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Artículo de Revisión
DOI: 10.25237/revchilanestv5004101050
revistachilenadeanestesia.cl

Ultrasound evaluation of venous congestion
Manuel Alberto Guerrero Gutiérrez1,*, José Carlos Gasca Aldama2, Orlando Rubén Pérez Nieto3, Jesús Salvador Sánchez Díaz4,
Luis Antonio Morgado Villaseñor5, Fernando Jaziel López Pérez6
1 Departamento de Medicina Crítica. Instituto Nacional de Cancerología. Ciudad de México, México
2 Departamento de Medicina Crítica, Unidad COVID. Hospital General de México. Ciudad de México, México.
3 Departamento de Medicina Crítica. Hospital General San Juan del Río, San Juan del Río. Querétaro, México.
4 Departamento de Medicina Crítica. Centro Médico Nacional No. 14 “Adolfo Ruíz Cortines”, IMSS. Veracruz, México.
5 Departamento de Medicina Crítica. HGZ 15 IMSS. Reynosa, México.
6 Departamento de Urgencias Médicas. H.G.R. #6. Ciudad de Madero. Tamaulipas, México.
Conictos de interés: Todos los autores declaran no tener conictos de interés.
Fecha de recepción: 12 de abril de 2021 / Fecha de aceptación: 15 de mayo de 2021
Manuelguerreromd@gmail.com
*ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0645-1836

In the last decade, ultrasound usage has had a great impact on the evaluation of intravenous uid therapy in critically ill
patients; however, positive uid balances and uid overload are frequent in the intensive care unit and are associated with a
morbidity and mortality increase and with a wide range of adverse effects. The Venous Excess Ultrasound Score (VExUS) aims
to assess venous congestion and veno-ventricular interaction, which can nally close the resuscitation cycle with the concept of
“de-resuscitation.”
Venous congestion, ultrasound, VExUS, resuscitation, veno-ventricular coupling.

El uso de ultrasonido ha tenido un gran impacto en la última década para evaluar la uidoterapia intravenosa en pacientes
críticos; sin embargo, los balances hídricos positivos y la sobrecarga de líquidos son una entidad frecuente en la unidad de cui-
dados intensivos y se asocian a un incremento en la morbimortalidad y a una amplia gama de efectos adversos. El sistema de
clasicación de la congestión venosa por ultrasonido (VExUS, por sus siglas en inglés) tiene como objetivo evaluar la congestión
venosa y la interacción veno-ventricular al cerrar el ciclo de reanimación con el concepto de “desreanimación”.
Congestión venosa, ultrasonido, VExUS, reanimación, acoplamiento veno-ventricular.

En los últimos años, la ecografía se ha convertido en una
herramienta indispensable para la valoración y el moni-
toreo de pacientes en estado crítico. En un principio se
enfocaba en el diagnóstico del estado de choque con proto-
colos de gran utilidad que han mejorado la evaluación de la
uidoterapia. Una de las utilidades principales de la ecografía
es la predicción de respuesta a la administración de volumen[1].
La base siológica de la administración de líquidos intravenosos
en pacientes con inestabilidad hemodinámica es el aumento del
volumen de n de diástole y del gasto cardíaco, lo que resta-
blece la perfusión tisular[2]. Sin embargo, este efecto se obser-
vará en menos de 50% de los pacientes hemodinámicamente
inestables, teniendo en cuenta que la administración de uidos
podría ser la peor herramienta para incrementar la precarga,
sobre todo, en contextos clínicos que no cursan con pérdida
de volumen (choque séptico, choque cardiogénico), por lo que
la administración de líquidos intravenosos en estos pacientes
suele ser deletérea[3].
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Artículo de Revisión
Últimamente, se ha descrito una relación entre la sobrecar-
ga hídrica y el riesgo de presentar fallas orgánicas [4]-[6], así
como de muerte[7],[8]. La administración agresiva de líquidos
intravenosos podría lesionar la glucocálix, lo que causaría una
disminución de su capacidad protectora para mantener el vo-
lumen sanguíneo en el espacio intravascular y de la respuesta
adrenérgica a la vasoconstricción[9]. A su vez, esto favorecería
el incremento de la permeabilidad vascular y la fuga de volu-
men al espacio intersticial. Del mismo modo, la sobrecarga hí-
drica altera el acoplamiento veno-ventricular y genera un au-
mento en la capacitancia venosa que se traduce en disminución
de la precarga ventricular[10],[11]. El edema tisular aumenta
el gradiente arteriovenoso de difusión para el oxígeno y sus-
tratos metabólicos, así como la presión hidrostática intersticial
que ocasiona una disminución del ujo sanguíneo capilar. Estos
efectos son más relevantes en los órganos encapsulados como
el riñón, hígado y bazo debido a una disminución en su dis-
tensibilidad[11]. De tal forma que, junto con la valoración del
estado de volemia y de la respuesta al volumen intravascular, la
evaluación de la sobrecarga hídrica y la congestión venosa de-
berían ser parte de la monitorización del estado de volemia del
paciente y de la decisión de administrar o no líquidos intraveno-
sos. La monitorización de la congestión venosa por ultrasonido
(VExUS) debe tomar en cuenta que cada lecho vascular posee
características propias en cuanto a cumplimiento normativo
(modelo multicompartimental)[12]-[14].
La evaluación del sistema venoso, que contiene cerca de
75% del volumen sanguíneo, nos permitirá observar datos de
congestión venosa a la cabecera del paciente, con el análisis
de la morfología de las ondas venosas que sugieran que se ha
alcanzado el límite de cumplimiento venoso. La evaluación se
centra en la vena cava, la vena suprahepática, la vena porta y la
vena renal[15]. La presencia de patrones anormales en el con-
texto de congestión puede asociarse a peores desenlaces en el
paciente[16]-[19].
El sistema de clasicación de la congestión venosa por ul-
trasonido (VExUS, por sus siglas en inglés) tiene como objeti-
vo evaluar la congestión venosa y la repercusión en la relación
ujo-presión-volumen del sistema cardiovascular, para normar
conductas terapéuticas, el uso de diuréticos y/o la ultraltra-
ción con máquinas extracorpóreas. Es vital entender los fun-
damentos siológicos de la hemodinámica para su correcta
aplicación. Reddi y Carpenter propusieron “exceso venoso
para denominar el entendimiento del compartimiento venoso.
De esta forma, se entiende por exceso venoso al volumen, no
tanto estacionario, sino dinámico y equivale a la sangre venosa
acumulada en la entrada del corazón (PVC)[20]. La evaluación
ultrasonográca de este volumen puede ser posible en tiempo
real si se analiza el comportamiento del ujo en los distintos le-
chos vasculares sin olvidar la delicada interacción con la bomba
cardíaca.

