ArticlePDF Available

Historia de dos ciudades de frontera. Antequera, Pamplona y la movilización de recursos para la guerra en la Monarquía Hispánica (ca. 1500-1530)

Authors:

Abstract

Tras la conquista de Granada (1492) Antequera perdió su condición de ciudad fronteriza. Poco después, tras la conquista de Navarra (1512-1521), Pamplona adquirió una nueva condición como ciudad fronteriza de la nueva Monarquía Hispánica. Ambas transformaciones tuvieron lugar en el proceso de reconfiguración del reparto de las cargas económicas derivadas del sobreesfuerzo bélico llevado a cabo por la Corona. Mientras que Antequera vio aumentar su contribución a esta carga a medida que perdía su condición como ciudad de frontera, Pamplona, por el contrario, disfrutó de un trato privilegiado en este sentido. La historia comparada de estas dos ciudades que siguieron una notoria trayectoria divergente nos permite calibrar el precio de la frontera en la economía política que regía la distribución de las contribuciones locales a la ambiciosa política belicista, pero también los mecanismos cotidianos del reparto de esta pesada carga entre los distintos miembros del entramado político.
183,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE
FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
Y LA MOVILIZACIÓN DE RECURSOS
PARA LA GUERRA EN LA MONARQUÍA
HISPÁNICA (CA. 1500-1530)
HISTORY OF TWO (FRONTIER) CITIES:
ANTEQUERA, PAMPLONA AND THE
MOBILIZATION OF RESOURCES FOR WAR IN
THE HISPANIC MONARCHY (CA. 1500-1530)
José Miguel Escribano Páez1
Recibido: 06/06/2022 ·Aceptado: 03/10/2022
: https://doi.org//10.5944/etfiv.35.2022.34116
Resumen
Tras la conquista de Granada (1492) Antequera perdió su condición de ciudad
fronteriza. Poco después, tras la conquista de Navarra (1512-1521), Pamplona adquirió
una nueva condición como ciudad fronteriza de la nueva Monarquía Hispánica.
Ambas transformaciones tuvieron lugar en el proceso de reconfiguración del reparto
de las cargas económicas derivadas del sobreesfuerzo bélico llevado a cabo por
la Corona. Mientras que Antequera vio aumentar su contribución a esta carga
a medida que perdía su condición como ciudad de frontera, Pamplona, por el
contrario, disfrutó de un trato privilegiado en este sentido. La historia comparada
de estas dos ciudades que siguieron una notoria trayectoria divergente nos permite
calibrar el precio de la frontera en la economía política que regía la distribución
de las contribuciones locales a la ambiciosa política belicista, pero también los
mecanismos cotidianos del reparto de esta pesada carga entre los distintos miembros
del entramado político.
Palabras clave
Frontera; fiscalidad; guerra; Monarquía Hispánica; siglo XVI
1. Universidad Pablo de Olavide; jmescpae@upo.es. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8995-4200
Este trabajo ha sido realizado con ayuda de un contrato posdoctoral del programa estatal Juan de la Cierva
Formación (referencia FJCI-2016-28763) financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, en
el marco del grupo PAIDI «Historia de la globalización: violencia, negociación e interculturalidad» (HUM-1000)
financiado por la Junta de Andalucía.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 184
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
Abstract
After the fallen of the Nasrid kingdom of Granada (1492), Antequera left behind
his status as frontier city. Shortly after, Pamplona acquired such a condition due to
the conquest of Navarre (1521-1521), and the fierce rivalry between the Spanish and
French kings. Both transformations took place during a period when the system to
distribute the burden of war among the multiple parts of the Hispanic Monarchy
was taking shape. While the former witnessed an astonishing rise of costs to pay
when it lost the status as a frontier city, the former, on the contrary, began to enjoy
a privileged status deriving from its new condition as one of the bulwarks defending
the empire. A comparative history of both cities during the opening decades of
the sixteenth century shows to what extent they followed divergent paths in the
redistribution of the war costs. This allows us to measure the political price of the
frontier according to the logics ruling the funding of imperial warfare and defence
in the Spanish Empire during the first half of the sixteenth century.
Keywords
Frontier; fiscal system; war; Hispanic Monarchy; Sixteenth Century
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
185,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
0. INTRODUCCIÓN
En un mundo globalizado en el que las alambradas y muros fronterizos parecían
condenados a una lenta pero inexorable desaparición, asistimos a una febril actividad
constructora de barreras físicas entre diferentes territorios nacionales. La conse-
cuencia directa son debates en torno a cuestiones como ¿Quién debe pagar la
construcción de estas fronteras? ¿Cómo se financian los dispositivos fronterizos?
¿Cuáles son sus costes y réditos en términos políticos? Cuestiones como estas
ocupan un lugar central en los debates sobre nuestro momento político y han
alimentado un renovado interés por la historia de las fronteras en sus diferentes
acepciones
2
. El presente artículo parte de los referidos debates para analizar el coste
de las fronteras en la edad moderna y de manera más concreta en la Monarquía
Hispánica de principios del siglo XVI.
El debate sobre la distribución de las cargas derivadas de la política militar
imperial se ha centrado en la desigual contribución de los distintos reinos por lo
que hoy en día conocemos muy bien las relaciones establecidas entre los territorios
que aportaban recursos y los que los recibían merced a su papel en la defensa del
imperio3. A pesar de contar con notables contribuciones, es mucho todavía lo que
nos queda por saber sobre la manera en que algunas ciudades utilizaron su condición
fronteriza para desviar parte de la carga defensiva en terceros mientras capitali-
zaban los réditos políticos dado que el reciente boom de los estudios de frontera
ha privilegiado otras temáticas4. El presente artículo pretende avanzar en esta línea
de investigación analizando el coste político de las fronteras ahí donde este era
más evidente: los sordos debates sobre quién, cómo y porqué debía contribuir a
financiar las fronteras imperiales. Así, aspiramos a arrojar luz sobre las lógicas del
juego político que regía la distribución de las cargas inherentes a la defensa imperial
y como la condición fronteriza influyó en la manera en la que se participaba en el
coste del proyecto imperial en construcción a principios del siglo XVI.
En este trabajo analizaremos la fiscalidad, pero también el reparto de otras pesadas
cargas como la financiación de las fortificaciones o el abastecimiento militar en un
ejercicio de historia comparada centrado en dos ciudades: Antequera y Pamplona.
La primera, ciudad de frontera entre Castilla y Granada durante el siglo XV, perdió
su condición fronteriza a principios del siglo XVI por la conquista del antiguo reino
nazarí5. La segunda, por el contrario, pasó a ser una de las principales ciudades de
frontera de la Monarquía tras la conquista del reino de Navarra en 1512 en el marco
del enfrentamiento entre los Habsburgo y los Valois
6
. Analizando la trayectoria
divergente de ambas ciudades como contribuyentes al esfuerzo colectivo que supuso
la configuración del imperio podremos comprender mejor como la construcción
2. Conklin Akbari et al., (2017): 1501–1553.
3. En aras de la brevedad citaremos únicamente algunas obras que proporcionan una visión de conjunto.
Thompson, 1976: 11–100 y 288–293. Tracy, 2002: 20–91 y 249–305. Yun Casalilla, 2004: 249–395; 2019: 155–198.
4. Chavarría Múgica, 2012 a y b.
5. Cobos Rodríguez, 2015: 295–440.
6. Chavarría Múgica, 2012 a: 361–385.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 186
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
y deconstrucción de las fronteras imperiales influyó en la vida quienes habitaron
estos espacios liminales.
1. ANTEQUERA Y PAMPLONA,
TRAYECTORIAS CONTRAPUESTAS
Es difícil imaginar dos ciudades cuyas trayectorias resulten más divergentes en
lo que se refiere a su condición fronteriza. Antequera fue conquistada por las tropas
del infante Fernando de Castilla a finales del verano de 1410. Desde entonces, la
ciudad se convirtió en uno de los puntos calientes de la frontera entre Castilla y el
reino nazarí. Como tal, se vio obligada a hacer frente a las dificultades inherentes a
su condición como ciudad fronteriza. Ello repercutió sobremanera en su economía
hasta llegar a comprometer su subsistencia como demuestran los repetidos episodios
de desabastecimiento
7
. Así, por ejemplo, en 1477, los daños sufridos durante la
reciente ofensiva nazarí amenazaron el propio mantenimiento de la ciudad, por
lo que fue necesario que se ordenara a otras ciudades andaluzas que acudieran a
proveerla debidamente
8
. Todavía a mediados del siglo XVI los notables antequeranos
describían aquella dura vida fronteriza recordando cuando los enemigos «talaron
los panes hasta siete veces» o, peor aún, cuando mataron a todos los hombres de
la ciudad «e quedó la ciudad en poder de mujeres». Penosa vida de frontera en la
que «las fatigas e trabajos e gastos les duró continuamente noventa años»9. Con la
caída del reino nazarí Antequera dejó atrás esta dura existencia, pero como todas
las poblaciones del extremo sudoriental de la península ibérica, no permaneció
inmune a los efectos derivados de la progresiva militarización de un territorio, el
antiguo reino de Granada, que era considerado como un territorio de frontera10.
Sin embargo, si durante el siglo XV Antequera había recibido un trato privilegiado
por parte de la Corona debido a su importancia como enclave militar de frontera,
la conquista del reino de Granada la despojó de ese trato de favor11. Como veremos
más adelante, este cambio tuvo un profundo impacto en la vida de sus habitantes.
La desaparición de la frontera reportó beneficios obvios para la economía de esta
ciudad. Los asedios y razias fronterizas dejaron de flagelar la economía local y esta
reaccionó con un sensible crecimiento durante toda la primera mitad del siglo
XVI. En buena medida ello fue así por la riqueza agrícola de esta localidad. Situada
como cabeza de un fértil territorio, la famosa cuenca de Antequera regada por el
río Guadalhorce, destacaba en la producción cerealística. La roturación de nuevas
tierras para el cultivo de grano se prolongó durante todo el periodo de nuestro
estudio
12
. Esta actividad roturadora no era sino la plasmación de una evidente
7. Cobos Rodríguez, 2015: 411–427.
8. Archivo General de Simancas (AGS), Registro General del Sello (RGS), 147706, 257.
9. Archivo Histórico Nacional (AHN), Consejos, 24617, s. f.
10. López de Coca Castañer, 1993: 93–110. Barrios Aguilera, 1997: 583–610. Jiménez Estrella, 2004 b.
11. Alijo Hidalgo, 1982: 407–419.
12. Alijo Hidalgo, 1991: 3–16. AGS, Cámara de Castilla (CCA), 180, 70, f. 1 y 200, 82.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
187,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
presión demográfica prolongada. Tanto este aumento poblacional, como el incre-
mento de la superficie cultivada evidenciaban la transición de una economía de
frontera, en la que necesariamente primaba la ganadería, a una economía con un
claro predominio agrícola13. En términos económicos, los tiempos de la frontera
habían acabado.
