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CARTASALEDITOR/LETTERTOTHEEDITOR
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Cambios en medicina y salud
Changes in Medicine and Health
Señor Editor,
Entendiendo que para mirar hacia adelante es
esencial comprender el pasado, un grupo de trabajo
de la Academia Chilena de Medicina reflexionó sobre
los cambios en medicina y salud ocurridos durante el
último medio siglo en el país y su inserción en las trans-
formaciones sociales, culturales, políticas y económicas.
Fruto de ese trabajo fue un artículo publicado en Anales
del Instituto de Chile1 y un seminario que resumimos
en esta carta.
Uno de los principales cambios ha sido la dismi-
nución de la mortalidad por una baja acelerada de la
natalidad, con un aumento de la expectativa de vida y
envejecimiento de la población, que ha cambiado las
causas de enfermedad y muerte hacia un perfil en que
predominan las enfermedades crónicas y degenerati-
vas2. Estos cambios tienen evidentes impactos sociales y
económicos, con implicancias en las políticas y acciones
de salud en lo preventivo y en lo curativo y que necesitan
atención urgente.
Destaca la creciente conciencia sobre los derechos
humanos y sociales. No es casualidad que salud –junto
con educación, previsión, seguridad y vivienda– sean
las principales reivindicaciones sociales. La ley de
Derechos y Deberes de los Pacientes dispone que las
acciones de promoción, protección y recuperación de
la salud y su rehabilitación sean dadas oportunamente
y sin discriminación. La salud pasó a ser un derecho
de las personas exigible en forma gratuita, oportuna
y de calidad3.
El desarrollo científico y tecnológico ha sido asom-
broso y se ha acelerado durante los últimos decenios,
con una mejora notable en diagnósticos, tratamientos
y pronósticos para millones de personas. Sin embargo,
este desarrollo ha traído dificultades con consecuencias
éticas y económicas para la formación y el trabajo de los
profesionales de la salud, inmerso en procesos sociales
cambiantes que amenazan su esencia. Hoy día se hace
ineludible proveer cuidados basados en la mejor evi-
dencia científica disponible y el respeto irrenunciable
a los principios éticos de autonomía de los pacientes,
no maleficencia, beneficencia y justicia4.
El centro de la práctica de los profesionales de la
salud es el cuidado de las personas para prevenir y curar
sus dolencias, porque la medicina es una profesión de
servicio y no para servirse de ella. El conocimiento y
su continua actualización desde la escuela de medicina
hasta el final de la vida médica, es un deber y no una
opción. El paciente es una persona que merece el mayor
respeto considerando su biografía, afectos, temores,
conocimientos e ignorancias. La valoración adecuada
de los pacientes se aprende observando el ejemplo de
tutores clínicos idóneos y las instituciones formadoras
deben inevitablemente contar con ellos.
Las escuelas de medicina deben actualizar sus mallas
curriculares conforme a las variantes demográficas, a
los cambios epidemiológicos y a las patologías preva-
lentes. La definición del perfil de egreso de la carrera
debe contemplar las necesidades prioritarias de salud
de la población, siendo fundamental una adecua-
da coordinación entre las instituciones directamente
involucradas –escuelas de medicina y Ministerio de
Salud– con el aporte de las sociedades científicas y de
la Academia de Medicina.
El mercado juega un enorme papel en el desarrollo
de la medicina, particularmente en investigación y
producción de instrumentos y medicamentos de tecno-
logía avanzada, pero si no se vigila y controla su actuar,
muchas veces se aleja del beneficio de las personas. El
encarecimiento de la medicina por el desarrollo tecno-
lógico ha creado una inmensa brecha en el acceso a las
atenciones de salud. La mercantilización de la medicina
es notable y los conflictos de interés se producen con
frecuencia. No es ético aceptar ganancias injustas –de
instituciones, gremios o individuos– a costa del sufri-
miento y la salud de las personas.
