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MEMORIAS
DEL CONGRESO
INTERNACIONAL
ESTUDIANTIL
ÉTICA,
UNIVERSIDAD
Y SOCIEDAD
NOVIEMBRE 2021
CUENCA ECUADOR
MEMORIAS DEL CONGRESO INTERNACIONAL ESTUDIANTIL
ÉTICA, UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD
© del texto completo: Angélica Abad, Alfredo Arichávala, María Eliza Córdova,
Liceth Gavilanez, Andrés Pauta, Paula Quito, Emilia Torres, 2023
© del texto de los capítulos: se detalla la autoría en cada capítulo
© Primera Edición: Universidad del Azuay. Casa Editora, 2023
ISBN: 978-9942-618-22-1
e-ISBN: 978-9942-618-23-8
Diseño y diagramación: Juan González Calle
Corrección de estilo: Franklin Omar Ordóñez
Impresión: PrintLab / Universidad del Azuay
en Cuenca del Ecuador
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio,
sin la autorización expresa del titular de los derechos.
CONSEJO EDITORIAL / UNIVERSIDAD DEL AZUAY
Francisco Salgado Arteaga
Rector
Genoveva Malo Toral
Vicerrectora Académica
Raaella Ansaloni
Vicerrectora de Investigaciones
Toa Tripaldi
Directora de la Casa Editora
Angélica Abad
Alfredo Arichávala
María Eliza Córdova
Liceth Gavilanez
Andrés Pauta
Paula Quito
Emilia Torres
Comité Organizador del Congreso
MEMORIAS DEL CONGRESO INTERNACIONAL ESTUDIANTIL ÉTICA, UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD
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EDUCACIÓN INCLUSIVA: UNA
RESPONSABILIDAD EN LA FORMACIÓN DE
DOCENTES
Ana Isabel Cueva Sempértegui
Ximena Vélez Calvo
Universidad del Azuay
anaisabelcueva@es.uazuay.edu.ec
Nota del autor:
https://orcid.org/0000-0003-1108-5102
https://orcid.org/0000-0002-4451-9547
INTRODUCCIÓN
A raíz de la publicación de la Ley Orgánica de
Educación Intercultural (LOEI, 2011), la educa-
ción inclusiva (EI) es obligatoria en toda insti-
tución educativa ecuatoriana. Este modelo está
pensado para dar respuestas a la diversidad que
existe en las aulas de clase desde la presencia,
aprendizaje y participación (Booth y Ainscow,
2002). Esa diversidad, que en algunos casos pue-
de observarse a través de características funcio-
nales y en otros, en la interacción, convivencia,
identidad sexual, origen y otros aspectos es
evidente en la cotidianeidad de nuestros salones
de clase.
Al encontrar en cada uno de los niños un
mundo de innitas cualidades, demandas, ne-
cesidades y posibilidades, se vuelve evidente la
necesidad de la formación continua del profeso-
rado. Esta formación, de la cual somos respon-
sables todos los comprometidos con la educa-
ción de niños y jóvenes, es la que permitirá o no,
la reducción de las desigualdades en el ámbito
educativo. Es por lo expuesto, que el propósito
del siguiente trabajo es analizar la importancia
de la formación inicial y continua del profe-
sorado en educación inclusiva para promover
una verdadera educación que esté al alcance de
todos los niños en las aulas escolares.
DESARROLLO
La reducción de las desigualdades debería estar
presente en todos los ámbitos del desempeño
humano, pero especialmente en la educación.
Esta implica que todos los niños y jóvenes reci-
ban las mismas oportunidades para un apren-
dizaje de calidad, el que responda a sus carac-
terísticas personales y del contexto en el que se
encuentran. Como se detalla en la Constitución
de la República del Ecuador (2008), el Estado
ecuatoriano garantiza la educación de todas las
personas a lo largo de su vida para promover la
igualdad y la inclusión social. Esta educación
debe ser de calidad, calidez, incluyente y diversa.
Así mismo, los Objetivos de Desarrollo Soste-
nible planteados para cumplirse hasta el 2030
declaran el asegurar una educación inclusiva y
de calidad que promueva oportunidades para
todos (Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo [PNUD], 2021).
