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Ecossistema
jornalístico
Liliane Ito e Rita Paulino (Orgs.)
Ria Editorial - Comité Cientíco
Abel Suing (UTPL, Equador)
Alfredo Caminos (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina)
Andrea Versuti (UnB, Brasil)
Angelo Sottovia Aranha (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Anton Szomolányi (Pan-European University, Eslováquia)
Carlos Arcila (Universidad de Salamanca, Espanha)
Catalina Mier (UTPL, Equador)
Denis Porto Renó (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Diana Rivera (UTPL, Equador)
Fatima Martínez (Universidad do Rosário, Colômbia)
Fernando Ramos (Universidade de Aveiro, Portugal)
Fernando Gutierrez (ITESM, México)
Fernando Irigaray (Universidad Nacional de Rosario, Argentina)
Gabriela Coronel (UTPL, Equador)
Gerson Martins (Universidade Federal de Mato Grosso do Sul – UFMS, Brasil)
Hernán Yaguana (UTPL, Equador)
Jenny Yaguache (UTPL, Equador)
Jerónimo Rivera (Universidad La Sabana, Colombia)
Jesús Flores Vivar (Universidad Complutense de Madrid, Espanha)
João Canavilhas (Universidade da Beira Interior, Portugal)
John Pavlik (Rutgers University, Estados Unidos)
Joseph Straubhaar (Universidade do Texas – Austin, Estados Unidos)
Juliana Colussi (Universidad do Rosario, Colombia)
Koldo Meso (Universidad del País Vasco, Espanha)
Lorenzo Vilches (UniversitatAutònoma de Barcelona, Espanha)
Lionel Brossi (Universidad de Chile, Chile)
Maria Cristina Gobbi (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Maria Eugenia Porém (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Manuela Penafria (Universidade da Beira Interior, Portugal)
Marcelo Martínez (Universidade de Santiago de Compostela, Espanha)
Mauro Ventura (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Octavio Islas (Ponticia Universidad Católica, Equador)
Oksana Tymoshchuk (Universidade de Aveiro, Portugal)
Osvando José de Morais (Universidade Estadual Paulista – UNESP, Brasil)
Paul Levinson (Fordham University, Estados Unidos)
Pedro Nunes (Universidade Federal da Paraíba – UFPB, Brasil)
Raquel Longhi (Universidade Federal de Santa Catarina – UFSC, Brasil)
Ricardo Alexino Ferreira (Universidade de São Paulo – USP, Brasil)
Sergio Gadini (Universidade Estadual de Ponta Grossa – UEPG, Brasil)
Thom Gencarelli (Manhattan College, Estados Unidos)
Vicente Gosciola (Universidade Anhembi Morumbi, Brasil)
FICHA TÉCNICA
Copyright 2021 ©Ria Editorial. Todos os direitos reservados
Foto de capa e design: ©Denis Renó
Diagramação: Luciana Renó
1.a edição, Aveiro, dezembro, 2021
ISBN 978-989-8971-54-8
Título: Ecossistema jornalístico
Organizadores: Liliane Ito e Rita Paulino
Esta obra tem licença Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives. Você tem o direito de compartilhar,
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https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/
©Ria Editorial
Aveiro, Portugal
riaeditora@gmail.com
http://www.riaeditorial.com
ESSA OBRA FOI AVALIADA INTERNAMENTE E
EXTERNAMENTE POR PARECERISTAS
Todos os textos foram avaliados e seleccionados pelos organizadores da obra.
Os comentários dos organizadores foram enviados aos autores, que, mediante
a aprovação, receberam tempo hábil para eventuais correcções.
O livro foi posteriormente avaliado e aprovado pela avaliadora externa
Dra. Andrea Versuti, que informou parecer positivo à publicação da seguinte
forma:
Diante da relevância das contribuições apontadas pelo conjunto de textos
que compõem o livro intitulado: Ecossistema Jornalístico, pela varie-
dade e profundidade das reexões elucidadas sobre o papel das mídias
e de diferentes tipos de práticas informacionais no contexto pandêmico
(2020-2021), eu considero extremamente necessária sua publicação, para
que esta possa ser uma obra de referência e consulta para pesquisadores
e estudiosos da temática.
