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Educación basada en la evidencia. Peligros científicos y ventajas políticas // Evidence-based education. Scientific dangers and political advantages

Authors:

Abstract

Resumen En este trabajo se plantea que uno de los peligros de las nuevas democracias, cuya complejidad ha aumentado sin precedentes en las sociedades modernas, es, según Innerarity (2020), su simplificación. Una característica de estas modernas y complejas democracias es lo que el mismo autor denomina dataismo y que consiste en vincular la cuantificación con la verdad, relacionándola con una falsa idea de objetividad y de certidumbre engañosa que impide un conocimiento cabal de la realidad, lo que permitiría una toma de decisiones más ajustada a la problemática real. El dataismo se caracteriza por la demanda constante de datos para poder legitimar la toma de decisiones políticas, vinculándolas a una idea falaz de ciencia. Esto conlleva una simplificación de la realidad y una falsa sensación de certeza, lo que dificulta la toma de decisiones adecuadas. En este contexto, la educación y la investigación basadas en la evidencia han cobrado relevancia. Sin embargo, esta perspectiva evidencialista se ve obligada a asumir lo que Wrigley (2019) llama reduccionismos para poder desplegar sus teorías e investigaciones. Además, se entiende la educación como un asunto técnico, una visión educativa que ya tuvo su época de esplendor y que parecía superada justo por no ofrecer respuestas de calidad a las prácticas de aula. En este sentido, nuestro planteamiento es que, lejos de una preocupación política honesta por mejorar la educación, la idea que subyace es la creación de relatos políticos que den legitimidad a sus políticas. Nada mejor en la época del dataismo que usar lenguajes basados en datos y evidencias para conectar con marcos mentales de objetividad, verdad o ciencia, que den legitimidad a estos relatos. La educación y la investigación deben ser entendidas como procesos complejos y siempre en constante evolución, y no como simples cuestiones técnicas que se pueden resolver con la simple aplicación de datos y evidencias. En este sentido, es importante reflexionar sobre los peligros de la simplificación y la demanda de datos en las sociedades modernas y su impacto en la educación y la investigación // Abstract This paper argues that one of the dangers of the new democracies, whose complexity has increased unprecedentedly in modern societies, is, according to Innerarity (2020), their simplification. One characteristic of these modern and complex democracies is what the same author calls dataism, which consists of linking quantification with truth, relating it to a false idea of objectivity and misleading certainty that prevents a thorough knowledge of reality, which would allow decisions to be made in a way that is more in line with the real problems. Faced with the constant problems and complexities of societies, this dataism produces a demand for data in order to legitimise political decision-making, linking it to a fallacious idea of science. It is in this context that evidence-based education and research have
Educación basada en la evidencia. Peligros científicos y ventajas
políticas
Evidence-based education. Scientific dangers and political
advantages
https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2023-399-570
Manuel Fernández Navas
https://orcid.org/0000-0002-9445-2643
Universidad de Málaga
Ana Yara Postigo Fuentes
https://orcid.org/0000-0001-7965-1911
Heinrich-Heine-Universität
Resumen
En este trabajo se plantea que uno de los peligros de las nuevas democracias, cuya complejidad ha aumentado
sin precedentes en las sociedades modernas, es, según Innerarity (2020), su simplificación. Una característica de estas
modernas y complejas democracias es lo que el mismo autor denomina dataismo y que consiste en vincular la
cuantificación con la verdad, relacionándola con una falsa idea de objetividad y de certidumbre engañosa que impide un
conocimiento cabal de la realidad, lo que permitiría una toma de decisiones más ajustada a la problemática real. El
dataismo se caracteriza por la demanda constante de datos para poder legitimar la toma de decisiones políticas,
vinculándolas a una idea falaz de ciencia. Esto conlleva una simplificación de la realidad y una falsa sensación de certeza,
lo que dificulta la toma de decisiones adecuadas. En este contexto, la educación y la investigación basadas en la evidencia
han cobrado relevancia. Sin embargo, esta perspectiva evidencialista se ve obligada a asumir lo que Wrigley (2019) llama
reduccionismos para poder desplegar sus teorías e investigaciones. Además, se entiende la educación como un asunto
técnico, una visión educativa que ya tuvo su época de esplendor y que parecía superada justo por no ofrecer respuestas
de calidad a las prácticas de aula. En este sentido, nuestro planteamiento es que, lejos de una preocupación política honesta
por mejorar la educación, la idea que subyace es la creación de relatos políticos que den legitimidad a sus políticas. Nada
mejor en la época del dataismo que usar lenguajes basados en datos y evidencias para conectar con marcos mentales de
objetividad, verdad o ciencia, que den legitimidad a estos relatos. La educación y la investigación deben ser entendidas
como procesos complejos y siempre en constante evolución, y no como simples cuestiones técnicas que se pueden resolver
con la simple aplicación de datos y evidencias. En este sentido, es importante reflexionar sobre los peligros de la
simplificación y la demanda de datos en las sociedades modernas y su impacto en la educación y la investigación.
Palabras clave: Educación basada en la evidencia, democracia, reduccionismo, ciencia, política educativa
Abstract
This paper argues that one of the dangers of the new democracies, whose complexity has increased
unprecedentedly in modern societies, is, according to Innerarity (2020), their simplification. One characteristic of these
modern and complex democracies is what the same author calls dataism, which consists of linking quantification with
truth, relating it to a false idea of objectivity and misleading certainty that prevents a thorough knowledge of reality,
which would allow decisions to be made in a way that is more in line with the real problems. Faced with the constant
problems and complexities of societies, this dataism produces a demand for data in order to legitimise political decision-
making, linking it to a fallacious idea of science. It is in this context that evidence-based education and research have
EDUCACIÓN BASADA EN LA EVIDENCIA. PELIGROS CIENTÍFICOS Y VENTAJAS POLÍTICAS. Fernández Navas, M., Postigo
Fuentes, A.Y.
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become relevant. The problem is that this perspective is based on very different assumptions from those that
epistemologically constitute education as a discipline of knowledge. Therefore, this evidentialist perspective is forced, on
the one hand, to assume what Wrigley (2019) calls reductionisms in order to deploy its theories and research; on the other
hand, to understand education as a technical matter, an educational vision that already had its time of splendour and that
seemed to have been overcome precisely because it did not offer quality answers to classroom practices. Our approach is
that, far from an honest political concern for improving education, the underlying idea is the creation of political narratives
that give legitimacy to their policies. Nothing better in the age of dataism than to use data and evidence-based languages
to connect with mental frameworks of objectivity, truth or science, which give legitimacy to these narratives.
Keywords: evidence-based education, democracy, reductionism, science, education policy
Introducción
Recoge Innerarity (2020, p. 9) que “[l]a principal amenaza de la democracia no es la violencia ni la
corrupción o la ineficiencia, sino la simplicidad” y que “[l]a uniformidad, la simplificación y los
antagonismos toscos ejercen una gran seducción sobre aquellos que no toleran la ambigüedad, la
heterogeneidad y plurisignificación del mundo, que son incapaces de reconocer de manera
constructiva la conflictividad social”.
En este sentido, el mismo autor, Innerarity (2021) nos habla de cómo el paradigma de la medición
promete gestionar esta complejidad de las democracias modernas y cómo esto se ha constituido en lo
que él llama dataísmo:
Mi hipótesis es que el dataísmo, es decir, la creencia de que la cuantificación produce la
verdad, privilegia una falsa idea de la objetividad y proporciona una certidumbre engañosa
que impide un conocimiento cabal de la realidad, sobre el que deberían adoptarse las
correspondientes decisiones.
