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Método basado en
constituyentes (MBC)
Una interfaz metodológica entre la Teoría de la Valoración y los
modelos contextuales del Análisis Crítico del Discurso
José M. Ramírez (PhD)
Extracto de la tesis (borrador)
(en preparación la versión en inglés)
Fuente: “Análisis de los sistemas de valoración lingüística en la obra de Santiago
Ramón y Cajal”, de José Manuel Ramírez del Pozo Martín (tesis doctoral en español).
Directora de la tesis: Dra. Laura Alba-Juez (PhD)
9788494945342
9788494945359
El autor agradece cualquier comentario, corrección u observación sobre este borrador o
sobre la versión en libro.
Contacto
Email: jm.ramirez.martin@gmail.com
Tel. (34) 679 76 196
Telegram: @factoriadelalengua
https://factoriadelalengua.com/
Presentación
El reto prioritario de la investigación era reconstruir los valores sociales que
monitorizaron el discurso del científico.
El Método Basado en Constituyentes (MBC) que presentamos fue diseñado para el
análisis de recursos valorativos tanto en la fase textual como en la pretextual, y atendiendo
a la peculiaridad de la obra de Santiago Ramón y Cajal.
En otras palabras: en primer lugar intentamos analizar las realizaciones textuales, y en
segundo lugar intentamos una reconstrucción esquemática e hipotética de los conceptos
decisivos en el pensamiento de Ramón y Cajal. Estos conceptos decisivos son,
fundamentalmente, el escenario y el propósito, las categorías (participantes humanos,
animados e inanimados), los grupos sociales, las ideologías y los valores sociales.
Lo hemos llamado Método Basado en Constituyentes o Metodología Basada en
Constituyentes porque se basa en constituyentes en cuatro etapas de su desarrollo.
Primera etapa. Si bien la unidad sintáctica de análisis es la cláusula, hemos
analizado constituyentes sintácticos de la cláusula como posibles marcadores de
la valoración principal. De un modo sistemático, hemos analizado el núcleo
verbal, adjetivos y adverbios, pero también, de un modo no sistemático, otros
constituyentes sintácticos.
Segunda etapa. Hemos establecido en los modelos contextuales una serie de
constituyentes conceptuales, los mismos en los seis textos analizados, según la
plantilla de síntesis visual que insertamos a continuación En una fase posterior de
análisis, esto permite comparar los seis modelos contextuales.
Tercera etapa. Los valores sociales obtenidos no son idealizaciones propuestas
de un modo apriorístico, sino que están constituidos por las propias realizaciones
valorativas textuales. Se presentan como instrucciones de valoración de las
realizaciones valorativas a las que de hecho han dado lugar. Su conceptualización
tiene un carácter hipotético y potencial.
Cuarta etapa. Tampoco las posibles ideologías se plantean de un modo
apriorístico, sino que están constituidas por los elementos del modelo contextual
propios del grupo social relevante del autor en cada discurso: especialmente
valores sociales, categorías de los participantes y su relación, propósito y
escenario.
Nota: otros posibles mediadores en la comunicación, como empresas o instituciones, se
han integrado en el análisis dependiendo del texto y su contexto.
Nota 2: las páginas que siguen son una transcripción de la tesis doctoral fuente.
Introducción de la parte III: la metodología o el método
Los objetivos de nuestra investigación, la hipótesis, el corpus analizado, el marco
teórico y el carácter individual de una investigación doctoral condicionan el método que
presentamos. Es un método cuantitativo-cualitativo, dividido en dos áreas: por un lado y
con carácter principal, el análisis de las valoraciones; por otro lado y con carácter
secundario y dependiente, los modelos contextuales. El método cuantitativo aplicado al
análisis de la semántica interpersonal del corpus lo hemos desarrollado sobre la base de
algunas aportaciones metodológicas muy recientes. Hemos partido de la fórmula
funcional evaluativa propuesta por Alba-Juez (2017), que nos ha permitido delimitar el
qué de nuestro análisis. El diseño del método es una adaptación y extensión de la
propuesta de siete pasos de Fuoli (2018), cuyo propósito es optimizar la fiabilidad, la
replicabilidad y la transparencia. En primer lugar, cuantificamos las frecuencias de uso
de los sistemas de valoración en seis textos de géneros distintos escritos por el mismo
autor, Ramón y Cajal. La técnica elegida es la anotación manual, asistida por el programa
informático UAM Corpus Tool. En segundo lugar, para nuestra reconstrucción de los
modelos contextuales, propuestos por el análisis crítico del discurso, hemos desarrollado
ad hoc una interfaz cualitativa que aplica el razonamiento abductivo (Eco, 1983; Aguayo,
2011) y se apoya en una serie de parámetros de los marcos teóricos utilizados. El
propósito es reconstruir los esquemas de los modelos contextuales, cuyo carácter es
hipotético. Especial relevancia daremos a intentar reconstruir los valores sociales. Así
pues, nuestro método aplicado al análisis del discurso es una tentativa, cuya validez
dependerá de la capacidad explicativa de los modelos contextuales.
1. Preguntas de investigación e hipótesis
El objetivo de esta tesis es explorar los fundamentos culturales de la obra de
Santiago Ramón y Cajal, como exponente de la comunidad científica internacional y, en
un plano más general, de la sociedad de la época. Intuimos con Bally ([1913] 1965) que
la valoración es un mecanismo lingüístico que permea de emotividad todas las
producciones lingüísticas, pero también consideramos, con John Dewey ([1938] 2008a),
que la valoración participa en nuestro conocimiento del mundo y en su comunicación, y
con Voloshinov (1992), que todo texto es dialógico, es decir, que entabla un diálogo en
sentido amplio con textos anteriores y posteriores. Así pues, consideramos que la
valoración es también una expresión de la ciencia y de la cultura.
La primera problemática a la que nos enfrentamos es la viabilidad de aplicar la
Teoría de la Valoración y el Análisis Crítico del Discurso a los textos de un científico, en
este caso Ramón y Cajal. No hay, que sepamos, precedentes de un análisis lingüístico de
la obra de Ramón y Cajal, ni conocemos, a la hora de redactar esta tesis, que se haya
abordado con una de estas dos teorías el análisis de textos de investigación en español
propios de las llamadas «ciencias exactas, físicas y naturales», aunque sí de textos de
divulgación científica en inglés (Fuller, citado por Martin y White, 2008: xi). Recordamos
que, para Van Dijk, el Análisis Crítico del Discurso, dado su carácter ecléctico y
pluridisciplinar, es compatible con otros tipos de análisis del discurso, y también
defendimos páginas antes la pertinencia de aplicar este marco teórico al análisis de un
texto de histología (II, 2.4.2).
Esta investigación tuvo como germen una tesis de máster en la que ya analizamos
cualitativamente las realizaciones valorativas del artículo de Ramón y Cajal «Estructura
del centro nervioso de las aves» (1888), constatando su presencia. Al estudiar entonces
diversos textos del científico, observamos hechos muy llamativos. Para la lingüística
sistémico-funcional, los tres parámetros contextuales que modelan un texto son el campo,
el modo y el tenor, que serán por tanto nuestro punto de partida. En una primera
aproximación, en aquella tesis de máster observamos, por ejemplo, que si bien en su
artículo científico Ramón y Cajal parecía no expresar reacciones emocionales al describir
las células nerviosas que observaba a través del microscopio, sí lo hacía, y muy
notoriamente, al describir en sus memorias las mismas células nerviosas:
El jardín de la neurología brinda al investigador espectáculos cautivadores y emociones
artísticas incomparables. En él hallaron, al fin, mis instintos estéticos plena satisfacción.
¡Como el entomólogo a caza de mariposas de vistosos matices, mi atención perseguía, en el
vergel de la sustancia gris, células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas
del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental!
(Ramón y Cajal, 1981: 98-99)
Los cambios en el campo, el modo y el tenor, de acuerdo con la Teoría de la
Valoración, deberían permitirnos explicar tales diferencias relevantes en la expresión de
emociones estéticas, aparentemente neutralizadas en el artículo científico de 1888. En
aquella primera aproximación en nuestra tesis de máster, sin embargo, también
encontramos al menos una valoración sorprendente que parecía eludir estos tres
parámetros. «Diríase que cada elemento es un cantón fisiológico absolutamente
autónomo», escribe Ramón y Cajal en su artículo de 1888, introduciendo en un texto
histológico una osada metáfora cognitiva cuya fuente es un concepto político, y
expresándola mediante un recurso heteroglósico, la voz impersonal y el condicional, que
le permiten distanciarse de su propia afirmación. Se trata, en otras palabras, de una
metáfora clave en la estrategia discursiva de Ramón y Cajal, pero cuyo dominio fuente,
deliberado y explícito, es ajeno a las experiencias propias del campo de un artículo de
histología.
En este momento de nuestra investigación, nuestro propósito es cuantificar las
frecuencias de uso de los sistemas de valoración, obtener datos que nos permitan
comparar tales frecuencias en textos científicos y de otros géneros del mismo autor y
acercarnos a los factores contextuales y los mecanismos sociocognitivos que puedan
explicar las supuestas variaciones de estas frecuencias.
Así pues, podemos deslindar las siguientes preguntas de investigación:
¿existen diferencias en la frecuencia de uso de los sistemas de valoración de
Ramón y Cajal en distintos textos, propios de contextos y géneros discursivos
diferentes?
¿de qué factores contextuales dependen las variaciones, si es que estas existen?
¿influye en la valoración la sociocognición, tal como la define Van Dijk, y, si es
así, lo hace a través de los modelos contextuales?
Nuestra hipótesis directriz es la siguiente:
Los sistemas de valoración lingüística usados por Santiago Ramón y Cajal varían
según los géneros discursivos.
La segunda hipótesis o subhipótesis es la siguiente:
Algunas realizaciones valorativas solo pueden explicarse mediante la noción de
modelo contextual.
2. Corpus y método de investigación
2.1. El corpus
Santiago Ramón y Cajal es autor de una ingente producción escrita. Nuestro
corpus se compone de seis textos correspondientes a seis géneros discursivos diferentes,
que definimos sucintamente de acuerdo con el campo, el modo y el tenor: 1, un artículo
científico histológico, publicado originalmente en una revista de investigación
autoeditada por el propio científico y dirigido a especialistas internacionales de su campo
del saber; 2, un ensayo sobre ciencia, que si bien fue originalmente su discurso de ingreso
en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en 1897, pronto fue publicado
por primera vez en libro, en 1898, y se dirige explícita y prioritariamente a jóvenes
estudiantes que se inician en cualquier rama de la investigación científica; 3, un manual
técnico de fotografía, publicado en libro y dirigido a aficionados de esta disciplina
artística; 4, una autobiografía, publicada en libro y dirigida a cualquier lector culto
interesado en la vida del científico; 5, un volumen de aforismos sobre temas variados,
publicado en libro y dirigido a cualquier lector culto; y 6, un relato de ficción, autoeditado
en libro y dirigido a cualquier lector culto. Los textos han sido elegidos atendiendo,
además de a su mutua diferenciación según géneros discursivos, a su relevancia científica
y cultural, que motivaremos muy brevemente a continuación. A causa de las limitaciones
en tiempo y recursos de una investigación doctoral, hemos seleccionado fragmentos que
juntos no superen las doce mil palabras. Tomamos el texto 1 como referencia estadística,
por lo que, pese a su longitud, lo analizaremos por completo. Estos son los textos de
nuestro corpus:
Texto 1. El artículo «Estructura del centro nervioso de las aves» (1888). El autor
rechaza con datos la hipótesis reticularista y adelanta por primera vez la hipótesis que
luego dará lugar a la doctrina neuronal.
