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Ollando ó mar
Música civil e literatura na Galicia Atlántica
(1875-1950)
2018
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Ollando ó mar. Música civil e literatura na Galicia Atlántica (1875-1950) / Javier
Garbayo, Montserrat Capelán (eds.) – Pontevedra: Deputación Provincial / Museo
de Pontevedra / I+D+i: Fondos documentales de música en los archivos civiles de
Galicia (1875-1951): Ciudades del Eje Atlántico (HAR2015-64024-R) / 700
páxinas. ISBN: 978-84-95632-83-8.
© Museo de Pontevedra (Deputación Provincial)
© I+D+i: Fondos documentales de música en los archivos civiles de Galicia (1875-1951):
Ciudades del Eje Atlántico (HAR2015-64024-R) .
© Dos textos: os autores
Traductores:
Keith Ammerman / Reverso Comunicación Cultura e Lingua S.L.
Índice onomástico:
Francisca Martínez Rodríguez
Diseño y maquetación:
M+M Deseño
Imprime:
Tórculo Comunicación Gráfica, S.A.
Depósito Legal: PO 173-2018
ISBN: 978-84-95632-83-8
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ÍNDICE
Presentación
Limiar
En torno al legado lírico hispano. Claves para una recuperación
EMILIO CASARES RODICIO
De la iglesia al salón: una crónica desde el concordato al motu proprio
en Galicia (1851-1903)
CARLOS VILLANUEVA
La música gallega en la prensa: del folclore a la identidad (1875-1951)
FRANCISCO J. GIMÉNEZ - RODRÍGUEZ
Eduardo y Ramón Arana: redes y movimiento musical en Galicia
(1857-1909)
MONTSERRAT CAPELÁN
Ramón de Arana, “Pizzicato” (1858-1936), y el regeneracionismo mu-
sical en Galicia
F. JAVIER GARBAYO MONTABES
As cartas de Ramón de Arana a Felipe Pedrell (1894-1922)
XAVIER GROBA GONZÁLEZ
La banda municipal de Betanzos y los inicios musicales de Carlos López
García-Picos
JAVIER ARES ESPIÑO
Aproximación biográfica a Marcial del Adalid desde la prensa histórica
entre 1847 y 1930
LAURA TOURIÑÁN MORANDEIRA
Eduardo Rodríguez-Losada Rebellón y su ópera ¡Ultreya!
NELLY IGLESIAS RÍOS
Los fondos documentales del grupo de danza de la sección femenina
de A Coruña: un legado por descubrir
CAROLINA HERNÁNDEZ ABAD
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La sociedad filarmónica de A Coruña y su repercusión en la ciudad entre
1931 y 1936
ALBA DÍAZ TABOADA
La Banda municipal de Santiago en la vida musical de la ciudad (1876-
1936)
BEATRIZ CANCELA MONTES
“La fragua de vulcano”: avatares de una zarzuela de Manuel Linares
Rivas y Ruperto Chapí
MARÍA DEL CARMEN LORENZO VIZCAÍNO
Antonio Iglesias Vilarelle e a súa relevancia no movemento cultural en
Pontevedra nos anos vinte
JOSÉ ANTONIO CANTAL MARIÑO
Las danzas de Manuel Quiroga Losada: cantes de ida y vuelta
CARLOS CAMBEIRO ALÍS
¿Qué es el baile? Antolín López Peláez en la revista popular
XULIO ALONSO MONTEAGUDO
América Otero y Sofía Novoa. Dos pianistas de Vigo a un lado y otro del
Atlántico
CARMEN LOSADA GALLEGO
El estreno de un templo: la llegada de la compañía italiana de Enrico
Tamberlick a Vigo (1882)
MªCONSUELO IGLESIAS FERNÁNDEZ
Confluencias musicales en la ciudad de Vigo durante la Guerra Civil:
creación y desarrollo de su orquesta filarmónica
TAMAR ADÁN GARCÍA
Xénese e recepción da Sonata para clarinete y piano (1947) de Jesús Bal
y Gay
ASTERIO LEIVA PIÑEIRO
Dúas melodías galegas para canto e piano de Reveriano Soutullo: as
dúas primeiras achegas a cultura galega
ALEJO AMOEDO
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La difusión de la música gallega a través de la banda municipal de Ma-
drid (1909-1935)
GLORIA ARACELI RODRÍGUEZ
Ideología y música en la Galicia Austral
JULIO OGAS
La canción argentina fala galego
MARCELA GONZÁLEZ
El compositor argentino y la opción gallegista: ascendencia y contexto
MARÍA FOUZ MORENO
La música en la saga/fuga de J. B.
CARMEN BECERRA
El lamento de Ariadna en la Isla de los Jacintos Cortados
DAVI D PÉREZ ÁLVAREZ
Posibilidades en torno al subtítulo de la Rosa de los vientos: materiales
para una opereta sin música
TERESA BRETAL MARTÍNEZ
Índice onomástico
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APROXIMACIÓN BIOGRÁFICA A MARCIAL DEL ADALID
DESDE LA PRENSA HISTÓRICA ENTRE 1847 Y 1930
LAURA TOURIÑÁN MORANDEIRA
Universidad de Santiago de Compostela
RESUMEN:A través de la prensa histórica es posible descubrir aspectos y
consideraciones sobre acontecimientos que nos permitan comprender mejor a
los compositores, su obra y su persona. La lectura de los periódicos seleccionados
entre 1847 y 1930 contribuyen a dilucidar quién era Marcial del Adalid: des-
cubren su entorno, sus circunstancias, la percepción que sus “compañeros de
viaje” tenían de él, de su técnica y –lo más difícil de conocer– de su carácter.
PALABRAS CLAVE:música gallega, Rexurdimento, Romanticismo, música de
salón, recepción en prensa.
RESUMO:A través da prensa histórica é posible descubrir aspectos e consi-
deracións sobre acontecementos que nos permitan comprender mellor os com-
positores, a súa obra e a súa persoa. A lectura dos xornais seleccionados entre
1847 e 1930 contribúen a dilucidar quen era Marcial del Adalid: descobren a
súa contorna, as súas circunstancias, a percepción que os seus “compañeiros de
viaxe” tiñan del, da súa técnica e –o máis difícil de coñecer– do seu carácter.
PALABRAS CHAVE:Música galega, Rexurdimento, Romanticismo, Música de
salón, recepción en prensa.
ABSTRACT: Throughout the press of the past, it is possible to discover certain
traits and considerations concerning events allowing us to better understand com-
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posers, their work and personality. Reading the newspapers selected between 1847
and 1930 help us discover who Marcial del Adalid was: they describe his sur-
roundings, his circumstances, how his musical acquaintances perceived him, his
technique and –what is most difficult to uncover– his personality.
KEY WORDS:Galician music, galician revival, Romanticism, parlour music,
attention in the press.
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Introducción
Hoy estamos en condiciones de afirmar que Marcial del Adalid y Gurrea es,
no solo figura ilustre de la historia de la música gallega, sino también uno de los
grandes maestros e intérpretes de la música romántica española, al lado de Sara-
sate, Eslava, Monasterio, Allú, Barbieri, Guelbenzu y tantos otros. Sin embargo,
a pesar de esa constatación, ha sido y sigue siendo un gran desconocido, y digo
bien, pues son varios los escritos y biografías que sobre él versan –unas, más re-
cientes (Santiago, 1964: 15-24; Meijide Pardo, 1975; Anta Seoane, 1976: 83-
93; Centeno Sanmartín, 1982: 89-98; Casares Rodicio, 1986; Carreira, 1998;
Soto Viso, 2002: 59-70; Padín Panizo, 2005; Queipo, 2015, entre otros); otras,
decimonónicas, a cargo de contemporáneos admiradores (a destacar: Rodríguez
Mourelo, 1880: 3; Pardo Bazán, 1882: 3-4; Pedrell, 1897: 7-15)1–, y es común
a todas ellas reivindicar la dificultad de biografiar a este personaje, dada la au-
sencia de fuentes o datos a los que aferrarse.
No tendría por qué extrañar esta manifestación en un texto escrito por un
investigador actual, pues con el paso del tiempo, es común y hasta inevitable la
pérdida de información, e incluso, la deformación de la realidad por el cariño
puesto en el recuerdo por biógrafos predecesores. Lo que sí sorprende verdade-
ramente es que esto mismo ya sucediese a los coetáneos que le rindieron home-
1A las fuentes anteriores hay que añadir que, en 1871, Mariano Soriano Fuertes, gran amigo y admirador
de Marcial del Adalid, escribió una biografía del autor que fue muy sonada en la prensa de la época; la-
mentablemente, no hemos podido localizar dicha biografía de momento; tan solo unos anuncios que le
otorgaron notoriedad en su día (“Noticias Generales. Se ha publicado el primer número de El Heraldo”.
La Época. Periódico político diario (Madrid), Año XXIII, Núm. 7.425, 11 de octubre, 3; “Tercera edición.
Despachos telegráficos”. La correspondencia de España. Diario Universal de Noticias (Madrid), Año XXIV,
Núm. 5.757, 4 de septiembre, 4).
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naje incluso en vida del autor: en 1880, José Rodríguez Mourelo (1857-1932)2
–uno de los primeros en dejar sobre papel las memorias de Adalid- decía “no es
posible, porque los datos faltan, hacer una biografía completa del célebre ar-
tista…” (Rodríguez Mourelo, 1880: 3). Incluso años más tarde, a final de cen-
turia, el propio Felipe Pedrell (1841-1922) se amparaba en las palabras del
anterior para comenzar la biografía de su Diccionario biográfico y bibliográfico
de músicos y escritores de música… (Pedrell, 1897: 7) –si se me permite, de corte
historiográfico y que pretendía ser más completa que las de sus predecesores3–.
Años después, en 1904, llegaba el eco de las mismas desde Cuba a través de la
revista Galicia, fundada por Vicente López Veiga: “No se puede escribir una
biografía cuando faltan datos, y nosotros no tenemos ninguno que nos permita
biografiar a Marcial del Adalid”4.
