ArticlePDF Available

La contribución de Manuel Sacristán a los enfoques críticos en la teoría internacional: conocimiento, ética y práctica contrahegemónica

Authors:

Abstract

Este trabajo presenta algunas de las líneas principales del pensamiento de Manuel Sacristán Luzón (1925-1985), el filósofo marxista español más destacado del siglo XX, con el objetivo de visibilizar la utilidad de su aportación teórica y política para los enfoques críticos de las Relaciones Internacionales. El materialismo inspirado por Marx y Engels ha quedado relegado en cierta medida a un segundo plano del debate en nuestra disciplina, debido a la consolidación de las teorías reflectivistas como principal alternativa al racionalismo positivista. Sin embargo, Sacristán supo combinar el estudio riguroso de los clásicos con los nuevos conceptos elaborados por Gramsci, de quien fue el principal introductor en España. Asimismo, su formación en epistemología y Filosofía de la Ciencia le lleva a tratar de reconciliar las aspiraciones emancipadoras y éticas de la tradición marxista con el conocimiento obtenido de las ciencias positivas. Su práctica como intelectual y militante comunista durante la Guerra Fría mantuvo una actitud crítica y de denuncia, tanto del imperialismo estadounidense como del despotismo de los dirigentes soviéticos. En la etapa final de su vida, su pensamiento se aproxima a movimientos sociales como el pacifismo, el ecologismo y el feminismo, estableciendo un fructífero diálogo que supera las limitaciones del marxismo más tradicional. Así, el artículo se divide en cuatro apartados. El primero se centra en las reflexiones de este autor sobre epistemología y Filosofía de las ciencias sociales, buscando hacer compatible el valor ético y el potencial emancipador de la tradición marxista con el conocimiento científico empírico; una cuestión que enlaza plenamente con los debates entre positivismo y postpositivismo. El segundo apartado se detiene en la influencia de Gramsci en su pensamiento, que fue muy intensa, pese al encaje más o menos problemático del autor italiano con el materialismo y el positivismo de Sacristán. Los apartados tercero y cuarto pasan del plano teórico al de la praxis, analizando su crítica frente a la URSS y su evolución hacia posiciones pacifistas, aunque sin abandonar nunca el marxismo. Por último, en las conclusiones se ofrece una síntesis de sus contribuciones más relevantes hoy, en un contexto en el que algunos debates de la Guerra Fría han vuelto a cobrar plena actualidad.
33
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
R
Este trabajo presenta algunas de las líneas principales del pensamiento de Manuel Sacristán Luzón
(1925-1985), el lósofo marxista español más destacado del siglo XX, con el objetivo de visibilizar la
utilidad de su aportación teórica y política para los enfoques críticos de las Relaciones Internacionales.
El materialismo inspirado por Marx y Engels ha quedado relegado en cierta medida a un segundo plano
del debate en nuestra disciplina, debido a la consolidación de las teorías reectivistas como principal
alternativa al racionalismo positivista. Sin embargo, Sacristán supo combinar el estudio riguroso de los
clásicos con los nuevos conceptos elaborados por Gramsci, de quien fue el principal introductor en
España. Asimismo, su formación en epistemología y Filosofía de la Ciencia le lleva a tratar de reconciliar
las aspiraciones emancipadoras y éticas de la tradición marxista con el conocimiento obtenido de las
ciencias positivas. Su práctica como intelectual y militante comunista durante la Guerra Fría mantuvo
una actitud crítica y de denuncia, tanto del imperialismo estadounidense como del despotismo de los
dirigentes soviéticos. En la etapa nal de su vida, su pensamiento se aproxima a movimientos sociales
como el pacismo, el ecologismo y el feminismo, estableciendo un fructífero diálogo que supera las
limitaciones del marxismo más tradicional. Así, el artículo se divide en cuatro apartados. El primero
se centra en las reexiones de este autor sobre epistemología y Filosofía de las ciencias sociales,
buscando hacer compatible el valor ético y el potencial emancipador de la tradición marxista con el
conocimiento cientíco empírico; una cuestión que enlaza plenamente con los debates entre positivismo
y postpositivismo. El segundo apartado se detiene en la inuencia de Gramsci en su pensamiento, que
fue muy intensa, pese al encaje más o menos problemático del autor italiano con el materialismo y
el positivismo de Sacristán. Los apartados tercero y cuarto pasan del plano teórico al de la praxis,
analizando su crítica frente a la URSS y su evolución hacia posiciones pacistas, aunque sin abandonar
nunca el marxismo. Por último, en las conclusiones se ofrece una síntesis de sus contribuciones más
relevantes hoy, en un contexto en el que algunos debates de la Guerra Fría han vuelto a cobrar plena
actualidad.
P 
Manuel Sacristán Luzón; marxismo; epistemología; pacismo.
La contribución de Manuel Sacristán a los
enfoques críticos en la teoría internacional:
conocimiento, ética y práctica contrahegemónica
J M H
*
* Javier MORALES
HERNÁNDEZ,
Universidad
Complutense de
Madrid.
jmorales@ucm.es
Recibido:
19/04/2022
Aceptado:
15/09/2022
33-51
DOI:
https://doi.org/10.15366/relacionesinternacionales2022.51.002
Formato de citación recomendado:
MORALES HERNÁNDEZ, Javier (2022). “La contribución de Manuel Sacristán a los enfoques críticos en la teoría
internacional: conocimiento, ética y práctica contrahegemónica”, Relaciones Internacionales, nº 51, pp. 33-51.
T
Manuel Sacristán’s contribution to critical approaches in international theory: knowledge, ethics, and
counter-hegemonic practice
E A
For at least three decades, the reectivist perspectives of International Relations have established themselves as the main
alternative to the realist-liberal mainstream that prevailed in previous times, thus giving rise to a broad theoretical and
epistemological renewal of our discipline. This rise of reectivism has led to its identication, almost interchangeably, with the
broader concept of “critical theories”; that is, understood —according to the well-known distinction of Robert Cox— as
those that are not limited to maintaining the established order, but rather to questioning it and seeking to transform it. Other
visions that are still equally critical, such as those inspired by the emancipatory tradition of the labour movement initiated
by Marx and Engels, seem to have been relegated to the background. Neo-Marxist structuralism even appeared as the main
34
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
alternative to realism and liberalism in the “interparadigmatic debate” that supposedly developed in the 1970s and 1980s.
Today, instead, that space has been occupied by social constructivism and reectivist approaches, although among them we
can include a perspective inherited from the Marxist tradition: namely, neo-Gramscianism.
This paper presents some of the main directions in the political thought of Manuel Sacristán Luzón (1925-1985), whose
intellectual contribution —despite dealing with some of the most debated topics in International Relations during the
past decades, such as epistemology, ethics, pacism, or anti-imperialism— has been much less studied within International
Relations than in other academic elds, such as especially philosophy and political theory. Widely regarded as the foremost
Spanish Marxist philosopher of the twentieth century, he developed an original theory that combined a rigorous study of
Marx, Engels and other classical authors with the new concepts elaborated by Gramsci, of whom Sacristán was the most
responsible for introducing into Spain. Likewise, his academic training in epistemology and the philosophy of science led him
to try to reconcile the emancipatory and ethical aspirations of the Marxist tradition with the knowledge obtained from the
positive sciences. His practice as a Communist intellectual and militant during the Cold War saw him maintaining a critical
denunciation of both US imperialism and the despotism of the Soviet leaders. In the nal stages of his life, he established a
fruitful dialogue between the radical left and other social movements, which allowed him to develop his thought into tackling
new problems, such as the prevention of nuclear war or the protection of the environment.
The article is divided into four sections. The rst focuses on Sacristán’s reections on epistemology and philosophy of the
social sciences, seeking to reconcile the ethical value and emancipatory potential of the Marxist tradition with empirical
scientic knowledge, an issue that is clearly connected with contemporary International Relations debates between positivism
and postpositivism. The second section examines the Gramscian inuences on his thought, which was very intense, despite
the differences between Gramsci’s attention to ideology and culture, on the one hand, and Sacristán’s materialism and
scientic positivism, on the other. The third and fourth sections move from the theoretical level to his practical commitment,
as a Communist militant and public intellectual, focusing on his criticism of the USSR and his evolution toward a pacist and
anti-militaristic Marxism. Finally, the conclusions offer a synthesis of his contributions that are most relevant for today’s world,
in a context in which some Cold War debates that seemed outdated have once again become fully topical.
Sacristán’s most original and innovative contributions, which can undoubtedly be of help to our current reection on
International Relations, can be summarized in three points. The rst of these is his constant effort to apply a rigorous concept
of science to the Marxist theoretical canon, differentiating those empirically proven arguments from others that, without
losing their value as a political reference, did not satisfy the epistemological standards of the positive sciences. Yet this analysis,
unlike the most exacerbated scientism, managed not to lose sight of the fact that the ultimate purpose of the theory was
of a normative nature: the moral imperative to eradicate injustices, through the emancipation of the classes exploited by
capitalism. This primacy of the commitment to the construction of a world where there would no longer be oppressors or
oppressed is what, for example, allowed Sacristán to overcome his differences with the idealism and culturalism of Gramsci,
preserving both the admiration for the testimony of his sacrice, as well as the deep bitterness of empathy with his defeat.
The contradictory relationship between ethics and scientic knowledge is thus resolved through a reconciliation of both in
the eld of practice.
The second aspect is one that refers to Sacristán’s role as a critical intellectual; a manner of critique that he knew how to
extend to the Communist movement of which he was a part, once again setting an example of an ethics deeply committed
to the truth, even if this caused him personal harm. Thus, at a time when the myth of the October Revolution was still fully
valid among his fellow activists, he did not hesitate to denounce the atrocities of Stalinism or the repression of the Prague
Spring, revealing the enormous gap that separated the propagandistic image of the USSR from the real behaviour of its
leaders. This integrity was not manifested in a political environment in which it could bring him some material benet, but
rather the opposite. His life was a succession of continuous sacrices and precariousness, without obtaining the recognition
he deserved within the academic world due, precisely, to the priority he gave to his clandestine militancy against Franco’s
dictatorship.