Texto 2. El primer capítulo de Reglas y consejos sobre investigación científica.
Los tónicos de la voluntad ([1898] 2019: 23-31). El autor defiende el método científico y
el papel que la voluntad juega en la investigación.
Texto 3. El capítulo XVIII de Fotografía de los colores ([1912] 2007). El autor
describe los principios, las técnicas de reproducción industrial de la fotografía de la época
y sus principales virtudes y defectos. Recordemos que las deficiencias de la fotografía de
la época lo abocaron a comunicar mediante dibujos sus observaciones histológicas.
Texto 4. Dieciséis párrafos de Recuerdos de mi vida ([1923] 2017: 199-201). El
autor recuerda sus hallazgos de 1888 en el contexto de su propia biografía.
Texto 5. Los veinte primeros aforismos de «Pensamientos de tendencia
pedagógica y educativa», capítulo VIII de Charlas de café. Pensamientos, anécdotas y
confidencias ([1921] 1967: 213-218). El autor reflexiona sobre la voluntad, el
conocimiento, la educación y la creatividad en la ciencia.
Texto 6. Parte I de «El fabricante de honradez», del volumen Cuentos de
vacaciones. Narraciones seudocientíficas ([1905] 1999: 63-67). El autor relata un
peculiar experimento pseudocientífico de ficción que pone a prueba el positivismo y la
voluntad, así como la relación entre ciencia y sociedad.
2.2. El método de investigación
Vamos a exponer un método mixto, cuantitativo-cualitativo. Mediante el método
cuantitativo, exploraremos las realizaciones valorativas con el objetivo de obtener datos
que nos permitan comparar estadísticamente las frecuencias de uso de los sistemas de
valoración en los seis textos analizados. Mediante el método cualitativo, por una parte,
intentaremos interpretar y explicar el porqué de las variaciones en el uso de las
frecuencias de uso de los sistemas de valoración, y por otra parte, aplicando el
razonamiento abductivo a las valoraciones halladas en el análisis previo, intentaremos
hacer una reconstrucción de los esquemas mentales que constituyen los posibles modelos
contextuales y, en particular, los valores sociales. Si el Análisis Crítico del Discurso está
en lo cierto, el modelo contextual consistiría en una serie compleja de esquemas que
puede concretarse en realizaciones textuales y, consecuentemente, valorativas: estos
esquemas deben componerse, al menos, de propósitos, asuntos, actores, representaciones
sociales, escenarios, valores y estrategias discursivas, además de ideologías. En términos
de Van Dijk, hablaremos de valores y actitudes en tanto que modelos mentales, y por
representaciones sociales entenderemos el modo como el hablante o escritor configura
en su mente a los participantes mencionados en su texto y a sus interlocutores, así como
las relaciones que se establecen entre ellos y con él mismo. En este razonamiento
abductivo, no nos apoyaremos en la mera intuición creativa, sino que seguiremos una
serie de parámetros obtenidos del Análisis Crítico del Discurso, tales como las nociones
de actor social, grupo ideológico y dominio, a los que vamos a añadir parámetros propios
de la lingüística sistémico-funcional. Estos modelos contextuales serán hipotéticos; en
tanto que nuevas hipótesis, su aceptación dependerá de su capacidad para explicar las
valoraciones. Es una tentativa de desarrollar una interfaz que vincule la valoración con
los esquemas mentales que constituyen los modelos contextuales.
Este método mixto, con un marco teórico doble, implica varias cuestiones, de las
que destacamos al menos tres. La primera, la prioridad que concedemos a la valoración
en nuestro análisis, cuyos datos son realizaciones textuales. La segunda, que nuestro
centro de interés se desplazará posteriormente del texto a la psique, la mente del hablante
o escritor, que valora subjetivamente el contexto de la comunicación; con ello no
queremos decir que podamos adentrarnos en la mente del autor, sino que intentaremos
reconstruir los esquemas mentales que el autor consideró relevantes al escribir cada uno
de sus textos y que, por tanto, debieron dejar indicios en ellos. La tercera, que se deriva
de la anterior, es que en el modelo contextual creado por el hablante o escritor esperamos
encontrar la interfaz entre valoración y representaciones sociales o ideologías. Esta última
cuestión podríamos formularla con una pregunta retórica: ¿qué circunstancias sociales
objetivas de la comunicación determinan las valoraciones presentes, por ejemplo, en el
relato «El fabricante de honradez»?
2.2.1. Método del análisis de los sistemas de valoración
2.2.1.1. Introducción
Según Rodríguez Lifante (2016: 29), el método designa todo el proceso
investigador, cuya elección está determinada por el qué, mientras que el diseño establece
un procedimiento concreto de obtención de datos, y la técnica, por último, designa los
instrumentos con que aquellos se recaban. Esta categorización nos obliga a intentar ser
exhaustivos en el desarrollo y la exposición del método.
Recordemos que el impulso para el desarrollo de la Teoría de la Valoración
(Appraisal Theory) fue un trabajo de campo acometido en Australia entre 1990 y 1995,
el proyecto de alfabetización Disadvantaged Schools Program's Write it Right; es decir,
fueron los retos de este programa y los datos obtenidos la base experimental del desarrollo
de la Teoría de la Valoración (Martin y White, 2008: xi), por lo que de ningún modo la
teoría fue un constructo previo que se impusiera a los datos. Sin embargo, aunque Martin
y White (2008) presentaron una topología de recursos valorativos en lengua inglesa,
organizados en tres dominios de semántica interpersonal, no expusieron un método de
análisis. Una de las reservas a su planteamiento reside en que los ejemplos de su teoría
pudieron ser tomados ad hoc para ilustrar sus categorías y que son casos poco
problemáticos que se presentan como evidentes (Fuoli, 2018: 3).
En los últimos años, otros investigadores han ido desarrollando métodos de
investigación cualitativa y cuantitativa adaptados a los requisitos de los propósitos
investigadores y los corpus (Fuoli y Glinn, 2013; Fuoli y Hommerberg, 2015; O'Donnell,
2014; Taboada et al, 2014; Alba-Juez, 2017). Así, se ha producido un progresivo
refinamiento metodológico. La relación funcional evaluativa presentada por Alba-Juez
(2017) nos ha permitido delimitar con claridad el qué de nuestra investigación: la fase,
los niveles lingüísticos, los grados de realización, la posición entre dos polos, los
parámetros y el modo. Nuestro diseño es una adaptación y concreción de los siete pasos
propuestos por Fuoli (2018), que este autor ha teorizado tras varios análisis del discurso
previos, con el objetivo de optimizar su transparencia, fiabilidad y replicabilidad.
También dejamos constancia de que estas dificultades metodológicas son compartidas
por otras ramas de la lingüística y de los análisis semánticos. El método diseñado por
Gerard J. Steen y su equipo (2010) para la detección de metáforas lingüísticas nos ha
servido, si no de ejemplo ni guía, sí al menos de inspiración, precisamente por su
transparencia, fiabilidad y replicabilidad.
2.2.1.2. El qué
Consideramos la valoración o evaluación, con Alba Juez (2017: 6), como una
relación funcional evaluativa, en la que la valoración es tratada como una ecuación de
seis variables:
E = F(PH, Ll, Deg, ContPos, P, Mo)
En la preparación de nuestro método, partimos de esta misma definición y estos
argumentos o variables:
1
fases de valoración o evaluación (PH), niveles lingüísticos (Ll),
grado de realización directa-indirecta-ambas (Deg), posición en el continuo valorativo
entre dos polos (ContPos), parámetro de la valoración (P) y modo de la valoración (Mo).
Nuestro análisis cuantitativo, como argumentaremos a continuación, tendrá por objeto
preferente la fase textual, los niveles léxico, morfológico y semántico-pragmático, todos
los grados de realización, la posición en el continuo valorativo entre dos polos, los
parámetros aportados por la topología de semántica interpersonal de Martin y White y el
modo escrito.
Fase de la valoración (PH). Considerando tres fases de valoración (Alba-Juez y
Thompson, 2014), la de pre-realización, la textual y la metaevaluativa, en nuestro análisis
cuantitativo de las valoraciones nos centraremos en la segunda, la textual. La
metaevaluativa implicaría una tarea de introspección sobre nuestras propias reacciones
como interlocutores de los textos de Santiago Ramón y Cajal, reacción mediada por
nuestra condición de lingüistas ajenos a las comunidades de lectores y de histólogos de
finales del siglo XIX y principios del XX, por lo que los resultados arrojarían más luz sobre
nuestra reacción ante los textos que sobre la reacción de los destinatarios previstos por el
científico. En cambio, como veremos, en nuestro análisis cualitativo posterior sí
intentaremos adentrarnos en la fase de pre-realización, que vamos a considerar, siguiendo
a Van Dijk, como una fase sociocognitiva, en la medida en que las realizaciones
valorativas pueden ser el resultado de unos procesos sociocognitivos en función de unos
valores sociales compartidos, unas representaciones sociales y unos grupos humanos. En
el análisis de esta fase textual, tendremos en cuenta el contexto en un sentido amplio,
incluyendo elementos socioculturales que arrojen luz sobre la producción de realizaciones
valorativas. Un ejemplo es la inusual metáfora cognitiva implícita en el título del relato
«El fabricante de honradez», que podríamos formular como LA HONRADEZ ES UN
PRODUCTO INDUSTRIAL, que podría indicar un recurso heteroglósico con función de
ironía, tal como posteriormente se confirma en el resto del relato.
2
1
Mantenemos la codificación de las variables en inglés.
2
Para la detección de metáforas cognitivas o lingüísticas, vamos a seguir el marco teórico de Lakoff y
Johnson (2003) y una adaptación sucinta ad hoc del método de detección de metáforas lingüísticas de
Gerard J. Steen (2010). Para su análisis, utilizaremos como herramienta el diccionario de la RAE (2001) y
el diccionario de Alonso Pedraz (1982), que también aporta acepciones de la segunda mitad del siglo XIX
y principios del XX, época de redacción de los textos de Ramón y Cajal. En definitiva, consideraremos
como metáforas lingüísticas aquellas expresiones de las que los diccionarios recojan significados
experienciales más básicos que el propio del asunto tratado. Solo analizaremos aquellas metáforas que, por
Nivel lingüístico (Ll). Nuestro análisis cuantitativo estudiará especialmente los
niveles léxico, morfológico y semántico-pragmático. El nivel léxico es nuclear en la
semántica interpersonal de Martin y White y el más fácilmente identificable. No obstante,
el español es un idioma especialmente rico en variaciones morfológicas: así, el adverbio
dificilísimo (Ramón y Cajal, 1888: 4) incorpora una intensificación del lexema difícil. En
consecuencia, deberemos estar atentos a los posibles usos emotivos, afectivos y
peyorativos de los afijos. Anticipamos que el análisis del nivel semántico-pragmático, si
bien descansa también en la subjetividad del analista, depende sobre todo de su
conocimiento del contexto cultural y de la pragmática, que debe permitirle identificar
inferencias tales como las presuposiciones o las implicaturas convencionales y
conversacionales, o un simple silogismo. Ahora bien, recursos prosódicos tales como las
comillas, las negritas y los subrayados podrán ser indicadores o marcadores de una
posible realización valorativa léxica o semántico-pragmática. Un recurso prosódico como
es, por ejemplo, la repetición del adverbio jamás por Ramón y Cajal en su artículo de
1888, quedará cuantificado por la propia frecuencia de uso de esta unidad léxica con
función valorativa. No podemos dejar de observar que la elección de jamás en lugar de
nunca por el científico implica una intensificación en el nivel fonológico, debido a la
rotundidad fonética exigida por la pronunciación de esta palabra. Respecto del nivel
sintáctico, recursos como la tematización también podrán servirnos de indicadores o
marcadores de posibles realizaciones valorativas semánticas.