Sobre este fenómeno de simplificación en educación y la toma de decisiones políticas se pronuncia
Wrigley (2019, pp. 1-2)
examine inadequate theorisation and mechanistic causal assumptions in education which
result in a loss of complexity, openness and values. This seems particularly appropriate at
present for England and similar systems, where reductionist approaches have become
hegemonic in many aspects of schooling. In recent years, a strident ideological campaign, led
by government ministers, has sought to reconceptualise and reconfigure what counts as
educational achievement, high-quality teaching, social justice and research evidence.
Otros autores como Denzin (2009) se suman a esta crítica. Aunque para nosotros una de las
principales consecuencias de esta situación es, la vuelta, como veremos más adelante, a la
consideración de la educación como un asunto técnico (Wrigley, 2019, p. 2): “This involves not only
the depoliticisation of politics and policy (Harvey, 2010: 218219), but also a shift towards a technical
discourse when considering curricular and pedagogical issues and practices.”
Al final, en esta búsqueda de objetividad basada en la evidencia, la única forma de que los
problemas de ciencias sociales y, en especial, de educación, encajen en su perspectiva y sus métodos
científicos es reduciendo la complejidad de estos, extirpando de los problemas elementos, conexiones,
claves o estructuras culturales.
En este trabajo presentamos cómo este mismo fenómeno que ocurre en política está ocurriendo
en la investigación educativa y en la recepción de los hallazgos de esta por parte del profesorado,
cuestión que retroalimenta y condiciona la investigación educativa en misma. Porque, además,
cómo sea recibido por el profesorado es, ineludiblemente, una cuestión política. Vamos, por tanto, a
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tratar de plasmar los problemas que presenta esta hegemonía de la perspectiva basada en la evidencia,
así como ahondar en los porqués de su difusión en el mundo educativo y político.
Algunos antecedentes: conocer el pasado para entender el presente
La guerra de los Paradigmas
Fernández-Navas y Postigo-Fuentes (2020) nos explican cómo se dio el final de lo que se ha venido
a llamar Guerra de Paradigmas (Denzin, 2010; Gage, 1989; Given, 2017; Maxwell, 2010) como se
conoce al enfrentamiento entre el paradigma positivista, por un lado, y el interpretativo y el crítico
por otro que se dio en los años 80 y 90.
Así Fernández-Navas y Postigo-Fuentes (2020) explican que la investigación educativa que
había florecido en los años 60 y 70, muy influenciada por el positivismo y que ensalzaba lo que
entonces se conocía como método científico para investigar y desarrollar la enseñanza, dio lugar a
una jerarquía de métodos y concepciones científicas para producir conocimiento válido basadas en
métodos fundamentalmente cuantitativos. No obstante, estos no dieron los resultados esperados.
Frente a este malestar, florecieron las críticas a esta manera de entender la educación y la
investigación educativa que fundamentalmente planteaban (Fernández-Navas y Postigo-Fuentes,
2020):
que los actos de los seres humanos, incluyendo la enseñanza y el aprendizaje, están estrechamente
ligados a las intenciones, objetivos y propósitos que les dan significado. La perspectiva positivista
de la ciencia parte de la idea de que existen vínculos causales directos y unidireccionales. Sin
embargo, muchos teóricos sostienen que no existen conexiones causales entre el comportamiento
del maestro y el aprendizaje del alumno. (p. 47)
En este sentido, los investigadores del paradigma positivista entendían el estudio del
comportamiento como una cuestión objetiva. Sin asumir que las conductas de los seres humanos son
fruto de las interpretaciones que hacemos de las situaciones que se nos presentan. Así, se cuestionaba
la causalidad que las perspectivas mecánicas, químicas o biológicas permitían a los positivistas, por
la que establecían explicaciones causa-efecto entre variables y su “hipótesis de uniformidad” y por la
que entendían que los fenómenos se producen de la misma forma en diferentes lugares y tiempos.
Así, la crítica se complementó con las aportaciones del paradigma crítico que demandaba la
necesidad de entender la educación en relación con la sociedad, así como la ideología que subyacía a
las construcciones de conceptos como conocimiento, currículum o enseñanza, planteando la
educación como otro espacio de lucha de clases y de poder.
Como veremos más adelante, nos encontramos en una situación de nueva reconfiguración de
guerra de paradigmas en la que juega un papel destacado esto que se ha venido a llamar educación
basada en evidencia.
El origen de la perspectiva evidencialista
Antes de adentrarnos en las implicaciones de la educación basada en la evidencia, es necesario
entender cuál es su origen. Según Fernández-Navas y Postigo-Fuentes (2020) es la reflexión de
Hargraves (1996) la que plantea de forma abierta el problema de que la práctica educativa no estaría
contemplando los avances que se han ido realizando en la investigación propia de este campo.
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En el mismo sentido se pronuncian Hederich, Martínez Bernal y Rincón Camacho (2014, p. 24),
cuando afirman:
[s]e identifica la conferencia de D. Hargreaves (1996), [...], como el evento fundacional de lo
que más adelante pasaría a llamarse una “enseñanza basada en la evidencia”. Como se
mencionó, inicia Hargreaves (1996) su conferencia con la idea de que la enseñanza no es, en
este momento, una profesión basada en la investigación, lo cual explica muchas de las
dificultades que enfrenta. De acuerdo con el autor, para llegar a serlo deben darse cambios
profundos; por un lado, en el tipo de investigación que se hace en educación, y por otro, en
los modos en los que esta investigación se organiza y se disemina.
El problema aquí es que, si bien lo que pide Hargraves (1996) es razonable y hasta deseable,
no es lo que representa la “educación basada en la evidencia” que plantea una perspectiva muy
concreta de qué significa educar y qué significa investigar (Wrigley, 2018)
Así Ferrero (2018) plantea que esta perspectiva evidencialista es “aquella basada en las mejores
pruebas disponibles” y que se concretan en: muestras amplias, uso de grupo control y experimental y
medición del “tamaño de efecto”, midiendo la eficacia a través de análisis estadísticos cuya búsqueda
es la replicabilidad y cuya metodología estrella suelen ser los meta-análisis y las revisiones
sistemáticas.
Autores como Biesta (2007) hace tiempo que vienen planteando los peligros del giro que
representa la “educación basada en la evidencia” hacia una perspectiva tecnocrática de la educación.
On the research side, evidence-based education seems to favor a technocratic model in which
it is assumed that the only relevant research questions are questions about the effectiveness of
educational means and techniques, forgetting, among other things, that what counts as
“effective” crucially depends on judgments about what is educationally desirable. On the
practice side, evidence-based education seems to limit severely the opportunities for
educational practitioners to make such judgments in a way that is sensitive to and relevant for
their own contextualized settings. The focus on “what works” makes it difficult if not
impossible to ask the questions of what it should work for and who should have a say in
determining the latter. (p. 5)
El problema tal y como lo vemos los autores es que la educación basada en la evidencia olvida,
sistemáticamente, hacer explícito que sus criterios de calidad y las perspectivas de las áreas de
conocimiento en las que se basan (fundamentalmente la perspectiva cognitivo-conductual de la
psicología) son, justo eso, una perspectiva concreta de las muchas disponibles dentro de métodos y
disciplinas.
Obviando esta cuestión, aprovechando esta cultura del dataismo (Innenarity, 2021) de la que
hablábamos con anterioridad y unida a las nuevas necesidades de legitimación política de las que
hablaremos, más adelante, esta perspectiva evidencialista está alcanzando una gran difusión entre el
profesorado y la política que, a la vez, retroalimenta la fuerza de esta corriente.
