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Patricio Rivas Herrera
desarrollo
Una tormenta
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Doctor Patricio Rivas Herrera
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Una tormenta
en desarrollo
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derivadas.
355.03
R618u
Rivas Herrera, Patricio
Una tormenta en desarrollo / Rivas Herrera, Patricia. — 1.ª ed. — Quito: Editorial
IAEN, 2021.
117 p.; 15 x 21 cm
ISBN electrónico: 978-9942-29-051-9
1. Ciencia Militar 2. Seguridad Nacional 3. Estrategia Militar 5. Inteligencia Militar
6. Fuerzas Sociales. I. TíTulo
Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN)
Escuela de Seguridad y Defensa
Av. Amazonas N37-271 y Villalengua, esq.
Tel.: (593 2) 382 9900
Quito, Ecuador
www.iaen.edu.ec
Información: editorial@iaen.edu.ec
Dirección editorial: Bolívar Lucio Naranjo
Corrección de estilo: David Chocair Herrera
Diseño de portada e interiores: Gabriel Cisneros Venegas
© IAEN, 2021
5
Índice
Sobre el autor ........................................................................... 7
Prólogo .................................................................................... 9
Introducción ............................................................................. 11
Tramas y pistas de la historia ......................................................... 17
El contexto civilizatorio, los tiempos, los cambios
y el análisis estratégico .............................................................. 17
Las incertidumbres de los análisis ............................................. 18
El muro sigue su derrumbe ........................................................ 25
La incertidumbre de lo social ..................................................... 29
Ver, conocer, interpretar ............................................................ 33
Líneas de fracturas antes del 11-S .............................................. 36
Ópticas rígidas, conclusiones toscas .......................................... 43
Aspectos metodológicos y teóricos ............................................. 46
Conocimiento estratégico y giros epistemológicos ......................46
Pistas del poder y de la guerra y su contribución
al análisis estratégico .................................................................51
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos .................. 67
Jugando go ............................................................................... 67
Campos de debates .................................................................. 79
Revisando páginas anteriores ..................................................... 80
Más azar que incertidumbre ...................................................... 86
Infiriendo asuntos generales ...................................................... 88
Los esquemas mentales ............................................................. 95
El análisis ................................................................................. 96
Resaltemos un problema clásico entre realidad y conocimiento ... 102
A modo de primer resumen temático ......................................... 105
Esto ha implicado .................................................................... 106
Quien habla .............................................................................. 108
Los rasgos culturales de los movimientos sociales ...................... 110
Las geometrías de las fuerzas sociales ........................................ 112
El tema de las doctrinas ............................................................. 112
Por otra parte… ........................................................................ 113
Referencias bibliográficas ............................................................... 115
7
Sobre el autor
Patricio Rivas Herrera
Doctor en Filosofía de la Historia, académico universitario, investi-
gador en geopolítica, seguridad y defensa; también tiene experiencia
en epistemología, cultura y desarrollo. Obtuvo el Premio Nacional
de Ensayo en Chile. Fue coordinador de cultura del Ministerio de
Educación de Chile (1996-2003) y coordinador de cultura del milenio
(2003-2006). Asimismo, fue coordinador de Cultura del Convenio
Andrés Bello entre 2006 y 2014. Ha sido funcionario internacio-
nal, desempeñándose como agregado cultural de Chile en Ecuador
(2015-2018). En la actualidad es docente del IAEN.
9
Prólogo
EsTE EscrITo TIEnE una breve historia que alude a los debates que du-
rante el largo año 2020 mantuve con varios académicos y expertos en
análisis estratégicos alrededor, desde luego, de los impactos sistémi-
cos de la pandemia y cómo esto volvía a esculpir una forma aún más
aguda de agotamiento civilizatorio. Pero justamente en la centrali-
dad de estas pláticas y charlas fue surgiendo la idea de trabajar una
panorámica de los desafíos del análisis estratégico, como disciplina
singular de estos tiempos, que permitiera darles territorialidad a dis-
cusiones que, en ocasiones, fueron heréticamente abiertas y en otras
más con el compás de las miradas históricas. Esto fue necesario tan-
to para la toma de decisiones como para la compresión y pesquisas
más constantes de los grandes y medianos hechos históricos que hoy
sitúan nuestras nociones de realidad.
Hay un cierto enigma con la imagen o figura de saber que de-
nomino el tomador de decisiones, en ese concepto que reúne poder y
misterios en unas conjugaciones que en los instantes en los que las
direcciones de distintas instituciones dan el paso del texto analítico
a la acción que es decisiva, hay un sujeto que en ocasiones realiza un
estudio, en otras lo valida. Este está justo en el paso previo a la auto-
ridad quien implementa, en parte, las sugerencias que se difuminan
en una especie de dramaturgia de la acción práctica.
Por esto, puse en revisión varios apuntes de exposiciones y borrado-
res de discusiones sobre aspectos que aluden a las nociones de cam-
bios y mutaciones del cuadro mundial estratégico; pero desde los ojos
de un artesano que debe fraguar visiones que serán asumidas por otros
como material de dirección de variadas dinámicas en estos asuntos.
Así, el resultado final de estas páginas se fue concretando con re-
tazos de un mismo año, pero con conversaciones con diferentes énfa-
sis a lo largo de tiempos más largos, siempre localizando como eje el
estudio estratégico. Estas tramas de estudio han estado presentes en
Patricio Rivas Herrera
10
mis escritos. He preferido consignar los temas en formas de variadas
aproximaciones, sin ingresar a un desarrollo exhaustivo que hubiera
implicado una extensión mucho mayor.
La introducción temática abre un campo de visión desde los he-
chos más urgentes, pero en el plano del trauma social pandémico.
Luego, con el apartado “Tramas y pistas de la historia”, intento ha-
cer una arqueología sobre cómo se fue constituyendo en marchas y
contra marchas la situación mundial actual. Desde ahí paso a cier-
tos debates metodológicos de las disciplinas estratégicas de estudio,
haciendo hincapié en las voces epistémicas que han iluminado estas
pláticas en relación con las teorías más clásicas que han configurado
la primera modernidad el pensamiento estratégico actual. Por últi-
mo, intento urdir un breve resumen general.
11
Introducción
la ImagEn clásIca de la estética del saber poder, en la que el estratega
se sitúa en la cumbre de una montaña mientras abajo ocurre la ba-
talla que él comprende con un golpe de vista sapiente, es una nostal-
gia jamás cumplida por el romanticismo estratégico. Comprender y
explicar lo que ocurre con las fuerzas que se desplazan en un campo
de conflicto ha sido un dilema jamás resuelto a plenitud por el es-
tudioso de la batalla, sea cual sea la configuración de esta última
(Rivas, 2019a). Desde la estática de la narrativa o desde un construc-
tivismo ingenuo, se pueden asignar roles e intenciones a cada bloque
de fuerzas, pero sabemos que estas asignaciones no son guiones en
una obra dramatúrgica en la que las acciones están predefinidas por
un director, sino juegos de máscaras y fuerzas en lucha, las astucias
y los giros son partes de la obra en cada instante. Es notable que se
hagan tantos mitos sobre el estudio de los conflictos con base en una
analogía simple de la inteligencia como disciplina, regresando a las
discusiones sobre explicar y comprender los inicios del siglo xx.
Si bien el valor de uso del concepto estrategia no se petrifica en la
guerra, a pesar de que se le suele reducir a eso, incluso por personas
informadas, la idea que pinta en nuestras mentalidades la categoría
estrategia no solo es polisémica, también se ha ido adaptando a los
tiempos. Cuando la guerra toma la palabra y hablan las armas, si
se hacen persuasivas es porque desde hace mucho tiempo se fueron
rozando fuerzas e intereses contradictorios. El conflicto no surge de
manera espontánea, más bien se cose a fuego lento. Lo curioso es
que pasará, para muchos observadores, desapercibido el nivel de la
posibilidad bélica o de amplia lucha en todos los siglos de los cuales
tenemos registros.
Incluso para analistas tan aplicados como Lawrence Freedman,1 la
historia de la palabra se mezcla con demasiada facilidad con ciertas
1 Véase Freedman, L. (2016). Estrategia: una historia. España: La esfera de los libros.
Patricio Rivas Herrera
12
simplificaciones del análisis histórico, como ocurre en el momento en
que nos instala en los dilemas nucleares y, mucho más aún, cuando
incursiona en poder y violencia. Desenlaces atribuibles a su distancia
—en mi opinión— con las nociones que se concretan en la relación
social y civilización.2
En muchas ocasiones, cuando tratamos de explicar que el siglo
xx fue corto (Hobsbawm, 2012), o que la guerra de Vietnam fue un
tipo de conflictito que partió de unas pésimas caracterizaciones, por
parte, primero, de Francia y luego de Estados Unidos; o más aún,
que la Ofensiva del Tet3 la ganó militarmente Estado Unidos y políti-
camente Vietnam del Norte, nos vemos convocados a largas referen-
cias no solo históricas, sino también de lógica política-estratégica. Lo
que deseo resaltar es la singularidad de que, aun siendo la estrategia
como proceso histórico un asunto importante para la vida histórica,
se suelen trivializar sus pliegues en simplificaciones.
Las causas comunes que se verifican en estas anemias de claridad
son variadas, sin embargo, consignaré las siguientes que sintetizan
las más insistentes. Una pronunciada debilidad en la centralidad de
la política, en general en sus nexos específicos, en el momento en que
se relacionan con un nudo estratégico que se interviene. Es decir, la
pobreza del análisis político amplio conlleva a una tosquedad estra-
tégica. Esto se vertebra con una rigidez de los analistas y direcciones
que aun cuando los hechos o los efectos aleatorios marchan en una
dirección, ellos siguen apegados a los que están siendo cuestionados,
lo cual es la fuente del fracaso. Los errores estratégicos son errores
políticos de fondo.
2 Ver más en Elías (2011) y Canetti (2013).
3 Como Ofensiva del Tet se conoce al ataque sorpresa realizado por las fuerzas de Vietnam
del Norte y la guerrilla del Viet-Cong contra el territorio de Vietnam del Sur, durante el
mes del Año Nuevo vietnamita —enero—, conocido como Tet. En esos momentos, “aun-
que el palacio presidencial fue el principal objetivo en un principio, pronto llegaron repor-
tes de que la embajada de EE. UU. también estaba siendo atacada. Lo cierto es que en ese
momento del conflicto, que ya llevaba varios años, EE. UU. tenía cerca de 500 000 efecti-
vos en Vietnam y el mensaje que quería enviar a casa era que estaba ganando la guerra”.
Véase BBC News. (8/2/2018). ¿Qué fue la ofensiva del Tet y por qué terminó por sacar al ejército
de EE. UU. de la guerra de Vietnam? Obtenido de BBC News: https://www.bbc.com/mundo/
noticias-internacional-42925604
Introducción 13
En el inicio de esta segunda década del siglo xxI, el mundo tal
cual se había configurado luego de fines de los años 1990 cambió
de manera sustantiva. Sus lógicas de estabilidad, crisis, calidad de
vida y las más aún relativas ideas de futuros más prósperos, han gi-
rado en dirección a la fragilidad y la incertidumbre. Al estar la vida
como condición de todo lo demás en riesgo, se están ya precipitando
mecanismos psicológicos muy profundos y antiguos de miedo e ira.
Estas grandes matrices de civilización en cambio crítico, hoy tienen,
en nuestra opinión, la densidad de una guerra mundial a pesar de
que sus formas han sido más disgregadas y sus operadores analíticos
se ubican en el plano de la salud pública mundial.
Esto nos ha precipitado a un denso clima de debates teóricos y
empíricos de amplios espectros, se lanzan tanto hipótesis catastro-
fistas del orden internacional como continuistas que señalan que
luego de este ciclo, de alguna forma, todo regresará al mismo punto
de normalidad como el de fines del año 2019.4 Mi opinión, funda-
mentada en varios textos de trabajo, es que los cambios son muy
profundos y acumulativos, lo que viene a expandir aún más la idea
de crisis de civilización global que se arrastra, por lo menos, desde
mediados del siglo pasado, como explicaremos en el último capítulo
de este texto.
Los vértices hoy en desarrollo de estas tendencias de profundiza-
ción de la crisis larga de civilización e inicial de orden mundial pos
Guerra Fría son variados en términos de sus rutas de despliegues;
pero podemos fijar aquellos que serán precipitantes de otros que se
mueven con mayor pesadez. Se hace imperativo una mayor y rápida
descentralización de los Estados en localidades y espacios, pero ad-
virtamos que junto con esto se darán nuevos conflictos locales en
las nuevas relaciones políticas de proximidad, lo que llevará a unas
diversidades de conflictos diferentes y simultáneos de los ámbitos
nacionales. También insistir en que la mayoría de los Estados resisti-
rán estas adaptaciones imperativas. La relación ciencia y política será
una condición de calidad de la gestión en los asuntos públicos y de
4 Al respecto, ver Rivas, P. (2020b). Crisis de civilización. Pandemia y reproducción sistémica [inédi-
to]. Quito.
Patricio Rivas Herrera
14
capacidad de los diversos niveles de Gobiernos. Medicina, salud pú-
blica y seguridad junto con educación, están ya instalados como los
observables de lo público; las cualidades y falencias en estos sectores
generaran amplias e incluso violentas reacciones sociales. Las obse-
siones, e incluso los consumos más mesurados, ingresarán luego de
una aguda alza a fines del año 2021, a una meseta baja que alterará
las vías de escape de las angustias sociales, lo cual podría producir
un aumento aún mayor de los consumos de drogas de diversos tipos;
esto implicaría una mayor tendencia a la normalización de una drogo
sociedad. La ética del trabajo está en franco deterioro al cruzarse la
falta de seguridad en el futuro con la más brutal tendencia al derro-
che de capacidades humanas acumuladas en amplios fragmentos so-
ciales. Estos ambientes socioculturales, entre otros efectos, podrían
muy bien jugar a favor de una sociedad más violenta e incluso irra-
cional, poniendo a prueba las doctrinas de seguridad establecidas.
Hay que incorporar que los ruidos más de fondo que mueven es-
tas tendencias de época, se han forjado también en el paso de las he-
gemonías desde el occidente Atlántico al Asia, fenómeno en ningún
caso concluido, pero sí en marcha. Las derivadas en lo que a estas
páginas respecta, son del surgimiento de este occidente dentro de
cuyas hegemonías nos movemos por factores históricos a una suerte
de agobio de certidumbres sobre nuestras sociedades, en este caso,
acompañado, en ocasiones, por la abstracta amenaza de lo asiático
que da lugar a curiosas formulaciones de un universo político que
pierde seguridad en sí mismo, apegadas a los siglos de dominio cul-
tural de occidente.
Los hechos del 6 de enero del año 2021 en Washington, en espe-
cial en la toma del Capitolio por grupos sociales muy heterogéneos,
pero cuyo centro es el ultra conservadurismo WASP (White, Anglo-
Saxon, Protestant), pone en evidencia que la amplia fractura social
que aqueja a Estados Unidos y que en ningún caso nace con Donald
Trump, sino proviene, por lo menos, de cuatro hechos de más larga
data: lucha de derechos civiles de la década de 1960 encabezada por
Martin Luther King; la derrota en la guerra de Vietnam en 1975; la
renuncia del presidente Nixon en 1974 como efecto del escándalo
Watergate; y el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York en 2001.
Introducción 15
Estos desplazamientos de fondo de lenta maduración se aceleraron
con la crisis del modelo estadounidense de democracia y desarrollo.
Desde esta perspectiva, Trump es un efecto que sintetiza con singular
virulencia el desconcierto de una sociedad, en gran medida herida
en su orgullo nacional, y dividida respecto a las formas de inserción
actual en un mundo que está en clara disputa.
Se debe destacar que el modelo autoritario de Trump ha tensio-
nado al máximo la unidad interna del Partido Republicano, entre los
barones de las altas finanzas y el poder económico, y sus sectores
medios y de base que se ubican aún en la pirámide social estadou-
nidense como fracciones tradicionales de medianos ingresos, pero
apegadas a la cultura de gran potencia y hegemonía histórica. Si ob-
servamos a escala mundial, el autoritarismo a nivel político e institu-
cional que muchos Gobiernos utilizan para perpetuarse en el poder
ejecutivo es un rasgo que alude ya desde décadas a las crisis de las de-
mocracias occidentales y a su incapacidad creciente para enfrentar,
por lo menos, los siguientes dilemas: mantener y conservar la con-
fianza ciudadana en la transparencia y honestidad del establishment;
por otra parte, aumentar la capacidad de representación en el debate
y la decisión política de problemas y temas clásicos y emergentes;
la democracia como sistema político no está logrando procesar las
necesidades y deseos de nueva data de la mayoría de su población.
Pero también acontece que las brechas sociales y de calidad de vida
trizan de manera muy peligrosa las estructuras de los Estados mun-
diales, incluidos el de las grandes potencias. Por último, estas crisis
orgánicas de las democracias con dificultad van a ser resueltas por
los sistemas clásicos de los partidos históricos en sus formatos con-
servadores de centro o izquierdas, sino por la construcción de nuevas
formas de ciudadanía política y movilización, que más bien nos refie-
ren a la refundación de la idea de partido político clásico, y a la cons-
trucción de partidos ampliamente democráticos con gran circulación
de dirigentes y muy arraigados en los territorios locales y temáticos.
17
Tramas y pistas de la historia
Introducción al análisis estratégico
Aproximación crítica al análisis estratégico
El contexto civilizatorio, los tiempos, los cambios y el
análisis estratégico
cada sIglo Es portador de rasgos singulares, los cuales se fermentan
más en rupturas que en continuidades gráciles y tranquilas. El siglo
xxI comenzó con variados enunciados que definían la impronta de
cambios muy amplios para toda la especie humana. Las modifica-
ciones en los patrones de producción económica y los acosos tanto
desde las élites como desde lo social más profundo de las democra-
cias indicaban que se había llegado a un estadio límite del orden
social mundial, y desde ahí lo que predominaría serían los cambios
inesperados, las extendidas disconformidades culturales, la rigidez de
la política moderna para interpretar, representar y dirigir los asuntos
colectivos en un clima de mayores niveles culturales, educacionales,
y científicos asombrosos. En definitiva, un período largo de reorde-
namiento estructural que será el rasgo, muy posiblemente, de todo el
siglo xxI. Desde nuestra mirada, este siglo será de rupturas y emergen-
cias de hechos inéditos en virtud de las aglomeraciones de procesos
en marcha.
Pero al atisbar la genealogía de esto, podremos contemplar de
nuevo que detrás de obviedades como tecnología y desarrollo, in-
teligencia artificial, colonización del espacio, mundialización de los
procesos creativos, tecnológicos y de inteligencia humana, hay un
mundo de alteraciones de los indicadores y sentidos de los conceptos
de normalidad que, a pesar de todo, heredamos desde la moder-
nidad. En términos que podemos postular que se han modificado
los esquemas de racionalidades dominantes y hay otras en desarrollo
que aún no se consolidan.
Patricio Rivas Herrera
18
Las incertidumbres de los análisis
La labor del análisis estratégico de los estudios globales, de las re-
laciones y correlaciones de dirección, poderes y fuerzas se hace, de
esta forma, un saber y disciplina esencial para comprender las evolu-
ciones posibles de los órdenes sociales. Si la estrategia es un proceso
distributivo de fuerzas en el tiempo y los espacios, las analíticas que
lo desbrozan tendrían que ser parte de unas dinámicas globales de
formación, reproducción, circulación y dirección de fuerzas en esos
ámbitos dentro de un marco general de poder y hegemonías.
El juego del análisis estratégico, como veremos más adelante, no
responde a fórmulas rígidas establecida de forma axiomática. No hay
un esquema que brinde seguridad y aciertos, la garantía de éxito es
escurridiza y suele jugar malas pasadas. La garantía del acierto y aún
más de la verdad en el plano que el positivismo geopolítico persiguió
con dogmática insistencia es en rigor incertidumbre en diversos gra-
dos de situación en el momento en que se analizan conflictos en los
cuales incurren distintas fuerzas, con variadas conductas y propósi-
tos. La incertidumbre y el azar en estos casos no son nociones abso-
lutas y estáticas, sino que corresponden a grados y escalas que nos
permiten trabajar con diversos niveles sus orientaciones y silencios. A
lo largo de la aventura humana nos hemos pasado siglos intentando
tipificar y modelizar los análisis, con base en lo que sabemos y a lo
mucho que ignoramos, para lo cual hacemos esquemas que conno-
tan una nación, pueblo, situación o guerra.
En el maravilloso libro de Said Al-Andalusí, quizá escrito en los
años 1029-1070, titulado Libro de las categorías de las naciones, se ana-
lizan los pueblos más antiguos con base en el desarrollo de las cien-
cias y sus tipos de desarrollo, incrustándose, por esto, en las historias
culturales de cada nación analizada, infiriendo sus capacidades y ha-
ciendo observables las diferencias de acuerdo con estos rasgos.
Las combinaciones y clasificaciones posibles de los análisis depen-
derán de cuáles son las variables básicas que se observan dentro de
contextos epistémicos. Jorge Luis Borges, con ironías y alusiones des-
de otras lógicas, nos deleita con unas taxonomías fantásticas que los
animales se dividen en los
Tramas y pistas de la historia 19
(a) Pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados,
(d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros, sueltos, (h) incluidos
en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k)
dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m)
que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas.
El arte de análisis y el de la toma de decisiones, de acuerdo con
el clásico de la estrategia y la guerra entendida como fenómeno del
saber político, Sun Tzu, en sus treces artículos basados en cinco ele-
mentos sustantivos, integra una suerte de notas epistemológicas y
metodológicas básicas de estudio. Esta nos aporta luces para el aná-
lisis contemporáneo, más aún cuando lo cruzamos con el plano de
pensamiento que urdió Clausewitz en relación con el tema de la gue-
rra. Pero de nuevo nos señala las dificultades del pensar el conflicto
y la guerra.5
Nos señala Tzu estos factores: 1) la medida del espacio, 2) la es-
timación de las cantidades, 3) las reglas de cálculo, 4) las compara-
ciones y 5) las posibilidades de victoria. Ahora bien, las dimensiones
del espacio se infieren del terreno en un doble plano: como espacio
geográfico y como espacio social demográfico. Las cantidades se de-
rivan de las medidas también en un sentido dual, empírico y moral.
Las cifras se deducen de las cantidades, pero no dependen solo en un
plano concreto, sino también referido al arte del uso de cantidades
configuradas como fuerzas. Es decir, al arte de la conducción de las
fuerzas. La victoria sería, de esta forma, la capacidad de imponer mi
voluntad al contendor. Las anchuras de cada categoría de análisis es-
tratégico provienen de que cada ámbito es una composición y nunca
en evento plano y uniforme. Cada noción es una síntesis múltiple de
otras tantas categorías que se han ido acumulando en muchos siglos
para saber, ver y actuar en juegos de muchos contendores, en los que
las relaciones son en sus límites entre la vida y la muerte.
Pero también en estas indicaciones están presentes unos modelos
más generales que no siempre se hacen evidentes como formaciones
teóricas de estudio y observaciones. Aquí deseamos distinguir dos
pensamientos más de fondo: en primer lugar, la categoría de fuerza
5 Véase Rivas (2019b).
Patricio Rivas Herrera
20
que usamos aquí refiere a un tipo de unidad de análisis que está
connotada teórica, material y moralmente; no es un tipo de fuerza
simple que se mueve y produce efectos. Por otra parte, el conjunto
total de las fuerzas en desplazamientos son las que producen la rea-
lidad en un sentido ontológico, esta no es una cosa ahí o un hecho
naturalizado con base en la suma de fenómenos sociales.
Con los desarrollos de las formas y dinámicas sociales a nivel de
las civilizaciones, cada equilibrio y estabilidad estructural y coyuntu-
ral se hizo más compleja y frágil, al depender tanto de circunstancias
internas y externas, de forma simultánea. Desde luego, esto dinamizó
los procesos de poder, los cuales dejaron de confundirse con la fuer-
za y se situaron como una relación social constitutiva de lo social
como territorio, establecida de forma directa en la producción y ex-
propiación de energías de lo social. Se fue dejando atrás la idea feti-
chista del poder como cosa y se pasó al poder como relación estraté-
gica de alta complejidad. Las crisis políticas, económicas, las guerras,
las pestes y desastres naturales dejaron de ser accidentes de la pura
irrupción para ser analizados desde sus orígenes como efectos, como
incorporados a matrices de fuerzas en luchas. Con esto se situaron
un cúmulo prolífico de observables teóricos que debían ser analiza-
dos. Pero destaquemos los siguientes: la fuerza ya no sería analizada
por fueran de sus orígenes sociales, sino como resultado de estas, es
decir, se podían escrudiñar como resultado de la voluntad humana
en unas trayectorias en las que se multiplican o desgastan. Esto tenía
que ver con las capacidades intelectuales, morales y materiales de sus
conjuntos totales y, más aún, de sus direcciones y mandos. Así se ti-
pificaron las nociones de fuerzas, masas, despliegues, usos, choques,
luchas y multiplicaciones.
Estudiar y analizar los conflictos ya no sería un tema de puras
experiencias —aunque esto importa mucho—, sino mucho más, una
artesanía y un arte que se ubicaba en muchos casos desde otras dis-
ciplinas como la política, la economía, las relaciones internacionales,
las ciencias, la geografía, la demografía, por destacar solo las más
evidentes. Pero estos tumultos temáticos no han sido indiscrimina-
dos, han estado ordenados como factores de análisis alrededor de la
Tramas y pistas de la historia 21
noción de duelo, voluntad, arme, desarme, fuerza moral y material
como veremos.
En este tiempo de hoy que será tipificado por el ciclo largo de
la pandemia como variable de crisis mundial de efectos vastos, se
observan aún varias lentitudes para incorporar las de vida al centro
de los estudios. Entiendo la vida de manera ampliamente orgánica,
situada no solo desde el medio ambiente y la salud pública mundial,
también desde sus ecologías creativas globales. Las lentitudes para
integrar la vida corresponden con mucho a que no se asume que la
vida es energía creativa de los cuerpos humanos. Muchos ven la vida
como pura vitalidad biológica.
En efecto, cada corte analítico va a reconocer ejes organizadores
como hoy ocurre con el covid-19 que ordenan el resto de los hechos,
asumiendo ellos un protagónico general, como ocurrió durante la
primera mitad del siglo xx con las guerras mundiales. La opción ex-
plicativa de esto tiene que ver, en buena medida, con que hay proce-
sos que por tiempos dominan todo el resto de las trayectorias socia-
les, incluso alteran de manera duradera todo el orden social, como
ocurrió con la peste negra y sus secuelas demográficas, políticas y
económicas. La vida humana, como condición básica de la noción
de sociedad, está hoy en el centro de todos los temas de estudios
estratégicos y análisis de inteligencia global que sean algo más que
narrativas de muy corto plazo.
Si al estudiar un panorama global y estratégico ingresamos por la
vía de las capacidades de sus direcciones y sus luchas intestinas, la
visión tendrá un tinte muy de destino, así lo hacemos escudriñando
sus sistemas de alianzas locales y mundiales, así como sus enemi-
gos actuales y potenciales. Los análisis como conjuntos afrontan un
número casi infinito de categorías singulares como alude Borges en
su juego imaginativo. Me permito enfatizar que, en la actualidad, el
lugar esencial desde el cual se deben mirar los procesos en estos di-
fíciles años es la centralidad de la vida y con esto de una biopolítica
situada desde las observaciones más básicas, hasta los eventos de
calados mundiales.
Patricio Rivas Herrera
22
Si se tuviera que dibujar la configuración de las fuerzas globales
actuales, se puede constatar que desde un ángulo político-cultural el
gran proyecto liberal consolidado en la década de 1990 —pero que
se fragua en los años 1930— ha perdido ímpetu por tres factores
complementarios: la crisis del año 2008, la crisis larga y estructural
del orden civilizatorio de la última modernidad, y ahora la fractura
de continuidad precipitada por la pandemia, sin que ello implique,
en el corto plazo, una transformación en las correlaciones de fuerza
de poder político a escala general de sentido dramático, como se ha
llegado a suponer.
Si analizamos al liberalismo actual como un despegue y fundación
de nuevas formas de capitalismo mundializado, desde la década de
1980 es evidente que ha conocido impactantes éxitos para poner en
las relaciones del mercado sus lógicas como un asunto nuclear de la
vida histórica. La individualidad de este patrón de reproducción ha
ganado en capacidades de determinaciones desde lo global a lo psi-
cosocial. Sin embargo, desde los años 2008 hasta hoy se ha topado
con crecientes resistencias sociales que hoy se multiplican desde las
defensas de lo público a partir de las agendas de salud, seguridad y
educación, por lo menos.
