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, … .
QHAPAQ ÑAN,
ARQUITECTURA VERNÁCULA
Y DEL INKA EN EL SALVADOR, REGIÓN DE
ATACAMA. RECONOCIMIENTOS INICIALES
.* **
Se presenta el reconocimiento preliminar de los reos arquiteónicos de un tramo de 4 km del Qha-
paq Ñan exiente en el cerro Indio Muerto, El Salvador, Región de Atacama. Asimismo, se expone
ampliamente el marco teórico que se eá utilizando para eudiar las manifeaciones arquiteó-
nicas del camino, comenzado por las diinciones sintáicas y algunas consideraciones semánticas
iniciales. Se procuran diinguir aportes vernáculos y del Inka***, como las posibles signicaciones
sociales y culturales durante el domino del Tawantinsuyu en la localidad.
Palabras claves: Qhapaq Ñan, arqueoarquiteura, reos arquiteónicos vernáculos y del
Inka, El Salvador.
ABSTR ACT
On-going preliminary research of architeural remains localized on a 4 km long segment of the Qha-
paq Ñan on Indio Muerto hill at El Salvador, in the Atacama Region of Chile, is presented . e theore-
tical framework employed in this architeural udy as well as its syntaic diinions and initial
semantic considerations are also proposed . Finally, tentative divisions between local and Incan ar-
chiteure and their social and cultural implications, once the Tawantinsuyu domain of the locality
took place, are also hypothesized.
Key words: Inca road syem, architeural archaeology, local and inca architeural re-
mains, El Salvador, Chile.
***
Entre los años y se efeuaron regiros arqueológicos super-
ciales y de conservación en un tramo de km del Qhapaq Ñan de El
Salvador, Región de Atacama (Figuras y ) (González et al. , Wes-
tfall y Caells , Wefall y González , González y Wefall , ,
González , Wefall et al. ), reconocido por Iribarren y Bergholz (-
) y luego por puntuales eudios (Hermosilla , Sánchez , Cervelli-
no , Vásquez et al. ), previos a nuera intervención. Eos trabajos se
desarrollaron dentro del Siema de Evaluación de Impao Ambiental (Ley nº
.), generados por División Salvador de Codelco-Chile, pueo que el tramo
se encuentra en sus inalaciones, emplazado a . m de altura en el faldeo
oee del cerro Indio Muerto, a km al suree de El Salvador. De ea manera,
* Ilu re Municipal idad de Diego de A lmagro, Avda , Diego de Alma gro , Diego de A lmagro.
E-mail: inkacarlitos@yahoo.es
** Tagua tagua Cons ultores, cas illa , cor reo de Paine, R. M. E-mail : catherine.wefall@gmail.com
*** In ka con «k » se util iza con el Sapa q Ink a, el gentilicio quechu a «in ka», una caraer íica política y una concre ta
mater ialidad; m ientras la gr afía «c» se ocup a con el gentilicio e spañoliza do «incaico».
retomamos los eudios pioneros de Iribarren y Bergholz, que determinaron
la liación incaica de un tramo mayor, incluidos los km, abarcando desde
el Juncal por el norte haa Mina Galleguillos por el sur (Iribarren y Bergholz
-: ), reriéndose a la cerámica y a las eruuras arquiteónicas.
Tanto en esa síntesis y en las observaciones de Cervellino () –que ubica
sitios en el camino de El Salvador–, el tratamiento hacia los reos inmuebles
ha sido descriptivo, remitiendo sus funciones al tamaño y a categorías etno-
hióricas (tambos, tambillos y tambitos), sin diinguir entre conrucciones
vernáculas y del Inka, obviando posibles reocupaciones. Ellas serían esclare-
cidas con futuras excavaciones, consideradas como medidas de compensa-
ción cuando Codelco amplíe sus explotaciones mineras y se enajenen m
de camino prehispánico en un seor altamente obliterado, según una Reso-
lución de Calicación Ambiental, acordada con el Consejo de Monumentos
Nacionales. En ee contexto, nuera inveigación en el tramo comprendió:
) análisis micromorfológico (Trombold , Wefall y González ), desde
el Túnel de Ventilación nº por el norte y la ruta C- por el sur (coordenadas
UTM . E / .. N y . E / .. N, Datum Prov. Sam ), en
un ancho de m a cada lado, recabando información en dirección norte-sur
mediante prospección pedere; ) regiro de sitios arqueológicos inéditos
adyacentes o próximos a la ruta*; ) medidas de conservación y reconitución
eética (Wefall et al. ); ) implementación de cierres perimetrales con
carteles en los sitios aledaños al camino; y ) políticas educativas para Divi-
sión Salvador, la comunidad local y otros ámbitos (González , González
y Wefall ).
