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Recibido: 2020-10-13 | Revisado: 2020-11-20 | Aceptado: 2020-11-26 | Publicado: 2021-04-28
DOI: https://doi.org/10.12795/IE.2021.i103.10 | Páginas: 139-152
https://revistascientificas.us.es/index.php/IE/index
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Revista de Investigación e Innovación Educativa nº 103, 2021 | e-ISSN 2443-9991
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La arqueología experimental como estrategia educativa: realidad y
posibilidades
Experimental archaeology as a learning strategy: reality and possibilities
Gr. Francisco José Montoya Martínez es Arqueólogo y egresado de la Facultad de Letras de la Universidad de
Murcia (España) franciscojose.montoya@um.es · https://orcid.org/0000-0003-3161-6070
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Dr. Alejandro Egea Vivancos es Profesor Titular en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia
(España) · alexegea@um.es · https://orcid.org/0000-0002-6047-2670
Cómo citar este artículo
Montoya Martínez, F.J. y Egea Vivancos, A. (2021). La arqueología experimental como estrategia educativa:
realidad y posibilidades. Investigación en la Escuela, 103, 139-152. doi: http://dx.doi.org/10.12795/IE.2021.i103.10
Resumen. Desde hace décadas en los centros educativos españoles se han multiplicado experiencias didácticas o
talleres de arqueología experimental. ¿Aprovechan estas actividades todo su potencial educativo? A través de una
metodología de investigación mixta y por medio de un muestreo no probabilístico y no aleatorio se analizan once
proyectos de arqueología experimental que se han implementado en los últimos años en las aulas de Educación
Secundaria en España. El estudio de estos casos, obtenidos a través de la bibliografía, de la información hallada en
Internet y a través de entrevistas con empresas especializadas, ha permitido establecer distintos patrones de actuación
y categorizar los diversos tipos de actividades que se realizan habitualmente en los centros educativos. Los resultados
demuestran que el grueso de este tipo de experiencias no aprovechan todo el potencial educativo que realmente tiene
la arqueología experimental. La amplia mayoría de experiencias analizadas no desarrollan actividades previas, de
consolidación o de evaluación de la actividad. También se detecta que muchas se limitan a trabajar la prehistoria y, por
tanto, se vinculan únicamente a los contenidos de 1.º ESO (12-13 años). Se propone finalmente un modelo estándar
de actuación (PAEduca) de cara a que futuras actividades de este tipo puedan alcanzar un valor educativo más
significativo y valioso, tanto para estudiantes como para docentes y centros educativos.
Abstract. During the last decades experimental archaeology workshops and experiences have multiplied their presence
in Spanish schools and high schools. But, do they take advantage of their full educational potential? To answer this
question a mixed methods study was designed. Different experimental archaeology projects that have been
implemented in recent years in Spanish Secondary Education classrooms were analyzed. A non-probabilistic and non-
random sampling was used as the study is based on the cases obtained through literature search, information found
on the Internet and interviews with specialized companies. It was possible to establish different patterns of action and
categorize the various types of activities that were usually carried out in educational centers. The results showed that
most of these types of experiences did not take advantage of the full educational potential that experimental
archaeology has proved to have. The vast majority of experiences analyzed did not introduce, consolidate or assess the
experience by means of specific activities. It was also detected that many are limited to working on Prehistory and,
therefore, were linked only to the contents of 1st ESO (12-13 year olds). As conclusion, a standard model of action is
proposed so that future activities of this type enable students to achieve a more significant and valuable educational
outcomes.
Palabras clave · Keywords
Enseñanza secundaria, historia, ciencias sociales, investigación educativa, actividades escolares.
Secondary education, History, social sciences, educational Research, school activities.
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1. Introducción
La arqueología experimental es la disciplina encargada de estudiar los procesos de comportamiento de
los restos materiales del pasado, a través de una reconstrucción experimental, de manera que se puedan
extraer hipótesis para su posterior contraste con los datos arqueológicos. Los inicios de esta disciplina se
vinculan claramente a la investigación y divulgación científica, pero sus cualidades pedagógicas y el uso de
una metodología hipotética-deductiva, ha hecho de esta disciplina una herramienta muy válida también para
un uso con fines meramente educativos (Ramos, 2007). Es por ello que, recientemente, ya son muchos los
arqueólogos, empresas o docentes que han querido llevar la arqueología experimental a las aulas. Sin
embargo, un estudio, sistematización y análisis de estas prácticas de arqueología experimental desde un
punto de vista educativo aún estaba por hacer. ¿Qué se enseña? ¿Cómo se enseña? ¿Qué posibilidades se
aprovechan? ¿Cuáles no?
2. Marco teórico
2.1. La arqueología pública
La arqueología experimental y su llegada a los centros educativos hay que contemplarla, sin duda, como
fruto del crecimiento de la denominada arqueología pública. Este término, acuñado en la década de los 70
del siglo XX tras la publicación en EE. UU. del libro Public Archeology (McGimsey, 1972), sirvió para
demostrar la importancia de conseguir la integración de las comunidades locales con el patrimonio, así como
buscar reforzar la identidad y los vínculos con el pasado de dichos colectivos (Merriman, 2004). Desde un
ámbito más europeo se redefinió esta idea y se empezó a hablar de una arqueología pública como canal de
estudio de las relaciones entre arqueología y sociedad desde diversos ámbitos (Almansa, 2010) o, en otras
palabras, cualquier actividad arqueológica que interactúa o puede interactuar con el público (Schadla-Hall,
1999). En particular, en España, la arqueología pública se ha cristalizado, sobre todo, en actividades de
divulgación diversas como libros accesibles a todos los públicos, simulaciones arqueológicas o talleres
variados. Sin embargo, estas aproximaciones se han realizado casi siempre desde un punto de vista
meramente arqueológico.
