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Ética y
Responsabilidad
Social
Éca y responsabilidad social Imelda Orz Medina/Sigifredo Esquivel Marín
Imelda Ortiz Medina
Sigifredo Esquivel Marín
Coordinadores
Éca y responsabilidad social
Éca y responsabilidad social
Coordinadores
Imelda Orz Medina
Sigifredo Esquivel Marín
Esta invesgación está arbitrada por pares académicos y se privilegia con el
aval de la instución que la edita.
Coordinación Editorial: Carlos Flores
Diseño Editorial: Programa Editorial UAZ
Portada:
Éca y responsabilidad social
Primera edición: 2022
© Imelda Orz Medina
© Sigifredo Esquivel Marín
© Universidad Autónoma de Zacatecas
“Francisco García Salinas”
Torre de Rectoría 3er piso, Campus UAZ
Siglo XXI, Carretera Zacatecas-Guadalajara
km. 6, Col. Ejido La Escondida
C.P. 98000, Zacatecas, Zac.
programaeditorialuaz@uaz.edu.mx
978-607-555-123-4
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier
modo electrónico o mecánico, sin la autorización de la instución editora.
El contenido de esta obra es responsabilidad del autor.
5
Introducción
Sigifredo Esquivel Marín
Imelda Orz Medina
1
La relación entre éca, responsabilidad social y ciudadanía
se complejiza de forma creciente en el mundo contempo-
ráneo. Tendemos hacia una redenición de los conceptos
y de las práccas en torno a las nociones y tramas de rela-
ciones que tejen y entretejen complejas urdimbres entre
éca, responsabilidad social, ciudadanía y tecnociencia y,
todo ello, se realiza bajo el horizonte de una inminente ca-
tástrofe tan silenciada como “normalizada”, donde el pen-
samiento hegemónico, converdo en pensamiento único
contribuye a seguir aceitando una maquinaria genocida
y ecocida; de la cual, cada uno es vícma y cómplice en
grados diferenciales, pero que en conjunto, todos, o casi
todos, contribuimos, distribuimos y nos retribuimos dicho
orden imperial del sistema-mundo-capitalista.
Se establece una nueva sinergia entre ciencia, tecnolo-
gía y mercado en el seno del capitalismo contemporáneo;
ahora bien, dicha sinergia no es uniforme ni planetaria,
sino que ene que ser deconstruida desde una geopolí-
ca del conocimiento situada. Anteriormente la ciencia y la
tecnología se diferenciaban en su objevo nal; mientras
que las ciencias buscaban dar cuenta del funcionamiento
del orden de las cosas, entender su estructura legaliforme;
la tecnología buscaba modicar el curso y recurso natural
en benecio del ser humano, más que entender el mundo,
siempre ha querido moldearlo y modelarlo a imagen y se-
mejanza de los designios humanos.
Del ideal de un conocimiento descripvo hemos ido
transitando hacia un nuevo ideal de un conocimiento
6
Éca y responsabilidad social
prescripvo, eminentemente prácco y cuyo valor es su
aplicación. De la búsqueda de la verdad a la búsqueda de
eciencia y ecacia como único criterio de verdad. De ahí
que si bien ciencia y tecnología nunca estuvieron exentas
de valores y criterios de valoración humana, hoy más que
nunca, la alianza entre ciencia y tecnología, bajo ese dis-
posivo inédito que es la tecnociencia, está generando un
nuevo saber aplicado y, por qué no decirlo, también está
generando nuevas formas de exclusión y dominación.
El nuevo diálogo entre tecnociencia, empresas y socie-
dad conlleva un replanteamiento de la responsabilidad
social, de un saber cuyos alcances están transformando,
de manera cada vez más acelerada, el entorno y el pro-
pio sujeto humano. La función del saber también cambia,
adquiere “nuevas responsabilidades” y enfrenta nuevos
desaos.
Bajo tal panorama, la éca se ha converdo en un espa-
cio teórico de auto-interrogación prácca del ser y aconte-
cer humanos. En estos empos de creciente malestar so-
cial, el mundo ende al complejizarse y complicarse cada
vez más. En un libro que hace un par de años estaba de
moda, Sapiens: De animales a Dioses, su autor Noah Yu-
val Harari (2015), sugería con cierto opmismo triunfalista
que vamos a una nueva fase de la historia de la humanidad
donde “las leyes del diseño inteligente” auguran otro ho-
rizonte de posibilidades, desaos y retos hacia una nueva
era transhumanista donde la conjunción de inteligencia
arcial, ciborg y tecnociencias deparan transformaciones
insospechadas: “En los albores del siglo XXI el homo sa-
piens trasciende sus límites, ahora está empezando a que-
brar las leyes de la selección natural, sustuyéndolas con
las leyes del diseño inteligente” (Harari, 2015, 23).
Asimismo, estamos asisendo a una transformación ra-
dical de todos los órdenes y sistemas sociales, los referen-
tes úlmos y denivos terminan de erosionarse, al em-
7
Introducción
po que surgen, quizá como síntoma del mismo malestar
éco generalizado, una serie de códigos, ordenamientos
estrategias y disposivos de gobernanza y gubernamenta-
lidad, y los consejos de éca aplicada enden a mulpli-
carse en todas las instuciones públicas y privadas. Quizá
la misma preeminencia que ha tomado cierto giro éco
del pensamiento contemporáneo da cuenta de lo que la
sabiduría popular con tanto ahínco señala: “Dime de qué
presumes y te diré de qué careces”.
Nuestra carencia e indigencia radicales no se pueden
ocultar bajo ningún discurso legalista o universalista, sin
dejar de exhibir la miseria teórico-prácca reinante. Vivi-
mos empos donde todo ende a colapsarse, pero no las
estructuras de poder y de dominación, las cuales muestran
sus fauces sanguinolentas con más brutalidad y peor aún,
bajo la normalización de un estado de excepción como
estado prevenvo paramilitarizado en todas partes del
mundo. Aunado todo ello a que la losoa éca contem-
poránea, según Bajn (1997, p. 37), está fuertemente in-
uenciada por el racionalismo e impregnada de prejuicios
racionalistas, siendo que requerimos una perspecva exi-
ble y dinámica, atenta a los temas y problemas de la actua-
lidad, sin que por ello se vuelque hacia un posmodernismo
relavista acomodacio al orden imperante.
Para Bajn (1997) la dimensión éca del ser huma-
no implica visibilizar de manera ontológica la relevancia
y constancia de la primacía del otro frente a mí; soy en
relación con el otro y ante el otro. El acto éco funda el
acto humano, ser humano es compromiso ante el otro ser:
co-existencia como vivencia comparda: convivencia é-
co-políca. En este sendo, la dimensión éca conlleva a
replantear las dimensiones polícas e intelectuales, pues
no habría puesta en común de lo público que instaura la
políca sin atender y entender al otro, así como tampoco
habría conocimiento si no es en relación con un diálogo
8
Éca y responsabilidad social
intercultural e intergeneracional que nos antecede y pre-
cede y connuará cuando no estemos más aquí. El hori-
zonte éco-políco aparece como el horizonte de nuestro
empo para repensar la emergencia de otros escenarios
posibles.
2
El libro se divide en dos partes: “Discusión y textos sobre
éca, responsabilidad social y ciudadanía” y “Contextos
y pretextos sobre éca, responsabilidad social y ciudada-
nía”. La primera parte aborda temas, autores y debates
en y desde la sociedad contemporánea y se jan posturas
éco-polícas, sin dejar de lado ejemplos y referentes del
ámbito social, mientras que en la segunda se analizan, in-
terpretan e intervienen contextos y pretextos en y desde
ámbitos muy especícos de una problemáca que se an-
toja laberínca e interminable. Claro está, en cuesones
de éca y de responsabilidad social, no hay teoría que no
sea prácca, ni prácca que no tenga como base una serie
de referentes teóricos y axiológicos; por ende, casi resulta
indiscernible una separación purista entre conceptualiza-
ción abstracta y aplicación concreta. Sobra decir que todos
los textos son introductorios, provisionales y asumen po-
sicionamientos que resultan tanto táccos, contextuales,
nitos, estratégicos como polémicos e inquisivos. La -
nitud y la falibilidad radicales atraviesan toda creación e
interacción humana.
La primera parte abre con el “Preámbulo a la discusión
éca, un argumento” de Caleb Olvera Romero, donde se
presentan algunos axiomas y premisas para abrir desde
una discusión contemporánea situada y siada por apo-
rías, paradojas, contradicciones y dicciones virulentas que
dan tono y contra-tono a la losoa moral y a la éca en
la época presente, de ahí que Olvera abre fuego retoman-
9
Introducción
do las cuesones clásicas de la libertad y de la idendad
moral como preguntas abiertas cuya respuesta, siempre
provisional y limitada, exige argumentación lúcida, coraje
y una transvaloración de la tradición losóca occidental a
parr de una lectura personal críca.
Rocío Cázares y Francisco Serrano, en “La juscia pro-
cedimental y los deberes constuvos de las profesiones”,
complementan el mapa intelectual de la éca contempo-
ránea a parr de una relectura original de la Teoría éca
de John Rawls, donde también elucida algunas nociones
en torno a la juscia procedimental como base para repen-
sar la éca de las profesiones desde un esquema racional,
democráco y público. En estos empos en que cada or-
ganismo instucional presume tener un código y comité
de éca profesional, asumir la problemáca con rigor y ar-
gumentación clara, asbando algunas alternavas frente a
la crisis éca de las instuciones y profesiones, es un gran
paso para abrir un claro en las penumbras del horizonte.
Enseguida, Sigifredo Esquivel y Jorge Ignacio Ibarra dilu-
cidan algunas ideas también provisorias en torno al bucle
éco-políco a parr de las obras seminales de Deleuze y
Guaari ante la debacle del capitalismo integrado. El plan-
teamiento introductorio de los autores busca posibilitar
alternavas frente a la crisis generalizada de las signica-
ciones imaginarias de la modernidad capitalista. Aquí se
asume que la elucidación éca no se puede dar al margen
de un replanteamiento de la políca, de la antropología
y de la ontología, pues la tesitura éca adquiere contex-
tura en la urdimbre de una condición humana limítrofe.
En este sendo, Esquivel e Ibarra recuperan la noción de
Guaari de “Ecosoa” como un potencial heurísco para
hacer frente a la crisis ambiental más allá del ecologismo
reaccionario.
También, dentro de esta primera parte, Imelda Orz
Medina, Marlen Hernández Orz, Pedro Plata Pérez en
10
Éca y responsabilidad social
“De la descentralización a la parcipación ciudadana. Una
aproximación teórica” nos muestran una problemáca
fundamental para entender el cambio social esperado en
este país. El trabajo efectúa una descripción teórica sobre
la descentralización y sus caracteríscas, es una invesga-
ción teórica-documental de alcance exploratorio-descrip-
vo que busca dar claridad al lector del concepto de des-
centralización y su evolución, considerando a ésta como
una acción previa y necesaria para el proceso de parci-
pación ciudadana, la cual, a su vez implica y conlleva a la
responsabilidad de actuar en sociedad. En este sendo, los
autores apuestan por la descentralización administrava y
parcularmente la económica, parr de polícas públicas
desde abajo, con la parcipación de los ciudadanos.
La segunda parte “Contextos y pretextos sobre éca,
responsabilidad social y ciudadanía” conlleva reexiones
écas, polícas y sobre la responsabilidad social, cuyo
énfasis está puesto en la urgencia de una sociedad con-
temporánea, donde todo sendo plural y complejo se es-
capa a una lectura o relectura maniqueísta. En un primer
momento, tenemos las aportaciones con una elucidación
muy sugerente de Ernesto Menchaca Arredondo, quien en
su arculo tulado “Mulplicidad estéca, orden social y
responsabilidad: Reexiones sobre la sociedad contem-
poránea” aborda el umbral de la crisis radical de los lazos
sociales y las formas de convivencia, secuestro del espacio
público, la urdimbre tensa e intensa que se despliega en
torno a la relación y correlación entre éca, políca y re-
sistencia, a parr de una subjevación creacionista en los
jóvenes, el texto invita a repensar temas y problemas de
actualidad con un eslo polémico que asume un posicio-
namiento rme de denuncia y anunciación de otro mundo
posible en este horizonte tan convulsionado.
Posteriormente, Pedro Severino González, Javiera Her-
nández Inostroza y Ana Veliz Chamorro, analizan la impor-
11
Introducción
tancia de la imparción y enseñanza de valores para un
comportamiento éco y de responsabilidad social dentro
de los procesos formavos y educavos, lo que nos lleva a
analizar el tercer arculo, denominado “Relación entre la
responsabilidad social universitaria y la formación integral
en dos universidades del estado de Puebla” cuyo tulo re-
úne las colaboración de María del Carmen De la Luz Lan-
zagorta, Martha Lecia Gaeta y Juan Marn López Calva,
autores que nos muestran una reexión muy puntual en
torno a las implicaciones práccas de la formación integral
de los estudiantes, a parr de elucidar la sinergia entre la
Responsabilidad Social Universitaria (RSU) y la Formación
Integral del alumnado, considerando un estudio realizado
en dos universidades del Estado de Puebla. Se trata una
invesgación cualitava realizada a parr de entrevistas
semi-estructuradas a docentes de las Licenciaturas en Pro-
cesos Educavos y Psicopedagogía, respecvamente.
Finalmente tenemos el arculo denominado “Respon-
sabilidad social universitaria y Modelo Académico UAZ Si-
glo XXI (Retos de la agenda 2030)” de María del Carmen
Arreola Medina, Sandra Verónica García Cabrera, Tania In-
dira Arreola Medina, el cual nos acerca a los objevos de
desarrollo sostenible aprobados por la Asamblea General
de las Naciones Unidas en 2015, donde se busca contribuir
con la mejora del bienestar de la humanidad. Los autores se
proponen elucidar los retos planteados en la Agenda 2030
desde la responsabilidad social universitaria en el modelo
académico UAZ siglo XXI, de cara al replanteamiento de la
universidad pública como espacio de auto-creación social.
Éca, responsabilidad social y ciudadanía son tramos y
tramas de una urdimbre existencial e inter existencial que
teje, entreteje y desteje lo humano como texto comple-
jo en el diálogo entre textos, contextos y pretextos en un
mundo contemporáneo que parece estar al borde del co-
lapso úlmo, mientras tanto, pensar y repensar, actuar y
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Éca y responsabilidad social
resignicar nuestras acciones individuales y colecvas, aún
puede ser una brújula que nos permite guiar el naufragio
de una condición humana en su devenir caóco. La éca
y la responsabilidad social no enen todas las respuestas,
pero nos ayudan a entender y atender todas las pregun-
tas importantes, lo cual, visto en estos empos de desáni-
mo generalizado, no es poca cosa. Atreverse a preguntar
sin cortapisas es ya romper el silenciamiento, al que nos
quiere someter la lógica del sistema-mundo-global bajo la
impostura de un pensamiento único que se efectúa como
no-pensamiento.
Éca, responsabilidad social y nuevas formas de ciu-
dadanía arculan eso que Mijail Bajn denominó “res-
ponsabilidad especial”, como integración del mundo de
la vida con la cultura, bajo la égida del capitalismo con-
temporáneo. Aproximadamente hace cien años, Bajn ya
había esbozado ideas “Hacia una losoa del acto éco”,
haciendo frente al desao éco-políco que representa la
integración de una actud responsable y libre en el con-
texto de una sobre determinación ideológica al servicio de
un orden impuesto. Bajn perló una nueva responsabili-
dad del sujeto de carne y hueso como corresponsabilidad
y parcipación, donde la razón teórica se arcula con una
nueva reconguración de la razón prácca en el seno de
un mundo de vida cada vez más complejo y complicado:
“ser responsable parcipe es también aprensión por el
otro, que me obliga responsablemente, la responsabilidad
de la acción es sobre todo responsabilidad por el otro, y
mi unicidad consiste en no poder delegar dicha responsa-
bilidad, en no poder ser sustuido por ella” (Bajn, 1997,
237). De ahí también que ya presagiaba la crisis del pensa-
miento y de la cultura en la época contemporánea como
una crisis de la racionalidad tecno-cienca, que se olvida
de sus compromisos y referentes sociales, polícos y am-
bientales, de tal suerte que se autonomiza y se parcializa,
13
Introducción
y con ello, pierde su sendo y razón de ser. Las palabras de
Bajn suenan en nuestros días como una llamada de alerta
frente a los problemas que no dejan de estar creciendo
por todas partes. Este libro aende dicha llamada y busca
contrarrestar esa degradación de la acción humana, ya avi-
zorada por el intelectual especialista en literatura universal
y compromeda con atender y entender su empo.
Referencias
Bajn, M. (1997). Hacia una losoa del acto éco. De los
borradores y otros escritos. Madrid: Anthropos.
Harari, Y. N. (2016). Homo Deus. Breve historia del porve-
nir. Barcelona: Debate.
Discusión y textos sobre éca,
responsabilidad social y ciudadanía
17
Preámbulo a la discusión éca, un argumento
Caleb Olvera Romero1
1
Desde el inicio de la losoa, unas cuantas preguntas
problemácas han sido la vértebra del pensar losóco,
¿Quién soy? ¿Qué es el mundo? ¿Tengo libertad? Si el
mundo es causal efecto, si todo ene una razón de suce-
der, entonces no existe la libertad, pues la libertad es la
idea de una acción “efecto” sin determinación causal.
En el principio de la losoa exisan dos pensadores
(Demócrito y Leucipo) que tenía una teoría muy interesan-
te denominada atomismo. Ellos creían que todo cuanto
existe está hecho de pequeñitas parculas indivisibles que
denominaron átomos, (sin partes). El punto es que decían
que todo el universo estaba constuido de estas pequeñas
partes de materia, las más pequeñitas que se puedan ima-
ginar, al grado que no se podrían dividir más. El universo
sería algo así como una pecera llena de canicas diminu-
tas, donde cada una inuye y determina a las demás, si se
mueve la pecera las canicas se mueven de manera obliga-
toria y sin libertad. Cada canica dentro de esta pecera está
obligada a tener el lugar que las demás le permiten y cada
una se moverá dependiendo de cómo es que las demás lo
hagan, así que todos sus movimientos están determinados
por innitas causas que se escapan al limitado intelecto
humano. Además, señalan que si en determinado momen-
1 Doctorado en Humanidades y Arte en la (UAZ) además de la formación en Psicoanálisis
(CEPSIMAC). Ha realizado una Invesgaciones postdoctoral en la UNAM y estancia post-
doctoral UVA, España. Recibió el Premio Nacional de Ensayo Abigail Bojórquez. (2007) y
es miembro del (SNI) desde 2010.Tiene más de una veintena de libros publicados y más
de 50 arculos en revistas nacionales y extranjeras. Así como un gran número de asis-
tencias a congresos y conferencias impardas. Actualmente es docente del Doctorado
en losoa e historia de las ideas de la UAZ.
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Éca y responsabilidad social
to conociésemos todas las determinaciones que operan
en cada una de estas canicas, podríamos predecir cómo se
moverían.
Demócrito y Leucipo decían que si ellos pudiesen co-
nocer cómo afectan cada átomo del universo a los demás
átomos, podrían predecir el futuro. Así la libertad se ve re-
ducida a un simple desconocimiento de las miles de causas
que afectan a cada parcula del universo. Si se arroja una
moneda, algunos creen que el lado sobre el cual caerá se
debe al azar, sin embargo, si supieran y pudieran manipu-
lar la fuerza con la que es arrojada la moneda, la forma en
que gira, la resistencia del viento, el ángulo en que golpea
el piso etc., entonces sabríamos de qué lado caería la mo-
neda todas las veces. Así nos daríamos cuenta de que nada
que está sujeto a las leyes del universo es libre, nada que
ene una causa que lo determine es libre. Si el universo es
causal efecto, entonces no hay libertad.
