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Agroecología y derechos de las campesinas y los campesinos El rol de las mujeres en la tracción del proceso organizativo, la articulación y la transmisión de saberes de la agroecología como garantía de derechos en el marco de la UNDROP

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Abstract

En un contexto mundial de crisis socioambiental donde la tendencia continúa con la dinámica de acumulación del capital, privatización de los servicios, recortes del gasto social y sobreexplotación de los bienes comunes, se hace necesario pensar estrategias para construir sociedades que cuiden y sostengan la vida. En este sentido, las mujeres somos parte de procesos de resistencia colectiva en los que vinculamos el cuidado con nuestras prácticas agroecológicas. Es a través de ellas que impulsamos sistemas alimentarios saludables, a la vez que creamos espacios de encuentro, reflexión y formación política que contribuyen a fortalecer el tejido social y a mejorar nuestras vidas, tanto al interior de los hogares como en el ámbito colectivo.
junio 2023
volumen 38,
número 1
edición especial
Agroecología
y derechos
de las campesinas
y los campesinos
38.1 55
El rol de las mujeres
en la tracción del proceso organizativo, la
articulación y la transmisión de saberes de
la agroecología como garantía de derechos
en el marco de la UNDROP
KARINA ZON, MARÍA CLAUDIA DUSSI, LILIANA FLORES, MYRIAN BARRIONUEVO
En un contexto mundial de
crisis socioambiental donde
la tendencia continúa con la
dinámica de acumulación del
capital, privatización de los
servicios, recortes del gasto
social y sobreexplotación
de los bienes comunes,
se hace necesario pensar
estrategias para construir
sociedades que cuiden
y sostengan la vida. En
este sentido, las mujeres
somos parte de procesos
de resistencia colectiva
en los que vinculamos
el cuidado con nuestras
prácticas agroecológicas.
Es a través de ellas que
impulsamos sistemas
alimentarios saludables, a la
vez que creamos espacios
de encuentro, reexión
y formación política que
contribuyen a fortalecer
el tejido social y a mejorar
nuestras vidas, tanto al
interior de los hogares como
en el ámbito colectivo.
Karina Zon
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Como mujeres, decidimos transmitir nuestra experien-
cia de investigación-acción participativa concreta y
situada, “sentipensándonos” (desde el enfoque meto-
dológico crítico que usa la experiencia sensorial y emo-
cional) en este proceso de construcción para impulsar
la agroecología en nuestros territorios como garantía
de los derechos recogidos en la UNDROP.
Gran parte de los derechos consagrados en la
UNDROP, como el derecho a la tierra, a las semillas,
a la biodiversidad, al agua para el riego, a acceder
a los recursos naturales y utilizarlos de manera sos-
tenible (artículo 5), a la conservación y protección
del medio ambiente (artículo 18), a una formación
adecuada que esté adaptada al entorno agroecoló-
gico en el que se encuentren las/os campesinas/os
(artículo 25) y a la soberanía alimentaria, son esen-
ciales para la agroecología. El ejercicio de estos de-
rechos respalda la transición hacia la agroecología
y, a su vez, la puesta en práctica de la agroecología
afirma la realización de estos derechos por sí mismos
(Morena y otros, 2021).
El presente relato muestra los hallazgos y las re-
flexiones que resultan del análisis de los diálogos sur-
gidos en reuniones y encuentros en el campo entre
mujeres investigadoras, horticultoras y estudiantes del
Núcleo Patagónico de Agroecología. Por ello, alterna-
remos la enunciación del “nosotras” y “las horticulto-
ras”, ya que, si bien formamos parte del mismo colec-
tivo, pretendemos no hablar por otras.
De acuerdo con los feminismos de Abya Yala (tér-
mino utilizado por los movimientos anticoloniales
para designar el territorio comprendido por el con-
tinente americano), pensamos el cuerpo como pri-
mer territorio y los territorios desde su relación con
nuestros cuerpos. Así, por ejemplo, sentimos tristeza
o preocupación cuando se violentan los lugares que
habitamos, pero también alegría por ser parte de pro-
cesos que intentan revertir estas tendencias. Poner el
cuerpo en el centro es uno de los principios de parti-
da de los procesos participativos que surgen desde los
cuerpos-territorio. En este caso, reconocer y abordar
las emociones resulta fundamental (Colectivo Miradas
Críticas del Territorio desde el Feminismo, 2017).
