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Estudio e intervención del suicidio en México

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Conceptos básicos de la conducta suicida E l suicidio es el acto de quitarse la vida a sí mismo de mane-ra intencional, se considera una de las primeras causas de muerte violenta en el mundo, a pesar de ser un fenómeno universal presente en todas las épocas y culturas, es probablemente uno de los temas menos comprendidos y más estudiados por diver-sas áreas del conocimiento, sin que hasta el momento exista una teo-ría explicativa predominante. Actualmente, el suicidio se considera un problema de salud que afecta a cerca de 800,000 personas en todo el mundo (OMS, 2018), la complejidad de su estudio e intervención radica principalmente en la multifactorialidad y dinamismo del fenómeno. Esto se ob-serva en los casos que se han tratado, ya que, existe una máxima variabilidad en cuanto a: la diversificación de características so-ciodemográficas, en los métodos utilizados para su consumación, en la identificación de las posibles razones para decidir quitarse la vida, en las edades, en las estrategias y los métodos utilizados para prevenirlo; incluso las posturas que son socialmente aceptadas en diferentes culturas apuntan a variaciones que obligan a su estudio constante buscando el entendimiento de sus diferentes matices.
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Estudio e intervención del suicidio en México
Karla Patricia Valdés García1
Fabiola González Betanzos2
Iris Rubi Monroy Velasco3
María Elena Rivera Heredia4
Conceptos básicos de la conducta suicida
El suicidio es el acto de quitarse la vida a sí mismo de mane-
ra intencional, se considera una de las primeras causas de
muerte violenta en el mundo, a pesar de ser un fenómeno
universal presente en todas las épocas y culturas, es probablemente
uno de los temas menos comprendidos y más estudiados por diver-
sas áreas del conocimiento, sin que hasta el momento exista una teo-
ría explicativa predominante.
Actualmente, el suicidio se considera un problema de salud que
afecta a cerca de 800,000 personas en todo el mundo (OMS, 2018),
la complejidad de su estudio e intervención radica principalmente
en la multifactorialidad y dinamismo del fenómeno. Esto se ob-
serva en los casos que se han tratado, ya que, existe una máxima
variabilidad en cuanto a: la diversificación de características so-
ciodemográficas, en los métodos utilizados para su consumación,
en la identificación de las posibles razones para decidir quitarse la
vida, en las edades, en las estrategias y los métodos utilizados para
prevenirlo; incluso las posturas que son socialmente aceptadas en
diferentes culturas apuntan a variaciones que obligan a su estudio
constante buscando el entendimiento de sus diferentes matices.
1. Correspondencia: karlavaldes@uadec.edu.mx. Profesora Investigadora, Facul-
tad de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila.
2. Correspondencia: fabiolagonzalezbetanzos@gmail.com. Profesora investigado-
ra de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo.
3. Correspondencia: iris.monroy@uadec.edu.mx. Profesora Investigadora, Facul-
tad de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila.
4. Correspondencia: maelenarivera@gmail.com. Profesora investigadora de la
Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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Estudio e intervención del suicidio en México
El suicidio, puede verse como el resultado final de un proceso
compuesto por una serie de situaciones, una muestra de este com-
plicado entretejido de conductas suicidas puede observarse en la
nomenclatura propuesta por Silverman, Berman, Sanddal, O´Ca-
rroll y Joiner (2007) que se presenta en la Tabla 1, esta clasificación
integra diversos elementos que permite caracterizar el amplio es-
pectro de la conducta suicida.
Tabla 1. Nomenclatura de la conducta suicida.
Ideación
suicida
a) Sin intencionalidad suicida 1. Casual
2. Transitoria
3. Pasiva
4. Activa
5. Persistente
b) Con grado indeterminado de intencionalidad
c) Con grado de intencionalidad suicida
Comunicación
suicida
a) Sin intencionalidad suicida
Calsificación
adicional
- Foco
intrapersonal:
Cambios en el
estado interno
- Foco
interpersonal:
Cambios en el
estado externo
- Foco mixto
1. Verbal o no verbal, pasiva o activa (amenaza
suicida tipo I)
2. Propuesta de un método con el que llevar a cabo
una una autolesión (plan suicida tipo I)
b) Con grado indeterminado de intencionalidad
1. Verbal o no verbal, pasiva activa (amenaza suicidad
tipo II)
2. Propuesta del método para generar una autolesión
(plan suicida tipo II)
c) Con alguna intencionalidad suicida
1. Verbal o no verbal, pasiva activa (amenaza suicidad
tipo III)
2. Propuesta del método para generar una autolesión
(plan suicida tipo III)
Conducta
suicida
a) Sin intencionalidad suicida
1. Sin lesiones (autolesión tipo I)
2. Con lesiones (autolesión tipo II)
3. Con resultado fatal (muerte autoinfligida no
intencionada)
b) Con grado indeterminado de intencionalidad
1. Sin lesiones (conducta suicida determinada tipo I)
2. Con lesiones (conducta suicida determinada tipo II)
3. Con resultado fatal (muerte autoinfligida con
intencionalidad determinada)
c) Con grado de intencionalidad suicida
1. Sin lesiones (intento de suicidio tipo I)
2. Con lesiones (intento de suicidio tipo II)
3. Con resultado fatal (suicidio consumado)
Fuente: Silverman et al (2007).
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David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
Dentro de esta clasificación se considera que el primer eslabón
de la conducta suicida es la ideación suicida, hace referencia a aque-
llos pensamientos que tiene una persona sobre provocar su propia
muerte, estas ideas pueden presentarse de forma casual, transitoria
o persistente. Por otro lado, la ideación suicida puede categorizarse
como pasiva, si la persona tiene pensamientos de morir pero no
presenta planes concretos de cómo hacerlo, mientras que al deseo
de morir se le acompaña de planes y métodos específicos de muerte,
se considera ideación suicida activa (Domínguez, Pena Andreu, &
Ruiz, 2017; Cero, Zuromski, Witte, Ribeiro & Joiner, 2015).
La comunicación relacionada con el suicidio se refiere princi-
palmente a amenazas, cartas o mensajes que pueden no tener una
intencionalidad clara de querer quitarse la vida, tenerla de manera
indeterminada, o expresar claramente el deseo quitarse la vida. Fi-
nalmente, las conductas suicidas se refieren a todos aquellos actos
relacionados con la pérdida de la vida, estos actos pueden no tener
necesariamente como intención el quitarse la vida, un ejemplo de
ellos son las conductas autolesivas sin intencionalidad suicida (CA-
SIS), hasta aquellas dirigidas expresamente a consumar el suicidio.
En cuanto al grado de letalidad, es el atributo de algunos mé-
todos para provocar la muerte; entre mayor probabilidad haya de
conseguir la muerte se califican como intentos con mayor letalidad
(Weisman y Worden, 1974; Espinosa, Blum Grynberg y Romero
Mendoza, 2009; De la Torre Brasas, 2017).
Es importante recordar que cuando se habla de suicidio, se hace
referencia a estos tres componentes: la ideación suicida, la comu-
nicación y la conducta suicida que incluye los intentos y el acto de
quitarse la vida.
Prevalencia
En el mundo cada 40 segundos una persona decide quitarse la vida.
En el 2016, fue la segunda causa principal de defunciones en el gru-
po etario de 15 a 29 años en todo el mundo. A pesar de ello, la cifra
de muertes por esta causa podría no estar cuantificada correcta-
mente, debido a los estigmas y prejuicios sociales a los que se en-
frentan familiares y personas cercanas de quien se quita la vida, que
hacen que se generen subregistros (UNICEF, 2017).
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Estudio e intervención del suicidio en México
Dentro de las estadísticas mundiales presentadas por la OMS
(2018) la mortalidad por suicidio por región en el 2016 ubicó en el
primer lugar a Europa con una tasa de 15.4, y en último lugar la re-
gión Mediterránea Oriental, mientras que América ocupó el cuarto
lugar de seis regiones con 9.8 por cada 100,000 habitantes. Los
países que han registrado las tasas más altas de muerte por suicidio
son Japón, Australia, Estados Unidos y Canadá (Sánchez-Teruel,
Muela-Martínez, González-Cabrera, Herrera, Fernández-Amela y
García-León, 2018). En México la tasa de mortalidad para 2016
fue de 5.1, lo que representa 6,291 suicidios (INEGI, 2018) ubicán-
donos por debajo de la media para el continente, sin embargo, es
importante considerar que esta cifra se va incrementando. La dis-
tribución poblacional en México, en la que los jóvenes representan
un porcentaje importante de la población, coloca a nuestro país en
el grupo considerado de alto riesgo (Báez, 2018).