Grado de realización (Deg). En nuestro análisis, vamos a considerar tanto las
realizaciones directas como las indirectas o, en términos, de Martin y White,
respectivamente las valoraciones inscritas y las invocadas. No obstante, Fuoli (2018: 6)
advierte que esta distinción no siempre es clara. El análisis de las realizaciones valorativas
invocadas, que son contextualmente dependientes, se apoya en parte en la subjetividad
del analista, como ya advierten Martin y White (2008: 62). A esta problemática hay que
añadir la del llamado por Thompson «síndrome de la muñeca rusa» (citado por Alba-Juez,
2017: 4, y Fuoli, 2018: 6), casos (token) en los que puede interpretarse que una valoración
inscrita invoca otras valoraciones de modo recursivo y cuya categorización o tipo (type)
debe resolverse contextualmente, atendiendo al asunto del texto.
ser explícitas, directas o inusuales, resulten muy evidentes a criterio del analista y puedan apuntar a una
realización valorativa o participar en ella.
Posición en el continuo valorativo entre dos polos (ContPos). Como explica Alba-
Juez (2017: 20), el parámetro de polaridad más accesible es el positivo-negativo o bueno-
malo; no obstante, «el lenguaje valorativo puede situarse en cualquier punto de un
continuo que incluye diferentes posiciones desde un polo hasta el otro» [mi traducción].
Parámetro de la valoración (P). Todos los autores consultados coinciden en
destacar la topología desarrollada por Martin y White (2008) como la más completa y
elaborada hasta el momento. Podemos decir que, quince años después de su primera
publicación en libro, en 2005, la taxonomía compuesta de los tres dominios ACTITUD,
GRADACIÓN y COMPROMISO se ha convertido en el estándar del análisis de realizaciones
valorativas. Ya lo hemos descrito pormenorizadamente al exponer el marco teórico (I,
1.2.), pero al abordar el diseño del método, intentaremos establecer criterios de decisión
de los casos más problemáticos.
Modo de la valoración (Mo). Nuestro análisis se va a centrar en el modo escrito.
En varios puntos de esta tesis, hemos mencionado el importante papel que los dibujos de
Santiago Ramón y Cajal jugaron en la comunicación de sus hallazgos científicos. En
nuestra trabajo de fin de máster, ya hicimos un análisis lingüístico de los dos dibujos que
ilustran el artículo de 1888, aplicando como marco teórico la sociosemiótica funcional de
Kress y Leeuwen (2006). Disponemos de otros dibujos del científico (DeFelipe et al,
2007), realizados en su adolescencia y juventud, pero ninguno de los otros cinco textos
que analizamos están ilustrados por el autor, por lo que no podríamos comparar la
semántica interpersonal presente en sus dos láminas histológicas según géneros
discursivos y en relación con los textos elegidos. El Legado Cajal nos puso tras la pista
de la grabación de dos alocuciones del científico que se conservan en la Biblioteca
Nacional de España, en Madrid (Ramón y Cajal, 1930). No obstante, hemos podido
comprobar que se trata de lecturas de una selección de aforismos del volumen Charlas de
café. Por otra parte, vemos que la valoración no es propia solo del lenguaje verbal, sino
que es también una función semiótica. Deseamos anticipar en este apartado una reflexión
acerca de otro posible recurso heteroglósico; porque si entendemos que el dialogismo es
no solo lingüístico, sino también semiótico, podemos observar que, por ejemplo, la
mención a una estatua, un Cristo bizantino, en «El fabricante de honradez» (1999: 64)
sería también un recurso heteroglósico: la estatua no está presente en el imaginario de la
ficción, en la situación narrativa, sino que se introduce como una cita para compararla
con el personaje protagonista. Se trata de un producto semiótico cuya mención podríamos
considerar un recurso heteroglósico expansivo, que invita a la formulación de alternativas
dialógicas y, en este caso concreto, responde a la intención paródica del texto y se realiza
como ironía. A efectos de nuestras decisiones de análisis, este caso nos plantea una
problemática: si debemos categorizar esta mención como un recurso heteroglósico, como
un recurso actitudinal en el nivel semántico-pragmático (¿juicio? ¿apreciación?) o como
ambos, es decir, heteroglósico y actitudinal al mismo tiempo. Martin y White (2008: 59-
65) aluden expresamente a los productos semióticos como objetivo (target) de la
valoración, pero en su análisis de realizaciones indirectas no tratan la incorporación al
texto de productos semióticos no lingüísticos ajenos al contexto inmediato de la
comunicación; sí tratan las «metáforas comparativas» o símiles (comparable metaphors)
del tipo «como un mercado» («like a market») o «como ganado» («like a mob of cattle»),
que consideran un recurso actitudinal. De cualquier modo, Martin y White no contemplan
casos similares como recursos heteroglósicos expansivos del dominio COMPROMISO
(2008: 111-116). Así pues, por coherencia con nuestro marco teórico principal, trataremos
estos recursos como meramente actitudinales.
2.2.1.3. El diseño y la técnica
De acuerdo con Fuoli (2018: 1), la anotación manual «facilita un análisis detallado
y comprehensivo, que no sería posible con técnicas meramente automáticas, dado el
carácter complejo y contextualmente dependiente de la valoración en el discurso» [mi
traducción], y, al mismo tiempo, los datos obtenidos en la anotación manual contribuyen
a la construcción de la teoría y a refinar el modelo. Ya nos hemos referido a la
constatación, por Martin y White, del papel que la subjetividad del lingüista juega en el
análisis de los textos. Fuoli (2018: 2) observa que hasta el momento no existe un protocolo
estandarizado de análisis, y sostiene que esta carencia es un obstáculo para conseguir
análisis que sean a la vez transparentes y replicables.
Fuoli subraya varios retos en el análisis de la semántica interpersonal y los divide
en retos para la identificación y retos para la clasificación. Entre los retos para la
identificación (2018: 4-18), enumera los siguientes:
1, las valoraciones pueden realizarse mediante un amplio rango de expresiones de
longitud y complejidad variables y propias de cualquier tipo de palabra, por lo que no es
posible compilar una lista definitiva;
2, la valoración es un fenómeno muy dependiente del contexto;
3, según qué criterios establezcamos para la identificación de las unidades de
valoración (unitizing), sus límites textuales serán diferentes, lo cual puede arrojar
resultados muy distintos, especialmente en los análisis comparativos; en otras palabras:
¿qué unidad de valoración elegiremos? Dos problemáticas relacionadas con esta son: a)
la coordinación de realizaciones valorativas mediante la conjunción copulativa, y b) la
discontinuidad de algunas expresiones valorativas;
4, la distinción entre valoraciones inscritas e invocadas y la problemática, ya
mencionada páginas antes, del dilema o síndrome de la muñeca rusa, que resolveremos
atendiendo a la distinción entre caso y tipo (token / type) sugerida por Thompson (citado
por Fuoli, 2018: 7; y por Alba-Juez, 2017); otra problemática relacionada es la posible
existencia de invocaciones valorativas múltiples, también observada por Thompson;
y 5, otras problemáticas relacionadas con los dominios GRADACIÓN y
COMPROMISO; Fuoli menciona, por ejemplo, que si bien la negación suele considerarse un
recurso heteroglósico, en algunos casos su uso no es «intersubjetivo», sino objetivo, pues
en ocasiones parece cumplir una función descriptiva.
Entre los retos para la clasificación, Fuoli (2018: 8-13) enumera los siguientes:
1, cuanto más se refina o desciende en la clasificación de los dominios semánticos
y sus subdominios, más plausibles resultan varias categorizaciones, lo cual puede
resolverse permitiendo una codificación doble e incluso múltiple, según Macken-Horarik
e Isaac (citados por Fuoli, 2018: 9);
2, algunas expresiones no parecen encajar por completo en ninguna de las
categorías disponibles, bien porque las valoraciones genéricas estén semánticamente
subespecificadas, bien porque sean muy dependientes del contexto; según Fuoli (2018:
9), un modo efectivo de conseguir un análisis más preciso es adaptar el marco de trabajo
a las especificidades del discurso;
3, la propia distinción entre categorías en la taxonomía no siempre está delimitada
con precisión; de nuevo, Fuoli (2018: 10) menciona para estos casos a Thompson y su
propuesta de ceñirnos al objetivo de la valoración («target at face value»), aunque
también observa que la solución se complica a medida que el análisis desciende en los
subdominios semánticos;
4, algunas realizaciones valorativas no aluden a objetivos factuales, a hechos, sino
a escenarios posibles o irreales, por lo que Fuoli distingue entre escenarios factuales e
hipotéticos (actual / irrealis), donde las valoraciones juegan un papel discursivo
diferente;
y 5, los límites entre la expansión y la contracción dialógicas no son claros,
especialmente en lo que afecta a propuesta (entertain) y a proclamación (proclaim); el
propio Fuoli recuerda que, para Martin y White (2008: 103), «la función de las
expresiones de COMPROMISO puede variar sistemáticamente bajo la influencia de distintas
condiciones co-textuales, y según los registros, los géneros y los dominios del discurso»
[mi traducción].
Fuoli propone la elaboración de un «Manual de anotación» que contemple la
identificación y la categorización sobre la base de tres principios metodológicos:
fiabilidad (reliability), replicabilidad (replicability) y transparencia (transparency).
Distingue tres tipos de fiabilidad (2018: 13): a) test-retest o estabilidad, que garantiza la
reproducción precisa de los resultados obtenidos por el mismo analista a intervalos
temporales; b) de consistencia interna, que garantiza que el anotador trata del mismo
modo elementos textuales similares a lo largo del corpus; y c) interanotadores
(interrater), que garantiza que distintos anotadores asignan las mismas categorías a las
unidades textuales. Lamentablemente, los condicionantes de una investigación doctoral,
que es individual, no nos permitirán medir este tercer tipo de fiabilidad, que solo puede
ajustarse mediante la comparación de análisis realizados por distintos analistas y el
posterior acuerdo en los criterios de codificación.
La replicabilidad depende de los criterios de fiabilidad y de que las directrices de
anotación se formulen explícitamente y se pongan a disposición de otros analistas. En
palabras de Fuoli (2018: 13), esto último «no es crucial solo para mejorar la fiabilidad y
la replicabilidad, sino para asegurar la transparencia, permitiendo, por ejemplo, que otros
sigan y entiendan por completo el proceso de anotación y puedan interpretar
correctamente los resultados» [mi traducción]. En definitiva, la elaboración del «Manual
de anotación» será clave en el método que planteamos.
Para la elaboración de este «Manual de anotación», Fuoli propone seguir siete
pasos, bajo tres principios procedimentales: 1) la explicación de todas las elecciones; 2)
que las directrices de anotación se prueben y refinen hasta alcanzar un máximo de
fiabilidad; y 3) que la fiabilidad se evalúe y sus indicadores se informen y debatan. A
continuación resumimos los siete pasos propuestos por Fuoli (2018: 14-21):
Paso 1: definir el alcance del proyecto, mediante la selección de las categorías
relevantes, que deben incluirse en el borrador del «Manual de anotación» para aplicarlas
a una selección aleatoria de fragmentos del corpus.