El problema epistemológico, el conocimiento situado y la transferibilidad
Las críticas que se plantearon al paradigma positivista y que hemos descrito en el apartado anterior
vienen a cristalizar esto que llamamos, el problema epistemológico de la perspectiva basada en la
evidencia.
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En primer lugar, hay que destacar que la educación se enmarca dentro de las ciencias sociales
y que estas por su idiosincrasia tienen características muy diferentes a las ciencias naturales (Vasen
2012, 2018).
En este tipo de ciencias la forma fundamental de realizar investigación está basada en la
búsqueda de causalidad y para ello se utiliza, fundamentalmente, el método experimental o cuasi-
experimental. A través del cual se ve qué efectos causan los cambios introducidos en las variables.
Con esto garantizamos la causalidad. Es decir, que los efectos producidos se deben únicamente a los
cambios introducidos (Maxwell,2012).
Es por ello por lo que es muy importante en este tipo de metodología «aislar variables
externas». Es decir, que el experimento no se contamine con cualquier cosa que pueda producir ese
cambio y, por lo tanto, nos lleve a realizar una atribución de causalidad equivocada.
El problema epistemológico con la perspectiva de la educación basada en la evidencia, radica
en que el uso de métodos experimentales o cuasiexperimentales se complica bastante en educación
dada la naturaleza de los problemas que estudia la misma. ¿Cómo se garantiza sin un alto grado de
incertidumbre que los efectos observados se deben única y exclusivamente a los cambios introducidos
y no a la inmensa variedad de variables que se dan en ciencias sociales? Aislar variables resulta
controvertido en nuestro campo.
Además de todo esto, está el problema de lo abstracto: los conceptos educativos que
manejamos son constructos complejos que muchas veces no tienen una definición exacta o universal,
con lo cual, la traducción de esos conceptos a experimentos para lograr relaciones de causalidad en
educación y ciencias sociales es, cuanto menos, complicada. Así de claro, lo explica Biesta (2007)
the most important argument against the idea that education is a causal process lies in the fact
that education is not a process of physical interaction but a process of symbolic or
symbolically mediated interaction. If teaching is to have any effect on learning, it is because
of the fact that students interpret and try to make sense of what they are being taught. It is only
through processes of (mutual) interpretation that education is possible.
(p. 8)
Es por ello que, en ciencias sociales, habríamos de hablar de conocimiento situado, es decir,
dependiente del contexto, por lo que existen pocas universalidades (Maxwell, 2019; Flyvbjerg, 2004).
Esas causas-efectos, objeto de búsqueda desde el paradigma positivista, rara vez se encuentran en
ciencias sociales, donde, al igual que en la Guerra de Paradigmas, como planteaba el paradigma
interpretativo, dependen de los contextos, la cultura y los significados que atribuimos a dichas causas-
efectos (Alcaraz-Salarirche, 2014; Pérez-Gómez, 2000; Bruner, 1990; Erickson, 1986; House, 1991;
Mohr, 1996; Pawson, 2006; Sayer, 1992; Bhaskar 1989). En palabras de Gage (1989, p. 5): “The
effects on people’s actions of their interpretations of their world create the possibility that people may
differ in their responses to the same or similar situations.”
Es por ello que diferentes autores (Maxwell, 2010, 2012; Korstjens & Moser, 2017; Lincoln
& Guba, 1985; Tracy, 2020) señalan que en ciencias sociales deberíamos enfocarnos a buscar
transferibilidad, es decir, que fruto de la comprensión de procesos y realidad complejas, puedan
encontrarse cuestiones susceptibles de ser implantadas en contextos diferentes por otro investigador
o práctico (Flick, 2018).
Sin embargo, y pese a las críticas que ya motivaron la Guerra de Paradigmas en los 80-90,
para la perspectiva “basada en la evidencia” la pretensión de a lo que debe aspirar el mundo educativo
camina en sentido contrario (Denzin, 2009).
Aunque esta concepción sobre lo que la ciencia sea igualmente controvertida (Feyerabend,
2017):, tiene la ventaja de que es más próxima a la idea de ciencia que circula en el imaginario social.
Feyerabend (2017) argumenta que la idea de que la ciencia debe seguir reglas universales fijas es
irrealista y perjudicial, ya que supone una visión simplista de la creatividad humana y de las
circunstancias que la impulsan. Además, esta idea perjudica tanto a las personas como a la ciencia
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misma, ya que olvida las complejas condiciones físicas e históricas que influyen en el cambio
científico.
Los reduccionismos de Wrigley
Tal y como hemos visto, existe una crítica a la perspectiva basada en la evidencia que se remonta a
las que recibió el positivismo en la Guerra de Paradigmas. Críticas que se han convertido en lugares
comunes a lo largo del tiempo y cuyo nuevo valor con respecto al paradigma anterior viene
representado por lo que Wrigley (2019) llama “reduccionismos” y que mantiene la ilusión de que el
paradigma evidencialista representa una solución a los problemas no resueltos de paradigmas
anteriores. Ilusión que, según Kuhn (2011) es crucial, para que pueda darse un cambio de paradigma.
Estos reduccionismos pueden adoptar muchas formas, pero básicamente se definen como una pérdida
de complejidad que impide una comprensión adecuada de la realidad por parte de una perspectiva.
Pueden abarcar desde el uso inadecuado de una disciplina científica para explicar asuntos que
requieren otra diferente, por ejemplo, tratar de explicar los fenómenos biológicos, principalmente a
través de la química, o la educación como únicamente un proceso de aprendizaje (Biesta, 2017); hasta
una de las más frecuentes, la omisión de importantes causas de una situación multicausal.
En este sentido, Wrigley (2019) identifica varias de estas simplificaciones reduccionistas que
la educación basada en la evidencia comete para poder abordar los problemas educativos desde sus
presupuestos, dando así lugar a una comprensión reduccionista de la educación.
El reduccionismo experimental
En primer lugar, estaría este reduccionismo del que ya hemos dejado entrever su problemática en
apartados anteriores y que tiene que ver con las limitaciones de la metodología experimental, como
forma de producir conocimiento en ciencias sociales y especialmente en educación.
La finalidad de los experimentos es simplificar y aislar artificialmente una situación para hacer
más visible una relación entre variables de estudio. Los experimentos se diseñan para aislar o eliminar
otras relaciones con el fin de observar el impacto de la variable dependiente e independiente de la
investigación. El reduccionismo se convierte en un peligro cuando se supone que el experimento
refleja la realidad, en lugar de ser un modelo simplificado y reducido de aspectos muy concretos en
una situación aislada. En palabras de Rose (2005):
What happens in the test-tube may be the same, the opposite of, or bear no relationship at all
to what happens in the living cell, still less the living organism in its environment.
Reductionism is not enough when I come to try to interpret my own experiments (p. 79)
En este sentido, reducir el mundo social a las acciones y decisiones de los individuos o grupos
supone no entender cómo las estructuras sociales, aunque a menudo no sean directamente visibles,
son determinantes a la hora de crear comprender la causalidad. El reduccionismo, en este caso, es
eliminar de la situación de estudio cuestiones sobre cómo las normas, aún siendo tácitas, regulan la
conducta, cómo los roles determinan sus efectos y que las relaciones de rol suponen el establecimiento
de poderes emergentes que no pueden reducirse a los de los individuos aisladamente (Bruner, 1990).
