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Abstract

La salud es imprescindible para conseguir una vida plena, y conseguir una cobertura universal de las prestaciones básicas en salud es una condición esencial para alcanzar no tan sólo el objetivo 3 de los ODS (Objetivos Desarrollo Sostenible) que específicamente habla de salud y bienestar, sino para la totalidad de los 17 objetivos ya que sin salud no hay desarrollo humano ni económico. En los países desarrollados, los sistemas sanitarios están sometidos a una enorme tensión por la inversión de la pirámide demográfica, con el aumento de la esperanza de vida, y por la falta de equidad e ineficiencia en el uso de recursos. En los países en vías de desarrollo la situación es precaria por la enorme carencia de recursos humanos y materiales y la ausencia de infraestructuras. No parece posible, ni quizá deseable, replicar en éstos el modelo sanitario de las economías avanzadas que a pesar de su enorme coste presenta grandes debilidades en términos de equidad, eficiencia y participación de los usuarios. Ante la labor inasumible de universalizar el modelo actual convencional de los sistemas sanitarios, la única opción para alcanzar la cobertura universal es priorizar la salud en las políticas y los presupuestos públicos, dignificar la función de los profesionales sanitarios y potenciar el papel protagonista de la persona como paciente con ayuda de las enormes posibilidades de innovación que ofrecen las nuevas tecnologías y la medicina digital. La digitalización es un instrumento imprescindible para conseguir los objetivos globales de salud y bienestar 2030, pero se requieren liderazgos comprometidos y una transformación radical de nuestra manera de entender la sanidad.
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SALUD DIGITAL: UNA
OPORTUNIDAD Y UN
IMPERATIVO ÉTICO
Joan Bigorra Llosas
Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)
Hospital Clínic de Barcelona.
joan.bigorra@isglobal.org
bigorra@clinic.cat
Laura Sampietro-Colom
Hospital Clínic de Barcelona
lsampiet@clinic.cat
RESUMEN
La salud es imprescindible para conseguir una vida plena, y conseguir una cobertura universal de las
prestaciones básicas en salud es una condición esencial para alcanzar no tan sólo el objetivo 3 de los ODS
(Objetivos Desarrollo Sostenible) que especícamente habla de salud y bienestar, sino para la totalidad
de los 17 objetivos ya que sin salud no hay desarrollo humano ni económico. En los países desarrollados,
los sistemas sanitarios están sometidos a una enorme tensión por la inversión de la pirámide demográca,
con el aumento de la esperanza de vida, y por la falta de equidad e ineciencia en el uso de recursos.
En los países en vías de desarrollo la situación es precaria por la enorme carencia de recursos humanos
y materiales y la ausencia de infraestructuras. No parece posible, ni quizá deseable, replicar en éstos
el modelo sanitario de las economías avanzadas que a pesar de su enorme coste presenta grandes
debilidades en términos de equidad, eciencia y participación de los usuarios. Ante la labor inasumible
de universalizar el modelo actual convencional de los sistemas sanitarios, la única opción para alcanzar la
cobertura universal es priorizar la salud en las políticas y los presupuestos públicos, dignicar la función
de los profesionales sanitarios y potenciar el papel protagonista de la persona como paciente con ayuda
de las enormes posibilidades de innovación que ofrecen las nuevas tecnologías y la medicina digital. La
digitalización es un instrumento imprescindible para conseguir los objetivos globales de salud y bienestar
2030, pero se requieren liderazgos comprometidos y una transformación radical de nuestra manera de
entender la sanidad.
