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Qhapaq Ñan y la ocupación incaica de la puna atacameña

Authors:
  • Fundación Ciencia Atacama
  • Fundación Ciencia Atacama
CAPÍTULO 26
SIMPOSIO 26
TAWANTINSUYU 2010
Coordinadores
J. Roberto Bárcena
INCIHUSA-CONICET
FFyL-UNCuyo
Christian Vitry
UNSalta
Evaluadores
Carmen Arellano
Museo Nacional de Arqueología
Antropología e Historia del Perú
Eduardo E. Berberián
CONICET, Universidad Nacional de Córdoba
José Berenguer
Museo Chileno de Arte Precolombino
Ramiro Matos
National Museum of the American Indian
Smithsonian Institution
Axel Nielsen
CONICET, Instituto Nacional de Antropología
y Pensamiento Latinoamericano
Johan Reinhard
National Geographic Society
Álvaro Román B.
Laboratorio de Dosimetría, Facultad
de Física, Pontificia Universidad
Católica de Chile
Calógero Santoro
Instituto de Alta Investigación
Departamento de Antropología
Universidad de Tarapacá
Rubén Stehberg
Museo Nacional de Historia Natural,
Santiago de Chile
Myriam Tarragó
CONICET, Museo Etnográfico,
Universidad de Buenos Aires
Mariusz Ziolkowsky
Centro de Estudios Precolombinos
Universidad de Varsovia
QHAPAQ ÑAN
Y LA OCUPACIÓN INCAICA DE LA PUNA ATACAMEÑA (III
REGIÓN, CHILE). NUEVOS REGISTROS Y PERSPECTIVAS
Carlos González Godoy y Carmen Castells Schencke
Introducción
A raíz de nuevas investigaciones arqueológicas sobre la temática incaica en el territorio de la comuna de Diego
de Almagro, III Región de Atacama, Chile, hemos desarrollando desde 2009 un programa de prospecciones
sistemáticas en sierras, aguadas, vegas y sectores adyacentes, entre las Cordilleras de Domeyko y de Claudio
Gay, en el espacio puneño del desierto meridional del Desierto de Atacama, abarcando un área aproximada de
2.800 km2, ubicada entre los salares de Pedernales y Maricunga, al Oeste de las Sierras Buenos Aires y Agua
Amarga, a más de 140 km al Noreste de la ciudad de Copiapó1; hasta ahora esta zona carecía de investigaciones
arqueológicas. Producto de este trabajo, efectuamos el hallazgo de tres sitios incaicos inéditos en las localidades
de Carachapampa, Barros Negros y Las Lozas, que se unen a dos registros anteriores en las vegas de Pastos
Largos y Leoncito, denominados “Tamberíos” por Iribarren y Bergholz (1972-1973: 248-249). En Leoncito los
autores aludidos reconocen algunos fragmentos cerámicos “rústicos”, mientras en Pastos Largos indican la
presencia de material lítico, escasas puntas de proyectil y una piedra tacita, considerando que tales lugares
respondían como puntos de abastecimiento de agua, materias primas líticas y para ejecutar actividades de caza
(op. cit.); no mencionan la existencia de cerámica incaica como de restos viales del Inka.
El conjunto de estos sitios, los dos reseñados por Iribarren y Bergohlz y los tres descubiertos por nosotros,
demuestran el gran potencial informativo que representan para aproximarnos al conocimiento de las actividades
impulsadas por el Inka, como de las poblaciones incorporadas a las dinámicas culturales y sociales del
Tawantinsuyu en la Puna Meridional atacameña, la cual, por los inéditos antecedentes que presentamos, no
estuvo exenta de su interés, al contrario de las concepciones sobre la ausencia de ocupación incaica en el
“Despoblado de Atacama” y su espacio puneño. En este sentido, se ha considerado al desierto sólo como un
territorio vacío y de tránsito, con la conspicua y solitaria presencia del Qhapaq Ñan que proviene de Peine y
llega hasta Copiapó (Mostny 1972: 157). A lo largo del tiempo se consolida esta visión, de allí los estudios
monográficos que comprenden distintas extensiones y características de tramos viales incaicos desde el borde
oriental de Salar de Atacama en dirección Sur hasta Juncal, o desde este punto hasta Mina Galleguillos-El
Morado (Iribarren y Bergholz 1972-1973; Iribarren 1975; Niemeyer y Rivera 1983; Hyslop y Rivera 1984).