O parecer foi enviado previamente ao lançamento.
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BULOS SOBRE LA COVID-19 EN MEDIOS
DE COMUNICACIÓN LATINOAMERICANOS
Hilda Paola Muñoz-Pico1
La divulgación de informaciones falsas en torno a la crisis sanitaria
de la COVID-19 se ha convertido en un problema debido a las distintas
aristas desde las que se puede abordar la pandemia: sanitaria, social,
económica y política. El desafío ante la desinformación radica en una
adecuada gestión y difusión de la información, por lo que los medios
juegan un papel clave. Los profesionales de la comunicación deben
ltrar contenidos y poner a disposición de la población información
vericada, basada en pruebas. Sin embargo, rutinas periodísticas, como
la de recurrir a voces de “autoridad” ˗por ejemplo las de políticos o
funcionarios de gobierno˗ impiden que la cobertura sea adecuada.
1. PhD en Comunicación.
Docente del Departamento de Ciencias Humanas de la Universidad Internacional
del Ecuador.
himunozpi@uide.edu.ec
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Esto se aprecia, especialmente, en los temas cuyo eje principal tiene
que ver con la ciencia y su método, en los que se requiere de una voz
experta. Es decir que, como en otros asuntos de relevancia social, las
representaciones de los medios afectan las opiniones del público sobre
la pandemia. Por ello, ahora se mencionarán algunos criterios de noti-
ciabilidad, por los que se decide qué es de interés periodístico, para
adentrarnos en la cobertura de la COVID-19.
Los criterios de noticiabilidad son básicos dentro de las rutinas perio-
dísticas. Su uso facilita la delimitación de la agenda informativa, inclui-
das la selección de temas y su jerarquización. Ortells-Badenes (2014)
distingue dos tipos de criterios que se complementan entre sí para
llevar a cabo el proceso de elección de contenidos informativos: los
periodísticos y los extraperiodísticos. Estos últimos abordan aquellas
cuestiones que condicionan la selección informativa, no por el contenido,
sino por las limitaciones o condicionantes que posee el propio medio.
De esta manera, entre los criterios periodísticos señala a: 1) la nove-
dad, 2) el impacto y la trascendencia social, 3) el conicto, 4) el inte-
rés humano, 5) la notoriedad, 6) la proximidad, 7) la dimensión del
hecho, 8) la rareza, 9) la idea de progreso y utilidad de la información,
10) la calidad del material audiovisual, 11) la accesibilidad, 12) la con-
tinuidad del hecho, y 13) el equilibrio temático. Mientras que en lo que
respecta a los criterios extraperiodísticos ubica a: 1) la observación de la
competencia, 2) el análisis de su público objetivo, 3) la línea editorial,
4) los actores económicos, y 5) las limitaciones relacionadas con los
recursos técnicos del medio. Aparte de los factores señalados anterior-
mente, se deben considerar cuestiones que se han ido convirtiendo en
tendencia, por lo que también repercuten en las representaciones de los
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medios. Una de ellas es el infoentretenimiento que, de alguna manera,
desdibuja la frontera entre los géneros informativos y el entretenimiento
(Delli & Williams, 2011). Como el interés de este estudio es la propa-
gación de bulos sobre la COVID-19 en los medios de comunicación, a
continuación se hablará sobre algunos criterios periodísticos que han
propiciado su difusión y se los complementará con ejemplos.
- Novedad: la necesidad de tener algo “nuevo” que informar
y de hacerlo público de inmediato ˗dado que su relevancia
puede desaparecer con el paso del tiempo˗ puede llevar a
equívocos, como cuando el periódico La Patria publicó en
marzo de 2021 que el Gobierno boliviano cerró las fronteras
con Brasil para evitar el ingreso de una nueva cepa de coro-
navirus surgida en ese país, información que posteriormente
fue desmentida por las autoridades bolivianas.
