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Abstract and Figures

Este libro presenta una aproximación a la psicología clínica desde una perspectiva humanista mediante la delimitación de algunos postulados fundacionales y, dentro de ellos, de conceptos y orientaciones que incidan en la práctica del clínico. Sin embargo, dado que esta investigación no es exhaustiva en la literatura, pues no agota todos los momentos en la producción científica, ni considera a todos los autores y enfoques posibles, lo aquí expuesto debe entenderse como un insumo básico, orientador, de carácter relativo, perfectible y falsable. Propone conceptualizaciones y lógicas que describen, en cierta medida, fenómenos que pueden aparecer en algún grado en el escenario clínico, y pueden, por tanto, ayudar al psicólogo a ampliar su perspectiva frente una totalidad compleja. Desde luego, sin reivindicar la cosificación y reduccionismos de lo operativo, asunto con el que lecturas contemporáneas del humanismo psicológico difieren, sino que puede ayudar a conciliar una historia de la clínica general con la clínica de enfoque humanista, que en algunas mentalidades es irresoluble. La presente obra evidencia la necesidad de volver a las fuentes del enfoque humanista en psicología, para rastrear la forma en que desde allí se ha aportado a la construcción de la clínica, al tiempo que se pueda delimitar y clarificar el alcance y perspectivas futuras de la misma, para presentar nuevas investigaciones a los problemas actuales. Se pretende con esto construir una orientación para la reflexión y práctica en los entornos clínicos, procurando una conciliación entre los procesos clínicos tradicionales e institucionales y los énfasis en la situación terapéutica que realiza el psicólogo humanista, puesto que, si bien las finalidades clasificatorias no son originarias del humanismo, las dinámicas actuales de la aplicación de la psicología precisan de ciertos insumos para realizar una lectura psicopatológica diferenciada, y una comprensión y tratamiento de casos clínicos afines al diálogo interdisciplinar. Desde luego, ante la diversidad de enfoques humanistas, tanto conceptuales como terapéuticos, se han delimitado los elementos centrales del libro a las referencias conceptuales de Abraham Maslow, Carl Rogers, Friedrich Perls y Rollo May, incluso no toda su producción, sino de sus obras más insignes. Primera edición, Medellín, Colombia: © Fundación Universitaria María Cano Agosto de 2022 ISBN: 978-958-53419-7-5 Tobón R., Javier y Correa R., Cristian Psicología clínica. Una perspectiva humanista/Javier Tobón R., Cristian Correa R.-1a. ed.-Medellín: Fondo Editorial Maria Cano, 2022 286p.; il.; Formato Cerrado: 21x29,7 cm-Formato Abierto: 42x29,7cm.
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PSICOLOGÍA CLÍNICA
UNA PERSPECTIVA HUMANISTA
JAVIER TOBÓN R.
CRISTIAN CORREA R.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
32
Javier Tobón R. y Cristian Correa R.
Psicología clínica: una perspectiva humanista
Primera edición, Medellín, Colombia:
© Fundación Universitaria María Cano
Agosto de 2022
ISBN: 978-958-53419-7-5
Tobón R., Javier y Correa R., Cristian
Psicología clínica. Una perspectiva humanista/Javier Tobón R., Cristian Correa R. - 1a. ed. -
Medellín: Fondo Editorial Maria Cano, 2022
286p.; il.; Formato Cerrado: 21x29,7 cm - Formato Abierto: 42x29,7cm.
ISBN: 978-958-53419-7-5
1. Psicología humanística. 2. Psicología clínica. 3. Psicología. 4. Psicopatología. 5. Psicología
aplicada. 6. Psicoterapia humanística. I. Tobón R., Javier. II. Tít.
CDD: 150.1986 / T629
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Fundación Universitaria María Cano
Rector
Hugo Alberto Valencia Porras
Vicerrector académico
Jorge Albeiro Herrera Builes
Director Centro de investigación y Desarrollo Empresarial
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Jefe Oficina de Comunicaciones
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GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
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CONTENIDO
Contexto investigativo de esta obra .................................................. 8
CAPÍTULO 1. ................................................................................... 15
Una historia de doble hélice. ............................................................... 15
CAPÍTULO 2. ................................................................................... 41
Psicología con enfoque humanista ........................................................ 41
2.1 La tercera fuerza .......................................................................... 41
2.2 Los postulados de la psicología humanista: una visión metateórica ..... 47
2.3 Una propuesta revolucionaria para la investigación y la clínica. ........... 51
2.3.1 La ciencia psicológica desde un enfoque inclusivo e integrador. ...... 52
2.3.2 Una imagen revisada de la humanidad. ...................................... 53
2.3.3 Crítica a la visión instrumentalista de la persona. ......................... 55
2.3.4 La cognición desde una perspectiva integral. ............................... 56
2.3.5 Una mirada sobre el desarollo. .................................................. 58
2.4 Un terreno metodológico llamado fenomenología. ............................. 58
2.5 Fenomenología existencial y psicología humanista. ........................... 62
2.6 De la fenomenología a la clínica psicológica de enfoque humanista. .... 66
CAPÍTULO 3. ................................................................................... 73
Sobre la clínica, desde la profesión objetiva hasta una práctica humanizada
. ......... 73
3.1 Maslow: una clínica de la realización positiva ................................... 78
3.1.1 Privación y amenaza ................................................................ 82
3.1.2 Conicto-amenaza ................................................................... 83
3.1.3 El trauma y la enfermedad ........................................................ 84
3.2 Rogers: una clínica de la relación. .................................................. 85
3.2.1 La investigación como clínica ..................................................... 86
3.2.2 El diagnóstico está del lado del paciente. .................................... 92
3.3 Perls: una clínica de la maduración. ................................................ 95
3.4 May: una clínica de lo ontológico. ................................................. 100
3.4.1 Las características ontológicas: ansiedad versus armación. ........ 102
3.4.2 La meta de la psicoterapia: un acompañamiento comprensivo. .... 105
CAPÍTULO 4. ................................................................................. 111
El proceso del crecimiento, de lo bueno a lo perfectible. ........................ 111
4.1 Crecimiento de la persona en la aproximación de Maslow. ............... 120
4.2 Crecimiento de la persona en la aproximación de Rogers ................. 127
4.3 Crecimiento de la persona en la aproximación de Perls .................... 137
4.4 Crecimiento de la persona en la aproximación de May ..................... 145
4.5 Volviendo al proceso ................................................................... 155
CAPÍTULO 5. ................................................................................. 159
Conceptos fundamentales para articular una comprensión de lo psicopatológico. ... 159
5.1 Conceptos fundamentales en la propuesta holística-dinámica - Maslow .....
161
5.2 Conceptos fundamentales en el Enfoque Centrado en la Persona – Rogers .......164
5.3 Conceptos fundamentales en Gestalt - Perls ................................... 168
5.4 Conceptos fundamentales enfoque existencial - May ....................... 172
CAPÍTULO 6. ................................................................................. 177
Una aproximación operativa para la comprensión. ................................ 177
6.1 El clínico es ante todo persona ..................................................... 179
6.2 La situación ............................................................................... 180
6.3 Una referencia operativa ........................................................... 184
6.3.1 Datos personales ................................................................... 185
6.3.2 Antecedentes personales médicos ............................................ 191
6.3.3 Psicobiografía ........................................................................ 194
6.3.4 Constitución familiar .............................................................. 197
6.3.5 Condiciones sociales particulares ............................................. 198
6.3.6 Motivo de consulta ................................................................. 200
6.3.7 Descripción general sobre dimensiones vitales - examen mental ...... 203
6.3.8 Sobre el proceso derivado ....................................................... 208
6.3.9 Situación terapéutica ............................................................. 210
6.3.10 Apoyos al proceso clínico ...................................................... 210
6.3.11 El encuadre ......................................................................... 211
6.3.12 Algunas referencias para recordar .......................................... 213
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PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
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CAPÍTULO 7. ................................................................................. 217
Sobre el psicólogo clínico con enfoque humanista................................. 217
7.1 El psicólogo clínico en Maslow: la calidez terapéutica. ..................... 217
7.2 El psicólogo clínico en Rogers: construir una relación de ayuda ......... 222
7.2.1 El terapeuta como investigador ............................................... 225
7.3 El psicólogo clínico en Perls: el darse cuenta como camino. .............. 228
7.3.1 Saberse terapeuta: la frustración como apertura al autoapoyo. .... 229
7.4 El psicólogo clínico en Rollo May: sumergirse en el encuentro ........... 234
7.4.1 El encuentro con la tragedia .................................................... 236
7.5 Conclusiones: apertura, conciencia y conanza .............................. 238
CAPÍTULO 8. ................................................................................. 241
Aproximaciones a la clínica humanista en el escenario contemporáneo ........... 241
8.1 La psicología humanista en el plano investigativo ........................... 242
8.2 Diálogos con modelos basados en evidencia .................................. 246
8.2.1 Referencias desde lo cuantitativo ............................................. 249
8.2.2 Referencias desde lo cualitativo ............................................... 254
8.2.3 Retos derivados de la investigación y las prácticas basadas en evidencia
...... 256
8.3 Reexiones sobre psicopatología en el marco del enfoque humanista .... 259
8.4 Formulación de caso como alternativa a las narrativas del décit y centrado
en lo intrínseco. .............................................................................. 268
REFERENCIAS ............................................................................... 272
LISTA DE FIGURAS
Figura 1. Características de una psicología a la luz de Bugental ...............50
Figura 2. Puntos de encuentro entre corrientes humanistas y existencialistas .....64
Figura 3. Inuencias de Goldstein ........................................................65
Figura 4. Proceso fenomenológico ........................................................69
Figura 5. Organismo-Proceso-Crecimiento .......................................... 114
Figura 6. Desarollo humano .............................................................. 119
Figura 7. Esquema sobre el crecimiento, propuesta desde elementos en
Maslow ........................................................................................... 122
Figura 8. Esquema sobre el crecimiento, propuesta desde elementos en
Rogers ............................................................................................ 135
Figura 9. Esquema sobre el crecimiento, propuesta desde elementos en
Perls ............................................................................................... 142
Figura 10. Esquema sobre el crecimiento, propuesta desde elementos en
May ................................................................................................ 154
Figura 11. Recomendaciones hacia nuevas formas de diagnóstico .......... 262
Figura 12. Elementos de una psicopatología comprensiva desde la
formulación de caso .......................................................................... 270
LISTA DE TABLAS
Tabla 1. Progresión histórica de doble hélice: autores, productos y
publicaciones. ....................................................................................18
Tabla 2.Taxonomías dentro de la teoría de las motivaciones .................. 124
Tabla 3. Taxonomías dentro de la teoría del proceso de convertirse
en persona ...................................................................................... 131
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
98
Contexto investigativo de esta obra
Se ha dicho que el terapeuta puede cometer los mismos errores durante 40 años y
denominarlos una abundante experiencia clínica. (Maslow, 1968, p. 87).
Si el amable lector ha llegado hasta esta página quizá haya tenido una de es-
tas dos impresiones, por un lado, tal vez piense que la obra puede ser un gran
adefesio y un atrevido intento de realizar una estructuración ‒con presunciones
de operacionalización‒ de los postulados del enfoque humanista, por otro lado,
querrá seguir adelante atraído por la necesidad y la apertura a considerar una
aproximación a la clínica desde el enfoque humanista. También puede haber
una tercera opción, la de aquellos lectores que solamente ojearán esta primera
página, para ellos y para quienes piensan en desertar de la lectura prontamen-
te, aquí el resumen, introducción y metodología del libro.
Este volumen es un producto de investigación desarrollada en el proyecto Pers-
pectivas en psicología clínica y psicopatología: delimitaciones conceptuales y
estrategias de intervención adscrito al grupo de investigación Psique y Socie-
dad, del programa de psicología en la Fundación Universitaria María Cano. Di-
cho proyecto tiene como objetivo general la exploración de estructuras concep-
tuales y categorías psicopatológicas en diversos contextos clínicos, así como
el estudio de los fenómenos clínicos desde diferentes modelos investigativos y
alcances inferenciales, las dimensiones multicausales de lo psicopatogénico y
los protocolos de intervención, diagnóstico y tratamiento.
En el caso particular del presente producto, se realizó un acercamiento a la
psicología clínica desde una perspectiva humanista y a la psicología humanista
desde una perspectiva clínica a n evidenciar las posibles relaciones y necesa-
rias conceptualizaciones que un psicólogo clínico con enfoque humanista habría
de considerar; desde luego, ante la diversidad de enfoques humanistas tanto
conceptuales como terapéuticos, se han delimitado los elementos centrales del
libro a las referencias de Abraham Maslow, Carl Rogers, Friedrich Perls y Rollo
May, no de toda su producción sino de sus obras más insignes.
Se pretende con esto construir una orientación para la reexión y práctica en
los entornos clínicos procurando una conciliación entre los procesos clínicos
tradicionales e institucionales y los énfasis en la situación terapéutica que rea-
liza el psicólogo humanista puesto que, si bien las nalidades clasicatorias no
son originarias del humanismo y en general ajenas a él, también las dinámicas
actuales de la aplicación de la psicología precisan de ciertos insumos para rea-
lizar una lectura psicopatológica diferenciada, y una comprensión y tratamiento
de casos clínicos anes al diálogo interdisciplinar. Claro está, que tal como se
advierte en Schneider (1998) y Schneider et al. (2014), sin perder el romanti-
cismo que equilibra la psicología derivada y mantenida en el positivismo lógico.
Los autores de este libro somos conscientes de que el desarrollo de la psicolo-
gía desde su formulación moderna como ciencia, hasta su aplicación contem-
poránea como disciplina y profesión, ha demandado diversas transformaciones
epistemológicas con sus respectivos impactos en las deniciones, modelos y
paradigmas. En este marco, la psicología se ha visto intervenida y se ha hecho
interventora de otros discursos desde los que se presume una mejor respuesta
al objeto de estudio.
Dentro de tal transformación, vemos la necesidad de volver a las fuentes del
enfoque humanista en psicología para rastrear la forma en que desde allí se ha
aportado a la construcción de la clínica, al tiempo que se pueda delimitar y cla-
ricar el alcance y perspectivas futuras de la misma. Esta vuelta a las fuentes
la reconocen Bland y DeRobertis (2020) como una cuarta ola de la psicología
humanista, que se desarrolla desde el 2000 hasta la actualidad y que se carac-
teriza por realizar una revisión y una reconciliación con las raíces de la psicolo-
gía humanista y establecer diálogos con la psicología convencional.
La tercera fuerza en psicología, que se adjetivó humanista, propuso una aproxi-
mación al hombre desde la integración de sus diferentes dimensiones, a saber,
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PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
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procesos psicológicos, naturaleza biológica, instintos, emociones y pensamientos,
ontología, relaciones, y muchos otros temas existenciales. En consecuencia, reali-
zó también una nueva forma de intervenir dentro del escenario clínico psicológico
y epistemológico con claros desacuerdos con los métodos y conceptualizaciones
utilizadas en la intervención psicológica que se realizaba hasta ese momento.
Esa disrupción en la historia de la psicología, sugirió a los humanistas fundadores
que las intervenciones en psicoterapia podrían realizarse desprovistas de orien-
taciones teóricas, bajo la argumentación de no someter a las personas a clasi-
caciones reduccionistas, parcializadas y arbitrarias, sin embargo, esto llevó tam-
bién a que el desarrollo de la psicología humanista tomara cierta distancia con los
avatares y trasformaciones que se derivarían en la contemporaneidad, dados los
nuevos problemas humanos y la necesidad de respuestas con una mirada en la
que se integraran las demandas sociales y las posibilidades tecnológicas.
Con lo anterior, en un escenario clínico con enfoque humanista, los estudiantes,
docentes, investigadores y psicólogos se enfrentan a la necesidad de operacionali-
zar, clasicar e identicar constructos que sean susceptibles de intervenirse empí-
ricamente dadas las condiciones de validez y conabilidad que se demanda en el
sistema de salud actual; problemática frente a la cual, este libro recoge elementos
para el análisis y organización de un discurso clínico, estructurado y replicable, útil
en alguna medida para responder a las demandas académicas y sociales.
No signica que lo aquí presentado deenda y reivindique la cosicación y re-
duccionismos de lo operativo, asunto con el que lecturas contemporáneas del
humanismo psicológico dieren, sino que puede ayudar a conciliar una historia
que en algunas mentalidades es irresoluble, ya que como lo indican Aanstoos et
al., “estos fundadores no pretendían descuidar las aspiraciones cientícas; más
bien, buscaron inuir y corregir el sesgo positivista de la ciencia psicológica tal
como estaba entonces” (2000, p. 8).
Para tal n, este libro presenta una aproximación a la psicología clínica desde una
perspectiva humanista mediante la delimitación de algunos postulados fundacio-
nales y, dentro de ellos, de conceptos y orientaciones que incidan en la práctica del
clínico. Sin embargo, dado que esta investigación no es exhaustiva en la literatura,
pues no agota todos los momentos en la producción cientíca, ni considera a todos
los autores y enfoques posibles, lo aquí expuesto debe entenderse como un insu-
mo básico, orientador, de carácter relativo, perfectible y falsable.
En la organización y contenido de los capítulos se ha mantenido un principio
regulador: que las personas pueden ser comprendidas en términos de cómo se
experimentan a sí mismos y no sobre la base de observaciones externas y me-
diciones clasicatorias. Por lo anterior, esta propuesta de una clínica con pers-
pectiva humanista no se presenta como una estrategia de clasicación de las in-
dividualidades o con el ánimo de establecer una ruta diagnóstica con elementos
invariables, denitivos y exhaustivos de la experiencia humana, sino que pro-
pone conceptualizaciones y lógicas que describen, en cierta medida, fenómenos
que pueden aparecer en algún grado en el escenario clínico y pueden por tanto
ayudar al psicólogo a ampliar su perspectiva frente una totalidad compleja.
El centro argumentativo de los ocho capítulos en los que se organiza este libro
ha sido resultado de un estudio con enfoque hermenéutico e interpretativo, con
categorías conceptuales como: historia de la clínica (capítulo 1); psicología hu-
manista (capítulo 2); clínica, diagnóstico, evaluación y tratamiento humanista
(capítulo 3); persona, proceso, crecimiento (capítulo 4); conceptos fundamen-
tales (capítulo 5); operacionalización y comprensión (capítulo 6); psicólogo y
terapeuta (capítulo 7); fenomenología y clínica contemporánea (capítulo 8).
Las revisiones de bases de datos y fuentes documentales diversas, permitieron
seleccionar la literatura más signicativa, y a partir de allí las principales unida-
des de análisis, que han sido los libros que cimentan o sintetizan el pensamien-
to de cada uno de los autores referidos como fundadores, sin ser los únicos,
pero sí los más visibilizados: Maslow, Rogers, Perls y May.
La sistematización y control para el análisis de la información se soportó en
guías de análisis de literatura, guías para la estraticación de estudios, chas
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PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
1312
de lectura y procedimientos para la jerarquización y análisis de fuentes; y sirvió
para realizar la elaboración de estructuras conceptuales, categorías, subcate-
gorías, códigos, memos y comentarios. Lo que hace que esta obra sea producto
de un proceso de investigación cualitativa cuya validez se contrasta en las fuen-
tes primarias y con la convergencia de los pares expertos que han acompañado
desde la evaluación y realimentación el producto nal.
No se trata de evaluar la presencia de las diferencias individuales sino de eva-
luar las necesidades de acompañamiento y los recursos con que cuentan los
actores para tal camino de bienestar. No se busca diagnosticar una entidad
clínica que enmascara toda la personalidad, sino de observar, detallar y consi-
derar procesos de la experiencia humana que covarían y concluyen en el sufri-
miento de una persona, y por último, no se pretende proponer estrategias para
intervenir rígidamente una sintomatología que debe ser suprimida a la luz de
una normalidad predenida, sino de hacer énfasis en aspectos ontológicos y en
general de la experiencia humana, que de no incorporarse en un plan de trata-
miento, la experiencia clínica puede resultar reducida y fragmentadora.
Instamos a la comunidad psicológica y de otras disciplinas que puedan re-
conocer cierta utilidad en este material, para que, con actitud crítica y cons-
tructiva, se apropien de estos resultados de investigación, los exploren, pon-
deren, evalúen, mejoren y descarten según el caso, y desde luego, puedan
contactar a los autores para dar sus realimentaciones de cara a la construc-
ción colectiva del conocimiento.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
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Capítulo 1.
Una historia de doble hélice
En el presente capítulo se propone una relación entre los momentos estruc-
turantes de la psicología con enfoque humanista y los momentos, igualmente
conguradores, de la psicología clínica. Para este n, se listará una serie de
referencias temporales cruzadas que permiten establecer conexiones virtuales
entre estas corrientes, y sugerir así un desarrollo histórico en doble hélice. Esta
gura metafórica representará la prolongación en paralelo de dos movimientos
que giran alrededor de lo psicológico, lo humano y lo cientíco, con pares de
base que sirven como conexión de una orientación con otra.
Por ello, cada fecha que señala la vida de un personaje, la publicación de una
obra, un suceso social y la propuesta académica de lado y lado, sirve como
enlace, como moléculas conectoras, a través de las cuales se descubre la inci-
dencia, algunas veces cercana y otras lejana, pero denitivamente posible. Se
podrán advertir, en la medida que se profundice en cada fecha, puentes o vasos
comunicantes de los que se alimenta uno y otro lado.
El origen y n último de la doble hélice se puede extender en el tiempo, tanto
cuanto se logren asociar conceptos y sentidos epistemológicos susceptibles de
conectar con la psicología moderna y sus fuerzas consecuentes. El futuro de
esta relación no se puede predecir, aunque los vínculos existentes y otros nue-
vos sí se pueden proponer. La revisión sistemática y constante de tales tradicio-
nes es necesaria para proyectar posibilidades y entelequias, y sobre todo para
visibilizar las bases comunes y fundantes en la historia del pensamiento.
Rastrear las raíces de una historia de la psicología clínica y de una psicología
humanista, siempre que se quiera ser exhaustivo, pasa por asignar signicados
a los más lejanos eventos, en los cuales se vislumbran luces y reconocen se-
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
1716
millas, desde luego no intencionales, que prepararon el terreno de las actuales
conguraciones.
Así, por ejemplo, si se quiere hacer una historia de la clínica como ejercicio de
diagnóstico y tratamiento, sería posible buscar en la tradicional época de Hi-
pócrates, en el siglo IV a. C., una observación de la conducta, delimitación de
síntomas, clasicación psicopatológica y correspondientes intervenciones para
reencausar los padecimientos del cuerpo y del alma (Peláez, 2012).
Del mismo modo, en la gura y elaboraciones de Hipócrates es posible leer
un enfoque humanista, así como lo referencia Goic (2004) para quien Hi-
pócrates, el médico de Cos, es uno de los grandes médicos humanistas en
tanto que se rescata al hombre de las fuerzas esotéricas y se ubica el pade-
cimiento en la totalidad antropológica, reivindicando la humanidad y mate-
rialidad de lo psicológico y la responsabilidad o participación del individuo en
la elaboración histórica de su enfermedad.
Dar un paso adicional en la historia, le permite a Orange (2012) presentar
la psicoterapia en el espíritu socrático, entendiendo que la búsqueda del
conocimiento y el diálogo con la ignorancia como supuesto, sirvió a médi-
cos, lósofos, y hoy a psicólogos de todas las orientaciones, para hacerse a
una herramienta metodológica y una actitud personal con la cual explorar y
acompañar los fenómenos clínicos.
También se podrían realizar lecturas intencionadas en cada personaje y suceso
de la historia de las ideas y extraer con cuidado lo que favorezca a los nes
argumentativos, posibilidad hermenéutica que no es extraña dada la intimidad
del objeto psicológico con los objetos de la losofía de donde deriva la primera,
o como lo señala Rodríguez (2011), la losofía como contexto de justicación y
validación para una psicología que explica, comprende y aplica.
Además de las guras griegas, la historia presenta como personaje articula-
dor a Tomás de Aquino (Oviedo, 2019) de cuya losofía volverá a emerger la
reexión sobre el cuerpo y el alma como una totalidad, con su respectiva im-
plicación en la psicopatología clínica como se evidencia desde Krapf (1943)
hasta Polaino Lorente et al. (2017) y a quien Maritain presentó en 1944
como el lósofo que rescata al hombre y lo vuelve a ubicar en el corazón de
la existencia. “Estoy persuadido que santo Tomás de Aquino es, para em-
plear una palabra de moda hoy, el más existencial de los lósofos” (Maritain,
2003, p. 2). Atiéndase aquí que toda la tradición existencial ha nutrido a la
psicología de enfoque humanista, y del lado clínico, Tomás de Aquino aportó
a la descripción de la manía (ira patológica), las psicosis orgánicas (pérdida
de memoria) y la epilepsia (Belloch et al., 2008).
Posteriormente se reconoce en la gura de Renato Descartes (Feijoo, 2004) un
punto de partida epistemológico para lo que se convertirá en una psicología clí-
nica que se soporta en el método, la objetividad, la sistematicidad, la revisión
y la replicabilidad. A pesar de su aproximación dualista en la comprensión del
hombre versus una integración humanista en psicología, con el protagonismo
que da a la razón, presenta la posibilidad de elaborar la subjetividad, el pensa-
miento como esencia y derivado de ello el hombre congurador de su realidad
(Henao, 2013; Cebrecos, 2014).
En general, toda la losofía moderna desde Descartes hasta Kant, pasando
por Locke, Hobbes, Spinoza, Leibniz, Bacon, Kant, Hegel, Hume y Berkeley,
por nombrar algunos pensadores, promovió la revolución epistemológica que
dio como resultado la emergencia de los paradigmas sobre los que las nuevas
ciencias, entre ellas la psicología, debió soportarse; así que, como se puede ver
en Chacón (2009) y Kasey (2016 ), la historia actual de la psicología debe en-
contrarse con dichos autores, pues transversalizan la conceptualización, tanto
de las dinámicas experimentales de la psicología clínica como el debate de los
reduccionismos que realizaron en el siglo XIX ‒y en favor de un enfoque huma-
nista‒ guras como Kierkegaard, Husserl, Heidegger y Jaspers.
En el albor del siglo XX se constituyeron el ambiente intelectual y las organi-
zaciones institucionales necesarias para el orecimiento de la psicología, su
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
1918
aplicación clínica y el enfoque humanista. A continuación se proponen eventos
que, sin ubicarse en días concretos sino en años de referencia, coinciden y se
inuyen en formas de difícil rastreo, pero dada su importancia, cocrean y co-
construyen la psicología como se conoce hoy.
Cada una de las fechas a continuación, además de ser halladas en las obras
de su respectivo autor, convocan documentos de suma importancia para esta
investigación, tanto para la historia de la psicología clínica (Fernberger, 1932;
Watson, 1953; McKeachie, 1976; Bernstein y Nietzel, 1982; Madsen, 1988;
Green, 2010; Durán et al., 2007; Sánchez, 2008; Schultz y Schultz, 2011; All
Psych, 2018) como para la historia de la psicología humanista (Penuel, 1972;
Cobos, 1986; Villegas, 1986; Madsen, 1988; DeCarvalho, 1990; Miguelez,
1993; Wertz, 1998; Aanstoos et al., 2000; Schneider, 2011; Camino, 2013;
Henao, 2013; Schneider et al., 2014).
Tabla 1.
Progresión histórica de doble hélice: autores, productos y publicaciones
Psicología
clínica Año Psicología de enfoque humanista
Johann Herbart, lósofo y psicólogo, publica
Psychologie ais Wissenschaft (Psicología como
ciencia) obra con la que allana el camino a la
psicología cientíca desarrollada en Alemania.
En esta propuesta se compilan las discusiones
de Hume, Kant, Locke, Berkeley y Descartes;
que más tarde harán eco en guras como
Hermann Von Helmholtz, Hermann Ebbinghaus,
Elías Müller, Theodor Fechner, Alexander Bain y
Franz Brentano, Ernst Mach, Richard Avenarius,
entre otros.
1824
En el apogeo de los sanatorios o asilos para
enfermos mentales, el psiquiatra Jean Vinchon,
publica El arte y la locura obra con la que
promoverá un trato humanitario y estrategias
apropiadas posteriormente por los enfoques
humanistas para técnicas arteterapéuticas.
Seguidamente a esta obra se establecen las
terapias ocupacionales desde el baile, la música,
el teatro y otras artes que han sido acogidas con
fuerza en la psicología humanista.
Periodo en el cual el positivismo estaba
en auge, sin embargo, seguían marcadas
las discusiones entre las epistemologías
racionalistas y empiristas en torno a la
psicología desde su versión losóca.
1844
Kierkegaard publica la obra El concepto de la angustia.
Este autor es considerado el padre del existencialismo,
no solo por sus escritos sino por su forma de vida.
Nace Friedrich Nietzsche, lósofo de cuya obra se
tomarán elementos conceptuales sobre la imagen del
hombre, su libertad, valores personales, pasión por la
vida y otras propuestas del vitalismo.
Herbert Spencer publica Principios de la
psicología, obra con la que insiste en el carácter
cientíco de la psicología y una integración de
conocimientos soportados en leyes cientícas
que sinteticen y expliquen la conducta humana.
Wilhelm Wundt se encuentra estudiando
medicina y realizando prácticas de asistencia
clínica, en esta experiencia se aanza su interés
por profundizar en la siología y la psicología
siológica.
1855 Muere SØren Kierkegaard.
Nace Sigismund Schlomo Freud, padre del
psicoanálisis, desde donde se aportarán
amplias nosologías e hipótesis a la clínica
psicológica y a la psiquiatría.
1856
Georg Voigt, historiador y lólogo presenta la
palabra humanismo como el periodo histórico en
el marco del Renacimiento, que vuelve su mirada
a la antropología y al hombre en general, desde
las artes, las letras y las ciencias.
Charles Darwin publica El origen de las
especies por medio de la selección natural
o la preservación de razas favorecidas en la
lucha por la vida obra con la que se sientan
las bases de una aproximación mecanicista,
biologicista evolucionista e instintiva de la vida
humana, criterios importantes para una clínica y
psicología experimental.
1859
Nace Edmund Husserl, padre de la
fenomenología, propuesta losóca que dará
contenido y metodología a todos los enfoques
humanistas.
Gustav Fritsch y Eduard Hitzig presentan la
teoría sobre la localización de centros motores
en el cerebro mediante estimulación eléctrica.
1870
Nace Alfred Adler, quien se aparta del psicoanálisis
para fundar la psicología individual, mediante la cual
recupera una mayor capacidad consciente para el
individuo de responsabilidad en su elaboración de
sentido de vida y de la fuerza del yo.
Wilhelm Wundt publica Principios de psicología
siológica que será la fuente para que, con
Edward Titchener, se funde el estructuralismo.
1874
Nace Max Scheler, quien con sus producciones en
losofía y psicología permitirá al humanismo elaborar
reexiones antropológicas sobre ética y sentido de la vida.
Stanley Hall recibió en la escuela de medicina
de Harvard el primer doctorado en Psicología de
América.
1878
Nace Martin Buber, quien aportará las bases para la
epistemología de la psicología rogeriana.
Nace Kurt Goldstein, quien con la Teoría organísmica
sentará las bases al enfoque humanista de lo
organísmico como un todo.
Wilhelm Wundt funda el primer laboratorio
experimental de psicología. 1879
Fiódor Dostoyevski publica la obra Los hermanos
Karamazov que, junto con la literatura existencial de
Sartre y Camus, será considerada una fuente literaria
de análisis psicológico profundo de la existencia
humana.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
2120
Francis Galton publica Investigaciones sobre la
facultad humana y su desarrollo, obra que será
precursora de la investigación y el psicodiagnóstico
con instrumentos psicométricos. Posteriormente, en
1884, creará el primer centro de pruebas mentales en
Londres.
1883
Nace Karl Jaspers, quien revolucionará la
psiquiatría al incorporar en sus planteamientos
psicopatológicos elementos del existencialismo y
de la fenomenología.
Se celebra en París el primer Congreso Internacional
de Psicología Experimental, lo que dio paso a
la difusión de la psicología y la convocatoria a
psicólogos e investigadores de todas partes del
mundo.
1889
Nace Martin Heidegger, representante del
existencialismo fenomenológico. Con las reexiones
sobre el ser y las posibilidades de la existencia, desde
la elección y la responsabilidad, presentará grandes
elementos teóricos para argumentar y describir
fenómenos expresados en la clínica humanista.
William James publica el libro Principios de la
psicología, con lo que se fundan nuevos aportes a la
psicología cientíca.
1890
Con la propuesta de James se avanza en el estudio
del Self, que ya había sido tratado en la losofía, pero
ahora está en el plano la psicología, este autor será
precursor de las teorías del Self ampliadas por los
humanistas.
Franz Boas y Hugo Münsterberg, por separado,
preparan las primeras pruebas para medir habilidades
en niños.
1891
Nace Erwin Straus, psiquiatra que propondrá, media
década después, la necesidad de elaborar una
psicología fenomenológica.
Se funda la Asociación Americana de Psicología con
Stanley Hall como primer presidente. 1892
Nace Jacob Moreno, quien será propulsor de la
terapia de grupo y de quien se tomarán los elementos
psicodramáticos para los grupos terapéuticos de
enfoque humanista.
Se realiza la primera edición de la Clasicación
internacional de enfermedades (CIE) que se usará en
el escenario médico y clínico de la psicología.
1893
Nace Charlotte Buhler, psicóloga que ayudará al
desarrollo de la psicología humanista con la teoría
sobre los objetivos de vida. Será también presidenta
de la Asociación Americana de Psicología Humanista
(AAPH) en 1965 y 1966.
Nace Fritz Perls, creador de la psicoterapia gestáltica.
Margaret Floy Washburn, luego de dieciséis años del
primer doctorado en América, es la primera mujer en
recibir un título de doctorado en Psicología, esta vez
bajo la dirección de Titchener.
Cattell y Baldwin fundan el Journal Psychological
Review para divulgar teorías psicológicas. Allí
publicarán guras tan importantes como William
James y Wilhelm Dilthey.
1894
Nace Aldous Huxley, escritor cercano a Maslow y quien
escribirá sobre la posibilidad del uso de psicodélicos
para alcanzar experiencias cumbre. Wilhelm Dilthey,
que viene de la losofía, publica el libro Ideas
acerca de una psicología descriptiva y analítica en
la que indica que la psicología debe basarse en la
comprensión y con ello dispone el terreno para criticar
los reduccionismos analíticos con los que luchará la
tercera fuerza.
Breuer y Freud publican Estudios sobre la histeria
obra que propondrá una revisión a las teorías
médicas, en pro de una clínica analítica.
Alfred Binet es nombrado director del laboratorio de
psicofísica de La Sorbona y funda la a primera revista
francesa de psicología: l’Année Psychologique.
1895
Nace Gardner Murphy, prolíco autor en psicología,
quien, en el contexto del humanismo psicológico,
escribirá sobre temas asociados a la consciencia y el
potencial humano.
Jhon Dewey publicará un artículo sobre el arco
reejo en psicología, que será fundamental para la
fundación de la psicología funcionalista.
Lightner Witmer funda la primera clínica psicológica,
en la Universidad de Pennsylvania.
1896
Nace Jean Piaget, quien fundará la orientación
constructivista a la cual la psicología humanista le
reconoce la participación activa del individuo en sus
procesos de aprendizaje, según el desarrollo.
Se inicia en la clínica de Witmer la oferta de cursos
de formación en psicología infantil. 1897
Nace Gordon Allport, quien aportará con las teorías
sobre la personalidad y la libertad humanas desde la
autonomía funcional. Nace también Wilhelm Reich,
psicoanalista que aportará elementos del análisis de la
dimensión corporal dentro de la psicoterapia gestáltica.
Edward Thorndike desarrolla la teoría de la Ley del
efecto en la que describe que la cadena del estímulo-
respuesta se fortalece, si el efecto es positivo para el
organismo.
1898
Norman Triplett publica el primer estudio de psicología
social, situación que prepara el terreno a Kurt Lewin y
con ello las teorías de campo, retomadas en la teoría
de campo fenoménico en la Gestalt.
Nace Margaret Alice Kennard, neuróloga que
establecerá las relaciones entre las lesiones
cerebrales y la funcionalidad neuropsicológica,
criterios de diagnóstico para la psicología clínica.
1899
William James publica Talks to Teachers on
Psychology: and to Students on Some of Life’s Ideals,
obra en la que pretende ayudar a los profesores a
comprender y empatizar con la vida mental de un
alumno como una especie de unidad activa.
Sigmund Freud publica La interpretación de los
sueños obra fundamental para la fundación de la
clínica y el método psicoanalítico.
William Stern publica algunos trabajos sobre la tarea
del psicólogo, y la necesidad de sistematización y
pluralismo para la época.
1900
Muere Friedrich Nietzsche y nace Erich Fromm, los
escritos de estos autores serán fundamentales en
la comprensión de temáticas existenciales como la
libertad y la muerte.
Se funda la Sociedad Británica de Psicología,
responsable por la promoción de la excelencia y la
práctica ética en la ciencia, educación y aplicación de
la disciplina.
Edward Titchener presenta la propuesta del
estructuralismo mediante la obra Manual of
Experimental Psychology.
Nace Jacques Lacan, quien, aunque no propenderá
por una clínica cientíca, elaborará, al igual que
Freud, amplias teorías e hipótesis sobre los psíquico
y su lugar en la clínica analítica.
1901
Husserl publica Investigaciones lógicas, obra en la que
se opondrá al psicologismo como forma mecánica de
entender la producción del conocimiento y se olvida de
esa manera de la conciencia.
Nace Erik Erikson que contribuyó desde el
psicoanálisis a la psicología del desarrollo. 1902 Nace Carl Rogers, uno de los pioneros de la psicología
humanista.
Watson recibe su doctorado en Psicología en la
Universidad de Chicago, con temática asociada a la
educación de los animales (ratas).
1903 Nace Medard Boss, psiquiatra suizo que realizará
grandes aportes a la psicología existencial.
Alfred Binet comienza su trabajo en la escala de
inteligencia por participar en un grupo designado por
el ministerio de educación francés para analizar la
situación en los centros escolares.
Nace B. F. Skinner, gura insigne en la orientación
conductual de la clínica psicológica y la psicología en
general.
1904
Nace Robert White, que, aunque no fue psicólogo
humanista, su trabajo impulsó la modicación de la
psicología académica y al psicoanálisis, preparando el
espacio para el nacimiento de la tercera fuerza.
Se publica la prueba de inteligencia de Binet-Simon
Freud publica Tres ensayos para una teoría sexual
con la que se revoluciona la comprensión del
desarrollo infantil y su acompañamiento clínico.
1905
Nace Jean Paul Sartre, de cuyos escritos
existencialistas se retomarán conceptos asociados a la
libertad, responsabilidad, elección, decisión y otredad.
Nace Víctor Frankl, promotor de la psicoterapia de
enfoque existencia y creador de la logoterapia.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
2322
Ivan Pavlov publica los primeros estudios sobre
condicionamiento clásico.
Se funda el Journal de psicología anormal.
1906
Nace Hadley Cantril, investigador en psicología que
realizó aportes a la psicología humanista y a quien se
asigna ser el primero en utilizar el término psicología
humanística.
Nace Emmanuel Lévinas, lósofo existencial teológico
de quien se retomarán reexiones sobre la ética, la
otredad, el encuentro, el diálogo, entre otros.
Lightner Witmer funda la escuela-internado en la que
se desarrollan prácticas que conformarán lo que se
denominará psicología clínica. Además, funda la
primera revista de psicología clínica: Psychological
Clinic.
1907
William James publica The Energies of Men, obra
con la que se preparará el terreno para el estudio de
las motivaciones humanas, el amor y la creatividad
retomadas por Maslow.
Cli󰀨ord Whittingham Beers, publicó la obra A Mind
That Found Itself, obra con la que se ponen en
evidencia las condiciones de los enfermos mentales
y se inicia una renovación del sistema de atención
sanitaria.
Vineland Training School ofrece el primer internado
clínico.
1908
Nace Simone de Beauvoir, quien explorará reexiones
sobre la psicología femenina y existencial.
Nace Maurice Merleau-Ponty, psicólogo importante
dentro de la psicología de enfoque existencial
por realizar exploraciones a una psicología
fenomenológica.
Nace Abraham Maslow, principal impulsor de la
psicología humanista.
William Healy funda el Chicago Juvenile Psychopathic
Institute centro especializado en la orientación infantil. 1909
Nace Rollo May, cofundador de la psicología humanista
y principal promotor de la psicología existencial en
Norteamérica.
Henry Herbert Goddard publica la traducción inglesa
de la revisión de 1908 de la escala de
inteligencia Binet-Simon.
1910
Nace Robert Hartman, psicólogo que aportará a la
literatura humanista desde el estudio de la axiología.
Muere William James.
Hermann Rorschach inicia la creación de las pruebas
de asociación proyectivas. 1911
Alfred Adler funda la Sociedad de Psicología Individual,
este autor explorará el concepto de fuerza de voluntad
fuerza impulsora del potencial, que se asemejará a la
fuerza de autorrealización en Maslow.
Muere Dilthey, quien se preocupó por la hermenéutica
y la comprensión de los fenómenos humanos desde
un paradigma diferente al de las ciencias sociales, es
considerado por Martínez (1992) como el auténtico
iniciador de la psicología humanista.
William Stern desarrolló la fórmula original para
el coeciente intelectual IQ, luego de estudiar los
puntajes de los test de inteligencia de Binet.
Max Wertheimer publicó investigaciones sobre la
percepción del movimiento, sentando las bases para
el inicio de la psicología Gestalt.
1912
Nace Ramona Berine, conocida como la revolucionaria
silenciosa, miembro de la AHP desde sus inicios,
admirada por establecer un diálogo entre los
humanistas americanos y la psicología rusa. Ella
presentó los escritos de Maslow a Dmitry A. Leontiev.
Emil Kraepelin, uno de los más inuyentes psiquiatras
alemanes, publica los trabajos de Lecciones de
psiquiatría clínica.
John Watson publica Psychology as a Behaviorist
Vlews It.
1913
Max Scheler publica la obra Esencia y formas de la
simpatía que servirá a los humanistas como inspiración
para la exploración de las emociones del ser humano.
Karl Jaspers publica la gran obra Psicopatología
general, que aporta desde la fenomenología a la clínica
humanista y a la clínica general.
Para esta fecha ya existían en Estados Unidos más
de veinte clínicas de atención y orientación, todas
inspiradas por Witmer.
Se publica el primer informe del Comité Académico
para el Estatus de la Psicología.
1914
Rogers se muda con su familia a una granja para
alejarse de la ciudad, en este espacio se acerca a la
exploración de las plantas y el comportamiento de
los animales, además de la conducta humana lo que
luego le permite desarrollar su obra en relación con la
personalidad.
La APA inició un estudio de las calicaciones de
los examinadores mentales. Para esta fecha ya se
usaban las pruebas para medir las aptitudes en
participantes y actores de la Primera Guerra Mundial.
1915 Nace James Bugental, uno de los principales
exponentes de la psicología existencial y humanista.
Lewis M. Terman publica su versión de las pruebas
de inteligencia Stanford-Binet. 1916
Martín Heidegger conoce a Husserl, a partir de lo
cual desarrollará la fenomenología existencial, uno de
los principales marcos conceptuales de la psicología
existencial.
Los psicólogos clínicos se separan de la APA y
forman la American Association of Clinical Psychology
(AACP).
1917 Muere Franz Brentano, fenomenólogo considerado por
algunos como un precursor de la psicología humanista.
Finaliza la Primera Guerra Mundial, contexto del
desarrollo de instrumentos y pruebas utilizadas en
la psicología clínica. Para esta fecha se habían
consolidado las chas de la prueba de Rorschach.
1918 Charlotte Buhler, pionera del enfoque humanista, recibe
el doctorado en Psicología en Munich.
La Asociación Americana de Psicología desarrolló
una división de psicología clínica, por lo cual se
vuelven a vincular algunos de los clínicos que se
habían separado en 1917.
1919
Karl Jaspers publica la obra Psicología de las
concepciones del mundo con la cual realiza una
aproximación existencial a la psicopatología clásica.
Se publica el experimento de Watson sobre el
pequeño Albert.
Muere Wundt.
1920
Inicia la divulgación de las investigaciones de Charlotte
Buhler sobre la realización personal y la consecución
de metas.
Se publicó por primera vez el test de Rorschach.
Ernst Kretschmer presenta el enfoque biotipológico
del temperamento. 1921 Allport recibe su doctorado en Psicología con la tesis
dedicada a los rasgos de personalidad.
Nace Jacob Cohen, pionero de los métodos de
investigación y análisis estadísticos en la psicología y
otras ciencias.
Max Wertheimer, publica la obra Estudios en teoría
de la psicología Gestalt.
1923
Crisis económica en Estados Unidos, situación que
obliga a la sociedad y la academia a reconsiderar
una reexión sobre los social y lo humano. También
se publica la obra ¿Qué son los valores? de Ortega y
Gasset.
Nace Clark Moustakas, experto en psicología
humanista y psicología clínica.
Se organiza la Sociedad Americana de
Ortopsiquiatría, con un enfoque especial en la
orientación de niños.
1924 Carl Rogers se gradúa de Licenciatura en Historia de
la Universidad de Wisconsin.
Wolfgang Kohler publica The Mentality of Apes,
obra con la que da nuevos componentes para la
fundamentación de la psicología Gestalt.
Nace Albert Bandura.
1925
John Dewey publica Experience and Nature, libro en
el cual se describe como un humanista naturalista, allí
reconoce al ser humano como alguien que estando en
el mundo se reconstruye y crece en la interacción.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
2524
Muere Emil Kraepelin, psiquiatra que revolucionó la
psicopatología con la gran cantidad de descripciones
y explicaciones de múltiples trastornos mentales.
1926
Jan Christiaan Smuts publica Holism and Evolution,
fuente documental que será reconocida por Rogers
como una elaboración anterior a la suya, sobre la
tendencia holística.
Víctor Frankl usa por primera vez el término
logoterapia.
Anna Freud publica su obra sobre el psicoanálisis del
niño, importante para la clínica psicológica con esta
población.
Ivan Pavlov publica la obra sobre los reejos
incondicionados.
Morton Prince funda el Centro de Psicología Clínica
de Harvard.
Bronner, Healy publica el Manual de pruebas
individuales y pruebas mentales ampliamente usado
en la psicología clínica.
Frederic Lyman Wells publica Test mentales en la
práctica clínica en la que realiza un análisis crítico al
uso de las pruebas en tal escenario.
Muere Edward Titchener.
1927
Martin Heidegger publica El ser y el tiempo, obra
que será fundamental para la corriente existencial en
psicología.
Carl Rogers inicia su ejercicio como psicólogo en el
Institute for Chlid Guidence, puesto que ingresa al
programa de Psicología de la Universidad de Columbia.
Fritz Perls inicia sus trabajos con Kurt Goldstein, a la
vez asiste a los seminarios de Wilhelm Reich.
Wolfgang Kohler publica Gestalt Psychology, obra
dedicada a realizar una sistematización de la
psicología Gestalt y una crítica al behaviorismo.
Watson y MacDougall publican The battle of
behaviorism: An exposition and an exposure.
1929
Fecha en que se da la gran depresión en Estados
Unidos. Este fenómeno será un pretexto para repensar
el hombre en su perspectiva positiva.
Se crea la Asociación de Psicólogos Consultores
(ACP). 1930
La crisis económica se extiende a toda Europa.
Rogers se hace director de la Sociedad para la
Prevención de la Crueldad con los Niños.
La sección clínica de la APA nombra una comisión
para normalizar los programas de
formación clínica, a n de poder establecer los
mismos criterios en la formación de los clínicos.
1931
Maslow recibe el título de maestría, en su trabajo
expone las investigaciones sobre primates. Recibirá su
título de doctorado en 1934.
Nace Stanislav Grof, pionero de la psicología
transpersonal.
Rogers publica A Test of Personality Adjustment un
inventario para explorar la personalidad de los niños,
que elaboró en el marco de su tesis en el doctorado en
Psicología.
Jacob Moreno acuña el término terapia de grupos.
Jean Piaget publica El juicio moral en los niños,
obra con la que se hace popular su teoría sobre el
desarrollo cognitivo.
1932
Aldous Huxley publica el libro de literatura fantástica Un
mundo feliz, que presenta bases para la identicación
de las potencialidades humanas descritas por Maslow.
Thurstone es nombrado presidente de la APA. 1933
Llega a la presidencia Franklin D. Roosevelt, quien
propone a la sociedad norteamericana el New Deal,
proyecto con el que se vincula a Maslow y su teoría de
la autorrealización.
Llega a Estados Unidos Paul Tillich, considerado el
introductor del existencialismo a este país.
León Thurstone publica The vectors of mind obra
con la que se establecen los antecedentes de las
inteligencias múltiples a partir de las habilidades
y también la identicación de los rasgos de
personalidad partiendo de análisis factoriales.
Clark Hull publica The concept of the habit-family
hierarchy and maze learning con la cual se presenta
la relación entre el comportamiento y la herencia
genética.
1934
Muere Lev Vygotsky, quien desde los estudios sobre
las relaciones y el desarrollo da un aporte signicativo
a toda la corriente histórico-cultural que se acerca a las
comprensiones fenomenológicas en tanto comprensión
de la subjetividad y los signicados que los individuos
realizan.
Kurt Goldstein, ya mencionado, publica su libro The
organisms, en este el autor introduce el concepto de
autoactualización.
Morgan y Murray publican el test de apercepción
temática (TAT), prueba utilizada con nes proyectivos
y diagnósticos en el escenario clínico.
1935
Kurt Goldstein llega a Estados Unidos, autor que será
central para la teoría organísmica adoptada por los
humanistas.
Egas Moniz publica diferentes trabajos sobre el
tratamiento de las enfermedades mentales mediante
las lobotomías.
Chauncey Louttit publica el primer texto sobre
psicología clínica llamado Clinical psychology: a
handbook of children’s behavior problems.
1936
Kurt Lewin publica Principles of topological psychology,
en el cual describe la teoría de campo como situación
explicativa del comportamiento, exponiendo la fórmula
de que el comportamiento es la función de lo personal
y lo ambiental. Teoría adoptada y adaptada por la
psicología humanista.
Se funda la Asociación Americana para la Psicología
Aplicada (AAAP), una derivación de psicología clínica
que se separa de la APA.
1937
Gordon Alport publica Personality, a psychological
interpretatión, este autor es considerado como parte de
un periodo precongurativo del humanismo.
Es utilizada por primera vez en humanos la terapia de
electroshock.
Se publica el test de Bender
Lawrence Frank acuña el término de técnicas
proyectivas como estrategias para la valoración
clínica.
Oscar Krisen Buros edita la primera edición del libro
Mental Measurement Yearbook cuya nalidad es la
de realizar críticas, comentarios y valoraciones a los
test psicométricos.
1938
Henrry Murray, psicólogo de la personalidad y
promotor del estudio de esta mediante los métodos
ideográcos, razón por la cual se ajustó a la orientación
humanista que impulsa las diferencias y la crítica a la
estandarización.
Muere Husserl.
Se publica el test de inteligencia de Wechsler-
Bellevue (WAIS).
Se funda la Asociación Psicológica Canadiense.
Inicia la Segunda Guerra Mundial.
Muere Freud.
1939
Carl Roges publica su primer libro, The Clinical
Treatment of the Problem Child, en el cual presenta
como propuesta una terapia basada en lo relacional.
Gordon Allport es nombrado presidente de la APA.
Se indica que para esta fecha ya habían aparecido
más de 500 pruebas para nes de diagnóstico e
investigación por psicólogos clínicos.
1940
Kurt Goldstein publica Human nature in the light of
psychopathology, ubicando la reexión humanista en el
centro del discurso de la psicología anormal.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
2726
Se está desarrollando la Segunda Guerra Mundial,
se da la batalla de Pearl Harbor y se recrudecen los
horrores de la guerra. En este periodo se da un
nuevo desarrollo de instrumentos de medición. 1941
Erich Fromm publica El miedo a la libertad, aunque
viene del psicoanálisis, es una orientación más afín a
los temas propuestos por los humanistas.
Maslow publica Principles of abnormal psychology: The
dynamics of psychic illness en la cual se aproxima a la
comprensión clínica de los trastornos mentales.
Jean Piaget publicó Psychology of Intelligence en la
cual presenta las teorías del desarrollo cognitivo.
De parte de Hathaway y McKinley se publica la
primera versión del MMPI (Minnesota Multiphasic
Personality Inventory).
1942 Rogers publica Counseling and Psychotherapy, obra
con la que sienta las bases de la terapia no directiva.
Se publica el manual del MMPI, con esta publicación
se pueden establecer sistemas de clasicación
clínica alrededor de los rasgos de personalidad
patológica y estilos de personalidad que precisan
otros acompañamientos. Por su robustez conceptual
y estadística, es un sistema de evaluación de gran
tradición en la clínica y la investigación.
1943
Maslow publica A theory of human motivation, obra
en la cual aparece la teoría de la autorrealización
y la motivación que será nuclear en la concepción
humanista.
Sartre, autor existencialista básico para la psicología
existencial publica El ser y la nada.
E. Kinder, quien además de publicar sobre el método
cientíco en la psicología social hace énfasis en
el trabajo de los psicólogos en las unidades de
psiquiatría infantil, con su publicación Work of the
psychologist in a psychiatric unit for children pone su
atención en el juego como elemento terapéutico.
1944
Paul Tillich publica Existential philosophy obra en la
cual se reere a William James y a John Dewey en
relación con sus visiones integradoras del hombre, en
este sentido, la losofía existencial es abordada con
cercanía al enfoque humanista.
Se funda el Journal of Clinical Psychology,
publicación central para el estudio en psicología
clínica.
La Asociación Americana para la Psicología Aplicada,
que se había separado en 1937, se une nuevamente
a la APA.
1945
Merleau Ponty publica Fenomenología de la
percepción, una obra psicológica desde un método
fenomenológico y para una comprensión humanista del
hombre.
Karen Horney publica diversas producciones sobre la
teoría psicoanalítica y el feminismo, dando lugar a una
comprensión culturalista de la psicología femenina.
Se disuelve denitivamente la Asociación Americana
para la Psicología Aplicada debido a que la APA
exibiliza los estatutos.
1946
Rogers publica Signicant aspects of client-centered
therapy para puntualizar en los aspectos metodológicos
de la terapia centrada en el cliente.
Víctor Frankl publica Psicoanálisis y existencialismo y
se sientan las bases de una psicología de orientación
analítica-existencial.
Se organiza el Comité de Shakow con el cual se
designan expertos para establecer las condiciones
para la formación de los psicólogos clínicos.
Se organiza la American Board of Examiners in
Professional Psychology (Junta Estadounidense
de Psicología Profesional) para dar dirección a la
formación y trabajo de los examinadores psicológicos.
1947
Rogers es nombrado presidente de la APA.
Rogers publica Some observations on the organization
of personality, allí hace énfasis en el lugar de la crianza
y la aceptación incondicional temprana, la estima
positiva como conguradorores de la personalidad.
Fromm publica Man for himself con la que se resalta
el lugar de la conciencia humana y la capacidad
desiderativa de la persona.
David Shakow publica Clinical psychology: an
evaluation en la cual hace una revisión a la psicología
desde 1923 hasta la fecha.
1948
Se publica la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, un fenómeno social inuyente en la nueva
orientación humanista.
Tiene lugar la convención de formación de Psicología
clínica en Boulder, Colorado, con esta se revisan las
directrices de la investigación clínica desde el modelo
médico en psicología y se proponen orientaciones
con un modelo psicológico.
1949
Maslow se encuentra con Sutich, con quien mantendrá
una gran relación en el Journal de psicología humanista
y con quien luego desarrollará las ideas para la
psicología transpersonal.
Hans Eysenck publica Function and training of the
clinical psychologist, en donde se cuestiona por los
temas y metodologías que debería seguir el psicólogo
clínico.
1950
Maslow publica Self actualizing people: a study of
psychological health en la que
expresa los dieciocho principios que llevan a la
autorrealización.
Se publican diversos informes de la APA a partir del
trabajo realizado por el comité para el entrenamiento
clínico en psicología, que estuvo integrado
tempranamente por Shakow.
1951
Rogers publica Terapia centrada en el cliente.
Perls, junto a He󰀨erline y Goodman, publican Terapia
Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad
humana, obra con la que se sientan las bases de la
psicoterapia gestáltica.
Se publica la primera versión del DMS, el manual
diagnóstico y estadístico con el que se realiza
la clasicación psiquiátrica de las enfermedades
mentales.
Eysenck publica The eects of psychotherapy: An
evaluation donde cuestiona la efectividad de los
tratamientos clínicos y cuestiona principalmente al
psicoanálisis.
1952
Paul Tillich publica The courage to be en el cual analiza
temas como la ansiedad y el sentido, en la historia
occidental.
Muere John Dewey.
Skinner, publica Terapia conductual con la cual se
trazan las líneas para una terapia comportamental,
las estrategias de acompañamiento e investigación.
La APA publica Code of Ethics for Psychologists,
estándares que servirán para fundar varias
propuestas deontológicas en el mundo.
1953
Víctor Frankl publica Logos and Existence in
Psychotherapy con la que se da inicio al movimiento
logoterapéutico.
Julian Rotter publica Social Learning and Clinical
Psychology, con ella aporta a la fundación de la
teoría del aprendizaje social.
1954 Maslow publica Motivación y personalidad en donde
desarrolla la tradicional jerarquía de las necesidades.
Se desarrolla la Escala Wechsler de Inteligencia para
Adultos (WAIS).
Cronbach y Meehl publican Construct validity in
psychological tests con lo que se da un gran aporte a
la medición en psicología.
1955
Hadley Cantril utilizó por primera vez el término
Humanistic Psychology.
George Kelly publica The psychology of personal
constructs en donde expone una teoría de la
personalidad considerada como fenomenológica y
cognitiva, dado el énfasis que realiza en la creatividad
y la libertad.
Gordon Allport desarrolla una teoría de la personalidad
en la publicación Becoming: basic considerations for a
psychology of personality.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
2928
Convención sobre formación de Stanford. 1956
Maslow publica Toward a humanistic psychology.
Clark Moustaka publica The Self, donde recoge
diversas aportaciones de distintos autores que se
podrían denominar prehumanistas en relación con la
psicología del sí mismo.
Fromm publica El arte de amar, obra con la cual realiza
un análisis de la sociedad, basado en las lógicas de
alienación y libertad.
Leon Festinger propone la teoría de la disonancia
cognitiva con la cual aporta también a la psicología
social.
1957
Rogers publica The necessary and sucient conditions
of therapeutic personality change en la que expone
seis situaciones como condición para el cambio de la
personalidad.
Nathan Ackerman promueve la terapia familiar.
Se realiza una convención sobre formación del
psicólogo clínico, conocida como convención de
Miami.
Joseph Wolpe publica Psychotherapy by Reciprocal
Inhibition en la que presenta los efectos terapéuticos
mediante la sustitución de respuestas neuróticas.
Harry Harlow publica The nature of love, allí expone
la relación entre los cuidados maternos y el desarrollo
del apego y la prolongación de la vida gracias al
afecto materno.
1958
Jhon Cohen en el libro Humanistic Psychology propone
una psicología humanista en la que pone de maniesto
su disconformidad con la
orientación reduccionista de la psicología
contemporánea, que descuida lo especícamente
humano del objeto de estudio de la psicología.
Rollo May publica Existence: A new dimension in
psychiatry and psychology, libro al cual invita a los
principales psicólogos de la naciente psicología
humanista.
Köhler publica Gestalt psychology today, donde
repasa las bases de la psicología de la Gestalt. 1959
Maslow publica Conocimiento y valores humanos.
Frankl publica El hombre en busca de sentido.
Se realiza el Simposio sobre Psicología Existencial en
la Convención de
1959 de la APA.
Se desarrolla la psicología comunitaria. 1960
Se da la organización del comité de la Asociación de
Psicología Humanista (APH), el cual proporciona un
lugar de encuentro para psicólogos
y otros que creían que
no estaban representados en las vertientes teóricas del
psicoanálisis y
behaviorismo.
Max Scheler publica Fenomenología y metafísica de la
libertad.
John Berry introduce la importancia de las
investigaciones culturales para comprender mejor la
diversidad y aplicaciones en psicología.
1961
Con el patrocinio de la Universidad Brandeis, se
lanza formalmente la Asociación Estadounidense de
Psicología Humanista (AAHP).
Se funda el Journal of Humanistic Psychology con
Sutich como primer editor, aunque esta revista ya se
había creado sin ninguna publicación por Maslow y
Anthony Sutich en 1958.
Carl Rogers publica El proceso de convertirse en
persona en el cual insiste de nuevo en las estrategias
para el cambio terapéutico y la promoción de la salud.
Erick Berne publica Análisis transaccional en
psicoterapia.
Albert Ellis presenta la terapia racional emotiva
(TRE). 1962 Se celebra el Primer Encuentro Nacional de la
Asociación Estadounidense de Psicología Humanista.
Albert Bandura introdujo la idea de aprendizaje
observacional o vicario para el desarrollo de la
personalidad.
Lawrence Kolberg introduce la idea del desarrollo de
la moralidad a partir de la valoración de los dilemas
morales.
1963
Se celebra el simposio sobre conductismo y
fenomenología que se efectuó en la Universidad de
Rice.
Medard Boss publica Psychoanalysis and Daseins
analysis.
James Bugental publica Humanistic psychology: A new
breakthrough.
Se funda la Association for Humanistic Psychology.
Virginia Satir publica la primera obra de Terapia
familiar conjunta con la cual se hace merecedora de
ser conocida como madre de la terapia familiar.
1964
Bugental publica Third force in psychology con la que
realiza una adecuada delimitación de la psicología
humanista.
Rogers publica Toward a science of the person.
Se realiza la Old Saybrook, conferencia a la que se
convocó a los principales exponentes de la psicología
humanista y con los cuales se conformó la División 32
de la APA.
Se realiza una convención sobre formación del
psicólogo clínico, conocida como convención de
Chicago.
1965
Maslow publica: Humanistic science and transcendent
experience.
Rollo May publica Intentionality: the heart of human will.
Mueren Paul Tillich y Martin Buber.
Rogers publica Some questions and challenges facing
humanistic psychology.
Konrad Lorenz publica On Aggression obra con la
que discute su modelo del desarrollo de los instintos. 1966
Allport publica La personalidad, su conformación y
desarrollo en el cual elabora la teoría del propium.
Maslow publica Psychology of Science: A
Reconnaissance.
Kelly publica Humanistic methodology in psychological
research.
