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2022 - Perdiguero-Gil & Bueno - EL PAPEL ASIGNADO A LA EDUCACIÓN SANITARIA EN LA ESPAÑA DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA

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Abstract

En España, a mediados de la década de los años setenta del pasado siglo, se discutieron diversos proyectos de reforma sanitaria que pretendían cambiar el desfasado sistema sanitario heredado del franquismo. En todas estas propuestas, pero en especial en las provenientes de los partidos de izquierda, se asignó un papel primordial a la educación sanitaria de la población. En un sistema sanitario que pretendía defender la salud en vez de curar la enfermedad, las conductas de la población en relación con los factores sociales y económicos que generaban enfermedades resultaban cruciales. Asimismo, la educación sanitaria se concibió como un medio para que la población participase en la planificación, gestión y evaluación de los servicios sanitarios. Estas afirmaciones genéricas supusieron, en muchas ocasiones, versiones ingenuas y clásicas de la educación sanitaria, similares a las propuestas por el gobierno. Frecuentemente se defendió el papel de la educación sanitaria en la racionalización del uso de los servicios sanitarios. Los proyectos de reforma sanitaria tendieron a establecer la hegemonía de lo sanitario frente a lo educativo. Algunas propuestas más diferenciadas dieron paso a acciones
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Cómo citar este artículo: Perdiguero-Gil, Enrique y Bueno Vergara, Eduardo. «El papel asignado
a la educación sanitaria en la España de la Transición Democrática». Historia y Memoria de la
Educación 15 (2022): 137-169
Historia y Memoria de la Educación 15 (2022): 137-169
Sociedad Española de Historia de la Educación
ISSN: 2444-0043
DOI: hme.15.2022.30556
EL PAPEL ASIGNADO A LA EDUCACIÓN
SANITARIA EN LA ESPAÑA DE LA
TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA*1
The role assigned to health education in the Spain
of the Democratic Transition
Enrique Perdiguero-Gila y Eduardo Bueno Vergarab
Fecha de recepción: 31/03/2021 • Fecha de aceptación: 08/08/2021
Resumen. En España, a mediados de la década de los años setenta del pasado
siglo, se discutieron diversos proyectos de reforma sanitaria que preten-
dían cambiar el desfasado sistema sanitario heredado del franquismo.
En todas estas propuestas, pero en especial en las provenientes de los
partidos de izquierda, se asignó un papel primordial a la educación sani-
taria de la población. En un sistema sanitario que pretendía defender la
salud en vez de curar la enfermedad, las conductas de la población en
relación con los factores sociales y económicos que generaban enferme-
dades resultaban cruciales. Asimismo, la educación sanitaria se concibió
como un medio para que la población participase en la planificación,
gestión y evaluación de los servicios sanitarios. Estas afirmaciones gené-
ricas supusieron, en muchas ocasiones, versiones ingenuas y clásicas de
la educación sanitaria, similares a las propuestas por el gobierno. Fre-
cuentemente se defendió el papel de la educación sanitaria en la raciona-
lización del uso de los servicios sanitarios. Los proyectos de reforma
sanitaria tendieron a establecer la hegemonía de lo sanitario frente a lo
educativo. Algunas propuestas más diferenciadas dieron paso a acciones
* Este trabajo ha sido financiado por los proyectos «De la propaganda sanitaria a la educación para la
salud: ideología, discursos y saberes en la España de Franco (1939-1975)» HAR2012-34588 (MINECO),
«Reforma sanitaria y promoción de la salud en el tardofranquismo y la transición democrática: nuevas
culturas de la salud, la enfermedad y la atención» HAR2015-64150-C2-1-P (MINECO/FEDER) y por la
red NISALDes, RED2018-102413-T (Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades).
a Instituto Interuniversitario López Piñero, Sede Universidad Miguel Hernández de Elche, N-332,
km. 87, s/n, 03550 Sant Joan d’Alacant, Alicante, España. quique@umh.es http://orcid.org/0000-
0003-0870-3512
b Instituto Interuniversitario López Piñero, Sede Universidad Miguel Hernández de Elche, N-332,
km. 87, s/n, 03550 Sant Joan d’Alacant, Alicante, España. ebueno@umh.es http://orcid.org/0000-
0001-7185-6162
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más concretas a nivel local que fueron desarrollando la educación para
la salud que se llevaría a cabo en las décadas siguientes.
Palabras clave: Educación sanitaria; Franquismo; Transición democráti-
ca; Reforma sanitaria; España.
Abstract. In the mid-1970s, several health reform projects were discussed in
Spain for the purpose of changing the outdated health system inherited from
Francoism. In all these proposals, but especially in those promoted by the left-
ist parties, a primary role was assigned to the health education of the general
population. In a health system that sought to defend health rather than cure
diseases, the behaviour of the population in relation to the social and eco-
nomic factors that generated diseases was crucial. Furthermore, health edu-
cation was conceived as a way for the population to participate in the plan-
ning, management, and evaluation of health services. These generic statements
were, on many occasions, naive and classic versions of health education,
similar to those proposed by the government. The role of health education in
rationalizing the use of health services was frequently invoked. Health re-
form projects tended to establish the hegemony of health workers over teach-
ers. Some more specific proposals gave way to more concrete actions at a
local level that led to the development of the model of health education that
was carried out in the following decades.
Keywords: Health education; Francoism; Health reform; Spain.
INTRODUCCIÓN
En 1970, en uno de los primeros textos que indicaban la necesidad
de reformar el sector sanitario construido durante el franquismo, se afir-
maba lo siguiente: «La deficiente educación sanitaria de la población
española es una de las mayores taras de nuestra sanidad».1 Pocos años
después, en 1976, Josep Artigas y Helios Pardell, al criticar la política
sanitaria catalana, señalaban que la «[…] Promoció de la salut. Basada,
fonamentalment, en l’educació sanitària […], com la resta de la tasca
educadora, ha estat deixada de cantó sistemàticament».2 La afirmación
1 El entrecomillado aparece en el Preámbulo al número extraordinario de Cuadernos para el Dialogo,
publicado en mayo de 1970, dedicado a «La crisis de la medicina en España. Médicos, Medicina,
Sociedad», s.p.
2 Josep Artigas y Hèlios Pardell, «Estructura actual de la sanitat. Defectes de l’estructura i política
sanitaria», en Xè Congrés de Metges i Biòlegs de Llengua Catalana. II Ponència. Funció social de la
medicina, (Barcelona: Acadèmia de Ciències Médiques de Catalunya i de Balears. Societat Catalana
de Biologia, 1976), 210. Este tipo de congresos venía celebrándose desde 1913 y se interrumpieron
con la Guerra Civil. El noveno había tenido lugar también en Perpiñán, en 1936. El texto de Artigas
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formaba parte de una ponencia presentada al Xè Congrés de Metges
i Biòlegs en Llengua Catalana, celebrado en Perpiñán. Aunque referida
a Cataluña, podía hacerse extensiva al conjunto de España, pues los ele-
mentos que la justificaban implicaban a todo el país.3
Una década después, el panorama era muy diferente y la educación
sanitaria había pasado a ocupar un lugar privilegiado dentro de los pro-
yectos de reforma sanitaria, a juzgar por la nota editorial de uno de los
Quaderns del Centre d’Anàlisi i Programes Sanitaris (CAPS):4
La Educación para la Salud se ha convertido, con el tiempo,
en uno de los leitmotiv [sic] de toda reforma sanitaria. No hay
discurso programático sobre política de salud que no incluya una
expresa referencia a la Educación Sanitaria, si bien, en ocasiones,
es tan sólo el tópico que, como otros varios, los políticos quieren
no olvidar.
Pero hoy sabemos que la Educación para la salud es un tema
bastante más complejo de lo que se creía hace unos años.5
El objetivo de este trabajo es analizar el papel que, en el contexto
de los debates sobre la reforma sanitaria, se asignó a la educación sa-
nitaria, pues no solo se le otorgó un valor estrictamente sanitario, sino
catalizador de un nuevo modelo de sociedad, tal y como afirmaba Yuste
en 1971:
y Pardell forma parte de la ponencia sobre la función social de la medicina que tendría una gran
influencia en los debates posteriores sobre la reforma sanitaria. Artigas, abogado, tuvo un papel
destacado en la sanidad catalana; Pardell, médico, se dedicó a la actividad clínica.
3 Hemos escogido «educación sanitaria» como el término más utilizado en los proyectos que se
analizan en este artículo. En los años veinte y treinta se usó «propaganda sanitaria» y a finales de los
sesenta y en los setenta comenzaron a emplearse «educación para la salud» y «promoción de la sa-
lud». Hay notorias diferencias conceptuales entre ellos, pero su uso indistinto fue frecuente. A nivel
internacional véase Julia Vanel, «De l’éducation sanitaire à la promotion de la santé: Enjeux et orga-
nisation des savoirs au coeur de l’action publique sanitaire (internationale)». (Thèse de doctorat,
Université Paris Saclay (COmUE), 2006).
4 El CAPS, fundado en Barcelona en 1983, tiene como objeto contribuir, a través del análisis pluri-
disciplinar de la sanidad, al intercambio de ideas, a la reflexión y a la investigación de todo lo rela-
cionado con la salud. Es el heredero del Gabinet d’Assessoria i Promoció de la Salut, puesto en
marcha en 1976 en el seno del Colegio de Médicos de Barcelona.
5 Centre d’Anàlisi i Programes Sanitaris, «Nota editorial», en ed. Centre d’Anàlis i Programes Sani-
taris, Tendencias actuales en educación sanitaria, (Barcelona: Centre d’Anàlis i Programes Sanitaris,
1987), 5.
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[…] la educación sanitaria, a la vez que una actividad sanita-
ria, es una filosofía del desarrollo individual y comunitario, que
conecta con las preocupaciones democráticas y de promoción de
los pueblos y sus comunidades, y que considera que la labor en
pro de la salud es el primer bien de cualquier hombre por encima
de razones o justificaciones de tipo económico.6
En la misma línea, el texto del CAPS, indicaba que la educación sa-
nitaria tenía que ver con:
[…] comprender lo trascendente que el rol protagonista del
ciudadano puede tener para mejorar o empeorar la calidad de
vida y las espectativas [sic] de salud […] si se consiguiera que el
ciudadano fuera protagonista de su vida y de la historia de la co-
munidad, probablemente se hallaría la fórmula mágica que per-
mitiría una eficaz política de prevención.7
El interés del tema objeto de estudio radica en analizar cómo —y con
qué características— las actividades educativas relacionadas con la sa-
lud, fuera del ámbito escolar, tuvieron un papel fundamental en los dis-
cursos sobre la reforma del sistema sanitario heredado del franquismo,
una necesidad sobre la que había un consenso general desde inicios de
los años setenta. Las fuentes que hemos utilizado son, fundamentalmen-
te, documentos oficiales, monografías, actas de congresos y artículos de
revista publicados desde el inicio de la Dictadura pero, sobre todo, en los
años setenta e inicios de los ochenta del pasado siglo. Aunque, con fre-
cuencia, el debate sobre la reforma sanitaria se circunscribe a los años
que median entre la victoria en las elecciones generales de 1982 del Par-
tido Socialista Obrero Español (PSOE) y la aprobación de la Ley Gene-
ral de Sanidad (LGS) en 1986, lo cierto es que se pueden encontrar in-
tentos de reforma desde los años sesenta –la mayor parte de ellos
fracasados– y, desde luego, abundantes debates al respecto en los años
inmediatamente anteriores y posteriores a la muerte del dictador.8 Nos
6 Francisco Javier Yuste Grijalba, La educación sanitaria (Madrid: Marsiega, 1971), 13. Yuste, psi-
quiatra y funcionario de Sanidad Nacional, fue senador y diputado del PSOE y colaboró con Ernest
Lluch en la elaboración de la Ley General de Sanidad (LGS) de 1986.
