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Entorno social y obesidad infantil: implicaciones para la investigación y la práctica en Estados Unidos y en los países latinoamericanos

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Abstract

Resumen El entorno en el que viven los niños influye en su riesgo de sufrir obesidad debido, entre otros factores, a los comportamientos relacionados con el peso (es decir, a la dieta y la actividad física). En este artículo presentaremos evidencia sobre los factores socioambientales asociados a la dieta y la actividad física de los niños y, de forma más general, a la prevención y el control de la obesidad infantil entre los niños hispanos y latinos de Estados Unidos y los países latinoamericanos. Utilizando un enfoque socioecológico, presentaremos evidencia procedente de varios estudios transversales y longitudinales realizados en Estados Unidos con niños hispanos y latinos, así como de otros estudios realizados en Latinoamérica en los que también participaron niños. Nos hemos centrado especialmente en los estudios que analizan los factores relacionados con la crianza en el entorno doméstico (p. ej., estrategias de crianza) y, aunque en menor medida, también en los factores socioambientales relacionados con otros contextos de la vida (p. ej., la escuela). La influencia de la aculturación sobre las relaciones sociales transciende los límites del marco conceptual socioecológico. La investigación sobre intervenciones permitió identificar estrategias y brechas de investigación para intervenir los factores sociales que promueven comportamientos saludables y reducen el riesgo de obesidad infantil. Los trabajadores de salud comunitaria y otras formas de apoyo de los pares fueron identificados como elementos relevantes en múltiples niveles del marco socioecológico. Este artículo concluye brindando algunas líneas de trabajo para que futuras investigaciones comprendan mejor el entorno social usando las nuevas tecnologías de información y comunicación.
Recibido: 25 de febrero de 2021 
|
 Aceptado: 26 de febrero de 2021
DOI 10.1111/obr.13350
Artículo de acceso abierto conforme a lo establecido en la Creative Commons Attribution License, que permite su uso, distribución y reproducción en cualquier
medio, siempre que el trabajo original se cite adecuadamente.
© 2021 Los autores. Obesity Reviews, publicado por John Wiley & Sons Ltd en nombre de la World Obesity Federation.
1 de 12
Obesity Reviews. 2021;22(S5):e13350. wileyonlinelibrary.com/journal/obr
hps://doi.org/10.1111/obr.13350
Resumen
El entorno en el que viven los niños influye en su riesgo de sufrir obesidad debido,
entre otros factores, a los comportamientos relacionados con el peso (es decir, a la
dieta y la actividad física). En este artículo presentaremos evidencia sobre los facto-
res socioambientales asociados a la dieta y la actividad física de los niños y, de forma
más general, a la prevención y el control de la obesidad infantil entre los niños hispa-
nos y latinos de Estados Unidos y los países latinoamericanos. Utilizando un enfoque
socioecológico, presentaremos evidencia procedente de varios estudios transver-
sales y longitudinales realizados en Estados Unidos con niños hispanos y latinos,
así como de otros estudios realizados en Latinoamérica en los que también parti-
ciparon niños. Nos hemos centrado especialmente en los estudios que analizan los
factores relacionados con la crianza en el entorno doméstico (p. ej., estrategias de
crianza) y, aunque en menor medida, también en los factores socioambientales rela-
cionados con otros contextos de la vida (p. ej., la escuela). La influencia de la acul-
turación sobre las relaciones sociales transciende los límites del marco conceptual
socioecológico. La investigación sobre intervenciones permitió identificar estrate-
gias y brechas de investigación para intervenir los factores sociales que promueven
comportamientos saludables y reducen el riesgo de obesidad infantil. Los trabajado-
res de salud comunitaria y otras formas de apoyo de los pares fueron identificados
como elementos relevantes en múltiples niveles del marco socioecológico. Este artí-
culo concluye brindando algunas líneas de trabajo para que futuras investigaciones
comprendan mejor el entorno social usando las nuevas tecnologías de información
y comunicación.
PALABRAS CLAVE
aculturación, apoyo social, capital social, influencia social
1School of Public Health, San Diego State
University, the Instute for Behavioral and
Community Health, and the SDSU HealthLINK
Center, San Diego, California, EE. UU.
2Unidad de Salud y Nutrición, Instuto
Costarricense de Invesgación y Enseñanza
en Nutrición y Salud (INCIENSA), Cartago,
Costa Rica
3Departments of Epidemiology & Populaon
Health and Medicine (Stanford Prevenon
Research Center), Stanford University School
of Medicine, Stanford, California, EE. UU.
4Centre for Public Health, Queen’s University
Belfast, Irlanda del Norte, Belfast, Reino Unido
5Department of Family Medicine and
Community Health, Medical School, University
of Minnesota, Mineápolis, Minesota, EE. UU.
Correspondencia
Guadalupe X. Ayala, School of Public Health,
San Diego State University, the Instute for
Behavioral and Community Health, and the
SDSU HealthLINK Center, 9245 Sky Park
Court, Suite 221, San Diego, CA, 92123,
EE. UU.
Correo electrónico: ayala@sdsu.edu
Información sobre nanciación
Naonal Instute on Minority Health and
Health Disparies, DOI: 10.13039/100006545,
n.º de beca/premio: U54 MD012397;
Naonal Heart, Lung, and Blood Instute, DOI:
10.13039/100000050, n.º de beca/premio:
R01 HL126171; Naonal Cancer Instute
DOI: 10.13039/100000054, n.º de beca/
premio: R01 CA211048, P20 CA217199
Entorno social y obesidad infanl: implicaciones para la
invesgación y la prácca en Estados Unidos y en los países
lanoamericanos
Guadalupe X. Ayala1  |  Rafael Monge-Rojas2  |  Abby C. King3|  Ruth Hunter4  |
Jerica M. Berge5 
ARTÍCULO DE SUPLEMENTO
2 de 12 AYAL A et al.
intervenir en el entorno social obliga a conocer estos matices y a con-
siderar la dieta y la actividad física de manera conjunta.
En este artículo se examina el entorno social del niño y se estu-
dia hasta qué punto este ha sido considerado en intervenciones
anteriores para prevenir y controlar la obesidad infantil. Normal-
mente, los factores socioambientales se describen en términos gene-
rales21. En su revisión de las influencias socioambientales sobre los
problemas de equidad sanitaria relacionados con la obesidad infantil,
Vargas et al.21 utilizaron una definición que contemplaba los siguien-
tes factores: «capacidad económica/pobreza, condiciones de vida,
acceso al transporte, distancia, respaldo social, cohesión social, tipo
de trabajo, hábitos alimentarios, tiempo y normas sociales» (p. S33).
Otros autores han utilizado definiciones similares8. Somos conscien-
tes de la importancia de los determinantes sociales de la salud, como
la posición socioeconómica, y de los determinantes macrosociales,
como el racismo estructural; sin embargo, dichos determinantes que-
dan fuera del alcance de este artículo. Los objetivos de este artículo
son (1) describir los componentes del entorno social que son impor-
tantes para la prevención y el control de la obesidad infantil en niños
hispanos y latinos y sus familias que residen en Estados Unidos y
Latinoamérica; (2) describir los intentos realizados para cambiar el
entorno social con el fin de prevenir y controlar la obesidad infantil;
y (3) analizar algunas líneas de trabajo prometedoras que se podrían
seguir en el futuro para la investigación transfronteriza. Conocemos
la importancia de los procesos migratorios como un destacado factor
socioambiental que afecta a la obesidad infantil; sin embargo, este
tema se aborda en otro artículo de este suplemento especial (véase
Vilar-Compte).
1.1 La conceptualización del entorno social y su
inuencia en la obesidad infanl
El marco conceptual socioecológico22 describe los niveles de influen-
cia que se entrecruzan para determinar el peso y los comporta-
mientos relacionados con el peso de una persona: (a) individual,
(b) interpersonal, (c) organizativo, (d) comunitario y (e) político (véase
la Figura 1). En este artículo se examinan las influencias socioambien-
tales a través de cuatro niveles del marco conceptual socioecológico:
(a) normas, actitudes y comportamientos de los niños y sus padres,
en el nivel individual; (b) estrategias de crianza, entorno familiar y
doméstico y comportamientos de los hermanos, en el nivel interper-
sonal; (c) normas y comportamientos de los individuos en los entor-
nos del cuidado infantil, educativo y sistema de salud, en el nivel
organizativo; y (d) normas que se transmiten dentro de las comunida-
des, en el nivel político.
1.1.1 Las inuencias socioambientales y el individuo:
normas y estereopos de género
Con respecto a los factores del nivel individual, y de acuerdo con la
teoría de los esquemas de género, los individuos socializan desde una
edad temprana para adoptar características específicas para su sexo23.
Mediante el aprendizaje social, lo que la sociedad considera «mascu-
lino» y «femenino» se incorpora a la imagen que uno tiene de sí mismo,
creando una relación cíclica en la que el comportamiento y la propia
imagen se refuerzan mutuamente dando lugar al establecimiento de
las normas de género24. Estas normas se definen como los roles cons-
truidos y aceptados socialmente y los estereotipos asignados que se
1 │ INTRODUCCIÓN
El entorno social del niño es una de las influencias cercanas que más
influyen en su peso y en su comportamiento relacionado con el peso
(p. ej., la dieta y la actividad física)1,2. El entorno social de un niño
está formado por los miembros de su familia, amigos, maestros, etc.
