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Revista Senderos Pedagógicos • Nº10 • Enero - Diciembre 2019 • pp. 103 - 120
Resumen
El artículo analiza los principales
estudios sobre estimulación adecuada
y neurodesarrollo, e identifica la
importancia de estos en la primera
infancia. Se justifica que la estimulación
en los primeros años de vida es un
reto para docentes y profesionales que
trabajan con primera infancia, dado
que son ellos quienes proporcionan
los medios para que el entorno aporte
significativamente al desarrollo de
los niños; así mismo, son quienes
pueden detectar tempranamente
factores de riesgo que puedan desviar
el curso del mismo. Se realizó una
revisión sistemática de 52 estudios
en bases de datos científicas como
Scielo, Dialnet, Redalyc, Springer y
buscadores especializados como: Google
académico y PubMed. Se concluye
que en el desarrollo de los niños se
presentan avances y retrocesos que
van a depender de la interacción entre
genética y ambiente; se demuestra
que la estimulación brinda múltiples
1. El presente artículo se deriva de la investigación
titulada: Aportes de la neuroeducación a la educación
inicial de niños entre los 0 y 2 años de edad. Un
abordaje sociocrítico de las prácticas pedagógicas en
las Ludotekas de Medellín, la cual hace parte de la
Maestría en Educación Línea Cognición y Creatividad
de la Universidad de Antioquia. Investigador
principal Mónica Alejandra Gallego Marín.
2. Licenciada en Educación Especial; Especialista en
Neurodesarrollo y Aprendizaje; estudiante de último
semestre de la Maestría en Educación línea Cognición
y Creatividad. alejandragm425@gmail.com
Pedagógicos
Revista
Autora:
Mónica Alejandra Gallego Marín2
Recibido: 20/06/2019
Aprobado: 22/11/2019
La importancia de la estimulación
adecuada durante el neurodesarrollo
en la primera infancia1
The Importance of Adequate Stimulation during
Neurodesuring in Early Childhood
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Gallego, M.
ventajas para que este desarrollo se de
en las mejores condiciones desde el
neurodesarrollo.
Palabras clave: estimulación adecuada,
neurodesarrollo, primera infancia.
Abstract
The article analyzes the main
studies on adequate stimulation and
neurodevelopment, identifying the
importance of these in early childhood.
It is justified that the stimulation in
the first years of life is a challenge for
teachers and professionals working
with early childhood, since they are the
ones who provide the means for the
environment to significantly contribute
to the development of children; likewise,
they are the ones who can detect
early risk factors that can deviate the
course of the developement path. We
conducted a systematic review of 52
studies in scientific databases such as
Scielo, Dialnet, Redalyc, Springer and
specialized search engines such as Google
academic and PubMed. It is concluded
that in child developement there are
advances and setbacks that will depend
on the interaction between genetics
and environment, demonstrating that
stimulation offers multiple advantages
so that it is in the best conditions from
neurodevelopment.
Keywords: Proper stimulation,
neurodevelopment, early childhood.
Introducción
Históricamente el término desarrollo se ha referido a los cambios físicos
observables en tamaño o estructura de un organismo durante un periodo
determinado; concepción que ha sufrido cambios significativos con el paso de los
años; por su parte, los hallazgos de diversas investigaciones en disciplinas como:
neurociencias, ciencias neurobiológicas, comportamentales o sociales han llevado
a comprender que ese concepto de desarrollo secuencial y acumulativo no es el
adecuado; por tal motivo, se hace necesaria una reformulación que contemple
que el desempeño de un mismo niño es variable a través del tiempo, y que las
producciones son cambiantes en cada niño, incluso si son de la misma edad, esto
“da cuenta de sus avances y retrocesos y de aquellos momentos en que coexisten
viejas y nuevas concepciones” (MEN, 2009, p. 16).
Actualmente, el desarrollo infantil es concebido como un proceso que no es lineal,
sino que se caracteriza por un funcionamiento irregular de avances y retrocesos,
que tiene un sustento biológico, psicológico y social. Shonkoff y Garner (2012)
y Martins y Ramallo (2015) afirman que en los primeros años de vida se van
configurando las habilidades que posibilitarán una adecuada interacción del
niño con su entorno social; durante esta etapa se forma la arquitectura del
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La importancia de la esmulación adecuada durante el neurodesarrollo en la primera infancia
cerebro, a partir de la interacción entre la genética y el ambiente en el que vive
el niño. El cerebro del niño se encuentra en un desarrollo continuo, sujeto a
modificaciones de acuerdo con la estimulación que el ambiente le proporcione. El
neurodesarrollo “puede verse como un proceso en el cual el niño participa junto a
su medio ambiente, influyéndose mutuamente y evolucionando en una dirección
particular” (Ponce, 2017, p. 408); en este sentido, es importante tener en cuenta
no solo al niño, sino también las interacciones entre él, sus padres o cuidadores,
familia y entorno inmediato.
