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Cad. Saúde Pública 2021; 37(12):e00237621
La categoría determinación social como
herramienta emancipadora: los pecados
de la “experticia”, a propósito del sesgo
epistemológico de Minayo
The social determination category as an
emancipatory tool: the sins of “expertise” with
regard to Minayo’s epistemological bias
A categoria determinação social como ferramenta
emancipatória: os pecados da “expertise”, no que
diz respeito ao viés epistemológico de Minayo
DEBATE
DEBATE
Jamie Breilh 1
doi: 10.1590/0102-311X00237621
1 Universidad Andina
Simón Bolívar, Quito,
Ecuador.
Correspondencia
J. Breilh
Calle Toledo 2280, Edificio
Micaela Bastidas P2, Quito
170525, Ecuador.
breilhjaime@gmail.com
Hubiera deseado que el embate de la Profesora Cecília Minayo hubiera surgido en otro momento o
que al menos mi réplica hubiera podido darse en un escenario más justo y fraterno.
Debo confesar, además, que asumo con preocupación, pero también con tristeza y desencanto, la
responsabilidad de responder a los inexactos y mal enfocados argumentos de una colega como Cecília.
Sin embargo, mi réplica no se reducirá a una reafirmación personal de mi trabajo y contribuciones que
son ampliamente acogidas. Mi réplica es más que la respuesta obligada a una colega que ha lanzado
una sorpresiva y sesgada crítica, enfocándose principalmente en la producción de Naomar Almeida-
Filho y la mía, justo en tiempos de un hipercapitalismo agresivo, cuando investigadores democráticos
deberíamos apoyarnos frente a las agresiones externas. Reclamo aquí el deber, incluso ético, de for-
mular la crítica científica con rigor epistemológico, frente a una crítica basada en equívocos analíticos,
sesgos axiomáticos e interpretativos. Es inevitable la crítica de la crítica al defender las bases de un
conocimiento transformador.
He contribuido durante décadas a la construcción de espacios de posgrado y creativos programas
de una acción social participativa, que se han enriquecido con la nueva epidemiología alrededor de
la categoría determinación social y su “caja de herramientas contrahegemónicas”. Trabajo desde una
plataforma social (universidad-comunidades/organizaciones sociales-cuadros no tecnocráticos de
gobierno) en la tarea colectiva de transformar estructuras académicas obedientes al pensamiento
cartesiano y entrabadas en la lógica positivista. En esa misma dirección he contribuido a combatir la
obsoleta salud pública funcionalista.
Respondo entonces a la imperiosa fustigación contra la epidemiología crítica de la determinación
social, que ha lanzado Cecília Minayo
1
, en defensa de décadas de construcción y lucha de una línea
valiosa de reforma, sobre la que ahora se pretende construir un disenso y sembrar duda.
Los historiadores del disenso científico han demostrado que cuando en la sociedad capitalista
tiene “éxito” un modelo interpretativo integral -como el de la determinación social-, que desnuda los
intereses y construcciones del poder y propone alternativas a sus cánones, el establishment muchas
veces utiliza la estrategia de “sembrar dudas” acerca de la validez científica de dicho modelo inter-
pretativo
2
.
Al contrario de lo planteado por Minayo
1
, la determinación social de la salud es un potente recur-
so de interpretación dialéctica del movimiento de la vida social y de la relación no determinista, sino
dialéctica que este genera, produciendo consecuencias o embodiments en la naturaleza y en colectivos
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original sea correctamente citado.
Breilh J
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y personas de varios tipos, unos saludables y otros malsanos. Rompiendo con el molde cartesiano
entendemos la salud como un proceso complejo, donde no hay relaciones deterministas, sino un
movimiento entre la determinación y la autonomía relativa
3
. En consonancia con nuestro recordado
Juan Samaja
4
, sostengo la co-determinación entre la tendencia de los procesos más amplios y com-
plejos a reproducir sus condiciones, y la tendencia de los procesos más simples para generar cambios
en dichas condiciones. La determinación se establece en distintos dominios de la realidad y algunos
autores como mi buen amigo, Naomar Almeida-Filho
5
, lo denominan sobre-determinación.