(es decir, por los integrantes de su red), que ejercen una influencia
directa o indirecta sobre el niño3. Los padres son una de las fuen-
tes más importantes de influencia social respecto al peso del niño
y sus comportamientos relacionados con el peso; debido tanto a
los lazos afectivos como al hecho de estar compartiendo el entorno
doméstico4. Por ejemplo, los padres pueden supervisar la alimenta-
ción de sus hijos para intentar que adopten hábitos más saludables,
como un mayor consumo de frutas y verduras1,5,6. Sin embargo, el
hecho de que los padres den el ejemplo consumiendo ellos mismos
frutas y verduras es uno de los predictores más fiables del consumo
de estos alimentos en los niños5. «Predicar con el ejemplo» no solo
sirve para transmitir normas y expectativas, sino también para desa-
rrollar habilidades que ayudan a adoptar comportamientos saludables
y para garantizar que el entorno respalda este tipo de elecciones7. Sin
embargo, las influencias socioambientales también pueden aumentar
el riesgo de obesidad en la infancia8. Por ejemplo, un padre o una
madre bien intencionados pueden restringir determinados alimentos
(p. ej., bebidas azucaradas) a sus hijos como forma de limitarles el
acceso a estos productos, pero la restricción puede tener consecuen-
cias no deseadas, como que el niño los busque más en otros contex-
tos. Igualmente, un padre o una madre pueden explicar a sus hijos
la importancia de la actividad física, pero tener ellos un comporta-
miento sedentario que no sirve como ejemplo9. Además, aunque la
mayoría de los estudios se centran en la influencia de los padres y
otros miembros de la familia, las influencias socioambientales actúan
en muchos contextos de la vida del niño, como los centros de cuidado
infantil temprano/escuela10, el sistema de salud11,12, el vecindario y
otros entornos comunitarios13.
Estudiar los entornos sociales de los niños latinoamericanos y
de los niños de origen latinoamericano que viven en Estados Uni-
dos (poblaciones hispanas y latinas de EE. UU.) está también justifi-
cado por la evidencia de las afirmaciones teóricas que señalan que
las poblaciones hispanas y latinas de EE. UU. son más colectivistas14,
están más orientadas a la familia15 y tienen determinados valores que
influyen en sus relaciones sociales (especialmente en torno a los ali-
mentos16), en comparación con la población blanca no latina que
comparte características demográficas similares. Además, una revi-
sión sistemática mundial sobre el entorno social de los niños vulnera-
bles realizada recientemente, evidenció que las redes sociales de los
grupos de minorías étnicas son más fuertes que las de otros grupos
vulnerables3. Por lo tanto, aprovechar estas redes es importante; sin
embargo también es relevante reconocer que las influencias sociales
pueden ejercer tanto efectos positivos como negativos. En estudios
sobre familias de Estados Unidos de origen mexicano se ha observado
que los miembros de la red son una fuente importante de motivación
para realizar actividad física17. Sin embargo, también pueden fomen-
tar el consumo de alimentos y bebidas poco saludables18. Las reunio-
nes alrededor de la comida son un aspecto importante de la vida de
los inmigrantes, pues les ayudan a mantener las conexiones culturales
con su país de origen19. Sin embargo, los estudios también demues-
tran que las costumbres de origen cultural van cambiando a medida
que los inmigrantes llevan más tiempo viviendo en Estados Unidos,
un proceso que se denomina «aculturación»20. Por lo tanto, estudiar e
3 de 12
AYAL A et al.
realizado en Estados Unidos con hombres de origen mexicano se halló
que el consumo de carne y alimentos con un alto contenido energé-
tico (p. ej., comida rápida y bebidas azucaradas) se consideraba como
un marcador de masculinidad, mientras que el consumo de verduras,
frutas y otros alimentos saludables era visto como un marcador de
feminidad34. Como dato importante, la evidencia demuestra que entre
los niños hispanos y latinos de origen mexicano que viven en Esta-
dos Unidos, el consumo frecuente de comida fuera de casa (semanal
o más a menudo) está asociado a un mayor riesgo de obesidad infan-
til35. Por lo tanto, es posible que estas normas de género sean uno de
los factores que contribuyen al mayor riesgo de obesidad infantil que
se observa entre los chicos hispanos y latinos de EE. UU. en compara-
ción con otras razas o etnias. Con respecto a las chicas, se ha obser-
vado que las mujeres que se ajustan a esa concepción de feminidad
comen en menor cantidad y más despacio que los hombres36,37. Los
estudios demuestran que la relación entre los hábitos de alimentación
y la feminidad tradicional convierte a la mujer en víctima de siluetas
estereotipadas y las expone a comportamientos perjudiciales relacio-
nados con el control del peso (como las dietas restrictivas)30,37,38. En
Estados Unidos, Neumark-Sztainer et al.39 demostraron que las adoles-
centes de distintas razas o etnias que adoptaban conductas de control
del peso poco saludables, tenían un incrementado Índice de masa cor-
poral (IMC) a lo largo del tiempo. La preocupación por tener un cuerpo
socialmente aceptable, reforzada por la construcción de la identidad
femenina, puede aumentar notablemente el riesgo de obesidad.
1.1.2 Las inuencias socioambientales y el entorno
familiar y domésco
En las familias hispanas y latinas de EE. UU. y los países latinoame-
ricanos existen, como en todas las familias, sistemas de jerarquías y
roles, así como determinadas normas que deben seguirse en función
del orden de nacimiento y el sexo. En estas familias los padres son
normalmente la autoridad, en consonancia con las expectativas sobre
el respeto hacia los mayores, y quienes tradicionalmente tienen una
autoridad incuestionable40,41. La naturaleza jerárquica de la estructura
de las familias hispanas y latinas tiene implicaciones en los roles, reglas
atribuyen al género25. Los estereotipos de género se refieren al con-
junto de roles sociales, normas de comportamiento y prácticas que se
consideran socialmente adecuados para hombres y mujeres, de forma
que, en función de ellos, se considera que una persona es masculina o
femenina en el contexto de una cultura y un periodo histórico concre-
tos26. En muchas culturas, la masculinidad se construye en oposición a
la feminidad o a lo que significa «ser femenino»27.
Por lo que se refiere a los comportamientos relacionados con el
peso, un mecanismo que puede subyacer a la influencia del entorno
social sobre la actividad física es el funcionamiento de las normas
sociales, particularmente los estereotipos de género. Los investi-
gadores han demostrado que la práctica de alguna actividad física
(p. ej., deportes de equipo de alta intensidad19) es normalmente
incompatible con las construcciones comunes del comportamiento
femenino28-30, pues los deportes son actividades relacionadas con
el género en las que el valor y la fuerza se asocian a rasgos mas-
culinos30. Las niñas mantienen una relación compleja con la activi-
dad física, ya que tienen la presión de que deben parecer femeninas
y actuar en consecuencia, lo cual limita su capacidad para compor-
tarse fuera de los límites normales de lo que se considera la femini-
dad heterosexual30,31. Algunas niñas cuestionan estas normas, pero
corren el riesgo de ser percibidas como excesivamente masculinas,
resultando en lo que Cockburn y Clarke31 describen como un «déficit
de feminidad». Las niñas hispanas y latinas de Estados Unidos y de
los países latinoamericanos también sufren la presión de que deben
ser femeninas y atléticas a la vez, lo que puede generar ambigüe-
dad y confusión29,30. Por ejemplo, las adolescentes costarricenses
afirman que se ven a mismas como objetos que los demás deben
apreciar29. A diferencia de los chicos hispanos y latinos de EE. UU.,
a los que les gusta practicar actividad física vigorosa y deportes de
equipo32, esta visión estereotipada puede impedir que las adolescen-
tes participen en una actividad física vigorosa en la que no pueden
presentar su cuerpo de forma estética. También describen algunas
actividades como «demasiado femeninas» y algunos deportes como
«masculinos»29,30,33, lo que contribuye a perpetuar la división de la
actividad física por género.
De forma paralela, también existen normas de género respecto
al consumo de alimentos. Por ejemplo, en un estudio cualitativo
Política
Comunidad
Organización
Relaciones
interpersonales
Individuo
Normas,
actitudes,
comportamientos
Entorno
familiar
y
domés-
tico
Cuidado
infantil,
sistemas
educativos,
atención
sanitaria
Vecindario,
comunidad
Influencia de la aculturación
Los TCS como agentes del cambio
Redes
sociales
FIGURA 1 Influencias socioambientales en la obesidad infantil en los distintos niveles ecológicos. TCS: trabajadores comunitarios de la salud
4 de 12 AYAL A et al.
1.1.3 Las inuencias socioambientales en los entornos
relacionados con el cuidado infanl, la educación y la salud
Fuera del entorno familiar, los niños se relacionan con distintas perso-
nas, como otros jóvenes y adultos con los que conviven para el cuidado
infantil, la escuela o el entorno sanitario. Estas personas transmiten nor-
mas sociales, son modelos de conducta y proporcionan o restringen el
acceso a los recursos. Por ejemplo, existen numerosas evidencias seña-
lando que las normas sociales sobre la alimentación tienen una profunda
influencia sobre la elección de los alimentos y las cantidades ingeri-
das37,38. Las normas tienen una poderosa influencia en la conducta, ya
que el seguirlas o no, se asocia a juicios sociales. El acatamiento de las
normas es más probable cuando no se sabe con seguridad cuál es el
comportamiento correcto y cuándo hay una mayor identidad compar-
tida con el grupo de referencia de la norma. Las normas sociales pueden
influir en la elección y el consumo de alimentos, alterando la propia per-
cepción o la valoración sensorial/hedónica de estos25. Los adolescen-
tes son especialmente vulnerables a aceptar los estereotipos de género,
porque buscan la aceptación y la validación social de otros adolescentes
de su mismo sexo54. En el caso de las chicas, suele ser muy importante
ser percibidas por sus pares como aliadas a los comportamientos social-
mente construidos y considerados apropiados para su género y como
personas que han logrado alcanzar los ideales femeninos29,30. Asimismo,
se ha demostrado que la dieta de los adolescentes también puede verse
influenciada por las normas sociales y que a menudo las normas de sus
pares tienen más peso que las de sus padres38.
