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“Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar”. Presencia boliviana en la minería del azufre y el bórax en Ollagüe, norte de Chile (1879-1946)

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En este artículo se cuantifica, caracteriza y analiza la migración boliviana en la zona de Ollagüe y comunidades aledañas mediante el hallazgo de 335 expedientes migratorios que datan de 1879 a 1946. Se presentan los períodos de ingreso, los lugares de origen, el oficio y profesión, además del género, estado civil, edad y alfabetización de los migrantes bolivianos que se desenvolvieron en la minería del azufre y el bórax. La caracterización y análisis de los archivos da cuenta del papel central que tuvo la fuerza laboral boliviana para el desarrollo de la minería no metálica, concluyéndose que la expansión capitalista en la frontera chilena fue sustentada por una subsidiariedad étnica de una fuerza laboral internacional subordinada.
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Nº66, 2021. Páginas 431-450
Diálogo Andino
LOS CHILENOS AHÍ EN ESA AZUFRERA ÉRAMOS
COMO UN LUNAR. PRESENCIA BOLIVIANA
EN LA MINERÍA DEL AZUFRE Y EL BÓRAX EN OLLAGÜE,
NORTE DE CHILE (1879-1946)*
“WE CHILEANS THERE IN THAT SULPHUR MINE WE
WERE LIKE A MOLE”. BOLIVIAN PRESENCE IN SULPHUR
AND BORAX MINING IN OLLAGÜE, NORTHERN CHILE (1879-1946)
Damir Galaz-Mandakovic Fernández** y Francisco Rivera Amaro***
En este artículo se cuantifica, caracteriza y analiza la migración boliviana en la zona de Ollagüe y comunidades aledañas mediante
el hallazgo de 335 expedientes migratorios que datan de 1879 a 1946. Se presentan los períodos de ingreso, los lugares de origen,
el oficio y profesión, además del género, estado civil, edad y alfabetización de los migrantes bolivianos que se desenvolvieron
en la minería del azufre y el bórax. La caracterización y análisis de los archivos da cuenta del papel central que tuvo la fuerza
laboral boliviana para el desarrollo de la minería no metálica, concluyéndose que la expansión capitalista en la frontera chilena
fue sustentada por una subsidiariedad étnica de una fuerza laboral internacional subordinada.
Palabras claves: Migración, minería, azufre, bórax, subsidiaridad étnica, Ollagüe.
This article quantifies, characterizes, and analyzes the Bolivian migration in the Ollagüe area and surrounding communities
through the discovery of 335 migratory files dating from 1879 to 1946. It presents the periods of entry, places of origin, trade and
profession, as well as the gender, marital status, age and literacy of Bolivian migrants who were involved in sulphur and borax
mining. The characterization and analysis of the archives gives an account of the central role played by the Bolivian labor force
in the development of non-metallic mining, concluding that the capitalist expansion on the Chilean border was sustained by an
ethnic subsidiarity of a subordinate international labor force.
Key words: Migration, mining, sulphur, borax, ethnic subsidiarity, Ollagüe.
* Este artículo es producto del proyecto FONDECYT Nº11180932. También es parte del Proyecto Arqueológico Alto Cielo
financiado por Social Sciences and Humanities Research Council-Vanier CGS de Canadá.
** Universidad Católica del Norte, Chile. Correo electrónico: damirgalaz@gmail.com
*** Université de Montréal, Canadá. Correo electrónico: f.riveraamaro@gmail.com
Recibido: 28 de febrero de 2020. Aceptado: 28 de enero de 2021.
Introducción
Culminada la Guerra del Pacífico (1879-1883),
el poblado de Ollagüe devino en el límite norte
de la actual Región de Antofagasta. Colindando
con el departamento de Potosí, Ollagüe fue desde
1889 la primera estación ferroviaria de ingreso a
Chile. De esa manera, aquella estación devendría
en la representación del control fronterizo que
implementó el Estado chileno en cuanto al intento
de regular y registrar los procesos de movilidad
poblacional.
En ese mismo escenario, la zona de Ollagüe
atestiguó el desarrollo de la minería del azufre y
el bórax, procesos mineros que, por efecto de las
exigencias climáticas tales como temperaturas
bajo cero grados y los fuertes vientos, además de
la significativa altitud (sobre los 5.000 msnm) que
genera hipoxia, demandó una mano de obra singular
y resistente a dichas exigencias del medio ambiente.
Es por estas razones que se iniciaron procesos de
reclutamiento de trabajadores en la zona contigua
a la frontera chilena establecida en Ollagüe, hacia
Bolivia. Aquel reclutamiento estuvo basado ante
una difundida y naturalizada idea de “incapacidad
física” de los trabajadores chilenos para adaptarse
a las mencionadas inclemencias y exigencias del
ambiente. El diario La Verdad (La Paz) denunció
aquellos reclutamientos:
este agente en tráfico humano, los remite
en fracciones de a dos y cuatro diariamente,
cargamentito que envía desde la altiplani-
cie, algunos de esos denodados patriotas
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro432
chilenos que antes de darle preferencia
a sus hermanos de miserias, recurren al
comercio humano disimuladamente al
mercado boliviano
(22 de agosto de 1919).
En este artículo caracterizamos y analizamos
la migración de trabajadores bolivianos e indígenas
hacia la minería del azufre y el bórax en la zona de
Ollagüe y localidades aledañas (Figura 1). Dicha
caracterización se sustenta en el levantamiento
de una base de datos de 3.794 casos de migrantes
bolivianos que ingresaron a Chile entre 1879 y
1946. La información fue levantada en el Archivo
Histórico de la Universidad Católica del Norte de
Antofagasta (en adelante AHUCN), correspondiente
a los prontuarios del Archivo de Extranjería del
Registro Civil e Identificaciones de Antofagasta1.
Así, podremos dar a conocer los datos sobre quiénes,
cuándo y cuántos atravesaron la frontera ingresando
mayoritariamente por el paso de Ollagüe, centrando
nuestro foco en las localidades fronterizas articuladas
a la minería no metálica, tales como Ollagüe, Yuma,
Buenaventura, Amincha, Cebollar, Ascotán, Ujina
y Puquios, localidades en las que allegaron 335
personas para participar en dicha economía minera.
Proponemos que la migración boliviana ar-
ticuló dos territorios internacionales diluyéndose
en los hechos la nueva frontera jurisdiccional,
la que registró ciertos ingresos de personas que,
por efecto de la guerra, fueron etiquetadas como
migrantes extranjeros en un territorio por el que
siempre habían estado vinculados. Así, la zona
siguió siendo un territorio sociocultural boliviano,
pero se establecieron nuevas jerarquías y se con-
solidó la adjetivación de “indios” a los bolivianos
y bolivianas. Tal como indicó Frantz Fanon (1999:
29), el mundo colonizado es un mundo cortado en
dos: “la línea divisora, la frontera está indicada por
los cuarteles y las delegaciones de policía”. Así, se
encabalgaron dos geografías políticas separadas
en un mismo territorio sociocultural y ecológico.
No obstante, podemos evidenciar que la migra-
ción boliviana fue concomitante y estimulada por
un proceso de expansión capitalista de postguerra
en la región2. Fue entonces que la fuerza laboral
boliviana sostuvo la expansión del capitalismo
minero no metálico en territorio chileno, proceso
que fue posible gracias a lo que aquí se define como
subsidiariedad étnica, el que refiere al usufructuo de
una fuerza de trabajo que pagó los costos y sufrió un
“descuento masivo” ante la singularidad de un tipo
de trabajo minero en la que se desenvolvió. De esa
manera, se difundió la noción que, por ser habitantes
de esta particular geografía de altura, los migrantes
bolivianos poseían la capacidad de trabajar en con-
diciones ambientales extremas (falta de oxígeno,
bajas temperaturas, rigurosidades climáticas, preca-
riedad contractual y habitacional, etc.). Alejándonos
de toda idea determinista del ambiente, podemos
evidenciar que las particularidades ambientales y
las asimetrías relacionales interétnicas, produjeron
modos de relación sociolaboral particulares que
auxiliaron la producción minera.
En aquella escena, al hablar de subsidiariedad
étnica, hablamos de una producción propia de un
proceso capitalista y sus respectivas relaciones
coloniales acentuadas por los resultados de una
guerra minera. De este modo, se movilizaron
imaginarios y significantes de inferioridad hacia
una alteridad, en este caso los migrantes de un
país derrotado en la conflagración, los bolivianos,
quienes fueron vistos como trabajadores de “se-
gunda clase”. Estos obreros debían dinamizar una
minería gracias a la precarización laboral que se
aplicó intensivamente, evidenciándose como en
toda historia colonial “una matriz material, una
institución simbólica y un componente psíquico de
la política y de la conciencia imperial” (Mbembe
2013: 129). En ese sentido, surgió una lógica de
distribución de violencia y una operación de de-
preciación factual de fuerzas productivas, pero que
a la vez era una fuerza productiva muy necesaria.