La epidemiología crítica contemporánea que hemos contribuido a fundar, no asume la totalidad
como categoría determinista -como la conciben las corrientes del determinismo histórico-, ni inver-
samente asume las partes (colectivos, individuos y seres vivientes), como portadoras de la esencia cog-
noscible -como lo establecen las ciencias naturales y sociales del determinismo cartesiano y la inves-
tigación positivista-. Asumimos, entonces la determinación social como un movimiento complejo en
varios sentidos: (a) implica la presencia generativa de procesos en múltiples dimensiones interdepen-
dientes; (b) porque ese movimiento se desarrolla en la oposición entre relaciones de subsunción de lo
más complejo hacia lo menos complejo y la posibilidad de autonomía relativa de lo menos complejo;
y (c) porque como lo hemos sostenido desde 1977 y a lo largo de nuestras publicaciones -hasta el libro
reciente en Oxford University Press-, la determinación social -principio del movimiento complejo-
incorpora no solo la contradicción de procesos saludables y malsanos, sino que subsume otras formas
de movimiento que caracterizan la vida social, la de los ecosistemas y los de salud humana, como los
de: causación, de retroalimentación, de estocasticidad e incluso de incertidumbre
3,6,7
.
Colega Cecília, al acusarnos de un pensamiento lineal (“positivista”), usted comete dos principales
errores: primero, desconocer que en mis escritos yo sustento una robusta crítica al cartesianismo y a
la lógica lineal del positivismo, a partir de una noción no-cartesiana de la complejidad y la determi-
nación. En segundo lugar, usted incurre ahora en un confuso terreno epistemológico y repite con-
tradicciones lógicas de sus publicaciones sobre el método de años anteriores
8
. Es decir, a la vez que
ahora echa mano de varios autores europeos para aleccionarnos sobre una explicación supuestamente
no-positivista de la complejidad y la modernidad, usted nos vuelve a ofrecer como alternativa una
lectura cartesiana de dichos autores. Ya antes en su obra que he citado, al explicar su propia metodo-
logía, cita profusamente a Norman Denzin
9
, asumiendo como suyos los principios metodológicos
del interaccionismo simbólico empírico inductivo de este autor. Denzin
9
(p. 28) al extrapolar a las
ciencias sociales la lógica positivista de interdisciplinaridad de la física clásica causal sostiene que
“...ningún método es suficiente para resolver el problema de distintos factores causales (...) [porque] (…) cada
método revela aspectos de la realidad empírica”. Este tipo de lógica contradice la esencia dialéctica de su
crítica al análisis de contenido, y crea confusión alrededor de su valiosa propuesta de un análisis crí-
tico del discurso
8
. A pesar de eso, yo he cosechado de su obra el meollo dialéctico y jamás la acusaría
de incurrir en un empirismo sociológico.
Entonces, compañera Cecília, debemos proteger la ética democrática de la investigación y de
nuestras relaciones, sin que eso implique renunciar a un debate, pero entendiendo como tal el contras-
te legítimo y proactivo de ideas en un plano de igualdad y respeto. No se trata de etiquetar y contrastar
desde un “pedestal de erudición”, lo que hacemos compañeros desde otras lecturas de la dialéctica y
del papel de la ciencia crítica.
El avance de una ciencia soberana para Latinoamérica no se consigue, como usted bien sabe, con-
virtiéndonos en aplicadores de un Edgar Morin, de un Pierre Bourdieu o de otros(as) pensadores(as)
del Norte. Se trata de leerlos, releerlos e inventariar selectivamente sus elementos válidos y contri-
buciones, desde nuestra propia esencia e identidad, desde una ciencia intercultural que se entrelace
con los rigurosos saberes del Sur. Así lo hemos hecho con Boaventura Santos
10
, complementando su
“ecología de saberes” con mi “metodología meta-crítica”
3
.
