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Condiciones de vida y alimentación de la población rural
en Venezuela: Caracterización de un agroecosistema
cafetero en el Oriente del país
Jesús Ekmeiro Salvador§, David Gallart§§, Yeini Perche Salas§,
Juan Reardon§
§Universidad de Oriente. Puerto La Cruz – Venezuela§§Universidad de
Córdoba - España
INTRODUCCIÓN
Existe una marginalidad económica y social que continúan, hoy por hoy, pre-
valeciendo en muchas de las zonas rurales de los países, entre ellos Venezuela.
A esta nefasta situación, se agrega, además, el creciente deterioro de los recur-
sos naturales. La constante depredación de las áreas y la incorporación de tec-
nologías cuyos efectos nocivos sobre los suelos y el medio ambiente en general
se han hecho cada vez más notorios, contribuyen a profundizar la inequidad
en el medio rural(1). Ante la realidad del sector agrario venezolano, según las
visiones de diferentes estudiosos del contexto rural, las comunidades campe-
sinas se encuentran desprovistos de acciones concretas que verdaderamente
origine un cambio notable en el crecimiento económico y el desarrollo de la
calidad de vida, a pesar de que existen planes, proyectos y programas plante-
ados desde las cúpulas gobernativas; objetivos con muy poca efectividad,
puesto que han sido utilizados como herramienta para hacer politiquería y sin
un verdadero apoyo que no parta solamente de lo económico, sino desde la
formación a los pequeños y medianos productores(2) que permita romper la
estructura de esa cadena agroalimentaria imperante, obligando a evolucionar
al sistema hacia otras formas de producción y consumo.
En la actualidad Venezuela tiene planteado el gran reto de impulsar ade-
cuadamente su desarrollo agrícola, bajo esquemas que sean incluyentes y
que abarque a todos los sectores productivos de la nación.Las características
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Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
demográficas, sociales y económicas del país nos indican que la función so-
cial más importante de la agricultura venezolana debe ser la de proveer a la
población alimento suficiente, accesible y en condiciones adecuadas de pre-
cios y calidad, y reducirle al país la vulnerabilidad alimentaría externa. Ello
sólo será posible lograrlo con una agricultura eficiente, basada en soluciones
propias, surgidas a partir de nuestra realidad, aprovechando la historia, las
experiencias y los recursos humanos del país, pero con un amplio enfoque
universal de conocimientos. El desarrollo agrícola debe ser socialmente justo
y en armonía con el medio ambiente; y tener un firme basamento en la apli-
cación de la ciencia y la tecnología, las cuales deben estar a su servicio(3). El
sector agrícola es determinante para la seguridad alimentaria; ningún país
ha logrado sostener un proceso de crecimiento económico rápido sin antes
resolver el problema de seguridad alimentaria. Ésta es necesaria para el cre-
cimiento puesto que el acceso inadecuado e irregular a alimentos limita la
productividad y reduce la inversión en capital humano(4, 5). A nivel macroe-
conómico, las crisis alimentarias recurrentes afectan la estabilidad política y
económica, lo que a su vez reduce la eficiencia de la inversión(6).
La soberanía agroalimentaria es otro de los retos propuestos en los dife-
rentes planes de la última década, como nueva política en el marco de una
agricultura sustentable que prevé garantizar la producción de alimentos en
Venezuela y un incremento en la productividad agraria, y con ello, un mejor
uso y acceso a la tierra, al crédito, a la capacitación para la producción, al
crecimiento sostenido del sistema cooperativo, al incremento de la superficie
en siembra, asimismo se plantea una mayor participación del sector artesanal
que coloque al país a la vanguardia latinoamericana; sin embargo, la depen-
dencia de las importaciones de alimento como de materia prima, maquinaria,
insumos y fertilizantes, origina un incremento considerable en sus precios,
estos factores son algunos de los obstáculos que ha incidido de manera ver-
tiginosa en el desarrollo y productividad agrícola de las zonas rurales. Las
importaciones de alimentos dejaron de ser una medida para compensar el
déficit de la producción en Venezuela agrícola e industrial, y pasaron a ser
una política de Estado. De manera tal, que la soberanía alimentaria se ha
visto debilitada por la dependencia de alimentos importados, según estu-
diosos en el área el aparato productor nacional atraviesa una situación crítica
como consecuencia de las malas políticas agrarias, expropiaciones, invasio-
nes, controles de precios, falta en la entrega de divisas y la inseguridad que
azota sin tregua a los productores de la nación(2). En la última década, el
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Condiciones de vida y alimentación
aporte calórico de la disponibilidad de alimentos se incrementó, siendo ca-
talogada por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), como “suficiente”, razón por la cual en 2012 y 2015, esta
agencia internacional, otorga reconocimientos a Venezuela, por logros en se-
guridad alimentaria(7). Es importante destacar que, para el año 2012, comenzó
el notorio fenómeno de la escasez de alimentos, que desde entonces se ha
acentuado, alcanzando cifras en el 2015 nunca antes registradas en el país(8).
Las cifras actuales que maneja la Confederación de Asociación de Produc-
tores Agropecuarios de Venezuela representan todo un reto para la recupe-
ración del sector alimentario; en maíz blanco los productores solo abastecen
el 20% del consumo interno, Venezuela producía hasta el 70% del azúcar que
consumía y en la actualidad solo cubre el 20%, por 24 años exportó arroz
hacia Colombia y hoy en día el producto solo llega a cubrir el 35% del con-
sumo interno, así como también aunque el país exportó café por 200 años
hoy día solo abastece el 30% del mercado nacional(9).
El café reviste gran importancia en Venezuela, debido a que es cultivado
principalmente por pequeños agricultores con amplia tradición en este rubro,
y del cual dependen casi exclusivamente para su sustento. De igual modo, las
zonas cafetaleras juegan un rol importante en la conservación del ambiente y
recursos naturales, al proteger los suelos en pendiente y contribuir con la sus-
tentabilidad de la biodiversidad y los cuerpos de agua(10); pero sobre todo su
significancia radica en su difundido consumo, que es de vital importancia nu-
tricional para la población venezolana, la cual por su deficiente consumo de
frutas y hortalizas tiene en el café el principal alimento fuente de fitoquímicos
de alta capacidad biológica aportado por la dieta(11) que potencian beneficios
para la salud con su consumo diario y está enmarcado dentro de la creciente
tendencia de ingesta de alimentos funcionales(12).
El cafeto llega a Venezuela en 1730, proveniente de Cayena y es el misionero
Jesuita Gumilla quien establece plantaciones en las misiones de su Orden, en
las riberas del río Orinoco. Para 1783 se lleva al Valle de Caracas, específica-
mente en lo que hoy se conoce como Chacao(13). Desde finales del Siglo XIX el
café fue introducido en Anzoátegui en la zona del macizo del Turimiquire, en
la Figura 1, consiguiendo consolidarse rápidamente como el eslabón económico
de los productores locales. Las excelentes condiciones ambientales y muy parti-
cularmente el piso térmico ideal para el cultivo de café, entre 400 y 2.600 m.s.n.m,
generan una diversidad de pisos bioclimáticos ideales para los agroecosiste-
mas cafeteros y consolidaron esta zona montañosa como un espacio agrícola
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Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
productivo muy importante, aunque enfocado casi al monocultivo del café. El
café se constituyó en un valioso elemento para la economía local, regional y na-
cional, ya que logró estructurar una plataforma de comercialización muy lu-
crativa tanto en Venezuela como en el exterior, a través de su exportación y la
demanda de mucha mano de obra, dinamizando así poderosamente la econo-
mía rural. Sin embargo, en la primera mitad del Siglo XX con el descubrimiento
de petróleo, gas y carbón, y el consecuente establecimiento de toda la industria
extractora y exportadora de los mismos, se generó un éxodo campesino hacia
estas actividades mineras a expensas de la mano de obra agrícola de la región,
incidiendo particularmente de manera muy negativa sobre la ya tradicional
producción de café. Para 1974 los campesinos de esta región se constituyen en
PACCA (Productores Asociados del Café, Compañía Anónima) y logran que
el gobierno venezolano construya la torrefactora en 1980, cuando pasan a cons-
tituirse en la Cooperativa de Productores de Café de Anzoátegui (CPCA) para
administrarla(17). En 2007 logran que la estatal petrolera PDVSA se comprometa
a aplicar programas de retorno social en la zona cafetera, asumiendo la pro-
puesta de invertir en la renovación de cultivares, en calidad y número de plan-
tas, bajo esquemas de producción ecológica de café. Así, con la adquisición de
semillas certificadas se replantaron 166 has., acompañadas de entrenamiento a
los campesinos en materia de conceptos agroecológicos aplicados a café.
