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Revista de Lingüística y Lenguas Aplicadas
Vol. 16 año 2021, 175-183
EISSN 1886-6298
https://doi.org/10.4995/rlyla.2020.14606
IMPRECISIONES TERMINOLÓGICAS DERIVADAS DE LA TRADUCCIÓN EN EL ÁMBITO DE LA
LINGÜÍSTICA FORENSE
Mercedes Ramírez Salado
Universidad de Cádiz, España
Resumen: La lingüística forense, entendida en sentido estricto como la disciplina encargada del estudio del lenguaje probatorio
o evidencial, se ocupa del análisis de aquellas pruebas relacionadas con el lenguaje que forman parte de una investigación legal
o policial. Esta disciplina aplicada cuenta con un recorrido relativamente corto en el panorama científico, pues la propia aparición
del término data de 1968, por lo que ciertos aspectos de la materia están aún en desarrollo o necesitan de mayor consolidación.
En este sentido, uno de los problemas que hallamos se encuentra en su terminología, la cual no presenta el mismo estado de
normalización ni las mismas dificultades en todas las lenguas. Concretamente, en este trabajo, nos centraremos en los problemas
terminológicos que presenta la lingüística forense en nuestra lengua y que vienen derivados de cuestiones traductológicas.
Palabras clave: terminología, análisis terminográfico, traducción, lingüística forense, léxico especializado.
TERMINOLOGICAL INACCURACIES RESULTING FROM TRANSLATION IN FORENSIC LINGUISTICS
Abstract: In a restrictive sense, Forensic Linguistics can be defined as the discipline whose main objective is the study of language
as evidence, that means that it deals with the analysis of language evidences when they are involved in a legal process or a police
investigation. This field of applied linguistics has a relatively short scientific history, since the very first appearance of the term is
dated in 1968. For this reason, certain aspects of the subject are still in development or need further consolidation. One of the
problems that should be solved are those related to its terminology, which does not present the same level of standardization or
the same diculties in all languages. Specifically, in this paper, the terminological problems caused by translation from English
to Spanish will be discussed.
Keywords: terminology, terminographical analysis, translation, forensic linguistics, specialized lexicon.
1. INTRODUCCIÓN
Analizar el léxico especializado de una disciplina nunca es una labor sencilla, pero cuando esa materia es,
además, de reciente surgimiento y cuenta con una corta trayectoria científica en una lengua, el estudio de su
terminología se convierte en un reto y una necesidad. La razón principal es que un ámbito de especialidad que se
encuentra en un incipiente estado de desarrollo está también en la fase de creación, consolidación y normalización
de su terminología, pero este aspecto no es siempre la prioridad de los investigadores, pues este objetivo se sitúa
en un plano secundario cuando lo comparamos con otros como la formación, la divulgación o la realización de
investigaciones prácticas en la disciplina en cuestión.
De este modo, hallamos que la lingüística forense, en la que se centra esta contribución, puede considerarse
una materia idónea para el estudio terminológico, pues surge en el panorama científico hace menos de 50 años.
Específicamente, se data el origen en 1968, a partir de la publicación de la obra The Evans Statements: a case for
Forensic Linguistics, del lingüista sueco Jan Svartvik, aunque no es hasta la década de los 90 cuando empieza a
cobrar relevancia y aumentar su repercusión en la sociedad.
La lingüística forense nace, en aquel momento, vinculada al estudio del lenguaje como evidencia y en una
obra en la que se analizan declaraciones policiales, aunque debemos mencionar que, con el transcurso de los
años, esta disciplina ha ampliado sus campos de actuación. Así, precisamente a causa de este mayor alcance,
parece haberse originado un problema terminológico, porque se ha dado lugar a dos concepciones de la materia
To cite this article: Ramírez Salado, M. (2021). "Terminological inaccuracies resulting from translation in forensic linguistics". Revista de Lingüística y Lenguas
Aplicadas,16, 175-183. https://doi.org/10.4995/rlyla.2021.14606
Correspondence author: mercedes.ramirez@uca.es
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Received: 2020-11-13 Accepted: 2021-01-19
Mercedes Ramírez Salado
Imprecisiones terminológicas derivadas de la traducción en el ámbito de la lingüística forense
y, en consecuencia, a dos definiciones de la misma, por lo que el término lingüística forense se ha convertido en
polisémico.
