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Gordura, depresión y acoso escolar. Cuando el suicidio se convierte en una opción

Authors:

Abstract

La obesidad y la depresión son algunos de los principales problemas de salud pública que aquejan a la población mexicana. Su presencia en el ámbito escolar ha sido estudiada profusamente; no obstante, esta obra lo hace considerando las implicaciones que ambas problemáticas tienen en conjunción con el acoso escolar y el comportamiento suicida. En la investigación que da cimiento a este libro, la obesidad se operacionalizó como gordura y se encontró que, contrario a lo esperado, no existe una relación directa con el acoso escolar. Sin embargo, se halló que aquellos individuos que se auto perciben con gordura presentan síntomas depresivos, y eso los induce a ser víctimas de acoso escolar y tener pensamientos suicidas incluso en niveles moderados. Derivado de lo anterior, se crea una espiral nociva con consecuencias serias que difícilmente podrá ser erradicada por el propio sujeto afectado, debido al carácter social que esta presenta desde su origen. Así, en el libro se ofrecen datos para identi¬ficar condiciones de riesgo que provocan sufrimiento en los infantes, poniendo énfasis en la depresión como elemento articulador.
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Autores
Eduardo Pérez Archundia
Ricardo Rodríguez Marcial
Aixa Nallely García Albarrán
Alfredo Del Mazo Maza
Gobernador Constitucional
Gerardo Monroy Serrano
Secretario de Educación
Subcomité Editorial del ISCEEM
Dr. Eduardo Blanco Rodríguez
Presidente
Dra. Edith Mariana Rebollar Sánchez
Secretaria Técnica
Dr. José Natividad Díaz Hernández, Dr. Robertino Albarrán Acuña,
Mtra. Viridiana Ruiz López
Asesores Técnicos
Dr. Eduardo Pérez Archundia, Dr. Juan Bernardo Alfonseca Giner de los Ríos, Dra. María
del Rosario Castañeda Reyes, Mtro. Pedro Atilano Morales, Dr. David Pérez Arenas
Vocales
Gordura, depresión y acoso escolar. Cuando el suicidio se convierte en una opción
© Primera edición. Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México, 2021
D.R. © Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México.
Ex Rancho Los Uribe s/n, col. Santa Cruz Atzcapotzaltongo. C.P. 50030, Toluca de Lerdo,
Estado de México. Teléfono: (01722) 914 85 60. Correo electrónico: difusion@isceem.edu.mx.
Página web: www.isceem.edomex.gob.mx
© Eduardo Pérez Archundia
Ricardo Rodríguez Marcial
Aixa Nallely García Albarrán
ISBN: 978-607-9055-42-4
Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal
CE: 210/01/13/22
Publicado en México
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento,
sin la autorización previa del Subcomité Editorial del ISCEEM.
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Índice
Introducción 9
Capítulo 1. Gordura y satisfacción corporal 17
La obesidad 17
Sustrato social de la obesidad 19
Sustrato emocional de la obesidad 22
La obesidad como constructo psicosocial 24
Gordura y satisfacción 26
Satisfacción corporal y los otros 27
Integración o desajuste social 30
Capítulo 2. Depresión 33
Relación entre depresión y obesidad 33
Ansiedad y tratamiento médico 35
Variables sociodemográficas de la depresión 37
Pensamientos suicidas 39
Variables sociodemográficas del pensamiento suicida 41
Variables socioafectivas del pensamiento suicida 43
Recursos psicológicos y sociales para el afrontamiento del comportamiento
suicida 44
Obesidad, depresión y pensamiento suicida 46
Capítulo 3. Acoso escolar 49
¿Qué es el acoso escolar? 49
Dualidad del rol agresor/víctima 51
Satisfacción corporal y depresión. ¿Cómo se entrelazan en condiciones de acoso
escolar? 53
Pensamiento suicida y acoso escolar 54
Gordura y victimización por acoso escolar 58
Agresores y gordura 60
La familia ante el acoso escolar y la salud alimentaria 62
Conclusiones 67
Fuentes de consulta 71
Apéndices estadísticos 85
9
Introducción
Vivimos en tiempos de una mordaz globalización, individualismo y banalidad de la
moda, en donde, estos elementos parecen ser algunos de los principales enemigos
de lo humano, pues en gran medida son responsables de que estemos atravesando
una crisis de insensibilidad hacia el sufrimiento del otro, e incluso, por el sufrimiento
propio que en ocasiones no es advertido o es supercialmente soportado, gracias al
uso de paliativos sociales como los bienes materiales, los cuales son causa, a la vez,
de que en las sociedades occidentales se haya transformado al cuerpo humano en
un bien material. Actualmente, se veneran cuerpos perfectos, caracterizados por la
esbeltez y tonicación, libres de su esencia animal, es decir, rasurados, perfumados,
maquillados y vestidos para lucir en sociedad.
El cuerpo se cosica, porque, así como se desea el dispositivo de telefonía celu-
lar más sosticado, también se anhela tener la silueta perfecta como la que nos ven-
den tanto en la televisión, como en revistas y medios digitales; es decir, esa gura
corporal que sea bella, estética y sensual para impresionar a los demás. Sin embargo,
para obtenerlo se tiene que sufrir: se hace ejercicio sin disfrutarlo, se corre sobre una
banda eléctrica sin avanzar, se levantan objetos que no necesitan ser levantados, se
fortalecen los músculos para ser depositados en una silla de ocina; así, se procura la
perfección de un cuerpo que queda oculto por ropa de diseñadores que en innidad
de ocasiones se vuelve igual o más importante que el propio cuerpo. No obstante, la
tragedia social y personal comienza cuando ese esfuerzo no es suciente para alcan-
zar el prototipo deseado y el cuerpo no es lo que se espera porque, a la par de que
existe la cultura de lo fitness, también existen innidad de productos que el mercado
alimentario no sano promueve, apareciendo así la frustración y el malestar generali-
zado con el propio ser.
En una sociedad donde la imagen corporal es fundamental para el éxito, al-
gunas personas han intentado combatir dicho status quo mediante argumentos que
descalican el excesivo valor que se ha otorgado a lo corporal y que intentan recu-
perar la importancia de lo intelectual, espiritual y afectivo; sin embargo, ello no ha te-
nido el impacto deseado, dado que la imagen corporal se ha vuelto tan importante a
nivel social que trasciende hasta lo individual. Sentirse satisfecho con quién se es y
cómo se es puede convertirse, sin caer en armaciones desmedidas, en un asunto de
vida o muerte.
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Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Para muchas personas tener sobrepeso conlleva el ser excluido socialmente,
porque la integración en grupos como subalterno, debido al estigma que rodea a la
obesidad, impide la inclusión plena. Hay que tener presente que la inclusión no debe
reducirse a “insertarse en”, sino entenderse como “converger con”, es decir, partici-
par activamente en el desarrollo de proyectos sociales, educativos, culturales y eco-
nómicos comunes y equitativos. La inclusión, por lo tanto, como proceso social no
trata de eliminar las diferencias, sino que las respeta y potencia, promoviendo proce-
sos de interacción que fomenten y construyan proyectos sociales en los que la for-
ma y el tamaño del cuerpo no determine la valía de una persona o la posición a la que
puede acceder en un grupo (Peiró, 2013).
Los cuentos románticos de la niña o el niño obeso que encuentra el amor y vive
una vida dichosa, sin importarle lo que los demás opinen, podrían dejarse para la sec-
ción de literatura infantil o la de ciencia cción de las librerías. Y aunque parezca cruel,
debe erradicarse la idea de que una persona puede ser feliz sin importar lo que pien-
sen los demás. El sentirse satisfecho con el aspecto físico no solo depende de uno
mismo, porque también incide la opinión de los demás en la forma en que uno se au-
toconcibe, por lo cual otras personas pueden hacernos creer que somos obesos o
delgados, desagradables o atractivos, y que podemos felices o infelices con nuestro
aspecto físico dependiendo de la opinión del otro.
Ahora bien, esto no se reduce a tener una vida exitosa o infeliz, pues el plan-
teamiento en esta obra es que existe una posible secuencia de acontecimientos cuyo
origen estriba en ser considerado obeso por los demás; algo que puede originar vio-
lencia por parte de compañeros de escuela o en indicios de depresión que provocan
pensamientos suicidas, los cuales pueden o no llevarse a cabo; pero lo más impor-
tante a destacar es que el deseo de quitarse la vida puede estar presente desde la in-
fancia y, debido a la imagen que los demás crean sobre la persona, la muerte podría
ser una opción más atractiva que la vida. Así, lo que pareciera un asunto de estética
o vanidad, puede transformarse en una vida caracterizada por la violencia, sentimien-
tos de tristeza, pérdida de sentido por la vida y frustración.
Los constructos teóricos aquí expuestos representan algunos de los principales
problemas de salud pública en México. La obesidad es uno de los grandes retos que
afronta este país, ya que de acuerdo con el Fondo Internacional de Emergencia de las
Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), México se encuentra entre los primeros
lugares en obesidad infantil a nivel mundial: 1 de cada 20 niñas y niños menores de
5 años y 1 de cada 3 entre los 6 y 19 añospadece sobrepeso u obesidad.Este pro-
blema se concentra en las zonas urbanas del país y su gravedad obedece a que con-
lleva severos riesgos de afecciones como la diabetes tipo 2, enfermedad coronaria,
hipertensión, dislipidemia, cáncer (de endometrio, colon y mama), accidente cerebro-
vascular, enfermedad del hígado y la vesícula, apnea del sueño, problemas respira-
torios, artrosis y problemas ginecológicos (UNICEF, sf). En cuanto a la depresión, la
Academia Nacional de Medicina (2016) estima que aproximadamente 1 de cada 5
adolescentes experimentará un cuadro depresivo antes de los 18 años. El trastorno
11
Introducción
depresivo es un problema de salud mental común, asociado con comorbilidad psi-
quiátrica y disminución severa en el desempeño cotidiano, además de estar vincula-
do con el comportamiento suicida.
Si bien el suicidio es la decimocuarta causa de muerte en México, su constan-
te tendencia al aumento desde 1990 lo coloca como un problema de salud pública
(Ibarra-López y Reynoso-Rábago, 2017), y como se verá más adelante, ocupa un lu-
gar importante entre las causas de muerte en jóvenes. Asimismo, Garduño (2012) cita
cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) del
año 2012, las cuales revelan que México ocupa el primer lugar a nivel internacional en
casos de bullying, en tanto que la última medición del Programa para la Evaluación
Internacional de Alumnos (PISA) reporta que 23% de los estudiantes informaron ha-
ber sufrido acoso en varias ocasiones por mes (Salinas, De Moraes y Schwabe, 2019).
Así, cada una de tales problemáticas es de gran envergadura, sin embargo, no se pre-
sentan de manera aislada, ya que están imbricadas en la cotidianidad de la población
mexicana y eso potencia el daño que pueden ocasionar.
Cabe señalar que a lo largo de la obra se hará referencia a la obesidad y a la
gordura teniendo esta última categoría una connotación más coloquial y alusiva a
las condiciones de sobrepeso u obesidad sin la precisión médica que demandan es-
tas expresiones. De este modo, el lector deberá asimilar que gordura no es una ex-
presión peyorativa ni supercial, sino un constructo teórico que permite describir un
cuerpo voluptuoso sin remitirse a un tecnolecto médico, tal como señalan Energici et
al. (2017).
En páginas posteriores se expondrá la forma en que se relacionan la obesidad,
la depresión, el acoso escolar y los pensamientos suicidas, lo cual se logró identicar
mediante un estudio realizado en escuelas de educación primaria del Valle de Toluca
(municipios de Toluca, Zinacantepec y Metepec). Se encontró que percibirse a sí mis-
mo con obesidad o gordura tiene relación directa con la idea que el otro tiene de mí,
es decir, ser visto por los demás con esa característica física. Ahora bien, la imagen
de terceros inuye sobre el autoconcepto. Vale decir que hasta aquí no se ha dicho
nada nuevo, sin embargo, esta condición de autoconcebirse obeso explica que los in-
fantes participen activamente en situaciones de acoso escolar. La cadena sigue con
la presencia de valores sutiles de depresión, generados por la inmersión en procesos
de acoso escolar que posteriormente explican la presencia de pensamientos suicidas.
Cabe señalar que, al llevarse a cabo la medición de la depresión, los valores no alcan-
zaron siquiera el rango de depresión leve; aun así, se registra la existencia de pensa-
mientos suicidas, contrario a lo que podría pensarse sobre la obligada presencia de
un cuadro depresivo.
El estudio en cuestión fue realizado con estudiantes de primaria, hombres y mu-
jeres de tres escuelas distintas, todas pertenecientes al sistema de educación públi-
ca. En estas escuelas se aplicó una batería psicométrica a todos los estudiantes de
quinto y sexto grado, debido a que son los que suelen presentar mayor inestabilidad
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Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
emocional y cognitiva al estar atravesando los cambios de la pubertad y estar a punto
de vivir una transición escolar hacia el próximo nivel educativo, con todo lo que esto
conlleva a nivel emocional y social.
Una de estas escuelas se ubica en una colonia del municipio de Metepec, ca-
racterizada por contar con una población de estrato social medio. La segunda escuela
está ubicada en una zona urbana del municipio de Zinacantepec, cercana al Nevado
de Toluca, la cual a pesar de contar con el servicio de comedor escolar afronta im-
portantes deciencias de infraestructura escolar y tiene un solo grupo por cada grado
académico. La tercera escuela se encuentra en la periferia del municipio de Toluca, en
una zona rural con presencia de un grupo étnico (otomíes) que se distingue por altos
niveles de marginación y está categorizada como escuela indígena. La selección de
las dos últimas escuelas obedeció al criterio de estar ubicadas en zonas marginadas,
en donde se presentan condiciones sociales, culturales y económicas diferentes a las
prevalecientes en zonas urbanas, de tal forma que resultaba importante analizar si las
variables a medir tendrían características particulares.
La batería psicométrica se conformó por tres instrumentos: Test de Satisfacción
con la Imagen Corporal (SIC), instrumento diseñado por García Tornel y Gaspar, adap-
tado por Raich, et al. (1996), que se basa en el dibujo del cuerpo humano donde el
sujeto autopuntúa sus diferentes partes del cuerpo y su aspecto físico en general, ca-
licando cada parte con valores del 1 al 10 (cuanto más alta la puntuación mayor el
nivel de satisfacción).
El Cuestionario para la Exploración del Bullying (CEBU), elaborado por Estrada
y Jaik Dipp (2011), el cual explora con qué frecuencia se presenta dicho comporta-
miento en alumnos de nivel superior. Contiene 70 ítems con valores numéricos del 1
al 5 que van del 1 (nunca) hasta el 5 (siempre) y está estructurado en tres partes de
acuerdo con los actores principales del bullying: víctima (24 ítems), agresor (24 ítems)
y observador (22 ítems).
Finalmente, el Inventario de Depresión Infantil (CDI) explora la depresión con
subescalas de disforia y autoestima negativa. Las puntuaciones directas se obtienen
sumando las respuestas marcadas por el sujeto de acuerdo con estas puntuaciones:
la ausencia del síntoma (respuesta A) se puntúa 0, la presencia en una forma leve (res-
puesta B) se puntúa 1 y la presencia en una forma grave (respuesta C) se puntúa 2,
por lo que la puntuación total puede oscilar entre 0 y 54 puntos. El punto de corte es
de 19, por consiguiente, a partir de esa puntuación se presenta depresión.
Con los datos recolectados se operativizaron nueve variables: satisfacción cor-
poral, índice de insatisfacción corporal, considerarse gordito o gordita, ser conside-
rado gordito o gordita, bullying en calidad de víctima, bullying en calidad de agresor,
bullying en calidad de observador, depresión y pensamiento suicida.
13
Introducción
La satisfacción corporal se constituye con el valor promedio de los reactivos en
que los sujetos calican de 0 a 10 el grado de satisfacción que tienen con respecto
a 18 rasgos de su cuerpo, por lo cual el valor de esta variable puede oscilar entre 0 y
10, siendo este último el grado que representa mayor satisfacción.
El índice de insatisfacción corporal fue construido a partir del número de ras-
gos corporales que los sujetos consideran que representa un problema para ellos mis-
mos. El valor oscila entre 0 y 1, siendo 0 en los casos que ninguno de los 18 rasgos
representa un problema y 1 cuando todos los rasgos son un problema para el sujeto.
Para la variable “Considerarse gordito o gordita” se planteó expresamente la
pregunta: ¿Te consideras gordito o gordita? Esto obedeció a dos razones técnicas: 1)
Por un lado, era técnicamente inviable identicar con precisión la condición clínica de
obesidad y sobrepeso en los sujetos, debido a los recursos humanos y materiales dis-
ponibles para el estudio; 2) Hablar de sobrepeso u obesidad podía generar confusión
en los estudiantes, por lo que, al tratarse de infantes, fue más fácil para ellos y ellas
entender el término gordura.
En cuanto a “Ser considerado gordito o gordita”, la aplicadora llevó a cabo un
registro de niños y niñas que tenían una condición sustancialmente visible de gordu-
ra. Pese a lo subjetivo que puede parecer esta medición nominal, sirvió como referen-
te para incluir en el estudio la percepción de gordura por parte del otro lo cual arrojó
resultados importantes que más adelante serán discutidos.
Bullying en calidad de víctima” es la variable conformada por el puntaje prome-
dio de los 24 ítems que exploran la condición del sujeto como víctima; los valores son
1 cuando nunca ha sufrido bullying y 5 cuando siempre lo ha padecido. Para medir el
bullying en calidad de agresor, se integran los puntajes promedio de los 24 ítems que
exploran esta condición y sus valores oscilan, tal como en la variable anterior, entre 1
y 5. La siguiente variable complementa los valores obtenidos en la prueba de bullying,
en este caso como observador. Son 22 ítems que miden la frecuencia con que el su-
jeto observa el bullying ejercido contra compañeros en su escuela y el puntaje prome-
dio puede ir de 1 a 5 como en las dos variables que anteceden.
La variable depresión se construyó con la suma de puntajes obtenidos en el
Inventario de Depresión Infantil, en donde la suma de puntuaciones indica cuando el
sujeto presenta depresión. Como se expuso anteriormente, el puntaje mínimo es 0 y
el máximo 54 y aquellos que obtienen 19 puntos o más son los que maniestan este
trastorno.
Por último, el pensamiento suicida se midió mediante el ítem 9 del CDI, el cual
tiene tres posibles respuestas: “No pienso en matarme” (ausencia de ideación suici-
da), “Pienso en matarme, pero no lo haría” (ideación suicida) y “Quiero matarme” (in-
tencionalidad suicida). Las puntuaciones obtenidas en este ítem, de 0 a 2 según la
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Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
gravedad, permiten detectar y conocer la severidad de la ideación suicida autoinfor-
mada.
Cabe señalar que el procesamiento estadístico de los datos recolectados tomó
en cuenta el nivel de medición de cada variable para poder emplear los modelos per-
tinentes al buscar relaciones explicativas. Y con el n de no distraer el desarrollo de
los contenidos teóricos y empíricos, se presenta como apéndice toda la información
referente al procesamiento estadístico, de modo que el lector podrá consultar en todo
momento el sustento metodológico de esta obra. En ese sentido, se sugiere consultar
el apéndice 14 porque ahí se resumen las estimaciones realizadas.
Una de las aportaciones de esta investigación es que se analizan en conjunto
las cuatro categorías teóricas principales operativizadas en nueve variables empíri-
cas. Ello permitió tener una visión más amplia de las relaciones causales entre estas,
las cuales se pueden conrmar estadísticamente. Esto último representa a su vez otra
aportación sustantiva, más allá de inferencias o hipótesis, pues se cuenta con datos
que soportan las armaciones derivadas del estudio que, sin pretender generalizar a
otras poblaciones, permiten comprender la forma en que las variables en cuestión se
relacionan.
Así, este estudio abre la discusión sobre el encadenamiento empírico de la gor-
dura, depresión, acoso escolar y pensamiento suicida. Y se anticipa al lector que la
única variable operativa no signicativa fue el índice de insatisfacción corporal; asi-
mismo, no se encontraron diferencias por sexo ni escuela, lo que permite armar que
en la población estudiada la construcción de género y las condiciones socioeconó-
micas no son factores signicativos para explicar el comportamiento de las variables.
El resto de las variables se vinculó al menos con una más, y se destacó el papel que
juega la depresión como punto de encuentro de la percepción negativa del sí mismo
(gordura), la victimización por acoso escolar y el pensamiento suicida.
En las próximas líneas no se prometen consejos para dar n a alguno de estos
problemas de salud pública, pero sí se señalan los componentes sociales que impi-
den el desarrollo integral de los y las infantes, para que, en la academia, el hogar y
el sector público haya más información que posibilite la implementación de acciones
pertinentes a n de prevenir los daños que comienzan en la infancia, se recrudecen
en la adolescencia y prevalecen hasta la adultez; por lo tanto, es una obra dirigida a
una amplia gama de lectores: los académicos interesados en la investigación de es-
tas categorías teóricas, los padres de familia que buscan conocimiento sistematiza-
do sobre estos temas y los tomadores de decisiones que requieren datos empíricos
que sustenten el diseño y evaluación de las políticas públicas en materia de educa-
ción y salud pública.
Los autores de este libro estamos convencidos del valor social de la ciencia y
del compromiso que debe prevalecer hacia los sectores más vulnerables de la socie-
dad, en este caso los y las niñas, ya que como lo menciona Peiró (2013), en una so-
15
Introducción
ciedad globalizada, informatizada, multicultural, en crisis de valores, con situaciones
emergentes que provocan violencias y exclusión, se vuelve capital recuperar el carác-
ter colectivo de la formación humana; es decir, desde la academia se debe cuestio-
nar y promover el intercambio de ideas más allá del ámbito cientíco para fortalecer la
sociedad como un todo, a través de una ciudadanía consciente de sí misma y de sus
responsabilidades para con la comunidad.
17
Capítulo 1
Gordura y satisfacción corporal
La obesidad
Hablar de obesidad demanda situarse en un tiempo y espacio determinados que di-
rijan el análisis y los signicados de esta noción teórica, caracterizada por rebasar el
plano orgánico-material del ser e implicar una experiencia cognitiva alimentada de
factores sociales y emocionales que dan sentido al ser desde la propia subjetividad.
La concepción de la obesidad ha cambiado con el correr del tiempo e incluso
la forma de nombrarla. La primera vez que se empleó formalmente el término obesi-
dad data de 1651 en un libro de medicina escrito por Noha Biggs (Ruiz-Cota, Bacardí-
Gascón y Jiménez-Cruz, 2019). Y es en 1972 cuando Keys et al. (1972) acuñan el
término body mass index para referirse a un índice que relaciona el peso con la es-
tatura. Anteriormente, se decía que la gente era robusta, voluptuosa, grande e inclu-
so fuerte y la corpulencia sana se valoraba positivamente debido a que la reserva de
energía representaba una ventaja para afrontar tiempos de sequía, carencias, enfer-
medades o lesiones. Por ejemplo, durante el siglo XV ser corpulento era algo positi-
vo, y las artes se encargaron de ensalzar la belleza, riqueza y salud que se le atribuía
a esta condición física del cuerpo hasta que resurgió el gusto por la cultura clásica
griega y sus cánones estéticos de belleza. Así, en los siglos XVI y XVII, el estereotipo
de belleza cambió el cuerpo robusto por el tonicado (Salazar, Salazar y Pérez, 2015).
En pleno siglo XXI en las sociedades occidentales la voluptuosidad aún cons-
tituye un estigma que conlleva rechazo por no cumplir con los prototipos de belle-
za establecidos socialmente (López y Pintor, 2015), pese a que en la década de 1930
hubo un breve retorno del cuerpo femenino curvilíneo como estereotipo de sensuali-
dad (Salazar, Salazar y Pérez, 2015).
18
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
VERSIÓN PRELIMINAR
25/11/21
Synnott (1992) considera que los cuerpos han sido diferentes siempre, no solo
física sino socialmente; señala también que el cuerpo puede ser amado u odiado, be-
llo u horrible, sagrado o profano. Las ideas sobre el cuerpo y su valor simbólico, físico
y social varían ampliamente de cultura a cultura y han cambiado signicativamente
con el tiempo. Por su parte, autores como Salazar, Salazar y Pérez (2015); López y
Pintor (2015), Ruiz-Cota, Bacardí-Gascón y Jiménez-Cruz (2019); Dogan et al. (2018) y
Reyes, Betancur y Samaniego (2015) coinciden en señalar que la extrema delgadez se
ha establecido como la gura de cuerpo ideal y prototipo de belleza, elegancia, salud
y riqueza, lo cual se ha adicionado con un fuerte estereotipo de género al depositar
sobre la mujer la exigencia de corresponder a esa gura ideal, no así para el hombre.
A pesar de que en las sociedades occidentales prevalece un intenso deseo de
ser delgado y una condena hacia la obesidad, actualmente el sobrepeso y la obesi-
dad constituyen dos de los principales problemas de salud pública a nivel mundial,
incluso es considerada como una pandemia que afecta a más de mil millones de per-
sonas (American Obesity Association, 2000). En el mundo, 10 de cada 100 niños en-
tre 5 y 17 años tienen sobrepeso y 2 de cada 100 son obesos. No obstante, existen
diferencias sustanciales entre África, Europa y América. El continente africano regis-
tra 5 de cada 100 niños y adolescentes con obesidad; en el continente europeo 20 de
cada 100 cumplen esta característica, mientras que en América la cifra se eleva a 30
de cada 100. En particular, niños y adolescentes mexicanos se encuentran en los más
altos niveles de frecuencia de sobrepeso y obesidad (Salazar, Salazar y Pérez, 2015).
Pese a esto, aparentemente un alto porcentaje de la población obesa no se identi-
ca con este diagnóstico. Tal falta de introspección respecto al diagnóstico nutricional
podría explicar el alto porcentaje de pacientes que han vivido con obesidad duran-
te muchos años y han realizado pocos intentos de cambiar su conducta alimentaria
(Parodi, 2015).
Ahora bien, la modernización afronta un conicto entre los prototipos de belleza
que promueve y el estilo de vida que enarbola. Las novedades tecnológicas, princi-
palmente en materia de medios de comunicación, transporte y tecnologías de con-
servación de alimentos, favorecieron la distribución y almacenamiento de productos
alimenticios, que en algunos casos los abarataron o los hicieron accesibles (Salazar,
Salazar y Pérez, 2015); lo anterior implicó cambios en el comportamiento alimentario
y el sedentarismo, una combinación que podría considerarse letal. Mientras tanto, los
gimnasios, los parques y otros lugares dedicados a la cultura del cuerpo como spas y
centros de cirugía plástica se encuentran llenos de personas que sufren con tal de al-
canzar ese cuerpo ideal, y que no siempre disfrutan ni se deleitan con los medios para
alcanzar el objetivo (Caballero, 2005).
La obesidad y el sobrepeso constituyen adicionalmente un problema moral de-
bido a que se juzga de “gordos” o “gordas” a quienes presentan sobrepeso u obesi-
dad, cuando esto ocurre por comer mucho o cuando no pueden bajar de peso (Reyes,
Betancur y Samaniego, 2015). La presión que la sociedad ejerce sobre los menores
para evitar que tengan sobrepeso los lleva a interiorizar desde la infancia una imagen
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Gordura y satisfacción corporal
negativa con respecto a esta condición, lo cual se reeja en el rechazo al estudiante
obeso en el ámbito escolar. Desde edades tempranas, ser gordo se entiende como
sinónimo de ser feo, perezoso, desaliñado o descuidado, en tanto que las niñas aso-
cian la delgadez con lo estético, los niños lo hacen con guapura (López y Pintor, 2015).
De este modo, el sujeto recibe mensajes ambivalentes: el cuerpo hay que castigarlo
y hay que cuidarlo, es enemigo y es aliado, es hermoso y es horrible, hay que gozarlo
y hay que nulicarlo, lo que explica que una de las características de algunos pacien-
tes con obesidad es la percepción del cuerpo como impuro; es decir, permiten que su
peso se incremente a tal grado que pierden la forma del cuerpo, con lo que se prote-
gen de distintas amenazas (Villaseñor, Ontiveros y Cárdenas, 2006).
Se puede decir mucho sobre la obesidad, sus causas, las enfermedades aso-
ciadas, su tratamiento y otra serie de cuestiones que son primordiales, no obstan-
te, el estudio que aquí se presenta pretende enfatizar la relación que esto tiene con
la depresión y el acoso escolar, por lo cual en este capítulo se dirigirá la atención ha-
cia el impacto de la obesidad sobre las emociones del sujeto y sus relaciones inter-
personales.
Sustrato social de la obesidad
La obesidad conlleva una connotación social debido a que los comportamien-
tos alimentarios obedecen a normas, creencias, simbolismos y hasta preceptos re-
ligiosos. La alimentación adquiere un valor simbólico propio de una cultura, la cual
rebasa su dimensión natural debido a la sosticación de su producción, preparación
y consumo. Cada cultura crea sus propios sabores y gustos, de igual forma que rela-
ciona productos consumibles, raciones y patrones de consumo con diferentes estatus
sociales o identidades étnicas. De esta forma, la manera de nutrirse se vincula con las
formas de vida, las estructuras sociales e incluso modas (Rossi, 2013).
En las sociedades occidentales, el acto de comer se ha convertido en una ac-
tividad que consume mucho tiempo y también en una pesadilla para muchas perso-
nas por ser una industria que mueve mucho dinero. Así, existe un mercado global que
genera excesos y desequilibrio, ya que por un lado existen hambrunas y por otro el
desperdicio de alimento; por consiguiente hay personas con obesidad y otras con
desnutrición (Rossi, 2013); unos pagan mucho dinero por adelgazar y otros pagan
mucho dinero por acceder a restaurantes de autor; además se encuentran actos ca-
rentes de sentido, como comer por diversión y no por hambre o transformar el con-
sumo de alimentos en un acto de distinción social: dime qué y en dónde comes y te
diré quién eres.
Los desequilibrios en la alimentación se combinan con la disminución en la acti-
vidad física, en parte por las condiciones de desarrollo urbano y también por las nue-
vas formas de ocio y convivencia. Los centros habitacionales se encuentran a largas
distancias de las escuelas y los centros de trabajo, lo cual obliga a trasladarse en
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Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
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transportes motorizados, y esto, a su vez, conlleva la pérdida de tiempo para el es-
parcimiento, el descanso y el adecuado consumo de alimentos; por otra parte, la inse-
guridad pública y la contaminación ambiental han trastocado el uso del tiempo libre,
porque ya no es común jugar o practicar ejercicio al aire libre, ahora la gente perma-
nece en casa o se esparce en centros comerciales, haciendo del consumo de alimen-
tos sin valor nutricional una práctica central de la convivencia social (Salazar, Salazar
y Pérez, 2015).
Así, el consumo de alimentos forma parte del encuentro social y, al mismo tiem-
po, de la construcción de la imagen personal. La apariencia individual que proyec-
tamos hacia los demás busca la aprobación social, por lo que el aspecto físico es
crucial. Los estigmas sociales sobre belleza y salud promovidos por padres, maestros
y amigos denen hábitos y actitudes con respecto a la alimentación y el ejercicio, los
cuales suelen ser distintos para hombres y mujeres. Existe una exigencia mayor para
ser esbelta, además de protuberante, así que se tiende a valorar en las mujeres −más
que en los hombres− tener una apariencia delgada, aunado a que, al no cumplir los
ideales de belleza socialmente establecidos, se reducen los niveles de satisfacción
corporal y se debilita el autoconcepto (Dogan et al., 2018). A pesar de esto, en la po-
blación estudiada la autopercepción de gordura se encuentra explicada estadística-
mente por la variable depresión y la variable percepción que tienen los otros sobre la
imagen corporal al ser estadísticamente signicativas al 95% de probabilidad, no por
la variable sexo (ver apéndice 1).
Destacan los datos aportados por Pompa y Montoya (2011), quienes señalan
que muchos trastornos alimenticios son una manifestación de disfunciones familia-
res, baja autoestima y problemas de sociabilidad, lo cual a su vez genera una negativa
concepción de sí mismos y distorsión de la imagen corporal. Al referirse a trastornos
alimenticios se alude a comportamientos de nulo o excesivo consumo de alimentos y
sobresale el papel que juegan los padres, no solo la sociedad en general, como trans-
misores de una cultura que rinde culto a la delgadez y se burla de la gordura. En ese
sentido, Dogan et al. (2018) agregan que la satisfacción corporal de los adolescentes
está inuenciada por los comentarios y actitudes de las madres, pero sobre todo de
los padres, debido a que se experimentan dicultades al hablar sobre la insatisfacción
con su peso a los padres, mientras que rara vez tienen dicultades para compartir di-
cha insatisfacción a las madres.
La inuencia de los padres y las madres es sustancial en relación con la cons-
trucción del propio cuerpo y la satisfacción derivada de la sonomía, no obstante,
existen otros actores que también inciden sobre los adolescentes. Las actitudes de
novios y novias con respecto a la pérdida de peso y la apariencia física tienen un efec-
to considerable, no así los medios de comunicación masiva, contrario a lo que suele
armarse sobre su responsabilidad como principales promotores de trastornos ali-
menticios. De esta forma, el estudio de Dogan et al. (2018) conrma que los elementos
más cercanos a la cotidianidad del adolescente son aquellos que tienen más inuen-
cia en la construcción de la imagen corporal.