Finally, we can highlight his ability to adapt to social and historical changes, exemplied by the elaboration —in his last
years— of a pacist Marxism, incorporating the ideas of the European peace movement into his conception of the Cold War.
Although his positions ended up being defeated in the Spanish referendum on NATO membership, his writings and those of
his colleagues from those years remain an ethical reference against the dangers of militarism and imperialism in the nuclear
age. This is a pacism that, without denying the need or legitimacy of the use of force for defensive purposes, continues to
remind us that the denitive solution to conict must necessarily go through other types of measures if we want to preserve
the long-term survival of our species and that of the rest of the planet.
K
Manuel Sacristán Luzón; marxism; epistemology; pacism.
35
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
Introducción
Desde hace al menos tres décadas, las perspectivas reectivistas de las Relaciones
Internacionales se han consolidado como principal alternativa al mainstream (neo)realista-
(neo)liberal predominante en épocas anteriores, dando lugar así a una amplia renovación teórica
y epistemológica de nuestra disciplina. Este auge del reectivismo ha llevado a identicarlo casi
de forma intercambiable con el concepto más amplio de “teorías críticas”, entendidas —según la
conocida distinción de Robert Cox (1981)— como aquellas que no se limitan al mantenimiento
del orden establecido, sino que lo cuestionan y pretenden transformarlo. Otras visiones que,
pese a ser más antiguas, no dejan de ser igualmente críticas, como las inspiradas en la tradición
emancipadora del movimiento obrero iniciada por Marx y Engels, parecen haber quedado relegadas
a un segundo plano. El estructuralismo neomarxista aparecía, incluso, como principal alternativa al
realismo y liberalismo en el supuesto “debate interparadigmático” que —según la narrativa más
extendida— se habría desarrollado en los años setenta y ochenta (Sanahuja, 2018, p. 103). Hoy, en
cambio, ese espacio ha sido ocupado por el constructivismo social y los enfoques reectivistas;
si bien entre ellos podemos incluir una perspectiva heredera de la tradición marxista, como el
neogramscianismo.
Parte del cuestionamiento del marxismo en el mundo cientíco se debe, como es de
suponer, a los excesos de sus interpretaciones ortodoxas, utilizadas como doctrina legitimadora
por los regímenes del llamado socialismo real. Pero la consecuencia más negativa es que, como
señala Noé Cornago (2005, p. 666) “cualquier recuperación de sus aportaciones básicas para la
comprensión actual del mundo, por ponderada y matizada que ésta sea, es rápidamente etiquetada
como sospechosa de izquierdismo trasnochado y antidemocrático”. Sería conveniente recordar
que el enfoque marxista de las Relaciones Internacionales lleva décadas contribuyendo al debate
académico y cientíco en los países democráticos europeos; incluida España desde el nal de la
dictadura franquista, con obras tan tempranas como las de Roberto Mesa (1977, 1980).
Esta investigación se propone recuperar para la teoría de las Relaciones Internacionales al
lósofo marxista español más importante del pasado siglo, Manuel Sacristán Luzón (1925-1985):
un autor que ha sido ampliamente estudiado desde la Filosofía y la Historia del Pensamiento
Político, y que realizó aportaciones de indudable interés para nuestra disciplina, pero que —por
las razones señaladas— no ha recibido la atención que merece en las publicaciones cientícas de
nuestro ámbito. El de Sacristán, como veremos, es un marxismo sui generis por su reivindicación
del estudio riguroso de los clásicos, abandonando las lecturas dogmáticas o miticadas; su
permanente diálogo con la Epistemología y la Filosofía de la Ciencia, gracias a su formación en
estos campos; su análisis de la obra de Gramsci, de quien fue el principal introductor en nuestro
país; o, en la etapa nal de su vida, el compromiso con movimientos sociales como el pacismo, el
ecologismo y el feminismo.
Todo ello hace de su pensamiento no solo un marco analítico útil para explicar
cientícamente la realidad, como era la intención del autor, sino también un valioso objeto de
estudio en sí mismo. Aplicando un enfoque neogramsciano, podemos analizar su concepción de la
política internacional para desnaturalizarla y revelar su carácter contingente e histórico, como un
hecho social que debe ser interpretado en su contexto (Sanahuja, 2020, p. 29); evitando así caer
en una sacralización como la que él mismo denunció en los estudios sobre Marx. Sacristán fue sin
36
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
duda un producto de su época, que no llegó a conocer los cambios en el mundo y en las ciencias
sociales a partir de nales de los ochenta, pero que mantiene su potencial crítico e inspirador para
las teorías de las Relaciones Internacionales en el siglo XXI. Una prueba de su continuada vigencia
como referente teórico, no limitada al ámbito español, es la traducción al inglés de algunos de sus
principales textos por la editorial académica Brill (Llorente, 2014).
El artículo se divide en cuatro apartados. El primero se centra en las reexiones de este
autor sobre Epistemología y Filosofía de las Ciencias Sociales, buscando reconciliar el valor ético
y el potencial emancipador de la tradición marxista con el conocimiento cientíco empírico; una
cuestión, como vemos, que enlaza plenamente con los debates entre positivismo y pospositivismo.
El segundo apartado se detiene en la inuencia de Gramsci en su pensamiento, que fue muy intensa,
pese al encaje más o menos problemático del autor italiano con el materialismo y el positivismo
de Sacristán. Los apartados tercero y cuarto pasan del plano teórico al de la praxis, analizando su
posición crítica frente a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y su evolución hacia
posiciones pacistas, aunque sin abandonar nunca el marxismo. Por último, en las conclusiones
se ofrece una síntesis de sus contribuciones más relevantes para los enfoques críticos de las
Relaciones Internacionales; en un contexto en el que, por desgracia, algunos debates de la Guerra
Fría han vuelto a cobrar plena actualidad.
1. Ciencia, conocimiento y ética en Manuel Sacristán
Tras nalizar sus estudios en Barcelona, Sacristán se traslada a Alemania Occidental para
especializarse en Lógica y Filosofía de la Ciencia, mediante una estancia de postgrado en la
Universidad de Münster1. La elección de este campo cientíco parecería reejar una concepción
estrictamente teórica e intelectual, carente de vocación política o transformadora de la realidad.
Sin embargo, Sacristán no limita la Lógica a un sistema de lenguajes formales, sino que la concibe
de forma estrechamente unida a la reexión losóca más amplia (Sarrión Andaluz, 2017, p. 65).
Igualmente, esta idea aparece en su manual Introducción a la lógica y al análisis formal, donde
no se conforma con limitar su objeto de estudio a la validez formal de los enunciados, sino que
considera que estos tienen que proporcionarnos conocimiento acerca de lo real, en línea con la
denición aristotélica de verdad. La Lógica es un útil instrumental crítico-analítico al servicio de las
ciencias naturales y sociales: permite a unas y otras construir sus teorías de forma más rigurosa,
aclarando las formas en que debe realizarse la inferencia a partir de las evidencias empíricas
(Sarrión Andaluz, 2017, pp. 72-75).
No obstante, destaca que la ciencia contemporánea es capaz de inuir en la vida material
tanto en una dirección creadora como de destrucción. Esto hace imprescindible que el progreso
tecnológico se regule mediante criterios de racionalidad social, no solamente cientíca: aunque los
valores no sean demostrables —en palabras de Einstein, “no se puede demostrar que no haya que
exterminar a la humanidad”—, es necesaria una elección personal en este sentido. Aquí se percibe
1 Fue precisamente durante su estancia en Alemania, de 1954 a 1956, cuando entró en contacto con los ambientes comunistas; lo que le llevó
a unirse al Partit Socialista Unicat de Catalunya (PSUC) – Partido Comunista de España (PCE), una militancia que continuó clandestinamente
tras su regreso a Barcelona.
37
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
un distanciamiento respecto de las concepciones más cientistas, desconando de la posibilidad de
resolver los dilemas éticos mediante criterios tecnocráticos: los problemas sociales son éticos y
morales, y no pueden dejarse por completo en manos de los técnicos, quienes son un grupo social
con intereses propios (Sarrión Andaluz, 2017, pp. 129-133).
Sacristán se propone reconciliar, así, el proyecto político del marxismo con la fundamentación
del conocimiento en datos empíricos, considerada por él como el método más riguroso. Su
“crítica analítica del marxismo” se realiza en dos direcciones: una interna, mediante el estudio
del pensamiento de Marx y de otros autores de esta tradición, y otra externa, que utiliza el
instrumental analítico de la Filosofía de la Ciencia. Pero su atención a cuestiones epistemológicas
y metodológicas no le hace abandonar las aspiraciones liberadoras y emancipadoras; las cuales, en
última instancia, están fundamentadas en valores éticos. De esta forma, busca una convergencia
que parta de la síntesis “del marxismo, como ciencia social orientada por los valores comunistas,
con el comunismo, como conjunto de los valores emancipatorios cientícamente fundamentados”
(Manzanera Salavert, 1994, pp. 19-21).
En su opinión, la teoría marxista no cumple los requisitos de lo que en la Filosofía
analítica y la Filosofía de la Ciencia se entiende hoy por “explicación”, puesto que para Marx el
conocimiento era fundamentalmente histórico (Vargas Lozano y Rendón Alarcón, 1983, p. 204).
Sacristán considera que ha sido sobre todo la inuencia idealista hegeliana lo que ha producido
estas inconsistencias del pensamiento marxiano: “toda esta cuestión de lo lógico y lo histórico
[…], como todas las cuestiones metafísicas auténticas, puede dar fácilmente en extravagancia
estéril cuando se entiende como asunto de metodología cientíca” (Sacristán, 1980b, p. 72).