Desde aquí también podemos constatar un cambio en las masivas
confianzas y credibilidad que hasta hace una década se tenía respec-
to de la paz, el bienestar, trabajo, mercado y consumo; estos efectos
psicosociales son de maduración desigual, pero en general lentos y
constantes. El giro más significativo podría ser el de los deterioros
agudos de las confianzas en las instituciones y el futuro de la vida
como un tiempo mejor. Lo cual, como veremos, es posiblemente el
mayor hecho de este período a escala general.
Reflexionar desde aquí sobre América Latina nos orienta a afirmar
que se está en medio, de nuevo, de una enorme encrucijada histórica
frente a las dinámicas mundiales de desarrollo y poder. Se trata de
un período en el cual es indispensable expandir las instituciones, or-
ganismos y acuerdos de integración regional, con el propósito de am-
pliar las opciones de desarrollo democrático y estratégico de la región
en el curso del siglo xxI, lo cual depende de un conjunto combinado
Tramas y pistas de la historia 23
de factores como son: el de la calidad y estabilidad democrática de
las instituciones y sus élites; la integración socioeconómica al servi-
cio del desarrollo equitativo; el mejoramiento de la educación, de la
investigación, innovación y de transferencia tecnológica; la descon-
centración y descentralización del poder político; la lucha contra la
corrupción y los tráficos de poder. Esto será posible con grandes y
difíciles reconversiones de las culturas políticas y de las formas de
mantener la democracia más allá de una institución, como un espa-
cio de dirección participativa de las vidas colectivas.
Pero sin duda, los efectos de la doble crisis económica y de salud
pública tendrán efectos de frenos sobre la integración y las capacida-
des de mejorar las condiciones de vida de la población, con lo cual
se desatarán pugnas y crisis políticas por un tiempo más bien largo y
desde otros modelos políticos, teóricos y orgánicos. No será simple
salir del estancamiento de la integración y pasar a un modelo flexible
y práctico de comunidad regional.
Desde el ángulo de una agenda del siglo xxI, nuestra región está im-
pelida a actualizar profundamente su cultura política y democrática,
poniendo en juego las inmensas capacidades de dirección y propues-
tas que por motivos más bien de sectarismo político e ideológico, no
son suficientemente integrados a los equipos de trabajo y gobierno.
Pero esto que es urgente se ve muy difícil de lograr con las actuales
culturas políticas e inercias mentales que predominan no solo en la
política de antigua data, sino también en muchas formas de pensar
y actuar de las nuevas fuerzas políticas que arriban al escenario re-
gional con miradas sugerentes y que sucumben a las viejas inercias.
Desde otro ángulo, el pensarse como región exige un giro en los
mapas mentales que continúan, en general, apegados más a la tesis
de la agregación que a la gran articulación de intereses compartidos
de un multilateralismo del siglo xxI. No se trata de continuar con la
práctica de que cada país aporte algo a la gran balanza integracionis-
ta, sino de pensar y actuar en escalas regionales con todas sus conno-
taciones problemáticas y de tensiones heredadas, pero asumiéndolas
como parte del programa político y estratégico de intereses comunes
para el siglo xxI. Manteniendo las diferencias y adscripciones en las
Patricio Rivas Herrera
24
políticas mundiales y regionales, la búsqueda debe ser unidad en la
diversidad, sin dogmas.
Este nuevo marco integracionista aparece vinculado con la ace-
lerada expansión de los procesos económicos, políticos, comunica-
cionales, culturales y migratorios y a la intensificación de las depen-
dencias recíprocas entre los países a escala planetaria, a partir del
ensanchamiento de la producción y del consumo humano que se ha
visto adecuada, pero no frenada por el covid-19. Pero también está
asociado con la creciente convicción de que no estaremos en me-
jores condiciones de reducir las brechas internas y con América del
Norte, y la pérdida de relevancia de la región si no logramos estable-
cer un modelo de cooperación e integración solidaria. Lo contrario
a la integración es la fragmentación. De allí la importancia para la
estabilidad, defensa, seguridad y rol estratégico de la región de lograr
consolidar un espacio común, una cultura de paz y modelos de coo-
peración e integración actualizados.
No se trata solo de una deuda histórica, es una condición de nues-
tra situación geopolítica, ello constituye una condición de futuro y
telón de fondo de nuestras prioridades y estrategias definir zonas y
áreas de defensa compartidas a escala regional, como parte de la
responsabilidad de varios Estados y desde una mirada de largo plazo.
Por otra parte, las temáticas del medio ambiente, así como las de se-
guridad y luchas contra los delitos trasnacionales, son conflictos que
solo pueden ser ubicados como problemas regionales y en casos muy
menores locales. La cooperación en tiempos del covid-19 a nivel re-
gional, ha sido patéticamente escasa haciendo, con tristeza, evidente
nuestras debilidades como región con una cultura común.
Desde este enfoque, es vital elevar la integración a un nivel más
proyectivo y sólido, consolidando esquemas de trabajo en conjunto
en todos los puntos que aluden al desarrollo material, a la defensa,
a la protección de nuestros recursos, a la integración económica, el
desarrollo científico, la salud pública, cultura y política, y a la pro-
yección conjunta en todos los escenarios internacionales. Esto no
es fácil, ya que hay intereses activos de otras regiones por mantener
fragmentada a América Latina y sus Gobiernos.
Tramas y pistas de la historia 25
Un segundo obstáculo es que los esquemas de las instituciones
continúan apegados a procesos históricos en declive, o anclados en
enfoques teóricos que han sido redefinidos de manera completa,
como ocurre en el caso de los conflictos limítrofes o de las xenofobias
ante las inmigraciones en la región.
Es claro que la forma Estado que ha estado presente en América
Latina durante un largo período, desde el ámbito de la administración
de asuntos complejos, frente a las políticas regionales y mundiales,
es sensiblemente tosca dado que sigue tributando a la cultura más
convencional del Estado-nación en sus estrecheces nacionalistas, con
pocos vínculos con las academias, las empresas, con cancillerías y
burocracias que no se proyectan en un trabajo global y conjunto con
sus pares de otros países latinoamericanos.
El muro sigue su derrumbe
De modo particular, ya desde la caída del Muro de Berlín y singu-
larmente desde los atentados del 11-S, se vive el agotamiento de los
modelos teóricos generados en el siglo xx y una profunda reconver-
sión de las instituciones encargadas de la seguridad, de la defensa y
de los servicios de inteligencia; situación que se complejiza aún más
si se asume que todos estos organismos están impelidos a actuar
en un mundo muy complejo, interrelacionado, cambiante e incierto.
En efecto, durante la década de 1990 los temas de seguridad de la
región giraron en torno a los procesos de democratización, integra-
ción económica, a la reinterpretación del fin de la Guerra Fría y al
conflicto colombiano (Hirst, 2008). Luego emergió el ciclo crítico
venezolano que perdura hasta hoy, el cual ha puesto con claridad
las torpezas de los sistemas de integraciones regionales y la falta de
manejo estratégico de asuntos tan fundamentales como la situación
de Venezuela para toda la región.6
Como se sabe, a partir del 11-S las agendas de cooperación se ar-
chivan y Estados Unidos generaliza su agenda de macrosecuritización
(Buzan, citado en Hirst, 2008), basada en las categorías de seguri-
dad y control que se extiende desde el terrorismo a las migraciones,
6 Véase Rivas, P. (2018). Quien golpea la puerta [inédito]. Quito.
Patricio Rivas Herrera
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narcotráfico y maras, y que se expresa en la exacerbación de las po-
líticas de defensa y en el incremento del gasto militar; pero se hace
desde aproximaciones reactivas y empíricas, con muy pocas inclusio-
nes teóricas que alimenten la gestación de políticas viables y flexibles.
También, casi siempre, con análisis políticos muy ideologizados y
básicos. Estos sesgos perduran hasta hoy también desde varias otras
naciones. Se podría postular que hay evidentes rasgos de desconcier-
tos en los diseños de las grandes naciones en relación con cómo se
tejerán los asuntos mundiales a partir de este año 2021, con singula-
res nudos críticos como las relaciones entre las potencias atlánticas y
el eje China y Rusia.
Con todo, América Latina no desempeña un rol central en la po-
lítica exterior de Estados Unidos; como factor de estabilidad mun-
dial no es relevante, solo adquiere trascendencia en este plano en
el momento en que se producen crisis en algunas de sus regiones
o países que afectan las alianzas estratégicas con Estados Unidos,
como acontece hoy, singularmente, con Venezuela. Sin embargo, esta
situación puede cambiar si Brasil logra de nuevo articular un modelo
de trabajo conjunto que haga presente a la región en cuanto tal en
el campo internacional. Pero esto se ve muy difícil en el corto plazo,
este país ha perdido protagonismo en los últimos años, desperfilan-
do sus capacidades de liderazgo. Este esquema, en todo caso, aun si
más adelante ocurriera, tiene al menos dos dificultades: en primer lu-
gar, que Brasil logre construir una agenda de mediano plazo compar-
tida y consensuada con todos los países, o por lo menos la mayoría;
y, en segundo lugar, que países como México, Argentina, entre otros,
acepten un marco de trabajo en el cual Brasil juegue un liderazgo re-
levante. Esto, para ser duradero y eficiente, implicaría una verdadera
nueva mentalidad política regional y de política internacional global.
Desde esta premisa se derivan algunos temas que tienen que ver
con las tensiones del orden mundial y con los factores que lo alimen-
tan, así como los imperativos del análisis estratégico en este con-
texto, el cual debe asumir como propósito contribuir al diseño de
políticas adecuadas en materia de seguridad y defensa para los tiem-
pos futuros. Son, por lo menos, tres ejes ya presentes en términos de
sus proyecciones mundiales: los temas antárticos, amazónicos, de
Tramas y pistas de la historia 27
soberanía de los mares; asuntos que serán álgidos en los próximos
años para nuestras cancillerías y las instituciones de seguridad y de-
fensa, por motivos diversos.
Al respecto, es importante recordar que hasta antes de la Primera
Guerra Mundial, las crisis, las guerras y las revoluciones se extendían
a partir de unos patrones y marcos de realidad que permitían prede-
cir con notables grados de certidumbre los efectos de cada evento
histórico. No es que cada hecho y sus efectos fueran plenamente co-
nocidos, sino que los niveles de sorpresa política eran, por lo gene-
ral, bajos o medianos. Ello ocurría, entre otros factores relevantes,
porque el ejercicio del poder estaba en manos de unas pocas insti-
tuciones con alto grado de hegemonía, monopolio y reproducción
interna. Como se sabe, ello comienza a modificarse desde mediados
del siglo xvIII, pero de modo particular a partir de la Revolución fran-
cesa, momento en que nuevos actores y fuerzas empiezan a ganar en
presencia en muchos territorios del mundo y se acelera durante fines
del siglo xIx de forma extraordinaria.
Hoy también concurren en el cuadro de los asuntos estratégicos
mundiales, una evidente proliferación de fuerzas con potencialidades
de poder, con base en el uso de las ciencias, de dirección de los asun-
tos culturales y valóricos, de amplificación de nuevos derechos, y de
capacidades de comunicaciones e información que alteran en alto
grado lo que ocurría con las nociones de verdad e incluso de posver-
dad hasta hace pocos años.
En la actualidad, con las masificaciones de las relaciones sociales
mundiales y de capacidades tanto informales como institucionales
de hacer circular mensajes, símbolos, así como estados de ánimo a
escala general, hay una amplia cantidad de nuevos actores concur-
sando por concurrir a los espacios de toma de decisiones y ejercer
efectos de poder.
De esta forma, la Primera Guerra Mundial, la Revolución rusa, el
fascismo, el nazismo, los campos de exterminio nazis y las dos bom-
bas atómicas lanzadas sobre Japón, así como la crisis económica del
2008, como el covid-19, terminaron por desarticular las viejas ca-
pacidades de predicción, no solo de la política, sino también de la
Patricio Rivas Herrera
28
filosofía y la historia. Cierto es que estas disciplinas no tienen los
objetivos de la teoría política, pero desde siempre han interpretado el
presente y proyectado futuros posibles. En efecto, parece existir una
relación estrecha y creciente entre la amplitud del sistema mundo,
la velocidad, diversidad y complejidad de los procesos sociales. Se
puede señalar que, en términos históricos, siempre lo social irrumpe,
pero lo que se destaca es que ahora este ámbito de lo social emerge
de forma simultánea en muchas partes del planeta con grandes mag-
nitudes de originalidad e impacto político.
En este siglo xxI, las exuberancias de la realidad aumentan no solo
en los grandes asuntos del Estado, el poder y en los sistemas inter-
nacionales, también se aceleran las relaciones entre lo progresivo y
regresivo en los asuntos sociales, en esas correlaciones se vertebran
los modelos de democracia y convivencia. Es, desde muchos ángulos,
un conflicto entre dos tipos de órdenes: civilizatorios y racionalida-
des; es decir, el actual orden mundial, en medio de búsquedas por
actualizar sus formas de liderazgos y nuevas formas de generar una
civilización más justa y solidaria.
Pero a pesar de la complejidad e incertidumbre del orden civiliza-
torio actual, intentar construir prognosis y visiones de futuro continúa
siendo un medio central de existencia y desarrollo de la especie hu-
mana. Realidad(es) en la cual proliferan, se expanden y mutan múl-
tiples actores formales e informales, legales y delictivos, globalizados
y localizados, progresivos y regresivos, de terror o de consensos. Es
decir, se asiste a la mundialización de las culturas y a la localización
de intereses nacionales y locales que en ocasiones se ven y piensan
desde sus propias condiciones de seguridad; paralelamente aconte-
cen luchas de intereses transversales a escala mundial, que merman
la capacidad de integración y paz, por lo cual la globalización une,
fractura y hace aparecer nuevos lugares de luchas e intereses, por lo
general, con dolorosos costos humanos.
En un mundo como el que hoy se despliega, en medio de la crisis
de la economía mundial y de la salud, del cambio climático y del
deterioro del medioambiente, del incremento del terror y de los con-
flictos internos, del narcotráfico, de la persistencia y emergencia de
Tramas y pistas de la historia 29
nuevas exclusiones y desigualdades, del agotamiento de instituciones
nacionales y de las mundiales que deben velar por el cumplimiento
de los pactos internacionales y garantía de los derechos; conviene
preguntarse cómo vemos e interpretamos lo que ocurre, desde dónde
construimos los patrones de análisis para determinar la gravedad y
velocidad de la tensiones que se acumulan, y cómo podemos sugerir
otras formas de análisis ante las tramas que acosan la paz y el desa-
rrollo humano.
En estos tiempos, en la gran mayoría de los países y singularmente
en la denominada periferia, se asiste a delicados déficits en la calidad
de la educación, de la justicia, de la salud y vivienda, que no solo
limitan las posibilidades de desarrollo de millones de personas, sino
que vulneran la estabilidad de los países, su gobernabilidad y seguri-
dad. De mantenerse estos patrones de exclusión surgirán nuevos mo-
vimientos antisistémicos de mayor violencia, que tendrán un impacto
en el deterioro de la convivencia social en estas regiones, frenando,
a su vez, el refortalecimiento de las corrientes críticas más de acuer-
dos, consensos y el nacimiento de nuevas propuestas progresivas más
adecuadas al mundo actual en climas de diálogos.
Asimismo, los riesgos para la paz internacional se mantienen en
un grado alto de tensión, singularmente en Oriente Medio, Irán,
Corea, India y Pakistán, países que en su mayoría cuentan con armas
nucleares, con un programa nuclear y que tienen la voluntad de usar-
las si las cotas de amenaza superan su estabilidad global.
La incertidumbre de lo social
En virtud de este complejo escenario, las lecciones que se dibujan des-
de hace varias décadas son el imperativo de superar en los estudios
y análisis la idea de que los actores de las políticas contemporáneas
son sujetos racionales que actúan en virtud de intereses claramente
definidos, que calculan los efectos de los juegos estratégicos y que
regulan sus acciones y encuentros en función de objetivos y medios
equilibrados. Nada de esto se confirma en la práctica, en ocasiones
no solo la racionalidad es puesta de lado por actores que manejan
una enorme cantidad de información, además, se suele insistir en los
Patricio Rivas Herrera
30
errores, con lo cual se generan estrategias de pantano que derrochan
vidas, recursos y prestigio político, lo cual tiene efectos multiplicado-
res, ya que los demás actores en juego suman sus propias irraciona-
lidades, estableciendo de esta forma, y con frecuencia, sistemas de
alto riesgo y poca capacidad de resolución adecuada. Por momen-
tos se ha visto equilibrios del terror o de sumas de irracionalidades,
como en los duelos comerciales entre grandes potencias o juegos de
guerras en zonas calientes.
Una mirada general del manejo de la pandemia del covid-19 en sus
inicios y también de cómo las poblaciones respetan las recomenda-
ciones de cuidados y resguardos, nos debe advertir que en esta cultu-
ra globalizada existen amplios márgenes de irracionalidades y descré-
ditos sobre las instituciones de todo tipo, una suerte de desprestigio
y cansancio con las brutalidades del mundo de hoy. También unas
actitudes de muchas personas de arriesgar sus vidas para sentir algo
próximo a una normalidad de salud pública.
En síntesis, se verifican muchos problemas y pocos instrumen-
tos públicos, nacionales y mundiales de protección y garantías. Esto
conlleva, en muchas ocasiones, a imponer medidas rudas que no
cuentan con apoyos ciudadanos. Al mismo tiempo, muchas de las
propuestas que se construyen en las academias, como las capacida-
des de intelectuales, profesionales y del mundo social, no encuentran
lugar en los espacios e instituciones más tradicionales de la política y
Gobierno. Pocas veces en la historia, tantas riquezas de todo tipo se
han conjugado con tantas exclusiones y derroches de las capacidades
humanas. No es extraño, por tanto, que al escenario de incertidum-
bre y tensiones, se sumen las apatías ciudadanas, las desconfianzas
en las instituciones, la ruptura de los acuerdos y el debilitamiento de
las relaciones sociales democráticas.
Al intentar describir los factores que contextualizan los distintos
enfoques que se ponen hoy en juego, para saber qué ver y cómo ana-
lizar, es pertinente realizar un mínimo recuento de cuáles son los pro-
cesos que articulan la realidad(es) actual. Ello, porque las directrices
actuales son resultado de grandes mutaciones históricas que escapan
a las lecturas más convencionales y aceptadas. Entre otros asuntos,
Tramas y pistas de la historia 31
hoy producto del avance y democratización de las nuevas tecnologías
de la información y comunicaciones y de la expansión de las demo-
cracias, acontece a escala planetaria un gran giro hacia lo social, las
movilizaciones sociales son piezas claves en el escenario mundial con
capacidad de incidencia en los sistemas políticos, Estados y progra-
mas de vieja data.
Y estos cambios no solo dejan obsoletas las epistemes tradiciona-
les, sino que a su vez imponen la necesidad de producir un cambio
de mentalidades en la forma en la que se analizan las problemáticas
y tensiones contemporáneas. Al mismo tiempo, al incluir lo social
como un factor relevante, es importante considerar que los tiem-
pos que requieren los procesos sociales para ser visibles y producir
efectos notables suelen ser más largos que en el caso de la política
tradicional.
Lo social se construye y acontece en los procesos de interacción,
en el devenir histórico cotidiano, es en sus intersticios en los que se
activan millones de hablas, propuesta y acciones que generan efectos
de realidad y significados compartidos que se convierten en “hechos”
para los individuos que los producen y sus contornos (Mella, 1998).
Apelando al interaccionismo simbólico, las personas actúan en el
mundo en función del significado que las cosas y procesos tienen para
ellos, significados que han sido en parte transmitidos y reinventados
en los procesos de interacción social, y que mutan en virtud de las in-
terpretaciones y evaluaciones que los individuos hacen a la luz de sus
usos en los contextos sociales (Blumer, 1969, citado en Mella, 1998).
Por ello, es muy difícil comprender desde fuera lo que ocurre en
los espacios sociales desconocidos y antisistémicos. Cuando no se
los conoce se tiende a verlos como anomalías, como extraños, como
expresión de un retraso y en otros momentos, como riesgo y ruptu-
ra al orden impuesto. Muchos análisis sociales y políticos perciben
fenómenos sociales y comunitarios que tensionan la cohesión, segu-
ridad y estabilidad, pero por lo general no integran estos procesos a
modelos más amplios con nuevas capacidades explicativas.
El ámbito de lo social solo puede ser mirado con rigor si se conside-
ran las relaciones y las acciones que afectan las vidas de las personas
Patricio Rivas Herrera
32
y los sistemas y los significados que tienen para ellas, déficit que ha
sido una recurrente dificultad para la filosofía política y la sociología.
En especial, porque estas tienden a mirar mucho más a las institu-
ciones, a las formaciones constituidas y al mundo social objetivado,
las cuales son importantes, pero los hechos que cambian lo modos
de los Estados, países e instituciones y las resistencias a las transfor-
maciones, ocurren más por abajo, en los intersticios sociales, en los
procesos de interacción, que en las cúspides oficiales de los órdenes
humanos. Son resultados también de dinámicas no oficializadas de la
gestación y presencia de instituciones informales, de las interacciones
cotidianas y de la ampliación de modos de vida alterativos.
La expansión de las relaciones sociales en su desplazamiento va
reconociendo obstáculos, frente a ello, en ocasiones, desarrollan la
capacidad para articular discursos provisionales y formas de acción
colectiva, es decir, se configuran como un proceso que modifica es-
tructuras y que pone en crisis un patrón de orden, actuando así como
una fuerza constituyente. Desde luego, cada fracción, movimiento
y grupos sociales cuentan con relaciones con los modelos políticos
y productivos, es decir, tienen formas de vivir y de participar en la
sociedad, pero al ubicarse desde la movilización social estas suelen
desempeñar un lugar subalterno.
Por tal razón, construir nuevas formas de ver requiere de una aper-
tura intelectual de gran magnitud, implica asumir la interpretación
de lo social desde una aproximación hermenéutica, crítica y construc-
tivista; exige identificar cuáles son sus ritmos, sus lugares geográficos
y simbólicos. Si continuamos congelados en arcaicas formas de in-
terpretar “la realidad social”, no solo seremos sorprendidos, además
seremos impotentes para actuar.
Cuando se habla de analizar desde una perspectiva hermenéutica
(Ferraris, 2000), es decir, de identificar las relaciones entre las par-
tes de un fenómeno ampliando progresivamente los niveles de com-
prensión, intentando comprender cómo la gente percibe, entiende,
interpreta y vive los fenómenos sociales en que está implicado, hay
que partir destacando que este ámbito conlleva altos grados de crisis
cognitiva, de reordenamiento y reinterpretación de las aproximacio-
nes previas.
Tramas y pistas de la historia 33
Ver, conocer, interpretar
Producir información es producir conocimiento relevante, el cual no
necesariamente es verificable, como pronostican las lógicas del posi-
tivismo. Los mapas de información y el conocimiento no se agotan en
la descripción de los hechos. En lo social, los hechos están, de forma
constante, en proceso de redefinición, nada es un hecho completa-
mente definitivo; hay datos relativos a unos marcos muy acotados y
hay hechos que contienen muchas posibilidades de salida que depen-
den de situaciones de las cuales se sabe nada o muy poco. Conocer
los hechos sustantivos nunca ha sido un asunto simple y menos aún
descriptivo.
Un hecho social es una construcción analítica que condensa múl-
tiples relaciones dinámicas que nunca son puras; no es un dato obje-
tivo, material y exterior, no es una cosa dada. En el momento en que
se plantea la corrupción como objeto de trabajo, no se establece una
noción unívoca, sino que se está haciendo mención a una categoría
que incluye diversas variables, algunas medibles y otras no. El fenó-
meno del delito es multicausal, pero no a forma de premisas que son
siempre las mismas.
Al momento de analizar los procesos sociales es importante, a su
vez, tener presente que desde hace ya más de seis décadas se verifica
una larga crisis de las relaciones sociales a escala mundial y com-
plejos desplazamientos en los proyectos de vida de las personas y
las comunidades, transformaciones que dan cuenta de una revuelta
lenta pero persistente, de manera singular en las regiones del mundo
que abastecen de materias primas y recursos humanos a los grandes
centros sistémicos de la economía y el poder. Pero ya desde fines de la
década de 1980 esto se verifica también en muchos países centrales.
De forma paralela, en los grandes centros del planeta se obser-
va tensiones de fondo, no solo vinculadas con la reconversión de la
economía, sino a la expansión de una incomodidad psicosocial y
existencial generalizada, derivada de las nuevas exclusiones, del de-
bilitamiento de lo social, del derrumbe de los grandes proyectos de
la modernidad y de la exacerbación del consumo como sinónimo de-
terminante de bienestar. Fenómenos que coexisten junto al afán de
Patricio Rivas Herrera
34
grandes grupos humanos que pugnan por mejorar sustantivamente
sus condiciones de vida y de futuro, y por ejercer sus derechos an-
cestrales y emergentes. Desde aquí es posible afirmar que hay una
creciente búsqueda por nuevos sentidos de vida y destinos que aún
no se expresan con formas muy precisas.
Como se señaló, en las últimas décadas el creciente acceso a bie-
nes y servicios de muy diversa naturaleza ha transformado al con-
sumo en un pseudoindicador de calidad de vida y de integración a
un efímero nuevo orden económico mundial. Sin extenderse en las
profundas motivaciones antropológicas y psicológicas que nutren el
deseo de consumir, resulta evidente que no se puede sostener una ci-
vilización globalizada solo en la expansión del consumo como factor
de participación y satisfacción, en una suerte de sustituto de la vida
democrática. Esto termina por agotarse y vertebrar nuevas racionali-
dades no situadas desde los consumos en remplazo de la realización
existencial. Las temáticas de la realización existencial de las personas,
son, en último, niveles de análisis de punto focal de la democracia y
la calidad de vida.
Los límites del consumo emergen como murmullos en los entra-
mados de las sagas humanas afectando la seguridad y la estabilidad
social. Primero, porque el consumo está congelado de manera cre-
ciente en algunas fracciones sociales, mientras que la gran mayoría
vive la limitación o localización de los accesos. Esto se verifica a es-
cala mundial, tanto por la persistencia de las cotas de pobreza como
por la ampliación de las brechas entre ricos y pobres. Y segundo,
porque el incremento de los niveles de educación y salud de millones
de seres humanos ha incidido en que sus patrones de satisfacción
transiten de manera más insistente por la participación política, el
desarrollo social y equitativo, por la transparencia de las institucio-
nes y por el despliegue del saber y la ciencia, que por una expansión
ilimitada del consumo.
Desde otro ángulo, y en relación con las dinámicas civilizatorias,
hay que constatar que se tiende a aplicar con recurrencia un para-
digma inmunitario de control y poder, frente a las fracturas que a
nivel local y global aparecen. El paradigma inmunitario remite a la
Tramas y pistas de la historia 35
particularidad de una situación definida que se sustrae a la condición
común, que fija límites y excluye todo elemento externo amenazante
mediante mecanismos de control rígidos, que terminan limitando la
libertad y el despliegue de lo común a un nivel ampliado (Esposito,
2009). Paradigma que ha predominado en los esquemas de moder-
nización y en las lógicas sistémicas.
El orden sistémico es refractario a recibir información y traducir-
la en políticas aperturistas. Las formas de control, inmunización y
exclusión que resultaron eficientes por siglos, no lo son ya hoy. De
allí que asistimos a una secuencia de improvisación de todo tipo
por parte de gobiernos e instituciones. Un ejemplo muy visible fue
lo que ocurrió en África del Norte (2011-12), donde en una rápida
sucesión de acontecimientos sociales, regímenes aparentemente só-
lidos con grandes recursos financieros, basados en masivos sistemas
de información y control, en primer lugar, fueron sorprendidos, y
luego no pudieron organizar y pactar una transición que preservara
sus ámbitos de ejercicio del poder. También ha acontecido con la
crisis mundial de salud pública por el covid-19, con la contracción
del crecimiento económico y con el manejo deficiente de esta crisis
internacional, que al agruparse en una imagen de realidad unificada,
se configuran como una fuente de rechazo a mucha política pública
en el mundo.
Sin apelar a la teoría de sistemas, lo que hay que reflexionar aquí
es que una política que trabaje con modelos rigurosos y actuales
de información debe ser al mismo tiempo flexible, dúctil y abierta a
lo emergente. Aquí se ensamblan dos temas: el de la teoría demo-
crática como el modelo más estable, y el de saber leer los puntos
de fractura que imponen la necesidad de implementar cambios en
forma oportuna.
En el siglo xxI, caracterizado por la complejidad e incertidumbre,
los sistemas tenderán a reiteradas crisis, entre otros factores por la
expansión del desarrollo humano y social, por las profundas muta-
ciones que viven los sistemas políticos en todas sus escalas, por los
riesgos latentes, por la expansión de los integrismos y por las recurren-
tes crisis económicas. Al apelar a la noción de crisis en las relaciones
Patricio Rivas Herrera
36
sociales, se hace referencia a una concatenación de elementos que la
precipitan. Las formas políticas tradicionales consagradas durante
gran parte del siglo XX, no dan el ancho para hacer presente lo social
como estructura de demanda y propuesta de sociedad, pero de todos
los factores el más decisivo es la recurrente tendencia a excluir, cercar,
ignorar y criminalizar lo que amplios grupos de la población desean
como vida digna.