Se estima que los intentos de suicidio oscilan entre diez y cua-
renta por cada suicidio consumado, lo que se traduce a lesiones,
hospitalizaciones, traumas emocionales y mentales que incremen-
tan considerablemente el gasto que se dedica en el sistema de sa-
lud a los comportamientos suicidas (Medina, Velásquez y Ribero,
2018; Rodríguez-Hernández, Rocha-Buelvas, Mendieta-Izquierdo,
e Hidalgo-Troya, 2018; O’Connor, y Pirkis, 2016). Dado que actual-
mente no es posible predecir qué individuos se van a quitar la vida
en un momento determinado, es importante considerar aquellas in-
tervenciones para todas las personas con alguna conducta suicida
(Fawcett, 2013).
En la mayoría de los países se encuentra que la tasa de suicidios
más elevada está en jóvenes y adolescentes, sin embargo, no se de-
ben subestimar los suicidios en las personas de la tercera edad ya
que en los últimos años estos casos han ido aumentando, este grupo
etario se caracteriza por no comunicar o comunicar pocas veces su
intención suicida, además de tener mayor determinación de morir
(Vargas Sanabria, Vega Chávez, Montero Solano y Hernández Ro-
mero, 2017).
En un análisis de los suicidios en México durante 1990 y 2011 se
encontró que quienes más se suicidan son hombres (83.12%), el méto-
do utilizado principalmente fue el ahorcamiento (75.08%), y el lugar
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David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
en el que se llevó a cabo mayoritariamente fue en el hogar (68.2%). En
relación con sus características sociodemográficas se encontró que el
rango de edad con mayor incidencia fue de 15 a 29 años (43.86%), con
estado civil de soltero (42.48%), una escolaridad de primaria, termi-
nada o inconclusa (41.92%) y contaban con un empleo al momento
del suicidio (64.17%) (Villareal, Vargas y de León, 2014).
La conducta suicida suele estar asociada con la presencia de tras-
tornos psiquiátricos (Borges, Wilcox, Medina-Mora, Zambrano,
Blanco y Walters, 2005; Gómez, Opazo, Levi, Gómez, Ibañez, y
Núñez, 2014; Sánchez-Teruel, Muela-Martínez, González-Cabre-
ra, Herrera, Fernández-Amela y García-León, 2018) entre los que
se pueden mencionar algunos como los trastornos del estado de
ánimo, en específico la depresión (Hermosillo-De la Torre, Vacio,
Méndez-Sánchez, Palacios y Sahagún, 2015; Hernández-Vásquez,
Azañedo, Rubilar-González, Huarez, y Grendas, 2016; Toro-To-
bar, Grajales-Giraldo, Sarmiento-López, 2016); el consumo de
sustancias como el alcohol y tabaco (Hernández-Cervantes y Ale-
jandre-García, 2015); algunas enfermedades como el VIH, escle-
rosis múltiple, enfermedades cardíacas, estas últimas en el caso de
adultos mayores (Vargas Sanabria, Vega Chávez, Montero Solano y
Hernández Romero, 2017).
Dado que el suicidio es un fenómeno multidimensional se re-
quiere considerar factores genéticos, biológicos, sociales y psicoló-
gicos, que en su conjunto pueden señalar una alta probabilidad que
una persona piense, intente o decida quitarse la vida (Vargas Sana-
bria, Vega Chávez, Montero Solano y Hernández Romero, 2017).
Modelos explicativos del suicidio
Entender el suicidio en sus diferentes expresiones, desde la idea-
ción suicida hasta la consumación del acto, no es tarea sencilla,
algunos autores han buscado explicaciones desde diferentes áreas
y enfoques dentro de la psicología como la neuropsicológica, la
perspectiva cognitivo conductual, los enfoques familiares, etc. (Ro-
dríguez-Hernández, Rocha-Buelvas, Mendieta-Izquierdo, e Hidal-
go-Troya, 2018). También se han planteado diversas correlaciones
entre variables para buscar comprender qué factores en conjunto
facilitan los comportamientos autolesivos.
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Estudio e intervención del suicidio en México
O’Connor y Portzky (2018) exponen que desde mediados de
1980 por lo menos doce teorías han sido postuladas para la com-
prensión del suicidio. En este apartado se presentan los modelos
explicativos, con mayores evidencias científicas para su comproba-
ción empírica. Entre estos modelos se expondrán: la teoría inter-
personal del suicidio de Joiner, el modelo integral motivacional –
volitivo de la Conducta suicida de O´Connor y la teoría de los tres
pasos de Klonsky.
La teoría interpersonal del suicidio de Joiner
La Teoría Interpersonal de suicidio es una aproximación reciente
sobre los componentes más próximos a la conducta suicida, aunque
reconoce que las personas que mueren por suicidio presentan nu-
merosos factores de riesgo, centran su explicación en aquellas va-
riables importantes en el tránsito que ocurre de la ideación al acto
suicida, su hipótesis fundamental es que las personas que mueren
por suicidio es porque quieren hacerlo y además tienen la capacidad
para llevarlo a cabo (Maris, Berman y Maltsberger, 1992; Van Or-
den et al., 2010; Trejo, 2018).
Desde esta teoría se proponen tres constructos fundamentales
para el comportamiento suicida: la falta de pertenencia, la percep-
ción de ser una carga para los demás y la capacidad adquirida para
el suicidio (Joiner, 2005; Van Orden et al., 2010). Estos conceptos y
sus interacciones se presentan el la Figura 1.
Figura 1. Representación gráfica de la Teoría Interpersonal del suicidio de Joiner.
Fuente: elaboración propia obtenido de O’Connor y Nock, (2014).
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David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
La falta de pertenencia es un estado mental que surge cuando no
se logra formar parte de una red social de apoyo, una faceta de esta
variable es la sensación de soledad que se produce con la pérdida de
un cónyuge u otras personas cercanas; si a esta variable se une la
percepción de ser una carga para los otros, aparece el deseo o idea-
ción suicida, la percepción de ser una carga tiene dos componentes
importantes, la idea de no ser útil hacia los demás y el odio a sí
mismo que se observa en una baja autoestima, sentimiento de culpa
o vergüenza y un estado mental agitado (Van Orden et al., 2010).
Esta teoría señala que no todos los que tienen ideación suici-
da lo consuman, la explicación se basa en que existen individuos
con mayor potencial para hacerlo, es decir, algunos desarrollan la
capacidad para consumarlo y otros no. Desde estos postulados teó-
ricos la potencialidad de cometer un suicidio se desarrolla cuando
la persona se expone en el tiempo a situaciones dolorosas, lesiones
graves, abuso sexual, peleas físicas o situaciones donde la vida está
continuamente en riesgo, ante estas condiciones se desarrolla una
ausencia de miedo a la muerte, si a ello se une una alta tolerancia al
dolor, la capacidad para cometer suicidio se incrementa. Se ha ob-
servado que la exposición repetida a conductas de riesgo desarrolla
una alta tolerancia al dolor.
Esta teoría aporta explicaciones que hasta ahora eran difíciles
de entender como la independencia entre la ideación y el intento
suicida, los datos epidemiológicos, la distribución por género y la
prevalencia de diferentes formas de comportamiento suicida. Al
mismo tiempo, presenta utilidad clínica dado que propone que no es
necesario evaluar un gran número de factores de riesgo, desde estos
postulados la evaluación del riesgo suicida debe considerar la falta
de pertenencia, la percepción de ser una carga y la capacidad de
cometer suicidio (Cero, Zuromski, Witte, Ribeiro, y Joiner, 2015).