Así, el concepto de método de Marx es muy diferente del utilizado en la ciencia moderna,
ya que —pese a que sustituyera la ontología idealista por la materialista— aún estaba demasiado
inuido por la concepción hegeliana. En su época, el método cientíco simplemente se refería a
una manera o estilo de pensar; mientras que hoy, arma Sacristán, debe ser un procedimiento
normalizado y susceptible de ser repetido por otros investigadores para alcanzar las mismas
conclusiones (Vargas Lozano y Rendón Alarcón, 1983, p. 206).
Sacristán no duda en equiparar la dialéctica marxista al “vago pensamiento cuasi-poético
con el que los lósofos han descrito, en sus circunloquios, la experiencia cotidiana pre-cientíca”.
No obstante, reconoce que, además de su belleza poética, pueden tener utilidad para pasar del
conocimiento cotidiano a plantearnos preguntas que podamos investigar cientícamente. “Por
tanto, yo no desprecio las ‘leyes de la dialéctica’ […]; pero considero que ha sido nefasto hacer
pasar eso por lógica o por método cientíco” (Vargas Lozano y Rendón Alarcón, 1983, p. 205).
También acepta que, pese a todo, la dialéctica marxiana tiene valor losóco: se plantea un
propósito que ya estaba presente en la Filosofía del Conocimiento desde el historicismo alemán,
y que Marx busca investigar empíricamente, no solo de forma especulativa como Hegel. El objeto
del conocimiento ya no era tanto la formulación de categorías generales y abstractas —pese a
que Marx elabora algunas, como “modo de producción”—, sino la comprensión de una realidad
histórica concreta: la sociedad capitalista de su época. En cualquier caso, “la concreción dialéctica
es un tipo de objetivo más losóco que cientíco, más próximo de la cosmovisión que de la
38
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
teoría formalizable” (Vargas Lozano y Rendón Alarcón, 1983, pp. 206-207).
Marx habría distinguido entre el método de exposición empleado —la dialéctica—, cuyo
propósito era reejar la dinamicidad e historicidad del objeto de estudio, a modo de “un todo
artístico”; y los métodos de investigación propiamente dichos, que serían los habitualmente
usados en las ciencias sociales para recoger y analizar datos empíricos, así como desarrollar teoría
a partir de ellos. Es decir, no rechaza la ciencia positiva ni pretende convertir la dialéctica en lo
que hoy entendemos por “método” dentro del ámbito cientíco (Sacristán, 2009a, pp. 214-215).
Para Sacristán, la mayor parte de las ciencias sociales no se ajustan a una denición rigurosa
de lo que es verdaderamente ciencia, cuyo modelo serían las ciencias exactas y naturales. Sin
embargo, recomienda una solución pragmática: no perder demasiado tiempo en preocupaciones
metodológicas, sino centrar primero todos los esfuerzos en desarrollar una ciencia social sólida,
antes de dedicarse a reexiones epistemológicas (Vargas Lozano y Rendón Alarcón, 1983, p.
209). Por solas, estas consideraciones en cuanto a la epistemología y el método le situarían
rmemente en el terreno del positivismo, como podía esperarse de su formación. No obstante,
su concepto de ciencia se irá ampliando después, aunque sin llegar a aceptar la cienticidad de los
enfoques interpretativos o hermenéuticos.
Sacristán identica tres tradiciones de la Filosofía de la Ciencia que están presentes en
los textos de Marx. Dos de ellas ya habían sido empleadas en anteriores interpretaciones: la que
deende el concepto más restringido de science o “ciencia normal”, en el sentido de Kuhn (1978),
y la más amplia noción de Wissenschaft, en la tradición del idealismo, que englobaría también
la metafísica. Por tanto, debe aceptarse que “ni el pensamiento de Marx ni ningún marxismo
positivamente relacionable con Marx son ciencia pura, ni sólo ciencia”. Pero, además, Sacristán
añade el concepto de ciencia como crítica o Kritik, cuyo origen sitúa en los ambientes de los
“jóvenes hegelianos” que había conocido el autor alemán (Sacristán, 1980b, pp. 64-65).
La Kritik se aleja tanto de las inconsistencias del método dialéctico como de la ciencia
estrictamente positivista. Se opone a la idea de una teoría absoluta, en posesión de todas las
verdades, para enfrentarse a la ciencia predominante tal y como viene recogida en sus textos. De
esta forma, destaca la importancia del discurso —cientíco, en este caso— como constructor de
hegemonía, adelantándose al análisis posterior de Gramsci; al mismo tiempo, rechaza la teorización
basada únicamente en la inferencia a partir de datos empíricos. Si bien Marx iría separando cada
vez más el análisis crítico del empírico, Sacristán destaca que la idea de ciencia como crítica estuvo
muy presente en sus obras de la década de 1840 y, aunque en menor medida, la de 1850 (Sacristán,
1980b, pp. 76-78).
Para él, Marx no llegó nunca a asumir en exclusiva el modelo positivista, sino que va más
allá: aspira a construir una “teoría en sentido fuerte” mediante la investigación empírica, pero
también vinculada con la historia y la praxis, creando un producto intelectual que no es ni solo
ciencia positiva, ni mera especulación. Combina, de esta forma, la búsqueda de la globalidad de
la epistemología hegeliana con el positivismo de la “ciencia normal” y la práctica política. La
inspiración de la Kritik —como crítica de la ciencia anterior— es lo que le facilitó “la inauguración
del análisis ideológico de los productos cientícos y también la consideración sociológica de la
39
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
ciencia como fuerza productiva” (Sacristán, 1980b, pp. 80-81, p. 94).
Sacristán rechaza, por tanto, que el marxismo sea una ciencia o sistema cientíco: es “un
intento de vertebrar racionalmente, con la mayor cantidad posible de conocimiento y análisis
cientíco, un movimiento emancipatorio”, que se dene sobre todo por ser una tradición
del movimiento obrero (Guiu y Munné, 1995, pp. 125-126). Sin embargo, también abarca una
“concepción del mundo” formada por un conjunto de principios y valores, que guían de forma
más o menos implícita la conducta del individuo. Donde estos principios se hacen explícitos es
en el terreno cultural: así, en cada sociedad, la cultura une el plano teórico o contemplativo con
el de los juicios de valor, que son los que generan normas compartidas (Sacristán, 2009b, p. 76).
Una concepción del mundo no es, en misma, ciencia; las concepciones del mundo se
reeren, precisamente, a cuestiones indemostrables: por ejemplo, Dios o el sentido de la existencia.
Pero esto no las hace del todo incompatibles con la ciencia, ya que —como visiones generales de
la realidad— sirven para inspirar o motivar la investigación empírica. Desde una posición crítica,
es necesario ser conscientes de la inuencia de ese contexto social y cultural-ideológico a lo largo
de nuestro proceso de investigación; aunque manteniendo, al mismo tiempo, la distinción entre
nuestra concepción del mundo y el conocimiento cientíco en sentido estricto (Sacristán, 2009b,
pp. 77-79).
Este dilema es puesto de maniesto por Javier Muguerza (2006, pp. 87-89), para quien
Sacristán se situó entre dos corrientes de la losofía contemporánea: el neopositivismo, que
identicaba ciencia y racionalidad, pero no era capaz de explicar muchas de las decisiones
humanas en la vida social; y el existencialismo, que reconocía la autonomía de nuestras decisiones
morales, pero las desconectaba de la racionalidad. Al reconocer que el marxismo era también una
concepción del mundo, Sacristán estaba rechazando tanto la visión positivista de la racionalidad
como la pérdida de fe en la ciencia de los existencialistas. Su marxismo era inseparable de su
interés por la epistemología y por la ética: “aspiraba a hacer justicia por igual a la exigencia de la
ciencia y a la urgencia de la emancipación”.
No obstante, Sacristán fundamentará cada vez más su crítica analítica en la necesidad de
superar la idea del marxismo como concepción del mundo. Para Sacristán, el mundo material
y las abstracciones teóricas son inconmensurables; el idealismo implícito en las concepciones
ideológicas y especulativas es un obstáculo para percibir la realidad, lo cual debe hacerse a través
del conocimiento cientíco. El programa práctico del partido debía estar fundamentado en la
ciencia, no en la ideología (Manzanera Salavert, 1994, pp. 381-385).
2. Inuencias teóricas: la importancia de Gramsci
Además de su estudio de los teóricos del marxismo más ortodoxo, como Marx y Engels, Sacristán
destaca por haber sido el principal introductor de Gramsci en España; suya es, entre otras obras,
la conocida Antología publicada por primera vez en México (Gramsci, 1970). Esta producción
gramsciana comenzó en una fecha tan temprana como 1958, con un texto que aparecería tres
años más tarde en el suplemento de Filosofía de la Enciclopedia Espasa. Como él mismo recordaría
40
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
irónicamente, la repercusión de ese primer trabajo fue entonces muy escasa, en contraste con la
popularidad que ha alcanzado después el pensamiento de Gramsci en nuestro país: “sólo se jaron
en ella —por lo que he podido saber— los presos comunistas de la cárcel de Burgos” (Fernández
Buey, 1990, pp. 54-55).
En palabras de su discípulo Francisco Fernández Buey (1990, pp. 67-68), de los muchos
autores estudiados y/o traducidos por Sacristán, su ocupación con Gramsci fue al mismo tiempo
“la más constante y la más problemática” a lo largo de su vida. Esa constancia se debía al valor que
otorgaba a la actualidad de la reexión gramsciana, considerada por él como la más relevante —
de todo el marxismo posterior a Lenin— para la clase trabajadora contemporánea. Los aspectos
problemáticos, en cambio, venían motivados por sus diferencias epistemológicas: frente al ambiente
intelectual idealista en el que se conguró el pensamiento de Gramsci, el marxismo sacristaniano
estaba muy marcado —como hemos visto— por su formación en Lógica y Filosofía de la Ciencia,
que le acercaba al positivismo. No obstante, su aspiración de analizar el marxismo desde un
enfoque cientíco se combinaba con el reconocimiento del valor ético de estas ideas, como
tradición emancipatoria del movimiento obrero; en esta dimensión político-moral, el pensamiento
de Sacristán y el de Gramsci eran plenamente coincidentes.