21
Gordura y satisfacción corporal
En atención a lo anterior, habría que pensar ¿qué está cambiando en sociedades
como la nuestra, México?, toda vez que Latinoamérica está atravesando un proce-
so de transición nutricional, caracterizado por un importante incremento de obesidad.
Rossi (2013) encontró que en los países en vías de desarrollo el estrato económico
alto tiende a presentar mayores tasas de obesidad, en cambio, en los países desa-
rrollados, el nivel económico y la obesidad son inversamente proporcionales, lo cual
hace referencia a una distinción de clase en cuanto a niveles de obesidad. Esta pro-
puesta encuentra eco en Salazar, Salazar y Pérez (2015) cuando enuncian que, en
México, país en vías de desarrollo, en el estrato socioeconómico alto hasta una ter-
cera parte de los niños y adolescentes tiene sobrepeso e incluso obesidad, lo que se
vincula al fenotipo de “niño grande”, concebido como normal y bien nutrido.
A diferencia de los autores citados anteriormente, Bertran (2010) propone que
la relación inversa entre obesidad y clase social no es exclusiva de países desarrolla-
dos. A decir de este autor, la distinción de clase está no solo en lo que se come, sino
también en los efectos corporales que esa alimentación provoca. Ahora bien, la ima-
gen de una buena alimentación que se proyecta en los sectores más bajos es impor-
tante como una cuestión de salud y vanidad, a diferencia de los sectores medios y
altos, en los que la imagen y la salud son símbolos de bienestar e ideal social. Esto
se traduce en que los sectores altos busquen nuevas propuestas gastronómicas que
conforman una industria restaurantera enfocada en el comer como una experiencia
sensorial, en tanto los sectores bajos buscan el acceso a la comida rápida (franquicias
internacionales ubicadas en plazas comerciales) que representan una moderna forma
de vida, por lo cual los sectores bajos se exponen a un mayor aumento de la obesi-
dad. En ese mismo sentido, Baile y González (2011) mencionan que el exceso de peso
está asociado a ciertas variables psicosociales, entre las que destaca tener bajos in-
gresos mensuales. Por su parte, Albañil (2010) menciona los factores medioambienta-
les, del entorno social y los hábitos de vida como factores vinculados con un aumento
de la ingesta de comida rápida, grasas y bebidas con azúcares, además de la dismi-
nución de la actividad física cotidiana.
Todos los autores antes citados hablan sobre una diferencia de estrato social
asociada a la obesidad, sin embargo, Kovalskys et al. (2005) al analizar la prevalen-
cia de obesidad en Argentina entre zonas rurales y urbanas no encontraron diferen-
cias signicativas. Si bien lo rural y urbano no determinan la pertenencia a una clase
social, sí señalan en lo general condiciones socioeconómicas diferentes en los países
en vías de desarrollo. En ese tenor, el presente estudio tampoco encontró diferencias
entre niños y niñas de escuelas rurales y urbanas. En cuanto a la presencia de estu-
diantes que se consideran gordos, para la muestra correspondiente a Metepec (zona
urbana), las variables explicativas que presentan signicancia estadística superior a
95% de probabilidad son el que los otros lo perciban gordito y la depresión, mientras
que para la muestra de Raíces y San Cristóbal (zona rural) es la varible que cuanti-
ca la percepción de los otros sobre la gordura (ver apéndices 5 y 9). De tal forma que,
para los participantes de esta investigación, las diferencias sociales, culturales y eco-
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Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
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nómicas no se reejan en una condición distinta en la incidencia de sentirse o ser con-
siderado con gordura.
La alimentación ha rebasado su dimensión siológica, ya no se come por ham-
bre únicamente, en la actualidad el comportamiento alimentario depende más de un
aparato psíquico que ejerce mecanismos de control y regulación de la ingesta a través
de circuitos emocionales, así como de un conjunto de rituales y relaciones con los
otros y con la cultura propia (Pinaquy et al., 2003). Por tanto, es entendible que las
condiciones económicas por sí solas no marquen diferencia, como tampoco lo hace
el género ni las características sociales y culturales del lugar en donde viven los agen-
tes.
Con base en lo anterior, el análisis de la obesidad no es solamente social porque
también debe incluir la dimensión emocional, lo que posibilita contar con una radio-
grafía más completa de las implicaciones de esta pandemia en países como México,
sin sociologizar ni psicologizar el análisis, pero sí recuperando los elementos sustanti-
vos de ambas dimensiones que permiten comprender la relación que esto guarda con
el acoso escolar y la depresión.
Sustrato emocional de la obesidad
La obesidad se encuentra fuertemente vinculada con factores psicológicos, ya
sea como causa o expresión de los efectos discriminadores de una sociedad que
condena la obesidad (Pompa y Montoya, 2011). Como menciona Rossi (2013), el con-
sumo de alimentos está fuertemente relacionado con el placer y la motivación de los
sentidos, esto es, se conforma una experiencia compleja en la que existe necesidad,
deseo y placer. Se experimenta hambre de una hamburguesa, no de ejotes; se tie-
ne sed de refresco de cola, no de agua sin sabor. Aunado a esto, las sociedades han
construido estilos de vida en los que el sedentarismo es lo más placentero, junto con
la comida en abundancia que se consume sin ser requerida. El placer de comer tien-
de a atenuar la conciencia de que el sobrepeso es una patología y es dañina, incluso
las madres dejan de percibir la obesidad que padecen sus propios hijos o hijas y per-
petúan comportamientos alimentarios nocivos (Rossi, 2013).
Así, los y las niñas persiguen un ideal de felicidad en el que la diversión y el pla-
cer no demandan activar el cuerpo, no obstante, la aspiración de reconocimiento, o al
menos aceptación social, conlleva no ser obeso. Por consiguiente, se vuelve tan im-
portante evitar la gordura como evitar el cansancio y fracasar en lo primero se puede
convertir en una experiencia dolorosa, física y emocionalmente.
Un factor determinante en la construcción de la estructura corporal es el esta-
do de ánimo, sobre todo en el cambio de niño a adolescente (Salazar, Salazar y Pérez,
2015; Baile y González, 2011), toda vez que ésa constituye uno de los principales es-
tigmas sociales, que llega a ocasionar problemas para conseguir empleo y deterio-
23
Gordura y satisfacción corporal
ra las condiciones en que operan los procesos educativos, lo que a su vez repercute
en el estado psicológico de los sujetos con la aparición de síntomas como ansie-
dad, afectos disfóricos, disminución del autoconcepto, de la autoimagen, de la au-
toecacia, y el empeoramiento de las relaciones interpersonales (Reyes, Betancur y
Samaniego, 2015).
La obesidad, por sí misma no es un trastorno psiquiátrico, sin embargo, hay
una alta prevalencia de psicopatología en los pacientes obesos, en comparación
con la población general (Villaseñor, Ontiveros y Cárdenas, 2006). En ese orden de
ideas, Lazarevich y Rodríguez (2003) enuncian que la obesidad crónica infantil se
asocia con trastornos psiquiátricos como el trastorno negativista desaante, el tras-
torno depresivo y la ansiedad, además se encontró una historia familiar de obesi-
dad acompañada de antecedentes familiares de depresión y otras enfermedades
psiquiátricas (Lazarevich y Rodríguez, 2003).
Salazar, Salazar y Pérez (2015) y Liria (2012) señalan que la obesidad lleva a los
infantes a aislarse, lo cual suele ocasionar maltrato y marginación por parte de los
compañeros de escuela, además de reportar limitaciones funcionales, físicas y psico-
sociales, que en conjunto repercuten en una baja calidad de vida. Estas condiciones
aumentan el ausentismo escolar, los resultados académicos pobres y en ocasiones
la deserción. Además, en los infantes con sobrepeso y obesidad puede presentarse
un desinterés hacia las actividades sociales junto con cambios emocionales repenti-
nos. Cuando la inestabilidad emocional se prolonga, suele aparecer un cuadro de de-
presión, que a su vez expone a la persona a conductas de riesgo como el consumo
de drogas, tabaco y bebidas alcohólicas, el inicio temprano de la vida sexual y de las
prácticas sexuales de riesgo, así como detonar el consumo excesivo de alimentos o
el desarrollo de trastornos de la alimentación (Salazar, Salazar y Pérez, 2015).
Como se verá a profundidad más adelante, la relación entre obesidad y depre-
sión se vuelve clave, debido a la bidireccionalidad de la relación causal y por la im-
plicación que esto tiene con el acoso escolar. La bidireccionalidad se observa en el
apéndice 1, donde vemos que con 95% de probabilidad la variable depresión expli-
ca a la variable soy gordito y, en el apéndice 2, la variable soy gordito también explica
a la variable depresión con 95% de probabilidad de signicancia estadística de la es-
timación del parámetro (ver apéndices 1 y 2). Por el momento, basta señalar que los
infantes con sobrepeso u obesidad se sitúan a sí mismos en una condición de incom-
petencia social que favorece la puesta en marcha de comportamientos poco compe-
tentes o desadaptativos mediados por el desarrollo de emociones negativas. No solo
aparecen cuadros depresivos, también la ansiedad hace presencia ante las creencias
e interpretaciones negativas de las intenciones de los demás y el miedo ante los pre-
juicios (Gómez-Ortiz et al., 2019). De acuerdo con Parodi (2015) existe una prevalen-
cia aumentada de psicopatología en pacientes que acuden a consulta por obesidad,
manifestando así el malestar emocional de las personas que no cumplen el prototipo
corporal de belleza, salud y éxito.
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Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
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La obesidad como constructo psicosocial
Como ya ha sido anticipado, existen múltiples causas del sobrepeso y la obesi-
dad: dietéticas, ambientales, sociales, metabólicas, endócrinas, psicológicas, gené-
ticas, entre otras. Particularmente la conjunción de factores sociales y emocionales
dirigen la atención hacia los cambios en la dinámica familiar, nuevos patrones de pre-
paración y consumo de alimentos, menor atención de los padres sobre lo que comen
sus hijos e hijas y restar importancia a la alimentación (Salazar, Salazar y Pérez, 2015).
Algunos vacíos emocionales se llenan con comida chatarra y comida rápida, además
de que este tipo de alimentos gana espacio alrededor de las prácticas de ocio, es-
parcimiento o incluso deportivas. La gente más cercana, social y afectivamente ha-
blando, incide de manera sustancial en la promoción de estilos de vida sana y en la
contención emocional ante crisis que deban afrontar aquellos y aquellas que pade-
cen obesidad.
En este orden de ideas, Salazar, Salazar y Pérez (2015) señalan que la comuni-
cación familiar juega un papel fundamental para el desarrollo emocional, aprender a
sostener una comunicación asertiva con los miembros de la familia favorece los vín-
culos interpersonales, no solo al interior del núcleo familiar sino con otros grupos de
referencia y la sociedad en general. En contraparte, la violencia intrafamiliar en cual-
quiera de sus formas altera la competencia de los infantes para reconocer y gestionar
sus emociones, así como la capacidad de entablar relaciones interpersonales sanas
y pacícas. Por tanto, quienes no desarrollan su capacidad de tolerancia a la frustra-
ción recurren a conductas como la compensación o las recompensas con atracones,
siguiendo el mismo mecanismo que detona el consumo de drogas o bebidas alcohó-
licas.
Para Rodin (1993) todo comienza en el seno de la familia desde la niñez. Los re-
cién nacidos desarrollan el sentido de la realidad coordinando su mundo interior de
sensaciones corporales con el mundo exterior; en función de ello van construyendo
su mundo social y las nociones de corporeidad. De esa forma, los preceptos sobre el
cuidado del cuerpo son aprehendidos en el hogar y a partir de ello se construyen los
hábitos alimenticios. De acuerdo con este autor, el cuerpo es una sospecha para los
y las menores, es decir, la experiencia de sus propios cuerpos está rodeada de cul-
pa y desconocimiento. El cuerpo moralizado al que se le prohibe gozar del placer se-
xual también se le estigmatiza con las actitudes antigordura. Ser gordo en la infancia
es estar expuesto a burlas, críticas y a exclusión, de ahí que las personas obesas, so-
bre todo las mujeres, afrontan problemas en el nivel físico (por las enfermedades vin-
culadas con la obesidad), problemas de nivel social (son blanco de burlas y ataques
de todo tipo) y problemas de nivel emocional (como no sentirse atractiva(o) y ver dis-
minuida su autoestima). El cuerpo se relaciona con el ser: las personas más atractivas
son más populares entre sus compañeros; los maestros consideran a los niños más
atractivos como si fuesen más inteligentes y ecaces (Rodin, 1993).
25
Gordura y satisfacción corporal
Para Navarro (2014), la adolescencia es una etapa particularmente compleja
en cuanto a la experiencia con el cuerpo, porque la imagen corporal que se constru-
yó durante la infancia es reevaluada, lo cual da paso a que se desarrolle una nueva
imagen que corresponde a los parámetros socialmente establecidos para la adoles-
cencia. A partir del proceso de reconstrucción en el adolescente surgirá una nueva va-
loración de su imagen corporal, agradable o desagradable, que inuirá en el grado de
satisfacción que experimente hacia su propio ser. El concebirse como bonito o boni-
ta implica aceptarse y quererse a sí mismo o misma, y, por el contrario, sentirse obe-
so u obesa, conlleva insatisfacción y malestar. Así, habrá que ser consciente de que
las familias tienen un gran impacto en las maneras de alimentarse y la forma de con-
cebir el sobrepeso u obesidad, sin embargo, estas nociones pueden ser distintas de-
pendiendo del medio social en que la familia se desenvuelva (Salazar, Salazar y Pérez,
2015). Inclusive se ha identicado que los antecedentes familiares de obesidad son un
factor importante para el desarrollo de sobrepeso y obesidad (Guerra et al., 2009). El
sobrepeso y la obesidad en la infancia tienen un alto riesgo de perpetuarse en la ado-
lescencia y la edad adulta, debido a que existe una importante repercusión en la esfe-
ra psíquica, la salud mental y el desempeño social (Albañil, 2010).
Una condición que diculta que una persona note su sobrepeso en la cotidiani-
dad, estriba en que difícilmente se perciben hábitos alimenticios nocivos cuando es-
tos forman parte de lo usual y lo normal; además los cambios paulatinos del cuerpo
que engorda pasan desapercibidos al verse día tras día en el espejo hasta que alguien
más lo nota. Sin embargo, es todavía más delicado que las personas con las que se
convive a diario tampoco lo noten (Salazar, Salazar y Pérez, 2015). Asumir que un
miembro de la familia es obeso o está engordando implica aceptar el estigma social
como grupo, el cual recae sobre todos no solo sobre quien es obeso, más aún cuan-
do existe complicidad o responsabilidad de la propia familia.
Navarro (2014) hace una interesante propuesta sobre cómo se construye la ima-
gen corporal en mujeres con sobrepeso, recuperando las aportaciones de diversos
autores como a continuación se expone. Rosen, Orosan y Reiter (1995) denen la
imagen corporal como un constructo personal, como un concepto que se reere a
la manera en que uno percibe, imagina, siente y actúa respecto a su propio cuerpo.
Esta imagen no siempre es favorable, por eso Raich, Mora y Marroquín (2000) hacen
referencia al trastorno dismórco corporal, entendido como una experiencia intensa
de fealdad o anormalidad imaginada. Entonces, la imagen corporal es un fenómeno
construido como un proceso de construcción y reconstrucción en el que la persona
intenta comprender psicológicamente su mundo interno y externo por medio de con-
trastes de signicado (Landeld y Leitner, 1987). Esto signica que la asunción de
fealdad o anormalidad, en donde estaría presente la obesidad como rasgo, conlleva
la presencia del juicio del otro, mediante las percepciones de posición y colocación,
información espacial del propio cuerpo y las intenciones motrices tales como espacio,
lateralización y postura (Navarro, 2014). La construcción de la imagen personal se fun-
damenta en los procesos de diferenciación e integración, con respecto a lo que nos
señalan como bello y normal. Esto engloba sentimientos, valores y comportamien-
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Gordura, depresión y acoso escolar.
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tos que dan forma a constructos, los cuales permiten interpretar hechos y anticipar-
los en el futuro. El hombre tiene teorías de lo que es el mundo o los fenómenos que
en él suceden, y estas teorías están compuestas de hipótesis, como las conclusio-
nes que alguien ha obtenido de su experiencia y le posibilitan anticipar, comprender
y predecir los acontecimientos a los que se reere (Kelly, 1991). Para Navarro (2014),
la imagen corporal no solo es una representación de nuestro propio cuerpo, sino que
está mediada por constructos, de tal forma que llamar gordo a una persona puede te-
ner distintos signicados: cariño, desprecio o insulto. La obesidad o la gordura no son
simples representaciones mentales, ya que tienen que ver con los símbolos que exis-
ten alrededor del cuerpo en un entorno social determinado y el impacto que esto tie-
ne sobre el estado emocional del sujeto.
Gordura y satisfacción
Como puede apreciarse mediante los referentes teóricos antes citados, la con-
cepción de gordura se construye socialmente. La industria alimenticia promueve el
consumo de comida rápida y comida chatarra y las sociedades han cimentado estilos
de vida sedentaria y hedonista, en los que el consumo de alimentos se hace por el de-
seo de sabores particulares, no por hambre, persiguiendo símbolos relacionados con
las formas socialmente distinguidas de consumo de alimentos. No obstante, también
se ha formado un estigma social hacia la gordura, asociando calicativos y valores ne-
gativos a ésta. En palabras de Navarro (2014), la cultura da la enfermedad, pero tam-
bién vende la cura; es decir, se construye socialmente una imagen corporal de manera
supercial y con información parcializada, lo que se expresa en formas superciales
y parcializadas de cuidar el cuerpo. Con esto se logra percibir una sutil dinámica per-
versa: yo sociedad te incito a que comas desequilibrada y abundantemente, pero al
ponerte gordo te rechazo porque no me gustan los gordos.
Aunado a lo anterior hay que enfatizar que la percepción de gordura conlleva un
proceso psicológico de interpretación subjetiva de los estímulos percibidos, en este
caso, la imagen corporal. De tal forma, ser considerado gordo implica una valora-
ción cognitiva del sí mismo: cómo soy, además de una experiencia emocional: cómo
me siento conmigo mismo. Pese a ser algo subjetivo, es signicativa la inuencia que
esto tiene sobre el amor propio: la satisfacción corporal impacta no solamente so-
bre el autoconcepto sino también sobre la autoestima. Podemos armar que el pun-
taje obtenido en un índice o una medida corporal no son determinantes para que una
persona se considere gorda, menos aún para que se sienta satisfecha con su imagen
corporal. En el presente estudio se encontró que el niño o niña que es considerado
con gordura por parte del otro suele trasladar eso a la imagen corporal que se forma
de sí mismo. En el apéndice 1 se estimó la probabilidad de sentirse gordito cuando
tenemos cierto nivel de depresión y los otros nos perciben gordito o no nos perciben
gordito, de manera especíca para nuestro estudio, con un nivel de depresión de 10.5
(valor de la media para toda la muestra) existe una diferencia de 35.2% en la proba-
bilidad de considerarse gordo entre los que son percibidos con gordura y los que no;
27
Gordura y satisfacción corporal
así, la probabilidad de considerarte gordo aumenta cuando los demás te ven de esa
forma, lo cual muestra la relevancia de la opinión de los otros sobre la imagen corpo-
ral propia (ver apéndice1). Cuando un actor externo al grupo escolar percibe la con-
dición de gordura en un niño o niña, como ocurrió con el equipo de investigación de
este trabajo, lo más probable es que los compañeros también tengan esa percepción,
tomando en cuenta que quien valoró la imagen corporal del infante es una persona
adulta alejada de los prejuicios que pueden existir en el grupo. El análisis estadístico
mostró que ser considerado gordo o gorda por otra persona explica la autopercep-
ción de gordura, a partir de lo cual se inere que si los otros lo consideran gordo él se
considera gordo, por lo que la opinión negativa de terceros con respecto a su cuerpo
deteriora la imagen que el propio actor construye de sí.
Satisfacción corporal y los otros
La obesidad sostiene una fuerte relación con la ansiedad, la depresión y un bajo
concepto de sí mismo, lo que explica que una persona con obesidad tenga muchas
complicaciones para salir de ésta: ya sea como causa o consecuencia, la insatisfac-
ción corporal potencia su persistencia (Reyes, Betancur y Samaniego, 2015). Sin em-
bargo, hay que considerar que la insatisfacción corporal tiene un origen multifactorial.
Ahora se sabe que el deseo de un cuerpo delgado no es el motivo principal de la in-
satisfacción corporal; de acuerdo con Amaya, Álvarez y Mancilla (2010) la inconformi-
dad con el cuerpo también puede tener su origen en el deseo de mayor tono muscular
o peso, así como también el afecto negativo, la comparación social y la interiorización
del ideal de la apariencia.
Si la construcción de la imagen corporal es un proceso que se relaciona con los
valores estéticos promovidos socialmente y la satisfacción corporal depende de la
imagen que el sujeto tenga de sí mismo, entonces todo aquel y aquella que no cum-
plen el ideal estético se expone a experimentar insatisfacción corporal (Parodi, 2015),
la cual se dene, de acuerdo con Truesdale y Stevens (2008), como el malestar vivido
cuando el tamaño corporal real diere del ideal propuesto por los cánones sociales;
esta denición se centra en el tamaño del cuerpo, sin embargo, habría que agregar
otras cualidades que tienen que ver con lo señalado por Amaya, Álvarez y Mancilla
(2010): tener ciertas facciones faciales o características anatómicas. De esta forma, el
componente cognitivo “Cómo soy” se relaciona con el componente cognitivo “Cómo
me siento”, mas la relación no es simple, porque encontraremos niños que se con-
sideran gordos o acos independientemente de cuántos centímetros mida su cintu-
ra, qué talla de ropa usen o cuántos kilogramos pesen. Posteriormente, considerarse
gordo no se signica en automático como insatisfecho, así como considerarse aco
no implica siempre satisfacción. La concepción-valoración del sí mismo se desarrolla
especialmente en la niñez intermedia (entre los 6 y 11 años de edad), mediante la rela-
ción entre el o la infante con su entorno socio-cultural (Guindon, 2010). En esta etapa
tienen particular relevancia la familia y la comunidad escolar al reconocer logros y fra-
casos, capacidades y limitaciones; además, las opiniones y la forma de guiar al niño
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Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
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o niña inuirán en la percepción y estima que tengan hacia sí mismos. La conanza,
libertad y respeto formarán una autoestima positiva y mayor probabilidad de sentir-
se satisfecho con su cuerpo, mientras que el rechazo, la falta de motivación y hacer-
le sentir inferior, repercutirá en una autoestima baja y un alto riesgo de insatisfacción
corporal (Cabrera, Méndez y Mondragón, 2016).
Amaya, Álvarez y Mancilla (2010) sostienen que la autoestima se relaciona con
la insatisfacción corporal, sobre todo durante la adolescencia. Los obesos típicamen-
te responden con vergüenza, pena y culpa. Muchos de ellos experimentan repetidos
fracasos para controlar su peso y se ha encontrado que la autoestima es un factor re-
levante para que los pacientes obesos desarrollen más formas de afrontamiento de
los conictos y reducción de peso (Bravo et al., 2011). Por su parte, Bucchianeri et
al. (2013) agregan que el malestar subjetivo vivido por una persona con respecto a su
tamaño o silueta, además de la penuria emocional, podría colaborar con el desarrollo
de patologías psiquiátricas como la depresión e incluso trastornos alimentarios, es-
pecialmente si se inicia a edades tempranas, lo cual lleva a una relación multifacto-
rial entre imagen corporal, autoestima, gordura/obesidad, satisfacción/insatisfacción
corporal, depresión.
Nótese que la depresión vuelve a estar presente. Los niños obesos manies-
tan un intenso deseo por ser aceptados socialmente y agradar a los demás (Pompa
y Montoya, 2011), por lo que el rechazo y desagrado les convence denitivamente de
su condición de obesidad y de tener un cuerpo indeseable. La imagen corporal de
quien presenta sobrepeso u obesidad maniesta una profunda distorsión como con-
secuencia de la interiorización de mensajes negativos de sus pares e incluso de sus
padres, quienes pueden herirles con descalicaciones a su imagen corporal o violen-
tarles con actitudes de omisión relacionadas con el cuidado de su alimentación, por
ejemplo, con patrones permisivos con el consumo excesivo y desequilibrado de co-
mida o la total falta de promoción de activación física (Salazar, Salazar y Pérez, 2015).
La dinámica familiar puede ser nociva en la construcción de la imagen corporal
de los y las infantes, y la insatisfacción corporal que esto produce suele manifestarse
en aislamiento social; incluso quienes se sienten gordos o gordas tienen complicacio-
nes para entablar relaciones amorosas por la inseguridad que han desarrollado con
respecto a su valía personal (Reyes, Betancur y Samaniego, 2015). A esto se suma la
presencia de ansiedad social, la autoestima negativa y las dicultades de regulación
emocional, y se presenta la falta de aceptación por parte de los iguales y los proble-
mas de ajuste social, por lo que se ve trastocado el desarrollo de comportamientos
competentes en el contexto social inmediato (Gómez-Ortiz et al., 2019). En el seno
de la familia se sientan las bases para el desarrollo del ajuste social, entendido como
la capacidad para entablar relaciones interpersonales sanas, en función de las cua-
lidades personales percibidas y las condiciones del contexto social inmediato, por
lo tanto, el daño a la capacidad de ajuste social expone a los infantes a la exclusión
por parte de sus iguales, aumentando con ello la soledad y el desequilibrio emocional
(Gómez-Ortiz et al., 2019).
29
Gordura y satisfacción corporal
Ahora bien, la relevancia de los actores educativos en la construcción de la ima-
gen corporal y la autoestima ha podido ser documentada: los propios maestros seña-
lan que existen prejuicios, bromas, burlas y persecuciones hacia estudiantes obesos,
lo que a su vez asocian con la timidez, la falta de participación, el aislamiento y los
problemas de aprendizaje en las víctimas de la intimidación. El maestro es un espec-
tador, observa la ocurrencia del acoso y aunque usualmente no sabe cómo evitarlo
recurre a su intuición para intentar solucionar los conictos y, a veces, ellos también
incurren en prejuicios al considerarlos apáticos, desanimados, lentos, distraídos y pe-
rezosos (Ataide, Aguiar y Marques, 2012). En el contexto escolar, los maestros son
relevantes, sin embargo, los pares son la principal inuencia en la construcción de
una imagen corporal que a la vez redundará en satisfacción o insatisfacción corpo-
ral (McCabe y Ricciardelli, 2004), lo que evidencia que ninguno de los miembros de
la comunidad escolar está distanciado de los estándares estéticos socialmente esta-
blecidos.
Como se puede apreciar en los párrafos anteriores, el entorno socio-cultural −
materializado en estándares estéticos, expectativas, deseos, prejuicios, repugnancias
y odios− inuye en el desarrollo de la satisfacción corporal. Por ello es imprescindible
colocar en primer plano las condiciones sociales y culturales de cada entorno. En un
país con tanta diversidad sociocultural como México es imposible hablar de un perl
de escuela, estudiante o familia, por lo cual el estudio que sustenta esta obra consi-
deró dos tipos de escuela/población: escuela urbana localizada en una colonia de es-
trato medio y escuela rural ubicada en una comunidad marginada. No se observaron
diferencias entre los resultados de ambos tipos de escuela, pero esto permitió evitar
un enfoque reduccionista o simplista en la investigación, al considerar contextos dis-
tintos que representan la diversidad de la población mexicana.
En ese sentido, Peiró (2013) arma que los y las infantes de clases acomoda-
das gozan de privilegios sociales que favorecen su éxito, mientras que los niños y
niñas que viven en condiciones de pobreza están inmersos en ambientes frustran-
tes en lo concerniente a una formación óptima de la autoestima, lo cual les vulne-
ra física y psicosocialmente; así, podría armarse que la autoestima se relaciona
con el nivel socioeconómico, y que aquellas personas que proceden de un contex-
to socioeconómico elevado poseen una mayor autoestima como se menciona en los
estudios de Adan et al. (2002), Dörr (2005), Milicic y Gorostegui (1993), Rosenberg y
Pearlin (1978) y Twenge y Campbell (2002), a diferencia de Navarro, Tomás y Germes
(2006) que encontraron que las variables personales y sociodemográcas no afectan
de forma diferencial la autoestima. Estas divergencias en los hallazgos de investiga-
ción van más allá de una dicotomía entre haber o no inuencia de las condiciones so-
cioeconómicas sobre la concepción-valoración del sí mismo, porque también implica
la dirección de la inuencia, en caso de que exista. Al respecto, Tabernero, Serrano y
Mérida (2017) concluyeron que los y las infantes de nivel medio-bajo son los que ha-
cen la mejor valoración de sí mismos e incluyen una segunda variable, el sexo, es de-
cir, las niñas de niveles socieconómicos bajo y medio-bajo tienen puntuaciones más
altas que los niños en la subescala corporal de la autoestima, en tanto que en el nivel-
30
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
VERSIÓN PRELIMINAR
25/11/21
medio-alto son los niños los que puntúan más alto en la misma subescala. Esto diere
tanto del estudio de Milicic y Gorostegui (1993), en donde se rerió una mejor autoes-
tima en niños como en el de Navarro, Tomás y Germes (2006) en el cual no hubo di-
ferencias por sexo.
En lo que concierne a nuestra investigación, los resultados hasta aquí presen-
tados dirigen la atención hacia el papel que juegan los otros para sentirse satisfecho
con su propio cuerpo y, por ende, al valor que esto tiene en cuanto a la formación de
vínculos sociales de respaldo y apoyo que permitan hacer frente a tres condiciones:
tener sobrepeso u obesidad, estar deprimido y sufrir acoso escolar.
Integración o desajuste social
La insatisfacción corporal no representa una simple experiencia individual o
subjetiva sin repercusiones sobre el bienestar y el óptimo desarrollo personal, sino
que esta se relaciona con la capacidad del sujeto para formar relaciones interperso-
nales sanas y sensibles. La interacción social se ve mermada en quienes experimen-
tan insatisfacción corporal, tal como ocurre en casos de obesidad y acoso escolar en
los que la baja autoestima tiene presencia. La obesidad está relacionada con baja au-
toestima, desarrollo negativo de la imagen de sí mismos, retraimiento y aislamiento,
sentimientos de culpa, vergüenza, depresión y hasta casos de suicidio (López y Pintor,
2015). De igual forma, ser víctima de violencia por parte de compañeros de clase de-
rivado del sobrepeso u obesidad deteriora la autoestima de los menores y desenca-
dena problemas de conducta (Salazar, Salazar y Pérez, 2015).
Por lo que podemos apreciar, la falta de pertenencia y, en consecuencia, de apo-
yo social está asociada a formas de afrontamiento de conictos poco ecaces, mien-
tras que el apoyo social y el afrontamiento adaptativo derivado de este disminuyen el
impacto de los conictos que se le presentan al sujeto (García, 2010). No obstante,
hay que ser cautelosos al referir la pertenencia a un grupo social, ya que la simple in-
corporación a un grupo va acompañada de la posición que se ocupa y el papel que
desempeña. García (2010) lo señala: el niño o la niña suelen formar parte de un grupo
social, ya sea la familia, en su escuela o en el barrio, sin embargo, estos grupos tien-
den a reproducir el alto grado de estigmatización social del que son objeto quienes
padecen obesidad, de modo que en lugar de contención, conanza, y cooperación,
aparecen las burlas y la exclusión, por lo tanto, pertenecer a un grupo no siempre se
traduce en recibir soporte social para afrontar conictos.
De acuerdo con Gómez-Ortiz et al. (2019), una percepción positiva de los pares
contribuye a un mayor ajuste social y la percepción negativa de los miembros del gru-
po se relaciona con mayores índices de ansiedad social. La interpretación positiva de
las intenciones de los demás conllevaría respuestas de tipo prosocial, lo que lleva a
un mejor ajuste entre pares. Por su parte, las creencias negativas contribuyen al mie-
do a la evaluación social y así elevar los niveles de ansiedad social. Asimismo, estos
31
Gordura y satisfacción corporal
autores enuncian que la autoestima positiva favorece la construcción de relaciones
interpersonales íntimas y sólidas, lo que beneciaría el ajuste social sin experimentar
episodios de ansiedad, debido al miedo a fracasar con y en sus grupos de referen-
cia. En ese orden de ideas, Bravo et al. (2011) reeren que las víctimas de conductas
hirientes tienden a actuar con cautela ante sus pares como una manera defensiva de
conducirse frente a los estigmas que caracterizan al obeso.
Autores como Mustillo et al. (2003), Pompa y Montoya (2011) y Wardle, Waller
y Rapoport (2001) han señalado la asociación entre obesidad, insatisfacción corpo-
ral, autoestima y depresión. Habrá que reconocer que esta investigación se habría
fortalecido con la medición y análisis de la autoestima de los sujetos estudiados; no
obstante, esta limitación a su vez puede entenderse como una veta a explorar en sub-
secuentes estudios. Aun así, los datos recabados permiten apreciar que las variables
imbricadas conguran un escenario del que parece difícil salir al niño o niña que pre-
senta o se concibe a sí mismo con gordura. Por ende, afrontar la depresión podría ser
el paso más importante debido a la relación que esto guarda con considerarse gor-
do, la ideación suicida y con el acoso escolar como a continuación podrá conocer el
lector.