Por un lado, tenemos la definición más restrictiva, que permanece estrechamente unida al origen de la
disciplina y que la concibe como el estudio del lenguaje probatorio o evidencial, y, por otro lado, encontramos una
concepción más amplia de la materia, que entiende la lingüística forense como la interfaz entre lengua y derecho,
ocupándose, por tanto, del lenguaje jurídico, del lenguaje del procedimiento judicial y del lenguaje probatorio o
evidencial.
Si bien esta última y abarcadora definición parece ser la más extendida en el ámbito científico actual, esta
contribución se enmarca en la concepción restrictiva, pues consideramos que es la más fiel a la labor del lingüista
forense, porque tanto el lenguaje jurídico como el lenguaje del procedimiento judicial han sido y son objeto de
estudio de otros especialistas del lenguaje (cf. Ramírez Salado, 2017).
Una vez delimitada la disciplina en la que se centra este trabajo, debemos destacar que sus problemas
terminológicos no se deben únicamente a la polisemia o a imprecisiones en la traducción de tecnicismos, sino
que vienen generados por su carácter novedoso e interdisciplinar y por la falta de consenso existente en las
unidades terminológicas empleadas en la bibliografía científica por parte de los distintos expertos que trabajan en
lingüística forense.
El estudio que aquí presentamos parte de los problemas terminológicos existentes en español motivados
por las imprecisiones en la traducción de ciertas unidades terminológicas procedentes de la lengua inglesa.
Frecuentemente, se considera al inglés como la lengua científica por excelencia, pues a nivel internacional se ha
aceptado como la lengua de trabajo y es muy habitual encontrar trabajos publicados en este idioma. Esto favorece
la normalización terminológica en esta lengua, pero, como veremos en su aplicación a la lingüística forense,
origina una inestabilidad en otras lenguas.
En el caso de la lingüística forense observamos una clara tendencia al uso de la lengua inglesa, pues las
primeras instituciones y asociaciones destinadas a la investigación en esta materia tienen su origen en el Reino
Unido1. Concretamente, en 1991 se crea en York (Inglaterra), la que es hoy la principal asociación de fonética
y acústica forense, la denominada International Association for Forensic Phonetics and Acoustics (IAFPA), que
cuenta con más de 120 miembros en todo el mundo y que da lugar a que se funde, en 1992, la asociación de
referencia para toda la comunidad científica en la actualidad, esto es, la asociación internacional de lingüistas
forenses, conocida por sus siglas en inglés IAFL (International Association of Forensic Linguists), que se define
teniendo en cuenta las dos concepciones del término lingüística forense:
an organization that consists primarily of linguists whose work involves them in the law. Narrowly defined, this means
linguistic evidence in court (authorship attribution, disputed confessions, etc.), but the association also aims to bring
together those working on all aspects of language and the law (legal language, language in the legal process, and
language as evidence). (IAFL)
A pesar de esto, también existen otras asociaciones, grupos y centros de investigación que emplean lenguas
de trabajo distintas al inglés, aunque es menos frecuente encontrar publicaciones científicas en dichas lenguas
y, las que se encuentran, presentan una terminología que hay que analizar detenidamente. Por todo ello, en esta
contribución nos centramos en una de estas lenguas, específicamente, en el español, pues la lingüística forense
parece estar en expansión y su terminología, por el momento, no parece alcanzar un consenso. Para llevar a cabo
este estudio, partimos de un corpus electrónico y especializado, que incluye más de medio centenar de obras
publicadas en español sobre la disciplina que nos ocupa y otro corpus de idénticas características con trabajos
publicados en lengua inglesa, con el fin de analizar y contrastar los términos en sus contextos de uso.