7 Centre d’Anàlisi i Programes Sanitaris, «Nota editorial», 5.
8 Enrique Perdiguero-Gil y Josep M Comelles, «The Roots of the health Reform in Spain», en Health
Care and Government Policy, ed. Laurinda Abreu, (Évora: Publicações do Cidehus, 2019), 10.4000/
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vamos a centrar precisamente en estos últimos, tras resumir lo ocurrido
en el franquismo, pues los avatares de la gestación de la LGS en la pri-
mera legislatura socialista son más conocidos.9 En esos años se dieron
dos circunstancias relevantes. La primera, el reconocimiento del dere-
cho a la protección de la salud por la Constitución Española de 1978, en
cuyo artículo 43 se especificaba: «Los poderes públicos fomentarán la
educación sanitaria, la educación física y el deporte. Asimismo, facilita-
rán la adecuada utilización del ocio». La segunda es la celebración en
Alma-Ata (entonces Unión Soviética) de la Conferencia Internacional
sobre Atención Primaria de Salud que otorgó un papel crucial a la edu-
cación sanitaria.10
Nuestro objeto de estudio es la educación, pero nuestro enfoque va a
centrarse en el ámbito sanitario. Los médicos reclamaron para sí la he-
gemonía en la educación sanitaria de la población, aun reconociendo la
imprescindible colaboración del mundo educativo. En lo referido a lo
que se realizó en este último, remitimos al artículo de Terrón y Hurtado
de este mismo monográfico.
Para desarrollar nuestros argumentos dedicaremos un primer apar-
tado, con el fin de conocer el punto de partida de las propuestas refor-
madoras, a la educación sanitaria de la población realizada desde ins-
tancias oficiales durante el franquismo. En un segundo apartado
analizaremos el papel asignado a la educación sanitaria en los proyectos
que pretendieron crear un servicio nacional de salud que dejase atrás la
sanidad franquista. En el tercer apartado indicaremos qué se entendió
por educación sanitaria en el contexto reformista. Concluiremos con un
balance sobre lo que significó la educación sanitaria en la reforma sani-
taria y años posteriores.
books.cidehus.8327. Esteban Rodríguez Ocaña y Rosa Ballester Añón, «El Informe del consultor de
la OMS Fraser Brockington de 1967 en el contexto del reformismo sanitario franquista», Dynamis
39, n.o 2 (2019): 477-496, https://doi.org/10.30827/dynamis.v39i2.9845. Enrique Perdiguero-Gil y Jo-
sep M. Comelles, «The defence of health. The debates on health reform in 1970s Spain», Dynamis 39,
n.o 1 (2019): 45-72, https://doi.org/10.30827/dynamis.v39i1.8666. José Martínez-Pérez y Enrique Per-
diguero-Gil, eds., Genealogías de la reforma sanitaria (Madrid: Catarata, 2020).
9 Juli Nadal, La construcción de un éxito. Así se hizo nuestra sanidad pública (Barcelona: Ediciones
La Lluvia, 2016).
10 Organización Mundial de la Salud, Alma-Ata 1978. Atención Primaria de Salud (Ginebra: Organi-
zación Mundial de la Salud, 1978).
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¿Hubo educación sanitaria durante el franquismo?
Las afirmaciones del preámbulo de Cuadernos para el Diálogo y del
texto de Artigas y Pardell a propósito de la ausencia de educación sani-
taria en el franquismo, se pueden suscribir si la consideramos tal y
como la describió Yuste. Sin embargo, desde un enfoque tradicional11
de trasmisión vertical, de arriba abajo, habitual en el último cuarto del
siglo XIX y primero del XX —y que no desapareció en los proyectos de
reforma sanitaria— sí hubo actividades que trataron de educar a la po-
blación para, sobre todo, permitir a los sanitarios desarrollar su labor.
Fueron propuestas dispersas, en un contexto en el que se primó la me-
dicina curativa con la puesta en marcha en 1944 del Seguro Obligatorio
de Enfermedad (SOE),12 postergando la preocupación por la salud de la
colectividad.13 Conocerlas es preciso para entender el punto de partida
de los debates surgidos en la Transición.
LA EDUCACIÓN SANITARIA EN EL PRIMER FRANQUISMO
Durante esta etapa hubo una cierta continuidad con las iniciativas
de educación sanitaria (entonces «propaganda sanitaria») desarrolla-
das durante la II República. En plena guerra se estableció un Servicio
de Divulgación y Propagada Sanitarias, cuyo punto de partida fue la
idea de: «[…] que uno de los factores más importantes en la lucha
contra las deficiencias biológicas, los estados de inferioridad física,
las enfermedades infecciosas y cuanto abarca y trata de combatir la
Higiene Pública, es la incultura popular sobre estas materias […]».14
Por ello se organizaba un «[…] servicio especial encargado de mo -
delar la conciencia sanitaria del público». Lo dirigió el dermatólogo
11 La continuidad de esta perspectiva en el caso de la educación relacionada con el cuidado de la
infancia, de gran relevancia durante el franquismo, ha sido estudiada en Irene Palacio Lis, Mujeres
ignorantes: madres culpables adoctrinamiento y divulgación maternoinfantil en la primera mitad del
siglo XX (València: Universitat de València, 2003).
12 Eduardo Bueno Vergara y Enrique Perdiguero-Gil, «Mejor curar que prevenir: dispositivos asis-
tenciales y actividades preventivas en el primer franquismo», en Del siglo XIX al XXI. Tendencias y
debates, eds. Mónica Moreno Seco, Rafael Fernández Sirvent y Rosa Ana Gutiérrez Lloret (Alicante:
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2019), 1972-1983.
13 Pedro Marset Campos, José Miguel Sáez Gómez y Fernando Martínez Navarro, «La Salud Pública
durante el franquismo», Dynamis 15 (1995): 211-250.
14 Boletín Oficial del Estado de 31 de mayo de 1938, n.o 586: 7610-7611.
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Julio Bravo Sanfeliú, que ya había encabezado la sección de Higiene
Social y Propaganda de la Dirección General de Sanidad (DGS) creada
en 1931.15
A partir de las fuentes consultadas, se puede inferir que el Servicio de
Divulgación y Propagada Sanitarias (después Sección de Propaganda
de la DGS) no desarrolló una gran actividad. No obstante, confeccionó
carteles para las «luchas sanitarias» contra la mortalidad infantil, el pa-
ludismo, la polio, las enfermedades venéreas y el cáncer, sobre higiene,
los peligros de la circulación, y también para la lotería de la Cruz Roja.
También llevó a cabo charlas radiofónicas.16
Por su parte, la facción falangista del Régimen, aunque desde las
páginas de la revista SER se adhirió a la necesidad de la propaganda
sanitaria,17 en no pocas ocasiones mostró reticencias ante las activida-
des divulgativas, constriñéndolas a un estrecho marco: fomentar la in-
munización y la profilaxis, recurrir al médico ante cualquier duda, pro-
mover revisiones médicas periódicas y prevenir lo que se consideraban
abusos en la utilización del SOE.18
La DGS publicó, entre 1944 y 1962, una colección de 68 folletos des ti -
nados a actualizar los conocimientos de los médicos rurales.19 No obstante,
15 Ramón Castejón Bolea, Enrique Perdiguero Gil y José Luis Piqueras Fernandez, eds., Las imá-
genes de la salud: cartelismo sanitario en España (1910-1950) (Alicante. Madrid: Instituto Alicanti-
no de Cultura «Juan Gil-Albert». Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2012). Ramón
Castejón, Enrique Perdiguero y Rosa Ballester, «Los medios de comunicación al servicio de la lu-
cha antivenérea y la protección de la salud maternoinfantil (1900-50)», História, Ciências, Saú-
de-Manguinhos 13, n.o 2 (2006): 411-437. Enrique Perdiguero, Rosa Ballester y Ramón Castejón,
«Films in Spanish Health Education: The Case of Child Health (1928-1936)», Higyea Internationa-
lis 6, n.o 2 (2007): 69-97.
16 Julio Bravo, Algunas consideraciones sobre propaganda en general y propaganda sanitaria en parti-
cular (Madrid: Dirección General de Sanidad, 1951).
17 Fue la facción falangista del Régimen la que puso en marcha, desde el Ministerio de Trabajo, el
SOE. La revista SER era una publicación de la Delegación de Sanidad de Falange. Enrique Perdigue-
ro-Gil, «Propaganda y “educación sanitaria” en el ideario médico-social del Franquismo a través de
la revista SER», en Política, salud y enfermedad en España: entre el desarrollismo y la transición demo-
crática, ed. Enrique Perdiguero-Gil, (Elche: Universidad Miguel Hernández, 2015).
18 Dr. Turégano, «Un aspecto de la propaganda en el seguro», SER X, n.o 90 (1951): 78. Se rechazaba
todo elemento que diera a conocer a la población síntomas de las enfermedades y tratamientos de
las mismas: Perdiguero-Gil, «Propaganda y “educación sanitaria”».
19 Bravo, Algunas consideraciones sobre propaganda, 22.
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algunos dedicados al cáncer, tuvieron un claro interés divulgativo.20
También publicó, entre 1938 y 1964, una colección de monografías, «Al
Servicio de España y del Niño Español», inserta en la política pronata-
lista del Régimen, cuya audiencia fue profesional: los sanitarios implica-
dos en el cuidado de la salud maternoinfantil, dependientes del Ministe-
rio de Gobernación y ajenos a los pediatras del SOE. Sin embargo,
alguna monografía también puede encuadrarse en el ámbito de la edu-
cación sanitaria de las madres.21
Por su parte, las divulgadoras rurales de la Sección Femenina desple-
garon actividades de educación sanitaria, tanto por sí mismas como a
través de las cátedras ambulantes. Si bien esta institución ha sido profu-
samente estudiada, no existen muchos análisis sobre las tareas de edu-
cación sanitaria.22 Sin duda, su actividad, fuertemente adoctrinadora,
fue relevante, especialmente en la década de los cuarenta.23
Otra figura relacionada con la educación sanitaria, las enfermeras
de Salud Pública (su nombre oficial fue variando con el tiempo), a las
que se había otorgado un importante papel durante la II República, fue
perdiendo relevancia. Varias de las mejor formadas acabaron en el exilio
20 Fueron textos premiados por la Asociación Española Contra el Cáncer, creada en 1953, que esta-
bleció un concurso con afán vulgarizador. Por ejemplo: A. Pérez Martínez, Lo que todo el mundo debe
saber sobre el cáncer (Madrid: Dirección General de Sanidad, 1954).