Quizá la clave del desconocimiento de detalles de la vida de este pianista
está en lo que apuntaba el 19 de enero de 1882 la gran Emilia Pardo Bazán
(1851-1921) -amiga personal del matrimonio Adalid y con quienes compartió
veladas literario-musicales en los salones de los más insignes pazos gallegos-,
nada más comenzar su tributo póstumo: “Breves noticias biográficas cabe
apuntar de Adalid. Por circunstancias propias a su carácter, vivió más en el
hogar que en el mundo social y artístico”(Pardo Bazán, 1882: 4); de esta misma
2José Rodríguez Mourelo (1857-1932), profesor de Química de la Escuela de Artes e Industrias de Madrid
y académico de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, entre otros recono-
cimientos; fue bibliotecario del Ateneo de Madrid, colaborador asiduo en diversos periódicos y revistas
de la época, uno de los primeros biógrafos de Marcial del Adalid y segundo esposo de la viuda de éste,
Fanny Garrido.
3Consideramos que esta biografía pretendía ser más completa que sus predecesoras, aunque en realidad
no lo fue. En el texto que este autor ofrece sobre Marcial del Adalid, recoge íntegra y literalmente tres de
las biografías escritas con anterioridad a la suya –las de José Rodríguez Mourelo, Emilia Pardo Bazán y
Víctor María Vázquez- y una nota de prensa de M. Castro López, sobre el homenaje dedicado en La Co-
ruña al difunto a los pocos días de fallecer. La aportación de Pedrell en la biografía de su Diccionario bio-
gráfico y bibliográfico de músicos y escritores de música… se limita a unas puntualizaciones sobre la vida del
autor –algunas erróneas, como por ejemplo, la fecha que afirma de nacimiento de Adalid-, a un inventario
poco preciso de las obras publicadas e inéditas de Adalid y a un comentario específico sobre las tres primeras
series de los Cantares viejos y nuevos de Galicia. Así mismo, las apreciaciones de Pedrell sobre los cantares
adalidianos son, a su vez, fruto de las reflexiones cruzadas con Ramón de Arana Pérez, tal y como demuestra
la prolífica correspondencia entre ambos; a destacar dos artículos específicos sobre este tema: la aportación
al presente volumen de Xavier Groba González, “As cartas de Ramón de Arana a Felipe Pedrell: Transcrición
e análise do contexto e dos contidos bio-bibliográficos e musicais”, y “Ramón de Arana, ‘Pizzicato’: Co-
rresponsal de Felipe Pedrell, crítico y ensayista musical” de F. Javier Garbayo Montabes (Garbayo, 2012:
183-228).
4“Marcial del Adalid” (1904). Galicia. Revista Semanal Ilustrada (La Habana, Cuba), Año III, Núm. 12,
20 de marzo, 1-2.
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teoría era Víctor María Vázquez, quien ya antes, en octubre de 1881 afirmaba
que “allí, en aquel plácido y escondido retiro de Lóngora, como la luz de la lu-
ciérnaga, ardía ignorada la llama del genio” (Pedrell, 1897: 10).
De los datos esbozados en estas y otras biografías de este compositor ya se
desprende que hay enormes lagunas de información, periodos completos de
los que no se sabía prácticamente nada. También hay grandes contradicciones
(si fue o no discípulo de Chopin; cuándo y cuántos años estudió bajo la orien-
tación de Ignaz Moscheles (1794-1870) y si es cierto que éste le recomendó
seguir su formación musical en Alemania; si llegó o no a coincidir con Grieg
y con Liszt; cuándo y por cuánto tiempo estuvo en París y en Madrid y si estos
viajes fueron temporales o fueron largos años de residencia; si Françoise Au-
guste Gevaert (1828-1908) fue o no revisor de su obra y consejero del autor)
e importantes incógnitas sin resolver (como por ejemplo, por qué quedaron
tantas obras inéditas; qué pasó con los manuscritos que hoy sabemos que están
perdidos; con cuáles de sus coetáneos tenía realmente una relación de estrecha
amistad y con qué músicos tenía un mero trato profesional; qué ocurrió real-
mente para que se truncase el estreno de su ópera, si los especialistas de su
época le auguraban un futuro tan exitoso…).
En este mismo sentido, podemos afirmar que poco o nada se trata en los
textos de nuestro tiempo sobre la imagen que tenían de Adalid sus “colegas”
del mundo de la música, tanto sobre su carácter, personalidad y calidad hu-
mana, como de sus papeles de compositor e intérprete; sí lo hacen, por ejem-
plo, aunque sea brevemente, las tres biografías decimonónicas destacadas al
comienzo de este escrito y tantas otras que mencionaremos. Y creemos no equi-
vocarnos al afirmar que son terrenos vírgenes sin explorar, por una parte, la
faceta de Adalid como director de orquesta y, por otra, la de profesor de piano
y el implícito sentido pedagógico de gran parte de su literatura pianística, en
muchas ocasiones subyacente, de forma velada, a través de las dedicatorias y
de sus destinatarios.
Es mi opinión que, a día de hoy, sigue siendo verdaderamente complicado
resolver este vacío de información puesto que apenas se conservan fuentes pri-
marias a las que acudir: a excepción de las partituras conservadas en distintos
fondos documentales (la mayor parte en la Real Academia Galega) y habiendo
constatado que muchos de los manuscritos de su música están perdidos; tam-
bién hay que añadir que prácticamente no se conservan fuentes documentales
no musicales, como por ejemplo, correspondencia, expedientes de hidalguía,
testamentos o particiones de herencia relacionados directamente con Adalid
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y, por si eso fuera poco, no tenemos constancia de la existencia de diarios, fac-
turas, cuadernos de notas, inventarios de bienes, etc. Esta ausencia-carencia se
percibe también en los legados de sus coetáneos5.
Ante este tipo de problemas, la prensa histórica constituye un recurso de
investigación complementario y fundamental, en calidad de fuentes secunda-
rias de las que obtener información muy reveladora y que incluso, como si de
un viaje en el tiempo se tratase, nos permiten revivir cómo se percibió a Marcial
del Adalid en distintos contextos del siglo XIX español.
Partiendo de esta idea, hemos realizado un vaciado de hemeroteca todo lo
exhaustivo que nos ha sido posible hasta la fecha, habiendo localizado un total
de ciento veinticinco noticias o reseñas históricas sobre este compositor, pu-
blicadas en cuarenta y cuatro periódicos distintos, mayoritariamente nacionales
y algunos de Buenos Aires y La Habana6.
Criterios de agrupamiento de la prensa histórica analizada
Tomando como referencia la cronología vital de Marcial del Adalid (1826-
1881), es posible organizar estos periódicos en dos bloques, marcados por su
fecha de fallecimiento7.
5Revisados los fondos de algunos compositores relacionados con Marcial del Adalid con los que aparen-
temente mantenía una relación personal –véase, por ejemplo, el Fondo Canuto Berea en la Biblioteca da
Deputación Provincial de A Coruña, el Fondo Pardo Bazán en la Real Academia Galega o los Fondos Bar-
bieri y Guelbenzu de la Biblioteca Nacional de España- solo se han podido localizar contados ejemplos de
correspondencia y fotografías y ningún diario o documentación semejante que exprese la voz en primera
persona de este músico. Quizá el caso más llamativo de todos ha sido el fondo privado de los descendientes
de los Torres Adalid -Marcial y Fernando, primos-hermanos del compositor-, en el que prácticamente
tampoco quedó huella de su relación con la familia, aunque nos consta que fue estrecha (especialmente
con el primero).
6El vaciado de prensa ha sido realizado principalmente mediante las hemerotecas digitales de Galiciana,
la Hemeroteca Digital Hispánica, la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica y la Hemeroteca Virtual de la
Real Academia Galega; a mayores, se ha procedido a la consulta de periódicos físicos no digitalizados del
fondo hemerográfico de esta última institución y de la Hemeroteca Municipal de Madrid.
7Aunque este artículo se enmarca en el contexto del Simposio Redes de contacto entre músicos, literatos e
ideólogos na Galicia do Eixe Atlántico (1875-1951), dado que Adalid vivió entre 1826 y 1881 y para obtener
una visión lo más completa y enriquecida posible de este músico y de su entorno, consideramos necesario
incluir en el vaciado de prensa las referencias de hemeroteca localizadas anteriores a 1875. Así, el primer
bloque abarca sesenta y cuatro artículos, desde 1847 y hasta febrero de 1882; y el segundo bloque, cons-
tituido por sesenta y un artículos, de marzo de 1882 hasta el año de 1930.
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La primera noticia en prensa que tenemos de este compositor se remonta
a 1847, cuando tenía 21 años y se encontraba en pleno despegue de su carrera
como músico; desde entonces y hasta su fallecimiento en octubre de 1881, los
periódicos recogen principalmente hechos puntuales de la vida del autor, su
presencia en eventos sociales concretos, su participación en la vida musical y
cultural de determinadas ciudades, su actividad concertística y profesional, su
vinculación a instituciones culturales, la progresiva publicación de obras en
distintos medios, etc.
Algunas de estas noticias desprenden un halo de pintoresquismo a la infor-
mación. Por ejemplo: en una publicación gallega año 1863 que versa sobre las
mejoras urbanísticas de La Coruña, figuran los Adalid entre las familias resi-
dentes en el antiguo Cantón de Lacy, una de las calles más selectas de la ciudad
(Iglesia, 1863: 1); en 1879, se recoge en la prensa el incendio que se produce
en su casa de Oleiros y resulta desconcertante la singularidad de la noticia, pues
lejos de plantearlo en tono de drama, felicitan a este vecino de la localidad por
no haber tenido grandes destrozos8; en otra de 1884, fallecido ya Adalid, figura
éste como acreedor en un edicto publicado en prensa madrileña, resolución ju-
dicial que vino arrastrándose durante años, hasta el punto de llegar a manejar
datos desactualizados en la resolución y anunciando la deuda de un ciudadano
contraída con un difunto, en lugar de con sus herederas vivas9.
Resulta curioso el caso de los anuncios de venta de partituras: aunque apa-
rentemente no revelen información nueva, contribuyen a la datación de las
obras y a conocer el impacto que pudieron tener dichas composiciones en de-
terminada clase social.