Palabras clave: Innovación y Salud Digital, Sistemas Sanitarios, Cobertura Universal, Equidad y Eciencia,
Liderazgo Transformacional
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ABSTRACT
Having a satisfactory health status is an absolute must to enjoy a rewarding life; therefore achieving an
universal health care coverage is an essential requisite to reach not only the SDG 3 related to Health and
Wellness for all by 2030, but to achieve the 17 SGDs, since it is a reality that without health there is neither
human nor economic development. In developed countries, Health Care Systems are under huge stress due
to the demographic changes, with the increase in life expectancy, and the lack of equity which is becoming
an everincreasing problem. In the developing countries, the situation is rather challenging due to the chronic
shortness of human and material resources and the lack of infrastructures. In these countries it seems not
appropriate or advisable to replicate the health care model of the advanced economies which, in spite of their
enormous costs, show severe decits of equity, efciency and user involvement and participation. This is why
the only way to achieve universal health coverage is to give priority to health in public policies and budgets, to
dignify the job of health care professionals and to enhance the prominent role of the citizen as a patient by using
the huge innovative possibilities that the new medical technologies and digital medicine bring. Digitalization is
an indispensable tool to achieve our global objective of health and wellness for all in 2030, but there is a need
for strong and committed leadership and we must radically change the way we approach health care delivery.
Key Words: Innovation and Digital Health, Health Care Systems, Universal Coverage, Equity and Efciency,
Transformational Leadership.
Joan Bigorra es Doctor en Medicina, especialista en Farmacología Clínica y Licenciado en Derecho, Máster
en Biomedicina, Biotecnología y Derecho de la Unión Europea. En la actualidad es Director de Innovación del
Instituto de salud Global de Barcelona (ISGlobal) y Asesor Senior de Innovación del Hospital Clínic de Barcelona.
Laura Sampietro-Colom es Doctora en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Executive
Máster en Liderazgo y Gestión de la Ciencia y la Innovación. En la actualidad es Directora Adjunta de Innovación y
Responsable de la Unidad de Evaluación de la Innovación y las Tecnologías Sanitarias en el Hospital Clínic de Barcelona
INTRODUCCIóN
Las tecnologías digitales están ganando rápidamente popularidad en los sistemas de salud y este proceso
se ha acelerado en gran medida con la epidemia de COVID19 (Winters et al, 2020). Sin embargo, no existe
todavía un consenso generalizado entre los expertos sobre la denición de salud digital. Según la OMS, el
término englobaría la telemedicina (prestación de servicios médicos a distancia con apoyo de la tecnología,
que va desde simples llamadas telefónicas con profesionales sanitarios hasta complejas operaciones
quirúrgicas con robots controlados de forma remota), la teleasistencia o telecuidado (uso de la tecnología
para tratar al paciente a distancia desde un punto de vista no sólo médico sino también sociosanitario, en
general con un carácter preventivo y de seguimiento), la gestión electrónica de la salud (eHealth) o a través
de teléfonos móviles (mHealth), el uso avanzado de ciencias de la computación para la gestión de volúmenes
masivos de datos de salud (Big Data), la aplicación de la genómica, la aplicación de la robótica a través de
la conexión por internet entre dispositivos(IoT) y la aplicación de la inteligencia articial (AI) en medicina
(WHO, 2019). Aunque existen ya numerosos ejemplos de aplicación de la salud digital tanto en países de
renta alta como en países de renta media y baja, hay una relativa falta de estudios sobre los aspectos éticos
que esta revolución digital suscita en múltiples ámbitos y puntos de vista. Y por aspectos éticos hay que
referirse tanto a los retos que suscita su aplicación como a los que implica su no utilización generalizada y
optimizada para aumentar las coberturas sanitarias cuando la tecnología se encuentra disponible y accesible.
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LA SALUD DIGITAL COMO OPORTUNIDAD
Las herramientas digitales pueden tener efectos muy positivos para la gestión sanitaria y el cuidado de la
salud. Sin pretender ser exhaustivos, hay una larga lista debenecios potenciales asociados a la generalización
de la salud digital y al acceso a datos masivos de salud:
• La digitalización facilita el acceso remoto a la información lo cual permite atender las crecientes necesida-
des de atención a la salud de las personas con problemas de movilidad o de aquellas poblaciones que viven
en zonas remotas o incluso, como ha demostrado la actual pandemia de COVID 19, en otras situaciones
donde los desplazamientos y las visitas presenciales no son posibles por razones sanitarias.
