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La dirección del proceso educativo institucionalizado: apuntes para una conceptualización. The address of the institutionalized educational process: point for a conceptualization. Autor: Osmel Rodríguez Companioni 1 Resumen La dirección del proceso educativo, es esencial para alcanzar los objetivos de la educación, aunque parezca una verdad obvia, no es así. En la literatura pedagógica es dispersa, escasa e imprecisa la teoría que sustenta la dirección de este proceso, sobre todo, integralmente. El trabajo metodológico, la vía más utilizada para las cuestiones de la dirección de procesos, se ha limitado al proceso de enseñanza-aprendizaje de determinadas asignaturas, en detrimento de otras actividades que también forman parte del proceso educativo. El objetivo de este ensayo, es valorar a través de diversas reflexiones sobre el tema, la necesidad de su conceptualización. Abstract The address of the educational process is essential to reach the objectives of the education, although it seems an obvious truth, it is not this way. In the pedagogic literature is dispersed scarce and imprecise the theory that sustains the address of this process, mainly, integrally. The methodological work, the road more used for the questions of the address of processes, it has been limited to the process of teaching learning of certain subjects, in detriment of other activities that are also part of the educational process. The objective of this rehearsal is to value through diverse reflections on the topic, the necessity of its conceptualization. Palabras clave: Dirección; Proceso educativo; Conceptualización.
La dirección del proceso educativo institucionalizado: apuntes para una conceptualización.
The address of the institutionalized educational process: point for a conceptualization.
Autor: Osmel Rodríguez Companioni
1
Resumen
La dirección del proceso educativo, es esencial para alcanzar los objetivos de la educación,
aunque parezca una verdad obvia, no es así. En la literatura pedagógica es dispersa, escasa e
imprecisa la teoría que sustenta la dirección de este proceso, sobre todo, integralmente. El
trabajo metodológico, la vía más utilizada para las cuestiones de la dirección de procesos, se ha
limitado al proceso de enseñanza-aprendizaje de determinadas asignaturas, en detrimento de
otras actividades que también forman parte del proceso educativo. El objetivo de este ensayo,
es valorar a través de diversas reflexiones sobre el tema, la necesidad de su conceptualización.
Abstract
The address of the educational process is essential to reach the objectives of the education,
although it seems an obvious truth, it is not this way. In the pedagogic literature is dispersed
scarce and imprecise the theory that sustains the address of this process, mainly, integrally. The
methodological work, the road more used for the questions of the address of processes, it has
been limited to the process of teaching learning of certain subjects, in detriment of other
activities that are also part of the educational process. The objective of this rehearsal is to value
through diverse reflections on the topic, the necessity of its conceptualization.
Palabras clave: Dirección; Proceso educativo; Conceptualización.
Key words: Address; I process educational; Conceptualization.
1
Lic. Educación Primaria, Dr. C. Pedagógicas, Director y Profesor Titular del Centro de Estudios Educacionales de la
Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, Cuba. Correo electrónico: osmelrc@sma.unica.cu ,
osmelr166@gmail.com. Móvil corporativo: 52143312. Fecha de envío 31 de mayo de 2020.
Introducción
La educación, como fenómeno social complejo, es multifactorial; condición que requiere y
exige armonía en el sistema de influencias que se ejerce sobre una persona. En el plano
específico, la sociedad le encarga a la escuela la responsabilidad de educar a las nuevas
generaciones, cuestión que requiere de un personal cualificado para materializar tal encargo.
En tal sentido, lo complejo y multifactorial del fenómeno educativo a escala social se traslada
al plano institucional; de ahí la necesidad de organizar este fenómeno como proceso. Concebir
la educación institucionalizada como un proceso significa, en primer lugar: dirigirlo, lo que
implica asumirlo integralmente con sus contradicciones, barreras y limitaciones, propias de
todo proceso.
En la última década del siglo XXI y también mucho antes, se ha enfatizado en la noción de que
el trabajo metodológico contiene todo lo relacionado con la dirección del proceso educativo, y
a través de su misión, se debía preparar a los educadores para trabajar de manera cohesionada
por el logro de los objetivos previstos.