Estas clasificaciones responden a lo que Achille
Mbembe denominó bioeconomía, la que se expresa
mediante la racialización y la clasificación de una
población “como especies, como series (…) en el
seno de un cálculo general” (Mbembe 2013: 76).
O bien, como frutos de un proceso de “etnicización
de las relaciones sociales de producción” (Halpern
2005: 72), la que definió dispositivos y semánticas
de clasificación de alteridad, en la que se aplicó una
identidad biologizada.
De esa manera, las poblaciones indígenas sub-
vencionaron con sus energías, fuerzas y cuerpos la
expansión minera del azufre y el bórax, minerales que
desde el altiplano chileno se distribuyeron por todo
el mundo para aprovechar sus múltiples cualidades
físicas y químicas. Frente a la demanda de mano
de obra, el diario boliviano La Verdad comentó
en agosto de 1919 que los reclutadores en Bolivia
efectuaban un “atentando delictuoso” y que eran
“comerciantes de incautos”, agregando: “más les
433Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
conviene hacer venir de esos más baratos, que no
saben ápices de organización, que (…) aceptan lo
primero que se les ofrece…” (22 de agosto de 1919).
Migración boliviana hacia la minería del
azufre y bórax
La zona de Ollagüe y la del actual Uyuni, desde
los momentos previos a la Guerra del Pacífico,
había articulado la economía regional a base del
arrieraje entre altiplano, pueblos precordillera-
nos y puertos. Desde fines del sigloXIX, a este
escenario se adiciona la recolección de llareta3,
“combustible exclusivo de la región y que sirve
para las necesidades de la industria del azufre”
(La Nación, 16 de diciembre de 1937). Terminada
la guerra, surgió una gravitación migrante hacia
las azufreras y borateras en la zona de Ollagüe
y comunidades adyacentes, comenzando así una
nueva dinámica de movilidad estacional y de
Figura 1. Mapa con los pueblos, centros mineros azufreros y borateros en la frontera de Chile con Bolivia.
Elaboración propia.
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro434
interés laboral para pobladores quechuas y aymaras
residentes en Bolivia.
La estación ferroviaria de Ollagüe fue un punto
crucial en este proceso migratorio porque el 95,2%
de los casos (concerniente a 3.794 de los casos de
migrantes bolivianos que ingresaron a Chile entre
1879 y 1946) indicaron que su ingreso se realizó
por este paso fronterizo: primera estación chilena
del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia (FCAB),
operativo desde 1889 gracias a las inversiones de la
Compañía Huanchaca de Bolivia en conjunto con The
Antofagasta and Bolivia Railway Company (Galaz-
Mandakovic 2016). De esa manera, la presencia del
ferrocarril ejerció un impacto determinante, porque
dinamizó, activó y facilitó el registro migratorio. Sin
embargo, Ollagüe no solo es relevante por su condi-
ción de frontera “como institución política de base”
(González et al., 2008, 33) y nueva nacionalidad,
que incluyó nuevos registros censales (Tabla 1), sino
que también por ser la zona de registro burocrático
de la migración considerada como legal, siendo
asimismo una zona de atracción migrante que no
siempre quedó registrada, ya que, por efecto de la
cercanía de los poblados potosinos con la frontera
chilena, las circulaciones siguieron operando, mucho
más cuando se desarrollaron procesos mineros que
abrieron plazas laborales.
Los 335 casos de bolivianos y bolivianas en
Chile que logramos identificar nos revelan la pe-
riodificación y lugares de destino en Chile de cada
una de estas personas. Las localidades de destino
corresponden a Amincha, Ascotán, Buenaventura,
Cebollar, Ollagüe, Puquios, Ujina y Yuma. Una
periodificación basada en décadas destaca una
concentración de los ingresos de migrantes boli-
vianos durante el período de 1910 a 1919 (36,7%
del total de ingresos). El período más amplio
entre 1900 y 1929 concentra el 89,3% del total de
nuestra muestra. El lapso que comienza en 1930 se
evidencia una caída drástica, proceso que podemos
atribuir a dos factores. El primero fueron algunas
restricciones que impuso el gobierno boliviano al
Año
de
censo
Habitantes
Localidades
Amincha
Ascotán
Aucanquilcha
Buenaventura
Ollagüe
Puquios
Yuma
1885 Mujeres 194     
Hombres  227     
Total 421     
1895 Mujeres  18  54
Hombres 73  195 
Total 91  249 
1907 Mujeres 233  65 
Hombres  518  110
Total  751  175
1920 Mujeres 430  19 125 14 
Hombres 803  34 276 25 
Total 1233  53 401 39 
1930 Mujeres 8 31 6 19 217 4 25
Hombres 8 37 25 43 238 10 99
Total 16 68 31 62 455 14 124
1940 Mujeres     619  
Hombres     895  
Total     1514  
Tabla 1. Habitantes en la zona azufrera y boratera, según censos de la República de Chile años 1885, 1895, 1907, 1920, 1930 y
1940 (Comisión Central del Censo, 1908; Dirección General de Estadística, 1920, 1930; Oficina Central de Estadística,
1896; Oficina Central de Estadística en Santiago, 1889).
435Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
tránsito de trabajadores hacia las azufreras chilenas.
El movimiento migratorio de trabajadores bolivia-
nos generó una escasez de mano de obra en sus
lugares de origen, forzando al Gobierno de Bolivia
a prohibir, en 1925, el éxodo de sus trabajadores
(Macchiavello, 1935). Debido a esto y al descenso
en la disponibilidad de mano de obra, se produjo
una leve disminución de la producción del lado
chileno, la que tuvo un repunte significativo en 1926
debido a la incorporación de ciertas innovaciones
tecnológicas en el tratamiento de minerales (Rivera
2020). Sin embargo, el Gobierno chileno decidió
implementar medidas paliativas, tales como levantar
el impuesto de importación de azufre europeo y
así poder satisfacer las necesidades del mercado
interno (Macchiavello, 1935). Esto tendría, por
supuesto, consecuencias directas en la industria
ollagüina y su escasa capacidad para competir con
los precios del azufre internacional a la sazón. El
segundo factor fue la crisis económica de 1929, la
que repercutió fuertemente en la minería de Chile.
Este último dato se condice por lo señalado por el
Presidente de Chile Juan Esteban Montero, quien
señaló en su mensaje hacia ambas cámaras legislativas
durante el verano de 1932 que, por consecuencia
de la crisis que atravesaba el país, la industria del
azufre se vio afectada de modo extremo por efecto
de la pérdida de su mercado en el mundo salitrero
y en la viticultura:
las salitreras que antes consumían diez
mil toneladas anuales de azufre en térmi-
no medio, hoy día no consumen más de
1.500; y la viticultura de la región del sur
que compraba 3.000 toneladas de azufre
en cada temporada, en la que acaba de ter
-
minar solo ha consumido 1.000 toneladas
(ABCN, Cámara de Diputados, Sesión
Nº85 extraordinaria, 16 de febrero de
1932, 3706).
En esas circunstancias, el Presidente de la
República acotó: “lógicamente, los azufreros han
debido también reducir sus faenas y mantener solo
una tercera o cuarta parte de su capacidad produc-
tiva” (ABCN, Cámara de Diputados, Sesión Nº85
extraordinaria, 16 de febrero de 1932, 3706).
Al analizar los datos de los prontuarios, po-
demos esbozar una primera imagen general de
las características de la migración boliviana que
arribó a la zona. En lo concerniente a los datos de
origen, podemos visualizar que la relación entre el
departamento boliviano de procedencia
4
y el destino
en Chile evidencia la importancia de Potosí como
zona de origen de esta fuerza de trabajo (53,7%
del total). Le sigue en importancia el departamento
de Cochabamba (19,7% del total) y Oruro (13,1%
del total) (Figura 2). Es interesante observar que
las ciudades capitales de estas tres regiones se
insertan como centros nucleares de las conexiones
establecidas por el ferrocarril, reflejando con ello
la importancia para la movilidad interregional de
las nuevas redes de comunicación y transporte es-
tablecidas desde fines del sigloXIX (Castro, 2000;
González Pizarro et al, 2015; Gundermann et al.,
2019; Morales et al., 2019).
Las profesiones u oficios de los migrantes mues-
tran una amplia mayoría de jornaleros (40,3% del
total) (Tabla 2), una categoría que era considerada
de baja cualificación y que alcanzaba incluso al
44,4% para los oficios declarados por los hombres.