A pesar de todos los esfuerzos de los positivistas, es difícil mantener la creencia de que "army is just
the plural of soldier and all statements about the army can be reduced to statements about the
particular soldiers comprising it" (Jarvie, 1959, pp. 151 citado en Wirgley, 2019).
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El reduccionismo de determinada perspectiva psicológica hegemónica
Por otro lado, estaría lo relacionado con la perspectiva de la psicología de la educación, cuya
explicación plantea Wrigley (2019)
The history of 20th-century pedagogical theory can be written as a struggle against
reductionism, a struggle which was itself seminal in its two leading figures, Dewey and
Vygotsky. Reich et al. (2016) summarise Dewey’s contribution as a ‘constant struggle against
behaviourism and instrumental reductionism . . . insistence on context’, with behaviourism
guilty of forgetting ‘emotional, social and cognitive aspects of experience’. (p. 152)
El vínculo con el positivismo lo explican Fernández-Navas y Postigo-Fuentes (2020, p. 55)
haciendo referencia a la influencia de la psicología en educación: “Tendencia de la que tiene mucha
responsabilidad la Psicología -no olvidemos que la “guerra de paradigmas” fue también una “guerra
de disciplinas” (Gage, 1989)-, campo que se ha configurado durante el siglo XX como una ciencia
fundamentalmente positivista”.
Así, las ciencias experimentales ganan influencia en las sociales y humanas, por ejemplo, los
análisis y teorías basados en la biología ganan cada vez más presencia en psicología y sociología.
Para simplificar la problemática del estudio del comportamiento humano y asegurar el control
de variables mediante el reduccionismo experimental, el comportamiento humano se estudia como el
comportamiento de un mamífero. Se elimina de esta ecuación toda la parte cultural, de estructura
social o de roles. Se ignora lo que la conciencia y la psique aportan al comportamiento humano. A
esta problemática tendencia de la psicología ya le hace una crítica devastadora el propio Bruner
(1990)al plantear que la solución para el problema de los universales radica en cuestionar una falacia
heredada del siglo XIX, que sugiere que la cultura es una "capa superpuesta" sobre la naturaleza
humana determinada biológicamente. El autor argumenta que las verdaderas causas de la conducta
humana son la cultura y la búsqueda del significado dentro de ella, mientras que el sustrato biológico
no es una causa, sino más bien una restricción o una condición.
Otro de los reduccionismos de la corriente psicológica que soporta a la perspectiva
evidencialista es el fisicalismo (Wrigley, 2019), es decir, el intento de analizar la mente humana en
términos de funcionamientos cerebrales. Así, se concibe la mente como solo el cerebro que funciona.
Ejemplos de esta forma de entender la mente humana pueden verse constantemente en educación: la
concepción de la lectoescritura como exclusivamente correspondencias fónicas, recurriendo a
técnicas de estímulo-respuesta; el auge de los escáneres cerebrales y derivados basados en la creencia
de que proporcionan una descripción adecuada del pensamiento que tanto ha criticado Biesta (2017);
o la idea asociada a la posibilidad y exactitud de medir el aprendizaje, entendiendo este como
reproducción y confundiendo información y conocimiento (Pérez-Gómez, 2012).
En este sentido se pronuncia igualmente Bruner (1990), que explica cómo se produjo el giro
en la psicología para dejar de hablar sobre significados y empezar a hablar de procesamiento de la
información en la metáfora computacional:
Este nuevo reduccionismo proporcionó un programa sorprendentemente libertario para la
ciencia cognitiva que estaba naciendo. Su grado de permisividad era tan elevado que incluso
los antiguos teóricos del aprendizaje E-R y los investigadores asociacionistas de la memoria
pudieron volver al redil de la revolución cognitiva, en la medida en que envolvieron sus viejos
conceptos con el ropaje proporcionado por los nuevos términos del procesamiento de la
información. No había ninguna necesidad de trapichear con los procesos «mentales» o con el
significado. El lugar de los estímulos y las respuestas estaba ocupado ahora por la entrada
(input) y la salida (output), en tanto que el refuerzo se veía lavado de su tinte afectivo,
convirtiéndose en un elemento de control que retroalimentaba al sistema, haciéndole llegar
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información sobre el resultado de las operaciones efectuadas. En la medida en que hubiese un
programa computable, había «mente». (pp, 23-24)
Por el contrario, la insistencia de Vygotsky en la conexión de la mente individual con la
cultura, la historia y la sociedad, junto con la importancia fundamental de la creación activa de
significados a través del habla y otros sistemas de signos, sienta las bases para una amplia gama de
pedagogías que no se limitan a la reproducción y adquisición de hechos preestablecidos
Reduccionismo de clase social y rendimiento académico
Otra fuente habitual de reduccionismos que comenten la perspectiva evidencialista para poder abordar
los problemas educativos suele ser la relativa a la relación entre pobreza y bajo rendimiento.
Entender esta compleja relación requiere acudir a muchas áreas de conocimiento y diferentes
paradigmas dentro de ellas. En este sentido, contar con datos es importante, pero estos por sí solos no
identifican las causas subyacentes. Para comprenderlas es necesario acudir a un abordaje sistémico
que incluya cuestiones tan complejas como mecanismos de explotación o formas de circulación del
capital financiero. Igual ocurre con el concepto de clases bajas que en la última década se ha
desdibujado frente al concepto precariedad, que incluye normalmente a las clases medias cuya
posición en el mundo económico se define por no poseer medios de producción. Cuestión que se ve
aumentada por la globalización de la economía (Castells, 2001).
Entender estas cuestiones pasa por estar familiarizados con profundas concepciones teóricas
sobre el concepto de clase social, alejada de reduccionismos como el estilo de vida y reconociendo la
gran influencia de las cualificaciones de los padres en el rendimiento de los hijos que no consiste en
negar la economía, sino en reconocer los medios culturales por los que la ventaja económica se
transmite entre generaciones (Bourdieu y Passeron, 2018).
Las interpretaciones reduccionistas de la relación entre la posición social y el rendimiento
educativo adoptan muchas formas, pero omiten de manera crucial las capas y las relaciones de
causalidad claves (Wirgley, 2019). Por ejemplo, poner en el centro de la responsabilidad al
profesorado del bajo rendimiento del alumnado no tiene en cuenta las presiones económicas,
culturales y psicológicas.
A la inversa, las teorías sobre la inteligencia heredada genéticamente representan una
reducción muy sesgada de los niveles de explicación psicológicos y culturales a los biológicos.
El argumento de la "falta de aspiraciones" y la exigencia de una mayor "resiliencia" personal trasladan
la carga al individuo, olvidando que es difícil mantener altas aspiraciones sin las correspondientes
oportunidades o sin tener en cuenta el papel del capital cultural (Bourdieu y Passeron, 2018).
La reciente reformulación neoliberal de la justicia social como "movilidad social" (y más
recientemente las frecuentes llamadas al “ascensor social”) dentro de una supuesta meritocracia justa
(Littler, 2018) es una negación de las estructuras de mantenimiento de poder de las clases sociales
más altas que responsabiliza al individuo de su fracaso, pese a que todos los datos de diferentes
investigaciones ponen de manifiesto la reproducción y legitimación de las clases sociales que supone
esta idea meritocráctica (Barragué, et al, 2022).
Un intento no reduccionista de "cerrar la brecha" debe mirar al mismo tiempo fuera y dentro
de la escuela. Esto implicaría, por un lado, actuaciones a nivel social, así como reunir diferentes
análisis y teorías educativas y sociológicas.