Pero fusionar arqueología y educación demanda de un nuevo marco donde la óptica del especialista,
del arqueólogo, no es suficiente, muy en el hilo de lo que se ha estudiado ya en relación al patrimonio o a la
historia en general. La arqueología, como elemento patrimonial, encaja perfectamente en lo que serían las
bases de la didáctica del patrimonio. Según estas es imprescindible procurar que los estudiantes comprendan
las sociedades pasadas y presentes a través de esos elementos patrimoniales, desarrollar su propia habilidad
interpretativa, influyendo así en su capacidad de valoración y, por tanto, en la conservación de los bienes
(Cuenca, 2002; 2014). En este sentido, los programas de educación patrimonial cuentan, incluso, con su
propio plan teórico y metodológico reafirmado e implementado en numerosos casos con estudios empíricos
que han aportado resultados, lo cual ha permitido construir propuestas y estrategias diversas tanto en
educación formal como no formal (Fontal y Ibáñez, 2015).
Ya son varios los trabajos que han defendido el uso de la arqueología experimental por favorecer un
aprendizaje activo, dinámico o significativo (Masriera, 2008; Ramos, 2007; Villanueva et al. 2016). Sin
embargo, a pesar de que el marco de actuación y la línea de investigación estén bien definidos, muchos de
los proyectos de arqueología experimental, de arqueología en general, todavía no se vinculan a unos
objetivos educativos claros. La razón quizás sea que los agentes relacionados con la difusión del patrimonio
suelen recibir una formación más disciplinar (historia, arqueología), con escasa o ninguna carga educativa,
salvo excepciones. A modo de ejemplo, el temario que habilita a los guías turísticos de la Región de Murcia
cuenta con 28 temas, ninguno de ellos de corte didáctico (BORM, 24 de noviembre de 2017). Este hecho
trasmite unos valores de conservación que carecen de elementos didácticos, imprescindibles para la correcta
asimilación (Polo et al. 2014). Siguiendo con esta línea, el problema fundamental sería aún la clara división
entre arqueólogos y educadores. Mientras que los arqueólogos se han centrado en mostrar y enseñar técnicas
propias de la disciplina arqueológica sin tener en cuenta aspectos pedagógicos, los educadores, por el
contrario, han buscado estimular el desarrollo cognitivo. Sería imprescindible tener en cuenta ambas
perspectivas (González-Marcén, 2011).
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2.2. Las posibilidades educativas de la Arqueología
En España, tras la dictadura franquista, proliferaron grupos de innovación al amparo de los aires de
cambio que llegaban de Reino Unido, destacando el grupo Historia 13-16. A este colectivo se debe la
introducción de la simulación arqueológica, llegando a territorio peninsular en la década de los 80 del siglo
XX (Santacana y Hernández, 1999). Al margen de la recreación arqueológica, surgen otra serie de propuestas
que incorporan características o procesos propios de carácter arqueológico sin recreación de yacimientos
arqueológicos en el centro o fuera del mismo (Egea y Arias, 2019). Esta visión de la arqueología con fines
didácticos se vincula, sobre todo, en un principio con la denominada educación no formal, permitiendo
desarrollar actividades y estrategias con mayor libertad al no estar estrechamente vinculado a un currículo
predeterminado, siendo el alumnado el verdadero protagonista del proceso enseñanza-aprendizaje (Ibáñez
et al., 2012).
Las posibilidades y estrategias educativas que posee la disciplina arqueológica son muchas y de muy
diversa índole. La arqueología enseña los cambios que han sufrido las culturas humanas y su adaptación al
territorio, factor este último que ha contribuido a la supervivencia como especie. La proliferación y puesta
en común de la disciplina arqueológica en las aulas se argumenta por dos motivos fundamentales: por su
carácter motivacional y por su carácter transversal, vinculándose con otras disciplinas (Henson, 2004;
Santacana, 2018). Este componente interdisciplinar, combinado con el carácter procedimental (Zabala y
Arnau, 2014), permite el trabajo de las competencias clave (Bardavio et al. 1996). A este carácter transversal
se le suma claramente su potencial de atracción (Santacana et al. 2017). La metodología arqueológica
favorece además la formación de ciudadanos críticos y mejor preparados para entender el presente (Egea y
Arias, 2019), así como ciertas temáticas facilitan la comprensión de la naturaleza plural y diversa del pasado
(Jiménez, 2017). En relación a cómo llevar la arqueología al aula, los modos de actuación disponibles son
variados: excavaciones en yacimientos reales, simulados, museos de clase, kit-móviles, talleres, actividades
en aula, proyectos, investigación-acción, didáctica con objetos, juegos de mesa, actividades virtuales, entre
otras (Coma, 2011). Muchas de estas actividades llegan a través de diferentes agentes, tanto por el personal
docente/departamento como arqueólogos reciclados o reconvertidos en docentes (González-Marcén,
2011). Más recientemente se han defendido incluso las posibilidades que la arqueología abre para el
desarrollo de las denominadas habilidades del pensamiento histórico (Egea y Arias, 2018a; Wearing, 2011).