Esta metodología se debe utilizar en escenarios clínicos en
donde se considera que el paciente ha alcanzado una reanima-
ción adecuada o se encuentra con datos de sobrecarga hídri-
ca[16]:
Reanimación y desreanimación: es imperativo saber
guiar una reanimación sin causar más daño, por lo que el VExUS
será un pilar fundamental para la desreanimación.
Estados congestivos: se trata de la congestión en entida-
des clínicas como falla cardíaca, síndrome hepatorrenal, síndro-
me cardiorrenal, etc.
Falla renal: una falsa creencia es que todas las lesiones o
fallas renales responden a volumen; sin embargo, esta actitud
lleva a un estado de congestión venosa diagnosticado por me-
dio de ultrasonido denominado “renosarca”.
Prescripción de líquidos: se debe evaluar a todo paciente
que se le administren líquidos para justicar con evidencia si en
realidad los necesita y, en dicho caso, evitar caer en estados de
congestión venosa.

La elevación patológica de la presión venosa central (PVC)
es un factor importante para el desarrollo de daño orgánico
congestivo[17]. En pacientes con insuciencia cardíaca con-
gestiva, el principal parámetro hemodinámico asociado al de-
sarrollo de lesión renal aguda es el aumento en la PVC y no en
el índice cardiaco (IC)[18], esto también es cierto en pacientes
con sepsis[19]. De forma similar, la gravedad de la hepatopatía
congestiva se correlaciona con la elevación de la presión au-
ricular derecha (PAD) y no con el IC[20]. Sin embargo, no se
debe tomar este incremento de la PVC como una contrapresión
al ujo venoso[21], sino como un reejo del desacoplamiento
veno-ventricular y/o del aumento del exceso venoso, que a su
vez repercuten en cada lecho vascular que, como ya se comen-
tó anteriormente, tienen características propias.
El ujo de las venas hepáticas se observa como un espejo
de lo que puede suceder en el compartimiento central (Figura
1). Un cambio en la capacitancia de los segmentos vasculares
  Curva de PVC y USG doppler de vena suprahepática dis-
puestas en espejo. Abreviaturas: PVC: presión venosa central; USG:
ultrasonido.
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Artículo de Revisión
(hepático, portal, esplácnico, renal) altera la distribución de la
volemia y, por lo tanto, de la perfusión orgánica; por ejemplo,
la renosarca y la disminución en la presión de perfusión renal,
una especia de tampón ade-intracapsular[17]. El uso del ultra-
sonido permite interrogar de manera directa el ujo a nivel or-
gánico mediante Doppler[22]. Con el uso de esta herramienta,
diversos grupos de investigadores han encontrado asociaciones
entre alteraciones del ujo venoso a nivel orgánico y desenlaces
importantes como lesión renal aguda[15], encefalopatía con-
gestiva[23] y mortalidad[24].
La valoración de la congestión venosa a nivel orgánico debe
comenzar con la determinación de la congestión a nivel sisté-
mico. Para esto, el análisis de la tolerancia a volumen por medio
de la colapsabilidad de la vena cava inferior es de utilidad. Esta
valoración debe realizarse en su eje corto con barrido cefalo-
caudal a 4 cm de la unión cavo-auricular para adquirir una im-
presión sobre el volumen de una estructura tridimensional[25].
Una vena cava con diámetro mayor a 2 cm y con colapsabilidad
inspiratoria menor a 20% se considera el primer dato de con-
gestión venosa[22].
Posterior a esto, la siguiente medición importante es el pa-
trón de ujo en la vena porta. Por lo general, en el segmento
vascular correspondiente a la vena porta se tiene alta complian-
cia vascular debido a las sinusoides hepáticas; no obstante,
cuando el exceso venoso se incrementa de forma patológica,