Si Antequera tuvo la suerte de dejar atrás la pesada vida fronteriza, Pamplona se
convirtió en la cabeza de un reino de frontera: Navarra14. Por unos años, la ciudad
pasó a ser el escenario en el que dirimían sus diferencias dos monarquías rivales15.
Entre 1512 y 1521 la ciudad fue el objetivo de dos sitios y lugar de paso de los ejércitos.
La destrucción de los cercos franceses de 1512 y 1521 no puede compararse con la de
otros asedios de la edad moderna. Ahora bien, no podemos negar los daños provo-
cados por las tropas. Para hacernos una idea podemos recurrir a una investigación
de los daños provocados por los soldados tras la última intentona franco-navarra
de 1521. Según las cuentas del pagador general, los vecinos de Pamplona recibieron
daños por valor de 501.259 maravedíes entre saqueos, mantenimientos y demás.
Cantidad muy superior a la de las indemnizaciones reclamadas por la mayoría de
las villas16. Tampoco podemos dejar de señalar los daños materiales por la política
de tierra quemada que practicaron las autoridades militares castellana para evitar
que el enemigo pudiera abastecerse sobre el terreno. Las Cortes navarras de 1517
solicitaron el pago por la destrucción de los molinos de la cuenca de Pamplona
ordenada por el duque de Alba cinco años antes
17
. De nuevo, en septiembre de 1521,
el conde de Miranda (virrey de Navarra) ordenó, ante la amenaza de un inminente
contragolpe francés, que en el momento en que se tuviera por cierta la entrada del
ejército galo se rompieran las piedras de los molinos y se vertiera todo el vino del
reino para evitar que el enemigo pudiera abastecerse. Pamplona, por el contrario,
debía ser debidamente pertrechada con todos los bastimentos que pudieran trans-
portarse hasta ella
18
. El plan del virrey, que quedó finalmente en suspenso, demuestra
que las autoridades militares fueron cautas en su política de tierra quemada y que
esta, a todas luces lesiva, tenía unos efectos relativos en Pamplona.
Algo parecido sucedió a propósito de la fortificación de la ciudad, la trans-
formación física más evidente derivada de su nueva condición fronteriza. La
construcción de las nuevas defensas implicó la necesidad de despejar el espacio
circundante para que estas pudieran ser efectivas. Ello se tradujo en la necesidad de
talar huertas y derribar casas. Una estimación de estos daños en los años posteriores
a la conquista arrojó un total de pérdidas por valor de unos 950.000 maravedíes19.
Una cuenta de la década de los años veinte estimaba que las casas, huertas, norias
y árboles que se habían destruido durante la construcción de la fortaleza costó algo
13. Alijo Hidalgo, 1983: 104–135; Carmona Ruiz, 2017: 57–79.
14. Sobre la fronterización de Navarra véase Chavarría Múgica, 2006: 44–99 y 237–277.
15. Monteano Sorbet, 2010.
16. Archivo Real y General de Navarra (AGN), Archivos Personales, Fondo Rena, (Rena), 43, 6.
17. AGS, CCA, 128, 302, ff. 3, 7–8 y 12.
18. AGS, Patronato Real, 3, 93, f. 503.
19. AGN, Comptos, 1ª Serie, 23, 55.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 188
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
más de 955.000 maravedíes
20
. Ahora bien, tampoco conviene exagerar los daños
derivados de la fortificación. Cuando la constante amenaza sobre Pamplona empezó
a disiparse la presión sobre el espacio en torno a las murallas se relajó. En 1543 Carlos
V ordenó que cesara de manera paulatina la explotación agrícola de este espacio21.
Los notables de Pamplona consiguieron licencias para continuar cultivando la zona
a condición de desmantelar sus huertas y construcciones cuando una amenaza
real se cerniese sobre la ciudad. Sin embargo, cuando sonaron las alarmas y se les
requirió emprendieron una batalla de súplicas y alegaciones para evitarlo22. Esto
demuestra la facilidad de la economía local por adaptarse a la realidad fronteriza. A
ello hay que sumar que las autoridades galas y castellanas aprendieron muy pronto
lo difícil que era desplegar grandes contingentes en Navarra, por lo que prefirieron
enfrentarse en otras de sus fronteras. En definitiva, todo ello hizo que Navarra en
general y Pamplona en particular, a pesar de sufrir daños materiales, no pagaron
una factura comparable a la que pagaron otras regiones fronterizas23. Ahora bien,
para calcular el precio real del estatus fronterizo de Pampona y Antequera no sólo
hay que tener en cuenta como afectaba a la economía local directamente, sino
también como lo hacía de manera indirecta al influir en la manera de contribuir a
la defensa del imperio.
2. FRONTERA Y ESFUERZO BÉLICO
La condición fronteriza afectaba a la economía de ambas ciudades, pero también
a la manera en que contribuían al esfuerzo bélico. En el caso de Antequera se
puede afirmar que este ámbito fue en el que más pronto y de manera más evidente
se plasmó el cambio de estatus de la ciudad. Durante la última campaña de la
conquista de Granada, Antequera contribuyó con la nada desdeñable suma de
400.000 maravedíes24. Diez años después, durante la revuelta de las Alpujarras, su
contribución ascendió a 800.00025. El que la ciudad hubiera pasado a contribuir
el doble demuestra hasta qué punto su posición en el reparto de las cargas defen-
sivas había cambiado en apenas una década. Algo parecido ocurrió con el número
de tropas enviadas a defender otras fronteras. En 1497 Antequera tuvo que enviar
50 hombres a la guerra del Rosellón
26
. Cuando poco después la Corona intentó
construir un antemural defensivo en las costas magrebíes la ciudad contribuyó a ello
de manera notable. Durante la campaña de Mazalquivir, se dispuso que Antequera
contribuyera con 100 hombres27. A pesar de que la cifra resultaba bastante elevada
20. AGN, Comptos, 1ª Serie, 172, 8, f. 2v.
21. AGN, Comptos, 1ª Serie, 181, 12–1.
22. AGN, Comptos, 1ª Serie, 181, 16, f. 1, y 17, f. 1.
23. Potter, 1993: 200-232. Sadler, 2006: 442-550.
24. AGS, RGS, 150202, 214.
25. García Valverde, Moreno Trujillo, de la Obra Sierra, 2010: 214–216.
26. AGS, RGS, 149711, 113. Sobre esta campaña remitimos a Ladero Galán, (2004): 225–283.
27. AGS, Guerra y Marina, 1315, 80. La logística de esta campaña ha sido reconstruida en Ladero Quesada,
(2013): 183–224.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
189,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
teniendo en cuenta que otras poblaciones similares de las inmediaciones solo
aportaban la mitad, la ciudad cumplió con nota al enviar 94 soldados28. Es difícil
estimar el efecto de estas contribuciones en la economía antequerana pero no parece
demasiado aventurado considerar que estas tropas obtuvieron escasos beneficios de
sus aventuras marciales. Algunos soldados antequeranos se vieron obligados a echar
mano de su patrimonio particular para financiar las deudas contraídas durante un
servicio tan peligroso como mal pagado29. Al coste para el ahorro privado hay que
añadir el coste para el erario municipal ya que era la ciudad la que financiaba la
movilización de estos hombres. Este esfuerzo financiero implicaba repercusiones
muy diferentes para los miembros de la comunidad local. La recaudación y adminis-
tración de los fondos destinados al pago de las tropas fue aprovechado por algunos
miembros de la oligarquía local, lo que provocó acusaciones de fraude cuando no
presentaron las cuentas pertinentes30. Algo similar sucedió en 1501 con los encar-
gados de gestionar la financiación del contingente con el que Antequera contribuyó
a sofocar la primera rebelión de los moriscos granadinos31. A ello hay que sumar el
desigual reparto de esta carga dentro de la comunidad urbana, como demuestra
el que una parte significativa de la oligarquía local se librarse de la contribución
alegando sus privilegios y exenciones, pero también que otra parte de la comunidad
contestara esos derechos por la vía legal32.
Si la contribución de Antequera al esfuerzo bélico en términos humanos ya
había generado tensiones poco después de la conquista de Granada, las querellas
y protestas fueron a más en los años sucesivos a propósito de la contribución de la
localidad a la financiación de la defensa de otras fronteras. Quizá la contribución
más relevante para nosotros sean los 100.000 maravedíes que la ciudad de Antequera
aportó en 1523 para la campaña militar destinada a cerrar la frontera pirenaica tras
la invasión francesa de Navarra33. En aras de nuestro ejercicio comparativo cabe
subrayar que mientras Antequera participó en el auxilio a la frontera pirenaica,
Pamplona nunca tomó parte en ninguna iniciativa para financiar la defensa de
la frontera granadina. Lejos de ser una mera anécdota, esta contribución resulta
bastante importante no tanto por la cantidad, sino por la manera en que fue finan-
ciada. Al año siguiente la ciudad solicitó (y consiguió) que la Carlos V autorizase
que los 100.000 maravedíes aportados para la campaña pirenaica se consiguieran
mediante una sisa extraordinaria
34
. Este modelo de recaudación resultaba especial-
mente perjudicial para los estratos más bajos del entramado social local ya que
las sisas gravaban el consumo de bienes de primera necesidad. Por desgracia para
ellos, esta y otras formas de financiación especialmente lesivas para sus bolsillos se
28. Biblioteca Nacional de España, Manuscritos, 18547/5/14, f. 14.
29. En 1509 uno de los vecinos de Antequera que servía en la fortaleza de Mazalquivir procedió a la venta de
sus viñas para amortizar sus deduas allí. Archivo Histórico Municipal de Antequera (AHMA), Fondo de Protocolos
Notariales, 1313, f. 99.
30. AGS, RGS, 149711, 113.
31. García Valverde, Moreno Trujillo, de la Obra Sierra, 2010: 214–216.
32. Arroyal Espigares et al. (eds.), 2005: 562–563.
33. AGS, Guerra y Marina, 1313, 49, f. 6.
34. Carlos V a la ciudad de Antequera. Vitoria, 27 junio 1524. AHMA, C. 34–85.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 190
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
hicieron cada vez más frecuente a medida que Antequera fue contribuyendo más
y más a la defensa fronteriza.
Desde muy pronto Antequera se vio obligada a participar también en el
mantenimiento de la defensa de las costas granadinas. Según uno de los primeros
repartimientos del tributo destinado a pagar la protección costera, la ciudad debía
pagar 25.000 maravedíes35. La contribución distaba de resultar excesiva, pero las
autoridades locales se confesaron incapaces de satisfacerla por lo que se vieron
obligados a solicitar a la Corona que les concediera una licencia para que la cantidad
que les había sido asignada fuera satisfecha con cargo a los bienes de propios de
la localidad, petición que fue satisfecha
36
. Al igual que ocurría con el modelo de
financiación empleado para sufragar la aportación a la guerra de Navarra el pago
de esta contribución defensiva con cargo a los bienes de propios implicaba de
nuevo desviar el peso de la fiscalidad hacia los sectores más desfavorecidos de
la sociedad que veían vedado el libre acceso a los bienes de propios de la ciudad.
