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La psicología humanista en modelos convencionales: diálogos y diferencias con la psicología positiva Humanist Psychology in Conventional Models: Dialogues and Differences with Positive Psychology

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Abstract

Resumen La psicología positiva suele ser presentada como un nuevo paradigma dentro de la psi-cología, su posicionamiento y crecimiento es evidente en términos de publicaciones acadé-micas, sin embargo, comparte marcos de in-terés que la vinculan con desarrollos previos asociados a la psicología humanista. En este sentido, este artículo de reflexión teórica bus-ca interrogar los discursos de la psicología po-sitiva como nuevo paradigma, al tiempo que pretende explicitar los diálogos y diferencias que comparte con la psicología humanista. A nivel metodológico, bajo una lógica herme-néutica, se llevó a cabo una estrategia de bús-queda documental en torno a estas cercanías y distancias expuestas en la literatura cientí-fica alrededor de estas ramas de la disciplina. El artículo destaca cómo ambas corrientes comparten un interés por lo salutogénico con visiones epistemológicas y metodológicas distintas en sus orígenes, pero con posibilida-des de diálogo en su devenir actual. Si bien se establecen y se presentan diferentes distincio-nes entre ambos enfoques, se concluye que el momento actual de la psicología convoca a es-tablecer discusiones fructíferas que den lugar a un marco epistemológico más amplio en lo teórico y metodológico, albergando así algu-nas inquietudes y focos de interés que ambos modelos comparten. Palabras clave: psicología, escuelas psicológicas, investigación psicológica, psicología humanista, psicología positiva. Abstract Positive psychology is usually presented as a new paradigm within psychology, it's positioning and growth is evident in terms of academic publications; however, positive psychology shares frameworks of interest that link it with previous developments associat
[1]
L     :
      
Humanist Psychology in Conventional Models: Dialogues
and Dierences with Positive Psychology
C C R1
doi: https://doi.org/10.17533/udea.rp.e341842
Resumen
La psicología positiva suele ser presentada
como un nuevo paradigma dentro de la psi-
cología, su posicionamiento y crecimiento es
evidente en términos de publicaciones acadé-
micas, sin embargo, comparte marcos de in-
terés que la vinculan con desarrollos previos
asociados a la psicología humanista. En este
sentido, este artículo de reflexión teórica bus-
ca interrogar los discursos de la psicología po-
sitiva como nuevo paradigma, al tiempo que
pretende explicitar los diálogos y diferencias
que comparte con la psicología humanista. A
nivel metodológico, bajo una lógica herme-
néutica, se llevó a cabo una estrategia de bús-
queda documental en torno a estas cercanías
y distancias expuestas en la literatura cientí-
fica alrededor de estas ramas de la disciplina.
El artículo destaca cómo ambas corrientes
comparten un interés por lo salutogénico
con visiones epistemológicas y metodológicas
distintas en sus orígenes, pero con posibilida-
des de diálogo en su devenir actual. Si bien se
establecen y se presentan diferentes distincio-
nes entre ambos enfoques, se concluye que el
momento actual de la psicología convoca a es-
tablecer discusiones fructíferas que den lugar
a un marco epistemológico más amplio en lo
teórico y metodológico, albergando así algu-
nas inquietudes y focos de interés que ambos
modelos comparten.
Palabras clave: psicología, escuelas psicológicas,
investigación psicológica, psicología humanista,
psicología positiva.
Abstract
Positive psychology is usually presented as
a new paradigm within psychology, it's po-
sitioning and growth is evident in terms of
academic publications; however, positive
psychology shares frameworks of interest that
link it with previous developments associat-
Recibido: 2020-04-25 / Aceptado: 2021-07-28
Para citar este artículo en : Correa, C. La
psicología humanista en modelos convencionales:
diálogos y diferencias con la psicología. Revista
de Psicología Universidad de Antioquia, 13(1),
e341842. doi: https://doi.org/10.17533/udea.
rp.e341842
1 Magister en Terapia familiar y de pareja, docente
de la Facultad de Psicología de la Universidad
Pontificia Bolivariana . Medellín, Colombia.
Correo: cristian.correa@upb.edu.co; https://
orcid.org/0000-0002-3217-6663
[2] Cristian Correa Ramírez
https://doi.org/10.17533/udea.rp.e341842
ed with humanistic psychology. is article
seeks to question the discourses of positive
psychology as a new paradigm while at the
same time attempting to explain the dialogues
and differences that it shares with humanistic
psychology. At a methodological level, under
a hermeneutical logic, a documentary search
strategy was carried out around these prox-
imity and distances exposed in the scientific
literature around these branches of the dis-
cipline. e article highlights how both cur-
rents share an interest in the salutogenic with
different epistemological and methodological
visions in their origins, but with possibilities
of dialogue in their current evolution. Al-
though different distinctions are established
and presented between both approaches,
it is concluded that the current moment of
psychology calls for establishing fruitful dis-
cussions that give place to a broader episte-
mological framework in terms theory and
methodology, thus harboring some concerns
and points of interest that both models share.
Keywords: psychology, psychological schools,
psychological research, positive psychology,
humanist psychology.
Introducción
La psicología positiva () ha tenido un alto nivel de posicionamiento actual
en la psicología global, son amplias y extensas las publicaciones que se realizan
bajo este enfoque. Su narrativa y parte del desarrollo pretenden brindar a las
personas, desde el método científico, niveles elevados de felicidad y bienestar
(Fernández y Vilariño, 2018). Son diversas las aplicaciones en el ejercicio
mismo de la psicología como profesión en las que se extiende su discurso, solo
por nombrar algunas encontramos: psicología de la salud (Vázquez, Hervás,
Rahona y Gómez, 2009), psicología organizacional (Rodríguez y Sanz,
2013), psicología educativa (Bisquerra y Hernández, 2017), psicología clínica
(Gallegos, 2013; Berrocal, Ruini y Fava, 2008); psicología deportiva (Escartí,
Buelga, Gutiérrez y Pascual, 2009).
La  se circunscribe bajo la idea de una praxis teórica propia de las ciencias
en el sentido positivista, reclamándose a sí misma como nuevo paradigma,
pues se ocupa de temas que antes no habían sido abordados en la psicología,
principalmente vinculados a modelos eupsíquicos o salutogénicos de la salud
mental (Gallegos, 2013). En este artículo se cuestiona, justamente, la aparición
de la  como un nuevo campo paradigmático dentro de la psicología: en
el plano histórico, científico e investigativo, esta comparte una historia más
amplia que la vincula directamente con desarrollos propios de la psicología
humanista (). Si bien, en ambas encontramos puntos de diferencia, la
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distinción no resulta categórica respecto a los planteamientos que la  ya
había efectuado en la disciplina psicológica.
Para esto, realizo un esbozo general de elementos históricos y principios
generales de ambas corrientes, a su vez, señalo algunos puntos de tensión y
discordia, dando lugar a las diferencias que suelen encontrarse. En respuesta
a la crítica de una presunta falta de tradición investigativa proveniente de la
 en su intento de desmarcarse de la , presento una mirada a su desarrollo
metodológico y a su tradición investigativa. El artículo continúa con una
lectura alrededor de los discursos hegemónicos de la felicidad, vinculados
en ocasiones a límites disciplinares provenientes de modelos cuantitativos y
cercanos al desarrollo de la  los cuales, aunque importantes, requieren ser
combinados con métodos cualitativos, estos últimos de mayor tradición en la
, los cuales ofrecen una mayor comprensión del contexto social y cultural
de las poblaciones o sujetos estudiados. Finalmente, el artículo busca transitar
en distintos focos de interés que ambas corrientes comparten señalando que
pueden enriquecer el propio presente y devenir de la psicología.