El modelo integral motivacional – volitivo de la
conducta suicida de O´Connor
Este modelo está basado en la diátesis – estrés y en la teoría de la
conducta planificada (Ajzen, 1991), plantea que para que una perso-
na llegue a cometer suicidio es necesario que pase por tres fases, la
premotivacional en la que se incluyen variables de vulnerabilidad y
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Estudio e intervención del suicidio en México
estrés, la fase motivacional que incluye la teoría de la depresión por
desamparo en donde ya se presenta la ideación e intención suicida
y finalmente, la volitiva en donde se incluye la variable de impul-
sividad y planificación de la acción, la pérdida de normas y la falta
de miedo a la muerte, lo que conduce a la conducta o acción suicida
(O´Connor, 2011; O’Connor y Nock, 2014), estas fases y las varia-
bles asociadas se observan en la Tabla 2.
Tabla 2. Representación gráfica del Modelo integral motivacional – volitivo
de la conducta suicida de O´Connor.
Fuente: elaboración propia obtenido de O´connor y Kirtley (2018)
O´Connor (2011) propone en su teoría que estos factores que pre-
disponen a una persona al suicidio no operan de manera aislada,
sino que se relacionan con los antecedentes de vida y los eventos de-
tonantes que pueden llevar a una persona a desarrollar ideación, in-
tentos o suicidios consumados, ya que éstos sienten que es la única
salida que tienen para terminar con las circunstancias de vida que
ya no logran soportar, esta creencia se refuerza con evaluaciones de
derrota y humillación ante otras alternativas de solución.
La teoría de los tres pasos de Klonsky
La importancia de la teoría de Klonsky es que integra elementos de
las dos anteriores para proponer su modelo explicativo de la conduc-
ta suicida, primeramente recalca la diferencia entre las personas que
tienen ideación suicida y las que llegan a realizar una conducta auto-
lítica, pues considera que no todos tienen la capacidad para intentar
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David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
o consumar un suicidio como lo plantea Joiner y además, retoma las
propuestas de O’Connor sobre la importancia de la interacción de
una serie de factores para poder llegar a un suicidio (Villar-Cabeza,
Esnaola-Letemendia, Blasco-Blasco, Prieto-Toribio, Vergé-Muñoz,
Vila-Grifoll, Sánchez-Fernández, Castellano-Tejedor, 2018).
La teoría de los tres pasos postula que la ideación suicida sur-
ge de la presencia de dolor, desesperanza, falta de vínculos inter-
personales, de un proyecto de vida y la capacidad para cometer un
suicidio, el autor propone tres categorías que contribuyen a esta
capacidad que son variables disposicionales, que hacen referencia a
la predisposición genética que una persona puede tener; variables
adquiridas, es decir las situaciones de vida en las que la persona ha
experimentado dolor, miedo, lesiones, las cuales lo llevan incluso
a una habituación de las mismas, y por último; variables prácticas,
es decir, el acceso a métodos, lugares y contextos que le permitan
llevar a cabo el suicidio (Klonsky y May, 2015).
La importancia de conocer y entender las teorías psicológicas
ayuda a tener una mejor comprensión de un fenómeno sumamente
complejo desde el análisis de los diferentes factores y elementos
que componen la conducta suicida en sus diversas manifestaciones
(O’Connor y Nock, 2014).
Intervención
Existen tres niveles para la clasificación de las intervenciones que
son: el nivel universal, que se dirige a toda la población con el fin de
reducir los factores de riesgo o aumentar los factores de protección,
incluye medidas de apoyo psicológico, institucionales, educativas y
sociales que incrementan la capacidad de los individuos para hacer
frente a las situaciones de crisis vitales; el nivel selectivo, que se di-
rige a subgrupos de la población que no necesariamente muestran
señales de conducta suicida, pero que tienen factores que pueden en
futuro ponerlos en riesgo como son la enfermedad mental, el abuso
de alcohol y drogas, la enfermedad física, las situaciones de crisis,
etc.; el nivel indicado, dirigido a los individuos que presentan idea-
ción suicida o que llegan a cometer un intento.
A nivel mundial, algunos países han desarrollado programas de
prevención en los diferentes niveles de atención. En Latinoaméri-
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Estudio e intervención del suicidio en México
ca, específicamente en el caso de Chile, se trabaja con el Programa
Nacional de Prevención del Suicidio (Gómez, Opazo, Levi, Gómez,
Ibañez, y Núñez, 2014). En Costa Rica se formó el Centro de Con-
trol de Enfermedades (CDC) en el que uno de los objetivos es la
prevención del suicidio (Vargas Sanabria, Vega Chavez, Montero
Solano y Herández Romero, 2017). En la Unión Europea se creó la
Mental Health Promotion and Mental Disorder Prevention, don-
de también se han desarrollado iniciativas y acciones en pro de la
evaluación y prevención del suicidio, como en España, el Grupo de
trabajo que elaboró la Guía de Práctica Clínica de Prevención y
Tratamiento de la Conducta Suicida (2012).
Diversas investigaciones han mostrado que las personas que se
quitan la vida, en realidad no desean morir, sino que se encuentran
en un estado de ambivalencia entre seguir viviendo en una situación
que es percibida por el sujeto como de malestar emocional o co-
meter un suicidio para terminar con ella (Bilbao Ramírez, Alcocer
Olacireguis, Lallemand Martínez, Lío Carrillo y Vargas Moranth,
2016). Para que evitar que las personas desarrollen habilidades que
les permitan considerar que otras soluciones son posibles, se de-
sarrollan una gran cantidad de estrategias y esfuerzos para tratar
de detectar, intervenir y prevenir el suicidio. A continuación, les
presentamos el trabajo desarrollado desde la investigación en Mi-
choacán y Coahuila.
Propuesta de dos tratamientos en casos de intentos de
suicidio
1. La comprensión de la conducta suicida y de sus estrategias de
prevención desde la perspectiva del Fortalecimiento de los
Recursos Psicológicos
En la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el cuer-
po académico denominado “Intervenciones psicológicas y sociocul-
turales en familia, género, migración, educación y salud” hemos tra-
bajado en la generación de conocimiento que permita comprender
el comportamiento suicida, para derivar a partir de ello, estrategias
para su prevención, así como para su tratamiento y postvención;
asimismo, trabajamos en el desarrollo de escalas, cuestionarios y
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David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
guías para su evaluación. En la Tabla 3 se presentan algunos traba-
jos de tesis sobre el tema.
Tabla 3. Ejemplos de investigaciones de pregrado y posgrado en
torno al comportamiento suicida.
Año Autores Título de la tesis
Conocimiento
Población
Campo
Generación
Aplicación
2016 Morelia Erandeni
Gil Díaz
Diseño, aplicación
y evaluación de dos
programas prelimi-
nares de intervención
para la prevención del
suicidio.
Adolescentes Prevención X
2016 Claudia Patricia
Galindo Alonso y
Jazmín Viridiana
Zavala Guzmán
Manejo de duelo y
recursos psicológicos
en padres con hijos
suicidas
Padres de
familia Postvención X
2017 Margarita Vega
Vázquez
Diseño y evaluación
de un programa de
intervención para la
prevención del suici-
dio infantil basado en
la Terapia de Acepta-
ción y Compromiso
Niños y
niñas Tratamiento X
2017 Víctor Hugo
Trejo Cruz
Adaptación y vali-
dación de Escalas de
Ideación Suicida de la
teoría interpersonal
del suicidio.
Adolescentes
Evaluación
y validación
de
instrumentos
X
Reconocemos las aportaciones tan relevantes que los enfoques
cognitivo-conductuales y contextuales han brindado en torno al
comportamiento suicida, ejemplo de ello es el programa de inter-
vención para la prevención del suicidio infantil basado en la Terapia
de Aceptación y Compromiso diseñado y evaluado por Margarita
Vega (2017), el cual consta de 7 sesiones e incluye el trabajo con los
infantes y con sus padres o tutores.
Adicionalmente tomamos en cuenta perspectivas sociocultura-
les, multidisciplinarias y sistémicas para su comprensión y aborda-
je. De ahí que hemos venido trabajando en la promoción de la salud
y el fortalecimiento de los recursos psicológicos como una línea de
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Estudio e intervención del suicidio en México
generación y aplicación del conocimiento (LGAC) que nos provee
de herramientas teóricas y prácticas para aplicar en este tema, así
como para evaluarlo.
