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Volumen 9 N°2, año 2021
ISSN: 2347-0941
Pensar la comunicación del ambiente y los vínculos que establecemos con el
mundo: una conversación con Laura Borsellino.
Thinking about environmental communication and the links we make with the
world: a conversation with Laura Borsellino.
Martín Medina1, Pablo Cosentino1, Micaela Anzoátegui2, Martín Prieto3, Juliana
González4, Gabriel Aviles4, Camile Simonet4
1 Coordinador del proyecto Estudios Críticos Ambientales, FFyL-UBA - Investigador por el
Instituto de Investigación de Ciencias de la Educación, FFyL-UBA.
2 UNLP- CiEFI-IdIHCS- Becaria Post-Doc CONICET.
3 Becaria Doctoral CONICET - Facultad de Ciencias exactas UBA
4 Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
E-mail: martiinn94@gmail.com
Medina, M.; Cosentino, P.; Anzoátegui, M.; Prieto, M.; González, J.; Aviles, G.; Simonet, C.
(2021). Pensar la comunicación del ambiente y los vínculos que establecemos con el
mundo: una conversación con Laura Borsellino. Revista Estudios Ambientales, 9(2), 212-
251.
Recibido: 15 de diciembre de 2021
Aceptado: 15 de diciembre de 2021
Publicado: 30 de diciembre de 2021
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ISSN: 2347-0941
RESUMEN
La presente conversación con Laura Borsellino, comunicadora social, activista y escritora,
fue llevada a cabo por el proyecto de Estudios Críticos Ambientales e intenta abordar la
temática ambiental desde la transdisciplina y la complejidad. De este modo, propone
analizar las formas en las que se comunica y reflexiona sobre las problemáticas socio-
ambientales. Asimismo, convoca a repensar los vínculos relacionales y afectivos entre lo
humano y lo no-humano, indagando las tensiones que se generan entre los diferentes
actores que forman parte de los actuales escenarios de conflicto ambiental.
La conversación considera la trayectoria de formación en la temática de Borsellino y las
singulares experiencias colectivas que desarrolla la comunicadora social a fin de generar
nuevos vínculos con el ambiente. Las mismas se entrelazan con una propuesta de
comunicación y de pensamiento que cuestiona los actuales modelos de vida neoliberales,
sustentados en el extractivismo y el saqueo de los territorios. Así, la conversación recorre
una serie de tópicos que van desde el vínculo entre lo humano y lo no-humano, pasando
por reflexiones sobre el ecofemismo, los paradigmas de la ciencia y la cosmovisión de los
pueblos originarios.
Palabras claves: Ambiente- Comunicación- Ecofeminismo- Afectividad- Neoliberalismo.
ABSTRACT
The present conversation with Laura Borsellino, a social communicator, an activist and a
writer, was carried out by the Critical Environmental Studies Project and attempts to
approach environmental issues from a transdisciplinary and complex perspective. It
proposes to analyze the ways in which socio-environmental issues are communicated and
appears in socio environmental issues. It also invites to rethink the relational and emotionally
links between the human and the non-human, researching tensions between different kinds
of actors involves in the current scenarios at environmental conflict.
The conversation considers the trajectory of Borsellino's and the singular collective
experiences that the social communicator develops in order to generate new links with the
environment. These are intertwined with a proposal of communication and thought that
questions the current neoliberal models of life, based on extractivism and the plundering of
territories. Thus, the conversation covers a series of topics ranging from the link between the
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human and the non-human, through reflections on ecofemism, paradigms of science and the
native people's cosmovision.
Key words: Environment- Communication- Ecofeminism- Affectivity- Neoliberalism
INTRODUCIRNOS A LA CONVERSACIÓN
La presente conversación con Laura Borsellino
1
, enmarcada dentro del proyecto de
Estudios Críticos Ambientales
2
, tiene el propósito de indagar la temática ambiental desde la
perspectiva de la comunicación social. En este aspecto, Borsellino destaca, en más de una
oportunidad, la necesidad de repensar el vínculo que se genera entre humanos y entre
estos y el resto de los seres vivientes, donde la sensibilidad y la afectividad se vuelven de
relevancia en la modificación de nuestras formas de vida. De este modo, la propuesta de la
comunicadora social pone énfasis en la necesidad de realizar un trabajo singular en los
territorios, en los que la elaboración de los conflictos se aborda colectiva y situadamente,
criticando los paradigmas de crisis ambiental que, en tanto sostienen una narrativa
catastrófica, suelen conducir a posiciones nihilistas y a la inacción.
En el recorrido de la conversación se abordan diferentes tópicos como el ecofeminismo, la
cuestión de los pueblos originarios y el accionar político de diferentes organizaciones
sociales que, desde su activismo, proponen formas de relación con el ambiente que
conjugan la sensibilidad y la reflexión. En este aspecto, Borsellino da cuenta de un
compromiso coherente en el que las acciones, la escritura y el pensamiento se desarrollan
transversalmente. Dicha postura conlleva una crítica al modelo de ciencia hegemónico, el
cual replica los efectos negativos del patriarcado y el colonialismo. Así, la propuesta de
Borsellino es epistémica y práctica, incluye tanto el trabajo en los parques urbanos y el
1
Laura Borsellino es comunicadora social, periodista y escritora, con un amplio trabajo de activismo
socio-ambiental. Es egresada de la carrera de Comunicación Social por la Universidad de Buenos
Aires y realizó una maestría en Conservación de la Biodiversidad en la misma universidad.
Actualmente dirige la revista Florestanía y realiza colaboraciones en el diario La Nación sobre
temáticas ambientales.
2
El proyecto Estudios Críticos Ambientales, dependiente del Departamento de Filosofía de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y la Secretaría de Extensión de la
misma institución, es un grupo interdisciplinario de investigadorxs que propone prácticas de reflexión
sobre la cuestión ambiental. Dentro de los objetivos del proyecto se encuentra el abordaje crítico de
los conceptos con los que pensar los temas ambientales y la redefinición de las categorías con las
que considerar las actuales problemáticas socio-ambientales.
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avistajes de aves como una reflexión que nos permite pensar categorías con las que
enfrentar al neoliberalismo y diseñar estrategias de resistencia y el despliegue de la vida.
Esta serie de tópicos y reflexiones dan cuenta de las tensiones y discusiones no saldadas
así como de diferentes problemas que consideramos necesario abordar pero para los que,
en más de una oportunidad, no hallamos una solución última y definitiva. Esperamos que
les lectores de la conversación nos acompañen en este sinuoso recorrido que convoca a la
reflexión crítica y a una práctica situada y cotidiana desde la que resignificar la manera en
que leemos y habitamos el mundo.
Pensar el ambiente y la comunicación social: preponderar la relación entre lo humano
y lo no humano
M M: Bueno, comienzo con algunas de las inquietudes que estuvimos elaborando. Las
siguientes fueron formuladas bajo el eje de ambiente y comunicación: ¿Cuáles crees que
son los principales aspectos o dimensiones a tener en cuenta en la comunicación de las
temáticas ambientales? y ¿Qué estrategias consideras pertinente implementar en la
comunicación social sobre la temática ambiental?
Laura Borsellino: En principio no sé si soy la adecuada para plantear cuáles serían las
estrategias para todes. Personalmente me interesa mucho la cuestión vincular. En este
punto me reconozco discípula de Bookchin
3
. Es algo que me quedó muy grabado. Mi
acercamiento es a través de una materia, que tenemos en comunicación, que da Cristian
Ferrer, una propuesta teórica interesante. Es la única materia donde ves cuestiones
vinculadas a lo animal y a lo ambiental, desde una mirada donde pondera la visión
anarquista. En sus textos, Bookchin plantea que la forma en que les humanes nos
vinculamos con la naturaleza es una reproducción de cómo nos vinculamos entre nosotres.
Esto siempre lo tengo presente, a partir de esta propuesta fui desarrollando mi visión sobre
la cuestión ecológica, ambiental, civilizatoria o como la queramos llamar. Yo la abordo
desde ahí. Creo que, en primer lugar, tenemos que pensar, reformular y “mejorar” los
vínculos que sostenemos entre humanes y con lo no humano (ya sea naturaleza, en
3
Borsellino se refiere a Murray Bookchin (1921-2006) fue un historiador, profesor universitario,
investigador, ideólogo y activista ecologista estadounidense, fundador de una teoría llamada
“ecología social” (una forma de ecoanarquismo) y uno de los pioneros del movimiento ecologista. Es
autor de una extensa colección de libros sobre historia, política, filosofía, asuntos urbanísticos y
ecología. Ideológicamente, Bookchin evolucionó desde un marxismo tradicional hacia el socialismo
libertario, en la tradición anarcocomunista de PiotrKropotkin.
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general, o animales y flora, en particular). Cuando escribo, siempre, de una forma más sutil
o menos sutil, intento reponerlo en mis textos. Siempre estoy intentando ver cómo se dan
los vínculos en lo que estoy mirando y reflexionar o pensar cómo estarían mejor, desde mi
punto de vista. Yo no voy a decir que eso es lo mejor para el mundo, pero sí exhibir la
perspectiva desde donde lo veo. ¿Qué podría estar mejor o qué veo como despotenciador?
Por lo general, intento ser más o menos optimista y decir algo interesante con respecto a
esto. Estoy pensando en una nota que escribí en la pandemia. Yo estaba escribiendo en La
Nación, donde conseguí un espacio. Además, yo no soy periodista, lo hago más en juego
que otra cosa, pero me gusta mucho escribir sobre estos temas. Me lo tomo como algo que
hago casi por placer, como contar cuentos. Conseguí este espacio para hablar sobre
naturaleza, proyectos de conservación y cuando inició la pandemia fue del único tema que
se habló, se tornó reiterativo. Sentía que esto era horrible y no quería escribir algo más
sobre esto porque ya se estaba diciendo todo. En un momento empezaron a surgir estas
notas sobre los animales, que volvían a tomar las ciudades y demás. Para mí los animales,
silvestres y urbanos, son un tema de interés muy central en mi vida. Entonces pensé que
era una oportunidad para hablar de eso. Entonces escribí al respecto, pero siempre era
sobre la vinculación. La idea era: está todo mal, pero hay algo que está bueno, que es que
estamos viendo a estos animales y quizá hay una oportunidad de empezar a darles un lugar
en nuestras vidas urbanas. Eso no pasó mucho, pero la idea estuvo ahí.
Con respecto a la comunicación me parece importante dar relevancia a esto, dar cuenta de
la vinculación entre lo humano y lo no humano. Yo, cuando hago notas, leo bastante e
intento hablar con la mayor cantidad de gente posible que sabe de lo que estoy
investigando. Leo papers y trato de hacer un trabajo de investigación, sobre todo para notas
periodísticas y le pongo bastante foco a eso. Además, tenemos una plataforma con unos
amigos, que es Florestanía
4
, donde somos más libres, porque es nuestra y no tenemos un
editor que nos tache el texto. Por ahí somos más “ñoños” también porque hay, por ejemplo,
4
Para más información sobre esta revista digital se puede acudir a http://www.florestania.com.ar/.
Dicha revista se dedica a reflexionar sobre la ecología política, denunciando diversas problemáticas
ambientales, al mismo tiempo que propone propuestas de civilización alternativa. Tal como se define
en el Manifiesto: “Florestaníahace referencia a un tipo de meta-ciudadanía ecológica, y proviene de la
combinación del término portugués “floresta” (selva) y ciudadanía, con origen en la unión de
activistas ambientales, periodistas y políticos del estado de Acre, en la Amazonia brasileña. Este
término nos resulta inspirador, ya que las ideas de meta-ciudadanías implican una crítica a ideas
clave de la modernidad, como los dualismos jerárquicos Sociedad / Naturaleza, Varón / Mujeres,
Hombre / Animal, que nos interesan repensar y discutir. Queremos acercarnos a esa íntima
asociación entre contexto ecológico y las prácticas sociales: uno no es posible sin el otro”
(Florestanía, 2020: 1). Se puede acceder a la cita por el siguiente enlace:
http://www.florestania.com.ar/manifiesto/
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un compañero sociólogo que escribe más desde la investigación y que es de profundizar
más en los textos y en la teoría. Pero respetamos mucho los estilos en ese espacio. Ahí
quizá somos más teóricos. Pero ahí también escribimos sobre arte, que me parece que es
un aspecto de la comunicación importante. A mí me encanta traer a colación al arte para
hablar de estas cuestiones, ecológicas o ambientales, porque me parece un arma o una
herramienta valiosa. Intento introducir cuestiones que tienen que ver con la sensibilidad y no
sólo con lo investigativo, lo académico, lo racional o los datos. Me parece importante esto
que yo decía: los vínculos son algo sensible.
M M: Tiene una intensidad potente esta noción de vínculo entre humanos y también la
manera en que lo trasladas a otras especies. Considero que esta línea es central en tu
propuesta. Asimismo, se me hace visible que elaboras una nueva manera de comunicar
donde destacas el arte como una manera creativa de concientizar sobre la temática
ambiental. En este aspecto, la inquietud que me surge es si compartís la idea de que hay
una delgada línea entre la concientización ambiental y la construcción de una narración
catastrófica que puede conducir a la parálisis, a la inacción o al escepticismo…
Laura Borsellino: En la práctica, honestamente, la cuestión ambiental no es prioridad en
laagenda de los grandes medios. En todo caso, en los espacios que podés escribir, ellos
intentan que sea algo que venda. Entonces, vos querés escribir sobre algo y el “gancho”
tiene que ser anclarlo en un personaje o en un tema catastrófico para que sea “vendible”.