Lo anterior, a juicio de este autor, hiperbolizó la verdadera función del trabajo metodológico en
las instituciones educativas, siempre con sus respectivas excepciones, limitándolo solo a
aspectos relacionados con el proceso de enseñanza-aprendizaje de determinadas materias de
estudio, descuidando otras aristas del proceso educativo en su integralidad, en el que también
es preciso preparar al personal docente y sobre todo, pensar y reflexionar en cómo
perfeccionarlas a través de la investigación y el debate científico.
En el estudio bibliográfico realizado se pudo constatar que el referente teórico sobre la
dirección del proceso educativo es escaso e impreciso, principalmente por el uso
indiscriminado de terminologías que lo asocian al trabajo metodológico en función del
aprendizaje, cuestiones que por supuesto tienen relación, no obstante, no son las únicas. La
dirección del proceso educativo tiene identidad propia, que no es nueva, solo que está dispersa
en la literatura pedagógica.
Lo expuesto hasta aqconstituye el núcleo del presente trabajo, cuyo propósito es compartir
con la comunidad educativa, determinadas reflexiones que son necesarias para continuar
perfeccionando y enriqueciendo el arsenal teórico y práctico de la Pedagogía, en aras de hacer
más pertinente y eficaz el proceso educativo que dirigimos como educadores.
Desarrollo
Para exponer los puntos de vista relacionados con la dirección del proceso educativo es
necesario partir del análisis de las teorías que lo acompañaron durante varias décadas del
pasado siglo XX hasta la actualidad, aunque no se conceptualizara como tal. Las referidas
teorías son: teoría de la educación y la teoría de la enseñanza, dichas teorías provenían
fundamentalmente del antiguo campo socialista de la Europa del Este. Los aportes de estas
teorías se mantienen y se contextualizan hoy a las nuevas condiciones socioeconómicas en que
se desarrolla el proceso educativo y se han enriquecido a la luz de nuevas investigaciones de
pedagogos cubanos.
Ambas teorías por separado, rompiendo la integralidad en que se desarrolla el proceso
educativo escolar, ha propiciado un desarrollo no proporcional de ellas, referente a su
dirección. La teoría de la enseñanza ha consolidado las formas de garantizar una adecuada
dirección del proceso de enseñanza-aprendizaje, sin embargo, la denominada teoría de la
educación ha quedado rezagada, al no tenerse en cuenta su importancia en la dirección-
organización escolar, el contenido, los métodos y las formas de organización racional de la
educación escolar desde la integralidad del proceso, por lo que sus recomendaciones
metodológicas incluyen el proceso de enseñanza-aprendizaje que forma parte de él.
Para comprender lo expuesto anteriormente, basta con hacer un análisis del objeto de la
Pedagogía, que estudia el proceso dirigido a la formación integral de la personalidad,
identificado como proceso educativo, este aunque ha sido objeto de análisis por numerosos
autores entre los que se encuentran Álvarez (1992); Miranda (2013); García (2002); Mc
Pherson, et al. (2009); Pla et al. (2012); García (2017); los que, aunque lo han denominado de
diferentes maneras, su esencia se ha mantenido.
Los elementos coincidentes en sus conceptualizaciones sobre proceso educativo fundamentan
que este proceso se desarrolla fundamentalmente en la escuela, está dirigido a la formación
integral de la personalidad, es identificado también como proceso pedagógico, en él se
establecen relaciones sociales activas, constituyen un conjunto de actividades complejas en el
que intervienen profesores alumnos y directivos, es típico de cada nivel educativo y requiere
una adecuada dirección por parte del personal docente.
Los elementos que no son coincidentes y que revelan cierta confusión y puntos de vista
diversos, se refieren a que no se aprecian diferencias notables entre las definiciones (proceso
educativo, proceso de enseñanza); situación que no favorece la elaboración de una teoría
pedagógica válida y coherente sobre el referido proceso educativo. Concretamente no sólo se
trata de un problema terminológico, sino semántico, al evidenciarse diferencias en los criterios,
enfoques y que influye en la teoría que sustenta la concepción del proceso educativo y su
dirección por el personal docente.