21 Modesta Salazar Agulló, Emilio Martínez Marco y Josep Bernabeu-Mestre, «La salud maternoin-
fantil durante el franquismo: notas bibliométricas sobre el programa “Al servicio de España y del
niño español”», Asclepio 59, n.o 1 (2007): 285-314.
22 Heliodoro Manuel Pérez Moreno, «La asistencia sanitaria cono función circumformativa de la
Cátedra Ambulante de Huelva (1956-1977)», Cuestiones Pedagógicas, n.o 21 (2011/2012): 197-228;
Heliodoro Manuel Pérez Moreno, «Educación y asistencia social de una escuela errante durante el
Franquismo en España», Revista de Educación Social, n.o 17 (2013): 1-16. Alberto González García,
«La Sección Femenina y las campañas de vacunación obligatoria contra la difteria en España en
las páginas de La Vanguardia (1940-1955)», Vínculos de Historia. Revista del Departamento de His-
toria de la Universidad de Castilla-La Mancha 5 (2016): 309-329, https://doi.org/10.18239/vdh.
v0i5.018. José Manuel Maceiras-Chans, María Eugenia Galiana-Sánchez y Josep Bernabeu-Mes-
tre, «La Sección Femenina en las campañas de vacunación del primer franquismo: el caso de la
provincia de Valencia (1941-1958)», RECIEN 13 (2017): 5-23, https://doi.org/10.14198/re-
cien.2017.13.02.
23 José Manuel Maceiras-Chans, María Eugenia Galiana-Sánchez y Josep Bernabeu-Mestre, «Enfer-
mería y control social: las actividades socio-sanitarias de la Sección Femenina de Falange en la ciu-
dad de Valencia (1940-1977)», Enfermería Global 17, n.o 1 (2018): 270-282, https://doi.org/10.6018/
eglobal.17.1.263381. No hay que olvidar el papel que en la educación de las mujeres tuvo el Servicio
Social: Beatriz Echeverri Dávila, «La protección de la infancia: la educación sanitaria de las madres
en la posguerra española», Historia y Política, n.o 9 (2003): 279-308.
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y la labor de las que quedaron fue diluyéndose con la reorientación de
la enfermería.24
En resumen, en las dos décadas iniciales de la Dictadura, las actividades
de propaganda y divulgación sanitaria —fueron los términos más usados—,
impulsadas desde la sanidad oficial, fueron débiles y dispersas, dedicadas
a combatir las creencias de la población, concebidas como un lastre para
la actividad sanitaria, especialmente en el caso de la salud maternoinfantil.
LA EDUCACIÓN SANITARIA EN EL DESARROLLISMO
La educación sanitaria se mantuvo al margen de la estructura asis-
tencial del SOE, que progresó notablemente con la puesta en marcha de
la Seguridad Social en 1967. Excluido lo relacionado con el programa
EDALNU, cuyo desarrollo se produjo principalmente en el ámbito esco-
lar,25 los planteamientos de la educación sanitaria no cambiaron con res-
pecto a los de la etapa anterior, como muestran las palabras de Bosch,
jefe de los Servicios de Sanidad Maternoinfantil de la DGS: «Hace falta
una mínima cultura sanitaria que en el orden individual y familiar acep-
te y hasta reclame las prácticas de medicina preventiva y en el orden
social acepte también las medidas colectivas, colabore al bienestar de la
comunidad y sienta la responsabilidad de medidas sanitarias […]».26
La frase forma parte de su intervención en la V Conferencia de la
Unión Internacional para la Educación Sanitaria de la Población (UI-
ESP), celebrada en Filadelfia en 1962.27 La siguiente conferencia, en
24 Josep Bernabeu-Mestre y Encarna Gascón Pérez, Historia de la Enfermería de Salud Pública en
España (1860-1977) (Alicante: Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1999). Josep Berna-
beu-Mestre y María Eugenia Galiana Sánchez, «Enfermería y exilio. El caso de las visitadoras sani-
tarias», Mètode, n.o 61 (2009): 22-22. María Eugenia Galiana Sánchez, María Pilar García Paramio, y
Josep Bernabeu Mestre, «La frustración de una profesión: la enfermería de salud pública en la V
Reunión de Sanitarios, 1959», Temperamentvm 5, n.o 9 (2009).
25 Eva María Trescastro-López y Silvia Trescastro-López, «La educación en alimentación y nutrición
en el medio escolar: el ejemplo del Programa EDALNU», Revista Española de Nutrición Humana y
Dietética 17, n.o 2 (2013): e84-e90, https://doi.org/10.14306/renhyd.17.2.11.
26 Juan Bosch Marín, Filosofía de la educación sanitaria sobre la salud de la madre y el niño (Madrid:
Dirección General de Sanidad, 1962), 30.
27 España se adhirió en 1954 a esta organización, creada en 1951: Marie-Claude Lamarre, «The In-
ternational Union for Health Promotion and Education», Health Education Research 15, n.o 3 (2000):
243-248, https://doi.org/10.1093/her/15.3.243.
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1965, tuvo lugar en Madrid. Con tal motivo se publicó el libro Proble-
mas de educación sanitaria,28 en el que participaron autores como Adolfo
Maíllo y Primitivo de la Quintana quienes, desde el mundo educativo y
sanitario, ya habían mostrado su preocupación por la educación sanita-
ria.29 Pero ni el texto de 1962, ni el de 1965, al igual que había ocurrido
con los previos relacionados con la UIESP de 1955 y 1959,30 indican
que la educación sanitaria en España hubiera traspasado el dintel de
los esfuerzos débiles y descoordinados ya comentados.31 De hecho, en
1962 fracasó un intento de poner en marcha, con el asesoramiento de la
OMS, un departamento de educación sanitaria en el seno de la Escuela
Nacional de Sanidad.32
En lo programático, sí se ofrecieron novedades respecto al plantea-
miento más clásico de la labor educadora como lucha contra la igno-
rancia. Tal es el caso de Adolfo Serigó, muy activo en diversos frentes
sanitarios durante el franquismo.33 En una obra dedicada a la asistencia
a los enfermos mentales, incluyó un capítulo sobre educación sanitaria
en el que, muy atento a las discusiones internacionales sobre el tema,
abogó por considerar las bases culturales de la salud y la enfermedad,
de modo que con anterioridad a cualquier actividad educativa debía
28 V.V. A.A., Problemas de educación sanitaria. Curso desarrollado como contribución a la VI Conferen-
cia de la Unión Internacional de Educación Sanitaria (Madrid: Editorial Universitaria Europea,
1965).
29 Véase los trabajos al respecto ya citados en el artículo de Terrón y Hurtado en este mismo mono-
gráfico.
30 Unión Internacional para la Educación Sanitaria de la Población (Madrid: Dirección General de
Sanidad, 1955), 39-42. Manuel Blanco Otero y Enrique Bravo, Unión Internacional para la Educación
Sanitaria Popular (IV Conferencia, Düsseldorf, 2-9 mayo 1959) (Madrid: Dirección General de Sani-
dad, 1959), 33-37.
31 No hay estudios detallados sobre otras vías de educación sanitaria tanto institucionales como no
institucionales, en especial en el ámbito audiovisual. A modo de ejemplo podemos citar el programa
radiofónico «El consejo del doctor» emitido por la Sociedad Española de Radiodifusión entre 1962
y 1974. Lo dirigía el yerno de Franco, Cristóbal Martínez-Bordiú, controvertido cirujano. En los
primeros años contó con guiones teatrales a cargo del periodista Antonio Domínguez Olano. Poste-
riormente adoptó un formato periodístico. Todos los meses ofrecía un premio a las contribuciones
de médicos españoles sobre la importancia de la divulgación de la salud.
32 Pilar Nájera, «Health Education in Spain - AN OVERVIEW», en World Yearbook of Educacion.
Health Education, eds. Chris James, John Balding, y Duncan Harris (London: Kogan Page, 1989),
64-72.
33 Enric J. Novella, «Los límites de la tecnocracia: el Patronato Nacional de Asistencia Psiquiátrica y
la modernización autoritaria de la asistencia psiquiátrica en la España del segundo franquismo»,
Dynamis 39, nº. 1 (2019): 73-97, https://doi.org/10.30827/dynamis.v39i1.8667.
El papEl asignado a la Educación sanitaria En la España dE la transición dEmocrática
Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169 147
hacerse un análisis cultural de la población en la que se iba a interve-
nir.34 Las ideas de Serigó no tuvieron efecto práctico.
Unos años antes, el completo informe del Prof. Colin F. Brockington,35
uno de los consultores enviados por la OMS en el marco de la colabora-
ción entre el organismo internacional y España, puso de manifiesto la
mala situación de la administración sanitaria española en general y, por
tanto, de la educación sanitaria en particular. Subrayó la inexistencia
de la enfermería de Salud Pública y la falta de formación especializada.
El informe Brockington hay que contextualizarlo en el ámbito del
reformismo sanitario franquista. En 1965, se había confeccionado un
ambicioso Plan de Actividades Sanitarias, sin traducción práctica,36 que
incluía un apartado sobre la educación sanitaria, estableciendo la labor
directiva de la DGS en lo referido a la materia.37 Planteaba acciones a
varios niveles, muchas de ellas novedosas, si bien el punto de partida
era tradicional: «No parece preciso extenderse muy ampliamente en de-
mostrar la necesidad de modificar la actitud de indiferencia de la mayor
parte de la población en cuanto a los problemas sanitarios en general, en
el aspecto privado como en el colectivo».38
También se planteó poner en marcha zonas de demostración sani-
taria, en las que llevar a cabo la integración de todas las actividades sa-
nitarias, incluida la educativa. Se planificó una en Talavera de la Reina,
pero no se inauguró hasta 1976.39 El proyecto de Talavera fue una de las
34 Adolfo Serigó Segarra, «Las bases de la educación sanitaria», en Bases sociales de la asistencia a
los enfermos mentales (Madrid: Patronato Nacional de Asistencia Psiquiátrica, 1969), 282-299. Seri-
gó era el secretario del Plan Nacional de Asistencia Psiquiátrica.
35 Esteban Rodriguez-Ocaña, «La sanidad franquista vista desde la Organizacion Mundial de la Sa-
lud: el Informe Brockington (1967)», Gaceta Sanitaria 32, n.o 6 (2018): 582-583, https://doi.or-
g/10.1016/j.gaceta.2018.03.004.
36 Rodríguez Ocaña y Ballester Añón, «El Informe del consultor de la OMS Fraser Brockington»,
480-484.
37 Plan de Actividades Sanitarias (Madrid: Dirección General de Sanidad), 78-83. El apartado dedica-
do a la educación sanitaria mantenía la denominación tradicional: «Propaganda y Divulgación Sani-
taria dirigida a la población».
