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Dinámicas de reclutamiento: el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad

Authors:
  • Independent Researcher

Abstract

El gobierno de Felipe Calderón en México es reconocido por la crisis de violencia que desató la “guerra” contra el crimen organizado y por la sistemática criminalización de las víctimas. Encabezado por el poeta Javier Sicilia, padre de un joven asesinado, en 2011 comenzó a articularse el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), un actor colectivo de trascendencia nacional e internacional que enfrentó el discurso oficial para exigir detener la “guerra”. Mediante entrevistas a profundidad, este trabajo se enfoca en comprender las dinámicas de reclutamiento en el MPJD. Si bien la teoría destaca el papel de las redes en el reclutamiento al activismo, los hallazgos cuestionan su papel entre personas no politizadas.
doi: http://dx.doi.org/10.24201/es.2023v41n122.2294
405
Primero en línea: 16 de marzo de 2023
2023, 41(122), mayo-ago., 405-434
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Reconocimiento-No Comercial-Sin Obra Derivada 4.0 Internacional.
Artículo
Dinámicas de reclutamiento: el Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad1
Dynamics of Recruitment: The Peace
with Justice and Dignity Movement
Johan Gordillo-García
School of Social and Political Science
The University of Edinburgh
Edimburgo, Escocia, Reino Unido
https://orcid.org/0000-0001-9752-2021
johangordillogarcia@gmail.com
Resumen: El gobierno de Felipe Calderón en México es reconocido por
la crisis de violencia que desató la “guerra” contra el crimen organizado
y por la sistemática criminalización de las víctimas. Encabezado por el
poeta Javier Sicilia, padre de un joven asesinado, en 2011 comenzó a
articularse el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), un
1 Esta investigación fue posible gracias al financiamiento del Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Recibido: 28 de otubre de 2021
Aprobado: 11 de febrero de 2022
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actor colectivo de trascendencia nacional e internacional que enfrentó
el discurso oficial para exigir detener la “guerra”. Mediante entrevistas
a profundidad, este trabajo se enfoca en comprender las dinámicas de
reclutamiento en el MPJD. Si bien la teoría destaca el papel de las redes
en el reclutamiento al activismo, los hallazgos cuestionan su papel entre
personas no politizadas.
Palabras clave: movimientos sociales; víctimas de la violencia;
reclutamiento; movilización social; México.
Abstract: The government of Felipe Calderón in Mexico is remembered for
the crisis of violence unleashed by the “war” against organized crime and the
systematic criminalization of victims. Led by the poet Javier Sicilia –the father
of a young man who was murdered– the Peace with Justice and Dignity Move-
ment emerged in 2011, becoming a collective actor of national and international
significance that opposed the official discourse, calling for an end to the “war”.
Through in-depth interviews, this article focuses on understanding the dynamics of
recruitment into the MPJD. Although the theory highlights the role of networks in
recruiting activists, the findings question their role among non-politicized people.
Keywords: social movements; victims of violence; recruitment; social
mobilization; Mexico.
Al tomar protesta como presidente de México, Felipe
Calderón anunció que comenzaría una batalla –que al poco tiempo deno-
minó “guerra” (Calderón, 2007)– para enfrentar a los grupos del crimen
organizado con las fuerzas armadas.2 Los resultados fueron devastadores
2 Aunque hay un debate sobre el nombre que debe darse al conflicto armado en México,
utilizo el término guerra, primero, porque fue utilizado varias veces por el presidente en
cuestión y, segundo, porque es el utilizado por las familias de las víctimas.
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 407
para el país.3 Según fuentes oficiales (INEGI, 2021; CNB, 2021), entre 2007
y 2012 se cometieron más de 121,000 asesinatos y desaparecieron más de
28,200 personas. En el siguiente gobierno encabezado por Enrique Peña,
se alcanzaron respectivamente más de 156,000 y 46,400 de esos crímenes.
En lo que va de la administración de Andrés Manuel López Obrador, la
tendencia se ha mantenido con más de 73,200 asesinatos entre 2019 y
2020, y casi 20,900 desapariciones en el mismo periodo.
Desde 2006, algunos grupos de activistas organizaron protestas
para denunciar los efectos de lo que denominaron militarización (Silva-
Londoño, 2017) y varios familiares de víctimas comenzaron a orga nizarse
para exigir justicia (Sánchez et al., 2018). No obstante, el alcance de estas
iniciativas no llegó al ámbito nacional. Por su parte, el gobierno de Cal-
derón mantuvo una narrativa que presentaba a los supuestos criminales
como individuos que no merecían la protección de las leyes (Madrazo
Lajous, 2016) y que, mediante la negación de la responsabilidad guber-
namental en las múltiples violaciones a los derechos humanos (Treviño-
Rangel, 2018), excluía a las víctimas de la arena política y las reducía a
daños colaterales. Pero, el 28 de marzo de 2011, Juan Francisco Sicilia
Juanelo, hijo de 24 años del poeta Javier Sicilia– y seis de sus amistades
fueron asesinados en Morelos. A las pocas horas, un grupo de personas
cercanas al poeta, quien se encontraba fuera del país, se reunió afuera del
Palacio de Gobierno del estado y montó una ofrenda como protesta con-
tra la violencia y para impedir la criminalización del joven. En cuestión
de días, incontables familiares de víctimas, activistas y organizaciones
se sumaron, y las protestas se extendieron a prácticamente todas las
regiones del país, con lo que se conformó el Movimiento por la Paz con
Justicia y Dignidad (MPJD), un actor colectivo que fracturó la narrativa
oficial sobre la violencia.
Diversos trabajos reconocen que el MPJD es un actor fundamental
entre los movimientos sociales contemporáneos en México (Cadena-Roa,
2019; López Leyva, 2019) que, en un universo más amplio, puede ubicarse
en el campo de la política contenciosa liderada por familiares de víctimas
en contextos de violencia armada. Así, es posible analizar el MPJD como
un caso crítico de estudio (Snow, & Trom, 2002) que brinda la oportuni-
dad de evaluar empíricamente principios teóricos para ampliar nuestra
3 Para una revisión amplia de la literatura sobre la causalidad de la violencia, véase
Zepeda Gil (2018).
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comprensión de varios procesos sociales. En ese sentido, el MPJD ha sido
estudiado desde perspectivas que abarcan la relevancia del perfil de Javier
Sicilia (Tirado, 2019a), las dimensiones emocionales de sus discursos
(Reyna Ruiz, 2016), el uso de símbolos y rituales en las movilizaciones
(Tirado, 2019b) y su influencia legislativa (Gordillo-García, 2020), entre
otras. No obstante, sigue pendiente un análisis empírico de los factores
que influyeron en el reclutamiento en el MPJD a partir de las semblanzas
de sus participantes. Este artículo contribuye a llenar ese vacío. Si bien el
activismo es un proceso y no un momento (Fillieule, & Neveu, 2019), por
motivos analíticos me limitaré a explicar la participación inicial, también
conceptualizada en la literatura como reclutamiento (McAdam, 1986;
Nepstad, & Smith, 2001).
Mi argumento consta de tres partes. Primero, sostengo que el caso
del grupo organizador se explica por un habitus radical (Crossley, 2002)
que sus integrantes habían desarrollado y por las redes proclives a la
movilización en las que estaban inmersos. Segundo, el caso de los
familiares de víctimas se puede comprender por un sistema de signifi-
cados compartidos construido después de sufrir un crimen violento y
por la difusión de información en los medios de comunicación masiva.
Tercero, episodios de shock moral (Jasper, 1997) basados en el dolor que
proviene de la pérdida violenta de un ser amado y en la indignación
que resulta de la empatía mediaron las condiciones de vida de ambos
grupos para concretar su involucramiento en las movilizaciones.