Es por ello que, para los propósitos de este trabajo, se asume la siguiente definición de proceso
educativo, la que posibilitará explicar y reflexionar sobre la manera en que se debe concebir
dicho proceso y su dirección, a partir de las múltiples interacciones e influencias que se deben
integrar y armonizar para cumplir con los objetivos de la educación institucionalizada.
Por lo que se reconoce al proceso educativo como:
El sistema de interacciones del educando con la realidad, fundamentalmente con las
demás personas- organizadas en etapas y fases interdependientes constitutivas de una
estrategia de la escuela u otra institución educativa que incluye el concurso de la familia y
la comunidad y que se estructura, sobre el fundamento de la teoría pedagógica, conforme
a las necesidades sociales y contextuales derivadas estas en objetivos y contenidos
precisos, concretados en una dinámica de base científica, flexible y creadora, dirigida por
pedagogos para alcanzar como resultado la educación, la cual conduce al desarrollo de la
personalidad. (Pla, et al, 2012, p.10).
Al respecto, estos autores reconocen que el proceso educativo incluye a todos los agentes que
interactúan en la escuela e influyen en los alumnos; fundamentan las interacciones que se dan
en este proceso y sugieren nuevas funciones para los docentes, todo esto desde una dinámica de
base científica en su dirección.
Cada vez más la educación se concibe como interacción de la escuela con la vida, de la
enseñanza con la sociedad. La escuela tiene la alta responsabilidad de la educación integral de
los alumnos y no es pertinente seguir conduciendo la educación de las nuevas generaciones, sin
contar y potenciar a la familia y la comunidad en el propósito de su preparación social. No
puede la escuela estar preparando para la futura vida social de los ciudadanos, si no relaciona
tempranamente al alumno con el contexto social en que se desenvuelve. La vida social, la
familia y la comunidad, le generan preocupaciones y problemáticas muy diferentes a las que
tiene que solucionar en el currículum que la escuela les propone.
Dejar que todo ese sistema de influencias educativas sigan actuando espontáneamente es negar
la capacidad integradora y proyectiva que la escuela puede realizar ante el reto de preparar al
hombre para la vida social. La escuela puede erigirse en la institución que se plantea como
metas la preparación de un individuo para cumplir los objetivos sociales, que si bien pasan por
metas individuales, se aprenden en la interacción con otros en la escuela, en la familia, en la
comunidad y en general en la sociedad. Los conocimientos se aprenden en la sociedad y para
verterlos en la sociedad.
Lo anterior impone a los docentes la necesidad de concebir y conducir la dirección del proceso
educativo en su integralidad, en aras de elevar a niveles superiores la calidad en la formación
de los alumnos a que aspira la sociedad; para esto es necesario tener en cuenta sus
particularidades como protagonistas de dicho proceso, las características de su personalidad
como un elemento complejo y en el que su diagnóstico es determinante, aspecto esencial para
concepción y dirección de las actividades docentes y extradocentes del proceso educativo.
Desde este punto de vista, surgen dos preguntas sobre el proceso educativo y su dirección, sus
respuestas no se abarcarán en su totalidad en este trabajo, ellas constituyen referentes para
reflexionar y debatir en colectivo, en función de buscar un acercamiento a su conceptualización
y posterior realización práctica:
1. ¿Qué se entiende por dirección del proceso educativo?
2. ¿Qué características distinguen la dirección de este proceso?
Los criterios que se expondrán, seguidamente, partieron del análisis de intentos de
conceptualizaciones de diferentes autores que han abordado elementos de la dirección de
procesos en la escuela. En la literatura consultada no se encontró una definición concreta, lo
más representativo y coincidente en los planteamientos es que el proceso educativo debe ser
dirigido, en el que el docente desempeña un rol fundamental.