* El concepto « ruta» c orresponde a un itinerario o derr otero de un vi aje, de naturale za abra a y una «v ía» se
dene como e l conjunto de expre siones caminer as tangibl es (Berenguer et a l. : ).
Figuras 1 y 2: Izquierda: El Salvador en la Región de Atacama. Derecha: Tramo de camino incaico estudiado
(marcado por la línea b lanca).
, … .
Desde el año comenzamos a siematizar la data arquiteónica del
tramo, por ello en ee trabajo presentamos una aproximación inicial sobre el
tema, detallando antes el marco teórico-metodológico propueo, con la ex-
posición sumaria del modelo semiótico arquiteónico. Por último, se dan a
conocer los avances inveigativos sobre los reos arquiteónicos del Qhapaq
Ñan de El Salvador. Con eos antecedentes, revisamos ahora los referentes
teóricos y metodológicos del trabajo que se encuentra en desarrollo.
-
Concebimos a las conrucciones del pasado como aivos teimonios socia-
les y monumentos con valor arqueológico, como eventos de cultura material
social, simbólicamente conituidos (Gallardo : ), resultantes de pro-
cesos de signicación. En ea perspeiva, la arquiteura es una denida
materialidad produora de signos de una sociedad, representando visual y
semióticamente una realidad y un ao de comunicación (Eco : ). En
consecuencia, proponemos la faibilidad de aplicar un análisis semiótico a
las creaciones arquiteónicas de cualquier especicación temporal, social
y cultural. Desde aquí surgió la alternativa de analizar con la semiótica de
la arquiteura, las creaciones incaicas y locales, aproximándonos a las de-
notaciones y connotaciones de aquellas obras y cómo eos aspeos aúan
dentro del proceso de dominio incaico, entendiendo que el ámbito coneivo
de los signicados de la connotación, le corresponde a la ideología (Barthes
). En ee contexto, se inveigará la arquiteura por sus especicacio-
nes formales, espaciales y perceptivas, correspondientes a las morfologías, los
diseños y las percepciones visuales de las conrucciones, integrándolas en
un análisis semiótico triádico, eudiando las funciones semióticas de eas
obras y su incidencia en un proceso de comunicación visual entre el eado
incaico y las poblaciones locales. De ea manera, se espera denir su inuen-
cia en las relaciones sociales, en un siema de signicación ideológica y en
la eruuración de un espacio de dominio incaico conruido socialmente,
develando sus particularidades y contraación con el paisaje* cultural local.
Por lo anterior, el monumento arquiteónico se dene como un signo con
implicancias signicativas que ordena un espacio cultural, conituyendo una
«conrucción que posee valor artíico, arqueológico, hiórico, etc.» (Dicciona-
rio Esencial : ). De allí que el monumento sea un produo articial, so-
cialmente intencionado, explícito, espacialmente visible y perdurable (Criado
), independiente de su tamaño. Eo lleva a asumir que una edicación es
un documento hiórico de caráer arqueológico, que debe ser eudiado con
una metodología arqueológica (Mañana et al. : ).