Cuando se comparan los recursos psicológicos de tipo indivi-
dual, social, familiar y material entre adolescentes que se han in-
tentado suicidar con aquellos que no lo han intentado, aparecen pa-
trones diferenciados en el manejo de los recursos entre un grupo y
otro. Los jóvenes que no se quieren suicidar tienen mayor capacidad
para pedir ayuda cuando perciben que la necesitan, tienen mayor
autocontrol, mejor manejo de la tristeza y del enojo, así como ma-
yor capacidad para volver al equilibrio una vez que han perdido el
control de sus emociones. También cuentan con más recursos ma-
teriales. Por su parte, los jóvenes que han intentado suicidarse pre-
sentan niveles más altos de autorreproches, más dificultades para
pedir ayuda, y perciben un entorno familiar conflictivo, con bajos
niveles de unión y apoyo, así como dificultades para expresar sus
emociones (Rivera-Heredia y Andrade Palos, 2006; Rivera Heredia,
2010a y 2010b).
Figura 2. Modelo de prevención del suicidio basado en el fortalecimiento
de los recursos psicológicos.
Previo a una revisión sistemática sobre programas de preven-
ción del suicidio (Gil Díaz, y Rivera-Heredia, 2016) y tomando en
cuenta el modelo de prevención basado en el fortalecimiento de los
recursos psicológicos se encuentra el trabajo de intervención para
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David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
la prevención del suicidio en adolescentes, realizado por Morelia
Erandeni Gil Díaz (2016), quien desarrolló y puso a prueba dos
estrategias preventivas, una de ellas basada en la modalidad de ci-
ne-debate y la otra de tipo interactivo, ambas dentro del salón de
clase. Encontró que la intervención de cine-debate tuvo un impacto
en el incremento de los recursos afectivos de los participantes, espe-
cíficamente en manejo de la tristeza. También se puso a prueba una
intervención en estudiantes universitarios con experiencia de mi-
gración en su familia, en la que se incluyó el fortalecimiento de los
recursos psicológicos individuales, familiares y sociales, mediante la
cual se disminuyó la sintomatología depresiva de los estudiantes y
se logró un incremento significativo en la mayoría de los recursos
psicológicos (Rivera-Heredia, Martínez-Ruiz, Obregón-Velasco y
Cervantes-Pacheco, 2019).
También, tomando en cuenta el modelo presentado en la Figu-
ra 2 se encuentran los estudios realizados por Hermosillo-De la
Torre, Vacio-Muro, Méndez-Sánchez, Palacios y Sahagún, 2015,
así como por Domínguez-Mercado, Hermosillo de la Torre y Va-
cio-Muro (2016), y Hermosillo de la Torre (2012), quienes han
venido abonando conocimiento sobre el papel de los recursos psi-
cológicos en diferentes comportamientos suicidas, confirmando el
papel de los recursos afectivos, principalmente el autocontrol y el
manejo de la tristeza, así como el de la capacidad para pedir apoyo
(recursos sociales). Sobre esta misma línea se encuentra el traba-
jo de Rivera-Heredia, Martínez-Servín, y Obregón-Velasco (2013)
quienes ponen el acento en el trabajo con adolescentes que tienen
experiencia de migración en su familia.
Dado que la conducta suicida se ha incrementado en el mundo y
en México de manera sistemática en las últimas décadas, cada vez
más se requieren acciones preventivas que puedan tener un impacto
masivo, como lo son las que se distribuyen a través de los medios
de comunicación, tales como Internet y sus redes sociales, radio,
televisión y telefonía celular. El modelo de prevención del intento
suicida mediante el fortalecimiento de los recursos psicológicos se
ha aplicado al diseño de mensajes audiovisuales, para adolescentes
de México (Rivera-Heredia, 2010 a y b), y para adolescentes mujeres
de origen mexicano que viven en Estados Unidos (Rivera-Heredia,
182
Estudio e intervención del suicidio en México
2014). Este último es un grupo clasificado como de alta vulnerabilidad
puesto que presenta una de las tasas de suicidio más grandes en ese
país, aún y cuando los latinos en general tienen tasas de suicidio infe-
riores a otros grupos poblacionales de Estados Unidos.
Adicionalmente, otras recomendaciones para la prevención del
suicidio que proponen Singh y Jenkins (2000) resaltan la impor-
tancia de la detección temprana y oportuna de las personas con
alto riesgo de intento suicida, para que puedan recibir la atención
médica y psicológica lo más pronto posible. Además, consideran
de suma importancia el que se le dé continuidad al tratamiento,
es decir, que éste no sólo ocurra en la situación de crisis, sino que
se sostenga al paso del tiempo. Entre los grupos de personas con
mayor riesgo suicida se encuentran aquellas que ya han tenido un
intento suicida previo, aquellas que tienen una historia de vida con
múltiples sucesos estresantes y aquellas que presentan cuadros de-
presivos. Otra forma de prevención es brindar atención a las per-
sonas que presentan consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias
adictivas, orientada a la reducción de su consumo. A nivel social,
recomiendan que las familias y amigos estén atentos para apoyar a
sus seres cercanos, sobre todo cuando éstos enfrentan situaciones
de vida críticas como cuando pierden su empleo, cuando muere un
ser querido, o cuando viven situaciones de pareja críticas como la
separación o el divorcio, entre otras. Hay que tomar en cuenta la
necesidad de que las personas en riesgo estén acompañadas, por lo
que se requiere evitar el aislamiento o encierro dentro de su pro-
pia casa. El cuidado en construir y conservar entornos saludables
también es fundamental para la prevención del suicidio, de ahí que
se recomienda promover mayor flexibilidad, aceptación, inclusión
y respeto en la sociedad en general y que se reflejen en casa, en el
trabajo y en la escuela.
2. Intervención psicológica en conductas suicidas desde
un enfoque Cognitivo-Conductual
En el posgrado en Psicología Clínica que se imparte en la Facul-
tad de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila se in-
terviene desde el modelo psicoterapéutico de la Terapia Cognitivo
Conductual (TCC). La fundamentación teórica de dicha interven-
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David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
ción se basa en modelos explicativos, que analizan los factores que
incrementan el riesgo suicida, entre éstos se ha estudiado cómo el
comportamiento suicida está relacionado con distorsiones cogni-
tivas (Fazakas-DeHoog, Rnic, y Dozois, 2017) o ideas irracionales
que se observan en una tríada cognitiva negativa, es decir una vi-
sión negativa y pesimista de sí mismo, los demás y el futuro. Estas
propuestas desde la teoría cognitivo – conductual correlacionan
principalmente a la depresión con el riesgo suicida (Toro-Tobar,
Grajales-Giraldo, Sarmiento-López, 2016). Sin embargo, es com-
pletamente factible trabajar terapéuticamente con una persona
que presenta ideación o intentos suicidas y que su sintomatología
corresponde a otro trastorno o incluso a ninguno de la clasifi-
cación propuesta en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-V) (Asociación Estadounidense de
Psiquiatría, 2013) o alguna otra.
Es de suma importancia para las autoras el dar a conocer de
manera completa y detallada las actividades y acciones implemen-
tadas en estas intervenciones para su difusión, pero sobre todo para
su comprobación empírica y su revisión por aquellos estudiantes y
profesionistas que trabajan con la población de personas con idea-
ción o intentos de suicidio.
El tratamiento se inicia con un proceso de evaluación de las
personas, en el cual el primer acercamiento se realiza a través de
una entrevista, la cual, dependiendo del caso, puede ser abierta o
semiestructurada. Se recomienda tomar como base la guía de la en-
trevista clínica general de Muñoz (2003) la cual marca parámetros
generales para indagar la información más relevante dentro de la
primera entrevista, tal como la información general del paciente, la
delimitación del problema, la situación de vida actual, entre otras
que permiten que el terapeuta cuente con la información necesaria
para estructurar la batería de pruebas y/o el posterior tratamiento a
implementar. En esta primera entrevista es fundamental sentar las
bases para la alianza de trabajo, cuidar el desarrollo de un nivel de
empatía con el paciente que lo haga sentir en la confianza suficiente
para expresar abiertamente sus ideas y conductas, sin sentirse juz-
gado, rechazado o incomprendido. En este sentido es importante
comentar que el trabajo psicoterapéutico previo de los terapeutas
184
Estudio e intervención del suicidio en México
es fundamental, esto permite contar con un conocimiento personal
y un manejo emocional necesario para trabajar en este tipo de casos.