Las mujeres, en cambio, presentan una amplia
mayoría asociadas a labores del sexo (54,8% del
total de mujeres) y comerciantes (16,1%). En ese
marco, la relación de género, estado civil y destino
en Chile indica que la migración de hombres (90,7%)
fue significativamente mayor que la migración de
mujeres (9,3%), siendo la migración masculina
mayoritariamente de solteros (56,3%) (Tabla 3).
La migración femenina muestra que las mujeres
casadas eran mayoría (67,7%), con un número
significativo de viudas (19,4%). Por otra parte, los
datos acerca de la edad de los migrantes indican que
se trató de una migración principalmente compuesta
por jóvenes y menores de edad, si consideramos lo
establecido por la legislación chilena de la época5.
Un número importante de migrantes son hombres
de edad entre 10 a 19 años (30,9%) y entre 20 y
29 años (28,6%). Los migrantes masculinos que
tenían sobre 50 años representan tan solo el 1,3%
del total. La misma situación se puede observar
para las mujeres, donde el 45,2% tenía entre 10 a 19
años y el 32,3% tenía entre 20 y 29 años (Tabla 4).
Por último, en los datos de alfabetización llama la
atención la diferencia entre el grupo masculino y el
femenino. La alta proporción de hombres que sabe
leer y escribir es de 69,7% mientras que para las
mujeres la proporción solo llega al 22,6% del total.
En esta caracterización cuantitativa de la mi-
gración boliviana hacia la zona de estudio, hemos
agrupado las localidades de destino en Chile según
su vocación productiva. Hemos definido tres
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro436
Figura 2. Mapa de las comunidades indicadas como origen por parte de los 335 casos de la migración boliviana hacia la minería
del azufre y el bórax.
Elaboración propia.
categorías: azufrera (incluye las localidades de
Amincha, Buenaventura, Puquios y Yuma), boratera
(incluye a Cebollar y Ascotán) y la categoría de
pueblo-estación que consiste en Ollagüe y Ujina.
Esta distinción permite así entender el fenómeno
migratorio boliviano no por localidades particulares,
sino por la vocación laboral y productiva de cada
lugar, considerando los períodos de ingreso a Chile
y el origen de los trabajadores.
Si observamos la relación por año de ingreso
y no por período de 10 años, constatamos un dato
llamativo: hasta antes de 1905 hay una correlación
en los ingresos hacia los pueblos-estaciones y las
borateras (los ingresos hacia ambas categorías
suben y bajan juntos) (Figura3). Sin embargo,
entre 1905 y 1908, la relación se invierte. Mientras
hay más número de ingresos hacia las borateras,
disminuye el número con destino a los pueblos-
estaciones. Planteamos que dicha situación
responde al tipo específico de trabajador que
demanda cada localidad, lo que justifica nuestra
distinción y, por esta razón, permite abordar en
detalle la migración hacia cada una de estas tres
categorías de lugares (Figura4).
437Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
Tabla 2. Oficios, profesiones y destino en Chile de los migrantes bolivianos.
Género y profesión Destino en Chile Total
Azufrera Boratera Pueblo-Estación
Hombre 43 140 121 304
Agricultor 2 12 14
Albañil 3 3 6
Arriero 22 3 2 27
Carpintero 6 5 11
Carrero 1 1 2
Carretero 1 1
Carrilano 2 2 4
Carrilero 1 1
Carrocero 1 1
Chofer 1 4 5
Cocinero/a 1 1
Comerciante 1 1 6 8
Empleado 1 9 5 15
Fogonero 5 3 8
Herrero 1 1
Jornalero 10 79 46 135
Labrador 1 1
Maquinista 4 1 5
Matarife 1 1
Mecánico 1 6 4 11
Minero 4 6 9 19
Palanquero 2 2
Panadero 1 1 3 5
Peluquero 1 1
Químico 2 2
Sastre 6 5 11
Sombrerero 1 1
Tornero 2 1 3
Zapatero 2 2
Mujer 26 5 31
Cocinero/a 1 1 2
Comerciante 5 5
Costurera 1 1 2
Empleada 1 1
Labores de casa 1 1
Labores del sexo 17 17
Lavandera 1 1
No indica 1 1
Sastre 1 1
Total 43 166 126 335
Migración boliviana hacia las azufreras
En esta primera categoría, centro y campamentos
mineros cuya vocación productiva fue la explotación
de azufre, vemos 43 migrantes bolivianos que tu-
vieron como destino estos lugares, correspondiente
a los campamentos mineros de Amincha (7% del
total de las azufreras), Buenaventura (7%), Puquios
(27,9%) y Yuma (58,1%).
Amincha fue un reducto minero construido
en la década de 1920 por la Sociedad Industrial
Azufrera Minera Carrasco para la explotación y
procesamiento del elemento químico del volcán
Aucanquilcha. A este lugar llegaron solo tres
personas desde Bolivia: un mecánico de Uyuni,
un jornalero de Sipe Sipe y otro de Oruro. Este
lugar constituye uno de los centros más repre-
sentativos de esta industria en la actual comuna
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro438
y fue el último campamento en cerrar sus ope-
raciones en 1992.
Contamos también con el caso de Buenaventura,
un acantonamiento minero de propiedad de la
Sociedad Azufrera Borlando Ltda. destinado a la
explotación de azufre del volcán Ollagüe. Este sitio
fue construido en 1916 y estuvo operativo hasta
1976. En Buenaventura llegaron tres jornaleros:
uno de Cochabamba y dos de Potosí.
Un tercer campamento corresponde a Puquios,
una estación y centro de procesamiento de azufre
extraído de la cumbre del volcán Olca. Fue cons-
truido en 1907 en paralelo al ramal del ferrocarril
Ollagüe-Collahuasi y funcionó con algunas inte-
rrupciones hasta mediados de la década de 1960.
A esta localidad arribaron 12 bolivianos, siendo
los jornaleros, arrieros y los carrilanos los oficios
mejor representados. Aquellos migrantes bolivianos
en su gran mayoría sabían leer y escribir (91,6%
del total de Puquios).
Por último, Yuma fue una estación del ramal
Ollagüe-Collahuasi, ubicado a 82 km al suroeste de
los sitios de extracción de azufre del volcán Olca.
No solo fue un centro de procesamiento de azufre,
sino que también un centro de acopio y carga de
cobre y llareta, asociado al cordón montañoso de
dicho volcán. En el caso de Yuma, allegaron 25
trabajadores desde Bolivia, representando el 58,1%
del total de la categoría de azufreras. Esta migración
estaba caracterizada también por ser completamente
masculina y por el importante nivel de alfabetización,
alcanzando a 68% de los migrantes.
Once trabajadores arribados a Yuma procedían
de Llica, pueblo boliviano ubicado 130 km al norte,
en la periferia noroeste del salar de Uyuni. Esto
último es llamativo considerando que el ingreso
se hizo por Ollagüe, 30 km al sur de Yuma, para
luego dirigirse nuevamente al norte, probablemente
por medio del ferrocarril. Este tipo de movilidad
es interesante por cuanto demuestra la relevancia
de dos factores: primero, el de la frontera y la
imposición de pasos habilitados de control de
ingresos y salidas. ¿Por qué hacerlo por Ollagüe
y no por los pasos antiguos más cercanos a Yuma
que hubieran ahorrado horas de viaje? Tal como
lo señala una entrevistada, la distancia, al parecer,
no era significativa: “De ahí de la frontera nomás,
como ser de Llica dice, si ahí al frente del cerro se
ve, ahí, pero esa parte es Bolivia” (Mujer, Ollagüe,
entrevista 2016)6.
Figura 3. Proporción de ingresos anuales por categoría de localidad.
439Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
Figura 4. Destino en Chile, período de ingreso y origen de la migración boliviana hacia la zona de Ollagüe.
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro440
Tabla 3. Género, estado civil y alfabetización de los migrantes bolivianos en Chile.
Género, estado civil y
alfabetización
(sabe leer y escribir)
Destino en Chile
Total
Azufrera Boratera Pueblo-Estación
Hombre 43 140 121 304
Casado 18 50 57 125
No 5 15 14 34
No indica 2 1 3
11 35 42 88
Soltero 25 86 60 171
No 4 28 18 50
21 58 42 121
Viudo 4 4 8
No 2 3 5
2 1 3
Mujer 26 5 31
Casada 18 3 21
No 15 1 16
3 2 5
Soltera 3 1 4
No 3 3
1 1
Viuda 5 1 6
No 5 5
1 1
Total 43 166 126 335
Tabla 4. Rango de edad por género de los migrantes bolivianos.