A pesar de lo planteado, en el país aún no
se ha logrado una EI para todas las personas
con las sucientes garantías que requiere la
implementación de este modelo. Una serie de
aspectos están implicados en esta circunstan-
cia y se ha mostrado como el más evidente, la
insuciente y persistente falta de formación de
los docentes, los principales involucrados con el
proceso de enseñanza-aprendizaje, situación que
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afecta notablemente la correcta identicación
de barreras en el aprendizaje y participación que
faciliten el desarrollo de habilidades y compe-
tencias para una sociedad reexiva y consciente
de la diversidad (Herrera et al., 2018). Si bien, la
gran mayoría de universidades del país ofertan
carreras para la formación de docentes, todavía
es latente el debate entre la formación del pro-
fesorado regular u ordinario versus el profesor
especialista, especializado o especial, debate
que mantiene y perenniza la dicotomía de que
unos si están preparados para atender la diver-
sidad (los especialistas) mientras que los otros
no (los regulares). Sin embargo, una formación
diferenciada puede tener como consecuencia la
interpretación errónea de que solo la formación
en educación especial es la que prepara para la
atención de la diversidad y para la inclusión en
las aulas de clase, pensamientos equivocados
que mucho daño le han hecho a la educación
inclusiva y que limitan la posibilidad de gene-
rar respuestas educativas bajo el argumento de
insuciente preparación.
De acuerdo con Hurtado et al. (2019), la
educación debe estar encaminada a que los
niños y jóvenes desarrollen sus talentos den-
tro de la escuela, desarrollo que solo es posible
con la acertada guía y orientación del docente,
capaz de conectar su situación actual con la
zona de desarrollo que el docente aspira que su
alumno alcance. De ahí la importancia de la
formación de los docentes, que no solo trata de
llevar, guiar acompañar y orientar a los alumnos
en este proceso, sino también debería brindar
oportunidades pensadas en las diferencias que
existen ya sean funcionales, raciales, lingüísticas,
socioculturales, sexuales, alimentarias o rela-
cionadas con ritmos de aprendizaje, intereses y
motivaciones tanto individuales como colectivos
(Hurtado et al., 2019). Brindar estas oportunida-
des no se trata de construir una lista en donde se
enumeren estrategias para utilizar en las aulas de
acuerdo al abanico de diversidades, sino desa-
rrollar un pensamiento crítico entre los docentes
que les permita tomar decisiones frente a sus
prácticas educativas utilizando como ventaja el
conocimiento que adquieren cada día de sus es-
tudiantes, gracias a la convivencia e interacción
con ellos, pero además, gracias a que cuestionan
permanentemente sus prácticas, reexionan
sobre ellas y valoran su ejercicio docente como
la oportunidad de aprender cada día de quienes
resultan ser sus mejores maestros: cada uno de
nuestros alumnos.
En consecuencia, la formación docente no
puede reducirse ni a una revisión teórica, mu-
chas veces desactualizada y carente de experien-
cia (pues quien la imparte sólo conoce sobre lo
que enseña de lo que ha revisado en los libros
de texto), ni mucho menos a una práctica que
termina modelando en el futuro docente lo que
no debe hacerse en los salones de clase, por lo
descontextualizado, desactualizado, informal y
muchas veces inapropiado de estos procesos.
Queda claro que la herramienta más pode-
rosa para generar un cambio en la educación,
es sin duda, la disposición de los docentes para
prepararse y desenvolverse en distintos contex-
tos, pero también la acertada formación inicial,
situación que está en manos de los formadores
de formadores quienes deben estar conscien-
tes del potencial que tienen en sus manos; la
transformación de la educación y el logro de la
educación inclusiva. Pero, además, si bien la for-
mación inicial de los maestros es indispensable,
se requiere también de una formación continua
y permanente que tiene como objetivo profun-
dizar y actualizar conocimientos de diversos
temas que se consideren oportunos dentro de su
ámbito profesional (Barrera et al., 2017; Pegala-
jar, 2013; Zambrano y Orellana, 2018).
Con lo expuesto se puede armar que el éxito
de la educación inclusiva, depende de entre mu-
chos factores, de la vocación, de las aspiraciones
y las creencias que tengan los docentes sobre las
características de los niños (Vélez-Calvo et al.,
2016). Si las concepciones son negativas, segura-
mente las estrategias de enseñanza no desarro-
llarán sus capacidades; sin embargo, las expecta-
tivas positivas frente a la educación, permitirán
el descubrimiento de talentos y habilidades que
lograrán un adecuado desarrollo emocional, so-
cial y cognitivo (Arias, 2018; Nieva y Martínez,
2016). Dentro de los aspectos importantes refe-
rentes a la formación de los docentes se conside-
rar que las instituciones de educación superior
deben tener en cuenta la necesidad de actualizar
sus conocimientos de forma permanente en los
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formadores de formadores, la creación de labo-
ratorios para practicar sobre diferentes aspectos
vinculados con las realidades del medio, la selec-
ción de centros de prácticas que no divorcien lo
enseñando en los salones de clase con lo que se
ejecuta en estos espacios, la revisión y prioriza-
ción de los procesos de vinculación, la construc-
ción de líneas de investigación y el desarrollo de
estas con la participación investigadores seniors,
juniors y técnicos y el involucramiento de los es-
tudiantes, nalmente la presencia, participación
de los estudiantes en todos los ámbitos y deci-
siones que atañen a su formación y eso requiere
una revisión puertas adentro de cada carrera de
para que sean capaces de detectar cuáles son sus
necesidades más latentes.