Por otra parte, su interés fue mucho más allá del que correspondía a un simple objeto de
investigación. Durante los duros años de preparación de la Antología —habiendo ya abandonado
su puesto en la dirección del PSUC, sobreviviendo en una situación económica y laboral muy
precaria, y afectado por algunos episodios depresivos—, su identicación con el autor de los
Cuadernos de la cárcel era indudable. Por ejemplo, “los problemas de salud […], la sensación de
derrota política y a veces incluso personal en los momentos de depresión aguda”; pero también
“su actitud ética de entrega total a la actividad política o la pasión por el estudio”. Esta empatía
por parte de Sacristán es especialmente visible en su prólogo al undécimo de los Cuadernos,
escrito poco antes de su propia muerte en 1985 (Domingo Curto, 1998, pp. 23-24, p. 38).
En una entrevista de 1979 —que entonces quedó sin publicar, precisamente por su recelo
a hacer declaraciones tan personales—, Sacristán reconoce su estado emocional al investigar
sobre Gramsci, teñido por sus propios sentimientos de fracaso político:
“[…] uno de los factores de mi inhibición de escribir […] ha
sido la evidencia nal, para mí, de que Gramsci supo que todo
era una derrota, que el proceso histórico-político en el que
él había intervenido como protagonista se saldaba con una
derrota total. […] ¿Cómo va a haber esperanza en la historia
de una catástrofe? Uno puede tenerle mucho amor a Gramsci;
yo se lo tengo, desde luego; es una gura muy digna de amor;
pero no porque sea una perspectiva de éxito del movimiento
obrero, sino que como cualquier mártir es digno de amor”
(Guiu y Munné, 1995, p. 116).
La lectura que hace del pensador italiano no deja, en cualquier caso, de ser crítica en
varios aspectos. Para Sacristán, el error principal de Gramsci —debido a sus inuencias idealistas
41
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
y culturalistas— estaba en aceptar la ideología como única mediadora entre la fuerza social y la
acción, cuando debía haber llevado su crítica de lo ideológico más allá, incluso extendiéndola al
propio pensamiento socialista (Fernández Buey, 1990, p. 71).
Así, si Gramsci había tratado en su juventud de reconciliar su “marxismo ideológico” con la
crítica de Marx a las ideologías, en los Cuadernos pasa a dar una denición positiva de estas; lo cual
le lleva a “un idealismo extremo que ni siquiera menciona la base material o social del movimiento
y pensamiento socialistas […], sino que lo reduce todo al plano ideal”. Esto se explicaba por su
desconocimiento de la Filosofía de la Ciencia, que le hace reducir el conocimiento cientíco a una
forma de superestructura. No obstante, Sacristán reconoce que “ninguna de estas servidumbres
ideológicas de época ha conseguido reducir la importancia intelectual de Gramsci ni su inuencia”
(Sacristán, 1987c, pp. 198-201).
Este enfoque se irá acentuando en otras de sus publicaciones. Para él, la mediación entre
programa práctico y conocimiento no debe venir de las concepciones ideológicas, sino de la
ciencia positiva, diferenciando nuestra conciencia de la realidad del juicio valorativo que esta
nos merece. Así, deja de considerar el marxismo como una concepción del mundo —deniendo
ahora este término como una “síntesis especulativa de incierta validez teórica”, o incluso como
“pseudoteoría mezclada con valoraciones y nalidades, de vaga naturaleza intelectual y escaso
valor discursivo”— para pasar a entenderlo como una praxeología o programa práctico racional,
vinculado al conocimiento cientíco (Fernández Buey, 2015, pp. 166-172).
Podemos observar, por tanto, cómo su perspectiva epistemológica sigue siendo netamente
positivista, aunque manteniendo una preocupación por los límites del conocimiento y de la
ciencia. En cualquier caso, tanto en un sentido losóco como en su praxis política se encontraba
muy alejado de corrientes como el postestructuralismo, a las que nunca llegó a considerar
sucientemente rigurosas: “la lectura de Barthes y de Lévi-Strauss, por ejemplo, no me ha servido
más que para conocerles. Barthes, sobre todo, es un pensador muy mediocre y una caricatura de
cientíco. No hablemos ya de Foucault” (Sacristán, 2003, p. 58).
Si tuviéramos que situarlo dentro de los debates epistemológicos que se estaban iniciando
en las Relaciones Internacionales en el momento de su fallecimiento —agosto de 1985—, sin
duda se encontraría más cerca del racionalismo que de las nuevas perspectivas reectivistas.
Sin embargo, es precisamente su compromiso con un proyecto emancipador lo que le permite
ampliar su visión, hasta aproximarse —como veremos— a nuevos movimientos sociales cuya
interpretación de la realidad supera las limitaciones del materialismo. La inuencia de Gramsci,
por otra parte, le permite reconocer la actividad intelectual como herramienta para cuestionar
la hegemonía cultural de la clase dominante; una lucha a la que el mismo Sacristán dedicaría toda
su vida, mediante la docencia universitaria, la traducción de autores extranjeros, la coordinación y
redacción de textos o las conferencias y apariciones públicas.
Todo ello nos permitiría encuadrar parcialmente su pensamiento dentro de la Teoría Crítica
en el sentido de Cox (1981), dado su cuestionamiento del orden hegemónico de la Guerra Fría
y su vocación transformadora de la sociedad. Sin embargo, su crítica a la ideología y su aspiración
a un conocimiento según el modelo de las ciencias empíricas —es decir, no contingente ni
42
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
socialmente construido, y con una función más explicativa que constitutiva de la realidad— hacen
que esta adscripción sea incompleta. Por ejemplo, su pensamiento coincide con el “triple desafío”
planteado por la Teoría Crítica (Sanahuja, 2015, p. 159) únicamente en sus aspectos normativos,
no en los epistemológicos ni los ontológicos.
3. Crítica de la URSS y sus relaciones con el bloque socialista
3.1 Estalinismo y sistema soviético
Desde la década de los sesenta, en conversaciones con amigos y camaradas del partido, Sacristán
ya mostraba un abierto desencanto con el sistema soviético, tanto por su anquilosamiento —“es
como un mastodonte con los pies de barro. No puede dar un paso sin venirse abajo”— como por
su represión de la disidencia: “a ti y a mí, si estuviéramos allí, nos coserían a electroshocks en algún
psiquiátrico”. Frente a la propaganda que la presentaba como una auténtica sociedad socialista,
Sacristán la veía regida por una clase dominante que no era precisamente el proletariado, sino
una “burguesía burocrática”. También se refería a “la unión mal llamada soviética”, para denunciar
la anulación de los soviets como organismos de participación política. Esta posición no era en
absoluto predominante entonces entre los militantes comunistas: por ejemplo, en la escuela
del PSUC organizada por Sacristán, la mayoría de los participantes rechazaban la visión crítica
transmitida por los profesores (Capella, 2005, pp. 100-101; Guiu y Munné, 1995, p. 117).
En su propia crítica del estalinismo, Sacristán advierte contra el riesgo de atribuir los
defectos del sistema soviético a una deformación por Stalin del proyecto original de Lenin, ya que
también bajo este se produjeron comportamientos despóticos: los problemas con el movimiento
de Néstor Majnó, el aplastamiento de la revuelta de Kronstadt o la prohibición de fracciones y
tendencias dentro del partido, a partir del X Congreso. Por tanto, habría que evitar “dibujar un
cuadro ingenuo, contraponiendo por un lado una cosa perversa que sería el estalinismo, y, por
otro, una muy pura e inocente que sería el leninismo histórico”. No obstante, el poder acumulado
por Stalin fue mucho mayor del que tuvo Lenin, y llegó a emplearse para liquidar a la vieja guardia
bolchevique. A esto se añadía la utilización del nacionalismo ruso como elemento de movilización
social en apoyo del régimen, algo “hasta entonces inverosímil en un partido marxista” (Sacristán,
2005a, pp. 29-32).
El resultado había sido un abandono de la ideología y la teoría como orientadoras de la
acción política, para ser utilizadas cínicamente como mera cobertura de necesidades prácticas: “el
estalinismo consiste en canonizar como teoría justa lo que no es más que el estado de necesidad”.
Un ejemplo de cómo esa propaganda “va forzando los viejos conceptos […] hasta extremos a
veces grotescos” era la idea del “socialismo en un solo país, completamente ajena a la tradición
marxista”; o su equiparación de la socialdemocracia con el fascismo, que Sacristán considera
insultante para las víctimas socialdemócratas del régimen nazi. Por tanto, a los comunistas que
juzgaran la época de Stalin como un “mal necesario” responde que “el estalinismo ha sido una
tiranía sobre la población soviética, una tiranía asesina sobre el proletariado soviético y conservar
la nostalgia de eso es estúpido y criminal”. En lugar de la dictadura del proletariado, lo que se había
establecido en la URSS era “la tiranía de una minoría burocrática, no muy inteligente por lo demás,
43
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
[…] sobre la clase obrera en particular y el pueblo en general” (Sacristán, 2005a, p. 35, p. 46, p. 52).