Aaron Beck presenta su modelo de tratamiento para
la depresión. 1967
Bugental publica The challenge that is man.
Buhler y Massarik publican The course of human life. A
study of life goals in the humanistic perspective.
Rogers y Kinget publican Psicoterapia y relaciones
humanas: teoría y práctica de
de la terapia no directiva.
Se publica la segunda versión del DSM.
Se crea el primer programa de doctorado en
Psicología de la Universidad de Illinois.
1968
Rogers publica Some thoughts regarding the current
philosophy of the behavioral sciences.
Maslow es nombrado presidente de la APA.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
3130
Joseph Wolpe publica The Practice of Behavior
Therapy. 1969
Sutich presenta la propuesta de psicología
transpersonal.
Se crea en Europa la asociación Británica de Psicología
Humanista.
Muere Karl Jaspers.
Surgimiento de la evaluación conductual,
principalmente en España. 1970 Muere Maslow.
Se crea el Journal of Clinical Child Psychology. 1971 La psicología humanista es reconocida como una
división de la APA.
Skinner publica Más allá de la libertad y la dignidad. 1972
Skinner es galardonado por la Asociación Humanista
Americana con el premio El humanista del año, aunque
este es un humanismo losóco, el autor parte de allí
para indicar que el behaviorismo es una psicología
humanista, en tanto que hace posible alcanzar los
objetivos del humanismo de manera más ecaz.
Se realiza una convención sobre formación del
psicólogo clínico, conocida como convención de Vail,
Colorado.
1973 Charlotte Buhler publica Introduction to Humanistic
Psychology.
Bandura publica Behavior theory and the models of
man. 1974 Muere Charlotte Buhler.
Skinner publica Sobre el conductismo. 1975
Severin publica Third force psychology: a humanistic
orientation to the study of man.
Csikszentmihalyi propone el término Flow, basado en la
propuesta de Peak Experience de Maslow.
Ulric Gustav Neisser publica Cognición y realidad,
una fuerte crítica a la psicología cognitiva. 1976
Miguel Martínez publica Hacia un paradigma cientíco-
humanista en psicología.
Bugental publica The search for existential identity.
Albert Bandura publica el libro sobre aprendizaje
social y el concepto de autoecacia. 1977
Miguel Martínez publica Una nueva imagen del hombre:
el aporte de la psicología humanista.
A partir de 1977 empiezan a
celebrarse congresos europeos que son a la vez
testigos de su presencia real en todo
Centroeuropa y a la vez herramienta de conexión y
consolidación.
Paul Ekman publica The Facial Action Coding
System.
David Premack publica Does the Chimpanzee Have
a Theory of Mind? sobre las habilidades mentales
de los monos, introduciendo el término teoría de la
mente.
1978 Se creó la European Association for Humanistic
Psychology.
Urie Bronfenbrenner publica The Ecology of Human
Development con la cual se funda la teoría de
sistemas ecológicos.
1979
May publica Psychology and the human dilemma.
La APA realiza la publicación de la tercera edición del
DSM. 1980
Rogers reformula su propuesta de tendencia formativa
a tendencia direccional formativa, le describe como un
fenómeno que puede observarse en el universo, desde
los cristales hasta los seres humanos.
Miguel Martínez publica Psicología humanista, una
concepción humanista del hombre.
Irving Yalom publica Psicoterapia existencial.
La APA actualiza los principios morales y éticos que
ha estado publicando desde 1953. 1981
Rollo May publica Introduction to the A.H.P. theors
conference presentado en el Congresso Europeo di
Psicologia Umanista en Roma, Italia.
Douglas Bernstein y Michael Nietzel publican
Introducción a la psicología clínica texto clave en el
estudio de la psicología clínica en diversas facultades
de psicología del mundo.
1982
Se realiza en Cali, Colombia, el Primer Encuentro
Internacional de Psicología Humanista, y con este
evento se da fuerza al movimiento en este país.
Howard Gardner presenta la teoría de las
inteligencias múltiples. 1983
Para esta época ya han cobrado importancia los
centros que se autodenominan de psicología humanista
y se imparten cursos teóricos basados en los autores
clásicos.
Jerome Kagan publica The Nature of the Child, a
biological and socially oriented description of the role
of temperament in human development, obra con la
que se insiste en la condición genética del desarrollo
de la personalidad.
1984
Elizabeth Campbell publica Humanistic Psychology: the
end of innocence en la que realiza diversas críticas al
proceso de la formación de la psicología humanista.
Costa y McRae publican el NEO PI-R, teoría basada
en el modelo de los cinco grandes de la personalidad. 1985
Clark Moustakas publica Humanistic or humanism?
donde señala que estos términos no signican lo
mismo.
Marzillier y Hall editan What is clinical psychology? 1987 Muere Carl Rogers.
La aparición de la administración de los servicios
de salud de forma privada y con sistemas
subvencionado por los gobiernos, impulsa a la APA
a volverse más política, sugiere a los psicólogos
clínicos elaborar propuestas en las cuales aparezcan
como prescriptores y oferentes de un servicio de
salud operacionalizado.
1989 Helmut Quitmann publica Psicología humanística.
Conceptos fundamentales y trasfondo losóco.
La UNESCO y la OIT incluyen a la psicología clínica
dentro del campo de la formación cientíca. 1990
Moustakas publica Heuristic research: Design,
methodology, and applications.
Spinelli publica The phenomenological method and
client centred therapy.
Kirk Schneider inicia sus publicaciones académicas.
La APA actualiza los códigos de ética en Ethical
Principles of Psychologists and Code of Conduct. 1992
Se funda The Person-Centered Journal promovido por
la Asociación para el Desarrollo del Enfoque Centrado
en la Persona (ADPCA) de cara a la difusión del
pensamiento académico sobre principios, prácticas y
losofía centrados en la persona.
Se realiza la publicación de la cuarta edición del
DSM. 1994
Muere Rollo May.
Frederick J. Wertz publica The Presence of Humanistic
Psychologists in the Academy obra en la que examina
el lugar de los psicólogos humanistas en el contexto
psicológico y el futuro de este enfoque.
Daniel Goleman publica el libro Inteligencia
emocional, obra que invita a la psicoterapia
al fortalecimiento de acciones conducentes al
autoconocimiento personal y la regulación de los
comportamientos.
1995
Kirk Schneider publica el libro que desarrolló con
Rollo May, titulado The Psychology of Existence: An
Integrative, Clinical Perspective, en este se desarrollan
estrategias de intervención, análisis de casos clínicos,
terapia breve desde un enfoque existencial.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
3332
En este año se propone la incorporación del
concepto tratamiento con apoyo empírico, para
reemplazar el de tratamiento empíricamente
validado, estrategia liderada por el grupo de
tareas para la promoción y difusión de los
tratamientos psicológicos, tal como se creó en
1993.
1996
Emmy van Deurzen y Digby Tantam fundan el
centro para el desarrollo de la terapia existencial
conocido como Existential Academy. Desde allí
se pretende llevar la losofía a la comunidad y
facilitar la formación y aplicación de este estilo de
terapia
Albert Bandura publica el libro Self-Ecacy: The
Exercise of Control, texto con el cual presenta
de forma transdisciplinar sus aproximaciones
maduradas sobre la autoecacia, concepto
central en su teoría del desarrollo
1997
Muere Viktor Emil Frankl.
Hector Salama publica el libro Psicoterapia.
Gestalt: procesos y metodología, fundamental
para comprender elementos metodológicos y
argumentos de la psicoterapia Gestalt.
Martin Seligman desde su lugar en la
presidencia de la APA propone el estudio de las
emociones positivas, virtudes, fortalezas y otra
serie de recursos psicológicos positivos, como
aspectos que han de estar en el corazón de la
intervención clínica y la psicología cientíca.
1998
Francisco Peñarrubia publica Terapia Gestalt: la
vía del vacío fértil. Texto en español fundamental
para el desarrollo de la psicoterapia gestáltica en
España y en idioma español.
John Norcross preside la división 29 de la
APA, ocupada de asuntos concernientes a la
psicoterapia, crea un grupo de trabajo que se
dedica al estudio de las relaciones y alianza
terapéuticas con apoyo empírico.
Steven Hayes publica el libro básico de la
terapia de aceptación y compromiso (TAC),
comprendida como una evaluación de la terapia
cognitivo-conductual en la que se consideran
los factores relacionales y contextuales para la
organización de la conducta.
1999 Miguel Martínez publica La psicología humanista:
un nuevo paradigma psicológico. Amplía y
actualiza los desarrollos teóricos presentados en
1976, 1977 y 1980.
Se presenta por parte de Jacobson,
Christensen, Prince, Córdova y Eldridge la
Terapia conductual integrada de pareja.
El DSM IV recibe una revisión y se realiza
nueva publicación: DSM IV TR
2000
Joseph Zinker una de las guras más
representativas de la psicoterapia Gesltat
moderna publica el libro El Proceso creativo en la
terapia gestáltica.
Integrada por comunidades académicas
de España, Colombia y Brasil, se funda la
International Journal of Clinical and Health
Psychology, la revista de mayor difusión en
psicología clínica de España.
2001
Kirk Schneider, uno de los principales exponentes
de la psicología humanista en la actualidad, junto
con Pierson y Bugental editan The Handbook of
Humanistic Psychology: Theory, Research, and
Practice. Un libro que se presenta como literatura
básica para la demarcación y conexiones de la
psicología humanista con temáticas emergentes
en el siglo XXI.
Daniel Kahneman recibe el premio Nobel de
economía, por sus investigaciones en cómo
las personas emiten juicios en situaciones de
incertidumbre.
2002
Leslie Greenberg presenta la Psicoterapia
centrada en las emociones, estrategia terapéutica
que se soporta en evidencia cientíca para
acompañar la comprensión y mejor expresión de
las emociones que afectan la salud mental.
Los investigadores Fairburn, Cooper y Shafran,
introducen el concepto de transdiagnóstico,
con el cual se describen elementos nucleares y
transversales a los trastornos mentales y a partir
de lo cual la psicología clínica puede proyectar
intervenciones basadas en las sintomatologías
comunes a los trastornos.
Se completa el mapeo del genoma humano,
situación que permitirá identicar causas
orgánicas para la esquizofrenia, depresión y
bipolaridad.
2003
Mick Cooper publica el libro Existential Terapies
en que delinea las diferencias y similitudes de las
principales terapias existenciales.
Ian Weaver y un grupo de colaboradores
desarrollan estudios de psicología genética
de cuyas conclusiones se presenta que
las experiencias de vida pueden alterar los
procesos moleculares que se asocian con las
adaptaciones y el estrés.
2004
Je󰀨 Greenberg, Sander Leon Koole, Thomas
A. Pyszczynski publican el libro Handbook of
Experimental Existential Psychology, donde de
forma novedosa presentan evidencias cientícas
para comprender los fenómenos existenciales.
Michael Tomasello y su grupo de colaboradores
publican sus investigaciones sobre los orígenes
de la cognición social.
2005
Luis Gonzáles López publica el texto La cara
humana de la psicología. Este libro presenta los
fundamentos clínicos y psicoterapéuticos de la
psicología humanista, con un lenguaje sencillo,
en español y con la claridad suciente para
estudiantes y profesionales.
Daniel Goleman publica el libro Inteligencia
social en el cual presenta la importancia de las
relaciones interpersonales y su estudio, como
ciencia para el mejoramiento de la vida.
Se promulga en Colombia la Ley 1090 que
dicta el código deontológico y bioético para el
psicólogo.
2006
André Sassenfeld y Laura Moncada, presentan el
artículo Fenomenología y psicoterapia humanista-
existencial. Este documento será claricador
dentro de la literatura en español, para identicar
las conexiones losócas y psicológicas del
enfoque humanista y existencial.
Bruce Wampold, en el marco de la distinción
recibida por la APA por sus contribuciones a la
investigación aplicada, pone el énfasis en una
psicoterapia que entregue tratamientos efectivos
pero que no deje de ser humanista.
Muere Albert Ellis.
2007
En Colombia, Efrén Martínez publica el libro
Psicoterapia y sentido de vida, psicología clínica
de orientación logoterapéutica
La Sociedad Británica de Psicología, análoga
a la Asociación Americana de Psicología, se
pronuncia sobre la necesidad de ejecutar una
práctica clínica y de la salud con tratamientos
validados, competencias interpersonales
adecuadas y el uso y vinculación de las
instituciones para una adecuada resolución
de los problemas. Esta situación se extenderá
hasta el 2009 cuando el Consejo de Profesiones
de la Salud del Gobierno del Reino Unido se
hizo cargo de la regulación de la práctica de
psicología (de la BPS), y psicólogo de la salud
pasó a ser un título legalmente protegido.
2008 Muere James Bugental, pionero y defensor de la
psicología humanista y existencial.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
3534
Marco Iacoboni publica el libro Las neuronas
espejo: empatía, neuropolítica, autismo,
imitación, o de cómo entendemos a los
otros. Esta obra permitirá comprender en los
escenarios clínicos y psiquiátricos las patologías
asociadas a la conducta antisocial, además en
escenarios educativos y clínicos la educación
emocional prosocial.
2009
Muere Garry Prouty, psicoterapeuta rogeriano
que desde 1995 produjo signicativas
publicaciones e investigaciones en el avance de
preterapia, sistema experiencial centrado en el
acompañamiento de trastornos que involucren
alteraciones relacionales.
Conmemoración de los 50 años de la División
Clínica de la APA. 2010
Schneider y Krug publican Existential-humanistic
therapy obra en la que se establecen conceptos
fundamentales, metodologías y evidencias
clínicas para el enfoque.
La OMS incluye los problemas conductuales
asociados al uso problemático de los
dispositivos destinados a videojuegos.
2011
Kirk Schneider edita el libro Existential-Integrative
Psychotherapy libro en el que expone los
componentes centrales de la práctica psicológica
con enfoque existencial y las aplicaciones de una
psicoterapia integrativa
Muere George A. Miller, psicólogo que aportó al
estudio de la psicología cognitiva con avances
en la psicolingüística y la informática, producto
de lo cual también se desarrolló la neurociencia
cognitiva.
2012
Alfried Langle y Jürgen Kriz presentan un
artículo titulado The Renewal of Humanism in
European Psychotherapy: Developments and
Applications, en el que presentan cómo las
psicoterapias actuales se soportan en gran
medida en elementos humanistas, sin embargo,
han ido más allá gracias al uso de los enfoques
fenomenológicos en investigación clínica. Se han
renovado los sistemas terapéuticos de cara a la
atención y práctica más funcional.
Se realiza la publicación de la quinta edición del
DSM. 2013
Robert Elliott y un grupo de investigadores que
suma a Watson, Greenberg, Timulak y Freire
realizan una valiosa publicación en la que
presentan la evidencia en términos de efectividad
y validez de diferentes psicoterapias humanistas
o experienciales.
Alberto de Castro y Guillermo García publican
la segunda edición del libro Psicología clínica:
fundamentos existenciales, literatura que
presenta reexiones y argumentos básicos para
la comprensión del enfoque existencial, orientador
y básico en la bibliografía de dicha temática para
Colombia.
En la última década, la psicología clínica en general ha girado alrededor de varios
temas desde los que se desprenden investigaciones y productos cada vez más
especializados, a saber, a) la migración y los procesos de éxodos masivos con
todas las implicaciones psicopatológicas emergentes tanto en foráneos como
locales; b) los grupos minoritarios y excluidos de las políticas tradicionales y
juzgados con criterios de anormalidad; c) la inclusión y el género, fenómenos
asociados a la construcción y vivencia de la identidad sexual y la subjetividad
en general; d) fenómenos pandémicos y pospandémicos a propósito entre otros
del COVID-19, sin dejar de lado temas de psicogerontología, psicología de la
mujer, crisis y emergencias, psicopatología y educación clínica.
A su vez la psicología humanista ha avanzado en la incorporación de los nuevos
adelantos en la comprensión del ser humano y el al principio de integración,
se ha permitido el desarrollo de diversas formas psicoterapéuticas con distintos
énfasis en emociones, relaciones, acciones, pensamientos, experiencias y ex-
perimentos sociales y educativos.
La historia continúa construyéndose, no quiere decir que, en la última década
del siglo XXI, no se han presentado otros hitos que estimulen giros o progresos
en la psicología, puesto que la ciencia no se ha detenido, sino que la investi-
gación y práctica se ha diseminado a tal punto que es difícil de rastrear cada
nuevo aporte “en vivo”, lo que hace que, al querer saber de nuevas situaciones,
sea necesario listar cada investigación académica publicada. Pueden observar-
se siete grandes situaciones al rastrear el desarrollo progresivo de la literatura
y los personajes anteriores, a saber:
1. A nales del siglo XIX, la psicología como rama de la losofía está preguntán-
dose por el hombre y sus dimensiones, al mismo tiempo que se cuestiona por el
paradigma cientíco que debe acompañar la nueva ciencia. En este momento,
el racionalismo que estaba en su cumbre sufre un declive asociado con la crisis
del método cientíco cartesiano, dando lugar a las propuestas fenomenológicas
y existencialistas. Así las cosas, tanto la nueva ciencia psicológica de tipo expe-
rimental como la antropología losóca ven la luz del siglo XX con igual inten-
sidad, a ambas historias las anudarán desde sus inicios las guras de William
James y John Dewey.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
3736
2. La psicología clínica se enarbola desde las raíces de la psicología cientíca
manteniendo el paradigma experimental, mientras esto ocurría, apenas conocían
el mundo los psicólogos que fundarán la tercera fuerza, por ello, la formación
técnica y las habilidades analíticas de los pioneros humanistas derivan tanto de
los modelos conductistas, como de las teorías psicoanalíticas. Así pues, cuando el
descontento de los psicólogos de la tercera fuerza emerge, lo hace luego de una
maduración acelerada y reduccionista de los modelos experimentales.
3. Así como la psicología clínica evolucionó por las demandas de la guerra y se
consolidó por los efectos de esta, también la atmósfera para una psicología hu-
manista se vio favorecida tanto por la crisis económica norteamericana, producto
de la Primera Guerra Mundial, como también por el librepensamiento que se con-
trapuso a los efectos de la Segunda Guerra. Con esto se precisa reconocer que
las transformaciones sociopolíticas sirvieron de marco referencial para responder
a los problemas del momento.
4. Las guras de Allport, Maslow y Rogers en la presidencia de la APA indican
que los trabajos de estos autores fueron representativos, no solo para la psico-
logía humanista, sino para toda la psicología en general. En el caso de Allport
para una psicología de la personalidad, y en Maslow para una psicología positiva
y de la salud que prospera hasta hoy; en el caso de Rogers para la psicología
de la educación, para la clínica infantil y los estudios de la personalidad. Ahora
bien, aunque las orientaciones más losócas que tomó la psicología de enfoque
humanista se resistieron con fundamento metodológico a la operacionalización,
medición y control, han estado presentes en las reexiones que la psicoterapia
ha mantenido sobre el lugar del clínico y del paciente, de su relación empática,
el cuidado de la humanización, el diálogo, el respeto por lo ideográco, lo onto-
lógico y la subjetividad.
5. Las décadas de los 30 a los 70 fueron un periodo de oro para el desarrollo
de la psicología en sus dos versiones. Para la psicología clínica se progre-
só en temas como el desarrollo de programas de formación en clínica, en-
trenamiento clínico, estándares y manuales, constructos como inteligencia,
moral, genética, test proyectivos, instintos y modelamientos; mientras que
la psicología de enfoque humanista progresó en teorías de la personalidad,
propuestas terapéuticas, libertad, motivación, valores humanos y sentido de
la vida. Ambas propuestas se alimentaron del espíritu de la época y por ello
reconocieron el inmenso valor de la cultura, la crianza, el ambiente, el gru-
po, la familia, y desde luego la investigación.
6. La doble hélice aquí propuesta también expone la tensión con la cual se
produce el equilibrio, ya que sin los cuestionamientos que la losofía feno-
menológica y existencial le presentaron al tecnicismo experimental, este
último habría derivado en fría cosicación de los seres humanos, pero sin
el rigor metodológico que la ciencia moderna le ha demandado al enfoque
humanista, este no habría pasado de ser un grito anárquico y desorganizado
de la especulación y el antiintelectualismo.
7. En los últimos treinta años se ha podido observar según la producción litera-
ria, cómo la hélice da un nuevo giro, y el enfoque humanista convoca cada vez
más a numerosos investigadores que procuran un ejercicio clínico y académico
estructurado, explorando y considerando los desarrollos cognitivos y conduc-
tuales en cuando a la comprensión del psiquismo, al tiempo que la tradicional
ciencia clínica ha descubierto el integracionismo metodológico, la apertura con-
ceptual y la humanización de la psicoterapia, tal como las corrientes fenomeno-
lógicas lo han propuesto desde su aparición.
Insistir en una psicología clínica con enfoque humanista tiene un signicado
de honestidad intelectual, de respeto a los desarrollos que desde la psicología
clínica general han brotado, al mismo tiempo que busca mantener la tensión
equilibrante, el holismo metodológico, el integracionismo conceptual de cara a
la comprensión amplia y profunda. Signica insistir en la losofía de la vida hu-
mana con una función práctica para la vida humana, es decir, continuar con la
experiencia y búsqueda de signicado de la existencia a través del dispositivo
clínico en psicología, con nes de bienestar y salud.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
3938
Indica Villegas (2013 ) que tanto William James, promotor de una psicología
cientíca, como Stanley Hall, pionero de la psicología académica e institucio-
nal, querían “una psicología de la totalidad del ser humano” (p. 16) situación
que no ha sido ajena a los principios fundacionales del enfoque humanista y se
mantienen hasta hoy.
Esta propuesta converge con la idea que Manuel Villegas, epistemólogo y teó-
rico de la psicología humanista, toma de George Kelly, cientíco y clínico de
enfoque fenomenológico:
La humanidad necesita concretarse, no sólo ser descrita o elogiada. El
genuino respeto por la dignidad humana exige el desarrollo de instru-
mentos de acción ecaces, no proclamas encendidas de su elevada na-
turaleza o estatuas ecuestres en su honor, erigidas en un ángulo del
parque” (Kelly, 1966, como se citó en Villegas, 2013, p. 37).
Ha de considerarse que las tensiones ejercidas desde la psicología experimental
han sido respondidas desde la psicología humanista, no con satisfacción para
la primera, sino con una nueva tensión, para mantener el equilibrio, a saber,
con la vitalización y rehumanización; de otro modo, el siglo XXI habría asisti-
do a la muerte de la clínica psicoterapéutica, pues la cosicación y tendencia
reduccionista no habría permitido la emergencia de la subjetividad, la lectura
en contexto, la conciencia individual y de otredad, el diálogo, el encuentro y el
personalismo.
Se presentará en los capítulos siguientes, el reto al psicólogo clínico de en-
foque humanista, para que, manteniendo la claridad por el respeto de la
experiencia y el fenómeno humano, persista en una práctica ordenada y
sistemática, que, sin faltar al pensamiento crítico, sea consiliente de cara al
desarrollo de la ciencia psicológica.
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4140
Capítulo 2.
Psicología con enfoque humanista
Identicadas las diferentes fechas que señalan el desarrollo de una psicología
con enfoque humanista, se destacarán ahora diversas conceptualizaciones que
dieron lugar al desarrollo de la psicología humanista acogidas en la voz de Mas-
low, como uno de sus mayores exponentes. Se presenta a su vez, desde los
postulados de la psicología humanista, su visión metateórica cuya nalidad fue
la de brindar un terreno común que permitiera reunir las inquietudes de dife-
rentes teóricos de la psicología de la época.
Adicional a esto, se hará énfasis en la perspectiva revolucionaria que le presen-
ta el nuevo enfoque a la psicología precedente, a saber, una apuesta holística e
integrativa a la hora de aproximarse a la realidad humana. Esta propuesta na-
lizará exponiendo a la fenomenología como paradigma congurador y necesario
aún para el quehacer del psicólogo clínico de enfoque humanista.
2.1 La tercera fuerza
Para comprender el surgimiento, desarrollo, periodos de crisis, resurgimiento y con-
tinuidad de la psicología humanista, esta se deberá enmarcar en el contexto amplio
de la psicología con su devenir histórico y sociopolítico. Los psicólogos asociados con
el movimiento de la psicología humanista venían esencialmente de dos tradiciones
en psicología: psicoanálisis y conductismo. Las investigaciones y la clínica psicoló-
gica de la época podían pensarse desde el lente de la conducta observable y cuan-
ticable o de las vicisitudes propias del inconsciente y los conictos intrapsíquicos.
Si bien estos modelos habían sido la base de operaciones sobre las que nave-
gaba la psicología, muchos psicólogos y otras disciplinas mostraron una insatis-
facción creciente en relación con las limitaciones en la concepción de la persona
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4342
y en los marcos de intervención propuestos. Quizás la mayor inquietud de los
investigadores y académicos desde la década de 1930 hasta 1960, tenía que
ver con una profunda inconformidad con la respuesta dada, tanto por el psicoa-
nálisis como por el conductismo frente a los problemas y principales interro-
gantes de la época, pues el primero insistía en convertir el síntoma de la Viena
del siglo XIX en teoría universal, mientras el segundo insistía en reproducir las
metodologías de las ciencias naturales.
La primera mitad del siglo XX, como se ha identicado en la línea de tiempo
del primer capítulo, anidó las tensiones paradigmáticas y las distancias en los
modelos epistemológicos, pero del mismo modo creó las condiciones favorables
para la consolidación de una nueva manera de pensar, ser y hacer en psicología,
aspecto esencial que permite entender el surgimiento de la psicología humanis-
ta en el devenir amplio de la psicología.
Para 1956, Maslow, quien fuese un conductista de línea gruesa en la escuela de
Thorndike, pero que ya cuestionaba la psicología correctiva y comparada, presen-
ta el artículo Toward a Humanistic Psychology, en donde recogió diversas voces
de académicos e investigadores que también convergían y mostraban su descon-
tento con los modelos imperantes de la psicología o las dos fuerzas dominantes.
Allí Maslow señaló la importancia para la psicología de replantear la visión y la
imagen que la psicología otorgaba de la persona: la visión psicológica solía ser
reduccionista y privilegiaba un lenguaje del sujeto en tanto problema. Al autor le
orienta una pregunta: ¿qué dice la psicología de otros temas que hacen parte de
la diversidad humana, como el amor, la esperanza, el signicado de vivir?
Debemos saber cómo son los hombres en su mejor momento; no solo lo
que son, sino también lo que pueden llegar a ser. Los subproductos de tal
conocimiento son incalculablemente importantes (…). Fomentar el creci-
miento tiene que ir más allá de lo meramente problemático (…), pero hay
otro lado del ser humano y otro conjunto de motivaciones, las positivas, las
que tienden a crecer más fuertes, más sabias, más sanas, a actualizar sus
potencialidades (Maslow, 1956, p. 18).
Uno de los mayores logros de Maslow (1956), fue el de concretar y reunir en
una nueva propuesta de la psicología el inconformismo de otros investigadores
como Murray, Allport y el mismo James, sobre la base de un nuevo proyecto
(Taylor, 2001) que diera lugar a una psicología de la persona en su globalidad,
no reductible a las conductas, al determinismo biológico o psíquico. La psicolo-
gía anclada a lo humano debería establecer una visión más amplia: la paz, la
guerra, el odio, el amor, la felicidad, la desdicha, la explotación, la fraternidad,
todas ellas son dimensiones que arrojan una comprensión del hombre, no obs-
tante, el problema de la psicología estaba ligado a presentar intereses solo por
algunas de estas y aún peor, privilegiar ciertas dimensiones como constitutivas
o explicativas del sujeto.
Para Maslow el verdadero trabajo de la psicología debía permitir reconocer que,
en última instancia, su tarea estaría enmarcada en brindar una concepción uni-
cada y al mismo tiempo empírica de la persona, pues la ciencia psicológica no
se escapa a la pregunta losóca ¿qué es el hombre? De esta manera Maslow
(1956) reere algunos principios que serán claves posteriormente para el sur-
gimiento, misión, visión y desarrollo de la psicología humanista:
- La psicología debería estar más preocupada por los problemas de la humani-
dad y en menor medida por los problemas del gremio.
- La psicología debe implementar con mayor frecuencia estudios sobre la loso-
fía de la ciencia, de la estética y especialmente de la ética y los valores.
- La psicología americana debería ser más audaz, más creativa, debería tratar
de descubrir, en lugar de tratar solo de ser cautelosa, sobre la base de una ma-
yor apertura metodológica.
- La psicología debe centrarse más en los problemas surgidos de las novedades
contextuales, sin limitarse a la exclusividad del método empleado.
- La psicología debería ser más positiva y menos centrada en lo negativo. La
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4544
psicología puede elevarse en el estudio de dimensiones trascendentales de lo
humano.
- La terapia debe extenderse del consultorio a muchas otras áreas de la vida, el
ejercicio terapéutico debe tener en sí mismo la ambición de construir e incluir
técnicas que fomenten el crecimiento de la persona y no solo la reducción de
síntomas o la atención del décit.
- El esfuerzo de la psicología debe estar enmarcado en el estudio no solo del
comportamiento o las profundidades de la naturaleza humana develadas en el
inconsciente, sino que también debe centrarse en el estudio de la conciencia.
- El discurso académico de la psicología privilegia una visión occidental, en tal
sentido, deberá implementar e incorporar narrativas orientales que le permitan
comprender lo subjetivo, la meditación, incluyendo la introspección dentro de
la investigación psicológica.
- Incorporar estudios que involucren el sentido de vida, comprendiendo las ex-
periencias para las que vive el hombre, la valía de la vida que permite soportar
los dolores propios de la existencia.
- Integrar un marco que permita entender la persona en su capacidad de agen-
ciamiento personal y no como simple arcilla pasiva: gobernado por las fuerzas
externas o internas.
- Los psicólogos e intelectuales tienden a absorberse con abstracciones y con-
ceptos depositados en su encuentro con el objeto de estudio, olvidando atender
a lo básico y simple de lo que emerge; es necesario adoptar una visión estética,
acudiendo a las cosas mismas.
- Las teorías del organismo y la visión de la psicología de la Gestalt deben ser
incorporadas en la psicología: el hombre es más que la suma de sus partes.
- Dentro del marco de abstracciones y generalidades del objeto de estudio, la
psicología no puede perder de vista el estudio de la singularidad.
- En la medida en que la psicología conozca sobre la persona, las necesidades
para su crecimiento y su autorrealización, deberá emprender la tarea de fomen-
tar una cultura de la salud.
Si bien, para la época de dicha publicación no existía como tal una asociación o
comunidad académica que sentara las bases de la psicología humanista, lo an-
terior deja en evidencia las inquietudes y el camino recorrido para su posterior
surgimiento. Solo será hasta la década de los 60 que la psicología humanista se
ocializará como asociación con implicaciones políticas y teóricas que dan paso
a una nueva corriente en psicología.
Aunque se ha hecho referencia a Maslow en el contexto norteamericano, el in-
terés por investigar la conciencia, la experiencia humana en relación con la sin-
gularidad y una apuesta por una visión más allá del décit con la incorporación
de tópicos como el amor, la responsabilidad, la creatividad, son nalmente el
resultado de un esfuerzo sistemático e investigativo que puede ser identicado
desde la década de 1930 (Taylor, 2001).
La tercera fuerza surge en un escenario diverso y pluralista, cuyo esfuerzo se
orientó a explicitar una nueva imagen del hombre, reuniendo pensadores, na-
rrativas e inquietudes provenientes de distintos lugares. En tal sentido, este
enfoque no estuvo originalmente representando en una única gura, más bien,
sus inquietudes se encuentran inscritas en otros autores tales como Allport,
Angyal, Asch, Bühler, Fromm, Goldstein, Horney, Maslow, May, Moustakas, Ro-
gers, Wertheimer, etc., al igual que en ciertos escritos de Jung, Adler y otros
psicólogos de orientación psicoanalítica, existencial y fenomenológica (Bugen-
tal, 1964; Carpintero et al., 1990).
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Como se ha evidenciado en la historia de doble hélice, la psicología de enfoque
humanista está dentro del entramado evolutivo de la psicología norteamerica-
na, su origen y posterior desarrollo revelan encuentros y desencuentros propios
de la tensión que emergió. Esto queda claro al observar que en 1961 Sutich,
el primer editor del Journal of Humanistic Psychology brinda un contexto de
este nuevo enfoque. Al revisar esta primera edición, Sutich da cuenta de las
serias dicultades que se tenían desde el contexto académico para estudiar el
bienestar humano y sus potencialidades; de alguna manera, los investigadores
y teóricos que describían estos trabajos recibían el desprecio de los editores y
revistas de la época, el ostracismo académico se instauraba ante las lógicas de
dar paso a una nueva imagen del hombre (Sutich, 1961).
Ante esta situación, Maslow no solo se comportó como un teórico y un acadé-
mico, sino que tuvo una visión administrativa y política para la defensa férrea y
la claridad investigativa que permitió desarrollar las bases de un nuevo enfoque
psicológico bajo tres estrategias básicas: i) la presentación de una nueva rama
psicológica, ii) la creación de una asociación que reuniera a teóricos y psicólo-
gos provenientes de distintos enfoques y iii) la producción de una revista que
albergara las investigaciones y trabajos que estaban siendo ignorados desde
otros ámbitos. Esta vocería recibió el respaldo no solo de teóricos del enfoque,
sino de pensadores e intelectuales de la época.
Fue de este modo que se presentó la psicología humanista como la tercera
rama o tercera fuerza de la psicología, a su vez se estableció un interés prima-
rio frente a su objeto de estudio, señalando aspectos que hasta ese momento
tanto el psicoanálisis como el conductismo habían descuidado.
La tercera fuerza se ocupó principalmente de las capacidades y potencia-
lidades humanas que tenían poco o ningún lugar sistemático, ya fuese en
la teoría positivista o conductista, o en la teoría psicoanalítica clásica, por
ejemplo: el amor, la creatividad, el yo, el crecimiento, el organismo, la ne-
cesidad básica de graticación, la autoactualización, los valores superiores,
el ser, el devenir, la espontaneidad, el juego, el humor, el afecto, la natura-
lidad, la calidez, la trascendencia del ego, la objetividad, la autonomía, la
responsabilidad, el signicado, el juego limpio, la experiencia trascendental,
la salud psicológica y los conceptos conexos (Sutich, 1961, p. 8).
2.2 Los postulados de la psicología humanista: una visión metateórica
Es posible indicar que la psicología de enfoque humanista es una metateoría, en
tanto que no pretende responder a fenómenos especícos del psiquismo, no ela-
bora principalmente una conceptualización particular de los procesos psicológicos,
aunque esto se haga luego, sino que apuesta por trazar los postulados generales
de una ciencia humana de los asuntos humanos, una teoría general del conoci-
miento y de la ciencia (Madsen, 1988). Al respecto indican Resnick et al. (2001)
que la tercera fuerza es una metateoría, ya que, al ser holística y descriptiva, no
pretende analizar partes, sino todo el fenómeno en su contexto y su historia.
En esta misma dirección señaló Allport (1964) que la tarea de la nueva psicología de-
bería orientarse a desarrollar un sistema ecléctico, a una percepción del hombre como
sistema abierto, donde se opte por la integración en lugar de la desintegración. Igual-
mente, Proctor et al. (2016) han descrito la propuesta rogeriana como una metateoría
en tanto que responde a las características globales que constituyen a la persona con
funcionamiento pleno y que son susceptibles de explorarse en la investigación empírica.
Esta metateoría, que recoge diversidad de voces, lleva a Bugental a publicar en
1964 un artículo denominado The third force in Psychology, allí presentó cinco pos-
tulados básicos de la psicología humanista, los cuales representaron a su vez, un
esfuerzo metateórico por identicar y reconocer las características de este enfoque.
Estos cinco postulados marcarán una apuesta epistemológica, teórica y polí-
tica de la psicología humanista en su devenir, y también permitirán, ante la
oreciente diversidad de reexiones, inquietudes de diversos pensadores, co-
rrientes psicológicas y losócas, sentar las bases que posibiliten la inclusión
de diversos razonamientos, orientados a su vez por una lógica metateórica que
guiará su desarrollo. Estos postulados son:
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El hombre es más que la suma de sus partes: allí, el autor reere una posi-
ción clave en la que el hombre debe ser reconocido como algo más que un produc-
to aditivo de varias funciones parciales. En términos epistemológicos, orientará los
esfuerzos del enfoque por propiciar una mirada global, evitando los reduccionis-
mos como simples salidas en la explicación del fenómeno estudiado.
El hombre tiene su ser en un contexto humano: una de las preocupaciones
centrales de la psicología humanista estará enmarcada en el potencial inter-
personal del hombre. Lo anterior trasciende una epistemología del sujeto roto,
ligado a la visión intrapsíquica, para dar paso a una epistemología relacional: el
ser es ser en el mundo, la existencia se entiende y se congura en un escenario
relacional, la vida es posible en el acto de ser acogidos por otros. En esta direc-
ción, todo fenómeno deberá entenderse en la relación de dos o más elementos.
El hombre es consciente: parece una obviedad dentro del marco de la psi-
cología contemporánea, sin embargo, en la psicología de la época, ni el con-
ductismo, ni el psicoanálisis daban en sus modelos un lugar signicativo a la
consciencia. Esto abre paso a entender la subjetividad como elemento de saber
y de interés terapéutico. Dicha visión se acerca más a la comprensión de los
gestaltistas en la relación gura-fondo, la consciencia puede estar presente,
aunque negada, la psicología humanista sería entonces el primer modelo psi-
cológico que abraza las teorías de la psicología de la Gestalt. Esta escuela ale-
mana propició una revolución en la psicología volcando su interés por el estudio
de la percepción, atención, memoria, inteligencia; tópicos que hacen parte de
la ciencia básica de la psicología (Latner, 1994).
El hombre tiene elección: del determinismo de las fuerzas externas divulgadas
en el conductismo o de las fuerzas internas propias de la narrativa psicoanalítica, la
epistemología del enfoque humanista estará guiada por reconocer al hombre como
participante de su experiencia y no como un simple espectador. Aparece una visión
que otorga capacidad de agenciamiento personal, de este postulado, deriva la ca-
pacidad de cambio de las personas. La elección emerge en el campo de lo fenome-
nológico como un hecho de la experiencia, no se instaura en el debate clásico de la
dialéctica entre el determinismo y el libre albedrío. La elección también es posible,
como una forma de asumirse y posicionarse ante los hechos fácticos de la vida.
El hombre es intencional: la experiencia se propicia en el marco de una
orientación, la cual aparece a través del esfuerzo por construir un propósito, lo
que valora, la creación y el reconocimiento del signicado. La intencionalidad
se despliega en el objetivo de la conservación y el cambio, homeostasis y des-
equilibrio. La intencionalidad, por lo tanto, es la base sobre la cual se congura
la identidad y diferencia al ser humano de otras especies.
No es suciente, sin embargo, con enumerar las características del modelo,
sino que un paradigma debe acompañar privilegiadamente la metateoría, por lo
cual Bugental (1964) busca establecer un punto de partida sobre el cual la psi-
cología humanista se eleve y diferencie de otros enfoques o paradigmas psico-
lógicos. Esta necesidad le habría sugerido al autor la construcción de un dogma,
no obstante, a diferencia de la religión, este también llama a la interpelación y
al cuestionamiento pues las orientaciones metodológicas y conceptuales no son
para la psicología humanista y para Bugental un punto nal, estas ofrecen un
panorama que otorga una base para el desarrollo del enfoque, al tiempo que se
debe seguir respondiendo a los desafíos y características que se presenten en
el devenir histórico de la psicología (gura 1).
Ha de señalarse que, a nivel metodológico e incluso previo al conocimiento
que autores como Maslow, Rogers y Bugental tuviesen de la fenomenología,
tempranamente en la losofía de la ciencia y epistemología de la psicología, se
entendió que la base de operaciones investigativas, teóricas y clínicas podrían
estar sustentadas en perspectivas fenomenológicas. Si bien se reconoce, otros
métodos provenientes de la estadística o pruebas experimentales, el criterio
último debe ser la experiencia humana (Bugental, 1964).
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Figura 1.
Características de una psicología a la luz de Bugental
Con la apuesta por lo fenomenológico, la condición de relatividad y el contex-
tualismo sociohistórico que debe tener todo conocimiento crítico, se estimuló
el potencial imaginativo que se esperaba de esta orientación, el conocimiento
debía estar sujeto a cambios, incluido el propio enfoque. Bajo dicha premisa,
para Bugental (1964) el lenguaje sobre el cual se origina la psicología huma-
nista es inclusivo, no se parte de cero, pues se reconocen los aportes previos
del conductismo y del psicoanálisis, pero al mismo tiempo se da la bienvenida
a diversos enfoques y razonamientos en el plano de la psicología, que podían a
su vez compartir dicha visión como punto de partida.
2.3 Una propuesta revolucionaria para la investigación y la clínica
La consolidación de los modelos epistemológicos precisa elaboraciones semán-
ticas, simbolizaciones, autores y producciones sobre los que se soporten los
avances y se elaboren perspectivas para la maduración, asunto que para el en-
foque humanista se asocia con la presentación a la comunidad cientíca de su
propio corpus investigativo.
La psicología humanista en su surgimiento marcó dos líneas que, a la pos-
tre y pese a las críticas recibidas, terminaron siendo incorporadas en el plano
contemporáneo de la psicología: una vuelta al estudio de la conciencia y la
implementación de modelos salutogénicos conocedores de la característica de
bondad y desarrollo positivo del ser humano. Este último, es uno de los campos
más estudiados hoy por enfoques como la psicología positiva, propuesta que
entre otras manifestaciones ha realizado un estudio estadístico a tradicionales
constructos de la psicología humanista (Correa, 2021).
Una de las primeras estrategias y plataformas utilizadas para la divulgación del
enfoque humanista fue la creación del Journal of Humanistic Psychology (JHP)
que cumplió en el 2021 sesenta años de haberse inaugurado, y hoy se ubica con
un alto nivel dentro de los escalafones internacionales (Q1). Esta publicación ha
sido clave para la promoción e investigación desde el enfoque y ha inspirado a
su vez la creación de otras revistas y comunidades académicas alrededor de la
psicología humanista.
En una revisión narrativa de la primera edición de la revista inaugural de la psi-
cología humanista, DeRobertis (2020) pone en evidencia la dirección y visión
de los psicólogos humanistas sobre este enfoque, además de traer tópicos de
dicho momento histórico, se devela su pertinencia para los psicólogos humanis-
tas en la actualidad. En dicho trabajo el autor realizó una revisión exhaustiva de
cada uno de los artículos publicados identicando las categorías más frecuentes
y relevantes en los escritos presentados.
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DeRobertis (2020) señala que la psicología humanista rescataba al ser huma-
no como cultural sin reducirlo al determinismo de la cultura, lo miraba desde
lo cognitivo sin reducirlo al racionalismo, a su vez promovía una visión desde
el desarrollo sin caer en un historicismo individual o colectivo; todo lo que le
permite concluir que la psicología humanista promovió, desde su origen, una
visión integradora anclando al sí mismo al proceso de devenir, expresado en
parámetros biológicos y culturales.
El discurso inaugural de la psicología humanista es sintetizado por DeRobertis (2020)
en cinco temáticas: i) la ciencia psicológica desde un enfoque inclusivo e integrador, ii)
una imagen revisada de la humanidad, iii) crítica a la visión instrumentalista de la per-
sona, iv) la cognición desde un enfoque integral y v) un enfoque sobre el desarrollo.
2.3.1 La ciencia psicológica desde un enfoque inclusivo e integrador
Lejos de considerarse en un plano contrario a la ciencia, la invitación con
vehemencia encontrada en la narrativa de los pioneros del enfoque fue
la de posibilitar una mayor ampliación metodológica que permitiese no
solo dar cuenta del objeto, propio de los discursos de la época, sino tam-
bién develar el rostro del investigador. Esto apertura la inclusión de pers-
pectivas cualitativas provenientes de métodos como la fenomenología,
dicha intención hace emerger una ciencia centrada en la persona. Bajo
esta premisa, la ciencia en términos objetivos nunca está divorciada de
las personas, la ciencia existe en función de la conciencia de alguien en
un contexto especíco (DeRobertis, 2020).
Lo fenomenológico posibilita que la ecuación investigativa no solo inclu-
ya la descripción del objeto observado, sino que se eleva sobre la obser-
vación del observador, para incluirla y describirla en el marco del proceso
investigativo. En esta dirección, se rompe con la lógica dualista: mundo
subjetivo y mundo objetivo, tanto el uno como el otro se explicitan en la
expresión de la persona que los vivencia: hay un mundo para la concien-
cia y una conciencia para el mundo (DeRobertis, 2020).
Desde este principio, el propósito de la psicología humanista se encaminó
a ofrecer una narrativa más amplia y profunda, teniendo cuidado con la
ingenuidad de confundir el objeto o interés investigativo con la persona,
y sintetizando las diferentes percepciones de las otras corrientes con su
propio campo, ya que esta fuerza no empezaba de cero, los humanistas
habían llegado a un territorio explorado parcialmente, así que una nueva
comprensión del ser humano no era propiamente el descubrimiento de
un nuevo continente, era más bien el señalamiento básico que propone
que “el mapa no es el territorio” por lo cual la psicología en su conjunto
debía transitar con menor ingenuidad respecto a sus aseveraciones y
formas de entender al ser humano.
2.3.2 Una imagen revisada de la humanidad
Lejos de reducir la psicología humanista a un movimiento romántico in-
genuo, los autores del número inaugural del Journal Of Humanistic Psy-
chology, estaban convencidos de que la psicología no debía sucumbir en
los reduccionismos de un intelectualismo hiperracionalista o un positivis-
mo infantil. La reicación del sujeto a la facticidad del ajuste ambiental
o a una suerte de idealismo que lo muestra otando por encima de una
situación concreta, emergen con grandes críticas. La apuesta general de
la psicología humanista debía posibilitar al cientíco social estudiar a la
persona más allá de la dicotomía sujeto-objeto (DeRobertis, 2020).
A su vez, la subjetividad, debía entenderse como consciencia encarnada y
situada en un contexto especíco, el signicado y sentido se propician en
un entramado corporal y social. Emergen intereses centrados en las nece-
sidades humanas fundamentales y diversas, enfatizando en la singularidad,
la salud psicológica, las crisis como el sinsentido, alienación y la soledad. El
estudio de la cognición se enmarcaba bajo una conciencia afectiva y una re-
lación con lo conocido, la subjetividad está en relación con la situación en-
carnada de la persona, dibujada como ser en el mundo (DeRobertis, 2020).
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El pasado, presente y futuro guardan una profunda unidad, interactúan
continuamente dentro del proyecto vital de la persona, la psicología hu-
manista enfatizó la necesidad de una comprensión de la persona como
un agente situado, la autoactualización viene a nominar el proceso per-
manente de rearmación del sujeto, con sus distintas vicisitudes, otorga
una visión del aprendizaje como la capacidad de vivir de forma paradó-
jica en distintas dimensiones del tiempo, negociando la constancia y el
cambio, la tradición y la novedad (DeRobertis, 2020).
Por lo tanto, el crecimiento no será la ausencia de todo conicto, la
capacidad de agenciamiento frente al conicto permite la satisfacción
personal y otorga la sensación de estar vivo con los matices, aromas
y desazones propios de la vida, esto era lo que decía Moustakas como
parte del discurso inaugural de la psicología humanista:
Es esta dimensión, llámela espiritual o mística o estética, o creativa, o sim-
plemente el hombre siendo hombre. Hablo de fuerzas desconocidas en el
hombre que se fusionan con fuerzas desconocidas en el universo y dejan
que ocurra lo que va a ocurrir, permitiendo que la verdad y la realidad que
existe emerja en su sentido más completo y dejando que lo impredecible
en uno mismo se encuentre con lo impredecible en el otro. Entonces se
produce un avance del yo en el que el hombre hace lo inesperado e im-
previsto, en el que el hombre emerge recién nacido y percibe y siente y
experimenta de una manera totalmente diferente (1961, p. 26).
Desde esta imagen revisada de la humanidad la psicología humanista
convoca una lectura ontológica de la persona, con un lenguaje abierto,
capaz de responder a la singularidad del ser y del suceso, mostrándose
sensible no solo por la vivencia enmarcada en un solipsismo psicológico,
esta será más bien relacional con un profundo arraigo interpersonal y
situacional (DeRobertis, 2020). Emerge una postura ética, pero también
losóca en la que destaca la necesidad de asumir y promover el prota-
gonismo de los seres humanos frente a su historia como proyecto indi-
vidual, pero con el acento suciente por la trascendencia para convocar
una visión de humanidad.
El enfoque humanista emerge con este énfasis, como una voz crítica a
los intentos de la reducción técnica de la experiencia humana, entendida
en la presencia de un lenguaje impersonal, que distorsiona el encuentro,
para convertirlo en simple dato:
¿Cómo puede la singularidad de la persona tomar forma en una si-
tuación de vida, cuando se le presiona para que se comunique de
manera precisa, para que se copie o modele a sí mismo según las
normas y estándares habituales, para completar ciertas tareas de
desarrollo? Vivimos en una era de razonamiento en la que el yo es
un sistema de sí mismo, una serie de racionalidades y conceptos que
describen y denen, donde las habilidades se utilizan para explotar
y manipular, donde las abstracciones son más relevantes que las
realidades abstraídas, y donde el símbolo ha llegado a ser más real
que la persona o la cosa simbolizada. Vivimos en una era de como-
didad, listos para recibir y consumir, donde es mejor callar y mirar
hacia otro lado cuando hay un clamor vibrante por justicia y verdad,
cuando es mejor quedarse al margen de una relación real, porque
un encuentro genuino a menudo trae dolor, sufrimiento y dolor, así
como alegría y felicidad (Moustakas, 1961, pp. 26-27).
2.3.3 Crítica a la visión instrumentalista de la persona
Este tercer elemento orientador de la psicología humanista elevaría una
crítica a la cultura cientíca de la época, reriendo que la psicología
tenía los sucientes elementos para permitir una comprensión del ser
humano, en una perspectiva biocultural, sin embargo, la capacidad de
agenciamiento de la persona no parecía estar incrustada en las lógicas
reduccionistas de fuerzas biológicas o ambientales.
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En la nueva fuerza psicológica, la persona, no podrá ser la suma de los
determinismos biológicos o culturales, aun cuando la psicología pueda
establecer un desarrollo operativo desde estas dimensiones, la psico-
logía humanista reclamó una visión más amplia, capaz de captar el yo
agente en dichos escenarios (DeRobertis, 2020).
Maslow (1961) manifestaba su preocupación al respecto al considerar
que los enfoques sobre el bienestar operaban en una lógica funcionalis-
ta, donde el sujeto hace parte simplemente de un engranaje más am-
plio, obedeciendo a los patrones de adaptación cultural y social:
No debemos caer en la trampa de denir el buen organismo en términos de para
qué es “bueno”, como si fuera un instrumento en lugar de algo en sí mismo, como
si fuera sólo un medio para algún propósito extrínseco (Maslow, 1961, p. 1).
La cultura y tradición académica de la psicología, operaba en una lógica fun-
cionalista, las formas de categorizar, medir, predecir, controlar y manipular,
obedecían a una perspectiva donde la persona aparece como instrumento.
No se interrogaban los valores de la cultura, o los nes de adaptación, se
buscaba que el sujeto actuara para lógicas concluyentes de la cultura do-
minante cuyos principales valores girarían alrededor del consumismo. Más
allá de la mirada instrumental, que equipara a los seres humanos al mismo
nivel que los demás elementos del entorno, el enfoque humanista buscaba
describir una relación de la persona con el mundo (DeRobertis, 2020).
2.3.4 La cognición desde una perspectiva integral
La psicología humanista avaló la necesidad de posibilitar dentro de los esfuerzos
académicos de la psicología una vuelta sobre la consciencia. Si bien compartía
intereses similares a los que emergen del lado de la psicología cognitivista, los
humanistas pioneros del movimiento, consideraban que la forma en la que se
presentaba la cognición estaba arraigada a una escisión dualista, bajo el reino
del racionalismo ofrecía un enfoque parcializado de la mente (DeRobertis, 2020).
En este sendero, los esfuerzos por promover un enfoque de la mente
debían escapar a las lógicas articiales en las que se presentaba la cog-
nición: abstractas, divididas y meramente adaptativas. Una orientación
que entiende la cognición a distancia, incluida la propia experiencia, ante
esto no se hizo esperar una respuesta desde autores del enfoque:
Por un lado, el reino de la razón y la lógica contiene dentro de ella
muchos de los elementos de un juego al que jugamos. Aunque sa-
bemos que no es cierto, jugamos a que el mundo exterior es para
nosotros el mismo mundo exterior que para los demás. Jugamos al
juego de la comunicación reconociendo que la “verdadera comuni-
cación” nunca es posible. Establecemos “reglas del juego” que todos
debemos jugar, y nos sentimos “engañados” cuando los demás no
están de acuerdo con nuestro juego. Por otro lado, a menudo queda
un sentimiento subyacente de relación con los demás que llamamos
comunión, sin preocuparse nunca de preguntar, como en la comuni-
cación, si lo que se comunica es lo mismo para cada uno de nosotros.
Experimentamos, pero luego negamos porque no se ajusta a nues-
tras reglas, una pertenencia inmanente al mundo y reconocemos,
tal vez sólo vagamente conscientes de ello, que somos un aspecto
esencial e integral de lo real (Smillie, 1961, p. 93).
Los psicólogos humanistas reconocieron la importancia de asumir una
visión sobre la cognición capaz de albergar una narrativa del cuerpo,
trascendiendo el dualismo, un enfoque que no se agota en el sensa-
cionalismo o impulsos superciales. La cognición solidaria responde al
afecto sin sucumbir a él como una especie de praxis sentimentalista. La
visión de la cognición es relacional, surge del mundo precientíco, acom-
pañada de valores de los esfuerzos y objetivos humanos. La psicología
humanista avaló un enfoque de la mente en el que están presentes y de
forma simultánea lo corporal, la emoción, la evaluación, la voluntad y la
percepción (DeRobertis, 2020).
GINAGINA
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5958
2.3.5 Una mirada sobre el desarrollo
El último elemento transversal descrito por DeRobertis (2020) y como
parte de la invención humanista tiene que ver con el hecho de que el de-
sarrollo emocional recibe una nueva dignidad Aquí la razón y la emoción
no se entienden como opuestos, considerando que, en la construcción
del conocimiento, interviene la percepción, el afecto y los valores. De
esta manera, el desarrollo y crecimiento de la persona, está asociado
con procesos desde el ámbito social, luego, para que se lleve a cabo el
paso de convertirse en persona, es necesario encontrar un medio que
posibilite el crecimiento, bajo estos parámetros el sujeto debe ser com-
prendido en una perspectiva biocultural que permite explicitar los dife-
rentes elementos que emergen en la interacción.
El enfoque humanista enfatiza en la necesidad de un entorno social que
posibilite aprender de los demás y de sí mismo, donde la persona pueda
asumir una participación auténtica en el proceso de aprendizaje. Aquí se
reconoce el mundo como proceso de estar con, por lo cual será impor-
tante que las personas en la relación con el niño lo conozcan en el nivel
de vinculación, aceptación y comprensión mutua.
Estos cinco criterios fundacionales que hoy han de iluminar el quehacer
del clínico con enfoque humanista, pueden concebirse también a la luz
de lo que posteriormente se consideraría psicología cultural, psicología
cognitiva y psicología del desarrollo, sin que se reduzca a ninguno de
estos campos (DeRobertis, 2020).
2.4 Un terreno metodológico llamado fenomenología
Como ya lo concebía Bugental en los análisis de la epistemología humanista, y como
efectivamente lo apropió Rogers en su terapia centrada en la persona, la fenomenología
habría de orientar tanto la actitud del psicólogo, como las formas operativas de proceder
frente a la realidad subjetiva y las comprensiones que de allí se desprendan y construyan.
Dada la arraigada relación que existe entre el paradigma metodológico y orien-
taciones conceptuales de la fenomenología, con las prácticas psicoterapéuticas
de los enfoques humanistas, suele relacionarse y usarse sin mayor distinción la
referencia psicología fenomenológica y psicología de enfoque humanista y exis-
tencial, así que este terreno atraviesa el discurso y análisis de todos los asuntos
de la tercera fuerza.
Con lo anterior, adentrarse en esta propuesta metateórica implica atravesar por
las cuestiones epistemológicas asociadas al alcance, posibilidad, cualidad, cali-
dad y veracidad del conocimiento. A este respecto O’Hara (1989) se pregunta
sobre la pertinencia y cualidad de usar el término psicología humanista, y con
ello, se enfrenta a la revisión de una historia de las ciencias.
El autor expone que todas las sociedades suelen enfrentarse a diversas pre-
guntas existenciales, las cuales se expresan a través de ideas, fábulas, mitos,
religiones, supersticiones. El orden cultural evoca una imagen de la humanidad
que suele impregnar nuestra percepción de dignidad como simios desnudos o
como hijos de Dios. A principios del Renacimiento dichas preguntas se atendían
en la contemplación de diversos mundos y dimensiones de la realidad, físicas
y místicas. En el plano místico, las instituciones y sus voceros solían marcar la
pauta para brindar una idea unitaria de la realidad (O’Hara, 1989).
El siglo XIX marca una ruptura de la historia dominante de la cultura en Occi-
dente, la realidad no estará guiada por las disposiciones o narrativas religiosas,
el mundo estará trazado por la trayectoria y comprensión de la ciencia natural.
El positivismo se convierte en la nueva realidad. De esta manera, los discursos
religiosos pierden fuerza como metarrelatos explicativos de la realidad para dar
paso a un nuevo metarrelato; el método cientíco se eleva bajo la promesa de
producir una teoría unitaria. El positivismo se mostraba con fuerza y con gran
capacidad para responder lo que, en miles de años, diversos artefactos cultu-
rales no lograron atender. A comienzos del siglo XX la ciencia era sinónimo de
realidad y bienestar (O’Hara, 1989).
GINAGINA
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6160
Pero el optimismo en la ciencia como motor del desarrollo humano se ve frus-
trado cuando esta presenta otra cara, ya que en el escenario de la primera y
segunda guerras mundiales se favoreció la creación de los artefactos bélicos
más poderosos, las disposiciones políticas y sociales más oscuras capaces de
arrasar con territorios completos y provocar la extinción de la vida.
La tragedia de la guerra tocó la dinámica de la vida en el planeta como nunca
antes en la historia de la humanidad. Esto se presentaba paradójicamente con
los mayores avances que la ciencia de la época tenía, por lo cual no era difícil
llegar a la pregunta ¿el para qué de la ciencia? Y con ello el ¿cómo de la ciencia?
Despojados de la fe, los símbolos y rituales cargados de signicado y siendo
testigos de la eliminación entera de generaciones arrebatadas por la guerra, la
sociedad occidental se encuentra de frente con el mismo conjunto de preguntas
existenciales, sin que emerja una historia coherente para abordarlas.
La psicología humanista deviene como discurso emergente que intenta captar
estas inquietudes trayéndolas al debate de la psicología norteamericana, sin
embargo, si esta no ofrece un panorama metodológico y operativo, no será
más que una historia religiosa, constituyéndose como un sistema moral basado
en artículos de fe y de creencias sobre nuestra naturaleza y nuestra situación
existencial.
Por lo tanto, si el cuerpo teórico y metodológico del positivismo se situaba des-
de el desinterés de la experiencia humana y los dilemas existenciales, y a su
vez mostraba incapacidad para captar lo simbólico y los fenómenos propios de
la vida cotidiana, los reclamos, críticas, sueños, deseos, marcos conceptuales
y reexivos de la psicología humanista debían ofrecer un camino operativo y
metodológico dialogante con otras perspectivas cientícas, incluso las prove-
nientes del positivismo (O’Hara, 1989).
Si bien el desarrollo y auge de la psicología humanista es posterior a la presen-
cia e inclusión de la fenomenología en el plano de las investigaciones en salud
mental, en el marco de la psicología norteamericana la fenomenología marcaría
parte del trayecto metodológico, el cual continúa presente en la psicología hu-
manista, aunque con mayor apertura metodológica. Tal como lo indican Chur-
chill y Wertz (2001), la fenomenología se constituye en el centro de operaciones
a nivel epistemológico, teórico y clínico del enfoque.
La fenomenología fue para Husserl una respuesta a algo que al positivismo se
le escapaba. El positivismo lograba captar y operativizar elementos propios del
entramado físico, sin embargo, la ciencia debía ir más allá de este enfoque para
tener en consideración la experiencia humana. Si bien este debate se llevaba
en el plano losóco, Husserl sabía el impacto de sus reexiones sobre la psi-
cología, considerando que esta última necesitaba una base conceptual y me-
todológica diferentes a la ofrecida por el positivismo (Churchill y Wertz, 2001).
La fenomenología dirigió su esfuerzo a incorporar en el plano académico el es-
tudio de la experiencia humana. Sobre el trabajo inicial inaugurado por Husserl,
se encuentran los trabajos de Sartre y Merleau-Ponty a los cuales se les conoce
como fenomenólogos existenciales. Con inquietudes similares, y por la misma
época (1930-1940), pero sin un sustento metodológico claro, en el plano de
la psicología norteamericana encontramos en los trabajos de Murray, Allport y
Combs, la necesidad de adoptar un modelo capaz de captar la singularidad del
cual la psicología en conjunto debía ocuparse (Churchill y Wertz, 2001).
En Europa durante este mismo periodo, había un interés desde la psiquiatría por
los trabajos de Dilthey, Husserl y Heidegger. En este escenario Jaspers desarrolló
una psicopatología general inuenciado por las ideas de Husserl y por Dilthey, de
este último tomó el interés en ofrecer una psicología basada en la comprensión
antes que en la explicación, con esto apareció una fenomenología descriptiva de
las alucinaciones, delirios, expresiones, actividad motora, cuya intención se daba
desde un enfoque integral de la caracterología (Churchill y Wertz, 2001).
La fenomenología de Husserl continuaría encontrando su desarrollo en los escri-
tos de psiquiatras como Binswanger, Minkowski, Von Gebsattel. Al mismo tiem-
GINAGINA
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6362
po los trabajos de Heidegger alrededor del Dasein ofrecieron a la psiquiatría
una antropología para comprender, tanto a la persona en su propia humanidad
como a las patologías de la existencia. Del mismo modo, desde perspectivas
psicoterapéuticas, los trabajos de May, Allport, Rogers, Laing, Frankl, Fromm,
Moustakas y Bugental hicieron un uso extensivo del pensamiento existencial y
fenomenológico europeo (Churchill y Wertz, 2001).