Este último aspecto es clave pues recientes investigaciones demuestran el déficit que, en este sentido, poseen
los estudiantes (Sáiz y Fuster, 2014).
2.3. La arqueología experimental
Dentro de la arqueología, la experimental hay que entenderla como parte del paradigma de la New
Archeology, donde se puede considerar a Lewis R. Binford como uno de los padres de dicho modelo.
Binford sostenía la idea de que la tarea arqueológica supone estudiar el proceso de la cultura (cómo, cuándo
y por qué cambia la cultura humana) (Santacana y Hernández, 1999). Esta nueva visión de la arqueología se
centraba en el análisis de cómo se construye el yacimiento arqueológico o cómo funcionan determinados
útiles o herramientas (Ballart, 1997). Según Morgado y Baena (2011) la variabilidad de la experimentación
arqueológica se puede resumir en dos grandes grupos. Por un lado, estaría todo lo relativo a la formación
del registro arqueológico y, por el otro, todos esos experimentos relacionados con la realidad sociocultural
del tiempo pasado. En este segundo grupo, entrarían las actividades sobre las materias primas con las que
se elaboran las herramientas, sobre los procesos técnicos que se emplean, así como todo lo relativo a las
formas de vida.
La práctica de la arqueología experimental, a diferencia de lo que ocurre en España, cuenta con una
dilatada trayectoria en muchos países europeos, donde la investigación arqueológica confluye con la
explotación turística, la puesta en valor de los bienes patrimoniales y sus posibilidades didácticas, creando
modelos de simulación, tanto de formas de vida del pasado como de los procesos técnicos asociados a cada
etapa (Masriera y Palomo, 2009). Esta experimentación activa permite aproximarse al conocimiento
económico, social, tecnológico, cultural, ambiental y paisajístico de estas primeras comunidades (González
et al. 1998). En España, la aplicación de la arqueología experimental con fines didácticos es un campo
novedoso (desde finales del siglo XX), siendo en la actualidad un recurso muy utilizado en parques
arqueológicos y museos (Alonso et al. 2010), ya sea mediante actividades manipulativas como talleres de
fabricación de útiles, simulaciones de proyectos de investigación, etc. (González-Marcén, 2011). A pesar de
ello, no es una disciplina exenta de problemas, ya que las actividades deben ser llamativas y permitir
desarrollar múltiples habilidades como la observación, clasificación, pensamiento hipotético deductivo e
incluso el análisis crítico (Cooper, 2013; Santacana, 2018). Por ello, si se enfoca la arqueología experimental
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desde un punto de vista didáctico, los objetivos deberían ser, entre otros: experimentar, aprender técnicas,
incrementar la motivación, favorecer la reflexión, fomentar la cooperación entre iguales o fomentar valores
de respeto al patrimonio (Bardavio, 1998).
Esta batería de aspectos, genéricos y específicos, son los que asegurarían el éxito de los talleres
didácticos de arqueología experimental como oferta pedagógica, configurando un fenómeno en vías de
desarrollo en España y con enorme importancia e influencia en países como Reino Unido o Francia. ¿Qué
se puede hacer entonces? La arqueología experimental, entendida como herramienta auxiliar que recrea
diferentes procesos de trabajo y manufactura, puede ser implementada describiendo la cultura material de
ciertas culturas con dibujos o fotografías, analizar los objetos de manera descriptiva, elaborar hipótesis
previas y posteriores a la actividad, intentar deducir funcionalidad y cronología, etc. (Bardavio, 1998).
Es importante destacar que la investigación a través de la experimentación se basa en la simulación, es
decir, la realización de una serie de actividades orientadas a la comprobación u observación de procesos
antrópicos o recreados sobre materiales que simulen situaciones, sucesos o procesos de estas sociedades
pasadas. Tampoco es infrecuente encontrar bajo la etiqueta de “arqueología experimental” actividades más
próximas a la teatralización y a la banalización (Masriera y Palomo, 2009). Pero la verdadera arqueología
experimental supone la observación, análisis, reflexión e interpretación para su reproducción (Millán, 1997).
Y en esta línea, el ámbito que está mostrando mayores propuestas desde el punto de vista didáctico es el de
los procesos de elaboración de objetos y de obtención de productos. Como se podrá comprobar, desde este
campo se trabajan actividades relacionadas con la tecnología prehistórica y protohistórica de forma casi
exclusiva. Pero cabe recordar que también son posibles actividades experimentales de otras cronologías,
como la romana, medieval, moderna o contemporánea, que, aunque su uso como recurso didáctico suele
ser mucho menor (Ramos, 2007), permitirían potenciar el trabajo en valores, promoviendo el respeto al
patrimonio y a la cultura, como, por ejemplo, acercando al alumnado a conocer los efectos de la guerra civil
a través de las experiencias arqueológicas.
Pero desde un punto de vista educativo la práctica de la arqueología experimental, como se ha visto
con las posibilidades educativas de la arqueología, puede ir más allá. Se puede lograr el aprendizaje
conceptual (aquel relacionado con los aspectos históricos y arqueológicos de la actividad) pero también
trabajar desde un punto de vista competencial, interdisciplinar, enseñar en valores (respeto al patrimonio,
trabajo en equipo, etc.) y, por último, desarrollar las habilidades del pensamiento histórico (Egea y Arias,
2018b). Es en este punto en el que surge la pregunta de investigación de este trabajo: ¿Hasta qué punto se
están aprovechando las posibilidades educativas de la arqueología en las actividades que se realizan en
España de arqueología experimental?