• La interacción digital estimula una mayor participación del paciente en el cuidado de su salud. El mayor
conocimiento del paciente sobre sus riesgos y su salud a través de herramientas y medidores conec-
tados por medio digitales puede evitar complicaciones, salvar vidas y reducir sufrimientos y costes.
Las soluciones digitales permiten por ejemplo controlar los niveles de presión arterial y de glucosa,
planicar la nutrición, conectar con los cuidadores, gestionar el cumplimiento terapéutico u organizar
las visitas médicas.
• Los recursos digitales podrían compensar la carencia de profesionales de la salud, especialmente en los
países de renta más baja y en las zonas de conicto. Hay que tener en cuenta que en algunos países la au-
sencia de personal sanitario local es casi total y que nuestros conceptos de centro de salud y hospital de
referencia son inexistentes, pero gran parte de la población dispone de dispositivos móviles. Además, es
mucho más realista trasladar tecnología  médica que esperar a disponer de una masa crítica de profesio-
nales sanitarios debidamente formados. Si se pretende alcanzar algo parecido a la cobertura universal en
sanidad en el año 2030 (Objetivo de Desarrollo Sostenible 3), el despliegue rápido de la sanidad digital no
es sólo una oportunidad sino también una necesidad ineludible (Wahl B et al, 2018). Algo parecido ocurre
en las zonas de conicto. Es inaceptable que una persona fallezca en una zona de conicto sin disponibi-
lidad de médicos especialistas por un parto distócico o de una herida perfectamente tratable mediante la
cirugía robótica a distancia.
• La digitalización permite potenciar una mejor gestión de las patologías crónicas y mejorar los resulta-
dos de salud. Hay estudios piloto muy signicativos que demuestran las ventajas incuestionables de esta
aproximación. Por ejemplo, en los pacientes con insuciencia cardíaca congestiva la simple monitoriza-
ción domiciliaria de la frecuencia cardíaca y la saturación de O2 con un sensor de bajo coste junto con el
seguimiento del peso a través de una balanza con transmisor de señales, permite detectar y corregir muy
rápidamente las descompensaciones que de otro modo requerirían atención hospitalaria urgente y pon-
drían en riesgo la vida del paciente en unos pocos días.
• Contrariamente a lo que pueda parecer, la sanidad digital puede y debe mejorar la relación médico – pa-
ciente. De hecho, una mayor digitalización de la sanidad capaz de automatizar sistemas de captación e
interpretación de la información sanitaria permitiría a los profesionales dedicar su tiempo a contemplar
al paciente en su integridad como persona y a cuidar y curar durante la visita, en lugar de estar atrapado
en complejidades tecnológicas o burocráticas. Asimismo, la digitalización puede facilitar una reducción
drástica o incluso la eliminación de los errores humanos en el cuidado de la salud.
• La sanidad digital es esencial para mejorar la eciencia global del sistema sanitario ya que permite una
mayor participación y conectividad de todos los actores, mayor acceso a la información y a los sistemas
de apoyo a las decisiones clínicas, mayor trasparencia de los resultados de salud ligados a las intervencio-
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nes, así como una importantereducción de los costes de transacción. Cada paciente, cada acto médico es
fuente de aprendizaje. No es aceptable que este conocimiento no se aproveche por falta de inversión en
digitalización o en formación.
• La digitalización permite potenciar la investigación y la innovación mediante la posibilidad de conocer
mejor los mecanismos íntimos de la enfermedad en cada paciente individual  a través de la genómica, la
proteómica y en general de la biología molecular, pero además la capacidad tecnológica para procesar
datos médicos masivos permitiría conocer mejor la epidemiología y la evolución de las enfermedades, así
como las posibilidades de prevenirlas y tratarlas de manera eciente.
• Finalmente la sanidad digital es imprescindible para favorecer una longevidad con calidad de vida, inte-
grando la información genética ( nuestros genes) y epigenética ( el impacto del entorno sobre la expresión
de nuestros genes ) para potenciar la longevidad saludable a través de una medicina predictiva, preventi-
va, personalizada y participadaque necesariamente debe complementarse con la conservación y la ade-
cuación del entorno natural, delmedio ambiente y de los espacios de socialización urbanos a los que es-
tamos expuestos y que tanto impactan nuestra salud física y mental. Es decir, la llamada Salud Planetaria
(Whitmee S, Haines A et al 2015).