33
Capítulo 2
Depresión
Al llevar a cabo el análisis estadístico para identicar qué variables explican la depre-
sión y qué variables son explicadas por esta, se encontró que en ello estriba el com-
ponente central de una serie de asociaciones. Ser considerado gordo es causal de
síntomas de depresión en los y las infantes de primaria, al consignar signicancia es-
tadística con 90 % de probabilidad (ver apéndice 2). A su vez, la depresión se vincu-
la bidireccionalmente con dos variables: autopercibirse con gordura y presencia de
pensamientos suicidas; por tanto es relevante este último caso toda vez que existe
una alta relación entre tales variables al ser estadísticamente signicativas con 95 %
de probabilidad (ver apéndices 1, 2 y 13), lo cual establece una relación causal multi-
factorial: concebirse con gordura lleva a presentar síntomas depresivos y eso a tener
pensamientos suicidas, al mismo tiempo que esas señales de depresión ocasionan
autopercibirse con gordura y los pensamientos suicidas generan los indicios de de-
presión. Es importante enfatizar que, aunque no se observó una presencia signica-
tiva de depresión entre los participantes del estudio, se conrmó que en la población
estudiada existen pensamientos suicidas. Esto último debe ser de alta consideración,
toda vez que los pensamientos suicidas, como se describirá en el próximo capítulo,
explica la participación en el acoso escolar como agresores.
Relación entre depresión y obesidad
El hablar de la depresión podría demandar la elaboración de una obra enciclo-
pédica que permita exponer y discutir a profundidad este tema por sí solo, no obs-
tante, no es el objetivo del presente texto. Un constructo teórico tan vasto y complejo
como la depresión es casi imposible de agotar y en esta investigación el interés se
enfoca en analizar la relación que existe con la obesidad y el acoso escolar. Así, en el
presente capítulo se abordará el vínculo con la obesidad y los pensamientos suicidas,
mientras que la exposición del acoso escolar se retoma en el siguiente. Por lo anterior,
en los próximos apartados se dirigirá la atención a presentar elementos que ayuden a
34
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
comprender los resultados encontrados en esta investigación: cómo se explican las
relaciones causales entre la depresión, la obesidad y los pensamientos suicidas.
De acuerdo con Beltrán et al. (2012), la depresión es una anomalía de la afectivi-
dad, quizás la más frecuente entre los adolescentes de todo el mundo; es un trastorno
del estado de ánimo que conlleva a la incapacidad del individuo para interesarse y dis-
frutar de las cosas, con múltiples consecuencias, como la ideación suicida y el suici-
dio consumado entre 15 y 20% de los que la padecen. La depresión no debe tomarse
a la ligera, porque puede desencadenar conductas antisociales, consumo de taba-
co, alcohol y otras drogas, así como incidir en el desarrollo de otras psicopatologías
como la ansiedad.
Diversos autores han documentado que existe una relación inversa entre la obe-
sidad y la depresión (Ceja et al., 2010; Silvestri, 2005; Calderón, Forns y Varea, 2010;
Luppino et al., 2010; Baile y González, 2011; Reyes, Betancur y Samaniego, 2015;
Goldschmidt et al., 2014; Martínez et al., 2014). No obstante, existen diferentes va-
riantes en que esta relación ha sido descrita. Ceja et al. (2010) encontraron que la au-
toestima toma parte como factor de riesgo para el desarrollo de obesidad, la cual está
directamente relacionada con la depresión. Luppino et al. (2010) demostraron que la
depresión es un factor predictivo de la obesidad; Martínez et al. (2014) determinaron
con precisión que las personas que presentan un IMC superior a 30 tienen más proba-
bilidades de padecer depresión; por lo tanto, queda claro que existe un vínculo entre
la obesidad y la depresión, pero no hay consenso en cuanto a que la depresión con-
duce a la obesidad o la obesidad cause depresión (Martínez et al., 2014).
Ahora bien, no puede perderse de vista que la comida tiene un efecto de
satisfacción neuronal, por lo que aquellos que padecen depresión suelen comer para
regular sus emociones (Bresch, 2006); ello propicia el desarrollo de conductas de atra-
cón que ocasionan obesidad o al menos sobrepeso (Cárdenas, Ontiveros y Villaseñor,
2006). Es importante tener en cuenta lo dicho por Menezes, Neutzling y Aguiar (2009):
las personas con sobrepeso en el corto plazo presentarán obesidad, así que la dife-
rencia entre sobrepeso y obesidad puede quedar desdibujada en poco tiempo para
una persona que no sabe manejar sus emociones. De tal forma, la depresión interere
en el tratamiento de la obesidad (Calderón, Forns y Varea, 2010) puesto que se dicul-
ta el cambio de actitudes y conductas, así como se favorecen las recaídas (Silvestri,
2005; Reyes, Betancur y Samaniego, 2015).
En ese sentido, la dicultad para identicar las emociones propias se corres-
ponde con la conducta del comedor compulsivo cuando el sujeto enfrenta situacio-
nes de desajuste emocional (Pinaquy et al., 2003; Calderón, Forns y Varea, 2010;
Goldschmidt et al., 2014; ak-Gołb et al., 2013). Al respecto, Calderón, Forns y Varea
(2010) encontraron en jóvenes obesos una intensa prevalencia de insatisfacción con
su peso y obsesión por adelgazar que podía ser explicada por la presencia de ansie-
dad y depresión; así, la depresión no es el único trastorno emocional que guarda re-
lación con la obesidad, porque la ansiedad también causa estragos en las relaciones
35
Depresión
interpersonales y diculta la distinción entre estados emocionales y la sensación de
hambre.
Ansiedad y tratamiento médico
Un hecho innegable es que la depresión guarda una estrecha relación con la an-
siedad. Calderón, Forns y Varea (2010), Baile y González (2011), Reyes, Betancur y
Samaniego (2015), Martínez et al. (2014), entre otros, han documentado que el exce-
so de peso está asociado a la presencia de ambos estados: depresión y ansiedad.
En los jóvenes con obesidad, la depresión y la ansiedad se presentan como una
tendencia estable, independientemente de que también existan otros trastornos de
conducta y dicultades con los compañeros (Baile y González, 2011). Los jóvenes con
sobrepeso u obesidad responden ansiosamente de manera reactiva a situaciones en
las que se sienten inecaces o insatisfechos con su imagen corporal, lo que hace pen-
sar en una predisposición a comer en exceso y cuando se encuentran en un entorno
familiar obesógeno a una mayor tendencia a paliar la ansiedad comiendo (Calderón,
Forns y Varea, 2010).
La insatisfacción corporal junto con una elevada ansiedad rasgo, entendida
como la tendencia relativamente estable de la persona a percibir las situaciones como
amenazadoras, incrementan el riesgo de perpetuar la obesidad, por lo cual, Calderón,
Forns y Varea (2010) señalan que la depresión no se podría considerar el principal pre-
cursor de la obesidad y otros trastornos de alimentación; no obstante, se tiene evi-
dencia del impacto que tiene tratarla médicamente para combatir el exceso de peso .
Por otra parte, Reyes, Betancur y Samaniego (2015) encontraron correlaciones
positivas y estadísticamente signicativas entre la depresión y la ansiedad en per-
sonas con obesidad. En un grupo que recibía tratamiento por obesidad encontraron
síntomas depresivos mayores a los de aquellos que presentaban el mismo padeci-
miento sin recibir tratamiento. Los autores inrieron que los pacientes pudieron haber
experimentado frustración y pena al intentar descender de peso sin lograrlo, lo que
pudo precipitar la aparición de síntomas depresivos y de ansiedad. Lo anterior tam-
bién fue documentado por Seijas-Buschiazzo y Feuchtmann-Sáez (1997) cuando una
persona baja de peso y vuelve a subirlo aumentan los niveles de frustración y pena,
en parte porque los responsables del tratamiento atribuyen como causas del fracaso
la falta de ganas o esfuerzo para bajar de peso.
Reyes, Betancur y Samaniego (2015) concluyeron que la obesidad aumenta el
riesgo de depresión y que este riesgo es mayor para los clínicamente diagnosticados.
Adicionalmente, Martínez et al. (2014) señalan que la prevalencia de la ansiedad y la
depresión es elevada en personas con enfermedades crónicas y esto genera mayor
frecuencia de complicaciones en el tratamiento. La depresión favorece el pobre ape-
go al tratamiento y la falta de actividad física, entonces, habría que explorar la posi-
36
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
bilidad de que la depresión aumente cuando la persona es etiquetada como obesa y
que eso no ocurra con los que no están en tratamiento al sentirse sin obesidad debi-
do a que los médicos no los someten a tratamiento.
En ese sentido, la percepción del otro vuelve a tener presencia. De acuerdo con
Romera, Casas, Gómez-Ortiz y Ortega-Ruiz (2019) las situaciones sociales se pro-
cesan cognitivamente para poder ser comprendidas; se interpretan las intenciones,
las actitudes, emociones, comportamientos y juicios morales propios en relación con
los de los otros. Este procesamiento de la información es clave para interpretar una
situación y emitir una respuesta social. Autores como Crick y Dodge (1994), Erath et
al. (2007), Salmivalli et al. (2005), Gkika, Wittkowski y Wells (2018) y Lemerise y Arsenio
(2000) coinciden al señalar que la interpretación negativa de la situación social pue-
de favorecer la puesta en marcha de comportamientos y estados emocionales poco
competentes o desadaptativos debido al miedo de la persona a ser juzgado o recha-
zado, generando así condiciones propicias para la aparición de cuadros de ansiedad,
mientras que una percepción positiva de la persona está relacionada con respuestas
de tipo prosocial que mejoran las relaciones entre pares.
Desde estos referentes pensemos en una persona con sobrepeso u obesidad
que lleva a cabo alguna actividad deportiva o recreativa con el n de ejercitarse. Sería
común visualizar a otros que se burlan o juzgan el aspecto de un obeso ejercitándo-
se, o a este que preere realizar actividad física sin ser visto por los demás. De tal for-
ma, la actividad física se vuelve un importante referente para ilustrar el efecto de la
percepción de los pares sobre el estado de ánimo y este, a su vez, sobre la obesi-
dad. Lo que pareciera ser una relación clara entre actividad física y obesidad, Salazar
et al. (2016) la complejizan en su estudio al encontrar que no existe suciente eviden-
cia estadística para conrmar que las proporciones entre los que nunca o una vez por
semana participan en actividades deportivas y actividades recreativas al aire libre son
muy similares entre los que tienen y no tienen sobrepeso-obesidad. No obstante, ar-
man que la actividad física practicada con regularidad reduce el riesgo de sobrepeso
y obesidad y, por consiguiente, de las enfermedades crónicas asociadas a estas con-
diciones. En otra dirección apuntan Dinas, Koutedakis y Flouris (2011) cuando ponen
atención sobre los benecios de la actividad física moderada sobre el estado anímico
de la persona, sobre todo en cuanto a la activación del sistema nervioso simpático y
la liberación de noradrenalina y dopamina que ayudan a reducir el estrés y disminuir
los estados de ansiedad y depresión. Por tanto, la actividad física tiene un doble efec-
to para prevenir o reducir la obesidad que se reeja directamente a nivel orgánico lo
cual afecta el estado emocional.
Ahora bien, la activación física representa el punto de partida de una cadena
que enlaza el estado anímico con la no presencia de depresión y ansiedad, lo que le
otorga doble valor a tener una vida activa, alejada del sedentarismo que daña física y
emocionalmente al ser humano. Así, el estigma social hacia la gordura se posiciona
como un factor que daña directa e indirectamente a quienes la padecen: hay un gol-
pe directo sobre la estima personal y se inhibe la práctica de actividad física con el
37
Depresión
consecuente impacto sobre los estados de ansiedad y depresión que obstaculizan los
tratamientos contra la obesidad.
A pesar de que en esta investigación no se realizó una medición de niveles de
ansiedad, es importante considerar la evidencia que revela la comorbilidad por an-
siedad y depresión. Lo más seguro es que una medición hubiera desvelado la pre-
sencia de esta variable entre los participantes, por lo cual podemos señalar que esto
representa una veta de investigación que debería ser explorada, sobre todo porque se
aprecia el peso que esto tiene sobre las personas que viven con obesidad, o para el
presente caso, cuán preocupante sería que niños y niñas se consideren a sí mismos
como obesos y eso les lleve a experimentar depresión y ansiedad, sin olvidar la rela-
ción que puede existir entre ansiedad y comportamiento suicida.
Variables sociodemográficas de la depresión
Existen características sociodemográcas que han sido identicadas en otros
estudios como factores recurrentes en poblaciones que presentan depresión. Se pue-
de hacer referencia, principalmente, a diferencias por sexo y edad (adolescentes,
adultos y adultos mayores), lo cual parece no coincidir con los hallazgos del presen-
te estudio ya que no se encontró que el sexo fuera signicativo para la presencia de
señales de depresión, las variables explicativas para el total de la muestra son: ser
considerado gordo, pensamiento suicida, observador de acoso, considerarse gordo y
víctima de acoso (ver apéndice 2). En cuanto a la depresión infantil, en estudios pre-
vios no suele explorarse lo que acontece entre niños y niñas, pues la mirada de los
investigadores ha sido dirigida hacia adolescentes y recientemente a los adultos ma-
yores debido a que los registros de instituciones de salud no señalan que entre infan-
tes se presenten altos niveles de depresión.
Parodi (2015), Reyes, Betancur y Samaniego (2015), Arrivillaga Quintero et al.
(2004), Ceja et al. (2010), entre otros, coinciden al identicar una prevalencia mayor de
depresión en mujeres. Arrivillaga et al. (2004) también arman que la depresión es más
frecuente en mujeres debido a factores sociales o psicológicos y que esta prevalen-
cia es mayor porque ellas están más dispuestas a expresar o reportar su depresión.
Mientras que Ceja et al. (2010) enfatizan el peso de la cultura para explicar las razones
por la cuales las mujeres se ven más afectadas que los hombres. A lo anterior, habría
que agregar lo que dice Parodi (2015): el perl predominante de población que acu-
de en busca de tratamiento integral para la obesidad, como por ejemplo en Paraguay
que son mujeres en la edad media de la vida y con educación terciaria. Esto posiciona
a la mujer ante un doble desafío, es decir, tener que lidiar con una carga social mayor
con respecto a cumplir la expectativa de tener un cuerpo delgado y al mismo tiempo
ser el sexo que presenta depresión con mayor frecuencia, entre otras cosas, debido a
no cumplir el estereotipo de belleza socialmente establecido.
38
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Otro sector de la población que muestra altos niveles de depresión son los y
las jóvenes. Autores como Arrivillaga et al. (2004), Trejo et al. (2010), Camarillo et al.
(2013), Fernández-Bustos et al. (2015), Ocampo et al. (2017), Salazar et al. (2016) y
Ortega Becerra et al. (2015) encontraron que en la etapa adolescente hay mayor sus-
ceptibilidad a presentar síntomas depresivos, asociado esto a trastornos alimenta-
rios, insatisfacción con la imagen corporal, malos hábitos alimentarios y disminución
en la actividad física. De acuerdo con Ortega Becerra et al. (2015), el autoconcepto
del adolescente es determinante en el grado de satisfacción con su imagen corpo-
ral, a lo cual se suma una diferencia de género: mientras que los hombres evalúan su
cuerpo con base en la fuerza, las mujeres lo hacen según la delgadez y la forma de
ciertas partes de su anatomía, por lo cual, los varones adolescentes pueden sentir-
se cómodos con su cuerpo sin que este sea delgado. En ese sentido, Camarillo et al.
(2013) enfatizan otra condición que vincula la edad con el género: en mujeres adoles-
centes existe una mayor prevalencia de trastornos alimentarios, como el comer emo-
cional. Asimismo, de acuerdo con Ocampo et al. (2017), las mujeres adolescentes con
sobrepeso u obesidad demuestran mayor riesgo de depresión que las que no tienen
este desorden de peso.
En el caso de los jóvenes universitarios, se reconoció que les caracteriza el in-
cremento en las necesidades energéticas por su edad, el gusto por el consumo de
alimentos chatarra, la disminución de la realización de actividad física y los cambios
emocionales, principalmente la ansiedad y la depresión (Salazar et al., 2016). A esto,
Arrivillaga et al. (2004) agregan que existen ciertos estresores especícos para los
jóvenes, por lo que el décit de estrategias de afrontamiento que les caracteriza son
un factor clave de predisposición y desencadenante de la depresión.
Otra variable sociodemográca que ha demostrado estar relacionada con la de-
presión, aunque con menor peso que el sexo y la edad, son las condiciones económi-
cas. Aquellos que no son el principal sostén de su hogar presentan niveles mayores
de síntomas depresivos que aquellos que lo son (Reyes, Betancur y Samaniego,
2015); esto pareciera estar asociado al desarrollo de estrategias de afrontamiento por
parte de quienes tienen la responsabilidad de proveer recursos para su familia: estas
condiciones llevarían a la persona a ser más resiliente y tener mayor tolerancia a la
frustración. No obstante, pueden conjuntarse diversas variables que presenten a una
persona con obesidad, sometida al estigma social, a tener menores oportunidades la-
borales y así ocasionar la aparición de síntomas depresivos debido a la frustración por
no conseguir empleo o que su labor no sea reconocida (Reyes, Betancur y Samaniego,
2015).
En consecuencia, una adolescente obesa que no es el sostén de la familia re-
presentaría el perl de una persona altamente expuesta a presentar estados depresi-
vos. Sin embargo, López-Morales et al. (2014) reeren algo sustancial: los escolares
entre 6 y 12 años también se deprimen, y aún más quienes presentan obesidad. El
reto en ese sentido es distinguir la sintomatología de los niños y las niñas deprimidas,
debido a que es distinta a la del adulto y eso ocasiona que pase desapercibida para
39
Depresión
algunos. Este último escenario sería cercano a lo que se encontró en la presente in-
vestigación, tal como se mencionó al inicio: niños y niñas que reeren síntomas de
depresión se consideran a sí mismos gordos o gordas y, más delicado aún, presen-
tan pensamientos suicidas.
Pensamientos suicidas
El suicidio en México se ha posicionado en el tercer lugar de causas de muer-
te entre los jóvenes de 15 a 24 años. Igualmente cabe destacar que este problema ha
crecido a la par de otras enfermedades como la depresión. Durante 1990 la tasa era
de 2.4 suicidios por cada 100 mil habitantes; para 1999 la tasa de mortalidad por sui-
cidio fue de 3.4; en 2010 la tasa fue de 4.6 suicidios, mientras que para 2011 fue de
4.9. La tendencia deja ver un aumento de 399 por ciento en la tasa de muertes por sui-
cidio en estas décadas (Jiménez-Ornelas y Cardiel-Téllez, 2013).
Pese a que el suicidio es la decimocuarta causa de muerte en México, la cons-
tante tendencia al aumento del suicidio, desde 1990, lo coloca como un problema de
salud pública en México (Ibarra-López y Reynoso-Rábago, 2017). No obstante, los
datos reejan distintos patrones del comportamiento suicida. El crecimiento por gru-
pos de edad de la mortalidad por suicidio de las últimas décadas muestra que a lo
largo de cuatro décadas (1980, 1990, 2000 y 2013) el incremento fue mayor entre los
jóvenes, mientras que en 1980 las mayores tasas totales se encontraban en las eda-
des más avanzadas. En 2013 el grupo de 20 a 24 años presentó la mayor incidencia
y los incrementos porcentuales más elevados se observaron en el grupo de 10 a 14
años (Organización Panamericana de la Salud, 2016).
El suicidio tiene un carácter multifactorial, es decir, hay factores precipitantes de
índole social, cultural, económica, institucional, del entorno familiar y de pares, bio-
lógicos y genéticos, enmarcados en condiciones de consumo excesivo de alcohol
y drogas ilícitas, pobreza, desempleo, falta de acceso a la educación y el estableci-
miento de relaciones violentas, por ejemplo, el acoso escolaro la violencia intrafami-
liar (González-Forteza et al., 2002).
El suicidio es denido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el
acto deliberado de quitarse la vida realizado por la persona en pleno conocimiento o
expectativa de su desenlace fatal (OECD, 2014), y aunque esto conlleva comúnmen-
te una condena social, tener ocasionalmente pensamientos suicidas es normal; esto
es parte del proceso de desarrollo en la infancia y adolescencia, por lo que es natural
que se cuestione la propia existencia cuando se trata de comprender el sentido de la
vida y la muerte (Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia, 2017).
La forma de concebir el suicidio ha cambiado a lo largo del tiempo y el espa-
cio. En culturas orientales, quitarse la vida de manera voluntaria debido a circunstan-
cias vergonzosas es una forma de recuperar el honor; en algunos países europeos se
40
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
practica el suicidio asistido y la eutanasia sin ser penalizados, a diferencia de América
Latina, en donde el suicidio se esconde y se repudia por ir en contra de lo humano y
lo divino, olvidando que esto es ante todo un problema de salud pública (Montes y
Montes, 2009).
Ahora bien, el quitarse la vida es solo una parte del comportamiento suicida,
porque previamente hubo ideas, amenazas e intentos por consumar tal acto. Por lo
tanto, el pensamiento suicida, expresado en la presencia de ideas de quitarse la vida,
así como la verbalización de estas y los actos deliberados de quitarse la vida, pese a
no tener el resultado deseado, forman parte de un todo (Pfeffer, 1981). El pensamien-
to suicida, aun cuando es de los factores de riesgo más importantes para la consu-
mación del suicidio, ha sido menos estudiado que el intento y el suicidio consumado,
lo cual representa una desatención signicativa por parte de la academia, ya que,
pese a que el pensamiento suicida no asegura que habrá al menos un intento suicida,
todo suicidio siempre es precedido por esta clase de pensamientos (Duarte, Lorenzo-
Luaces y Rosselló, 2012).
La complejidad del comportamiento suicida exige que también se distingan
nociones conceptuales cercanas a este. La Organización Panamericana de la Salud
(2018) distingue entre lesiones autoinigidas e intentos suicidas. La primera se reere
a lesiones que la persona provoca intencionalmente contra sí misma, puede o no te-
ner la intención de quitarse la vida y obedecer a diversos motivos, en tanto que los in-
tentos suicidas se caracterizan por un alto grado de intención de quitarse la vida. Ante
ello, podemos diferenciar una persona que practica el cutting (lesiones autoinigidas)
de otra que toma un puñado de píldoras ansiolíticas con el deseo de que eso le lleve
a la muerte, como expresión de sus pensamientos suicidas.
En ese sentido, el comportamiento suicida infantil se posiciona como un fenó-
meno sumamente enmarañado. Los intentos suicidas en los niños son confundidos
con accidentes, descuidos o simples llamadas de atención y no se suele asumir la po-
sibilidad de que un niño quiera acabar con su vida, debido a que aún prevalece el de-
bate sobre el concepto de muerte que pueda poseer el niño, en relación con la nitud
de la vida, la irreversibilidad de la muerte y la expresión del deseo por morir. Ello, su-
mado a que los adultos se resisten a creer que los niños deseen morir, impide un diag-
nóstico oportuno y preciso (Chávez-Hernández, Medina y Macías-García (2008). En
menores de 14 años, el suicidio es poco conocido y registrado en estadísticas ocia-
les, lo cual puede deberse a una tendencia a no clasicar los suicidios como causa de
muerte en infantes, debido a que los familiares encubren la muerte bajo el diagnós-
tico de muerte accidental por el rechazo a aceptar la muerte voluntaria en la infancia
(Jiménez-Ornelas y Cardiel-Téllez, 2013).
El juicio social que existe en México sobre el suicidio, sobre todo el infantil, de-
manda un abordaje multidisciplinario. La sociología puede considerar las manifesta-
ciones sociales y las condiciones estructurales que intervienen: la psiquatría, estudiar
los factores asociados con alguna enfermedad mental o trastorno neurológico; el psi-
41
Depresión
coanálisis, explorar la pulsión de muerte, cuando esta se autodirige al encontrar can-
celada la posibilidad de dirigirlo hacia el exterior y la perspectiva psicosocial, atender
la problemática suicida inserta en sus contextos sociales cercanos y signicativos
como la familia, el grupo de pares o las relaciones de pareja (González-Forteza et al.,
2002). El suicidio infantil, antes de negarse o moralizarse, necesita ser comprendido
para poder ser prevenido, esto es, deben atenderse todas las aristas del comporta-
miento suicida para no ofrecer explicaciones reduccionistas o parciales.
En ese orden de ideas, se cuenta con la propuesta de Mann et al. (1999) quienes
desarrollaron el modelo diátesis-estrés, donde se explica el comportamiento suicida
a partir de la conjunción de dos factores: una predisposición genética y una situación
de estrés psicosocial. A este modelo, Van Heeringen (2003) consideró que era nece-
sario agregarle dos componentes funcionales: la respuesta del individuo ante cam-
bios en su entorno que provocan la ruptura de vínculos personales y las alteraciones
en los sistemas dopaminérgico y serotoninérgico que conllevan falta de control de la
impulsividad. En tanto que O’Connor (2011) propuso el modelo motivacional-volitivo
integrado en el que considera la interacción compleja de aspectos biológicos, psico-
lógicos, ambientales y culturales en tres fases: a) premotivacional, de vulnerabilidad
biológica; b) motivacional, que implica sentimientos de fracaso, humillación, desespe-
ranza y malestar emocional, en general y c) volitiva, de conducta suicida facilitada por
la impulsividad. Así, encontramos esfuerzos por explicar el suicidio desde una pers-
pectiva multifactorial y multidisciplinaria que aportan referentes para comprender lo
que ocurre en la infancia y, para el caso que nos interesa, la relación que esto guarda
con la gordura y el acoso escolar.
Variables sociodemográficas del comportamiento suicida
Como se ha dicho en líneas anteriores, el suicidio en México suele presentarse
con mayor frecuencia en adolescentes varones: no obstante, enseguida se profundi-
zará en estas y otras variables sociodemográcas. Los dos componentes (tal vez los
más signicativos) que permiten identicar un patrón del comportamiento suicida son
el sexo y la edad. Si bien las mujeres muestran mayor presencia de pensamientos e
intentos suicidas, los hombres son quienes más consuman el acto en una proporción
de 5 a 1 en relación con las mujeres (Sánchez-Loyo et al., 2017; Jiménez, Mondragón
y González-Forteza, 2007).
Jiménez-Ornelas y Cardiel-Téllez (2013) consideran que indirectamente el sexo
cobra relevancia debido a que la variable género en realidad incide sobre la conducta
suicida, debido a que el autoconcepto, la autoestima y el lugar que ocupa en el mun-
do, responden a las expectativas y demandas sociales diferenciadas para hombre y
mujer. Ahora bien, pese a que el método más frecuente para quitarse la vida es cor-
tarse con un objeto punzocortante, las mujeres se distinguen por la ingesta de medi-
camentos. Pero, más allá del método elegido para cometer el suicidio, en los hombres
el costo del pensamiento suicida es mayor antes de consumarse el acto. En ese sen-
42
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
tido, el género parece actuar en contra de los varones, debido a que la masculinidad
obliga a ocultar y enmascarar el malestar emocional por ser considerado una muestra
de debilidad, por lo tanto, puede preferirse perder la vida antes que padecer la conde-
na social por no cumplir los estereotipos de virilidad (Morfín, 2015).
En lo que concierne a la edad, el escenario es muy claro, entre los 15 y 24 años
existe mayor prevalencia (Sánchez-Loyo et al., 2017; Pérez-Amezcua et al., 2010;
Morfín, 2015) y el inicio del comportamiento suicida se ha detectado en estudiantes
del último año escolar de primaria (12 años) y primeros de secundaria (13 y 14 años)
(Morfín, 2015). Esto último es un dato sustancial para la presente investigación, pues-
to que señala la población estudiada, que fueron niños y niñas de 5° y 6° grado de pri-
maria en quienes se identicaron pensamientos suicidas.
Las condiciones socioeconómicas se posicionan también como un factor pre-
disponente. Las carencias económicas generan condiciones de vida aversivas que
tienden a desarrollar episodios depresivos en los que el suicidio es una opción
(Sánchez-Loyo et al., 2017), lo que se conrma al encontrar que la mayoría de las per-
sonas que intentan suicidarse pertenecen a un nivel económico bajo (Pérez-Amezcua
et al., 2010) y se dedican a labores domésticas o tienen un empleo remunerado, ade-
más de solo haber cursado estudios de nivel básico (Morfín-López et al., 2017), así
como en desempleados y personas con bajo nivel educativo (Sánchez-Loyo, et al.,
2017).
A lo anterior se suma otro componente que vale la pena abordar de manera
particular: ser indígena. De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud
(2017), las tasas de suicidio son signicativamente mayores en comunidades indíge-
nas y el suicidio es la segunda causa principal de muerte en los jóvenes indígenas.
Esto puede entenderse como una consecuencia de la vulnerabilidad que conlleva ser
indígena, tener que afrontar la constante discriminación, el desplazamiento cultural,
los obstáculos para tener acceso a la atención de salud y a la educación, así como
la falta de empleo o la limitación para conseguir empleos bien remunerados, congu-
ran escenarios poco favorables para salir del círculo de pobreza y marginación en que
suelen estar las comunidades indígenas; todo esto ocasiona que se presenten cua-
dros depresivos y el alto consumo de alcohol, que a su vez son elementos que han
demostrado su incidencia sobre la conducta suicida (Organización Panamericana de
la Salud, 2017).
En este sentido, destaca que los resultados encontrados en nuestra investi-
gación no apuntan diferencias por sexo ni por el tipo de comunidad en el que se
encuentran las escuelas, las variables que explican la depresión, estadísticamente
signicativas a 95% son: soy gordito, víctima, item9 y esgordito (ver apéndices 6 y
10); los datos recopilados son similares, ya sea que pertenezcan a un estrato socioe-
conómico medio/medio bajo o que formen parte de comunidades indígenas y mar-
ginadas, que se trate de hombres o de mujeres. Esto parece entenderse en función
de la edad de los sujetos estudiados, si bien en la muestra de infantes se reere la
43
Depresión
presencia de pensamientos suicidas, por su etapa de desarrollo los estereotipos de
género pueden no estar tan arraigados como para marcar una diferencia sustancial
entre hombres y mujeres, así como puede ser que la condición de vulnerabilidad de
los infantes no haya sido asumida al tener una edad que aún no les enfrenta a la im-
posibilidad de continuar sus estudios de nivel medio superior o tener que padecer la
precarización del empleo. Tal vez, en ese orden de ideas, lo más relevante es que esta
investigación sienta bases para futuros estudios sobre el comportamiento suicida en
infantes, los cuales podrían profundizar en estas variables y así comprender mejor las
formas en que este se maniesta durante la infancia.
Variables socioafectivas del comportamiento suicida
Si bien existen diferencias entre hombres y mujeres, Morfín (2015) observó que
hay características comunes entre quienes maniestan conductas suicidas. Es decir,
hay una presencia signicativa de problemas familiares y sentimientos depresivos. En
esa dirección también han apuntado otros autores. Sánchez-Loyo et al. (2017) ree-
ren que la calidad de las relaciones familiares es fundamental, la violencia intrafamiliar,
el abandono y la poca cohesión propician mayores riesgos de comportamientos sui-
cidas. Por su parte, Sánchez-Loyo et al. (2017) enfatizan el papel de las relaciones de
pareja caracterizadas por la violencia; en tanto Fortuna et al. (2007) identican que los
eventos estresantes se relacionan signicativamente con el comportamiento suicida.
Todo lo anterior conuye en la dimensión afectiva de los sujetos (lo cual parecería ob-
vio), sin embargo, sobresale que la desestabilización del estado anímico no necesaria-
mente tiene que identicarse con episodios de tristeza y desolación, porque también
lo opuesto está relacionado con la conducta suicida: estrés y violencia.
De tal forma, la dimensión afectiva se expresa en otros patrones de conducta;
Nock et al. (2009) sostienen que las conductas suicidas responden a la imbricación
de estados de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y del control de impulsos.
Al respecto, Pedrero (2007) menciona que la impulsividad es un factor que favorece
la experimentación con drogas y que, a su vez, el incremento de la impulsividad pro-
ducido por las drogas intensica la probabilidad de desarrollar una adicción. Así, el
consumo de drogas y alcohol, como señalan Rodríguez et al. (2006), incita conductas
violentas entre las cuales se encuentra el suicidio, entendido este como un acto vio-
lento contra sí mismo.