- El interés humano: los temas que tratan sobre las personas
y sus vicisitudes permiten conectar emotivamente con la
audiencia, sin embargo, es importante que lo que se cuenta sea
vericado para no desinformar. Esto último fue obviado por
los canales bolivianos Red Uno y Bolivisión que publicaron
en marzo de 2021 un vídeo de personas en Brasil, orando
en las calles por una supuesta nueva cepa de coronavirus
que azotaba a su territorio, cuando aquel vídeo era de abril
de 2020.
-
La utilidad de la información: los medios tienen una vocación
de servicio social, por lo que es común encontrar entre sus
contenidos información que sirva a la gente en su cotidiani-
dad, más aún en el contexto de la pandemia. Sin embargo,
es necesario que lo que se dice tenga un sustento real para
no confundir a las personas, llevándolas a actuar de forma
inapropiada. Esto fue pasado por alto por una presenta-
dora de Canal 26, de Argentina, que dijo que el 99,98%
de individuos “puede pasar el coronavirus sin vacunarse”
y que todos los que se enferman producen anticuerpos, lo
que es falso ya que, como se sabe, la probabilidad de morir
120
depende, sobre todo, de la edad de las personas y de si tienen
condiciones médicas preexistentes, por lo que el riesgo de
muerte es muy alto en ciertos casos (Mayoclinic.org, s.f.).
Adicionalmente, no todos los que se contrajeron el SARS-
CoV-2 crean anticuerpos. Según la OMS (2020), algunos
desarrollan anticuerpos especícos, pero estos varían entre
los que enfermaron gravemente (altos niveles de anticuerpos)
y los que tuvieron síntomas leves o fueron asintomáticos
(bajos niveles de anticuerpos).
-
El impacto y la trascendencia social: la vacunación es uno de
los mayores logros en el marco de la pandemia. Del avance
de ese proceso depende el retorno a la normalidad, inclui-
das las actividades económicas, que son las que preocupan
especialmente en los países más pobres. Informar sobre
esto, por lo tanto, da cuenta de cómo un país enfrenta a la
pandemia. En un intento por contar esto, el periódico Bolivia
indicó en una de sus portadas “Vacuna Sputnik V llega al
97,7 % del personal de salud en todo el país”. Sin embargo,
las dosis recibidas solo alcanzaban para el 5 % del total del
personal de salud, tal como publicó el diario Página Siete
(Zapana, 2021).
- Conicto: los medios suelen buscar voces que sean capaces
de movilizar los componentes más emotivos de la audien-
cia (Vicente-Mariño & Vicente-Torrico, 2014) recurriendo
para ello, principalmente, a guras políticas. Los políticos,
aparecen, en noticias y entrevistas que llegan con poca pro-
fundidad a las audiencias y refuerzan modos de ver el mundo
y lo que sucede en él (Moreno-Cano & Angulo-Rincón,
2013; Quiñónez, 2012). Al no ser fuentes especializadas,
dan cabida a que las falsedades se cuelen en los medios.
Ejemplo de ello fueron las declaraciones del candidato a la
Presidencia de Perú, Hernando de Soto, quien durante una
entrevista televisiva dijo que Perú “es el único país donde
el monopolio de la entrega de vacunas para la COVID-19
lo tiene el Estado”, cuestión que es falsa ya que, como es de
conocimiento público, en varios países el Estado es el único
encargado de la vacunación de la población. Por último, el
hecho de que el discurso cientíco quede relegado frente al
121
político se debe a que los expertos suelen quedarse en un
plano predominantemente expositivo, no buscan el conicto,
por lo que los medios buscan a actores que puedan generarlo.
Los criterios periodísticos, de manera general, no propician la des-
información. Esta surge cuando los profesionales de la comunicación
olvidan ciertos puntos básicos, como la vericación, al momento de
informar. De hecho, cuestiones como la novedad sirven para contar de
forma novedosa lo existente.
Objetivos
Esta investigación tiene por objetivo identicar los bulos difun-
didos sobre la COVID-19 que tuvieron como primera plataforma de
distribución a medios de comunicación. Esto servirá, entre otras cosas,
para conocer las rutinas periodísticas que propician la diseminación de
contenidos falsos; así como también los tipos de bulos más difundidos
en Latinoamérica.
