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Recibido: 25 de febrero de 2021
|
Aceptado: 26 de febrero de 2021
DOI 10.1111/obr.13350
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© 2021 Los autores. Obesity Reviews, publicado por John Wiley & Sons Ltd en nombre de la World Obesity Federation.
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Obesity Reviews. 2021;22(S5):e13350. wileyonlinelibrary.com/journal/obr
hps://doi.org/10.1111/obr.13350
Resumen
El entorno en el que viven los niños influye en su riesgo de sufrir obesidad debido,
entre otros factores, a los comportamientos relacionados con el peso (es decir, a la
dieta y la actividad física). En este artículo presentaremos evidencia sobre los facto-
res socioambientales asociados a la dieta y la actividad física de los niños y, de forma
más general, a la prevención y el control de la obesidad infantil entre los niños hispa-
nos y latinos de Estados Unidos y los países latinoamericanos. Utilizando un enfoque
socioecológico, presentaremos evidencia procedente de varios estudios transver-
sales y longitudinales realizados en Estados Unidos con niños hispanos y latinos,
así como de otros estudios realizados en Latinoamérica en los que también parti-
ciparon niños. Nos hemos centrado especialmente en los estudios que analizan los
factores relacionados con la crianza en el entorno doméstico (p. ej., estrategias de
crianza) y, aunque en menor medida, también en los factores socioambientales rela-
cionados con otros contextos de la vida (p. ej., la escuela). La influencia de la acul-
turación sobre las relaciones sociales transciende los límites del marco conceptual
socioecológico. La investigación sobre intervenciones permitió identificar estrate-
gias y brechas de investigación para intervenir los factores sociales que promueven
comportamientos saludables y reducen el riesgo de obesidad infantil. Los trabajado-
res de salud comunitaria y otras formas de apoyo de los pares fueron identificados
como elementos relevantes en múltiples niveles del marco socioecológico. Este artí-
culo concluye brindando algunas líneas de trabajo para que futuras investigaciones
comprendan mejor el entorno social usando las nuevas tecnologías de información
y comunicación.
PALABRAS CLAVE
aculturación, apoyo social, capital social, influencia social
1School of Public Health, San Diego State
University, the Instute for Behavioral and
Community Health, and the SDSU HealthLINK
Center, San Diego, California, EE. UU.
2Unidad de Salud y Nutrición, Instuto
Costarricense de Invesgación y Enseñanza
en Nutrición y Salud (INCIENSA), Cartago,
Costa Rica
3Departments of Epidemiology & Populaon
Health and Medicine (Stanford Prevenon
Research Center), Stanford University School
of Medicine, Stanford, California, EE. UU.
4Centre for Public Health, Queen’s University
Belfast, Irlanda del Norte, Belfast, Reino Unido
5Department of Family Medicine and
Community Health, Medical School, University
of Minnesota, Mineápolis, Minesota, EE. UU.
Correspondencia
Guadalupe X. Ayala, School of Public Health,
San Diego State University, the Instute for
Behavioral and Community Health, and the
SDSU HealthLINK Center, 9245 Sky Park
Court, Suite 221, San Diego, CA, 92123,
EE. UU.
Correo electrónico: ayala@sdsu.edu
Información sobre nanciación
Naonal Instute on Minority Health and
Health Disparies, DOI: 10.13039/100006545,
n.º de beca/premio: U54 MD012397;
Naonal Heart, Lung, and Blood Instute, DOI:
10.13039/100000050, n.º de beca/premio:
R01 HL126171; Naonal Cancer Instute
DOI: 10.13039/100000054, n.º de beca/
premio: R01 CA211048, P20 CA217199
Entorno social y obesidad infanl: implicaciones para la
invesgación y la prácca en Estados Unidos y en los países
lanoamericanos
Guadalupe X. Ayala1 | Rafael Monge-Rojas2 | Abby C. King3 | Ruth Hunter4 |
Jerica M. Berge5
ARTÍCULO DE SUPLEMENTO
2 de 12 AYAL A et al.
intervenir en el entorno social obliga a conocer estos matices y a con-
siderar la dieta y la actividad física de manera conjunta.
En este artículo se examina el entorno social del niño y se estu-
dia hasta qué punto este ha sido considerado en intervenciones
anteriores para prevenir y controlar la obesidad infantil. Normal-
mente, los factores socioambientales se describen en términos gene-
rales21. En su revisión de las influencias socioambientales sobre los
problemas de equidad sanitaria relacionados con la obesidad infantil,
Vargas et al.21 utilizaron una definición que contemplaba los siguien-
tes factores: «capacidad económica/pobreza, condiciones de vida,
acceso al transporte, distancia, respaldo social, cohesión social, tipo
de trabajo, hábitos alimentarios, tiempo y normas sociales» (p. S33).
Otros autores han utilizado definiciones similares8. Somos conscien-
tes de la importancia de los determinantes sociales de la salud, como
la posición socioeconómica, y de los determinantes macrosociales,
como el racismo estructural; sin embargo, dichos determinantes que-
dan fuera del alcance de este artículo. Los objetivos de este artículo
son (1) describir los componentes del entorno social que son impor-
tantes para la prevención y el control de la obesidad infantil en niños
hispanos y latinos y sus familias que residen en Estados Unidos y
Latinoamérica; (2) describir los intentos realizados para cambiar el
entorno social con el fin de prevenir y controlar la obesidad infantil;
y (3) analizar algunas líneas de trabajo prometedoras que se podrían
seguir en el futuro para la investigación transfronteriza. Conocemos
la importancia de los procesos migratorios como un destacado factor
socioambiental que afecta a la obesidad infantil; sin embargo, este
tema se aborda en otro artículo de este suplemento especial (véase
Vilar-Compte).
1.1 │ La conceptualización del entorno social y su
inuencia en la obesidad infanl
El marco conceptual socioecológico22 describe los niveles de influen-
cia que se entrecruzan para determinar el peso y los comporta-
mientos relacionados con el peso de una persona: (a) individual,
(b) interpersonal, (c) organizativo, (d) comunitario y (e) político (véase
la Figura 1). En este artículo se examinan las influencias socioambien-
tales a través de cuatro niveles del marco conceptual socioecológico:
(a) normas, actitudes y comportamientos de los niños y sus padres,
en el nivel individual; (b) estrategias de crianza, entorno familiar y
doméstico y comportamientos de los hermanos, en el nivel interper-
sonal; (c) normas y comportamientos de los individuos en los entor-
nos del cuidado infantil, educativo y sistema de salud, en el nivel
organizativo; y (d) normas que se transmiten dentro de las comunida-
des, en el nivel político.
1.1.1 │ Las inuencias socioambientales y el individuo:
normas y estereopos de género
Con respecto a los factores del nivel individual, y de acuerdo con la
teoría de los esquemas de género, los individuos socializan desde una
edad temprana para adoptar características específicas para su sexo23.