Esto es un problema. Lo que yo estoy haciendo es aprender a vender un tema pero, a partir
de un gancho, abrir a otros temas, a otras miradas y no quedarse en una anécdota o en el
personaje de turno. Sí creo que hay una tendencia, como decís vos, a esta cuestión
catastrófica. Por ahí –no estoy segura- tiene que ver con que muchos medios son empresas
y eso vende. Algo que yo noté en el medio en el que yo me muevo (de observadores de
aves y demás) y que estuve discutiendo un poco, es que, muchos medios tiran notas que
son humo total, pavadas. Y eso se difunde, por ejemplo, cuando se discute con la persona
que publicó. Entonces yo decía: no se gasten en la discusión, porque lo que hacés es darles
clics. Y, en realidad, el medio vive de clics. Entonces el contenido mucho no les interesa.
Les interesa el clic. Quizá vos te tomas el tiempo de hacer una nota elaborada, interesante,
con un estudio, y no le dan relevancia. Eso es un problema, porque nos terminamos
leyendo entre los mismos diez que nos interesan los escuerzos. Esto no es una broma. En
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este sentido, con algo de esfuerzo logré introducir en La Nación una nota sobre escuerzos
5
.
Por ahí la vimos diez personas, porque era una cosa súper rara escribir sobre ranas. Pero a
mí me divierte intentarlo e introducir una nota sobre ranas, sobre el cuidado y relevancia de
esta especie. Es complejo en el mar de cosas que pasan en el mundo y en los grandes
medios.
Otra cosa que responde, en alguna medida, a la pregunta anterior es que, mirando lo que
escribo, tomo noción de que no suelo investigar sobre temas de crisis climáticas o cosas
globales. Por el contrario, me dirijo a lo puntual, a algo específico. Si hablo sobre crisis
climática es sobre cómo afecta a una especie. Intento ir más al caso o al vínculo porque la
crisis climática es gigante y se te escapa. Creo que a la gente también le pasa, porque te
paraliza un poco. Lees eso y decís: “¿yo qué puedo hacer con esto?”. A mí misma me pasa.
No quiero leer mucho esas cosas porque es muy abrumador lo que está pasando. Trato de
trabajar lo pequeño porque, en realidad, lo pequeño es lo que va a cambiar todo.
Empecemos a vincularnos mejor con la vida que tenemos alrededor y eso va a empezar a
cambiar. Por algo hay que empezar, porque si quiero cambiar el mundo no me va a salir. Lo
único que puedo hacer es aportar al hábitat que tenemos y construir vínculos más vivibles
con gente con la que se puede construir, resistir y hacer algo desde ahí. Considero
importante contar eso. Capaz que lo leen veinte personas, pero yo entiendo que la clave
pasa más por ahí que por contar algo gigante y que sigamos todos diciendo lo mismo y
nadie haga nada. Siento que paraliza más que otra cosa.
Ahí vuelvo al arte. Hay un montón de películas. A mí me parece que es mucho más rico
pensar una película de ficción o un documental de Herzog (estos documentales que no son
los clásicos) para pensar las cuestiones ambientales, que el clásico documental sobre el
cambio climático (que están en Netflix y demás). Es como un discurso muy cuadrado, que te
quiere educar. Contame una historia y déjame que yo piense. ¿Qué pasa con el hombre
que bucea con un pulpo? ¿Qué hay ahí? ¿Qué se crea ahí? ¿Puede ser que un tipo bucee
con un pulpo y pase algo?
6
Me interesa eso para pensar cuestiones más grandes, que bajar
de lo grande a lo chiquito.
5
Se está haciendo referencia a la siguiente nota: Laura Borsellino, “Una investigación busca
desmitificar y proteger a los misteriosos escuerzos”, diario La Nación, 14 de octubre de 2019, se
puede acceder a la nota completa por medio del siguiente enlace:
https://www.lanacion.com.ar/buenos-aires/una-investigacion-busca-desmitificar-y-proteger-a-los-
misteriosos-escuerzos-nid2296902/, visitado 05/11/2021.
6
Borsellino se refiere a la película dirigida por PippaEhrlich y James Reed (2020) MyoctopusTeacher
(Mi maestro el pulpo), la cual cuenta la singular historia de un buzo que entabla una relación con un
pulpo y por medio de la cual resignifica la conexión con la fauna marina.
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Entablar una relación entre los ecofeminismos y las nuevas narraciones
M A: Hago uso de la palabra para realizarte la siguiente consulta, una de las cosas que
siempre me encantaron de tus propuestas y actividades es la tarea de construcción de
nuevos relatos para poder percibir otras cosas que ya estaban ahí, obviamente, pero no se
les prestaba atención. En otras palabras, dado que hay una visión encasillada sobre
algunos temas, tales como los que venimos conversando sobre la crisis climática, hay
muchas cosas que no podíamos ver. La pregunta es: ¿cómo se trasladan las concepciones
del ecofeminismo a las actividades que están haciendo con La Colectiva Observadoras de
Aves Feministas (COAF)
7
? Sería interesante si nos querés contar sobre esa experiencia
que da cuenta de un trabajo singular.
Laura Borsellino: Para comenzar a responder esta pregunta, y ser honesta, debería
comenzar reflexionando que a veces me cuestiono si soy ecofeminista. En COAF nunca nos
sentamos a preguntarnos si nos consideramos ecofeministas. Creo que es algo que está en
tensión en la actualidad. Pero sí, supongo que entraría en esa categoría. La COAF se trata
de un grupo de compañeras que empezamos a observar aves. En el proceso nos
separamos de algunos compañeros que eran guardaparques. En este aspecto, lo de las
aves fue una excusa para ponerle un nombre e interpelar a los Centros de Observación de
Aves (COA). Por eso también gramaticalmente suena raro, pero queríamos generar ruido
con esto. Sobre este punto, uno de los motivos para que se cree el grupo fue que recibimos
agresiones de compañeros. A mí me pasó personalmente que empecé a ver aves y cuando
empecé a aprender noté que había cierta competencia, algo raro. Y eso derivó en
respuestas bastante agresivas. En los COA nunca nos sentimos contenidas, nunca nos
dieron lugar para nada y terminamos armando un grupo propio que, en realidad, nunca fue
una cuestión segregacionista ni nada. En 2018 estábamos todas a full con la ley del aborto,
nos encontramos a unas compañeras y una tiró una idea, que había leído de un grupo de
Estados Unidos. Nos pareció interesante, nos empezamos a juntar y vimos que a todos nos
habían pasado estas cosas y que había un montón de cosas para pensar.
7
La Colectiva Observadoras de Aves Feministas es un grupo con la intención de generar un espacio
feminista y seguro en el ámbito de la observación de aves y la conservación de la naturaleza.
Utilizando estrategias comunicacionales logran visibilizar sesgos androcéntricos en el lenguaje de la
biología y la ornitología, al tiempo que construyen conocimiento colectivo sobre aspectos
considerados no prioritarios en el campo. Para más información sobre este colectivo se puede
indagar el artículo de Laura Borsellino (2021) “La Colectiva de Observadoras de Aves Feminista.
Comunicación ecofeminista con los pies en el barro y los ojos en el cielo.” Revista Latinoamericana
de Estudios Críticos Animales, Año VIII, Volumen I, pp. 522- 559. Se puede acceder al artículo por
medio del siguiente enlace: https://revistaleca.org/journal/index.php/RLECA/article/view/394/274.
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Hay algo, quizá soy yo la que le presta mayor atención, que tiene que ver con que
trabajamos un montón la cuestión vincular para adentro. Eso nos pareció enriquecedor y me
dio mucho para pensar. Hay algunos problemas que tuvimos entre nosotras porque, por
supuesto, no es que tenemos problemas sólo con varones. Lo que intentamos hacer fue no
asumir eso como cuestiones personales sino como cuestiones grupales. Si hay problemas
entre dos o tres personas es una cuestión vincular del grupo, lo tenés que asumir como
grupo y trabajar como grupo. Eso me hizo pensar un montón de cosas.
Nosotras no tenemos un territorio como los COAs que, por lo general, tienen un territorio
propio. Nosotras no lo tenemos porque somos de distintos lugares, de Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y alrededores, aunque por lo general cada una tiene su militancia territorial
aparte. Vamos a visitar distintos territorios y lo que elegimos son algunos donde hay
conflictos. Ahí nos conectamos con las compañeras de esos lugares y hacemos salidas con
ellas. Y son relajadas. Nosotras lo que vemos es que una salida de un COA oficial de
argentina es muy diferente, es como este lugar del saber, de agarrar la lista y ver qué
especie es ésta o aquella y nadie habla porque se escapan los pajaritos. Nosotras nos
divertimos, la pasamos bien y después nos juntamos a comer o a charlar un rato y
quedamos todas fascinadas. Ahí se genera una complicidad o algo que no sé si se puede
explicar mucho. Es casi vibracional lo que pasa ahí.
Otra cosa que nos pasa es la típica: como mujer sola, si querés ir a Laferrere a mirar
pajaritos, te van a decir que no vayas porque te van a matar, a violar, a robar. Y nosotras en
grupo vamos igual. También es una cuestión de poner el cuerpo y decir: “Che, loca,
nosotras tenemos el derecho de ir”. Entonces no me digas que no vaya, poné luces en todo
caso. No me digas que vaya con un varón porque me van a violar. Hacé que el lugar sea
seguro, porque tenemos el mismo derecho a disfrutarlo que los varones que van a jugar al
fútbol. Intentamos hacer reflexiones sobre este tema. A mí me divierte esto de jugar con el
lenguaje de la ciencia, que es bastante sesgado a lo masculino, aunque se presente como
neutral, sobre todo en los pajaritos que hay mucha diferencia entre machos y hembras.
Empezamos a jugar con eso y al principio nos insultaron, nos dijeron que estábamos
destruyendo el lenguaje. Pero después se calmaron, un poco lo adoptaron y ahora nos
causa gracia. Al principio fue bastante difícil, ahora cada tanto sale alguno al cruce, pero ya
lo tomamos con más calma.
Cuando hacemos los flyers para invitar a la salida a los pajaritos les ponemos el pañuelo
verde y eso era bastante polémico. En realidad queríamos sentar una posición de que no
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somos sólo mujeres, somos feministas, sin poner: “No queremos anti-derechos”. Fue una
forma de expresarlo a través del arte. Además los dibujos son lindos, les pedimos ayuda a
unas chicas que saben dibujar o son fotógrafas. Y, además, damos un espacio para eso,
porque las que sacamos fotos nunca estamos en la tapa de las revistas de aves. Ese es
otro espacio negado. Entonces nos divertimos.
Y también tenemos esta cuestión de cómo nos vinculamos con las instituciones. Eso
también está presente. Algunas son más de valorar pequeños gestos y otras somos un
poco más críticas respecto de con quién se construye, si es por afuera, o un poco por
adentro y un poco por afuera. Esas cuestiones se plantean bastante, quizá en el momento.
Cuando surgen problemas ahí vamos viendo. Todavía no pudimos construir espacios. Hubo
intentos de sentarnos a leer, pero después nos atravesó la pandemia y ahora estamos
bastante complicadas para desarrollar ese proyecto de investigación y reflexión teórica.
M A: ¿Ustedes serían, por lo que entiendo, la primera Colectiva de Observadores de Aves
Feministas?
Laura Borsellino: Sí, creo que en Argentina sí. Lo bueno es que después surgieron varias
colectivas, lo cual es muy positivo. De hecho, la idea surgió gracias a una compañera que
es traductora de inglés y se enteró de que en Estado Unidos existía una colectiva de
observación de aves feminista. Entonces se comunicó con la compañera de Estados
Unidos. A ella le encantó y quería que fuéramos como una sucursal, como una sede
argentina. Ella me lo contó a mí, lo discutimos, yo se lo conté a otras compañeras a las que
le podía interesar y finalmente, nos dimos cuenta de que nosotras teníamos otros
problemas, entonces teníamos que hacer algo distinto. De ahí en más, siempre cuando
alguien nos pregunta y nos dicen que son de tal lado, les decimos: “Abran un COA ustedes.
Nosotras estamos en Buenos Aires, no nos podemos mover. Qué haya miles”. No tenemos
copyright ni nada, al contrario. Y ahora hay varias. Hay un par en Córdoba y había una
incipiente en La Pampa, pero no sé qué pasó, porque en el medio empezó la cuarentena y
nadie puede salir. Pero seguro van a surgir más. La idea nuestra es divertirnos e indagar la
naturaleza desde el cuidado.
Está bueno hacer la reflexión respecto de si nos está pasando algo distinto en la forma de
vincularnos. Para adentro, cuando charlamos entre nosotras, nos dimos cuenta de que
varias de las compañeras hicieron cambios increíbles en esas cuestiones. Esto es una
cuestión potente. Nosotras dijimos “pajaritos” más para hacer un chiste, pero en realidad
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cuando salimos nos copamos mirando plantas, hongos, pajaritos, lo que haya en el lugar
que exploramos. Es una forma de conectar entre nosotras y conectar con la naturaleza. Me
parece que hay algo ahí que es distinto. Hay una sensibilidad que aflora y está bueno
hacerlo crecer.