Paso 2. Seleccionar y configurar una herramienta de anotación, en nuestro caso
la UAM Corpus Tool. Fuoli (2018: 16-17) compara dos herramientas de anotación de
corpus, CAT (Content Annotation Tool) y UAM Corpus Tool, herramienta que
O’Donnell (2014) describe. La técnica que hemos elegido es la UAM Corpus Tool, que
hemos podido instalar en nuestro ordenador y que, además de permitirnos extraer datos
estadísticos, nos ha permitido definir el esquema de codificación y establecer y mostrar
las jerarquías categoriales; asimismo, nos ha permitido anidar una unidad de análisis
dentro de otra, característica fundamental del manual de anotación que propondremos,
basado en constituyentes.
Paso 3. Redactar el borrador del «Manual de anotación»; este borrador debe
incluir las líneas principales del esquema de anotación, las categorías, las reglas que deben
aplicarse al análisis, la elección de los criterios de identificación de las unidades
analizadas, así como otros elementos contextuales relevantes para el análisis, como el
destinatario previsto de los textos o el propósito principal de la comunicación.
Paso 4. Evaluar la fiabilidad. En nuestro caso, probaremos la fiabilidad test-retest
o estabilidad, descartando tanto la de consistencia interna, dadas las posibles dificultades
de aplicación en géneros discursivos diferentes, como la de fiabilidad interanotadores.
Fuoli indica que debe evaluarse tanto la identificación como la categorización. En lo
básico, esta evaluación consistirá en comparar dos anotaciones realizadas en ocasiones
distintas y, en nuestro caso, en los seis textos. Fuoli y Hommerberg, citados por Fuoli
(2018: 19), proporcionan una descripción de los marcadores y coeficientes que pueden
utilizarse para evaluar la fiabilidad. Explicitaremos nuestro test-retest de fiabilidad en el
propio «Manual de anotación».
Paso 5. Refinar el «Manual de anotación». En respuesta a los resultados obtenidos
y las dificultades encontradas al aplicar el primer borrador al análisis, este debe
rectificarse. Los pasos 5 y 4 constituyen una especie de bucle, un proceso dinámico e
iterativo. Siempre que sea necesario, deben rectificarse las categorías, crearse reglas ad-
hoc y aportarse ejemplos.
Paso 6. Anotar el corpus. Este paso sexto debe acometerse una vez que se ha
optimizado la fiabilidad. Como anotadores individuales, partimos con el inconveniente
de no poder contar con la fiabilidad interanotadores, la más sólida de las tres. Para evitar
la fatiga, garantizando un máximo de estabilidad y consistencia, trabajaremos en sesiones
breves, de hasta dos horas por día, y, tal como aconseja Fuoli (2018: 19-20), separando
las tareas en dos: primero la identificación y posteriormente la clasificación.
Paso 7. Analizar los resultados. Fuoli (2018: 20) menciona bibliografía específica
para el análisis estadístico de los datos obtenidos. En nuestro análisis de frecuencias,
usaremos el test chi-cuadrado o ji-cuadrado o x2 para testear la hipótesis de esta tesis
doctoral, es decir, si hay o no una variación estadísticamente significativa en el uso de los
sistemas de valoración lingüística en los seis textos analizados. Se trata de un test muy
utilizado en ciencias sociales y lingüística. Este test, que mide la «discrepancia existente
entre las frecuencias observadas y esperadas» (Spiegel, 1993: 268), ha sido aplicado en
varios análisis cuantitativos con la Teoría de la Valoración y con varias finalidades, por
ejemplo, por Wang (2013), Cheng (2014) y Alba-Juez (2017).
En definitiva, Fuoli ha propuesto siete pasos metodológicos que demandan una
investigación sistemática, contextualmente dependiente y que requiere más tiempo que
otras aproximaciones más informales. Como contrapartida, siguiendo escrupulosamente
todos los pasos de Fuoli, esperamos optimizar la calidad de nuestro análisis y su
fiabilidad.
Observamos por último que los elementos básicos de la propuesta de Fuoli (2018)
y de la metodología que desarrollamos se ajustan al modelo Matter Cycle de la lingüística
de corpus (Pustejovsky et al, 2017: 23), si bien subrayamos que, dado el carácter
contextualmente dependiente de la semántica interpersonal, la anotación ha sido manual.
Este tipo de anotación nos ha permitido, además, un aprendizaje que no hubiera sido
posible con un etiquetado automático.
2.2.1.4. Manual de anotación
2.2.1.4.1. Esquema de anotación
Respecto del alcance del proyecto, partimos de considerar que Ramón y Cajal
puede tratar en los seis textos que constituyen nuestro corpus distintos asuntos y que
puede evaluar, en consecuencia, personas y sus acciones, fenómenos y productos
semióticos, seguir estrategias discursivas diferentes, adaptadas a cada propósito y a cada
destinatario previsto, con recursos evaluativos diferentes. Por lo tanto, para los objetivos
de nuestra investigación, es imprescindible el análisis de los tres dominios semánticos de
la actual Teoría de la Valoración y sus respectivos subdominios. Nos parece muy
compleja la cuestión de hasta dónde profundizar en la jerarquía categorial de modo que
podamos cuantificar con fiabilidad su frecuencia de uso según los diferentes géneros
discursivos, cuestión que quizás solo podamos responder tras hacer el test de fiabilidad.
La siguiente tabla contiene las categorías analizadas, cada una de ellas identificadas por
una abreviatura alfanumérica:
Parámetros de análisis: dominios semánticos y subdominios
COMPROMISO
Contracción
C1
Rechazo C11
Negación C111
Oposición C112
Proclamación C12
Conformidad
C121
Afirmación
Concesión
Pronunciamiento C122
Respaldo C123
Expansión
C2
Propuesta C21
Atribución C22
Reconocimiento C221
Distancia C222
GRADACIÓN
Foco G1
Enfoque G11
Desenfoque G12
Fuerza G2
Intensificación G21
Cualidades G211
Procesos verbales G212
Cuantificación G22
Número G221
Masa G222
Extensión G223
Proximidad
espacial /
temporal
Distribución
espacial /
temporal
ACTITUD
Afecto A1
Inclinación A11
Felicidad A12
Seguridad A13
Satisfacción A14
Juicio A2
Estima social A21
Capacidad A211
Tenacidad A212
Normalidad A213
Sanción social A22
Veracidad A221
Adecuación A222
Apreciación
A3
Reacción emocional A31
Composición A32
Estima social del
producto o fenómeno
A33
Asimismo, el análisis de la frecuencia de uso de la semántica interpersonal de
nuestro corpus también sería incompleto si no recogiera información de las siguientes tres
variables, que son argumentos de la relación funcional evaluativa de Alba-Juez (2017):
a) nivel lingüístico (Ll); b) grado de realización (Deg); y c) Posición en el continuo
valorativo entre dos polos (ContPos). Se trata de una información complementaria de la
principal, constituida por los dominios y subdominios de la semántica interpersonal.
2.2.1.4.2. Configuración del programa UAM Corpus Tool (versión 3.3v)
3
La instalación del programa en nuestro ordenador, guiada por un asistente
automático, ha sido sencilla. Es necesario asignar un nombre al proyecto. A continuación,
hemos añadido los seis textos del corpus. Era la primera vez que utilizábamos este
programa, y esta sencilla operación solo ha sido posible tras varios intentos fallidos. El
programa admite únicamente el formato txt, sin atributos. Así pues, impone una serie de
3
Resumimos la configuración del programa con el objeto de facilitar una futura intervención, propia o
ajena.
cambios tipográficos, como pérdida de negritas y cursivas. Las notas a pie de página las
hemos insertado al final de cada texto. Hacemos una observación: en nuestro corpus,
salvo error de transcripción, hemos reproducido fielmente los textos originales. Hemos
mantenido las posibles erratas y los usos ortográficos de la época, ignorándolos en nuestro
análisis. Observamos también que la puntuación del texto 1 es más inestable y menos
pulcra que la de otros textos posteriores del autor. Desconocemos en qué medida estas
diferencias se deben al autor o a la intervención de tipógrafos o editores, pero
consideramos que, en última instancia, el autor siempre es el responsable último de los
textos publicados bajo su supervisión.
Tras el volcado de los textos y su incorporación al corpus, ha sido necesario
identificar el idioma, español, en cada uno de los archivos. El programa, cuyo menú está
redactado en inglés, incluye una sección de ayuda. El esquema de anotación se configura
en el menú Capas (Layers). Siguiendo las opciones del menú, asignamos a la Capa el
nombre Parámetros y elegimos sucesivamente Manual Annotation, Design your Own,
Segments Within A Document, No (Do you need a special layer?: The usual case) y de
nuevo No (Should the program automatically segment the text for you?). En la siguiente
ventana, hemos elegido la opción Edit Scheme, donde hemos ido renombrando los
parámetros, creando subdivisiones mediante las opciones Add System y añadiendo y
renombrando las Categorías (Features). Tras un tanteo inicial, este proceso es muy
intuitivo, rápido y flexible y permite la corrección inmediata de errores. El programa
permite utilizar tildes en las Categorías, pero no mayúsculas. Para incluir todos los
peldaños de la taxonomía y visualizarlos en pantalla, hemos debido asignar el valor 6 al
campo Profundidad (Depth).
Para el diseño de las variables evaluativas, hemos optado finalmente por utilizar
la función Campos (Fields). Esta función permite asignar a las categorías valores abiertos,
no especificados en el programa, pero que nosotros codificaremos en nuestras reglas de
anotación. En el menú Ayuda se informa del procedimiento para la configuración de estos
campos. Hemos añadido a todas las categorías un campo obligatorio llamado ContPos
(por posición en el continuo), y, a las categorías de ACTITUD, otros dos campos llamados
Deg y Ll (por grado de realización y nivel lingüístico, respectivamente). Estos campos se
añaden mediante el código «Require_Field Nombre string/integer/float».
El proceso de anotación manual se inicia desde el menú Archivos (Files),
clicando, para cada uno de los textos del corpus, en el nombre que hemos asignado
previamente a la capa, en nuestro caso Parámetros. Se abrirá una ventana con el nombre
Parámetros analysis for. Recomendamos la lectura atenta del menú Ayuda de esta
ventana (Help/Show annotation help).
En definitiva, el diseño por defecto del programa permite identificar una unidad
de análisis dentro de otra o anidada en ella, pero no asignar dos o más categorías a la
misma unidad analizada (cuando la cláusula es heteroglósica, la categoría de Actitud la
indicaremos como un valor abierto en un campo o Field). Las unidades se identifican
arrastrando y soltando el cursor. Una ventana inferior permite: a) asignar la categoría
elegida, hasta el nivel de profundidad jerárquica que decidamos; b) añadir comentarios,
como información contextual; y c) añadir valores abiertos para las variables evaluativas,
en Fields (para visualizarlos, debe clicarse en Gloss).
Aunque el programa permite editar el texto (por ejemplo, para corregir errores de
transcripción), hemos comprobado que hacer esto después de haber identificado unidades
produce un desplazamiento visual en los marcadores, por lo que recomendamos no usar
nunca este recurso. Sí permite reconfigurarlo para renombrar las categorías o añadir otras,
sin que tales cambios afecten al trabajo ya realizado.