Por otro lado, también requiere tener en cuenta cuestiones pedagógicas como promocionar
perspectivas alejadas de la simplificación que supone la educación, entendida como rendimiento
académico del alumnado, el desarrollo de actividades que permitan al alumnado construir un valor
de uso del conocimiento (Santos-Guerra, 2001) o flexibilizar cuestiones curriculares y alejadas de la
burocracia y la perspectiva tecnocrática.
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El reduccionismo de la eficacia
Otro de los reduccionismos necesarios para que esta perspectiva basada en la evidencia genere la
ilusión de funcionamiento, tiene que ver con la perspectiva de que entiende la educación como
eficacia.
La evaluación y el desarrollo escolar se entienden en muchos países a través de los paradigmas
de la eficacia y la mejora escolar. Esto tiene mucho que ver como hemos visto con la influencia de
determinada perspectiva psicológica en educación y de cuyo peligro yo nos advertía Gimeno-
Sacristán (1982, p. 16): “[e]l rendimiento cuantitativo se asoma ya al terreno pedagógico como en
algún modo equivalente a cualidad o la calidad de la educación: Una concepción rentable y
eficientista de la calidad de la educación.”
Este reduccionismo incluye la tendencia de los sistemas neoliberales de rendición de cuentas
a tratar a las escuelas como entidades aisladas y funcionando bajo la metáfora industrial,
desconectadas de los mundos vitales del alumnado, más allá de la escuela, la sociedad, la economía
o la cultura (Wrigley, 2019; Zeichner, 2022). Igual ocurre con las didácticas específicas en las que el
evidencialismo simplifica los objetos de estudio y tiende a ignorar procesos
Llama poderosamente la atención la similitud de este reduccionismo de la eficacia con otro
de los aspectos de la perspectiva evidencialista de la que ya hemos hablado. Esta idea de que la medida
se convierte en el objetivo, ocultando así la idoneidad de objetivo y medida. En palabras de Gimeno-
Sacristán (1982, p. 21): “La eficacia adquiere valor en sí misma, sin poner claramente de manifiesto
en orden a qué es eficaz”
Investigaciones en la campana de cristal: la cualidad de los problemas de investigación
Otro de los reduccionismos que, para nosotros, plantean esta perspectiva basada en la evidencia es lo
que yo llamo investigación en la campana de cristal (Fernández-Navas, 2022) y que, en parte, tiene
mucho que ver con lo que ya hemos comentado sobre los experimentos, la causalidad y la necesidad
de aislar variables como reduccionismo de la realidad que requiere la perspectiva evidencialista.
Pero también tiene que ver con una intención de hacer de la educación un asunto objetivo,
como se hizo (erróneamente a nuestro juicio) con la psicología (Bruner, 1990), entendiendo que hay
jerarquías entre ciencias y métodos, donde el experimental guarda un lugar privilegiado y se asocia
con la objetividad y, aunque epistemológicamente, como hemos visto, el campo de estudio tenga
otras características.
Bajo estas premisas, es imperativo eliminar capas y capas de complejidad de los problemas a
estudiar para que puedan encajar en la metodología experimental: se simplifican los problemas para
poder medirlos, porque así son más “objetivos”, más “científicos”, pero en realidad están cayendo en
un reduccionismo experimental tal y como hemos visto. Tratando de hacer los problemas educativos
cuantificables y experimentales, estos se simplifican tanto que dejan de responder a las cuestiones
inicialmente planteadas en la práctica. Se inventa una realidad ad hoc donde poder cuantificar,
“estudiar dentro de una campana de cristal”, pero al salir de esa campana de cristal, las soluciones
halladas dejan de ser útiles para los problemas de la práctica, donde el control de variables conseguido
en el experimento (a base de simplificar el problema) no es posible.
Una mezcla de estos reduccionismos que hemos ido detallando hasta ahora, se ve claramente
en muchas de las investigaciones en torno a los deberes, a las relacionadas con la lectura y el uso de
medios digitales o aquellas que en su investigación comparan instituciones públicas y concertadas-
privadas. En ellos suele dejarse fuera toda cuestión sujeta al contexto social y cultural o a las
interpretaciones diferentes de los sujetos del estudio. Por otro lado, se omiten perspectivas teóricas
muy diferentes sobre un mismo concepto extirpando toda complejidad, riqueza y posibilidad de
discusión teórica. Estas cuestiones, además, rara vez se explicitan en dichos estudios, incumpliendo
con el criterio de transparencia que deberían tener todas las investigaciones (Tracy, 2020).
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Solo así se ve claramente cómo en la mayoría de ellos la medida definitiva para comparar qué
funciona y qué no suele ser el rendimiento académico. Pese a que la inferencia de procesos cognitivos
y aprendizajes a partir de este sea una cuestión más que polémica en la propia psicología cognitivo-
conductual (Soderstrom y Bjork, 2015) y más que superada en tradiciones como la interpretativa o
crítica (Bruner, 1990; Pérez-Gómez, 2000; Alcaraz-Salarirche, 2014; Stenhouse, 1997, 2021a,
2021b); O cómo se produce el reduccionismo de clase social en el que esta pasa a un segundo plano
tras el rendimiento académico en las investigaciones de los deberes, pese a que, como decíamos con
anterioridad, sea necesario entender todas las estructuras sociales, de poder y opresión que influyen
en el rendimiento y en especial en los deberes que se hacen, por definición en casa.
Al final, en esta búsqueda de objetividad basada en la evidencia, la única forma de que los
problemas de ciencias sociales y, en especial, de educación, encajen en su perspectiva y sus métodos
científicos es reduciendo la complejidad de estos, extirpando de los problemas elementos, conexiones,
claves o estructuras culturales.
Frente a esta perspectiva basada en los reduccionismos, destaca lo que plantean autores como
Tracy (2020, p. 180) donde lo importante para una buena investigación es lo que ella denomina “tema
valioso” que tiene que ver con que sea “relevante, oportuna, significativa, interesante o evocadora” y
para eso, entre otras cosas, se busca la complejidad en los problemas a investigar: controversias
contemporáneas o temas que puedan proporcionar claves de comprensión profunda de los mismos, a
través de situaciones “autenticidad educativa” en los problemas que se investigan y cuya complejidad
se considera una oportunidad y una riqueza para la investigación. Frente a problemas simples, fruto
de reduccionismos o a los que se les ha eliminado capas y capas de complejidad. Tal y como lo
expresa Tracy (2020)
Las investigaciones que son contraintuitivas, que cuestionan supuestos dados por sentado o
que desafían ideas bien aceptadas suelen ser valiosas. [...] Por eso son intrínsecamente
interesantes los estudios sobre fenómenos poco conocidos o contextos evocadores. También
por eso la gente se siente atraída por las investigaciones que dan un giro a los supuestos de
sentido común. Cuando la investigación se limita a confirmar los supuestos existentes, la gente
negará su valor aunque reconozca su verdad. En resumen, el público pensará “eso es obvio”
en lugar del más codiciado “eso es interesante” (p. 180)
Entendiendo la educación como un asunto técnico: el resurgir del paradigma
tecnocrático
Decía el profesor Gimeno-Sacristán (1982) que la educación no es un asunto técnico, haciendo así
una crítica a aquellas perspectivas que tratan de, dentro del paradigma de la eficiencia del que ya
hemos hablado con anterioridad, reducir la toma de decisiones educativas a un asunto técnico
desligado de cualquier tipo de teoría e ideología subyacente.