Fuera del ámbito del hogar, existe limitada investigación sobre las
influencias socioambientales en los entornos de cuidado infantil, educa-
tivo y sanitario, que involucre a niños hispanos y latinos de EE. UU. o
a niños residentes en países latinoamericanos. Sin embargo, esta inves-
tigación es fundamental dada la evidencia sobre la sustituibilidad poten-
cial de los lazos sociales cuando las redes están deterioradas3. En relación
con el riesgo de obesidad, un estudio determinó que los niños hispanos
y latinos de Estados Unidos cuidados por una persona ajena a la familia
presentaban una probabilidad mayor de cinco veces de ser obesos que
los niños no hispanos en situación similar55. Los profesores y otras figu-
ras escolares importantes pueden ejercer una influencia socioambiental
sobre el peso de los niños y sus comportamientos relacionados con el
peso a través de un modelo de conducta10. También es posible que la dis-
ponibilidad y el acceso a diferentes tipos y cantidades de alimentos, así
como las oportunidades para practicar actividad física, jueguen un papel
en estos entornos56. También los profesionales sanitarios tienen una gran
influencia en el peso corporal de los niños y en los comportamientos
respecto al peso de las familias hispanas y latinas de Estados Unidos, y
merecen una atención mayor y más sistemática en este campo57,58.
1.1.4 Las inuencias socioambientales en la comunidad
Una cantidad considerable de estudios sobre cultura social han sido
guiados por el concepto de «síndromes culturales». Estos son construc-
tos sociales colectivos que ayudan a organizar e interpretar el mundo,
centrando la atención en elementos subjetivos del entorno, como
los valores, las normas, las creencias y las suposiciones59,60. Entre los
numerosos síndromes culturales identificados, el individualismo y el
colectivismo son los que han recibido mayor atención60,61. El primero
es la tendencia a considerarse uno mismo como la unidad social más
importante. Las sociedades individualistas hacen hincapié en el desa-
rrollo y la diferenciación de una personalidad y una identidad única, así
como en la autonomía y la primacía de los objetivos y las necesidades
y rituales, incluidos los patrones de comunicación dentro y fuera de la
familia, especialmente con las figuras de autoridad, como pueden ser,
por ejemplo, el jefe, el maestro, el policía, el pastor o el sacerdote. El
familismo es conceptualizado como un valor cultural fundamental que
exige al individuo someterse a un proceso de toma de decisiones más
colectivo, basado en la familia, así como a la responsabilidad y la obli-
gación de garantizar el bienestar de sus miembros (tanto los del núcleo
familiar como los de un círculo más amplio)15. Sabogal et al.20 definen
el sistema de valores del familismo y sus dimensiones básicas como
sigue: (a) obligaciones familiares (p. ej., ofrecer apoyo material y emo-
cional a los miembros de la familia); (b) apoyo percibido de la familia
(p. ej., los miembros de la familia se apoyan unos a otros para resol-
ver los problemas); y (c) la familia como referente (p. ej., las decisiones
y conductas deben consultarse con los miembros de la familia y ser
aceptadas por ellos). Al conceder tanto valor a la familia, los miembros
del grupo obtienen ayuda y respaldo social gracias a la proximidad
entre ellos, además de un medio para crearse una identidad. Los valo-
res de la familia latina están relacionados con el familismo, el respeto,
el cariño (afecto y demostraciones físicas) y la simpatía (calidez, predis-
posición positiva y evitación de conflictos). Por último, cabe destacar
que el respeto es la piedra angular de las relaciones entre hispanos y
latinos. El respeto rige una relaciones interpersonales recíprocamente
positivas42 y exige un comportamiento deferente hacia la familia, lo
que ayuda a mantener la armonía en su seno40. El respeto ha sido aso-
ciado a una mayor cohesión familiar y a una disminución de los con-
flictos familiares43.
Múltiples estudios han confirmado, tanto en Estados Unidos como
en América Latina, que estos valores tienen un efecto protector, redu-
ciendo el estrés familiar40. Sin embargo, en relación con el peso corpo-
ral y el comportamiento relacionado con él, la mayoría de los estudios
que han investigado el entorno familiar y doméstico se han centrado
más en las dimensiones relacionadas con la crianza que en el papel
que juegan otros miembros de la familia o la familia en su conjunto.
El padre y la madre son los agentes más próximos que influyen en las
conductas relacionadas con el peso de los niños; sin embargo, den-
tro de la familia hay otros subsistemas que también pueden aprove-
charse para favorecer un cambio en la conducta, como el sistema de la
pareja, el sistema padre-madre/hijo y el subsistema de los hermanos.
Las interacciones que se crean entre los miembros de la familia deter-
minan las acciones de otros miembros y también vienen determinadas
por ellas44. Por ejemplo, existe una relación entre los hábitos alimen-
tarios de los padres —incluidas las restricciones dietéticas y las presio-
nes para comer— y el peso de los niños45,46. En un estudio longitudinal
con familias hispanas de Texas, la presión observada sobre los niños
para que comieran fue asociada a un mayor peso corporal 3 años más
tarde, mientras que el control de la alimentación de los niños por parte
de sus cuidadores (p. ej., restringiendo el tipo y cantidad de alimentos
y bebidas consumidos) se asoció a un menor peso47. Los hábitos ali-
mentarios de los hermanos son más parecidos entre ellos que entre
los hermanos y sus padres48. Sin embargo, ni siquiera el modelaje de
las conductas alimentarias y la actividad física de los padres está siem-
pre relacionado con el peso de los niños49. Los abuelos suelen actuar
como protectores contra el exceso de peso de los niños en las pobla-
ciones hispanas y latinas de EE. UU., excepto en las de ascendencia
cubana50. Se ha observado que el funcionamiento positivo de la fami-
lia (es decir, adaptabilidad familiar y buena comunicación), la resilien-
cia familiar y la participación en comidas familiares son factores que se
relacionan positivamente con el mantenimiento óptimo del peso del
niño, y de los comportamientos relacionados con el mismo51-53.
5 de 12
AYAL A et al.
frescas, particularmente dada la probabilidad de que los estableci-
mientos de comida étnica dominen en estos vecindarios70. Los nuevos
inmigrantes que llegan a Estados Unidos procedentes de Latinoamé-
rica suelen tener unos hábitos alimentarios tradicionales muy ricos en
frutas y verduras, lo que favorece su disponibilidad en las tiendas de
alimentos y en otros entornos locales71,72. Por último, los enclaves de
inmigrantes pueden amortiguar o reducir los efectos del estrés y la dis-
criminación, lo que a su vez puede influir en los comportamientos rela-
cionados con el peso, como la dieta y la actividad física73.
1.1.5 │ Consecuencias de la aculturación sobre las
inuencias socioambientales que afectan a la obesidad infanl
La transversalidad de la aculturación puede tener efectos directos e
indirectos sobre el peso y los comportamientos relacionados con el peso
de los niños (Figura 1) (véase también Vilar-Compte). En relación con el
riesgo de obesidad, existe evidencia de que los niños hispanos y latinos
de Estados Unidos con madres fuertemente aculturadas (frente a las
menos aculturadas) tienen percentiles de IMC más altos74. Esto puede
ser explicado al considerar que las madres latinas de primera generación
son menos propensas a comprar alimentos precocinados y a comer fuera
de casa75. Asimismo, la brecha de aculturación lingüística y, en concreto,
las diferencias en el uso del inglés entre padres e hijos, se identificó
como un factor de riesgo de tener un alto percentil de IMC entre los
jóvenes que participaron en el Estudio de la salud de la comunidad his-
pana/Estudio de la juventud latina (ESCH/EJL) (HCHS/SOL Youth, por
sus siglas en inglés), financiado por el Instituto Nacional de Salud (NIH,
por sus siglas en inglés)76. Además, los resultados de otro estudio con
la misma muestra de jóvenes participantes en el ESCH/EJL, mostraron
que el mal funcionamiento familiar (p. ej., una comunicación menos efi-
caz) presentaba una modesta relación con el consumo de bebidas azu-
caradas únicamente entre los jóvenes aculturados77. Las experiencias
familiares dependen de los niveles de aculturación de padres e hijos,
pues ellos navegan en la convergencia de varias culturas que puede dar
diferente importancia al peso infantil y a los comportamientos relacio-
nados con el peso. Entre los resultados observados se incluyen cambios
en las normas; por ejemplo, el machismo es mayor entre aquellos que
conservan los valores tradicionales de su país de origen (es decir, entre
los menos aculturados)78. Del mismo modo, en un estudio diseñado para
promover la actividad física de los estudiantes inmigrantes latinos de
secundaria recién llegados al estado de Carolina del Norte (EE. UU.), se
observó una importante resistencia por parte de los padres a que sus
hijas participaran en los equipos deportivos de la escuela intermedia79.
En el contexto de Estados Unidos, Carolina del Norte es un receptor de
inmigrantes relativamente nuevo, sobre todo de familias hispanas y lati-
nas. Los valores tradicionales fueron más pronunciados que los observa-
dos en estudios anteriores en los que participaron familias del estado de
California (EE. UU.) de primera y segunda generación80.
1.2 Intervenciones en el entorno social para
prevenir y controlar la obesidad infanl
Saber que el entorno social ofrece tanto factores de riesgo como de
protección para la obesidad infantil, llevó a investigar sobre cómo
crear ambientes de apoyo social que incluyeran modelos a seguir de
conductas saludables y apoyaran la selección de alimentos saludables.