Metodología
Para conocer la realidad de la difusión de bulos sobre la COVID-19
en el contexto latinoamericano se seleccionaron países representativos
ya sea por el número de empresas de medios con las que cuentan, lo
que les permite ser exportadores de contenidos, y a aquellos en los que
la medicina ancestral tiene una importante cabida para tratar variedad
de enfermedades y dolencias. Así se seleccionó a Argentina, México,
Colombia, Chile, Perú y Bolivia y se realizó un análisis de contenido
de las informaciones emitidas durante el primer trimestre de 2021.
Se delimitó ese periodo de tiempo porque resultaba interesante observar
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las representaciones de los medios de cara al primer año de pandemia,
tras su declaratoria ocial por parte de la Organización Mundial de la
Salud en marzo de 2020 (“La OMS caracteriza a COVID-19 como una
pandemia”, 2020).
Entre las consideraciones metodológicas también se utilizó la de-
nición de bulo de Salaverría et al. (2020, p. 4) que lo señalan como
“todo contenido intencionadamente falso y de apariencia verdadera,
concebido con el n de engañar a la ciudadanía, y difundido públi-
camente por cualquier plataforma o medio de comunicación social”;
así como la tipología de bulos que los autores emplean. Se recurrió,
además, a la metodología utilizada en otras investigaciones sobre des-
información en las redes sociales, analizando los bulos identicados
como tales por plataformas de vericación (Brennen et al., 2020).
En total, de enero a marzo de 2021 se registraron 219 contenidos fal-
sos relacionados con la pandemia en Chequeado.com, Animalpolítico.
com, Colombiacheck.com, Malaespinacheck.cl, Ojo-publico.com y
Boliviaverica.bo. De ellos, 30 tuvieron como primera plataforma de
difusión a medios de comunicación.
La matriz para el análisis se realizó en base a las siguientes preguntas
de investigación:
[P1] ¿Qué formatos se emplean en los bulos?
[P2] ¿Cuál es su temática principal?
[P3] ¿Cuáles son las fuentes de los bulos?
[P4] ¿Dónde (territorio) se generan?
[P5] ¿Qué tipos de bulos son los predominantes?
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Resultados
El análisis de contenido fue sometido a una prueba intercodicadores
para para establecer el acuerdo entre el juicio de los dos codicadores
que participaron en el estudio. Para esto se empleó la k de Cohen, obte-
niendo un resultado superior al 90 % para cada variable. A continuación
se responden las preguntas de investigación:
[P1] ¿Qué formatos se emplean en los bulos?
Aquí nos interesó conocer el formato o formatos predominantes en
la difusión de bulos, por lo que se consideró el texto, el audio, la imagen
y el vídeo. La mayor parte de las falsedades utiliza diversos formatos.
A la cabeza está el vídeo (21 casos), cuyo éxito radica en la experien-
cia que genera en el receptor ya que, a diferencia de los contenidos
acústicos y textuales, es multisensorial. En el mundo material, nuestros
sentidos perciben estímulos visuales y acústicos que requieren de un
procesamiento cognitivo semejante al del audiovisual (Morante, 2009).
Asimismo, este formato permite expresarse en varios canales a la vez
(verbal, visual, textual, gráco y musical), inuyendo en el receptor en
distintos niveles: racional, emotivo y estético, lo que hace que su riqueza
comunicativa sea difícil de alcanzar por otros medios (Martínez, 2010).
Luego estuvo el texto (7 casos), un formato fácil de manipular y de
combinar con recursos visuales y sonoros; y las imágenes (6), que se
emplean con el n de dotar de mayor verosimilitud a los enunciados
(Muñoz-Pico et al., 2021).
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Gráco 1
Formatos empleados en el bulo
Elaboración propia.
[P2] ¿Cuál es la temática principal de los bulos?