Además, la cantidad que Antequera debía pagar para mantener las guardas continuó
aumentando en los años sucesivos. Al aumento de 1504 se sumó otro sensible
incremento en 1509
37
. Apenas cinco años después, en 1514, la cantidad que la ciudad
debía pagar ascendía a 40.000 maravedíes, cantidad harto elevada a los ojos del
gobierno local que elevó una queja a la administración real38. Las quejas de la ciudad
hicieron que el conde de Tendilla, capitán general del reino de Granada, intentara
revisar la cantidad asignada a la ciudad39. En una misiva privada, el noble llegó a
admitir que Antequera contribuía «reciamente» a la financiación de la guarda de
la costa, algo especialmente sangrante teniendo en cuenta que la ciudad apenas se
beneficiaba de esta protección40. Meses después, el conde de Tendilla comunicó a
las autoridades antequeranas que la Corona había desoído sus quejas y ordenaba
que continuara pagando como venía haciendo en los últimos años41.
El conflicto sobre la participación de Antequera en la financiación de la defensa
fronteriza granadina no era sino uno de los múltiples frentes en los que se estaba
renegociando la posición de la ciudad en el entramado fiscal de la monarquía. A
finales de 1514 el conde de Tendilla escribió a su agente en la corte explicando que
Antequera llevaba 14 años pagando la farda sin protestar y, sólo ahora, sacaba a
relucir un privilegio otorgado por Fernando el Católico según el cual estaba exenta
de su pago
42
. ¿Por qué protestaba ahora la ciudad? Por aquel entonces se estaba
haciendo evidente que la posición de Antequera entre dos espacios fiscales podía
convertirse en algo especialmente oneroso. Ese mismo año la ciudad remitió una
35. Arroyal Espigares et al. (eds), 2005: 428–431. Sobre la compleja fiscalidad granadina tocante a la defensa del
territorio remitimos a Vincent, 1978: 249–277. Castillo Fernández, 1992: 65–90.
36. AGS, RGS, 150112, 8.
37. El conde de Tendilla al concejo de Antequera. 17 julio 1504 y 23 de enero 1509. Meneses García, 1973: T. I,
82 y 462.
38. AGS, CCA, Pueblos, 2–1, 42.
39. Moreno Trujillo, Osorio Pérez y de la Obra Sierra, 2007: 142.
40. Ibid.: 254.
41. Ibid.: 726.
42. Ibid.: 468.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
191,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
queja a la Corona en la que relataba como a su contribución a la defensa fronteriza
granadina se sumaba su participación en la financiación de la política belicista de
Carlos V mediante el pago de 139.000 maravedíes (tres veces más de lo que pagaba
para la defensa de la costa granadina) al servicio aprobado por las Cortes de Castilla
como parte del voto de Sevilla
43
. Entre 1519 y 1526 la carga fiscal de Antequera
derivada del servicio de Cortes aumentó algo más de un 26%44. En agosto de ese
año al gobierno local se le comunicó que, en función del último repartimiento del
servicio, debía proporcionar unos 180.000 maravedíes adicionales
45
. Estas cifras
deben leerse en su contexto regional. Un vistazo al reparto del servicio entre las
poblaciones del voto de Sevilla revela que, en 1533, a Antequera le correspondía pagar
438.910 maravedíes al año, mucho más que ninguna otra población a excepción
de Sevilla, que pagaba algo más del doble46. Ahora bien, la presión fiscal que recaía
por aquel entonces sobre los pecheros antequeranos, 168,6 maravedíes al año,
era mucho mayor que la que soportaban los pecheros sevillanos, poco más de 99
maravedíes, algo que demuestra el destacado lugar que ocupaba Antequera en el
mapa del servicio
47
. Resulta bastante significativo que en la averiguación fiscal de la
corona de Castilla se propusiera una rebaja del 14% en la cantidad que esta ciudad
debía aportar al servicio de Cortes dejando la ratio en 145 maravedíes anuales por
pechero
48
. Como ya vimos, Antequera estaba en un momento de crecimiento como
resultado de la transición de una estructura económica de frontera, algo que podía
mitigar la creciente presión fiscal. Al menos en esa dirección parecían apuntar los
encargados de llevar a cabo la mencionada averiguación cuando afirmaban: «dizen
que an acreçentado en vezindad de veynte años a esta parte en cantidad, a causa de
averse ronpido muchas tierras»49.
Para medir el impacto real de esta fiscalidad en aumento sobre la población
antequerana hay que considerar los métodos empleados para sufragarla. Las autori-
dades locales no actuaron como si el aumento poblacional bastase para satisfacer
las demandas de una creciente presión fiscal. El incremento del verano de 1526 fue
satisfecho mediante un recurso a diversas sisas ya que los prestamistas encargados
de adelantar el dinero en nombre de la ciudad dudaban de que las ya existentes
fueran suficientes para pagar la diferencia50. Así, se impusieron nuevas sisas sobre
el jabón, el aceite, la carne, el pesado, el ganado, el comercio de paños y sobre el
consumo de vino
51
. Todas estas nuevas exacciones parecían no bastar ya que la ciudad
no consiguió pagar las cantidades que se le requerían. A la altura del otoño de 1533
todavía adeudaba 148.000 maravedíes del anterior servicio por lo que se procedió
43. AGS, CCA, Pueblos, 2-1, 42. Sobre el servicio de las Cortes remitimos a Carretero Zamora, 2016.
44. Carretero Zamora, 2008, T. I, 40.
45. Cabildo de 21 de agosto de 1526. AHMA, Actas Capitulares, 1601, s.f.
46. Utrera debía aportar 307.000 maravedíes y, de lejos, la seguían el Puerto de Santa María con 175.570 mara-
vedíes, Cádiz con 152.472 maravedíes y por último Osuna con 131.600 maravedíes. AHN, Consejos, 24617, ff. 310 y 314.
47. Carretero Zamora, 2016, 206.
48. Carretero Zamora, 2008, T. I, 40  298, T. II, 702  705 y T. III, 1475.
49. Carretero Zamora, 2008, T. III, 1475–1476.
50. Cabildos de 21 y 23 de agosto de 1526. AHMA, Actas Capitulares, 1601, s.f.
51. Cabildo de 31 de agosto de 1526. AHMA, Actas Capitulares, 1601, s.f.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 192
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
a ejecutar bienes del concejo como dos molinos y diversas casas52. Como podemos
constatar, al igual que pasaba con los gastos derivados de la defensa fronteriza,
el aumento de la cantidad con la que Antequera contribuía a la política belicista
mediante servicio del reino se financió con cargo a una fiscalidad local indirecta o
a la venta de bienes estratégicos algo que, una vez más, afectaba sobre todo a los
estratos más bajos del tejido social local.
Por si todo este incremento fiscal no resultara suficiente hay que sumar la retirada
de la exención en el pago de la alcabala que Antequera disfrutaba desde su conquista.
Esta medida provocó un pleito cuando la ciudad se opuso al pago de esta renta
que la Corona arrendó a finales de 1519. No podemos reconstruir aquí el complejo
laberinto jurídico del pleito, pero lo que nos interesa aquí es el interesante uso que
una y otra parte hicieron del argumentario fronterizo para defender sus posiciones
en el litigio. Las autoridades de Antequera trajeron a colación los numerosos daños
sufridos durante 90 años, los 400,000 maravedíes anuales que pagaba para la guarda
de la costa de la mar y otros servicios y, también, que la exención de la alcabala era
clave para seguir atrayendo y manteniendo pobladores algo que convenía al servicio
real por «estar en la región que está cerca de África en el reino de Granada». Por
estos motivos, los notables de Antequera solicitaban seguir manteniendo los privi-
legios que «todas las villas y castillos fronteros» disfrutaban53. Para el procurador
fiscal, Pero Ruiz, la naturaleza del problema era otra. Según él, con anterioridad no
se había cobrado alcabala en Antequera porque:
No había en la dicha ciudad si no muy pocos vecinos e muy poca contratación por
estar como estaba en frontería y así no había ni hubo de que se cobrar alcabala. (...)
e después acá que cesó la dicha frontería e la dicha ciudad e vecinos della están fuera
della e hay en ella vecinos y trato e caudal54.
El argumento jurídico del procurador fiscal se basaba la definición de la frontera
no como lugar si no como situación, algo que corroboraba con una larga lista de
antiguos lugares fronterizos que habían perdido su condición privilegiada tras la
toma de Granada. Esta concepción de la frontera como algo situacional debió de
resultar convincente ya que, finalmente, los jueces emitieron una sentencia que
ordenaba que los habitantes de Antequera pagaran alcabala igual que los vecinos
del reino de Castilla55. Lógicamente las autoridades antequeranas apelaron y, de
hecho, el pleito se prolongó durante más de un siglo. Sin embargo, más relevante
que el resultado final es la centralidad del concepto de frontera en el argumen-
tario de una y otra parte. Para ambas la condición como población de frontera
o de retaguardia era clave a la hora de determinar la realidad fiscalidad local. La
radical transformación de la realidad fiscal de Antequera es la más clara prueba
de la metamorfosis de una urbe fronteriza en una de retaguardia.
52. AHN, Consejos, 24617, f. 337.
53. AHN, Consejos, 24617, s.f.
54. AHN, Consejos, 24617, s. f.
55. AHN, Consejos, 24617, s. f.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
193,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
Veamos ahora como funcionaba el proceso inverso ¿Cómo afectó la fronteri-
zación de Pamplona a su fiscalidad?56 Para responder a esa pregunta es necesario
describir el entramado fiscal navarro y la peculiar relación fisco-financiera
establecida entre Navarra y Castilla a propósito de la defensa fronteriza tras
la conquista. La fiscalidad navarra de principios del siglo XVI presentaba unos
rasgos generales similares a la castellana. Las Cortes navarras otorgaban regular-
mente el servicio del reino y las alcabalas, a lo que se sumaba la renta de las tablas
(aduanas) y otra serie de rentas menores57. Ahora bien, las arcas de la tesorería
navarra albergaban cantidades muy inferiores a las de la boyante fiscalidad caste-
llana de la época. Más importante todavía, los recursos de las arcas navarras eran
mayoritariamente empleados en financiar mercedes y salarios de las élites regní-
colas y su adhesión era clave para consolidar el dominio de este reino fronterizo.