Para responder a ello esta investigación planteó un objetivo general (OG) que consistió en: Diseñar un
patrón de actuación para que los centros educativos, las empresas de arqueología o expertos afines puedan
emplear a la hora de diseñar proyectos de arqueología experimental desde un punto de vista educativo. Pero
para poder responder a este objetivo final, fue necesario responder previamente a los siguientes objetivos
específicos (OE): (1) Identificar proyectos de arqueología experimental en centros de Educación Secundaria
en España y (2) Categorizar y analizar dichos proyectos de arqueología experimental desde un punto de vista
educativo.
3. Método
Se realizó una investigación de corte mixto con el fin de planificar y mejorar experiencias similares en
un futuro (McMillan y Schumacher, 2005). La obtención de los proyectos a analizar se basó en un muestreo
no probabilístico y no aleatorio en relación a la facilidad de acceso. Es decir, la búsqueda en repositorios
digitales y en sitios web (de centros educativos y empresas) fue la que proporcionó finalmente el número de
individuos (proyectos) a analizar. Para dicha búsqueda se emplearon términos de búsqueda como:
“Arqueología Experimental”, “talleres de Arqueología en centros de Secundaria”, “talleres didácticos”,
“Arqueología en la Educación Secundaria”, entre otros. En el caso de las empresas se pudo contactar
personalmente con algunos de sus responsables, entrevistando a estos en base a los ítems de clasificación
marcados por esta investigación, formulando una serie de preguntas tales como, ¿dónde suelen desarrollar
sus actividades? ¿realizan actividades previas? ¿evalúan estas actividades?, entre otras cuestiones. El análisis
se limitó a los centros de Secundaria de cara a que los proyectos a comparar fueran más similares y, por lo
tanto, el análisis por categorías fuera más consistente. La información se recogió en una base de datos
(Microsoft Access), diferenciando entre (1) proyectos de arqueología experimental (PAE) desarrollados en
los centros de Educación Secundaria y (2) patrones de clasificación, para un posterior análisis y descripción
de cada uno de los centros de Educación Secundaria.
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En el caso de la base de datos destinada a sistematizar los PAE, se diferenció entre los siguientes
campos: Código (los nombres de los centros se anonimizaron), año de realización, ubicación (provincia),
cronología que se trabaja y curso en el que se desarrolló la actividad (Tabla 1).
Tabla 1
Parrilla de Identificación de Proyectos de Arqueología Experimental
Categoría
Subcategorías
Código
PAE XX
Año
Campo abierto.
Cronología
Prehistoria (Paleolítico, Neolítico, Edad de los Metales)
Historia (Historia Antigua, Historia Medieval, etc.)
Curso
1.º-4.º ESO; 1.º-2.º Bachillerato.
Nota: PAE (Proyecto de Arqueología Experimental).
Por lo que respecta a la parrilla relativa al análisis de los proyectos, desde un punto de vista educativo,
la información recogida fue codificada empleando un sistema nominal de categorías combinado con algunos
campos abiertos. Se diferenciaron las siguientes categorías y subcategorías (Tabla 2):
Tabla 2
Parrilla de Identificación de Proyectos de Arqueología Experimental desde un punto de vista educativo
Categoría
Subcategorías
Espacio
Aula / Patio / Exterior
Actividades Previas
Sí / No
Tipos de Actividades Previas
Método expositivo / Método interrogativo / Estrategias de indagación
/ Trabajo de investigación en grupo / Trabajos individuales / Técnicas
cooperativas
Descripción de la actividad
Campo abierto
Actividades de consolidación
Sí / No
Personal responsable
Actividades realizadas por el propio docente/departamento /
Actividades realizadas por un arqueólogo profesional / Empresa
externa
Evaluación de la actividad
Sí / No
Tipos de evaluación
Campo abierto si procede.
Tipos de aprendizaje
Aprendizaje conceptual / Aprendizaje interdisciplinar / Aprendizaje
competencial / Aprendizaje en valores / Trabajo del pensamiento
histórico
La unidad principal de análisis fueron los proyectos relacionados con la introducción de la arqueología
experimental en centros de Educación Secundaria (PAE). Se trata de una investigación de carácter cualitativo
a partir de la aplicación de los patrones de clasificación (categorías) antes mencionados a cada uno de los
proyectos localizados. Cabe destacar la categorización realizada sobre los tipos de aprendizaje que ofrecía
cada uno de los proyectos (Tabla 3). La elección viene justificada ante el evidente vacío bibliográfico que
presentan los planteamientos y prácticas de talleres experimentales en las aulas. A pesar de que la
información localizada ha sido escueta, se han logrado analizar once casos repartidos por diferentes
provincias españolas.
Tabla 3
Tipos de aprendizaje y ejemplos de categorización de los proyectos analizados
Tipos de
Definición
Ejemplos
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aprendizaje
Aprendizaje
conceptual
Aquel relacionado con los aspectos
históricos y arqueológicos de la actividad.
Si predominan tareas relativas a la
terminología arqueológica o a hechos
concretos.
Aprendizaje
interdisciplinar
Aquel relacionado con la
interdisciplinariedad de los conocimientos.