ALGUNAS BARRERAS A LA IMPLANTACIóN DE LA SALUD DIGITAL
La implantación de la salud digital no está exenta de barreras. La falta de infraestructuras y la heterogeneidad
de los sistemas de recogida y almacenamiento de datos es una de las más importantes y que a menudo hace
imposible obtener información agregada de calidad ya que los datos sobre pacientes se almacenan en silos.
Además, la ausencia de recursos adecuados hace que los mecanismos de aseguramiento de la calidad (por
ejemplo, las comprobaciones de la plausibilidad de los datos o la validación de los mismos por parte del clínico
o del propio paciente) sean decitarios. Todo ello puede hacer que el uso de la información digitalizada para
alimentar los sistemas de apoyo a la toma de decisiones se vea muy limitada ya que no se puede exponer a los
pacientes a riesgos injusticables por falta de calidad de la información (Digital4Care, 2019).
Otra barrera importante es la falta de adaptabilidad de los sistemas que rigen la administración de los
sistemas sanitarios y que están pensados para una época pre-digital. En concreto, los sistemas de pago o
reembolso de los proveedores sanitarios que suele basarse en pago por actividad o pago por capitación.
Ambos tienen serias limitaciones e incluso ofrecen algunos incentivos perversos que pueden repercutir de
forma negativa en la calidad o en la eciencia de la protección de la salud pública y de la asistencia sanitaria.
Esto ha motivado una creciente orientación al pago por resultados de salud, aunque en nuestro entorno esta
aproximación, que por cierto es el primer paso para evolucionar hacia una correcta nanciación de la salud
en general y de la salud digital en particular, es todavía muy inicial y se encuentra con muchas resistencias
para su implantación. Más allá de los discursos rimbombantes, la realidad es que la resistencia al cambio de
los sistemas de salud es desconcertante e injusticable.
Además existen algunas dicultades en los sistemas sanitarios, que no siempre están realmente interesados
en la transparencia e interconectividad imprescindibles para conseguir el nivel exigible de eciencia, o entre
los profesionales que en ocasiones y generalmente por falta de información y de análisis completo de las
ventajas e inconvenientes, pueden ver amenazado su rol tradicional por lamedicina digital, o incluso por
parte de los propios pacientes que en algunos casos todavía no son conscientes de que son los auténticos
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protagonistas de un sistema sanitario que necesariamente deberá ser participativo y deberá ponerlos en el
centro del sistema. Lo cierto es que no existe un conocimiento suciente sobre los derechos y obligaciones
ni sobre las posibilidades y limitaciones de la salud digital, lo cual genera dudas y confusión.
Otro aspecto crucial es que se requiere un gran esfuerzo para garantizar la seguridad y la condencialidad
absolutas de los datos personales y de salud, al tiempo que debe facilitarse la opción de que los pacientes
puedan compartir su información (generalmente anonimizada) de forma librecon otros pacientes, otros
profesionales, otros sistemas sanitarios o para proyectos de investigación o innovación que puedan mejorar
la atención, el pronóstico, el alcance, la capacidad de resolución o la eciencia de la prestación de servicios
de salud en cualquier escenario. Con todas las garantías éticas y legales, debería mejorar la cultura de
compartir, conar y colaborar entre sistemas sanitarios, profesionales y pacientes, y facilitar el uso masivo
de datos para avanzar en la investigación y la innovación médicas a nivel global (Taylor L, 2015 , Tseng J et al
2017). Es nuestro derecho como pacientes (¡todos somos pacientes!) dar acceso a nuestra información, en
las condiciones de anonimato que decidamos y para los nes que nos parezcan deseables sin encontrarnos
resistencias y trabas pretendidamente médicas y burocráticas propias de tiempos ya superados, aunque
muchos no lo aprecien, de un mal entendido paternalismo en sanidad. Y es una obligación ética garantizar
los derechos a la condencialidad y respetar la autonomía de la voluntad de los pacientes sobre los posibles
usos de los datos sobre su salud.