Los territorios que habitamos
En Río Colorado, provincia de Río Negro, en la
Patagonia argentina, existen valles irrigados artifi-
cialmente. En general, fueron creados hace aproxi-
madamente 100 años con el objetivo de posibilitar
la producción frutícola orientada a los mercados de
exportación. No obstante, en los últimos 30 años se
han observado cambios en el uso del suelo debido
a la crisis de la fruticultura y a la expansión de otras
actividades como la horticultura. Son dos las moda-
lidades más frecuentes del cultivo de hortalizas en
Río Negro, las cuales han sido caracterizadas como
“especializadas” o “diversificadas” (FAO, 2015). La
primera, realizada en superficies de hasta 20 hectá-
reas por productores/as de gran escala o empresas
que se dedican al monocultivo industrial de toma-
te (Lycopersicon esculentum), cebolla (Allium cepa)
y, en menor medida, de zapallo (Cucurbita sp.). En
el segundo caso, las superficies son menores a 20
hectáreas y son agricultores/as familiares, quienes se
dedican a cultivar en un mismo predio la cebolla, el
zapallo y otras hortalizas para el consumo en fres-
co local o regional. La mayoría de estas familias son
migrantes de origen campesino del norte del país o
de Bolivia, quienes llegan a la zona en busca de me-
jores condiciones de vida. Sin embargo, la realidad
los/as enfrenta a una serie de factores como la falta
de acceso a la tierra, lo que condiciona su modo de
producir con un uso excesivo de insumos sintéticos,
generando dependencia, endeudamiento y proble-
mas de salud. Generalmente, las familias migrantes
se vinculan a la producción como asalariados/as
(“peones”) para, luego de un proceso de acumula-
ción de capital, acceder al trabajo de la tierra como
“medieros” (trabajador/a sin tierra que recibe, a cam-
bio de su trabajo, una parte de la producción o de las
utilidades generadas).
Estos procesos migratorios, no programados por
el Estado y denominados “migraciones desde abajo”
–ya que no interviene una promoción estatal que
aliente su radicación en este espacio–, pueden llegar
a producir reacciones conflictivas (el anclaje de una
comunidad migrante con rasgos étnicos en una socie-
dad donde la clase dominante se pretende “blanca”, de
descendencia europea, conlleva a la discriminación y
Como mujeres,
decidimos transmitir
nuestra experiencia
de investigación-
acción participativa
concreta y situada,
“sentipensándonos”
(desde el enfoque
metodológico crítico
que usa la experiencia
sensorial y emocional)
en este proceso de
construcción para
impulsar la agroecología
en nuestros territorios.
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xenofobia hacia esa comunidad) sobre una parte de
la población local. Esto hace que la agricultura prac-
ticada por familias de origen campesino migrante sea
considerada de menor valor, una rémora del pasado
que debería subordinarse a la agricultura industrial
o desaparecer. Sin embargo, parte de esta pequeña
agricultura, diversificada y en transición agroecológi-
ca, provee de alimentos frescos a los pueblos y man-
tiene y promueve la biodiversidad de los ecosistemas.
Las familias que la practican son quienes contribu-
yen con su trabajo a la materialización de derechos
(como el acceso a la alimentación y a la salud) y ven,
al mismo tiempo, vulnerados sus propios derechos de
acceso a la tierra, al agua y a condiciones laborales
saludables, entre otros.
Primeros pasos…
Es en este contexto que nosotras, mujeres investiga-
doras, extensionistas con cierta posición de privilegio,
conscientes de la obligación y responsabilidad que te-
nemos por ser parte de instituciones estatales (el Ins-
tituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA y
la Universidad Nacional del Comahue - UNComa) que
deben garantizar el ejercicio de los derechos de las/os
campesinas/os y trabajadoras/es rurales, comenzamos
a reunirnos.
