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Ciudad y sustentabilidad : Desigualdades urbanas / Judith
Ley Garcia, Fabiola Maribel Denegri de Dios, Luz
María Ortega Villa, coordinadoras. – Mexicali, Baja
California : Universidad Autónoma de Baja Califor-
nia, 2022.
1 recurso en línea
ISBN: 978-607-607-776-4
1. Urbanización – estudio y enseñanza – aspectos
sociales 2. Comunidades – desarrollo –aspectos sociales 3.
Comunidades – sociología urbana 4. Urbanismo – aspectos
ambientales – sustentabilidad I. Ley García, Judith, coord.
ll. Denegri de Dios, Fabiola Maribel, coord. lll. Ortega Villa,
Luz María, coord. IV. Universidad Autónoma de Baja Cali-
fornia
HT241 C58 2022
© D.R. 2022 Judith Ley García, Fabiola Maribel Denegri de Dios y
Luz María Ortega Villa
Las características de esta publicación son propiedad de la Universidad
Autónoma de Baja California.
www.uabc.mx
ISBN: 978-607-607-776-4
Formación: Mónica Judith Ochoa García
Diseño de portada: Pamela Lozano Rivera
Nota de arbitraje: Este libro fue arbitrado por pares académicos
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Calidad de vida urbana: una
aproximación a la desigualdad
Judith Ley García
Fabiola M. Denegri de Dios
Chantal Lucero-Vargas*
Introducción
El desarrollo sostenible fue concebido como una alternativa al modelo im-
perante que, sustentado en el crecimiento económico ilimitado, ha sido un
activo promotor del deterioro ambiental, el agotamiento de los recursos
naturales y la desigualdad social (Bermejo, 2014). La sustentabilidad como
enfoque, plantea la búsqueda del equilibrio entre aspectos ambientales,
económicos y sociales.
En un principio, el discurso estaba dirigido a “criticar los excesos de
la sociedad industrial, su lógica desarrollista, su aliento al consumismo y
la reducción de la naturaleza a simples materias primas, insumos para la
producción o recursos naturales” (Lezama y Domínguez, 2006, p.156) que
llevaron a una severa crisis ambiental y a poner en riesgo la capacidad de
carga del planeta.
Esta línea reexiva dio origen a las propuestas opuestas de crecimien-
to verde y de decrecimiento económico que plantean la inclusión del me-
dio ambiente en la economía, sea como límite o como parte de ella (van
den Bergh y Kallis, 2012). No obstante, como señala Conte (2016, p.11),
“ni el crecimiento económico ni la sustentabilidad ambiental son un n en
sí mismo, sino que son la base del bienestar social actual y futuro”; es decir,
el objetivo central del desarrollo duradero es el logro de una buena vida
*Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Autónoma de Baja California.
Ciudad y sustentabilidad. desigualdades urbanas
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para todos, lo que sitúa el debate en el ámbito de la calidad de vida humana
y no solo en los medios para obtenerla.
Una expresión actual del modelo desarrollista son las ciudades, cuyo
protagonismo en el escenario económico se acompaña de la intensa gene-
ración de externalidades sociales y ambientales (Navarrete-Peñuela, 2017).
Esto ocurre especialmente en los países en desarrollo, cuya incursión tardía
en el proceso de industrialización, junto con el debilitamiento paulatino de
la presencia estatal, ha llevado a pautas insostenibles de producción y con-
sumo, así como al aumento de la desigualdad, la pobreza y la vulnerabilidad
urbanas (ONU, 2002).
Por lo anterior, la urbanización sostenible debe considerar límites al
crecimiento de las ciudades y evitar restringirse a la “ecologización urba-
na”, sobre todo en los países en desarrollo, donde el deterioro de los asen-
tamientos humanos y las condiciones de vida han alcanzado proporciones
críticas (ONU, 1996a, 1996b; UN-Hábitat, 2020). En cambio, las ciudades
deben ser lugares donde las personas puedan vivir con “dignidad, buena sa-
lud, felicidad y esperanza” (ONU, 1996a, p.8); es decir, deben ser espacios
donde se promueva ampliamente la calidad de vida.