Mediante el aprendizaje social, lo que la sociedad considera «mascu-
lino» y «femenino» se incorpora a la imagen que uno tiene de sí mismo,
creando una relación cíclica en la que el comportamiento y la propia
imagen se refuerzan mutuamente dando lugar al establecimiento de
las normas de género24. Estas normas se definen como los roles cons-
truidos y aceptados socialmente y los estereotipos asignados que se
1 │ INTRODUCCIÓN
El entorno social del niño es una de las influencias cercanas que más
influyen en su peso y en su comportamiento relacionado con el peso
(p. ej., la dieta y la actividad física)1,2. El entorno social de un niño
está formado por los miembros de su familia, amigos, maestros, etc.
(es decir, por los integrantes de su red), que ejercen una influencia
directa o indirecta sobre el niño3. Los padres son una de las fuen-
tes más importantes de influencia social respecto al peso del niño
y sus comportamientos relacionados con el peso; debido tanto a
los lazos afectivos como al hecho de estar compartiendo el entorno
doméstico4. Por ejemplo, los padres pueden supervisar la alimenta-
ción de sus hijos para intentar que adopten hábitos más saludables,
como un mayor consumo de frutas y verduras1,5,6. Sin embargo, el
hecho de que los padres den el ejemplo consumiendo ellos mismos
frutas y verduras es uno de los predictores más fiables del consumo
de estos alimentos en los niños5. «Predicar con el ejemplo» no solo
sirve para transmitir normas y expectativas, sino también para desa-
rrollar habilidades que ayudan a adoptar comportamientos saludables
y para garantizar que el entorno respalda este tipo de elecciones7. Sin
embargo, las influencias socioambientales también pueden aumentar
el riesgo de obesidad en la infancia8. Por ejemplo, un padre o una
madre bien intencionados pueden restringir determinados alimentos
(p. ej., bebidas azucaradas) a sus hijos como forma de limitarles el
acceso a estos productos, pero la restricción puede tener consecuen-
cias no deseadas, como que el niño los busque más en otros contex-
tos. Igualmente, un padre o una madre pueden explicar a sus hijos
la importancia de la actividad física, pero tener ellos un comporta-
miento sedentario que no sirve como ejemplo9. Además, aunque la
mayoría de los estudios se centran en la influencia de los padres y
otros miembros de la familia, las influencias socioambientales actúan
en muchos contextos de la vida del niño, como los centros de cuidado
infantil temprano/escuela10, el sistema de salud11,12, el vecindario y
otros entornos comunitarios13.
Estudiar los entornos sociales de los niños latinoamericanos y
de los niños de origen latinoamericano que viven en Estados Uni-
dos (poblaciones hispanas y latinas de EE. UU.) está también justifi-
cado por la evidencia de las afirmaciones teóricas que señalan que
las poblaciones hispanas y latinas de EE. UU. son más colectivistas14,
están más orientadas a la familia15 y tienen determinados valores que
influyen en sus relaciones sociales (especialmente en torno a los ali-
mentos16), en comparación con la población blanca no latina que
comparte características demográficas similares. Además, una revi-
sión sistemática mundial sobre el entorno social de los niños vulnera-
bles realizada recientemente, evidenció que las redes sociales de los
grupos de minorías étnicas son más fuertes que las de otros grupos
vulnerables3. Por lo tanto, aprovechar estas redes es importante; sin
embargo también es relevante reconocer que las influencias sociales
pueden ejercer tanto efectos positivos como negativos. En estudios
sobre familias de Estados Unidos de origen mexicano se ha observado
que los miembros de la red son una fuente importante de motivación
para realizar actividad física17. Sin embargo, también pueden fomen-
tar el consumo de alimentos y bebidas poco saludables18. Las reunio-
nes alrededor de la comida son un aspecto importante de la vida de
los inmigrantes, pues les ayudan a mantener las conexiones culturales
con su país de origen19. Sin embargo, los estudios también demues-
tran que las costumbres de origen cultural van cambiando a medida
que los inmigrantes llevan más tiempo viviendo en Estados Unidos,
un proceso que se denomina «aculturación»20. Por lo tanto, estudiar e
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AYAL A et al.
realizado en Estados Unidos con hombres de origen mexicano se halló
que el consumo de carne y alimentos con un alto contenido energé-
tico (p. ej., comida rápida y bebidas azucaradas) se consideraba como
un marcador de masculinidad, mientras que el consumo de verduras,
frutas y otros alimentos saludables era visto como un marcador de
feminidad34. Como dato importante, la evidencia demuestra que entre
los niños hispanos y latinos de origen mexicano que viven en Esta-
dos Unidos, el consumo frecuente de comida fuera de casa (semanal
o más a menudo) está asociado a un mayor riesgo de obesidad infan-
til35. Por lo tanto, es posible que estas normas de género sean uno de
los factores que contribuyen al mayor riesgo de obesidad infantil que
se observa entre los chicos hispanos y latinos de EE. UU. en compara-
ción con otras razas o etnias. Con respecto a las chicas, se ha obser-
vado que las mujeres que se ajustan a esa concepción de feminidad
comen en menor cantidad y más despacio que los hombres36,37. Los
estudios demuestran que la relación entre los hábitos de alimentación
y la feminidad tradicional convierte a la mujer en víctima de siluetas
estereotipadas y las expone a comportamientos perjudiciales relacio-
nados con el control del peso (como las dietas restrictivas)30,37,38. En
Estados Unidos, Neumark-Sztainer et al.39 demostraron que las adoles-
centes de distintas razas o etnias que adoptaban conductas de control
del peso poco saludables, tenían un incrementado Índice de masa cor-
poral (IMC) a lo largo del tiempo. La preocupación por tener un cuerpo
socialmente aceptable, reforzada por la construcción de la identidad
femenina, puede aumentar notablemente el riesgo de obesidad.
1.1.2 │ Las inuencias socioambientales y el entorno
familiar y domésco
En las familias hispanas y latinas de EE. UU. y los países latinoame-
ricanos existen, como en todas las familias, sistemas de jerarquías y
roles, así como determinadas normas que deben seguirse en función
del orden de nacimiento y el sexo. En estas familias los padres son
normalmente la autoridad, en consonancia con las expectativas sobre
el respeto hacia los mayores, y quienes tradicionalmente tienen una
autoridad incuestionable40,41. La naturaleza jerárquica de la estructura
de las familias hispanas y latinas tiene implicaciones en los roles, reglas
atribuyen al género25. Los estereotipos de género se refieren al con-
junto de roles sociales, normas de comportamiento y prácticas que se
consideran socialmente adecuados para hombres y mujeres, de forma
que, en función de ellos, se considera que una persona es masculina o
femenina en el contexto de una cultura y un periodo histórico concre-
tos26. En muchas culturas, la masculinidad se construye en oposición a
la feminidad o a lo que significa «ser femenino»27.