No por recusar al positivismo la fenomenología debe considerarse como una
metodología menos rigurosa, por el contrario, es capaz de dirigir el interés de
clínicos e investigadores sobre la experiencia humana como totalidad trascen-
diendo las lógicas propias del positivismo. Churchill y Wertz (2001) indican
que gracias a ello en la psicología clínica fueron incorporados tópicos como:
libertad, alienación, autenticidad, inautenticidad, facticidad de la muerte, ex-
periencia de la nada y la culpa ontológica, siempre desde un análisis crítico de
la cultura occidental, sin embargo esta tendencia marcaría una mayor agenda
terapéutica que investigativa.
2.5 Fenomenología existencial y psicología humanista
Derivadas y convergentes con los principios de la tercera fuerza, las consecuen-
tes psicoterapias humanistas en todas sus vertientes encarnan diversos princi-
pios existencialistas, sin embargo, uno de los imaginarios con los que se suelen
presentar, las ubican en contraposición con las provenientes del existencialis-
mo. A menudo se señala que en las primeras se percibe a los seres humanos
como criaturas básicamente positivas que se desarrollan constructivamente en
condiciones adecuadas, se presentan a estas psicoterapias como demasiado
optimistas. De otro lado, en la posición existencial, en la visión de las tera-
pias existenciales, las personas podrán evolucionar frente a cualquier dirección,
buena o mala, enmarcadas dentro del escenario de la elección (Rowan, 2001).
La distinción anterior suele ser simplista y desconoce a su vez el desarrollo y
devenir histórico de la psicología humanista. Si bien se distingue a la psicolo-
gía humanista como un movimiento con raíces en Norteamérica, su evolución
y avance ha estado soportado en gran medida por nociones claves del cuerpo
teórico de la losofía existencial. Hay diversas relaciones potentes que se re-
conocen desde algunos autores y que permiten hablar de psicoterapias huma-
nístico-existenciales (Daei et al., 2020; Farber, 2012; Schneider y Krug, 2010;
Pacciolla, 2019).
Sustentada en las relaciones que emanan del lenguaje inicial de la psicología hu-
manista y la psicología existencial, se encuentra una serie de diálogos con la fe-
nomenología como método y con pensadores de corte existencialista en modelos
como la terapia Gestalt, el enfoque centrado en la persona, el psicodrama, el en-
foque experiencial de Mahrer, la psicología de la autorrealización (Rowan, 2001).
Los imaginarios y la mayoría de críticas para marcar una profunda distinción
entre las narrativas existenciales y humanistas tienden a centrarse de forma
general en algún elemento del pensamiento de Rogers o Maslow, sin embar-
go, para pensar la tercera fuerza es importante ir más allá de estos autores,
mostrando los puentes establecidos con corrientes existencialistas tal como lo
hicieron Bugental, Mahrer, y Rollo May, este último además de ser un teórico
importante para el enfoque, desarrolló aportes y reexiones importantes para
la psicoterapia existencial (Rowan, 2001).
Bugental, además de convertirse en el primer presidente de la Asociación de
Psicología Humanista, participó en el concejo editorial para el análisis existen-
cial en Inglaterra. Según Bugental, la fenomenología y el existencialismo son
fuentes disponibles para el desarrollo de la psicología humanista, reriendo que
el existencialismo más verdadero es humanista. En esta dirección nombraba su
enfoque como humanista existencial, con obras claves como: La búsqueda de la
autenticidad (1981) y El arte del psicoterapeuta (1987) abordó conceptos clave
como la presencia en psicoterapia, derivados de las reexiones de la palabra
alemana Dasein (Rowan, 2001).
Dentro de los puntos de encuentro de las corrientes humanistas y existenciales
(gura 2) en la psicología, ha de destacarse la introducción en el modelo roge-
riano de los aportes de Martín Buber, el cual aparece también en la terapia Ges-
GINAGINA
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talt junto con la incorporación de la fenomenología. Lo propio hizo Laing, según
Rowan (2001) aunque algunos puedan disentir con que no es propiamente un
representante de psicoterapias existencialistas su pensamiento transita en un
marco vinculante con posturas fenomenológicas existenciales, aspecto sucien-
temente reconocido por Van Deurzen et al. (2019) Laing, aportó reexiones
valiosas alrededor del concepto de presencia en el marco de la relación tera-
péutica al tiempo que mantuvo una relación cercana con la asociación europea
de psicología humanista.
Figura 2.
Puntos de encuentro corrientes humanistas y existencialistas
Quizá uno de los vínculos más signicativos entre la fenomenología y la psicología
humanista se encuentre en Kurt Goldstein, quien nació en 1878 en los albores de la
psicología cientíca, recibió inuencias profundas para su obra desde los trabajos
de Husserl, y mostraba a su vez cierta familiaridad con Heidegger y Merleau-Ponty.
Desempeñándose como neurólogo y psiquiatra, Goldstein desarrolló un enfoque
global de la comprensión del organismo, acuñó el concepto de autorrealización
usándolo en sus estudios sobre lesiones cerebrales en soldados, más allá de la ob-
servación del daño, pudo identicar las formas de reorganización de los procesos
cerebrales después de las lesiones. Goldstein lideraba en el plano académico de
la psicoterapia un enfoque holístico, funcional y dinámico, el cual fue captado por
diversos teóricos del enfoque humanista e incorporado en sus obras.
Figura 3.
Influencias de Goldstein
Ahora bien, mientras que las narrativas iniciales de la psicología humanista
proponen pensar perspectivas salugénicas del fenómeno humano, los modelos
existenciales tratan de responder a los dilemas de la humanidad con relación
a la guerra, la tragedia, la muerte. La síntesis dialéctica de estas propuestas,
arrojan una psicología humanista que encontró en la losofía y psicología exis-
tencial un diálogo teórico y metodológico que le posibilitó dirigir su mirada al
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
6766
estudio del hombre como experiencia global, la autorrealización sigue estando
presente tanto como la libertad y la muerte.
2.6 De la fenomenología a la clínica psicológica de enfoque humanista
El llamado de Husserl en el que señalaba la necesidad de volver a las cosas
mismas, tiene una serie de implicaciones para la ciencia en general pues los
conceptos básicos y el desarrollo metodológico de cada saber cientíco debían
dirigirse a las características propias de su objeto. Otra implicación que se de-
rivaría de esto da cuenta que los asuntos concretos de la vida cotidiana, debían
ser de interés reexivo, losóco y cientíco. Lo cual permite distinguir a su
vez, los campos en los que se desempeña la investigación empírica, diferen-
ciando la vida animal y la vida psíquica humana (Churchill y Wertz, 2001).
Volver a las cosas mismas es acercarse a ese mundo que precede al conoci-
miento, más allá de las abstracciones en las que suele ser presentado. Ante
las discusiones, preocupaciones teóricas, epistemológicas y clínicas frente a
las cuales se puede llevar a cabo la praxis psicoterapéutica, lo fenomenológico
propone una síntesis en la que se valide la experiencia activa del consultante,
elevando desde el encuentro la presencia de los signicados en sus formas sim-
ples o complejas. En este escenario, los esfuerzos del clínico e investigador no
se dirigen a conrmar una teoría, modelo o abstracción, sino a la experiencia tal
como se presenta, pues volver a las cosas mismas es un retorno al fenómeno
desde el encuentro suscitado en la experiencia relacional.
En este orden de ideas, la vida cotidiana como objeto de estudio debe trascen-
der la perspectiva del sujeto encapsulado en sí mismo, es más, debe identicar
al sujeto que va al encuentro con el otro y con lo otro, debe centrarse en la in-
tencionalidad ya que la conciencia siempre es conciencia de algo. Tal como indi-
can Churchill y Wertz (2001), el mundo es diferente a la conciencia misma, por
lo cual no necesariamente yace o se expresa en el interior, la experiencia debe
ser entendida de forma holística: el sujeto se relaciona con un objeto a través
de su signicado. Claro está que los contenidos de la conciencia y los grados
de libertad en el signicado son al mismo tiempo un reducto de la interacción
coconstructiva del organismo y su ambiente.
Es así como el psicólogo de orientación fenomenológica, busca comprender y
atender a la relación entre el perceptor y lo percibido, observador y observa-
do. El lenguaje positivista suele captar un mensaje unidireccional: la mirada
del cientíco sobre el fenómeno, mientras que el acto fenomenológico, no solo
identica la mirada que extiende el investigador sobre lo investigado, sino que,
de alguna manera, aquello objetivado devuelve su mirada, responde y con
ello, la mirada se altera, en consecuencia, se podría entender como un espacio
reiterativo de cocreaciones. Por lo tanto, la actitud y método fenomenológico
permiten dar cuenta de la interacción entre sujeto y objeto desde un lengua-
je bidireccional. La intencionalidad se extiende como un fenómeno relacional,
donde la conciencia y el objeto conforman una totalidad irreductible.
El psicólogo clínico de enfoque humanista es conocedor de que todas las expe-
riencias vividas están inmersas bajo la intencionalidad, incluidas la imaginación,
la voluntad, la percepción, el sentimiento, el comportamiento social o el recuerdo.
Dichos fenómenos se extienden como potencialidades o aptitudes humanas que se
conguran a través de los signicados que emergen en las formas de implicarnos
en las situaciones de la vida cotidiana (Churchill y Wertz, 2001).
Ahora, aunque la intencionalidad permite elucidar las relaciones de los actores
del fenómeno, esta no implica un lenguaje plano y claro que envuelva un desa-
rrollo de la experiencia tranquila y explícita. Más bien expone la inexactitud y
el carácter indeterminado en las relaciones del individuo con la vida. La inten-
cionalidad dibuja la relación dinámica del ser en el mundo, yo y vida cotidiana
superando así aquellas concepciones tradicionales que separan la experiencia
‒interior‒, de la realidad objetiva ‒exterior‒ (Churchill y Wertz, 2001).
La intencionalidad envuelve siempre una relación con la temporalidad: despliegue te-
leológico donde el presente está incrustado con el pasado, y la conducta se abre paso
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a un futuro incierto, en un viaje que arranca con el nacimiento y naliza con la muerte,
conrmando que este mundo nos trasciende. No obstante, cada persona experimenta
dicho mundo, abriendo paso a la singularidad desde una relevancia que involucra su
proyecto vital: metas personales, intereses y deseos (Churchill y Wertz, 2001).
La complejidad del mundo de la vida se constituye en la base de las diversas
teorías, cada una capta de forma parcial dicha relación. La psicología constructi-
vista enfatiza el papel constitutivo de la sociedad y la cultura, el psicoanálisis da
cuenta de la existencia en las relaciones familiares pasadas, el conductismo se
enfoca en la instrumentalidad de la conducta. Al darle prioridad al mundo de la
vida se observa que los señalamientos de cada teoría son dependientes de todo
lo demás, el pasado no opera sin presente ni futuro. No se puede extrapolar la
comprensión de la familia por fuera de la cultura y la conducta instrumental debe
entenderse en el contexto de la cognición signicativa (Churchill y Wertz, 2001).
La fenomenología como proceso investigativo dentro de la clínica psicológica y
de la psicología en general, no transita bajo el desconocimiento de lo objetivo,
más allá de la dicotomía subjetivo-objetivo, la fenomenología entiende la cien-
cia como de segundo orden, describiendo la relación que establece el sujeto
incluso con eso que se le impone desde lo fáctico. A su vez se entiende que el
saber y la teoría están conguradas desde un plano vivencial que permite cap-
tar el rostro del investigador y atender a la interacción entre el mundo y nues-
tras formas de responder a ellas (De Castro y García, 2011).
A este nivel de la exposición, y como orientación adicional para la lectura de los
siguientes capítulos en los que se insistirá en que las cuestiones clasicatorias
y operativas siempre se asumirán con carácter orientador, se ha de recalcar
que la tarea del clínico es la de facilitar la comprensión y la expresión de la
experiencia del sujeto. Sin embargo, es pertinente señalar que la investigación
fenomenológica puede reconocerse desde cuatro momentos o etapas, a saber:
formulación de un interrogante, ingreso a la situación, análisis reexivo y des-
cripción psicológica.
En general el énfasis fenomenológico estará guiado por una curiosidad perma-
nente del investigador que le permita propiciar desde el encuentro con el fenó-
meno la conceptualización y desarrollo teórico (gura 4).
El desarrollo de la actitud fenomenológica permite, en el proceso investigativo
y clínico, acercarse al campo de estudio sin pretender imponer las abstraccio-
nes, teorías o conceptualizaciones previas al fenómeno, se trata entonces de
posibilitar la voz del fenómeno y su aparición en la conciencia del investigador
(Churchill y Wertz, 2001; Sassenfeld y Moncada, 2006).
Figura 4.
Proceso fenomenológico
Formulación de un interrogante: la praxis investigativa inicia con la revisión
de hechos previos sobre el fenómeno que se desea investigar. Las preguntas que
habitan al investigador permiten a su vez captar la esencia para denir el mejor
método posible. Las preguntas fenomenológicas girarán alrededor de la experien-
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cia, signicados, sentido, narrativas, percepciones. En esta primera etapa el in-
vestigador identica hallazgos previos, vacíos investigativos y limitaciones, formas
metodológicas en las que ha sido estudiado el fenómeno. Sobre esta base se de-
termina la pertinencia de la investigación (Churchill y Wertz, 2001).
Ingreso a la situación, contacto intuitivo: este momento marca plenamen-
te el esfuerzo fenomenológico por acudir al fenómeno mismo, trascendiendo
abstracciones teóricas o conceptuales. El investigador se sumerge plenamente
en el encuentro con el fenómeno. La comprensión sobre el evento estudiado
marca su camino cuando se privilegia el encuentro directo del investigador con
la experiencia directa de su objeto de estudio. Las formas de expresión del fe-
nómeno pueden ser amplias: relatos, testimonios, comportamiento observado,
gestos, dibujos, obras de arte, etc. (Churchill y Wertz, 2001). La premisa fun-
damental estará guiada por entender que la teoría emerge como acto propio
dado en el encuentro con el fenómeno (Sassenfeld y Moncada, 2006).
Análisis reexivo: partiendo de lo inductivo como forma de identicar la voz del
fenómeno, el esfuerzo se dirige a captar el sentido del encuentro. Lo anterior im-
plica sumergirse en los signicados de la situación descrita, captando la posición
escenicada del fenómeno. El investigador mantiene en suspenso sus preconcep-
ciones para observar lo que se presenta a sí mismo, esta es una postura de dejar
mostrarse sustentada en la apertura experiencial. La actitud fenomenológica se
asume como postura, una forma de estar en relación con el fenómeno evitando
caer en el plano de las preconcepciones, fantasías o abstracciones. El interés esta-
rá dado por reconocer las formas en las que el fenómeno se presenta a la propia
conciencia del investigador, lo fenomenológico explicita el rostro del investigador
en su acercamiento al evento de estudio (Churchill y Wertz, 2001).
Descripción psicológica: el investigador expresa los hallazgos de la investigación a
partir del sentido del signicado en coherencia con la experiencia vivida. En esta fase el
investigador está listo para tematizar, describir el proceso sin perder el sentido de la to-
talidad del fenómeno. La construcción de resultados investigativos trasciende del plano
íntimo al público, es decir, la experiencia del investigador con relación al fenómeno es-
tudiado aparece en un nuevo terreno que le permite dialogar con teorías, conceptuali-
zaciones o modelos. En esta perspectiva la investigación fenomenológica opera entre la
apertura al fenómeno y el diálogo teórico que se establece en un ámbito más amplio.
Las implicaciones del nuevo conocimiento pueden posibilitar atender a controversias
teóricas, interrogantes empíricos o problemas prácticos (Churchill y Wertz, 2001)
.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
7372
Capítulo 3.
Sobre la clínica, desde la profesión
objetiva hasta una práctica
humanizada
La clínica, según su etimología, convoca al cuidado de aquel que está en re-
poso, que precisa de un lecho o una cama, puesto que padece o requiere el
acompañamiento de alguien más para valerse, prolongar su vida o paliar el ma-
lestar. Tal acción protectora estuvo asociada históricamente con los ancianos,
chamanes, alquimistas, sacerdotes, médicos, y como se asocia hoy, también a
los psicólogos, ya que esa persona o personas que sufren en alguna medida,
experimentan una carencia de bienestar en su dimensión biológica, psíquica,
espiritual, social o todas a la vez, como habría de entenderse desde un paradig-
ma sistémico u holístico (Schnake, 1995).
Desde que Witmer relacionara la clínica y la psicología, diversos discursos en
esta disciplina han hecho uso del término clínica, para sugerir una acción que
se organiza al acompañamiento desde diferentes estrategias (Routh, 1994). En
razón de lo cual, en 1945, cuando se funda el Journal of Clinical Psychology,
debido a la larga tradición de producción investigativa al respecto, se presenta
el campo de la psicología clínica como una psicología aplicada que recurre al
método clínico que se caracteriza por ser rigurosamente objetivo, cientíco y
experimental, lo que a su vez demandaba una formación técnica especializada
y certicada, con temáticas que partían de las ciencias básicas pasando por
ciencias psicológicas, estudios de la personalidad, psicopatología y psicometría,
hasta terminar en psicoterapia y entrenamiento (Thorne, 1945).
GINAGINA
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Tal ambiente de rigurosidad sugirió que la psicología clínica podría relacionarse además
con situaciones como la higiene mental, instituciones de rehabilitación, campo educati-
vo, psicométrico, militar, industrial y de asesoría; de tal modo que la ciencia psicológica
pudiese aportar a la solución de los problemas del mundo, “saliendo de los fríos labo-
ratorios y volviéndose al mundo de la realidad práctica” (Thorne, 1945, p. 19).
A partir de lo anterior, la psicología clínica se comprendería como una respues-
ta a los problemas reales, sin embargo, terminaría abriendo las puertas de los
laboratorios, no para que estos se exibilizaran, sino para convertir el mundo
en un laboratorio mismo, razón por la cual, indicó Shakow (1976) ‒quien fuese
destinado en 1947 a la elaboración de los criterios de formación del psicólogo
clínico‒ que esta práctica debía tener una característica especial, ser una “una
profesión objetiva y una práctica humanizada” (p. 560) que combinara los va-
lores cientícos y los valores humanistas.
Tal profesión objetiva fue la preocupación de Witmer, Freud, Binet, Wechsler, Spearman,
Thorndike y Rorschach, por nombrar algunos de los más signicativos autores clínicos
(Reisman, 1991), a quienes se han sumado numerosos laboratorios que se crearon en
Norteamérica, y presentaron la psicología clínica centrada en el psicodiagnóstico que
permite identicar anomalías y posteriormente proyectar tratamientos terapéuticos.
Una denición más cercana en el tiempo y sucientemente amplia de la psicología
clínica, es la que presenta la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos
(EFPA, 2003), al enunciar que la psicología es el estudio del comportamiento en
todas sus manifestaciones y contextos. Tales manifestaciones incluyen elementos
psicosiológicos, emocionales, conductuales y mentales, en los diferentes escena-
rios en los cuales la persona desarrolla su vida, en consecuencia, la psicología logra
poner en evidencia la ocurrencia normal o esperada de dichos elementos en tanto
generen una respuesta favorable en los contextos, al mismo tiempo que evidencia
las particularidades anómalas de los individuos.
Esta meta ha acompañado el desarrollo de la psicología desde sus inicios como
ciencia, pero no le ha salvado de exponerse a las dicotomías de la elaboración sis-
temática del conocimiento cientíco y la generación de impresiones explicativas y
aplicación de prácticas en contextos terapéuticos. De modo que una comprensión
de la psicología ha de indicar tanto su dimensión teórica-investigativa, como su
dimensión aplicada, que, de forma más especíca y actual, se recrea en el debate
entre los modelos biomédicos y los contextuales (Pérez-Álvarez, 2019).
Este debate no le ha sido ajeno a la psicología de enfoque humanista, máxime
cuando fue el mismo Carl Rogers, como presidente de la APA, quien solicitó a David
Shakow liderar el diseño de los estándares en formación para los psicólogos clíni-
cos, luego conocido como el modelo Boulder (Bernstein y Nietzel, 1982), derivado
del cual el desarrollo de programas en formación clínica ha sido exponencial.
El enfoque humanista en psicología, tal como se ha presentado en el capítulo pri-
mero de este libro, emergió como una propuesta psicoterapéutica para revolucionar
las formas de acompañar a las personas que tienen un padecimiento o que optan
por desarrollar de forma positiva su vida, por lo cual, este enfoque se inscribe direc-
tamente, pero no de forma exclusiva, en una de las acciones de la psicología clínica
como lo es el tratamiento, desde una categoría general que es la psicoterapia.
Del mismo modo lo hicieron y han hecho los diferentes modelos psicoterapéu-
ticos, que en su exploración de los procesos humanos individuales y grupales
encuentran nuevas formas y métodos, sin embargo, esto implica sentar un
precedente para que dichos modelos permanezcan, a saber, que cuenten con
esquemas psicopatológicos con los cuales tratan y por tanto con psicodiagnós-
ticos correspondientes (EFPA, 2003).
Maslow (1965) indica justamente que la psicología debe estudiar al ser huma-
no, incorporar a la investigación cientíca nuevas técnicas, y sobre todo velar
por la singularidad de la experiencia humana, siempre con rigurosidad cientíca
y de cara a promover la salud. La descripción de esta experiencia humana llevó
al autor a diseñar algunos esquemas generales de comportamiento y ser usa-
dos para el análisis de cualidades positivas y negativas para la salud.
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Del mismo modo, Carl Rogers, al presentar su propuesta psicoterapéutica, no
refundó la psicopatología sino que, asumiendo las caracterizaciones existentes,
se propuso acompañar a las personas desde otros roles, con otras actitudes y
hacia metas igualmente benécas para la salud mental y tan trascendentales
como la transformación general de la vida. Tal acentuación en el desarrollo de
la personalidad evidencia la necesidad de un marco de referencia que dilucide
las condiciones patológicas y fuentes de ansiedad que fragmentan o disocian la
totalidad del organismo.
Una clínica humanista por tanto no es ajena a la identicación de problemas, no
solamente mentales, sino existenciales. En palabras de Villegas (1986) la pre-
tensión del enfoque desde Maslow fracasó en mantenerse del lado de la ciencia
por su falta de un método ordenador, pero como puede observarse en otras lec-
turas (Sharf, 2015) la fenomenología como método trasversal le ha permitido
aproximarse a la subjetividad y con ello identicar características ontológicas
evidenciables en todos los hombres y que sean objeto de ocupación por parte
de la psicología. Estos ontológicos serán los que se presentarán en este capí-
tulo y en el siguiente, como una referencia descriptiva para la comprensión de
fenómenos de importancia clínica.
Por ejemplo, en la lógica de Maslow, para poder hablar de un hombre autorreali-
zado, es necesario identicar un meta ideal de autorrealización y una condición
en la que se encuentre ausente esa cualidad; hablar de la satisfacción de las
necesidades conlleva a identicar situaciones de insatisfacción y consecuencias
de tal carencia; reconocer un hombre con una patología y metapatología, pasa
por describir aquellas situaciones que se presentan en el organismo y congu-
ran en el entorno, para que no pueda llevar a cabo una vida saludable.
De esta manera, que el hombre tienda a lo bueno signicará que tiene a su
alrededor elementos, acciones y otras formas de ser que son contrarias a esta
perspectiva. En todos los casos se podrán observar cualidades y cantidades
usando estas duplas como referencia psicopatológica, con lo cual el psicodiag-
nóstico propenderá por un reconocimiento de dichas cuestiones en el sujeto en
particular, y el tratamiento apuntará al acompañamiento para estimulación de
la toma de conciencia y con ello de la autodirección.
Igualmente, se advierte en Rogers, cómo la autenticidad tiene su contrario,
la inautenticidad, la congruencia puede no ser consistente y presentarse un
hombre incongruente, la empatía posible en una persona es susceptible de per-
derse, una aceptación incondicional podría pasar a ser condicionada, el funcio-
namiento óptimo diezmarse y, en general, todas las cualidades con las que el
organismo se convierte en persona pueden caracterizarse de tal modo que, su
presencia o ausencia, intensidad o particularidades en la vivencia de estas, den
como consecuencia bienestar o padecimientos de algún tipo.
En este marco, la teoría inicial de la psicología humanista no redene las
categorías nosológicas, pero tampoco las niega, sino que presenta una com-
prensión integradora de tales patologías, no especícamente en la identica-
ción de signos y síntomas, sino mediante la observación de la vida de cada
persona, en donde el malestar mental o las dicultades psicológicas son una
consecuencia de la forma en que el individuo atraviesa por sus asuntos on-
tológicos y existenciales, esto justamente demanda al psicólogo clínico de
enfoque humanista la apropiación de estrategias que, sin reducir las diversi-
dades existenciales a una lista de criterios, sean un insumo metodológico y
técnico para aproximarse a la complejidad humana.
Desde Maslow hasta hoy, la psicología de enfoque humanista ha dado pasos
signicativos en la elaboración de estrategias de diagnóstico que son congruen-
tes con el fenómeno humano, sin embargo, es necesario insistir y explorar
nuevas opciones que le sean favorables a esta forma de hacer clínica, esto con
el n de evitar que la psicoterapia pierda su potencia, pues en muchos casos,
algunos practicantes de la clínica humanista no establecen metas y objetivos
terapéuticos claros que orienten la intervención, situación más que necesaria,
puesto que no se puede comprender lo que no se ha identicado y no se puede
acompañar hacia la trasformación a alguien de quien no se conocen los elemen-
tos que se interponen en su proceso.
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Esto signica que una intervención psicoterapéutica como actividad de la psico-
logía clínica, es un ejercicio ciego cuando no ha estado precedida de un ejercicio
psicodiagnóstico previo. Razonamiento que no es novedoso, pues ya Villegas
(1986) referencia que la psicóloga humanista Elizabeth Campbell, a mediados
de la década de los ochenta, se preocupa entre otras cuestiones, por la nece-
sidad de aumentar la investigación en el campo de la psicología humanista y
desarrollar nuevas metodologías para el estudio de la totalidad del ser humano.
Tal como lo propone Kelly reriéndose a la psicología humanista, “el genuino
respeto por la dignidad humana exige el desarrollo de instrumentos de acción
ecaces” (Kelly, 1966, como se citó en Villegas, 1986).
Para soportar e insistir en la necesidad de elaborar un ejercicio clínico ordenado
dentro del enfoque humanista, se presentarán a continuación referencias de
los autores clásicos de la tercera fuerza, quienes en su producción literaria más
temprana, mantuvieron la atención sobre los valores de la ciencia, dando clara
prioridad a los aspectos propiamente humanos y subjetivos, y que les llevó en
una producción intelectual más madura, a estructurar propuestas terapéuticas
menos directivas y menos jas a protocolos rígidos.
3.1 Maslow: una clínica de la realización positiva
En el libro Motivación y personalidad, Maslow (1956) se ocupa de describir una
génesis de la patología y algunas consideraciones sobre la salud y la normali-
dad, estas elaboraciones son útiles en el contexto de la clínica como un marco
de referencia comprensivo para articular diversos fenómenos. Seguidamente
el autor también se encarga de explicar cómo esta nueva ciencia psicológica,
que es el enfoque humanista, se reeja en contextos como el de la psicología
clínica. A continuación, se presenta una articulación posible, ya que el estilo
narrativo de dicha teoría se desarrolla sobre posibilidades, presunciones y re-
comendaciones para el futuro de la psicología.
Para el autor, la clínica se ocupa principalmente de estudiar la personalidad,
la patología, la salud, la adaptación y los efectos psicoterapéuticos, así que la
propuesta en psicología humanista no consiste en cambiar los estudios o en
dejar de hacerlos, sino orientarlos hacia nuevas dimensiones como amor, éxito,
educación, deseo de vida, vitalidad, habilidades, arte, creatividad, fortalezas y
otras características de las personas saludables, que no fueran consideradas en
el conductismo clásico y en el psicoanálisis.
En esta propuesta se asume que el conocimiento de lo patológico es amplio y
siempre tiene su contrario positivo, por ejemplo, agresividad/amabilidad, de-
terioro cognitivo/genialidad, ira/tolerancia, ansiedad/serenidad, tristeza/felici-
dad, entre otros; lo que conduce a la consideración de que la clínica no es lo
mismo que la psicología de lo anormal pero la incluye, y en ese escenario el
psicólogo también se debe ocupar de metas positivas, incluso de lo que Maslow
(1956) reere como las verdaderas enfermedades, que son formaciones con-
trarias a los valores del ser.
La evaluación, el diagnóstico, tratamiento e investigación, sugiere el autor diri-
girlos a la comprensión de los caminos que toma la motivación hasta convertir-
se en necesidad y con ello tramitarse en una satisfacción, requisito jerárquico
de la autorrealización. Esto traduce, como se verá en el siguiente capítulo, en
que la motivación es la fuerza movilizante del desarrollo positivo del organismo,
tal fuerza permite que las necesidades básicas y las trascendentales puedan
ser satisfechas y con ello obtener un estado de bienestar suciente como para
cumplir con la meta de la vida, que es expresar todas sus potencialidades.
El siguiente fragmento ejemplica de forma sintética y ubica conceptual y me-
todológicamente la actividad del clínico según lo dicho y lo que se desarrollará
posteriormente.
¿Qué es bueno? Cualquier cosa que conduce a este desarrollo desea-
ble en la dirección de la realización de la naturaleza humana inter-
na. ¿Qué es malo y anormal? Cualquier cosa que frustra, bloquea o
niega la naturaleza humana esencial. ¿Qué es lo psicopatológico?
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Cualquier cosa que perturba, frustra o impide el curso de la auto-
rrealización. ¿Qué es psicoterapia, o con respecto a esto, cualquier
terapia o crecimiento de cualquier clase? Cualquier medio, del tipo
que sea, que permite devolver a la persona al camino de la auto-
rrealización y el desarrollo según le dicta su propia naturaleza no
sólo lo que los seres humanos son, sino también lo que pueden lle-
gar a ser. Las potencialidades (Maslow, 1956, p. 117).
Con lo anterior, la naturaleza esencial del hombre, su posibilidad de desarrollar-
se y trascenderse, es la que se ha visto obstruida y llega al escenario clínico, sin
embargo el psicólogo debe considerar la imposibilidad e insuciencia de crear
una estandarización, clasicación y comprensión absoluta de la personalidad y
de la experiencia humana, pues cada persona debe ser acompañada desde su
particularidad y solo desde allí tendrá sentido la patología. Así pues, la clínica
es clínica de la autorrealización, no solo de esta como meta, sino de todo lo que
se congura en una totalidad para impedirla o favorecerla.
Servirá al clínico el conocimiento teórico, cientíco y empírico de la autorrealiza-
ción y de todos los recursos saludables y positivos para potenciar su presencia
y dominio en las personas que precisen mejores adaptaciones, lo que es viable
siempre que las actividades de evaluación y seguimiento se ejecuten con rigor,
pues como lo indica el autor “la psicoterapia mejora a la persona. Si no se hace
seguimiento de la personalidad tras la terapia perdemos la oportunidad de ob-
servar a la persona en su mejor momento” (Maslow, 1956, p. 270). Esto implica
que los primeros momentos de evaluación y diagnóstico estén acompañados de
estrategias para el establecimiento de una línea de base de la condición psico-
lógica del individuo, de tal modo que se evidencie a partir de una referencia, el
progreso y efecto que se obtiene de la intervención.
Puede leerse en el autor, cómo el psicólogo que se orienta de forma holística y
dinámica, y en consecuencia el psicólogo clínico, debe proceder en la identica-
ción de las raíces primeras, de los “porqué” de la conducta y los “desde dónde”
de esa generación; al mismo tiempo, logra describir observando el cómo, con
qué y cuánto de lo que sucede. En otras palabras, la tarea de evaluación y diag-
nóstico remite a las causas y a las manifestaciones patológicas.
Presentado de esta manera, la psicopatogénesis es un insumo esencial para
la comprensión de las experiencias y posibilidades de la persona, el por qué,
tiene tanto que ver con el tiempo, como con las necesidades que motivan la
conducta, por tanto la introspección es una técnica favorable para tal n, y en
consecuencia, se ha de tener presente en todo momento que en la exploración
de la conducta, son tres los determinantes que alimentaron y alimentan todo el
tiempo, en alguna medida la personalidad y sus alteraciones, ellas son:
La estructura del carácter: esta estructura está soportada en los anteceden-
tes biológicos, genéticos, en los restos instintivos heredados de los animales,
en el temperamento como síntesis afectiva de la herencia familiar.
La presión cultural: que reere a las condiciones sociales, prácticas, ideolo-
gías, hábitos, costumbres, instituciones, interacciones, leyes, leguaje, signica-
dos, valores culturales.
El campo o situación inmediata: es el contexto que el organismo ha cons-
truido por sí mismo y de algún modo es el halo con el que ambienta sus expe-
riencias, es la subjetividad y personalidad.
Visto así, en clave de proyectar una intervención, se reconocerá que el ma-
terial biológico heredado, si bien no determina y reduce las posibilidades de
autorrealización, sí participa según el signicado que la persona le asigne. Del
mismo modo, el ambiente satisfactorio, protector y amoroso es un insumo para
las graticaciones tempranas, pero también de nuevas demandas que no son
propias del organismo, con lo que se reconocerá la participación saludable o
negativa de ese ambiente pasado y actual; y por último el ambiente personal
que involucra los recursos emocionales, intelectuales, físicos, de afrontamiento
y autonomía, con los que se consolida el comportamiento.
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Instrumentalmente, si en los anteriores tres determinantes se explora informa-
ción relevante para evaluar las condiciones del proceso de autorrealización, el
diagnóstico ha de cuanticar y cualicar las siguientes tres fuentes psicopato-
génicas.
3.1.1 Privación y amenaza
Los organismos presentan necesidades instintivas que deben satisfacer-
se para poder sentar con ello las bases de la realización, esto porque
la graticación favorece la orientación a la satisfacción de necesidades
cada vez más trascendentales, entonces, una causa de malestar es la
privación de esas fuentes de satisfacción, o una vez se ha obtenido la
graticación, resultará movilizador de malestar aquello que se interpon-
ga entre el organismo y la fuente, de forma real o imaginaria, amena-
zando el n de la satisfacción y limitando la expresión de la necesidad.
“La privación supone mucho menos de lo que generalmente implica el
concepto de frustración; la amenaza supone mucho más. La privación no
es psicopatógena; la amenaza sí” (Maslow, 1956, p. 118).
Pero la amenaza no es fuente de patologías obligatoriamente, sí lo pue-
de ser de un sufrimiento transitorio, ya que se pueden identicar dos
tipos de amenaza, aquella que limita los deseos concientes y supercia-
les, o la amenaza que confronta el centro de la personalidad y las metas
vitales de cada individuo.
La idea previa es gracada por Maslow con el ejemplo de un niño que
quiere un helado y se le niega, la amenaza supercial expondrá al niño a
la frustración de no tener su helado, pero, como es un deseo pasajero, no
pone en riesgo el signicado de su ser o el centro identitario, el niño puede
continuar luego de la frustración desarrollando otras acciones que en cierta
medida puede comprender más importantes. “La frustración se expresan
sencillamente como el no conseguir lo que uno desea, como interferencia
con un deseo o con una graticación” (Maslow, 1956, p. 115).
Por otro lado, si el niño a través del helado lo que está demandando es
la atención de la madre, su cariño, protección, apoyo, reconocimiento,
aceptación o estima en general, el helado era el medio para una necesi-
dad más profunda que se instala en el corazón de su personalidad, con
lo cual la posibilidad para que se organice una percepción de indefensión
y con ello rencor, ira, tensión, miedo, y otras formas patológicas es más
probable. “Hay pocos efectos de frustración si el niño no concibe es-
tas privaciones como amenazadoras para su personalidad fundamental,
para los objetivos principales de su vida, o para sus necesidades” (Mas-
low, 1956, p. 117).
3.1.2 Conicto-amenaza
El conicto es otra situación de amenaza, y con este también se pueden
identicar dos capas de amenaza. Por una parte, el conicto puede emer-
ger por dos o varias fuentes atractivas, una puede llegar a ser mejor o igual
a la otra, pero son atracciones para la satisfacción de deseos no esenciales,
por lo cual la elección de alguna expondrá a un malestar que también es
supercial, pero cuando el conicto se da entre metas que el organismo
encuentra esenciales, primordiales y básicas, la satisfacción de una de ellas
remite a la insatisfacción de la otra. Al respecto indica Maslow (1956) que
“los conictos no amenazadores no tienen casi importancia, ya que no son
normalmente patógenos; los tipos amenazadores de conicto son impor-
tantes porque a menudo son patógenos” (p. 119).
Una de las metas del organismo es desarrollar cierta autonomía funcio-
nal, con esta puede crearse un entorno en el cual satisfaga sus nece-
sidades, aquellas que requería fueran satisfechas por sus padres o su
entorno temprano. Es por ello por lo que los conictos y amenazas y las
frustraciones son en muchos casos favorables, pues preparan al organis-
mo para el desarrollo de la independencia, empero, no es posible estan-
darizar cuáles conictos son útiles y necesarios, ya que la tolerancia de
las crisis depende de la psicología particular de la persona.
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Indica Maslow (1956) que en la teoría de la neurosis es absolutamente
necesario entender la naturaleza del sentimiento de amenaza y tam-
bién la reacción del organismo a este sentimiento. En tal sentido, es
de suma importancia que el psicólogo en el escenario clínico se esmere
por la identicación de un cuadro de amenazas, lo que involucra lograr
hacer concientes las necesidades que mueven la conducta, los deseos
mediante los cuales se trata de satisfacer las necesidades, las fuentes
de graticación superciales y las metas de graticación profunda, la
percepción de amenaza, las experiencias de frustración y las respues-
tas defensivas o adaptativas ante la amenaza. “Podemos entender la
mayoría de las experiencias individuales de amenaza como situaciones
que inhiben o atentan contra el desarrollo de la autorrealización última”
(Maslow, 1956, p. 122).
3.1.3 El trauma y la enfermedad
También son situaciones que le generan amenaza al organismo, ya que
la posibilidad de enfrentar la propia muerte o la experiencia previa en
un accidente o deterioro de las funciones biológicas, lleva al organismo
a percibirse vulnerable o más vulnerable ya que debe afrontar un fenó-
meno que escapa al control total de las variaciones y posibilidades; claro
que, estas mismas experiencias en una persona que ha desarrollado su-
ciente conanza en sí misma, otorgarán otro signicado y la percepción
de amenaza será menor.
Con todo lo anterior, lo que se ha llamado clínica de la autorrealización,
sugiere desarrollar las actividades psicodiagnósticos y la respectiva in-
tervención, de cara a los aspectos que favorecen el bienestar, y no solo
la corrección de los síntomas. Esto se logra observando y poniendo en
evidencia los caminos que ha tomado la persona para expresar sus po-
tencialidades y los recursos con que cuenta para resolver las amena-
zas, con lo que el camino terapéutico hará emerger personas “buenas,
felices, serenas, sin culpa, que se autoaceptan y están en paz consigo
mismas, se satisfacen a sí mismas y se convierten en lo que ellas pue-
den ser” (Maslow, 1956, p. 179). Lo que se corresponda con esto es lo
deseable, bueno y acertado, lo que no se corresponda con ello es malo,
equivocado e indeseable.
Por último, a pesar de la taxativa necesidad de ser rigurosos a la hora de
observar y acompañar, ya en una obra de mayor madurez como El hom-
bre autorrealizado (Maslow, 1972), el autor indica que entre más ansioso
se esté en formular un diagnóstico y planear la acción, menos útil es el
psicólogo, y cuanto más ansioso está por curar más largo es el proceso.
A esta conclusión llega tras reconocer que el papel de las personas que
están alrededor de otros que buscan su proceso de realización está en
presentarse desinteresados y comprensivos, fortaleciendo las relaciones
antes que cubriendo los décits, centrarse, antes que en la tendencia a
catalogar, en “utilizar un lenguaje experiencial, concreto, ideográco y
centrado sobre el paciente” (Maslow, 1972, p. 95).
3.2 Rogers: una clínica de la relación
El enfoque de psicoterapia centrado en la persona que propuso Rogers para lle-
var a cabo los acompañamientos a las personas que precisan recorrer el camino
para el funcionamiento óptimo en sus vidas, tiene como característica principal
la contextualización de la actitud fenomenológica de un investigador en el esce-
nario clínico; esta situación permite comprender, por una parte, cuáles son las
condiciones para el clínico en tanto disposiciones y habilidades principalmente
personales y no técnicas, y por otra parte, el alcance en la posibilidad de elabo-
rar un conocimiento sobre la experiencia patológica del sujeto.
Tales comprensiones presentan, de un lado, la descripción de la empatía, aceptación y
presencia incondicional, autenticidad, apertura y congruencia con las que debe acoger
el clínico a su cliente y, de otro, recuerda que el conocimiento que se elabore en el
contexto clínico es ideográco, es decir, se entiende y justica en la experiencia per-
sonal, caso a caso, y sin posibilidades de reducciones absolutas ni estrategias de ma-
nipulación del fenómeno diferentes al dejar que este se exprese tal y como aparece.
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En este sentido, se caracteriza la propuesta rogeriana como un contexto de
aplicación de la psicología clínica, asumiendo que la psicoterapia es consecuen-
cia de la evaluación clínica y su prospectiva de intervención, desde luego, con
las lógicas propias del enfoque epistemológico, comprensión de salud e ideal de
persona que le acompañe. Puesto que a toda psicoterapia le subyace una valo-
ración en clave positiva o negativa del estado actual de la persona o personas
que se exponen en ese contexto, y desde los objetivos más etéreos hasta las
metas rigurosamente validables, dicho ejercicio clínico tiene una entelequia y
un sentido, es decir, una tendencia hacia una nalidad a la que le acompañan
unos signicados sobre tal nalidad y forma de orientarse hacia ella. Quiere
decir lo anterior, que la psicoterapia lleva implícito un ideal de transformación
con unos valores vitales asociados.
Rastrear la referencia sobre la clínica en Rogers signica comentar las carac-
terísticas de su propuesta terapéutica: la terapia centrada en la persona, sin
embargo, lo que se rescatará a continuación de esta gura formada, educador
y pensador de la clínica psicológica, serán los postulados que se acercan a la
versión de una clínica en la que se realiza evaluación, diagnóstico, tratamiento
e investigación, para tales nes, se exploran dos orientaciones, la investigación
de la que se insiste en la obra El proceso de convertirse en persona (Rogers,
1981a) y el problema del diagnóstico que se aborda en el libro Psicoterapia cen-
trada en el cliente (Rogers, 1981b).
3.2.1 La investigación como clínica
En relación con la investigación, no se puede juzgar a este enfoque de
carecer de rigor y sistematicidad, vericación de resultados y proposición
de constantes, puesto que Rogers fue revolucionario y pionero en la inves-
tigación en la práctica psicoterapéutica, ya que quiso identicar qué era lo
que facilitaba en la terapia el cambio y crecimiento de las personas, así que,
observante de los procesos comunicativos que se establecen en terapia,
centró su atención en el discurso, las elaboraciones y devoluciones que se
juegan en el encuentro y diálogo, hasta identicar mediante el análisis de
las grabaciones en audio de las sesiones, que el reejo discursivo, la devo-
lución limpia de defensas del discurso del cliente, a la manera de un espejo,
movilizaba y era pretexto para una mayor toma de conciencia.
Posteriormente, dichas investigaciones con sistemas y metodologías empí-
ricas lograron aportar elementos para la teoría de grupos, la educación, la
familia y la psicología en general. En el libro El proceso de convertirse en
persona, indica el autor que, tras veinte años de la puesta en marcha de la
terapia centrada en el cliente, se contaban más de 200 trabajos de investiga-
ción sobre la base de sus teorías. Él mismo establece un complejo esquema
para el diseño de la investigación para establecer las relaciones cambiantes
entre el sí mismo, el sí mismo ideal y el diagnóstico (Rogers, 1981a).
La preocupación de Rogers por hacer de sus planteamientos un insumo
no especulativo y validable le llevan incluso a proponer como formula-
ción provisional y sometida a la validación y pertenencia, una ley general
sobre las relaciones humanas que se presenta así:
Cuanto mayor sea la coherencia entre experiencia, conciencia y co-
municación por parte de un individuo, mayores serán las posibilida-
des de que la relación que establece con el otro presente una ten-
dencia a una comunicación recíproca de coherencia cada vez mayor
y determine una comprensión mutua más precisa de los mensajes,
mejor adaptación y funcionamiento psicológico de ambas partes y
más satisfacción mutua en la relación. Recíprocamente, cuando ma-
yor incoherencia haya entre experiencia y apercepción consciente,
más factible será que la relación origine ulteriores mensajes también
incoherentes y provoque un deterioro de la comprensión, peor adap-
tación y funcionamiento psicológico en ambos individuos e insatis-
facción mutua en la relación (Rogers, 1981a, p. 333).
Como puede observarse, al autor le interesa presentar formalmente,
aunque de manera provisional, una ley de las relaciones humanas y de
la alianza terapéutica, pues si bien es enfático en que las personas siem-
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pre se expresan desde su marco de percepción personal, son diferentes
unas de otras, y existe una gran dicultad en operacionalizar experien-
cias humanas. También estuvo en sus perspectivas clínicas establecer
hipótesis susceptibles de vericación y líneas generales de reexión que
expliquen, si bien no a un individuo, sí las dinámicas globales que se es-
tablecen entre ellos. Al respecto expresa:
En primer lugar, la teoría de la psicoterapia centrada en el cliente
nunca ha sido considerada un dogma ni una verdad incuestionable,
sino una enunciación de hipótesis o un instrumento para acrecen-
tar nuestros conocimientos. En general, pensamos que una teoría,
o cualquier elemento de una teoría, sólo es útil si puede compro-
barse empíricamente. En nuestra opinión, la vericación objetiva
de cada aspecto signicativo de nuestra hipótesis era la única ma-
nera de separar los conocimientos de los prejuicios individuales y
de las impresiones generales por las expectativas del observador.
Si una investigación es objetiva, ello implica que otro investigador,
al reunir y elaborar los datos de manera idéntica, deberá llegar a
descubrimientos iguales o semejantes y extraer las mismas con-
clusiones. En resumen, desde el comienzo pensamos que el campo
de la psicoterapia se enriqueció gracias a la vericación abierta y
objetiva de todas las hipótesis, con métodos comunicables y repro-
ducibles (Rogers, 1981a, p. 238).
Resultará más que suciente este fragmento, que aparece en la madu-
rez de una obra de más de cuarenta años, para considerar y aceptar la
promoción por parte de Rogers, del espíritu cientíco en psicoterapia,
pues además dene la ciencia (Rogers, 1981a) como una orientación,
que puede iniciar en cualquier nivel de renamiento, que puede contar
con instrumentos de evaluación y protocolos cada vez más especializa-
dos para aproximarse a los constructos que se evidencian en el escena-
rio clínico, y de la cual la psicoterapia centrada en el cliente no es ajena,
pues ha madurado desde y con la investigación.
Esta presentación no ha de llevar a un juicio ligero, en el que se con-
sidere que el autor propone hacer de la clínica un procedimiento cien-
tíco anómico, nivelador, homogeneizador, estandarizado y distante,
pero sí considerarse validable, ponderable, conmensurable y limitado,
objetivo y replicable.
Allanar la apertura de Rogers a la investigación como elemento que trans-
versalice la práctica clínica, “soy un cientíco-clínico” (Rogers, 1973, p.
56) permitirá realizar el contraste con las referencias a la evaluación y
el diagnóstico; recordando que es una clínica que se inscribe en la feno-
menología, entonces se entenderá que las clasicaciones esquemáticas
y reduccionistas de algunos sistemas categóricos de la personalidad y
la psicopatología son imposibles dentro de este enfoque; tal aparente
distancia es salvada por Rogers con simplicidad y apertura al expresar
que “el objetivo que se persigue al analizar los complejos fenómenos de
la psicoterapia desde el punto de vista de la lógica cientíca y con los
métodos de la ciencia consiste en alcanzar una comprensión de los fenó-
menos” (Rogers, 1981a, p. 203).
Una de las metas perseguidas por la ciencia es la predicción de los
fenómenos, pero allí el autor expresa con rmeza que la psicoterapia
centrada en el cliente nunca brindará una verdad absoluta, sino que
solo alcanza la descripción con alto grado de probabilidad, así que el
comportamiento puede ser observable, discriminado y enunciado de
forma operativa, incluso establecer enunciados que demarquen las
relaciones de unas variables con otras, pero no puede ser predecible,
ya que si la ciencia se aplica con todas sus lógicas en la psicoterapia,
terminaría alejando al verdadero fenómeno de que se habría de ocu-
par, la experiencia subjetiva.
Analícese entonces que en el proceso de evaluación y diagnóstico, se
le permite al clínico de enfoque humanista recurrir a instrumentos para
la medición de los constructos, de los fenómenos clínicos relacionales y
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personales, entre ellos menciona Rogers (1981a) los test de actitudes,
objetivos o proyectivos, la técnica Q o cualquier otra opción semejante
que favorezca la comparación de un antes y un después de la intervención
terapéutica, incluso recurriendo a la delimitación de los tiempos de exposi-
ción y los grupos de control para establecer relaciones y correlaciones.
Con todo ello, las evaluaciones clínicas en las que se establecen datos
para analizar y formular hipótesis diagnósticas, y en general todo el
ejercicio psicoterapéutico, está para Rogers puesto en cuestión por los
cientícos racionalistas debido a la veracidad, conabilidad, estabilidad,
replicabilidad, universalidad, utilidad y leyes; todo a lo cual puede res-
ponderse recurriendo al hecho de que la psicoterapia explora las expe-
riencias de los sujetos y las relaciones entre dos individuos que aportan
cada uno experiencias vivas, las cuales, por su naturaleza subjetiva y
dinámica escapan al método cientíco que solo puede tocar los “aconte-
cimientos muertos de la psicoterapia” (Rogers, 1981a, p. 209) es decir,
aquellos acontecimientos observables fuera del yo.
Lo anterior signica, además, que el sujeto no puede ser un “objeto” de
la ciencia porque puede sentir, elegir, creer y actuar desde lo más íntimo
y privado, y como tal es impredecible, porque su manipulación sería po-
sible solo si se establecen todas las leyes que atraviesan la subjetividad,
asunto hasta el momento improbable.
Con lo presentado, la ciencia se reconoce, no como un conjunto de mé-
todos y datos absolutos, sino como una creación de personas para per-
sonas, lo que implica que el clínico reconoce en los procesos psicodiag-
nósticos las lógicas cientícas como instrumentos que le aproximan a
conocimientos emergentes de la experiencia individual, de las relaciones
y los valores personales, razón por la cual, el clínico se permite la crea-
tividad para que no se limite la experiencia, sino que se recree.
Así pues, el psicodiagnóstico se logra también mediante estrategias de
expresión personal y de experiencias relacionales donde emerja lo ínti-
mo, ahora, para evitar que los fenómenos allí expresados sean mal in-
terpretados, mal comprendidos, indica Rogers (1981a) que:
En este contexto, y tal vez solamente en éste, ocupan un lugar sig-
nicativo la vasta estructura del operacionalismo, el positivismo lógi-
co, la planicación de investigaciones, los test de signicación esta-
dística, etcétera (…) para vericar, mediante la confrontación con el
hecho objetivo, la creación subjetiva que aparece como sentimiento,
presentimiento o hipótesis (p. 215).
Los instrumentos, si bien son rigurosos, no determinan las decisiones del
clínico pues es el individuo quien usa la ciencia y no al contrario. Resul-
tado de esta decisión subjetiva sobre los hallazgos de la evaluación y el
diagnóstico puede exponer al cientíco a errores pero, al tiempo, a gran-
des descubrimientos no planeados, los cuales, para respetar la misma
subjetividad, siempre deben ser formulados y comunicados en términos
de provisionalidad.
Como es consecuencia tradicional, la psicoterapia permite llevar a cabo
una intervención que parta del diagnóstico, pero también de las condicio-
nes subjetivas y de las relaciones. Del efecto y éxito de la psicoterapia no
se tienen hoy ninguna duda, sin embargo, el autor también se preocupó
por responder con su propuesta terapéutica a las demandas en este cam-
po, encontrándose en primer lugar con la necesidad de exponer los re-
sultados de la psicoterapia a la valoración cientíca, así que sugiere que
para ello, en términos pragmáticos, es necesario recurrir a instrumentos
que puedan aproximarse mejor al fenómeno y den una medida adecuada
de lo que se pretende medir (Rogers, 1981a, p. 224).
La psicoterapia con ello no mostrará un éxito en la curación, ya que no
se ocupa de enfermedades, pero sí podrán observarse progresos en la
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transformación subjetiva, en la experiencia subjetiva e inmediata de una
persona. El clínico pues, para el autor, es un participante y no un obser-
vador, por ello los procesos técnicos que sea necesario llevar a cabo en
la clínica han de responder a la experiencia subjetiva y existencial, al
vínculo de dos personas que no se reducen a objetos, pero que pueden
acompañarse en una relación terapéutica y cientíca. “Esto sucede por-
que también la ciencia, en su comienzo, es una relación yo-tú con una
persona o un grupo, y solo es posible ingresar en estas relaciones como
persona subjetiva” (Rogers, 1981a, p. 220).
3.2.2 El diagnóstico está del lado del paciente
Hasta aquí sin embargo se ha presentado el ejercicio clínico en relación
con las actividades de un psicólogo que opera como un cientíco, y pue-
de evidenciarse la importancia que tienen para Rogers las preguntas de
la ciencia, ahora bien, si se examina su obra Psicoterapia centrada en el
cliente (Rogers, 1981b), se puede identicar que su postura frente a lo
que signica el diagnóstico es menos esquemática que sobre las evalua-
ciones que debe realizar el cientíco.
Por tradición, Rogers identica el diagnóstico con la consecuencia del
cambio, es decir, se realiza un diagnóstico de lo que funciona de alguna
manera, típicamente negativa, para poder tener la posibilidad de mos-
trar que, tras el tratamiento, la situación diagnosticada pudo cambiar,
lo que conlleva a que la intervención fue efectiva. Esta aproximación es
resistida por el autor, pues le sugiere una linealidad limitante, es decir,
convierte el diagnóstico en el primer paso o prerrequisito para poder in-
tervenir, desconociendo que ya la terapia ha iniciado, antes de realizarse
un diagnóstico.
El autor sugiere que con la información entregada por el diagnóstico se
puede llevar al paciente a enfrentar asuntos para los cuales no está pre-
parado o que no hacen parte de su experiencia, este último fenómeno,
la experiencia personal, es lo más importante en la terapia puesto que
esta es una experiencia en la cual el paciente cambia sus percepciones y
recongura la manera de percibir el mundo y a sí mismo, y es él mismo
quien se encuentra progresivamente con los asuntos que ha de recon-
gurar y puede darse lo que necesita para tal conguración. Al respecto
se lee que “en un sentido preciso y signicativo, la terapia es el diag-
nóstico, y éste es un proceso que se desarrolla en la experiencia del
cliente, más que en el intelecto del clínico” (Rogers, 1981b, p. 197).
Rogers no dice que el diagnóstico no se deba hacer por ningún motivo,
tampoco que es imposible, sino que no es un prerrequisito para la psico-
terapia, sobre todo cuando la conanza en él es demasiado grande, tan-
to como para que obstruya la experiencia subjetiva y relacional. Aunque
un diagnóstico tradicional que venga de un agente externo que supone
conocer lo que el cliente necesita es una orientación racional que cuenta
con validez, también la experiencia de la terapia centrada en el cliente
demuestra que cuando es el mismo paciente quien se experimenta y se
diagnostica, se orienta y recongura con igual ecacia.
En esta orientación centrada en el cliente, se presentan tres claras ob-
jeciones al diagnóstico psicológico, tal como fue heredado del modelo
médico y tal como se aplicaba en la época. La primera tiene que ver con
la responsabilidad que se quita al cliente de asumir su propio proceso,
pues cuando el diagnóstico le es dado al paciente, este puede experi-
mentarse incapaz de conocerse a sí mismo y en consecuencia desplazar
la responsabilidad sobre el evaluador; la segunda se reere al monopolio
del conocimiento psicológico que se imprime sobre la mayoría descono-
cedora de la técnica, es decir, los psicólogos como sujetos de saber y
los pacientes como limitados e incapaces de elaborar por sí mismos un
conocimiento de su propia experiencia y, por último, las formas como
se nombra y se experimenta el malestar pueden estar más allá de las
etiquetas diagnósticas utilizadas, lo cual debe ser captado desde una
perspectiva fenomenológica.
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Desde luego, si se superan estas tres situaciones, y se permite la res-
ponsabilidad personal del paciente sobre sus propios asuntos, y no se re-
tiene y administra un supuesto conocimiento del otro, entonces el cliente
pasa al primer plano, y es él quien dirige su propio proceso. La tarea del
terapeuta consistirá en consecuencia en “proporcionar las condiciones
en las cuales puede tener lugar la autodirección tanto del individuo como
del grupo… el experto tendría la habilidad de facilitar el crecimiento in-
dependiente de la persona” (Rogers, 1981b, p. 199).
Ahora bien, el clínico puede estimar favorable esta disminución del lu-
gar del diagnóstico, siempre que lo reconozca como un obstáculo para
la experiencia, pero puede advertir un psicólogo avezado, que, para ese
aparente autodiagnóstico y autodirección, un recurso evaluativo que sea
experimentado y no invasivo, no hegemónico, no explicativo y limitante
de la experiencia y desarrollo del propio potencial, puede ser un insumo
valorado y valorable por el mismo paciente.
Lo anterior coincide con la posibilidad explorada por el autor, al reexio-
nar que, en relación con problemas psicosomáticos de los que el exper-
to que diagnostica sí tiene un conocimiento más amplio que su cliente,
una inversión de los roles darían un lugar benéco al diagnóstico, en el
cual se podría “conar la evaluación al paciente en los procedimientos
diagnósticos utilizados, y según el uso que haga de ellos, tendería a ele-
gir por sí mismo el camino que condujera al posible descubrimiento de
aspectos psicogenéticos” (Rogers, 1981b, p. 200). Claro está que esta
hipótesis se realiza para situaciones psicosomáticas, mas, de cara al
campo terapéutico, no se ha identicado una objeción en la teoría. Adi-
cionalmente, reriéndose a los retos cientícos en la terapia de grupo, y
asumiendo que se puede obtener un conocimiento pertinente en la voz
de los participantes, Rogers (1973) expresa: “¡Imaginemos que cada
“sujeto” fuese enrolado como investigador!” (p. 176).
En conclusión, es preciso entonces que el clínico, resuelva estratégica y
creativamente, y también con rigor cientíco, la necesidad de:
Evaluar las capacidades de la persona, motivaciones, conictos y
necesidades, evaluar la adaptación de la que es capaz, el grado de
reorganización que debe sufrir, los conictos que debe resolver, el
grado de dependencia al terapeuta que debe desarrollar, y los obje-
tivos de la terapia (Rogers, 1981b, p. 199).
De lograr una exploración de estos elementos sin suponerlos e impo-
nerlos al cliente, sino que permita su emergencia durante el acompaña-
miento terapéutico en donde el cliente descubre y decide qué hacer con
ello, entonces efectivamente el diagnóstico y sus consecuencias, serán
la terapia misma.
3.3 Perls: una clínica de la maduración
La aproximación a la clínica desde la propuesta original realizada por Perls, no
compite o discrimina la clínica psicológica ya que, por su tradición médica y psi-
coanalítica, el autor debe realizar un tránsito que va desde la reproducción de
ciertas dinámicas de evaluación y tratamiento heredados de dichos modelos (el
Perls de Nueva York), hasta una última versión, en la que se encuentra un Perls
distanciado tajantemente de la clínica tradicional (el Perls del Instituto Esalen) .
De forma transversal, a pesar de las evoluciones de la propuesta gestáltica, se
logra reconocer como uno de los elementos ordenadores, una nueva forma de
establecer la experiencia terapéutica y, en consecuencia, la demanda de nue-
vas cualidades terapéuticas, diferentes formas de acompañar que no están del
lado de la distancia analítica y conductista, ni tampoco del reduccionismo de la
ciencia experimental y objetivadora.
Del mismo modo que en la propuesta rogeriana, aquí también se presenta una
nueva terapia, al mismo tiempo que se redenen conceptos y fenómenos sobre
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el psiquismo, sin embargo, lo más importante, tal como se presentará en el si-
guiente capítulo, la comprensión del ser humano se centra en identicar cómo
el organismo se relaciona con el ambiente y logra asimilar de él lo que requiere
para su crecimiento, ello de la mano de la conciencia como facultad que le per-
mite funcionar ecazmente.
En este sentido indican Perls et al. (1951) que “la conciencia está caracterizada
por el contacto, la sensación, la excitación y la formación de la Gestalt. Su fun-
cionamiento adecuado pertenece a la psicología normal; cualquier perturbación
se pone bajo el signo de la psicopatología” (p. 12). Recuérdese que el concepto
de Gestalt, es una palabra alemana que tradicional y comúnmente se traduce
como totalidad, y es utilizada por los autores fundadores para describir una tera-
pia que implica todos los fenómenos de la existencia humana. Por otro lado esta
palabra ya había sido usada por Wertheimer, Köhler, Koka en Alemania a nales
del siglo XX (Schultz y Schultz, 2011), para describir una psicología que describe
los procesos de percepción. Este antecedente que sugiere esquemas de proce-
samiento, invita a Perls, Heerline y Goodman a poner en práctica “la noción
de que la masa de datos sin organizar que se nos presenta a través del entor-
no está organizada y formada, por el perceptor, en “totalidades” estructuradas
subjetivamente” (From, como se citó en Perls et al., 1951, p. 31). Justamente
estas experiencias subjetivas son las que se exponen en psicoterapia y permiten
dar cuenta de cómo la persona organiza su mundo y establece contacto con él,
exponiéndole al sufrimiento o a la maduración, según la calidad de sus contactos
con aquello a lo que decide o se le hace gura y también decide o se va al fondo.
En consecuencia, el clínico tiene en frente dos manifestaciones humanas, por
una parte, la que apunta al crecimiento mediante la adecuada conciencia y
trámite de ese ciclo de sensación excitación-formación-contacto y, por otra,
aquella que da cuenta de la perturbación del ciclo. Siendo ambas situaciones
un continuum ir y venir, es decir, ni de interrupción constante y generalizada ni
de conciencia eterna y absoluta, la experiencia clínica ha de favorecer la explo-
ración y conciencia de las formas personales de estar en el mundo en relación
con esa conciencia o interrupción.