Líneas de fracturas antes del 11-S
Un primer gran ciclo en los análisis estratégicos se ubicó en torno
a las propuestas y conflictos internos por mayores niveles de inde-
pendencia, democratización y participación desde fines del siglo xIx
hasta la década de 1960, en clave del nacionalismo, de las periferias
y de crítica sistémica en muchos de esos lugares. Fue un período li-
bertario empañado por los esfuerzos semicoloniales por parte de las
metrópolis de cooptar por las vías de la corrupción a las élites emer-
gentes. Durante esta etapa, Gobiernos despóticos y sin proyectos
nacionales se gestaron en muchos lugares de África y Asia; mientras
que en América Latina se intentaron grandes reformas democráticas
desarrollistas con repuestas autoritarias. Con todo, esta época ubicó
en un lugar relevante a amplias capas de la población, y gestó mole-
cularmente nuevos grupos de dirección que asumieron el desafío de
forjar una vida más digna para los habitantes de sus territorios, pero
que no necesariamente lograron consolidarse. Cuando se examinan
los análisis de Estados y centros de esa época, es evidente la pobreza
teórica con la cual se interpretó lo que ocurría. Detrás de las ideas
de liberalización y democracia existían búsquedas autónomas para
configurar vías propias frente al conflicto de poder mundial entre
Estados Unidos y la URSS, que opacaban de nuevo lo social y cultu-
ral, que por fuera de esta bipolaridad surcaba la vida histórica de la
mayoría de la población humana.
La gran respuesta del orden dominante se hace visible rápida y
eficientemente a partir de 1974 con la crisis de la economía mundial.
Nuevas formas de producción, el uso intensivo de las tecnologías, el
hostigamiento a los movimientos sindicales, la creciente flexibiliza-
ción del mundo laboral y el repliegue de los derechos conquistados,
Tramas y pistas de la historia 37
debilitaron las posibilidades de reacción de los trabajadores y de los
sectores medios en históricos lugares como en el norte de Europa,
Reino Unido, Francia y Estados Unidos. Esto ocurría al mismo tiem-
po en que en los países de las periferias, de manera particular en
el Cono Sur de América Latina, se implementaban duras políticas
de refundación nacional y de liberalismo económico, ya que en ese
período el sistema soviético no estaba en condiciones de jugar ofensi-
vamente en el plano mundial con algo siquiera próximo a un modelo
de desarrollo deseable.
Hay que recordar que las denominadas lecciones de la experien-
cia chilena (1970-1973) van a generar en la Europa del sur y en los
partidos comunistas más grandes del planeta, como eran el francés
y el italiano, con el apoyo del español, la tesis de un gran compromi-
so histórico que implicaba en la práctica contar con la abrumadora
mayoría de la población para producir transformaciones desde la iz-
quierda política. Esta idea debilita el tradicional peso y prestigio del
Partido Comunista soviético sobre el movimiento comunista mun-
dial; pero más significativo que esto, le resta influencia a la URSS
y hace evidente la emergencia desde ella de un modelo mucho más
defensivo y conservador de política mundial, en virtud del deterioro
de su economía y del creciente descontento de grupos de poder inter-
nos. Las reformas en este país llegaron tarde y fueron implementadas
con graves límites por el peso enorme de la vieja nomenclatura, que
se aferró al poder burocrático y conservador.
La gran respuesta conservadora generó un período de conflictos
internos de baja intensidad y, en todo caso, regulables dentro de las
estrategias de dominio y reajuste liberal, que fueron (las crisis y sus
formas de enfrentamiento) insinuadas en un marco muy amplio por
la trilateral a partir de 1975.7 Estas transformaciones de alcance his-
tórico general, y que persisten hasta el día de hoy, por sus dinámicas
y consecuencias urdieron procesos que tendrían por su alcance políti-
co la posibilidad de una nueva guerra mundial durante la década de
1980, singularmente en sus inicios. En efecto, la disolución en parte
7 Se conoce como Comisión Trilateral al grupo conformado, a partir de 1973, por altos diri-
gentes de países de Europa, Japón y Estados Unidos, vinculados con la política y economía
internacional.
Patricio Rivas Herrera
38
del estado de bienestar y de los proyectos desarrollistas en América
Latina y la extensión de respuestas autoritarias por parte de las nue-
vas élites liberales en lo económico y conservadoras en lo político
(Hobsbawm, 2012), modificaron política y culturalmente lo que se
había generado como modelos de sociedad justos y participativos
desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Ya en la década de 1990,
las nociones de justicia social y derechos pasó a ser debatida como
no lo era desde la década de 1920.
Desde un ángulo global, las grandes batallas políticas de la Guerra
Fría a partir de los acontecimientos polacos a principios de la década
de 1980, de la retirada soviética de Afganistán, pasando en lo que
respecta a América Latina por el fracaso de las rupturas sistémicas
en El Salvador y Guatemala, y por modelos de transición que fueron
licenciando gradualmente a los movimientos sociales de los países
del Cono Sur, se enfilaron, en el mejor de los casos, hacia soluciones
de centro que fortalecieron por la ausencia de lucha política y social
las sugerencias más conservadoras en cada lugar y a escala global,
vertebrando un giro en las correlaciones de fuerzas mundiales, que
generarían efectos perdurables que en su momento fueron poco ob-
servados y analizados.
Los análisis estratégicos de este período se concentraron en las
iniciativas necesarias para disciplinar y neutralizar a los movimien-
tos que defendían o demandaban derechos, y observaron poco las
consecuencias para la seguridad y estabilidad del crecimiento de las
desigualdades en las economías desarrolladas de mercado, las nue-
vas exclusiones y marginalidades, y la emergencia de un nuevo perfil
de cesantía (de ingreso, tiempo y seguridad social) que se instalaba
como un dato de conflicto estructural. Estuvieron más en las hipó-
tesis de contención que en la fundación de un nuevo orden global.8
Solo en algunos centros estadounidenses, europeos y latinoamerica-
nos se advirtieron las densidades de lo que ocurría. Pero más singu-
larmente, no se examinó el profundo y persistente giro que también
ocurrió en las relaciones culturales de fuerza y en las nuevas simpatías
que para millones de persona significaba, en esas circunstancias, el
acceso al consumo y las ofertas de un mundo de bienestar; placer
8 Ver más en Huntington (2005).
Tramas y pistas de la historia 39
contradictorio y efímero si se le examina desde el plano de las satis-
facciones políticas. Al ser el consumo el gran paradigma de vida, sus
caída o lejanía implicaría, como se vería luego, una dolorosa decep-
ción, la cual fermenta violencias, drogadicciones y pérdidas de senti-
dos colectivos en muchos lugares.
Por otra parte, hay que recordar que desde mediados de la década
de 1970 hasta fines de la de 1980, las hipótesis de conflicto que se
manejaron a escala global en occidente continuaron siendo las de
una guerra nuclear a partir de la amenaza que representaba la URSS
y sus aliados del pacto de Varsovia para la OTAN. Ahí estuvieron
los centros neurálgicos de las tensiones entre Este y Oeste, mientras
se subestimaban las diferencias entre el norte desarrollado y un sur
desigual y carenciado. Ello empañó el análisis adecuado y a tiempo
de la emergencia al interior de la Unión Soviética, de una fracción
reformista que pretendía mejorar los procesos de desarrollo y gestión
del Estado. Casi siempre se examinaron las alternativas en la élite
soviética como parte de un transformismo menor, que se mantendría
inevitablemente en los mismos marcos de la política tradicional de
esta potencia. Lo clásico por parte de los centros de estudio occiden-
tales fue analizar a la URSS como bloque y considerar muy poco los
conflictos programáticos; se destacaron más las pugnas de los gru-
pos de poder que sus visiones de mundo y proyecto de país. En todo
caso, el resultado fue que para la izquierda mundial y para occidente
Gorbachov9 y el desenlace tuvieron los efectos de una sorpresa, y lue-
go con su caída, de un efectivo desastre general que se expandió sin
dejar ningún territorio indemne.
En 1985, Mijaíl Gorbachov se convirtió en el secretario general
del Partido Comunista soviético, con él arriba un ambicioso progra-
ma de reintroducción de un Estado democrático constitucional, y
un nuevo sistema económico más eficiente y descentralizado que se
había implementado ya con éxito en China desde fines del maoísmo
(Hobsbawm, 2012). Se impulsó una política exterior aperturista, una
nueva forma de relación más flexible con el denominado campo so-
viético, y se diseñó la transformación de la URSS a partir de un pro-
yecto de federación democrática (Gorbachov, 1996).
9 Al respecto, ver Gorbachov (1996).
Patricio Rivas Herrera
40
La combinación de la glasnost y la perestroika llegaron tarde —como
ya señalamos— y, en todo caso, precipitaron una desintegración po-
lítica y económica sin alternativa, que terminaron deteriorando las
condiciones de vida de la población, lo cual abrió una oportunidad
para que los grandes grupos postergados generaran una brecha que
luego fue ocupada de manera creciente y cada vez más visible por
grupos de poder alternativos, antisistémicos, nacionales, liberales e
incluso mafiosos.
En el caso de la URSS, se observa de nuevo que el tiempo de la
reforma no puede ser acumulativo para producir cambios desde arri-
ba, que se requiere una constante capacidad por adecuar el poder y
sus formas productivas a las demandas sociales, y que los problemas
estructurales que afectan la calidad de vida de las personas tienen un
ingente efecto sobre la estabilidad de los sistemas de gobierno.
Hay que destacar que la caída de la propuesta de Gorbachov des-
integró a la URSS, y orilló a una profunda crisis a la izquierda mundial
en todas sus versiones. Lo que tejería nuevas fuerzas extrasistema. Las
denominadas fuerzas políticas de la izquierda quedaron atrapadas
en el derrumbe de la URRS, y la propia socialdemocracia mundial su-
peditada a la iniciativa teórica y política de la nueva fracción dirigente
de la economía mundial. Esta con sus organismos internacionales y
sus centros de producción teórica, amplió y sofisticó el campo de las
ideas dominantes a cotas de una nueva ideología de vida, dentro de
lo cual hay que destacar las elaboraciones de Francis Fukuyama,10
por ser las más sensibles desde estas miradas al espacio de nuevas
hegemonías occidentales.
El derrumbe de la URSS inaugura la conformación de un mundo
unipolar de corto plazo, repleto de nuevos y viejos conflictos internos
y de fronteras, de anuncios de fin de la historia, de debilitamiento
de las grandes potencias, de innumerables fracciones disidentes, de
diseminación del arsenal nuclear, de nuevos fundamentalismos y de
problemas para los cuales ya nadie tenía respuesta. “En suma, el si-
glo finalizó con un desorden global de naturaleza poco clara, y sin
ningún mecanismo para poner fin al desorden o mantenerlo contro-
lado” (Hobsbawm, 2012, p. 555).
10 Ver más en Fukuyama (2007; 2015; 2019).
Tramas y pistas de la historia 41
Las luchas violentas estallaron en varios lugares de planeta. Las
guerras en el centro de Europa, en África, y las pugnas de nacionali-
dades en los Balcanes, anunciaron que la geopolítica mundial había
ocultado la política social de los conflictos. Estos últimos, en rigor,
no renacieron, estaban ahí y solo fueron apabullados por el gran aje-
drez del poder mundial. Desde los poderes delictivos, un mundo sin
grandes proyectos de futuros compartidos aludía también al desarro-
llo de los grupos narcos y mafiosos, que extendieron sus influencias
desde países desarrollados y sólidos, hasta los débiles Estados cen-
troamericanos, combinándose la pobreza con delitos en un clima de
permanentes violencias políticas agudas, de lo cual América Latina
aparecía como uno de los ejes geográficos de todos estos dramas.
Así, las consecuencias largas del derrumbe de toda una forma-
ción social de naturaleza burocrática en la Unión Soviética tendrían
muy largas secuelas en los equilibrios mundiales, pero también en las
culturas contestatarias y críticas, muchas de las cuales comenzaron
un lento, amplio e incesante giro hacia el autonomismo extraparla-
mentario y las acciones sociales directas. Como destacaremos, esto
llevó a muchos a dar por victoriosas las versiones más integristas del
liberalismo económico. Esta sensación duró hasta principios del siglo
xxI, en que aparecen desde el ámbito de intelectuales brillantes del
liberalismo enunciados los imperativos de reformas de este esquema.
Esto ocurre con Joseph Stiglitz —Premio Nobel de Economía en el
año 1982—, sus producciones teóricas de las últimas décadas buscan
reformas y flexibilidades significativas a los modelos clásicos.11
En el caso de China, la respuesta a este ciclo de derrumbe y an-
tiburocracia se basó en la profundización de la reforma económica
y en la exacerbación del control policial, esto le permitió a la élite
gobernante ganar tiempo para mejorar las formas de desarrollo pre-
cedentes, en un contexto de grandes distancias en el acceso a las
riquezas y oportunidades; pero en una curva continua de mayores
oportunidades para amplios sectores de una población con altos ni-
veles educacionales. Hay que destacar que China ya pasó a partir del
siglo pasado y lo que va de este, a un ciclo de modernización inmen-
so, dejando atrás los ritmos moderados de la década de 1980. Hasta
11 Véase Stiglitz (2007; 2014).
Patricio Rivas Herrera
42
la actualidad, la fórmula china ha resultado eficiente en términos de
crecimiento económico y estabilidad, y se ven pocas posibilidades
de giros críticos en el corto plazo. Al mismo tiempo, su estabilidad
es, por ahora, condición de equilibrio mundial en niveles análogos
a los de la URSS de los años 1945 a 1990, aunque por motivos di-
ferentes.12 No hay que olvidar que la extensión del territorio ruso,
sus materias primas, su ubicación geográfica y su imponente arsenal
nuclear, la convierten hasta hoy en un actor clave, más allá de su si-
tuación contemporánea.
En todos los casos, lo que importa señalar desde nuestro escrito
es que los modelos de producción de inteligencia estratégica estu-
vieron por debajo y detrás de lo que ocurría. Masas de información
directa e indirecta, así como la disponibilidad de avanzados medios
electrónicos, no fueron suficientemente útiles, ni bien empleados
para el análisis de estos procesos. No faltó información fáctica, ni
tampoco antecedentes duros de lo que estaba aconteciendo en la
URSS y en varias regiones del planeta, lo que estuvo ausente fueron
modelos de análisis adecuados a la amplitud, complejidad y veloci-
dad de los hechos. Si algo se debe destacar en este sentido, es la falta
de compresión histórico social de los regímenes que no son parte de
la historia occidental, lo que lleva a sesgos muy ideológicos y rígidos.
Podríamos afirmar que a las ciencias del análisis estratégico le hace
mucha falta una visión problemática de la historia humana, un estu-
dio de futuros posibles de luchas y conflictos diversos; sin un riguroso
saber histórico de los grupos en pugna, es una voluntad de hacer
desde la ceguera, una relación a lo emergente y eventual.
En general, lo que hay que consignar para el período que va desde
mediados de la década de 1970 hasta hoy es que el predominio de
un modelo de desarrollo liberal a escala mundial, revestido de ideo-
logías individualista y de mercado, fue eficiente en la generación de
aceptación e incluso resignación por parte de los enormes grupos
afectados. Este modelo también fue un nuevo modelo de liderazgo
dirigido por una fracción internacionalizada del capital financiero,
con nuevas racionalidades y sentido común. No se trató solo de un
12 Al respecto, ver Kissinger, H. (2012). China. España: Debate.
Tramas y pistas de la historia 43
giro en las relaciones de fuerzas de bloques de poder y Estado, sino
también de modelos de vida y anhelos sociales, de allí que sea perti-
nente consignarlo como parte de un cambio de época.
Pero, de nuevo, se puede resaltar que el análisis estratégico global
y local perdió de vista, por lo menos, tres asuntos trascendentes. En
primer lugar, que al modificarse las condiciones de conflicto mundial
en virtud del derrumbe de la URSS, viejos aliados asumían la poten-
cialidad de nuevos enemigos, como le sucedió a EE. UU. con Irak y
el integrismo islámico, e incluso con el aumento de las veleidades de
Pakistán y Turquía. Por otra parte, que el creciente vaciamiento social
de los partidos políticos históricos de todo cuño a escala mundial,
sumado a la exclusión y la pobreza, generaría condiciones para la ex-
pansión de nuevos delitos transnacionales que afectan la estabilidad
de los países y Gobiernos, gestando una ecología política crítica para
la estabilidad de variados gobiernos a escala mundial, en un cuadro
de descontentos crecientemente agudos. Y tercero, se inauguraba un
largo ciclo de altos riesgos para la paz regional y mundial en consi-
deración del acceso a tecnologías de destrucción masiva por parte
de grupos irregulares. Quizás el factor que emerge como constante
en los vacíos y omisiones en los análisis de inteligencia estratégica en
estos y otros procesos sea también la falta de refinamiento de los mo-
delos políticos y sociales de interpretación, además de las anemias
históricas que ya enunciamos. En efecto, los estudios proyectivos de
diversos tipos son rigurosos metodológicamente, pero en demasia-
das ocasiones muy básicos en la comprensión de las dinámicas en las
luchas políticas entre los grupos de poder y subalternos.
Ópticas rígidas, conclusiones toscas
Otra debilidad en los análisis estratégicos de ese período —también
hoy—, es que estuvieron fuertemente ideologizados, de suerte tal
que no se entendió el ciclo de declive de las fuerzas de izquierda
y socialdemócratas a escala mundial, como un efecto lento de la
redefinición de los modelos económicos principales, que dejaban
sin base obrera a los partidos históricos de esta corriente. Con solo
cruzar la reconversión de la economía con el debilitamiento de los
partidos y sindicatos, se podría haber tenido claro esto. Se sabe que
Patricio Rivas Herrera
44
todo análisis, con independencia de sus intenciones, está orientado
desde un enfoque de opciones teóricas, ideológicas e intereses. Al
señalar que los análisis estaban fuertemente ideologizados, se hace
referencia a la tosquedad en las observaciones e interpretaciones y
a la falta de integración de estos análisis al marco más global de los
desplazamientos estratégicos.13
Durante todas estas décadas, se ha ido consolidando una crisis
original del orden histórico mundial, que no es traducible a las anti-
guas formas de la noción de crisis. Esta transita por amplios canales
de la vida social y se refiere a la noción de civilización, en tanto impli-
ca las formas de vida, las formas de reproducción económica, social,
política y cultural. Es de observar las condiciones de existencia de la
comunidad humana de acuerdo con modelos amplios de estabilidad
y fracturas, pero siempre de un marco amplio pero plausible de posi-
bilidades. Hoy esos marcos de referencias continúan alterándose, más
allá de los marcos lógicos que han sido largos en el tiempo. Las nuevas
referencias son móviles y en varias circunstancias emergentes.14
Lo que se consigna como crisis civilizatoria (Rivas & Torres, 1998)
el paso de un orden global a otro que continúa abierto, la referencia
a la noción orden remite a un determinado modelo de equilibrio y
regulación de las tensiones generales. Un modelo de civilización no
se agota en la economía, ni en el Estado, se ubica más en las relacio-
nes sociales y culturales que operan como factor de significación y
cohesión. También ocurre que al tener un carácter mundial, los indi-
cadores y ritmos de esta situación se hacen más difíciles de evaluar
en cada una de sus etapas y de mayores posibilidades insospechadas
de evolución.
13 Ver más en Obama (2020).
14 Para estos enunciados, es preciso tomar en cuenta la teoría del caso de Ilya Prigogine, la
cual plantea “que el mundo no sigue estrictamente el modelo del reloj, previsible y deter-
minado, sino que tiene aspectos caóticos. El observador no es quien crea la inestabilidad o
la imprevisibilidad con su ignorancia: ellas existen de por sí, y un ejemplo típico es el clima.
Los procesos de la realidad dependen de un enorme conjunto de circunstancias inciertas,
que determinan por ejemplo que cualquier pequeña variación en un punto del planeta, ge-
nere en los próximos días o semanas un efecto considerable en el otro extremo de la tierra”
(Cazau, 2002).
Tramas y pistas de la historia 45
Por ello, esta crisis de civilización es un conflicto de maduración
pausada entre las formas sociales de un orden histórico y las opcio-
nes de vida que de él se derivan, entre lo instituido como relación
de fuerza estructural y las fuerzas de todo tipo que buscan nuevos
espacios de protagonismo, poder y capacidad de determinación. Las
resultantes de estos entramados de tensiones y luchas establecen una
situación estratégica de las fuerzas que estamos lejos hoy de poder
definir, pero que no se congela en el paso del Atlántico al Pacífico o
de Estados Unidos a China como ejes de poderes. Al mirar así, solo se
ven los asuntos más geopolíticos y estructurales del fenómeno, pero
no sus dinámicas de bases en los planos sociales y psicológicos. Es
decir, se ven poco los órdenes y configuraciones sociales de mayores
temporalidades de maduración.
En síntesis, se puede postular que aquello que se denomina crisis
civilizatoria se conmueve en virtud de que se asiste a una revolución
social y cultural en marcha, que se despliega con desigual intensidad a
escala mundial. La resolución de la crisis será de larga y en su desplie-
gue se modificarán las instituciones, prácticas, acuerdos y patrones de
relaciones políticas y sociales. Antes que esto se cristalice, pueden ocu-
rrir eventos regresivos o que a pesar de todo seamos capaces, como
especie humana, de inventar nuevas formas de desarrollo para todos.
Hasta ahora, en mi opinión, se debe tener un gran realismo histó-
rico en el estudio de los conflictos más centrales. Es decir, me ubico
desde un moderado pesimismo para el mediano plazo por factores
que hacen referencias al grado de complejidad múltiple de los con-
flictos en desarrollo, frente a variadas debilidades de las élites políti-
cas para regularlos. También a las pérdidas de confianzas en las insti-
tuciones históricas de la civilización, en términos de sus capacidades
y probidades fundamentales. Pero un aspecto esencial es que aún
como comunidad humana, no estamos preparados ética y política-
mente para asumir las opciones de futuro desde la cooperación, el
desarrollo y la dignidad de todos los seres humanos, es decir, asumir
a la especie humana en su conjunto como lo determinante para la
nueva historia que, a pesar de todo, se abre paso (Rivas, 2020a).
Patricio Rivas Herrera
46
Aspectos metodológicos y teóricos
Conocimiento estratégico y giros epistemológicos
Lo que importa es asumir que los modelos de análisis están abruma-
doramente desfasados por la complejidad mundial, nacional y local
y por la velocidad de la mundialización y de la irrupción de nuevos
formatos de realidad(es). Pero no se trata solo de un desencaje entre
teoría y realidad. También sucede que las metodologías de análisis,
las formas de aproximación, de medir, de establecer jerarquías, re-
conocer secuencias, caracterizar fuerzas en conflicto, se mantienen
demasiado apegadas a las escuelas positivistas, pospositivistas y al-
rededor de modelos realistas, empiristas y estructuralistas. Empero,
hay que admitir que estas tradiciones han sido superadas o reactua-
lizadas, lo cual no implica negar que algunas de las viejas categorías
y sugerencias metodológicas, continúan siendo pertinentes no solo
como asunto de vocabulario técnico, sino como nociones ordenado-
ras; pero indudablemente muchas de ellas requieren ser revisadas de
manera amplia.
Gráfico 1
Análisis estratégicos
Definición
Investigación y estudio de la información aplicada a la Defensa y Seguridad;
y su conversión en conocimiento para la toma de decisiones.
Contextualización
Si bien se apoya en la conjetura. El pronóstico de escenarios futuros,
depende del estudio, análisis riguroso y contextualizado de la realidad.
El analista
El analista recopila, ordena, clasifica, jerarquiza la información e interpretar
en virtud de enfoques teóricos y de un conjunto de métodos y técnicas.
clasica
Fuente: elaboración propia (2020).
Si se define el análisis estratégico como el estudio de la informa-
ción aplicada a la política global, defensa y seguridad, y su conversión
Tramas y pistas de la historia 47
en conocimiento para la toma de decisiones políticas, se trata de una
actividad orientada a la producción de conocimiento y en este campo
es la epistemología la disciplina evaluativa que examina las visiones
del saber y su quehacer, visiones que se designan con el concepto de
paradigma. Y, en definitiva, será el paradigma de análisis estratégico
en uso el que determinará “los problemas que deben investigarse, la
metodología a emplear y la forma de explicar los resultados” (Kuhn,
1960/2000, p. 63).
Por ello, en este aparatado se examinan de forma sintética los
principales giros epistemológicos que deberían considerarse en el
quehacer del análisis estratégico, como forma de conocimiento apli-
cado y prospectivo de la realidad social.
Como se sabe, durante los siglos xIx y xx, el positivismo ejerció una
fuerte influencia en la convicción de que para lograr un conocimiento
moderno, riguroso y objetivo era indispensable adoptar la racionali-
dad científica decimonónica, fundada en una concepción filosófica
según la cual todo conocimiento se originaba en la experiencia sensi-
ble [empirismo] y que, derivado de ello, solo es posible dar cuenta de
una realidad constituida por hechos. Es decir, se trata de un enfoque
que rechaza toda metafísica, el conocimiento a priori y toda intuición
directa (Briones, 1999) y de acuerdo con el cual la posibilidad de
construir progresivamente saberes objetivos y neutros está supedita-
da al monismo metodológico, a la búsqueda de la explicación causal
de los fenómenos observables y al establecimiento de leyes universa-
les (Briones, 1999; Lenk, 1993; Mardones, 1991).
Todos estos postulados condujeron a las ciencias sociales y dis-
ciplinas a fines, entre ellos al análisis estratégico, a una rápida sub-
ordinación de los objetos y procedimientos de estudio al canon do-
minante, lo cual dejó por fuera fenómenos relevantes que no eran
abordables con los métodos postulados por el positivismo. Detrás de
la conceptualización de inteligencia estratégica no hay solo hechos
duros, puros e irrefutables. Lo que existe, en buena medida, es aná-
lisis sintéticos, observaciones amplias, conclusiones provisionales,
modelizaciones de eventualidades, proyecciones posibles.
Patricio Rivas Herrera
48
No obstante, desde fines del siglo xIx el paradigma interpretativo
(Diltey, 1983; Ferraris, 2000), vinculado con la tradición aristotéli-
ca, había postulado la construcción social de la realidad y la necesi-
dad de comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de
sus actores. En síntesis, se trata de un enfoque que asume que “la
producción de la sociedad es una obra de destreza, sostenida y que
acontece por la acción de los seres humanos” (Giddens, 1987, p. 17).
En el caso de la inteligencia estratégica, el plus radica en reconocer
la dependencia entre sujeto y objeto y en ubicar en el ámbito de la
experiencia social y política del analista, la capacidad de comprender
los procesos desde una doble hermenéutica, desde el mundo que es
significativo para el analista y desde la realidad(es) de quienes for-
man parte de los fenómenos y procesos a explicar. Esta situación
recurrentemente se comprende como un obstáculo que el analista
debe resolver para poder localizar la reflexión sobre los actores estra-
tégicos no solo desde su cultura, sino desde el conjunto de actores
estratégicos que son parte de su marco de análisis.
Sin embargo, el debate científico analítico y su apertura ontológi-
ca y metodológica se torna especialmente relevante en la década de
1960, a partir de los aportes de Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend,
quienes cuestionan la idea de progreso científico, la ciencia como
el saber por antonomasia y el método positivista. Lo cual también
tendrá impactos en las teorías estratégicas en diversas escalas de los
conflictos posibles. Por enunciar algunos ejemplos relevantes, la gue-
rra de Vietnam demostró que sin un saber histórico y social suficiente,
los saberes políticos y de la guerra son muy insuficientes para com-
prender la naturaleza de algo tan multifactorial como esa contien-
da bélica. Desde un plano diferente, las grandes protestas juveniles
mundiales del llamado 1968 fueron sorpresivas incluso para sus más
lúcidos participantes. Estos últimos replicaban en la abrumadora
masa de las explicaciones esquemas muy toscos de compresión de la
naturaleza de algo que fue cultural, generacional, político y mundial.