Los anuncios con programas de conciertos reflejan la actividad de Adalid
como intérprete activo en distintos escenarios y también cuáles de sus obras
aparecían en cartelera; es más, por fortuna, aunque en contadas ocasiones, la
publicación de repertorios a interpretar en conciertos nos descubre la existencia
de obras compuestas por este músico, hoy en día perdidas. Éstos y las críticas
musicales de la época –tanto de sus interpretaciones, como de sus composi-
ciones– reflejan durante qué periodos desarrolló su actividad profesional en
La Coruña, en Madrid o en París; también qué opinaban de su técnica y sen-
sibilidad pianística; con qué intérpretes compartió escenario, qué otros músicos
8“Correo de Galicia” (1879). El correo gallego. Diario político de la mañana (Ferrol), Año II, Núm. 156,
5 de febrero, 2.
9“Juzgados. Edicto”. Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), Año CXXVI, Núm. 172, 20 de junio, 3.
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tocaron o dirigieron sus obras y junto a qué otros repertorios las incluían...
También ofrecen juicios u opiniones sobre influencias compositivas (llegando
a compararlo, por su técnica y por su valía, con los más grandes de nuestra
Historia, como Schubert, Schumann, Gounod, Mendelssohn o Chopin) y
contribuyen a establecer etapas en la producción adalidiana. Esto último resulta
de gran valía para nosotros, pues hasta la fecha solo teníamos constancia de
un artículo que tratase el tema: la ya citada biografía escrita por Emilia Pardo
Bazán (Pardo Bazán, 1882: 3-4)10.
Pero quizá, lo más interesante y revelador de estas crónicas es que nos ha-
blan de su persona: quién era Adalid, cómo se comportaba, qué definía sus
actos, qué valores tenía y cómo lo veían sus allegados –sin duda, con entrañable
cariño y gran respeto– y hasta un posible porqué a su misteriosa decisión de
retirarse de la actividad social, de la que tanto se ha especulado.
Dentro de esta primera tanda de noticias, hay un grupo especial de siete pe-
riódicos datados entre octubre de 1881 y febrero de 1882. Reiteran de una u
otra forma la crónica del fallecimiento de Adalid, el gran homenaje póstumo que
se le rindió y lo sonada que fue la noticia de su muerte, incluso a nivel interna-
cional; una prueba más de la huella que dejó en la historia de nuestra música.
A partir de marzo de 1882 y hasta 1930 hemos compilado un conjunto
de sesenta y una noticias que reflejan el impacto que tuvo Adalid en el pano-
rama musical y la percepción que quedó de él y de su obra. Algunas son reseñas
que demuestran que su música seguía sonando sobre los escenarios, ya fuera
en entornos pedagógicos de conservatorios, o en veladas privadas y salones; in-
cluso, entrado el siglo XX, sus obras más “gallegas” sonarían en fiestas populares
y en homenajes a personajes ilustres de la región. Otras reseñas son de conte-
nido biográfico, ensalzando la memoria del autor. Y el último tipo de noticias
-grupo más numeroso, como cabe suponer teniendo en cuenta el contexto ide-
ológico y político de finales del siglo XIX y comienzos del XX en Galicia-, son
las que elogian y enaltecen el estudio y uso que Adalid hizo del folklore gallego
a la música clásica y de salón, que lo posicionan como pionero e innovador en
este terreno y que le confiere el reconocimiento por parte de sus críticos como
uno de los grandes maestros gallegos y españoles.
10 Estas etapas serían secundadas posteriormente por otros autores, como por ejemplo, en el artículo “Mar-
cial del Adalid” (1904). Galicia. Revista Semanal Ilustrada (La Habana, Cuba), Año III, Núm. 12, 20 de
marzo, 1-2, o más recientemente, en la voz “Marcial del Adalid” del Diccionario de la Música Española e
Hispanoamericana (Soto Viso, 2002: 59-70).
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Panorámica biográfica general de Marcial del Adalid desde la prensa
histórica
Un barrido general del vaciado de prensa llevado a cabo permite ofrecer la
siguiente panorámica biográfica sobre este músico gallego:
Adalid nace el 24 de agosto de 182611 en La Coruña y es bautizado como
Marcial Francisco Juan Bartolomé en la Parroquia de San Jorge de dicha ciu-
dad. Crece en el seno de una familia de la alta burguesía coruñesa, bien posi-
cionada socialmente, incluso ocupando cargos políticos, con importantes
contactos en las altas esferas, vinculada a la industria12 y a grandes transacciones
comerciales, lo cual le posibilitó una educación privilegiada y exclusiva. Como
parte de su educación, la música jugó un papel fundamental en su formación,
pero no con fines profesionalizantes, sino como herramienta de socialización
y de establecimiento de relaciones mercantiles en los salones decimonónicos:
“(…) El padre de Adalid no admitía el arte como fin de vida; su ánimo
era dar a su hijo una habilidad de salón, no hacer de él un artista, en el
sentido amplio y completo de la palabra (…). Lo peor fue que no solo
influyó este suceso en el porvenir del joven Adalid, sino en su carácter”
(Pardo Bazán, 1882: 3)13.
Son muchos los que afirman que Adalid comenzó sus estudios musicales
en La Coruña, lo cual es probable, dada la biblioteca musical de la que disponía
en su casa (hoy día conservada también en la Real Academia Galega) y la for-
11 Las fuentes siguientes presentan una fecha errónea de nacimiento: En primer lugar, el artículo firmado
por Ramón de Arana en tipografía griega – – que contiene una noticia necrológica de Marcial del
Adalid a pocos días de haber fallecido éste, afirma que el compositor nació en 1828; a destacar que en el
título se confunde a Marcial del Adalid con su primo, también músico, Marcial de Torres Adalid (Arana
Pérez, 1881: 2). Por su parte, Rodríguez Mourelo establece la fecha entre 1826 y 1828, y Martínez de Ve-
lasco en 1827 (Rodríguez Mourelo, 1880: 3; Martínez de Velasco, 1882: 3). Por último, la voz de Diccio-
nario biográfico y bibliográfico de músicos y escritores de música… de Pedrell simplemente contiene una
pequeña imprecisión, dado que Adalid nace el día 24 y no el 26 de agosto; (Pedrell, 1897: 14).
12 Fueron dueños de la primera fábrica de vidrio coruñesa, siendo incluso sonada su participación en la
exposición de 1841. “Industria española. Exposición pública de 1841”. Semanario pintoresco español (Ma-
drid), Núm. 50, 12 de diciembre, 5. Para más información sobre esta fábrica, remitimos al estudio de An-
tonio Meijide Pardo, “La primera industria coruñesa de vidrio (1827-1850)” (Meijide Pardo, 1975:
143-201).
13 Este juicio ha sido secundado en prácticamente todos los artículos consultados con datos biográficos de
este músico (“Marcial del Adalid” (1904). Galicia. Revista Semanal Ilustrada (La Habana, Cuba), Año III,
Núm. 12, 20 de marzo, 1-2; Martínez de Velasco, 1882: 3; Rodríguez Mourelo, 1880: 3).
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mación que se esperaba para los varones de su clase social; otros incluso afirman
que estudió con Antonio Martí, maestro de la Real Colegiata de Santa María
del Campo, también ubicada en la zona antigua de la Coruña, muy próxima
a la Parroquia de San Jorge (Arana Pérez, 1881: 2; Pedrell, 1897: 14; Couceiro,
1950b: 1; Santiago, 1964: 18; Anta Seoane, 1976: 84; Soto Viso, 2002: 59).
No hay consenso, sin embargo, en si estudió violín a la par que piano (Arana
Pérez, 1881: 2), o solo este último, como afirma Pedrell: “no cultivó más ins-
trumento que el piano, el cual llegó a tocar con rara perfección y genial deli-
cadeza” (Pedrell, 1897: 14). Como se ve, venimos arrastrando esa contradicción
sin resolver desde finales del siglo XIX.
Pronto fue enviado a estudiar a Londres bajo la orientación de Ignaz Mos-
cheles (Arrieta, 1854: 1; Rodríguez Mourelo, 1880: 3; Arana Pérez, 1881: 2;
Esperanza y Sola, 1881: 6; Pardo Bazán, 1882: 3; Martínez de Velasco, 1882.
3; Pedrell, 1897: 14)14, igual que había hecho su primo, Marcial de Torres Adalid
años antes. Según Pardo Bazán, “…cumplía catorce años cuando su padre lo
envió a Inglaterra [lo que nos sitúa en 1840], porque había agotado cuanto era
dable aprender y saber en su ciudad natal. Fue su profesor en el Reino Unido
un discípulo de Beethoven, Mocheles [Moscheles]” (Pardo Bazán, 1882: 4).
Nadie cuestiona que haya estudiado con el maestro inglés, pero hay dispa-
ridad de opiniones en las fechas: para unos, entre 1840 y 1844 (Pardo Bazán,
1882: 4; Soto Viso, 2002: 60), durante un periodo de entre tres y cuatro años;
para otros, llega a Londres en 1844 (Santiago, 1964: 19). Incluso algunos se
aventuran a afirmar que durante este periodo él y Grieg estudiaron bajo las
orientaciones de Franz Liszt (Anta Seoane, 1976: 85; Centeno Sanmartín,
1982: 91)15 y que de regreso a España –por decisión paterna– viajó a La Co-
ruña vía París, donde llegó a dar clases con Chopin (Centeno Sanmartín, 1982:
89-98; Couceiro, 1950a: 1; Esperanza y Sola, 1881: 6; Pedrell, 1897: 14; San-
tiago, 1964: 15-23), cosa que para otros es improbable (Santiago, 1964: 18;
14 Figura esta información también en: “Marcial del Adalid” (1904). Galicia. Revista Semanal Ilustrada
(La Habana, Cuba), Año III, Núm. 12, 20 de marzo, 1-2; “Nuestros grandes artistas líricos. El maestro
Adalid y su obra patriótica”. Vida gallega: Ilustración regional (Vigo), Año XXII, Núm. 442, 10 de marzo,
12.
15 En caso de que fuese cierto que ambos recibieron consejos de Liszt, es imposible que Edvard Grieg
(1843-1907) y Marcial del Adalid fuesen alumnos al mismo tiempo durante esos años, puesto que el com-
positor noruego ni siquiera habría nacido o, como mucho, sería un bebé de un año, en el periodo en que
Adalid estuvo en Reino Unido y, por otra parte, no hemos encontrado evidencia tampoco de que éste
fuera discípulo lisztiano. Lo que sí está documentado es que Grieg y Liszt coincidieron en varias ocasiones
en la década de 1860 en Dinamarca (Searle, 1980).