SALUD DIGITAL, INNOVACIóN Y OBjETIVOS DE DESARROLLO
SOSTENIBLE (ODS )
La innovación y en particular las estrategias digitales se han aceptado formalmente como un aspecto crítico
para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Labrique A et al, 2018). La puesta en marcha de
servicios de salud ecientes y de elevada calidad es una piedra angular de la agenda global para alcanzar
una cobertura universal (WHO 2020). Las intervenciones de salud digital tales como la coordinación entre
niveles o nodos asistenciales a través de medios digitales, y los sistemas digitales de apoyo a las decisiones
clínicas muestran un potencial considerable para mejorar la calidad y el nivel de integración de la atención
sanitaria que reciben los pacientes, pero se requiere un esfuerzo de estandarización muy superior al actual
y el compromiso de los gestores y profesionales sanitarios en los diferentes niveles del sistema de salud para
un escalado efectivo ( Orton M et al ,2018 ).
Otro aspecto crucial es el desarrollo y la adopción de soluciones de nanciación efectivas de salud digital
que permitan al mismo tiempo arquitecturas de información digital coherentes y una agenda de cobertura
sanitaria universal. Esto requerirá una intensa cooperación entre emprendedores, desarrolladores,
implementadores, decisores políticos y nanciadores.
Es fundamental el rol de los emprendedores para cambiar los paradigmas en que están instalados los
sistemas sanitarios y esto es válido tanto para los países de renta media o baja como para garantizar
el acceso universal a la totalidad de la población en países de renta alta. En una encuesta publicada en la
prestigiosa revista New England Journal of Medicine entre médicos hospitalarios y ambulatorios de los EEUU,
los encuestados opinaban mayoritariamente que la innovación digital sería liderada por empresas start-up
de nueva creación  tanto en los hospitales y los sistemas sanitarios (54%) como en atención primaria (65%)
(Gittlen S, 2017).
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ALGUNOS ASPECTOS ÉTICOS INAPLAzABLES EN SALUD DIGITAL
En revisiones recientes sobre crisis sanitarias y humanitarias, dos de las principales recomendaciones fueron
el imperativo ético de recoger los mejores datos y la necesidad de mejorar los sistemas de información
(Blanchett K et al 2017, Checchi F et al 2017). Generar los mejores datos implica registrarlos de forma
estandarizada (para garantizar comparabilidad), obtenerlos con la metodología adecuada, debidamente
protegidos, enfocados a su utilización práctica por parte de los responsables sanitarios y obtenidos a través
de un consentimiento (verdaderamente) informado. El concepto de mejores sistemas de información implica
garantizar estándares internacionalmente aceptados, así como asegurar la disponibilidad con seguridad y
un fácil acceso para la toma de decisiones incluso en situaciones críticas, de manera interconectada y coste
– efectiva.
En la reciente crisis humanitaria del Ébola en África Occidental se pusieron claramente de manifiesto
las limitaciones de los sistemas basados en papel tanto en el terreno asistencial como en la investigación
y el apoyo logístico. El papel es frágil, se rompe con facilidad, es a menudo difícil de leer o de reproducir
por no hablar de su inutilidad cuando existen déficits graves de alfabetización o problemas idiomáticos.
Además, el papel en sí mismo puede ser un vector de transmisión de enfermedades infecciosas. Por el
contrario, las tecnologías digitales han demostrado ser eficaces, incluso en entornos con muy pocos
recursos, cuando se implementan correctamente y con la tecnología y el personal con la especialización
adecuada (Perakslis ED, 2018).