En tal sentido, Blanco y Recarey, (2004) declaran que para la dirección del proceso pedagógico
se precisan principios, y asumen la planificación, ejecución, control y evaluación del proceso
educativo desde la función docente metodológica de los maestros.
Al respecto, Chávez (2003); Horruitiner (2007); Pla (2012); Gómez (2016) y García (2017),
coinciden en reconocer el carácter pedagógico de la dirección, el desarrollo de acciones de
planificación, ejecución, control y evaluación en la escuela y que estas acciones son dirigidas
por los docentes, sustentados en la teoría pedagógica, con el objetivo de cumplir con los
objetivos de la educación en el nivel, grado o año académico.
En resumen, hay coincidencia en que el proceso educativo es dirigido, en este caso por los
docentes, que esa dirección es sustentada por una teoría pedagógica, aunque no precisa, y que
todo proceso de dirección atraviesa por cuatro momentos fundamentales: la planificación, la
ejecución, el control y la evaluación. De esta manera se está en condiciones de plantear una
definición, que no es más que el resultado de la profundización y sistematización del tema en
un intento de lograr un acercamiento a su conceptualización.
En tal sentido, la dirección del proceso educativo es entendida como el proceso encaminado a
la formación integral de los educandos, con un marcado carácter pedagógico en el que se
desarrollan acciones de planificación, ejecución, control y evaluación bajo la dirección del
docente, sustentado en la teoría pedagógica y que abarca todos los contextos del proceso
educativo en el que interactúan los docentes desde una dinámica de base científica.
La definición anterior posibilita la explicación de determinados rasgos que distinguen la
dirección del proceso educativo en una institución escolar, en la que se implica no solo el
docente, sino también otros agentes y agencias de socialización que intervienen en la
educación.
La educación a la que aspira la sociedad para las actuales y futuras generaciones tiene que ser
integral y debe lograr un equilibrio entre la formación científica y el pleno desarrollo del
hombre. El carácter integrador de todas las influencias de las diferentes áreas de desarrollo del
alumno tanto en lo cognitivo, afectivo, volitivo y físico, se deben tener en cuenta para un
desarrollo integral de la personalidad del alumno.
En su estructura, el proceso educativo incluye un conjunto de componentes entre los que se
establecen relaciones de subordinación y coordinación, estos se integran como expresión de su
unidad y diversidad; para su estudio se pueden analizar de manera independiente, no obstante,
en la práctica son inseparables. Estos componentes se agrupan en personales y personalizados y
constituyen punto de partida para la dirección del proceso educativo en el nivel, grado o año
académico correspondiente.
Entre los componentes del proceso educativo se encuentran los objetivos, el contenido, los
métodos, las formas organizativas, los medios y la evaluación. Estos componentes son
denominados personalizados y no personales, estos adquieren vida propia en las condiciones de
su empleo por la persona que enseña o por la que aprende. Estos componentes deben ser
tenidos en cuenta tanto por el docente en la dirección del proceso educativo, como por los
alumnos para que se impliquen como sujetos activos de su propia educación.
Los componentes personalizados adquieren relevancia en la dirección del proceso educativo
que incluye la planificación, ejecución, control y evaluación de actividades en función de
alcanzar el fin de la educación según corresponda. Como ya se ha mencionado en este trabajo,
en la literatura pedagógica consultada existe consenso entre sus autores en reconocer que la vía
fundamental donde se concibe la dirección del proceso educativo es el trabajo metodológico,
aunque es válido reiterar que no es la única En tal sentido, la dirección de la escuela (asumida
desde la dirección de procesos, no como proceso de dirección), el trabajo metodológico y la
autopreparación del docente, guardan una relación entre que tiene significativa importancia
en la armonía e integralidad del proceso educativo.
Asumir la dirección de la escuela en función de los procesos que en ella se desarrollan no
significa que se renuncie a la teoría y la práctica referente a la dirección como proceso en sí,
significa que los directivos preparen a sus estructuras y docentes en los procesos que dirigirán
en la institución educativa, en los que se incluyen el resto de las agencias y agentes
socializadores, cuya preparación es responsabilidad de la escuela y específicamente de los
docentes.
