La inclusión del ODS 16 en la Agenda 2030 es uno de los aspectos “más novedosos”, como señalan Sanahuja y Tezanos-Vázquez, de esta “hoja de ruta” global adoptada desde enero de 2016. Según el enunciado de dicho objetivo, el ODS 16 tiene como principal aspiración “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles”. A pesar de las controversias y dificultades en la negociación en torno a su inclusión, las cuales analizaremos más adelante, el ODS 16 se ha convertido en uno de los objetivos más emblemáticos de la Agenda 2030, hasta el punto que en numerosos foros se lo ha denominado como el “ODS 16 plus”, por su carácter de interconexión y facilitación de las diferentes dimensiones del desarrollo, asumiendo que sin la dimensión de la paz no es posible la del desarrollo. Algunos autores lo han considerado como una “condición facilitante”, e incluso como una “palanca estratégica” (strategic lever), sin la cual no es posible la consecución del resto de ODS. Esta idea, por el contrario, no es novedosa sino que entronca con el discurso que Naciones Unidas viene elaborando desde la década de los noventa y que puede enmarcarse en la célebre frase del ex Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, de que “no hay paz sin desarrollo, ni desarrollo sin paz, ni paz ni desarrollo sin derechos humanos”.