Kuhn (1960/2000), mediante su aproximación a la historia de la
física, constata que el avance científico no se produce de forma pro-
gresiva y acumulativa, sino que ocurre por medio de saltos disrupti-
vos, de revoluciones, proceso mediante el cual un antiguo paradigma
Tramas y pistas de la historia 49
es reemplazado por uno nuevo, inconmensurable y de mayor poder
explicativo. Para explicar su teoría, Kuhn postula que en períodos de
ciencia normal los científicos se dedican a resolver “rompecabezas”,
y que en ciertas circunstancias estos se convierten en anomalías, es
decir, en fenómenos extraños y sorprendentes, que no pueden ser
explicados y resueltos por el paradigma dominante; lo cual conduce
a una crisis paradigmática que en ocasiones deriva en un cambio de
paradigma. De ser así, se asiste a un período de producción de cien-
cia extraordinaria, a un cambio revolucionario no acumulativo en la
forma de ver y entender los fenómenos.
De esta forma, Kuhn postula que la ciencia y el conocimiento, y
para nuestro caso el análisis estratégico, está lejos de ser una empre-
sa aditiva, muchas veces su despliegue y calidad dependerá de facto-
res históricos, políticos y pragmáticos, más que de aspectos metodo-
lógicos y técnicos.
De forma paralela, en esta misma época, Popper (1971) eviden-
ció que todo conocimiento es provisional dado que la verificación
absoluta es imposible. Del mismo modo, el giro desde la inducción
(establecimiento de enunciados generales basados en la experiencia
particular) al método hipotético-deductivo, eliminó la condición de
que todo conocimiento debe estar fundado en la experiencia. Para
el autor, no importa cuál es el origen de una hipótesis, esta puede
estar basada en la observación empírica, en el conocimiento a priori
o inclusive en intuiciones; lo importante es cómo se prueban los su-
puestos y se reconstruyen los hallazgos.
En el caso de Lakatos, este autor postuló la necesidad de distinguir
entre programas de investigación progresivos y regresivos, en función
de su poder explicativo y de la capacidad que tienen para resistir los
intentos de sustitución de otros paradigmas. En él la idea amplia de
programa de investigación es relevante.
Por último, Feyerabend (1975) irrumpirá con una idea anarquista
de ciencia al señalar que el único principio que no inhibe el progreso
científico es que todo sirve, rechazando de manera radical los cri-
terios universales y las tradiciones rígidas en ciencia. Para el autor,
todos los métodos tienen sus límites, por ello, la idea de un método
Patricio Rivas Herrera
50
fijo e infalible descansa en una concepción ingenua del hombre y
de su entorno; al mismo tiempo la ciencia y el conocimiento no es-
tán constituidos por hechos, ni por conclusiones derivadas de los
hechos, dado que estos no son independientes de la cultura. En sín-
tesis, el principal mérito de Feyerabend (1975, 1984, 1989, 1996), es
haber propiciado una apertura metodológica y una mayor libertad,
creatividad y pluralismo en la construcción de conocimiento, el cual
siempre estará limitado por la tradición, por la idiosincrasia y por
los lenguajes predominantes. Al mismo tiempo, su crítica incorpora
una dimensión ética, que es singularmente relevante para el caso del
análisis estratégico, al advertir que siempre la elección de un progra-
ma de investigación es una apuesta “pagada por los ciudadanos” en
tanto puede afectar sus vidas y a las generaciones futuras.
Estos aportes, que condujeron a una trascendental apertura en
el campo de la ciencia, también son aplicables al análisis estratégico
como quehacer investigativo, el cual se construye desde una determi-
nada visión y voluntad política y que está influenciado por factores
culturales, antropológicos, geoestratégicos, por interese políticos e
inclusive por eventualidades que alteran el panorama general.
De forma sumaria se puede consignar que, a partir de estos auto-
res, todos ellos provenientes originalmente del paradigma positivista,
el conocimiento y entre ellos el análisis estratégico, deben ser asumi-
dos como saberes provisionales, vinculados a la historia e ideología y
teóricamente fundados; en segundo lugar, no existe un método sino
métodos para acceder al conocimiento; y, por último, la ciencia y el
análisis estratégico no son saberes por antonomasia, sino un tipo de
conocimiento entre muchos otros.
La pertinencia de este señalamiento responde a que la producción
de información estratégica, de saberes adecuados y de unas observa-
ciones originales con sugerencias que tengan condiciones de aplica-
bilidad, deben considerar la combinación de estos giros epistemoló-
gicos. Hay momentos en los que se progresa en virtud de programas
amplios y progresivos de investigación, en otros con base a la distin-
ción de anomalías, crisis y transformaciones, y también sucede que la
complejidad de los fenómenos actuales exige tejer, con imaginación y
Tramas y pistas de la historia 51
apertura, lo nuevo e impensado. Del mismo modo, se debe mirar con
sospecha la metodolatría, los dogmatismos y el chauvinismo cientí-
fico en el análisis estratégico, que la mayor parte de las veces, si se
utiliza de forma aislada, conduce a la producción de conocimiento
asignificativo e irrelevante.
Por ejemplo, al analizar el narcotráfico desde una aproximación
positivista, solo se atendería lo observable, medible y la identificación
de sus causas, pero probablemente se omitiría el estudio cultural de
los grupos que lo configuran, sus niveles de cohesión, lealtad e iden-
tidad, sus vínculos, muchas veces no observables, con los grupos de
poder nacional, regional y mundial, los conflictos y formas de luchas
entre ellos y con las fuerzas regulares, sus estrategias y los modos en
que ponen en riesgo la seguridad, defensa y estabilidad. Es decir, el
análisis estratégico implica poner en juego un conjunto abigarrado
y no siempre claro de temas, utilizar múltiples métodos y enfoques
y analizar los efectos de las distintas estrategias enunciadas. Si, por
el contrario, se adopta un enfoque teórico y metodológico único, es
probable que los hallazgos y conclusiones serán formalmente riguro-
sos, pero pobres para sugerir cursos de acción viables y adecuados al
contexto global y a los procesos emergentes.
Pistas del poder y de la guerra y su contribución al análisis
estratégico
En esta sección se recogen, de modo singular, los aportes de Foucault
y de Clausewitz en un sentido muy acotado, autores que ponen en
juego dispositivos de análisis en el que muchos otros se resignan a
repetir lo establecido. Foucault y Clausewitz miran la relación poder,
el primero desde las instituciones que lo producen como discurso
de verdad, y el segundo desde una noción de guerra supeditada a la
política. Ambos ayudan a ensanchar ese espacio original en el que el
poder es relacional y se despliega como estrategia en los contextos
sociales, en los cuales también se dan juegos de voluntades.
Además, nos parece relevante destacar a estos autores, en virtud
de que las corrientes de análisis contemporáneas de las estrategias,
las guerras y la inteligencia estratégica, han estado acudiendo desde
Patricio Rivas Herrera
52
principios de este siglo a paradigmas y mitos amplios de pensamien-
tos. En muchos escritos se realizan operaciones intelectuales trans-
versales de articulaciones teóricas y metodológicas.
Es evidente que en un texto más exhaustivo se deberían urdir otras
lecturas y vínculos teóricos para este particular, de manera relevante
habría que destacar el trabajo de Elías Canetti en Masa y Poder. Así
como una obra muy solidaria con estas temáticas como el de Norbert
Elías en El Proceso de la Civilización. En las últimas décadas y desde án-
gulos distintos, las reflexiones de Toni Negri, Cornelius Castoriadis,
Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Roberto Esposito, Byung-Chul Han,
se han desplazado en el intento de analizar la relación de los proce-
sos de poder, de libertad en una sociedad mundializada, la cual no
solo exige nuevos parámetros de pensamiento, sino una relectura de
textos clásicos que se suelen considerar solo referencialmente, como
sucede, entre otros, con Antonio Gramsci o, por ir más lejos, con
Clausewitz y Baruch Spinoza.
Es importante recordar que en el momento en que se habla de
poder desde una perspectiva foucaultiana, se busca analizar el mi-
crofuncionamiento de las porosidades del poder y su circulación, lo
cual pone en crítica una visión del poder como objeto, como domi-
nio, como prestigio, como derecho y como voluntad coercitiva. Para
Foucault, el poder no es un objeto que se posee, sino una estrategia
que se ejerce, no se localiza en el Estado o en una institución en par-
ticular, sino que está presente en todas las relaciones sociales, lo cual
implica asumir la existencia de una microfísica del poder. En tercer
lugar, no es una superestructura piramidal vinculada a los modos de
producción, es un espacio hecho de segmentos que se manifiesta en
los distintos territorios sociales. Del mismo modo, el poder no es una
estrategia orientada de manera exclusiva a la prohibición y coerción,
sino que ejerce y expande efectos productivos, produce condiciones
de verdad, en las que hay poder, hay resistencia. Y, por último, su
ejercicio no descansa en una legalidad estática, sino que opera como
una estrategia de gestión y distinción de legalismos que se modifi-
can en el tiempo y cuya definición es parte de una disputa perpetua,
inclusive asume y acepta la resistencia como parte de una tensión
Tramas y pistas de la historia 53
movilizadora que reactualiza sus prácticas discursivas y estratégicas
(Foucault, 1995).
Si trabajamos estas nociones en un marco como el aportado por
Carl von Clausewitz, podríamos articular unos heurísticos nexos de
trabajo en las artesanías del análisis. La idea de Foucault, que donde
hay poder existe resistencia, es también análoga a la de Clausewitz del
duelo. Lo que se da también con otras categorías de trabajo, como la
fuerza moral en Clausewitz y saber poder en Foucault.
Asumir desde esta visión el poder, en el caso del análisis estratégi-
co, implica distinguir los intersticios en los cuales se ejerce sus formas
de funcionamiento, sus prácticas y actores. La dimensión que carac-
teriza el análisis estratégico —en un plano ontológico— es el poder
como relación social; en este nivel se centra el estudio de la relación
poder como mediación de la acción y singularmente de la toma de
decisiones, ya sea para el empleo de una fuerza material o para im-
pulsar estrategias que no implican la movilización de grandes recur-
sos y medios. La noción dinámica y relacional de poder tiene mucho
mayor explicativo que la pura idea institucionalista de este poder.
En efecto, al analizar la institución Estado desde la visión anterior,
importa más el estado del poder que el poder del Estado, es decir, los
mecanismos que le permiten a esta institución establecer sus relacio-
nes de mando. Asimismo, se trata de develar los procesos por medio
de los cuales se nutre de las energías biológicas de los cuerpos para
hacer determinantes sus proyectos y tácticas específicas, por medio
de la biopolítica, como acción política sobre la vida, la salud, la nu-
trición y la reproducción o mediante mecanismos movilizadores de
alcance colectivo, que se gestan en brazos de la expropiación de la
capacidad y voluntad crítica de los movimientos sociales.
La relación vida-muerte es un concepto de la política, de la guerra
y la sociedad, que está presente en las primeras formas de lo político
en el mundo antiguo. Desde mucho antes de Foucault, la reflexión
sobre la vida en la filosofía política fue de difícil aceptación, ya que
se la vinculó con diversas formas de irracionalismo. A partir del siglo
xIx, el poder se hace cargo de la vida, gestiona lo biológico y lo po-
blacional, pero en lugar de adiestrar los cuerpos, se concentra en la
Patricio Rivas Herrera
54
conquista de nuevas tecnologías, impulsa la estadística, la geografía,
el estudio de poblaciones y las formas de prolongar la vida, es decir,
integra el biopoder a la gobernabilidad.
Desde otras aproximaciones, y más adelante Giorgio Agamben y
Roberto Esposito, desnudarán a los campos de encierro y concentra-
ción como un espacio puro de poder, y, en especial, Agamben denun-
ciará la existencia de un Estado de excepción a escala mundial, en el
mundo de las últimas décadas de acuerdo con el cual la política se
funda en la exclusión y en el silenciamiento. Es más, la propia moder-
nidad, en su formato actual de desigualdad y exclusión, que procura
mantener dentro de límites funcionales sus factores de crisis sociales
y psicosociales, vendría a ser una forma de encierro globalizada. Ya
no se trata de encerrar al loco y al delincuente, sino de encerrar den-
tro de sí mismo y de sus propios miedos a todo aquel que sufre el
dominio en su propio cuerpo. Es el cuerpo como encierro y espacio
de lucha y conflictos lo cual nos orienta también a entender las psico-
patologías sociales como resultado de luchas dentro de los cuerpos y
entre ellos en escalas muy amplias.15
Ya Tony Negri advirtió que todas las vidas son puestas a trabajar
productivamente, todas ellas producen valor y reproducen sociedad.
Así, el orden de lo social se estructura con base a un biopoder que
controla la producción y circulación de los cuerpos, y de una biopo-
lítica que es la resistencia de esos cuerpos a los órdenes de dominio,
en varios niveles de conflictos y resistencias a lo ancho de toda la
pirámide social nacional y mundial.
Con todo, el control y el disciplinamiento, así como la prevención
de fracturas en el orden de dominio, se incrustan en una noción de
estrategia de poder que articula medios, territorios y fines en virtud
de propósitos globales, tanto de grupos de instituciones nacionales
y mundiales, como de fuerzas sociales y políticas que hacen parte de
esas dinámicas históricas. Se desplazan en los espacios de las geo-
grafías sociales con órdenes estratégicos de manera reflexionada y
elaborada, pero también en muchas ocasiones, sin saberlo, actúan
de acuerdo con ordenamientos estratégicos.
15 Ver más en Guattari & Rolnik (2006); Cuéllar (1985).
Tramas y pistas de la historia 55
Con notable ductilidad, Gramsci (1972) analizó las relaciones de
fuerza con base a un conjunto de categorías constitutivas, la de lo
político, lo militar, lo social y lo moral. El ámbito de lo político se re-
fiere a la capacidad de incidir en las estructuras políticas, sea Estado,
partidos o gobiernos locales en su naturaleza y orientación. Lo mili-
tar refiere al poder material con que cuenta esa fuerza política. Y lo
moral se instala, en esencia, desde la capacidad de cohesión de una
fuerza, de su grado de articulación interna y de sus intereses com-
partidos. Si bien Gramsci reelabora en el conjunto de su obra estas
nociones, otorga una sugerencia susceptible de poner en juego en
modelos de análisis contemporáneos.
Desde un enfoque próximo, en este singular punto, Michael Mann
(1991) alude a cuatro fuentes y organizaciones del poder. En primer
lugar, al poder ideológico, que en síntesis corresponde a los sistemas
de teorías, categorías y conceptos que dotan de significado los mo-
delos de organización social en los cuales se convive. Se trata de un
desmontaje y reconocimiento de los entramados valóricos, interpre-
tativos y de ideas que mantienen un orden social articulado a partir
de prácticas y rituales culturales y sociales.
En segundo lugar, el poder económico, el cual asume la produc-
ción de los medios de subsistencia por medio de la distribución y
consumo de productos generados por una forma de reproducción
de bienes y servicios. Desde el poder económico, una clase social o
grupo puede ejercer poder general y colectivo en variados planos de
la vida, tanto como biopolítica y también como biopoder.
En tercer lugar, el poder militar, el cual hace referencia a las fuer-
zas, medios y sistemas que ejercen el monopolio de la violencia. Es
un sistema organizacional concentrado y coercitivo, un núcleo con-
densado de poder que puede desempeñar efectos en el conjunto del
orden social, con base en la disuasión o la violencia organizada.
Por último, el poder político, el cual se refiere al conjunto de insti-
tuciones, regulaciones y sistemas que institucionalizan la ocupación
social de un territorio y su dirección. Su cúspide está constituida por
el sistema estatal, que se descentraliza territorialmente ocupando y
Patricio Rivas Herrera
56
controlando. El ritmo de vida, sus formas y transformaciones están
hoy en un núcleo muy relevante de los sistemas políticos.
En virtud de lo que se analiza en este ensayo y con el objeto de
urdir un modelo de mayor valor operativo, se podría instalar cuatro
grandes fuerzas al analizar las relaciones al interior de un proceso
estratégico. Sin duda, los apuntes de Gramsci y las observaciones
de Mann permiten articular algunas nociones para transformarlas en
espacios de análisis.
1. Las relaciones del espacio político. Aquí la medición abarca desde el
ámbito local de las fuerzas constituidas formal o informalmente, has-
ta lo nacional con sus sistemas de alianzas regionales y mundiales. En
el ámbito de la política, las fuerzas no se suman de manera mecánica
para construir síntesis, lo esencial es analizar los intereses comparti-
dos y la disposición a actuar a favor de un aliado.
2. La fuerza ideológica, la cual implica la capacidad de producción de
modelos teóricos y de acción en el campo de la política, de la econo-
mía y la guerra. Refiere, por ello, a la creatividad, fuerza moral y capa-
cidad de invención de paradigmas que doten de iniciativa en el campo
de las ideas a un Estado, nación o fuerza política. Para los fines de este
texto, desde aquí se produce lo que se denomina “fuerza moral”.
3. Las fuerzas materiales, que remiten en un sentido amplio a las ca-
pacidades productivas y reproductivas de un orden económico, así
como al poder armado en un plano estricto que esa fuerza contiene
o es capaz de generar.
4. Las fuerzas sociales, que hacen referencia a los sistemas de relaciones
que articulan identidades, intereses y aspiraciones de vida comparti-
dos a lo ancho de un territorio social u orden social, el cual se carac-
teriza, por lo regular, por la heterogeneidad y diversidades de interés
y motivaciones.
Es evidente que estas sugerencias tienen un valor indicativo para la
construcción de analíticas de luchas y conflictos, ya que en términos
de lo real(es)histórico se producen múltiples cruces y zonas híbridas,
singularmente porque las sociedades reales no están compartimenta-
das y mucho menos sus grupos humanos e individuos.
Al resaltar estos asuntos como observables teóricos, lo que se
quiere enfatizar es que los nuevos procesos y dispositivos estratégicos
Tramas y pistas de la historia 57
de los órdenes sociales contemporáneos generarán molecular y glo-
balmente un aumento de las tensiones, conflictos y resistencias, que
las que el tradicional orden de control en su momento gestó. Es más,
esto hoy ocurre, pero no se percibe porque se continúa mirando los
procesos humanos desde las grandes confrontaciones nacionales,
políticas y programáticas con base en una nación de Estado como
una institución compacta y de sociedad, como algo coherente y lógi-
co, desde lo racional.
Son los encuentros de las fuerzas que disputan territorios de ejer-
cicio de poder, los que signan la naturaleza del análisis y la toma de
decisiones. Por ello, al abordar un fenómeno, una situación o una
organización estratégica, desde una aproximación actualizada es im-
portante: a) identificar la existencia de un problema, es decir, cuando
no existe correspondencia entre los fragmentos de verdad que cons-
tituyen un fenómeno, con las condiciones de reproducción de este;
b) analizar la ontología histórica del fenómeno, si bien hay elementos
que se repiten en el devenir histórico, la solución de una problemáti-
ca no se transmite de una época a otra, sino que responde siempre
en alguna medida a un contexto particular, de fenómeno. El riesgo a
repetir fórmulas analíticas es la mejor muestra de pobreza de un es-
tudio; c) situar el fenómeno en el espacio, en un orden de tiempo y en
una composición tiempo y espacio, es decir, geográfica y demográ-
ficamente; d) situar a los sujetos y a los objetos en el complejo con-
junto de relaciones, las relaciones sociales también articulan órdenes
entre personas y cosas de acuerdo con estrategias de control y direc-
ciones; e) preguntarse ¿qué representa este fenómeno u organización
en este momento de la historia, desde una aproximación micro, meso
y macro?; y f) buscar las cosas y las palabras que dan cuenta del fenó-
meno para encontrar las formas que lo contienen y los enunciados.
Los enunciados y las palabras son una función de existencia que
pertenece a los signos, pero que se imbrica en las cosas (Foucault,
citado en Díaz, 1993); en otras palabras, todo discurso se perfila
según un juego contrastador de permisiones y restricciones que ge-
neran realidad, también mediante las palabras que se usan y cómo
disponen en un estudio.
Patricio Rivas Herrera
58
De esta forma, se sugiere la construcción de una microtopogra-
fía del conflicto global, de sus campos de lucha, de sus modelos de
acción, de sus flancos débiles, de sus actores y, en especial, de sus
desplazamientos y correlaciones de fuerza.
La amplitud del proyecto de Foucault no discurre por los cana-
les clásicos de la academia y las disciplinas de las ciencias sociales.
Foucault funda un nuevo territorio de estudio y un conjunto de me-
todologías adecuadas para explorar esa geografía emergente, rede-
finiendo la historia, la antropología, la filosofía y la propia herme-
néutica. Analizado desde los modelos de conflictos estratégicos sus
aportes no son plenos, ni formales, pero sí otorgan potentes insinua-
ciones en los capítulos de cuerpo, energía, instituciones, verdad, sa-
ber, historia y poder. Su significación para nosotros emana también
del hecho de que nos permite salir de la noción de poder y verdad
como institución y fetiche.
Como destacamos en páginas anteriores, el diálogo entre las ela-
boraciones de los teóricos de la guerra y los del ámbito del poder
—que de muchas formas son uno y lo mismo—, se hace luminoso
porque alude desde sus bases a una conceptualización de lo social
como un ejercicio dinámico y múltiple que va definiendo niveles de
realidad, es decir, es constitutivo de lo social.
También porque no sitúa los conflictos como algo exterior al or-
den histórico de las sociedades humanas, sino como parte de las ma-
trices que nos han definido como especie social. Esto que de manera
diferente, pero posible de vincular, lo podremos observar en Hobbes
y luego en Kant y Rousseau, gesta una sensibilidad analítica tan rigu-
rosa como creativa.
Carl von Clausewitz (1780-1831), a fines del siglo xvIII, realiza un
riguroso análisis de las acciones bélicas que ilumina no solo la com-
prensión de este tipo de conflictos, sino el estudio de las relaciones
internacionales, políticas, de los conflictos de menor intensidad, así
como los asuntos tratados por la inteligencia estratégica. Al mismo
tiempo, sus categorías son susceptibles de ser puestas en juego en
análisis de situación y prospección. Convengamos que —como repe-
timos— la imagen del duelo de voluntades y de desarme moral del
Tramas y pistas de la historia 59
contendor es sugerente, porque nos permite fijarnos en la naturaleza
social de los choques de fuerzas y no quedar petrificados en la figura
ingenua de un choque de fuerzas sin relaciones sociales.
La guerra, y por ende los conflictos en sus diversas intensidades,
deben entenderse como un duelo a una escala más amplia, es decir,
como una situación en la cual dos luchadores (en nuestro caso dos
países, sectores o grupos en conflicto) tratan de imponer al otro su
voluntad por medio de la fuerza física. El propósito del duelo es derri-
bar al adversario e incapacitarlo para ofrecer resistencia, es decir, los
implicados persiguen un mismo objetivo; por tanto, se trata de una
situación simétrica, que tiende hacia el extremo de violencia, pero se
regula en virtud de la política. De otra forma, sería pura irracionali-
dad y desgaste de ambos contendores.
Ya desde la teoría política clásica, desde Maquiavelo y Hobbes, la
guerra como fenómeno humano es un elemento constitutivo de los
órdenes sociales e incluso fundante de la paz. Hobbes establece que
una de las motivaciones sobre las cuales se funda el poder es el mie-
do, en especial el que se basa en el pavor a perder la vida (Hyndess,
1997). Lo que importa desde el pensamiento clásico en adelante es
destacar que la guerra no es un asunto extraño y exterior a las rela-
ciones sociales mismas.
Consistentemente con ello, desde Clausewitz, la guerra y las di-
námicas de conflicto deben asumirse no como un acto aislado que
estalla de manera súbita, sino como una situación histórica que se
desencadena a partir de un “motivo hostil” y de una política que
la sustenta y permite. Del mismo modo, todos conflictos deberían
comprenderse desde una perspectiva clausewitziana como situacio-
nes que afectan e interesan a los actores sociales y políticos, a los
gobernantes, en tanto es un instrumento político que pertenece al
dominio de la inteligencia pura, a los encargados de la defensa y se-
guridad, en cuanto es un juego de azar, estrategias, tácticas y proba-
bilidades; y al pueblo en la medida en que exalta su pasión y enemis-
tad. Es claro que estas conceptualizaciones se sitúan en el trabajo de
un texto que tiene un fuerte contenido filosófico y que responde en
su estilo a las culturas analíticas de ese período, cuyo legado persiste
Patricio Rivas Herrera
60
hasta nuestros días. Sin embargo, el De la Guerra de Clausewitz viene
a significar un modelo de análisis político social de un conflicto. No
buscamos en él alguna actualidad tecnológica o táctica, sino una
ontología de la guerra.
Clausewitz sabe que la vida social y política en sí misma no está
fraguada desde la violencia pura, de hecho se ha demostrado que
las diversas formas de violencia armada a lo largo de la historia no
han sido los únicos fundamentos de la vida en comunidad, sino que
emergen como productos de intereses no solo económicos, sino tam-
bién culturales, religiosos y políticos, que adquieren un carácter de
resolución armada por la voluntad consciente de alguno de los ac-
tores de someter plenamente al otro (Naville, 1972). Pero, como se
sabe, no hay victoria total y permanente de un actor sobre otro, por
lo cual la noción de derrota al ser historiada asume ambivalencias y
posibilidades amplias de reapertura de nuevos conflictos, por parte
de aquel que se suponía desecho de una vez para siempre.
Dado que el desarme del enemigo es el objetivo de la guerra,
Clausewitz sugiere que para alcanzar este propósito el orden natural
es destruir las fuerzas militares, destinadas a la defensa del país o te-
rritorio y conquistar este último. La combinación de estos dos hechos
reacciona el uno sobre el otro, la pérdida del territorio ayuda a debi-
litar las fuerzas militares y la ocupación del territorio permite exigir
contribuciones y causar daño. Aquí se observa dos soportes esencia-
les de su mirada que se articulan a una analítica más amplia sobre
la relación poder: la de desarme, es decir, quitar algo, en la que lo
esencial es arrebatarle la voluntad al contendor. Y, en segundo lugar,
la de territorio, que no se reduce al espacio geográfico simple, sino
que habla de relaciones sociales, de asentamiento de los grupos hu-
manos y de sus condiciones de existencia material. La territorialidad
esencial de lo social son los cuerpos de las personas, sus capacidades
productivas y reproductivas, sus condiciones para establecer nexos y
agrupamientos amplios. La relación del cuerpo con el territorio geo-
gráfico está mediada por una permanente tensión entre adaptación
y desplazamiento.
Tramas y pistas de la historia 61
Los aportes de Clausewitz resultan especialmente relevantes en un
mundo en el cual, desde el derrumbe de la URSS, los conflictos y, de
modo particular, los internos no han desaparecido, es más, tienden a
proliferar al amparo de nuevas formas. La violencia social y su forma
de abordarla se ha ido redefiniendo e inclusive amplificando en el
curso de las últimas décadas, y se puede contemplar cómo los análi-
sis sobre estos fenómenos en general han quedado atrapados en los
modelos disciplinarios, policiales y en las salidas militares, porque
justamente la noción de territorio en un mundo en rápida articula-
ción continúa asiduo a espacios políticos, productivos y culturales de
naturaleza convencional. Del mismo modo, la noción de control del
territorio se entiende todavía desde un ángulo disciplinario de cerco
y dominio.
El trabajo que realiza el autor sobre la noción de azar, al señalar
que este desempeña un papel relevante en todo el conflicto, lo apro-
xima a los modelos probabilísticos y obliga al pensamiento estraté-
gico en todas sus dimensiones a transitar por ese difícil camino de
integrar lo eventual, latente o de difícil emergencia en las estructuras
de reflexión estratégica, que son las que organizan las fuerzas en el
tiempo y en el espacio del conflicto.
Desde esta tradición, para el análisis estratégico es recomendable
resaltar algunos aspectos centrales como los siguientes: a) la consi-
deración en una situación de conflicto de la naturaleza de los fines,
de los medios y de las circunstancias en que se ponen en juego; b)
el elemento sorpresa; c) la estratagema; d) la concentración de las
fuerzas en el espacio y en el tiempo; e) la economía de fuerzas; y f) los
factores que inciden en la suspensión de la acción en la guerra.
Con frecuencia se ha señalado que existe una diferencia entre
Clausewitz y Liddell Hart16 desde un ángulo histórico y metodológico;
el argumento es razonable, dado que el primero enfatiza la derrota
directa del adversario desde la tradición napoleónica, mientras que
Liddell Hart sustenta su modelo en un juego indirecto de aproxima-
ción, neutralización, debilitamiento y derrota del adversario. Pero
ambos aluden al ejercicio de la guerra y de los conflictos como un
16 Sir Basil Henry Liddell Hart fue un historiador militar, escritor y periodista británico.
Patricio Rivas Herrera
62
proceso susceptible de ser analizado con marcos teóricos y metodo-
lógicos diversos, y en los dos casos, la guerra como empresa social
racional, se supedita a la política entendida como parte de una gran
estrategia de país, Estado y fuerzas sociales.
Al igual que en Clausewitz, el objetivo de la guerra y de los con-
flictos es el debilitamiento de la voluntad del oponente, pero en este
caso la estrategia estaría orientada a la “dislocación psicológica del
enemigo”, por medio de la destrucción de la organización de sus
fuerzas y de la desintegración de sus condiciones de producción y
reproducción material, en su retaguardia estratégica, pero también
en el campo de sus alianzas generales.