38 Plan de Actividades Sanitarias, 78.
39 Esteban Rodríguez Ocaña y Juan Atenza Fernández, «El proyecto E30 OMS-España para el esta-
blecimiento de una zona de demostraciones sanitarias en Talavera de la Reina, 1965-1976», en Salud,
enfermedad y medicina en el franquismo, eds. Mª Isabel Porras Gallo, Lourdes Mariño Gutiérrez,
y María Victoria Caballero Martínez (Madrid: Catarata, 2019), 124-145.
■  EnriquE PErdiguEro-gil y Eduardo BuEno VErgara
Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169
148
escasas referencias a la educación sanitaria en los Planes de Desarrollo
Económico y Social.40
La afirmación sobre la «indiferencia» a la que se aludía en el Plan de
Actividades Sanitarias contrasta con el surgimiento durante el desarro-
llismo de un pujante mercado editorial sobre popularización médica, en
especial «guías médicas para el hogar», que daban consejos preventivos,
para entender las enfermedades y realizar primeros auxilios.41 Era un
tipo de vulgarización repudiada por muchos médicos, entre los que tam-
bién se contaban algunos de los que propusieron reformas.42
En julio de 1975, pocos meses antes de la muerte de Franco, una co-
misión interministerial creada para abordar la reforma sanitaria, emitió
un informe en el que la educación sanitaria se situaba en coordenadas
más próximas a las formuladas por Yuste: «La educación sanitaria de la
población y el fomento de la solidaridad constituyen aspectos funda-
mentales de profunda raíz social y comunitaria».43
También en julio 1975 se puso en marcha tanto el departamento de
Educación Sanitaria de la Escuela Nacional de Sanidad,44 encabezado
por Pilar Nájera (1930-2018),45 como la sección de Educación Sanitaria
de la DGS que tuvo continuidad en el Ministerio de Sanidad y Consu-
mo.46 Pilar Nájera era en 1975 la única mujer en el escalafón del Cuerpo
de Médicos de Sanidad Nacional y había dedicado varios años a la
40 Perdiguero-Gil y Comelles, «The defence of health»: 52-54.
41 Enrique Perdiguero Gil, «La popularización médica durante el franquismo: un primer acerca-
miento», en Educación, comunicación salud. Perspectivas desde las ciencias humanas y sociales,
coords. Josep M Comelles y Enrique Perdiguero Gil, (Tarragona: Publicacions Univeristat Rovira
i Vir gili, 2017), 105-138.
42 José Antonio Valtueña, «El ciudadano indefenso y la educación para la salud», Cuadernos para el
Diálogo Extra XLVI (1976): 77-78.
43 Comisión Interministerial para la Reforma Sanitaria, Informe al Gobierno, (Madrid: Ministerio de
la Gobernación. Comisión Interministerial para la Reforma Sanitaria, 1975), 9.
44 Nájera, «Health Education in Spain - AN OVERVIEW», 65.
45 En el Boletín Oficial del Estado de 8 de febrero de 1974, n.o 34: 2483 se publicó el nombramiento
de María Pilar Nájera Morrondo como Jefe del Departamento de Educación Sanitaria de la Escuela
Nacional de Sanidad.
46 En el Boletín Oficial del Estado de 16 de julio de 1982, n.o 169: 19303 se publicó el nombramiento
de Pilar Nájera Morrondo como Jefe de la Sección de Educación Sanitaria del Ministerio de Sanidad
y Consumo.
El papEl asignado a la Educación sanitaria En la España dE la transición dEmocrática
Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169 149
gestión hospitalaria antes de pasar a ser el referente en la sanidad oficial
de la educación sanitaria. Sobre las actividades realizadas por el depar-
tamento y la sección en sus primeros años de funcionamiento, los que
nos incumben aquí, no hay demasiadas noticias, más allá de la intensa
labor docente realizada, sobre todo en el tema de la educación nutricio-
nal, en estrecha colaboración con el ya citado programa EDALNU.47 Las
publicaciones más sobresalientes de Pilar Nájera más allá de un texto
para manipuladores de alimentos, editado varias veces, se produjeron a
finales de los ochenta y noventa del pasado siglo, ya en el contexto de la
Educación para la Salud, esquema conceptual predominante en aque-
llos años. La labor de Pilar Nájera, sin embargo, no fue reconocida por
los implicados en la reforma sanitaria, probablemente porque su plan-
teamiento, más técnico, estaba alejado del papel emancipador que se
quiso otorgar a la educación sanitaria.
La educación sanitaria en la reforma sanitaria
La importancia de la educación sanitaria en el contexto de la reforma
aparece, sobre todo, en los proyectos que se publicaron por parte de va-
riados agentes sociales (médicos, sociólogos, economistas, periodistas y
miembros de movimientos sociales), que podemos denominar de mane-
ra genérica como «oposición democrática», antes y después de la legali-
zación de los partidos políticos. Fueron los miembros del Partit Socia -
lista Unificat de Catalunya (PSUC) y del Partido Comunista de España
(PCE) los que se mostraron más activos a la hora de proponer un nuevo
sistema sanitario.48 En general, estos escritos tomaron como referencia
sistemas sanitarios europeos, particularmente los de Reino Unido e Italia.
47 María Teresa García Jiménez, «Introducción. Breve historia de la alimentación y la nutrición en
los colegios españoles. Recursos y currículo», Nutrición y Alimentaciónn en el ámbito escolar, en ed.
Jesús Román Martínez Álvarez, (Majadahonda, Madrid: Ergon, 2012), 13-14.
48 Muchos de ellos habían participado en el ya citado Xè Congrés de Metges i Biòlegs en Llengua
Catalana de 1976. PSUC y PCE, además, celebraron jornadas sanitarias en aquellos años: Partit So-
cialista Unificat de Catalunya, I Jornades de Sanitat del PSUC. Ponències i comunicacions. 11-12 de
febrer de 1978 (Barcelona: Comissió de Sanitat del Comité Central. PSUC, 1978). Partido Comunista
de España, Primeras Jornadas Sanitarias del PCE. Madrid. 10 y 11 de Junio, 1978. Ponencias y Comu-
nicaciones (Madrid: Partido Comunista de España, 1978). También en junio de 1978 el PSOE orga-
nizó unas Jornadas Federales de Salud Pública, cuyas propuestas, al parecer, no diferían mucho de
las anteriores: Jesús M. de Miguel Rodríguez, La sociedad enferma: las bases sociales de la política
sanitaria española (Madrid: Akal, 1979), 191; «Propuesta de creación de un “Servicio Nacional de la
Salud”», El País, junio 27, 1978.
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En este último caso, hay que tener en cuenta que los médicos socialistas y
comunistas desempeñaron un papel preeminente en las discusiones sobre
la reforma sanitaria italiana de 1978, destacando la gran influencia de los
trabajos de Bassaglia, en el campo psiquiátrico, y de Seppilli y Berlinguer,
en salud pública y políticas sanitarias.49 También tuvieron influencia las
experiencias de algunos países latinoamericanos.50
Todas las propuestas de quienes se identificaron con la «oposición
democrática» tenían varios rasgos comunes, si bien hubo numerosos
matices —algunos de ellos solo estaban referidos a Cataluña—.51 El mo-
delo preferido fue un servicio nacional de salud con cobertura universal
para la población española financiado con cargo al presupuesto del Es-
tado. Para conseguir este objetivo, España necesitaba un régimen fiscal
moderno (introducido en 1977)52 y, por tanto, también era necesario di-
señar una etapa transitoria en la financiación del sistema sanitario.
Otra característica esencial del servicio de salud propuesto fue la
prestación de servicios integrales: educación sanitaria, salud pública y
49 V.V. A.A., Medicina y sociedad (Barcelona: Fontanella, 1972). Jesús M. de Miguel Rodríguez, «Poli-
cies and politics on the health reforms in Southern European Countries: a sociological critique»,
Social Science and Medicine 11 (1977): 379-393. Giovanna Vicarelli, «The creation of the National
Health System in Italy (1961-1978)», Dynamis 39, n.o 1 (2019): 21-43, https://doi.org/10.30827/dyna-
mis.v39i1.8665.
50 Juan Carlos Duro Martínez, «Discursos médicos y políticos sobre la salud comunitaria durante la
transición democrática española», Praxis Sociológica, n.o 18 (2014): 56.
51 Estas propuestas fueron publicadas en diversas obras, muchas de ellas colectivas, que recogían,
en su mayor parte, ideas ya discutidas en el Congrés de 1976. Entre las más significativas están Al-
berto Infante, ed., Cambio social y crisis sanitaria. (Bases para una alternativa) (Madrid: Ayuso, 1975).
Nolasc Acarín et al., La sanidad hoy. Apuntes críticos y una alternativa (Barcelona: Avance, 1975). No-
lasc Acarín et al., La salud, exigencia popular (Barcelona: Laia, 1976). Nolasc Acarín et al., Servicio
Nacional de Salud. Una alternativa democrática a la sanidad (Barcelona: Laia, 1977), que recoge, bá-
sicamente, las mismas ideas del Congrés de 1976 de Perpiñán. Jordi Gol i Gurina et al., La sanitat als
Països Catalans. Crítica i Documentació (Barcelona: Edicions 62, 1978), 1-96; Carlos Borasteros,
Salud, enfermedad y sociedad (Madrid: Forma, 1978). Para un análisis detallado de estos proyectos
y de las referencias bibliográficas concretas de los puntos discutidos remitimos a Perdiguero-Gil y
Comelles, «The defence of health». Jesús M. de Miguel publicó varios análisis de las propuestas de
los partidos políticos de la oposición en los mismos años en los que se estaban produciendo. El más
acabado se recoge en: de Miguel, La sociedad enferma. De Miguel critica ferozmente los modelos
sanitarios propuestos por la oposición. Por ejemplo, los debates en torno al concepto de salud los
consideró «[…] parte de un replanteamiento epistemológico tradicional de toda la sanidad, que con-
vendría superar cuanto antes…» (p. 188).
52 Juan Pan-Montojo, «Entre la reforma y las contrarreformas: una historia política de la fiscalidad
española en la democracia», en eds. Carlos Barciela López, Antonio Di Vittorio y Joaquín Melgarejo
Moreno, La evolución de la Hacienda Pública en Italia y España (siglos XVIII-XXI) (Alicante: Publica-
cions de la Universitat d’Alacant, 2015), 557-590.
El papEl asignado a la Educación sanitaria En la España dE la transición dEmocrática
Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169 151
medicina preventiva, atención sanitaria, rehabilitación y reintegración
social. La defensa de la salud, en lugar de la curación, sería el principal
objetivo. Para priorizar la prevención de enfermedades era fundamental
identificar sus causas biológicas, ambientales y sociales. En este contex-
to, se consideró indispensable la participación de la población en la pla-
nificación, gestión y evaluación de los servicios de salud. Este elemento
fue subrayado en las propuestas comunistas que se inspiraron en las del
Partido Comunista Italiano, que descansaban en el importante papel
atribuido a los municipios y barrios en el desarrollo de las actividades
sanitarias.