Este estudio ha dado lugar a varias revisiones sistemáticas que docu-
mentan cuáles son los tipos de planteamiento más eficaces y en qué
personales59,62. Frente a ello, las unidades sociales más importantes de
las sociedades colectivistas son los grupos a los que la gente pertenece,
como la familia y la comunidad, donde la identidad propia se define a
través de la pertenencia a estos grupos. En las sociedades colectivis-
tas, la influencia que el sentimiento de pertenencia a un grupo tiene
sobre la autodefinición se traduce en un deseo de mantener la armo-
nía intragrupal y en una tendencia a subordinar las preferencias y prio-
ridades personales a las del grupo59-62. El individualismo, por otro lado,
se define como una situación en la que las personas normalmente se
preocupan más por sí mismas y por sus familiares más cercanos, mien-
tras que el colectivismo se define como una situación en la que las
personas sienten que pertenecen a un grupo o colectivo más grande
que cuida de ellas a cambio de su lealtad, y viceversa. El colectivismo
también se puede definir como un conjunto de actitudes, creencias y
comportamientos compartidos por un grupo grande de personas. La
diferencia entre estas dos normas culturales se puede expresar por el
tipo de «interés» social normalmente presente, que se refiere a los lazos
y vínculos con los demás59-62. Por lo general, en Estados Unidos, Europa
y otras culturas «occidentales» se da prioridad a la autonomía, es decir,
a los logros individuales, la autosuficiencia y la autoafirmación. En cam-
bio, en otras culturas, especialmente en las de los países asiáticos, afri-
canos y latinoamericanos, se tiende a valorar más la interdependencia,
es decir, los logros colectivos, el acto de compartir y la colaboración63.
Los países individualistas son más propensos a cometer un error
de atribución fundamental, es decir, a caer en el sesgo de atribuir los
comportamientos de una persona a sus características individuales en
lugar de a la situación o al entorno en el que vive64. Este sesgo puede
trasladarse a las atribuciones de la obesidad, ya que se ha demostrado
que los países individualistas presentan una mayor tendencia a alber-
gar prejuicios contra la obesidad porque responsabilizan de su peso a
la propia persona65. Por el contrario, los países colectivistas son menos
propensos a vincular valores culturales negativos (ser obeso es malo)
con la persona (ser una persona obesa es malo). La culpabilización de
las personas obesas está sujeta a un componente cultural que varía
según el país. Se han observado menos prejuicios contra la obesidad
y menos atribuciones de controlabilidad individual en México, un país
colectivista, que en Estados Unidos, un país individualista66. La teo-
ría de la atribución sugiere que obtener apoyo para instaurar políti-
cas antiobesidad constructivas y no opresivas sería más difícil en un
país individualista, en el que la gente suele asignar al individuo una
mayor capacidad para controlar la obesidad64. Por el contrario, con-
seguir apoyo para instaurar políticas antiobesidad podría ser más fácil
en los países colectivistas en los que es menos probable que la gente
relacione la obesidad con el control individual64.
Esto es importante porque hay creciente evidencia de que las
prácticas culturales de una comunidad pueden influir en el riesgo de
obesidad infantil. Utilizando datos poblacionales del sur de Califor-
nia, se comparó a niños hispanos y latinos de madres hispanoparlantes
con niños de madres angloparlantes y se observó una relación curvi-
línea tal que una densidad específica de residentes hispanoparlantes
protegía contra el exceso de puntuaciones z del IMC infantil, mien-
tras que una densidad más baja o más alta no lo hacía67. Asímismo, se
observó que los niños pequeños que vivían en vecindarios estadouni-
denses con una mayor densidad de personas nacidas en el extranjero
tenían menor riesgo de obesidad68. Una explicación a esto, es que vivir
en enclaves de inmigrantes puede suponer un mayor acceso a miem-
bros de la red social que hablan el mismo idioma y tienen necesidades
e intereses parecidos69. Una segunda explicación, es que en algu-
nos enclaves de inmigrantes hay un mayor acceso a frutas y verduras
6 de 12 AYAL A et al.
demostrar habilidades y reforzar el cambio de conducta eran más efi-
caces que aquellos enfoques que utilizaban un único canal (p. ej., visi-
tas al médico o campañas de información)100,101. De igual modo, en
una revisión global en la que se evaluó la eficacia de la intervención
desde la perspectiva del desarrollo, se identificaron varias influencias
socioambientales importantes sobre las cuales deben direccionarse los
esfuerzos en un futuro83. En su análisis de las cascadas del desarro-
llo (es decir, de «las consecuencias acumulativas que se producen a lo
largo del tiempo y que generan la propagación descendente de efectos
dentro y entre dominios», p. 2), St. George et al.83 subrayaron la impor-
tancia del rol de la familia –y concretamente de los padres– durante la
infancia y describieron los mecanismos mediante los cuales las influen-
cias socioambientales pueden ser importantes para reducir el riesgo.
La crianza y la gestión familiar representan los conceptos globales que
reflejan los estilos parentales, las estrategias utilizadas, el modelaje
de los padres de conductas saludables y el fomento de un entorno de
apoyo social y físico que favorezca las decisiones saludables, incluidos
los patrones de alimentación y la actividad física83. En su revisión llega-
ron a la conclusión de que el modelaje de los padres y hacer accesibles
las opciones saludables son fundamentales para facilitar la adopción
de comportamientos saludables en la primera infancia (de 2 a 5 años).
Durante la segunda infancia (de 6 a 11 años) se identificaron como fac-
tores clave las estrategias de crianza efectivas (p. ej., monitoreo y esta-
blecimiento de límites) y el modelaje de los padres. Sin embargo, en
los análisis de mediación de los estudios sobre la adolescencia tem-
prana y tardía no midieron las dimensiones de la crianza ni las influen-
cias socioambientales generales, a pesar de que las tuvieron en cuenta
en sus intervenciones94. Por último, dado que las evidencias anteriores
apoyan la participación de los padres con los niños más pequeños, en
una revisión global realizada por Redsell et al.102 enfocada en la primera
infancia, se llegó a la conclusión de que el mecanismo para mejorar la
alimentación, la dieta y el peso de los niños involucra el mejoramiento
de las interacciones entre padres e hijos. También señalaron el poten-
cial de combinar varios canales de comunicación publicando contenidos
culturalmente relevantes en plataformas digitales y reforzándolos pos-
teriormente a través de los proveedores de servicios de salud del niño.
1.2.1 │ Agentes del cambio: trabajadores comunitarios de
la salud
Involucrar a los trabajadores comunitarios de la salud (TCS) en la pre-
vención y control de la obesidad infantil es otra estrategia viable y efi-
caz103. En Estados Unidos y Latinoamérica, los TCS a menudo imparten
cursos de formación a las familias en sus casas, utilizan técnicas de
entrevista motivacionales y enseñan a las familias a fijarse objetivos de
comportamiento, entre otras estrategias.104. Otros se dedican a poner
en contacto a las familias con los servicios de atención primaria y a
organizar visitas de control para los niños, en las que las conversa-
ciones entre la familia y el médico se centran en el peso y el desarro-
llo del niño.105. Los TCS también actúan como agentes del cambio en
los vecindarios y comunidades, involucrando a los restaurantes y otros
establecimientos a los que acuden los latinos para apoyar las conduc-
tas saludables71,106. Su función puede depender, en parte, del grado de
aculturación de la población a la que se dirigen. Por ejemplo, en una
revisión sistemática de las intervenciones de los TCS en poblaciones
hispanas y latinas de EE. UU. se observó que las personas con menor
conocimiento de inglés obtenían un mayor beneficio de los servicios
de asistencia lingüística prestados por los TCS, en comparación con
otras comunidades en las que resultaba más fácil acceder a recursos
condiciones81-84. A pesar de la notable cantidad de evidencia derivada
de esas revisiones sistemáticas, estas también han contribuido a iden-
tificar algunas brechas en la investigación.
En una revisión de 2018, en la que se incluyeron estudios de todo
el mundo con diferentes diseños, Bleich et al.81 encontraron la eviden-
cia más robusta para las intervenciones de prevención de la obesidad
basadas en la escuela y en múltiples sectores (p. ej., en la escuela y
en casa), incluyendo aquellas que involucran a los padres. El enfoque
de intervenciones multicomponente dentro de la escuela (p. ej., cam-
bios en el plan de estudios y el entorno físico) ha resultado ser el más
efectivo para alcanzar los resultados previstos, tanto en Estados Uni-
dos como en países latinoamericanos82. Entretanto, las intervenciones
multisectoriales pueden enfocarse en una serie de problemas, incluida
la creación de sinergias entre las estrategias de intervención para
reducir las barreras en múltiples contextos85; también parecen intro-
ducir menos inequidades en salud, porque llegan a poblaciones des-
atendidas86. Respecto a estas poblaciones, los factores relacionados
con la crianza y la familia (p. ej., la cohesión y la comunicación familiar)
se han identificado como los más importantes para que los interesados
se involucren en la intervención y se alcancen los resultados previs-
tos87. Un funcionamiento deficiente de la familia se asocia a un menor
cumplimiento de los programas de modificación del estilo de vida88.