2. LA TERMINOGRAFÍA COMO HERRAMIENTA PARA LA CLARIFICACIÓN TERMINOLÓGICA
Podemos definir la terminología como la materia encargada del estudio de los fundamentos teóricos y las bases
conceptuales que subyacen al análisis de los términos y, la terminografía, como la vertiente de la terminología
que se ocupa de las cuestiones metodológicas y prácticas vinculadas a la elaboración de ficheros terminológicos
y a la confección de léxicos especializados (cf Casas Gómez, 2007). De esta forma, dado que a la hora de
abordar un trabajo terminológico la metodología es un aspecto fundamental, la terminografía se presenta como
1 Sin embargo, de acuerdo con Blackwell (2013), los primeros encuentros entre lingüistas forenses se produjeron en Alemania, a finales de los años 80, cuando la policía
federal alemana (Bundeskriminalamt) y, posteriormente, la Universidad de Mannheim organizaron una serie de conferencias sobre la materia, aunque parece que tuvie-
ron escasa repercusión desde el punto de vista científico.
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Imprecisiones terminológicas derivadas de la traducción en el ámbito de la lingüística forense
una herramienta de gran utilidad que, además, a través de sus distintas técnicas y métodos de trabajo, contribuye
a la descripción y posterior clarificación de la terminología de un ámbito especializado2.
Al elaborar cualquier trabajo terminográfico, el terminólogo debe plantearse distintos objetivos y cumplir una
serie de criterios. Concretamente, el proceso comienza en el momento en que este especialista selecciona el
dominio de estudio, ya sea por inquietudes científicas particulares o mediante un encargo realizado por otros
investigadores, traductores o empresas. Posteriormente, tendrá que determinar el tipo de trabajo a desarrollar,
por lo que, de acuerdo con Cabré (1993), atenderá al número de lenguas (monolingüe, bilingüe o plurilingüe), al
carácter del trabajo (sistemático o puntual) y a la finalidad (metodología prescriptiva o descriptiva). El siguiente paso
supone la selección de las unidades de estudio, es decir, el terminólogo tendrá que determinar cuidadosamente
cuáles son los términos propios de la materia que le ocupa y, para ello, existen diversas técnicas, por lo que queda
en manos del terminólogo la elección y aplicación del método más adecuado a su contexto de trabajo.
La siguiente etapa es la de documentación3, donde habrá que recopilar y sistematizar la información recabada
sobre el dominio de estudio, en general, y sobre cada unidad terminológica, en particular. Una de las últimas
labores es la del diseño del modelo de ficha terminológica que resulta fundamental para el éxito del trabajo,
pues es el soporte donde se consigna toda la información terminológica y se muestran los posibles problemas y
soluciones de cada término estudiado. Finalmente, podemos considerar que el trabajo terminográfico ha concluido
cuando se plasma el resultado final en un léxico especializado, una base de datos terminológica, un diccionario
especializado u otro soporte que permita la consulta por parte de otros investigadores.
De entre todas las fases mencionadas, destacamos la elección del tipo de trabajo y el diseño del modelo de
ficha terminológica, por ser momentos clave para la labor de clarificación terminológica que aquí nos ocupa. Así,
cabe destacar que entendemos por clarificación terminológica el proceso por el cual se describen las dificultades
presentes en el léxico de un dominio de especialidad y se proponen soluciones basadas en la desambiguación,
unificación o normalización de ciertas unidades.
Respecto al tipo de trabajo, dado que atiende a diferentes cuestiones, comentaremos únicamente la relevancia
de dos de ellas para esa tarea de clarificación que venimos tratando. La primera es la elección del número de
lenguas, porque supone recopilar información terminológica en una única lengua o en varias y, en el caso de
trabajar con dos o más lenguas, porque podrán localizarse dificultades derivadas de la traducción y, si es posible,
también resolverlas, por lo que esta fase queda estrechamente vinculada con la detección de imprecisiones y
la clarificación de estas. La segunda es la finalidad del trabajo, pues al llevar a cabo un estudio terminológico
de carácter prescriptivo se buscará la normalización y regulación de los usos técnicos, tomando como base
la unificación de denominaciones, mientras que al desarrollar un trabajo de corte descriptivo únicamente se
describirá y analizará la situación terminológica del ámbito de estudio. En definitiva, un trabajo prescriptivo o un
trabajo de carácter mixto contribuirían a la clarificación terminológica, lo que, combinado con un sistema bilingüe
o plurilingüe, lograría detectar y resolver imprecisiones derivadas de la traducción. Como veremos más adelante,
este es el método que se ha aplicado a un análisis terminológico de la lingüística forense, donde hemos trabajado
con un sistema bilingüe y de carácter mixto, con el fin de localizar y clarificar, en la medida de lo posible, los
problemas existentes en la terminología de esta materia en español.