Un paso fundamental en la sostenibilidad urbana consiste en contar
con información sobre el estado en que se encuentra la calidad de vida.
Para ello, existen diversas propuestas de indicadores que permiten compa-
rar países del mundo, así como generar conocimiento en las escalas nacio-
nal y estatal. No obstante, las propuestas que permiten indagar sobre las
condiciones que prevalecen al interior del espacio urbano aún son escasas.
Esto a pesar de que tal información representa un insumo básico para los
gobiernos locales, quienes son los responsables directos de la toma de de-
cisión en materia de desarrollo urbano y, por tanto, de dar un sentido in-
cluyente a la urbanización.
Desde esta lógica, el presente trabajo tiene como objetivo analizar
la calidad de vida urbana a partir de indicadores objetivos que permiten
reportar diversos tipos de carencias al interior del espacio urbano. Para
ello, se tomó como caso de estudio la ciudad de Mexicali, cuyos proce-
sos intensivos de expansión y poblamiento, en diversos momentos, han
rebasado la capacidad de atención de las autoridades locales, facilitando la
proliferación de desigualdades.
Calidad de vida urbana
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Calidad de vida y sustentabilidad
La comisión Brundland denió el desarrollo sustentable como “el desa-
rrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin compro-
meter la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias
necesidades” (ONU, 1987, p.59). A pesar de su amplia difusión y acogida
mundial, el concepto ha sido criticado por su visión utilitarista que limita
el logro del desarrollo a la “satisfacción de necesidades” y propone dejar a
las generaciones venideras los medios para que alcancen un nivel de vida al
menos tan bueno como el actual, cuando la cobertura de los niveles de vida
actuales aún no son lo sucientemente buenos e incluyentes.
En particular, Sen (2015, p.280) advierte que “ver a la gente tan sólo
desde el punto de sus necesidades puede ofrecernos una visión más bien
pobre de la humanidad”, pues conservar los niveles de vida no es lo mismo
que sostener la libertad y la capacidad de las personas de ser y hacer aquello
que consideran valioso o importante. Así que, el autor propone reformular
el concepto de desarrollo sostenible para incluir “la preservación, y si es
posible la extensión, de las libertades y capacidades sustantivas de la gente
hoy «sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones» de tener
una libertad igual o mayor” (p.282).
Por lo tanto, es importante no confundir los medios, las condiciones
y los niveles de vida relacionados con el consumo para la satisfacción de
necesidades concretas, con aquello que las personas pueden ser o hacer
para llevar una “buena vida” o el tipo de vida que tienen razón para valorar
(Lucero y cols., 2007; Urzúa y Caqueo-Urízar, 2012). Es decir, con su ca-
pacidad o “habilidad real para lograr funcionamientos valiosos como parte
de la vida” (Sen, 1998, p.55).
Esa es la esencia del bienestar que plantea el enfoque de capacidades,
donde el logro de “estar bien” tiene como base “las combinaciones alterna-
tivas que una persona puede hacer o ser: los distintos funcionamientos que
puede lograr” y entre los cuales puede optar (Sen, 1998, p.54). Por ende, la
calidad de vida no solo es cuestión del conjunto de logros alcanzados, sino
también de las opciones entre las que se tiene oportunidad de elegir y de
la libertad de poder hacerlo. De ahí que Sen (2015) conciba el desarrollo a
partir de la expansión de capacidades y libertades.
Ciudad y sustentabilidad. desigualdades urbanas
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En concordancia con lo anterior, Veenhoven (2000) hace la distin-
ción entre las oportunidades para llevar una buena vida y los resultados
obtenidos en la vida; es decir, entre la potencialidad y la realidad. El autor
propone la matriz de calidades de vida que se presenta en la tabla 1, que
Al-Qawasmi (2020) denomina paradigma de la oportunidad, cuyos com-
ponentes o cuadrantes (I, II, II y IV) serán descritos en los párrafos subse-
cuentes.
Tabla 1. Matriz de calidades de vida
Calidades de vida Calidades externas Calidades internas
Oportunidades
de vida
I
Habitabilidad del entorno II
Capacidad para la vida
Resultados de vida
III
Utilidad de la vida IV
Apreciación de la vida
Fuente: Tomado de Veenhoven (2000, p.6).