Por tanto, no parece ético implantar la digitalización en sanidad sin las debidas garantías de condencialidad
y respeto de los derechos fundamentales de las personas, pero a nuestro juicio tampoco es ético demorar la
implantación por gestión ineciente de los recursos económicos, por inercias inaceptables en los sistemas
de nanciación o por corporativismos injusticables. Ante los retos actuales de los sistemas de salud la
inercia no es una opción. Se requiere con urgencia un liderazgo en sanidad que muestre un elevado nivel de
exigencia no tan sólo en el análisis ético de las acciones sino también en el análisis ético de las carencias y
omisiones. Y en estos momentos no es una cuestión de recursos sino de cualidades esenciales del liderazgo
como la empatía, la capacidad de escuchar, la comunicación, la coherencia, la resiliencia, la capacidad de
llegar acuerdos, la sensibilidad por el sufrimiento de los demás y la intolerancia con la ineciencia culpable
y las agendas ocultas.
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... Se ha planteado la telemedicina manteniendo altos estándares de calidad en la prestación de servicios médicos a distancia y garantizar la seguridad y la eficacia del tratamiento, de lo que surge la necesidad de establecer una conexión empática entre médico y paciente a través de plataformas digitales, incluyendo la prescripción de medicamentos y la evaluación de la seguridad del paciente 22 . ...
Article
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La historia médica destaca la importancia de la ética en cada avance, y la bioética es fundamental para abordar los desafíos éticos emergentes en la salud digital (SD). Este artículo analiza los dilemas éticos de las innovaciones en SD, centrándose en el sistema de salud, los profesionales y los pacientes. La inteligencia artificial (IA) genera preocupaciones, como la confidencialidad y los sesgos algorítmicos. Las aplicaciones (App) móviles empoderan, pero generan desafíos de acceso y alfabetización digital. La telemedicina (TM) democratiza y reduce costes de la salud, pero requiere abordar la brecha digital, los dilemas en la interconsulta: requiere altos estándares de calidad, con protección de la información del paciente y atención a la equidad en el acceso. Los wearables y el internet de las cosas (IoT) transforman la atención médica, pero enfrentan desafíos éticos como la privacidad y la equidad. La bioética del siglo xxi debe ser plástica, puesto que las herramientas de SD demandan adaptabilidad, con revisión constante y consenso, exigiendo a las facultades de ciencias de la salud una preparación que se ajuste a los cambios que iremos viendo en los años venideros.
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La salud digital conlleva al uso de tecnologías que inciden en la prestación de servicios médicos. Por lo tanto, el estudio realiza una revisión teórica sobre salud digital, detallándose datos relevantes que van desde aportes teóricos hasta modelos, políticas y estrategias entorno al sistema de salud. En ese sentido, se empleó un tipo de investigación teórica basado en el método histórico-lógico y centrado 123 en tres fases como: planeación, revisión y documentación apoyada en la herramienta EPPI-Reviewer. En definitiva, los resultados demuestran la importancia de la temática puesto que reduce los tiempos de espera, automatiza los procesos, facilita la disponibilidad de servicios asistenciales, u otros; siendo indispensable para los pacientes y profesionales de Ciencias de la Salud.
Article
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This theoretical paper argues for prioritarianism as an ethical underpinning for digital health in contexts of extreme disadvantage. In support of this claim, the paper develops three prioritarian principles for making ethical decisions for digital health programme design, grounded in the normative position that the greater the need (of the marginalised), the stronger the moral claim. The principles are positioned as an alternative view to the prevailing utilitarian approach to digital health, which the paper argues is not sufficient to address the needs of the worst off. As researchers of digital health, we must ensure that the most globally marginalised are not overlooked by overtly technocentric implementation practices. Consequently, the paper concludes by advocating for use of the three principles to support stronger critical reflection on the ethics involved in the design and implementation of digital health programmes.