A partir de la muerte de Stalin y el inicio del “deshielo” jrushchoviano, Sacristán considera
que se abrió una etapa prometedora, en la que “la maduración crítica del movimiento comunista
destruyó los últimos cimientos de la pretensión pontical rusa y del ruso como latín de la sacra
doctrina stalinista” (Sacristán, 1998, p. 85). Sin embargo, ese periodo fue muy breve, y se limitó a
tratar de frenar los aspectos más duros y represivos del sistema de gobierno soviético; la “marcha
atrás en aquel atrevimiento, que en aquella época nos dio la impresión que no se produjo antes
del XXII Congreso [1961], hoy creo que se había producido ya antes”. Uno de los factores que
contribuyó a ello fue la revolución húngara de 1956, que produjo “un refuerzo innegable de los
duros, […] de los estalinistas de corte más ortodoxo” dentro de la URSS. La represión de la
disidencia había continuado hasta la actualidad, aunque aplicada de forma más selectiva: la etapa
de Brezhnev era simplemente un régimen “de naturaleza estalinista suavizado” (Sacristán, 2005a,
pp. 48-49, p. 51).
De igual forma, cree que los regímenes socialistas “están tan insertos como los estados
capitalistas en una dialéctica de poder militar”; “los mismos países del Este, y en especial la URSS,
son responsables de la permanencia de este tipo de subyugación”, es decir, de la carrera de
armamentos y la militarización de la sociedad. No obstante, se preocupa por ampliar esa crítica al
paralelo imperialismo de Estados Unidos (EEUU) y sus aliados: “no hay duda de que el gobierno
de Moscú ha intervenido en estos últimos años, más que en otras épocas, en desarrollos políticos
fuera de sus fronteras e incluso lejos de ellas”, como en el caso de Afganistán; pero “lo ha hecho
al mismo tiempo o incluso después que las potencias occidentales”, aunque esto tampoco fuera
una excusa para la política exterior soviética (Sacristán, 1980c, pp. 33-34).
Sacristán defendió hasta el nal de su vida que la responsabilidad del bloque capitalista
en el peligro de conicto nuclear era mayor que la de la URSS; la cual habría actuado en gran
parte de forma reactiva, frente al cerco —o invasión, durante la Segunda Guerra Mundial— al
que había sido sometida por las potencias occidentales. A esto se añadía el factor económico:
para él existía una relación de causalidad entre las necesidades del capitalismo y las políticas
militaristas, lo que estaría detrás de la agresividad reaganiana en la década de los ochenta. Pero
también creía que la URSS debía ser criticada, por haber entrado en la dinámica de la “carrera de
armamentos” de forma no solo defensiva: “nunca habríamos imaginado desde el punto de vista de
Marx y Engels a una sociedad socialista rearmándose constantemente”. Ambos bloques, de hecho,
“inevitablemente funcionan y viven de acuerdo con una misma lógica política”: la idea de que la
paz solo es un paréntesis entre dos guerras (Sacristán, 1987a, pp. 83-84).
3.2 El impacto de la Primavera de Praga
El PCE liderado por Santiago Carrillo había apoyado de forma entusiasta las reformas de Alexander
Dubček; tras la represión de la Primavera de Praga, emitió un comunicado de rechazo a la invasión
de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia. Esto causó sorpresa entre la militancia dentro de
España, la mayoría de la cual —como hemos visto— seguía teniendo a la URSS como un referente
miticado (Abad García, 2019, p. 978).
44
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
Sacristán fue más allá de pronunciarse en contra: criticó, por eufemístico e insuciente, el
comunicado del partido, donde se decía que este “no aprueba la intervención militar” (Abad García,
2019, p. 978). En su opinión, debía haberse dicho claramente que se condenaba la intervención, ya
que era necesaria una crítica a fondo de la URSS para salvar a los partidos comunistas (Capella,
2005, p. 104). Su preocupación quedó reejada en una carta a su camarada Xavier Folch, pocos
días después, en la que armaba:
“Tal vez porque yo […] no esperaba los acontecimientos, la
palabra ‘indignación’ me dice poco. El asunto me parece lo
más grave ocurrido en muchos años, tanto por su signicación
hacia el futuro cuanto por la que tiene respecto de cosas
pasadas. Por lo que hace al futuro, me parece síntoma de
la incapacidad de aprender. Por lo que hace al pasado, me
parece conrmación de las peores hipótesis acerca de esa
gentuza, conrmación de las hipótesis que siempre me resistí
a considerar” (López Arnal, 2014, p. 289).
A nales de ese mismo año, publica una antología de textos de Dubček, en cuyo prólogo
desarrolla sus propios argumentos contra la intervención del Pacto de Varsovia (Sacristán, 1985a).
El primero de ellos era la falsedad de las justicaciones aducidas por la URSS, que se escudaban
en el supuesto “internacionalismo” que regía las relaciones con sus satélites. Como se armaba en
uno de los principales manuales soviéticos de la época, pese a que cada uno de estos países fuera
formalmente independiente, la seguridad de cada régimen comunista era considerada prioritaria
sobre el respeto a su soberanía como estado; lo cual abría la puerta a intervenciones como la que
se había realizado en Hungría en 1956:
“El principio de asistencia mutua también permea las
relaciones entre los Estados socialistas. La existencia de un
campo socialista poderoso protege la soberanía y seguridad
de cada país socialista, y garantiza la preservación de los logros
de la revolución de su pueblo. Una poderosa demostración de
esto fue el apoyo unánime que la Unión Soviética y los demás
países socialistas prestaron a los trabajadores de Hungría
durante el levantamiento contrarrevolucionario provocado
por el imperialismo extranjero” (Kuusinen, 1963, p. 546,
traducción propia).
Al mes siguiente de la intervención en Checoslovaquia, la posición ocial de Moscú se
plasmaría en la llamada “doctrina Brezhnev” —recogida primero en un artículo en Pravda—,
que desarrollaba la idea de “soberanía limitada” de los aliados de la URSS, atribuyendo a esta un
derecho de injerencia para frenar cualquier posible intento de abandonar del bloque socialista:
“La soberanía de cada uno de los Estados socialistas no
puede contraponerse a los intereses del socialismo mundial
y del movimiento revolucionario mundial. […] cada Partido
45
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
Comunista no puede dejar de tener en cuenta en sus
actividades un hecho tan decisivo de nuestro tiempo como
es la lucha entre dos sistemas sociales antitéticos: capitalismo
y socialismo. […] El debilitamiento de cualquier eslabón del
sistema socialista mundial tiene un efecto directo en todos los
países socialistas, que no pueden permanecer indiferentes a
ello” (Kovalev, 1998, pp. 74-75, traducción propia).
Las acusaciones de la URSS para justicar su intervención en Checoslovaquia son calicadas
de mera propaganda por Sacristán, quien comienza por negar que las políticas de Dubček tuvieran
un carácter “contrarrevolucionario”: su objetivo era “una democracia efectivamente socialista”,
construida por un partido comunista que mantenía su papel dirigente, y cuyo programa de reformas
gozaba del apoyo de la sociedad (Sacristán, 1985a, pp. 79-82). Frente a la doctrina soviética de
soberanía limitada, Sacristán considera que el verdadero internacionalismo solo es posible desde
el respeto al derecho de los pueblos a elegir su propio rumbo político:
“El internacionalismo es uno de los valores más dignos y
buenos para la especie humana con que cuenta la tradición
marxista. Lo que pasa es que el internacionalismo no se puede
practicar de verdad más que sobre la base de otro viejo
principio socialista, que es el de la autodeterminación de los
pueblos” (Sacristán, 2003, p. 342).
Sacristán critica con especial dureza a los comunistas que apoyaban conscientemente las
tesis soviéticas: se habían producido “ciertas reacciones de cinismo deísta (‘sus razones tendrá la
URSS’) […] o de indiferencia apática ante la invasión. (Para las reacciones meramente oportunistas
basta con el desprecio)”. No obstante, había que diferenciar estas actitudes reprobables de las
de quienes, por un simple “reejo de clase” de desconanza hacia los medios de comunicación
capitalistas, pudieran haberse dejado engañar por la versión de Moscú (Sacristán, 1985a, p. 83).
En su análisis, destaca el valor ético que había supuesto el reconocimiento por los líderes
checoslovacos —a diferencia de la propia URSS y sus otros satélites— de los problemas reales de
su país: “la voluntad de veracidad y de verdad, de honradez y de ciencia”, dejando atrás la “retórica
exaltación ociosa, de reglamento, que necesariamente acaba por ser falsa”. Esta honestidad al
afrontar “la situación del socialismo a los veinte años de construcción y gestión con métodos
crecientemente burocráticos” era el motivo del apoyo genuino de la población a sus reformas:
“les ha entusiasmado […] por la razón, ya escrita por Lassalle y recogida por Gramsci, de que decir
la verdad es revolucionario”. De hecho, Sacristán inicia su texto con una cita del programa de acción
del Partido Comunista de Checoslovaquia que reeja esa idea: “La victoria de la verdad, que es la
causa del socialismo” (Sacristán, 1985a, p. 78, pp. 86-87).
El caso checoslovaco sería, así, “la primera autocrítica real del partido comunista en
cuanto constructor (hasta ahora único) de las bases del socialismo”; esta autocrítica era, además,
mucho más profunda que la realizada en el famoso XX Congreso del Partido Comunista de
la Unión Soviética (PCUS) en cuanto al “culto a la personalidad” estaliniano. Por ejemplo, se
46
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
denunciaba que “los métodos de dirección centralistas y administrativos” utilizados durante el
establecimiento del régimen comunista a nales de los cuarenta se habían mantenido en la etapa
posterior, transformándose en un sistema burocrático donde los trabajadores habían continuado
sufriendo opresión y alienación, a pesar de que el capitalismo ya hubiera sido desmantelado. Para
Sacristán, esto suponía una recuperación del pensamiento original de Lenin: “la teoría leninista
no implicaba, desde luego, que el proletariado tuviera que delegar en el partido el ejercicio de la
dictadura de clase” (Sacristán, 1985a, pp. 88-90).