En la siguiente sección presento una descripción general del contexto
político en el que se formó el MPJD y algunas de sus principales acciones.
Luego, discuto un marco teórico en torno a las formas de reclutamiento en
un movimiento social. Posteriormente presento y analizo las semblanzas
de 14 personas que han participado en el MPJD para sustentar empíricamen-
te mi argumento. Finalmente, comparto las conclusiones de este trabajo.
Contexto
El discurso del gobierno de Calderón presentaba a los presuntos crimi-
nales como entes inhumanos y enemigos del país que representaban una
amenaza para la soberanía (Madrazo Lajous, 2016). Así, mientras los
integrantes de las fuerzas armadas recibían constantes homenajes, las
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violaciones a los derechos humanos y los asesinatos en enfrentamientos
eran motivo incluso de celebración entre las autoridades. Como ejemplo,
puede recordarse cuando un general del ejército sugirió que las recomen-
daciones de las comisiones de derechos humanos debían dirigirse a los
criminales y declaró, después de un enfrentamiento con víctimas morta-
les, que había “14 delincuentes menos” en las calles (La Jornada, 2008).
Paralelamente, el gobierno criminalizaba a las víctimas de la violencia
sin realizar investigaciones sobre los motivos de los crímenes. En ese
sentido, el presidente solía argumentar que nueve de cada 10 personas
asesinadas en el país eran delincuentes (La Jornada, 2010). Calderón
respaldaba tal idea con una base de datos creada por su gobierno, misma
que fue constantemente criticada por sus diferencias metodológicas con
otras fuentes oficiales; varios trabajos muestran, además, que esta base
criminalizaba abiertamente a las víctimas porque sólo 4% del total de
asesinatos contabilizados tenían una investigación abierta por delincuen-
cia organizada (Atuesta et al., 2016).
En ese contexto de criminalización ocurrió el asesinato del hijo de
Javier Sicilia. Luego de tres días de protestas en el Palacio de Gobierno
de Morelos encabezadas por el círculo cercano del poeta, éste ofreció una
conferencia de prensa en la que exigió un alto inmediato a la violencia.
Al poco tiempo, él mismo publicó un ahora famoso artículo titulado
Estamos hasta la madre en el que convocó a la sociedad a participar en
movilizaciones para expresar un grito de indignación y visibilizar los
rostros de las víctimas (Sicilia, 2011). El MPJD organizó una protesta
masiva en Morelos el 6 de abril de 2011 y luego realizó una movilización
de cuatro días denominada Marcha por la Paz. Asimismo, el MPJD hizo
tres caravanas: la Caravana del Consuelo, en junio de 2011, la Caravana
al Sur y la Caravan for Peace en Estados Unidos. En el ámbito institu-
cional, el MPJD sostuvo dos diálogos públicos con Calderón y uno con
integrantes del Congreso de la Unión. Luego, en abril de 2012, el MPJD
obtuvo la aprobación de la Ley General de Víctimas, pero Calderón usó
sus poderes presidenciales para detener la promulgación oficial, por lo
que no se implementó sino hasta 2013.
Durante la presidencia de Peña, la agenda nacional se centró en la
búsqueda de personas desaparecidas y se formaron decenas de colecti-
vos de búsqueda con los que el MPJD ha colaborado de varias formas.
En 2018, López Obrador ganó las elecciones presidenciales y prometió
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implementar programas de justicia transicional, pero, una vez en el cargo,
abandonó la agenda que las organizaciones de víctimas y de profesiona-
les le presentaron. La tendencia de la violencia siguió y el MPJD realizó
en enero de 2020 una nueva movilización de cuatro días para exigir al
presidente cumplir sus promesas.
Enfoque teórico
Las muertes violentas suelen incentivar la movilización social porque la
respuesta colectiva involucra emociones intensas que unen a personas con
poco en común salvo el dolor (Tarrow, 2011 [1998]). Sin embargo, sentir
empatía no implica que las personas estén automáticamente disponibles
para el activismo (McAdam, 1988). Por tanto, el estudio del reclutamien-
to en un movimiento social debe considerar la formación del potencial
de movilización y la transformación de la voluntad en participación
(B eyerlein, & Hipp, 2006). El caso del MPJD permite un análisis profun-
do del reclutamiento porque contó no sólo con activistas organizados
y politizados, sino también con desconocidos que estaban dispersos y
carecían de experiencia política. Sin embargo, dadas sus contrastantes
circunstancias de vida, sería equivocado ofrecer una explicación general
para ambos grupos. Por tanto, mi análisis toma en cuenta tres enfoques
diferentes, pero complementarios.
Primero, dos hallazgos generalizados sobre la biografía de activistas
sugieren que quienes participan en movilizaciones generalmente tienen
antecedentes de activismo y forman parte de redes políticamente activas
(Crossley, & Diani, 2019). Basado en Bourdieu (1977), quien definió el
habitus como un sistema de disposiciones estructuradas y estructurantes
que generan prácticas y representaciones, Crossley (2002) acuñó el tér-
mino habitus radical para enmarcar un estilo particular de razonamiento
y acción entre activistas. Según explica Crossley (2003), la participación
continua en campañas de movimientos sociales genera con frecuencia una
disposición hacia un activismo político más amplio; es decir, un habitus
radical. Así, quienes han desarrollado este conjunto de disposiciones
suelen socializar su experiencia mediante el involucramiento en nuevas
luchas sociopolíticas (Crossley, 2002). Esta construcción también tiene
un impacto en las relaciones personales puesto que implica la inmersión
en redes que pueden reforzar y fomentar el potencial de participación
(McAdam, 1986; Passy, 2003; Snow et al., 1980). Estas redes constituyen
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micro-contextos para la movilización, especialmente si sus miembros
tienen una relación cercana (Opp, & Gern, 1993) porque una fuerte
identificación con un grupo particular puede motivar la participación
política (McAdam, & Paulsen, 1993; Passy, & Monsch, 2014).
¿Pero qué ocurre con quienes no tienen experiencia en el activismo
y no forman parte de redes politizadas? Antes de participar, la gente
suele sensibilizarse en torno a un tema de protesta (Klandermans,
1997); si bien las redes son un elemento usual en esta construcción, las
personas también modifican sus mapas cognitivos mediante sus propias
experiencias de vida y con la observación de eventos externos (Passy, &
Monsch, 2014). Passy y Monsch (2014, p. 30) usan el término “auto-
interacciones” (self-interactions) para conceptualizar las actividades que
realizan los individuos, sus búsquedas de conocimiento y las lecturas
personales de diversas situaciones que influyen y dan forma a sus herra-
mientas cognitivas sin involucrar necesariamente interacciones sociales
sino interacciones consigo mismos. Así, tanto las auto-interacciones como
los eventos externos tienen efectos similares a los de las redes sociales
en el mapa cognitivo de las personas (Passy, & Monsch, 2014). Además,
varios estudios han evidenciado que los medios de comunicación juegan
un papel importante en el reclutamiento de desconocidos porque pueden
impulsar el conocimiento generalizado sobre ciertos problemas o eventos
de protesta (Gamson, & Modigliani, 1989; Gitlin, 1980; Koopmans, &
Olzak, 2004; Noakes, & Johnston, 2005; Myers, 2000). Esto es impor-
tante porque, después de sensibilizarse sobre ciertos temas, las personas
pueden ser informadas sobre las oportunidades para movilizarse debido
a los reportes de la prensa.
Finalmente, como explican Jasper y sus colaboradores (1997; Jas-
per, & Poulsen, 1995), hay sobresalientes episodios emocionales en la
vida de las personas que pueden hacerles cuestionar su comprensión del
mundo. El concepto de shock moral acuñado por Jasper hace referencia
a un “paquete” de emociones en reacción a eventos o información –ya
sea por experiencias personales o circunstancias externas– que despierta
tal sentido de indignación que hace una persona propensa a movilizarse
(2014, p. 38). Estos episodios pueden provocar que las personas cuestionen
sus ideas y comprensión del mundo, con lo que aumenta su disposición
a unirse a la protesta para buscar alguna forma de cambio (Jasper, &
Owens, 2014).