La semiótica de la arquiteura pretende ordenar los signos arquiteóni-
* Paisaj e cu ltural es un «produ o soc io-cultural cre ado por la objetivaci ón, sobre el medio y en términos es paciales, de
la acci ón social tanto de c aráer materi al como imagi nario» (Criado : ).
cos y unicar problemáticas de comunicación y signicación en torno a las
obras arquiteónicas. Por consiguiente y desde una semiótica triádica, el
signo arquiteónico presenta: el representamen o signo, que representa otra
cosa; el interpretante, como la idea del signo en la mente de quien la percibe,
correspondiendo a una denición conceptual y a un efeo del signicado; y
el objeto, aquello representado por el signo, en términos referenciales a una
idea o fundamento (Peirce , ). La participación de un signo en la se-
miosis –proceso donde un signo funciona como algo–, se determina por el
análisis semiótico. Eo que puede parecer de perogrullo no es tal, pueo que
la exiencia de objetos no necesariamente implica una semiosis, ya que no
todo signo reere a un objeto exiente (Morris : ), como lo prueban
los relatos míticos con seres fantáicos. En el caso peirceano, la semiosis no
presenta límites, pueo que un interpretante concatena un signo con otros,
sucesivamente, en la vida social, en una semiosis ilimitada (Eco : -).
Asimismo, Morris () generó tres dimensiones analíticas: sintáica (aque-
llo que representa); semántica (aquello que eá representado); y pragmática
(o las reglas de uso que rigen en cada contexto de interpretación); faibles de
integrar con la data arqueológica.
La metodología comprende un análisis formal, con la denición de la for-
ma y organización del diseño arquiteónico, relacionando la forma con los
elementos de la arquiteura (Trabucco ) y su aporte al espacio conrui-
do; mientras que la organización espacial procura especicar la forma geomé-
trica básica del espacio conruido, para determinar el diseño de las edica-
ciones. Además, el análisis contempla la conguración eratigráca muraria
y espacial, el patrón de emplazamiento, la articulación interna - proyeán-
dose hacia las probables funciones sociales -, las condiciones de visibilidad
y visibilización y los patrones de movimiento y accesibilidad (Mañana et al.
). Dentro de lo formal, el análisis espacial describe los niveles espaciales
que inciden en los faores organizativos internos, como sus relaciones con
otros espacios conruidos y los principios ordenadores, como los criterios
de emplazamiento, entre otros (Ching ). En resumen, el análisis formal
comprende: ) descripción formal (emplazamiento, relaciones conruivas,
elementos y composición arquiteónica); ) descripción de las relaciones es-
paciales (modo de relación, forma y siema de organización); y ) denición
de forma básica (la idea del diseño conruivo), forma especíca (correspon-
diente al resultado de la manipulación de la forma básica) y modelo concre-
to hipotético de la organización espacial de la conrucción. Igualmente, se
analizará la arquiteura desde la perspeiva de la percepción, ya que la or-
ganización del espacio responde a cueiones formales y principios arquitec-
tónicos, ajuándose al orden perceptivo de sus conruores (Mañana et al.
), considerándose los análisis de circulación (dirección y sentido, modos
de acceso, recorrido y forma interna del espacio); visibilidad (dominio visual
en un espacio conruido a través del movimiento) y visibilización (identi-
cación del orden y organización perceptiva de manera eática). Inrumen-
, … .
talmente, se ocupará la cha arquiteónica de Caro y colaboradores (),
además del manual de Ching ().
Relación sumaria del modelo semiótico de
Meissner y colaboradores ()*
Metodológicamente, se prosigue con la aplicación de ee modelo, que ana-
liza semánticamente la arquiteura, atendiendo a la relación direa con el
medio cultural generativo y su contextualización hiórica, deniéndose los
análisis: ) sincrónico, con la descomposición y clasicación sintáica, se-
mántica y pragmática; y ) diacrónico, con la obra en el contexto cultural,
geográco e hiórico. El modelo comprende a la arquiteura como una en-
tidad totalizada, posibilitando su desarticulación siemática en eruuras
independientes por un proceso de adscripción a un especíco siema; proce-
dimiento que reconoce signos adscritos a la «eruura conguradora», «es-
pacialidad congurada» y, si es posible, a sus «relaciones interdependientes».