El aplastamiento de las reformas en Checoslovaquia había sido dañino para la credibilidad
del comunismo internacional, ya que hacía inevitable la comparación con el imperialismo
estadounidense; si bien esta tragedia, pese a todo, no era equiparable a crímenes como el
“genocidio” perpetrado por EEUU en Vietnam (Sacristán, 1985a, pp. 83-84). La gravedad de los
hechos hacía esperar repercusiones negativas para todo el movimiento comunista: “la nueva crisis
[…] no ha hecho más que empezar, o no ha llegado a su culminación. Pasarán cosas peores”
(Sacristán, 2004, p. 42).
4. Los “nuevos problemas”: una aproximación marxista al pacismo
Durante la última etapa de su vida, Sacristán se centra en la que sería una de sus aportaciones más
renovadoras: la orientación hacia “nuevos problemas” que habían sido objeto de escasa atención
en el marxismo más tradicional (Sacristán, 2005b, p. 123). Tal sería el propósito de la revista
Mientras tanto, que fundó a nales de 1979 junto con su esposa, la lóloga, profesora y militante
comunista y feminista Giulia Adinol. Esta apertura desde la izquierda hacia movimientos sociales
como el ecologismo, el feminismo y el pacismo se reejaba en los colores de la publicación, que
aparecerían sucesivamente en la portada de cada número: rojo, verde y violeta, combinados con
el blanco.
En el caso del pacismo, sus obras de principios de los ochenta forman parte destacada del
debate social sobre nuestra pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
(Muñoz Soro, 2016, pp. 46-47). Por ejemplo, escribe un capítulo para la versión en castellano de
Protest and survive, obra del historiador y activista británico E.P. Thompson, cuya traducción
realizada por el propio Sacristán, Miguel Candel, Antoni Domènech y Rafael Grasa— marca un
hito en la investigación para la paz en España (Thompson et al., 1983; Aguirre y Carbajosa, 1993, p.
102). También mantiene un duro enfrentamiento en las páginas del periódico El País con Fernando
Claudín y Ludolfo Paramio, representantes de las tesis atlantistas del gobierno de Felipe González;
frente a las cuales Sacristán deende el no alineamiento militar, como posición más coherente
con la búsqueda de la paz y el rechazo a la agresividad de ambas superpotencias (Sacristán, 1984a,
1984b).
Desde sus comienzos, Mientras tanto acogerá varios artículos sobre este tema: por
ejemplo, un intercambio —en un tono cordial, aunque no exento de crítica— entre Sacristán
y Vicenç Fisas (Sacristán, 1980c), o un completo estudio de Grasa (1984) sobre el movimiento
pacista internacional. La propia revista se suma a la Campaña por el Desarme Nuclear en Europa,
promovida por Thompson. Como señala Sacristán (1980a, pp. 8-9), “el problema político-ecológico
47
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
más grave es el constituido por el armamento nuclear”, que en ese periodo de intensicación de
las tensiones entre bloques “se convierte directamente en el de la supervivencia de la especie”.
En febrero de 1986, se edita un número especial con motivo del referéndum sobre la OTAN,
que hoy sigue siendo un documento imprescindible para conocer las ideas de la izquierda pacista
española a nales de la Guerra Fría. El monográco reproduce un artículo anterior de Sacristán
—fallecido unos meses atrás—, donde examinaba los argumentos que se habían planteado desde
los sectores atlantistas. Signicativamente, las motivaciones principales aducidas por ellos no eran
externas —el grado de amenaza militar o política que pudiera representar el Pacto de Varsovia
para nuestro país—, sino internas; es decir, las presiones de nuestros aliados, “los Estados Unidos
y los gobiernos que han de darnos permiso para que entremos en la Comunidad Económica
Europea”. A esto se añadía el recuerdo de la intentona golpista de 1981, que hacía urgente una
verdadera democratización de las fuerzas armadas, para la que el bloque occidental podía sernos
útil: “la integración en la OTAN satisface a los militares y los ocupa en asuntos técnicos, por lo que
disminuirá su propensión a destruir la democracia mediante un golpe armado” (Sacristán, 1986,
p. 123).
En opinión de Sacristán, las organizaciones a la izquierda de la socialdemocracia debían
superar el belicismo heredado de su pasado revolucionario, sumándose a la causa de la paz
mediante luchas como la dirigida contra la integración en la OTAN. Para los marxistas radicales,
“lo esencial para ellos ha de ser la voluntad emancipatoria, nada compatible con lo que hoy sería
una guerra mundial”, comprendiendo la necesidad de adaptar su doctrina a las prioridades de la
supervivencia de la especie (Sacristán, 1985b, pp. 45-46).
Su pensamiento pacista partía, como en otros aspectos, de su análisis de los clásicos del
marxismo. El legado teórico de Marx y Engels sobre la cuestión de la paz era ambiguo: por un lado,
“estaban convencidos de la inevitabilidad de la violencia interna a un estado […] y también de la
inevitabilidad de la guerra entre estados”. Pero había otra línea argumental que existía al mismo
tiempo en el pensamiento de los mismos autores, y que consideraba la guerra como un obstáculo
para la revolución; o bien, que dudaba de la viabilidad de las insurrecciones populares frente a
ejércitos dotados de armas modernas. En cualquier caso, no se trataba tanto de un rechazo por
principio a la violencia como de considerarla inadecuada como táctica. Desde una perspectiva
marxista, parecía difícil posicionarse —por ejemplo— contra movimientos revolucionarios cuya
lucha era una respuesta a la violencia estructural y política ejercida desde el estado, como las
guerrillas salvadoreña o nicaragüense (Sacristán, 2005b, pp. 129-132).
Como vemos, Sacristán no defendía un pacismo radical, ya que admite que, en
determinadas circunstancias y por una causa justa, puede ser legítimo recurrir a la violencia. Según
su discípulo Fernández Buey, fue más bien un pacista “accidental”, inuido por las circunstancias
de un momento histórico —la presidencia de Reagan en EEUU— en el que la posibilidad de un
enfrentamiento nuclear entre superpotencias había vuelto a estar presente (Juncosa, 2006). En ese
contexto de la década de los ochenta, compartía la aproximación de quienes, desde el movimiento
por la paz, consideraban la guerra como un anacronismo que debía ser superado: “un modo de
concebir lo político que ya no puede funcionar con las nuevas armas y la nueva conciencia de
la humanidad”. Incluso podría cuestionarse su utilidad como táctica emancipadora, dado que las
48
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
grandes revoluciones del siglo XX —como la rusa o la mexicana— habían producido resultados
solamente mediocres (Sacristán, 2005b, pp. 132-133).
No obstante, pese a admitir el carácter ambiguo y contradictorio de esta problemática,
Sacristán se posiciona claramente en contra de las “actitudes energuménicas” del realismo político,
asociadas al militarismo y la carrera de armamentos: “los que piensan […] que siempre ha habido
guerras y, por tanto, no se podrá evitar que las haya una vez más”, defensores de unas “ideas
primitivas, y hoy absolutamente suicidas” (Sacristán, 2005b, p. 134). El peligro se habría acentuado
por el abandono de una estrategia de disuasión —la cual “escondía ya un grave peligro de catástrofe,
al basarse […] en la creencia, contraria a toda experiencia histórica, de que sea posible acumular
indenidamente un arsenal destructor”—, para concebir la posibilidad de ganar una guerra nuclear
limitada. En este contexto, “la perversión del realismo de la política y la estrategia tradicionales”
solo servía para acercar la posibilidad de un conicto armado, conduciendo a Europa hacia una
“monstruosidad de muertes y sufrimientos” (Sacristán, 1987b, pp. 96-99).
Su crítica a los peligros de la nueva estrategia estadounidense, que él identica sin matices
con el realismo —aunque, en ese momento, tuviera más que ver con la “cruzada moral” del
neoconservadurismo reaganiano que con la prudencia y el equilibrio de poder aconsejados por
Morgenthau, Kennan u otros realistas clásicos—, no solamente se plantea en términos éticos
o políticos. También se trata de un cuestionamiento del papel de los cientícos y tecnócratas
al servicio de dichos intereses —a los que, en el contexto del debate español sobre la OTAN,
denominará “intelectuales orgánicos” del atlantismo (Sacristán, 1984b)—, que representan una
forma de investigación limitada a mantener el orden establecido, sin cuestionárselo ni trabajar por
cambiarlo: la misma forma de teorizar que Cox (1981), por su parte, había denominado problem-
solving o “de solución de problemas”.
El orden mundial de la bipolaridad, mantenido conjuntamente por las dos superpotencias,
estaría fundamentado en el viejo principio si vis pacem, para bellum, que en la era nuclear se
traducía en “si quieres la supervivencia de la humanidad, prepara el exterminio de mil millones de
seres humanos”. Los militantes pacistas, al denunciar la locura e inmoralidad de esta estrategia,
se exponían a ser acusados de carecer de sentido de la realidad, cuando no de ser cómplices de
la superpotencia enemiga (Sacristán, 1982, pp. 3-5). Para Sacristán, era un deber ético y político
contrarrestar la hegemonía de las ideas de la Guerra Fría, que se habían hecho presentes tanto
entre los partidarios del capitalismo como entre muchos militantes de la izquierda alternativa.
Esta lucha por un cambio contrahegemónico global, mediante la formación en cada país de una
nueva mayoría social que rechazara alinearse con ninguno de los dos bloques, enlaza con su propio
estudio de Gramsci; asemejándose también, de forma notable, a las ideas que estaban defendiendo
entonces los teóricos neogramscianos de las Relaciones Internacionales (Cox, 1983, pp. 173-174).