este puede llegar a afectar el patrón de ujo venoso[26]. Por
lo tanto, el ujo portal normal es un ujo continuo mientras
que, en pacientes con congestión venosa grave, el ujo portal
se torna pulsátil[15]. Un índice de pulsatilidad mayor a 30% se
considera congestión moderada, mientras que cuando es ma-
yor a 50% se considera grave. De igual manera, la valoración
del ujo venoso intrarrenal permite distinguir patrones de ujo
asociados a la congestión. El ujo renal continuo se considera
normal; conforme aumenta la congestión venosa, el ujo se
torna pulsátil, bifásico y monofásico en orden de gravedad[24].
La combinación de estas alteraciones permite no solo una esti-
mación del exceso venoso y el desacoplamiento de la interac-
ción entre vasculatura y corazón, sino también de su repercu-
sión a órganos diana[22].
En nuestra opinión, la presencia de congestión venosa es
un argumento poderoso en contra de la administración de so-
luciones intravenosas, las cuales exacerban el daño orgánico
congestivo, independientemente de la presencia de predictores
dinámicos de respuesta a volumen. Aunque también existen
excepciones que pueden modicar los patrones de ujo y no
necesariamente tienen que ver con la congestión sistémica, és-
tas reejan la repercusión de las patologías que involucran las
cavidades cardíacas y los ejes neurohormonales que los regulan
mediante el efecto que pueden tener sobre los patrones de u-
jo en la vasculatura periférica y central (taponamiento cardíaco,
pericarditis constrictiva, neumotórax a tensión, hipertensión
pulmonar, insuciencia tricúspidea) y ninguna decisión debe to-
marse con un parámetro de forma individual. Cabe señalar que
en pacientes con grados más avanzados de congestión venosa
(pulsatilidad portal > 50%), el uso de diuréticos puede incluso
mejorar la función orgánica.
De esta forma, es fundamental que el diagnóstico de la
congestión venosa no se limite a determinar su presencia y gra-
vedad, sino que debe alentar a encontrar la causa subyacente
(sobrecarga de volumen, insuciencia cardíaca congestiva, falla
ventricular derecha, hipertensión pulmonar aguda, pericarditis
constrictiva, taponamiento cardíaco, etc.). Esta respuesta nos
debe llevar a integrar el acoplamiento veno-ventricular y el ex-
ceso venoso como ejes rectores de esta nueva metodología en
la evaluación hemodinámica. La Figura 2 muestra un ejemplo
de un paciente no congestivo y de uno con congestión venosa
grave.

La valoración de la congestión venosa a nivel orgánico debe
comenzar por la determinación de congestión a nivel sistémico;
 USG de venas hepáticas: A) A la izquierda se observa
la VCI en eje corto a nivel del origen de las venas hepáticas con
un diámetro de 9 mm; a la derecha se observa la imagen de
USG Doppler pulsado de la vena porta que muestra la mínima
pulsatilidad (ujo continuo), característicos de un paciente sin
congestión venosa; B) A la izquierda se visualiza la VCI en eje
corto a nivel del origen de las venas hepáticas con diámetro de
34 mm y dilatación de las venas suprahepáticas; a la derecha
se observa la imagen de USG Doppler pulsado de la vena por-
ta mostrando pulsatilidad de 100% [(Vmáx - Vmín/Vmáx) × 100]
característicos de un paciente con congestión venosa severa.
Foto cortesía de Eduardo Argaiz. Abreviaturas: USG: ultrasoni-
do; VCI: vena cava inferior.
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Artículo de Revisión
para esto se evalúa el diámetro de la vena cava inferior como
primer paso. A continuación, se presenta una descripción de la
metodología de manera práctica.
Se valorarán los siguientes vasos:
1. Vena cava inferior.
2. Vena suprahepática.
3. Vena porta.
4. Vena renal.