2.2.1.4.3. Análisis de prueba de una muestra sistemática del corpus
Se comenzó por un primer análisis de una selección sistemática de oraciones de
los seis textos, sin incluir títulos ni epígrafes: las oraciones 1-3 del Texto 1 (T1), 4-6 de
T2, 7-9 de T3, 10-12 de T4, 13-15 de T5 y 16-18 de T6. Primer identificamos las unidades
de análisis y luego las categorizamos. La semana siguiente, analizamos otra selección de
oraciones, avanzando hasta las siguientes tres oraciones de cada texto, es decir: oraciones
4-6 de T1, 7-9 de T2, y así sucesivamente. Otra semana después, analizamos otra
selección, avanzando de nuevo tres oraciones en cada texto, es decir: frases 7-9 de T1,
10-12 de T2, y así sucesivamente. Dejamos pasar dos semanas, y luego, en una sola
sesión, hicimos el segundo análisis de todas las oraciones anteriores.
Estos primeros análisis, además de servir al propósito de evaluar por primera vez
la fiabilidad, también han entrenado las capacidades del analista, tanto en lo que respecta
a la precisión como a la velocidad. La propia práctica analítica mejora la capacidad de
identificar las unidades y las distintas categorías semánticas, resolviendo dudas teóricas
y, a la vez, suscitando otras nuevas. Los resultados de este primer test no fueron
satisfactorios ni los consideramos relevantes, pues aún no habíamos estabilizado las
reglas de anotación ni habíamos adquirido una mínima desenvoltura ni con el programa
ni con los procesos. Al final de este mismo manual de anotación tratamos el test-retest de
fiabilidad realizado a la terminación del análisis completo.
2.2.1.4.4. Reglas de anotación
Las reglas que hemos establecido y que describimos a continuación se presentan
ordenadas por prioridad de aplicación. Nuestro propósito es crear un manual de anotación
que permita cierta exhaustividad, establezca controles de validación y tome como
referencia, de un modo sistemático, los marcadores actitudinales expuestos en la obra de
Martin y White (2008).
A. Reglas de identificación de unidades de análisis
En su «Manual de anotación», Fuoli y Hommerberg (2015: appendix) solo marcan
como unidades de análisis aquellas que portan semántica interpersonal de los dominios y
subdominios objeto de su estudio. De su análisis descartan, por ejemplo, las valoraciones
invocadas y el subdominio Apreciación. Consideramos que esta decisión sincroniza la
identificación de las unidades y su categorización, por lo que no la tomaremos como
modelo. Por nuestra parte, siguiendo los siete pasos de Fuoli (2018), procuraremos
diferenciar ambas decisiones. Para marcar las unidades analizadas, hemos aplicado un
criterio de cierta exhaustividad que convierta en objeto de nuestra atención unidades
sintácticas y léxicas, como potenciales portadoras de valoraciones, sin descartar ningún
subdominio semántico, el grado de realización indirecto ni el nivel semántico-pragmático.
Considerando, con Martin y White (2008: 36, 56, 58, 68-69, 97-98, 134), que la
valoración puede expresarse con recursos muy diversos, vamos a seguir el criterio general
de tratar como unidades de análisis las cláusulas, los adjetivos y los adverbios, las
interjecciones (punto que ya defendimos en II. 1. 2. 2. 6), aquellos sustantivos que
constituyan o símiles o metáforas inusuales, o que introduzcan en el discurso
explícitamente referentes ajenos a su ámbito,
4
y también los grupos o sintagmas que, en
4
Esta decisión está motivada por el frecuente y decisivo uso que Ramón y Cajal hace de este recurso,
especialmente, en su relato «El fabricante de honradez». Las imágenes de un Cristo bizantino, un profeta o
la estatua de un dios grecolatino, son extrañas a los hechos narrados, introduciendo en el imaginario
elementos que sirven de contraste y comparación. En algún caso se presentan como metáforas, con función
valorativa actitudinal, pero suelen producir además un recuerdo de la ironía que empapa todo el texto,
reforzándola, por lo que podrían considerarse recursos heteroglósicos. Volveremos sobre esta cuestión en
la interpretación de los datos, en el análisis cualitativo específico del Texto 6.
posición de adjuntos, cumplan una función atributiva, técnica que Ramón y Cajal sigue
habitualmente. Los verbos que constituyan metáforas inusuales no los indicaremos como
unidad de identificación, por tratarse del núcleo de la propia cláusula. Observamos que la
sintaxis de Ramón y Cajal es muy compleja; por este motivo, en las unidades analizadas
marcaremos un alcance que se corresponderá con su extensión mínima; pero en el caso
concreto de los grupos adverbiales y adjetivos señalaremos tan solo sus núcleos, con
algunas excepciones que indicaremos en estas reglas. Es una solución metodológica,
puesto que una vez que se expresa un significado actitudinal, tiende a extenderse por el
discurso, a «colorearlo», como observa Halliday, citado por Martin y White (2008: 43).
El alcance de este efecto prosódico podrá ser objeto de un análisis cualitativo, en nuestra
interpretación posterior de los datos. En definitiva, este criterio de cierta exhaustividad
exige un proceso de identificación y posterior análisis muy laborioso, pero del que
esperamos que nos permita rescatar la información estadística relevante para nuestra
investigación, sin prejuzgar los resultados.
Regla A1. Como criterio general, siguiendo a Fuoli y Hommerberg (2015:
appendix), marcamos para cada unidad de análisis el menor alcance posible, que se
corresponderá con el de la cláusula, el grupo sintáctico o la palabra, según la unidad.
5
Primero marcamos las cláusulas principales, después las subordinadas o anidadas, y
luego, sucesivamente, el resto de los elementos.
Cláusulas
Para la identificación de las cláusulas seguiremos los criterios básicos de la
gramática generativa, aplicable a cualquier idioma. Según Carnie (2013: 211), una
cláusula está constituida por un sujeto y un predicado. Esto es coherente con la lingüística
sistémico-funcional. Recordemos que, para Halliday (2000: xiii), la cláusula es una
unidad en la que se combinan tres tipos diferentes de significado: el textual, el
interpersonal y el ideacional. El sujeto y el predicado serían las funciones de la cláusula
como intercambio (clause as an exchange) o metafunción interpersonal.
Carnie (2013: 211-213) explica que una cláusula puede ser:
5
El UAM Corpus Tool marca la unidad subrayándola y permite múltiples subrayados. En los ejemplos de
las reglas de identificación de este Manual de Anotación, hemos optado por utilizar corchetes para presentar
la extensión de las cláusulas y distinguirlas visualmente de las demás unidades analizables.
1) principal (main clause)
Ejemplo del Texto 1:
[Las investigaciones de Golgi sobre la textura de los centros nerviosos han abierto una nueva era
de investigaciones cuyo término no se vislumbra]
y 2) anidada o subordinada (embedded clause)
Ejemplo del Texto 1:
[Las investigaciones de Golgi sobre la textura de los centros nerviosos han abierto una nueva era
de investigaciones [cuyo término no se vislumbra]]
A su vez, entre las cláusulas subordinadas o anidadas podemos distinguir: 2a) de
complemento (complement clauses), que en términos generativos son hermanas (sisters)
del verbo; 2b) de especificador o especificadoras, que sirven como sujeto de la cláusula
principal; y 2c) de adjunto (adjunct clauses), que aparecen en posición de adjunto.
Regla A2. En las cláusulas complejas con relaciones de coordinación, disyunción,
causación y consecuencia (Martin y Rose, 2007: 115-140), no trataremos como unidad
de análisis la cláusula compleja, sino sus cláusulas constituyentes.
Ejemplo del Texto 1:
[Las investigaciones de Golgi sobre la textura de los centros nerviosos han abierto una nueva
era de investigaciones [cuyo término no se vislumbra]], [pues si bien el método analítico
descubierto por este autor permite resolver algunos problemas de estructura], [ha servido
también para poner sobre el tapete cuestiones nuevas y dificilísimas].
Advertimos que Ramón y Cajal usa mucho el gerundio para la adición a una
cláusula de acciones consecutivas o posteriores, que consideraremos como nuevas
unidades de análisis.
Adjetivos y adverbios
Regla A3. Siguiendo la categorización del diccionario en línea de la RAE,
marcamos todos los adjetivos y adverbios, en cuanto núcleos de sus respectivos
sintagmas, tanto si cumplen una función valorativa como si su función es meramente
ideacional, referencial, deíctica o lógica. Marcamos como una sola unidad completa las
locuciones adverbiales («si bien», «sobre todo») y aquellos grupos adjetivos y adverbiales
que se presentan como opciones («24 o más»).
Ejemplo del Texto 1:
Estructura de los centros nerviosos de las aves.
Las investigaciones de Golgi sobre la textura de los centros nerviosos han abierto una nueva
era de investigaciones cuyo término no se vislumbra, pues si bien el método analítico
descubierto por este autor permite resolver algunos problemas de estructura, ha servido
también para poner sobre el tapete cuestiones nuevas y dificilísimas.
Sustantivos
Regla A4. Marcamos como potenciales portadores de realizaciones valorativas
aquellos sustantivos y grupos o sintagmas nominales que constituyan símiles o metáforas
explícitas o inusuales en el contexto, así como las metáforas gramaticales del tipo adjetivo
valorativo-sustantivo.
Ejemplo del Texto 6:
El fabricante de honradez
Ejemplo del Texto 3:
[…] la inapropiación de los pigmentos industriales […].
Regla A5. Marcamos como potenciales portadores de realizaciones valorativas los
sustantivos aumentativos, diminutivos, despectivos y superlativos.
Ejemplo del Texto 1:
Esta fibra nace con frecuencia de la raíz de una ramita protoplasmática.
Nota: este ejemplo resulta afectado por nuestra regla ad hoc C1.
Interjecciones
Regla A6. Marcamos como potenciales portadores de realizaciones valorativas
todas las interjecciones.
Nota: no hemos encontrado interjecciones en nuestro corpus.
Regla A7. Los epígrafes y adjuntos constituidos por un solo sintagma nominal los
marcamos como una unidad de análisis.
[Estructura de los centros nerviosos de las aves]
Aplicando todas las reglas de identificación, el fragmento inicial del Texto 1
quedaría de este modo:
[Estructura de los centros nerviosos de las aves]
[Las investigaciones de Golgi sobre la textura de los centros nerviosos han abierto una nueva
era de investigaciones [cuyo término no se vislumbra]], [pues si bien el método analítico
descubierto por este autor permite resolver algunos problemas de estructura], [ha servido
también para poner sobre el tapete cuestiones nuevas y dificilísimas].
Regla A8. En el curso del análisis, se han presentado casos concretos para cuya
identificación hemos tenido que tomar decisiones ad hoc. A8a: las citas directas las
consideramos como una sola unidad de análisis constituyente de las cláusulas a las que
pertenecen, las cuales categorizaremos como recursos heteroglósicos y absorberán la
posible valoración actitudinal de la cita.
Regla A9. Finalmente, hemos creado en Fields los campos Id (identificación de la
categoría gramatical de la unidad), Deg (identificación del grado de realización), Ll
(identificación del nivel lingüístico) y ContPos (posición en el continuo), según las
siguientes variables (esta codificación nos permitirá contabilizar la frecuencia de la
función valorativa desempeñada por cada tipo de unidad en cada texto y en el conjunto
del corpus):
Id: cláusula (C), cláusula anidada (CS), sustantivo o sintagma nominal (SN),
adjetivo (Adj) y adverbio (Adv). A efectos de esta tipología, los epígrafes los
consideraremos cláusulas principales (C), reservando así el tipo sustantivo o sintagma
nominal para los elementos constituyentes de una cláusula.
Deg: realización valorativa directa o inserta (Dir) e indirecta o invocada (Ind).
Ll: niveles de realización léxico (Lex), morfológico (Mor), semántico-pragmático
(SeP) y, en ausencia de los tres anteriores, también el sintáctico (Sin).
ContPos: utilizaremos los códigos 1, 0, -1 y # según se trate de un valor positivo,
neutral, negativo o potencialmente ambivalente.