Edgar Morin reinstaló en la palestra la noción de complejidad, nosotros lo estudiamos, tomamos
lo valioso desde nuestra matriz cultural y usando nuestro propio ensamble epistemológico. En mi
caso, dicho ensamble es el realismo crítico, es decir, la articulación compleja, dialéctica, de varias
epistemologías críticas orientadas a la construcción de equidad material efectiva, de una intercultura
radical emancipadora y de una ecosofía profunda, teniendo como carta de navegación una filosofía
no violenta del bien común (de base material histórica), de una equidad cultural descolonizada y de
género. Desde ahí aprendimos de Edgar Morin, pero a la vez descubriendo lo incompleto, lineal y
LOS PECADOS DE LA “EXPERTICIA”, A PROPÓSITO DEL SESGO EPISTEMOLÓGICO DE MINAYO
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funcionalista de sus cinco principios de complejidad. Para nosotros, compañera Cecília, la compleji-
dad objetiva y la necesaria interdisciplinaridad teórica en salud, no se desprenden de la yuxtaposición
empírica de lo biológico, psicológico, social y ambiental, sino de un trabajo intercultural de trans-
gresión e interpenetración dialéctica de lo biológico, lo psicológico, lo social y lo ambiental, pero no
como subsistemas de un sistema estructural funcionalista parsoniano, sino como dominios de un
movimiento histórico y espacialmente determinado, además de multidimensional de subsunción y
autonomía relativa de lo biológico, ecológico y lo social. Un movimiento intrínsecamente relacionado
con el metabolismo sociedad-naturaleza, y la relación dialéctica de génesis y reproducción de lo indi-
vidual y colectivo que explicó Samaja
4
. Así mismo, acogimos la rica aportación acerca del poder sim-
bólico y la condición del “habitus” de Pierre Bourdieu
11
, pero la insertamos en el espacio histórico de
interdependencia dialéctica del movimiento cultural y simbólico con la base material de la sociedad.
Para terminar, debo contestarle que no solo hemos estudiado con mucha atención el vertiginoso
desarrollo y penetración de las nuevas tecnologías en la aceleración del hipercapitalismo del siglo
XXI, sino que hemos analizado su incidencia en los procesos críticos que determinan la salud. No lo
hacemos con la lógica del “pos” que usted destaca continuamente, respecto a la sociedad capitalista.
Cierto que hay una modernidad capitalista tardía, y un salto de la destructividad y del crecimiento
exponencial de inequidad del capitalismo, pero nos parece riesgoso centrarnos, en la noción de “pos”
para la explicación de este catastrófico periodo del sistema. Seguir hablando y enfatizando el “pos”
(i.e., pos-modernidad, pos-industria, pos-trabajo, pos-humanismo, etc.) es un arma de doble filo, peor
aún si esto va combinado con las tesis del posmodernismo neoconservador, donde se desconecta la
base material de una reproducción social salvaje de la acumulación de capital y se privilegia en la mesa
de análisis los temas de la microfísica del poder.
Información adicional
ORCID: Jamie Breilh (0000-0001-7146-4628).
1. Minayo MCS. Determinação social, não! Por
quê? Cad Saúde Pública 2021; 37:e00010721.
2. Michaels D. Doubt is their product. New York:
Oxford University Press; 2008.
3. Breilh J. Critical epidemiology and the people’s
health. New York: Oxford University Press;
2021.
4. Samaja J. Epistemología y metodología: ele-
mentos para una teoría de la investigación.
Buenos Aires: EUDEBA; 1997.
5. Almeida-Filho N. Complejidad y transdisci-
plinariedad en el campo de la salud colectiva:
evaluación de conceptos y aplicaciones. Salud
Colect 2006; 2:123-46.
6. Breilh J. Crítica a la interpretación ecológico
funcionalista de la epidemiología: un ensayo
de desmitificación del proceso salud enferme-
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7. Breilh J. Epidemiologia crítica, ciência eman-
cipadora e interculturalidade. Rio de Janeiro:
Editora Fiocruz; 2006.
8. Minayo C. O desafio do conhecimento. São
Paulo: Hucitec Editora; 1992.
9. Denzin N. The research act in sociology. Lon-
don: Butterworths; 1970.
10. Santos B. Epistemologies of the South. Boul-
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11. Bourdieu P. O poder simbólico. Rio de Janeiro:
Bertrand Brasil; 1998.
Recibido el 05/Oct/2021
Aprobado el 08/Oct/2021