Entre los aportes de Liddell Hart, destaca la necesidad de tener
objetivos alternativos (objetivos de oportunidad), un plan que pue-
da ser fácilmente variado y ajustado a las circunstancias, y sus ocho
axiomas aplicables a la estrategia y la táctica: 1) ajustar el objetivo a
los medios disponibles; 2) mantener el objetivo constantemente en la
mente; 3) escoger la línea de acción más inesperada; 4) aprovechar
la línea de menor resistencia; 5) tomar una dirección operativa que
ofrezca objetivos alternativos; 6) asegurar que el plan y las disposicio-
nes sean flexibles; 7) no lanzar todas las fuerzas en un solo golpe; y 8)
no repetir un ataque en la misma forma o dirección si ha fracasado
con anterioridad. En definitiva, la aproximación indirecta propuesta
permite pasar de una resistencia y defensa estratégica a una ofensiva,
preparando de forma gradual las condiciones materiales, políticas y
morales para la derrota del adversario.
El proceso mediante el cual se construye un conocimiento estra-
tégico en condiciones de operar como fuerza material en el teatro de
los conflictos implica ciertas operaciones que son parte de las formas
en que socialmente se produce saber.
De forma muy esquemática se resalta lo siguiente: 1) definir la es-
cala del fenómeno, es decir, conocer el grado de arranque y potencial
que alcanzará el conflicto, sus territorialidades geográficas y sociales
implicadas, y movilizar la lógica del escalonamiento más probable;
2) las escalas de tiempo, cuál es el marco general temporal posible y
deseable de todo el conflicto y de sus aspectos más relevantes; 3) el
Tramas y pistas de la historia 63
umbral de inestabilidad, es decir, aquellos aspectos o procesos que
pueden perturbar toda la base de cálculos produciendo efectos sú-
bitos e indeseados (García, 2006); y 4) desarrollar una conciencia
estratégica, lo cual implica superar las fases del egocentrismo de la
reflexión y pensar con todos sobre la totalidad del conflicto.
Enfrentados a la necesaria modelización estratégica y de sus mar-
cos de análisis, también desde el ángulo de la inteligencia estratégica,
hay que resaltar que estas recorren múltiples caminos paralelos has-
ta llegar a una fórmula aceptable, es decir, a un estadio del diseño
que permita la comprensión de los fenómenos. Asunto laborioso que
debe vincular la estructura general del conflicto y sus fuerzas compro-
metidas con el proceso del conflicto, que remite a las dinámicas. En
este particular, la inteligencia estratégica trabaja con mayor énfasis
las eventualidades, posibilidades y disrupciones de lo que ocurre, que
con los datos duros de los hechos cotidianos (García, 2006). Los
cuales son más datos que procesos; esto último es la geografía del
análisis de inteligencia estratégica.
Sin embargo, modelizando de forma más didáctica, se pueden
orientar cuatro sugerencias: a) observar hechos lineales simples, cuya
concatenación se infiere en general en la relación a-b-c; b) hechos
lineales bifurcados, cuya concatenación tiene varios caminos de sali-
da; c) hechos multivariables, en los que se sabe que hay muchas vías
de salida, pero no se conocen todas ni sus probabilidades específi-
cas; y d) hechos disruptivos, en los que aparece h, sin provenir de a,
es lo emergente y sorpresivo que podría llegar a reordenar todo el
panorama general.
Desde este ángulo, todos los hechos contienen por lo menos cua-
tro variables: el efecto; la cantidad de información que contiene un
hecho información-complejidad; la demografía y geografía implica-
da; y, por último, la historia del hecho.
Más allá de las formalizaciones lineales o de sentido común, se
trata de estructurar modelos complejos de conflicto a partir del cam-
po de intereses y determinaciones de largo aliento, que consideren el
resto de las fuerzas en juego.
Patricio Rivas Herrera
64
Sin embargo, es importante advertir que el análisis estratégico no
se circunscribe a las teorías del conflicto y la guerra, aunque des-
de luego y en la medida en que refiere a las relaciones de poder, se
sostiene también desde estas tradiciones teóricas e intelectuales, que
en nuestra época han derivado en la teoría de juegos, entre otros
modelos.
El uso del análisis estratégico en la teoría social, política y eco-
nómica actual se despliega también hacia los grandes temas de las
relaciones internacionales, de los modelos de desarrollo, de partici-
pación, de lógicas institucionales y de construcciones programáticas.
Por esto, ha ido ensanchando sus recursos conceptuales, sus instru-
mentos teóricos de producción de información, y los procedimientos
de integración de estos saberes en planos más amplios.
Gráfico 2
Con independencia del enfoque teórico y del nivel de análisis, la
complejidad actual, exige que el análisis estratégico de fenómenos y
organizaciones incluya:
Micro
, elemento endógenos.
Macro, factores exógenos, generales:
procesos demográficos, política
internacional, economía cultura,
ideologías, las interrelaciones.
Meso, factores ex
ógenos, entorno legal,
político, socioeconómico inmediato.
Niveles de
análisis:
Reactivo
Preactivo
Proactivo
Fuente: elaboración propia (2020).
Con todo y con independencia de los fenómenos estudiados, de
los enfoques teóricos empleados y de sus niveles de análisis (reactivo,
preactivo o proactivo), la pretensión predictiva debe ser tomada con
mucha cautela en las condiciones de acelerada transformación a la
que nos precipita el siglo xxI.
Tramas y pistas de la historia 65
La predicción irrumpe, según Popper, sobre la base del sentido co-
mún que afirma “que todo acontecimiento es causado por un acon-
tecimiento, de suerte que todo acontecimiento podría ser predicho
o explicado […]. Por otra parte, el sentido atribuye a las personas
sanas y adultas la capacidad de elegir libremente entre varios cami-
nos distintos de acción” (Prigogine, 1996, p. 9). Sin establecer ana-
logías fáciles entre los procesos entrópicos y los procesos sociales, es
hoy crecientemente diáfano que las estructuras del siglo xx al entrar
en articulaciones sistémicas en escala mundializada no tienden a un
nuevo orden como se pretende señalar, sino a un dinámico desorden
que genera estabilidades periódicas, irregulares y en transformación.
Por ello, prever en el sentido que el positivismo enuncia para las
disciplinas políticas, sociales, económicas, militares y de inteligen-
cia es una pretensión que carece crecientemente de fundamentos.
Lo que sí se puede aproximar son algo más que probabilidades, es
posible definir modelos complejos de estudio que sean abiertos a la
interferencia de factores inesperados.
En este plano habría que enfatizar tres aspectos. En primer lugar,
que lo que aparece con creciente relevancia es el imperativo de com-
prender el ámbito de lo social como un territorio que genera efectos
trascedentes y de largo alcance, y que con frecuencia es subestimado
por la tendencia a focalizar la mirada en lo político en un sentido
amplio.
Por otra parte, por más información estratégica de buena calidad
que se tenga, si esta no es integrada a un modelo amplio, riguroso y
refinado, se cristalizará como dato, como hecho ahistórico, produ-
ciendo errores muchas veces básicos.
Por último, el análisis estratégico se realiza en un espacio de con-
flicto en el que otros actores probablemente implementan el mismo
tipo de ejercicio, e incluso generan ignorancia activa por la vía de una
estrategia de contra información, acciones que están orientadas a
confundir los niveles de conocimiento alcanzado. Por ello, es posible
hablar de dos niveles: el que alimenta la toma adecuada y oportuna
de decisiones, y el de la gran política, es decir, el que implica a la in-
teligencia estratégica global.
Patricio Rivas Herrera
66
La producción de inteligencia estratégica remite a una forma de
producción de conocimiento que no solo trabaja amplios radios de
análisis multidisciplinarios, en ámbitos estructurales o procesales di-
versos, es también una dinámica que vincula ciencia y artesanía. Son
modelos que mantienen una relación abierta con los clásicos asuntos
de saber ver, saber registrar, saber analizar y saber integrar en una
relación compleja, superando las falacias que lo que se ve es lo que
existe o que ya se sabe. El conocimiento implica la superación de una
serie de dificultades en sus procesos de gestación; por ello, el análisis
estratégico no se toma, se forja en una relación entre teoría, historia
y sociedad que no termina de instalarse como un saber definitivo.
En las condiciones del siglo xxI el uso intensivo de la antropología
cultural, de la economía política, de las relaciones internacionales,
la geografía y la historia en sus distintas escuelas, es parte del instru-
mental básico para tres procesos esenciales de lo que se denomina
inteligencia estratégica: reconocer lo relevante; describir su composi-
ción de fuerzas y eventualidades de evolución; entender las tenden-
cias que lo constituyen, lo ponen en movimiento y lo dirigen. Estas
cartografías de situaciones imprescindibles tienen poca claridad y
definición si no se cuenta con una relación física, terrenal y práctica
con el proceso mismo, si no se sabe cómo se han constituido sus ac-
tores sociales, políticos y estructuras de mando, si no se identifican
sus tensiones internas y diversas identidades. Sobre esto, lo que hoy
se contempla son grandes asimetrías, por un lado, se comprenden
y cuantifican los grandes procesos, sus magnitudes y extensiones; y
por otra, existe una asombrosa ignorancia de lo molecular, de lo in-
terno, sectorial y cotidiano que define los campos en conflicto a nivel
mundial.
67
El envejecimiento de las analíticas
y sus efectos críticos
Jugando go17
El analIsTa dE esta época debe tener, de manera indispensable, un co-
nocimiento de los asuntos contemporáneos a escala internacional,
apoyándose en modelos de saber y análisis con fundamentos acadé-
micos actuales y adaptados a los temas de seguimiento e investiga-
ciones. Además, realizar cartografías temáticas amplias por temas
de análisis y pensamientos de contextos amplios y sofisticados de
cada línea analítica.
Cuando se verifica una posibilidad de error en los estudios estra-
tégicos, lo más probable es que este evento ocurra ampliando sus
márgenes de impacto más allá de lo que se ve. Los errores suelen ser
persistentes, las victorias son más frágiles. Una equivocación en las
conclusiones y sugerencias de un trabajo gesta efectos delicados en las
decisiones. También acontece que una vez madurado el error, las po-
sibilidades de superarlo son muy pocas, aunque reales cuando se tiene
la flexibilidad intelectual dispuesta. Una equivocación de graves costos
es muy frecuente en la historia intelectual y moral de los estudios es-
tratégicos. Pero su gravedad se multiplica en el momento en que, por
dogmatismos, se insiste en el error pensando que es un tema menor.
Un buen análisis no es el que no tiene ninguna zona gris o de faltas
posibles; es mucho más el que fue diseñado también y además para
17 El juego go “se trata de una prueba de estrategia, considerada por algunos como la más an-
tigua del mundo. Aunque sus orígenes no están claros, se cree que apareció hace unos 4000
años en China. […] En el go, los jugadores deben conquistar el mayor territorio posible co-
locando unas piedras blancas y negras sobre un tablero. […] En este juego, dos contrincan-
tes colocan alternativamente piezas en blanco y negro sobre una cuadrícula (por lo general,
de 19x19 o 13x13 intersecciones) con el objetivo de rodear al enemigo y ocupar más territo-
rio que el oponente al final de la partida”. Ver más en ABC. (9/3/2016). ¿En qué consiste el jue-
go del Go? Recuperado de https://www.abc.es/ciencia/abci-consiste-juego-201603091438_
noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F
Patricio Rivas Herrera
68
ser corregido, si es necesario, en virtud de nuevos fenómenos y mejo-
res complementos. Hay varias dimensiones en el diseño de un estudio
estratégico, los más relevantes remiten frecuentemente y surcan los
siguientes asuntos: definir el campo político y temático sobre el cual
se trabaja: político, geopolítico, económico, cultural, de seguridad
exterior o interior, social, moral, teórico, entre una variedad de otras
opciones;18 saber cuáles son los recursos materiales e intelectuales
que se utilizan por parte de las fracciones en conflicto; saber definir
y observar cuáles son los territorios sociales y simbólicos que cada
fuerza construye y utiliza como retaguardia. Conocer los sistemas de
alianzas y articulaciones de fuerzas nacionales e internacionales de
las cuales cada uno dispone. También, cuál es la imagen de victoria y
los fundamentos de estos que cada fracción define como deseables.
Esto importa porque en esta visión se pueden comprender las volun-
tades en juego, sus capacidades de mando y manejo, sus densidades
de formación para asumir metas complejas y claridad de objetivos.
Estas descripciones son gruesas y esquemáticas, pero es necesario
entender que hay entre ellas múltiples niveles y variables presentes, de
acuerdo con las formas que vayan asumiendo los cambios y giros de
fuerzas materiales y morales en juego. Al utilizar las nociones como
campo de estudio, de disciplinas o de trabajo intelectual analítico,
aludimos a un conjunto vasto de reflexiones que se basan en una o
más teorías y epistemes, conceptos y referencias históricas, metodo-
logías casi siempre de manera más híbrida que pura, en brazos de
que la realidad que es el objeto-sujeto del trabajo, es un conjunto
muy diverso de relaciones sociales y de lucha.
Por graficar complejidades emergentes, signemos que la virtuali-
dad como territorio mundializado y recurso en los nuevos conflictos
regulares e irregulares, sociales y políticos, materiales y culturales,
implica un tipo de disputas por las hegemonías que irá escalando
sin pausa. Esto introduce originales medios de las fuerzas, pero no
debe ser el fetiche tecnológico el eje observado, sino la capacidad
18 Además, es importante considerar que esos esfuerzos demandan: “valentía, esfuerzo físico,
voluntad, contar con información y manejar la fricción. El conocimiento debe convertirse
en habilidad práctica”. En Rivas, P. (2003). Carl von Clausewitz (1780-1831) [Material de cla-
ses]. Santiago de Chile.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 69
de producir esa tecnología, centrarla en logros amplios y cubrir sus
propias fuentes de orígenes. En la actualidad, las posibilidades tec-
nológicas son inmensas, pero su uso amplio, constante y estratégico
recién está en los niveles de despegue. Es esto último lo que se debe
analizar como potencia social más que tecnológica.
La virtualidad es una variedad de relaciones simbólicas que tienen
efectos materiales trascendentes; es un campo territorial de vínculos
en los que los mensajes se ubican en ámbitos lúdicos de construcción
de relaciones de poder. Este territorio no está en los artefactos que lo
trasmiten, sino en diversos niveles de conciencia de todos los usua-
rios. Estos mensajes resitúan opciones culturales y políticas, y pueden
congregar disposiciones de movilizaciones amplias de naturaleza fác-
tica y simbólica, es decir, son un ámbito de los conflictos mundiales
en desarrollo y, con toda certidumbre, un recurso material de la for-
mación, desarrollo, conducción, uso y multiplicaciones de fuerzas.
Esto ordena cuatro ámbitos nuevos que alteran las rutinas analí-
ticas. Primero, el plano psicosocial forjado en las relaciones sociales,
y las traducciones culturales de cada cual en contextos grupales; es
decir, el sujeto en sus variados contextos de vida. Segundo, los cam-
bios valóricos radicales que esto está expandiendo, desde lo cual se
van gestando nuevas opciones de valores culturales y políticos que
resitúan las lógicas de los sistemas políticos desde sus bases mismas;
lo cual es poco advertido por las instituciones políticas históricas.
En tercer lugar, la posibilidad inmediata de ensamblar las acciones
de diversos tipos con iguales a escala mundial en tiempo real, lo que
altera la nación, fuerza recursos hacia redes múltiples. Desde aquí
medir una fuerza o un conflicto es ya un tema inmediatamente mun-
dial. Por último, la situación emergente de inteligencia colectiva de
todo sujeto o grupos con accesos a las redes, los cuales pueden pro-
cesar información de gran solidez y sentido de usos. Pero también las
posibilidades de desinformaciones y hostigamiento activo de otros
actores con accesos a las redes virtuales.
Lo anterior ha afectado profundamente al Estado en sus formas
de organización, planificación, evaluación y movimiento de recursos.
La multiplicidad de acciones simultáneas permitiría hacer acciones
Patricio Rivas Herrera
70
complejas en varias dimensiones, logrando tasas de eficacias incon-
cebibles para muchos en el siglo xx. Pero también la territorialidad
más amplia de los países, naciones, localidades y sistemas mundiales
tiene las mismas posibilidades de acceso por esto, en la propia noción
de realidad que se dimensionó en muchas direcciones, alternativas y
polémicas de las acciones del Estado. Se le puede observar, analizar
y dislocar en cada una de sus acciones generales. En síntesis, en este
plano, cada actor social tiene acceso a múltiples saberes, en primer
lugar, de alta densidad y también a los recursos tecnológicos que le
permiten pensar, actuar y producir efectos materiales en la realidad.
Las tecnologías y la inteligencia artificial, de manera singular, se-
rán en el corto plazo un punto de ruptura de las rutinas que han
sobrevivido al inicio de este siglo, incluso a los niveles más recientes
de saltos tecnológicos. Ahora bien, en este particular es de efectos de
cascadas, ya que alterará los patrones de análisis en unos planos que
podemos denominar de multiplicidades dinámicas. Al someter un
tema y proceso a estudio se podrán establecer cientos de relaciones
posibles y eventualidades latentes de caso. Pero aquí regresamos a un
aspecto importante ya insinuado en la noción de fetichismo tecnoló-
gico. Lo determinante de todos estos avances tecnológicos serán las
capacidades teóricas y epistémicas de los estudiosos del tema para
analizar opciones y resultados.
El Estado del siglo xxI, en principio, responde también a las imáge-
nes de comprensión superior de la historia, la actualidad y el futuro.
Aun asumiendo las debilidades del discurso neoclásico luego del año
2008, y ahora con la pandemia, el caso es que las adaptaciones de la
institución Estado al nuevo ciclo mundial de la economía internacio-
nal, lo han dejado con singulares rigideces para adaptarse a los cam-
bios en las lógicas productivas laborales y de representaciones polí-
ticas, frente a los asuntos clásicos y los fenómenos emergentes. Su
legitimidad y autoridad estará en duda como hace décadas, que no
ocurría el covid-19, y los empobrecimientos son un clima de riesgos
para las ya frágiles estabilidades en muchas naciones y localidades.
Desde sus situaciones en la cúspide de la pirámide política y
con amplias fuentes de recurso a sus disposiciones, el Estado y la
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 71
estatalidad están ya siendo desafiados como nunca antes. En efecto,
esta instancia de poder legítimo que no solo tiene el monopolio de la
violencia,19 sino es la cúspide de la unidad nacional logra, en muchos
casos, reorientar procesos de crisis, superarlos y consensuar nuevas
cotas de desarrollo colectivo y nacional. Pero en otras situaciones
se encuentra compelido por fuerzas mundiales y regionales que lo
contextúan y por esto acotan, haciendo evidente que es el orden sis-
témico internacional el que ingresó como actor esencial a la vida del
Estado. Hay una senda de errores evitables de las variadas institucio-
nes de los sistemas políticos a lo largo de la historia política que, en
este siglo, conjuga variadas tendencias: la mundialización de las rela-
ciones sociales y culturales en plenos climas de cambios; las distintas
manifestaciones de las crisis de identidad con la política como cultu-
ra y mecanismo. De la disolución de los sentidos de comunidades bá-
sicas de los grupos y comunidades históricas; de agobios pesimistas
respecto a las ideas de futuros que viene a corresponder a la noción
de la vida como un juego intenso, situado en un presente ancho en el
que, según esto, hay que gastar la vida rápida e intensamente.
El analista, de manera singular el que tiene que ser parte de de-
cisiones trascendentes, está circulando por un período histórico de
grandes tramas teóricas y prácticas. Su tema es analizar el ámbito
de lo real y definir singularidades de riesgos, niveles de complejidad,
formas de darles seguimientos a tendencias que comprometen la es-
tabilidad o someten a los órdenes de distintos tipos de fracturas o,
por lo menos, debilidades. A veces logra adelantar lo nuevo, otras
solo alcanzar comprensión cuando esto novedoso solo está en mar-
cha; pero siempre su dilema es intenso al borde del agotamiento psi-
cológico. En cortos tiempos se puede modificar la situación mundial
y nacional, y con ello dejar en desuso muchas políticas y programas
de Estados e instituciones. Se verá obligado a explicar sus equivo-
caciones y definir nuevos marcos de referencias. Muchas veces sus
sugerencias no son asumidas en brazos del hecho que chocan con las
19 “[El] Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el ‘te-
rritorio’ es elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia fí-
sica legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e indi-
viduos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado lo
permite. El Estado es la única fuente del ‘derecho’ a la violencia” (Weber, 2009).
Patricio Rivas Herrera
72
verdades establecidas por motivos diversos, por otros equipos o au-
toridades. Esto ocurre en todo tipo de organización humana, y más
aún, en las cuales se concentran definiciones de poder.
Se puede enfatizar una vez más, que estos dilemas se resuelven uti-
lizando modelos de complejidad como veremos más adelante. Pero
estas teorías no son proféticas, como cualesquiera de otros campos
teóricos están sujetas a las variables históricas latentes y emergentes
que irrumpen de manera tan inesperada como inédita, como sucedió
con el ataque a las Torres Gemelas y con la expansión pandémica del
covid-19.
Los dos temas anteriores tienen largos tiempos de estudio por
parte de organizaciones especializadas. El terrorismo en sus versiones
integristas y religiosas, era parte de agendas y programas de estudios
desde fines de la década de3 1970, por lo menos. Pero aun así sor-
prendió por su audacia, capacidad de ejecución y sorpresa. El tema
no es si se le tenía como fenómeno de alto riesgo posible, el asunto
es que no se asumió como variable operativa real. Con la pandemia
en el 2020 acontece una fenomenología análoga. La Organización
Mundial de la Salud (OMS), entre varias intuiciones de salud mun-
dial y academias, tenían ubicado una posibilidad de esta gravedad y
naturaleza20, pero gobiernos y organismo multilaterales no resolvie-
ron en términos organizativos planes de contingencias que se activa-
rían a nivel mundial de forma efectiva.
El punto crucial no está en acumular todas las opciones trágicas y
sorpresivas posibles en documentos clasificados, sino en contar con
una articulada capacidad de reacción organizada, rápida y coordi-
nada. Esto nos induce a resaltar las capacidades de las instituciones
específicas de un sistema político nacional. Si esto es frágil, es muy lá-
bil la utilidad de contar con abultados estudios de eventualidades no
20 En marzo de 2020, el director general de la OMS advirtió: “La OMS ha estado evaluando
este brote durante todo el día y estamos profundamente preocupados tanto por los niveles
alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción. Por lo
tanto, hemos evaluado que COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia […]. Nun-
ca antes habíamos visto una pandemia provocada por un coronavirus. Y nunca antes he-
mos visto una pandemia que pueda ser controlada, al mismo tiempo” (Organización Mun-
dial de la Salud, 2020).
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 73
tendrá mucho efecto. Por esto, hay que destacar una triple situación:
estudios estratégicos de crisis, planes de contingencias, y profesio-
nales y expertos adecuados y capaces de entrelazar sobre la marcha
respuestas flexibles.
Desde un enfoque esquemático y restringido, pero no clásico, el
análisis estratégico remite al saber producido sobre la evolución de
las relaciones de poder entre fuerza en conflicto o en condiciones po-
tenciales de serlo. Por esto, nos habla de la formación de fuerzas y su
despliegue en el tiempo y espacio considerado en el estudio de con-
tingencia, y desplazamientos de crisis de diferentes niveles y tiempos
de duración. Es al interior de este ámbito estratégico que los estudios
de inteligencia adquieren centralidad en la medida que, por las vías
de fuentes directas e indirectas con los usos de medios diversos, acu-
mula, produce, analiza y establece a partir de esa información que
es en esencia un saber poder en la medida en que es un recurso del
conflicto que esta produce. Pero por lo menos para que esto tenga
sentido e impacto, es necesario que los tomadores de decisiones se-
pan qué hacer con las sugerencias, poniéndolas en relación con otros
tipos de análisis y dinámicas de mando y decisiones en arcos de ca-
pacidades de síntesis relevantes.
Asumamos que las relaciones múltiples entre pandemia, pobreza,
muerte y estabilidad política y social, abrió múltiples juegos opciona-
les que van desde las resignaciones amplias frente a las incertidum-
bres en desarrollo, hasta las rebeldías en acciones culturales, políti-
cas y psicosociales. Viviremos un clima de amplios cambios frente a
lo cual hay pocas capacidades de análisis acumuladas, en buena me-
dida, por las fragilidades teóricas del análisis estratégico de corriente
principal muy apegado a las nociones de crisis clásicas —las cuales
seguirán ocurriendo—, o por lo menos disruptivas, pero localizadas.
También muy subsumidas en la pura geopolítica convencional.
Los tomadores de decisiones tienen así, frente a ellos, un conjunto
de estudios que le indican eventualidades que deben ser comprendi-
das no como profecías, sino como una carta muy amplia de navega-
ción dentro de mares difíciles en el mejor de los casos. Su capacidad
de lectura y comprensión hermenéutica es determinante. Dialogar
Patricio Rivas Herrera
74
con estos escritos, ponerlos en duda, interrogar sobre sus supuestos y
rigor, es también una variable que hace del análisis de inteligencia, en
geometrías del siglo xxI, un rasgo de la conducción de una situación
y sus fuerzas. La historia, por lo menos la inmediata, es cruel con los
tomadores de decisiones o personas de responsabilidades cuando
estos no aciertan, pero más aún cuando no logran comprender las
cusas de sus propios fracasos analíticos y de decisiones.
Una decisión implica exponer —poner en riesgos— las fuerzas
producidas, con frecuencia, en tiempos largos. Sus degastes impro-
ductivos o sus fracasos parciales significan altos costos inmediatos o
tendenciales, que de pronto con el correr del tiempo se difuminan en
términos de sus orígenes y responsabilidades más largas. Sin aceptar
que toda decisión es un arte que conjuga experticias con capacidades
en todas las circunstancias, ya que muchas veces las coordenadas de
análisis y determinación llegan fraguadas al momento de la conduc-
ción estratégica o pueden ser demasiado obvias.21
Pero lo que sí es claro, es que las decisiones que se infieren de los
análisis estratégicos implican como condición de éxito un grupo de
dirección con capacidades, por lo general, poco frecuente cuando en
variadas épocas y escenarios, lo que es habitual es la rutina y también
su derivado la inercia intelectual y política.
El análisis estratégico que se puede localizar dentro del campo
vasto de las Ciencias Políticas y de las teorías de las guerras y el con-
flicto, como situación sustantiva de la vida y la dinámica política en
un plano de historia amplia, larga y profunda22, podría encontrar
antecedentes claves en La República de Platón, la Política de Aristóteles,
La República de Cicerón, Del gobierno de los príncipes de Santo Tomas de
Aquino, que lo centrase en la convivencia social; y, por ello, en los
modelos de las relaciones que aluden y nos iluminan sobre la esta-
bilidad del gobierno y sus riesgos.23 Siendo lo singular hoy de estas
miradas y estudios, la capacidad en el despliegue social, político y
material de programas y fuerzas.
21 Al respecto, ver Gramsci (2018) y Maquiavelo (2010).
22 Véase Rivas, P. (2019b). Raymond Aron en los intersticios de los siglos [inédito]. Quito: IAEN.
23 Ver más en Gorbachov (1996); Kissinger (1980); Liddell Hart (2018).
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 75
Podríamos afirmar que el análisis estratégico y las artesanías que
lo sostienen, como son los estudios de inteligencia estratégica, tácti-
ca, e incluso de coyuntura, han ganado autonomía de campo disci-
plinario y metodológico. Empero, esta autonomía tiene una situación
muy heterogénea en relación con cada país, fuerza, gobierno y ciclo
político nacional.
También hay que destacar que hay una fértil relación entre análisis
y acción estratégica, y la producción de discursos de verdad desde un
sentido foucaulteano.24 Es decir, que hay ocasiones en que el éxito de-
pende más del poder material y logístico que de la calidad del análisis
o de las acciones del despliegue estratégico de una operación, pro-
grama o política. En un trabajo ya antiguo pero original, Lawrence
Leshan25 incorpora los turbulentos campos de las emociones en las
tomas de decisiones; diferencia entre las guerras y conflictos místi-
cos, en los que nuestras limitaciones dibujan al enemigo y llevan a
extremos de irracionalidad y fallas de cálculo y comprensiones, y las
guerras sensoriales en las que ya no es la lucha del bien contra el
mal como en el ejemplo anterior, sino unos conjuntos aparentemen-
te fríos de decisiones calculadas, que evitan mostrar tanto el odio
contra el otro como las fuerzas de los conflictos. Es decir, la gran
mascarada de una racionalidad fría que en efecto no existe. Algunas
de las premisas de sus escritos son discutibles, pero aporta marcos de
referencias más anchos para analizar los encuentros en sus diversas
situaciones; también en las referidas en las luchas internas incluso
cuando el Estado, por ejemplo, se empeña en la contención del delito
en sus versiones más actuales que se articulan como trasnacionales
y se organizan como empresas, por ello susceptibles de ser escudri-
ñados con las formas de empresas, diseñando alrededor de grandes
frases movilizadoras sus acciones como fue con el presidente Richard
Nixon en la guerra contra la droga.