La estimulación brinda múltiples ventajas al desarrollo de los niños, debido a
que ellos asimilan toda la información que se encuentra en el ambiente, lo que
permite que se den aprendizajes como “consecuencia de la interacción dinámica
entre su potencial genético y las experiencias recibidas, hecho que determinará
las posibilidades que pueda tener para enfrentar el futuro” (Alegría, 2008, p. 6).
Investigaciones como las de Figueiras, Neves, Ríos, y Benguigui (2011), y
Pastor, Nashiki y Pérez (2010) resaltan la importancia de tener una observación
constante del proceso de desarrollo en los diferentes contextos en los que el niño
se desenvuelve; el ambiente en el cual está inmerso va a influenciar su desarrollo.
El cuidado, la alimentación, la lactancia y la estimulación tendrán una incidencia
directa en el crecimiento y desarrollo durante los primeros años de vida. Romero
y Muñoz (2016) afirman que “la estimulación en edades tempranas incrementa
las probabilidades de rendimiento positivo en diferentes ámbitos; asimismo, un
desarrollo hipo estimulado -en el que las bases de estas capacidades son débiles-
puede significar un riesgo de presentar dificultades futuras” (p. 56).
La estimulación adecuada adquiere particular importancia durante el
neurodesarrollo por tratarse de un período en el que se producen muchas más
conexiones neuronales, mayor plasticidad cerebral, y es la etapa que se caracteriza
por “el desarrollo de funciones básicas en el futuro del niño (afectividad,
motricidad, lenguaje y desarrollo sensorial) por esto la estimulación constituye
un aspecto importante para su futuro, dado que garantiza los primeros contactos
con el medio exterior” (Huepp, 2005, p. 33).
Brindar una estimulación durante el neurodesarrollo en la primera infancia, va
a permitir que de manera oportuna se detecten factores de riesgo biológico y se
identifiquen “dificultades en el proceso de maduración; detección de lesiones y
alteraciones del desarrollo, lo cual, puede orientar el pronóstico y seguimiento de
las lesiones y sus secuelas a lo largo del tiempo” (Zuluaga, 2001 citado en Ávila,
2012, p. 92).
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La importancia de los primeros tres años de vida en el desarrollo de los niños
ha sido reconocida a nivel mundial en temas de vigilancia sanitaria por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) (2007), la cual considera que el período
de la primera infancia es la fase de desarrollo más importante de todo el ciclo
vital. “Un desarrollo de la primera infancia (DPI) saludable que abarque los
dominios físico, socioemocional y lingüístico-cognitivo del desarrollo, ejercerá
una influencia notable sobre el bienestar durante toda la vida” (p. 7).
Investigaciones como las de Mustard, Young y Manrique (2003) y la de Martínez
(2014), realizan una revisión frente al desarrollo infantil y concluyen que este
tiene un efecto significativo sobre las alteraciones físicas y mentales futuras en
la vida adulta; además agregan que el desarrollo corresponde a una interacción
dinámica entre las características del niño y las influencias del medio.
La estimulación se ha identificado como un factor importante para la primera
infancia. Los estudios actuales sugieren que la efectividad de esta es la plasticidad,
conocida como la capacidad de aprendizaje y moldeamiento del cerebro durante
los primeros años de vida (Sibaja, Sánchez, Rojas y Fornaguera, 2016, p. 142).
Algunos autores afirman que existe una relación bidireccional entre lo biológico
y el ambiente como factores de múltiples variaciones que intervienen en el
desarrollo y que se expresan a través de un proceso adaptativo; al respecto, Pinto
(2008 citado en Chinome, Rodríguez y Parra, 2017) y Zuluaga (2001 citado en
Chinome, Rodríguez y Parra, 2017) explican que las características de los genes
del ser humano son sometidas a interacción con el medio ambiente, “lo cual
induce a cambios negativos o positivos a nivel de neurodesarrollo, sobre todo en
periodos sensibles como es el primer año de vida, ya que de allí pueden derivar
anomalías permanentes sobre la estructura y función cerebral” (p. 3).