Las barreras de aprendizaje y participación
según Martínez-Figueira (2013), se desarrollan
a partir de la interacción de las personas con
diferentes contextos y situaciones, tales como las
que enumeramos en el párrafo anterior como
necesarias de revisar en cada carrera que forma
profesores. Estas pueden estar presentes en los
espacios físicos, en los recursos utilizados, en los
servicios, las estrategias o metodologías, en las
creencias o actitudes de las personas que rodean
a los niños y jóvenes y en otra serie de aspectos
que sólo se hacen evidentes en estas interaccio-
nes.
La formación de los docentes, el apoyo y la
motivación que se les brinde dentro de los con-
textos educativos, posibilitará que sean capaces
de identicar estas barreras para poder, anali-
zarlas, interpretarlas, reexionarlas, trabajarlas,
interrumpirlas y en el mejor de los casos, elimi-
narlas (Sandoval et al., 2018). La eliminación de
las barreras no tiene que ver con la identica-
ción, etiquetaje, diferenciación o clasicación de
niños. Mas bien está encaminada en servirse del
conocimiento que nos proporcionan las diversi-
dades para recurrir a la experiencia ganada con
las prácticas educativas y analizar las barreras y
facilitadores educativos que aumenten oportu-
nidades de aprendizaje, pero siempre teniendo
como referente el respeto de las características
particulares de nuestros estudiantes.
Todas las profesiones deben estar regidas por
una serie de principios que son los que susten-
tan las acciones, decisiones y procederes que
estarán presentes en el ejercicio de esa profesión.
Este actuar llamado ético, es el que dirige el
accionar humano hacia los comportamientos
deseables, los que inspiran el cumplimiento de
su deber y el logro de mejores aportes en sus
contextos con contribuciones desde distintas
áreas que, en conjunto, construyen una socie-
dad donde todos resultan beneciados de estos
principios (Villarroel y Quishpe, 2018). Cumplir
con la ética profesional y con la responsabilidad
que esta conlleva, permite con nuestro accionar
educativo que se asegure un crecimiento inte-
gral, inclusivo y diverso (Rojas, 2011).
Escoger ser docente implica varios aspectos
entre los que se destaca la responsabilidad que
primero tenemos con nosotros mismos, al ejer-
cer una profesión de acuerdo a nuestros valores
y principios, seguida de la responsabilidad con
la sociedad, debido a que en la tarea profesional
nos comprometemos por generar cambios be-
neciosos para nuestros niños, con compromiso
y responsabilidad. Estos cambios seguramente
afectarán a todos los agentes educativos, es decir
padres, colegas, administrativos y demás miem-
bros del equipo educativo (Sánchez, 2016).
CONCLUSIÓN
Un docente preparado para trabajar con la
diversidad que está presente en todas las aulas
de clase, requiere de una preparación adecuada
para comprender en cada niño sus característi-
cas, intereses y necesidades que guiarán la pla-
nicación de estrategias y recursos utilizados en
las clases. Esta misma preparación de los docen-
tes es la que cambiará las concepciones, las ideas
y sobre todo las maneras de actuar frente a los
niños en distintos contextos. Si bien es cierto, en
el país la formación inicial de los docentes frente
a la diversidad no es extensa, uno de los prin-
cipios de la ética docente es la responsabilidad
profesional que tenemos de no conformarnos
con la formación inicial sino además apostar
constantemente por la formación continua, que
debe estimularnos en buscar mejores prácticas
educativas que garanticen oportunidades para
todos nuestros niños y que busquen la reduc-
ción de desigualdades.
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Los seres humanos somos tan diversos,
ya sea por nuestras costumbres, ideologías,
religión, características físicas, intelectuales,
emocionales, entre muchas otras. Es evidente el
hecho de que las aulas de clase estén enriqueci-
das con diferencias de todo tipo. A pesar de que
un grupo de clase esté conformado por niños
de la misma edad cronológica, siempre tendrán
características propias que los harán únicos
e irrepetibles, por lo que cabe recalcar una
vez más que de nuestras prácticas educativas
depende que se potencialicen las oportunidades
de los niños o, por el contrario, se inhiban sus
capacidades debido al desconocimiento y falta
de formación. En conclusión, el trabajo de los
docentes es indispensable, un trabajo que día a
día se enfrenta con mentes diversas, con sueños
dignos de ser apoyados y con metas que mere-
cen tener la oportunidad de ser sostenidas por
maestros que apostamos por nuestros niños,
quienes vemos en los alumnos el potencial de
transformar su realidad y porque no, la de nues-
tra sociedad.
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