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Así, sostengo que el reclutamiento de los organizadores del MPJD
puede comprenderse mediante el habitus radical que habían desarrollado
y las redes en las que estaban inmersos. Simultáneamente, el caso de los
familiares de víctimas puede explicarse por un sistema de significados
compartido que habían desarrollado luego de sufrir un crimen extre-
madamente violento y por la difusión de información en los medios de
comunicación masiva. Además, los shocks morales mediaron las condi-
ciones biográficas tanto de organizadores como de familiares de víctimas
para completar su involucramiento inicial, o reclutamiento, en el MPJD.
Métodos y consideraciones éticas
Este artículo es parte de una investigación más amplia cuyo trabajo de
campo consistió en la realización de entrevistas a profundidad a personas
que han participado en las acciones del MPJD. El muestreo para entrevistas
con participantes de movimientos sociales normalmente conlleva una se-
lección deliberada en la que se busca a las personas por sus experiencias y
no tanto porque sus perfiles representen una población más amplia (Blee,
& Taylor, 2002). A partir de una estrategia de muestreo intencionado
(Patton, 2015) seleccioné casos abundantes en información que podían
ayudar a comprender las dinámicas de la política contenciosa liderada
por familiares de víctimas de la violencia en México. Todas las entrevistas
se grabaron con el consentimiento verbal de los participantes. Dada mi
participación en varias movilizaciones y proyectos con familiares de víc-
timas, cierto grado de confianza previamente desarrollado tuvo un papel
relevante en la obtención de este consentimiento. Sin embargo, varias de
las personas entrevistadas manifestaron su interés en participar para que
sus casos fueran expuestos a un público más amplio. Con base en ese
interés por parte de las y los participantes, utilizo sus nombres reales.
Las consideraciones éticas de la investigación social están siempre
contextualizadas en la posición de la persona investigadora y su relación
con quienes participan en el estudio (Gillan, & Pickerill, 2012). Por esto,
es fundamental realizar un ejercicio de reflexividad para reconocer cómo
nuestras ideas influyen en nuestros trabajos porque al estudiar conflictos
sociales, siempre se toma partido (Becker, 1967). Una de las consecuen-
cias usuales de los movimientos sociales es la formación de personas
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 413
dispuestas a dedicar sus vidas para transformar la sociedad (Neveu, 2019;
Olivier, & Tamayo, 2017). Desde mi cercanía con el MPJD, considero que
lo anterior ha ocurrido con incontables activistas y familiares de víctimas,
quienes cuentan con mi admiración y respeto. Por tanto, los objetivos de
este artículo no sólo apuntan a realizar una aportación a los estudios de
los movimientos sociales; también busco solidarizarme con los familiares
de las víctimas en su búsqueda de justicia, verdad y memoria.
En la siguiente sección presentaré y analizaré, con base en las entre-
vistas realizadas, las semblanzas de vida de 14 personas que se unieron al
MPJD. Si bien presentar los perfiles de estos individuos puede ser bastante
descriptivo, la familiarización con sus experiencias es esencial para lograr
una comprensión profunda del caso, porque el análisis de actores conten-
ciosos requiere conocer a las personas con quienes hacemos investigación
(Jaster, & Young, 2019).
Grupo organizador: semblanzas
Javier Sicilia
Javier nació en 1956 y se formó en el cristianismo y la filosofía gandhiana
de la no-violencia desde muy joven. Dado su interés por el pensamiento
político y la poesía, estudió Literatura Francesa y, posteriormente, se
desarrolló profesionalmente en la industria editorial. Mientras dirigía
una revista universitaria en la década de 1980, publicó un número sobre
la no-violencia –tema entonces poco discutido en México– que lo llevó
a conocer a un grupo de activistas promotores del gandhismo, entre
los que destaca Pietro Ameglio (presentado más adelante). Más tarde,
inspirado en su experiencia en Francia en la Comunidad del Arca, una
comuna de vida no-violenta, Javier decidió iniciar una en México. Si bien
el proyecto terminó pronto por diversos motivos, su literatura y análisis
político lo posicionaron como analista en varias revistas y diarios de
circulación nacional. En 2001, Javier se involucró en la campaña por el
Casino de la Selva en Morelos, donde conoció a otros activistas como
Ignacio Suárez Huape4 y Magdiel Sánchez (presentado a continuación).
Con el paso del tiempo, Javier empleó su trabajo literario y político para
4 Ignacio Suárez Huape fue activista del MPJD también relacionado con otras de las
personas que iniciaron las movilizaciones. Murió en un accidente automovilístico en 2015.
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apoyar varios movimientos sociales. En marzo de 2011, el poeta visitó
Filipinas por motivos de trabajo; tras recibir la noticia del asesinato de
su hijo, regresó a México para su velorio y, al día siguiente, anunció una
serie de acciones de protesta contra la violencia.
Pietro Ameglio
Pietro nació en Uruguay en 1957, y se trasladó a Italia, lugar de origen de
sus progenitores, cuando cumplió 20 años. Ahí se involucró en campañas
de solidaridad frente a la violencia política en Centroamérica. Luego
se mudó a México y estudió Historia. Pietro considera que México lo
reeducó porque, entre muchas otras experiencias, se acercó al gandhis-
mo, comenzó a vivir y trabajar con personas sin hogar. Fundó múltiples
organizaciones con enfoque comunitario. Además, a principios de la
década de 1990 formó parte de los grupos de paz en zonas de conflicto
armado, incluido Chiapas, donde colaboró de muchas formas luego del
levantamiento zapatista. Asimismo, Pietro se involucró en la campaña por
el Casino de la Selva y realizó varias acciones de resistencia civil. Como
académico, fue miembro fundador de un programa internacional con el
que se buscaba, entre otras cosas, comprender las formas de la guerra y
la violencia. Posteriormente, en el sexenio de Calderón, Pietro colaboró
con diversas organizaciones del país para realizar acciones de no-violencia
frente a la creciente violencia. Cuando se enteró del asesinato de Juanelo,
él fue una de las personas que impulsó la colocación de la ofrenda como
protesta y para evitar su criminalización.
Magdiel Sánchez
Magdiel nació en Morelos en 1984, y considera que desde muy joven
se incorporó a la participación política en un contexto de formación
alrededor de la teología de la liberación, las luchas sociales por la tie-
rra e incluso por el impacto que tuvo el zapatismo en las comunidades
locales. Casi simultáneamente, comenzó a estudiar Filosofía y se invo-
lucró en la campaña del Casino de la Selva, en la que conoció a Javier.
Posteriormente, por ciertas relaciones personales –incluido Ignacio
Suárez Huape–, paraticipó en las campañas por la defensa del territorio
en San Salvador Atenco. En los años siguientes, Magdiel coordinó el
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 415
periódico El Pregón, con el que reunió a un grupo de personas intere-
sadas en defender las luchas sociales del país. Gracias a los consejos
editoriales que recibió para la publicación, Magdiel se volvió cercano a
Javier. Durante el gobierno de Calderón, la violencia lo llevó a buscar
experiencias de otros países para visibilizar y comprender lo que estaba
pasando. Así, participó en la organización del capítulo mexicano del
Tribunal Permanente de los Pueblos. Asimismo, continuó participando
en campañas de defensa del territorio y, en 2010, fue uno de los princi-
pales organizadores de una caravana en el marco de una conferencia
internacional sobre cambio climático en Cancún. Cuando recibió la
noticia del asesinato, Magdiel se estremeció por la noticia, pero creyó
que nada sucedería más allá de la tragedia. Sin embargo, de inmediato
se unió a las acciones de protesta.