Article
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Background Delivery of high-quality efficient health services is a cornerstone of the global agenda to achieve universal health coverage. According to the World Health Organization, health service delivery is considered good when equitable access to a comprehensive range of high-quality health services is ensured within an integrated and person-centered continuum of care. However, good health service delivery can be challenging in low-resource settings. In this review, we summarize and discuss key advances in health service delivery, particularly in the context of using digital health strategies for mitigating human resource constraints. Methods The review updates the foundational systematic review conducted by Agarwal et al. in 2015. We used PubMed, EMBASE, and CINAHL to find relevant English-language peer-reviewed articles published 2018. Our search strategy for MEDLINE was based on MeSH (medical subject headings) terms and text words of key articles that we identified a priori. Our search identified 92 articles. After screening, we selected 24 articles for abstract review, of which only 6 met the eligibility criteria and were ultimately included in this review. Results Despite encouraging advances in the evidence base on digital strategies for health service delivery, the current body of evidence is still quite limited in 3 main areas: the effectiveness of interventions on health outcomes, improvement in health system efficiencies for service delivery, and the human capacity required to implement and support digital health strategies at scale. Two particular areas, digital health-enhanced referral coordination and mobile clinical decision support systems, demonstrate considerable potential to improve the quality and comprehensiveness of care received by patients, but they require a greater level of standardization and an expanded scope of health worker engagement across the health system in order to scale them up effectively. Conclusions Additional research is urgently needed to inform the effectiveness of interventions on health outcomes, improvement in health system efficiencies, and cost-effectiveness of service delivery. In particular, more documentation and research on ways to standardize and engage health workers in digital referral and clinical decision support systems can provide the foundation needed to scale these promising approaches in low- and middle-income settings.
Article
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Digital strategies have been formally recognized as a critical health systems strengthening strategy to help meet the Sustainable Development Goals and universal health coverage targets. This landscaping collection reviews multiple possible approaches across health system pillars, from digital referrals to decision support systems, identifying key knowledge gaps across these domains and recognizing the growth needed in the field to realize its full potential.
Article
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The field of artificial intelligence (AI) has evolved considerably in the last 60 years. While there are now many AI applications that have been deployed in high-income country contexts, use in resource-poor settings remains relatively nascent. With a few notable exceptions, there are limited examples of AI being used in such settings. However, there are signs that this is changing. Several high-profile meetings have been convened in recent years to discuss the development and deployment of AI applications to reduce poverty and deliver a broad range of critical public services. We provide a general overview of AI and how it can be used to improve health outcomes in resource-poor settings. We also describe some of the current ethical debates around patient safety and privacy. Despite current challenges, AI holds tremendous promise for transforming the provision of healthcare services in resource-poor settings. Many health system hurdles in such settings could be overcome with the use of AI and other complementary emerging technologies. Further research and investments in the development of AI tools tailored to resource-poor settings will accelerate realising of the full potential of AI for improving global health.
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Conducting research in a humanitarian setting requires quantifiable quality measures to ensure ethical study conduct. Digital health technologies are proven to improve research study quality and efficacy via automated data collection, improvement of data reliability, fidelity and resilience and by improved data provenance and traceability. Additionally, digital health methodologies can improve patient identity, patient privacy, study transparency, data sharing, competent informed consent, and the confidentiality and security of humanitarian operations. It can seem counterintuitive to press forward aggressively with digital technologies at a time of heightened population vulnerability and cyber security concerns, but new approaches are essential to meet the rapidly increasing demands of humanitarian research. In this paper we present the case for the digital modernization of humanitarian research in conflict and other humanitarian settings as a vehicle for improved research quality and ethics.
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International development and humanitarian organizations are increasingly calling for digital data to be treated as a public good because of its value in supplementing scarce national statistics and informing interventions, including in emergencies. In response to this claim, a ‘responsible data’ movement has evolved to discuss guidelines and frameworks that will establish ethical principles for data sharing. However, this movement is not gaining traction with those who hold the highest-value data, particularly mobile network operators who are proving reluctant to make data collected in low- and middle-income countries accessible through intermediaries. This paper evaluates how the argument for ‘data as a public good’ fits with the corporate reality of big data, exploring existing models for data sharing. I draw on the idea of corporate data as an ecosystem involving often conflicting rights, duties and claims, in comparison to the utilitarian claim that data's humanitarian value makes it imperative to share them. I assess the power dynamics implied by the idea of data as a public good, and how differing incentives lead actors to adopt particular ethical positions with regard to the use of data.