Complementan la propuea, los signos del espacio congurado o elementos
de la composición arquiteónica (Trabucco ), integrando los signos de la
eruura y la espacialidad conguradora, con relación a las determinantes
sintáicas, semánticas y pragmáticas, deduciendo los códigos arquiteóni-
cos presentes. En ee sentido, se presenta el signo arquiteónico del modelo
(Tabla ) (Meissner et al. : ):
A ee proceder metodológico, se incorporarán los datos arqueológicos de los
sitios, con la información de las excavaciones, los aportes cerámicos, líticos,
fechados, entre otros, cuando ellos eén disponibles, para contar con un mar-
co hiórico cultural e información conduual que pueda contraarse con
la data arquiteónica. Haa el momento, se posee un regiro supercial de
los sitios y se ha dado comienzo al análisis formal de la arquiteura. De ee
modo, se resumen a continuación los primeros antecedentes arquiteónicos
que hemos recabado en el Camino del Inka de El Salvador.
Síntesis de los reos arquiteónicos del Qhapaq Ñan de El Salvador
Las caraeríicas del tramo eudiado, a lo largo de todo su desarrollo,
permiten su inclusión dentro de la categoría de caminos informales (Trom-
bold ), por la exiencia de una despejada senda (sensu Berenguer et al.
* Por rer icciones de esp acio, en otra oportunid ad se expond rá con mayor det enimiento el modelo y su apl icabili-
dad conc reta en un tramo de c amino mayor en A tacama, d iverso arquit eónicament e hablando.
Tabla 1: Signo arquitec tónico del modelo (Meissner et al . 2000: 170).
Signo arquiteónico Signicante Sintáica Plano de expresión
Signicado Semántica Plano de signicación
Intérprete Interpretante Pragmática Plano de utilización
), de un ancho promedio de cm (Figura y ); solamente un angoo
enlace de Sal con la ruta, presenta una delimitación lateral por piedras.
De los sitios consignados en el tramo (ver Tabla ), presentan reos
arquiteónicos, en su mayoría asociados direamente a la ruta, salvo los
aleros rocosos Sal *, Sal y Sal y el taller lítico Sal , diantes a
m del trazado vial. En términos sintáicos, los sitios con arquiteura
exhiben formas diversas (irregulares, subcirculares, etc.) (Figura ), reducido
tamaño (menores a m de diámetro en el caso de las eruuras circulares
y subcirculares) - a excepción del sitio Sal -, muros pircados de baja altura,
* Los sitio s de El Salvador l levan la abrev iatura «Sa l» y un número cor relativo a par tir del .
Figuras 3 y 4: Izquierda: Camino del Ink a en el tramo estu diado. Derecha: Sitio Sal 5, con estructura subcircular.
En su interior se recolectó supercialmente cerámica Diaguita III.
Figuras 5 y 6: Izquierda: Sal 9 y piques. Derecha: Hito caminero Inka en abra o portezuelo, Sal 6-7-8.
, … .
Sal
E. Ovoidal Simple puerta NE
E. Subcircular Simple
E. Subcircular Simple
E. Irreg ular (muro) Simple
E. Circular Simple
E. Subcircular Simple
E. Irregular Simple
Sal E. Irregu lar (muro adosado a
bloque ) Simple puerta NO
Sal E. (Hito) Circular (cimiento)
Sal E. Subcircular (forma de «S») Simple
puertas SO y NE
E. Arco (muro adosado a bloque) Simple
Sal E. Irregular (muro adosado a
bloque) Simple puerta SO
E. Subcircular Simple
Sal
--
E. Subreangular Simple puerta NE
E. Subreangular Simple puerta N
E. Subreangular Simple puerta NE
E. Subcircular Simple
E. Irregular Simple puerta E
E. Irregular Simple puerta N
E. Irreg ular Simple puerta E
E. Arco Simple puerta SE
E. Arco Simple puerta SO
E. Irreg ular Simple puerta NO
E. Subcircular Simple
E. Subcircular Simple
E. Subreangular Simple
E. Irreg ular (muro) Simple
E. Arco Simple puerta SO
Sal E. Reangular Doble puerta NO
E. Reangular Doble
Sal
E. (Hito) Circular (cimiento)
E. (Hito) Circular (cimiento)
E. Arco Simple puerta E
E. Arco Simple puerta E
E. Subcircular Simple
Sal
E. A rco Simple puerta SE
E. Arco Simple puerta SE
E. Arco Simple puerta NO
E- Arco Simple puerta NO
E.A A rco Simple puerta NO
E.B Arco Simple puerta E
Tabla 2: Evidencias inmuebles consignadas.