1. Utilizar un transductor sectorial de 2,5-5 MHz.
2. Colocar el transductor sectorial en el área subxifoidea, con
la marca apuntando a las 3 h y realizar un giro en dirección
de las 12 h o hasta observar la desembocadura de la vena
cava en la aurícula derecha, lo que ocurra primero. De ser
necesario, se puede considerar el semifowler.
3. Con base en esta imagen, realizar mediciones en modo 2D
para obtener el diámetro mayor (inspiración) y menor (es-
piración), llevando de inmediato el caudal a la desemboca-
dura de la vena suprahepática (Figura 3). Si la vena cava in-
ferior presenta un diámetro máximo de 20 mm, proceder a
revisar el resto de los ujos venosos. Es fundamental tomar
en cuenta las situaciones clínicas que pueden asociarse al
incremento del diámetro de la VCI (presión intraabdominal,
falla del ventrículo derecho, HAP, PEEP)[23].
Se tomarán en cuenta los siguientes valores:
Grado 0: < 5 mm de diámetro con variación en la respiración.
Grado 1: 5-9 mm con variación en la respiración.
Grado 2: 10-19 mm con variación en la respiración.
Grado 3: > 20 mm con variación en la respiración.
Grado 4: > 20 mm con mínima o nula variación en la respira-
ción.

1. Utilizar un transductor sectorial de 1 a 5 MHz, en modo
abdominal.
2. En continuidad con la ventana de la vena cava, ubicar la
vena suprahepática usando el Doppler color, ubicar el ujo
y observar su morfología usando el Doppler pulsado.
Alternativa 2 (transhepática):
1. Colocar el transductor sectorial en la zona hepática, a la
altura de la línea media axilar, con la muesca hacia las 6 h y
12 h.
2. Sobre la estructura hepática, buscar el árbol hepático veno-
so y colocar el Doppler color. Ajustar la escala de intensidad
(a mayor número de ltro, menor “ruido” en imágenes; sin
embargo, la cantidad de ujo será menor).
3. Colocar el Doppler pulsado sobre el vaso a examinar.
4. Presionar nuevamente el botón del Doppler pulsado para
obtener la imagen del ujo hepático. Identicar las ondas S
y las ondas D (Figuras 4 y 5).

1. Utilizar un transductor sectorial de 1-5 MHz.
2. Trabajar sobre la misma imagen obtenida para Doppler de
la vena suprahepática (vista transhepática) y se debe buscar
la vena porta con el transductor a las 12 h en comparación
con las 3 h. Una vez centrada la vena porta, ubicar el ujo
con el Doppler color y medirlo con el Doppler pulsado.
3. Obtener la imagen de la vena porta (Figura 6), sobre la cual
se obtendrá y se medirá el ujo máximo y mínimo. Aplicar
el despeje de la fórmula de pulsatilidad.
 Patrones visuales de la VCI según su congestión venosa. A; grado 1: VCI 5-9 mm con variación en la respiración; B; grado 2: VCI: 10-19
mm con variación en la respiración; C; grado 3: > 20 mm con variación en la respiración; D; grado 4: >20 mm con mínima o nula variación en la
respiración. Abreviaturas: VCI: vena cava inferior.
Características de las ondas en las venas suprahepáticas con
la morfología audioespectral.
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Artículo de Revisión
El intervalo de velocidad normal de la vena porta va de los
16 a 40 cm; < 13 es un predictor de trombosis portal. Si se
acompaña de nódulos y la velocidad es igual o menor a 12 cm,
esto es sugestivo de cirrosis[24],[25].
Grado 0: < 0,3 IP.
Grado 1: 0,3-0,49 IP.
Grado 2: 0,5-1 IP.

1. Utilizar un transductor convexo en modo abdominal.
2. Colocar el transductor a las 6 h, en la línea axilar posterior a
la altura del borde inferior de la parrilla costal derecha. Rea-
lizar la búsqueda con deslizamientos caudales para ubicar la
altura del riñón y movimientos rostrales para el grosor del
riñón, con el objetivo de obtener la mejor ventana.
3. Una vez que se ha localizado el riñón, localizar los vasos in-
terlobares por medio del Doppler color. Una vez ubicado el
ujo vascular, medir su velocidad con Doppler pulsado con
el transductor a las 12 h contra 3 h, con base en la mejor
ventana.
4. Obtener la siguiente imagen sobre la cual se procederá a
realizar mediciones (parte superior arteria renal (índice de
resistencias renales), parte inferior (Doppler venoso renal))
(Figura 7).