Hay un análisis ya clásico que urde las limitaciones de los análi-
sis políticos estratégicos de inteligencia, en los que predominan, de
24 Ver más en Foucault (2009).
25 Véase LeShan, L. (1992). La psicología de la guerra: un estudio de su mística y su locura. Chile: An-
drés Bello.
Patricio Rivas Herrera
76
manera clara, la ceguera y la obcecación aun cuando los hechos evi-
dencian lo contrario a lo que se sostiene por parte de los ejecutivos
de las decisiones. En Los cañones de agosto, investigación de Bárbara W.
Tuchman, analiza un poco más de un mes de malas decisiones por
parte de las potencias centrales26 y entente,27 en las que políticos y
mandos con singulares biografías de capacidades y lucidez no logran
comprender la magnitud, duración y dureza de una guerra como la
I Guerra que inauguró el siglo xx, y desde muchas perspectivas se ex-
tiende en la Segunda hasta el año 1945.
Es probable que las pasiones y emociones en nuestras decisiones,
no puedan jamás ser superadas del todo en la medida que son cons-
titutivas de la especie humana. Lo que implica que los análisis de
los estudios estratégicos en condiciones de conflictos e incluso de
políticas públicas, deben sostenerse más que en metodologías apa-
rentemente incontaminadas en equipos de múltiples capacidades y
experiencias, que tengan la solvencia y voluntad para escucharse de-
batir y llegar a acuerdos claros y prácticos.
Los análisis del siglo xxI serán desafiados a partir y por los efec-
tos definitivos del ciclo pandémico que redibuja el conjunto del or-
den civilizatorio, en variables tan significativas como las pérdidas de
confianza social en las instituciones nacionales e internacionales en
los consensos institucionales. No se trata solo de los clásicos proble-
mas de representaciones, sino de fenómenos más sutiles y corrosivos
como la generalizada idea de que no hay seguridades solventes para
las vidas de las personas frente a los dilemas de salud pública, gue-
rras, delitos, seguridades sociales, ascensos en los niveles de vida. Si
lo tomamos de uno en uno cada señalamiento es complejo, pero en
conjunto aluden a grandes descontentos sociales y crisis de goberna-
bilidad en varios países.
El analista debe combinar, además de enfoques con datos de múl-
tiples pesos y significaciones, la ductilidad de cruzarlos de formas
paralelas y de esta forma llegar a nuevas sugerencias. Si las matrices
26 Coalición formada por los Imperios alemán y austro-húngaro.
27 La entente fue un grupo de países conformado por Francia, Reino Unido y Rusia. A poste-
rior se incorporarían Italia, Serbia, Japón, Estados Unidos, entre otros.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 77
son dos, una larga que es la crisis de civilización y otra media como
es la pandemia, a partir de cada una de ellas surgen ramales de va-
riables y entre ellas emerge una nueva matriz que bien podría ser del
agotamiento de la gobernabilidad en el corto plazo. Esta no es la úni-
ca opción, pero la resalto por su creciente trayectoria de posibilidad.
De esto se infieren grandes tormentas sociales en esta década que
recién inicia, las cuales rompen los patrones no solo clásicos de los
estudios estratégicos y de inteligencia, también ocurre con los análi-
sis de corte más sociales y culturales. Resaltemos de esta forma, por
lo menos, lo siguiente. En primer lugar, la función crítica que jugará
el miedo abstracto como fuente de violencia cotidiana y descontento
político. Segundo, la ausencia de modelos de participación política
reguladas, lo que alimenta como variable la lucha de calles y pro-
testas directas sin mediaciones.28 Por último, el consumo de drogas
como estilo recurrente de escape frente a las desesperanzas acumula-
das en una posible curva de nuevas patologías sociales.
El miedo se ha constituido como una institución cultural flexible
que se va adecuando según irrumpan problemas o incluso dificulta-
des básicas en las vidas de las personas, pero precipitan reacciones
que lo alimentan y multiplican sus efectos.29 Al circular como relación
social disolvente y habla, constituye términos de realidad que se in-
corporan con rapidez a la lucha política y son amplificados por de-
bates e imágenes en uso. Los denominados valores de la modernidad
como el diálogo y la mesura, pierden así sus puntos de regulación y
en su lugar la desesperación se ubica como fuerza colectiva frente a la
cual los mecanismos básicos y teóricos de las instituciones democrá-
ticas se ven afectados en sus propias bases de sustentación, como es
el sentido de las proporciones y las posibilidades de lograr acuerdos
entre visiones muy diferentes.
Desde este plano, los estudios sobre calidad de vida y salud men-
tal ya son una fuente de singular importancia para estructuras, con-
textos y climas sociales, dentro de los cuales los análisis adquieren
28 Véase Rivas (2020b).
29 Al respecto, ver Robin, C. (2009). El miedo. Historia de una idea política. México: Fondo de Cul-
tura Económica.
Patricio Rivas Herrera
78
contemporaneidad y sentido más amplio que los puros juegos de
poder de grupos y élites, que resultan muy limitados para fraguar
proyecciones y prospectivas.30 En efecto, las correlaciones entre salud
mental, calidad de vida y sentido de la participación, pone en eviden-
cia que estamos, sin percibirlo, plenamente en un ciclo de irraciona-
lidad creciente que no se detendrá en el corto plazo. Destaco aquí
la noción de un agobio de racionalidades en la medida que permite
resumir algunas variables de salud mental y desesperaciones.31
En muchos estudios se pierde la sensibilidad frente a la noción
más básica de que la política en un plano actual, y sin alargar por
ahora datos históricos, es un dispositivo de racionalidad que alimen-
ta la estabilidad de todo orden sistémico. Pero ella misma no es un
punto de partida, sino un campo de resumen y llegada cuando sus
factores que tienen que ver mucho con los estados psicosociales y
estados de ánimo sensibles que pueden ser fácticos o imaginados,
pero no por ello inválidos, se deterioran. Es el orden completo el que
exige cambios urgentes en las prácticas y estilos de gobernabilidad.
Es más, si estudiamos las relaciones en desarrollo del malestar
social y cultural frente a la pandemia y las condiciones materiales de
vida desde un vértice que conjugue ese malestar con las tendencias a
otras formas de protesta social, podríamos resaltar que están dadas
muchas condiciones para estallidos en naciones tanto desarrolladas
como periféricas al sistema. Asunto que ya puede estar creciendo en
los intersticios de la sociedad.
30 El PNUD alertó en mayo de 2020 sobre los graves retrocesos del desarrollo humano tanto
en países ricos como pobres de todas las regiones; para lo cual hacen un llamado a la adop-
ción de medidas enfocadas en equidad, dado que la educación, la salud y las condiciones
de vida en general se han visto afectadas por la pandemia del covid-19, teniendo como con-
secuencia el primero retroceso en desarrollo humano desde 1990. Ver más en PNUD (20 de
mayo de 2020). COVID-19: El desarrollo humano va camino de retroceder este año por primera vez
desde 1990. Obtenido de https://www.ec.undp.org/content/ecuador/es/home/presscenter/
articles/2020/covid-19--el-desarrollo-humano-va-camino-de-retroceder-este-ano-.html
31 Asimismo, se sugiere revisar los demás informes del PNUD que dan cuenta de las condicio-
nes actuales de desarrollo humano y demás cuestiones que implica el bienestar actual de
las personas, en medio del contexto de pandemia. Al respecto, ver Human Development Re-
port 2020, obtenido de http://hdr.undp.org/en/2020-report/download; COVID-19 and Hu-
man Development: Assessing the Crisis, Envisioning the Recovery, obtenido de http://hdr.undp.org/
en/hdp-covid
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 79
La inteligencia en muchos casos explica con fluidez, pero no siem-
pre comprende del todo de qué se trata en los fundamentos de lo
que ocurre. Si bien hay casos en los que ha tenido notables éxitos,
también acontece que en muchas de esas situaciones no se le ha
creído,32 en la medida en que contradice las opiniones de la conduc-
ción política.33
Clima tan trágico como incomprensible cuando está en juego la
sobrevida de naciones y fuerzas, cuando las bases esenciales de la
legitimidad democrática son ignoradas. Es evidente que los estudios
prospectivos estratégicos y de inteligencia, deben actualizar sus pau-
tas y patrones para comprender con unos mínimos de anterioridad
lo que se acumula bajo la superficie de los hechos. Pero más signifi-
cativo que esto es un giro de los paradigmas mecanicistas y lineales a
otros más abiertos, complejos, que partan desde las condiciones de
vida y existencia de las poblaciones, sus aspiraciones hasta los efectos
que tienen los procesos mundiales sobre los grupos de poblaciones,
pasando, desde luego, por la centralidad que tiene la salud pública
como relación entre la vida y la muerte hoy a partir del covid-19.
Campos de debates
No ingresaré en este escrito, en el territorio fundamental de los de-
bates y dudas de las Ciencias Sociales e históricas para analizar los
futuros posibles, sus métodos y fortalezas. Polémicas que tienen múl-
tiples sentidos en relación con la noción misma de Ciencias Sociales
y Humanas, situadas en los plazos medios y largos en la medida en
que esto correspondería a otro —y necesario— campo de discusión
32 Como ejemplo se puede destacar la invasión alemana a la Unión Soviética, operación co-
nocida como Operación Barbarroja, en la que “la planificación operativa, el ejército y las au-
toridades policiales alemanas intentaron emprender una guerra de aniquilación contra el
estado comunista y los judíos de la Unión Soviética […] las fuerzas alemanas invadieron la
Unión Soviética el 22 de junio de 1941, antes de que se cumplieran dos años de la firma del
pacto alemán-soviético. […] Durante meses la dirigencia soviética se había negado a acep-
tar las advertencias que las potencias occidentales le hacían sobre la acumulación de tro-
pas alemanas a lo largo de su frontera occidental. De este modo, los alemanes y sus socios
del Eje lograron una sorpresa táctica casi completa. Gran parte de la fuerza aérea soviética
existente fue destruida en tierra […]” (Enciclopedia del Holocausto, s.f.).
33 Al respecto, ver Halevy, E. (2007). Trece años que cambiaron el mundo: mi vida en el Mossad. Bar-
celona: S.A. Ediciones B.
Patricio Rivas Herrera
80
epistémico y metodológico de carácter más general, en el cual las
visiones históricas y civilizatorias serían las más relevantes, en los lími-
tes de las filosofías de las ciencias sociales, que son las bases amplias
del análisis estratégico. Campo muy especial tanto de las ciencias
políticas de hoy como de la sociología política y la geopolítica, están
en cambio ahí donde el pensamiento está más abierto a lo nuevo.
Cuando ocurren giros civilizatorios, como los de hoy, es frecuente
e incluso comprensible que los temas, paradigmas, epistemes, me-
todologías e incluso técnicas de producciones de saberes, se deban
alterar para intentar estar al ritmo de los sucesos en curso. Sobre
estas contiendas que por momentos aparecen solo como polémicas
teóricas o de cátedras, resaltemos que lo que está en juego es la ca-
pacidad de entender el mundo contemporáneo y actuar fructífera-
mente sobre él. Estos años no son tiempos para despreciar la teoría
en virtud de unos pragmatismos rápidos que suelen construir el error.
Es relevante que se regrese recurrentemente a los problemas de
la objetividad en ciencias sociales tanto como los de controles, con
lo cual se ubica una idea falaz sobre lo que acontece en las disci-
plinas sociales es que serían muy subjetivas o laxas. Aunque en la
Economía, según esta mirada, se encontrarían mayores niveles de ri-
gor por sus posibilidades de matematizar los análisis y sus modelos;
incluso Thomas Kuhn ha señalado que estas ciencias estarían en un
período precientífico.
Revisando páginas anteriores
Las creaciones teóricas y filosóficas de inicios del siglo xx, señalaron
una suerte de territorios claros y diversos en virtud del objeto de es-
tudio: las ciencias que se preocupan del mundo natural que son en
sentido estricto, según ellas, independientes del sujeto humano; las
denominadas ciencias del espíritu lo harían sobre el mundo histórico
social de la humanidad. Las ciencias de la naturaleza explicarían he-
chos específicos en virtud de leyes universales. Las ciencias humanas
lo harían comprendiendo el caso singular con base en la singulari-
dad, sin hacer necesariamente nexos con grandes leyes universales,
sino con las singularidades múltiples de cada caso.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 81
Hay múltiples definiciones que han quedado rígidas en relación
con las anchuras de lo que ocurre, ya que las ciencias sociales y estra-
tégicas no pueden sino verse afectadas por los conceptos más direc-
tos, y por las aperturas de los marcos teóricos más generales. Desde
un plano determinista, y por ello escolar, muchas de las premisas de
los grandes debates de los siglos xIx y xx han mutado. Es ya un lugar
común señalar que la historia no es lineal y que la indeterminación es
un factor constitutivo de lo real. Las elaboraciones de los planos de
complejidad, han venido a amplificar variados campos de las analí-
ticas en uso, pero también se han prestado para danzas retóricas en
otras tantas ocasiones, poniendo a la vista los nuevos imperativos de
rigor cuando se trata de traducir nuevos esquemas conceptuales a las
urgencias de trabajo de los análisis.
Hay posibilidades de escapar de estas situaciones de pronto in-
fernales, en términos de sus complejidades. Una es abrir las especu-
laciones y los juegos de programas de riesgos y crisis enormemente,
hasta alcanzar con desmesura una gran infinidad de eventos críticos,
pero sin jerarquías y prioridades; otra es mantener en extremo acota-
do las hipótesis de conflicto con tanta austeridad, que no seamos ca-
paces de situar lo disruptivo como opción de hechos posibles. Ambas
nos dejan congelados frente a un mundo más riesgoso, pero en todo
caso no impredecible. Tampoco se trata de encontrar el luminoso
punto medio. Enfrentemos el hecho de que las metodologías en uso
son recurrentes y endogámicas, analizan datos que fueron produci-
dos por otras metodologías de análisis a las cuales se les incrustan
lugares comunes y opiniones en uso. Claramente este no es un cami-
no poderoso.
Las tendencias reduccionistas del empirismo lógico y de los ma-
terialismos básicos, juegan con nociones de realidad y racionalida-
des que han quedado petrificadas en el siglo xIx. La verdad, desde el
plano del análisis estratégico, no es una correspondencia mecánica
con los datos empíricos, es una interpretación, pero también una
intención de analista por escudriñar las tendencias más profundas de
unos procesos. Se trata, por esto, cuando se habla de realidad histó-
rico-social de algo muy amplio y cambiante. Hay dos tipos de lengua-
jes vinculados: el teórico y el observacional, que nos permiten pasar
Patricio Rivas Herrera
82
de enunciados teóricos a observacionales y de estos a los analíticos.
Pero aun aquí los márgenes de certidumbres nunca serán completos.
Durante buena parte del siglo xx, el método hipotético deductivo
fue y ofrecía, según sus adeptos, la reconstrucción más adecuada de
la producción de conocimiento. Si se consideran los usos de las teo-
rías para interpretar los datos producidos por las teorías, primaba
una lógica de causalidad más o menos sofisticada según el autor,
pero siempre pensada desde la hipótesis a la experiencia, tomada
esta última como prueba de rigor dándose una determinación de las
relaciones causales y una pérdida de la noción de complejidad y tota-
lidad dinámica. Dos breves ejemplos conocidos podrían graficar en
parte esto último. Las guerras en Afganistán desde la invasión sovié-
tica (1978-1992) —incluso desde la dominación inglesa—, y también
con la norteamericana (2001-2014), se basó de manera burda en
una absoluta subestimación de las capacidades estratégicas de las
fuerzas irregulares afganas, gestando amplios y largos fracasos para
las tropas de ocupación. Lo mismo continúa ocurriendo en el plano
de errores de triplicaciones con el narcotráfico mundializado como
riesgo y peligro para el orden y también la estabilidad política de
muchas naciones.34
Pero a partir de la década de 1960, el debate situó nuevos cam-
pos de rigor y referencias con las aportaciones de Thomas Kuhn,
Michel Foucault, Jacques Derrida, Gadamer; pero más aún por
una alteración de los términos de la realidad social luego de 1968
y 1990, poniendo en franca observación lo que Bourdieu denomi-
nó el metolodogismo. El núcleo no siempre evidente de todo esto,
fue la desconstrucción teórica de la pureza del dato empírico como
algo dado en la realidad de manera irrefutable.35 Los asuntos de la
34 El narcotráfico, siendo el negocio criminal más rentable, solo en América genera ganancias
por 80 000 y 90 000 millones de dólares anuales, según la organización Global Financial In-
tegrity (GFI).
35 Este debate venía siendo discutido desde el Círculo de Viena en la década de 1920. Este gru-
po se caracterizó por “basarse en los avances de la lógica y la física y que centraban su meto-
dología en el método inductivo. Otro de los principales aspectos por los que se caracteriza es
por su profundo rechazo a la metafísica, derivada de su inductivismo y empirismo, al conside-
rarla ajena a la realidad de los fenómenos. Sus reuniones, celebradas las noches de los jueves,
terminarían por germinar en el llamado neopositivismo lógico” (Castillero Mimenza, s.f.).
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 83
intersubjetividad, intencionalidad, negociación de significados varia-
bles, polisemias, conflictos lingüísticos, contiendas de lógicas sobre
contextos y prioridades, entre otros, quedaban apabullados por el
sentido unívoco de la noción dato. Resurgiendo teorías que fueron
orilladas en las décadas anteriores, particularmente la hermenéutica
y las nuevas concepciones de la teoría crítica, los discursos, la et-
nometodología, la psicología social, las nuevas historias y lógicas.
También un regreso más complejo de las teorías críticas, emergiendo
unas interpretaciones de significados al interior de los cuales los suje-
tos y los procesos no solo tienen márgenes de libertad, también ope-
ra el azar y la incertidumbre en variados grados, entre ellos que los
propios sujetos no son racionales en el sentido de una lógica pura.
Esto no implicaba para las versiones más trabajadas una ausencia de
determinaciones estructurales, sino de un juego más amplio dentro
de ellas y de los actores.
Todo esto, desde luego, remite a las nociones de realidad histó-
rico-social sobre leyes universales y deterministas que dominan a los
sujetos, o la capacidad de estos de interpretar y actuar sobre lo social
de una manera muy amplia pero jamás absoluta. Se ha especulado
mucho sobre la idea de que lo social es una construcción, como si
esto implicara que todo es arbitrario y subjetivo. El fenómeno de la
construcción significa que son las relaciones sociales las que tejen la
realidad de variadas formas, pero dentro de contextos que la hacen
posible a pesar de ser flexibles, a no ser que asistamos a unos niveles
de rupturas tan catastróficos que saltan por sus costuras las tenden-
cias y regularidades en todos sus niveles.
Nos detendremos, de modo ilustrativo, sobre enfoques que son
necesarios actualizar y poner en línea con la multiplicidad del presen-
te desde los desafíos que enfrenta el análisis en general, y más aún el
estratégico.
Podemos resaltar de entrada que los modelos de centros y peri-
ferias, norte y sur, este y oeste cumplieron sus funcionalidades, pero
hoy no aportan esquemas de fondo novedosos, tampoco las catego-
rías polares que se apoyaban en estructuras y superestructura polares
y compactas, en las que se enfrentan fuerzas y fracciones definidas
Patricio Rivas Herrera
84
claras y coherentes en un orden sistémico internacional. Asistimos
de manera prolífica a tendencias transversales y, en pocos casos,
diáfanos,36 no siempre porque sus indicaciones estén en desuso, sino
porque no logran calar en las velocidades y dinámicas de la mundia-
lización del valor y constitución de ámbitos de poder fraguados en
nuevas prácticas geopolíticas que piensan, más las velocidades de lo
que ocurre que sus espacios, sin que esto último pierda totalmente
sus significaciones. El paso efectivo de la subsunción formal a lo real
es muy amplio y abierto en significaciones de fondo (Marx, 2011)
para la vida histórica de la especie en su conjunto.
Con todo, podríamos esquematizar algunas consideraciones sin
extendernos o alejarnos del tema básico que es el análisis estratégi-
co como campo disciplinar específico. Las tensiones sobre los mé-
todos de los estudios estratégicos que se aplican para la toma de
decisiones, revisten todas las connotaciones de lo que denominaré
un campo multivariable. El estatuto epistémico contiene, entre otros
rasgos esenciales, los problemas de su fundamentación toda vez que
esta es puesta a prueba en la relación éxito y fracaso de un análisis
con efectos de acción. Aunque, desde luego, hay múltiples niveles
escalares entre un éxito y fracaso. Las delimitaciones en los estudios
estratégicos entre análisis y voluntad política, integra la multiplicidad
disciplinaria a la cual hacemos referencias, pero más aún nos coloca
de manera muy original frente a la situación de la objetividad con un
núcleo clave.
Convengamos que hay un ámbito hermenéutico en todo análisis
estratégico, que no es con frecuencia reconocido. En la relación so-
bre el mundo de la vida social, las estructuras de poder y la acción
política no se establece sobre prioridades formales, sino debe ser re-
suelto de manera dialéctica, integradora y abierta. Nos referimos al
analista que predomina sobre la comprensión de las tendencias pro-
fundas con su cultura y prejuicios, el que analiza, intenta fraguar la
realidad en unos sentidos singulares, pero su compresión no se pue-
de realizar exitosamente sobre la observación controlada; investiga
sobre algo que pretende saber, es decir, la actividad social y política
36 Ver más en Wallerstein (1996).
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 85
si su comprensión no es amplia y plástica. No se puede, seriamente,
apelar a líneas argumentales incontrovertibles en este siglo, tampo-
co decidir de forma taxativa sobre líneas de investigaciones seguras y
únicas para arribar a una verdad mítica. Esta última siempre será un
problema en desarrollo.
Los modelos simples de centro-periferia tenían unos mapas muy
precisos de zonas y regiones de poder y comunicaciones. Desde ahí se
pasó a patrones de varios centros y periferias durante los siglos xIx y
xx. Hoy, los centros son dinámicos en brazos de los movimientos del
capital y las periferias son móviles. El Estado en sus formas de ejes
políticos mundiales como lo son Estados Unidos y China, viene a re-
presentar entidades de comando políticos, pero resultan más impor-
tantes sus sistemas de alianzas y control de los tiempos productivos
y políticos. Esto conlleva un giro de los estudios geopolíticos desde el
estado centrismo a las relaciones de poder múltiples de los mapas de
luchas y conflictos; lo cual deja en un sentido creciente los estudios
de inteligencia estratégica, un tanto descolocados de lo que ocurre
más en el fondo de los procesos, especialmente cuando estos son de
origen más social y cultural que políticos.
El espacio geoeconómico y político fue un territorio a conquistar
en la primera globalización del siglo xvI al xvIII. También en la segun-
da, de los siglos xIx hasta la Segunda Guerra Mundial que ya fue por
el control del mundo como totalidad. La tercera desde comienzos de
la década de los años 1950 del siglo pasado hasta el año 2000.
Se puede observar que hay un singular debilitamiento de los lazos
sociales clásicos a niveles locales y barriales, con mayor énfasis en las
zonas pobres de los países. Las pandillas urbanas,37 los delitos y las
37 De acuerdo con la OEA, las pandillas son definidas como “[…] el esfuerzo espontáneo de
niños, niñas, adolescentes y jóvenes por crear, donde no lo hay, un espacio en la sociedad
(fundamentalmente urbano) que sea adecuado a sus necesidades y en el cual puedan ejer-
cer los derechos que la familia, el Estado y la comunidad les han vulnerado. Emergiendo
como grupos de la pobreza extrema, la exclusión y la falta de oportunidades, las pandillas
buscan satisfacer sus derechos a la supervivencia, protección y participación, organizándo-
se sin supervisión y desarrollando sus propias normas y criterios de membresía, afianzando
una territorialidad y una simbología que otorgue sentido a la pertenencia grupal. Paradojal-
mente, esta búsqueda de ejercer ciudadanía es, en muchos casos, violatoria de los derechos
propios y ajenos, generando violencia y crimen en un círculo que retroalimenta y perpetúa
Patricio Rivas Herrera
86
violencias son, antes que nada, un resultado del agotamiento de an-
tiguas éticas y la irrupción de nuevas formas de identidad que ahora
con el ciclo pandémico se aceleran aún más.
Las migraciones a su vez continuarán aún más su larga marcha a
nivel mundial, haciendo también las bases de un dispositivo que fun-
de y mezcle culturas y relaciones sociales trasnacionales de coordi-
nación de grades grupos carenciados. Zygmunt Bauman en un mag-
nífico ensayo38, hace alusión a los miedos histéricos que en algunas
instituciones y poblaciones producen las olas migratorias. Esto está
en el corazón de lo que Néstor García Canclini denominó las cultu-
ras híbridas, y alude a su vez, a la constitución ya crítica del espacio
geocultural de la realidad que ensambla las relaciones mundiales de
fuerza con los procesos locales e internacionales de capitales simbó-
licos y valóricos en pugnas amplias.
Más azar que incertidumbre
Desarrollaré, en esta parte, lo que denomino como una visión even-
tual de altas posibilidades de concreción sobre el panorama de cre-
ciente incertidumbre, en relación con el destino próximo del orden
político internacional con énfasis en nuestra región (Rivas, 2018).
Pero lo explicaré más allá de los denominados análisis de situaciones
o más bien de ciclos cortos. Lo que me interesa es una visión transver-
sal que sugiere observadores básicos de desorden y reconfiguraciones
en el campo político social, los cuales, a su vez, desafían las analíticas
estratégicas.
Hay trazados de temas que pueden ser ordenados en cuatro nive-
les, que serán considerados en diversas partes de esta propuesta de
análisis. En primer lugar, la crisis de orden global de civilización, de
la cual está brotando un nuevo orden capitalista, y simultáneamente
un desconocido intento de otro orden global e histórico que proviene
la exclusión de la que provienen. Por ello, las pandillas no pueden revertir la situación que
les dio origen. Siendo un fenómeno predominantemente masculino, las mujeres que se in-
tegran a las pandillas sufren con mayor intensidad las brechas de género y las inequidades
propias de la cultura dominante” (OEA, 2007).
38 Al respecto, ver Bauman, Z. (2016). Extraños llamando a la puerta. España: Paidós Ibérica.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 87
desde lo social. Es decir, hay una tensión tectónica entre dos órde-
nes sociales mundiales. Ambos fenómenos nacen desde este tiempo,
pero en sus desarrollos serán ampliamente diferentes a los modelos
sociales e históricos que hemos conocido. El capitalismo se está revo-
lucionando y el otro orden emergente está ganando territorios globa-
les. Se puede observar que las actualizaciones del orden mundial no
son solo de fondo y en ningún caso se han detenido con la pandemia,
sino que en su naturaleza alcanzan una gama muy alta de revolución
molecular como hace años nos advirtió Félix Guattari.39
Estas dos formaciones sociales se rozan y entran en variadas ten-
siones sin que podamos saber, hasta ahora, con certidumbre cómo
se jugarán los destinos en el mediano y largo plazo. En segundo pla-
no, una crisis típicamente reproductiva del patrón de acumulación
de capital a escala mundial, que comienza en sus formas actuales a
fines de la primera década de este siglo, con el estallido de la burbuja
financiera en el 2008. Por otra parte, una singular pugna de hegemo-
nía mundial entre Estados Unidos enfrentando una lenta decadencia
y China en medio de una continua asunción a los primeros lugares de
los liderazgos mundiales. Por último, una disruptiva crisis pandémica
que afecta al modelo de Estado mínimo en sus ejes argumentales y
filosóficos, lo que demuestra que sin Estados e instituciones públicas
fuertes no tenemos condiciones de afrontar desastres de salud públi-
ca de este calado.
Observemos que hay giros y cambios en los rangos de poder mun-
dial, pero estos no son rápidos y mucho menos catastróficos hasta
hoy. Esto proviene desde mediados de la década de 1980 y van ga-
nando en velocidad y amplitud sin pausas. No es solo un tema de
geopolítica, sino mucho más, de civilizaciones y grandes transforma-
ciones en curso. En demasiadas situaciones los analistas se quedan
con los roces de poderes materiales evidentes, poder armado, finan-
cieros, demográficos, científicos, pero aciertan poco a cómo esto y
otras varias fuentes de poder se congregan en síntesis críticas.