Por lo que se refiere a los comportamientos relacionados con el
peso, un mecanismo que puede subyacer a la influencia del entorno
social sobre la actividad física es el funcionamiento de las normas
sociales, particularmente los estereotipos de género. Los investi-
gadores han demostrado que la práctica de alguna actividad física
(p. ej., deportes de equipo de alta intensidad19) es normalmente
incompatible con las construcciones comunes del comportamiento
femenino28-30, pues los deportes son actividades relacionadas con
el género en las que el valor y la fuerza se asocian a rasgos mas-
culinos30. Las niñas mantienen una relación compleja con la activi-
dad física, ya que tienen la presión de que deben parecer femeninas
y actuar en consecuencia, lo cual limita su capacidad para compor-
tarse fuera de los límites normales de lo que se considera la femini-
dad heterosexual30,31. Algunas niñas cuestionan estas normas, pero
corren el riesgo de ser percibidas como excesivamente masculinas,
resultando en lo que Cockburn y Clarke31 describen como un «déficit
de feminidad». Las niñas hispanas y latinas de Estados Unidos y de
los países latinoamericanos también sufren la presión de que deben
ser femeninas y atléticas a la vez, lo que puede generar ambigüe-
dad y confusión29,30. Por ejemplo, las adolescentes costarricenses
afirman que se ven a sí mismas como objetos que los demás deben
apreciar29. A diferencia de los chicos hispanos y latinos de EE. UU.,
a los que les gusta practicar actividad física vigorosa y deportes de
equipo32, esta visión estereotipada puede impedir que las adolescen-
tes participen en una actividad física vigorosa en la que no pueden
presentar su cuerpo de forma estética. También describen algunas
actividades como «demasiado femeninas» y algunos deportes como
«masculinos»29,30,33, lo que contribuye a perpetuar la división de la
actividad física por género.
De forma paralela, también existen normas de género respecto
al consumo de alimentos. Por ejemplo, en un estudio cualitativo
Política
Comunidad
Organización
Relaciones
interpersonales
Individuo
Normas,
actitudes,
comportamientos
Entorno
familiar
y
domés-
tico
Cuidado
infantil,
sistemas
educativos,
atención
sanitaria
Vecindario,
comunidad
Influencia de la aculturación
Los TCS como agentes del cambio
Redes
sociales
FIGURA 1 Influencias socioambientales en la obesidad infantil en los distintos niveles ecológicos. TCS: trabajadores comunitarios de la salud
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1.1.3 │ Las inuencias socioambientales en los entornos
relacionados con el cuidado infanl, la educación y la salud
Fuera del entorno familiar, los niños se relacionan con distintas perso-
nas, como otros jóvenes y adultos con los que conviven para el cuidado
infantil, la escuela o el entorno sanitario. Estas personas transmiten nor-
mas sociales, son modelos de conducta y proporcionan o restringen el
acceso a los recursos. Por ejemplo, existen numerosas evidencias seña-
lando que las normas sociales sobre la alimentación tienen una profunda
influencia sobre la elección de los alimentos y las cantidades ingeri-
das37,38. Las normas tienen una poderosa influencia en la conducta, ya
que el seguirlas o no, se asocia a juicios sociales. El acatamiento de las
normas es más probable cuando no se sabe con seguridad cuál es el
comportamiento correcto y cuándo hay una mayor identidad compar-
tida con el grupo de referencia de la norma. Las normas sociales pueden
influir en la elección y el consumo de alimentos, alterando la propia per-
cepción o la valoración sensorial/hedónica de estos25. Los adolescen-
tes son especialmente vulnerables a aceptar los estereotipos de género,
porque buscan la aceptación y la validación social de otros adolescentes
de su mismo sexo54. En el caso de las chicas, suele ser muy importante
ser percibidas por sus pares como aliadas a los comportamientos social-
mente construidos y considerados apropiados para su género y como
personas que han logrado alcanzar los ideales femeninos29,30. Asimismo,
se ha demostrado que la dieta de los adolescentes también puede verse
influenciada por las normas sociales y que a menudo las normas de sus
pares tienen más peso que las de sus padres38.
Fuera del ámbito del hogar, existe limitada investigación sobre las
influencias socioambientales en los entornos de cuidado infantil, educa-
tivo y sanitario, que involucre a niños hispanos y latinos de EE. UU. o
a niños residentes en países latinoamericanos. Sin embargo, esta inves-
tigación es fundamental dada la evidencia sobre la sustituibilidad poten-
cial de los lazos sociales cuando las redes están deterioradas3. En relación
con el riesgo de obesidad, un estudio determinó que los niños hispanos
y latinos de Estados Unidos cuidados por una persona ajena a la familia
presentaban una probabilidad mayor de cinco veces de ser obesos que
los niños no hispanos en situación similar55. Los profesores y otras figu-
ras escolares importantes pueden ejercer una influencia socioambiental
sobre el peso de los niños y sus comportamientos relacionados con el
peso a través de un modelo de conducta10. También es posible que la dis-
ponibilidad y el acceso a diferentes tipos y cantidades de alimentos, así
como las oportunidades para practicar actividad física, jueguen un papel
en estos entornos56. También los profesionales sanitarios tienen una gran
influencia en el peso corporal de los niños y en los comportamientos
respecto al peso de las familias hispanas y latinas de Estados Unidos, y
merecen una atención mayor y más sistemática en este campo57,58.
1.1.4 │ Las inuencias socioambientales en la comunidad
Una cantidad considerable de estudios sobre cultura social han sido
guiados por el concepto de «síndromes culturales». Estos son construc-
tos sociales colectivos que ayudan a organizar e interpretar el mundo,
centrando la atención en elementos subjetivos del entorno, como
los valores, las normas, las creencias y las suposiciones59,60. Entre los
numerosos síndromes culturales identificados, el individualismo y el
colectivismo son los que han recibido mayor atención60,61. El primero
es la tendencia a considerarse uno mismo como la unidad social más
importante. Las sociedades individualistas hacen hincapié en el desa-
rrollo y la diferenciación de una personalidad y una identidad única, así
como en la autonomía y la primacía de los objetivos y las necesidades
y rituales, incluidos los patrones de comunicación dentro y fuera de la
familia, especialmente con las figuras de autoridad, como pueden ser,
por ejemplo, el jefe, el maestro, el policía, el pastor o el sacerdote. El
familismo es conceptualizado como un valor cultural fundamental que
exige al individuo someterse a un proceso de toma de decisiones más
colectivo, basado en la familia, así como a la responsabilidad y la obli-
gación de garantizar el bienestar de sus miembros (tanto los del núcleo
familiar como los de un círculo más amplio)15. Sabogal et al.20 definen
el sistema de valores del familismo y sus dimensiones básicas como
sigue: (a) obligaciones familiares (p. ej., ofrecer apoyo material y emo-
cional a los miembros de la familia); (b) apoyo percibido de la familia
(p. ej., los miembros de la familia se apoyan unos a otros para resol-
ver los problemas); y (c) la familia como referente (p. ej., las decisiones
y conductas deben consultarse con los miembros de la familia y ser
aceptadas por ellos). Al conceder tanto valor a la familia, los miembros
del grupo obtienen ayuda y respaldo social gracias a la proximidad
entre ellos, además de un medio para crearse una identidad. Los valo-
res de la familia latina están relacionados con el familismo, el respeto,
el cariño (afecto y demostraciones físicas) y la simpatía (calidez, predis-
posición positiva y evitación de conflictos). Por último, cabe destacar
que el respeto es la piedra angular de las relaciones entre hispanos y
latinos. El respeto rige una relaciones interpersonales recíprocamente
positivas42 y exige un comportamiento deferente hacia la familia, lo
que ayuda a mantener la armonía en su seno40. El respeto ha sido aso-
ciado a una mayor cohesión familiar y a una disminución de los con-
flictos familiares43.