Para responder a esta interrogante, los bulos se dividieron en tres
categorías principales, tal como lo hicieron Salaverría et al. (2020):
1) ciencia y salud, en la que se abordaron los aspectos sanitarios y cien-
tícos relacionados con la pandemia; 2) política y gobierno, en el que
se trataron asuntos de gobierno a escala local, nacional e internacional
y en el que los principales protagonistas fueron los partidos políticos y
sus miembros, así como los funcionarios o exfuncionarios públicos, y
3) otros. En el gráco 2, se ve que los bulos sobre ciencia y salud fueron
los predominantes (17 casos), seguidos de los de política y gobierno
(11), lo que da cuenta de que los vacíos sobre el coronavirus posibilitan
que se difunda información errónea.
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Gráco 2
Tema principal del bulo
Elaboración propia.
Para tener una mejor comprensión sobre los bulos de la categoría de
ciencia y salud, al igual que en el estudio de Salaverría et al. (2000), se
los desagregó en: 1) infundios relacionados directamente con la ciencia,
2) falsas recomendaciones de salud, 3) falsedades relacionadas con la
gestión sanitaria, y 4) bulos difundidos por supuestos sanitarios o atri-
buidos falsamente a instituciones de salud pública. Luego del análisis
se encontró que los infundios relacionados directamente con la ciencia
se ubicaron en primer puesto (12 casos), muy por encima de las falsas
recomendaciones de salud (4) y de las aseveraciones difundidas por
supuestos sanitarios o instituciones de salud pública (1). El análisis
no arrojó casos sobre falsedades relacionadas con la gestión sanitaria,
cuestión que se debe, en gran parte, a que se acudió a las fuentes ociales
encargadas de tratar dicho asunto.
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Gráco 3
Bulos de la categoría Ciencia y salud
Elaboración propia.
[P3] ¿Cuáles son las fuentes de los bulos?
Para esta pregunta se consideraron cuatro tipos de fuentes: reales,
anónimas, cticias y suplantadas. Tras el análisis se observó que de las
30 fuentes citadas, 29 eran reales (97 %), es decir, personas o institucio-
nes correctamente identicadas, y apenas una fue suplantada. Debido
a lo llamativo de este resultado se lo amplió con el n de conocer la
identidad de esas fuentes. Como se ve en el gráco 4, los políticos y los
funcionarios públicos, con un 50 %, fueron las fuentes que más difun-
dieron bulos sobre la COVID-19. Esto tiene que ver con el periodo de
análisis de la muestra (enero-marzo 2021) que antecedió a las elecciones
generales de Perú para escoger presidente, vicepresidente, congresistas
y parlamentarios andinos para el periodo 2021-2026, por lo que se gene-
raron entrevistas en medios de comunicación con los postulantes a las
distintas dignidades. Entre ellos se encontraron Rafael López Aliaga,
candidato a la Presidencia, que dijo que “la vacuna de Sinopharm no
tiene certicación en ninguna parte del mundo”; Fernando Rospigliosi,
127
candidato al Congreso, quien aseveró que su país tiene “la mayor
cantidad de muertos del mundo por millón de habitantes debido a la
COVID-19” y Yonhy Lescano, candidato a la Presidencia, que armó
que “la sal mata al bicho (responsable de la COVID-19) cuando se
instala en la garganta”.
Llama la atención que el segundo lugar lo hayan ocupado los pro-
fesionales de la comunicación, con el 30 %. Esto se debe a que, como
se adelantó en la parte introductoria, no se ciñen a una cuestión que
debe ser infaltable en el periodismo, sobre todo en situaciones de cri-
sis: la vericación. El diario La República, por ejemplo, publicó que
Colombia pagaría 21 dólares por dosis de la vacuna de la Universidad
de Oxford y AstraZeneca junto a precios entre 2,19 y 4,5 dólares para
otros países citando como fuente al Fondo de Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), que tiene datos recolectados
de fuentes públicas sobre los precios por dosis, pero en el que Colom-
bia ni siquiera aparecía. Otro caso fue el del Nuevo Sur de Bolivia que
puso en portada que la medicina tradicional es una opción para curar y
prevenir la COVID-19, a pesar de no contar con evidencias cientícas
que respalden esa armación.