Las oportunidades de vida son posibilidades que pueden o no materia-
lizarse o resultar en una buena vida, vienen dadas, de manera externa, por
la habitabilidad del entorno (I) y, de manera interna, por la capacidad para
la vida (II) que tienen las personas.
La habitabilidad (I) es un término que agrupa las distintas cualidades
del entorno que parecen relevantes para satisfacer las necesidades y aspira-
ciones humanas. Representa los contextos donde la persona desarrolla su
proyecto de vida; puede involucrar los entornos natural, construido, social,
cultural, entre otros, que le brindan oportunidades y limitaciones para ser
y hacer. Así, su contraparte, la inhabitabilidad, puede manifestarse como
espacios de privación y exclusión que constriñen las posibilidades de alcan-
zar una buena vida.
La capacidad
de vida (II) involucra un funcionamiento adecuado y la
adquisición de destrezas para la vida. Por tanto, en ella convergen funcio-
namientos diversos como gozar de buena salud, ser creativo, saber resolver
algo, entre otros, que posibilitan el poder ser y hacer lo que se considera
valioso, importante o conveniente. Por lo anterior, este cuadrante concuer-
da con el concepto de capacidades de Sen (2015) y, en el marco propuesto
por Veenhoven (2000), implica la capacidad de explotar las oportunidades
Calidad de vida urbana
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externas enmarcadas en el cuadrante de la habitabilidad.
Los resultados de la vida abarcan todo aquello que se ha conseguido
en la vida y tienen que ver, tanto con la utilidad objetiva (III) como con la
apreciación subjetiva de la vida (IV). Por lo que se trata de aspectos obje-
tivos y subjetivos relacionados con los logros obtenidos y la satisfacción
personal.
El término utilidad de la vida (III) parte de la idea de que “una buena
vida tiene que ser buena para algo más que para sí misma” (Veenhoven,
2000, p.5). Por tanto, el concepto se reere a los efectos externos que tiene
la vida, a su funcionalidad para los entornos en los que está inmersa, o bien,
a las contribuciones que tiene en la comunidad y la sociedad. Es decir, no
se reere a funcionamientos adquiridos para la vida, sino al impacto que se
tiene en contextos más amplios, como aquellos considerados en el rubro
de habitabilidad.
La apreciación de la vida (IV) es el juicio que hace la persona sobre
la propia vida o la experiencia global de vida, en términos de felicidad,
satisfacción, disfrute, complacencia, etc. Este cuadrante puede involucrar
evaluaciones de naturaleza cognitiva, intuitiva, afectiva o de otra índole, de
diversos ámbitos o dominios de la vida o de la vida en general. Por tal mo-
tivo, coincide con el enfoque de bienestar subjetivo (Cuadra y Florenzano,
2003) o con la percepción subjetiva de la calidad de vida (Denegri, García
y González 2015).
Una de las ventajas analíticas del esquema de Veenhoven es que, se-
gún el interés investigativo, es posible acotar el estudio a uno o varios cua-
drantes de calidades de vida, sin olvidar que el concepto general abarca una
gama más amplia de interpretaciones.
Método
Para analizar la calidad de vida urbana se tomó como base la propuesta de
Veenhoven (2000), especícamente, las oportunidades de vida, que inclu-
yen tanto la habitabilidad del entorno (I) como la capacidad para la vida
(II). La importancia de estos primeros cuadrantes es que abordan las posi-
bilidades objetivas de los habitantes y no los resultados que han obtenido.
Por ende, desde la lógica del urbanismo sostenible, constituyen informa-
ción clave en el proceso de construcción de una ciudad inclusiva.
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Tales oportunidades se incluyeron en el Índice de Calidad de Vida
Urbana (ICVU) que tomó como base los indicadores objetivos propuestos
por Valdivia-Cisneros, Peña-Villafuerte y Huaco-Zúñiga (2020). Se rea-
lizaron ajustes en el contenido de algunos indicadores para posibilitar el
análisis a nivel de Área Geoestadística Básica (Ageb) del Inegi (2020). El
ICVU se obtuvo a partir del promedio simple de los dieciséis indicadores
que se muestran en la tabla 2.