Posteriormente se aplica una batería de pruebas que se ajustan a
las características y necesidades de cada individuo según lo repor-
tado en la entrevista. Esta fase se termina a través de la entrega de
resultados al paciente y al establecimiento conjunto de los objetivos
terapéuticos globales del tratamiento, entre los desenlaces más co-
munes se encuentran:
◊ Detectar una patología específica como depresión o algún
trastorno de personalidad, según lo establecido en el DSM-V
y/o CIE-11. Dentro de los más comunes están los del esta-
do de ánimo, depresión o bipolaridad, en el caso de los tras-
tornos de la personalidad sobresale el limítrofe. Además, es
común detectar en comorbilidad la presencia de dificultades,
por ejemplo en la solución de problemas, rigidez cognitiva,
comunicación no asertiva, etc.
◊ En otros casos, sólo se presentan dificultades como proble-
máticas en las relaciones interpersonales, distorsiones cog-
nitivas o creencias irracionales exacerbadas, situaciones de
vida que generan malestar, pero sin la presencia de sintoma-
tología que permita establecer un diagnóstico psicopatológi-
co claro.
Independientemente de cuál de los resultados sea el obtenido, la
gravedad del caso o las particularidades que se pudieran observar,
en el trabajo psicoterapéutico, uno de los principales objetivos tra-
zados es la reestructuración cognitiva de aquellas creencias distor-
sionadas que presenta la persona con respecto a sí mismo, a los
demás o sobre su futuro, esto es el trabajo con la tríada cognitiva
fundamental en este enfoque terapéutico. En general, dentro de los
pacientes con pensamientos suicidas encontramos, como lo señala
Fazakas-DeHoog, Rnic, y Dozois (2017), la ausencia de creencias
adaptativas y la presencia de déficits cognitivos que afectan los pen-
samientos, emociones y conductas de las personas atendidas.
Una de las dificultades a las que se enfrentan los psicoterapéuti-
cos noveles es la determinación de un rango adecuado en relación a
185
David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
la cantidad de sesiones que se impartirán. Con la aclaración de que
éstas pueden variar en función de los avances observados y percibi-
dos por el paciente, del compromiso terapéutico que se genere, por
ejemplo, en la ejecución de las tareas establecidas, la asistencia a
las sesiones, etc. Los periodos pueden variar entre 12 y 20 sesiones
aproximadamente y en cada una de ellas se trabaja bajo objetivos
establecidos y acordados con el paciente y generalmente propues-
tos por el terapeuta ya que existen elementos que el sujeto puede
desconocer como fuentes de su malestar actual, tal es el caso del
trabajo realizado en la reestructuración cognitiva, ya sea en rela-
ción con las creencias irracionales propuestas por Elis (Ruiz, Díaz y
Villalobos, 2012) o las distorsiones cognitivas de Beck (Beck, Rush,
Shaw y Emery, 2010) y que son fuentes principales de la ideación o
intento de suicidio.
Desde este modelo terapéutico se utilizan diversas técnicas, en-
tre las más utilizadas encontramos las propuestas por Ruiz, Díaz, y
Villalobos (2012) en su libro Manual de técnicas de intervención cogni-
tivo conductuales, entre las que podemos destacar:
◊ Psicoeducación, que permite explicar al paciente aspectos del
funcionamiento de la terapia, las características de su proble-
mática, la clasificación de las emociones y la importancia de
sus creencias en el desarrollo de las conductas suicidas.
◊ Técnicas operantes para el incremento y mantenimiento de con-
ductas adaptativas, las cuales son utilizadas principalmente
para incrementar los deseos de permanecer vivo, entre éstas
encontramos el reforzamiento positivo o negativo.Técnicas
operantes para la adquisición de nuevas conductas, este tipo de
técnicas suelen ser útiles en los casos en que los que las uti-
lizadas por la persona resultan desadaptativas y le generen
dificultades y se requiere generar nuevos comportamientos,
entre éstas podemos utilizar las del moldeamiento, encadena-
miento y la instigación-atenuación.
◊ Técnicas operantes para la reducción o eliminación de conduc-
tas, sobre todo en los casos donde existen autolesiones, ente
éstas se encuentra la extinción, el reforzamiento diferencial
de otras conductas, el castigo o la sobrecorrección.Técnicas de
186
Estudio e intervención del suicidio en México
relajación, principalmente en los casos donde se encuentran
niveles de ansiedad elevados. Entre las principales están la
relajación progresiva, relajación autógena y las técnicas de
respiración.
◊ Técnicas cognitivas, para modificar los esquemas cognitivos y
los supuestos básicos subyacentes de la ideación o intento de
suicidio, dentro de esta categoría encontramos algunas técni-
cas específicas como la búsqueda de inferencias, la detección
de deberías, la flecha descendente, situaciones hipotéticas, el
debate, entre otras.
Desde lo desarrollado en el programa de la Maestría y dependiendo
de las necesidades de cada paciente se van desarrollando y estable-
ciendo estructuras de intervención personalizadas, y las técnicas
antes mencionadas de ninguna forma son exhaustivas, por ejemplo,
en algunas ocasiones se ha requerido el entrenamiento en habilida-
des sociales, de afrontamiento, de solución de problemas o el uso
de un modelo explicativo y de intervención específico debido a la
presencia de una psicopatología. Lo más importante en esta etapa
medular de intervención es que los psicoterapeutas cuenten con las
herramientas y estrategias suficientes y adecuadas para fortalecer
los recursos psicológicos con los que cuenta el paciente y que le
permitan enfrentar las adversidades de la vida que lo llevaron ini-
cialmente a la idea o conducta con la que trató de quitarse la vida.
Finalmente, los tratamientos terminan con el trabajo de preven-
ción en recaídas y la evaluación final. Esto es con el objetivo de
fortalecer las habilidades del paciente en el afrontamiento futuro de
problemáticas similares y en consecuencia, disminuir las probabili-
dades de tener una recaída en relación sobre todo a los intentos sui-
cidas; además de poder demostrar la efectividad de la intervención
con una evaluación, la cual puede ser a partir de diversas estrategias
o instrumentos, recomendando utilizar los mismos que se aplicaron
inicialmente para tener un análisis pre-post del tratamiento.
La implementación de un tratamiento cognitivo-conductual no
sólo se basa en el enfoque de trabajo propuesto en el posgrado, sino
principalmente en que se ha demostrado en comparación con trata-
mientos convencionales que este enfoque puede significar mejoría
187
David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
para los pacientes y una reducción en los costos médicos directos
por intento de suicido para el sistema de salud, sobre todo en la
disminución de reincidencias (Medina, Velásquez y Ribero, 2018).
Conclusiones
Definitivamente se requieren de más estudios y evidencias empíri-
cas que aporten al desarrollo de técnicas y estrategias para abordar
de manera efectiva las tentativas de suicidio, una de las dificulta-
des más importantes en este sentido, es que se considera el suicidio
como la consecuencia de otras dificultades que vivencian las per-
sonas, por lo que trabajar sólo sobre el acto suicida puede ser un
error. Coincidimos con la propuesta de diversos autores (Medina,
Velásquez y Ribero, 2018; Rodríguez-Hernández, Rocha-Buelvas,
Mendieta-Izquierdo, e Hidalgo-Troya, 2018) en el sentido que una
de las directrices que se requiere establecer, es el desarrollo de una
política de salud mental que logre implementar de manera efecti-
va y estratégica las acciones de atención primaria, promoción de
la salud y prevención de la enfermedad, orientadas a fomentar la
calidad de vida, la prevención, detección de ideación suicida, control
de factores de riesgo, tratamiento y rehabilitación de las personas
que intentan quitarse la vida y de los pacientes que presentan tras-
tornos mentales que implican un riesgo suicida, como el caso de la
depresión, y todo esto, desde un enfoque de respeto de los derechos
humanos y de atención integral.