M A: Está bueno lo que decís. Otra de las preguntas que habíamos pensado tiene que ver
con esto que estás comentando: ¿Cómo integrar la conversación de la biodiversidad con las
cuestiones sociales? Sobre este punto algo mencionaste pero nos gustaría profundizar.
Laura Borsellino: De hecho, con dos compañeras, una que es socióloga y otra que está
estudiando antropología, atrevidamente, escribimos unas ponencias y participamos de unos
congresos. Y ahí sí, nos sentamos a reflexionar con más profundidad. Para nosotras el
ambiente no es concebible sin personas. De hecho sería ilógico, porque estamos en
Buenos Aires, no estamos en el Amazonas. Allá tampoco, pero sobre todo viviendo en las
grandes ciudades. A nosotras nos interesa la naturaleza urbana y, para mí, lo que hay que
hacer es darle un lugar más cuidado al resto de los seres que están viviendo con nosotres.
Tienen el mismo derecho a vivir en la ciudad que cualquiera de nosotres, humano o no
humano. También tienen un montón de problemas, como muchas personas. Hay que
visibilizar eso.
Estos ambientes sanos o estos espacios verdes también son un lugar donde generar
vínculos. Eso yo lo veo más en Provincia de Buenos Aires que en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y he notado que son bastante distintas las militancias y los cuidados. Eso
cambia bastante, pero nos parece muy importante y ésta es una discusión que tenemos
bastante con los COAs que, si mañana alguien les quiere romper el lugar para hacer unas
torres se van al de enfrente. Y nosotres nos plantamos delante de la topadora, porque éste
es nuestro lugar. Además, las mujeres ahí hacen un sinfín de cosas. Es un lugar donde
realmente empiezan a tener protagonismo. Hay muchas compañeras que antes no decían
una palabra y ahora hablan en los grupos y son las primeras en tomar la palabra. Considero
que eso fue porque el grupo logró darnos a todas una fuerza. Estamos contenidas, si
tenemos un problema nos consultamos entre nosotras. Eso para mí es muy valioso. Para
nosotras el ambiente es con humanos y no humanos. Estamos todes en la misma,
peleándola. Quizá los animales no tienen las mismas herramientas, ni la misma
comprensión de lo que pasa, pero me parece una cuestión de justicia cuidar el lugar para
nosotres y para ellos.
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Explorar una comunicación que apueste a los vínculos
M P: A mí me resulta muy interesante lo que hacés. Creo que, tal vez, te expresas primero
como una comunicadora, en el sentido integral. Pero estás buscando una estrategia de
incidencia y, por lo tanto, una estrategia comunicacional para intervenir en una serie de
temas que son relevantes, y con los que vos tenés una sensibilidad propia. Esa estrategia,
ese pensamiento, me parece que tiene una fuente o una indagación filosófica, una
búsqueda filosófica. Lo que se nota es que no es unidireccional, que pensas
especulativamente y que eso no lo trasladas a la comunicación unilinealmente, sino que hay
un ida y vuelta, un mutuo ajuste. Por eso, lo que comentabas sobre tu decisión de no tomar
ciertas consignas o ciertas temáticas y tomar otros caminos, donde destacas a la
sensibilización como un punto de trabajo, como una forma de ampliar o transformar la
sensibilidad. Hay una coherencia en tu propuesta, en tanto se direcciona hacia la cuestión
de lo vincular desde diferentes aspectos. Es el concepto más importante que traés para
pensar la parte filosófica y, por lo tanto, pensar en las cuestiones ambientales. La pregunta
que te quería hacer es: ¿Qué es lo que pensás que está roto en ese vínculo? Entiendo que
tu intervención busca recomponer algunos vínculos (o componerlos, no sé) y está buscando
tocar ciertas fibras sensibles que nos saquen de un trance, que nos saquen de un problema.
¿Cómo llegaste a ver que hay algo que está roto ahí? ¿De dónde sacás la idea de que eso
puede no estar roto o que puede ser más armónico o estar más en orden? No sé si lo
pensaste, o si lo relacionás con experiencias, o lo relacionás con lecturas, con problemas
que vos te planteás.
Laura Borsellino: Eso sale de la experiencia. En realidad quizá es salir de un problema y
meterse en otro, en uno más grande todavía. Se trata de ver cómo damos lugar a otros
seres con los cuales no podemos sentarnos a firmar un contrato. En parte es eso.
Considero que mucho de lo que pienso y de lo que hago viene de hace un poco más de
diez años. A mí siempre me gustaron los bichos y todo eso. Pero hace un poco más de diez
años empecé a descubrir que en mi barrio hay animales silvestres. Entonces empecé a ir a
registrarlos, a tratar de sacar fotos, me senté a observarlos y, de repente, se generaban
vínculos. Yo me sentaba a mirar, a fotografiar este bicho que ha estado acá por años, y
fueron muchas horas de observarlo y aprender. Por ejemplo, a un halcón salvaje que se me
sentaba al lado. Y es un parque muy impactado, en plena ciudad de Buenos Aires. Todo
eso fue empeorando, porque la ciudad de Buenos Aires es un desastre ambientalmente.
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Quizá lo que a mí más me marcó fue el trabajo con unas lechuzas. Yo le digo “trabajo”, pero
no sé cómo llamarlo de otra manera. Aparecieron unas lechucitas vizcacheras, que son
unas lechuzas que viven en el suelo, donde hacen cuevas. En realidad, pueden hacer eso
pero, por lo general, usan cuevas hechas. Aparecieron en este parque y creemos que
podían venir de Tecnópolis, pero no lo sabemos. Aparecieron un día y vagaban por el
parque. Estuvieron unos años y se paraban en los arcos de fútbol. Los pibes iban a jugar al
fútbol y estaban los bichos ahí. Era todo un desastre hasta que aprendimos a hacerles
cuevas artificiales con tachos y caños. Enseguida tomaron las cuevas y empezó un lindo
vínculo, que al mismo tiempo era raro de generar con el animal, que dependía un poco de
nosotras. Encima, éramos todas mujeres las que hicimos eso. Que te reconozcan y que
empiecen a tener crías es muy emocionante, en el medio de un parque, donde la gente va a
jugar al fútbol y no le importa ni en lo más mínimo lo que pasa alrededor. Además, está
manejado por el PRO
8
, que únicamente apunta a sacar dinero.
Ahí había cinco pibas cuidando unas lechuzas. Encima, como viven en el suelo, fue como
toda una movida de timing. Hicimos malabares para que nos dejaran enrejar ese espacio e
hicimos un cerco, porque los pibes les rompían las cuevas y demás. Entonces plantamos
una bandera y “le robamos territorio” al macrismo. Fue literalmente eso. Y todavía estamos
ahí. Ese vínculo, a mí me abrió la cabeza totalmente. Porque fue como darse cuenta de que
esos bichos también tienen derecho a vivir ahí. Sin embargo, les pasa de todo. Les han
metido recitales, les han metido la Copa Davis. Todo en ese lugar donde viven los bichos y,
sin embargo, todavía estamos ahí. Todavía no nos pudieron sacar.
Esa experiencia, me llevó a preguntarme qué pasa con los vínculos, cómo puede ser que no
estemos viendo estas cosas y, a la vez, la necesidad de estos animales de tener un lugar.
Para nosotras, más allá de los animales es muy valioso. A mí me encanta ir a correr o ir al
parque y ver que hay biodiversidad. Lo disfruto y sé que mucha gente también. Para mí hay
algo alienado, que de hecho se puso de manifiesto, cuando, con la pandemia, la gente
empezó a ver bichos que para mí son lo más normal del mundo. Y la gente estaba
fascinada cuando vió una mariposa. Anda al parque un rato y vas a ver doscientas
mariposas. Lo que pasa es que vivimos en el centro de Buenos Aires, que te enferma, y te
perdés un montón de cosas. Nuestras vidas se empobrecen.
8
Para los lectores no argentinos, es válido aclarar que Borsellino se refiere al Partido Republicano
(PRO), el cual gobierna en Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde el año 2007.
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Si vos generás diversidad para los animales es justo pero, más allá de minimizar las
desigualdades de la vida con los otros seres, me parece que para nosotros también está
bueno, porque te enseña mucho. Te enseña –que es muy importante- esto de ser más
humilde y de respetar las necesidades de otros que no te pueden decir qué necesitan sino
que lo tenés que adivinar vos. Está bueno hacer el ejercicio de decir: “Bueno, juego un rato
a la pelota y después los dejo, así ellos pueden comer”. Es equilibrar un poco eso. Y esta
capacidad surge de verlo en primera persona y ver cómo se avasalla brutalmente.
Así como a mí me gusta que estén las lechuzas es un parque donde va un montón de
gente, allí también, se nota mucho la brecha. El barrio no se apropia de ese parque, solo
algunos lo usan de polideportivo, está muy privatizado y se nota mucho la desigualdad de lo
que es público (que cada vez es menos y está muy degradado) y lo que está privatizado,
que está un poco mejor, pero tenés que pagar para acceder. Es muy notable, que no sólo
se invisibiliza a los animales sino también a la gente. Porque la gente que va al espacio
público no tiene baños (o están en un estado deplorable), no tiene tachos de basura; y en
cambio el que paga tiene otros servicios. A mí eso me choca increíblemente. Por ahí yo
estoy mirando bichitos y pasan nenes que se fascinan porque ven búhos y te das cuenta de
que algo sucede. Me parece que, así como tienen derecho a ver búhos y disfrutarlos,
también tienen derecho a un baño limpio, que esté bien. Porque son gente.
Entonces a mí me parece que hay algo que está roto, y que tiene que ver con esta cuestión
de un mundo vorazmente neoliberal. Yo lo siento mucho en Ciudad de Buenos Aires. Quizá
en provincia incluso lo noto menos, porque siento que la gente es más solidaria. Pero en la
ciudad, se nota mucho esa diferencia del que tiene y ostenta sobre el otro. Y por lo general
eso se demuestra con violencia. Te avasallan y, si no les importa una persona, menos les
va a importar lo que no es humano. Yo creo que hay que trabajar eso. Porque trabajando
esos vínculos, si logramos una convivencia más armónica con quienes ni siquiera te pueden
decir qué quieren, más todavía lo tendríamos que lograr con quien sí te podés sentar y
charlar diferencias para poder convivir.
M P: Hago una repregunta, porque me interesa lo que dijiste de meterse en otro problema.
Es interesante este tema de cambiar la sensibilidad para ampliar la capacidad de entender
la complejidad de las relaciones y las mediaciones en las que estamos. Porque si uno es
más insensible, más unilateral, tal vez no ve. Pero no ve porque son puntos ciegos.
Entiendo que esa es la parte por la positiva.
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También dijiste que uno no puede establecer contratos con los animales. El contrato es una
categoría muy técnica, de la política liberal. Y, a la vez, dijiste que los derechos que
tenemos (los derechos humanos y demás) están muy relacionados a una tradición que
entiende el contrato entre personas individuales, que serían iguales y todo ese tipo de
cosas. Pero después dijiste que hay animales que tienen derecho a estar en una plaza
construida por nosotros. No sé si va por ahí el tema de meterte en otro problema. No por el
hecho de que todos los problemas tengan solución, porque no puede ser el criterio. ¿Cómo
ves este otro problema en el que vos decís que te estás metiendo, en el trabajo de
comunicación? ¿Hay momentos en los que vos decís “estoy haciendo esto y hay un montón
de cosas positivas, pero acá no sé cómo encararlo”? ¿Hay una tensión ahí?
Laura Borsellino: Sí, todo el tiempo. Fueron un montón de cosas. Pero para mí meterse en
un problema es algo positivo, sino todo es muy aburrido. Siempre vamos a tener problemas
y está bueno que sea así, porque también te hace pensar. Si no pensamos se profundizan
las violencias. Lo de ampliar sensibilidades lo pensaba recién mientras hablábamos.
Puntualmente este parque está pensado como un polideportivo, pero muy orientado al
fútbol. Nosotras somos mujeres. Y mi sensibilidad quizá creció en el sentido de decir: yo no
juego al fútbol pero quiero usar también este espacio verde de alguna manera. Ahí había
animales y esa es nuestra forma de disfrutar del espacio público. Sin embargo, ese espacio
es totalmente avasallado por el fútbol y ahí hay una cuestión importante del mundo en el
que vivimos, que es patriarcal, capitalista y racista. En ese marco se da todo esto.
Lo tendría que pensar más, no lo he desarrollado muy formalmente, pero todas esas
cuestiones están presentes. Entonces lo de ampliar las sensibilidades, si se quiere, también
tiene que ver con una lucha o una postura que nosotras sostenemos. Esta postura es que el
feminismo es para todes, porque es una sensibilidad, una forma de ver el mundo que hace
énfasis en lo vincular, en las interrelaciones, en la ecodependencia. Y acá lo vinculó con lo
que indicabas. Yo dije que tienen derecho a existir, pero no soy una persona que piensa en
términos de derechos. De hecho, este punto me lo estoy cuestionando bastante. Acá, tal
vez, voy a ser muy polémica. Lo estoy pensando, pero no sé si la cuestión de derechos
sirve para los animales. Por lo mismo que señalabas, de que son concepciones del Estado
moderno. El Estado es patriarcal, capitalista y racista. Entonces, el derecho sostenido en el
Estado siempre va a pensar en un individuo y no sé si eso es lo que queremos o lo que nos
sirve para reconstruir vínculos. Yo prefiero pensar desde el ecofeminismo, o como lo
queramos llamar, en una cuestión de relación: lo vincular y lo relacional. Yo prefiero no
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pensarme como un individuo, sino como un individuo que vive en una red, sostenido con
una variedad de otros seres, humanos y no humanos. Me parece que la clave está ahí y la
dificultad y el problema también. Es un cambio de pensamiento total, dejarnos de pensarnos
como un individuo con derechos sino como “yo tengo que construir una vida con todos estos
seres”. No importa el derecho. ¿Quién encarna el derecho? Un abogado va a decir lo que
está bien y lo que está mal, sostenido en un sistema de un Estado, que yo prefiero que ni
esté.