Rango de edad Destino en Chile Total
Azufrera Boratera Pueblo-Estación
Hombre 43 140 121 304
1 a 10 3 17 9 29
10 a 19 18 43 33 94
20 a 29 10 43 34 87
30 a 39 10 21 30 61
40 a 49 1 10 12 23
50 a 59 1 3 4
sin información 1 5 6
Mujer 26 5 31
1 a 10 2 2
10 a 19 13 1 14
20 a 29 7 3 10
30 a 39 1 1 2
40 a 49 2 2
sin información 1 1
Total 43 166 126 335
441Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
En ese marco, un segundo factor que impactó en
los patrones de movilidad fue, sin lugar a duda, el
ferrocarril, el que no solo facilitó la conexión entre
las localidades, sino que también impuso nuevas
formas de comunicación, intercambio de productos
y movimiento de los habitantes de las localidades
situadas a lo largo de la frontera internacional.
Es interesante subrayar el número de arrieros
que llegan a Yuma. Como mencionamos, se trató de
una estación y centro de procesamiento de azufre
que también funcionaba como centro de acopio
de llareta y de cobre (por efecto de contar con un
ramal ferroviario hacia Collahuasi). En este sitio
no existía andarivel y probablemente hasta 1920 no
había camiones funcionando de manera intensiva.
Podemos entender que dichos arrieros llegaron
a este sitio para trabajar en la movilización de la
carga, probablemente de llareta, desde los lugares
de extracción del cordón montañoso del volcán
Olca. Uno de los testimonios que hemos recogido
en Ollagüe señala:
[hablando de su padre, oriundo de Llica]
Él vino a trabajar aquí a Collahuasi prime-
ro, ahí dice que trabajaban con llamos…
Porque allá no había trabajo, entonces por
eso se venía la gente pa’ acá pa’ Chile. Con
llamos, con burritos, en fin, para trabajar
la llaretera como decían antes (Mujer,
Ollagüe, entrevista 2016).
Por último, los datos generales acerca de la
migración hacia las azufreras muestran un dato
importante: la nula presencia de mujeres. Los cuatro
campamentos incluidos en esta categoría señalan
que la migración boliviana estuvo compuesta
de hombres, mayoritariamente jóvenes (41,9%
en rangos de edad entre 10 y 19 años), cuyas
profesiones mejor representadas son los arrieros
(51,2% del total de la categoría de azufreras) y
los jornaleros (23,3%).
Migración boliviana hacia las borateras
La segunda categoría de vocación productiva
corresponde a la explotación de bórax e incluye
a las localidades de Cebollar y Ascotán. La pri-
mera fue un campamento minero propiedad de
la empresa norteamericana Borax Consolidated
Ltd., enfocado en la explotación del salar de
Ascotán ubicado a 4.570 msnm, “fuente de
suministro mundial de bórax”, según el diario
The Carbon County news, Red Lodge, Montana
(11 de noviembre de 1938) (Figura 5). Este
lugar continúa operativo hasta el día de hoy. En
Cebollar allegaron 166 bolivianos. De ellos, el
47,6% eran jornaleros. De la relación género, edad
y alfabetización en Cebollar, podemos ver que
84,3% de los migrantes eran hombres, de estos
el 67,9% sabía leer y escribir. Por su parte, las
mujeres alcanzan el 15,7% del total de migrantes
arribados a esta localidad, de las que solamente
el 11,5% sabía leer. Sin duda que esta cifra es
llamativa, guarismo que se concentra en el rango
que va desde los 10 a los 19 años, es decir en una
migración esencialmente joven.
Una segunda localidad corresponde al pueblo-
estación de Ascotán, una parada importante del
ferrocarril Antofagasta-Bolivia, “la parte más ele-
vada de la línea principal, sección chilena (…) la
altura es de 13.000 pies” (La Nación, 6 de agosto de
1937). Hasta el tiempo presente se mantiene como
centro de explotación de bórax en el salar homóni-
mo. A este lugar arribaron solo dos personas: dos
agricultores hombres, uno de San Pablo en 1912 y
otro de Tupiza en 1915.
Migración boliviana hacia los
pueblos-estaciones
La tercera categoría que hemos identificado
incluye al pueblo de Ollagüe y la estación de
Ujina. Se trata de localidades sin una vocación
productiva única, sino que de centros de pobla-
ción que concentraban tanto a los trabajadores
destinados a las labores productivas y mineras
como aquellas personas que ofrecían servicios
complementarios al ferrocarril o a la propia
industria extractiva.
El pueblo de Ollagüe corresponde al principal
centro de población de la actual municipalidad.
Debe su desarrollo a la llegada del ferrocarril
(FCAB) en 1889 y a la ulterior instalación del
aparato burocrático del Estado: aduana, policía,
escuela y controles fitosanitarios, entre otros. En
Ollagüe allegaron 109 bolivianos (87,9% del total
de esta categoría). De ellos, el 39,4% eran jornale-
ros, en su mayoría provenientes de Potosí (44,2%
de jornaleros) y de Oruro (27,9% de jornaleros).
De la relación género, edad y alfabetización en
Ollagüe, podemos ver que, de los 104 hombres,
el 68,3% sabía leer y escribir. Por su parte, de un
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro442
Figura 5. Instalaciones de Cebollar en 1940. Fotografía de Robert Gerstmann (© Colección Museo Histórico Nacional,
Santiago, FB-8002). Abajo: Trabajadores del bórax en el Salar de Ascotán en 1910.
Fuente: The Antofagasta (Chili) and Bolivia Railway Co., Ltd. (1910).
443Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
total de cinco mujeres, solo una de ellas indicó que
sabía leer. Normalmente, Ollagüe era el poblado
en donde se contrataban a dichos trabajadores con
destino a las azufreras o borateras.
Ujina, por su parte, fue una estación del ramal
Ollagüe-Collahuasi del ferrocarril Antofagasta-
Bolivia. Es la única localidad que solo funcionó
como centro de acopio y transporte de minerales.
A este lugar arribaron 15 migrantes bolivianos,
todos hombres, en su mayoría desde Potosí (80%
del total para esta localidad). En lo concerniente a
la alfabetización, de los 15 migrantes, 13 de ellos
declaran que sabía leer y escribir, es decir, 86,7%
del total. Es interesante notar que nueve migrantes
declararon tener como oficio el de agricultores, ya
que en Ujina se realizaba una feria cada dos sema-
nas para el intercambio de mercancías y productos
agrícolas:
La gente venía de Bolivia, de Calama
y hacían trueque: traían quinua, papas,
mercadería de Bolivia. En el tiempo de la
fruta, traían siete u ocho burros cargados
de mercancías; cuando no era el tiempo de
la fruta, venían una vez al mes (hombre,
Ollagüe, entrevista 2016).
La feria demuestra la persistencia de prácticas
de intercambio en la región y la existencia de un
intenso mercado local combinando el intercambio
de mercancías en circulación de diferentes oríge-
nes, tanto chilenos como bolivianos. Ujina reunía
a poblaciones rurales que seguían un modelo de
integración económica regional andina basado
simultáneamente por relaciones de mercado
determinadas por la industria minera y por rela-
ciones económicas agropecuarias tradicionales
(Sanhueza y Gundermann 2009). Un habitante de
Ollagüe recuerda sus itinerarios rotativos entre
el trabajo minero y agropecuario: “Ahí trabajé
[en las azufreras], después me fui (…) a ver las
llamas; después, tiempo de frutas (…) después, me
iba a Ujina a vender. Ahí venía también la gente
boliviana todos los meses” (hombre, Ollagüe,
entrevista 2016).
La actividad de la feria se fue desvaneciendo
en la década de 1980, durante la dictadura, proba-
blemente debido al endurecimiento de las fronteras
y a la desaceleración de las actividades mineras
de la zona.
Precariedad laboral en la minería de altura
Las condiciones ambientales de trabajo en las
azufreras y borateras eran de una alta exigencia
física para cualquiera que no fuese de la región,
porque “a 20.000 pies el movimiento de inspiración
suministra a los pulmones, a velocidades iguales,
la mitad del oxígeno que a nivel del mar”. Así lo
anotaba Herbert Officier en 1923 en el boletín de
SONAMI, agregando que los “indios bolivianos
criados en estas condiciones son los únicos que
pueden soportar el trabajo” (Officier, 1923: 78).
En otras palabras, los trabajadores bolivianos eran
los únicos capaces de tolerar el llamado mal agudo
de montaña, lo que en quechua es conocido como
soroche. En ese mismo contexto, para el explorador
e ingeniero estadounidense constituía una hazaña
trabajar en un lugar:
donde la temperatura máxima hasta ahora
registrada a medio día ha sido 4 °C. Agregad
a este frío extremo, el viento que nunca
deja de soplar y que comúnmente adquiere
fuerza de huracán entre el medio día y la
caída de la tarde (Officier, 1923: 78).