Otro objetivo de la reforma sanitaria fue superar las desigualdades
de acceso a la asistencia, mediante la «regionalización» y la «descentra-
lización». La idea era organizar todas las actividades de salud a través de
una red jerárquica de centros con diversos grados de especialización. Si
bien todas las propuestas que hemos analizado comparten estos rasgos
generales, la mayoría hace hincapié en la última cuestión. La paradoja
de detallar lo curativo en el contexto de un modelo integral se debe a que
muchos de los promotores de la reforma sanitaria eran médicos con
actividad hospitalaria.
La mayoría de los proyectos incidieron reiteradamente en los mis-
mos temas, sin demasiada concreción y sin una valoración económica
de lo que se proponía. Los escritos más originales fueron los que explo-
raron con cierto detalle las consecuencias de establecer la defensa de la
salud y, por tanto, la educación sanitaria, como piedra angular de los
servicios de salud. Surgieron varios enfoques, generalmente superpues-
tos: la conceptualización de la salud, el sesgo biológico de la medicina
científica, la necesidad de incorporar la idea de multicausalidad y, por
tanto, considerar el papel de la estructura socioeconómica en la génesis
de las enfermedades.
La discusión más influyente y amplia sobre el concepto de salud la
ofreció el médico generalista catalán Jordi Gol (1924-1985). Criticó los
conceptos imperantes, especialmente el de la OMS,53 y propuso una no-
ción dinámica basada en la capacidad de alcanzar la autorrealización a
53 «[…] a state of complete physical, mental and social wellbeing […]». World Health Organization,
Official Records of the World Health Organization, n.o 2 (Geneva: World Health Organization, 1948), 16.
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Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169
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través de la autonomía, la solidaridad y la felicidad. Los médicos del
PCE respaldaron el concepto propuesto por el salubrista Enrique Nájera
(1934-1994), hermano de la ya citada Pilar Nájera, quien destacó el equi-
librio social y la integración en la sociedad. Ambos autores destacaron el
valor positivo de la salud y la relación dinámica con factores biológicos,
ambientales y sociales.
Por tanto, el objetivo de los servicios de salud debía ser evitar cual-
quier circunstancia que obstaculizase la realización personal, la integra-
ción social y la felicidad, mediante la redistribución de la riqueza para
evitar desigualdades por clase social o distribución geográfica. Así, las
actividades sanitarias, más que en la curación, debían concentrarse en
los procesos que generaban enfermedad. La educación sanitaria se in-
cardinaba, por tanto, en este afán de reorientación de los servicios sani-
tarios, que requería más «ruptura» que «reforma».54 Guiados por un co-
nocimiento médico científico no solo basado en lo biológico, serían
parte de una estrategia global que condujese a cambios sociales de base.
La consideración de las causas sociales de las enfermedades y la partici-
pación de la población en la gestión de los servicios de salud, expon-
drían las contradicciones del sistema capitalista y fomentaría moviliza-
ciones y/o iniciativas «revolucionarias». Por tanto, las propuestas de
algunas fuerzas políticas de izquierda en torno a la educación sanitaria,
especialmente las del PSUC y el PCE, se asociaron con una estrategia
política general en clave revolucionaria.
Estrechamente relacionada con el problema del sesgo biologicista,
tan patente en el desarrollo del conocimiento médico, estaba la cuestión
de cómo y qué se debía enseñar en la formación médica, ya que los nue-
vos servicios de salud requerían un tipo diferente de profesional.55 Se
propusieron algunas soluciones, pero, como ocurrió en otros muchos
asuntos, no se consideró con detalle un nuevo programa docente. Poco
se dijo sobre la formación sanitaria que permitiese el estudio de los
54 Los proyectos de la oposición trataron de huir del término «reforma sanitaria» ya utilizado por las
autoridades en el tardofranquismo y por los gobiernos de la Unión del Centro Democrático.
55 Más de veinte años después se volvía a problemas ya explorados y no solventados: Primitivo de la
Quintana, «La medicina social como problema docente (I)», Revista de Educación 5, n.o 12 (1953):
1-11. Primitivo de la Quintana, «La medicina social como problema docente (II)», Revista de Educa-
ción 5, n.o 13 (1953): 110-128. Veáse el artículo de Bacerló-Prats i Comelles en este monográfico.
El papEl asignado a la Educación sanitaria En la España dE la transición dEmocrática
Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169 153
determinantes socioeconómicos y políticos de las enfermedades y el de-
sarrollo de actividades preventivas y de educación sanitaria.
Por tanto, en el contexto de los nuevos conceptos de salud y servicios
de salud propuestos por los reformadores o rupturistas, el papel de la
educación sanitaria fue considerado crucial. Pero ¿qué significó «educa-
ción sanitaria»?
¿Qué educación sanitaria para un nuevo sistema sanitario?
La falta de reconocimiento de la complejidad de la educación sanita-
ria de la población —a la que nos hemos referido al inicio de este texto—
ha de enmarcarse en las muy abundantes pero poco concretas referen-
cias a la misma que se hicieron en los escritos sobre la reforma sanitaria,
tanto desde el gobierno como desde la oposición. En los proyectos de
esta última, aparecieron de manera reiterada propuestas estereotipadas
en las que la educación sanitaria formaba parte de un modelo integral:
«[…] el Servicio Nacional de la Salud, implica cubrir sanitariamente
toda la población e integrar, homogeneizar y unificar todos los servicios
sanitarios en un conjunto armónico que incluye la educación sanitaria
de la población, la higiene pública y epidemiología, la prevención, la
curación y la rehabilitación y reinserción social».56 La educación sanita-
ria no era un elemento más, era la base de la pirámide del sistema sani-
tario, pues la prevención podía evitar la enfermedad y por tanto la nece-
sidad de curar. En algunas ocasiones se subrayó la rentabilidad de este
enfoque, al evitar los elevados costes de lo asistencial.57 El escenario pri-
vilegiado para desarrollar la educación sanitaria era la Atención Prima-
ria de Salud, canonizada en Alma-Ata. En algunos casos se dedicaron
algunas líneas algo más específicas:
La educación sanitaria. Pilar fundamental de los servicios de
salud, trata de dar a la población la información necesaria sobre
cuáles son los hábitos de vida más saludables, esclarecer sobre las
costumbres sanas o insanas, dar la formación necesaria para el
conocimiento del conjunto psicofísico personal y de las influencias
56 Acarín et al., Servicio Nacional de Salud, 48.
57 Adolfo Serigó Segarra, La crisis sanitaria en España (Nuevas ideas en salud pública) (Madrid: El
autor, 1979), 60.
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externas; orientar sobre el uso de medicamentos y tóxicos. Po-
niendo especial atención a determinados grupos sociales: niños,
adolescentes, madres, ancianos, etc.
Todo esto desarrollado por personal especializado en educa-
ción sanitaria, que podrá ser reclutado entre los profesionales sa-
nitarios de hoy, partiendo de una formación específica.58
Era una visión nada novedosa de la acción educativa en torno a la
salud, criticada pocos años después por la OMS: «Muchos adminis-
tradores siguen creyendo que ver una película, contemplar un cartel
o escuchar una conferencia conducirán al individuo por el buen ca-
mino»,59 y por el texto de 1987 ya referido: «No se trata tanto de saber
elaborar consignas salutíferas (con pretensión más o menos morali-
zante […]».60
Sin mayor concreción, pero con una visión menos vertical, hubo
otras formulaciones:
Així l’educació sanitària pot ser quelcom mes que consells tèc-
nics que el sanitari dona a la població, i convertir-se en un procés
d’informació i aportació reciproca, on el ciutadà rep unes infor-
macions que pot contrastar amb la seva vida diària, i el sanitari
obté uns coneixements del medi on treballa i ensems pot refer
aspectes del seu saber una vegada confrontats i discutits amb la
població.61
Con frecuencia, la educación sanitaria fue un elemento primordial
en la construcción de un nuevo sistema sanitario que suponía cambios
políticos: «L’acció educativa esta dirigida especialment a aconseguir la
participació de la població en la planificació i gestió de l’acció sanitària,
58 Acarín et al., Servicio Nacional de Salud, 53.
59 Organización Mundial de la Salud, Nuevos métodos de educación sanitaria en la atención primaria
de salud. Serie Informes Técnicos, 690 (Ginebra: Organización Mundial de la Salud, 1983), 11.
60 Centre d’Anàlisi i Programes Sanitaris, «Nota editorial», 5.
61 Nolasc Acarín, «Bases organizativas per a la defensa de la salut», en Xè Congrès de Metges i Biòlegs
de Llengua Catalana. II Ponència. Funció social de la medicina, (Barcelona: Acadèmia de Ciències
Mèdiques de Catalunya i de Balears. Societat Catalana de Biologia, 1976), 303. Se trata de una visión
más cercana a: Organización Mundial de la Salud, Nuevos métodos de educación sanitaria en la aten-
ción primaria de salud. Serie Informes Técnicos, 690.
El papEl asignado a la Educación sanitaria En la España dE la transición dEmocrática
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de manera que aquesta responga a les necessitats reals de la població».62
A pesar de que para conseguir tal cosa se definieron diversos niveles e ins-
trumentos de participación, tampoco fueron propuestas detalladas.
La falta de concreción en lo referido a la educación sanitaria sería
congruente con la apreciación del sociólogo Jesús M. de Miguel, sobre el
conjunto de las propuestas de reforma sanitaria: «Faltan, sin duda, en
España modelos alternativos al sistema sanitario actual con suficiente
elaboración como para poder aplicarse con soltura. El nivel de discusión
de la oposición en este terreno es todavía muy básico y en cierta forma
atrasado […]».63
Tampoco fueron más detalladas las propuestas gubernamentales.
Tras los fallidos intentos de Enrique Sánchez de León,64 primer ministro
de Sanidad de la Transición65, en mayo de 1980, fue llevado a las Cortes
un proyecto de reforma sanitaria:
Se entiende así la educación sanitaria como la interrelación
entre los servicios sanitarios y la población que hace uso de ellos.
Determina que se utilizarán sistemas permanentes de formación
sanitaria y modernos métodos de transmisión de la misma. Se
reconoce el empleo de pautas de educación colectiva y de progra-
mas de educación sanitaria realizados a través de los Centros de
salud. Se señala la ejecución de otros programas a través de em-
presas, colegios o barrios, en tarea en donde participarán todos
los profesionales sanitarios.66
En algunas propuestas de la oposición, aunque se reconocía el papel
de la escuela en la educación sanitaria, se consideró:
62 Ferran Martínez Navarro, Estructura i malatia. Una alternativas sanitària per al País Valencià
(València: Tres i Quatre, 1978), 76.
63 De Miguel, La sociedad enferma, 187.
64 Véase Manuel Evangelista Benítez, Medicina y sociedad: la reforma sanitaria (Madrid: Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social, 1981), 329-359.