Grado 0 = continuo, monofásico y pulsátil.
Grado 1 = discontinuo y ujo bifásico.
Grado 2 = discontinuo y monofásico (solo diástole).
A (pico sistólico) - B (velo-
cidad telediastólica)/A
< 0,7 normal
Recientemente, se ha estudiado el ujo venoso re-
nal[27]-[30], tomando como sustento siopatológico las in-
terconexiones renales y cardíacas por las cuales la disfunción
aguda o crónica en uno de los dos órganos inuye en el otro.
La evidencia sustenta que las alteraciones en el patrón de ujo
venoso renal tienen relación con los incrementos de presión
de aurícula derecha. Pues si bien se trata de dos segmentos
vasculares distintos, ambos reejan congestión y repercuten de
manera considerable en los resultados clínicos. La evaluación de
los ujos renales no solo debe centrarse en el lado venoso, sino
también en el análisis de las velocidades de ujo en las arterias
interlobares y/o arcuatas. En estas también pueden manifestar-
se alteraciones como consecuencia de la congestión (renosar-
ca); en cambio, las alteraciones en el índice resistivo renal no
son exclusivas del riñón[31]-[33] (Figura 8).

Con base en las mediciones previas, se realiza una escala
integrada por 4 grados de congestión venosa (Tabla 1, Figura
9)[34].

Al ser una metodología de reciente aparición, queda por
denir cuál es la prevalencia real de la congestión venosa y si
es una herramienta que pueda aplicarse en otros escenarios,
 Características de la onda pulsátil de la VH por USG Doppler según el grado de congestión venosa: grado 0: normal S > D, grado 1: S < D;
S anterógrada, grado 2: S plana, invertida o bifásica. Abreviaturas: VH: vena hepática; USG: ultrasonido.
 Características de la onda sistólica y diastólica de USG de la vena porta en condiciones normales (sin sobrecarga venosa).
821
Artículo de Revisión
 Imagen por USG del ujo sanguíneo renal. Arriba se observa
un USG con transductor convexo en proyección hepatorrenal donde se
sitúa el USG Doppler donde se observa el ujo arterial y la fórmula del
IRR (por debajo se observa el ujo venoso). Abreviaturas: USG: ultraso-
nido; IRR: índice resistivo renal.
 USG Doppler de ujo de arteria renal y factores determinantes del IRR, es decir VSP y VDF. Abreviaturas: USG: ultrasonido; IRR: índice
resistivo renal, VSP: velocidad sistólica pico, VDF: velocidad diastólica nal.
 Escala VExUS. Tomada con permiso de Vi DinhPocus 101 and Pocus 101.com Abreviatura: VExUS: sistema de clasicación de la congestión
venosa por ultrasonido.

 
Grado 0 VCI < 20mm (grado < 3)
VH, VP y VR grado 0
Sin congestión
Grado 1 VCI grado 4
VH, VP y VR grado 0
Congestión leve
Grado 2 VCI grado 4
VH, VP y VR grado 1
Congestión moderada
Grado 3 VCI grado 4
VH, VP y VR grado 2
Congestión severa
Abreviaturas: VCI: vena cava inferior; VH: vena hepática; VP: vena
porta; VR: vena renal.
822
Artículo de Revisión
por ejemplo: síndrome de permeabilidad global aumentado
(SPGA), pacientes con quemaduras, endoteliopatía inducida
por choque (SHINE), que son situaciones clínicas caracterizadas
por un incremento de la permeabilidad endotelial y el alto ín-
dice de fuga capilar, donde el volumen sanguíneo se distribuye
en el espacio intersticial[35],[36].
Esta metodología es una herramienta clave no solo en el
escenario de la falla cardíaca o la sobrecarga hídrica secundaria
a insuciencia renal (síndromes cardiorrenales), sino también se
puede y debe transpolar a escenarios críticos donde las interro-
gantes sobre el estado de la volemia son parte de la rutina de
trabajo[37]-[39]. Es prometedor tener a la cabecera del enfermo
mediciones objetivas que nos ayuden a tomar decisiones como
el uso de diuréticos, ultraltración, etc. Un diagnóstico ultraso-
nográco temprano y mucho más preciso que la exploración
física puede orientarnos en la toma de decisiones e implemen-
tación de estrategias de tratamiento de forma oportuna, mini-
mizando los daños que conlleva la uidoterapia excesiva.

La evaluación del sistema venoso a la cabecera del paciente
es importante para diagnosticar y evaluar la sobrecarga de lí-
quidos en pacientes graves. El VExUs es una estrategia que nos
permite determinar el grado de congestión venosa y guiar la
desreanimación.