Desde el trabajo metodológico se puede planificar, organizar, ejecutar, controlar y evaluar el
proceso educativo integralmente, sin jerarquizar una u otra forma organizativa, o sea, tanto las
actividades docentes como las extradocentes en estrecho vínculo, a partir de la atención que
reciben todos sus componentes, solo así se podrá aspirar a la excelencia en la dirección del
proceso educativo.
Para la planificación debe tenerse en cuenta el dominio integral por el docente del fin de la
educación para cada nivel de enseñanza, en cuanto a la aspiración a lograr de acuerdo con la
formación de la personalidad de los alumnos, la derivación de los objetivos del nivel, ciclo,
grado, asignatura y clase, en correspondencia con el diagnóstico individual y colectivo. Debe
tener en cuenta la contextualización de las condiciones de la escuela, la familia y la comunidad
para proyectar las actividades docentes y extradocentes.
En ellas deben participar las diferentes agencias y agentes socializadores que intervienen en el
proceso educativo que se lleva a cabo en la escuela (docentes, trabajadores no docentes,
familia, organizaciones políticas y de masas, organización pioneril, instructores de arte,
cátedras honoríficas, instituciones culturales de la comunidad, entre otros). Es fundamental en
la coherencia del sistema de influencias que queden bien delimitadas las responsabilidades
individuales y colectivas, así como los espacios y horarios a utilizar. Planificar de manera
intencional el vínculo entre lo docente y lo extradocente, le dará la posibilidad al docente de
utilizar una evaluación como proceso y resultado, y que sea integral, mediante el control
sistemático del proceso.
Para la ejecución se tendrá en cuenta una adecuada relación afectiva del alumno con el
contenido de enseñanza, mediante una correcta motivación y orientación hacia el objetivo de
cada actividad (docente o extradocente). El docente debe asumir como parte de sus funciones,
la orientación pedagógica de las agencias y agentes socializadores, como un reto posible de
alcanzar, si se propicia un ambiente escolar favorable para el desarrollo de las actividades que
se planifican, a partir del uso de habilidades comunicativas y empáticas que lo deben
caracterizar en los diferentes contextos de actuación en que se desenvuelve cotidianamente.
Por su parte, la evaluación debe concebirse de forma integral, y que esta cumpla su función
básica de control, y abarque tanto el estado del proceso cognitivo, como lo motivacional-
afectivo-volitivo y actitudinal de los alumnos en la apropiación del contenido. Su utilización en
estrecho vínculo entre las actividades docentes y extradocentes, le posibilita al docente, emitir
juicios valorativos en diferentes etapas y períodos del curso sobre la transformación de los
alumnos con respecto a los objetivos a vencer en cada nivel, grado, ciclo o año académico,
estimulando permanentemente la autoevaluación, la coevaluación y la metacognición como
procedimientos.
Conclusiones
El estudio bibliográfico realizado reveló, que los postulados teóricos sobre la dirección del
proceso educativo son escasos, imprecisos y dispersos. Existe coincidencia de criterios entre
los autores consultados, referente a que el proceso educativo es dirigido y además, reconocen el
rol del docente en dicha dirección. Se constató también, el uso indiscriminado del trabajo
metodológico para lo concerniente a la dirección del proceso educativo, sobre todo en función
del proceso de enseñanza-aprendizaje de materias específicas, en detrimento de otras
actividades que forman parte del proceso educativo en su integralidad.
El trabajo metodológico es una forma de dirección del proceso educativo, no obstante, no es la
única, toda actividad docente o extradocente que se organice, se planifique, se ejecute y se
evalúe en una institución docente, se sustenta en la teoría de la dirección de procesos, que en
este caso al ser el educativo, deviene en teoría pedagógica con identidad propia.
La dirección del proceso educativo se sustenta en acciones de planificación, ejecución, control
y evaluación bajo la dirección del docente, y debe abarcar todos los contextos del proceso
educativo en el que interactúan los docentes y alumnos.
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