Sin embargo, aparte de las intervenciones con familias y escuelas, las
influencias socioambientales consideradas y/o intervenidas para pre-
venir o controlar la obesidad infantil fueron identificadas en solo un
pequeño número de estudios que involucraron poblaciones hispa-
nas y latinas de EE. UU. y/o de países latinoamericanos. Entre estas
se incluye la intervención basada en la escuela realizada en EE. UU.,
en la que se utilizaron estrategias de mercadeo social para presen-
tar a los estudiantes de secundaria modelos de conductas físicamente
activos89, así como ensayos basados en la comunidad que involucra-
ron a miembros de la comunidad para promover opciones y conductas
saludables90,91. En Latinoamérica se han realizado varios estudios que
evalúan las intervenciones basadas en escuelas de primaria (Chile92,
Brasil93,94, México95 y Argentina96) y se han obtenido prometedores
resultados en la prevención y el control de la obesidad infantil utili-
zando diseños de ensayos controlados aleatorizados 81.
En uno de los pocos estudios que ha tenido en cuenta las influen-
cias sociales en las intervenciones realizadas para combatir la obesi-
dad infantil a nivel global, aunque limitado a las publicaciones en inglés,
Jalali et al.4 examinaron el papel moderador de tres tipos de influencias
familiares sobre el impacto de las intervenciones en la crianza de los
hijos: (1) proporcionar un entorno social de apoyo utilizando estrategias
de crianza efectivas (p. ej., monitoreo97) o mediante un estilo parental
de crianza efectivo (p. ej., autoritativo9,98,99); (2) modelar conductas salu-
dables; y (3) elogiar y fomentar las conductas saludables mostradas por
el niño. En estudios realizados a nivel global, incluidos 10 de Estados
Unidos, aunque ninguno de Latinoamérica, se observó que proporcio-
nar un entorno familiar de apoyo social fue más efectivo para fomen-
tar conductas saludables en los niños mayores (por encima de una edad
media de 8 años), mientras que «predicar con el ejemplo» fue más efi-
caz en los más pequeños (por debajo de una edad media de 8 años).
En una segunda revisión realizada por Venturelli et al.86 se des-
cribieron los mecanismos de acción de diversas intervenciones globa-
les para la prevención y el control de la obesidad infantil, que aluden
al potencial para intervenir en las influencias socioambientales de
diversos entornos. Una de las conclusiones que obtuvieron respecto
a las intervenciones en el entorno sanitario fue que el enfoque que
utilizaba varios canales de comunicación para compartir información,
7 de 12
AYAL A et al.
(además de los métodos de recolección de datos en los que partici-
pan los residentes), los métodos de mHealth o evaluación ecológica
momentánea (EMA) e intervención ecológica momentánea (EMI), y los
estudios cualitativos.
El uso de métodos de grabación en vídeo puede aportar un conoci-
miento más profundo y contextualmente válido de la dinámica interper-
sonal y de los matices del entorno social del niño113,114. Específicamente,
observar el comportamiento del niño en tiempo real permite capturar
patrones de comportamiento que podrán tener mayor validez y mostrar
una mayor variabilidad de los comportamientos a lo largo del periodo
de observación. Estudios previos han demostrado que la investigación
observacional directa realizada en los hogares mediante observaciones
no estructuradas (p. ej., el juego y las rutinas) tiene más fiabilidad y vali-
dez predictiva del comportamiento estudiado que las investigaciones
realizadas en entornos de laboratorio con observaciones estructuradas.
Por ejemplo, grabar en video una comida familiar en la propia casa (es
decir, en un entorno natural y sin la presencia de observadores) mientras
las personas comen como lo hacen habitualmente (es decir, de forma
no estructurada) permitiría captar una representación más profunda de
los factores de crianza, familiares y culturales relacionados con la ali-
mentación, el bienestar emocional y la dinámica interpersonal. De igual
modo, un estudio en el que se incluyeron grabaciones de video y audio
de experiencias de compra conjunta entre padres e hijos hispanos y lati-
nos de EE. UU. arrojó evidencias de una mayor influencia de los padres
en la elección de los alimentos durante la compra115, en comparación
con lo que se documenta habitualmente sobre la influencia de la insis-
tencia de los niños (es decir, interacciones de petición de compra inicia-
das por los niños en los establecimientos)116.
Otro ejemplo es el uso del método Photovoice (Fotovoz) y otros
datos similares generados por los residentes para capturar los dife-
rentes dominios que atraviesa un niño en una semana normal, con el
fin de justificar las intervenciones en diversos contextos que influ-
yen en la dieta y la actividad física del niño19,117. La intervención de
ciencia ciudadana Nuestra voz descrita anteriormente ha demostrado
que la captura tecnológica de datos mediante fotos y audio puede
ser utilizada tanto por los jóvenes como por los adultos para mejorar
–en colaboración con los responsables de la toma de decisiones– los
entornos sociales y físicos locales de modo que favorezcan la salud,
incluidas la alimentación saludable y la actividad física109.
El método EMA permite observar los comportamientos a medida
que se desarrollan en su contexto, momento a momento118,119.
Mediante el uso de distintos tipos de tecnologías (p. ej., aplicación
para el móvil), el método EMA captura el comportamiento en tiempo
real. El método EMA permite identificar si los comportamientos tie-
nen con ver con el estado y, por lo tanto, si se ven influidos por meca-
nismos momentáneos (como el estrés, p. ej.) o si guardan más relación
con rasgos (es decir, son razonablemente estables). Los diseños que
incorporan análisis EMA resuelven las limitaciones de los diseños
transversales, como la causalidad inversa y el ordenamiento tempo-
ral de las variables. El método EMA también evita las limitaciones y los
sesgos inherentes al recuerdo retrospectivo. Además, es un método
que se presta bien a la ejecución de intervenciones. Por ejemplo, per-
mite identificar mecanismos momentáneos que influyen en las cos-
tumbres de alimentación de los padres, como el estrés o la depresión.
Estos mecanismos se pueden abordar mediante intervenciones que
utilicen el método EMI para reducir los hábitos de alimentación poco
saludables de los padres. La posibilidad de que estos métodos sean
aceptados por las diferentes poblaciones hispanas y latinas de EE. UU.
y Latinoamérica merece una mayor investigación.
y servicios en español107. La participación de los TCS como medio de
intervención con los niños y las familias es una oportunidad ideal para
interconectar importantes dominios del entorno social del niño.
1.2.2 │ Aumento del capital social en entornos locales
mediante «ciencos ciudadanos» compromedos con la
comunidad
Como se señala en el marco conceptual socioecológico, los entor-
nos locales y el sentido de interconexión, reciprocidad, confianza y
participación ciudadana que estos entornos crean (es decir, el capi-
tal social108), son otra fuente de influencia sobre los comportamien-
tos saludables y tienen especial importancia para la obesidad infantil.
Mediante la participación directa de los niños y sus padres en todos los
aspectos del proceso de investigación centrado en la comunidad para
luchar contra las barreras locales que influyen en estos comportamien-
tos relacionados con la salud, pueden obtenerse mejoras en diferentes
facetas del capital social109. Por ejemplo, en estudios de investigación
realizados en todo el mundo, incluidos estudios en escuelas de Colom-
bia y un estudio sobre Rutas seguras a la escuela (RSE) realizado en una
comunidad mayoritariamente latina de Estados Unidos, se aplicó con
éxito una forma de ciencia ciudadana denominada Nuestra voz para
mejorar el entorno social y físico y así promover la alimentación salu-
dable y la actividad física109. En el estudio de RSE realizado en EE. UU.,
la incorporación del programa de ciencia ciudadana de acción parti-
cipativa Nuestra voz junto al programa estándar de RSE de las escue-
las de primaria mediante el uso de plataformas tecnológicas consiguió
que al final del curso, se hubiera duplicado la participación de los alum-
nos en el programa de RSE y hubieran aumentado significativamente
los desplazamientos a pie o en bicicleta para ir y venir de la escuela, en
comparación con una escuela en la que únicamente se había implan-
tado el programa RSE110. Del mismo modo, los estudios realizados en
las escuelas de Colombia que utilizaron el programa Nuestra voz fue-
ron capaces de promover la cohesión comunitaria al empoderar a los
alumnos de 9 a 18 años para que ellos mismos identificaran los ele-
mentos que favorecían u obstaculizaban un entorno escolar saludable
y abogaran por el cambio111. Crear una sensación de empoderamiento
y participación social puede contribuir a aumentar la participación en la
escuela y mejorar el desempeño escolar, lo cual, a su vez, es fundamen-
tal para lograr el éxito social y económico en todo el mundo112.
1.3 Innovaciones metodológicas para aumentar
nuestros conocimientos sobre el entorno social
Existen numerosas vías de investigación a las que recurrir en un futuro
para aumentar nuestros conocimientos sobre las influencias socio-
ambientales en el peso y los comportamientos relacionados con el
peso entre los niños y las familias hispanas y latinas de Estados Unidos
y los países latinoamericanos.
Desde un punto de vista metodológico, las investigaciones con
métodos mixtos parecen ofrecer una comprensión más amplia del
entorno social del niño. Concretamente, la utilización de estos plan-
teamientos aporta amplitud (p. ej., métodos cuantitativos) y profundi-
dad (p. ej., métodos cualitativos) a la hora de entender las influencias
multinivel que actúan sobre el peso de los niños y su conducta en
relación con el peso. Tres metodologías mixtas que serían importan-
tes para futuras investigaciones sobre la obesidad infantil centradas
en el entorno social serían las grabaciones observacionales en vídeo
8 de 12 AYAL A et al.
información suficiente para comprender a fondo los principios con-
ceptuales y los métodos de las intervenciones estudiadas. En segundo
lugar, aunque sabemos que el entorno del hogar influye en el peso de
los niños y en las conductas relacionadas con el peso, se han realizado
pocos estudios sobre la influencia individual y colectiva de los distin-
tos miembros de la familia sobre los niños48; por ejemplo, la mayo-
ría de los estudios sobre crianza se han realizado solo con las madres.
