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El Catastro de Ensenada. Magna averiguación fiscal para alivio de los vasallos y mejor conocimiento de los reinos (1749-1756): Barranco de Poqueira 1752

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Abstract

El proyecto ideado a mediados del siglo XVIII por don Zenón de Somodevilla, I Marqués de la Ensenada, para la profunda transformación de la Hacienda Pública constituye una referencia indiscutible para entender la fiscalidad actual de nues­tro país y ofrecer una imagen excepcional del territorio y la so­ciedad de aquella época.
ElCATASTRO DE ENSENADA
Magna averiguación fiscal
para alivio de los Vasallos
y mejor conocimiento de los Reinos
(1749-1756)
BARRANCO DE POQUEIRA
1752
Coordinación General
Jesús Puebla Blasco / Dirección General del Catastro
Coordinadores
Rocío Rodríguez Molina / Dirección General del Catastro
Jerónimo Mirón Pérez / Gerencia Territorial del Catastro de Granada
Comisariado
Raúl Ruiz Álvarez / Universidad de Granada
Ángel Ignacio Aguilar Cuesta / Universidad Autónoma de Madrid y
Universidad de Córdoba
Concepción Camarero Bullón / Universidad Autónoma de Madrid
Ayuntamiento
de Capileira Ayuntamiento
de Bubión
Ayuntamiento
de Pampaneira
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Desde 1749, se llevó a cabo, en las 15.000 localidades que
conformaban la Corona de Castilla, una minuciosa averi-
guación a gran escala de sus habitantes, propiedades territoriales,
edificios, ganados, oficios, rentas, etc.; incluso de las caracterís-
ticas geográficas de cada población. Una averiguación que fue
proyectada por el Marqués de la Ensenada, don Zenón de So-
modevilla y Bengoechea, ministro de Fernando VI. Así, en los
más de diez años que duró esta vasta tarea de conocimiento de la
riqueza de los territorios, todas las poblaciones fueron sometidas
a un interrogatorio constituido por 40 preguntas.
Esta magna averiguación conocida como el Catastro de
Ensenada fue el paso previo a una reforma fiscal, cuyo propósi-
to era simplificar las vigentes y complicadas rentas provinciales
y sustituirlas por una Única Contribución “a proporción de lo
que cada uno tiene, con equidad y justicia”. Principios hoy con-
sagrados en la Constitución Española de 1978 y que vela por
ello la Hacienda Pública. Por todo lo anterior se puede consi-
derar que el Marqués de la Ensenada era un auténtico visiona-
rio para su época.
La Dirección General del Catastro, dependiente del
Ministerio de Hacienda y Función Pública, pretende con esta
publicación hacerse eco de esa gran obra ensenadista y divulgar
la ingente tarea que se llevó a cabo en la zona del Barranco de
Poqueira, con sus tres municipios Bubión, Capileira y
Pampaneira, catalogados por la Unesco como Conjunto
Histórico Artístico y situado en el corazón de la Alpujarra
Granadina y en la ladera sur de Sierra Nevada que ofrece unos
majestuosos paisajes.
Hoy, el Catastro Inmobiliario es un registro administrativo
de los bienes inmuebles que alberga sus características físicas,
económicas y jurídicas. Su función principalmente es fiscal y
proporciona la información necesaria para la gestión, recauda-
ción y control de diversas figuras impositivas para las adminis-
traciones de los tres niveles, la estatal, autonómica y local. No
obstante, su función va más allá de lo fiscal y cada vez es mayor
la demanda de información catastral por parte de la sociedad en
su conjunto. Así, se puede destacar el uso de la información
catastral para la ayuda a la gestión de catástrofes medioambien-
tales, para ofrecer seguridad jurídica en el tráfico inmobiliario,
y para la planificación de infraestructuras, entre otros.
Sólo me queda dirigir mi agradecimiento a los que han con-
tribuido a la edición de esta publicación, así como a los que cus-
todian la documentación textual y gráfica que ha servido de
base a los autores que afrontan el reto de reconstruir nuestro
territorio del siglo XVIII.
Fernando de Aragón Amunárriz
DIRECTOR GENERAL DEL CATASTRO
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La exposición El Catastro de Ensenada. Magna averiguación fis-
cal para alivio de los Vasallos y mejor conocimiento de los Reinos
(1749 -1756). Barranco de Poqueira 1752 es el resultado del tra-
bajo coordinado entre administraciones e investigadores de la Uni-
versidad de Granada y de la Universidad Autónoma de Madrid.
Para este hito hemos contado con la Dirección General del Ca-
tastro (Ministerio de Hacienda y Función Pública), y el Archivo
Histórico Provincial de Granada (Consejería de Turismo, Cultura
y Deporte de la Junta de Andalucía). Además, han colaborado el
Instituto Universitario de la Corte en Europa (IULCE-UAM, Ma-
drid), y el Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La
Alpujarra (CEHVVAL) que, presidido por Margarita M. Birriel
Salcedo, ha confirmado ser un excepcional agente dinamizador
sociocultural y económico de nuestros pueblos, así como un em-
bajador de nuestro legado histórico y patrimonial a través de sus
investigaciones y actividades científicas y de divulgación.
Los tres municipios que conformamos el Concejo de Ba rran -
co de Poqueira y sus anejos nos unimos con el objetivo de pen-
sar nuestra historia y ponerla al servicio de vecinos y visitantes
como la mejor forma de caminar en el presente y asegurar el futu-
ro, pues, como decía el historiador Pierre Vilar, un pueblo que no
conoce su historia, es un pueblo amnésico. Y es que, la singulari-
dad del Barranco de Poqueira no se entiende sin las historias de
sus gentes, que han sabido transformar, a la vez que cuidar, cada
rincón: nuestra peculiar arquitectura con terraos de launa, tinaos,
y chimeneas; nuestras infraestructuras hidráulicas, especialmente
acequias, molinos y lavaderos; nuestra riqueza artesanal, que hoy
sigue tejiendo en telares tradicionales la historia de nuestros pue-
blos; nuestra gastronomía única; o un entorno natural privilegia-
do esculpido entre veredas, balates y cultivos, y observado siem-
pre desde sus cumbres, el Veleta y el Mulhacén.
Esta obra es la culminación de un proyecto que se gestó
hace ahora tres años en el seno del Seminario Problematizar el
Catastro (Lanjarón-Barranco de Poqueira, febrero de 2020).
Durante una visita a la Casa Museo Alpujarreña, la catedrática
de Geografía Humana y la mayor especialista del Catastro de
Ensenada, Dra. Concepción Camarero Bullón, se comprometió
a organizar esta exposición. Han sido tres años de incansable
trabajo y queremos subrayar la felicidad por el buen resultado.
Estamos seguros será un aliciente más para dar a conocer nues-
tros pueblos y poner en valor la riqueza histórico-patrimonial
que atesoramos. Asimismo, reivindicamos nuestro rico patri-
monio documental custodiado en el Archivo Municipal de
Bubión, el Archivo Histórico Provincial de Granada, el Archivo
General de Simancas o la Biblioteca Nacional: libro de Apeo y
Repartimiento, documentación del Catastro de Ensenada, dic-
cionario geográfico de Tomás López (siglo XVIII); o las plani-
metrías de los avances catastrales de rústica (siglo XIX).
Comisariada por Raúl Ruiz Álvarez (UGR), Ángel I. Agui -
lar Cuesta (UAM) y la propia Concepción Camarero Bullón
(UAM), casas, tierras, árboles… trabajo, rentas y familias…
género, espacio y economía del Barranco de Poqueira son estu-
diados rigurosamente a través de este instrumento del poder que
proporciona una información excepcional de nuestros pueblos.
A través de esta exposición podremos conocer todo el proceso de
catastración de la Corona de Castilla a mediados del siglo XVIII
para establecer la Única Contribución, y profundizar en el del
Ba rranco de Poqueira (1752). Agradecemos a quienes lo han
hecho posible e invitamos a seguir investigando sobre nuestros
municipios, pues investigar y divulgar es una inversión para
garantizar un futuro mejor.
María del Carmen Pérez Perea
ALCALDESA DE BUBIÓN
José Fernando Castro Zamorano
ALCALDE DE CAPILEIRA
Ángel Pérez Rodríguez
ALCALDE DE PAMPANEIRA
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Catastro de Ensenada es la denominación que se da a la averiguación llevada a cabo en los territo-
rios de la Corona de Castilla para conocer, registrar y evaluar los bienes, así como las rentas y
cargas, de los que fuesen titulares sus moradores, debiendo quedar éstos también formalmente regis-
trados, así como sus familias, criados y dependientes. Dicha averiguación se realizó entre abril de
1750 y el mismo mes de 1756, aunque la de Madrid, Villa y Corte, se prolongó hasta bien entrado
1757. Su finalidad expresa consistía en obtener información para sobre ella modificar el sistema
impositivo vigente, que, de estar basado principalmente sobre determinados géneros de consumo y
sobre las ventas y trueques de tierras, frutos agrarios y otros bienes, se pretendía fundar sobre los
bienes raíces (tierras y casas especialmente) y sobre las rentas sólidamente establecidas, considerando
como tales cualesquiera tipo de ingresos de percepción periódica y segura, fuesen éstos de origen co -
mer cial, industrial o financiero.
El término catastro no es unívoco. El Diccionario de la Academia lo define como censo oficial
estadístico de la riqueza urbana y rústica de un país, definición que se aviene con lo que fue el Catastro
de Ensenada. Pero tam bién dice la Academia que ‘catastro’ es la contribución real sobre rentas fijas y
posesiones, acepción que también es aquí procedente, pues tras la pesquisa se había previsto establecer
una contribución única o catastro, consistente en el pago anual de un porcentaje, el mismo para todos,
so bre la base imponible resultante del valor dado a los bie nes y rentas de todos y cada uno de ellos.
El que a la averiguación llevada a cabo se la conozca como «de En senada» se debe sencillamen-
te a haberse realizado bajo el impulso político y la dirección inicial de don Zenón de Somodevilla y
Bengoechea (Hervías, La Rioja, 1702 - Medina del Campo, 1781), I marqués de la Ensenada, títu-
lo napolitano que le otorgó en 1736 el infante Don Car los (futuro Carlos III), el que ya como rey
de España lo haría «título de Castilla» (1787) a instancia del sobrino de En senada que lo heredó a
su muerte. Y es que Ensenada, tras una sólida carrera civil en la Marina, entró en el círculo de la
Corte al ser llamado para servir al infante Don Carlos, primero, y al infante Don Felipe, después, en
la larga y costosa empresa política y bélica de Doña Isabel de Farnesio, segunda esposa de Fe lipe V,
para ver a sus hijos ceñir coronas en tronos italianos.
A comienzos de la primavera de 1743 muere en Madrid el ministro de Hacienda, don José del
Campillo, siendo llamado Ensenada a la Corte para sustituirle. En la historiografía se especula con
Retrato del Marqués de la Ensenada.
(Anónimo. Siglo XVIII. Propiedad
del Excmo. Sr. D. José Luis Martínez
de Salinas, Marqués de Fuerte-Híjar.)
Zenón de Somodevilla y Bengoechea nació
en Hervías (La Rioja) en 1702. Desde muy
joven sirvió en empleos civiles en la Marina.
Toda la década de los 30 estuvo al servicio
de los Infantes Don Carlos y Don Felipe,
hijos de Felipe V y de su segunda esposa
Doña Isabel de Farnesio. En 1743 fue llama-
do a Italia, donde residía, para ocupar las
carteras de Hacienda, Marina, Guerra e
Indias, que desempeñó hasta 1754, año en
el que el monarca Fernando VI ordenó su
destierro a Granada bajo acusaciones pro-
bablemente falsas de haber actuado de
espaldas al rey en asuntos graves relaciona-
dos con Inglaterra. En 1757 autorizó
Fernan do VI que se trasladara al Puerto de
Santa María, cuyo clima prefería el marqués.
Carlos III le levantó el destierro en 1760,
al poco de acceder al trono, aunque volvió
a desterrarlo en 1766 tras el motín de
Esquilache, en el que grupos de amotinados
lo habían aclamado, reclamando su vuelta
al ministerio. Este segundo destierro tuvo
como destino la antaño famosa ciudad de
Medina del Campo, donde Ensenada murió
en 1781, próximo ya a cumplir los 80 años.
Cuentan sus biógrafos que durante sus des-
tierros ofrecía todos los años un banquete
en la onomástica de los reyes, engalanándo-
se con sus mejores galas y pendiendo de su
cuello el Toisón de Oro que le concediera
Fernando VI, que no se lo retiró a pesar de
ordenar su destierro.
POR QUÉ Y PARA QUÉ UN CATASTRO
Concepción Camarero Bullón
CATEDRÁTICA. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
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muy diversas razones para que Felipe V optara por su nombramiento, sor-
prendente desde luego desde el punto y hora en que carecía de las prendas
habituales. Hidalgo de humilde cuna, sin más patrimonio que su sueldo,
sin el bagaje de una formación universitaria, tuvieron que ser otras luces las
determinantes del encargo. Sea como fuere, el hecho es que Ensenada es
designado Secretario de Estado y del Des pacho Universal de Hacienda en
1743, cartera a la que agregó, al igual que su predecesor Campillo, las de
Gue rra-Marina e Indias. Al acceder al trono Fernando VI (1746) se le man-
tuvieron los tres ministerios.
Los logros de su largo ministerio (1743-1754) fueron muchos: sa nea -
miento de la Real Hacienda, modernización de la Marina, mejora del siste-
ma de comunicaciones (construcción del camino de Burgos-Santander por
Reinosa, puesta en marcha de las obras del Canal de Cas tilla, apertura del
puerto del León en la sierra de Guadarrama, ...), construcción de las dárse-
nas de El Ferrol, Cartagena y Cádiz, establecimiento de un programa de
formación de científicos y técnicos en el extranjero para el que contó con
científicos de la talla de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, protección de los
territorios americanos frente a la secular amenaza británica, impulso de una
política forestal orientada a la Marina (Real Ordenanza de Plantíos, 1748)
reforma de las Casas Reales, creación del Real Giro, etc.
No todo fueron luces en Ensenada, siendo varios los reproches que le
hicie ron sus contemporáneos y algunos más los que han puesto en su debe
diversos historiadores. Se le ha acusado de servirse del entorno regio para
consolidar y acrecentar su poder; de complacer los gustos y apetencias de
los reyes con el mismo objeto; de organizar veladas y fastos sin escatimar el
gasto y únicamente para granjearse la benevolencia del monarca o de la
reina; de manejar los fondos derivados del Real Giro para lubricar volunta-
des y adquirir objetos preciosos para los reyes y altos mandatarios extranje-
ros; de enriquecerse sin límites; de practicar una política que se ha califica-
do de exterminio de la población gitana; de invadir competencias ajenas,
especialmente con motivo de la negociación del Concordato de 1753, etc.
Y aunque no es lugar éste para abrir turno de debate y menos de defen-
sa, sí pergeñar algunas pinceladas: Ense nada, como otros grandes estadistas,
pensaba que el trono debía reflejar la grandeza de la Mo narquía; el rey debía
aparecer ante sus súbditos y ante las potencias extranjeras con el mayor es -
plendor, y no sólo él, también su corte y ministros principales. Y Ensenada
es uno de ellos, de ahí su propio boato y la acumulación de bienes para sos-
tenerlo. Cuando haga testamento, legará la mayor parte de sus bienes al rey,
pues de él procedían sus pertenencias. Morirá sin tierras, sin casa propia.
Y en cuanto a otra de las sombras, su política con el pueblo gitano,
cabe entender que se ha sacado de contexto en recientes publicaciones en
revistas de divulgación histórica y otros medios de comunicación. Por una
parte, porque las medidas adoptadas por Ensenada son herederas de las que
se ha bían venido adoptando desde los Reyes Católicos; por otra, porque
tales medidas hay que verlas aplicadas en un mundo en el que el campo y
los caminos constituían espacios carentes de seguridad, indefensos, espacios
que eran precisamente el hábitat de la población gitana, sospechosa por ello
de muchos de los asaltos a viajeros y haciendas. Hay más: la política ense-
nadista pretendía asentar la masa de población que entonces se calificaba de
vagos –el que vaga sin domicilio ni ocupación–, para transformarlos en bra-
zos útiles para la República, pues estaba muy extendida la idea de que la
grandeza de una Mo narquía era proporcional a su población, y Castilla
venía de padecer un siglo de sangría demográfica debida a pestes y ham-
brunas.
Y, sobre todo, porque los escritos antes señalados sobre Ensenada y los
gitanos han utilizado –quizás con ligereza– el término «exterminio» como
síntesis de los propósitos del ministro respecto a ese pueblo. Y para todos,
hoy, exterminio es voz que trae a la mente actos de genocidio criminal repro-
bables sin paliativos. No sorprende, por ello, que la política de Ensenada
ha cia los gitanos haya merecido también el calificativo de «criminal». Tal
calificación, sin embargo, procede sin duda de un uso extemporáneo del
significado del vocablo «exterminio», y es que sucede que el Diccionario de
Auto ridades (en cuyo tomo III, editado en 1732, aparece tal voz) ofrece
como primera acepción de dicha voz ésta: «EXTERMINAR: Echar, excluir fuera
de los términos, y lo mismo que Expeler y Desterrar. Viene del latino Exter -
minare, que significa esto mismo». Obviamente, no es lo mismo una políti-
ca orien tada a la aniquilación de un pueblo, que la que se propone su asi-
milación a la producción o, alternativamente, su salida de los dominios de
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la Corona. Y es que, según el significado de entonces, también Ensenada
fue ex-terminado, desterrado. Disculpe el lector estos párrafos en pro del
ministro Ensenada, pues es obligado contrarrestar, con esta modesta con-
tribución, lo recientemente difundido.
Sea como fuere, en lo que existe unanimidad es en señalar como uno
de los logros más decisivos del riojano Marqués de la Ensenada la puesta en
marcha del Catastro; la información que acopió y la documentación que
generó ha ido acrecentando su importancia con los años, constituyendo
hoy, sin du da, la base documental más importante para el estudio porme-
norizado de los hombres y los territorios de la Corona de Castilla en el
Antiguo Régimen. Y es que los fondos documentales del Catastro fueron y
todavía son ingentes, a pesar de haberse perdido una parte muy considera-
ble. Cuando en 1759 se cierre la primera etapa de las averiguaciones catas-
trales, se ordenará hacer inventario, resultando haber quedado todo regis-
trado en 78.527 volúmenes, distribuidos en las Contadurías de Única
Contribución, establecidas en las capitales de las 22 provincias que enton-
ces formaban la Corona de Castilla y hoy depositadas en su mayoría en los
Archivos Histó ricos Provinciales de las capitales de las actuales provincias.
Varios de ellos conservan la documentación prácticamente completa y en
excelente estado, como sucede con los de La Rioja, Burgos, Segovia,
Guadalajara, Soria, Jaén, Granada, etc. Por su parte, en la sede madrileña
de la Real Junta de Única Contribución, órgano central que dirigió las ave-
riguaciones, quedaron otros 2.289 libros y legajos, 2.047 de los cuales pasa-
rían un siglo después al Archivo de Simancas (Va lladolid), depositándose el
resto en el Ministerio de Hacienda y posteriormente en el Archivo
Histórico Nacional (Madrid).
El hecho de que la única contribución no fuera implantada fue deter-
minante para que, paulatinamente, tan impresionante volumen de papeles
y de información fuese quedando sepultado en el olvido. Hasta finales del
siglo XVIII se mantuvieron muy presentes en la memoria de todos, gober-
nados y gobernantes, algunos de los cuales no parecían resignados a dar car-
petazo al proyecto más revolucionario del siglo por lo que de racionalidad,
eficacia recaudadora y justicia fiscal llevaría aparejada su aplicación.
Durante el siglo XIX el recuerdo del Catastro se manifiesta por muy diver-
sas vías. La más significativa fue quizás el que la aspiración a una contribu-
ción única quedase recogida en la Constitución de 1812. Por su parte, Canga
Argüelles –autor de un famoso Diccionario de Hacienda– se lamentará de
su fracaso y dejará escritos párrafos admirativos al talento y esfuerzo que se
desplegaron. Los informantes de Pascual Madoz –autor del impresionante
Diccionario Geográfico-histórico-estadístico que todavía hoy se reedita– y él
mismo recurrieron para miles de noticias a unos papeles que ya iban a cum-
plir su primer siglo, a la vez que se mostraba sorprendido de que tamaña
obra no fuese más consultada por nuestros ha cen distas. En 1878, Antonio
Rodríguez Villa, del Cuerpo de Archi veros Bibliote carios (llegaría a biblio-
tecario de la Real Academia de la His toria), al publicar su biografía de
Ensenada, vuelve sobre ello. En el siglo XX sigue aflorando lo de Ensenada
a la memoria de algunos, a pesar de que desde Alejandro Mon (1801-1882,
cuatro veces ministro de Hacienda) se estaba procediendo, muy a paso de
buey, a realizar un nuevo Catastro, ahora de rústica, en el que ya se aplica-
rán técnicas topo gráficas y cartográficas desconocidas en el siglo anterior.
Correspondería a Antonio Matilla Tascón –insigne archivero del Ministerio
de Ha cienda– dar a conocer, por vez primera, con su obra La Única
Contribu ción y el Catastro de la Ensenada (1947), cuál fuera la génesis del
Proyecto de Única Contri bución, dando paso de ese modo a que diversos
estudiosos empezasen a investigar los fondos del Catastro, siendo hoy varios
los equipos universitarios que se dedican a ello, tanto en departamentos de
Historia Económica como de Historia Moderna o de Geografía.
Pues bien, antes de entrar en el Catastro mismo –proceso de elabora-
ción, agentes, documentos resultantes, al que se dedica el grueso de este
opúsculo– es obligado referirse a las circunstancias que llevaron a Ensenada
a proponer al monarca Fernando VI la realización de unas averiguaciones
catastrales que, de partida, iban a ser frontalmente denostadas por la cúpu-
la de la alta Administración, bien asentada en los Consejos de la Corona.
Ense nada, ignorante del estado y entresijos enmarañados de la Ha cienda
cuando asume el cargo en 1743, se ocupó en los primeros años de su
gobierno de conocer en profundidad todo lo que ignoraba, conocimiento
en el que avanzó lentamente, debiendo ocuparse sobre todo de las urgen-
cias del día a día, pues no en balde la Real Ha cienda se hallaba sumamen-
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te postrada tras la declaración de bancarrota cuatro años atrás, en 1739. El
sostenimiento de las guerras que proseguían en Italia consumía el grueso de
los caudales, el atraso en los pagos era crónico y todavía irremediable, a la
vez que algunas medidas adoptadas para salir de la quiebra (imposición de
la décima, valimiento o incautación de la mitad de las rentas de los bienes
de propios de todos los municipios) habían merecido una fuerte impopula-
ridad, pues fueron miles los pueblos que debieron tomar dinero a censo (en
préstamo) para hacer frente a la décima y para poder pagar las partidas a las
que venían haciendo frente con las rentas de propios incautadas.
Cuando Ensenada apenas lleva tres años en el gobierno, muere, como
se ha dicho, Felipe V (1700 - enero 1724, agosto 1724 - 1746), pasando la
corona a Fernando VI (1746-1759), hijo de su primer matrimonio con
Doña María Luisa Gabriela de Saboya. El acceso al trono irá seguido de
importantes cambios en las cabezas de los ministerios, siendo pocos los que
entonces apostarían por la continuidad de Ensenada, etiquetado certera-
mente como hombre de Doña Isabel de Farnesio, la reina viuda, y de sus
hijos los infantes Don Carlos y Don Felipe, hermanos del rey y a cuya som-
bra se había desenvuelto. Pero fuese porque entonces contase con apoyos
cerca del nuevo monarca o de la reina, o porque ya hubiese dado muestras
de laboriosidad y eficacia en el enderezamiento de la Hacienda, el hecho es
que se le mantuvo en el cargo, ganándose pronto la confianza del rey, y
también de la reina, Doña Bárbara de Braganza, que poco después lo haría
su secretario. Bastó un año en el nuevo go bierno para que Ensenada
comenzase a elaborar programas de reforma y regeneración de los ramos
puestos a su cargo, que siguieron siendo los de Hacienda, Guerra-Marina e
Indias. Estos programas irán siendo ex pues tos al monarca en las hoy famo-
sas y muy consultadas representaciones del ministro, todavía básicas para
desentrañar el «proyecto» de Ensenada, al que recientemente un historia-
dor, profesor de la Universidad de La Rioja, ha de di cado un importante
libro, al que siguió poco después otro sobre Fer nando VI y su reinado.
Para entonces, 1747, Ensenada tiene tiradas las grandes líneas de su
proyecto, líneas que por lo que se refiere al Catastro ya habían sido plantea -
das a Felipe V, pues en el mismo año de su muerte, 1746, ya estaba en mar-
cha en la provincia de Guadalajara una averiguación catastral a modo de
experimento, lo que es clara demostración de que ya había hecho Ensenada
de la única contribución uno de los puntos centrales de su proyecto de refor-
ma. La transición sucesoria debió retrasar algo sus planes, no cejando desde
entonces hasta ver estampada la firma del rey en el decreto que pondría en
marcha las averiguaciones, lo que suce de ría en 1749.
Atento a su tiempo, y abierto a cuantas ideas se expo nían aquí y allá
sobre los males de la Hacienda y sus remedios, Ensenada debió rumiar en
esos sus primeros años lo que había sabido del Catastro de Cataluña
(1715), implantado precisamente por quien había sido su «descubridor» y
primer protector, el ministro don José Patiño, pidiendo papeles de todo ello
para un mejor conocimiento. Debió sistematizar también lo que había sabi-
do sobre la especie de catastro establecido en Saboya en los años 30, expe-
riencia que vivió directamente, y lo hasta entonces realizado en el
Milanesado. Debió leer y releer y comentar la Repre sentación al Rey N.
Señor D. Felipe V, dirigida al más seguro aumento del Real Erario y conseguir
Reinos de Aragón, de Valencia,
Principado de Cataluña,
Reino de Navarra,
Señoríos de Vizcaya y Guipúzcoa
Reino de Mallorca
Galicia León
Salamanca
Extremadura
Avila
La Mancha
Sevilla
Córdoba
Granada
Jaén
Murcia
Cuenca
Soria
Burgos
Toledo
Zamora
Palencia
Toro
Valladolid
Segovia
Madrid
Guadalajara
PORTUGAL
DIVISIÓN PROVINCIAL DE LA CORONA DE CASTILLA EN 1749
La división provincial de la Corona de Castilla presentaba gran complejidad
en casi todas las provincias de la Meseta. Varias de ellas estaban formadas
por tres o más territorios exentos, como sucedía con la provincia de Toro,
la de Valladolid, la de Burgos o la de Madrid. En ésta, al lado de un gran
núcleo central existían otros dos territorios: una en la Alcarria, al este,
y otro en torno a Casarrubios del Monte y Maqueda, al oeste.
Aunque formaban parte de la Corona de Castilla, las Canarias no se
catastraron por disponer de una fiscalidad específica, razón por la
cual no aparecen en este mapa.
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la felicidad, mayor alivio, riqueza y abundancia de su Mo nar quía, editada en
1732 al poco de morir su autor, don Miguel de Zavala y Auñón, que desde
su puesto en el Consejo de Hacienda y superintendente general de la paga-
duría general de Juros y Mercedes había gozado de una magnífica atalaya
de conocimiento y análisis.
Para entonces, también había constituido ya Ensenada un equipo de
hombres íntegros y capaces a los que ubicó al cargo de las direcciones ge ne -
rales de rentas y de las contadurías y tesorerías generales de valores, de juros
y de distribución, en cuyas covachuelas se comenzó a trabajar a mayor
ritmo, a minorar los retrasos seculares en el cierre de las cuentas, a elaborar
regularmente presupuestos anuales de ingresos y gastos, a re cobrar rentas y
derechos cuyo disfrute paraba en terceros con dudoso tí tulo de pertenencia
y, desde luego, a preparar para el Gefe estados de rentas de percepción clara
e inmediata, así como informes con propuestas pragmáticas de mejora.
Con todo ello, no tardó mucho el ministro en tener sobre su mesa una
ra diografía, una analítica, un diagnóstico y algunas recetas. El objetivo cen-
tral se rá sanear la Hacienda pública, lo que requería, desde luego, un nota-
ble e in mediato incremento de los ingresos. Entre tanto, resultaba indis-
pensable adecuar cuanto antes los gastos a dichos ingresos, estableciendo
también mecanismos de control eficaces que impidiesen la enquistada mal-
versación y el despilfarro. Para lo primero no era posible pensar en un incre-
mento de la presión fiscal, pues eran muchos los indicadores de que se había
al canzado techo. La única salida consistía, pues, en abandonar de una vez el
sistema tradicional de arrendamiento de la recaudación, asumiendo di rec -
tamente la Real Ha cienda dicha función, con cuya medida se estimó que los
ingresos se elevarían entre un 20 y un 30 por ciento. Esta vía, iniciada ya en
1743 por Campillo, la llevará Ensenada a su plenitud desde 1750.
Otra vía, ésta a medio plazo, consistiría en la recuperación de las rentas
enagenadas por la Corona a lo largo de los años, en momentos de gran penu-
ria y necesidad. Pero también se venía abriendo camino una vía más, ten-
dente a hacer proporcional y universal la fiscalidad: sustituir el complejo,
con fuso, injusto y perjudicial entramado de rentas provinciales por una
única contribución, proporcional a la riqueza de cada contribuyente. Se
imponía, pues, como paso previo, averiguar los bienes, rentas y cargas de
todos y cada uno de los vasallos. Ello significaba que a esa averiguación
debía sujetarse no sólo el estamento hasta ahora más sometido a gravamen,
los pecheros, sino también los estamentos privilegiados: la nobleza y la
Iglesia. Hacer extensiva la fiscalidad a la Iglesia sería objetivo clave.