Denisse Buendía
Denisse nació en Morelos en 1979, y se formó en feminismo desde pe-
queña porque su abuela trabajaba con Betsie Hollants, una colaboradora
de Iván Illich que fundó una de las primeras organizaciones feministas de
la región durante los años de 1960. Luego de estudiar Ciencias de la
Comunicación y tomar cursos en derechos sexuales y juveniles, Denisse
participó en varios proyectos de apoyo a pacientes con sida y, poste-
riormente, se integró al comité contra los feminicidios en Morelos, una
iniciativa independiente que ofrecía acompañamiento a los familiares de
las mujeres asesinadas. Además, Denisse publicó varios de sus poemas,
formó un colectivo de mujeres artistas y forjó amistad con Javier porque
él solía tomar café en la cafetería que ella administraba. En 2011 recibió
la noticia del asesinato de Juanelo y se unió inmediatamente al grupo
que colocó la ofrenda.
Juan García
Juan, conocido como Juanfra, nació en Morelos en 1974, y creció en una
familia humilde de nueve hijas e hijos. Mientras su padre trabajaba como
obrero en una fábrica textil, su madre era artesana. Después de terminar
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el bachillerato, intentó estudiar diversas carreras universitarias, entre las
que se encontraba Derecho, porque quería cambiar el sindicalismo, y
Literatura, porque quería ser escritor. Aunque conocía su obra literaria
y política, Juanfra conoció personalmente a Javier en un curso de escri-
tura impartido por el poeta. Luego de dedicarse a la promoción cultural
durante varios años, Juanfra comenzó a trabajar en el Congreso local de
Morelos como asistente de una diputada del partido identificado con la
izquierda. Allí conoció a Ignacio Suárez, quien se convirtió en un mentor
para él, y lo vinculó a varias luchas sociales en el estado y otras regiones.
En 2011 Juanfra recibió una llamada telefónica en la que le comunicaron
que el hijo de Javier había sido asesinado, por lo que decidió unirse al
grupo que protestaba.
Roberto Villanueva
Roberto nació en 1983, y creció en una familia católica. Debido a su
cercanía a la iglesia, se involucró en grupos de ayuda social; él planeó
dedicarse al sacerdocio. Así, Roberto trabajó en misiones para promover
el Evangelio y realizar acciones sociales en algunas comunidades. Tras
abandonar la intención de ser sacerdote, inició la carrera de Filosofía,
pero la abandonó por motivos personales. Sin embargo, considera que su
paso por la universidad influyó en su politización. Luego de unos años de
dedicarse al negocio familiar y seguir colaborando con la iglesia, regresó a
la universidad para estudiar Derechos humanos y gestión de paz, carrera
en la que fue alumno de Pietro. Aunque no conocía personalmente a Ja-
vier, Roberto había leído su análisis político y su obra literaria. Además,
una amiga suya también era amiga de Juanelo, por lo que la acompañó a
Cuernavaca un día después de que se montó la ofrenda.
Gerardo Gómez y Norma Garduño
Dado que Gerardo y Norma son pareja sentimental y han participado
juntos en el MPJD, los presento juntos en este apartado. Gerardo creció
en una familia con varias mujeres que trabajaban como maestras rurales
y le enseñaron la importancia del trabajo comunitario. En su juventud,
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 417
formó parte del Partido Comunista Mexicano y, cuando ingresó a estudiar
Psicología, se involucró en el activismo estudiantil. Al finalizar, comenzó
a trabajar como maestro en Morelos donde desarrolló una amistad con
un grupo de personas formadas en la teología de la liberación, entre ellas
Ignacio Suárez. Posteriormente, con el levantamiento zapatista, colaboró
de diversas formas en la recolección y entrega de ayuda humanitaria en
Chiapas. Gerardo se acercó después a la medicina tradicional, área a la
que se dedicaba junto a la docencia.
Por su parte, Norma también creció en una familia en la que su
madre era maestra rural y su padre era trabajador del sector energético.
Como parte de una familia católica, considera que su proceso de politi-
zación fue influenciado en parte por la teología de la liberación. En su
adolescencia, y bajo la influencia de su hermana, Norma se involucró en
campañas de recolección de alimentos para enviar a Chiapas y conoció
los procesos de las asambleas comunitarias. Mientras impartía clases
de español, Norma se acercó a la medicina tradicional debido a una
rara enfermedad que padecía su primera hija. Dado que ella y Gerardo
trabajaban en la misma escuela, donde eran maestros de Juanelo, él la
apoyó en la curación de la niña; posteriormente, iniciaron una relación
sentimental. Ya como familia, ambos participaron durante varios años en
múltiples campañas para defender el territorio de los pueblos originarios
y la medicina tradicional. Cuando recibieron la noticia del asesinato de
Juanelo, inmediatamente se sumaron a la colocación de la ofrenda.
Habitus radical y redes sociales
Como las semblanzas presentadas muestran, quienes iniciaron las pro-
testas del MPJD se habían involucrado a lo largo de los años en diversas
formas de participación sociopolítica que iban desde grupos religiosos,
espacios de formación en derechos humanos y teoría política, campañas
de activismo estudiantil e indígena, hasta organizaciones de apoyo a las
luchas sociales locales e internacionales. Además, la mayoría de ellos
había adoptado un estilo de vida particular que reflejaba su compromiso
con las causas sociales; por ejemplo, algunos habían vivido en comunas
radicales, mientras que otros habían relacionado sus familias, sus carreras
académicas y también sus empleos con el activismo.
418 Estudios Sociológicos XLI, 122, 2023
El concepto de habitus radical de Crossley (2002) sintetiza cómo las
decisiones y acciones de las personas están influenciadas por sus respecti-
vas historias y cómo, a la vez, sus decisiones y acciones tienen un impacto
en su comprensión del mundo. Dado que el habitus implica una forma de
conocimiento y valoraciones que delinean la razón práctica, su desarrollo
influye en las decisiones que toman los activistas sobre su acción política
(Crossley, 2002, 2003). La participación de las y los organizadores del
MPJD en movilizaciones a lo largo de los años facilitó el desarrollo de un
habitus radical que determinó su decisión de protestar como respuesta
al crimen violento contra Juanelo porque valoraban la movilización y
la política contenciosa como métodos legítimos y útiles para expresar
públicamente demandas y agravios. Además, una parte del grupo tenía
experiencia en organizarse contra la violencia. Por tanto, su disposición
interiorizada a la política radical –basada en su involucramiento constante
en tal campo– enmarcó su reacción ante el asesinato.
Aunque sin hacer referencia a la propuesta teórica de Crossley, Neveu
(2019) sostiene que el “habitus militante” refleja la dedicación duradera de
esfuerzos al involucramiento en la acción colectiva y las luchas sociales
que, a la vez, estructura un conjunto de habilidades, marcos interpretativos
y prácticas que apoyan la orientación hacia este campo de acción. A partir
de su trabajo con activistas de la década de 1960 en Francia, Neveu (2019)
afirma que la socialización primaria en el segmento social y de izquierda
de la iglesia católica influyó en el desarrollo de un compromiso con el bien
común y la ayuda a las personas en sufrimiento. Como se muestra en las
semblanzas que presenté, la mayor parte del grupo organizador del MPJD
estaba de una forma u otra relacionada con la teología de la liberación
o con perspectivas ecuménicas sobre la práctica de la no-violencia; es
decir, su socialización en espacios religiosos progresistas formaba parte
de su habitus radical.
El habitus se comparte y se desarrolla en el mundo de la vida de las
comunidades (Crossley, 2002), por lo que su componente estructural
se vincula a las redes sociales en las que están inmersos los actores.