La tarea en realidad resulta titánica si se observa la necesidad
de implementar políticas sociales integradas dirigidas a fomen-
tar factores protectores como el soporte desde un nivel familiar
y social, la educación integral en todos los niveles académicos, la
oferta de actividades recreativas, deportivas, culturales o de es-
parcimiento para el uso del tiempo de una forma adaptativa y so-
cialmente ajustada, la implementación de programas que tengan
como objetivo el promover diversas habilidades y competencias
personales en relaciones interpersonales, comunicación, solución
de problemas, entre otras. Además, el contar con estrategias con-
juntas para la investigación constante del suicidio y la implemen-
tación de programas que busquen reducir en la mayor medida po-
sible los factores de riesgo.
188
Estudio e intervención del suicidio en México
La salud mental de la población es una condición indispensa-
ble para el desarrollo social, por lo cual debería atenderse como
una prioridad en salud publica (Bilbao Ramírez, Alcocer Olacire-
guis, Lallemand Martínez, Lío Carrilloy Vargas Moranth, 2016).
Es inminente la necesidad de contar con programas de prevención
universales aplicados en centros educativos, por lo menos en las ciu-
dades y áreas con las tasas más altas de cada estado del país, además
de intervenciones específicas dirigidas a grupos vulnerables, con el
fin de incidir en la reducción de los suicidios. Es importante especi-
ficar en este sentido que no sólo la implementación de los progra-
mas es necesario, sino un acceso a toda la población o por lo menos
a la mayoría, ya que uno de los factores que influyen a nivel mundial
en las tasas de suicidio es la desigualdad en relación al acceso a
los servicios de salud, la atención médica oportuna en los casos de
intento de suicidio, así como la atención psicológica y psiquiátrica,
previa y posterior a la conducta suicida, son de las principales he-
rramientas para la prevención del suicidio (Gerstner, Soriano, San-
hueza, Caffe y Kestel, 2018; Rodríguez-Hernández, Rocha-Buelvas,
Mendieta-Izquierdo, e Hidalgo-Troya, 2018).
Es también importante señalar los avances que se han alcanza-
do en relación con la investigación, conocimiento y explicación de
la conducta suicida. Se han logrado identificar potenciales facto-
res de riesgo, estas variables van desde aspectos sociodemográficos
como el sexo, en donde se ha comprobado que los hombres tienen
una mayor probabilidad de muerte por suicidio (Rodríguez-Her-
nández, Rocha-Buelvas, Mendieta-Izquierdo, e Hidalgo-Troya,
2018); sintomatologías clínicas como lo es el caso de ciertos tras-
tornos mentales correlacionados con el suicidio (Sánchez-Teruel,
Muela-Martínez, González-Cabrera, Herrera, Fernández-Amela
y García-León, 2018) y socioculturales como el aislamiento social,
intentos previos, desempleo o dificultades económicas, conflictos
familiares entre otros que inciden en el riesgo de muerte por sui-
cidio (Hernández-Vásquez, Azañedo, Rubilar-González, Huarez, y
Grendas, 2016).
Sin embargo, esta identificación no elimina de ninguna forma
la variabilidad y heterogeneidad de dichos factores de riesgo en di-
ferentes contextos, culturas y épocas, de hecho, la comprensión de
189
David Jasso/ Enrique Navarrete/ María del Carmen Farfán
estos factores culturales es sumamente significativo para la com-
prensión y prevención del suicidio (Randall, Doku, Wilson, y Pelt-
zer, 2014) y por ello, de ninguna forma pretendemos proponer una
universalidad en relación a los factores de riesgo suicida (Gómez,
Opazo, Levi, Gómez, Ibañez, y Núñez, 2014).
A pesar de todos los avances desarrollados es indispensable con-
tinuar con el estudio de la etiología y de intervenciones que resul-
ten efectivas para la a la conducta suicida, ya que se considera que
una importante cantidad de muertes derivadas de un suicidio son
prevenibles si se identifican y se interviene de manera eficiente (Fa-
zakas-DeHoog, L. L., Rnic, K. y Dozois, D. 2017). Es por ello que a
través de este capítulo las autoras pretenden ofrecer un panorama
general, primeramente de los aspectos teóricos que puedan ayudar
en la comprensión del fenómeno y además, ofrecer referentes de
intervención que puedan ser utilizados como un punto de partida o
guía para desarrollar intervenciones psicoterapéuticas efectivas con
pacientes que presentan conductas suicidas.
190
Estudio e intervención del suicidio en México
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La psicología es una disciplina en constante tensión, sus
aportaciones teóricas y sus métodos de intervención de-
ben responder a demandas actuales que, por su diversi-
dad, son atendidas desde distintas áreas de esta disciplina, según
el fenómeno que se intente estudiar y atender. En este sentido,
una de las fortalezas de esta ciencia es la investigación, ya que
ésta nos permite ir de la mano con las problemáticas que se pre-
sentan ante los distintos fenómenos subjetivos, sociales y cultu-
rales que el sujeto enfrenta día a día. Es desde la investigación
psicológica, que el quehacer del psicólogo se interroga en torno
a nuevos métodos o técnicas que respondan a estos malestares
subjetivos, o para indagar las condiciones bajo las cuales se pro-
duce un fenómeno de conducta; en otras palabras, la investiga-
ción nos permite establecer un contacto con nuestra realidad, a
fin de entenderla, comprenderla y conocerla mejor para, final-
mente, incidir sobre el sufrimiento del ser en cualquier ámbito
en el que éste se desenvuelva.
Los problemas que atiende nuestra disciplina demandan el
intercambio reflexivo con pares de una misma área para poner
en tensión los planteamientos teóricos, metodológicos y de in-
tervención que la sustentan frente a la demanda de interven-
ción de problemáticas actuales. En este sentido, la Cátedra de
Investigación en Psicología “Dra. Julieta Heres Pulido”, per-
teneciente al Consorcio de Universidades Mexicanas, por sus
siglas Cátedra CUMex, se coloca como un escenario estratégi-
co para dichas reflexiones, gracias al trabajo permanente que
se desarrolla en las distintas mesas de colaboración, donde se
gestan productos académicos de alta calidad que dan cuenta de
este intercambio de conocimiento.
Esta investigación arbitrada por pares académicos se privilegia con el aval de la institución
editora.
Esta obra se imprimió con el apoyo económico de Cátedras Nacionales CUMEX para la la
XIII cátedra CUMEX de Psicología “Dra. Julieta Heres Pulido” 2019, siendo sede la Unidad
Académica de Psicología Universidad Autónoma de Zacatecas.
Diseño Editorial: Antonio Perales/Carlos Flores
Primera edición: 2020
© Isauro García Alonzo
© Hams Iram Pacheco García
© Ruth Vallejo Castro
© Universidad Autónoma de Zacatecas
“Francisco García Salinas”
Torre de Rectoría 3er piso, Campus UAZ
Siglo XXI, Carretera Zacatecas-Guadalajara
km. 6, Col. Ejido La Escondida
C.P. 98000, Zacatecas, Zac.
investigacionyposgrado@uaz.edu.mx
ISBN: 978-607-555-062-6
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier modo
electrónico o mecánico, sin la autorización de la institución editora.