Si incorporan aspectos de otras
disciplinas tales como la Geología
(industria lítica) o la antropología
(material óseo).
Aprendizaje
competencial
Aquel relacionado con las competencias
básicas del Currículo.
Si las estrategias permiten el desarrollo
de competencias básicas como la
comunicación lingüística, aprender a
aprender, etc.
Aprendizaje en
valores
Aquel relacionado con la transmisión de los
valores de respeto al patrimonio y a la
cultura, trabajo en equipo, etc.
Si se hace hincapié en la importancia de
respetar y valorar los bienes
patrimoniales o hay cierto peso en
tareas en las que se fomente la
cooperación y trabajo en equipo.
Trabajo del
pensamiento
histórico
Es aquel relacionado con la reflexión de las
habilidades que el aprendizaje de la Historia
y la Arqueología aporta al alumnado.
Si se establecen tareas que fomenten la
perspectiva, la relevancia, el método de
trabajo con las fuentes, procesos de
causa y consecuencia, etc.
4. Resultados y discusión de resultados
Objetivo 1: Identificar proyectos de arqueología experimental en centros de Educación Secundaria en
España. La sistematización de los PAE aportó como resultado la siguiente tabla (Tabla 4).
Tabla 4
Listado de Proyectos de Arqueología Experimental analizados
Código
Año
Ubicación
Cronología
Curso
PAE01
1996
Barcelona
Neolítico
No se indica
PAE02
2014
Madrid
Neolítico
PCPI
PAE03
2015; 2018
Castellón
Paleolítico
1.º ESO
PAE04
2015
Pontevedra
Edad de los Metales
Diversos cursos
PAE05
2018
Las Palmas
Neolítico
Diversos cursos
PAE06
2018
Madrid
Paleolítico
1.º ESO
PAE07
2019
Murcia
Paleolítico; Neolítico
1.º ESO
PAE08
2019
Zaragoza
Paleolítico
1.º ESO
PAE09
2019
Valladolid
Calcolítico; Edad del Bronce
1.º ESO
PAE10
-
Zaragoza
Edad de los Metales
1.º ESO
PAE11
-
Barcelona
Paleolítico
1.º ESO
Nota: PAE (Proyecto de Arqueología Experimental).
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Atendiendo a la fecha de realización de estos proyectos, se ha detectado una característica común a
todos ellos, el diseño y la implementación de estas actividades se han llevado a cabo durante la última década,
exceptuando el PAE01 (1996). Este aspecto responde a la progresiva entrada de las actividades de carácter
arqueológico en las aulas de secundaria españolas (Egea y Arias, 2018a).
Geográficamente se observa cierta heterogeneidad en cuanto a la ubicación de los PAE de la muestra,
distribuidos por toda la geografía española: Cataluña, Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y
León, Aragón, Región de Murcia, Galicia e Islas Canarias.
Es digno de mención que en todos los PAE han trabajado contenidos prehistóricos -desde el Paleolítico
a la Edad de los Metales-, convirtiéndose en una herramienta que facilita la comprensión del conjunto de
actividades desarrolladas por el ser humano a lo largo de la prehistoria. En esta línea, se reafirma lo apuntado
por Prats y Santacana (2011), limitando la presencia de la arqueología a etapas prehistóricas o antiguas. Dicha
exclusividad en estos periodos se entiende por la escasa tradición de un cuerpo de historiadores que no
tiende a profundizar en aspectos materiales y por la existencia de otras alternativas como las fuentes
documentales para la aplicación didáctica (Bardavio et al. 2001).
En la mayor parte de los PAE analizados se han abordado contenidos de cronología paleolítica y
neolítica, representando entre ambas etapas casi la totalidad de la muestra. Entre los tipos de actividades
realizadas, destacamos los talleres de tecnología prehistórica, presentes en la gran parte de los casos (n=6,
54,5 %), donde se ha procedido a la identificación de diferentes útiles y a la realización de prácticas sencillas
como la talla de núcleos con percutores de sílex o cuarcita, fabricando algunas piezas.
Por otro lado, los PAE vinculados a Edad de los Metales son más minoritarios (PAE04 y PAE10),
realizando actividades de elaboración de alimentos (con horno y molinos) y de tipo manufacturero
(fundiendo cobre dentro de un pequeño recipiente cerámico) respectivamente. Por último, se registra un
proyecto vinculado al Calcolítico y Edad del Bronce, concretamente al dibujo de material cerámico (PAE09).
Estos proyectos, por regla general, están asociados a 1.º de ESO, curso donde se imparten los
contenidos curriculares de carácter prehistórico, como así se evidencia en la mayoría de casos (n=7, 63,6%),
exceptuando ciertos centros donde estos proyectos iban dirigidos para otros cursos (como en el caso del
PAE02, destinado para el alumnado de PCPI del centro) o la congregación de varios cursos académicos
para asistir a estas actividades (PAE04 y PAE05). Por último, en PAE01 no se especifica la información del
curso al que va dirigido.
Objetivo 2: Categorizar los proyectos de arqueología experimental desde un punto de vista educativo.
Se procede ahora a resumir los principales datos relativos a cómo se desarrollan este tipo de actividades
desde un punto de vista educativo. La parrilla general se resume mediante la siguiente tabla (Tabla 5).
Tabla 5
Resumen de la parrilla de categorización de los PAE
Código
Act.