Los estudios revisados establecen que la falta o poca estimulación, puede afectar
el proceso de neurodesarrollo en cuanto que impide la proliferación de las células
nerviosas, lo que genera que decrezcan progresivamente a pesar de las condiciones
favorables que tiene la corteza cerebral desde el momento del nacimiento. Por
lo tanto, conocer la importancia de la estimulación adecuada en los primeros
años de vida es un reto para docentes y profesionales que trabajan con primera
infancia, dado que es el adulto quien proporciona los medios adecuados para que
el entorno aporte significativamente en el desarrollo de los niños; así mismo, es
quien puede detectar tempranamente factores de riesgo que puedan desviar el
curso del mismo.
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La importancia de la esmulación adecuada durante el neurodesarrollo en la primera infancia
En ese orden de ideas, y como resultado de la investigación titulada: Aportes de
la neuroeducación a la educación inicial de niños entre los 0 y 2 años de edad: un
abordaje sociocrítico de las prácticas pedagógicas en las Ludotekas de Medellín,
se deriva el presente artículo con el objetivo de analizar los principales estudios
sobre estimulación adecuada y neurodesarrollo e identificar la importancia de
estos en la primera infancia.
Método
Se realizó una revisión sistemática de 52 estudios relacionados con estimulación
adecuada, desarrollo, neurodesarrollo y primera infancia. Se utilizaron como
documentos oficiales investigaciones, artículos derivados de investigaciones,
artículos de revista, libros, informes de eventos académicos, tesis de maestría y
de doctorado.
Selección de los estudios y estrategia de búsqueda
Los estudios de la presente revisión se identificaron a través de la búsqueda
automatizada en bases de datos científicas como: Scielo, Dialnet, Redalyc,
Springer y buscadores especializados como: Google académico y PubMed.
Asimismo, se utilizaron repositorios institucionales de diferentes universidades y
se consultaron las bases de datos ofrecidas por la Universidad de Antioquia, tales
como: DOAJ, Ebsco, Apa Psyc Net.
Los descriptores utilizados para realizar la búsqueda y clasificación de los estudios
y para lograr organizar y estructurar la revisión fueron: Desarrollo cerebral en
primera infancia, Neurodesarrollo y Estimulación; Neurodesarrollo en Primera
infancia; Estimulación y Primera infancia.
Para la búsqueda se utilizaron los siguientes métodos:
• Elaboración de una matriz bibliográfica, en la que se registraron todos
los documentos encontrados.
• Selección de estudios, a partir de los siguientes criterios de inclusión:
ser investigaciones, artículos, libros, informes o tesis originales, con
título y autores expresamente citados y ser publicados en bases de
datos confiables; adicional, que no superaran 10 años de haber sido
realizados; sin embargo, algunos de ellos no fue posible encontrarlos
bajo dicho criterio y son entre los años 2003 y 2008.
• Síntesis de la información, que hizo posible la organización y
estructuración de la información.
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• Análisis de documentos, lo que permitió extraer información relevante
y dividirla en las categorías emergentes, las cuales fueron: desarrollo,
neurodesarrollo, estimulación adecuada y primera infancia.
Resultados
A continuación se relacionan las definiciones, conceptos y posturas de diferentes
autores que en sus estudios se han interesado en las categorías emergentes del
presente artículo como son: desarrollo, neurodesarrollo, estimulación adecuada
y primera infancia.
Desarrollo
Una de las características de la primera infancia es el constante proceso evolutivo
hacia la adultez, con el paso necesario por cada una de las etapas de crecimiento y
desarrollo, en el que se adquieren habilidades como producto del proceso activo
de interacción con el entorno. Tal proceso, se encuentra particularizado por la
relación entre genética y ambiente.
Se entiende por desarrollo “el avance en la diferenciación de células y tejidos, lo
que significa complejidad creciente de las estructuras orgánicas y funcionales;
es, pues, la adquisición de nuevas funciones mediante la maduración” (Posada,
Gómez y Ramírez, 2016, p.17).
El desarrollo se caracteriza por un funcionamiento irregular de avances y
retrocesos, que tiene un sustento biológico, psicológico y social, es concebido
como un proceso de reconstrucción y reorganización permanente, lo cual generó
el surgimiento de nuevos hechos y teorías que permitieran estudiar y repensar
las características de las etapas de desarrollo y los desempeños de los niños en
cada una de ellas. Ante esto, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) afirma
que, si bien el desarrollo ocurre a lo largo del ciclo vital, “está demostrado que
existen momentos particularmente sensibles para actuar en favor de la salud, la
nutrición, el crecimiento, desarrollo y bienestar de los niños, los cuales deben
ser considerados al identificar las acciones para emprender la atención integral”
(MEN, 2013, p. 109).