El trabajo se sustenta como artículo de reflexión resultado de un proceso
investigativo, el cual tuvo presente una estrategia de búsqueda documental
alrededor de los diálogos y diferencias expuestas en la literatura entre la
psicología humanista y la psicología positiva. Con este propósito, el análisis
se planteó en tres momentos: definición de una pregunta orientadora con
categorías iniciales, búsqueda y selección bibliográfica y, por último, análisis de
contenido. La pregunta orientadora formulada fue: ¿qué diálogos y diferencias
se pueden establecer entre la psicología humanista y la psicología positiva?
Partiendo de lo anterior, se abordan las reflexiones de psicólogos
humanistas y psicólogos positivos alrededor de los principios que
comparten, los contrastes teóricos y metodológicos en ambas perspectivas.
Se realizó su búsqueda en bases de datos especializadas: , Dialnet y
 Journals con los términos ‘psicología humanista’, ‘psicología positiva’,
‘diálogos psicología humanista y psicología positiva’ y ‘diferencias psicología
humanista y psicología positiva’; esta búsqueda se realizó en español e inglés.
Los artículos encontrados fueron clasificados de acuerdo a las categorías de
interés, posteriormente fueron sometidos a revisión de contenido a través
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de un programa de análisis e interpretación de información usado en
investigaciones cualitativas llamado Atlas ti, que permitió identificar otras
clasificaciones como: definición, método, objeto de estudio, pioneros y
principales críticas. La información se fue organizando en conceptos más
amplios, efectuando análisis preliminares, para luego tejer las reflexiones
principales que dieran lugar al siguiente escrito.
La aparición de la psicología positiva
Fue Maslow quien se refirió por primera vez al término ; sin embargo,
la aparición más contemporánea del término aparece en Seligman en un
discurso celebrado en la  en 1998. En su discurso inaugural Seligman
pretende presentar una nueva corriente o paradigma psicológico alejado de
tradiciones anteriores como las ofrecidas por la , dado que esta última
según su visión ha carecido de un interés por metodologías rigurosas. De esta
manera, el acento distintivo inicial de los psicólogos positivos frente a  se
pondrá en el plano metodológico (Froh, 2004).
Seligman y Csikszentmihalyi (2000) refieren que la  busca comprender
cómo los seres humanos prosperan frente a la adversidad y a la vez denuncia
que históricamente, en el corazón mismo de la ciencia, áreas como la salud
se han centrado más en la reducción del dolor, el sufrimiento y las carencias,
que en dar lugar al desarrollo de capacidades individuales y colectivas
(Vázquez, 2014). Los psicólogos positivos plantean que la psicología clínica
ha desarrollado instrumentos para evaluar síntomas y problemas, pero muy
pocos para valorar capacidades y recursos del individuo (Froh, 2004). En
este sentido, según Seligman (2002) citado en Froh (2004), la  busca
posicionar desde el plano científico, el desarrollo y estudio psicológico de
virtudes humanas tales como el amor, la felicidad, el humor, creatividad, a
partir de fuentes confiables de medición, propiciando incluso el desarrollo de
nosologías autorizadas a tal efecto. Por consiguiente, la  centrará su acción
inicialmente en tres preocupaciones: las fortalezas y virtudes de las personas,
las experiencias positivas y las instituciones sociales positivas (Gillham y
Seligman, 1999; Seligman y Csikszentmihalyi, 2000).
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En el contexto propio de la  el término positivo tiene varios usos. De un
lado, tenemos que la ciencia solo puede ser definida por el orden lógico de las
percepciones sensoriales, dando lugar a una única forma de conocer la realidad
—visión inspirada en August Comte (Taylor, 2001)—. También, se asocia
al refuerzo positivo, cuya génesis es el análisis experimental de la conducta:
el comportamiento es modificado a partir de la manipulación operante de
recompensas y castigos. En dicha lógica se entiende que el refuerzo positivo
genera más éxito que el castigo, en esa vía, parte de su moldeamiento
epistemológico lo vincula con el conductismo (Taylor, 2001). A su vez,
el término positivo es usado para significar el opuesto a lo negativo; en el
ámbito psicológico correspondería a la antítesis del mal comportamiento y
los procesos cognitivos defectuosos. Por lo cual, su objeto de conocimiento se
enmarca en el estudio sano de la experiencia humana: identificar y mejorar las
fortalezas y virtudes humanas que hacen que valga la pena vivir, incluyendo el
análisis de las experiencias como la felicidad, estados de bienestar, satisfacción
con la vida, estudio de las fortalezas psicológicas (Vázquez, 2014).
Alrededor de lo anterior se generan dilemas culturales y morales, lo que
puede ser positivo para unos se convierte en negativo para otros, introduciendo
la comprensión de lo psicológico en un escenario dicotómico (Taylor, 2001).
Ante lo cual, tendríamos dos grandes tendencias en la psicología: una que
se ha ocupado de lo morbicéntrico —patológico, tendiente al malestar o lo
negativo en tanto está del lado de la enfermedad— y otra, en este caso la
planteada por Seligman y sus colaboradores, abocada a lo positivo y en la que
se vinculan modelos de orden salutogénicos (Held, 2018; Prieto, 2006).
Un vistazo a la psicología humanista
En el artículo Toward a Humanistic Psychology, Maslow (1956) desarrolla
14 ideas que serán importantes para concretar posteriormente la creación
y desarrollo de la denominada tercera fuerza. El autor denuncia cómo las
élites académicas de la psicología veían con desconfianza la incorporación
de temas como el amor, la esperanza y el significado de vivir. Ciertamente,
para Maslow la salud psicológica no se reducía directamente a la dicotomía
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normalidad-anormalidad. Parte de su crítica estaba centrada en los esfuerzos
que la psicología había hecho por describir e intervenir la enfermedad, lo cual
era apenas, en su opinión, una de las tareas que la comunidad científica debía
tener presente. En su visión, la psicología tenía un papel más amplio:
Debemos saber cómo son los hombres en su mejor momento, no solo lo que son,
sino también lo que pueden llegar a ser. Los subproductos de tal conocimiento
son incalculablemente importantes. Fomentar el crecimiento tiene que ir más allá
de lo meramente problemático (…) Pero hay otro lado del ser humano y otro
conjunto de motivaciones, las positivas, las que tienden a crecer más fuertes, más
sabias, más sanas, a actualizar sus potencialidades (Maslow, 1956, p.18).
La mirada de Maslow (1956) involucra una apuesta por el desarrollo de
la psicología tendiente a modelos salutogénicos. Lupano y Castro (2010), en
reiteradas ocasiones, también refieren la necesidad de abordar tales aspectos
como parte de una tarea amplia de la psicología, que va más allá de una lógica
escolástica. Lo interesante en Maslow es que su búsqueda no se basaba en
promover la oposición a modelos como el conductismo o el psicoanálisis,
pues reconocía los esfuerzos que ambos paradigmas habían hecho, sin
embargo, la imagen y la filosofía que se desprende de estos otorgaban una
mirada incompleta del hombre, allí radica su reclamo: “La felicidad es tan real
como la infelicidad, la gratificación es tan real como la frustración, el amor
es tan real como la hostilidad” (Maslow, 1956, p. 18). A su vez, la psicología
requería ampliar el espectro de fenómenos estudiados de modo que, si bien
Maslow señala en reiteradas ocasiones la necesidad de propiciar un marco
empírico en este horizonte, también refiere que el método no podía restringir
la exploración de la psicología.