Múltiples estudios han confirmado, tanto en Estados Unidos como
en América Latina, que estos valores tienen un efecto protector, redu-
ciendo el estrés familiar40. Sin embargo, en relación con el peso corpo-
ral y el comportamiento relacionado con él, la mayoría de los estudios
que han investigado el entorno familiar y doméstico se han centrado
más en las dimensiones relacionadas con la crianza que en el papel
que juegan otros miembros de la familia o la familia en su conjunto.
El padre y la madre son los agentes más próximos que influyen en las
conductas relacionadas con el peso de los niños; sin embargo, den-
tro de la familia hay otros subsistemas que también pueden aprove-
charse para favorecer un cambio en la conducta, como el sistema de la
pareja, el sistema padre-madre/hijo y el subsistema de los hermanos.
Las interacciones que se crean entre los miembros de la familia deter-
minan las acciones de otros miembros y también vienen determinadas
por ellas44. Por ejemplo, existe una relación entre los hábitos alimen-
tarios de los padres —incluidas las restricciones dietéticas y las presio-
nes para comer— y el peso de los niños45,46. En un estudio longitudinal
con familias hispanas de Texas, la presión observada sobre los niños
para que comieran fue asociada a un mayor peso corporal 3 años más
tarde, mientras que el control de la alimentación de los niños por parte
de sus cuidadores (p. ej., restringiendo el tipo y cantidad de alimentos
y bebidas consumidos) se asoció a un menor peso47. Los hábitos ali-
mentarios de los hermanos son más parecidos entre ellos que entre
los hermanos y sus padres48. Sin embargo, ni siquiera el modelaje de
las conductas alimentarias y la actividad física de los padres está siem-
pre relacionado con el peso de los niños49. Los abuelos suelen actuar
como protectores contra el exceso de peso de los niños en las pobla-
ciones hispanas y latinas de EE. UU., excepto en las de ascendencia
cubana50. Se ha observado que el funcionamiento positivo de la fami-
lia (es decir, adaptabilidad familiar y buena comunicación), la resilien-
cia familiar y la participación en comidas familiares son factores que se
relacionan positivamente con el mantenimiento óptimo del peso del
niño, y de los comportamientos relacionados con el mismo51-53.
5 de 12
AYAL A et al.
frescas, particularmente dada la probabilidad de que los estableci-
mientos de comida étnica dominen en estos vecindarios70. Los nuevos
inmigrantes que llegan a Estados Unidos procedentes de Latinoamé-
rica suelen tener unos hábitos alimentarios tradicionales muy ricos en
frutas y verduras, lo que favorece su disponibilidad en las tiendas de
alimentos y en otros entornos locales71,72. Por último, los enclaves de
inmigrantes pueden amortiguar o reducir los efectos del estrés y la dis-
criminación, lo que a su vez puede influir en los comportamientos rela-
cionados con el peso, como la dieta y la actividad física73.
1.1.5 │ Consecuencias de la aculturación sobre las
inuencias socioambientales que afectan a la obesidad infanl
La transversalidad de la aculturación puede tener efectos directos e
indirectos sobre el peso y los comportamientos relacionados con el peso
de los niños (Figura 1) (véase también Vilar-Compte). En relación con el
riesgo de obesidad, existe evidencia de que los niños hispanos y latinos
de Estados Unidos con madres fuertemente aculturadas (frente a las
menos aculturadas) tienen percentiles de IMC más altos74. Esto puede
ser explicado al considerar que las madres latinas de primera generación
son menos propensas a comprar alimentos precocinados y a comer fuera
de casa75. Asimismo, la brecha de aculturación lingüística y, en concreto,
las diferencias en el uso del inglés entre padres e hijos, se identificó
como un factor de riesgo de tener un alto percentil de IMC entre los
jóvenes que participaron en el Estudio de la salud de la comunidad his-
pana/Estudio de la juventud latina (ESCH/EJL) (HCHS/SOL Youth, por
sus siglas en inglés), financiado por el Instituto Nacional de Salud (NIH,
por sus siglas en inglés)76. Además, los resultados de otro estudio con
la misma muestra de jóvenes participantes en el ESCH/EJL, mostraron
que el mal funcionamiento familiar (p. ej., una comunicación menos efi-
caz) presentaba una modesta relación con el consumo de bebidas azu-
caradas únicamente entre los jóvenes aculturados77. Las experiencias
familiares dependen de los niveles de aculturación de padres e hijos,
pues ellos navegan en la convergencia de varias culturas que puede dar
diferente importancia al peso infantil y a los comportamientos relacio-
nados con el peso. Entre los resultados observados se incluyen cambios
en las normas; por ejemplo, el machismo es mayor entre aquellos que
conservan los valores tradicionales de su país de origen (es decir, entre
los menos aculturados)78. Del mismo modo, en un estudio diseñado para
promover la actividad física de los estudiantes inmigrantes latinos de
secundaria recién llegados al estado de Carolina del Norte (EE. UU.), se
observó una importante resistencia por parte de los padres a que sus
hijas participaran en los equipos deportivos de la escuela intermedia79.
En el contexto de Estados Unidos, Carolina del Norte es un receptor de
inmigrantes relativamente nuevo, sobre todo de familias hispanas y lati-
nas. Los valores tradicionales fueron más pronunciados que los observa-
dos en estudios anteriores en los que participaron familias del estado de
California (EE. UU.) de primera y segunda generación80.
1.2 │ Intervenciones en el entorno social para
prevenir y controlar la obesidad infanl
Saber que el entorno social ofrece tanto factores de riesgo como de
protección para la obesidad infantil, llevó a investigar sobre cómo
crear ambientes de apoyo social que incluyeran modelos a seguir de
conductas saludables y apoyaran la selección de alimentos saludables.