Si todo ene una razón de ser, si cada átomo del univer-
so obedece a leyes estrictas que lo gobiernan, entonces
no hay libertad. Quizá se piense en los humanos y en que
somos libres, pero quizá se ha olvidado de que la libertad
es simplemente el modo con el que nombramos al des-
conocimiento de las determinaciones, de la gran candad
de causas que inuyen en cada momento del universo. El
pensamiento es producto del cerebro y de las reacciones
químico-eléctricas con las que funciona. Así el pensamien-
to es el resultado de reacciones químico eléctricas y éstas
están regidas por las leyes del universo, no hay forma de
que seamos libres, sino que cada diminuta parcula de ma-
teria en el universo es gobernada por estas leyes. Así que
lo que pensamos es resultado de las reacciones químicas
de nuestro cerebro, si aún no se está del todo convencido,
recordemos lo que pasa cuando ingieres una o varias cer-
vezas, es obvio que el comportamiento y el pensamiento
se ven inuidos por los nuevos químicos.
19
Preámbulo a la discusión éca, un argumento
Veamos lo que sucede con los andepresivos o ansiolí-
cos, la conducta y el pensamiento son modicados por los
químicos del cerebro, así que cada uno de nuestros pen-
samientos está determinado por las sustancias químicas
de nuestros cerebros. Ni hablar de los alucinógenos, pues
con ellos también puedes ver lo relavo de la percepción
del mundo. Como no conocemos todas estas determina-
ciones, como no sabemos aún cómo se generan los pensa-
mientos, entonces suponemos que somos libres.
Cuando se descubrieron los electrones, se pensaba que
se comportaban de manera aleatoria y azarosa, e hicieron
de estos el resquicio de la libertad, hasta que aparecieron
los modelos matemácos para poder entender su compor-
tamiento y entonces, esa idea se esfumó. Ahora pasa lo
mismo con los quarks, sólo es cuesón de empo hasta
que descubramos las leyes de su comportamiento. En la
actualidad se dice que las parculas sub atómicas son voli-
vas, esto es, que se comportan de manera azarosa, inclu-
so se llegó a decir lo mismo de los planetas a quienes se les
creía dioses, todo antes de que se encontrase la forma de
establecer su movimiento orbital. En n, los argumentos
en contra de la libertad son sucientes y la gente no los
quiere aceptar, pues no le gusta la idea de que todo tenga
un porqué y sea obligatorio. Nos gusta la idea de libertad,
aunque ésta sólo sea un desconocimiento de las causas -
sicas que gobiernan al universo.
Quizá en este momento alguien se está subiendo a un
auto para seguir la esta dentro, en sendo opuesto va
conduciendo un ebrio e inevitablemente impactarán, justo
en ese momento va pasado otro vehículo por ese lugar.
Miles y millones de cosas coinciden de manera obligatoria
para que los eventos sucedan y no es posible que pasen
de otra manera. O quizá, una edecán hermosa está colo-
cando las bolitas dentro de esa esfera de la lotería, en el
justo acomodo, nadie lo sabe, en que las miles de vueltas y
20
Éca y responsabilidad social
choques que se producirán entre unas con otras, hará que
nuestro billete salga premiado. Un centésimo de milíme-
tro diferente en el acomodo o en el rebote de cualquiera
de esas esferas daría como resultado otro número. Pero
no, miles y miles de causas desconocidas obligan a que los
eventos sucedan como son y nada los puede cambiar. En
un mundo espacio temporal donde todo ene una causa
obligada no es posible la libertad.
2
Si nuestra idea de explicación es sujetar eventos a leyes,
bajo la idea de causas. Si aceptamos que todo en el univer-
so está regido por leyes, entonces es imposible la libertad
o imposible, cuando menos, en esta ontología causal. Sin
embargo, si queremos mantener la idea de que los huma-
nos y los fenómenos mentales o discursos mentales están
regidos por la idea de libertad, “somos libres”, entonces
debemos aceptar que hay un rincón en el universo donde
las leyes no aplican, donde las leyes son disntas.
La idea de libertad implica que se rompa la del universo
causal, cuando menos en la región que ocupan los huma-
nos o el cerebro, implica que aceptemos que hay explica-
ciones que no sujetan eventos a leyes ni a causas, expli-
caciones del po X más Y es igual a Z, pero no en todos
los casos, ya que cada evento es diferente. Creo que es
claro el problema de aceptar este po de explicaciones; sin
embargo, este es un po de explicación muy común en el
mundo de la psique. Existen muchas corrientes psicológi-
cas, las cuales no solamente las aceptan, sino que incluso
las hacen bandera, explican la teoría, dicen cómo suceden
más o menos las cosas y terminan diciendo que esto no
sucede en todos los casos, ya que cada sujeto es diferente.
De cualquier manera, aceptar que somos libres es acep-
tar que en algunas regiones del universo (cerebro), no se
21
Preámbulo a la discusión éca, un argumento
aplican las mismas leyes que en el resto. Por ello es necesa-
ria una ontología disnta, que incluya a estos entes inexis-
tentes e irreales y sobre todo libres. Esa es la empresa que
enfrentan los teóricos de la éca, pero quizá, deberían pre-
guntarse, ¿si no es una empresa por demás absurda? Inven-
tar una ontología paralela a la sica, a la material, una onto-
logía con leyes disntas o ¿sin leyes? ¿Sin determinaciones?
¿Sin causalidad? Si debemos admir la no universalidad de
las leyes. ¿Por qué nombrarlas leyes? O quizá está presente
aún la otra alternava, la de suponer que estos fenómenos
mentales no son sino formas de nombrar fenómenos sicos
que aún no comprendemos. Fenómenos causales como el
resto de los fenómenos universales, que simplemente aún
no encuentran su manera explicava.
Quizá lo que nos hace falta es la evolución de la expli-
cación y entonces podremos explicar el universo con le-
yes, ya que de otra manera, no sería una explicación. Es-
tos sucesos cerebrales denominados voluntarios, aún no
encuentran una explicación causal, pero quizá aceptemos
que la enen.
No se puede eliminar de la vida codiana la explicación
que implica la libertad, pues casi todo lo que importa está
construido sobre esto, pero se podría exrpar de la expli-
cación cienca, lógica y racional. Dentro de un ámbito
donde prive la idea de causalidad, la idea de que explicar
es sujetar fenómenos a leyes, es necesario prescindir de
una explicación que en origen está hecha con la idea de
libertad, de no determinación. Si la mente es la explicación
de lo que implica libertad, entonces incluirla en el ámbito
de las explicaciones que son causales, determinadas, es un
error, es auto-sabotearse. Es aceptar que las leyes con las
que explicamos el universo no funcionan de la misma ma-
nera en todos lados, entonces, no son leyes y no tenemos
principios explicavos, entonces no podremos explicar
nada, cuando menos no de manera causal.
22
Éca y responsabilidad social
Éca y Ciencias
Cualquier po de éca debería tener en cuenta los argu-
mentos ciencistas y neurosiológicos que sujetan la
conducta a las reacciones neuronales y a su determinación
elecco-química. Aunque ya se hacían un po parecido de
análisis desde la condición biológica por parte de los zoó-
logos, al analizarnos como animales, sin embargo, la deter-
minación total proviene de la sica y de la bioquímica cere-
bral, en parcular. Hacer teorías sobre el comportamiento
y sobre todo de la éca, es tener en cuenta las determi-
naciones universales que operan a nivel atómico. A pesar
de que a nivel sub atómico algunas “teorías” mantenga la
idea de indeterminación y, si nalmente resultaran ciertas,
éstas no aplican a los sujetos, pues estamos a un nivel ma-
yor que el subatómico. A este nivel operan las leyes de la
determinación causal, cuando menos hasta donde tene-
mos conocimiento del universo sico.
Algunos han querido ver que el ser humano aparte de
materia es cultura y sosenen que la cultura es algo no
causal, libre, pero el problema con estas explicaciones es
que suponen que la cultura es una especie de sustancia
que nos regresa a las explicaciones dualistas donde los
hombres somos una combinación de materia y cultura.
Además, no tomamos en cuenta que la cultura también
es un producto de los humanos, no algo diferente a ellos.
La idea de libertad ha sido defendida por la mayoría de
los dualistas, desde los griegos, pasando por Descartes que
él mismo advierte que esa explicación no es sasfactoria
y que, sin embargo, se le ha considerado el dualista por
antonomasia, hasta los emergenstas que sosenen que
algo nuevo ha emergido, algo disnto a la mera materia,
esto nuevo es capaz de generar la acción y es el origen de
la libertad, pasando por la tradición religiosa de las más
diversas índoles.
23
Preámbulo a la discusión éca, un argumento
Responsabilidad Social
Ante estos argumentos la gente piensa en la responsa-
bilidad y, sobre todo, en el casgo. ¿Cómo casgar a un
asesino? ¿Cómo sostener una éca para el nivel simbólico
donde todo depende de la idea de libertad? La cuesón
de la responsabilidad es muy sencilla de responder, dado
que el asesino está determinado a hacer lo que hace y el
juez está determinado a hacer lo que hace, sentenciarlo.
El mundo sucede exactamente igual ¿Cómo proponer una
éca para la determinación? Pues si realmente no existe la
libertad, entonces no podemos “proponer” nada, ni una
éca, ni un pequeño parpadeo, cada pensamiento está de-
terminado por lo que hemos comido, vivido, etc. Las cosas
suceden como suceden y la idea de proponer implica la
idea de libertad.
La primera persona del singular es una virtualidad del
lenguaje. Generada o emergida en una base sico-quími-
ca. Suponer que podemos hacer algo para normalizarla es
suponer que podemos hacer algo, es suponer, otra vez,
que somos libres. El yo como endad virtual, es libre en
la misma medida en que los personajes de las novelas lo
son. No es gratuita esta armación, dado que es una en-
dad eminentemente lingüísca. Si disolvemos la idea del
yo quizá no sea necesaria una éca que la regule o la ilu-
sión de que la reexión sobre su comportamiento es algo
disnto a él. Sólo si se supone un yo sustancial se puede
creer que el pensamiento sobre su actuar “éca” es algo
diferente a él. Si el yo es un pensamiento, la éca no es
algo disnto al yo. Los senmientos no son algo disnto a
él. Sólo en la medida en que suponemos libertad, supone-
mos un sujeto origen de la acción que es independiente de
las acciones, por lo cual las puede considerar suyas.
Las acciones no son algo disnto a lo que somos. El pen-
samiento no es disnto a lo que somos. Suponer una téca
24
Éca y responsabilidad social
como el pensamiento que regula al que tomas las accio-
nes, es suponer que el que hace la acción es diferente al
pensamiento y que el pensamiento es su posesión y que
el pensamiento regula al pensamiento, es crear endades
inexistentes. Es hacer del yo una sustancia independiente
del cerebro y que es el origen de la acción y el responsable
de ella. Para que la éca sea posible es necesario un yo
origen de la acción. Origen de la acción signica que ac-
tuar sin determinación, esto es, que no hay nada “detrás”
o anterior que lo hacen actuar, libre y sin leyes. Además,
es suponer que es independiente de los pensamientos, ya
que le éca es la reexión o pensamiento sobre nuestro
comportamiento o moral. Así una éca es en gran medida
una metasica de la primera persona del singular, que im-
plica la no causalidad y la sustancialidad de la misma.
3
Hoy en día, es imposible seguir pensando el mundo lejos
de los avances que han hecho los ciencos. A pesar de
que el argumento en contra de la libertad es tan anguo
como a losoa misma, es necesario ver que la ciencia
apunta y respalda cada vez más este argumento. No pode-
mos ignorar los avances ciencos, pues la inteligencia ar-
cial está muy cerca de generar, dentro de sus sistemas,
la idea de libertad. Si libertad es sólo la manera en que
nombramos a lo que no podemos reducir a un efecto cau-
sal, los androides (computadores, e incluso una licuadora)
para la mayoría de nosotros son libres, pues no podemos
explicar el porqué de su funcionamiento y actuar. No es di-
cil comprobar esto, pues les atribuimos estados mentales
y libertad, decimos cosas como que la impresora no quiso
imprimir, al auto no le dio la gana de encender etc.
Todas estas expresiones implican estados mentales, vo-
livos y libres. Son solamente formas de hablar de lo que
25
Preámbulo a la discusión éca, un argumento
no sabemos cómo sucede. Así la libertad no es sino una
forma explicava de lo que no conocemos. Una manera de
hablar que hace suponer que hay una causa que determi-
na la acción y que esta causa es la voluntad o libertad del
sujeto, porque no sabemos cuáles son las causas sicas.
Así los androides son libres para todos aquellos que no
sabemos cómo funcionan a pesar de que sabemos que es-
tán determinados y que hay alguien que los ha programa-
do. Pero pasa lo mismo con los humanos, pues sabemos
que si son producto de reacciones químico-eléctricas en-
tonces están determinados, a pesar de que aún no sabe-
mos o podemos explicar la candad de determinaciones
qué los hace actuar de tal o cual manera. La éca se ha de-
sarrollado en diversas aristas y, sin embargo, está construi-
da sobre esta idea de libertad. Esta idea es la responsable
del sujeto como lo conocemos hoy en día, sería imposible
que pensáramos al sujeto de hoy, sin las ideas que implican
la libertad como son: voluntad, decisión, esfuerzo, querer,
escoger y un largo etc. Por ello una verdadera críca de la
éca debe replantear al sujeto como origen de la acción,
incluso como algo disnto al pensamiento. Una éca impli-
ca una profunda ontología, no sólo del sujeto que se verá
en jaque, sino del mundo mismo, en su disnción entre
fenómenos mentales y fenómenos naturales. La disnción
kanana correría el mismo peligro en un mundo donde el
sujeto no es sino una manifestación del mundo en sí mis-
mo, no un ser diferente al mundo, sino simplemente una
producción de este bajo leyes.
Finalmente diremos que el sujeto es irreducble al mun-
do causal, por lo cual algunos han propuesto un monismo
anómalo, una ontología con dos explicaciones. Una para el
mundo causal, otra para los fenómenos mentales. Si aun
con esto no se quiere aceptar la determinación y la inexis-
tencia del sujeto, que de lo anterior se deduce aunque no
se ha explicitado, pues esto es otro tema, debemos decir
26
Éca y responsabilidad social
que los sujetos son irreducbles a la causalidad, debido a
que la idea de libertad les ha dado origen; sin embargo, no
son disntos a los sujetos de las novelas y su libertad es
muy similar a esta. Somos libres y exismos como lo son
los personajes de una película o de un cuento.
27
La juscia procedimental y los deberes
constuvos de las profesiones
Rocío Cázares Blanco
Francisco J. Serrano1
1
El marco general de esta invesgación es la losoa de la
moral, de modo que la metodología que seguirá este trabajo
es el análisis conceptual. La invesgación se dirige a explorar
un posible fundamento conceptual para la éca profesional:
la llamada juscia procedimental; por ésta, suele entender-
se el deber de una instución como el Estado, de proceder
con juscia y equidad ante quienes dirige sus acciones.
Esta idea se encuentra ya en el trabajo seminal de John
Rawls, Teoría de la juscia (1971), pero desde entonces se
ha desarrollado como alternava al enfoque del propio
Rawls (Thibaut, LaTour y Houlden 1973; Fraser, 1997). En
este trabajo exploramos el desarrollo de dicha idea y soste-
nemos que la comprensión de juscia procedimental pue-
de ampliarse, de modo que pueda incluir los deberes cons-
tuvos de las écas profesionales.
Estos deberes son aquellos que señalan los límites de
la acción de un profesionista, en tanto tal, y por ello, cons-
tuyen la comprensión misma de la profesión. Nuestro
supuesto aquí es que una profesión, como la medicina o
la ingeniería, puede entenderse como combinación de un
conjunto de conocimientos, habilidades y, sobre todo, cier-
tos deberes que establecen los límites de la acción de los
profesionistas. De acuerdo con esta caracterización, una
profesión sería algún po de instución y, por ello, es sus-
1 Universidad Autónoma de Zacatecas, rocio_caz@uaz.edu.mx y fse-
rrano@uaz.edu.mx
28
Éca y responsabilidad social
cepble de ser estudiada bajo la perspecva de la jus-
cia procedimental. Nuestra propuesta, parcularmente es
que ciertos deberes constuvos de las profesiones, quizá
los más fundamentales, pueden entenderse en términos
de juscia y equidad, esto es, los deberes generales de
tratar a los beneciarios o receptores de sus acciones de
manera correcta e imparcial.
2
El importante impulso que el estudio de John Rawls hizo
sobre el concepto de juscia tocó también aspectos rela-
vos a la juscia procedimental, y no sólo a la juscia distri-
buva, su tema principal. La idea es bien conocida. En las
primeras secciones de su Teoría de la juscia, estableció
las condiciones para una sociedad bien ordenada. Recor-
demos que su teoría de la juscia apunta, precisamente, a
una sociedad regulada por los principios de juscia distri-
buva que deende en su teoría. Dichas condiciones son,
fundamentalmente el propósito compardo por promover
el interés de todos los miembros de la sociedad y una re-
gulación eciente de acuerdo con una concepción pública
de la juscia (Rawls, 18-19).
Precisamente, la regulación eciente mencionada se re-
ere a la juscia procedimental. Por ésta se enende, en
una primera aproximación al concepto, al conjunto de pro-
cedimientos que garanzan que la juscia distribuva pue-
da ser implementada adecuadamente entre quienes son
los receptores de las decisiones de juscia. En efecto, para
nosotros no sirve de nada un criterio o unos principios de
juscia distribuva si no contamos con procedimientos
ecaces para implementarlos. A esta preocupación res-
pondemos con el concepto de juscia procedimental. En-
contramos en la teoría de Rawls más elementos para la
compresión de este concepto.
29
La juscia procedimental y los deberes constuvos de las profesiones
De acuerdo con Rawls, una sociedad bien ordenada
enfrenta tres problemas fundamentales: coordinación,
eciencia y estabilidad (Rawls, 19-20). Los requisitos que
postula Rawls para enfrentar estos problemas, nos parece,
caracterizan también a la juscia procedimental.
El requisito para enfrentar el problema de coordinación
es que “los planes de las personas necesitan embonar para
que sus acvidades resulten compables entre sí y pue-
dan todas ser ejecutadas sin que las expectavas legímas
de ninguno sean severamente dañadas”. La coordinación,
como elemento procedimental de la juscia, requiere en
efecto un cierto ajuste en los planes o en la ejecución de
los mismos, de modo que puedan realizarse de acuerdo
con una visión única. Este requisito puede también pre-
sentarse como imparcialidad, esto es, la coordinación re-
quiere que los planes de todas las personas involucradas
en el proyecto social sean tratados con imparcialidad, con
el mismo valor.
Respecto de la eciencia Rawls (1995) señala que “la
ejecución de estos planes debiera llevar a la consecución
de los nes sociales por caminos que sean ecientes y com-
pables con la juscia”; con lo que sujeta el cumplimiento
adecuado de los planes a la concepción general de la jus-
cia distribuva. Las dos notas que caracterizan, hasta aquí,
a la juscia procedimental son entonces la imparcialidad y
la juscia (entendida como equidad). En otras palabras, las
instuciones como el gobierno y sus dependencias, encar-
gadas de cumplir con los principios de la juscia distribu-
va enen que hacerlo con imparcialidad y equidad, esto
es, respetando el valor de los proyectos de vida de cada
individuo y actuando con eciencia en la distribución de
aquellos bienes que son objeto de la juscia.