La otra fase del trabajo terminográfico que hemos considerado esencial para esta labor de clarificación ha
sido el diseño del modelo de ficha terminológica, puesto que este documento constituye el soporte donde se
consignan y organizan todos los datos recabados sobre cada unidad o uso terminológico4. Actualmente, existen
distintos modelos de representación terminográfica orientados hacia diferentes propósitos, por lo que no siempre
tendremos que diseñar un modelo, sino que podremos tomar uno ya desarrollado por otros autores o incluso
adaptarlo a los requerimientos de cada investigación. Esta decisión es, sin lugar a dudas, fundamental para
la consecución de los objetivos marcados, porque un modelo que no se adecue a las necesidades del léxico
especializado que está siendo estudiado podría invalidar toda la investigación.
2 Precisamente, en el marco de la terminografía y con el fin de contribuir a la clarificación de la terminología de la semántica léxica actual surgió uno de los proyectos
en los que se enmarca este trabajo. Concretamente, en el proyecto de investigación de excelencia titulado Comunicación especializada y terminografía: usos termino-
lógicos relacionados con los contenidos y perspectivas actuales de la semántica léxica (FFI2014-54609-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad
(Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia. Subprograma Estatal de Generación del Conocimiento).
3 En relación con esta fase del trabajo terminológico, destacamos dos proyectos de investigación que se encuentran actualmente en curso desde el Instituto Universitario
de Investigación en Lingüística Aplicada de la Universidad de Cádiz. El primero, titulado Lingüística y nuevas tecnologías de la información: la creación de un repositorio
electrónico de documentación lingüística (referencia: FEDER-UCA18-107788), está cofinanciado por el Programa Operativo FEDER 2014-2020 y por la Consejería de
Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad de la Junta de Andalucía, y, el segundo, titulado Lingüística y humanidades digitales: base de datos relacional de
documentación lingüística (referencia: P18-FR-2511), está financiado por la Junta de Andalucía en la Convocatoria de ayudas a la I+D+i en el ámbito del Plan Andaluz
de Investigación, Desarrollo e Innovación (PAIDI 2020).
4 En función de las características del estudio y, sobre todo, del modelo de ficha terminológica escogido, se realizará un estudio únicamente de términos o un análisis
más preciso donde se tomen en consideración las distintas acepciones y usos técnicos que cada unidad terminológica pueda tener. Todos los modelos de documento
terminológico, excepto el propuesto por Casas Gómez, parten del término como unidad de estudio, mientras que el de este autor toma como punto de partida los usos
terminológicos. Véase, para más información, Casas Gómez (2006, 2018 y 2020a).
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Imprecisiones terminológicas derivadas de la traducción en el ámbito de la lingüística forense
De entre todas las propuestas de ficha terminológica existentes destacan, por su utilidad, frecuencia de uso
y relevancia científica, los modelos propuestos por Auger y Rousseau (1977), Dubuc (1992), Cabré (1993), la
estación Terminus desarrollada en el seno del Institut de Lingüística Aplicada de la Universitat Pompeu Fabra
(IULA) y Casas Gómez (1999 y 2006)5. A su vez, consideramos que el modelo de Casas Gómez, cuya patente
intelectual ha sido recientemente registrada (nº registro: 202099908175522), se presenta como el más apropiado
para el estudio de la terminología de la lingüística forense, pues está diseñado específicamente para la terminología
lingüística y, además, es el más exhaustivo, con un total de 25 registros informativos. No obstante, fue necesario
realizar algunas modificaciones sobre este modelo para ajustarlo a las características terminológicas del ámbito
que nos ocupa.