Esto que representa una imposibilidad de facto, tal y como lo expresa Gimeno-Sacristán
(1982, p. 64): “cualquier técnica y cualquier práctica no pueden plantearse al margen de una cierta
base de conocimiento. La acción se guía siempre por un pensamiento, aunque este sea implícito para
el que ejecuta”, se produce con una intención de ocultación de las teorías subyacentes por motivos
que veremos más adelante y que Inglis (1985, p.40) ya anticipa cuando plantea que las personas que
creen carecer de teoría “están atrapados por las teorías que los atan y los inmovilizan, porque no
tienen posibilidad de pensar sobre ellas y por tanta de eliminarlas. No carecen de teoría; son teóricos
estúpidos
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En este sentido, llama poderosamente atención, el giro radical al que hemos asistido sobre el
tipo de profesional que debe ser el docente. Hasta aproximadamente los años 90 existía toda una
corriente reclamando la necesidad de profesionales reflexivos (Schön, 1987) y del profesorado como
investigador de su propia práctica (Elliott, 1993, 2022) cuya argumentación vinculaba los intereses
constitutivos del conocimiento de Habermas (1984) para diferenciar lo que se vino a llamar
profesionales técnicos, prácticos y críticos que establecieron Zeichner y Liston (1987) y que en
nuestro país rescata el profesor Trillo-Alonso (1994).
Todos estos discursos surgen como respuesta a la mercantilización de la educación y la
burocratización de la profesión docente a través de paradigmas técnicos basados en la eficiencia
(Gimeno-Sacristán, 1982). Son los momentos álgidos de lo que se vino a llamar la “pedagogía por
objetivos”. El florecer de las interminables enseñanzas programadas que Gertrúdix (1999, p. 22)
califica como “un instrumento absolutamente diabólico”.
La crítica a este paradigma la aborda Contreras-Domingo (1990) a través de lo que él llama
“proletarización del profesorado” haciendo referencia a los mecanismos subversivos por los que con
esta visión eficientista de la educación el profesorado pierde su autonomía convirtiéndose en un
profesional técnico, aplicando métodos que otros diseñan. Y que Trillo-Alonso (1994) define como:
Al técnico le preocupa el cómo: cómo hacer lo que le dicen que haga. El qué hacer no es cosa
suya, le viene dado […] El técnico es, por lo tanto, muy jerárquico, y asume sin cuestionar su
condición: la más baja, según él (o ella) en el organigrama de cuantos tienen que ver con el
currículum. Reproduce así, sin saberlo, la clásica división entre lo intelectual y lo manual (que
supondría aquí la puesta en práctica). En el reconocimiento de que «es un mandado», hay
cierta resignación, pero también cierto alivio; la responsabilidad no es suya: «Que hagan bien
las cosas» los otros… (pp. 70-71)
En este sentido llama poderosamente la atención algunas cuestiones: el abandono, como
decíamos de estos discursos, del tipo de profesional que debe ser el profesorado en la línea de un
profesional crítico, reflexivo y que se conciba como un investigador de su propia práctica; el
resurgimiento de la famosa (y antigua) taxonomía de Bloom como elemento estrella del diseño
curricular actual, que nos indica que las últimas políticas y leyes educativas han girado hacia este
paradigma eficientista que Gimeno-Sacristán ya criticaba en 1982; la burocratización de la enseñanza
y la proletarización del profesorado de la que hablábamos; y la reclamación de la educación basada
en la evidencia de que en palabras de Ferrero (2018) “No es convertir al maestro en investigador. El
maestro es maestro. El maestro tiene que enseñar. La investigación se deja para los investigadores”.
Todo parece reflejar que las nuevas competencias y las políticas derivadas de ella, han traído de vuelta
viejos paradigmas. Lejos de suponer un avance hacia el desarrollo de un profesorado reflexivo y
crítico, dueño de su conocimiento profesional y que se concibe como un investigador de su propia
práctica. Lo que Biesta (2017) denomina sabiduría entendida como “virtuosismo para realizar juicios
educativos”.
Esta cuestión ya la anticipaba Gimeno-Sacristán en 2008 cuando se preguntaba “Educar por
competencias ¿qué hay de nuevo?” y explicaba que es común la aparición de lenguajes y metáforas
que renombran lo conocido de manera aparentemente nueva. Esta situación puede generar perplejidad
y entusiasmo, pero estos nuevos lenguajes pueden ser necesarios para abordar nuevas realidades o
pueden ser creados para servir intereses específicos de poderes y burocracias, o para expresar las
concepciones y propuestas de expertos con mayor precisión y mantener sus privilegios
En esta situación, se encuentra el profesorado, atrapado en esta avalancha de burocracia y
nuevos lenguajes que producen de forma muy efectiva su “desprofesionalización”. La investigación
basada en la evidencia supone una “balsa de aceite” que ofrece tranquilidad y menos responsabilidad
bajo el falso paradigma de la simplicidad. Al mismo tiempo que bloquea críticas en contra de la propia
perspectiva evidencialista. En palabras de Wescott (2022):
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In a post-truth paradigm, dismissal of research claims is akin to scientific scepticism, a
betrayal of intellectual ethics of teacher practice, placing teachers in an impossible bind where
the evidence, despite questions about its efficacy, is protected by a discursive paradigm that
makes it impossible to question (p. 15)
Susurra al oído del profesorado que no debe pensar, sólo ejecutar lo que otros diseñen, pero
esto como ya nos plantea Han (2020) es sólo una moderna forma de autoexplotación que además
representa un grave problema para las finalidades de la educación. La retroalimenteación que suponen
la recepción y la demanda por parte del profesorado de este tipo de hallazgos la adelantábamos en la
introducción de este trabajo; y su vinculación con las políticas educativas lo tratamos en el siguiente
apartado.
Conclusiones: Tomar decisiones políticas “basadas en la evidencia” y los
castillos de naipes. De la preocupación honesta por la mejora educativa a la
construcción de relatos
A lo largo de este trabajo hemos visto cómo uno de los peligros de las nuevas democracias en
sociedades tan complejas como las actuales es, según Innerarity (2020) su simplificación. En este
sentido, aparece lo que el mismo autor denomina dataismo produciendo una idea de credibilidad,
objetividad y, por lo tanto, demanda, de datos como verdad científica incuestionable. En este contexto
es donde la educación y la investigación basadas en la evidencia han cobrado relevancia.
Siguiendo con esta idea, hemos tratado de plantear problemas relacionados con la
epistemología para adentrarnos después en lo que Wrigley (2019) llama reduccionismos que esta
perspectiva evidencialista debe asumir para poder desplegar sus teorías e investigaciones.
Por último, hemos conectado cómo esta perspectiva supone el resurgir de una vieja visión de
la educación como un asunto técnico, sobre la que hemos profundizado en sus inconsistencias y
dificultades.
Cabría preguntarse pues, llegados a este punto: ¿de dónde viene el interés de la política por la
investigación basada en la evidencia en la educación? O sintetizando, la educación basada en la
evidencia.
Dice Wrigley (2019) que es posible que también nos encontremos en una situación política
predispuesta, con una cierta prisa por encontrar respuestas rápidas y soluciones sencillas a problemas
complejos. Esto, junto a la disolución de la discusión pública sobre cuestiones filosóficas y de calado
de la propia democracia actual (Innerarity, 2020), produce:
In their eagerness for a bargain, in their zeal to explain too much too fast, scientists and
philosophers...underestimate the complexities, trying to skip whole layers or levels of theory
in their rush to fasten everything securely and neatly to the foundation. (Dennett, 1995, p. 82
citado por Wrigley, 2019)
Nuestra opinión es que este interés de la política por la perspectiva evidencialista tiene que
ver, más que con una preocupación honesta por mejorar la educación, con una función política de las
reformas (Sola, 2004) en el sentido que Lakoff (2017) entiende la creación de nuevos lenguajes y
marcos mentales.