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... Besides, not only pulmonary but also systemic congestion was assessed using the VExUS protocol, revealing that 92% of the patients had no evidence of systemic congestion, 2% had mild systemic congestion, and 6% moderate or severe congestion. This is crucial in this patient group, as persistent congestion is associated with readmissions and worse outcomes in most cases 9 . The mean TAPSE was 18 mm 2 , indicating that the studied sample still had an adequate right ventricular function, which is a significant prognostic predictor in most cardiovascular diseases 10 . ...
... En una muestra de pacientes ambulatorios del INCICh de 100 pacientes, se encontró que el 78% acudieron sin congestión pulmonar y únicamente el 22% presentaron congestión pulmonar, además no solo se valoró la congestión pulmonar, sino también la congestión sistémica mediante el protocolo VExUS, encontrando que el 92% de los pacientes no tuvieron datos de congestión sistémica, el 2% congestión sistémica leve y el 6% congestión moderada o grave. Este es un punto importante en este grupo de pacientes, ya que la congestión persistente se asocia a reingresos hospitalarios y peores desenlaces en la gran mayoría de los casos 9 . Se encontró en promedio una TAPSE de 18 mm 2 , lo que indica que la muestra estudiada todavía muestra una adecuada función ventricular derecha, esto repercute en que la disfunción ventricular derecha funge como el principal predictor pronóstico en la mayoría de las enfermedades cardiovasculares 10 . ...
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Background: In Mexico, the epidemiology of heart failure is still not well understood. However, it is known that the primary cause of hospital admissions in patients with heart failure is pulmonary and systemic congestion. Objective: To estimate congestion status and assess cardiac function using portable ultrasound in patients with heart failure. Method: A cross-sectional observational study was conducted. Patients who attended the Heart Failure Clinic at the Ignacio Chávez National Cardiology Institute in Mexico City between May and August 2022 were selected. They underwent ultrasonographic evaluation using a portable device to assess pulmonary and systemic congestion, as well as cardiac function and structure. Results: One-hundred patients diagnosed with heart failure were prospectively included during the study period; 76% were male, with an average age of 59 years (range: 50-68 years). The recorded LVEF median was 34% (IQR: 27-43.5%). When evaluating pulmonary congestion, 78% of the patients showed a pattern A and 22% a pattern B. Following the VExUS protocol, 92% of the patients were at grade 0, 2% at grade 1, and 6% at grade 2. Conclusions: The use of the portable ultrasound facilitated the quantitative characterization of the echocardiographic features of the studied population. This device could provide better clinical characterization which, in turn, might allow for optimized drug prescription for heart failure and dose adjustments of diuretics based on echocardiographic congestion findings.
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Introduction: Hyponatremia is one of the most common hydroelectrolytic disorders in patients with neurocritical pathology. Estimating blood volume in critically ill patients with hyponatremia is a challenge, and this is where point-of-care ultrasound (POCUS) becomes relevant.Methods: An observational, analytical, prospective, and longitudinal study was conducted in an ICU with a high influx of neurocritical patients. Thirty-one neurocritical patients who developed acute hyponatremia participated. They were evaluated clinically, analytically, and underwent ultrasound measurements at the bedside of the patients. It was determined which of the variables (clinical, analytical, and ultrasound) achieved the greatest sensitivity and specificity when determining blood volume. Results: More than half developed hyponatremia during their stay in the ICU, the predominant gender was male with more than 61% and more than 77% had a diagnosis of head trauma. The ROC curve was able to show that the ultrasound variables presented a sensitivity of 93% and specificity of 94% with an area under the curve (AUC) of 0.93. And of these (ITV, GC, Echo-pulmonary, VEXUS and IVC indices) were the ones that best predict blood volume. In our survival analysis (Kaplan Meier) we found a mean survival of 37.5 days (36.4 - 38.49) in the group (Hypovolemic = CPS), compared to a mean survival of 27.7 days (25.4 - 29.9) in the group (Normo-hypervolemic = SIADH) (CI 95% P: 0.078), which expresses higher mortality in those neurocritical patients who developed acute hyponatremia (Normo-hypervolemic = CPS).Conclusions:More than half of the neurocritical patients developed hyponatremia during their stay in the ICU, the mean age of the patients was 44 for the hypovolemic group and 35 for the normo-hypervolemic group, the predominant gender was male and most had a diagnosis of head trauma. POCUS (LUS, VEXUS, FoCUS) showed higher sensitivity and specificity in predicting blood volume in neurocritical patients with acute hyponatremia. The time to resolution of hyponatremia after starting treatment was a median of 3 days in the hypovolemic group, in contrast to the normo-hypervolemic group, which required more time, and no cases of overcorrection were reported in either group. Neurocritical patients with acute hyponatremia (Hypovolemic = CPS) would have more days of survival compared to neurocritical patients with acute hyponatremia (Normo-hypervolemic = SIADH)