Dedicar estos recursos a la defensa militar del reino hubiera supuesto una peligrosa
trasgresión del consenso político, algo inconcebible en un reino de frontera en el
que los reyes destronados y el monarca galo contaban todavía con importantes
apoyos. En definitiva, no podía esperarse que Navarra financiase la costosa frontera
militar que hubo que construir para asegurar su control. Por ello, la tesorería
general de Castilla invirtió considerables sumas de dinero en la defensa del reino,
algo que resultaba lógico a todas luces en tanto que la correcta defensa de Navarra
era la mejor forma de defender Castilla frente al poderío militar francés. La
conexión financiera entre Castilla y Navarra no era sino un ejemplo más de un
fenómeno mucho mayor: la configuración de un sistema de relaciones entre los
distintos territorios que conformaban la Monarquía Hispánica según la cual los
territorios fronterizos resguardaban al resto, y los territorios protegidos por ellos
se hacían cargo de la financiación del coste de la defensa fronteriza58.
La relación simbiótica entre Castilla y Navarra a propósito de la financiación
militar condicionó la evolución de la fiscalidad del antiguo reino pirenaico y, por
tanto, de Pamplona. Navarra se benefició de una sensible bajada de la presión
fiscal durante el periodo que nos ocupa merced a dos factores. En primer lugar,
las sucesivas reuniones de Cortes fijaron un número de cuarteles y alcabalas
que permaneció más o menos estable a lo largo de las primeras décadas tras la
conquista59. En segundo lugar, hay que tener en cuenta el tímido (pero constante)
incremento demográfico iniciado a principios del siglo XVI
60
. No conocemos
con precisión los ritmos de crecimiento de la población de Pamplona, que los
expertos han estimado en torno a 9.000 habitantes, pero algunos testimonios
apuntan a un incremento de la presión demográfica ya a principios de siglo
61
.
La contribución era la misma, pero el aumento de contribuyentes disminuía la
presión fiscal. Ahora bien, el reino de Navarra no era una excepción a la norma
56. Sobre el concepto de fronterización véase Chavarría Múgica, 2006: 11–18.
57. García Zúñiga, 1996.
58. Escribano Páez, 2015: 169–253.
59. García Zúñiga, 1996: 32–33.
60. Floristán Imízcoz (1982): 211–262. Monteano Sorbet, 1999: 49; (2000): 51 y 58–59.
61. Floristán Imízcoz (1982): 222. Escribano Páez, 2011: 592.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 194
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
general del reparto desigual de las cargas fiscales. Poco después de la incorpo-
ración de Navarra el duque de Nájera, virrey del reino, remitió un informe sobre
la hacienda navarra en el que recogía las amargas quejas de los valles navarros que
lamentaban pagar mucho, mientras que las ciudades aportaban más bien poco.
Por más justas que parecieran, estas quejas fueron desoídas ya que este desigual
reparto era algo que no se podía solucionar
62
. Todavía en 1547 el virrey don Luis de
Velasco volvía a expresar algo similar cuando afirmaba que no se podía conseguir
una mayor contribución del reino si no se conseguía algún servicio extraordinario
en que contribuyesen las ciudades y villas «libertadas» puesto que «de los lugares
pequeños e gentes campestres no se podría sacar ni repartir más»63. Puede que
tras la conquista se aplicara a Navarra una anestesia fiscal, pero esta política no
afectaba a todos por igual.
A la desigualdad crónica pronto se sumó la particular trayectoria fiscal de
Pamplona merced a su condición como cabeza del reino y ciudad de frontera. La
falta de documentación fiscal sobre la época que nos ocupa en el archivo municipal
de Pamplona no nos permite obtener un grado de detalle similar al de Antequera
en nuestra comparación64. Ahora bien, en buena medida podemos compensar este
vacío con la documentación de la Cámara de Comptos, institución encargada de
fiscalizar las finanzas navarras. El primer registro del tesorero de Navarra tras
la conquista arroja ya datos bastante significativos sobre la situación fiscal de
Pamplona. Según el tradicional reparto de la carga fiscal, Pamplona debía aportar
87 libras y 10 sueldos por cuartel moderado, la unidad fiscal en la que se medía
el servicio financiero aprobado por las Cortes consistente en 25 cuarteles al año
y cuatro tandas de alcabalas. A primera vista ya resulta evidente que la ciudad
pagaba bastante menos que las demás poblaciones de la cuenca, que contribuían
con 127 libras y 10 sueldos por cuartel. Sobre el papel Pamplona debía pagar más
que las demás cabezas de merindad, pero en 1513 la ciudad obtuvo una merced real
que la eximía del pago de cuarteles durante los siguientes cinco años en atención
a los daños sufridos durante el asedio francés de 1512. Algo parecido sucedió con
el pago de la alcabala, del que se rebajaron 400 libras del total de 3.300 que debía
pagar
65
. Esta exención no debe extrañarnos teniendo en cuenta que, según las
lógicas políticas de la época, la Corona estaba obligada a resarcir a sus súbditos
por todos aquellos daños sufridos por su servicio.
Ahora bien, lo verdaderamente interesante es que mientras los daños eran algo
gravoso pero puntual, las compensaciones tendieron a prolongarse en el tiempo
hasta derivar en un estatus fiscal privilegiado. Como ya apuntamos la carga fiscal
del reino se mantuvo con ligeras variaciones hasta comienzos de la década de
los años treinta. A partir de ahí el número de cuarteles concedidos comenzó a
aumentar, aunque con algunos retrocesos puntuales, de manera decidida hasta
62. AGS, Estado, 5, 16.
63. Don Luis de Velasco al príncipe Felipe. Pamplona, 15 julio 1547. AGS, Estado, 353, 5.
64. Hueso Pérez (2016): 1133.
65. AGN, Comptos, Registros, 2ª serie, nº 3, ff. 4r, 5r, 11v, 15r y 16r.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
195,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
estabilizarse en cifras algo superiores a los 35 cuarteles en los años cincuenta66. Sin
embargo, este progresivo aumento fiscal no afectaba a Pamplona ya que, a pesar
de los vaivenes políticos y judiciales, la ciudad consiguió que la merced real de
exención en el pago de los cuarteles se prorrogase una y otra vez67. Algo parecido
sucedía con el descuento de 400 libras sobre las alcabalas de la ciudad. Es más,
resulta bastante significativo que en 1551 el receptor fiscal ejecutara bienes de la
ciudad por ese valor ya que la merced había sido prorrogada con la condición
de que la ciudad invirtiese la mencionada cantidad en los reparos de la fortifi-
cación, algo que no estaba sucediendo68. Así pues, el peso político de Pamplona
como cabeza del reino y su condición como ciudad de frontera se tradujeron en
un estatus privilegiado en el ámbito fiscal.
Los beneficios que Pamplona obtuvo de su recién estrenada condición como
baluarte imperial no se restringieron al lugar privilegiado que ocupaba en el mapa
fiscal navarro. La ciudad también pudo librarse de los gastos de su propia defensa.
Ello fue así porque desde muy pronto la Corona se dedicó a invertir recursos caste-
llanos en su fortificación. No podemos detenernos aquí a examinar en profundidad
las cuentas del pagador general encargado de desembolsar los gastos correspon-
dientes a la construcción de la frontera militar en Navarra. Sin embargo, algunas
cifras pueden ayudarnos a hacernos una idea sobre el volumen de las inversiones
castellanas en la fortificación de Pamplona. Durante la primera fase de actividad
constructiva (1513-1514) se gastaron más de 9.000.000 maravedíes en la mejora de
las murallas urbanas a los que habría que sumar los 630.000 maravedíes inver-
tidos en la fortaleza de San Nicolás69. Más o menos en las mismas fechas la nueva
fortaleza de Santiago había costado 7.360.000 maravedíes al erario castellano70.
Tras un período de inversiones episódicas, entre la primavera y el verano de 1529
se gastaron cerca de 7.500.000 maravedíes en la fortificación de la ciudad71. Estas
inversiones en la fortificación de Pamplona eran la plasmación más evidente de
la relación simbiótica entre la ciudad y el reino de Castilla, puede que la primera
debiera adoptar el papel de baluarte que protegiera a Castilla, pero esta, a cambio,
se hacía cargo de su financiar su defensa.
El traspaso de fondos de un territorio a otro para financiar su defensa era algo
habitual en la época. Sin embargo, el caso de Pamplona resulta bastante signi-
ficativo porque esta inversión hizo posible que la ciudad tendiera a desenten-
derse de sus obligaciones económicas en materia defensiva. Como muchas otras
ciudades amuralladas de la edad moderna, Pamplona disponía de un sistema de
66. AGN, Reino, Actas de Cortes, 20, ff. 94, 125, 152, 161, 188, 211–212, 252 y 276; Comptos, Registros, 2ª serie,
nº 10, f. 5; nº 16, f. 7; nº 17, f. 2; nº 19, f. 2; nº 21, f. 7; nº 22, f. 2; nº 24, ff. 1 y 4; nº 25, ff. 2 y 5 y Fortún Pérez de Ciriza,
(ed.) 1991: I, 77, 117, 192, 210–211 y 234–236. Más información sobre la relación entre la fiscalidad navarra y el gasto de
la defensa fronteriza en Escribano Páez, 2015: 175–204.
67. AGN, Comptos, Registros, 2ª serie, nº 7, ff. 3v, 15r; nº 9, ff. 8v y 20r; nº 10, ff. 6v y 14r; nº 12, ff. 4r y 9r; nº 14,
ff. 3r y 6v; nº 27, ff. 7r y 12r. El asunto también derivó en los tribunales. AGN, Tribunales Reales, 085822.
68. AGN, Comptos, Registros, 2ª serie, nº 27, f. 22v.
69. AGN, Rena, 23, 11–2 y 64, 5–4.
70. AGN, Rena, 23, 11–2.
71. AGN, Rena, 49, 1.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 196
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
financiación para mantener sus defensas con cargo a los bienes de propios de la
ciudad, una medida recogida en el Privilegio de la Unión que Carlos III concedió
a la ciudad a principios del siglo XV72. El problema era que los bienes de propios
dedicados al mantenimiento de las defensas podían ser empleados en otros fines
mucho más acordes a los intereses de la oligarquía local como demuestra el caso
de Antequera. Allí, una partida de 50.000 maravedíes anuales consignada en los
bienes de propios de la ciudad debía financiar el mantenimiento de las defensas. Sin
embargo, esta cantidad se empleaba en el pago de regidores, jurados y demás por lo
que los muros defensivos estaban abandonados. Para solucionarlo, en octubre de
1522 las autoridades locales consiguieron que la Corona autorizara la consignación
de 50.000 maravedíes en las rentas de las dehesas de la cueva de Belda73. Como ya
apuntamos, estas medidas resultaban lesivas para los habitantes que dependían de
estos bienes, ahora de pago, a la vez que beneficiaba a la élite que consolidaba su
control sobre los recursos locales. Una vez más, las necesidades defensivas servían
para consolidar un sistema de reparto desigual.