También se han señalado algunos detalles generales del tramo ubicado al Norte de Copiapó hasta el Oeste del
Salar de Pedernales, con la presencia de los tambos Juncal, Carrizo y Río de La Sal; este último, cerca de El
Salvador (Raffino 2004: 62-63). Sin embargo, y considerando el aporte de estas contribuciones, no existía hasta
nuestros trabajos una visión integral del tramo entre El Salvador y Copiapó, consignando aproximadamente 150
km de este camino troncal, sus construcciones asociadas y restos muebles (González 2007).
Se planteó para las regiones de Atacama y Coquimbo un dominio incaico directo, sin la participación de núcleos
poblaciones externos que mediaran entre los componentes cuzqueños y las poblaciones locales (Llagostera 1976:
213-215). Igualmente, se sugirió que la frontera institucional del Tawantinsuyu, desde una perspectiva ecológica
y andina, llegaba hasta el valle de Copiapó (Silva 1977-78), agregándose el carácter sectorizado de la conquista
inka de las regiones de Atacama y Coquimbo, dependiente de la distribución de los recursos mineros (Silva
1985: 329). En contrapartida, se llegó a postular una presencia inka “menos intensa” en el Desierto de Atacama,
entre San Pedro de Atacama y Copiapó (Rivera 1993-98: 73; 2002: 139-140), en comparación con evidencias
más septentrionales, considerando que la “última” y “verdadera” instalación incaica está próxima a Copiapó
(Rivera 2002: 140). Por consiguiente, el panorama respecto a la comprensión de este proceso en el extremo
meridional del Desierto de Atacama es difuso y aun desconocido, pese a los recientes esfuerzos por reconocer la
importancia de los espacios internodales de los Andes Circumpuneños (Nielsen 2008; Berenguer 2010), como al
incremento de las investigaciones de la ocupación inka en localidades como El Salvador y Finca de Chañaral, al
Norte de la III Región. Desde estas consideraciones el presente trabajo, desarrollado a partir de un enfoque
arqueológico y etnoarqueológico, apunta a dar a conocer nuevos registros incaicos, probablemente relacionados
Departamento de Cultura y Turismo. Ilustre Municipalidad de Diego de Almagro. Programa Doctorado en Antropología (UTA-UCN).
Becario CONICYT, Chile. E-mail: inkacarlitos@yahoo.es
Patrimonio Consultores, Chile. E-mail: carmen_castells@yahoo.com
1 Paralelamente proseguimos los registros en el Camino del Inka desde El Salvador hasta Copiapó (González 2007, 2008, 2009; González y
Westfall 2010).
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a una desconocida ruta incaica transversal, junto con exponer algunos postulados arqueológicos, dirigidos a
iniciar la definición de las características de la ocupación incaica de la precordillera y cordillera de la comuna de
Diego de Almagro, como también abordar su articulación con los sitios del Qhapaq Ñan entre El Salvador e Inca
de Oro, al igual que con los espacios transcordilleranos.
Los sitios incaicos cordilleranos. Primeros registros.
Los cinco sitios localizados, Carachapampa (4.001 msnm), Pastos Largos (3.849 msnm), Leoncito (3.654
msnm), Las Lozas (3.800 msnm) y Barros Negros (3.800 msnm), se emplazan prácticamente todos ellos en
quebradas y cercanos a vegas con pastos y recurso hídrico (Figura 1). Se distancian en un radio de casi 4 km y
más de 27 km, demostrando un definido patrón de ocupación quebradeño y una dirección transversal, Este-
Oeste, en el caso de los sitios Barros Negros, Las Lozas y Leoncito. El primero y el segundo distan 13 km, y este
último con el tercero, se encuentran separados por 14,4 km. Asimismo, es probable que Carachapampa y Pastos
Largos, distanciados 3,8 km entre sí, formen un conjunto ocupacional enfocado a determinados propósitos
funcionales, los cuales serán respondidos más adelante, siendo factible sugerir vinculaciones de este foco
ocupacional, en sentido vertical, Norte-Sur, con el yacimiento Las Lozas (Figura 1). En la actualidad Leoncito y
Pastos Largos (Foto 1) poseen agua, ya que el primero corresponde a un río de régimen cordillerano y el segundo
a una vega, mientras que en los restantes se aprecian depósitos calcáreos, evidenciando la existencia del recurso
hídrico en el pasado. En los cinco sitios se encuentran restos arquitectónicos, por lo general de similares
definiciones morfológicas (Foto 2), un patrón disperso de ocupación y materiales culturales y ecofactuales en
superficie, presentes en distintas frecuencias. Estimamos para los sitios un rango aproximado de ocupación del
espacio entre 8.000 y 40.000 m2
Figura 1. Sitios incaicos detectados (con la letra S). Otros puntos indican vegetación; sectores en estudio.