Es así como encontramos, en la década de los 60, la aparición oficial de la
psicología humanista; no obstante, su desarrollo no se enmarca simplemente
en la espontaneidad de una época, sino más bien en un esfuerzo sistemático
e investigativo identificado desde la década de los 30. En este periodo se
incluyeron diversas temáticas que antes habían sido excluidas de la psicología:
el interés por investigar la conciencia, la comprensión de la experiencia humana
en términos de la singularidad, el amor, la responsabilidad y la creatividad, los
cuales fueron abordados por teóricos como Murray, Allport y William James,
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lo cual propició un terreno idóneo para el posterior surgimiento de la 
(Taylor, 2001).
Se puede identificar en la motivación que da lugar al surgimiento de la
 un reclamo importante a la ciencia y la cultura occidental por la visión
reduccionista del hombre que manejaba, puesto que las personas eran
entendidas como un mero engranaje de la maquinaria social. Se interroga el
para qué de la ciencia, en tanto su uso inadecuado puede representar incluso
la misma extinción de la vida —el contexto previo de dos guerras mundiales
confirmaba esto—. En últimas, se empezó a considerar que la función de
la psicología y del florecimiento científico debe guardar como imperativo el
desarrollo y progreso de la humanidad (Maslow, 1956).
En términos de su definición, según Quitman (2006), se confirma que
la  resalta la inclusión de diversos tópicos que recibían poco interés en los
modelos tradicionales de la década del 60 definiéndola como:
La tercera rama fundamental del campo general de la psicología (…) y como
tal trata en primer término de las capacidades y potencialidades humanos que
no tienen lugar sistemático ni en la teoría positivista, ni en la conductista, o
en la teoría clásica del psicoanálisis; por ejemplo: creatividad, amor, sí mismo,
crecimiento, organismo, necesidad básica de gratificación, autoactualización,
valores superiores, ser, devenir, espontaneidad, juego, humor, afecto, salud
psicológica y conceptos afines (p. 29).
El interés de la psicología humanista por la promoción amplia de aspectos
positivos de la experiencia humana obedecía a un reclamo a los modelos
dominantes de la época y no a un interés exclusivo por lo positivo. El marco
metateórico de la psicología humanista busca una comprensión amplia,
global, del hombre y la experiencia humana. Es así como Bugental (1964),
en el artículo titulado e third force, refiere cinco directrices básicas alrededor
de dicho interés: el hombre considerado como más que la suma de sus partes,
la existencia humana entendida en un contexto relacional, existe capacidad
de conciencia, capacidad de elección y la intencionalidad debe ser entendida
como la orientación hacia metas y propósitos.
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El punto de la discrepancia entre la psicología humanista y la
psicología positiva
Si bien la  usa diversos conceptos y comparte inquietudes similares a las
que dieron lugar al surgimiento de la psicología humanista, el desarrollo
narrativo originario de los autores denominados como psicólogos positivos se
presentó desde un terreno lejano a la , tildando a esta como anticientífica,
carente de una tradición investigativa acumulativa y a sus personajes
representantes de profundamente narcisistas. La psicología humanista fue
desdibujada como simplemente un movimiento esotérico (Seligman y
Csikszentmihalyi, 2000).
Ahondando en las posibles diferencias, autores como Waterman (2013)
refieren, a nivel terapéutico, que los modelos humanísticos existenciales se
caracterizan por ser psicoterapias interminables que prestan poca atención a
lo positivo en la vida y por la escasa profundización pragmática sobre cómo
vivir de manera más efectiva; al contrario, la  se centra mucho más en la
técnica, sin dar tanta importancia a la alianza terapéutica. Adicionalmente,
considera que las psicoterapias humanistas se orientan a la ampliación del
insight, mientras las que nacen de la psicología positiva se orientan al cambio
conductual o el coaching de vida, en ese sentido esta acoge modelos como el
de la atención plena (mindfulness) y terapias de tercera generación. De igual
forma, Waterman (2013) señala que los psicólogos positivos no se centran en
elementos trágicos de la vida ni tampoco profundizan en emociones negativas.
La denuncia que hacen alrededor de esto es que ha habido un interés excesivo
de la psicología por ahondar en aspectos centrados en la enfermedad o malestar
alrededor de la salud mental.
Pero, quizás la diferencia más categórica que este autor señala está
vinculada al desarrollo metodológico. Refiere que la  se ha instaurado en
desarrollos cualitativos fenomenológicos, mientras que la psicología positiva
esencialmente ha operado desde métodos cuantitativos con rigurosas técnicas
experimentales. En ese orden de ideas, mientras la psicología humanista ha
hecho énfasis en modelos salutogénicos de la conciencia en primera persona,
explicitando su interés por la singularidad, la experiencia y la vivencia como
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forma valida de conocimiento, la psicología positiva ha propuesto estudios
de modelos salutogénicos en la lógica de la conciencia en tercera persona, es
decir objetivando su estudio a partir del desarrollo de métodos empíricos o
provenientes de la psicometría (Rich, 2017). Dicho esto, se puede afirmar que
la psicología positiva, en esencia, ha mirado los diversos intereses investigativos
y tópicos que dieron lugar a la psicología humanista con nuevos lentes, lo que
le bastó para presentarse como un nuevo paradigma.
Una mirada al método y a la tradición investigativa de la
psicología humanista
Algunos teóricos como Friedman y Robbins (2012), Prieto (2006) y Taylor
(2001), interpretan las diferencias mostradas por los psicólogos positivos
como un asunto de carácter político y administrativo. Para no generar mayor
malestar en algunas élites académicas era necesario dar a conocer el viejo
vino de la psicología humanista en un nuevo recipiente, con innovaciones
metodológicas de la teoría de la virtud desde una perspectiva ética
neoaristotélica. La comprensión de la virtud y las fortalezas de las personas en la
lógica neoaristotélica adoptada por la  exige, además enfoques cuantitativos
y otros abordajes provenientes de perspectivas cualitativas (Rich, 2017).
La diferenciación metodológica entre la  y la  no propicia una
legítima distinción, más bien exige, ante el interés común por lo eupsíquico,
pensar en ambas metodologías. Carl Rogers, por ejemplo, usó métodos
cuantitativos para abordar ingredientes esenciales de la psicoterapia efectiva,
por dichos esfuerzos recibió el premio de la Asociación Americana de
Psicología en 1956 (Robbins, 2008; Rich, 2017). A su vez, la innovación
en Seligman consiste en dar un giro hacia una comprensión desde modelos
cuantitativos, un lenguaje más cercano a modelos convencionales. Pero,
como se mencionó anteriormente, fue Maslow quien acuñó el término
psicología positiva al centrar su interés en personas autorrealizadas cuyos
instrumentos de estudio estaban vinculados a herramientas metodológicas
ideográficas experienciales. Incluso Robbins (2008) señala que hoy,
precisamente, la psicología contemporánea puede beneficiarse de distintos
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investigadores humanistas que sufrieron la exclusión y la indiferencia de
modelos hegemónicos durante muchos años.