Tabla 2. Indicadores de calidad de vida.
Clave Tipo Indicador
SB Servicios básicos en la
vivienda Porcentaje de viviendas que poseen todos los
servicios básicos (electricidad, agua y drenaje)
EB Equipamiento básico
colectivo Porcentaje del AGEB con cobertura de
equipamiento básico (salud, educación y
recreación)
TP Transporte público Porcentaje del AGEB con cobertura de, al menos,
una ruta de transporte público
AD Accesibilidad digital Porcentaje de viviendas que cuentan con internet
PV Pavimentación Porcentaje del Ageb que cuenta con pavimentación
PT Piso diferente de tierra Porcentaje de viviendas con piso diferente de tierra
LS Localización segura de la
vivienda Porcentaje de la supercie de Ageb no expuesta
a peligros (hidrometeorológicos, geológicos y
químicos)
CA Calidad ambiental Nivel de contaminación presente en la zona
(aire y suelo)
SP Seguridad pública Nivel de incidencia delictiva
PG Presencia del gobierno Polígonos de atención prioritaria
NE Nivel educativo de la
población adulta Porcentaje de la población de 18 años y más con
educación posbásica
SS Aliación a servicios de
salud Porcentaje de la población aliada a
servicios de salud
PD Población sin discapacidad
o limitación Porcentaje de la población sin discapacidad,
limitación, problema o condición mental
IE Independencia económica Porcentaje de la población que está ocupada
NS Nivel socioeconómico Nivel de valor catastral del suelo
PA Población en edad escolar
que asiste a la escuela Porcentaje de la población de 6 a 17 años
que asiste a la escuela
Fuente: Elaboración propia.
Calidad de vida urbana
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La información para el cálculo de indicadores se tomó de las siguien-
tes fuentes: Inegi (2020, 2021), AM (2020, 2021), GESI (2019), Sedatu
(2019), UABC, AM y Sedesol (2011) y Decreto No. 35 (2019). Para los
indicadores de cobertura se obtuvieron las distancias sugeridas en Sedesol
(1999) y DESE (2017).
Para nes descriptivos, los valores de los indicadores y del ICVU se
clasicaron en una escala ordinal de cinco puntos (muy bajo, bajo, medio,
alto, muy alto). Así, mientras que los niveles inferiores alertan sobre la exis-
tencia de carencias, los niveles superiores indican mayores oportunidades
para el logro de una buena vida.
Resultados
El ICVU muestra el predominio de un nivel alto de calidad de vida en las
Ageb que integran la mancha urbana de Mexicali. Este resultado es con-
gruente con el indicador de desarrollo humano del PNUD (2019) que va-
lora los logros en salud, educación e ingreso, y ubica al municipio de Mexi-
cali en un nivel muy alto en los años 2010 y 2015. Para tales años Coneval
(2020) reporta un nivel municipal de rezago social muy bajo; mientras que,
para 2020, Conapo (2020) observa una marginación muy baja.
No obstante, el ICVU también muestra que, en más de una quinta
parte de las Ageb (23%), se presentan niveles medio, bajo y muy bajo de
calidad de vida como resultado del traslape de varias carencias o rezagos.
Tales Ageb se localizan en la periferia este, sur y sureste de la mancha ur-
bana (gura 1).
El comportamiento de los indicadores fue heterogéneo. Una vez or-
denados de manera descendente a partir de la columna que representa la
suma de los niveles 4 y 5 de calidad de vida (tabla 3) se pueden identi-
car tres grupos. El primero corresponde a los indicadores con niveles de
cobertura alta y muy alta en casi toda la ciudad, e incluye aspectos de la
habitabilidad de la vivienda como contar con un piso de material diferente
de tierra y el acceso a servicios básicos (con 98% y 97% de las Ageb, res-
pectivamente); además de algunas capacidades para la vida y logros como
la ausencia de alguna discapacidad o limitación, la asistencia de jóvenes a la
escuela y estar aliado a algún servicio de salud.
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Figura 1. ICVU por Ageb.
Fuente: Elaboración propia.