Otra vía habría de ser la reducción de la deuda, materializada en buena
parte en el pago anual que había que realizar de los intereses y situados de
los juros o títulos de deuda que desde siglos atrás se habían venido utilizan-
do para financiarse, títulos que, a razón de entre un 3 y 5 por ciento, ve -
nían rentando a sus poseedores desde cien, ciento cincuenta e incluso dos-
cientos años atrás, con lo que los capitales iniciales facilitados a la Corona
se habían amortizado no se sabe cuántas veces.
También se habían sangrado las arcas públicas a largo plazo mediante
la enajenación de derechos de la Real Hacienda. Si un pueblo cualquiera había
estado obligado, por ejemplo, a pagar anualmente 10.000 reales en con-
cepto de alcabalas, y si tal derecho se había enajenado, vendido, 150 años
atrás, a cambio de un servicio de 400.000 reales, ¿cuántos reales había deja-
do de percibir la Hacienda desde que se debiera haber producido la amor-
tización de aquel adelanto, que no fue tal sino compra del derecho a per-
petuidad? Es más, ¿cuántos de los que todavía gozaban de tales derechos
enajenados carecían de instrumentos de legitimidad para tal percepción?
Cuarenta años atrás, en 1706, se había establecido por el primer borbón la
Junta de In corporaciones, precisamente para que todos los titu lares fácticos
de rentas ena jenadas validasen sus derechos mediante la presentación de los
títulos legitimadores. ¿Por qué todavía –casi cincuenta años después–
seguían miles de titulares sin presentar los papeles? ¿Por qué seguían aún
muchos miles más sin resolución del Juzgado de Incorporaciones?
De lo expuesto debe deducirse, pues, que la única vía de acrecenta-
miento a corto plazo era la recaudación y administración directa de las ren-
tas. Las otras dos vías, reducción de juros y recuperación de rentas enajenadas,
no podían ser sino objetivos a medio y largo plazo, pues serían ingentes los
caudales precisos pa ra recobrar tales derechos, aunque cupiera ir liberando
algunos.
Como se ha dicho, en el análisis efectuado se puso sobre la mesa otra
vía de acrecentamiento de los ingresos, de enorme potencial pero no depen-
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diente de la exclusiva voluntad del monarca y de su Administración: la con-
tribución de los eclesiásticos. Este delicado asunto presentaba al menos dos
frentes, uno de los cuales parecía de más fácil atajo. Las alcabalas por ven-
tas de tierras y casas seguían siendo una fuente básica para la Real Hacienda.
Resul taba, sin embargo, que, por seculares disposiciones, las tierras y casas
que iban pasando a propiedad de la iglesia, lo mismo que las que pertene-
cían a los mayorazgos, adquirían de inmediato el carácter de manos muer-
tas, no pu diendo venderse ni enajenarse, por lo que quedaban apartadas del
circuito co mercial, reduciéndose paulatinamente por ello la renta de alca-
balas. Y no solamente las tierras, también sus frutos. Por consiguiente, la
reforma debía disponer de una estrategia que permitiese acabar con ese esta-
do de cosas.
El carácter de intransferibles de los bienes de la Iglesia se había produ-
cido en fecha temprana, probablemente como cautela regia de que sus
generosas donaciones a monasterios, cabildos u órdenes militares no iban
a ser objeto de comercio años después. El Fuero Real (Alfonso el Sabio,
1255) estableció nítidamente la condición de ‘manos muertas’: Si Nos
somos tenudos dar ga lardón de los bienes de este mundo a los que nos sirven,
mayormente debemos dar a nuestro Salvador y Señor Jesucristo de los bienes
temporales por salud de nuestras ánimas [...]. Por ende, mandamos que todas
cosas que son o fueren dadas a las Iglesias por los Reyes o por los otros fieles cris-
tianos, sean siempre guardadas en poder de la Iglesia. Don Fernando y doña
Isabel fueron más allá eximiendo de alcabalas las ventas y trueques reali -
zados por qualesquier iglesias y monesterios, prelados y clérigos de estos reynos
de bienes enajenables. Felipe II extendió la exención de alcabala a los frutos
y rentas de las encomiendas de órdenes, excepto de sus hierbas. Y es que la
afluencia de bienes raíces a poder de las iglesias –por venta, donación de
los fieles o herencia de los profesos– y el logro de exenciones o privilegios
debieron ser continuos y cuantiosos. Campomanes dedicó a esta realidad
unos párrafos durísimos a propósito de la alegación que debió hacer como
fiscal de lo Criminal del Consejo de Castilla en el expediente formado al
obispo de Cuenca por las acusaciones que había formulado en escrito al
rey sobre el expolio que, en su opinión, estaba padeciendo la Iglesia por
parte de los poderes civiles:
Algunos de los libros del Catastro se adornaron con cubiertas
o portadas no carentes de mensaje. En ésta, realizada por la
Contaduría de Toro, se destaca en las dos cartelas centrales
que la Única Contribución tenía como principal finalidad el
«alivio de los vasallos». Los libros que merecieron mayor atención
ornamental fueron los llamados «estados», en los que se recogieron
en forma de cuadros o tablas los principales datos provinciales y locales
del Catastro. De cada provincia se hicieron nueve libros, cinco de ellos
con los datos de legos y cuatro con los de eclesiásticos.
(Archivo Histórico Nacional).
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La agricultura ha decaído, las glorias de la nación se han oscurecido.
Pre gunta ahora el Fiscal si esto nace de ser la nación perezosa, como
dice el reverendo Obispo, o de otro vicio interno que la ha hecho
enfermar. La verdadera causa consiste en que las tierras han ido
cayendo en manos muertas; las familias seculares se han vuelto jor-
naleras y labran ya sólo como mercenarias; y a otras no les ha queda-
do qué labrar, porque las comunidades y la Mesta, que tanto alaba
el reverendo Obispo, por ir en todo contra el sistema público, han
reducido a dehesas y habitación de bestias los que antes ha bían sido
campos labrantíos, o de pasto y labor, reduciéndose a mendigos los que
en el tiempo floreciente les cultivaban como labradores, porque se les
quitaron las tierras en que se empleaban luego que las comunidades,
en quienes recayeron por fundaciones, herencias y compras en años
calamitosos, las redujeron a puro pasto (...). Las Cortes claman desde
el reinado del señor don Carlos I contra las adquisiciones de manos
muertas, pero el remedio no se puso; (...) y todo esto, a modo de una
segur arrasadora, fue arrancando de sus hogares considerable número
de vecinos pobladores. (...) ¡Cuántas fundaciones se han hecho por
sugestión en las confesiones y vías que en el siglo no son lícitas, y
mucho menos en el fuero interior! El abuso de adquirir por todos
caminos las manos muertas ha producido que las comunidades, que
ha bían renunciado al mundo, se convirtieron en casas de labranza, y
las de los vecinos en casas de mendicantes, viniendo las cosas, por un
orden inverso, a volverse contra su propia institución; esto es, rico el
que profesa pobreza, y pobre aquél que necesita bienes para mantener
la familia y sufrir las cargas de la República.
Vistas estas ideas generales sobre el estado de cosas que Ensenada con-
sidera preciso reformar, conviene dedicar unas líneas a la fiscalidad enton-
ces vigente, pues el Catastro va a tener como objeto principal modificar
radicalmente una parte de ese sistema fiscal. Las rentas reales estaban agru-
padas en tres grandes bloques: rentas generales o aduanas, rentas estancadas
o monopolios, y rentas provinciales o impuestos interiores. Un informe de
la época dice que consisten las rentas generales, en los derechos o imposiciones
que universalmente se exigen por la entrada y la salida en los dominios de S.M.
de toda clase de frutos, géneros y mercaderías. Las rentas estancadas eran sal y
tabaco. La del tabaco era sumamente rentable, aunque Ensenada la califi-
caba de vicio, datando su estanco de 1636. Tenía una organización autóno-
ma y una red de distribución muy eficaz. La apertura en esos años de la Real
Fábrica de Tabacos de Sevilla contribuyó notablemente a la expansión del
vicio, y también de la renta, calificada por Ensenada de joya de la Corona.
(En la muy reciente y brillante rehabilitación que se ha llevado a cabo en el
antiguo edificio de la Aduana de Madrid, hoy sede del Ministerio de
Hacienda, para alojar su Biblioteca, ha aparecido en un dintel de piedra la
inscripción “REALES ALMAZENES DE LA RENTA DEL TA BACO”). La sal, artí-
culo de primera necesidad para hombres, ganados y salazones, fue declara-
da del Real patrimonio ya en 1384 al promulgar que to das las fuentes, pilas
y pozos salados pertenecían al rey. Felipe II, en 1564, incorporó a la Corona
todas las salinas que aún estaban en manos de particulares, salvo las de
Andalucía, prohibiendo la entrada de sal de fuera de los reinos y ordenan-
do extender la red de alfolíes para el más cómodo abasto de los pue blos. Casi
desde el principio, y especialmente desde el siglo XVII, la sal se convirtió en
el producto más a la mano y seguro para fijarle sobreprecio y así acudir a
las ur gencias de la Ha cienda, pues su reparto estaba controlado y el consu-
mo asegurado.
En cuanto a las rentas provinciales, englobaban conceptos muy dispares.
El principal ramo era la alcabala, nombre de la regalía que el reino conce-
dió a la Corona en 1342, consistente en el derecho de la veintena parte (5 por
ciento) de todo lo que se vendiese, permutase o sobre lo que se estableciese censo.
Siete años más tarde, en 1349, se aumentó a un 10 por ciento, porcentaje
en el que se perpetuó y que seguía vigente cuando el Catastro. Los llamados
cientos, oquatro unos por ciento, fueron concesiones del reino a la Corona.
Se otorgaron en los años 1639, 1642, 1656 y 1663. Tras minorar dos de
ellos a medios por ciento con Car los II (1665-1700), se restablecieron a su
integridad, y así están cuando Ense nada acomete su estudio. Los cientos no
son sino ampliaciones del tipo de la al cabala, pues se aplican también sobre
las cosas que se venden, se cambian o sobre las que se impone censo. De ahí que
sea frecuente leer que la alcabala tenía un tipo del 14 por ciento (su 10% +
los cuatro cientos). No obstante, tanto las alcabalas como cada uno de los
cientos tenían administración separada, pues se mantenía la formalidad de
que cada ciento había sido concedido para una urgencia diferente. El dere-
cho al cobro de las alcabalas y cientos fue vendido por la Co rona a particu-
lares en numerosas villas y lugares. Muchos de los compradores fueron las
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propias villas, que tomaron dinero a censo para la compra del derecho al rey.
La alcabala o los cientos se convertían así en un ingreso más del concejo,
destinándolo a distintos fines comunales. De las alcabalas y cientos enajena-
dos existía un regis tro en las llamadas Contadurías generales de Valores y
Distribución. Además de las ventas de tales derechos, exis tían también
abundantes exenciones por donación o gracia real. Exentos totales eran tam-
bién los eclesiásticos y casas pías, y ello tanto para rentas eclesiásticas como
patrimonios (es decir, bienes de los que eran titulares las iglesias, conventos,
monasterios u obras pías, a los que llamaremos beneficiales, y bienes parti-
culares de los eclesiásticos, a los que llamaremos patrimoniales). Los ecle-
siásticos sí quedaban sujetos a alcabala y cientos en las operaciones comer-
ciales en las que actuaban como meros tratantes, lo que no era infrecuente.
En algunas ciudades existían rentas especiales que se administraban
junto con alcabalas y cientos. Así, en Sevilla seguía vigente la renta de bateo -
jas, que gravaba las labores de oro, la plata hilada y algunas telas. En la
misma Sevilla existía también la renta de los reales alcázares, que gravaba los
ingresos por el arrendamiento de sus habitaciones. Cádiz tenía estancado el
thee y el café. Gra nada, por su parte, pagaba la renta de la seda, establecida
ya en 1494 y consistente en un diezmo y los cientos; también la renta del
azúcar y la que llaman de la abuela, renta ésta anterior a la conquista y que
se mantuvo sobre diversos productos, considerándola equivalente a la alca-
bala y cientos. En algunas provincias, particularmente las de Castilla la
Vieja, rigen también los derechos de martiniega, yantar y forero, todos ellos
en reconocimiento del señorío, llevando su cuenta junto con las relaciones
de alcabalas y cientos, cuando se trataba de señorío realengo. Otra renta
provincial muy significativa era la de tercias reales, que formaba parte de los
diezmos. El servicio ordinario y extraordinario y su quince al millar era un
tributo estamental que pagaban únicamente las personas del es tado general
o llano, por el cual –dice el informe– se distingue de el estado noble. El ordi-
nario ya estaba impuesto en 1577, estableciéndose el extraordinario en
1580. En muchos pueblos se llama a este tributo servicio real. Según se dice,
estaba establecido que la cantidad fijada a cada pueblo por la Contaduría
general de Valo res debía ser repartida entre los vecinos del estado general en
proporción a sus haciendas. El equivalente a este servicio en la nobleza era
El Catastro en el que desembocaron los propó-
sitos de Ensenada para reformar la fiscalidad
castellana nos dejó centenares de miles de
documentos escritos, y también algunas repre-
sentaciones cartográficas de gran interés, como
es ésta de Valverde, en la actual provincia de
Albacete, que formaba parte de la de La
Mancha a mediados del siglo XVIII. La villa,
representada por su iglesia, se ubica en posi-
ción central, entre riachuelos que ellos llaman
“roios” (arroyos) que llevan sus aguas al río
“Gualimar” (Guadalimar). El término aparece
dividido en dehesas y baldíos, siendo represen-
tado con todos los pueblos de su contorno.
Otras particularidades son la escala circular
(abajo derecha), la firma del autor (Alonso
Calero Díaz), la dedicatoria (a la izquierda), el
señalar lo que hoy llamamos puntos cardinales
y que entonces decían “aires”. Dos hechos más
significativos son la existencia del que llaman
“salero” (abajo, centro), quizás alfolí, y la indi-
cación en el extremo suroccidental del río del
paso de “maderadas” aguas abajo hacia el
Guadalquivir. (AHPA.)
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el de lanzas y en el clero el subsidio. Los derechos sobre la sosa y la barrilla
se cobraban en las provincias de Murcia, Mancha, Toledo y Granada. Por
un la do se cobraba un real por quin tal al cosechero o extractor, al que se
añadían 6 reales a la barrilla y 3 a la sosa de todo lo que se vendía, dentro
o fuera del reino.
Los llamados reales servicios de millones, o simplemente millones, no
fueron en su origen impuestos propiamente dichos, sino concesiones o ser-
vicios del reino a petición de la Corona. Los representantes del monarca
exponían en sesión de Cortes las razones que llevaban a solicitar al reino
una contribución extraordinaria. Tras discutir la oportunidad y la cuantía,
a veces durante años, se debatía entre los representantes de las ciudades con
voto en Cortes la forma y medios de recaudar la cantidad que finalmente
se acordaba. Llegado el acuerdo, se elevaba a escritura pública, quedando
obligados reino y rey al cumplimiento de lo pactado. La primera concesión
se acordó en 1590, reinando Fe lipe II. Los millones vigentes cuando el
Catastro eran los siguientes: servicio de 24 millones de ducados, pagaderos
al rey en 6 años, a razón de 4 millones de ducados al año. Este servicio,
otorgado en 1650, se fue prorrogando de hecho cada 6 años. Para la recau-
dación se acordó gravar los consu mos de vino, vinagre, aceite, carne y velas
de sebo. En el mismo año de 1650 el reino concede el servicio de paga del
sueldo de 8.000 soldados, que fue teniendo las mismas prórrogas sexenales.
En 1658 se concedieron dos servicios, de 3 millones de ducados y de 1
millón, que se conocen con el nombre de nuevos. Ni que decir tiene que
también fueron teniendo prórrogas automáticas. En 1686, Carlos II optó
por suavizar las contribuciones, suprimiendo en parte los derechos corres-
pondientes a los 24 mi llones, 8.000 soldados, 3 millones y nuevos impuestos,
quedando reducida esta contribución a los 19 millones y medio que se admi-
nistran a nombre de 24, eximiendo asimismo de dos de los cuatro unos por
100, exenciones que rigieron hasta 1705, año en que se mandaron resta-
blecer para subvenir a las urgencias del Estado y gastos de la guerra de
Sucesión, tomando entonces el nombre de renovados. Agregados todos estos
servicios, los consumidores ve nían pagando diversos sobreprecios en los
productos señalados: en el vino, octava, octavilla y 64 maravedíes (cerca de
2 reales); en el vinagre, octava, octavilla y 32 marave díes; en la arroba de
aceite, octava, octavilla y 50 maravedíes; en libra de carne, 8 maravedíes; en
cabeza de rastro, 273 maravedíes (algo más de 8 reales); y en vela de sebo,
4 maravedíes.
Todo ese entramado fiscal, de aplicación muy compleja, es lo que
quiso sustituir Ensenada por la única contribución. Conviene señalar que las
vías de reforma de la Ha cienda propiciadas por Ensenada no se puede decir
que fueran novedosas, pues todas ellas formaban parte de discursos reitera-
dos en España y en el resto de Europa desde hacía más de un siglo. Lo nove-
doso es triba en la determinación de Ensenada de ponerlas en marcha, pues
lo que no se comienza no se acaba. Y para ello, en sus reiteradas representa-
ciones al monarca, irá desgranando idea a idea, de manera que, mediante un
discurso tan hábil como didáctico, conseguirá que el monarca vaya estam-
pando su regia firma en decreto tras decreto. En los temas más espinosos,
el ministro urdirá una estrategia informativa a varias bandas, valiéndose del
padre confesor, Francisco Rávago, y de la mismísima reina Doña Bárbara
de Braganza para conducir el ánimo del rey a su molino. Con inteligente
sutileza, conseguirá además el ministro que los decretos le terminen pare-
ciendo al rey como emanados de la real mente, y no como mera conformi-
dad a una propuesta de su distinguido y fiel vasallo. Y los decretos se die-
ron y el Catastro se hizo, aunque la única contribución nunca llegara a
implantarse.
Por todo lo expuesto, la Dirección General de Catastro quiso rendir
ho me naje al gran estadista y hacendista, en el tricentenario de su naci-
miento, dando su nombre entonces, ensenad@, al proyecto pionero de
informatización y modernización del Catastro actual y promoviendo una
magna exposición que mostró muchos de los documentos en los que que-
daron recogidos los nombres, haciendas y pequeñas y grandes historias de
los hombres del Siglo de las Luces. A continuación recogemos, a modo de
paneles, los hitos más importantes de lo que fueron las averiguaciones catas-
trales y la documentación de ellas resultante, cumpliendo así la encomien-
da constitucional de difundir los hitos de nuestro pasado y las acciones de
gobierno en pro de la mejora permanente de la vida cotidiana de todos.
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EL CATASTRO, PASO A PASO
Concepción Camarero Bullón
EL MARQUÉS DE LA ENSENADA, MINISTRO DE FERNANDO VI
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ UN CATASTRO?
ELCATASTRO DE PATIÑO, PRECEDENTE DEL DE ENSENADA
EL REY ORDENA CATASTRAR LAS CASTILLAS EN OCTUBRE DE 1749
BANDO, PREGÓN, INTERROGATORIO DE 40 PREGUNTAS
LAS OPERACIONES-PILOTO DE LOS INTENDENTES
LAS OPERACIONES-ESCUELA DE LOS CORREGIDORES REALENGOS
LAS RESPUESTAS GENERALES DE LOS PUEBLOS AL INTERROGATORIO
LOS MEMORIALES, RELACIONES O DECLARACIONES
LOS LIBROS DE LO RAÍZ, O DE LO REAL, O MAESTRO: BASES DE DATOS
LOS LIBROS DE LOS CABEZAS DE CASA
UN MAPA EXCELENTE EN EL CATASTRO: ALMADÉN
SISTEMAS DE CONTROL DE LA VERACIDAD DE LOS DATOS CATASTRALES
LA PRUEBA INCONTESTABLE: LA CERTIFICACIÓN DE DIEZMOS
LECTURA EN CONCEJO ABIERTO Y LOS ESTADOS DE LOS PUEBLOS
LOS ESTADOS O RESÚMENES PROVINCIALES
LOS LIBROS DE MAYOR HACENDADO Y EL CENSO DE 1756
LOS LIBROS DE LO ENAJENADO Y EL VECINDARIO DE 1759
LAS CONTADURÍAS DE LA ÚNICA CONTRIBUCIÓN DIERON LA TALLA
ELCATASTRO, UNA PARTE DE UN PROYECTO DE REFORMA
DEL CATASTRO DE ENSENADA AL PROYECTO ENSENAD@
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El marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI
En tiempos de nuestro monarca Fernando VI, que reinó entre 1746 (fecha de la
muerte de su padre Felipe V), y 1759, se realizó en estas tierras y en todas las
que formaban la Corona de Castilla una gran averiguación de todas las personas
que las habitaban, de las tierras y casas que poseían, de sus rentas y oficios, de sus
ganados, e incluso de los préstamos sujetos a hipoteca que habían contraído, que
entonces llamaban censos. Esta averiguación –que fue ordenada por el rey a pro-
puesta de su ministro Ensenada– recibe hoy el nombre de
CATASTRO DE EN -
SENADA
, pues la palabra
catastro
significa precisamente averiguación o pesquisa.
La palabra
catastro
tenía otro significado, referido a la forma de averiguar lo antes
dicho. Se decía que se hacía un
catastro
si la averiguación se realizaba desplazán-
dose a las ciudades, villas y aldeas un grupo de funcionarios que eran los que diri-
gían la averiguación. Por el contrario, si el rey encomendaba a las autoridades del
pueblo que fuesen ellas las que lo averiguasen, se hablaba de
amillaramiento
.
Retrato de Fernando VI,
obra de Ranc. (Museo Naval
de Madrid).
La reina Bárbara de Bra -
ganza ejerció gran in fluencia
en el rey, en la vida de la
corte y en las decisiones polí-
ticas. Muy aficionada a la
música, ella misma tocaba
algún instrumento. Su pasión
por la música le hizo mante-
ner en la corte a Fari nelli,
cantante y com positor que
acumuló gran poder por su
cercanía
a los amos
.
(Biblioteca Nacional).
Durante los primeros años
del reinado de Fernando VI
el gobierno era ejercido bási-
camente por dos ministros,
cuyo cargo se denominaba
entonces Secretario de
Despacho. Uno de esos
ministros fue don José
de Carvajal y Lancaster,
extremeño de alta cuna.
(A. de la Calleja, Real
Academia de Bellas Artes
de San Fernando).
ZENÓN DE SOMODEVILLA era riojano,
hijo de un hidalgo humilde. Su viveza
y el haber trabajado a las órdenes de
don José Patiño, que llegaría a ser un gran
ministro con Felipe V, le abrieron camino.
Trabajó en Italia varios años al servicio
de los infantes Don Carlos (años después
Carlos III) y Don Felipe, lo que le valió
el marquesado de Ensenada y en 1743
ser llamado al ministerio. Felipe V
le encomendó ese año cuatro
despachos
:
Hacienda, Guerra-Marina e Indias.
Fernando VI le mantuvo en esos cargos
en 1746 hasta 1754.
[Amiconi, Museo del Prado].
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Cuando Ensenada se hace cargo de la Real Ha cienda, la
encuentra en estado calamitoso. Los gas tos son más
cuantiosos que los ingresos. Las guerras consumen gran
parte de los caudales. Se estudian entonces muchas medi-
das, pues las fuentes de ingresos –las llamadas rentas rea-
les– eran muy variadas. El primer objetivo del gobierno es
conseguir la paz, lo que se logra en 1748 con la Paz de
Aquisgrán. El segundo gran objetivo es administrar
directamente las recaudaciones, pues hasta entonces el
cobro de las rentas se arrendaba a los llamados
asentistas
.
Este sistema tenía dos inconvenientes: a la Real Ha cienda
llegaba mucho menos dinero que el que pagaban los vasa-
llos; y éstos se veían sometidos a todo tipo de atropellos
por parte de los asentistas y su legión de
recaudadores
y
executores
. Otro problema era el de las llamadas rentas
enajenadas, es decir, impuestos que habían sido vendidos
o cedidos por la Corona a particulares, a los que desde ese
momento pertenecía el derecho a la recaudación. Por últi-
mo, muchas de las rentas no vendidas plenamente se habí-
an gravado parcialmente con los llamados juros, cada uno
de los cuales estaba
situado
sobre una renta concreta en
un lugar concreto. Por ejemplo, un convento podía ser titu-
lar de un
juro
sobre la
alcabala
de Cazorla, cobrando anual-
mente los réditos acordados.
Tres eran los tipos de rentas que percibía la Real Hacienda:
las llamadas generales o de aduanas, las rentas estancadas
(principalmente sal y tabaco) y las RENTAS PROVINCIALES,
que eran un conglomerado muy complejo formado principalmente
por las alcabalas, los millones, los cientos, el derecho de fiel
medidor, las tercias reales, etc. A lo largo de esta exposición se
irán explicando estos gravámenes. Ahora interesa señalar que
fueron estas rentas provinciales las que hicieron pensar en
CATASTRAR LAS CASTILLAS, toda España menos las islas,
Corona de Aragón, reino de Valencia, Navarra y Señoríos Vascos.
Las rentas provinciales eran denostadas hasta por el rey, pues
eran no sólo muy gravosas sino injustas, faltas de equidad,
pues recaían sobre todo sobre el
pueblo llano
, los que se
llamaban del estado general, pues los nobles y eclesiásticos
se libraban de muchas de ellas por disponer de cosechas propias
y no tener que acudir a los puestos públicos, que era donde
se cobraban casi todos estos gravámenes, especialmente los
millones
y los
cientos
. El proyecto de Ensenada es acabar con
ellas y sustituirlas por una ÚNICA CONTRIBUCIÓN proporcional
a la riqueza de cada uno, conocida mediante el Catastro.
¿Por qué y para qué un Catastro?
Plan general de distribución de cauda-
les. (AGS). Recopilación del proyecto
de única contribución. (BN).
Batán y escena pastoril.
(Archivo Municipal de
Villoslada en Cameros)
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19
El Catastro de Patiño, precedente del de Ensenada
L
a idea de un catastro como remedio de los males del vasallo y de la Real
Hacienda no es nueva. Ensenada tiene tres importantes referentes: el catastro de
Patiño (1715), el de Milán, iniciado en 1718 y concluido en la década de los cin-
cuenta, y el Saboya (1728).
En España, el acceso al trono de Felipe V en 1700 (rey entre 1700 y 1746) supuso
la puesta en marcha de un proyecto de Estado centralizado, a la usanza del modelo
francés, centralización que se planteó con la política de uniformar las leyes y las ins-
tituciones de gobierno en todo el territorio. Esa política se vio impedida
de facto
hasta la terminación de la Guerra de Sucesión. Acabada ésta, se procedió a dotar a
los territorios de la Corona de Aragón –Reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y
Principado de Cataluña– de una
nueva planta
política, administrativa, jurisdiccional
y fiscal. La nueva fiscalidad de esos territorios partía de la premisa de que ha brían de
contribuir a la Real Hacienda con el
equivalente a las rentas que paga Castilla.
Para la aplicación de esa nueva fiscalidad en Cataluña, por Real Decreto de 9 de
diciembre de 1715, se ordena realizar un
catastro
como forma de que dicha exac-
ción sea más justa y equitativa al ser proporcional a la riqueza de cada contribuyen-
te. Para ello, se ordena que en cada pueblo se constituya una comisión formada por
el
rector de cada ciudad, villa o lugar, y dos labradores inteligentes,
que se rían los
responsables de averiguar y cumplimentar tres formularios que se les entregarían
impresos: el primero era un
interrogatorio
de 32 preguntas sobre el lugar, las lla-
madas
respuestas generales;
el segundo era para recoger los nombres, oficios y
actividades industriales y comerciales de todos los vecinos del lugar; y el tercero iba
orientado a formar un catastro o
inventario todas las piezas de tierra de su térmi-
no,
con su medida y frutos; y lo mismo de
casas, edificios, fábricas y molinos,
y tam-
bién de los
censos y censales,
es decir, hipotecas, activas o pasivas, así como los
ganados. Realizados los
cuadernos
, se procedería a su revisión en dos fases: a) exa-
men de los mismos por “
dos personas inteligentes de cada veguerío
”; b) una vez
conformes, se debían preparar las
tavelas
o
extractos
, que habrían de enviarse a un
subdelegado
nombrado para cada veguerío. Se convocaba entonces una reunión a la
que ha bía de asistir
una persona inteligente
por cada pueblo o lugar habitado del
veguerío
, sometiéndolo todo a revisión y enmendando lo que correspondiese. El últi-
mo acto consistía en la
publicación
del catastro en cada lugar, haciendo congregar
a todos los vecinos y leyendo “
en alta voz clara
” todas las partidas, por si alguien se
consideraba agraviado.
Con la utilización de la documentación catastral para la exacción del impuesto, en
los primeros años aparecerán algunas disfuncionalidades que, poco a poco, se irán
subsanando y que llevarán a la medición (
recanación
) de la mayoría de los términos
y a la elaboración de una cartografía parcelaria y de los términos municipales, lleva-
da a cabo por
geómetras
y
agrimensores.