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Soto Viso, 2002: 60); de ninguno de ambos hechos hemos encontrado pruebas
hasta la fecha. También se ha afirmado que en medio de este periodo londi-
nense, el joven compositor viajó a Marsella en 1843, donde recibió clases de
Louis Godoy (Centeno Sanmartín, 1982: 91; Soto Viso, 2002: 60).
Desconocemos si regresó exactamente en 1844 de Londres o si fue más
tarde, pero con seguridad podemos afirmar que en el lapso de tiempo hasta
1847 Adalid se integró plenamente en la actividad cultural coruñesa, en insti-
tuciones como la Sociedad Artística y Literaria, el Liceo Artístico y Literario o
el Circo de Recreación, en las que ha quedado constancia de su participación
como socio, profesor de música, intérprete en conciertos (de obra propias y
ajenas) e incluso como vice-tesorero en el caso de la última de ellas16. De las
crónicas encontradas al respecto17, resulta especialmente reveladora la presente
en el Faro Coruñés, de 10 de marzo de 1847, pues es la única localizada en la
que se refieren a Adalid como “profesor de piano”18; esto respalda que algunas
de sus obras para piano –de gran sentido pedagógico, a nuestro criterio– fueran
integradas en coleccionables, como por ejemplo, Pasatiempo Musical o Álbum
de los jóvenes pianistas. Periódico de Música19, que contenía obras compuestas
“por los mejores profesores españoles”, apareciendo su nombre al lado de Allú,
Guelbenzu, Gabaldá, Inzenga, Mendizábal, Adam, Kontski, Herz… Estas pu-
blicaciones seriadas, de venta en el establecimiento del propio editor, se anun-
ciaron en la prensa madrileña de 185120.
16 Reglamento del Circo de Recreación de La Coruña (1843 y 1850); Reglamento de la Sociedad Artística y Li-
teraria de la Coruña (1847); Reglamento del Liceo Artístico y Literario de La Coruña (1849).
17 “Crónica de Sociedad. Sesión del 28 de Febrero” (1847). El Faro Coruñés. Periódico artístico y literario
(La Coruña), Núm. 12, 10 de marzo, 2-3; “Crónica de Sociedad. Sesión del 20 de Abril” (1847). El Faro
Coruñés. Periódico artístico y literario (La Coruña), Núm. 16, 22 de abril, 1; “Mosaico” (1847a). Boletín
Mercantil e Industrial de Galicia (La Coruña), Núm. 5, 11 de noviembre, 2; “Mosaico” (1847b). Boletín
Mercantil e Industrial de Galicia (La Coruña), Núm. 7, 16 de noviembre, 3-4; “Mosaico” (1848). Boletín
Mercantil e Industrial de Galicia (La Coruña), Núm. 66, 4 de abril, 4.
18 “Crónica de Sociedad. Sesión del 28 de Febrero” (1847). El Faro Coruñés. Periódico artístico y literario
(La Coruña), Núm. 12, 10 de marzo, 2.
19 Pasatiempo Musical o Álbum de los jóvenes pianistas. Periódico de Música (Madrid), bajo la dirección de
Casimiro Martín, editor, propietario y fundador; Madrid, 1849. Durante el segundo semestre de este año
se incluyeron El Lamento; Un Recuerdo; Una noche de estío a la orilla del mar yEl último adiós. Ejemplar
conservado en la Biblioteca General de Palacio [signatura mus-carp-35 (8)].
20 “Música. De Madrid a Aranjuez” (1851a). Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), Núm. 256, 14
de julio, 4; “Música. De Madrid a Aranjuez” (1851b). Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), Núm.
257, 15 de julio, 4; “Música. De Madrid a Aranjuez” (1851c). Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid),
Núm. 258, 16 de julio, 4.
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En la misma reseña dice: “Debemos al Sr. Adalid, director de orquesta,
una nueva tanda de walses, que agradó mucho, y la acertada dirección de la
orquesta, que ejecutó perfectamente la obertura de El Pirata”21. Igual que en
el caso anterior, este es uno de los pocos testimonios que dejan constancia de
que Adalid fue director de orquesta, faceta que no figura en biografías locali-
zadas hasta la fecha. Así mismo, esta es una de las pocas crónicas de conciertos
que aluden a la composición de Adalid de “tandas de valses”; posiblemente se
trate de alguna de las colecciones de valses orquestales de su autoría que se con-
servan en el Fondo Canuto Berea de la Biblioteca da Deputación Provincial
de A Coruña y, además, pone de manifiesto la importancia de las fuentes de
hemeroteca para la datación de partituras.
Será a partir de los años cincuenta cuando Adalid tenga un papel más pro-
tagonista en la prensa de Madrid22. Especialmente bonita, por el cariño, el es-
merado detallismo y la admiración con que está escrita, es la reseña a los 4
Scherzi de Emilio Arrieta (1821-1894):
Nosotros que no conocemos personalmente al señor Adalid, y que solo
sabemos de fe, a que es todo un pianista, elegante y correcto, que se ha
educado, según tenemos entendido al lado de un Moscheles nada menos
(…). Las ideas del señor Adalid se distinguen principalmente por una
sencillez elegante llena de severidad, que es el sello peculiar de los autores
alemanes (…). Tiene una facilidad extraordinaria y un gusto delicadí-
simo para adornar sus composiciones con detalles preciosísimos (…).
Los cuatro Scherzi dedicados al señor Guelbenzu, que muy pronto co-
rrerán por los salones de la buena sociedad y serán buscados con avidez
por las personas de buen gusto, son cuatro joyitas diferentes entre sí en
cuanto al género, y sumamente iguales en mérito (Arrieta, 1854: 1).
Dos años más tarde la Gaceta musical de Madrid da prueba de que las obras
de Adalid se continuaban vendiendo en la capital, incluso en coleccionables,
como fue el caso de su Minueto y Trio y de un vals para piano23; y seguiría su-
21 “Crónica de Sociedad. Sesión del 28 de Febrero” (1847). El Faro Coruñés. Periódico artístico y literario
(La Coruña), Núm. 12, 10 de marzo, 3. Aluden al melodrama en dos actos de Vincenzo Bellini, con
libreto de Felice Romani, titulado El Pirata y escrita en 1826.
22 Quizá sea este periodo al que se refieren en una necrológica como periodo formativo en Madrid (Arana
Pérez, 1881: 2).
23 “Advertencia” (1856a). Gaceta musical de Madrid (Madrid), Año II, Núm. 44, 2 de noviembre, 1; “Ad-
vertencia” (1856b). Gaceta musical de Madrid (Madrid), Año II, Núm. 48, 30 de noviembre, 1.
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cediendo durante muchos años, como por ejemplo, un anuncio de 1874 donde
comienzan la entrega de las primeras páginas de El Lamento, Balada para piano,
Op. 924. Hoy en día nos resultaría curioso, pero en la época, para fomentar la
fidelización de los suscriptores, las obras se proporcionaban fraccionadas, una
parte con cada entrega de la revista.
En 1860 contrajo matrimonio con Fanny Garrido, de buena familia, hija
de militar, bien posicionada socialmente y de educación exquisita; fue una de
las primeras traductoras de alemán en España, además de novelista y poetisa,
dedicó su vida a apoyar la carrera musical de su esposo, e incluso colaboró en
alguna de sus obra, con los poemas de Mondariz y de los “cantares nuevos” de
la famosa colección de veinticinco piezas para canto y piano, Cantares viejos y
nuevos de Galicia.
Al año siguiente, el 2 de julio de 1861, se organizan los Juegos Florales en
la ciudad de A Coruña, por Don José Pascual López Cortón, quien posterior-
mente publicaría todos los trabajos laureados en prosa y verso y acompañados
de una antología de poetas gallegos desde comienzos de siglo, con textos en
castellano y en gallego, bajo el título Álbum de la Caridad, considerada una de
las más importantes, sino la primera, manifestación del Rexurdimento en Ga-
licia (López Corton, 1862; Vales Vía, 2009: 435-439). Vinculado a este fenó-
meno ideológico, tenemos constancia de la participación de Marcial del Adalid
y de su primo, Marcial de Torres Adalid, ambos como “adjuntos del consistorio
de los Juegos Florales” (López Corton, 1862: XVIII y XXII). Casi veinte años
después y poco antes de morir, volveremos a ver el compromiso de este músico
con los Juegos Florales de esta ciudad.
Pocas noticias tenemos en estos años en prensa de la vida diaria y privada
del matrimonio Adalid; de las pocas pruebas documentales que de esto se con-
servan, es curiosa y costumbrista la noticia que sitúa a esta pareja en 1865
como visitantes a Santiago de Compostela en las fiestas del Apóstol:
Las fiestas del apóstol Santiago en la ciudad del mismo nombre han es-
tado este año sumamente animadas por los muchos forasteros que han
asistido (…). Entre las familias notables que han presenciado dichas
fiestas se citan a la del conocido diplomático Sr. Sandoval, a los condes
de San Juan y de la Almina, a los marqueses de San Martín, de Santa
24 “Advertencia” (1874). El Arte. Semanario musical (Madrid), Año II, Núm. 63, 13 de diciembre, 1.
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Cruz, de Montesacro y de Monroy, y a los Sres. de Adalid. Todas estas
familias han salido al día siguiente para sus posesiones, donde se hallan
pasando el verano25.
Entre los años 1867 y 1873, encontraremos multitud de referencias en
prensa madrileña de Adalid en relación con el Real Conservatorio de Música,
con la Sociedad de Conciertos y con la Sociedad de Cuartetos, todas institu-
ciones de la capital. Por ejemplo, fue sonado el programa que dirigió el maestro
Barbieri, como parte de los eventos organizados por la Sociedad de Conciertos
en el Circo Príncipe Alfonso, en el que se interpretó un “Ave Maria para coro
de ambos sexos con acompañamiento de órgano” de Adalid, entre obras de
Méhul, Haydn, Mercadante, Beethoven, Meyerbeer y Thomas26 y de la cual
dijo la crítica de José M. de Goizueta cuatro días más tarde:
La pieza que siguió excitaba nuestra curiosidad por ser de un autor español,
con cuya amistad nos honramos y cuyas eminentes dotes como compositor
de obras serias nos son muy conocidas. Aludimos a la Ave María, del Sr.