Es necesario tener en cuenta diferentes puntos de vista sobre el desarrollo que
faciliten una visión más integral del proceso evolutivo y que complementen la
visión biológica tradicional. Las teorías del desarrollo que se han encargado de
ello son las planteadas por: Arnold Gesell quien “dice que los genes son potentes
y determinan consecuencias evolutivas inevitables en ambientes diferentes. El
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modelo se olvida de las experiencias personales y del ambiente cultural” (Alarcon
y Ellies, 2007, p. 23); Sigmund Freud habla del impulso libidinal, que se origina
en una estructura fisiológica en desequilibrio, principio de las motivaciones. Se
concebía que el ambiente podía reprimir, diferenciar o reencauzar los impulsos
y sublimarlos; Jean Piaget, realiza un “análisis del desarrollo cognoscitivo; Erik
Erikson complementa la teoría psicoanalítica y hace énfasis en la visión social
del proceso” (Posada, Gómez y Ramírez, 2016, p.17); Lev Vygotsky enfatiza
en la influencia de los contextos sociales y culturales para la adquisición del
conocimiento y, Urie Bronfenbrenner, comprende el estudio de la acomodación
“entre un ser humano activo, en desarrollo, y las propiedades cambiantes de los
entornos inmediatos en los que vive” (Alarcón y Ellies, 2007, p. 82).
En las actuales concepciones, el niño es el gestor de su propio desarrollo, el
cual tiene influencias de carácter genético y ambiental; la interacción de estos
dos factores determina el curso del desarrollo; Francisco (2011) afirma que
las desventajas de ambos pueden llevar a un desarrollo inadecuado, dichas
desventajas se conocen como factores de riesgo, que deben ser detectados por
los adultos, padres, cuidadores, personal de la educación y de la salud, con el fin
de intervenir y asegurar las mejores condiciones para el proceso de desarrollo.
Los resultados de diversas investigaciones han demostrado que promover un
adecuado desarrollo beneficia a los niños, las familias y las comunidades. Los
programas de desarrollo infantil promueven niveles más elevados de habilidades
sociales y emocionales, por lo tanto, representan una manera efectiva de fortalecer
la sociedad, garantizando que cada individuo viva de acuerdo con sus potenciales
máximos (OEA, 2005, p. 1). De acuerdo con el MEN, la concepción de desarrollo
se caracteriza por tres aspectos fundamentales:
En primer lugar, el desarrollo cognitivo, lingüístico, social y afectivo de
los niños no es un proceso lineal; por el contrario, se caracteriza por un
funcionamiento irregular de avances y retrocesos. En segundo lugar, el
desarrollo no tiene un principio definitivo y claro, es decir, no inicia desde
cero. Y, en tercer lugar, el desarrollo no parece tener una etapa final, en
otras palabras, nunca concluye, siempre podría continuar (MEN, 2009,
p. 18).
Para garantizar la individualización y ser coherentes con las nuevas concepciones
del desarrollo, es importante no establecer fronteras entre las edades del
desarrollo infantil, “cada niño tiene su propio ritmo y algunas capacidades se
van construyendo poco a poco, entre ‘ires y venires’. Por lo tanto, establecer la
relación entre una determinada edad y una determinada conducta no siempre
resulta exitoso” (MEN, 2009, p. 12).
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El desarrollo en los primeros años de vida es una etapa crucial en la vida del ser
humano, debido a que en ella se generan las bases para los aprendizajes posteriores,
se perfila la arquitectura del cerebro y diseña el futuro comportamiento; dado
que el crecimiento y desarrollo cerebral resultan de la correlación entre la
genética y las experiencias de interacción con el ambiente, esto “va a permitir un
incomparable aprendizaje y el desarrollo de habilidades sociales, emocionales,
cognitivas, sensoperceptivas y motoras, que serán la base de toda una vida”
(OEA, 2010, p. 7). En concordancia con lo anterior, Campos (2011) afirma que
el desarrollo “es un proceso constructivo, con una complejidad única en cada
persona, y que tiene como base, indiscutiblemente, los primeros años de vida” (p.