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Despite considerable investment in digital health (DH) companies and a growing DH ecosystem, there are multiple challenges to testing and implementing innovative solutions. Health systems have recognized the potential of DH and have formed DH innovation centers. However, limited information is available on DH innovation center processes, best practices, or outcomes. This case report describes a DH innovation center process that can be replicated across health systems and defines and benchmarks process indicators to assess DH innovation center performance. The Brigham and Women's Hospital's Digital Health Innovation Group (DHIG) accelerates DH innovations from idea to pilot safely and efficiently using a structured process. Fifty-four DH innovations were accelerated by the DHIG process between July 2014 and December 2016. In order to measure effectiveness of the DHIG process, key process indicators were defined as 1) number of solutions that completed each DHIG phase and 2) length of time to complete each phase. Twenty-three DH innovations progressed to pilot stage and 13 innovations were terminated after barriers to pilot implementation were identified by the DHIG process. For 4 DH solutions that executed a pilot, the average time for innovations to proceed from DHIG intake to pilot initiation was 9 months. Overall, the DHIG is a reproducible process that addresses key roadblocks in DH innovation within health systems. To our knowledge, this is the first report to describe DH innovation process indicators and results within an academic health system. Therefore, there is no published data to compare our results with the results of other DH innovation centers. Standardized data collection and indicator reporting could allow benchmark comparisons across institutions. Additional opportunities exist for the validation of DH solution effectiveness and for translational support from pilot to implementation. These are critical steps to advance DH technologies and effectively leverage the DH ecosystem to transform healthcare.
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Valid and timely information about various domains of public health underpins the effectiveness of humanitarian public health interventions in crises. However, obstacles including insecurity, insufficient resources and skills for data collection and analysis, and absence of validated methods combine to hamper the quantity and quality of public health information available to humanitarian responders. This paper, the second in a Series of four papers, reviews available methods to collect public health data pertaining to different domains of health and health services in crisis settings, including population size and composition, exposure to armed attacks, sexual and gender-based violence, food security and feeding practices, nutritional status, physical and mental health outcomes, public health service availability, coverage and effectiveness, and mortality. The paper also quantifies the availability of a minimal essential set of information in large armed conflict and natural disaster crises since 2010: we show that information was available and timely only in a small minority of cases. On the basis of this observation, we propose an agenda for methodological research and steps required to improve on the current use of available methods. This proposition includes setting up a dedicated interagency service for public health information and epidemiology in crises.
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Recognition of the need for evidence-based interventions to help to improve the effectiveness and efficiency of humanitarian responses has been increasing. However, little is known about the breadth and quality of evidence on health interventions in humanitarian crises. We describe the findings of a systematic review with the aim of examining the quantity and quality of evidence on public health interventions in humanitarian crises to identify key research gaps. We identified 345 studies published between 1980 and 2014 that met our inclusion criteria. The quantity of evidence varied substantially by health topic, from communicable diseases (n=131), nutrition (n=77), to non-communicable diseases (n=8), and water, sanitation, and hygiene (n=6). We observed common study design and weaknesses in the methods, which substantially reduced the ability to determine causation and attribution of the interventions. Considering the major increase in health-related humanitarian activities in the past three decades and calls for a stronger evidence base, this paper highlights the limited quantity and quality of health intervention research in humanitarian contexts and supports calls to scale up this research.
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International development and humanitarian organisations are increasingly calling for digital data to be treated as a public good because of its value in supplementing scarce national statistics and informing interventions, including in emergencies. In response to this claim a ‘responsible data’ movement has evolved to discuss guidelines and frameworks that will establish ethical principles for data sharing. However, this movement is not gaining traction with those who hold the highest-value data, particularly mobile network operators who are proving reluctant to make data collected in low- and middle-income countries accessible through intermediaries. This paper evaluates how the argument for ‘data as a public good’ fits with the corporate reality of big data, exploring existing models for data sharing. I draw on the idea of corporate data as an ecosystem involving often conflicting rights, duties and claims, in comparison to the utilitarian claim that data’s humanitarian value makes it imperative to share them. I assess the power dynamics implied by the idea of data as a public good, and how differing incentives lead actors to adopt particular ethical positions with regard to the use of data.