D. Marcial del Adalid, cantada por el coro y acompañada por el órgano
(…). Su estructura es perfecta, y la manera con que está tratada la idea do-
minante, el motivo no puede ser más correcto, ni más sujeta a las reglas
del más severo clasicismo. El efecto que produjo en el público fue el que
naturalmente había de producir: efecto tranquilo, si nos es lícito expresar-
nos así, como era de esperar de aquella (…) (Goizueta, 1867: 1).
No es de extrañar que, tras el éxito del concierto bajo la batuta de Barbieri
y con la buena propaganda de Goizueta, el Ave Maria de Adalid se comercia-
lizase nuevamente en coleccionables de “bibliotecas musicales”27.
Respecto de la Sociedad de Cuartetos, hemos localizado seis referencias en
prensa del año 1868, y que versan sobre los dos conciertos en los que interpretó
una obra de Marcial del Adalid: la Sonatina en sol para piano a cuatro manos
(publicada también en las editoriales parisinas Flaxland y Richault, bajo el título
25 “Noticias Generales. Las fiestas del apóstol Santiago en la ciudad del mismo nombre” (1865). La Época.
Periódico político diario (Madrid), Año XVII, Núm. 5.357, 28 de julio, 3.
26 “Diversiones. Circo del Príncipe Alfonso” (1867). Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), 24 de
marzo, 4; “Conciertos de música clásica bajo la dirección del Sr. Barbieri” (1867). Revista de Bellas Artes.
Crítica teatral, pintura, música, escultura, arquitectura (Madrid), Núm. 26, 31 de marzo, 7; Eslava, 1867: 3.
27 “Advertencia. Otra” (1867). El Artista. Música, teatros, salones (Madrid), Año II, Núm. 41, 7 de abril, 1.
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Sonate pour le piano à quatre mains)28. La pieza está dedicada a Juan Guelbenzu
y Mariano Vázquez, amigos íntimos del compositor, quiénes la estrenaron en
la sesión extraordinaria de dicha institución, el 16 de febrero de 1868; en este
concierto, especial por ser íntegramente de repertorio español, se interpretaron
el Cuarteto en mi bemol de Rafael Pérez –ejecutado por Monasterio, Lanza, Lestán
y Castellano- y la Sonata en re para piano y violín de Martín Sánchez Allú –a
cargo de Guelbenzu y Monasterio–29. El concierto fue, como de costumbre,
anunciado en distintos medios de prensa específicos con antelación30 y, poste-
riormente, se publicaron merecidas críticas, como la que sigue:
La segunda composición que se ejecutó fue la Sonatita en sol, por D.
Marcial del Adalid, y la cual, como su antecesora, fue extremadamente
aplaudida, mereciendo igualmente el honor de que se hiciera repetir el
andante, verdadera joya artística, en extremo graciosa, de una sencillez
y de una claridad tal, que arroba el alma por su encanto y belleza meló-
dica (Cuenta, 1868: 3).
Por su parte, Bonifacio Eslava destacaba el mérito de componer para un
género poco común en España por aquél entonces:
La sonatina de Adalid, ejecutada al piano por los Sres. Guelbenzu
y Vázquez, es de una gran belleza, por la variedad y el colorido de una
armonía clara y sonora, llena de rasgos difíciles y complicados, pero que
28 Sonate pour le piano à quatre mains, dedicada a Juan María Guelbenzu y Mariano Vázquez, amigos del
compositor, y estrenada por ambos en la Sociedad de Cuartetos de Madrid el 16 de febrero de 1868, tal
y como consta en el manuscrito de la obra [custodiado por la Biblioteca Musical Víctor Espinós (Q239)];
posteriormente fue editado en París por dos casas editoriales, posiblemente hacia 1869-70 en ambos casos,
atendiendo a la fecha de depósito legal: en G. Flaxland [ejemplares conservados en la Real Academia
Galega (RAG-386 y RAG-388); Biblioteca Nacional de España (M.GUELBENZU/8); Biblioteca del Real
Conservatorio Superior de Música de Madrid (1-13504; Libro Nº 163, de la Biblioteca de la Infanta
Doña Isabel de Borbón)] y en S. Richault [ejemplar conservado en el Fondo del Conservatorio de Música
de París de la Biblioteca Nacional de Francia (AC P-3545)]; así mismo, esta obra fue publicada en España
bajo el título Sonatina en sol para piano a cuatro manos, editada en Madrid por Antonio Romero, con el
número de plancha “A.R.17” y hacia los años 1868-70, según consta en el Boletín de la Propiedad Inte-
lectual (Iglesias, 1997) [ejemplares conservados en la Biblioteca Nacional de España (MC/284/31) y en
el Fondo Canuto Berea de la Biblioteca da Deputación Provincial de A Coruña (Mga 34/4)].
29 Programa del concierto de la Sociedad de Cuartetos de Madrid, de la sesión del domingo 16 de febrero
de 1868. Archivo del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, Fondo de la Sociedad de Cuartetos,
Caja 5-6.
30 “Noticias generales” (1868). La sociedad. Crónica semanal de teatros, salones y literatura (Madrid), Año
II, Núm. 19, 15 de febrero, 8; Goizueta, 1868a: 1.
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no desvirtúan, ni oscurecen en nada, la pureza y la corrección de todo el
conjunto. El señor Guelbenzu mostró una vez más sus altas dotes de pia-
nista de gran talento, traduciendo con la maestría y la soltura y limpieza
de ejecución que caracterizan a su manera especial, todos los pasajes y
detalles más delicados de la sonatina, en la que fue admirablemente se-
cundado por el Sr. Vázquez (…). Felicitar al mismo tiempo a los Sres.
Pérez y Adalid por el gran éxito alcanzado en un género de música hasta
ahora poco conocido y atendido en nuestro país, alentándolos a que pro-
sigan por tan buen camino (…) (Eslava, 1868: 2-3).
Especial mención merece una vez más una crítica de Goizueta, donde no
solo elogia la interpretación, sino que ofrece un detallado análisis de la com-
posición:
Lo que desde luego se descubre en esta pieza es la sencillez y claridad tan reco-
mendables en toda obra musical (…). Las ideas fundamentales de todas las
partes de la sonata respiran tanta frescura, son tan espontáneas, tan originales,
tan sentidas unas, tan agradables otras, que producen realmente un placer oírlas
(…). De las cuatro partes de que se compone la pieza, la que está más en las
condiciones del género es indudablemente la segunda. El motivo o idea en es-
tilo fugado es precioso, claro, sin que la envuelvan esas nebulosidades tan fre-
cuentes en casos semejantes (…). El allegro final, tan en carácter como las partes
anteriores, corona de una manera feliz y digna la preciosa sonatina, que fue la
pieza más interesante y completa de la sesión. En esta pieza, toda persona in-
teligente conoce desde luego el profundo y detenido estudio que el maestra
hecho de los verdaderos modelos del género clásico (…). La sonata brotó de
un golpe en la imaginación del señor Adalid, y de ahí esa unidad de pensa-
miento esa armonía perfecta entre las partes y el todo, que es lo que constituye
la verdadera belleza de todas las obras de arte. Nuestra muy cordial enhora-
buena al maestro Adalid (…) (Goizueta, 1868b: 1).
Tres meses después de este concierto, se publica la partitura de la obra, la
cual nuevamente recibe halagos en prensa (Goizueta, 1868c: 1, 1869: 1):
(…) El Sr. Adalid ha publicado en París, donde se halla establecido, tres
piezas para canto y piano, tres marchas, sonata y un andantino, minueto
y allegro. Todas estas piezas, muy aplaudidas en los círculos filarmónicos
de aquella capital, tienen el sello clásico que su autor imprime a todas
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sus obras, y la pureza, frescura, sencillez y buen gusto que se notan en
las ideas matrices de sus composiciones. Adalid, Guelbenzu y Morphi
levantan y mantienen en enhiesto nuestro pabellón en la capital del im-
perio vecino (Goizueta, 1869: 1)31.
Este breve comentario permite comprobar que Adalid pasó largas tempo-
radas en la capital francesa y, al menos en este año de 1869, se trató de un pe-
riodo de residencia relativamente prolongado y fructífero, en el que sus obras
sonaron sobre escenarios parisinos.
La sonata a cuatro manos se volvió a tocar dos años más tarde, de nuevo en
la Sociedad de Cuartetos. Primero, el 13 de febrero de 1870, interpretada por
Mendizábal y Zabalza. La obra se integró en un programa con el Cuarteto en re
de Haydn –de nuevo por la agrupación camerística de Monasterio, Pérez, Lestán
y Castellano– y el Gran quinteto en sol menor de Mozart –sumándose Lanuza a
los intérpretes anteriores–32. Siguiendo el protocolo habitual, anunciaron el con-
cierto debidamente en prensa33 y se publicó la posterior valoración del acto:
La sesión extraordinaria que ha celebrado hoy la sociedad de cuartetos ha
sido una solemnidad artística (…). Siguió a esta obra la preciosa sonatina
de don Marcial del Adalid, escrita para piano, a cuatro manos, perfecta-
mente interpretada por los Sres. Mendizábal y Zabalza. El público aplau-
dió tanto la belleza de la obra como su correcta ejecución (…)34.
Hubo una tercera interpretación de la sonata el 11 de diciembre de este
mismo año, de nuevo a cargo de estos dos pianistas. Fue anunciada una vez
más35, aunque en esta ocasión con resultados dispares en las valoraciones pos-
teriores. Frente a los elogios de La Correspondencia de España –“(…) también
31 Esta última opinión, reiterada en el artículo del mismo autor dedicado a Morphi; (Goizueta, 1870a: 4)
32 Programa del concierto de la Sociedad de Cuartetos de Madrid, de la sesión del 13 de febrero de 1870.
Archivo del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, Fondo de la Sociedad de Cuartetos, Caja 5-8.
33 “Tercera edición. Despachos telegráficos” (1870a). La Correspondencia de España. Diario Universal de
Noticias. Eco imperial de la opinión y de la prensa (Madrid), Año XXI, Núm. 4.465, 4.
34 “Tercera edición. Despachos telegráficos” (1870b). La Correspondencia de España. Diario Universal de
Noticias. Eco imperial de la opinión y de la prensa (Madrid), Año XXI, Núm. 4.466, 3.