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Background: Acute kidney injury (AKI) is common in patients in the intensive care unit (ICU) and may be present on admission or develop during ICU stay. Our objectives were (a) to identify factors independently associated with the development of new AKI during early stay in the ICU and (b) to determine the risk factors for non-recovery of AKI. Methods: We retrospectively analysed prospectively collected data of patients admitted to a multi-disciplinary ICU in a single tertiary care centre in the UK between January 2014 and December 2016. We identified all patients without AKI or end-stage renal failure on admission to the ICU and compared the outcome and characteristics of patients who developed AKI according to KDIGO criteria after 24 h in the ICU with those who did not develop AKI in the first 7 days in the ICU. Multivariable logistic regression was applied to identify factors associated with the development of new AKI during the 24-72-h period after admission. Among the patients with new AKI, we identified those with full, partial or no renal recovery and assessed factors associated with non-recovery. Results: Among 2525 patients without AKI on admission, the incidence of early ICU-acquired AKI was 33.2% (AKI I 41.2%, AKI II 35%, AKI III 23.4%). Body mass index, Sequential Organ Failure Assessment score on admission, chronic kidney disease (CKD) and cumulative fluid balance (FB) were independently associated with the new development of AKI. By day 7, 69% had fully recovered renal function, 8% had partial recovery and 23% had no renal recovery. Hospital mortality was significantly higher in those without renal recovery. Mechanical ventilation, diuretic use, AKI stage III, CKD, net FB on first day of AKI and cumulative FB 48 h later were independently associated with non-recovery with cumulative fluid balance having a U-shape association. Conclusions: Early development of AKI in the ICU is common and mortality is highest in patients who do not recover renal function. Extreme negative and positive FB were strong risk factors for AKI non-recovery.
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This article is one of ten reviews selected from the Annual Update in Intensive Care and Emergency Medicine 2019. Other selected articles can be found online at https://www.biomedcentral.com/collections/annualupdate2019. Further information about the Annual Update in Intensive Care and Emergency Medicine is available from http://www.springer.com/series/8901.
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Background Acute kidney injury (AKI) after cardiac surgery is associated with adverse outcomes. Venous congestion can impair kidney function, but few tools are available to assess its impact at the bedside. The objective of this study was to determine whether portal flow pulsatility and alterations in intrarenal venous flow assessed by Point‐Of‐Care ultrasound are associated with AKI after cardiac surgery. Methods and Results This single‐center prospective cohort study recruited patients undergoing cardiac surgery with cardiopulmonary bypass. Hepatic and renal Doppler ultrasound assessments were performed before surgery, at the intensive care unit admission, and daily for 3 days after surgery. The primary statistical analysis was performed using proportional hazards model for time‐dependent variables. Among the 145 patients included, 49 patients (33.8%) developed AKI after cardiac surgery. The detection of portal flow pulsatility was associated with an increased risk of AKI (hazard ratio: 2.09, confidence interval, 1.11–3.94, P=0.02), as were severe alterations of intrarenal venous flow (hazard ratio: 2.81, confidence interval, 1.42–5.56, P=0.003). These associations remained significant in multivariable models. The addition of these markers to preoperative risk factors and central venous pressure measurement at intensive care unit admission improved the prediction of AKI. (Continuous net reclassification improvement: 0.364, confidence interval, 0.081–0.652 for portal Doppler and net reclassification improvement: 0.343, confidence interval, 0.081–0.628 for intrarenal Doppler) Conclusions Portal flow pulsatility and intrarenal flow alterations are markers of venous congestion and are independently associated with AKI after cardiac surgery. These tools might offer valuable information to develop strategies aimed at treating or preventing congestive cardiorenal syndrome after cardiac surgery.
Article
Congestion, related to pressure and/or fluid overload, plays a central role in the pathophysiology, presentation and prognosis of heart failure and is an important therapeutic target. While symptoms and physical signs of fluid overload are required to make a clinical diagnosis of heart failure, they lack both sensitivity and specificity, which might lead to diagnostic delay and uncertainty. Over the last decades, new ultrasound methods for the detection of elevated intracardiac pressures and/or fluid overload have been developed that are more sensitive and specific, thereby enabling earlier and more accurate diagnosis and facilitating treatment strategies. Accordingly, we considered that a state‐of‐the‐art review of ultrasound methods for the detection and quantification of congestion was timely, including imaging of the heart, lungs (B‐lines), kidneys (intrarenal venous flow), and venous system (inferior vena cava and internal jugular vein diameter).
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Heart failure is characterized by pathologic hemodynamic derangements, including elevated cardiac filling pressures ("backward" failure), which may or may not coexist with reduced cardiac output ("forward" failure). Even when normal during unstressed conditions such as rest, hemodynamics classically become abnormal during stressors such as exercise in patients with heart failure. This has important upstream and downstream effects on multiple organ systems, particularly with respect to the lungs and kidneys. Hemodynamic abnormalities in heart failure are affected by processes that extend well beyond the cardiac myocyte, including important roles for pericardial constraint, ventricular interaction, and altered venous capacity. Hemodynamic perturbations have widespread effects across multiple heart failure phenotypes, ranging from reduced to preserved ejection fraction, acute to chronic disease, and cardiogenic shock to preserved perfusion states. In the lung, hemodynamic derangements lead to the development of abnormalities in ventilatory control and efficiency, pulmonary congestion, capillary stress failure, and eventually pulmonary vascular disease. In the kidney, hemodynamic perturbations lead to sodium and water retention and worsening renal function. Improved understanding of the mechanisms by which altered hemodynamics in heart failure affect the lungs and kidneys is needed in order to design novel strategies to improve clinical outcomes.