Este estudio ha dado lugar a varias revisiones sistemáticas que docu-
mentan cuáles son los tipos de planteamiento más eficaces y en qué
personales59,62. Frente a ello, las unidades sociales más importantes de
las sociedades colectivistas son los grupos a los que la gente pertenece,
como la familia y la comunidad, donde la identidad propia se define a
través de la pertenencia a estos grupos. En las sociedades colectivis-
tas, la influencia que el sentimiento de pertenencia a un grupo tiene
sobre la autodefinición se traduce en un deseo de mantener la armo-
nía intragrupal y en una tendencia a subordinar las preferencias y prio-
ridades personales a las del grupo59-62. El individualismo, por otro lado,
se define como una situación en la que las personas normalmente se
preocupan más por sí mismas y por sus familiares más cercanos, mien-
tras que el colectivismo se define como una situación en la que las
personas sienten que pertenecen a un grupo o colectivo más grande
que cuida de ellas a cambio de su lealtad, y viceversa. El colectivismo
también se puede definir como un conjunto de actitudes, creencias y
comportamientos compartidos por un grupo grande de personas. La
diferencia entre estas dos normas culturales se puede expresar por el
tipo de «interés» social normalmente presente, que se refiere a los lazos
y vínculos con los demás59-62. Por lo general, en Estados Unidos, Europa
y otras culturas «occidentales» se da prioridad a la autonomía, es decir,
a los logros individuales, la autosuficiencia y la autoafirmación. En cam-
bio, en otras culturas, especialmente en las de los países asiáticos, afri-
canos y latinoamericanos, se tiende a valorar más la interdependencia,
es decir, los logros colectivos, el acto de compartir y la colaboración63.
Los países individualistas son más propensos a cometer un error
de atribución fundamental, es decir, a caer en el sesgo de atribuir los
comportamientos de una persona a sus características individuales en
lugar de a la situación o al entorno en el que vive64. Este sesgo puede
trasladarse a las atribuciones de la obesidad, ya que se ha demostrado
que los países individualistas presentan una mayor tendencia a alber-
gar prejuicios contra la obesidad porque responsabilizan de su peso a
la propia persona65. Por el contrario, los países colectivistas son menos
propensos a vincular valores culturales negativos (ser obeso es malo)
con la persona (ser una persona obesa es malo). La culpabilización de
las personas obesas está sujeta a un componente cultural que varía
según el país. Se han observado menos prejuicios contra la obesidad
y menos atribuciones de controlabilidad individual en México, un país
colectivista, que en Estados Unidos, un país individualista66. La teo-
ría de la atribución sugiere que obtener apoyo para instaurar políti-
cas antiobesidad constructivas y no opresivas sería más difícil en un
país individualista, en el que la gente suele asignar al individuo una
mayor capacidad para controlar la obesidad64. Por el contrario, con-
seguir apoyo para instaurar políticas antiobesidad podría ser más fácil
en los países colectivistas en los que es menos probable que la gente
relacione la obesidad con el control individual64.
Esto es importante porque hay creciente evidencia de que las
prácticas culturales de una comunidad pueden influir en el riesgo de
obesidad infantil. Utilizando datos poblacionales del sur de Califor-
nia, se comparó a niños hispanos y latinos de madres hispanoparlantes
con niños de madres angloparlantes y se observó una relación curvi-
línea tal que una densidad específica de residentes hispanoparlantes
protegía contra el exceso de puntuaciones z del IMC infantil, mien-
tras que una densidad más baja o más alta no lo hacía67. Asímismo, se
observó que los niños pequeños que vivían en vecindarios estadouni-
denses con una mayor densidad de personas nacidas en el extranjero
tenían menor riesgo de obesidad68. Una explicación a esto, es que vivir
en enclaves de inmigrantes puede suponer un mayor acceso a miem-
bros de la red social que hablan el mismo idioma y tienen necesidades
e intereses parecidos69. Una segunda explicación, es que en algu-
nos enclaves de inmigrantes hay un mayor acceso a frutas y verduras
6 de 12 AYAL A et al.
demostrar habilidades y reforzar el cambio de conducta eran más efi-
caces que aquellos enfoques que utilizaban un único canal (p. ej., visi-
tas al médico o campañas de información)100,101. De igual modo, en
una revisión global en la que se evaluó la eficacia de la intervención
desde la perspectiva del desarrollo, se identificaron varias influencias
socioambientales importantes sobre las cuales deben direccionarse los
esfuerzos en un futuro83. En su análisis de las cascadas del desarro-
llo (es decir, de «las consecuencias acumulativas que se producen a lo
largo del tiempo y que generan la propagación descendente de efectos
dentro y entre dominios», p. 2), St. George et al.83 subrayaron la impor-
tancia del rol de la familia –y concretamente de los padres– durante la
infancia y describieron los mecanismos mediante los cuales las influen-
cias socioambientales pueden ser importantes para reducir el riesgo.
La crianza y la gestión familiar representan los conceptos globales que
reflejan los estilos parentales, las estrategias utilizadas, el modelaje
de los padres de conductas saludables y el fomento de un entorno de
apoyo social y físico que favorezca las decisiones saludables, incluidos
los patrones de alimentación y la actividad física83. En su revisión llega-
ron a la conclusión de que el modelaje de los padres y hacer accesibles
las opciones saludables son fundamentales para facilitar la adopción
de comportamientos saludables en la primera infancia (de 2 a 5 años).
Durante la segunda infancia (de 6 a 11 años) se identificaron como fac-
tores clave las estrategias de crianza efectivas (p. ej., monitoreo y esta-
blecimiento de límites) y el modelaje de los padres. Sin embargo, en
los análisis de mediación de los estudios sobre la adolescencia tem-
prana y tardía no midieron las dimensiones de la crianza ni las influen-
cias socioambientales generales, a pesar de que las tuvieron en cuenta
en sus intervenciones94. Por último, dado que las evidencias anteriores
apoyan la participación de los padres con los niños más pequeños, en
una revisión global realizada por Redsell et al.102 enfocada en la primera
infancia, se llegó a la conclusión de que el mecanismo para mejorar la
alimentación, la dieta y el peso de los niños involucra el mejoramiento
de las interacciones entre padres e hijos. También señalaron el poten-
cial de combinar varios canales de comunicación publicando contenidos
culturalmente relevantes en plataformas digitales y reforzándolos pos-
teriormente a través de los proveedores de servicios de salud del niño.