Con relación a los materiales, aun cuando restan análisis, se visualizan: fragmentación cerámica incaica en todos
los sitios (Foto 3), con distintas frecuencias; material lítico en los cinco yacimientos, desde núcleos, derivados
hasta instrumentos en proceso y finiquitados, utilizando materias líticas, al parecer, locales, destacando la
presencia de calcedonia, cuarzo y obsidiana; cuatro puntas de proyectil de morfología tardía (1.400-1.536 DC),
pequeñas, triangulares, pedunculadas y con aletas, confeccionadas en obsidiana, cuarzo y calcedonia en
Leoncito, y cuarzo en Barros Negros; un mortero cónico, tanto en Carachapampa como Barros Negros; restos
óseos de camélidos y trozos de minerales, ambos en cuantificaciones variables en todo el conjunto de sitios. En
Pastos Largos se consignó, además, una tortera de cerámica, avalando algún tipo de actividad textil. Finalmente,
valga destacar que Leoncito y Pastos Largos cuentan con cerámica Diaguita Inka, reconociéndose incluso
fragmentos de un jarro pato (Diaguita III) en Pastos Largos. Por el momento, no se han encontrado en los sitios
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componentes alfareros Copiapó y Punta Brava. Respecto a los restos inmuebles, se distingue la habilitación de
algunas plataformas de nivelación del terreno, por lo abrupto de las superficies, donde luego son levantadas las
construcciones. Las estructuras de los sitios, en regular estado de conservación, van desde una veintena hasta, en
un caso, superar las 40, encontrándose principalmente formas subrectangulares, subcirculares, en arco, elípticas,
irregulares, entre otras, con mayoritarias definiciones uni y birecintuales, sin distinguir morfologías con un
patrón arquitectónico cuzqueño (Kendall 1976; Gasparini y Margolies 1980; Raffino 1981; Hyslop 1990; entre
otros). Se aprecian paramentos generalmente bajos, muros dobles y simples, rústicos, empleando bloques
naturales con algunos desbastes, obtenidos de formaciones rocosas inmediatas. También se localizaron hitos,
cercanos a algunas instalaciones.
En cuanto a las ocupaciones subactuales, ellas se constatan por las modificaciones y desmantelamientos de las
estructuras incaicas originales, por lo mismo, no es claro si las escasas estructuras ortogonales visibles y de
muros dobles son efectivamente anteriores o de tiempos históricos (lo que será determinado por las
excavaciones), puesto que los Collas, habitantes históricos de esta zona, traen consigo está tradición
constructiva. Por ello no existe uniformidad constructiva en los sitios, aunque es probable, desde un análisis
preliminar, reconocer una modalidad prehispánica y otra histórica, que esperamos definir. Otros elementos
materiales subactuales en los sitios como tarros, herraduras de burros y de caballos, entre otros, fueron generados
por los grupos Collas como señalamos, quienes transitaban en época estival con sus ganados. Esta población
indígena ingresó al Norte de la Región de Atacama desde el Noroeste Argentino y la Puna de Bolivia desde la
segunda mitad del siglo XIX (Molina 2002). El dirigente Colla Salomón Gerónimo (com. pers. 2010), nos indicó
que Leoncito, Las Lozas y Carachapampa fueron ocupados hace 50 años por las familias Collas Marcial y
Gerónimo como veranadas para sus ganados (caprino, burros, equinos, mulares, ovinos y bovinos).
Foto 1. Pastos Largos. Foto 2. Estructuras, Carachapampa. Foto 3. Chua incaica, in situ. Las Lozas.