Con el tiempo la CPCA ha perdido la capacidad de mantener la Torrefac-
tora al máximo de su capacidad de producción, particularmente por los man-
tenimientos mecánicos y adquisición de repuestos que detuvieron varios de
los procesos medulares para tostar, moler y empacar el café como producto
terminado. Por tanto, retornaron a la venta del producto sin transformación,
más que secada la semilla al sol. Los manejos ecológicos a nivel de siembra no
se perdieron, los campesinos comenzaron a obtener cosechas de las nuevas
plantas sembradas. Sin embargo, al no haber continuidad en la capacitación
planteada inicialmente con el programa, los campesinos no lograron por sus
propios medios generar elementos claves para el manejo agronómico de sus
cultivos, como el establecimiento de semilleros locales para continuar replan-
tando la superficie productiva, y las adecuadas técnicas de cosecha manual
del café, que habrían mejorado los rendimientos para la fecha. Para 2013 el Mi-
nisterio de Agricultura y Tierras asume la responsabilidad de la Torrefactora,
invirtiendo recursos para iniciar su recuperación, pero desde 2016 ya hay re-
portes de que dichas inversiones necesarias para reestablecer su capacidad
operativa nunca fueron terminadas.
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Condiciones de vida y alimentación
La Organización Internacional del Café ha definido la producción vene-
zolana como volátil pero con tendencia a la estabilización en los próximos
años(15), la misma oscila actualmente entre 60 y 70 mil toneladas con un ren-
dimiento entre 6 y 7 qq/ha(16, 17), absolutamente insuficiente para abastecer
la demanda nacional y bastante lejos de parámetros de comercio internacio-
nal; y que además indica la urgente necesidad de implementar líneas de ac-
ción que permitan elevar los estándares de producción, tal como ocurre en
países grandes productores de café, donde los rendimientos reportados fluc-
tuaron entre 41.50 qq/ha y 43 qq/ha(18).
Con este referente, la productividad reportada en la zona de estudio es
de 5 qq /ha, inferior al promedio nacional y a un nivel que comprometen la
subsistencia de los productores. Muchos, si no han abandonado los cafetales,
han reducido los cuidados en la fertilización, recolección y otras labores que,
además de afectar la calidad del café, es la forma de aprovechar en mínima
parte las inversiones en los sembrados. Los campesinos reconocen su bajo
rendimiento por hectárea en función a sus potencialidades; la falta de aseso-
ría técnica, acceso al crédito, reposición de las plantas viejas y aumento de la
densidad de plantas por hectárea, son las principales razones de la baja pro-
ductividad argumentada por propios campesinos, pero sin avizorar ningún
plan de acción pertinente. La política nacional incide directamente en el de-
venir cotidiano de éstos pequeños productores de café. Ellos aseguran que,
si bien el gobierno nacional abre un espacio de diálogo para discutir los pre-
cios del café, los mismos han permanecido ya por muchos años férreamente
regulados sin incrementos acordes a los costes de producción. Esta proble-
mática de los precios guarda una relación política directa con el hecho de
que el café para los venezolanos es un producto de consumo masivo, el go-
bierno lo cataloga dentro de la cesta básica de alimentos, y por tanto es un
producto altamente sensible desde el punto de vista social. Pero paradójica-
mente, este enfoque político sobre el sector cafetero no solo ha generado des-
abastecimiento crónico del producto en el mercado nacional, sino también
un mercado negro especulativo para su adquisición; que atenta además con-
tra la sostenibilidad de los medios de vida rural analizada en lo referente a
la pobreza, inseguridad alimentaria y la ausencia de acceso a recursos por
parte de los campesinos(19) y terminan aumentando la vulnerabilidad rela-
cionada con la ecología, salud pública, pobreza y desarrollo social(20).
Este estudio ha tenido como objetivo general conocer y visibilizar las di-
námicas del manejo y uso del sistema de producción campesino café (Coffea
125
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
arabica L.) en la región noreste del Estado Anzoátegui, analizando especial-
mente la actividad participativa del componente humano en ese agroecosis-
tema, haciendo visible su experiencia dentro del horizonte político que define
la Soberanía Alimentaria. Los objetivos específicos están enmarcados dentro
de la sistematización de la experiencia, y persiguen los siguientes aspectos:
Describir el proceso organizativo de la cooperativa y analizar su expe-•
riencia de implementación de un sistema productivo cafetalero soste-
nible manejado bajo los principios ecológicos.
Hacer una caracterización agroecológica considerando las interrelacio-•
nes entre los componentes biofísicos, agronómicos y tecnológicos, aso-
ciados al subsistema cafetalero manejados por las familias asociadas a
la cooperativa.
Analizar socioeconómicamente el sistema productivo cafetalero de los•
campesinos asociados a la Cooperativa, que considere no solo la pro-
ductividad, sino que se fundamente en el trabajo colectivo como base
de una economía social solidaria.
Conocer los elementos que fundamentan las políticas sociales, la cali-•
dad de vida y la cultura alimentaria como indicadores del bienestar
social de las comunidades campesinas.
Figura 1. Zona de Protección Macizo de Turimiquire(21).
126
Condiciones de vida y alimentación
El diagnóstico de los aspectos físico-biológicos, socio-económicos e insti-
tucionales que plantea este artículo, constituye una estrategia para resaltar
aquellas potencialidades y oportunidades que difícilmente los agricultores
llegan a visualizar, y que fungen como punto de partida para lograr un des-
arrollo fundamentado en atender problemáticas reales y sus necesidades
concretas. Por lo tanto, hemos tratado identificar y discutir con precisión las
causas que limitan el desarrollo y no los efectos; además conocer cómo usan
los productores los recursos que disponen y que por desconocimiento o mal
manejo están siendo subutilizados.
HERRAMIENTAS DE OBSERVACIÓN Y ESTUDIO.
El objeto de estudio fueron 120 familias campesinas que, asociados a la
CPCA, estaban asentadas en las localidades de Bergantín (10º 00’ 52” N y 64º
22’ 29” O), El Zamuro (10º 01’ 33”N y 64º 17’ 19”O), El Cielo (10º 01’ 55”N y
64º 14’ 47”O) y Buenos Aires (10º 01’ 48”N y 64º 13’ 25”O). El abordaje se hace
desde una aproximación naturalista-constructivista dentro del paradigma
post-positivista(22). Es de tipo exploratorio y descriptivo de un fenómeno social,
de corte transversal, con diseño de campo, fenomenológico(23), enfocado en las
experiencias, opiniones y aportes individuales de los productores de café en
estas zonas rurales. La muestra incidental está compuesta por adultos y niños
que conforman las familias campesinas que residen permanentemente en estas
localidades, quienes aportaron información a través de escalas validadas y en-
trevistas individuales. Para la sistematización de la experiencia se utilizó un
cuestionario administrado a través de entrevistas directas, y estructurado en
función a tres ejes: ecológico/técnico-productivo, socioeconómico y sociopo-
lítico-cultural, considerados como las partes más básicas de la descripción y
comprensión del carácter y estado de la experiencia. Dicha encuesta contenía
preguntas directas y abiertas, lo que facilitó a los productores expresar sus opi-
niones sobre los problemas presentes en su predio.