aproximadamente , m de altura (considerando colapsos interiores y exte-
riores), predominando la hilera simple, sin argamasa y práicamente sin hi-
ladas, con exiguas deniciones rúicas, correspondiendo a eruuras uni y
birecintuales de faura expeditiva (Figura ). Las eruuras eán aisladas
y adosadas a bloques erráticos. Sólo Sal presenta planta ortogonal con dos
eruuras reangulares contiguas, de mediano tamaño y muros dobles con
relleno. Práicamente todos los sitios, salvo Sal en una quebrada, se locali-
zan en seores planos del cerro Indio Muerto, en cerros islas o eribaciones,
con excelentes condiciones de visibilidad hacia el llano y la cordillera. Por su
parte, en Sal , Sal y Sal se consignaron cimientos de hitos pila. Mientras
que pisos despejados abiertos y un hito tronco-cónico de cm de diámetro
(Figura ), se ubicaron en un abra de Sal --, junto a mineral de cobre moli-
do, cerámica Tardía y pequeños fragmentos de conchas, concordando con los
pasos tradicionalmente ritualizados (Núñez : ).
A partir del regiro supercial de los sitios y del tramo, las recolecciones y
los datos iniciales del análisis arquiteónico formal*, se sintetizan en ea
sección planteamientos hiórico-culturales sobre las conrucciones cami-
neras, poulando preliminarmente algunas de sus signicaciones. Asimis-
mo, se presentan determinaciones arqueológicas, como que el camino del
cerro Indio Muerto corresponde a la continuación de la ruta troncal incaica
proveniente del Salar de Atacama (Niemeyer y Rivera , Hyslop y Rivera
* La aplica ción del marco teóric o-metodológic o, con la prosecución del aná lisis forma l, espacial y de la perc epción,
como del modelo s emiótico arqu iteónico, se e ncuentra en desar rollo.
Sal E. Subreangular Simple puerta E
Sal E. Subcircular Simple puerta N
Sal E. Subcircular (adosada a bloque) Simple
Sal E. Subcircular (adosada a bloque) Doble
Sal
E. Subcircular Simple
E. Reangular Simple
E. Subreangular Simple
E. Subcircular Simple puerta NO
E. (Hito) Circular (cimiento)
Sal E. Reangular (adosada a
bloque) Simple
E. Subreangular Simple
Sal
E. Subcuadrangular Simple
E. Subreangular (adosada a
bloque) Simple puerta S
E. ¿Subcircular? Colapsada
E. Ovoidal Doble
, … .
), recuperándose en el tramo la siguiente cerámica diagnóica: Ánimas
I, Ayquina, Diaguita III, Inka-La Paya, Inka Cusqueño y Saxamar. Por lo tanto,
se poseen teimonios del uso de la ruta desde Ánimas, que luego se formaliza
con el dominio inka. Sin embargo, su aivación debió ser anterior, por la alfa-
rería Formativa atacameña de la MLT (Mina Las Turquesas), anexada después
al camino inka (González y Wefall ).