El requisito para enfrentar el tercer problema, el de
la estabilidad, invoca a la juscia retaliava. De acuerdo
con Rawls, en efecto, “el esquema de la cooperación so-
30
Éca y responsabilidad social
cial debe ser estable: se tendrá que cumplir con él más o
menos regularmente y sus reglas básicas habrán de obe-
decerse voluntariamente”. Lo que desde luego implica que
las violaciones a tales reglas sean respondidas con “fuer-
zas estabilizadoras que prevengan violaciones ulteriores y
que endan a restaurar el orden”. La cooperación social
requiere entonces actuar en conformidad con las reglas de
coordinación y eciencia necesarias para alcanzar el obje-
vo fundamental de actuar de acuerdo con los principios
de juscia.
De acuerdo con Rawls, estos tres requisitos para que
una sociedad sea bien ordenada están “conectados con el
[problema general] de la juscia” y, de este modo, cons-
tuyen a la juscia procedimental, según nuestra inter-
pretación. El concepto de juscia procedimental que es-
tamos así construyendo integra los siguientes elementos:
promueve el bienestar y se caracteriza por la eciencia, la
cual, a su vez, reúne elementos de imparcialidad y juscia,
tanto en la dimensión distribuva como en la retaliava.
De este modo, la juscia procedimental permite enfrentar
los problemas sociales de coordinación, eciencia y esta-
bilidad.
Estos requisitos son, además, importantes porque el in-
terés primario de la juscia, de acuerdo con Rawls, es la es-
tructura básica de la sociedad (Rawls, 17). Según esta idea,
lo que determina que una sociedad sea justa es que dicha
estructura esté regulada por principios de juscia y por un
conjunto de reglas públicas dirigido a que las acciones de
las personas maximicen los benecios para todos; dicho
conjunto determina, además, aquello a lo que ene dere-
cho cada persona (Rawls, 89). El objevo de todo esto, de
los principios de juscia, del conjunto de reglas dirigido a
la maximización del benecio y a la conducta de las perso-
nas es, desde luego, lograr una distribución de los bene-
cios sociales que sea justa para la sociedad en su conjunto.
31
La juscia procedimental y los deberes constuvos de las profesiones
La importancia de este conjunto público de reglas invita
a pensar que puede desplazarse el énfasis de la cuesón
distribuva a la cuesón procedimental. Intuivamente,
dice Rawls, la idea es que el sistema social puede estruc-
turarse de modo tal que, sea cual fuere el resultado de la
distribución, “éste sea siempre justo, al menos dentro de
cierto ámbito” (Rawls, 89).
Caracterización de la juscia procedimental
Necesitamos, entonces, precisar la idea del ámbito de
aplicación; para ello, podemos disnguir entre la juscia
procedimental relava a un criterio independiente del
procedimiento que pretende implementarse con el n de
obtener un cierto resultado o una cierta distribución, y
la juscia puramente procedimental, que no requiere de
tal criterio independiente. La primera, a su vez, se disn-
gue en juscia procedimental perfecta e imperfecta del
siguiente modo: en la perfecta contamos con un criterio
para obtener un cierto resultado y un procedimiento in-
dependiente o separado de tal criterio que se sigue para
obtener tal resultado. El procedimiento garanza que se
obtenga correctamente el resultado.
Rawls la ilustra con el siguiente ejemplo: Queremos di-
vidir un pastel por igual entre un cierto número de per-
sonas, éste es el criterio que seguimos para distribuir el
bien, el pastel en este caso. El procedimiento más eciente
que puede adoptarse es que una persona divida el pastel
en partes iguales y que ella misma tome la úlma parte.
Vemos así claramente los dos elementos que componen
a la juscia procedimental perfecta: un criterio de lo que
es una división justa y un procedimiento independiente
de este criterio que se seguirá para sasfacer el criterio.
Puede conarse en que el procedimiento cumplirá con el
resultado esperado (Rawls, 89).
32
Éca y responsabilidad social
Por contraste, en la juscia procedimental imperfecta,
el proceso no garanza que se obtenga correctamente el
resultado. Se cuenta con el criterio independiente y hay
procedimientos bien establecidos, pero su conjunción no
garanza que se obtenga el resultado buscado. Considere-
mos dos jueces penales del todo similares atendiendo dos
casos también similares. Los jueces son honestos, compe-
tentes y disponen de información precisa y relevante sobre
los casos. Sin embargo, sus sentencias sobre sus casos son
disntas e, incluso, muy disntas. Han seguido el criterio
de imparr juscia con base en la ley y la evidencia, así
como el procedimiento común, preestablecido, y lo han
seguido de manera competente y honesta. Rawls observa
que en todo esto hay lugar para “una combinación fortuita
de circunstancias que hacen fracasar el objevo de las nor-
mas jurídicas” (Rawls, 90).2
Por úlmo, la juscia puramente procedimental se ca-
racteriza porque no hay un criterio independiente para
producir un resultado esperado, sino sólo ciertas reglas
de procedimiento para lograr un resultado. En este caso,
para obtener lo que se busca, se cuenta sólo con “un pro-
cedimiento justo o imparcial, sea el que fuere, siempre y
cuando se haya observado debidamente el procedimien-
to” (Rawls, 91). Encontramos en los juegos de azar un buen
ejemplo de estas ideas. Muchas personas apuestan a un
cierto resultado, pero la naturaleza azarosa del juego im-
pide conocer cómo se distribuirá el monto total apostado.
Si las apuestas son realizadas de manera imparcial, enton-
ces la distribución de lo recabado será también imparcial.
El procedimiento requiere crucialmente de la imparciali-
dad, independientemente de cómo se distribuya el bien
2 Para el estudio y signicado de este po de desacuerdos, desde el
punto de vista de la losoa del derecho contemporánea, puede ver-
se: Pau Luque Desacuerdos, derecho y losoa moral. México: Ed.
Fontamara 2016.
33
La juscia procedimental y los deberes constuvos de las profesiones
en cuesón. Extrapolando estas ideas a ámbitos sociales,
con base en ellas Rawls sosene que en las aplicaciones
de la juscia puramente procedimental es necesario “es-
tablecer y administrar imparcialmente un sistema justo de
instuciones” (Rawls, 91). En otras palabras, la juscia pu-
ramente procedimental requiere que las pautas se sigan
rigurosamente en el seno de ciertas instuciones y marcos
legales o regulavos bien establecidos.
A parr de esta amplia caracterización de la juscia pro-
cedimental, podemos precisar que el elemento normavo
decisivo en la juscia procedimental es la imparcialidad.
Para quedar sasfechos con los resultados obtenidos se
requiere de la aplicación imparcial de los procedimientos
establecidos. La juscia procedimental, en consecuencia,
requiere de imparcialidad como el elemento normavo
que garanza resultados justos.
La juscia procedimental y la imparcialidad
Nuestra tesis es que la éca profesional, en su perl más
general, puede entenderse como una aplicación o un caso
de la juscia procedimental esbozada hasta aquí. Para em-
pezar, los requisitos teóricos que esperamos que la éca
profesional sasfaga están relacionados con los problemas
centrales que enfrenta la juscia procedimental: la coordi-
nación, la eciencia y la estabilidad de las práccas profe-
sionales.
En efecto, respecto de la coordinación esperamos que
los representantes de una profesión hagan embonar sus
diferentes acvidades de una manera compable, de ma-
nera que los usuarios o aquellas personas a quienes ofre-
cen sus servicios sepan qué esperar de la profesión, inde-
pendientemente de quién sea la persona que la encarna
en un momento dado. Consecuentemente, esperamos que
estas acvidades sean realizadas con eciencia. El segundo
34
Éca y responsabilidad social
problema que la juscia procedimental pretende resolver,
esto es, los profesionales enen que resolver adecuada-
mente las tareas que les son propias, en términos de em-
po, recursos y sasfacción de las expectavas de los usua-
rios. El tercer problema, la estabilidad, invoca sobre todo
a la juscia retaliava, de modo que sólo señalaremos que
también las profesiones, como lo reejan los códigos de
éca profesional, sancionan con práccas de recompensa
o casgo a quienes cumplen con méritos destacados o in-
cumplen notoriamente los deberes de las profesiones.
Los primeros dos problemas, la coordinación y la ecien-
cia, son resueltos por la juscia procedimental mediante
disposiciones normavas, esto es, mediante el estableci-
miento de normas o reglas que determinan la conducta de
los profesionistas a quienes se dirigen. Los códigos de éca
profesional recogen y reejan tales disposiciones norma-
vas. Los deberes, principios, ideales, metas, derechos de
los profesionistas son el conjunto general de disposiciones
normavas que determinan su conducta en tanto tales.
En este sendo, ampliando la idea que pretendemos de-
fender, la juscia procedimental es así constuva de las
écas profesionales. Las normas parculares que buscan
garanzar tanto la coordinación como la eciencia serían
precisamente las normas fundamentales de una profesión
y representarían, en nuestros términos, los procedimien-
tos de juscia más generales que garanzan que una pro-
fesión dada pueda desempeñarse con eciencia, constan-
cia y de acuerdo con las expectavas de los usuarios.
Gracias al análisis de Rawls, hemos visto también que
la imparcialidad es el elemento normavo esencial de los
disntos aspectos de la juscia procedimental. En conse-
cuencia, si nuestra suposición es correcta, entonces por ex-
tensión la imparcialidad también tendría que constuir el
elemento normavo esencial de los deberes constuvos
de una profesión. Para examinar esta implicación invocare-
35
La juscia procedimental y los deberes constuvos de las profesiones
mos el concepto de “circunstancias de la imparcialidad” de
Brian Barry. De acuerdo con él, esta noción se reere
[…] a las condiciones empíricas que se aproximan a aque-
llas de Scanlon de la posición original… podemos denir
las circunstancias de la imparcialidad como las condicio-
nes bajo las cuales cualquier regla substanva de juscia
de una sociedad tenderá de hecho a ser justa. …el con-
cepto de reglas de juscia cubre reglas morales como le-
gales. (Barry, 1995, 100)3
Barry, siguiendo aquella indicación de Rawls de que las re-
glas necesarias para una sociedad bien ordenada podrían
hacernos pensar que la juscia procedimental es priori-
taria sobre la juscia distribuva (o substancial, como la
idenca Barry), se reere con esta idea a la importancia
de las condiciones empíricas que, de acuerdo con Tho-
mas Scanlon, tenemos que tomar en cuenta para explicar
cómo los agentes toman acuerdos de cooperación entre
sí. Los agentes reales, por contraste con los agentes idea-
les rawlsianos, celebran acuerdos sin renunciar a sus cir-
cunstancias, valores, aspiraciones, etc. Encontramos esta
circunstancia en la promulgación de los códigos de éca
profesional. Los profesionales que los celebran, en las cir-
cunstancias en que lo hacen, parcipan como personas
concretas y operantes en una determinada cultura y socie-
dad. Su circunstancia no les permite restar sus condiciones
reales para parcipar en los acuerdos normavos para la
profesión.
La siguiente idea de Barry es que la imparcialidad, en
tales condiciones de deliberación reales, garanza que la
distribución de bienes, servicios, derechos, obligaciones,
etc., sea justa, tanto en el orden legal como moral. De
acuerdo con esto, la juscia procedimental es anterior en
3 Todas las traducciones de esta obra son nuestras.
36
Éca y responsabilidad social
importancia a la juscia distribuva (éste es un paso bien
estudiado en el desarrollo de las teorías de la juscia pos-
teriores a la teoría de la juscia como equidad de Rawls).
Ahora bien, la principal circunstancia de la imparcialidad
se reere a la movación de los agentes. Barry calica a
esta circunstancia, con razón, “como la más importante y
al mismo empo quizá la más elusiva”. Pensando en el ám-
bito de los procedimientos judiciales, esta circunstancia se
caracteriza como:
[…] la disponibilidad a aceptar objeciones razonables a
una propuesta independientemente de cuál sea su ori-
gen. No hay ningún modo en el cual pueda esperarse que
reglas procedimentales produzcan leyes y polícas justas
en un país que contenga un grupo minoritario esgma-
zado (o muchos grupos minoritarios) cuyas preocupacio-
nes reciban poca o ninguna consideración de la mayoría.
Una de las reglas fundamentales del discurso público e-
ne que ser que todos los reclamos son pesados en la mis-
ma balanza. (Barry, 100)
La imparcialidad es entonces la disposición de los legislado-
res y magistrados para aceptar las objeciones o crícas a sus
propios puntos de vista y expresión de sus preferencias, en
tanto legisladores o magistrados. La imparcialidad se dirige
contra la discriminación, la represión, la marginación y otras
formas de exclusión social; pero, con toda su importancia,
este elemento es elusivo porque se reere a una disposición
psicológica de parte de los agentes morales. Son las perso-
nas concretas, con toda su carga cultural (que suele incluir
prejuicios diversos), quienes enen que migar o anular sus
determinaciones psicológicas más arraigadas para honrar a
la imparcialidad. Desde luego, esta circunstancia personal
de la imparcialidad es fundamental para que las ideas de
juscia más substanvas de una sociedad o de una nación
puedan ser equitavas y justas.
37
La juscia procedimental y los deberes constuvos de las profesiones
Parece obvio que deberíamos incluir consideraciones
normavas similares en los deberes de las profesiones,
esto es, en las écas profesionales. Esperamos, en efecto,
que los profesionistas, en tanto tales, sigan pautas de im-
parcialidad en su prácca profesional. En este sendo, el
deber de ser imparciales es un deber constuvo de las
profesiones. En tanto tales, los profesionistas no deberían
discriminar, en ningún sendo, a quienes ofrecen sus ser-
vicios profesionales; sin embargo, como elemento mova-
dor, el deber de la imparcialidad enfrenta esas condiciones
empíricas, provenientes de la cultura y de la tradición, que
son parte del tejido de la persona. La imparcialidad obliga
a los profesionistas a actuar, en la medida de sus posibi-
lidades, de manera impersonal y a tratar de contener las
determinaciones idiosincrácas que los hacen ser quienes
son. Esta obligación, al mismo empo, sirve al requisito de
la coordinación: los profesionistas enen que dar muestras
regulares de lo que se espera socialmente de ellos, como
gremio. La cercación por un organismo colegiado o la
pertenencia a una asociación de profesionistas refuerza
este requisito, pero a costa de la individualidad. El deber
de un profesionista, en tanto tal, requiere en efecto que
en su prácca actúe impersonalmente, como una encar-
nación viva de los deberes que constuyen su profesión.
Las circunstancias de la imparcialidad incluyen, según
Barry, la defensa de la racionalidad como un elemento ne-
cesario para la discusión de las normas, reglas y su aplica-
ción a circunstancias concretas. Este elemento se refuerza
mediante procedimientos democrácos. Las organizacio-
nes de profesionistas, según nuestra propuesta, necesaria-
mente y desde un punto de vista normavo, enen que
adoptar procedimientos públicos y democrácos para le-
gislarse a sí mismas y para establecer los diversos proce-
dimientos normavos para sus agremiados. Establecer có-
digos de éca profesional, pero también su interpretación
38
Éca y responsabilidad social
en casos concretos, ene que hacerse mediante procedi-
mientos racionales, democrácos y públicos. Por supues-
to, esto incluye respetar las objeciones o crícas plantea-
das racional y abiertamente, por los pares relevantes de
una organización de profesionistas.
Estas reglas de procedimiento, descritas de mane-
ra tan general, necesitan parcularizarse en relación con
su aplicación a la éca profesional. Hay tres aspectos ge-
nerales que podemos destacar en la realización de esta
tarea: estructurales, culturales y personales. Los aspectos
estructurales se reeren a si las reglas de procedimiento
forman o no parte de algún cuerpo legal de un país, de una
familia o de una organización. Los aspectos culturales se
idencan con la discrecionalidad con la que algunas or-
ganizaciones lidian con reglas establecidas o con el modo
en que proceden en la ausencia de reglas. Cuando las de-
cisiones se toman al margen de las reglas establecidas,
cuando es posible, y a la luz de la información disponible
para alcanzar aquellos objevos buscados, caracterizan a
este aspecto. (Por ejemplo, emplear a niños cuando la ley
lo prohíbe; o tener empleados para servicio domésco sin
tenerlos asegurados o sin pagarles de acuerdo con la ley).
El tercer aspecto que suele idencarse es el personal.
Éste se reere al modo en que personas especícas lidian
con las reglas propias de su posición o profesión, el modo
en que toman decisiones y cómo comunican éstas a otras
personas, por ejemplo, a subordinados o ejecutores de las
mismas. Estas comunicaciones podrían o no ser justas con
otros miembros de una organización, como una empresa
o una instución educava, en el sendo de que podrían
representar un trato despóco, irrespetuoso, arbitrario,
poco democráco, entre otras formas inadecuadas del tra-
to interpersonal (Törnblom, 2-3). El aspecto personal im-
plica que la norma general de la imparcialidad ene que
seguirse también entre colegas y no sólo con los desnata-
39
La juscia procedimental y los deberes constuvos de las profesiones
rios de los servicios de una profesión; el presente trabajo
sienta las bases para una discusión más amplia.
Conclusiones
Nos parece, de acuerdo con estas consideraciones, que po-
demos delimitar el concepto de éca profesional con base
en la noción de juscia procedimental que se encuentra en
la teoría de la juscia de Rawls. Hemos argumentado que
los elementos que caracterizan a la juscia procedimental
están dirigidos a la solución de los problemas relavos a
la coordinación, la eciencia, y la estabilidad. Para Rawls,
la solución a tales problemas es la condición clave para
una sociedad bien ordenada, esto es, aquella regulada por
una concepción general y pública de la juscia. Nosotros
pensamos que la juscia procedimental, entendida de esta
manera, más la regla general de imparcialidad y algunas
consideraciones generales sobre las reglas de aplicación
en condiciones empíricas, pueden ofrecer un fundamento
normavo general para cualquier éca profesional. En un
mundo evanescente como el actual, pensamos que esta
propuesta es novedosa y plausible.
40
Éca y responsabilidad social
Referencias
Barry, Brian (1995). Jusce as Imparality. Oxford: Oxford
University Press.
Luque, Pau (2016). Desacuerdos, derecho y losoa moral.
México: Fontamara.
Rawls, John (1995). Teoría de la juscia. Trad. María Dolo-
res González. 2a. México: Fondo de Cultura Económica.
Thibaut, John, Laurens Walker, Stephen LaTour, Pauline
Houlden (1973). “Procedural Jusce as Fairness”, 26
Stan L. Rev, 1973 - 1974: 1271-1289. HeinOnline.
Törnblom, Kjell y Riël Vermunt (2007). Distribuve and
Procedural Jusce. Research and Social Applicaons.
Hampshire: Ashgate.
41
Repensar la éca planetaria: Desde la
responsabilidad ecosóca
Sigifredo Esquivel Marín1
Jorge Ignacio Ibarra Ibarra2
1
El presente arculo busca repensar la éca planetaria
(desde la responsabilidad ecosóca), entendiendo y aten-
diendo una nueva alianza entre ser humano y mundo. Se
desarrolla la idea de la auto-creación social como una de
las caracteríscas importantes de la singularidad antropo-
lógica en tanto apertura de nuevas ideas y la innovación
como su concreción prácca desde la éca de una libertad
situada y co-responsable ante los demás y ante el mundo.
La auto-creación social podría repensarse al potenciar la
creavidad de individuos e instuciones. La responsabili-
dad social implica una toma de conciencia global que hoy
arcula la responsabilidad de los líderes de las empresas
públicas y privadas desde la juscia, democracia e inclu-
sión social (Ricardo, 2009).