Las redes personales son contextos relevantes para la organización de
protestas debido a la facilidad con la que f luye la información en ellas y
por las recompensas personales que la participación puede representar
para sus miembros con base en la aprobación de sus colegas (Crossley, &
Diani, 2019; Opp, & Gern, 1993). Además, el conjunto de lazos sociales
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 419
de las personas activistas tiene tres dimensiones (Van Stekelenburg, &
Klandermans, 2013): una estructural que indica la presencia o ausencia
de determinadas relaciones que marcan quiénes están al alcance de
alguien, una relacional que involucra el tipo de vínculos que se han
construido mediante interacciones sociales, y una cognitiva que pro-
porciona representaciones, interpretaciones y sistemas de significado
compartidos. En ese sentido, los lazos sociales son microestructuras
llenas de historias que configuran valores, identidades, preferencias y
percepciones (Passy, 2003).
Así, las redes tienen una función de conexión estructural observable
antes de que los individuos se movilicen (Passy, 2003). En el caso del
MPJ D, quienes organizaron las protestas no sólo habían desarrollado
un habitus radical sino que también se relacionaban entre sí mediante
la figura de Javier o su hijo, por lo que la tragedia tuvo cierto grado de
cercanía. Esto es relevante porque un sentimiento de identificación con
un grupo puede ser útil para explicar la par ticipación política (McAdam,
& Paulsen, 1993) y porque la movilización tiene más posibilidades de
ocurrir en grupos con miembros más interconectados (Crossley, &
Diani, 2019).
Además, los componentes relacionales y cognitivos de los lazos
social es (Van Stekelenburg, & Klandermans, 2013) permiten a los in-
dividuos reconstruir esquemas interpretativos que pueden fomentar la
conciencia política respecto a un tema de protesta determinado. Quienes
iniciaron las movilizaciones conocían el contexto violento del país y, en
algunos casos, habían estado directamente involucrados en actividades
para visibilizar la violencia; estas personas tenían entonces un interés
previo en atender la crisis de violencia y evidenciar la ineficiencia gu-
bernamental. Esto posibilita observar la función de las redes sociales
como sistemas de significado. Dado que los miembros de este grupo eran
cercanos tanto a las prácticas contenciosas cuanto a las luchas sociales,
compartían evaluaciones en torno a cómo y por qué involucrarse en el
activismo contra la violencia.
420 Estudios Sociológicos XLI, 122, 2023
Familiares de víctimas
Araceli Rodríguez
Ara, como es conocida, nació en Ciudad de México en 1963 y, a pesar
de sus deseos, no pudo estudiar la secundaria debido a problemas econó-
micos. A los 26 años, tenía tres hijos, así que, tras separarse de su pareja,
realizó varios trabajos simultáneos para sustentar a su familia. Después
de un tiempo, comenzó a trabajar en un hotel, primero en labores de
limpieza y luego como recepcionista. Luis, uno de sus hijos, trabajaba
como elemento de la Policía Federal. En 2009 se le notificó su traslado
a Michoacán, pero desapareció junto con otras seis personas mientras
viajaba el 16 de noviembre. Las autoridades aseguraron a Ara que su hijo
no respondía el teléfono porque seguramente estaba borracho y le advirtie-
ron que abrirían una investigación en su contra por abandono de trabajo.
Tras una semana sin conocer el paradero de Luis, la institución accedió
a presentar una denuncia por la desaparición. A partir de ese momento,
Ara narra que vivió momentos muy impactantes y dolorosos debido a
la incompetencia e insensibilidad de las autoridades. Como ejemplo, en
una ocasión le dijeron que el cuerpo de Luis había sido encontrado cal-
cinado, lo que resultó falso luego de hacer pruebas de ADN. Además, la
institución intentó cerrar el caso a partir de la declaración de un detenido
que aseguró que Luis había sido asesinado. En 2011, Ara se enteró por
televisión sobre las movilizaciones del MPJD e inmediatamente buscó
acercarse. Sin haber participado antes en protestas, se sumó al cierre de
la Marcha por la Paz. A las pocas semanas, Ignacio Suárez supo de su
caso y la contactó para pedirle hablar en el primer diálogo con Calderón.
Desde entonces, Ara participa en el MPJD.
Teresa Carmona
Tere nació en 1959, y reconoce que creció en una situación económica
privilegiada que le permitió abandonar la educación formal y dedicarse
a otras actividades desde muy joven. A los 20 años se instaló en Cancún
con su pareja y tuvo tres hijos. Joaquín, el mayor, estudiaba Arquitectura
en Ciudad de México hasta que fue asesinado el 7 de agosto de 2010.
Tere recuerda las siguientes semanas como tiempos muy dolorosos y
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 421
duros que la hacían no querer siquiera salir de su habitación. Ocho meses
después, Javier convocó a la movilización del 6 de abril, y Tere participó
en una marcha solidaria en Cancún cargando una fotografía de Joaquín.
Una amiga le preguntó por qué llevaba la imagen si el joven ya estaba
muerto. Tere comenta haberle respondido que era precisamente por eso
que la portaba, porque alguien lo había asesinado y nadie le había dado
explicaciones al respecto. Además, recuerda que quería ser solidaria con
la familia Sicilia porque conocía lo que la madre y los hermanos estaban
viviendo. Un par de semanas después, Tere viajó a Cuernavaca para unirse
a la Marcha por la Paz y desde entonces participa en el MPJD.
María Coronado
Mary, como se le conoce, nació en 1969, y creció en una familia humil-
de. A los 18 se casó con Mauricio Aguilar y tuvo dos hijos y una hija.
Mientras trabajaba como contratista para hacer el control de calidad de
varios productos, su esposo realizaba estudios de mercado. En 2011, él
viajó a Veracruz, donde planeaba encontrarse con uno de sus hijos; sin
embargo, fue desaparecido el 27 de mayo. Sin éxito, el hijo de Mary fue a
estaciones de policía y hospitales para buscar a su padre. Después de dos
días, ella presentó una denuncia, pero el personal de la fiscalía sugirió que
Mauricio probablemente estaba involucrado en actividades crimi nales y
que éstas se relacionaban con la desaparición. Mary solía llamar a diario
a la fiscalía, pero el caso nunca tenía avances, y cuando acudía a las oficinas,
solían atenderla hasta ya entrada la noche. Mary vio en televisión que
Javier convocaba a los familiares de víctimas a participar en una caravana,
y ella quiso acercarse inmediatamente porque consideraba que el grupo
la entendería puesto que vivían situaciones similares. En seguida asistió
a una de las reuniones del MPJD y ahí se convenció de que trabajar colec-
tivamente sería mucho más efectivo que enfrentar sola a las autoridades.
Desde ese momento, Mary comenzó a participar de manera recurrente.
Teresa Vera
Teresa nació en 1944, y comenzó su politización desde muy joven porque
422 Estudios Sociológicos XLI, 122, 2023
su padre participó en las huelgas ferrocarrileras de 1959. Luego de obtener su
título profesional, trabajó en Oaxaca durante 15 años. Posteriormente, se
mudó a Ciudad de México y se involucró en la Asamblea de Barrios. Al
jubilarse, regresó a vivir a Oaxaca con su esposo e hijo. El sábado 29 de
abril de 2006, la hermana de Teresa, Minerva, salió a cortarse el cabello,
pero desapareció en el camino. La familia comenzó a buscarla de inmediato,
sin tener resultados. Teresa considera que, tras levantar la denuncia, las
autoridades no hicieron el menor esfuerzo por buscar a su hermana y,
cuando años después leyó el expediente, notó que el agente ni siquiera
había incluido su fotografía. Además, el personal de la policía continua-
mente le solicitaba dinero para la búsqueda con el argumento de que no
había presupuesto. Teresa fue de una oficina a otra, pero nunca hubo
avances en el caso, así que decidió buscar a Minerva por su cuenta. Luego
de recorrer Oaxaca y los estados vecinos, los resultados fueron nulos. Con
el paso de los meses, Teresa destinó los recursos de su jubilación para
ir a ciudades más lejanas, hasta recorrer casi todos los estados del país.