Me parece que lo que tenemos que reconstruir ahí son vínculos comunitarios, de comunidad
ampliada, no sólo con humanos. Eso existe, yo no estoy inventando nada. Existen otras
lógicas que no vemos, justamente porque estamos hechos a medida y reproducimos ese
pensamiento. Y es difícil salir de eso. De hecho si esto lo planteás en un medio te van a
decir: “¿Qué boludez me estás diciendo?”. Entonces hay que buscar formas de tirar esas
ideas por otros lados, pero me parece que pueden ser ideas potentes. No digo que mañana
va a cambiar el mundo, pero me parece que hay que empezar a pensarlas, porque se está
yendo todo bastante rápido y, por lo menos a mí, me molesta. No me parece interesante ver
que vamos a la catástrofe total mientras podemos hacer cosas. Me parece que hay que
trabajar las sensibilidades. Porque además las sufrimos. Nosotras las sufrimos y me parece
que todes. Los animales sufren más, pero nosotras sufrimos bastante las cuestiones de
falta de sensibilidad.
Entre la ciencia, la divulgación y la concientización
J G: Me parece muy interesante lo que planteás. Yo soy bióloga y tengo una relación
estrecha con el trabajo de campo, también hago mucho trabajo de campo por fuera de mi
disciplina, y entonces me sentí interpelada, en línea con lo que estás narrando,
especialmente por lo del COA, y algunas referencias más que realizas sobre la forma de
trabajo en el campo científico. En este aspecto, el trabajo de campo es visto
hegemónicamente como una cosa de hombres, del hombre europeo, lejanamente.
Entonces, es complejo cambiar estas prácticas que están instaladas desde hace mucho
tiempo.
Por otro lado me pareció importante lo que hablás de este tema vincular. Me pareció
potente el ejemplo de las lechuzas del parque, se grafica bien la idea de trabajar desde lo
particular. Yo, por ejemplo, trabajo en ecología y hay muchos estudios de ecología, mucho
paper. Pero claramente falta mucho del día a día, de lo cotidiano. Recién ahora se está
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empezando a ver que el ambiente no se puede ver por separado del ser humano. En los
lugares a los que nosotros vamos a hacer trabajo de campo, tenemos que correr a la gente,
explicarles, contarles. Es muy difícil el tema de verlo por separado.
Sobre este punto soy partidaria del tema de la vinculación del humano con el ambiente, con
el entorno, por todas estas cosas que venís mencionando, más que nada en las infancias,
porque son todos muy curiosos y les genera interés. Son estos trabajos singulares, locales y
continúo poniendo el acento en el ejemplo de las lechuzas, porque había una necesidad y
había que resolverlo. No hay otra manera, porque es muy difícil con la gente viviendo en la
capital y alrededores.
En relación a este comentario quería preguntarte qué pensás acerca de la divulgación de
ciencia. ¿Cómo lo ves vos desde ese lado? ¿Cómo te parece que estaría bueno encararlo?
Porque yo lo trabajo desde otra disciplina y cuesta un poco separarlo.
Laura Borsellino: Yo creo que ustedes, como biólogas, cuando van al campo, en la
realidad de la cosa, ven cómo está esa desconexión. Por ahí nosotros tendemos a idealizar
eso de que la gente de campo sabe de la naturaleza y la cuida. No es tan así, para nada.
Para empezar deberíamos ver qué es el campo. Lo que indicas del lenguaje y de las formas
de comunicar tiene un acento fuertemente patriarcal. De hecho, en mí formación terminé
una maestría en conservación de la biodiversidad y fue toda una experiencia, porque venía
de las ciencias sociales. Entonces fue entrar a otro mundo y luchar con eso. Fue durísimo.
Pero me divertí y está bueno. Quiero meterme en ese campo, porque me gustan los
problemas. Cuando cursé la maestría noté un ambiente cerrado, rígido pero después
cuando empecé a hacer esto de escribir y hablar con gente que hace conservación, me
encontré con otro mundo, mucho más abierto. Como que en la práctica están trabajando
esa cuestión. Obviamente falta, porque estamos todos aprendiendo cómo hacer eso. No es
nada fácil. Si vos vas a hablar con el tipo que mata pumas porque le comen las ovejas y es
un problema. Vos no podés ir a decirle: “Ah, pero el gatito es re lindo”.
J G: Sí, esas cosas son complicadas, sensibles a la hora de comunicar y los factores que
entran en juego.
Laura Borsellino: Es extremadamente complicado, pero me parece que hay avance y
mucha intención. Y creo que ese problema se ve y eso es un avance en sí mismo. Entonces
hay una cuestión de las ciencias sociales, de meterse en este problema, de aportar.
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Construir ese puente es difícil. Yo lo viví y me parece que es difícil pero está buena la
interdisciplina.
Lo que decís de la divulgación me parece relevante. Cuando les niñes van al parque y ven a
las lechuzas, algunos no le dan ni bola, otros se asustan, alguno hasta le tira un pelotazo,
pero hay un montón que se fascinan. Los bichos están siempre ahí, son fáciles de ver, pero
nadie se imagina que va a ver una lechuza ahí. Entonces traen a la familia para que las vea.
Es increíble. Por ahí a un niñe ese contacto le genera algo.
Nos ha pasado una vez que habíamos puesto un telescopio para ver aves en un laguito que
hay y pasaron unos chicos y se interesaron. Uno en particular se motivó y quería quedarse
ahí plantado en el telescopio. Y los padres le decían: “Dale, fulano, vamos”. Fue horrible,
porque el joven estaba interpelado. Es posible que haya sido su única oportunidad en la
vida de ver por un telescopio y los padres no le prestaron atención. Pero quizá eso a los
niñes los cambia, quizá se acuerdan de más grandes y es un contacto que está bueno. La
juventud en general es más flexible en ese sentido, por eso me parece que hay que poner
mucha energía en quienes tienen capacidad de decisión. Yo noto que nosotros tenemos
mucha voluntad y muchas ideas, pero institucionalmente no se nos acompaña. De hecho es
al contrario. Y ahí es donde hacemos agua. Porque vamos a cambiar a un montón de niñes
o adolescentes, pero esos jóvenes es posible que tarden veinte años en tener poder de
hacer algo, de tomar decisiones. Sobre esta situación tenemos que hacer algo hoy, porque
en veinte años estas juventudes no tienen mundo. Me parece que tenemos que encontrar el
modo de incidir en la gente que hoy va a decidir sobre la vida de las jóvenes generaciones.
Me está resultando difícil y, de hecho, no lo estoy logrando para nada en este parque. A
nivel comunicación hago lo que puedo, pero soy un esfuerzo muy chico. Hay gente y
discursos, como esto del cambio climático, que llegan mucho más que la historia de los
escuerzos. Pero ahí lo único que puedo hacer es seguir intentándolo. Me parece que está
bueno y, por otro lado, me parece que hay un tema con la divulgación científica donde
terminamos leyéndonos siempre entre nosotres. Tengo mis dudas sobre cuánto ampliamos
respecto a la concientización. Considero que tenemos que pensar estrategias para llegar a
más gente, socializar más el conocimiento. Noto que en ciencias como la biología se
escribe todo en inglés. Los papers son todos en inglés, a eso la gente no llega, le es
inaccesible. De por sí son cosas complicadas, en un mundo complicado, en vidas que todos
tienen complicadas y, encima, tener que hacer el esfuerzo de entender algo complejo en
inglés y acceder... Me parece que hay que buscar estrategias para que sea más accesible y
que sea una cosa cotidiana para todes. Por ahí para nosotres es habitual, pero me parece
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que para la mayoría de la gente es otro mundo. Sobre este punto tenemos que trabajar las
sensibilidades, buscar estrategias para que se acerquen, para mostrarles que está bueno,
aunque no es fácil.
Pensar el orden del derecho y de la afectividad
P C: Me gustaría retomar el tema del derecho. Te quería preguntar si ves la posibilidad de
que el derecho, pensado como un conjunto de discursos, puede generar algunos efectos
positivos en el régimen de afectividad. ¿Crees que es posible que el derecho genere una
transformación en los afectos o si, por el contrario, no traduce ningún efecto positivo y la
lucha por ese lado sería inconducente?
Laura Borsellino: Con un amigo, con el cual hice la maestría, que es sociólogo, escribimos
un artículo, porque estábamos interesados en los derechos de la naturaleza, donde creo
que hay varios puntos para abordar
9
. En su generalidad es integrar a la naturaleza en un
sistema de consideración, pero considerándola como sujeto. Para mí ahí está el problema:
esto de quién es sujeto. Yo no soy una experta, pero me suena que viene de esta cuestión
liberal de entender al individuo. Ahí se me genera la tensión principal.
Habíamos escrito este artículo con mi amigo, que surgió de una experiencia muy personal
de sentir que había una cuestión de plantear todo lo bueno del cuidado de la naturaleza
pero, por otro lado, había demasiado machismo. Entonces a mí me generaba esto: está
muy bueno decir que cuidamos un río o cuidamos una montaña, pero son cosas abstractas
y cuando te tenés que vincular con compañeras o compañeros en general, la cosa cambia.
Ahí no estás siendo tan cuidadoso. Entonces, ¿qué está pasando acá?. Lo que hicimos fue
cruzar las ideas del ecofeminismo, de valorizar la ética del cuidado, la interrelación, el
respeto, la reciprocidad, etc., con esta idea de los derechos de la naturaleza, pero
entendiendo que los derechos existen dentro de los límites del Estado moderno.
Entonces a mí se me plantea esta cuestión. Ahora estoy muy interesada en leer sobre el
comunalismo indígena y sus otras formas de justicia, como la justicia restaurativa, que están
bien interesantes. También me planteo esto del punitivismo, esta tendencia a hablar de
cómo incluir en el Código Penal los crímenes contra la naturaleza o el ecocidio. Tengo mis
dudas sobre si esto es favorable. Entiendo que algo hay que hacer y que es una
herramienta, pero si nos quedamos en eso, desde mi perspectiva, creo que van a terminar
9
Se hace referencia al siguiente artículo, Pablo Pereira y Laura Borsellino (2020), “Ecofeminismo y
derechos de la naturaleza. Cruces entre Ley, Estado y sensibilidades.” Papeles del Centro de
Investigaciones, pp. 59-70.
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penalizando al pobre peón que fue y quemó un campo. No está bien, no lo voy a justificar,
pero es el tipo más bajo de la cadena y el dueño del campo siempre va a tener una forma
de eludir la responsabilidad dentro del sistema penal.
Me parece que hay que hacer algo. Pero me interesan estas cuestiones como la justicia
restaurativa, que van por otro lado y resuelven los conflictos de otra manera. Pero eso
requiere de lazos comunales totalmente diferentes a las sociedades en las que vivimos hoy.
Entonces pienso si vale la pena gastar tanta energía en pelearse por el Código Penal o
ponemos esa energía en construir unos sistemas sociales que tengan vínculos lo
suficientemente armónicos como para decir, en un lenguaje coloquial: “che, si alguien
cometió un error la resolvemos entre todes.” Y esa persona, en vez de meterla en la cárcel,
tratamos de que haga algún acto para reparar el daño que hizo y tomar conciencia.
Además, se generarían menos daños. Porque es más difícil que le hagas daño a tu vecino
si lo conocés que si tu vecino es una persona X en el mundo. Y con “vecino” me refiero a
cualquier ser vivo o a la naturaleza.
En este artículo esbozamos este punto de vista. Teníamos una mirada bastante optimista,
que la tenemos todavía. Tal vez, la tiene más Pablo que yo. Él tiene más optimismo en las
cuestiones estatales, aunque con sus límites. Y retomamos también algo que plantea Rita
Segato: que el derecho en sí es un campo de disputa discursiva. El derecho sirve para
ampliar ideas. A mí los derechos humanos, obviamente, me parecen la mejor política del
universo, defendible a capa y espada. Pero no sé si serviría algo así como establecer
derechos para los animales. No lo sé. Lo pongo un poco en duda.
Pero hay que entender que el Estado está encarnado en ciertos actores, y que también
nosotras, las mujeres, no somos esos actores. Yo creo que no es posible un Estado
feminista. Yo no lo querría, pero si existiera, tal vez, tendría otras lógicas y pensaría otras
cuestiones o cómo atender estas cuestiones distintas. Básicamente esa es mi mirada hoy
por hoy. Capaz que después lo pienso o leo más y cambia. Pero me parece que el derecho
está encarnado en un Estado moderno y el Estado moderno se basa en la desigualdad y en
ciertas opresiones que son constitutivas. Si no, no sería un Estado moderno, sería otra
cosa.