La compevidad ene que replantearse desde la crea-
vidad como éca de la libertad co-responsable respon-
diendo a las necesidades humanas (Petra, 2009). Desde la
éca de la libertad soberana como éca de la resistencia
1 Sigifredo Esquivel Marín profesor invesgador de la Universidad Au-
tónoma de Zacatecas, perl PRODEP, Doctor en Humanidades y Artes,
ene diversas publicaciones sobre éca y cultura. Sus líneas de inves-
gación son Filosoa de la Educación y Filosoa de la Cultura. Premio
Nacional de Ensayo Abigael Bohorquez 2005.
2 Jorge Ignacio Ibarra Ibarra es profesor invesgador de la Universidad
Autónoma de Nuevo León. Perl PRODEP, miembro del Sistema Na-
cional de Invesgadores, ene diversas publicaciones sobre temas de
cultura y losoa contemporánea.
42
Éca y responsabilidad social
desde la inmanencia, el reto es promover un cambio cul-
tural que potencie e interiorice comportamientos procli-
ves hacia la promoción de una nueva cultura, educación
y responsabilidad social. En este acercamiento preliminar
proponemos el término cultura social innovadora, a par-
r del desarrollo humano que produzca sinergia entre
éca-responsabilidad social-creavidad-eco-desarrollo so-
cial. Y todo ello que incluya las diversas perspecvas y cos-
movisiones de mundo de los pueblos originarios de todo el
orbe. Un judío alemán lúcido como lo es Ernest Tugendhat
ha planteado el dilema éco de nuestro empo con meri-
dana claridad, ni localismo ni cosmopolismo son autén-
cas alternavas frente a la crisis generalizada:
Por supuesto que todos nosotros debemos entendernos
de modo universalista, pues la éca sólo se puede enten-
der hoy en día en términos de respeto universal, pero cada
uno, en tanto que ciudadano del mundo, sólo puede rela-
cionarse práccamente en lo concreto como aquel que él
estun, lo que también implica, como uno en la idendad
simple o fragmentada o compleja que se ene. (Tugend-
hat, 2008, 22)
Tugendhat asume el reto de pensar desde un compromiso
éco-políco que busca un diálogo universal bajo contex-
tos parculares siempre complejos, polémicos y bastante
polarizados, donde la verdad éca se concibe como un
horizonte de diálogo plural conngente-trans-histórico
evanescente donde no hay respuestas úlmas ni deni-
vas, pero las preguntas siempre enen que buscar eco e
interlocución en y desde los otros. La cuesón central de
nuestro empo es repensar la dimensión éca en y desde
la singularidad intransferible, pero bajo el manto de una
universalidad descentrada, no eurocéntrica ni logocéntri-
ca, pero tampoco, en contraparda, sumida en la parcu-
laridad beligerante y ensimismada en su razón tautológica.
43
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
¿Cómo es posible arcular universalidad e inmanencia
radical? O, ¿cómo es posible conciliar lo uno-múlple-plu-
ral en un mundo diverso? Aquí apenas esbozamos algunas
líneas de apertura de la discusión. Discusión que nos exce-
de, pero en cuyo exceso es preciso pensar e intentar avizo-
rar algunas respuestas en un mundo cada vez más atenaza-
do por miles de formas de control, dominación y estulcia
crecientes. Atreverse a pensar asumiendo los temas y pro-
blemas desde una mirada éco-políca hoy es una tarea
fundamental de nuestro empo para buscar trascender el
desencanto, la apaa y complicidad generalizados. Buscar
responder y corresponder al desao de nuestro empo es
ya un intento por asumir la estafeta de un pensamiento
críco decidido a afrontar y enfrentar con valor y vigor el
nihilismo contemporáneo. Por ende el presente comunica-
do inquiere preguntas y respuestas en voz alta, ensayando
una lucidez comparda.
2
Los procesos y práccas de la cultura hoy imponen nuevas
formas de pensar y repensar las práccas socio-culturales
y de convivencia, estamos frente a un impase del espacio
social. Frente a una lógica aplastante de dominación del
capitalismo trasnacional nanciero, por lo mismo, hoy
se impone la exigencia de buscar alternavas en y hacia
una perspecva éco-políca que integre en un marco
común las diferencias sin disolver su dimensión irreduc-
ble; habría que reinventar las formas de parcipación
colecva desde una horizontalidad que pueda ser funcio-
nal, justa y equitava. De pronto, las preguntas nos asal-
tan por doquier: ¿puede universalizarse una jerarquía de
valores que no sea eurocéntrica? ¿Acaso toda jerarquía
de valores “da lo mismo” y puede resultar écamente
aceptable? Y la pregunta que no deja de estarnos mero-
44
Éca y responsabilidad social
deando una y otra vez: ¿cómo resolver un conicto entre
dos personas o culturas con jerarquías disntas? Desde
una perspecva amplia, ¿cómo es posible armonizar va-
lores universales y autonomías individuales y colecvas?
¿Algún día podremos empatar solidaridad y respeto por
la diversidad cultural y socio-políca? Las preguntas se
vuelven más urgentes cuanto más necesarias resultan de
una redenición teórica como prácca. Sobre todo, en un
mundo donde todo lo sólido se ha desvanecido y lo pro-
visional también ende a redenirse por completo. De
nada estamos seguros, ni siquiera de esa certeza de estar
en la incerdumbre.
En la época que estamos viviendo de nuevas transfor-
maciones en todos los ámbitos, no sólo se generan ingen-
tes cambios tecnológicos sino también ambientales, cultu-
rales, sociales, polícos, écos y estécos. En este sendo
es importante el papel que juega el ser humano respecto a
una nueva actud individual y colecva que demanda “una
nueva responsabilidad social innovadora”, misma que nos
invita a resignicar la compleja trama de relaciones entre
éca y políca, autonomía y heteronomía. Dichos térmi-
nos se dilucidan en un acercamiento muy preliminar en
esta invesgación que está en curso.
Estamos viviendo en la economía global del conoci-
miento, en que las naciones que más crecen y que más
reducen la pobreza son las que producen innovaciones
tecnológicas; empero toda esta dinámica, bastante com-
pleja y con resultados contradictorios, nos exige una nue-
va lectura de la realidad emergente, realidad también
que se bifurca en múlples realidades y realizaciones di-
vergentes y diversas. En la actualidad la prosperidad de
un país depende cada vez menos de sus recursos natura-
les y cada vez más de sus sistemas educavos, ciencos
e innovadores; economía e in. Los países más exitosos no
son los que enen más petróleo o más reservas de agua,
45
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
sino los que desarrollan las mejores mentes y exportan
productos con mayor valor agregado. La cultura hoy se
convierte en mercancía, las mismas culturas y tradiciones
se venden y cozan en la bolsa de valores intelectuales
como patrimonio de la humanidad, claro está, dicho pa-
trimonio les pertenece mucho más a unos que a otros.
La lógica cultural se imbrica con la lógica socio-políca
global. De ahí la importancia de recuperar la mirada é-
ca como una estrategia para potenciar otras lecturas del
mundo y de las formas de vivencia y convivencia. En las
úlmas décadas, las práccas y los procesos socio-cultu-
rales se están reorganizando a parr de la primacía de los
disposivos y artefactos tecnociencos.
La cultura se vuelve cibercultura o tecno-cultura y, no
obstante, hoy más que nunca se nos exige un posiciona-
miento éco-políco que pueda dar cuenta de las emergen-
cias inéditas de subjevación e intersubjevidad. El bucle
que arcula la éca y la políca ene que ser elucidado en
y desde la producción de subjevidad creacionista que es,
sin lugar a dudas, el tema y problema de nuestro empo.
A parr del anterior panorama, los conceptos y su alcance
explicavo en el ámbito social se vuelven un asunto cada
vez más problemáco. De ahí que se busque resignicar
el concepto pionero de “Ecosoa” propuesto por Guaari,
y en diálogo con su principal co-autor e interlocutor, que
fue, nada más ni nada menos que Gilles Deleuze, quien ha
hecho del pensamiento losóco una creación conceptual
inédita para repensar nuestro empo. Bajo el concepto de
“Ecosoa” se quisiera aquí intentar asumir el desao del
mundo contemporáneo para dar cuenta de una cartograa
móvil del presente, que integre las diversas dimensiones y
estracaciones del mundo de vida colecvo, sin dejar de
lado la parcipación excepcional del sujeto como garante
de un sendo libre y autónomo.
46
Éca y responsabilidad social
Éca planetaria y cultura
Las recurrentes crisis sociales, polícas, culturales, econó-
micas, nos exigen dinamizar respuestas y propuestas in-
éditas de cambio social. Lo cultural se despliega como un
racimo complejo de sedimentaciones múlples. Las viejas
nociones de lo cultural ya no operan. La cultura ene di-
versas concepciones y cosmovisiones, las cuales están en
juego a la hora misma de denir su concepto. La noción
de cultura está ligada a la producción de sendo, a la pro-
ducción simbólica de sendo. La antropología cultural y las
diversas teorías sociales nos remiten, explícita o implícita-
mente, a una antropología losóca, y ésta, a una ontolo-
gía. Si bien el despliegue de lo cultural nos remite a la com-
pleja imbricación entre lo humano y las diversas formas
de expresión y manifestación de la vida en general, es la
aventura del conocimiento prácco lo que estaría en la si-
miente y el cimiento de la cultura como aanzamiento del
ser humano. La concreción de la vida humana como forma
superior e hiper-compleja de la vida implica la plascidad
creava del juego ontológico de la libertad. La compleji-
dad interna de toda cultura conlleva un juego agonísco
de lucha por el reconocimiento que busca ampliar el diálo-
go democráco (Benhabib, 2002, 10). La cultura nunca ha
sido neutra, siempre está atravesada por un sinnúmero de
formas de parcipación que conllevan estrategias de do-
minación, control y resistencia.
El ser y quehacer de lo cultural nos remite a una con-
ceptualización dinámica del ser humano. La cultura que es
lo propiamente humano está organizada y es organizadora
por el vehículo cognivo colecvo que es el lenguaje y la
memoria, compardos de forma histórica y social en las
creencias comunes que se maniestan en representacio-
nes colecvas, ideologías, utopías, conciencia colecva e
imaginación colecva. La cultura se instuye, al empo
47
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
que es instuida, como una suerte de prótesis de inmor-
talidad individual y colecva; de tal suerte que la cultura:
[…] no es ni superestructura ni tampoco infraestructura,
pues esos términos de infra y superestructura son impro-
pios en una organización recursiva donde lo que se pro-
duce y genera se convierte en productor y generador de
lo que lo produce o lo genera. La cultura y la sociedad es-
tán en una relación generadora mutua, y no olvidemos en
esa relación las interacciones entre los individuos que son
a su vez portadores/ transmisores de cultura; esas inte-
racciones regeneran la sociedad, la que a su vez regenera
a la cultura. (Morin, 2000, 74)
El giro cultural de nuestro empo también se puede ver
como parte de la embesda global del capitalismo crea-
vo, el cual se redene en términos de creavidad e innova-
ción como aplicación del saber en la resolución de temas
y problemas que reditúan en la maximización del capital.
La emergencia de lo cultural en la agenda políca vi-
sibiliza una serie de transformaciones en todos los ámbi-
tos y órdenes que va mucho más allá de las coyunturales
parculares señas y contraseñas especícas. Nos remite a
la plascidad humana como espacio de auto-creación de
sendo. Lo cultural redene las idendades individuales y
colecvas, al empo que la misma noción de idendad se
replantea por completo; lejos de ser un punto de parda
o axioma, las idendades hoy se revelan como espacios
de problemazación, interrogación e interpelación. Lo cul-
tural se despliega como conocimiento prácco temazado
y acumulado en la memoria social que genera visiones y
cosmovisiones de mundo. Cosmovisión, lenguaje y mito en
tanto partes constuvas de lo cultural, nos muestran que
la cultura no sólo porta conocimientos, sino que es una
praxis cogniva, una matriz de conocimientos y práccas,
donde conocimiento y prácca se entreveran:
48
Éca y responsabilidad social
Una cultura abre y cierra las potencialidades bioantropo-
lógicas del conocimiento. Las abre y las actualiza, al pro-
veer a su saber acumulado, su lenguaje, sus paradigmas,
su lógica, sus esquemas, sus métodos de aprendizaje, de
invesgación, de vericación… pero al mismo empo,
las cierra e inhibe con sus normas, reglas prohibiciones,
tabúes, su etnocentrismo, su autosacralización, su igno-
rancia de su ignorancia. Aquí también lo que abre el co-
nocimiento es lo que lo cierra. Así todo lo que precede
nos indica que hay a la vez indisnción profunda y tronco
común entre conocimiento, cultura y sociedad. (Morin,
2000, 75)
La cultura conlleva una dimensión simbólica, la cual im-
plica una estracación de lo imaginario. El discurso ins-
tuye al mundo, pero el mundo de vida también crea y
recrea el espacio discursivo. El conocimiento se prueba o
se instuye de forma imaginaria, es decir, de acuerdo con
la estracación simbólica de lo imaginario. La creavidad
está a la base de cultura de la innovación y de la libertad.
El asunto nodal de nuestro empo es potenciar la diversi-
dad cultural e inclusión en la era de las exclusiones y los
(micro)fascismos. Por eso es clave repensar la cultura en
términos de comunicación, derechos humanos y democra-
cia. En la obra Comunicación, cultura de paz e igualdad.
Tejiendo ciudadanía comunicava, los editores Claudia
Cecilia Flores Pérez, Alex Iván Arévalo Salinas y Alejandro
Barranquero Carretero nos plantean el binomio de cultura
y comunicación como ejes centrales de una nueva políca
cultural de promoción de derechos, paz juscia social e in-
clusión (Flores et. al., 2019).
Una de las nociones capitales de nuestro empo es el
desao de responder y corresponder con las demandas
de soluciones a los ingentes problemas que emergen por
doquier. Hoy más que nunca el universalismo se estable-
ce como horizonte común que posibilita el diálogo y el
49
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
disenso. Los derechos humanos enen que ser replantea-
dos desde una nueva ciudadanía cosmopolíca; de Kant a
Derrida y Benhabib se ha pensado el mismo problema: El
problema es hacer coexisr el pluralismo cultural y el uni-
versalismo de los derechos humanos. Se trata de repensar
la ciudadanía en empos de crisis generalizada de la polí-
ca y de las signicaciones centrales de la modernidad.
La cultura se complejiza. Los nuevos movimientos socia-
les enen como punto de parda la crisis políca y la crisis
mediáca. Frente a dicha crisis asismos a la emergencia
de nuevas formas de parcipación social mucho más crea-
vas, lúdicas y lúcidas. El desao consiste en hacer pre-
sente formas que se sustraigan a la alternava empodera-
miento versus control:
La revolución digital de las comunicaciones está provo-
cando transformaciones en las estructuras de poder que
se fueron estableciendo tras la industrialización de las so-
ciedades. Las aproximaciones teóricas sobre la evolución
del control socio económico de las sociedades por parte
de instuciones y organizaciones en la era de la globa-
lización, abarcan desde aquellas que señalan un cambio
de las dinámicas de poder hacia la horizontalidad, hasta
las que apuntan a una concentración vercal del mismo
que favorece a ciertas élites. Cada vez hay más voces que
denuncian que dichas élites aglunan a grandes grupos
mediácos que ofrecen servicios en la Red de Redes (59).
Por ende surgen nuevas formas de control social, pero
también nuevas estrategias de reinvención socio-políca
a nivel infra-políco.
La aparición de Internet, especialmente de las redes
sociales, ha impulsado una relevante transformación en el
campo de la comunicación. Las potencialidades de estas
plataformas las han converdo en herramientas esencia-
les dentro de la estrategia comunicava de todos los se-
50
Éca y responsabilidad social
res humanos. En este contexto, Twier se ha posicionado
como una de las redes sociales con mayor presencia en
el panorama políco actual. El carácter bidireccional y la
posibilidad de establecer un diálogo directo, es uno de los
principales atracvos de Twier. Las nuevas tecnologías
replantean una comunicación más horizontal que resigni-
ca la políca y la cultura desde la imaginación críca. En
este sendo la migración cultural y la proliferación de di-
versas formas de comunicación forman parte de nuestras
vidas. Bajo la dinámica del capitalismo actual, el concepto
de migración cultural es recurrente y redundante, reitera
la dimensión del cambio e intercambio como elemento in-
herente a toda dinámica cultural. Es redundante porque
las migraciones humanas no dejan de rehacer el concepto
ni las práccas culturales. Carlos Monsiváis en su ensayo
“Del rancho al Internet” (1999) destaca la migración cul-
tural cómo pauta dominante del siglo XX, ahora en pleno
siglo XXI, dicha dinámica se ha radicalizado hasta extremos
insospechados:
El siglo XX es entre otras cosas y muy fundamentalmente,
época de migraciones, voluntarias y forzadas, causadas
por el ansia de alternavas, la urgencia de mejorar el ni-
vel de vida, el afán de aventura, las ganas de sobrevivir.
En las metamorfosis inevitables y en los desplazamientos
de hábitos, costumbres y creencias, los migrantes cultu-
rales son vanguardias a su manera, que al adoptar modas
y actudes de ruptura, abandonan lecturas, devociones,
gustos, usos del empo libre, convicciones estécas y re-
ligiosas, apetencias musicales, cruzadas del nacionalismo,
concepciones juzgadas “inmodicables” de lo masculino
y de lo femenino. Estas migraciones son, en síntesis, otros
de los grandes paisajes de nuestro empo. (Monsiváis,
1999).
En y desde México lo cultural se despliega en plural. Nin-
guna cultura es mono-cultura, sino culvo de diversidad
51
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
ontológica políca. Las numerosas culturas indígenas se
hibridan, no sin violencia y resistencia cultural, con las
aportaciones hispánicas, anglosajonas y estadounidenses.
México es muchos Méxicos y todos están reconstruyendo
procesos, práccas y estrategias de reconocimiento cultu-
ral, empero, la democrazación de la televisión y uso de
nuevas tecnologías y la sociedad de consumo enden a
homogeneizar y aplanar toda diferencia. Como bien seña-
ló en su momento Vicente Verdú: el capitalismo de cción
se impone cuando lo real se convalida en y desde la reali-
dad del espectáculo. Para ello ha sido necesario, “primero,
converr al ciudadano en espectador y, segundo, vender
las entradas a todo un planeta homogeneizado, y cada vez
más suscepble de ser tratado como un territorio sin tro-
piezos” (Verdú, 2003).
Las ideas de valor capitalista impregnan la esfera de
la cultura y la producción simbólica de sendo (Throsby,
2008). La misma cultura ene que enfrentarse a diversas
formas de domescación y uniformización culturales que
terminan por re-converrlo todo en mercancía, ese es el
gran desao de nuestro empo, hacer pequeños ancos
de resistencia y auto-creación social en los márgenes del
sistema-mundo global. La cultura ya no se puede oponer
al sistema de dominación, sino de manera tangencial y
coyuntural, acaso de manera estratégica y muy puntual,
so pena en incurrir en el grave error de hipostasiar una
cultura petricada en feche ideológico. Es empo de ver
lo cultural desde los diversos procesos y práccas que lo
conguran como un todo complejo y en permanente de-
construcción. Lo cultural se declina en plural, es urgente,
hoy más que nunca, hacer del pluralismo la defensa de
una democracia como régimen de vida. Es en este sen-
do que se propone el término de “cultura social innova-
dora” como una estrategia éco-políco-ambiental, para
plantear alternavas de eco-desarrollo en el seno de una
52
Éca y responsabilidad social
sociedad cada vez más convulsionada. La transformación
de la cultura en producción de sendo desde la esfera del
mercado reconvierte la experiencia humana en mercancía.