Sin embargo, posteriormente, como herencia de la psicología humanista
emergen los enfoques transpersonales, investigadores de biorretroalimentación,
profesores de yoga y meditación, lo que conduce a Seligman a confundir
y reducir una tradición histórica e investigativa a dichas perspectivas,
desconociendo la tradición investigativa identificada desde la década de los
30 (Taylor, 2001; Smith, 1990). Así pues, teóricos como Murray aceptaron la
relación entre la teoría de la personalidad en el marco académico y científico
con el movimiento humanista de la psicología estadounidense, aspecto que
compartió con otros autores como Gordon Allport y Gardner Murphy. En
un segundo momento, tenemos la generación que propiamente acompañó el
surgimiento de la psicología humanista, integrada por autores que, a la postre,
serán retomados por psicólogos positivos: Maslow, Carl Rogers, Rollo May,
James Bugental, Anthony Sutich (Taylor, 2001).
De otro lado, el estudio científico de la meditación tiene orígenes importantes
en los abordajes efectuados por psicólogos humanistas, quienes mostraron un
interés temprano por su estudio respecto a otras corrientes en psicología. Es así
como Deikman, Bagchi, Harai y Adams fueron asociados por primera vez a la
tradición de la psicología humanista. Ya a finales de la década de los 60, Robert
Keith y Herbert Benson mostraron lo importante de las técnicas de meditación
sobre la disminución de la frecuencia cardiaca y el metabolismo. Desde entonces
ha existido gran interés investigativo en este campo (Tart, 1990; Taylor, 2001).
En el escenario contemporáneo, la  ha vuelto su mirada sobre diversos
planteamientos inicialmente propuestos por la  desde el lente empírico
positivista. Este elemento ha sido esencial para reclamarse a sí misma como una
nueva rama o campo de la psicología, sin embargo, como se mostró, un simple
vistazo a la historia de la psicología de la mitad del siglo , permite observar
que la  extiende a nivel nomotético diversos focos de intereses planteados
por la  (DeRobertis, 2013; Friedman y Robbins, 2012; Robbins, 2008).
En consecuencia, del rechazo categórico mostrado inicialmente a la , se
han venido reconociendo de manera paulatina los diversos aportes efectuados
por psicólogos humanistas en diversas temáticas retomadas, ampliadas y
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desarrolladas por la : modelos terapéuticos positivos (Bretherton y Ørner,
2004; Joseph y Linley, 2004), críticas a modelos de salud mental morbicéntricos
(Bretherton y Ørner, 2004; Joseph y Linley, 2004; Jørgensen y Nafstad, 2004;
Shapiro, Schwartz y Santerre, 2002), una perspectiva del tiempo equilibrada
con la capacidad para orientarse hacia el futuro (Boniwell y Zimbardo,
2004), la valoración organísmica y tendencia actualizante (Joseph y Linley,
2004), la conciencia y atención plena (Brown y Ryan, 2003), autorregulación
saludable y congruencia (Brown y Ryan, 2004), beneficios de la práctica de la
meditación (Shapiro, Schwartz y Santerre, 2002), autorrealización (Shapiro,
Schwartz y Santerre, 2002), desarrollo humano ante la adversidad (Tedeschi
y Calhoun, 2004), bienestar subjetivo, felicidad y satisfacción (Diener, Oishi
y Lucas, 2002; Diener, Oishi y Lucas, 2003) y sentido de vida (Baumeister y
Vohs, 2002; Bretherton y Ørner, 2004).
En este camino, la teoría de la autodeterminación de Deci y Rian, la cual
aparece en la década del 70, ha dado una base empírica a diversos principios
humanistas, como el mismo concepto de la autorregulación organísmica
(Joseph y Linley, 2004). Allí el gran interrogante es si esto autoriza a la 
para afirmar una distinción tajante con la . También, la pirámide de las
necesidades de Maslow vinculadas a la comprensión del bienestar psicológico
ha sido motivo de estudios desde la  integrando otras dimensiones como el
sentido vital (Froh, 2004). Si bien estos suelen usar modelos de falsación de la
hipótesis, es interesante observar que sus conclusiones tienden a estar en línea
con observaciones ya señaladas por teóricos del enfoque humanista, a saber, se
ha notado que las personas que muestran una mayor satisfacción percibida en
dichas necesidades básicas presentan mayores niveles de bienestar cotidianos
(Froh, 2004; Vázquez y Hervás, 2009).
Crítica a la neutralidad en el estudio de las virtudes
La  se muestra dubitativa en términos de la comprensión de las virtudes:
por momentos se tiñe de una lógica tendiente a la neutralidad y en otras
ocasiones se ubica en la propuesta desarrollada por Aristóteles, allí emerge una
definición cargada de moral. La  busca medir y relacionar la hipótesis de la
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virtud con el desarrollo mismo de la felicidad, sin embargo, una persona puede
percibirse como feliz, pero no ser virtuosa; estar satisfecha, pero ser egoísta;
estar alegre, pero ser insensible (Friedman y Robbins, 2012). La felicidad en
términos neutrales significa satisfacción general, en esa vía, no solo se alcanza
por la práctica de una virtud sino también por el desarrollo mismo de los
vicios; si se piensa, por ejemplo, que por la presencia de avaricia, envidia,
traición o astucia una persona no es feliz, tendremos que reconocer que no
hemos escapado a una perspectiva moral y cargada de valores (Martin, 2007).
No hacer explícito el sistema de valores bajo la premisa de objetividad y
cientificidad es una de las críticas que con más frecuencia se suele efectuar a
la  (Christopher y Hickinbottom, 2008; Friedman y Robbins, 2012; Slife
y Richardson, 2008; Taylor, 2001). La neutralidad científica no escapa a una
lógica opresiva, ejemplo de ello fue lo que sucedió con la homosexualidad desde
el lente de los primeros manuales diagnósticos de la Asociación Americana
de Psiquiatría: apoyados en la neutralidad científica, presentaron durante
décadas la homosexualidad como una enfermedad mental con profundas
consecuencias políticas, sociales e individuales, perspectiva que irónicamente
terminó siendo desmontada por una votación entre quienes estaban a favor
y en contra. La introducción de la democracia en la resolución de problemas
no parece ser un método común dentro de la praxis científica, sin embargo,
también allí ha operado (Bayer, 1987; Drescher, 2015).
El investigador en este campo puede asumirse como libre de valores ante el
objeto de investigación, allí la  transita con poca claridad hacia un camino
de comprensión de las virtudes que va entre lo hedónico y eudaimónico, pues
esta interpretación aislada tiene efectos bastante arriesgados. Así las cosas,
virtudes como la resiliencia pueden aplicarse al análisis de la historia reciente
de diferentes dictadores: Hitler podría ser mostrado como resiliente y por lo
tanto virtuoso. En esa medida, la evidencia empírica positivista es insuficiente
para responder preguntas de valor; la pregunta por lo ético requiere diversos
abordajes metodológicos, incluso la filosofía más reciente de la ciencia revela,
precisamente, la imposibilidad de separar totalmente los valores de la praxis
científica (Robbins, 2008).
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La psicología humanista en modelos convencionales: diálogos y diferencias
con la psicología positiva
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De la tiranía psicopatológica a la tiranía de la felicidad
Una lógica peligrosa derivada de la  es que, en nombre de la ciencia, se
puede promover una moralidad radical vestida de objetividad. Si los psicólogos
humanistas e incluso los psicólogos positivos han efectuado fuertes críticas al
reduccionismo psicopatológico, cabe preguntarse si estamos ahora ante otro
reduccionismo proveniente de la tiranía de los discursos de la felicidad (Held,
2002). Ciertamente, vestida de una objetividad pura, emerge la felicidad como
un discurso unitario que se impone en el orden social e individual. Ahora la
ciencia no solo dictamina y configura marcos psicopatológicos, su extensión
cubre un espectro más amplio, puede decirnos cómo, cuándo y de qué manera
ser felices. Esta pareciera ser una de las grandes promesas que realiza la ,
entendiendo que la felicidad está al alcance de todos, comprendida como un
discurso unitario y universal. Así las cosas, la felicidad es un producto más
dentro de aquellos que puede suministrar el modelo neoliberal (Fernández y
Vilariño, 2018).