Para valorar el nivel socioeconómico se utilizó el método Graffar Modi-
fica(24) así como para determinar el patrón dietético familiar se utilizó el Mé-
todo de Frecuencia Cualitativa de Consumo de Alimentos, aplicando una
encuesta que permitió obtener la frecuencia habitual de ingesta de un ali-
mento o grupo de alimentos durante los últimos tres meses, que genera una
valoración cualitativa de la dieta contrastable con las guía de alimentación
oficiales para la población venezolana vigentes. Esta comparación permitió
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Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
evaluar el grado de armonía existente entre los diferentes grupos de alimen-
tos que constituyeron el patrón de consumo de la población estudiada, en
función a las orientaciones nutricionales nacionales.
La presentación de los indicadores y el tipo de análisis de las variables
fueron analizadas mediante el programa estadístico Statistical Package for
the Social Sciences (SPSS) versión 19.0® Armonk, NY, USA: IBM Corp.
SISTEMATIZACIÓN DEL AGROECOSISTEMA.
I. DIMENSIÓN ECOLÓGICO-PRODUCTIVA: descriptores de activi-
dades y atributos que estructuran el agroecosistema, y el conocimiento am-
biental local.
Unidad Productiva (UP): los cooperativistas aglutinan un total de 2300
Has distribuidas entre los Municipios Libertad y Bolívar del Estado de An-
zoátegui. De esa superficie total, 166 Has fueron manejadas más reciente-
mente con semillas y criterios ecológicos modernos. La especie Coffe arabica y
sus variedades Typica, Catuai, Caturra, Bourbón y Mundo Nuevo, predomi-
nan en el área de estudio; siendo genotipos tradicionales de mayor interés por
presentar una fácil repoblación, mantenimiento, conservación de las áreas cul-
tivadas y adaptabilidad a diferentes altitudes; no así tolerancia a la roya, He-
mileia vastatrix, enfermedad que actualmente está atacando la producción
cafetalera. La UP está diversificada entre pequeñas áreas de pasto y algunos
cultivos de consumo doméstico; pero su principal extensión está constituida
por el bosque ribereño típico(25) con un dosel vegetal de hasta 70 mt y que, fí-
sicamente, brinda la sombra necesaria para que en su falda se extiendan los
sotobosques de plantas de café. Allí conviven 350 familias productoras, de las
cuales 70 tienen a mujeres como figura principal; la participación de las mismas
se ve incrementada particularmente en la cosecha del café, donde hasta un
25% de la mano de obra llega a ser femenina.
Manejos Agroecológicos: los análisis de suelos no son frecuentes, por eso
no se dispone de información reciente; sin embargo, desde el punto de vista
edafológico estos suelos han sido definidos técnicamente como Clase II con
una estructura limoarcillosa, y con presencia de un manto orgánico impor-
tante. Pudimos apreciar que en general son suelos adecuados para el cultivo
del café; son suelos profundos, con presencia de materia orgánica impor-
tante, buena retención de humedad, buena estructura física y con pocos efec-
tos erosivos a pesar de las enormes pendientes que caracterizan la topografía
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Condiciones de vida y alimentación
de este terreno montañoso. En este caso, el café, es justamente un cultivo pro-
tector, debido al uso de técnicas de siembra en contra de la pendiente. Se
hacen prácticas de conservación y mejora del suelo, usando enmiendas de
origen orgánico (postura de aves y excremento caprino). No se aplican ferti-
lizantes de origen químico, solo es común el uso de abono orgánico adqui-
rido en la ciudad, ya que no poseen instalaciones para el reciclaje de residuos
para la elaboración de compost, ni lombricultura. Se destaca que por proce-
sos naturales hay una descomposición del follaje del bosque en el suelo, cre-
ándose una capa orgánica de humus, que se constituye en la principal fuente
de materia orgánica en este medio.
Por ser un área protegida por la Nación la intervención de la cuenca es res-
tringida; y su conservación obligatoria; está ubicada dentro de la Cuenca Hi-
drológica del Turimiquire, lugar de nacimiento de tres de los principales ríos
del Oriente del País (Manzanares, Neverí y Guarapiche-San Juan) que surten
de agua a cuatro Estados con una población cercana a los 4 millones de habi-
tantes. No existe sistema de riego artificial para el café, es un cultivo de secano,
que depende de las fluctuaciones de lluvia durante el año y de la humedad
relativa. Para el abastecimiento y consumo doméstico, así como para los pe-
queños animales de granja, se utilizan tuberías rudimentarias que bajan el agua
de los manantiales, quebradas y ríos vírgenes; para ser almacenada en estan-
ques. Sería importante proponer la incorporación de prácticas agrícolas que
promuevan la “cobertura de vida continua”, como las gramíneas perennes, la
agrosilvicultura y los cultivos de cobertura, ya que pueden mejorar la gestión
del agua en relación con los sistemas anuales de cultivo. Dichas prácticas ase-
guran raíces vivas en los sistemas agrícolas durante todo el año y ofrecen un
enfoque al diseño de agroecosistemas que imita la dinámica ecológica de la
vegetación perenne nativa(26).
La biodiversidad cultivada vegetal está basada en huertos familiares para
consumo doméstico, y especies forestales de uso muy limitado, básicamente
empleados para los estantillos de soportes de las cercas perimetrales. La bio-
diversidad animal doméstica se basa en la cría para el autoconsumo de huevos
y aves; dado que para la protección de la Cuenca Hidrográfica del Turimiquire
no está permitida en la zona la cría comercial de pequeños ni grandes animales.
Ver detalles en Figura 2.
Las plantaciones son trabajadas principalmente por los miembros de la fa-
milia. Los hombres se hacen cargo del trabajo agrícola. Las mujeres también
están involucradas sobre todo en el proceso final, en el despulpado, lavado y
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Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
secado de la semilla de café. Al respecto de su manejo, el 95 % de los agricultores
no realizan un adecuado manejo de sombra, fertilización, ni han renovado las
viejas plantaciones de café; y la gran mayoría (99.80 %), tienen variedades alta-
mente susceptibles a la roya y de forma incipiente a la broca, Hypothenemus ham-
pei, insecto que actualmente de manera natural está bajo control. Los expertos
coinciden que la presencia de esta enfermedad se debe a múltiples factores aso-
ciados a prácticas agrícolas inadecuadas, aunadas a la variabilidad climática e
inadecuadas políticas agrícolas nacionales. A partir de los problemas fitosanita-
rios suscitados, todos los productores han mostrado el interés de incluir paula-
tinamente nuevas variedades con resistencia a enfermedades y plagas, así como
la incorporación de otras especies vegetales al sistema, cultivos frutales y con-
solidar un “sistema orgánico”, lo cual podría proporcionar beneficios tanto eco-
lógicos como económicos. Aunque la mejora genética puede tener múltiples y a
menudo complejos pasos, básicamente implica buscar características que con-
duzcan a la salud de la planta y buenos rendimientos tales como resistencia a
enfermedades, tiempo hasta la madurez, uso eficiente de agua o nitrógeno, to-
lerancia al calor o frío y, finalmente, cantidad de semilla producida(27).
Tabla 1. Biodiversidad: cultivada vegetal y animal doméstica en predios,
asociada al cultivo de café.
130
Condiciones de vida y alimentación
Para el control y tratamiento de plagas se usan trampas y controles bioló-
gicos, como la incorporación de avispas predadoras, trichoderma, vertici-
llium, trampas donde mezclan cerezas maduras de café y alcohol, y el muy
131
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
utilizado extracto de Neem, Azadirachta indica.Son comunes los huertos de
plantas medicinales para consumo intrafamiliar, y entre las variedades de mayor
uso se encuentran el Malojillo o Citronera, Albahaca, Aloe vera, Orégano Orejón,
Toronjíl, Menta y Yerbabuena; con las que básicamente atienden problemas di-
gestivos menores, fiebres y problemas respiratorios. En el caso del café el control
de malezas es particularmente importante en la prevención de muchas enfer-
medades y plagas; siendo una actividad crítica los campesinos de la UP utilizan
básicamente control de malezas manual a través de labranza mínima. Si bien el
proceso de desindustrialización de la agricultura implica desarrollar bioinsumos
locales y romper así con la dependencia de agroquímicos externos, el camino
hacia otros niveles más avanzados dentro del concepto agroecológico también
implica ayudar a los agricultores a aumentar la producción mediante prácticas
como semillas mejoradas, densidad de siembra óptima, aplicación más eficiente
de pesticidas y fertilizantes y un uso más preciso del agua. La llamada “agricul-
tura de precisión” es un enfoque que recientemente ha desarrollado tecnologías,
insumos y prácticas agrícolas modernas(28) que podría incorporar y mejorar ac-
tualizados manejos agroecológicos en este agroecosistema.