Previas
Tipo
Act.Prev
Act.
Consolid.
Evaluación
Tipo
Aprendizaje
PAE01
Sí
Técnicas cooperativas
No
Sí
A.CON.
A.COMP.
A.INT.
PAE02
Sí
Método expositivo
No
No se menciona
A.CON.
A.VAL.
A.INT.
PAE03
No
-
No
No se menciona
A.CON.
A.COMP.
A.VAL.
A.INT.
PAE04
Sí
Método expositivo
Sí
No se menciona
A.CON.
A.VAL.
A.INT.
PAE05
No
-
No
No se menciona
A.VAL.
A.INT.
PAE06
No
-
No
No se menciona
A.COMP.
A.CON.
A.VAL.
A.INT.
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PAE07
Sí
Método expositivo
No
No se menciona
A.COMP.
A.CON.
A.VAL.
A.INT.
PAE08
Sí
Método expositivo
No
No se menciona
A.COMP.
A.CON.
A.VAL.
A.INT.
PAE09
Sí
Método expositivo e
interrogativo
No
No se menciona
A.COMP.
A.CON.
A.VAL.
PAE10
Sí
Método expositivo
No
No se menciona
A.COMP.
A.CON.
A.VAL.
A.INT.
PAE11
Sí
Método expositivo e
interrogativo
No
No se menciona
A.COMP.
A.CON.
A.VAL.
Nota: El sistema de abreviaturas utilizado para el tipo de aprendizaje es el siguiente. PAE (Proyecto de Arqueología Experimental).
A.CON. (Aprendizaje conceptual); A. INT. (Aprendizaje interdisciplinar; A.COMP. (Aprendizaje competencial); A.VAL.
(Aprendizaje en valores); P.H. (Trabajo del pensamiento histórico).
En relación al espacio, el aula habitual de clase o algún espacio interior del centro han sido los lugares
elegidos en la mayoría de centros para desempeñar los PAE (n=9, 81,8 %). Por el contrario, en otros dos
PAE el espacio utilizado ha sido el patio del centro -PAE03 y PAE10- (n=2: 18,2 %). Con respecto al
personal encargado del diseño y de la implementación de estas actividades, hay cierta heterogeneidad entre
las realizadas por el propio docente/departamento, por un arqueólogo profesional externo y por empresas
externas dedicadas a este tipo de actividades, tal como apuntaba González-Marcén (2011), aunque con un
cierto predominio de estas últimas.
El desarrollo de las actividades de los PAE se divide en: previas, realizadas y de consolidación. En
cuanto a las actividades previas, destaca la presencia de estas en la mayoría de PAE (n=8, 73%). Por regla
general se han desarrollado a través de una metodología expositiva de enseñanza, (PAE02, PAE04, PAE07-
11), combinando esta, en ocasiones, con una metodología interrogativa para captar la atención e interés del
alumnado. Esta metodología expositiva de tipo teórico se ha focalizado en la introducción al alumnado a la
disciplina arqueológica, recorrido por etapas prehistóricas y, en concreto, a las posibilidades que ofrece la
arqueología experimental. La excepción se encuentra en el PAE01 donde las actividades previas han seguido
una estrategia diferente, a través de un trabajo de investigación en grupo y técnicas cooperativas con la
realización de una excavación simulada.
La parte central de las actividades de arqueología experimental siguen un patrón bastante común: una
demostración por parte del personal encargado de la ejecución de la actividad y una posterior
experimentación del alumnado con los materiales proporcionados. A través de esta metodología, el
alumnado comprende el proceso de elaboración de los útiles y las posibilidades que ofrecen desde un punto
de vista práctico. Este tipo de estrategias de indagación permiten al alumnado desarrollar acciones propias
del proceso enseñanza-aprendizaje siguiendo las pautas y técnicas proporcionadas. Estos proyectos siguen
la línea que apunta Coma (2011).
Pero en contraposición con la existencia de actividades previas, las actividades de consolidación están
presentes en un único PAE (n=1, 9,1 %). Esta ausencia se denota en que las actividades están programadas
para un día concreto y para una hora determinada, es decir, no se profundiza mucho más en el contenido
expuesto por falta de tiempo y, por tanto, es muy complicado consolidar el aprendizaje (Diaz-Barriga y
Hernández, 2010).
Todos los PAE presentan una característica común, la no evaluación de las actividades desarrolladas
en sus proyectos, a excepción del PAE01, que emplea fichas de catalogación de material. Esta ausencia de
evaluación puede responder al carácter práctico y actitudinal de los proyectos, enfocados sobre todo en la
transmisión de los valores del respeto al patrimonio, trabajo en equipo y fomento de actitudes y actividades
de colaboración y participación. Por lo tanto, poco o nada se puede decir de los tipos de evaluación, uno de
los pilares fundamentales de cualquier tipo de estrategia educativa (Sanmartí, 2010).