A mí me interesa mirar otras formas que, de hecho, existen. Hay que mirar un poco al
pasado. Nosotros somos hijos de la modernidad y no vamos a hacer el imperio Inca de
vuelta, pero sí podemos aprender y retomar algunas cosas que implican otro trabajo, el
trabajo comunal para tener ese tipo de acciones y de justicias diferentes. No es fácil, pero
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por ejemplo en el feminismo sí hay planteos y propuestas de justicia restaurativa. Yo creo
que se podría, al menos, pensar.
P. C: Muchas gracias.
Integrar la visión de los pueblos originarios a nuestros modos de pensar
M P: Pasamos de la sensibilidad a la cuestión de los vínculos o de lo vincular y al tema de
una filosofía social, tu filosofía social, que es el anarquismo. En general hay una confusión,
porque en algún momento fue un pensamiento más vivo y hoy no lo es tanto. La confusión
es que en el anarquismo no hay organización pero, en realidad, lo que plantea es la auto-
organización, en relación a otras filosofías sociales que hacían hincapié en la necesidad del
Estado o del mercado. Pero esto pasa por otro lado, por otras formas de organización. De
hecho, para pensar el mundo de lo vivo o de lo no-humano hay una discusión en buenos
términos de los darwinistas con Kropotkin
10
, que era además también un naturalista y decía
que ese énfasis en la competencia entre los seres vivos tenía que ver con que Darwin y el
pensamiento científico inglés era un pensamiento muy inmerso en el capitalismo, en la
industria y demás. Él decía: “Yo trabajo en Siberia y ahí, más que competencia, lo que más
se ve es la cooperación, porque la vida es dura para todos”.
Ahora está surgiendo cada vez más la cuestión de la recuperación de los pueblos
indígenas, de sus formas de vida y sus formas de organización, las reivindicaciones de
autonomía y algunas ideas respecto de que esas formas son más sostenibles. Hay formas
que son preexistentes al capitalismo, que fueron desplazadas, pero hay un modo vincular
interno entre los humanos, que se traslada y se amplía al mundo no humano. ¿Qué opinas
vos de esto? ¿Hay un vínculo mejor tejido ahí entre humanos y no-humanos? Me refiero al
discurso de los pueblos indígenas, donde ya de por sí hay un montón de diversidad. ¿Te
parece que eso es importante?
Laura Borsellino: Sí. Hay una diversidad tremenda. En este último tiempo, tuve la
oportunidad de tener un contacto más estrecho con los pueblos mapuches y, tomé
dimensión que es una cultura compleja. Es muy difícil de articular su cosmovisión a
nuestros marcos de comprensión y es comprensible que suceda. Porque no dejamos de ser
blancos y de tener nuestra formación. Quizá sería muy inocente pensar que vamos a
10
Para tener algunas nociones generales de esta discusión se puede considerar el artículo de Olivier
Soubeyran (1984) “Darwin y Kropotkin: dos concepciones opuestas del progreso y sus implicaciones
en geografía humana”, Revista de Geografía, vol. XVIII. Barcelona, pp. 31-46.
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adoptar las formas de vida prehispánicas. Ya está, no podemos hacer eso. Somos lo que
somos. En este sentido, me considero un híbrido y leo un montón de cosas. Kropotkin fue
como mi escuela. Kropotkin y Bookchin fueron los que a mí me acercaron a pensar las
cuestiones ecológicas y los reivindico fervientemente. Para mí el proyecto de las lechuzas
es un proyecto de ayuda mutua de interespecies. Lo considero así y me parece genial lo
que planteó él hace mil años y hoy se retoma. Pienso que a este tipo sólo lo descartaban
porque era un anarquista. Es algo que ya se conoce hace un montón y me parece valioso
poner el foco en la cooperación.
Hay un grupo de mujeres indígenas de México que estoy leyendo, que me gustan mucho.
No son fáciles de conseguir sus textos, pero están en Twitter y es interesante de leer.
Porque ellas, además, estudian el lenguaje vinculado a las formas de colonización. Ellas no
se consideran anarquista, pero es la filosofía occidental con la que más se identifica, porque
es con la que tiene más puntos en común. Son pueblos indígenas que obviamente no
quieren integrarse al Estado, porque el Estado los masacró durante quinientos años. Y, en
su vínculo con la naturaleza, no hay una indianidad pura. Por lo menos en América. Los
indígenas tienen vacas, caballos, perros y esos animales no estaban acá. El ecosistema y el
vínculo con el ecosistema ya están modificados. Pero lo que tienen es otras formas de ver.
Considero que son mejores porque, como no tienen el poder de Estado, ni empresas, ni
nada, tienen menos poder para hacer daño a nuestro hábitat. Además su cultura tiene
incorporado que hay que subsistir y que, si vos rompes tu entorno de vida, no subsistís. Es
como una regla básica que el capitalismo no la entiende.
En relación a esta comprensión distinta del mundo tienen una manera de entender los
tiempos de manera diferente. Por ejemplo, entienden que la vida no está sólo en el humano,
en los animales y en las plantas sino que también un río está vivo y tiene una fuerza. Lo que
piensan, por ejemplo estos pueblos mapuches o estas comunidades con las que estábamos
teniendo bastante contacto es: si vos me matás el río, matás la historia y la historia está
viva. No sólo una cuestión de “borraron la historia”, es “borraron el pueblo, borraron el
presente y borraron el futuro”. Tienen otro vínculo ahí, que creo que tiene que ver con una
forma diferente de ser. Tengo serias dudas que nosotros podamos retomarlo. A veces me
pregunto: ¿yo creo en el Ngen
11
del río? No sé si yo me lo puedo creer, porque yo ya estoy
11
Los Ngen son espíritus de la naturaleza presentes en la creencia y mitología mapuche, los cuales
mantienen el equilibrio y orden entre ésta y los seres humanos. En este sentido, si consultamos el
Diccionario Mapuche (2012), podemos leer la siguiente explicación: “Muchas enfermedades o kutran
según esta relación Küme y WezaFelen, es derivada de una trasgresión contra los NEWEN y NGEN
del WALL MAPU. El AZ MAPU, regula la relación entre las personas y su entorno, así como también
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hecha de alguna manera. Pero sí lo puedo respetar y puedo entender el río a mí manera,
que no tiene que ser necesariamente la del pueblo mapuche. Sin embargo, pueden
vincularse bastante e ir juntos para el mismo lado.
En este momento me encuentro leyendo mucho a VincianeDespret
12
, que tiene una mirada
interesante sobre estas cuestiones. Hay una charla de ella que plantea esta cuestión. Dice:
“Si declaramos al río sujeto de derecho, ¿quién es el sujeto? ¿Es el río? ¿Es el río y las
comunidades ribereñas? ¿Quién es el sujeto?”. Ahí es donde se presentan estas cuestiones
con el derecho que nosotros, con nuestros instrumentos de gente moderna y occidental,
tenemos problemas para entender. Y tenemos problemas para ver esas otras formas de
ser, que no entran en nuestras herramientas cognitivas. Hay que cambiar bastante la forma
de pensar. Y nos debemos dar cuenta de que nosotros leemos un montón de cosas y eso
nos permite cambiar formas de mirar, pero no es lo común. Entonces, ¿cómo hacemos para
que eso crezca sin imponérselo a nadie? Porque obviamente no se le puede imponer a
nadie. Simplemente se puede compartir y a alguno le llegará, le gustará y a otros no. Y hay
que aceptarlo también.
Yo no tengo respuestas. Me voy acercando a distintas ideas a partir de lo que voy viviendo
y encuentro ideas que me van guiando. DonnaHaraway
13
también tiene un montón de
cosas. Plantea esto de que las palabras importan, las historias que contamos importan.
Creo que lo que podemos hacer, lo que yo pienso que puedo hacer es contar algo que haga
foco en reconstruir o crear ciertos vínculos, que me parece que están buenos y que, de
alguna manera, servirían para generar vínculos más horizontales y más cuidados entre
distintos seres. Y me parece que eso puede aportar a que todos vivamos un poco mejor.
Después si soy anarquista o no, no lo sé. Me gusta más leer eso qué otras cosas, me
interesa, me encanta la historia, me encantan esas historias y por ahí mi pensamiento está
mucho más influenciado por Kropotkin que por Milei. Esa forma de ver yo la valoro y creo
que está bueno pensar en cómo se colabora en vez de en cómo se compite.
con los otros seres vivos y fuerzas del WALL MAPU. Esa relación está basada en una reciprocidad y
equilibrio entre los seres y las fuerzas, por lo cual cuando una persona transgrede una de las normas
rompe ese equilibrio, produciendo de esta manera la enfermedad en el trasgresor” (2012: 6).
12
VincianeDespret (1959) es una filósofa de la ciencia belga que enseña en la Universidad de Lieja y
en la Universidad Libre de Bruselas. Es conocida sobre todo por sus análisis de la historia de la
etología y de las relaciones entre humanos y animales.
13
DonnaHaraway (1944) filósofa y bióloga estadounidense quien se ha desempeñado en la University
of California, se destaca por sus estudios respecto a la teoría feminista y la relación entre lo humano,
lo no-humano y la ciencia.
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Ideológicamente me parece que está bueno contar eso, que no está todo mal. Porque si
está todo mal, no queda mucho que hacer. Entonces me interesa contar esas historias
donde hay algo que está bueno. Está bueno contar las historias de estas jóvenes que están
ahí, cuidando a los escuerzos, con el frío, con las patas en el agua, buscando sapitos. Están
cuidando sapos, es valioso eso y está bueno contarlo. Y, por otro lado, dar lugar a voces
que no son las que se escuchan. Porque también me parece que hay mucha acaparación
de espacio en medios por ciertas personas que son siempre las mismas. Y hay un montón
de cosas que están pasando y no se están viendo. Es relevante contar esta otra parte
también.
Pensar las narrativas y las estrategias, algunas puntuaciones sobre el lenguaje
M A: Considero valioso esto que contás sobre generar nuevas narrativas. Me parece
potente. Porque estamos tan acostumbrados a ciertas ideas que circulan todo el tiempo en
el cuerpo social, que aquellas personas que tenemos una sensibilidad un poco más
inclinada a estas cuestiones parece que vivimos en un universo paralelo. Entonces estas
narrativas a lo Haraway ayudan a encontrarnos con otros que también eran sensibles a
estos temas o estaban preocupadas por su propio espacio verde en su localidad o por los
animales silvestres y poder accionar juntos. Eso para mí tiene mucha fuerza. Por eso
también veo muy valioso que vos digas que hiciste esta nota en La Nación sobre los
escuerzos, disiento con vos en que no la leyó nadie porque acá eso está circulando. Esos
pequeños cambios para mí son realmente valiosos.
M P: En las narrativas que a uno le gustan no siempre hay un romance. Estaba pensando
en esto cuando hablábamos de que en los pueblos indígenas hay mucha diversidad. Hoy
hay una narrativa sobre eso, que también es una narrativa impulsada por ellos. A veces por
cuestiones de necesidad, por cuestiones de alianzas, de no ser débiles, de no estar tan
fragmentados y enemistados, porque tienen un enemigo común que es muy grande. Y
también la alianza con un discurso ambientalista, que tiene un lenguaje científico muy
fuerte, muy nodal y una alianza con el feminismo. Hay todo un frente ahí que es estratégico
obviamente. Porque estratégicamente hacemos la realidad y buscamos posicionarnos.
Pero no siempre estas narrativas coinciden. La agenda feminista de los derechos, por
ejemplo, tiene una raíz bastante liberal o de la potencia emancipadora del liberalismo. Son
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los derechos individuales sobre el cuerpo, que no siempre está en consonancia con lo que
se entiende en otras culturas por emancipación.
Laura Borsellino: Todo el tiempo. Por eso digo que te metés en un problema. En realidad,
donde te metas va a ser un problema. Mientras quieras pensar va a ser un problema y está
bueno. Mientras quieras poner el cuerpo en defender algo vas a tener un problema. Pero
está buenísimo hacerlo, al menos para mí.
Lo de las narrativas es interesante pensarlo. Y también pensar esto de con quién unir
fuerzas estratégicamente es complejo, en cualquier problemática o conflicto ambiental. Por
ahí desde afuera se ve otra cosa. A mí me pasó con unas amigas que me hice, que
justamente están en conflicto por un río, donde hay muchos participantes. Yo, desde afuera,
primero lo veía todo muy armónico y decía: mirá qué buena coalición que hicieron con gente
tan diversa. Y después, cuando lo vi desde adentro, dije: estos se matan entre todos, es una
lucha constante. Porque, en realidad, vos tenés que hacer funcionar intereses y formas de
ver las cosas que no siempre coinciden. Y, sin embargo, de alguna manera tenés que
hacerlos coincidir porque lo que tenés enfrente es la muerte. No es nada fácil.
Lo de las comunidades indígenas, en este caso, es complejo. Porque han chocado por
cuestiones de que del otro lado son todas mujeres jóvenes y hubo alguna situación. Pero la
discusión, que es válida y existe, es que yo defiendo a mi cultura, porque está siendo
asesinada. Entonces no puedo meter otro problema. Tenemos que cerrarnos y defender
esto y vos me venís con otro problema. Pero para las mujeres ese problema tiene que ser
atendido, entonces ahí hay un quiebre; pero, al mismo tiempo, te están pasando la topadora
por arriba. Es muy complejo, es un mundo diverso y los problemas y las miradas son varias.