6
Ejemplo:
6
No codificamos +1, sino simplemente 1, porque el generador de estadísticas de UAM CorpusTool no lo
reconoce y, al crear búsquedas, da error. Esta peculiaridad nos ha invitado a repasar todo el análisis.
[Las investigaciones de Golgi sobre la estructura de los centros nerviosos han abierto (1) una
nueva (1) era de investigaciones [cuyo término no (-1) se vislumbra](1)] (1)
ContPos: 1. Puesto que la posición en el continuo de una valoración y otra se
realizan con recursos diferentes, pensamos que en el estado actual de la investigación
resulta problemático cuantificar la intensidad en escalas y que asignar números puede
llevar a equívoco. Los signos, pues, simplemente indican si la valoración de la unidad es
positiva, neutral, negativa o ambivalente.
Otro fenómeno relacionado, y especialmente frecuente en el relato (Texto 6), es
lo que podríamos llamar la inestabilidad de la posición en el continuo cuando entra en
juego la ironía, pues la valoración bien puede evaluarse como negativa o como positiva o
como ocupando dos posiciones diferentes en el continuo. Esta inestabilidad, que
provisionalmente indicamos con el código # para marcar la ironía, la recodificaremos
posteriormente como positiva o negativa según el significado último acordado por los
interlocutores. Volveremos sobre esta cuestión en la interpretación de los datos, en el
análisis cualitativo específico.
B. Reglas de categorización
La experiencia adquirida en las primeras tentativas de análisis nos ha llevado a
decidir categorizar las unidades en dos fases distintas. En la primera fase, hemos
categorizado la semántica interpersonal de las cláusulas. En la segunda fase, hemos
categorizado la semántica interpersonal de las unidades menores constituyentes de cada
cláusula. Esta segunda fase nos permite además cuatro cosas:
a) Atender a los marcadores actitudinales, a los más pequeños detalles
valorativos y a los recursos léxicos mediante los cuales se expresa la
valoración.
b) Estudiar la interacción de los recursos valorativos de la cláusula y de sus
unidades constituyentes, cuando unos y otros pertenecen a distintos
dominios o subdominios.
c) Estudiar y revisar la posición en el continuo de la cláusula principal
atendiendo a la posición en el continuo de los recursos valorativos de las
unidades constituyentes.
d) En definitiva, corregir errores y descuidos de categorización en la primera
fase. Es una función de control.
Fase primera: categorización de las cláusulas
Regla B1. Primero categorizamos las cláusulas según la taxonomía valorativa de
Martin y White (2008) en todos los textos; luego anotamos provisionalmente las variables
Deg, Ll e Id. Cualquier observación contextual o acerca del proceso de decisión podremos
anotarla en el campo Comentario, especialmente los casos problemáticos.
Regla B2. Como regla general, al decidir qué dominio semántico es el más
relevante, seguimos el siguiente orden de preferencia: COMPROMISO, ACTITUD,
GRADACIÓN. Cuando el primer dominio sea COMPROMISO, la ACTITUD la codificaremos
con su identificador alfanumérico en el campo Subdominio secundario (creado solo para
el dominio COMPROMISO).
Ejemplo del Texto 3:
¿A qué se deben esa crudeza de tonos y pobreza de colorido peculiares de la tricromía
tipográfica? [C21, A32]
Regla B3. Consideramos como marca del dominio COMPROMISO, además de la
atribución directa de fuentes y el uso de negaciones, la presencia de recursos de
modalidad.
Casos especiales:
B3a) El no expletivo, cuyo valor es de intensificación de la valoración de la unidad
de la que es constituyente.
Ejemplo del Texto 5:
[…] a menos que la esposa no aporte la compensación mental indispensable.
B3b) Usos comparativos de la negación.
Ejemplo del Texto 1:
[…] aunque no tanto como las montadas en soluciones balsámicas clorofórmicas.
Regla B4. Con carácter general y por propósitos metodológicos, consideramos
como realización más relevante del dominio ACTITUD el grado de realización directo.
Regla B5. En ausencia de realización directa, consideramos como marcadores de
un posible grado de realización indirecto de ACTITUD en la cláusula (Martin y White,
2008: 61-68) los siguientes, por orden de prioridad: los recursos de COMPROMISO, las
metáforas y el léxico inusuales, recursos de GRADACIÓN como la intensificación de
cualidades y la cuantificación de entidades abstractas y de metáforas (Martin y White:
148-149, 152) (Ll: Lex), la sintaxis marcada (Ll: Sin) y la selección semántico-pragmática
(Ll: SeP). Es importante indicar que Martin y White (2008: 148-149, 152) observan que
la intensificación de procesos y la cuantificación de número, masa y extensión no
metafóricos pueden ser casos de GRADACIÓN no actitudinal.
Regla B6. Para identificar el subdominio de ACTTTUD, nos ceñimos al objetivo de
la valoración, de acuerdo con Thompson, citado por Fuoli (2018: 10). Centramos nuestra
atención en el núcleo de la cláusula, el verbo, para decidir qué subdominio es el más
relevante, porque es muy frecuente que en una misma cláusula se expresen valoraciones
directas e indirectas y con variables diversas, o que sus constituyentes incluyan
valoraciones de otros dominios y subdominios semánticos.
B6a) En casos en los que no podamos decidir acerca de la realización indirecta
más relevante o cuando la recursividad de la valoración se multiplique, seguiremos el
siguiente orden de prioridad: a) Afecto, b) Juicio y c) Apreciación.
Ejemplo del Texto 1:
(a) [Las investigaciones de Golgi sobre la textura de los centros nerviosos han abierto una
nueva era de investigaciones cuyo término no se vislumbra], (b) [pues si bien el método
analítico descubierto por este autor permite resolver algunos problemas de estructura], (c)
[ha servido también para poner sobre el tapete cuestiones nuevas y dificilísimas].
(a), Juicio/ estima social
(b), Apreciación/ estima social
(c), Apreciación/ estima social
En (a) el objetivo de la valoración son las investigaciones de Golgi, mientras que
en b) y c) es el método analítico, que consideramos un producto semiótico, siguiendo
nuestra regla ad hoc C2.
Regla B7. Con carácter general, las intensificaciones de procesos no serán
consideradas como marcadores actitudinales, puesto que, de acuerdo con Martin y White
(2008: 148), estos recursos no son típicamente actitudinales. Esta regla se ha establecido
para responder sobre todo a los retos de categorización planteados por el Texto 3, o
Fotografía de los colores (Ramón y Cajal, 1912), donde abundan las cláusulas
monoglósicas y que, en cuanto instrucciones técnicas, no parecen expresar actitud. No
obstante, también se dan casos aislados en otros textos.
Ejemplo del Texto 1:
[Lavamos reiteradamente los cortes en alcohol].
Volveremos sobre esta cuestión y estos enunciados en la interpretación de datos,
en los análisis específicos.
Regla B8. La presencia del recurso heteroglósico de ironía, que permea el Texto
6 completo, la categorizaremos en la herramienta de corpus cuando se trate de una ironía
realizada mediante los constituyentes y con excepción del propio título del relato. Esta
regla se ha creado ad hoc por los retos planteados por el relato, teñido de una ironía puesta
al servicio de la parodia, y nos permitirá la identificación y categorización conjunta de
otros recursos de COMPROMISO y de ACTITUD, que de otro modo quedarían oscurecidos
por la omnipresente ironía.
Ejemplos del Texto 6:
(a) El fabricante de honradez
(b) Mas, antes de referir las hazañas del prestigioso personaje, debemos presentarlo a nuestros
lectores.
(a) COMPROMISO/ Expansión/ propuesta.
(b) COMPROMISO/ Expansión/ propuesta.
Fase segunda: categorización de los constituyentes y control
Regla B9. Categorizamos las unidades constituyentes de cada cláusula
correlativamente según la taxonomía de Martin y White (2008) y las reglas B1-B8 y
asignamos, si procede, las variables Deg, Ll, ContPos e Id. Las unidades constituyentes
no valorativas las categorizaremos como ideacional / deíctico o como marcador de
heteroglosia, categorías que hemos previsto para indicar las expresiones que cumplan
estas funciones.
Regla B10. Estudiamos la interrelación de las valoraciones de los constituyentes
con la valoración de la cláusula y verificamos y validamos esta última.
Reglas específicas de algunos textos
Algunos textos nos han planteado interrogantes específicos y nos han exigido
nuevas reglas ad hoc, que posteriormente hemos aplicado al resto del corpus.
Regla C1. Esta regla se ha creado ad hoc para hacer frente a los retos planteados
por el Texto 1. Cuando los sustantivos diminutivos y otro léxico inusual respondan a la
necesidad de establecer una diferenciación categorial, no los consideraremos marcadores
actitudinales.
Ejemplo:
Esta fibra nace con frecuencia de la raíz de una ramita protoplasmática.
Observación: en el contexto, las potenciales metáforas de los términos fibra y raíz
no son inusuales, por lo que las hemos excluido de nuestro análisis valorativo. El término
ramita, que cumple una diferenciación categorial en el Texto 1, el artículo científico, se
analizó como unidad potencialmente valorativa según nuestra Regla A5, aplicable a todo
el corpus, pero posteriormente, en cumplimiento de la Regla C1, lo hemos clasificado
como un término de función meramente ideacional.
Regla C2. Esta regla compleja y problemática, que debe entenderse como una
propuesta revisable, se ha desarrollado para hacer frente a los retos planteados, sobre todo,
por el Texto 2. ¿Cómo categorizar enunciados actitudinales que tienen por objetivo
asuntos relacionados con la epistemología? En textos científicos o que tratan sobre la
ciencia, nos hemos visto confrontados a diversos objetivos específicos de valoración, para
los cuales seguiremos las pautas que añadimos entre paréntesis:
a) Verdades o expresiones o formulaciones de verdad, que consideraremos
productos semióticos (Apreciación).
b) Metodologías, técnicas, procedimientos e instrucciones, en diferentes grados
de codificación, que consideraremos productos semióticos (Apreciación).
c) Reflexiones, argumentos, ideas e ideales y modelos de acción investigadora,
más o menos vagos y esquemáticos, pero expresados, y que consideraremos productos
semióticos (Apreciación).
Ejemplo del Texto 4:
Tal fue la sencillísima idea inspiradora de mis reiterados ensayos del método argéntico en los
embriones de ave y de mamífero.
d) Acciones investigadoras concretas (Juicio)
Ejemplo del Texto 4:
Escogiendo bien la fase evolutiva, o más claro, aplicando el método antes de la aparición de
la vaina medular de los axones.
e) Disciplinas científicas y humanísticas, que consideraremos conjuntos de
acciones verbales (Juicio)
f) Adecuación al método científico, que consideraremos un esquema o conjunto
de prescripciones para la acción (Juicio/ estima social/ normalidad)
No hemos encontrado o no hemos sabido interpretar adecuadamente en Martin y
White (2008) un criterio en torno a la categorización de estas valoraciones, circunstancia
que puede deberse a que los autores han desarrollado su taxonomía analizando otro tipo
de textos. Como se ve, en nuestro análisis distinguiremos la categorización de las
valoraciones actitudinales respecto de la aplicación del método científico, por un lado
(Juicio/ estima social/ normalidad), y respecto de las metodologías de investigación
concretas, por otro (Apreciación/ estima social). Entendemos que es un criterio discutible.