35 “Crónica General. Gacetilla” (1870). La Iberia. Diario Liberal (Madrid), Año XVIII, Núm. 4.348, 11
de diciembre, 3; “Tercera edición. Despachos telegráficos” (1870). La Correspondencia de España. Diario
Universal de Noticias. Eco imperial de la opinión y de la prensa (Madrid), Año XXI, Núm. 4.763, 3.
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han obtenido numerosos y justísimos aplausos los pianistas señores Mendizábal
y Zabalza en la interpretación de la sonatina de D. Marcial del Adalid, que es
una verdadera joya musical y cuyo andante tuvieron que repetir”36–, Goizueta
fue más duro en su juicio: “En la sonatina para piano a cuatro manos del señor
Adalid, noté algunos lunares: el primero y el último tiempo se llevaron dema-
siado presto, y por esta causa hubo algunos tropiezos en los bajos y confusión
en ciertos pasajes” (Goizueta, 1870b: 4).
En cualquier caso, no cabe duda de que la sonata a cuatro manos de Adalid
fue un éxito y le posicionó como uno de los autores españoles más interpreta-
dos en la Sociedad de Cuartetos (Navarro, 1872: 14-15; Soriano Fuertes, 1873:
58; Aguado Sánchez, 2002: 27-142). E incluso fuera de la Sociedad, la obra
siguió sonando: por ejemplo, Guelbenzu gustaba enormemente de la obra, to-
cándola en las veladas musicales de su casa:
Otro concierto de familia, digamos así, se celebró sin preparación alguna
en casa de mi querido amigo Guelbenzu para celebrar los días del santo
de su señora, que hizo los honores de la casa con la exquisita amabilidad
que la distingue (…). Hubo momentos en que la señorita en cuestión
luchaba ventajosamente con el célebre pianista, y cuando después de
interpretada admirablemente la sonata de Mozart, tocaron ambos la ya
renombrada sonatina de Adalid, creía que era su autor el que tocaba la
parte principal: tal era la perfección con que la señorita de la Patilla in-
terpretó su parte (…) (Goizueta, 1872: 1).
Y no solo se tocaba en salones privados, sino incluso como repertorio den-
tro de la programación docente de diversos conservatorios nacionales37 y en
otras salas de concierto nacionales, como por ejemplo en el Teatro Principal
de Santiago de Compostela:
Gran concierto para el Domingo 29 de Diciembre. Los acreditados ar-
tistas Señores D. Antonio Valle, D. Hilario Courtier y D. Daniel Penela,
instigados por numerosas personas aficionadas al arte musical, han de-
terminado dar una amena función compuesta de las mejores piezas que
36 “Primera edición. Despachos telegráficos” (1870). La Correspondencia de España. Diario Universal de
Noticias. Eco imperial de la opinión y de la prensa (Madrid), Año XXI, Núm. 4.766, 1.
37 “Correo de España. Valencia” (1882). Crónica de la Música. Revista semanal y biblioteca musical (Madrid),
Año V, Núm. 182, 15 de marzo, 5; “Alumnos del Conservatorio” (1890). El Globo. Diario ilustrado político,
científico y literario (Madrid), Año VL (Segunda Época), Núm. 1.890, 20 de diciembre, 3; L. y B., 1874.
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gozan de la reputación europea, cuyos títulos y orden es el siguiente:
Primera Parte: 1º. Sinfonía por la orquesta La Mutta di Portici; 2º. Gran
Sonata al piano a cuatro manos por los Sres. Valle y Courtier (M. del
Adalid); (…) Tercera Parte: 1º Sinfonía a dos violines, por los Sres. Pe-
nela y Courtier (Adalid) (...)38.
Este último texto es interesante por tres razones: en primer lugar, denota
que la sonata de Adalid estaba “de moda” a nivel nacional en cartelera; en se-
gundo lugar, que era conocida y tocada por insignes intérpretes de la época,
como fueron los Courtier; y por último y lo más importante, corrobora la hi-
pótesis que sostenemos de que existen obras perdidas y totalmente desconoci-
das de Adalid, como es el caso de esa Sinfonía para dos violines, de la que no
hemos encontrado el manuscrito, ni la partitura editada en el vaciado de ar-
chivos realizado, ni más referencias a ella en prensa.
También recoge la prensa madrileña la interpretación del ciclo de 36 me-
lodías para canto y piano que Marcial culmina hacia 1871. No tenemos cons-
tancia de que se haya citado esta noticia en publicaciones anteriores y, por las
fechas de la propia reseña y de los manuscritos de las mélodies françaises posi-
blemente se trate de una de las primeras interpretaciones de la colección, sino
el estreno:
(…) En San Sebastián he tenido ocasión de oír una colección de treinta
y seis melodías para piano y canto que el maestro Adalid ha compuesto
recientemente (…). Su estilo es por punto general el de Schubert y Men-
delssohn, y algunas de las melodías que oí, pueden compararse ventajo-
samente con las más preciadas del primero (…). La colección de que me
ocupo bastaría por sí sola para dar al maestro celebridad justísima en otro
país que no fuera el nuestro, donde solo se rinde culto a las excentrici-
dades chocarreras de Offenbach y consortes (…). Nacido en Alemania
o Francia, nuestro compatriota gozaría por sus obras de una reputación
europea (…) (Goizueta, 1871: 4).
Adalid se dedicó al género de la melodía acompañada durante muchos
años; en torno a esta fecha presentará manuscritos a su amigo y corrector Juan
Guelbenzu para que recibir consejo. Sin embargo, una vez completada esta
38 “Teatro. Gran concierto para el Domingo 29 de Diciembre” (1872). La gacetilla de Santiago: diario de
noticias y anuncios (Santiago de Compostela), Núm. 152, 28 de diciembre, 2.
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primera colección, Adalid continúa componiendo hasta crear una segunda co-
lección de 70 melodías en 188039. Esta será la última de sus colecciones de
melodías, la definitiva; en general, integra las 36 primeras, aunque con ciertos
cambios en ocasiones, y también incluye las 25 piezas que posteriormente se
editarán bajo el título Cantares viejos y nuevos de Galicia que tanta fama le re-
portaron. Tanto la colección de 70 melodías, como los Cantares y tantas otras
obras de esta última etapa, están dedicados a su hija María (1874-1930):
Adalid era en sus gustos sencillo, de condición recta y sincera, amante
de la soledad, del campo, de la agricultura, y de las flores; la vista de una
gentil cabecita de seis años, cubierta de oscura guedeja, era su mejor des-
canso después de haberse entregado a las tareas artísticas. Entre las dulces
melodías que es de desear ver presto publicadas, a fin de que sean digno
monumento a la memoria del distinguido compositor español, figura de
un Canto de berce donde se confunden la inspiración del artista y la
ternura del padre (Pardo Bazán, 1882: 4).
A sus últimos años pertenecen sus obras más relacionadas con el uso de
folklore gallego: véanse a mayores de sus “cantares gallegos”, su zarzuela Pedro
Madruga y su ópera Inés e Bianca. No pretendemos en este artículo hacer un
análisis pormenorizado de ninguna de las tres obras, sino simplemente recoger
la información que la prensa nos ofrece y poner sobre la mesa qué cuestiones
relacionaron estas obras de Adalid con el debate sobre la identidad gallega a
través de la música de los teóricos y especialistas coetáneos y sucesores.
De sus Cantares son muchos los elogios que ha inmortalizado la prensa.
Una vez más, bellas las palabras de Rodríguez Mourelo, para describir el espí-
ritu de estas piezas:
Hijas son todas sus composiciones de inspiración suministrada por los
cantos populares de Galicia (...). Reflexionando atentamente sobre Los
Cantares nuevos y viejos de Galicia puede notarse como sin salir del pro-
cedimiento usual de la música popular, el artista ha sabido dar curso libre
39 Posiblemente la colección de 36 melodías a la que se refiere el texto de Goizueta se corresponde con el
libro manuscrito encuadernado que se conserva en la Real Academia Galega, en el Fondo Adalid, con la
misma cantidad de melodías para canto y piano, firmadas en Lóngora, a 11 de julio de 1771 (signatura
CM-1, 1/48). La segunda colección también se encuentra en el archivo de esta institución, y también
consiste en un libro manuscrito encuadernado, con 70 melodías, firmadas en Lóngora, en febrero de 1880
(CM-4, 4/18).
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a la inspiración y hacer gala de sus poderosas facultades (…). Durante
este largo periodo de tiempo, que abraza los mejores años de su vida [re-
tiro en Lóngora], compuso Adalid las dos primeras series de los Cantares
viejos y nuevos de Galicia, inspirados en nuestra música popular, impreg-
nados de aquella dulce y tiernísima melancolía, de aquella infinita tristeza
de los cantos de nuestro pueblo, que reflejan en sencillas melodías los
sentimientos de su alma (Rodríguez Mourelo, 1880: 3-4).
Preciso es el juicio de Pardo Bazán respecto del estilo:
La exquisita sensibilidad del autor le ayudó a entender y expresar el con-
tenido de la música de nuestras tierras, semi-guerrera, religiosa al modo
vago y panteístico de los celtas, y sobre todo –lo han reconocido cuantos
la oyeron- melancólica, velada como nuestro cielo, quejosa como nues-
tros pinares y como el oleaje de nuestro mar de Cantabria. Con sumo
tacto acertó Adalid a conservar a los cantares gallegos su idílica sencillez,
su campestre frescura, sin robarles el color y el sabor regionales, sin pro-
fanarlos con adornos que así sientan al arte del pueblo (…). Respetó lo
interno de la melodía, matizándola poco, y contentándose con prestarle
la suavidad y delicadeza... (Pardo Bazán, 1882: 4).
Estudiosos del siglo XX reconstruirán después, con la distancia y perspec-
tiva que da el paso del tiempo, la aportación de Adalid con sus cantares a nues-
tra historia cultural. Será objeto de debate polémico en ocasiones: para unos
pionero como informante y folklorista, incluso suponiéndole trabajo de
campo; para otros, innovador, pero no lo suficiente, ni en el modo adecuado
(Pedrell, 1897: 15; Arana Pérez, 1901: 1, 1902a); y para otros tantos, visionario
también, pero por componer un género nuevo, música de salón que parte del
folklore gallego que expresa el alma popular del imaginario colectivo de Galicia
sin intenciones de ofrecer un cancionero como tal40.
Al hilo de estas últimas producciones, se publica un anuncio muy intere-
sante el 4 de septiembre de 1873:
Los aficionados a la buena música tendrán este año probablemente en
el teatro de la Zarzuela edad que ha de halagarles. El compositor D.