Pasaron los años y no hubo indicio alguno sobre el paradero de Minerva.
En 2011, Teresa escuchó en televisión y leyó en los periódicos sobre las
convocatorias del MPJD, por lo que decidió participar en el cierre de la
Marcha por la Paz. Luego de escuchar los testimonios ese día, comenzó
a asistir a las reuniones del MPJD, y en 2012 participó en la Caravana
por Estados Unidos.
Leticia Hidalgo
Letty, como es conocida, nació en 1962, estudió Comunicación y trabajó
durante más de 30 años como docente en Nuevo León, donde tuvo dos
hijos. Todos en su familia se dedicaban a estudiar o trabajar hasta el 11
de enero de 2011, cuando un grupo de hombres armados irrumpió en
su casa y se llevó a Roy, su hijo mayor que tenía 18 años. Entre enero
y junio, ella acudía sola o en compañía de su familia a las oficinas de
gobierno para pedir que buscaran a Roy, un proceso que describe como
tortuoso y frustrante porque las autoridades no le prestaron la atención
que un crimen de esta magnitud merecía. En junio, Letty y su familia
se enteraron por televisión sobre la convocatoria para participar en la
manifestación local de la Caravana del Consuelo; decidieron asistir
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 423
porque querían denunciar y contar lo que estaba pasando. Aunque no
tenía experiencia en movilizaciones, Letty llegó al lugar de la protesta y
compartió su testimonio en público por primera vez. Ahí le aconsejaron
acercarse a una organización aliada local, con la que Letty comenzó a
conocer a otros familiares de personas desaparecidas. Después de un
tiempo fundó el colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos
en Nuevo León, y dado que siguió en contacto con el MPJD, participó
en 2012 en la Caravana por Estados Unidos.
Guadalupe Aguilar
Lupita, como se le conoce, nació en 1955 en Jalisco, estudió Enfermería
y tuvo dos hijos y una hija. Pepe, uno de sus hijos, era dueño de una
pequeña empresa de iluminación junto con su hermano. El 17 de noviem-
bre de 2010, un grupo de personas robó el camión que utilizaban para
transportar todo el equipo, y exactamente dos meses después, Pepe fue
desaparecido. Lupita presentó la denuncia, pero no recibió la atención
adecuada, por lo que durante meses buscó por su cuenta y obtuvo algunos
hallazgos. Sin embargo, las autoridades descartaban todo lo que ella les
presentaba. Además, en privado, el fiscal del estado sugirió que su hijo
había desaparecido porque estaba vinculado a actividades criminales.
En julio de 2011, Javier y otros activistas del MPJD visitaron Jalisco y
participaron en una manifestación por la desaparición de una estudiante.
Dado que el caso era similar al de su hijo, Lupita acudió a la protesta y
se le invitó a tomar el micrófono. Ésa fue la primera vez que ella habló
en público sobre la desaparición de Pepe. Durante la tarde se reunió con
Javier, quien le sugirió organizarse junto con más familiares de personas
desaparecidas. Según narra Lupita, ese día la marcó y decidió que debía
luchar en colectivo; meses después –lapso en el que incluso Calderón le
prometió ayuda para encontrar a su hijo– se unió durante unos días a la
Caravana al Sur, y luego al recorrido en Estados Unidos. En 2013, Lupita
fundó el colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Jalisco.
Significados compartidos y difusión mediática
Algunos cambios en el curso de vida de las personas tienen el potencial
de afectar la decisión o la capacidad de participar en la política conten-
424 Estudios Sociológicos XLI, 122, 2023
ciosa porque modifican los problemas que los individuos interpretan
como relevantes (Corrigall-Brown, 2012; Fillieule, 2010). Los familiares
de víctimas que se involucraron en el MPJD habían sufrido un crimen de
extrema violencia por el asesinato o la desaparición de un ser querido;
además, experimentaron la negligencia y simulación de las autoridades.
Ubicadas en diversas regiones del país, estas personas conocían las
prácticas de los gobiernos que buscaban minimizar la importancia de los
crímenes cometidos en el contexto de la llamada guerra contra el crimen
organizado. Como señalaron en respectivas entrevistas, y con llanto en
algunos casos, estas personas vivieron constantes episodios de dolor,
frustración e impotencia. En otras palabras, la tragedia sufrida por el
crimen no fue el único hecho que cambió su curso y condiciones de vida,
sino que, dada su profunda inmersión en las dinámicas del ineficiente
sistema de justicia mexicano, estaban conscientes de que los canales
institucionales no funcionaban. Estos conocimientos y evaluaciones
son cruciales para explicar su reclutamiento porque la familiaridad con
un sistema de valores y creencias sirve como incentivo para motivar la
participación (Bosi, 2007).
La acumulación de experiencias individuales en este grupo de per-
sonas fue una fuente de producción de significados comunes en torno
a la violencia, la injusticia y la impunidad. Esto es fundamental porque
las personas que no se conocen entre sí son susceptibles al involucra-
miento en campañas de movilización debido a estas imágenes, creencias
y sentimientos que poseen individualmente (Jasper, & Poulsen, 1995).
Los mapas cognitivos de los individuos pueden enriquecerse mediante
“auto-interacciones” y eventos externos, con los que las personas pueden
hacerse propensas a responder positivamente a las oportunidades de
movilización (Passy, & Monsch, 2014). Como se muestra en las semblan-
zas que presenté, el conocimiento sobre la impunidad y el desdén en el
sistema de justicia, así como las valoraciones sobre la falta de atención
por parte de las autoridades, puede entenderse como el resultado de un
proceso de auto-interacciones que hicieron a los familiares de víctimas
especialmente proclives a atender los llamados a la protesta en temas
relacionados con la violencia y la justicia.
Además, la mayoría de las personas de este grupo de familiares se
enteró de las movilizaciones del MPJ D gracias a los medios de comu-
nicación masiva, los cuales jugaron un papel clave en la difusión de
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 425
información sobre estos eventos. Varias investigaciones (Noakes, &
Johnston, 2005; Soule, & Roggeband, 2019) señalan que los medios de
comunicación tradicionales han sido útiles para sensibilizar al público
sobre ciertos eventos de protesta, por lo que pueden representar una
vía para el reclutamiento (Gamson, & Modigliani, 1989; Gitlin, 1980;
Koopmans, & Olzak, 2004).
Aunque los medios funcionan según su propia dinámica organizativa
y cíclica (Oliver, & Myers, 1999; Rafail et al., 2019), y a pesar de que la
tecnología ha impactado al periodismo, hay evidencia de que el uso de
tácticas disruptivas, la presencia de amplias coaliciones y la relevancia
pública de quienes participan son algunos de los elementos que hacen que
los movimientos sociales ganen mayor cobertura mediática (Rucht, 2013;
Valentim, & Baumgarten, 2019). Al menos inicialmente, las movilizacio-
nes del MPJD incluyeron eventos masivos de protesta en varias regiones
del país, en los que se utilizaron tácticas novedosas en el contexto de la
violencia, como las caravanas y la presentación pública de testimonios.
Además, Javier, personaje central del MPJD, tenía una posición privile-
giada en los campos mediático y artístico en México, así que, al momento
del asesinato de su hijo, tenía acceso a los medios de comunicación
y, dadas sus redes interpersonales, contaba con la solidaridad de artistas
de diversos ámbitos con cierta presencia pública. Todo esto influyó en la
amplia cobertura que los medios dieron al MPJD. Si bien la cobertura no es
automáticamente un fenómeno positivo (Rosie, & Gorringe, 2009), debe
reiterarse que los familiares de las víctimas señalaron que se enteraron
de las movilizaciones mediante la prensa, lo que permite señalar que, en
el caso del MPJD, los medios fueron fundamentales en las dinámicas de
reclutamiento.