Calidad de vida urbana
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En una posición intermedia se encuentran los indicadores de habita-
bilidad urbana que se reeren a la cobertura de transporte público, equi-
pamiento urbano, pavimentación, accesibilidad digital, calidad ambiental,
además de la localización segura con respecto a amenazas naturales y quí-
micas, con porcentajes que van de 50% a 76% de las Ageb.
Entre los indicadores con el peor desempeño se encuentran aspec-
tos de habitabilidad como la presencia de programas gubernamentales y
la seguridad pública; así como las capacidades: independencia económica,
nivel socioeconómico y escolaridad de la población adulta. Este grupo de
indicadores presentó niveles alto y muy alto en un rango de 4% a 33% de
las Ageb.
Tabla 3. Porcentaje de Ageb por nivel de calidad de vida en los indicadores.
Grupo
Indicador
Nivel de calidad de vida Niveles
4 y 5
1 2345
1PT 2% 0% 0% 1% 97% 98%
PD 2% 0% 0% 14% 84% 98%
SB 3% 0% 0% 1% 95% 97%
PA 3% 0% 0% 3% 94% 97%
SS 2% 0% 2% 29% 67% 96%
2TP 12% 4% 9% 14% 61% 76%
AD 4% 4% 20% 39% 34% 72%
PV 26% 0% 4% 2% 68% 70%
LS 6% 26% 0% 49% 19% 68%
EB 11% 10% 21% 36% 23% 59%
CA 13% 0% 37% 0% 50% 50%
3NE 5% 34% 28% 21% 12% 33%
NS 24% 16% 29% 15% 15% 31%
SP 35% 29% 17% 11% 7% 18%
IE 2% 1% 92% 5% 0% 6%
PG 96% 0% 0% 0% 4% 4%
Fuente: Elaboración propia.
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Acerca de los indicadores con bajo desempeño, en la gura 2 se ob-
serva la distribución espacial del nivel socioeconómico (a), la escolaridad
de la población adulta (b), la seguridad pública (c) y la cobertura de los
programas de apoyo gubernamental (d). Al comparar las imágenes, se ob-
servan grandes similitudes entre las dos primeras (a y b), con la presencia
de rezagos o capacidades limitadas al sur y poniente de la mancha urbana,
en ambos casos. Esta situación puede hacer evidente la inuencia que tiene
la educación, como llave de acceso a mejores oportunidades de empleo, en
el poder adquisitivo de la población.
La incidencia delictiva presenta una variación con respecto al patrón
espacial de los anteriores indicadores, pues si bien, abarca algunas Ageb de
la periferia, las zonas de mayor incidencia se encuentran principalmente
en la porción central de la mancha urbana, donde se ubica población con
niveles educativo y socioeconómico, tanto altos como bajos. Por tanto, la
distribución de la incidencia delictiva en la mancha urbana muestra cierta
generalización de la inseguridad pública en la ciudad, facilitando su trasla-
pe con otros problemas y carencias sociales que dicultan el logro de una
buena vida.
Por su parte, la presencia del gobierno, expresada en programas de
apoyo focalizados en polígonos de atención prioritaria, se restringe a al-
gunas Ageb del poniente y sureste de la ciudad, dejando fuera áreas con
diversos tipos de privación o con niveles de calidad de vida no deseables,
cuando algunas de estas deciencias no pueden ser subsanadas por los pro-
pios habitantes o con sus propios recursos, como sucede con el tema de
equipamiento urbano (gura 3).
En el caso del indicador de equipamiento básico colectivo, los rezagos
también se presentan en las zonas oeste y sureste de la ciudad, pero existen
diferencias en las coberturas de los tres tipos de equipamiento incluidos
en el análisis. Cabe aclarar que los equipamientos cultural y deportivo no
fueron incluidos, ya que sus elementos cubren actualmente toda la ciudad.
El equipamiento recreativo resulta decitario en más de la mitad de
las Ageb (59%) debido a que estas áreas no tienen acceso al menos a uno de
los elementos básicos (parque de barrio, jardín vecinal y juegos infantiles);
mientras que las coberturas de educación básica y salud presentan vacíos
en más de una cuarta parte de las Ageb (con 37% y 28%, respectivamente)
de la ciudad.