De este modo, elaboramos, a partir del citado modelo, un nuevo diseño de carácter bilingüe, en el que
se suprimieron ciertos registros que no resultaban relevantes para la lingüística forense y se añadieron otros
destinados a la recopilación de nuevas informaciones. Entre ellas, destacamos la inclusión de las variantes
denominativas, porque, debido a la inestabilidad que presentan algunas unidades terminológicas del ámbito de la
lingüística forense, es frecuente hallar distintas denominaciones para aludir a un mismo concepto. Precisamente,
la bilingualización del modelo y la inserción de las variantes denominativas fueron dos elementos clave para poder
estudiar, posteriormente, los problemas derivados de la traducción y contribuir así a la clarificación terminológica.
Nuestro documento de trabajo se compone finalmente de 23 registros, de los cuales 16 se duplican para consignar
las informaciones tanto en inglés como en español y 3 se mantienen inmutables (coincidiendo con las casillas
sombreadas en la tabla), pues son válidas en ambas lenguas (véase Tabla 1).
Tabla 1. Ficha de informaciones
Término de entrada ESPAÑOL INGLÉS
Subíndice Equivalente en inglés Subíndice
Variación denominativa
Área(s) temática(s)
Sigla
Estatus del término
Definición
Fuente de la definición
Nivel de metalengua
Contextos representativos
Fuente de cada contexto
Remisiones a términos sinónimos
Remisiones a términos hiperónimos
Remisiones a términos hipónimos
Remisiones a términos antónimos
Coincidencias terminológicas
Equivalencias en otras lenguas
Fuente de las equivalencias
Fuentes documentales
Bibliografía recomendada
Observaciones y notas
Como se puede comprobar, la terminografía, como vertiente metodológica y práctica de la terminología,
se constituye como un conjunto de herramientas imprescindibles para el correcto desarrollo de cualquier
investigación terminológica. Asimismo, centrándonos únicamente en nuestro objetivo de detección y clarificación
de imprecisiones derivadas de la traducción, observamos que es fundamental un adecuado diseño del trabajo,
por lo que las directrices, técnicas y métodos proporcionados por la terminografía son también el único medio
para alcanzar con éxito este fin (cf. Ramírez Salado y Álvarez Torres, 2018).
5 Una descripción más detallada acerca de los modelos citados se puede encontrar en Ramírez Salado (2019).
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Imprecisiones terminológicas derivadas de la traducción en el ámbito de la lingüística forense
3. ANÁLISIS DE LAS IMPRECISIONES DERIVADAS DE LA TRADUCCIÓN EN LA LINGÜÍSTICA FORENSE
Una vez delimitada la lingüística forense y habiendo evaluado la utilidad de la terminografía para la clarificación
terminológica, detallamos a continuación los principales problemas hallados en la terminología de esta disciplina,
así como posibles soluciones a estas dificultades. Asimismo, debemos especificar que todos los resultados han
sido obtenidos tras un pormenorizado análisis de más de un centenar de usos terminológicos de la lingüística
forense (cf. Ramírez Salado, 2019).
Al inicio de la investigación nos planteamos, como uno de los objetivos, el estudio de las imprecisiones derivadas
de la traducción que tienen lugar en español, porque la terminología de la lingüística forense en esta lengua parte
de los términos ya establecidos en inglés y, además, siendo el inglés la lengua científica por excelencia y la lengua
en la que mayor número de publicaciones sobre lingüística forense hallamos, entendemos que su terminología
está más extendida y normalizada. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que la lingüística forense, como
hemos comentado anteriormente, es una disciplina de surgimiento reciente y que, aunque en el ámbito anglófono
cuente con mayor recorrido, su terminología también puede presentar ciertas dificultades en esta lengua.