Por último, llama la atención que los cientícos y/o expertos; así
como médicos y profesionales de la salud hayan malinformado sobre
la COVID-19 (13 % del total). Una explicación sobre esto es que entre
ellos se encuentran los denominados “antivacunas”, como el alemán
Andreas Kalcker, principal promotor del uso del dióxido de cloro, quien
dijo que Bolivia no reportó decesos por coronavirus tras la aprobación
del uso de esa sustancia, sin embargo, aquello era falso.
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Gráco 4
Identidad de las fuentes
Elaboración propia.
[P4] ¿Dónde (territorio) se generaron los bulos?
Para responder este asunto se establecieron tres territorios principa-
les: local, nacional e internacional y se encontró que las informaciones
que abarcaban a todo un país, es decir, las nacionales, fueron las más
frecuentes (18 casos), seguidas de las que se centraban en contextos
locales (7) y de las que abordaban temas internacionales (6). Este resul-
tado da cuenta de las dinámicas de creación y propagación de los bulos:
existe una relación entre el contenido de los bulos y su ámbito territorial.
En ciertos casos esto se debió a cuestiones culturales y sociales como
el difundido uso de la medicina tradicional en Bolivia que llevó a que
se generen publicaciones sobre su “poder” contra el coronavirus; y al
abordaje de temas relevantes a escalas nacionales, como los procesos
de vacunación y la situación de los sistemas sanitarios.
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Gráco 5
Territorio principal de los bulos
Elaboración propia.
[P5] ¿Qué tipos de bulos son los predominantes?
Para esta pregunta hubo cuatro alternativas, tomadas de Salaverría et
al. (2020): 1) broma, aquellos bulos en lo que se difunde información falsa
con un n burlesco, satírico, caricaturesco o paródico, 2) exageración,
aquellos mensajes que, a pesar de tener algo de verdadero, entran en el
terreno de la falsedad, 3) descontextualización, los bulos que dan cuenta
de declaraciones o hechos reales, pero en un contexto deliberadamente
falso o tergiversado, y 4) engaño, la falsicación absoluta, en la que
se fabrican contenidos con la intención de hacer creer a las personas
hechos o declaraciones falsas. De todos ellos, el tipo de bulo encontrado
con mayor frecuencia fue el engaño (22 casos), muy por encima de la
exageración y la descontextualización que tuvieron 4 casos cada uno.
Esto se explica, sobre todo, por la contienda electoral en Perú, en la que
ciertos candidatos aseveraron hechos que eran falsos.
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Gráco 6
Tipos de bulos
Elaboración propia.
Conclusiones
Este estudio mostró que la concepción de informar, de alguna manera,
ha cambiado. Antes, implicaba la descripción precisa y vericada de un
hecho, unida a una serie de parámetros contextuales que permitían a las
personas comprender su signicado profundo; mientras que desde hace
algunos años, sobre todo por la tendencia de la televisión del directo
y del tiempo real, implica mostrar la historia en marcha. Esa instanta-
neidad acarrea en una bajada en la calidad informativa. La mayoría de
bulos sobre el coronavirus fue diseminado por políticos o funcionarios
públicos, que no fueron replicados por los periodistas cuando daban
declaraciones. Estos últimos, además, descontextualizaron o malinter-
pretaron algunos datos ociales. La agenda informativa desplazó temas
que ayudarían a la audiencia a comprender mejor la pandemia y cómo
superarla ˗por ejemplo, a través de la vacunación˗ por asuntos de carácter
político sobre todo. Los datos expuestos indican que la desinformación
131
en relación con la pandemia de la COVID-19 puede conllevar a mayores
problemas sanitarios por las falsas interpretaciones sobre tratamientos.
Finalmente, aunque es un hecho que la ciencia se puede politizar, no
todos los temas tienen por qué adentrarse en la cuestión política. Hay
que privilegiar los asuntos que aporten a la comprensión de la pandemia,
de esta manera se impulsará la responsabilidad ciudadana en benecio
de todos.
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