La
Instrucción
de 1735 del Intendente
Sartine, dará paso a una etapa de tranquilidad y normalidad en la gestión del catas-
tro en Cataluña. El sistema impositivo del que es base estará vigente en el Principado
hasta la reforma de Mon ya en el siglo XIX. La equidad y racionalidad que supuso el
nuevo sistema impositivo y el hecho de que no se actualizó su cuantía con los años,
a pesar del crecimiento económico y demográfico, son algunas que las claves que
explican la pujanza económica del Principado durante este período.
Impreso con las 32 preguntas del
Interroga -
to rio
al que debía contestar la comisión
nombrada al efecto en cada pueblo (AHPL).
Página de la
recanación
de la localidad de Pedra i
Coma de 1736 (AHPL).
Primera página de las
Reglas para el esta-
blecimiento del Catastro en Cathaluña
, que
acompañan al Real Decreto de 9 de diciem-
bre de 1715 (BN).
Respuestas
Generales
de Pobella
de 1716 y
recanación
de Madrona,
Lérida, 1756
(AHPL).
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20
El rey ordena catastrar las Castillas en octubre de 1749
El mes de octubre de 1749 fue un
mes muy importante en los proyec-
tos de reforma estudiados por
Ensenada y propuestos al rey para
su aprobación. Si el día 10 le tocó
el turno al decreto de la única
contribución, el día siguiente fue
para la administración directa
de las rentas por cuenta de la Real
Hacienda a partir del siguiente
1º de enero. Y el día 13 al restable-
cimiento de la Ordenanza de In -
tendentes, que se convertirán en
las primeras autoridades provincia-
les poco después. Para la intenden-
cia de Jaén se nombró al marqués
de Villaitre; para la de Burgos-
Cantabria-Rioja, al marqués de
Espinardo. (Todas las imágenes de
este panel son de BN).
El llamado proyecto de única contribución fue sometido por
el rey al estudio y dictamen de 16 miembros de los Con sejos
de Cas tilla, Hacienda, Indias y Órdenes (militares), y también al de
cinco Intendentes y el Regente de la Audiencia de Barcelona. Con
el dictamen negativo de los Consejos y positivo de los Intendentes,
el monarca consideró conveniente a los intereses de la Corona y
los Vasallos poner en marcha la averiguación catastral. Su decisión
se plasmó en el real decreto de 10 de octubre de 1749. El decre-
to se promulgó junto con una Instrucción de cómo habría de
hacerse el Catastro, a la que se agregaron una serie de modelos o
formularios de cómo habría de recogerse la información obteni-
da en las averiguaciones. Otros modelos deberían servir a todos los
vecinos como guía para hacer sus declaraciones de familia y bie -
nes. Estas declaraciones se conocen con los nombres de memo-
riales o relaciones.
El formulario de la dere-
cha se corresponde a
uno de los estados, el H,
dedicado al ganado.
Quienes lo diseñaron y
revisaron no se percata-
ron de que a cada pobla-
ción había que darle dos
filas, una para anotar las
cabezas de ganado de
cada especie y otra para
poner el valor catastral
que se les daba. Más
tarde hubo que corre -
girlo. (BN).
02-PAGINAS PANELES_pp. 6-45_01 Folleto Madrid.qxd 21/02/23 21:40 Página 20
21
Bando, pregón, interrogatorio de 40 preguntas
Bando del intendente de la provincia de Córdoba,
Fernando Valdés y Quirós. Este intendente pasó en
1752 a Sevilla, cuyos intendentes recibían el título de
Asistentes desde antiguo. Abajo, primera página de
uno de los interrogatorios. Se imprimieron varios
miles de ellos, pues a cada población catastrada se
envió al menos uno. En muchos casos se encuaderna-
ron al principio de las
Respuestas generales
. (AGS).
Las averiguaciones de los pueblos las encomendó el rey a unos equipos, llamados audiencias, presididos
por el intendente –máxima autoridad de la provincia– o por un subdelegado suyo, y formadas al menos
por un escribano (con la función notarial de dar fe de cuanto ocurriese), uno o más oficiales (administrativos
con experiencia y buen manejo de los números), y dos o más escribientes o amanuenses, para ir pasando a
pliegos limpios la información dada en los memoriales. Las audiencias podían complementarse con hombres
prácticos que supieran de agrimensura, los llamados peritos en tierras, capaces de al verlas saber su calidad
y la cosecha que podía producir en años normales.
El primer acto de la averiguación en cualquier pueblo o ciudad consistía en promulgar un bando, como el
que se reproduce en este panel. En él se transmitía a los vecinos la orden del rey de que todos quedaban obli-
gados a presentar una declaración de personas, familias y bienes, todo lo cual solía estar bien explicado en
dicho bando. Se especificaba también el plazo que se daba para presentar las declaraciones, que variaba entre
8 y 30 días. También se decía que la declaración debía ser bajo juramento. Y que los que no supieran escribir
debían conseguir que alguien les hiciera la declaración, que debía entregarse firmada por un testigo.
Mientras los vecinos preparaban sus memoriales, el alcalde –también llamado justicia– y algunos conceja-
les –llamados regidores o capitulares– debían reunirse con el intendente o subdelegado para contestar al
interrogatorio de 40 preguntas. A ese acto solemne debía asistir el cura principal de la población, el escri-
bano de la audiencia y un grupo de peritos elegidos por el ayuntamiento o concejo, que debían ser ancianos
u hombres de mucha experiencia, en el sentido de que fuesen los mejores conocedores de las tierras, sus cali-
dades, sus cosechas, ... Si el pueblo tenía procurador síndico, también solía asistir.
El escribano debía levantar acta
a la letra
, de lo que se respondiese al interrogatorio
.
El documento resul-
tante será uno de los más importantes del Catastro, y se le llama Respuestas generales.
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Las operaciones-piloto de los intendentes
El rey encomendó la dirección suprema del Catastro a la Real
Junta de Única Contribución, que durante siete años sería
presidida por el obispo de Jaén, fray Benito Marín. La primera
decisión que adoptó, tras ser nombrados los intendentes de las 22
provincias, fue que éstos habrían de realizar la averiguación de un
pueblo con el carácter de piloto, quedando obligados a remitir a
la Junta toda la documentación resultante para su examen y apro-
bación, de manera que se pudiesen advertir errores en el método
señalado en la
Instrucción
o interpretaciones equivocadas por
parte de los intendentes. Esta medida fue certera y prudente, pues,
en efecto, en las 22 primeras operaciones aparecieron ya muy
buena parte de los problemas que surgirían nuevamente en otras
poblaciones. Las operaciones-piloto se hicieron en estas poblacio-
nes:
Ávila, Aldea del Rey; Burgos, Astudillo; Córdoba, Fernán
Núñez; Cuenca, Albaladejo del Quende; Extremadura, Valverde
de Leganés; Galicia, Betanzos; Granada, Gavia la Grande;
Guadalajara, Marchamalo; Jaén, La Guardia; León, Villamañán;
Madrid, Fuenlabrada; Mancha, Torralva de Calatrava; Murcia,
Caudete; Palencia, Fuentes de Valdepero; Salamanca, El Bodón;
Segovia, Abades; Sevilla, La Rinconada; Soria, Almazán; Toledo,
Ajofrim; Toro, Tagarabuena; Valladolid, Tordesillas y Zamora,
Arzenillas. Con esta lista se ha dado también repaso a los nom-
bres de las 22 provincias de entonces. Sólo añadir que los
comisionados que más tarde se nombraron también hicieron
su piloto; el de Jaén, por ejemplo, la hizo en Carchelejo.
La Junta comisionó a uno de sus miembros, el mar-
qués de Puertonuevo, para estudiar a fondo todas
las operaciones-piloto. Las páginas de la izquierda
son algunos de sus resúmenes y propuestas. Arriba,
dos de los mapas enviados, el de los concejos de
Llanera y Oviedo (hecho cuando se operó el coto
de Cerdeño por el comisionado Arias) y el de
El Bodón, en la piloto de Salamanca. Abajo,
un resumen de Arzenillas, piloto de Zamora. (AGS).
22
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Las operaciones-escuela de los Corregidores realengos
L
a evacuación de las respuestas al interrogatorio tuvo lugar
entre el 9 y el 19 de enero de 1751, en acto que debió de ser
muy solemne a tenor de la concurrencia: intendente, 4 corregido-
res, 7 escribanos, teniente de corregidor de Haro, 2 alcaldes ordi-
narios, 2 regidores nobles y otros 2 del estado general, el procu-
rador síndico de ambos estados, 7 peritos inteligentes, y el vicario
del presidente del cabildo eclesiástico, don Manuel Joseph de
Gojenola. Dirá la villa en sus
respuestas
no ser grande, sirviéndo-
se de vocablos hoy sin uso para referirse a los puntos cardinales o
aires
donde se hallaban las poblaciones circundantes: solano
(levante), ábrego (poniente), regañón (sur) y zierzo (norte). Haro
mide las tierras de cultivo en fanegas y las viñas en obreros de
200 cepas. Con 597 vecinos (en torno a 2.250 habitantes), dispo-
nía de 5 molinos harineros sobre el río Tirón y en Fuentes de la
Vega. Presenta un elenco de oficios a la altura de las mayores
capitales: 21 mercaderes, 20 sastres, 35 panaderos, panaderas y
ayudaderas de hornos
, 5 plateros, 7 sardineras, 7 sanitarios (mé -
dicos, cirujanos, boticario y partera), los que llama
sacadores de
vino
, el vendedor de
vino ranzio
, y varios músicos: organista, bajo-
nista y sochantre. Y también campaneros
para el tiempo de nubla-
do
. Tenía Haro tercena (almacén regional) y estanquillo de taba-
co, aduana del rediezmo y diversos administradores de bienes
(entre ellos, del duque de Frías y del marqués de Figue roa). Con
148 jornaleros, 20 labradores mixtos (con pocas tierras, se ayu-
daban también de jornal), 100 pobres mendicantes y 42 clérigos,
su único convento era el de San Agustín, con 16 sa cerdotes y 3
criados. Con mercado todos los martes del año, su feria anual co -
menzaba el 8 de septiembre.
Cuando se finaliza la evacuación del interrogatorio, se pro-
cede al reconocimiento de tierras y casas, para el que se desig-
nan 12 peritos. Se distribuyen el término por
aires
, en equipos de
tres peritos, y emplean un mes en ello. Acabado el reconocimien-
to, el marqués de Espinardo convoca a la lectura pública, que era
el momento clave y el más trascendente, pues asistían todos los
vecinos, que de ese modo daban conformidad a lo re gistrado en
los libros. Se dedican dos días completos a la lectura, que se hace
a quatro vozes
, las de los 4 oficiales de la audiencia. Con este acto
se da por cerrada la operación-escuela, volviendo los corregidores
ya formados a sus partidos para empezar sus propios catastros en
los pueblos de su jurisdicción.
Mapa de La Rioja trazado por Tomás
López en 1769 (RAH). Sobre estas
líneas, final de las respuestas de
Haro, con la firma del marqués de
Espinardo y de los capitulares y
peritos que respondieron al
Interrogatorio catastral (AHPLR).
P
ronto se vio que si las poblacio-
nes que había que catastrar se
acercaban a las 15.000 y eran 22 los
in ten dentes, tocaban a cada uno 680
pueblos; y como la media en catastrar
ca da pueblo resultaría ser de 50 días,
se hubiesen necesitado 93 años para
aca bar el Catastro. La solución era au -
mentar el número de au dien cias, que
se pondrían al cargo de sub dele -
gados. Los primeros que se nom bra -
ron fueron los corregidores realen-
gos. Para prepararlos, se decidió que
participasen en operaciones-es cue -
la, es decir, averiguaciones dirigidas
por el intendente, pero con asis ten cia
y práctica de los corregidores. Opera -
ción de este tipo fue la de Haro, en -
tonces en la provincia de Burgos. El
in tendente burgalés, el marqués de
Es pinardo, convocará a esta opera-
ción a 4 de los 5 corregidores realen-
gos que te nía la provincia –los de
Logro ño, San to Domingo de la Cal -
zada, A ran da de Duero y Villarcayo–;
el quin to, el de Quatro Villas, con sede
en Laredo, no participó por su edad.
Haro era cabeza de corregimiento,
pero su titular, don Juan Chrisóstomo
de Sala manca y Córdoba, no fue con-
vocado por ser de señorío, abrigando
el te mor de que tales corregidores
mirasen más por los intereses del
señor que por los del rey y los vasa-
llos. Haro pertenecía al du que de
Frías, a cuya Casa llegó tras do nación
de la villa por Juan II en 1448 al
conde de Haro.
La averiguación empezó en Haro
con el pregón del bando
por voz de
pregonero público y con el tambor o
caja de guerra que se usa en esta villa
para las convocaciones y llamamien-
tos de concejo general
. La comitiva,
con Espinardo al frente, llegó a Haro
el 6 de enero de 1751.
23
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Las respuestas generales de los pueblos al interrogatorio / 1
Las respuestas generales de los pueblos
al in te rrogatorio de 40 preguntas suelen
co men zar señalando la fecha y el nombre del
subdelegado –a veces se le llama
juez-sub-
delegado
– y de las autoridades municipales o
con cejiles que asisten. Recogen también el
nom bre y edad de los peritos, así como el del
cura. Y desde luego el del escribano que ha -
bría de dar fe. El primer acto consiste siempre
en la toma del juramento de decir verdad. La
Instrucción del rey señalaba expresamente
que al cura asistente no se le to mase jura-
mento. Casi siempre se alude al acto de hacer
la señal de la cruz al jurar, y en algunas zo nas,
al ges to de llevarse una mano al pecho. In -
media ta mente se procedía a formular la 1ª
pre gunta: mo se llama la Población.
Además de dar el nombre, suelen contestar los
pueblos di ciendo si son ciudad, villa o aldea,
etc., rangos que entonces tenían significado
jurisdiccional.
Primera
página de las
Respuestas
generales
de
Aldeanueva.
(AHPLR).
Mapa de
Dúrcal.
(AHPGR).
24
02-PAGINAS PANELES_pp. 6-45_01 Folleto Madrid.qxd 21/02/23 21:40 Página 24
Las respuestas generales de los pueblos al interrogatorio / 2
Páginas correspon-
dientes a la pre -
gunta 3ª de las
Respuestas genera-
les
de Avilés, Castro
de Filabres y Vera.
Aba jo, mapa de las
Res puestas genera-
les
de Albaladejo
del Cuende.
(AGS, AHPA, AHPA
y AHPCR).
25
La segunda pregunta era importante.
Si es de Realengo, ù de
Señorio: à quien pertenece: què derechos percibe, y quanto
producen. Y es que desde varios siglos atrás la Corona venía poniendo
en venta muchas poblaciones, que dejaban de ser del rey –realengas
para pasar a ser de señorío. El precio de venta se fijaba en función de la
amplitud del término, de la calidad de sus tierras, montes, pastos y leñas
y según el número de vasallos pobladores. En la escritura de venta se
señalaban los derechos del señor, que generalmente consistían en el
poder de administrar justicia y en el de percibir determinados pechos en
señal de vasallaje. A veces la compra incluía el derecho a percibir los gra-
vámenes que correspondían al rey, como
alcabalas, cientos, millones
, y
también la exclusiva para el nombramiento de oficios o cargos, como los
de escribano o regidor.
La tercera pregunta era una de las más interesantes: Qué territorio
ocupa el Termino: quanto de Levante à Poniente, y del Norte al Sur:
y quanto de circunferencia, por horas, y leguas: què linderos, ò con-
frontaciones; y què figura tiene, poniendola al margen. Gracias a
esta pregunta podemos contar hoy con dibujos de todos los pueblos de la
Corona. Los dibujos de los términos son de muy diversa calidad y preci-
sión. En estos paneles y en las vitrinas se pueden contemplar algunos.
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26
Las respuestas generales de los pueblos al interrogatorio / 3
Los términos de algunas poblaciones
eran muy complejos, pues la ciudad o
vi lla principal estaba rodeada de varias al -
deas, y a veces también de las que llamaban
tierras co munales,comuneros o simple-
mente co munes. Una tierra comunal era
propiedad intransferible del conjunto de
vecinos de un pueblo, razón por la cual la
vecindad tenía mucha importancia, de ahí
que en los vecindarios se distinga entre ve -
cinos y habitantes, pues estos no gozaban
de los derechos de los vecinos para el dis-
frute y aprovechamiento de los
comunes
.
Ha bía comunes que pertenecían no a los ve -
cinos de un pueblo si no a los de dos o más,
asunto éste que dio lu gar a muchas polémi-
cas en el Catastro, pues sur gieron dudas de
en cuál de ellos debían recogerse sus datos.
El aprovechamiento o re parto de los comu-
nes generaba en algunos pueblos importan-
tes ingresos a sus vecinos, especialmente en
los pueblos de montaña, don de el reparto
de maderas era ingreso principal.
Mapa de Toro
elaborado con
ocasión de una
consulta a la
Real Junta de
Única Contri -
bución. (AGS).
Página de las
Respuestas
generales
de
Úbeda. (AHPJ).
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27
Las respuestas generales de los pueblos al interrogatorio / 4
En sus respuestas, los pueblos tenían que decir la
superficie del término dada en la unidad de medi -
da de la tierra que se empleara en él –
fanegas, aran-
zadas, días de bueyes, yugadas, obradas, cuerdas, car -
gas, ..
.–, y también las distancias de norte a sur y de
este a oeste, y también el perímetro, que ellos llaman
circunferencia
. Además de dar el perímetro en leguas
o varas castellanas, debían decir lo que se tardaba
en recorrerlo a pie.
En muchas averiguaciones se procedió a medir el
tér mino rigurosamente, con las técnicas de la agri -
men sura, que poco habían variado desde los roma-
nos. Pero por los años del Catastro empiezan a utili-
zarse técnicas de medición más perfectas, mediante la
plancheta. En tierras de Jaén y La Mancha se midie-
ron casi todos los términos, encontrándose los planos
o mapas que se hicieron entre los más detallados.
Cuando se terminaban de recoger los memoriales de
los vecinos y se sumaban las tierras declaradas, la
suma de todas ellas debía coincidir aproximadamen-
te con la medición hecha del término, debiendo tener
en cuenta los ríos, caminos, suelo de la población,
etcétera.
Medición geo-
métrica del tér-
mino de Baños
de la Encina.
A la derecha,
mapa de Cilla -
perlata inserto
en sus
Res -
pues tas gene-
rales
. Mapa de
Val depeñas
(AHPJ, ADPBU,
AHPCR).
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28
Los memoriales, relaciones o declaraciones / 1
Una vez recogidos los me -
mo riales, el primer paso
era hacer dos comprobaciones:
la primera, que estaban todos,
incluso los de forasteros que te -
nían tierras, casas o ganados en
el pueblo que se estaba catas-
trando. Si faltaban algunos, el
pregonero recitaba por todo el
pueblo un nuevo bando, dando
un nuevo plazo a los morosos y
avisando de las sanciones en
que podían incurrir. La segunda
comprobación era ver si estaban
bien hechos: si la letra se enten-
día, si estaban firmados, si figu-
raban los datos del declarante y
su familia, etcétera.
Por lo demás, se entregaron
memoriales de todo tipo. Desde
algunos de conventos hechos
con primor de monja, a otros tan
rudos como sus firmantes. Es -
cuetos de pocas líneas los que
nada tenían, verdaderos libros
los de algunos grandes propie-
tarios. Con los memoriales reco-
gidos y revisados, empezaba lo
serio, lo que llamaban el reco -
noci mien to, es decir, la com-
probación de lo declarado. Cada
tipo de dato tenía un modelo
distinto de reconocimiento. Para
las tierras, se desplazaban a ca -
da una de ellas los peritos, que
leían lo declarado y constataban
si coincidía con su parecer sobre
superficie, calidad, año o años
de barbecho (de
huelga
), secano
o regadío, etc. Si no estaban
con formes, anotaban en el mar-
gen del memorial los datos que
consideraban ciertos, como se
puede ver en este panel.
El memorial sobre estas líneas fue dado por el convento de Santa Clara de Alcaudete. En
otras partidas llegaron a dibujar incluso los cortijos existentes en algunas tierras. (AHPJ).
En el memorial de abajo, los peritos corrigen la superficie de una tierra dada por el mayor-
domo del monasterio benedictino de San Pedro, en Gumiel de Hizán. (ADPBU). Las imáge-
nes de la derecha corresponden a documentos de AHPJ y AHPLR.
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Los memoriales, relaciones o declaraciones / 2
T
ambién se hacía el reconocimiento de los árboles, señalando si formaban
hileras o plantíos, si se hallaban dispersos en una tierra, o en sus márge-
nes o lindes. En Jaén se contaron. En Cazorla, por ejemplo, había: 165.975
vides, 6.333 higueras, 27.133 frutales, 860 nogales, 3.622 moreras, 9.578 olivos,
3.363 olivas nuevas
que todavía no produzen
, 135.769 encinas, 30.890 robles,
138.633 pinos y 15 tejos. En Sevillla hasta se anotó su edad, pues el valor de un
naranjo de cinco años no era el de otro de veinte. En las tierras del norte, con
la propiedad muy repartida, se encontraron árboles de un dueño cuya tierra era
de otro. En ese caso se decía que uno era dueño
del suelo
y el otro
del vuelo
.
Otro tanto se hacía con las casas, que se medían, dando sus tres dimensio-
nes. Y así como a las tierras se les daría después un valor en función de su super-
ficie, su calidad y sus aprovechamientos, a las casas que estaban arrendadas se
les fijaba como base imponible el importe o renta del alquiler; y si estaban habi-
tadas por sus propietarios, los peritos anotaban lo que se pagaría por ellas si se
arrendasen. El reconocimiento de las declaraciones se extendía a las bodegas,
tejares, molinos de aceite, harineros, de papel o de zumaque, fuesen de agua
o de viento, batanes, martinetes, hornos de poya, etc. Y también a los huer-
tos y herrenes. Otra comprobación que se hacía era la de los censos o cargas
hipotecarias de los bienes raíces, debiendo presentar para ello las escrituras o
recibos de pago de los réditos. Al margen de la partida, se anotaría: «Ve -
rificada».
Uno de los cuadernos con los memoriales de Cazorla. Portadilla del memo-
rial del cabildo de la catedral de Burgos. Relación de las casas pertenecien-
tes a la catedral de Jaén. Portadilla del memorial de las mínimas de Andújar.
Memorial de La Serna. (AHPJ, ADPBU, AHN).
29
02-PAGINAS PANELES_pp. 6-45_01 Folleto Madrid.qxd 21/02/23 21:41 Página 29
Estos libros, que reciben distintos nombres según las provincias, iban a con-
vertirse en la verdadera base de datos del Catastro. Su función primera con-
sistía en traspasar a ellos todos los datos con incidencia fiscal, procedentes de
los memoriales dados por los vecinos y de las correcciones, adiciones o supre-
siones realizadas por los peritos. En ocasiones, los jueces subdelegados tuvie-
ron razones para sospechar que algún perito actuaba de manera incorrecta.
Para tales casos se autorizó que pudiese acudir a otros peritos del pueblo, o
bien forasteros, e incluso hubo casos que hubo que recurrir a peritos de otra
provincia, pues los de la propia eran de dudosa legalidad. Todos los libros de
lo raíz siguen la misma pauta. Se recoge primero el nombre del titular de
bienes y a continuación se detallan los mismos, partida a partida: casas, tie-
rras, ganados, etc. La escritura de las partidas se hacen en una columna
central, dejando márgenes a ambos lados para dibujar cada tierra de
forma muy esquemática y para anotar a un lado el producto de la misma,
o la renta de una casa, o el valor que corresponda a cada partida. Si se
observa la doble página de arriba, se apreciará que a la izquierda se escri-
be un 88 precedido de un cero y de un símbolo, conocido como
calderón
, equivalente al
punto que hoy utilizamos para separar la unidad de millar de la centena. Cuando se añade,
tras cierta separación otra cifra, es para indicar que se trata de una fracción de la primera,
dada ésta en reales y la final en maravedíes. Cada real equivalía a 34 maravedíes.
Libro maestro o de lo
raíz de eclesiásti-
cos de Ca -
zorla. En el
centro, arriba,
el mismo libro
de legos de
Baeza. (AHPJ).
Sobre estas
líneas, partidas
de propios de Ci -
lla perlata. (APDBU).
Al lado, libro de lo
raíz de Ortigosa de
Cameros. (AHPLR).
Abajo, libros de lo
real conservados en
el Archivo de la Dipu -
tación Provincial de
Burgos.
30
Los libros de lo raíz, o de lo real, o maestro: bases de datos / 1
02-PAGINAS PANELES_pp. 6-45_01 Folleto Madrid.qxd 21/02/23 21:41 Página 30
Los libros de lo raíz, o de lo real, o maestro: bases de datos / 2
Toma el protagonismo en este panel la lla-
mada nota de valor o tablilla de las
clases de tierras.
Si se observa la de la de -
recha, en la 1ª columna se recoge la espe-
cie de tierra (
guerta
, era, prado, cañamar,
tierras de secano o sembradura). En la 2ª
figuran las calidades de cada es pecie. La 3ª
columna no tiene título pe ro, como se ve, se
destina a la descripción del sistema de cul-
tivo, aprovechamiento y rendimiento; se -
gui da mente se nos dan los precios de los
frutos, a 18 reales la fanega de cañamón o
de linaza, y medio real el haz de cáñamo o
el haz de lino; hechos los cálculos, una fane-
ga de cañamar de 1ª calidad pro duce un
año 27 reales, y el que se siembra de linaza,
45 reales, por lo que obteniendo la media
de esos dos años resulta un producto anual
me dio de 36 reales. Hecho así con cada
especie y calidad, resultan unos valores de
producción anual media que se anotan
en la 4ª columna: 30 reales en la huerta, 20
en la era; 18 en el prado de 1ª, etc. La 5ª
columna sirve para anotar la clase fiscal
,
asignando la 1ª clase a la tierra de más pro-
ducto, que en este caso es el cañamar, con
36 reales, correspondiendo la clase inferior,
la 9ª, a los prados de 3ª calidad.
Portada del libro maestro o de lo raíz de
Ybros de Señorío. (AHPJ). Página corres-
pondiente al libro de lo raíz de eclesiásti-
cos de la ciudad de Burgos. (ADPBU).
Nota de valor de las tierras de la Villa
noble y antiguo Solar de Baldeosera.
Nota de valor de las tierras de Huerta del Rey.
(ADPBU).
31
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32
Los libros de los cabezas de casa
L
os libros de los cabezas de casa reciben muy distintos nombres: libro maior de lo per-
sonal, libro de familias, libro de vecinos, libro del vecindario, libro registro de los
vecinos, libro maestro de familias, seguidos todos ellos de las expresiones «de legos» o «de
eclesiásticos» según correspondiese. Estos libros contienen un resumen de los datos demográ-
ficos solicitados en el bando y recogidos en los memoriales. La información demográfica que
dan es desigual según provincias, pues no todas recogieron nombres y edades de los miembros
de la familia. Jaén recibió un elogio específico por este libro, que se consideró
muy conforme
a la mente de la Junta
, hasta el punto de que se ordena al intendente que
envíe una copia a
los subdelegados para que le imiten en la distinzión y formalidad con que está concebido
. Lo
que sí es cierto es algo ya señalado: que suelen ser más ricos los memoriales. Véase un ejem-
plo de una misma persona: Memorial:
Yo, el dicho Don Franzisco Sopuerta y Verganza, soi
viudo, del Estado Noble, cosechero de pan y vino, de hedad de quarenta y ocho años: tengo
quatro hijos, el uno de veinte y zinco años, que es clérigo subdiaconado y se halla en mi sozie-
dad, otro de veinte, también clérigo tonsurado, otro de diez y siete, que me sirve de
Amanuense para mi ofizio que es el de Escribano
(...)
y otro de catorze años, el que, y el ton-
surado, se hallan cursando en la ziudad de Palenzia: tres hijas, la una de veinte y tres: otra de
quinze y otra de once. Tengo un criado para la labranza, de hedad de veinte, a quien le doy de
soldada en cada un año doscientos y sesenta reales de vellón. Una criada de diez y ocho a
quien doy de soldada anualmente ziento y treinta
. Libro:
Don Franzisco Sopuerta y Verganza,
hijosdalgo, viudo, de edad de quarenta y ocho años: tiene un hijo menor de diez y ocho años,
tres hijas, un criado mayor de diez y ocho, llamado Joachin de Garzia, y una criada
.
Las dos imágenes
de arriba corres-
ponden al libro de
cabezas de casa
de Cazorla, porta-
da e interior, que
comienza con los
datos de su corre-
gidor. Bajo estas
líneas, el de Alcalá
la Real. Y por últi-
mo, de Calahorra,
con los datos del
Comisario del
Santo Oficio.
(AHPJ, AHPLR).
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Un mapa excelente en el Catastro: Almadén
Si en paneles anteriores se han presentado ya algunos mapas,
se ha individualizado éste para mostrar el que, por lo que se
co noce, puede considerarse el mejor mapa salido del Catastro, a
uno de cuyos libros quedó cosido, el de la declaración de propios de
la Villa del Almadén, en Campo de Calatrava. Pocos años después
sería visitada por un joven ingeniero canario, Agustín de Betan -
court, que a sus 24 años de edad realizó un extraordinario informe
sobre la mina de Almadenejos, señalada en este mapa. La mina
contaba según Betancourt con distintas bocas o planes, todas ellas
bautizadas cristianamente –San Francisco, San Julián, San Carlos,
San Miguel, San Juan, San Andrés, San Teodoro, Santa Bárbara– o
humanamente –La Esperanza. (AHPCR).