65 En los gobiernos de Adolfo Suarez, entre 1977 y 1982 hubo cinco ministros de Sanidad. Rovira
Tarazona, sustituto de Sánchez de León, encargó el proyecto al secretario de estado de Sanidad, José
María Segovia de Arana, prestigioso en el ámbito clínico y académico.
66 Luis Sánchez Harguindey, Reforma sanitaria española (Madrid: Acción Social Empresarial, 1981), 21.
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Por encima de ninguna apreciación de casta, el más capacita-
do para la educación sanitaria es el médico. La consulta médica,
en la intimidad de la relación médico enfermo es una labor de
educación persona a persona. El médico es el único que tiene los
conocimientos científicos básicos o especializados para suminis-
trar guías de acción seguras.67
En ocasiones, se aludió a la necesidad de formación complementaria
o al cambio de los planes de los estudios médicos.68 Se citó al personal
de enfermería como susceptible de hacerse cargo de las tareas educati-
vas, pero en este punto, como en otros, el lastre de unos proyectos escri-
tos por médicos fue palmario.
Uno de los puntos que apareció en casi todas las propuestas, fueran
del signo que fueran, tiene que ver el papel de la educación sanitaria
como antídoto frente a lo que se consideraba uso distorsionado de los
servicios sanitarios, bien fuese por infrautilización o, sobre todo, por
abuso: «[…] el origen principal de los que acuden al médico y no están
realmente enfermos reside en la falta de cultura. Los déficits de informa-
ción y la ausencia de una educación sanitaria mínima hacen que al me-
nor problema se acuda al médico».69 Similar punto de vista aparecía en
1979 en el informe del secretario de estado sobre la reforma sanitaria:
«[…] el abuso en la demanda de asistencia médica de la población por la
escasez o ausencia de una auténtica educación sanitaria, son también
señales claras de la insuficiencia funcional de nuestra estructura sanita-
ria».70
Este punto de vista, especialmente en lo que a las prestaciones far-
macéuticas se refiere, que apareció una y otra vez en los primeros años
de debate sobre la reforma sanitaria, había sido común tras la puesta en
67 Francisco Javier Yuste Grijalba, Hacia una sociología de la medicina (Barcelona: Aula de Edicio-
nes, 1971), 33.
68 Nolasc Acarín, «Bases para la regionalización sanitara», en eds. Nolasc Acarín et al., La sanidad
hoy. Apuntes críticos y una alternativa, (Barcelona: Avance, 1975), 111-133. Joan Campos i Avillar,
«Hacia un modelo de ruptura educativa para la reforma sanitaria», en Planificación y reforma sani-
taria, ed. Jesús M. de Miguel Rodríguez (Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 1978),
121-151.
69 Acarín et al., La salud, exigencia popular, 48.
70 José María Segovia de Arana, «Líneas generales de la reforma sanitaria», junio de 1979, 1137/11,
Archivo INGESA, 6.
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Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169 157
marcha del SOE71, así como en una de las primeras críticas publicadas a
la sanidad franquista.72 También se señaló el papel de los médicos y de la
industria farmacéutica en lo que se consideraba un mal uso de los medi-
camentos.73 La educación sobre el uso de los servicios sanitarios tiene,
desde luego, valor, pues permite la optimización de recursos. La cues-
tión es que tal educación se planteó siempre desde el criterio profesio-
nal, sin tener en cuenta las necesidades de la población. En el sentido
opuesto, en otras ocasiones se asignó a la educación sanitaria un valor
emancipador: el mejor conocimiento de todo lo relacionado con la salud
y la enfermedad permitiría al individuo y a las comunidades actuar de for-
ma más independiente frente al paternalismo y hegemonía de los profe-
sionales sanitarios.74
Sí hubo, en el contexto de los proyectos reformistas, algunos textos
referidos específicamente a la educación sanitaria (o para la salud). José
Antonio Valtueña publicó uno muy breve en el número extra en mayo de
1975 de Cuadernos para el Diálogo dedicado a «El derecho a la salud»,75
y Joaquim Jubert publicó dos, similares, en 1976 y 1977.76 El Congrés de
71 José Fernández Turégano, Comentarios sobre el Seguro de Enfermedad (Madrid: Instituto Provin-
cial de Sanidad. Publicaciones de la Jefatura Provincial de Sanidad de Madrid, 1958), 31-32. Sobre
la falta de sostenibilidad del SOE, en parte por el aumento del gasto farmacéutico, véase: Margarita
Vilar-Rodríguez y Jerònia Pons-Pons, «The Introduction of Sickness Insurance in Spain in the First
Decades of the Franco Dictatorship (1939-1962)», Social History of Medicine 26, n.o 2 (2012): 267-
287, https://doi.org/10.1093/shm/hks082. Para las recomendaciones oficiales sobre el uso de los me-
dicamentos véase: Federico Mayor Domingo, ed., Investigación sobre la asistencia farmacéutica en
España: estudio socioeconómico sobre el conjunto de la asistencia sanitaria española (Madrid: Minis-
terio de Trabajo. Instituto Nacional de Previsión, 1977), 919-921.
72 Felipe Solé Sabarís, en, La crisis de la medicina liberal, Henri Hatzfeld (Barcelona: Ariel, 1965),
207.
73 Joaquim Bonal, «Farmàcia e industria farmacèutica», en Xè Congrés de Metges i Biòlegs de Llengua
Catalana. II Ponència. Funció social de la medicina, (Barcelona: Acadèmia de Ciències Mèdiques de
Catalunya i de Balears. Societat Catalana de Biologia, 1976), 384-398.
74 Gol i Gurina et al., La sanitat als Països Catalans. Crítica i Documentació, 83.
75 Valtueña, «El ciudadano indefenso», 77-78. Valtueña, médico, continuó interesándose por la edu-
cación sanitaria a lo largo de los años. Publicó numerosos artículos sobre diversos temas sanitarios,
firmados, como presidente del Centro Internacional de Educación para la Salud (Ginebra, Suiza),
organismo sobre el que no hemos encontrado información y, posteriormente, como miembro de la
Asociación de Funcionarios Internacionales Españoles. Véase: Perdiguero Gil, «La popularización
médica durante el franquismo», 115.
76 Joaquim Jubert i Gruart, «Educació sanitària: pressupòsits bàsics per una pedagogia de la salut»,
en Xè Congrés de Metges i Biòlegs de Llengua Catalana. II Ponència. Funció social de la medicina,
(Barcelona: Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya i de Balears. Societat Catalana de Biolo-
gia, 1976), 343-353. Joaquim Jubert Gruart, «Educació per la salut. Objectius i etapes», en Salut,
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Cultura Catalana tuvo una comisión dedicada a la educación sanitaria
que publicó parte de sus conclusiones.77 Varios escritos se ocuparon de
la educación sanitaria en el marco más amplio de la sanidad en la escuela.
Sus autores fueron médicos como Martí,78 Antó,79 Casares, y la trabaja-
dora social Francina Roca.80
Dejando al margen a Valtueña, quien sí tenía experiencia en activida-
des de educación sanitaria, una primera cuestión evidente es que, en
este conjunto de propuestas más específicas, no hubo participación de
autores procedentes del mundo de la pedagogía, algo que sí había ocu-
rrido en el caso de la obra Problemas de educación sanitaria (1965), y en
el monográfico de «Vida Escolar» sobre educación sanitaria en la escue-
la publicado en 1961, aunque solo fuese a través de la presencia, no
menor, de Adolfo Maíllo.81 Jubert sí estuvo implicado posteriormente en
el mundo pedagógico con participación asidua en movimientos de refor-
ma como las escuelas de verano. La inexperiencia de la mayoría de los
sanitat i societat. Per una resposta socialisata a l’actual situació sanitària, eds. Jordi Gol i Gurina et al.
(Barcelona: 7 x 7 ediciones, 1977), 59-73. Jubert, neurólogo, interesado en la neurobiología, trabajó
en el ámbito de la psicopedagogía y la educación especial. Sobre Jubert véase: Josep María García i
Balda, «Aproximació històrica a l’educació especial a Catalunya: l’educació institucionalitzada en
centres d’educació especial a les comarques de Girona (1873-1997)» (Tesis Doctoral, Universitat de
Girona, 2007).
77 «Comissió d’Educació Sanitaria», en ed. Congrés de Cultura Catalana, Resolucions II, (Barcelona:
1977), 86-89.
78 Josep Martí i Valls, «La sanitat i l’escola», en Xé Congrés de Metges i Biollegs de Llengua Catalana.
II Ponència. Funció social de la medicina, (Barcelona: Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya
i de Balears. Societat Catalana de Biologia, 1976), 361-364. Martí i Valls trabajó en el l’Hospital Uni-
versitari Vall d’Hebron, tuvo responsabilidades políticas en el Ajuntament de Barcelona, fundador
del CAPS, en los últimos años ha tenido notoriedad en los movimientos de defensa de la sanidad
pública en Cataluña.
79 Josep Maria Antó y Josep Martí, «Algunas posibilidades de actuación sanitaria en la escuela»,
Cuadernos de Pedagogía, n.o 31-32 (1977): 64-69. Josep Mª Antó es epidemiólogo, trabaja actualmen-
te en el Instituto de Salud Global de Barcelona. Véase: «ISGLOBAL. Instituto de Salud Global»,
2018. https://www.isglobal.org/our-team/-/profiles/6201, (consultado marzo 15, 2021).
80 Ramon Casares y Francina Roca, «La medicina i la higiene escolar», en Salut, sanitat i societat. Per
una resposta socialista a l’actual situació sanitària, eds. Jordi Gol i Gurina et al. (Barcelona: 7 x 7
edicions, 1977), 155-175. Años después, ambos, junto con otros autores, presentaron un trabajo so-
bre los profesionales de la salud en el Tretzé Congrés de Metges i Biólegs de Llengua Catalana (An-
dorra, 1988), en el que hablaron de educación para la salud con algo más de detalle.
81 Adolfo Maíllo, «La educación sanitaria en la escuela», en ed. V.V. A.A., Problemas de educación
sanitaria. Curso desarrollado como contribución a la VI Conferencia de la Unión Internacional de Edu-
cación Sanitaria, (Madrid: Editorial Universitaria Europea, 1965), 29-59. Adolfo Maíllo, «Concepto y
límites de la educación sanitaria escolar», Vida Escolar, n.o 26 (1961): 2-8.
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Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169 159
autores explica que las propuestas tan solo tuviesen un carácter de de-
claración de intenciones en las que se mezclaban versiones clásicas de la
educación sanitaria con propuestas que la entendían como una herra-
mienta para alcanzar cambios sociales.
La educación sanitaria, por tanto, estuvo planteada desde un cierto
«arbitrismo» médico. Jubert, buen conocedor de las ideas sobre educa-
ción sanitaria de la OMS y la UNESCO, señaló sobre el desarrollo de
actividades al respecto: «cal previament “diagnosticar” l’estat d’“instruc-
ció sanitària” de la població o de grups d’individus, per tal de permetre
elaborar el “tractament educatiu” necessari. Però -així mateix- cal saber
administrar i dosificar aquest tractament i saber qui l’ha d’adminis-
trar».82 No cabe una metáfora más apegada a la vertiente asistencial, en
un contexto en el que se abjuraba, precisamente, del limitado abordaje
de lo curativo.