Mediación emocional de las condiciones biográficas
Producto de experiencias personales o eventos externos, un shock moral
tiene fuertes componentes emocionales que vuelven personas proclives
a la acción colectiva (Jasper, 1997; Jasper, & Poulsen, 1995). Sin embar-
go, éste no es un proceso mecánico con efectos idénticos sobre todos
los individuos. El reclutamiento en movimientos sociales a partir de un
shock moral se desarrolla porque las personas ya tienen conocimientos,
426 Estudios Sociológicos XLI, 122, 2023
sensibilidades y visiones del mundo que facilitan la identificación de
un agravio (Jasper, 1997). Además, los valores socioculturales, intrínse-
camente l igados a la biografía y las experiencias personales, afectan la
interpretación de la urgencia de actuar ante ciertos eventos (Nepstad, &
Smith, 2001). En ese sentido, sostengo que el grupo de activistas y el de
los familiares de víctimas involucrados en el MPJD tenía antecedentes
biográficos que favorecían la disposición emocional para su reclutamiento.
Mi argumento es que los familiares de víctimas habían sufrido un shock
moral como resultado no sólo de un crimen violento contra sus seres
queridos sino también de la criminalización, difamación y desprecio por
parte de las autoridades. Por su parte, los organizadores vivieron un shock
tras el asesinato de Juanelo, principalmente por la cercanía que tenían con
su padre. Entonces, aunque por razones diferentes, las personas de estos
dos grupos tenían antecedentes biográficos que mediaban su disposición
emocional al involucramiento contencioso tras un crimen violento.
Una vez movilizadas, estas personas vivieron nuevas dinámicas
emocionales que influyeron en su reclutamiento porque, así como las
experiencias emocionales pueden llevar a las personas a la protesta, los
movimientos pueden generar y redirigir emociones (Bayard de Volo, 2006;
Kleres, & Wettergren, 2017). Así, varios miembros del grupo organizador
compartieron el sentimiento de dolor no sólo por la tragedia de Javier sino
por los casos de las personas que se sumaron a las movilizaciones. Esto,
en sus propios términos, les hizo experimentar indignación y empatía.
Aunque no tenían claro qué se podía hacer con las protestas, considera-
ron que su única opción era participar, que no se sentirían cómodos si
no participaban. Además, entre el grupo de organizadores las personas
coinciden que estar en las movilizaciones era emocionalmente difícil, pero
también gratificante en el sentido de que estaban haciendo algo contra
la violencia generalizada en el país.
La participación en las actividades de los movimientos tiende a ser
satisfactoria para los individuos, en parte, porque brinda la oportunidad
de articular y ampliar sensibilidades, convicciones y principios morales
(Jasper, 1997). También, otros beneficios emocionales de participar se
relacionan con la posibilidad de experimentar un sentido profundo de
agencia vinculado al significado de las acciones propias (Wood, 2001).
Entonces, además de valorar la protesta como método de expresión, el
grupo organizador confió, al menos hasta cierto punto, en la efectividad
Gordillo-García: Dinámicas de reclutamiento: MPJD 427
de su agencia como parte de la acción colectiva, un elemento clave para
entender la participación en otros contextos (Einwohner, 2002).
Compartir con otras personas algunas características asociadas con
la maternidad y la experiencia de un crimen extremadamente violento
contra una hija o hijo sienta una base emocional que facilita la movi-
lización (Bayard de Volo, 2006). Aunque muchos de los familiares de
las víctimas que han participado en el MPJD son hombres, esto ayuda
a comprender las dimensiones emocionales del reclutamiento. En ese
sentido, los familiares de víctimas comentaron sentirse vacíos y des-
trozados por el crimen cometido contra sus seres queridos. Algunas de
estas personas señalaron que la impunidad y la falta de atención de las
autoridades les hizo pensar que no les quedaba más remedio que aten-
der la llamada del MPJ D y participar. De igual manera, las entrevistas
apuntan a que había una forma de esperanza en la movilización; aunque
no se tenía claro qué esperar, varias personas pensaron que de alguna
manera su involucramiento podría ayudar a frenar la difamación y la
criminalización que fomentaban la impunidad en el país. Por tanto,
compartir sus testimonios y el dolor que estaban experimentando era un
fin en sí mismo. Esto reitera hallazgos previos sobre cómo involucrarse
en acciones contenciosas y despierta un sentido de agencia como un me-
dio para recuperar la dignidad y ayuda a las personas a decidir quiénes
quieren ser (Jaster, & Young, 2019; Wood, 2001). Así, las movilizaciones
del MPJ D brindaron a los familiares de las víctimas un espacio no sólo
para presentar sus casos, sino para socializar su dolor y canalizar sus
emociones hacia la participación.
Conclusión
En este artículo argumenté, en primer lugar, que el reclutamiento de los
organizadores con el MPJD se explica por el habitus radical desarrollado
a lo largo de sus vidas, así como por su inserción en redes propensas a la
movilización; en segundo lugar, que el reclutamiento de los familiares
de víctimas se entiende por el desarrollo de un sistema de significados
compartido –basado en el cambio de las circunstancias de vida tras
sufrir un crimen extremadamente violento y en enfrentar la desidia de
las autoridades– así como por el papel de los medios de comunicación
428 Estudios Sociológicos XLI, 122, 2023
en la difusión de información relacionada con eventos de protesta, y,
en tercer lugar, que los shocks morales y las emociones fuertes media-
ron las condiciones biográficas de estos dos grupos para completar su
reclutamiento en la política contenciosa que exige un alto a la violencia
en México.
Más que idealizar el papel de las redes en los procesos de partici-
pación, los estudios de los movimientos sociales necesitan evaluar y
especificar sus funciones (Passy, & Monsch, 2014) porque, en muchos
casos, las personas involucradas carecen de conexiones personales con
quienes se movilizaron en primer lugar. Por tanto, este análisis no sólo
es relevante para la comprensión a profundidad de un actor colectivo
de trascendencia nacional, sino que también permite refinar la teoría
con base en evidencia empírica de un caso en el que las redes fueron
fundamentales para reclutar sólo a un segmento de los participantes.
Además, como señalé, algunas de las mujeres que tuvieron su primera
experiencia de activismo con el MPJD posteriormente organizaron sus
propios colectivos de búsqueda de personas desaparecidas, mismos que,
al momento de escribir, son referentes internacionales en esta forma de
participación sociopolítica. Entonces, el estudio del reclutamiento en el
MPJD ofrece elementos empíricos y teóricos para analizar y comprender
con mayor profundidad el proceso de formación de colectivos que se ha
dado en años recientes en el país.
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Entrevistas personales
Araceli Rodríguez, 3 de enero de 2020, Estado de México.
Denisse Buendía, 6 de enero de 2020, Morelos.
Teresa Carmona, 16 de enero de 2020, Morelos.
Juan García, 5 de febrero de 2020, Morelos.
María Coronado, 11 de febrero de 2020, Ciudad de México.
Pietro Ameglio, 25 de febrero de 2020, Ciudad de México.
Teresa Vera, 6 de marzo de 2020, Ciudad de México.
Guadalupe Aguilar, 29 de marzo de 2020, videoconferencia.
Leticia Hidalgo, 31 de marzo de 2020, videoconferencia.
Magdiel Sánchez, 3 de abril de 2020, videoconferencia.
Norma Garduño y Gerardo Gómez, 24 de abril de 2020, videoconfe-
rencia.
Roberto Villanueva, 16 de junio de 2020, videoconferencia.
Javier Sicilia, 27 de junio de 2020, videoconferencia.
