Gonzalo está tendido en un viejo sofá verde. Tiene la mirada puesta en los estantes de la biblioteca. Hay demasiados libros y archivos ubicados en doble fila; son pequeñas e improvisadas pirámides, una al lado de la otra, que parecen violar las leyes de gravedad. La tarde es tórrida y el calor se ha acumulado durante el día. La temperatura alta y el exceso de humedad de Buenos Aires le han
... [Show full abstract] provocado un ligero sopor. Está en un tercer piso de Gurruchaga esquina Santa Fe, en el barrio de Palermo, justo arriba de una cafetería y frente a una comisaría. Es el mismo departamento donde vivió hace casi veinte años; son los mismos muebles, los mismos estantes de aquella época. Julia y Antonio siguen viviendo ahí, pero en estos días han partido a São Paulo. En esa soledad revisará su manuscrito.
Ha estado releyendo los libros escritos por Rodrigo sobre la lucha revolucionaria de los montoneros y los militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Tiene claro que son radicalmente distintos a los publicados en Chile. Se trata de textos agudos, reivindicativos, escritos sin miedo ni