Ahora bien, el ofrecimiento y el alcance de la felicidad no es algo gratuito,
dado que al mismo tiempo se introducen nuevas patologías (Prieto, 2006).
Estamos anclados a discursos dominantes de la felicidad y el sufrimiento,
anormalidad y bienestar, los cuales se reducen a un patrón psicológico: tanto
el problema como la solución yacen en el mismo sujeto. Ante esto, autores
como Cabanas (2018); Christopher, Richardson y Slife (2008); Richardson
y Guignon (2008) refieren que el constructo de bienestar que ofrece la 
está en sintonía con las sociedades occidentales, las cuales son altamente
individualistas. Hay una fuerte industria del consumo de productos que
ofrecen felicidad: asesorías psicológicas positivas, mindfulness y coaching, lo
que al final pareciera develar, precisamente, la insatisfacción de las personas,
que se agudiza si no se alcanza dicho patrón de bienestar. Lo anterior, se
vincula a su vez con imaginarios potentes y hegemónicos del buen vivir, ahora
presentados con carácter científico.
La promoción de la felicidad ofrecida por las sociedades occidentales
instala la culpa en el sujeto concebido como responsable de su propia felicidad
y protagonista de su propio fracaso. En esa medida, la paradoja es clara,
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Cabanas (2018) se pregunta si la  y su concepción individualista están
contribuyendo a la creación y mantenimiento de la insatisfacción percibida.
Para argumentar esto refiere algunos estudios sociológicos y antropológicos
que vienen mostrando la relación existente entre culturas individualistas y
la alta presencia de depresión, ansiedad y trastornos del estado de ánimo.
En otras palabras, aquellos que prometen una cura, refuerzan en sus mismos
discursos la enfermedad que están enfrentando (Fernández y Vilariño, 2018).
Terreno común y diálogos entre ambos enfoques: buscando
la pauta que conecta
Es difícil cuestionar que la  y la  comparten objetivos comunes, vinculados
principalmente con su interés de promover modelos salutogénicos de la salud
mental. Más allá de las rupturas epistemológicas, técnicas o metodológicas
que promueve una u otra, el momento histórico y los aprendizajes derivados
de los mismos desarrollos de la psicología plantean un panorama mucho
más dialógico en aras de propiciar un mayor acercamiento. Quizás esto exija
una reducción de nominalismos del marketing que promueve determinado
enfoque: “soy psicólogo positivo”, “soy psicólogo humanista”, para dar paso a
abordajes más extensos. Algunos autores, como Richardson y Guignon (2008)
y Rich (2017), coinciden en la necesidad de integrar métodos ideográficos
(cualitativos), más cercanos a la tradición humanista con nomotéticos
(cuantitativos), estos últimos más aceptados dentro de la .
La  suele ubicar el estudio de las virtudes desde modelos neoaristotélicos,
en dicho escenario se requiere a su vez de la phronesis que permita entender cómo
usar esas virtudes en contextos y situaciones particulares; bajo esta dirección,
se hace imperativo un tránsito a modelos ideográficos que incluyen estudio de
casos, biografías, análisis de discurso y situaciones altamente contextualizadas
que continuamente enfrentan psicoterapeutas y profesionales clínicos. Los
enfoques cualitativos suelen ofrecer un marco comprensivo más amplio que
permite hacer explícito el lugar que habita el investigador, hacer explícito el
rostro del investigador implica reconocer y establecer diálogos entre la ciencia
y la ética (Robbins, 2008; Friedman y Robbins, 2012).
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En este camino, encontramos una propuesta interesante que se ha venido
desarrollando, esta es la de Rich (2017) —investigador en el campo de la —
que parte de una crítica a los límites dogmáticos que desde lo metodológico
han privilegiado el uso de metodologías cuantitativas en dicho enfoque. El
autor propone que la  puede beneficiarse de la investigación cualitativa,
potenciando las reflexiones y constructos que son de su interés, de esta manera,
los aportes de la autoetnografía podrían generar mayor comprensión de cómo
las personas enfrentan escenarios de adversidad. Rich (2017) también refiere
cómo algunos teóricos importantes de la psicología como Freud, Piaget,
Bartlett, Lorenz, entre otros, se beneficiaron y apoyaron de estos métodos,
efectuando contribuciones fundamentales a la disciplina. En ese sentido, para
autores como Christopher y Hickinbottom (2008) la investigación cualitativa
no emerge como un enfoque opcional, sino que es equiparable en relevancia
a los métodos cuantitativos.
En efecto, la investigación cualitativa fortalece la comprensión de los
contextos históricos, sociales, explicitando los valores y creencias propias de las
comunidades y los investigadores. La pregunta por la auténtica felicidad no es algo
nuevo en la historia de la humanidad, la concepción del bienestar tiene distintos
matices históricos y culturales. Si bien, en ocasiones, la  transita por una visión
etnocentrista, más allá de invalidar las inquietudes teóricas e investigativas de este
enfoque, la apertura metodológica que se le pide posibilitaría el fortalecimiento
de reflexiones contextualizadas, evitando que se extienda en el tiempo como una
ideología que representa los intereses de sociedades o discursos dominantes, al
tiempo que permitiría ampliar los diálogos entre diversas culturas (Christopher
y Hickinbottom, 2008; Slife y Richardson, 2008).
Respondiendo a este llamado, investigaciones desde el terreno de la 
como la de Wilson, Wissin, Ndima y Somhlaba (2021), desde un enfoque
cualitativo, exploran conceptos como la esperanza, metas y significados,
los cuales son estudiados y examinados con una mayor apuesta contextual,
sociopolítica y cultural. En este caso particular, el estudio se desarrolló en
dos países africanos: Ghana y Sudáfrica, la investigación permitió reflejar una
fuerte conexión e integración nomológica de dichos conceptos. A su vez, se
halló que la comprensión del bienestar individual, entendido desde el bienestar
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colectivo, tiene un peso muy importante en las dimensiones relacionales como
fenómenos propios de esta cultura.
Lejos de las discusiones y tensiones entre ambos modelos, la  ha puesto
en diversos entornos científicos distintos tópicos y reflexiones teóricas
desarrolladas por la . En este escenario, psicólogos humanistas como
DeRobertis (2013) refieren el protagonismo y la relevancia que cobra el
enfoque humanista, el cual puede materializarse mucho más si los psicólogos
humanistas generan mayores diálogos con los métodos cuantitativos. Esta
apertura metodológica es precisamente el llamado que hacen distintos teóricos
de dicho enfoque (Froh, 2004; Robbins, 2008; Taylor, 2001). Atendiendo
a dicha convocatoria, también podemos observar a continuación algunos
ejemplos de los trabajos que vienen adelantando psicólogos humanistas en los
que se vislumbra la presencia de metodologías cuantitativas operacionalizadas
a partir de la medición psicológica.