Insumos: dentro de las fincas las instalaciones asociadas al café consisten,
básicamente, en un patio de secado, acondicionado para iniciar el primer secado
del fruto inmediatamente cosechado. Pueden poseer pequeños almacenes, rús-
ticos, para almacenar la cosecha hasta que sea transportada a la Torrefactora.
Las prácticas agronómicas suelen ser básicamente manuales, a lo que se asocian
equipamientos muy básicos; machetes, azadón, rastrillos, pico, palas y carreti-
llas son los más difundidos. La crisis financiera nacional ha ayudado a despla-
zar el uso de agroquímicos por insumos biológicos, más accesibles desde el
punto de vista económico.
El cultivo del café es altamente sensible al uso de mano de obra, por lo que el
elemento humano se constituye en el principal insumo del trabajo. El acarreo de
mano de obra es diferente en las distintas fases del cultivo; así, durante la siembra
y prácticas agronómicas es preponderante el uso de mano de obra masculina pro-
pia de cada finca, mientras que para la recolección y cosecha se incorporan las
mujeres de la finca y pueden eventualmente ser contratados jornaleros externos.
La tracción animal utilizada es la de mulas y burros, cada productor tiene por lo
menos un animal. En líneas generales éstos son criados en las fincas y no hay evi-
dencias de que exista formación de sus dueños con respecto a la crianza y manu-
tención más adecuada de los animales. No existen registros ni información
disponible sobre los costes que suponen el mantenimiento de estos animales.
132
Condiciones de vida y alimentación
Se observaron instalaciones de paneles solares en algunas fincas e instan-
cias públicas (escuela, medicatura) que no están operativos desde que, re-
cientemente, han sido sustituidos por el tendido eléctrico nacional. El uso de
electricidad no representa ningún coste para los productores ya que es sub-
sidiada por el Estado. Sin embargo, los requerimientos asociados de energía
eléctrica al cultivo de café son nulos, dado que las prácticas agronómicas no
incluyen ningún tipo de equipo o instalación eléctrica. El único biodigestor
reseñado es el uso de leña, asociado exclusivamente al uso doméstico.
El transporte del café recién recolectado en la hacienda hasta los patios de
secado de las casas se hace en mulas y bueyes. Luego, desde las casas hasta la
Torrefactora se utilizan los vehículos de doble tracción, que a pesar de su im-
portancia no pertenecen a la Cooperativa. Pocos productores tienen vehículo
para trabajar en la finca y para la comercialización, son de doble tracción en
vista de lo intrincado de las vías de acceso a las montañas. El origen de estos
vehículos, generalmente de carácter privado, por tanto el mantenimiento de
los mismos depende exclusivamente de los mismos campesinos propietarios.
Conocimiento Agroecológico: la dedicación a la agricultura cafetalera es
reciente, se inicia en la primera década del siglo XX según los registros más
antiguos, cuando quedan constituidas varias haciendas cafetaleras de las pri-
meras familias que se asentaron en los alrededores del pueblo de Bergantín.
Desde entonces la agricultura se aprende por experiencia personal, sin una
formación técnica formal, por lo que el campesino reconoce con especial con-
sideración la importancia para su vida productiva de los conocimientos que
sus ascendentes. La reposición de las plantas viejas por nuevas se debe rea-
lizar, según la tradición campesina, para el mes de junio, fecha en la cual ya
está bien establecida la temporada de lluvias. Los primeros cultivadores sem-
braban las plantas en sentido de la pendiente montañosa, generando erosión
del suelo; pero con el tiempo el colectivo de campesinos aceptó cambios en
el patrón tecnológico de cultivo, sembrando desde entonces las plantas orien-
tadas en contra de la pendiente minimizando así los efectos negativos al
suelo causados por la erosión y construyeron muros con materiales locales
creando pequeñas murallas de contención. Los campesinos son muy conser-
vadores, no permitiendo la agricultura intensiva ni la incorporación de prác-
ticas avanzadas de producción animal, pues tienen una profunda conciencia
de la importancia de la Cuenca Hidrológica donde están ubicados y velan
por la no intervención de la misma. Fuera de las prácticas de controles bio-
lógicos y de las técnicas de siembra contrapendiente, que ha provenido de
133
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
talleres propiciados por organismos públicos agrarios, en líneas generales el
origen de sus prácticas es la tradición agraria local que forma parte de los
epistemos más básicos de la agroecología.
Por otra parte, un grupo representado por el 90.40 % de los caficultores,
consideran que a pesar del abandono generalizado de fincas y pérdida de
mano de obra, no todo está perdido y que existen acciones que deben ser re-
tomadas para el relanzamiento del sector cafetero local. Entre estas, mencionan
el haber dejado de usar agroquímicos y gestionar ante las instancias corres-
pondientes incentivos que premien al productor por la utilización de insumos
orgánicos, proteger el bosque, y llevar a cabo un ordenamiento territorial, entre
otras estrategias que ayuden a conservar y mejorar la fertilidad del suelo, y a
la conservación de la biodiversidad. Sostienen que existe la necesidad obligada
de incorporar tecnologías al sistema, con componentes de conservación de los
recursos naturales, que ofrezcan ventajas sociales, ecológicas y económicas
para las familias cafetaleras. El café, es por sí mismo, una plantación de arbus-
tos(29), y como tal, brinda beneficios ambientales, como protección del aire, de
los recursos hídricos, contra la erosión y efectos benéficos sobre los suelos, y
el producto podría acceder a mercados internacionales como el de comercio
justo o café orgánico. En cuanto a la transición agroecológica se puede plantear
que históricamente el café en esta zona ha tenido un tratamiento conservacio-
nista, que lo enmarca en lo ecológico, y que requiere y busca una actualización
de las técnicas agroecológicas mejorando la productividad; insistiendo en la
asociación con otros cultivos que incidan en una mayor variedad alimentaria
y nutricional en la población. Pero esto implicaría una visión sistémica del
agroecosistema, para su rediseño, que no tiene la casi absoluta mayoría de los
caficultores (99,16%); y solamente una familia productora (0,84%) desarrolla
actualmente un plan claramente enfocado hacia la transición agroecológica
(Finca 4D) atendiendo la diversidad espacial cultivada, procurando la conser-
vación de ambientes seminaturales, caracterizando suelos y plagas, así como
sustituyendo agroquímicos por insumos que permitan rescatar el equilibrio
ecológico del sistema. Pero en líneas generales el productor de la zona percibe
la transición agroecológica como una propuesta técnica, impulsada y acom-
pañada incluso por instancias gubernamentales, consecuencial a la crisis eco-
nómica nacional que les ha impedido el acceso a los insumos tradicionales del
agronegocio; y no como una propuesta incidental y sistémica, que se sobre-
pone de manera definitiva como un nuevo esquema de organización y pro-
ducción agrícola. Justamente, esa visión sistémica se hace fundamental para
134
Condiciones de vida y alimentación
rediseñar el agroecosistema, y que este funcione sobre la base de un nuevo
conjunto de procesos ecológicos con el objetivo de prevenir los problemas
antes de que ocurran, en lugar de tratar de controlarlos después de que ocu-
rran. Para reconocer los problemas, los ajustes realizados en el diseño interno
del sitio y el tiempo y los enfoques de gestión, en lugar de únicamente por
la disminución de los insumos externos(28); y así darle un verdadero carácter
sostenible a la experiencia agroecológica.