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Sistemas de control de la veracidad de los datos catastrales
Para todos cuantos han estudiado el Catastro es palpable que tanto Ensenada como sus
dirigentes –la Real Junta de Única Contribución y los intendentes– se propusieron ob -
tener datos ciertos y en lo posible exactos. Pero también contaban con que
los hombres no
somos ángeles
, por lo que había que establecer métodos de control que ayudasen a consta -
tar la verdad y a solucionar suavemente los conflictos. La imagen relativa a la calle de Gre -
gorio Muñoz de Villacarrillo es expresiva al efecto: no podía quedar nadie sin declarar, y el
mejor método para conseguirlo era ir, en cada pueblo, casa por casa. Para las tierras, lo per-
fecto hubiera sido medirlas todas mediante las técnicas más modernas, sirviéndose de geó-
metras y su plancheta, o al menos de agrimensores profesionales. No fue posible, por la
razón de que en los reinos sólo había unas docenas de ellos, y se hubiesen necesitado más
de quinientos, pues tantas fueron las audiencias que operaron simultáneamente el territo-
rio. Por ello se aceptó el servirse de prácticos, que en todos los pueblos los había; pero eso
sí, cuando hubo
demanda de parte
o sospecha fundada de falsedad importante, no se dudó
en recurrir a los profesionales, para medir rigurosamente la tierra en cuestión.
En otros casos el problema no era la superficie, sino la jurisdicción, especialmente la de
las villas despobladas, territorios que en el pasado habían tenido población y que en 1750
no la tenían, pero que jurídicamente conservaban el carácter de coto redondo sobre el que
sus dueños o señores conservaban los derechos originales. Estas situaciones dieron lugar a
mucha correspondencia, a mucho dictamen y a bastantes mapas, como el de Córdoba, remi-
tido para clarificar sus derechos sobre 17 villas despobladas, casi todas a orillas del río
Guadajonzillo. (AHPJ, AGS).
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La prueba incontestable: la certificación de diezmos
D
esde muy antiguo la Iglesia percibía el diezmo, consistente en la detracción que todos los agricul-
tores hacían de sus productos agrarios en favor de la Iglesia. Esta realidad suele aparecer recogida
en el Catastro con una fórmula muy sencilla, de diez, uno. Tal gravamen afectaba al
pan y vino y gana-
dos, y a todas las otras cosas que se deben dar derechamente
, denominando con el término
pan
cualquier
tipo de granos: trigo, centeno, cebada y avena ordinariamente. La diezmación obligaba en principio a
todos:
como por los ricos-hombres, como por los caballeros, como por los otros pueblos, que todos demos
cada uno el diezmo derechamente de los bienes que Dios nos da
. La percepción de los diezmos corres-
pondió en su origen íntegramente a la Iglesia, que a su vez procedía a su reparto entre instituciones (cabil-
do catedralicio, mesa episcopal, ...) y eclesiásticos (obispo, deán, racionero, cura párroco, ...). Para ello, la
masa decimal se dividía habitualmente en tres montones, cada uno de las cuales constituía y era deno-
minado tercia, correspondiendo inicialmente una al obispo, otra al cabildo diocesano y la tercera al clero
local. Cada una de esas tercias se subdividía a su vez
por terceras partes
, lo que hacía de cada uno de los
valores resultantes un noveno. Desde poco después de su instauración, la Iglesia cedió a la Corona una
parte de los diezmos, las llamadas tercias reales, que se consolidaron como
dos partes de la tercera por-
ción de los diezmos
, es decir,
los dos novenos de todos los frutos, rentas y otras cosas que en estos nues-
tros reynos se diezman
, y ello porque, de las tercias concedidas por el Papa a la Corona, ésta, más tarde,
cedió una tercera parte (1/9 de toda la masa decimal) para el mantenimiento de la
fábrica
(reparos del edi-
ficio) de las iglesias, parte conocida como noveno pontifical. Pues bien, la presencia del clero local en las
más pequeñas poblaciones permitía que no hubiese posibilidad de falsear lo que cada labrador debía diez-
mar. De esto se dan cuenta los hombres del Catastro, que pedirán en todas las operaciones una certifica-
ción de los diezmos del último quinquenio, pues con él se podían contrastar las cosechas declaradas con
las reales, las diezmadas. La imagen corresponde a la certificación de Plasencia. (AGS).
Antes se ha dicho, y también se verá más ade-
lante, que la Corona había ido vendiendo,
ena jenando, muchos de sus derechos, de sus ren-
tas. Esos derechos vendidos o cedidos quedaban
formalizados en documentos o privilegios que
servían al adquirente de prueba a la hora de ejer-
cer el derecho, antes propio del rey y de su Real
Ha cienda. Pero se conocían muchos abusos (co -
bros por encima de lo otorgado) e incluso intru-
siones o apropiaciones carentes de privilegio. El
Catastro será para ello una ocasión única para
verificarlo todo, para lo que se ordenó que todo el
que alegase privilegio o derecho a una renta del
rey debía presentar el instrumento que lo de -
mostrase, revertiendo a la Corona si no se hacía.
Por ello, la documentación catastral quedó muy
en riquecida con estos privilegios copiados, que
debían ser compulsados
a la letra
y firmados por
escribano para dar fe de que se habían copiado ín -
tegra y fielmente. El documento inferior es preci-
samente la compulsa de uno del Solar de Bal -
deosera. (AHPLR).
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Lectura en concejo abierto y los estados de los pueblos / 1
Cuando se acababan los libros de lo raíz (uno de legos
y otro de eclesiásticos) y los de los cabezas de casa
(también dobles), se procedía al acto más solemne de la ave-
riguación de cada pueblo: la lectura en concejo abierto.
Para ello se convocaba de nuevo a vecinos y forasteros con
bie nes en el pueblo mediante pregón o bando, para que asis-
tieran a la lectura, partida a partida, de los libros de lo raíz,
por si alguien se sentía agraviado o consideraba que algún
dato propio o ajeno era falso o incorrecto. Si todos los asis-
tentes daban su conformidad, se procedía a firmar la dili-
gencia de lectura por parte del subdelegado, las autorida-
des, los peritos y el escribano, siendo tal acto garantía para el
rey y los vasallos. Y si había alguien discrepante, se procedía
a
apurar la verdad
, corrigiendo lo que procediere. Con ello se
despedía la audiencia, que pasaba al siguiente pueblo, donde
ya días antes habían promulgado el bando y anunciado su
llegada. Y así pueblo tras pueblo. Muchos equipos catastrales
estuvieron cuatro años errantes, lejos de sus familias, catas-
trando las Castillas.
Estados D de Mengíbar, uno de legos y otro de eclesiásticos.
Estados E de Somosierra y Berzosa. (AHN).
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Lectura en concejo abierto y los estados de los pueblos / 2
Diversos estados de Horcajo,
Cercedilla y Robregordo. (AHN).
Hecha la lectura pública, y aprovechando ratos
libres en el siguiente pueblo, se preparaban
los estados o resúmenes, para lo cual había que ir
ex trayendo los datos de los libros, clasificándolos y
agre gándolos. Había que rellenar 4 modelos de
legos y otros tantos de eclesiásticos, diferenciados
por las le tras D(tierras), E(casas y todo tipo de ren-
tas), F(industria, comercio, ...) y H(ganado). Para
los legos se hacía uno más, el G, destinado en prin-
cipio a calcular sobre nuevas bases un impuesto de
tiempos de Felipe II que se llamaba
servicio ordina-
rio y extraordinario
, al que solamente estaban suje-
tos los varones entre 18 y 60 años, activos y del
estado general. De los 9 modelos de estados se
recogen ejemplos de pequeñas poblaciones en este
panel y en el anterior.
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Los estados o resúmenes provinciales / 1
En este panel y en los tres siguientes se presentan
algunos ejemplos de páginas de los 198 grandes
libros que se encuadernaron con los estados de las
22 provincias. Arriba y abajo, estados D de Valladolid
y Granada, de la que aparece el resumen final de ese
estado. A la derecha, el F de legos de Extremadura,
el E de legos de La Mancha y el F de eclesiásticos
de Cuenca. (AHN).
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Los estados o resúmenes provinciales / 2
En algunas provincias, como en este caso la de
Jaén, los diseños de los estados resultan especta-
culares; aun así no somos capaces de hacernos
una idea, ni siquiera aproximada, del trabajo
que hubo detrás de cada estado. Decenas de miles
de datos extraídos de la documentación original,
miles y miles de operaciones matemáticas. (AHN).
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Los libros de mayor hacendado y el Censo de 1756
Ala vez que se hizo el
Catastro se confecciona-
ron otros documentos comple -
mentarios para los fines del
buen gobierno; dos de ellos
fue ron los libros del mayor
ha cen dado de cada población
catastrada (sin considerar a los
mayores hacendados que esta-
ban exentos de diezmos) y el
que se ha llamado Censo de
Ensenada de 1756, para el
que se siguió un modelo con -
feccionado por la Real Jun ta.
La imagen superior es el en ca -
bezamiento del censo de To -
ledo, y la de la derecha, del
cen so de Jaén, provincia ésta
que se ajusta al modelo orde-
nado; Toledo también lo hizo,
pero luego preparó el resumen
señalado. La imagen de la iz -
quierda es un fragmento del
re sumen de los mayores ha -
cendados de la provincia de
Jaén, cuyos nombres figuran
en la tercera co lumna. (AHN,
AGS y AHPJ).
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Los libros de lo enajenado y el Vecindario de 1759
41
O
tro documento que se confeccionó, éste sí con carácter oficial, fue el
libro de lo enajenado, en el que aparece población a población todo
lo que un día fue del rey y ahora pertenecía a particulares, a los que había
pasado por merced regia (caso de muchos monasterios y conventos, y también
algunos nobles y villas) o por venta, que es lo dominante. Como ejemplo se
trae la imagen de lo enajenado en Coria y Cáceres, en cuya primera columna
figura el poseedor del bien, renta u oficio enajenado, señalando en la segunda
la descripción. (AHN).
Y
a en las postrimerías del decenio, en 1759, la Real Junta de Única
Contribución mandó realizar un Vecindario con los datos del Ca -
tastro. Este documento resultó fundamental, pues no se disponía de infor-
mación ni actualizada ni fiable de la población de la Corona. Los dos últi-
mos recuentos de población eran de 1591 (en tiempos de Felipe II) y
1717, año en que se hizo el llamado
Vecindario de Campoflorido
, muy
imperfecto. En Simancas se encontró no hace mucho otro vecindario del
siglo XVII, todavía en estudio. (AGS).
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Las Contadurías de la Única contribución dieron la talla / 1
La imagen superior corresponde a la contaduría de Cuenca. (AGS). Abajo se recoge un ejemplo de
cómo la contaduría, a veces, no se limitó a copiar sencillamente: a la izquierda, página de las res-
puestas generales de la ciudad de jaén; a su lado, dibujo que se hizo del término de la ciudad en la
copia que hizo la contaduría para su entrega a la ciudad. (AGS y AHPJ). A la derecha, inventario
hecho por la contaduría de Sevilla. (AGS).
Las llamadas Contadurías de Rentas Provinciales,es
decir, las de las rentas que se querían sustituir por la única
contribución, incrementaron durante unos años su personal de
sus dos o tres empleados habituales a más de cien para ocu-
parse de las funciones catastrales que les encomendó la Real
Junta de Única Contribución. En primer lugar, cuando se les
acumuló el trabajo a las audiencias y no podían hacer los
libros de un pueblo a la vez que empezaban la averiguación de
otro, se pasó a las contadurías tal tarea. Posteriormente, se les
encomendó una función fundamental, revisarlo todo, pues
estaban en condiciones inmejorables para hacerlo, pues po -
dían comparar unas averiguaciones con otras. Esta labor fue
muy útil, y ayudó mucho a la perfección final. Más tarde el
encargo que se les hace es de hacer copia de todos los libros
de los 15.000 lugares catastrados, trabajo ímprobo y muy deli-
cado, pues había que copiar y compulsar todo.
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Las Contadurías de la Única contribución dieron la talla / 2
Otras funciones de las contadurías fueron las de sacar los productos al margen de las parti-
das, y ello libro a libro. Por lo que contaron los contadores en su correspondencia, fue un tra-
bajo ímprobo y delicado; además, operar con maravedíes y fracciones de maravedí no estaba al al -
cance de muchos empleados. También hicieron los libros y estados que se han podido ver en los pa -
neles anteriores. Y todo ello, emitiendo semanalmente certificados de lo avanzado, como puede
observarse en los dos de abajo, que corresponden a Granada y Guadalajara. El extracto de arriba
sirve de ejemplo de la información que mandaban a la Junta los intendentes y comisionados sobre
el avance del Catastro. Los documentos de la izquierda son: un dibujo recreando la contaduría de
Burgos, instalada en la Casa de las Cuatro Torres, la carta que envió el portero de dicha contaduría
pidiendo aumento de sueldo y el final de un certificado de gastos de un subdelegado. (AGS).
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El Catastro, una parte de un Proyecto de reforma
Comenzaba esta serie de paneles con el retrato del rey y dos de sus minis-
tros, uno de ellos Ensenada, al que se trae ahora aquí de nuevo para re -
saltar cómo su figura se fue consolidando y agigantando con los años de go -
bierno, terminados abruptamente en la noche del 20 de julio de 1754, vícti-
ma de mil y una intrigas. Pasado el tiempo, se pudo hacer balance. Es ahora,
con la perspectiva ya de los 250 años transcurridos, cuando cabe afirmar que
la magna obra del Catastro no fue lo único importante que impulsó. Es más,
el Catastro no debe ser contemplado como una iniciativa separada de otras,
pues hoy sabemos que formó parte de un plan mucho más abarcador y ambi-
cioso, lo que se ha dado en llamar el Proyecto de Ensenada. Todo ese pro-
yecto requería dineros, muchos dineros, de ahí que la reforma de la Real
Hacienda fuera prioritaria. No la planteó el ministro para sacar más de
donde hasta entonces se había venido sacando la mayor parte –del pueblo
llano–; se trataba de modificar un sistema fiscal falto de equidad por otro en
el que todos –sin excepciones ni privilegios– contribuyesen, siendo el nuevo
gravamen de sencilla aplicación –única contribución– y verdaderamente
proporcional a la riqueza de cada vasallo, fuese lego o clérigo, noble o del
estado llano. Había que acabar de una vez con el gravamen de los millones
y los cientos, esos servicios y regalías que se recaudaban mediante sobre-
precios y sisas –la
octava parte
, la
octavilla
u octava de la octava– aplica-
dos a las compras y consumos de
vino, vinagre, aceite, carne y velas de sebo,
chocolate, azúcar, papel, pasa y jabón seco, así como especería, goma, polvos azu-
les, coto nías y muselinas, que recaían sobre los
pecheros
del pueblo llano y difi-
cultaban la libertad de comercio por los continuos aforos, reaforos, calas, catas
y registros, portazgos, pontazgos y puertos secos que el sistema imponía.
El Proyecto de Ensenada quedó plasmado, aunque no
de forma organizada, en varios informes o representa-
ciones que el ministro dirigió al rey Fernando VI, así como
en otro documento que él tituló puntos de go bierno. En
estos papeles representaba al monarca la situación de
todo lo puesto a su cargo: Hacienda, Guerra, Marina e
Indias. Sobre cada asunto manifestaba su opinión y eleva-
ba propuestas de reforma, mejora o actuación. Vistos hoy
todos esos escritos en conjunto, y vistas sus principales
actuaciones, cabe afirmar que lo que escribió y llevó a
cabo no fueron ideas o actuaciones aisladas, sino que
conformaban un cuerpo de doctrina, un proyecto. (Arriba,
Ensenada pintado por Amiconi, Museo del Prado.
A la
derecha, plano del Arsenal de Cartagena levantado por
Sebastián de Feringan con el concurso de Antonio
de Ulloa y enviado a Ensenada en 1749 junto con un informe
sobre la situación de las obras del mismo, AGS).
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Del Catastro de Ensenada al proyecto ensenad@
Cerraremos este recorrido histórico –dando paso al actual proyecto ensenad@de la Dirección General del Catastro, Ministerio de Hacienda– alu-
diendo a algunas de las actuaciones del marqués en ámbitos distintos al hacendístico. Si lograr la paz, disponer de caudales, aliviar a lo vasallos y cono-
cer mejor los reinos fueron objetivos bien definidos por Ensenada, la niña de sus ojos fue la Marina. El dominio británico de los mares entorpecía crecien-
temente nuestro comercio con Indias y la venida de caudales; ante ello, y por otras consideraciones, el ministro potenció los arsenales y propició la cons-
trucción urgente y sólida de decenas de navíos y bajeles, buscando las mejores maderas y los más resistentes cordelajes. Para perfeccionar la técnica naval,
envió al gran marino y matemático Jorge Juan en labores de espía a Londres, encomendándole luego la fundación y dotación del observatorio astronó-
mico de Cádiz, donde también funcionaría la escuela de guardiamarinas, cuya biblioteca de entonces causa admiración. Otra de sus obsesiones eran los
canales –como el de Castilla– y la mejora de los caminos, abriendo algunos, como el de Madrid al Guadarrama y el de Burgos a Santander, que recibie-
ron el máximo elogio al ser tenidos por
obra de romanos
. Otro de sus observadores fue Antonio de Ulloa, que recorrió Europa para saber cosas nuevas
de fortificaciones, puertos, canales, obras públicas en general, industria, comercio, aranceles de aduanas y hasta limpieza de grandes ciudades y sistema de
archivo en la corte de Versalles. Ávido de noticias, Ensenada, hombre práctico, prefirió trabajar sobre seguro, adaptando a nuestras fábricas todo lo apren-
dido fuera. Dos apuntes más como cierre: su plan para levantar un buen mapa de España y su todavía admirable programa de pensionados en el extran-
jero para ampliar estudios, entre ellos Tomás López. Para su amplísimo Plan, Ensenada hizo gala de la que quizás fue su habilidad más brillante: su capa-
cidad de formar equipos de hombres íntegros y capaces, que se ocupaban de ejecutar cada uno de los proyectos. El marqués supo sacar tiempo para escu-
char a muchos, también a Farinelli, y para organizar en Aranjuez para los reyes, la corte y los representantes extranjeros espectaculares fiestas en el Tajo
con doradas falúas y luminarias, pues opinaba que no sería tenida España por grande sin boato de su rey.
Mapa levantado
por Gaver en la
frontera de Portugal
por encargo del minis-
tro. (Servicio Carto -
gráfico del Ejército).
Jorge Juan y Santa -
cilia, 1713-1773.
(Museo Naval
de Madrid).
45
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Administrativamente, a comienzo del siglo XVI, La Alpuja -
rra estaba dividida en Tahás. La de Poqueira contaba con
las alquerías de Capileira, Bubión, Pampaneira, Beniodmin y
Alguazta. Esta zona estuvo marcada por la rebelión de los moris-
cos (1568-1571), que, durante tres largos años, asoló las Alpu -
jarras. El resultado de la cruenta guerra y posterior expulsión de
los moriscos del reino de Granada fue la despoblación y la inde-
fensión del territorio, especialmente de la frontera marítima.
Así, Felipe II ordenó repoblar estas tierras para generar riqueza
y asegurar el territorio frente las incursiones de la piratería ber-
berisca. Para lograr este objetivo, creó dos órganos que contro-
larían todo el proceso: la Junta de Población y el Consejo de
Población. Con la Real Provisión de 24 de febrero de 1571 se
incautaron por parte de la Corona todos los bienes y propieda-
des de los moriscos. Las propiedades confiscadas eran apeadas
para el posterior reparto entre la población “cristiana vieja”,
casada y en plena madurez física y reproductiva, que venía de
todos los lugares de la península e, incluso, del extranjero a
repo blar estas tierras. Para ello, se averiguaron las propiedades y
[1] Universidad de Granada / Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra,
raulruizalvarez@ugr.es, OrcID: https://orcid.org/0000-0003-0614-7428
[2] Universidad Autónoma de Madrid y Universidad de Córdoba, angel.aguilar@uam.es, OrcID:
https://orcid.org/0000-0003-3240-0810
[3] Universidad Autónoma de Madrid, ana.luna@uam.es, OrcID: https://orcid.org/0000-0002-
1799-8407
Barranco de Poqueira, a mediados de la Centuria de las Luces:
tres pueblos, un anexo y un solo concejo
Raúl Ruiz Álvarez[1]
Ángel Ignacio Aguilar Cuesta [2]
Ana Luna San Eugenio [3]
Libro de Apeo y Repartimiento
del Barranco de Poqueira
(1752). Copia del siglo XVIII
en el Archivo Municipal de
Bubión. A la derecha, página
del listado de pobladores que
se inscribieron para repoblar
el Barranco de Poqueira, su
procedencia y las suertes
entregadas: Francisco
Rodríguez Gallego, vecino de
tierra de Galicia, una suerte;
Miguel de Angulo, vecino de
Baeza, una suerte; Rodrigo de
Carvajal, vecino de Plasencia,
una suerte; Alonso de
Carvajal, vecino de Plasencia,
una suerte; Domingo Martínez
Gallego, vecino de tierra de
Galicia, una suerte. [...].
(AHPGr, leg. 6782. f. 16v).
04-TEXTO_pp. 46-79_01 Folleto Madrid.qxd 24/02/23 18:34 Página 46
47
los aprovechamientos y se deslindaron las posesiones, especifi-
cando su dueño. Después se repartieron las suertes (una casa
más tierras, árboles y moreras y morales para producir seda), por
cuya cesión los nuevos pobladores pagaron el denominado
“censo de población”. La documentación conocida como libros
de Apeo y Repartimiento de Poqueira (1572) no se conserva, pero
sí disponemos de dos copias del siglo XVIII (1774), una en el
Archivo Histórico Provincial de Granada y otra en el Archivo
Municipal de Bubión. Toda la Guerra de las Alpu ja rras, descri-
ta con gran brillantez por Luis Mármol Carvajal, determinará el
futuro del territorio:
Las tahas de Poqueira y Ferreira están en la entrada de la
Alpujarra; las cuales confinan a poniente con la taha de Órgiba,
a levante con la de Juviles, al mediodía con el Cehel, y a tra-
montana con Sierra Nevada. En la taha de Poqueira hay cuatro
lugares llamados Capeleira, Alguazta, Parmpaneira y Bubión
[…]. Toda esta tierra es muy fresca, abundante de muchas arbo-
ledas; críase en ella cantidad de seda de morales; hay muchas
manzanas, peras, camuesas de verano y de invierno, que llevan
Panorámica del Barranco de Poqueira, con los picos del Veleta y el Mulhacén al fondo. Se trata de un territorio de muy difícil acceso y con un espacio agrario muy redu-
cido por su agreste topografía.
Arquitectura vernácula del Barranco de Poqueira con sus características chimeneas
cuneiformes. Foto desde Pampaneira con Capileira y el pico del Veleta al fondo.
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48
los moradores a vender a la ciudad de Granada y a otras partes
todo el año, y mucha nuez y castaña ingerta. El pan, trigo, ceba-
da, centeno y alcandía que allí se coge es todo de riego, y lo mejor
y de más provecho que hay en el reino de Granada. […]. Es tan
grande la fertilidad desta tierra, que si siembran los garbanzos
blancos en ella, los cogen negros; y son los castaños tan grandes,
que en el lugar de Bubión había uno donde una mujer tenía
puesto un telar para tejer lienzo entre las ramas, y en el hueco del
pie hacía su morada con sus hijos; […]. De verano hay en estas
sierras hermosísimos pastos para los ganados; y de invierno, por-
que es tierra muy fría, los llevan a lo de Dalías, o hacia Motril y
Salobreña, que es más caliente y templado por razón de los aires
de la mar […].(Luis de Mármol Carvajal (1852): Historia de
la rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada.
Madrid, M. Rivadeneyra).
La catastración del Reino de Granada
A mediados del siglo XVIII, como se recoge en la documenta-
ción del Catastro de Ensenada y se representa en el croquis
incluido en la misma, los lugares de Capileira, Bubión y
Pampaneira, y el barrio o cortijada de Alguástar situada entre
Capileira y Bubión formaban un único Concejo con alcabalato-
rio único, denominado Barranco de Poqueira y sus anejos, y
como tal fue catastrado.
El objetivo de catastrar la Corona de Castilla era proceder a
una profunda reforma fiscal, que pasaba por simplificar el com-
plejo e injusto conjunto de impuestos, denominados Rentas pro-
vinciales, reemplazándolas por una Única Contribución, más
justa y equitativa, al ser proporcional a la riqueza de todos y cada
uno de los vasallos, incluidos la nobleza y la Iglesia, ambos esta-
mentos privilegiados. Para calcular la carga fiscal de cada vasallo
era necesario conocer sus riquezas, a saber: bienes, rentas, cargas
y utilidades por trabajo, comercio, etc. Por tanto, la averigua-
ción había de ser universal, lo que significaba que, por primera
vez, se catastraría a los estamentos eclesiástico y nobiliario, e
incluso también se catastrarían todas las posesiones del monar-
ca, salvo los Reales Sitios de Jornada: Palacio Real y Buen Retiro,
El Escorial, El Pardo y San Ildefonso, en los que residían el rey,
su familia y la corte en las distintas estaciones del año. Así, vere-
mos, cómo en el catastro se ha averiguado, por ejemplo, los
Reales Sitios de El Soto de Roma (Granada), La Aceca, la Al -
hón di ga y Barciles, situados junto al río Tajo, los Reales Alcáza -
res sevillanos, la Alhambra, sus torres, rentas y propiedades ane-
xas…; los bienes de cofradías, parroquias y capellanías, los de los
monasterios y conventos, los de los Concejos, etc. En definitiva,
el objetivo era averiguarlo todo de todos.
Realizar esa magna empresa requería articular un mecanis-
mo eficaz, con la autoridad e independencia suficientes para
hacer cumplir el mandato real en todos los lugares y por todos
los vasallos. El primer paso fue establecer la Real Junta de Única
Contribución como órgano director de la catastración, absoluta-
mente independiente de cualquier otro poder que no fuera el
propio monarca. Estaba presidida por el obispo de Jaén, Fray
Benito Marín, acompañado del incansable secretario Bartolomé
Acequia de careo del Castillejo. Obsérvese lo que el Catastro denomina pelado
(alta montaña sin arbolado). Fotografía: Agustín Sánchez Rey.
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Phelipe Sánchez de Valencia, del marqués de Puertonuevo y
otros altos funcionarios, quienes actuarían desde la Villa y
Corte. Dicha Junta daría cuenta de todo lo que fuere necesario
al propio don Zenón de Somodevilla y Bengoechea, I marqués
de la Ensenada, impulsor y promotor del catastro, quien trasla-
daría los asuntos al monarca, Fernando VI.
Una vez organizada la máxima institución catastral, se pro-
cedió a nombrar a los intendentes, máximos responsables para
cada una de las 22 provincias en que estaba estructurado el terri-
torio castellano. Así, al frente de cada provincia figuraría un
intendente, quien, según se estableció en la Ordenanza para el
Restablecimiento e Instrucción de Intendentes de Provincia y
Exércitos, promulgada el 13 de octubre de 1749, ostentaba la
autoridad sobre las cuatro causas: Justicia, Policía, Hacienda y
Guerra. Para hacerse una idea de la magnitud del proyecto y del
esfuerzo económico y humano que exigía una empresa como fue
el Catastro de Ensenada, es necesario tener presente que los
territorios de la Corona de Castilla constituyen un espacio que
va desde Galicia hasta Andalucía y desde Extremadura hasta
Murcia. Cubrían una extensión de algo más de 370 mil km2,
con unas 15.000 localidades, en las que residían unos 6,7 millo-
nes de personas.
La intendencia del reino de Granada recayó en don Luis
González de Torres de Navarra (1690-1781), marqués de
Campoverde, en aquel entonces Corregidor de Granada. Una
vez nombrado, debía iniciar inmediatamente la averiguación de
una localidad a modo de “operación-piloto”, es decir, catastrar
un pueblo cercano a la capital donde poner en práctica el pro-
ceso operativo establecido en el real decreto y su instrucción
anexa, de 10 de octubre de 1749, que ordenaba catastrar las
Castillas.
El lugar elegido por Campoverde para su operación-piloto
fue “Gavia la Grande”, localidad situada a apenas 10 km de la
capital. Finalizada esa operación, elaborada toda la documenta-
ción y enviada a la sede de la Real Junta en el palacio madrileño
del Buen Retiro, fue revisada por don José Francisco Alós y Rius,
marqués de Puertonuevo, ponente de la misma, quien dio el
visto bueno a todo lo hecho y felicitó a Campoverde por el arre-
glo en lo más sustancial de la operación. Con esta comunicación
en la mano, llegaba el momento de poner en marcha la catastra-
ción en todo el reino granadino, que comprendía un territorio
muy extenso, geográfica y económicamente muy variado, que
Croquis del Barranco de Poqueira, incluido en la documentación catastral, 1752.
Fuente: AHPGr, CE, RG del Barranco de Poqueira, L 1046, f. 25r.
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correspondía, grosso modo, a las actuales provincias de Granada,
Almería, Málaga y algunas poblaciones de la actual Cádiz.
Para ello, el intendente Campoverde tuvo que contar con
numerosos equipos catastradores (audiencias), cuyos jefes se
denominaron jueces subdelegados. El equipo encargado de catas-
trar el Barranco de Poqueira fue el dirigido por don Rodrigo de
Castro, quien, junto a los miembros del mismo y a los peritos
del lugar nombrados al efecto, nos ha legado una documenta-
ción única para el conocimiento de este espacio y sus gentes a
mediados de la Centuria de las Luces.