En cuanto a la relación que guarda la conducta suicida con la depresión y otros
trastornos del estado de ánimo, se ha identicado al malestar depresivo como el fac-
tor de riesgo más importante para la ideación suicida, lo que ocasiona que, debido
a los roles de género socialmente establecidos, en las mujeres estén más presentes
ambos factores (Jiménez-Ornelas y Cardiel-Téllez, 2013). Asimismo, Sánchez-Loyo
et al. (2017) destacan la relación que guarda la conducta suicida con la depresión, la
ansiedad, los síntomas psicóticos comórbidos y la desesperanza. Jokinen, Ouda y
Nordström (2010) demostraron que los menores con rasgos de impulsividad y baja to-
44
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
lerancia a la frustración que realizan actos autolesivos pueden terminar con su vida sin
que sea necesario que presenten un trastorno particular tipicado. No obstante, los
trastornos con los cuales se ha relacionado un riesgo elevado a presentar actos suici-
das, además de la depresión y la ansiedad son trastorno bipolar, esquizofrenia y adic-
ción al alcohol u otras substancias (Morfín, 2015).
En este momento, es importante recordar que en nuestra investigación no se
observó una presencia signicativa de depresión entre los y las participantes, aun
así, se registró la existencia de pensamientos suicidas. Este hallazgo debe ser de alta
consideración, toda vez que, aunque los infantes no presentan un cuadro depresivo
profundo, sí muestran pensamientos suicidas y esto es algo que, como dicen Duarte,
Lorenzo-Luaces y Rosselló (2012), pese a no asegurar que habrá al menos un intento
suicida, deja latente la posibilidad de que en algún momento se consume el suicidio.
Recursos psicológicos y sociales para el afrontamiento del
comportamiento suicida
De acuerdo con Ibarra-López y Reynoso-Rábago (2017), el suicidio se puede
entender como un asunto público debido a que este puede tener sus causas en fac-
tores sociales y sus consecuencias afectan al entorno familiar, escolar y comunitario.
Por ello es necesario que, desde el ámbito de la salud pública, entendida como aque-
lla actividad encaminada a mejorar la salud de la población (Navarro, 2009), así como
desde el ámbito microsocial, concebido como las interacciones familiares, de pareja
y pares, se atiendan los factores precipitantes y los efectos del comportamiento sui-
cida.
Para Ibarra-López y Reynoso-Rábago (2017) atender el suicidio desde la salud
pública conlleva una tarea compleja, toda vez que el acto no tiene que ver con proce-
dimientos biomédicos perceptibles, con procesos de seguimiento médico, terapéuti-
co o psicológico, en muchas ocasiones se trata de una decisión de facto e inmediata,
a veces el pensamiento suicida no se verbaliza ni se acompaña de actos autolesivos
o intentos suicidas, además, debido al estigma asociado al suicidio, se ve inhibida la
búsqueda de ayuda; por todo esto, su prevención se complica.
Aun así, las políticas públicas en materia de salud pública pueden concentrar-
se en los factores sociales y económicos que constituyen importantes causales del
suicidio, por lo que pueden identicarse grupos en condición de riesgo como aque-
llos que pertenecen al estrato bajo, consumen drogas ilícitas y bebidas alcohólicas
(Ibarra-López y Reynoso-Rábago, 2017).
En el plano microsocial es fundamental el trabajo con los grupos de referen-
cia, la sensibilización en torno al papel de la familia y los cuidadores (Ibarra-López y
Reynoso-Rábago, 2017). Y bien, sobre todo la familia representa un pilar de apoyo
para quienes están inmersos en comportamientos suicidas. En México la recongu-
45
Depresión
ración de dinámicas y estructuras familiares como resultado de las demandas labo-
rales y económicas, así como de los cambios socioculturales dicultan el desarrollo
de cohesión y lazos afectivos sólidos entre los miembros de la familia, cualidades que
deben caracterizar a los grupos primarios; esto, a su vez, impide la intimidad y la ex-
presión de emociones entre sus miembros, por lo que la familia pierde su capacidad
protectora ante situaciones de crisis (Morfín-López et al., 2017).
Para Morfín-López et al. (2017), las familias deben enfocarse en evitar situacio-
nes de negligencia, distancia emocional y violencia, y no solo privilegiar las condi-
ciones materiales del hogar; y si bien en condiciones de pobreza suceden mermas
signicativas de la salud emocional como el estrés, la ansiedad y la depresión, tam-
bién la ausencia de carencias y el consumismo excesivo generan afecciones sobre la
salud emocional: al no conocer la experiencia de no poder obtener algo que desean,
los sujetos no desarrollan tolerancia a la frustración y tienen un bajo control de impul-
sos.
Pérez-Amezcua et al. (2010) identican un perl familiar en el que se presenta un
riesgo elevado de comportamiento suicida: bajo nivel de cohesión, divorcio de los pa-
dres o abandono, muerte de uno de los hijos o cónyuge, infertilidad, enfermedad de
alguno de sus miembros, agresiones, abuso sexual dentro del núcleo familiar. Algo si-
milar es planteado por Morfín-López et al. (2017), esto es, las familias con fallas en su
comunicación, poca conanza entre sus miembros, violencia entre padres, violencia
entre padres e hijos, falta de comprensión y apoyo de los padres hacia los hijos expo-
nen a los integrantes de este grupo primario a comportamientos suicidas.
Como puede apreciarse, las redes de apoyo social y acompañamiento emocio-
nal son fundamentales para la prevención del suicidio. La comunicación y conanza
entre padres e hijos permitirá que estos últimos se mantengan atentos, desde tem-
prana edad, a factores como dolor crónico, quejas emocionales o médicas de causas
desconocidas, estrés agudo, trastornos del desarrollo, trastornos del comportamien-
to, trastornos del estado de ánimo y conductas autolesivas, los cuales representan
signos de un posible comportamiento suicida (Sánchez-Loyo y Echeveste, 2017).
Construir relaciones interpersonales graticantes e íntimas al interior de la fami-
lia permitirá evitar el sentimiento de soledad, el cual no se resuelve simplemente con
la presencia de otros, puesto que la persona requiere sentirse escuchado y respalda-
do para afrontar sus crisis, saberse importante y acogido. Para los padres de familia
puede pasar desapercibido el comportamiento suicida de un hijo si no se presta aten-
ción en los detalles. Así, al pensar en el perl de un suicida se suele visualizar una per-
sona aislada, sin embargo, la sutil diferencia está en que puede estar presente ante
otros, mientras se mantiene al margen de la vida de los otros y estos de la suya. Es
entonces cuando se vuelve clave el papel de padres, hermanos, abuelos, tíos, primos,
etcétera, para hacer que las ideas de minusvalía del suicida pierdan fuerza al sentirse
integrado y saber que los demás se interesan por él (Morfín-López et al., 2017).
46
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Por otro lado, en lo que concierne a la comunidad, está documentado el valor
de la identidad comunitaria, la resiliencia, el saber de los jóvenes para el uso adecua-
do de internet y la identicación e inhabilitación de sitios que promueven o ensalcen al
suicidio (Sánchez-Loyo y Echeveste, 2017). De tal forma, pese a que estén presentes
factores neurológicos que predispongan al suicidio o trastornos asociados a este, no
debe perderse de vista que, Van Heeringen (2003) identica la existencia de un com-
ponente funcional del comportamiento suicida que, ante cambios en su entorno, pro-
voca la ruptura de vínculos interpersonales, de modo que, en el peor escenario, si la
familia no logra proporcionar el apoyo y acompañamiento necesario, los pares, la pa-
reja o algún otro grupo de referencia, podrían ofrecer esos recursos sociales. En cuan-
to al modelo de O’Connor (2011), el componente motivacional también se podría ver
favorecido mediante la cercanía emocional de la familia u otros actores, ya que los
sentimientos de derrota y humillación, la falta de pertenencia, deseos y objetivos fu-
turos, pueden ser mejor afrontados; asimismo, el componente volitivo de este modelo
que representa la conducta suicida mediatizada por la impulsividad, así como el ac-
ceso a medios para el suicidio y la imitación, puede ser mediado cuando los miem-
bros de la familia u otros sostienen una amplia comunicación y construyen lazos de
conanza e intimidad.
Obesidad, depresión y pensamiento suicida
Como pudo advertirse en el capítulo anterior, el soporte emocional se vuelve
fundamental para el afrontamiento de la obesidad, porque como se ha dicho este es
primordial para hacer frente al comportamiento suicida. Al inicio de ese capítulo tam-
bién se dijo que concebirse con gordura se relaciona bidireccionalmente con la de-
presión, de forma que, la depresión ocasiona autopercibirse con gordura y esto último
conlleva presentar síntomas depresivos, pero también tener pensamientos suicidas.
Además de la ya expuesta relación bidireccional entre el pensamiento suicida y la de-
presión: la depresión explica la presencia de pensamientos suicidas, al mismo tiempo
que estos son un factor explicativo de la depresión.
Sobresale que concebirse con gordura lleva a tener pensamientos suicidas, no
solo a deprimirse. Esto se contrapone a los hallazgos de Baile y González (2011),
quienes encontraron que no existía correlación entre el índice de masa corporal y la
ideación de suicidio. Al contrario, los niveles más altos del índice parecían ser factor
de protección de dicha sintomatología.
Para entender la relación entre gordura, depresión y pensamiento suicida po-
dría recurrirse a lo que autores como Mann et al. (2005) y Van Heeringen (2003) han
mencionado sobre los procesos cognoscitivos y emocionales asociados al compor-
tamiento suicida: el estado de ánimo de fracaso generado en aquellos que no logran
bajar de peso, el distanciamiento emocional con otros ante el miedo a ser rechazado
y la desesperanza generada por el estigma hacia la obesidad son elementos que con-
tribuyen en el desarrollo de pensamientos e intentos suicidas, incluso del acto con-
47
Depresión
sumado. En ese sentido, también puede entenderse a la depresión como el resultado
del estigma social hacia la gordura, de forma tal que se vislumbra un entramado en-
volvente que tiene diversas entradas y una sola salida difícil de encontrar; por cierto:
si te deprimes, tienes pensamientos suicidas o presentas comportamientos que fa-
vorecen la gordura entras en un camino con una prolongada pendiente que te des-
gasta emocionalmente y es posible que te asxie. Y aunque intentes salir del camino
de la obesidad solo lograrás pasar a la senda de la depresión y de esta podrás pasar
al del comportamiento suicida, dado que se sucederán los cambios de camino has-
ta que, desde fuera, se encuentre el anclaje para dar el brinco hacia la salida, lo cual
debe venir de los que te rodean, tus padres o tus pares, es decir, quien sea que pue-
da proveer soporte emocional y acompañamiento para hacer frente a los problemas.
49
Capítulo 3
Acoso escolar
¿Qué es el acoso escolar?
Antes que nada, debe hacerse una primera precisión conceptual. Si bien no exis-
te una traducción el al español del término bullying (Ortega Ruiz et al., 2001), se ha
utilizado el constructo teórico acoso escolar para hacer referencia al mismo tipo de
violencia (Santoyo y Frías, 2014). Ahora bien, la segunda precisión conceptual es dis-
tinguir el acoso escolar de otro tipo de violencias ejercidas en el ámbito educativo.
Desafortunadamente, el uso de la palabra bullying se ha extendido de forma indiscri-
minada; algunos lo emplean para hacer alusión a lo que ocurre entre compañeros de
trabajo, es decir, al acoso del jefe, amigos o de la pareja, sin embargo, nada de eso es
bullying. Por eso es importante utilizar el término acoso escolar y no bullying, para si-
tuar el espacio en que ocurre el acoso, la escuela. No obstante, en el ámbito escolar
hay diversos tipos de violencia: la que ejercen los padres de familia hacia los maes-
tros, la de los maestros contra sus estudiantes, las del director hacia sus maestros o la
que opera entre pares. Esta última es la que propiamente se debe caracterizar como
acoso escolar, aunque forme parte de un círculo más amplio de acciones y conductas
que conforman la violencia escolar (Santoyo y Frías, 2014).
El acoso escolar implica el maltrato al otro mediante fuerza física, autoridad, po-
der social o intelectual, culminando en una violencia desigual. De acuerdo con Crespo
(2019), para que se considere como tal deben cumplirse tres criterios:
1. Los actos negativos contra el niño sean reiterados y sistemáticos.
2. Debe existir un desequilibrio entre el niño que instiga el acoso y la víctima.
3. Como resultado se produce un contraste de sentimientos, entre el que indu-
ce el abuso y su víctima.
50
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Una burla o golpe ocasional no se considera acoso escolar, así como el maltra-
to del maestro hacia alumno tampoco lo es. Esta categoría aplica cuando una perso-
na o un grupo persistentemente maltrata física, verbal o psicológicamente a uno de
sus pares, haciendo valer su condición de superioridad, ya sea por edad, complexión
o estatus dentro del grupo, ocasionando daños emocionales, sociales y físicos a la
víctima. El acoso escolar siempre ha existido, pero en la actualidad es más intenso
por la frecuencia y los recursos empleados, además de que las consecuencias pue-
den ser devastadoras. Con frecuencia, este tipo de violencia pasa inadvertido porque
tiende a normalizarse y volverse parte de la cotidianidad de la escuela. Incluso algu-
nos adultos consideran que afrontar condiciones de violencia es parte del proceso de
socialización que tiene lugar en la escuela, lo cual trae benecios formativos para ni-
ños y niñas ya que mediante esa violencia se forja su carácter (Santoyo y Frías, 2014).
En los eventos de acoso no solo participan el agresor y la víctima, quienes pue-
den alternar indistintamente su posición frente a otros actores, pasando de víctima
a agresor o viceversa; también están presentes los observadores, los cuales pue-
den distinguirse como activo, pasivo, prosocial y espectador. El observador activo es
quien no violenta directamente, pero brinda ayuda al agresor; el observador pasivo
alienta al agresor abiertamente, refuerza su conducta al celebrar y respaldar la violen-
cia que este ejerce; el observador prosocial ayuda a la víctima, en tanto que el espec-
tador solo observa el acoso (Trianes, 2000).
Autores como Santoyo y Frías (2014), Huggin (2016) y Crespo (2019) coinciden
en señalar que el acoso escolar es un reejo de problemas socioculturales mayores,
y ya sea en ciudades o pueblos, o en escuelas públicas o privadas, se maniestan las
desigualdades sociales, los estigmas y el abuso de poder. Las relaciones desiguales,
determinadas por razón de etnia, género, identidad sexual y estrato socioeconómico,
favorecen la reproducción de conductas violentas que sostienen el orden social esta-
blecido (Santoyo y Frías, 2014).
Los acosadores suelen ser infantes que sufren violencia en casa, por lo cual
presentan problemas de impulsividad, ira, arrebatos de cólera, berrinches, despecho,
depresión, soberbia y, derivado de su inadaptación en el ámbito educativo, también
presentan un alto ausentismo escolar. Otros problemas relacionados son la baja auto-
estima y las pobres expectativas con respecto a su futuro. De tal forma, el acosador
tiende a ser extremamente violento consigo mismo y con los demás, lo cual puede
tener consecuencias radicales como la muerte del propio acosador o de la víctima
(Crespo, 2019).
El acoso escolar conlleva un profundo impacto en la salud mental de jóvenes e
infantes (Crespo, 2019), por ejemplo, quien ejerce la violencia sufre por lo que vive en
su esfera inter e intrapersonal y la víctima por el castigo emocional y físico del acosa-
dor (Huggin, 2016). Bajo ciertas circunstancias ambos actores se conectan: el agre-
sor encuentra a su víctima y esta se convierte en el blanco de ataques de una o más
personas, algo que no ocurre por casualidad. Huggin (2016) expone un componente
51
Acoso escolar
social fundamental para determinar la dirección de los actos violentos y en algún mo-
mento justicarlos: el estigma. En palabras de este autor, el acoso escolar opera en
torno a la marginación social; se excluye al que es diferente o es identicado como
perteneciente a un grupo marginal, entiéndase esto como todo aquel que carga un es-
tigma social por su etnia, color de piel, aspecto físico, estatus económico, identidad
sexual o por ser raro, es decir, por no hacer lo mismo que hacen los demás y por no
cuadrar con los patrones establecidos como normalidad. En este marco, el agresor
se asume como gura de poder a cargo de restablecer el orden, es decir, el uso de la
fuerza se justica con tal de hacer cumplir las normas de su comunidad y excluir a los
que ponen en peligro el orden social: los bellos deben liderar a la comunidad y el res-
to debe cumplir funciones de subalternos. De acuerdo con Huggin (2016), cuando un
individuo no comparte las características de la comunidad se presenta una respuesta
fuerte para excluir a ese individuo de obtener acceso a los bienes de la comunidad, in-
cluso hacia aquellos que inicialmente fueron aceptados, pero sufrieron algún cambio
como enfermedad, deformidad física, aumento de peso corporal o pérdida de ingre-
sos. En ese sentido, el estigma supone un permiso explícito para aislar a la persona.
Una vez que un infante es estigmatizado, él o ella quedan excluidos del grupo
y la única forma de pertenecer a este es en la periferia, así su reintegración es difícil
ya que implica una transformación de su ser (algunas veces radical), tal como modi-
car sustancialmente su apariencia física o condición económica, y en caso de que las
condiciones prevalezcan, el aislamiento social se vuelve jo y la persona estigmatiza-
da se vuelve más vulnerable al acoso del grupo. Con el n de mantener cierto equili-
brio grupal, se suele dirigir el castigo hacia una sola persona, convirtiéndole en chivo
expiatorio, lo que permite a la comunidad tener un blanco de ofensas al tiempo que
se ocupa al resto de estigmatizados en condiciones de subordinación para funciones
que benecian al grupo. Entre adultos, el castigo que acompaña a la estigmatización
va desde la negligencia benigna hasta la violencia y el asesinato. Entre niños y niñas
en edad escolar, la forma de expresar la violencia generalmente se atenúa (Huggin,
2016).
Dualidad del rol agresor/víctima
De acuerdo con los resultados de la investigación que fundamenta la presente
obra, existe un hallazgo a destacar, la variable observador de acoso escolar explica
que los actores sean agresores en escuelas de zona rural y víctimas en zona urba-
na, en ambos casos la variable es signicativa estadísticamente a un 95% de proba-
bilidad (ver apéndice 8 y 11). De tal forma, estar expuesto a la violencia incentiva el
ser víctima o agresor. De igual forma, la participación como agresor y víctima se ex-
plican mutuamente, se encontró una relación causal bidireccional entre ambas varia-
bles, siendo signicativas 95% de probabilidad en la muestra general (ver apéndices
3 y 4), en tanto que ser agresor, para la muestra de Metepec, se explica por ser vícti-
ma de acoso escolar (ver apéndice 7) y, para la muestra de Raíces y San Cristóbal, ser
víctima de acoso escolar se explica por ser agresor (ver apéndice 12).
52
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Al respecto, no puede perderse de vista que el acoso escolar se distingue por
la posición dinámica de los involucrados: quien violenta a unos también es violenta-
do por otros. Las víctimas/agresoras no necesariamente responden con el mismo tipo
de violencia y no suelen ejercer acoso hacia sus agresores, acometen contra otros
(Santoyo y Frías, 2014). El doble rol, víctima/agresor representa una forma común
de participar en el acoso escolar (Méndez y Cerezo, 2010). Cabe señalar que quie-
nes cumplen este rol exhiben pobre ajuste social, depresión e hiperactividad (Gini y
Pozzoli, 2013), además de ideación suicida incluso más que los que solamente son
víctimas (Borowsky et al., 2013), esto último será retomado más adelante en este ca-
pítulo.
La participación de los observadores −quienes cumplen diferentes funciones, ya
sea alentando, defendiendo o simplemente como espectadores (Trianes, 2000) debe
considerarse relevante dado que se presenta como condición predisponente para
transformarse en agresor o víctima. En este sentido, Cuevas y Marmolejo (2016) ree-
ren que la exposición constante de los menores a situaciones de agresión, en calidad
de observadores, daría como resultado tendencias posteriores hacia la evitación de la
agresión, su adopción como patrón relacional y/o la insensibilización hacia sus efec-
tos. En ese sentido, en la población estudiada se está adoptando la violencia como
patrón relacional.
De acuerdo con Cuevas y Marmolejo (2016) la violencia observada se convier-
te en parte de los repertorios conductuales, creencias, actitudes, valores y normas
sociales, que orientarán las relaciones interpersonales. De tal forma, al presenciar
un acto violento no lo replicas automáticamente, lo adicionas al resto de conduc-
tas observadas y queda en la memoria personal como una de las opciones a mano
para afrontar situaciones de conicto. Por supuesto que, al estar expuesto de mane-
ra constante a la violencia, esta alternativa se posicionará como la principal forma de
afrontar desacuerdos, amenazas o miedos, puesto que no se conocen otras vías de
solución, la gama de respuestas de una persona puede ser tan limitada que la única
opción conocida sea la violencia.
En ese orden de ideas, Padgett y Notar (2013) señalan que la reticencia de los
niños a intervenir ante situaciones de acoso escolar obedece a que los observadores
son incapaces de generar estrategias de respuesta apropiadas para dichas situacio-
nes. Esto puede comprenderse frente a observadores que no han conocido estrate-
gias no violentas de resolución de conictos ni en casa ni en la escuela; por lo tanto,
después de observar que el acoso escolar favorece para que el actor se convierta en
agresor y víctima se puede armar que estar expuesto a la violencia incentiva la par-
ticipación con el rol de agresor/víctima.
53
Acoso escolar
Satisfacción corporal y depresión. ¿Cómo se entrelazan en condiciones de
acoso escolar?
Al analizar la relación entre todas las categorías teóricas desplegadas a lo largo
de esta obra, sobresale el vínculo entre insatisfacción corporal, depresión y acoso es-
colar. La dimensión emocional vuelve a tener una fuerte presencia −más allá del plano
biológico que entraña la gordura− con lo cual se consolida la necesidad de entender
la obesidad como un problema de salud pública que se relaciona directamente con la
depresión y el acoso escolar.
El maltrato infantil es un factor que inuye en el desarrollo de trastornos psi-
quiátricos durante la juventud como la depresión, ansiedad, trastornos alimenticios,
obesidad e intentos de suicidio (Silverman, Reinherz y Giaconia, 1996; Braet, 2005;
Decaluwé, Braet y Fairburn, 2003; Gustafson y Sarwer, 2004; Grilo y Masheb, 2001;
Pine et al., 2001; Richardson et al., 2003). Esta situación adversa que ocurre durante
la infancia en el hogar tiene resonancia con lo que ocurre en las escuelas como con-
secuencia de un pasado plagado de violencia.
Como se explicó anteriormente, la autoestima del individuo se ve minada al no
corresponder con los estándares de belleza socialmente establecidos. De esta forma,
las personas que se consideran, o son consideradas en condición de gordura, experi-
mentan a su vez insatisfacción corporal. Ahora bien, lo que se ha logrado documentar
en esta obra es que la baja satisfacción corporal es un factor causal para ser víctima
de acoso escolar (ver apéndice 4).
El trabajo de Tobalino-López et al. (2017) demuestra que cuando existe acoso
escolar la autoestima baja. Así, entre las consecuencias del acoso escolar se observa
un impacto negativo sobre la percepción de sí mismo en las víctimas con presencia
de ideas sobre las limitaciones de su capacidad física, su debilidad o inutilidad para
afrontar dicultades y la auto-descalicación. El autoconcepto de quien sufre aco-
so escolar se altera en torno a su imagen corporal y su capacidad para afrontar con-
ictos como el que vive: ser víctima de burlas, difamaciones y/o maltrato en el centro
educativo.
De tal forma, la cadena de relaciones causales se engrosa al identicar que la
gordura produce insatisfacción corporal. Y aunque no es lo único que puede produ-
cir dicha insatisfacción, esta caracteriza el rol de víctimas de acoso escolar; además,
las víctimas y observadores maniestan señales depresivas. Así, no existe una rela-
ción directa entre ser gordo y al mismo tiempo víctima de acoso escolar, pero sí exis-
te una fuerte presencia de insatisfacción corporal entre quienes sufren de acoso, a lo
que debe agregarse que existe una fuerte relación entre síntomas de depresión y víc-
timas y observadores de acoso escolar; por lo tanto, el escenario que afronta una víc-
tima es sentirse insatisfecho con su cuerpo y, por consecuencia, deprimirse.
54
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Una persona que se encuentra insatisfecha con su cuerpo será propensa a pre-
sentar depresión. Esta relación ya ha sido previamente abordada, sin embargo, aho-
ra se suma la condición de víctima u observador del acoso escolar. El acoso escolar
ocasiona la presencia de síntomas depresivos en quienes son testigos de dicha vio-
lencia, aunque, en las víctimas la relación es más compleja. Existe una explicación
causal bidireccional entre depresión y ser víctima de acoso (ver apéndice 2 y 4), esto
es, una persona deprimida tenderá a ser victimizada en las escuelas, así como una
víctima de acoso tenderá a deprimirse. Este carácter bidireccional en la relación en-
tre depresión y sufrir acoso escolar no está del todo documentado, tal es el caso de
Tobalino-López et al. (2017) y Polo del Río et al. (2014), quienes mencionan que las
consecuencias del acoso escolar se observan en conductas como aislamiento, des-
gano, disminución de la comunicación verbal, rebeldía y descuido en sus tareas del
hogar y/o escolares, conducta alimentaria disminuida o aumentada, irritabilidad, an-
siedad, descontento y llanto; además de lo anterior también están los cambios emo-
cionales en la víctima, es decir, pasan de la rebeldía encolerizada a estados de tristeza
e incluso depresión. Esto ilustra que sufrir acoso escolar puede generar depresión,
entre otros malestares emocionales, no obstante, queda pendiente la explicación so-
bre cómo la depresión es una causa del acoso escolar. Así, ante esto se puede inferir
que una persona deprimida se coloca en una condición de indefensión ante los agre-
sores de su escuela. El individuo deprimido no es capaz de relacionarse asertivamen-
te con el resto, pues será estigmatizado por el grupo y eso lo llevará a ser víctima.
Asimismo, Polo del Río et al. (2014) señalan que entre los rasgos de personali-
dad que presenta la víctima destacan altos niveles de ansiedad e introversión −lo cual
coincide con lo que señalan Mendoza, Rojas y Barrera (2017), al encontrar que existe
mayor ansiedad en los que desempeñan el rol de víctima/agresor y de víctima−, a di-
ferencia de los no involucrados en bullying en quienes la ansiedad es inexistente. Lo
anterior resulta interesante, pues la depresión se explica por ser observador y no víc-
tima, ya que de acuerdo con los resultados obtenidos en el presente estudio esta re-
lación es signicativa estadísticamente con 90% de probabilidad (ver apéndice 2). De
tal forma, se cuenta con evidencia empírica para armar que observar el acoso te lle-
va a la depresión, así como se cuenta con referentes teóricos que indican que este
rol no genera ansiedad. Por tanto, el observador no experimenta ansiedad al saberse
fuera del acto violento, sin embargo, se deprime al saberse inmerso en ese ambiente.
Además, hay que recordar que ser observador es un factor causal de una participa-
ción como víctima o agresor del acoso escolar.
Pensamiento suicida y acoso escolar
Como pudo apreciarse en el apartado anterior, los agresores no muestran de-
presión ni insatisfacción corporal, no obstante se encontró que el pensamiento sui-
cida es explicado por la participación en el acoso escolar como agresores y el sexo
masculino con 90% de probabilidad de signicancia estadística (ver apéndice 13).
Esta condición pone a estos actores en condiciones igual de preocupantes que las
55
Acoso escolar
que viven los observadores y las víctimas, puesto que, aun sin manifestar depresión,
en el imaginario del agresor se traza la posibilidad de cometer el acto suicida.
Este hallazgo rompe con la obviedad del fenómeno: cualquiera podría pensar
que el pensamiento suicida es consecuencia de ser víctima de acoso escolar como lo
han documentado diversos autores (Tobalino-López et al., 2017; Palacio-Chavarriaga,
Rodríguez-Marín y Gallego-Henao, 2019; Morfín, 2015; Romo y Kelvin, 2016). En ese
sentido, se ha dicho que la destrucción de la autoestima del niño o niña acosada pue-
de progresar con gravedad hasta la idea de quitarse la vida (Tobalino-López et al.,
2017; Morfín, 2015). El suicidio se presenta como una posibilidad de huida de la si-
tuación cuando el infante no se siente escuchado y orientado por alguien de conan-
za, ya sea en casa o en la escuela. Esta condición se vuelve crítica cuando el niño o
niña no encuentran el signicado que tiene la vida en los momentos más adversos
(Palacio-Chavarriaga, Rodríguez-Marín y Gallego-Henao, 2019). Romo y Kelvin (2016)
van más allá de la ideación suicida, en su estudio observaron que las víctimas por in-
timidación, además del comportamiento suicida, maniestan otros comportamientos
nocivos para el bienestar personal como fumar, ingerir bebidas alcohólicas, involu-
crarse en peleas físicas, tener relaciones sexuales sin protección y, por supuesto, un
alto ausentismo escolar.
Por otro lado, Tobalino-López et al. (2017) observaron que en los agresores se
descubre una gran necesidad de afecto que tratan de compensar procurando reco-
nocimiento social mediante el poder de la fuerza física, así, también sienten la nece-
sidad de descalicar los comportamientos de los otros, ya sea porque maniestan
rasgos que a ellos les censuran o porque carecen de estos. De tal forma, el agresor
también sufre, seguramente el origen de esto se encuentra fuera del ámbito escolar,
sin embargo, en este estudio no se cuenta con datos para armarlo, solo inferirlo. La
presencia de pensamientos suicidas en los agresores de acoso escolar los podría po-
sicionar como víctimas de otro tipo de violencia: violencia intrafamiliar, violencia se-
xual o ciber violencia.
Los datos encontrados en este estudio sobre depresión se deben recuperar
para ampliar la comprensión del pensamiento suicida. Los infantes que reeren ras-
gos depresivos, aunque sea en niveles bajos, muestran como factores causales de
dicha condición el que se consideran y son considerados con gordura, son víctimas
de acoso escolar y maniestan pensamientos suicidas al ser estadísticamente signi-
cativas (ver apéndice 2). Tal como lo plantean Romo y Kelvin (2016), la asociación del
acoso escolar con la ideación y el comportamiento suicida podría estar mediada por
la depresión, lo cual corresponde parcialmente con los resultados del presente estu-
dio: ser víctima explica la depresión y ésta explica el pensamiento suicida, mientras
que ser agresor no es un factor causal de rasgos depresivos, pero sí de pensamiento
suicida (ver apéndices 2 y 13). Al respecto, puede entenderse que hay dos caminos
para llegar al pensamiento suicida: el primero es cuando participan en el acoso esco-
lar como agresor; el segundo es cuando se conciben con gordura, presentan sínto-
56
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
mas depresivos y son víctimas de acoso. No obstante, en este estudio no se encontró
que ser víctima de acoso escolar ocasione directamente pensamientos suicidas.
Al hacer un análisis estadístico del comportamiento de la variable agresor en
relación con el grado escolar, se observó que este rol no cambia en tanto se avan-
za de grado escolar. La variable agresor está explicada por las variables observador
y víctima con una signicancia estadística de 95% (ver apéndice 3), lo cual suma a
la falta de consenso entre diversos estudios. En estos se encuentran resultados con-
trarios como el de Nansel et al. (2001) quienes señalan que el número de agresores
tiende a disminuir al avanzar en el nivel de formación académica, mientras que Ávila-
Toscano et al. (2010) encontraron que la edad no tiene una relación signicativa con
la condición de agresor. Por supuesto, habrá que considerar las particularidades de la
población estudiantil en cuestión, es decir, la diferencia de grado es mínima y sus ca-
racterísticas pueden traducirse en formas distintas de ejercer la violencia, además de
que al crecer se pueden desarrollar recursos que aminoren el impacto de la violencia.
Al elaborar el perl del sujeto típico de la muestra estudiada en torno a cuatro
variables: agresor, víctima, observador y depresión, se registra que el puntaje prome-
dio de agresor es 1.4, víctima 1.4, observador 1.7 y depresión 10.5. Esto maniesta
que las tres variables que miden el acoso escolar (agresor, víctima y observador) os-
cilan entre el valor nunca (1) y casi nunca (2), reriendo baja percepción del acoso es-
colar entre los participantes; en tanto que la depresión se ubica por debajo de los 19
puntos, valor que representa el mínimo para prescribir que existe depresión. En sínte-
sis, los puntajes promedio de la muestra reejan una baja percepción de acoso esco-
lar y bajos niveles de rasgos depresivos. Con base en este perl se procedió a estimar
la probabilidad de que un sujeto cualquiera de esta muestra presente pensamiento
suicida. Los resultados son preocupantes, debido a que al incorporar la variable soy
gordito, la probabilidad de que presente pensamiento suicida sin considerar llevarlo
a cabo es de 86.34 para hombres y 77.34 para mujeres, mientras que la probabilidad
de que presente pensamiento suicida y considere llevarlo a cabo es de 99.11 para
hombres y 98.35 para mujeres (ver apéndices 15 y 16). Si a esto se suma la variable
satisfacción corporal, los resultados no son afectados signicativamente (ver apéndi-
ces 15 y 16) porque los valores obtenidos son similares con o sin la presencia de este
componente. En cambio, se puede apreciar un incremento en la probabilidad cuando
el valor de la variable víctima es mayor al de la variable agresor al pasar de 97.86%
a 99.13% en hombres y de 96.11% a 98.4% en las mujeres (ver apéndices 15 y 16).