II. DIMENSIÓN SOCIO-ECONÓMICA: descriptores de las condiciones
y calidad de vida campesina, vinculada al entramado social y los recursos
que brinda el agroecosistema.
La propiedad de la tierra tiene dos modalidades, la primera y más difun-
dida es la propiedad pública dado que los campesinos están asentados en tie-
rras propiedad de la Nación, con título supletorio provisional de la tierra como
campesinos pisatarios. La otra modalidad, menos común, es la propiedad pri-
vada bajo la figura de tradición histórica de tenencia y uso de la tierra. No hay
presencia de latifundio. Los pisatarios ocupantes de las tierras del estado exi-
gen la propiedad, más sin embargo las leyes nacionales vigentes solamente
permiten los títulos supletorios provisionales y definitivos de tenencia de la
tierra, donde siempre el estado queda reservándose la propiedad.
En vista de que los productores están organizados en Cooperativa, la cadena
de comercialización se simplifica, en el sentido de que los campesinos llevan
toda su producción directamente a la torrefactora ubicada en Bergantín. En la
misma se seca el grano, y se entrega a las empresas gubernamentales que se en-
cargan del procesamiento y presentación final del producto, de su distribución
y venta a los consumidores. Es tradición en la zona que los campesinos dejan
una pequeña parte de su producción para el consumo intrafamiliar, constatán-
dose que no consumen café de marcas comerciales. Este circuito no permite
diálogo directo entre productores y consumidores, ya que la Cooperativa se en-
carga de recibir el “arrime” de cada productor, y ella misma se encarga luego
de distribuir los beneficios económicos obtenidos. La Cooperativa misma no
tiene ningún tipo de relación con los consumidores, dado que venden toda su
producción de café tostado y secado a la Nación. Sin embargo, el objetivo inicial
de la Cooperativa ha sido a través de una marca propia comercializar directa-
mente su producto ya terminado, es decir, molido y empaquetado; esto si per-
mitiría generar un circuito con interacción más cercana a los consumidores. Un
sistema verdaderamente agroecológico implica restablecer una conexión más
135
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
directa entre quienes cultivan nuestros alimentos y quienes los consumen. La
transformación del sistema alimentario se produce dentro de un contexto cul-
tural y económico, y esta transformación debe promover la transición a prác-
ticas más sostenibles. A nivel local, esto significa que los que comen deben
valorar los alimentos que se cultivan y procesan localmente, y respaldar con
la compra directa de alimentos a los agricultores comprometidos con los ma-
nejos ecológicos de los recursos. Este apoyo se convierte en una especie de
“ciudadanía alimentaria” y puede verse como una fuerza para el cambio del
sistema alimentario. Las comunidades de agricultores y consumidores pueden
formar redes alternativas de alimentos en todo el mundo donde se está cons-
truyendo una nueva cultura y economía de sostenibilidad del sistema alimen-
tario. La alimentación una vez más debe estar basada en relaciones directas(28).
El problema principal radica en que la torrefactora actualmente tiene graves
fallas mecánica en sus equipos de procesamiento, impidiendo darle mayor valor
agregado al producto final como la molienda y el empaquetado, y obligándose a
su vez a comercializar el café simplemente en grano tostado y seco. La información
obtenida permite establecer que en esta zona se requiere trabajar con nuevos cri-
terios, que les permita a los productores de café integrarse en organizaciones que
le ayuden a acceder a nuevos nichos de mercado y al financiamiento, para conse-
guir precios más justos, los cuales deben incluir actividades que fortalezcan no
solo a las organizaciones, sino a sus miembros y sus respectivas comunidades.
136
Condiciones de vida y alimentación
Con respecto a la caracterización de la familia campesina cafetalera, el pro-
medio de miembros que conforman una familia en este sector rural es de 4,58;
el 79,16% de las mismas están estructuradas sobre parejas hombre-mujer, un
20% tienen a mujeres sin pareja como responsable, y el 0,83% corresponde a
hogares unipersonales. El 32,18% de la población son estudiantes a tiempo
completo, y un 36,72% de la población en edad económicamente activa se de-
clara desocupada. La mayor parte de los agricultores entrevistados eran per-
sonas que rebasaban los 50 años, producto de un esquema fallido de relevo
generacional, que no considera importante seguir profundizando en la inte-
gración entre productores, y que sigue viendo como única alternativa el es-
quema de comercialización de sus productos hacia la Nación. La crisis de los
precios, la migración de los jóvenes, el mal diseño de los cafetales y la insegu-
ridad imperante, ha hecho que el manejo del cultivo se haya reducido al mí-
nimo e incluso algunos han dado sus cosechas a medias con los cortadores con
la finalidad de mantener el cafetal en mínimas condiciones de producción, con
plantas podadas, limpias y en espera de otros tiempos con mejores precios.
Por tanto, buena parte de los productores piensan que sus cafetales no son ren-
tables ya que no ven posibilidades de cubrir sus costos de producción, agudi-
zándose así las terribles condiciones de las familias campesinas de la región.
137
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
En la Figura 3 se muestran las características socioeconómicas de las 120
familias encuestadas. Del total, el 76,66% de los hogares encuestados resul-
taron definidos como pobres, y un 23,33% de las familias se caracterizaron
como no pobres. Los resultados sobre estratificación social son similares a
los de otras zonas de Latinoamérica, donde las familias caficultoras seen-
frentan normalmente a múltiples desafíos para contar con medios de vida
dignos, como en Chiapas, México, donde 74.5 % de los productores está por
debajo del umbral de pobreza(30); o en Nariño, Colombia, donde el 89,5% de
las familias productoras tienen ingresos inferiores al salario mínimo legal vi-
gente(31). La población pobre y rural podría llegar a sufrir más las consecuen-
cias de una crisis económica, como la que actualmente atraviesa Venezuela,
pues tiende a ser discriminada por tratarse de campesinos alejados de las
ciudades y centros de toma de decisiones, además que encarnan el pesado
estigma del supuesto atraso, la mentalidad tradicional propia de las socie-
dades premodernas(32).
En líneas generales las viviendas se caracterizan por ser construcciones
con condiciones de habitabilidad mínima y con electricidad. No existe ser-
vicio público de agua, abasteciéndose de las quebradas y manantiales que
bajan de las montañas. Hay buena cobertura de telefonía móvil en muchas
áreas, así como televisión satelital. Existe por lo menos dos ambulatorios ru-
rales Tipo I con asistencia de un técnico de medicina simplificada. La infraes-
tructura comunitaria de la zona más importante es la carretera rural, que une
a Bergantín con la capital del Estado. Sin embargo el tramo Bergantín – El
Zamuro (aproximadamente 15 Km) está inconcluso; extendiéndose hacia las
otras comunidades una carretera de tierra muy intrincada, en muy mal es-
tado, que se hace casi impenetrable en períodos de lluvia.
Además de empobrecidas e inmersas en un proceso de subproletarización,
las comunidades cafeteras parecen compartir como característica común en
Latinoamérica el bajo nivel educativo de su población; así, recientes estudios
tanto en Ecuador(33) como en México(34) refieren la permanencia de un problema
histórico: la mayor parte de los caficultores apenas alcanzan completar la edu-
cación primaria. Sin embargo, en esta zona estudiada de Venezuela encontra-
mos un resultado contrario a esta realidad educativa, ya que en el área cafetera
de estudio encontramos hasta un 67,53% de campesinos con tercer nivel de
educación, y en los estratos no pobres el 35,71% de los adultos de familia tenían
cuarto nivel de educación. El alcance de la enseñanza formal en la zona resultó
ser muy amplio, estas comunidades cuentan con una red de escuelas primarias
138
Condiciones de vida y alimentación
y una secundaria; y al estar ubicadas relativamente próximas a la ciudad tienen
acceso a varias Universidades públicas. Se reconoce que los agricultores con
educación básica tienen más probabilidades de adoptar nuevas tecnologías y
ser más productivos. Con la educación básica están mejor equipados para
tomar decisiones, así como para ser participantes activos en la promoción de
las dimensiones económicas, social y cultural del desarrollo(35). En las comuni-
dades estudiadas no existen escuelas técnicas agrícolas, anhelo de las mismas
desde hace mucho tiempo expresamente referido como resultado de nuestra
investigación.