Ya que esta toma de conciencia la realiza el sujeto, acompañado por el tera-
peuta, aquellos elementos de los que tome conciencia serán el objeto de un
diagnóstico, esto convierte a la clínica gestáltica en una clínica fenomeno-
lógica, consistente en explorar la experiencia personal. Así lo indica Isadore
From cuando realiza la introducción del libro Terapia Gestalt para The Ges-
talt Journal: “la terapia Gestalt es una fenomenología aplicada” (From, como
se citó en Perls et al., 1951, p. 36).
En este escenario, realizar clasicaciones patológicas no es una prioridad para
la clínica gestáltica, pero sí hace un énfasis particular en explorar desde una
aproximación fenomenológica las relaciones del organismo con el ambiente que
llegan a alterar el funcionamiento homeostático y que ameritan que se acom-
pañen de cara a la reintegración. Justamente señalan Perls et al. (1951) que la
tarea del clínico es la de “promover el poder creativo del paciente para volver a
integrar sus partes disociadas” (p. 17).
La apuesta por la comprensión fenomenológica en la Gestalt, pone de maniesto
el principio del aquí y ahora, y le permite comprender que una persona es un orga-
nismo en continua construcción, en movimiento, inacabado y por tanto indenible,
así que establecer una etiqueta con la cual nombrar un fenómeno humano sería
asumir que ese fenómeno ya se estableció y se cerró, lo cual no ocurre, pues ya
que dicha experiencia es de un ser vivo entonces es abierta y dinámica, por lo que
no queda más que describirla desde la experiencia subjetiva.
Por esto la Gestalt resiste a las categorías diagnósticas tradicionales expuestas
en manuales y que consisten en una suma de signos y síntomas, en la elabora-
ción de un corpus que vincule o excluya manifestaciones que luego se convier-
tan en una denición, por tanto, reducción de lo que es el organismo humano.
Así las cosas, evaluar y diagnosticar se han de traducir por describir, en con-
junto con la persona, diversas experiencias insatisfactorias para ella, formas de
adaptación o inadaptación a las que se haya llegado en el curso del crecimiento.
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Ya que dichas experiencias se organizan inicialmente en el escenario de la neu-
rosis (Perls et al., 1951) es posible elaborar una lista de situaciones a describir,
para ampliar la comprensión de la experiencia terapéutica, lo que signica que
debe realizárselas el clínico en relación consigo mismo, en relación con el pa-
ciente, y el paciente para sí mismo, a saber:
- ¿Cuál es el tipo de guras con las que se establece contacto?
- ¿Cómo interactúa la persona con las diferentes guras que le emergen?
- ¿La persona establece un contacto creativo con el entorno?
- ¿Cuáles y cómo se organizan las defensas del organismo para protegerse?
- ¿De qué manera se está estableciendo la relación terapéutica y cómo esta
reeja la forma de relacionarse con el mundo?
- ¿La estructura de la personalidad es rígida y fragmentada?
- ¿Cuáles son los mecanismos defensivos que emergen de la interrupción del contacto?
-¿Es consciente la persona de todo lo anterior y se responsabiliza de ello?
Como se puede identicar en esta lista de preguntas, el psicodiagnóstico es un
acto de valoración continua para que la persona tome conciencia de su forma de
estar en el mundo, en general es una acción a lo largo de toda la terapia y está
en manos del paciente, sin embargo, una identicación por parte del terapeuta
de las formas defensivas o interruptoras de estar en el mundo o contactarse,
favorecerá un mejor acompañamiento de cara a la presentación de los experi-
mentos para la toma de conciencia. Sumado a esto indica Perls (1975a; 1974)
que la psicoterapia analiza el cómo de la experiencia, cómo se recuerda, cómo
se dice y enuncia, cómo se expresa con gestos y cuerpo, qué elementos para-
lingüísticos le acompañan, emociones, tonos, omisiones, y otros.
De otra parte, también evalúa y acompaña la experiencia de ansiedad, for-
mas de percibir, sentir, imaginar, enfrentar la frustración, establecer proyec-
ciones, anclaje en polaridades, soñar, autorregularse, introyectar, movilizar
energía, fantasear, situaciones inconclusas y otras muchas formas de alie-
nación y expresión de la agresividad que mantienen la evasión y el conicto
(Perls y Baugardner, 1994).
En las anteriores situaciones, se sugiere considerar la patología como una al-
teración del contacto, pues esta surge de la relación entre el organismo y el
entorno, “la experiencia se da en la frontera entre el organismo y su entorno”
(Perls et al., 1951, p. 5), por tanto, no pertenece solo al organismo ni al entor-
no, sino que pertenece a todos y se recrea en la frontera del contacto, es decir,
allí donde se establece el vínculo, con esto la ansiedad es ansiedad desde la
frontera de contacto, la depresión es depresión emergente del tipo de contacto,
los delirios son delirios en respuesta a la necesidad de contacto, y así con todas
las posibles patologías clásicas.
Ahora bien, ya que un sujeto en particular es quien vivencia esa relación, en-
tonces en él se reeja o encarna tal ruptura, alteración o sufrimiento. En este
contexto, con la evaluación, no se hace referencia a la patología para clasicar
a las personas, sino para describir patrones de funcionamiento que ocurren
en el campo, en las situaciones aquí y ahora; al mismo tiempo, el tratamiento
apuntaría a la restitución de lo que describe Perls et al. (1951) como el “buen
contacto, como la unicidad, la claridad, el cierre de la relación gura-fondo, la
gracia y la fuerza del movimiento, la espontaneidad y la intensidad de la sen-
sación” (p. 49).
Es necesario insistir en que en esta tarea de acompañamiento, el psicólogo clí-
nico no se excluye del campo, sino que lo congura y participa de él, afectándo-
se y afectando el campo y por tanto a la persona acompañada, por eso indican
Perls et al. (1951) que se debe “practicar la psicología sin ideas preconcebidas
de lo que es normal o anormal; desde este punto de vista, la psicoterapia es un
método no de corrección sino de crecimiento” (p. 19).
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Con esta referencia desde la Gestalt, se identica la anidad con la comprensión
propuesta por Rogers sobre el diagnóstico, a saber, que el juicio de evaluación y
diagnóstico no ha de ser un criterio extrínseco, sino intrínseco, con la conanza
adicional de parte del psicólogo en que el organismo es capaz de reconocer lo
bueno o lo malo de su experiencia y, por tanto, el clínico gestionará las expe-
riencias para que se restituya el proceso de maduración, y con el diagnóstico,
tener conciencia e intensión de la relación.
3.4 May: una clínica de lo ontológico
“A decir verdad, debemos ser cientícos, pero primero y ante todo debemos ser
hombres sabios” (May, 1961, p. 40). Esta referencia resume la perspectiva inte-
grativa, rigurosa y abierta de May en relación con la clínica y que resulta favorable
a la pretensión de la presente investigación de asociar las lógicas de la clínica en
sus funciones y operaciones cientícas, con el nuevo enfoque existencial.
Justamente una comprensión de la propuesta clínica en May, como cualquier
modelo de investigación, pasa por examinar el objeto y el método de su que-
hacer, más aún, cuando May (1961) expresa que “la posición psicológica exis-
tencial no es anticientíca en absoluto. Pero insisto en que resultaría verdade-
ramente irónico si nuestra dedicación a ciertas metodologías psicológicas nos
cegara para la comprensión de los seres humanos” (p. 41).
Respecto al objeto de investigación u objeto de la clínica, el autor presen-
ta los conceptos de salud, enfermedad y neurosis y explora hacia dónde se
debe orientar la tarea del terapeuta. Respecto al método, propone la actitud
y postura epistemológica para desarrollar dicha tarea, esto hace que la clí-
nica existencial tenga un matiz adicional en relación con la clínica tradicio-
nal “como yo la empleo, la palabra existencial hace referencia a una actitud
hacia los seres humanos y a una serie de presupuestos sobre estos seres
humanos” (May, 1967, p. 113).
En este contexto la actitud es el método y los presupuestos son el objeto,
pero no por ello signica que la clínica existencial refunda la clínica o la psi-
cología, sino que hace un énfasis particular en los llamados presupuestos no
se trata “de un sistema de terapia, sino de una actitud hacia la terapia, no de
un conjunto de nuevas técnicas, sino de una preocupación por comprender
la estructura del ser humano y su experiencia, las cuales deben subyacer en
toda técnica” (May, 1961, p. 19).
De lo anterior se desprende que los procedimientos, protocolos, instrumentos,
y en general las estrategias de evaluación, diagnóstico, intervención e inves-
tigación clínica, no son un problema dentro del enfoque existencial, siempre y
cuando estos no conguren toda la tarea del terapeuta y no impidan el recono-
cimiento de la experiencia humana de cada individuo, sin embargo, en la per-
cepción del autor, esta situación suele limitar al clínico tradicional y es por ello
que encuentra en la fenomenología el método adecuado para acercarse a una
comprensión del hombre en su naturaleza básica, y le permite además la iden-
ticación y elaboración de presunciones con las que se examine la vida humana
en general (May, 1967).
La contraposición entre los procedimientos clínicos tradicionales y la feno-
menología como aparente desprendimiento de tal reduccionismo es identi-
cada por May y al mismo tiempo explorada para salvar las brechas, de la
siguiente manera:
A veces el énfasis fenomenológico en psicoterapia se utiliza para me-
nospreciar el aprendizaje de la técnica, o como una excusa para no
estudiar los problemas del diagnóstico y de la dinámica clínica. Opino
que esto es erróneo. Más importante es reconocer el hecho de que las
preocupaciones técnicas y de diagnóstico se hallan a distinto nivel de
la comprensión que tiene lugar en el encuentro inmediato de la prác-
tica terapéutica. El error consiste en confundirlas, o en dejar que una
absorba a la otra (May, 1961, p. 28).
Es crucial por tanto que el clínico comprenda esta diferencia de niveles, pues
de darse tal confusión, el encuentro, la relación y vínculo que se establece en
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la experiencia terapéutica estará interrumpido y alejará al psicólogo de la com-
prensión real. Así, para May toda la formación técnica precede a la psicotera-
pia, entendiendo que la cualicación en los rigurosos métodos y pensamientos
clínicos, los elementos a considerar operativamente en primer nivel estarán
incorporados en el clínico, para que, al momento de encontrarse con la perso-
na, estos ya sean parte implícita y espontánea, desde luego, en el progreso de
la terapia se puede dar un cambio de nivel donde se exploren nuevamente
asuntos diagnósticos dependiendo de las necesidades que se van expresando
por parte del paciente.
May (1961) graca esta situación con el ejemplo del artista que debe aprender
muchas técnicas y considerar muchas acciones y detalles para obtener una obra
perfecta, pero si estos conocimientos aparecen mediando a la hora de pintar,
interrumpen la creatividad y generan ansiedad.
El diagnóstico es una función legítima, particularmente al comienzo de la
terapia, pero distinta de la terapia misma, y requiere actitud y orientación
diversas respecto del paciente. Conviene insistir en que, tan pronto se ini-
cia un tratamiento y se decide acerca de la orientación a seguir, se debe
olvidar desde ese instante el problema del diagnóstico (May, 1961, p. 30).
La actitud y abordaje fenoménico como método del clínico existencial, le permi-
tirá acercarse al fenómeno humano sin que se nuble su presencia y compren-
sión por la técnica, con ello habrá aprendido a pasar del nivel diagnóstico al
nivel terapéutico, ambos, asuntos de la clínica psicológica.
3.4.1 Las características ontológicas: ansiedad versus armación
Establecido el lugar del diagnóstico, como elemento de primer nivel
sobre el que descansa pero no depende ni se reduce la psicoterapia,
entonces la salud pasa al primer plano, pues tanto el diagnóstico
como la psicoterapia se proponen frente a la organización de la enfer-
medad y la neurosis. La enfermedad es consecuencia de la percepción
de amenaza al centro:
Supongo que esta persona, como todos los seres, se tiene a sí mis-
ma como centro, y un ataque a este centro es un ataque a su exis-
tencia. Está en mi consultorio porque su centro se ha perdido o está
amenazado (May, 1967, p. 118).
La amenaza hace emerger la ansiedad, puesto que mientras más se
perciba expuesto el centro, mucho más patológica será la ansiedad en
la medida en que la persona identique los recursos personales para
hacerle frente a la amenaza, la ansiedad igualmente emerge, pero el
centro se preservará sin mayores conictos.
El tipo de respuesta ansiosa, normal o patológica, la intensidad y ma-
nejo de esta hará surgir en diferentes medidas la neurosis, entendida
como un ajuste para contrarrestar la amenaza. Indica May (1961) que
“la neurosis es una adaptación necesaria mediante la cual se preserva el
centro; es una manera de aceptar no-ser, a n de que pueda preservarse
algún ser, aunque restringido” (p. 89).
De la necesidad de preservación del centro y la consecuente ansiedad
y neurosis patológica se desprenden otras características ontológicas
(May, 1961) que son fenómenos comunes a la existencia, pues, aunque
se parte de la consideración de que todas las personas tienen experien-
cias particulares sobre las cuales construyen su vida, es posible identi-
car elementos con los cuales todos tienden a encontrarse y precisan
resolver, siempre desde su contexto personal.
Con tal realidad subjetiva, aunque es presupuestada, el clínico se encon-
trará en el escenario psicoterapéutico y se validará solo allí, por ello el
autor propone “que nos atengamos al único dato real que se nos brinda
en la situación terapéutica, a saber, la persona existente que se sienta
en un consultorio acompañada de su terapeuta” (May, 1961, p. 87).
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En este marco de relación existencial, May observó ciertas lógicas
transversales en la relación humana que se recrea en psicoterapia,
y como consecuencia, principios generalizables a toda la existencia
humana; estos principios se abordarán en el siguiente capítulo, pre-
sentados como los principios ontológicos de la persona. Aunque el
terapeuta siempre tenga presupuestos sobre el paciente, como por
ejemplo la experiencia de ansiedad y las características ontológicas,
May (1967) indica que el terapeuta no debe abandonar la pregunta
sobre la unidad básica de estudio en psicoterapia, en lugar de operar
direccionados por diagnósticos preestablecidos; comprender cuál es
el centro de la terapia o sobre qué centrar los esfuerzos permitiría un
acompañamiento menos pretencioso y reduccionista.
La respuesta a tal cuestionamiento se centra, en primera instancia en señalar
que cuando una persona presenta un problema no se le debe reducir o identi-
car con el problema, eliminando a la persona y reconociéndolo por su alteración,
por ejemplo, el psicótico; puesto que esto sería identicar al individuo a través
de categorías diagnósticas reduccionistas, así que la unidad de estudio no es el
trastorno prioritariamente y el diagnóstico de este tampoco una tarea dominante.
Ya que la unidad básica de estudio no estaría del lado del diagnóstico clá-
sico por su potencial anómico, supresor de la persona, el autor presenta
una respuesta claramente fenomenológica al indicar: “sugiero decir, para
empezar: tenemos dos personas en un espacio dado, en un universo dado”
(May, 1967, p. 99). En este espacio relacional, el terapeuta se presenta
tradicionalmente con la presunción de que la persona llega porque quiere
estar bien, lo que forzaría al clínico a buscar las respuestas y estrategias
para entregar una cura. Sin embargo, más allá de ello, May como terapeuta
existencial, que también tiene presupuestos sobre la persona, asume que
quien está al frente del terapeuta busca en esencia:
A
utoarmase: desea y necesita preservar su centro, un centro que, a diferencia de
un árbol que se equilibra automáticamente, debe ser defendido con su propio valor.
Establecer una relación: en la cual el paciente debe salirse de su cen-
tro para relacionarse con el terapeuta, pues debe salir de él para encon-
trarse en lo social.
Expresar su potencial: pues este es el que se ha perdido y por ello su
vida se ha visto afectada, no poder dar una respuesta satisfactoria en la
que sus valores personales sean conguradores de sentido y satisfacción
se debe entre otras cosas a la alienación y la percepción de amenaza.
Dadas las anteriores situaciones, la relación terapéutica es una expresión
de las formas en que la persona experimenta su vida en general y por
ello lo que ocurre en ese contexto permite explorar de forma particular
el fenómeno humano, en este orden expresa May “he estado convencido
de que se debe entender la naturaleza del hombre mismo como la base
de la ciencia y el arte de la psicoterapia” (1967, p. 93).
3.4.2 La meta de la psicoterapia: un acompañamiento comprensivo
Con base en las anteriores tres manifestaciones, el proceso clínico se
describe de algún modo, desde la experiencia y necesidad de armación,
el encuentro y necesidad de apertura al otro, y la apertura a la nueva
experiencia, la síntesis de estos elementos impactará lo sintomatológico
y la reorganización de la experiencia de sufrimiento.
May expresa que “desde el enfoque ontológico, vemos que la enferme-
dad es precisamente el recurso que el individuo emplea para preservar
su ser” (May, 1967, p. 100) por ello armarse con rigidez es también
un recurso para tolerar la existencia, y al preservar su ser, también está
participando de algún modo en la represión de su potencial.
En el paciente la conciencia de sí mismo, la conciencia del mundo, el cono-
cimiento que elabora sobre su propia experiencia está movilizada y sesgada
GINAGINA
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por su necesidad de mantener su centro, por ello el clínico ha de preguntar-
se qué es lo que sucede para que la persona no sea capaz de reconocerse
en la posibilidad y potencialidad de ajustarse creativamente.
El acento en una psicoterapia centrada en la relación y el encuentro, se
justica por los tres aspectos extraídos del movimiento existencial y que
aportan a la psicología, a saber:
La realidad es fenomenológica: lo que signica que, en lugar de ex-
plicar prioritariamente las causas de una manifestación humana, buscar
los porqués de la enfermedad, los orígenes causales, los puntos neurales
en la conguración del malestar; se debe comprender y describir el sen-
tido personal, la vivencia del sujeto y su relación con esa manifestación.
Examen permanente de los supuestos sobre la experiencia: indica
May (1961) que, a las aproximaciones sobre las diferentes experiencias
humanas, tanto comprensiva como analíticamente, en la teoría como en
la práctica, les subyace un supuesto, prejuicio o modelo conceptual que
debe evaluarse críticamente con continuidad y cuidado, como para que
estos no se esquematicen en la mirada del terapeuta y le impidan tener
una experiencia clara de la experiencia del paciente. En este sentido,
para el autor la realidad humana siempre precede a las conceptualiza-
ciones, y por ello, los fenómenos, antes de ser operacionalizados, tienen
una forma de expresión particular, personal, única y dinámica. Sobre es-
tos fenómenos las ciencias pondrán su mirada y harán un zoom especial
según los intereses o prejuicios del observador, además de las condicio-
nes históricas y culturales que enmarcan las dinámicas investigativas,
y puesto que prejuicios, historia y lógicas de investigación cambian de
algún modo, lo expresado y comprendido sobre el fenómeno debe actua-
lizarse en cada momento, procurando una comprensión siempre consis-
tente con el aquí y ahora de su emergencia.
Con lo anterior se comprende que las investigaciones cientícas con -
todos de cuanticación deben considerarse con la advertencia de que
son reducciones dirigidas, intencionadas por el observador, de fenóme-
nos más trascendentales. Indicar aquí que la ciencia empírica es una
reducción, no signica que acerque al clínico a errores, sino que le entre-
ga miradas posibles y parciales, válidas, aunque no absolutas, siempre
temporales y exploratorias de la existencia.
Cualidad ontológica: lo ontológico en el método existencial signica hacer
del estudio del hombre una ciencia del ser, en la que las aproximaciones al
fenómeno humano han de responder a la pregunta por el ser del hombre en
cuanto tal. En los procedimientos clínicos esto signica que las manifesta-
ciones sintomáticas, las quejas, datos, toda la información y expresiones del
individuo, además de lo emergente del encuentro, no solo tienen un sentido
instrumental sino que son llamados o expresiones del ser en sí mismo, lo que
permite entender que en la angustia, queja o demanda, se juega no solo el
bienestar transitorio sino todo el ser, toda la existencia amenazada, no se trata
de pensar entonces que el síntoma habla solo de la enfermedad, sino de toda
la esencia de la persona expuesta en la experiencia terapéutica.
Lo que estos aspectos permiten comprender, es que la clínica con una
actitud existencial, es decir, abierta y centrada en la realidad concreta
de la persona, se aproxima a la valoración de la experiencia del pacien-
te desde una comprensión de lo ontológico, y de examen constante de
los supuestos, es una clínica consecuencia de una actitud fenoménica,
suspendida temporalmente de prejuicios y con unos métodos que le
correspondan, centrada y volviendo siempre a las cosas mismas, a la
intencionalidad, la descripción y la horizontalidad.
Para lograr responder y permitir tal apertura, la forma de asumir el en-
cuentro clínico ha de ser desde un acompañamiento comprensivo en el
que se pueda recrear una relación que no sea amenazante e inquisitiva,
sino de aceptación y estímulo que lleve al paciente a salir de su centro
GINAGINA
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para la construcción de lo social, el clínico debe, recurriendo a lo mejor
de su humanidad, “ser capaz de establecer una verdadera relación con
otro ser humano que está experimentando una profunda ansiedad, culpa
o el sentimiento de la tragedia inminente” (May, 1967, p. 111).
Hasta aquí se puede advertir que la tarea del psicólogo clínico, sin des-
mérito de las actividades operativas e instrumentales, pero sin que estas
interrumpan e invisibilicen una auténtica comprensión de la persona,
debe involucrar en primer plano, el favorecer un encuentro humano para
que el paciente explore su ontología, reconozca su centro y las amena-
zas a su centro y en una actividad dinámica de ida y vuelta, de apertura
al otro y autoarmación, pueda expresarse existencialmente y encuen-
tre suciente satisfacción con su vida.
Nuestro interés principal en la terapia se centra en el potencial del
ser humano. El objetivo de la terapia es ayudar al paciente a realizar
sus potencialidades (…). El objetivo de la terapia no es la eliminación
de la ansiedad sino, más bien, el cambio de la ansiedad neurótica
por la normal y el desarrollo de la capacidad de vivir con esa ansie-
dad normal y aprovecharla (May, 1967, p. 111).
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Capítulo 4.
El proceso del crecimiento, de lo
bueno a lo perfectible
El presente capítulo se desenvuelve sobre tres ideas transversales y latentes
representadas en fenómenos fundamentales para la psicología de enfoque hu-
manista y con las que se ilustra una estructura del desarrollo, o un proceso
sobre el cual se pueden realizar referencias descriptivas sobre lo bueno y per-
fectible, a lo largo de la vida humana, a saber, el organismo, sus procesos y su
crecimiento.
El organismo: el ser humano, en cuanto ser existente, se expresa desde su
dimensión material, biológica y extensa, pero también desde sus dimensiones
relacionales, psicológicas, espirituales y trascendentales. Al mismo tiempo que
está en el mundo, se diferencia de él gracias a un proceso de toma de concien-
cia y elaboraciones de autoconceptos; esta elaboración de signicados persona-
les se integra a la totalidad de la existencia, recongurándola y permitiéndole a
este organismo trascender su condición básica de ser existente para convertirse
en una persona dotada de cualidades y disposiciones con las que se humaniza.
Esta estructura básica e integradora se reconoce como organismo. Para Maslow
(1965 , p. 15) el organismo es un todo integrado que está en situación con el
entorno y allí construye y crea su carácter, satisface sus necesidades y proyecta
su realización. Roger utiliza el concepto para referirse a lo “global y psicofísico,
al conjunto de funciones constitutivas del hombre, la estructura de la experien-
cia y la manifestación de esta en el comportamiento” (Rogers, 1967 , p. 32). En
este mismo sentido para Perls et al. (1951) el organismo es organismo/entor-
no, y con ello hace referencia a ese ser que se encuentra en un campo con el
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que entra en contacto y de cuya interacción emerge la experiencia. May (1963 )
reconoce al organismo como “un ser humano viviente (…) que ha dejado de ser
solo un organismo animado como en la lógica freudiana, para convertirse en un
ser viviente que muere su vida y vive su muerte” (p. 32).
El proceso: en todas las orientaciones humanistas se reconoce que la exis-
tencia humana en general, y la vida de cada hombre en particular, es proceso.
Schneider et al. (2014) indican que el concepto de actualización describe la
situación en la cual la persona se hace plenamente funcional, aunque es un
ideal que representa la actualización del organismo humano. Esta tendencia ac-
tualizante o tendencia realizadora, no es estática ni estable, es un proceso que
algunas personas logran encontrar en mayor o menor medida; es una historia,
un movimiento de realizaciones y retrocesos.
El crecimiento: es maduración y especialización compleja. Es un principio ge-
neral en la psicología de enfoque humanista es su comprensión en positivo
del desarrollo humano, ya que su revolución en el escenario de la psicología
y la psicoterapia se soportó en rescatar las cualidades positivas del ser huma-
no, para reconocerle como bueno y consciente en lugar de máquina perversa.
Schneider et al. (2014) señalan que Maslow se interesó por la persona plena-
mente funcional, que se autotrasciende y autorrealiza, y pasa de lo básico a lo
trascendental. Sobre Rogers, indican que buscó las condiciones sucientes y
necesarias que le permitieran a los individuos crecer y buscar la realización y el
funcionamiento óptimo, igual fue el caso de Perls quien se preocupó por el cre-
cimiento, la maduración y expansión de las formas de ser, asunto mucho más
en sintonía con May, para quien una de las metas más importantes estaba en la
exploración de la creatividad para desarrollar el potencial.
Aunque no son conceptos que describan fenómenos absolutos y únicos para com-
prender el desarrollo, organismo, proceso y crecimiento son lo sucientemente
transversales, como punto de partida, transcurso y meta, respectivamente. Si
se consideran en un plano tridimensional se habrá de observar al organismo
como punto de partida para el desarrollo, y cuya transformación y construcción
personal es una meta en expansión, que se habilita por un proceso dinámico,
que se realimenta a sí mismo y se presenta en forma toroidal (gura 5).
Si se lee la gura toroidal en movimiento continuo, de adentro hacia afuera,
que va y vuelve en una realimentación continua, el punto de partida se hace
indiferenciado, ya el organismo no es origen, sino que se vuelve origen y meta
y un todo al mismo tiempo, en todas las direcciones y en cada persona, con
diferentes ritmos y situaciones que le alimentan y enmarcan. Las líneas espa-
ciales en los diferentes ejes señalan el crecimiento, las echas hacia arriba y
abajo indican la realimentación constante del organismo y los paneles de colo-
res axiales exponen la multidimensionalidad y multifactorialidad del contexto.
A este nivel, es posible comprender que todo lo que interera en el proceso de
crecimiento que tiene el organismo humano para convertirse en persona y de-
sarrollar todas sus potencialidades, le puede exponer, sugerir o hacer parte de
una conguración patológica o en el mejor de los casos, perfectible.
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Figura 5. Organismo-proceso-crecimiento
Como se ha identicado anteriormente, el ejercicio de la clínica se desarrolla,
en última instancia, de cara a la intervención de los procesos personales o gru-
pales que se presenten desfavorables, la meta de todo lo que se disponga en
el contexto clínico estará orientada, como es sabido, a la maduración, la trans-
formación y el enriquecimiento positivo de las formas del sujeto de estar en el
mundo. En este capítulo se presentan perspectivas de los autores fundadores,
para delinear estas situaciones.
Con la intervención se busca que la persona identique la forma más pertinente
de proceder en relación con su experiencia perfectible o de cara al desarrollo
de las acciones, sensaciones, emociones o pensamientos que se ha propuesto
cambiar y que son la razón de estar en el escenario clínico.
Ya sea por el padecimiento u obstáculo que ha venido a interrumpir el ujo saluda-
ble de la persona y su respectiva adaptación al ambiente o por las nuevas deman-
das de recursos personales para un óptimo funcionamiento, el individuo en consul-
ta ha realizado un balance de su historicidad y se expone a un antes y un después
de la necesidad de acompañamiento. En otras palabras, dado el dinamismo en el
proceso existencial, la persona, previamente al escenario clínico, estaba siendo de
una forma, mientras que en el proceso psicoterapéutico se está experimentando
y construyendo de otra, y se espera que tras el tratamiento o acompañamiento
movilice nuevos recursos para enriquecer su dinámica vital.
Ahora bien, al ubicar a una persona en un antes, durante o después, no se
quiere decir que las estructuras conguradoras de la personalidad se reorga-
nizan completamente como si de un uido que se deposita en recipientes de
muchas formas se tratara, sino que cada carencia o perfeccionamiento suplido
y recreado en el entorno clínico adhiere exponencialmente al constructo previo
o a la gama de posibilidades con las que la persona ha contado, siendo así otra
persona cuantitativamente con una nueva posibilidad cualitativa.
Con lo anterior, se debe reconocer que antes de la queja, la persona se ha desen-
vuelto de alguna manera en el mundo, esto es, tiene una historia. Esta historia es
una compleja organización de todas las dimensiones multicausales que de forma
dialéctica y sinérgica, aportan a la construcción del sí mismo, su propiocepción y su
lugar en el mundo; las emociones, relaciones, experiencias, pensamientos, inteli-
gencia, espiritualidad y estructura orgánica, han convergido en su realidad espa-
cio-temporal hasta el punto que, al ser interpeladas, demandadas o exigidas por el
ambiente o intrínsecamente, el sujeto no ha encontrado en sí mismo un respaldo,
entiéndase por respaldo algunos recursos con el cual continuar la construcción de
su historicidad o la narración de la que venía siendo actor.
Es por ello por lo que el clínico suele recabar la información necesaria para ha-
GINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA
116
cerse una imagen global y un esquema general sobre el cual pueda, progresiva-
mente, profundizar en detalles que inera y denir centrales y organizadores,
según el lugar que cada persona le dé en la cadena de signicados o las refe-
rencias sintomáticas, y según se vaya expresando y reacomodando en la toma
de conciencia y las transacciones afectivas con el terapeuta.
Este panorama conlleva a reconocer que cuando se está en la exploración de un
trastorno o una forma particular de comportamiento, estos no son fenómenos
aislados de una historia, sino que son la consecuencia, hincapié o movilización
de esta. La persona en consulta se habrá visto sofocada por los síntomas que
de alguna manera se le imponen pues no ha contado e identicado los recursos
personales para hacerles frente, o se ha nombrado insuciente para la conse-
cución de nuevos objetivos, razón por la cual, el clínico y el consultante, son
arqueólogos y hermeneutas de esa historia, pues aducen y asumen que existe
una construcción de la persona a lo largo de la misma.
El juicio psicopatológico o el señalamiento de lo que debería ser la historia ac-
tual, lo ha realizado previamente el individuo, y tras ese juicio subjetivo, el tera-
peuta se dispone a explorar cómo se estructuró esa persona actual, de tal modo
que logre comprender las dimensiones que deben ser puestas en evidencia de
la conciencia, reexperimentadas mediante formas creativas, o resignicadas;
pero ya que cada historia o narración es digna en su esencia de ser expuesta y
no juzgada pues es la consecuencia subjetiva de estar en el mundo, entonces
el marco de referencia inicial para el quehacer clínico no puede ser la psicopa-
tología general sino la organización multidimensional de la historia personal.
En otras palabras, el malestar o la necesidad que en el presente es experimen-
tada por la persona, recibirá un signicado igualmente personal, una organi-
zación sintomática personal, una posible categorización o sistematización con
la cual se elabore y mantenga una demanda y sobre lo cual el clínico hilará o
generará las asociaciones entre fenómenos y variables que estén al alcance de
su acompañamiento.
Lo anterior no signica que los sistemas de clasicación, las listas de valoración o
las herramientas diagnósticas se subvaloren, sino que no aparecen en el primer
plano del encuentro haciendo un puente o mediando la relación clínica, sino que
podrán cobrar su espacio cuando el clínico les juzgue como herramienta para am-
pliar la comprensión de una experiencia del paciente, que si bien irreductible, sí es
asimilable por la vía de la evaluación proyectiva u objetiva si fuese el caso.
Así pues, la organización y reorganización de la historia personal, la sistema-
tización de la experiencia subjetiva, antes que señalarse desde un deber ser,
derivado de ideologías o discursos especulativos, es lograda por la psicología
humanista a partir de su aproximación fenomenológica y con ello descriptiva de
las formas en que ocurre, tanto el desarrollo biológico como la vivencia perso-
nal de ese desarrollo.
Dichas formas se derivan de la comprensión de ser humano, no como un pro-
ducto acabado y denido desde siempre, sino de un proceso de maduración que
está sometido o con cierta determinación, enmarcado en el desarrollo saludable
tradicionalmente esperado de la vida, no como una espera estereotipada por
una cultura, sino por referencia de la vida misma, pues la vida propende por
ser vivida. En consecuencia, es posible establecer un marco común de reexión
entre los vinculados a la experiencia clínica, esto quiere decir que el terapeuta
utiliza como referencia fenoménica y pragmática el ciclo vital.
En la gura 6 se ilustra cómo este énfasis en el desarrollo biosociológico es un
elemento objetivo inicial para contrastar lo que se podría señalar como organi-
zaciones patológicas, pues es a lo largo del desarrollo que el paciente ordena la
narración de sus construcciones personales, lo cual le permite al clínico acom-
pañar la toma de conciencia asociada a los caminos que tomó y está tomando
el organismo en su proceso vital, a n de que se evidencie la posible carencia y
consecuente desorganización en el aquí y ahora de la persona, claro está, que
es justamente la vivencia de la persona la que validará el sentido de sufrimiento
o no sufrimiento en sus desarrollos psicobiológicos, que se puede corresponder
o no a unas tareas del desarrollo predenidas o demandadas.
GINAGINA
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La toma de conciencia por la que propenden las terapias humanistas no es de
una conciencia extrasensorial y metafísica, sino que esta solo es posible cuando
el organismo presenta las condiciones estructurales sucientes como para que
de forma dinámica, las experiencias por las que va atravesando, le otorguen o le
omitan recursos personales para el funcionamiento óptimo, así, una mejor con-
ciencia de sí mismo y del mundo está favorecida o disminuida por los diferentes
caminos y ritmos que la persona se haya o le hayan permitido valorar, caminos
o formas que serán el contraste mismo del sufrimiento actual. Esto quiere decir
que la psicopatología que guía los procesos clínicos emerge de la experiencia
personal del paciente a lo largo de su desarrollo evolutivo, y se contrasta con
los valores percibidos, imaginados o demandados intrínseca o extrínsecamente,
y que son el atolladero en las vías del desarrollo de la conciencia.
Se ha de comprender hasta aquí que es objeto de la clínica de enfoque huma-
nista, en primer plano la experiencia subjetiva, pero sin olvidar que esta expe-
riencia se ha articulado en un continuum que, aunque no se pueda demarcar en
etapas exactas del desarrollo dados los ritmos en la maduración psicológica, los
eventos a lo largo del desarrollo son un insumo con el cual el individuo alimenta
y alumbra su experiencia.
Figura 6.
Desarrollo humano
La anterior aproximación organísmica y psicobiológica ha de considerarse como
una integración de las dimensiones corporales y mentales sobre las cuales se
recrean las relaciones, signicados, posibilidades en las expresiones físicas y
funcionales, contextos sociales y relaciones institucionales, anhelos espirituales
y demás áreas vitales a las que se les haya asignado un valor o sentido y sobre
las cuáles el paciente ahora se percibe con la necesidad de ser acompañado.
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En los siguientes segmentos se presentará una aproximación a la descripción
que las principales guras del enfoque humanista han expuesto sobre la com-
prensión de la persona. A través de estos postulados se podrán identicar los
posibles caminos que, de forma tradicional, toma la organización multidimen-
sional y multicausal de la personalidad y que pueden ser objeto de la evalua-
ción por parte del clínico, ya que las particularidades en las narrativas vitales
explican y otorgan información respecto a las necesidades de acompañamiento
por parte del paciente.
4.1 Crecimiento de la persona en la aproximación de Maslow
Las ideas con las que se expondrá la aproximación de Maslow, han sido eviden-
ciadas por los investigadores en los libros fundacionales y capital de otras ex-
presiones del mismo autor, a saber: Motivación y personalidad (Maslow, 1956)
y El hombre autorrealizado (Maslow, 1972).
Para Maslow, la psicología de la época estaba anclada a las pseudosoluciones o
losofías del inconsciente que no necesariamente contaban con un examen crí-
tico y una validación con la que se pusieran a prueba para darle a la psicología
constructos con los cuales pueda trabajarse empíricamente.
Así pues, lo primero que realiza el autor es ubicar al hombre dentro del reino
animal, asignando claro está su propia especie, una naturaleza humana que
permite al hombre tomar conciencia de sí mismo y trascender la cultura y las
inuencias sociales. Seguidamente, el ser humano es comprendido como un or-
ganismo que, aun con una serie de determinantes genéticos y constitucionales,
puede expresar un potencial de realización con el cual expresa su identidad y
se proyecta al futuro (May, 1961).
Tal como lo indica el autor en los supuestos básicos para elaborar una psicología
de la salud (Maslow, 1972), cada ser humano posee una naturaleza esencial-
mente biológica, que al preexistir a los aprendizajes y derivar de la herencia,
entrega información pertinente sobre diversos factores innatos que aportan a
la personalidad.
Esta naturaleza, sin embargo, expresa dos fuentes constituyentes: por una
parte las características de la especia humana en general, y por otra las carac-
terísticas propias del individuo, aquellas que se conguraron para hacerlo un
organismo diferenciado, a partir de esta condición, el ser humano podrá expre-
sarse en el mundo según sus necesidades básicas, sus emociones y su poten-
cialidad, estas tres dimensiones no entregan suciente información como para
considerar al hombre un ser de naturaleza perversa, sino por el contrario con
una base neutral que tiende a lo bueno y que en la medida que se le permitan
las condiciones favorables para su expresión, el hombre podrá desarrollarse
saludablemente.
Esta comprensión del hombre como un organismo, debe realizarse desde una
visión holística, esto es, la integración de la estructura biológica y estructura
psíquica, las cuales se dirigen y organizan en su totalidad según las situaciones
que deba enfrentar el organismo, ya sea algo positivo o algo negativo. Al tomar
la referencia general de la gura 6 , la propuesta de las motivaciones puede
leerse de la siguiente manera.
GINAGINA
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Figura 7.
Esquema sobre el crecimiento, propuesta desde elementos en Maslow
En la gura 7 se puede identicar que la construcción de la historia personal
está organizada por el eje vertical de la estructura biológica que se extiende,
al tiempo, hacia la misma tendencia de las motivaciones de desarrollo, en
ese marco la diagonal de la maduración uctuará según el nivel de satisfac-
ción de los décits y la posibilidad de expresión de las potencialidades, así
mismo, el autoconocimiento que tenga la persona le permitirá sobreponerse
a las condiciones del entorno que le resulten desfavorables para su bienes-
tar, razón por la cual la capacidad creativa es un recurso de adaptación cons-
ciente. El ser humano no obtiene una satisfacción completa de sus necesida-
des, solamente una satisfacción parcial, incluso con esto, puede escalar en
la satisfacción de una nueva necesidad, cada vez menos básica, antes bien
trascendental e intelectiva.
El desarrollo de la personalidad en toda su extensión es el resultado del in-
ujo consciente e inconsciente, de cómo la motivación de desarrollo impul-
sa la satisfacción de las necesidades básicas que son innatas e instintivas,
necesidades que, por ser de tradición biológica, siempre tienden a salir a la
luz, mientras están sometidas y son susceptibles a la modicación por las
presiones sociales que nublan su naturaleza. Esta necesidad es pues una
deciencia que, al igual que los nutrientes esenciales, debe ser suplida. Con
esto, la personalidad sana se relaciona con la satisfacción de las necesida-
des, mientras que la enfermedad signica una ausencia de satisfacción, au-
mento del décit y supresión de la motivación.
La descripción anterior propone una perspectiva del desarrollo humano que
se valida en las investigaciones que Maslow realizó con las personas descritas
como autorrealizadas, y que como consecuencia permitieron obtener las princi-
pales tres clasicaciones que, dentro del escenario clínico, son un esquema para
contrastar el décit en la satisfacción y las cualidades con las que no cuenta el
paciente y que le exponen a la patología y postergación de la autorrealización.
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Tabla 2.
Taxonomías dentro de la teoría de las motivaciones
Jerarquía de necesidades Características del
hombre autorrealizado
Valores del ser
1. Necesidades siológicas (de
sobrevivencia, comer, respirar,
dormir).
2. Necesidades de seguridad
(estabilidad, dependencia,
protección, ausencia de miedo,
ansiedad y caos; estructura, ley y
orden, límites, protección).
3. Sentido de pertenencia y
necesidad de amor (estas
necesidades suponen dar y recibir.
Temor a la soledad, destierro,
rechazo, no pertenencia, falta de
amistad, desarraigo. Grupos F,
necesidad de contacto, intimidad,
pertenencia).
4. Necesidad de estima (fuerza,
logro, educación, maestría,
competencia, conanza ante el
mundo, independencia, libertad.
Reputación, prestigio, fama,
gloria, reconocimiento, atención,
aprecio).
5. Necesidad de autorrealización
(auténticos con su propia
naturaleza. Satisfacer por sí
mismo lo que ella es en potencia.
Es básico tener libertad de
expresión, defensa, equidad,
honestidad, disciplina, acceso a
información, apertura, honestidad).
6. Necesidades cognitivas
básicas (deseos de saber y de
entender). Filosofía, aprendizaje,
experimentación. Esto presenta
patologías como inanición
intelectual, desgano, depresión de
la vitalidad, monotonía, pérdida de
capacidad, iniciativa, desconanza
hacia los demás. Esto es
también la necesidad de buscar
signicado, construir un sistema
de valores.
7. Necesidades estéticas: anhelan
activamente y sus anhelos solo
se satisfacen con la belleza.
Necesidad de orden, simetría,
conclusión, sistema y estructura)
1. Una percepción
superior de la realidad.
2. Una mayor aceptación
de uno mismo, de
los demás y de la
naturaleza.
3. Una mayor
espontaneidad.
4. Una mayor capacidad
de enfoque correcto de
los problemas.
5. Una mayor
independencia y deseo
de intimidad.
6. Una mayor autonomía
y resistencia a la
alienación.
7. Una mayor frescura
de apreciación y riqueza
de reacción emocional.
8. Una mayor frecuencia
de experiencias
superiores.
9. Una mayor
identicación con la
especie humana.
10. Un cambio
(los clínicos dirían
un mejoramiento)
en las relaciones
interpersonales.
11. Una estructura
caracterológica más
democrática.
12. Una mayor
creatividad.
13. Algunos cambios
en la escala de valores
propia.
1. Totalidad (unidad, integración, tendencia a la
unicidad, interconexión, simplicidad.
Organización, estructura, superación de la
dicotomía, orden).
2. Perfección (necesidad, justicia, determinación,
inevitabilidad, conveniencia, equidad.
plenitud, inmejorabilidad).
3. Consumación (terminación, nalidad, justicia,
“estar terminado”, realización, nis y telos, destino,
hado).
4. Justicia (rectitud, orden, legitimidad,
autenticidad).
5. Vida (proceso, no estar muerto, espontaneidad,
autorregulación, funcionamiento pleno).
6. Riqueza (diferenciación, complejidad,
intrincación).
7. Simplicidad (honestidad, desnudez,
esencialidad, estructura abstracta, esencial,
esquemática).
8. Belleza (rectitud, forma, vida, simplicidad,
riqueza, totalidad, perfección, terminación,
unicidad, honestidad).
9. Bondad (rectitud, apetecibilidad, inmejorabilidad,
justicia, benevolencia, honestidad).
10. Unicidad (idiosincrasia, individualidad,
ausencia de comparabilidad, novedad).
11. Carencia de esfuerzo (facilidad, ausencia
de fatiga, empeño o dicultad, atractivo,
funcionamiento perfecto).
12. Alegría (diversión, placer, gozo, viveza, humor,
exuberancia, carencia de esfuerzo).
13. Verdad, honestidad, realidad (desnudez,
simplicidad, riqueza, rectitud, belleza, puro,
limpio y carente de adulteración, consumación,
esencialidad).
14. Autosuciencia (autonomía, independencia,
“carencia de necesidad de ser otro que
uno mismo a n de ser uno mismo”,
autodeterminación, trascendencia del medio,
separación, vivir de acuerdo con las propias
reglas).
Fuente: elaboración de los autores a partir de Maslow (1972).
En la columna de las necesidades se ubican las categorías que describen las
motivaciones generales que los hombres tienden a satisfacer y comparten con
el todo el género humano. A partir de la conducta motivada, es decir, del impul-
so para la satisfacción que emerge de la necesidad o la pérdida de equilibrio, el
hombre aplica sus recursos personales para buscar la satisfacción, para ello se
orienta a unos objetos o fuentes que están en relación con los valores del ser,
el resultado de esta tendencia básica permite la ubicación en mayor o menor
medida en el proceso de autorrealización y la adquisición y consolidación de las
características del hombre autorrealizado.
Por ejemplo, si una persona está movida por su necesidad de pertenencia, qui-
zá tratará de tramitar este décit mediante la consecución de una pareja o de
un grupo social que le asigne la satisfacción física y psicológica, ahora bien, si
en su sistema de valores no se encuentra en primer plano la simplicidad, enton-
ces las fuentes a las que recurrirá estarán caracterizadas por la deshonestidad
y lo articial, lo que no le permitirá mayor espontaneidad, frescura e indepen-
dencia, reduciéndole su progreso en la autorrealización.
Tal ralentización en la tendencia actualizante es consecuencia de la incapacidad
de la autogestión y la no dependencia del ambiente, ya que es característico
del hombre autorrealizado una mayor autonomía e independencia, así cuando
la necesidad de pertenencia aparece, este hombre la satisface de tal modo que
no presenta una dependencia angustiosa ni sugestionable. No quiere decir que
la necesidad no busque ser satisfecha, sino que no se convierte en la totalidad
de la vida de la persona por lo que podrá dar paso a una nueva necesidad de
mayor valía.
Así pues, se puede observar en el escenario clínico, que, de forma básica, la pa-
tología se ha estructurado allí donde la satisfacción es insuciente o no ha per-
mitido trascender positivamente a una metanecesidad, pues cuando un décit
en especíco emerge y se rompe la homeostasis del organismo con su entorno,
el entorno es la meta, es decir, es quien señala con intensidad lo que debe ser
buscado o evitado, pues se presenta como fuente o estímulo. En consecuencia,
GINAGINA
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127126
todas las emociones, instintos, experiencias y potencialidades se dirigen al uní-
sono a la satisfacción, generando una suerte de secuestro o rapto, nublando al
individuo la posibilidad de encontrar otras formas.
Es preciso entonces que el psicólogo clínico de enfoque humanista no deje de
considerar los elementos de tipo orgánico que anteceden al nacimiento, que
afectan la gestación y que acompañan la evolución a lo largo de la vida, pues
estos entregan una información ineludible y de algún modo determinante y en
posible relación con la queja, la dimensión biológica debe considerarse una ex-
presión consecuente o causante del malestar subjetivo.
Al mismo tiempo, ya que toda persona hace lectura de sus necesidades, tradu-
ciéndolas como deseos y procediendo con cierta consciencia en esa búsqueda,
es posible que aspectos psicológicos como metas, anhelos, esperanzas, moti-
vaciones, estímulos, sueños, fantasías, ideas, miedos, angustias, proyectos y
signicados, entre otros, sean susceptibles de una exploración psicotécnica,
de un diagnóstico ordenado y sistemático, para poder correlacionarles con las
necesidades como impulso y la autorrealización como meta, es decir, se puede
establecer, de un modo holístico, la injerencia de unos sobre otros multidirec-
cionalmente.
Con ello, los síntomas y mecanismos defensivos, las respuestas agresivas o
negativas, son formas que tiene el organismo de sobreponerse contra la frus-
tración de no poder expresar y satisfacer sus necesidades básicas, emociones y
potencialidades. De paso se pone en evidencia lo que el organismo necesita en
términos de experiencias de sufrimiento o resolución a la carencia, pues quien
no logra conar en su capacidad para reestablecer la homeostasis y autorre-
gularse hacia la maduración y salud, permite que se ahogue la necesidad y se
suprima la motivación, en consecuencia, se instala la enfermedad.
4.2 Crecimiento de la persona en la aproximación de Rogers
Las fuentes principales en las que se desarrolla la comprensión sobre el ser
humano en la obra de Rogers son, a consideración de los autores de este libro,
la clásica obra El proceso de convertirse en persona (Rogers, 1981a); así como
Psicoterapia y relaciones humanas (Rogers y Kinget, 1971) y Psicoterapia cen-
trada en el cliente (Rogers, 1981b). Estos insumos exponen principalmente las
características de los procesos psicoterapéuticos y las habilidades y actitudes
humanas del terapeuta para llevar a cabo un proceso de acompañamiento clí-
nico exitoso, sin embargo, para llegar a la identicación de aquellos elementos
que deben observarse en la clínica, Rogers también evidencia su comprensión
sobre los procesos de construcción y consolidación por los que atraviesa un
individuo y que le hacen gozar de bienestar y salud o enfermar, razón por la
cual, la comprensión de la organización de la personalidad es la base para el
contraste de los fenómenos clínicos.
Para comprender la propuesta sobre la personalidad, es necesario ubicar a Ro-
gers en una aproximación fenomenológica de la realidad, dentro de esta, incluir
los principios que exponen que la existencia es una totalidad donde ocurren
todas las cosas al mismo tiempo, y donde el sujeto es al mismo objeto de esa
totalidad que organiza su campo fenoménico asignándole signicados o convir-
tiendo el mundo en un utensilio según la integración consciente que haga de él,
así pues, el comportamiento humano, la personalidad como constructo psicoló-
gico es el resultado de la dialéctica entre la experiencia inmediata sujeto-mun-
do y la elaboración consciente que se deriva del sujeto-mundo representado.
La experiencia así entendida, es un campo fenoménico que se afecta con los
signicados que el sujeto asigna y al mismo tiempo se afecta con ellos mis-
mos, es decir, crea una realidad y esta misma entra a ser referencia para las
siguientes elaboraciones, claro está, que aunque el mundo, los otros, ope-
ran inicialmente como agentes neutros, amenazantes o protectores, siempre
están emitiendo una información que, por una parte afectará al organismo
en cuanto estimulo incondicionado, y por otra será traducida por el sujeto
según los marcos de referencia previos. En síntesis, la personalidad y com-
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portamiento del individuo es el resultado de las simbolizaciones o represen-
taciones del mundo y de sí mismo.
Dado lo anterior es posible identicar que la evolución y desarrollo de las per-
sonas, tanto en su esfera de sanidad como las respectivas formaciones patoló-
gicas, están inuidas por las fuerzas externas favorables o desfavorables y por
las fuerzas internas positivas o negativas, aportantes o no a la actualización.
Con la fenomenología como referente epistemológico para la comprensión de
la totalidad, Rogers se aproxima a la vida humana desde su dimensión bioló-
gica. El autor considera que el hombre es un organismo que de forma dinámi-
ca integra todos los recursos que le entregan el entorno y la experiencia para
congurar la percepción de sí mismo y para proyectarse. El hombre evoluciona
progresiva y positivamente al igual que todos los organismos de la naturaleza,
todos se conguran desde lo simple a lo complejo hasta establecerse, no de-
nitivamente, pero sí cada vez más funcionales. Así que el hombre no está a la
deriva de las interacciones del campo fenoménico, sino que es, por tendencia
intrínseca, un promotor de su desarrollo.
Dicha evolución se da de forma inconsciente en lo que respecta a los condicio-
nantes previos como corporalidad, entornos y herencias, sin embargo, cuenta con
cierta libertad para tomar conciencia de los factores circundantes e integrarlos para
la realización de sus metas. Con esto se puede observar que Rogers, en su lectura
sobre la naturaleza humana, tampoco deja a la sombra de la perversión la totali-
dad de lo que es la persona, comprende que las formas destructivas y disociales
de las personas son resultado de mecanismos defensivos y de miedos susceptibles
de ser combatidos conscientemente mediante la psicoterapia y la educación.
El organismo entonces atraviesa por un proceso de convertirse en persona,
pues llegar a ser persona es el resultado de la toma de conciencia, de la auto-
directividad con la que el individuo elija y se haga autónomo, esto no ocurre sin
embargo por inercia, es necesario que se den las condiciones favorables en el
entorno para que todo ese potencial se pueda expresar.
Son dos entonces las fuerzas en este desarrollo: por una parte, la del entorno
y los determinantes previos a la conciencia y, por otra, los signicados perso-
nales, conscientes, que el sujeto pone en marcha. De esta manera, la perso-
nalidad es un estado de tensión psicológica, que puede nombrarse desde la
diferenciación versus la indiferenciación.
Ahora bien, este organismo humano que tiende a la organización y es capaz
de elecciones conscientes y positivas para sí mismo, está movilizado por una
tendencia actualizante, una predisposición propia de todos los organismos
para alcanzar la mejor versión de sí mismos. Allí donde Maslow describió la
motivación como el instinto que dispone la autorrealización, Rogers describe
la tendencia realizadora.
Tal tendencia es la que permite que el niño, a medida que desarrolla su con-
ciencia, vaya estableciendo de forma rudimentaria una idea de sí mismo, y vaya
tomando del ambiente la información con la que tendrá una base conceptual de
referencia para la organización de la identidad, el organismo infantil entra en un
proceso “metabólico” en el que ha de establecer una forma de relacionarse con
el entorno para tomar de él o valerse de él de alguna manera para potenciali-
zar o proteger su identidad. Cuando esta construcción entrega a la persona los
elementos necesarios para la conguración y seguridad del sí mismo, entonces
la tendencia actualizante se convierte en tendencia de autorrealización.
Hasta aquí puede observarse entonces que el organismo y el sí mismo son dos
dimensiones que se integran en una totalidad física y psicológica. El organismo
tiende a la realización y organización de forma inconsciente prioritariamente y el
sí mismo es un autoconcepto según las ideas e ideales conscientes que la persona
elabore. Estas dos dimensiones y procesos, cuando están alineados, permiten la
congruencia, autorrealización y empatía, de lo contrario, emergen la incongruen-
cia, la tensión, el miedo y la enfermedad. La autorrealización es congruencia entre
lo que es el organismo y los signicados del sí-mismo; fenomenológicamente es
la vuelta del sí-mismo a las cosas mismas, al organismo mismo; autorrealización
es también autenticidad y aceptación del sí-mismo, sobre su sí-mismo-organísmi-
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co. El concepto organísmico no debe confundirse con el de organismo, este último
hace referencia a la dimensión física, en contraste con la dimensión psicológica,
mientras que la palabra organísmico se reere a lo propio del ser humano que está
congurando la totalidad, es otra manera de hablar de la totalidad de la existencia
en donde no es posible discriminar lo psíquico y lo orgánico, pues eso que se llama
organísmico es una unicidad congurada, es la totalidad convocada en determina-
da manifestación del ser, también lo íntimo o lo óntico losócamente hablando.
En una observación más detallada del sí-mismo, como dimensión aparente-
mente psicosocial, ha de comprenderse que el sí-mismo es una organización
que toma su información de lo que el individuo conceptualiza de sí mismo en el
presente, y de lo que proyecta como deseo, anhelo o meta en el futuro.
En el presente la persona se hace una imagen de sí misma, se ve de cierta
manera, como cree que debe ser o como ha sido inuenciada a ser. Este auto-
concepto es moderadamente estable e inexible, ya que las personas tienden a
proteger su identidad al ser aquello que asumen como su “yo”, es todo lo que
creen ser y temen que se les juzgue si son de otra manera, pero puede llegar
a ser reorganizado, en la medida que se encuentren en un ambiente de acep-
tación incondicional. Si en el caso del sí-mismo ideal, los deseos que se inte-
gran en la identidad provienen del deseo del otro, de las instituciones, familia,
cultura en general, y por tanto responden a condiciones para la aceptación, la
persona no se expresará auténtica y a ello le sobrevendrá el malestar.
Con esta información se identica que la intervención clínica del psicólogo con un
enfoque humanista rogeriano, apunta en términos generales, a la movilización de
la congruencia, autenticidad y aceptación para una vida plena. Es útil para estos
nes citar las expectativas que desde las investigaciones clínicas propone Rogers
y son útiles para diseñar una estructura descriptiva de contraste para el escenario
clínico, a manera de taxonomía no jerárquica, como en el caso de Maslow, sino de
orden horizontal con igual importancia y urgencia (tabla 3).
Tabla 3.
Taxonomías dentro de la teoría del proceso de convertirse en persona
Características de la persona que funciona integralmente
Orientaciones de las personas en el
proceso de terapia.
Situaciones que debe advertir
el individuo en sus procesos
para convertirse en persona.
Características de la personalidad
modicada por un proceso que le
acerca a la vida plena.
Dejan de usar máscaras. Descubrimiento de sí mismo en la
experiencia Menos ansiedad y vulnerabilidad.
Dejan de sentir y asumir los deberías. Vivencia de los sentimientos. Más exibilidad en la estructura del sí
mismo.
Dejan de satisfacer las expectativas
impuestas Apertura a la experiencia. Menos conductas defensivas.
Dejan de esforzarse por agradar a los
demás.
Conanza en el propio
organismo.
Menos experiencias distorsionadas
sensoriales-viscerales.
Comienzan a autoorientarse. Foco interno de evaluación-
responsabilidad
Comportamiento auténtico,
congruente.
Comienzan a ser un proceso en lugar
de un producto.
Deseo de ser un proceso más
que un producto. Mayor aceptación de sí mismo.
Comienzan a ser toda la complejidad
de su sí mismo. Mayor apertura a la experiencia. Experiencia organísmica integrada al
sí-mismo.
Comienzan a abrirse a la experiencia. Tendencia al vivir existencial. El verdadero sí mismo, es el sí-mismo
orgánico.
Comienzan a aceptar a los demás.
Mayor conanza organísmica,
conanza en la naturaleza
humana.
Mayor aceptación y comprensión a los
demás, sus diferencias.
Comienzan a conar en sí mismos. Tendencia al funcionamiento
pleno.
Sistema de valores exible y
adaptable.
Comienzan a explorar sus recursos
creativos. Mayor riqueza de la vida. Mayor aceptación de los dolores de la
vida de forma constructiva.
Fuente: elaboración de los autores a partir de Rogers (1981a).
Obsérvese, por ejemplo, un caso en el que una mujer adulta llega a la con-
sulta con una gran angustia porque se encuentra en la disyuntiva de conti-
nuar con su relación matrimonial de diez años o separarse y construir una
nueva forma de vida, sin embargo, el continuar con su relación le signica
tener que tolerar a un hombre que es amado y admirado por su familia pero
que para ella es intolerable por las diferencias tan marcadas que ha estado
experimentando en el último año.
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Al indagar por su historia personal y familiar, ella comenta que sus padres son
muy tradicionales y con un gran estatus en medio de su comunidad, siempre le
criaron el a los preceptos y la rectitud que la clase social alta a la que pertene-
cían les ha demandado, su educación se llevó a cabo en instituciones religiosas
y declara obtener los mejores puestos llevada también por la presión de los
padres para que lo hiciera.
Se comprometió y se casó al graduarse de la universidad con un joven que había sido
su amigo desde la infancia y muy cercano a ella por las buenas relaciones que tenían
los padres de ambos, reere que a los ojos de sus padres era un hombre que estaba
a su altura y podía darle lo que necesitara. La relación matrimonial se desarrolló como
ella lo había predicho, pues indica que los matrimonios de sus amigas y de sus padres
y conocidos son una el reproducción uno a uno, siempre llevado además por el esta-
tus, situación con la que ella no estaba inconforme originalmente.
Al indagar más sobre la relación con sus padres, ella dice que los respeta mucho
pues han hecho grandes cosas con disciplina y esfuerzo y así se lo han ense-
ñado. Comenta que quiso ser bailarina desde pequeña, pero su padre dueño
de una empresa le reprochó estas actividades porque no eran productivas ni
decentes, luego en la universidad sus intereses estuvieron en la pintura y las
artes escénicas pero debía realizarlas al escondido, pues a su madre siempre le
pareció una práctica de personas sin ideales, y sin un sentido de la responsabi-
lidad. En este orden, describe su relación con ellos, como un “amor odio, pero
más amor pues son mis padres y a ellos les debo todo”.
El progreso en el escenario terapéutico permitió a la paciente reconocer en su
historia personal una participación muy fuerte de los deseos de sus padres, or-
ganiza la experiencia de ser presionada por sus progenitores a estudiar, y com-
portarse como ellos siempre se lo propusieron, en su discurso aparece la frase
“soy un proyecto de mis papás”. Experimenta con resentimiento y autorrechazo
que nunca pudo estudiar teatro, que estudió para heredar la empresa, que sus
amigos son a conveniencia y su esposo un movimiento estratégico para seguir
manteniendo la comodidad económica a la que estaba acostumbrada.
En lo que respecta a su queja inicial, identica que su indecisión sobre dejar o
no a su pareja, está soportada en que se sentiría muy culpable de defraudar
a sus padres y de “traicionarlos por no lograr llevar un matrimonio como se
debe”, dice que se siente mal con ella misma cuando piensa que va a traicio-
nar también a un hombre bueno, pero que ya siente que la sofoca tener que
llevar esa vida social a la que ahora está sometida, pues si bien le ha dado las
comodidades económicas esperadas, su “corazón arde cuando puede escaparse
a una obra de teatro y a bailar en una discoteca de mala muerte, pero donde
se enteren mis padres, me desheredan, y no hablo de plata, muero para ellos,
dejarían de amarme… ellos y todo el mundo”.
Recurriendo a la taxonomía previamente expuesta, tenemos en este caso a una
persona que necesita usar máscaras de las que se desprende cuando huye de
su ambiente original, reprime y ha reprimido históricamente sus sentimientos
para seguir los deseos de otros, es un producto de la elaboración social y en
consecuencia desconfía de sus propias decisiones.
En el tiempo que estuvo en el proceso clínico, entre otras cosas, se permitió
aceptar su rechazo a sus padres por las formas en que le presionaban, recono-
ció que el amor por su pareja era una forma de agradecimiento y compromiso,
con ello se fue permitiendo una expresión más auténtica de sus emociones y un
“dejándome ser toda completa, si me nace, lo hago y me siento bien con eso”,
es decir una apertura a la experiencia y vivir más existencial.
En consecuencia de lo anterior también atravesó por una etapa defensiva, en la que
creyó que tenía que rechazar todo lo que viniese de otros, pues no eran sus deseos,
se convirtió temporalmente en una persona agresiva y sin intención de asumir otras
responsabilidades en contextos familiares y laborales, en un intento por ser “más yo
misma, ser mi propio proyecto”, pero logró identicar que así como antes no era ella
misma, ahora tampoco pues no se sentía satisfecha con esta versión más “agresiva”
de sí misma. Llegados a ese impase, logró experimentar que expresiones más creati-
vas le podrían aportar mejor a su nuevo proyecto, nadie quería hacerle daño de forma
intencionada y conuir parcialmente con los otros, no signica perder la identidad.