La catastración del Barranco de Poqueira
El proceso de averiguación de las localidades que formaban el
Barranco de Poqueira comenzó el 9 de julio de 1752 con la pro-
mulgación del edicto, o bando, firmado por el Intendente, y la
colocación del mismo en los lugares acostumbrados, una vez pre-
gonado en las tres localidades para darlo a conocer a todos los
vecinos del lugar, la mayoría de los cuales no sabía leer ni escribir.
Asimismo, se envió a las localidades aledañas, pues era seguro que
vecinos de pueblos colindantes poseían bienes y rentas en el tér-
mino y toda la riqueza del término, fuera del tipo que fuese, debía
quedar registrada en el catastro de la localidad en la que se pro-
ducía o donde estaban localizados. en el que se producía o donde
estaban localizados. En dicho bando se hacía saber a todos los
sujetos catastrales de los lugares de Bubión, Capileira, Pampaneira
y su anejo (cabezas de casa, propietarios de todo tipo e institucio-
nes seglares y eclesiásticas), que debían presentar una relación por-
menorizada de todos sus bienes (casas, corrales, tierras, ganado,
oficio…), rentas y cargas y, en el caso de los cabezas de casa ave-
cindados en la localidad, además, la información sobre los miem-
bros de su hogar. El edicto estuvo expuesto durante ocho días.
Recoger las declaraciones de los vecinos y hacendados en las
localidades que conformaban el Barranco de Poqueira no fue
tarea fácil, pues en muchos casos los oficiales de la audiencia
debieron ayudar a redactarlas a quienes no sabían escribir o no
terminaban de comprender qué tenían que declarar y cómo
debían elaborar el documento. Además, los forasteros con pro-
piedades en dichos lugares debían también acudir a presentar las
declaraciones de sus casas, tierras, molinos, etc., sitos en el tér-
Portada de los Autos y diligencias del Catastro de Ensenada del Barranco de
Poqueira, 1752. Fuente: AHPGr, CE, RG del Barranco de Poqueira, L 1046.
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mino, lo que dificultaba la operación, pues, como hemos ade-
lantado, los había de poblaciones cercanas, como Pitres, o más
lejanas, como la ciudad de Granada.
Mientras algunos miembros del Concejo y oficiales se ocu-
paban de ayudar a los declarantes a redactar o a corregir sus
declaraciones juradas y de recoger los hechos, el resto procedía a
la evacuación de un cuestionario de 40 preguntas, denominado
Interrogatorio de la Letra A, que daría lugar a las llamadas
Respuestas Generales. El interrogatorio, idéntico para todas las
localidades de Castilla, proporciona una foto fija, pero no neu-
tral, de todas y cada una de ellas para el mismo momento: la
mitad de la centuria. Para la evacuación del Interrogatorio en el
Barranco de Poqueira, se requirió al Concejo para que nombrase
al menos dos peritos, que habrían de ser vecinos “de ciencia y
conciencia”, es decir, personas con gran conocimiento del terri-
torio y sus gentes, y para que designase a los miembros del pro-
pio Concejo, que en los próximos días, habrían de evacuar el
Interrogatorio. Asimismo, mediante “recado de atención”, el sub-
delegado citaba a los curas de las parroquias de los tres pueblos,
los licenciados don José Romero, don Nicolás Vílchez y don
Mateo de Enciso, para que acudiesen al acto y, ante ellos, todos
jurasen decir verdad de lo que supieren y les fuere preguntado.
Los tres capitulares del Concejo y los peritos nombrados, en
presencia de los tres curas, respondieron a las 40 preguntas del
Interrogatorio, iniciado el día 9 y terminando a mediodía del 10
de julio de 1752. Así pues, el proceso duró dos días y, al finali-
zarlo, todos firmaron al pie del documento:
Los alcaldes, don Juan de Úbeda y don Simón Pérez, de
40 y 42 años respectivamente.
El regidor, José Castellanos, de 45 años.
El escribano del ayuntamiento, Bernardino de Vílchez, de
34 años.
Los peritos de Bubión: don Francisco de Enciso, de 71
años; don Antonio de Enciso, de 62 años, y Francisco
Bonilla, de 57 años.
Los peritos de Capileira: Simón Estévez, de 35 años, y don
Alonso Pérez, de 64 años.
Los peritos de Pampaneira: Francisco Yáñez, de 56 años, y
Antonio Rodríguez, de 60 años.
El escribano de la audiencia de la Única Contribución,
Miguel Gerónimo Gandolín.
Autos del nombramiento de los peritos para responder al Interrogatorio de la
letra A y aceptación de los mismos del nombramiento. Fuente: AHPGr, CE, RG del
Barranco de Poqueira, L 1046.
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Finalizadas las Respuestas Generales y recogidas las Relaciones
Juradas Individuales de los vecinos y forasteros, el subdelegado
procedió a revisarlas para comprobar que estaban todos los datos
y descripciones, que la letra era legible y que estaban firmados
por el declarante o por un testigo, pues eran muchos los vecinos
que no sabían firmar.
Llegados a este momento de la averiguación, estaba esta-
blecido que todo lo declarado debía ser revisado, comprobado
y verificado. Así, el 11 de julio se emprendió el reconocimien-
to y medición de las casas de las tres poblaciones que formaban
el Concejo y, al mismo tiempo, se “pasearon” las tierras una a
una, comprobando su superficie y calidad, sus linderos, dibu-
jándolas al margen de su descripción “tal como se aparecen a la
vista”. Los responsables del reconocimiento de las casas y del
recuento de sus habitantes y ganados fueron don Francisco de
Enciso, don Alonso Pérez y Simón Estévez, mientras que, del
campo, se ocuparon Francisco Bonilla, Francisco Alonso Yáñez
y Antonio Rodríguez, labradores de las tres poblaciones. Para
este proceso fueron asistidos por tres oficiales, el subdelegado y
el escribano de la audiencia. Su trabajo consistía en comprobar
que no quedase nadie sin realizar su declaración, y que todos
los bienes figurasen correctamente registrados en cabeza de su
propietario.
Los peritos fueron casa por casa, midiéndolas, comproban-
do que lo declarado era correcto y completando los datos que
faltaban, especialmente las medidas de frente y fondo de la edi-
ficación. Asimismo, establecieron el valor en renta de las mis-
mas, es decir, su base imponible. Si la casa estaba arrendada era
fácil, pues consistía en averiguar cuánto se pagaba anualmente de
renta; si estaba habitada por sus propietarios o vacía, se fijaba
como utilidad lo que se cobraría en caso de que estuviese alqui-
lada. Este reconocimiento también se efectuó para las edificacio-
Comienzo y respuestas a las preguntas
20, 21, 22 del Interrogatorio General
de Barranco de Poqueira, 1752.
Fuente: AHPGr, CE, RG del Barranco
de Poqueira, L 1046.
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nes no domésticas, tales como molinos, corrales, casas consisto-
riales… Finalizó la tarea encomendada el día 18 de julio.
El reconocimiento de las tierras fue mucho más arduo y
complejo, pues los peritos debían ir, pago por pago, compro-
bando con exactitud los datos de cabida en fanegas y celemines
de las parcelas, así como la calidad de la tierra, su dedicación y
el arbolado, que también se dividía en diferentes calidades,
según su producción. En ese momento se dibujaba a mano alza-
da un croquis de la parcela. Asimismo, se comprobaba que los
linderos de la misma correspondían a lo declaro, corrigiéndose
en caso de error o completándose la información si esta no esta-
ba completa. El 29 de julio se dictó un auto en el que se alerta-
ba de que el examen y reconocimiento de las tierras, árboles y
demás que comprendía el Barranco de Poqueira “era dilatado” y
que era importante no demorar la formación de los libros lim-
pios (Libro de cabezas de casa y Libro de lo real) y agilizar su ter-
minación, por lo que se ordenaba que el escribano y uno de los
oficiales comenzaran a formar dichos libros, asistidos de
Francisco Bonilla para resolver dudas o equivocaciones.
Asimismo, mandó que se uniera al reconocimiento de tierras
Simón Estévez, para concluir la tarea lo más rápidamente posi-
ble, tarea nada fácil dada la topografía de la zona. El proceso no
finalizaría hasta el 2 de septiembre, continuando la formación
de los “libros limpios”, es decir, los libros oficiales del Catastro,
hasta el 9 de septiembre.
El 10 de septiembre el juez subdelegado para la averiguación
del Barranco de Poqueira, don Rodrigo de Castro, recibió carta
del contador general de la Única Contribución para que, junto
a un oficial, pasara al lugar de Alcolea a poner en marcha el pro-
ceso de su catastración. Sin embargo, al no haber concluido
todavía la catastración en el Barraco de Poqueira, donde se pro-
seguía con el cotejo de los libros, se encargó a los oficiales don
Primera página del asiento en
el Libro de lo real de seglares,
con los bienes, rentas y cargas
de Juan Álvarez, vecino de
Capileira. Puede verse la des-
cripción de su casa, sita en el
Barrio Bajo, de 5x9 varas con
cuarto alto y bajo. A continua-
ción, se recogen las descripcio-
nes de las parcelas con sus
respectivos croquis levantados
“como se aparecen a la vista”,
y el arbolado que poseen,
tanto en sus tierras como al
vuelo (en tierras de otros pro-
pietarios). Fuente: AHPGr, CE,
RP del Barranco de Poqueira,
L 1045.
Bestias cargando leña por
los caminos del Barranco
de Poqueira.
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Vicente de Valenzuela y don José Raimundo García, asistidos
por Simón Estévez, de dicha tarea. Esas comprobaciones se dila-
taron hasta el 15 de octubre, comenzando los resúmenes al día
siguiente y finalizando el 18 de octubre.
El 19 de octubre se fijó edicto, o bando, en la puerta de la
cárcel pública, sita en Bubión, para que, en los tres días sucesi-
vos, comparecieran ante el juez subdelegado y el escribano los
declarantes con objeto de comprobar que todo lo recogido en
los libros oficiales del catastro respondía a lo que se había decla-
rado, de forma que quienes tuviesen algo que objetar así lo
hicieran.
Ese mismo día se dictó un certificado en el que se hacía
constar que todos los individuos de la audiencia habían satisfe-
cho a los precios que eran regulares los víveres y demás que
habían consumido durante su estancia en la localidad llevando
a cabo la operación catastral y no habían recibido obvención
alguna.
Durante el proceso, se formalizaron otros documentos pro-
batorios y certificaciones: gastos e ingresos del Concejo; de diez-
mos de los últimos cinco años… Así, en el Barranco de Poqueira
encontramos:
Certificación de cargas del Concejo, 15 de agosto de 1752.
Relación de especies de ganado, número y propietarios del
mismo, 15 de julio de 1752.
Certificación de no haber alegaciones de vecinos por per-
juicio o errores en los registros, 21 de octubre de 1752.
Certificaciones de los arrendamientos del voto de
Santiago.
Certificado de bienes enajenados a la Corona, 15 de julio
de 1752.
Primera y última páginas del resumen de todos los inmuebles (rústicos, urbanos e industriales), población,
ganados, etc. del Barranco de Poqueira. Este documento resumen no aparece en el Catastro de todas las pro-
vincias. Fuente: AHPGr, CE, RP del Barranco de Poqueira, L 1045.
Primera página del certificado de cargas del Concejo
incluido entre los Autos y Diligencia de la documen-
tación catastral del Barranco de Poqueira. Fuente:
AHPGr, CE, RG del Barranco de Poqueira, L 1046.
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El 21 de octubre de 1752 se realizó la cuenta general de los
sueldos percibidos por los miembros de la audiencia y peritos
que habían participado en la operación del Barranco de
Poqueira. El montante ascendió a 10.510 reales.
Portadilla y primera página de la relación de sueldos
pagados a los intervinientes en la catastración del
Barranco de Poqueira. Fuente: AHPGr, CE, RG del
Barranco de Poqueira, L 1045.
Tabla 1
Coste de la operación del Barranco de Poqueira (en rv), 1752
Nombre Puesto Días Salario diario Importe
trabajados (rv) total (rv)
Don Rodrigo de Castro Juez subdelegado 105 36 3.780
Miguel Gerónimo Gandolín Escribano 105 24 2.520
Don Vicente Valenzuela Oficial 105 10 1.050
Don Miguel Martínez Oficial 105 10 1.050
Don Miguel de Arribas Oficial 4 10 40
Don Joaquín Zeumaquer Oficial interino 4 10 40
Don José Reinaldo García Oficial 97 10 970
Don Francisco de Enciso Soto Perito de reconocimiento, tasación y medida de las casas y edificios 8 4 64
Don Alonso Pérez Perito de reconocimiento, tasación y medida de las casas y edificios 8 4 64
Francisco Yáñez Perito de reconocimiento y examen de tierras, arbolado y viñas 54 4 216
Antonio Rodríguez Perito de reconocimiento y examen de tierras, arbolado y viñas 54 4 216
Francisco Bonilla Perito que asistió a los reconocimientos y en la oficina para el cotejo 71 4 244
Simón Estévez Perito que asistió a los reconocimientos de las casas y en la oficina para el cotejo 80 4 320
Fuente: Elaboración Propia (AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, libro 1045, ff. 516r-519v).
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La documentación catastral del Barranco de Poqueira
La documentación catastral conservada del Barranco de
Poqueira se custodia en el Archivo Histórico Provincial de
Granada (originales) y la copia a la letra de las Respuestas
Generales que se envió a la Real Junta de Única Contribución
(datada el 15 de noviembre de 1754), en el Archivo General de
Simancas. Se realizó otra copia a la letra de los libros para los
municipios, para que sirvieran de base para la exacción del
impuesto cuando la Única Contribución se implantase. Esta
copia parece haberse perdido, pues no se ha podido localizar en
ninguno de los archivos de los tres municipios que actualmente
forman el Barranco de Poqueira (Bubión, Capileira y
Pampaneira). Desgraciadamente, esta no es la única pérdida
acaecida de documentación catastral de nuestro Concejo: no
han llegado hasta nuestros días tampoco los Libros de los cabe-
zas de casa y de lo real de eclesiásticos, las Relaciones juradas
individuales (memoriales) de seglares y eclesiásticos ni los cua-
dernos de cotejo, que quedaron depositados en la Contaduría de
rentas provinciales de Granada. La documentación conservada
en el Archivo Histórico Provincial de Granada es la siguiente:
Autos, diligencias y certificaciones: proporcionan informa-
ción sobre el proceso de la averiguación y las certificacio-
nes.
Respuestas Generales: las 40 respuestas al Interrogatorio de
la Letra A.
Libro de cabezas de casa secular: recoge los datos demográ-
ficos por hogares de los cabezas de casa avecindados en la
localidad.
Libro de lo real secular (2 partes): recoge los bienes, rentas,
derechos y cargas de cada sujeto fiscal, ya sea persona fí sica
(vecinos y forasteros) o jurídica. Finaliza con un resumen
y el certificado de los sueldos devengados a quienes han
participado en la pesquisa. Los bienes y cargas se asien tan
siempre en cabeza de su propietario, por lo que se recoge
primero el nombre del mismo. A continuación, se detallan
los mismos siguiendo la estructura:
Casas
Tierras (vega, sierra, secano, viña)
Arbolado
Casas de campo
Corrales
Ganado
Ingresos por industrial y personal
Producto total (base imponible del sujeto fiscal).
El texto aparece en una columna central, dejando márgenes
a ambos lados para dibujar a mano alzada cada tierra, y para
anotar el producto del bien y, en el caso de las parcelas, también
su clase fiscal. Los sujetos fiscales están ordenados siguiendo,
con algunas excepciones, el barrio en que reside la familia o el
propietario, cuando lo hace en casa propia. Dichos barrios son:
Bubión (barrio Bajo, barrio de la Plaza, barrio de la Pilera,
barrio de la Tienda, barrio de la Ermita, barrio de la Fuente
Pacheco, barrio y calle de las Parras); Pampaneira (barrio de la
plaza, barrio de la Ermita, barrio de la Tienda, barrio del
Gayombar); Capileira (barrio Bajo, barrio del Cerezo, barrio de
la Pileta, barrio del Castillo) y barrio de Alguástar. Tras los asien-
tos de quienes poseen casa, están los asientos de quienes no las
poseen.
Estados Locales: se nombran por letras, tal cual estaba esta-
blecido. En otras provincias, estos se hallan encuadernados
al final de los Libros de lo real y de cabezas de casa de legos
y de eclesiásticos; sin embargo, en el caso de Granada,
están al final de los autos y diligencias, lo que ha hecho
que, a pesar de haberse perdido los Libros de lo real y de
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cabezas de casa de eclesiásticos, los estados locales de ecle-
siásticos sí se conserven.
Estado D: recoge todo lo relativo a tierras. Se ha
conservado tanto para legos como para eclesiásti-
cos.
Estado E: valor en renta de las casas, rentas de
molinos, hornos, minas, mercados, diezmos,
censos...
Estado F: ingresos netos por actividades indus-
triales, comerciales y profesionales.
Estado G: Población activa, lega y del estado gene-
ral, masculina, entre 18 y 60 años, que quedaría
sujeta a un gravamen especial, el “de lo personal”.
Estado H: recoge los ganados.
El Concejo del Barranco de Poqueira
Como venimos diciendo, en 1752, el Barranco de Poqueira esta-
ba formado por las poblaciones de Bubión, Capileira y
Pampaneira, y pertenecía al partido de las Alpujarras. Era de rea-
lengo y lindaba por levante con Pitres y Trevélez; por poniente,
con Soportújar; por el norte, con Güéjar Sierra y Dílar y, por el
sur, con la villa de Órgiva.
El Concejo contaba con tres casas:
• Casa en Bubión, sita en el barrio de la Tienda, con cuar-
tos bajos y un corral. Tenía unas dimensiones de 11 varas
de frente y 7 de fondo, es decir, una superficie de 77 varas
cuadradas. Lindaba con la casa de Juan Jiménez y el cami-
no. Se le calculó una utilidad de 8 reales.
• Casa en Pampaneira, en el barrio de la Tienda, con cuar-
tos bajos y altos. Tenía 8 varas de frente y 9 de fondo, que
hacen una superficie de 72 varas cuadradas. Lindaba con
las casas de José Alonso y Diego Álvarez. Se le calculó una
utilidad de 22 reales.
Casa en Capileira, en el barrio Bajo, con cuarto alto y
bajo. Tenía 4 varas de frente y 9 de fondo, o sea, 36 varas
cuadradas. Lindaba con las casas de José Estévez y Pedro
Noguera. Se le calculó una utilidad de 11 reales.
En cuanto a las tierras, solo contaba con siete piezas de tie-
rra de secano, con una superficie total de 222 fanegas de sem-
bradura de puño, que es la medida que los peritos declaran que
se utiliza en el Concejo.
En Monte Grande, distante una legua de la población, con
150 fanegas de tierra inculta por naturaleza. Lindaba por
levante con la loma del Cerrillar, por poniente con la Roza
Primera página del asiento en el Libro de lo real de segalares de los bienes, ren-
tas y cargas del Concejo de Barranco de Poqueira. Fuente: AHPGr, CE, RP del
Barranco de Poqueira, L 1044.
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de los Condes, por el norte con la loma de Púa y por el sur
con la Fuente de Abuchite. Estaba poblada de encinas vie-
jas que no producían fruto alguno a causa de los hielos y
la nieve, por estar en la cumbre.
En Monte de Aguilar, distante legua y media de la pobla-
ción con 600 celemines de tierra inculta por naturaleza.
Lindaba por levante con el río Veleta, por poniente con el
barranco del Castillejo, por el norte con el Peñón del
Castillejo y por el sur con dicho río. Estaba poblada de
encinas viejas que no daban producto por las extremadas
condiciones.
Pago de la Hera Empedrada, distante una legua de la
población con 48 celemines de tierra inculta por naturale-
za. Lindaba por levante con la cañada de Tobar, por
poniente con la casa de la Lobera, por el norte con los
Robles y por el sur con el río. Estaba poblada de robles
nuevos que no daban fruto.
Pago del Cerrillar, distante un cuarto de legua de la pobla-
ción, con 24 celemines de tierra inculta. Lindaba por
levante con el beneficiado de Capileira, por poniente con
el Cerrillar, por el norte con el peñón de la Cruz y por el
sur con el río. Estaba poblada de encinas nuevas que no
daban fruto.
Pago de las Peñas de Alguástar, distante un cuarto de legua
de la población, con 24 celemines de tierra inculta por
naturaleza. Lindaba por levante con don Francisco Enciso,
por poniente con las Peñas de Alguástar, por el norte con
el camino de Pitres y por el sur con la vega de Bubión.
Estaba poblada de encinas nuevas que no daban fruto.
Pago de la Casa del Monte, distante un cuarto de legua de
la población con 72 celemines de tierra inculta por natu-
raleza. Lindaba por levante con el término de Pitres, por
poniente con el barranco del pago, por el norte con las
Peñas de Ángel, y por el sur con la vega. Estaba poblada de
encinas nuevas que no daban fruto.
Otra en dicho pago de la Casa del Monte con 96 celemi-
nes de tierra inculta. Lindaba por levante con el Castillejo,
por poniente con el cerrillo de las Peñas, por el norte con
el camino de Pitres y por el sur con el río.
Por razón de propios el Concejo registra unos ingresos anua-
les de 480 reales: 180 que producen las suertes que llaman
Acequia de los Lugares, que proporciona agua a los pueblos del Barranco de
Poqueira. Fotografía: Agustín Sánchez Rey.
Cortijo de La Pío: ejemplo material de poblamiento disperso estacional.
Fotografía: Agustín Sánchez Rey.
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“Vacas” y los 300 restantes por lo que producen las hierbas que
venden para los ganados.
Asimismo, gozaba anualmente de 516 reales de censo de tres
molinos harineros, que eran:
Una casa molino de dos muelas por debajo del lugar de
Bubión con 3,5 varas de frente y 8 de fondo. Lindaba con
el camino y capellanía de don Nicolás de Vílchez. Lo tenía
arrendado don Antonio Enciso, que se lo subarrendó a
Antonio Ortega por 150 reales al año.
Otra casa molino con dos muelas, 3 varas de frente y 8 de
fondo. Lindaba con la tierra de don Antonio Montalvo y
el río. Lo tenía arrendado Jacinto Beltrán, vecino de
Pampaneira.
Otra casa molino por debajo del peñón de Peña Alzada,
con una muela. Tenía de superficie 2 varas de frente y 6 de
fondo. Lindaba con tierras de Pedro Pica y el río. Lo tenía
arrendado Francisco Montero por 66 reales al año.
Goza también este común anualmente de 2.000 reales por
la sobra de tercias que se arriendan por el Concejo a su bene-
ficio.
El Concejo del Barranco de Poqueira vendía los pastos de las
dehesas para poder costear la limpia y arreglo de las acequias,
pues su mantenimiento era muy costoso debido a lo escarpado
del terreno. Recoge Bernardino José de Vílchez y Enciso, escri-
bano del Barranco de Poqueira, que el Concejo contaba con una
sobre-carta, dada por la sala de Población de la Real Chancillería
de Granada, con el privilegio de pertenencia y propiedad de
dicho acequiado, comprobado por el oidor don Pedro Díaz de
Mendoza, encargado de averiguar lo enajenado de la Real
Corona para esta averiguación. Asimismo, constaba que el
Concejo se hallaba en el gozo de tres molinos harineros en su
ribera (anteriormente descritos), con “notoria voz de que les
goza y posee en virtud de la concesión que hicieren los Sr. Reyes
Católicos de las riveras y molinos a los partidos del Valle y
Alpuxarras”. Asimismo, diferentes vecinos contribuían al
Concejo en cada año con 220 reales de vellón por el arriendo de
dos suertes que también tenían concedidas al Concejo.
Siguiendo la Instrucción, el 15 de agosto de 1752, el Concejo
certificó unos gatos anuales de 72.677 reales y 28 maravedíes,
por diferentes conceptos que van desde diferentes tributos a
salarios, mantenimiento de infraestructuras, fiestas, etc.
Página del asiento en el Libro de lo real de segalres de los bienes, rentas y cargas
del Concejo de Barranco de Poqueira. Véase la descripción del molino situado por
debajo del peñón de Peña Alzada, la información sobre los ingresos que obtiene
por el arrendamiento de los diezmos y un resumen de la valoración de sus bienes
y rentas. Fuente: AHPGr, CE, RP del Barranco de Poqueira, L 1044.
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Tabla 2
Gastos del Concejo del Barranco de Poqueira, 1752
Concepto del gasto Importe (rv-mr)
Cientos y alcabalas 4.750
Millones 8.527
Sisa del jabón 640
Derecho de aguardiente 720
Paja y utensilios un año con otro 4.000
Sal 7.436
Salario del alcalde mayor del partido 106
Salario del procurador general 146
Fiesta de nuestra Señora de la Concepción y
la Candelaria 153
Fiesta del Corpus 50
Predicación de bulas y la escritura 74
Predicador cuaresmal 224
Limpias y composturas de las acequias 750
Aderezos de los puentes 300
Salario de los guardas del monte 440
Mayordomo de propios 77
Para las veredas 200
Selección de alcaldes y su aprobación y propios
que se despachan 166
Dos acequieros 420
Por tocar queda 30
Alquiler de la casa donde se resguardan los vestuarios
de los soldados milicianos 44
Para mantener completos dichos vestuarios 2.000
Escribano público por la asistencia al Concejo y
trabajo de repartir los memoriales anualmente 1.076
Fiel medidor 165
Para edificar fuentes y lavaderos 150
Consumo de bulas 4.500
Censo de población 1.098-28
Rizzago de la seda 11.625
Diezmos 22.000
Total 72.677-28
Fuente: Elaboración Propia (AHPGR, CE, Barranco de Poqueira, libro 1046, ff. 34r-36v).
En 1836 concluyó la separación en los tres municipios
actuales: Bubión, Capileira y Pampaneira. Fue la culminación
de un proceso largo y controvertido para arreglar la división de
los términos, el reparto de sus pastos, aguas, contribuciones, etc.
El 8 de mayo se reunieron los Ayuntamientos plenos y los prin-
cipales labradores e interesados y se convino:
Línea divisoria entre Pampaneira y Bubión: que se echase
por el levante desde el peñón que asoma el camino de Pitres
para Bubión, desde esta línea recta al peñón de Carrajal,
barranco del monte abajo a la cruz blanca, desde esta por el
mismo barranco a la cabeza del castillejo, barranco de la
Almazara abajo a la acequia de Burgos hasta su toma, el río
abajo hasta el barranco de la cañada de Tobar, desde este a la
cabeza de la fuente alta cabezada delante de las chorreras al
camino que va al corral de los Coletos, camino arriba a la
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chorrera del prado del Bañuelo, acequia nueva, camino que
va a la Majadilla de Santiago, camino delante de la fuente de
las Alejas a la peña del Lobo, y acequia del Castillejo adelan-
te hasta su toma en el primer rio de Horcajo de los Vázquez,
rio arriba hasta la cumbre lindando a aguas vertientes.
Línea Divisoria entre Bubión y Capileira: por levante desde
la toma divisoria del término de Pitres, barranco abajo del
Tejar y Alguástar por su corriente hasta el camino viejo que
va a Capileira desde Bubión la loma debajo de la Jarila hasta
el camino y aguas vertientes camino del molino de Cortinas
(digo) y casa de Puiea, y por este camino al río y por este arri-
ba al barranco de las Rozas, por este arriba hasta la acequia
nueva adelante hasta la toma del segundo [río], por este arri-
ba a las lagunillas de la cumbre adelante hasta unirse con el
término de Pampaneira en el tajo de los Machos. Y lo demás
que hay desde esta línea entre Bubión y Capileira hasta el
picacho de Veleta corresponde a Capileira, excepto el pedazo
de la dehesa encinar que se hará mención en su oportuno
lugar.
El patrimonio cartográfico catastral histórico del Barranco
de Poqueira también cuenta con el Avance Catastral de rústica
realizado en 1912. Se trata de un croquis parcelario rústico de
cada uno de los tres municipios, firmados por el ingeniero
Nicolás Mª Dalmau, el perito agrícola Adrián Moreno (Bubión
y Capileira), el ingeniero M. Manzanares y el ayudante Julio
Omar García (Pampaneira). Cuenta con un plano general del
municipio en el que se definen los polígonos, denominado
“pañoleta” o “distribuidor”, con gran precisión topográfica; y
con planos de los polígonos catastrales, donde aparecen las par-
Planos parcelarios de rústica realizados en 1895-6 por el Cuerpo de Ingenieros Agrónomos- Cartillas evaluadores (Bubión) y el Instituto Geográfico y Estadístico
(Capileira y Pampaneira). Delimitan el término municipal y lo dividen en polítigonos, señalando algunas referencias (caminos, pagos, barrancos, límites con otros munici-
pios...). Son los planos de rústica más antiguos que conserva el archivo, previos al Avance Catastral. Fuente: AHPGr, Planos de Bubión, Capileira y Pampaneira
(ES18131AHPGR/DPCAT).
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celas dibujadas a mano y numeradas, así como la toponimia. Es
de destacar su riqueza toponímica con referencias geográficas,
nombres de caminos, parajes y otros polígonos y municipios
anexos. Ejemplo de estos son el Barranco de Tejar, la acequia
Alta y la acequia Baja, el río de Poqueira, el arroyo Lagunillas o
el camino de Pampaneira.
La población del Barranco de Poqueira en 1752
El Libro de cabezas de casa del Barranco de Poqueira propor-
ciona información de alto interés para conocer algunos aspectos
sociales de la población. Se estructura por hogares encabezados
por un jefe o jefa del hogar, y se relacionan por parentesco con
dicha cabeza: su mujer, hijos, sobrinos, criados… Asimismo, se
anotan las edades de cada uno. Como se puede comprobar, el
Catastro no es neutro y ordena y clasifica la sociedad, propor-
cionando información sobre el estado civil, el oficio principal o,
incluso, la discapacidad (mudo, ciego, inválido…).