Es importante tener en cuenta a otros miembros de la familia, como
el padre y los abuelos, ya que pueden tener un contacto regular con
el niño e influir en su comportamiento121. Además, como hemos seña-
lado anteriormente, hay insuficiente consideración de otras dimen-
siones culturales relevantes para estas relaciones interpersonales.
En tercer lugar, las distinciones hechas entre las intervenciones que
requieren acciones individuales versus aquellas que requieren cambios
estructurales o del entorno físico que son diseñadas para promover
una acción individual más saludable no suelen tener suficientemente
en cuenta las influencias socioambientales86. Por último, aunque cada
vez son más los estudios que se llevan a cabo a ambos lados de la
frontera, hasta la fecha ha habido pocas iniciativas de colaboración
que estudien cómo pueden diferir las estrategias de intervención y los
conocimientos sobre ellas entre las poblaciones latinas de EE. UU. y
los países latinoamericanos. Estos estudios de colaboración entre paí-
ses podrían arrojar más luz sobre problemas comunes y ofrecer solu-
ciones de las que podrían beneficiarse ambas regiones.
2.2 Líneas de trabajo para el futuro
Nuestras limitaciones ya indican los puntos que requieren más aten-
ción. Además de los pasos que se detallan más adelante, es preciso
investigar más en las áreas que se indican a continuación. En primer
lugar, debemos considerar el estudio de las posibles sinergias entre
los comportamientos relativos a la dieta y la actividad física en rela-
ción con los entornos sociales para comprender mejor cómo aprove-
char esas influencias, algunas de las cuales pueden complementarse
entre ellas, aunque otras no. En segundo lugar, para nuestra inves-
tigación sería beneficioso que pudiésemos deconstruir las normas,
actitudes y comportamientos que muchos chicos y chicas siguen inte-
riorizando respecto a los roles de género. Una estrategia prometedora
para mejorar la dinámica en torno a la decisión de realizar actividad
física y adoptar hábitos alimentarios saludables consiste en involucrar
a los agentes de la socialización (padres, amigos y profesores) para
romper los estereotipos de la adecuación al género. En tercer lugar,
los investigadores que estudian su implementación podrían examinar
la influencia de las creencias culturales sobre la participación en la
intervención. Por ejemplo, en intervenciones realizadas anteriormente
con familias hispanas y latinas de EE. UU. con el objetivo de preve-
nir y controlar la obesidad infantil se observaron problemas de par-
ticipación. Entre los factores asociados a la escasa participación se
encuentra la salud mental de la madre122. En uno de los pocos estu-
dios nacionales de cohortes en los que se examinaron los roles de
género del machismo y el marianismo (ESCH/EJL) se observó que las
ideas culturales del marianismo (es decir, la consideración de la mujer
como pilar de la familia, báculo espiritual y fuente de virtud) se aso-
ciaban a síntomas de depresión, ansiedad e ira entre las mujeres his-
panas y latinas de EE. UU.123. El marianismo es un conjunto de valores
y expectativas sobre los roles de género femeninos que ensalza el
papel de la mujer dedicada a la familia y el hogar; también fomenta la
pasividad, el respeto por los valores y comportamientos patriarcales
(p. ej., protección), la abnegación y la castidad40. El marianismo se ha
Utilizar entrevistas cualitativas para registrar las opiniones de
individuos, miembros de la familia, profesores y gestores escolares,
médicos y personal de salud y miembros de la comunidad sobre sus
motivaciones y actitudes respecto a los comportamientos alimentarios
y de actividad física de los niños es un método robusto para conocer
a fondo los posibles factores de riesgo y protección13. Por ello, es más
probable que las influencias culturales del entorno social del niño se
puedan comprender mejor mediante el diálogo cualitativo que a través
de la realización de encuestas.
2 │ CONCLUSIONES
El objetivo de este artículo era describir las influencias socioambienta-
les sobre el peso y la conducta relacionada con el peso de los niños en
los diversos niveles de influencia del marco conceptual socioecológico.
También pretendíamos describir el estado de la evidencia respecto a la
intervención en las influencias socioambientales con el fin de prevenir
y controlar la obesidad infantil entre las poblaciones hispanas y latinas
de EE. UU. y Latinoamérica. La evidencia obtenida a través de los estu-
dios observacionales respalda en cierta medida la importancia de las
normas sociales individuales en comportamientos relacionados con el
peso que pueden ser específicos de la cultura latina/hispana. Además,
los estudios observacionales respaldan firmemente la importancia de
la crianza de los hijos, la familia y del entorno en el hogar sobre el
peso y las conductas relacionadas con el peso. No obstante, es nece-
sario seguir investigando las influencias sociales en todos los países
respecto a los individuos en otro contexto. En cuanto a los estudios de
intervención, y de acuerdo con las revisiones sistemáticas disponibles,
la evidencia obtenida en los estudios realizados hasta la fecha apoyan
las intervenciones en los entornos sociales de los niños, en particu-
lar las dirigidas a los comportamientos de los padres y a determina-
dos aspectos de los entornos familiar y del hogar. Otros ámbitos de las
poblaciones latinas y latinoamericanas también prometedores, aunque
menos estudiados, en los que deben continuar las evaluaciones sis-
temáticas, son el cuidado infantil, la educación, la asistencia sanita-
ria y otros entornos comunitarios (p. ej., los vecindarios). A pesar de
la escasa evidencia existente hasta la fecha, especialmente en los paí-
ses sudamericanos, es posible que una de las razones por las que las
intervenciones multicomponente basadas en las escuelas parecen ser
especialmente eficaces para lograr cambios, es que estas involucran
numerosas fuentes de influencia social. Por ejemplo, Vargas et al.21
sugirieron que la participación activa de los padres en las intervencio-
nes de las escuelas podría fomentar también la cohesión social, lo cual
refuerza aún más la eficacia de este tipo de intervenciones multicom-
ponente, sobre todo entre las poblaciones desatendidas. En los estu-
dios de ciencia ciudadana de poblaciones latinas y latinoamericanas,
también se observaron los efectos positivos de la participación activa
de padres y alumnos109. Un beneficio potencial logrado por los inves-
tigadores y profesionales que estudiaron la mejor forma de acceder y
servir a los grupos más colectivistas y orientados a la familia es que
presentaron una menor tendencia a considerar el problema del sobre-
peso y la obesidad de forma aislada del contexto social, un problema
que se ha dado en otros estudios de la obesidad120.
2.1 │ Limitaciones
Este estudio presenta algunas limitaciones que deben tenerse en
cuenta. En primer lugar, estamos de acuerdo con St. George et al.83
en que la mayoría de los artículos sobre intervenciones no ofrecen
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vención destinada a lograr una alimentación saludable en las fami-
lias de origen mexicano de Estados Unidos124. Tener en cuenta las
creencias culturales y la salud mental de los padres a la hora de invo-
lucrarlos en la prevención y el control de la obesidad infantil es fun-
damental para lograr los resultados deseados.
Por último, es necesario realizar estudios transfronterizos que
nos ayuden a comprender mejor las similitudes y diferencias entre las
distintas regiones cuando se trata de las influencias socioambientales
sobre el peso de los niños y las conductas relacionadas con el peso.
AGRADECIMIENTOS
Los autores desean manifestar su agradecimiento a los participantes y
a las organizaciones que apoyaron la investigación que se describe en
este documento.
CONFLICTOS DE INTERESES
Ninguno.
INFORMACIÓN SOBRE FINANCIACIÓN
Este estudio ha sido financiado por el National Institute on Mino-
rity Health and Health Disparities (DOI: 10.13039/100006545), beca
U54 MD012397, el National Heart, Lung, and Blood Institute (DOI:
10.13039/100000050), beca R01 HL126171, y el National Can-
cer Institute (DOI: 10.13039/100000054) becas R01 CA211048 y
P20 CA217199.
ORCID
Jerica M. Berge https://orcid.org/0000-0003-3371-351X
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Hunter R, Berge JM. Entorno social y obesidad infantil:
implicaciones para la investigación y la práctica en Estados
Unidos y en los países Latinoamericanos. Obesity Reviews. 2021;
22(S5):e13350. https://doi.org/10.1111/obr.13350
... Entorno social y obesidad infantil: implicaciones para la investigación y la práctica en Estados Unidos y en los países latinoamericanos Ayala et al. (16) 2021 ...
... Sin embargo, las intervenciones medidas durante períodos de tiempo más largos (48 a 144 semanas) encontraron algunas disminuciones en los comportamientos sostenidos (ingesta calórica) y las medidas antropométricas. 16 Intervenciones nutricionales basadas en la familia para la prevención de la obesidad entre niños en edad escolar: una revisión sistemática Perdew et al., (2 4) 2021 ...
... Ayala et al. (16) de manera conjunta con los padres de familia determinaron que, dentro del entorno social, para disminuir la obesidad, es muy importante que se modifique las conductas saludables y elogiar siempre las mismas, con el fin de que los niños sientan felicidad cuando hacen las cosas bien. Por otra parte, Sepúlveda et al. (21) a nivel psicosocial afirmaron que para mejorar los estilos de vida de los niños disminuye la ansiedad e incrementa una adaptabilidad familiar. ...