40 Por cuestiones de espacio y de discurso, remitimos a trabajos anteriores específicos sobre la construcción
del sentido socio-identitario en los cantares gallegos de Adalid: Touriñán Morandeira, 2015: 331-349.
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Marcial Adalid, cuyas obras son tan apreciadas en los círculos filarmó-
nicos, está terminando una zarzuela en tres actos, de la cual tenemos las
mejores noticias. El libro, escrito por el distinguido literato D. Fernando
Fulgosio, versa sobre una tradición gallega y se titula Pedro Madruga,
uno de los héroes legendarios de aquel país. En la música campean al-
gunas de las antiguas y bellísimas melodías gallegas41.
Esta es la noticia de periódico más antigua localizada sobre la zarzuela Pedro
Madruga. Poco hay escrito de la zarzuela y mucho menos en comparación con
lo publicado sobre la ópera derivada, Inés e Bianca, pero lamentablemente, más
que del contenido, relatan y opinan sobre los avatares que acarreó el intento
de estreno, frustrado dos veces consecutivas. De todas las reseñas localizadas
sobre estas dos obras, Pedrell es quien mejor explica qué llevó a Adalid a con-
vertir su zarzuela en ópera (Pedrell, 1897: 14). Del mismo modo, la reiterada
biografía de Pardo Bazán recoge muy claramente el contenido de la ópera y
cómo el sueño del autor de estrenarla se vio truncado doblemente: primero en
Madrid y luego en París, quedando ambas obras –zarzuela y ópera– lamenta-
blemente sin estrenar (Pardo Bazán, 1882: 4).
Sin duda, Cantares viejos y nuevos de Galicia, Pedro Madruga e Inés e Bianca,
son tres de las obras de Adalid que le han garantizado un puesto como pionero
en nuestra historia por haber empleado melodías autóctonas reflejando el alma
popular a través de la música.
Los últimos años de prensa en torno a Adalid
En sus últimos años de vida, la prensa no solo difunde la mala nueva de su
fallecimiento, sino que también fue sonado el debate surgido alrededor de las
dos obras dramáticas citadas en el párrafo anterior y que ha trascendido incluso
hasta la actualidad: la “paternidad” de la Alborada de Pascual Veiga. Que sepa-
mos, nada ha permitido demostrar hasta la fecha lo contrario y ha sido un tema
intensamente discutido desde comienzos del siglo XX (Pedreira, 2012: 3-4;
41 “Tercera edición. Despachos telegráficos” (1873). La Correspondencia de España. Diario Universal de
Noticias. Eco imperial de la opinión y de la prensa (Madrid), Año XXIV, Núm. 5.757, 4 de septiembre, 3.
42 El artículo “Sobre la «Alborada» de Veiga. ¿Se puede hablar?” -publicado en El correo gallego. Diario po-
lítico de la mañana (Ferrol), Año XXXV, Núm. 11.496, 21 de noviembre, 1- aparece firmado como RAP,
atribuido a Ramón de Arana Pérez (Garbayo, 2012, 224).
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Arana Pérez, 1912: 142; Dávila, 1912; López, 1912; Garbayo, 2012: 183-227);
es más, la autoría de la Alborada ha quedado demostrado ya en 1989, con la
tesis doctoral Los villancicos gallegos de la Catedral de Mondoñedo del Catedrático
Carlos Villanueva, en la que queda constancia de que la fuente de inspiración
de Veiga fue la tonada que aparece en uno de los villancicos de Santavaya, Un
fato de labradores (Villanueva, 1989; Villanueva, 1994, 134-135).
La citada noticia de 1873 ubica un cambio de la vida de Adalid: en este
año, a pesar de las entradas y salidas del país del compositor, éste todavía reside
entre Madrid y Galicia, y lo hará hasta el verano de 1874, momento en que
Fanny da a luz a su hija en la capital43. Será a partir de entonces cuando Adalid
comience una vida más asentada en su pazo de Lóngora, en pleno contexto
ideológico del Rexurdimento, lo cual se acusará también en la hemeroteca: asis-
tiremos de nuevo a una mayoría de periódicos gallegos en los que comienza a
hablarse de Adalid en el contexto de la música socio-identitaria del pueblo ga-
llego; esto se trasladará a los periódicos de Hispanoamérica, en voz y pluma
de los gallegos emigrados. Firmarán estos escritos intelectuales distinguidos
como Ramón de Arana en El correo gallego, Varela Lenzano en El Regional y el
Marqués de Figueroa en El Ideal Gallego, entre otros.
Como parte activa de las propuestas socioculturales vinculadas al Rexurdi-
mento, Adalid figura de nuevo, por ejemplo, en los certámenes musicales. El 8
de julio de 1880 consta en calidad de secretario del Certamen Musical del
Liceo Brigantino:
Liceo Brigantino. Comisión del Certamen Musical. Relación de obras
que a juicio por mayoría absoluta del Jurado de composición, com-
puesto por los Sres. Jesús de Monasterio, Presidente; D. Mariano Váz-
quez, D. Ruperto Chapí, vocales; y como secretario, D. Marcial del
Adalid (...)44.
Pocos días después, el 15 del mismo mes, vuelve a formar parte de un jurado
(en calidad de suplente), esta vez de los Juegos Florales de la Coruña de 1880:
Reunida la Sociedad de Juegos Florales ha quedado constituido defini-
tivamente el Jurado musical en la siguiente forma:
43 Correspondencia entre Marcial del Adalid y Marcial de Torres Adalid en 1874; fondo privado de los
descendientes de los Torres Adalid (La Coruña).
44 “Noticias Regionales. Galicia” (1880). La Ilustración Gallega y Asturiana: revista decenal ilustrada (Ma-
drid), Año II, Núm. 19, 8 de julio, 11.
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Jurado de Composición: D. Emilio Arrieta, D. Ruperto Chapí, D. Mi-
guel Marqués, D. Manuel Fernández Caballero y D. Rafael Hernando.
Suplentes: D. Jesús Monasterio, D. Valentín Zubiaurre, D. Juan M.
Guelbenzu, D. Mariano Vázquez y D. José Inzenga.
Jurado de Ejecución: D. Rafael Hernando, D. José Braña y Muiños, D.
Antonio Moris, D. Casto Sampedro y D. Manuel Chaves. Suplentes:
D. Miguel Alonso, D. Marcial del Adalid, D. Martín Fayes, D. Felipe
Bascuas y D. Joaquin Zazagoitia45.
En este contexto, se publicarán artículos de corte teórico, reflexivo, sobre
los grandes maestros de la música gallega, entre los que va a aparecer Marcial
del Adalid (Inzenga, 1881: 3; Varela Lenzano, 1891: 1; Arana Pérez, 1901: 1;
Labiada, 1913: 219; Marqués de Figueroa, 1906; Marqués de Sabuz, 1921:
345-356)46.
Poco después se publicaría la biografía que hemos citado reiteradamente,
escrita por José Rodríguez Mourelo en la Ilustración Gallega y Asturiana –revista
de la que fue suscriptor47–, texto muy divulgado en la época48. Esta publicación
fue muy popular no solo por el artículo biográfico tan elogioso en el que se ala-
baba la cultura, el saber estar, la formación y la contribución al pueblo y a la
cultura gallega de Adalid; también por incluir un retrato del compositor –hecho
45 “Correo de Galicia. Pontevedra” (1880). El correo gallego. Diario político de la mañana (Ferrol), Año III,
Núm. 574, 15 de julio, 3.
46 Artículos de referencia a los que hay que añadir: “Sección bibliográfica. Galería biográfica de músicos
gallegos por José M. Varela Silvari” (1875). El Heraldo Gallego. Semanario de ciencias, literatura y artes
(Orense); Año II, Núm. 25, 24 de junio, 6-7; “Locales y provinciales” (1898). El lucense: diario católico
de la tarde (Lugo), Año XV, Núm. 4.122, 18 de octubre, 3; “El año Gallego. 16 de Octubre de 1881”
(1899). La Correspondencia Gallega: diario de Pontevedra (Pontevedra), Año XI, Núm. 2.931, 16 de octu-
bre, 3-4; “Reporterismo” (1900). La idea moderna: diario democrático de Lugo (Lugo), Año XI, Núm.
2.847, 6 de junio, 2; “En el homenaje a Chané” (1924). El regional: diario de Lugo (Lugo), Año XLI,
Núm. 14.284, 11 de octubre, 1.
47 “Lista de patrocinadores de este periódico. España. Galicia. Coruña” (1881). La Ilustración gallega y as-
turiana: revista decenal ilustrada (Madrid), Año III, Núm. 1, 8 de enero, 3.
48 La biografía de Rodríguez Mourelo fue anunciada en los siguientes periódicos: “Noticias” (1880). La
Iberia. Diario Liberal (Madrid), Año XXVII, Núm. 7.386, 10 de diciembre, 3; “Noticias bibliográficas”
(1880). El correo gallego. Diario político de la mañana (Ferrol), Año III, Núm. 694, 16 de diciembre, 2;
“Noticias de Galicia” (1880). Gaceta de Galicia: Diario de Santiago. Decano de la prensa de Compostela
(Santiago de Compostela), Año II, Núm. 559, 14 de diciembre, 1; “Sección profesional. Revista de la
prensa médica española” (1880). El genio médico-quirúrgico. Periódico de Ciencias Médicas (Madrid), Año
XXVI, Núm. 1.315, 15 de diciembre, 3; “Noticias de Galicia” (1881). Gaceta de Galicia: Diario de San-
tiago. Decano de la prensa de Compostela, Año III, Núm. 812, 3 de noviembre, 2.
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no muy común en la prensa de aquel entonces49– y, lo más atractivo, la partitura
del cantar gallego Bágoas e sonos, que forma parte de los Cantares viejos y nuevos
de Galicia y que a lo largo de las primeras décadas del siglo XX se convertiría en
un clásico ineludible de los actos y fiestas regionales50.
Poco después de publicada esta biografía, fallecería Adalid, de forma pre-
matura y en el Pazo de Lóngora, el 16 de octubre de 1881, a causa de un
tumor51. Días después, el primero de noviembre, el Liceo Brigantino organizó
un homenaje público que consistió en una procesión hasta el cementerio donde
descansaba Adalid, en la que más de trescientas personas peregrinaron al son
de una plegaria entonada por el orfeón con coronas de siemprevivas que de-
positaron sobre la tumba del finado52.