Contenido
Introducción
Ruth Vallejo Castro 7
Las posibilidades de las narrativas personales para la
comprensión psicosocial de juventudes y violencia en el
México actual
Mónica Ayala Mira
Nydia Obregón Velasco
Ximena Zacarías Salinas 13
Norma 35: Factores de riesgo psicosociales en el trabajo,
una perspectiva teórica relacional
Blanca Yasmín Montufar Corona
Sonia Villagrán Rueda
Eduardo Luna Ruíz
Mónica Adriana Vasconcelos Ramírez 37
Abuso sexual infantil. Perspectivas de abordaje
Patricia Prieto Silva
Laura Hernández Martínez
Olga Gálvez Murillo
Irene Concepción Carrillo Saucedo 57
Evaluación e intervención psicológica en mujeres adultas
agredidas sexualmente
Brenda Sarahi Cervantes Luna
María del Consuelo Escoto Ponce de León
Esteban Jaime Camacho Ruiz
Manuel Leonardo Ibarra Espinoza 75
La comprensión lectora en estudiantes de la Universidad
Autónoma de Zacatecas
María Teresa Dávalos Romo
Alejandra Castillo Peña
José Simón Sánchez Hernández 95
Escenarios sociales diversos en el desarrollo de las niñas,
niños y adolescentes. Un reto actual para la Psicología
Rosalía Vega Guzmán
Ana Luisa Forzán de Lachica
María del Carmen Manzo Chávez 121
Herramientas para re-pensar la lectura: instituciones, sujeto
e identidad
David Jasso Velázquez
Enrique Navarrete Sánchez
Ma. del Carmen Farfán García 143
Estudio e intervención del suicidio en México
Karla Patricia Valdés García
Fabiola González Betanzos
Iris Rubi Monroy Velasco
María Elena Rivera Heredia 169
Un brevario fundamental de la clínica: el síntoma, su cuerpo
y la enfermedad
Claudia Guadalupe Corona Sevilla
Ma. Antonia Reyes Arellano
Ruth Vallejo Castro
Reyna Karina Medina Candelaria 197
... El suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años (Tabares et al., 2020;Román & Abud, 2017), lo que destaca la importancia de abordar y prevenir esta problemática en esta etapa del desarrollo, considerada de alta vulnerabilidad frente a la conducta suicida (Nii-Boye et al., 2021;Valdés-Santiago & Arenas-Monreal, 2019;Vallejo-Casarín et al., 2016;Villar-Cabeza et al., 2018). Para ello, es fundamental implementar estrategias de prevención y detección temprana del riesgo suicida y los instrumentos de medición son una herramienta que permite evaluar y monitorear el riesgo suicida en individuos vulnerables, especialmente en relación con las variables próximas al comportamiento suicida (Kramer, 2020, Nock et al., 2008Valdés-García et al., 2020). ...
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Resumen Se analiza el ajuste al modelo unifactorial de las cuatro versiones de la Escala de Capacidad adquirida para el suicidio (Acquired Capability for Suicide Scale, ACSS, ACSS-5, ACSS-8, ACSS-FAD) en su adaptación al español. Método: Participaron estudiantes de secundaria (n=368), bachillerato (n=237) y universidad (n=240). Resultados: El modelo ACSS-FAD mostró los mejores índices de ajuste y presenta invarianza factorial parcial por sexo. Además, de una fiabilidad adecuada (α=.77, ω=.81); se encontraron diferencias entre personas sin intento suicida (M=18.05; DE=6.52; t(358)=1.87; gl=358; p<.05; d=.67) y con intento de suicidio (M=21.13; DE=2.06). Conclusión: El modelo de la ACSS-FAD presenta adecuadas propiedades psicométricas para evaluar la capacidad adquirida de suicidio en la dimensión que evalúa ausencia de miedo a la muerte en muestras mexicanas de adolescentes y jóvenes. Abstract The adjustment to the unifactorial model of the four versions of the Acquired Capability for Suicide Scale (ACSS, ACSS-5, ACSS-8, ACSS-FAD) in its adaptation to Spanish was analized. Method: junior high school (n=368), high school (n=237) and university (n=240) students participated. Results: The ACSS-FAD model showed the best fit indices and partial factorial invariance by sex. In addition, adequate reliability (α=.77, ω=.81); Differences were found between people without a suicide attempt (M=18.05; SD=6.52; t(358)=1.87; df=358; p<.05; d=.67) and with a suicide attempt (M=21.13; SD=2.06). Conclusion: The ACSS-FADES model presents adequate psychometric properties to assess the acquired capacity for suicide in the dimension that assesses the absence of fear of death in Mexican samples of adolescents and young people.
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Este volumen ofrece estudios alrededor de las emociones, sentimientos y afectaciones psicológicas a consecuencia de la contingencia sanitaria. Reúne aportaciones de la psicología y la filosofía, cuyo común denominador es la comprensión del fenómeno y la btención de lecciones útiles para el futuro. En principio, presenta los retos enfrentados en relación con la salud mental pública, las fuentes de estrés y las estrategias de afrontamiento, así como las formas de atención a distancia. Describe las contribuciones centradas en la salud mental de niñas y niños, los obstáculos en procesos educativos y las causas de malestar psicológico. Además, muestra un paisaje completo sobre el consumo de sustancias psicoactivas y un retrato del fenómeno del suicidio examinando definiciones, modelos explicativos, así como factores de riesgo y protección. Finalmente, ofrece una comprensión filosófica del tiempo en que alguien llega a saber que morirá y explica la forma en que la filosofía estoica de la Antigüedad daba respuesta al problema del mal. Analiza el miedo colectivo a partir de una concepción del sufrimiento desde las poblaciones y un análisis filosófico de las expresiones de solidaridad en tiempos de la emergencia sanitaria.
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"Este volumen ofrece estudios alrededor de las emociones, sentimientos y afectaciones psicológicas a consecuencia de la contingencia sanitaria. Reúne aportaciones de la psicología y la filosofía, cuyo común denominador es la comprensión del fenómeno y la btención de lecciones útiles para el futuro. En principio, presenta los retos enfrentados en relación con la salud mental pública, las fuentes de estrés y las estrategias de afrontamiento, así como las formas de atención a distancia. Describe las contribuciones centradas en la salud mental de niñas y niños, los obstáculos en procesos educativos y las causas de malestar psicológico. Además, muestra un paisaje completo sobre el consumo de sustancias psicoactivas y un retrato del fenómeno del suicidio examinando definiciones, modelos explicativos, así como factores de riesgo y protección. Finalmente, ofrece una comprensión filosófica del tiempo en que alguien llega a saber que morirá y explica la forma en que la filosofía estoica de la Antigüedad daba respuesta al problema del mal. Analiza el miedo colectivo a partir de una concepción del sufrimiento desde las poblaciones y un análisis filosófico de las expresiones de solidaridad en tiempos de la emergencia sanitaria.
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La pandemia del síndrome agudo respiratorio severo causada por el coronavirus tipo 2 (sars-CoV-2) ha representado una grave amenaza no solo para la vida de los seres humanos, principalmente como resultado de la elevada morbilidad y mortalidad que provoca sino también en el ámbito económico, el bienestar psicosocial de las personas, sus familias y la sociedad en general (García-Cabrero y Ponce-Ceballos, 2021). Los niños y los adolescentes constituyen grupos particularmente vulnerables a los efectos de la pandemia, en los que se ha presentado una gran diversidad de problemas psicosociales, en mayor medida debido a la pérdida de hábitos saludables, la violencia intrafamiliar y el uso excesivo de tecnologías digitales. En el presente capítulo se presenta un panorama general de los impactos de la pandemia en diversos países del mundo, como contexto para abordar y contrastar la situación que se ha vivido en nuestro país y el impacto psicológico y educativo que ha tenido esta situación sobre niños preescolares y de educación primaria y secundaria, a partir de los estudios que se han realizado en nuestro contexto, así como conclusiones y recomendaciones para revertir los efectos adversos de la pandemia tanto a nivel psicosocial, como en el aprendizaje de los alumnos.
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Se explora la relación de los síntomas depresivos, la desesperanza y los recursos psicológicos sobre la tentativa de suicidio en una muestra de adolescentes de la ciudad de Aguascalientes, México. Se trata de un estudio transversal exploratorio donde participaron voluntariamente 96 adolescentes. Se emplearon escalas para evaluar sintomatología depresiva (CES-D-R35), desesperanza (BHS) y recursos psicológicos (ERP) y un ítem para identificar intento de suicidio previo. Diferencias significativas en sintomatología depresiva (U = 512, p = 0.001), desesperanza (U = 463, p = 0.021), ideación suicida (U = 483, p = 0.004), adecuado manejo del enojo (U = 200, p = 0.011) y adecuado manejo de la tristeza (U = 156, p = 0.001) fueron encontradas en adolescentes con tentativa y sin tentativa de suicidio. El valor predictivo observado sobre la tentativa de suicidio mostró que síntomas de depresión (β = 0.398) y adecuado manejo de la tristeza (β = –0.209) explican el 27.6% de la varianza total (R2 = 0.276, F1, 93 = 17.70, p ≤ 0.01). Se analiza el rol del adecuado manejo de la tristeza como factor de protección.