La población valora la educación, entendiendo su importancia en la posibi-
lidad de diversificar las actividades económicas del núcleo familiar; así encon-
tramos agricultores con otras ocupaciones especializadas: mecánico, albañil,
chefs, peluquero; y técnicos-universitarios: docente, pequeño comerciante, ad-
ministrador, trabajadores sociales, paramédicos. En este medio rural la diná-
mica de los roles laborales tiene otra lectura, las labores no agrícolas están
fuertemente asociadas a los ciclos de siembra y cosecha, que pueden tener lap-
sos de tiempo prolongados como es el caso del café, que es un cultivo perma-
nente con una sola cosecha anual generalmente entre los meses de diciembre y
febrero.
La dimensión socio-económica de esta comunidad está fuertemente mar-
cada por la cooperativa, que desde su origen contempla entre sus objetivos es-
tatutarios el desarrollo y evolución cívico-social del caficultor, que tienda a
mejorar las condiciones de vida de éstas comunidades, en armonía con la pre-
servación del medio ambiente; promoviendo también actividades de forma-
ción, capacitación, investigación, mejoramiento de los servicios básicos y el
fomento de los principios comunitarios. Sin duda la cooperativa es percibida
como una plataforma de mejoras históricas de la comunidad cafetera, pero
a la vez sus miembros apuntan como un reto difícil para la organización el
dar respuesta a la enorme crisis, que implica actualizarse a los dinámicos
cambios sociales y económicos que están ocurriendo en todo el país, esperan
que se actualice al tiempo presente, para continuar siendo el andamiaje
donde los problemas de la comunidad caficultora encuentran solución.
La cooperativa ha promovido la creación de comités de trabajo que tien-
dan a mantener su propia iniciativa privada, buscando la solución de pro-
blemas socioeconómicos, así como actividades deportivas, asistencia jurídica,
programación de actividades culturales, médico-asistencial y sanitarias. De
igual modo ha promovido la economía comunitaria a través de un fondo de
139
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
reserva para auxiliar a los productores ante alguna necesidad o emergencia
de salud o económica en general a considerar. De igual manera la coopera-
tiva ha promovido la conservación de la práctica cultural del trueque de los
cultivos asociados entre los distintos productores integrantes.
III. DIMENSIÓN POLÍTICO-CULTURAL: descriptores del andamiaje
social y cultural que vincula ideológicamente a la población; con especial
atención en la caracterización alimentaria de los productores de alimentos.
Organización Local: La cooperativa de productores de café de Anzoáte-
gui puede enmarcarse como una red que comienza a dar sus primeros pasos
hacia una transición agroecológica, dado que ya han iniciado con la forma-
ción al respecto de configurar UP responsables tanto con el ambiente como
con la salud consumidor, a través principalmente de la sustitución de agro-
químicos por bioinsumos, pero también iniciándose en la experiencia prác-
tica de redes de semilla, intercambios técnicos con otras comunidades de
caficultores organizados, así como de redes políticas reivindicativas por la
defensa de precios justos de sus cosechas y mejores condiciones de vida. His-
tóricamente han tenido importantes logros, a través del establecimiento de
convenios interinstitucionales, como la construcción de la Torrefactora y el
desarrollo de nuevas plantaciones de carácter ecológico, así como la conse-
cución de cursos y mesas técnicas de trabajo para su manejo.
Participación: existen dos líneas organizacionales y de toma de decisio-
nes. La Cooperativa es la primera, que se rige por sus estatutos que están ali-
neados a la Ley Nacional de Cooperativas; su alcance apunta a hacia aspectos
económicos de los mientras, y también repercute sobre lo social. El otro frente
de decisiones son los Consejos Comunales, que en esta zona conviven 10 de
estas organizaciones conformadas por productores cafetaleros. Estos conse-
jos comunales tienen un área de acción más local, y afectan decisiones de ca-
rácter sociopolítico. Ambas estructuras cuentan con una Asamblea General,
como máxima autoridad en la toma de decisiones, las cuales son colectivas
y definidas por una mayoría simple. En ambos casos existe una junta direc-
tiva, las cuales son evaluadas a través de un informe de gestión administra-
tivo anual, en una Asambleas Ordinarias, para así corroborar que se están
logrando los objetivos, metas y planes propuestos tendientes a mejorar las
condiciones del colectivo. Los consejos comunales pueden rotar anualmente
su junta directiva, mientras que la Cooperativa lo hace en períodos de 3 años.
A pesar de que las mujeres participan activamente dentro de la estructura
140
Condiciones de vida y alimentación
social de la organización, reconocen que han sido los hombres los que man-
tienen la tutela en los puestos claves para la toma de decisiones inherentes a
la comunidad. Es importante más trabajo en equipo, para que la mujer se ho-
mologue en los espacios de cooperación social, que impulsen la incorporación
de la mujer campesina a niveles de participación social y productiva más efec-
tiva, y homologada con los hombres. La equidad de género sigue siendo un
problema estructural, a pesar de que la mujer está integrada a las labores
de campo. Las campesinas consideran importante consolidar un vínculo con
los organismos involucrados en el problema de atención de género, como el
Ministerio de la Mujer y el Banco de la Mujer, para gestionar programas en
beneficio directo del sector.
Imaginarios Ideológicos: El Estado venezolano es promotor de una agricul-
tura más ecológica, y lo contempla tanto en la Constitución Nacional como en
la Ley de Seguridad y Soberanía Alimentaria. Sin embargo, este marco jurídico
no se muestra particularmente vinculado a la actividad de los caficultores de la
zona estudiada, quienes han venido acometiendo prácticas de marcado carácter
ecológico más por su aislamiento de los grandes circuitos del agronegocio que
por conocimiento y defensa sostenida de la agroecología. Por tradición han ve-
nido practicando una agricultura conservacionista y de bajo impacto ambiental,
y esto es una fortaleza al tratar de asociarlos a un programa de agroecología,
que ulteriormente los vincule con los conceptos de soberanía alimentaria. Tam-
poco existe una red de consumidores a vincular con éstos productores, y en
efecto, no es de conocimiento público la disponibilidad de éste café agroecoló-
gico en las ciudades cercanas. Sería un elemento importante en esta experiencia
la creación de un colectivo de consumo agroecológico que, sin intermediarios,
pudiese acceder a este café y consolidaría una estrategia más de sostenibilidad
para los productores de la zona. Aun así, la homogeneización productiva
impuesta, que privilegia al café sobre otros productos, ha redefinido o creado
nuevas formas de articulación espacial rural-urbana. La ruralidad actual se
entiende como una “urbanización difusa”, donde se advierte una reconfigu-
ración o transición demográfica a través de factores como: desestructuración
familiar por el proceso de migración campo-ciudad, tendencia a crear pe-
queños centros “urbanos” contra la dispersión de la población, desarrollo
tecnológico para el intercambio comercial y comunicaciones, transformación
estructural del mercado laboral con productores medios, y trabajadores rurales
agrarios segmentados por los procesos de mecanización, y nuevos desocupa-
dos. Y la incipiente aparición de nuevos nichos de mercado laboral, como el
141
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
ecoturismo y los deportes extremos que promueven cambios en el compor-
tamiento social de la población.
Luchas y Resistencias: a través de la Cooperativa los campesinos han de-
mostrado ser sujetos sociales activos, con períodos particularmente agitados
por el reconocimiento y la inclusión como parte esencial de la vida política
y económica de la región. Sin embargo, en Venezuela fuera de algunos ce-
rrados círculos intelectuales o académicos, el reconocimiento social que se le
da a la masa campesina no es el más acorde; son considerados ciudadanos
de segunda. Y aunque la Constitución hace un reconocimiento especial a los
campesinos, destacando su importante papel en el desarrollo de la Nación,
la realidad demuestra que el campesino vive muy por debajo de los están-
dares de vida de la población general, que es mayoritariamente urbana.