Comentarios y proyecciones investigativas
Los resultados iniciales del trabajo arqueológico realizado, nos ha permitido constatar la existencia de algunos
asentamientos incaicos donde se pensaba no existían evidencias de este tipo y, en consecuencia, ampliar el
conocimiento sobre las características de esta ocupación en un espacio internodal, circumpuneño, desértico y
puneño (sobre los 3.600 msnm), demostrando que el brazo expansivo incaico no estuvo remitido sólo al eje
troncal del Qhapaq Ñan o camino de la costa” del desierto interior de la Región de Atacama, entre Quebrada
Carrizo por el Norte y Copiapó por el Sur. Aunque se han reconocido contextos tardíos en la cabecera del río
Copiapó y afluentes, se aprecian diferencias respecto a los sitios que nos preocupan. En efecto, para la cuenca
alta del río Copiapó y sus afluentes, fundamentalmente en los ríos Jorquera y Figueroa, se observan numerosos
yacimientos de la Cultura Copiapó del Período Intermedio Tardío (PIT en adelante), para luego encontrar
contextos Tardíos de adscripción Inka Diaguita y Copiapó Inka (Niemeyer 1986; Niemeyer et al. 1993;
Cervellino y Gaete 2000; Gaete y Cervellino 2000), en cambio, los sitios acá reportados, ponen de manifiesto
una diferencial ocupación del espacio por parte del Inka, obedeciendo, según nosotros, a usos específicos que
dependen de las características de cada piso altitudinal, sus recursos distintivos, los núcleos poblacionales
preincaicos presentes y, respecto a los emplazamientos cordilleranos, a una simbólica orografía, absolutamente
sagrada (con wak’a y, posiblemente, algunos adoratorios en altura, aun no localizados), junto con representar
espacios de control, comunicación y tránsito entre el desierto interior y los espacios transcordilleranos que
conducen hacia la actual Antofagasta de la Sierra y a los otrora centros de poder incaico del Noroeste Argentino
(Raffino 2004); aspectos que serán analizados durante el curso de la investigación.
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En este sentido, dado el emplazamiento en sentido transversal, Oeste-Este, de tres sitios prácticamente
equidistantes, como Barros Negros, Las Lozas y Leoncito (Figura 1), es factible proponer una ruta inka que
comunicaba el desierto interior con este espacio puneño y se dirigiera hacia los territorios allende de Los Andes,
actuando en forma paralela al camino que debió existir desde el Copayapu incaico o Qhupi yapu (Mamani 1994:
119-120), entreverando distintos sitios del valle, entre ellos administrativos como Iglesia Colorada (Niemeyer et
al. 1993), en dirección a Tupiza en la actual Bolivia, “Chicoana” (Raffino 2004: 49-50) y otros puntos del NOA.
Por lo tanto, no existiría una sola ruta, el paso por el valle de Copiapó. Si bien no descartamos su relevancia y la
existencia de algunos segmentos registrados de camino incaico (Niemeyer et al. op. cit.), postulamos que debió
complementarse con otras vías, como la que planteamos en términos hipotéticos, puesto que faltan por ubicar
concretas evidencias viales, aunque los antecedentes hasta el momento apuntan en esa dirección. Incluso la
información etnoarqueológica obtenida, indica la conexión desde Leoncito con otro asentamiento en dirección
Este, traspasando la cordillera (Gerónimo 2010), actuando los sitios ubicados como posibles “tambos”; concepto
etnohistórico funcional que será evaluado oportunamente. En esta dirección, Hyslop indica que los caminos que
unen Chile y Argentina, a través del paso de Los Andes, serían secundarios, de uso estacional por causa del frío
intenso y las nevadas andinas, siendo prácticamente intransitables en invierno (Hyslop 1992: 122). De esta
manera, las ocupaciones de estos sitios no serían abundantes y remitidas, de acuerdo a nosotros, a actividades
estivales y distintivas del ámbito cordillerano, lo que deberían sustentar los contextos de los sitios registrados.
Asimismo, con este trabajo comenzamos a inquirir información concreta sobre otra ruta transandina que conecta
Chile con Argentina. En su mayoría estas rutas presentan nula información arqueológica, siendo prioritario su
estudio según Hyslop (op. cit.: 252).