Desde este punto de vista médico-céntrico, la necesidad de realizar
un diagnóstico previo a la acciones educativas, ya propugnado por auto-
res como Maíllo y Serigó, desvelaba una valoración ambigua de lo cultu-
ral, que muestra la incomodidad en la que también se movía la OMS.83
Aunque se debían conocer y respetar las creencias de la población, habi-
tualmente se valoraban como impedimentos para una educación sanita-
ria gobernada por profesionales de la salud, en el contexto de un plan-
teamiento clásico basado en la erradicación de determinadas conductas
nocivas, o potencialmente dañinas. Hubo, no obstante, propuestas nove-
dosas, como la necesidad de tomar en consideración las «medicinas
marginales», que metodológicamente podrían tratarse: «[…] desde una
óptica de recuperación y depuración de numerosas costumbres sanita-
rias que cada niño (y cada enseñante) aporta, en función de su origen
familiar y geográfico».84 Otras propuestas metodológicas del mismo tex-
to señalaron que la educación sanitaria podría ser abordada desde
diversas disciplinas del currículo escolar, evitando una presentación
82 Jubert i Gruart, «Educació sanitària: pressupòsits bàsics per una pedagogia de la salut», 347.
83 Organización Mundial de la Salud, Comité de expertos en formación del personal de sanidad para la
educación sanitaria popular. Serie Informes Técnicos, 156 (Ginebra: Organización Mundial de la Sa-
lud, 1958), 4.
84 Josep Maria Antó y Josep Martí. «Algunas posibilidades de actuación sanitaria en la escuela»: 68.
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dogmática de la «medicina oficial » y subrayando la responsabilidad per-
sonal en el cuidado de la salud.85
Los educadores y el ámbito escolar como escenario de la educación
sanitaria se consideraban imprescindibles. Sin embargo, aparecen llama-
tivas afirmaciones como: «[…] l’organisme directament responsable dels
serveis de salut a les escoles ha d’esser 1’hospital […]»,86 referida a todos
los espacios de la sanidad escolar: higiene, prevención, asistencia y cura-
ción de las patologías escolares, y educación sanitaria. Hay que contextua-
lizar esta afirmación, y otras similares, en el marco de la deficiente situa-
ción de la sanidad escolar, cuya muy insuficiente reforma provisional se
había acometido poco antes de la muerte del dictador.87 En otros casos la
preponderancia del escenario sanitario en la sanidad escolar se trasladó
a contextos locales, como comarcas, municipios o barrios.88
En los escritos específicos sobre educación sanitaria se incidió de
nuevo en considerarla como una herramienta para la participación de la
población en la gestión de un sistema sanitario democrático, cuyo obje-
tivo sería un nuevo tipo de sociedad con la salud colectiva como aspira-
ción primordial. Sin embargo, algunas de estas ideas no partieron de
profesionales de la salud pública, sino, mayoritariamente de clínicos, lo
que explica no pocas paradojas de lo propuesto.
La reiterada alusión a la dimensión política de la educación sanita-
ria, que exigía reivindicaciones populares sobre el sistema sanitario rara
vez fue atada a tierra:
En definitiva, pensamos que hoy ya es posible ir construyendo
una pedagogía sanitaria en las escuelas, a partir de la compren-
sión del hombre como una realidad psico-somática-social, cuyas
85 Los únicos textos que se ocuparon con detalle de programas de educación sanitaria, pero todavía
fuera del contexto reformador fueron: Yuste Grijalba, La educación sanitaria y Yuste Grijalba, Hacia
una sociología de la medicina.
86 Martí i Valls, «La sanitat i l’escola», 362. En el mismo sentido se pronunciaron Casares y Roca, «La
medicina i la higiene escolar», 163: «L’organització de la sanitat escolar ha de correspondre, doncs a
la Conselleria de Sanitat, o més específicament, al Servei Nacional de Salut, que planificarà la pro-
tecció a tots els infants en un sistema únic i gratuït».
87 Decreto 2892/1975, de 31 de octubre, por el que se aprueba el Reglamento Provisional de Sanidad
Escolar. Boletín Oficial del Estado de 13 de noviembre de 1975, n.o 272: 23687-23692.
88 Casares y Roca, «La medicina i la higiene escolar».
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enfermedades son inseparables de su personalidad individual y
colectiva, y de la formulación de una política de defensa de la sa-
lud ligada a las iniciativas de la base social, que considere la glo-
balidad de recursos sanitarios y que señale a cada persona como
el portador y gestor de su propia salud.89
Jubert, por sus variados intereses en torno al desarrollo del niño, la
educación sanitaria, la educación especial y otros campos de saber,
como la historia del arte, se separó del camino trillado y fue más allá de
las preocupaciones higiénicas clásicas, criticadas, pero omnipresentes.90
Señaló que en el contexto de un nuevo sistema sanitario la educación
sanitaria «clásica», centrada, básicamente, en la enseñanza de la higie-
ne, pasaba a ser «educación para la salud», a partir de un determinado
concepto de salud, que en el contexto catalán era el de Gol.91 Indicó que
en su órbita debían de estar temas como: el respeto a la vida humana e
individual, el rechazo del dualismo mente-cuerpo, conocimientos sobre
las conductas, sentido de la vida y de la muerte, asunción de las limita-
ciones de la medicina, actitud crítica frente al consumismo general y
sanitario. La originalidad de las propuestas no se acompañó de indica-
ciones sobre cómo afrontar temas tan complejos. Parece más bien un
desiderátum sin traducción en acciones concretas, como ocurrió en la
mayoría de los escritos que venimos comentando.
La importancia de la educación sanitaria comenzó a plasmarse en
escenarios sanitarios locales a finales de los años setenta. En este proce-
so desempeñó un papel relevante una institución de referencia, el Cen-
tro Sperimentale per l’Educazione Sanitaria de Perugia, creado a media-
dos de los años cincuenta. Muchos sanitarios españoles viajaron a la
ciudad italiana para formarse en sus cursos de verano y, posteriormente,
89 Josep Maria Antó y Josep Martí. «Algunas posibilidades de actuación sanitaria en la escuela»: 69.
Años después, uno de los autores de esta afirmación presentó la tesis Josep Martí i Valls. Moviments
socials i reivindacions sanitàries a Catalunya (1970-1976). (Tesis Doctoral, Universitat Auntònoma de
Barcelona, 1981), en la que analizó las iniciativas de base social a las que se refiere la cita.
90 Sí se incluyó, en la mayoría de las propuestas, la educación sexual, el ámbito en el que se produ-
jeron propuestas pedagógicas más novedosas. Para un análisis detallado del tema véase: Inma Hur-
tado García y Aida Terrón Banuelos, «La educación sexual durante la Transición: Modelando discur-
sos y modulando voces», en eds. José Martínez-Pérez y Enrique Perdiguero-Gil, Genealogías de la
reforma sanitaria, (Madrid: Catarata, 2020), 155-191.
91 También aparece este tránsito terminológico y conceptual en: «Comissió d’Educació Sanitaria»,
86-89.
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algunos profesores de este centro se desplazaron a España para dar cur-
sos.92 Fue en centros municipales y, sobre todo, en los centros de Aten-
ción Primaria donde empezó a tener carta de naturaleza la educación
sanitaria (ahora educación para la salud) que se había propugnado a
nivel genérico. Los profesionales de Enfermería tuvieron un especial
protagonismo en este proceso.93
CONCLUSIONES
La puesta en marcha de la Seguridad Social en España se produjo
en 1967, tras la larga gestación de los principios establecidos en la Ley
de Bases de la Seguridad Social de 1963. El nuevo esquema no solventó
muchos de los problemas que se había propuesto, aunque sí aumentó
sensiblemente el porcentaje de población con cobertura sanitaria. Ape-
nas variaron las líneas principales de la asistencia, establecidas desde la
instauración del SOE: atención fundamental a lo curativo frente a la pre-
vención, postergación de las dimensiones colectivas de la salud y la en -
fermedad, medicina general de baja calidad y centralidad de la receta
ante la inexistencia de una relación asistencial técnicamente correcta.
La hegemonía de la atención hospitalaria se acrecentó con el desarrollo
de un determinado modo de conceptuar la medicina, muy biologicista,
y la proliferación de nuevas instalaciones nosocomiales. Esta situación
supuso que, a mediados de los años setenta, hubiera un consenso ge-
neral, tanto en el gobierno, como en las clandestinas fuerzas políticas
y sindicales, sobre la necesidad de modificar el sector sanitario. Claro
está, los parámetros sobre los que debía pivotar tal tarea variaban, al-
gunos hablaban de reformar el sistema sanitario y otros de edificar uno
nuevo. Sin embargo, todos los escritos que hemos analizado, surgidos
desde diferentes instancias, coincidieron en considerar a la educación
sanitaria como un elemento capital. Del mismo modo, coincidieron en
el diagnóstico de la situación previa: nada, o casi nada, se había hecho al
92 Josep M. Comelles et al., «Health education and medical anthropology in Europe: the cases of Italy
and Spain», Salud Colectiva 13, n.o 2 (2017): 171-198, https://doi.org/10.18294/sc.2017.1196. Duro
Martínez, «Discursos médicos y políticos».
93 María Jesús Pérez Mora, «La reforma de la Atención Primaria de Salud: sus inicios en la Comu-
nidad Valenciana», en Política, salud y enfermedad en España: entre el desarrollismo y la transición
democrática, ed. Enrique Perdiguero Gil (Elche: Universidad Miguel Hernández, 2015).
El papEl asignado a la Educación sanitaria En la España dE la transición dEmocrática
Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169 163
respecto durante el franquismo. Las fragmentarias iniciativas desarro-
lladas no merecieron, ni siquiera, el papel de «antecedentes».
Las propuestas que pretendieron poner en marcha un servicio na-
cional de salud situaron a la educación sanitaria de la población en la
base de un nuevo sistema que primase la defensa de la salud frente al
tratamiento de la enfermedad, ofreciendo atención integral, con cober-
tura universal, financiado a cargo de los presupuestos generales del es-
tado, descentralizado y con participación de la población en la gestión y
planificación. Los proyectos reformadores gubernamentales, reticentes
a abandonar el sistema de aseguramiento y con menos énfasis en aspec-
tos como la descentralización y la cogestión, compartían, sin embargo,
otros muchos rasgos con los rupturistas.
Una de esas coincidencias, aun con notables variaciones de matiz,
fue la consideración de la educación sanitaria de la población desde una
perspectiva ingenua —una especie de panacea sin mayor concreción—,
clásica —consejos a la población en torno a conductas no saludables,
en especial a grupos vulnerables específicos—, y con mucho énfasis en
su papel de guía para un uso «correcto» de los servicios sanitarios den-
tro de los parámetros establecidos por los expertos. Este planteamiento
predominante de la educación utilizó una cierta retórica de relación con
el sistema educativo, pero, en la mayoría de los casos, sin mayor preten-
sión de colaboración.