En el Barranco de Poqueira había 15 clérigos. Ni de ellos ni
de sus familias tenemos información al no haberse conservado el
Libro de cabezas de casa de eclesiásticos. Sí sabemos que había
562 hogares seculares (1.081 varones y 1.047 mujeres) aproxi-
madamente, pues, los diferentes niveles documentales difieren
en las cifras. El resumen realizado por el escribano incluido al
inicio del Libro de cabezas de casa de legos proporciona los
siguientes datos:
562 cabezas de casa
Sus mujeres: 379
Sus hijos de 18 años: 160
Sus hijas de 18 años: 116
Sus hijos menores: 406
Sus hijas menores: 392
Sus hermanos y parientes: 43
Sus hermanas y parientas: 47
Sus criados, oficiales y aprendices: 17
Sus criadas: 6
Total: 2.128 personas
Tabla 3
La población en el Barranco de Poqueira
Varones % Mujeres % Total
Cabezas de casa 455 80,96 107 19,04 562
Esposas 379 379
Hijos/as 566 52,70 508 47,30 1074
Hermanos/as y
otros parientes 43 47,78 47 52,22 90
Criados/as
Oficiales,
Aprendices 17 73,91 6 26,09 23
Total 1081 50,80 1047 49,20 2.128
Fuente: Elaboración Propia (AHPGr, CE, Barranco de Poqueira, libro 1044, ff. 1r-53v).
Ahora bien, cuando contabilizamos uno a uno los indivi-
duos recogidos en el Libro de cabezas de casa, registramos hasta
2.159 distribuidos de la forma que se recoge en el cuadro sobre
distribución espacial de la población.
Tabla 4
Distribución espacial de la Población en el Barranco de Poqueira, 1752
Población Hogares Personas
Bubión 133 601
Pampaneira 198 731
Casa de Campo 1 10
Capileira 219 856
Cortijada de Alguástar 7 33
No especifica 3 17
Total 562 2.159
Fuente: Elaboración Propia (AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, libro 1044, ff. 1r-53v).
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En cuanto al tamaño de los hogares, su media es de 3,8 indi-
viduos, siendo la mayoría entre 3-4 (40%); y la estructura es cla-
ramente nuclear (80,6%), donde los esposos conviven con sus
hijos; el 6,05% extensa, con sobrinos, tíos, nietos… convivien-
do en el hogar, y un 13,35% son hogares solitarios, siendo la
mitad de mujeres solitarias doncellas o viudas.
Tabla 5
Tamaño de los hogares del Barranco de Poqueira, 1752
Tamaño del hogar Número %
1 74 13,17
2 78 13,88
3 106 18,86
4 119 21,17
5 78 13,88
6 54 9,61
7 30 5,34
8 11 1,96
9 8 1,42
10 3 0,53
13 1 0,18
Fuente: Elaboración Propia (AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, libro 1044, ff. 1r-53v).
Tabla 6
Estructura de los hogares del Barranco de Poqueira, 1752
Estructura Número %
Nuclear 453 80,60
Extensa 34 6,05
Solitaria 75 13,35
Fuente: Elaboración Propia (AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, libro 1044, ff. 1r-53v).
El perfil social de estos hogares era el de jornaleros y labra-
dores que contaban para su supervivencia con alguna casa,
algunas tierras y un poco de ganado. Las mujeres constituían
un elemento clave de la sociedad en estos pueblos, tanto en
hogares encabezados por varones, como gobernando la casa
(19,04%). Las edades de la población van desde menos de un
año, caso de María, de 3 meses, de la cortijada de Alguástar,
que pertenece al hogar formado por su padre Salvador Rodrí -
guez, labrador [50 años], su madre Mathiana Ximénez [30], y
los hijos de Salvador, Francisco [23] y Antonio [20], ambos jor-
Página del Libro de cabezas de casa de legos que recoge el resumen de la pobla-
ción del Barranco de Poqueira. Fuente: AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira,
L 1044.
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naleros; hasta Juliana Bueno, doncella pobre de Bubión, que
tenía 101 años.
En cuanto a la discapacidad, el Catastro de Ensenada no se
muestra como una fuente útil, pues no registra de forma siste-
mática las diferentes discapacidades para poder realizar compa-
raciones. De hecho, no era su objetivo. Aunque actualmente
Macarena Sáez está estudiando metodológicamente el registro de
la discapacidad en el Catastro a partir del estudio de los diferen-
tes niveles documentales, en la documentación de algunos pue-
blos, como Grazalema, podemos ver que el interés fue registrar
la capacidad o incapacidad para desempeñar un oficio. En el del
Barranco de Poqueira no ocurre lo mismo, encontrando diferen-
tes discapacidades relacionadas o no con el trabajo, pese a que,
en la relación de oficios que se realiza previamente al Libro de
cabezas de casa registra a cuatro mudos, un ciego y un impedi-
do, por lo que está midiendo su capacidad de trabajo. No obs-
tante, veamos algunos ejemplos que muestran la diversidad y
complejidad para la categorización de la discapacidad: don
Antonio de Enciso, labrador de Bubión [61 años], casado con
doña María Vázquez [56], tenía tres hijos mudos, María [25],
Raimundo [13] y José [22], este último registrado como jorna-
lero. Por tanto, su discapacidad no le impedía ejercer un oficio
y, por tanto, se le registra ganando un jornal. Además, en el
hogar también se registraron cuatro criados, Francisco Noguerol
[70], Felipe Bueno, que además era jornalero [28], Francisca
Cabrera [17] y María Monferril [23]. También hay un sargento
con invalidez, José Alonso de Capileira [40], que vive con su
mujer Isabel [20], al que le anotan un sueldo mensual de 40 rea-
les. Caso diferente es el de Antonio Barquero, de Pampaneira
[60 años], que se registra como impedido, sin que se apunte nin-
gún oficio, lo que nos podría indicar que dicha discapacidad le
impedía trabajar. Formaba su hogar con su mujer Juana Bueno
[60] y sus hijas Ana [20] y Agustina [18]. De igual forma, Juan
Piuca, viudo y ciego de Capileira [56], que vivía con su hija
Mencía [14] y al que no se le registra oficio alguno. Como puede
comprobarse, son muchas las preguntas que suscita el registro de
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la discapacidad en el Catastro, como son el tipo y su relación con
el trabajo, el registro o subregistro, dependiendo de si es cabeza
de casa o no, o si cuenta con más de 18 años o menos, o el ya
comentado subregistro del trabajo de las mujeres, como puede
verse en Esperanza López, doncella de Pampaneira [50], que
convive con María [30], su hermana muda.
Contamos en Capileira con un caballero hijodalgo, el único
noble que hay en todo el Concejo. Es don Hermenegildo Flores
del Río, de 47 años, que vive junto a su mujer, doña Catalina
Barquero [38] y sus hijos don Gonzalo [47] (que goza por adju-
dicación de una capellanía), doña Enrica [18], doña Isabel [17]
y doña Juana [10].
El último asiento del Libro de cabezas de casa corresponde
a Martín de Puerta, de 47 años, el único que se registra como
gitano, además de jornalero. Forma su hogar con su mujer,
Ángela María Núñez [40] y sus hijos, Antonio de Puerta, jorna-
lero [21], Dionisia [14], Josefa [9] y Josefa [3]. Resulta curioso
que ambas hermanas tienen el mismo nombre.
Finalmente, como caso anecdótico, el Catastro registra dos
gemelas en Pampaneira, Francisca y Josefa [20], hijas de Felipe
Pereira, jornalero [51] y de María de Mure [51].
Hacendados en el Barranco de Poqueira, 1752
Por razones de espacio, en esta obra no podemos entrar a hacer
un análisis detallado de todos los hacendados. Lo dejamos para
más adelante. Sí avanzamos aquí un acercamiento a los propie-
tarios forasteros, tanto legos como eclesiásticos, de bienes en el
Barranco de Poqueira a través de dos documentos distintos del
Catastro, lo que nos sirve para acercarnos a las posibilidades de
esos documentos.
A partir del abecedario y los asientos del Libro de lo real,
hemos contabilizado 37 hacendados forasteros con diferentes
propiedades en el Barranco de Poqueira. Podemos afirmar que
se cumple un principio de cercanía, siendo la mayoría de la veci-
Páginas de inicio de los asientos de los vecinos de cada
una de las localidades que formaban el Barranco de
Poqueira y de la familia que vive en una casa de campo.
Fuente: AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, L 1044.
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66
na Pitres (37,8%), o de localidades fronterizas, como Soportújar
u Órgiva. Las más alejadas, Narila, Albondón, Dalías y la pro-
pia ciudad de Granada. También hay dos hacendados del Valle
de Lecrín (Ízbor y Mondújar). Ninguno sobrepasa los 1.000 rea-
les de producto total, a excepción de don Antonio Montalvo, de
Granada, con un producto de 1.554 reales y 33 maravedíes por
cuatro piezas de vega, una de sierra, diferente arbolado, una casa
de campo en el pago de Jarila, con cuartos altos y bajos, trece
varas de frente y diez de fondo, y un corral contiguo con diez
varas en cuadro. De hecho, la mayoría cuenta con entre 11 rea-
les de producto que regulan a la casa que posee Isabel Verdejo
Gallego de Albondón, y los 569 reales y 4 maravedíes que le cal-
culan a don Bernardino Carranza, de Granada, por cinco piezas
de tierra de secano y un corral con tinado de catorce varas en
cuadro. Como curiosidad, llama la atención la propiedad de
Esperanza Vázquez, de Granada, que posee tan solo un nogal de
buena calidad en tierra de José Durán (tabla 7).
A partir del Estado local de la letra D de legos y del de ecle-
siásticos, hemos podido establecer que la superficie de tierra del
término que ha sido valorada como productiva era de 2.136-6
fanegas, de la cuales, 1.711-9 [fg] pertenecían a vecinos legos y
424-8 [fg] a eclesiásticos (300-9 [fg] beneficiales y 123-11[fg]
patrimoniales. Así pues, el 80 % de la tierra era propiedad de
seglares. En un futuro entraremos en un análisis de cómo se dis-
tribuía esa propiedad según las diferentes calidades y aprovecha-
miento de las tierras.
Estados locales de la letra D de seglares y de eclesiáticos. Obsérvese que, en el de
eclesiásticos se diferencias las tierras beneficiales de las patrimoniales. Fuente:
AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, L 1046.
Primera página del abe-
cedario del Libro de lo
real de seglares del
Barranco de Poqueira.
Fuente: AHPGr, CE, RP
Barranco de Poqueira,
L 1044.
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Tabla 7
Hacendados forasteros en el Barranco de Poqueira, 1752
Hacendado Localidad Propiedades Producto (rv-mr)
Francisco Quevedo Pitres Casa/Vega/Árboles 97
Doña María Mendoza menor Pitres Casa/Vega/Sierra/Viña/Arbolado 474-30
Nicolás Estévez Granada Casa/Vega/Secano/Viña/Arbolado 170-17
Esteban Pérez Mecina Fondales Casa/Vega/Sierra/Secano/Viña/Arbolado 343-4
Don Bernardo Herrera Granada Casas 22
Juan Alonso Navarro Órgiva Casas/Vega/Sierra/Secano/Viña/Ganado 252-33
Isabel Verdejo Gallego Albondón Casa 11
Esteban Rodríguez Ízbor Casa/Vega/Arbolado 13-24
Vicente Gómez Granada Casa 11
Juan Gutiérrez Granada Casa/Arbolado 30
Don Manuel de Mogollón Granada Vega/Arbolado 327-31
Miguel López, sargento de milicias Guadix Vega/Ganado 57-29
José Rodríguez Soportújar Vega/Sierra/Arbolado 44-31
Doña Francisca Alonso Mondújar Sierra/Arbolado 186-24
Don Antonio de Vílchez Dalías Sierra/Arbolado 131-24
Don Antonio Montalvo Granada Vega/Sierra/Arbolado/Casas 1.554-33
José Gallegos Narila Sierra/Arbolado 282-22
Don Bernardino Carranza Pitres Sierra/Corral 569-4
Juan Delgado Soportújar Vega/Arbolado 24-20
Esperanza Vázquez Granada Arbolado 27
Don Agustín Gutiérrez Granada Molino Harinero 300
Blas de Salas Pitres Sierra 87-17
Juan Díaz Medina Fondales Sierra 17-17
Francisco de Salas Pitres Sierra 13-8
Mateo de Nieves Pitres Sierra/Corral 117
Don Silvestre Carranza Pitres Sierra 117-9
Don Diego Carranza Pitres Sierra 37-11
Don Tomás González Granada Sierra 10-17
Manuel Pérez Pitres Sierra 52-17
Doña Teresa de Cárdenas Pitres Sierra 17-17
Francisco Lorenzo Pitres Sierra 35
Herederos de Cayetano de Vílchez Pitres Secano 14
Don Baltasar de Arroyo Granada Secano 14
Bernardo Pérez Capileira de Pitres Secano 14
Manuel Fernández Pitres Sierra 74-22
José Pedrosa Soportújar Sierra/Viña 189
Gabriel López Pitres Sierra 111-33
Fuente: Elaboración Propia (AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, libros 1044 y 1045).
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La tierra: aprovechamientos agrarios
El Libro de lo real del Barranco de Poqueira comienza con un
índice o abecedario, en el que se incluyen los vecinos y foraste-
ros con bienes y rentas en los lugares de Bubión, Capileira y
Pampaneira. Tras el mismo, toma protagonismo la Nota de
valor de las clases de tierra. En la primera columna se recoge el
tipo de tierra (sembradura de regadío de vega, sembradura de
regadío de sierra, nogales y o reducciones a medidas de tierra,
castaños, sembradura de secano y viña). En la segunda columna
figuran las calidades de cada especie (se clasifican en: primera,
segunda y tercera calidad). En la tercera columna se describe el
sistema de cultivo, aprovechamiento y rendimiento. La cuarta
columna da el producto anual medio en reales de vellón.
Finalmente aparecen las clases fiscales de tierra, distinguiendo
hasta nueve: la de primera clase fiscal es la de sembradura de
regadío de vega, con un valor de 194 rv y la de novena, la tierra
de sierra de tercera calidad, con un valor de 17-17 reales.
En total, se contabilizan 1.833 piezas de tierra y 7 piezas de
monte alto de encinar y robles que no dan fruto y pertenecen al
común (2 de encinas viejas y 4 de encinas nuevas y algunos
robles). Además, hay algunas tierras destinadas a pastos.
En cuanto a las medidas de tierra, se utilizaron fanegas, cele-
mines y cuartillos, sin que los peritos pudiera informar de su
equivalencia en varas castellanas (una vara = 0,835905 m) a
causa de que la medida usada sería la fanega de puño, es decir,
la superficie en la que se siembra una fanega de trigo, cuya
superficie varía en función de su calidad. Dado que cuanta
mayor calidad tiene la tierra, la siembra es más espesa, hay que
dar por sentado que la superficie de una fanega de tierra de pri-
mera calidad es menor que la de la fanega de tercera, por ejem-
plo. Así, los peritos afirman que allá donde se siembre a buena
proporción una fanega de trigo es una fanega de tierra, tanto de
regadío como de secano; si media fanega de trigo, es media fane-
ga de tierra, tanto de regadío como de secano; si un celemín de
trigo, es medio de tierra, tanto de regadío como de secano. Así,
una fanega de tierra son tres cuartillas si se siembra de cebada;
una fanega de tierra son cinco cuartillas si se siembra de cente-
no; una fanega de tierra es una cuartilla si se siembra de maíz;
una fanega de tierra es tres cuartillas si se siembra de garbanzos;
una fanega de tierra es cuatro fanegas si se siembra de lino; una
fanega de tierra es una cuartilla si se siembra de habichuelas.
Nota de valor de las clases de Tierra de Barranco de Poqueira, incluida al inicio
del Libro de lo real de seglares. Fuente: AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira,
L 1044.
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Tabla 8
Las tierras del Barranco de Poqueira, 1752
Tipo Parcelas Superficie (fg) Calidades
Regadío 944 200 65 de buena
50 de mediana
95 de mala
Regadío de Sierra 366 910 150 de buena
250 de mediana
510 de mala
Secano 146 120 20 de buena
30 de mediana
70 de mala
Viña de secano 377 40 13,3 de buena
13,3 de mediana
13,3 de mala
Monte alto y encinar y 7
robles que no dan fruto
Fuente: Elaboración Propia (AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, libro 1045, ff. 506r-512v).
Los frutos del arbolado serían la seda, las castañas y las nueces,
añadiendo en corta proporción el aceite. Estos árboles no se
plantaban en orden, sino aprovechando los márgenes y lindes
del terreno, así como los sitios no aptos para otros cultivos.
Tabla 9
El arbolado en el Barranco de Poqueira, 1752
Tipo Número Calidades
Morales 5.578 377 de buena
999 de mediana
4.212 de mala
Castaños 1.375 23 de buena
86 de mediana
1.266 de mala
Plantones de castaños 858
Nogales 187 5 de buena
16 de mediana
166 de mala
Plantones de nogales 115
Plantones de olivos 231
Fuente: Elaboración Popia (AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, libro 1045, ff.512r-513v).
En cuanto a la propiedad de la tierra, la orografía del terre-
no, organizado en pequeños bancales irrigados por acequias o
extensiones mayores de monte y serranía, unida al proceso repo-
blador del siglo XVI, asentaron en minifundio muy marcado,
con tierras en manos de muchas personas y, como hemos ade-
lantado, una estructura de la propiedad en la que la tierra esta-
ba muy mayoritariamente estaba en manos legas, los seculares
poseían el 80% de la tierra.
Los impuestos sobre la producción agraria:
la fiscalidad de la Iglesia
La percepción general de los no iniciados es que diezmos, pri-
micias y voto de Santiago responden a la fiscalidad de la Iglesia
y que su perceptora única es dicha institución. La realidad no
era exactamente esa, y así lo pone de manifiesto la documenta-
ción catastral de nuestro Concejo. Los pobladores del mismo
pagaban:
• Diezmo: supone la décima parte de la producción agro-
ganadera. Además de la cuota del diezmo, en las Respuestas
Generales se recoge detalladamente el reparto de la masa
decimal: “se saca la tercia parte para la fabrica de las Yglesias
del Valle de Lecrín y partido de Alpuxarras, quedando las
otras dos partes” para el rey. Por la información que aportan
los peritos, la administración del diezmo corre a cargo del
Concejo, que tiene pactado con la Real Hacienda un tanto
alzado de 20.000 reales, quedándole de beneficio como
media anual 2.000 rv a “veneficio del Común”. Las iglesias
alpujarreñas perciben, un año con otro, 12.000 rv, por la
parte de la masa decimal que les correspondía.
Este reparto no parece ser excepcional en la zona. Así,
en Pitres, pueblo también de las Alpujarras, declaran que
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dos tercios de sus diezmos, que denominan “real tercia”,
pertenecen también al rey, mientras que el tercer tercio per-
tenece a la Sta. Iglesia Catedral de Granada. En esta zona, el
rey recibe una cantidad mayor de los diezmos de lo que era
habitual en otras, donde, como norma general, solo recibía
dos novenos de los mismos, pues las denominadas “tercias
reales” (un tercio del diezmo) se dividía en tres novenos,
siendo dos para el rey y uno para la fábrica de la iglesia
parroquial. Los otros dos tercios se repartían entre el clero
local y el obispado, aunque la casuística era muy variada.
• Escusado: La Corona percibe también todo el diezmo del
labrador que más haya cosechado, es decir, la denominada
casa mayor dezmera.
• Primicia: a diferencia del diezmo, era una cuota fija y era
percibida por el clero local. Nuestro concejo tenía tres taz-
mías, una por localidad. Los peritos informan de que “a
ecepcion de trigo y sevada que se paga raido, lo demás es
colmado; su persivo es en esta forma, en llegando a las seis
fanegas, dichas se pagan seis celemines; si a cinco, cinco; si
a quatro, quatro; si a tres, tres; si a dos, uno; y a uno,
medio; y que de toda la porcion a que asciende dicha pri-
micia le pertenece la octava parte a el sachristan”. A dife-
rencia de los diezmos, cuyo valor dan los peritos en dine-
ro, en el caso de la primicia lo hacen en especie. Así infor-
man de que la “de los tres curatos, incluiendo la octava
parte de los Sachristanes, llegara, regulandola por quin-
quenio, a trescientas ochenta y dos fanegas; las ochenta y
seis de trigo, ciento y treinta de mais, ciento treinta y una
de senteno, diez de sevada y veinte y cinco de semillas.
• Voto de Santiago: esta exacción, al igual que la primicia, es
una cuota fija, pagada por los cosecheros “sienpre que veri-
fique que juntando de todas especies y semillas lleguen estas
a componer seis fanegas es arbitrio la parte de dicho voto a
elexir media fanega de la mejor y en caso de que algún
medianero no llegue a tocarle mas de tres fanegas le cobra
tres celemines”. En nuestro Concejo, su administración
estaba arrendada. En 1752 se registran tres arrendadores del
voto de Santiago: Andrés Martínez de Ocaña lleva el de
Bubión, en cuya relación jurada afirma que en 1751 tuvo
arrendada la renta por 700 reales de vellón, recogiendo 12
fanegas de trigo, 18 de centeno y 14 de maíz. En Pampanei -
ra, Juan Pérez Gallegos lo tenía arrendado por 1.600 reales,
recogiendo 50 fanegas de trigo, 10 de maíz y 5 de centeno;
y Juan de Ávila, vecino de Busquístar, era el arrendador del
voto de Santiago de Capileira por 2.650 reales, recogiendo
50 fanegas de trigo y 20 de “voltizo”.
Tras la conquista del reino de Granada en 1492, los
Reyes Católicos impusieron el voto de Santiago a todos los
Certificado del arrendamiento del Voto de Santiago de Bubión Andrés Martínez
de Ocaña por un valor de 700 reales de vellón, recogiendo 12 fanegas de trigo,
18 de centeno y 14 de maíz. Fuente: AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira,
L 1046.
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vecinos del Reino que cultivasen tierras. Era una renta muy
impopular, que se mantuvo hasta 1834 y que tenía como
destinatarios los canónigos de la catedral de Santiago, la
capilla de música y el hospital. Las Alpujarras fueron, desde
el principio, conflictivas a la hora de pagar este impuesto.
Ofelia Rey calcula, a partir de los datos del Catastro de
Ensenada, que el 44% de los vecinos del reino de Granada
pagaban el voto de Santiago, lo que, en los pueblos peque-
ños y de mayor riqueza agrícola, se elevaría a más del 70%.
Estructuras edilicias: casas, corrales y molinos
La Instrucción anexa al Real Decreto de 10 de octubre de 1749
establecía que todos los edificios del pueblo tenían que ser ave-
riguados, descritos y valorados, a excepción de las fábricas de las
Iglesias y ermitas, los edificios de los monasterios y los cemen-
terios. Así se hizo en Barranco de Poqueira. El resultado de esa
averiguación fue un total 573 casas propiedad de seculares,
incluidas las de campo, cuyo valor en renta se estableció en
10.180 rv, se recoge en el Estado de la letra E de legos. Desco -
nocemos el número de casas pertenecientes a eclesiásticos, pero
debían ser muchas menos, pues ese patrimonio inmobiliario se
valoró en 1.392 rv, repartido en 798 rv en concepto de bienes
beneficiales y 594 rv, de patrimoniales. Del patrimonio inmobi-
liario formaban parte también seis casas arruinadas y dos sola-
res. Los edificios de molinos eran 4, cuya explotación suponía
un valor catastral de 10.330 rv.
La información que el Catastro aporta sobre la morfología
de las casas y corrales es muy parca, ciñéndose a la Instrucción,
por lo que no recoge ninguna referencia a las características
constructivas ni a los materiales empleados en estructuras tan
singulares. Tan solo su tipología (casa, corral o casa de campo),
el barrio donde su ubica, sus plantas, sus dimensiones, expresa-
das en varas de largo y fondo, con quién linda y cuánto “puede
ganar”, es decir, su valor en renta. La mayoría de las casas con-
taba con dos plantas, cuarto alto y bajo, como la de Josefa Pérez,
viuda de Pampaneira, con casa con cuartos bajos y altos en el
Barrio de la Ermita, que lindaba con Francisco Alonso y Calle
Real. Todos los asientos siguen esa estructura, como el ejemplo
de María de Úbeda, viuda de Bubión que solo posee una casa:
Una casa a el Barrio de la Plaza, quarto vaxo y alto, propia de
María de Ubeda; tiene cinco varas de frente y ocho de fondo;
linda con casas de los herederos de Juan de Ubeda y de Pedro de
Enciso; puede ganar anualmente onze reales.
Asiento en el Libro de lo real de seglares de la casa propiedad de María Úbeda,
que es el único bien que posee, y de la de Joseph Marcelino, jornalero, que tiene
también una “cabeza asnal” con la que probablemente trajinaba de forma espo-
rádica, de ahí que le den un valor de 2-23 rv, y al que le calculan un “ingreso por
el personal” de 240” rv por su actividad como jornalero. Obsérvese que, a María,
no le imputa nada por tal concepto al estar las mujeres exentas del pago del
impuesto por lo personal. Fuente: AHPGr, CE, RP Barranco de Poqueira, L 1044.
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En cuanto a los corrales, suman 81, con un valor de 666 rea-
les [4]. Son estructuras edilicias comúnmente con tinado para el
resguardo de los animales. Se registraron en el campo, como don
Antonio Montalvo, de Granada, que registra una casa de campo
en el pago de Jarila para la recolección de sus frutos con cuartos
bajos y altos, quince varas de frente y diez de fondo. Linda por
todas partes con su tierra. Contigua a dicha casa tiene el dicho,
“para el avío de su labor”, un corral con su tinado con 10 varas
en cuadro.
En cuanto a las edificaciones industriales, como se ha dicho,
tan solo contamos con los tres molinos harineros registrados a
nombre del Concejo, al que se suma el de don Antonio Gutié -
rrez, vecino de Granada.
Una casa Molino Arinero, al Pago de la Rotila; quarto vaxo con
dos muelas propio de don Agustin Gutierrez; tiene quatro varas
de frente y ocho de fondo; linda con el Rio y el Camino; gana
anualmente trescientos reales.
Llama la atención que el Catastro no registre más infraes-
tructuras, espacios o artefactos industriales. Ello pone de mani-
fiesto algo que era general en la época y es que el espacio domés-
tico era también un espacio económico y productivo, es decir,
muchas de estas casas tendrían corrales (aunque, como se ha
dicho, el Catastro solo registre de manera individualizada los
corrales sitos el campo). Además, también contarían con espa-
cios para labrar la seda, tejer el lienzo e, incluso, artefactos,
como lagares para la elaboración del vino y del aceite.
La actividad pecuaria: el ganado
Las Respuestas Generales informan que en el término no había
ningún ganado de esquileo, lo que indica que no hay estableci-
mientos de carácter industrial para tal fin, pero eso no significa
que no hubiera ganado de renta y labor. El esquilmo, es decir, el
beneficio que deja cada cabeza de ganado, asciende a cuatro reales
la de ovino, tres la de caprino, veinte la de vacuno de renta, ocho
la de asnal de renta, quince la cerda de cría y ocho cada colmena.
La información sobre el ganado que recoge el catastro del
Barranco de Poqueira responde a dos momentos de la averigua-
ción, uno primero, que es un certificado emitido por el Concejo
fechado el 15 de julio, previo a la averiguación, en el que apare-
cen datos referidos a las cabezas de ganado y los nombres de sus
propietarios, y uno segundo: el final de la averiguación, los
Estados locales de la letra H de seglares y de eclesiásticos. Los
datos que se recogen en estos son el resultado de lo declarado por
los vecinos una vez revisado y comprobado todo por los peritos.
Esos datos de ambas fuentes aparecen recogidos en el cuadro al
respecto que incluimos en este trabajo. Como puede observarse,
en este caso, se ha diferenciado entre las cabezas de ganado de
labor o servicio de los hogares y el ganado de renta, y entre gana-
do propiedad de seglares y de eclesiásticos, en este caso siempre
[4] Los datos de los diferentes niveles documentales difieren entre sí: pues las Respuestas Generales
hablan de unas 440 casas habitables y 16 arruinadas. Esa diferencia es lógica puesto que estas son una
primera aproximación, quedando para los resultados de la pesquisa los datos exactos de todos los
bienes y rentas. Por otro lado, aunque hay localidades que en las Respuestas dan datos sobre corrales
en la misma respuesta que se recogen las casas, tal información no se solicitaba en la Instrucción. En
nuestro caso no aparecen recogidos en la Respuestas. Donde debían quedar recogidos y valorados era
en el Libro de lo real. En el caso de Barranco de Poqueira aparecen perfectamente recogidos y valo-
rados en dicho Libro, del que hemos extraído los datos que aquí manejamos.
Moriscas criando seda.
Ilustración realizada por
Esperanza Martín para el libro
De Nación Morisca
, y convertida
en mosaico por el Ayuntamiento
de Pampaneira para homenajear
a las mujeres alpujarreñas.
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como bienes patrimoniales. Como era de esperar, los datos del
Estado local de la letra H son más abundantes y más exactos. En
éstos, aparece también el valor económico de la cabaña ganade-
ra, que sería la base imponible por este concepto. Obsérvese que
el ganado de labor no se valoró, puesto que su esquilmo quedó
subsumido en el valor de las tierras, que quedaron registradas en
el catastro por su producción bruta, sin descuento de gastos.