Lo anterior implica que la autopercepción de gordura incide considerablemente
en el desarrollo de pensamiento suicida, sin necesidad de presentar valores altos de
depresión o de intensa participación en algún rol del acoso escolar, asimismo, apa-
rece el rol de víctima como un elemento que incrementa la probabilidad de presencia
del pensamiento suicida. Además, ser hombre representa otro factor signicativo para
referir pensamientos suicidas, a diferencia de lo que se ha documentado en estudios
previos puesto que estos suelen tener mayor presencia entre mujeres. El hecho de
que la satisfacción corporal no tenga un impacto notable en la probabilidad de tener
57
Acoso escolar
pensamientos suicidas y la autopercepción de gordura, sí lleva a pensar que los otros
ejercen mucha presión sobre el propio bienestar emocional. El estar satisfecho con tu
cuerpo es una experiencia subjetiva, ya que es un estado contigo mismo; considerar-
te gordo conlleva la comparación intersubjetiva, porque existe un ideal corporal que
determina los estándares de contraste. Como se dijo en el primer capítulo, la noción
de gordura se construye socialmente y se interioriza. Por tanto, podría inferirse que al
concebirte dentro de una categoría social que es discriminada y repudiada: gordos y
gordas, el sujeto se coloca en una posición de minusvalía social y así queda expues-
to a experimentar pensamientos suicidas. Vale resaltar que la probabilidad de que ta-
les pensamientos estén presentes y se contemple la posibilidad de llevarlos a cabo es
mayor que cuando no se considera la culminación del acto suicida.
Por otra parte, es digno de destacar la incidencia del sexo sobre el pensamien-
to suicida. Los hombres obtienen probabilidades más altas en todos los perles esti-
mados y esto puede servir como punto de partida para una futura discusión sobre el
comportamiento suicida infantil. Como se pudo apreciar en el capítulo anterior, la ma-
yoría de los estudios con adolescentes y adultos han encontrado que la consumación
del suicidio es mayor en los hombres y el pensamiento e intento suicida en las muje-
res. Así, los resultados de este estudio apuntan una dirección distinta que abre dos
líneas a explorar en futuras investigaciones: a) el comportamiento suicida tiene patro-
nes distintos durante la infancia y b) el pensamiento suicida de niños varones es un in-
dicador de alta probabilidad de consumación del acto cuando crezca.
Es necesario enfatizar que la existencia de pensamiento suicida no debe enten-
derse como una certeza de que el suicidio se consumará, antes habrá que recordar el
contenido previamente revisado sobre este tipo de comportamiento. Esto representa
un estado real en el que el infante tiene en la mente la idea de quitarse la vida, con o
sin intención de llevarlo a cabo. En ese sentido, cabe recordar los síntomas de alarma
que permiten a los padres y docentes advertir condiciones de riesgo, entre los cuales
destacan los siguientes: dejan de jugar, optan por callar y sufrir en soledad, tienen al-
teraciones de sueño, presentan terrores nocturnos, muestran conductas autolesivas
(como golpes o rascado compulsivo), sufren accidentes domésticos reiterados, lla-
man la atención de manera negativa, tienen bajo rendimiento escolar, muestran con-
ductas regresivas y problemas en la concentración y atención. En algunos casos,
cuando no se recibe el soporte emocional y social adecuado, es que se toman me-
didas extremas como quitarse la vida (Morfín, 2015; Palacio-Chavarriaga, Rodríguez-
Marín y Gallego-Henao, 2019).
Si bien la asociación entre acoso escolar y pensamiento suicida no es una con-
dición universal, debe considerarse como un factor de riesgo potencial presente no
solo en las escuelas estudiadas, sino que puede estar presente en otras. Sobre todo
es importante tenerlo presente para que padres de familia, docentes y autoridades
educativas puedan implementar acciones que permitan identicar menores en condi-
ción de riesgo y, a su vez, canalizar a las instancias pertinentes.
58
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
Gordura y victimización por acoso escolar
Está claro que la obesidad es un problema de salud pública, por lo que ahora se
presentará la relación que tiene con el acoso escolar, a n de resaltar el carácter públi-
co de este tipo de violencia que, si bien se entiende como una prioridad en la agenda
pública y política, pareciera que ha sido reducido a un problema particular de los cen-
tros educativos, el cual tiene su origen y solución solo dentro de esta institución. En
ese sentido, es fundamental apreciar que la violencia y la obesidad tienen efectos im-
portantes en el aspecto físico, emocional y social del individuo. La obesidad en infan-
tes puede ser la causa de diversos tipos de agresión como el acoso escolar, mientras
que las consecuencias físicas de la violencia pueden tener implicaciones psicológicas
y manifestarse en conductas de riesgo que a su vez pueden propiciar problemas de
salud a largo plazo (López-Navarrete, Perea-Martínez y Loredo-Abdalá, 2008).
La obesidad ha sido identicada como una causa de ataques físicos, burlas
y ofensas por parte de compañeros de escuela e incluso por parte de miembros
de la familia (Swaye y Dermott, 2008; López y Pintor, 2015; Thompson et al., 2020;
Eisenberg, Neumark-Sztainer y Story, 2003; Janssen et al., 2004; Neumark-Sztainer
et al., 2002; Pearce, Boergers y Prinstein, 2002; Stevelos, 2011; Bacchini et al., 2015;
Salazar, Salazar y Pérez, 2015; Liria, 2012). De acuerdo con Bacchini et al. (2015), el
tipo de acoso más frecuente hacia niñas y niños obesos es mediante ofensas y bur-
las, así, entre niños la violencia verbal es característica, a diferencia de las niñas, quie-
nes sufren más actos de violencia física. Contrario a esto, Morales, Grineski y Collins
(2019) identicaron que el efecto protector del género se extiende a las niñas obesas
contra el acoso físico yno contra el verbal ni relacional.
Los niños y adolescentes que son acosados tienden a evitar la escuela o los
patios de juegos, lo que disminuye la calidad de sus experiencias educativas y re-
creativas, incluso pueden tener pensamientos suicidas y concretar el acto suicida
(Stevelos, 2011). Al respecto, García-Continente et al. (2013) agregan que las víctimas
se asociaron con sobrepeso u obesidad y experimentaron depresión; por su parte, los
agresores con conductas antisociales sin tener sobrepeso y las víctimas/agresores
eran más propensos al sobrepeso y desequilibrio emocional.
El efecto de la obesidad como causal de acoso escolar opera desde el preesco-
lar (Morales, Grineski y Collins, 2019) hasta la adolescencia (Bacchini et al., 2015). No
obstante, a lo largo del tiempo las experiencias de acoso infantil pueden aumentar el
riesgo de problemas de salud, también el aumento de peso y la obesidad; esto impli-
ca que las experiencias de intimidación basadas en el peso extendidas desde la infan-
cia hasta la adolescencia estarán relacionadas con problemas psicosociales, incluida
una menor motivación para la actividad física, una mayor evitación y estrategias de
afrontamiento emocional, baja autoestima y problemas académicos (Thompson et al.,
2020).
59
Acoso escolar
Además de la violencia sufrida a causa de la obesidad, se suma la exclusión so-
cial. En el estudio de Bolzan, Roese y Sidegum (2017), los adolescentes obesos con-
sideraron que durante la infancia sufrieron más acoso y se sintieron más excluidos
que en la adolescencia, debido a que la obesidad se signica socialmente como algo
indeseado y conlleva estigmas, discriminación y prejuicios, que se acentúan en una
etapa de desarrollo en la que se vuelve trascendental la pertenencia y reconocimiento
por parte de los pares. Y aun cuando eran excluidos por su obesidad, el acoso esco-
lar no les impedía hacer nuevos amigos y mantener sus relaciones afectivas y socia-
les. Esto último es coincidente con lo señalado por Bolzan, Roese y Sidegum (2017):
los adolescentes obesos no se ven impedidos para hacer nuevos amigos y mantener
sus relaciones emocionales y sociales, aunque se sienten incómodos en las relacio-
nes sociales y las vivan con sufrimiento, de tal los adolescentes consideraron que la
intimidación no los excluye socialmente. Esto exhibe que se pueden establecer rela-
ciones interpersonales graticantes a pesar de sufrir acoso escolar y tener obesidad.
Las relaciones interpersonales de niños y niñas operan en el marco de una ins-
titución educativa que puede ser entendida como micro sociedad en donde están
presentes variables sociodemográcas que conguran condiciones particulares del
ejercicio de poder. El estrato socioeconómico, la raza, el género y el lugar de residen-
cia se suman al efecto que puede causar la imagen corporal para denir la posición
que se tiene dentro de esa micro sociedad. Investigaciones como las de Levandoski
y Cardoso (2013), Crandall (1994) y Crosnoe, Frank y Mueller (2008) encontraron que
la raza y el sobrepeso/obesidad inuyen para que las personas sean incluidas en gru-
pos con baja jerarquía y estatus social.
Levandoski y Cardoso (2013) no encontraron relación entre el nivel socioeconó-
mico y el acoso escolar, a diferencia de Santoyo y Frías (2014) quienes señalan que al
aumentar el nivel socioeconómico disminuye el porcentaje de víctimas y se incremen-
ta el de víctimas/agresoras, en tanto que el porcentaje de agresores se reduce en los
estratos inferiores y tiende a crecer en los estratos superiores. Independientemente
de que el nivel socioeconómico represente o no una causa del acoso escolar, se ob-
serva que ser víctima de acoso escolar concluye en tener una posición de estatus más
bajo (Levandoski y Cardoso, 2013; Boulton y Smith, 1994), lo cual a su vez genera es-
trés (Ostberg, 2003) y una salud autovalorada más baja en la edad adulta (Ostberg y
Modin, 2008).
Por otro lado, Mendoza, Cervantes y Pedroza (2016) observaron diferencias en
el acoso entre escuelas rurales y urbanas. En las últimas se usa más la agresión gra-
ve y en las rurales la exclusión, además los alumnos en el contexto urbano están más
dispuestos a solicitar ayuda que los del entorno rural. Algo similar reeren Santoyo y
Frías (2014), esto es, los y las estudiantes de escuelas urbanas tienen mayor riesgo
de estar involucrados en acoso que los de zonas rurales o comunidades pequeñas.
Asimismo, un mayor porcentaje de estudiantes hablantes de lengua indígena y estu-
diantes que trabajan son víctimas de acoso, y el porcentaje de víctimas y de víctimas/
agresoras es mayor en el turno matutino.
60
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
En cuanto al género y acoso escolar, Bacchini et al. (2015) plantean la hipótesis
de que el estigma hacia la obesidad está más interiorizado entre las mujeres debido
a la prevalencia de un prototipo de belleza (mujer delgada) representado en los me-
dios de comunicación, lo cual conlleva que aquellas que no corresponden a esa gura
construyan una autoimagen negativa y con eso se reduzcan los recursos psicológicos
que favorecen una respuesta asertiva a la victimización. En este sentido, Mendoza,
Cervantes y Pedroza (2016) señalan que los varones participan más que las mujeres
en episodios de acoso escolar mediante agresión directa (golpear, insultar, usar ar-
mas), mientras que las mujeres son las que exhiben más agresión relacional (hablar
mal de otros, esparcir rumores maliciosos entre otros). Otra diferencia que encontra-
ron fue en cuanto al contexto, las mujeres en escuelas rurales se encuentran en mayor
probabilidad de no involucrarse en situaciones de acoso escolar y los hombres tienen
más probabilidad de hacerlo, sin embargo, el rol de participación no se relaciona con
ser hombre o mujer, porque en los contextos urbano y rural ambos sexos se encuen-
tran en igual riesgo de participar como víctimas o agresores.
En general, la presencia conjunta de diferencias sociales, culturales y económi-
cas entre los miembros de un centro escolar pone en videncia que estas instituciones
son un espacio de socialización violento que se encargan de entretejer y mantener las
relaciones desiguales de poder. Así, las instituciones educativas tienen un papel im-
portante en el sostenimiento de las desigualdades sociales (Santoyo y Frías, 2014).
Agresores y gordura
Se puede encontrar una relación inversa entre peso corporal y acoso esco-
lar. Los niños son a menudo víctimas de acoso físico si son físicamentemás débiles
(Olweus, 1994). En ese caso la delgadez se puede signicar como debilidad y la cor-
pulencia como fuerza. Al respecto, Butamanco et al. (2017) encontraron que los es-
tudiantes con un IMC bajo la media eran más propensos a ser víctimas de bullying,
mientras que los agresores presentaban un IMC mayor. En ese mismo sentido se pro-
nuncia Bjokquist (1994) al mencionar que los infantes y adolescentes con sobrepeso
y obesidad son más propensos a ser perpetradores de acoso escolar que sus pares
de peso promedio. En tanto que Grifths et al. (2006) identican que puede existir una
diferencia por género en torno al peso corporal como factor predictivo sobre la parti-
cipación en el acoso escolar. Los niños obesos pueden ser víctimas y agresores, y las
niñas obesas tienen más probabilidades de ser víctimas. De acuerdo con esta investi-
gación, ser obesos antes de la pubertad puede dotarlos de dominio físico, a través de
una mayor fuerza y eso conlleva popularidad entre sus compañeros. En las niñas, la
obesidad y la fuerza física no representan una ventaja, ya que el acoso entre mujeres
suele ser mediante insultos; por tanto, es más probable que sean víctimas. Las ado-
lescentes obesas tienen menos probabilidades de salir y participar en relaciones ro-
mánticas, no así los adolescentes obesos. Además, el dominio de las niñas con bajo
peso se explica por la mayor probabilidad de tener una clase social más alta, lo que
61
Acoso escolar
sugiere que la obesidad en los varones puede ser menos desventajosa (Grifths et al.,
2006).
En consonancia con los últimos estudios citados, en esta investigación se en-
contró que ser considerado gordo no es un factor causal de ser víctima de acoso es-
colar, y las variables que explican el fenómeno son ser agresor y la depresión con 95%
de signicancia estadística (ver apéndice 4). Lo anterior plantea una condición distin-
tiva del acoso escolar en la población estudiada: la gordura no es causa directa del
acoso escolar. De tal forma, si recordamos que el acoso escolar es un tipo especí-
co de agresión que opera en el marco de un desequilibrio de poder entre los agreso-
res y las víctimas (Bacchini et al., 2015), el estigma de la gordura parece no vulnerar
a los y las infantes.
Es importante tener en cuenta que en el presente estudio no puede armar-
se que los participantes sean o no obesos; la clave es que se supongan a sí mismos
como tales o que los demás los consideren gordos o gordas. Por ende, la relación en-
contrada reere una experiencia psicológica alrededor de la apariencia física (Cash,
2004), según la cual la imagen corporal corresponde a una persona delgada o gorda;
sin embargo, Tavares et al. (2010) enfatizan que en dicha imagen inuye la forma en
que nuestro cuerpo se nos aparece, es decir, implica una autoevaluación de la ima-
gen física percibida que puede estar distorsionada por factores psicológicos y emo-
cionales del propio sujeto. Por ejemplo, Gardner, Friedman y Jackson (1999) reeren
que en un estudio con niños de entre 6 y 13 años, las niñas presentaron una constan-
te discrepancia en relación con los niños entre su imagen corporal percibida e ideal.
En tanto que, Lunde, Frise y Hwang (2006) encontraron que las niñas y los niños víc-
timas de acoso escolar están descontentos con su apariencia corporal, aun así, entre
las niñas existe la tendencia a creer que la imagen corporal que tienen de sí mismas
es diferente a la que sus compañeros tienen de ellas. En ambos estudios es evidente
el peso de las construcciones sociales de género, lo cual compromete más la expe-
riencia de satisfacción corporal de las mujeres. No obstante, en esta investigación no
se registraron diferencias por sexo, sino que los factores que podrían estar en el fon-
do de la construcción de la imagen corporal corresponden al entorno familiar, como
se verá más adelante.
Levandoski y Cardoso (2013) encontraron que 34.6% de las víctimas, 37.5%
de los agresores/víctimas y 50.0% de los agresores están satisfechos con su ima-
gen corporal. En cuanto a lo que genera la insatisfacción, a las víctimas como a los
agresores / víctimas les gustaría ser físicamente más grandes. Para los adolescentes,
el cuerpo masculino ideal es musculoso, por lo que un cuerpo delgado genera des-
contento y actitudes de cambio (Labre, 2002; Verplanken y Velsvik, 2008). Asimismo,
aquellos que no se involucran en el acoso rechazan relacionarse con estudiantes vic-
timizados y abusivos, sin embargo, en una relación de preferencia optarían por con-
vivir con estudiantes abusivos, conforme a lo expuesto por Cerezo y Ato (2005), en
tanto que Martins (2005) reere que existen contextos sociales en los que los agreso-
62
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
res pueden no ser valorados por el resto del grupo. Así, la atracción o repulsión hacia
los agresores dependerá del contexto y el miedo de convertirse en la próxima víctima.
Ahora bien, la posición social es determinante en la calidad de las relaciones in-
terpersonales y las características del cuerpo tienen un valor signicativo como mar-
cador de la posición de los individuos. Tener un cuerpo bello favorece el éxito en las
relaciones interpersonales, mientras que un cuerpo obeso provoca dicultades en las
relaciones con amigos y compañeros, así como en las experiencias de amor (Crosnoe
et al., 2008; Levandoski y Cardoso, 2013); por lo tanto, los estudiantes que a la vis-
ta de sus compañeros cuentan con popularidad, pueden demostrar su poder para in-
timidar a sus compañeros de clase mediante actos violentos (Vaillancourt y Hymel,
2006).
No hay que olvidar que la posición en los procesos de violencia es dinámica,
esto es, el agresor también puede ser víctima, por lo tanto la lectura de los hallazgos
no debe simplicarse. El agresor puede convertirse en agresor/víctima, de modo que
eso ayudaría a comprender que el rol como agresor sea explicado por no ser consi-
derado gordo, mientras que para las víctimas no es relevante ser considerado gordo
o delgado. Así, no es que la gordura esté presente en la víctima y ausente en el agre-
sor, lo que ocurre es que la percepción del actor está vinculada al poder que detenta.
Los individuos que ejercen un doble rol de víctima/agresor maniestan un pa-
trón de comportamiento activo-agresivo y pasivo-ansioso, posicionándolos en mayor
riesgo de problemas de conducta y psiquiátricos debido a sus graves problemas de
regulación emocional. Por otro lado, en la mayoría de los infantes obesos se encuen-
tran problemas de comportamiento, emocionales para establecer relaciones positi-
vas con sus pares (Bacchini et al., 2015). A esto hay que agregar que el débil no solo
es la víctima, también es el agresor, toda vez que su fragilidad interior emplea el ata-
que como mecanismo de defensa (López y Pintor, 2015). Así, el patrón activo-agresivo
prevalece en niños con obesidad severa, quienes, entre sus problemas para vincular-
se con los otros, ejercen el rol víctima/agresor (Bacchini et al., 2015).
La familia ante el acoso escolar y la salud alimentaria
El papel de la familia parece ser trascendental, más allá de la condición socioe-
conómica o el tipo de comunidad en que el niño o la niña vivan, es decir, los padres
o responsables de la crianza inuyen mediante los preceptos morales y cívicos que
promueven y ponen en práctica. Por consiguiente, la crianza es crucial en el desarro-
llo social, emocional y moral de los niños. De acuerdo con Bandura (1991), los padres
enseñan estándares morales a sus hijos guiando su comportamiento y explicando los
estándares de conducta que se consideran apropiados. Hoffman (2000) propuso que
la disciplina inductiva, que consiste en razonar sobre comportamientos moralmente
deseables e indeseables, se usa a menudo para enseñar valores morales parentales,
de tal forma las inducciones de los padres se relacionan con los niveles de empatía y
63
Acoso escolar
comportamiento prosocial de los niños, así lo reeren Zych et al. (2019). Estos auto-
res mostraron que existen ciertas características familiares que protegen a los jóvenes
contra el acoso escolar y cibernético como el ambiente hogareño positivo, la interac-
ción con los padres, la supervisión, la calidez, el apoyo y la comunicación, no obstan-
te, los propios autores reconocen que el papel de estos componentes estructurales
de la familia debe complementarse con el análisis de la dinámica familiar para profun-
dizar en el papel de los padres como educadores activos contra el acoso.
Cuando el estilo de crianza desatiende los estándares morales, el resultado es lo
opuesto al ideal de comportamiento prosocial, los menores quedan expuestos a una
inducción de desconexión moral. Las omisiones directas o indirectas de los padres
de familia favorecen la desconexión moral de los niños y las bajas emociones mora-
les, lo cual se relaciona con una alta participación en el acoso escolar y el ciberacoso
(Zych et al., 2019). Al respecto, vale precisar que las emociones morales, de acuerdo
con Haidt (2003) se denen como respuestas emocionales a comportamientos rela-
cionados con valores que fomentan acciones morales.
Cuando los comportamientos son coherentes con los valores morales per-
sonales y sociales, las personas tienden a sentirse orgullosas y satisfechas, lo que
aumenta la probabilidad de futuros comportamientos deseables. Ahora bien, si los
comportamientos transgreden los valores morales personales y sociales, las perso-
nas tienden a sentirse culpables y avergonzadas, por lo que disminuye la probabilidad
de comportamientos indeseables futuros y aumenta la disposición a reparar el daño
(Tangney, 1991). Sin embargo, parece que los acosadores encuentran razones que
justiquen sus actos inmorales y los hagan sentir menos emociones morales relacio-
nadas con sus transgresiones, así, el agresor persiste en la intimidación mientras que
las víctimas asumen las razones que justican las transgresiones que sufren y acep-
tan la repetición de los actos violentos. A esto hay que agregar la justicación de las
transgresiones por parte de los padres, lo cual favorece la desconexión moral del jo-
ven con respecto a sus comportamientos agresivos (Zych et al., 2019). Lo anterior lle-
va al desacoplamiento moral que es un conjunto de mecanismos cognitivos utilizados
como herramienta para justicar las transgresiones morales y desconectar los senti-
mientos de culpa, vergüenza y remordimiento (Bandura et al., 1996).
El comportamiento agresivo injusticado siempre va en contra de los valores
personales e institucionales promovidos en las escuelas. De tal forma, se esperaría
que una respuesta contundente de rechazo provoque emociones morales que desa-
lienten la violencia: vergüenza, remordimiento o culpa. No obstante, en ocasiones los
agresores se sienten orgullosos o indiferentes con respecto a la forma en que tratan
a sus pares (Menesini and Camodeca, 2008). Al respecto, Gini (2006) y Gini, Pozzoli y
Hauser (2011) sugieren que los agresores muestran un razonamiento moral adecua-
do y una comprensión de los valores morales, rompiendo así con la lógica esperada
para valorar el acoso escolar. Ante esto, parece que la falta de empatía tiene que ver
con la reproducción del status quo y la justicación que los padres hacen de la des-
conexión moral de sus hijos o hijas. Así, la perpetración de acoso escolar sería moral-
64
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
mente aceptable debido a que los padres preeren que sus hijos sean los agresores
y no las víctimas, eso genera que no haya una recriminación de la violencia y que se
envíe la señal de que el otro no debe ser visto como un igual, es mejor someterlo que
ser sometido. En una sociedad en la que no existe una educación para la paz, las úni-
cas opciones para la resolución de un problema son ganar o perder, de modo que si
es necesario violentar a otro para lo primero, entonces la violencia se valida, incluso
se celebra, entonces, una vez justicado por primera vez este tipo de comportamien-
to se abre la posibilidad de continuar haciéndolo hasta convertirse en acosadores y
más adelante emplear la violencia como el recurso más fructífero para alcanzar obje-
tivos y satisfacer deseos.
Como puede observarse, el papel de los padres y cuidadores es fundamental
para formar en niños y niñas ciudadanos que establecen relaciones interpersonales
sanas y pacícas. De igual manera, los padres y cuidadores tienen una alta responsa-
bilidad en la educación alimentaria y la satisfacción corporal de los y las infantes. El
vínculo anteriormente expuesto entre acoso escolar y obesidad se extiende a la vio-
lencia en general. Las personas que sufren algún tipo de maltrato o disfunción fami-
liar tienen un riesgo mayor de presentar obesidad (Felitti et al., 1998). De tal forma, la
violencia en el hogar puede derivar en obesidad, pero también la familia inuirá en la
manera en que se viva esa obesidad. Asimismo, se dijo previamente que la sociedad
estigmatiza a los obesos, excluyendo y vulnerándolos por su condición. Ahora bien,
ser obeso y víctima de acoso escolar representa una doble condición de exclusión
y vulnerabilidad. La violencia genera una reacción de cobardía, una actitud de abati-
miento y desánimo, ocasionada por miedo. Ser víctima de acoso escolar mina el au-
toconcepto y la conanza en sí mismo, así como la percepción de seguridad en su
contexto, dado que el entorno inmediato, la familia, determina en gran medida la au-
tovalía y el sistema de creencias acerca del mundo que habita (López y Pintor, 2015).
El que una persona sea gordo o gorda puede derivar en que sea acosada y sien-
ta vergüenza, porque piensa que algo está mal con él o ella y eso se estructura cog-
nitivamente como un argumento que justica el maltrato. No obstante reconocer esa
ignominia conlleva a asumir públicamente su condición de inferioridad ante el otro,
por lo que es común mantenerla en silencio, aunque eso lleve a experimentar des-
esperanza ante la pérdida de autoestima y la degradación de la imagen de sí mismo
(López y Pintor, 2015). La vergüenza se intensica cuando la persona no encuentra en
el núcleo familiar alguien con quien establecer una conexión emocional, que le brinde
la conanza y protección que requiere. Inclusive, el origen de la vergüenza puede es-
tar en la familia, ya sea que en el hogar la violenten haciéndole pasar malos momen-
tos por las burlas y ofensas en relación con su gordura, o porque en ese entorno no
se han promovido capacidades autorreguladoras para afrontar la humillación y recon-
gurar la imagen de sí mismo. Este tipo de familias se caracterizan por la ausencia de
comunicación, es decir, no comparten emociones, deseos y preocupaciones; los pa-
dres no reconocen los éxitos y virtudes de sus hijos o hijas y antes están el menospre-
cio y las burlas; existe un excesivo control parental que impide a los menores poner
a prueba sus destrezas y talentos, así como desarrollar su capacidad de autogestión
65
Acoso escolar
emocional; la desconexión moral y emocional entre los miembros de la familia provo-
can que la empatía esté ausente; los menores terminan por abandonar sus deseos e
intereses y dudar de las capacidades propias (López y Pintor, 2015).
Después de una jornada escolar, el niño o niña puede llegar a su hogar o con-
tento por haber jugado y aprendido cosas o triste por las burlas y ofensas que sufrió;
reciben un abrazo y muestras de cariño o son violentados e ignorados nuevamente;
platican sobre lo ocurrido durante el día o se ensimisman ante el silencio y la exclu-
sión; se sienten en un espacio seguro y graticante o prevalece el miedo y la incerti-
dumbre; vislumbran un futuro en el que es posible cumplir sus deseos y proyectos o
prepondera la desesperanza y el sentimiento de derrota. En atención a lo anterior, la
familia estará presente o no en la formación de los hijos e hijas y eso se manifestará
en la contención o desarrollo de los problemas aquí analizados.
67
Conclusiones
Después de este recorrido se podrían resumir los hallazgos en torno a relaciones cau-
sales de la siguiente manera. Primero hay que resaltar la importancia que tiene el otro
sobre la construcción subjetiva de la imagen corporal. Se encontró que ser conside-
rado gordo explica que uno mismo se considere gordo, de modo que el peso corpo-
ral o el IMC no tienen tanta relevancia como la mirada de los pares y de la familia. Una
persona puede sentirse gorda sin conocer cuál es su IMC o sin que un médico le diag-
nostique obesidad o sobrepeso, además, una persona puede estar satisfecha con su
cuerpo y al mismo tiempo considerarse con gordura. Todo esto obedecería a que so-
cialmente se establecen los estándares del cuerpo ideal, así queda relegada la subje-
tividad. Al verse al espejo, el sujeto se ve a sí mismo en contraste con el prototipo de
belleza y delgadez, al mismo tiempo que escucha la voz de los otros que le caracte-
rizan como delgado o gordo.
Por otra parte, en la población estudiada no se encontró una relación directa en-
tre la gordura y el acoso escolar, a diferencia de otras investigaciones que documen-
tan la victimización de los alumnos con sobrepeso u obesidad. Lo que sí se encontró
fue una triangulación de fenómenos que tiene en el centro a la depresión, en un ex-
tremo ser considerado gordo y en otro ser víctima de acoso escolar. De tal forma, ser
considerado con gordura provoca autopercibirse con gordura y esto conlleva la apa-
rición de síntomas depresivos que, a su vez, inducen a ser víctima de acoso escolar
y tener pensamientos suicidas, al mismo tiempo que las señales de depresión oca-
sionan autopercibirse con gordura y los pensamientos suicidas igualmente generan
indicios de depresión. Así, la dimensión emocional en el ámbito educativo se posicio-
na en primer plano. El malestar emocional no solo genera estados de depresión, sino
que también favorece el ejercicio de violencia contra los que se encuentran con un
bajo estado de ánimo y, lo más delicado, esto favorece la presencia de pensamien-
tos suicidas.
Al respecto, es importante recordar que aunque no se observó una presencia
signicativa de depresión entre los participantes del estudio, se registró la existen-
cia de pensamientos suicidas, los cuales son explicados por la participación en el
acoso escolar como agresores, los rasgos depresivos y ser hombre. En cuanto a las
víctimas, se observó que la baja satisfacción corporal y los rasgos depresivos son fac-
tores causales de este rol, en tanto que los síntomas depresivos son consecuencia
de ser víctima de acoso. De tal forma, el acoso escolar sí es una causa del comporta-
68
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
miento suicida, directamente en el caso de los agresores y mediada por la depresión
en el caso de las víctimas.
La imagen corporal que el sujeto construye de sí mismo inuye en la presencia
del acoso escolar, la depresión y el comportamiento suicida, evidenciando el males-
tar social y emocional que puede experimentar un niño o niña que no corresponde al
ideal estético de belleza, así como también se aprecia la sobrevaloración que existe
en torno al cuerpo y el olvido de los lazos comunitarios que permitían al individuo sen-
tirse parte de algo mayor y vivir cobijado por el grupo.
En lo tocante a la obesidad, las políticas prohibitivas implementadas (limitar la
venta de bebidas azucaradas, frituras, pastelillos, etcétera) parecen una broma o una
forma simplista de aparentar que las autoridades educativas y sanitarias de México
están haciendo algo para prevenirla. Y aunque no se venda comida chatarra en las
tiendas escolares, las loncheras que se envían desde el hogar suelen estar repletas
de esos alimentos procesados. Ahora bien, a pesar de que en ocasiones se sancio-
ne a los adultos que proveen de esos productos a sus hijos e hijas, queda abierta la
posibilidad de proveer a sus hijos de un atole y un tamal antes de entrar a la escuela,
alimentos con la misma cantidad de calorías, grasas y azúcares de los productos ali-
menticios prohibidos.
En cuanto a los roles de participación en el acoso escolar, se encontró que ser
observador explica la participación como agresor y que los roles de víctima y agresor
sostienen una relación causal bidireccional. Por ende, no pueden persistir las estra-
tegias de prevención del acoso escolar concentradas en los agresores y las víctimas,
porque se deja de lado a los observadores, quienes más adelante podrían participar
como agresores o presentar rasgos depresivos, los cuales colocarán al sujeto en con-
dición de vulnerabilidad ante una eventual implicación como víctimas.
Esta investigación muestra que se está responsabilizando en exceso a los do-
centes en cuanto a la prevención del acoso escolar y la promoción de la salud men-
tal de niños, niñas y jóvenes. Asimismo se están asignando funciones que rebasan las
responsabilidades y el alcance de las escuelas para la prevención del sobrepeso y la
obesidad. Estas armaciones tienen sustento en que las políticas educativas no han
incluido la atención de la salud mental, dado que no existen programas dirigidos a la
atención de la depresión o ansiedad. En tanto, el comportamiento suicida aún es tabú
en las escuelas y para las autoridades educativas. Así, mientras no se aborde seria y
sistemáticamente la salud mental en el entorno escolar, los comportamientos disrup-
tivos y violentos seguirán presentes.
Es necesario que profesionales de la salud, mediante el Sistema Nacional para
el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y los institutos de seguridad social, entre otras
dependencias, participen haciendo promoción de la salud en las escuelas e involu-
crando a las familias; estas tareas no pueden seguir siendo asignadas a los docen-
69
Conclusiones
tes, porque no tienen el tiempo ni las competencias para atender con pertinencia la
dimensión socioemocional de niños, niñas y jóvenes.
Las estrategias implementadas en las escuelas para prevenir el acoso escolar
son un paliativo del problema general, es decir, medidas que atienden solo una parte
del todo. La mediación escolar y otras estrategias de resolución pacíca del conic-
to permiten atender la violencia dentro del espacio educativo, sin tener impacto fuera
de este. El desarrollo de habilidades socioemocionales favorece la autogestión emo-
cional, aunque sin promover principios que tienen que ver con el bien común y la par-
ticipación social fuera de la escuela. No se entienda lo anterior como una expresión
de demérito hacia esos recursos, antes bien el sentido es apuntar las limitaciones que
tienen ante la complejidad de un tipo de violencia escolar que se relaciona con pro-
blemas sociales y emocionales de mayor envergadura: obesidad, depresión y com-
portamiento suicida.