Fue a través de la propuesta de talleres y encuen-
tros con horticultores y horticultoras familiares diver-
sificados de la comunidad boliviana que iniciamos en
el territorio un proceso de transformación del modo
de producción hacia otro que utilizara menos insu-
mos externos y permitiera a las familias mejores con-
diciones de vida, así como la obtención de verduras
más saludables para la comunidad. Luego de tres
años, se conformó la Cooperativa de Trabajadores de
la Tierra (CTT), integrada actualmente por 30 fami-
lias que producen y comercializan de manera conjun-
ta verduras en transición agroecológica en ferias y a
través de bolsones de distribución semanal. En este
transitar, encontramos que son mujeres quienes, den-
tro de las organizaciones de horticultores/as, se encar-
gan de los talleres para impulsar la transición hacia
la agroecología y visibilizar este cambio. Del mismo
modo, dentro de las instituciones, somos las mujeres
las que abordamos estas temáticas y trabajamos junto
a las familias que realizan la horticultura diversifica-
da. Y es por esto que este grupo de mujeres diversas,
de entre 25 a 50 años de edad, investigadoras, estu-
diantes y horticultoras de la CTT, hemos optado por la
agroecología como ciencia y como movimiento polí-
tico, conformando el Núcleo Patagónico de Agroeco-
logía GESAF (Grupo de Estudio de Sustentabilidad en
Agroecosistemas Frutihortícolas: https://agroecolo-
giaemrede.org.br/dispositivo/nucleo-patagonico-
de-agroecologia-gesaf). Desde ahí es que articula-
mos saberes para impulsar la agroecología (Dussi y
Flores, 2018) a través de talleres de intercambio y re-
flexión para incorporar prácticas agroecológicas y for-
mación política hacia el interior de la CTT mediante la
metodología campesina/o a campesina/o. Asimismo,
difundimos nuestra construcción hacia “afuera” a tra-
vés de la sistematización de nuestras experiencias, de
intercambios, de talleres con instituciones educativas,
y de visitas a los predios agrícolas con las personas que
adquieren las verduras que se producen en la CTT.
Es desde este caminar que compartimos nuestra
experiencia, ya que a través de ella se muestra que
es posible articular diferentes saberes mediante la re-
flexión sobre la práctica agroecológica y la incorpo-
ración de la epistemología feminista. Todo ello para
avanzar colectivamente en la transición agroecológi-
ca, en el fortalecimiento de los procesos organizativos
locales, y en la formación como sujetas y sujetos políti-
cos que buscan un cambio social que ponga en el cen-
tro la vida, y que garantice y respete los derechos re-
cogidos en la UNDROP, mencionados anteriormente.
Lo que sigue son los hallazgos y reflexiones obtenidas
de las notas de campo de reuniones, asambleas de la
CTT y encuentros del grupo de mujeres del Núcleo
Patagónico de Agroecología durante el proceso de
su consolidación, entre los años 2021 y 2022. De esta
manera, se exponen sintéticamente algunos de nues-
tros “sentipensares” en esta construcción, visibilizan-
do cómo y por qué las mujeres en las organizaciones e
instituciones luchamos para aportar a la agroecología
desde nuestra mirada y nuestro ejercicio de derechos,
así como cuáles son los obstáculos y resistencias que
encontramos.
“Sentipensándonos” como mujeres diversas
que impulsan la agroecología para la
implementación de nuestros derechos
El primer sentimiento que nos surge cuando pensa-
mos en la motivación para involucrarnos en la agro-
ecología es la preocupación por la salud. La salud de
la familia, de las amistades, de los afectos; cuidarlos/as
y cuidarnos de los efectos que producen los agrotóxi-
cos como primera motivación y acceder a una ali-
mentación saludable.
Siempre me interesó la producción agroecológica, so-
bre todo por la salud […] no sólo porque no vas a pagar
mucho por hacer una mochilada [aplicación de agro-
químicos con mochila pulverizadora], sino que vas a
estar segura de que no te va a doler nada y no vas a
tener nada en la sangre (horticultora agroecológica y
estudiante, 26 años).
Cuando fumigábamos con químicos nos hacía mal, [nos
salían] ronchas en la piel. En cambio, con lo natural, no
te pasa eso. Estás tranquila (horticultora agroecológica
y estudiante, 26 años).
Estos sentimientos, preocupaciones, tranquilidad y
alegrías nos surgen cuando reflexionamos sobre nues-
tro sentir haciendo agroecología:
Estoy tranquila y contenta. ¿Cómo puede haber gente
que no le [preocupe] nada cuando receta venenos sin
pensar en el que trabaja, en el que vende, en el que
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come? Yo estoy tranquila porque sé que lo que aconsejo
no le va hacer mal a nadie (horticultora agroecológica y
estudiante, 26 años).