Respecto al tipo de aprendizaje, se detecta la presencia de los cuatro tipos -competencial, conceptual,
en valores e interdisciplinar- en la mayor parte de los PAE de la muestra. Son mayoritarios el aprendizaje
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conceptual (n=10, 91%) y el aprendizaje en valores (n=10, 91%). El primero de ellos, presente en casi todos
los PAE de la muestra, dota al alumnado de una terminología arqueológica e histórica con la que apoyarse
en el transcurso de los talleres. El segundo es un activo muy importante en este tipo de actividades,
relacionadas con la valoración y respeto del patrimonio histórico-arqueológico (Estepa et al. 1998). Estas
actividades tienen un fuerte componente actitudinal, es decir, están relacionadas con valores identitarios
como el respeto, convivir en comunidad, trabajo en equipo, etc. (Quijano-Araníbar, 2018). No obstante, a
pesar de que el aprendizaje competencial, el conceptual y en valores tengan la misma frecuencia, la carga del
aprendizaje actitudinal o en valores es mayor que la del resto de aprendizajes. Otro de los rasgos que
caracteriza a estos PAE es la interdisciplinariedad de sus contenidos (n=9, 81,2%), ya que se incorporan
otros aspectos y competencias propias de otras disciplinas como las Ciencias Sociales, Ciencias Naturales,
Tecnología, etc. (Santacana, 2018). Seguidamente estaría el aprendizaje de tipo competencial (n=8, 73%).
La enseñanza de la arqueología cuenta con ciertas características que hacen de la misma una herramienta
eficaz para la enseñanza por competencias (Egea y Arias, 2013; Zabala y Arnau, 2014), tales como la
significatividad y el carácter procedimental de estas actividades. En último lugar, cabría subrayar que ningún
PAE alude directamente o refleja indicios de intentar estar trabajando el pensamiento histórico.
Por lo tanto, a modo de síntesis, se puede decir que la gran mayoría de PAE (n=6, 55%) -PAE02;
PAE07-PAE11- cumplen todos los patrones de clasificación establecidos. Sí que es cierto que faltan dos
elementos tan fundamentales como son las actividades de consolidación y la evaluación de la actividad. En
otro nivel estaría el resto de PAE (n=3, 27 %) -PAE03; PAE05; PAE06- donde no se cumplen los siguientes
campos: actividades previas, actividades de consolidación, evaluación de la actividad.
Objetivo General: Diseñar un patrón de actuación para los PAE en centros de Secundaria. Una vez
analizadas y discutidas las particularidades de cada PAE de la muestra en base a los patrones de clasificación
establecidos, se concluye proponiendo el modelo PAEduca (Proyectos de Arqueología Experimental
Educativos). Este modo de trabajo establece las bases de actuación para llevar a cabo el proceso de
enseñanza-aprendizaje de la arqueología experimental en las aulas, respondiendo así al objetivo principal
marcado por esta investigación (Figura 1).
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Figura 1
Infografía que resume los principios claves para organizar una experiencia de arqueología experimental desde un punto de vista
educativo. Modelo PAEduca.
No es baladí que el espacio o lugar de realización de la actividad (aula, patio, exterior) debe estar
acondicionado: amplias mesas propicias para el trabajo cooperativo, libertad de movimientos para los
estudiantes, agua corriente disponible, lupas binoculares, etc., es decir, adecuar el espacio para convertirlo
en un auténtico laboratorio de historia (arqueología). Otras materias de Secundaria disponen de este espacio
propio mientras que Geografía e Historia no (Santacana, 2005).
Pero quizás el primer punto clave sea la realización de actividades previas al desarrollo de los PAE. Es
clave contextualizar la actividad e impartir algunas nociones básicas sobre arqueología y el período que se
va a trabajar. Para su puesta en valor se pueden emplear diversos métodos de enseñanza de forma alternativa
o simultánea sin necesidad de limitarnos al método expositivo más habitual. Así será posible adaptar este
tipo de proyectos a métodos interrogativos, estrategias de indagación, trabajos de investigación individuales
o grupales o técnicas cooperativas.
Seguidamente, a la hora de plantear las actividades propias de estos proyectos -ya sean talleres de
tecnología prehistórica, talleres de producción manufacturera, talleres de dibujo arqueológico- habrá que
tener en cuenta la naturaleza de estas, eligiendo o elaborando aquellas que cumplan con el carácter
transversal, interdisciplinar y didáctico de la arqueología experimental. El personal encargado de la
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realización de la actividad debería proceder a la identificación y delimitación de la realidad observada,
situando espacial y temporalmente al objeto y/o útiles en cuestión. Tras ello, se procederá a la ejecución de
la actividad diseñada previamente. Los PAE trabajarán los siguientes aspectos, de forma individual o
simultánea: (1) experimentos sobre las propiedades y comportamientos físico-químicos de la materia prima
de los útiles; (2) experimentación sobre la tecnología, procesos técnicos; (3) experimentación sobre los
modos de vida (Morgado y Baena, 2011). Dependiendo de la naturaleza de cada una de las iniciativas se
seguirán unas líneas de actuación u otras, pero, en líneas generales, la actividad deberá constar de dos partes:
(1) explicación y demostración por parte del personal encargado de la actividad, (2) sin olvidar la
experimentación por parte del alumnado, en la que ellos comprueban por sí mismos el proceso de
elaboración/fabricación del útil (Bardavio, 1998). Si la arqueología experimental es “un modelo de
contrastación de hipótesis a través de la experimentación que de forma rigurosa admita la validez” (Baena,
1997, p. 3), una actividad educativa de este tipo debe servir para que los estudiantes saquen hipótesis previas
y posteriores a la observación y contrasten también las mismas. Deberían ser capaces de enumerar o describir
de manera sencilla las relaciones existentes entre los diferentes aspectos observados, junto a una posterior
interpretación personal. No basta con la mera explicación práctica o la exhibición. El alumnado puede
describir los aspectos observados a través de dibujos, esquemas, fotografías, etc., trasladando sus
conocimientos a la práctica a través de la experimentación y análisis del material.