Proctor, Tweed y Morris (2016) han efectuado diversas investigaciones
del enfoque centrado en la persona, identificando un marco empírico en las
reflexiones planteadas por Rogers a partir de la revisión psicométrica de sus
constructos: la percepción de felicidad y satisfacción con la vida, autonomía
y apertura a la experiencia, mostrando una clara correlación entre estos, la
valoración organísmica y el funcionamiento pleno de la persona. En esta línea,
Joseph y Murphy (2013) vienen trabajando en divulgar y articular, desde una
perspectiva metateórica, diálogos entre modelos centrados en la persona y la
psicología positiva. En su reflexión plantean algunos puentes vinculados a
prácticas basadas en la evidencia, desarrollo psicométrico de constructos como
la autenticidad, congruencia y empatía terapéutica, y asociaciones teóricas
entre la valoración organísmica, la autorrealización en el enfoque centrado en
la persona y la teoría de la autodeterminación de Ryan y Deci.
Encontramos, así mismo, diferentes diálogos y reflexiones en el campo
de las neurociencias, tópicos emergentes como la neurofenomenología,
desde la cual se pretende desarrollar una mirada más amplia de la interacción
entre el sistema nervioso y los contextos sociales, culturales y subjetivos,
como parte de un entramado más complejo de lo que inicialmente se había
planteado (DeRobertis, 2015). Las validaciones y desarrollos de constructos
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psicométricos son amplias, solo por nombrar algunas, encontramos: en
logoterapia, la escala para medir recursos como la autotrascendencia y
autodistanciamiento (Martínez, Díaz y Jaimes, 2010), igualmente, la validación
del inventario de espiritualidad humanística, el inventario contiene tres escalas:
autoactualización, trascendencia y significado de la vida (Kontrimienė, 2019).
También, se encuentran otros estudios desarrollados con metodología Q, la
cual mezcla desarrollos cuantitativos y cualitativos, por ejemplo, se diseñó un
estudio donde se identifican dos perfiles asociados al heroísmo, allí el análisis
del factor Q mostró dos perfiles: héroes abiertos, amorosos y arriesgados, y
héroes espirituales, socialmente responsables (Riches, 2018).
Las transformaciones de los sistemas sanitarios en el mundo alrededor de
modelos basados en evidencia establecen un fuerte filtro frente a la aceptación
o rechazo de modelos psicoterapéuticos, frente a los que no solo se observa su
desarrollo histórico o epistemológico sino también su pertinencia, eficacia y
relación costo-beneficio ante eventos de orden psicopatológico o problemas
presentes en los contextos clínicos donde tienen lugar. Para esto, se ha venido
suscitando un esfuerzo de psicólogos de orientación humanista por dar
cuenta de los alcances terapéuticos de psicoterapias humanístico-existenciales.
En dicho terreno se viene encontrando y soportando evidencia de corte
cuantitativo que señala cómo los tratamientos de orientación humanista, tales
como análisis transaccional, psicoterapia gestáltica y asesoramiento centrado en
la persona, cumplen criterios para el tratamiento de la depresión, dificultades
interpersonales, conductas autolesivas y condiciones de salud crónica (Angus,
Watson, Elliot, Scheider y Timulak, 2015; Rijn y Wild, 2013). La evidencia
ha venido respaldando que las psicoterapias humanistas son pertinentes para
tratar distintos problemas de índole interpersonal, la psicoterapia centrada
en la emoción es uno de los modelos más reconocidos en trabajo con parejas
(Angus, Watson, Elliot, Scheider y Timulak, 2015). Así las cosas, en el Reino
Unido se llevó a cabo el primer estudio de corte cuantitativo en el que se evaluó
la eficacia de la terapia fenomenológica existencial con distintos pacientes que
consultaban en el centro nacional de salud por problemas psicológicos como
la depresión. Dicha terapia tuvo alcances significativos para tratar trastornos
derivados del estado de ánimo (Stephenson y Hale, 2017).
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En general, se viene dando una incursión mucho más intencionada de
psicólogos humanistas en el uso de metodologías cuantitativas, sin desconocer
los aportes y la tradición de enfoques ideográficos claves para el desarrollo
y devenir de la  (DeRobertis, 2016). Lo anterior genera oportunidades
importantes frente a las mismas escuelas de formación académica en las que
muchas veces se adoptan panoramas exclusivos de enfoques cuantitativos o
cualitativos. Al respecto, Waterman (2013) considera que hay pocos psicólogos
preparados en el uso de ambas metodologías. Más que un dilema científico,
parece como otros aspectos señalados, conflictos políticos y administrativos
que tiene que ver con la tradición dogmática en la que se pueden inscribir las
comunidades académicas, investigación cualitativa o cuantitativa. Desde esta
perspectiva, es importante convocar una actitud dialógica, propia de personajes
como Rogers o Maslow, en la comprensión que estos mismos tenían de la
ciencia. Su visión estuvo encaminada no solo al reconocimiento de enfoques
ideográficos, sino también a la inclusión de metodologías cuantitativas
(Maslow, 1991; Rogers, 1961). Dicha combinación supone una lección que
puede enriquecer nuevos escenarios investigativos que posibiliten un mayor
acercamiento entre psicólogos positivos y psicólogos humanistas, estos
últimos pueden aprovecharse del terreno abonado por la  en metodologías
nomotéticas al tiempo que la  puede seguir afianzando una mayor tradición
ideográfica experiencial cultivada en el desarrollo histórico por la .
Conclusiones
Los avances y desarrollos de la  pueden generar un panorama prometedor
para el mismo desarrollo de la , siendo convocados a abarcar estudios en
los panoramas propuestos por modelos convencionales: prácticas basadas en
la evidencia, revisión empírica y psicométrica de constructos, diálogos con las
neurociencias, etc (Robbins, 2008). Tanto la  como la  se han esforzado
por vincular diversos tópicos tales como el crecimiento, la autorrealización, la
creatividad, la ética, la fuerza y la virtud. Si bien este no es un debate nuevo en
psicología, como lo quisieron plantear inicialmente los psicólogos positivos, en
la esfera de lo contemporáneo, el péndulo de la historia pone nuevamente en
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escena la pregunta por lo salutogénico en la perspectiva psicológica (Lupano
y Castro, 2010).
Haciendo alusión a personajes representativos del método experimental
en psicología como Skinner podríamos expresar de manera alegórica que este
ha llamado a casa de Maslow o teóricos identificados con el movimiento
humanista, ofreciendo la posibilidad de revisar sus planteamientos desde
un marco nomotético. Dicha llamada que nunca se dio, es quizás lo que
podemos encontrar hoy en algunos desarrollos de la , dado que ha puesto
su interés en constructos de la tradición de la  pero con nuevos lentes
metodológicos.
De otro lado, cabe advertir de acuerdo a lo señalado que la  corre el
riesgo de propiciar una mirada sobre la buena sociedad, privilegiando un
modelo social sobre otro, perdiendo el valor del contexto y los diálogos que
las distintas comunidades establecen. En contraste, la  introduce que lo
positivo solo tiene sentido en el contexto de la experiencia humana vivida y
desde un marco más amplio que trasciende la dicotomía positivo-negativo.
Frente a esto, la  está llamada a enfrentar dichos problemas epistemológicos
ya enunciados por la corriente humanista (Friedman y Robbins, 2012;
Warmoth, Resnick y Serlin, 2001).
Así, la  no solo debe ser valorada en un plano histórico o testimonial, pues,
si bien la investigación de orden cualitativo y especialmente fenomenológica
ha marcado parte de su tendencia investigativa, la diversidad de métodos de
orden nomotético se resalta entre los esfuerzos que han venido efectuando
psicólogos de dicha orientación, lo cual en últimas posibilita un mayor
escenario dialógico con la  y con la psicología en su conjunto en función de
las inquietudes que la han acompañado.