1.2.1 │ Agentes del cambio: trabajadores comunitarios de
la salud
Involucrar a los trabajadores comunitarios de la salud (TCS) en la pre-
vención y control de la obesidad infantil es otra estrategia viable y efi-
caz103. En Estados Unidos y Latinoamérica, los TCS a menudo imparten
cursos de formación a las familias en sus casas, utilizan técnicas de
entrevista motivacionales y enseñan a las familias a fijarse objetivos de
comportamiento, entre otras estrategias.104. Otros se dedican a poner
en contacto a las familias con los servicios de atención primaria y a
organizar visitas de control para los niños, en las que las conversa-
ciones entre la familia y el médico se centran en el peso y el desarro-
llo del niño.105. Los TCS también actúan como agentes del cambio en
los vecindarios y comunidades, involucrando a los restaurantes y otros
establecimientos a los que acuden los latinos para apoyar las conduc-
tas saludables71,106. Su función puede depender, en parte, del grado de
aculturación de la población a la que se dirigen. Por ejemplo, en una
revisión sistemática de las intervenciones de los TCS en poblaciones
hispanas y latinas de EE. UU. se observó que las personas con menor
conocimiento de inglés obtenían un mayor beneficio de los servicios
de asistencia lingüística prestados por los TCS, en comparación con
otras comunidades en las que resultaba más fácil acceder a recursos
condiciones81-84. A pesar de la notable cantidad de evidencia derivada
de esas revisiones sistemáticas, estas también han contribuido a iden-
tificar algunas brechas en la investigación.
En una revisión de 2018, en la que se incluyeron estudios de todo
el mundo con diferentes diseños, Bleich et al.81 encontraron la eviden-
cia más robusta para las intervenciones de prevención de la obesidad
basadas en la escuela y en múltiples sectores (p. ej., en la escuela y
en casa), incluyendo aquellas que involucran a los padres. El enfoque
de intervenciones multicomponente dentro de la escuela (p. ej., cam-
bios en el plan de estudios y el entorno físico) ha resultado ser el más
efectivo para alcanzar los resultados previstos, tanto en Estados Uni-
dos como en países latinoamericanos82. Entretanto, las intervenciones
multisectoriales pueden enfocarse en una serie de problemas, incluida
la creación de sinergias entre las estrategias de intervención para
reducir las barreras en múltiples contextos85; también parecen intro-
ducir menos inequidades en salud, porque llegan a poblaciones des-
atendidas86. Respecto a estas poblaciones, los factores relacionados
con la crianza y la familia (p. ej., la cohesión y la comunicación familiar)
se han identificado como los más importantes para que los interesados
se involucren en la intervención y se alcancen los resultados previs-
tos87. Un funcionamiento deficiente de la familia se asocia a un menor
cumplimiento de los programas de modificación del estilo de vida88.
Sin embargo, aparte de las intervenciones con familias y escuelas, las
influencias socioambientales consideradas y/o intervenidas para pre-
venir o controlar la obesidad infantil fueron identificadas en solo un
pequeño número de estudios que involucraron poblaciones hispa-
nas y latinas de EE. UU. y/o de países latinoamericanos. Entre estas
se incluye la intervención basada en la escuela realizada en EE. UU.,
en la que se utilizaron estrategias de mercadeo social para presen-
tar a los estudiantes de secundaria modelos de conductas físicamente
activos89, así como ensayos basados en la comunidad que involucra-
ron a miembros de la comunidad para promover opciones y conductas
saludables90,91. En Latinoamérica se han realizado varios estudios que
evalúan las intervenciones basadas en escuelas de primaria (Chile92,
Brasil93,94, México95 y Argentina96) y se han obtenido prometedores
resultados en la prevención y el control de la obesidad infantil utili-
zando diseños de ensayos controlados aleatorizados 81.
En uno de los pocos estudios que ha tenido en cuenta las influen-
cias sociales en las intervenciones realizadas para combatir la obesi-
dad infantil a nivel global, aunque limitado a las publicaciones en inglés,
Jalali et al.4 examinaron el papel moderador de tres tipos de influencias
familiares sobre el impacto de las intervenciones en la crianza de los
hijos: (1) proporcionar un entorno social de apoyo utilizando estrategias
de crianza efectivas (p. ej., monitoreo97) o mediante un estilo parental
de crianza efectivo (p. ej., autoritativo9,98,99); (2) modelar conductas salu-
dables; y (3) elogiar y fomentar las conductas saludables mostradas por
el niño. En estudios realizados a nivel global, incluidos 10 de Estados
Unidos, aunque ninguno de Latinoamérica, se observó que proporcio-
nar un entorno familiar de apoyo social fue más efectivo para fomen-
tar conductas saludables en los niños mayores (por encima de una edad
media de 8 años), mientras que «predicar con el ejemplo» fue más efi-
caz en los más pequeños (por debajo de una edad media de 8 años).
En una segunda revisión realizada por Venturelli et al.86 se des-
cribieron los mecanismos de acción de diversas intervenciones globa-
les para la prevención y el control de la obesidad infantil, que aluden
al potencial para intervenir en las influencias socioambientales de
diversos entornos. Una de las conclusiones que obtuvieron respecto
a las intervenciones en el entorno sanitario fue que el enfoque que
utilizaba varios canales de comunicación para compartir información,
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AYAL A et al.
(además de los métodos de recolección de datos en los que partici-
pan los residentes), los métodos de mHealth o evaluación ecológica
momentánea (EMA) e intervención ecológica momentánea (EMI), y los
estudios cualitativos.
El uso de métodos de grabación en vídeo puede aportar un conoci-
miento más profundo y contextualmente válido de la dinámica interper-
sonal y de los matices del entorno social del niño113,114. Específicamente,
observar el comportamiento del niño en tiempo real permite capturar
patrones de comportamiento que podrán tener mayor validez y mostrar
una mayor variabilidad de los comportamientos a lo largo del periodo
de observación. Estudios previos han demostrado que la investigación
observacional directa realizada en los hogares mediante observaciones
no estructuradas (p. ej., el juego y las rutinas) tiene más fiabilidad y vali-
dez predictiva del comportamiento estudiado que las investigaciones
realizadas en entornos de laboratorio con observaciones estructuradas.
Por ejemplo, grabar en video una comida familiar en la propia casa (es
decir, en un entorno natural y sin la presencia de observadores) mientras
las personas comen como lo hacen habitualmente (es decir, de forma
no estructurada) permitiría captar una representación más profunda de
los factores de crianza, familiares y culturales relacionados con la ali-
mentación, el bienestar emocional y la dinámica interpersonal. De igual
modo, un estudio en el que se incluyeron grabaciones de video y audio
de experiencias de compra conjunta entre padres e hijos hispanos y lati-
nos de EE. UU. arrojó evidencias de una mayor influencia de los padres
en la elección de los alimentos durante la compra115, en comparación
con lo que se documenta habitualmente sobre la influencia de la insis-
tencia de los niños (es decir, interacciones de petición de compra inicia-
das por los niños en los establecimientos)116.