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Suicide and attempted suicide are major public health concerns. In recent decades, there have been many welcome developments in understanding and preventing suicide, as well as good progress in intervening with those who have attempted suicide. Despite these developments, though, considerable challenges remain. In this article, we explore both the recent developments and the challenges ahead for the field of suicide research and prevention. To do so, we consulted 32 experts from 12 countries spanning four continents who had contributed to the International Handbook of Suicide Prevention (2nd edition). All contributors nominated, in their view, (i) the top 3 most exciting new developments in suicide research and prevention in recent years, and (ii) the top 3 challenges. We have synthesized their suggestions into new developments and challenges in research and practice, giving due attention to implications for psychosocial interventions. This Perspective article is not a review of the literature, although we did draw from the suicide research literature to obtain evidence to elucidate the responses from the contributors. Key new developments and challenges include: employing novel techniques to improve the prediction of suicidal behavior; testing and applying theoretical models of suicidal behavior; harnessing new technologies to monitor and intervene in suicide risk; expanding suicide prevention activities to low and middle-income countries; moving toward a more refined understanding of sub-groups of people at risk and developing tailored interventions. We also discuss the importance of multidisciplinary working and the challenges of implementing interventions in practice.
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Resumen Analizar el riesgo de muerte por suicidio en Colombia, a partir de covariables sexo, grupo etario, año, región y/o departamento de 2000 a 2013. Se utilizaron las bases de datos de muertes por suicidio y proyecciones poblacionales del DANE. Se realizó un estudio longitudinal y analítico. De 2000 a 2013, se establecieron las tendencias anuales de muertes por suicidio por covariables mediante modelación y se recogieron estimaciones de riegos Se utilizó el modelo de regresión de Poisson (MRP). Se emplearon IRR según el MRP con nivel de significancia (P < 0,05). Los colombianos entre los años 2000-2013, de sexo masculino, de 15 a 34 años, de las regiones Central y Oriental y de los Departamentos de Vaupés, Huila y Quindío fueron los que mayor riesgo tuvieron de morir por suicidio. La tasa de suicidios fue levemente decreciente conforme pasaron los años. El mayor riesgo de suicidio ocurrió en hombres en edad productiva, adultos mayores y en regiones poco desarrolladas. Colombia requiere una política de salud mental que implemente estrategias de atención primaria, promoción de la salud y prevención de la enfermedad, orientadas a fomentar la calidad de vida, detección de ideación suicida, tratamiento y rehabilitación a estas personas desde el enfoque de derechos y atención integral.
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RESUMEN Objetivo Recabar y ofrecer información a quienes toman decisiones en los programas de salud en general, y de salud mental en particular, sobre las características epidemiológicas del suicidio de jóvenes y adolescentes ecuatorianos. Método Se realizó un estudio ecológico transversal con datos de los registros de mortalidad por suicidio de los jóvenes y adolescentes de Ecuador de 2001 a 2014. El análisis se desagregó por región natural, sexo, edad, grupo étnico y por el método usado para cometer el suicidio. Se estimaron tasas de mortalidad por suicidio (por 100 000 habitantes) y los riesgos relativos (RR) de suicidio por sexo y regiones. Resultados Entre 2001 y 2014 se registraron 4 855 suicidios en adolescentes y jóvenes. El riesgo más alto se estimó en los varones de 15 a 24 años y en los adolescentes residentes en la Amazonía, seguidos por los de la Sierra. La etnia con más casos de suicidio fueron los mestizos, aunque 40% de los jóvenes que se suicidan en la Amazonía son indígenas. El método más frecuente fue el ahorcamiento seguido por el envenenamiento con pesticidas. Conclusiones El suicidio de adolescentes y jóvenes es un problema de salud pública importante en Ecuador. Como en él influyen diversos factores psicológicos, sociales y culturales, se observan grandes variaciones según la región, los grupos de edad y las etnias. La restricción del acceso a pesticidas y a otros productos químicos, los programas de prevención universales y en centros educativos en las áreas con las tasas más altas, y las intervenciones específicas dirigidas a grupos vulnerables podrían ayudar a reducir los suicidios de jóvenes en Ecuador.
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RESUMEN Objetivo Analizar el comportamiento de los costos médicos directos en relación al número de intentos de suicidio y comparar los costos de atención cognitivo-conductual respecto al tratamiento convencional. Métodos Se cuantificaron los costos por prestación de servicios hospitalarios por intento de suicidio en 248 pacientes con diagnóstico de enfermedad mental atendidos en la empresa social del estado (E.S.E.) Hospital Mental de Antioquia y se implementó una evaluación de costo-consecuencia. Resultados Se encontró que los costos directos promedio de la atención de pacientes con cuatro o más intentos de suicidio fueron equivalentes a 5 641 dólares estadounidenses (USD), con una diferencia de USD 5 490 respecto al grupo con un solo intento. Además, dichos costos aumentaron conforme se incrementó el número de intentos. Por último, el diagnóstico de enfermedad mental (p. ej., cronicidad), el método de intento y la necesidad de servicios especializados se relacionaron con el incremento en los costos directos. Conclusiones La implementación de estrategias preventivas desde la salud pública que evalúen y hagan seguimiento a los factores psicosociales podría reducir la presentación de la problemática y de sus costos médicos directos.
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Suicide is a major public health concern accounting for 800 000 deaths globally each year. Although there have been many advances in understanding suicide risk in recent decades, our ability to predict suicide is no better now than it was 50 years ago. There are many potential explanations for this lack of progress, but the absence, until recently, of comprehensive theoretical models that predict the emergence of suicidal ideation distinct from the transition between suicidal ideation and suicide attempts/suicide is key to this lack of progress. The current article presents the integrated motivational–volitional (IMV) model of suicidal behaviour, one such theoretical model. We propose that defeat and entrapment drive the emergence of suicidal ideation and that a group of factors, entitled volitional moderators (VMs), govern the transition from suicidal ideation to suicidal behaviour. According to the IMV model, VMs include access to the means of suicide, exposure to suicidal behaviour, capability for suicide (fearlessness about death and increased physical pain tolerance), planning, impulsivity, mental imagery and past suicidal behaviour. In this article, we describe the theoretical origins of the IMV model, the key premises underpinning the model, empirical tests of the model and future research directions. This article is part of the theme issue ‘Evolutionary thanatology: impacts of the dead on the living in humans and other animals'.
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Although cognitive distortions and deficits are known risk factors for the development and escalation of suicide ideation and behaviour, no empirical work has examined how these variables interact to predict suicide ideation. The current study proposes an integrative model of cognitive distortions (hopelessness and negative evaluations of self and future) and deficits (problem solving deficits, problem solving avoidance, and cognitive rigidity). To test the integrity of this model, a sample of 397 undergraduate students completed measures of deficits, distortions, and current suicide ideation. A structural equation model demonstrated excellent fit, and findings indicated that only distortions have a direct effect on suicidal thinking, whereas cognitive deficits may exert their effects on suicide ideation via their reciprocal relation with distortions. Findings underscore the importance of both cognitive distortions and deficits for understanding suicidality, which may have implications for preventative efforts and treatment.
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The International Handbook of Suicide Prevention, 2nd Edition, presents a series of readings that consider the individual and societal factors that lead to suicide, it addresses ways these factors may be mitigated, and presents the most up-to-date evidence for effective suicide prevention approaches. An updated reference that shows why effective suicide prevention can only be achieved by understanding the many reasons why people choose to end their lives. Gathers together contributions from more than 100 of the world's leading authorities on suicidal behavior-many of them new to this edition. Considers suicide from epidemiological, psychological, clinical, sociological, and neurobiological perspectives, providing a holistic understanding of the subject. Describes the most up-to-date, evidence-based research and practice from across the globe, and explores its implications across countries, cultures, and the lifespan.