El uso de las rentas de los bienes de propios era un campo fundamental de la
arena política en Pamplona. Las autoridades castellanas no tardaron en apuntar al
recurso de los bienes de propios de Pamplona como una de las principales vías de
financiación de la fortificación de la ciudad. Así, en abril de 1516, el cardenal Cisneros
escribió al veedor general de las obras de Navarra, ordenándole que «lo que se
alcanzare de los propios y rentare proveed que se gaste en los muros de esa ciudad»74.
No sabemos si el cardenal estaba al tanto del ordenamiento local en esta materia,
pero lo que sí es seguro es que la medida no salió adelante y la construcción de las
nuevas fortificaciones fue sufragada con los fondos procedentes de Castilla como
apuntamos más arriba. La cuestión fue dejada de lado hasta la segunda mitad de los
años 1530, cuando el marqués de Cañete, por entonces virrey de Navarra, empezó
a sugerir, sin éxito debido a la permanente alarma fronteriza, un mayor control
sobre los bienes de propios75. No fue hasta 1539, periodo de relativa tranquilidad
fronteriza, cuando Carlos V fue informado de que lo dispuesto en el Privilegio de
la Unión sobre la financiación de la fortificación no se estaba cumpliendo, por lo
que ordenó al virrey que procediera a implementar la medida
76
. Por aquél entonces
habían pasado casi 30 años desde la conquista, por lo que hacer cumplir la medida iba
a resultar harto difícil
77
. El enfrentamiento entre la autoridad real y las autoridades
locales a propósito de los bienes de propios de la ciudad de Pamplona generó una
interesante documentación entre la que sobresale la opinión de Juan de Vergara,
que llevaba casi 30 años trabajando en la administración militar fronteriza. En mayo
de 1540 Vergara escribió a Francisco de los Cobos diciendo:
72. Sobre el privilegio véase Martínez Pasamar, 1995.
73. AHMA, C. 34–78. Resulta significativo que la ciudad ya había recibido una autorización similar en 1500.
AGS, RGS, 150011, 9.
74. El cardenal Cisneros a Pedro de Malpaso. 25 abril 1516. AGN, Rena, 40, 3–2.
75. El marqués de Cañete a la emperatriz Isabel. Pamplona, 23 julio 1536. AGS, Estado, 347, 140.
76. AGN, Comptos, Papeles Sueltos, 181, 8, f. 2.
77. Una completa reconstrucción del conflicto en Lasaosa Villanúa, 1979: 343.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
197,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
Hasta ahora creo que no se ha hecho nada con los jurados de esta ciudad de Pamplona
sobre la cuenta que han de dar de los propios de la ciudad. (...) Estos jurados están
recios en no dar la cuenta porque todo lo de los propios lo querrían para sí, en lo cual
no tienen razón ninguna (...) y según fama hay de propios 2.000 ducados y de razón
todo lo que han dejado de dar los años pasados desde que este reino es de la corona
de Castilla lo habían de pagar porque tan solamente con una carga de cal ni de arena
ni de otro material han ayudado para ninguna obra ni reparo que se ha hecho (...) Y
pues se sabe y se ve claramente ser obligados estos a dar lo que sobre para las obras,
justo es que así lo hagan y ahora habrá mejor disposición para apremiarles a ello por
estar las cosas de entre Su Majestad y el rey de Francia en tanta amistad y hermandad
78
.
Las palabras de Vergara resultan bastante aleccionadoras en varios sentidos. En
primer lugar, porque permiten hacerse una idea del beneficio obtenido por parte de
las autoridades de Pamplona merced al olvido del ordenamiento local por parte de las
autoridades centrales. El escribano de la Cámara de Comptos ofreció una cifra más
exacta después de una revisión de las cuentas de la ciudad en las que pudo constatar un
remanente de unos 1.000 ducados anuales79. Más importante que la cantidad que las
autoridades podían haberse ahorrado, era la razón detrás de ese olvido, algo que podía
inferirse de las últimas palabras de Vergara en las que invitaba a aprovechar la nueva
coyuntura resultante de la paz existente entre Carlos V y Francisco I. En buena manera
las palabras de Vergara recuerdan a la concepción de la frontera como algo situacional
que el procurador fiscal, Pero Ruiz, había utilizado en su alegato jurídico para justificar
la pérdida de los privilegios fiscales de Antequera. Por suerte para las autoridades de
Pamplona la situación no tardó en volver a virar hacia la ruptura de hostilidades entre
los dos monarcas. Cuando se produjo, en 1542, la polémica de los propios pasó a un
más que discreto segundo plano. Como tendremos oportunidad de ver a continuación,
a partir de entonces la financiación de la fortificación de Pamplona pasaría a ser un
problema que afectaba a muchas más localidades, pero lo que nos interesa retener aquí
es que Pamplona no sólo había conseguido esquivar un aumento de la presión fiscal,
también había conseguido desentenderse de las cargas que tenía antes de convertirse
en una de las principales ciudades frontera de la Monarquía. En el plano general, para la
élite local, esto suponía consolidar su uso de las rentas de los bienes de propios para sus
propios fines. A la luz de nuestro ejercicio comparativo, esta particularidad de Pamplona
adquiere pleno sentido en tanto que beneficiaba a los habitantes que se libraban de las
pesadas sisas y rentas sobre los bienes de propios de Antequera.
3. EL PESO DE LA FRONTERA EN EL EQUILIBRIO INTERURBANO
Para entender hasta qué punto la condición fronteriza influía en las cargas a las
que debía hacer frente una ciudad resulta necesario prestar atención a su relación
con las demás comunidades que componían el tejido interurbano del que formaba
78. Juan de Vergara a Francisco de los Cobos. Pamplona, 13 mayo 1540. AGS, Estado, 349, 14.
79. AGS, Estado, 349, 137.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 198
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
parte. Conocemos algunos casos en los que las poblaciones de frontera conseguían
hacer valer su estatus como defensoras del reino para imponer sus intereses sobre
los de las ciudades de la retaguardia80. De la misma manera, podemos intuir que las
poblaciones que dejaban de serlo perdían una importante baza a su favor. Como
no podía ser de otra manera, ello tenía una clara repercusión en el reparto de las
cargas defensivas. La comparación de las trayectorias de Pamplona y Antequera
resultan bastante esclarecedora al respecto.
Como ya señaló Fernando Chavarría Múgica en su estudio sobre la negociación
del estatus privilegiado de Pamplona tras la conquista, esta ciudad consiguió, como
parte de su proceso de consolidación como cabeza del reino, descargar buena parte
del peso de los alojamientos de tropas en las poblaciones de las inmediaciones81.
Lejos de constituir un fenómeno excepcional o aislado, el coste del alojamiento de
las tropas sólo era parte de un fenómeno más amplio como demuestra el análisis
de las contribuciones locales a la fortificación de Pamplona. En el imaginario de la
época las murallas y defensas urbanas estaban cargadas de significados y simbo-
lismo políticos. Tras la conquista, Pamplona vio cómo sus cercas medievales eran
sustituidas por modernas y espectaculares defensas mientras buena parte de las
poblaciones del reino perdían las suyas82. Además, la cabeza del reino derivó buena
parte del coste de su fortificación en otras localidades. Para ello contó con una
colaboración imprescindible: la Corona. A principios de 1535 Carlos V comunicó a
las Cortes de Navarra una nueva estrategia en la financiación de la fortificación de
Pamplona según la cual la Corona asumía el coste de los materiales y los salarios de
los maestros, mientras que la mano de obra debía ser sufragada por los pueblos que,
en definitiva, se beneficiaban de la fortificación83. La medida implicaba desplazar
la mayor parte del coste hacia los pueblos que se veían ahora obligados a aportar y
pagar la mano de obra, la mayor partida en el capítulo de gastos. Cuando se trataba
de la construcción de baluartes o cavas los salarios suponían entre el 65 y el 100%
del coste total. En el mejor de los casos, cuando además de muchos peones se
necesitaban muchos materiales, la paga de los trabajadores nunca supuso menos
de la mitad de los costes84.
Como era de esperar, la medida no tardó en desatar las protestas de aquellos a
quienes más perjudicaba: los pueblos obligados a pagar. Poco después de la puesta
en marcha de la nueva medida las autoridades de Val de Araquil, una pequeña
aldea a poco más de 20 kilómetros de Pamplona, protestaron por la obligación a
contribuir a las obras de fortificación de la capital del reino al considerarla una clara
trasgresión de sus privilegios medievales85. Lejos de ser una excepción, este caso
fue sólo el primero. Las protestas se sucedieron e incrementaron cuando se inten-
sificó la actividad constructora en Pamplona a partir de la década de los cincuenta.
80. Chavarría Múgica, 2012 b: 986–996.
81. Chavarría Múgica, 2012 a: 361–385. Véase también Chavarría Múgica, (2021): 235–254.
82. Idoate (1954): 57–154. Escribano Páez (2011): 583–597.
83. Carlos V a las Cortes de Navarra. Madrid, 26 de enero de 1535. AGN, Rena, 45, n.º 1–6.
84. AGN, Rena, 64, 5–3, ff. 6–10 y 13–39.
85. AGN, Tribunales Reales, 008898, ff. 2 y 8.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
199,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
Fue entonces cuando la obligación de contribuir a las obras de fortificación de
Pamplona suscitó pleitos por parte de Satrústegui, Luquin, Lesaca, Gollano y el
valle de Burunda
86
. Los representantes legales de estas poblaciones alegaron sus
privilegios medievales, pero sus argumentos fueron desmontados en función de
otro ordenamiento medieval: el fuero del reino, que obligaba a los habitantes de
estas poblaciones a contribuir a las obras defensivas. De nuevo, la clave a la hora de
determinar si una población debía contribuir o no a los gastos defensivos residía
en qué se entendía por frontera. Según la exitosa interpretación del procurador
fiscal, ahora la protección del reino se cifraba en la defensa de Pamplona. La forti-
ficación de esta ciudad redundaba pues en el interés de todo el reino (que por tanto
debía contribuir a ella) ya que sólo esta fortificación disuadiría al monarca galo de
intentar invadir Navarra
87
. Así pues, la transformación Pamplona en uno de los
bastiones defensivos de la Monarquía Hispánica provocó que otras poblaciones se
vieran obligadas a sufragar su fortificación.