Acerca del autor
Johan Gordillo-García es maestro en Ciencia Política por El Colegio
de México y actual candidato a doctor en Sociología por The University
of Edinburgh. Sus líneas de investigación se inscriben en la sociología
política, con principal interés en los movimientos sociales, las diversas
formas de política contenciosa y las teorías del poder. Entre sus artículos
recientes se encuentra:
1. Gordillo-García, Johan (2020). Lenguaje de derechos y aper-
tura de oportunidades legales para el cambio social: el Mov-
imiento por la Paz con Justicia y Dignidad y la Ley General
de Víctimas. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales.
Thesis
Full-text available
In 2006, then Mexican President Felipe Calderón declared a ‘war’ against criminal organisations that were beginning to control some of the country’s territories. Consequently, the number of murders and disappearances of people began to increase steadily by tens of thousands. Far from acknowledging the errors of the strategy, the authorities constantly criminalised the victims and denied the tragic consequences of the use of the military against drug cartels. After the murder of his son on 28 March 2011, the poet Javier Sicilia started leading mobilisations in the state of Morelos to protest the violence. In just a few days, the actions expanded to virtually all regions of the country embracing relatives of victims, activists and organisations of very different backgrounds, forming the Movement for Peace with Justice and Dignity (MPJD). This thesis comprises an in-depth case study of the MPJD. After providing an overview of the context in which the mobilisations started and my research methods, I develop thematic chapters. In the first one, I analyse the recruitment dynamics of the MPJD. These pages contribute to the literature by advancing the understanding of how people without prior political experience or links to a mobilised group join and participate in protest. This, moreover, helps in refining rather than reifying the function of social networks. The second chapter explains the upward scale-shift process of mobilisation and the response given by the government through the analysis of coalition building, framing and counter-framing. The results of the analysis help to specify the conditions that facilitate not only the development of alliances, but also those that lead to their accelerated breakdown. Regarding framing, the work contributes to understanding which attributes facilitate resonance and alignment amongst audiences with contrasting characteristics. Furthermore, the discussion around counter-framing highlights how official responses influence the discursive processes of contentious actors, whose opportunities are not the same in ‘the streets’ and in official spaces. Next, the third chapter examines the type of social ties formed through the involvement in the contentious performances led by the relatives of victims of extreme violence. Bringing together the literature on social movements and a body of Latin American research on “emotional communities”, I argue that the MPJD fostered a political-emotional community in which the public narration of suffering made victims and non-victims coalesce to demand justice collectively. Overall, this chapter advances our understanding of the dynamics through which allies that are not directly aggrieved by extreme violence develop a sense of community with the victims. Likewise, it develops four empirical dimensions for the analysis of political-emotional communities: the role of testimonios (testimonial narratives), the ethics developed during contention, the fluctuations in participation, and the costs and risks involved in the mobilisations. The last two chapters focus on the outcomes of the MPJD. The fourth one encompasses the political and cultural outcomes contributing to the literature in two ways: First, by discussing how achievements in the policy process can demobilise some groups but mobilise others; and second, by explaining how the spillover of a contentious actor can consolidate a social movement community in an emergent contentious field. Finally, the fifth chapter analyses the biographical consequences of participation in victim-led mobilisations. These pages provide an account of how the lives of the participants have been influenced due to their involvement in contention. This chapter advances the understanding of the interplay between social relations and cognitions that lead participants to modify their worldviews. In an academic sense, this thesis introduces a series of thematic chapters that provide empirical evidence to refine several areas of the theory to better understand various processes related to social mobilisation. Regarding the importance that this thesis can have for the activists and the families of the victims, my work is, first, a systematisation of their campaigns and experiences; second, an acknowledgement of the transcendence of the actions that they have been carrying out sustainedly during a decade; and third, this research is a space for memory, so that their names and those of their relatives are not forgotten, so that the demand for justice does not end.
Article
Full-text available
p> Este trabajo aporta evidencia empírica a la creciente literatura enfocada en la movilización legal, primero, mediante el análisis del uso del lenguaje de derechos para enmarcar demandas colectivas y, segundo, con una discusión sobre los resultados de los movimientos sociales relacionados específicamente con los marcos legales. Para hacerlo, estudio el caso del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), actor colectivo que consiguió la promulgación de la Ley General de Víctimas (LGV) en un contexto en el que la narrativa oficial se enfocaba en la criminalización de las víctimas de la violencia. Mediante un rastreo de proceso, analizo las razones por las cuales el MPJD enfocó sus esfuerzos en conseguir la LGV y qué factores influyeron para alcanzar tal objetivo. Los resultados indican que la LGV se concibió como un instrumento capaz de fomentar el cambio social mediante la ampliación de oportunidades legales. Al mismo tiempo, sostengo que la promulgación puede explicarse mediante la enmarcación del discurso en torno a la figura de las víctimas, la capacidad estratégica de quienes lideraron el movimiento y la estructura de oportunidades políticas. </p
Article
p> En este artículo se reconstruyen historias de vida de dos activistas que se iniciaron en los movimientos sociales, como uno de los efectos del movimiento estudiantil de 1968. A través de la utilización de las categorías: resonancias históricas y biográficas del activismo, como unidades de análisis, establecemos un proceso de comparación de historias de vida con perspectiva de género. Destacamos la noción de disponibilidad personal ( personal availability ) propuesta por McAdam (1988), por medio de la definición de etapas históricas, derivadas de las principales luchas sociales del país, donde las activistas participaron, se formaron como líderes y cuadros políticos intermedios, influyendo en sus organizaciones y los movimientos donde participaron. Las resonancias biográficas de su activismo les permitieron reclutar a otros(as) participantes, influir en sus visiones del mundo, inspirar nuevas estrategias de resistencia y contribuir al impacto de otros(as) activistas en su lucha. </p
Chapter
This chapter proposes that moral outrage was a logical emotional response to information about human rights abuses and atrocities in Central America. Structural factors were central in determining who had access to credible sources of information that formed the basis of this moral outrage. Yet this information did not lead to the same emotional reaction by all U.S. citizens. One's values and identity shape the way the information is perceived and the degree of importance placed upon responding to the situation. Therefore, emotional reactions must be seen as the result of an interactive process of information, culture, organizational and relational ties, and identity.
Article
Scholarly studies addressing the issue of human rights abuses in Mexico’s war on drugs could be classified into two groups. A first cluster of literature addresses the deployment of legal dispositions that allow the commission of human rights abuses. A second analyzes the consequences of such political or legal dispositions—for example, the use of torture. However, to increase our understanding of Mexico’s human rights crisis, a third analysis is needed: the study of the official discourse that authorizes such disturbing legal dispositions and its effects. This article is a sociologically-driven analysis of the government responses to human rights abuses between 2007 and 2012. The Calderón administration deployed what can be termed the policing of uncomfortable truths, which served to deny or justify the occurrence of atrocity. The article also suggests the effects such policy had in victims of abuses, perpetrators, and bystanders of atrocity.
Book
Outline of a Theory of Practice is recognized as a major theoretical text on the foundations of anthropology and sociology. Pierre Bourdieu, a distinguished French anthropologist, develops a theory of practice which is simultaneously a critique of the methods and postures of social science and a general account of how human action should be understood. With his central concept of the habitus, the principle which negotiates between objective structures and practices, Bourdieu is able to transcend the dichotomies which have shaped theoretical thinking about the social world. The author draws on his fieldwork in Kabylia (Algeria) to illustrate his theoretical propositions. With detailed study of matrimonial strategies and the role of rite and myth, he analyses the dialectical process of the 'incorporation of structures' and the objectification of habitus, whereby social formations tend to reproduce themselves. A rigorous consistent materialist approach lays the foundations for a theory of symbolic capital and, through analysis of the different modes of domination, a theory of symbolic power.