Este pacismo desarrollado por Sacristán en sus últimos años supone, como hemos
visto, una aportación original e innovadora al marxismo predominante entonces en España. Sin
embargo, con la perspectiva del tiempo transcurrido, debemos señalar también cuáles fueron sus
limitaciones; las cuales se debían, probablemente, tanto a una cuestión cronológica y generacional
como a los sesgos de su formación académica y de décadas de militancia comunista. Así, por
ejemplo, el eurocentrismo del marxismo clásico sigue estando presente en Sacristán, quien no
49
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
se cuestiona la validez universal de su proyecto emancipador, desde un internacionalismo que
todavía asume una anidad natural de intereses entre las clases trabajadoras del Norte y el
Sur globales. Sus principales referentes teóricos pertenecen a la tradición marxista europea y
occidental, aunque en algunas de sus obras se aproxima a las experiencias de otras sociedades,
como su libro sobre el líder apache Gerónimo (Sacristán, 2013).
En cualquier caso, las denuncias de la “colonialidad del saber” desde los enfoques
postcolonialistas y decoloniales no son aceptadas por el autor. Para Sacristán, no existirían
diferencias esenciales entre las tradiciones cientícas de Occidente y las de otras culturas, sino
una única ciencia, que se abre camino en cada sociedad en periodos históricos diferentes y a
distintas velocidades. De hecho, el peligroso potencial destructivo de muchos avances tecnológicos
surgidos en el mundo occidental se debería, paradójicamente, a su superioridad: “es tan mala
porque es tan buena; es tan mala socialmente, es tan mala moralmente, porque es tan buena
epistemológicamente” (Sarrión Andaluz, 2017, pp. 134-135). No obstante, este etnocentrismo se
ve contrarrestado por su acercamiento, consciente y (auto)crítico, a las resistencias de quienes
habían quedado marginados, invisibilizados o silenciados por la narrativa dominante de las grandes
luchas revolucionarias:
“Así, pues, empecé a intentar entender lo que había quedado
liquidado en la cuneta por la marcha histórica, como reacción
a la bestial y siniestra idea ésa de los vertederos de la historia
que se mantiene en la tradición del grueso del movimiento
obrero, como si lo que ha quedado en las cunetas fuera basura,
siendo así que está claro que basura, en cierta medida, lo
somos todos y, en cierto sentido, nadie, por lo menos dentro
de los grupos dominados” (Guiu y Munné, 1995, p. 118).
Conclusión
Las aportaciones más originales e innovadoras de Sacristán, que sin duda pueden ser de ayuda para
nuestra reexión actual sobre las Relaciones Internacionales, pueden sintetizarse en tres puntos.
El primero de ellos es su constante esfuerzo por aplicar un concepto riguroso de ciencia al canon
teórico marxista, diferenciando aquellos argumentos empíricamente demostrados de otros que,
sin perder por ello su valor como referencia política, no satisfacen los estándares epistemológicos
de las ciencias positivas. Pero este análisis, a diferencia del cientismo más exacerbado, logra no
perder de vista que el propósito último de su teoría es de carácter normativo: el imperativo moral
de erradicar las injusticias, mediante la emancipación de las clases explotadas por el capitalismo.
Esta primacía del compromiso con la construcción de un mundo donde ya no haya ni opresores
ni oprimidos es la que, por ejemplo, permite a Sacristán superar sus diferencias con los rasgos
ontológicos idealistas y culturalistas de Gramsci, preservando tanto la admiración por el testimonio
de su sacricio como la profunda amargura personal por la empatía con su derrota. La relación
contradictoria entre ética y conocimiento cientíco se resuelve, así, mediante una reconciliación
de ambas en el terreno de la práctica.
50
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
ARelaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
El segundo aspecto es el que se reere al papel de Sacristán como intelectual crítico; una
crítica que él supo extender también al propio movimiento comunista del que formaba parte,
dando nuevamente ejemplo de una ética profundamente comprometida con la verdad. Así, en una
época en la que el mito de la Revolución de Octubre seguía estando plenamente vigente entre
sus compañeros de partido, no dudó en denunciar las atrocidades del estalinismo o la represión
de la Primavera de Praga, revelando la enorme brecha que separaba la imagen propagandística de
la URSS del comportamiento real de sus dirigentes. Esta integridad —hay que recordarlo— no se
manifestaba en un ambiente político en el que ello le pudiera reportar algún benecio material,
sino más bien todo lo contrario. Su vida fue una sucesión de renuncias y precariedades, sin
obtener el reconocimiento que merecía dentro del mundo académico debido, precisamente, a su
dedicación prioritaria a la militancia clandestina contra la dictadura.
Por último, podemos destacar su capacidad de adaptación a los cambios sociales e históricos,
al incorporar las ideas del movimiento europeo por la paz a su concepción de la Guerra Fría.
Aunque sus posiciones acabaran siendo derrotadas en el referéndum sobre la OTAN, sus escritos
y los de quienes le acompañaron en esa lucha permanecen como un referente ético, que nos sirve
de advertencia contra la peligrosa estrategia militarista y belicista de las grandes potencias; tanto
si se trata del imperialismo de EEUU y sus aliados como del de sus rivales, caso de la intervención
de la URSS en Checoslovaquia o la agresión de Rusia contra Ucrania. Un pacismo con matices,
que acepta la legitimidad del uso de la fuerza en defensa propia o como forma de resistencia ante
regímenes dictatoriales; pero que nos recuerda que, en la era nuclear, la solución a largo plazo de
los conictos debe pasar por otro tipo de medidas, si queremos preservar la supervivencia de
nuestra especie y la de toda la vida en el planeta.
Referencias
Abad García, E. (2019). El Otoño de Praga. Checoslovaquia y la disidencia ortodoxa en el comunismo español (1968-
1989). Historia Contemporánea, 61, 971-1003. https://doi.org/10.1387/hc.19542
Aguirre, M. y Carbajosa, P. (1993). Construyendo un espacio teórico: una aproximación bibliográca a la investigación
para la paz en España. Revista Internacional de Filosofía Política, 2, 99-122.
Capella, J.R. (2005). La práctica de Manuel Sacristán. Una biografía política. Trotta.
Cornago Prieto, N. (2005). Materialismo e idealismo en la Teoría Crítica de las Relaciones Internacionales. Revista
Española de Derecho Internacional, LVII (2), 665-693.
Cox, R.W. (1981). Social Forces, States and World Orders: Beyond International Relations Theory. Millennium: Journal
of International Studies, 10 (2), 126-155. https://doi.org/10.1177/03058298810100020501
Cox, R.W. (1983). Gramsci, Hegemony and International Relations: An Essay in Method. Millennium: Journal of Interna-
tional Studies, 12 (2), 162-175. https://doi.org/10.1177/03058298830120020701
Domingo Curto, A. (1998). A modo de presentación. En M. Sacristán. El Orden y el Tiempo (pp. 9-44). Trotta.
Fernández Buey, F. (1990). Notas para el estudio de la difusión de la obra de Antonio Gramsci en España. Arbor, 135
(530), 49-89.
Fernández Buey, F. (2015). Materiales de un curso de doctorado sobre la obra de Manuel Sacristán. En Sobre Manuel
Sacristán (pp. 137-178). El Viejo Topo.
Gramsci, A. (1970). Antología (M. Sacristán, Ed.). Siglo XXI.
Grasa, R. (1984). Los movimientos pacistas en la era nuclear: en pie de paz por la supervivencia. Mientras tanto, 1 8,
21-48.
Guiu, J. y Munné, A. (1995). Una conversación con Manuel Sacristán. Mientras tanto, 63, 115-129.
Juncosa, X. (Dir.) (2006). Integral Sacristán [Documental]. El Viejo Topo.
Kovalev, S. (1998). Sovereignty and the internationalist obligation of Socialist countries. En G. Ó Tuathail, S. Dalby y P.
Routledge (Eds.). The geopolitics reader (pp. 74-77). Routledge.
Kuhn, T.S. (1978). La estructura de las revoluciones cientícas. Fondo de Cultura Económica.
Kuusinen, O.W. (Ed.) (1963). Fundamentals of Marxism-Leninism. Foreign Languages Publishing House. https://redstar-
publishers.org/FundamentalsML.pdf
51
Licencia CC BY-NC-ND 4.0 IntLicencia CC BY-NC-ND 4.0 Int
A
Relaciones Internacionales
Número 51 • Octubre 2022 - Enero 2023
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales
Universidad Autónoma de Madrid
Llorente, R. (Ed.) (2014). The Marxism of Manuel Sacristán: From Communism to the New Social Movements. Brill.
López Arnal, S. (2014). El marxismo político, excéntrico, heterodoxo, radical y sin ismos de un epistemólogo comuni-
sta que amaba “La auta mágica”. Isegoría, 50, 285-304. https://doi.org/10.3989/isegoria.2014.050.16
Manzanera Salavert, M. (1994). Teoría y práctica (Parte I: La trayectoria intelectual de Manuel Sacristán) (Tesis doc-
toral). Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). http://e-spacio.uned.es/fez/view/tesisuned:-
Filosoa-Mmanzanera
Mesa, R. (1977). Concepciones marxistas del orden internacional. Sistema, 19, 49-68.
Mesa, R. (1980). Teoría y Práctica de Relaciones Internacionales. Taurus.
Muguerza, J. (2006). La huella de Sacristán. En Benach, J., Juncosa, X. y López Arnal, S. (Eds.). Del pensar, del vivir, del hacer.
Escritos sobre “Integral Sacristán” (pp. 87-89). El Viejo Topo.
Muñoz Soro, J. (2016). El nal de la utopía. Los intelectuales y el referéndum de la OTAN en 1986. Ayer, 103, 19-49.
Sacristán, M. (1980a). Contra la tercera guerra mundial. Mientras tanto, 4, 7-9.
Sacristán, M. (1980b). El trabajo cientíco de Marx y su noción de ciencia. Mientras tanto, 2, 61-96.