En las unidades terminológicas que hemos considerado imprecisas a causa del modo en que han sido
traducidas encontramos, mayoritariamente, distintas denominaciones para un mismo concepto, coincidiendo con
lo que diversos autores denominan equivalencia facultativa (cf. Elena García, 1998; Cartagena, 2000 o Seguí,
2012). Esta equivalencia facultativa se produce cuando en la lengua meta hay varios equivalentes para una única
unidad en la lengua de origen, esto es, cuando se da “una correspondencia 1: muchos a nivel de la expresión y 1:1
a nivel de contenido” (Cartagena, 2000: 262). Así, tras el estudio realizado, hemos seleccionado algunas unidades
cuyo correlato en inglés está muy claro, pero que presentan serios problemas denominativos en español. Estas
unidades son: fonética forense o fonética judicial (forensic phonetics), lenguaje probatorio o lenguaje evidencial
(language as evidence), espectro medio a largo plazo, espectro medio de largo alcance o espectro medio de largo
término (long term average spectrum) y razón de verosimilitud, relación de verosimilitud, ratio de verosimilitud
o proporción de verosimilitud (likelihood ratio). Como se puede apreciar a partir de esta mera enumeración de
denominaciones, nos encontramos ante dificultades en español que no ocurren en inglés, lo que nos lleva a
pensar que el conflicto se ha originado en la traducción, por lo que trataremos de describirlo y, en la medida de lo
posible, resolverlo con el fin de arrojar luz sobre el uso de una u otra(s) de estas unidades.
En el ámbito de la lingüística forense, el término forensic phonetics no es objeto de cuestionamiento alguno
en la lengua inglesa (cf. Hollien, 1990 y 2012; Jessen, 2008 o Nolan, 1991), pero ha dado lugar en español a dos
términos distintos: por un lado, fonética forense (cf. Congosto Martín, 2015 o McMenamin, 2017), y, por otro,
fonética judicial (cf. Gil Fernández, 2014). Los autores que emplean uno u otro lo hacen siendo conscientes de
que parten de un único término en la lengua de origen, correspondiéndose este hecho con el citado concepto
de equivalencia facultativa. No obstante, algunos autores parecen haberse cuestionado la representatividad de
la denominación fonética forense en la terminología que se emplea en el ámbito hispánico y han optado por la
sustitución del adjetivo forense. Ante esta situación y para evitar que la convivencia de ambos términos cause
equívocos, proponemos dos medidas. Por un lado, la primera solución, y a nuestro modo de ver la más adecuada,
sería la supresión de una de las dos unidades. De esta forma, consideramos preferible el empleo y estandarización
de la unidad fonética forense, por ser la que tiene un uso más extendido y reconocido y la que mantiene una
relación más directa con su equivalente en inglés forensic phonetics. Además, ya contamos en español con
precedentes en otras áreas de la criminalística en las que el adjetivo forense forma parte de sus constituyentes,
como pueden ser antropología forense, medicina forense, odontología forense, química forense o entomología
forense.
Por otro lado, la segunda solución supondría el establecimiento de distinciones conceptuales entre una unidad
y la otra. Desde esta perspectiva, la unidad terminológica fonética forense podría emplearse cuando se aluda a
una prueba de carácter fonético en una investigación de índole policial (análogamente a las denominaciones que
reciben otras ramas de las ciencias forenses) y fonética judicial podría limitarse a aquellas ocasiones en las que
las pruebas se aporten en juicios. Si bien esta segunda solución favorece la coexistencia de ambos términos, nos
parece poco relevante añadir el matiz distintivo, pues fonética forense podría englobar, como ocurre en inglés, el
análisis de la voz en entornos policiales y judiciales.
Otras de las unidades que muestran problemas en español son las originadas a partir del término inglés
language as evidence. Este concepto está asociado a la visión restrictiva de la lingüística forense, esto es, la que
define la disciplina como la encargada del estudio del lenguaje como evidencia o, en inglés, language as evidence.
Así, mientras que en inglés solo hallamos esta denominación (cf. Levi, 1994 o Coulthard y Johnson, 2010), en
español se generan dos unidades terminológicas distintas: por una parte, lenguaje probatorio y, por otra, lenguaje
evidencial. Ambas unidades remiten originalmente a un único concepto, aunque se presenta un conflicto en su
designación generado por la traducción de evidence al español, que, con frecuencia, se traduce como prueba o
evidencia indistintamente, es decir, se emplean como sinónimos en nuestra lengua. Probablemente este sea el
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Imprecisiones terminológicas derivadas de la traducción en el ámbito de la lingüística forense
motivo que ha originado que muchos autores hablen del lenguaje probatorio o evidencial (cf. Cicres, 2011; Cicres
y Gavaldà, 2014 o Queralt, 2017). Sin embargo, analizando detalladamente estas unidades, observamos que en
el ámbito legal no es lo mismo una prueba que una evidencia, pues, mientras que una prueba es una muestra
con la que se pretende contribuir a demostrar la verdad o falsedad de un hecho, una evidencia es un tipo de
prueba sumamente relevante que puede ser de carácter concluyente en un procedimiento judicial, de modo que
toda evidencia es una prueba, pero no toda prueba constituye una evidencia. Atendiendo a esta distinción entre
pruebas y evidencias, podríamos proponer, como solución a la problemática que nos ocupa, distinguir el lenguaje
probatorio, cuando el lenguaje suponga una prueba más en el conjunto de una investigación, del lenguaje evidencial,
cuando la prueba lingüística sea de especial relevancia en un caso y llegue a constituirse como evidencia, es decir,
estableciendo entre ambas unidades terminológicas una relación conceptual de hiperonimia-hiponimia.