El concepto de “cultura social innovadora” podría inte-
grar la emergencia de lo inédito desde su reconguración
existencial éco-políca como un llamado a construir con-
juntamente otra habitación en la erra. Destacar la dimen-
sión social de la cultura de la innovación nos permite dar
cuenta de los procesos y de las práccas socio-culturales
a parr de tomar conciencia de la autonomía, la libertad
y la agencia humana. Frente al determinismo de las he-
gemonías dominantes, urge potenciar otras miradas, otras
problemazaciones que sean capaces de trascender el
horizonte nihilista de nuestro empo. En este sendo, no
podemos menos que coincidir con quienes se maniestan
por la búsqueda de una democrazación efecva de los
procesos y práccas de una tecno-cultura emergente. La
democrazación de las redes tecnológicas y virtuales con-
lleva procesos y práccas de democrazación de la vida
codiana.
La responsabilidad como co-responsabilidad nos hace
contemporáneos de los seres humanos que vivieron y pa-
decieron un mundo de injuscia, pero también con la exi-
gencia de modicar el presente desde su apertura hacia
otro horizonte venidero. Pasado, presente y futuro están
dados como posibles mirillas de una contemporaneidad
que se expande, se contrae y luego se dilata. Asimismo
destacar la perspecva social como co-responsabilidad
comparda, también conlleva, no sin tensiones extremas,
una búsqueda de una nueva co-relación entre modernidad
y tradición. La innovación en sí misma deja de ser un factor
capital único y ene que ser sopesada su aportación den-
tro de una compleja urdimbre simbólica y valorava.
Lo anterior también avizora redenir la modernidad en
y desde América Lana, asumiendo una lógica socio-cultu-
53
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
ral múlple que ene diversas aristas para pensar e imple-
mentar la innovación como concreción de una creavidad
acotada en función de las reglas del mercado. El concepto
de “cultura social innovadora” no puede fungir como una
camisa de fuerza que nos impida potenciar otras formas
de desarrollo social que aendan y enendan los proce-
sos y práccas de las comunidades. Ningún modelo de de-
sarrollo socio-cultural puede tener cabida si no incorpora
a los sujetos sociales diversos y contribuye a visibilizar la
emergencia de modelos culturales contra-hegemónicos,
en donde las expresiones indígenas y populares sean pie-
dra de toque de idendades subalternas. La creciente ho-
mogeneización cultural desde los valores del capitalismo
trasnacional, requiere un freno que solamente puede ve-
nir desde abajo, desde las bases sociales y polícas. Y para
ello, un replanteamiento de lo cultural como mulplicidad
nos permite otras práccas y procesos de subjevación.
Mientras que la cultura se convierte en mercancía ni-
hilista en el circuito del reino indisnto de lo intercambia-
ble, la éca se convierte en ideario o losoa empresarial
sintezada en una lámina que recibe con sonrisas a los
usuarios de toda iniciava privada en un mundo inmun-
do, entonces repensar la éca y la políca en el seno de la
cultura contemporánea como estrategias de subjevación
implica situarse más allá de la ópca de un sujeto consumi-
do consumista, nos conmina a hacer del dicil trabajo de
conquista de la libertad, un esfuerzo de coraje y búsqueda
de transformación radical, comenzando por la propia exis-
tencia como un espacio de auto-interrogación nita-inni-
ta. La tarea es contribuir a otro intercambio simbólico en
el seno de culturas del espectáculo trivializadas. El asunto
es cada vez más complejo, por lo mismo, cada vez más ur-
gente y apremiante, porque el enemigo ha sido interiori-
zado bajo una micro-políca fascista de auto-inmolación a
la deidad sacrílega del Capital y sus signicantes hegemó-
54
Éca y responsabilidad social
nicos despócos. Hemos naturalizado las signicaciones
imaginarias del capitalismo integrado, por lo tanto, hoy se
impone replantear nuevas formas de reconceptualizar la
cultura y las práccas culturales, justo en los márgenes de
la reconversión de las cosas y de la experiencia de las cosas
en mercancías.
Desde la mirada ecosóca se trata de asumir la cultura
como un espacio complejo de signicaciones y de resigni-
caciones connuas; y no como un texto cuyo pretexto es
la interpretación de un tejido ya dado, donde el problema
central del corpus social de la cultura es siempre el de los
ujos:
[…]el problema esencial de la codicación y de la terri-
torialización siempre es codicar los ujos. De ahí que el
acto fundamental de la sociedad es codicar los ujos y
tratar como enemigo a aquello que en relación a ella se
presenta como un ujo no codicable que pone en cues-
ón todo el cuerpo de esa sociedad. (Deleuze, 2006, 21)
La democrazación de la cultura desde
una nueva axiología ecosóca
La cultura existe en contextos somedos a constantes cam-
bios, lo cual explica la dicultad para denirla, se muestra
como un espacio de problemazación. Considerar a la cul-
tura como capital invita a reexionar sobre los aspectos a
largo plazo, es decir, dinámicos, evoluvos, inter-tempora-
les e intergeneracionales de la cultura, pero también pue-
de ser una estrategia para dominar la producción de subje-
vidades bajo ese concepto que ya Horkheimer y Adorno
habían ancipado en la tercera década del siglo XX y ahora
se vuelve moneda de cambio: “la industria cultural” (Hor-
kheimer y Adorno, 1944). La cultura se retrotrae a su ofer-
ta y demanda, su producción y consumo. Un marco teórico
para dicha perspecva lo proporciona el concepto de sus-
55
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
tentabilidad, que se uliza con mayor frecuencia en el con-
texto del medio ambiente, donde la palabra sustentable se
asocia generalmente con la de desarrollo. La expresión de
desarrollo sustentable casa las ideas de desarrollo econó-
mico sostenible, referido a que no se va hacer más lento o
desaparecer, sino que, de alguna manera, se perpetuará a
sí mismo y de sustentabilidad ecológica, referida a la con-
servación y aumento de una serie de valores ambientales
a través del mantenimiento de los ecosistemas del mundo
natural.
La mayor parte de lo que se pensó y escribió sobre el
desarrollo sustentable, está en sintonía con un mode-
lo amigable con el capitalismo, hace falta replantear por
completo el modelo hegemónico de desarrollo, desde el
enfoque de un eco-desarrollo que contemple la evolución
de todas las especies y seres vivientes, incluyendo la ma-
dre erra como sujeto de derecho y de una cualidad del
orden de lo sagrado más allá de toda cuancación eco-
nómica. Ya la sinergia entre cultura y capital hace alianza
con el orden hegemónico establecido. El capital cultural,
se nos dice, constuye una fuente de bienes y servicios
culturales que proporcionan benecios en el presente y en
el futuro. Los individuos y la sociedad pueden permir que
el capital cultural se deteriore con el empo, o bien, man-
tenerlo o aumentarlo, es decir, puede gesonarlo de una
forma adaptada a sus propósitos individuales y colecvos.
Pero ya hemos caído en la trampa de la ideología neoli-
beral al hacernos creer que la cultura se puede reducir a
un bien económico, por valioso o cuanoso que sea. La
reconversión de lo cultural en un bien valioso, asegura la
reducción al ámbito de la mercancía y con ello, al nihilismo
generalizado.
Puede considerarse la asignación intertemporal de re-
cursos como una cuesón exclusiva de eciencia, no elimi-
na por completo el asunto de equidad. Un punto de vista
56
Éca y responsabilidad social
ulitario podría buscar la maximización de la ulidad social
total, donde las posturas écas de los individuos se reejan
en la medida de su propio bienestar; en tal caso, admir el
altruismo, la demanda desinteresada, el legado de valores
y otras variables de este po, dentro de las funciones de
ulidad individual permiría que, además de preocuparse
por sí mismas, las personas que viven hoy en día se intere-
saran por el bienestar de las generaciones futuras. Desde
este punto pueden surgir que las personas tengan cierta
responsabilidad sobre las decisiones tomadas, con el ob-
jeto de no dañar el bienestar social de las generaciones
futuras. El altruismo y patrimonialismo son dos formas de
reconverr procesos culturales e interpersonales en estra-
tegias de mediación del capital. El capital ende hacia la
más extrema alienación como violenta aniquilación.
A los expertos consagrados al desarrollo, preocupados
por alimentar a los hambrientos y erradicar la pobreza,
les molesta casi siempre que se dé prioridad a la cultura
cuando el mundo está lleno de privaciones materiales. Ni
siquiera los economistas pueden trabajar, como señalo
Adam Smith, sin comprometer el papel de los “senmien-
tos morales”, la nota de Bertolt Brecht sobre el cinismo en
La ópera de los tres centavos “primero la comida, después
la moral”, es más una declaración de desesperación que la
súplica por una prioridad. Empero la moralidad liberal, no
se diga la neoliberal, no se entan en absoluto el corazón
para mantener el orden establecido de dominación cultu-
ral y exclusión radical. Bajo tales premisas llama la aten-
ción un término como “cultura organizacional”, mismo que
ende a radicalizar las formas de reconversión de lo huma-
no en insumo mercanl. La cultura organizacional es unos
de los temas fundamentales para apoyar a todas aquellas
organizaciones que quieren hacerse compevas. Además
de estudiar el cambio organizacional como factor clave del
mejoramiento connuo de las organizaciones, así mismo,
57
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
se considera importante estudiar la calidad de la gesón
de recursos humanos en el avance de la tecnología. Causa
que lleva a las organizaciones a cambiar su cultura de la
mano con su organización funcional.
Hoy más que nunca, las organizaciones deben desarro-
llar capacidades de aprendizaje que les permitan capitali-
zar el conocimiento y constuirse así, como organizaciones
inteligentes. Esta premisa se ha converdo recientemen-
te en algo fundamental para el desarrollo de las ventajas
compevas y la supervivencia de la organización en un
entorno altamente cambiante. No obstante, toda esta chá-
chara ideológica que se quiere hacer pasar por ciencia, no
deja de encubrir, sin tanto esfuerzo críco, el afán de con-
trol y reconversión del mundo en insumo de la maquinaria
del capitalismo global.
Frente a la hegemonía de la racionalidad instrumental,
urge potenciar otras contra-hegemonías desde abajo, des-
de los márgenes sociopolícos que busquen democrazar
la cultura, sus procesos y sus práccas. Las estrategias de
la cultura de la organización buscan poder evaluar(se) y re-
conocer(se) en desde los valores culturales hegemónicos,
que no son otros que los valores del mercado y su coza-
ción uctuante en el capitalismo especulavo de un gran
casino nanciero; empero, no todo es color de rosa en un
mundo caníbal donde la creación y fortalecimiento de los
valores culturales necesarios para apoyar la estrategia or-
ganizacional enfrentan un rápido y desgastante proceso de
globalización, además de un marco de agresiva compe-
vidad que busca, tanto la ganancia, como el exterminio del
otro; tal parece que los juegos del hambre llegaron para
instalarse.
Empresas como Disney, Google, Starbucks, Wal-Mart,
entre otras, enen ventajas compevas basadas en su
esfuerzo por desarrollar práccas culturales ecocidas y ge-
nocidas. Aquí una cultura social innovadora está orientada
58
Éca y responsabilidad social
a proporcionar benecios económicos. No hay que enga-
ñarse con los senmientos nobles del capitalismo trasna-
cional. Un modelo de desarrollo que no ene límites écos
ni polícos, no puede ser garana de auténco desarrollo
humano. La cultura organizacional pretende resignicar la
responsabilidad social desde la égida del mercado y con
valores como la recompensa, cordialidad y transparencia,
pero sin que ello, contribuya a democrazar los procesos y
práccas de la cultura, todo lo contrario ende a su jerar-
quización desde valores empresariales.
La cultura innovadora neoliberal está relacionada con
la creación de productos y servicios por medio de proce-
sos sostenibles que le otorgan una ventaja compeva a
la empresa por medio de la propuesta de valor; en reali-
dad la dimensión ecológica o el sello verde de lo ambien-
tal se vuelven estrategias de mercado para que una masa
consumidora y consumida no sienta culpa por la ingesta
brutal de productos y objetos que en realidad no necesita,
pues sasfacen deseos creados por la industria cultural y la
economía libidinal del capitalismo. Se nos hace creer que
los procesos son desarrollados por personas con valores,
costumbres, tradiciones y signicados que hacen que una
empresa sea única, para que esto sea posible debe exisr
compromiso de la alta dirección para enfrentar los cam-
bios, pero las empresas trasnacionales hoy naufragan bajo
la incerdumbre de un capitalismo cada vez más salvaje y
cruento. La innovación que destaca el mercado actual no
es creavidad pura, sino alienación del orden impuesto
por el reino generalizado de la mercancía y sus procesos
de mercanlización.
El replanteamiento de la cultura social innovadora des-
de una mirada que conjunte la éca planetaria y la ecoso-
a nos exige pensar una nueva axiología que rivalice con
los viejos modelos de convivencia humana, pero que en-
da a descentrarlos desde su apertura de una alteridad no
59
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
antropocéntrica. La crisis del humanismo se puede enten-
der como apertura de otras visiones écas no centradas
en el Hombre Universal Eurocéntrico, visiones écas que
nos recuerdan el humanismo de los otros hombres y de
las otras mujeres que se sustraen a la lógica de domina-
ción hetero-normava patriarcal. Aquí la tarea es enorme,
¿cómo es posible vislumbrar una cosmopolíca que contri-
buya a ampliar el marco de convivencia humana más allá
del logocentrismo? La obra de Jacques Derrida, nos dio
pistas importantes para repensar dicha pregunta, empero
se quedó en la raya al no asbar que esa alteridad no es
un residuo de la metasica occidental logocéntrica, sino su
contraparte indigerible por el orden hegemónico, quizá le
faltó un poco de empo para asbar dichas alternavas,
quizá su propia visión intelectual estuviera atravesada por
esas huellas y resquicios que tanto cricó y cuesono en
vida. En todo caso, la tarea pendiente está aquí y ahora y
nos conmina a pensar de otra forma.
En su obra pionera, Las tres ecologías, Félix Guaari nos
invita a repensar la conjunción disyunva entre éca y po-
líca desde una mirada inédita. Si la éca ha sido la proyec-
ción e implementación de una morada humana en la erra,
el ser humano había proyectado el ser natural como una
forma de disponer antropocéntrica donde todo estaba a su
servicio. La mirada de la ecosoa nos conmina a repensar
la relación entre cultura, saber, tecnociencias y ser huma-
no desde el horizonte del sistema-mundo contemporáneo,
más allá del antropocentrismo hegemónico. La democra-
zación de la cultura y del mundo laboral solamente sería
posibles si somos capaces de generar una nueva axiología
post-humana y respetuosa de la naturaleza y del futuro de
la erra. La ecosoa es una perspecva que intenta ar-
cular el saber, el hacer y el pensar-senr en sintonía con
el mundo. La perspecva tecnocráca que busca abar la
“contaminación industrial” o paliar “el cambio climáco”
60
Éca y responsabilidad social
desarcula el bucle que conforman los campos de lo éco
y lo políco como un entramado que involucra, tanto a los
eslabones/operadores de poder, así como a las instancias
psíquicas individuales y colecvas que conguran la pro-
ducción contemporánea de subjevidad (Guaari, 1989).
La ecosoa –según Guaari– pone en relación los tres
registros ecológicos: medio ambiente, relaciones sociales y
subjevidad humana a parr de la retroalimentación entre
mundo y ser humano. La crisis ecológica y ambiental no
puede tener o contener una respuesta o solución desde
acciones aisladas porque el deterioro del entorno exige ac-
ciones a una escala planetaria reorientando los objevos
de la producción y consumo. Una revolución ambiental de
tales alcances requiere pensar e intervenir en lo global, en
tanto campo molar socio-políco, así como en el campo
molecular de subjevación de la sensibilidad, la inteligen-
cia y el deseo. Tenemos que crear herramientas de subje-
vación e intersubjevidad que cuesonen la masicación,
el conformismo y la pasividad en la cual nos encontramos
inmersos. La mirada ecosóca busca pensar y actuar supe-
rando nuestro antropocentrismo más larvado para vivir en
concordancia con el orden natural.
La basura social estaría ligada a la basura mental que
producimos. Nuestras palabras y pensamientos contami-
nan tanto como nuestras acciones, de ahí la importancia
de modicar el orden estéco y semióco de la sensibili-
dad y apertura con el otro. Según Guaari los tres regis-
tros ecosócos son complementarios: La ecosoa social
reinventa el ser en común reconstruyendo las relaciones
humanas en todos los niveles de la sociedad; la ecosoa
mental reinventa la relación del sujeto con el cuerpo, im-
pugnando la uniformización y la masicación crecientes;
la ecosoa medioambiental reinventa un equilibrio natural
inédito buscando alternavas a la crisis, y con ello, tam-
bién reinventa un proyecto humano de habitación de la
61
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
erra. La debacle ambiental resulta inseparable de la de-
bacle de la subjevidad humana, de su vaciamiento radical
de sendo.
Tenemos que reinventar nuevas práccas, nuevas he-
rramientas de subjevación, nuevas miradas intelectuales
y existenciales. La proliferación de experiencias alterna-
vas que endan hacia una producción de subjevidad des-
centrada. Naturaleza y cultura resultan indisociables en
nuevo esquema de parcipación eco-responsable, donde
el sujeto humano deja de ser un ente soberano autónomo
y se asume como sujeto descentrado y excéntrico a parr
de un frágil equilibrio con los demás y, sobre todo, con el
sistema-mundo-natural.
Redenir creavidad e innovación desde los ujos
La mirada ecosóca posibilita otra lectura del trinomio
cultura, creavidad e innovación. Si bien es cierto que es-
tamos entrando en un periodo de transformación radical
debido al auge de la innovación, muchos países lanoa-
mericanos y europeos donde están oreciendo nichos de
creavidad, enen una excelente oportunidad de estar
entre los líderes de la innovación en el mundo del futuro,
también es cierto que el avance tecnocienco ha man-
tenido la brecha entre poderosos y marginados al precio
de estar al borde de la destrucción planetaria. La narrava
o fábula que polícos y tecnócratas de Lanoamérica ha-
bían comprado bajo costosos tulos académicos, casi no-
biliarios, en las universidades más presgiosas de Estados
Unidos e Inglaterra cada vez resulta ser una desventura
más agrante. Uno de sus voceros Andrés Oppenheimer
en su libro ¡Crear o Morir! La esperanza de América Lana
y las cinco claves de la Innovación menciona que los estu-
diosos de la innovación muestran que las concentraciones
de mentes creavas son de lejos el principal motor de la
62
Éca y responsabilidad social
creavidad colecva y un factor aún más importante que
el entorno económico. El problema grave es que los enfo-
ques desarrollistas, en cualquiera de sus variantes, no se
han dejado de traducir en América Lana, si no es en ma-
sicación de la pobreza, barbarie e injuscia.
Quizá las preguntas estén mal planteadas y por eso
tenemos las mismas respuestas y los mismos resultados,
quizá debamos desaprender toda esa ideología del éxito y
desarrollismo que no manene en el subdesarrollo y en el
fracaso. Quizá habría que pensar la producción de subje-
vad y la auto-creación social desde los ujos y devenires
que conlleva. La sociedad está hecha y atravesada de u-
jos. Félix Guaari y Gilles Deleuze consideran el ujo como
lo connuo, movimiento constante, un uir que es devenir,
una presencia constante en el empo que consta de múl-
ples dimensiones y estratos. El ujo en tanto devenir es el
advenimiento, cambio constante.
