El título de esta nota propone un viaje que ilustre de algún modo cómo la narrativa indigenista 1 , tan notoria y valiosa desde sus orígenes en las primeras décadas del siglo XX, se encaminó, por sus virtudes mo-rales y políticas de redención social, y por sus defectos de estructura, muy favorable al mundo del patrón, en desmedro del mundo indio; se encaminó, digo, a su propia transformación y
... [Show full abstract] corrección, volviéndose neoindigenista a partir de los años 50, cuando, dentro del mundo indio, despreciado por la ideología dominante, el autor pintó por fin la intimi-dad del personaje indígena, es decir, el miedo, la ternura, la esperanza, la agonía del mundo del caído. En la fundación y evolución de la novela indigenista son innegables varios influjos ideológicos, pues se trata en verdad de poner por delan-te las ideas e incluso los proyectos sociales y políticos, y de dibujar en torno a ellos los dos bandos en pugna, los del patrón y del campesino, y luego tejer los personajes, las ideas y las emociones, y finalmente dar-nos o no una "solución" al problema indígena. En el Perú, los influjos ideológicos provinieron de notables defensores de los derechos civiles, y específicamente de los derechos del indígena, fomentados vivamente por plausibles escritores como Manuel González Prada, Clorinda Matto de Turner, Abelardo Gamarra, Abraham Valdelomar y José Carlos Mariá-tegui. Tomemos el ejemplo de Valdelomar (1888 – 1919), poeta, cronista, dramaturgo y narrador mayormente modernista, que, sin embargo, en una sección de su breve obra narrativa, abrazó la incipiente escuela indigenista, publicando, después de 1913, ya sean leyendas "incaicas" o 1 Por comodidad, según los hábitos de los escritores peruanos, llamamos "narrativa" al conjunto de cuentos, novelas cortas y novelas, y "novela", sólo a este género específico.