Finalmente, un adecuado abordaje de lo salutogénico en salud mental no
debería excluir perspectivas cuantitativas o cualitativas, pues si buscamos la
pauta que conecta podemos entrar a un terreno mucho más fructífero para
el desarrollo mismo de la psicología. Lo anterior no solo otorga una mirada
sobre la eficacia, validación empírica o comprensión fenomenológica de
determinado objeto; más bien, puede posibilitar un marco epistemológico
y científico mucho más amplio y complejo, con capacidad de establecer
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discusiones en distintos terrenos metodológicos y epistemológicos que, en
últimas, construyan y establezcan puentes alrededor de las inquietudes que en
lo científico, social, individual y cultural tenemos como psicólogos.
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... Es importante destacar que, para la psicología humanista toda persona es protagonista de su historia, y esto cede autonomía y responsabilidad a los hombres, quienes tienen la posibilidad de elegir su propio viaje hacia la autorrealización; por esta razón el terapeuta se enfoca en la exploración de los sentimientos y pensamientos de la persona, enfatizando la importancia de la experiencia personal, la autonomía y la capacidad de elección en el desarrollo humano, fomentando así el compromiso de cada individuo en su propio proceso de sanación y crecimiento, tal como lo hiciera Carl R. Rogers (Ramírez, 2021); así mismo Rogers (citado por Thorne & Sanders, 2012) puntualiza que, el empoderamiento se da a partir de la conciencia protagónica, identificada como la responsabilidad consciente de lo que el Ser es, asumiendo el poder y la autoridad para tomar el control de sus propias vidas y tomar decisiones significativas. ...
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cumple con los cánones requeridos para su publicación, por lo que se aprueba a propuesta y previa evaluación del Comité Científico. La edición, y publicación será procesado desde el mes de febrero del 2024. Verificable en nuestra plataforma: https://biblioteca.ciencialatina.org/libros/
... Coaching es una palabra inglesa que significa «entrenar». Este busca la autoobservación y autoconocimiento que inviten a la persona a analizar sus creencias y motivaciones, para orientar sus acciones hacia el desarrollo personal y/o profesional 21 . ...
... Es importante destacar que, para la psicología humanista toda persona es protagonista de su historia, y esto cede autonomía y responsabilidad a los hombres, quienes tienen la posibilidad de elegir su propio viaje hacia la autorrealización; por esta razón el terapeuta se enfoca en la exploración de los sentimientos y pensamientos de la persona, enfatizando la importancia de la experiencia personal, la autonomía y la capacidad de elección en el desarrollo humano, fomentando así el compromiso de cada individuo en su pág. 5 propio proceso de sanación y crecimiento, tal como lo hiciera Carl R. Rogers (Ramírez, 2021); así mismo Rogers (citado por Thorne & Sanders, 2012) puntualiza que, el empoderamiento se da a partir de la conciencia protagónica, identificada como la responsabilidad consciente de lo que el Ser es, asumiendo el poder y la autoridad para tomar el control de sus propias vidas y tomar decisiones significativas. ...
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Este libro presenta una aproximación a la psicología clínica desde una perspectiva humanista mediante la delimitación de algunos postulados fundacionales y, dentro de ellos, de conceptos y orientaciones que incidan en la práctica del clínico. Sin embargo, dado que esta investigación no es exhaustiva en la literatura, pues no agota todos los momentos en la producción científica, ni considera a todos los autores y enfoques posibles, lo aquí expuesto debe entenderse como un insumo básico, orientador, de carácter relativo, perfectible y falsable. Propone conceptualizaciones y lógicas que describen, en cierta medida, fenómenos que pueden aparecer en algún grado en el escenario clínico, y pueden, por tanto, ayudar al psicólogo a ampliar su perspectiva frente una totalidad compleja. Desde luego, sin reivindicar la cosificación y reduccionismos de lo operativo, asunto con el que lecturas contemporáneas del humanismo psicológico difieren, sino que puede ayudar a conciliar una historia de la clínica general con la clínica de enfoque humanista, que en algunas mentalidades es irresoluble. La presente obra evidencia la necesidad de volver a las fuentes del enfoque humanista en psicología, para rastrear la forma en que desde allí se ha aportado a la construcción de la clínica, al tiempo que se pueda delimitar y clarificar el alcance y perspectivas futuras de la misma, para presentar nuevas investigaciones a los problemas actuales. Se pretende con esto construir una orientación para la reflexión y práctica en los entornos clínicos, procurando una conciliación entre los procesos clínicos tradicionales e institucionales y los énfasis en la situación terapéutica que realiza el psicólogo humanista, puesto que, si bien las finalidades clasificatorias no son originarias del humanismo, las dinámicas actuales de la aplicación de la psicología precisan de ciertos insumos para realizar una lectura psicopatológica diferenciada, y una comprensión y tratamiento de casos clínicos afines al diálogo interdisciplinar. Desde luego, ante la diversidad de enfoques humanistas, tanto conceptuales como terapéuticos, se han delimitado los elementos centrales del libro a las referencias conceptuales de Abraham Maslow, Carl Rogers, Friedrich Perls y Rollo May, incluso no toda su producción, sino de sus obras más insignes. Primera edición, Medellín, Colombia: © Fundación Universitaria María Cano Agosto de 2022 ISBN: 978-958-53419-7-5 Tobón R., Javier y Correa R., Cristian Psicología clínica. Una perspectiva humanista/Javier Tobón R., Cristian Correa R.-1a. ed.-Medellín: Fondo Editorial Maria Cano, 2022 286p.; il.; Formato Cerrado: 21x29,7 cm-Formato Abierto: 42x29,7cm.
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Este volumen es un producto de investigación desarrollada en el proyecto Perspectivas en psicología clínica y psicopatología: delimitaciones conceptuales y estrategias de intervención adscrito al grupo de investigación Psique y Sociedad, del programa de psicología en la Fundación Universitaria María Cano. Dicho proyecto tiene como objetivo general la exploración de estructuras conceptuales y categorías psicopatológicas en diversos contextos clínicos, así como el estudio de los fenómenos clínicos desde diferentes modelos investigativos y alcances inferenciales, las dimensiones multicausales de lo psicopatogénico y los protocolos de intervención, diagnóstico y tratamiento. se realizó un acercamiento a la psicología clínica desde una perspectiva humanista y a la psicología humanista desde una perspectiva clínica a fin evidenciar las posibles relaciones y necesarias conceptualizaciones que un psicólogo clínico con enfoque humanista habría de considerar; desde luego, ante la diversidad de enfoques humanistas tanto conceptuales como terapéuticos, se han delimitado los elementos centrales del ibro a las referencias de Abraham Maslow, Carl Rogers, Friedrich Perls y Rollo May, no de toda su producción sino de sus obras más insignes. Se pretende con esto construir una orientación para la reflexión y práctica en los entornos clínicos procurando una conciliación entre los procesos clínicos tradicionales e institucionales y los énfasis en la situación terapéutica que realiza el psicólogo humanista puesto que, si bien las finalidades clasificatorias no son originarias del humanismo y en general ajenas a él, también las dinámicas actuales de la aplicación de la psicología precisan de ciertos insumos para realizar una lectura psicopatológica diferenciada, y una comprensión y tratamiento de casos clínicos afines al diálogo interdisciplinar.