Así, la cultura del dataismo unida al marco de legitimación política que proporciona el
lenguaje, se induce mucho mejor cuando se defiende que las decisiones políticas se toman basadas
en la evidencia. Estos lenguajes activan un marco mental en la sociedad y los profesionales de la
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educación que tiene que ver con “seguridad”, “objetividad” y “ciencia”, cuestiones muy deseables
para ser asociadas con determinadas posturas políticas.
Hemos tenido un ejemplo de este planteamiento con el COVID, donde en cada comparecencia
gubernamental afloraba de forma específica este lenguaje de la toma de decisiones basada en la
evidencia, o las continuas referencias al comité de expertos.
La perspectiva evidencialista simplifica la vida al relato político, en cuanto que aporta datos
y lenguajes que permiten proyectar el marco de legitimación política desde la objetividad y la toma
de decisiones responsable, profesional y científica del partido de turno, produciendo efectos perversos
en la investigación que se promociona (Fernández-Navas, Alcaraz-Salarirche y Pérez-Granados,
2021; Fernández-Navas et al, 2020) y que, en palabras de Wescott (2022, p. 5), “Policymaking
reliance on evidence-based rhetoric also precludes the possibility of problematizing evidence, and
rejects research that does not comply with its methodological prescription”.
Todo esto explica la preocupación que expresa Gimeno-Sacristán (2005) sobre los discursos de las
reformas educativas.
En las discusiones sobre las reformas educativas se favorecen muy poco los debates que traten
temas trascendentales, como por ejemplo: para qué queremos el sistema educativo y de qué
conviene ocuparse dentro de él. En cambio, se invierten sumas ingentes de esfuerzos y de
recursos en debatir problemas menores, impuestos por los lenguajes esotéricos de algunos
expertos al servicio de políticos, que en ocasiones también prefieren el lenguaje opaco de los
tecnicismos, en vez de desarrollar el que debería serles más propio. El discurso
pretendidamente técnico es una coartada para evitar la discusión pública sobre dilemas más
sustanciales. (p. 69)
Esto no es aceptable si queremos una mejora de la educación. Esta perspectiva de la educación
basada en la evidencia se queda muy corta para ofrecer respuesta de calidad sobre los problemas de
la educación. Porque, además, ya hemos estado ahí. El principal problema por el que se inicia la
Guerra de paradigmas tal y como hemos visto al principio de este trabajo fue lo que plantea Barrow
(1984, p. 213) como crítica al paradigma positivista en educación, que se había demostrado
“inadequate to tell us anything secure and important about how teachers should proceed in the
classroom”.
La vuelta a esta situación de partida es como nos anunciaba Gimeno-Sacristán (2008) al hablar
de los motivos de la aparición de nuevos lenguajes en educación: “creaciones de expertos en búsqueda
de fórmulas para expresar sus concepciones y propuestas con más precisión, pero también con la
finalidad de mantener sus privilegios.”
Hace falta lo que en palabras de Wescott (2022) sería:
In order to achieve a greater harmony between policy initiative implementation and the
valuing of teacher knowledge, the impenetrable reverence for evidence-based policy and
clinical rationalities needs to be dismantled. Critique of these paradigms should not be aligned
with a post- truth condition that has witnessed the rise of research denialism and scientific
scepticism, but might instead be seen as the practice of informed critique in the spirit of
intellectual rigour and democratic engagement (p. 16)
Lo cual deja abierta la cuestión de que la mayor parte de la investigación educativa, se sigue
realizando en el ámbito universitario, donde el sistema de acreditación y la prevalencia en este de las
publicaciones en revistas indexadas, perpetúa la hegemonía del paradigma positivista. Produciendo
la idea de lo que Herzog et al. (2015) denominan “desustantivización” y que puede resumirse en la
cuestión de: si el arte es arte porque está en un museo, o está en un museo porque en un momento
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anterior fue ya arte. Este concepto se podría extender a la cuestión de que el sistema de calidad de las
revistas, favorezca los artículos experimentales como demuestran investigaciones recientes en
nuestro país (Fernández-Navas, Alcaraz-Salarirche y Pérez-Granados, 2021; Fernández-Navas et al,
2020).
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Información de contacto: Manuel Fernández Navas. Universidad de Málaga, Facultad de Ciencias
de la Educación Departamento de Didáctica y Organización Escolar. Bulevar Louis Pasteur, 25,
29010, Málaga, e-mail: mfernandez1@uma.es
... El absentismo escolar es un fenómeno complejo y multifacético que carece de una definición exacta y universal, dado que está condicionado por el contexto en el que se presenta (Maxwell, 2019;Flyvbjerg, 2004;Fernández y Postigo, 2023). Este concepto está íntimamente relacionado con la desvinculación del alumnado tanto del aula como del centro educativo y se asocia estrechamente con el abandono escolar temprano, un problema de gran envergadura en los sistemas educativos a nivel mundial (Gottfried, 2010;Lamote et al., 2013;Balfanz, 2016;Gershenson et al., 2017;Tarabini et al., 2018). ...
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Este estudio de corte cualitativo, a través de entrevistas en profundidad a profesorado y alumnado, explora la relación entre el absentismo escolar y la repetición de curso, fenómenos que parecen estar interconectados y que pueden conducir al abandono escolar temprano. Aunque la repetición de curso se aplica para corregir la falta de aprendizajes, su efectividad en estudiantes absentistas es cuestionada. El profesorado justifica la repetición por la falta de aprendizajes en estos alumnos, pero la medida no aborda el absentismo, su raíz. Además, la repetición de curso puede fomentar el absentismo, ya que los estudiantes repetidores desarrollan actitudes negativas hacia la institución educativa. Los alumnos entrevistados manifestaron frustración y desmotivación, aumentando sus ausencias. Es crucial reconsiderar la repetición de curso como estrategia para estudiantes absentistas y buscar alternativas que enfrenten las causas del absentismo, evitando así el fracaso académico y el abandono escolar.
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Este artículo aborda la cuestión de articulación de la investigación educativa y las prácticas docentes en el desarrollo profesional del profesorado, con especial interés en la objetivación de prácticas de aula ancladas en el conocimiento científico consolidado y su valor como evidencias para comprender y orientar la actuación en las aulas. El objetivo del estudio es documentar una tarea completa para el aprendizaje la escritura registrada en 4º curso de Educación Primaria, con el fin de que pueda convertirse en referente para procesos de formación inicial y permanente del profesorado. A través de la aplicación de una guía de observación sistemática de prácticas efectivas, se identificaron en dicha tarea 18 prácticas efectivas de las 19 posibles. Además, se caracterizaron las prácticas identificadas explicando en qué consisten y estableciendo su relación con estudios empíricos. De este modo, los resultados permiten establecer la tarea como práctica referente para la formación inicial y permanente del profesorado. Este proceso de evidenciación de la práctica en el contexto en que se desarrolla permite reflexionar sobre las relaciones de ida y vuelta entre la investigación educativa y las prácticas de aula fundamentadas, y sobre el sentido del término "evidencia" para el desarrollo profesional docente.