Regla C3. La valoración de la estética de los personajes (Texto 6), aunque
productos literarios y por tanto semióticos (Texto 6), la consideraremos como un Juicio
acerca de la estima social de tales personajes o, en algunos casos, como Afecto, cuando
la descripción concite sentimientos o emociones intensos. Consideramos por tanto a los
personajes, elementos del imaginario de ficción, como personas reales, y su valoración
estética como un recurso de criterio fisiognómico. Como puede verse en el siguiente
ejemplo, la descripción estética del personaje alude a unas capacidades intelectuales y
conlleva implícitamente un juicio:
Poseía aventajada estatura, cabeza grande y melenuda, donde se alojaban pilas nerviosas de
gran capacidad […]
2.2.1.5. Test de fiabilidad
Puesto que las variables de nuestro análisis son nominales, haremos un test del
tipo chi-cuadrado o ji-cuadrado, también conocido como test x2. Es la misma prueba que
usaremos para testear la hipótesis principal de esta tesis doctoral, tal como hemos
anticipado al tratar el séptimo paso de Fuoli, en III.2.2.1.3. Nuestro test de fiabilidad, a
diferencia del de Fuoli y Hommerberg (2015: 332), no será interanotadores, sino un test-
retest de fiabilidad, que simplemente medirá si nuestro análisis individual puede aceptarse
como hipótesis en el intervalo temporal transcurrido entre el análisis completo del corpus
y una muestra analizada quince días después. Para la muestra del test-retest, hemos
seleccionado aleatoriamente dos párrafos contiguos del primer texto y luego hemos
avanzado en un ordinal para seleccionar los párrafos de los siguientes textos, es decir: 3º
y 4º del Texto 1; 4º y 5º del Texto 2; 5º y 6º del Texto 3; 6º y 7º del Texto 4; 7º y 8º del
Texto 5; y 8º y 9º del Texto 6. Esta muestra consta de 996 palabras, un 7,99% de las
12.452 palabras que componen el corpus. Para el cálculo, hemos utilizado el programa de
análisis de datos y estadística Xlstat, de Addinsoft.
7
En la primera tentativa, hemos descendido hasta el máximo de profundidad
jerárquica en los dominios semánticos. Sin embargo, puesto que algunos subdominios
proporcionaban muy pocos casos, hemos ascendido de nuevo en la jerarquía semántica
hasta acomodarnos a los requisitos que chi-cuadrado exige.
8
Es obvio que los casos
problemáticos aumentan al descender en la jerarquía semántica y, a la inversa, que al
ascender en ella aumenta la correlación entre los datos del análisis y los del test.
Análisis
Test
C1 (contracción)
15
16
C2 (expansión)
9
8
G1 (foco)
6
6
G21 (intensificación)
18
21
G22 (cuantificación)
7
8
A1 (Afecto)
19
21
A2 (Juicio)
42
49
7
Este programa se integra en Microsoft Excel.
8
Para el cálculo idóneo de chi-cuadrado, la suma marginal de columnas o filas no puede ser nula ni puede
haber frecuencias teóricas inferiores a 5.
A3 (Apreciación)
36
32
Ideacional
119
121
Marcador de heteroglosia
12
14
La siguiente tabla proporciona las frecuencias teóricas calculadas por chi-
cuadrado:
El resultado ha sido x2 (9, N = 579) = 1,141, p = 0,999. Este resultado no es
significativo para un nivel de significación estadística 0,05, el habitual en lingüística, por
lo que se acepta la hipótesis de correlación.
En conclusión, pensamos que el establecimiento de reglas y diferenciar, por un
lado, la identificación de unidades analizables y, por el otro, la clasificación de las
cláusulas y de sus constituyentes en un doble proceso de control y validación, donde la
clasificación de las cláusulas es muy dependiente de la de sus constituyentes y atiende a
los marcadores, nos ha permitido sistematizar aceptablemente nuestros resultados en
relación con los primeros niveles de los dominios semánticos, sistematización que se
complica mucho al descender en la jerarquía semántica, pues aumenta la problematicidad.
Insistimos, una vez más, en que la verdadera piedra de toque de esta metodología sería
un análisis de equipo.
2.2.2. Método del Análisis Crítico del Discurso
2.2.2.1. Introducción
También ahora, como al preparar nuestra metodología para el análisis de los
recursos valorativos en 2.2.1.1., podemos preguntarnos, siguiendo a Rodríguez Lifante
(2016: 29), por el método, que designa todo el proceso investigador, el qué, u objeto de
la investigación, el diseño, que establece un procedimiento concreto de obtención de
datos, y la técnica, que designa los instrumentos con que aquellos se recaban. No partimos
de cero, porque nuestra tentativa de aproximación a los modelos contextuales podemos
considerarla una extensión del análisis de los recursos valorativos. Intentaremos que la
metodología seguida, basada en constituyentes, sea coherente también en el desarrollo de
la interfaz que proponemos. La Teoría de la Valoración de Martin y White (2008), con su
foco en lo textual, en su estado actual se desentiende en gran medida de la fase de pre-
realización. Recordemos que Alba-Juez y Thompson (2014) distinguen tres fases
evaluativas, la de pre-realización, la textual y la metaevaluativa. Para investigar la fase
de pre-realización necesitamos una teoría que nos permita asomarnos a la mente del
hablante o escritor y que permita explicar sus realizaciones, o al menos intentarlo. Esta
es precisamente la laguna que esperamos que cubran los esquemas mentales de los
modelos contextuales, compuestos de elementos sociocognitivos.
Los modelos contextuales, por lo tanto, son el qué. Pero se trata de un qué
esquemático y compuesto de numerosos ingredientes o modelos mentales, en los que,
siguiendo a Van Dijk (2017: 122-123), podemos distinguir en principio tres categorías
básicas: el escenario, los participantes y las acciones y eventos comunicativos. No
obstante, no se trata de categorías cerradas; sus constituyentes, en otros títulos de Van
Dijk, aumentarán y se matizarán: actores sociales, tópicos o asuntos tratados, propósitos,
estrategias, valores sociales, representaciones sociales, grupos sociales (profesionales,
organizativos, institucionales), comunidades epistémicas, ideologías… Un qué, además,
que no es necesariamente textual, en el sentido de que pueden no indexarse en el texto,
pues, como explica Van Dijk (2017: 43), son «en gran parte, implícitos y presupuestos»,
y «solo se explicitan en el texto y el habla bajo circunstancias específicas».
En cuanto al diseño y la técnica, vienen condicionados por la propia metodología
de análisis de los recursos valorativos: estos nos indican ya los asuntos, personas y cosas
valoradas, que son los objetivos de valoración. Sin embargo, si bien nuestro análisis de
los recursos valorativos consiste básicamente en la categorización de datos lingüísticos,
obtenidos en la observación empírica, ahora debemos saltar cualitativamente a los
supuestos e implícitos propósitos que estimularon la producción de los textos, los valores
sociales y las ideologías que monitorizaron la producción. Esta reconstrucción de los
modelos contextuales, por lo tanto, tiene un carácter de tentativa y sus propuestas deben
ser tomadas como meras conjeturas o hipótesis, cuya aceptación dependerá de su
capacidad explicativa de los recursos valorativos y, en un plano más general, de los
recursos discursivos. Además, dado el carácter esquemático de los elementos que
constituyen los modelos contextuales, los presentaremos de un modo asimismo
esquemático: como tablas y como mapas conceptuales o síntesis visuales. Para la
realización de las tablas, nos apoyaremos en la función correspondiente del procesador
de textos que utilizamos, y para el dibujo de los mapas conceptuales, en el sencillo,
flexible y muy disponible programa PowerPoint. A este respecto, observamos que nuestra
primera opción fue el programa CmapTools, versión 6.04, del Institute for Human &
Machine Cognition (IHMC), del sistema universitario de Florida. Sin embargo, nos
hemos encontrado con algunas dificultades en la función de anidación, para la
representación gráfica de grupos y subgrupos humanos: por ejemplo, el hecho de que el
grupo de los histólogos reticularistas está incluido a su vez dentro del grupo más amplio
de la comunidad internacional de histólogos, de la que también es miembro el propio
Ramón y Cajal, representación que por sí sola requiere ya dos niveles de anidación.
Pensamos que, dentro de los modelos contextuales, es de la máxima relevancia
para la Teoría de la Valoración la noción misma de valor social. Para Martin y White
(2008: 45), como ya vimos al tratar el marco teórico, las valoraciones de Juicio y
Apreciación (o, en general, evaluación de personas y objetos, respectivamente), pueden
interpretarse como sentimientos institucionalizados. Al juzgar o apreciar, nuestra
evaluación se dispone conforme a valores compartidos por la comunidad. El enfoque
sociocognitivo de Van Dijk, cuya obra no trata específicamente los valores, aunque estos
la permean por completo, nos proporciona una definición más precisa: «objetos mentales
compartidos de cognición social», que formarían «la base de todos los procesos de
evaluación y, en consecuencia, de opiniones, actitudes e ideologías» (1999: 101). Explica
además que si bien algunos valores, como «la verdad, la igualdad, la felicidad, etc.,
parecen ser generalmente, si no universalmente, compartidos como criterios de acción y
al menos como objetivos ideales por los que luchar», algunos valores pueden ser distintos
de una cultura a otra y variar en su orden de importancia (1999: 101). Así pues, los valores
tienen un estatus sociocultural, pues «son los pilares del orden moral de las sociedades»
(1999: 102). Van Dijk, en coherencia con esta afirmación, rechaza la noción de valores
individuales: «no podemos decir que los objetivos o los ideales individuales sean valores»
(1999: 102). Ambas definiciones de valor social, bien como sentimientos
institucionalizados, bien como objetos mentales compartidos de cognición social, pueden
servirnos de referente, pero en nuestra metodología, como veremos, no partiremos de lo
abstracto para llegar a lo concreto, sino que seguiremos el camino opuesto, viajando de
lo concreto, es decir, las realizaciones valorativas, a lo abstracto, en coherencia con la
metodología basada en constituyentes que venimos desarrollando. Simplemente, del
modo más intuitivo y basándonos en nuestra propia introspección, pero reutilizando los
términos del Análisis Crítico del Discurso, vamos a considerar un valor social como un
esquema mental que monitoriza las valoraciones; este esquema puede constar de un
modelo (por ejemplo, las características básicas de la pintura clásica, que Ramón y Cajal
defiende (1967: 253)), con el cual comparamos las cosas y productos semióticos o a una
persona y sus acciones, y también instrucciones para la valoración, instrucciones que
deben realizarse en los textos. ¿Qué entendemos, por ejemplo, por cortesía? En la
lingüística pragmática, fuera del marco teórico de esta investigación doctoral, diversos
autores han estudiado a fondo la cortesía, entre los cuales destacan, por los estudios que
han promovido y el debate académico que han inspirado, Brown y Levinson (1987). Para
Green, citada por Alba-Juez (2009: 89), el término cortesía englobaría diversas
estrategias para mantener o modificar las relaciones interpersonales. Dimitrova-Galacz
(2002: 1-2) destaca precisamente la falta de un consenso sobre la definición del término
y la heterogeneidad de las corrientes lingüísticas que estudian el fenómeno, además de
constatar la ausencia de una equivalencia universal entre culturas. Nuestra pretensión no
puede ser, por lo tanto, alcanzar una definición del valor social Cortesía. En nuestro
recorrido por los antecedentes de la Teoría de la Valoración, ya nos encontramos con la
antigua controversia entre el platonismo y el protagorismo (II. 1.1.2.1.). Retomando aquel
debate, nosotros no intentaremos definir, por ejemplo, los valores sociales Honradez o
Cortesía
9
al modo platónico, sino que, siguiendo el uso pragmático del protagorismo, que
anticipa la lingüística pragmática actual, simplemente observaremos que, en el artículo
científico de Ramón Cajal (1888), la cortesía de un científico para con otro científico (por
9
En adelante, los valores sociales, en cuanto esquemas mentales (no en cuanto su realización textual) los
escribiremos en redonda y con la inicial en mayúscula.