El movimiento y el cambio son las notas fundamentales
del devenir, de ahí también que el ujo sea en plural: los
ujos: Los ujos, son el nombre que Deleuze da a la con-
nuidad, lo que chorrea connuamente sobre el cuerpo sin
órganos. Existe, a decir de Alain Badiou, una tendencia en
el pensamiento de Deleuze fuertemente orientada hacia
un an cartesianismo, en el sendo de ser un pensamiento
que no busca la armación, la determinación precisa, sino
antes bien, la línea de fuga, el medio que conduce a la in-
discernibilidad, el no estar aquí o allá, o bien, ser hombre o
mujer como punto de fuga connua, indeterminables; un
constante salir de las determinaciones (Deleuze, 1998, 28).
Conectada esta idea con el devenir llegamos a una ca-
racterísca importansima para comprender la idea de
ujo: este en un primer momento aparece como una rela-
ción de escape o fuga, de virtualidad que siempre escapa
a la determinación3. El ser entonces es pensado de nue-
3 Ídem.
63
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
vo sin propiedades pero de una manera aún más radical
por Deleuze. El ujo social conlleva una mulplicidad de
varios presentes que se presentan con su heterogeneidad
absoluta. El ujo en tanto devenir implica una especie de
muldimensionalidad, un presente que construye al mis-
mo empo su pasado y su futuro. Deleuze hace hincapié
en la caracterísca parcular del instante como compues-
to por varias dimensiones, un presente vivido como tal y
otro presente en empo pasado, dispuesto como para una
narración (narración que ene como desnatarios a Papá
y Mamá) y otro en futuro, un presente muldimensional
de tal manera que se vive el presente pero a la vez se vive
el pasado y aún se formula el futuro (Deleuze, 2005, 250).
¿Qué pasa entonces con el sujeto? Aún y cuando Deleu-
ze no está preocupado en este momento por su suerte, te-
nemos que preguntar por él debido que su argumentación
se dirige al ajuste de cuentas con las fuerzas despócas
que rondan por el mundo globalizado, o bien, industrializa-
do por el capitalismo. Por ello, la noción de sujeto adquie-
re relevancia, pues se trata a n de cuentas de liberar a los
sujetos concretos. La consideración de esta convivencia de
lo inconsciente con lo consciente será sin duda lo que nos
permita hablar de una “supervivencia” del sujeto dentro
del cuadro de la losoa de Deleuze. Sin embargo, no hay
que perder de vista que el sujeto narrador, aquel que ela-
bora el recuerdo o el futuro dentro de la acción, ene para
Deleuze, un sendo de estructuración fundamentado en el
triángulo edípico: al nivel del consciente, del preconscien-
te, del inconsciente, un niño no pasa un día sin seleccionar,
es decir, sin vivir sobre un doble registro, pero estrictamen-
te al mismo empo, aquello de lo que ene recuerdo y
el recuerdo mismo; es decir, el bloque de infancia vivido
que determina las conexiones deseantes y el recuerdo de
infancia que, al contrario, es ya un pasado, pero un pasa-
do estrictamente contemporáneo del presente del que es
64
Éca y responsabilidad social
pasado. Ese recuerdo reene, de los deseos del niño, solo
aquello que va poder ser referido al padre y la madre.
Es la conducta del relato. “El relator, o narrador elabora
esta selección, ubicado en una relación igualitaria con los
diversos bloques, no es menos ni más, sólo realiza su fun-
ción, sin embargo, Deleuze es pardario de una losoa que
aboga por lo inconsciente como resultado de la interacción
inédita de fuerzas que atraviesan al sujeto, pues el otro, el
narrador se convierte en el sujeto de la máquina de inter-
pretación”, narrador para una máquina de interpretación.
Deleuze ha pensado la creavidad radical como algo inhe-
rente al ser. Ahora bien, en el seno del capitalismo integra-
do, los ujos son codicados y reprimidos a favor de sujetos
alienados y sociedades conformistas. Siempre se trata de
ujos y los ujos conllevan auto-creación social que, bajo el
espíritu de la éca del capitalismo, enden hacia la codica-
ción axiomáca desde un signicante despóco.
Ahora la creavidad permite cumplir deseos personales
o grupales de forma más veloz, sencilla, eciente o eco-
nómica y por ende, es la base del capitalismo integrado
contemporáneo; habría que preguntarse qué po de crea-
vidad y hacia dónde se está potenciando desde la pers-
pecva del ecocidio y genocidio humanos (Pérez, 2012). El
asunto peliagudo es que la reconversión de la creavidad,
como innovación aplicada desde la esfera del capitalismo
creavo redene mundo y ser humano en meros objetos
de producción-consumo de la mega-maquinaria planetaria
de dominación. En el siglo XXI se considera a la innovación
como motor generador de riqueza. El problema de fondo
es que el capitalismo contemporáneo se sirve de la crea-
vidad como una estrategia de reconversión del mundo en
experiencia de consumo, pero lo hace al margen de cual-
quier valoración éco-políca.
El capitalismo hace de la creavidad una estrategia,
tanto de producción, como de consumo. Si se considera
65
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
la creavidad como pilar de la innovación, la innovación
inicia cuando se crea algo y se le asigna cierto valor al re-
sultado con el objeto que pueda sasfacer las necesidades.
Justo cuando le agregamos valor, es cuando inicia la inno-
vación. Como innovación podemos denir “la introducción
de nuevos productos y servicios, nuevos procesos, Nuevas
fuentes de abastecimiento y cambios en la organización in-
dustrial, de manera connua, y orientados al cliente, con-
sumidor o usuario” (Schumpeter, 1934).
La innovación retrotrae la creavidad a la dimensión de
la mercancía y sus procesos de reconversión monetaria.
De ahí que la innovación sea redireccionada a la introduc-
ción de un nuevo, o signicavamente mejorado, producto
(bien o servicio), de un proceso, de un nuevo método de
comercialización o de un nuevo método organizavo, en
las práccas internas de la empresa, la organización del lu-
gar de trabajo o las relaciones exteriores (Manual de Oslo,
2018). Habría que descolocar la creavidad del reino de la
maximización de la ganancia al ámbito del juego y la gra-
tuidad, es decir, situarnos muy lejos de la ópca empresa-
rial hacia donde todo y todos nos dirigimos.
De tal suerte que el capitalismo trasnacional cogni-
vo se vuelve capitalismo creavo, la estéca y la novedad
forman parte de su despliegue global. Avanzamos hacia la
posibilidad de que la tecnología sea despliegue de proce-
sos creavos que desarrollarían estrategias y tecnologías
más exibles y amigables con el medio ambiente que no
comprometan la estructura de costos de la empresa. Cree-
mos que aquí reside justamente la trampa, en hacernos
creer que bajo el juego de la ideología de la economía de
la innovación vamos a poder generar condiciones para lo-
grar un desarrollo social. La rapiña del capitalismo ende a
generar una cultura individualista que también contribuye
a erosionar el espacio público de interacción. Estamos vi-
viendo bajo la consumación del capitalismo creavo que
66
Éca y responsabilidad social
se despliega bajo la economía global del conocimiento,
donde se nos hace creer que las naciones que más crecen
y que más reducen la pobreza, son las que producen inno-
vaciones tecnológicas. En la actualidad la prosperidad de
un país depende cada vez menos de sus recursos naturales
y cada vez más de sus sistemas educavos, sus ciencos
y sus innovadores.
Las polícas públicas de países como México y otros de
Lanoamérica, no han sabido potenciar una sinergia crea-
va entre sociedad, universidad y empresas. Siempre que
aparezca una nueva tecnología vale la pena preguntarse
quién va a ganar y quién va a perder como resultado de su
advenimiento. Las tecnologías hoy más que nunca están al
servicio de los grandes consorcios del capitalismo extrac-
vo de rapiña planetaria.
Redenir creavidad e innovación desde los ujos y des-
de la ecosoa implica pensar más allá de los esquemas mo-
dernos del desarrollo y avance tecnocienco. Es una tarea
tan urgente como pernente que nos exige otra mirada de
las cosas, y también implica poner un freno, o por lo menos
cuesonar, el eslo de vida consumista en el que estamos
situados desde hace un lustro, eslo que se ha radicalizado
en las úlmas décadas como sistema de vida inhumano sui-
cida. Repensar la creavidad e innovación a parr de los u-
jos nos conmina a retomar otro concepto deleuziano clave:
el agenciamiento; mismo que se concibe como apertura de
auto-creación social y territorial que inquiere y requiere seg-
mentos de contenido y expresión, puntos y puntas de fuga
y desterritorialización, fuerzas instuyentes y conguracio-
nes instuidas. El agenciamiento estaría ligado a la emer-
gencia de lo social como innito juego de estructuraciones
y des-estructuraciones de máquinas deseantes y máquinas
de guerra (Zourabichvili, 2004, 8-9).
El agenciamiento humano está atravesado por fuerzas
y vectores que no son humanos, devenires animales y ve-
67
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
getales, devenires cósmicos. Por ende, es importante reto-
mar dicho concepto porque nos replantea la creavidad y
la innovación más allá de las formas de dominación capi-
talista que todo lo terminan por retrotraer a la esfera del
mercado y de su intercambio de mercancías. Creavidad e
innovación en tanto agenciamientos maquínicos implican
a la apertura de un excedente imposible de toda sutura o
clausura en términos de saber o acción desde la maquina-
ria del capitalismo integrado.
Responder y corresponder, más allá de
“la responsabilidad social”
Habría que situarse más allá de los discursos y las discu-
siones écas y polícas del capitalismo integrado y de su
ideología de una responsabilidad social y de una éca em-
presarial que legiman el orden impuesto. El declive de la
éca va de la mano del declive de la políca y auge del in-
dividualismo y la cultura new age y los libros y terapias de
auto-ayuda. El malestar subjevo aparece como malestar
social de seres humanos arrojados a la diáspora de su ni-
tud y sus promesas consumistas de felicidad light.
La visibilización de las discusiones écas forma parte
de dicha trama compleja de crisis generalizada del capi-
talismo. La éca es la rama de la losoa que estudia la
naturaleza y los criterios de la acción correcta y errónea,
la obligación, el valor y la vida recta, y los principios rela-
cionados. Éca se reere a la moral de diversas sociedades
o a los estándares morales implícitos en su conducta; en
este sendo, la éca es tan diversa como la humanidad.
Los principios de éca necesariamente son el fundamen-
to de la losoa social y políca, disciplinas preocupadas,
en úlma instancia, por la éca del poder y la éca de las
práccas y formaciones sociales (I. Payne, 2006). En los úl-
mos empos se ha redescubierto la aplicación de la é-
68
Éca y responsabilidad social
ca en los problemas públicos importantes, en áreas como:
ambiental, del desarrollo poblacional, pero esto puede re-
sultar engañoso, porque en términos práccos asismos
al somemiento cada vez más espantoso del hombre en
manos de un control tecno-cienco al servicio del capital
trasnacional.
El auge de las temácas écas y sociales va de la mano
del eclipse de la toma de decisiones libres de hombres y
mujeres cada vez más somedos a un sistema de produc-
ción global. Asismos al eclipse de la éca y de la políca
en detrimento de ideologías e ideologemas aderezados de
un barniz de una éca y de una políca de pacolla. Éca
como código de buenas costumbres empresariales y polí-
ca como aceptación acríca del orden de una democra-
cia representava impuesta y sobrepuesta; quizá también,
de tan poca legimidad: sobre-expuesta. Algo similar pasa
con la éca profesional.
La éca profesional es el conjunto de normas de carác-
ter éco aplicadas en el desarrollo de una acvidad labo-
ral. La éca puede aparecer reejada en códigos deonto-
lógicos o códigos profesionales a través de una serie de
principios y valores contenidos en postulados en forma
de decálogo o documentos de mayor extensión. La éca
profesional marca pautas de conducta para el desempeño
de las funciones propias de un cargo dentro de un marco
éco. En muchos casos tratan temas de competencia y ca-
pacidad profesional, además de temas especícos propios
de cada área.
El diagnósco de los anunciadores del riesgo mayor que
hemos explorado en la primera parte, reveló que la fuente
de los problemas écos del mundo tecnológico reside en
el desequilibrio entre el poder tecnológico y la responsabi-
lidad humana. La sociedad moderna idencó el desarro-
llo tecnocienco –poderoso y autónomo con respecto a
los valores écos y polícos- como el motor principal del
69
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
progreso. El mito del progreso se sostenía en la esperanza
de que dicho desarrollo condujera a la humanidad a una
sociedad más racional y con más oportunidades de alcan-
zar el bienestar.
La radicalidad de su críca ha contribuido a que muchos
otros pensadores comenzaron a reexionar sobre los ex-
cesos del poder tecnológico. Creemos que los alcances del
llamado giro éco en la losoa de la tecnología no se pue-
den escamar ni mucho menos soslayar debido a sus efec-
tos en todos los ámbitos. Dos funestos acontecimientos
por sus consecuencias écas y polícas como lo ha señala-
do Günther Anders – han marcado un punto peligroso de
no retorno en las manifestaciones monstruosas del poder
tecnológico: Auschwitz e Hiroshima. El poder tecnológico
se revelo, como nunca antes en la historia, con una terro-
ríca capacidad de destruir al ser humano, tanto material
como espiritualmente. Sea por la eliminación “industriali-
zada” en los campos de exterminio o por una tremenda ex-
plosión nuclear, el poder tecnológico demostró un alcance
nunca antes visto ni imaginado. En cuanto a la barbarie y
el genocidio no podemos decir que sean “asuntos del pa-
sado”, pues permanece la amenaza de la subordinación de
la tecnología a los nes ideológicos-polícos en el intento
de transformar violentamente la estructura cultural y bio-
lógica de la humanidad.
La crisis más signicava que causado el poder tecnoló-
gico se localiza en el ámbito medio ambiental. Tres factores
desencadenan la crisis ecológica: una enorme producción
mundial que demanda una fuerte producción, el poder
tecnocienco vinculado con la expansión y concentración
de capital y la creciente desigualdad norte/sur que puede
causar conictos bélicos. La capacidad tecnológica para in-
tervenir en el genoma humano, y en el de muchas otras
especies nos debería de poner en alerta mundial para ge-
nerar otra cultura de desarrollo humano y otra perspec-
70
Éca y responsabilidad social
va eco-social. Los riesgos que genera la tecnociencia con-
temporánea no resultan sólo de “errores humanos” o de
defectos en los diseños tecnológicos, sino de la creciente
complejidad de efectos encadenados entre las acciones
tecnológicas y los fenómenos naturales.
Vivimos en una era en la que los accidentes tecnológicos
se mezclan con los naturales, y cuya combinación resulta
cada vez más impredecible y en ocasiones catastrócos. La
humanidad siempre ha tenido conciencia de los accidentes
y catástrofes naturales y de la imposibilidad de predecirlos.
Ahora se debe caer en la cuenta de que sus acciones tec-
nológicas en una escala planetaria se convierten en nuevas
e insospechadas causas de riesgo y, eventualmente, de de-
sastres. De acuerdo a Ulrich Beck, la “sociedad del riesgo
global” constuye una nueva fase de la modernidad en la
que los riesgos sociales, tecnológicos, ecológicos eluden
cada vez más el control de las instuciones protectoras
picas de la sociedad industrial. Los riesgos industriales,
nucleares, químico o biotecnológicos no pueden exigirse
responsabilidades por ellos, conforme a los marcos legales
convencionales.
En la sociedad actual, los riesgos (la posibilidad incier-
ta de que ocurra un daño derivado de una decisión inten-
cional) ya no son peligros naturales ni fatalidades que los
dioses o el desno decretan (las plagas, hambrunas y ca-
taclismos, etcétera), sino de producto de decisiones y de
acciones colecvas, por lo que suponen una difusa res-
ponsabilidad. Como lo había argumentado Hans Jonas, el
crecimiento descomunal del poder tecnológico nos sitúa
ahora ante una responsabilidad de dimensión extendida y
creciente en la misma medida en que aumenta dicho po-
der. La responsabilidad humana se ha vuelto, en verdad
cósmica. El aumento del poder tecnológico implica un nue-
vo y disnto grado de responsabilidad, para el cual, la tra-
dición éca no nos ha preparado.
71
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
Surgen entonces nuevos problemas écos, y por ende,
la responsabilidad social desde la éca empresarial apa-
rece como una estafa o cortada para encubrir o disfra-
zar la gravedad del asunto, estamos en una situación de
emergencia global y se requieren soluciones globales para
contrarrestar un modelo ecocida y genocida que está aca-
bando con la dignidad humana y del mundo natural. La
barbarie y destrucción está terminando por acabar con la
diversidad cultural y ambiental, así que redenir una éca
planetaria desde la esfera de la eco-responsabilidad social
que atraviese todos los procesos y práccas culturales se
impone como una tarea crucial para atender y entender la
debacle que se avecina. El concepto de cultura social inno-
vadora podría ser un caballito de batalla si podemos visi-
bilizar una agenda común, comunitaria, horizontal, donde
todos los pueblos del mundo tengan cabida, parcipación
y representación. La tarea apenas comienza.
La sociedad actual se precipita en su fragmentación, la
crisis ambiental y la crisis éco-políca dan cuenta de que
nos estamos sumiendo y sumergiendo en la impotencia de
no saber qué po de sociedad se busca. Las consecuencias
de la auto-ocultación de la auto-instución de la sociedad
conllevan que nos volvamos en súbditos de un modelo
fascista de producción de sendo. La ausencia de un pro-
yecto de sociedad con sendo eco-humano nos lleva a la
heteronomía más radical que en su obra El avance de la in-
signicancia, Cornelius Castoriadis (1997) había ancipado
como la antesala de la devastación generalizada se vuelve
moneda de uso corriente y nadie se inmuta con la debacle;
conformismo y estupidez se trivializan a tal grado que se
invisibilizan por completo, incluso, nos hacemos los lisllos
creyendo que sabemos algo del asunto, cuando en realidad
nuestra impotencia es tan agrante como nuestra estulcia.
El giro éco va de la mano del eclipse de la conducta hu-
mana éca. Mientras que los poderes fáccos y las formas
72
Éca y responsabilidad social
de dominación socio-políca enden hacia una rigidiza-
ción neo-fascista, nada de metáforas líquidas ni gaseosas,
puede explicar radicalización del control tecno-capitalis-
ta-virtual-nanciero. Pero también emergen otras formas
de hacer comunidad y de ser humano en diálogo con la
naturaleza, a parr de saberes y cosmovisiones ancestra-
les. Estamos en empos donde reinan las paradojas y am-
bigüedades, pero también estamos viviendo en empos
donde urge pensar y actuar con lucidez y determinación
ante la debacle generalizada.
Se han bosquejado algunas ideas a parr de esa noción
limítrofe de “Ecosoa” como un mapa cognivo y afecvo
que reconecta hombre, mundo, cultura en y desde la res-
ponsabilidad como horizonte de respuesta compleja singu-
lar-colecva en el seno de una vida pública controversial,
pero necesitada de asumir una voz enérgica críca propo-
siva e interrogava. Alzar la voz sin atropellar a los demás
en el griterío despecvo e imposivo contra el otro, acep-
tar la exigencia de convivencia plural sin demérito de nada
ni de nadie, entre otras tareas, resultan ser algunas de las
asignaturas pendientes del pensamiento y de la cultura en
el mundo contemporáneo.