1). Los anteriores planteamientos se respaldan con los aportes de Pérez, Rizzoli,
Alonso y Reyes (2017) al asegurar que los primeros tres años de vida junto con la
gestación son muy sensibles. De hecho, se estima que durante dicho periodo “los
cerebros de los niños son como una esponja que absorben todas las experiencias e
interacciones de su entorno. Cuanto mejores sean las condiciones para el cuidado
de la salud, más sinapsis se formarán” (p. 88).
El cerebro experimenta grandes cambios: crece, se desarrolla y pasa por periodos
sensibles y críticos para algunos aprendizajes, por lo que “requiere de un entorno
con experiencias significativas, estímulos multisensoriales, recursos físicos
adecuados; pero, principalmente, necesita de un entorno potenciado por el
cuidado, la responsabilidad y el afecto de un adulto comprometido” (OEA, 2010,
p. 8).
Entre tantas razones, se puede insistir en que en los primeros años de vida el
cerebro humano necesita las experiencias del ambiente para empezar a funcionar
adecuadamente. En esta etapa las experiencias ejercen gran influencia en
determinadas estructuras y circuitos neuronales, y pasa por un momento conocido
como Periodos sensibles; los cuales permiten cierto aprendizaje y corresponden a
los periodos “en que es posible incorporar nuevas habilidades. Depende, en parte,
de la capacidad de crear nuevas sinapsis y en cerebros exigidos, puede extenderse
por mucho tiempo” (Pinto, 2008, p. 20). Según Campos (2014), durante estos
periodos, los circuitos neuronales son maleables, plásticos y más receptivos a
la estimulación del entorno. En estos periodos, no solamente las experiencias y
los estímulos modifican la arquitectura del cerebro, sino que la ausencia de los
mismos puede traer consecuencias estructurales y funcionales.
Con relación a los Periodos críticos, estos “permiten el desarrollo de una
determinada habilidad, por ejemplo: la visión y audición se desarrollan
primordialmente desde el nacimiento hasta los 5 meses de edad. Posteriormente,
una catarata congénita o una sordera anatómica no operadas, dejan secuelas
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La importancia de la esmulación adecuada durante el neurodesarrollo en la primera infancia
irrecuperables” (Pinto, 2008, p. 20). El primer año de vida es fundamental para
la definición y estimulación de dichos períodos, su fin es lograr un cableado
neuronal estable y duradero (Maya y Rivero, 2010, p. 65).
Neurodesarrollo
El desarrollo a nivel cerebral en los primeros años de vida se encuentra en un
proceso continuo de crecimiento, a veces acelerado o demorado de acuerdo
con las modificaciones y conexiones propias de la continua estimulación que el
entorno provee.
El conocimiento del sistema nervioso nos ayudará a poder comprender
los déficits que pueden aparecer por un desarrollo anormal del cerebro
o a causa de daños en el mismo a edades tempranas. Dependiendo del
momento en el que se produzcan estas anormalidades o daños (durante
el embarazo, en el periodo perinatal o en el transcurso de la infancia), sus
repercusiones variarán (Ponce, 2017, p. 407).
Está demostrado que el mayor desarrollo del cerebro ocurre durante los tres
primeros años y, en parte, depende del ambiente en el que el niño se desenvuelve,
de la alimentación, la salud, el cuidado y las posibilidades de interacción que
se le brinden. “La atención, el cuidado y una educación de calidad son factores
determinantes para que los procesos físicos, sociales, emocionales y cognitivos se
desenvuelvan apropiadamente y contribuyan a ampliar las opciones de los niños
a lo largo de su vida” (MEN, 2009, p. 8).
Ponce (2017) afirma que el proceso en el cual el niño participa junto a su
medio ambiente influyéndose mutuamente y evolucionando en una dirección
particular hace parte de su proceso de neurodesarrollo. En este mismo sentido
cita a Artigas, Guitart, Gabau, (2013) para referir que “el neurodesarrollo es
un proceso evolutivo producto de la adaptación al medio, mediante pautas de
comportamiento, en busca del mantenimiento de una tasa reproductiva capaz de
sostener la supervivencia de la especie” (p. 408).