Aunque el Catastro aclara que el ganado vacuno, mular y
asnal era solo para el “avío de las labores”, hay que señalar que
entre esas labores estaría el transporte no profesional, Raúl Ruiz
ya explicó la ausencia de arriería en esta parte de La Alpujarra,
por lo que estas bestias intervendrían estacionalmente para
cubrir las necesidades del transporte de la zona, de ahí que apa-
rezcan algunas cabezas con valor económico.
A expensas de realizar un análisis más detallado de estos
datos, es interesante observar que, a diferencia de lo que, por
ejemplo, se ha visto en Algarrobo (Málaga) en otro trabajo que
hemos publicado, los eclesiásticos no poseen colmena alguna.
Tabla 10
Cabaña ganadera del Barranco de Poqueira, 1752
Especie Propietarios Valor Propietarios Valor Certificado
seglares (rv) eclesiásticos
Ovino 2.600 10.400 1.000 3.000 2.064
Caprino 1.575 4.725 541 2.164 1.575
Cerda 406 6.090 30 450 406
Mular 32 0 7 0 32
Asnal renta 287 768 5 0 287
Asnal labor 96 0 2 16
Vacuno de labor 572 0 12 0 572
Vacuno de renta 190 3.800 4 80
Colmenas 166 1.320 0 0 163
Total 5.628 27.111 1.595 5.710 5.099
Fuente. Elaboración Propia. Estados locales de la letra H y certificado del concejo. (AHPGr, CE, RG
Barranco de Poqueira, L 1046, ff. 37r-43v y 64v-65r).
Estados locales de la letra H de seglares y de eclesiásticos del Barranco de
Poqueira. Fuente: AHPGr, CE, RG Barranco de Poqueira, L 1046.
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Para conocer con precisión qué ganado tenía cada uno de
los propietarios legos y eclesiásticos del lugar es necesario vaciar
en detalle los datos de los Libros de lo real de legos y de ecle-
siásticos. Algo que preparamos para un futuro trabajo, teniendo
también muy presente que el de eclesiásticos se ha perdido y
deberemos reducirlo en el de legos, Con todo, entendemos que
los resultados podrán arrojar mucha luz sobre la actividad gana-
dera de la zona.
El certificado emitido por el Concejo detalla la propiedad
del ganado vecino a vecino. En este momento de la averigua-
ción, este documento, incluido entre los autos y diligencias que
acompañan a las Respuestas Generales, proporciona una prime-
ra aproximación a quiénes son los vecinos propietarios de gana-
do caprino y ovino de cada una de las tres localidades, que se -
rían los siguientes:
Bubión: don Nicolás de Vílchez, Pascual Lozano, Antonio
Vázquez, Francisco Vázquez, don Francisco Enciso y
Agustín Ramón.
Capileira: Manuel Jiménez, Sebastián Ortega, Esteban
Juárez, Felipe Noguera, Diego Estévez, Juan Noguera,
Juan Castillo, don Alonso Pérez y don Bartolomé Regero.
Pampaneira: don Mateo Enciso, Francisco Núñez,
Francisco Díaz, Juan Valiente, Miguel Rodríguez,
Francisco Ruiz, José de Lemos, Juan Esteban menor, José
Esteban, don Francisco Pinto, don Juan Alonso, don
Isidro Rosel.
Estructura de la población activa
El ideal para el estudio del trabajo de la población a través de la
documentación catastral sería realizarlo a partir de los datos
contenidos en los memoriales. En el caso que aquí estudiamos y
en la mayoría del reino de Granada no es posible hacerlo, por-
que ese conjunto documental no se ha conservado para la gran
mayoría de las localidades granadinas. En la documentación
conservada del Barranco de Poqueira, se observa que los realiza-
dores de la pesquisa tendieron a simplificar las categorías de los
oficios en jornalero-labrador en los diferentes niveles documen-
tales. Por otro lado, la Instrucción establece que no es necesario
recoger, porque no va ser objeto de imposición fiscal, el trabajo
Página de inicio del certificado del ganado existente en el término de Barranco
de Poqueira. Fuente: AHPGr, CE, RG Barranco de Poqueira, L 1046, ff. 37r.
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de los hombres menores de 18 años y mayores de 60 y la activi-
dad femenina que no fuera de tipo industrial-comercial, puesto
que ésta no era sujeto del impuesto por lo personal. En estas tie-
rras no hemos hallado ninguna mujer ocupada en el ramo
industrial y únicamente dos mujeres se registran como labrado-
ras, lo que no indica que otras muchas mujeres no trabajaran en
el campo. Ahora bien, su trabajo queda subsumido en el grupo
familiar o no se registró, caso de viudas o doncellas cabezas de
casa, al no ser gravado:
Brígida González, de Pampaneira, viuda de 50 años, que
convive con sus hijos jornaleros, Juan de Santiago [24] y
José [20] y con su hija, María [22]. Como jefa del hogar
se le asienta una casa en el Barrio de la Ermita, un castaño
en tierra de Juan Carrión, cuatro piezas de tierra de vega,
en cuyos márgenes hay plantones de castaño y moreras.
Otra pieza de tierra de regadío de sierra y una de secano.
Además, cuenta con 4 cabezas de ganado de vacuno. En
total se le calcula una utilidad de 362-7 reales, desglosados
de la siguiente forma: 15 reales por la casa; 48-27 reales
por la vega; 13-8 reales por la sierra; 10-17 reales por el
secano; 8 reales por el arbolado; 26-23 reales por el gana-
do y 240 reales por el personal que, aunque no lo detalla,
corresponde a uno de los hijos. Es decir, nuestra viuda se
declara labradora “por mano de su hijo”.
Asiento en el Libro de lo real de legos de los bienes y rentas de Brígida González, viuda de 50 años, vecina de Pampaneira. Fuente: AHPGr, CE, RP del Barranco de
Poqueira, L 1044.
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María López de Capileira, viuda de 40 años. Encabeza el
hogar formado con sus hijos, Miguel López de 15 años,
Francisco, de 11 y José, de 3. Tan solo registra la categoría
labradora en el Libro de cabezas de casa. En el Libro de lo
real aparece como “viuda del barrio o lugar de Capileira”.
Cuenta con una casa en el Barrio de Cerezo, con cuarto
bajo y alto, con cuatro varas de frente y trece de fondo,
una tierra de vega y dos de regadío de sierra, además de
arbolado. Asimismo, cuenta con dos cabezas de ganado
vacuno y una de asnal, calculándole un producto total de
155-2 reales. No se le calcula ingreso por lo personal como
labradora, puesto que no iba a ser gravada por tal razón y,
en su caso, no hay un hijo da 18 o más años susceptible de
ser sujeto fiscal por “lo personal”.
Pese a encontrar solo un par de ejemplos en los que se reco-
ge el trabajo femenino, las mujeres se ganaron la vida y sus acti-
vidades son fundamentales para la economía del lugar, desde el
hilado, el cultivo, la cría de ganado, las actividades comerciales
y el emprendimiento. Por ello, hay que pensar en tres conceptos
para entender el trabajo en esta época: pareja de trabajo, plu-
riactividad y soledad.
Si cruzamos los diferentes documentos, Respuestas
Generales, Libros de cabezas de casa y Libros de lo real, son
muchas personas las que aparecen registradas en unos con un
oficio, y en otros, como labradores o jornaleros (especialmente
los tejedores de lienzo, pues complementarían la actividad).
Asimismo, muchas actividades económicas desarrolladas no
aparecen. Por ejemplo, pese a que la seda continúa siendo fun-
damental en la zona, no encontramos ninguna persona que se
registre como trabajador de ninguno de los procesos de la misma
(transformación o comercio). Esto se debe a que ejercían simul-
táneamente varias actividades económicas y el Catastro tendió a
registrar la principal, aunque contamos con casos donde se
registran dos oficios, como, por ejemplo, Isidro Rosel [75 años],
que se registró como médico y labrador, o los casos de criados-
jornaleros, como Francisco López [18] o Diego Bibarra [29],
ambos de Pampaneira, o soldados de milicias y labradores o jor-
naleros, como Luis Pardo [33] o José Noguera, de Capileira.
También hay un jornalero y estanquero de tabaco en Capileira,
Mateo Montoya [25].
El caso de los tejedores de lienzo es muy significativo, pues
mientras las Respuestas Generales registraron 13, el Libro de
cabezas de casa solo recoge dos, mientras que el resto pasaron a
registrarse como jornaleros.
El Catastro también informa de que en cada una de las
poblaciones había una tienda de aceite, vino, vinagre y jabón. La
de Bubión estaba a cargo de Francisco Sánchez Acosta [52],
quien se registra como tabernero y jornalero en el Libro de cabe-
zas de casa; y las de Pampaneira y Capileira, de Mateo de Soto
[70], que se registra únicamente como tabernero, puesto que a
esa edad su trabajo en la tierra no iba a ser gravado por lo per-
sonal.
Otras actividades que se anotan son las que se desarrollan en
torno a la iglesia, como el teniente de sacristán, Jacinto Carrión
[68] de Bubión, el acólito, Pedro Carrión [26], también de
Bubión, o el organista y teniente de sacristán, Juan Carrión
[26], de Pampaneira. Además, están las relacionadas con la
defensa del territorio, como el sargento de milicias, Miguel
López [34], en Bubión, o el sargento con invalidez, José Alonso
[40] de Capileira. Esas actividades las hemos recogido en el cua-
dro dedicado a las actividades económicas, tal cual se recogen en
las Respuestas Generales (tabla 11).
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Tabla 11
Población activa del Barranco de Poqueira
Actividad Número Actividad Número
Escribano 1 Teniente de Sacristán (2)
Tendero de aceite, 2 Acólito (1)
vino, aguardiente
y jabón
Carnicero sin 1 Sargento de milicias (1)
obligación
Médico 1 Soldado Miliciano (19)
Cirujano 1 Maestro de primeras letras (2)
Oficial de albañilería 6 (1) Estudiante con capellanía (2)
adjudicada
Oficial de Herrero 3 Teniente capitán de milicias (1)
Cerrajero 2 (1) Ganadero (4)
Herrador y Albéitar 1 Molinero (4)
Oficial de Sastre 2 (1) Criadas (4)
Oficial de Carpintería 5 (1) Criado-Jornalero (9)
Oficial de Barbería 5 (2) Organista y teniente de (1)
Sacristán
Oficial de tejer lienzo 13 (2) Sargento con invalidez (1)
Oficial de Alpargatero 1 Labrador y Soldado Miliciano (2)
Tabernero y jornalero (1) Jornalero y soldado miliciano (2)
Jornalero y estanquero (1) Criados (4)
de tabaco
Labradores 171 Jornaleros 180
(378)
Pobres de solemnidad 50 (4)
Nota: Datos entre paréntesis son los recogidos en el Libro de cabezas de casa (AHPGr, CE,
RG Barranco de Poqueira, libro 1046).
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ANEXO 1
Respuestas generales del Barranco de Poqueira
En el lugar de Bubion en 9 días del mes de julio de 1752, el Sr. Don Rodrigo
de Castro, Juez subdelegado del Marques de Campoverde, Yntendente
General de la ciudad de Granada y su provincia, en consecuencia de lo man-
dado al folio primero de la pieza particular de los autos que se actuan en este
lugar y lo prevenido en los capítulos quarto y quinto de la Real Ynstruccion
destas dependencias, recibio juramento por Dios y una cruz, segun derecho â
Juan de Ubeda y Simon Peres, Alcaldes, â Joseph Castellanos, Rexidor, y â
Bernardino de Bilches, escribano publico: Consejo, Justicia y Regimiento
deste lugar del Varranco de Poqueira que se conpone de tres Poblaciones. A
Don Francisco Enciso y Don Antonio Enciso vezinos deste lugar; y â don
Alonso Peres y â Simon Esteves, vezinos del de Capileyra y â Francisco Yañes
y â Antonio Rodriguez vezinos del de Pampaneyra y â Francisco Bonilla vezi-
no asimismo deste lugar de Buvion; peritos nombrados, que igualmente se
hallan presentes, de nombramiento que tienen aceptado, y les ha sido hecho
por los expresados oficiales del Consejo, los quales aviendo jurado â presencia
de los señores licenciados Don Joseph Romero, cura de la Yglesia Parroquial
de la poblacion de Capileira; Don Nicolas de Bilches, cura desta de Buvion, y
de don Matheo Enciso de la de Pampaneyra ofrecieron decir verdad, y pre-
guntados al tenor del interrogatorio de la letra A dixeron lo siguiente.
1. Cómo se llama la Población.
A la primera pregunta dixeron que este lugar se llama, con el de Pampaneira y
Capileira, el Varranco de Poqueira, que es del partido de Alpuxarras, suxeto a
la Jurisdicción de su Alcalde mayor y responden.
2. Si es de realengo o de señorío: a quién pertenece: qué derechos percibe y
quánto producen.
A la segunda pregunta dixeron, que este Consejo es de Realengo y por consi-
guiente los sensos de Poblacion y demas derechos de todas rentas, son perte-
necientes â su Majestad cuia cantidad no tienen presente a lo que asciende
anualmente, y que ofrecen dar relación con toda legalidad y separación de par-
tidas y responden.
3. Qué territorio ocupa el término: quánto de Levante a Poniente, y de
Norte al Sur: y quánto de circunferencia, por horas y leguas; qué linderos, o
confrontaciones; y qué figura tiene, poniéndola al margen.
A la tercera pregunta dixeron que el termino deste lugar tendra desde levante
a poniente tres quartos de legua y desde el norte al sur, dos leguas y media, y
de circunferencia siete leguas, y que dista de la ciudad de Granada, capital de
su provincia, dies leguas, y que linda por levante con los terminos de la Villa
de Pitres y el del lugar de Treveles, por poniente, con el Sopoltujar, por el
norte, con el de Guexar de la Sierra y el de Dilar, y por el sur con el de la Villa
de Orxiva, tiene la figura del margen y responden.
4. Qué especies de tierra se hallan en el término; si de regadío, y de secano,
distinguiendo si son de hortaliza, sembradura, viñas, pastos, bosques, mato-
rrales, montes, y demás que pudiere haver, explicando si hay algunas que
produzcan más cosecha al año, las que fructificaren sólo una, y las que nece-
sitan de un año intermedio de descanso.
A la quarta pregunta dixeron que en el termino deste Consejo ai tierra de rega-
dío y de secano y algunas piezas de este plantadas de viñas, y que ai también
La audiencia debía levantar un mapa del lugar anexo a la pregunta 3ª. En algunas
localidades se llegó a copiar hasta 5 veces, mientras que de Barranco de Poqueira
solo conocemos este. Fuente: AHPGr, CE, RG Barranco de Poqueira, L 1046.
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dos pedazos de monte poblados de encinas viejas y quatro pedazos de nuebas
y algunos robles; y otro pedazo plantado de robles, que este, ni los dos prime-
ros no dan fruto mediante â los muchos yelos y niebes que regularmente caen
en dicho territorio que no pueden servir para cosa alguna; y los quatro nomi-
nados tampoco lo dan por estarse criando. Y que a mas de lo referido, ai algu-
nas tierras destinadas para pastos, de cuio producto se dira en su lugar; y que
en quanto al modo de sembrar las referidas tierras se ha de entender que las de
regadío en las que se halla el arbolado que se distinguiran de otras, con otro
nombre, se siembran sin intermedia un año de trigo y otro de mais; y que las
que se suelen sembrar de otras especies son en la misma forma alternativamente
con el trigo a el mais y su utilidad es la misma y por lo que toca a las tierras
antedichas que se van a distinguir, de estas, no obstante aunque son de riego
necesitan de un año de intermedio las de buena calidad; de dos las de media-
na y de tres las de mala sera con el nombre de regadío de Sierra; y que las de
secano que llevan referidas necesitan, las mexores, de un año de yntermedia, las
que no son tales, de dos y las mas inferiores, de quatro, y responden.
5. De quántas calidades de tierra hay en cada una de las especies que hayan
declarado, si de buena, mediana, e inferior.
A la quinta pregunta dixeron que tanto en el regadio como en el secano y viñas
plantadas en el ai de buena, mediana y mala calidad y responden.
6. Si hay algún plantío de árboles en las tierras que han declarado, como fru-
tales, moreras, olivos, higueras, almendros, parras, algarrobos, etc.
A la sexta pregunta dixeron que en la tierra de este termino ai plantio de mora-
les, castaños, nogales y algunos plantones de olivo, y que solamente es en la
tierra de regadío, pues en la de secano no ai otro que el que especificaron de
monte, de encinar y robles en la respuesta quarta y responden.
7. En quáles tierras están plantados los árboles que declararen.
A la pregunta siete dixeron se remitían a lo que llevan dicho en la anteceden-
te y responden.
8. En qué conformidad están hechos los plantíos, si extendidos en toda la tie-
rra, o a las márgenes: en una, dos, tres hileras; o en la forma que estuvieren.
A la pregunta ocho dixeron que los referidos plantíos, están hechos sin arreglo
y en las marxenes y medios de las piezas, y algunos en sitios ynutiles para otros
efectos y responden.
9. Qué número de medidas de tierra se usa en aquel pueblo; de quántos
pasos o varas castellanas en quadro se compone; qué cantidad de cada espe-
cie de granos, de los que se cogen en el término, se siembra en cada una.
A la pregunta nuebe dixeron que en este termino se usa solamente de la medi-
da de fanega, celemines y quartillos, tanto en la tierra de regadío como en la
de secano las quales medidos no pueden regular que varas castellanas tendra en
quadro, a causa de que para ventas ni sembradíos nunca se ha usado de la
medida si no es solamente de lo que la tierra puede llevar segun su calidad y
en esta inteligencia tenga mas o menos estension, en donde se siembre a buena
proporción una fanega de trigo es una fanega de tierra, si media, media, y si
un celemín, igual; y por lo que hace a el grano que se puede sembrar en una
fanega de tierra de regadío como de secano ia queda dicho por lo tocante a
trigo; y que para sembrarla de sevada se necesita de tres quartillas y si de sen-
teno de cinco, si de mais, una; si de garbansos tres; y si de lino quatro fanegas;
y si de avichuelas una quartilla, y responden.
10. Qué número de medidas de tierra havrá en el término, distinguiendo las
de cada especie y calidad; por exemplo: tantas fanegas, o del nombre que
tuviese la medida de tierra de sembradura, de la mejor calidad; tantas de
mediana bondad, y tantas de inferior; y lo propio en las demás especies que
huvieren declarado.
A la pregunta diez dixeron que el numero de fanegas que avia en el termino
destas poblaciones poco mas o menos, incluiendo en ellas la tierra inculta por
naturaleza es de tres mil fanegas, es asaver de las utiles haciendo juicio por par-
tes que abvra de la de regadío hasta mil ciento y diez fanegas y destas las dos-
cientas son de vega y las restantes son con las que se llaman de riego de Sierra,
deviendose entender en quanto a las calidades de aquellas serán de buena
hasta sesenta y cinco fanegas; de mediana cienquenta y las restantes de mala.
Y en las de la Sierra que havra de buena ciento y cienquenta de mediana dos-
cientas y cinquenta y las restantes de mala. De las de secano, ciento y veinte,
las veinte son de buena, treinta de mediana y las restantes de mala, y de las de
secano plantas de viñas quarenta por iguales partes de buena, mediana y mala
y responden.
11. Qué especies de frutos se cogen en el término.
A la pregunta onze dixeron que las especies de frutos que se coxen en este ter-
mino ia lo llevan declarado en la pregunta nueve por lo tocante a granos y que
a mas destos se coxen, castañas, seda y nueces y responden añadiendo que tam-
bién se coxe aceite, aunque en corta porción.
12. Qué cantidad de frutos de cada género, unos años con otros, produce,
con una ordinaria cultura, una medida de tierra de cada especie y calidad de
las que huviere en el término, sin comprehender el producto de los árboles
que huviese.
A la pregunta doze dixeron que una fanega de tierra de regadío sembrada de
trigo, si es de buena calidad, podrá producir un año con otro a dies fanegas, si
de mediana, siete y si de mala a tres; y que si la misma tierra de regadío se siem-
bra de sevada puede producir si es de buena calidad seis fanegas, si de media-
na quatro y si de mala dos; y que sembrandola de mais produce si es de buena
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calidad doze fanegas, si de mediana ocho y si de mala seis; y que si se siembra
una fanega de la misma tierra de avichelas si es de buena calidad nuebe fane-
gas, si de mediana seis y si de mala tres; y que si se sembrara de garbanzos pro-
duxera a el mismo respecto que las avichuelas cuios productos pecuniarios
como el de algún lino que se siembre que se deveran regular al mismo respec-
to que el del trigo, esto es en quanto a las tierras que se nombran con esta voz
de vega, y que en quanto a las de regadío de sierra lo mas que se siembra en
ellas es senteno y que desta especie si es de buena calidad diez fanegas, si de
mediana ocho y de mala cinco y que aunque se siembra algunas abichuelas y
garbanzos se reduce a el valor del senteno y responden.
13. Qué producto se regula darán por medida de tierra los árboles que
hubiere, según la forma en que estuviese hecho el plantío, cada uno en su
especie.
A la pregunta trece dixeron que en el termino destas poblaciones no se encuen-
tran piezas pobladas de arbolado puestos por orden como llevan respondido
en la pregunta ocho, y que de las especies que ai que son castaños, morales,
nogales y olivos, de la primera puede producir si es de buena calidad tres fane-
gas, si de mediana dos y si de mala una; de la segunda que son morales que
podra producir si es de buena calidad seis arrobas, si de mediana cuatro y si de
mala dos, y que los nogales producen a el mismo respecto que los castaños y
que los olivos que llevan declarados por ser plantones que no dan fruto no les
hacen regulacion. Y que si llegara el caso de que una fanega de tierra se plan-
tara de castaños cavrian su estencion seis de buena calidad, de mediana diez y
de mala quinze; y que si se plantara de morales, cavria en su estencion de
buena calidad veinte, de mediana treinta y de mala quarenta; y que si en la
misma tierra se plantara de nogales de buena calidad cinco, de mediana diez y
de mala quinze; y por lo que hace a el plantio de viñas que llevan referido sien-
do de buena calidad produciría una fanega, un año con otro, cinquenta arro-
bas, si de mediana, veinte y ocho , la mala y responden.
14. Qué valor tienen ordinariamente un año con otro los frutos que produ-
cen las tierras del término, cada calidad de ellos.
A la pregunta catorce dixeron que regularmente un año con otro se vende una
fanega de trigo a veinte y dos reales; la de sevada a ocho; la de senteno y mais
a catorce y que en quanto a garbanzos, abichuelas y lino por ser corta la cose-
cha regulan su valor a el mismo respecto que el trigo por fructificar cada medi-
da de tierra mucho menos, aunque es mas su valor; y que la fanega de casta-
ñas se vende a seis reales y medio, cada fanega de nueces a nuebe y la arroba
de oja a real y la de vino a tres y responden.
15. Qué derechos se hallan impuestos sobre las tierras del término, como
diezmo, primicia, tercio diezmo u otros; y a quién pertenecen.
A la pregunta quinze dixeron que se hallan inpuestos sobre las tierras deste ter-
mino el diesmo de todo quanto producen que se entiende de cada dies una; y
destas se saca la tercia parte para la fabrica de las Yglesias del Valle de leclin y
partido de Alpuxarras quedando las otras dos partes para la de S. M.; se halla
tanvien inpuesto el escusado, que es de cada pila percibir la mesa capitular
todo el diesmo entero de un labrador el mas largo cosechero; se paga tanvien
la primicia a los curas en esta forma, todo aquel cosechero que llega a seis fane-
gas de qualquier especie de granos y semillas, advirtiendo que a ecepcion de
trigo y sevada que se paga raido, lo demas es colmado, su persivo es en esta
forma, en llegando a las seis fanegas dichas se pagan seis celemines; si a cinco,
cinco; si a quatro, quatro; si a tres, tres; si a dos, uno; y a uno, medio; y que
de toda la porcion a que asciende dicha primicia le pertenece la octava parte a
el sachristan. Pagase también por los cosecheros el voto del Señor Santhiago en
esta forma, sienpre que verifique que juntando de todas especies y semillas lle-
guen estas a componer seis fanegas es arbitrio la parte de dicho voto a elexir
media fanega de la mejor y en caso de que algun medianero no llegue a tocar-
le mas de tres fanegas le cobra tres celemines: y responden.
16. A qué cantidad de frutos suelen montar los referidos derechos de cada
especie; o a qué precio suelen arrendarse un año con otro.
A la pregunta dies y seis dixeron que los dos tercios diesmos de todos frutos
que estos pertenecen a S. M. tiene el Consejo destas poblaciones hecho ajuste
de darle anualmente veinte y dos mil reales, quedando a su cargo la adminis-
tracion de la que resulta por quinquenio dos mil reales, a veneficio del comun;
y que el tercio diesmo que como queda dicho en la respuesta antecedente per-
tenece a las Yglesias del Valle y Alpuxarras se arrienda un año con otro en doze
mil reales; y que el voto del Señor Santhiago estuvo arrendado este año proxi-
mo pasado en tres mil y ocho cientos reales, y a cargo de Juan de Mure y Juan
Peres, lo que corresponde a la Poblacion de Pampaneira, y a el de Andres
Martin lo que toca a la de Bubión y la de Capileira a el de Juan de Abila, veci-
no de Busquistar; y que los escusados de estas tres poblaciones no se puede ave-
riguar a punto fixo en quanto se arrienda respecto a que estan inclusos en los
arrendamientos de otros lugares, pero que hacen regulación llegaran a mil y
quinientos reales; y que la primicia de los tres curatos incluiendo la octava parte
de los Sachristanes llegara regulandola por quinquenio a trescientas ochenta y
dos fanegas; las ochenta y seis de trigo, ciento y treinta de mais, ciento treinta
y una de senteno, diez de sevada y veinte y cinco de semillas y responden.
17. Si hay algunas minas, salinas, molinos harineros, o de papel, batanes, u
otros artefactos en el término, distinguiendo de qué metales, y de qué uso,
explicando sus dueños, y lo que se regula produce cada uno de utilidad al
año.
A la pregunta dies y siete dixeron no ai nada de lo que la pregunta contiene, a
ecepcion de quatro molinos harineros, que el uno es propio de Don Agustin
Gutierrez, vezino de la ciudad de Granada: y los otros tres deste Consejo que
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los dos destos son de a dos paradas y que le regulan a el primero: dizen que
gana el primero que lo tiene arrendado Francisco Morillas y paga anualmente
trescientos reales y a este le regulan quedarle de utilidad un jornal regular; y
que los otros que son de dicho Consejo, el uno de dos muelas esta a cargo de
Antonio Ortega a quien se lo tiene subarrendado Don Antonio Enciso y este
paga a el Conzejo anualmente ciento y cinquenta reales, resultándole de utili-
dad anual ciento y cienquenta reales y a el que lo sirve con Jornal: el otro moli-
no de dos paradas esta a cargo de Jacinto Beltran, vezino de Pampaneira quien
paga de arrendamiento a dicho Conzejo anualmente trescientos reales: resul-
tándole de utilidad anual hasta mil reales; y el ultimo que es de una parada esta
a cargo de Francisco Montero quien paga a dicho Conzsejo anualmente sesen-
ta y seis reales, resultandole de utilidad un jornal, y responden.
18. Si hay algún esquilmo en el término, a quién pertenece, qué número de
ganado viene al esquileo a él, y qué utilidad da a su dueño cada año.
A la pregunta dies y ocho dixeron que no viene a este termino ningun ganado
a el esquileo y que si ai algun esquilmo de ganado cavrio y lanar que los suxe-
tos que las tienen son los siguientes: don Nicolas de Bilches, Pasqual Lozano,
Antonio y Francisco Bazques, don Francisco Enciso y Agustin Ramon, vezinos
de esta Poblacion. Manuel Ximenes, Sevatian Ortega, Estevan Juares, Phelipe
Noguera, Diego Esteves, Juan Noguera, Juan Carrillo y don Alonso Peres,
vezinos de la de Capileira y don Bartolome Regero, vecino asimismo de ella.
Don Matheo Enciso, Francisco Nuñes, Francisco Dias, Juan Valiente, Miguel
Rodriguez, Francisco Ruiz, Joseph de Lemos, Juan Estevan, menor Joseph
Estevan, don Francisco Pinto, don Juan Alonso y don Ysidro Rosel, vecinos de
la de Panpaneira, a quienes se le regula por razon de esquilmo del ganado lanar
hasta quatro reales por cabeza, y por la de cavrio a tres reales y responden.
19. Si hay colmenas en el término, quántas y a quién pertenecen.
A la pregunta dies y nuebe dixeron que en este termino havra hasta ciento y
quarenta colmenas, que los suxetos que las tienen son los siguientes: Salvador
Gonzales, Gavriel de Santhiago, Francisco Alonso, Francisco Alonso Redondo,
Cristobal Peres, Thomas Alonso, vezinos de la población de Panpaneira.
Francisco Bonilla, Pedro Baptista, Francisco Arias, doña Mencía de Enciso,
vezinos de la de Bubion. Basilio Estévez, Francisco de Torres, Antonio Pardo,
Bernardo Fernandes, Juan Morillas, don Alonso Peres y Francisco Torivio,
vezinos de la de Capileira, y responden.
20. De qué especies de ganado hay en el pueblo, y término, excluyendo las
mulas de coche, y cavallos de regalo; y si algún vecino tiene cavaña, o yegua-
da que pasta fuera del término, dónde y de qué número de cabezas, expli-
cando el nombre del dueño.