En el feminismo también nos confrontamos todo el tiempo. Pero me parece que es la
construcción. A veces me pregunto si es posible construir con todos. Queremos ser
abiertos, pero por ahí con todos no. No lo sé. Es difícil. A veces estás ahí en el momento y
depende de la situación.
Y en cuanto a las narrativas, no somos inocentes cuando contamos. Yo, cuando escribo,
elijo qué quiero contar, elijo a quién le voy a preguntar, a quién le voy a dar espacio.
Algunas veces me han dicho: “Dale una cita a éste” y se la doy. Fueron pocas veces por
suerte. Me ha pasado en algún medio, pero digo: “está bien, es piola el contacto”. Pero yo,
por lo general, elijo e intento elegir darle lugar a gente que no suele tener lugar. Primero que
sean cosas que a mí me gusta contar. Entonces, mientras pueda, elijo los temas; y después
elijo quién lo va a contar. Por ahí intento que sean más mujeres y si es un tema del que se
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habla mucho intento que no sean siempre los mismos. Porque, si están en todos lados, para
qué les vamos a dar más lugar. Vos vas eligiendo también qué querés contar y cómo lo
querés contar. Entonces ahí vas construyendo una narración sobre el tema, que tendrá
mayor o menor efecto, pero intentas redirigirlo un poco.
J G: Volviendo un poco al tema del lenguaje y subjetividades, queríamos saber qué
opinabas vos del tema del lenguaje en lo ambiental. Más que nada mantener ciertos
términos que tal vez no reflejan las nuevas visiones que tenemos sobre la naturaleza, pero
llegan a más público o cosas por el estilo. Debatíamos, por ejemplo, el tema de servicio
ambiental que, si bien lo veíamos como que posiciona a la naturaleza como algo para usar,
llegaba a mucha más gente o la gente se sentía más comprometida con la situación.
Hablamos de esa dualidad que, tal vez, no reflejaba lo que nosotros pensábamos, pero sí
llevaba a un fin que está bueno. Queríamos saber qué pensabas vos.
P C: Pensaba también en el concepto de bienes comunes, que es una noción que
utilizamos mucho más desde nuestros ámbitos y, sin embargo, sigue teniendo un tinte
antropocéntrico. Eso solo quería agregar como para seguir pensando.
M A: Sí, de hecho, para sumar a esto que estás diciendo, me pasó que el grupo de
militancia mío armó una gacetilla y puso que la luna y el sol eran bienes comunes. Yo dije:
“No, chicos. Vamos a reformular porque es toomuch. Maticemos.”
Laura Borsellino: Es un poco mucho. Yo igual uso “bienes comunes”, por lo general si
puedo, intento no poner “recursos naturales”. Pero me parece que ahí quizá hay que ser
estratégico y hay veces que sirve más ser un poco más antropocéntrica y hay veces que
podés saltear ese paso. Creo que ahí hay que analizar dónde vas a escribir y a quién le
querés llegar. Yo hago un poco eso. Y veo hasta dónde puedo llegar, porque no es lo
mismo. Yo sé que si paso de los límites en La Nación me van a recortar. Y hay temas que
no voy a proponer directamente, porque el espacio lo quiero cuidar porque puedo hablar de
otras cosas. Entonces no quiero romper ese límite porque yo no soy empleada, soy
colaboradora. Me van a decir: “No, flaca, dejate de joder”. Entonces paso lo que puedo por
ahí, respetando el medio que tenés. Y en otros medios podés hacer muchas más cosas y
ser menos estructurada.
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Por ejemplo, unos amigos que son de El Palomar, lograron la reserva “Isla Verde”. Ellos
tienen una militancia hermosa, porque usan mucho arte, tienen una militancia de años.
Ahora lograron que el municipio les reconozca la reserva. Obviamente siempre es a cambio
de algo y están peleando bastante ahí. Ellos hicieron mucha difusión y siempre hablaron de
servicios ecosistémicos. Sin embargo no son la gente menos antropocéntrica. Son
bastantes y, de hecho, hay vegetarianos varones, que es bastante. Pero desconozco si se
consideran anti-especistas o no antropocéntricos. No lo he hablado con ellos, pero me
parece que a ellos les sirvió. Porque lo que necesitaban era que los vecindarios de
alrededor de la base naval se acerquen a ese lugar, que es una base naval y enrejada.
Entonces necesitaban valorizar ese espacio y que los vecinos lo consideren como una
esponja, como un lugar que purifica el aire, de entretenimiento, donde hay animales, etc. Y
eligieron el lenguaje de servicios ecosistémicos. Y por ahí les funcionó. Porque tenés que
llegar a gente que, si no, no le va a interesar. Para lo que ellos querían necesitaban sumar
gente, la realidad era esa.
Me parece que hay que ver dónde y en qué momento, sin venderse obviamente, podemos
ser más flexibles y más indulgentes con nosotras mismas y, a veces, usar un lenguaje que
no sería el que nosotras quisiéramos, pero que si sirve para algo no está mal usarlo.
Coincido en que “servicios ecosistémicos” es una mirada bastante utilitarista, pero hay
contextos en los que conviene usarlos. Por ahí lo podés matizar un poco. Quizá es una
puerta de entrada para que algunas personas se pregunten. Y por ahí se puede matizar el
mismo texto, para el que lea y tenga ganas no le suene tan claro y se haga alguna
pregunta.En cuanto a lo de bienes comunes yo prefiero usar ese. No sé si ahora hay algo
más vanguardista para usar. Porque también queremos que la gente nos entienda, porque
si no nos quedamos en la academia. Ahí también hay que aprender, sin subestimar a nadie
(no escribir como Billiken), pero tampoco ser unos ñoños totales porque, si no, no nos va a
leer nadie y eso nos juega en contra.
M P: Esto va a título personal. Ni siquiera sabríamos cómo saberlo, si quisiéramos, cuál es
el lenguaje puro. Son todas invenciones que vamos desarrollando, las vamos adaptando, y
algunas funcionan para algunas cosas. ¿Qué significaría un lenguaje no utilitarista? Sería
muy difícil entender la pregunta o la consigna. Quizá es medio como una trampa tratar de
alcanzar esa esencia de los lenguajes. Los lenguajes, más bien, nos hacen hablar sobre
esencias, formar esencias o discutir sobre esencias.
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Laura Borsellino: Yo soy un ser humano. No puedo escribir como un perro, porque no lo
soy. En algún momento me amigué con eso y reconocí que todo el tiempo voy a hablar
como una persona humana. Yo miro al mundo desde ahí y entonces va a ser
antropocéntrico en algún punto. Jamás lo voy a poder evitar del todo, porque soy un antropo
o lo que sea. Yo ya me amigué un poco con eso. No hay un lenguaje puro ni perfecto. Si
sale un poco más instrumental o no… Intentas que no, pero también hay un límite a eso.
Por ahí lo que yo pienso que no, para otra persona es sí. También hay que amigarse un
poco con eso y está todo bien. Quiero creer que su intención es la mejor en todo caso.
P C: En todo caso me parece muy interesante pensar en los efectos disruptivos que tienen
las narrativas. Vos habías mencionado el tema del cine, que lo trabajás mucho. Pienso
también en el lenguaje poético, en el poder disruptivo que tienen ciertas nociones. En ese
hacer ruido, en ese descolocar, creo que hay algo interesante a explorar, justamente para
generar nuevas afectividades, nuevas formas de pensarnos, de vincularnos.
Laura Borsellino: Sí. Recién, hace un rato, estaba en la charla de una amiga, que hizo un
documental que está bueno, porque es amateur. Bajaron un río remando y filmaron con
unas cámaras. Cuando vi el documental lo primero que noté es que está hecho desde la
emoción. Vos lo ves y te das cuenta de lo que vivieron esas personas. Y además también
es revincular, porque es un grupo. Entonces todo el tiempo te cuenta sobre el grupo y sobre
esa experiencia. Y hay otros documentales sobre el mismo problema, que son muy técnicos
o más legalistas, pero son distintas las narraciones. Es interesante ver eso. Yo le decía a mi
amiga: “Tu documental llega distinto”. Te emociona y lo otro es más duro, es informativo,
pero no siento que te genere esa cuestión de sentir que estás ahí, de sentir lo que sienten
esas personas mientras están remando.
Creo que en ese sentido el arte es importante, porque el arte moviliza emociones. Despret
tiene bastante hecho sobre esto y, cuando lo leí, me aclaró un montón de cosas que yo
estaba pensando. Me ayudó a pensarlas y a ver que éstas son las herramientas que
tenemos para usar y cómo usarlas. Desde hace rato pensaba eso. De hecho, mi tesina de
Comunicación analizaba el vínculo entre humanos y animales desde distintos discursos.
Tomaba ideas de biología o de filosofía, muy cuadradas, y cruzaba eso con el arte.
Entonces vi lo distinto que es. Por un lado, el animal es medio una cosa para usar, con
discursos que avalaban cierto vínculo, y desde el arte, el vínculo era totalmente distinto. En
las películas los animales hablan, tienen otra agencia y demás. Básicamente no importa si
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los animales hablan o no hablan. Lo que te muestra el arte es que hay otra sensibilidad, otro
vínculo, otra relación con ese mundo.
Me parece que eso el discurso de la ciencia no te lo da, sobre todo cuando la ciencia tiene
más formalizado el discurso que está habilitado para esa ciencia. Al momento de hacer la
tesis eran todos biólogos o de ciencias ambientales y estábamos mi amigo Pablo, que es
sociólogo, y yo que estaba re perdida y me preguntaba qué tesis iba a hacer. Lo primero
que me dijeron es: “Acá no se hace un ensayo, porque un ensayo no es ciencia”. Yo,
encima, cuando escribo soy muy ensayística. Me sale así. Entonces fue un problema para
mí, porque para esa ciencia el lenguaje formal es uno. Está mucho más formalizado. En
cambio, nosotros estamos en otro mundo y está bueno que podamos utilizar el arte, que te
da otras herramientas y otras posibilidades. Además a mí me gusta, lo disfruto. No es que
sólo lo hice porque sirve. La verdad es que lo disfruto. Pero me parece que te abre a otras
cosas y está bueno.
Pensar otros deseos que resistan a la lógica del capitalismo
M M: Me quedo pensando en las reflexiones que nos venís compartiendo. Hacés mucho
hincapié en la relación, en la afectividad, en el vínculo entre el lenguaje y el arte. Me parece
que ahí hay algo interesante en readecuar el deseo. En este contexto de neoliberalismo el
deseo siempre pasa por una cuestión de objeto, la satisfacción siempre va por ese lado, y
no tanto pensar en la cuestión de la convivencia o en otras categorías. Se me viene
Kusch
14
, con categorías como el mero estar, cómo poder disfrutar de cierta comunicación o
de cierta relación humana y, como planteás vos, con el mundo. La manera de estar en el
capitalismo o en el neoliberalismo es siempre avasallando territorio, subjetividades y otras
especies. Me surgía eso como ruido, para pensar otros regímenes de deseo en relación a la
cuestión de la afectividad.
Laura Borsellino: Yo también lo pienso así. De hecho, algo que pensábamos bastante
analizando discursos sobre la cuestión de este río, es que son claros los imaginarios
distintos sobre el río, la concepción sobre un río. Para los que quieren sacarle algo al río
todo tiene que ser productivo en este mundo. Literalmente decían que el agua se está
desaprovechando porque se va al mar y que al río hay que aprovecharlo. El proyecto se
14
Günter Rodolfo Kusch (1922-1979) fue un antropólogo y filósofo argentino. Realizó profundas
investigaciones de campo sobre el pensamiento indígena y popular americano como base de su
reflexión filosófica. Además escribió varias obras teatrales y una amplia colección de artículos y
conferencias sobre estética americana
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llama “Aprovechamiento Hidroenergético”. Usa la palabra “aprovechamiento”. Entonces un
río tiene que ser aprovechado porque si no es agua que se desperdicia. Vean el nivel de
delirio. Pero es un poco así. De hecho, salir a observar pajaritos es algo completamente
improductivo.
Volviendo a esta experiencia mía del parque, lo que les molesta es que nosotras somos
cuatro ingenuas, cuidando a las lechuzas en una cancha de fútbol. Y ellos no pueden hacer
un estadio de rugby para sacarle provecho a ese lugar, porque hay cuatro ingenuas mirando
unas lechuzas. Porque es así como nos ven. Perdonen la brutalidad de la expresión. Pero
todo el tiempo estás viendo eso: te quieren sacar porque no pueden sacar dinero de ese
lugar. Para la mirada neoliberal y para el Estado que tenemos (sobre todo en Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y alrededores) el espacio de ocio no puede estar, tiene que ser
un espacio productivo. Por eso también hay una cuestión que pasa en todas estas
“reservas” (lo pongo entre comillas porque a veces son baldíos o espacios asilvestrados),
que es la disputa por el espacio. Porque siempre alguien quiere hacer una canchita de
fútbol. En todos lados tenemos el problema de la canchita de fútbol, porque el espacio no
puede estar ahí para que cuatro jóvenes vayan a tomar mate. Y además les jode porque
somos mujeres y siempre vamos a una canchita de fútbol.