Hasta el momento hemos presentado casos en los que una unidad terminológica en inglés se desdobla en
dos en español, pero mostramos a continuación dos unidades en dicha lengua que han dado lugar a tres o
más formaciones en español. La primera de ellas hace referencia al conocido como LTAS (Long Term Average
Spectrum), un método de análisis que permite visualizar el modo en que se distribuye la frecuencia media a lo
largo de una cadena hablada y que se emplea con bastante frecuencia en los estudios sobre reconocimiento de
locutores (cf. Leino, 2009 y Kinnunen, Hautamäki y Fränti, 2006). Esta unidad ha derivado en español en, al menos,
tres denominaciones distintas, espectro medio a largo plazo, espectro medio de largo alcance y espectro medio de
largo término (cf. Gil y San Segundo, 2014 o Fernández Trinidad, 2015, entre otros). Como se puede comprobar, el
problema traductológico se presenta en los términos long term, pues average spectrum es traducido, en todos los
casos, como espectro medio. En cuanto a las tres unidades resultantes, no existe ningún acuerdo entre la forma
que debe utilizarse en español ni parece haber una más extendida en el uso que otra. De hecho, en bastantes
ocasiones encontramos el término en inglés, aunque los trabajos estén publicados en español, probablemente,
porque los autores prefieren evitar la plurivocidad existente en nuestra lengua, y, por tanto, al intentar clarificar
esta situación, resulta imposible inclinarse por una u otra unidad terminológica en función de la frecuencia de uso.
No obstante, a modo de propuesta normalizadora, podemos fijarnos en la forma en inglés para tratar de
trasladar el concepto lo más fielmente posible al español. Así, observamos que la estructura long term se asocia
a una fase larga de duración en el tiempo, de manera que, de las posibles traducciones del vocablo term, la que
más se acerca al concepto que nos ocupa es plazo. Este planteamiento nos llevaría a evitar el uso de las unidades
espectro medio de largo término y espectro medio de largo alcance, pues ambas parecen desvirtuarse de la
noción de tiempo que requiere el término estudiado. De este modo, espectro medio a largo plazo se presenta
como el equivalente más adecuado del long term average spectrum inglés.
Por último, destacamos también el caso de la unidad terminológica likelihood ratio (cf. Rose, 2002 y González-
Rodríguez, Drygajlo, Ramos-Castro, García-Gomar y Ortega-García, 2006), puesto que es uno de los términos en
inglés que más formaciones ha generado en español. Las unidades que hemos hallado en nuestro corpus derivadas
de este término inglés son: razón de verosimilitud, relación de verosimilitud, ratio de verosimilitud y proporción de
verosimilitud (cf. Curiá, 2011 o Queralt, 2014). De esta manera, con la simple mención de las denominaciones, se
hace patente que el término likelihood se traduce en todos los casos por verosimilitud, por lo que determinamos
que el conflicto se genera en la traducción del vocablo ratio. Tras el análisis realizado, se observa que las unidades
terminológicas más frecuentes son razón de verosimilitud y relación de verosimilitud, aunque también parece tener
bastante uso el término ratio de verosimilitud, probablemente por su semejanza con el original en inglés, mientras
que proporción de verosimilitud se presenta muy ocasionalmente. Por ello, atendiendo a la frecuencia de uso, las
unidades que barajamos como candidatos idóneos a equivalente de likelihood ratio son razón de verosimilitud,
relación de verosimilitud y ratio de verosimilitud. Sin embargo, de entre todas ellas, relación de verosimilitud
nos parece la denominación menos acertada, porque el concepto al que remite el término likelihood ratio es la
probabilidad de que una muestra concreta pertenezca a un individuo concreto frente a la probabilidad de que
pertenezca a cualquier otro individuo de una población de referencia, es decir, no es una mera relación, sino
el resultado de un cálculo, una razón. Quedando así descartada otra de las denominaciones, nos encontramos
con que entre razón o ratio no existen diferencias significativas, pues, desde el punto de vista lingüístico, ratio
es la forma culta de razón y, por lo tanto, cualquiera de las dos unidades sería igualmente válida. No obstante,
para clarificar este caso y optar por uno de los términos, podemos basarnos en sus frecuencias de uso y, así,
observamos que, en nuestro corpus, compuesto por más de medio centenar de obras sobre lingüística forense, el
número de ocurrencias de razón de verosimilitud es mucho mayor que el de ratio de verosimilitud.