Para mí [la agroecología] significó volver a lo de antes.
Fue una alegría volver a las semillas, los remedios na-
turales […] acordarme de todo lo que hacía mi mamá,
mi papá, como si estuviera en este momento mi vieja
diciéndome: “¡Qué alegría que estás llevando en este
momento los saberes de los viejos!” (horticultora agro-
ecológica, 42 años, migrante de origen campesino).
Sin embargo también nos encontramos en esta
construcción algunas dificultades, que fueron diferen-
tes según nuestros roles y posiciones sociales:
Cuando empezamos hubo mucha desconfianza. Me sentí
muy observada, como si de repente todos estaban mi-
rando lo que yo hacía […]. “Eso no se puede”, “es para
la gente que no tiene que vivir de eso”, “no se puede ha-
cer a gran escala”, “todo bien, pero la gente que vive de
la producción tiene que producir”, “de eso se encargan
los programas de asistencia para huertas, no hay que de-
satender a los verdaderos productores”. En muchos mo-
mentos me sentía una loca proponiendo cosas extrañas,
teniendo que justificar mis acciones, haciendo el doble de
trabajo para cumplir con las otras demandas y así poder
dedicarme a la agroecología. Al principio fue agotador
(ingeniera agrónoma, 37 años).
Al principio, durante el proceso de investigación con las
horticultoras tenía miedo de malgastar sus recursos […].
Es fácil planificar cuando no estás allí, cuando no las co-
nocés, cuando las directivas técnicas están fuera del con-
texto. Todo cambia a partir del contacto personal, cuando
buscamos juntas soluciones parece hasta más fácil. Ellas
me dieron la confianza para experimentar y escalar la
agroecología, para asumir los riesgos y llevar a la práctica
lo que ya sabía por haberlo ejercitado en el laboratorio y la
huerta (ingeniera agrónoma, 58 años).
Las dificultades se expresan con diferentes sentires
de acuerdo al lugar que ocupamos. Pueden consistir
en sortear los obstáculos que impone el tomar la pa-
labra en un taller frente a varias personas para una
agricultora que no está habituada a hacerlo; avanzar
frente a las imposiciones de delegados y dirigentes
hombres dentro de las organizaciones sociales; o tra-
bajar en agroecología desde una profesión donde lo
legitimado, social y simbólicamente, ha sido “mejorar
la productividad” en monocultivos.
Abordando sentires, enfrentando obstáculos
A partir de la reflexión sobre nuestros sentires gene-
ramos diferentes estrategias, como la realización de
talleres de elaboración de biopreparados dentro de la
organización. En ellos, las mujeres horticultoras fue-
ron las protagonistas y el saber técnico aportó en la
coconstrucción del conocimiento.
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De esta manera, se puso en valor los saberes de
las mujeres, primero desde un círculo más íntimo y
de confianza para después avanzar en la implemen-
tación de la metodología campesina/o a campesina/o.
En este proceso observamos cómo, en la medida en
que se valoran los saberes “guardados” por las muje-
res de origen campesino, también se los recupera. Son
saberes relacionados con el conocimiento de plantas,
de semillas y de sus usos medicinales, entre otros. Son
“guardados” como una forma de protección cuando
se cuestionan y desvalorizan, y en muchos casos se
pierden cuando dejan de transmitirse. A través del
proceso realizado desde la agroecología, estos distin-
tos saberes fueron aflorando, rescatados por las pro-
pias mujeres para ser compartidos y retransmitidos
entre horticultores/as.
Por tanto, no sólo se implementó un programa de
formación “para hacer frente a las plagas, los orga-
nismos patógenos, las perturbaciones sistémicas, los
efectos de los productos químicos, el cambio climático
y los fenómenos meteorológicos” (UNDROP, artículo
25); sino que, mediante la metodología campesina/o a
campesina/o utilizada, las campesinas se convirtieron
en las protagonistas (artículo 1), garantizando su parti-
cipación (artículo 10) en lugar de ser meras receptoras
de las actividades de capacitación.