La cuestión del deseo es bastante compleja para mí, pero hay algo por ahí también de qué
deseamos para nuestras vidas. El deseo que te forma el capitalismo es estar siempre
consumiendo, siempre haciendo algo. No podés ir a tirarte a un parque a mirar el cielo,
porque sos un ente improductivo perdiendo tiempo. Sin embargo está bueno, a mí me
encanta perder tiempo, robarle tiempo al capitalismo e ir a ver pajaritos y divagar. Se
disfruta, vivís la vida de otra manera. Probablemente, no lo sé, el avasallamiento sobre
estos espacios tiene algo que ver con eso de “no generemos más vagos”. El enrejamiento
de las plazas es para que nadie vaya a dormir o a despejarse en la noche. Tenés que estar
todo el tiempo trabajando e ir a dormir temprano para, al otro día, ir a trabajar de nuevo...
Nosotras queremos ir a tocar el violín al parque a las dos de la mañana. Yo creo que hay
mucho de eso. Además, si bien algunos animales trabajan, muchos de estos animales no
sirven para nada.
M A: Te quería preguntar sobre un tema que está muy en boga, que es toda esta locura del
aprovechamiento de la fauna silvestre. Desde la conservación incluso se plantean proyectos
que incluyen el aprovechamiento comercial. ¿Qué podés decirnos de eso?
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Laura Borsellino: La conservación es una disciplina bastante neoliberal. Es complejo el
tema, porque ahí hay de todo. Hay cosas más potables en ese sentido y hay cosas que son
absolutamente neoliberales. Las cosas se aprovechan con el argumento de que si no lo
aprovechamos vienen y lo matan o algo así. Entra en esa lógica de que de todo hay que
hacer dinero. El tema del aprovechamiento de fauna, con Pablo en un momento lo
estuvimos reflexionando bastante, a raíz de esto de que quieren masacrar guanacos en
Santa Cruz (que de hecho lo hacen). Es un desastre. Está todo mal hecho. Los mismos
conservacionistas de ahí no sonlos que se oponen, sino que dicen que están mal hechos
los estudios.
Yo a veces me pregunto si nosotres, cuando hacemos las salidas de aves o sacamos fotos,
de alguna manera no estamos aprovechando (a otro nivel) a esos animales. A veces
también, cuando decimos que ese lugar hay que cuidarlo porque están las lechuzas,
también siento que las estoy usando. Es más recíproco y, obviamente, no las matamos.
Pero me parece bastante terrible lo del aprovechamiento y están súper naturalizados esos
proyectos. Está buenísimo devolver al yaguareté a Corrientes. A mí me emociona, antes de
vivir en un zoológico mugriento, tenerlo viviendo en un lugar mucho más digno; pero lo que
hay por detrás es un interés de hacer turismo como forma de producir. Yo entiendo que, si
vos no hacés eso, esos campos quedan para ganadería. Si vos los comprás y hacés una
reserva no van a ir a la ganadería, pero la lógica que hay por detrás sigue siendo la misma:
producir algo, generar dinero. Es súper complejo. A mí me cuesta verlo como todo positivo.
Me genera mis tensiones, creo que hay cosas mejores y cosas peores. En todo caso
prefiero que vayan a sacarles fotos y no que los cacen, como a los guanacos; pero no deja
de haber una cuestión de instrumentalización, de aprovechamiento, del animal.
P C: Me parece que es interesante la noción de cuidado y cómo vincularla con la noción de
deseo. Porque nos puede ayudar a pensar este tema del cuidado: ¿cómo pensar el cuidado
con el ambiente en general, con la naturaleza en general? Pensaba en relación a lo que
decías recién de la dificultad que tenemos para hablar en nombre de otres en general.
¿Cómo saber qué es lo que está necesitando un animal o un vegetal? Es la imposibilidad de
ponerse en el lugar del otro. En ese sentido pensaba en la importancia de narrativas que
nos habiliten otro tipo de escucha, otro tipo de mirada, otra forma de poner el cuerpo. Creo
que ahí hay algo del orden del deseo en el sentido de querer estar, de querer estar con el
otro y permitir la irrupción de esa diferencia.
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Laura Borsellino: Despret tiene unos textos sobre extinción que me parecen relevantes
para pensar el tema, pero no desde la narrativa clásica que dice que nos vamos a extinguir
porque la temperatura va a subir dos grados y se acabó todo. Ella lo piensa de una manera
mucho más poética y plantea que ponemos el cuerpo y que somos requeridos a actuar. Ella
dice que somos “solicitados”. Me pareció interesante. Es como lo que decís vos, lograr
cierta sensibilidad. Ella, de hecho, dice que el arte es un vehículo para habilitar esta
sensibilidad. Es poner el cuerpo y estar disponible al llamado de un otro que, por ahí,
necesita que lo ayudes. La verdad es que estas lechuzas necesitaban una cueva; si no, no
podían poner huevos. De alguna manera pudimos responder casi instintivamente a ese
llamado y eso habilitó un montón de cosas.
Está bueno lo que señalas. Me parece que pasa por ahí. Ahí yo no sé cómo se juega el
deseo. No sabría cómo se cruza. Quizá habría un deseo, o se creó ahí. No lo sé, pero sí me
parece realmente potente esta idea de ella de estar disponible a la escucha, de abrirse a la
escucha de un otro que te está solicitando. En este caso hay un montón, porque el planeta
está lleno de seres solicitando que hagamos algo o que, por lo menos, estemos. Otra cosa
interesante que ella indica es que no vamos a evitar extinciones. No lo vamos a poder
hacer, pero sí vamos a poder guardar cierta memoria. Me parece muy interesante eso que
plantea: guardar un recuerdo de que ese ser estaba ahí y no que desaparece y ya está. Eso
también es una forma de estar para esos seres.
P C: Es importante eso de la memoria. Pensaba también en esto que decías hace un rato
del tiempo, de esa forma de poner el cuerpo y generar otros tipos de vínculos, que
requieren tiempo, requieren demorarse.
Laura Borsellino: Requieren atención. También es un aprendizaje. Yo aprendí un poco con
estos bichos. Yo convivo con mis gatos, entonces por ahí los leo más, por la cotidianeidad.
Yo sé cuándo les molesta, cuando quieren jugar. Es como que tenés otro vínculo con tu
animal doméstico o de compañía. Pero con bichos salvajes, como los pájaros por
ejemplo,es muy difícil. No tenés el mismo vínculo. Un perro es casi un humano, en cambio
con un pájaro tenés que aprender. Y es loco, porque realmente lo aprendés. Y no sólo vos
aprendés, sino que te das cuenta de que el bicho te reconoce y aprende a leerte a vos.
Nosotras hicimos pruebas y todo. En un primer momento, la primera camada que tuvo la
lechuza, jugábamos a que yo me acercaba a la reja y ella pegaba un grito a cierta distancia.
Y a mí me dejaba acercar mucho más que a otros compañeros, por ejemplo. O poníamos la
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bicicleta y se subían. Porque, como les hacíamos posaderos y demás, en un momento
dijeron: “Bueno, todo lo que esta gente trae es para nosotros”. Entonces poníamos la
bicicleta y se subían. Y es loco, pero realmente te conocen. Hay un joven que venía a
correr, que es autista, y se divertía tirándole piedras a los teros. Yo lo veía entrar al pibe a
cincuenta metros y los teros ya gritaban.
Es raro, pero los bichos también te están observando y saben quién sos, qué hacés. No son
cosas. Y tenés que aprender. Yo un poco me daba cuenta de su personalidad: sabía que
este lechuzo es cabrón, que éste te deja acercar más. Me doy cuenta de que con distinta
gente actúan distinto. Y eso es prestar atención, tener las ganas de hacerlo y dedicar el
tiempo, pasarte horas mirando a ver qué hace un pajarito. Pero está bueno y creo que eso
genera otra sensibilidad. Ojalá más gente tuviera la oportunidad de hacer eso con lo que
sea que les guste, para vivir mejor. También es una cuestión que te tiene que gustar. A mí
me gusta, siento que me hace bien. Pero también es una recontra lucha y sufro un poco,
porque tenés que lidiar con un montón de cosas. Hoy disfruto que están ahí y mañana no sé
si no les van a pasar la topadora y me estreso. Pero mientras están yo los disfruto y me
encantaría que mucha más gente tenga la posibilidad de disfrutar de un ave o de un perro,
de tomar mate en la plaza y tocar el violín. Me parece que la idea es un poco esa.
El lugar de la política, las diferencias de clases y los territorios
G A: Vengo haciendo una atenta escucha y me pareció genial todo lo que venís contando,
Laura. Lo que me quedó sonando, dando vueltas, es esta última cuestión del deseo. Más
que si es una cuestión de carencia o si se puede pensar bajo un modelo erótico pensaba en
un sentido dependiente del contexto y si hay productividad en lo que hacen ustedes.
Pensaba en esta idea de discursos que no sé a quién atribuírselos, porque son cosas que a
veces circulan. Me refiero a esta idea de “ocio productivo”, que muchas veces se escucha.
Más allá de que se plantee en algún momento hasta qué punto puede dejar de ser
instrumental una forma de hablar y hasta cuánto se pueden buscar purismos desde ese
lado para crear nuevos vínculos. Pensaba en una persona que tuvo una trayectoria
académica, que comparte muchos espacios con gente que viene de ámbitos
institucionalizados por esas vías, desde distintas disciplinas, pero gente formada.
Está claro que son situaciones muy concretas las que vos nos comentás, territoriales. Pero
pienso también en las personas que quieren aprovechar el río para el fin que sea. Yo
desconozco las situaciones. Pienso si no hay una cuestión de clase. Y pensaba eso en
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torno a cómo articular cuestiones más grandes. No sé si movimientos más grandes, porque
“movimientos” supone alguna especie de coherencia, aunque sea de consignas para
proponer alguna clase de política. Capaz en estas últimas elecciones, desde sectores más
de izquierda o progresistas (por más que dejaste claro que no es lo que más te interesa la
vía estatal) se intentó tener como una consigna, aunque sea para aprovechar y meter gente.
Teniendo esta idea de deseo como algo que se crea y es dependiente de ciertas prácticas o
de una forma de vida... Cuando uno piensa en la afectividad, en los regímenes de
sensibilidad, ¿Cómo ves cuando una narrativa empieza a ocupar el lugar del bestseller y
empieza a ser ocupada por otros espacios o por otros actores, que no son los que más te
interesan pero de pronto empiezan a tener un papel? No sé si es el que más te llama la
atención pero, de alguna forma, como venías diciendo, son los que terminan haciendo
políticas, se sientan y deciden. Entiendo que tu trabajo está enfocado más en lo territorial,
en los vínculos de grupos mucho más pequeños. Pero ese negocio, esa cuestión que
requiere la articulación de transformaciones más grandes...
Laura Borsellino: Dos cosas. Primero, pensando en lo productivo, capaz que la clave es
producir otros deseos u otras posibilidades de otros deseos. Por ahí el deseo de vincularse
con la naturaleza o con los animales de otra forma, que no sea la del aprovechamiento, que
no implique someter a les otres. Pensándolo así capaz que está bueno ser productiva. No
productiva para el capitalismo; por ahí la clave es no producir plusvalía, sino producir otras
cosas.
Respecto de lo que decís de articular o de cómo se apropian de ciertos discursos o de
ciertas narrativas otros actores más institucionalizados, para mí es un problema. Igual
nunca pasa, porque no hay una institución que se apropie de estas cosas. No lo veo al
Estado, nunca vi una institución que se apropie mucho de estas cosas. Por ahora no se me
ha presentado esa disyuntiva. Por ahí en lo mío más personal, pero en otras cuestiones sí.
Siempre hay una tensión entre sí se articula o no se articula con el Estado. Yo creo que está
bueno formar comunidad por fuera de la lógica estatal e incluso quizá fuera de las lógicas
institucionales. En todo caso eso también te va a dar la fuerza para articular en otras
condiciones. Porque creo que, hoy por hoy, las articulaciones que podemos tener siempre
son muy desiguales y tenés que terminar tranzando.
Les contaba el caso de estos compañeros de Isla Verde, de El Palomar, que lograron que
les reconozcan la reserva. Todo eso es a cambio de algo, que nunca está escrito. Entonces
ahora tienen un problema, porque la reserva venía con un polideportivo metido debajo del
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brazo. Ellos les dijeron que iban a hacer una canchita y resulta que ahora quieren un
estadio y todas esas cosas. Me parece que ese es un ejemplo relevante de cómo ellos
pudieron armar algo por fuera de la lógica estatal pero tuvieron que lidiar con esa gente, que
son los dueños de la tierra. De hecho, esas tierras son del Ministerio de Defensa, imaginate
que no vas a ir a sentarte con los militares y decirles: “Hola, quiero una reserva”. Siempre
hay algo a cambio y cuanta más fuerza tengas vas a poder negociar mejor. Pero la tensión
está. Hay gente que decide hacer los cambios “desde adentro” y a mí me parece
respetable. Me parece que está bien. Mi posición es que esto no va a suceder, pero es
respetable que lo intenten. Siempre es mejor tener un aliado adentro que te pueda dar una
mano. A mí me genera tensión, por esto que te decía. Además, yo nunca logré que
institucionalmente me dieran una mano. Al contrario, siempre fue bastante en contra.
Entonces, en mi experiencia personal no anduvo muy bien eso.