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El ámbito educativo requiere de corresponsabilidad en un acto apoyado desde el seno familiar que genere la construcción propositiva del conocimiento, con acciones fundamentadas en valores éticos y morales que consolide la metacognición de los adolescentes, por ello se planteó como objetivo general determinar la relación existente entre corresponsabilidad familiar y la mejora del desempeño metacognitivo del adolescente en una Unidad Educativa fiscal de Manabí, en la República del Ecuador 2023. La investigación que se fundamentó bajo el método sistemático, con el paradigma positivista, centrada en el enfoque cuantitativo, enmarcada en el diseño no experimental, siendo de tipo básica con corte transversal, contó con una población de 64 adolescentes, los mismos que conformaron la muestra, siendo esta obtenida bajo un muestreo simple a conveniencia del investigador. Además, requirió del uso de la encuesta como técnica y los cuestionarios como instrumentos debidamente validados por expertos y sometidos a prueba de confiabilidad mediante Alfa de Cronbach. El Análisis de los datos requirió de la estadística haciendo uso del aplicativo SPSS versión 29.0, cuyos resultados de correlación establecieron que los adolescentes presentan un nivel bajo en corresponsabilidad familiar, así como en el desempeño metacognitivo, con el 45,31% y el 46,87%, respectivamente, dejando una medida de relación significativa como respuesta a la interrogante planteada, concluyendo con la existencia de relación entre corresponsabilidad familiar y la mejora el desempeño metacognitivo.
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The recent commercialisation of educational innovation makes it necessary to be very aware of the meaning of the changes that are introduced. Whether they are focused on the search for educational quality and not on commercial strategies, and whether they are in line with what the different areas of knowledge indicate to us, is decisive in establishing whether we are dealing with true educational innovation. In this article we defend a critical and community-centred approach, as proposed by Paulo Freire, which allows for the improvement of education and society, from a critical and non-commercialised approach. KEYWORDS Educational Paradigms; School Improvement; Social Transformation
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The article addresses teacher education to teach successfully in schools in Historically Marginalized Communities. In order to do that, the author explains, first of all, this concept and delves into the duality of private and public funding in education. To achieve the optimistic future he foresees, the structure of funding must change. The author also exposes two major pathways to democratic teacher education: doing a better job in preparing teachers from outside historically marginalized communities in teaching students in culturally responsive and sustaining ways and doing a better job of recruiting, preparing, and retaining teachers who live in these communities to stay there and teach. Finally, an outline of what needs to be done is presented.
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This article aims to explain (and appreciate) the work of Angel Perez Gomez and his associates to prepare teachers for creative engagement with educational change. From a personal and professional perspective, the author explains the development and the relationship of Angel and his associate researchers’ and his and his peers’ works. The paper situates the relevance of Angel Perez and the Malaga group’s work at a national and international level by bringing it into discussion with other relevant works on the same topic and with his own perspective.
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A trend towards evidence-based practice has developed in policy and practice in the United Kingdom, the United States, and Australia in recent years, evolving to become a powerful hegemonic force. This paper considers this latest impetus to teach according to the mandates of a narrow evidence base as a symptom of the post-truth condition, one that elevates a limited body of evidence to an infallible position. Drawing on interviews with practicing teachers and critical discourse analysis of policy texts, this paper explores the homogenizing effects of a tyrannical evidence-based movement, using Antonio Gramsci’s (1971) writing on the relationship between consent, coercion, and the maintenance of cultural hegemony. This paper argues that the contemporary policy landscape obtains consent from teachers to accept its claims through a coercive paradigm built from a powerful set of hegemonic discourses, such as “what works” and “evidence-based.” These discourses, this paper suggests, need to be considered within the current post-truth context, where the dismissal of research claims is akin to scientific skepticism; a dynamic that places teachers in an impossible bind where the evidence underpinning policy is protected by a paradigm that makes it difficult to question.
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Este artículo presenta un modelo de calidad en la investigación cualitativa que es excepcionalmente amplio, aunque flexible, ya que distingue entre los medios (métodos y prácticas) y los fines de la investigación cualitativa. El artículo ofrece en primer lugar una contextualización y una justificación de la conceptualización. Luego, la autora presenta y explora ocho aspectos clave de calidad en la investigación cualitativa. incluyendo (a) tema valioso, (b) rigor elevado, (c) sinceridad, (d) credibilidad, (e) resonancia, (f) contribución significativa, (g) ética y (h) coherencia significativa. Esta conceptualización de ocho puntos ofrece un modelo pedagógico útil y proporciona un lenguaje común de buenas prácticas cualitativas que pueden ser reconocidas como integrales por una variedad de audiencias. Mientras defiende estos marcadores de calidad, el artículo deja espacio para el diálogo, la imaginación, el crecimiento y la improvisación.
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This paper presents a reflexive panorama focusing the problems of divulgation of qualitative research results in Spain. In our experience, we observe that there is no equity between quantitative and qualitative methodologies, with a clear predominance of quantitative methods, which has made reliability in the qualitative methodology as a rigorous research approach to be seen strongly affected. To inquire into this situation, the production in high-impact Spanish journals of the last five years has been analysed, classifying the type of articles published according to methodology, as well as their focus and scope policies. On the other hand, in order to contrast the information with the documentary analysis, researchers in qualitative research, as well as students, have been interviewed about the problem of publishing in journals with high impact and the difficulties in obtaining research projects with this approach. Among the reasons that have led to this situation we find that, the access of university professors, focused mainly on merits of publications and research; and the preference of quantitative work impact journals derived, among other issues related to hegemonic thinking about how rigorous knowledge is generated, produces significant imbalances between both methodologies. We conclude the article considering possible proposals that presumably will value the richness of qualitative research as an indispensable part of scientific thinking in education.
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In this paper we reflect on how qualitative research in education in Spain has become invisible, by asking a series of questions. What are the effects of this? What are the keys to understand this marginalisation of qualitative research? What are the implications for researchers and students? What challenges does qualitative research face in order to overcome this lack of visibility? To discuss these issues, we present a series of structured reflections in the form of an essay based on the preliminary impressions that have emerged in the course of a broader investigation that we are conducting and that focuses on the state of qualitative research in education in Spain. Our intention is, on the one hand, to offer a vision of the Spanish panorama to the international community, and on the other hand, to transfer the ideas that have emerged during the course of the research that we are developing to serve as a reflection and resource to other qualitative researchers.
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A lo largo de este ensayo se plantea, desde una perspectiva crítica, cuál es la situación actual de la investigación cualitativa en Educación. Los autores establecen una descripción de lo acontecido durante la “Guerra de paradigmas” en el último cuarto del siglo XX para, a continuación, comparar la situación actual de la investigación cualitativa en educación con la percepción social y académica de qué significa investigar y producir conocimiento riguroso. La configuración del pensamiento he- gemónico sobre investigación en educación basado en el positivismo y el surgimiento de lo que se ha venido a llamar “investigación basada en la evidencia” sustentan la construcción de este pensa- miento hegemónico de forma que la investigación cualitativa parece estar quedando invisibilizada. Este artículo invita a preguntarse ¿Qué pueden hacer los investigadores e investigadoras cualita- tivos para revertir esta situación?
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This article seeks to examine some of the problems in current policy, pedagogy and practice through the concept of reductionism. It examines various forms which this may take involving inappropriate scientific methodologies, a diminished sense of structure (or, conversely, agency), temporal confusion and teleological/ethical reductionism, drawing on examples from natural and social sciences as well as education. It draws on Critical Realist understandings of causality, stratification and emergence to ground the discussion ontologically and epistemologically. The article then builds on this theoretical foundation for a critical discussion of teaching and learning, poverty-related underachievement, school development, and evidence-based teaching.