Hay territorios epistémicos y metodológicos fundamentales en los
estudios estratégicos, que hoy se hacen más acuciantes en las lógicas
39 Ver más en Guattari (2004).
Patricio Rivas Herrera
88
interpretativas en juego. El campo social que se analiza es, a su vez,
el territorio social desde el cual se juegan los intereses en pugna in-
cluido los de los analistas en sus ámbitos subjetivos. Por lo cual, las
tendencias a cosificar las fuerzas y rasgos del conflicto desde la visión
del observador suelen ser fatales. Las teorizaciones a partir de una
relación práctica o directa, implican refinar métodos de análisis que
permitan conjugar los intereses de cada fuerza con un saber sobre su
mirada estratégica. Los actores producen sociedad con márgenes de
errores y enclaustramientos analíticos. Las ideas de objetividad de
estos actores están impregnadas de singularidades culturales y par-
cialidades psicosociales.
Infiriendo asuntos generales
Las amenazas crecientes y masivas de la civilización contra los sis-
temas ecológicos de los seres humanos, son el núcleo principal de
los futuros y recurrentes desastres que podrían precipitar una nue-
va pandemia más grave, o gestar disputas caóticas sobre recursos y
fuentes de vida por la vía de una aceleración a fines de esta década,
del cambio en el clima mundial. Aquí se denota, por decirlo utilizan-
do una imagen heurística, una pobreza amplia de la ecología de la
mente y la sensibilidad intelectual y ética de una parte dominante de
la población humana. No solo de las instituciones como siempre se
sostiene, aunque estas últimas han sido en varias ocasiones de una
torpeza general grotesca. Detrás de estos aspectos hay, por momen-
tos, un optimismo ingenuo que considera que todo problema tiene
soluciones posibles en plazos aceptables; pero también que la ciencia
puede manipular la realidad social sin efectos negativos, como si esta
última no tuviera dilemas morales de grandes consecuencias. Las po-
lémicas sobre las índoles de las elecciones morales aquí son decisivas
para las sociedades y comunidades. La política no debiera consistir
solo en la solución de problemas, sino también en sus formulaciones,
aun cuando esto no tenga unas soluciones plausibles.
Las crecientes tendencias a producir subjetividades de las deses-
peraciones y las fugas narcóticas en amplios grupos de poblaciones,
de lo cual se derivan hombres sumisos hasta las idioteces o histerias
de violencias activas o pasivas, debilitan las capacidades creativas
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 89
comunitarias de las formas sociales y, en última instancia, son fac-
tores de reproducciones de las relaciones de poder y dominio o de
cercos existenciales que están en las bases de la debilidad de lo de-
mocrático y lo público. La autoexplotación de cada uno de noso-
tros siempre existió. Lo singular hoy día es que esta se recibe bajo la
apariencia de una nueva libertad. La tendencia a que cada cual sea
su propia prisión y también su singular gestor empresarial, además
de ser una ilusión, borra cómo es un conjunto social mundial el que
produce, legitima y hace ingresar al juego de lo público estas no-
ciones como parte de las convicciones blandas del conformismo. La
relación de poder no se basa en la violencia bruta, sino cuando logra
altos estadios de eficacia que se sostiene en el manejo patológico per-
suasivo de poblaciones que viven como si fueran libres, autónomas,
y realizadas.
Como señalamos antes, las migraciones continuarán sus tenden-
cias ascendentes, son excesivos residuos de vidas territoriales y fun-
cionales del capital que desplaza cuerpos en éxodos desechables en
algunos lugares hacia nuevos territorios productivos, en los que estos
cuerpos son incorporados directa o indirectamente a la producción
de valor en lógicas de sobreexplotación biopolítica de las vidas; es el
paso general desde el valor de uso de los tiempos de vidas de miles
de millones de personas, al valor de cambio de los mismos. Las cate-
gorías más utilizadas de las Ciencias Políticas se encuentran por esto
en suspenso, como las de normalidad y gobernabilidad sistémica o
la de representación, entre otras; más aún la de poder constituyen-
te y constituido. Lo resaltamos porque ahí radica un eje del debate
investigativo actual, localizado en la viabilidad de las formas y meto-
dologías de las ciencias de gobierno y asuntos públicos, en la gran
mayoría de los países del denominado occidente. Es decir, al ingresar
al debate la legitimidad de los poderes, se multiplicarán los ciclos de
poderes constituyentes en sus formas de movilizaciones de calles y es-
pacios en los países de mayores capacidades de auto-organizaciones
sociales.40
40 Se puede destacar el Movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia; en 2019 las moviliza-
ciones de varios sectores de la población en países como Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia.
Patricio Rivas Herrera
90
También debemos observar el manejo geopolítico de varias zonas
calientes y temas generales como en Oriente Medio, el Mar de China,
el centro de Europa, en las regiones de las fronteras rusas, las ten-
siones en Brasil. Pero más básico aún, el nuevo diseño de la política
exterior norteamericana, la cual deberá reparar el legado de Donald
Trump, asunto ni fácil y menos rápido, ya que lo que se deterioró
también fue la confianza en el regular cinismo institucional estadou-
nidense. Por esto, redefinir iniciativas de liderazgos frente a China y
Rusia, al tiempo que darle un nuevo impulso a la integración de los
circuitos comerciales y económicos será difícil. Estas acciones lleva-
rán no menos de dos años, por lo cual hacia fines del 2022 podremos
ver sus primeros efectos de largo plazo.
Por otra parte, una ecosofía en la cual nos detendremos por su im-
portancia, alude a la incorporación crítica de los esquemas de pen-
samientos de nuevas coordenadas de análisis protagónicas y esencia-
les que nazcan de la relación inteligente entre naturaleza y sociedad.
Este campo está modificando las miradas geopolíticas más dúctiles
y actualizadas en centros de estudios que pocas veces hacen circular
ampliamente sus resultados, solapados en la imaginería comunica-
cional, los cuales podrían afectar las confianzas públicas en gobier-
nos y empresas de manera crítica y aguda.
La ecosofía como un saber híbrido, engloba ámbitos diferentes
como ciencia de los ecosistemas, desde los planos medioambienta-
les, sociales, políticos, económicos y geopolíticos, tejiendo nuevas le-
yes del valor desde la calidad de vida, la psicosociología, la relaciones
vida-naturaleza a escala mundial como aglomeraciones de factores
críticos a nivel mundial e interconectados. Las categorías sistémicas
son modelizaciones que se basan en agrupamientos de factores. Los
sistemas y subsistemas diversos de esta situación pueden tener enca-
denamientos evolutivos de carácter progresivos o, por lo contrario,
desastrosos en pocos años. Estos tienen flujos diversos en relación
con los aspectos específicos, pero acumulativos en sus conjuntos
como ha sucedido con el covid-19 que se propaga desde lo local a
lo mundial, y luego desde ahí nuevamente a cada lugar. Aquí radican
tres originalidades: la vida, la naturaleza y lo social ya no tienen dis-
tancias con la reproducción económica mundial. Cada relación con
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 91
estos ámbitos está cargada de trabajo humano, y por ello es suscep-
tible de gestar conflictos corporativos y de poder.
Las nociones de biopoder y biopolítica nos iluminan asuntos esen-
ciales del nuevo panorama de las últimas décadas. No hay solo un
desgaste productivo de los cuerpos biológicos a niveles mundiales,
que se extiende en plano muy evidente hacia los sentidos de vida.
También acontece que ese desgaste es traducido en apatía y decep-
ciones sobre las opciones futuras, para ser hoy rabia cultural y explo-
siones amplias sin formas partidarias convencionales o constitucio-
nes valóricas amplias y convocantes.
Enfaticemos que la noción de orden político sugiere un sistema
equilibrado, informado, capaz de tomar decisiones congruentes y
aceptadas por esto, por la población. Pero en las últimas décadas,
por lo menos desde finales de la década de 1980, no es esto lo que
ocurre, varios Estados se han centrado en administrar problemas,
rebeliones y disconformidades más que gobernar con sentidos de fu-
turo. Han concurrido en esto, desde luego, los cambios y pasos de di-
versas formas de Estados de bienestar tanto en lo centros como en la
periferia, hasta la languidez muy amplia de las generaciones jóvenes
en un futuro decente; pasando también por los cambios culturales
de valores sociales y consumos, en los que los medios virtuales tienen
una centralidad creciente y la noción de relación social clásica se ve
reconfigurada.
La humanidad no podría resistir otra pandemia en la próxima dé-
cada sin deterioros sustantivos a sus modelos de reproducción bio-
lógica, material y cultural. Hay poca conciencia en relación con los
efectos irreversibles de la pandemia del covid-19 en el orden social
internacional. En otras épocas esta suerte de aturdimiento extendi-
do también se ha verificado bajo la forma ambigua de una forma
de cinismo y apatía en contextos de miedo. Pero la poca conciencia
analítica y crítica con los acontecimientos en curso, viene también a
destacar el daño general producido por el desarme intelectual y ético
del individualismo patológico.
Los procesos de formación y reproducción de poder se han vis-
to lanzados a dos matrices de despliegues que destacamos como
Patricio Rivas Herrera
92
enunciados. Por una parte, el juego cruel de la muerte bajo la forma
de grandes selecciones biopolíticas. Por otra, el envío al espacio de lo
desechable a varios millones de extremadamente pobres que ahora
tendrán menos posibilidades de localizaciones laborales y sociales.
Hay un ejercicio de selección productiva de los individuos que se hace
desde ideologías utilitaristas implícitas.
Quisiera volver a localizar una indicación central, pero que no es
parte de este escrito. Me refiero a la crisis de la razón, por una parte,
moderna, por otra, inmediata, resultante de la pandemia en sus aris-
tas psicosociales. Esa denominada razón moderna racional y calcu-
ladora se fue agotando con ritmos diversos hasta hoy, que sus flecos
sobreviven a su acelerada decadencia.
Las patéticas situaciones de demasiados Gobiernos, incluido el
de la principal potencia del planeta, indica un desplome de las ra-
zones políticas de Estado, incluso a pesar que podríamos argüir que
las pantomimas vienen desde lejos, solo que ahora son recurrentes y
aceptadas. Definir cuándo un tema se configura como ético moral,
no es un asunto ritual o formal; es decir, cuándo un fenómeno se
sitúa desde la moral a la ética. Hay que argumentar racionalmente
las irrupciones de moralidad desde la ética como disciplina rigurosa.
Así, esta última debe ubicar una razón formal solvente y suficiente de
los contenidos morales y cómo esto se puede argumentar como un
conjunto de juicios. Las instituciones humanas son antes que nada
históricas y sometidas a las contingencias, es desde ahí que se deben
evaluar desde la moral y la ética. Pero todo esto tiene unos soportes
éticos prácticos, más precisamente de sentidos de las proporciones
en relación con lo que se hace y lo que jamás se debe aceptar. Cuando
esto se difumina, se abre una crisis de la razón ética y de las lógicas en
uso en los sistemas políticos, comienza a estar todo permitido; con
esto se descompone todo tipo de pacto social.
Quizás pocas veces en la historia política de la modernidad hemos
tenido tantas diferencias y dudas sobre la razón clásica, como ám-
bito de la vida mundial. Convengamos que un orden político es un
sistema de regulación práctica y moral de tensiones de intereses muy
diversos, que deben y pueden ser regularizados dentro de marcos de
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 93
negociaciones y luchas. Cuando se debilitan, las racionalidades que
lo sustentan a pesar de sus agobios, se abren espacios para nuevas
culturas políticas que, en el mejor de los casos, podrán elevar los
niveles de civilización significativamente, o abrir largos períodos de
decadencias. No es exagerado hoy destacar que las alternativas glo-
bales se resumen, por ahora, en tres opciones gruesas. Una terca con-
tinuidad de las desidias e inercias de Estados e instituciones de go-
bierno, que con diversos ritmos continúan marchando hacia mayores
tragedias. Un giro reformista que nos dota de tiempo y aire, pero que
en lo fundamental no estaría en condiciones de enfrentar una nueva
pandemia y crisis generalizada. Un cambio de fondo de las formas en
que el mundo se constituye. Me refiero a modelos más solidarios y
justos en términos mundiales. Esto último es tan deseable como muy
difícil que se imponga en el mediano plazo.
El capitalismo de alto vuelo, es decir, el que contiene unas formas
atrasadas tecnológicamente y otras en sus cúspides que imponen
ritmos de crecimiento muy dinámico a todo el resto, ingresó a lo
que será un ciclo largo de altas tecnologías que están modificando
los mundos del trabajo, vida cotidiana, la cultura y la propia noción
de éxito.
Las instituciones políticas de la modernidad aún y a pesar de su
alta plasticidad, no han resistido incólumes la mundialización de las
relaciones sociales y tienen serios problemas para mantener una go-
bernabilidad creíble y estable. Desde esto, la crisis de la razón es una
rizadura en los esquemas de gobernabilidad, producto de la globa-
lización de los saberes, el capital, la ciencia, el trabajo, la política,
hasta llegar a las estructuras psicosociales de la población mundial.
A esto suele llamarse la IV revolución industrial, pero en mi opinión
es más que eso. Pero es obvio, incluso para analíticas rápidas, que el
legado del Iluminismo en sus diversas versiones, también la idea de
comunidad internacional y mundial, no son puntos de referencias
para los destinos mirados desde las cúspides del poder y la riqueza
sea esto con miradas chinas, europeas, norteamericanas, rusas e in-
cluso de los grandes organismos mundiales.
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No se comparte un mínimo de idea de futuro. Para muchos, la
crisis de la economía mundial y de la pandemia se resolverá en los
próximos años, y con esto se podrá seguir el camino de éxito y con-
sumo que heredamos desde mediados del siglo XX. Se podría señalar
que esta crisis es de magnitud plurisecular e intrasecular, digamos
desde 1914 hasta el 2000, pero en esta situación no por su extensión,
sino profundidad.
Una crisis es profunda también porque los recursos intelectuales
y políticos no tienen las capacidades para entender lo que ocurre,
sugerir modelos viables, amplios, unir a muchos en esa senda y per-
filar un destino común en una línea media de acuerdos muy laxos
pero posibles y, en todo caso, necesarios para hacer algo fructífero
para todos. Las lógicas comunes resaltan que la humidad crece en
sus crisis, se repara y nuevos actores asumen puestos claves de la
sociedad con idea frescas e innovadoras. Es cierto para todos los pe-
ríodos anteriores, pero por lo menos hoy esto es más difícil en virtud
de las interconexiones mundiales y los efectos en cascadas del dete-
rioro de la vida y la estabilidad; en un tiempo en el que los cambios
climáticos, las miserias y las exclusiones y migraciones se agudizarán
en extremo en los próximos años, en curvas de mayores violencias
blandas y duras de sociedades y Estados. Desde luego, esto conlleva
también aumentos en las industrias básicas y sofisticadas del delito,
desde los niveles locales hasta los mundiales. Hemos observado des-
de esta beta de análisis mayores vínculos entre la política y los delitos
de diversos tipos, pérdidas de las auras de honestidad en muchos
sistemas de Estados y gobierno. Los delitos son percibidos por sus
autores e incluso grupos sociales como temas menores que no debi-
litan de forma sustancial la estabilidad sistémica, pero lo que ocurre
es muy diferente, sí debilita la estabilidad sustantiva de los regímenes
al socavar por dentro de estos las fuentes de legalidad y generar en
ocasiones la idea de que casi todo está permitido.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 95
Los esquemas mentales
A muchos les ha costado superar los esquemas mentales del ciclo ex-
pansivo de liberalismo mundial, que abarca aproximadamente desde
1990 a 2008 en sus etapas de ascenso, y desde ese año hasta hoy de
decadencia hegemónica. Hay un envejecimiento intelectual y analíti-
co de las élites políticas mundiales.
Las lógicas del trabajo desde sus formas clásicas e industriales,
están aún emigrando hacia un trabajo mundializado, intelectual,
científico, de tecnológicas inteligentes, y dejando en desuso pobla-
ciones y capitales arcaicos que no llegaron a tiempo para adecuar-
se. Estamos, por varios motivos, en el período del intelecto gene-
ral, todos producimos valor y somos parte de diversos modos de la
economía mundial. Esto está descolocando las formas dinámicas e
institucionales de la política, el poder y el Estado. Vendrán amplias
resistencias contra las formas de vida actual y sus diversas institucio-
nes. La pandemia no retrasa esto como algunos suponen.
Quizás añorando un regreso a las sociedades modernas idealiza-
das clásicas, con rasgos bucólicos, la acelera y amplifica. Se insinua-
ron nuevas formas de vida, se alteraron las cadenas productivas y
de comunicaciones, de educación, seguridad, alimentación, salud, se
acudió a formas excepcionales que se están quedando como perma-
nentes. Es toda una renovación capitalista en marcha hacia modelos
productivos de alta densidad informática. Las fuerzas de cambio en
todas las épocas humanas suelen acelerarse en tiempos de tragedias,
y crisis diversas. Las trasformaciones más sustantivas se han gestado
para responder a situaciones de emergencias profundas, como ocu-
rre en este denso tiempo.
Lo que irrumpe con esto es también un deterioro de los esquemas
más tradicionales de análisis y planificaciones estratégicas de diver-
sos tipos. Es evidente que las Ciencias Sociales responden, o por lo
menos intentan hacerlo, a sus períodos históricos desde la premura
por comprender y explicar las genealogías de lo que ocurre. Más aún,
las instituciones frente a la doble crisis, global y pandémica pugnan
por mayor predicción prospectiva y comprensión. Pero no lo ten-
drán con las culturas analíticas dominantes que se satisfacen con las
Patricio Rivas Herrera
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descripciones lógicas y rigurosas desde los patrones formales, pero
tautológicas en muchas ocasiones desde las dinámicas sustantivas.
Es recurrente que, en este agotamiento de las tipologías de análi-
sis clásicos, se simplifique en la afirmación en muchos casos correc-
ta, pero trivializada del descrédito de la política y lo político. Esto
es quedarse en la manifestación y dejar como menor las causas. Es
la sociedad política y de la política que se altera hacia un tipo de
clima mundial, más social cuyas formas de despliegue serán menos
institucionales.
Aludiendo a Weber (2009) en el texto de la Política como vocación,
podemos argüir que toda política que pretenda significar iniciativas
y cambios debe conocer, comprender y evaluar. Importa este escrito
de Weber en la medida que habla en un momento de profundo dete-
rioro de la sociedad alemana, cuando las pretendidas leyes de regu-
laridad social se difuminan, cuando todo aparece como evanescente.
Es decir, tener estudios y reflexiones es un recurso; de otra forma, se
queda como una pura gestualidad episódica. Si esto ocurre a poco
andar, precipita el rechazo masivo de la población, y por lo menos la
tragedia para sus arquitectos.
El análisis
Los giros y debates en relación con la pregunta de ¿Qué es un análisis?,
son demasiados prolíficos y en muchos casos excesivamente espe-
culativos, como para ingresar a esos temas en estas breves páginas.
Solo deseo fijar unas primarias premisas de trabajo. La conversión de
la teoría en conocimiento, impone el manejo de un cuerpo teórico
adecuado. La realidad en términos sociales, no se convierte en saber
sin la mediación sustantiva de la teoría, pero esta implica opciones,
en tanto coexisten variadas teorías alternativas desde la tradición
académica, tanto como desde la política para interpretar. Sin embar-
go, esta última está situada desde la noción de urgencia y concreción,
mientras la académica alude, por lo general, al rigor. Los puentes
entre ambos ámbitos suelen ser frágiles, y puestos en dudas por unos
y otros, a pesar de que son complementarios tras las figuras del inves-
tigador y el asesor que hacen personificaciones sociales.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 97
Por lo general, la amplitud y solvencia de los enfoques teóricos im-
ponen tiempos de investigaciones, estudios, verificaciones, debates y
formulaciones que no responden a las contingencias de rapidez, de
los conflictos sustantivos de todo orden social. El análisis que en este
escrito formulamos como noción de trabajo, es el que se infiere desde
los conflictos políticos, es decir, los que están situados en las luchas
por la dirección y orientación de los procesos políticos por dentro y
fuera de las instituciones.
Las ciencias sociales con sus propuestas analíticas están someti-
das a desafíos enormes en este ciclo de crisis civilizatoria larga. Están
hoy situadas en el dilema de explicar y comprender el mundo simul-
táneamente, frente a lo cual hay un centro analítico que se debe tener
en cuenta que es la comprensión de las causas de algo fenoménico,
es decir, un objeto de análisis, en este caso de relaciones de poder.
Somos sujetos históricos intencionales, con heterogéneos grados de
racionalidad, emociones y lógicas. Las sociedades no son predecibles
en factores esenciales, están inundadas de decisiones muy distintas,
de muchos actores y sujetos. La noción de causa proviene en la ma-
yoría de escritos de David Hume.
Hay esfuerzos actualizados de esta noción que no se aferra al
concepto de ley determinista. La noción determinista de causa, en
la que muchos análisis sucumben, está ubicada en creer que: dadas
ciertas condiciones iniciales, actuando leyes generales, de cobertura,
entonces efectos predecibles tendrán lugar con muy pocas derivas.
Esto no ocurre así en la historia humana. No existe en los fenómenos
sociales algo así como la necesidad de suceso de efectos al modo
de lo ineluctable. Fenómenos sociales y sus actores, en condiciones
semejantes, actúan de forma muy diferente, imprimiendo direcciones
muy diversas a lo social.
Los modelos de análisis producen datos empíricos y conceptuales
que deben ser interpretados, pero al hacerlo refinamos una primera
interpretación que produjo los datos, en una segunda que profundiza
este primer giro en uno segundo más penetrante, al tiempo que más
amplio y abierto. No hay datos originales y primarios que no hayan
surgido de alguna interpretación pretérita. El mundo social es plural,
Patricio Rivas Herrera
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diverso, discontinuo, los temas de la objetividad son muy densos en
virtud de la pluralidad de epistemes en juego y pugnas de intereses.
Pero la relación entre teoría y datos no es especular, no es un espejo
o reflejo de la teoría en relación con la realidad. La teoría social gesta
el mundo que describe, como decía Thomas Kuhn al consignar que
los datos están cargados de teoría. La teoría modifica lo que estudia,
altera el sentido común, incorpora sentimientos integrando sentidos
nuevos en sus propios enfoques, y comporta, por esto, un saber car-
gado de capacidad de producir nuevas tramas reales. Pero, aun así,
el drama humano e histórico puede ser analizado, estudiado, com-
prendido, pero el futuro real en un sentido fuerte no ha sido previsto
en los grandes giros y tendencias.
Pero aquí destaquemos que los estudios políticos suelen equi-
vocarse con más frecuencia de lo que se reconoce y acepta. Esto se
puede observar en las estrategias de las grandes políticas de nacio-
nes y formaciones internacionales, también de países y más singu-
larmente, al interior de estos entre fuerzas políticas, sociales e in-
telectuales. Lo que no es común que se observe, es que los errores
en política no son un instante específico, sino son producidos en
concatenaciones de equivocaciones que no se corrigen a tiempo, o
son soslayados en la medida que afectan los prestigios de muchos,
con lo cual el error se agrava. La falta de humildad para reconocer
y asumir un error resulta de los déficits psicológicos emocionales y
madurez humana que son, por cierto, un peso de arrastre, no solo
intelectuales sino más aún políticos.
En muchos casos la producción del error deviene de la mala carac-
terización de lo que se estudia, en brazos de falta de datos y delgado
análisis teórico, de mapas conceptuales dogmáticos y falta de flexibi-
lidad para entender la posibilidad de giros inesperados y emergentes.
Los intereses duros de fuerzas políticas y sociales cuando se hacen
dogmas de fe, les llevan al fracaso o por lo menos el deterioro. Las
dinámicas de cambios, giros, mutaciones e hibrideces de lo histórico
social, deberían hacer más flexibles y sensibles los estudios y análisis
de la complejidad de la vida, pero esto es siempre una dificultad en
análisis cerrados que no iluminan nada.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 99
El proceso de analizar no debería quedarse, como ocurre, en una
abultada narrativa de hechos básicos y toscos, tampoco caer en el
juego quiromántico de indicar qué va a ser y cómo se compondrá el
futuro. No deseo ingresar al debate si el futuro se puede predecir o
no, me parece una discusión inconducente y tautológica que se suele
tener, en ocasiones, con sabor a integrismo intelectual.
Ahora bien, al analizar con el fin de actuar en una situación del
ámbito de lo real, de lo que ocurre, de las tendencias que afectan un
panorama, importa la profundidad del estudio. Esto, por lo menos,
implica los siguientes rasgos relevantes. Tener una visión informada y
ordenada de lo que ocurre en un período histórico específico, y en un
territorio geográfico y simbólico; sea esto un tema, por ejemplo, la se-
guridad, o un lugar acotado como sería una provincia para reconocer
en esta las causas de sus luchas sociales, en el doble esfuerzo de expli-
car qué ocurre y cuáles son sus orígenes y comprender sus relaciones
con otros temas y territorios, y claro está cuáles son sus consecuencias
eventuales. También es imperativo el análisis de actores relevantes, sus
lógicas de construcciones, así como sus ideas y culturas constitutivas,
los sistemas de alianzas de los actores, a niveles locales, nacionales y
mundiales. Pero en su núcleo duro, esto remite a un tema central: cuál
es el tipo de conflicto aludido y las estrategias en juego. Es desde aquí
que se puede postular una direccionalidad del conflicto, de no estar
esto, por lo menos esbozado, se girará en vano alrededor de teorías y
conceptos, en juegos de especulaciones y generalidades.
La abrumadora masa de datos de varios sistemas de inteligencia
mundial antes del ataque a las torres en Nueva York, era más ruido
que información rigurosa. Precisemos, tenemos los datos, pero estos
deben correlacionarse con otros tantos dentro de marcos teóricos de
estudios. Esto conduce a algunas conclusiones que definen perfiles
de orientaciones que, a su vez, fundamenta acciones prácticas basa-
das en índices de riesgos.
Consideremos, vinculado a esto, que la solidez de los análisis tiene
que ver también con la experiencia de quienes los forjan, y los esque-
mas intelectuales adecuados a esos análisis que estos aplican. Esto
significa que todo estudioso es forjado en modelos y formatos teó-
ricos, que devienen de las experticias directas e indirectas del sujeto
Patricio Rivas Herrera
100
que produce saber relevante. Las burocracias de diversos tipos mu-
chas veces imponen resultados en los análisis que ratifican sus pro-
gramas y acciones, lo cual, de muchas formas, es desastroso incluso
para ellas mismas.
Desde mis aproximaciones quiero destacar lo siguiente, aun sa-
biendo que serían necesarias muchas notas al pie de página y refe-
rencias científicas relevantes, referidas a debates epistemológicos que
por lo menos —aunque más bien desde fines del siglo xIx—, provienen
de las discusiones de principios de la década de 1960 de cuyos cen-
tros originales, estuvo en el encuentro entre Jürgen Habermas y Karl
Popper sobre el estatus científico de las Ciencias Sociales.41
El primero se sitúa en la tradición de la Escuela de Frankfurt y de
las teorías críticas de la sociedad. El segundo, en las posturas del
racionalismo crítico en distancia con el racionalismo rígido y dogmá-
tico, a lo cual hay que agregar en ese período las prolíficas produccio-
nes sobre pensamiento estratégico, uno de cuyos autores más con-
sistentes fue Raymond Aron. Este último urde sus trabajos desde una
postura liberal. A pesar que estos autores se mueven en un alto nivel
de abstracción, sus sugerencias son importantes en buena medida
por su diversidad y amplitud, por sus faltas de dogmatismo analítico
y reflexivo, a pesar de tener epistemes diferentes y en pugnas.
Empero, el debate epistémico y metodológico se modificó de for-
ma considerable desde la crisis del posestructuralismo —1970— hasta
hoy, donde asuntos como como la crisis del sujeto, la centralidad de
lo social, la complejidad en sus versiones disímiles, la globalización
y el biopoder, así como la biopolítica y la propia posmodernidad,
alteran el panorama global en campus e instituciones de Estado.
Concurren en estos fenómenos, por lo menos, dos procesos que
están lejos de culminar. El aumento de la complejidad del sistema
mundo y del mundo como unidad cultural diversa. También, la ma-
yor fragilidad de las instituciones, frente a las demandas sociales que
suelen estar acompañadas por desconfianza y violencias de los suje-
tos contra estas instituciones, en una curva que considero creciente.
41 Véase Popper, K., Adorno, T., Dahrendorf, R., & Habermas, J. (2008). La lógica de las Cien-
cias Sociales. México: Colofón.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 101
Pero, aun así, los debates que referimos se desplazan en cuatro
niveles complementarios y distintos. Son en sus referencias amplias,
entre la tensión entre historia y política. Aun resaltando el hecho de
que la política implica la producción y dirección de hechos políti-
cos, la anchura de la historia como complejidad e incertidumbre se
confronta muchas veces con la acción política, desestructurando sus
pretensiones y aportando grandes sorpresas como ocurrió con el de-
rrumbe de la Unión Soviética, el ataque a las Torres Gemelas, y hoy
la propia pandemia. También situados en la capacidad de análisis
y predicción de las Ciencias Sociales respecto al futuro, el cual por
definición no ha ocurrido aún.