En seguida sentencia: “los humanos que aquí
moran, cuya vitalidad ya ha sido reducida por la
falta de oxígeno, padecen excesivamente” (Officier,
1923: 78). De manera consecutiva, indica que el
mineral se sacaba con las manos desnudas de las
excavaciones y cuando un minero había aglutinado
una pila bastante grande, “la ensaca, la carga en
llamas y la lleva a la cancha donde la pesan. El
patrón, para su seguridad, descuenta el 10%. El
indio, mascando sonriente coca, nada más desea”
(Officier, 1923: 78).
Las condiciones de trabajo se extremaban
con las bajas temperaturas, al punto que existía un
modo de trabajo sustentado en los llamados pilares
de hielo; es decir, como el mineral estaba cubierto
con escombros del volcán y además de nieve, la
explotación se realizaba de modo subterráneo.
Durante los meses de verano, la nieve al fundirse
y el agua que gotea en las labores, se guiaba de tal
forma que cuando se congelaba, se formaban pilares
de hielo para soportar el techo: “Muchos mineros
temerían que se deshielaran, pero basta recordar
que la temperatura máxima hasta ahora registrada
ha sido 4 ºC, de modo que no existe peligro que se
destruyan los pilares” (Officier, 1923: 78).
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro444
En ese sentido, la cotidianidad del trabajo
también estaba expuesto a dramáticas situaciones
como la erupción del volcán Ollagüe, así como
ocurrió en septiembre y principios de octubre de
1927. El diario La Nación notició: “el enorme calor
desarrollado hizo peligrar la existencia de los habi-
tantes (…) el fuerte viento traía las emanaciones que
despedía el volcán sobre la población, hizo presa
a los habitantes de un gran terror” (11 de octubre
de 1927). El diario estadounidense The Evening
Star mencionó: “La erupción del volcán Ollagüe
ha disminuido en intensidad y la población de la
localidad de Ollagüe, que huyó el lunes por los
humos sulfurosos, está regresando a sus hogares”
(12 de octubre de 1927).
Igualmente, el trabajo en las azufreras tuvo
que enfrentar cambios vertiginosos en el tiempo
atmosférico. El diario La Nación de Santiago, por
ejemplo, informó el 1 de febrero de 1930 sobre “una
tormenta que no se recuerda desde hace muchos
años”. Tormentas colmadas de densas lluvias, truenos
y relámpagos. En ese contexto, el diario informa que
los “altos picachos de la cordillera están cubiertos
totalmente de nieve, la que ha caído en cantidades
enormes”. Toda esta situación hizo que los viajes en
el ferrocarril internacional fueran paralizados, que
el río Loa aumentara su caudal generando desbordes
y que los “trabajos en las azufreras en los volcanes
de Ollagüe y Aucanquilcha, estén totalmente para-
lizados” (La Nación, 1 de febrero de 1930). Otra
muestra aleatoria de las rigurosidades del tiempo
atmosférico nos remite a agosto de 1935, momento
en que se informa de fuertes lluvias en la frontera
chilena-boliviana:
habiendo caído nieve en algunos sectores,
como en las faenas azufreras cerca de
Ollagüe, donde la nieve ha llegado hasta
tres metros de altura. A consecuencia del
mal tiempo, han ocurrido en el interior
algunos dolorosos dramas por desapareci-
miento de algunas personas (La Nación, 3
de agosto de 1935).
No obstante, no solo eran las rigurosidades
climáticas y ambientales las que caracterizaban
el trabajo, sino que también una gran cantidad de
accidentes y siniestros, como los incendios: “Voraz
incendio en las azufreras de Amincha (…) el siniestro
adquirió tales proporciones debido a la carencia de
elementos adecuados para combatir el fuego” (La
Nación, 21 de abril de 1936). Al año siguiente, otro
incendio destruyó correas transportadoras incluyen-
do algunos buzones (La Nación, 6 de octubre de
1937). Otro siniestro: “Durante 16 días se quemó
el interior de mina de azufre”, informaba el diario
La Nación el 30 de junio de 1938, agregando: “la
mina de azufre Santa Rosa de propiedad de Luis
Borlando, situada al pie del volcán…el viento
hacía casi imposible extinguir el fuego, el que solo
pudo ser dominado mediante el procedimiento de
derrumbar a dinamita todo el sector”.
La precariedad y vulnerabilidad laboral se ex-
presó también por medio de la ausencia de asistencia
médica a los obreros que padecían enfermedades o
accidentes laborales, o que sufrían por los rigores
químicos del azufre. La lejanía y el aislamiento de
los centros y campamentos de extracción, significó
fuertes padecimientos que no se tradujeron en una
organización sindical que pudiera resolver los pro-
blemas de los trabajadores frente a los dueños de
las compañías mineras. Un entrevistado comentó:
Generalmente la empresa prefería a boli-
vianos por el tema de la altura, además eran
buenos trabajadores, porque no participaban
en sindicatos a diferencia del chileno que
era bueno para reclamar y trabajaba más
lento. Recuerdo que siempre llegaban
algunos de Uyuni y otros de los pueblos
que están más cerca de Chile, como Alota,
San Cristóbal, Culpina K… (Luis Camus,
entrevista 2014)7.
Las condiciones ambientales y laborales en
la minería de altura generaron una considerable
rotación de trabajadores, la que, a su vez, inhibía la
formación de una clase de trabajadores permanentes
que buscaran modificar sus condiciones laborales.
Durante una visita realizada en 1935 al campamento
ubicado en el volcán Aucanquilcha, el fisiólogo
estadounidense Ancel Keys señaló:
Muchos de los mineros dejan de trabajar
cada seis meses aproximadamente, pero
regresan (algunos de ellos bajan al nivel
del mar) cuando sus ahorros se agotan.
Entre los recién llegados a la mina hay una
rotación muy alta, porque muchos de estos
hombres (la mayoría de ellos acostumbrados
por mucho tiempo a la vida a 12.000 pies)
descubren rápidamente que no pueden
445Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
adaptarse a la altitud. Los altos salarios
traen un flujo continuo de buscadores de
empleo (Keys, 1936: 303) [traducido por
los autores].
Si bien Keys menciona “altos salarios”, notemos
que los operarios y jornaleros eran en su mayoría
bolivianos pagados por trato, mientras que los
empleados y el personal de mayor rango y responsa-
bilidad eran normalmente chilenos contratados por
sueldos fijos (Comisión Verdad Histórica y Nuevo
Trato con los Pueblos Indígenas, 2008) (Tabla 5).
Esta situación fue generando diferenciaciones so-
ciales por nacionalidad, en una zona otrora carente
de fronteras nacionales, las que enmascaraban
las precarias condiciones de vida y trabajo en la
industria minera.
Las condiciones en los campamentos azufreros
se ilustran bien en la precariedad de la vivienda, la
que fue objeto de continuas denuncias. El ingeniero
Carlos Schroeder Fergie indicó, por ejemplo, que
las condiciones habitacionales eran misérrimas, “las
que, si en la industria minera chilena en general
son malas, en la industria azufrera carecen de las
condiciones más elementales para ser habitables”
(Schroeder Fergie, 1943, 73). Aquella memoria de
precariedad se contradice con cierta propaganda que
lograban las empresas explotadoras del azufre, en
particular la Sociedad Industrial Azufrera Minera
Carrasco S.A., quienes fueron retratados de un modo
lisonjero por el diario La Nación, señalándose: “Los
campamentos (…) reúnen todas las condiciones de
salubridad que es dado proporcionar a los obreros
y empleados en regiones donde la lucha es de suyo
áspero y difícil”. El mismo diario enfatizaba en
que las leyes sociales en vigencia se cumplían con
toda exactitud y “son la preocupación constante
de los jefes, quienes desean en todo momento que
sus operarios tengan la debida atención y se vean
resguardados en sus legítimos intereses” (La Nación,
25 de junio de 1935)
No obstante, la memoria local siempre nos
reseña una realidad inversa, una reminiscencia
en la antípoda a toda la imagen épica que las
empresas intentaron proyectar y reproducir en
algunos medios de comunicación (Figura 6). Para
el ingeniero estadounidense William Rudolph, el
trabajador minero del azufre luchaba “contra viento
y nieve, altitudes superiores a los 17.000 pies y
temperaturas bajo cero, escarpadas cuestas andinas
y la falta de transporte, la ausencia de agua y la
escasez de combustible. (…) Los hombres trabajan
en alturas en la que era antes se creía que la vida,
el ser humano, o cualquier otro, no podría existir”
(Rudolph, 1952: 562-563).