Aunque los campesinos venezolanos señalan que la vida rural tiene ven-
tajas como, un ambiente menos contaminado, menor incidencia de estrés y
otras afecciones sobre la salud asociadas al estilo de vida citadino, acceso a
alimentos más saludables y menor incidencia de inseguridad y violencia; en
contra posición anhelan un acceso más inmediato al sistema educativo y ser-
vicios de salud, acceso a la tecnología, servicios de transporte y agua domi-
ciliaria, actividades de índole cultural y recreativas, y el nivel de ingreso que
es mucho más alto en la ciudad que en el campo. No existe ninguna campaña
pública ni privada que tenga como objetivo mejorar la imagen y percepción
del campesino en Venezuela. Sembrar café agroecológico para los produc-
tores de la Cuenca del Turimiquire es considerado por ellos mismo como
algo importante, algo valioso, y aunque sus prácticas y modos de vida se co-
rresponden a la agricultura campesina, esta última no es un concepto para
ellos, es simplemente el estilo de vida y la cultura que han heredado de sus
ancestros. A pesar de muchas limitaciones, se ha observado en las entrevistas
que la incipiente agricultura orgánica en la zona trae consigo un cierto grado
de cambio y oportunidad positiva. Al igual que en otras experiencias a nivel
mundial, los trabajadores involucrados en cultivos orgánicos parecen bene-
ficiarse de una mayor sostenibilidad social de las condiciones y relaciones
de trabajo, ya que muestran una clara y constante preferencia por trabajar
en esta parte del sector, principalmente debido a razones de salud que expe-
rimentan o que perciben(36).
Cultura Alimentaria: la disponibilidad de recursos para cubrir las nece-
sidades de alimentación desde un enfoque culturalmente apropiado, sea
directamente a través de alimentos o de dinero para poderlos adquirir, es
142
Condiciones de vida y alimentación
proporcional al nivel de calidad de vida. La alimentación ocupa una parte
muy importante en término de tiempo y recursos, ya que las consideraciones
y actividades diarias en torno a la obtención, preparación y consumo de ali-
mentos constituye una importante preocupación para las personas(37). En el
imaginario cultural está concebida la premisa de que los agricultores, y por
extensión la gente del medio rural, se alimentan mucho mejor dado que per-
tenecen al sector primario de producción teniendo así un acceso mucho más
inmediato a la comida; sin embargo la evidencia científica parece mostrar
que esto no es siempre así, pues también la agricultura moderna ha aumen-
tado la marginación de la población rural que ve deteriorados sus niveles de
vida, particularmente en lo que respecta a las condiciones de trabajo y a sus
niveles de alimentación(38).
El 65,83% de las familias estudiadas reportaron la práctica habitual de tres
comidas diarias (desayuno, almuerzo, cena) y un 4,16% de las mismas ma-
nifestaron consumir adicionalmente meriendas, menos en el caso de familias
pertenecientes al estrato social de pobreza crítica. El 33,33% de las familias
en pobreza crítica realizan solo dos comidas al día (desayuno y cena), lo que
podría sugerir la insuficiencia de la dieta en buena parte de la población de
estratos sociales más desfavorecidos.
Para analizar la frecuencia de consumo, los alimentos fueron divididos
en dos bandas: Los de consumo diario (figura 4) y los de consumo semanal
(figura 5), para cada estrato socioeconómico. En la Figura 4 se pueden ob-
servar los 14 alimentos que representan el patrón de consumo diario de ali-
mentos en los distintos estratos sociales de la población estudiada. En ella se
observa que el 100% de las familias incluyen a la sal como principal condi-
mento utilizado en las preparaciones, aunque las familias en pobreza crítica
destacan el uso del cubito como condimento principal. El azúcar es el prin-
cipal edulcorante para todos los estratos sociales, vinculado al consumo de
café, bebida preferida por la mayoría de las familias y resultado esperado en
una zona productora del grano. El mismo no se consume con leche. El aceite
de soja es la principal grasa visible, utilizada principalmente para guisos y
frituras, así como los condimentos más destacados son el ají dulce y la cebo-
lla. El principal alimento proteico consumido son los huevos, aunque en las
familias en pobreza crítica se debe destacar un consumo diario importante
de sardinas frescas, y el arroz es el principal cereal de consumo. Sin embargo,
la harina de maíz precocida en el estrato no pobre destaca por si sola como
el principal cereal de consumo entre estas familias.
143
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
FIGURA 4. Frecuencia diaria de consumo de alimento en familias de la zona
cafetera.
Anzoátegui, Venezuela. 2017.
144
Condiciones de vida y alimentación
Entre los alimentos de consumo semanal que conforman la estructura de
la dieta de esta población rural encontramos la pasta y la yuca como fuentes
energéticas comunes a todos los estratos sociales; así como la carne de bovino
y las sardinas frescas como principal proteico. El consumo de pollo se reporta
más frecuente en familias no pobres, y el de sardinas enlatadas entre las fa-
milias con pobreza relativa y crítica. Los no pobres consumen plátano macho,
papas y zanahoria, que es la única hortaliza que aparece reportada. Los po-
bres consumen a la semana más enlatados, como el atún.
Así, se visualiza un patrón de consumo alejado de las recomendaciones es-
tablecidas por las guías de alimentación para la población venezolana(39), pues
se privilegia el consumo de alimentos fuentes de carbohidratos y proteínas, a
expensas de los alimentos reguladores fuentes de vitaminas y minerales, como
las hortalizas y frutas. Un hallazgo importante es precisamente que el patrón
de consumo en estas comunidades caficultoras es similar a los reportados en
dietas urbanas, con presencia de muchos alimentos industrializados, sin frutas
y con pocas hortalizas, a pesar de encontrarse en un entorno donde se pueden
producir. De hecho, el café es el único fruto de consumo habitual, y por tanto
la principal fuente de fitoquímicos para estas poblaciones, lo que hace destacar
aún más la importancia de su consumo para la nutrición y la salud pública de
la región.
El origen de los alimentos es heterogéneo, si bien esta población pertenece
al sector económico primario que se encentran ubicados en espacios naturales
de producción de alimentos, no todo lo que consumen es local. Ciertamente
la autoproducción de alimentos, generalmente a través de conucos, huertos y
patios productivos dentro del domicilio familiar, en esta población rural no es
una opción sino un estilo de vida. En los estratos no pobres y de pobreza rela-
tiva esta actividad prevalece hasta en el 83,11% de las familias, mientras que
el 100% de las familias en pobreza crítica se dedican a la autoproducción. El
trabajo permanente o estacional en las labores agrícolas (siembra, cosecha,
agroindustria) parece brindarle saberes a esta comunidad, que aplican en la
producción permanente de alimentos en sus propios hogares contribuyendo
así a la seguridad alimentaria a través del consumo directo, aunque también
el 53,33% de las familias destinan una parte de la siembra para la venta como
fuente de ingreso familiar. Además del café, se destaca la producción de mu-
sáceas, maíz, ocumo blanco y chino, yuca dulce y amarga, aguacate, mango,
cítricos y cacao, varios tipos de leguminosas, caña de azúcar, tomate, berenjena
y varias especias.
145
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
FIGURA 5. Frecuencia semanal de consumo de alimento en familias de la
zona cafetera.
Anzoátegui, Venezuela. 2017.
146
Condiciones de vida y alimentación
La dinámica del abastecimiento incluye estrategias como elaborar produc-
tos para la venta en las ciudades, es el caso del casabe, o para intercambiar en
trueques no monetarios; intercambios que involucran alimentos propiamente
dichos, o alimentos autoproducidos por otros insumos de uso doméstico
como jabón, crema dental, pañales o champú.