El diseño de estos PAE puede orientarse hacia la consecución de diferentes tipos de aprendizaje que
vayan más allá del contenido de tipo conceptual. De manera concreta con este tipo de PAE podrían lograrse
diferentes tipos de aprendizaje (Tabla 6).
Tabla 6
Posibles tipos de aprendizaje a desarrollar con actividades de arqueología experimental
Tipo de aprendizaje
Modo de conseguirlo
Aprendizaje conceptual
Se podrían trabajar términos como fuentes primarias, arqueología,
arqueología experimental, materias primas, periodización histórica,
prehistoria, modos de vida, etc.
Aprendizaje interdisciplinar
Se consigue incorporando aspectos de otros campos o disciplinas
escolares, como, por ejemplo, el tratamiento del material lítico de la
Geología o el estudio del material óseo de la Antropología, entre otros.
Aprendizaje competencial
Son fácilmente desarrollables la comunicación lingüística, aprender a
aprender, competencias sociales y cívicas, sentido de iniciativa y espíritu
emprendedor, conciencia y expresiones culturales.
Aprendizaje en valores
Se trataría de fomentar la transmisión de los valores del respeto al
patrimonio, rechazo de prejuicios hacia otros modelos de sociedad,
trabajo en equipo y fomento de actitudes y actividades de colaboración y
participación.
Habilidades del pensamiento
histórico
Se puede trabajar sin dificultad la relevancia histórica, usar pruebas
históricas, cambio y continuidad, perspectiva histórica, causa y
consecuencia dimensión ética (Egea y Arias 2018b).
Tras la ejecución del proyecto es clave desarrollar una serie de actividades que consoliden el
conocimiento adquirido. Se deben analizar los resultados obtenidos para verificar las hipótesis establecidas
al inicio de la actividad, buscando la participación activa del estudiante. Ya hay algunas propuestas
interesantes al respecto (Villanueva et al. 2016). Sería muy útil reseñar en conjunto los aspectos más
importantes de cada iniciativa o incluso afianzar los contenidos a través del empleo de material audiovisual
o algún tipo de exposición fotográfica como en el caso del PAE04 -única iniciativa de la muestra donde se
denota la presencia de actividades de consolidación-. El empleo de varios canales para hacer llegar el mensaje
que se quiere transmitir repercute en una mejor retención (Seel, 2008).
Sería conveniente además proponer algún tipo de actividad de evaluación para comprobar el nivel
atención y comprensión del alumnado en estas iniciativas. Esta evaluación puede hacerse durante el
desarrollo del taller o puede coordinarse con el docente para que sea realizada más adelante. En el caso de
los PAE, al tratarse de iniciativas eminentemente prácticas, se proponen las siguientes: observación de las
actividades del alumnado mediante fichas individuales, pruebas orales, entrevistas y cuestionarios,
actividades de autoevaluación y coevaluación, etc.
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5. Conclusiones
Pese haber podido responder a los objetivos marcados al inicio de esta investigación, no ha sido tarea
fácil recopilar la información necesaria para ello. La dificultad ha residido en las pocas experiencias en
relación a esta temática, factor que se une seguramente a los pocos ejemplos publicados o en abierto. Aun
así, se ha comprobado cómo la arqueología experimental ha ido ganando protagonismo en algunos
programas educativos con el paso del tiempo. La mayoría de ellos se realizan en los ámbitos de educación
no formal pero esta investigación ha puesto el foco en aquellos proyectos del ámbito formal. Se considera
que se trata de un estudio de relevancia ya que el análisis demuestra que, la mayoría de los proyectos
analizados, cumplen casi todos los ítems marcados, lo cual es muy esperanzador.
Sin embargo, se aprecia que, en gran parte de las iniciativas, no se realizan actividades previas, de
consolidación y evaluación de la actividad. Estas premisas, tal y como se defiende en el modelo de buenas
prácticas que se ha diseñado (Figura 1), deberían considerarse para su puesta en práctica, ya que resulta
fundamental dotar de unas nociones previas al alumnado, presentando la actividad a través del recorrido
por la cultura o épocas que se vayan a trabajar (actividades previas). Por otro lado, la realización de
actividades que consoliden el conocimiento adquirido sería óptimo para verificar las hipótesis establecidas
al inicio de la actividad, afianzando el contenido impartido a través del empleo de material audiovisual. En
cuanto a la evaluación de estos proyectos, sería interesante proponer algún tipo de actividad para comprobar
el nivel de comprensión del alumnado, reflejando sus conocimientos a través de cualquier tipo de prueba
como las que aquí se proponen, evaluando bajo el marco que proponga la legislación de cada autonomía.
En cuanto a las limitaciones de la investigación cabe destacar la posibilidad de mejora de la muestra escogida.
Así como se podría ampliar el número de ítems establecidos o incluso entrevistar al alumnado de los centros
para conocer sus impresiones sobre la temática. Futuras investigaciones podrán corroborar o no las bases
que aquí se han establecido. Pero se considera que el modelo de buenas prácticas de arqueología
experimental que aquí se presenta puede ser útil para la puesta en valor de futuros proyectos o iniciativas de
arqueología experimental.
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