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Figura 2. Indicadores de desempeño bajo.
a) Nivel socioeconómico b) Nivel de escolaridad de la población adulta
c) Seguridad pública d) Presencia del gobierno
Fuente: Elaboración propia.
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Figura 3. Indicador y subindicadores del equipamiento básico colectivo.
a) Equipamiento básico colectivo b) Equipamiento recreativo
c) Equipamiento educativo d) Equipamiento de salud
Fuente: Elaboración Propia
Calidad de vida urbana
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Las zonas periféricas que presentan los niveles más bajos de calidad
de vida comparten algunas características en común. En su mayoría, se
trata de fraccionamientos populares producto de la regularización de po-
blados agrícolas que fueron absorbidos por el crecimiento urbano y de las
zonas ocupadas en torno a ellos, además de la oferta de lotes o pies de casa
(vivienda inicial), por parte de organismos estatales y municipales, para sa-
tisfacer las necesidades de “vivienda progresiva” de la población de escasos
recursos (Ley, 2012; Indivi, 2019).
Por lo anterior, se trata de fraccionamientos que presentan un amplio
desfase temporal entre el momento en que son habitados y el tiempo en
que son habitables (dotados de infraestructura, servicios y equipamientos
urbanos), cuyo origen y tratamiento los mantiene permanentemente como
espacios de oportunidades limitadas.
Reflexiones finales
En este ejercicio evaluativo de la calidad de vida urbana desde el enfoque
de las oportunidades se pudo observar que, si bien, la ciudad de Mexicali
presenta niveles altos de desarrollo humano y baja marginación, también
cuenta con áreas que presentan rezagos o carencias en uno o varios temas,
donde se complica el logro de una buena vida para sus habitantes. La ob-
servación de la distribución espacial de las habitabilidades y capacidades
presentes hace evidente una marcada situación de desventaja de habitantes
de una amplia porción de la periferia urbana, cuyas oportunidades se ven
restringidas ante la aparente indiferencia de los programas gubernamen-
tales.
En un análisis relacional entre capacidades y habitabilidades se pue-
den detectar algunos puntos de conicto que muestran cómo el ejercicio
de los derechos se expresa en el territorio, o bien, “el ordenamiento urbano
crea las condiciones físicas y espaciales que permiten el ejercicio pleno de
los derechos” (Jiménez y González 2014, p.160). Por ejemplo, mientras
que en casi toda la ciudad la mayoría de la población está aliada a algún
servicio de salud, más de una quinta parte de las Ageb carece de cobertura
de este tipo de equipamiento. Es decir, debido a la distribución u ordena-
miento territorial del equipamiento, la población de una parte de la ciudad
tiene restringida su libertad para ejercer su derecho a la protección de la salud.
Ciudad y sustentabilidad. desigualdades urbanas
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Algo similar ocurre con la alta demanda de equipamiento educativo.
Pues, si bien, la mayoría de la población en edad escolar asiste a la escue-
la, existe un décit en la cobertura de equipamiento de educación básica
en una tercera parte de las Ageb de la ciudad. Esta situación complica el
cumplimiento con el derecho a la educación de niños, niñas y jóvenes que
habitan esas zonas, pues deben recorrer mayores distancias e invertir más
recursos que otros para expandir sus capacidades y lograr funcionamientos
valiosos que les permitirán una buena calidad de vida en el futuro.
Las incongruencias entre la disponibilidad de libertades y capacida-
des, así como la existencia de inhabitabilidades urbanas y rezagos en la
adquisición de capacidades para la vida en una parte de la población, re-
velan a Mexicali como un espacio desigual en oportunidades. Por tanto, si
“el principio de justicia social del desarrollo sustentable implica que todos
los que viven en una ciudad puedan disfrutar de manera más o menos ho-
mogénea de iguales condiciones relativas a la calidad de vida” (Lezama
y Domínguez, 2006, p.165), resulta primordial replantear el modelo de
urbanización actual que impide avanzar en el logro de ciudades y asenta-
mientos humanos “justos, seguros, sanos, accesibles, asequibles, resilientes
y sostenibles”, como un paso indispensable hacia el desarrollo sostenible.
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