Un beneficio socioeconómico muy importante que reportaron la totali-
dad de las familias encuestadas, y que incide de manera fundamental en el
acceso a gran parte de los alimentos que caracterizan la dieta de esta pobla-
ción, es el programa de asistencia alimentaria gubernamental conocido
como CLAP (Comité local de abastecimiento y producción), a través del cual
mensualmente las familias reciben una caja o bolsa de alimentos considera-
dos estratégicos por el gobierno venezolano, en función al desabastecimiento
regular de los mismos en el mercado, producto de la crisis económica que
atraviesa el país. El origen de los alimentos que integran el CLAP es externo,
importados generalmente de otros países Latinoamericanos, y han generado
un conflicto de interés desde el análisis de las premisas de soberanía ali-
mentaria: si bien ayudan a solventar como estrategia la vulnerada seguridad
alimentaria familiar en un momento de crisis, podrían estar a su vez com-
pitiendo y/o sustituyendo la producción local de alimentos. Harina de
maíz precocida, arroz, atún y sardinas enlatadas, frijoles negros, pasta, azú-
car, margarina y aceite de soja forman parte del programa, que con certeza
determina su presencia o no en el patrón de consumo de alimentos de estas
familias. De igual modo el pollo beneficiado y empacado, recibe un fuerte
subsidio y regulación por parte del estado. Reportamos así, un sistema
agroalimentario donde la ciudad alimenta al campo, con muchos productos
industrializados y en su mayoría importados. La población rural se encuen-
tra inmersa dentro de una lógica de consumo industrial, lo cual obstaculiza
el avance y la sustentabilidad de un sistema agroecológico en la región. Al res-
pecto, cabe reflexionar sobre la necesidad en la zona de un moderno movi-
miento de “relocalización” de los alimentos, con sus redes en crecimiento de
mercados de agricultores, esquemas agrícolas apoyados por la comunidad,
cooperativas de consumidores y otros acuerdos de comercialización que acor-
tan la cadena alimentaria y estimulan el consumo de productos locales(28); y
aunque un sistema alimentario de ciudad-región no puede definirse clara-
mente, ni es completamente cerrado, dada la interacción de múltiples actores
involucrados, es perentorio el esfuerzo en reconducir los criterios sociales,
ambientales, económicos e institucionales para acercarse a la sostenibilidad
147
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
cuatridimensional(40) necesaria para consolidar una cadena agroalimentaria
en la zona con carácter soberano.
IMPLICACIONES HACIA LA SOBERANÍA ALIMENTARIO-NUTRI-
CIONAL.
El agroecosistema estudiado evidencia luchas, conflictos y grandes retos
por abordar, desde una visión que persigue la seguridad y soberanía alimen-
taria. Existe una transición desde el modelo de agricultura industrial, que
planteó para la zona el monocultivo de café, hacia un modelo de agroecología
incipiente y particularmente entendido desde unas prácticas agronómicas
con mayor carácter ecológico.
Desde la dimensión ecológico-productiva se encontró que estos producto-
res venezolanos tienen elementos y capacidades para obtener un café de alta
calidad culinaria; si los acompaña una política nacional adecuada y mejoran
los manejos del cultivo. El manejo agronómico actual es deficiente y pone en
riesgo la sustentabilidad del sistema, habría que ahondar en cambios, en mu-
chos casos radicales, para redimensionar las actividades hacia las dimensiones
de la agroecología. Pero mejorar la productividad de los cafetales también re-
quiere de políticas de estado dirigidas al cultivo de café, que deben pronta-
mente revisar dos aspectos fundamentales: el precio del producto que debería
ir compaginado con la estructura reales de costos de producción del café, y
concretar líneas de financiación oportunas para los productores. La actual es-
tructura de costos del café no se amolda a los precios regulados que impone
el estado venezolano, evidenciando la falta de interés económico oficial. Adi-
cionalmente, la comercialización amerita de un productor más comprometido
con el carácter soberano de su producto, para evitar la tentación de caer en
manos de intermediarios que se encargan de especular con su producción a
través de la agroindustria monopólica.
Socioeconómicamente la mayor parte de los caficultores trabajan en tierras
de propiedad pública y su estructura social de organización y toma de deci-
siones se fundamenta en la Cooperativa. La cooperativa envuelve toda la ca-
dena de valor del café, asesoría al productor, seguridad, “arrime” de la cosecha
a la torrefactora, procesado, empacado y venta del producto final como café
tostado y molido. Sin embargo, en la actualidad su alcance se ha restringido
a la asesoría técnica de producción y un primer tostado manual, dado que
la torrefactora presenta serias fallas técnicas y está intervenida por el Estado.
148
Condiciones de vida y alimentación
El sistema nunca ha propiciado una conexión directa entre quienes cultivan
nuestros alimentos y quienes los consumen, ya que el café tostado y empa-
cado es enviado a grandes centros de distribución en la ciudad, descuidando
el valor y carácter artesanal, local y la temporalidad tan importante en este
producto. El 76,66% de los hogares encuestados resultaron definidos como
pobres, con viviendas mínimamente habitables y con servicios de electrici-
dad, agua y comunicación telefónica disponible; hasta un 67,53% de los ca-
ficultores poseen estudios secundarios y hasta el 35,71% tienen cuarto nivel
de educación.
La dimensión político cultural está marcada desde el Estado venezolano,
que es promotor de una agricultura más ecológica, y lo contempla tanto en
la Constitución Nacional como en la Ley de Seguridad y Soberanía Alimen-
taria. Sin embargo, este marco jurídico no se muestra particularmente vin-
culado a la actividad de los caficultores de la zona estudiada, quienes han
venido acometiendo prácticas de marcado carácter ecológico más por su ais-
lamiento de los grandes circuitos del agronegocio que por conocimiento y
defensa sostenida de la agroecología. Han diversificado sus predios para au-
toabastecerse de alimentos, y más allá del café producen un importante nú-
mero de otros alimentos para el autoconsumo familiar, intercambio o venta
directa. Pero sus hábitos alimentarios se ven fuertemente influenciados por
la dependencia creada a través de los programas gubernamentales de asis-
tencia alimentaria, que llevan de la ciudad al campo la mayor cantidad de
alimentos energéticos, harinas y grasas visibles, que aportan sus dietas; aten-
tando así directamente contra la construcción y sostenibilidad de un verda-
dero sistema agroecológico.
La equidad de género es un problema evidente en este grupo de estudio,
aunque formalmente un buen número de mujeres forman parte de la organi-
zación campesina, en la práctica su intervención en la actividad agrícola es
poco relevante: no deciden sobre el uso de la tierra, no administran los princi-
pales insumos relacionados con la siembra y la cosecha, no asumen responsa-
bilidades ni técnicas ni financieras, tampoco participan mayoritariamente en
la toma de decisiones de su organización. No existe un frente organizado de
mujeres campesinas de carácter reivindicativo al género.
El café es un elemento fundamental y crítico en el contexto de la Soberanía
Alimentaria de los venezolanos; su arraigo cultural lo han definido como el
alimento de mayor consumo en el país, pero su valor no es solamente culi-
nario ni económico; técnicamente es la principal fuente de fitoquímicos de
149
Aproximaciones a la pluralidad alimentaria Iberoamericana
la población, por lo que su relevancia nutricional es incuestionable; pero este
ideario sobre su producto principal, no está internalizado en la comunidad
de productores. El trabajo de caracterización ha permitido demostrar que el
cultivo de café en este sector del Macizo del Turimiquire, suma un conjunto
de prácticas culturales que definen una incipiente transición agroecológica,
y que bien orientada y sustentada podría generar productos como café eco-
lógico certificado, redes de comercio justo y cadenas de ecoturismo.
Asumir la soberanía alimentaria como parte de su filosofía de vida en los
campesinos, es un paradigma asociado a la satisfacción de sus necesidades
básicas, alcanzable si colocamos a la agroecología al frente y al centro del re-
diseño de este sistema agroalimentario.
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