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Spirituality is a basic human drive with diverse forms of expression that make for unique thinking and as such, it is the ultimate end of human development. Constituents of spirituality may best be delineated by the humanistic perspective as it readily meets the demands of the not-so-religious today. The proposed Humanistic Spirituality Inventory is based on the humanistic spirituality model, which captures spirituality’s content domain. The inventory contains three scales corresponding to the three model components: (1) Self-actualization, which implies a mature perception of reality, spontaneity, creativity, peak experiences, personal growth, detachment, Gemeinschafsgefühl, and profound interpersonal relations; (2) Transcendence, which implies belief in the supernatural reality, self-transcendence, and a holistic approach to Being; and (3) Ultimate Meaning in Life, which entails the awareness of faith-inspired directedness and ontological significance of life. The current study (N = 331) explores the development and psychometric properties of the instrument, that is, its content and construct validity as well as internal consistency and test–retest reliability. The results of the study support the good psychometric properties of the Humanistic Spirituality Inventory and suggest that it can be used as a proper measure in the assessment of this phenomenon.
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The Positive Psychology (PsP) has reached a great academic, social and bibliographic impact. Nonetheless, this success has been hindered by questioning the originality of some ideas; the scientific approach and the social relevance of the research findings. Likewise, possible risks derived from their interventions and implementations have been suggested. Thus, the objective of the present study is to conduct a critical and constructive reflection about the current situation of PsP. As a conclusion, the PsP must be more rigorous historically through the adoption of a long term perspective; carry out a construction and dissemination of knowledge based on ethic; develop a more realistic discourse within a policy of improving happiness and finally, empirical data that underpin the PsP are used to justify a neoliberal political ideology of happiness.
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Positive Psychology (PP) has been firmly institutionalized as a worldwide phenomenon, especially in the last decade. Its promise of well-being has captured many people’s longings for solutions in times of significant social uncertainty, instability, and insecurity. The field, nevertheless, has been severely criticized on multiple fronts. This article argues that positive psychology is characterized by a narrow sense of the social as well as by a strong individualistic bias that reflects the core beliefs of neoliberal ideology. In this regard, the present paper aims to illustrate the extent to which individualism is essential to understanding the theoretical and empirical foundations of PP’s conceptualization of happiness. Additionally, the paper questions whether positive psychology and its individualist conception of human well-being are not themselves contributing to sustain and create some of the dissatisfaction to which they promise a solution.
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A más de diez años de la fundación de la Psicología Positiva por Martin Seligman, este trabajo se propone hacer un análisis desde sus inicios, considerando sus antecedentes, sus temas de interés, su producción, su difusión, sus implicaciones prácticas (intervenciones) y sus líneas de estudio a futuro. Además se propone discutir acerca del futuro de la Psicología Positiva: su disolución o integración al resto de la disciplina psicológica.
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Psychology after World War II became a science largely devoted to healing. It concentrated on repairing damage using a disease model of human functioning. This almost exclusive attention to pathology neglected the idea of a fulfilled individual and a thriving community, and it neglected the possibility that building strength is the most potent weapon in the arsenal of therapy. The aim of positive psychology is to catalyze a change in psychology from a preoccupation only with repairing the worst things in life to also building the best qualities in life. To redress the previous imbalance, we must bring the building of strength to the forefront in the treatment and prevention of mental illness.
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In the rapidly expanding field of positive psychology, a core question is now what the relationships among various positive constructs are and how we can understand this in various contexts. We aimed to explore the possible nomological network linking the constructs hope, goals, and meaning from a bottom-up Africentric perspective in two African contexts (Ghana and South Africa) among samples of 18 emerging adults between the ages of 18 and 25 years in each context. Connotations of hope, goals, and meaning as experienced by participants were thematically analyzed and thereafter conceptually clustered. These clusters formed overlapping nodes indicating the nomological network among constructs. Apart from positive intrapersonal cognitive processes linking the main constructs, the fulfillment of various well-being needs, embedded-ness in horizontal and vertical relationships, intertwined understandings, and links across domains of life came to the fore as nodes linking the constructs hope, goals, and meaning in the current sample. Our findings further illustrated that African-centered perspectives on the interconnectedness of things through spirituality and relationships endorse positive psychology views that emphasize relational dimensions as crucial aspects of cognitive well-being.
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Counselling and psychotherapy are rooted in humanistic and phenomenological approaches that place emphasis on a choice of therapies being available to individuals. Practice-based evidence makes an important contribution to the field of evidence-based practice on which National Health Service (NHS) clinicians and patients base decisions about psychological treatment interventions that are most likely to be effective. This research aimed to explore the effectiveness of Existential–Phenomenological Therapy (EPT) as routinely used to treat NHS patients in a U.K. secondary care setting. Quantitative data were analyzed from all available NHS routine patients’ (N = 143) Clinical Outcomes in Routine Evaluation Outcome Measures for all those who were treated with EPT (n = 34) and Cognitive Behavioral Therapy (n = 109) from January 2008 to September 2010. Differences were found between waiting list and posttherapy (p = .016) and between pretherapy and posttherapy (p = .03) for EPT research participants and mean results produced reliable and clinically significant change for some. A quarter of these participants moved from a clinical to nonclinical population from pretherapy to posttherapy. A similar pattern was found for the EPT and cognitive behavioral therapy NHS routine practice patients.
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The positive/negative distinction works well in many fields—for example, in mathematics negative numbers hold their own, and in medical pathology negative results are usually celebrated. But in positive psychology negativity should be replaced with positivity for flourishing/optimal functioning to occur. That the designation of the psychological states and processes deemed positive (good/desirable) and negative (bad/undesirable) is made a priori, independent of circumstantial particularity, both intrapersonal and interpersonal, does not seem to bother positive psychologists. But it should, as it results in conceptual muddles and dead ends that cannot be solved within their conceptual framework of positivity and negativity. Especially problematic is an ambiguity I find in positive psychologists’ a priori and a posteriori understandings of positivity and negativity, an ambiguity about constitutive and causal relations that pervades their science and the conclusions drawn from it. By eliminating their a priori dichotomy of positivity and negativity, positive psychologists might well find themselves in a better position to put back together the psychological reality that they have fractured in their ontologically dubious move of carving up psychological reality a priori into positive and negative phenomena. They then might find themselves better placed to “broaden and build” their own science of flourishing.
Article
Building on research about the characteristics and varieties of actual heroes, the purpose of this project was to investigate the extent to which different types of real heroes have similar and distinct characteristics using Q-method, a person focused method. Awarded heroes sorted 49 psychological characteristics and Q-factor analysis revealed two profiles, or groups, of heroes; “open, loving, and risk-taking heroes,” and “spiritual, socially responsible, and prudent heroes.” These findings are interpreted in light of humanistic psychology, and the implications of these findings on the field of heroism science are discussed. The profiles bring the field of heroism science a deeper and more comprehensive view of the whole heroic person, and suggest directions for using heroic examples to fostering heroism.
Chapter
Dealing with time is a fundamental feature of the human experience, both objective, or so-called clock time, and subjective, personal constructions of time. The focus of this chapter is the construct of time perspective (TP), which is viewed as an integral part of the subjective or personal experience of "lived time". Time perspective is considered to have cognitive, emotional, and social components. The Zimbardo Time Perspective Inventory (ZTPI) is the latest modification of the STPI, which has addressed the shortcomings of the previous scales. Zimbardo and Boyd demonstrate that both Past-Negative and Present-Fatalistic perspectives are associated with strong feelings of depression, anxiety, anger, and aggression. Despite being conceived primarily at a theoretical level, the constructs of TP and a balanced TP offer considerable potential for practical interventions in clinical and occupational psychology. The construct of TP has a potential to provide a theoretical underpinning for time management interventions.