G A: También era algo que me surgió en el momento. Pero lo pensaba en el sentido de
cuáles son los límites. ¿Si intentas transformar un régimen de afectividad no se puede
volver como una especie de ocio productivo para otra clase de personas? Como si fuera un
lindo paseo...
Laura Borsellino: Sí. Eso no sé si lo podés manejar. Siempre están los límites y siempre
está el riesgo. El riesgo está siempre en todo lo que hagas. Lo único que me parece que
podemos hacer nosotros es aportar en lo que nosotros podemos manejar y creemos. Y ahí
construir con lo que podemos y con quiénes podemos. Así como está el mundo, siempre va
a venir alguien a aprovechárselo. Mientras esté bueno, les va a encantar y se lo van a tratar
de apropiar y ahí es tu decisión decir que no o permitir que se lo agarren. Pero eso nos
pasa a todos, a menos que tengas mucha fuerza. Y si tenés mucha fuerza para imponerte a
esa lógica, quizá ya sos otra cosa y tenés tu propia lógica macabra y perversa. No lo sé.
Pero ese riesgo siempre está. A veces decís: “Bueno, le pongo el loguito de ‘Buenos Aires,
ciudad verde’, pero tengo esto o me sigo oponiendo y me arriesgo a que mañana vengan
con la topadora”. Ahí te la jugás. Yo no tengo la respuesta. Creo que el riesgo está siempre.
C S: Yo tenía una pregunta que la podemos pensar para ir cerrando, que también surge de
una conversación personal y plantea un poco el tema de clase, también en la militancia
ambiental y también esta dicotomía que se arma entre justicia social y justicia ambiental.
Particularmente me pasó que, a raíz de una compañera, que es alemana, me presentó a un
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amigo que es sirio. Hace unos meses hablamos con él en videollamada y estaba súper
enojado. Hace muchos años que él vive en Alemania y estaba enojadísimo porque una
alemana le había preguntado qué se hacía en materia de política ambiental en Siria. Y él se
ofendió. Porque imaginate la situación en la que viven, escapando, y lo que le costó salir y
dejar a la familia, que todavía está allá. Yo te quería preguntar por esa dicotomía, que existe
y que la gente lo siente así. Te habrá pasado a vos como militante ambiental.
Laura Borsellino: Sí. Es un tema delicado, pero también me parece que hay que hacerse
cargo de los privilegios. Yo empecé con todo esto porque tenía tiempo, laburaba poco.
Preferí tener poca plata y trabajar menos horas para ir al parque a mirar pajaritos. En algún
momento esa fue mi elección y yo la pude hacer. Entonces eso es un privilegio. Y además
tengo el privilegio de vivir en un barrio, donde hay un montón de parques para que yo haya
podido ver pajaritos. Si vivía en Constitución no iba a ver ni uno, porque no tenía parques.
La verdad es que es un mundo extremadamente desigual.
Con la COAF vamos para otros lugares y somos como una mezcla de gente. Yo estoy
viendo mucha diferencia respecto de cómo se articula, cómo se defiende y cómo se
generan los grupos en provincia de Buenos Aires, sobre todo en los lugares más olvidados.
En la comunidad de Laferrere, con todos sus conflictos machistas para adentro, en la
asamblea, el cuidado de un espacio verde funciona de una manera completamente distinta
a como funciona acá en Saavedra. Básicamente en Laferrere la gente lo cuida y en
Saavedra somos tres mujeres. Y eso se nota y se reproduce por todos lados. Yo creo que
pasa mucho. No sé si nos hacemos conscientes desde dónde hablamos, con qué
privilegios.
En los territorios es otra cosa, son distintas realidades y distintas posibilidades. Desde
Buenos Aires, desde el escritorio, somos todos progresistas. Pero después hay que estar en
el campo y hay que poner el cuerpo. Decirle a un sirio qué está haciendo respecto al medio
ambiente es complicado. Porque mientras algunos están reciclando vasitos de Starbucks
hay gente que está recibiendo cañonazos. Me parece que en todo el mundo hay mucha
desigualdad. En este país hay mucha desigualdad y mucho privilegio, pero creo que la
generalidad no es esa. Después tenés a Europa, que ahora quiere solucionar todo con
autos eléctricos que vamos a pagar nosotros, las comunidades de la Puna van a pagar esos
autos eléctricos. Está bueno el slogan de Justicia Social, que es bastante peronista, pero
bueno. Por lo menos intentaron hacer un vínculo ahí y no quedarse solo en lo verde (que es
bastante más macrista). Hay cosas que hay que discutir más profundamente, pero me
parece que está bueno que se empiece. Y creo que ahí es donde tenemos que meter cuña,
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luchar un poco y recibir las críticas. Pero hay que dar la discusión. Es bastante difícil
también. Te cierran bastante. Me parece que hay una especie de conglomerado de gente
que tiene la voz y, si vos opinás algo polémico para esa gente, te cierran bastante. A veces
es difícil el campo. Pero la discusión está para darla.
Ahora está el ambientalismo. No sé cómo llamarlo. Yo a veces le digo ecologismo, por esta
cuestión de la ecología social de Büsching, aunque me lo han discutido. Por ahí es más
ambientalismo hoy por hoy. Eso se ve desde diferentes miradas y con muchos intereses. La
semana pasada estuve en la marcha y fue llamativo, porque había mucha gente del PRO. Y
obviamente estaban los partidos políticos, que quieren capitalizar. Pero dentro de eso hay
de todo. Para militar en el PRO por ahí tenés que tener cierta ideología, pero movimientos
como el peronista son mucho más diversos. Hay gente amable que milita ahí. Por ahí no
coincide conmigo en todo. Ellos quieren cambiar desde adentro y yo pienso que no. Pero sí
creo que tienen una mirada mucho más afín a lo que nosotros podemos pensar, que otros.
Después, bueno, es chocante verlos ahí, mientras te sacan una ley de agricultura que
favorece a la industria agroquímica. Pero ese es el conflicto de ellos y se tienen que hacer
cargo ellos de esas contradicciones. Nosotros haremos la nuestra.
Pienso que las voces están reducidas y que hay mucha gente hablando por otros. Eso me
parece bastante negativo. Por otro lado, desde las comunidades hay mucha desconfianza
hacia nosotres, en general. Me parece entendible, pero suma complejidad. A veces parece
que está todo bien: “Che, te doy micrófono porque me parece que sos de un lugar más
olvidado o de un pueblo originario” y no está todo bien. Porque no van a confiar en vos de
primera mano; y me parece muy respetable que pase eso. Quizá es la inocencia nuestra de
pensar que vamos a abrir voces para todes y eso tampoco pasa.
M P: Yo creo que nunca vi una columna del PRO marchar atrás de una del Frente de Todos
y atrás la izquierda. Fue una cosa reveladora. El discurso del riesgo ambiental pareciera ser
transclase. También es algo tan abstracto el cambio climático que aglutina. Podés quedar
bien con muy poco.
Laura Borsellino: Creo que también es su construcción de mundo, su mirada. Como
decíamos antes: quizá la instrumentalización no está mal en su mirada. A nosotros no nos
interesa, pero es nuestra mirada. Ahí la lucha es por ver quién hegemoniza la mirada. En
definitiva va a ser eso. Nosotros preferimos una (y todos estamos seguros de que es la
mejor), pero otros prefieren otra apuesta. El tema es que por ahí en la columna del PRO
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eran diez pero, sin embargo, esa es la mirada hegemónica sobre el planeta. Es posible
hacer esta lectura y no está mal. Después hay proyectos en que el propio Estado habilita y
promueve eso y te lo vende con la mejor publicidad. La publicidad está buenísima, pero
detrás de eso hay otros intereses que no son los que se ponen en primer plano. De hecho
capaz que eso está bien. Para mí no es lo mejor, pero no voy a decir que está mal. No sé
quién soy yo para decir que está mal. Por ahí está bien hacer turismo de ese estilo, aunque
yo lo vea más polémico. Ahí se genera una mezcla de intereses tremenda.
Por ahí para la alemana está bien. Por ahí en su mundo es casi impensable, porque
seguramente ella es más chica, no vivió la Segunda Guerra y nunca la bombardearon.
Entonces no tiene esos problemas y le parece hasta inconcebible. Por eso preguntan esas
cosas. Yo estuve hace poco en un lugar donde armamos una charla con un grupo de
pueblos originarios. Ahí agarraron a un joven, que había tenido una idea, que a mí me había
parecido que estaba buena, y lo destruyeron. Hasta te daba lástima el joven, porque lo
destruyeron. Yo, por un lado, pensé que era agresiva esta respuesta, porque se habían
puesto muy violentos. Pero, por otro lado, lo entendí, aunque no fueron buenas las
maneras. Nosotros pensábamos que estaba todo bien, que íbamos a hacer un mundo
común, aunque pensemos más o menos distinto. Y no, porque el joven, si bien había tenido
las mejores intenciones, desde su desconocimiento se equivocó. Y lo destruyeron.
Yo creo que cuánto más podamos aprender de otras formas de vida y de otras
problemáticas, creo que nos va a habilitar a no cometer barbaridades y a ser más ubicados
y corrernos un poco del lugar de “yo sé qué es lo mejor” y escuchar un poco a los demás,
que no tienen por qué coincidir en lo que nosotros pensamos que es lo mejor.
C S: Creo que la respuesta de este amigo fue algo así como: “Pero la gente en Siria no
tiene luz”.
Laura Borsellino: Sí, además eso: venir a decirme vos, alemán, que estás gastando la
mitad de los recursos del planeta y yo tengo una vela, no tengo ni cloacas, y me pedís que
recicle y separe la basura. Es como pasa con la gente acá, en las villas, que viven en
condiciones de extrema precariedad. Y yo escucho a la gente en este parque, que se queja:
“Ay, los villeros tiran la basura”. Señor, en su casa no deben tener ni retiro de residuos,
viene acá que no hay tachos de basura, esto a mí me indigna, que el gobierno de la ciudad
los trate como ciudadanos de segunda. Porque yo creo que la gente que viene hace todo un
esfuerzo y pone un montón de dinero para venir acá tiene que pasarla como el mejor día de
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su vida. Vienen acá, que no hay ni tachos de basura y encima la gente se queja porque tiran
la basura. Pero, ¿de qué me estás hablando? Por ahí vienen de barrios muy carenciados.
Para ellos es lo más normal, probablemente ni siquiera lo piensan. Además, ¿por qué tienen
que caminar dos kilómetros arrastrando una bolsa? Porque el gobierno de la ciudad no les
pone un tacho de basura. No sé cómo cambiar esa mentalidad. Honestamente es difícil.
Porque terminás peleándote, porque si les decís eso y se enojan. Es difícil explicarlo, pero
esa es una realidad que vivimos acá en Ciudad de Buenos Aires.
P C: Bueno, muchísimas gracias, Laura, por todas las reflexiones, por la escucha y por todo
lo que nos compartiste. La verdad es que fue muy valioso y muy lindo haber podido
compartir este espacio. Vemos realizada nuestra propuesta de poder vincular el trabajo
reflexivo, crítico, con personas como vos que tienen un vínculo más estrecho con los
territorios y poder articular esos dos ámbitos que están separados o, incluso, pensarlos de
manera articulada, pensar la reflexión como una praxis también. Si querés dejar un último
comentario para finalizar te escuchamos con atención.
Laura Borsellino: Sí, es necesario este trabajo de articulación que postulan. Yo también
percibo que hay una desconexión grande entre lo que pasa “en el barro” y lo que está
pasando en la academia. Yo le digo “el barro”, porque andamos siempre con los pies ahí, en
estos baldíos. Por un lado, comprendo que no está tan desconectado, porque nosotras
mismas vamos y venimos de un espacio hacia otro. Por otra parte, en esta charla en la que
estuve antes, sobre el documental del río una compañera mencionó esta tensión y me
quedé pensando. Tal vez nosotros pensamos que no hay tal distancia, dado que estamos
con un pie en cada campo, en el “barro” y en la academia, pero del otro lado, desde afuera
sí se siente la desconexión. Hay que continuar trabajando para trazar puentes entre esas
brechas.
BIBLIOGRAFÍA
Borsellino, Laura, (2021) “La Colectiva de Observadoras de Aves Feminista. Comunicación
ecofeminista con los pies en el barro y los ojos en el cielo.” Revista Latinoamericana
de Estudios Críticos Animales, Año VIII, Volumen I, pp 522- 559.
Florestanía, (2020), Manifiesto, editado por Florestanía, enlace:
http://www.florestania.com.ar/manifiesto/
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Pereira, Pablo y Borsellino, Laura, (2020), “Ecofeminismo y derechos de la naturaleza.
Cruces entre Ley, Estado y sensibilidades.” Papeles del Centro de Investigaciones,
pp. 59-70.
Ministerio de salud del Gobierno de Chile (2012) Diccionario Mapuche, Editado por
Ministerio de salud del Gobierno de Chile. Se puede consultar el material por medio
del siguiente enlace:http://www.bibliotecaminsal.cl/wp/wp-
content/uploads/2018/01/006.Diccionario-Mapuche.pdf
Soubeyran, Oliver, (1984) “Darwin y Kropotkin: dos concepciones opuestas del progreso y
sus implicaciones en geografía humana”, Revista de Geografía, vol. XVIII.
Barcelona, pp. 31-46.