En conjunto, puede afirmarse que la importancia dada a la educa-
ción sanitaria de la población fue tan grande, como ingenuo, clásico e
inconcreto su planteamiento, y con una mayoritaria consideración del
papel hegemónico de la medicina a la hora de guiar los derroteros de
este tipo de actividades. Solo de manera incipiente, a final de la década
de los setenta, algunos profesionales, a través de iniciativas creativas
—muchas veces de cariz municipal—, y/o debido a la influencia de co-
rrientes internacionales, fueron poniendo las bases de lo que sería una
«educación para la salud» desarrollada de manera más concreta, siste-
mática y consciente durante las dos décadas siguientes.
Cabría plantear una última pregunta: ¿Persiste en la actualidad este
enfoque heredero de los anhelos de un nuevo modo de afrontar la salud
y la enfermedad que se expresaron durante la Transición democrática?
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Si cualquier ciudadano visitase hoy un centro sanitario, sea del nivel que
sea, ¿identificaría fácilmente actividades que sustentasen ese papel clave
que se quiso otorgar a la educación sanitaria de la población? La res-
puesta requeriría el desarrollo de todo un programa de investigación
que todavía no se ha afrontado globalmente.
Nota sobre los autores
EnriquE PErdiguEro gil es doctor en Medicina por la Universidad de
Alicante. Catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Miguel
Hernández de Elche. Ha realizado varias estancias de investigación en
el Wellcome Institute for the History of Medicine (Londres), del que fue
Research Fellow. Sus líneas de investigación se han centrado las relacio-
nes entre conocimiento científico y conocimiento popular, prestando
especial atención a la popularización de la medicina y la educación sa-
nitaria, desde una perspectiva que aúna la antropología social y la histo-
ria de la medicina. También se ha ocupado de la historia de la Salud
Pública en España, de la historia de la Antropología Médica en España
y de la historia del pluralismo asistencial. El resultado de estas investi-
gaciones lo ha dado a conocer en libros, capítulos de libros y artículos
publicados en revistas especializadas. Ha participado en numerosos
congresos nacionales en internacionales. En los últimos años ha dirigi-
do proyectos de investigación relacionados con la educación sanitaria
en el Franquismo, el desarrollo del Seguro Obligatorio de Enfermedad,
la medicina rural durante el Franquismo y la reforma sanitaria en la
Transición Democrática. Ha sido miembro de la junta directiva y vice-
presidente de la Sociedad Española de Historia de la Medicina y miem-
bro de la junta directiva de la Societat Catalana d’Història de la Ciència
i de la Tècnica. Actualmente dirige la sede del Instituto Interuniversita-
rio López Piñero de Estudios Históricos y Sociales, sobre ciencia, tecno-
logía, medicina y medio ambiente en la Universidad Miguel Hernández
de Elche.
Eduardo BuEno VErgara es doctor en Historia por la Universidad de Ali-
cante y Máster en Historia de la Ciencia y Comunicación Científica
(Universidad de Alicante, Universidad Miguel Hernández de Elche y
Universidad de Valencia). Es profesor ayudante doctor en el Área de
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Historia y Memoria de la Educación, 15 (2022): 137-169 165
Historia de la Ciencia de la Universidad Miguel Hernández de Elche e in-
vestigador del Instituto Interuniversitario López Piñero de Estudios Histó-
ricos y Sociales, sobre ciencia, tecnología, medicina y medio ambiente.
Sus principales líneas de investigación son la historia del clima, la historia
de la salud y la enfermedad durante la dictadura franquista y la historia
del cáncer durante el mismo periodo. Sobre estos temas ha publicado di-
versos capítulos de libros y artículos en revistas especializadas.
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El artículo pretende aportar un abordaje más amplio sobre los procesos de organización comunitaria y el accionar de las asociaciones civiles como modalidades de intervención sanitaria descentradas del Estado, a mediados de las décadas de 1950 y 1960 en Argentina. El corpus documental está compuesto por la Revista Educador Sanitario, publicación oficial de la Dirección de Educación Sanitaria y Social de la Nación durante la época. Su análisis permite interpretar el rol asignado a la educación sanitaria como saber estatal, tanto en la gestión de las primigenias experiencias vecinales en recintos periurbanos, como en el renovado protagonismo de las asociaciones civiles abogadas a la prevención, el tratamiento y la rehabilitación de enfermedades crónicas. Si bien, esta coyuntura se ha asociado a las políticas de “bienestar social” impulsadas por el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía (1966-1970), el presente estudio hemerográfico corrobora sus orígenes en las administraciones nacionales previas.
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The Italian health system has changed its welfare model three times over the course of its 160-year existence. From a form of "residual welfare" during the liberal period (1861-1921), it became "meritocratic welfare" during the fascist period (1922-1943) and in the years of the first republic (1945-1977). Finally, in 1978, the "universalistic institutional" model of health protection was approved. For a long time, therefore, the main responsibility for citizens’ well-being was attributed to families, to the Catholic Church and its welfare networks, to entrepreneurial paternalism, and to the different health insurance institutions associated with employment sectors. Only with Law 833, which established the National Health Service (NHS), did the State recognise full and direct responsibility for citizens’ health. This paper describes the complex path that led to the establishment of the Italian NHS, highlighting the diversity of the actors involved, the multiplicity of their social and health claims, the configuration of the public health service designed in the 1960s, and the political and social conditions that led to the effective enactment of Law 833. On the whole, it was a long, non-linear path with various barriers, where the conditions of implementation were determined by the particularity of the Italian political, economic, and social events that characterised the 1970s.
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This paper analyses the discourses that addressed healthcare reform projects discussed in Spain during the 1970s, before the death of the dictator General Franco, and up to the declaration of healthcare as a right in the Spanish Constitution of 1978. The Spanish health system, which developed from the Compulsory Sickness Insurance launched in 1944, focused only on disease and made no provision for preventive activities. This shortcoming was one of the main aspects that required reform in the 1970s. We analyse the characteristics of the proposals to replace a treatment-centred health system with a new one based on a more holistic view and the defence of health. To contextualise these proposals, we review the development of the Francoist health system and regulations and plans that attempted to reform it before the death of Franco. The most interesting Spanish health system reform projects were written at the end of Francoism and the beginning of the Democratic Transition and were mainly drafted by medical doctors committed to the illegal left-wing parties. All shared the aim of universal healthcare financed by the State and the goal of placing the protection of health at the core of the health system by integrating preventive medicine and healthcare. Some proposals encouraged the study of social determinants of health and disease and emphasised the role of health education. Others were more concerned with the re-organisation of healthcare through planning and decentralisation, retaining the hospital for the treatment of diseases as the main goal.
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The aim of this note is to introduce the report on the health system of Spain written in 1967 by the WHO expert on Public Health Administration, and retired professor of the University of Manchester, Prof. CF Brockington, I summarise along general lines the relationships established between Spain and the WHO, describe the role of consultants, give an outline of the character of this author and the political context of the time. I also describe the difficulties encountered with his recommendations, which can nevertheless be viewed as seminal contributions to the major changes that were to take place during the Spanish Democratic Transition. The full text of the Report, in Spanish, can be accessed in the online Appendix of this article. Copyright © 2018 SESPAS. Publicado por Elsevier España, S.L.U. All rights reserved.
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El objetivo de este artículo es comparar el desarrollo de la educación sanitaria en Italia y España desde el punto de vista del papel jugado por la antropología médica en ambos países, en un contexto marcado por los cambios en el concepto de educación sanitaria que propugnaron los organismos técnicos de las Naciones Unidas, en especial la Organización Mundial de la Salud y la Unesco, durante la segunda mitad del siglo XX. A pesar de sus similitudes como países, Italia y España tuvieron evoluciones políticas muy diferentes durante el siglo pasado, por tanto, es interesante comparar ambos casos y la influencia que tuvieron las ciencias sociales en las iniciativas de educación sanitaria. Para valorar el papel de la antropología médica, mediante el uso de fuentes orales, hemos reconstruido la puesta en marcha, en 1958, y el desarrollo del Centro Sperimentale per l’Educazione Sanitaria (Perugia, Italia), que estuvo en la vanguardia de la educación sanitaria en Europa hasta los años noventa. Tras una breve descripción de las escasas iniciativas sobre educación sanitaria en la España de la dictadura, evaluamos la influencia de los antropólogos perusinos en la educación para la salud española durante la transición democrática.
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The aim of this study was to analyse the participation of health visitors and rural educators belonging to the Women’s Section of the Falange (WS) in vaccination campaigns during the first stage of the Franco regime. Material and Methods: The main source of information consulted was the collection of files deposited in the Archives of the Kingdom of Valencia (Spanish initials: A.R.V), and more specifically, those corresponding to the Inventory of the Women’s Section (1940-1977). Results: the participation of the WS in vaccination campaigns was uneven and sporadic, diminished over the years and presented major regional variations. In an attempt to overcome the population’s resistance to vaccination, health visitors and rural educators implemented health education activities, which were informed by the welfare paternalism and ideological indoctrination of the WS. Conclusions: the example of these vaccination campaigns highlights the limitations and difficulties that the WS encountered in achieving their social and health goals in the province of Valencia.
Chapter
El capítulo de Inma Hurtado y Aida Terrón sobre la educación sexual durante la Transición es otro ejemplo de trabajo interdisciplinar, en esta ocasión la historia de la pedagogía y, nuevamente, la antropología se alían para estudiar un interesante proceso discursivo sobre los cambios de la noción de sexualidad y de su “gestión” y educación o los debates sobre si ésta debía mantenerse en la esfera de los privado -y sometida a la moral de la Iglesia-, o si otros espacios, como la escuela, podían estar legitimados para intervenir en esta función pedagógica. Algunos pioneros de la educación sexual, determinadas movilizaciones y otras iniciativas de renovación son analizados en el capítulo, así como la comparación entre el recorrido internacional y programático de la educación sexual y su articulación nacional y pragmática. (Revisión: Huertas, Rafael. Revista Asclepio)
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A partir de la década de 1950, los viejos planteamientos de la higiene mental, dirigidos esencialmente a la profilaxis de la locura en el marco de una serie de políticas intervencionistas de defensa social, fueron dando paso a un proyecto mucho más ambicioso y comprensivo que aspiraba a promover el equilibrio emocional y el desempeño psicosocial de los individuos en el contexto de unas retóricas de la salud y unas redes de atención crecientemente socializadas. En la España del segundo franquismo, el nuevo ideario inspiró y orientó las actividades del Patronato Nacional de Asistencia Psiquiátrica (PANAP), que puso en marcha un modesto programa de educación para la salud mental y auspició diversas iniciativas de modernización y reforma asistencial. El presente artículo analiza estas actividades en el marco del despliegue de la gubernamentalidad autoritaria y tecnocrática por parte del segundo franquismo y examina su inanidad a la vista de la incompatibilidad esencial de dichas estrategias de gobierno con la nueva cultura de la salud mental.