Otra diferencia en los sitios detectados, con relación a sus contemporáneos del valle de Copiapó, es por ahora la
ausencia de componentes alfareros Copiapó y Punta Brava, lo que permite señalar por un lado que el interés de
los grupos Copiapó se enfocaba hacia cotas más bajas en oasis, vegas y aguadas del desierto interior, como a
espacios de vegas extensas en la cuenca alta del río Copiapó, sin incursionar hacia territorios más septentrionales
y puneños, de allí la ausencia de sus contextos en El Salvador, en el sitio Mina Las Turquesas, bajo control en el
PIT por poblaciones Atacameñas y luego en el Tardío por componentes exclusivamente Inka Atacameños
(González y Westfall 2005). Referentes Copiapó, Inka Copiapó, Diaguita Inka, además de componentes
cerámicos Punta Brava, se concentran en el oasis de Finca de Chañaral, distante 63 km lineales al Oeste de
Barros Negros, ubicado en la ruta incaica, troncal (en dirección NE-SO), entre El Salvador y Copiapó. Por lo
mismo, resulta factible suponer una vinculación durante el Período Tardío entre este oasis y los sitios que
tratamos, más allá de su clara conexión geográfica, los cuales en época estival debieron haber proveído de
bienes específicos a los asentamientos más estables del oasis, donde se aprecian indicadores agrícolas y diversas
actividades artesanales (González et al. 2008), junto a algún manejo de camélidos silvestres (Troncoso com.
pers. 2010). Por consiguiente, creemos que desde Finca de Chañaral, donde los incas “…tenían poblados…,y los
que estaban en este valle registraban el tributo que por allí pasaba oro y turquesas” (Bibar 1966: 19), se habría
estructurado la ruta incaica, siguiendo el derrotero de las quebradas, hacia las tierras altas.
Pese a la sintomática presencia de alfarería Diaguita III en algunos de estos sitios cordilleranos, desde nuestra
perspectiva no representa condición sine qua non para afirmar la existencia de mitmaqkuna Diaguitas,
obedeciendo probablemente a otras dinámicas culturales, entre ellas la circulación de objetos en el
Tawantinsuyu, considerando, además, que esta clase de sitios habrían sido habilitados y ocupados temporalmente
por grupos provenientes de núcleos poblaciones cercanos que conocían los secretos del desierto desde épocas
preincaicas (cumpliendo probables labores de mit’ayuq) (Rostworowski 2001: 259-260; Murra 1999, 2002: 261-
286) y que habitaban los “bolsones fértiles” circumpuneños (Nielsen 2008), como Finca de Chañaral o la
estancia minera atacameña de la Mina Las Turquesas en el Cerro Indio Muerto, El Salvador, distante esta última
a 43 km al Noroeste de Barros Negros. Esto implica que el Inka estructuraba administrativa, económica y
simbólicamente este territorio, considerando las particularidades ambientales, demográficas, culturales y
políticas existentes (Hyslop 1990), aunque el sustrato poblacional local haya sido bajo, disperso y de
formaciones con disímil desarrollo político (Atacameños y Copiapoes).
Seguramente estos grupos que ocuparon temporalmente los 5 sitios, articulados al sistema de dominio incaico,
debieron cumplir funciones específicas y controladas, de acuerdo a los intereses del Inka (minería, cacería,
vicuñas, recursos líticos, entre otros). Valga señalar que en sitios incaicos de tierras altas y de latitudes más
septentrionales, como por ejemplo en Miño 2 en las nacientes del Loa (Berenguer et al. 2005) y en el tambo
Cañapa, en el Norte de Lípez (Nielsen et al. 2006), se cuenta con un mayoritario índice de restos
arqueofaunísticos de vicuñas, dando cuenta a nuestro entender de una conducta especializada en tierras altas, de
la cual no habrían escapado los sitios que damos conocer (con huesos de camélidos en frecuencias variables,
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aunque faltan por ahora especificaciones de especie), por corresponder al hábitat de tal camélido, al igual que del
guanaco, no siendo extraño registrar camélidos silvestres en sitios más bajos ubicados en el desierto interior,
como en un contexto incaico del oasis de Finca de Chañaral (Troncoso com. pers.), como indicamos antes. Es
interesante comprender que la explotación de este recurso era institucional y estaba absolutamente normado
(Murra 1999: 84), dentro de las concepciones que el ámbito silvestre era propio del Inka (Nielsen et al. op. cit.:
231), correspondiendo las vicuñas y otros productos silvestres a “lo crudo”, perteneciente por antonomasia al
poder cuzqueño (Murra 2002: 253). Junto a lo anterior, destacar también que los camélidos, dentro de la
ideología andina, son vinculados hasta el día de hoy con el agua (Castro 2000: 108). Esto refirmaría el hecho que
los sitios reportados en este trabajo se ubican cerca de vegas y del río Leoncito, demostrando de este modo una
socioincaización del paisaje, que escapa a un mero entendimiento logístico sobre sus emplazamientos.