Hacia septiembre de 1951, un oficio del
Ministro del Trabajo informaba a la Cámara de
Diputados acerca de algunos antecedentes de las
azufreras recogidos en la década de 1940, indi-
cándose los datos de las empresas que estaban
operando, la cantidad de obreros que ocupaban y
una aproximación a los sueldos de los trabajadores.
El mismo informe indicaba que los asalariados
vivían en campamentos que les proporcionaban
los patrones pero que, por lo aisladas que se
encuentran estas faenas, era imposible realizar
fiscalizaciones. El informe consigna “los únicos
habitantes en las azufreras son los obreros que en
ellas trabajan (…) Se hace presente que la mayor
parte de estos obreros son bolivianos (…)” (ABCN,
Cámara de Diputados, 1º sesión extraordinaria, 23
de octubre de 1951, 29).
En la memoria oral de Ollagüe y localidades
adyacentes, se afirma que los salarios que recibían los
mineros bolivianos eran inferiores en comparación
a los salarios que recibían los trabajadores chilenos.
A saber de dicha situación asimétrica, se indica que
ellos consideraban conveniente trabajar en Chile
Tabla 5. Datos de empresas azufreras, cantidades de obreros y estimación de sueldos según Oficio Nº2221 del Ministerio del
Trabajo de Chile (ABCN, Cámara de Diputados, 1º sesión extraordinaria, 23 de octubre de 1951, 29).
Azufreras en explotación Obreros que ocupan Condiciones económicas sociales
Compañía Azufrera Borlando y Cía. (Volcán Ollagüe) 150 obreros $ 90 a $ 120 diarios
Sociedad Azufrera Aucanquilcha 200 obreros $ 120 a $ 200
Azufrera Borlando – Azufreras Puquios – Estación Yuma 50 obreros Sin datos
Omar Petronovic – azufreras Cerro Olea Sin datos Sin datos
Sociedad Azufrera Polán – Azufreras Volcán Polán 40 obreros $ 90 a $ 100 diarios
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro446
porque los ingresos eran más altos y convenientes
de los que podrían recibir en sus lugares de origen:
Cuando la mina, cuando la azufrera trabajaba
esto tenía vida, pero ahora no. (…) Tampoco
recibían gente chilena. Los chilenos ahí
en esa azufrera éramos como un lunar. Si
trabajaban 50 bolivianos, había uno o dos
chilenos, no había más tampoco. Porque al
chileno le gustaba ganar. Como corresponde
cuando le pagan su trabajo. Y la gente del
otro lado, me dice ‘esa trabaja por lo que
le pagan nomás’. Y nada más… A ellos le
convenía por el cambio, porque por ejemplo
ganaban 100 pesos chilenos, allá lo hacían
como 300 bolivianos. Entonces les convenía
a ellos. Pura gente boliviana. Toda esta gente
que trabajó aquí, en esta azufrera, toda la
gente era boliviana… (hombre, Ollagüe,
entrevista 2017) [énfasis nuestro].
En ese sentido, el cambio de divisas era favora-
ble para los bolivianos, pero a la vez eran personas
sujetas a una relación de fuerte asimetría. Los
diarios chilenos desde la década de 1940 comen-
zaron a denunciar las paupérrimas condiciones de
las habitaciones y la vulnerabilidad ante el frío, el
viento y las lluvias. Agréguese la baja calidad de las
comidas y las enfermedades estomacales derivadas,
muchas de ellas con resultados fatales. Situaciones
que se extendieron hacia la década de 1950. Las
denuncias en relación con abusos fueron continuas
en los diarios de Antofagasta y de Calama, en es-
pecial por la ausencia de servicios de atención de
salud. Lo anterior había generado algunos muertos
además del no pago de sobretiempos. Respecto
Figura 6. Publicidad publicada desde 1899 en el diario El Industrial de Antofagasta por parte de la empresa Borax Consolidated
Ltd., la que operaba en Cebollar. Este dato nos remite a la presencia de bolivianos en dichas faenas y que los pagos eran realizados
con billetes bolivianos, aun estando situados en territorio chileno. Abajo: Reportaje a la empresa azufrera SIAM Carrasco, diario
La Nación, 25 de junio de 1935.
447Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
de los obreros despedidos de las faenas, el diario
calameño El Despertar detallaba:
A los obreros cancelados se les deja botado
y tienen que ir a pie a buscar las estacio-
nes más cercanas del ferrocarril que dista
varios kilómetros. Explican estos obreros
que se vería con agrado, de vez en cuando,
las autoridades del trabajo hagan visitas
a este sector. Por otra parte, también es
conveniente que los obreros se organicen en
sindicato para defenderse de estos abusos
(El Despertar, 16 de febrero de 1953).
Subsidiariedad étnica en el azufre
y el bórax
Todos estos antecedentes nos remiten a una
realidad que evidencia una excesiva precariedad
laboral y socioeconómica que tuvieron que asumir
los trabajadores, y por extensión, los migrantes bo-
livianos. Esos mismos datos nos dan las luces para
comprender que este tipo de minería no metálica
constituyó una base económica sustentada en una
masa laboral de baja cualificación, con la consabida
acumulación de capital por parte de los empresarios
en una zona que en los hechos se resistía a disipar
su bolivianidad, justo en una época de políticas
chilenizantes.
Los campamentos mineros de Ollagüe tam-
bién muestran dos fenómenos simultáneos. Si
bien esta zona fue un objetivo de las políticas de
“chilenización” del Estado (culturales, simbólicas,
militares, etc.), estas políticas no lograron contener
la “bolivianización” laboral. La chilenización fue
un dispositivo impulsado políticamente que buscaba
homogeneizar e integrar culturalmente el territorio
al hacer invisible la presencia boliviana. Sin embar-
go, juzgamos que esta situación no ocurrió en las
periferias que estamos caracterizando.
Ante estos antecedentes y datos cuantitativos,
sostenemos que los trabajadores bolivianos con
destino hacia la minería de altura, del azufre y el
bórax, proporcionaron una forma de subsidiariedad.
Esta subsidiariedad fue apoyada por numerosos
trabajadores de origen quechua y aymara que en
realidad eran una masa laboral subordinada y que
participaban desventajosamente en una relación
socioeconómica anómala. Los bolivianos y bolivia-
nas trabajaron en tareas que los mineros chilenos
no podían o no deseaban desarrollar. Tal como
señala Achille Mbembe (2013: 322), “la acumula-
ción siempre requiere complementos o subsidios
raciales”. Es decir, alguien tenía que subsidiar
con su cuerpo, energía y biología, en un manto de
sacrificialidad, la expansión del capitalismo en la
región. En esa dirección, la exposición a riesgos
fue una constante, que, como en otros casos, “el
Estado avala la agudización de este riesgo” (Weitzner
2018: 364) surgiendo la superfluidad de aquellas
poblaciones, las que finalmente aportan con una
plusvalía. Tal como señala García Linera, la fuerza
de trabajo no solo queda parametrizada, sino que
queda sustancializada y sostenida: “el propio traba-
jador corporiza esa mercancía, será él mismo una
mercancía” (2009: 109).
Al mismo tiempo, podemos puntualizar lo que
ha sido denominado el espacio paradójico de con-
tigüidad y rechazo (Mbembe 2013), en el sentido
que los bolivianos, en la mirada de una relación
colonial y despreciativa, eran vistos como un resto,
como un afuera de lo que constituía lo moderno.
Pero, a la vez, estaban ineludiblemente articulados
a la problemática del trabajo, siendo ese mismo
migrante el promotor y el causante del excedente
que funda el capitalismo minero. Los trabajadores
en la minería del azufre y el bórax y en todas sus
instalaciones auxiliares, inauguraron así esa mirada
de proveeduría que constituiría a Bolivia, en donde
hombre-cosa-mercancía entraron en una sinonimia.
Dicha constitución y representación de Bolivia
produciría una amplia distribución de personas y
objetos que, en el decir de Alejandro de Oto, esos
contextos traman cuerpos coloniales: “Un cuerpo
afectado a la par por el exceso y por la carencia”
(De Oto 2018: 77).
A su vez, podemos articular dicha realidad
laboral y étnica en cuanto a cierta función “gené-
tica” de una producción de raza, o derechamente,
de clase, surgiendo de ese modo un entramado que
estaba articulado a una nacionalidad en particular,
a una “biología dispuesta” –dando paso a cierta
biopolítica del trabajo–, pero también a una etni-
cidad y migración, esta última categoría dada por
la constitución de una frontera fruto de una guerra
minera. Es quizás lo que ha sido llamado como el
sujeto neuroeconómico, un hombre-flujo, hombre-
cosa, hombre-máquina (Mbembe 2013). Aquellas
cotidianidades del trabajo se sustentaron en una am-
bigüedad dada, por una parte, por la descalificación
moral y social y, a su vez, por la instrumentalización
práctica para un tipo de extractivismo.