Por su parte, Campos (2014) define el neurodesarrollo como “un proceso
dinámico, multifacético y multidimensional, relacionado al crecimiento y
desarrollo del sistema nervioso central y del cerebro. Es fruto de la interacción
entre genética y ambiente, e involucra muchos factores y afecta directamente el
comportamiento del ser humano” (p. 40). Sumado a lo anterior, Márquez (2012),
dice que el neurodesarrollo hace referencia a la formación del sistema nervioso
desde el desarrollo embrionario hasta la edad adulta. El neurodesarrollo o la
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neurología del desarrollo tiene como interés “estudiar en condiciones de salud
o enfermedad, los procesos de adaptación del niño durante su interacción con
el ambiente” (p. 14); por su parte, Cifuentes (2014) y Figueroa, Campoverde y
Calle (2015) agregan que conocer la evolución del neurodesarrollo durante el
primer año de vida es crucial para la toma de decisiones frente a estimulación e
intervención oportunas.
Dentro del neurodesarrollo existe un proceso llamado neuroplasticidad
“que representa la capacidad del sistema nervioso de cambiar su reactividad
como resultado de activaciones sucesivas” (Garcés y Suárez, 2014, p. 119). En
consonancia con lo anterior, Campos (2014) agrega que la neuroplasticidad es
la capacidad del cerebro de modificarse en su organización y funcionalidad ante
la experiencia ambiental. Al respecto, Pinto (2008) agrega que “corresponde a la
capacidad del cerebro de responder y reorganizarse frente a noxas que lo afecten
seriamente y esta condición es propia de la primera década de vida” (p. 20).
Teniendo en cuenta lo anterior, resulta fundamental que en los primeros años de
vida se aproveche la neuroplasticidad y se tengan en cuenta todos los elementos
que favorecen el cerebro para optimizar el curso del desarrollo; para ello, Romo,
Liendo, Vargas, Rizzoli, y Buenrostro (2012) plantean pruebas de tamizaje de
neurodesarrollo y Mendoza, Ares y Sáenz (2017) investigan la deteccion precoz
de posibles trastornos del neurodesarrollo en los primeros años de vida; con base
en ello, afirman que el seguimiento del neurodesarrollo en la primera infancia
resulta primordial para evitar posibles trastornos y promover un adecuado
desarrollo infantil.
Estimulación adecuada
Es posible afirmar, que hacer un seguimiento del neurodesarrollo a través de la
estimulación, pues esta permite la relación diaria con el bebé, González (2007)
afirma que “a través de ésta el niño utilizará al máximo sus capacidades e irá
ejerciendo mayor control sobre el mundo que le rodea al tiempo que sentirá gran
satisfacción al descubrir que puede hacer las cosas por sí mismo” (p. 19).
La estimulación tiene lugar a través de la repetición útil de diferentes
eventos sensoriales que aumentan, por una parte, el control emocional
proporcionando al niño una sensación de seguridad y goce, por otra amplían
la habilidad mental que le facilita el aprendizaje, ya que se desarrollan
destrezas para estimularse a través del juego libre y del ejercicio, de la
curiosidad, la exploración y la imaginación (González, 2007, p. 19).
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La estimulación durante el neurodesarrollo cobra valor en la medida que permite
la prevención e identificación oportuna de alteraciones en el desarrollo, lo cual
es destacado por diversas investigaciones; por ejemplo, Chávez (2003) plantea
que la detección temprana de alteraciones en el desarrollo es crucial para dar
solución a objetivos clínicos, educativos y sociales, en los que se incluye la
necesidad de identificar las causas de dicha desviación. Igualmente, Rosselli,
Matute y Ardila (2010), opinan que es indispensable la detección temprana de
cualquier alteración en el desarrollo dado que algunas condiciones tienen perfiles
neuropsicológicos característicos que se pueden utilizar como indicativos de una
disfunción en una región cerebral particular. Por su parte, Portellano (2005) y
Fernández (2012), agregan que la prevención de un daño cerebral se ve favorecida
por la neuroplasticidad, especialmente en los primeros años de vida, pues tiene la
posibilidad de disminuir el riesgo de reacciones psicopatológicas.
En este sentido, Orton et al. (2009 citado en Ortiz, Robayo y Alejo de Paula, 2014)
argumentan que las intervenciones y programas de estimulación adecuada tienen
grandes beneficios para el desarrollo infantil, obteniendo resultados positivos a
nivel cognitivo y motor; Pelayo, Solovieva, Quintanar y Reyes (2014) realizan
aportes frente a los efectos de la estimulación del neurodesarrollo afirmando
que esta permite disminuir la manifestación de alguna discapacidad que en el
futuro pudiera manifestarse. Baxter, Madriz y Mora (2011) afirman el anterior
postulado agregando que estimulación y primeros años de vida son un binomio
determinante para la prevención de la discapacidad. Baker y López (2013) por
su parte, investigan las intervenciones de estimulación en los países en vías de
desarrollo y concluyen que los procesos de estimulación de mayor intensidad y
duración son los más eficaces, además, para ser más efectivos deben centrarse en
los niños más pequeños y buscar activamente la participación de las familias y los
cuidadores. Por su parte, García (2014 citado en Ortiz, Robayo y Alejo de Paula,
2014) refiere que la estimulación adecuada es el
Resultado de estudios e investigaciones en diferentes áreas que abarcan
el desarrollo infantil, donde luego de tener un entendimiento tanto del
desarrollo neurológico, físico y cognitivo del niño, se implementan
estrategias que buscan sustentar la información relevante y pertinente
para cada etapa del desarrollo, brindando la oportunidad de tener una
estructura cerebral y física adecuada en el niño (p. 125).