Otro ejemplo es el uso del método Photovoice (Fotovoz) y otros
datos similares generados por los residentes para capturar los dife-
rentes dominios que atraviesa un niño en una semana normal, con el
fin de justificar las intervenciones en diversos contextos que influ-
yen en la dieta y la actividad física del niño19,117. La intervención de
ciencia ciudadana Nuestra voz descrita anteriormente ha demostrado
que la captura tecnológica de datos mediante fotos y audio puede
ser utilizada tanto por los jóvenes como por los adultos para mejorar
–en colaboración con los responsables de la toma de decisiones– los
entornos sociales y físicos locales de modo que favorezcan la salud,
incluidas la alimentación saludable y la actividad física109.
El método EMA permite observar los comportamientos a medida
que se desarrollan en su contexto, momento a momento118,119.
Mediante el uso de distintos tipos de tecnologías (p. ej., aplicación
para el móvil), el método EMA captura el comportamiento en tiempo
real. El método EMA permite identificar si los comportamientos tie-
nen con ver con el estado y, por lo tanto, si se ven influidos por meca-
nismos momentáneos (como el estrés, p. ej.) o si guardan más relación
con rasgos (es decir, son razonablemente estables). Los diseños que
incorporan análisis EMA resuelven las limitaciones de los diseños
transversales, como la causalidad inversa y el ordenamiento tempo-
ral de las variables. El método EMA también evita las limitaciones y los
sesgos inherentes al recuerdo retrospectivo. Además, es un método
que se presta bien a la ejecución de intervenciones. Por ejemplo, per-
mite identificar mecanismos momentáneos que influyen en las cos-
tumbres de alimentación de los padres, como el estrés o la depresión.
Estos mecanismos se pueden abordar mediante intervenciones que
utilicen el método EMI para reducir los hábitos de alimentación poco
saludables de los padres. La posibilidad de que estos métodos sean
aceptados por las diferentes poblaciones hispanas y latinas de EE. UU.
y Latinoamérica merece una mayor investigación.
y servicios en español107. La participación de los TCS como medio de
intervención con los niños y las familias es una oportunidad ideal para
interconectar importantes dominios del entorno social del niño.
1.2.2 │ Aumento del capital social en entornos locales
mediante «ciencos ciudadanos» compromedos con la
comunidad
Como se señala en el marco conceptual socioecológico, los entor-
nos locales y el sentido de interconexión, reciprocidad, confianza y
participación ciudadana que estos entornos crean (es decir, el capi-
tal social108), son otra fuente de influencia sobre los comportamien-
tos saludables y tienen especial importancia para la obesidad infantil.
Mediante la participación directa de los niños y sus padres en todos los
aspectos del proceso de investigación centrado en la comunidad para
luchar contra las barreras locales que influyen en estos comportamien-
tos relacionados con la salud, pueden obtenerse mejoras en diferentes
facetas del capital social109. Por ejemplo, en estudios de investigación
realizados en todo el mundo, incluidos estudios en escuelas de Colom-
bia y un estudio sobre Rutas seguras a la escuela (RSE) realizado en una
comunidad mayoritariamente latina de Estados Unidos, se aplicó con
éxito una forma de ciencia ciudadana denominada Nuestra voz para
mejorar el entorno social y físico y así promover la alimentación salu-
dable y la actividad física109. En el estudio de RSE realizado en EE. UU.,
la incorporación del programa de ciencia ciudadana de acción parti-
cipativa Nuestra voz junto al programa estándar de RSE de las escue-
las de primaria mediante el uso de plataformas tecnológicas consiguió
que al final del curso, se hubiera duplicado la participación de los alum-
nos en el programa de RSE y hubieran aumentado significativamente
los desplazamientos a pie o en bicicleta para ir y venir de la escuela, en
comparación con una escuela en la que únicamente se había implan-
tado el programa RSE110. Del mismo modo, los estudios realizados en
las escuelas de Colombia que utilizaron el programa Nuestra voz fue-
ron capaces de promover la cohesión comunitaria al empoderar a los
alumnos de 9 a 18 años para que ellos mismos identificaran los ele-
mentos que favorecían u obstaculizaban un entorno escolar saludable
y abogaran por el cambio111. Crear una sensación de empoderamiento
y participación social puede contribuir a aumentar la participación en la
escuela y mejorar el desempeño escolar, lo cual, a su vez, es fundamen-
tal para lograr el éxito social y económico en todo el mundo112.
1.3 │ Innovaciones metodológicas para aumentar
nuestros conocimientos sobre el entorno social
Existen numerosas vías de investigación a las que recurrir en un futuro
para aumentar nuestros conocimientos sobre las influencias socio-
ambientales en el peso y los comportamientos relacionados con el
peso entre los niños y las familias hispanas y latinas de Estados Unidos
y los países latinoamericanos.
Desde un punto de vista metodológico, las investigaciones con
métodos mixtos parecen ofrecer una comprensión más amplia del
entorno social del niño. Concretamente, la utilización de estos plan-
teamientos aporta amplitud (p. ej., métodos cuantitativos) y profundi-
dad (p. ej., métodos cualitativos) a la hora de entender las influencias
multinivel que actúan sobre el peso de los niños y su conducta en
relación con el peso. Tres metodologías mixtas que serían importan-
tes para futuras investigaciones sobre la obesidad infantil centradas
en el entorno social serían las grabaciones observacionales en vídeo
8 de 12 AYAL A et al.
información suficiente para comprender a fondo los principios con-
ceptuales y los métodos de las intervenciones estudiadas. En segundo
lugar, aunque sabemos que el entorno del hogar influye en el peso de
los niños y en las conductas relacionadas con el peso, se han realizado
pocos estudios sobre la influencia individual y colectiva de los distin-
tos miembros de la familia sobre los niños48; por ejemplo, la mayo-
ría de los estudios sobre crianza se han realizado solo con las madres.
Es importante tener en cuenta a otros miembros de la familia, como
el padre y los abuelos, ya que pueden tener un contacto regular con
el niño e influir en su comportamiento121. Además, como hemos seña-
lado anteriormente, hay insuficiente consideración de otras dimen-
siones culturales relevantes para estas relaciones interpersonales.
En tercer lugar, las distinciones hechas entre las intervenciones que
requieren acciones individuales versus aquellas que requieren cambios
estructurales o del entorno físico que son diseñadas para promover
una acción individual más saludable no suelen tener suficientemente
en cuenta las influencias socioambientales86. Por último, aunque cada
vez son más los estudios que se llevan a cabo a ambos lados de la
frontera, hasta la fecha ha habido pocas iniciativas de colaboración
que estudien cómo pueden diferir las estrategias de intervención y los
conocimientos sobre ellas entre las poblaciones latinas de EE. UU. y
los países latinoamericanos. Estos estudios de colaboración entre paí-
ses podrían arrojar más luz sobre problemas comunes y ofrecer solu-
ciones de las que podrían beneficiarse ambas regiones.