El país desarrolló en los últimos cincuenta años di-
versos procesos para asegurar la calidad del trabajo y de
la enseñanza de la medicina a través de la acreditación
de instituciones y la certificación de las especialidades
médicas. Sin embargo, en el último decenio se ha pro-
ducido un dramático retroceso por conflictos de interés
del Estado y prejuicios ideológicos que ponen en riesgo
la calidad de la medicina.
El personal de la salud debe ser cuidado y tiene
que cuidarse más. Las exigencias de un trabajo muy
demandante, especialmente en la última pandemia,
con un nivel ético superior al del resto de las personas,
terminan dañando su salud física y mental. El abandono
de la profesión, la depresión y las tasas de suicidios son
significativamente mayores entre los médicos que en el
resto de la población5.
Se reconoce que la mayoría de los cambios han
mejorado significativamente los indicadores de la sa-
lud de la población chilena, lo que ha sido destacados
por observadores nacionales e internacionales6. No
obstante, no todos los cambios son progresos y hay
problemas no resueltos que deben ser abordados en
forma urgente con el concurso decidido y generoso
de todos: gobierno, parlamento, instituciones y orga-
nizaciones relacionadas con la salud, tanto públicas
como privadas.
Algunos de los temas no resueltos son la necesi-
dad de una medicina preventiva más desarrollada,
con campañas eficaces en contra de la obesidad,
el consumo de tabaco, de drogas y de alcohol, y la
RevMedChile2022;150:975-978
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importancia de las vacunas, de la pesquisa precoz
de enfermedades que frecuentemente tienen largas
etapas asintomáticas. No es aceptable que costos
desmedidamente elevados impidan a las personas
recibir tratamientos o procedimientos diagnósticos
que necesitan y no pueden pagar. El mercado puede
aportar en eficiencia, pero en la medida que cautele
equidad, solidaridad y fraternidad en el ejercicio de
la medicina y en los cuidados de la salud y de la en-
fermedad, como principales objetivos.
Parece oportuno señalar que, junto a los cambios y
avances, permanecen áreas donde el progreso ha sido
menor o incluso desilusionante. Es el caso de la resolu-
ción de las listas de espera; el acceso amplio a las nuevas
tecnologías y tratamientos; la disponibilidad de órganos
para trasplantes; la prevención y manejo de adicciones
y enfermedades mentales; la prevención y control de
pandemias; la reducción de errores y accidentes en los
establecimientos de salud, en el hogar o en los lugares
de trabajo.
Rodolfo Armas1, Eduardo Bastías1,
Jorge Dagnino1, Marcelo López2,
Fernando Novoa1, Fernando Vio1,
Arnoldo Quezada1
1Academia Chilena de Medicina.
2Doctor en Historia (PhD). Pontificia Universidad
Católica de Chile. Programa de Estudios Médicos
Humanísticos.
Referencias
1. Armas R, Bastías E, Dagnino J, López M, Novoa F, Vio F,
Quezada A. Estudios desafíos y mutaciones de la sociedad
chilena. Voces de la Academia: Desafíos contemporáneos en
la salud y la medicina. Anales del Instituto de Chile 2021,
Vol. Xl: 199-234.
2. Albala C, Vio F. Capítulo 4. El envejecimiento global y la
situación chilena. En: Beca JP, Armas R. Editores. “Final de
la Vida”. Academia de Medicina de Chile. Editorial Medi-
terráneo Ltda. Santiago de Chile, 2021 p. 63-74.
3. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Ley 20584.
Regula los derechos y deberes que tienen las personas en
relación con acciones vinculadas a su atención en salud.
Ministerio de Salud; Subsecretaría de Salud Pública.
4. Rose N. Novas C. Biological Citizenship. In: Ong A, Collier
SJ, eds. Global Assemblage. Technology, Politics and Ethics
as Anthropological Problems. Malden: Blackwell Publi-
shing; 2005: 439-63.
5. Frank, E. & Dingle, AD. Self-reported depression and suici-
de attempts among US women physicians. Am J Psychiatry
1999;156: 1887-94.
6. Bossert J, Liesewitz T. Innovation and change in the Chilean
heath system. N Engl J Med 2016; 374:1-5.
Correspondencia a:
FernandoVio
fvio@inta.uchile.cl