Las autoridades de Pamplona demostraron ser conscientes de las oportunidades
que su nueva condición como ciudad de frontera les ofrecía de cara al reforzamiento
de su autoridad como capital del reino. Es más, estaban dispuestas a obtener todo
el rédito político posible de la necesidad de financiar las tareas de fortificación
como demuestra el que instrumentalizaran esta exigencia para intentar reconducir
los recursos de las demás ciudades y villas hacia sus propios intereses. En 1536 el
regimiento pamplonés ofreció contribuir con entre 4.000 y 6.000 jornales para
las obras de fortificación. Lo interesante de la oferta era que permitía a la ciudad
ejercer su papel como cabeza del reino en tanto que implicaba la condición de que
se transmitieran solicitudes a otras localidades para que aportasen hasta 50.000
jornales
88
. La ofensiva de Pamplona para obtener recursos de las demás poblaciones
también tuvo lugar en la principal arena política regnícola: las Cortes. Así, al año
siguiente, tras la enésima alarma fronteriza, el regimiento de Pamplona escribió
una misiva al emperador Carlos V sugiriéndole que el virrey convocara a las Cortes
del reino para solicitar un servicio adicional destinado a la financiación de la forti-
ficación de la ciudad89. La sugerencia fue calurosamente bienvenida en los círculos
del gobierno imperial, pero el virrey no tardó en enfriar los ánimos trayendo a
colación sus experiencias pasadas. El alter ego regio recordó que en el pasado ya
había intentado conseguir una contribución económica adicional de las Cortes
navarras, pero estas siempre habían respondido con negativas. Es más, según él,
los pasados aprietos financieros militares no bastaron para que «Tudela y las otras
villas principales de este reino sin dejar ninguna, no mostrasen que no querrían
ver reparada esta ciudad y antes es notorio holgar de los reparos que se caen»90.
Puede que imponer su autoridad sobre aldeas y valles fuera fácil, pero la cosa se
complicaba cuando Pamplona intentaba doblegar a las cabezas de las merindades,
86. AGN, Tribunales Reales, 065234, 16005956, 010245, 086672 y 066809.
87. Véase, por ejemplo, el alegato del fiscal Obando en AGN, Tribunales Reales, 010245, f. 8.
88. AGS, Estado, 347, 192.
89. El regimiento de Pamplona a Carlos V. Pamplona, 13 de mayo de 1537. AGS, Estado, 348, 90.
90. El marqués de Cañete a Carlos V. Pamplona, 23 de junio de 1537. AGS, Estado, 348, 8.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 200
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
con un mayor peso político. Tanto las propuestas del regimiento de Pamplona, así
como la oposición a las mismas (y las mencionadas muestras de alegría) no eran
sino un claro reflejo de la importancia de la fortificación de Pamplona y su finan-
ciación en la reconfiguración del sistema de relaciones jerárquicas entre las princi-
pales poblaciones navarras tras la conquista.
Una vez más, Antequera y Pamplona parecen recorrer sendas diametralmente
opuestas como demuestra la situación de la primera respecto a otras dos ciudades
de la esquina suroriental del territorio peninsular: Granada y Málaga. La conquista
del reino nazarí implicó una profunda reconfiguración de la red interurbana regional
al incluir a estas dos importantes urbes. Una vez más, la fiscalidad es un claro
indicador de las relaciones jerárquicas resultantes de esta profunda reconfigu-
ración del entramado interurbano. Más arriba hemos podido comprobar la desven-
tajosa situación de Antequera frente a Sevilla en lo referente al reparto del servicio
de Cortes. Para desgracia de los habitantes de Antequera, algo parecido sucedía
en lo referente a la fiscalidad granadina destinada a la defensa del reino. Como
sucedía con tantas otras cargas fiscales, las ciudades con mayor influencia política
solían desviar la mayor parte del peso de la fiscalidad sobre otras poblaciones. A
principios del siglo XVI, cuando Antequera empezó a contribuir a la financiación
de la defensa costera recurrió a la justicia real para protestar por la carga que se les
había impuesto y que consideraban injusta. Para su desgracia, la ciudad que más se
beneficiaba del desigual reparto era la ciudad en la que residía el tribunal que debía
dirimir el conflicto. Ello hizo que la Chancillería Real retrasara la publicación de la
sentencia que daba la razón a Antequera como una suerte de favor político hacia
la ciudad en la que residía. Desprovistos de cualquier influencia sobre el tribunal
regio, los antequeranos se vieron obligados a solicitar la ayuda del monarca que,
en 1529, ordenó a la chancillería que publicara la sentencia
91
. La disputa, de una
gravedad relativa, demuestra hasta qué punto Antequera se encontraba ahora en
una situación de desventaja frente a la capital del reino.
Si la relación de Antequera con Granada distaba de ser cordial, los peores vecinos
estaban al sur, en Málaga. Poco tiempo después de la conquista de Málaga, comen-
zaron las disputas entre esta ciudad y la de Antequera a propósito de la delimitación
de los términos entre ambas poblaciones92. A la altura de 1501 las relaciones entre
ambas poblaciones ya estaban tan tensas que el concejo antequerano impedía
que los particulares malagueños compraran piedras de molino en su territorio,
por lo que las autoridades malagueñas se vieron obligadas a solicitar amparo a la
Corona93. La disputa sobre la venta de ruedas de molino puede parecer banal, pero
en realidad no era sino la punta del iceberg de un conflicto mucho mayor en el que
se estaba dirimiendo el papel que ambas poblaciones ocupaban en la logística militar
imperial. Las disputas fueron en aumento a medida que la importancia de Málaga
como puerto militar aumentaba ya que esta ciudad también debía alimentar las
91. Carlos V al presidente y oidores de la Chancillería de Granada. Toledo, 20 julio 1529. AHMA, C. 34–108.
92. AGS, CCA, Pueblos, 2, 36.
93. AGS, RGS, 150012, 50 y Archivo Municipal de Málaga (AMM), Actas Capitulares, 2, f. 230.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
201,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
escuadras y guarniciones empleadas por la Corona en la defensa de sus posesiones
en el Mediterráneo occidental
94
. Como reconocían las autoridades malagueñas
en 1502, su ciudad carecía de tierras suficientes por lo que dependían del trigo
antequerano para aprovisionarse95. Durante el siglo XV Antequera había sido una
ciudad de frontera y, por tanto, otras poblaciones estaban obligadas a abastecerla.
Ahora que la frontera se había desplazado a Málaga las tornas habían cambiado
y era ella la que pasaba a contribuir a su abastecimiento96. El cambio no debió de
sentar muy bien entre los notables antequeranos que procuraron evitar que Málaga
se llevase la parte del león en el negocio del abastecimiento, de ahí la restricción a
la exportación de piedras de molienda, pero también los constantes incidentes a
propósito de las sacas de trigo de Antequera para la ciudad de Málaga97.
El que Antequera cediera a Málaga el testigo como ciudad de frontera y punta de
lanza frente al territorio enemigo tuvo importantes repercusiones. Consciente de
la necesidad de mantener debidamente abastecida esta ciudad, la Corona ordenó
que se prohibiera la venta de trigo en Antequera hasta que no se hubiese mandado
a Málaga todo el trigo necesario para abastecer la armada y los presidios de Melilla,
Orán, Trípoli y Bugía. A la altura de 1514 los agentes de la proveeduría de las armadas
ya habían aprendido a abusar de este tipo de provisiones reales para asegurarse un
acceso privilegiado al granero antequerano incluso cuando no había necesidad
de proveer armadas o guarniciones. A consecuencia de ello, los notables anteque-
ranos se vieron obligados a elevar sus quejas ante la Corona ya que este abuso
redundaba en «mucho agravio e daño porque el mayor trato de la dicha ciudad
es vender cada uno el pan que coge para se sustentar». La Corona dio la razón
al concejo de Antequera y mandó que su provisión anterior sólo se cumpliera en
caso de extrema necesidad98. Tanto la prohibición de vender piedras de molino a
Málaga, como las posteriores protestas contra la saca de trigo, o las quejas ante la
autoridad real por los abusos en materia de aprovisionamiento militar deben enten-
derse como la reacción de una población que luchaba por evitar que una ciudad
portuaria impusiera su dominio extractivo sobre las poblaciones del interior99.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, Antequera no consiguió sacudirse ese papel
como granero de Málaga. Pedro de Medina, al describir la Málaga que visitó en 1535,
no señalaba que buena parte del potencial logístico del puerto de esta ciudad se
debía a que disponía «de todos mantenimientos (...) especialmente [de] la ciudad de
94. Sobre el papel de Málaga y su puerto en la logística militar de la Monarquía Hispánica en el Mediterráneo
occidental del siglo XVI veáse Quatrefages, 1978: 215–247. Cruces Blanco, 1998: 413–429. Jiménez Estrella 2004 a):
123–155. Escribano Páez, 2015: 333–344. La importancia de Antequera en la logística militar es analizada en Escribano
Páez, (2018): 243–286.
95. AGS, RGS, 150208, 427.
96. Sobre Málaga como ciudad de frontera Tedoldi, 2012: 239–252. Aunque aporta algunos datos útiles, la
interpretación de la condición fronteriza de Málaga como mera fuente de perjuicios expresada en García Maldonado,
1997: 299–305 resulta algo limitada.
97. Prueba de ello son los frecuentes pagos a los agentes que el concejo malagueño tenía que enviar a
Antequera para negociar que se levantaran los vedamientos a la exportación de trigo. AMM, Actas Capitulares, 2,
ff. 108–110v; 124–124v.
98. Real Cédula de Fernando el Católico a la ciudad de Antequera. Madrid, 11 marzo 1514. AHMA, C. 34–79.
99. Un estuido de caso modelo sobre este tipo de dinámicas en De Avilez Rocha (2017): 740–768.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 202
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
Antequera»100. Poco después, en 1542, en un contexto similar y con la organización
de la pasada expedición contra Argel como telón de fondo, el concejo antequerano
se vio obligado a acudir una vez más al amparo real ya que la continua exportación
de trigo desde su ciudad amenazaba el mantenimiento de sus vecinos más débiles
algo que, según ellos, podría traducirse en un paulatino despoblamiento de la ciudad.
Ante tan poderosas razones, la Corona dio la razón al concejo antequerano
101
. Como
demuestra el conflicto entre Málaga y Antequera a propósito del abastecimiento
militar, Antequera no sólo había perdido su trato privilegiado en el plano fiscal o en
materia de abastos, también tenía que luchar para evitar que su nuevo papel como
despensa de la frontera se volviera en su contra. Si la fronterización había contri-
buido al reforzamiento de la autoridad de Pamplona en sus relaciones con las demás
poblaciones del reino, la desfronterización experimentada por Antequera la había
dejado en una clara posición de desventaja frente a otras poblaciones de su entorno.
CONCLUSIÓN
La trayectoria de ambas ciudades no podría resultar más divergente. Cuando
Antequera perdió su condición fronteriza, Pamplona consolidó la suya. Ambas
transformaciones condicionaron la manera en que estas ciudades contribuían a
la defensa imperial. Más allá de la evidente diferencia hay interesantes puntos en
común entre ambos casos. El devenir de estas localidades estaba estrechamente
ligado a la política exterior de la Monarquía. Lejos de ser un estado natural, la
condición fronteriza era algo que dependía de factores geopolíticos más que de
factores meramente geográficos. También en ambos casos ser o no ser una ciudad de
frontera determinaba la manera en la que debían contribuir a las cargas defensivas
derivadas de una ambiciosa política imperial. En ninguno de los dos casos el peso de
esta contribución se decidía únicamente en un diálogo bilateral entre la Corona y
estas poblaciones. Puede que la política exterior dictase en qué medida unas ciudades
pasaban a ser frontera y otras dejaban de serlo, pero a la hora de determinar cómo
unas y otras debían contribuir al esfuerzo bélico primaban otros factores como la
desigual distribución de las cargas fiscales o los cambiantes equilibrios interurbanos.