Sin la pretensión de ofrecer una respuesta contundente y universal hacia estos
problemas que se viven en los centros escolares se recomienda prestar atención a
ciertos elementos que podrían integrarse en estrategias que consideren la compleji-
dad del problema en conjunto. El desarrollo de la empatía dentro del contexto escolar
es una posibilidad para prevenir conductas agresivas entre los compañeros de clase,
a través de la empatía los individuos establecen relaciones sociales enmarcadas en el
respeto hacia el otro; además tendría que trabajarse en la formación ciudadana y en
la conformación de ambientes de aprendizaje donde la participación democrática sea
un rasgo distintivo de la vida institucional; por lo tanto, el egoísmo y la insensibilidad
hacia el sufrimiento del otro podrían dar paso a la conducta prosocial en los ambien-
tes donde interactúan.
A esto tiene que sumarse la familia y la comunidad, y el trabajo realizado en
las escuelas debe tener eco en los hogares, porque si no se refuerzan los valores y
las relaciones interpersonales sanas y pacícas fuera de la institución educativa, los
efectos serán limitados y se verán diluidos en el tiempo. Y si no se reduce la violen-
cia intrafamiliar y la inseguridad en las calles no se obtendrán resultados favorables
en cuanto al acoso escolar. Por supuesto que esto rebasa a los docentes y directi-
vos, de ahí que las autoridades educativas tendrían que implementar acciones siste-
máticas a n de enlazar las políticas educativas con las sociales, seguridad y salud,
con el único n de que el acoso escolar no esté en la mira de lo exclusivamente edu-
cativo y sea adherido a la política social y de seguridad, Asimismo, la prevención de
la obesidad debe conjugar las políticas de salud pública con programas de activación
física en las escuelas y comunidades, además deben implementarse acciones espe-
cícas para construir nuevas formas de vivir la corporeidad en pro de la satisfacción
personal, pues no olvidemos que esta opera como factor protector de la salud men-
tal y emocional de los infantes.
No menos importante es la prevención de la depresión infantil en las escuelas,
a cargo de personal especializado y no de los docentes. Lo importante sería tomar la
70
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
escuela como el punto de encuentro en donde las instancias de salud trabajen con
los menores para la identicación de infantes en situación de riesgo y la implementa-
ción de acciones que les ayuden a sobreponerse a los cuadros depresivos y las con-
secuencias que esto conlleva.
Así, es imprescindible acabar con la idea de que soportar la violencia forja el
carácter; no es posible que esta noción prevalezca en la cultura mexicana. Existen
otras formas saludables para templar el carácter: participar en competencias depor-
tivas, debates académicos y concursos artísticos, así como trabajar en la tolerancia a
la frustración y la consecución de metas a mediano y largo plazo. La violencia es no-
civa y de ninguna manera tiene una cara positiva, pese a que en la cultura mexicana
se haya promovido que hombres y mujeres deben aprender a tolerarla estoicamente.
Además, aceptar la violencia bajo el argumento de que es una situación de crecimien-
to personal representa una ideología machista y arcaica; dado que una persona que
rechaza la violencia puede ser igual o más fuerte que aquel que la tolera. La violencia
no se trata de un asunto generacional como algunos lo plantean al mencionar que los
jóvenes de ahora son de cristal pues no resisten nada. ¡No necesitas quemarte para
saber qué es una quemadura y cómo se cura!
La violencia es uno de esos males sociales que nadie debería experimentar, so-
bre todo durante la infancia, de la misma forma que debería ocurrir con el hambre, la
pobreza, el cáncer, entre otras situaciones. Un niño o niña no debe afrontar adversi-
dades para probar su carácter, y en la misma medida (lo cual podría parecer idealis-
ta) ningún infante debería padecerlas. Igual de inconcebible resulta que alguien exalte
la violencia como patrón de crianza o educación. Pareciera que las personas se acos-
tumbraran a recibir golpes y dejar de sentir dolor, sin que eso se reeje en fortaleza de
carácter o en ser una mejor persona, mas al contrario, se deprimen y desarrollan pen-
samientos suicidas. En cambio, una persona que se educa en el diálogo y la empatía
crecerá como una persona capaz de resolver pacícamente sus conictos y entablar
relaciones interpersonales cordiales.
Finalmente, esta investigación aporta datos importantes para identicar el per-
l de infantes que presentan mayor riesgo de comportamiento suicida: considerar-
se gordo o gorda, mostrar rasgos depresivos, actuar como victimario y ser hombre.
Si bien no se pretende generalizar los hallazgos del estudio, sí se ofrecen datos que
podrían considerarse para el análisis e intervención en otros contextos. No solo hay
que prestar atención a las víctimas, también los agresores sufren y pueden presen-
tar pensamientos suicidas. La violencia es sufrida por todos, es decir, los que agre-
den, los que la padecen y quienes la observan. Este sufrimiento es mayor cuando se
agrega el estigma de la obesidad, porque el malestar que pueden estar experimen-
tando en silencio nuestros infantes es de tal magnitud que el suicidio se vuelve una
opción de escape.
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85
APÉNDICES ESTADÍSTICOS
En esta sección se ponen a disposición del lector los datos obtenidos mediante el
análisis estadístico. A continuación, encontrará los modelos empleados y los resulta-
dos que sustentan nuestras armaciones, de tal forma, se pretende ofrecer toda la in-
formación que requiere un lector interesado en los procedimientos estadísticos, para
comprender mejor esta obra o para aprender sobre las pruebas utilizadas en la esti-
mación de relaciones causales.
Para el trabajo estadístico se codicaron las variables de la siguiente manera:
SOY GORDITO: Valoración personal que el sujeto hace de su gura corporal:
soy gordito(a). La respuesta era dicotómica, si o no.
ES GORDITO: Valoración que la aplicadora de encuestas hace de la gura cor-
poral del sujeto: es gordito(a). La respuesta era dicotómica, si o no.
DEPRESIÓN: Puntaje obtenido en el Inventario de Depresión Infantil (CDI), los
valores pueden oscilar entre 1 y 30.
AGRESOR: Valor registrado en el Cuestionario para la Exploración del Bullying
(CEBU) para el factor Agresor. La calicación tiene un rango entre 1 (Nunca) y 5
(Siempre).
VÍCTIMA: Valor registrado en el Cuestionario para la Exploración del Bullying
(CEBU) para el factor Víctima. La calicación tiene un rango entre 1 (Nunca) y 5
(Siempre).
OBSERVADOR: Valor registrado en el Cuestionario para la Exploración del
Bullying (CEBU) para el factor Observador. La calicación tiene un rango entre 1
(Nunca) y 5 (Siempre).
SATISFAC: Puntuación obtenida en el Test de Satisfacción con la Imagen
Corporal (SIC) que hace referencia al nivel de satisfacción con el propio cuerpo.
El rango de respuestas es de 0 (Nula satisfacción) a 10 (Máxima satisfacción).
86
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
86
INSATISFAC: Puntuación obtenida en el Test de Satisfacción con la Imagen
Corporal (SIC) en el índice de insatisfacción corporal: 0 a 1.
ITEM 9: Respuesta registrada en el item 9 del Inventario de Depresión Infantil
(CDI), el cual cuestiona directamente la presencia de pensamientos suicidas, los
valores pueden ser: No pienso en matarme (0), Pienso en matarme, pero no lo
haría (1) y Quiero matarme.
GRADO: Grado escolar que cursa el sujeto: 5° o 6° grado de primaria.
SEXO: Sexo del sujeto: hombre o mujer.
Apéndice 1
Modelo de Elección Discreta para determinar la probabilidad de sentirse
gordito
Muestra general (Metepec, Raíces y San Cristóbal)
Primero se estiman tres modelos de elección discreta para elegir la mejor representa-
ción de los datos disponibles. El primero es el modelo Probit, cuya ecuación especi-
cada es la función de distribución normal y se representa de la siguiente forma:
Ecuación 1
La estimación correspondiente al modelo PROBIT:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Probit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 08/02/18 Time: 16:07
Sample: 1 234
Included observations: 234
Convergence achieved after 6 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
87
Apéndices estadísticos
87
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C0.032343 1.974949 0.016377 0.9869
AGRESOR -0.586779 0.578769 -1.013840 0.3107
DEPRESION 0.037319 0.019754 1.889245 0.0589
EDAD -0.056375 0.219707 -0.256590 0.7975
ESGORDITO 1.060785 0.247840 4.280115 0.0000
GRADO 0.077931 0.312764 0.249168 0.8032
INSATISFAC 0.135183 0.551374 0.245175 0.8063
ITEM9 -0.215895 0.236569 -0.912609 0.3614
OBSERVADOR 0.057213 0.145220 0.393976 0.6936
SATISFAC -0.151332 0.091536 -1.653258 0.0983
SEXO 0.282104 0.221879 1.271430 0.2036
VICTIMA 0.078332 0.276377 0.283424 0.7769
McFadden R-squared 0.184918 Mean dependent var 0.183761
S.D. dependent var 0.388119 S.E. of regression 0.352854
Akaike info criterion 0.880231 Sum squared resid 27.64032
Schwarz criterion 1.057427 Log likelihood -90.98701
Hannan-Quinn criter. 0.951676 Deviance 181.9740
Restr. deviance 223.2586 Restr. log likelihood -111.6293
LR statistic 41.28461 Avg. log likelihood -0.388833
Prob (LR statistic) 0.000022
Obs with Dep=0 191 Total obs 234
Obs with Dep=1 43
Para el caso del modelo Logit, la ecuación que se asocia a estos modelos es la fun-
ción de distribución logística; la ventaja es su sencillez comparada con los otros dos
modelos.
Ecuación 1
La estimación para determinar qué tipo de modelo se debe elegir, queda de la siguien-
te forma:
88
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
88
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Logit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 08/02/18 Time: 16:08
Sample: 1 234
Included observations: 234
Convergence achieved after 5 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C-0.659845 3.489479 -0.189096 0.8500
AGRESOR -1.137601 1.071364 -1.061825 0.2883
DEPRESION 0.067479 0.034953 1.930587 0.0535
EDAD -0.042909 0.382007 -0.112325 0.9106
ESGORDITO 1.836467 0.420046 4.372064 0.0000
GRADO 0.138664 0.554518 0.250062 0.8025
INSATISFAC 0.297302 0.964663 0.308192 0.7579
ITEM9 -0.389203 0.417511 -0.932198 0.3512
OBSERVADOR 0.114989 0.254028 0.452663 0.6508
SATISFAC -0.249087 0.159164 -1.564973 0.1176
SEXO 0.528319 0.411316 1.284462 0.1990
VICTIMA 0.147233 0.471931 0.311980 0.7551
McFadden R-squared 0.186352 Mean dependent var 0.183761
S.D. dependent var 0.388119 S.E. of regression 0.351646
Akaike info criterion 0.878863 Sum squared resid 27.45146
Schwarz criterion 1.056059 Log likelihood -90.82695
Hannan-Quinn criter. 0.950308 Deviance 181.6539
Restr. deviance 223.2586 Restr. log likelihood -111.6293
LR statistic 41.60471 Avg. log likelihood -0.388149
Prob (LR statistic) 0.000019
Obs with Dep=0 191 Total obs 234
Obs with Dep=1 43
Para el modelo de Valor Extremo, la función de distribución que se utiliza es la de Gompit:
Ecuación 3
89
Apéndices estadísticos
89
La estimación de este modelo se presenta a continuación, y se podrá hacer la com-
paración de los criterios y medidas de ajuste de bondad; a partir de ello seleccionar
el modelo más de adecuado de los tres, para continuar con el proceso del cálculo de
la probabilidad de que la variable soy gordito ocurra dadas la serie de variables que
explican:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Extreme Value (Newton-Raphson / Marquardt
steps)
Date: 08/02/18 Time: 16:09
Sample: 1 234
Included observations: 234
Convergence achieved after 5 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C1.099103 1.798697 0.611055 0.5412
AGRESOR -0.420334 0.482165 -0.871764 0.3833
DEPRESION 0.031718 0.017728 1.789103 0.0736
EDAD -0.115212 0.193090 -0.596674 0.5507
ESGORDITO 0.994926 0.264532 3.761079 0.0002
GRADO 0.091251 0.271263 0.336393 0.7366
INSATISFAC 0.127477 0.528177 0.241352 0.8093
ITEM9 -0.178904 0.212565 -0.841646 0.4000
OBSERVADOR 0.037058 0.140684 0.263414 0.7922
SATISFAC -0.155233 0.090494 -1.715385 0.0863
SEXO 0.230169 0.184284 1.248987 0.2117
VICTIMA 0.037672 0.273923 0.137529 0.8906
McFadden R-squared 0.181925 Mean dependent var 0.183761
S.D. dependent var 0.388119 S.E. of regression 0.354978
Akaike info criterion 0.883087 Sum squared resid 27.97413
Schwarz criterion 1.060283 Log likelihood -91.32118
Hannan-Quinn criter. 0.954532 Deviance 182.6424
Restr. deviance 223.2586 Restr. log likelihood -111.6293
LR statistic 40.61627 Avg. log likelihood -0.390261
Prob (LR statistic) 0.000028
Obs with Dep=0 191 Total obs 234
Obs with Dep=1 43
90
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
90
Hechas las estimaciones de estos tres modelos, para seleccionar el idóneo que mejor
se ajusta a los valores de la muestra se construye el siguiente cuadro que resume las
medidas de bondad de ajuste y permite discriminar la mejor opción.
Tabla 1
Bondad de Ajuste
PRUEBAS PROBIT LOGIT VALOR
EXTREMO CRITERIO
R2 Mc Fadden 0.184918 0.186352 0.181925 Mayor valor
Log Likelihood -90.98701 -90.82695 -91.32118 Mayor valor
Criterio de Akaike 0.880231 0.878863 0.883087 Menor valor
Criterio de Schwarz 1.057427 1.056059 1.060283 Menor valor
Criterio Hannan-Quinn 0.951676 0.950308 0.954532 Menor valor
A continuación, se describe cada criterio consignado en el cuadro anterior, con la -
nalidad de conocer el proceso de selección.
a) R2 McFadden o R cuadrada McFadden es una medida de bondad del ajuste
del modelo estimado, toma el valor uno cuando la predicción es perfecta, es
decir, la probabilidad estimada de que se produzca el evento es uno cuando
este efectivamente se produzca y cero cuando no se produzca el evento.
Mediante este criterio, se debe de elegir, el modelo que representa el valor mayor, y
al observar la Tabla 1, el modelo de LOGIT representa una cifra de (0.186352), que es
más elevado que los valores del tanto del modelo Probit, como del Valor Extremo.
b) Log likelihood o Valor Máximizado de la función de verosimilitud, este
estadístico es construido a partir de la función de verosimilitud y su criterio
general para la elección entre los modelos es, que se preere aquel que
presente un valor mayor.
Una vez más se regresa a la tabla anterior para poder contrastar esta prueba en las
tres versiones econométricas realizadas. El modelo LOGIT, vuelve a presentar el valor
mayor con un Log likelihood de (90.82695), en comparación con los del modelo Probit
(-90.98701) y Valor Extremo (-91.32118). Por tanto, de acuerdo con este segundo cri-
terio, se debería seleccionar nuevamente el modelo LOGIT.
Los tres siguientes criterios, están dados con base a la razón de verosimilitud que sir-
ve para evaluar hipótesis entre los modelos que presentan una misma variable endó-
gena, y en cada uno el criterio para seleccionar un modelo es aquel que presente el
valor menor.
c) Criterio Akaike, de acuerdo con los modelos estimados, los valores para
este criterio son, para el modelo Probit (0.880231), Logit (0.878863) y para
el de Valor Extremo (0.883087), otra vez, el modelo que de acuerdo con este
91
Apéndices estadísticos
91
estadístico se debe elegir es el LOGIT.
d) Criterio Schwarz, es el penúltimo estadístico a evaluar, y, al igual que el anterior,
se evalúa con la selección del modelo con el menor valor, comparando
los valores de los tres modelos, Probit (1.057427), Logit (1.056059) y Valor
Extremo (1.060283), queda el modelo LOGIT una vez más, como el modelo
elegido.
e) Criterio Hannan-Quinn, para este último estadístico el modelo elegido también
fue el LOGIT con un valor de (0.950308) que al contrastarlo con los otros dos,
Probit (0.951676) y Valor Extremo (0.954532) se puede observar que sigue
siendo el de menor valor.
Ya que el modelo elegido en cada una de las cinco pruebas fue el LOGIT, llegamos a la
conclusión parcial de que este es el modelo más adecuado para hacer la estimación
con la información que se tiene y las variables que forman parte de nuestro análisis.
Uno de los problemas que aquejan a los modelos de elección discreta es la heteros-
cedasticidad, para este caso vamos a considerar que la variable que la está ocasio-
nando es la de DEPRESIÓN, es decir Si = DEPRESIÓNi, por lo que se tendrá un grado
de libertad.
El método para evaluar esta prueba de homoscedasticidad, es el llamado test de
Davidson y Mackinnon, Davmac (DM), que es el que se contrasta con la hipótesis nula
de homoscedasticidad y que debe cumplir la siguiente desigualdad probabilística:
Ecuación 4
donde:
Entonces si el valor del Davmac, es superior al valor de Chi-cuadrada (X2), es decir,
que no se cumpla la desigualdad anterior, se rechaza la hipótesis de homoscedasti-
cidad y por lo tanto se da por hecho que el modelo presenta problemas de heteros-
cedasticidad. En el modelo estimado se puede apreciar que el valor del Davmac es
menor al valor contrastante, con lo cual se inere que el modelo no presenta heteros-
cedasticidad y que se acepta la hipótesis nula de homoscedasticidad.
NOTA: La chi-cuadrada (X2) tiene un grado de
libertad, puesto que solo se considera una va-
riable como la posible causa de heteroscedas-
ticidad en cada uno los modelos, y el valor que
toma es el mismo para todos los contrastes rea-
lizados.
92
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
92
Si cumple con la desigualdad, por lo tanto, a un 95 % de conanza, se acepta la hi-
pótesis nula de homoscedasticidad
Contraste de Signicatividad de Coecientes al 90%
Variable Coeciente Error Std. tα/2 < < tα/2
AGRESOR -1.137601 0.082818 -1.6449 <-1.061825 <1.6449
DEPRE 0.067479 0.084707 -1.6449 <1.930587 1.6449
EDAD -0.042909 0.107083 -1.6449 <-0.112325 <1.6449
ESGORD -1.836467 0.063404 -1.6449 <4.372064 1.6449
GRADO 0.138664 0.123302 -1.6449 <0.250062 <1.6449
INSATISF 0.297302 0.091827 -1.6449 <0.308192 <1.6449
ITEM9 -0.389203 0.094277 -1.6449 <-0.932198 <1.6449
OBSERV 0.114989 0.097264 -1.6449 <0.452663 <1.6449
SATISF -0.249087 0.453224 -1.6449 <-1.564973 <1.6449
SEXO 0.528319 0.011475 -1.6449 <1.284462 <1.6449
VICTIMA 0.147233 0.052248 -1.6449 <0.311980 <1.6449
Contrastando los coecientes a un 90% de conanza, solo dos variables cumplen con
ser estadísticamente signicativas, DEPRESIÓN y ESGORDITO. Por lo que las restan-
tes no son signicativas para explicar la variable SOYGORDITO.
Respecto a la proporción de predicciones correctas del Modelo LOGIT, se obtiene un
porcentaje de 84.62% de aciertos, como se muestra en la tabla siguiente.
Expectation-Prediction Evaluation for Binary Specication
Equation: LOGIT01
Date: 08/09/18 Time: 18:33
Success cuto󰀨: C = 0.5
93
Apéndices estadísticos
93
Estimated Equation Constant Probability
Dep=0 Dep=1 Total Dep=0 Dep=1 Total
P(Dep=1)<=C 186 31 217 191 43 234
P(Dep=1)>C 5 12 17 0 0 0
Total 191 43 234 191 43 234
Correct 186 12 198 191 0 191
% Correct 97.38 27.91 84.62 100.00 0.00 81.62
% Incorrect 2.62 72.09 15.38 0.00 100.00 18.38
Total Gain* -2.62 27.91 2.99
Percent Gain** NA 27.91 16.28
Estimated Equation Constant Probability
Dep=0 Dep=1 Total Dep=0 Dep=1 Total
E(# of Dep=0) 163.38 27.62 191.00 155.90 35.10 191.00
E(# of Dep=1) 27.62 15.38 43.00 35.10 7.90 43.00
Total 191.00 43.00 234.00 191.00 43.00 234.00
Correct 163.38 15.38 178.76 155.90 7.90 163.80
% Correct 85.54 35.77 76.40 81.62 18.38 70.00
% Incorrect 14.46 64.23 23.60 18.38 81.62 30.00
Total Gain* 3.92 17.40 6.39
Percent Gain** 21.31 21.31 21.31
*Change in “%
Correct” from default
(constant probability)
specication
**Percent of
incorrect (default)
prediction corrected
by equation
Ante esta situación de que muchas de las variables no contribuyen a la explicación
de la variable SOYGORDITO. Se estima nuevamente el modelo con las variables que
fueron signicativas; ESGORDITO y DEPRESIÓN. Los resultados son los siguientes:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Logit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 08/09/18 Time: 18:39
Sample: 1 234
Included observations: 234
Convergence achieved after 5 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
94
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
94
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C-2.669019 0.400953 -6.656696 0.0000
DEPRESIÓN 0.060867 0.028416 2.142008 0.0322
ESGORDITO 1.901828 0.398219 4.775835 0.0000
McFadden R-squared 0.144416 Mean dependent var 0.183761
S.D. dependent var 0.388119 S.E. of regression 0.355263
Akaike info criterion 0.841951 Sum squared resid 29.15489
Schwarz criterion 0.886250 Log likelihood -95.50829
Hannan-Quinn criter. 0.859813 Deviance 191.0166
Restr. deviance 223.2586 Restr. log likelihood -111.6293
LR statistic 32.24204 Avg. log likelihood -0.408155
Prob(LR statistic) 0.000000
Obs with Dep=0 191 Total obs 234
Obs with Dep=1 43
A partir de este modelo estimado se puede calcular la probabilidad de sentirse gordi-
to (SOYGORDITO = 1) de un niño promedio, cuyas características son: DEPRESIÓN
= 10.50 y ESGORDITO = 0.17.
El cálculo del efecto marginal de un niño que no lo observan gordito, frente a otro que
sí lo observan gordito, se debe obtener como diferencia entre las probablilidades de
niños que para un mismo nivel de DEPRESIÓN uno lo observen gordito y al otro no
(recordar que la variable ESGORDITO es discreta). Así para un niño que su nivel de de-
presión (DEPRESIÓN = 10.50) y que no lo observan gordito (ESGORDITO = 0) la pro-
babilidad de sentirse gordito es:
La probabilidad de que un niño se sienta gordito con un nivel de depresión (DEPRESIÓN
= 10.50) y lo observen gordito (ESGORDITO = 1) es:
95
Apéndices estadísticos
95
Con esto, el efecto marginal de un niño que no lo observen gordito frente a otro que lo
observan gordito para un nivel de depresión (DEPRESIÓN = 10.50) se obtiene como
diferencia entre probabilidades, es decir:
0.4680 – 0.1161 = 0.3519
Apéndice 2
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Depresión
Muestra general (Metepec, Raíces y San Cristóbal)
Dependent Variable: DEPRESIÓN
Method: Least Squares
Date: 08/02/18 Time: 18:20
Sample: 1 234
Included observations: 234
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob.
C0.984000 1.132248 0.869067 0.3857
ESGORDITO 1.624335 0.975075 1.665856 0.0971
ITEM9 3.118328 0.702376 4.439686 0.0000
OBSERVADOR 0.745666 0.442406 1.685479 0.0933
SOYGORDITO 1.577611 0.940155 1.678032 0.0947
VÍCTIMA 4.659368 0.753157 6.186452 0.0000
IMPULSO 8.255244 2.644899 3.121195 0.0020
R-squared 0.360729 Mean dependent var 10.49573
Adjusted R-squared 0.343832 S.D. dependent var 6.300928
S.E. of regression 5.104017 Akaike info criterion 6.127391
Sum squared resid 5913.576 Schwarz criterion 6.230755
Log likelihood -709.9047 Hannan-Quinn criter. 6.169067
F-statistic 21.34864 Durbin-Watson stat 2.211322
Prob(F-statistic) 0.000000
96
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
96
A 90% de probabilidad todos los parámetros estimados son signicativos. La inter-
pretación es la siguiente:
Todas las variables explicativas –ESGORDITO, ITEM9, OBSERVADOR, SOYGORDITO
y VÍCTIMA-, afecta de manera directa a la variable depresión. Las que tienen un efec-
to de mayor magnitud son: VÍCTIMA e ITEM9.
Apéndice 3
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Agresor
Muestra general (Metepec, Raíces y San Cristóbal)
Dependent Variable: AGRESOR
Method: ARMA Maximum Likelihood (OPG - BHHH)
Date: 11/05/18 Time: 19:04
Sample: 1 234
Included observations: 234
Convergence achieved after 80 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using outer product of gradients
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob.
C0.735330 0.068292 10.76740 0.0000
OBSERVADOR 0.057544 0.017533 3.281989 0.0012
VICTIMA 0.255955 0.035164 7.278979 0.0000
AR(1) 0.356807 0.030901 11.54670 0.0000
SIGMASQ 0.052106 0.002857 18.23529 0.0000
R-squared 0.404572 Mean dependent var 1.203419
Adjusted R-squared 0.394171 S.D. dependent var 0.296454
S.E. of regression 0.230745 Akaike info criterion -0.073286
Sum squared resid 12.19274 Schwarz criterion 0.000546
Log likelihood 13.57447 Hannan-Quinn criter. -0.043517
F-statistic 38.89927 Durbin-Watson stat 2.035534
Prob(F-statistic) 0.000000
Inverted AR Roots .36
97
Apéndices estadísticos
97
Apéndice 4
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Víctima
Muestra general (Metepec, Raíces y San Cristóbal)
Dependent Variable: VÍCTIMA
Method: Least Squares
Date: 11/05/18 Time: 19:10
Sample: 1 234
Included observations: 234
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob.
C0.773059 0.218089 3.544695 0.0005
AGRESOR 0.649235 0.089271 7.272618 0.0000
DEPRESION 0.023384 0.004301 5.436510 0.0000
SATISFAC -0.040677 0.019537 -2.082059 0.0384
R-squared 0.370475 Mean dependent var 1.434188
Adjusted R-squared 0.362264 S.D. dependent var 0.480640
S.E. of regression 0.383831 Akaike info criterion 0.939720
Sum squared resid 33.88511 Schwarz criterion 0.998785
Log likelihood -105.9472 Hannan-Quinn criter. 0.963535
F-statistic 45.11834 Durbin-Watson stat 2.032755
Prob(F-statistic) 0.000000
Apéndice 5
Modelo de Elección Discreta para determinar la probabilidad de sentirse
gordito
Muestra Metepec
Primero se estiman tres modelos de elección discreta para elegir la mejor representa-
ción de los datos disponibles. El primero es el modelo Probit, la ecuación especicada
98
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
98
para este modelo es la función de distribución normal y se representa de la siguien-
te forma:
Ecuación 1
La estimación correspondiente al modelo PROBIT:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Probit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 10/23/18 Time: 16:24
Sample: 1 161
Included observations: 161
Convergence achieved after 7 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C2.487637 3.068654 0.810661 0.4176
VICTIMA 0.558575 0.439353 1.271359 0.2036
SEXO -0.308890 0.292538 -1.055898 0.2910
SATISFAC -0.068771 0.122477 -0.561501 0.5745
OBSERVADOR -0.299489 0.246864 -1.213176 0.2251
ITEM9 -0.070376 0.278686 -0.252528 0.8006
INSATISFAC 0.782393 0.899692 0.869624 0.3845
GRADO 0.477439 0.492817 0.968794 0.3326
ESGORDITO 1.134458 0.320408 3.540671 0.0004
EDAD -0.550895 0.424426 -1.297976 0.1943
DEPRESION 0.049136 0.024902 1.973154 0.0485
AGRESOR -0.562281 0.995704 -0.564707 0.5723
McFadden R-squared 0.223168 Mean dependent var 0.167702
S.D. dependent var 0.374767 S.E. of regression 0.336602
Akaike info criterion 0.851671 Sum squared resid 16.88188
Schwarz criterion 1.081341 Log likelihood -56.55954
Hannan-Quinn criter. 0.944927 Deviance 113.1191
Restr. deviance 145.6159 Restr. log likelihood -72.80797
LR statistic 32.49686 Avg. log likelihood -0.351302
Prob (LR statistic) 0.000635
99
Apéndices estadísticos
99
Obs with Dep=0 134 Total obs 161
Obs with Dep=1 27
Para el caso del modelo Logit, la ecuación que se asocia a estos modelos es la fun-
ción de distribución logística; la ventaja es su sencillez comparada con los otros dos
modelos.
Ecuación 2
La estimación para determinar qué tipo de modelo se debe elegir queda de la siguien-
te forma:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Logit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 10/23/18 Time: 16:26
Sample: 1 161
Included observations: 161
Convergence achieved after 8 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C3.665304 5.464716 0.670722 0.5024
VÍCTIMA 0.909046 0.750609 1.211079 0.2259
SEXO -0.599523 0.551484 -1.087108 0.2770
SATISFAC -0.117196 0.210184 -0.557590 0.5771
OBSERVADOR -0.520846 0.425410 -1.224338 0.2208
ITEM9 -0.102071 0.484413 -0.210710 0.8331
INSATISFAC 1.329216 1.519842 0.874575 0.3818
GRADO 0.857337 0.889981 0.963320 0.3354
ESGORDITO 2.010891 0.550011 3.656093 0.0003
EDAD -0.910892 0.756189 -1.204583 0.2284
DEPRESION 0.091674 0.044884 2.042487 0.0411
AGRESOR -0.969345 1.847263 -0.524746 0.5998
McFadden R-squared 0.225820 Mean dependent var 0.167702
100
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
100
S.D. dependent var 0.374767 S.E. of regression 0.334176
Akaike info criterion 0.849273 Sum squared resid 16.63934
Schwarz criterion 1.078943 Log likelihood -56.36648
Hannan-Quinn criter. 0.942528 Deviance 112.7330
Restr. deviance 145.6159 Restr. log likelihood -72.80797
LR statistic 32.88299 Avg. log likelihood -0.350102
Prob(LR statistic) 0.000550
Obs with Dep=0 134 Total obs 161
Obs with Dep=1 27
Para el modelo de Valor Extremo, la función de distribución que se utiliza es la de
Gompit:
Ecuación 3
La estimación de este modelo se presenta a continuación, y se podrá hacer la com-
paración de los criterios y medidas de ajuste de bondad; a partir de ello seleccionar
el modelo más de adecuado de los tres, para continuar con el proceso del cálculo de
la probabilidad de que la variable soy gordito ocurra dadas la serie de variables que
explican:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Extreme Value (Newton-Raphson / Marquardt
steps)
Date: 10/23/18 Time: 16:27
Sample: 1 161
Included observations: 161
Convergence achieved after 7 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C3.215256 2.753571 1.167668 0.2429
VÍCTIMA 0.576989 0.446128 1.293327 0.1959
SEXO -0.245288 0.244429 -1.003515 0.3156
101
Apéndices estadísticos
101
SATISFAC -0.072246 0.118664 -0.608824 0.5426
OBSERVADOR -0.277124 0.241345 -1.148252 0.2509
ITEM9 -0.086666 0.255265 -0.339513 0.7342
INSATISFAC 0.578633 0.900151 0.642817 0.5203
GRADO 0.418260 0.423312 0.988064 0.3231
ESGORDITO 0.996743 0.332027 3.001990 0.0027
EDAD -0.540572 0.376227 -1.436823 0.1508
DEPRESION 0.038867 0.022038 1.763634 0.0778
AGRESOR -0.533137 0.841988 -0.633189 0.5266
McFadden R-squared 0.215256 Mean dependent var 0.167702
S.D. dependent var 0.374767 S.E. of regression 0.341771
Akaike info criterion 0.858828 Sum squared resid 17.40434
Schwarz criterion 1.088497 Log likelihood -57.13562
Hannan-Quinn criter. 0.952083 Deviance 114.2712
Restr. deviance 145.6159 Restr. log likelihood -72.80797
LR statistic 31.34472 Avg. log likelihood -0.354880
Prob (LR statistic) 0.000971
Obs with Dep=0 134 Total obs 161
Obs with Dep=1 27
Hechas las estimaciones de estos tres modelos, para seleccionar el idóneo que mejor
se ajusta a los valores de la muestra se construye el siguiente cuadro que resume las
medidas de bondad de ajuste y permite discriminar la mejor opción.