Se entiende por estimulación adecuada “al proceso a través del cual se busca
potencializar las capacidades de desarrollo de un individuo respetando siempre su
ritmo de evolución” (González, 2007, p. 21). Ortiz, Robayo y Alejo de Paula (2014)
lo definen “como el conjunto de acciones dirigidas a promover las capacidades
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físicas, mentales y sociales del niño, a prevenir el retraso motor y rehabilitar las
alteraciones motoras y los déficits sensoriales” (p. 120). En concordancia con lo
anterior, Ramírez y Parra (2010) afirman que un medio eficaz para potencializar al
máximo las habilidades en el desarrollo de los niños es la estimulación.
Desde la perspectiva de la estimulación adecuada se evidencia la importancia
de tener en cuenta el neurodesarrollo, “ya que todo niño nace con la necesidad
biológica de aprender y cualquier estimulación que se le brinde durante los primeros
12 meses, tiene más impacto en su crecimiento cerebral que en cualquier otra
etapa de la vida” (González, 2007, p. 19); dentro de los procesos de estimulación,
es importante realizar acciones pertinentes para la etapa en la que se encuentre
cada niño, brindándole la oportunidad de tener un crecimiento estructural, físico
y de habilidades adecuado a su edad y a su ritmo. Todo lo que se debe hacer
para un adecuado desarrollo es “proporcionar información visual, táctil, auditiva
y motriz, dentro del marco de una relación amorosa, a la velocidad, intensidad y
ritmo propio del niño” (Zambrano 2010, citado en Cedeño y Vásquez, 2014, p. 13).
Desde diversas disciplinas como la psicología, la pedagogía y la neurofisiología
señalan “la importancia de los primeros años de vida para el futuro desarrollo del
individuo, dada la plasticidad del sistema nervioso y su acelerada disminución
con el transcurso del tiempo de manera que los dos primeros años de vida son
cruciales” (Huepp, 2005, p. 7).
Primera infancia
Estudios relacionados con la estimulación en los primeros años de vida, están
generando cambios significativos acerca de la atención y educación de la primera
infancia, “en tanto que padres, educadores, organismos gubernamentales y no
gubernamentales empiezan a entender que la educación, principalmente en esta
etapa de la vida, desempeña un papel casi protagónico en la estructuración y
funcionalidad del sistema nervioso y del cerebro” (OEA, 2010, p. 7).
En estudios sobre estimulación, Maslucan, Velayarce, y Rodríguez (2013) concluyen
que existe una relación altamente significativa entre el nivel de conocimiento
del adulto sobre estimulación y el desarrollo de los niños en la primera infancia.
Asi mismo, la labor del docente en la relación con el niño también es resaltada,
pues permite ayudarle a madurar su sistema nervioso y a fomentar habilidades
como la imaginación y la exploración. Tal como lo resaltan las investigaciones de
Barzola, Posligua y Chenche (2017); Sanna (2016) y Ramírez, Patiño, y Gamboa,
E. (2014). El rol del docente es fundamental no solo para favorecer el desarrollo
sino para prevenir posibles daños. Por su parte, Garza (2014), Flores (2013) y
Meza (2011), estudian el impacto de la estimulación en la primera infancia
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La importancia de la esmulación adecuada durante el neurodesarrollo en la primera infancia
y concluyen que esta es de suma importancia en dicha etapa, pues ayuda a los
niños a desarrollar la empatía y la seguridad, además, permite la consolidación
de funciones y habilidades fundamentales para el desarrollo del ser humano, y
reafirma lo expuesto anteriormente.