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Actualmente se reconoce como más exible, menos ansiosa y más consciente
y “respetuosa consigo misma”, lo que para la teoría signica una integración y
autoaceptación, sin perder de vista que depende ahora de ella seguir constru-
yéndose, considerando las tendencias organísmicas, sus emociones y deseos.
De forma precisa, ha dejado de comportarse calculando si dejarán de amarla o
no a partir de su comportamiento más congruente consigo misma, lo que tra-
duce autoaceptación que antes tenía soportada en la aceptación condicionada
de sus padres y ambiente cercano.
En este caso se identican, no solo elementos de un proceso de toma de con-
ciencia hacia un funcionamiento óptimo, sino también que, en cuanto a lo psi-
copatológico, el diagnóstico y los caminos del desarrollo terapéutico, estos de-
rivan directamente del marco de referencia del propio sujeto. Centrar la terapia
en la persona signica entre otras cuestiones, que lo bueno o lo malo solo lo
juzga la misma persona protagonista del proceso, no para nes de autorrepro-
che, sino porque el signicado de los síntomas o quejas solo tienen sentido en
una narración personal, en tanto la conciencia y resignicación de ellos, de-
pende completamente de la capacidad que tenga el paciente para aceptarse y
expresarse de forma auténtica en el mundo.
El proceso de convertirse en persona desde la infancia hasta el nal de la vida,
es un proceso con posibilidades de autodirección, ya que es en la conciencia
particular donde se integran todas las informaciones del ambiente, de este
modo, el individuo es el centro de las experiencias ya que procesa aquello que
le resulta signicativo, lo emergente del fondo del campo fenoménico, así, si el
campo o entorno le entrega a la persona información amenazante o positiva,
con ella se construirá la percepción de sí mismo y de su realidad.
Ante tal realidad, no solo el sí mismo como centro identitario, sino todo el or-
ganismo responde, todos los procesos conscientes e inconscientes se ponen en
marcha para elaborar una relación con esa realidad, es decir, el individuo con-
gura su mundo y se congura a sí mismo a partir de allí, en un continuum de
realimentación bidireccional.
Figura 8.
Esquema sobre el crecimiento, propuesta desde elementos en Rogers
En la gura 8 se relaciona a la conciencia con el sí-mismo, pues es la conciencia
el escenario mental en el que se consolidan las simbolizaciones de sí mismo y
de las experiencias. Es la integración de las emociones positivas y negativas, de
lo que emerge del fondo, el resultado de la tensión, que, en lugar de dominar la
vida psíquica en la lógica freudiana del conicto intrapsíquico que es padecido
por el yo, aquí el yo es quien dirige y regula.
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Pero en esta tarea, el yo se convence de sus autoconceptos, que inicialmente
debió tomar del ambiente, los cuales quizá no corresponden a lo que es el or-
ganismo realmente sino una percepción distorsionada. El sí mismo aprende a
mirarse de forma distorsionada, pero no se hace consciente de esto hasta que
no se haga sintomático, por ello las personas se aferran a las versiones de sí
mismas, se rigidizan en sus propios conceptos y todo lo que contradiga estos
esquemas o representaciones les resulta amenazante. Con esto puede emerger
una noción del yo incorrecta, o una realista, según las posibilidades con las que
haya contado el individuo de tener expresiones de libertad y experiencias au-
ténticas (Rogers, 1981b).
Si por el contrario, el individuo no se siente amenazado, juzgado o presionado
a ser de una manera particular, entonces se exibiliza y se permite una expre-
sión auténtica, ya que la valoración o estima positiva externa lleva a la auto-
valoración positiva. La conducta así entendida, es una reacción del organismo
a la realidad subjetiva que ha congurado, lo que en consecuencia indica que
las tensiones que se generen entre el organismo y el ambiente hacen emerger
la necesidad de satisfacer la tensión, de suprimir la necesidad o de recuperar
un funcionamiento positivo por encima de los sufrimientos o contrariedades “el
organismo progresa a través de la lucha y el dolor” (Rogers, 1981b, p. 416).
Para terminar este apartado ha de advertirse que, como lo señala Rogers
(1981b), cuando las condiciones de existencia son tales que exigen un divorcio
constante entre la experiencia y la representación, el sujeto pierde el bienestar,
la conanza y la ecacia, ya no sabe lo que piensa y lo que quiere. Clínicamen-
te, la inadaptación de una persona se congura cuando el mismo sujeto intenta
rechazar las simbolizaciones o las necesidades del organismo, mientras que hay
adaptación cuando se da una integración congruente de las necesidades del
organismo con el sí-mismo consciente.
4.3 Crecimiento de la persona en la aproximación de Perls
La psicoterapia gestáltica, como reformulación inicial de la teoría freudiana,
conserva una comprensión psicodinámica de la vida humana, esto signica que
el tránsito de una persona por el mundo está sometido a las fuerzas biológicas
que demandan satisfacciones, a inuencias sociales que ejercen cierta deter-
minación primordialmente discursiva, y a procesos mentales que no necesaria-
mente están al alcance inmediato de la conciencia, sin embargo, la maduración
de esta propuesta pasó rápidamente de una epistemología psicológica a una
fundamentación de la psicoterapia, lo que signica que no se encuentra allí una
redenición amplia de lo psicológico, sino una serie de fenómenos que habrán
de atenderse en el escenario psicoterapéutico.
Lo que se puede conocer como una fundamentación básica y original del enfoque
gestáltico en psicoterapia, se encuentra expuesto en el libro fundacional Excitación
y crecimiento de la personalidad humana, más conocido como PHG, por las siglas
de los autores. En este se evidencia desde la reexión de Goodman, el lugar de
la sociedad y el ambiente para la constitución del psiquismo; los componentes
comportamentales estimulados, de parte de Heerline; al mismo tiempo que se
evidencia la inuencia de la losofía existencial aportada por Laura Perls.
Esos tres conocimientos se sintetizaron con las experiencias médicas y psicoa-
nalíticas de Frederic Perls, y con ello se presentó el enfoque gestáltico como una
psicoterapia experiencial que hace énfasis en las formas en que las personas
se relacionan con su mundo y su propia experiencia, por tanto, de forma bási-
ca se identicará en el escenario clínico que las alteraciones o particularidades
presentadas por un individuo y que le han llevado a demandar acompañamien-
to psicológico, han emergido de un fracaso de la persona por mantener una
experiencia satisfactoria en la relación con el mundo y consigo misma, esta
expresión sucientemente genérica se explica a continuación a través de la
comprensión del proceso de maduración y crecimiento de la personalidad.
El primer supuesto básico para comprender tal crecimiento es la tautología lo-
sóca de Parménides, de que el “ser es lo que es” que, para la fenomenología,
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se traduce en que el ser es lo que ocurre allí donde es y mientras está siendo.
Esto signica que para comprender la existencia es necesario revisarla en la
dimensión espacio-temporal, el dónde y el cuándo.
Tal premisa, permite abrir el espacio a la preocupación por el aquí y ahora de
la propuesta gestáltica, pues en el análisis fenomenológico-existencial, funda-
mento epistemológico de esta propuesta, la existencia ocurre allí en donde el
organismo se encuentra expresando su vitalidad de forma extensa y cognos-
cente, es decir, allí donde la dimensión corporal ocupa un espacio real y empí-
rico, al tiempo que la dimensión conciencia acompaña esta materialidad para
que el organismo se experimente existente.
Del mismo modo, la temporalidad como aparente categoría mental para la des-
cripción del movimiento y la expresión de la vida, permite demarcar una canti-
dad de experiencias que se sistematicen en la consciencia, lo que signica que
el ahora, que podría describir el momento inmediato en el que la conciencia se
vuelca sobre la existencia, puede extenderse hasta donde el organismo compile
y proyecte su existencia.
En el contexto clínico esta situación evidencia que cuando una persona no ex-
perimenta satisfactoriamente su vida, puede deberse, por una parte, a que su
dimensión corporal no ha recibido la suciente atención como para obtener la
satisfacción de las necesidades que le emergen y en consecuencia hay un ol-
vido o esquematización de las formas de estar a nivel corporal en el mundo y,
por otra parte, como consecuencia o causa, porque su consciencia está siendo
dirigida a situaciones que ya han ocurrido materialmente, y ya no siguen ocu-
rriendo más que como recuerdos que se actualizan, o a situaciones que no han
ocurrido pero que se predicen típicamente de forma catastróca, haciéndolas
ocurrir en la imaginación. Con ello, la dimensión corporal, mental y ambiental,
se conguran en una totalidad para atender el cuándo y dónde está ocurriendo
la existencia en el individuo, lo que afecta su experiencia y por tanto el cómo,
es decir su respuesta adaptativa y positiva o desadaptativa y patológica.
Adviértase la presentación que se realiza de lo corporal, mental y ambiental
como dimensiones, y no debe olvidarse que fenomenológicamente no existen
causa y efecto sino una ocurrencia compleja y total donde se afectan todos
los elementos o formas, una a la otra al mismo tiempo, por lo que estas tres
dimensiones no son partes de un todo, sino que son el todo que para nes di-
dácticos precisan aproximación delimitada y progresiva. El todo es más que la
suma de sus partes.
En relación con las teorías de Maslow y Rogers, se ha de considerar al organis-
mo como una estructura que está integrada por lo biológico y lo animal, que
es un común denominador a todos los hombres, además de lo social y cultural,
síntesis de lo cual, el cuerpo y las experiencias en particular cobran un signi-
cado único en el sujeto.
Derivado del primer caso, lo biológico, se ha de entender en el fenómeno clíni-
co descartando o incorporando, según corresponda, los elementos físicos que
participan en lo patológico o susceptibles de potencializarse en el tratamiento.
Derivado de lo segundo, lo social es otro insumo que da información satisfacto-
ria o amenazante al organismo, razón por la cual también deben rastrearse los
canales comunicantes que también participan en la experiencia clínica.
Con lo anterior, debe reconocerse, que el desarrollo de la personalidad se consi-
dera en el enfoque gestáltico como lo emergente de un campo fenoménico, de
un escenario que sirve como pretexto para el organismo, con lo que la salud es
el mantenimiento equilibrado de este campo. Dicho de otra manera, las diferen-
tes funciones humanas, todo lo que se juega en la vida del hombre, deriva de
las dinámicas relacionales entre personas-personas, persona-mundo, y de los
signicados que tienen estas relaciones para cada individuo: persona-sí mismo.
A tal relación se conoce como contacto, por lo que lo patológico es la ruptura
del contacto que estaba siendo homeostático o de un contacto con situaciones
en las que se intercambian experiencias negativas.
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De la mano del contacto, se requiere entonces de un segundo presupuesto para
la comprensión de esta teoría, a saber, el de la teoría de campo que se traducirá
en gura-fondo. De forma básica se comprende que el campo es el fenóme-
no en el que se vinculan muchas situaciones que interactúan entre sí, y en el
momento en que una de las situaciones tenga una potencia superior a las de-
más, todo el campo se recongurará alrededor de esa potencia; esto hará que
el campo que era un fondo en el cual todas las situaciones eran horizontales o
estaban indiferenciadas, ahora se convierta en el “receptor” de la atención que
recibe la situación más potente, es decir, aquello que se convierte en gura.
La gura traduce una o varias experiencias a las cuales está atendiendo la per-
sona de forma primordial, no quiere decir que las demás situaciones de su vida
desaparezcan, sino que pasan al fondo a la espera de ser atendidas, cuando la
gura que pasó al frente sea resuelta, con el agravante de que, según se re-
suelva esta gura, se reestructurará el campo o fondo, y al mismo tiempo, la
solución que se dé a la gura, será posible con los recursos que aporte el fondo.
Este campo fenoménico recibe el nombre en Gestalt de campo del contacto, y
ciertas formaciones sintomatológicas el de interrupciones del contacto. En esta
aproximación fenomenológica, el organismo y el ambiente son una totalidad
que se coconstruye, es decir, están en el mismo campo determinándose el uno
al otro, pero no se debe olvidar que a diferencia de un campo de objetos, la
persona tiene la posibilidad de jugar un papel activo dentro del campo, pues es
un sujeto con consciencia, con ello, las guras que pasen al frente y la forma de
afrontarlas están al alcance de sujeto como actor consciente dentro del campo
o todo lo contrario cuando es la información del campo la que se impone y la
persona no ltra voluntariamente esta información.
Por tanto, una aproximación clínica debe comprender principalmente el fenó-
meno conocido como frontera del contacto, que de forma simple es la dimen-
sión en la que ocurre la experiencia, es decir, es el límite material del organismo
y el inicio material del ambiente. Con énfasis en que es material, pues en pri-
mera instancia se trata de una frontera física, de la piel de la persona, pero en
segunda instancia, el contacto ya no se hace material, sino que es la coloniza-
ción, signicación, in-corporación que el organismo hace del mundo con y en su
conciencia, esto permite entender que alguien “tome contacto” con situaciones
que no están en el aquí y ahora, pero representen algo propio o externo. “La
experiencia es contacto: es el funcionamiento de la frontera organismo/entor-
no” (Perls et al., 1951, p. 7).
Asúmase un tercer y último presupuesto, el de la analogía del metabolismo
físico, asignada al metabolismo mental. Se ha indicado que el organismo al es-
tar en el entorno se encuentra en un aparente equilibrio, siempre y cuando le
sea posible tomar del entorno lo que necesita para su satisfacción, y también
pueda devolver lo que no necesita pues le es amenazante o no le pertenece o
representa. Esta dinámica es un proceso metabólico, que en su versión salu-
dable recorre el camino de: necesidad-consciencia de necesidad-disposición de
recursos para la satisfacción-movilización hacia la fuente-encuentro con la sa-
tisfacción- vuelta a la calma. Estos momentos describen genéricamente lo que
la Gestalt de forma especíca presenta como ciclo del contacto (sensación-gu-
ra-energetización, acción-contacto-retirada).
Con lo anterior, es posible establecer que lo patológico o lo saludable también
es consecuencia de las formas que tiene el organismo de establecer contacto
con el ambiente, metabolizando o asimilando, o por el contrario bloqueando el
contacto. Los diferentes caminos que tome el contacto harán emerger, por la
insuciente consciencia, mecanismos defensivos que de forma inconsciente in-
tenten reestablecer el equilibrio de manera transitoria.
Resultado de estos tres presupuestos es posible la comprensión del desarrollo
de la persona como se muestra en la gura 9.
GINAGINA
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Figura 9.
Esquema sobre el crecimiento, propuesta desde elementos en Perls
0
Organismo/Ambiente
Self - Consciencia
Maduración - homeostasis
Campo fenoménico - Fondo
Contacto
Creatividad
Metabolismo
Defensas
Experiencia
El nacimiento del organismo humano se da en un contexto o ambiente que está
cargado de las historias y prácticas culturales, de instituciones y dinámicas re-
lacionales que le preceden y por tanto ya tienen delimitados los recursos que el
organismo puede encontrar para mantener la vida. Claro está, estos recursos
son el ground básico con el que se constituirá el yo, pero que no necesariamen-
te sea lo único con lo que contará denitivamente, es solo un insumo inicial,
pero sucientemente importante como para que a partir de allí las formas de
establecer contacto se organicen.
Según lo presentado, los fenómenos clínicos están asociados a los recursos in-
sucientes o negativos que hayan sido parte del ground y que según la patolo-
gía precisan delimitarse. Si, por el contrario, el organismo ha tenido un campo
o fondo sucientemente satisfactorio, protector y equilibrado, tendrá insumos
sucientes para construirse a sí mismo, para diferenciarse como una persona
que ha hecho propios sus recursos y le han de servir para responder a otras
demandas futuras del ambiente.
El proceso de crecimiento de la personalidad humana es la consecuencia del
dónde, cuándo y cómo el organismo se enfrente con diversas tareas del de-
sarrollo y demandas ambientales, adicional a las expectativas y deseos que el
organismo se forme para sí mismo, sea por la fantasía o por los introyectos, que
son todas las demandas que el ambiente hace a lo largo de la vida y de los que
el individuo se convence y repite acríticamente.
Con esto, el metabolismo mental sugiere que las personas se alimentan de lo
que les rodea, asimilan tal alimento haciéndolo parte de sí mismo, y podrán
desechar aquello que no esté acorde a sus necesidades, lo que resulta proble-
mático a este nivel es que las personas pueden creer que muchas formas de
vida son un deseo personal o una necesidad propia, pero están ejecutando el
guion demarcado por el ambiente, entiéndase por ambiente a padres, fami-
liares, amigos, parejas, autoridades, etc. “El organismo sobrevive asimilando,
cambiando y creciendo” (Perls et al., 1951, p. 9).
Tal proceso metabólico inadecuado, deja en evidencia que las personas han
establecido un contacto de mala calidad, que perdieron el contacto con sus pro-
pias sensaciones y satisfacciones y se contactaron con el mundo hasta cargarlo.
Este contacto jo es una imposibilidad de retirada, de terminación del vínculo
con el ambiente.
GINAGINA
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145144
Aunque el campo fenoménico es una totalidad en el que las dimensiones tienen
la misma importancia y posibilidad de emergencia, el organismo está en una
aparente dialéctica con el ambiente, para la cual necesita la fuerza destructiva,
sobreponerse y negarse o limitar lo que el ambiente quiere descargar sobre él,
si de esta dialéctica el organismo puede extraer un aprendizaje para futuras y
saludables adaptaciones, entonces continúa su proceso de maduración. De otro
modo, queda al servicio de guras para las cuales no cuenta con los recursos de
trámite, es decir, guras que emergen demandando una respuesta. “El proceso
de formación gura/fondo es un proceso dinámico en el que las necesidades y
los recursos del campo prestan progresivamente sus poderes al interés, inten-
sidad y fuerza de la gura” (Perls et al., 1951, p. 11).
Ya que el organismo debe responder de cualquier manera, lo realizará con lo
que tenga en su fondo, a esto se le conoce como ajuste creativo, que es un
intento de conservación, confrontación y asimilación para mantenerse seguro.
Con ello señalan Perls et al. (1951) que “la psicología de lo no normal, es el
estudio de la interrupción, inhibición u otros accidentes a lo largo del ajuste
creativo” (p. 10).
El contrario de estos ajustes es la creatividad, que es la consecuencia de atravesar
conscientemente por experiencias de las que se puedan asimilar recursos saluda-
bles; allí donde en el ground o fondo temprano no fue suciente para el organismo,
en la medida que madura puede entrar en contacto con experiencias que prolon-
guen o restituyan el equilibrio “la respuesta consciente en el campo (orientación o
manipulación) es el agente del crecimiento” (Perls et al., 1951, p. 9).
De algún modo, el proceso terapéutico se orienta hacia el acompañamiento del
individuo para que se permita tener experiencias con las que se contacte de tal
manera que, tome de ellas lo que requiera para construirse y reintegrarse. El
clínico entonces ha de evaluar la calidad del contacto, las formas de interrumpir
el contacto, las alteraciones que emergen en la frontera del contacto, la canti-
dad de contacto y las dimensiones de la existencia con las que más contacto se
establece. La conciencia es una función del contacto.
Perls expresa que, a lo largo del crecimiento, el organismo va perdiendo par-
tes de su personalidad pues el sometimiento a las demandas del ambiente y
la necesidad de controlar el mundo de forma angustiante, le hacen perder la
espontaneidad y la uidez en el campo. Consecuencia de ello son las diferentes
dimensiones: cuerpo, mente y mundo, sufren una desintegración, y alguna de
ellas o ninguna pasa a resolver las Gestalt que emerjan, así las cosas, se debe
identicar con cuál dimensión de su existencia está más contactado el orga-
nismo para poder vislumbrar cómo la desintegración de la totalidad también
del organismo se suma a la desintegración organismo-mundo, este proceso de
completar gestalten se jaría de tal forma que en consecuencia se organicen
experiencias de enfermedad.
4.4 Crecimiento de la persona en la aproximación de May
Rollo May aporta al enfoque humanista, tanto producción literaria como ante-
cedentes en la formación, por ejemplo, del teólogo y lósofo Paul Tillich, tanto
Rogers como May se aanzaron en la fenomenología existencial durante su for-
mación en el Union Theological Seminary. Si bien no es el alcance de este volu-
men exponer la psicología existencial, ya que sería obligatorio exponer las ideas
de Ludwig Binswanger, Medard Boss, Erich Fromm, Ronald Laing, Víctor Frankl,
entre otros, las conceptualizaciones de May se desarrollaron de forma cercana
con las de Rogers y Maslow y otros psicólogos norteamericanos, mientras que
los psiquiatras y psicólogos europeos entraron en el marco de la corriente hu-
manista posteriormente.
Las anidades entre el enfoque humanista y el existencial se fundaron concreta-
mente en el trabajo sintetizado por la editorial Random House en 1961, y cuya
fuente es valorada por los autores e investigadores del presente libro como
una base obligatoria para orientar la comprensión de muchos otros conceptos
en la psicología de enfoque humanista y existencial. En dicha obra la editorial
convocó a guras como Abraham Maslow, Carl Rogers y Rollo May, entre otras
importantes guras de la psicología de la época, para exponer las percepciones
y fundamentos de una psicología existencial (May, 1961).
GINAGINA
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En la lógica de las exposiciones anteriores, ha de comprenderse que en May
también se asume al individuo como un organismo integrado o como una ges-
talt, es decir, una organización de funciones y dimensiones que al unísono per-
miten la expresión de la vida humana, pero de forma más compleja que la
biología general.
El hombre comparte con el resto de los seres vivos, animales y plantas, pro-
cesos básicos que le permiten orientarse al desarrollo y mantenimiento de la
vida, procesos defensivos y adaptativos que de forma mecánica le permiten
una adaptación adecuada al ambiente, pero May es mucho más incisivo en
que la psicología y las ciencias que se ocupen del hombre, deben trascender
las interpretaciones biológicas y mecanicistas. De igual manera, indicó que es
absurdo negar los fundamentos y determinismos que preceden y acompañan la
biología humana, mas, explicar la complejidad del hombre desde tales procesos
signica converger en la explicación más simple y justo allí se pierde lo que es
el hombre mismo, que no es para nada simple.
A diferencia de lo que se pudo observar con Maslow y Rogers, May no realiza
una propuesta sobre el desarrollo del individuo en la que se puedan identicar
fases del ciclo vital o factores asociados, proceso de maduración, aprendizaje o
motivaciones, pues esto signicaría fragmentar la experiencia humana; a falta
de esta referencia más desarrollista, del proceso clínico no se podrían obtener
categorías en las que se identiquen alteraciones antecedentes y explicativas
del comportamiento humano, ya que para el autor, intentar comprender al ser
humano desde los mecanismos que permiten su conducta no hacen posible te-
ner una comprensión de lo que es realmente la experiencia de la persona en el
escenario clínico, ni de lo humano en general.
Sin estos criterios, los nes diagnósticos en la clínica humanista tienen otra ló-
gica, y es justamente la que corresponde al método fenomenológico con el cual,
al ser humano ha de comprendérsele desde su contexto personal y ontológico,
desde lo que le caracteriza como humano e individuo y le hace ser él y no otra
cosa u otra persona. May indica que en lugar de observar tratando de identicar
un porqué y un cómo, el terapeuta experimenta el encuentro, se reconoce como
parte del fenómeno relacional y orienta la conciencia propia y la del paciente, a
la presencia, es decir, a lo que ocurre en el momento especíco de la relación
terapéutica.
Derivado de lo anterior y volviendo a la comprensión del hombre, para el autor
no es recomendable ver el desarrollo de la vida como un proceso que mecáni-
camente se puede clasicar y en el que la patología sería una alteración de ese
funcionamiento, sino que la actitud fenomenológica debe llevar a la compresión
de las formas en que el hombre “vive su muerte y muere su vida” (May 1963,
p. 32), por lo cual, el psicólogo clínico debe estar por encima de las interpreta-
ciones y prejuicios de la teoría, que si bien son importantes, también deben ser
prescindibles en el encuentro psicoterapéutico para que se exprese el hombre
desde su ontología.
Se obliga así una propuesta orientadora que permita identicar situaciones sus-
ceptibles de valoración clínica, ha de establecerse que el desarrollo de la perso-
nalidad es la consecuencia del tránsito que el individuo atraviesa desde su na-
cimiento hasta su muerte, para la expresión de sus características ontológicas,
con esto, dichas características son el objeto de observación del clínico a n de
evidenciar la vivencia actual de las mismas, y cómo puede ser esta forma de
vivenciar lo que aporta al malestar subjetivo.
Al macrocontexto de la expresión ontológica, es decir, a la situación en la cual
se encuentra el hombre y dentro de la cual se expresa, May lo nombra desti-
no esto es, todos los determinantes biológicos, predisposiciones genéticas y
factores psicológicos y culturales en los que se enmarca la existencia. No debe
entenderse, sin embargo, el destino como una suma de determinantes, sino de
elementos dados para que la vida se exprese, pero también muera, en térmi-
nos de Sartre, son las facticidades, lo que está puesto pero que no señala una
intensidad de determinación, pues el hombre tiene la posibilidad de elegir en
ese marco, dentro de lo que puede llegar a ser.
GINAGINA
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La vida es pues una especie de dialéctica en la que el destino se presenta como
opción, pero a la que se contrapone la libertad, fenómeno este último que es
la consecuencia de la conciencia que el hombre tiene de su existencia y de su
destino, lo que signica que, cuando elige, pone en evidencia que vive en los
límites del destino, mismos límites que pueden expandirse cada vez que se eli-
ge. Libertad y destino son por tanto dos fenómenos inseparables que se fundan
el uno al otro.
No se niega aquí que el hombre cuente con ciertos determinantes dentro de su
vida, sino que es el individuo quien asigna la fuerza o el nivel de determinismo
a los determinantes, lo que, en la versión existencial más clásica, signica que
cada hombre puede elegir cómo dejarse afectar de sus determinantes en la me-
dida que les otorga ciertos signicados, y en la medida que les dé y convierta
en valores. En este sentido indica May (1967) que “el hombre es el valuador
que, en el propio acto de valorar, está comprometido a moldear su mundo, al
adecuarse a su medio y al adecuar su medio a sí mismo” (p. 88).
Con lo anterior se obtiene una pregunta orientadora para la comprensión clí-
nica: ¿es quizá el estado actual del individuo, su expresión patológica o sufri-
miento, consecuencia de sus elecciones y de la forma en que funda su libertad,
o de otra manera consecuencia de asumir su destino como una determinación
ineludible? Ya que la respuesta puede ser armativa, es necesario explorar qué
conciencia tiene el individuo de tal situación y cómo esta cantidad y cualidad de
conciencia le permiten prolongar o modicar su experiencia.
Esta dialéctica de libertad y destino se encuentra en la propuesta de May de
forma transversal, pues presentó al hombre también como un ser que puede
permitirse ser de forma libre y espontánea, que se exprese su ontología, o pue-
de convertirse a sí mismo en un objeto que debe ser controlado y controlar el
mundo en cada detalle, por el miedo a la libertad, en otras palabras, el hombre
se expone a un dilema en el que por un lado está lo indeterminado y congu-
rable sin certeza alguna, y por otro, lo determinado y controlado pero reduc-
cionista. Adelantando la conclusión de esta propuesta, según el manejo que dé
a la angustia emergente entre ser o no ser y la necesidad de elegir o eludir la
responsabilidad por su libertad, emergerán o no las formas patológicas.
Sentado con lo anterior el marco de referencia para hacer lectura del devenir de
la personalidad, se precisa señalar lo que May presentó como las características
del hombre existente, “características ontológicas” (May, 1961, p. 8) que pue-
den ser la base para una ciencia del hombre que no fragmente su humanidad
al estudiarlo.
El primer principio señala que todos los seres humanos tienen un centro, una
conguración que se amenaza completa, si alguno de sus aspectos se encuen-
tra amenazado, por lo tanto, las expresiones patológicas son una recongura-
ción de todo el organismo a n de proteger el centro, más aún, el centro mismo
puede reorganizarse para protegerse del ambiente.
Este primer principio permite establecer una relación con las ideas ya expuestas
en las que Maslow, Rogers y Perls ubican al organismo en medio del ambiente,
interactuando con él, tomando lo que requiere para su satisfacción y dejando
lo que no, pero en May no se apunta a la homeostasis donde organismo y am-
biente están en equilibrio, aquí el organismo responde defensivamente a las
afectaciones percibidas sobre su centro, y defensivamente se congura para
protegerse. Esto permite entender lo que May identicó como revolucionario en
su teoría, y es que las patologías neuróticas no son el fracaso de la adaptación
sino la adaptación misma, es una forma de ser, en lugar de no ser, es la sínte-
sis del dilema o de la dialéctica existencial. Puede considerarse una relación
cercana con el ajuste creativo propuesto en la Gestalt, sin embargo, en May
tal adaptación no es necesariamente inconsciente, sino que hacen parte de las
opciones valoradas, elegidas y expresadas.
De lo anterior se deriva el segundo principio: toda persona se autoarma, es
decir, necesita preservar su centro y para tales nes pone en marcha su volun-
tad, que es la presunción y consideración de llevar a cabo decisiones y acciones
que le permitan una forma de estar en el mundo, la voluntad es la puerta dota-
GINAGINA
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151150
da de conciencia por la que el deseo se desliza, mediante la voluntad se regula
el deseo, que en palabras de De Castro y García (2011) es una cualidad llena
de signicado enmarcada en el proceso experiencial. Por tanto, puede ser cana-
lizado, negado o expresado por la persona, voluntariamente, según los valores
que quiera armar en esa experiencia, según el centro que precise proteger o
las nuevas formas de ser que se permite experimentar.
Estos dos principios permiten formular preguntas para la comprensión clínica,
como ¿cuál es el centro que necesita proteger la persona?, ¿es consciente de
sus formas de protegerse y armarse?, ¿está siendo consciente de sus deseos
y expresándolos voluntariamente?, ¿qué tanto participa la persona en la cons-
trucción libre de su experiencia, o está siendo dominada por impulsos y necesi-
dades que le son impuestas?, ¿es su centro un centro valorado personalmente,
o sugerido por otros?
Con la importancia en la autoarmación, el tercer principio, sin embargo, propone
que las personas tienen la necesidad de salir de su centro para relacionarse con
otros. Para comprender este fenómeno se precisa tener como premisa que la per-
sona tiende a mantener su centro y además lo deende para no dejar de ser o pro-
teger sus valores, así pues, tal movimiento defensivo hace que el encuentro con
otras personas esté mediado potencialmente por una percepción de vulnerabilidad
o por una de omnipotencia, de otro modo puede entenderse como una inexibili-
dad del centro o una permeabilidad que le exponga a la pérdida de frontera.
Todo ello ocurre porque la persona desarrolla una experiencia de determinismo,
en la cual asume que lo que se le presenta se le impone, así que se resiste a ex-
ponerse, haciéndose rígido, inexible y cerrado a la experiencia, del otro lado,
se puede encontrar tal permeabilidad y poca rmeza en los valores personales,
que se conuirá hacia la voluntad del otro hasta que la identidad se fracture.
Así pues, la persona debe atravesar el dilema entre mantenerse intacta ante la
experiencia que se recrea con el otro, a exponerse en un campo en el que toda
su realidad estará congurándose con otro, o disponerse al encuentro, a ser-
en-el-mundo-con-el-otro, con lo que implica poner en juego lo que Kelly llama-
se a su modo sus “constructos personales” o para May, sus valores centrados;
incluso dentro del campo terapéutico, por lo cual el clínico ha de considerar que
las formas en que se exprese el individuo en el marco de la evaluación y trata-
miento, está afectado por la apertura o no a salir del centro.
Consecuentemente se presenta el cuarto principio, las personas tienen un cen-
tro de percatación o vigilancia para la defensa, esta es una respuesta primitiva.
Existe aquí una particularidad importante en relación con la propuesta gestáltica,
pues en ella la palabra awareness es usada para nombrar el proceso que tiene
las personas de tomar conciencia de sus sensaciones, percepciones e imagina-
rios, es la nalidad de la terapia y de un modo de vida actualizado en el tiempo
y espacio donde ocurre la existencia. Mientras que para May awareness es solo
una tendencia a discriminar aquello que puede resultar amenazante, el paso a
un nivel mayor de conciencia le llamará en el quinto principio autoconciencia.
La autoconciencia como quinto principio, ubica al hombre en un plano de ex-
clusividad por la complejidad que conlleva, puesto que el animal también se
percata de que es amenazado, pero no tiene la conciencia yoica en la amenaza,
es decir, no se reconoce de forma personal involucrado, no asume la amenaza y
le da un signicado trascendental para sí mismo, no ve alterada su relación con
el mundo por el riesgo de romperse esa relación. La amenaza para el animal es
un ataque a su integridad, pero no puede dejar de percatarse como respuesta
automática. Mientras que el ser humano le otorga signicados a la amenaza, da
signicados a sus propias respuestas e incluso a su funcionamiento como orga-
nismo, con lo cual, luego de que el fenómeno es observado, cambia la totalidad
del funcionamiento.
Es por lo anterior que, en el escenario clínico, cuando una persona toma conciencia de
sus formas de funcionar o relacionarse con el mundo, no cambia de forma automática,
pero el hecho de mirarse a sí mismo, de descubrirse implicado y actor de su experien-
cia, el hecho de tener este in-sight, le da la posibilidad de tomar el control, en alguna
medida, de las siguientes formas de expresión o de estar en el mundo.
GINAGINA
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Esta idea tiene relación con la propuesta holística de Maslow cuando propone
que todo el organismo se pone en función de atender la necesidad que emer-
ge, y juntamente con la propuesta de autodistanciamiento en Frank, donde el
hombre se observa a sí mismo para orientarse. Es pues también la propuesta
heideggeriana en la que el hombre se juega la vida toda, en cada elección, por
ello es un dilema, porque allí es sujeto y objeto de sí mismo.
Ya en el escenario del sexto principio, se encuentra la ansiedad. Tal como se ha
referenciado y en congruencia con lo expuesto por De Castro y García (2011)
la experiencia de ansiedad está en el centro de la vida psíquica del hombre, de
sus decisiones y proyectos. La ansiedad es una respuesta en la que participan
procesos neuropsicológicos y neurosiológicos, pero es la capacidad de con-
ciencia de sí mismo la que permite que la ansiedad emerja como resultado de
la percepción de amenaza, “la ansiedad es el estado del ser humano en la lucha
contra lo que podría destruir su ser” (May, 1961, p. 97).
Ahora bien, que la ansiedad varíe de persona a persona, dependerá de los signi-
cados y valores que el individuo haya establecido para dar respuesta a su ser,
allí donde descubra en juego sus valores más centrales, la ansiedad emergerá,
incluso como algo normal y como parte del crecimiento, pero cuando los valores
son tan inexibles que se organizan como un dogma, entonces la ansiedad se
hace patológica.
El círculo de estas características ontológicas se cierra para dar paso a una com-
prensión adicional del proceso de desarrollo vital, en cada momento del desarro-
llo el individuo se congura a sí mismo desde y alrededor de representaciones y
valores que asigna a su realidad, pero el crecimiento y maduración biológica y
psicológica obliga a la transmutación o revaloración, lo que signica que la ansie-
dad siempre acompaña la vida del hombre y justamente es un estímulo para la
rearmación y para el cambio, esto último siempre que la persona se permita una
renuncia a la seguridad con la que contaba en la denición de su ser.
Con esto es pertinente considerar la pregunta para nes comprensivos del fenó-
meno clínico ¿cuáles son los valores centrados, o personales a los que se aferra
la persona?, ¿cuál es su sistema de valores?, ¿qué patrones valorativos utiliza y
ha utilizado para representarse a sí mismo y al mundo?, ¿está la persona per-
catándose de un mundo que amenaza todo su ser?
Para recapitular, se puede observar de la mano de la gura 10, que el hombre
no debe reducirse a los componentes biológicos, aunque estos hacen parte del
repertorio del destino, y justamente las características ontológicas que el hom-
bre comparte con todos los seres vivos y las que le hacen propiamente humano,
le permiten afrontar la experiencia con cierto margen de libertad, dicho afron-
tamiento estará atravesado por el sistema de valores personales y la ansiedad
que se movilice en dicha situación. Con la meta superior que es la autoconcien-
cia el hombre se moldea a sí mismo según moldea el mundo, con la conciencia
se procura trascender el destino, según May “la existencia del hombre consiste,
en última instancia, en su libertad” (May, 1961, p. 46).
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Figura 10.
Esquema sobre el crecimiento, propuesta desde elementos en May
Reconózcase que en la parte superior de la gura se presentan tres conceptos
que también se convierten en elementos comprensivos del proceso humano.
Tal como se indicó al inicio, fenomenológicamente cada persona congura su
realidad y esa particularidad es el marco de referencia para las valoraciones
que hace el terapeuta, ahora bien, esa realidad es una construcción con la que
se vincula y en la que se implica el individuo como sujeto y como objeto de sí
mismo, pero no es clara la relación establecida hasta no identicar el elemento
que amalgama el campo, esto es la intencionalidad, “la estructura de signica-
do que hace posible para nosotros, que somos los sujetos, ver y comprender
el mundo externo, que es objetivo. Con la intencionalidad, se vence en parte la
dicotomía entre sujeto y objeto” (May, 1971, p. 225).
La intencionalidad es lo que dirige las acciones de la persona y le permite, cons-
ciente e inconscientemente, establecer un vínculo con sus contextos existencia-
les, a saber, determina el tipo de relación que el sujeto establezca con el mundo
material, y los determinantes (Umwelt) con las personas y representaciones de
estas (Mitwelt) y consigo mismo (Eigenwelt).
La intencionalidad es arrojar las acciones al futuro, las mismas que se recrean
en el presente, así pues, presente y futuro son dimensiones en las que se re-
crean las decisiones y las acciones con las cuales se funda la experiencia, tanto
traumática como saludable. Por lo anterior las tres formas de estar en el mundo
son dinámicas, exibles, continuas, susceptibles de redenición y de signica-
do, la enfermedad, por tanto, también es la negación de esta posibilidad.
4.5 Volviendo al proceso
La palabra proceso tiene una particularidad en su etimología latina: processus,
que hace referencia a marchar, avanzar, ir hacia adelante; así que cuando se
sugiere que el ser humano es un proceso, no solamente se indica que está en
continuo cambio, sino también que ese cambio ocurre hacia adelante, de cara
al desarrollo y la realización de la potencialidad, es decir, de aquello que puede
llegar a ser porque está en su condición poder serlo.
En otras palabras, si una persona desarrolla su inteligencia y se convierte en un
cientíco, es porque esa cualidad no estaba precongurada en su esencia, pero
sí hacía parte de las posibilidades de estar en el mundo; no ocurre lo mismo si
una persona se propone convertirse en un árbol de limones, pues tal propósito,
a nivel material y esencial, estructural y procesualmente le escapa a su actua-
lidad y potencia.
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El proceso así entendido, es proceso de realización de potencialidades, de cam-
bio, crecimiento, desarrollo, evolución realización, satisfacción, maduración, in-
dividuación y personicación. Todas estas palabras y muchas otras, conllevan
una connotación positiva, sugieren una gama de manifestaciones, de las cuales
no se puede conocer el origen concreto ni el n último, pero en las que descansa
la descripción de los sentidos (dirección y contenido) de la tendencia personal.
Tal como se justicó al inicio del capítulo, los organismos humanos, en el mun-
do y con el mundo, se expresan como proceso, primordialmente sano, bueno,
equilibrado y armónico, organizado, bello e integrado y todas las calicaciones
que puedan expresarse en la relación terapéutica, así que, cuando el crecimien-
to o tendencia realizadora de ese proceso se interrumpe, entonces allí emerge
una necesidad de acompañar, una situación susceptible de recrearse en el cam-
po terapéutico, derivado del cual, la clínica o el acto de cuidar, puede favorecer
la revitalización de dichos procesos.
La literatura de Maslow, Rogers, Perls y May, que se ha presentado y no es toda
la posible, ha servido para identicar una serie de características que les son pro-
pias a las personas, pero que deben siempre abrir el paso a expresiones íntimas
de cada individuo, que seguramente no queden representadas en los conceptos
sugeridos, ni en otros de nuevos autores. Lo que puede concluirse, sin embargo,
es que, para que la persona se experimente de una determinada manera en el pre-
sente, convergen condiciones positivas y negativas, al alcance de la comprensión
clínica, aquí radica un gran reto del psicólogo de enfoque humanista.
GINAGINA
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Capítulo 5.
Conceptos fundamentales para
articular una comprensión de lo
psicopatológico
En los albores de la psicología con enfoque humanista, se estableció una dinámica
reformista que puso en cuestión, en primera instancia, la patologización y percep-
ción de lo humano como algo enfermo y relacionado a lo malo, esta era la apro-
ximación del conductismo clásico que buscaba la corrección de comportamientos
desfavorables desde un criterio social, también la aproximación de un psicoanálisis
descubridor de perversiones asociadas al malestar y la enfermedad.
La intención de no heredar el reduccionismo médico, mecanicista y experimen-
talista de esa tradición, le impulsaron a centrar su actividad en una dimensión
positiva, optimista, potencializable y desarrollable de los aspectos saludables
de la persona; devolviéndole al individuo la capacidad de utilizar la consciencia
para ordenar y dirigir su vida a lo que le es propio, una vida en equilibrio y con
suciente bienestar.
En consecuencia, los esfuerzos sobre la nueva comprensión del hombre deri-
varon rápidamente en otra manera de realizar acompañamientos clínicos, en
aplicar y proponer estrategias terapéuticas desprovistas de teorizaciones que
presuman una naturaleza negativa y maligna del hombre. Esto implicó que la
nosología psiquiátrica y psicopatológica, destinada a describir y proponer inter-
venciones de la enfermedad, se hiciese a un lado para dar paso a la exploración
de los asuntos y experiencias propiamente ontológicas.
Sin los manuales de clasicación de por medio y sin la nalidad de diagnosticar
y explicar para arreglar, fue necesario responder la cuestión por el deber ser
o el sentido de la psicoterapia, cuya declaración se dirigió hacia la potenciali-
GINAGINA
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zación, acompañamiento, cuidado y favorecimiento de las experiencias perso-
nales para tomar consciencia y responsabilidad de la naturaleza humana que
tiende al bien en sí misma.
Toda la investigación psicológica y clínica desarrollada por Maslow y Rogers, au-
nada a las aportaciones de la losofía existencial y fenomenológica, iluminaron
la naciente concepción humanista mediante la descripción de situaciones pro-
pias de lo humano, movilizadoras de los recursos humanos y, por lo ontológi-
cas, presentes en todos los seres humanos en cualquier tipo de manifestación.
Estas situaciones ontológicas tomaron matices en cada pionero de la tercera
fuerza, según sus tradiciones epistemológicas personales, con énfasis en una u
otra dimensión existencial. Tales características, que no son todas, ni absolutas
o con denición completa, permitieron a los nuevos psicólogos de enfoque hu-
manista ampliar la comprensión del fenómeno humano identicando los cami-
nos que toma el desarrollo de cada persona en relación con estos.
Con lo anterior se funda entonces una referencia de lo observado con lo espe-
rado, no como una referencia estadística, sino lo esperado según las posibilida-
des de realización y bienestar subjetivo. Por ejemplo, con la comprensión del
hombre como una totalidad, como un fenómeno integral en el que ocurren al
mismo tiempo procesos biológicos, psicológicos y sociales, congurados como
una gestalt dinámica, se puede explorar cómo una persona en particular viven-
cia esta totalidad, cómo la percepción personal de integración o desintegración
ha favorecido el funcionamiento óptimo, qué situaciones han convergido para
apoyar la totalidad y exibilidad, o por el contrario cómo emergen las dimen-
siones humanas escindidas e incongruentes.
Asuntos como totalidad, ansiedad, realización, motivación, libertad, etc., tienen
un signicado y lugar en la experiencia o campo fenoménico personal, por lo
cual, el psicólogo clínico, al reconocerlo, podrá prestarse para que el consultan-
te amplíe la conciencia sobre tales asuntos, evalúe y diagnostique la convenien-
cia e intención de estos en su vida.
Existe allí una psicopatología implícita, no en el sentido tradicional, sino en re-
lación con lo que le es sano y positivo a ese ser humano en particular; valora-
ciones, diagnósticos y juicios negativos o positivos emergentes, están del lado
del paciente, sin embargo, considerar estos eventos fundamentales dentro de
la clínica y como parte de la vida misma, permite al clínico que, en lugar de
reducirse a los modelos biomédicos, tenga una disposición a la complejidad e
integración persona a persona.
Los siguientes conceptos, servirán para que se ponga de maniesto, en el con-
texto clínico, la pregunta por ¿cómo esta persona, aquí y ahora, conmigo en
esta situación terapéutica, vivencia este fenómeno ontológico, y cómo yo par-
ticipo en la relación para que dicha vivencia se torne nutritiva y aporte a la
maduración?
El lector ha de comprender que la selección de los siguientes conceptos, corres-
ponde al juicio de los autores, por tanto, no son los únicos, sino aquellos más
prevalentes y que transversalizan otras reexiones, así que, la ampliación, pro-
fundización y relaciones entre los mismos, estará motivada por la insatisfacción
que cada usuario de este libro pueda experimentar. Esto quiere decir que deben
ser completados y corregidos, en la medida que sean insucientes para com-
prender a mayor profundidad un fenómeno clínico, e insistimos que desechados
cuando se superpongan a la experiencia de la persona en consulta.
Se pretende con la enunciación de estos llamados conceptos fundamentales,
antes que sesgar y conducir, poder estimular el interés por consultar fuentes
básicas en la literatura de enfoque humanista para, posteriormente, encontrar
la complementariedad en producciones más actuales y experiencias clínicas
más contextualizadas.
5.1 Conceptos fundamentales en la propuesta holística-dinámica. Maslow
Integración: el organismo es una totalidad y en ese sentido todas las accio-
nes se conjugan para dar como resultado el comportamiento y la patología,
el organismo se orienta todo hacia un resultado (satisfacción) y se afecta
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todo cuando está insatisfecho, todas las capacidades se orientan para procu-
rar eciencia en la satisfacción. Todo en relación con sus estructuras sioló-
gica, psíquica, cultural y subjetiva. Algunas veces no se comporta así y por
ello se establecen insatisfacciones.
Motivación: impulso que origina la energía suciente para la consecución
de una meta. Las motivaciones son inconscientes en tanto que movilizan la
búsqueda de la satisfacción sin marcar el camino especíco. Como impulso
es originario y al mismo tiempo es la última instancia, a saber, la satisfac-
ción de las necesidades está motivada, y la motivación se soporta en la sa-
tisfacción conseguida. Las motivaciones pueden ser por graticación o por
defensa; ejemplo de ello son la maduración, la expresión, el crecimiento o la
autorrealización. La mayor parte de la conducta está determinada o motiva-
da de forma múltiple. Un solo acto del individuo puede analizarse a la luz de
todas las necesidades, sin embargo, también existen las conductas inmoti-
vadas donde el comportamiento es consecuencia de lo espontáneo.
Satisfacción relativa: el ser humano nunca está satisfecho, raramente alcanza la sa-
tisfacción completa, pues cuando satisface un deseo, viene otro a ocupar el sitio y con-
secuentemente otro que emerge del fondo, de forma constante y progresiva, gradual.
Deseo: es la elaboración consciente que un individuo realiza de sus impul-
sos y hacia donde orienta sus acciones para encontrar una satisfacción, sin
embargo, el deseo no se corresponde necesariamente con el impulso original
que busca ser satisfecho. Los deseos son incluso síntomas superciales de
necesidades más básicas.
Homeostasis: tendencia automática del cuerpo para la satisfacción de las
necesidades de forma suciente como para que, tanto en lo siológico y
psicológico, el organismo no precise de la modicación de sus posibilidades,
pues cuando el organismo está dominado por una necesidad, cambia toda
su losofía de futuro, es decir, todas sus demás necesidades pasan al fondo,
abriendo paso a la necesidad que embarga al ser humano.
Graticación: es el estado en el cual el organismo se encuentra con la satis-
facción equilibrada y suciente de las necesidades y que le permite acumular
recursos para abrirse paso a unas necesidades superiores. La satisfacción mo-
viliza a las personas a la realización personal.
Autonomía: capacidad para resistir la pérdida temporal de las satisfacciones,
ya que, por persistencia de la satisfacción durante los primeros años de vida, se
establecieron los recursos como para que, tras variar el medio de satisfacción,
no se afecte la motivación. De esta satisfacción adecuada durante la infancia
depende la estructuración del carácter.
Salud psicológica: es la consecuencia posterior a la satisfacción de la sobrevi-
vencia y en consecuencia equivale a gozar de seguridad, amor y respeto, para
poder actuar con eciencia, discernimiento, exibilidad y resistencia. Se puede
asociar con el término de eupsiquia, con el que se describe una condición de
libre elección, independencia de la aprobación y autonomía, lograda a través de
un ambiente favorable y de la movilización de recursos personales hacia valores
trascendentales.
Continuum de satisfacción: es la satisfacción creciente de las necesida-
des, pasando de estados más básicos a otros más complejos, de tal forma
que se establezca una posibilidad de satisfacción futura y en consecuencia
una salud psicológica.
Autoactualización: proceso instintivo, relativo a lo vivo, que orienta el de-
sarrollo de las estrategias de satisfacción, cuya meta es la autosuciencia en
la que la persona se basta a sí misma y da de sí misma aquello que pueden
dar según sus posibilidades. En otras palabras, desarrolla sus potencialida-
des juzgando estas según las condiciones reales del individuo, en gran me-
dida depende de la autoaceptación. Es la independencia de la aprobación de
otras personas, es libertad interna.
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Necesidad: estado de carencia, cuya insatisfacción genera una enfermedad,
sea física o espiritual, losóca y existencial. Las necesidades básicas respon-
den al principio de homeostasis mientras que las metanecesidades se corres-
ponden con la insatisfacción en dimensiones trascendentales, psicológicas e
intelectivas. Las necesidades son motivadores activos, por ello la necesidad
fundamental organiza a manera del jalón las posibilidades de acción.
Autorrealización: es la búsqueda de los valores del ser (valores B) que les
permiten a los individuos encontrarse en la trascendencia de las necesidades
básicas. Además, cumplen con las siguientes características: viven libres, au-
ténticas y desinteresadamente, entienden la vida como un proceso en el cual
pueden elegir, se escuchan a sí mismas, eliminan los deberías, se responsabili-
zan, mantienen una expresión sincera: saben expresar su desacuerdo, usan la
inteligencia para ser mejores, desarrollan experiencias cumbres, se abren a sí
mismos, son sinceros.
Experiencia cumbre: situación de satisfacción superior en la cual el organis-
mo no tiene ningún tipo de necesidades, en ella se experimenta una especie de
conexión mística o de satisfacción espiritual, amorosa, estética o creativa. Es
una búsqueda como una nalidad y no un medio, por ello es un gozo puro en el
que el tiempo y el espacio desaparece.
Valores del ser: (valores B) totalidad (integración), perfección, consumación, justi-
cia, vida, riqueza (complejidad), simplicidad (honestidad), belleza (rectitud y perfec-
ción), bondad, unicidad (individualidad) carencia de esfuerzo (ausencia de dicultad),
alegría, verdad, autosuciencia (vivir de acuerdo con las propias reglas).
5.2 Conceptos fundamentales en el enfoque centrado en la persona. Rogers
Funcionamiento óptimo (vida plena): es un proceso constructivo y un fe-
nómeno general de salud y satisfacción con la vida. Las personas que viven
plenamente logran asumir la condición de proceso de sus vidas y por ello, ya
que no están determinadas ni jas, logran disfrutar de su libertad psicológica y
moverse en cualquier dirección, con:
- Apertura a la experiencia: las personas confían en que son capaces de resolver
y asumir las situaciones de la vida con espontaneidad pues cuentan con los recur-
sos sucientes para hacerlo, con capacidades intuitivas, pues se han abierto a la
comprensión de todos los datos que le entrega la experiencia. Es la característica
de personas no defensivas y fóbicas sino conscientes, introspectivas y abiertas al
sufrimiento mismo pues no le impiden a la experiencia el acceso al organismo.
- Vivir existencial: el sí mismo y la personalidad emergen de la experiencia y no
es necesario ejercer ningún tipo de control sobre ella, predecirla o ajustarla. Se
abren al aquí y ahora cualquiera que sea la naturaleza del fenómeno.
- Creatividad: capacidad de establecer relaciones nuevas, de adaptarse, de cam-
biar, de armonizar con el medio expresando sus necesidades más profundas.
Autenticidad: es una categoría genérica, que se dene por diversas formas
de expresión, lo que signica que implica diferentes actitudes con las cuales la
persona puede hacer frente a situaciones como:
- Máscaras: comportamientos y pensamientos que se desarrollan para alejarse
del sí mismo, todo para eludir el miedo o en general eludir algo que quiere pos-
tergar o no acepta de sí mismo.
- Deberías: son internalizaciones que se asumen tempranamente para respon-
der a las exigencias y expectativas de los padres o guras cercanas. Ubican a la
persona en un lugar de sumisión y con ello se reprueban a sí mismos.
- Satisfacción de expectativas: aquí las personas se subordinan a las necesida-
des de otros, es tradicionalmente un modelamiento de las instituciones sociales
que esperan que se haga algo y se asuman ciertos valores sin cuestionamiento.
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- Agradar a los demás: aquí las personas ocultan sus propios sentimientos y no
los expresan, ya no por una institución, sino por una o varias personas que para
ellos son signicativas, se conguran articiales por la imposición externa. Es el
comportamiento consecuencia de una aceptación condicionada.
Autonomía: es la capacidad que tiene la persona de autoorientarse, de elegir
sus propias metas y de identicar cuáles no le pertenecen para desecharlas.
Libertad: o libertad de la experiencia, está en sintonía con la apertura a la
experiencia, esta característica da cuenta de las personas que son capaces de
reconocer y elaborar las experiencias y sentimientos personales como ellos cree
que debe hacerlo, sin someterse a los otros por no perder su afecto, puesto
que por la angustia a perder el afecto positivo de los cuidadores o las personas
signicativas, los individuos tienden a reprimirse, y como se genera un cuidado
en consecuencia, se asume como forma de vida.
Consistencia-congruencia: situación en la cual el sí-mismo está en estrecha
y auténtica relación entre lo que es y lo que siente, lo que es y lo que desea
ser, lo que es y la realidad, por tanto, si no niega esta relación, la rehúye o es
incongruente, uye y funciona óptimamente hacia la actualización.
Aceptación de sí mismo: característica en la que se evidencia que las perso-
nas no se enganchan o problematizan con la ambigüedad del cambio. Saben
aceptar en sí mismos tanto sus dolores como sus éxitos, no luchan por escindir
la complejidad de sus sentimientos permitiéndose ser todas las posibilidades
que se integran y emergen de sí. Lo que llega a que también acepten a los de-
más sin imponerles formas de ser, pues son empáticas. Las personas que no
aceptan al otro, sino que juzgan e imponen al otro un modo de estar, no se han
aceptado a sí mismas previamente en toda su complejidad.
Sí-mismo. Self: conjunto de autoconceptos organizados y cambiantes que
tiene un sujeto de sí mismo y que involucra todas las percepciones sobre su
identidad, asuntos que toma de la experiencia y que se construye permanen
te-
mente. El Self hace referencia a la conguración psicológica que emerge produc-
to de la interacción con el ambiente y al mismo tiempo media la relación con el
ambiente, pues del prisma del Self se establecen relaciones tanto con el mundo
como consigo mismo; es por esto por lo que es una estructura dinámica y mo-
vilizadora. Didácticamente podría entenderse que las percepciones del sí mismo
actuales y las ideales, presentan dos instancias de temporalidad en las que se
organiza la totalidad de la personalidad, en otras palabras, el sí mismo o Self, es
tanto lo que la persona experimenta que es, tanto como lo que desea ser
Sí-mismo verdadero: unidad armónica entre los verdaderos sentimientos y
reacciones, sin máscaras o estructuras que interrumpan o distorsionen la ex-
periencia. El sí-mismo.
Apertura a la experiencia: es lo contrario a una actitud defensiva y rígida. Es
una manera de hacerse consciente de los propios sentimientos y actitudes tal
como ocurren a nivel orgánico, por ello es capaz de percibir la experiencia sin
preconcepciones ni juicios, sin distorsiones por esquemas y generalizaciones,
sino que se acerca a la realidad siendo él mismo y permitiendo tomar lo que la
realidad le presenta en sí misma, en esta situación el individuo se permite sen-
tir y experimentar libremente el mundo corporal y ambiental sin excluir de ellos
aspectos que le componen. Aquí se congura también la aceptación de sí mis-
mo, pues se permite vivirse y asumir aquellos aspectos alienados de sí mismo.
Conanza en el propio organismo: es la seguridad paulatina que se adquie-
re o con la que se cuenta, y con la cual la persona aprende a hallar la conducta
más satisfactoria en cada situación. Es una facultad que está posibilitada por
la conciencia, que permite tener una impresión, comprensión y análisis de lo
que todas las situaciones de su vida le demandan en términos de leyes sociales
o de requerimientos personales, por ello la persona logra descubrir cuál es la
elección que más se aproxima a la satisfacción de todas sus necesidades. Esto
la abre a la creatividad y le permite regirse por sus propios valores.
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Foco interno de evaluación: proceso mediante el cual la persona encuentra
en sí mismo los juicios y valoraciones necesarias para actuar, esperando me-
nos la aprobación o reprobación externa. Reconoce que en él está la facultad
de elegir, desear, actuar sobre las experiencias. Es la capacidad de concebirse
única y responsable.
Proceso en transformación: es la consciencia que tiene la persona de que no
es un producto acabado, jo, rígido, sino que se permite uir, y estar en per-
manente cambio, conado en la sabiduría de su organismo.
Tendencia a la actualización: es una tendencia a la organización y al bienestar
que son propios del organismo, así como la dimensión física, así también la psi-
cológica. Ello mientras se dé el desarrollo del individuo sin factores perturbadores
graves, lo que dará como consecuencia la madurez, la conducta racional, social,
ecaz y satisfactoria. Esta tendencia describe el proceso temporal en el que una
persona pasa a un nivel más óptimo, esto quiere decir, que un individuo que se
expresa de una forma particular en el presente, tiene la posibilidad de nutrir su Self
o evolucionar su autoconcepto, hacia una menor versión de sí mismo, acercándose
a cada momento presente, a la actualización (estado actual mejorado).
5.3 Conceptos fundamentales en Gestalt. Perls
Integración: es la consecuencia del fenómeno de totalidad, es decir, el ser
humano es inicialmente una totalidad en la que se integran toda la existencia
(organismo/entorno). Si esta integración fracasa por efecto de un mal contac-
to y satisfacción de una gestalt se puede hablar de una desintegración de las
zonas de la experiencia o de la existencia, ya que toda función humana es una
interacción entre factores sociales, culturales, animales y físicos. La integración
es sinónimo de salud, de bienestar, de equilibrio y de adecuado funcionamiento,
la desintegración suele suceder a la primacía de una forma de hacer contacto,
forma que se esquematiza, cristaliza o rigidiza; en algún momento el organis-
mo encuentra una forma parcial de satisfacción y luego esa forma se generaliza
en detrimento de otras formas de contacto, lo que enraíza la desintegración.
Gestalt: una formación de una necesidad que debe ser satisfecha. Es la con-
guración de diferentes elementos que demandan una atención particular del
organismo para poder pasar al fondo. La gestalt describe un proceso en el que
están todos los elementos disponibles a la percepción, sin embargo, la discri-
minación permite que se haga gura un fenómeno en particular por encima de
otros. Con ello, la psicoterapia gestáltica propende por la identicación de gu-
ras que precisan atención y satisfacción en el momento en que pasan al frente,
para que toda la Gestalt aparezca organizada a la experiencia.
Ambiente: es el campo en el cual se encuentra el organismo, tanto los ele-
mentos físicos, como las personas, instituciones y fenómenos. Es el escenario
con el que se establece contacto para poder encontrar la satisfacción de las
necesidades. El ambiente dinamiza la atención del organismo, realiza deman-
das y sugiere acciones, puede tender a imponerse si la frontera yoica es débil,
permeable o discontinua. También puede recibir el ataque del organismo si este
percibe una amenaza u opción de sometimiento, así el ambiente puede ser hos-
til o protector, congurando enfermedad o crecimiento respectivamente.
Homeostasis: es el proceso mediante el cual el organismo mantiene una equi-
librada relación con el ambiente, y en donde puede satisfacer sus necesidades
de forma adecuada. Lo contrario a ello es un desequilibrio y una ruptura en la
relación con el ambiente, por tanto, enfermedad.
Darse cuenta: es la capacidad que tiene el ser humano para comprender y
entender los aspectos de sí mismo y del ambiente, así se pueden obtener tres
dimensiones o zonas del darse cuenta: a) sí-mismo o mundo interno (en deni-
tiva, el cuerpo y todas sus sensaciones); b) mundo externo (todo lo que rodea
al cuerpo); c) zona intermedia o de fantasía (actividad mental). Una experien-
cia homeostática permite el estado de integración y adecuado funcionamiento
del organismo/ambiente.
Contacto: es la consciencia inmediata que el organismo puede tener de sus
zonas. A diferencia de el darse cuenta, el contacto es inmediato, lo que le hace
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inconsciente y potencialmente consciente; es el establecimiento de una rela-
ción con lo que se es y lo que no se es. Dicha relación permite la emergencia
del Self, así, para que emerja una forma de ser, es necesario que se congure
cierto tipo de contacto. Cuando las situaciones con las cuales se contacta el or-
ganismo le conducen a la madurez, se habla de un mayor contacto de calidad
u óptimo, y un contacto menor, malo o interruptor, cuando no permite el creci-
miento y el equilibrio.
Interrupciones del contacto: son formas que tienen las personas de evitar o de
poner límite a una fuente de satisfacción o situación en general. La interrupción ocu-
rre como forma de mantener esquematizado el contacto con algo que no es nutriti-
vo, con lo cual, la novedad no logra ser asimilada sino resistida, agredida sin medida
o huida, lo que habla de rigidez y poca apertura. Reere también toda forma de
mecanismo defensivo en el que se intenta ser conservador de un Self desintegrado.