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Introducción: La obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por un alto porcentaje de grasa en el cuerpo humano, ocasionada principalmente por causas endógenas (genética), biológicas y exógenas (hábitos de vida), representando un grave problema de salud pública. Objetivo: Conocer las intervenciones de enfermería en la obesidad infantil. Métodos: Se realizó una revisión sistémica de artículos científicos por medio de la estrategia PICO. Se realizó la búsqueda según parámetros PRISMA donde inicialmente se obtuvieron 40 artículos, de los cuales se incluyeron 18 bajo criterios de inclusión como: Estudios originales, ensayos clínicos, revisiones sistemáticas y metaanálisis, de acceso libre, idiomas inglés y español y que hayan sido publicados entre los años 2019 y 2023; mientras que, los criterios de exclusión fueron: tesis de grado y documentos que incumplan los criterios de inclusión. Las bases de datos fueron: ELSEVIER, MEDLINE, Redalyc, SCIELO, Latindex, Dialnet, Latin REV, Scopus utilizando descriptores en ciencias de la salud (DECS) de Bireme y los Medical Subject Headings (MESH) de la National Library of Medicine en inglés, tales como: (interventions) AND (childhood obesity AND (Nursing). Resultados: Las intervenciones de enfermería se enfocaron principalmente en la mejora de las conductas alimentarias y la disminución del sedentarismo. Los relacionados con la familia presentaron mayor éxito, debido a que, al capacitar a los adultos se mejora la calidad de vida del niño. Conclusiones: La capacitación del personal de enfermería es fundamental para el manejo y cuidado de la obesidad infantil.
... Durante la etapa escolar y de la adolescencia hay un mayor riesgo de desarrollar obesidad (Ayala et al., 2021;Gómez et al., 2016), no solo a causa de una dieta malsana (Organización Mundial de la Salud, 2024), sino a una disminución en la frecuencia e intensidad de la actividad física (Kallio et al., 2021;Kumar & Kelly, 2017;Redig et al., 2022). En las últimas tres décadas la obesidad infantil ha experimentado un aumento paulatino (Abarca-Gómez et al., 2017;Ng et al., 2014) que se agudizó aún más en periodos de cuarentena por Covid-19, donde se observó una reducción de ejercicios y deportes extracurriculares y a su vez el incrementó de uso de dispositivos electrónicos (Sa et al., 2022;Wu et al., 2020), que obligó a los niños a pasar varias horas sentados frente a un computador. ...
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Durante la etapa escolar es fundamental el desarrollo de estilos de vida saludables, como una dieta balanceada y practica de actividad física regular, para lograr un crecimiento adecuado y prevenir a largo plazo la malnutrición por déficit y/o exceso alimentario. El objetivo del presente estudio fue determinar la ingesta dietética, índices antropométricos y nivel de actividad física en escolares de la ciudad de Guayaquil- Ecuador. Se aplicó un registro dietético de tres días para determinar el consumo promedio de fibra, energía, macro y micronutrientes. El nivel de actividad física se midió a través de la aplicación del Cuestionario Internacional de Actividad Física versión corta (IPAQ). El estado nutricional actual se lo identificó mediante los índices antropométricos: peso/edad, estatura/edad e índice de masa corporal/edad. Se encontró un consumo en déficit de energía, carbohidratos, grasas totales, minerales y fibra dietética. Se evidenció un peso para la edad y un índice de masa corporal normal, sin embargo, la prevalencia de exceso de peso alcanzó un 34,3%. Finalmente, se reflejó en los varones un nivel de actividad física moderada y en las mujeres un nivel bajo o inactivo. Pese a que se encontró un desbalance nutrimental en la ingesta alimentaria de los escolares, esta no ha afectado su crecimiento normal.
... More than half of the interventions included racial/ethnic subgroups in their study populations, such as Latinos and African Americans, who are considered to be groups with a high prevalence of risk factors for childhood obesity 35,36 ; however, they did not include cultural or environmental aspects beyond the vulnerability or ethnicity of the population, which is seen as an area of opportunity. This highlights the need for future interventions to consider the socioeconomic status, environment and culture in which children and families live, as these variables may influence weight-related behaviors, as do dietary practices and physical activity 37,38 . ...
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Introduction: The global prevalence of childhood obesity is a public health challenge. Early intervention, including during pregnancy, is essential to prevent this health problem. Objective: Identify and characterize interventions during the first 1000 days of life that effectively prevent overweight and obesity. Materials and Methods: A scoping review was carried out following the methodology proposed by Arksey and O'Malley. SCOPUS, EBSCOHost and PubMed databases were searched to select relevant articles. The analysis focused on articles published between January 2012 and December 2022. Results: Fourteen articles with 10 interventions were included. These interventions were implemented in high-income countries and in racial and ethnic groups. Three interventions, involving 1013 women and their children, reported significant effects on preventing overweight and obesity at 18 and 24 months of the child's life. Discussion: The interventions were characterized as multi-component, educational and based on theories of behavior change, parenting and sensory feeding. They addressed risk factors such as breastfeeding, complementary feeding, physical activity and sleep. There is an increasing use of digital technology in their delivery. Conclusion: Promising results have been found for the prevention of obesity in the early years of life; therefore, implementation of interventions in low- and middle-income countries is of paramount importance
... These findings evidence the need to consider not only variations in socioeconomic status when developing methods to fight overweight and obesity, but also the environment and culture in which children and their Cad. Saúde Pública 2023; 39(12):e00046123 families develop, since these variables could largely influence behaviors related to infant weight, such as eating habits and physical activity practices 33,34 . ...
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The prevalence of childhood obesity has increased rapidly in Mexico, with significant consequences for the population’s health in the future. Little is known about the prevalence of obesity in children under two years of age, even though this life stage is fundamental to prevent this condition. This study aims to determine the magnitude, distribution, and trends of overweight and obesity in children under 24 months of age using the Mexican National Health and Nutrition Surveys (ENSANUT) conducted in the last 10 years. The data presented here are derived from four ENSANUTs, carried out in Mexico in 2012, 2016, 2018, and 2020. They include 6,719 infants under 24 months with complete anthropometric data (weight/height) by age, gender, Indigeneity, area of residence, and socioeconomic status. The risk of overweight levels and overweight + obesity rates were calculated according to World Health Organization guidelines. We identified that infants < 12 months currently have a higher prevalence of overweight + obesity (10.3%) and that those aged 12 to 23 months are generally at a higher risk of overweight (26.1%). The most relevant findings of this study, linking weight trends to sex, region, socioeconomic status, and indigeneity, show that overweight and obesity prevalences vary across the Mexican population, without presenting a specific behavior. There is a high prevalence of overweight and obesity among Mexican infants and a slight trend toward increased obesity in infants < 12 months. Weight monitoring and obesity prevention interventions focused on the first 1,000 days of life are essential.
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El objetivo de este estudio fue describir la percepción de las madres respecto al estado nutricional de niños que padecen sobrepeso u obesidad. El enfoque metodológico fue cuantitativo, descriptivo, explicativo y transversal, llevado a cabo en tres establecimientos del primer nivel de la Red Asistencial de Moquegua, Perú, durante el período de enero a marzo de 2023. La muestra consistió en 63 madres de niños menores de 5 años registrados en el padrón de sobrepeso y obesidad del año 2022. La técnica empleada fue la encuesta, utilizando un cuestionario validado por Hernández-Nieto (.8487) y confiable (Cronbach 0.83). Se realizó el análisis de datos con el software IBM SPSS versión 25, utilizando estadísticas descriptivas.Los resultados revelaron que el 53.97% de las madres tenían educación secundaria, el 61.9% eran amas de casa, el 88.99% desconocía el diagnóstico de sus hijos, el 93.65% consideraba que sus hijos consumían alimentos nutritivos, el 80.95% pensaba que la imagen corporal de sus hijos era buena y el 61.90% percibía que podrían tener problemas de salud. En conclusión, la percepción de las madres respecto a los niños con sobrepeso u obesidad fue mayoritariamente desfavorable. Muchas madres no reconocieron el riesgo para la salud que representa el estado nutricional de sus hijos.
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El interés de la presente investigación radica en la preocupación por la protección de los derechos fundamentales de las personas, en cuanto a la cuota de responsabilidad que tiene el Estado peruano para con todos los ciudadanos, a través de los distintos sectores o niveles de gobierno según su competencia y/o función jurisdiccional conforme les alcanza responsabilidad, y para el cumplimiento de estas obligaciones se sirve de distintas herramientas; pero, para los fines de esta investigación nos atañe el presupuesto público, más específicamente la devolución que debe realizar cada año las distintas instituciones públicas, debido a que ningún año se llega a gastar la totalidad del presupuesto asignado, como se advierte en la página web del Ministerio de Economía y Finanzas; por lo que, la presente investigación pretende analizar la afectación jurídica que origina la devolución del presupuesto público en los derechos fundamentales en nuestro país. Maxime si el Estado encuentra su carácter ontológico en la defensa y protección de los derechos de sus integrantes, en el mismo sentido lo derechos fundamentales encuentran protección en la constitución política, estipulando que el fin supremo del Estado es la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad.
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Growing socioeconomic and structural disparities within and between nations have created unprecedented health inequities that have been felt most keenly among the world’s youth. While policy approaches can help to mitigate such inequities, they are often challenging to enact in under-resourced and marginalized communities. Community-engaged participatory action research provides an alternative or complementary means for addressing the physical and social environmental contexts that can impact health inequities. The purpose of this article is to describe the application of a particular form of technology-enabled participatory action research, called the Our Voice citizen science research model, with youth. An overview of 20 Our Voice studies occurring across five continents indicates that youth and young adults from varied backgrounds and with interests in diverse issues affecting their communities can participate successfully in multiple contributory research processes, including those representing the full scientific endeavor. These activities can, in turn, lead to changes in physical and social environments of relevance to health, wellbeing, and, at times, climate stabilization. The article ends with future directions for the advancement of this type of community-engaged citizen science among young people across the socioeconomic spectrum.