Damir Galaz-Mandakovic Fernández y Francisco Rivera Amaro448
Esas descalificaciones morales y sociológicas
estaban manifestadas por las notables estigmatiza-
ciones que se reproducían por varios medios y que
sufrían dichos migrantes, a saber, de su importancia
como mano de obra. Semper y Mitchels (1908:
100) dijeron, por ejemplo, que los trabajadores
bolivianos “a pesar de ser resistentes, son menos
intelijentes”. Agregando otras imágenes y semán-
ticas de desprecio: “los trabajadores bolivianos se
encuentran en su grado de cultura sumamente bajo:
sus habitaciones están atestadas de inmundicias i
bichos” (Semper y Michels, 1908: 103). La llamada
desdeñosamente como la “bolivianada” o “cuicos”
(Echeverría y Reyes, 1929), fueron acusados de ser
“portadores de gérmenes” y de “acarreadores de
bubónica”, de estar en “pañales de la civilización”
y que además no “manejaban idioma” (Fernández
2015). El periódico santiaguino Poncio Pilatos
indicaba el 26 de abril de 1894: “aquí en Chile, i,
sobre todo, en Antofagasta i Tarapacá, a los boli-
vianos se les mima, se les trata como niñas bonitas
i se les anda trayendo en palmas de manos”, trato
que según el periódico citado era “injusto” ante
la “bestialidad” y “mal vivir” de los migrantes de
Bolivia en el nuevo norte de Chile. En 1905 se les
acusaba de ser portadores de viruela:
Los trabajadores bolivianos (…) traen
generalmente el contajio con ellos, i no
solamente lo traen, sino que procuran pro-
pagarlo, porque es costumbre hacerlo así
entre los indios bolivianos a fin de que el
tormento pase más lijero (ABCN, Cámara
de Diputados, Sesión 6ª estraordinaria, 6
de noviembre de 1905).
No obstante, notemos que la demanda de traba-
jadores de origen boliviano e indígena, capaces de
trabajar en condiciones extremas, estaba determinada
no solamente por las condiciones ambientales de
la minería de altura sino, principalmente, por el
“saber-hacer” minero, lo que Giddens (1990) deno-
mina “conocimiento experto” (expert knowledge),
requerido por el capitalismo industrial. Se trata
de un conocimiento acerca del rendimiento del
trabajador en altura: cómo dominar los ritmos de
marcha y movimiento, cómo dosificar las energías
del cuerpo y cómo gestionar el tiempo de esfuerzo en
el trabajo (Morales, 2018). El científico Ancel Keys
escribió: “El trabajo en la mina es principalmente
un trabajo manual bastante pesado, pero el ritmo
es lento. Los mineros experimentados conocen su
capacidad y es raro ver una aguda falta de aliento”
(Keys, 1936, 303) [traducido por los autores]. A
pesar de las descalificaciones, el capital humano y
el conocimiento de los migrantes bolivianos poseía
un valor que pocos autores de la época hubieran
negado.
Consideraciones finales
La presencia de trabajadores bolivianos en la
nueva frontera nos demuestra, en primer lugar, la
escala significativa de un fenómeno migratorio en
el período de la postguerra y de la centralidad que
ocupó esta mano de obra en el desarrollo minero
no metálico, como también ocurrió en la zona del
altiplano ariqueño, zona que también atestiguó la
presencia de indígenas provenientes de Bolivia
quienes vivieron un proceso de proletarización
regulado por la industria y por la burocracia estatal
chilena (Díaz etal., 2016).
En el caso de Ollagüe y comunidades contiguas,
la movilidad también comenzó a quedar registrada
en los prontuarios fronterizos que eran el resul-
tado de la nueva burocratización y aduanización
en aquellas alturas. La trascendencia de aquella
mano de obra para el desarrollo minero radicó en
una complementariedad exterior emanada desde
políticas empresariales que se sustentaron en la
“biologización” de una categoría que recayó en
poblaciones indígenas, sobre la inferida disponibi-
lidad biológica de los trabajadores bolivianos para
desplegar sus labores en condiciones precarias y
febles de la explotación de extrema altura.
El análisis de los prontuarios, expedientes
burocráticos de una migración regularizada, nos
brindó una cuantificación que nos permite carac-
terizar críticamente aquellos procesos históricos
de la movilidad transfronteriza y sus impactos en
las comunidades mineras. No obstante, la memoria
oral de aquellos poblados fronterizos nos remite
a que normalmente gran parte de la circulación
de personas por rutas ancestrales con rumbo a
las azufreras y borateras, no quedaba registrada.
A saber de estos infinitos datos nulos de po-
blación en movilidad, la memoria local nos indica
cierta utopía modernizadora que aplicó el Estado de
449Los chilenos ahí en esa azufrera éramos como un lunar. Presencia boliviana en la minería del azufre…
Chile, utopía minada por la porosidad de la frontera,
adicionándose el propio capitalismo minero que
ejerció los enlaces internacionales para sus objetivos
en el marco de jerarquización sociolaboral y étnica,
propios de los cálculos del capitalismo. Así, la gestión
del Estado devino solamente en procesos de orden
y registros, pero disponiendo de su fuerza armada
y violencias simbólicas propias de los procesos de
chilenización (Morong y Sánchez, 2006), cuyos
procesos y gestiones fueron usufrutuadas por las
empresas mineras.
Agradecimientos
Este artículo es producto del proyecto
FONDECYT Nº11180932. También es parte del
Proyecto Arqueológico Alto Cielo financiado por
Social Sciences and Humanities Research Council-
Vanier CGS de Canadá. Parte de la base de datos
utilizada en este artículo fue levantada en el marco del
proyecto FONDECYT Nº11110246. Agradecemos
a Tiziana Gallo por la elaboración del mapa de la
zona de estudio y a los evaluadores anónimos por
sus valiosos comentarios.
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Diario La Verdad, La Paz, Bolivia.
Diario Poncio Pilatos, Santiago, Chile.
The Carbon County News, Red Lodge, Montana, Estados Unidos.
The Evening Star, New York, Estados Unidos.
Notas
1
El archivo contiene 36 cajas con 150 prontuarios aproxima-
damente cada una. Lo que da un total por sobre los 5.300
prontuarios que indican una diversidad de datos referentes
a los bolivianos que ingresaron a Chile.
2
Es importante destacar que, para el período estudiado,
los empresarios mineros de la región no forman un grupo
homogéneo y formalmente constituido. No fue hasta 1952,
con la creación de la Asociación de Productores de Azufre
de Chile, que los intereses de las empresas azufreras del
país fueron representados colectivamente (CORFO 1962:
345).
3 Otra importante actividad que articulaba la población de
Bolivia y Atacama fue la venta y transporte de llareta,
ejercida mayormente entre la década del 30 y del 50, y
cuya explotación fue reglamentada a partir de 1941 con
la promulgación del Decreto 1427. La principal demanda
de llareta provenía de Chuquicamata y de las empresas
mineras de la zona que ocupaban grandes cantidades de este
combustible vegetal en los procesos de secado, calcinación,
fundición, funcionamiento de generadores eléctricos y
maquinaria a vapor (Comisión Verdad Histórica y Nuevo
Trato con los Pueblos Indígenas 2008).
4
Consideramos la organización territorial del Estado
Plurinacional de Bolivia establecida en la Constitución
Política de 2009.
5
La Ley Nº19221 de Chile, promulgada en 1993, establece
que la mayoría de edad es a los 18 años. Las leyes anteriores
situaban la mayoría de edad en 21 años.
6 Si no se señala lo contrario, las entrevistas son anónimas
debido a consentimientos de confidencialidad.
7 Luis Camus, extrabajador en las azufreras de Aucanquilcha
en los finales de la década de 1940 y en el primer lustro de
la década de 1950. La entrevista fue realizada en febrero
de 2014 en Tocopilla.
... Converted into foreigners, Bolivian workers became the ones who transformed and gave life to a mining project planned in the United States. 8 Chuquicamata Under the Guggenheim Ownership During the first five years of the twentieth century, Chuquicamata was the primary Chilean copper mine. It produced "two thousand tons of 17 percent of ore" monthly. ...