2.2 │ Líneas de trabajo para el futuro
Nuestras limitaciones ya indican los puntos que requieren más aten-
ción. Además de los pasos que se detallan más adelante, es preciso
investigar más en las áreas que se indican a continuación. En primer
lugar, debemos considerar el estudio de las posibles sinergias entre
los comportamientos relativos a la dieta y la actividad física en rela-
ción con los entornos sociales para comprender mejor cómo aprove-
char esas influencias, algunas de las cuales pueden complementarse
entre ellas, aunque otras no. En segundo lugar, para nuestra inves-
tigación sería beneficioso que pudiésemos deconstruir las normas,
actitudes y comportamientos que muchos chicos y chicas siguen inte-
riorizando respecto a los roles de género. Una estrategia prometedora
para mejorar la dinámica en torno a la decisión de realizar actividad
física y adoptar hábitos alimentarios saludables consiste en involucrar
a los agentes de la socialización (padres, amigos y profesores) para
romper los estereotipos de la adecuación al género. En tercer lugar,
los investigadores que estudian su implementación podrían examinar
la influencia de las creencias culturales sobre la participación en la
intervención. Por ejemplo, en intervenciones realizadas anteriormente
con familias hispanas y latinas de EE. UU. con el objetivo de preve-
nir y controlar la obesidad infantil se observaron problemas de par-
ticipación. Entre los factores asociados a la escasa participación se
encuentra la salud mental de la madre122. En uno de los pocos estu-
dios nacionales de cohortes en los que se examinaron los roles de
género del machismo y el marianismo (ESCH/EJL) se observó que las
ideas culturales del marianismo (es decir, la consideración de la mujer
como pilar de la familia, báculo espiritual y fuente de virtud) se aso-
ciaban a síntomas de depresión, ansiedad e ira entre las mujeres his-
panas y latinas de EE. UU.123. El marianismo es un conjunto de valores
y expectativas sobre los roles de género femeninos que ensalza el
papel de la mujer dedicada a la familia y el hogar; también fomenta la
pasividad, el respeto por los valores y comportamientos patriarcales
(p. ej., protección), la abnegación y la castidad40. El marianismo se ha
Utilizar entrevistas cualitativas para registrar las opiniones de
individuos, miembros de la familia, profesores y gestores escolares,
médicos y personal de salud y miembros de la comunidad sobre sus
motivaciones y actitudes respecto a los comportamientos alimentarios
y de actividad física de los niños es un método robusto para conocer
a fondo los posibles factores de riesgo y protección13. Por ello, es más
probable que las influencias culturales del entorno social del niño se
puedan comprender mejor mediante el diálogo cualitativo que a través
de la realización de encuestas.
2 │ CONCLUSIONES
El objetivo de este artículo era describir las influencias socioambienta-
les sobre el peso y la conducta relacionada con el peso de los niños en
los diversos niveles de influencia del marco conceptual socioecológico.
También pretendíamos describir el estado de la evidencia respecto a la
intervención en las influencias socioambientales con el fin de prevenir
y controlar la obesidad infantil entre las poblaciones hispanas y latinas
de EE. UU. y Latinoamérica. La evidencia obtenida a través de los estu-
dios observacionales respalda en cierta medida la importancia de las
normas sociales individuales en comportamientos relacionados con el
peso que pueden ser específicos de la cultura latina/hispana. Además,
los estudios observacionales respaldan firmemente la importancia de
la crianza de los hijos, la familia y del entorno en el hogar sobre el
peso y las conductas relacionadas con el peso. No obstante, es nece-
sario seguir investigando las influencias sociales en todos los países
respecto a los individuos en otro contexto. En cuanto a los estudios de
intervención, y de acuerdo con las revisiones sistemáticas disponibles,
la evidencia obtenida en los estudios realizados hasta la fecha apoyan
las intervenciones en los entornos sociales de los niños, en particu-
lar las dirigidas a los comportamientos de los padres y a determina-
dos aspectos de los entornos familiar y del hogar. Otros ámbitos de las
poblaciones latinas y latinoamericanas también prometedores, aunque
menos estudiados, en los que deben continuar las evaluaciones sis-
temáticas, son el cuidado infantil, la educación, la asistencia sanita-
ria y otros entornos comunitarios (p. ej., los vecindarios). A pesar de
la escasa evidencia existente hasta la fecha, especialmente en los paí-
ses sudamericanos, es posible que una de las razones por las que las
intervenciones multicomponente basadas en las escuelas parecen ser
especialmente eficaces para lograr cambios, es que estas involucran
numerosas fuentes de influencia social. Por ejemplo, Vargas et al.21
sugirieron que la participación activa de los padres en las intervencio-
nes de las escuelas podría fomentar también la cohesión social, lo cual
refuerza aún más la eficacia de este tipo de intervenciones multicom-
ponente, sobre todo entre las poblaciones desatendidas. En los estu-
dios de ciencia ciudadana de poblaciones latinas y latinoamericanas,
también se observaron los efectos positivos de la participación activa
de padres y alumnos109. Un beneficio potencial logrado por los inves-
tigadores y profesionales que estudiaron la mejor forma de acceder y
servir a los grupos más colectivistas y orientados a la familia es que
presentaron una menor tendencia a considerar el problema del sobre-
peso y la obesidad de forma aislada del contexto social, un problema
que se ha dado en otros estudios de la obesidad120.
2.1 │ Limitaciones
Este estudio presenta algunas limitaciones que deben tenerse en
cuenta. En primer lugar, estamos de acuerdo con St. George et al.83
en que la mayoría de los artículos sobre intervenciones no ofrecen
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lias de origen mexicano de Estados Unidos124. Tener en cuenta las
creencias culturales y la salud mental de los padres a la hora de invo-
lucrarlos en la prevención y el control de la obesidad infantil es fun-
damental para lograr los resultados deseados.
Por último, es necesario realizar estudios transfronterizos que
nos ayuden a comprender mejor las similitudes y diferencias entre las
distintas regiones cuando se trata de las influencias socioambientales
sobre el peso de los niños y las conductas relacionadas con el peso.
AGRADECIMIENTOS
Los autores desean manifestar su agradecimiento a los participantes y
a las organizaciones que apoyaron la investigación que se describe en
este documento.
CONFLICTOS DE INTERESES
Ninguno.
INFORMACIÓN SOBRE FINANCIACIÓN
Este estudio ha sido financiado por el National Institute on Mino-
rity Health and Health Disparities (DOI: 10.13039/100006545), beca
U54 MD012397, el National Heart, Lung, and Blood Institute (DOI:
10.13039/100000050), beca R01 HL126171, y el National Can-
cer Institute (DOI: 10.13039/100000054) becas R01 CA211048 y
P20 CA217199.
ORCID
Jerica M. Berge https://orcid.org/0000-0003-3371-351X
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