Ciclo de la experiencia: es el didáctico recorrido por el que atraviesa el orga-
nismo desde que una forma emerge del fondo de la existencia y se convierte
en satisfacción o pérdida homeostática. Partiendo de que el organismo está
originalmente en reposo porque experimenta equilibrio u homeostasis, enton-
ces todas las acciones o formas de establecer contacto son consecuencia de la
emergencia de una necesidad que rompe con la homeóstasis, demandando una
respuesta, lo que conduce a la fase de a) sensación: en donde es posible con-
tactar con la necesidad, para luego b) darse cuenta: es decir nombrar, o repre-
sentar esa gura que se está formando, seguido de lo cual es necesario pasar
por la c) energetización: identicación y canalización de todos los recursos dis-
ponibles para satisfacer la necesidad, con lo anterior, se pasaría a la d) acción:
momento en el cual el organismo toma las decisiones y actuaciones concretas
para establecer e) contacto: el encuentro directo con la fuente que resuelve
el estado de carencia, en el cual emerge el Self que congura la conciencia de
satisfacción o insatisfacción y de lo cual puede suceder la f) retirada: en don-
de se ha experimentado la suciencia del contacto y se abre paso a una nueva
formación que debe ser atendida. La salud es un estado en el cual se puede
contactar con una sensación y retirarse, dando paso a la nueva sensación.
Mecanismos neuróticos: son la consecuencia de la interrupción del contacto
o del cierre inadecuado de una gestalt. Aparece en cualquiera de las fases del
ciclo de la experiencia. Por ejemplo: la introyección describe el acto de tomar
del ambiente elementos que no corresponden a una necesidad del organismo
sino una necesidad del ambiente, el ambiente se impone y el organismo cede
a sus demandas. La proyección es un mecanismo que pone en evidencia que el
organismo no reconoce como suyas las necesidades y las pone afuera para no
hacerse cargo de ellas.
A su vez en la conuencia, la necesidad personal es asociada con la necesidad
del ambiente, entonces se pierde la diferenciación y la necesidad es resuelta
según los mandatos comunes. En el mecanismo de retroexión se experimenta
una incapacidad de acción y con ello la imposibilidad de tomar del ambiente lo
necesario, así que el organismo se vuelve sobre sí mismo en un acto de autoa-
gresión. Lo contrario ocurre en el egotismo que da cuenta de una forma agre-
siva sobre el ambiente puesto que se le experimenta insuciente.
La deexión es una forma evitativa de contacto usando para ello racionalizacio-
nes o acciones que tratan de disolver la sensación para que no se muestra la
real necesidad a atender.
Maduración: situación en la cual el individuo es capaz de sobrevivir asimilan-
do, cambiando y creciendo, mediante la destrucción y descomposición de lo que
el ambiente le presenta, ya que, con la agresión, o transformación de la rutina
o lo continuo o conocido, se pueden renovar las estructuras del yo. La madu-
ración es la meta del organismo y por tanto la meta de la intervención clínica.
Frontera: es la situación que se congura en la relación entre el organismo y
el entorno, allí ocurre la experiencia, por tanto, la experiencia siempre es rela-
cional. Es la zona en la que se puede delimitar al organismo a partir de su piel,
señalando lo que es y no es a nivel sensorial, sin embargo, esta frontera se mo-
dica cuando se establece contacto con cualquier elemento del campo, razón
por la cual, la experiencia de una persona se puede describir por la calidad del
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contacto y la delimitación de la frontera. Dicha delimitación no crea una sepa-
ración, sino un límite protector y contenedor.
Excitación: es la evidencia de la realidad, lo que quiere decir que es una res-
puesta activa, viva y movilizadora cuando se establece contacto. Emerge de la
discriminación gura/fondo, con ello, la necesidad de atender una nueva gura,
es respondida por una creciente excitación. Ya que el organismo siempre está
en relación, siempre está siendo excitado por la realidad, lo que signica al
tiempo que la realidad no es neutra, sino siempre movilizadora y demandante
de formación, de solución y con ello de crecimiento.
Figura/Fondo: describe el proceso de formación de gestalten. En el fondo se
presentan todas las situaciones concluidas o inconclusas, las experiencias, apren-
dizajes, situaciones inconscientes, lo sensoriomotor y las cogniciones, es esa ins-
tancia en la que están dispuestos los fenómenos que integran la existencia. La
gura da cuenta de un fenómeno en particular que se separa del fondo y aparece
en primer plano de la experiencia pues precisa ser atendido o resuelto, cada gura
es en general una necesidad. En tanto proceso entonces, la vida podría ser descri-
ta como el acto de atender las guras que emergen del fondo y volverlas a enviar
al fondo con una adecuada satisfacción, pero si una gura que tenga que ver con
cualquier zona de la experiencia no es atendida, puede obstaculizar la atención de
otras, o volver al fondo sin atenderse y así generar una reorganización sintomática
hasta que sea adecuadamente identicada y contactada.
5.4 Conceptos fundamentales enfoque existencial. May
Comprensión: se debe entender que, aunque las formas o manifestaciones
pa
tológicas pueden tener una estructura similar o se comparten algunos ele-
mentos comunes en su manifestación, siempre es necesario partir de la vivencia
personal del paciente de estos síntomas. Más que centrar la atención en la téc-
nica o en la concepción particular del hombre para juzgar lo normal y anormal,
es necesario identicar la estructura interna (intencionalidad) y los valores en
los que está centrada la persona, es decir, lo que signica la situación vivida para
esa persona que está en terapia. Sentido que pretenda armar o preservar.
Condiciones existenciales: son características o condiciones comunes a todo
ser humano (May, 1961), a saber: a) toda persona posee un centro personal
que precisa ser defendido; b) toda persona tiene la característica de autoar-
mación para preservar el centro; c) todas las personas tienen la necesidad y la
posibilidad de salir de su centro a n de participar en otros seres; d) el aspecto
subjetivo del tener un centro es la percatación (awareness); e) la forma, pe-
culiarmente humana, de percatación, es la autoconciencia; f) la ansiedad es el
estado del ser humano en la lucha contra lo que podría destruir su ser. Estas
condiciones se desarrollan en el capítulo sobre la concepción de persona.
Libertad: es la posibilidad que tiene la persona de orientar sus decisiones, elec-
ciones y acciones; capacidad de ejecutar su voluntad para cambiar su destino
o determinación, claro está, un cambio en el marco de las posibilidades, pues
la actuación libre no signica la eliminación de lo dado, sino la construcción de
una relación diferente con él, por tanto, la libertad parte de la valoración de las
opciones y de la proyección a futuro de los deseos.
Temporalidad y espacialidad: son las condiciones que enmarcan la existen-
cia y le permiten a la persona experimentarse, hacerse consciente y proyec-
tarse. Es el plano que permite establecer una continuidad o discontinuidad del
ser, por ello es posible la angustia por el no ser, la ansiedad ante la libertad, los
dilemas, proyección de intenciones y acciones voluntarias. La persona existe en
el espacio presente, el cual establece un modo de ser-en-el-mundo, pero si se
limita a la espacialidad y temporalidad inmediata no podrá proyectar y realizar
su potencialidad y deseo.
Responsabilidad: es la otra cara de la libertad, en tanto que implica en primer
lugar reconocerse como actor y ejecutor de la propia vida, y según las eleccio-
nes personales, asumir las consecuencias de estas, aunque sean dolorosas o
angustiantes. Responsabilizarse es elegir por sí mismo, para sí y para los de-
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más, consciente de las implicaciones para sí y para los otros, en el marco de
una ética de la coexistencia, no de una moral represora.
Dilemas: situaciones que experimenta el hombre y en los cuales se juega
la conguración de mismo y su lugar en el mundo. Por ejemplo, puede
encontrarse con el dilema de la libertad vs. determinismo: decidir y crearse
auténtico, proyectarse y orientar los deseos y acciones con voluntad, o asu-
mirse impotente y determinado sin posibilidades. También puede enfrentar-
se al pasado vs. futuro: dedicarse a dar signicados al pasado para justicar
sus determinismos, o puede, a pesar de la ansiedad, conrmar sus deseos
para darse sentido a sí mismo.
Intencionalidad: es el sentido que tienen las acciones, sentido en tanto sig-
nicado y en tanto dirección. Es la orientación hacia el futuro según las valora-
ciones personales, con las cuales la persona se proyecta al mundo y dirige sus
acciones, incluso la construcción de sus síntomas.
Ansiedad: estado en el cual la persona lucha contra el no-ser, es la respuesta
derivada de las confrontaciones del mundo y de sus propios signicados sobre
la vida y la muerte. Reactividad ante la novedad, necesidad de continuidad. La
ansiedad normal es la movilización que está acorde a la amenaza, sin que se
produzca un malestar que supere los recursos conscientes y precise represión.
La ansiedad neurótica, en consecuencia, es una respuesta desproporcionada,
en la que la consciencia se disipa y la represión y el conicto emergen.
Voluntad: es el contacto consciente con los deseos. Mediante la voluntad se pueden
explorar los determinismos y orientar las elecciones, es una armación ejecutiva.
Deseo: es el contenido de la voluntad, se expresa a través de ella, y por ello
apunta al futuro, convirtiéndose así en una fuerza que tiene una dirección y por
tanto un signicado para la persona. En los deseos se expresa el yo, la concien-
cia personal y los signicados y anhelos, por ello el deseo anuncia una intencio-
nalidad y se ejecuta en la voluntad.
Modos de ser-en-el-mundo: se corresponde con las zonas, niveles o dimensio-
nes con las que la persona establece una relación o sobre las que dirige su con-
ciencia y experiencia. Umwelt: es la manifestación física, las cosas preexistentes
el mundo material, es lo que existe independiente de la conciencia del hombre, por
tanto, son los fenómenos naturales con los cuales el hombre debe vivir. Mitwelt:
corresponde a las relaciones que se establecen con otras personas, si bien las per-
sonas hacen parte del mundo, cuando se establece con estas relaciones de amor y
de igualdad en lugar de cosicación, entonces se da una relación ontológica en la
que se respeta el Dasein. Eigenwelt: es la relación de la persona consigo misma,
tras tomar conciencia de sí mismo e identicar sus formas de estar en el mundo y
con los demás, aquí aparecen los signicados personales.
Culpa: condición ontológica, no sentimental, sino parte de la experiencia misma,
resultante de la supresión de las potencialidades personales. Los tipos de culpa
derivan de la pérdida de contacto con los modos de estar en el mundo, así, en
relación con el Umwelt es una culpa por alejarse de la naturaleza y tecnicarse,
cosicarse, y depender de lo articial; respecto a la culpa asociada con el Mitwelt
implica la supresión y no reconocimiento de las necesidades de los demás, atacar-
les, violentarles, romper las relaciones; y asociada al Eigenwelt, la culpa consistirá
en negar el potencial personal, el desarrollo de la libertad y deseos.
Trascendencia: es la capacidad de construir una experiencia más allá del
tiempo y el espacio del mundo presente, lo que signica poder abstraerse, au-
todistanciarse para observar sus posibilidades y proyectarse al futuro. Implica
la capacidad de elegir el futuro a pesar de las limitaciones del presente y del
pasado. Trascender no es solo poder imaginar y crear elementos racionales o
ideológicos, sino también actuar en consecuencia con la necesidad de expresión
y desarrollo del potencial.
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Capítulo 6.
Una aproximación operativa para la
comprensión
Se han presentado hasta ahora elementos básicos para comprender algunas
perspectivas sobre el quehacer clínico como tarea investigativa y contexto para
el psicodiagnóstico, también las aproximaciones para identicar en el desarrollo
del organismo la construcción de una estructura de personalidad, y con ella como
base, se han identicado algunos fenómenos esperados y fundamentales para
representar una visión de lo saludable y, en consecuencia, orientar pronósticos y
tratamientos, además de investigaciones y correlaciones entre estos constructos
y otros aspectos de la psicología y de la vida general de una persona.
Las preguntas y recomendaciones al psicólogo clínico de enfoque humanista que
se desprenden de los apartados anteriores, deben considerarse bajo la perspecti-
va del enfoque, actitud y referencia, esto quiere decir, que antes de convertir los
conceptos y las lógicas expuestas, en máximas regulatorias y esquemas inexibles
y categóricos para la patologización, deben ser, en todo caso, textos para ampliar
la comprensión del fenómeno humano, una vez que se ha tenido un acercamiento
liberado de prejuicios. Así pues, lo aquí presentado y los desarrollos teóricos más
amplios, son fuentes para ir y venir, para explorar y olvidar, pues sirven para am-
pliar la comprensión de la persona y su expresión de sufrimiento, pero son inútiles
cuando solo se logra comprender lo que estos esquemas proponen.
Con lo anterior, el énfasis en los conceptos y fenómenos descritos y otros que
necesariamente hacen parte de las teorías fenomenológicas, y la intensión en
conciliar el enfoque con el sistema clínico en psicología, correspondiente a la
evaluación, el diagnóstico, el pronóstico, el tratamiento y la investigación, han
de ser desechados cuando el psicólogo identique que, por ejemplo el buscar,
indagar o intuir las situaciones como la autorrealización, la autenticidad, la li-
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bertad y la angustia, se interponen en la comprensión y la capacidad empática,
y sesgan y hacen del juicio clínico un acto determinista y reduccionista; misma
situación que ocurre con los procedimientos técnicos de la clínica clásica.
No quiere decir lo anterior que la autenticidad en sí misma sea contraria a la
clínica, sino que su rastreo o necesidad de evidencia, puede llevar al psicólogo
a que se pierda de tener una relación terapéutica positiva con una persona, en
favor de cuanticar o cualicar dogmáticamente la autenticidad de la persona,
o se pierde de comprender la autorrealización en proceso, cuando se dedica a
tipicarla y valorarla como fenómeno delimitado.
Si, por el contrario, los conceptos fundamentales en la comprensión del hom-
bre, la perspectiva ontológica y la actitud fenoménica favorecen la expresión
íntima, cada vez más auténtica y abierta del individuo en el contexto clínico,
entonces la incorporación de procedimientos técnicos y de recursos que facili-
tan la tarea aplicada de la psicología, deberán encausarse para dotar de una es-
tructura operativa ese quehacer que además de humano también es cientíco.
Realizadas la anteriores salvedades, se presentan a continuación una serie de
situaciones clínicas y de elementos de evaluación correspondientes a las tradi-
ciones operativas de la psiquiatría, la psicología clínica y de la salud, y los mo-
delos biomédicos, cuyos signicados tradicionales se encuentra ampliamente
explicados en los tratados de psiquiatría y psicopatología, sin embargo, se les
dará aquí un lugar orientativo y de sugerencia, considerando además las innu-
merables variaciones que persona a persona puedan tomar y que según el con-
texto y caso sea necesario y posible explorar, además de pertinente y útil o no.
Entre otras situaciones que se presenten según las particularidades de la de-
manda y las posibilidades del terapeuta, el encuentro clínico está rodeado de
factores que le sirven de contexto, potenciando u obstaculizando la congura-
ción del campo terapéutico, antes de presentar los aspectos operativos, consi-
dérense de forma transversal los dos siguientes factores.
6.1 El clínico es ante todo persona
En el siguiente capítulo de este libro se abordará con profundidad y amplitud lo
relacionado con la persona del terapeuta, sin embargo, su lugar en este apar-
tado cumple con la necesidad de hacer énfasis en que la preparación, cualica-
ción y disposición del clínico es un requerimiento ineludible para un adecuado
acompañamiento, en este sentido, la liberación de las máscaras, semblantes,
intenciones directivas, presunciones de conocimiento y apego a tecnicismos,
intereren en una expresión humana auténtica y con la humildad que entrega
el reconocimiento del otro como un igual en su condición ontológica, es decir,
ambos, son ante todo, dos personas, no una persona y una cosa.
El clínico debe valorar con honestidad los recursos cognitivos, emocionales, ac-
titudinales, relacionales, técnicos y éticos, con los que cuenta antes de presen-
tarse para acompañar a otro, es por ello por lo que su propio proceso de obser-
vación y transformación puede asociarse con la acción de limar sus asperezas,
sus espinas, las formas particulares que ha usado para defenderse y darse un
lugar en el mundo.
No signica que el psicólogo clínico de enfoque humanista ha desarrollado en
mismo todas sus potencialidades, que su relación con el mundo ahora es com-
pletamente armónica e inalterable y que sus experiencias personales están atra-
vesadas con la conciencia plena que da la madurez y el ejercicio de la libertad,
sino que, consciente de aquello que le pertenece a él y solo él, sus asuntos vitales
que le aportan malestar e incluso sus ideologías, han de advertirse de tal manera
que, dispuesto en la relación terapéutica, este contenido no obstaculice la expe-
riencia y conciencia del consultante, antes bien, enriquezca según sea pertinente,
el fortalecimiento de la relación terapéutica y la transformación mutua.
El clínico asume entonces que debe recorrer un camino de conocimiento perso-
nal, no para llevar a las otras personas por ese camino, sino para que, al haber
experimentado la dicultad de su trasegar, pueda ser empático con los ritmos
y necesidades de acompañamiento de quien se lo demanda, así podrá caminar
lado a lado, prestando su apoyo e imprimiendo motivación cuando se requiera.
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Ocupado de su persona para entregar lo mejor de sí a la otra persona, de lo
contrario, el centro de la terapia y la atención clínica, que es el consultante, se
moverá sin retorno al psicólogo.
El terapeuta debe ser un individuo que sea capaz de entrar fácilmente
en una relación humana cálida y cordial, debe ser afectuoso, simpático,
seguro de sí mismo, observar a otros seres humanos con respeto esen-
cial (…), en una situación ideal, debe ser tan bueno como para no ser
absorbido por sus propios problemas (Maslow, 1967 , p. 321).
6.2 La situación
En un contexto experimental, en el cual se busca el mayor control posible sobre
las variables que afecten las condiciones experimentales, lograr mantener cons-
tante la situación de relación entre sujetos de estudio y variables dependientes
e independientes, es una tarea planeada, observada y constante hasta el nal,
sin embargo, en la situación terapéutica, que está congurada como un campo
fenoménico, y por tanto, no se puede predecir qué entrará o saldrá del campo,
además porque los actores que participan en él, también se reconguran fuera
de la relación, en y con la relación misma, el control es además de ingenuidad,
obstáculo de la expresión humana.
En cuando a condiciones instrumentales como locación, espacio, indumentaria,
mobiliarios, distancias, duraciones, cantidades y cualidades, los autores exami-
nados no hacen una referencia puntual, su preocupación no se dirigió particu-
larmente a los recursos físicos, pues se dio por sentado un consultorio en el que
primordialmente se favorezca la privacidad y seguridad de los participantes,
como fuese tradición.
Asumida esta misma intención de entorno protector, la situación psicoterapéuti-
ca sugiere al psicólogo de enfoque humanista, que examine las mejores condi-
ciones para el desarrollo del proceso clínico. Tales condiciones parten de la po-
sibilidad de expresión humana y terminan en la generación de mayor conanza
de la propia expresión y el respeto de las otras.
En este sentido se puede identicar en Maslow (1965a) una preocupación par-
ticular por reconocer las mejores condiciones para que un organismo revele su
naturaleza, y en consecuencia, ya que “la psicoterapia debe suministrar al ser
humano enfermo exactamente aquellas cualidades que debería haber adquirido
en otras relaciones humanas” (Maslow, 1965a , p. 320); entonces la situación
será reejo de esas buenas condiciones, a saber, una atmósfera que favorezca:
- Graticación, permisividad y aceptación.
- Límites de cara al respeto.
- Expresión de los deseos y demandas.
- Expresión de la libertad.
- Respeto.
- Favorecimiento de las leyes interiores, autonomía.
- Espontaneidad.
- Naturalidad.
- Autoaceptación.
- Autodirección.
En la medida en que el psicólogo pueda, mediante sus formas relacionales,
recrear y que se recreen estas metas, entonces tendrá más probabilidades de
acompañar a la persona a la actualización de la potencialidad.
Al mismo tiempo, Rogers (1981a), que ha sido gran promotor de un clima te-
rapéutico en el que la relación sea el medio y el instrumento, con una actitud
orientadora de parte del psicólogo, sugiere una situación terapéutica en la que
se favorezca:
- La dignidad y signicación del individuo.
- Trato al cliente como persona de mérito.
- Respeto por el individuo.
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- Respeto de la capacidad y el derecho por la autodirección.
- Estímulo a la selección y elección de los propios valores.
- Conanza en la capacidad de introspección y responsabilización.
- Acompañamiento desde el marco de referencia interno del cliente.
- Calidez emocional.
- Consideración positiva incondicional.
- Comprensión empática.
- Expresión auténtica.
- Aceptación del sí-mismo.
En este listado de requerimientos se identica que el proceder, la actitud y la
forma de expresión del clínico, tanto de sus particularidades, como las respues-
tas y ajustes en la relación con el consultante, son la base de una atmósfera
favorable para el crecimiento personal.
Por otra parte, es posible identicar en Perls et al. (1951) el llamado setting o
situación terapéutica, que se describe como una auténtica sociedad en la que
ya no aparecen las represiones y los juicios, sino la expresión abierta, sincera y
uida; dentro de esta situación:
- Se le enseña al paciente a experimentar consigo mismo.
- El psicólogo cataliza y pone en movimiento algo que luego se mantiene
por sí mismo.
- Favorece el aumento de la conciencia, la vitalidad y el funcionamiento ecaz.
- Da importancia a las experiencias no verbales y simbólicas en general.
Permitir que se aumente la experiencia de sentir la realidad presente.
- Estimular el contacto y las evaluaciones personales sobre los opuestos.
- Priorizar en la integración y consciencia genuina.
- Recrear experiencias para que se frustren los mecanismos defensivos.
- Acompaña las proyecciones y expresiones agresivas como etapas de
descubrimiento.
- Se conduce hacia la maduración, integración y recuperación de asuntos
alienados.
El resultado de las anteriores propuestas, permitirían que de la situación tera-
péutica emerja un organismo humano integrado y consciente de sus procesos
básicos.
Por último, en la consideración que realiza May de la situación terapéutica y de
las condiciones para crear una atmósfera como condición para la transforma-
ción, pueden identicarse a partir de las recomendaciones que el autor realiza
para “una ciencia que ha de servir de base a la psicoterapia” (May, 1961, p. 42)
y desde una presencia fenomenológica, las siguientes:
- Acompañar desde una postura fenomenológica que permita al paciente
que exprese sus características distintivas, lo diferencial y la personali-
dad que lo hace humano.
- Comprender que la experiencia terapéutica y los fenómenos humanos
son complejos y por tanto no ha de tenderse a su simplicación.
- No centrar la atención en el problema o la categoría diagnóstica del
problema, sino atender la relación, el encuentro en la situación terapéu-
tica.
- Ayudar al paciente a convertir sus represiones y bloqueos en concien-
cia y empoderamiento.
-Favorecer la expresión de la libertad la responsabilidad y las potencia-
lidades.
- Ayudar en la transformación de la culpa y la ansiedad neurótica a la
culpa y ansiedad normal.
- Abierto al mundo subjetivo, en el cual se reconozca al paciente no
como un objeto sino como humano.
- Establecer una presencia que apoye la exploración de los principios on-
tológicos: centrarse, armarse, participar, tomar conciencia y conciencia
de sí mismo, afrontar la ansiedad.
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Nuevamente, cada una de las situaciones enumeradas en concordancia con los
respectivos autores, precisará para el interesado una revisión detallada de la
literatura referenciada, por tanto, antes que ser situaciones exclusivas y úni-
cas, han de asumirse como pretexto para la profundización de su signicado y
ampliación.
6.3 Una referencia operativa
Como es claro en las diferentes aproximaciones presentadas sobre la concep-
ción de lo clínico, las estructuras técnicas y los mecanismos de control, reduc-
ción y distanciamiento, deben ser eludidas por el psicólogo clínico de enfoque
humanista, o por lo menos, presentadas en un plano en el cual la experiencia y
complejidad humana y las relaciones de persona a persona, no queden ensom-
brecidas y entorpecidas.
Una referencia operativa o unos elementos de consideración del proceso clíni-
co, en la mejor expresión fenomenológica, son que tiene un carácter temporal,
situacional, abierto, dinámico, exible, vericable y descartable. Al respecto
explica May (1967) sobre la psicoterapia, que:
El estudiante de psicología y el psicólogo que la ejerce deben guiar su
rumbo entre el escollo de dejar que el conocimiento de técnicas constitu-
ya la comprensión y la comunicación directa con el paciente, y el escollo
de admitir que actúa en una atmósfera raricada de pureza clínica sin
la menor construcción (…), el dogma técnico protege al psicólogo y al
psiquiatra de sus propias ansiedades (…) pero al mismo tiempo, las téc-
nicas inhiben la presencia total en la entrevista, por ello se debe cuidar
‘no forzar a los pacientes a que se tiendan en nuestro lecho de Procusto’,
y de no soslayar, o de no negarnos a ver, lo que no se ajuste a los mis-
mos. No obstante, existe el peligro de un eclecticismo silvestre en tales
consideraciones fenomenológica y existencial cuando se emplean sin el
riguroso estudio y pensamiento clínico que precede a toda capacitación.
Se ha de presuponer el conocimiento de las técnicas y el riguroso estu-
dio de la dinámica en la formación del psicoterapeuta (p. 29).
Con este antecedente se presentan a continuación algunos elementos de lo que
puede ser una historia clínica, que, luego de establecerse las condiciones perso-
nales y situacionales favorables al acompañamiento, atiendan a elementos de
valor clínico, susceptibles de ser profundizadas u obviadas, además de correla-
cionadas con otros fenómenos y procesos psicológicos, en el entendido que la
síntesis nosológica derivada de este ejercicio no representa a la persona, ni la
reduce, ni la explica, sino que remite a dimensiones, aspectos y simbolizaciones
accesibles a las lógicas cientícas e institucionales, que demandan del clínico
categorizaciones, allí donde debe entregar comprensiones.
Se describirán los ítems con un rango interpretativo limitado, usando para ellos
deniciones, preguntas o recursos que graquen la situación según sea perti-
nente. Estas descripciones se derivan de constantes clínicas y psicoterapéuti-
cas, no con la nalidad de sesgar y determinar la lectura de las experiencias
clínicas futuras, sino para exponer que, un elemento en el protocolo puede es-
tar cargado de signicado positivo o negativo, con el sentido e intencionalidad
del lado del consultante, por tanto cuando el clínico advierte estos signicados
personales, puede ampliar el rango de información para comprender las expe-
riencias subjetivas de su paciente.
6. 3.1 Datos personales
En el escenario clínico se les conoce como los datos de liación, son los
elementos de identicación y caracterización con los cuales se reconoce o
se tienen referencia de un individuo. En la etimología la liación se deriva
de lius, es decir, hijo, así que son categorías nominales que no han sido
elegidas unas y que ocurren naturales otras, tradicionalmente las primeras
son consecuencia de las decisiones de los padres, y los han acompañado
gran parte de su vida. En este sentido las experiencias de la persona están
atravesadas por las nominaciones y simbolizaciones con las cuales acompa-
ña su liación, asunto con el que se sentirá a gusto o luchará.
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Nombre: este es el principal enlace de liación, las personas pueden expresar
sentimientos negativos hacia su nombre, o identicarse al nivel de la homo-
logación con los signicados que encuentran en la historia de este. Suelen
encontrar en ellos herencias familiares, tradiciones y características que los
padres y ancestros han decidido prolongar y representar, y que ahora a este
individuo le pesan. Encuentran también en sus nombres la fuente de la deci-
sión de alguno de sus padres, con el que pueden tener una relación negativa,
por ello cuando es indicado en la consulta, las personas tienen inexiones en
la vos, ritmos y señales particulares que se relacionan con la no aceptación
de su nombre o apellido. Algunas personas incluso han cambiado su nombre
en el sistema legal o preeren ser llamadas de otra manera, es por ello, que
la consideración de la experiencia que acompaña a esta nominación permitirá
ampliar la comprensión del autoconcepto, de la personalidad construida, de las
formas en que se ve a sí misma y ha sido vista, a través de su nombre.
Edad: conocer la edad del individuo permite identicar, además de su res-
ponsabilidad legal, la correspondencia entre la madurez biológica y psico-
lógica, que, si bien en el enfoque humanista se vela por una comprensión
holística que no dicotomice, algunas alteraciones en el desarrollo neuro-
cognitivo, o experiencias traumáticas, pueden promover el desajuste de la
maduración homogénea de estas estructuras. A partir de la edad se identi-
can incongruencias con las tareas sociales esperadas, anclajes en etapas
infantiles o identicaciones con estereotipos asignados y esperados en per-
sonas mayores. La edad anuncia el desarrollo de consciencia esperada y la
consecuente expresión de libertad y responsabilidad.
Lugar de nacimiento: un contexto rural o urbano, territorio con desa-
rrollo tecnológico cercano, densa demografía, instituciones y servicios
diversos, sistema de creencias culturales y en general las prácticas y
condiciones contextuales en las cuales la persona pasa sus primeros
años, asumiendo que estos los pasa allí en su lugar de nacimiento,
sirven ineludiblemente como ambiente inmediato y campo fenoméni-
co que entregará al individuo sus patrones conductuales y cognitivos
sociales. Diferentes entornos cuentan con diversas condiciones que
han de servir para comprender expresiones y formas de simbolizar la
experiencia de un individuo.
Residencia actual, domicilio: un entorno seguro favorece el desarro-
llo de la persona. Esta condición puede ser elegida regularmente por los
adultos, o ser un determinismo tradicionalmente en jóvenes. En el caso
de un joven, su casa familiar y entorno habitacional resulta insatisfacto-
rio y generador de experiencias traumáticas, en tanto que no reconocen
un lugar propio, un espacio que puedan colonizar y disponer en relación
con su identidad y sus intereses, se suelen percibir ajenos o incómodos
con sus condiciones y posibilidades en ese sitio. Los adultos eligen sus
domicilios en relación con sus condiciones económicas y laborales, en
rechazo o repetición de sus condiciones infantiles, o por las representa-
ciones sociales que asume, sus imaginarios, anhelos o determinantes.
Sexo: al igual que con el nombre, sin ser este elegido por los padres
(aunque es un fenómeno actual posible y el potencial aumento la selec-
ción cromosómica para bebés probeta), el sexo anatómico es una fuente
de información para la construcción de identidad, la alimentación del sí
mismo, la interacción con el ambiente y el establecimiento de canales
y habilidades para la satisfacción de necesidades personales. Como ya
se conoce, la estructura subjetiva alimentada por el ambiente tiende a
revestir la estructura biológica, sin embargo, adviértase siempre que
condiciones hormonales y sistémicas en la biología, favorecen o limitan
la expresión de fenómenos emocionales y psicomotrices, en este senti-
do, las personas pueden encontrar en su base física, un correlato satis-
factorio o un insumo susceptible a dotar de signicado negativo, ya por
demandas externas o por experiencias personales.
La identicación de la persona con su dimensión corporal permite iden-
ticar congruencias con el mismo, por lo cual, los roles de género y
comportamientos predeterminados por la cultura, alimentan el malestar
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subjetivo siempre que para esa persona no sea posible reconocer en ese
insumo material, un recurso para el funcionamiento óptimo. El clínico
debe sin embargo, explorar y desarrollar la categoría de “género” para
responder a las conguraciones experienciales diversas e incluyentes.
Etnia: puede estar asociada con el lugar de nacimiento, o con el linaje, y
con mayor importancia que el contexto de nacimiento, crianza y domicilio, se
puede considerar el Ground del proceso de humanización, ya que es el marco
vivencial de referencia, así que identicar las lógicas con las cuales ha vivido la
persona, o se ha relacionado con ellas para extenderlas o negarlas, viviéndolas
como una imposición o como potencialidad, permitirá al clínico comprender
el mundo interno, o por lo menos parte de las convenciones con las cuales la
persona se representa a sí misma y construye su realidad. Claramente, la im-
portancia que se da a este elemento como a otros, sugiere un determinismo,
pero antes que tomarlo así, se insiste en que es una facticidad que está de
alguna manera presente en el campo fenoménico del individuo.
Estado civil: la persona puede o no experimentar actualmente un vínculo
legal, religioso o espiritual con otra persona. Las razones para tener o no
alguna relación son diversas y para cada categoría existir varias. Ahora
bien, dado que es una práctica social, la representación de la persona so-
bre su soltería, viudez, matrimonio, separación, u otra forma posible, da
cuenta de las percepciones elaboradas sobre las emociones, el valor de las
personas, los contratos sociales, compromisos, libertad, convivencia, etc.
La gura vincular referida en el estado civil, puede estar asociada con
la experiencia familiar derivada del vínculo de sus padres o cuidadores,
asociándose a ello resistencias e imaginarios en relación con los cuales
también se da un lugar en el mundo. En otras palabras, el estado civil,
sea cual sea y por las condiciones que este sea, habla de una relación
humana que se dio, da, dará, o no hace parte de las consideraciones, por
tanto allí está reejado en cierto sentido el tipo de contacto entre el orga-
nismo y el ambiente, no necesariamente como representación suciente
de las relaciones en general, pero sí como ejemplo de una historia de
formas vinculares; adviértase además, que se pudieron dar por elección
personal o por percepción de responsabilidad moral o coacción material.
Profesión: en la misma línea del estado civil, a través de una profesión
u ocio la persona está dando trámite a sus elecciones personales o res-
ponsabilidades morales, también es la herramienta para la satisfacción
de necesidades básicas y superiores; la profesión o ejercicio disciplina-
rio, puede ser una experiencia de limitación y fuente de insatisfacción, o
por el contrario de bienestar subjetivo y sentido de vida.
La actividad y la temática laboral se puede relacionar con el Self ideal y
con ello hacer parte central de la conguración de la persona. Es posible
encontrar ejercicios decantados de la historia familiar, del autoconcepto
temprano, de las ilusiones y fantasías, conveniencias sociales, sugeren-
cia externa o tarea social; como fuere, mediante la actividad laboral o
profesión, la persona experimenta formas de autorrealización y actua-
lización, escenario de motivación y desde luego, situación en la que se
juega otra forma de relacionamiento y calidad de contacto con los otros.
Situación laboral: consecuencia de lo anterior, un estado cesante para
alguien que depende de su actividad, para un adulto que migra a la im-
productividad, un adolescente que es excluido por el sistema, o para un
trabajador que construye su proyecto de vida según las posibilidades
contractuales, retorna en angustia y síntoma. Ejecutar una actividad o
no, es en un caso ideal un valor personal. Puede derivarse de ello la per-
cepción de autoecacia, generatividad y realización o asumido el trabajo
como imposición y además el mismo ambiente laboral producir malestar,
darle continuidad a una forma de vínculo laboral es la prolongación de
la insatisfacción, desintegración, desatención de las necesidades orga-
nísmicas, y amenaza ambiental. Dependerá, como se ha mencionado,
del signicado y de las experiencias construidas al respecto, así que es
preciso conocerlas para ampliar comprensiones.
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Ideologías particulares: aquí se identican las liaciones e ideologías
religiosas, políticas, losócas, todos los contenidos que, de forma dog-
mática, racional, imaginaria, o en general, aquellos principios concep-
tuales que la persona ha convertido en máximas, con las cuales y desde
los cuales realiza valoraciones del mundo y establece sus sistemas de
valores y creencias. Aquí se pueden encontrar elementos que han ser-
vido de sistema de apoyo en tanto marco conceptual de referencia, es
información heredada o construida a lo largo de la formación y las ex-
periencias. Pueden identicarse exibles o inexibles y de ello depende
en gran medida la percepción de amenaza que el individuo asigne a una
nueva forma de estar, pensar y relacionarse con el mundo.
Datos de un familiar o persona de apoyo: en el sistema de atención
clínica se precisa identicar una persona de conanza o con la cercanía
suciente al paciente como para encontrar en ella un canal de comu-
nicación, apoyo, contención auxiliar, y a través de la cual se recree un
ambiente contenedor y protector, tanto si la experiencia terapéutica des-
borda las capacidades del terapeuta y del paciente, como ante las con-
diciones de vulnerabilidad que se asocien con el proceso y con las cuales
debe enfrentarse el paciente fuera del escenario clínico.
Las personas pueden referir a cualquier personal con toda seguridad, lo
que tiende a dar cuenta de los lazos y canales de apoyo social con los
que suele contar, sin embargo, en algunos casos la duda ante la respues-
ta expone que el paciente puede sentir temor de que alguien más co-
nozca su situación terapéutica, por narcisismo o porque no se presume
aceptado o merecedor de la ayuda de alguien más. Una vez más, este
dato permite explorar las formas relacionales y la conanza o resistencia
en el apoyo ambiental.
6. 3. 2 Antecedentes personales médicos
En esta dimensión es necesario identicar la alteración de la estruc-
tura biológica que, según la evidencia por las pruebas diagnósticas y
procedimientos antecedentes a la consulta, indiquen la predominan-
cia de una alteración funcional, sensorial, química, eléctrica, genética
o sistémica, entre otras.
El psicólogo clínico no debe olvidar que las expresiones de deterioro o
salud de la materia corporal, son el resultado de una serie de interac-
ciones complejas, de organizaciones y respuestas de los procesos or-
gánicos; razón por la cual, siempre es necesario descartar, conrmar
y considerar la predominancia de esta realidad física en la experiencia
psicopatológica.
Este énfasis no se propone para prolongar un dualismo dicotómico en el
que se conictúan las dimensiones de la existencia, sino para advertir
que, la sinergia entre las expresiones física, psíquica, social y espiritual,
pueden decantar su manifestación, prioritariamente en una de ellas o en
varias, con una posible jerarquización en la afectación. Esto quiere decir
que los síntomas son consecuencia de la totalidad organísmica, pero se
manifestarán típicamente mediante la dimensión que mayores recursos
positivos precise, razón por la que su debilitamiento le ha puesto en el
primer plano de la atención.
Dado lo anterior, términos como psicogénico, somatogénico, psicosomá-
tico, somatomorfo, sirven para enunciar el cause en la organización de
los síntomas, y parcialmente para identicar la génesis de tales expre-
siones, sin embargo, el origen no puede concebirse exclusivamente de
un lado o de otro, dada la complejidad en la interdependencia e interac-
ción de tales dimensiones de la existencia.
GINAGINA
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193192
Reconociendo entonces que existan antecedentes asociados a la salud
biológica, el clínico ha de acompañar a la persona en sintonía con otras
disciplinas de la salud y respetando las fronteras de cada discurso. El ho-
lismo en la concepción humanista del hombre no puede dar a entender
que el psicólogo debe hacerlo todo, sino que ha de reconocer el límite de
sus capacidades y la necesidad del diálogo de saberes.
Al identicar los antecedentes, es posible establecer relaciones causa-
les, etiopatogenias, psicopatogénesis, premorbilidades, comorbilidades,
mantenedores y pronósticos posibles. Con esta información, no ha de
realizarse una reducción de la clínica al modelo biomédico, sino identi-
car, qué sí y qué no depende del saber psicológico y amerita exponerse
en la experiencia clínica, o precisa de ajustes en la relación para que ese
elemento médico haga parte de la experiencia psicoterapéutica en razo-
nables proporciones y posibilidades.
Teniendo en cuenta lo anterior, los elementos que se logren identicar
pueden ser explorados comprensivamente desde la subjetividad, por
ejemplo:
- ¿Cómo ha sido la experiencia de relacionarse históricamente con sus
condiciones médicas?
- ¿Experimenta o percibe la persona alguna limitación, cómo la experi-
menta?
- ¿Tienen las limitaciones percibidas fundamentos materiales?
- ¿Las deniciones que el individuo ha hecho de sí mismo están relacio-
nadas con sus antecedentes médicos?
- ¿Las posibles inhibiciones o expresiones abiertas que se ha permitido
al relacionarse, se asocian con sus antecedentes?
- ¿Cómo inuyen en su experiencia global las perspectivas de recupera-
ción médica?
- ¿Estos antecedentes y las consecuencias en el funcionamiento global,
cómo han inuido la percepción de ecacia o inecacia personal?
Se recomienda al psicólogo hacer un estudio dedicado de la nosología
médica y psiquiátrica, para poder tener impresiones basadas en la evi-
dencia, y con ello establecer correlaciones entre los datos aportados por
el paciente y las posibles derivaciones y trabajos transdisciplinares. Con
ello entonces puede consultar por:
- Enfermedades médicas padecidas: congénitas, sistémicas, infecciosas,
hereditarias, etc.
- Alergias: en medicamentos, alimentos, sustancias naturales, ambien-
tes climáticos.
- Consumo de medicamentos: consumo histórico, realizado durante un
tiempo prolongado, o consumo actual. Nombre de los medicamentos,
dosis, frecuencia, nalidad, reacciones.
- Traumatismos: fracturas, lesiones, caídas, accidentes, agresiones.
- Intervenciones quirúrgicas: estéticas, correctivas, exploratorias.
- Antecedentes médicos familiares: hacer énfasis en las de mayor índice
hereditario como las autoinmunes o circulatorias.
- Antecedentes personales y familiares en relación con la salud mental:
identicar problemáticas psiquiátricas, motivos de consulta, tratamien-
tos recibidos, medicamentos, recuperaciones, incluir aquellos derivados
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195194
de evaluación psicológica y neuropsicológica.
- Antecedentes de mortalidad en familiares: en este apartado es perti-
nente conocer las causas de muerte de sus familiares padres o abuelos,
por ejemplo, ya que es posible que se identique una constante que sea
susceptible de ser sometida al juicio médico, y que no fue advertido en
otro contexto, por no ser sintomático.
6.3.3 Psicobiografía
En este apartado, paciente y terapeuta pueden hacer un recuento de los
elementos más signicativos o los que han generado más emergencia,
mayor impresión, o que han congurado la historia de vida. Es la historia
de vida en capítulos y en escenas.
Es un relato que no se construye lineal, sino que puede ir y venir, depen-
diendo de lo que angustie al paciente en el momento, lo que su memoria
le permita y los recuerdos mejor jados. Tales evocaciones pueden estar
asociadas a eventos traumáticos o experiencias positivas, no necesa-
riamente se corresponden con situaciones que son social o estadística-
mente intensas, pues en la subjetividad un evento aparentemente insig-
nicante para la referencia exterior será congurador para un individuo
según los recursos puestos en juego en el evento.
Los elementos enumerados a continuación, pudieron aportar vivencias
cumbres, límites o ambas, no son eventos únicos y absolutos, sin em-
bargo, dadas las experiencias clínicas en las diferentes disciplinas de la
salud, se pueden proponer fuentes como:
- Información asociada a la gestación: las personas jóvenes y adultas,
suelen tener algunas referencias sobre esta etapa, que ha llegado por sus
familiares o personas cercanas. Es información hace parte de la historia
familiar y por tanto alimentan las líneas de la novela familiar. Los estados
o condiciones emocionales de la madre, el contexto cultura y las dinámi-
cas del nicho familiar, se convierten en el precursor ontogenético favora-
ble o de riesgo en la conguración temprana de la estructura biológica.
- Parto: algunas experiencias clínicas han mostrado que el trauma de
nacimiento y eventos estresores o graticantes dejan en el organismo
memorias con cierta información sensoperceptiva, las personas decla-
ran la experiencia de un destello, de una sensación, de elementos que
no son claramente diferenciables y mucho menos simbolizables, pero
que cuando se triangula en la información familiar, se pueden encontrar
eventos con explicaciones causales y casuales, a partir de lo cual se pue-
den advertir satisfacciones con la vida o crisis existenciales.
A nivel siológico, en este proceso el organismo se expone a las proble-
máticas mecánicas del alumbramiento y las condiciones sicoquímicas
que pueden afectar el desarrollo y la maduración de orgánica y neuro-
cognitiva. A partir de la gestación y el parto, se puede trazar una línea,
no determinante, pero sí temática, es decir, algunas situaciones morfo-
lógicas por diátesis o por traumatismo y enfermedad temprana, de las
que no puede obviarse su incidencia en el desarrollo, pero la vivencia de
estas dependerá de la constitución subjetiva.
- Crisis en el desarrollo: consecuencia de los dos elementos anteriores,
las crisis en el desarrollo hacen referencia tanto a factores biológicos,
neurocognitivos, emocionales, sociales, ambientales, ansiolíticos y en
general, diversas experiencias que la persona haya puesto, o se le ha-
yan impuesto en el primer plano de su atención y resolución. Por ello se
explorarán las experiencias en el ciclo vital. Estas clasicaciones pueden
variar según diversas perspectivas sobre el desarrollo evolutivo y con-
textos legales, así que más que identicar un número, se debe explorar
la experiencia en esas etapas, a las cuales la misma persona puede dar-
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197196
les una delimitación temporal. Aproximadamente, la primera infancia:
de los 0 a 5 años; infancia: 6 a 11 años; adolescencia/juventud: 12 a 18
años; joven adulto: 19 a 26; adultez: 27 a 59; vejez: 60 en adelante.
- Eventos signicativos en historia académica: evolución del proceso
académico, promociones, atrasos en el aprendizaje, habilidades y nece-
sidades especiales, grados académicos, reconocimientos.
- Eventos signicativos en historia laboral: inicio y motivación de la vida
laboral, estabilidad, expectativas, actividades realizadas, incidencia en
las otras áreas vitales.
- Eventos signicativos en historia afectiva: experiencias amorosas, re-
laciones de pareja, estabilidad de los vínculos, motivaciones, deseos,
resistencias, aperturas.
- Eventos socioculturales de mayor evocación: aquí se pueden ubicar esas
situaciones del macrocontexto, sociales, políticas y económicas que han sido
tomadas por las personas para hacerlas parte de su experiencia personal.
- Rutinas personales actuales: identicar aquí estilos de vida saludable o
prácticas que en el contexto de la salud física y mental se puedan reco-
nocer como negativas, sin embargo, con el cuidado de no juzgarlas más
allá de la ética profesional y la ley.
- Percepción de personalidad-autoconcepto: si bien se reconoce que el Self
es una instancia yoica dinámica, puede presentarse por efecto de la neu-
rosis o las elecciones conscientes como exible, rígida, ambivalente, agre-
siva, fóbica, ecaz, ineciente, en general la organización conceptual con
la que se congure la totalidad perceptiva y propioceptiva del sí mismo.
- Personas signicativas: diferentes personas pueden convertirse en
el centro de las identicaciones del individuo, pudieron proceder o es-
tar relacionadas con satisfacciones a necesidades tempranas y básicas,
protectoras, validadoras e incondicionales; tanto si es en este contexto
positivo, como negativamente con personas a las que se le asocie ex-
periencias negativas, los otros, los demás, el prójimo, presenta una fun-
ción fáctica con la que se coexiste y a la que se responde.
6.3.4 Constitución familiar
En este apartado, se tiene en cuenta que los integrantes de la familia,
los cuidadores primarios o las personas con las que se convive estre-
chamente, tanto en la infancia como en algún momento de la vida, sir-
ven de marco conceptual de referencia, tanto para la organización de la
personalidad, como para expresar la dimensión relacional. Es el posible
ambiente contenedor primario, el grupo de apoyo o el ambiente amena-
zante. Aquí se puede explorar y discriminar:
- Estructura básica de la familia de origen: número de hermanos, ubica-
ción entre los hijos, presencia de padres, y familia extendida.
- Organización actual de la familia: puede haberse modicado la estruc-
tura básica, y este evento ser congurador de la experiencia.
- Estilo de relaciones con los miembros familiares: tipos de apego, calidad en
los vínculos, estabilidad de las relaciones, conictos, rencores, signicados.
- Roles ejecutados en la familia: las personas pueden haberse asumido,
por diversos eventos familiares, en el lugar de los padres, de las vícti-
mas, responsables del funcionamiento familiar, chivos expiatorios, indi-
ferentes, excluidos, importantes. La forma de ubicarse en relación con
su familia puede ser la base para desarrollar relaciones análogas con
otras personas.
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199198
6.3.5 Condiciones sociales particulares
Examinar las condiciones particulares de un individuo en su ambiente
exige dos consideraciones, de un lado la comprensión del campo fe-
noménico y de otro la relación organismo-ambiente. En el primer caso,
el campo se congura con la totalidad de los elementos accesibles a la
experiencia, es decir, aquellas situaciones del ello, de lo otro, lo exterior,
que circundan e interpelan al sujeto que vivencia, con cierta conciencia,
las organizaciones del campo, con esto, el campo es traducido a través
de la subjetividad que sistematiza la experiencia, la asimila y con ello
recongura el campo.
En el segundo caso, se advierte la especicidad de la relación del sujeto
en su macrodimensión de organismo, que entra en relación con un yo-
no-yo, con un ambiente del cual toma lo necesario para producirse la
vida y el equilibrio existencial, con un entorno con el que se delinea la
frontera del yo; en otras palabras, la identidad o sí mismo emerge del
contraste heurístico con el ambiente, pero al mismo tiempo solo posible
dentro de él.
Las condiciones sociales, percibidas como favorables o desfavorables,
tanto para la percepción de ecacia, conanza en mismo, recursos
para la sobrevivencia, medios para la cohesión relacional y para ordenar
las metas vitales, convergen con sus signicados históricos y presentes,
como insumo determinado e irreductible o recurso para la expresión y
posibilidad de la autorrealización. En esta parte serán importantes las
experiencias y signicados en relación con:
- Nivel de ingresos económicos: la economía puede llegar a ser un valor vi-
tal en sí mismo, congurador de la existencia, por carencia o exceso, como
necesidad, meta, medio, estímulo o amenaza. En las lógicas sociales actua-
les, donde gran parte de la supervivencia y transacciones sociales, implican
la dimensión económica, esta condición aportará a la experiencia.
- Calidad de vida: el clínico puede explorar las condiciones materiales y
relacionales que favorecen tal calidad y con ello identicar las posibilida-
des de apoyo y contención, sin embargo, la lectura de calidad no se debe
reducir a indicadores económicos, sino a la percepción de bienestar, a la
satisfacción subjetiva.
- Intensidad laboral: tiempos de exposición al trabajo, frecuencias y
duraciones que incrementan o disminuyen los factores de riesgo para la
percepción de estrés, insatisfacción o malestar.
- Satisfacción en el trabajo: además de la actividad laboral en sí misma,
que tiende a comprender por lo menos una tercera parte de la vida de
una persona, las condiciones emocionales establecidas con el grupo de
trabajo, y la realimentación positiva por las metas cumplidas.
- Objetivos y proyectos laborales actuales: derivado de lo anterior, la
satisfacción en el trabajo u ocio actual puede provenir de cualquier
elemento signicativo para la persona, la posible identicación de estos
elementos, puede favorecer su fortalecimiento de cara a signicarlos
como recursos positivos dentro de la psicoterapia y para la elaboración
de sentido. Las metas y expectativas responden a una perspectiva per-
sonal de autorrealización y motivación existencial.
- Condiciones y satisfacción en zona y lugar de habitación: evaluar las
condiciones habitacionales, tiene el mismo sentido de las laborales, en
una nueva escala y contexto, pero con las mismas nalidades. Como
mínimo otra tercera parte de la vida se puede desarrollar en el ecosis-
tema personal e íntimo de la persona, y de allí se recrean experiencias
satisfactorias o no.
- Características de los grupos sociales frecuentes: como fuente de in-
formación, el contexto relacional sugiere las identicaciones históricas
y actuales. El contenido general que emiten los grupos y los roles, esti-
GINAGINA
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mulan comportamientos, introyectos, responsabilidades exógenas, pa-
trones conductuales, ritos e ideologías, todo lo que sirve como marco de
referencia para comprender expresiones particulares de la persona.
- Rutinas sociales: son formas directas que gracan la relación del indi-
viduo con el mundo. La presencia o no de actividades que impliquen la
puesta en marcha de la voluntad, apertura, disciplina, esfuerzo, gusto,
relaciones, y en general situaciones en las que se exprese la persona a
nivel social, sugiere, según su calidad e intensidad, estados emocionales
y afectivos saludables o patológicos, factores protectores o de riesgo.
- Relación de pareja: tal como se ha sugerido previamente, las rela-
ciones que un individuo establece, tienden a ser la reproducción de los
modelos relacionales que asimila de su entorno primario, de su contexto
de crianza y de las fantasías, satisfacciones y represiones que ha sufrido
en esta esfera. Las personas tienden a replicar con alguna estabilidad
sus formas vinculares, sobre todo cuando ha encontrado en ellas una
forma de satisfacer sus necesidades y un apoyo para tolerar la ansiedad
primaria de llevar la vida y enfrentar sus soledades. Aquí se juegan las
representaciones, proyecciones o desplazamientos que el individuo de-
posite en su o sus guras sentimentales.
6. 3. 6 Motivo de consulta
El motivo de consulta es el corazón del proceso clínico. Es la hipótesis o
certeza que ha congurado la persona sobre su situación, su sufrimien-
to o sus necesidades de apoyo. En lo procesual, implica coconstruc-
ción con el clínico, que permita identicar necesidades no reconocidas,
inquietudes no planteadas inicialmente, hace parte de todo el proceso
clínico, aunque puede jarse a lo largo de las consultas, también tiene
un carácter dinámico, el terapeuta debe destacar esto, identicando las
transformaciones o demandas que se van presentando en el proceso, en
tal sentido no está enmarcado en una linealidad.
Es la lectura subjetiva y verdadera para sí, que deviene de una reorga-
nización de la experiencia de continuidad, es decir, allí donde la persona
mantenía una experiencia satisfactoria o tolerable y una percepción de
organización, ahora percibe que puede reorientar la experiencia, explo-
rar otras posibilidades de estar en el mundo y centrarse con una con-
ciencia yoica que le permita armarse con los recursos sucientes para
ser agente activo de su campo fenoménico. A esta categoría se asocian:
- Motivo de consulta en términos personales: se toman las referencias
directas de la persona, la manera de nombrar la experiencia actual deli-
mita la responsabilidad existencial, la angustia, el afrontamiento, com-
prensión y vivencia entre otros fenómenos que afectan al individuo se-
gún los signicados y signicantes con que se elabore la experiencia.
- Acontecimientos desencadenantes: aunque con esta información se
asume una secuencialidad y causalidad, es necesario recordar la multi-
causalidad y complejidad histórica y multidimensional de la manifesta-
ción actual. Los desencadenantes son factores manifestativos, pero en
la base de la manifestación está el fenómeno íntimo en donde se expe-
rimenta una amenaza al ser. Regularmente estas amenazas al ser, son
amenazas a la existencia material o sentidos elaborados que incremen-
tan la angustia, de aquí se desprenden:
- Estresores subjetivos que prolongan el malestar actual: lo que la
persona cree, presume, asume, intuye, imagina que se asocia con su
crisis. Desde lo fenomenológico este criterio también tiene una base
de intersubjetividad, un acontecimiento es el resultado de dos o más
fenómenos.
- Estresores objetivos que prolongan el malestar actual: igual que
en el caso anterior, pero sobre lo que se pueda establecer un criterio
de intersubjetividad. No se trata de recabar información para discutir
y convencer a la persona de lo contrario, sino de atender elemen-
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tos que puedan intervenirse por la vía material, de tal modo que no
generen deterioros mayores. Se exploran condiciones de seguridad,
cuidado, riesgo, amenaza directa a la integridad y salud.
- Mecanismos de afrontamiento previo a la consulta: se identican las
estrategias conscientes, volitivas, atentas, intencionales, que ha esta-
blecido la persona, por iniciativa propia o por sugerencia externa, a tra-
vés de las cuales, se ha tratado de contener y reencausar la demanda
actual. Habrán servido parcialmente o ser inocuas, el clínico observará,
en relación con el retorno positivo, la pertinencia de prolongar o recon-
gurar dichas estrategias, pues estas mismas, aunque son ajustes del
sujeto, no necesariamente son los más saludables.
- Defensas evidentes: a diferencia del punto anterior, estas respuestas
y conguraciones son automáticas e inconscientes, allí radica el ries-
go, pues las defensas tratan de restablecer el equilibrio perdido, pero
mediante formas fuera del alcance consciente, producto de lo cual su
carácter de temporalidad y suciencia. Ya que las defensas son transito-
riamente funcionales, puede resultar frustrante su disolución, pero esta
es necesaria, pues a la sombra de las defensas, se esconden experien-
cias originarias y convergentes con el sufrimiento o necesidad actual. La
tarea del clínico se orienta a la exposición de las defensas, para que la
persona las haga conscientes. Exponerlas no signica forzar su confron-
tación, sino favorecer, empáticamente la conciencia de ellas y la valora-
ción personal de la pertinencia de estas de cara a la maduración.
- Demanda especíca, intensiones en acompañamiento: a partir de la
relación angustiante con sus síntomas, o según la tolerancia previsible
y conveniente de la experiencia de sufrimiento, las personas tienen una
necesidad especíca que desean sea cubierta por el clínico o dentro de la
terapia. Claricar las intenciones, igualmente en los términos y signica-
dos del consultante favorecerá al clínico la valoración de las posibilidades
y alcances en el acompañamiento.
Aquí se pueden evidenciar fantasías y expectativas imposibles que la
persona tiene del clínico y del proceso, y se puede comprender el lugar
que toma la consulta en el campo fenoménico, pues la atención clínica
también puede ser un pretexto para el fortalecimiento de las defensas
en lugar de la transformación responsable.
6. 3. 7 Descripción general sobre dimensiones vitales. Examen
mental
La evaluación del examen mental es un procedimiento para valorar la ca-
lidad y cantidad, frecuencia, duración, intensidad y consecuencias de las
posibles afectaciones en las diferentes áreas o dimensiones de funciona-
miento de los procesos mentales y de las manifestaciones sintomáticas.
La comprensión de la experiencia del paciente, si bien es una totalidad,
que escapa a las deniciones y reducciones, puede incluso ser observada
y descrita fenomenológicamente tal como aparece, no solo a la conciencia
del paciente, sino a la experiencia y conocimiento el clínico, pues muchas
de las organizaciones sintomáticas, no son advertidas por la persona que
consulta, o simplemente no se tiene consciencia de la importancia y forma
en que participa cada manifestación en la experiencia global.
El conocimiento está aquí del lado del psicólogo, quien, al poseer una
comprensión del funcionamiento global y genérico de las estructuras
psíquicas y biológicas, está habilitado para discriminar fenómenos que
escapan al conocimiento y comprensión el paciente.
Esta segmentación didáctica de la totalidad es una imagen actual, una
fotografía o radiografía, que evidencia las relaciones más evidentes en-
tre las dinámicas funcionales del organismo. A partir de esta impresión
inicial, el clínico considerará, según la dominancia de ciertas sintomato-
logías, los recursos inter y transdisciplinares con los que deberá contar,
la complejidad y orientación inicial que debe dar al caso.
GINAGINA
PSICOLOGÍA CLÍNICA: UNA PERSPECTIVA HUMANISTA MARÍA CANO - FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
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Al realizar el examen mental se debe tener cuidado de que este no limi-
te la emergencia y advertencia posterior de otras manifestaciones, sea
porque el clínico se ha sesgado e insistido en su primera impresión, o
sea porque se ha simplicada la experiencia a las meras consecuencias
manifestativas.
Este procedimiento, al ser heredado del sistema médico, resulta un tec-
nicismo presente en las instituciones y protocolos legales, con diferentes
taxonomías y con más o menos detalles nosológicos. Es por ello, por lo
que tiene implícito el criterio de normalidad o anormalidad cuantitativa
y cualitativamente, que se ha construido a partir de lo estadísticamente
esperado, así que el nivel de alteración descrito debe considerarse siem-
pre en contraste con el sujeto mismo, el contexto social, las condiciones
circunstanciales, es decir, la validez ecológica e ideográca.
Un cuidado adicional que debe tener el clínico con enfoque humanista está
del lado de los límites del conocimiento, a saber, las reducciones eidéticas
están del lado del paciente, mientras al clínico solo aparecen las formas
sensibles y superciales, por tanto, esta fotografía actual habrá de actua-
lizarse con la misma exibilidad que ocurra la experiencia del paciente.
Para dominar el discurso demandado en este procedimiento es necesario
realizar un estudio constante y prudente de la psicopatología general y
de la terminología nominal en particular, por tanto, a continuación, en
lugar de listar los síntomas esperados, se insistirá en la importancia de
observar dicha dimensión, en la presunción de su organización psicó-
gena y resaltando su lugar para la toma de consciencia o la consciencia
como epicentro. Lo que quiere decir, que se asume la evaluación de es-
tos procesos para considerar su aporte a la meta de toma de consciencia
de la experiencia y responsabilización personal.
- Apariencia y comportamiento: ¿la persona es consciente de sus formas
de aparecer, aspecto y conductas, formas de expresión e intensidad de
estas?, ¿cómo se congura con esta conducta y apariencia la relación
con el psicólogo?, ¿el campo fenoménico de la terapia se afecta con las
formas de aparecer?
- Sensopercepción: ¿se presentan deterioros sensoriales que alteren la
percepción y con ello las posibilidades de establecer un diálogo terapéu-
tico?, ¿existen quejas alrededor de fenómenos percibidos que no hagan
parte del escenario intersubjetivo?, ¿se demanda una atención especial
en relación con una habilidad sensorial diversa?
- Consciencia: ¿aparece la expresión de esta como consecuencia de la
realidad inmediata espaciotemporal?, ¿se ubica en el aquí y ahora de
la relación terapéutica?, ¿logra dirigirse a sí mismo y al ambiente con
uidez y armonía?
- Orientación: por condiciones exógenas como consumo de sustancias,
traumatismos o alteraciones en el procesamiento de la información la
orientación se puede afectar, sin embargo, en consecuencia, con la di-
mensión anterior, una orientación adecuada señala que la persona tiene
la capacidad de dirigir su conciencia y en consecuencia declarar dónde,
en qué momento y el quién de la experiencia.
- Atención: ¿se ja de manera particular en un tipo de sensación, de
experiencia, de objeto o de contenido?, ¿está dirigida constantemente al
ambiente o al pensamiento?, ¿la respuesta atencional expone la relación
terapéutica a desarrollarse con un ritmo particular?
- Memoria: ¿la información evocada corresponde con situaciones realmente
vividas en el principio de realidad?, ¿son los recuerdos expuestos producto
de un anclaje o jación con el pasado?, ¿las experiencias más próximas
presentan igual importancia que las del pasado o viceversa?, ¿se eviden-
cian situaciones vitales particularmente suprimidas del relato y evocación?
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- Pensamiento: ya que esta dimensión expresa el curso y el contenido,
es decir, la organización, secuencialidad y lógica, se pondera aquí la co-
rrespondencia de los pensamientos del paciente con el principio de reali-
dad o la intersubjetividad, que de forma genérica no aporta malestar. Es
importante identicar que el contenido del pensamiento es el resultado
de la sistematización que se hace de la experiencia, por ello la persona
puede expresar organizaciones personales de la realidad, signicados
asignados, prejuicios y racionalizaciones, cantidades y cualidades asig-
nadas a un fenómeno, que correspondiente o no con los pensamientos
“normales” funda las bases conceptuales de la realidad subjetiva, del
modelo interno de mundo y de sí mismo.
El pensamiento es la gramática y la respectiva semántica con la que se
escribe la experiencia, y aunque no es la única dimensión de la realidad
humana, este debe ser susceptible de transformarse en simbolizaciones,
para observar en él la forma en que participa de la experiencia particular.