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The War of the Pacific (1879–1883) between Chile, Peru, and Bolivia marked a turning point in the political and socio-economic development of the Atacama Desert. Formerly part of Bolivia, this area came under the control and jurisdiction of Chile in 1884. This shift in sovereignty substantially altered the tri-national geopolitics, forcing the local Bolivian population to flee. The newly annexed region's rich mineral resources became subject to a mining colonization process. In 1912, the Guggenheim family founded The Chile Exploration Company and began the industrialization of the Chuquicamata copper mine. Located in the heart of the Atacama Desert, this was the world's largest copper mine during the twentieth century. Although the local Bolivian population had fled the Atacama Desert following the war, many returned to work in the Guggenheim mine almost thirty years later. Between 1912 and 1925, 239 Bolivians labeled as foreigners and “Indians” were employed in diverse production stages or subsidiary services. Bureaucratic migratory documents and newspaper archives allow us to quantify and characterize Bolivian migration to Chuquicamata. We argue that an ethnic-labor subsidiarity emerged, a historical process resulting from ethnic discrimination, expressed in the disposition and physical costs of mining work and low wages. While the war altered the mining territory of Atacama, ethnic-labor subsidiarity of the Bolivian workforce sustained the expansion of U.S. capitalism in the Chuquicamata copper mine.
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Los sitios industriales de la minería del azufre del siglo XX en Ollagüe formaron parte de la industrialización y expansión capitalista en el norte de Chile. Este trabajo presenta una síntesis de los conjuntos materiales de tres campamentos azufreros abandonados. Los resultados permiten conformar un panorama de las materialidades históricas de sitios azufreros en esta porción de la puna andina, con el fin de contar con datos para estudios comparativos con otras regiones, evaluar el grado de inserción de Ollagüe en los mercados globales durante los años de explotación minera y el impacto que la expansión capitalista en la región tuvo en las nuevas prácticas de consumo de la comunidad minera inserta en esta industria.
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El yacimiento de litio del Salar de Atacama fue la primera explotación vía salmuera en Sudamérica, hasta el día de hoy clave para la industria por su calidad y cantidad de minerales. Las comunidades atacameñas, emplazadas en estos distantes parajes, abandonadas por décadas por el Estado, desarrollaron diversas actividades en torno a este bien común, todas interrumpidas tras su industrialización durante las décadas de 1980 y 1990. Este artículo describe cómo se instala la industria del litio en el Salar de Atacama y cuál es su relación inicial con las comunidades locales, proponiendo una periodización que abarca desde 1962 a 1997, la cual comprende el periodo de exploración, construcción de minas y su primera fase de producción. Teóricamente, el fenómeno es interpretado desde el paradigma extractivista. En términos metodológicos, se trata de una investigación cualitativa, basada en la revisión de archivos de prensa, etnografía y utilización de fuentes secundarias, de modo de comprender el fenómeno en su contexto histórico y local. Se concluye que en esta primera etapa la promesa de desarrollo no se materializa, y las comunidades deben enfrentar las primeras consecuencias socioambientales de la industria.
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Located at the Bolivian border in the Antofagasta region, Ollagüe saw the emergence of industrialisation and capitalist expansion through sulphur mining activities during the 20th century. This article presents both an historical synthesis and the industrial heritage of Ollagüe to show how the innovations in the sulphur mining technological system go hand in hand with the global economic context of the last century. Archaeological industrial heritage is approached here in terms of continuity and ruptures; in other words, as a constant pendulum movement of technological innovations and production challenges.
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The physical coercion of state agents (police, local authorities, public officials, members of the army) towards the indigenous people in northern Chile has its own characteristics when compared to the Mapuche resistance in the defense of the land from the end of the 19th century until the term of the dictatorship. In both cases, it is common that it arises on the occasion of tensions and conflicts between individuals (landowners and speculators of lands with indigenous people, between families and indigenous communities, between indigenous and non-indigenous peasants). However, in the Andean regions of the north of the country they are marginal areas of height where the presence of the State is, except for special moments, recurrently weak, unlike the early formation of the State (and of an agrarian region) in Araucanía. On the other hand, the control of borders (with Bolivia, Argentina and Peru) and the imposition-dispute for the nationality of the population of regions annexed by the War of the Pacific acquire importance. We present some cases in which the violence of public officials (police, members of the armed forces and civil servants) is directed at indigenous people of the Andean space, whether it breaks into local conflicts, or is the result of uncontrolled action (abuse of power, repression) of state agents. Sometimes in a combined way. In the cases presented, violence and death are accompanied by perceptions of strangeness, primitivism and impunity and, from the indigenous side, as acts of arbitrariness and feelings of helplessness.
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It has been extensively written about the journeys made in the puna of Atacama, journeys from both sides of the Andes. In between rural places, routes through which people have moved are intertwined. Coming and going, social relations that covered more extensive territories than the community/locality itself have been constructed. Traditionally, the community has been understood as the socio-organizational unit of the human groups that inhabit the Puna de Atacama, to a certain extent as a spatial closure of social relations, a theoretical-analytical perspective that leaves shadowy spaces that end up constituting a stable imaginary of these groups. These shadows have made invisible the ways in which social relations have been built in territories that exceed the local, and that can be represented by forms of families and leadership or “big men”, which are part of the sociological substratum of the inhabiting way in the Puna area. Three types of trips will be described as they give an impression of the organizational features of the atacama and colla indigenous groups in the area, illustrating the emergence of new forms of socio-political construction expressed in different forms of leadership.
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This essay focuses on the inflections that Fanon's writing produces in the critical genealogies of colonialism regarding to the problems of body and representation. It approaches the colonial body as a notion coined by the fanonian criticism of colonialism. This is crucial to contemporary discussions about racialization, particularly to understand the way in which an analytic of the colonial body is at the same time an early critique of representation as a philosophical and cultural category. The essay deals with Fanon`s main texts with the intention of showing how these processes unfold and to ponder his writing as a central archive of postcolonial political philosophy.
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Se analiza el caso de la Compañía Huanchaca de Bolivia como prototipo de un proceso de instauración de una economía capitalista de enclave industrial en el sudoeste de Bolivia, centrando el análisis en la transición artesanal a la industrial y sus efectos tecnológicos, mecánicos y urbanos que resultaron gravitantes para procesos migratorios. Del mismo modo, se caracteriza este proceso de industrialización que trae aparejado enlaces asimétricos con los saberes tradicionales, estableciendo nuevas formas de control por parte del Estado y capitalistas mineros hacia los indígenas, estableciendo, de esta forma, nuevas relaciones sociales.
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During the first decades of the twentieth century, mining at high altitude became important in the Andes of Arica, establishing a series of sulfur mines on the slopes of volcanoes Tacora and Taapaca. Such Extractive activities incorporated Aymara villagers as laborers for work on sulfur mining companies, production that triggered the regional economy. Indigenous workers, mostly of Bolivian origin, part of a process of proletarianisation which was regulated by industrial production, the legal provisions of the Chilean State and the different forms of social organization and trade unions. Based on a corpus of documentary background, this article describes and analyzes these processes, trying to relieve the Andean indigenous population that was incorporated into the wage labor of the sulfur mines and how they interacted with the Chilean authorities and with the industry in an environment of tradition and modernity.
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The following article ponders on the configuration of identity in the nitrate context, using as axial categories those of civilization/barbarism. It refers in particular to the discursive violence displayed by the Tarapacá labor press, and addressed towards Bolivian indigenous and Asian immigrants, discussing the role of racism in the social construction of otherness and its relation to the pampina identity in times of growth of the labor movement. According to this, and in order to proceed with the research, the following newspapers were reviewed: El Trabajo (1901-1908), El Pueblo (1899-1906) and El Pueblo Obrero (1906- 1910).
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El trabajo se centra en el análisis de los flujos demográficos desde Bolivia hacia la ciudad de Antofagasta, durante el apogeo del ciclo del nitrato, entre 1880 y 1930. Para ello, en base del archivo histórico del Registro Civil e Identificaciones, se estudian los prontuarios personales del contingente boliviano que se radicó en la capital de la provincia de Antofagasta. Se examina la situación de Bolivia para apreciar los factores que posibilitaron tal migración desde las distintas áreas geográficas y, de igual modo, las condiciones que exhibía la ciudad de Antofagasta en el periodo. El análisis de los documentos permite diferenciar los aportes de cada departamento de Bolivia, el género, la edad, su capital social y las etapas en que se verificaron tales flujos y determinar que los bolivianos establecidos en Antofagasta fueron mayoritariamente de ascendencia española u europea. Palabras claves: Bolivianos, Antofagasta, salitre, migración, sociedad. This paper focuses on the analysis of the demographic flows from Bolivia to the city of Antofagasta during the apogee of the nitrate cycle between 1880 and 1930. So, the personal records of the Bolivian contingent establishing in the capital city of Antofagasta province are studied, based on historical files of the Civil Registration Office. The Bolivian situation is studied in order to appreciate the factors that made migration possible from various geographic areas, along with the conditions of Antofagasta city during that period. The analysis of documents allows differentiating the contributions of each Bolivian department, gender, age, social capital, and the periods in which these flows occurred, together with determining that Bolivians establishing in Antofagasta were mainly Spanish or European descendants.