Son muchos los testimonios que recogen la gran pérdida que supuso para
la comunidad de las artes la muerte de este creador: para Pedrell, se perdió una
“verdadera gloria de la patria” (Pedrell, 1897: 7); para Víctor María Vázquez,
49 De la prensa manejada, solo se adjuntará a la reseña biográfica retrato en otra publicación más: (Martínez
de Velasco, 1882: 15) Al igual que en el caso de la Ilustración Gallega y Asturiana, divulgarán esta publi-
cación especial, en otros periódicos, como por ejemplo, “Noticias Generales. El último número de la Ilus-
tración Española y Americana” (1882). La Época. Periódico político diario (Madrid), Año XXXIV, Núm.
10.683, 4 de abril, 4.
50 “Por los Centros y Sociedades. Sociedad de los hijos de Taragoña” (1927). El Correo de Galicia: Órgano
de la colectividad gallega en la República Argentina (Buenos Aires, Argentina), Núm. 1.102, 6 de marzo, 4;
“Sociedades. Hijo de Taragoña en la R. A.” (1927). El Heraldo Gallego: Órgano de las colectividades gallegas
en el Plata (Buenos Aires, Argentina), Núm. 698, 6 de marzo, 5.
51 “Correo de España. Coruña” (1881). Crónica de la Música. Revista semanal y biblioteca musical (Madrid),
Año IV, Núm. 162, 26 de octubre, 5; “Correo de Galicia. Noticias” (1881a). El correo gallego. Diario
político de la mañana (Ferrol), Año IV, Núm. 944, 20 de octubre, 3; “El año Gallego. 16 de Octubre de
1881” (1899). La Correspondencia Gallega: diario de Pontevedra (Pontevedra), Año XI, Núm. 2.931, 16
de octubre, 3-4; “Fechas memorables. Marcial del Adalid” (1903). El regional: diario de Lugo (Lugo), Año
XX, Núm. 7.176, 16 de octubre, 2; “[Necrología]” (1891). El regional: diario de Lugo (Lugo), Año VII,
Núm. 2.463, 2; “Noticias Regionales. Galicia. Coruña” (1881). La Ilustración gallega y asturiana: revista
decenal ilustrada (Madrid), Año III, Núm. 31, 8 de noviembre, 14; Arana Pérez, 1881: 2; Esperanza y
Sola, 1881: 6.
52 “Correo de Galicia. Noticias” (1881b). El correo gallego. Diario político de la mañana (Ferrol), Año IV,
Núm. 956, 4 de noviembre, 3; “Noticias de Galicia” (1881). Gaceta de Galicia: Diario de Santiago. Decano
de la prensa de Compostela (Santiago de Compostela), Año III, Núm. 812, 3 de noviembre, 2; “Noticias
Regionales. Galicia. Coruña” (1881). La Ilustración gallega y asturiana: revista decenal ilustrada (Madrid),
Año III, Núm. 31, 8 de noviembre, 14. Años después, con motivo del aniversario de la muerte de Curros
Enríquez, se realizarían homenajes similares, donde se honró a gallegos pioneros entre los que se encontraba
Adalid (“Homenaje a los gallegos ilustres” (1924). El ideal gallego. Diario católico, regionalista e indepen-
diente (La Coruña), Año VIII, Núm. 2.023, 1; “La visita a las sepulturas de Curros, Pondal, Chané y Mur-
guía” (1923). El ideal gallego. Diario católico, regionalista e independiente (La Coruña), Año VII, Núm.
1.729, 11 de marzo, 2; “Reunión de Artesanos” (1923). El ideal gallego. Diario católico, regionalista e in-
dependiente (La Coruña), Año VII, Núm. 1.729, 11 de marzo, 1).
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“el más fecundo y original de los maestros gallegos” (Pedrell, 1897: 10); pero
sin duda, las palabras más emotivas, las de Martínez Velasco que recuerdan
que el alma gallega canta en las últimas notas de música de Adalid:
El día 16 de Octubre próximo pasado falleció en su retiro de Lóngora
un verdadero artista, modesto, poco conocido fuera de su país natal,
pero a quien deben profundo agradecimiento los hijos de Galicia, por-
que ha sabido recoger y engrandecer los cantares populares de su patria,
la música sencilla y la melodiosa de aquella poética región española,
desde la alegre alborada hasta el campesino alalá: este artista era D. Mar-
cial del Adalid (Martínez de Velasco, 1882: 3).
Consideraciones finales
Atendiendo a todo lo anterior, resulta evidente que la prensa histórica per-
mite la profundización en el conocimiento de los compositores, de su obra, su
estilo y de su contexto socio-histórico y cultural.
A partir del vaciado hemerográfico realizado, hemos podido recopilar tes-
timonios contemporáneos sobre este músico gallego agrupables en tres cate-
gorías: aquellos que aportan datos biográficos puntuales, las críticas musicales
propiamente dichas y los textos que debaten sobre la construcción de identidad
a través del uso de folklore autóctono en la composición de música clásica.
Todos ellos contribuyen incuestionablemente a un mayor conocimiento
de quién era este personaje histórico: complementan su reconstrucción bio-
gráfica y estilística; permiten la datación de obras, revelando fechas de publi-
cación, de estreno e incluso acotar el posible periodo de composición; incluso
desvelan títulos de obras desconocidas; y por último, cómo fue la recepción
posterior de su obra. Por todo ello, la prensa histórica es para nosotros, fuente
documental de valor inestimable y necesaria para la reconstrucción de nuestra
historia y, concretamente, para la recuperación de Marcial del Adalid.
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231
Obra citadas:
“Advertencia” (1856a). Gaceta musical de Madrid (Madrid), Año II, Núm. 44, 2 de no-
viembre, 1.
“Advertencia” (1856b). Gaceta musical de Madrid (Madrid), Año II, Núm. 48, 30 de no-
viembre, 1.
“Advertencia” (1874). El Arte. Semanario musical (Madrid), Año II, Núm. 63, 13 de di-
ciembre, 1.
“Advertencia. Otra” (1867). El Artista. Música, teatros, salones (Madrid), Año II, Núm. 41,
7 de abril, 1.
“Alumnos del Conservatorio” (1890). El Globo. Diario ilustrado político, científico y literario
(Madrid), Año VL (Segunda Época), Núm. 1.890, 20 de diciembre, 3.
“Conciertos de música clásica bajo la dirección del Sr. Barbieri” (1867). Revista de Bellas
Artes. Crítica teatral, pintura, música, escultura, arquitectura (Madrid), Núm. 26,
31 de marzo, 7.
“Correo de España. Coruña” (1881). Crónica de la Música. Revista semanal y biblioteca
musical (Madrid), Año IV, Núm. 162, 26 de octubre. 5.
“Correo de España. Valencia” (1882). Crónica de la Música. Revista semanal y biblioteca
musical (Madrid), Año V, Núm. 182, 15 de marzo, 5.
“Correo de Galicia” (1879). El correo gallego. Diario político de la mañana (Ferrol), Año
II, Núm. 156, 5 de febrero, 2.
“Correo de Galicia. Noticias” (1881a). El correo gallego. Diario político de la mañana (Fe-
rrol), Año IV, Núm. 944, 20 de octubre, 3.
“Correo de Galicia. Noticias” (1881b). El correo gallego. Diario político de la mañana (Fe-
rrol), Año IV, Núm. 956, 4 de noviembre, 3.
“Correo de Galicia. Pontevedra” (1880). El correo gallego. Diario político de la mañana (Fe-
rrol), Año III, Núm. 574, 15 de julio, 3.
“Crónica General. Gacetilla” (1870). La Iberia. Diario Liberal (Madrid), Año XVIII, Núm.
4.348, 11 de diciembre, 3.
“Crónica de Sociedad. Sesión del 20 de Abril” (1847). El Faro Coruñés. Periódico artístico
y literario (La Coruña), Núm. 16, 22 de abril, 1.
“Crónica de Sociedad. Sesión del 28 de Febrero” (1847). El Faro Coruñés. Periódico artístico
y literario (La Coruña), Núm. 12, 10 de marzo, 2.
“Diversiones. Circo del Príncipe Alfonso” (1867). Diario Oficial de Avisos de Madrid (Ma-
drid), 24 de marzo, 4.
“El año Gallego. 16 de Octubre de 1881” (1899). La Correspondencia Gallega: diario de
Pontevedra (Pontevedra), Año XI, Núm. 2.931, 16 de octubre, 3-4.
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232
“En el homenaje a Chané” (1924). El regional: diario de Lugo (Lugo), Año XLI, Núm.
14.284, 11 de octubre, 1.
“Fechas memorables. Marcial del Adalid” (1903). El regional: Diario de Lugo (Lugo), Año
XX, Núm. 7.176, 16 de octubre, 2.
“Homenaje a los gallegos ilustres” (1924). El ideal gallego. Diario católico, regionalista e in-
dependiente (La Coruña), Año VIII, Núm. 2.023, 18 de marzo, 1.
“Industria española. Exposición pública de 1841” (1841). Semanario pintoresco español
(Madrid), Núm. 50, 12 de diciembre, 5.
“Juzgados. Edicto”. Diario Oficial de Avisos de Madrid (Madrid), Año CXXVI, Núm. 172,
20 de junio, 3.
“La visita a las sepulturas de Curros, Pondal, Chané y Murguía” (1923). El ideal gallego.
Diario católico, regionalista e independiente (La Coruña), Año VII, Núm. 1.729,
11 de marzo, 2.
“Lista de patrocinadores de este periódico. España. Galicia. Coruña” (1881). La Ilustración
gallega y asturiana: revista decenal ilustrada (Madrid), Año III, Núm. 1, 8 de enero, 3.
“Locales y provinciales” (1898). El lucense: Diario católico de la tarde (Lugo), Año XV,
Núm. 4.122, 18 de octubre, 3.
“Marcial del Adalid” (1904). Galicia. Revista Semanal Ilustrada (La Habana, Cuba), Año
III, Núm. 12, 20 de marzo, 1-2.
“Mosaico” (1847a). Boletín Mercantil e Industrial de Galicia (La Coruña), Núm. 5, 11 de
noviembre, 2.
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