Los puntos en común se extienden al reparto de las contribuciones dentro de cada
comunidad local. La Corona permitió que la creciente contribución de Antequera
en materia fiscal y defensiva fuera sufragada según los intereses de la oligarquía
local. Puede que la anestesia fiscal aplicada a Pamplona hiciese que sus habitantes
no se vieran obligados a pagar más, pero el principio por el que se aplicaba esta
anestesia era la misma relación simbiótica entre la Corona y las autoridades locales
que permitía a estas últimas salvaguardar sus intereses. El consabido modelo de
pacto Corona-oligarquía hizo posible que tanto la desfronterización de Antequera
100. De Medina, 1549: cap. CXLI.
101. Real Cédula de Carlos V a la ciudad de Antequera. Valladolid, 23 mayo 1542. AHMA, C. 34–154.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
203,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
como la fronterización de Pamplona tuviera el mismo efecto: un mayor control de
las élites locales sobre los recursos locales.
Los cambios en la condición fronteriza de una ciudad podían ser capitalizados
por diferentes actores de muy diversas maneras. La Corona aprovechó la desfron-
terización de Antequera para intentar revocar su estatus fiscal privilegiado, de la
misma manera que otros actores regionales aprovecharon para hacer que esta ciudad
contribuyera más a la defensa común como forma al descargar sobre ella parte de su
correspondiente carga. Los notables antequeranos elevaron su voz para denunciar
los abusos sufridos por parte de Granada, Sevilla o Málaga, pero en el fondo estas
ciudades no estaban haciendo nada distinto de lo que hacían ellos al desviar el
peso de la mayor contribución siempre hacia los mismos sectores populares de
la ciudad. Por el contrario, Pamplona utilizó su nueva condición como ciudad de
frontera para obtener de la Corona un estatus fiscal privilegiado y, todavía más
importante, imponer su autoridad sobre otras poblaciones del reino de Navarra,
algo que generó desequilibrios similares a los que Antequera venía denunciando.
Esta compleja interacción entre múltiples actores (y no solo los cambios en la geopo-
lítica dinástica) determinó cómo se financiaba la defensa fronteriza. En definitiva,
fue esta interacción la que acabó definiendo el precio político de las fronteras que
sus habitantes se vieron obligados a pagar.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 204
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
BIBLIOGRAFÍA
Alijo Hidalgo, Francisco, «Mercedes y privilegios a una plaza fronteriza del siglo XV:
Antequera», en Andalucía medieval: actas I Coloquio Historia de Andalucía, Córdoba,
Caja de Ahorros, 1982: 407–419.
Alijo Hidalgo, Francisco, Antequera y su tierra 1410-1510. Libro de repartimientos, Málaga,
Arguval, 1983.
Alijo Hidalgo, Francisco, «Roturaciones en la tierra de Antequera a comienzos del siglo
XVI», Archivo hispalense: Revista histórica, literaria y artística, 226 (1991): 3–16.
Alijo Hidalgo, Francisco, «Antequera en los inicios del siglo XVI. En conmemoración del VI
centenario de la conquista de Antequera», Baetica. Estudios de arte, geografía e Historia,
32 (2010): 237–252.
Arroyal Espigares, Pedro J. et al. (eds.), Diplomatario del reino de Granada. Documentos
procedentes de la sección Registro General del Sello del Archivo General de Simancas de 1501,
Granada, Universidad de Granada, 2005.
De Avilez Rocha, Gabriel, «Politics of the Hinterland: Taxing Fowl in and beyond the Ports
of Terceira Island, 1550-1600», Early American Studies: An Interdisciplinary Journal, 15/4
(2017): 740–768.
Barrios Aguilera, Manuel, «La nueva frontera: el reino de Granada ante el mundo islámico
en el siglo XVI», en Pedro Segura Artero (coord.), Actas del Congreso la Frontera Oriental
Nazarí como Sujeto Histórico (S. XIII-XVI), Almería, Instituto de Estudios Almerienses,
1997: 583–612.
Carmona Ruiz, María A., «Repercusiones de la frontera entre Andalucía y Granada en la
economía agraria andaluza durante la Baja Edad Media», Rivista di storia dell’Agricultura,
57/1 (2017): 57–79.
Carretero Zamora, Juan M., La averiguación de la Corona de Castilla, 1525-1540. Los pecheros
y el dinero del reino en la época de Carlos, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2008.
Carretero Zamora, Juan M., Gobernar es Gastar. Carlos V, el servicio de las Cortes de Castilla
y la deuda de la Monarquía Hispánica, 1516-1556, Madrid, Sílex, 2016.
Castillo Fernández, Javier, «Administración y recaudación de los impuestos para la defensa
del reino de Granada: la farda de la mar y el servicio ordinario (1501-1516)», Áreas: Revista
internacional de ciencias sociales, 14 (1992): 65–90.
Chavarría Múgica, Fernando, Monarquía Fronteriza: Guerra, Linaje y Comunidad en la España
Moderna (Navarra, siglo XVI), Tesis Doctoral Inédita, European University Institute, 2006.
Chavarría Múgica, Fernando, «La capitulación de la «cabeza del reino» y la cuestión de
los alojamientos: disputa y negociación de la condición privilegiada de Pamplona», en
Alfredo Floristán (coord.), 1512, conquista e incorporación de Navarra: historiografía, derecho
y otros procesos de integración en la Europa renacentista, Barcelona, Ariel, 2012 a: 361–385.
Chavarría Múgica, Fernando, «Más allá de la provincia: la función defensiva de Fuenterrabía
como fundamento de sus prerrogativas en el entramado guipuzcoano y fronterizo», en
Antonio Jiménez Estrella y Julián J. Lozano Navarro (eds.), Actas de la XI Reunión Científica
de la Fundación Española de Historia Moderna, Granada, Universidad de Granada, 2012
b, vol. II: 986–996.
Chavarría Múgica, Fernando, «The problem of billeting distribution in Renaissance Spain:
absolutism, privilege and local oligarchies», 46/3 (2021): 235–254.
HISTORIA DE DOS CIUDADES DE FRONTERA. ANTEQUERA, PAMPLONA
205,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 
Cobos Rodríguez, José J., De la Antaqira nazarí a la Antequera castellana a finales de la edad
media, Tesis Doctoral Inédita, Universidad de Granada, 2015.
Conklin Akbari, Suzanne et al. «AHR Conversation: Walls, Borders, and Boundaries in
World History», The American Historical Review, 122/5 (2017): 1501–1553.
Cruces Blanco, Esther, «La ciudad de Málaga, base militar para la guerra contra los infieles,
1495-1516», en El Mediterráneo: hechos de relevancia histórico-militar y sus repercusiones en
España, Sevilla, Cátedra General Castaños, 1998: 413–430.
Escribano Páez, José Miguel, «El derribo de murallas y castillos navarros tras la conquista.
Antiguas y nuevas perspectivas», Príncipe de Viana, 254 (2011): 583–597.
Escribano Páez, José Miguel, «When the City Supplied the Navy and the Men Supplied
the City: The Proveeduría General de Armadas of Malaga and its Personnel (1500-1528)»,
en Caroline Leamo y Philippe Meyzie (eds.), L’approvisionnement des villes portuaires en
Europe du XVI
e
siècle à nos jours, Paris, Presses Universitaires de la Sorbonne, 2015: 333–344.
Escribano Páez, José Miguel, El coste de la defensa. Administración y financiación militar en
Navarra durante la primera mitad del siglo XVI, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2015.
Escribano Páez, José Miguel, «El trigo de la discordia. Antequera frente a la administración
militar a principios del siglo XVI», Chronica Nova, 44 (2018): 243–286.
Floristán Imízcoz, Alfredo, «Población de Navarra en el siglo XVI», Príncipe de Viana, 165
(1982): 211–262.
García Maldonado, Juan L. «Málaga, frontera de España en el siglo XVI, de los Reyes Católicos
a Carlos I», en Pablo Fernández Albaladejo (coord.), Monarquía, Imperio y Pueblos en la
España Moderna, Alicante, CAM-Universidad de Alicante, 1997: 299–305.
García Zúñiga, Mario, Hacienda, población y precios (siglos XVI-XVIII), Pamplona, Gobierno
de Navarra, 1996.
García Valverde, María L., Moreno Trujillo, María A., y de la Obra Sierra, Juan M. (eds.),
Diplomatario del reino de Granada. Documentos procedentes de la sección Registro General
del Sello del Archivo General de Simancas de 1502, Granada, Universidad de Granada, 2010.
Hueso Pérez, Ana María, «Archivo Municipal de Pamplona», Príncipe de Viana, 266 (2016):
1125–1139.
Idoate, Florencio, «Las fortificaciones de Pamplona a partir de la conquista de Navarra»,
Príncipe de Viana, 54–55 (1954): 57–154.
Jiménez Estrella, Antonio, «Los Mendoza y la proveeduría general de armadas y presidios
norteafricanos: servicio nobiliario y función militar en el marco geopolítico Mediterráneo
(1535-1558)», Revista de Historia Militar, 95 (2004 a): 123–155.
Jiménez Estrella, Antonio, Poder, ejército y gobierno en el siglo XVI. La Capitanía General del
Reino de Granada y sus agentes, Granada, Universidad de Granada, 2004 b.
Ladero Galán, Aurora, «La frontera de Perpiñán. Nuevos datos sobre la primera guerra del
Rosellón (1495-1499)», En la España Medieval, 27 (2004): 225–283.
Ladero Quesada, Miguel Ángel, «La toma de Mazalquivir y el retorno de Nápoles. Julio de
1505-junio de 1506», En la España Medieval, 36 (2013): 183–224.
López de Coca Castañer, José E., «El reino de Granada como Frontera: organización de su
defensa durante el reinado de los Reyes Católicos (1492-1516)», en Esther Cruces Blanco
(dir.), La organización militar en los siglos XV y XVI, Sevilla, Cátedra General Castaños,
1993: 93–110.
Lasaosa Villanúa, Santiago, El regimiento municipal de Pamplona en el siglo XVI, Pamplona,
Institución Príncipe de Viana, 1979.
Martínez Pasamar, Concepción, El Privilegio de la Unión (1423) de Carlos III el Noble de Navarra,
Pamplona, Ayuntamiento de Pamplona, 1995.