- Lenguaje: tras evaluar su función motora, el lenguaje se convierte en
la simbolización verbal y no verbal del pensamiento, es el vehículo con el
cual la persona expresa su mundo interno y asimila también el externo.
¿Los códigos lingüísticos utilizados, su función poética y pragmática da
cuenta de una organización o intento de organización del mundo? ¿Se
evidencia en el lenguaje un personaje o forma defensiva?
- Psicomotricidad: es el lenguaje corporal. ¿Se produce con gracia, ui-
dez, armonía y brillo?, ¿se presenta el movimiento y expresión corporal
reprimido o excesivo, y de ser así, qué realidad intenta congurar la
persona con esta manera de moverse en el mundo?
- Afectividad: sugiere el lenguaje emocional, así como el pensamiento y
la corporalidad pueden presentar esquemas jos y negativos, que limitan
la consciencia y la experiencia, también la expresión del tono afectivo da
cuenta de las intenciones del individuo, de sus mecanismos defensivos
o de las estrategias para relacionarse con el mundo. ¿Es congruente la
expresión emocional con el discurso verbal y corporal?, ¿la intensidad
de los afectos demanda del clínico una presencia especial, una forma de
estar y acompañar para procurar cuidados especiales?, ¿cuenta la perso-
na con los recursos personales para contactar con sus emociones y dar
trámite saludable?, ¿están las emociones en el centro de la experiencia?
- Inteligencia: ¿cómo participa la riqueza cognitiva en la elaboración de
los signicados personales?, ¿sirve a las lógicas de la psicoterapia las
formas de racionalización e intelectualización?, ¿la madurez cognitiva y
el coeciente intelectual son congruentes a la maduración biológica?
- Juicio e introspección: ¿reconoce la persona su participación en la ex-
periencia de enfermedad?, ¿identica que sus formas de pensar, actuar,
sentir y expresar convergen para la construcción de la sintomatología?
- Valoración de hábitos alimenticios, sueño y sexuales: estas situaciones
vitales, que tienen una afectación directa en la estructura psíquica y que
al mismo tiempo se afecta interdependientemente con ella, se valoran en
cuando a la calidad, suciencia, equilibrio, posibilidad de acceso, conse-
cución voluntaria y control en la asimilación. ¿Cómo y qué tipo de valo-
ración, lugar y relación tiene la persona con estas necesidades básicas?
- Indicadores para la presunción de otras dicultades psicopatológicas: el
clínico, por su capacidad de hacer lectura semiológica de fenómenos que
presuma patológicos y que intereren en el funcionamiento óptimo del indi-
viduo puede advertir, según su experiencia y pertinencia, asuntos de orden
médico, social, legal y subjetivo, que deban recibir diagnósticos paralelos
y desde otros profesionales y disciplinas, esto para ser congruente con la
actitud holística, integrativa y dinámica del enfoque humanista.
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209208
6.3.8 Sobre el proceso derivado
Los siguientes ítems pueden ser explorados y obtenidos, como recurso
informativo, para efectos del seguimiento clínico, de la historia y del
registro institucional y legal. Se llega a la sistematización de estos a
medida que las entrevistas, diálogos y experiencias clínicas así lo per-
miten, y el lugar dentro del proceso siempre se asigna con carácter de
temporalidad, hipótesis, alcance descriptivo, orientador y de apoyo a la
comprensión.
- Recursos personales positivos: son las habilidades, conocimientos, ex-
periencias, comportamientos y rasgos que no han sido alcanzados por
la situación clínica, sino que por el contrario se contrastan de los sínto-
mas, facilitan y potencian el proceso psicoterapéutico. Estos recursos
son identicados por el clínico cuando el paciente no los experimenta
porque los ha alienado, pero en general emergen en el diálogo clínico. En
la medida que estén presentes o se puedan fortalecer, la reconguración
del campo fenoménico del paciente tiene un pronóstico positivo. Aquí
también se pueden identicar los recursos sociales positivos, las rela-
ciones favorables para contención y el afrontamiento, a los que ambos
actores del proceso pueden recurrir.
- Impresiones e hipótesis diagnósticas: el diagnóstico además de estar
del lado del paciente también es temporal y continuo, por tanto, precisa
actualización y con ello observancia para identicar sentidos en su evo-
lución o transformación. Puede ocurrir que la experiencia de sufrimiento
evolucione y demande otras formas de acompañamiento o remita y con
ello la relación terapéutica también se recongure. Tener un historial de
impresiones también sirve al clínico para tomar conciencia de sus formas
de acercarse, presentarse, comprender y acompañar.
- Impresión informada al paciente: en los casos en los cuales es urgente
y necesario para el paciente recibir una impresión profesional, se requie-
re cuidar que, con esta referencia, el paciente se reduzca y se identique
a tal punto que migre a la egosintonía y con ello se ancle en la experien-
cia patológica. Es preciso que la persona comprenda que las etiquetas
diagnósticas y las referencias del terapeuta son solo impresiones, super-
ciales y limitadas, que como se indicó previamente, no son reducciones
de la esencia o la ontología, que tienen un carácter orientador y referen-
te. La misma psicoeducación debe observarse en las instituciones y con
los profesionales asociados.
- Proyección de la terapia, objetivos, orientaciones: principalmente en
las primeras sesiones, pero siempre que sea necesario reencuadrar la
perspectiva y posibilidades del acompañamiento, se ha de convenir con
la persona que consulta, una meta que coincida con las necesidades y
realidades de la psicoterapia y la intervención clínica. No se trata aquí
de limitar la espontaneidad de la experiencia y encuentro clínico, sino de
darle un sentido y signicado a tal evento.
- Estrategias de seguimiento: a n de proceder con rigor cientíco, el
psicólogo deberá registrar, ya sea de la mano de instrumentos psicomé-
tricos o por medio de criterios clínicos, los avances o cambios evidentes,
las transformaciones cualitativas y cuantitativas, sobre las cuales pueda
evaluar la pertenencia de su forma de acompañar y con ello la resigni-
cación de sus prácticas clínicas, no para la estandarización que le aleje
de las vivencias subjetivas, sino para encontrarse con principios ontoló-
gicos susceptibles de ser advertidos en nuevos contextos clínicos.
- Evolución: de la anterior estrategia, se desprende la información que
da cuenta de la evolución positiva y de la epicrisis, se pueden observar
hitos en el tratamiento, que se enuncien como estratégicos y que se aso-
cien con la evolución de los reencuadres y del vínculo.
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211210
6. 3. 9 Situación terapéutica
Este capítulo presentó en su inicio la necesidad de cuidar la situación
terapéutica, así que además de ser un asunto de previsión, debe, tras
las experiencias acumuladas del proceso, permitir que el clínico haga un
diagnóstico personal, continuo y sincero de su forma de acompañar y de
lo que como persona y profesional está poniendo en la relación, y que,
al tramitarlas, se pueda realizar un mejor proceso interpersonal. Así que
el diagnóstico y la intervención también se volcán sobre su experiencia
personal, en asunto como:
- Dicultades previstas de cara a la situación terapéutica: falta de cono-
cimientos, limitaciones materiales, necesidades de apoyo, problemáticas
personales emergentes no elaboradas, entre otras.
- Resistencias experimentadas: derivadas de los obstáculos para la acti-
tud fenoménica, la puesta en paréntesis, la expresión empática y la con-
sideración de igualdad. Pueden aparecer emociones difíciles de tramitar
cuando la aceptación incondicional liberada de juicios morales no está
en la escena.
- Intenciones en las intervenciones: estas han de propender por facilitar
siempre la toma de consciencia de la persona, así que cualquier forma
de intervenir que afecte el campo relacional y que no se centre en la
facilitación, puede tornarse en favor de los fantasmas, intereses y nece-
sidades de manipulación del clínico.
6. 3. 10 Apoyos al proceso clínico
Por último, baste subrayar que los protocolos clínicos, que varían según
los contextos, ámbitos, poblaciones y nalidades, se nutren de la ciencia
psicológica aplicada que ha dado a la disciplina insumos para ampliar la
comprensión de los fenómenos, y que, con plena advertencia, consen-
timiento y cuidado en su incorporación al escenario clínico humanista,
también le son favorables y muchas veces obligatorios, a saber:
Requisitos legales para el ejercicio clínico en el territorio.
Consentimientos informados.
Certicados y permisos para procedimientos especiales.
Instrumentos, protocolos, técnicas para:
- Evaluación de eciencia sensoriomotora.
- Evaluación de inteligencia.
- Evaluación de aptitudes.
- Evaluación vocacional.
- Evaluación de competencias laborales.
- Evaluación del rendimiento o ejecución de procesos.
- Evaluación del desarrollo psicoevolutivo.
- Evaluación de la personalidad.
- Evaluación de rasgos patológicos y trastornos.
- Otras pruebas.
-Condiciones de seguridad en el resguardo de la información.
-Acondicionamiento locativo para atención digna.
-Instrumentos e indumentaria con sentido y nalidad terapéutica.
6.3.11 El encuadre
No por presentarse hacia el nal de este esquema, resulta menos impor-
tante, por el contrario, el encuadre materializa las condiciones básicas
sobre las que se desarrolla la situación psicoterapéutica y clínica en ge-
neral. Por otro lado, este tema presenta a la psicología humanista unas
delimitaciones que, si bien les son útiles, suelen parecerles restrictivas.
El clínico ante todo responde a la ética de la profesión y a las leyes que le rigen
su accionar en un territorio y entidad especíca, en tal sentido, lo que los códigos
deontológicos sugieren y obligan debe ser observado y sopesado por el profesio-
nal, siempre en pro de la calidad de vida del consultante y del bienestar mayor.
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213212
Los encuadres, en plural para hacer referencia a las constantes variacio-
nes a lo largo del proceso, siempre se utilizan para favorecer el campo y
la situación terapéutica en general, y para guardar de daños imprevistos
a las personas vinculadas según sus roles en particular. Y considerando
que la relación clínica es una relación viva que se va transformando y
demandando siempre nuevas formas vinculares, nuevas herramientas y
delimitaciones, puede asumirse que en un encuadre de enfoque huma-
nista consiente todo aquello que favorezca una clínica fenomenológica,
es decir, la descripción, el diálogo, la comprensión, la expresión auténti-
ca, el apoyo, la libertad y la dignidad, entre otras.
La respuesta al encuadre es una respuesta a los términos que hacen de
una armación, un cuestionamiento, a saber:
Qué de la situación: habrá de claricarse para conocimiento de las
personas involucradas, de qué se trata ese espacio que se está propo-
niendo, aunque esto lo tiene claro el psicólogo, es posible que sea él el
primero en olvidarlo. La clínica es una experiencia en la que se acompaña
mediante un encuentro auténtico a que la persona que consulta explore
recursos creativos para desarrollar sus potencialidades. Pretensiones o
demandas asociadas a la respuesta de todas las preguntas, solicitud de
tareas, manipulación o control, transacciones emocionales no profesio-
nales deben ser tipicadas y contenidas.
Quiénes en la situación: esta pregunta remite al manejo de la infor-
mación y limitaciones en la intervención, puesto que el psicólogo aclara
mantener la privacidad e información dentro del secreto profesional, con
posibilidad advertida y consentida de divulgar única y exclusivamente
aquello que salvaguarde la vida e integridad de la persona o de otras
personas externas. La vinculación de otros profesionales, ya sea para lo
individual o lo grupal se pronostica según la gravedad y limitaciones del
profesional frente a la situación clínica evidenciada.
Cómo de la situación: ante todo respondiendo a las condiciones de la
fenomenología, en donde la horizontalidad, la epojé, la aceptación, la
consideración de las cosas mismas y el desprendimiento de la necesidad
de control, estén transversalizando el diálogo.
Para qué de la situación: ya que las personas que se acercan a la con-
sulta están movidas por pretensiones que quizá no sean del alcance de
la psicología, o las expectativas superen las posibilidades del enfoque,
entonces se debe convenir qué sí se puede encontrar y qué no, origi-
nalmente el para qué se enmarca en la comprensión, adicional a lo cual
otros objetivos más esquemáticos pueden sumarse o derivarse.
Cuánto de la situación: relacionado con los tiempos, precios, frecuen-
cias, intensidades, insumos, espacios y responsabilidades de los impli-
cados. La psicología tradicional tiene estandarizaciones y tendencias en
cada una de estas características, pero es la valoración inicial de la situa-
ción, la que permite, caso a caso, diseñar una “oferta” de la experiencia,
actualizable para mantenerla en el aquí y ahora.
Los diferentes ámbitos y contextos donde se pueda desarrollar un acom-
pañamiento clínico, impondrán lógicas propias para considerar de cara al
cuidado del otro y de la situación.
6. 3. 12 Algunas referencias para recordar
Al cierre de este capítulo, se espera que haya sido clara la insistencia en
tener orientaciones para la comprensión, junto con la exibilidad y epojé
sucientes como para tener un encuentro clínico vivo y humanizado. En
este sentido precisa Korchin (1976) citado en Schneider et al. (2014) que:
La evaluación se reere a los esfuerzos del clínico para recopilar
información sobre el cliente para ayudarlo. El clínico humanista se
involucra en la evaluación en el sentido más amplio de intentar
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empáticamente entrar el mundo del cliente para comprender su
experiencia y visión del mundo (p. 44).
El discurso especializado y las categorizaciones y descripciones que se
realicen durante y a propósito de la experiencia clínica hablan mucho
más de la persona que las asigna que de la persona que se acompaña,
pero no por ello carentes de valor, así que el equilibro entre la operacio-
nalización y la elaboración personal de sentido, se pueda leer en estas
palabras de Rogers, que al referirse al consejero (Counseling), lo reere
en general a la persona que está proponiendo la situación clínica:
¿Es suciente que el consejero sostenga la hipótesis básica que he-
mos descrito, (aceptación, empatía, autenticidad) y esta orientación
actitudinal llevará entonces adelante, inevitablemente, la terapia?
Por cierto que no es suciente. Es como si un médico del siglo pasa-
do hubiera llegado a creer que las bacterias causan infección. Esta
opinión suya probablemente haría inevitable que obtuviera resul-
tados algo mejores que los de sus colegas, que consideraban esta
hipótesis con desprecio. Pero solo podría experimentar plenamente
la signicación de su hipótesis en la medida en que instrumentaliza-
ra al máximo su opinión mediante las técnicas adecuadas (Rogers,
1981a , p. 36) (cursivas propias).
Entendiendo que los conocimientos derivados de la coconstruccción en el
contexto clínico, tendrán además posibles impactos que trasciendan la situa-
ción terapéutica, como por ejemplo procesos legales, empresariales, médi-
cos, académicos, u otros en los que se vincule el acompañamiento clínico, y
comprendiendo que la experticia terapéutica no se reduce a un diagnóstico y
tratamiento, el clínico ha de preocuparse por convertir ese encuentro en una
experiencia óptima para una transformación continua y duradera, al respecto
Perls et al. (1951) reeren que “lo que es esencial, no es que el terapeuta
aprenda algo sobre el paciente y después se lo enseñe a él, sino que el te-
rapeuta enseñe al paciente como puede aprender sobre sí mismo” (p. 326).
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Capítulo 7.
Sobre el psicólogo clínico con
enfoque humanista
Los desarrollos teóricos y metodológicos del enfoque humanista, han estado
atravesados por propiciar y transversalizar en su mirada el lugar del psicólogo
clínico visto en la persona del terapeuta como una categoría recurrente. De
esta manera ¿qué tiene por decirnos Maslow, Rogers, Perls y May sobre el psi-
cólogo clínico? Este capítulo convoca algunas reexiones de estos autores en el
devenir del enfoque, otorgándonos una comprensión del clínico pertinente para
nuestros tiempos.
Parte de lo que tratamos de identicar en este diálogo, no involucra una herme-
néutica exhaustiva sobre dicha pregunta, pero lo que se mostrará a continua-
ción otorga pistas importantes para entender la persona misma del psicólogo
clínico en la narrativa de dichos autores, retomando aspectos relevantes para
el ejercicio del terapeuta. Es importante anotar que la reexión sobre la per-
sona del terapeuta, involucra pensar en sí mismo, el proceso de la psicoterapia
y el encuentro en el que se enmarca la relación con los consultantes; de esta
manera, no se puede hablar del terapeuta sin la praxis misma que signica su
intervención en el escenario de la terapia.
7.1 El psicólogo clínico en Maslow: la calidez terapéutica
Si en el contexto europeo lo fenomenológico ayudaba a trazar nuevas líneas
en el estudio de la percepción proveniente de la psicología de la Gestalt, en el
contexto norteamericano los psicólogos como Allport abogaban por una psico-
logía ideográca: inclusión de la experiencia y la singularidad, superando los
promedios y las normalizaciones estadísticas. Este llamado de Allport es capta-
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do por Maslow (1972), quien señala que el ejercicio del terapeuta, suele estar
marcado por el afán de generar diagnósticos de patologías, y por supuesto, por
posibilitar una cura.
Esta presión a la que se somete el clínico, paradójicamente le resta utilidad
terapéutica. Como una acción compensadora o correctiva, lo fenomenológico
empieza a instalarse en la visión de Maslow, quien se dirigirá al cultivo de la
observación sugiriendo que el interés del terapeuta no ha de estar en conrmar
sus teorías, sino en dirigir la atención hacia el encuentro como totalidad que le
incluye, transparenta y explicita en la relación que construye con el consultan-
te. El terapeuta, al tiempo que puede captar a la persona o sistema consultan-
te, la conciencia sobre sí mismo le otorga precisamente mayor agudeza clínica
y despliegue de recursos requeridos en el acompañamiento. Lo anterior no su-
pone una renuncia al diagnóstico o la cura, pues Maslow no se niega a hablar de
terapia o recursos terapéuticos, sino que más bien, la construcción de la cura,
inicia con la observación: una apertura lo más amplia posible al fenómeno:
El buen terapeuta es capaz de percibir a cada persona por sí misma sin
ninguna prisa por taxonomizar, etiquetar, clasicar. El mal terapeuta, a
través de un siglo de experiencia clínica, tan sólo hallará repetidas con-
rmaciones de las teorías que aprendió al principio de su carrera. Este es
el sentido de la armación de que un terapeuta pueda repetir los mismos
errores durante cuarenta años y encima llamarlos una rica experiencia
clínica (Maslow, 1972, p. 68).
Ante un terapeuta instalado en la separación del sujeto-objeto, protegido en
sus teorías y técnicas, en su carácter frío y revestido de objetividad, Maslow
(1972) ofrece una perspectiva ampliada para la psicología de la época, al des-
cribir a un terapeuta cálido: un terapeuta capaz de hacer del escenario terapéu-
tico un territorio seguro, donde se acepta y se muestra apertura por las fuerzas
presentes que se encuentran en conicto en la experiencia del consultante,
desde el respeto por el malestar o lo psicopatológico, y a su vez, conando en la
posibilidad de crecimiento y desarrollo de la persona. La calidez no deforma el
conocimiento, por el contrario, la paciencia, el aliento y el apoyo, se convierten
en un terreno propicio para acercar al sujeto a ese saber de sí, dentro del marco
de un proceso psicoterapéutico.
Lo fenomenológico instaura a su vez la riqueza del encuentro y el mundo com-
partido de signicados, posibilitando un aprendizaje entre el consultante y tera-
peuta desde el contexto cotidiano. En esta vía, el saber empieza por reconocer
la riqueza de la singularidad propia del encuentro, en otras palabras, hay un
saber que solo se puede reconocer en la atmósfera del proceso terapéutico,
para posibilitar un diálogo posterior con nuestros modelos, teóricos o simples
reexiones. En este camino se privilegia el encuentro para dialogar con la teo-
ría, y no se intenta hacer de la teoría un lenguaje conrmatorio que se impone
al consultante, para salvaguardar la posición de saber del terapeuta o del mo-
delo con el que trabaja.
Pareciera a su vez que los afanes, angustias, retos y desafíos de los consultan-
tes, no están lejanos de la propia experiencia y realidad del terapeuta, aquello
que se acompaña en el ámbito de lo clínico, no se escapa del todo a las pro-
pias realidades que como sujetos enfrenta el psicólogo “nuestras soluciones a
estos problemas constituyen también, en principio, auto-terapias en el sentido
más amplio” (Maslow, 1972, p. 150). El escenario terapéutico se constituye a
su vez en un escenario de aprendizaje, mucho más amplio de lo que se suele
mencionar, sin embargo, de este aprendizaje, cada uno debe hacerse cargo,
es allí donde emerge lo singular. La apertura fenomenológica que se reconoce
tempranamente en Maslow y será sugerencia para el terapeuta, da lugar a una
mirada de la salud y la autorrealización como una estética de la integración. Es
estético, en tanto armónico, continuo y positivo. Lo estético emerge como una
mirada integradora del fenómeno que trasciende las disposiciones dualistas de
conceptos como: salud-enfermedad, subjetividad-objetividad, cuerpo-mente,
órgano-proceso y otras dicotomías posibles.
Los aportes derivados del psicoanálisis o del conductismo son observados por
Maslow, desde un inconformismo en el que no destaca la negación de sus apor-
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tes a la psicología de la época, pero sí su visión parcializada frente a la com-
prensión del hombre; parte del error que identica, está en observar que dichas
teorías poco o nada integran en sus constructos una mirada de lo eupsíquico
¿es la salud, una ausencia de tensiones o de enfermedad? El esfuerzo de Mas-
low está en desmarcar la salud como antítesis de la enfermedad, el estudio de
seres humanos saludables y en plenitud de funciones, posibilita trascender la
dicotomía salud-enfermedad, sin que se desconozcan en sí mismos los estudios
sobre la psicopatología, más bien su interés está en integrarla en un marco más
amplio (Maslow, 1965b ).
La incorporación de la autorrealización en el camino del clínico, es un elemento
que dirige el esfuerzo por reconocer las potencialidades, las formas de arreglár-
selas en el mundo que construye el consultante. Por lo tanto, el clínico puede
observar lo decitario, lo que se maniesta de la identidad de la persona y sus
posibilidades, es decir lo que puede llegar a ser. La autorrealización plantea un
camino de conanza, donde el desarrollo del sujeto es posible; integrar esta
visión, posibilita la identicación de los recursos que puede o ha desplegado la
persona en el contexto de lo cotidiano. La autorrealización, alerta al clínico que
su tarea o su labor de acompañamiento no parte de cero, partimos de un terre-
no que a lo mejor necesita ser regado, ¿podemos identicar aquello que genera
malestar, tensión y problemas? Pero además de ello ¿podemos identicar las
fortalezas, recursos de autoapoyo que se elevan sobre el escenario problemáti-
co planteado por el consultante? (Maslow,1972; 1965b ).
En tal sentido la autorrealización posibilita un diálogo con las distintas
fuerzas y características que acompañan al sujeto, las cuales pueden estar
dirigidas hacia el bienestar y desarrollo. Dicho concepto está emparenta-
do con la comprensión de salud, la visión que otorga Maslow, trasciende la
dicotomía subjetivo-objetivo, mundo psíquico o natural, para indicar que
la expresión de la autorrealización involucra al mismo tiempo una comu-
nión inseparable entre el sujeto y el entorno, convertida al mismo tiempo
en misión, vocación e integración de la persona:
Por lo que se reere al estado motivacional, las personas sanas han sa-
tisfecho sucientemente sus necesidades básicas de seguridad, entrega,
amor, respeto y auto-estimación, de tal modo que ahora se sienten moti-
vadas primordialmente por tendencias conducentes a la autorrealización
(denida como realización creciente de las potencialidades, capacidades
y talentos; como cumplimento de la misión ‒o llamada, destino, voca-
ción‒; como conocimiento y aceptación más plenos de la naturaleza in-
trínseca propia y como tendencia constante hacia la unidad, integración o
sinergia, dentro de los límites de misma persona (Maslow, 1972, p. 27).
Maslow (1972) denuncia que la psicología de su época estuvo tan marcada
por el décit, que la vista misma del clínico quedó obnubilada por este. Para
él, la salud, debe ser observada como un constructo más amplio, ser más que
un opuesto a la enfermedad, por ello, parte de su deseo es caminar hacia una
psicología de la salud. En dicho esfuerzo, trata de brindar algunas pistas, al re-
ferir características clínicamente observadas, algunas de estas son: una mayor
percepción de la realidad, aceptación e integración de sí mismo, de los demás
y de la naturaleza, la presencia de la espontaneidad, independencia y deseo de
intimidad, apertura y apreciación de las reacciones emocionales, fortaleza en
las relaciones interpersonales, creatividad.
Bajo esta mirada, la visión del terapeuta, se convierte en un ejercicio estético
de la integración. La praxis terapéutica, es comparada por Maslow (1972) a la
de un artista capaz de ver aquellas fuerzas que se encuentran en conicto, el
terapeuta observa colores, matices, opuestos, disonancias, no como simples
elementos separados, estos hacen parte de una gura más amplia, capaz de
ser integrada. Bajo dicho trayecto, el esfuerzo del terapeuta se dirige a buscar
la pauta que conecta, de allí que gran parte de la narrativa y el esfuerzo esté
orientado en propiciar una visión global de la persona, como respuesta a los
reduccionismos o simplismos teóricos.
Como conclusión a lo expuesto, si se busca adjetivar las características del tera-
peuta, propuestas en la visión de Maslow, su comprensión de una estética clínica
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estará del lado de una clara agudeza por incorporar la comprensión de la salud
como constructo que trasciende la antítesis de la enfermedad. Un buen tera-
peuta, no solo identica el décit, la falta, o lo problemático, además de esto, el
buen terapeuta dirige el esfuerzo por explicitar con el consultante los recursos o
potencialidades que le permitan atender la vida cotidiana, más allá de una bús-
queda dirigida a la ausencia de la enfermedad o la angustia psicológica.
7.2 El psicólogo clínico en Rogers: construir una relación de ayuda
El enfoque centrado en la persona, modelo terapéutico que tiene el sello de Carl
Rogers, sustenta bajo su base histórica narrativa una seria mirada sobre el psi-
cólogo clínico. Tal vez sea Carl Rogers uno de los psicoterapeutas que más haya
escrito y reexionado sobre la persona del terapeuta y la relación terapéutica.
Su visión se construye desde la experiencia como clínico, pero también desde
el ejercicio investigativo en el que sentó bases importantes para darle un marco
operativo y dialógico con métodos empíricos.
En su texto El proceso de convertirse en persona, Rogers (1981a) expone dos
enfoques sobre la comprensión de la psicoterapia. Por un lado, está la tenden-
cia que se centra en el terapeuta y el uso de técnicas, allí el interés está en
curar y cambiar a la persona, para esto, el terapeuta tiene un acervo de herra-
mientas, de dispositivos del cambio que posibilitan el éxito en sí mismo. Este
enfoque se centra en el terapeuta para generar el cambio, frente a ello, Rogers
no se muestra entusiasmado, aunque su primer acercamiento a la psicoterapia
se instaló desde dicho lugar, no obstante, su historia y experiencia como clínico,
lo llevaron a considerar un camino distinto.
Por otro lado, la segunda propuesta, que fue la que maduró y desarrolló, con-
sistió en pensar la relación con el consultante como un medio donde la perso-
na pueda guiar su propio desarrollo. El ideal de bienestar no se centraba en la
visión que tiene el terapeuta sobre lo que debe o no cambiar el consultante, la
acción central estará en entender cómo se crea una relación de ayuda y qué
la caracteriza. Al preguntarse por ello, Rogers muestra esencialmente dos ele-
mentos claves: el reconocimiento de la persona del terapeuta y la aceptación
incondicional hacia quien acude a consulta (Rogers, 1981a).
No se puede aceptar al otro de manera incondicional si el terapeuta mismo
evade sus emociones, sentimientos o pensamientos de lo que emerge en la ex-
periencia cotidiana o terapéutica. La autenticidad allana el terreno de la propia
conciencia que tiene el terapeuta de sí en la relación. Con lo anterior, se pre-
senta una ruptura con una concepción objetiva de lo que es ser terapeuta, en
tanto se destaca que no hay forma de esconderse en la neutralidad. La vía pro-
puesta se congura como la aceptación de lo que se es; aspecto clave que per-
mite arrojarse al encuentro con el otro. Saber que se está intentando cambiar
al consultante, que se hace un juicio para expresar la inconformidad con sus
acciones, o que se usa un discurso adulador para evitar su enojo, permiten que
se reenfoque el diálogo y la intervención en la terapia (Rogers y Kinget, 1971).
La apertura y reconocimiento de la propia experiencia, es la puerta de bienve-
nida al consultante, en reiteradas ocasiones se puede encontrar cómo la acep-
tación incondicional de la persona se constituye en un valor central de este mo-
delo. Rogers identica que en la formación del clínico hay un peso enorme por
cambiar, dirigir o modicar la persona, sin que se eleve ante sí su comprensión,
convirtiéndose en una apuesta compleja y difícil de desarrollar.
Precisamente, alrededor de dicho esfuerzo, Rogers identica que parte del in-
terés del consultante, su intento por posibilitar un cambio, está en evadirse de
sus temores, sentimientos, o conictos. La terapia puede nalmente reforzar
esto, ante un esfuerzo por cambiar, terapeuta y consultante terminan en un
atolladero que puede amplicar o reforzar aquello que se quiere cambiar; mien-
tras que, cuando terapeuta y consultante construyen una atmósfera de valida-
ción y aceptación, el panorama del crecimiento y cambio, si es que tiene que
haber alguno, toma lugar en el desarrollo del devenir de la persona (Rogers y
Kinget, 1971; Rogers, 1981a).
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Rogers (1981a), realiza una serie de preguntas que develan a su vez la pos-
tura y condiciones que considera debe acompañar activamente al terapeuta.
Por esta razón, a partir de dichos cuestionamientos, se reeren a continuación
algunas generalidades de la persona del terapeuta:
- Se centra en construir una relación de ayuda.
- Expresa su autenticidad y diferenciación, reconociendo la propia individuali-
dad, capaz de acompañar al consultante en sus diversas problemáticas, sin ser
abatido por estas.
- Admite y acepta de la individualidad del consultante en sus distintas formas.
No se pretende que el terapeuta termine siendo un modelo hegemónico a se-
guir; más bien, alienta el desarrollo de la singularidad de la persona, la existen-
cia del terapeuta es testimonio, pero no ejemplo; el ejemplo supone una réplica
de lo que se debe vivir, perdiendo la phronesis o el acto singular de atender a
la novedad de la propia existencia.
- Tiene un respeto profundo por los sentimientos y signicados personales de la
persona, en un esfuerzo que le acerca a su marco referencial.
- Trasciende la evaluación y los juicios de sus modelos para volcarse a las for-
mas como la persona construye signicados que para él pueden revestir gran
importancia.
Con lo anterior, es posible indicar que Rogers realiza un énfasis en la construc-
ción de una relación de ayuda. Se puede en ese contexto hacer uso de la técni-
ca y las herramientas clínicas de las que se disponen como elementos esencia-
les dentro del tratamiento psicoterapéutico, sin embargo, su énfasis tampoco
está puesto allí. Para entender esto, es importante notar un principio clave: la
conanza que tiene el terapeuta en el crecimiento y desarrollo de la persona
previo incluso al despliegue de la intervención. Dicho esto, aparece un principio
que se repite en otros autores del enfoque humanista: no se parte de cero, se
confía en el crecimiento y se reconoce a la persona más allá del escenario pro-
blemático, la autorrealización emerge como potencia, como posibilidad siempre
latente (Rogers y Kinget, 1971).
La apertura que construyen el terapeuta y consultante hacia su propia expe-
riencia, posibilita que se adquiera una relación diferente hacia el organismo,
sustentada en la conanza. La satisfacción de las necesidades que el sujeto
identica, deja de estar basadas en los imperativos sociales, culturales o fami-
liares y se vuelven al diálogo con el organismo. Rogers (1981a) referirá que este
puede apoyarse desde un pensamiento consciente, capaz de identicar otras
formas de conocimiento fundamentadas en la sabiduría organísmica. Atender
a lo orgánico como parte de la totalidad de lo que somos, permite aproximarse
a elecciones que acojan las necesidades que surgen en cada situación.
Asimismo, según Rogers (1981a) en su experiencia como clínico, se presentará
una tendencia al crecimiento y desarrollo cuando la persona puede percibirse en
un terreno seguro, extendido en la relación terapéutica con apertura, conanza
y aceptación, acompañado por un ejercicio terapéutico en el que se involucra
un retorno a lo sensorial y al contacto básico con el organismo. El crecimiento
no se instaura como un asunto hegemónico y homogéneo para cada persona;
por el contrario, al hablar de tendencia actualizante, se ha de comprender que
la persona puede responder al contacto con las circunstancias desde un abani-
co más amplio de respuestas, basadas en la experiencia singular de la relación
organismo-entorno.
7.2.1 El terapeuta como investigador
La investigación en el terapeuta puede ser una de las cualidades menos
populares a señalar, sobre todo si se ubica en el plano de psicoterapias
de enfoque humanista. Rogers, como se ha señalado, es uno de los au-
tores que tiene una extensa reexión sobre la persona del terapeuta, no
solo desde la experiencia o vivencia como clínico, sino desde las conr-
maciones en el plano investigativo, en un diálogo directo con métodos
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de corte empírico y cuantitativo. Para sustentar tales armaciones, es
necesario brindar algunas claridades que permitan entender su visión.
Si bien Rogers se acerca al plano de lo fenomenológico resaltando la sin-
gularidad, la persona y su existencia, no se muestra desde una narrativa
hostil hacia la ciencia en el sentido positivista. La cura de la enferme-
dad, la prevención de la mortalidad infantil, las cosechas abundantes y
la comprensión del universo han sido posibles, gracias a los avances de
la ciencia, pese a los usos bélicos que le han dado, por lo cual la ciencia
no pierde su utilidad social (Rogers, 1981a). En esta dirección, la psico-
terapia también puede beneciarse del método cientíco. Bajo ese con-
texto, se reconoce que Rogers fue uno de los psicoterapeutas pioneros
en la construcción de modelos basados en evidencia empírica para dar a
conocer los alcances de la terapia (Robbins, 2008; Rich, 2017). Si bien
los métodos empíricos tienen limitaciones, la psicoterapia centrada en
la persona, podía operativizar diversas nociones que se sometían poste-
riormente a la medición:
Una de las características más importantes de la orientación tera-
péutica centrada en el cliente es que, desde su comienzo, no sólo
ha estimulado la investigación, sino que ha existido en un contexto
de pensamiento investigador (…). En resumen, desde el comienzo
pensamos que el campo de la psicoterapia se enriqueció gracias a
la vericación abierta y objetiva de todas las hipótesis, con métodos
comunicables y reproducibles (Rogers, 1981a, p. 218).
Rogers (1981a) adaptó las técnicas Q, para preguntarse sobre los alcan-
ces y benecios de la relación terapéutica y el cambio del consultante.
Es interesante observar cómo su visión sobre la psicología basada en
evidencia va más allá del plano de la cura o el éxito terapéutico, para
preguntarse por los alcances que tiene un modelo terapéutico en la vida
cotidiana de la persona, al referirse a esto como factores concomitantes
de la terapia. En las investigaciones desarrolladas, Rogers (1981a) en-
contró, por ejemplo, dentro de los efectos posteriores a la terapia, que
los consultantes experimentaban mayor conanza en mismos, cons-
truían relaciones interpersonales más satisfactorias, y se sentían menos
culpables y resentidos en sus relaciones.
Rogers (1981a) también pudo observar como investigador, los efec-
tos positivos generados en las personas, cuando se promueven valores
como la congruencia, aceptación incondicional y la empatía. La persona
del terapeuta, la importancia de la relación terapéutica, la calidez del
terapeuta, tienen para Rogers un sustento en la investigación que puede
estudiarse no solo en contextos fenomenológicos sino también empí-
ricos. Finalmente se puede referir que el terapeuta como investigador,
tiene varias connotaciones, por ejemplo:
- Apertura al diálogo con distintos modelos y avances cientícos que
posibiliten el desarrollo de la psicoterapia: sistematizar, evaluar, medir,
operacionalizar han sido posibles y son necesarios como parte del desa-
rrollo del enfoque humanista.
- Los aportes, reexiones del enfoque humanista en el plano amplio de
la psicología, pueden ser comunicados de mejor manera, si continuamos
en la vía de la apertura dialógica con modelos que no solo tengan una
tradición fenomenológica o ideográca experiencial.
- El ejercicio investigativo, no debe reducirse al plano empírico o cuanti-
tativo, la premisa fenomenológica por excelencia, parte de una profunda
curiosidad y apertura a la experiencia. Lo fenomenológico es de entrada
una tarea investigativa dinámica e inacabada.
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7.3 El psicólogo clínico en Perls: el darse cuenta como camino
La pregunta por las características que deben acompañar al psicólogo en su
ejercicio clínico puede fácilmente instaurarnos en un camino facilista, cargado
de una clasicación aparente que dirija la actuación, otorgando al clínico un
rol y una certeza en el proceso de intervención. En este sentido, para Perls, la
técnica puede convertirse fácilmente en un truco, mientras que, en un mejor
caso, la atmósfera sobre la cual se puede ubicar el terapeuta y el encuentro
en el ámbito clínico, parte del propio darse cuenta, en el que, contrario al psi-
coanálisis que privilegia una especie de introspección vinculada al lenguaje, al
pasado y al reino de lo verbal, no se desdibuje el encuentro con lo organísmico
(Perls, 1974; 1975a ).
Bajo dicha perspectiva, uno de los grandes aportes de Perls, ha estado en en-
señar que la presencia de lo verbal, la pregunta por la causa de la conducta, el
reexionar sobre determinada conducta, las explicaciones que se dan a un fenó-
meno, pueden constituirse en simples fantasías, que, aunque involucran parte
del darse cuenta no lo denen enteramente y por lo tanto pueden empobrecer o
simplicar de forma inadecuada la realidad del fenómeno (Perls, 1974; 1975 ).
Dado lo anterior, el darse cuenta involucra al mismo tiempo lo organísmico, es
la conciencia de sí mismo y de lo que le implica y circunda, como es el caso de:
el darse cuenta de la zona intermedia: fantasía, pensamiento y el darse cuenta
del mundo: el entorno. El psicólogo puede así, hacer un estudio exhaustivo del
pasado, de los signicantes propios del relato del consultante y perderse de lo
obvio, a saber, la relación básica entre organismo y entorno. Para Perls el darse
cuenta involucra un despertar súbito al mundo que se revela, en ese contacto
directo con el organismo como totalidad (Perls, 1974).
El darse cuenta se desarrolla en un escenario preciso: el aquí y el ahora, por
tanto, es preciso que el clínico esté atento al devenir del presente y al contexto
donde se congura. Según Perls (1974) enamorarse de las teorías causalísticas
y considerar que el pasado es responsable unívoco de la enfermedad, males-
tar o de la conducta, crea un entorno donde el terapeuta termina estimulando
estados de infantilización en la persona. Dichas teorías ofrecen, a su vez, un
escenario de escape y refugio donde psicólogo y consultante pueden albergar-
se, para no atender la riqueza propia de la experiencia actual, congurada en la
relación terapéutica y en la cotidianidad propia.
Saberse en el aquí y el ahora, permite que las personas que se vinculan en la
terapia, transiten en un escenario terapéutico reparador; el pasado puede ser
reconocido en aquello que se ha asimilado de él, otorgando una identidad, y
actualizándose en tanto experiencias inconclusas que emergen y merecen su
atención, pero al mismo tiempo, el pasado puede ser como un dique que evita
el encuentro con la experiencia temida, o no asimilada en la experiencia actual
del sujeto, congurada en la relación organismo-entorno (Perls, 1974).
El cultivo del darse cuenta del terapeuta, implica observar y estar atento al
propio organismo, lo que sucede en ese encuentro con la singularidad de quien
acude a consulta, destacando que el terreno de lo verbal ofrece cierta comodi-
dad acompañada de comprensiones causalísticas, instaladas incluso por fuera
del encuentro terapéutico. El darse cuenta posibilita una apertura a las formas
como emerge el relato del consultante, sus disposiciones corporales, las carac-
terísticas del entorno que están presentes; la propia presencia del terapeuta
con sus disposiciones, pensamientos, percepción orgánica, su aprehensión en
el espacio terapéutico, enriquecen la experiencia compartida y las propias dis-
tinciones que cada uno congura (Perls, 1974).
7.3.1 Saberse terapeuta: la frustración como apertura al autoapoyo
Parte de la reexión que traemos de este autor, se establece igualmente
como una alerta, una advertencia, que pareciera no solo develar parte
del momento histórico que vivía, sino que se extiende como un asunto
que se agudiza y se generaliza en el devenir actual, dirigiendo y mol-
deando el ejercicio de la psicología y la clínica e instaurando unas de-
mandas concretas del clínico.
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La primera de las advertencias se reere al afán por la inmediatez: cu-
ras instantáneas, caminos rápidos que alivianen el malestar, quedando
atrapados en el escenario de los síntomas, su atención y eliminación. No
obstante, parte del camino que propone Perls (1974) es distinto, toma
en cuenta la presencia de las necesidades que aoran en la persona,
más allá de las demandas sociales y culturales. Perls acude a una ver-
dad de Perogrullo, crecer toma tiempo, dicho tiempo se extiende en un
contexto y terreno, el cual no culmina en los dispositivos propios de la
terapia, no se trata de hacer de la terapia un ejercicio interminable, pero
sí permitirse saber que todo proceso de crecimiento, requiere la pacien-
cia propia de un sembrador.
De otro lado, pareciera que parte de la labor del terapeuta se da en po-
sibilitar una adaptación del malestar percibido por el sujeto a la propia
neurosis de su época, si bien no escapamos del todo a esto, el camino
propuesto por el autor es un paso importante, para encontrar formas
distintas. El primer arreglo es la aceptación de la incertidumbre, la aper-
tura a la experiencia no es más que una disposición frente a la novedad,
sin embargo, el futuro se llena con pólizas, mecanismos de control, por
lo cual la praxis terapéutica puede estar volcada a esa misma preten-
sión: hacer de la incertidumbre un escenario de certeza (Perls, 1974).
Parte del juego neurótico es ensayar, planear, tratar de asegurar el no
tener un encuentro con el futuro incierto, lo cual impide el despliegue de
nuevos recursos, nuevas posibilidades, advertidas a partir de la relación
con el entorno. Aferrarse a la tradición para no enfrentar la novedad,
conlleva al terreno de las conductas y formas estereotipadas, en las cua-
les se impide precisamente el propio desarrollo personal (Perls, 1974).
La terapia vista desde el ámbito social no está ajena a la presencia de
una serie de roles, el lugar del terapeuta y de quien acude como pacien-
te. El terapeuta puede estar atento a responder preguntas de quien se
considera inexperto, puede extender sus manos, sus palabras para ali-
vianar las cargas emocionales del paciente, sobre todo, dentro del ima-
ginario social el terapeuta suele estar atento a responder las demandas
establecidas de quien acude a terapia.
Como otros roles sociales, Perls, llama la atención alrededor del pater-
nalismo del terapeuta, como aquel que busca solucionar o satisfacer las
demandas establecidas por el paciente; allí siempre terminaremos arrin-
conados, sintiéndonos inadecuados, las respuestas dadas al paciente
siempre serán incompletas. En esta lógica, el terapeuta crea una cción,
donde el consultante hace como propio sus ojos, su voz, su forma de
ver el mundo. Para Perls (1974) ello es una imitación barata que lo aleja
de sus propios recursos y lo lleva a caminar con las muletas o silla de
ruedas brindada por el terapeuta, perdiendo conocimiento valioso de sí
mismo: saberse caminante.
Bajo lo expuesto, el terapeuta, debe partir de un principio: reconocer
su propia imposibilidad de satisfacer la necesidad o deseo del consul-
tante, no estar interesado en salvarlo de su propia experiencia, ma-
lestar o recursos para atender las circunstancias que lo rodean. Perls
(1974) propone un camino distinto para comprender la frustración,
sin esta no hay necesidad, su ausencia o pretensión de anularla, im-
pide el reconocimiento de la novedad y la nutrición organísmica en-
marcada en la apertura al mundo.
De esta manera el camino terapéutico, se allana desde el cultivo de la
propia experiencia, en la que se reconoce que la existencia no consien-
te representantes, en esta vía, se posibilita la conanza para que vea
con sus ojos, escuche con sus oídos, sienta con su piel; la vivencia de
su organismo como totalidad le puede mostrar y decir mucho más que
cualquier retahíla de palabras que partan del terapeuta:
Lo colocamos sobre sus propios pies, le damos más y más poder so-
bre sí mismo y habilidad de vivenciar hasta que sea realmente capaz
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de ser el mismo y encararse con el mundo. No puede lograr esto
a través de enseñanzas, condicionamiento, recolección de informa-
ción o haciendo programas y planes. Tiene que descubrir que toda
esta energía que gasta en manipulación puede ser aprovechada, y
que puede actualizarse el mismo en vez de tratar de actualizar un
concepto, una imagen de lo que quiere ser y por ende suprimiendo
mucho de su potencial y agregando otro (Perls, 1974, p. 49).
Si el consultante deja de renunciar a sus ojos y de pedir o permitir que
el terapeuta o el mundo miren por él, entonces se encontrará en un es-
cenario terapéutico en el que se promueve el despliegue de los propios
sentidos: acercamiento a la experiencia organísmica, centrada en su pro-
pio darse cuenta. En consecuencia, el proceso terapéutico pasa de las de-
mandas establecidas al terapeuta, para centrarse en los propios recursos
de autoapoyo, el mayor aprendizaje para el consultante está en cimen-
tarse en sí mismo para atender a su relación con el entorno (Perls, 1974).
Siguiendo con la advertencia, puede llegar a visualizarse la situación
terapéutica habitada por los roles y formas de manipulación que operan
en lo cotidiano. Por lo que emerge en un primer momento, un contac-
to inicial, asociado a las costumbres con las que nos relacionamos, del
hola ¿cómo estás? pasamos a asumir representaciones de actuaciones
frecuentes: el inteligente, el tonto, el desvalido, la víctima, el salvador.
Algunos de estos personajes Perls los ubica del lado de la manipulación
en tanto aparecen como una forma de buscar apoyo exterior, dejando de
lado sus propios recursos. ¿Qué estamos haciendo?, ¿cómo lo estamos
haciendo? son preguntas que pueden ayudar a terapeuta y consultante
en la identicación de las formas asumidas en consulta, ¿estoy intentan-
do salvar, proteger al consultante? (Perls, 1974).
Develado lo anterior, el resquicio para pasar estos sustratos sociales, re-
presentados en los diversos personajes llevados a la relación, requerirá
una disposición del consultante, pero al mismo tiempo una apertura del
terapeuta, capaz de acompañar el darse cuenta de lo que el consultante
en su experiencia cotidiana trata de evitar. Esta nueva forma de con-
tacto Perls la denomina la capa de la muerte, no en el sentido tanático
de Freud, su lógica se sostiene en una narrativa existencial, que se en-
cuentra en otros autores terapeutas como May o Yalom. Las formas de
manipulación tienen en mismas una nalidad: proteger algo que la
persona busca conservar, pero que al tiempo le impide su crecimiento y
desarrollo. Pasar de la lealtad del personaje al reconocimiento y acepta-
ción de la experiencia o necesidad actual, puede suponer un paso dolo-
roso e incómodo pero nutritivo en la relación que el sujeto sostiene con
el ambiente (Perls, 1974).
Del temor del consultante a sobrevivir, no saber vivir de otras maneras,
ser perseguido o castigado, se pasa a la apertura, al darse cuenta, posi-
bilitando un contacto más amplio con el ambiente, no hay afán de llenar
la experiencia con fantasías de control, o el activismo propio de una cul-
tura en occidente que establece en sí misma un imperativo en el hacer.
Perls (1974) hace incluso una apología de la losofía de la nada, en tanto
la persona puede atender su experiencia con relación a lo que surge en
su encuentro con el entorno, la nada supone un escenario de sorpresa y
novedad, que el sujeto está dispuesto a explorar.
El darse cuenta, nos permite partir de lo que tenemos, en tanto contin-
gencia que puede atravesar las puertas de la incertidumbre o la nove-
dad. Es allí donde se juega parte de la existencia, un encuentro entre la
contingencia y la novedad, lo dado y el porvenir, la tradición y el futuro,
ser y posibilidad.
Para concluir sobre la visión del terapeuta que nos otorga Perls, es impor-
tante resaltar que el terapeuta en las tradiciones terapéuticas heredadas
del psicoanálisis y del conductismo hasta el día de hoy, suele privilegiar
la mentalización de la experiencia: introspección que se focaliza en la
racionalización. La agudeza adicional de Perls estará en captar el silen-
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cio dentro del escenario terapéutico, entendiendo que este no es ausen-
cia de palabra, no es mutismo, el silencio es la palabra del cuerpo, del
gesto, del rostro, del darse cuenta que se extiende a lo orgánico, como
dice (Mèlich, 2012), “el silencio y la palabra no son contrarios porque la
palabra es un hilo que vibra en la inmensidad del silencio” (p. 131).
7.4 El psicólogo clínico en Rollo May: sumergirse en el encuentro
El lugar del terapeuta en May (1967), involucra un ejercicio de reconocimiento
teórico y técnico de su función como profesional, y a semejanza de Rogers, se
pregunta por la persona del terapeuta, del lado de quien debe estar el reexio-
nar sobre su propia humanidad y también sobre la relación con el otro. Respec-
to a dicha relación, el autor considera que el concepto de transferencia no le
hace un juicio justo a la interacción que se propicia en el marco dialógico yo-tú.
Por un lado, dicho concepto, puede ser un comodín claro con el que opera el te-
rapeuta, para protegerse de la ansiedad que genera el encuentro directo con el
consultante, en tal sentido, limita la comprensión de la relación y la distorsiona,
llevándola al plano de las representaciones que trae la persona de su propia his-
toria; el terapeuta simplemente encaja en dichas runas como una gura más,
que evoca alguno de los fantasmas o personajes traídos por este, pero que en
sí mismo no devela y transparenta su lugar, no solo como clínico, sino también
como persona.
A su vez, el concepto de relación terapéutica puede describir claramente la
función del terapeuta en su rol como profesional, lo cual es valioso e im-
portante, pues es claro que ocupa un lugar, mediado por un contrato que
se establece con el paciente, sin embargo, para May (1967), este concepto
tampoco logra dar cuenta de la interacción. La transferencia y la relación
pueden tener un signicado mucho más genuino si se aceptan desde un es-
cenario que enfatice el encuentro, así, la primera invitación para el terapeuta
es sumergirse en ese encuentro.
El ejercicio del terapeuta involucra una apertura a la experiencia, por lo que se
destaca que el cambio, la transformación, no están dados solo para el consultan-
te. Una característica del encuentro es que allí, el terapeuta también sufre cam-
bios, puede ser transformado o, al menos, es una posibilidad que debe aceptar
el clínico. No se puede pedir a quien acude a terapia que esté dispuesto a cam-
biar, si el mismo terapeuta no está dispuestos al cambio. El encuentro hace del
espacio terapéutico un territorio de aprendizaje y de donación mutua, razón por
la cual los psicólogos hemos de interrogarnos: ¿qué nos enseñan nuestros con-
sultantes?, ¿qué aprendemos, qué recibimos y qué dejamos de lado?
El encuentro entendido como relación total, incluye varios niveles que están
superpuestos y presentes a lo largo del proceso, algunos de los niveles nombra-
dos por May (1967), pueden resumirse de la siguiente manera:
Personas reales: si bien ocupamos un lugar en nuestro rol como psicólogos,
terapeuta y paciente están inmersos en un marco cotidiano, el acompañamien-
to que ejercemos implica extender nuestra propia humanidad, lo que somos
como personas, se constituye en un recurso de la relación y no en un obstáculo
que debe ser controlado o ignorado en el marco del encuentro.
Amistad: no es posible el encuentro, si no hay un interés real en escuchar y
entender a la persona que se dirige a nosotros, esto va más allá de un contrato
de honorarios, o imposiciones institucionales a las que podamos estar inscritos.
Estima o afecto: traducido en la preocupación del terapeuta por el bienestar de
quien acude a consulta, y mediante la cual, también se recrea la autotrascendencia.
La presencia de lo erótico en la comunicación: hace parte también del len-
guaje y la comunicación que emerge a lo largo del encuentro. El terapeuta debe
reconocer que la presencia del lenguaje erótico aparecerá eventualmente en la
relación, no por esto debe dejarse llevar por estos contenidos y sus fantasías,
pero tampoco negarse, o volverse evitativo a esta dimensión. Este trabajo de
eliminación consciente y mantenida sería la oportunidad de que no se escuche
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de verdad, así que es necesario aceptarlo y tramitarlo dentro de la relación te-
rapéutica con cuidado, seguridad y ética.
Lo anterior debemos leerlo no en el marco de una taxonomía del encuentro,
que termine por desdibujar o limitar su riqueza y complejidad, más bien, nos
da pistas para entender que los lenguajes y la experiencia del encuentro son
más ricas y amplias de lo que nuestras palabras, reexiones, pueden abordar.
El encuentro supone a su vez un camino, en el que está presente la novedad,
la incertidumbre, del no saber, ejercer una postura terapéutica, no implica un
ejercicio absoluto de control sobre el encuentro.
7.4.1 El encuentro con la tragedia
Uno de los señalamientos importantes alrededor del clínico y de su pra-
xis, tiene que ver con la presencia de la tragedia, podemos estar ten-
tados a usar palabras distintas que maticen dicha expresión, podemos
usar distracciones, nombrarlo de otras maneras, sin embargo, al abor-
darlo desde un lenguaje fenomenológico que convoque la reexión del
autor, nos vemos convocados al diálogo que ejerce el terapeuta con su
propia tragedia y cómo el devenir de la terapia involucra su comprensión
(May, 1988).
Para May (1967), la cultura norteamericana suele eludir una mirada y
acercamiento a la tragedia, al respecto autores como Held (2002), harán
una revisión histórica de dicha evasión y a su vez, señala cómo se instaló
en su visión y dispositivos culturales una perspectiva de la felicidad, que
se vuelve tiránica, privilegiando un lugar de la experiencia, anclada a los
discursos de lo positivo. Alrededor de esto aparece en May (1967) una
clara advertencia, dirigida al terapeuta: el reconocimiento y esfuerzo de
entender los matices de la experiencia humana, involucra el encuentro
con su propia tragedia, entendida como saber de uno mismo, la confron-
tación con su historia, sucesos que involucra, limitaciones, frustraciones,
pérdidas y reconocimiento de su propia vulnerabilidad. “El drama es la
tragedia de ver la realidad sobre uno mismo, confrontando lo que uno
es con sus orígenes, la tragedia de un hombre que conoce y enfrenta su
propio destino con un autoconocimiento consciente” (May, 1967, p. 105).
La responsabilización y el potencial de cambio en el plano terapéutico
no son posibles si solo se privilegian ciertas zonas de la experiencia, es
necesario atravesar nuestras propias racionalizaciones sobre la expe-
riencia, que posibilite una apertura amplia frente al fenómeno, para ad-
mitir las emociones que pueden ser ambivalentes frente a las personas
que amamos, o incluso reconocer que hemos actuado como verdaderos
villanos cuando pensábamos que cumplíamos con el papel del héroe.
En otros ámbitos, el reconocimiento de la tragedia signica acercarnos
a la nitud; en el plano existencial, una vida plena y auténtica involu-
cra un diálogo con la muerte, reconocer las frustraciones propias frente
a las limitaciones generadas por una enfermedad, la pérdida de un ser
querido o la involución biológica, todas estas pueden ser ejemplos que
se sostienen en la lógica nombrada por el autor. Lo anterior propicia un
marco situacional de responsabilización, que puede dirigirnos al recono-
cimiento narrativo de lo construido, lo que hemos sido, en lo actual lo
que somos, pero al mismo tiempo propicia diálogos con el mañana ¿qué
deseo ser, hacer, después de reconocerme en el terreno de las propias
vulnerabilidades? (May, 1988; 1967).
Cuando el terapeuta acepta su propia tragedia, entendida como saber
de sí con sus distintos matices, ha dado un paso importante para acom-
pañar a un otro sufriente, su humanidad puede extenderse, alentar y
acompañar, mostrándose respetuoso de las diversas circunstancias y
matices que rodean la experiencia. Lo expresado tiene implicaciones que
van más allá de la formación teórica del terapeuta, es importante, la te-
rapia y el proceso personal como camino para saberse terapeuta.
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Ante esto, May (1967) señalará cómo su proceso personal en terapia
fue importante, para dar el paso hacia la aceptación de la ansiedad,
culpa o malestar experimentada en sus propios pacientes, no obstante,
lo anterior no puede reducirse solo al escenario de la propia terapia del
terapeuta, en una perspectiva fenomenológica el trabajo sobre la perso-
na del terapeuta supone un ejercicio continuo de reexión y atención de
sus propios asuntos.
La praxis de la clínica psicológica en sus distintas vertientes está inmer-
sa en una comprensión de bienestar que trata de sostener y desarrollar.
Todo modelo teórico carga una visión del hombre ineludible, para May,
es importante que el ejercicio mismo de la psicología explicite dicha
visión, tanto como le sea posible. Como característica ontológica, May
(1967) referirá que todos los seres humanos están centrados potencial-
mente, en las diversas situaciones que sobrevienen, el sujeto lucha por
conservar algo de sí, que lo salve y le permita conservar una identidad.
Este intento por salvaguardar, lo puede llevar al terreno de la negación
de los valores, emociones y sentimientos en conicto que amenazan
su propio centro, por lo cual la apertura terapéutica, cargada a su vez
de humanidad, puede posibilitar una extensión y reorganización de la
persona, abonando para el consultante una atmósfera terapéutica, que
promueva la responsabilización de su historia, presente y porvenir.
7.5 Conclusiones: apertura, conciencia y conanza
Los distintos modelos terapéuticos en los autores abordados demandan un es-
fuerzo por reconocer la importancia del psicólogo clínico, sustentada en la re-
lación o encuentro terapéutico. Lo fenomenológico, brinda y amplía la com-
prensión de la relación tejiendo un diálogo y comprensión desde el contexto
cotidiano, trascendiendo la dicotomía sujeto-objeto del cual no se salva ni el
clínico, ni el consultante, el cambio y la transformación son bidireccionales. Es
sobre la base de la cotidianidad que nos arrojamos a la apertura experiencial,
construcción de sentido propias del proceso terapéutico.
La visión del terapeuta propende por un esfuerzo ontológico de reconocer a la
persona como totalidad. Aparece entonces la presencia del organismo como
saber primario en el que se incorpora la comprensión de modelos salugénicos;
lo cual permite acentuar la importancia de adentrarse, desde una mirada que
desarrolle un enfoque sobre la salud, más allá de la dualidad normal-anormal.
En tal sentido aparece la autorrealización como vía terapéutica, en la que se
trasciende una mirada dicotómica y deviene la posibilidad de integrar y ampliar
las posibilidades del ser en el mundo.
Nuestra labor como psicólogos requiere la conanza en los recursos y potencia-
lidades de la persona, brindar calidez y apoyo no implica asumir las decisiones y
elecciones que solo puede realizar la persona, conar es reconocer la presencia
de la individualidad tejida en la relación terapéutica. A su vez la aceptación de
nuestra propia condición humana, validada desde el saber y conciencia de sí,
se constituyen en un elemento importante para la práctica clínica, lo cotidiano
nos abraza con sus distintas vicisitudes, en las que emergen nuestras propias
vulnerabilidades, comprensiones y limitaciones.
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Capítulo 8.
Aproximaciones a la clínica
humanista en el escenario
contemporáneo
Este capítulo tiene como nalidad brindar al lector un contexto general de la
psicología humanista en el ámbito clínico, desde un escenario contemporáneo
en tres situaciones puntuales: el plano investigativo, la relación con los modelos
basados en evidencia y algunas reexiones adicionales sobre lo psicopatológi-
co, que pueden llevar luego a identicar en la formulación de casos un acerca-
miento comprensivo y congruente con lo humano. Cada uno de estos ámbitos
se presentan como retos y oportunidades para el enfoque humanista, razón por
la cual son asuntos sobre los cuales los psicólogos deben interrogarse, respon-
der y argumentar. Plantearlos aquí tiene como intención movilizar la tensión
dinamizadora y continuidad de la doble hélice.
Dada la amplitud y posibilidades expositivas, más que sustentar avances en las
temáticas mencionadas, el lector podrá encontrarse con críticas, desafíos, va-
cíos y aprendizajes históricos que necesitan ser captados e incorporados por las
distintas comunidades académicas que se identican con la visión propia de la
psicología humanista, pues una orientación de este tipo no puede contentarse
con repetir hasta el cansancio fórmulas románticas y hasta especulativas sobre
los fenómenos humanos, sino también, establecer una mirada crítica, sustenta-
da en propuestas concretas y viables, fundamentadas además desde lo ético y
cientíco, que como se presentará, viene siendo el esfuerzo de investigadores,
clínicos y teóricos del enfoque, lo cual permite exponer la vigencia y pertinencia
de la psicología humanista en el contexto contemporáneo.
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8.1 La psicología humanista en el plano investigativo
Si se revisa el desarrollo de la Psicología en general y de la clínica en particular,
luego de su diferenciación con la Filosofía, se puede encontrar que su capital fun-
damental y sobre la cual se ha posibilitado su avance, se basa esencialmente en
la investigación (Haig, 2018; Vera-Villarroel et al., 2011). En esta dirección, si los
psicólogos humanistas de hoy desean ser protagonistas y más que ello mantener
vigencia en el campo disciplinario, sus contribuciones deben partir de dicho terreno
(Cain, 2003). Esta sugerencia no es arbitraria, pues al revisar la historia de la psi-
cología humanista, se encuentra en sus pioneros una fuerte tradición investigativa
y teórica, además de un serio esfuerzo por construir comunidades académicas y
alianzas que posibilitaran la incorporación de los principios y la agenda programá-
tica humanista en el concierto general de la psicología (Taylor, 2001).
Pese a ese antecedente fundacional, la autocrítica nos permite reconocer que
gran parte de psicoterapeutas humanistas ha mostrado una excesiva despreo-
cupación por la formación teórica e investigación cientíca, reduciendo el diálo-
go con instituciones académicas, lo cual ha generado un nivel signicativamente
alto de desconanza y desconocimiento de esta orientación (Rosal, 2017). Re-
sulta paradójica la aparente resistencia al positivismo, si bien es comprensible
su crítica a los reduccionismos psicológicos: comportamentales, racionalistas;
psicopatológicos, de orden biológico, social, etc.; se ha migrado en algunos ca-
sos a un extremo de exclusión, con las tendencias de algunos clínicos, centra-
dos en la vivencia y la experiencia, quienes han congurado en sí mismo otro
reduccionismo: un emotivismo sensacionalista.