Evidentemente por las características que estos sitios presentan, en tierras altas y de tipo expeditivo, habrían
respondido a lugares de tránsito, desarrollando actividades en época estival, cuando las condiciones del tiempo lo
permitían, puesto que en invierno estos espacios son cubiertos en su mayoría por nieve, pudiendo corresponder a
“tambos”, pero que no se condicen con el patrón cuzqueño (Kendall 1976; Gasparini y Margolies 1980; Raffino
1981; Hyslop 1990), carecen de definiciones monumentales y de arquitectura militar. Estos antecedentes, junto
con los de El Salvador (González y Westfall 2010), cuestionan las concepciones respecto a que en zonas de baja
densidad poblacional, como el área de estudio, se hallaría una arquitectura incaica “más pura”. Por otro lado,
aunque Carachapampa corresponde a un topónimo quechua, debiéndose posiblemente a la expansión incaica,
ello debe ser relativizado, dado que en Argentina, cercano a Antofagasta de La Sierra en el NOA, se encuentra
una denominación similar, siendo probable la replicación en Chile de este nombre por los grupos Collas
provenientes del ámbito trasandino (Molina 2002).
En el presente trabajo hemos sintetizado algunos planteamientos guías que serán contrastados durante la
investigación, con la intención de precisar las particulares características de la ocupación del Tawantinsuyu de
este territorio puneño de la III Región de Atacama, definiendo sus objetivos, poblaciones involucradas y su
relación con los desarrollos incaicos del desierto interior y de los espacios transcordilleranos. En esta dirección,
partimos de la base de considerar nuestra área de estudio como un espacio de representación e incaización no
menor o marginal dentro de la dinámica de conquista y control del Inka, además de presentar una indiscutible
continuidad histórica, como lo atestigua la significativa presencia de los Collas.
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Carlos González Godoy y Carmen Castells Schencke
... Geomorphologically, it consists of several high-altitude basins that house a number of salt flats and saline lakes, inserted in the Great Pre-altiplanic Trench between the Precordillera range to the east and the Andes Mountain range to the west. Although this area has received less attention, various investigations in the last decades have reported archaeological findings that reflect the presence of late pre-Columbian agro-pastoralist groups (Cervellino 1982(Cervellino , 1998Cabello et al. 2010;González and Castells 2010;among others). ...
... Given its proximity and the obsidian types recovered, Infieles-1 could well have been an internodal site associated with the Aguas Calientes pass, while the Pedernales sites formed part of the route through the Leoncito pass. Other nearby archaeological sites south of Pedernales show an important east-west circulation as part of the Inka Road network or Qhapaq Ñ an (González and Castells 2010). ...
Article
We present obsidian compositional data obtained by X-ray fluorescence analysis in the Andean highlands (25-27°S/68-69°W) of northern Chile. Seventy-six samples (n = 76) from three lithic sources and six archaeological sites were analyzed, covering a chronological sequence from 10,100 to 500 cal BP. Compositional analyses indicate the exploitation of the Ciénaga Redonda and Cerro Manchado local sources as well as Ona-Las Cuevas and Salar del Hombre Muerto located between 200 and 230 km away on the eastern slope of the Andes, in northwestern Argentina. The results obtained show that the Puna de Copiapó has been a key area for circulation between the eastern and western slopes of the Andes since pre-Columbian times.
Thesis
Estudio sistemático de caminos ceremoniales en los Apus (montañas sagradas) del Tawantinsuyu, con especial énfasis en el volcán Llullaillaco (6.739 m) y el Nevado de Chañi (5.896 m). Se realiza una propuesta metodológica para su estudio y se brindan indicadores arqueológicos para su localización. Se dan a conocer más de medio centenar de montañas con presencia de caminos ceremoniales.
