Durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se fue desarrollando en Japón una tendencia política revolucionaria que se alejaba de los postulados de la izquierda institucional y del progresismo de posguerra, y que cristalizó en la irrupción de la Nueva Izquierda japonesa durante la década de 1960. El cambio de paradigma que dio forma a este nuevo movimiento político se basaba fundamentalmente en las siguientes transfor-maciones: de una conciencia victimista a una victimaria, de una subjetividad racional a una existencialista, de una visión lineal de la historia a una escéptica respecto al progre-so, y de una postura vanguardista a una autocrítica.
Esta tendencia llegó a su apogeo durante la conocida como ‘época de la política’ (1966-1971), durante la cual la Nueva Izquierda japonesa actuó fundamentalmente en dos frentes: por un lado en la lucha contra la Guerra de Vietnam, y por otro en la ‘Re-vuelta de los Zenkyoto’ protagonizada por el movimiento estudiantil. Uno de los térmi-nos más utilizados para referirse al espíritu revolucionario de esa época era el de ‘au-tonegación’, un concepto que culminaba la brecha entre los dos distintos paradigmas de la izquierda japonesa durante la posguerra. El motor de las protestas contra la Guerra de Vietnam ya no era la postura de los japoneses como víctimas o potenciales víctimas de un conflicto bélico, como sucedía respecto a los recuerdos imperantes de la Segunda Guerra Mundial y el miedo a entrar de nuevo en guerra por culpa del Tratado de Seguri-dad EEUU-Japón, sino la conciencia de formar parte de una nación cómplice de la opre-sión imperialista. Asimismo, los estudiantes que luchaban contra el sistema universitario en la Revuelta de los Zenkyoto estaban impelidos a asumir su responsabilidad como par-te integrante de ese mismo sistema y sus privilegios.
Este mismo desarrollo se puede observar en el cine de directores de la Nuberu Bagu como Yoshida Kiju desde principios de la década de 1960 a través de formas fílmicas también sintetizadas bajo el concepto de ‘autonegación’ y en las que el director renun-ciaba a narraciones objetivas y lineales y a ofrecer significados al espectador, mostraba su obra como una construcción subjetiva y fomentaba la participación autónoma del re-ceptor en la producción de la película. Esta tendencia en el cine de Yoshida culminó también en la ‘época de la política’ a través de recursos como la artificialización y la ahis-torización del espacio.