,        35 · 2022 · . 183206  0214-9745 · - 2340-1400 206
JOSÉ MIGUEL ESCRIBANO PÁEZ
De Medina, Pedro, Libro de grandezas y cosas memorables de España, Sevilla, de Robertis, 1549.
Meneses García, Emilio (ed.), Correspondencia del Conde de Tendilla (1508-1509), Madrid,
CSIC, 1973.
Monteano Sorbet, Peio, Los navarros ante el hambre, la peste, la guerra y la fiscalidad: siglos
XV y XVI, Pamplona, Universidad Pública de Navarra, 1999.
Monteano Sorbet, Peio, «La población de Navarra en los siglos XIV, XV y XVI», Boletín de
la Asociación de Demografía Histórica, 18 (2000): 29–70.
Monteano Sorbet, Peio, La guerra de Navarra (1512-1529). Crónica de la conquista española,
Pamplona, Pamiela, 2010.
Moreno Trujillo, Maria A., Osorio Pérez, M. J., y de la Obra Sierra, Juan M. (eds.), Escribir y
gobernar: el último registro de correspondencia del Conde de Tendilla (1513-1515), Granada,
Universidad de Granada, 2007.
Parejo Barranco, José A., «Antequera y el privilegio de exención del pago de la alcabala:
historia de un larguísimo pleito (1519-1639)», Jábega 41 (1983): 22–26.
Fortún Pérez de Ciriza, Luis Javier (ed.), Actas de las Cortes de Navarra, Pamplona, Servicio
de Publicaciones del Parlamento de Navarra, 1991.
Potter, David, War and Government in the French Provinces: Picardy, 1470-1569, Cambridge,
Cambridge University Press, 1993.
Quatrefages, René, «La proveeduría des Armadas: de l’expedition de Tunis (1535) à celle
d’Alger (1541)», Mélanges de la casa de Velázquez, 14 (1978): 215–247.
Sadler, John, Border Fury: England and Scotland at War. 1296-1550, Edimburgo, Pearson, 2006.
Tedoldi, Leonida, «The Sea as a Frontier: The Port City of Malaga in the Ancien Régime: An
approximation», en Giuseppe de Luca y Gaetano Sabatini (eds.), Growing in the Shadow
of an Empire. How Spanish Colonialism Affected Economic Development in Europe and in
the World (XVIth- XVIIIth CC.), Milán, Franco-Angeli, 2012: 239–252.
Thompson, Irving A. A., War and Government in Habsburg Spain, 1560-1620, Londres, The
Athlone Press, 1976.
Tracy, James D., Emperor Charles V, Impresario of War: Campaign Strategy, International
Finance, and Domestic Politics, Cambridge, Cambridge University Press, 2002.
Vincent, Bernard, «Las rentas particulares del reino de Granada en el s. XVI: fardas, hábices
y hagüela», en Alfonso Otazu (ed.), Dinero y Crédito (Siglos XVI y XIX), Madrid, Banco
Urquijo y Moneda y Crédito, 1978: 249–277.
Yun Casalilla, Bartolomé, Marte contra Minerva. El precio del imperio español, c. 1450-1600,
Barcelona, Crítica, 2004.
Yun Casalilla, Bartolomé, Iberian World Empires and the Globalization of Europe 1415-1668,
Singapore, Palgrave, 2019.
ResearchGate has not been able to resolve any citations for this publication.
Book
Full-text available
This open access book analyses Iberian expansion by using knowledge accumulated in recent years to test some of the most important theories regarding Europe’s economic development. Adopting a comparative perspective, it considers the impact of early globalization on Iberian and Western European institutions, social development and political economies. In spite of globalization’s minor importance from the commercial perspective before 1750, this book finds its impact decisive for institutional development, political economies, and processes of state-building in Iberia and Europe. The book engages current historiographies and revindicates the need to take the concept of composite monarchies as a point of departure in order to understand the period’s economic and social developments, analysing the institutions and societies resulting from contact with Iberian peoples in America and Asia. The outcome is a study that nuances and contests an excessively-negative yet prevalent image of the Iberian societies, explores the difficult relationship between empires and globalization and opens paths for comparisons to other imperial formations.
Article
Full-text available
The account books of the royal secretary Hernando de Zafra facilitate a detailed study of the preparation, based in Malaga, and execution of the conquest of Mers-el-Kebir in September 1505, as a first step toward the conquest of Oran in 1509. The conquest signaled the renewal of the war in North Africa after the seizure of Melilla in 1497. On the other hand, between October 1505 and March 1506, Hernando de Zafra and his collaborators coordinated the return of more than four thousand infantry from the captaincies de ordenanza formed during the war in Naples, in the midst of great difficulties for their pay, housing, and demobilization. Both undertakings, the seizure of Mers-el-Kebir and the demobilization of captaincies, are important to understanding the conditions of the formation and maintenance of a royal army at the beginning of the sixteenth century.
Article
Full-text available
Presentación y estudio de nuevas fuentes documentales sobre la guerra entre los Reyes Católicos y Carlos VIII de Francia en Nápoles y el Rosellón, entre 1495 y 1499. Evolución del conflicto y análisis detallado de las grandes movilizaciones de tropas hechas en Castilla para la defensa del Rosellón, construcción de fortalezas, en especial Salses, y abastecimiento de cereales desde Andalucía, mediante el empleo masivo de recursos hacendisticos castellanos.
Article
The ever-increasing demands of war during the Renaissance caused rulers to continuously impose new taxes and exactions. One of the most unpopular exactions was billeting – the obligation to provide shelter to the king’s troops. The fact that billeting could be enforced despite widespread hardship and discontent has been traditionally interpreted as evidence of absolutism. In contrast, opposition to billeting tends to be regarded as a form of resistance to ‘despotism’. From this perspective, the ability of the monarchy to impose its demands in this matter and others is fundamentally reduced to a question of power dynamics between king and country. Some of the most popular sociological theories about the origin of the modern system of nation-states and their respective constitutional regimes base their conclusions on this type of assumption. Within this interpretative framework, an intrinsically anachronistic retrospective projection of the present paradigms of modernity can be found. This has led to the perpetuation of a stereotyped view of a complex topic. Billeting was not only dependent on strategic and material factors, but also on the inequality, hierarchy and legal compartmentalization that characterized pre-modern societies. The objective of this study is to discuss the importance of legal culture and social values for a proper understanding of the problematic practice of billeting and, more generally, power relations in pre-modern times.
Article
Esta investigación se ha centrado en el estudio de la evolución de la población navarra durante los siglos XV y XVI y la influencia que en ella tuvieron el hambre, la peste, la guerra y la fiscalidad. Ha intentando, pues, dar respuesta a dos preguntas fundamentales: cómo evolucionó la población navarra en esos siglos y cuáles fueron las causas que motivaron esa evolución. Las mayores novedades de este enfoque han sido centrarse en la historia de la masa campesina, considerar el Reino como un todo y ensamblar dos siglos "oscuros" que artificialmente se han venido estudiando por separado. @@ El método de estudio se ha adaptado a la calidad y volumen de la información. En primer lugar, y tras costosas tareas de recopilación, análisis, homogeneización y hasta reconstrucción, se han utilizado profusamente las valiosas fuentes cuantitativas que permiten un aprovechamiento demográfico: recuentos fiscales (1366, 1427-28, 1501, 1514, 1553, 160112 y 1646-47) y libros sacramentales de bautismos y defunciones a partir de 1535 y 1565 respectivamente. Con estos materiales se han construído los cimientos sobre los que descansa el análisis de la población y el poblamiento, de la dinámica demográfica y de la familia y estructura de edades. A continuación se han estudiado cuatro factores que condicionaron decisivamente la vida de las poblaciones del pasado. Se ha estudiado así el Hambre analizando la producción de alimentos, su comercialización, los handicaps del campo, la cronología de las hambrunas y malas cosechas y los mecanismos de defensa. Luego se ha ocupado de la Peste, de la cronología de sus ataques, de la lucha contra la enfermedad y de sus efectos en la población y la economía. Se ha analizado también el papel de la guerra, el coste que la defensa acarreó a la población, la cronología de las crisis bélicas y sus efectos más directos sobre los hombres y las haciendas. Y por último, utilizando un centenar de registros fiscales, se ha ocupado del peso que la carga de los impuestos (la creciente fiscalidad de Estado, fundamentalmente) supuso para la demografía y la economía. Fenómenos que, aunque estudiados por separado, se han fundido en un último capítulo conformando una propuesta de evolución demográfica para la población navarra durante los siglos XV y XVI, una propuesta que ha intentado ser a la vez descriptiva y, en menor medida, explicativa. @@ Las fuentes documentales consultadas proceden en su inmensa mayoría de los privilegiados fondos del Archivo General de Navarra, secciones de Comptos y Papeles Sueltos principalmente. Para el siglo XVI la publicación de las actas de Cortes y la afortunada informatización de los procesos del Consejo Real (unos 43.000) han hecho posible la explotación, siquiera superficial, de una fuente documental llamada a revolucionar en el futuro nuestro conocimiento de la Navarra del Quinientos. Algo parecido puede decirse de los fondos del Archivo Diocesano de Pamplona, que han sido consultados de forma más secundaria. @@ Con todo, a pesar de esta investigación, la evolución de la población navarra a lo largo del Cuatrocientos y del Quinientos sólo puede formularse de una forma hipotética. @@ La población navarra, diezmada en las décadas siguientes a la irrupción de la Peste Negra, se habría duplicado en espacio de dos siglos aunque el mérito del crecimiento podría atribuirse en exclusiva al siglo que discurre entre 1470 y 1570. En términos generales, los efectos de la depresión bajomedieval habrían sido en Navarra más intensos y prolongados que en la mayoría de Europa, la recuperación debió iniciarse con más retraso y la caída en una nueva recesión sería más tardía y menos severa. En el conjunto peninsular Navarra presentaría así una evolución más similar a Cataluña que a los territorios de la corona de Castilla. @@ Debieron ser los incrementos de mortalidad ocasionados por la recurrencia de las "crisis mixtas" (hambre y enfermedad) las que marcaron el ritmo de la evolución demográfica. Las inclemencias meteorológicas, epidemias de peste, las destrucciones de la guerra, el incremento de la fiscalidad o la ruptura del equilibrio agroganadero (a veces actuando conjuntamente) incidirían en la trayectoria demográfica como mecanismos detonantes de esas crisis mixtas o, en todo caso, reforzarían sus ritmos y efectos. @@ El estudio de las fuentes cuantitativas y de los fenómenos que en esta investigación se han tratado por separado permite diferenciar una serie de etapas: Prolongado marasmo (1350-1470 aprox), Lenta recuperación (1470-1530), Espectacular expansión (1530-1570), Estancamiento (1570-1600) y Recesión del Seiscientos (1600-1630)
Article
Thesis (doctoral)--Universidad de Navarra, 1978. Bibliography; p. [535]-543.