Otras investigaciones, como la de Quintero, Gallego, Ramírez y Jaramillo (2016)
y la de Castillo, Ramírez y Ruíz (2017) resaltan la importancia de la formación de
los docentes de primera infancia y afirman que son ellos quienes deben asumir
al niño como un ser integral en todas sus dimensiones, de tal manera, que cada
acción obedezca a la creación de ambientes llenos de sentido y significado. Por
su parte, Ramírez, Patiño y Gamboa (2014) agregan que existe una necesidad por
parte de los docentes de conocimiento y formación acerca del desarrollo humano
en la infancia y de cómo aplicarlo en una atención integral realmente centrada en
los intereses y necesidades de los niños. A su vez afirman que los profesionales
que atienden la primera infancia “necesitan comprender la importancia de
incluir, en su quehacer pedagógico, los avances en las investigaciones acerca del
desarrollo cerebral en los primeros años de vida, debido a la trascendencia de
este período” (p. 87).
Realizar procesos de estimulación durante el neurodesarrollo en la primera
infancia es importante según los aportes de las investigaciones de Barzola,
Posligua y Chenche (2017); Ramírez, Patiño y Gamboa (2014); Ortiz, Robayo y
Alejo de Paula (2014); y Garza (2014); porque: brinda la oportunidad de tener
una estructura cerebral y física adecuada. Permite la creación de conexiones más
complejas, permitiendo la adaptación al medio. Implica la creación de ambientes
favorables que respondan a las diferencias individuales de los niños y que vayan
más allá de un enfoque asistencialista. Favorece la identificación de alteraciones
para intervenir de manera oportuna. Permite el desarrollo e incremento de nuevas
conexiones sinápticas y extensiones dendríticas entre las neuronas existentes del
sistema nervioso central. Y se obtienen resultados positivos en todas las áreas del
desarrollo.
Discusión y conclusiones
Actualmente se cuenta con una variedad de estudios que permiten analizar la
importancia de la estimulación adecuada durante el neurodesarrollo en la primera
infancia; sin embargo, pocas investigaciones interrelacionan las categorías
trabajadas; así mismo, se encontró que la mayoría de estudios son realizados en el
área de la salud o la clínica y pocos son efectuados en el ámbito educativo.
116 Revista Senderos Pedagógicos • Nº10 • Enero - Diciembre 2019 • pp. 103 -120
Gallego, M.
Según la literatura revisada, se aprecia un cambio significativo en la concepción
actual del término desarrollo, el cual permite tener una mirada más amplia de la
evolución de los niños teniendo en cuenta la variabilidad de sus avances a través
del tiempo y los retrocesos que pudiesen ocurrir; resulta fundamental la noción
del concepto como un proceso no lineal sino en constante transformación.
En cuanto al neurodesarrollo, se aprecia que a este, es fundamental tenerlo
en cuenta para el adecuado desarrollo de los niños, debido a que determina la
arquitectura del cerebro a partir de la interacción entre genética y el ambiente en
el que vive el niño; por lo tanto, los estudios resaltan la importancia de tener en
cuenta no solo el desarrollo del niño, sino también las interacciones que establece
con padres, cuidadores y el entorno inmediato.
En lo que refiere a la estimulación en los primeros años de vida, diversos estudios
resaltan los beneficios que esta ofrece para aprovechar al máximo las capacidades
de los niños y realizar intervenciones centradas en sus logros, optimizando así,
las posibilidades que ofrece el cerebro en términos de plasticidad, periodos
sensibles y periodos críticos; es por esto que la estimulación constituye un aspecto
importante para el adecuado crecimiento, desarrollo y maduración, puesto que
garantiza las interacciones con el exterior en óptimas condiciones.
Con relación a lo anterior, se puede decir que el papel de los adultos en la
estimulación durante la primera infancia resulta fundamental, pues proporciona
los medios y propicia un entorno adecuado para que ellos realicen una
contribución significativa en el desarrollo de los niños; del mismo modo, los
adultos son quienes tienen la mayor posibilidad de detectar de manera temprana
factores de riesgo que puedan afectar el curso del mismo.
En general, la información revisada permite concluir que, en el desarrollo
de los niños se presentan constantes avances y retrocesos, los cuales van a
depender de la interacción entre genética y ambiente; ante esto, se demuestra
que la estimulación adecuada brinda múltiples ventajas para que este se dé en
las mejores condiciones y responda a las necesidades particulares que presenta
cada niño desde su proceso de neurodesarrollo, en el que se evidencian periodos
críticos y sensibles que pueden ser aprovechados al máximo para potenciar las
capacidades de los niños, especialmente en la etapa de la primera infancia.
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