueños.
hps://doi.org/10.35305/rpu.v0i3.42
Smith, Neil (2020). Desarrollo desigual. Naturaleza, capital y la producción del espacio. Ma-
drid: Tracantes de Sueños.
Sogge, David (2004). Dar y Tomar. Barcelona: Icaria Editorial.
Sogge, David (2015). Los donantes se ayudan a sí mismos. Cuadernos 2015 y más, cuader-
no 6, 46. hps://bit.ly/3W3T86l
Sotillo, José Ángel (2011). El sistema de cooperación para el desarrollo. Actores, formas y pro-
cesos. Madrid: Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación - Los Libros de La
Catarata.
Tagliavini, Damiano y Sabbatella, Ignacio (2012). La expansión capitalista sobre la Tierra
en todas las direcciones. Aportes del Marxismo Ecológico. Revista eomai, 26.
Taibo, Carlos (2017). Colapso: capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo (prime-
ra ed). Buenos Aires: Libros de Anarres.
Tapia, Asier (2018). Los Objetivos de Desarrollo Sostenible como el último paso tec-
nicador del discurso de Desarrollo. Revista Internacional de Cooperación y Desarrollo,
5(2), 211-224. hps://bit.ly/3W1EyMC
Terradas, Liliana, et al. (2022). Semillas genéticamente modificadas y derechos de
propiedad intelectual. En Urphy Vasquez y Antonio De Lisio (Eds.), Cambio am-
biental global, metabolismo social local, gobernanza y alternativas: desastres ambienta-
les y catástrofes sociales : rutas del capitalismo depredador (pp. 63-68). Buenos Aires:
CLACSO.
Tomlinson, Brian (2021). Total Ocial Support for Sustainable Development (TOSSD):
Game changer or mirage?
United Nations (2011). e Great Green Technological Transformation. En World Eco-
nomic and Social Survey. Nueva York: United Nations.
Vela, Corsino (2018). Capitalismo terminal. Anotaciones a la sociedad implosiva. Madrid:
Tracantes de Sueños.
Vela, Corsino (2022). La sociedad implosiva. Tracantes de Sueños.
Wallerstein, Immanuel (1998). Impensar las ciencias sociales. Ciudad de México: Siglo XXI
Editores.
326
la cooperación internacional en la encrucijada
Weeks, Kathi (2020). El problema del trabajo. Feminismo, marxismo, políticas contra el traba-
jo e imaginarios más allá del trabajo. Madrid: Tracantes de Sueños.
Žižek, Slavoj (2003). El espectro de la ideología. En Slavoj Žižek (Ed.), Ideología: un mapa
de la cuestión (pp. 7-42). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina.
La cooperación internacional en la encrucijada:
reglobalización versus órdenes mundiales solapados
coeditado por el Instituto de Ciencias Sociales
y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y
la Editorial de la Universidad de Cantabria,
se publicó como libro electrónico de acceso gratuito
en noviembre de 2023.
ResearchGate has not been able to resolve any citations for this publication.
ResearchGate has not been able to resolve any references for this publication.