Si nos basamos en la tradicional tipología arquiteónica inka (Kendall
, Gasparini y Margolies , Rano , entre otros), no sería posible
adscribir la mayoría de las eruuras al accionar incaico. Sin embargo, no
objetamos que grupos caravaneros incaizados las hayan generado, pueo que
en de los sitios se ubicaron evidencias prehispánicas, entre ellas Tardías,
remitiéndose la cerámica Ánimas sólo a Sal , posiblemente el único sitio de
conrucción vernácula; tampoco descartamos la reutilización de eruu-
ras, lo cual sería respondido por las excavaciones. Por otro lado, es signi-
cativa la disposición eratégica de práicamente todas las eruuras a la
vera de un camino claramente incaico, presentando conspicua cerámica Tar-
día y Cusqueña. En consecuencia, consideramos que la mayoría de las eruc-
turas serían de época inka, ocupadas como refugios temporales o parapetos,
sin dejar de lado un uso ritual, por su concentración en el mencionado cerro.
Apoyaría lo anterior Sal , ubicado en un cerro isla a m al ee del traza-
do vial, con eruuras en su cumbre, sendas formalizadas, un hito, conchas
marinas, ausencia de piques mineros y de asentamientos, congurando un
espacio con una ordenación signicativa, probablemente ritual e inka. El sitio
Sal , con deniciones ortogonales, muros dobles, sello de cerámica al parecer
Tardío y piques cercanos, suentaría también la impronta del Tawantinsuyu;
al igual que los hitos camineros del tramo. Morfológicamente, los sitios y el
camino de El Salvador, concuerdan con hallazgos presentes en el Qhapaq Ñan
del Alto Loa (Berenguer et al. ) y del Salar de Atacama hacia el sur (Nie-
meyer y Rivera ), conformando una identidad arquiteónica dentro de la
vialidad incaica del desierto atacameño.
La adscripción de la mayoría de los reos arquiteónicos al Período Tardío,
pone en tela de juicio el poulado que en zonas de baja densidad demográca
local, como en El Salvador, la impronta conruiva inka debiera presentar
«mayor pureza» con respeo a zonas más densamente pobladas (Berenguer
et al. ), no suentándose en la localidad por las pequeñas conruccio-
nes presentes. Incluso la inalación inka «más pura» (a partir de un RPC), el
Tambo de La Sal, se encuentra a km al suroee de El Salvador, alejado de la
producción minera del cerro Indio Muerto, a diferencia de lo observado en El
Abra, Alto Loa, con una integración entre diintiva arquiteura y los piques
mineros explotados en época inka (Salazar ).
Por otro lado, no se poseen haa el momento antecedentes para asimilar
las eruuras del tramo a categorías como «tambillos» (Niemeyer y Rivera
) o «tambitos» (Cervellino ), porque sus depósitos aun no eán deter-
minados, como tampoco su funcionalidad, pudiendo incluso corresponder a
jaranas o paskanas caravaneras (Nielsen ) preincaicas, coherentes con la
acentuada ocupación del Intermedio Tardío atacameño de la MLT (González
y Wefall ). Igualmente, las deniciones arquiteónicas de «tambillo»,
«tambito» y «chasquiwasi», tampoco eán fundamentadas en términos ar-
queológicos, pese a los aportes de Hyslop (), primando sólo el criterio de
proximidad al camino y sus reducidas dimensiones, insucientes para preci-
sar sus diinciones. Otra opinión en torno a las eruuras pequeñas vincu-
ladas a la ruta inka, son considerarlas como «pueos de vigilancia», porque
se emplazan en lugares de gran visibilidad, observando el tráco (Vitry ).
Si bien es una posibilidad, se deaca la coerción y una perspeiva militar,
olvidando que el Inka más allá de un control, genera su propia espacialidad en
términos sociales (Acuto ), siendo la arquiteura, el camino y los reos
muebles sobre el trazado, los sellos initucionales incaicos denotativos. Por
consiguiente, poulamos que las obras del tramo que adscribimos al Tawan-
tinsuyu, conforman una arquiteura connotativa y mnemotécnica del poder
del Inka, independiente del tamaño y de la ausencia de monumentalidad, ar-
ticulándose radicularmente desde el Qhapaq Ñan, sacralizando y resemanti-
zando el espacio de un dirito minero como El Salvador.
Agradecimientos: A División Salvador de Codelco-Chile y a la
conservadora Carmen Caells.
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