ejemplo, Ramón y Cajal para con Camillo Golgi), se efectúa mediante la atribución de
fuentes y un grado de realización indirecto; en otras palabras, el valor social Cortesía en
este contexto particular podría formularse del siguiente modo: «El autor de un artículo
científico debe citar las obras consultadas y reconocer la autoría de la metodología
utilizada; su autor se valorará indirectamente y se evitarán o modalizarán las posiciones
en el continuo negativas». De estos valores sociales no podemos suponer que sean ni
universales ni estáticos, por lo que pueden sufrir modificaciones de un texto a otro y de
acuerdo con otras variables. La Cortesía, en el texto ensayístico de Ramón y Cajal (Texto
2), parece en efecto ser diferente: cuando el autor citado no es coetáneo, encontraremos
casos de valoraciones actitudinales muy negativas de la obra o las ideas de un autor; pero
en el mismo texto y si el autor es coetáneo, las valoraciones críticas se suavizan. En el
extremo contrario, el texto de ficción, los personajes son valorados directamente y con
posiciones en el continuo ambivalentes; algunos serán caricaturizados y vilipendiados: de
la Cortesía hemos pasado, diríamos, a una anti-cortesía, a la hipérbole, a una parodia que,
utilizando los términos de Brown y Levinson (1987), constituye una «cortesía negativa»
que «amenaza» su imagen, y, en términos de Culpeper, citado por Alba-Juez y Mackenzie
(2015: 159), un ejemplo de «sarcasmo o cortesía paródica» [mi traducción, por «Sarcasm
or mock politeness»].
En continuación con esta reflexión, debemos aludir a la compleja cuestión de los
valores sociales epistemológicos. En el artículo científico, evidenciamos la prioridad que
se concede a las observaciones empíricas y a las inferencias directas, no basadas en
testimonios; como ya hemos apuntado en otros momentos de esta tesis, los histólogos
reproducían los experimentos para confirmar las observaciones de sus colegas, y Ramón
y Cajal seguía el mismo proceder; sin embargo, la cuestión de estos supuestos valores
epistemológicos nos lleva a un terreno ajeno al marco teórico de esta tesis.
10
Los posibles
valores sociales actitudinales implicados en la actividad científica los vamos a poner al
abrigo de un esquema muy amplio, como es el propio método científico, que podemos
entender en el contexto de esta tesis como un modelo de modelos y como un conjunto de
conjuntos de instrucciones, es decir, como un grupo de valores sociales específicos de la
ciencia y normalizados por la práctica investigadora. Es cierto que, en las observaciones
de Ramón y Cajal (1888) a través del microscopio, intuimos un valor social asociado a la
10
Para esta cuestión y otras relacionadas con la axiología de la ciencia, los valores epistemológicos y los
mecanismos de la razón, remitimos a Rescher (1999), Echeverría (2002) y Mercier y Sperber (2017).
apreciación estética de las células nerviosas. Este valor social, este esquema mental,
quizás podría denominarse Veracidad y, en los textos científicos de Ramón y Cajal, podría
formularse del siguiente modo: «Debe intentarse describir el concepto de las
observaciones, sin eludir la expresión de dificultad subjetiva del observador; en ausencia
de una aritmética precisa y de una forma geométrica reconocible en lo observado, es
aceptable utilizar símiles y cantidades aproximadas e intensificar las cualidades». Este
hipotético valor social es, pensamos, perfectamente compatible con la teoría empírica del
conocimiento; según Russell ([1948] 1992: 511):
[…] los errores que hemos creído encontrar en el empirismo han sido descubiertos por la
estricta adhesión a una doctrina que ha inspirado a la filosofía empirista: la de que todo
conocimiento humano es incierto, inexacto y parcial. No hemos hallado ninguna limitación
a esta doctrina.
Si bien, por motivos de organización textual, presentamos ahora los parámetros
del análisis realizado, antes de proceder al análisis mismo, lo cierto es que la redacción
definitiva de este epígrafe ha sido simultánea, pues lo hemos ido redactando a medida
que, avanzando en la tentativa de reconstrucción de los modelos contextuales de los seis
textos analizados, lo íbamos depurando. El siguiente «Manual de anotación de los
modelos contextuales» es una propuesta, configura una metodología cualitativa, sin
pretensión de exhaustividad, reviste un carácter de síntesis y está redactado como tal.
2.2.2.2. Manual de anotación de los modelos contextuales: parámetros
Considerando estos parámetros una extensión de nuestro manual de anotación de
los recursos valorativos, los organizamos como reglas, con la clave MC, por modelo
contextual, e identificadas con un ordinal. Algunas reglas, por su objetivo hipotético y su
carácter problemático, las formularemos como cuestiones que deben ser resueltas.
Reglas de identificación
Regla MC1. Identificamos al autor del texto y el destinatario, el escenario de la
interacción comunicativa (que no coincide necesariamente con el escenario de la
representación social) y el soporte del evento comunicativo.
Ejemplo del Texto 3, el manual tecnocientífico de fotografía. El autor es Ramón
y Cajal; los destinatarios son los amantes y profesionales de la fotografía; el escenario de
la interacción comunicativa es un laboratorio fotográfico; el soporte del evento
comunicativo es un libro.
Regla MC2. Identificamos el propósito del texto.
Ejemplo del Texto 1, el artículo de investigación científica. El propósito es
rechazar la hipótesis reticular y proponer una nueva vía de investigación.
Regla MC3. Identificamos a las personas, personajes y sus acciones valorados
directa o indirectamente en el texto, e indicamos el grado de realización, su posición en
el continuo y, considerando la interacción como un núcleo reconocido del propio Análisis
Crítico del Discurso, si es o no un interlocutor potencial del autor.
Ejemplo del Texto 6, el relato de ficción. El doctor Mirahonda (ver IV. 3. 6. 2. 2.).
Regla MC4. Identificamos los objetos y productos semióticos, concretos o
abstractos, valorados directa o indirectamente en el texto. Si en el propio texto están
agrupados en categorías, los identificamos como tales. Indicamos el grado de realización
y su posición en el continuo.
Ejemplo del texto 4, la autobiografía. Los métodos de maduración y tinción (ver
IV. 3. 4. 2. 3.).
Regla MC5. Identificamos a aquellas personas, acciones, objetos o productos
semióticos que, indexados en el propio texto, puedan haber servido como modelo de
valoración de las entidades detectadas en las reglas y, a modo de conjetura, su posición
en el continuo de acuerdo con la valoración que propiciaron. Esta regla nos permite incluir
los dominios fuente de símiles, metáforas y otras posibles fuentes proyectadas en el texto
y no clasificadas en los apartados anteriores.
Ejemplo del texto 5, la serie de aforismos. Una flor (ver IV.3.5.2.3.).
Reglas de reconstrucción de los valores sociales
Regla MC6. A modo de tentativa, consideraremos los valores sociales como
modelos o instrucciones de valoración. Aunque les asignaremos un nombre, pensamos
que esto no es tan importante como el modelo que lo configure o el esquema de
instrucciones de valoración que lo constituya. Las metáforas gramaticales actitudinales
detectadas en el texto pueden servir en la nomenclatura.
Ejemplo del Texto 3, el manual tecnocientífico de fotografía. La Asequibilidad.
Regla MC7. Los valores epistémicos implicados en la investigación científica se
agruparán bajo un valor social complejo que denominaremos Método científico (ver IV.
3. 1. 2. 4.)
Regla MC8. Los valores sociales se representarán visualmente en azul y arriba
(ver IV. 3. 1. 2. 5)
Reglas de reconstrucción de las representaciones sociales
Regla MC9. Clasificamos a los interlocutores, las personas o personajes y sus
acciones en grupos, de acuerdo con las categorías indexadas en el texto y, en su defecto,
según nuestro conocimiento del contexto cultural, siempre que este conocimiento no entre
en conflicto con las categorías o clasificaciones del texto.
Ejemplo del Texto 2, el ensayo sobre investigación científica. Los filósofos.
Regla MC10. Identificamos el lugar o escenario de la representación social del
modelo de acontecimiento, que no es necesariamente el lugar de la representación social
de la interacción comunicativa.
Ejemplo del Texto 6, el relato de ficción. Villabronca.
Regla MC11. Representamos estos esquemas y grupos en dibujos: en el centro y
en negro sobre blanco, el evaluador (a la izquierda) y sus interlocutores (a la derecha);
abajo y en color verde, lo físico y lo menos importante, dominado o no preeminente; los
elementos ajenos al ámbito o al imaginario, en colores cálidos, preferentemente abajo y
a la izquierda; los objetos intelectuales, en colores fríos y a los lados.
Reglas de identificación de las ideologías
Regla MC12. Las ideas o sistemas de ideas abstractos indexados en el texto que
puedan mantener una relación de causa-efecto sobre un conjunto de realizaciones
valorativas y estén asociados a un grupo social serán considerados candidatos al estatus
de ideología. Se representarán en azul por encima de los valores sociales, monitorizando
hipotéticamente el discurso.
Regla MC13. Indicaremos, para cada texto del corpus, la identidad social del autor
o su grupo social relevante en el discurso, los valores sociales implicados más relevantes
y los grupos sociales de los destinatarios. La ideología, por su carácter grupal, debe quedar
definida por la identidad social o grupo social del autor relevante en cada discurso y debe
ser coherente con el propósito comunicativo, las representaciones sociales y otros
constituyentes de los modelos contextuales.
Regla MC14. Estudiaremos para cada modelo contextual un valor social relevante
en el discurso y su posible función en relación con los grupos indexados en las
representaciones sociales, tanto en la representación social de la interacción comunicativa
como en la representación social del modelo de acontecimiento.
Regla MC15. Razonaremos la posible desigualdad en cuanto dominio o abuso de
poder del grupo del escritor o el hablante sobre otros grupos sociales. Destacaremos los
procesos de normalización, en cuanto reproducción acrítica de una representación social
de desigualdad, y de naturalización, como legitimación explícita de tal representación
mediante una supuesta verdad autoservida vinculada al interés del grupo.
En la interfaz metodológica que acabamos de desarrollar, hemos partido de las
realizaciones valorativas, en la fase textual, para acercarnos a los modelos contextuales,
en la fase de prerrealización. Con los datos obtenidos en el análisis cuantitativo de
frecuencias, testearemos la hipótesis principal de esta tesis: «Los sistemas de valoración
lingüística usados por Santiago Ramón y Cajal varían según los géneros discursivos».
Tras la exposición de los modelos contextuales, haremos una comparativa y testearemos
la hipótesis secundaria o subhipótesis: «Algunas realizaciones valorativas solo pueden
explicarse mediante la noción de modelo contextual». Mediante la comparativa entre
todos los modelos contextuales intentaremos desvelar qué componentes de los modelos
contextuales tienen una relación de causa-efecto con las realizaciones valorativas y, en su
caso, evaluaremos si son factores necesarios o suficientes para explicarlas. Finalmente, a
la luz de los datos obtenidos, intentaremos categorizar los constituyentes básicos de los
modelos contextuales en los tipos de contexto establecidos por Fetzer, citado por Alba-
Juez y Mackenzie (2015: 6-8): lingüístico, social, cultural y cognitivo, a los que estos
mismos autores añaden un quinto, el contexto actitudinal-emocional.