La sumatoria de todas las acciones mencionadas
permitió consolidar el Núcleo Patagónico de Agro-
ecología GESAF, el cual se incluyó en el proceso de
mapeamiento de núcleos agroecológicos latinoameri-
canos, lo cual fortalece y visibiliza nuestra labor.
Consideracionesnales
Desde nuestra experiencia en este proceso colectivo,
entendemos que las mujeres buscamos ir “más allá” de
la obtención de un rédito económico con nuestra labor
cotidiana, a la par que nos preocupamos por el cuidado
de nuestra salud y de nuestro entorno. Nuestra visión es
diferente y sufrimos violencia política cuando queremos
expresarla. La reflexión mediante la epistemología femi-
nista aporta a profundizar en la problematización y en
la discusión con relación a la valoración social y econó-
mica del trabajo de cuidados. Las mujeres campesinas,
indígenas y de sectores populares son la principal fuente
de abastecimiento de alimentos para las familias; poseen
conocimientos milenarios de las semillas, de los cultivos
y de la cocina; y son las principales transformadoras,
abastecedoras y comercializadoras en lo local. Por ello,
es importante y necesaria su participación y represen-
tación política en las organizaciones y los movimien-
tos como ejercicio de los derechos reconocidos por la
UNDROP. Nosotras, las que hemos escrito esta expe-
riencia, como mujeres con cierta posición de privilegio,
podemos contribuir en ello a través de la investigación-
acción militante y feminista. En este sentido, y a partir de
nuestra experiencia, entendemos que es fundamental
la cocontrucción de espacios propios donde las muje-
res seamos las protagonistas tanto en la academia como
dentro de las organizaciones de campesinas/os. La arti-
culación entre ambas, de manera respetuosa, tomando
en cuenta nuestras sensaciones y emociones, nos posi-
bilitó profundizar en el análisis de la lucha contra la vio-
lencia estructural en la que nos encontramos cuando
tomamos un rol activo en la transformación hacia otras
formas de ser y estar. Encontramos que la reflexión per-
manente, la utilización de la metodología campesina/o a
campesina/o y la consolidación del Núcleo Patagónico
de Agroecología GESAF contribuyeron, como estrate-
gias concretas, a habitar procesos y el territorio, garanti-
zando y respetando los derechos de las mujeres campe-
sinas en el marco de la UNDROP.
Karina Zon
INTA AER Río Colorado y Núcleo Patagónico de
Agroecología GESAF
zon.karina@inta.gob.ar | gesaf.unco@gmail.com
María Claudia Dussi
Directora del proyecto INTA IPAF Región Patagonia y profesora
de Agroecología. Parte delNúcleo Patagónico de Agroecología
GESAF y de laFacultad de Ciencias Agrarias de la Universidad
Nacional del Comahue
mariaclaudiadussi@gmail.com
Liliana Flores
Investigadora y facilitadora del proyecto INTA IPAF Región
Patagonia. Parte de la Facultad de Ciencias Agrarias de la
Universidad Nacional del Comahue
shlilianaores@gmail.com
Myrian Barrionuevo
Investigadora y facilitadora del proyecto INTA IPAF Región
Patagonia
barrionuevo.myrian@inta.gob.ar
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mático. INTERdisciplina. Revista del Centro de Investigaciones
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la Provincia de Río Negro. Informe de Diagnóstico de los
Principales Valles y Áreas con Potencial Agrícola de la
Provi ncia de Río Negro. D ocumento de Trabajo N° 6. P royecto
FAO UTF ARG 017 - Desarrollo Institucional para la Inversión.
Thesis
Full-text available
This research analyzes the role of orchards in sustainability. A bibliometric analysis was carried out to identify trends on the subject, as part of the results it was obtained that agroecosystem provide food security, promote sustainable development, preserve biocultural memory and biodiversity, in addition, mitigate climate change through carbon capture. The case study revealed that orchards are the basis of sustainable food systems, since they provide food security, preserve biocultural memory, promote agroecological practices and generate income through the sale of surplus production. Furthermore, it was observed that the family garden is mostly a female territory, which shows a gender aspect in this activity. Finally, through a theoretical reflection on critical ecofeminism by Alicia Puleo, it is analyzed how the participation of women in the production, distribution and consumption of food configures an ecofeminist praxis capable of transforming the use and exchange value of food.
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