Ya tempranamente lo identicó Albert Ellis (1973) cuando presentó los prin-
cipios básicos de la terapia racional-emotiva, inscrita como una psicoterapia
humanista, reriéndose a la psicología humanista indica que “muchos de sus
seguidores se han metido precipitadamente en la astrología, magia, percepción
extrasensorial, adivinación del futuro y otra serie de empresas acientícas o
anticientícas en su frenética necesidad de extender los límites de la mente hu-
mana” (Ellis 1973, como se citó en Gondra, 1986, p. 53). Las revisiones del de-
sarrollo histórico de las psicoterapias humanistas, no siempre derivadas de sis-
temas académicos, llevan a Gondra (1986) a identicar que el fraccionamiento
y la falta de un programa y liderazgo organizador, ha favorecido el declive y la
fuerza del movimiento.
Del mismo modo, Rosal (2017) ha indicado que modelar o equiparar exclusi-
vamente la formación del clínico a la vivencia, limitado al aprendizaje de una
serie de técnicas terapéuticas, sin otorgar un contexto amplio que permita re-
conocer los tipos de problemas y pacientes para los que puede ser apropiados,
el momento de la terapia en el que resultan precisos, o los requisitos para una
adecuada aplicación, se constituye en un décit y desacierto histórico que ha
acompañado a algunos círculos de psicólogos humanistas.
Evitar los reduccionismos ha de remitir a la apertura paradigmática y epistemo-
lógica de cara a la mejora de la comprensión y acompañamiento del ser huma-
no, y es justamente en este espacio abierto y exible donde la investigación,
la teoría y ciertas formas metodológicas de experimentación, éticas y humani-
zadas, deben ser conocidas y reincorporadas, tal como se reconocerá en este
capítulo, a partir de la relación y reconocimiento de modelos convencionales e
innovaciones metodológicas en la psicología humanista.
No sugerimos que el enfoque humanista deba volcarse al experimentalismo y
hacer de los métodos positivos su fundamento principal, pues el ejercicio inves-
tigativo desde el paradigma humanista no ha estado sustentando simplemente
en la acumulación de datos o hechos, sino que, trascendiendo el temor a la
evidencia, ha querido converger con los teóricos que han reconocido que esa
relación entre hechos y datos es, al tiempo, una coconstrucción.
Este giro o reconocimiento de la importancia de la investigación, no es un
asunto imposible ni necesariamente novedoso pues ya Pelaez et al., (2013)
indicaron que en la contemporaneidad, se identican tendencias investigativas
cualitativas y cuantitativas, que generan terrenos más sosticados para com-
prender y aprehender, desde lo metodológico, diversas preguntas críticas de la
investigación actual y que han sido foco de interés del enfoque humanista.
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Igualmente, se viene presentando una transformación en relación con lo inves-
tigativo, en la que no solo emergen procesos de investigación en el ámbito teó-
rico y epistemológico. Se ha podido encontrar un nivel de apertura importante
en las investigaciones empíricas, lo cual es importante ante el aumento de
demandas por un entorno global que busca respuestas y evidencias que posibi-
liten el bienestar de las personas. Gran parte de las publicaciones del enfoque,
sin embargo, se presentan en inglés, especialmente desde autores y propues-
tas desarrolladas en Estados Unidos, lo cual plantea desafíos para autores que
publican en español, desde aquellos proyectos desarrollados especialmente en
América Latina, donde se destacan investigaciones en diversos campos de la
psicología organizacional, educativa, social, y en el campo con mayor predomi-
nio investigativo que suele ser el clínico (Peláez et al., 2013).
Aunque los desarrollos investigativos han tenido un predominio en lo historio-
gráco, alrededor de perspectivas fenomenológicas y etnográcas con alcances
exploratorios y descriptivos, también se empieza a dar una transformación me-
todológica con una mayor apertura a perspectivas cuantitativas (DeRobertis,
2016; Kontrimienė, 2019; Robbins, 2008; Tobón, 2020). La integración y am-
pliación metodológica permite responder con mayor acierto a la investigación
aplicada, facilitando el terreno para un enfoque socialmente comprometido con
capacidad de responder a los retos y problemáticas contemporáneas que de-
mandan el accionar de la psicología humanista (Peláez et al., 2013).
Ante esta situación y demanda de la apertura a la investigación, el esfuerzo de
los psicólogos humanistas debe estar orientado a la inserción y apropiación
dialéctica de diversas perspectivas de la psicología y otras disciplinas cientí-
cas, con las que converja a su vez, en un diálogo nutritivo con otros campos
y ámbitos de la psicología, como la psicología social constructivista, psicología
arquetípica, psicología positiva, psicología cultural, psicología de sistemas diná-
micos y psicología posmoderna (DeRobertis, 2013). Se destaca en este camino
la construcción de un subgrupo dentro de la división de evaluación y medición
estadística de la Asociación Americana de Psicología, tendiente a la construc-
ción de la legitimidad y pertinencia de la investigación cualitativa, en la que,
gran parte de esta gestión, ha provenido de psicólogos humanistas (Friedman,
2008; Mruk, 2008).
Ha de considerarse que, aunque cierta diáspora de psicólogos en la práctica
clínica resiente la sistematización investigativa, un número cada vez mayor de
investigadores de enfoque humanista se esfuerza por desarrollar una cohe-
rencia entre la epistemología, los métodos de investigación, sus técnicas y las
formas de presentar los resultados, permitiendo una mayor apertura y diálogo,
otorgándole vigencia y relevancia. A nivel investigativo la fenomenología debe
ser la base de operaciones en la que converjan gran parte de la pluralidad y
diversidad de corrientes del humanismo. La praxis fenomenológica implica des-
cripción y reexión, además de una sistematización capaz de producir resulta-
dos transindividuales (DeRobertis, 2016).
En la denición sobre psicoterapia humanista que realizaron Rubin y Humphreys
(2016) para una enciclopedia en salud mental, indican que durante los primeros
años del 2000, ha resurgido la investigación, la práctica y la teoría humanista,
resaltando que desde el 2008 la sociedad de psicología humanista ha organiza-
do conferencias anuales para presentar las últimas investigación humanísticas,
teorías y enfoques clínicos, lo que ha aumentado la participación de estudiantes
e investigadores en la división 32 de la APA y su respectivo Journal.
Schneider y Leitner (2017) reportan, en relación con los estudios empíricos en
terapia humanista, que estos no se han preocupado por medir la ecacia desde
la eliminación del síntoma, sino desde un cambio cualitativo en valores, actitu-
des y enfoques de vida, situación que exige responder “¿cómo se puede evaluar
la profundidad y la amplitud de la intimidad del cambio humanista?” (Schneider
y Leitner, 2017, p. 6) y frente a la que muchos investigadores han recurrido
a modalidades investigativas básicas desde lo cuantitativo, si bien restrictivas
para dar cuenta de los procesos, si sucientemente adaptables e informativas.
Se invita al lector a consultar centros documentales tan importantes como el
Journal of Humanistic Psychology, la APA Division 32 (Society for Humanistic
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Psychology) con su Society for Humanistic Psychology Newsletter, allí se puede
corroborar la basta producción, fácilmente obviada en escenarios hispanoha-
blantes. En consecuencia, presentamos el reto de sistematizar las producciones
investigativas para América Latina. Un ejemplo importante de este trabajo se
encuentra en Peláez et al. (2013).
8.2 Diálogos con modelos basados en evidencia
La psicología clínica ha venido en un proceso de transformación suscitado por la
necesidad de adoptar prácticas basadas en evidencia, esto ha generado gran-
des reformas y transformaciones orientadas a la teoría y práctica clínica. Con
el n de brindar un mayor contexto, podemos señalar que la psicología basada
en evidencia (PBE) se entiende como:
Modelo teórico que asume el método cientíco de otras disciplinas que
han sido capaces de demostrar empíricamente sus presupuestos a tra-
vés del control experimental. Su referencia inicial ha sido la medicina y
la metodología utilizada en los estudios clínicos con fármacos, y su ma-
yor limitación las enormes fuentes de variabilidad que tiene la psicología
al trabajar directamente con el comportamiento de las personas (Moria-
na y Martínez, 2011, p. 80).
Su objetivo principal en el ámbito de la psicología es posibilitar el uso de la
mejor evidencia cientíca disponible, a partir de la incorporación de datos ob-
tenidos de la investigación básica y aplicada. El modelo médico se toma como
antecedente en la adopción de prácticas sustentadas en evidencia. De forma
paulatina a partir de la década de los 80, aumentaron el interés y la preocupa-
ción de psicólogos clínicos por adoptar las mejores prácticas de la psicología en
la intervención de diversos trastornos. Los sistemas sanitarios en el mundo han
incorporado dicho modelo derivándose una consecuencia clara para el devenir
de la psicoterapia: las prácticas psicoterapéuticas que carezcan de evidencia
tienden a desaparecer o ser excluidas del entramado amplio de la psicología
contemporánea (Moriana y Martínez, 2011).
La psicología basada en evidencia no es un discurso nuevo en la psicología hu-
manista, de hecho, como se comentó en un capítulo anterior, Rogers (1981a) fue
uno de los psicoterapeutas pioneros en adoptar prácticas que dejaran saber la
ecacia misma de la terapia, práctica esta que, según Schneider y Leitner (2017)
ya desde los años 50, realizaban Carl Rogers y sus sucesores, emprendiendo una
serie de investigaciones cuantitativas de terapias centradas en el cliente.
Pese a los esfuerzos de Rogers, e incluso a los trabajos desarrollados en este
ámbito, no fue en el terreno de la clínica humanista donde mayor atención
se le prestó. Fueron los modelos cognitivos comportamentales los que han
liderado gran parte de la investigación en torno a la adopción de dicho dis-
curso (Moriana y Martínez, 2011).
La relevancia de la PBE está en la depuración sistemática que ha generado,
otorgándole una visión al clínico y al sistema de salud, de las mejores prácticas
disponibles para el ejercicio profesional. De igual modo la PBE, permite alertar
sobre prácticas en el ámbito clínico que no alcanzan un estatus adecuado y por
lo tanto deben ser desechadas. En relación con ello, mostrarse reactivo o sim-
plemente crítico frente a este paradigma, pareciera ser un camino en el que se
esté condenado a la exclusión; aquellas formas de psicoterapia que no establez-
can un diálogo con prácticas sustentadas en la evidencia, incluidas las de orien-
tación humanista, sufrirán sistemáticamente la segregación y eventualmente su
desaparición o dicho en otras palabras se quedarán como clínicas de la periferia.
De lo anterior, a riesgo de presumir un panorama negativo, puede derivar-
se que, si la agenda de las psicoterapias con enfoque humanista no presenta
procesos sistemáticos y rigurosos, conexos a la evidencia, y que desarrollen
investigaciones de efectividad en forma de datos transferibles, tenderán a ser
presentadas como obsoletas, rmando una sentencia para su desaparición de-
nitiva de los escenarios contemporáneos de la psicología clínica.
Por fortuna, en las últimas décadas se ha presentado un interés importante en
psicólogos clínicos humanistas por sistematizar y hacer investigación en este
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terreno, como se evidencia en los completos estudios de Elliott (2002) y de
Elliott et al. (2020) sobre la efectividad de las terapias humanistas, ya que ubi-
carse en una perspectiva exclusivamente reactiva o crítica a tales tendencias,
justica que las psicoterapias y psicoterapeutas que no se instalan en modelos
cognitivo-conductuales, hegemónicos en la clínica psicológica, sean calicados
por su ostracismo y anacronía (Stephenson y Hale, 2017).
Una de las dicultades para asociar o establecer formas tácitas de evidencia en
la clínica de enfoque humanista, está, como ya se comentó, en su fragmenta-
ción y diversidad metodológica en terapia. Así que resulta necesario, antes de
presentar algunas reexiones y trabajos investigativos que diversos clínicos de
orientación humanistas han venido realizando, señalar uno de los retos impor-
tantes previos a la investigación, a saber: ¿qué tienen en común estos mode-
los? Al respecto, autores como Angus et al. (2015); Tobías y García-Valdecasas
(2009); Quitmann (2006) y Bugental (1964); reeren que en general las psico-
terapias humanístico-existenciales, comparten por lo menos estos elementos:
- Reconocimiento de la capacidad de agenciamiento personal: autono-
mía y responsabilidad social.
- La existencia y la experiencia humana está enmarcada dentro de un
contexto por lo tanto es relacional.
- Autorrealización: sin negar el malestar, sufrimiento, adoptan una visión
salugénica del ser humano.
- Orientación hacia metas, búsqueda de sentido, la conducta es inten-
cional.
- Validación de la vivencia y el acto singular de cada existencia.
- Concepción global del ser humano: una narrativa de la persona.
- Hincapié en las dimensiones personales, interpersonales y contextua-
les de la terapia.
- Promueven las reexiones de los consultantes sobre su relación consi-
go mismo, con los demás y con el mundo psicosocial en general.
- La capacidad de conciencia y la elección se enmarcan dentro de las
potencialidades de lo humano.
- Lugar central de la relación terapéutica.
- A nivel metodológico la fenomenología aparece como un elemento co-
mún en todas las tendencias terapéuticas e investigativas.
8.2.1 Referencias desde lo cuantitativo
Con este conjunto de elementos comunes, se presentan a continuación
algunos trabajos investigativos de psicoterapias: centrada en la persona,
centrada en la emoción de corte experiencial, de corte existencial, psico-
terapia Gestalt y transpersonal, que otorgan datos de investigación para
mantener diálogos y avances importantes en la construcción de evidencia
junto con y adicional a otras propuestas psicoterapéuticas. Es importante
reconocer que dichos avances requieren ser compartidos más allá de las
comunidades académicas de orientación humanista. Entendiendo que la
carta de presentación de cualquier enfoque terapéutico se desarrolla en lo
contemporáneo a partir de lenguajes sustentados en evidencia.
Ha sido común que los psicólogos humanistas realicen una apología a la
relación terapéutica sustentada en una profunda reexión de la ética clíni-
ca y de su experiencia, sin embargo, el acercamiento y diálogo con méto-
dos empíricos ha posibilitado corroborar y armar la importancia de esta
para facilitar procesos de cambio, de esta manera los autores encuentran
en la relación terapéutica un elemento clave para el desarrollo de la tera-
pia, este punto de vista ha sido apoyado por distintas tendencias teóricas:
psicoanálisis, enfoques comportamentales. Lo anterior según señalan los
autores, ha posibilitado que otros modelos adopten una postura mucho
más congruente con la perspectiva humanista (Angus et al., 2015).
Este punto de vista se extiende cada vez con más fuerza, pese a que se
ha intentado mostrar que la relación terapéutica juega un papel menor
en el proceso, la evidencia suele ser contundente desde distintas orillas
para armar su importancia. Uno de los investigadores más relevantes
en el área, Bruce Wampold, ha encontrado algunos elementos claves en
el tratamiento denominados factores comunes en psicoterapia.
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Es claro para cualquier lector que haya tenido un acercamiento mínimo
a Rogers, que los datos que se presentarán conrman la relevancia del
enfoque centrado en la persona para la psicoterapia en general. En tér-
minos de efectividad y relevancia, se presentan los factores comunes
más importante de cualquier modelo psicoterapéutico exitoso, los cuales
sustentan la importancia de la relación terapéutica en una narrativa ro-
geriana (Wampold, 2015):
- Establecimiento de un consenso: sistema de metas compartidas entre
consultante y terapeuta.
-Empatía.
- Alianza terapéutica.
- Consideración positiva hacia el consultante.
- Congruencia-transparencia del terapeuta.
- Características interpersonales y comunicacionales del terapeuta.
- Tratamientos basados en las diferencias culturales.
- Expectativas de los consultantes.
Wampold (2015) señala a su vez, dentro del metaanálisis realizado,
la presencia de una menor incidencia como predictor de ecacia de
las características especícas del tratamiento, e incluso se encuentra
como iatrogénico que la adherencia exclusiva a un protocolo o guía
clínica en sí misma no favorece los avances del tratamiento. En esta
perspectiva, los factores contextuales en psicoterapia son importan-
tes para producir benecios en la psicoterapia, pero al mismo tiempo
sienta las bases para propiciar un diálogo más amplio entre terapeu-
tas de distintas orientaciones terapéuticas.
De otro lado, en el metaanálisis desarrollado por Angus et al. (2015) se-
ñalan que las psicoterapias humanistas (PH), cumplen con parámetros
adecuados para tratar la depresión o alteraciones del estado de ánimo,
a su vez son efectivas en diversos problemas de orden interpersonal
mostrando también un alto nivel de ecacia. La psicoterapia centrada
en la emoción es uno de los modelos más reconocidos en el trabajo con
parejas, en general, la evidencia encontrada respalda que las PH son
pertinentes para tratar problemas diversos de orden interpersonal.
Stephenson y Hale (2017) realizaron en el Reino Unido el primer estudio
de corte cuantitativo para evaluar la ecacia de la terapia fenomenoló-
gica existencial, con pacientes que consultaban en el centro nacional de
salud por problemas psicológicos como la depresión. Dicho estudio tuvo
un diseño no aleatorizado, el cual midió los pacientes de rutina y a los
pacientes de la investigación, antes y después de la terapia.
Los resultados mostraron un criterio clínicamente conable alrededor
de la terapia fenomenológica existencial, presentándolo como un trata-
miento ecaz para tratar alteraciones del estado de ánimo como la de-
presión. Los investigadores también comprobaron que este modelo no
mostraba diferencias clínicamente signicativas con otros modelos como
las terapias cognitivas. Se advierte al lector que lo anterior tiene un
efecto político y administrativo, se demuestra a las comunidades cientí-
cas y de salud que es posible la inclusión de otros modelos terapéuticos
distintos a los comportamentales (Stephenson y Hale, 2017).
Otro estudio efectuado por Van Rijn y Wild (2013), se interesó por la
ecacia para tratar problemas como la depresión y la ansiedad desde
los siguientes modelos terapéuticos: análisis, transaccional, psicoterapia
gestáltica, asesoramiento centrado en la persona, asesoramiento inte-
grativo. Lo interesante de este estudio, es que se realizó una supervisión
directa a los clínicos, dirigida a validar que las intervenciones usadas
estuviesen en la misma dirección del modelo terapéutico practicado. A
nivel metodológico se destaca de dicho estudio un proceso de evalua-
ción naturalista y no aleatorizado, los resultados combinaron cuestio-
narios previos, intermedios y posteriores a la terapia. Los resultados
dan cuenta de una reducción signicativa de síntomas para depresión y
ansiedad. El 77 % de los participantes, mostró una alta tasa de mejora
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clínicamente signicativa, a su vez los investigadores lograron estable-
cer como predictor signicativo de cambio la presencia y construcción de
la alianza terapéutica (Van Rijn y Wild, 2013).
Aunque se requieren más investigaciones, el metaanálisis de Angus et
al. (2015) mostró que las terapias humanísticas pueden ser benecio-
sas para pacientes que experimentan procesos psicóticos. Los estudios
examinados mostraron grandes efectos medidos antes y después del
tratamiento; sin embargo, se requiere ampliar el número de estudios.
Por otro lado, técnicas habituales dentro de la terapia Gestalt como la
silla vacía, se ha mostrado ecaz para resolver el trato negativo sobre
uno mismo como la autocrítica y la depresión, traumas complejos y
problemas de relación no resueltos, las revisiones efectuadas antes y
después de la intervención permitió identicar cambios positivos expli-
cados más allá de cualquier otro factor (Raagnino, 2019).
Como se ha señalado, las psicoterapias basadas en evidencia suelen em-
plearse principalmente en sistemas nosológicos de enfermedad mental,
sustentadas a su vez en el modelo biomédico, más que en la estructura-
ción contextual de los problemas de salud mental. Sus estudios suelen
privilegiarse sobre consultantes de clase media, con cierto nivel educa-
tivo, los contextos de sus estudios son altamente controlados, lo cual
dista de la práctica clínica cotidiana.
Pese a que la mayoría de las guías de decisión clínica invitan a adoptar
características contextuales, como la cultura, nivel educativo, orienta-
ción sexual, las prácticas basadas en evidencia suelen construirse desde
la homogenización de las poblaciones, sin captar la diversidad de es-
tas. En este plano se proponen innovaciones metodológicas que inclu-
yan otras perspectivas investigativas (Kousteni, 2018). Sin embargo, si
se revisa el maniesto clínico a la psicología humanista elaborado por
Elkins (2009) se logra identicar en los análisis y metaanálisis compila-
dos, que los factores contextuales son los principales determinantes de
la ecacia terapéutica.
Se entendería entonces que la PBE no es compatible como un enfoque
humanista, sin embargo, como lo indican Cook et al. (2017) al referirse
a los avances y descubrimientos de la psicoterapia basada en la eviden-
cia, estas tienden a “centrarse en mejorar los síntomas o trastornos,
mientras que muchas personas buscan psicoterapia para afrontar con
mayor ecacia los desafíos de la vida y tener un mayor sentido de sig-
nicado en sus vidas” (Cook et al., 2017, p. 539), y aunque la mayoría
de PBE son cognitivo-conductuales, los profesionales de la psicoterapia,
como pueden ser los humanistas y existenciales, pueden hacer uso de
las pautas basadas en la evidencia adaptarlas a las circunstancias espe-
cícas del enfoque.
El enfoque humanista entonces, no solo se puede permitir la contex-
tualización de la evidencia, sino la producción de esta, sin reducirse al
estricto sentido positivista que excluye otras narrativas, sino mediante
la incorporación de perspectivas cuantitativas marcadas por un pensa-
miento pluralista y metateórico; pues como lo indica DeRobertis (2016)
el positivismo ofrece una mirada que posibilita mucha inteligencia, pero
muy poca sabiduría.
Debido a esto, los clínicos humanistas requieren lo mejor de las perspec-
tivas cualitativas y cuantitativas para dar cuenta de problemáticas que
reclaman una visión holística: salud, ecología, espiritualidad y globaliza-
ción (DeRobertis, 2016), además, como lo propone Kousteni (2018), se
debe incorporar también en la investigación clínica la dimensión de com-
petencia cultural; sensible a la diversidad, lo cultural completa la gama
de patrones de comportamientos humanos aprendidos.
Correspondiente con la anterior premisa, Muñoz y Quintero (2001), pre-
cisan que “el concepto de investigación y su aplicación inmediata, in-
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vestigación en la acción, teoría y práctica, aparecen unidas, ambas se
justican mutuamente y aisladas no tienen sentido” (p. 23). Así que la
evidencia también puede venir desde investigaciones cualitativas, que
suelen proporcionar información valiosa sobre los receptores de la tera-
pia, explicita la evidencia del procedimiento de los resultados del pro-
ceso terapéutico, permitiendo que los fenómenos clínicos puedan ser
comprendidos en la complejidad de la riqueza cultural.
En sintonía con lo anterior, teóricos del enfoque centrado en la persona,
señalan que los manuales nosológicos no logran operativizar de manera
amplia el lenguaje de la persona, en tal sentido el consultante puede
percibir con angustia o malestar aspectos cotidianos que no son cap-
tados de manera adecuada por las guías clínicas, sin embargo, desde
lo fenomenológico puede abordarse y operativizar captando a su vez
la sensibilidad de lo cotidiano, el Counselling o asesoramiento aparece
como una alternativa que va más allá de abordar problemas clásicos vi-
sibilizados en los textos de psicopatología (Ladd y Churchill, 2012).
8.2.2 Referencias desde lo cualitativo
A este nivel, si el clínico de enfoque humanista percibe dicultades con
la PBE desde su vertiente cuantitativa, ha de considerar que a principio
de la década de los 90, se incorporaron también estudios de corte cuali-
tativo, con diseños rigurosos y sistemáticos, como es el caso de la teoría
fundamentada, que posibilita una base operacional para el enfoque fe-
nomenológico en el estudio de la evaluación y validación de la práctica
clínica, partiendo del relato y experiencia de los consultantes.
Con relación a investigaciones cualitativas como base para el estudio de
prácticas basadas en evidencia Angus et al. (2015) pudieron identicar
estudios que ponen de relieve, en las mejores prácticas de la psicotera-
pia basadas en evidencia, la importancia de construir con el consultante
un sentido de seguridad de la terapia, destacando la percepción de en-
tender el papel activo del consultante y acercándose a una comprensión
consensuada de la práctica clínica, las habilidades interpersonales del
terapeuta ayudan al consultante a tramitar el dolor emocional, experi-
mentando el ujo del alivio y una nueva conciencia de autorreexión.
A su vez la validación positiva hacia el consultante, el procesamiento
emocional y narrativo de este, el apoyo y la capacidad de construir una
alianza terapéutica fuerte, contribuyen a resultados positivos en el mar-
co de la terapia, siendo clave para problemas como la depresión (Angus
et al., 2015).
Atiéndase también que destacar la experiencia de los consultantes so-
bre el proceso terapéutico, puede otorgar pistas valiosas para el clínico,
otorgando un sentido amplio sobre el proceso terapéutico e incluyendo
otras variables que van más allá de la ausencia o presencia de síntomas
en el orden de los manuales nosológicos. Al respecto autores como Ti-
mulak y Creaner (2010) encontraron en diversos estudios investigativos
de corte cualitativo, algunos alcances y benecios terapéuticos para los
consultantes, reejados en las psicoterapias de orientación humanista:
- Experiencias emocionales más saludables.
- Aprecio de la propia vulnerabilidad.
- Experiencia de autocompasión.
- Resiliencia, empoderamiento y dominio de los síntomas.
-Disfrute de la vida y de los cambios que se presentan: tolerancia a la
incertidumbre.
- Mayor percepción de apoyo y apertura a los encuentros interpersonales.
- Mayor conciencia de sí y un cambio de la visión de los demás.
La incorporación de modelos cualitativos en la investigación de prác-
ticas basadas en evidencia, posibilita visibilizar problemáticas contex-
tuales y psicosociales que van más allá del entramado del trastorno,
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abre un camino valiosísimo para la psicología en general, permitiendo
la construcción de puentes orientados a un ejercicio clínico social, cuya
nalidad trasciende la atención clásica de problemas descritos por los
modelos morbicéntricos; puesto que, al captar el relato de los consultan-
tes, emergen diversas problemáticas y necesidades que no siempre son
identicadas en los estudios clásicos de corte cuantitativo.
Finalmente se puede señalar, que en general, los tratamientos de orien-
tación humanista cumplen criterios para tratamiento sobre la depresión,
dicultades interpersonales, afrontamiento con psicosis, conductas au-
todestructivas y condiciones médicas crónicas, por lo tanto, deben in-
cluirse dentro de las guías de práctica clínica. Los hallazgos de la inves-
tigación brindan un sólido respaldo empírico para incluir principios de la
praxis clínica humanista, brindan un apoyo signicativo para la expan-
sión de las clínicas y programas de capacitación con esta orientación
(Angus et al., 2015).
8.2.3 Retos derivados de la investigación y las prácticas
basadas en evidencia
La visibilización de las psicoterapias está atravesada por dinámicas polí-
ticas y, de alguna manera, hegemónicas, pues aquellas que respondan a
los interese de los operadores públicos y privados del sistema de salud,
reciben a su vez, un apoyo y ocialización particular (Rodríguez, 2004),
así que la bondad de los modelos terapéuticos humanistas no solo está
valorada por mostrar evidencia o estudios que le respalden, sino tam-
bién por su gestión política.
Las carencias que se perciben alrededor del enfoque involucran una di-
mensión administrativa, política y de comunicación, vale decir que la
ciencia se construye en estos terrenos. A partir de esto, se presentan
algunas recomendaciones, que son compartidas en mayor o menor me-
dida por diversos psicólogos e investigadores de orientación humanista,
las cuales a su vez son adaptadas a nuestro propio contexto (Angus et
al., 2015; Cain, 2003; DeRobertis, 2016; Rosal, 2017).
Se precisa fortalecer las alianzas, redes de contacto y construcción de
comunidades académicas al interior del enfoque, superando cualquier
división interna, sin esto, se continuará frenando la construcción de un
frente unido que posibilite visibilizar mucho más los avances de la psico-
logía humanista. Si bien el enfoque opera para un auditorio menor, este
no debe ser invisibilizado, además de las asociaciones de psicología hu-
manista en Estados Unidos, hay esfuerzos valiosos alrededor del mundo
como, Canadá, Alemania y Reino Unido; a nivel latinoamericano Chile
viene mostrando un desarrollo interesante de comunidades académicas
con orientación humanista.
A nivel local, como el caso colombiano, requerimos posibilitar escenarios
de diálogo y trabajo asociado. Lo anterior implica retomar foros, semi-
narios, eventos académicos que involucren una mayor comunicación en-
tre distintas escuelas psicoterapéuticas de orientación humanista, como
aquellos congresos celebrados en la década de los 70 y 80 del siglo XX,
pero con una exigencia de investigaciones de por medio.
Es importante establecer diálogos con diversos sectores: académicos,
gubernamentales, sanitarios, políticos, proponiendo desarrollos inves-
tigativos, generando canales comunicativos que permitan posicionar y
dar a conocer los alcances y benecios de las psicoterapias humanistas.
Se necesita extender puentes con otros paradigmas de la psicología y
disciplinas cientícas. Los psicólogos humanistas, no pueden quedarse
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en el terreno de la crítica o de posturas reactivas ¿qué se tiene para
aportar al escenario clínico contemporáneo? Pero al mismo tiempo ¿qué
se tiene por aprender de otros modelos? Pareciera entonces que uno de
los retos importantes se constituye desde una pedagogía del diálogo y
la comunicación.
Avanzar en la construcción y apertura hacia modelos basados en evidencia
a partir de la adopción de estudios investigativos globales y contextuales
aplicados a nivel latinoamericano y local con diversidad metodológica; ade-
más de modelos cualitativos, también se ha observado una mayor apertura
de psicólogos humanistas en el uso de herramientas cuantitativas. Se re-
quieren estudios controlados a mayor escala, con el n de propiciar eviden-
cia que pueda integrarse en las pautas de tratamiento.
La satisfacción percibida por el clínico humanista al interior de su con-
sulta no es suciente, aunque su vivencia marque una pauta del ejerci-
cio terapéutico, debemos trascender del terreno individual y privado; la
ciencia se construye desde la sistematización de datos, esto no escapa al
ejercicio narrativo explicitado en modelos convencionales aceptados por
las comunidades cientícas y académicas, se necesitar presentar nues-
tro trabajo en lenguajes cientícos, entendiendo a su vez que la ciencia
no se reduce al método positivista. Más que nunca los psicólogos huma-
nistas, deben entender que la práctica clínica, no se queda en el ámbito
de lo privado, debemos contar lo que estamos haciendo, con los lengua-
jes propios de la ciencia, acudiendo a una clínica que se hace pública.
Se requieren articular mayores esfuerzos en el ámbito de la psicología clí-
nica dirigida a la atención de problemáticas especícas en áreas de gran
importancia como el abuso de sustancias, la violencia y, problemas de
ansiedad y estrés, trastornos alimentarios y una variedad de problemas
de salud como el tabaquismo, el insomnio, la obesidad. Promoviendo a
su vez estudios de problemas contextuales y locales que para nuestro
caso da lugar a tópicos como el conicto armado, efectos y desarrollos
terapéuticos para víctimas del conicto, inclusión y promoción de proce-
sos de paz, etc. La psicología humanista, debe apuntar a la especicidad
de estos problemas, como se ha dicho, la ciencia se constituye sobre la
base de la sistematización.
8.3 Reflexiones sobre psicopatología en el marco del enfo-
que humanista
Parte de la inquietud que dio lugar al surgimiento de la psicología humanista,
estuvo enmarcado en el reclamo a la psicología de la época por una visión an-
tropológica mucho más amplia, que permitiera comprender, no solo las esferas
de lo problemático, sino también las potenciales, capacidad de conciencia y
elección como parte de dimensiones de lo humano (Bugental, 1964).
La psicología humanista inaugura en la narrativa psicológica la incorporación de
modelos salugénicos (Lupano y Castro, 2010). No es de extrañar que, en el es-
cenario contemporáneo, la psicología humanista lidere en el ámbito cientíco y
político reexiones profundas dirigidas a la reconceptualización del sufrimiento
humano, demandando su comprensión en los marcos de sentido de la persona,
y su expresión desde contextos especícos y multiculturales.
Las primeras versiones del DSM: I y II, se basaron en un modelo mixto que
albergaba la teoría psicodinámica y biológica. Sin embargo, dicho modelo, no
permitía ajustarse a los marcos de conabilidad cientíca, sus categorías, no
se sustentaban en el marco amplio de la evidencia cientíca, y tenían serias
limitaciones para entender los sustratos biológicos subyacentes. Es así como en
la década de los 70, se empezó a estructurar un cambio de modelo, conocido
como modelo neokraepeliniano, el objetivo era operacionalizar la psicopatología
a través de tendencias descriptivas, lo signos y síntomas se basan en rasgos
observables o inferidos y no en explicaciones o modelos etiológicos. Estos cam-
bios, permitieron una mejora ostensible, respecto a la conabilidad y al diag-
nóstico entre evaluadores. Dichos cambios se consolidaron como el estándar
básico para la evolución del manual (Kamens et al., 2019).
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Del entusiasmo generado por el cambio incorporado, se empezaron a evidenciar
una serie de anomalías empíricas, incluidas altas tasas de comorbilidad y límites
difusos entre diagnósticos, conduciendo a una creciente incertidumbre entre la
abilidad y validez del modelo neokraepeliniano, con esto, pareciera que el DSM
habría brindado una nomenclatura estándar, pero probablemente errónea. Lo
anterior ha generado dudas sobre las propiedades psicométricas y su relevancia
biogenética que han derivado en una serie de debates orientados a las mejores
formas de conceptualización de la angustia mental (Johnstone, 2018).
Así las cosas, la mayor tendencia contemporánea de la psiquiatría, se ha intere-
sado primordialmente por los biomarcadores y una taxonomía psiquiátrica con
una base de predominancia biológica, lo que hace pensar a algunos investiga-
dores y psicopatólogos que el cambio paradigmático se producirá desde dicho
lugar, marcando una nueva era para la salud mental. Desde otros lugares se
argumenta que el descubrimiento empírico de biomarcadores constituirá una
actualización y no una transformación del paradigma del diagnóstico. Lo cierto
de esto, es la fuerza predominante de la psiquiatría biológica, las neurociencias
y la genética emergen como el lenguaje desde el cual la psiquiatría busca una
nueva expresión (Kamens et al., 2019).
Previo a la publicación de la edición del DSM 5, publicada en el 2013, se empeza-
ban a elevar voces de distintas latitudes dirigidas a una serie de preocupaciones
sobre la nueva versión. Prueba de esto, es en el pronunciamiento de la socie-
dad británica de psicología, desde su división de psicología clínica que publicó
una fuerte crítica al respecto (British Psychological Society, 2013), planteando
preocupaciones sobre la medicalización de los comportamientos normativos y
la presencia de categorías diagnósticas donde se interroga su validez cientíca.
En este mismo contexto, desde la división 32 de la APA, la sociedad de psicolo-
gía humanista, lideró la construcción de una carta abierta dirigida al comité del
DSM 5, publicada en el 2012, esta se sustentó, entre otras, en la crítica a la re-
ducción de umbrales diagnósticos, a manera de ejemplo: el décit de atención
reduce sus criterios para diagnosticarlo, propiciando un aumento del número de
personas que calican para este, lo cual deja abierto un terreno para la medi-
calización excesiva (Robbins et al., 2017).
Desde distintos lugares, se suele señalar en esta misma línea, una serie de
inquietudes por la presencia de nuevos trastornos que presentan escasez de
apoyo empírico como el trastorno neurocognitivo leve, el trastorno disfórico pre-
menstrual y el trastorno por atracón. Además, pareciera que en las lógicas del
manual se puede fácilmente catalogar el duelo por la pérdida de un ser querido
como un posible trastorno depresivo, suele ser llamativo que se pasara de la pri-
mera versión del DSM de 106 trastornos mentales a 216 en la quinta. Lo anterior
posibilita un mayor terreno hiperdiagnóstico, pérdida de la sensibilidad cultural y
una visión reducida de las formas de ser normal (Echeburúa et al., 2014).
Lo anterior ha implicado un trabajo conjunto entre la división 32 de la APA y la
división de psicología clínica de la Sociedad Británica de Psicología. En agosto de
2014 se llevó a cabo la primera cumbre mundial sobre alternativas diagnósticas,
cuyo objetivo fue generar una conversación transdisciplinaria desde el ámbito in-
ternacional, sustentada en la construcción de nuevos medios para conceptualizar
la angustia mental. Esta cumbre no solo se congura dentro del espacio de un
evento académico, emerge como un proyecto que puede describirse como la cul-
minación del trabajo inicial suscitado en la carta abierta al DSM 5, pero al mismo
tiempo inaugura un nuevo espacio de disertación, reexión e investigación que
reúne diversos expertos, investigadores y clínicos (Robbins et al., 2017).
Bajo la congruencia y compromiso fundamental de la psicología humanista, con
la dignidad y los derechos humanos, en las que se explicita a su vez la trans-
parencia cientíca, se propone la construcción de nuevos estándares como al-
ternativas diagnósticas Estas se entienden como nomenclaturas, taxonomías,
sistemas teóricos, pautas descriptivas para la formulación y enfoques alterna-
tivos para dar cuenta de experiencias psicológicas, si bien estas no pretenden
reemplazar las que han sido avaladas por las comunidades cientícas, sí esta-
blecen un nuevo terreno, que puede posibilitar otras vías en la comprensión de
lo psicopatológico (Kamens et al., 2019).
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Estas alternativas diagnósticas parten de valorar a la persona en su totalidad,
destacando la complejidad de su historia y vivencia, rescatando no solo el con-
texto biopsicosocial sino también sociopolítico de la angustia emocional. Alien-
tan, a su vez, un lenguaje metateórico que valore la pluralidad de perspectivas
teóricas y epistémicas. En relación con esto, se mencionarán algunas de las
recomendaciones efectuadas por distintos expertos que buscan estándares y
pautas para el desarrollo de nomenclaturas de diagnóstico, y alternativas en
salud mental (Ladd y Churchill, 2012; Kamens et al., 2019) y que se muestran
en la gura 11.
Figura 11.
Recomendaciones hacia nuevas formas de diagnóstico
Creación de un lenguaje común: con el n de beneciar la comprensión de
los usuarios de los servicios en salud mental, las familias y otras personas in-
teresadas, las alternativas diagnósticas (AD), pueden servir como un canal que
permita a las personas identicar experiencias comunes o compartidas, en esta
dirección se contempla construcción de un lenguaje fenomenológico. Muchas
veces el lenguaje psicopatológico se convierte en la estrategia de los expertos
para mantener el Statu Quo y control y monopolio sobre el conocimiento.
Evitar la inuencia de la industria farmacéutica o de orden particular:
los investigadores ponen la lupa en esta dirección, dado que, según lo encon-
trado, la participación de los proyectos nancieros vinculados a la industria far-
macéutica o intereses institucionales particulares, generan mayores sesgos y
presiones en investigadores, que, por demás, han sido respaldados económica-
mente, generando una mayor vulnerabilidad de sus hallazgos, dada las lealtades
construidas.
Incluir población que haya presentado el diagnóstico: parte de esta pro-
puesta, considera que las personas con experiencias vividas de determinado
diagnóstico deben estar incluidas en cualquier discusión sobre alternativas al
sistema nosológico actual. Lo anterior pareciera un principio fenomenológico:
nada sobre nosotros, sin nosotros.
Inclusión del consenso en las estructuras jerárquicas: las AD se constru-
yen sobre el objetivo de predecir el curso clínico y su resultado, lo cual puede
necesitar una estructura jerárquica, que permita diferenciar los tipos de pronós-
tico. Sin embargo, si el objetivo es mejorar la comprensión mutua entre los clí-
nicos y los usuarios, se podrían incluir pautas descriptivas sucientemente exi-
bles, sin que partan de una estructura jerárquica, lo cual da lugar al consenso.
Inclusiones de descripciones en primera persona: pareciera algo simple
en sí mismo, sin embargo, lo que han venido encontrando los investigadores, es
que la conceptualización en segunda o tercera persona de los estados mentales
interiores, en ocasiones conduce a una simplicación excesiva de lo observado,
con una serie de conclusiones engañosas de los estos fenómenos.
Diálogos entre la conciencia en primera y tercera persona: reconocer las
dimensiones vividas por la persona, sus formas de narración y de construcción
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de sentido, no controvierten las dimensiones biológicas como los neurocircuitos
o lo marcadores genéticos, en tal dirección se señala que el análisis fenomeno-
lógico puede constituirse en un medio de conceptualizar fenómenos subyacen-
tes con una mayor tonalidad.
Basarse en la mejor evidencia disponible: las AD deberán basarse en la
mejor evidencia cientíca cuantitativa y cualitativa presentes. Incorporando la
evidencia relevante, evidencia mixta y potencialmente contraria. Dentro de los
ejemplos destacados de evidencia relevante, se encuentra: epidemiológicos,
resultados clínicos, taxonómicos, modelos informáticos, observacionales-natu-
ralistas y estudios de caso.
Sensibilidad cultural: Se recomienda de manera vehemente, abordar la apli-
cabilidad intercultural de las AD. Dejando saber la disponibilidad o falta de evi-
dencia en poblaciones objeto de estudio, mostrando sus alcances y limitaciones.
Incorporar patrones más amplios: se propone a su vez incorporar patrones
más amplios del problema tratado como alternativa a las dicultades derivadas
de múltiples síntomas que se superponen a otros diagnósticos y genera confu-
sión sobre el proceso; pareciera a su vez que la comorbilidad entre trastornos
es el lenguaje común, acudir a patrones generales, permite identicar los -
picos principales del problema. Teniendo a su vez como base, operativizar lo
encontrado a partir del lenguaje del consultante, aun cuando lo que exprese no
esté enmarcado en el manual nosológico usado por el clínico
Sugerimos complementar las anteriores características de una propuesta psi-
copatológica, con las que Francesetti et al. (2013) identican en la clínica de
orientación gestáltica, y señalan que, una psicopatología que respete la relación
humana y el contexto en el que ocurre, debe ser:
Fenomenológica: ya que no es interpretativa a la luz de un marco teórico pre-
vio, sino que se centra en la comprensión de la experiencia del sujeto y de toda
la relación que emerge, con esto también debe cuidad que esa categorización
de la experiencia no se esquematice y dena otras comprensiones, y ante todo
que dena al sujeto
Relacional: ya que como se indicó previamente, el sufrimiento subjetivo, la
alteración de la relación o contacto con el otro, es lo que hace emerger la sin-
tomatología; los síntomas son singularidades, resultan de la inexibilidad en el
contacto.
Temporal: siendo la terapia una cocreación espaciotemporal entre el paciente
y el terapeuta, es en el tiempo que se da la relación, y en la relación se da la
sanación.
Holística: ya que el sufrimiento se da en la totalidad de la experiencia, tanto
en la expresión mental como corporal.
Orientada a la creatividad: en tanto que algunos sufrimientos son conse-
cuencia de ajustes creativos que se jaron, la relación terapéutica apunta a la
generación de nuevos ajustes para reestablecer el contacto.
Situacional: el sufrimiento está determinado por una situación y surge del
contexto, de lo normalizado en ese contexto y de las relaciones sugeridas.
Del desarrollo y orientado hacia lo siguiente: la imposibilidad para es-
tablecer un contacto adecuado proviene de una historia que no entregó tales
posibilidades, una aproximación psicopatológica explora esas claves históricas
y en la terapia se da apoyo para surja la conciencia de que esa imposibilidad en
ese momento ahora es una necesidad, y con ello recrear un restablecimiento.
Estética: lo estético tiene que ver con lo sano, con la capacidad de establecer
contacto con gracia, brillo, ritmo y armonía. La estética es una cualidad sana
y por tanto es una meta del “proceso-de-hacer-contacto”, así que el terapeuta
se orienta hacia allí. “El terapeuta percibe continuamente las cualidades del
contacto, y creativamente ajusta su presencia en la frontera del contacto: esto
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constituye la unidad entre diagnóstico y acto terapéutico” (Francesetti et al.,
2013, p. 95).
Dimensional más que categorial: el sufrimiento es un continuum entre salud
y enfermedad, no es clara y delimitable categóricamente la frontera en la que
se deja de tener salud y se padece, por tanto, la evaluación que psicopatoló-
gica debe ser intrínseca, debe proceder de la comprensión de la experiencia
subjetiva, es una elaboración desde y acerca del entre. Todas las personas en
ese sentido pueden en cualquier momento de sus vidas tener experiencias de-
presivas, psicóticas, maniáticas, la diferencia entre una y otra persona, entre el
que pide ayuda y el que no, es la posibilidad de darse cuenta y el umbral de la
experiencia.
Las anteriores ocho cualidades de una psicopatología en el contexto humanista,
permiten a los autores previamente citados, asumir la posibilidad de la eva-
luación y diagnóstico dentro del proceso terapéutico, sin que se caiga el error
de la categorización reduccionista, sino en la exploración de dimensiones del
malestar según el umbral dinámico, dentro del cual, a mayor intensidad y con
ello sufrimiento, mayor necesidad de apoyar el restablecimiento del contacto y
la experiencia de sanidad.
Francesetti et al. (2013) presentan sin recelo que se pueden identicar algunos
elementos que tienen que estar presentes en las experiencias sanas; primero
la capacidad para asimilar la novedad, contrario a asumir la realidad de forma
estereotipada y ja; segundo, capacidad de relacionarse con el presente de
manera única, contrario a realizar generalizaciones sobre el aquí y el ahora que
provienen del pasado o de formas similares, lo que no permite asimilar la nove-
dad; y por último desarrollo nutritivo, consistente en la posibilidad de tomar de
cada situación aquello que es adecuado para la maduración y diferenciación. La
persona es más sana cuanto más hábil es para estar en el presente y consiente
de su frontera de contacto.
Un paso adicional lo dan Roubal et al. (2013); quienes, siendo psiquiatras, lo-
gran advertir la importancia del diagnóstico como herramienta con la cual los
psicoterapeutas pueden orientar y orientarse a sí mismo. “El diagnóstico se
puede comprender como una marca que da signicado a la situación terapéuti-
ca” (Roubal et al., 2013, p. 101).
Para los autores es posible identicar dos tipos de diagnósticos; por un parte un
diagnostico extrínseco que consiste en la utilización de un modelo del fenómeno
para contrastar el fenómeno mismo, lo cual se asemeja a un mapa que sirve
de orientación, puesto que el modelo general marca una visión amplia de las
posibilidades experimentadas, luego este mapa sirve para ubicar en qué lugar
está la persona en particular, pero esta actividad suele y debe ser una reexión
posterior a la terapia, pues es un acto racionalizado y comprensivo crítico.
Del otro lado está el diagnóstico intrínseco o estético, este es la percepción de
lo que ocurre en el contacto, en el aquí y ahora de la terapia, es una conciencia
inmediata e intuitiva pues emerge de las interacciones, información y experien-
cias del momento terapéutico, a partir de esta conciencia el terapeuta puede
ajustar su manera de estar con el paciente y él mismo orientarse en el mapa
(Roubal et al., 2013).
Luego de precisar que el uso del diagnóstico debe ser exible, momentáneo,
continuum, orientador, referido al fenómeno y no a la persona o sobre la perso-
na, entonces reeren los autores que:
El diagnóstico ayuda al terapeuta a mejorar su orientación, por ello es ne-
cesario que no se queden estancados centrándose, exclusivamente, en la
observación de las interacciones presentes, sino que deberían también ser
capaces de hacer hipótesis operativas y diseñar proyectos de tratamiento
(Roubal et al., 2013, p. 109).
Con esta referencia derivada de un enfoque gestáltico, se identica la anidad
en la comprensión propuesta por Rogers sobre el diagnóstico, a saber, que el
juicio de evaluación y diagnóstico no ha de ser un criterio extrínseco, sino in-
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trínseco, con la conanza adicional de parte del psicólogo, de que el organismo
es capaz de reconocer lo bueno o lo malo de su experiencia, y por tanto el clíni-
co gestionará las experiencias para que se restituya el proceso de maduración,
y con el diagnóstico, tener conciencia e intensión de la relación.
8.4 Formulación de caso como alternativa a las narrativas del dé-
cit y centrado en lo intrínseco
Parte de las críticas que emergen con relación al diagnóstico psiquiátrico, seña-
lan que suele instaurarse sobre una narrativa anclada al décit: el lenguaje por
excelencia es fundamentado sobre la base de los trastornos. Para avanzar en
dicha discusión se proponen alternativas como la formulación de casos, si bien
esta no pretende anular una visión y mirada de los diversos problemas psico-
patológicos, su objetivo se traza sobre una visión narrativa mucho más amplia,
rescatando diversos elementos biográcos y contextuales del consultante en el
marco de la sensibilidad cultural (Johnstone, 2018).
Es importante entender que el desarrollo de cualquier sistema diagnóstico o en-
foque alternativo debe sustentarse bajo el propósito principal de evitar o redu-
cir el daño, beneciando a las comunidades o personas que se incluyen (Johns-
tone, 2018). La Sociedad Británica de Psicología (BPS, 2017) ha propuesto que
una verdadera transformación en la comprensión psicopatológica debe estar
encaminada en la contextualización de la teoría biomédica, vinculando nomen-
claturas psicosociales, que en última instancia hacen del marco biopsicosocial
su punto de anclaje en la investigación y praxis diagnóstica. Desde el terreno de
comunidades de psicólogos humanistas, se vienen impulsado otras alternativas
diagnósticas como la formulación psicológica, vale decir que esta práctica, se
encuentra en rápida expansión dentro del Reino Unido (Johnstone, 2018).
Mientras que los sistemas tradicionales de salud mental suelen basarse en una
serie de lineamientos de chequeo de síntomas, validados por un experto que
otorga el diagnóstico y procede al mismo tiempo con la designación del tra-
tamiento, dejando al consultante en un lugar pasivo, Ladd y Churchill (2012)
indican que los esfuerzos de distintos clínicos con orientación humanista, han
de encaminarse a la promoción de modelos de empoderamiento de los consul-
tantes, los cuales son invitados a participar activamente en la identicación del
problema y los posibles tratamientos.
La incorporación del marco fenomenológico en la clínica contemporánea supo-
ne una mayor transparencia del terapeuta y visibilización de las experiencias y
saber del cliente, de esta manera se pasa de un lenguaje que no solo reconoce
las mejores prácticas en salud, sino las mejores prácticas entre el consultante
y terapeuta, atendiendo lo singular del encuentro y proceso terapéutico (Ladd
y Churchill, 2012).
La formulación de caso ubica a la clínica en el panorama de una fenomenología
comprensiva, en tanto esta se suele denir como una coconstrucción de una
hipótesis o conjetura, asociada a los inicios de las dicultades que presenta una
persona, revestida desde el contexto de sus relaciones, acontecimientos socia-
les, hechos de vida y el sentido dado. La formulación psicológica posibilita el
desarrollo de un espacio de coconstrucción, donde se posibilita un mayor em-
poderamiento del consultante o el usuario, dando lugar a la comprensión de su
experiencia y el reconocimiento de su proyecto vital (Johnstone, 2018).
Como se muestra en la gura 12, la formulación de caso tiene como caracterís-
tica dos fuentes de evidencia, revestidas de valor e importancia: el clínico, que
aporta el conocimiento derivado de su práctica, lectura teórica, investigativa
y experiencia clínica; y el saber del consultante, desde sus vivencias y signi-
cados construidos alrededor de la cotidianidad. Lo anterior ofrece un marco
contextual del ejercicio terapéutico, que permite, no solo trazar un marco de
comprensión, sino que da lugar a la base para el despliegue de intervenciones
adaptadas a las necesidades del consultante. La base y la comprensión de lo
psicopatológico, parte de un marco de coconstrucción de sentido, desde una
lectura más participativa del sistema consultante, cuya búsqueda está dirigida
a la sensibilidad de sus necesidades y al desempeño activo dentro del proceso
(Johnstone, 2018).
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Figura 12.
Elementos de una psicopatología comprensiva desde la formulación de caso
Lo que se ha sugerido hasta aquí, es que el saber del clínico humanista se va-
lida del lado del consultante, esta validación y coconstrucción es un elemento
fundamental dentro del proceso. El abordaje del malestar emocional y la angus-
tia, parten de un principio: en algún nivel todo tiene sentido. En esta dirección,
ante la presencia del caos y la desesperación, la manifestación de determinados
síntomas, sus formas atemorizantes o abrumadoras, se puede encontrar en el
terreno terapéutico formas de darle sentido (Johnstone, 2018).
Asimismo, el desarrollo de la formulación de caso reclama un espacio que per-
mite identicar recursos y fortalezas del consultante, la mirada clínica posibili-
ta, a su vez, la comprensión de recursos salugénicos que permiten visualizar los
arreglos, recursos de autoapoyo y afrontamiento que han permitido en algún
nivel que el sujeto o sistema consultante responda a las circunstancias (Johns-
tone, 2018).
La formulación como marco de construcción de sentido convoca diversos be-
necios: aclara hipótesis y preguntas, suministra un mapa general, focaliza
problemas, ayuda en la planicación de intervenciones, reduce los sesgos de
las elecciones en tanto estas se hacen explícitas con el consultante, muestra
una mayor sensibilidad por elementos culturales, y ayuda a los consultantes
a sentirse comprendidos. La retroalimentación de los consultantes durante el
proceso da lugar a un mayor empoderamiento de sus procesos, validando su
capacidad de agenciamiento (Johnstone, 2018).
Finalmente, la formulación, debe tener presente por lo menos tres elementos
en la perspectiva del clínico. En primer lugar, un conocimiento detallado sobre
el trauma, abuso o problema expuesto por el consultante, dicho saber permite
entender las posibles dimensiones e impacto del problema en la salud mental
del consultante. En segundo lugar, debe considerar el papel de los servicios de
salud para acompañar o agravar el problema, en ocasiones los servicios de sa-
lud no solo pueden inadecuados, sino también iatrogénicos. Por último, la visión
del clínico debe incluir una conciencia crítica del contexto social, lo cual evita
el reduccionismo o la tendencia individualista de la salud mental, en la que se
ubica el problema en la persona, transmitiendo de forma implícita un mensaje
de culpa y de deciencia (Johnstone, 2018).
Este capítulo puede concluirse sobre la gura de una puerta abierta, al atrave-
sarla se pueda observar un horizonte y camino, sobre el cual la psicología hu-
manista sustenta parte su desarrollo. En ese horizonte, el lector puede recono-
cer tres aspectos claves sobre los que transita la clínica con enfoque humanista:
terreno investigativo, diálogos basados con modelos sustentados en evidencia
y algunas reexiones sobre psicopatología. Estas son, sin embargo, pequeñas
pinceladas que acompañan la actualidad y los retos de la clínica humanista. Al
nal no solo se trata de lo que hemos hecho, pues al entender los retos de la
psicología contemporánea, el mundo globalizado, los problemas contextuales y
sociopolíticos de la práctica clínica, se evoca una pregunta abierta ¿qué segui-
remos haciendo si este camino depende en parte de nuestras acciones y deci-
siones como comunidad académica?
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Javier Tobón. Doctor en Psicología de la Universidad Católica Argentina, especialista en Pedagogía, psicólogo
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diversas universidades de la ciudad de Medellín. ORCID: 0000-0002-6334-9133, javiertobon@gmail.com
Cristian Correa. Psicólogo, magíster en Terapia Familiar y de Pareja, egresado de la Universidad de Antioquia.
Terapeuta Familiar y de Pareja. Docente e investigador de la Universidad Pontificia Bolivariana, además de
catedrático en pregrados y postgrados de varias universidades. ORCID: 0000-0002-3217-6663, cristian.
correa@upb.edu.co
... En un contexto como las residencias de jóvenes en protección, donde cada individuo puede tener una historia y una perspectiva única, esta aproximación permite valorar la diversidad de significados atribuidos a las experiencias. Promueve la empatía y la comprensión al centrarse en comprender las experiencias desde el punto de vista de las/los jóvenes, facilitando la construcción de relaciones significativas y de confianza entre profesionales y jóvenes en protección (Tobón y Correa, 2022). ...
Article
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Las residencias de vida adolescente (RVA), tradicionalmente concebidas como espacios de protección para jóvenes vulnerados, deben re-pensarse como entornos de desarrollo y transformación. Los jóvenes que viven en RVA, llegan a los dispositivos con un daño psicosocial complejo y requieren un enfoque integral que incluya modelos terapéuticos específicos para favorecer su crecimiento personal. Fundación Educere trabaja con tres Residencias de Vida Adolescente (RVA) en la Región Metropolitana, enfocándose en el apoyo integral y bienestar de jóvenes vulnerables. Este artículo describe las bases epistemológicas de la propuesta educeriana, sus principales actividades y el enfoque que guía sus acompañamientos, considerando las diferencias que presenta con el actual modelo del Servicio de Protección Especializada. La metodología del artículo se centra en un análisis documental, utilizando entrevistas semiestructuradas a profesionales directivos y análisis de informes institucionales internos para proporcionar una descripción detallada y profunda de las prácticas y estrategias implementadas. Se concluye, refiriendo la importancia de analizar modelos de intervención que tienen las residencias que trabajan con infancias vulneradas, a fin de contribuir a su especialización, evaluación y monitoreo.
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Resumen La psicología positiva suele ser presentada como un nuevo paradigma dentro de la psi-cología, su posicionamiento y crecimiento es evidente en términos de publicaciones acadé-micas, sin embargo, comparte marcos de in-terés que la vinculan con desarrollos previos asociados a la psicología humanista. En este sentido, este artículo de reflexión teórica bus-ca interrogar los discursos de la psicología po-sitiva como nuevo paradigma, al tiempo que pretende explicitar los diálogos y diferencias que comparte con la psicología humanista. A nivel metodológico, bajo una lógica herme-néutica, se llevó a cabo una estrategia de bús-queda documental en torno a estas cercanías y distancias expuestas en la literatura cientí-fica alrededor de estas ramas de la disciplina. El artículo destaca cómo ambas corrientes comparten un interés por lo salutogénico con visiones epistemológicas y metodológicas distintas en sus orígenes, pero con posibilida-des de diálogo en su devenir actual. Si bien se establecen y se presentan diferentes distincio-nes entre ambos enfoques, se concluye que el momento actual de la psicología convoca a es-tablecer discusiones fructíferas que den lugar a un marco epistemológico más amplio en lo teórico y metodológico, albergando así algu-nas inquietudes y focos de interés que ambos modelos comparten. Palabras clave: psicología, escuelas psicológicas, investigación psicológica, psicología humanista, psicología positiva. Abstract Positive psychology is usually presented as a new paradigm within psychology, it's positioning and growth is evident in terms of academic publications; however, positive psychology shares frameworks of interest that link it with previous developments associat
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The study aims to explain Existential Humanistic Therapy with Iranian Couples and its Effect on Meaning of Life and Love Attitudes. The population consists of all married couples who have referred to counseling centers, whom 20 couples have been sampled randomly. The sample received psychotherapy training in thirteen sessions. After collecting questionnaires, the results were analyzed by MANOVA multi-variance analysis. The results demonstrate the effectiveness of existential psychotherapy on the participants’ attitude toward meaning in life. The results show that the couples who received existential therapies search more efficiently for meaning in life and try to improve their love attitudes
Article
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Spirituality is a basic human drive with diverse forms of expression that make for unique thinking and as such, it is the ultimate end of human development. Constituents of spirituality may best be delineated by the humanistic perspective as it readily meets the demands of the not-so-religious today. The proposed Humanistic Spirituality Inventory is based on the humanistic spirituality model, which captures spirituality’s content domain. The inventory contains three scales corresponding to the three model components: (1) Self-actualization, which implies a mature perception of reality, spontaneity, creativity, peak experiences, personal growth, detachment, Gemeinschafsgefühl, and profound interpersonal relations; (2) Transcendence, which implies belief in the supernatural reality, self-transcendence, and a holistic approach to Being; and (3) Ultimate Meaning in Life, which entails the awareness of faith-inspired directedness and ontological significance of life. The current study (N = 331) explores the development and psychometric properties of the instrument, that is, its content and construct validity as well as internal consistency and test–retest reliability. The results of the study support the good psychometric properties of the Humanistic Spirituality Inventory and suggest that it can be used as a proper measure in the assessment of this phenomenon.
Article
In contemporary psychology, the humanistic-existential approach places its center on the sense of life but it should be distinguished from the meaning of life. In this article, after distinguishing the sense form the meaning of life, two specific tools will be considered: Purpose In Life Scale and the Self-Transcendence Scale. Then, other two useful tools will be presented for a clinical intervention: the metacognition functioning (MSAS) and the personality functioning (LPFS). A new proposal to clinicians will be to apply these last two tools in the self-administered form and for the best friend (BF) of the subject; so we can have the self-perception and the perception of others about both, metacognition and personality functioning. Mach more than single items on metacognition and personality functioning, the most relevant to present the basics of the humanistic-existential approach.
Article
Se presenta aquí el texto que se ofreció como ponencia en el I Congreso Internacional de Psicología y Psicoterapias Humanistas que tuvo lugar, en noviembre de 2015, en Barcelona. El artículo se ocupa de responder a tres cuestiones principales: 1ª Desde que se inició públicamente el Movimiento de la Psicología Humanista, en 1961, al crearse la American Association for Humanistic Psychology y el Journal of Humanistic Psychology, ¿cuáles podemos considerar sus principales logros hasta la actualidad? ¿Qué influencias beneficiosas ha producido en el colectivo de los psicólogos, psicoterapeutas y otros profesionales de la salud?; 2ª Dentro del pluralismo de modelos terapéuticos relacionados, en algún grado, con la Psicología Humanista, ¿qué principales errores –o, al menos- deficiencias- se pueden señalar en una parte de sus profesionales? ¿Qué infidelidades respecto a las aspiraciones originales del Movimiento? ¿Se ha logrado superar plenamente lo que Rollo May (1986, p. 33) calificó como «período de infancia y de adolescencia» de la Psicología Humanista? 3ª Finalmente, ¿qué nuevas posibilidades se ofrecen a los implicados en las psicoterapias existencial-humanistas, teniendo presentes algunos de los principales problemas actuales experimentados por individuos y sociedades? ¿Serán capaces los psicólogos humanistas de influir beneficiosamente no sólo respecto a los primeros, sino también respecto a las segundas? El objetivo era seleccionar –sobrepasado el medio siglo de historia del Movimiento de la Psicología Humanista– un conjunto de materiales idóneos para futuros trabajos sobre historia de las psicoterapias humanistas.