Article
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In the present paper we try to define the potential functionality of the Cruz Blanca site related to the inner space management, the interaction with the another contemporary settlements on this section of the Cañete middle valley, the relation with the vial network in the landscape, and the material culture found in the recent interventions realized under the project Qollqas of the middle valley of Cañete during the Inca dominion season 2014. En el presente artículo intentaremos definir la potencial funcionalidad del sitio de Cruz Blanca en relación al manejo de sus espacios interiores, la interacción con los otros emplazamientos coetáneos en esta sección del valle medio del río Cañete, su relación con la red vial en el paisaje y la cultura material hallada en las recientes intervenciones realizadas en el marco del proyecto Qollqas del valle medio de Cañete durante el dominio Inca en la temporada 2014.
Article
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La expansión del Collasuyo hacia el sur de Toconao, donde estaban sus términos, significo prolongar una ruta que siguiera la meseta altiplánica, donde se podían encontrar los elementos vitales sustanciales: agua y combustible. Aquellas fuerzas adelantadas del inca preparan el trazo, abren pozos y abrevaderos, construyen refugios que son elementales recintos pircados. Estos aposentos rústicos son los tambos o tambarías que todavía pueden reconocerse en ese prolongado camino.
Article
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Atacameño Prehistory seen through the lens of the El Salvador archaeological sites (Chile)
Estrategias ocupacionales incaicas en dos espacios internodales del Norte de Chile. Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena
  • J Berenguer
Berenguer, J. 2010. Estrategias ocupacionales incaicas en dos espacios internodales del Norte de Chile. Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo 2: 1388-1401. Valdivia.
Llameros de puna salada en los Andes del Norte de Chile. Pastoreo Altoandino
  • M Castro
Castro, M. 2000. Llameros de puna salada en los Andes del Norte de Chile. Pastoreo Altoandino. Editado por Jorge A Flores Ochoa y Yoshiki Kobayashi, pp. 85-109. Plural Editores, La Paz.
Asentamientos del Período Intermedio Tardío y Tardío en el sitio "El Castaño
  • M Cervellino
  • N Gaete
Cervellino, M. y N. Gaete 2000. Asentamientos del Período Intermedio Tardío y Tardío en el sitio "El Castaño", Río Jorquera, Valle de Copiapó-Chile. Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo 2: 641-653. Copiapó.
Asentamientos habitacionales de la Cultura Copiapó en el Río Jorquera, formativo del Río Copiapó
  • N Gaete
  • M Cervellino
Gaete, N. y M. Cervellino 2000. Asentamientos habitacionales de la Cultura Copiapó en el Río Jorquera, formativo del Río Copiapó, Región de Atacama, Chile. Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo 2: 607-629. Copiapó.
Travesía por el Camino del Inka en AtacaMaría La ruta sagrada de los minerales
  • G Gasparini
  • L Margolies
  • London
  • C González
Gasparini, G. y L. Margolies 1980. Inca architecture. Indiana University Press, Bloomington and London. González, C. 2007. Qhapaq Ñan en el extremo meridional del Despoblado de Atacama, Chile. Actas del XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tomo II: 511-518. Jujuy. ----2008. Travesía por el Camino del Inka en AtacaMaría La ruta sagrada de los minerales. Minería Chilena 320: 99-103. ----2009. Qhapaq Ñan en el extremo meridional del Despoblado de Atacama, Chile. Trabajo presentado al XVIII Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Valparaíso.
The Inka Road in the Atacama Desert
  • C González
  • C Castells
  • P Rodríguez
González, C., C. Castells y P. Rodríguez 2008. Informe Proyecto FNDR 2007: Investigación y Conservación de las Pictografías y del Patrimonio Arqueológico de Finca de Chañaral, Diego de Almagro, Región de AtacaMaría GORE Atacama e Ilustre Municipalidad de Diego de Almagro. Diego de Almagro. Manuscrito. Hyslop, J. 1990. Inka settlement planning. University of Texas Press, Austin. ----1992. Qhapaqñan, el sistema vial inkaico. Instituto de Estudios Andinos, LiMaría Hyslop, J. y M. Rivera 1984. The Inka Road in the Atacama Desert. Archaeology 37 (6): 33-39.