En resumen, estos casos son solo una pequeña muestra de la situación de inestabilidad terminológica en la que
se encuentra la lingüística forense en español y las soluciones que se proponen deben tomarse únicamente como
propuestas clarificadoras, las cuales tendrían que ser consensuadas y aceptadas por la comunidad científica,
para alcanzar una normalización real de la terminología de esta materia. Sin embargo, esta normalización requiere
mucho más que la mera resolución de cuestiones traductológicas, puesto que, durante el estudio realizado, se han
observado numerosas dificultades de diversa índole, entre las que destacamos los casos de ambigüedad derivada
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Imprecisiones terminológicas derivadas de la traducción en el ámbito de la lingüística forense
de la polisemia, los problemas ocasionados por las relaciones conceptuales o las ya expuestas imprecisiones
derivadas de la traducción.
4. CONCLUSIONES
En este trabajo, que tiene como objetivo principal la constatación de los problemas terminológicos existentes
en la lingüística forense a causa de traducciones imprecisas, hemos llevado a cabo una sucinta delimitación de
la disciplina, para, posteriormente, plantear la utilidad de la metodología del trabajo terminográfico para localizar
y describir estas unidades. Asimismo, proponemos las técnicas y herramientas metodológicas de carácter
terminológico como el fundamento para la posible resolución de las dificultades terminográficas que algunas
unidades plantean, con el fin de contribuir a la clarificación terminológica de una materia como la lingüística
forense, que aún se encuentra en vías de desarrollo en nuestro país.
Si bien nos hemos centrado en el español como lengua meta, es probable que hallemos una situación similar
al contrastar otras lenguas con el inglés, porque solo en la lengua inglesa contamos con una extensa bibliografía
sobre lingüística forense y, en consecuencia, una terminología más estable y normalizada, mientras que el resto
de lenguas tienen un menor recorrido en la materia y no es tan frecuente localizar publicaciones científicas escritas
en ellas. De esta forma, a partir de cuatro ejemplos muy claros hemos mostrado la falta de claridad terminológica
que presenta la lingüística forense actualmente y pretendemos contribuir a la mejora de la misma, puesto que solo
a través de un correcto intercambio y difusión del conocimiento y mediante una terminología precisa, podremos
lograr un mayor estatus y reconocimiento de la materia.
Finalmente, de todo lo expuesto, extraemos como conclusión que es necesario que traductores especializados
y terminólogos trabajen conjuntamente para el perfeccionamiento de la terminología en los nuevos campos de
estudio, pues un correcto análisis terminológico y un adecuado proceso de traducción son fundamentales para
evitar problemas de imprecisión, ambigüedad e incluso plurivocidad en materias recientes, como es el caso
de la lingüística forense. Asimismo, a pesar de que el inglés se considere la lengua científica por excelencia,
observamos la necesidad de contar con un mayor número de publicaciones en otras lenguas, pues, en el caso
que nos ocupa, la escasez de trabajos sobre lingüística forense publicados en español favorece la inestabilidad y
la falta de difusión y estandarización del léxico especializado de esta materia.
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