Conclusiones
La redenición de la relación entre éca y responsabilidad
social conlleva un nuevo horizonte de pensamiento e inte-
racción. Se enen que replantear los modelos educavos
de competencias, más allá del enfoque humano-social-am-
biental, los modelos polícos electorales y los modelos
écos empresariales que han sido incapaces de atender y
entender las necesidades humanas con un sendo de res-
ponsabilidad eco-social. Hay que rehacer el modelo en su
conjunto sin estar somedos la sobre determinación ideo-
lógica del mercado neoliberal que hace de la educación un
73
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
modelo empresarial. Para ello se requiere crear una nueva
conciencia éca planetaria en los ámbitos socio-culturales
y educavos que haga de la creavidad y la innovación for-
mas de reinvención plásca de la habitación del ser hu-
mano en el mundo y que dicha conciencia planetaria se
sensible a la naturaleza como agente éco y jurídico.
Hay que promover tanto en las universidades como en
las empresas la innovación disrupva con un enfoque de
responsabilidad eco-social, pero, sobre todo, hay que pro-
mover otras formas de eco-desarrollo más allá de la esfera
del consumo generalizado que hoy domina al mundo en su
conjunto. El capitalismo actual ya o es un modelo viable de
vida ni tampoco de convivencia con el mundo. Por ende,
la creavidad es pilar de la innovación y la compevidad,
pero estos factores enen que empatarse con la juscia
social y la éca para ello se requiere una nueva sinergia
que sea integradora y al mismo empo exible. Hay que
deconstruir el capitalismo creavo desde otros enfoques
más justos, solidarios y amigables con el entorno.
Después de haber analizado a grandes rasgos de una
manera rápida algunos aspectos relevantes de produc-
vidad, innovación, índice global de compevidad y pro-
yecciones económicas, sin exageración alguna, se podría
vacinar lo obvio: estamos avanzando hacia la catástrofe,
seguimos progresando hacia el nihilismo planetario. Mé-
xico en cuanto a desarrollo territorial sigue creciendo, en
donde se sigue urbanizando y cada día implementando
nuevos métodos de trabajo en donde se pueda crecer más
y el territorio en donde se esté trabajando cada día tenga
más auge.
En cuanto a la responsabilidad social, hablando de Mé-
xico, parece que necesita desarrollarse más y esto va de la
mano con los retos de la educación, un aspecto muy im-
portante para poder crecer, es la base de cualquier creci-
miento ya que cuando se habla de educación también se
74
Éca y responsabilidad social
engloban los valores, los hábitos y la responsabilidad so-
cial. Teniendo un buen comportamiento de estos aspectos
se podrá lograr un crecimiento entre las personas, donde
existan valores y cada acvidad que se realice será en pro
del crecimiento y el aprendizaje, en donde cada día se pue-
da aprender algo nuevo y se pongan en marcha procesos y
acvidades que realcen el país.
El gran reto que enfrentamos los docentes es preparar a
nuestros estudiantes para un mundo desconocido, incierto
y complejo. Esto implica trabajar en un nuevo paradigma
educavo, en el que las personas sean capaces de reco-
nocer que los problemas actuales requieren un enfoque
interdisciplinario que favorezca una comprensión profun-
da, así como nuevas propuestas de solución. Este nuevo
paradigma destaca la necesidad del pensamiento críco.
Esto implica desarrollar una estrategia educava en la que
los estudiantes sepan potenciar una lectura creava desde
una mirada éco-políca. Lo anterior conlleva una forma-
ción de compromeda con la búsqueda de la verdad que
tenga una mente abierta y se demuestre humildad inte-
lectual. Empero dicho desarrollo tecno-cienco debe de
hacer sinergia con los conocimientos y sabidurías locales
y ancestrales. Un México que desdeña la tradición valiosa
de un tesoro fundamental está encaminado a naufragar en
el mundo contemporáneo. Pero sociedad, cultura y educa-
ción tendrán que repensarse desde una nueva éca plane-
taria acorde con otra forma de habitación del mundo.
Sería bueno considerar que no todo es innovación y
creavidad, que la preservación de las tradiciones es tan
importante como apuntar hacia la novedad, el pasado en-
cierra cofres de tesoros muy valiosos para la humanidad, ya
Gadamer en su obra fundamental Verdad y método había
señalado que la reivindicación del prejuicio es clave para
todo proceso cognivo y creavo: El sendo del compren-
der e interpretar se despliega hacia el futuro si previamen-
75
Repensar la éca planetaria: Desde la responsabilidad ecosóca
te es capaz de replegarse hacia la recreación del pasado
como fuente viva de sendo (Gadamer, 1988). Recuperar
la tradición creavamente es tan valioso como generar tra-
diciones de invenva e imaginación críca. Creavidad e
innovación desde la mirada ecosóca no pueden ser valo-
res únicos ni denivos, sino que se enen que repensar
más allá del cerco antropocéntrico y más acá del capita-
lismo integrado y su imperio generalizado de mercancías.
La ecosoa no es sino una sabiduría prácca que nos
conmina a pensar el horizonte creacionista del mundo
desde la resignicación existencial de una producción de
subjevidades siempre ambiguas y contradictorias, pero
que lejos de rendirse y claudicar ante el desánimo y des-
concierto generalizado, se erige como fuerza disrupva
de la inmanencia que resiste, aunque resiente, todos los
embates de la maquinaria logocéntrica de un capitalismo
suicida. La mirada ecosóca no es, sino la perspecva del
asombro que despierta el estupor de habitar en el cora-
zón de la inmanencia y no dejar de luchar por la apertura
de mundo ante la barbarie generalizada. Luchar, pensar,
crear, devenir son los verbos de un saber militante cuya
única divisa es la sabiduría de la alegría como verdadera
potencia de toda virtud tangible.
La ecosoa como horizonte de vida conlleva repensar
formas de vivencia y convivencia que impliquen un des-
centramiento radical del sujeto moderno antropocéntrico
y eurocéntrico sin arrojar al niño al agua sucia en la bañera
y prescindir por completo de todo sujeto como pivote del
pensamiento, de la interacción responsable y comprome-
da con los demás y con el mundo. Hoy urge repensar una
producción de subjevidad autónoma y solidaria.
76
Éca y responsabilidad social
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79
De la descentralización a la parcipación
ciudadana. Una aproximación teórica
Imelda Orz Medina1
Marlen Hernández Orz2
Pedro Plata Pérez3
1
La crisis del Estado de bienestar, la globalización y el avance
hacia la democracia han marcado el pensamiento losó-
co, económico, políco y administravo de los úlmos 30
años. El Estado y parcularmente los gobiernos, son fuer-
temente cuesonados en su actuar, pues los resultados de
estos en la mejora de las expectavas en la calidad de vida
de la sociedad, no han sido los esperados. Lo anterior, ha
obligado a los gobiernos a entrar en un proceso de trans-
formación de la Administración Pública y por ende, de las
formas y técnicas de actuación de la misma, vinculadas a la
generación de outputs pero ahora con eciencia, ecacia y
rendimientos (Aguilar, 2010).
El presente trabajo, ene como objevo realizar una
descripción teórica sobre la descentralización y sus ca-
racteríscas, es una invesgación teórica-documental de
alcance exploratorio-descripvo que busca dar claridad al
1 Dra. En Gobierno y Administración Pública por la Universidad Com-
plutense de Madrid e Instuto de Invesgación Ortega y Gasset, do-
cente-invesgador de la Universidad Autónoma de Zacatecas. imel-
daorzmedina@uaz.edu.mx
2 Dra. en Ciencia de los Materiales por la Universidad de Sonora y Do-
cente-Invesgador de la Universidad Autónoma de Zacatecas. mar_
h2o@hotmail.com
3 Dr. Pedro Plata Pérez es Profesor Invesgador de la Unidad Acadé-
mica de Economía, Universidad Autónoma de Zacatecas. pplata175@
gmail.com.
80
Éca y responsabilidad social
lector del concepto de descentralización y su evolución,
considerando a ésta, como una acción previa y necesaria
para el proceso de parcipación ciudadana, la cual, a su
vez, implica y conlleva a la responsabilidad de actuar de
los individuos en la sociedad. La hipótesis conlleva que sin
descentralización no es posible movar la parcipación
ciudadana. Por lo tanto, si los gobiernos quieren incenvar,
deben empezar con descentralizar los recursos y los proce-
sos administravos. Por otro lado, la parcipación ciuda-
dana exige una mayor conciencia social de los individuos
sobre su responsabilidad en el cuidado del ecosistema. El
principal resultado al que se llega en esta invesgación, es
que la descentralización administrava y parcularmente
la económica, es aún muy deciente. No obstante, existen
avances en cuanto a la hechura de polícas públicas, pues
éstas enden a ser diseñadas desde abajo; con la parci-
pación de los ciudadanos.
2
Los gobiernos, tanto de los sistemas autoritarios como
de los democrácos no han logrado dar respuesta sas-
factoria a las demandas de la sociedad. La percepción ciu-
dadana es que los gobiernos han perdido capacidad para
gobernar y dirigir, ante este escenario Aguilar se plantea
una serie de preguntas y dudas que enen que ver con
la acción, la ecacia y la eciencia del gobierno: ¿Cómo
construir o reconstruir la conanza en los gobiernos? ¿Go-
biernan los gobiernos? ¿Poseen los gobiernos la capacidad
de conducir a sus países o comunidades hacia algún futu-
ro de seguridad, equidad y prosperidad en vez navegar a
la deriva o de naufragar? ¿Cuáles son las condiciones que
hacen posible que los gobiernos posean la capacidad de
gobernar a sus sociedades? Estas condiciones de capaci-
dad direcva se ubican sólo al interior del gobierno, en su
81
De la descentralización a la parcipación ciudadana
ámbito de poderes, recursos, capacidades y práccas o de
conducción de la sociedad hacia futuros de valía, para ser
facble y exitosa, ¿Requieren sumar las capacidades y re-
cursos de la sociedad económica civil? ¿Dispone el gobier-
no de recursos y posibilidades para denir el rumbo de la
sociedad y efectuarlo por sí mismo como antaño, cuando
orquestaba toda la esta social? Estas y muchas otras pre-
guntas surgen a parr de los pocos o nulos resultados en el
quehacer del gobierno.
La cuesón acerca de la capacidad e inecacia direcva
de los gobiernos se ha colocado en el centro de las disci-
plinas que estudian al gobierno y en el corazón de la pre-
ocupación ciudadana […] dado que nuestra vida personal
ha sido golpeada en las úlmas décadas por crisis scales
que destruyeron capitales, patrimonios y calicación la-
boral de nuestras naciones, por el estancamiento y en al-
gunos casos, el declive económico de nuestros países, por
el agravamiento de la inseguridad y la pobreza, por arbi-
trariedades y corrupción de polícos y funcionarios, por
servicios públicos de inestable calidad, por polícas públi-
cas de diseño e implementación defectuosa y en general,
la ineciencia relava del gobierno en el cumplimiento de
las funciones públicas y en la realización de objevos de
importancia social. (Aguilar, 2010, 5)
Para Aguilar (2010), lo anterior ha llevado a replantear la
forma de gobernar y a reconocer que los gobiernos por
sí solos no pueden generar, ni mucho menos asegurar las
condiciones ópmas para alcanzar el desarrollo deseable
de la sociedad. Es menester una arculación e integración
adecuada de los diversos entes territoriales, una gesón
ecaz y eciente de los diferentes niveles de gobierno,
en parcular de los gobiernos locales y, sobre todo una
actuación conjunta entre sociedad y gobierno, lo que nos
obliga a explorar la descentralización como una mejor al-
ternava.
82
Éca y responsabilidad social
Caracteríscas y pos de descentralización
Pardo (2003) concibe a la descentralización como el pro-
ceso mediante el cual el Gobierno Federal delega faculta-
des para planear, tomar decisiones, administrar los ser-
vicios públicos y transferir los recursos e infraestructura
necesarios para la operación de dichos servicios a una
autoridad local (estatal), que legalmente pueda realizar
esas funciones dentro de un área geográca (territorio
del estado) y políca determinada. La Federación conser-
va las funciones de regulación, supervisión y evaluación a
efecto de garanzar la homogeneidad en la prestación de
los servicios (Preciado, 2011, 7).
Para Almada (1986) la descentralización busca crear nuevos
mecanismos, más orgánicos y parcipavos y menos buro-
crácos, para la canalización y gesón de demandas, lo que
hoy constuye, sin duda, una condición básica para avanzar
en la modernización y fortalecimiento de la sociedad.
Con la descentralización, generalmente, se busca una
mejor rendición de cuentas públicas, al trasladar funcio-
nes a los niveles de gobierno que se encuentran más cer-
ca de la población. Se parte del principio de que es me-
jor una scalización de los recursos públicos en el ámbito
local que en lo central, que la descentralización ende a
hacer más ecientes a los gobiernos locales, ya que éstos
enen mejor y mayor conocimiento de la problemáca y
las necesidades del contexto inmediato y, por lo tanto, de
cómo resolverlas. Permite, además, transitar de gobiernos
centralistas y autoritarios, a una parcipación más acva
de los gobiernos municipales y de la ciudadanía en la cons-
trucción de su desarrollo. La descentralización permite a
los ayuntamientos ganar espacios y mayor presencia en la
toma de decisiones, creándose así, relaciones más hori-
zontales con los otros órdenes de gobierno. Así pues, tanto
en el discurso políco como en las invesgaciones acadé-
83
De la descentralización a la parcipación ciudadana
micas, se parte del supuesto de que la descentralización es
un bien en sí mismo y que ésta permite solucionar con más
precisión los problemas de políca pública.
Pero también existen estudios que señalan que los
resultados de la descentralización son generalmente am-
biguos en términos de eciencia técnica y que se han re-
gistrado pocos avances en materia de parcipación y, por
ende, de eciencia social. En los modelos municipalistas
se arma que podrían producirse pérdidas de economías
de escala. También se observa, en algunos países, el au-
mento de las disparidades territoriales de los indicadores
educavos y de salud, que reeja, entre otras cosas, el
peso insuciente de criterios de equidad en la distribu-
ción interterritorial de los recursos (Ocampo, 1996). Una
de las principales conclusiones a las que se ha llegado en
diversos estudios, es que el incremento de la eciencia
en la prestación de los servicios depende de que se otor-
gue autonomía real a los niveles de gobierno a los que se
traspasan responsabilidades e incluso de que es mucho
mejor que se deleguen algunas de esas directamente a
las unidades prestadoras de los servicios (escuelas, cen-
tros de salud y hospitales).
Para Merino J. en Diaz y Marnez (2003) la descentra-
lización sólo es un medio, cuyo objevo debe ser una me-
joría en la prestación de los servicios públicos, a través de
una asignación de recursos más eciente y equitava, por
lo que concluye que el éxito nal de la descentralización
depende, en gran medida, de la capacidad que tengan los
niveles de gobierno receptores de las responsabilidades
transferidas, para responder a las preferencias y necesida-
des de los ciudadanos. Si la respuesta de los estados es
insuciente, es importante analizar lo que determina dicha
respuesta; detectar si se debe a factores parculares de los
estados o a factores propios del proceso de descentraliza-
ción o a las relaciones intergubernamentales.
84
Éca y responsabilidad social
El modelo de descentralización seguido en México estu-
vo condicionado en su diseño e instrumentación por un
conjunto de factores polícos: un régimen presidencialis-
ta, de pardo único y/o hegemónico y con una estructura
corporava clientelar. El caso mexicano se calica como un
proceso de “descentralización lineal” que parte del centro
hacia la periferia, en el que la autoridad central preserva el
control sobre los elementos decisivos […] así como el con-
trol de la mayor parte de los recursos scales, mientras que
a los gobiernos locales se les delega los aspectos opera-
vos. (Messina, 2008 en Fierro et al., 2009, 4)
Didriksson y Ulloa (2008) mencionan que la descentraliza-
ción y la centralización son movimientos que pueden com-
plementarse, mientras las polícas del centro, bajo cierto
enfoque y condiciones, crean un espacio de posibilidad para
contar con un marco común y reducir las desigualdades; las
polícas desde lo local, pueden permir mayor parcipa-
ción, relevancia y exibilidad. Sin embargo, esta combina-
ción justa entre lo local y el centro, requiere de un enfoque
igualitario y parcipavo, diferenciado de la lógica del mer-
cado, donde la relación centro-local se dena en términos
de reciprocidad y no de oposición, construyendo un po de
vínculo que altere la lógica del centro. Para ellos descentra-
lizar supone trabajar a nivel local, empezando la tarea por
la realización de un diagnósco parcipavo, connuando
con la denición de un proyecto local y haciéndolo en la
prácca. Asimismo, señalan que diversos estudios sobre la
descentralización enfazan que un aspecto estratégico que
se debe cuidar al momento de descentralizar, es la eciencia
de los espacios locales para administrar lo descentralizado,
que las experiencias dan cuenta de que la descentralización
necesita desarrollarse en forma gradual y como resultado
del trabajo conjunto entre lo local y lo central.
Ante la sugerencia de algunos especialistas de no des-
centralizar, hasta en tanto no se haya creado a nivel local
85
De la descentralización a la parcipación ciudadana
una capacidad equivalente a la que se está traspasando,
se percibe otro camino; antes que diferir la transferencia,
acompañar la descentralización con acciones de negocios
y auto-gesón y con programas formadores. Sin embargo,
para Didriksson y Ulloa (2008), plantear que primero se de-
ben crear las capacidades y luego descentralizar, está muy
cerca de una lógica paternalista que asume que los gobier-
nos locales y/o las escuelas no están preparados para an-
dar solos. De allí la importancia de centrarse en el proceso
de recuperación de la experiencia local para potenciarla,
siguiendo un esquema de desarrollo auto-generado. En
esta lógica, la descentralización es una tarea compleja: lo-
cal y macro-estructural.
Existen dos pos fundamentales de polícas descentra-
lizadoras: las que parten de una iniciava del centro para
hacer eciente el aparato administravo y las que par-
ten de las demandas de la sociedad civil y de instancias
sub-nacionales de gobierno, que corresponden a la lógica
de la autonomía y la parcipación social (Preciado, 2011).
En cuanto al grado ópmo de descentralización, existen
tres criterios económicos: la eciencia social, la eciencia
técnica y la equidad. El uso de los recursos para maximizar
el bienestar general es la denición de la eciencia social;
se apoya en la elección pública de los servicios (public choi-
ce), preferencia de los consumidores y oferta del mercado.
El de eciencia técnica o interna, se reere a la asignación
de recursos dentro de un sistema o la maximización de be-
necio y minimización de costos. El criterio de equidad se
reere a la creación de condiciones de oportunidad dentro
de un sistema (Gómez, 2000, en Preciado 2011).
Dentro de los diversos enfoques que se ulizan para
analizar los procesos polícos, económicos y de gesón
relacionados con la descentralización, está la perspecva
instucional, la cual enende a la misma como un proceso
de reforma del Estado que conlleva una modicación de
86
Éca y responsabilidad social
su estructura políca-instucional y la redenición de su
correspondiente dinámica de incenvos. Las instuciones
son entendidas como sistemas de reglas que estructuran
los cursos de acción, que un conjunto de actores puede
elegir; en este sendo asignan capacidad de decisión, re-
cursos e información y desarrollan una cierta lógica de in-
cenvos que orientan o condicionan el comportamiento
de los actores (Cingolani, 2005).
Para diversos analistas, hablar de descentralización es
hablar de federalismo; a este respecto algunos autores
consideran que el campo del federalismo es el políco y el
de la descentralización es el administravo; la descentra-
lización es una cuesón técnica y políca (Preciado 2011).
