Durante la época victoriana hubo un renacimiento del mundo editorial gracias a la evolución de la imprenta. Fue un nuevo renacer del libro, los tipos, las encuadernaciones, las historias, las composiciones, los adornos de páginas, y como no, las ilustraciones y sus creadores, los ilustradores. Si el libro, el contenedor, sufrió una proliferación sin igual, el contenido también lo hizo. Desde una nueva tipología de bajo coste, como los yellow-back, a los ricos libros de encuadernaciones lujosas, con dorados, estampados y gofrados que adornaban la portada. En ese camino intermedio entre un tipo y otro, entre la nueva novela de bajo coste y las obras cultas, y libros obsequio o libros regalo por Navidad, se prodigó un género, los libros infantiles que, aunque ya existían la tipología como tal, gozaron de un gran protagonismo gracias a los ilustradores contemporáneos, creadores de numerosos Toy Books. Randolph Caldecott, Kate Greenaway y Walter Crane