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"The history of science is strewn with the debris of concepts that were once received opinion, in tune with the “common sense” of their time: such were phlogiston, the ether, vital spirits, and phrenology. With hindsight, we can see how they hindered understanding rather than advancing it and may be surprised that they could ever have become common currency; yet how difficult it is to perceive our own unthinking prejudices, the notions that are so familiar that we do not think of questioning them. Is it possible that “venous return” is such a concept?"
Article
More than sixty years ago, Guyton and co-workers related their observations of venous return to a mathematical model. Showing steady state flow (F) as proportional to the difference between mean systemic pressure, (Pms), and right atrial pressure, (Pra), the model fit their data. The parameter defined by the ratio (Pms - Pra)/F, first called an "impedance", came to be called the "resistance to venous return." The interpretation, that Pra opposes Pms and that, to increase output, the heart must act to reduce back pressure at the right atrium, was widely accepted. Today, the perceived importance of Pms is evident in efforts to find reliable ways to estimate it in patients. This paper reviews concepts about venous return; criticizing some as inconsistent with elementary physical principles. After review of basic background topics - the steady state, vascular compliance; stressed versus unstressed volume - simulations from a multicompartment model based on data and definitions from Rothe's classical review of the venous system are presented. They illustrate the obligatory connection between flow-dependent compartment pressures and the distribution of volume among vascular compartments. An Appendix shows that the pressure profile can be expressed either as decrements relative to arterial pressure or as increments relative to Pra (the option taken in the original model). Conclusion: the (Pms - Pra)/F formulation was never about Pms physically driving venous return; it was about how intravascular volume distributes among compliant compartments in accordance with their flow-dependent distending pressures, arbitrarily expressed relative to Pra rather than arterial pressure.
Article
Background: Right ventricular failure after cardiac surgery is associated with morbidity and mortality. Right ventricular dysfunction results in hepatic venous congestion, which impacts the portal circulation. We aimed to determine whether an increased portal flow pulsatility fraction was associated with right ventricular dysfunction in cardiac surgery patients. We also aimed to describe the haemodynamic factors and postoperative complications associated with an increased portal pulsatility in this setting. Methods: We conducted a prospective single-centre cohort study, recruiting adults undergoing cardiac surgery. Portal flow was assessed before, during, and after surgery by Doppler ultrasound. A detailed haemodynamic and echocardiographic assessment was performed at the same time points. Results: A total of 115 patients were included. Both systolic and diastolic right ventricular dysfunction were associated with a higher portal pulsatility fraction (P=0.008 and <0.001, respectively). A positive association was present between portal pulsatility fraction and measurements representative of venous pressure (central venous pressure, inferior vena cava diameter). A post-procedural portal pulsatility fraction ≥50% measured in the operating room was present in 21 (18.3%) patients and was associated with an increased risk of major complications (odds ratio=5.83, confidence interval, 2.04–16.68, P=0.001). The addition of portal flow assessment to a predictive model including EuroSCORE II and systolic right ventricular dysfunction improved prediction of postoperative complications. Conclusions: High portal flow pulsatility fraction is associated with right ventricular dysfunction, signs of venous congestion and decreased perfusion, and an increased risk of major complications. Portal vein Doppler ultrasound appears to be promising for risk assessment in the perioperative period. Clinical trials registration: NCT02658006.
Article
An interaction between the intestine and cardiovascular disease has been suggested. We thought to clarify the association between intestinal conditions and clinical outcomes in patients with heart failure (HF). Hemodynamic parameters in intestinal vessels [superior mesenteric artery (SMA), inferior mesenteric artery (IMA), and portal vein (PV)] and average colon wall thickness (aCWT) from the ascending colon to sigmoid colon were evaluated in 224 hospitalized HF patients. Echocardiographic parameters and composite event rates (all-cause mortality, readmission for HF deterioration, major ventricular arrhythmias) were also examined. Higher PV congestion index (CI) and aCWT were observed in patients with New York Heart Association (NYHA) class III/IV. Higher PVCI [hazard ratio (HR) per + 1 standard deviation (SD) 1.50, p < 0.01] and aCWT (HR per + 1 SD 1.45, p < 0.01) were independently associated with higher composite event rates during the follow-up of 122 ± 68 days. None of SMA/IMA hemodynamic parameters were associated with NYHA class or composite event rates. Higher right ventricular end-diastolic dimension (38 ± 7 vs 34 ± 9 mm, p < 0.01) and lower tricuspid annual plane systolic excursion (15 ± 5 vs 19 ± 5 mm, p < 0.001) were observed in patients with higher PVCI (> 0.031 cm s) and aCWT (> 2.8 mm) relative to those in others. In conclusion, increased portal congestion and intestinal edema were associated with severe HF symptoms and poor outcomes in hospitalized HF patients, in addition to being associated with impaired right-sided cardiac function.