La ansiedad por predecir ha acompañado a todas las civilizacio-
nes, por lo general esto ha resultado infructuoso en lo fundamental,
sin caer en las descripciones de las grandes tendencias. Predecir es
advertir con fundamentos debatibles, explicables y demostrables so-
bre fenómenos decisivos para los destinos colectivos y globales, entre
las metodologías históricas, hermenéuticas, fenomenológicas, ma-
terialistas, cualitativas, frente a los métodos más cuantitativos. Las
contiendas de academia entre enfoques, son necesarias y en muchos
casos productivas. Pero el analista se ve impelido, en muchos casos,
a emplear métodos híbridos adecuados a sus objetos de análisis, por
encima de alguna adscripción teórica justificable.
También, entre los enfoques estratégicos y de contingencias, los
denominados enfoques estratégicos, asumen los órdenes sociales
desde el plano del conflicto y del duelo en las luchas por la dirección
de los procesos. Este punto de vista remite a comprender cómo se ve-
rifica la lucha por la dirección de los campos estratégicos, reúne qui-
zás una de las densidades mayores del análisis global de los asuntos
de poder. Por lo pronto, todo análisis innovador se aproxima siempre
al borde de las teorías del caos, no a la manera de un plagio del se-
gundo principio de la termodinámica, sino localizando las íntimas
tendencias a las crisis y transformaciones que hoy se dan a escala
mundial.42
42 Ver más en Rivas, P. (2019c). Textos sobre Complejidad [material de clases]. Quito.
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102
Resaltemos un problema clásico entre realidad y
conocimiento
La centralidad de la teoría en los análisis y reflexiones que se ponen
en juego en los estudios sociales y estratégicos, se entiende porque
sin saberes teóricos amplios y siempre en actualizaciones, es impo-
sible comprender la realidad más allá de lo inmediato, incluso así es
posible confundir planos, niveles y tendencias. En todo instante de
nuestras analíticas estamos poniendo en juego conceptos y referen-
cias que son parte de entramados teóricos más generales.
Conviene señalar una referencia muy básica, pero esencial.
Primero, hay que distinguir entre conocimiento y teoría. El cono-
cimiento se remite a una realidad, a pesar de que la propia noción
de realidad no es simple —como dijimos antes— en tanto supone una
construcción social muy refinada y eficiente. Por su parte, la teoría
orienta de forma múltiple la reflexión sobre esa realidad; hay una dis-
tancia que se debe aplicar en cada caso específico sobre este asunto,
entre conocimiento y teoría que aclarada permite desbrozar otros
asuntos que veremos.
La teoría nos indica sobre lo qué es la realidad, qué se debe mirar
y cómo jerarquizar. El conocimiento es una articulación directa del
sujeto con esa realidad. Entonces, la distancia que hay entre cono-
cimiento y realidad es un asunto fundamental en el diseño de una
investigación con fines teóricos o de política pública. Se parte del
conocimiento, se observa desde este la realidad. La teoría señala lo
que es fundamental, es una orientación para actuar, pero desde los
saberes más amplios y también aplicados a la realidad.
Desde esta esquemática definición sobre la cual ya he escrito an-
tes, desearía fijar orientaciones y criterios que no son normativos
sino indicativos y sugerentes: teoría, realidad, conocimiento, análisis,
sugerencias.
Existe un déficit singular al emplear el análisis social académico
de manera simple a los estudios estratégicos. Las Ciencias Sociales
tienden, comúnmente, a ser constructivistas, y explicar sus análisis y
conclusiones desde esquemas que confirmen sus modelos teóricos.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 103
Los análisis históricos cuantitativos ponen en evidencia que las socie-
dades complejas ingresan a ciclos inestables cada cierta cantidad de
décadas. Los cualitativos resaltan fenómenos de cambio de mediano
y largo plazo, que cambian las dinámicas históricas más relevantes;
ambos se combinan muchas veces en los estudios de futuro y más
aún en los estratégicos. En la variedad amplia de estudios estratégi-
cos, se suele olvidar que las conductas y decisiones humanas tanto
grupales como individuales son, por lo general, racionales de manera
limitada. Los dirigentes y fuerzas sociales suelen tomar caminos que
en el mediano plazo los conducen a sus crisis y ruinas.43
Pero lo que es esencial considerando lo consignado, suele estar en
comprender cuatro factores.
En primer lugar, cuáles son las fuerzas en conflicto, composición
histórica de objetivos, partiendo de la premisa de qué es el poder,
la relación poder y lo que suele estar en juego. Una fuerza jamás es
pura, tampoco contiene objetivos únicos; en su seno hay alianzas y
composiciones muy diferentes que se mesclan y desarrollan tensiones
transversales.
En segundo lugar, cómo se expresan en los campos de la lucha
teórica, social y política, cómo busca construir su iniciativa estraté-
gica. Esto nos refiere al tipo de estrategia y plan estratégico que las
fuerzas suelen tener, con independencia de las nominaciones que
usen ellas. Estos tres ámbitos de lucha señalados arriba, configuran
el perfil de una fuerza o fracción social en desplazamiento.
En tercer lugar, cuáles son los medios que utilizan y cuáles son
territorios sociales y geográficos, cómo pone en juego la movilización
logística estratégica de sus recursos. Sus recursos pueden ser intelec-
tuales, materiales y morales. En la habilidad para ponerlos en juego
radica el vértice de la capacidad de dirección de una fuerza.
Desde los tres factores anteriores se debería también definir la ca-
lidad de los mandos y fuerza en lucha, de manera singular de ellos
depende la cohesión moral y material de las fuerzas, y en muchas
ocasiones la ductilidad táctica en el manejo de los períodos densos,
43 Al respecto, ver Carrere D' Encausse (2016).
Patricio Rivas Herrera
104
cortos y de coyuntura. Sobre estos asuntos hay grandes déficits en
las ciencias político-estratégicas, de análisis, las cuales tienden a tejer
fetiches de análisis como si la realidad global estuviera alineada con
grupos compactos y aglutinados como en falanges romanas.
Por último, la forma en que todo lo anterior urde una estrategia
y un plan estratégico, programa de acción, diseños de iniciativas de
poder local y nacional, se puede resumir en parte a lo siguiente, con-
siderando que en este siglo xxI, los conflictos amplios de composición
social y política abarcan desde sus orígenes el ámbito internacional y
se despliegan, además, en tiempo real por los espacios virtuales.
•Lo que se analiza en un trabajo amplio de muchas variables son las
relaciones sociales, desde ese punto se arriba a fuerzas e institucio-
nes; de otra forma, se entienden las instituciones como puntos de
partida, cuando en realidad son de llegada. Una fuerza social se
agrupa alrededor de temas que se verifican como relaciones sociales,
de derechos de mayorías y minorías, grupales, territoriales, cultura-
les, religiosas, simbólicas, y desde luego produce efectos políticos.
•Toda relación o hecho social es del ámbito del conflicto, importa,
por tanto, analizar y clasificar las formas en que se producen esos
conflictos, con qué tipo de recursos y gestando cuál tipo de resulta-
dos. Se debe contar con registros adecuados de estos hechos, con el
propósito de registrar sus desplazamientos y nuevas articulaciones.
Hay situaciones en las que lo social se enlaza con lo político de ma-
nera casi siempre difícil; pero se amplifica mucho en el nivel de poder
de la lucha política.
•El conjunto total de relaciones sociales de conflictos genera un terri-
torio, es decir, un campo de análisis singular. Esta noción es siempre
un corte arbitrario de la realidad, nunca es toda; por lo cual, el es-
tudio debe estar abierto a múltiples fenómenos no considerados y
nuevos, que densifican la noción de territorio o campo de lucha.
•Todo conflicto analizado debe ser formalizado en términos de si al-
guna de las fuerzas en pugna gana o pierde poder. Es decir, como
menos cero, frente a más uno, siendo codificado de esta manera, po-
demos tener indicadores muy básicos pero útiles de las correlaciones
de fuerzas y de las relaciones de fuerzas.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 105
•El resultado analítico siempre toma la forma de un estudio de fuerzas
en pugnas diversas, que tejen resultados en términos de capacidades
de generar hechos nuevos. Los balances de poder son juegos analíti-
cos muy dinámicos que están sujetos a diarias actualizaciones cuan-
do fundan visiones para la acción.
•Un análisis de este tipo se estructura dentro del campo de los estu-
dios estratégicos, sea de fuerzas en conflictos, de geopolítica, o de
inteligencia estratégica.
A modo de primer resumen temático
El sistema internacional mundial ingresó, por lo menos desde me-
diados del siglo pasado, a una original crisis de civilización que no
responde de manera convencional a lo que se denomina en la filo-
sofía política una crisis sistémica o una crisis global. Tampoco una
crisis larga de la economía mundial y sus instituciones nacionales
y globales, aunque de todo eso tiene. Esta crisis de civilización es
esencialmente el resultado del agotamiento simultáneo del socialis-
mo burocrático en su forma clásica, y del liberalismo más extremo
para regular y mejorar de manera constante la calidad de vida de la
población mundial. Por lo tanto, no sabemos cómo administrar los
grandes problemas de la humidad en un marco de debate y consenso
democrático, cómo dar un curso sostenido a sociedades prósperas y
estables. Se trata de un fenómeno histórico, amplio, grave y sustan-
tivo para los destinos compartidos de la humanidad. Los Estados
y gobiernos han tenido mediocres desempeños en relación con los
importantes asuntos de mejorar y sostener en el tiempo la calidad de
vida de las personas y la calidad de gobierno de las instituciones de
Estado, tanto en las naciones denominadas centrales como en las de
las periferias y semiperiferias.44
Pero los temas de desarrollo y subdesarrollo comparado a las
nuevas crisis más profundas, también en formatos originales y nue-
vos en el sentido de resultar de problemas pendientes amplificados
por la globalización y la pandemia, se darán con mayor agudiza-
ción en nuestra región como se observa hoy en Chile una crisis de
44 Al respecto, ver Boaventura de Sousa, S. (2020). La cruel pedagogía del virus. Madrid: Akal.
Patricio Rivas Herrera
106
representación grave, en Ecuador una polarización política, en Perú
inestabilidad orgánica, y en Brasil una gestación de una doble crisis
social y política. Los ritmos nacionales de estas tensiones son diver-
sos, pero lo que destacamos es la tendencia a nuevos giros en la si-
tuación social política regional.
Las inconsistencias del sistema político para interpretar y actuar
en la región son muy evidentes y poco superables en el corto plazo,
en la medida que responde a las tensiones largas de la globalización
y sus impactos, así como al desgaste político y moral del sistema po-
lítico regional para conservar unos niveles básicos de estabilidad en
el mediano plazo.
América Latina ingresa de nuevo a un período de inestabilidad
profunda, en un marco mundial en el que sus peso y significación
es periférico, cuando se refiere al plano geopolítico y se hace signifi-
cante, cuando de alguna forma real o imaginaria, se aleja del orden
sistémico de poder mundial.
Esto ha implicado
Es claro que resulta muy complejo y lento ajustar las analíticas sobre
lo que se está modificando social y políticamente en el ciclo pandé-
mico, como resultado del amplio impacto que esto ha tenido en las
naciones y pueblos mundiales. Más aún, cómo esta influye sobre los
reajustes tanto geopolíticos mundiales y regionales, y sobre la propia
situación interna del país y la mayoría de las naciones en términos de
conflictos y tendencias.
Estamos así en un doble vector, por una parte, una larga crisis de
civilización y una fractura de las regularidades institucionales y socia-
les, que se generó con la pandemia pero que multiplica todo los ago-
tamientos y dificultades acumuladas de manera rápida y constante.
Se puede observar una tendencia en aumento a una perturbación
de la conciencia establecida, junto con el cambio de esto a un clima
psicosocial de pérdida de la paciencia y la capacidad de espera. Este
punto es muy esencial en los análisis, en tanto acorta los tiempos y
aumentará la violencia de las más variadas demandas.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 107
En tiempos de grandes cambios históricos, los modelos de análisis
y las propias categorías en uso deben ser ajustadas, al tiempo que
otras palabras nuevas explican los fenómenos inesperados e inéditos
que han surgido. Estos años 2020 y 2021 pasarán a los registros de
los analistas, como el tiempo en que se puso en evidencia la fragilidad
de la civilización y sus relaciones de dependencia con la naturaleza.
En efecto, todo el orden mundial ha estado sometido a tensiones
graves que han mostrado, sin pausa, cómo las instituciones públi-
cas aún deterioradas por las corrientes más liberales, han salvado
vidas y mantenido la estabilidad institucional básica de las naciones
y sociedades. Sin ellas, los efectos críticos como las altas tasas de
muertos, rebeliones sociales se habrían extendido en muchos lugares
provocando unos fenómenos de aguda violencia que, sumado al co-
vid-19, tendrían como resultados una mayor devastación humana; lo
cual habría ejercido dramáticas consecuencias para las condiciones
de vida de muchas comunidades sociales.
El Estado, lo público y lo comunitario, han sido en muchas partes
factores básicos de la vida y la existencia. Respecto al tipo de economía
y Estado, se está desatando toda una discusión que ya no está atrapa-
da en la tensión entre el Estado de bienestar o desarrollista, frente al
Estado subsidiario y mínimo o liberal; sino repensada en parte desde el
desarrollo humano y social. Esta última tesis está en los debates socia-
les de manera singular, aunque aún no se hace visible en los Estados y
parlamentos de la región, sino en aspectos muy singulares.45
Lo que podemos sostener es que estaremos transitando por varias
situaciones de crisis política, tanto en las regiones centrales como en
las más periféricas del sistema internacional. En algunas se puede lle-
gar a conflictos armados regulares e irregulares; en otras la violencia
extrema y puntual podría surgir desde fracciones sociales de extrema
carencia, pobreza y falta de confianzas institucionales.
Desde España e Italia, tanto como Europa central hasta América
Latina y Norte América, los cambios en curso se han acelerado. Estas
transformaciones han sido tan agudas como las que se dieron en las
45 Al respecto, ver Stiglitz (2007; 2020).
Patricio Rivas Herrera
108
décadas de entre guerras, durante los años que van desde 1920 a
1940, pero en tiempos muchos más breves.
Quien habla
En los últimos años se han precipitado distintas rebeliones sociales
amplias y de demandas muy diversas, que han puesto en parte en
duda la capacidad de gobernanza y gobierno de muchos Estados a
escala mundial. Francia, con los chalecos amarillos contra los ajustes
liberales a las jubilaciones; Brasil a favor y en contra del Partido de
los Trabajadores; Chile con despliegues de millones de personas por
una nueva constitución; Perú contra la corrupción gubernamental;
Bolivia en defensa y en contra del desarrollismo del MAS; Ecuador
contra los ajustes a los precios del combustible; Colombia de ori-
gen ciudadano e indígena; Argentina contra las reformas judiciales;
Estado Unidos contra la policía por los usos excesivos de la violencia;
y Hong Kong contra la intervención del Gobierno chino.
En cada uno de estos casos las tensiones continuaron con la pan-
demia, y no se ven resoluciones rápidas a las causas de origen de
estos eventos. En una revisión fenomenológica los motivos parecen
diferentes y en cada situación heterogéneos. Convengamos, como ve-
remos, que son diversas en su forma, pero tienen orígenes comunes
y análogos.
Estas denominadas explosiones sociales, tienen como rasgos
constitutivos algunos aspectos que debemos destacar en la medida
que escapan a la forma convencional de los hechos sociales más clá-
sicos. Desde un ángulo amplio, las lógicas más salvajes de vida indivi-
duales y colectivas desde los centros laborales en las últimas décadas,
han articulado una tensión biopolítica grave que refiere a unos mo-
delos de vida en los que el desgaste del cuerpo y deterioro de la salud
física y mental, son muy indicativos que se producirán resistencias
de biopoder generalizadas a los modelos biopolíticos dominantes.
No es que se asista a un derrumbe general de un orden mundial; se
trata, antes que nada, que este sistema no está hoy en condiciones de
resolver cuatro temas básicos de la política en un sentido que abarca
desde el mundo antiguo hasta hoy.
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 109
Primero, no aporta o entrega confianza de futuro. Esto lleva y
hace que proliferen acciones sin grandes esperanzas de ganar, pero
con inmensas energías acumuladas desde las tristezas y dolores co-
lectivos. En segundo lugar, el ataque a lo político de las culturas mer-
cantiles del individualismo posesivo terminó por demoler las institu-
ciones políticas clásicas e incluso emergentes. De lo cual resulta que
las disconformidades se expresan hoy como rebeliones y luchas de
calles, donde no existen unos interlocutores estables y válidos. En
tercer lugar, también acontece que los medios virtuales permiten no
solo construir nuevas formas orgánicas flexibles, sino más importan-
te aún, generar mentalidades nuevas para vivir y establecer relaciones
con la realidad cultural y social. Por último, la formación educativa,
los debates culturales y políticos, las construcciones de valores clási-
cos, no ve, no responde y aun si observara, no sabría qué hacer frente
a los procesos éticos y formativos, culturales, que se dan muy por
fuera de las instituciones, los cuales son mayoría en cantidad y más
densos en significados. En mi opinión, ingresaremos más aún desde
el año 2021 y 2022, a un ciclo de insurgencia social diversa.
Lo mencionado, por lo general, responde al agotamiento interna-
cional del ciclo de crecimiento liberal, a los efectos socioeconómicos
de la cesantía, a la precariedad laboral y de seguridad social. Pero
como una tendencia complementaria, también ocurre que se han
perdido las confianzas en las instituciones —como insistimos— y las
lógicas de los diálogos y acuerdos, como lo señalamos. Esta pérdida
de confianza no se logrará superar sino en un tiempo por lo menos
mediano, y de grandes reformas estructurales mundiales.
Las indignaciones frente a las corrupciones de poder, dinero e in-
fluencias, han amplificado las críticas a la democracia representativa
y sus instancias constitucionales. Se puede postular que la democra-
cia desde las críticas clásicas de izquierda y ahora otras emergentes
de ultraderecha, están pasando un mal momento general.
Este clima psicosocial puede tener efectos delicados en varios paí-
ses que enfrentan hoy etapas recesivas de sus economías y un am-
plio malestar social, como ocurre en nuestra región latinoamericana.
La mezcla entre malestar social y débiles partidos políticos, hacen
Patricio Rivas Herrera
110
brotar aventuras políticas que multiplican los factores de crisis sin
darle soluciones solventes.
Veamos a continuación un esquema simple:
Desgaste de los sistemas políticos, decepción general ciudadana,
deterioro de la estabilidad, cambios de los regímenes económicos
y políticos, nuevas crisis por promesas no cumplidas y un deterio-
ro grave de la estabilidad política, como rasgos constitutivos de los
próximos años, por lo menos en nuestra región.
Pero hay otros factores que se deben analizar: el regreso del MAS
en Bolivia, antes el del Justicialismo en Argentina, y el deterioro cons-
tante del gobierno en Chile, sintetizan la dinámica movilidad y fragi-
lidad en los gobiernos, en tanto los cambios de signo programático
son sucesivos y se puede postular una significativa fragilidad de los
Estados, a pesar que sean la figura jurídica estatal principal.
México, desde hace años, está en una situación crítica en la lu-
cha contra el narcotráfico y la corrupción. La violencia social en
Guatemala sigue en curso creciente. En Costa Rica, la larga estabi-
lidad interna se está rompiendo. Brasil está en medio de una delica-
da polarización social y política; aunque la de Brasil es significativa-
mente más grave hoy que la de México o Argentina. Perú muestra
constantes y buenas cifras de crecimiento, pero su régimen político
está profundamente debilitado por las acusaciones de corrupción,
mala gestión y frecuentes caídas de gobiernos y altas autoridades. La
situación de Venezuela es de un empate catastrófico, en el que, por
un lado, el Gobierno conserva el control interno sin contrapeso, y la
oposición cuenta con amplio apoyo internacional, más allá de las
torpezas de muchas de sus figuras protagónicas. Venezuela es un fac-
tor de potencial conflicto regional geopolítico en el año 2021 o 2022.
En esta configuración lo que caracteriza a la región actualmente es su
incertidumbre y fragilidad institucional.
Los rasgos culturales de los movimientos sociales
Lo social emergió luego de fines del siglo pasado, como la variable
histórica más sustantiva de dinámicas existenciales amplias y fuente
básica de producción de saber estratégico sustantivo. Dicho de otra
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 111
manera, a pesar de los hábitos intelectuales por analizar los procesos
solo de la política en el típico gesto de por arriba y más lejos, lo so-
cial es donde radica hoy la complejidad civilizatoria actual en grado
importante por su nivel educativo, interrelaciones mundiales y capa-
cidad de desgastar la legitimidad de los poderes públicos, y variables
de poder privadas.46
Estos movimientos resultan, en términos de historia mediata, de
cuatro factores estructurales. La reconversión de muchos de sus di-
rigentes a un mayor pragmatismo y anclaje social, operación doble y
original. No se trata, en este caso, de un pragmatismo individualista
simple, antes que otros factores, el pragmatismo al cual nos referi-
mos es una distancia de los grandes discursos ideológicos clásicos
de los siglos xIx y xx. El agotamiento de sus modelos teóricos aho-
ra abiertos a la globalización desde un enfoque autónomo y crítico.
El creciente desapego de las amplias mayorías sociales frente a las
izquierdas históricas. La irrupción de una gran mayoría de jóvenes
mundializados cultos y decepcionados del orden político actual.
También —como indicamos— y muy importante, las capacidades de
articulaciones mundiales y regionales capaces de acumular ideas, re-
cursos, comunicaciones y difusión.
Los núcleos liberales más agudos política e intelectualmente, tam-
bién están ajustando sus modelos de trabajo e intervención política.
En Chile grandes dirigentes de la derecha se están declarando como
socialdemócratas, se han abierto variadas críticas de estas fuerzas de
centro, singularmente respecto al imperativo de aumentar y mejorar
los salarios mínimos, seguridad social, educación, salud y vivienda.
Este transformismo ha ocurrido con diversos niveles de acuerdos, al
país del cual se trate, pero se puede postular que hay un amplio es-
fuerzo de actualización política de los sectores intelectuales de las
derechas y grupos empresariales. Concertemos que los sectores y los
centros de pensamientos liberales a escala mundial, están haciendo
un esfuerzo de cambio y actualización en lo siguiente: la reforma del
Estado hacia modelos más abiertos a las demandas sociales, forta-
lecimiento de lo público, inversión social pública, políticas de mayor
46 Ver más en Bauman (2002; 2007).
Patricio Rivas Herrera
112
cuidado del medioambiente, enfoques de integración más selectivas
en las aperturas mundiales, y calidad de las instituciones de seguri-
dad y defensa. Pero, por ahora, es posible que llegarán tarde y aún
con poco.
Las geometrías de las fuerzas sociales
Describiré, de manera sucinta, núcleos decisivos del análisis general
de procesos de niveles estratégico, que al mismo tiempo son nudos
de gobernabilidad fundamentales.
•Los nuevos movimientos sociales. Estos están hoy sin centralidad po-
lítica orgánica clásica, pero se constituyen como fuerza política hete-
rogénea de gran movilidad y de pluricomposición. El sentido teórico
programático de sus demandas es de democracia radical y en mu-
chos lugares directa; los sectores claves son jóvenes, estudiantes, en
muchos casos de formación universitaria, que no están incorporados
a los sistemas laborales o lo están de forma episódica. También estu-
diando disciplinas formuladas en claves arcaicas y rituales.
•Despliegan una singular capacidad logística y tecnológica, comple-
mentado por una amplia difusión de sus mensajes nacional e interna-
cionalmente, que ya compiten con los grandes medios de difusión en
la producción de discursos de verdad y referencias de conversaciones.
•Generan importantes efectos políticos en el conjunto de la pobla-
ción, la cual los configura como tema de debate y discusión política.
Dicho de otra manera, junto con la significación social de su pre-
sencia amplifican muchas veces su trascendencia simbólica mundial-
mente, fraguando efectos políticos de alto impacto.
•Tienen capacidad de manejo de situaciones pudiendo, en muchos ca-
sos, negociar y establecer acuerdos significativos que la cohesionan;
en varias ocasiones se disgregan por un tiempo mediano y luego se
reagrupan con rapidez.
El tema de las doctrinas
En ciclos como los actuales, es indispensable generar cambios teó-
ricos y metodológicos de instituciones y organismos de Estado. Se
debe pensar lo anterior desde los problemas en desarrollo ubicando
los más trascendentes:
El envejecimiento de las analíticas y sus efectos críticos 113
•Hay un creciente desapego y desconfianza cultural y política a lo
institucional y establecido. A partir de lo cual crece un pesimismo
psicológico que postula que el mañana no será mejor que hoy. Esto
contiene inmensas energías críticas y movilizadoras.
•Para muchos sectores jóvenes no se ve una posibilidad de ascenso
social por la vía de la educación o el trabajo, lo cual gesta variadas
conductas críticas respecto a las formas tradicionales de socializacio-
nes e integración comunitaria.
•Los centros universitarios y barrios con mayores tradiciones de mo-
vilizaciones serán nuevamente espacios de conflictos. Pero no en las
claves históricas de las décadas de los años 1960 del siglo pasado,
sino en un radicalismo de base tan apabullante como disperso en
sus demandas.
•Los medios virtuales serán de los territorios centrales de toda lucha
hegemónica.
•Los medios de comunicaciones informales y en redes serán el vehículo
esencial de agrupamiento.
Por otra parte…
•Las pugnas geopolíticas entre Estados Unidos y China en la región
serán la matriz central de relaciones entre América Latina y la econo-
mía mundial.
•Los parlamentos y asambleas deberían asumir el imperativo del reen-
cuentro con lo social, de otra forma se verificarán graves problemas
de gobernabilidad y legitimidad.
•La policía se verá tensionada entre poblaciones que critican sus ac-
ciones y gobiernos que no las cobijan a partir de sus responsabilida-
des de Estado. Se imponen nuevas doctrinas policiales que busquen
y se basen en trabajos territoriales constantes y formas de diálogos
hacia la juventud. De otra forma, esto se configurará en una curva de
creciente deterioro relacional, cultural y simbólico.
•Los gobiernos locales desempeñarán crecientemente un rol decisivo
en la seguridad pública desde un ángulo actual. Esto remite a una
reedición del tema de los territorios de las ciudadanías y los dere-
chos, también a esquemas de seguridades basadas en las confianzas
entre policías y comunidades. Dentro de patrones de, por lo menos,
Patricio Rivas Herrera
114
unos mínimos de prosperidades basados en salud, trabajo, vivienda,
educación, tiempo libre creativo, respeto a las dignidades y derechos
ciudadanos.
•Acceso a las ciencias y tecnologías de formas masivas, creando así
un nuevo espacio público y virtual sometido a criterios de derechos
y respeto a las personas, que permitan el diálogo y debate público.
No parece que la amplificación de un nuevo período político y so-
cial en nuestra región se esté considerando como un tema que impli-
ca nuevas políticas públicas y esquemas de participación política. Por
lo general, los gobernantes siguen apegados a los modelos mentales
de gobierno de la década pasada, incluso cuando arriban al poder
ejecutivo para superar alguna crisis grave. Hay toda una élite de go-
biernos que ya corresponde a generaciones formadas a mediados y
fines del siglo pasado que, solo en algunos casos, se ha actualizado
suficientemente en términos políticos y culturales. Este rasgo debe ser
considerado cuando se analiza la estabilidad de las naciones y, más
aún, las capacidades globales de sus Estados y regímenes políticos y
de gobierno.
115
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Este libro es el resultado de debates que tienen la finalidad de brindar
una panorámica de los desafíos del análisis estratégico. En tal sentido,
desde distintos niveles y temporalidades, este estudio nutre la pers-
pectiva de los tomadores de decisiones, quienes tienen la posibilidad
de sumar a su conocimiento empírico las diversas nociones teóricas
que intentan definir las experiencias más concretas de la actualidad.
La pandemia no es la única circunstancia que esculpe o determina el
agotamiento civilizatorio. Lo que ocurre con el medioambiente, las
relaciones entre Estados, las dinámicas internas de cada país aluden
cambios y mutaciones del cuadro mundial estratégico. El presente
estudio aborda temas como la relación entre ciencia y política, la cual
será una condición de calidad de la gestión en los asuntos públicos; el
paso de las hegemonías desde el Estados Unidos y Europa al Asia;
junto con los populismos autoritarios en varios países de alta influen-
cia geopolítica.
La compresión de hechos históricos ayuda a sentar las nociones de
realidad, por tanto, Una tormenta en desarrollo pretende conectar lo
analítico con la acción, hacia propuestas que permitan nuevas y mejo-
res formas de ciudadanía política y convivencia mundial.