A la pregunta veinte dixeron que en este lugar y su termino ai ganado bacuno,
mular y asnal, solo para el avio de las labores y que tambien ai cavrio, lanar y
de cerda, que los suxetos que tienen desta especie para criar son los siguientes:
Antonio de Dueñas, Fernando Texeda, Phelipe Morea, Pedro Lopez, Fernando
Zamorano, don Alonso Peres, vezinos de la población de Capileira. Felis
Pereira, Juan Estevan maior, don Matheo Enciso, don Gregorio de Salas,
Cristobal Domínguez, y Blas de Saavedra, vecinos de Panpaneira; y se le regu-
la de utilidad anual por cada cabeza quinze reales, y aunque ai otros muchos
que tienen de dicho ganado es solo el que se van para el consumo de sus casas,
y responden.
21. De qué número de vecinos se compone la población, y quántos en las
casas de campo, o alquerías.
A la pregunta veinte y una dixeron que estas poblaciones tienen hasta quatro-
cientos y cinquenta vezinos, pocos mas o menos, y en una casa de campo uno,
y responden.
22. Quántas casas havrá en el pueblo, qué número de inhabitables, quántas
arruynadas: y si es de señorío, explicar si tienen cada una alguna carga que
pague al dueño por el establecimiento del suelo, y quánto.
A la pregunta veinte y dos dixeron que havra en estas poblaciones hasta qua-
tro cientas y quarenta casas poco mas o menos que estas son habitables y de las
que no lo son y arruinadas que havra hasta diez y seis y responden.
23. Qué Propios tiene el Común, y a qué asciende su producto al año, de
que se deberá pedir justificazión.
A la pregunta veinte y tres dixeron que este común goza anualmente por razon
de propios anualmente hasta quatrocientos y ochenta reales, los ciento y
ochenta por lo que producen las suertes que llaman vacas de las que no tienen
noticia aver otro titulo para disfrutar la que la antigua costumbre del memo-
rial tiempo: y los trescientos restantes proceden del yerbaxe que venden para
los ganados con facultad que se les dio por la sala de poblacion de que ofrecen
dar testimonio y amas de lo referido goza de quinientos y dies y seis reales, de
los arrendamientos de tres molinos harineros para cuio uso no tienen, otro
titulo que el que expresaron en el ierbaxe, y a mas con la justificación que
hicieron haber declarado el juez de arbitrios deste reino ser lexitima la pose-
cion de que ofrecen dar justificación, y responden.
24. Si el Común disfruta algún arbitrio, sisa, u otra cosa, de que se deverá
pedir la concesión, quedándose con copia que acompañe estas diligencias;
qué cantidad produce cada uno al año; a qué fin se concedió, sobre qué espe-
cies, para conocer si es temporal, o perpetuo, y si su producto cubre, o exce-
de, de su aplicación.
A la pregunta veinte y quatro dixeron que no goza ni tiene este comun arbi-
trio cisa ni otra cosa a ecepcion de dos mil reales poco mas o menos de la sobra
de tercias y responden.
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25. Qué gastos debe satisfacer el Común, como salario de Justicia, y
Regidores, fiestas de Corpus, u otras: empedrado, fuentes, sirvientes, etc., de
que se deverá pedir relación authéntica.
A la pregunta veinte y cinco dixeron que este comun distribuie los propios y
arbitrio que tiene repartiendo entre los vezinos los que falta en lo siguiente a
el Alcalde maior por su salario anual, ciento y seis reales, a el procurador
general por la misma razon ciento quarenta y seis; a el escribano publico por
la asistencia a el Conzejo y repartimiento de memoriales mil y setenta y seis;
para la fiesta de Corpus cinquenta y para la de Nuestra Señora de la
Concepcion treinta y tres; para la de la Candelaria ciento y veinte; del
Predicador quaresmal, doscientos y veinte y quatro; de la Predicacion de
bulla, y la escritura setenta y quatro; de las limpias y composturas de cequias,
setecientos y cincuenta; de los aderesos de las puentes del rio, trescientos; del
salario del mayordomo de propios, setenta y siete; del salario de dos guardas
de monte, quatrocientos y cuarenta; por las veredas que vienen de la cabeza
del partido, doscientos; de las elecciones y su aprobación, sesenta y seis; de los
propios que se despachan a Uxixar y a Granada, cien reales; y del salario de
dos acequieros quatro cientos y veinte. Que todo compone la cantidad de tres
mil seiscientos quarenta y dos reales vellon de lo que ofrecen dar relación con
separacion de partidas y añadiendo si otra alguna hubieran omitido por olvi-
do, y responden.
26. Qué cargas de Justicia tiene el Común, como censos que responda, u
otros, su importe, por qué motivo, y a quién, de que se deverá pedir puntual
noticia.
A la pregunta veinte y seis dixeron que este común paga reditos de diferentes
sensos a que no tienen presente a quienes se les paga pero que haran averigua-
ción plena de los que son, su importe y porque motivo se pagan, y darlo todo
en relacion y responden.
27. Si está cargado de Servicio Ordinario, y Extraordinario, u otros, de que
igualmente se debe pedir yndividual razón.
A la pregunta veinte y siete dixeron no ai nada de lo que la pregunta contiene
y responden.
28. Si hay algún Empleo, Alcavalas, u otras rentas enagenadas: a quién; si fue
por servicio pecuniario, u otro motivo; de quánto fue; y lo que produce cada
uno al año, de que se deberán pedir los títulos y quedarse con copia.
A la pregunta veinte y ocho dixeron que en este lugar, no ai de lo que la pre-
gunta contiene y a ecepcion de un oficio de escribano numerario deste
Conzejo cuia propiedad y uso lo tiene Bernardino de Bilches, vezino desta
poblacion de Bubion el que lo goza con justo titulo y por servicio pecuniario
que hizieron a S.M. sus ascendientes de que ofrece dar copia autentica y res-
ponden.
29. Quántas tabernas, mesones, tiendas, panaderías, carnicerías, puentes,
barcas sobre ríos, mercados, ferias, etc. hay en la población y término: a
quién pertenecen, y qué utilidad se regula puede dar cada uno al año.
A la pregunta veinte y nuebe dixeron que ai en cada una destas poblaciones una
tienda de aceite, vino, vinagre y javon, que la de la de Bubion esta a cargo de
Francisco Sanches, la de la de Capileira y Pampaneira de Matheo de Soto y que
les regulan de utilidad a cada tienda un jornal y que también ai un carnizero
sin obligación, a quien se le regula de utilidad anual un jornal y responden.
30. Si hay hospitales, de qué calidad, qué renta tienen, y de qué se mantienen.
A la pregunta treinta dixeron no ai nada de lo que la pregunta contiene y res-
ponden.
31. Si hay algún cambista, mercader de por mayor, o quien beneficie su cau-
dal por mano de corredor, u otra persona, con lucro, e interés; y qué utili-
dad se considera le puede resultar a cada uno de ellos al año.
A la pregunta treinta y una dixeron no ai nada de lo que la pregunta contiene
y responden.
32. Si en el pueblo hay algún tendero de paños, ropas de oro, plata, y seda,
lienzos, especería, u otras mercadurías, médicos, cirujanos, boticarios, escri-
vanos, arrieros, etc., y qué ganancia se regula puede tener cada uno al año.
A la pregunta treinta y dos dixeron que ai para la asistencia destas tres pobla-
ciones un medico y un cirujano y le regulan aquel cinquenta ducados anuales
y aeste ciento, tambien ai un escribano a quien le regulan cinquenta ducados
anuales amas de lo que le da el Conzejo y responden.
33. Qué ocupaciones de artes mecánicos hay en el pueblo, con distinción,
como albañiles, canteros, albéytares, herreros, sogueros, zapateros, sastres,
perayres, tejedores, sombrereros, manguiteros, y guanteros, etc., explicando
en cada oficio de los que huviere el número que haya de maestros, oficiales,
y aprendices; y qué utilidad le puede resultar, trabajando meramente de su
oficio, al día a cada uno.
A la pregunta treinta y tres dixeron que ai en estas poblaciones seis oficiales de
albañilería que lo son Francisco Alonso, Juan Alvares, Antonio Lopez, Ygnacio
de Bilches, Antonio Ximenes, y Matheo Zamudio; y que ai tambien tres herre-
ros, que son Fernando Suares menor, Andres Peres y Fernando Suares maio; y
dos serraxeros que son Francisco Alonso y Diego Carrasco; y un albeitar y
herrador que es Cristobal Dominguez; dos oficiales de Sastre que son Gavriel
de Torres y Manuel de Ortega: cinco de Carpinteria que son Gregorio de Salas,
Gines Vonilla, Francisco Arias, Juan Lopez Ros y Pasqual Gomes; cinco de
Varveria, que son Zeferino Roelas, Blas de Saavedra, Pedro Carrion, Francisco
de Torres y Fernando Zamorano: trece de texer lienzo, que el uno es Pedro
Martin y los demss Francisco Santos, Marcos Peres, Julian de Sahavedra, Ysidro
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Pereira, Carlos Lopez, Joseph Molina, Juan Ximenes, Nicolas Ximenes,
Bernardo Fernandes, Domingo Castillo, Joseph Rodriguez, Patricio Rodriguez;
y un alpargatero; y les regulan a cada uno de estos un jornal, a ecepcion de el
alveitar que se le regula sesenta ducados y a el alpargatero ciento, y responden.
34. Si hay entre los artistas alguno que, teniendo caudal, haga prevención de
materiales correspondientes a su propio oficio, o a otros, para vender a los
demás, o hiciere algún otro comercio, o entrase en arrendamientos; explicar
quiénes, y la utilidad que consideren le puede quedar al año a cada uno de
los que huviese.
A la pregunta treinta y quatro dixeron no ai nada de lo que la pregunta con-
tiene y responden.
35. Qué número de jornaleros havrá en el pueblo, y a cómo se paga el jor-
nal diario a cada uno.
A la pregunta treinta y cinco dixeron que el numero de jornalero que havra en
el pueblo poco mas o menos hasta ciento y ochenta y que el jornal que ganan
es de a real y medio diario, y responden.
36. Quántos pobres de solemnidad havrá en la población.
A la pregunta treinta y seis dixeron que havra en estas tres poblaciones hasta
cinquenta pobres de solemnidad, y responden.
37. Si hay algunos individuos que tengan embarcaciones, que naveguen en
la mar, o ríos, su porte, o para pescar: quántas, a quién pertenecen, y qué uti-
lidad se considera da cada una a su dueño al año.
A la pregunta treinta y siete dixeron no haver nada de lo que la pregunta con-
tiene, y responden.
38. Quántos clérigos hay en el pueblo.
A la pregunta treinta y ocho dixeron que en estas tres poblaciones ai quinze
clérigos y responden.
39. Si hay algunos conventos, de qué religiones, y sexo, y qué número de
cada uno.
A la pregunta treinta y nuebe dixeron no ai nada de lo que la pregunta con-
tiene, y responden.
40. Si el Rey tiene en el término o pueblo alguna finca o renta que no corres-
ponda a las Generales ni a las Provinciales que deven extinguirse, cuáles son,
cómo se administran y cuánto producen.
A la pregunta quarenta dixeron que fuera de lo que comprende las Rentas
Generales y Provinciales tiene S.M. en estas Poblaciones la renta de sal y de
tabaco que se administra por la real hacienda, y que asciende el producto de la
primera por el consumo deste vecindario hasta ocho mil reales, y noventa y seis
reales; y el de la segunda, poco mas o menos hasta ochocientos reales mensua-
les; y que a mas desto percibe dicha parte de S.M. por razon de utencilio y
paxa hasta cinco mil reales con mas mil novecientos ocho reales y veinte y ocho
maravedíes, y responden.
Y en esta conformidad se fenecía este examen siendo como aoras de las doce
de este día a el tenor del interrogatorio queba por caveza, y los referidos ofi-
ciales del Conzejo y peritos nombrados dixeron que lo que an respondido a las
quarenta preguntas contenidas en dicho interrogatorio es cierto segun su prac-
tica, ê inteligencia, y su leal saver y entender que todo esta verdad so cargo del
juramento que tienen fecho y por dos vezes ratificado y que son de las edades
el dicho Don Juan de Ubeda de 40 años, Simon Peres de 42, Joseph
Castellanos de 45, Bernardino de Bilches de 34, escribano, Don Francisco
Enciso de 71, Don Antonio Enciso de 62, don Alonso Peres de 64, Francisco
Bonilla de 57, Francisco Yañez de 56, Simon Esteves de 35, Antonio
Rodriguez de 60, y los firmaron los que supieron, a ecepcion de dichos seño-
res curas, firmolo su merced el señor Juez Subdelegado de que io el escribano
doi fee. Firmas.
Fuente: Archivo Histórico Provincial de Granada, Catastro de Ensenada, L 1046.
Finalizan las Respuestas Generales con la firma de quienes intervinieron, así como
del escribano que da fe. Fuente: AHPGr, CE, RG Barranco de Poqueira, L 1046.
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Siguiendo un esquema similar al de las Respuestas Generales del Catastro de
Ensenada, el geógrafo Tomás López inició en 1776 su gran obra de crear un
diccionario geográfico histórico para lo que elaboró un cuestionario de quin-
ce preguntas que se envió a los párrocos, con la nota de que formasen mapas
o planos de sus respectivos territorios con dos o tres leguas del contorno del
pueblo, señalando los lugares, villas, ciudades, así como lagares, caminos, bos-
ques, montes, ventas, ríos, etcétera
Entre julio y agosto de 1791, el escribano de los lugares del Barranco de
Poqueira, don Alfonso Pablo de Vílchez, de 28 años, respondía a dicho cues-
tionario aludiendo a su inexperiencia en conocimientos del territorio debido a
su juventud. Explicaba que las parroquias de Bubión, Capileira y Pampaneira
estaban sujetas a un único ayuntamiento con dos alcaldes y dos regidores, uno
con vara de alta justicia, por lo que se votaban anualmente tres alcaldes y un
regidor, elección que debía ser aprobada por el corregidor del partido de Las
ANEXO 2
Barranco de Poqueira según el Interrogatorio de Tomás López, 1791
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Alpujarras, residente en la capital, Ugíjar. De igual forma, declaraba que
Bubión era el barrio más antiguo, donde estaban dos oficios de escribano (solo
uno ocupado), las casas de cabildo y pósito, y la cárcel.
Bubión era el único que tenía cura propio, don Miguel Pérez, mientras
que Capileira y Pampaneira eran ecónomos. En Bubión, el patrón es San
Sebastián, cuya santa imagen se sorteó, entre otras, para patronos de estos pue-
blos, protegiéndolos por tres veces en episodios de peste en los años posterio-
res a la rebelión de los moriscos; en Capileira, la patrona es la virgen de la
Cabeza y, en Pampaneira, la Santa Cruz.
También apuntó el escribano que en los parajes de Veleta y Mulhacén
jamás se acaba la nieve, siendo muy fecunda en aguas esta sierra. Unas mon-
tañas por las que se trajinaba en verano para ir a la ciudad de Granada, aho-
rrando cuatro leguas de camino. Además, describió su riqueza en muchas hier-
bas medicinales y cabras monteses.
Referente a las actividades económicas de las gentes, informó de que no
hay comercio debido al mucho trabajo que da labrar la tierra, que produce:
trigo [30-20 reales], cebada [24-28], centeno [28-30], maíz [24-26], habi-
chuelas [70-75], garbanzos [60-64], lentejas, frijoles, lino [80-90] y castañas
[15-20], pagando al rey las tercias y a la iglesia el diezmo. No cosecha aceite
debido al clima.
Otro de los oficios más importantes es la cría de seda, que forma una
cosecha por quinquenio de 2.000 libras, siendo famosa su calidad con precios
que van desde 75 a 120 reales.
Asimismo, afirma que en los padrones de las parroquias son unos 5.000
habitantes.
MAPA
1. Villa de Bubión
2. Camino que sale para Pitres
3. Ermita del señor San Sebastián
4. Parroquia y barrio de Capileira
5. Alguastar, anejo de la anterior
6. Parroquia y barrio de Pampaneira
7. Castillo arruinado
8. Camino que sube a la sierra
99. Cortijo de Naute
9. Ramal de agua que los fecunda
10. Camino que sube para Granada y en tiempo de verano se trajina
11. Picacho de Veleta
12. Lagunas
13. Otra llamada de Bacares
14. Otra llamada de la Caldera
15. Acequias que pasan a Pitres
16. Acequia que riega las vegas de estos pueblos
17. Río Veleta
18. Río de Mulahacén
19. Cerro eminente de Mulahacén
20. Río de los Horcajos.
21. Junta de todos los ríos
22. Acequia llamada del castillejo
23. Cruces que llaman de la Atalaya
24. Puerto para Granada
25. Molinos de Pan
26. Piedras del Ángel
27. Cortijo de Piurca
28. Tierras de labor
Biblioteca Nacional (España): Tomás López,
Diccionario geográfico de España:
Málaga y Granada
. Información y croquis de las localidades de las provincias de
Málaga y Granada y además de algunas de Sevilla, Cáceres, Santander, Almería y
Soria. El Barranco de Poqueira: MSS.MICRO/13786, ff. 214r-215v.
Véase: SEGURA GRAÍÑO, C. y DE MIGUEL, J. C. (eds.) (1985):
Diccionario geográfico de
Andalucía: Granada
. Granada: Editorial don Quijote.
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ORGANIZAN:
DIRECCIÓN GENERAL DEL CATASTRO
Ministerio de Hacienda y Función Pública
AYUNTAMIENTO DE BUBIÓN
AYUNTAMIENTO DE CAPILEIRA
AYUNTAMIENTO DE PAMPANEIRA
ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE GRANADA
Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía
Coordinación general
Jesús Puebla Blasco / Dirección General del Catastro
Coordinadores
Rocío Rodríguez Molina / Dirección General del Catastro
Jerónimo Mirón Pérez / Gerencia Territorial del Catastro de Granada
Comisariado
Raúl Ruiz Álvarez / Universidad de Granada
Ángel Ignacio Aguilar Cuesta / Universidad Autónoma de Madrid y
Universidad de Córdoba
Concepción Camarero Bullón / Universidad Autónoma de Madrid
Textos
Raúl Ruiz Álvarez
Ángel Ignacio Aguilar Cuesta
Ana Luna San Eugenio
Investigación y selección de documentos
Raúl Ruiz Álvarez
Ángel Ignacio Aguilar Cuesta
Ana Luna San Eugenio
Miguel Borja Bernabé Crespo
Miguel Ángel Bringas Gutiérrez
Julio Fernández Portela
Mª José Ortega Chinchilla
Carlos J. Pardo Abad
Macarena Sáez Arroyo
Alejandro Vallina Rodríguez
Colaboración
Instituto Universitario La Corte en Europa (UAM) (Madrid)
Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra (CEHVAL)
© Ministerio de Hacienda y Función Pública, para la edición
© Los autores, para sus respectivos textos
© Los titulares de las imágenes, para las mismas
NIPO: 137-23-005-5
Depósito legal: M-4566-2023
Impresión y encuadernación
Oficialía Mayor del Ministerio de Hacienda y Función Pública
Sección de Reprografía y Distribución
AGRADECIMIENTOS
Los editores, autores y comisarios agradecen a doña Eva Martín López, directora del
Archivo Histórico Provincial de Granada y a su personal, así como al del Archivo
General de Simancas, en las personas de doña Julia Rodríguez de Diego y de doña
Ana Amigo López, directora y jefa de sala del mismo respectivamente, la ayuda pres-
tada para la realización de la investigación necesaria para esta exposición y este catá-
logo. Asimismo, a Agustín Sánchez Rey, arqueólogo de Bubión, y al personal de los
Ayuntamientos de Bubión, Capileira y Pampaneira. A las profesoras Ofelia Rey
Castelao (USC) y a Margarita M. Birriel Salcedo (UGR); así como a Jorge A. Vega
Álvarez y a Emilio J. Moreno Carmona, los comentarios y sugerencias sobre los tex-
tos y tablas de este catálogo.
Esta investigación se inserta en el marco de los proyectos I+D+i del Ministerio de
Ciencia e Innovación siguientes: Familia, Dependencia y Ciclo Vital en España,
1700-1860 (PID2020-119980GB-I00), del que son Investigadores principales
(IPs), Francisco García González (UCLM) y Jesús M. González Beltrán (UCA) y
del proyecto coordinado: Las fuentes geohistóricas, elemento para el conocimiento con-
tinuo del territorio: retos y posibilidades de futuro a través de su complementariedad
(FGECCT), del que es IP Concepción Camarero Bullón (UAM), compuesto por
los subproyectos: Avanzando en el conocimiento del Catastro de Ensenada y otras fuen-
tes catastrales: nuevas perspectivas basadas en la complementariedad, la modelización y
la innovación, del que es IP dicha profesora y Avanzando en la modelización: fuentes
catastrales y paracatastrales en el Antiguo Régimen. Territorio, población, recursos y fun-
ción, del que es IP Soledad Gómez Navarro (UCO). Asimismo, en le marco del pro-
yecto de financiación autonómica, Los trabajos de las mujeres en la Andalucía
Moderna (TRAMA) (B-HUM724-UGR20), cuyas IPs son Margarita M. Birriel
Salcedo (UGR) e Inmaculada Arias de Saavedra Alías (UGR) y del de transferencia,
financiado por la Dirección General de Catastro y la Fundación de la Universidad
Autónoma de Madrid, titulado: Nuevos métodos y enfoques para la transferencia en
Ciencias sociales y Humanidades en materia catastral: del archivo a la sociedad. Una
historia que merece ser contada, del que son IPs, Concepción Camarero Bullón y
Laura García Juan (UAM).
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Chapter
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El análisis sobre la visibilidad del trabajo de la mujer en el Catastro de Ensenada está siendo objeto de un interés creciente en el mundo académico. El incremento de los estudios que sitúan al género como un elemento fundamental de la investigación científica ha propiciado la proliferación de trabajos que emplean la documentación catastral con el fin de rastrear las particularidades del trabajo femenino a mediados del siglo XVIII.
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El proyecto ideado a mediados del siglo XVIII por don b Zenón de Somodevilla, I Marqués de la Ensenada, para la profunda transformación de la Hacienda Pública constituye una referencia indiscutible para entender la fiscalidad actual de nues­tro país y ofrecer una imagen excepcional del territorio y la so­ciedad de aquella época.
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Ruiz Álvarez, Raúl (2020), Ventas y Mesones en los caminos del Valle de Lecrín y La Alpujarra, Tiempos Modernos, 41, pp. 120-153 El objetivo de este trabajo es analizar las ventas y los mesones ubicados en el Valle de Lecrín, Órgiva, Torvizcón y Las Alpujarras en el siglo XVIII. Para ello, a partir de la información que nos proporciona el Catastro de Ensenada, se ha estudiado su localización, principalmente en los caminos que van de Granada a Almuñécar, a Motril y a Ugíjar, se han trazado los perfiles socioeconómicos de sus propietarios, se ha indagado sobre quiénes las explotaban y, por último, se han documentado sus características edilicias.
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El objetivo de este artículo es realizar un primer acercamiento al transporte en el reino de Granada en el siglo XVIII. Para ello, a partir de la documentación del Catastro de Ensenada, se han desarrollado dos líneas principales de indagación: en primer lugar, se plantean algunas características y debates sobre el estudio del transporte, la fuente y las categorías profesionales, y, en segundo lugar, unos datos iniciales sobre el peso del transporte en las diferentes comarcas y su relación con los po-los económicos y los caminos. Esta investigación constituye el paso previo y la base necesaria para acometer una investigación de mayor alcance, centrada en los transportistas pertenecientes a la Real Cabaña de Carreteros, Cabañiles, Jabarderos y Trajineros de la jurisdicción de la Real Chancillería de Granada. Abstract. This paper aims to conduct a first approach related to transport in the kingdom of Granada in the 18th century. Based on the documentation of the Cadastre of the Marquis de la Ensenada, two main lines of analysis have been developed focused on a human role and the on the economic impact. Consequently , discussion related to the study of transport, the documentary sources and the professional categories are carried. Additionally, in the second section, a discussion about the importance of transport in the regions and its interplay with the main economic poles and the roads is conducted. This research proposes some new lines of research on the transporters belonging to the Real Cabaña de Carreteros, Cabañiles, Jabarderos and Trajineros of the jurisdiction of the Real Chancillería de Granada
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El Real Decreto de 10 de octubre de 1749 rubricado por Fernando VI iniciaba la pesquisa en la Corona de Castilla conocida como Catastro de Ensenada. En dicha averiguación, se acopió una gran cantidad de información sobre la actividad de la mujer dentro y fuera de la familia, ya fuese en las labores del campo o como criada doméstica, panadera, molinera, tejedora, etc. Esa información se recoge de forma diferente en los distintos documentos que forman el Catastro. Esa forma está en relación con la fiscalidad que se quería aplicar al trabajo femenino. El documento más rico son los memoriales. En este trabajo se estudia dicha fiscalidad y las dificultades que tuvieron algunos subdelegados para la correcta aplicación de la normativa en el caso del trabajo femenino, a través de la correspondencia mantenida entre los intendentes y la Real Junta de Única Contribución y de un importante conjunto de Autos y diligencias y Memoriales de diversas localidades.
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The Ensenada Cadastre is documentary set with a great global homogeneity, although it has a certain heterogeneity in detail. Aware that excessive heterogeneity could in fact prevent the application of the tax reform of which it was a key element if appeals began to be raised as soon as the existence of differente valuations that led to unproportioned contributions was found, those mangers of the cadastre did great effords to avoid it. In this work, their attitude is studied, as well as some of the measures taken and attention is focused on the specific case of the valuation of labor cattle and those dedicated to herding. // El Catastro de Ensenada constituye un conjunto documental con una gran homogeneidad global, aunque con cierta heterogeneidad de detalle. Conscientes de que una excesiva heterogeneidad podía impedir de hecho la aplicación de la reforma fiscal de la que era pieza clave si empezaban a plantearse recursos tan pronto se fuera constatando la existencia de valoraciones dispares que acarrearan contribuciones no proporcionadas, los responsables del catastro pusieron todos los medios a su alcance por evitarla. En este trabajo se estudia la actitud de los mismos, así como algunas de las medidas tomadas y se focaliza la atención el caso concreto de la valoración del ganado de labor y del dedicado a la arriería.
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RESUMEN A partir de la documentación de Catastro del marqués de la Ensenada se ha estudiado las jefaturas de hogar femeninas en el Valle de Lecrín, trazando sus perfiles demográficos y econó-micos. El interés de esta investigación se justifica en el elevado número de jefaturas femeninas en el Valle de Lecrín, 18.6%, y la fragilidad económica y social de estos hogares, la mayoría de ellos en el umbral de la pobreza. Esta investigación no solo ha permitido saber sobre las muje-res y recabar algunos datos de interés, sino sobre todo comprender las debilidades y fortalezas de un sistema social. Palabras clave: economía campesina, trabajo, hogares, familia, jefaturas hogar femeninas España, Reino de Granada, Valle de Lecrín, siglo xviii. ABSTRACT Using the Marquess of Ensenada's Catastro documentation, female-headed households in Valle de Lecrín have been studied, tracing their demographic and economic profiles. This research project's interest is based on the high number of female-led households in Valle de Lecrín (18.6%) and the economic and social fragility of these homes, the majority of which lay on the poverty line. This research has allowed for a better understanding of the women involved and some details of interest to be gathered, in addition to an understanding of the strengths and weaknesses of a social system.
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El siglo XVIII marca el inicio de una serie de recuentos de población que cubren todo o una parte muy importante del territorio es-pañol. Entre ellos se hallan dos documentos, un vecindario y un censo, realizados con los datos resultantes de la pesquisa catastral de Ensenada. Si el Vecindario de Ensenada cie-rra una época, la de los recuentos de vecinos (unidades fiscales familiares), el Censo abre una nueva, la de los recuentos de individuos (almas). En este trabajo se realiza una puesta al día sobre los censos y vecindarios realiza-dos en España en dicha centuria. 1 concepcion.camarero@uam.es. ORCID iD: https:// orcid.org/0000-0003-3451-6067 2 angeli.aguilar@predoc.uam.es. ORCID iD: https:// orcid.org/0000-0003-3240-0810 3 laura.garciaj@uam.es. ORCID iD: https://orcid. org/0000-0002-8450-990 Abstract The 18th century marks the beginning of a series of population counts that cover all or a very important part of Spanish territory. Among them are two documents, a neighborhood and a census, made with the data resulting from the cadastral survey of Ensenada. If the Neighborhood of Ensenada closes an age, that of the recounts of neighbors (family fiscal units), the Census opens a new one, that of counts of individuals (souls). In this work an update is made on the censuses and neighborhoods carried out in Spain in this century.
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This article uses the declarations of householders in the Cadaster of Ensenada (1750–5) to calculate labour participation rates for women and men from 22 localities in inland Spain. The article establishes the actual levels of women's market activity, which are much higher than commonly assumed. This unique source also makes it possible to analyse the region's occupational structure. Due to the labour‐intensive character of manufacturing work, the abundant supply of cheap labour, the diffusion of cottage industries, and the demand for commodities from internal and colonial markets, a large portion of the region's population worked in manufactures in the eighteenth century. This finding challenges standard interpretations of the Spanish economy at this time as mostly agricultural, which rely on sources that exclude women workers. Most workers in the manufacturing sector were women, and their market activity was concentrated in textile manufacturing. Once women are included in the analyses, the industrial share of employment follows a U‐shaped trajectory from the eighteenth century to the twentieth century. The article concludes that the standard interpretation of structural change, based solely on empirical evidence for male workers, gives a misleading picture of when, where, why, and how structural change occurred.