En el presente artículo, el autor presenta una propuesta de la evolución del diálogo a lo largo de la historia de la humanidad y de cómo quedaría remarcado como una empresa común en la que los argumentos, lejos de esterilizarse en la refutación inútil, servirían de fundamento a razona-mientos más acabados que, paulatina y gradualmente, se irían precisando hasta convertirse en una rigurosa aproximación científica a la realidad concreta. Sin embargo, simultáneamente descubrimos ahí otro elemento arquetípico del diálogo, que en su ir y venir, revela que a la verdad no se llega sólo por el silogismo abstracto, ni por el discurso brillante, sino sólo y únicamente mediante la confrontación y fundamentación de las ideas