En el nuevo rol y parcipación de los gobiernos locales
en el quehacer de las polícas públicas, estos ya no son
aquellas administraciones involucradas única y exclusiva-
mente en acvidades como asfaltado, alumbrado, limpie-
za, etc. Ni tampoco pretenden ser simples ejecutoras de
decisiones tomadas desde la administración central. Ahora
desean tener una parcipación más acva en el desarro-
llo del territorio (Blanco y Goma, 2002). Este desarrollo,
mejor conocido como desarrollo local, hace alusión a un
complejo proceso de parcipación y concertación de los
diferentes agentes económicos, sociales y polícos de un
determinado espacio sico. El desarrollo local surge en Eu-
ropa como una respuesta a la crisis de los modelos macro-
económicos estandarizados, lo que vuelca la vista de los
policy maker hacia lo especíco (lo micro), es decir, hacia
la focalización de las polícas, se habla ahora de gobiernos
de proximidad.
Un gobierno descentralizado, una democracia descentra-
lizada, ene dos ventajas frente al gobierno centralizado. La
primera es la mayor probabilidad y la mayor capacidad para
obtener información más adecuada sobre las necesidades
de los habitantes de la comunidad, es decir, la demanda de
87
De la descentralización a la parcipación ciudadana
bienes públicos locales. La segunda se deriva de la anterior
y ene que ver con la mayor capacidad que enen los go-
biernos locales para interpretar las preferencias individuales
de los agentes que integran dicha comunidad. Sin embar-
go, estas ventajas deben sopesarse con aquellas atribuidas
a los gobiernos centralizados. La primera se relaciona con
las funciones de estabilización y el uso centralizado de ins-
trumentos tales como la políca monetaria y scal. La razón
es que esta centralización funciona como una especie de
seguro federal contra efectos desestabilizadores. La segun-
da proviene de las funciones redistribuvas del Estado; se
requiere de un gobierno federal para reducir las desigualda-
des en la distribución del ingreso, especialmente por la exis-
tencia de migración interna. Finalmente, la tercera proviene
de la existencia de bienes públicos nacionales, es decir una
especie de solución nacional de fallas del mercado (Herrera
y Covarrubias, 2003, 420).
Tipos de descentralización
En general, podemos idencar cuatro dimensiones o -
pos de descentralización: la dimensión políca, que hace
referencia a la centralización o no en la toma de decisio-
nes; la dimensión administrava, relava a la operavidad
de la misma; la dimensión económica, que ubica a las deci-
siones económicas y la dimensión scal.
Las relaciones se dan en un marco de dependencia de
los recursos (legal, scal y nanciero) de tal manera que
la posesión de estos es la clave de poder. Por ejemplo, en
el desarrollo económico territorial, la descentralización es
tanto en funciones y servicios públicos como en competen-
cias polícas, ampliando los espacios de parcipación y or-
ganización de la ciudadanía a nivel local y regional, además
de la descentralización de las funciones de la planicación
económica del desarrollo, coherencia y coordinación de las
88
Éca y responsabilidad social
diferentes administraciones públicas territoriales en todos
los niveles de gobierno.
La dimensión económica, aparte de ser una de las di-
mensiones más polémicas de la descentralización, tam-
bién introduce una serie de mecanismos de mercado y ex-
ternalidades, que algunas veces no son fuertes o de buena
calidad en el territorio, lo que implica o requiere una serie
de transferencias de recursos desde el nivel central. Dichas
transferencias pueden ser condicionadas o no, pero en
todo caso, es fundamental determinar si se libera de las
acvidades producvas de los bienes y servicios públicos
a las administraciones locales, mediante procesos de des-
centralización. Además, el desarrollo local implica inversio-
nes en infraestructura sica que no pueden ser nanciadas
con los ingresos scales anuales y por lo tanto, se requiere
de nanciación externa a través de la emisión de la deuda
pública. En este sendo, el papel de las agencias estatales
sub-nacionales, como socios de empresas y asociaciones
de negocios, energizan las redes de acción económica ubi-
cadas localmente; es una de las formas para apoyar el cre-
cimiento económico y el desarrollo social (Vargas, 2008).
Descentralización Políca. La descentralización políca,
busca la redistribución del poder, otorgando mayores
grados de autonomía a las endades sub-nacionales
y la propensión a legimar al Estado. Ésta se concibe
como una respuesta a la crisis de legimidad del Estado
central, busca una mayor parcipación de la población
en los procesos de decisión políca, enfazando por
tanto, el pluralismo políco y la democracia local. Para
lograr lo anterior se requieren reformas constuciona-
les, estructuras locales y canales de comunicación para
la población, así como el fortalecimiento de los congre-
sos locales y de una parcipación más acva de la so-
ciedad. Es decir; este po de descentralización implica
89
De la descentralización a la parcipación ciudadana
una democrazación de la políca: mayor parcipación
de la sociedad.
Descentralización administrava. Esta hace referencia a
una mayor distribución de autoridad, gesón adminis-
trava y nanciamiento de la atribución de competen-
cias a los diferentes niveles de gobierno, con el obje-
vo de ecientar el cumplimiento de las tareas públicas:
servicios públicos, planeación, gesón y supervisión,
responsabilidad y recursos nancieros en los disntos
niveles de gobierno.
Cancino (2005) idenca tres subpos de descentraliza-
ción administrava:
a) Desconcentración. Es la transferencia de funciones,
recursos y facultades de decisiones, a órganos de la ad-
ministración con ubicación geográca diferente de los
órganos centrales, regionales y locales, pero que siguen
dependiendo de la autoridad central. Son vigilados y
controlados fundamentalmente por organismos centra-
les; la desconcentración constuye, fundamentalmen-
te, un mecanismo jurídico que descarga a las autorida-
des centrales de una parte de múlples labores de su
competencia, permiendo a las autoridades estatales o
locales tomar decisiones más rápidas en benecio de la
agilidad administrava. Para Almada (1986) la descon-
centración desvirtúa las nalidades mismas de la des-
centralización, al establecer las bases de otro centralis-
mo, distribuido territorialmente con apoyo en criterios
de funcionalidad más que de autonomía y parcipación.
La desconcentración, a diferencia de la descentraliza-
ción, considera inalterables los principios jurídicos en que
se funda y los componentes polícos en que se reprodu-
90
Éca y responsabilidad social
ce y fortalece el centralismo. Sus metas se centran en la
función y no en la estructura y, sólo actúan como ajustes
dentro de un marco de correlaciones de fuerzas e intere-
ses preexistentes (Almada, 1986). Mientras que la descen-
tralización implica una verdadera transferencia de funcio-
nes, facultades, atribuciones y competencias a los entes
menores de la administración e incluso, a la sociedad civil
y que, en muchos casos, para lograrlo, se requieren modi-
caciones jurídicas.
Pardo (2003) en Preciado (2011) enende a la descon-
centración como:
Un proceso en el que un órgano central, mediante un or-
denamiento jurídico, delega competencias de trámites y
facultades de decisión, así como una representación for-
mal a órganos jerárquicamente subordinados a él, en un
marco de acción dentro de un ámbito territorial determi-
nado. Castro (1966) arma que la desconcentración es un
modo de distribución de funciones administravas a or-
ganismos encuadrados dentro de la administración y que
no están en la cúspide de la jerarquía administrava, e-
nen autoridad delegable y reversible. (Preciado, 2011:7)
Con la desconcentración se crearon las delegaciones de las
dependencias federales en los estados y, aunque se llamen
delegaciones, en realidad son agencias del gobierno cen-
tral en los estados, razón por la cual muchos no la conside-
ran parte de la descentralización.
b) Delegación. Signica transferir competencias de deci-
sión y de gesón a entes públicos locales, que disponen
de cierta autonomía del gobierno central. Estos organis-
mos no dependen totalmente de las decisiones de un
ente superior, ni completamente del presupuesto del
centro. Sin embargo, existen lineamientos que los com-
prometen con las disposiciones de la administración
91
De la descentralización a la parcipación ciudadana
central. Un ejemplo es la transferencia de facultades y
recursos condicionada a la creación de consejos, comi-
tés o agencias gubernamentales o no gubernamentales
intermedias, comités de planeación, comités de desa-
rrollo rural, comités de desarrollo local, etc.
c) Devolución. Signica la transferencia de responsabi-
lidades de gesón, de decisión y nanciamiento a los
gobiernos locales que poseen autonomía y autoridad
independientemente del gobierno central. Messina
(2008) en Preciado (2011), dene la devolución como
el traspaso de la toma de decisiones estratégicas a ins-
tancias o niveles que están fuera de la estructura buro-
cráca del gobierno central y delegación de la transfe-
rencia total del poder, a estructuras externas al aparato
del estado.
Descentralización scal. Es un componente fundamen-
tal de la descentralización, ya que cualquier transfe-
rencia de facultades implica o requiere la asignación
de recursos para la ejecución de tareas4; transferencia
de recursos para nes generales o especícos, endeu-
damiento, cobertura de gastos, co-nanciamiento por
parte de usuarios, pago de cuotas, incremento de ingre-
sos locales atribución de impuestos locales, posibilida-
des de acceder a créditos, etc.
Descentralización económica. Se reere a la transferen-
cia de competencias al sector privado y se clasican en:
a) Privazación. La privazación hace referencia, según
la Real Academia Española, a la transferencia de una
4 Gran parte de las polícas de descentralización han quedado incon-
clusas porque los gobiernos centrales han transferido una serie de ta-
reas a los entes menores, pero no han transferido los recursos necesa-
rios para llevar a cabo dichas tareas.
92
Éca y responsabilidad social
empresa o acvidad pública al sector privado. Es un
proceso jurídico-económico mediante el cual las acvi-
dades empresariales son transferidas del sector público
al sector privado, es decir, traspasadas o tomadas des-
de el Estado o la comunidad hacia agentes económicos
privados. No obstante, como plantean Brugué y Gomá
(1998), no existe una denición única del término pri-
vazación, el concepto es eminentemente polisémico,
esto es, una pluralidad de signicados, como la transfe-
rencia de la acvidad de regulación del sector público al
sector privado; la generalización de formas de produc-
ción privada de servicios públicos cuya provisión sigue
siendo competencia del sector público; la introducción
de mecanismos de mercado en la producción pública;
privazaciones en las que se suprime un servicio o una
acvidad en una instución pública y se apoya a los
empleados para que constuyan una empresa o coo-
perava para prestar el servicio; la transferencia de ac-
vidades públicas a endades sin nes de lucro, entre
muchas otras (Sánchez, 2008).
b) Desregulación. La regulación implica la existencia de
un conjunto de incenvos o penalizaciones que estable-
ce el sector público para favorecer, dicultar o prohibir
ciertas acvidades de los ciudadanos o instuciones. Se
pueden disnguir tres pos de regulaciones: económi-
ca, social y administrava. En cuanto a la económica,
ésta ene como objevo incrementar la eciencia del
mercado, intentando monopolizar, por ejemplo, la exis-
tencia de condiciones de monopolio, evitando las prác-
cas que reducen la competencia. Para Sánchez (2008)
la regulación social pretende garanzar una serie de
valores compardos, así como los derechos sociales de
diferentes colecvos. Por su parte, la regulación admi-
nistrava se reere a la forma en que el sector público
93
De la descentralización a la parcipación ciudadana
gesona sus recursos y propiedades. Se incluyen en ella
el sistema scal, las normas de gesón económica--
nanciera, etc.
En contraposición, para Sánchez, la desregulación es el
proceso por el cual los gobiernos eliminan algunas regula-
ciones especícas a los negocios para, en teoría, favorecer
la operación eciente del mercado. La teoría es que menos
regulaciones conllevan a un aumento de la compevidad,
a una mayor producvidad, mayor eciencia y por lo tanto
a mejores precios.
Ventajas y desventajas de la descentralización
Arenilla (2009) idenca las siguientes ventajas de la des-
centralización: mejora en la prestación de servicios por la
cercanía con el pueblo; los programas y polícas se ade-
cúan mejor a las necesidades locales y por lo mismo, son
más exibles; es en principio más ecaz y barato, y com-
bina las ventajas del sector privado y de las organizacio-
nes de voluntarios; promociona la democracia, se integran
los intereses de la gente, se deja a las organizaciones del
tercer sector responder a las demandas de los ciudadanos
y se promueve la integración de colecvos discriminados;
promociona la integración nacional, esmula la distribu-
ción equitava de los recursos nacionales, la dispersión
del poder en términos vercales y la planicación y desa-
rrollo de las polícas nacionales; es por consenso, ya que
presupone la parcipación más acva de la sociedad en
su conjunto. Por su parte, Cancino (2005) señala algunos
benecios de la descentralización administrava:
Sociedad. Mejor calidad de los servicios, resolución más
rápida a la problemáca pública; distribución de agua,
recolección de basura, transporte, servicios de salud,
94
Éca y responsabilidad social
educación, seguridad, respuestas locales diferenciadas
por la promoción del desarrollo económico, cultura,
recreación, cuidado del medio ambiente, atención a
los grupos vulnerables, respuesta más eciente en los
trámites públicos, mejor conocimiento del uso de los
recursos públicos federales y locales, mayores oportu-
nidades de parcipación ciudadana en la toma de deci-
siones polícas y en la evaluación del ejercicio público.
Gobiernos sub-nacionales. Mayor autonomía de gesón
y capacidad instucional frente a los ciudadanos; más
posibilidades de atender las necesidades y demandas
de la población local, posibilidades de acrecentar nan-
zas locales de acuerdo con las competencias, capaci-
dad nanciera para crear nuevos ingresos propios que
complementen los espulados por la ley, obligación de
coordinarse con otros ámbitos de gobierno para no du-
plicar funciones ni recursos.
Gobierno federal. Eciencia en el gasto público nacional;
menores costos de operación y de recursos humanos;
mejores servicios públicos para los ciudadanos; demo-
cracia; gobernabilidad; posibilidad de generar incen-
vos para la creación de ingresos propios a nivel local; to-
mar mejores decisiones a nivel nacional en cuesones
prioritarias de la Federación; creación de mecanismos
que favorezcan el equilibrio regional, territorial y de de-
sarrollo.
Como desventajas, Arenilla (2009) idenca las si-
guientes: Peligros para la prestación de servicios públicos,
debido al clientelismo y caciquismo que se genera en la
implementación de los programas; descentralización de
la corrupción; escaso control del gasto; riesgo de excesiva
privazación y repliegue del Estado; que las élites persi-
95
De la descentralización a la parcipación ciudadana
guen sus propios nes y falta de capacidades en los gobier-
nos locales. En la misma línea, la políca local no deja de
ser políca, es decir, son las mismas élites locales, pero con
diferente traje, la gente desfavorecida teme promover sus
intereses y una rendición de cuentas atenuada, en el caso
de que las elecciones locales sean vistas como mero trámi-
te; exclusión, como la tendencia a instucionalizar fraccio-
nes en función de grupos de interés, reproducción de po-
lícas discriminatorias por parte del pardo gobernante.
Para Arenilla, los benecios que la descentralización
ofrece no se materializan en todas las ocasiones por lo si-
guiente: existe una limitada autoridad de los gobiernos lo-
cales, falta de información en la ciudadanía, y la capacidad
de los gobiernos está debilitada lo que inhibe la prestación
de algunos bienes públicos.
Polícas públicas descentralizadoras
Para Cancino (2005), los principales objevos de implemen-
tar polícas descentralizadoras son: la eciencia y ecacia
de la organización políca, administrava y jurídica del Es-
tado; el mejoramiento de la planeación de las tareas del
Estado; el incremento en la ecacia en la gesón y opera-
ción de servicios públicos; alcanzar una mayor equidad en
el ejercicio del gasto público; distribuir mejor los servicios
del Estado hacia la población y lograr que el desarrollo sea
equilibrado y equitavo para todas las regiones. Además
de mejorar la parcipación políca de la población en las
decisiones públicas, también arma que la descentraliza-
ción no es un n en sí mismo, sino un conjunto de polícas
que interactúan como medio para alcanzar estos principios
y los objevos que se propone. Desde esta perspecva, la
descentralización constuye, para Cancino, una estrategia
complementaria para las polícas de ajuste estructural de
las economías y administraciones públicas implementadas
96
Éca y responsabilidad social
en diversas naciones, así como para atender los retos que
la globalización y la integración de las demandas ciudada-
nas imponen al ámbito público.
En este nuevo proceso de descentralización y de hacer
polícas, Alburquerque y Dini (2008) incluyen tres elemen-
tos que le dan coherencia y estructura y son los siguientes:
Subsidiaridad.- Según este principio, los niveles de
proximidad más cercanos a la ciudadanía deben inter-
venir y disponer de capacidad, medios y recursos para
hacerlo en los temas cruciales para la misma, ya que
enen la ventaja de la cercanía y un mejor conocimien-
to de los problemas y de las aportaciones existentes en
cada territorio. En suma, todo lo que puede ser realiza-
do por una unidad de nivel inferior ene prioridad so-
bre el nivel superior, que no ejerce otro control que el
de la legimidad de las acciones.
Adicionalidad.-La constución de redes asociavas es
un método fundamental para movilizar diversos secto-
res a favor de una estrategia de desarrollo o en el diseño
de la misma, ya que los socios o colaboradores pueden
contribuir a conanciar o aportar recursos al proyecto
común, de acuerdo a este principio, que implica com-
promisos concretos de cada socio, suscritos en contra-
tos. Este principio permite aumentar el esfuerzo aislado
de los actores territoriales, el volumen de los recursos
compromedos y, en suma, ampliar las posibilidades de
conjunto.
Coherencia.- Se trata de favorecer una coordinación in-
ter-instucional eciente de las diferentes polícas y
una gesón de conjunto de las mismas, evitando la du-
plicación de esfuerzos y el posible despilfarro de recur-
sos. Este principio, permite reforzar la cohesión entre
97
De la descentralización a la parcipación ciudadana
las iniciavas de desarrollo local acorde a las estrategias
de desarrollo regional.
Bajo esta lógica, la descentralización se convierte en
el eje fundamental donde el gobierno debe incluir en
su actuar nuevas estrategias a n de garanzar la hori-
zontalidad,5 selecvidad, territorialidad y capacidad de
concertación estratégica entre los diferentes actores so-
cio-económico-polícos locales, basándose en una amplia
instucionalidad y legimidad, ya que esto úlmo permite
que la políca siga adelante. El diseño horizontal de polí-
cas se contrapone al diseño vercal, centralista y estan-
darizado de las mismas, se orienta a crear oportunidades
y un entorno favorable a la innovación, las inversiones y la
parcipación ciudadana, esto implica introducir una nueva
lógica de funcionamiento que desplace los anteriores en-
foques centralistas de las polícas públicas por un enfoque
descentralizado.
El objevo es superaren el diseño de las polícas públi-
cas el actuar pasivo y asistencialista de los gobiernos loca-
les y promover en ellos iniciavas y una parcipación más
acva (Elizalde, 2003), creando condiciones favorables
para mejorar la compevidad del sector privado empre-
sarial en cada especio territorial, a n de impulsar la gene-
ración de oportunidades producvas de empleo e ingreso.
Los problemas centrales, que deben ser resueltos para dis-
minuir la precaria situación nanciera a la que comúnmen-
te se enfrentan estados y municipios y, que su vez, limitan
los procesos de descentralización, son, según Herrera y
Covarrubias (2003), el desequilibrio scal y endeudamien-
5 La cooperación horizontal evita duplicaciones, conictos y disfuncio-
nes administravas, potencia el ejercicio de las competencias más que
si se gesonara de manera aislada, refuerza el poder de negociación
de los entes territoriales frente al poder central y sobretodo permite
mayor parcipación a los espacios locales en las decisiones generales.
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Éca y responsabilidad social
to de los esta