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Background Hispanic/Latino youth are disproportionately burdened by obesity and have a high prevalence of prediabetes and dyslipidemia. Differences in parent and child acculturation related to language use and preference (i.e., language acculturation) are associated with adverse cardiometabolic health behaviors, but no study has examined associations with cardiometabolic markers. Purpose To determine whether discordance in parent–child language acculturation (parent–child acculturation gap) was associated with poor youth cardiometabolic health. Methods Hispanic/Latino 8–16-year-olds (n = 1,466) and parents from the Hispanic Community Children’s Health Study/Study of Latino Youth (SOL Youth) were examined. Mean scores for the Brief ARSMA-II’s Anglo (AOS) and Latino (LOS) Orientation Scales represented language acculturation. Cardiometabolic markers included youth body mass index (BMI) percentile, blood pressure percentiles, and dysglycemia and hyperlipidemia measures. Missing data were imputed. Survey-weighted multivariable linear regression examined the association of youth, parent, and youth × parent (the acculturation gap) AOS and LOS scores separately with each cardiometabolic marker. Results Youth reported greater English and lower Spanish use than parents. Greater discordance in AOS scores was associated with elevated BMI percentile only (p-for-interaction < .01). The LOS acculturation gap was not associated with any outcome. Adjustment for acculturative stress, family functioning and closeness, parenting style, and youth’s diet and physical activity did not alter findings. Removal of nonsignificant acculturation gaps did not indicate an association between individual youth or parent AOS or LOS scores and any cardiometabolic marker. Conclusions Discordance in Hispanic/Latino parent–child dyads’ English use may relate to increased risk for childhood obesity. Future studies should identify mediators of this association.
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Background Extensive research has demonstrated the role of the Home Environment (HE) in shaping children’s energy balance behaviours. Less is known about direct relationships with bodyweight. This review examines associations between the social and physical aspects of three pre-defined Home Environment domains (food, physical activity and media) and adiposity measures in children ≤12 years. Methods Six electronic databases (PubMed, Medline, EBSCO CINAHL, EMBASE, Web of Science, PsycInfo) were systematically searched up to October 2020. Studies reporting at least one physical and/or social aspect of the food, physical activity and/or media domains of the Home Environment in relation to child adiposity outcomes were included ( n = 62). Results Most studies examined one ( n = 41) or two domains ( n = 16). Only five studies assessed all three domains of the Home Environment. Most consistent relationships were observed for physical aspects of the home media environment; with greater availability of electronic devices associated with higher child adiposity (21/29 studies). Findings were less consistent for the smaller number of studies examining physical aspects of the home food or physical activity environments. 8/15 studies examining physical food environments reported null associations with adiposity. Findings were similarly mixed for physical activity environments; with 4/7 reporting null associations, 2/7 reporting negative associations and 1/7 reporting positive associations between access to physical activity equipment/garden space and adiposity. Fewer studies assessed social aspects (e.g. caregiver modelling or limit setting) of the Home Environment in relation to child adiposity and findings were again mixed; 9/16 media environment, 7/11 food environment and 9/13 physical activity environment studies reported null associations with child adiposity outcomes. Conclusions The home media environment was most consistently associated with adiposity in childhood. Findings were less consistent for the home food and physical activity environments. Greater agreement on definitions and the measurement of the obesogenic home environment is required in order to clarify the strength and direction of relationships with child adiposity. Robust longitudinal research using comprehensive measures of the holistic home environment is needed to better identify which aspects contribute to excess weight gain in childhood. Trial registration PROSPERO Systematic review registration number: CRD42018115139 .
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Purpose The relationship between social networks and health and wellbeing is increasingly demonstrated in vulnerable adult populations. This relationship for vulnerable children and young people has not hitherto been systematically reviewed. This narrative synthesis aims to consolidate research to provide a foundational basis for future health-related social network research and interventions for children and young people. Methods This mixed methods systematic review synthesises research investigating whole, egocentric social networks of 32 vulnerable child groups with a mean age below 18. There were no setting, language or date restrictions. The quality was assessed using the Mixed Methods Appraisal Tool. Of 6360 search results, 49 were included for narrative synthesis. Results The majority of pertinent research originates from the USA; the most frequently investigated vulnerabilities were minority ethnic status, homelessness and the presence of special educational needs. Research aims and methodologies varied significantly between studies. Key findings included (i) vulnerable (excluding minority ethnic) children and young people have impoverished networks (ii) access to networks is a protective factor against negative outcomes (iii) social ties, primarily immediate family, provide access to personal resources and (iv) network ties are to a degree substitutable. Conclusions Networks are associated with wellbeing and vulnerable children and young people commonly have impoverished networks, excluding cases where vulnerability classification relates to minority ethnic status. Network embeddedness is associated with positive outcomes, particularly for homeless children. Family are typically primary providers of support, but ties are substitutable when networks are restricted. Egocentric social network research is currently limited for vulnerable child populations. Further research could inform interventions that harness networks to improve health, wellbeing and functional outcomes for these child groups.
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Psychological research of individualism and collectivism around the world
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This field study identified, through observation, child influence on food and beverage purchases within a supermarket, as well as the influence of the children’s perceptions of their parents’ parenting strategies related to eating behaviors on these purchases. Four supermarkets were recruited to participate and agreed to allow recruitment of parent-child dyads and implementation of data collection protocols within their stores. Parent-child (7-14 yo) dyads were recruited to wear eye-tracking glasses during the supermarket visit, complete separate individual interviews, and have their store receipts scanned. The receipt data provided evidence of what was purchased, including overall purchases, as well as purchases of energy-dense, nutrient-poor foods and beverages. The eye-tracking data, together with the receipt data, identified which items were requested by the child and purchased. The child interviews provided the child’s perceptions of parenting strategies (i.e., parental monitoring, control). Seventy-six dyads agreed to participate and completed the study protocols. During most of the shopping trips, items were purchased as a result of child-initiated request interactions. Children’s perceptions of their parent’s use of monitoring was consistently associated with fewer purchases overall and of energy-dense, nutrient-poor items, and with reduced child influence on what was purchased.
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The physical and social environment of school settings are important for health promotion among children and adolescents. Efforts to create supportive environments at the school level can benefit from including community engagement and empowerment processes to advocate for health promotion. The Our Voice model presents a unique opportunity for Latin American students to improve their school environments. The objective of this study was to engage and empower students (9-18 years) from five schools in Bogotá, Colombia to use the Our Voice model to assess and seek to improve their local school environments. This study employed Our Voice's 'citizen science by the people' method using a mobile application for data collection. The Our Voice initiative included the following four phases: (1) Design, planning and recruitment; (2) Data collection; (3) Community meetings for thematic analysis, priority setting and initial design of feasible solutions; and (4) Community meetings with decision-makers to advocate for changes. The citizen scientists identified and advocated for safer physical activity-supportive environments and healthier food and drinks availability. This study allowed children and adolescent citizen scientists to make their voices heard by policymakers and empowered them as agents of change in the process of building healthier schools.
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Background: Maternal feeding practices and styles are well-established correlates of children's BMI z-scores in the preschool years. Most studies, however, are cross-sectional, using maternal self-reports to examine feeding. This study examined, over a 3½-year period, the relationship between observed and self-reported feeding practices/styles and children's BMI z-scores in a sample of Hispanic mothers with low incomes and their preschool children. Methods: One hundred eighty-seven mothers were observed feeding their 4- to 5-year old during a buffet meal in a laboratory setting and completed self-report measures on their feeding practices and styles. Children's BMI z-scores were assessed at this visit and 3½ years later. Results: Consistent with previous research, observed and self-reported pressure to eat and/or authoritarian feeding were negatively associated with children's BMI z-scores at the first time point; observed discouraging eating was positively associated. However, children's BMI z-scores 3½ years later, controlling for Time 1 BMI z-scores, were positively associated with observed pressure to eat. Observed maternal reasoning and self-reported monitoring of children's eating behavior at Time 1 were negatively associated with later BMI z-scores. Only self-reported feeding styles predicted later children's BMI z-scores, with indulgent and authoritative styles positively associated with children's BMI z-scores at the third time point. Conclusions: These findings demonstrate that mothers who ignore their children's fullness cues and pressure them to eat have children who are at greater risk for the development of later obesity. Implications for the development of family-focused childhood obesity prevention programs are discussed.
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Background: Significant dropout rates remain a serious concern in pediatric weight control program, but few studies have identified predictors of dropout. Aims: The objective of the study is to identify factors associated with dropout from a pediatric lifestyle modification weight control program at different phases. Methods: Data on overweight and obese participants (n = 242) aged 11-18 years in the Intervention for Childhood and Adolescent Obesity via Activity and Nutrition (ICAAN) study were collected at baseline, 6-months, and 24-months through self-report and a laboratory test. Logistic regression analysis was performed for those who dropped out during the first 6-months, and multivariate generalized estimating equation analysis identified longitudinal factors associated with those who dropped out after 24 months. Results: Lower family functioning (OR = 2.30, 95% CI [1.18-4.46]), exercise group (OR = 0.36, 95% CI [0.15-0.86]), lower initial attendance rate (OR = 6.09, 95% CI [2.94-12.6]), and non-self -referral pathways (OR = 2.35, 95% CI [1.05-5.27]) were significantly associated with 6-month dropouts. For late dropout, lower family functioning (OR = 1.71, 95% CI [1.06-2.77]) and lower initial attendance rates (OR = 2.06, 95% CI [1.12-3.81]) remained significant. Conclusion: Family function and initial attendance rate were associated with lower dropout rates. Developing a supportive family environment and focusing on the early-stage factors at the intervention's outset may reduce overall dropout rates in obesity prevention intervention.