Tabla 1
Bondad de Ajuste
PRUEBAS PROBIT LOGIT VALOR
EXTREMO CRITERIO
R2 Mc Fadden 0.223168 0.225820 0.215256 Mayor valor
Log Likelihood -56.55954 -56.36648 -57.13562 Mayor valor
Criterio de Akaike 0.851671 0.849273 0.858828 Menor valor
Criterio de Schwarz 1.081341 1.078943 1.088497 Menor valor
Criterio Hannan-Quinn 0.944927 0.942528 0.952083 Menor valor
A continuación se describe cada criterio consignado en el cuadro anterior con la na-
lidad de conocer el proceso de selección.
f) R2 McFadden o R cuadrada McFadden, mediante este criterio, se debe de
elegir, el modelo que representa el valor mayor, y al observar la Tabla 1, el
modelo de LOGIT representa una cifra de (0.225820) que es más elevado que
102
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
102
los valores del tanto del modelo Probit como del Valor Extremo.
g) Log likelihood o Valor Máximizado de la función de verosimilitud, el modelo
LOGIT vuelve a presentar el valor mayor con un Log likelihood de (-56.36648),
en comparación con los del modelo Probit (-56.55954) y Valor Extremo
(-57.13562). Por lo tanto, de acuerdo con este segundo criterio, se debería
seleccionar nuevamente el modelo LOGIT.
Los tres siguientes criterios están dados con base a la razón de verosimilitud que sir-
ve para evaluar hipótesis entre los modelos que presentan una misma variable endó-
gena, y en cada uno el criterio para seleccionar un modelo es aquel que presente el
valor menor.
h) Criterio Akaike, de acuerdo con los modelos estimados, los valores para
este criterio son, para el modelo Probit (0.851671), Logit (0.849273) y para
el de Valor Extremo (0.858828), otra vez, el modelo que de acuerdo con este
estadístico se debe elegir es el LOGIT.
i) Criterio Schwarz es el penúltimo estadístico a evaluar y al igual que el anterior
se evalúa con la selección del modelo con el menor valor, comparando
los valores de los tres modelos, Probit (1.081341), Logit (1.078943) y Valor
Extremo (1.088497), queda el modelo LOGIT una vez más como el modelo
elegido.
j) Criterio Hannan-Quinn, para este último estadístico el modelo elegido también
fue el LOGIT con un valor de (0.942528), que al contrastarlo con los otros dos,
Probit (0.944927) y Valor Extremo (0.952083), se puede observar que sigue
siendo el de menor valor.
Ya que el modelo elegido en cada una de las cinco pruebas fue el LOGIT, llegamos a la
conclusión parcial de que este es el modelo más adecuado para hacer la estimación
con la información que se tiene y las variables que forman parte de nuestro análisis.
Uno de los problemas que aquejan a los modelos de elección discreta es la heteros-
cedasticidad. Para este caso vamos a considerar que la variable que la está ocasio-
nando es la de DEPRESION, es decir Si = DEPRESIÓNi, por lo que se tendrá un grado
de libertad.
El método para evaluar esta prueba de homoscedasticidad es el llamado test de
Davidson y Mackinnon, Davmac (DM), que es el que se contrasta con la hipótesis nula
de homoscedasticidad y que debe cumplir la siguiente desigualdad probabilística:
Ecuación 4
103
Apéndices estadísticos
103
donde:
Entonces. si el valor del Davmac es superior al valor de Chi-cuadrada (X2), es decir, que
no se cumpla la desigualdad anterior, se rechaza la hipótesis de homoscedasticidad y
por lo tanto se da por hecho que el modelo presenta problemas de heteroscedasticidad.
En el modelo estimado se puede apreciar que el valor del Davmac es mayor al valor
contrastante, con lo cual se inere que el modelo presenta heteroscedasticidad y que
se rechaza la hipótesis nula de homoscedasticidad.
No cumple con la desigualdad, por lo tanto, a un 95 % de conanza, se rechaza la hi-
pótesis nula de homoscedasticidad.
Consideremos el modelo donde solo son tomadas en cuenta las variables signicati-
vas: DEPRESIÓN y ESGORDITO.
En el modelo estimado se puede apreciar que el valor del Davmac es menor al valor
contrastante, con lo cual se inere que el modelo no presenta heteroscedasticidad y
que se acepta la hipótesis nula de homoscedasticidad.
Contraste de Signicatividad de Coecientes al 90%
Variable Coeciente Error Std. tα/2 < < tα/2
DEPRE 0.090776 0.034768 -1.6449 <2.610912 1.6449
ESGORD 1.794385 0.063404 -1.6449 <3.615097 1.6449
NOTA: La chi-cuadrada (X2) tiene un grado de
libertad, puesto que solo se considera una
variable como la posible causa de heteros-
cedasticidad en cada uno los modelos, y el
valor que toma es el mismo para todos los
contrastes realizados.
104
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
104
Contrastando los coecientes a 90% de conanza, solo dos variables cumplen con
ser estadísticamente signicativas, DEPRESIÓN y ESGORDITO.
Respecto a la proporción de predicciones correctas del Modelo LOGIT, se obtiene un
porcentaje del 86.34% de aciertos como se muestra en la tabla siguiente.
Expectation-Prediction Evaluation for Binary Specication
Equation: EQ01
Date: 10/24/18 Time: 19:13
Success cuto󰀨: C = 0.5
Estimated Equation Constant Probability
Dep=0 Dep=1 Total Dep=0 Dep=1 Total
P(Dep=1)<=C 131 19 150 134 27 161
P(Dep=1)>C 3 8 11 000
Total 134 27 161 134 27 161
Correct 131 8 139 134 0 134
% Correct 97.76 29.63 86.34 100.00 0.00 83.23
% Incorrect 2.24 70.37 13.66 0.00 100.00 16.77
Total Gain* -2.24 29.63 3.11
Percent Gain** NA 29.63 18.52
Estimated Equation Constant Probability
Dep=0 Dep=1 Total Dep=0 Dep=1 Total
E(# of Dep=0) 115.98 18.02 134.00 111.53 22.47 134.00
E(# of Dep=1) 18.02 8.98 27.00 22.47 4.53 27.00
Total 134.00 27.00 161.00 134.00 27.00 161.00
Correct 115.98 8.98 124.96 111.53 4.53 116.06
% Correct 86.55 33.26 77.62 83.23 16.77 72.08
% Incorrect 13.45 66.74 22.38 16.77 83.23 27.92
Total Gain* 3.32 16.49 5.53
Percent Gain** 19.82 19.82 19.82
*Change in “%
Correct” from default
(constant probability)
specication
105
Apéndices estadísticos
105
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Logit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 10/24/18 Time: 18:31
Sample: 1 161
Included observations: 161
Convergence achieved after 6 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C-3.113523 0.508053 -6.128344 0.0000
ESGORDITO 1.794385 0.496359 3.615097 0.0003
DEPRESION 0.090776 0.034768 2.610912 0.0090
McFadden R-squared 0.173724 Mean dependent var 0.167702
S.D. dependent var 0.374767 S.E. of regression 0.335670
Akaike info criterion 0.784590 Sum squared resid 17.80256
Schwarz criterion 0.842007 Log likelihood -60.15947
Hannan-Quinn criter. 0.807903 Deviance 120.3189
Restr. deviance 145.6159 Restr. log likelihood -72.80797
LR statistic 25.29702 Avg. log likelihood -0.373661
Prob(LR statistic) 0.000003
Obs with Dep=0 134 Total obs 161
Obs with Dep=1 27
A partir de este modelo estimado se puede calcular la probabilidad de sentir-
se gordito (SOYGORDITO = 1) de un niño promedio, cuyas características son:
DEPRESIÓN = 10.50 y ESGORDITO = 0.17.
El cálculo del efecto marginal de un niño que no lo observan gordito, frente a otro que
sí lo observan gordito, se debe obtener como diferencia entre las probabilidades de
niños que para un mismo nivel de DEPRESIÓN a uno lo observen gordito y al otro no
(recordar que la variable ESGORDITO es discreta). Así para un niño que su nivel de de-
106
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
106
presión (DEPRESIÓN = 10.50) y que no lo observan gordito (ESGORDITO = 0) la pro-
babilidad de sentirse gordito es:
La probabilidad de que un niño se sienta gordito con un nivel de depresión (DEPRESIÓN
= 10.50) y lo observen gordito (ESGORDITO = 1) es:
Con esto, el efecto marginal de un niño que no lo observen gordito frente a otro que lo
observan gordito para un nivel de depresión (DEPRESIÓN = 10.50) se obtiene como
diferencia entre probabilidades, es decir:
0.4095 – 0.1033 = 0.3062
Apéndice 6
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Depresión
Muestra Metepec
Dependent Variable: DEPRESIÓN
Method: Least Squares
Date: 10/25/18 Time: 18:16
Sample: 1 161
Included observations: 161
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob
C-0.870715 1.441961 -0.603841 0.5468
SOYGORDITO 2.192169 1.191319 1.840119 0.0677
VICTIMA 6.832030 1.037661 6.584065 0.0000
ITEM9 2.530377 0.800526 3.160895 0.0019
107
Apéndices estadísticos
107
ESGORDITO 2.649088 1.175257 2.254050 0.0256
R-squared 0.364694 Mean dependent var 9.975155
Adjusted R-squared 0.348404 S.D. dependent var 6.378627
S.E. of regression 5.148923 Akaike info criterion 6.146015
Sum squared resid 4135.779 Schwarz criterion 6.241711
Log likelihood -489.7542 Hannan-Quinn criter. 6.184872
F-statistic 22.38774 Durbin-Watson stat 2.351122
Prob(F-statistic) 0.000000
Al 90% de probabilidad todos los parámetros estimados son signicativos. La inter-
pretación es la siguiente:
Todas las variables explicativas –ESGORDITO, ITEM9, SOYGORDITO y VÍCTIMA,
afectan de manera directa a la variable depresión. Las que tienen un efecto de mayor
magnitud son: VÍCTIMA y ESGORDITO.
Apéndice 7
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Agresor
Muestra Metepec
Dependent Variable: AGRESOR
Method: Least Squares
Date: 11/05/18 Time: 19:17
Sample: 1 161
Included observations: 161
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob.
C0.795826 0.042162 18.87559 0.0000
VICTIMA 0.247949 0.029476 8.411770 0.0000
R-squared 0.307967 Mean dependent var 1.136025
Adjusted R-squared 0.303615 S.D. dependent var 0.181160
S.E. of regression 0.151178 Akaike info criterion -0.928375
108
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
108
Sum squared resid 3.633903 Schwarz criterion -0.890097
Log likelihood 76.73420 Hannan-Quinn criter. -0.912833
F-statistic 70.75787 Durbin-Watson stat 2.101836
Prob(F-statistic) 0.000000
Apéndice 8
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Víctima
Muestra Metepec
Dependent Variable: VÍCTIMA
Method: Least Squares
Date: 11/05/18 Time: 19:30
Sample: 1 161
Included observations: 161
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob.
C-0.005346 0.148382 -0.036028 0.9713
AGRESOR 0.818738 0.140060 5.845642 0.0000
DEPRESION 0.018835 0.003986 4.725312 0.0000
OBSERVADOR 0.161938 0.036627 4.421221 0.0000
R-squared 0.487472 Mean dependent var 1.372050
Adjusted R-squared 0.477679 S.D. dependent var 0.405464
S.E. of regression 0.293036 Akaike info criterion 0.407491
Sum squared resid 13.48164 Schwarz criterion 0.484047
Log likelihood -28.80301 Hannan-Quinn criter. 0.438576
F-statistic 49.77500 Durbin-Watson stat 2.032320
Prob(F-statistic) 0.000000
109
Apéndices estadísticos
109
Apéndice 9
Modelo de Elección Discreta para determinar la probabilidad de sentirse
gordito
Muestra Raíces y San Cristóbal
Primero se estiman tres modelos de elección discreta para elegir la mejor represen-
tación de los datos disponibles. El primero es el modelo Probit, y la ecuación espe-
cicada para este modelo es la función de distribución normal, y se representa de la
siguiente forma:
Ecuación 1
La estimación correspondiente al modelo PROBIT:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Probit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 10/25/18 Time: 18:30
Sample: 1 73
Included observations: 73
Convergence achieved after 5 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coefficient Std. Error z-Statistic Prob.
C3.902161 4.004476 0.974450 0.3298
VICTIMA -0.300843 0.448636 -0.670573 0.5025
SEXO -0.393300 0.434701 -0.904758 0.3656
SATISFAC -0.334418 0.202573 -1.650852 0.0988
OBSERVADOR 0.213804 0.245325 0.871514 0.3835
ITEM9 -0.209800 0.573547 -0.365794 0.7145
INSATISFAC -0.915375 0.979691 -0.934351 0.3501
GRADO -0.517780 0.676001 -0.765946 0.4437
ESGORDITO 0.870622 0.506833 1.717769 0.0858
EDAD 0.182224 0.314610 0.579206 0.5624
DEPRESION 0.025051 0.042535 0.588951 0.5559
110
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
110
AGRESOR -0.694463 0.884153 -0.785456 0.4322
McFadden R-squared 0.236849 Mean dependent var 0.219178
S.D. dependent var 0.416552 S.E. of regression 0.373602
Akaike info criterion 1.131397 Sum squared resid 8.514269
Schwarz criterion 1.507911 Log likelihood -29.29598
Hannan-Quinn criter. 1.281444 Deviance 58.59197
Restr. deviance 76.77639 Restr. log likelihood -38.38820
LR statistic 18.18443 Avg. log likelihood -0.401315
Prob (LR statistic) 0.077399
Obs with Dep=0 57 Total obs 73
Obs with Dep=1 16
Para el caso del modelo Logit, la ecuación que se asocia a estos modelos es la fun-
ción de distribución logística; su ventaja es su sencillez comparada con los otros dos
modelos.
Ecuación 3
La estimación para determinar qué tipo de modelo se debe elegir queda de la siguien-
te forma:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Logit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 10/25/18 Time: 18:31
Sample: 1 73
Included observations: 73
Convergence achieved after 7 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C7.870844 7.444168 1.057317 0.2904
VICTIMA -0.523192 0.846318 -0.618197 0.5364
SEXO -0.701918 0.824080 -0.851760 0.3943
SATISFAC -0.699653 0.383890 -1.822532 0.0684
111
Apéndices estadísticos
111
OBSERVADOR 0.435508 0.432776 1.006314 0.3143
ITEM9 -0.463142 1.043358 -0.443895 0.6571
INSATISFAC -1.996068 1.916083 -1.041744 0.2975
GRADO -1.062835 1.264630 -0.840431 0.4007
ESGORDITO 1.468675 0.851420 1.724971 0.0845
EDAD 0.422093 0.544833 0.774720 0.4385
DEPRESION 0.037183 0.074720 0.497625 0.6187
AGRESOR -1.421546 1.675777 -0.848290 0.3963
McFadden R-squared 0.251067 Mean dependent var 0.219178
S.D. dependent var 0.416552 S.E. of regression 0.364378
Akaike info criterion 1.116443 Sum squared resid 8.099052
Schwarz criterion 1.492957 Log likelihood -28.75017
Hannan-Quinn criter. 1.266490 Deviance 57.50034
Restr. deviance 76.77639 Restr. log likelihood -38.38820
LR statistic 19.27605 Avg. log likelihood -0.393838
Prob (LR statistic) 0.056315
Obs with Dep=0 57 Total obs 73
Obs with Dep=1 16
Para el modelo de Valor Extremo, la función de distribución que se utiliza es la de
Gompit:
Ecuación 3
La estimación de este modelo se presenta a continuación, y se podrá hacer la com-
paración de los criterios y medidas de ajuste de bondad; a partir de ello seleccionar
el modelo más de adecuado de los tres, para continuar con el proceso del cálculo de
la probabilidad de que la variable soy gordito ocurra dadas la serie de variables que
explican:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Extreme Value (Newton-Raphson / Marquardt
steps)
Date: 10/25/18 Time: 18:31
Sample: 1 73
112
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
112
Included observations: 73
Convergence achieved after 5 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob
C3.670069 3.568386 1.028495 0.3037
VICTIMA -0.339301 0.385388 -0.880415 0.3786
SEXO -0.340600 0.363360 -0.937363 0.3486
SATISFAC -0.259179 0.180671 -1.434532 0.1514
OBSERVADOR 0.121229 0.228548 0.530432 0.5958
ITEM9 -0.117286 0.532885 -0.220096 0.8258
INSATISFAC -0.588606 0.824982 -0.713478 0.4756
GRADO -0.344835 0.573153 -0.601646 0.5474
ESGORDITO 0.914167 0.558101 1.637995 0.1014
EDAD 0.075049 0.291396 0.257550 0.7968
DEPRESION 0.024694 0.041153 0.600057 0.5485
AGRESOR -0.446258 0.750061 -0.594963 0.5519
McFadden R-squared 0.217820 Mean dependent var 0.219178
S.D. dependent var 0.416552 S.E. of regression 0.386080
Akaike info criterion 1.151410 Sum squared resid 9.092516
Schwarz criterion 1.527924 Log likelihood -30.02647
Hannan-Quinn criter 1.301457 Deviance 60.05294
Restr. deviance 76.77639 Restr. log likelihood -38.38820
LR statistic 16.72346 Avg. log likelihood -0.411321
Prob(LR statistic) 0.116326
Obs with Dep=0 57 Total obs 73
Obs with Dep=1 16
Hechas las estimaciones de estos tres modelos, para seleccionar el idóneo que mejor
se ajusta a los valores de la muestra, se construye el siguiente cuadro que resume las
medidas de bondad de ajuste y permite discriminar la mejor opción.
113
Apéndices estadísticos
113
Tabla 1
Bondad de Ajuste
PRUEBAS PROBIT LOGIT VALOR
EXTREMO CRITERIO
R2 Mc Fadden 0.236849 0.251067 0.217820 Mayor valor
Log Likelihood -29.29598 -28.75017 -30.02647 Mayor valor
Criterio de Akaike 1.131397 1.116443 1.151410 Menor valor
Criterio de Schwarz 1.507911 1.492957 1.527924 Menor valor
Criterio Hannan-Quinn 1.281444 1.266490 1.301457 Menor valor
Ya que el modelo elegido en cada una de las cinco pruebas fue el LOGIT, llegamos a la
conclusión parcial de que este es el modelo más adecuado para hacer la estimación
con la información que se tiene y las variables que forman parte de nuestro análisis.
Uno de los problemas que aquejan a los modelos de elección discreta es la heteros-
cedasticidad. Para este caso vamos a considerar que la variable que la está ocasio-
nando es la de DEPRESIÓN, es decir, Si = DEPRESIÓNi, por lo que se tendrá un grado
de libertad.
El método para evaluar esta prueba de homoscedasticidad, es el llamado test de
Davidson y Mackinnon, Davmac (DM), que es el que se contrasta con la hipótesis nula
de homoscedasticidad y que debe cumplir la siguiente desigualdad probabilística:
Ecuación 4
donde:
Entonces si el valor del Davmac es superior al valor de Chi-cuadrada, es decir que no
se cumpla la desigualdad anterior, se rechaza la hipótesis de homoscedasticidad y por
lo tanto se da por hecho que el modelo presenta problemas de heteroscedasticidad.
En el modelo estimado se puede apreciar que el valor del Davmac es menor al valor
NOTA: La chi-cuadrada (X2) tiene un grado de
libertad, puesto que solo se considera una
variable como la posible causa de heterosce-
dasticidad en cada uno los modelos, y el valor
que toma es el mismo para todos los contras-
tes realizados.
114
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
114
contrastante, con lo cual se inere que el modelo no presenta heteroscedasticidad y
que se acepta la hipótesis nula de homoscedasticidad.
No cumple con la desigualdad, por lo tanto, a 95 % de conanza, no se acepta la hi-
pótesis nula de homoscedasticidad.
Consideremos el modelo donde solo es tomada en cuenta la variable signicativa, es-
gordito.
En el modelo estimado se puede apreciar que el valor del Davmac es menor al valor
contrastante, con lo cual se inere que el modelo no presenta heteroscedasticidad y
que se acepta la hipótesis nula de homoscedasticidad.
Contraste de Signicatividad de Coecientes al 90%
Variable Coeciente Error Std. tα/2 < < tα/2
ESGORD 2.090491 0.687895 -1.6449 <3.038970 1.6449
Contrastando los coecientes a 90% de conanza, la variable ESGORDITO cumple
con ser estadísticamente signicativas.
Respecto a la proporción de predicciones correctas del Modelo LOGIT, se obtiene un
porcentaje de 80.82% de aciertos como se muestra en la tabla siguiente.
Expectation-Prediction Evaluation for Binary Specication
Equation: EQ01
Date: 10/26/18 Time: 15:46
Success cuto󰀨: C = 0.5
Estimated Equation Constant Probability
Dep=0 Dep=1 Total Dep=0 Dep=1 Total
P(Dep=1)<=C 52 9 61 57 16 73
P(Dep=1)>C 5 7 12 0 0 0
Total 57 16 73 57 16 73
Correct 52 7 59 57 0 57
% Correct 91.23 43.75 80.82 100.00 0.00 78.08
% Incorrect 8.77 56.25 19.18 0.00 100.00 21.92
Total Gain* -8.77 43.75 2.74
115
Apéndices estadísticos
115
Percent Gain** NA 43.75 12.50
Estimated Equation Constant Probability
Dep=0 Dep=1 Total Dep=0 Dep=1 Total
E(# of Dep=0) 46.41 10.59 57.00 44.51 12.49 57.00
E(# of Dep=1) 10.59 5.41 16.00 12.49 3.51 16.00
Total 57.00 16.00 73.00 57.00 16.00 73.00
Correct 46.41 5.41 51.82 44.51 3.51 48.01
% Correct 81.42 33.82 70.99 78.08 21.92 65.77
% Incorrect 18.58 66.18 29.01 21.92 78.08 34.23
Total Gain* 3.34 11.90 5.22
Percent Gain** 15.24 15.24 15.24
*Change in “%
Correct” from default
(constant probability)
specication
**Percent of
incorrect (default)
prediction corrected
by equation
Ante esta situación de que muchas de las variables no contribuyen a la explicación
de la variable SOYGORDITO, se estima nuevmente el modelo con las variables que
fueron signicativas: ESGORDITO y DEPRESIÓN. Los resultados son los siguientes:
Dependent Variable: SOYGORDITO
Method: ML - Binary Logit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 10/26/18 Time: 15:34
Sample: 1 73
Included observations: 73
Convergence achieved after 5 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
C-1.754019 0.361029 -4.858390 0.0000
ESGORDITO 2.090491 0.687895 3.038970 0.0024
McFadden R-squared 0.122805 Mean dependent var 0.219178
S.D. dependent var 0.416552 S.E. of regression 0.386184
Akaike info criterion 0.977368 Sum squared resid 10.58880
Schwarz criterion 1.040120 Log likelihood -33.67393
Hannan-Quinn criter. 1.002376 Deviance 67.34786
Restr. deviance 76.77639 Restr. log likelihood -38.38820
116
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
116
LR statistic 9.428534 Avg. log likelihood -0.461287
Prob(LR statistic) 0.002136
Obs with Dep=0 57 Total obs 73
Obs with Dep=1 16
A partir de este modelo estimado se puede calcular la probabilidad de sentirse gordi-
to (SOYGORDITO = 1) de un niño promedio, cuyas características son: DEPRESIÓN
= 10.50 y ESGORDITO = 0.17.
El cálculo del efecto marginal de un niño que no lo observan gordito, frente a otro que
sí lo observan gordito, se debe obtener como diferencia entre las probablilidades de
niños que a uno lo observen gordito y al otro no (recordar que la variable ESGORDITO
es discreta). Así para un niño que no lo observan gordito (ESGORDITO = 0) la proba-
bilidad de sentirse gordito es:
La probabilidad de que un niño se sienta gordito con un nivel de depresión (DEPRESIÓN
= 10.50) y lo observen gordito (ESGORDITO = 1) es:
Con esto, el efecto marginal de un niño que no lo observen gordito frente a otro que lo
observan gordito para un nivel de depresión (DEPRESIÓN = 10.50) se obtiene como
diferencia entre probabilidades, es decir:
0.5833 – 0.1475 = 0.4358
117
Apéndices estadísticos
117
Apéndice 10
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Depresión
Muestra Raíces y San Cristóbal
Dependent Variable: DEPRESIÓN
Method: Least Squares
Date: 10/26/18 Time: 16:08
Sample: 1 73
Included observations: 73
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob.
C6.112834 1.604798 3.809099 0.0003
VICTIMA 2.295316 0.994031 2.309100 0.0239
ITEM9 6.690016 1.298589 5.151757 0.0000
R-squared 0.372961 Mean dependent var 11.64384
Adjusted R-squared 0.355046 S.D. dependent var 6.010107
S.E. of regression 4.826659 Akaike info criterion 6.026414
Sum squared resid 1630.764 Schwarz criterion 6.120542
Log likelihood -216.9641 Hannan-Quinn criter. 6.063925
F-statistic 20.81793 Durbin-Watson stat 1.923697
Prob(F-statistic) 0.000000
Al 95% de probabilidad todos los parámetros estimados son signicativos. La inter-
pretación es la siguiente:
Las variables explicativas – ITEM9 y VÍCTIMA-, afectan de manera directa a la varia-
ble depresión.
118
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
118
Apéndice 11
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Agresor
Muestra Raíces y San Cristóbal
Dependent Variable: AGRESOR
Method: Least Squares
Date: 11/05/18 Time: 19:37
Sample: 1 73
Included observations: 73
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob.
C1.785646 0.554149 3.222324 0.0020
ESGORDITO -0.244950 0.097999 -2.499506 0.0149
GRADO -0.221104 0.096015 -2.302815 0.0244
ITEM9 0.263921 0.082084 3.215269 0.0020
OBSERVADOR 0.205725 0.038153 5.392073 0.0000
VICTIMA 0.258209 0.063459 4.068915 0.0001
R-squared 0.519844 Mean dependent var 1.352055
Adjusted R-squared 0.484011 S.D. dependent var 0.422989
S.E. of regression 0.303843 Akaike info criterion 0.534003
Sum squared resid 6.185461 Schwarz criterion 0.722260
Log likelihood -13.49110 Hannan-Quinn criter. 0.609026
F-statistic 14.50760 Durbin-Watson stat 1.366515
Prob(F-statistic) 0.000000
119
Apéndices estadísticos
119
Apéndice 12
Modelo de Regresión Lineal para explicar la variable Víctima
Muestra Raíces y San Cristóbal
Dependent Variable: VÍCTIMA
Method: Least Squares
Date: 11/05/18 Time: 19:41
Sample: 1 73
Included observations: 73
Variable Coe󰀩cient Std. Error t-Statistic Prob.
C0.551727 0.214210 2.575636 0.0121
AGRESOR 0.532193 0.150333 3.540096 0.0007
DEPRESION 0.025760 0.010580 2.434745 0.0175
R-squared 0.266533 Mean dependent var 1.571233
Adjusted R-squared 0.245577 S.D. dependent var 0.595464
S.E. of regression 0.517206 Akaike info criterion 1.559475
Sum squared resid 18.72511 Schwarz criterion 1.653603
Log likelihood -53.92083 Hannan-Quinn criter. 1.596987
F-statistic 12.71858 Durbin-Watson stat 2.099329
Prob(F-statistic) 0.000019
Apéndice 13
Modelo de Respuesta Múltiple para determinar la probabilidad de ITEM9.
Muestra general (Metepec, Raíces y San Cristóbal)
Dadas las características de la variable ITEM9, cuyos valores se pueden ordenar de
menor a mayor según la propensión a tener pensamientos suicidas, cabe especicar
el modelo a estimar como un modelo de respuesta múltiple ordenado:
120
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
120
De forma que
En la estimación de los modelos ordenados cabe suponer tres tipos de distribución de
las perturbaciones: Normal; Logística y Gompit. Además de los coecientes del mo-
delo, también se estimarán los valores umbrales o límites.
Para la distribución normal:
Dependent Variable: ITEM9
Method: ML - Ordered Probit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 12/12/18 Time: 11:57
Sample: 1 234
Included observations: 234
Number of ordered indicator values: 3
Convergence achieved after 5 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
SEXO -0.389475 0.192632 -2.021859 0.0432
SOYGORDITO -0.078249 0.238341 -0.328305 0.7427
VICTIMA -0.028840 0.208385 -0.138399 0.8899
AGRESOR 0.551087 0.344203 1.601053 0.1094
OBSERVADOR -0.059410 0.126575 -0.469367 0.6388
DEPRESION 0.080415 0.016531 4.864571 0.0000
Limit Points
LIMIT_1:C(7) 1.971065 0.378281 5.210588 0.0000
LIMIT_2:C(8) 3.416662 0.429626 7.952650 0.0000
Pseudo R-squared 0.135325 Akaike info criterion 1.170230
Schwarz criterion 1.288361 Log likelihood -128.9170
Hannan-Quinn criter. 1.217861 Restr. log likelihood -149.0930
LR statistic 40.35205 Avg. log likelihood -0.550927
Prob(LR statistic) 0.000000
121
Apéndices estadísticos
121
Para el caso del modelo Logit
Dependent Variable: ITEM9
Method: ML - Ordered Logit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 12/12/18 Time: 11:59
Sample: 1 234
Included observations: 234
Number of ordered indicator values: 3
Convergence achieved after 6 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
SEXO -0.616678 0.345826 -1.783203 0.0746
SOYGORDITO -0.155338 0.429364 -0.361787 0.7175
VICTIMA -0.042700 0.356236 -0.119864 0.9046
AGRESOR 1.106059 0.589187 1.877264 0.0605
OBSERVADOR -0.130269 0.231036 -0.563846 0.5729
DEPRESION 0.146918 0.029306 5.013170 0.0000
Limit Points
LIMIT_1:C(7) 3.660762 0.681206 5.373946 0.0000
LIMIT_2:C(8) 6.526115 0.843939 7.732922 0.0000
Pseudo R-squared 0.147866 Akaike info criterion 1.154249
Schwarz criterion 1.272380 Log likelihood -127.0472
Hannan-Quinn criter. 1.201879 Restr. log likelihood -149.0930
LR statistic 44.09162 Avg. log likelihood -0.542937
Prob(LR statistic) 0.000000
Para el modelo de Valor Extremo
Dependent Variable: ITEM9
Method: ML - Ordered Extreme Value (Newton-Raphson / Marquardt
steps)
Date: 12/12/18 Time: 12:01
Sample: 1 234
Included observations: 234
122
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
122
Number of ordered indicator values: 3
Convergence achieved after 4 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
SEXO -0.389564 0.164837 -2.363328 0.0181
SOYGORDITO -0.042261 0.199105 -0.212257 0.8319
VÍCTIMA -0.016790 0.187217 -0.089683 0.9285
AGRESOR 0.338352 0.293498 1.152826 0.2490
OBSERVADOR -0.032242 0.108648 -0.296751 0.7667
DEPRESIÓN 0.061115 0.014638 4.174982 0.0000
Limit Points
LIMIT_1:C(7) 1.184802 0.315114 3.759913 0.0002
LIMIT_2:C(8) 2.298628 0.338059 6.799486 0.0000
Pseudo R-squared 0.110061 Akaike info criterion 1.202424
Schwarz criterion 1.320555 Log likelihood -132.6836
Hannan-Quinn criter. 1.250054 Restr. log likelihood -149.0930
LR statistic 32.81875 Avg. log likelihood -0.567024
Prob(LR statistic) 0.000011
Hechas las estimaciones de estos tres modelos, para seleccionar el idóneo que mejor
se ajusta a los valores de la muestra, se construye el siguiente cuadro que resume las
medidas de bondad de ajuste y permite discriminar la mejor opción.
Tabla 1
Bondad de Ajuste
PRUEBAS PROBIT LOGIT VALOR
EXTREMO CRITERIO
Log Likelihood -128.9170 -127.0472 -132.6836 Mayor valor
Criterio de Akaike 1.170230 1.154249 1.202424 Menor valor
Criterio de Schwarz 1.288361 1.272380 1.320555 Menor valor
Criterio Hannan-Quinn 1.217861 1.201879 1.250054 Menor valor
Ya que el modelo elegido en cada una de las cuatro pruebas fue el LOGIT, llegamos
a la conclusión parcial de que este es el modelo más adecuado para hacer la estima-
ción con la información que se tiene y las variables que forman parte de nuestro aná-
lisis.