Sacristán, M. (1980c). Réplica a la comunicación de Vicenç Fisas. Mientras tanto, 4, 33-36.
Sacristán, M. (1982). Realismo fantasmagórico. Mientras tanto, 12, 3-5.
Sacristán, M. (2.7.1984a). OTAN: la salvación del alma y la lógica/1. El País.
Sacristán, M. (3.7.1984b). OTAN: la salvación del alma y la lógica/2. El País.
Sacristán, M. (1985a). Cuatro notas a los documentos de abril del Partido Comunista de Checoslovaquia. En Capella,
J.R. (Ed.). Intervenciones políticas: Panetos y materiales III (pp. 78-97). Icaria.
Sacristán, M. (1985b). Los partidos marxistas y el movimiento por la paz. Mientras tanto, 23, 45-48.
Sacristán, M. (1986). La OTAN hacia dentro. Mientras tanto, 25 ½, 123-125.
Sacristán, M. (1987a). A propósito del peligro de guerra. En Capella, J.R. (Ed.). Pacismo, ecología y política alternativa (pp.
81-86). Icaria.
Sacristán, M. (1987b). El peligro de una guerra con armas nucleares. En Capella, J.R. (Ed.). Pacismo, ecología y política
alternativa (pp. 96-99). Icaria.
Sacristán, M. (1987c). El undécimo cuaderno de Gramsci en la cárcel. En Capella, J.R. (Ed.). Pacismo, ecología y política
alternativa (pp. 184-206). Icaria.
Sacristán, M. (1998). El Orden y el Tiempo. Trotta.
Sacristán, M. (2003). M.A.R.X. Máximas, aforismos y reexiones con algunas variables libres. El Viejo Topo.
Sacristán, M. (2004). Checoslovaquia y la construcción del socialismo. Entrevista con Cuadernos para el Diálogo. En Fer-
nández Buey, F. y López Arnal, S. (Eds.). De la Primavera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas con Manuel
Sacristán Luzón (pp. 35-61). Los Libros de la Catarata.
Sacristán, M. (2005a). Sobre el estalinismo. En López Arnal, S. (Ed.). Seis conferencias. Sobre la tradición marxista y los
nuevos problemas (pp. 27-54). El Viejo Topo.
Sacristán, M. (2005b). Tradición marxista y nuevos problemas. En López Arnal, S. (Ed.). Seis conferencias. Sobre la tradición
marxista y los nuevos problemas (pp. 115-155). El Viejo Topo.
Sacristán, M. (2009a). La metodología de Marx. En López Arnal, S. (Ed.). Sobre dialéctica (pp. 205-217). El Viejo Topo.
Sacristán, M. (2009b). La tarea de Engels en el Anti-Dühring. En López Arnal, S. (Ed.). Sobre dialéctica (pp. 73-90). El Viejo
Topo.
Sacristán, M. (2013). Sobre Gerónimo. El Viejo Topo.
Sanahuja, J.A. (2015). Los desafíos de la Teoría Crítica de las Relaciones Internacionales. En del Arenal, C. y Sanahuja,
J.A. (Eds.). Teorías de las Relaciones Internacionales (pp. 157-188). Tecnos.
Sanahuja, J.A. (2018). Reexividad, emancipación y universalismo: cartografías de la teoría de las Relaciones Internacio-
nales. Revista Española de Derecho Internacional, 70 (2), 101-125. http://dx.doi.org/10.17103/redi.70.2.2018.1.04
Sanahuja, J.A. (2020). Hegemonía, crisis de globalización y Relaciones Internacionales. Concepciones clásicas y teori-
zación crítica. En González del Miño, P. (Ed.). El sistema internacional del siglo XXI: dinámicas, actores y relaciones
internacionales (pp. 19-51). Tirant lo Blanch.
Sarrión Andaluz, J. (2017). La noción de ciencia en Manuel Sacristán. Dykinson.
Thompson, E.P., Myrdal, A., Sacristán, M., Domènech, A., Smith, D., Rothschild, E., Aguirre, M., Kaldor, M., Herbig, J. y
Harich, W. (1983). Protesta y sobrevive. Hermann Blume.
Vargas Lozano, G. y Rendón Alarcón, J. (1983). Entrevista con Manuel Sacristán. Mientras tanto, 16-17, 195-211.
R elaciones
Internacionales
facebook.com/RelacionesInternacionales
twitter.com/RRInternacional
Revista académica cuatrimestral de publicación electrónica
Grupo de Estudios de Relaciones Internacionales (GERI)
Universidad Autónoma de Madrid, España
https://revistas.uam.es/relacionesinternacionales
ISSN 1699 - 3950
ResearchGate has not been able to resolve any citations for this publication.
Article
Full-text available
This article aims to analyze the impact of the Czechoslovak crisis on the sociocultural construction of Spanish Orthodox communism. The orthodox communists were a current that had its base in the divergences arisen fruit of the change of course of the Communist Party of Spain in the final years of the Francoism and the Transition. In response to these changes, many communists felt the need to defend traditional communist principles. In this process, the role played by the Czechoslovak Communist Party (PCCH) stands out for its key profile in the history of this movement. This was the only party in the socialist camp that ended up breaking relations with the PCE, which allowed it to support all these parties and have a significant role on the road towards its unification. Czechoslovakia was the country through which the socialist countries directly helped this current in its first years of life.
Article
Full-text available
The call for a referendum in March 1986 to determine the permanence of Spain in NATO caused an intense political debate in the press and broad social mobilization on the street, which was characterized by the prominence of intellectuals. This fact can be explained by the division that the referendum represented among the millions of voters for the Partido Socialista Obrero Español (PSOE), which, once coming to power, had changed his promise to leave NATO. So the party and the socialist government were bent on an aggressive campaign in public opinion, especially when the conservative opposition announced that it would advocate the abstention. The terms of the debate marked a definitive break with the antifrancoist memory and a split within the left-wing intelligentsia that would have lasting consequences, especially in the primacy of the political parties on civil society.
Article
Full-text available
Resumen: Desde su giro post-positivista de los años ochenta del Siglo XX, la teoría y la disciplina de las Relaciones Internacionales se ha tornado más plural y diversa, y su cartografía se puede trazar a partir de tres ejes o líneas de tensión: la primera, de índole epistemológica, tiene al racionalismo y al reflectivismo radical como polos extremos, con un terreno intermedio en el que se sitúa el constructivismo social, como racionalismo moderado, o la teoría crítica neo-gramsciana; el segundo eje, de índole praxeológico-normativo, se organiza en torno a la posibilidad y deseabilidad del cambio; el tercero gira en torno a la definición de lo universal frente a la diversidad, y la posibilidad o negación de un universalismo post-occidental. En esas tres divisorias, a su vez, subyace un eje de tensión entre fundacionalismo y antifundacionalismo, tanto en el ámbito epistemológico como normativo. Abstract: Since his post-positivist turn of the Eighties of the 20th Century, both the theory and discipline of international relations has become more plural and diverse, and its cartography can be drawn from three axes or lines of tension: the first one, in the epistemological realm has radical rationalism and reflectivism as extreme poles, with social constructivism, as moderate rationalism, and neo-Gramscian critical theory in the middle ground; the second axis, of praxeological-normative nature, is organized around the possibility and desirability of change; the third one address the definition of universality versus diversity, and the possibility or negation of a post-Western universalism. All them also entails divergences between foundationalism and anti-foundationalism, both in the epistemological and normative realm.
Article
Full-text available
Manuel Sacristán Luzón (1925-1985), un lógico, epistemólogo y filósofo heterodoxo, militante del PSUC-PCE durante largos años, que tuvo un papel esencial en la reintroducción de la tradición marxista-comunista en nuestro país a finales de los años cincuenta, sugirió en sus últimos años una fuerte revisión del ideario comunista tras el Mayo del 68, la aniquilación de la Primavera de Praga y, destacadamete, la irrupción de las problemáticas ecológicas. Sus propuestas para una política de la ciencia de orientación socialista, próxima a la tradición tecnocientífica no cegada y crítica a un tiempo de las concepciones neorrománticas inspiradas en la obra de Heidegger (sobre cuya gnoseología escribió su tesis doctoral), siguen siendo muestra de la lucidez y penetración de un pensamiento nunca servil ni agotado que apostó siempre por una pasión (emancipatoria) razonada anclada en la informacióncientífica contrastada, en el compromiso con los desfavorecidos de la tierra y en la práctica de un filosofar creativo y humanista.
Chapter
Hegemonía y orden internacional hegemónico son ontologías clave para la disciplina y la teoría de las Relaciones Internacionales, y por ello, se trata de conceptos en permanente disputa académica. En un escenario mundial caracterizado por la crisis de la globalización, que puede interpretarse como crisis de hegemonía, vuelve a ser oportuna la revisión de estos conceptos. Este capítulo reexamina el concepto de hegemonía a partir tanto de las aproximaciones clásicas, como de una teorización crítica que se basa en la sociología histórica. Desde el concepto de hegemonía de Antonio Gramsci, se examina la aportación de la escuela neogramsciana de Relaciones Internacionales, que, frente a conceptos como primacía o polaridad, propone una visión estructural y socio-histórica de la hegemonía y de la globalización como un orden internacional hegemónico específico de esta etapa histórica. Hegemony and international hegemonic order are key ontologies for both the discipline and the theory of International Relations, and therefore, these are concepts in permanent academic dispute. In a global scenario characterized by the crisis of globalization, which can be interpreted as a crisis of hegemony, the revision of these concepts is timely again. This chapter re-examines the concept of hegemony from both the classical approaches and critical theorizations based on historical sociology. Grounded on Antonio Gramsci's concept of hegemony, the contribution of the Neogramscian school of International Relations is examined, which, in the face of concepts such as primacy or polarity, proposes a structural and socio-historical vision of hegemony, and of globalization as a specific hegemonic international order in this historical stage.