123
Apéndices estadísticos
123
Valores estimados de la variable dependiente (ITEM9) por categorías
I_ITEM9_0 ITEM9_0_0 ITEM9_1_0 ITEM9_2_0
3.745876 0.4787343 0.4628643 0.0584014
1.2139 0.9203317 0.0747615 0.00490679
0.9467883 0.9378462 0.0583929 0.00376091
2.542773 0.7536156 0.2281016 0.0182828
0.3164117 0.9659194 0.0320748 0.0020058
2.555523 0.7512405 0.2302464 0.0185131
3.139203 0.6275124 0.3397806 0.032707
2.410634 0.7773221 0.2066218 0.0160561
2.956672 0.669094 0.3035063 0.0273996
2.440195 0.7721634 0.2113068 0.0165298
1.491758 0.8974313 0.0961004 0.00646827
2.306815 0.7947742 0.1907301 0.0144957
2.010027 0.8389903 0.1501962 0.0108135
2.14687 0.8196373 0.167983 0.0123796
3.829425 0.457934 0.4788971 0.063169
1.239306 0.9184489 0.0765187 0.00503242
1.62565 0.8844346 0.1081772 0.00738813
2.45927 0.7687902 0.214367 0.0168428
1.150421 0.9248636 0.07053 0.00460639
2.188105 0.8134609 0.173645 0.0128941
2.162052 0.8173821 0.1700513 0.0125666
1.775519 0.8682122 0.1232154 0.00857242
0.5929515 0.9555453 0.0418116 0.00264308
2.108437 0.8252494 0.1628322 0.0119184
0.7571667 0.9480239 0.0488628 0.00311332
1.520763 0.8947305 0.0986121 0.00665736
1.211967 0.9204733 0.0746293 0.00489737
2.626706 0.7377016 0.2424466 0.0198518
4.12233 0.3866141 0.5305015 0.0828845
3.491228 0.5422825 0.4118431 0.0458744
3.592674 0.5170154 0.4324596 0.050525
0.6268979 0.9540808 0.0431851 0.00273409
3.224596 0.6073451 0.3571358 0.0355191
2.210898 0.8099775 0.1768351 0.0131874
2.553365 0.7516437 0.2298825 0.0184739
4.5295 0.2955171 0.5849242 0.1195587
2.685421 0.7261829 0.2527901 0.021027
3.044181 0.6494407 0.3207287 0.0298306
2.246288 0.8044707 0.1818733 0.013656
124
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
124
1.418706 0.9039631 0.0900215 0.00601534
2.096081 0.827024 0.1612022 0.0117738
1.950646 0.8468513 0.1429522 0.0101964
4.039468 0.4064391 0.5167613 0.0767996
3.752867 0.47699 0.4642229 0.058787
2.380059 0.7825694 0.2018504 0.0155801
4.101821 0.3914887 0.5271725 0.0813388
1.704 0.8761822 0.1158324 0.00798546
1.397783 0.9057642 0.0883443 0.00589152
0.9899254 0.9352837 0.0607902 0.00392604
4.057411 0.4021177 0.5198008 0.0780815
1.031523 0.9327198 0.0631881 0.00409212
2.549192 0.7524218 0.2291798 0.0183984
2.203655 0.8110898 0.1758167 0.0130935
2.561788 0.7500678 0.2313049 0.0186272
0.9467883 0.9378462 0.0583929 0.00376091
2.288233 0.7977884 0.1879789 0.0142326
1.592713 0.8877588 0.1050908 0.00715046
2.531405 0.7557203 0.2261998 0.0180799
2.511647 0.7593493 0.2229183 0.0177324
0.645678 0.953251 0.0439633 0.00278578
2.635865 0.7359255 0.2440437 0.0200308
0.4506401 0.9612134 0.0364933 0.00229328
1.299988 0.9137869 0.0808676 0.00534557
0.9027661 0.9403634 0.0560371 0.00359952
3.902925 0.4397534 0.4925858 0.06766079
2.220761 0.8084548 0.1782288 0.0133164
1.501568 0.8965248 0.0969436 0.00653162
1.948491 0.8471306 0.1426947 0.0101747
0.9852216 0.9355678 0.0605245 0.00390769
1.382391 0.9070699 0.0871281 0.00580205
1.766979 0.8691863 0.1223136 0.00850014
1.461435 0.9001891 0.0935346 0.00627629
0.6401416 0.9534971 0.0437325 0.00277044
4.12582 0.3857868 0.5310631 0.08315019
0.7246937 0.9496009 0.047385 0.00301414
3.114468 0.6332754 0.3347911 0.0319334
1.457165 0.9005721 0.0931782 0.00624971
1.038193 0.9323 0.0635806 0.00411939
1.490876 0.8975125 0.0960249 0.0064626
1.905478 0.8526181 0.1376314 0.00975051
1.176572 0.9230261 0.0722460 0.00472786
2.317228 0.7930706 0.1922842 0.0146452
125
Apéndices estadísticos
125
2.389247 0.7810021 0.2032762 0.0157217
1.74465 0.8717043 0.1199817 0.008314
1.579262 0.8890921 0.1038523 0.0070556
1.72618 0.8737557 0.1180812 0.0081631
1.8146 0.8636759 0.1274131 0.00891102
4.709287 0.2595084 0.6006766 0.1398149
1.597112 0.8873196 0.1054986 0.00718176
3.402836 0.5641265 0.3937164 0.0421572
2.054214 0.8329316 0.1557719 0.0112965
1.569489 0.8900521 0.1029605 0.00698746
1.070638 0.9302233 0.0655221 0.00425466
1.758559 0.8701406 0.1214299 0.00842947
2.732859 0.7166498 0.2613241 0.0220261
1.507736 0.8959512 0.097477 0.00657177
1.398739 0.9056826 0.0884202 0.00589712
2.832773 0.6959296 0.2797861 0.0242843
2.790255 0.7048513 0.2718518 0.0232969
3.254296 0.6002404 0.3632089 0.0365507
1.896201 0.85378 0.1365586 0.0096613
3.709396 0.4878439 0.4557288 0.0564274
1.98097 0.842877 0.1466159 0.0105071
2.227403 0.8074242 0.1791719 0.0134039
2.94593 0.671468 0.3014172 0.0271148
0.8652213 0.9424344 0.0540983 0.00346734
0.5886815 0.9557263 0.0416418 0.00263185
3.80614 0.4637196 0.4744756 0.0618049
1.788763 0.8666894 0.1246249 0.00868570
1.311696 0.91286 0.0817317 0.00540818
1.788763 0.8666894 0.1246249 0.00868570
4.55156 0.2909453 0.5871543 0.1219004
2.64586 0.7339785 0.2457935 0.0202279
1.415046 0.9042804 0.0897261 0.0059935
1.503466 0.8963486 0.0971075 0.00654395
1.451359 0.9010908 0.0926955 0.00621376
1.762929 0.8696462 0.1218878 0.00846606
1.932151 0.8492348 0.1407538 0.0100114
1.464386 0.8999237 0.0937816 0.00629472
1.531458 0.8937189 0.0995526 0.00672846
1.725567 0.8738234 0.1180185 0.00815813
1.567771 0.8902201 0.1028043 0.00697555
2.255355 0.8030405 0.1831808 0.0137787
0.4020351 0.9629855 0.0348298 0.00218472
3.336082 0.5804645 0.379993 0.0395425
126
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
126
0.9410165 0.9381818 0.0580789 0.00373934
2.381663 0.7822965 0.2020988 0.0156047
2.108437 0.8252494 0.1628322 0.0119184
2.005924 0.8395439 0.1496864 0.0107697
1.701845 0.8764157 0.1156159 0.00796841
2.671942 0.7288549 0.2503937 0.0207514
5.747544 0.1103882 0.5749839 0.3146279
1.499413 0.8967245 0.0967578 0.00651765
1.755608 0.8704737 0.1211214 0.00840484
1.356548 0.9092255 0.0851197 0.00565487
2.455217 0.7695098 0.2137143 0.0167758
2.861551 0.6898058 0.2852186 0.0249756
2.169427 0.8162786 0.1710629 0.0126585
3.422162 0.5593687 0.3976868 0.0429445
1.599596 0.887071 0.1057295 0.00719949
2.960942 0.6681479 0.3043384 0.0275137
1.957248 0.8459931 0.1437436 0.0102633
3.398665 0.5651518 0.3928591 0.0419891
2.277311 0.7995447 0.1863751 0.0140802
2.882728 0.6852563 0.2892472 0.0254965
2.059097 0.832251 0.1563979 0.0113512
2.056546 0.8326068 0.1560706 0.0113226
3.568104 0.5231481 0.4274927 0.0493592
0.7441398 0.9486621 0.0482648 0.00307315
1.34484 0.9101872 0.0842234 0.00558942
2.788806 0.7051527 0.2715833 0.023264
1.447426 0.9014408 0.0923697 0.00618952
2.541271 0.7538944 0.2278497 0.0182559
1.926925 0.8499027 0.1401376 0.00995978
1.1304 0.9262431 0.0692414 0.00451549
3.376445 0.5706043 0.3882914 0.04110430
1.520763 0.8947305 0.0986121 0.00665736
1.030238 0.9328004 0.0631127 0.00408689
1.900626 0.8532268 0.1370694 0.00970377
1.925206 0.8501218 0.1399354 0.00994285
2.639733 0.7351731 0.24472 0.0201069
3.85843 0.4507434 0.4843493 0.0649073
2.549192 0.7524218 0.2291798 0.0183984
1.624331 0.8845694 0.1080522 0.00737846
2.380923 0.7824224 0.2019842 0.0155934
2.15296 0.8187353 0.1688104 0.0124543
1.033707 0.9325827 0.0633163 0.00410103
1.192333 0.9218988 0.0732986 0.00480261
127
Apéndices estadísticos
127
2.482556 0.7646252 0.218142 0.0172328
1.310246 0.9129752 0.0816244 0.00540039
2.163099 0.8172257 0.1701946 0.0125796
3.654468 0.5015735 0.4448534 0.0535731
0.6429098 0.9533742 0.0438477 0.0027781
0.8771484 0.9417839 0.0547073 0.0035088
3.075552 0.6422655 0.3269824 0.0307521
1.904475 0.8527441 0.1375151 0.00974083
1.868283 0.857231 0.1333711 0.00939783
3.844191 0.4542709 0.4816807 0.0640484
1.718959 0.8745501 0.117345 0.00810484
1.319622 0.9122274 0.0823216 0.00545099
3.224138 0.6074543 0.3570423 0.0355034
2.489549 0.7633643 0.2192841 0.0173516
2.653196 0.7325437 0.2470825 0.0203738
3.067631 0.6440834 0.3253998 0.0305168
5.04434 0.200435 0.6144056 0.1851595
2.02899 0.8364122 0.1525695 0.0110182
1.579599 0.8890589 0.1038832 0.00705796
1.725164 0.8738677 0.1179774 0.00815488
4.091293 0.3939997 0.5254447 0.0805555
4.088106 0.3947607 0.5249194 0.0803199
3.074706 0.6424598 0.3268134 0.0307269
1.122064 0.9268106 0.0687113 0.00447818
2.226842 0.8075115 0.179092 0.0133965
1.710602 0.8754641 0.1164979 0.00803793
4.227418 0.3620089 0.5467602 0.0912309
2.219931 0.8085834 0.1781112 0.0133055
2.556443 0.7510686 0.2304016 0.0185298
1.780562 0.8676341 0.1237505 0.00861539
1.957248 0.8459931 0.1437436 0.0102633
2.728244 0.7175859 0.2604873 0.0219269
1.952148 0.8466565 0.1431319 0.0102116
2.106504 0.8255279 0.1625764 0.0118957
2.897017 0.6821663 0.2919798 0.0258539
4.553337 0.2905788 0.5873304 0.1220908
3.759147 0.4754236 0.4654409 0.0591355
1.996275 0.8408395 0.1484931 0.0106674
3.183982 0.6169872 0.348859 0.0341537
1.643255 0.882623 0.1098587 0.00751837
2.744355 0.7143094 0.2634155 0.0222751
3.104128 0.6356734 0.3327113 0.0316153
2.475207 0.7659452 0.216946 0.0171088
128
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
128
1.424995 0.9034158 0.0905312 0.00605306
1.446562 0.9015175 0.0922983 0.0061842
3.170266 0.6202234 0.3460725 0.0337041
1.015527 0.9337167 0.0622558 0.00402744
1.289082 0.9146422 0.0800699 0.00528789
3.788161 0.4681932 0.4710362 0.0607706
3.163925 0.6217159 0.3447859 0.0334982
4.52427 0.2966069 0.5843837 0.1190094
2.990726 0.6615112 0.3101669 0.0283219
4.161024 0.3774793 0.5366471 0.0858737
4.505375 0.3005641 0.5823934 0.1170425
3.19844 0.6135649 0.3518012 0.0346339
4.091786 0.393882 0.5255260 0.0805921
1.132787 0.9260798 0.0693939 0.00452624
1.354807 0.9093691 0.0849858 0.00564509
1.417173 0.9040961 0.0898977 0.00600618
4.509089 0.2997841 0.5827891 0.1174268
3.483434 0.5442163 0.4102492 0.0455345
3.227176 0.6067297 0.3576627 0.0356076
2.497468 0.7619308 0.220582 0.0174871
3.930172 0.433052 0.497548 0.0694
1.481252 0.8983944 0.0952045 0.0064011
2.405155 0.778269 0.2057613 0.0159698
La primera variable, I_ITEM9_0, es la estimación del índice del modelo, cuyo valor per-
mite establecer, dados los valores de los umbrales, qué tipo de pensamiento suicida
se elige. Las otras tres variables (ITEM9_0_0, ITEM9_1_0, ITEM9_2_0) indican cuál es
la probabilidad de elegir cada una de las tres categorías de ITEM9.
Grácas de las probabilidades estimadas de elegir cada una de las categorías de la
variable dependiente:
129
Apéndices estadísticos
129
Contraste de Signicatividad de Coecientes al 90%
Variable Coeciente Error Std. tα/2 < < tα/2
AGRESOR 1.106059 0.589187 -1.6449 <1.877264 1.6449
DEPRE 0.146918 0.029306 -1.6449 <5.013170 1.6449
SOYGORD -0.155338 0.429364 -1.6449 <-0.361787 <1.6449
OBSERV -0.130269 0.231036 -1.6449 <-0.563846 <1.6449
SEXO -0.616678 0.345826 -1.6449 <-1.783203 1.6449
VICTIMA -0.042700 0.356236 -1.6449 <-0.119864 <1.6449
LIMIT_1:C(7) 3.660762 0.681206 -1.6449 <5.373946 1.6449
LIMIT_2:C(8) 6.526115 0.843939 -1.6449 <7.732922 1.6449
Contrastando los coecientes a un 90% de conanza, solo tres variables cumplen con
ser estadísticamente signicativas, AGRESOR, DEPRESIÓN y SEXO; y también, los
LÍMITES estimados. Por lo que las restantes no son signicativas para explicar la va-
riable ITEM9.
Con estos resultados se pueden contestar preguntas tales como: ¿Cuál es la probabi-
lidad de que un niño, con las características que se enlistan, tenga pensamiento sui-
cida sin considerar llevarlo a cabo?
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 1.4
Para este caso la probabilidad viene dada por:
Sustituyendo los coecientes por sus estimaciones:
= 0.86343173
130
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
130
La probabilidad de tener pensamientos suicidas sin llevarlos a cabo con las caracte-
rísticas descritas asciende a un 86%.
Para el caso de tener pensamientos suicidas y con la intención de llevarlo a cabo, la
probabilidad es:
= 99.11%
Incorporando la variable satisfacción -debe señalarse que estos resultados no son
comparables con los anteriores, debido a que al incorporar la variable satisfacción en
la estimación se modica el valor de los parámetros estimados y el valor de los lími-
tes-, se tiene el resultado siguiente:
Dependent Variable: ITEM9
Method: ML - Ordered Logit (Newton-Raphson / Marquardt steps)
Date: 02/18/19 Time: 16:53
Sample: 1 234
Included observations: 234
Number of ordered indicator values: 3
Convergence achieved after 5 iterations
Coe󰀩cient covariance computed using observed Hessian
Variable Coe󰀩cient Std. Error z-Statistic Prob.
SEXO -0.578426 0.347695 -1.663603 0.0962
SOYGORDITO -0.225722 0.432847 -0.521482 0.6020
VICTIMA -0.100962 0.359027 -0.281209 0.7786
AGRESOR 1.133224 0.590088 1.920432 0.0548
OBSERVADOR -0.154024 0.230940 -0.666943 0.5048
DEPRESION 0.144681 0.029444 4.913804 0.0000
SATISFAC -0.149912 0.122787 -1.220905 0.2221
Limit Points
LIMIT_1:C(8) 2.210146 1.360201 1.624868 0.1042
LIMIT_2:C(9) 5.096417 1.428268 3.568250 0.0004
Pseudo R-squared 0.152679 Akaike info criterion 1.156663
Schwarz criterion 1.289560 Log likelihood -126.3296
131
Apéndices estadísticos
131
Hannan-Quinn criter. 1.210247 Restr. log likelihood -149.0930
LR statistic 45.52682 Avg. log likelihood -0.539870
Prob(LR statistic) 0.000000
Con estos resultados se pueden contestar preguntas tales como: ¿Cuál es la probabi-
lidad de que un niño, con las características que se enlistan, tenga pensamiento sui-
cida sin considerar llevarlo a cabo?
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 1.4
SATISFAC = 9.0
Para este caso la probabilidad viene dada por:
Sustituyendo los coecientes por sus estimaciones:
= 86.85%
La probabilidad de tener pensamientos suicidas sin llevarlos a cabo con las caracte-
rísticas descritas asciende a un 86.85%.
132
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
132
Apéndice 14
Resumen de las estimaciones realizadas:
MODELO LOGIT PARA ESTIMAR LA PROBABILIDAD DE LA VARIABLE:
SOYGORDITO
Muestra Total Metepec Raíces-San Cristóbal
CONSTANTE -2.669019 -3.113523 -1.754019
(0.0000) (0.0000) (0.0000)
DEPRESIÓN 0.060867 0.090776
(0.0322) (0.0090)
ESGORDITO 1.901828 1.794385 2.090491
(0.0000) (0.0003) (0.0024)
R2McFadden 0.144416 0.173724 0.122805
Porcentaje de predicciones correctas 85.04 86.34 80.82
Número de observaciones 234 161 73
Probabilidad SOYGORDITO 0.1536 0.1352 0.1980
Efecto Marginal de un niño que no lo
observen gordito frente a otro que lo
observan gordito
0.3519 0.3062 0.4358
MODELO DE REGRESIÓN PARA EXPLICAR LA VARIABLE: DEPRESIÓN
Muestra Total Metepec Raíces-San Cristóbal
CONSTANTE 0.984000 -0.870715 6.112834
(0.3857) (0.5468) (0.0003)
SOYGORDITO 1.577611 2.192169
(0.0947) (0.0677)
VICTIMA 4.659368 6.832030 2.295316
(0.0000) (0.0000) (0.0239)
ITEM9 3.118328 2.530377 6.690016
(0.0000) (0.0019) (0.0000)
ESGORDITO 1.624335 2.649088
(0.0971) (0.0256)
OBSERVADOR 0.745666
(0.0933)
NÚM. DE OBSERVACIONES 234 161 73
R2 AJUSTADO 0.343832 0.348404 0.355046
S.E. DE LA REGRESIÓN 5.104017 5.148923 4.826659
133
Apéndices estadísticos
133
MODELO DE REGRESIÓN PARA EXPLICAR LA VARIABLE: AGRESOR
Muestra Total Metepec Raíces-San Cristóbal
CONSTANTE 0.735330 0.795826 1.785646
(0.0000) (0.0000) (0.0020)
VÍCTIMA 0.255955 0.247949 0.258209
(0.0000) (0.0000) (0.0001)
ITEM9 0.263921
(0.0020)
ESGORDITO -0.244950
(0.0149)
OBSERVADOR 0.057544 0.205725
(0.0012) (0.0000)
GRADO -0.221104
(0.0244)
Núm. de observaciones 234 161 73
R2 ajustado 0.394171 0.303615 0.484011
S.E. de la regresión 0.230745 0.151178 0.303843
MODELO DE REGRESIÓN PARA EXPLICAR LA VARIABLE: VÍCTIMA
Muestra Total Metepec Raíces-San Cristóbal
CONSTANTE 0.773059 -0.005346 0.551727
(0.0005) (0.9713) (0.0121)
DEPRESIÓN 0.023384 0.018835 0.025760
(0.0000) (0.0000) (0.0175)
AGRESOR 0.649235 0.818738 0.532193
(0.0000) (0.0000) (0.0007)
OBSERVADOR 0.161938
(0.0000)
SATISFAC -0.040677
(0.0384)
Núm. de observaciones 234 161 73
R2 ajustado 0.362264 0.487472 0.245577
S.E. de la regresión 0.383831 0.293036 0.517206
134
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
134
Apéndice 15
Perfiles para estimar la probabilidad de que un niño, con las característi-
cas que se enlistan, tenga pensamiento suicida sin considerar llevarlo a
cabo
PERFIL 1. Ser hombre
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 1.4
Probabilidad = 86.34%
PERFIL 2. Ser mujer
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 0
VÍCTIMA = 1.4
Probabilidad = 77.34%
PERFIL 3. Mayor puntaje en agresor que víctima, hombre
AGRESOR = 2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 1.4
Probabilidad = 72.3%
PERFIL 4. Mayor puntaje en víctima que agresor, hombre
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 2
Probabilidad = 86.64%
135
Apéndices estadísticos
135
PERFIL 5. Mayor puntaje en agresor que víctima, mujer
AGRESOR = 2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 0
VÍCTIMA = 1.4
Probabilidad = 58.5%
PERFIL 6. Mayor puntaje en víctima que agresor, mujer
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 0
VÍCTIMA = 2
Probabilidad = 77.78
PERFIL 7. Incorporar la variable SATISFAC, hombre
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 1.4
SATISFAC= 9.0
Probabilidad = 86.85%
PERFIL 8. Incorporar la variable SATISFAC, mujer
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 0
VÍCTIMA = 1.4
SATISFAC= 9.0
Probabilidad = 78.74%
136
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
136
Apéndice 16
Perfiles para estimar la probabilidad de que un niño, con las característi-
cas que se enlistan, tenga pensamiento suicida y consideraría llevarlo a
cabo.
PERFIL 1. Ser hombre
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 1.4
Probabilidad = 99.11
PERFIL 2. Ser mujer
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 0
VÍCTIMA = 1.4
Probabilidad = 98.35
PERFIL 3. Mayor puntaje en agresor que víctima, hombre
AGRESOR = 2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 1.4
Probabilidad = 97.86
PERFIL 4. Mayor puntaje en víctima que agresor, hombre
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 2
Probabilidad = 99.13
137
Apéndices estadísticos
137
PERFIL 5. Mayor puntaje en agresor que víctima, mujer
AGRESOR = 2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 0
VÍCTIMA = 1.4
Probabilidad = 96.11
PERFIL 6. Mayor puntaje en víctima que agresor, mujer
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 0
VÍCTIMA = 2
Probabilidad = 98.40
PERFIL 7. Incorporar la variable SATISFAC, hombre
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 1
VÍCTIMA = 1.4
SATISFAC= 9.0
Probabilidad = 99.2%
PERFIL 8. Incorporar la variable SATISFAC, mujer
AGRESOR = 1.2
DEPRESIÓN =10.5
SOYGORDITO = 1
OBSERVADOR = 1.7
SEXO = 0
VÍCTIMA = 1.4
SATISFAC= 9.0
Probabilidad = 98.52
138
Gordura, depresión y acoso escolar.
Cuando el suicidio se convierte en una opción
138
Resumen de probabilidades de los Apéndices 15 y 16
Probabilidades de que un niño tenga pensamientos suicidas sin considerar
llevarlo a cabo
Promedio Agresor Victima Satisfacción
Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer
86.34 77.34 72.3 58.5 86.64 77.78 86.85 78.74
Probabilidades de que un niño tenga pensamientos suicidas y considere
llevarlo a cabo
Promedio Agresor Victima Satisfacción
Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer Hombre Mujer
99.11 98.35 97.86 96.11 99.13 98.4 99.2 98.52
Sobre los autores
Eduardo Pérez Archundia
Licenciado en Psicología por la UAEMex, maestro en Ciencias Sociales por El Colegio Mexiquense,
A. C. y doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la Universidad Iberoamericana. Actualmente la-
bora como investigador educativo en el Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado
de México (ISCEEM). Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y su línea de investi-
gación gira en torno a los procesos de inclusión y convivencia en las escuelas. Algunas de sus más
recientes publicaciones son: “Lo leí en un baño. Mensajes en los sanitarios de escuelas de educa-
ción básica”, en la revista Voces y silencios, Revista latinoamericana de educación. Configuración
de la convivencia en las escuelas. Componentes institucionales. Voces y emociones de actores
educativos ante la pandemia por la COVID-19.
Ricardo Rodríguez Marcial
Licenciado en Economía por la UNAM, maestro en Economía por el Centro de Investigación y
Docencia Económicas A. C. y doctor en Educación, es profesor de tiempo completo en la Facultad
de Economía de la Universidad Autónoma del Estado de México por más de 30 años. Se especia-
liza en la aplicación de los métodos cuantitativos a distintos aspectos de la economía. Tiene publi-
caciones diversas sobre la coyuntura económica y otros temas. Su más reciente publicación es: La
vida de los estudiantes universitarios ante la pandemia COVID-19, en Voces y emociones de acto-
res educativos ante la pandemia por la COVID-19.
Aixa Nallely García Albarrán
Licenciada en Psicología por la UAEMex, maestra en Educación por la Universidad para la
Profesionalización Estratégica. Actualmente labora como Directora de Preescolar en el Colegio
Forger y ha colaborado en otras instituciones con el mismo cargo y como psicóloga educati-
va. Cuenta con más de 20 años de experiencia como terapeuta infantil. Recientemente publicó:
Correlación entre satisfacción corporal y bullying en estudiantes de primaria. Revista D’ Perspectivas
Siglo XXI.
Gordura, depresión y acoso escolar. Cuando el suicidio se convierte en una opción, de
Eduardo Pérez Archundia, Ricardo Rodríguez Marcial y Aixa Nallely García Albarrán, se
publicó en el mes de diciembre de 2022. Para su formación se utilizó la familia tipográfica
HelveticaNeueLT Std. Cuidado de la edición y Diseño editorial: Ricardo Sandoval Pérez.
Corrección de estilo: Ivan Reynoso Soto. Diseño de portada: Jorge Emmanuell Holguín
Sánchez. Editor responsable: Edith Mariana Rebollar Sánchez.
La obesidad y la depresión son algunos de los principales problemas de
salud pública que aquejan a la población mexicana. Su presencia en el
ámbito escolar ha sido estudiada profusamente; no obstante, esta obra lo
hace considerando las implicaciones que ambas problemáticas tienen en
conjunción con el acoso escolar y el comportamiento suicida.
En la investigación que da cimiento a este libro, la obesidad se operacional-
izó como gordura y se encontró que, contrario a lo esperado, no existe una
relación directa con el acoso escolar. Sin embargo, se halló que aquellos indi-
viduos que se auto perciben con gordura presentan síntomas depresivos, y
eso los induce a ser víctimas de acoso escolar y tener pensamientos suicidas
incluso en niveles moderados. Derivado de lo anterior, se crea una espiral
nociva con consecuencias serias que difícilmente podrá ser erradicada por el
propio sujeto afectado, debido al carácter social que esta presenta desde su
origen.
Así, en el libro se ofrecen datos para identicar condiciones de riesgo que
provocan sufrimiento en los infantes, poniendo énfasis en la depresión como
elemento articulador.
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Article
Full-text available
The relations among 3 moral affective personality characteristics—shame-proneness, guilt-proneness, and empathic responsiveness—were examined in 4 independent studies of undergraduates. Results indicate that shame and guilt are distinct affective experiences that have important and quite different implications in the interpersonal realm. There was a substantial positive correlation between shame-proneness and guilt-proneness. Nonetheless, as predicted, other-oriented empathic responsiveness was negatively related to proneness to shame but positively correlated with proneness to guilt. In contrast, an index of more self-oriented personal distress was positively linked to shame-proneness. Taken together, these results add a new dimension to the ugliness of shame but suggest that guilt may not be that bad after all, at least in the interpersonal domain.
Article
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El estudio del acoso escolar desde una perspectiva ecológica y social permitirá sentar las bases para construir programas de atención y prevención, considerando las características del contexto. Este estudio tiene como objetivo conocer diferencias en secundarias públicas rurales y urbanas, con respecto a variables de género, el tipo de acoso escolar empleado, disponibilidad para solicitar apoyo, y los roles que se exhiben al participar en episodios de acoso escolar. Los resultados permiten señalar que tanto en el contexto rural como urbano, no hay diferencias de género con respecto al tipo de agresión que usan para dañar; respecto a los roles con los que participan en episodios de acoso escolar, se identifica que en ambos contextos son los mismos roles; sin embargo, los urbanos usan más la agresión grave y los rurales la exclusión, los alumnos en el contexto urbano están más dispuestos a solicitar ayuda que los del entorno rural.
Article
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La percepción de los iguales y las metas sociales tienen un papel clave en el comportamiento social. No obstante, su influencia en el desarrollo de ansiedad social o su impacto en el ajuste social durante la adolescencia no ha sido examinada con profundidad. El objetivo de este estudio fue explorar la relación de la percepción de los iguales y las metas sociales con la ansiedad y el ajuste social. Los participantes fueron 848 adolescentes españoles (47.5 % chicas) de entre 12 y 17 años (M = 13.58, DT = 1.247). Los modelos de ecuaciones estructurales indicaron que la percepción positiva de los iguales y las metas de desarrollo social influyen directamente en el ajuste social, mientras que la percepción negativa y las metas de evitación social se vinculan a la ansiedad social. Esta evidencia destaca la importancia de potenciar el planteamiento de metas de desarrollo social y la percepción positiva de los iguales.
Article
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Little is known about the relation between parental morality induction, moral functioning in children and children’s involvement in bullying and cyberbullying. This study aimed at advancing knowledge on parenting practices regarding morality induction. The Perceived Parental Moral Disengagement Induction Questionnaire was designed and validated. The relation between the perceived parental moral disengagement induction, bullying and cyberbullying mediated by children’s moral disengagement and moral emotions was explored in this study. The survey was answered by 1483 Primary and Secondary Education students enrolled in eight different schools. High perceived parental moral disengagement induction, children’s high moral disengagement and low moral emotions were related to high involvement in bullying and cyberbullying. Parenting practices regarding morality predicted moral functioning in children which in turn predicted bullying and cyberbullying. Thus, bullying and cyberbullying could possibly be decreased by enhancing morality in children and promoting desirable morality-related parenting practice.
Article
Full-text available
This study was planned in order to analyze adolescent body image by age and gender, evaluate the relationship between adolescent body image and socio-cultural factors, and determine the extent to which variables such as age, gender, and Body Mass Index (BMI) can serve as predictors of the influential habits and strategies needed to achieve a better level of body satisfaction. Within this context, the data was collected using the following questionnaires: the Body Image and Body Size Variation Questionnaire; the Perceived Socio-Cultural Effects Concerning Body Image and Body Size Questionnaire; and a Data Form containing the demographic data. One thousand two hundred and eighty 7th, 8th, 9th, and 10th grade students were selected for the study using probabilistic, stratified, cluster sampling. The findings show a strong correlation between adolescent body image and socio-cultural factors, as well as between adolescent body image and the importance adolescents place on the media. From the regression analysis conducted using correlated variables, it was demonstrated that body satisfaction, habits and strategies with respect to body-building that pertain to adolescent body image can also be predicted by studying the attitudes and behaviours of the students’ parents, peers, and the socio-cultural variables in evidence, such as the perceived effect of the media.
Article
We examine separate and combined effects of children’s body size and gender on school bullying victimization in the United States. Second-grade data for the 2012/13 school year from the US Early Childhood Longitudinal Study, Kindergarten Cohort, 2011 were analyzed, hierarchical generalized logistic modeling was used, and three forms of school bullying were studied. Girls were less likely than boys to be verbally or physically bullied, and obese children were more likely to be verbally and relationally bullied than non-obese children. The protective effect of gender extends to obese girls when obesity is not a risk factor (physical bullying). When obesity is a risk factor, gender is not protective (verbal bullying) or is a risk factor (relational bullying) for girls. These findings suggest that an intersectional body size–gender lens is crucial to understanding how inequality is produced through school bullying. Future interventions should incorporate an intersectional understanding of school bullying.
Article
Developmental psychology has paid special research attention to explain how certain moral-nature factors influence behavior. Most research on morality and bullying has focused on studying moral disengagement as a risk factor for peer aggression. However, neuroscience has revealed that morality is a complex phenomenon composed of several factors. Thus, it requires the usage of holistic explanatory models that study the complexity of the moral functioning. The purpose of this review is to explore —from an integrative perspective— the moral elements that influence the transgressive behavior that damages other people, and its relation to bullying, a clear example of unjustified and immoral aggressiveness. This article reviews the state-of-the-art of morality including moral sensitivity, reasoning, emotion, motivation and identity, and group norms, analyzing its protective role against bullying. The need for a comprehensive theoretical approach to morality understood as a complex construct is discussed, starting from the articulated analysis of all its dimensions. This work advances knowledge useful for the design of educational interventions aimed to prevent bullying, to stimulate the socially desirable and prosocial behavior, as well as to improve peer relationships.
Article
Bullying and cyberbullying are damaging aggressive behaviors in which some children and adolescents intentionally inflict frequent and long term harm on peers who become victimized. The number of studies on bullying is high and a lot of knowledge has already been gathered. Nevertheless, there are still many gaps in knowledge that need to be addressed. Research on protective factors and effective interventions is still in its relatively early stages. This systematic review of meta-analyses on protective factors against bullying and cyberbullying was conducted to synthesize knowledge and discover the most important community, school, family, peer and individual protective factors. After systematic searches and the application of inclusion and exclusion criteria, 18 meta-analyses with 128 effect sizes were included and analyzed. Forest plots were constructed and median effect sizes were calculated for each group of protective factors. Self-oriented personal competencies were the strongest protector against victimization. Low frequency of technology use protected from involvement in cyberbullying. Good academic performance and other-oriented social competencies were the strongest protective factors against perpetration. Positive peer interaction was the strongest protective factor against being a bully/victim. These findings can be useful to improve anti-bullying programs, policy and practice.